Retiro Temas Completos - Siembra
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Valor y Confianza
Provincia de Santa María de Guadalupe
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RETIRO SIEMBRA
Luego hay que concertar entrevistas con el resto del grupo, y anotarlas en el reloj (ejemplo: si
"Paco" concerta una entrevista con "Juan" a las tres de la tarde, en su reloj él debe anotar el
nombre "Juan" junto a la hora que corresponde; "Juan" debe anotar el nombre de "Paco" en la
hora correspondiente, es decir a las tres, de esa forma cuando el líder grite son las tres de la tarde,
ambos sabrán que deben juntarse a esa hora.) Cada participante debe llenar su reloj con
entrevistas para todo el día, las cuáles, obviamente no serán cronológicas, ya que el líder dirá una
hora cualquiera (no necesariamente en orden numérico), y luego de unos dos minutos debe gritar
una hora diferente, y cada joven pasar a la entrevista que corresponda a esa hora, de esa forma
deben pasar las doce entrevistas en aprox. 15 a 30 minutos.
Cada vez que los jóvenes se entrevisten entre sí deberán hacerse preguntas que serán
dictaminadas por el líder, de acuerdo al objetivo o tema que se quiera plantear.
Preguntas:
¿Cómo te llamas y cómo te gusta que te digan?, ¿por qué viniste al retiro?, ¿Cuáles dones sientes
que Dios te ha dado?, ¿Qué canción te gusta más dentro de la iglesia? , ¿Cuál es tu mayor anhelo o
sueño?, ¿Cómo te sientes en este momento?, ¿Cuáles son tus ideales en la vida?, de todas las
cosas que has hecho de ¿cuál es la que te ha hecho sentir feliz y orgullosa de ti misma?, ¿Qué
cualidades te podrían definir? etc. Cada joven hará las mismas doce preguntas a los doce
entrevistados.
Nota: si los participantes son menos de trece, el reloj deberá omitir algunas horas (si son 10
personas, el reloj deberá omitir tres horas, no se harán entrevistas a las cuatro, diez, ni a media
noche).
Tema 1: La tierra
DESARROLLO:
Contarán, para ese momento, los participantes, con una especie de “maceta”, en la que
“contemplarán” la tierra que ellos son, cómo llegan a este encuentro, será tierra con piedras,
tierra dura, reseca, arcillosa, mezclada con hierbas silvestres, con raíces viejas.
Se proclama la lectura del Génesis, de la creación del Hombre (tradición yahvista). Nosotros somos
tierra, somos frágiles, no somos 100 por 100 fértiles. Nosotros como la tierra, tenemos muchas
veces un corazón duro, seco, mezclado con escombros de nuestra soberbia, endurecido por la
bronca, por el deseo de revancha, otras veces lo tenemos impermeable por la indiferencia...
Nosotros como la tierra a veces estamos cargados de raíces viejas, de hierbas silvestres y espinas,
raíces de vicios y defectos que no nos dejan ser quien querríamos ser, maleza de hierbas silvestres
que parecen tiernas pero enseguida se vuelven ásperas y duras y entorpecen nuestro crecimiento;
espinas que impiden a los demás acercarse a nosotros.
Y la semilla está ahí. La semilla es silencio, es misterio, espera poder entrar en nosotros que somos
tierra. La semilla tiene todo para ser planta, lo encierra todo en su pequeñez, pero quiere
necesitar de la tierra para sacarlo todo afuera, para manifestar su grandeza.
La tierra puede darle a la semilla abrigo y silencio para que madure y se manifieste en todo su
esplendor.
La tierra puede también quedarse dura, seca, indiferente y no dejar que penetre la semilla. La
semilla seguirá conservando su riqueza y majestad; la tierra, por el contrario, se irá
empobreciendo cada vez más, hasta convertirse en desierto.
Como puede haber alguno que no sepa buscar en el Evangelio sería conveniente que esté el texto
en particular (y si lo consideran prudente los organizadores los demás textos también) copiado en
una hoja aparte facilitada a los participantes para su reflexión personal.
“Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar “.Una gran multitud se reunió junto a Él, de
manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud
estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les
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enseñaba: ¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó
al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno rocoso, y donde no tenía mucha tierra y brotó en seguida porque la
tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó
entre las espina estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra
y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el
ciento por uno. Y decía: ¡”El que tenga oídos para oír, que oiga!”
MEDITACIÓN
Debemos disponer nuestro interior a la acción de la semilla puesta en nosotros por Dios a través
de Jesús y por intermedio de la acción y resguardo del Espíritu Santo. Necesitamos irnos
transformando en abono de esa semilla ya que si no la cuidamos con esmero se secará.
No tengamos duda, el sembrador existe y quiere transformarnos para Él y poder habitar en cada
uno de nosotros. Si logramos que este cambio perdure para irradiar esa luz, no sólo tendremos
asegurado el futuro sino que viviremos en el presente un adelanto de la vida eterna.
Esto parece muy lindo pero muy difícil de alcanzar, pero si dejamos que esa semilla se transforme
en planta o en árbol dentro de cada uno de nosotros, cada rama nos sustentará y guiará en cada
decisión que tomemos. No tenemos que tener miedo si se rompe un gajo, porque sabemos que
con María y el Espíritu Santo saldrá un retoño que hará más fuerte al árbol.
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Decíamos que la semilla en sí misma es misterio, es proyecto, ella encierra una riqueza que por su
sola apariencia nosotros NO VEMOS, pero sí intuimos por lo que sabemos de ella; pero de hecho,
NO VEMOS lo que ella encierra. La semilla es secreto.
La semilla la podemos comparar con el plan de Dios para mí, el sueño que Dios tiene para mi vida,
para que mi vida sea plena, vigoriza, fecunda... la semilla es el proyecto de Dios.
Intuyo que lo que sé de Él que quiere mi felicidad, ha buscado siempre encontrarse con el hombre
y caminar con él (Gn. 3). (Será importante destacar, como en tercera persona lo que puede hacer
la semilla, lo que Dios ha hecho con otros. Se puede presentar aquí los rasgos más salientes del
Plan Salvador pero SIN ALUDIR O INVOLUCRAR a los oyentes, porque aquí queremos plantear lo
que sabemos que hizo en otros la semilla).
Las preguntas que se les dan a las chicas son las siguientes, primero ayudarles a que las
reflexionen en silencio después darles para que las contesten:
¿QUÉ QUERRA DE MÍ?, ¿CÓMO SE DESARROLLARÁ EN MI?, ¿DE QUÉ MANERA DESPLEGARÁ SU
RIQUEZA EN MI VIDA? ¿VALE LA PENA VIVIR?
Después que las trabajan, individualmente, se pregunta si alguien quiere compartir sus respuestas
y se continúa así: Para que valga la pena nuestra vida, es importante estar atento a la SIEMBRA.
Para que haya una buena siembra tiene que haber una tierra bien dispuesta y preparada.
Vale la pena luchar por dar buenos frutos en mi vida: porque Dios tiene un propósito al traernos
al mundo, es necesario descubrirlo.
Por otra parte, hay, asimismo, una gran diferencia. Si bien todas las semillas gozan de las
características de semilla, cada porción de tierra en que caen es diferente a la otra, con sus propias
riquezas y limitaciones; y, en este caso además, cada semilla fue pensada por Dios para cada
porción de tierra.
Será importante, por lo tanto, si queremos que la SIEMBRA produzca fruto, que la tierra se abra a
la semilla, que la tierra se reconcilie con la semilla para que puedan enriquecerse mutuamente;
hay que tener cuidado con los “pájaros” “falsos amigos”, que siempre nos consienten, e invitan a
disfrutar de la vida sin límites y nos perdemos entre los espinos…
EL AMOR ES IMPORTANTE:
Textos que pueden ayudar o acompañar: Is. 55, 10; Mt. 13, 3s. (Video 2nda. Parte)
3. ¿Cómo está mi tierra? ¿Me siento identificado con la tierra con espinos y piedras o pájaros que
se llevan la semilla?
De esta manera se hará la relación con el tema: “La Tierra”. Luego se le dará a cada uno el pasaje
del Evangelio Lc. 8, 4-8, para que reflexionen personalmente (música instrumental de fondo).
“Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las edades, Él les dijo,
valiéndose de una parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la
semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra
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parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas,
y éstas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo
fruto al ciento por uno. Y una vez que dijo esto exclamó: ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.
Hacer una reflexión más concreta sobre el tema. Luego cada una tendrá que tomar su corazón
con la tierra seleccionada y arrojarla en la vasija vacía, que estará a los pies de un Cristo y se les
invita a pedirle personalmente que el Señor renueve nuestro corazón, que lo haga más acogedor,
sencillo, … apto para recibir la semilla de su amor y que dé frutos buenos para los demás, para
nuestra familia…
Seguido de esto tendrán que tomar tierra limpia y colocarla en una macetita. Este es el momento
para hacer entender que si mi tierra no está limpia, la semilla no podrá ser sembrada;
reconociendo que el único modo de preparar mi interior para recibir la Palabra de Dios, recibir y
probar su amor, la única forma es comenzar en silencio orando ante el Señor. Se le invita a que
cuando ya tengan la tierra nueva en su maceta, la observen pensando que es la nueva vida que
Dios te quiere dar y escuchen la canción.
Una hermana vestida de Jesús pasa a Colocar una semilla en la maceta de cada joven… diciendo:
“el que permanece en mi da mucho fruto”…
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Es misterio y proyecto. Este es el desafío de descubrir el sueño de Dios sobre cada uno de
nosotros, es el Señor que siempre ha tenido un plan para nuestras vidas, pero solo lo podremos
descubrir cada uno de nosotros, como nos enseña S. Agustín “Dios que te creo sin ti, no te salvara
sin ti” Como todo misterio no se puede descifrar a simple vista, hay que ser paciente, saber
esperar el tiempo oportuno en el que podemos llegar ver la luz que Dios ha puesto en nuestro
interior. Esa luz del misterio solo la podemos ver cada uno de nosotros, nos pueden ayudar y hasta
indicar el camino, pero solo nosotros lo podemos recorrer. No se te descubre de forma mágica, ni
extraordinaria. En nuestro interior están los elementos necesarios para ver con claridad, para
penetrar en el misterio.
En este caminar debemos leer los signos de la providencia sobre nosotros. “Dios en el cual
creemos es un Dios de amor, que nos ama y conduce con amor hasta en los más mínimos detalles
de nuestra vida”. Es en este aspecto que cada uno de nosotros somos semillas valiosas a los ojos
del Señor, nuestra labor es saber descubrir su mensaje, ser y presentarnos como tierra fértil donde
su plan de salvación se manifieste.
Si nos abandonamos a los brazos de Dios descubriremos, que Dios ha preparado la tierra de
nuestras vidas, con los surcos de las cosas que hemos vivido, para que en ella germine y se
desarrolle su plan de amor sobre nosotros y toda la humanidad.
Él sabe de los peligros y debilidades que tenemos en nuestras vidas, el mira nuestro esfuerzo, no
nuestros logros. Confiemos y en el silencio del encuentro personal con Dios abrámonos al misterio
de amor que él tiene sobre nuestras vidas, para que así en nosotros germine Jesús, palabra eterna
del Padre.
DINÁMICA:
2. Reflexionamos: ¿Qué clase de tierra vamos a ofrecer nosotros en esta vida, para que se
cumpla el sueño de Dios en nosotros? ¿Qué querrá de mí? ¿Cuáles son mis miedos y mis
esperanzas?
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3. Escribir en unas piedras y espinas (de papel) nuestras debilidades, tentaciones que me
pueden ahogar la semilla de Dios. Colocarla en un sobre que tendrá el nombre de cada siembrista,
y lo coloca encima de la maceta, invitándolo a pedir al Señor que esas piedras o espinas vayan
siendo vencidas por ti con la ayuda y gracia de Dios… la oración te hace fuerte para vencer con
Cristo…
Si la semilla ha sido bien recibida por la tierra, si ésta le supo dar abrigo y aliento, a su debido
tiempo germinará y aparecerá el Brote, cargado de vida nueva, de impulso firme que busca llegar
al sol, y en sus primeros días este impulso es tan fuerte que hasta parece lograrlo.
