Lectura Lengua Pàgs 96,97,98,99
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La caracola
José de la Cuadra
(Adaptación)
n
Para mis paisanos, con decir que
ió
era guayaquileña ya la he descrito
brillantemente; pero como quiero creer que
ac
me leerán incluso extranjeros, debo añadir
que además era morena.
iz
Con esto sí me parece que es bastante.
al
Samuel Morales era dueño de una canoa
Mas, no exigía. Cuando advertía que era
vivandera, en la cual navegaba, en plan
menester, daba más crédito todavía: –Lleve
ci
de comercio, por los ríos montubios.
no más. Me pagará cuando venda el arroz.
Se le conocía venir desde lejos, por er No se preocupe.
el prolongado grito de su caracola que
Cierta vez, la viuda Morano, que le debía diez
sonaba como cuerno de caza.
m
sucres, lo llamó:
Jamás Samuel Morales dejaba siquiera
–¿Podría dejarme, don Samuel, cuatro
co
–Si necesita lleve no más lo que sea, –Se me murió ¿sabe? ¡era mi hijo y se me
patrona. No importa que no tenga platita. Me murió! Y necesito cuatro velitas. ¡Le pagaré
pagará otra vez cuando mismo pueda... lo más breve!
Pr
Solo en las novelas el amor principia desde sentía su corazón heroico, vibrante en un
un límite fijo y determinado. En la vida real, hazañoso impulso irrefrenable. Le hubiera
la cuestión sucede de manera distinta. gustado, por ejemplo, que ella no supiese
Va naciendo sin saberse cómo. nadar y resbalara al río... Él la habría salvado
entre los brazos fornidos, oprimiéndola
Nadie podría decir, ni siquiera las bravías
contra su ancho pecho de remero.
comadres de la orilla, cómo se iniciaron
los amores de Samuel Morales y la muchacha –Usted regresa de noche, señor, para volver
n
guayaquileña. de mañana, ¿no?
ió
Ella pasaba las vacaciones en la hacienda –Así es.
de sus parientes, en las riberas del Vincens.
–¿Y por qué no suena la caracola?
ac
Él frecuentaba aquellas zonas con su
Nada impidió que él le dijera entonces:
canoa vivandera, anunciando su ambulante
iz
comercio con el canto de la caracola. –La sonaré...despacito... para que usted
me oiga, no más.
al
Se detenía en el muelle de la hacienda
y negociaba con sus gentes. Luego se Ella sonrió levemente.
ci
alejaba a remo lento, hacia el norte y antes
Desde aquella ocasión, cada noche sonaba
de perderse detrás de los árboles solemnes, er su caracola en la vuelta de los Tamarindos
sonaba otra vez la caracola.
y luego al rehacer su camino. Ella, desde
Ella, asomada en la gran galería su cama, bajo el toldo que la defendía
m
de la casa, lo miraba. de los mosquitos lo escuchaba y medio
dormida, sonreía.
co
Cabeza de gallo
César Dávila Andrade
(Adaptación)
n
ió
ac
iz
al
Me hallaba en medio del carnaval de la Sus ojos, como dos gotas de cristal,
ci
colina de Barriovientos. La plaza ardía miraban enloquecidos a todas partes. El
como un horno, oíanse disparos de pólvora,
er que capitaneaba la diversión vendó los ojos
grandes globos de colores cabeceaban con un pañuelo a un muchacho gigantesco
en el aire. Las vociferaciones, los cánticos, y flaco, de largos brazos huesudos.
m
las bandas de música nos volcaban en el Otro le proveyó de un palo nudoso de unos
centro de una baraúnda boba. dos metros de largo.
co
la altura.
y descargó un golpe tan feroz que hizo
Seguía el globo y llegué a otra explanada pedazos la mazorca y aventó los granos en
Pr
n
Yo fui acercándome al gallo. Había vuelto la cabecita
ió
por donde se acercaba una gallina que salía de
entre la alfalfa. Venía preocupadísima. Llegó junto al
ac
enterrado, un cloqueo oscuro le hirvió en el buche.
La gallina picoteó el suelo en torno al cuello del gallo
y sus patas empezaron a escarbar nerviosamente.
iz
Comprendí que los jugadores podían volver y me
al
apresuré a libertar al ave.
Bajé a la plaza donde la fiesta se había
ci
inmovilizado. Se desparramaba un humo ancho y
negro con olor a cera de altar y a trapo viejo. Nadie
er
tenía una gota de agua y solo un río angurriento era
visto abajo por el fondo de una quebrada. Cuando
m
el incendio mordió el altar la gente cayó de rodillas
pero en poco tiempo las llamas devoraron todo.
co
el cuerpo del crucificado que sin brazos ni piernas Con las TIC
apenas había sido tocado por el fuego. Su rostro Profundizo la lectura de textos
manchado de ceniza adquiría un punzante aspecto de estos dos autores en: César
a
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Pr
Autoevaluación
Reflexiono sobre lo que aprendí en este bloque. Respondo las
preguntas con los siguientes criterios: lo hago muy bien, lo
hago a veces y puedo mejorar, necesito ayuda para hacerlo.
Converso con mi docente al respecto.
¿Leo los cuentos con fluidez y entonación?
¿Puedo parafrasear los dos cuentos?
¿Siento gusto y placer por leer cuentos de la literatura ecuatoriana?
DESTREZA: Recrear textos literarios leídos o escuchados mediante el uso de diversos medios y recursos (incluidas las TIC). Elegir lecturas
basándose en preferencias personales de autor, género o temas y el manejo de diversos soportes para formarse como lector autó-
nomo.