Tesis de Maestría Schteingart
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TESIS DE MAESTRÍA
“ESTRUCTURA PRODUCTIVO-TECNOLÓGICA,
INSERCIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO
ECONÓMICO: HACIA UNA TIPOLOGÍA DE
SENDEROS NACIONALES”
Mayo de 2014
ÍNDICE
Abstract................................................................................................................................ 1
Agradecimientos .................................................................................................................. 3
Introducción ....................................................................................................................... 5
Gráfico IV: gasto en I+D como porcentaje del PBI y patentes per cápita......................... 60
Cuadro VII: Gasto en I+D como porcentaje del valor agregado según ramas
manufactureras por intensidad tecnológica en Alemania, Estados Unidos y
Japón, 2000 .................................................................................................................. 128
En el vasto campo de la literatura sobre el desarrollo económico, uno de los temas que
aparece con reiterada frecuencia es el de la relación entre la estructura productivo-
tecnológica, la inserción internacional y el grado de desarrollo económico de un país.
Diversos analistas se han preguntado en qué actividades se deben especializar los países
subdesarrollados para convertirse en desarrollados. Mientras que algunas corrientes, más
afines al pensamiento ortodoxo, han defendido la teoría ricardiana de las ventajas
comparativas, por la cual los países subdesarrollados deberían concentrarse meramente en
aquello que “mejor saben hacer” -esto es, en general, la exportación de materias primas
(actividad en la cual serían más eficientes que si se industrializaran)-, otras -de tinte más
heterodoxo- han sostenido que una condición necesaria para la salida del subdesarrollo es la
industrialización, integración, complejización y diversificación tecnológica de la matriz
productiva.
En consecuencia, el objetivo general de esta tesis será analizar la relación entre la estructura
productivo-tecnológica, la inserción internacional y el desarrollo económico para una
muestra de 63 países, a través de una tipología de casos para el período 2000-2010. Para
ello, agregaremos cinco objetivos específicos: a) definir el vínculo entre el contenido
tecnológico de las exportaciones de un país y su nivel de desarrollo económico; b) analizar
la asociación que hay entre la diversificación de las exportaciones de un país y su grado de
desarrollo económico; c) establecer la relación entre el contenido local de las exportaciones
de medio y alto contenido tecnológico de un país y su nivel de desarrollo económico, d)
analizar la relación entre las capacidades tecnológicas de un país y su grado de desarrollo
1
económico y e) identificar diversos tipos de situaciones de países en función de los cruces
de las mencionadas variables.
2
Agradecimientos
A Ana Castellani y Alejandro Gaggero, mis directores de tesis, por su constante acompañamiento,
colaboración y dedicación.
Al Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín, con su personal, por haber
generado un excelente ambiente de trabajo y discusión sin el cual esta tesis hubiera sido imposible.
A Diego Coatz, Mariano de Miguel y el resto de los compañeros de la Sociedad Internacional del
Desarrollo capítulo Buenos Aires (SID-Baires), por haberme abierto siempre las puertas al
aprendizaje de la economía política del desarrollo.
A Marianela Sarabia y Pablo Dragún, por muy gentilmente haberme hecho comentarios y sugerido
ideas a los borradores de la tesis.
A la memoria de Gastón Beltrán, por los consejos académicos que me dio cuando preparaba el
proyecto para ser becario CONICET y sin los cuales difícilmente hubiera obtenido la beca que me
facilitó indescriptiblemente el armado de esta tesis.
A Gustavo Ludmer, Pablo Tello, Felipe González, Guillermo Güerci, Diego Bandieri, Rodrigo
Puértolas y Agustín Cosovschi, viejos amigos interesados en la problemática del desarrollo
económico y sin los cuales el enriquecimiento de ideas del cual se nutrió esta tesis hubiera sido
mucho más limitado.
A Hernán Confino, Rodrigo González Tizón y Sebastián Bocelli, grandes amigos y concubinos en
este último año, por la paciencia y la buena onda en los momentos de neurosis que acarreó la
escritura de la tesis.
A mis amigos Facundo, Alejandro, Diego, Martín, Ezequiel, Lucía, Laura, Camila, Sol, María,
Paula, Analía, Gervasio, Yasmín, Florencia, Inés, Juan Matías, Juan, Juanjo, Pablo, Patricio F.,
Federico, Patricio S., Ivanna, Santiago y Raquel, por estar siempre presentes.
A mis compañeros de maestría, muchos de los cuales han aportado interesantes observaciones y me
han hecho reformular múltiples veces mis ideas.
A mis hermanos Mario, Pablo y Andrés, mis cuñadas Soledad y Paula, mis sobrinos Boris, Luna y
Florencia, y a Alejandra, por su apoyo y afecto constante. A mi tía, Martha, por la motivación
académica que siempre me genera cuando viene a Argentina.
A mi madre, Lydia, por estar a mi lado siempre brindando amor en el día a día.
Por último, a mi padre, Roberto, por haberme disparado infinidades de interrogantes desde que era
un niño y por el enorme interés que siempre mostró en lo que hago.
3
SIGLAS UTILIZADAS
4
INTRODUCCIÓN
En el vasto campo de la literatura sobre el desarrollo económico, uno de los temas que
aparece con reiterada frecuencia es el de la relación que se puede establecer entre la
estructura productivo-tecnológica1, la inserción internacional y el grado de desarrollo
económico de un país. Diversos analistas se han preguntado en qué sectores productivos se
deben especializar los países subdesarrollados para convertirse en desarrollados. Mientras
que algunas corrientes, más afines al pensamiento liberal o neoliberal, han defendido la
teoría ricardiana de las ventajas comparativas, por la cual los países subdesarrollados
deberían concentrarse meramente en aquello que “mejor saben hacer” -esto es, en general,
la exportación de materias primas (actividad en la cual serían más eficientes que si se
industrializaran)- (Bauer y Yamey, 1957; Haberler, 1964; Viner, 1950, 1952; Johnson,
1960, 1965; Cooper y Massel, 1965; Krueger, 1993; Bhagwati, 2005), otras -de tinte más
heterodoxo- han sostenido que una condición necesaria para la salida del subdesarrollo es la
industrialización, integración, complejización y diversificación tecnológica de la matriz
productiva (Hirschman, 1961; Myrdal, 1957; Diamand, 1973; Chang, 2009; Azpiazu y
Schorr, 2010). Para esta última corriente, las ventajas comparativas no son nunca estáticas,
sino que pueden ser tornadas en ventajas competitivas dinámicas a partir de la
consolidación de un proceso de industrialización que implique procesos de aprendizaje y
creación.
1
Se entenderá por estructura productivo-tecnológica al entramado resultante de la articulación de las
diferentes actividades económicas de un país determinado. Por actividad económica se entenderá a todo aquel
proceso por el cual el hombre genera bienes y servicios que poseen un determinado valor de cambio (entre
ellos se pueden encontrar desde hidrocarburos hasta servicios informáticos, pasando por cereales o bienes de
capital, entre otros). En tanto actualmente la gran mayoría de las economías mundiales está
considerablemente abierta al intercambio comercial, la importancia, tanto en términos absolutos como
relativos, de las diferentes actividades económicas estará asociada a un determinado modo de inserción
internacional del país en cuestión. En otras palabras, la composición de las exportaciones e importaciones de
un país se encuentra estrechamente ligada a la fisonomía de tal agregado de actividades económicas.
5
1989; Lall, 1984; Lundvall, 1992; Reinert, 2002; Pavitt, 1984; Grossman y Helpman, 1992;
Cimoli y Dosi, 1994; CEPAL, 2007, 2012; Katz, 2000a y 2012; Ramos, 1998; Cimoli y
Porcile, 2005) . Finalmente, la teoría de “la maldición de los recursos naturales” asevera
que la especialización productiva en materias primas (sobre todo, minerales y petróleo)
genera pautas macroeconómicas poco favorables al desarrollo económico (Sachs y Warner,
1995; Auty, 1998 y 2001) así como entramados institucionales proclives al rentismo, al
autoritarismo y a la corrupción, lo cual deriva en la imposibilidad de la superación del
atraso (Auty, 1998 y 2001; Auty y Gelb, 2001; Ross, 1999, 2001).
Uno de los motivos que nos condujeron a indagar en esta problemática es la actualidad del
debate sobre cómo deben especializarse los países latinoamericanos y, más
específicamente, la Argentina, en el actual contexto de globalización económica y
financiera. Partiendo de una perspectiva heterodoxa, procuraremos aportar elementos para
una discusión fructífera en torno a este tema.
Consideramos que existen dos grandes enfoques de cuño heterodoxo que, si bien poseen
muchos elementos en común, también presentan diferencias no despreciables de matices y
énfasis. Por un lado, el industrialismo, que considera que el vehículo para el desarrollo de
los países subdesarrollados es la industrialización de la estructura productiva, con eje en el
sector metalmecánico (Hirschman, 1958; Myrdal, 1957; Diamand, 1973; Chang, 2009;
Azpiazu y Schorr, 2010). Por el otro lado, las teorías neoschumpeterianas y
neoestructuralistas que, al poner el foco en la creación de capacidades tecnológicas de los
países (esto es, de generar procesos de innovación), sostienen que éstas no sólo se dan
fundamentalmente en las ramas de bienes de capital, sino también a partir de los complejos
industriales derivados de los recursos naturales (Katz, 2000a, 2012; CEPAL, 2007, 2012;
Ramos, 1999; Pérez, 2010)2. Queremos enfatizar que las teorías neoschumpeterianas y
neoestructuralistas no refutan al industrialismo, sino más bien lo complementan, al matizar
y especificar algunos de sus postulados centrales. De todos modos, como se verá en el
2
Como se verá en el Capítulo I, nos resultó imposible definir si la teoría de la “maldición de los recursos
naturales” es “heterodoxa” u “ortodoxa” ya que si, por un lado, aboga por una menor dependencia de los
recursos naturales (lo cual implicaría abandonar esquemas de ventajas comparativas estáticas), por el otro, en
las recomendaciones de políticas públicas prima una visión ortodoxa (prudencia macroeconómica,
privatización de empresas públicas) y un silencio respecto a las políticas comercial, industrial y científico-
tecnológica.