Sin embargo van a pasar muchos días para que el brote se convierta en tallo y el tallo despunte en
espiga. Mientras tanto, mientras crece, el brote tiene que superar también muchas dificultades.
Así también pasa en nuestra vida... personal, afectiva, familiar y religiosa.
Mientras somos niños estamos abrigados y protegidos por nuestra familia, pero a poco de andar
empiezan a aparecer los conflictos; dejamos de ser bebés para pasar a ser jóvenes; en nuestro yo
más profundo todo lo que nos resultaba divertido deja de atraernos; en nuestra relación familiar
de recibirlo todo, pasamos a sentir reclamos y exigencias; en nuestra vida afectiva sentimos cosas
que en principio no entendemos y cuando las entendemos no sabemos manejarlas; en nuestra
vida religiosa, de sabernos queridos y acompañados por nuestros catequistas, de sentirlo a Dios
como un Padre cariñoso, empezamos a sentirnos solos, rodeados de gente, pero solos,
empezamos a sentir exigencias que no sabemos cómo responder y hasta empezamos a creer que
Dios está a punto de retarnos o castigarnos en cada cosa que hacemos torpemente...
(presentar una macetita con pequeño brote)… Miremos primero el brote. El brote también
experimenta sensaciones nuevas: siente el frío del agua que cae de la lluvia, padece la violencia
del viento huracanado, goza de la brisa de primavera, soporta el calor de un sol agobiante, resiste
la helada nocturna. Si el brote se afirma a la identidad de su semilla, y se afianza con los nutrientes
de la tierra podrá soportar todo esto y llegará a ser espiga fecunda y cargada. Si por el contrario se
mimetiza con la maleza que la rodea y que “parecen” más firmes y resistentes, se enviciará y muy
probablemente morirá antes de ser espiga.
Así también pasa en nuestra vida... todo eso que sentimos como temores y fracasos, y de hecho lo
son, lo que anhelamos como esperanzas y logros, pueden ayudarnos a crecer y fortalecernos, si
reafirmamos conscientemente nuestra identidad personal a la luz del proyecto de Dios y de la
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tierra que somos, tierra tejida y amasada en nuestra historia personal, desde que fuimos
engendrados hasta el día de hoy.
Si por el contrario a la hora de enfrentar los conflictos, seguimos los criterios de la “maleza” que
nos rodean: vida fácil, cómoda sin exigirnos, “sexo, droga y reguetón”, muy probablemente
aunque sigamos perdurando en la historia, nuestra vida habrá muerto sin dar el fruto que podría
haber dado.
Pero si somos capaces de reafirmarnos en el Plan de Dios y nutrir su crecimiento con nuestro
esfuerzo personal, seguramente llegaremos a ser espigas. Sin embargo para que el entusiasmo no
nos juegue una mala pasada es bueno que una vez más contemplemos nuestra SIEMBRA. En todo
tallo cargado de espigas hay no obstante algunas secas, sin semillas, pero las hay también
rebosantes y maduras. Así también pasa en nuestra vida, animados por el proyecto de Dios,
comprometidos con nuestro propio esfuerzo, tenemos que saber que: en nuestra vida habrá
espigas cargadas de triunfos, rebosantes de logros personales y maduros como para ser gozadas.
Pero también habrá espigas secas por lo fracasos o sin semilla de la ilusión soñada; y la “culpa” no
será ni de Dios, ni por falta de nuestro deseo de bien, sino simple consecuencia de nuestras
propias limitaciones humanas. La espiga, antes de ser abierta, como la semilla, también es un
misterio. Pero es fruto de la libre interacción de la tierra y la semilla.
Es algo que se recibe sin ningún mérito de parte nuestra, es algo gratuito, es el regalo más bello y
extraordinario que el hombre puede recibir. Dentro de todo lo que poseemos, la vida es lo único
que no podemos comprar ni vender. La vida es la manifestación más concreta de que Dios nos
ama. Nuestra respuesta ante este gesto de parte de dios, no puede ser otra cosa que la gratitud y
la alabanza al Creador por habernos hecho merecedores del don de la vida.