6
capítulo I, hemos diferenciado dos vertientes al interior del neoestructuralismo: en primer
lugar, aquellas que son optimistas respecto al papel de los recursos naturales como motores
del crecimiento (Pérez, 2010; Ramos, 1999; Bisang, 2011) y, por otra parte, a aquellas que,
aun reconociendo la posibilidad de generar innovación tecnológica a partir de estos
sectores, son más cautos respecto a las probabilidades de éxito de este patrón de desarrollo
(Cimoli y Porcile, 2005; CEPAL, 2007, 2012). En esta tesis, como veremos, nos
ubicaremos dentro de esta última vertiente, y procuraremos mostrar evidencia empírica al
respecto.
En el contexto de este debate, nos han surgido algunas preguntas disparadoras de esta tesis:
en primer lugar, ¿inciden la estructura productivo-tecnológica y la inserción internacional
de un país en su desarrollo económico? Si la respuesta es afirmativa, ¿de qué modo lo
hacen? ¿Cuáles son las estructuras productivo-tecnológicas más proclives al desarrollo
económico? ¿Cuáles no? ¿Es la industrialización la condición sine qua non del desarrollo?
¿Son los recursos naturales una maldición para el desarrollo?
7
A partir de estos interrogantes fundamentales, han surgido otros un tanto más específicos, a
saber: ¿qué relación existe entre el contenido tecnológico de las exportaciones de un país y
su grado de desarrollo económico? ¿Qué relación hay entre la diversificación tecnológica
de las exportaciones y desarrollo? ¿Qué vínculo hay entre el contenido local de las
exportaciones industriales de un país y el desarrollo? Por último, ¿qué relación hay entre las
capacidades tecnológicas de un país y el desarrollo?3
En consecuencia, el objetivo general de esta tesis será analizar la relación entre la estructura
productivo-tecnológica, la inserción internacional y el desarrollo económico para una
muestra amplia de países, a través de una tipología de casos para el período 2000-20104.
Para ello, agregaremos cinco objetivos específicos: a) definir el vínculo entre el contenido
tecnológico de las exportaciones de un país y su nivel de desarrollo económico; b) analizar
la asociación que hay entre la diversificación de las exportaciones de un país y su grado de
desarrollo económico; c) establecer la relación entre el contenido local de las exportaciones
de medio y alto contenido tecnológico de un país y su nivel de desarrollo económico, d)
analizar la relación entre las capacidades tecnológicas de un país y su grado de desarrollo
económico y e) identificar diversos tipos de situaciones de países en función de los cruces
de las mencionadas variables.
3
En esta tesis de maestría nos centraremos en un período acotado de tiempo (2000-2010). Evidentemente, las
heterogeneidades actuales tienen un sustrato en procesos de larga duración, que serán estudiados en la tesis de
doctorado para algunos países.
4
Se analiza una muestra de 63 países, que fue establecida en base a dos criterios. En primer lugar, se tomaron
los 58 países más exportadores al año 2010, para los que se contaba con la posibilidad de discriminar
desagregadamente sus exportaciones. Luego, se agregaron algunos países que, a pesar de poseer una menor
relevancia en el total de las exportaciones mundiales, son destacables en el panorama regional
latinoamericano. De este modo, se sumaron Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Costa Rica, conformando
así un total de 63 países a ser analizados, los cuales representaron, en 2010, el 95% de las exportaciones
mundiales. Vale agregar que, para las pruebas econométricas, hemos incorporado 104 países más, con lo que
nos ha quedado una muestra de 167 países. Estos 104 países, no obstante, no formaron parte de nuestras
tipologías.
8
tipología de casos. Como hipótesis específicas, ligados a los objetivos específicos que se
desprenden de nuestro primer objetivo general, procuraremos demostrar que:
5
Como veremos en la tesis de doctorado, en que agregaremos una perspectiva histórica a este análisis, la
generación de capacidades tecnológicas endógenas depende de coyunturas nacionales específicas.
9
tecnológico en las exportaciones, de diversificación de éstas o de contenido local en los
bienes exportados de alta tecnología.
Por otra parte, como veremos en el capítulo I, si bien es posible rastrear diversos trabajos
que señalan tanto las bondades de la industrialización (Diamand, 1973; Prebisch, 1962;
Chang, 2009, entre muchos), de la generación nacional de tecnología (Lundvall, 1992;
Archibugi y Castellacci, 2008; Katz, 2000a, 2012; CEPAL, 2007; Cimoli et al, 2005, entre
otros) o de la complejización de la canasta exportable (Haussmann et al, 2005, 2011;
Hidalgo et al, 2007), no existen aquellos que reúnan las variables escogidas en un único
análisis. De ahí que esta tesis busque, al “testear” conjuntamente varias variables, arrojar
luz a la discusión descripta más arriba.
El CCTX será una medida resumen de la canasta exportable de un país, que será
descompuesta en función de las categorías de contenido tecnológico de las mercancías
realizada por Lall (2000). Ésta divide al total de bienes comercializados en seis grupos:
productos primarios, manufacturas basadas en recursos naturales, de baja tecnología, de
media tecnología, de alta tecnología y otros. De este modo, el CCTX será de 0% si la
totalidad de las ventas externas de un país fuesen productos primarios, y de 100% si fueran
manufacturas de alta tecnología7.
6
Ver Anexo Metodológico para entender la construcción de este indicador.
7
En el Anexo Metodológico se describe con profundidad la construcción del CCTX así como de las demás
variables.
10
se mejoran los niveles de vida de la población a través de una distribución progresiva de los
ingresos” (Castellani, 2006: 2). Para ello, utilizaremos el Índice de Desarrollo Humano
(IDH) que calcula el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que no
sólo toma en cuenta el PBI per cápita de un país, sino también la calidad de vida de la
población en lo que concierne a educación y salud.
Además, como fue mencionado anteriormente, agregaremos una variable de control, que
será la población. La razón de la incorporación de esta variable es la diferencia de status
entre países implicados por distintos tamaños de población (Chenery, 1982; Perkins y
Syrquin, 1989; Streeten, 1993; Croward, 2002; Sarapuu, 2010). Esto es, países pequeños
evidentemente tienen una dinámica en distintas esferas -sea en la estructura productiva, o
en el tamaño del mercado interno, o en el ejercicio de la administración pública, o en la
exposición a shocks internacionales, entre otros- que es diferente a la de países medianos y
grandes. A la hora de establecer tipologías de estructuras productivas, por lo tanto, este
factor será tenido en cuenta. Asimismo, la relación entre las variables será distinta en
función del tamaño de un país: a modo de ejemplo, como se verá en el capítulo III, una
mayor diversificación de las exportaciones, un mayor contenido local en las exportaciones
tecnológicas, y un mayor CCTX parecen ser prerrequisitos para el desarrollo en los países
grandes, aunque no así en los medianos o chicos.
Por último, conviene señalar que este trabajo utiliza mayormente datos que provienen del
comercio internacional. Siguiendo a Haussmann et al (2011), la razón de ello reside en que
es la única fuente de datos que permite un alto nivel de desagregación de productos en una
clasificación estandarizada, que es recogida en COMTRADE. Sin embargo, la limitante de
esto es que tendremos un sesgo por el que medirá más exportaciones que producción. De
todos modos, vale también mencionar que, si bien un país obviamente puede producir
bienes que no exporta, el hecho de que no los exporte posiblemente implique que no es
demasiado “bueno” produciéndolos. De esta manera, inferiremos que los bienes que
exporta un país provienen de actividades económicas con un peso central en la estructura
productivo-tecnológica (y más aún suponiendo economías abiertas en el marco de la
globalización). De todos modos, oportunamente se hará referencia a aquellas economías en
que el peso de las exportaciones en el PBI es más reducido, como para matizar un tanto
11
nuestros postulados. Por otro lado, las exportaciones de servicios han tenido un tratamiento
diferencial, en tanto no existe aún una homogeneización estadística que permita la
comparabilidad internacional con una alta calidad del dato, lo que sí ocurre con los datos
sobre bienes, que son recolectados por las aduanas nacionales. Ello nos ha impedido
confeccionar un único índice de complejidad tecnológica de la canasta exportable. De todos
modos, cuando corresponda, se advertirá al lector acerca de qué países tienen un mayor
peso de los servicios en su canasta exportable.
La parte de análisis empírico estará dividida en dos partes: en la primera (que coincide con
el capítulo II) haremos lo que hemos denominado la “sintonía gruesa” de nuestro análisis.
En otras palabras, se tratará de una primera aproximación, que nos permitirá ver ciertas
tendencias generales, desprovistas de matices, para nuestros cruces de variables (contenido
tecnológico y diversificación de las exportaciones, capacidades tecnológicas y desarrollo
económico) y construir una tipología provisoria de patrones nacionales de desarrollo. En la
segunda (capítulo III), procuraremos captar mayores sutilezas en el análisis (“sintonía
fina”), por ejemplo, incorporando la cuestión demográfica o al agregar una cuarta variable
independiente (el contenido local en las exportaciones de alta tecnología). De este modo,
enriqueceremos la tipología esbozada en el capítulo II.
Por último, al final se expone un Anexo Metodológico en el que será posible consultar
cómo se han construido las variables y las fuentes de datos utilizadas.
12
CAPÍTULO I: DEBATES EN TORNO AL PROBLEMA DE LA RELACIÓN
ENTRE ESTRUCTURA PRODUCTIVO-TECNOLÓGICA, INSERCIÓN
INTERNACIONAL Y DESARROLLO ECONÓMICO
8
Según Conteras (1999: 1), “‘Desarrollo económico’ o ‘desarrollo’ es un término que economistas, políticos y
otros han utilizado frecuentemente en el siglo XX. El concepto, sin embargo, ha existido en Occidente por
siglos. ‘Modernización’, ‘occidentalización’ y, especialmente, ‘industrialización’ son otros términos que han
sido utilizados a la hora de discutir el desarrollo económico. Aunque no se sabe con certeza cuándo el
concepto fue creado, existe un consenso en que el desarrollo está estrechamente ligado a la evolución del
capitalismo y al ocaso del feudalismo”, traducción propia.
9
Según Bustelo (1998), no se puede entender el nacimiento de la problemática del desarrollo/subdesarrollo
sin la crisis del ´30 ni la Segunda Guerra Mundial. A partir de la Gran Depresión, la dinámica de la economía
mundial cambió sensiblemente, en tanto el activismo estatal destronó la hegemonía del liberalismo
13
Enríquez y Schorr (2006), hasta ese entonces las reflexiones teóricas habían dado cuenta de
la pregunta acerca de cómo se desarrollan los países. La novedad fue que la especificidad
de esta nueva disciplina consistió en “la discusión y reflexión teórica, y a la vez práctica,
sobre los determinantes del denominado subdesarrollo, es decir, sobre las razones que
explican el atraso económico y social de ciertas regiones de planeta en comparación con
otras y, a la vez, sobre las posibilidades y las formas de superarlo” (Nahón et al, 2006:
330).
14
I.1. Aproximaciones teóricas a la cuestión de la relación entre estructura productivo-
tecnológica, inserción internacional y desarrollo económico
Comprender las causas de las diferencias en los niveles de desarrollo entre países y
regiones fue una de las preocupaciones centrales de los estudios pioneros de la Economía
del Desarrollo10 y del estructuralismo latinoamericano11. En dichos estudios, se notaba que
las estructuras productivas de los países desarrollados y subdesarrollados eran muy
disímiles, lo que implicaba diferentes ritmos de difusión del progreso técnico. En otras
palabras, mientras que en los países desarrollados las estructuras productivas eran
diversificadas y homogéneas -esto es, sin grandes diferencias de productividad relativa
entre sus ramas-, en los subdesarrollados eran especializadas en unos pocos productos -en
general, primarios- y heterogéneas -es decir, con importantes brechas de productividad
entre sus ramas- (Bustelo, 1998; Nahón et al, 2006; Sztulwark, 2005).
15
estructura productiva era crecientemente innovadora e intensiva en conocimientos, mientras
que la periferia adolecía de dichas capacidades tecnológicas. En el plano laboral, ello se
transmutaba en empleos de alta calidad y salarios elevados en el centro, lo cual implicaba
mejoras en la calidad de vida junto con una relativamente equitativa distribución del
ingreso -gracias a la homogeneidad de la estructura productiva que hacía que no existiera
un gran diferencial de salarios entre las distintas actividades económicas-.
Por su lado, en la periferia se daba una situación sumamente heterogénea: por una parte, los
pocos sectores en los que el progreso técnico importado del centro se había desplegado
presentaban niveles de productividad cercanos a la frontera internacional, con empleos
calificados y salarios elevados; por la otra, la mayoría de las restantes ramas (sobre todo,
las rurales tradicionales) se mantenía al margen de la propagación de las mejoras técnicas,
lo cual derivaba en una fenomenal brecha de productividad con el mundo desarrollado, así
como en puestos de trabajo poco calificados y con salarios de subsistencia (Pinto, 1970;
Sunkel, 1978; Ocampo, 2011a). Esta heterogeneidad en la estructura productiva se traducía
en una gran dispersión de los salarios, lo cual implicaba una mayor desigualdad social. En
suma, las novedades de estos enfoques fueron diversas, pero hay dos que son dignas de
recalcar: en primer lugar, que la estructura productiva sí importa para explicar el desarrollo
y el subdesarrollo13; en segundo lugar, en conexión con lo anterior, que la dinámica
tecnológica puede ser clave para explicar la divergencia entre los países (Cimoli et al,
2005; CEPAL, 2007; CEPAL, 2012; Coatz et al, 2010; Bielschowsky, 2008).
13
Hasta entonces, la escuela neoclásica había sido la dominante en el pensamiento económico. Como veremos
más adelante, para ella el libre accionar de las fuerzas del mercado llevaría a un óptimo de eficiencia y
bienestar social, con lo cual la pregunta por la estructura productiva quedaba relegada. En otras palabras, no
había nada de malo en que un país fuera agrícola, siempre y cuando ese país fuese más eficiente en la
producción primaria que en la industrial.
16
potenciar el crecimiento económico -los eslabonamientos hacia “atrás” y hacia “delante”,
según la terminología de Hirschman (1961)- (Cimoli y Porcile, 2009).
14
Según Prebisch (1962), una de las razones principales de este fenómeno era que en los países centrales, la
clase trabajadora estaba organizada y sindicalizada, con lo cual podía, cuando el ciclo económico era
ascendente, presionar al alza de salarios y defender su nivel en la fase menguante. Luego, esto, se traducía en
un incremento del precio de venta, que era pagado por los países periféricos. En cambio, en la “periferia”, al
ser la mayoría de la población rural, no existía tal asalariado combativo y los salarios decrecían mucho más
fuertemente cuando el ciclo era negativo. Posteriormente, otras explicaciones de este fenómeno la atribuyeron
a la diferencia en los patrones de demanda entre productos primarios y aquellos con alto contenido
tecnológico. Mientras que ésta sería sumamente dinámica, aquélla sería mucho más estacionaria. Para un
ejemplo de esta postura, ver CEPAL (2007, 2012) y Cimoli y Porcile (2009).
17
La industrialización requería que el laissez faire no volviera a implementarse en los años de
la segunda posguerra15. En tanto los países avanzados -industrializados, la mayor parte de
ellos- tenían niveles de productividad industrial sustancialmente mayores a los de los
atrasados, una competencia irrestricta con los productos provenientes del centro hubiera
significado la imposición de éstos y grandes dificultades para la supervivencia de las firmas
industriales de la periferia. Por ello, tanto el estructuralismo latinoamericano como la
Economía del Desarrollo -aunque ésta con menor énfasis- defendían el proteccionismo
(Bustelo, 1998; Sztulwark, 2005; Castellani, 2006; Nahón et al, 2006).
Sin embargo, los elevados aranceles a los productos manufacturados y los cupos de
importación no eran las únicas medidas de intervención estatal sugeridas por dicha escuela.
También se recomendaba que el Estado planificara el desarrollo; promoviera industrias
estratégicas, como la de insumos intermedios -química, siderurgia o celulosa, por ejemplo-
y de bienes de capital, sea por medio de incentivos al sector privado que iban desde
subsidios, trabas a la competencia importada, exenciones impositivas y tipos de cambio
múltiples, o sea por la creación de empresas públicas en dichas áreas; invirtiera en
infraestructura, y fomentara la creación de empresarios industriales (Sztulwark, 2005;
Nahón et al, 2006; Castellani, 2006; Ocampo y Ros, 2011).
Por otro lado, los estructuralistas latinoamericanos proponían otras políticas para asegurar
el éxito industrializador. Por ejemplo, una reforma agraria que aboliera el latifundio era
sumamente importante, en tanto no sólo permitiría distribuir equitativamente la tierra, sino
limitar el poder de veto de uno de los actores sociales más reacios a la industrialización: los
terratenientes16. En la práctica, las ideas estructuralistas tuvieron gran ascendencia en las
políticas gubernamentales latinoamericanas entre fines de los ’40 y principios de los ’80. Si
bien durante este período la región creció a tasas relativamente aceleradas, no se logró
superar del todo la heterogeneidad de la estructura productiva. Asimismo, el sesgo
fuertemente mercado-internista había generado una estructura de incentivos poco proclive a
15
Vale la pena recordar que, tras la crisis del ’30, buena parte de las economías mundiales había cerrado sus
economías y practicado el proteccionismo, lo cual implicó el cierre de la era del laissez faire, que había
primado entre mediados del siglo XIX y la mencionada crisis
16
En este sentido, es interesante el aporte de Hirschman (1971), quien sostuvo que, a diferencia de los países
europeos que se industrializaron a partir de fines del siglo XIX -y que fueron bien analizados por
Gerschenkron (1962)-, en los latinoamericanos los intereses industriales fueron muy débiles respecto a los de
los terratenientes exportadores de productos primarios.
18
la competencia –lo cual, en cierto punto, jugaba en contra de los esfuerzos por innovar- y a
las exportaciones, impidiendo así sortear con éxito los frecuentes estrangulamientos en la
balanza de pagos. Si bien minoritarios, intelectuales estructuralistas como Prebisch (1963)
y Diamand (1972, 1973) advirtieron sobre los peligros de los reducidos fomentos a las
exportaciones. No obstante, sería recién a partir de los años ochenta cuando el pensamiento
estructuralista daría una atención primordial a esta cuestión17.
Más allá de la gran originalidad de las teorías sobre el desarrollo descriptas, lo cierto es que
la comprensión acerca de la dinámica del progreso técnico era muy limitada (CEPAL,
2012). El principal defecto, en este sentido, era la ausencia de un marco teórico que diera
cuenta a nivel microeconómico de los procesos de aprendizaje e innovación, lo cual
impedía entender con precisión por qué la difusión tecnológica podía o no darse y de qué
modo las políticas públicas podían reducir la brecha tecnológica con el mundo desarrollado.
Es en este punto en donde las teorías evolucionistas o neoschumpeterianas aportarían
elementos que enriquecerían al estructuralismo.
En paralelo con las corrientes descriptas, desde mediados de la década del ‘60 emergió un
enfoque que tendió a privilegiar el rol de la innovación tecnológica en los procesos de
desarrollo económico, así como en la determinación de las corrientes comerciales y la
división internacional del trabajo: el neoschumpeteriano (Lugones, 2012). Esta corriente,
surgida en el centro, comenzó a tomar mayor visibilidad en la década del ’80 -de la mano
de trabajos como los de Dosi (1988), Dosi et al (1989), Lall (1984), Lundvall (1992),
Grossman y Helpman (1992) y Cimoli y Dosi (1994), entre otros. El
neoschumpeterianismo se basa en los postulados de Schumpeter (1942), quien elaboró una
teoría general de la innovación tecnológica en la que se definen tres tipos de innovación18:
17
Ver más adelante el apartado sobre neoestructuralismo.
18
Según Formichella (2005), Schumpeter fue el primer economista en tratar sistemáticamente la cuestión de la
innovación, que ya había sido abordada, aunque no a fondo, en economistas como Smith, Ricardo, Marx y los
neoclásicos como Walras, Marshall, Pareto y Jevons.