La vida es un proyecto
El regalo que hemos recibido es algo destinado a realizarse en el tiempo, a crecer cada vez más en
perfección, pues Dios quiere que la vida en nosotros sea plena y para eso cuenta con nuestra
cooperación, con nuestra disponibilidad y creatividad.
En una palabra estamos llamados a vivir nuestra vida de manera que lleguemos a ser verdaderas
imágenes de aquel que nos creó, pues hemos sido hechos a semejanza suya. Gen. 1.26
El proyecto de Dios al darnos la vida es que nosotros, sus criaturas, manifestemos al mundo que
tenemos por autor al mejor de los artesanos y que lleguemos a llevar la vida a la mejor de sus
expresiones, a su perfección.
La vida es un compromiso
Ante la vida no podemos situarnos de una manera indiferente o vivida como se nos va
presentando, es necesario asumirla en todas sus exigencias.
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El compromiso y la responsabilidad que adquirimos al recibirla nos exigen luchar y trabajar para
que se manifieste en su totalidad.
Eliminando de nuestra vida todo aquello que nos esclaviza, nos degrada, nos humilla y cultivando
lo que nos enaltece, nos libera y nos hace más dignos, nos asemejamos más a nuestro creador.
Nuestra responsabilidad ante la vida es hacer sea verdadera y no sólo una caricatura. “En la vida el
que no lucha no alcanza”
Momento de oración:
Queridas jóvenes, hoy nuevamente llega el sembrador a sembrar a tu corazón a la tierra que hoy
has preparado con este retiro, te invito a que recibas su semilla, te invito a cerrar tus ojos a dejar
todas tus preocupaciones en manos de Dios, concéntrate solamente en Jesús sembrador que hoy
quiere sembrar algo nuevo en tu corazón, de ti depende recibir esta semilla, si en verdad estás
dispuesta, llámalo dile desde el interior de tu corazón, “ven sembrador, la tierra de mi corazón
está dispuesta para recibirte” (se repite varias veces) – música instrumental- …
Las invitamos a ponernos de rodillas porque el Sembrador ha escuchado tu llamado y viene a ti,
cantemos con devoción a nuestro amado Sembrador….
¿Vale la pena vivir?, ¿Tenemos un futuro los jóvenes?, ¿Habrá alguien capaz de poner en orden
este mundo pisotea los valores, que vive en la violencia, que siembra dolor y muerte, que pisotea
la dignidad del ser humano?
Ven Señor Jesús, siembra en mi corazón la semilla buena y ayúdame a conservarla para que no
vengas las malas compañías a quitármelas nuevamente, las falsas felicidades a jugar conmigo, la
soledad y la tristeza a secar mis ilusiones. Ven Señor Jesús te necesito mi tierra sin ti jamás podrá
dar buenos frutos…
Al comenzar indícame tus caminos, Señor que mi vida de fruto para todos, condúceme por tus
sendas para que yo pueda compartir paz, alegría y justicia. Libertad, fuerza y ternura.
Tú eres bueno y me haces vivir; por eso digo con todo mi ser: ¡Gracias por esta inquietud que has
puesto en mí; guíame por tus caminos para ser más. Valer más, hacer más bien. Hazme como tú
sembradora de bien, sembradora de amor, paz y justicia por donde pase.
A ti Señor te digo con todo el corazón: ¡Que no tenga miedo de verte! Yo espero gozar siempre de
tu compañía. Hazme valiente y animosa para seguirte, para conservar tu Palabra en mi corazón y
permitir que dé muchos frutos.
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Aquí estoy señor. Tú sabes cómo soy. Hazme gozar por tus caminos y vivir tu buena noticia. Dame
un corazón que sea tierra fértil para llevar y vivir la buena noticia de tu Palabra. Para anunciar al
mundo que me amas y los amas.
Una hermana se viste de Jesús y junto con una religiosa de hábito completo, pasan en silencio a
darles la siguiente carta:
Hola mi pequeña semilla, hija mía: Buenos días!!! ¡Me alegra tanto que hayas venido a verme!
Esto quiere decir que tan olvidado no me tienes y que aún ocupo un lugar en tu vida y en tu
corazón.