19
a) la de producto, en la cual las firmas introducen en el mercado un nuevo producto, o
utilizan una nueva materia prima; b) la de proceso, en la cual las empresas incorporan un
nuevo método de producción no experimentado en su sector o un nuevo modo de tratar
comercialmente un determinado producto, y c) la de mercado, que radica en la apertura de
nuevos mercados (Formichella, 2005)19. A esto se puede adicionar el aporte de Stevenson
(1983), quien sostuvo que las creaciones de nuevas formas de organización a nivel
empresarial también deben ser contabilizadas como innovación. Según Schumpeter, la
innovación tecnológica permite a las firmas (y, en el plano agregado, a los países)
innovadoras beneficiarse, por un período de tiempo, del monopolio en la producción del
bien o servicio innovado, obteniendo así rentas tecnológicas extraordinarias. No obstante,
al cabo de un período de tiempo, la innovación se difunde socialmente y, ante las
condiciones de elevada rentabilidad que ofrece el producto innovado, otras firmas (y, en el
agregado, países) tenderán a desarrollar el know-how necesario para poder también
fabricarlo, dando fin así al monopolio transitorio20.
19
Schumpeter dará mayor relevancia a los dos primeros, como puede verse en la siguiente cita: “La función de
los emprendedores es reformar o revolucionar el patrón de producción al explotar una invención, o más
comúnmente, una posibilidad técnica no probada, para producir un nuevo producto o uno viejo de una nueva
manera; o proveer de una nueva fuente de insumos o un material nuevo; o reorganizar una industria, etc.”
(1942: 131-132).
20
La innovación se diferencia del invento: como sostiene Schumpeter (1942), mientras que éste es aquel
producto o proceso que se confina a la esfera de la ciencia básica, la innovación supone su aplicación en la
esfera económica. Posteriormente, la innovación es difundida socialmente, alterando el funcionamiento
socioeconómico.
20
mayores”-, sino que también abarcan el mejoramiento de los productos y procesos
existentes -o sea, las “innovaciones menores”-21.
21
Freeman adopta una visión similar de la innovación, al considerarla como el “proceso de integración de la
tecnología existente y los inventos para crear o mejorar un producto, un proceso o un sistema. Innovación en
un sentido económico consiste en la consolidación de un nuevo producto, proceso o sistema mejorado”
(Freeman, 1982, citado por Formichella, 2005: 5, la cursiva es nuestra).
22
Ver más adelante.
21
políticos-institucionales y los elementos financieros, entre otros. Desde este punto de vista,
el neoschumpeterianismo abre las puertas a teorías no directamente económicas, como el
neoinstitucionalismo, la nueva sociología del desarrollo o la nueva sociología económica23,
en tanto parámetros de orden social, institucional o político pueden ser claves del
desarrollo económico.
Por otro lado, en los últimos años fue creciendo el consenso dentro de los
neoschumpeterianos acerca de que la innovación no se da de un modo lineal, esto es, que
el desarrollo de la ciencia básica (o el gasto en I+D) se traducirá mecánicamente en la
incorporación al mercado de nuevos productos o procesos (Formichella, 2005). Si esto
fuera así, alcanzaría con que el Estado aumentase el gasto en I+D para garantizar las
innovaciones y, así, fomentar el desarrollo económico (Castro Martínez y Fernández de
Lucio, 2001). Sin embargo, puede ocurrir que los esfuerzos estatales en I+D no se
traduzcan en una demanda de estos conocimientos por parte de las empresas y, por lo
tanto, la innovación no se materialice. De este modo, ha cobrado fuerza la idea de que la
relación entre ciencia básica e innovación es de ida y vuelta y no meramente unilateral.
23
El neoinstitucionalismo es una teoría del desarrollo económico interdisciplinaria, surgida en los ‘80, y pone
especial hincapié en la calidad de la intervención estatal para explicar los procesos de desarrollo económico.
La nueva sociología del desarrollo, por su parte, emergió en los ’90, y complejiza los postulados
neoinstitucionalistas al preguntarse el rol de la sociedad civil -y, particularmente, los grandes grupos
empresarios- en dicha calidad estatal. Por su lado, la nueva sociología económica surgió a mediados de los
’80 en Estados Unidos en respuesta al “imperialismo” de la economía neoclásica, que se estaba proponiendo
explicar los fenómenos sociales a partir de la racionalidad perfecta del homo economicus. Los aportes de la
nueva sociología económica fueron diversos, pero en lo que aquí nos compete, podemos mencionar la idea de
que la innovación tecnológica surge en entramados sociales complejos y de alta incertidumbre. Pueden verse
trabajos neoinstitucionalistas en Evans (1995, 1996) y Sikkink (1991, 1993), de la nueva sociología del
desarrollo en Amsden (1992, 1995, 2001) y Chibber (2002, 2003) y de la nueva sociología económica en
Beckert (2003), Granovetter (1985) y Fligstein (1996). Para una visión general del neoinstitucionalismo y la
nueva sociología del desarrollo, ver Castellani (2006) y Serrani (2012).
22
(empresas, con sus laboratorios y centros de I+D, más otros departamentos que propicien
la innovación no sólo tecnológica sino también organizacional o de comercialización, y
también los establecimientos de enseñanza privados), del tercer sector (ONGs con
capacidad tecnológica), gubernamental (organismos encargados de la promoción y control
de la ciencia y tecnología y de su vinculación con la producción), y financiero (en tanto el
crédito resulta un insumo clave para un mejor funcionamiento del sistema) (Rozga, 1999;
Patel y Pavitt, 1995; Lundvall, 1992). En términos de Formichella, “estarían incluidos
dentro del sistema nacional de innovación el entorno productivo, el entorno científico, el
entorno tecnológico (…), el entorno financiero y el entorno educacional. Pero para que
puedan ser considerados un sistema, deben relacionarse entre sí” (2005: 25). En base a esta
definición, los determinantes del funcionamiento de los sistemas nacionales de innovación
deben ser abordados desde perspectivas interdisciplinarias de las ciencias sociales, que
tomen en cuenta las características del Estado y la sociedad civil. Sin embargo, como
señala Borrastero (2008), estos últimos no han llegado a ser profundizados
sistemáticamente por esta corriente.
I.1.3. El mercado como la clave del desarrollo económico: las teorías neoliberales
23
en lugar de ser al revés como planteaban las corrientes anteriormente descriptas (Ocampo,
2011a). Del mismo modo, el neoliberalismo no se preocupó por la composición sectorial de
la actividad productiva. Por su lado, en el paradigma neoliberal subyace la teoría del
crecimiento económico de Solow, que impide problematizar la adquisición de capacidades
tecnológicas y la dinámica del progreso técnico, al considerar a éste como un dato exógeno
al modelo24. En este sentido, en general las teorías neoliberales -sobre todo las más
ortodoxas- despreciaron la importancia de la adquisición y transferencia de tecnología en el
interior del entramado productivo como requisito para la mejora de la competitividad y la
productividad de una economía (Kirby, 2009).
Tras la Gran Recesión de 1930, el paradigma neoclásico (con el cual el neoliberalismo tiene
fuertes continuidades) había entrado en crisis y el keynesiano-desarrollista se había vuelto
dominante. Sin embargo, nunca desaparecería de la escena. Ya hacia fines de los años
cincuenta, surgió una corriente en los países centrales, que recuperaba los postulados
neoclásicos, con autores como Meter Bauer, Gottfried von Haberler, Hla Myint o Jacob
Viner (Bustelo, 1998). Una de las principales razones de este resurgimiento fue que se
comenzó a vislumbrar que las doctrinas industrialistas de los economistas del desarrollo y
del estructuralismo latinoamericano no lograban sacar del atraso a las sociedades
subdesarrolladas.
24
La teoría del crecimiento de Solow suponía que el producto dependía de las cantidades de factores (capital
y trabajo), y de la productividad de sendos factores. Ésta última, a su vez, era función del progreso técnico
que, sin embargo, era considerado una variable exógena al modelo. Como sostienen Porta et al (2012: 86), “la
debilidad de este modelo teórico se hace evidente desde el mismo momento en que uno de los factores
explicativos principales del crecimiento –esto es, las condiciones que determinan el nivel de productividad de
los factores (…)– no es analizado y su contribución sólo puede ser medida como un residuo”.
25
Por ejemplo, ver Viner (1950, 1952).
24
personas. Detrás de este razonamiento, se encuentra el supuesto neoclásico por el que los
individuos -ahistóricos, atomizados, egoístas y racionales- en su afán maximizador de la
utilidad en base a preferencias dadas podrían asignar los recursos del modo más eficiente
posible. El Estado era visto como un agente ineficiente, burocrático y generador de
corrupción y, por lo tanto, como un peligro para el desarrollo.
Respecto al intercambio comercial, los neoliberales han postulado que todos ganan. En la
teoría del comercio internacional de David Ricardo -de la cual los neoliberales toman sus
principales principios- si dos países tienen diferentes costos relativos de producción de dos
productos distintos, entonces el comercio sería beneficioso, en tanto permitiría una mejor
asignación de los recursos y, por lo tanto, mayor eficiencia (cada país se especializaría en la
producción de aquel bien en que es más eficiente, exportándolo, y se des-especializaría en
la de aquel bien en que otro país es más eficiente, importándolo) (Lugones, 2012). De este
modo, no deberían existir interferencias estatales “artificiales” destinadas a impedir el
comercio, ni a generar distorsiones en los mercados nacionales, ya que se estaría
obstaculizando la eficiencia “natural” del sistema y un consiguiente desaprovechamiento de
los recursos. Así, no tendría demasiado sentido industrializar a un país exportador de
materias primas, en tanto ello implicaría obstáculos al libre funcionamiento de las fuerzas
del mercado y, por ende, una peor asignación de los recursos que se traduciría en una
menor abundancia y un menor bienestar general. Esta teoría es la que se conoce como la de
las ventajas comparativas estáticas: “comparativas”, en tanto supone cotejar la eficiencia
relativa de un país a la hora de producir un determinado bien, y “estáticas”, en tanto implica
que esta eficiencia (ineficiencia) no puede cambiar en el tiempo por medio de procesos de
aprendizaje o innovación. En este punto, el contraste con las teorías anteriormente
descriptas es notorio.