Quiero aprovechar la ocasión para decirte que me gusta que dialogues conmigo de todas tus
cosas, de tus problemas, de tus fallas, de tus anhelos y fracasos; de lo que tu corazón quiera
decirme. Día a día te espero siempre para poder charlar en un largo abrazo de palabras. Sé que
muchas veces no sabes cómo llamarme o cómo venir a mí; por eso quiero que tomes el ejemplo
de mi Mamá que, al ver que moría por ti, hablaba con mi Padre, rezaba pidiendo por mí.
Ella sentía en lo profundo de su corazón verme ir a los cielos y, sin embargo, porque también te
amó a ti, me dejó cumplir con mi misión de dar la vida por ti y ella junto conmigo se dejó sufrir. Y
hoy, mi pequeña semilla, te recuerdo que he entregado mi vida por ti, que noche a noche y día a
día sin importar cómo me trates, sigo a tu lado.
¿Te acuerdas en algún momento de mí? ¿Te das cuenta que en cada una de ustedes estoy? Me
duele decirte que a veces no te das cuenta, que muchas veces cada una sigue en su rutina diaria,
en sus estudios, en sus trabajos, en sus cosas materiales, que sólo los vacían cada vez más y no se
dan cuenta de ello.
De mí te has olvidado o, por momentos te acuerdas memorizando gran cantidad de palabras sin
un sentido, en lugar de saludarme por la mañana con un simple: “Hola Jesús, gracias por este
nuevo día”, y, al llegar la noche, descansar en mis brazos ofreciendo tu dulce sueño, aceptando mi
voluntad para el próximo día y así llenar tu corazón de amor. Pero a veces prefieres dormirte
pensando en cosas superficiales o con alguna música de moda que sólo te deja vacío el corazón y
te engaña, quitándome mi lugar.
¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas las
cosas y te irá mejor. Cuando te abandones a mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis
designios. No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el
cumplimiento de tus deseos. Cierra tus ojos y dime con calma: “Jesús confío en Ti”.
¿No ves que lo material, lo estético, lo de afuera, no sirve? Sirve sí, tener un corazón puro,
humilde, sencillo y lleno de amor. Porque si no tienes amor no eres nada y tu vida se vuelve
mezquina por olvidar a Aquel que le da valor.
VMIG
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Quisiera saber qué haces por las noches y por las mañanas mientras te cuido y estoy en cada
detalle de tu vida. Quisiera saber si tengo lugar en tu corazón, como tú tienes todo el espacio del
mío esperando por ti.
Quiero que recorras tu alma, muy profundamente, y allí, en ese sitio que sólo tú y yo conocemos
me dejes entrar, me invites de nuevo a habitar en ti. Déjame pasar a tu corazón.
Quiero que ahora me cuentes, al amigo que todo lo sabe y todo lo guarda, cuánto hace que no
hablamos. ¿Qué significa que estés en mi presencia? ¿Anhelas orar? ¿Cómo oras? ¿Esperas con
ansias, tanto como yo, ese encuentro maravilloso en que tú confías y yo me entrego? ¿Qué lugar
ocupa la oración en tu vida?... ¿Dónde, cuándo y cuánto oras?...
Hija mía, mi pequeña semilla, no olvides que mi amor por ti nunca acabará, y aunque sean muchas
las veces en que te olvides, te alejes o te enojes, yo sigo a tu lado y espero, con ansias que mi
amor y tu amor se unan en un diálogo profundo de aceptación, renuncia, sacrificio y alegría. Y
espero que a partir de este momento, la luz de mi Santo Espíritu te ilumine y te acerque más a mí;
y así “tu siembra” sea la “gran cosecha” para gozo del cielo y alegría de los hombres.
Gracias por este día estuvo genial, desde que supe que lo querías pasar a mi lado. No lo olvides, te
espero cada día, cada mañana, por las noches antes de que te duermas, siempre tendremos algo
que contarnos. Te amo.
JESÚS
Para terminar este momento de oración, las invito a tomar en sus manos el corazón que está en su
lugar y pensando que ese corazón representa al tuyo, escribe lo que le quieres presentar a Jesús,
escribe un compromiso que hoy a partir de este retiro quieras hacer con Jesús. ..
Presenta a Jesús tu corazón mientras vamos cantando y lo colocas en la macetita que está al frente