25
Los países latinoamericanos tampoco fueron ajenos a este auge neoliberal, que se daría a
partir de la década del ’80 en un contexto de severa crisis económica en la región26.
En la década del ’90, tras comprobar que las políticas ortodoxas aplicadas en el Tercer
Mundo durante los años ochenta habían arrojado resultados mediocres (y en algunos casos
negativos) y de que el “milagro” de los países del Este Asiático se había dado gracias (y no
a pesar) a la intervención estatal, fue surgiendo una vertiente al interior del corpus
neoliberal un tanto menos ortodoxa. En lo que aquí nos concierne, este neoliberalismo más
“blando” se mostró algo más receptivo a la idea de que el desarrollo podía estar asociado a
un cierto tipo de estructura productivo-tecnológica. De este modo, por ejemplo, se pasó a
considerar el rol de la generación local de tecnología como un factor importante del
26
Durante la década del ’70, la mayoría de los países latinoamericanos había seguido creciendo a las
considerablemente aceleradas tasas de las dos décadas anteriores, en base a la industrialización por sustitución
de importaciones (ISI). Como sostiene Hirschman (1987), el dinamismo de la ISI estaba lejos de hallarse
agotado a principios de los ’80, aunque sí existían algunos factores de índole estructural que no habían sido
resueltos (fundamentalmente, lo que atañe a la heterogeneidad estructural y la dependencia tecnológica de los
países capitalistas avanzados), y otros de orden coyuntural que terminaron por agravar el panorama. En
particular, dentro de estos últimos, Hirschman se refiere al endeudamiento externo experimentado por la
mayoría de los países de la región (muchas veces alentado por el propio sector financiero de los países
centrales que necesitaban valorizar sus capitales), que en general no fue utilizado para el desarrollo de las
fuerzas productivas, sino para fomentar las importaciones y la fuga de capitales. Desde principios de los ’80,
producto del alza de las tasas de interés internacionales por decisión de Estados Unidos, la carga de la deuda
se tornaría mucho más onerosa. Esto, sumado a muy desfavorables términos del intercambio durante los ’80
para la mayoría de los países latinoamericanos, implicaría una grave crisis en sus balanzas de pagos, que
terminaría determinando su rumbo macroeconómico general durante dicha década. Como consecuencia de
ello, durante este decenio, la mayoría de los países latinoamericanos vio transitar un aumento considerable de
la pobreza y la desigualdad, que incluyó episodios hiperinflacionarios en varios de ellos. Por otra parte, cabe
señalar que en los ’70 Chile y Argentina ya habían experimentado ensayos neoliberales por medio de
dictaduras militares, que tuvieron consecuencias muy intensas en sus estructuras productivas, al desarticular
buena parte del tejido industrial desarrollado en décadas anteriores.
26
desarrollo, aunque con un énfasis mucho más tenue que en las otras corrientes descriptas.
Por ejemplo, en 1998, dentro de un marco general de aceptación de las reformas
neoliberales, Stiglitz (1998) sostuvo que la transmisión virtuosa de la tecnología hacia los
países subdesarrollados es importante para el desarrollo económico.
27
Según Bielschowsky (2008: 181), el neoestructuralismo resultó de la “fusión de los enfoques estructuralista
y neoschumpeteriano”.
28
Por ejemplo, ver CEPAL (1990, 1992, 1994, 1995, 1996, 2000a, 2000b, 2001, 2002, 2004, 2007, 2008).
29
Por ejemplo, ver Fajnzylber (1983, 1990), Ocampo (2002, 2005, 2011a, 2011b), Katz (2000b), Ffrench-
Davis (2005), Porta (2005), Lugones (2012), Cimoli y Porcile (2009) y Bisang (2011).
27
Se nota una mayor receptividad de las ideas neoliberales, por ejemplo en lo que atañe a la
necesidad de una macroeconomía “sana” y estable (en lo monetario, lo fiscal y lo externo)
-tópico que había sido relegado en la agenda estructuralista de posguerra-, y de reconocer
las oportunidades que ofrecen la apertura y la globalización (Bustelo, 1998; Nahón et al,
2006). De esta manera, la idea de un “desarrollo hacia dentro” que había caracterizado la
ISI dejó lugar a uno “desde dentro” (Sztulwark, 2005), que implicaba una mayor
orientación hacia las exportaciones. Las experiencias exitosas de desarrollo tardío del Este
Asiático, que se habían fundado en una estrategia más exportadora que mercado-internista,
sin dudas influyeron en la renovación del pensamiento estructuralista de fines de siglo XX.
La idea de una mayor integración comercial con el resto del mundo implicaba que los
sectores productivos deberían esforzarse más por mejorar la calidad de sus productos y por
innovar más. En este punto, existe también un sustrato neoliberal, desde el punto de vista
de que la competencia tiende a estimular y promover la creatividad y la eficiencia de los
agentes económicos.
30
En términos de Fajnzylber (1983), uno de los principales renovadores del pensamiento cepalino, la
creatividad de una sociedad resulta la clave del desarrollo económico, al garantizar la sustentabilidad en el
tiempo de un crecimiento económico con integración social.
28
énfasis pasó de estar en la industrialización centrada en el “paradigma metalmecánico”
(que había sido característico del estructuralismo tradicional, y por el cual se consideraba
que la industrialización pesada era crucial) a uno centrado en la innovación tecnológica. Si
bien industrialización e innovación tecnológica suelen ir de la mano, no necesariamente
son lo mismo. En este punto vale traer a colación las diferencias que existen entre el
análisis de un industrialista como Chang (2009) y un innovacionista como Katz (2012).
Mientras que para el primero el camino para el desarrollo reside en la profundización de la
industrialización con base en las ramas tradicionalmente consideradas de mayor
sofisticación y con mayor capacidad de generar spillovers tecnológicos sobre el resto del
entramado productivo (la metalmecánica, fundamentalmente), para el segundo ramas
intensivas en recursos naturales catalogadas por muchos investigadores como
“primarizantes” pueden ser focos de la innovación tecnológica. Por ejemplo, Katz describe
el proceso del cultivo del salmón en Chile y la soja transgénica en Argentina como casos
exitosos de innovación tecnológica en sectores que no desafían las ventajas comparativas
estáticas de ambos países31. En pocas palabras, para un neoestructuralista no será tan
importante dónde se realicen los esfuerzos en I+D sino el hecho de que se realicen en
alguna rama sustentable en el largo plazo.
De este modo, en el neoestructuralismo resurge el interés por analizar cuáles han sido los
determinantes del desarrollo económico de países con estructuras productivas e inserciones
internacionales relativamente primarizadas, como Australia, Nueva Zelanda, Noruega o
Canadá. Como veremos más detalladamente más abajo, trabajos como los de Ramos
(1998) y la CEPAL (2006, cap. V) procuran dar respuestas a este interrogante y proponen
una reconsideración de la industrialización tal como la concebían los estructuralistas
clásicos. Alejándose de la idea de que los recursos naturales constituyen una
“maldición”32, los planteos neoestructuralistas se interrogan por qué, si América Latina
posee grandes disponibilidades de materias primas, no se deberían aprovecharlas y crear
31
Bielschowsky también adscribe a esta idea cuando indica que “[otra novedad analítica del
neoestructuralismo es] la idea de que las nuevas tecnologías permiten que las oportunidades ya no se
concentren tan marcadamente en la industria y que se incorporen con intensidad en otros sectores de la
economía” (2008: 183).
32
Ver más abajo.
29
rentas tecnológicas a partir de ellas33. En consecuencia, el neoestructuralismo implicó una
redefinición de la teoría de las ventajas comparativas estáticas. No se trataba de un rechazo
rotundo como en el caso del estructuralismo de posguerra, ni tampoco una aceptación
incondicional como planteaban los neoliberales: más bien, se señala que se puede partir de
las ventajas comparativas estáticas para agregar valor, conocimiento y tecnología (es decir,
tornándolas en ventajas dinámicas), lo cual debería derivar en una mejora de la
productividad de la economía.
De todos modos, al interior del propio corpus neoestructuralista existen matices sobre este
último punto. Autores como Pérez (2010), Bisang (2011) y Ramos (1999) exponen un
mayor optimismo que otros como Cimoli y Porcile (2011) respecto a los recursos naturales
como palanca del desarrollo. Estos dos últimos investigadores, por el contrario, no abrigan
una perspectiva pesimista sobre los recursos naturales (a diferencia de la teoría de la
“maldición de los recursos naturales” desarrollada más abajo e incluso de parte del viejo
estructuralismo) pero son menos optimistas que Pérez, Bisang o Ramos. Experiencias
exitosas en este punto como las de Australia, Nueva Zelanda y Noruega deberían pensarse
más como excepciones que como reglas. De este modo, según estos autores, el núcleo del
desarrollo en general son las industrias intensivas en ingeniería (metalmecánica y
químicos, principalmente). Los recursos naturales son claramente “bienvenidos” y hasta se
admite que se puede crear innovación tecnológica en ellos, pero a la vez se sostiene que es
poco probable que sean los motores del desarrollo.
33
Esta pregunta es la que procura responder Carlota Pérez en su trabajo “Una visión para América Latina:
dinamismo tecnológico e inclusión social mediante una estrategia basada en los recursos naturales”, de 2010.
30
Más allá de las continuidades notorias entre ambos estructuralismos, autores como
Sztulwark (2005) y Nahón et al (2006) destacan que el neoestructuralismo no pudo ser
impermeable a la vorágine neoliberal de la época, y ello implicó una pérdida de radicalidad
en sus fundamentos. Por ejemplo, si bien se mantuvo la idea de centro-periferia, se hizo un
menor hincapié en las limitaciones que la estructura económica mundial ejerce sobre la
periferia. A la vez, también se dejó más de lado la preocupación por las relaciones de
fuerza entre los distintos actores sociales en un proceso de desarrollo, que había sido
central en argumentaciones como las de Cardoso y Faletto (1969) (Kirby, 2009).
En la década de los ’70 comenzó a tomar forma en los países centrales la idea por la cual la
mera dotación de recursos naturales podía ser perniciosa para el desarrollo económico. En
31
primer lugar, desde el mundo desarrollado, el descubrimiento de yacimientos de gas
natural en los Países Bajos en 1959 dio lugar al concepto de “enfermedad holandesa”,
acuñado por el semanario británico The Economist en 1977. El nuevo boom en el sector
hidrocarburífero holandés había llevado a que se produjera un ingreso extra de divisas que
tendió a apreciar su moneda -el florín-, restando competitividad y dinamismo a su industria
manufacturera, y dando lugar a un incipiente proceso de desindustrialización y de pérdida
de externalidades positivas. En segundo término, la pobre trayectoria de los países
exportadores de petróleo tras el shock de precios de los años setenta también contribuyó al
afianzamiento de dicha idea.
34
En rigor, la idea de que los recursos naturales podían ser pernicioso para el desarrollo de las naciones tiene
raíces mucho anteriores. Por ejemplo, en el siglo XVI Jean Bodin sostenía que “Men of a fat and fertile soil
are most commonly effeminate and cowards; whereas contrariwise a barren country makes men temperate by
necessity, and by consequence careful, vigilant and industrious” (traducción: “los hombres de un suelo rico y
fértil son muy comúnmente afeminados y cobardes; mientras que, por el contrario, un país estéril vuelve a los
hombres moderados por la necesidad y, en consecuencia, cuidadosos, alertas e industriosos” (citado en
Stevens, 2003: 5). Por su parte, en 1776 Adam Smith señalaba que “los proyectos de minería son los últimos
proyectos que un legislador prudente, que desease incrementar la riqueza de su nación, elegiría para
incentivar” y en 1848 John Stuart Mill que “ni actualmente, ni en tiempos pasados las naciones que han
poseído el mejor clima y suelo han sido las más ricas o más poderosas” (citados en De La Torre, 2011: 17).
35
“(…) entre 1960 y 1990 el ingreso per cápita de los países pobres en recursos naturales fue entre dos y tres
veces más rápido que en el de aquellos con abundantes recursos naturales”.
32
Se han barajado diferentes explicaciones para dar cuenta del fenómeno por el cual una
mayor dotación de recursos naturales tendría una relación negativa con el desarrollo
económico. En general, no existe un consenso en la literatura especializada acerca de las
causas y los síntomas de la paradoja de la abundancia (Larsen, 2004). Además, cabe
señalar que la mayoría de las investigaciones que defienden la teoría de la maldición de los
recursos naturales, hace hincapié en las economías petroleras y mineras antes que en las
agrícolo-ganaderas.
Algunos observadores han señalado que los recursos naturales son foco de conflicto al
interior de las sociedades, al generar distintas facciones que pugnan por aprovecharse de su
uso (Bannon y Collier, 2003; Fearon y Laitin, 2003; Gylfason, 2001; Mikesell, 1997;
Torvik, 2001 y Sachs y Warner, 1999 y 2001), debilitando la calidad institucional del
accionar estatal. Pueden observarse varios modos de dicho conflicto: desde pretensiones
separatistas de regiones al interior de un Estado-Nación (p. ej., Chechenia en Rusia o
Cabinda en Angola), disputas entre distintos grupos militarizados por el control de un
determinado recurso natural (República Democrática del Congo) o guerras entre países por
la dominación de determinados recursos naturales.
Otro de los posibles mecanismos que explicaría la relación entre dotación de recursos
naturales y desarrollo económico es el de la volatilidad de precios. Según esta visión, la
mayor inestabilidad de los precios de los productos primarios comparada con la de los
manufacturados implica diversos problemas. En primer lugar, una marcada dificultad para
lograr una política fiscal “prudente”, lo cual se manifestaría en una mayor incertidumbre a
la hora de invertir, así como en el sesgo procíclico del gasto público y de la actividad
económica (Mikesell, 1997; Gylfason et al, 1999; Stevens, 2003). Además, la volatilidad
de precios estaría asociada a una mayor tendencia a consumir antes que a invertir (Sachs y
Warner, 1999) y a una mayor inestabilidad del tipo de cambio (Rappoport y Céspedes,
2006; De La Torre, 2011).
33
manufacturados, también ha tenido influencia en el pensamiento sobre la maldición de los
recursos naturales.
A esto se le puede agregar la visión por la cual una mayor disponibilidad de dinero
producto de la explotación de los recursos naturales es un caldo de cultivo para la
corrupción y los comportamientos rent-seeking de los individuos (Leite y Weidmann,
1999). De esta manera, la sociedad gasta más tiempo en apropiarse del excedente que en
generar nuevas riquezas e innovaciones (Larsen, 2004) o, en términos similares, tiende a
que sus emprendedores se dirijan más hacia la obtención de rentas fáciles que a actividades
“productivas” (Torvik, 2002). Algunas visiones han ido más allá y han afirmado que la
riqueza en recursos naturales tiende a generar sociedades rentistas, en donde la cultura de
la ociosidad y la irresponsabilidad prevalecen por sobre la de la laboriosidad y la
responsabilidad (Beblawi y Luciani, 1987; Boon, 1990; Okruhlik, 1999 y Shambayati,
1994, citados en Stevens, 2003).
Por su parte, algunos académicos han sostenido que el mal desempeño económico de los
países ricos en recursos naturales se debe a la falta de democracia (Lal, 1995; Ross, 2001).
Según Lal, esta clase de países tiende a favorecer regímenes oligárquicos antes que
democráticos, y ello estaría asociado a una mayor corrupción y despilfarro. Por su lado,
Alayli (2005: 3) señala que la gran disponibilidad de riquezas producto de la explotación
de los recursos naturales facilita severamente formas de gobierno basadas en el patronazgo
34
y ello, por ende, se traduciría en una mayor probabilidad de un régimen dictatorial y
autocrático. Además, agrega este autor, los gobernantes tenderían a utilizar sus ingentes
fondos para corromper a la oposición, o directamente para reprimirla violentamente.
En sintonía con esta última línea, algunas interpretaciones han enfatizado la forma de la
relación entre gobernantes y gobernados a través de la estructura impositiva. Por ejemplo,
Moore (2007) y Bräutigam (2008) indican que los impuestos generan demandas por parte
de la ciudadanía en pos de una mayor calidad de la intervención estatal. El hecho que los
países ricos en recursos naturales posean ingresos producto de la renta de los commodities
implica una menor necesidad de tributación para alimentar las arcas fiscales. Ello se
traduce en una menor presión ciudadana en pos de un mejor funcionamiento institucional,
lo cual deriva en una mayor discrecionalidad del accionar de la elite gobernante,
favoreciendo la arbitrariedad y la corrupción.
35
anticíclica y estabilizante (Mikesell, 1997; Usui, 1997; Devlin y Lewen, 2002); h) la
privatización y desregulación de la explotación de los recursos naturales, para evitar las
conductas rent-seeking de políticos y burócratas (Mbaku, 1992); i) la formación de elites
competentes y fuertes, cuyos intereses estén alineados con los de los ciudadanos, con
vistas a crear estados desarrollistas en lugar de estados predatorios, para lo cual la
democracia adquiere un rol importante, en tanto los gobernantes deberán satisfacer el
interés público para ser votados (Stevens, 2003) y j) la educación de las elites mostrando
las consecuencias perniciosas que puede acarrear la institución de estados predatorios y
rentistas (Auty, 2001).
Diversos autores han cuestionado la validez de los postulados más fatalistas de esta
corriente. Por ejemplo, Maloney (2002) afirma que no existe una evidencia de largo plazo
que demuestre el pobre rendimiento de los países con altas dotaciones de recursos
naturales. Más bien, éstos han jugado un rol clave en el éxito de muchos países
industrializados. Agrega, además, que estudios econométricos como los de Sachs y Warner
no pueden dar pie a generalizaciones, en tanto toman un período de veinte años turbulentos
de la segunda mitad del siglo XX. Stevens (2003) coincide con esta idea al señalar que el
análisis empírico de estos autores está sesgado por el período de tiempo escogido, en tanto
en décadas anteriores los países con elevadas dotaciones de recursos naturales tendieron a
crecer más que aquellos con limitados recursos naturales. Por su lado, De La Torre
remarca el éxito de países ricos en recursos naturales como Australia, Noruega, Nueva
Zelanda y Canadá y asevera que “el problema no es la abundancia sino la dependencia de
los recursos naturales” (2011: 17). Gylfason (2001), por su parte, indica que la abundancia
de recursos naturales no es nociva per se, sino más bien la calidad de su administración y
del funcionamiento institucional. En esta sintonía, Stevens (2003) prefiere hablar más del
“impacto de los recursos naturales” que de una “maldición”: éstos inciden en el entramado
socioeconómico de un país, pero no determinan su fracaso36.
36
Por cuestiones de espacio no hemos desarrollado una corriente que se podría inscribir dentro de la teoría de
la maldición de los recursos naturales: la izquierda ambientalista. Particularmente, se trata de un corpus de
ideas surgidos en la última década en América Latina en un marco de pleno boom de los recursos naturales y
de desencanto con los gobiernos de izquierda llegados al poder que, a su juicio, perpetúan -con un rostro más
redistribucionista- la lógica extractivista que llevó a la pobreza y la depredación ecológica desde tiempos de la
Conquista. Al igual que en las teorías de la maldición de los recursos naturales señaladas más arriba, la
36
I.2. Antecedentes empíricos
En la sección anterior se hizo hincapié en aquellos estudios que procuraron dar cuenta de la
relación entre la estructura productivo-tecnológica, la inserción internacional y el desarrollo
económico desde un punto de vista más teórico que empírico. En ésta, en cambio, se
expondrán algunos trabajos que analizaron empíricamente la asociación entre las
mencionadas variables de un modo similar al que se pretende realizar en esta tesis (esto es,
utilizando una muestra relativamente amplia de países e indicadores como el contenido
tecnológico de las exportaciones, el gasto en I+D o el número de patentes per cápita, entre
otros).
Dentro de los estudios que han procurado analizar empíriamente la relación entre la
estructura productivo-tecnológica, inserción internacional y el desarrollo económico,
pueden destacarse, en primer lugar, el de Fajnzylber (1983), quien realiza una comparación
de diversos indicadores (composición del PBI, del PBI industrial y del empleo,
características de las canastas exportables y de los flujos de mercancías, entre otros) para
una amplia cantidad de países y regiones. No obstante, su investigación se refiere más que
nada al período de la segunda posguerra, con lo cual actualmente ha quedado
desactualizada. Por su parte, no realiza una tipología de patrones nacionales de desarrollo
tal como la que se pretende hacer aquí, en base a los cruces de las variables.
Mucho más adelante en el tiempo, podemos mencionar como antecedentes empíricos los
trabajos de Cimoli et al (2005) y CEPAL (2007, 2012). En el primero de ellos, los autores
procuran analizar las correlaciones que hay entre seis variables para el período 1970-2000:
a) cambio estructural, entendido como la variación del peso de las ramas industriales
intensivas en ingeniería (o “difusoras de conocimiento”) en el PBI manufacturero37; b)
brecha de productividad respecto a Estados Unidos, medida como la tasa de crecimiento
izquierda ambientalista sostiene que éstos tienden a generar entramados institucionales corruptos y una fuerte
volatilidad macroeconómica. Sin embargo, hacen hincapié en dos puntos: en primer lugar, que los
responsables últimos de este proceso han sido los países centrales, saqueadores de los recursos naturales de la
periferia; en segundo orden, en la incorporación de un componente de sustentabilidad ecológica de los
procesos de desarrollo, que ha llevado a diversos autores (Acosta, 2012, por ejemplo) a impugnar la propia
noción de desarrollo económico, y a hablar de “crecimiento cero” como la única solución a la cuestión
ambiental. Algunos trabajos de esta literatura son el de Gudynas (2009, 2010), Acosta (2009, 2012), Svampa
(2011), Alimondi (2011), Massuh (2012) o González-Espinosa (2012).
37
Dentro de éstas se incluyen principalmente la metalmecánica (maquinaria y equipo de transporte), así como
medicamentos y algunas ramas químicas.
37
promedio de la productividad del país x sobre la de aquél país; c) gasto en I+D como
porcentaje del PBI; d) patentes acumuladas per cápita; e) índice de adaptabilidad,
considerado como la participación de las exportaciones dinámicas38 de un país sobre el total
de las exportaciones y f) crecimiento del PBI per cápita. Tomando una muestra de 17
países, estos investigadores llegan a la conclusión de que las primeras cinco variables
inciden en el crecimiento económico.
Además, realizan una tipología a partir del cruce de dos variables: principal sector
manufacturero (esto es, industrias intensivas en recursos naturales versus industrias
intensivas en ingeniería) y gasto en I+D (alto, definido como aquellos países que superan la
media de la muestra, y bajo, para aquellos que no lo hacen). Así, quedan definidos cuatro
grupos de países: aquellos con alto I+D pero con una industria más bien primarizada
(Australia y Noruega); aquellos con alto I+D pero con una industria intensiva en ingeniería
(Corea, Taiwán, Singapur, Estados Unidos y Finlandia); aquellos con bajo I+D e industria
primarizada (Argentina, Brasil, Chile, México, Perú, Uruguay, Filipinas e India), y aquellos
con bajo I+D e industria intensiva en ingeniería (Malasia).
38
Se considera “exportaciones dinámicas” las de aquellos bienes que aumentaron su participación en las
importaciones mundiales entre 1985 y 2002.
38
En clara sintonía con el trabajo de Cimoli et al (2005), en el capítulo IV de “Progreso
técnico y cambio estructural”, publicado por la CEPAL en 2007, se llega a conclusiones
similares, pero incorporando algunos elementos nuevos. En primer lugar, la muestra de
países se amplió a 31. Por otra parte, se agregaron otras variables al análisis, como el Índice
de Krugman -que mide la diferencia de la composición del PBI de un país dado respecto al
de Estados Unidos-, y el porcentaje de las exportaciones basadas en los recursos naturales.
El período de tiempo elegido fue similar al del estudio anterior (1970-2003).
Al igual que en Cimoli et al (2005), en este trabajo de la CEPAL se elabora una tipología.
Sin embargo, si en el primer trabajo ésta se confeccionaba en base al cruce de dos variables
(I+D y sector líder en el PBI manufacturero), aquí los cruces se dan a partir de los
resultados del análisis multivariado de seis indicadores (participación de los sectores
intensivos en ingeniería en el valor agregado industrial, índice de Krugman, patentes per
cápita, gasto en I+D como porcentaje del PBI, índice de adaptabilidad y porcentaje de los
productos intensivos en recursos naturales en el total de la canasta exportable)39.
Lo interesante de este estudio es que muestra que, si bien hay una correlación estrecha entre
la participación de las actividades metalmecánicas en el PBI manufacturero y el desarrollo
económico, ésta dista de ser lineal. En el documento se muestra que pueden existir grados
de libertad respecto a la interacción entre las variables, lo cual determina que haya
excepciones, como Australia, Noruega o Nueva Zelanda, en que la participación de los
recursos naturales en las exportaciones es similar a la de los países latinoamericanos. Sin
embargo, en estos países la relevancia de los sectores intensivos en ingeniería en el PBI
manufacturero, así como sus niveles de I+D y patentes se asimilan mucho más al de los
países desarrollados. Al igual que como hemos señalado para el trabajo de Cimoli et al
(2005), nuestra tesis aportará una muestra más amplia de países y algunas variables
diferentes, lo cual le preserva originalidad. Vale remarcar que de todos modos, como hemos
afirmado más arriba, Cimoli y Porcile tienden a ver las experiencias de Australia y Nueva
39
Los países de la muestra fueron clasificados de mayor a menor según sus capacidades tecnológicas
(medidas a partir de la interacción de los seis indicadores señalados): por un lado, en el nivel más alto se
encuentran Suecia, Israel, Japón, Finlandia, Estados Unidos y Corea; en un nivel más abajo, podemos ver a
Francia, Dinamarca, Singapur, Reino Unido, Canadá, Taiwán, Noruega y Australia; en tercer lugar, a Malasia,
Nueva Zelanda, Italia, España, Irlanda e India y, por último, a Argentina, Brasil, Perú, Uruguay, Colombia,
Bolivia, Chile, Sudáfrica, Egipto, México y Filipinas.
39
Zelanda más como excepciones que como regla, con lo cual, si bien no recaen en un
pesimismo de los recursos naturales, tampoco adoptan una posición extremadamente
optimista.
En el capítulo II del informe de la CEPAL “Cambio estructural para la igualdad. Una visión
integrada del desarrollo”, de 2012, se retoman los estudios previos, con algunas
modificaciones. Por ejemplo, se incorporan nuevas variables al análisis, como la
participación de las exportaciones de tecnología media y alta en el total exportado, y la
sofisticación de las exportaciones, medida a partir del indicador EXPY creado por
Haussmann et al (2005)40. Si bien en este trabajo de la CEPAL se sostiene que estas
nuevas variables están asociadas a un mayor desarrollo económico, al igual que lo que
sostendremos en esta tesis, se postula que la relación no es lineal, ya que países
maquiladores pueden exportar productos de alta tecnología y no por ello tener capacidades
tecnológicas sólidas. A su vez, en este trabajo de la CEPAL, la muestra de países analizada
incorpora a países centroamericanos y caribeños, que en los estudios anteriores estaban
dejados de lado. Como ya hemos señalado para otros trabajos, esta tesis tendrá una muestra
de países sustancialmente más amplia, así como un cruce distinto de variables, que
permitirá esbozar una tipología nueva de senderos nacionales de desarrollo.
Por fuera de la CEPAL, otros estudios han analizado la relación entre la estructura
productivo-tecnológica, la inserción internacional y el desarrollo económico desde una
perspectiva que abarque a un número amplio de países, aunque sin crear una tipología de
patrones de desarrollo a partir del cruce de variables, como ocurría en algunos de los
trabajos reseñados.
Por una parte, puede mencionarse el ya citado trabajo de Sachs y Warner (1995), por el cual
se busca demostrar que países con elevadas dotaciones de recursos naturales tendieron a
crecer más erráticamente entre 1970 y 1990 que los de menores dotaciones. Sin embargo,
como fuera señalado más arriba, autores como Stevens (2003) afirman que el trabajo de
Sachs y Warner sólo se centra en un turbulento período del siglo XX y que, de tomar
visiones de más largo plazo, su hipótesis se desbarataría.
40
Ver más abajo.
40
Por otro lado, en “What you export matters”, Haussmann, Rodrik y Hwang (2005) buscan
demostrar, como el título lo indica, que la canasta exportable de un país incide fuertemente
en el crecimiento económico y, por lo tanto, también en sus posibilidades de desarrollo. La
hipótesis básica de los autores es que para acelerar su crecimiento, los países
subdesarrollados deben tender a poseer una composición de las exportaciones similar a la
de las naciones desarrolladas, debido a que éstas tienen una elasticidad-producto superior a
la de las naciones subdesarrolladas, con lo que se minimizarían los riesgos de crisis de
balanza de pagos. Según los autores, la evidencia econométrica muestra que entre 1962 y
2000, los países que tuvieron una mayor sofisticación en sus exportaciones para lo que les
correspondería por su nivel de PBI per cápita41 tendieron a crecer más rápidamente que los
que no la tuvieron. En consecuencia, estos investigadores afirman que “Specializing in
some products will bring higher growth than specializing in others”42 (Haussmann et al,
2005: 2).
41
Esto es, cuyas canastas exportables se asimilaron a la de los países más ricos.
42
“Especializarse en algunos productos implicará mayor crecimiento que especializarse en otros”.
43
Por ejemplo, si el producto A fuera exportado sólo por los países X, Y y Z, que representan
respectivamente el 40%, el 30% y el 30% del total de las exportaciones mundiales de ese bien, y la renta per
cápita de estos países fuera de 5.000, 10.000 y 20.000 USD, el PRODY del producto A sería de 11.000 USD
(que surge del siguiente cálculo: 0,4*5.000+0,3*10.000+0,3*20.000).
41
Sin embargo, existen algunos problemas en este análisis. En primer lugar, hay excepciones
a la regla (como veremos, los casos de México y Filipinas, o Australia, Nueva Zelanda y
Noruega), en las que variables no tenidas en cuenta por los autores como el gasto en I+D
local o el grado de integración nacional de la producción resultan claves. La importancia de
estos factores reside en que, en el marco de la predominancia de las cadenas globales de
valor a nivel mundial, se produce una intensa relocalización de la producción mundial, con
vistas a disminuir costos. De este modo, los países ensambladores terminan exportando
bienes que formalmente aparecen como de alto contenido tecnológico, aunque en verdad
ellos pertenecen a los segmentos más bajos de dichas cadenas globales de valor (Brenton et
al, 2009).
Una tercera falencia, que fue bien apuntada por Xu (2006), es que el EXPY no tiene en
cuenta la diferenciación de productos por calidad. Estudiando el caso particular de China -
país que, según Haussmann et al (2005), cuenta con un EXPY similar al de los países
desarrollados y que por eso tendería a crecer más en el futuro-, Xu ve, para el período
1991-2001, que la calidad de los bienes exportados chinos es sumamente inferior a la de los
países desarrollados que exportan el mismo tipo de productos. La forma de dar cuenta de
ello es teniendo en cuenta el precio unitario de cada mercancía exportada44.
Si bien en esta tesis no haremos un análisis exhaustivo de los diferenciales de calidad entre
los bienes exportados por distintos países, los aportes de Xu y Minondo nos resultan
44
En el caso chino, éste es muy bajo, lo cual se condice, entre otras cosas, con salarios muy reducidos. En una
línea similar a la de Xu, Minondo (2007) prueba, para una muestra de 115 países para el período 1994-2004,
que, de tener en cuenta la calidad de los bienes, la hipótesis de Haussmann et al (2005) pierde sustancial
fuerza.
42
sumamente relevantes. Es de esperar que un país con un sistema nacional de innovación
sólido y alta integración local pueda fabricar bienes competitivos internacionalmente con
un alto precio (“competitividad genuina”, en términos de Fajnzylber, 1990). Al dejar de
lado estos factores, Haussmann et al (2005) minimizan el hecho de que la fuente de
competitividad internacional de un producto puede darse de modo “espurio” (Fajnzylber,
1990), es decir, aprovechando la baratura de la mano de obra, por ejemplo.
Por último, desde perspectivas más cualitativas, los trabajos de Ramos (1999), CEPAL
(2006, cap. V), Meller y Blömstrom (1990) y Maloney (2002) se centran en la pregunta de
por qué en varios países los recursos naturales parecieron ser un impulso al desarrollo más
que un obstáculo. En el primer caso, el autor sostiene que los recursos naturales pueden
servir de palanca para la generación de encadenamientos hacia atrás y hacia adelante, que
43
invoquen actividades de alto contenido tecnológico. Por ejemplo, señala que Finlandia
comenzó primero exportando madera, luego manufacturas cuyo insumo principal provenía
de la madera y posteriormente maquinaria forestal y servicios de consultoría en silvicultura
(Ramos, 1998). En el trabajo de la CEPAL, por su parte, se sostiene que la activa y
coherente política de innovación de Australia y Nueva Zelanda, centrada sobre todo en los
recursos naturales, tiene efectos virtuosos sobre el crecimiento, a diferencia de lo que
ocurre en América Latina, donde las políticas gubernamentales de innovación han sido
mucho más laxas. Por su parte, Meller y Blömstrom (1990) y Maloney (2002) hacen
hincapié en la temprana formación, ya en el siglo XIX, de recursos humanos expertos en
ramas como geología, mineralogía y actividades de ingeniería conexas. Asimismo, Meller
y Blömstrom (1990) recalcan que los países escandinavos tuvieron tempranas reformas
agrarias que permitieron configurar sociedades más igualitarias, inclusivas y donde el
conflicto social fue en general pasible de ser canalizado por medios pacíficos. Este último
punto, en nuestra opinión, abre las puertas a un nuevo abanico de estudios sobre desarrollo,
en los cuales las dimensiones sociopolíticas juegan un rol crucial. Particularmente, las
relaciones de fuerza entre las distintas fuerzas sociales determinan una fisonomía particular
de un Estado que luego tendrá mayores o menores capacidades para ejecutar políticas
públicas en pos del desarrollo.
44
la estructura productiva es posible diferenciar distintos grados de heterodoxia (si
entendemos heterodoxia como el desafío a la teoría ricardiana de las ventajas comparativas
y al papel de la creación endógena de tecnología como vehículo para el desarrollo). De esta
manera, corrientes como el estructuralismo clásico han implicado un mayor nivel de
impugnación a la división internacional del trabajo de tinte ricardiano, en tanto que en el
neoestructuralismo (en particular, en los autores más optimistas respecto al rol de los
recursos naturales en el desarrollo) existen algunos componentes más afines a la
ortodoxia45.
45
Resulta difícil definir el grado de “heterodoxia” u “ortodoxia” en la teoría de la “maldición de los recursos
naturales”. Nuestro argumento es el siguiente: si los recursos naturales son un problema, entonces la
industrialización de la estructura productiva pasaría a ser una solución posible. Sin embargo, la mayoría de los
representantes de la teoría de la “maldición de los recursos naturales” ha tendido a recomendar políticas
públicas similares a las neoliberales (prudencia macroeconómica y privatización de empresas públicas, por
ejemplo). Por el contrario, cuestiones de política comercial, industrial y científico-tecnológica no han ocupado
un rol central en esta teoría.
46
Es muy probable que, dadas sus notables trayectorias académicas, ambos autores sean conscientes de estos
riesgos. De todos modos, nos interesa enfatizarlos debido a que en los artículos que hemos reseñado de ellos
la explicitación de dichos riesgos está ausente.
45
concluir que, si bien la industrialización con eje en los sectores intensivos en ingeniería
suele ser la variante más frecuente del desarrollo económico, también existen grados de
libertad en dicha generalización, como el hecho de que existan países desarrollados con
estructuras productivas relativamente primarizadas.
Para finalizar este capítulo, queremos insistir en dos puntos: en primer lugar, no debemos
entender a la estructura productivo-tecnológica como la causa última del desarrollo. Si
bien, como procuraremos demostrar en el capítulo siguiente, las capacidades tecnológicas
endógenas tienen una asociación muy fuerte con el desarrollo, esta asociación no nos dice
nada acerca del signo de la causalidad. ¿Es el crecimiento económico -requisito sine qua
47
En este punto vale tener en cuenta que el contexto en el cual escribieron los estructuralistas clásicos era
anterior a la “revolución verde” iniciada en los años ’70 en el mundo desarrollado, y que demostraría la fuerte
capacidad de aprendizaje e innovación tecnológica en el sector agropecuario. Por el contrario, en el período
de la segunda posguerra, el agro -particularmente, en Latinoamérica- mostraba un profundo estancamiento,
que contrastaba con el dinamismo de los sectores manufactureros. De este modo, el pesimismo que los
estructuralistas clásicos mostraban respecto a las posibilidades de desarrollarse a partir de las industrias
intensivas en recursos naturales tenía una razón justificada.
46
non del desarrollo- el que favorece estructuras productivo-tecnológicas de mayor
sofisticación o es al revés? Posiblemente se trate de una relación de mutua
determinación48. El crecimiento económico tiende a favorecer los procesos de acumulación
de capacidades tecnológicas, pero este proceso bajo ningún punto de vista es automático.
Es por ello que diversos trabajos se han referido a la “trampa de los ingresos medios” (ver
OCDE, 2013, por ejemplo), por la cual los países pueden crecer extensivamente (por
medio de la acumulación de los factores trabajo y capital) hasta un cierto punto, pero si no
desarrollan capacidades tecnológicas, no podrán nunca volverse desarrollados, ya que
dicho patrón de crecimiento extensivo llega en algún momento al agotamiento. De allí la
necesidad de políticas públicas que fomenten activamente el aprendizaje tecnológico -
primero- y la innovación tecnológica -después- como clave para llegar al desarrollo.
En segundo lugar, conectado con esta última idea, creemos que la posibilidad de éxito de
dichas políticas públicas no depende solamente de un correcto diseño técnico, sino también
-y más fundamentalmente- de su capacidad de aplicación efectiva en una formación social
dada. De este modo, la pregunta por la relación entre Estado y sociedad civil (y
particularmente, elites económicas), trabajada tanto por la nueva sociología del desarrollo,
como por la nueva sociología económica, el neoinstitucionalismo y hasta en parte por el
estructuralismo clásico se vuelve indispensable. Pero la cuestión es aún más compleja: los
Estados se sitúan dentro de un sistema mundial de relaciones de fuerza, con lo cual este
análisis debe incorporar indefectiblemente a la geopolítica y la geografía económica. En
futuras investigaciones, estas problemáticas serán trabajadas más profundamente con
vistas a obtener una visión crecientemente sistémica de la relación entre estructura
productiva, Estado, sociedad civil, geopolítica y desarrollo económico.
48
Para justificar empíricamente esta idea será necesario realizar un análisis de largo plazo, que será abordado
en la tesis de doctorado para una muestra amplia de casos.
47
CAPÍTULO II: ESTRUCTURA PRODUCTIVO-TECNOLÓGICA, INSERCIÓN
INTERNACIONAL, CAPACIDADES TECNOLÓGICAS Y DESARROLLO: LA
“SINTONÍA GRUESA”
En este capítulo nos propondremos realizar una primera aproximación tanto al análisis de
los factores que permiten explicar el desarrollo de los países como a la tipología de
senderos nacionales de desarrollo que de aquél se desprenda. En otras palabras, este primer
abordaje nos permitirá bosquejar los rasgos más destacados de un primer cruce entre las
variables; por ello, el mote de “sintonía gruesa”. En el capítulo III, pretenderemos
enriquecer lo obtenido en este capítulo, al calibrar mejor las relaciones entre dichas
variables, así como la tipología de patrones de desarrollo construida (de ahí, que se tratará
de una “sintonía fina”).
El capítulo estará dividido en dos partes: en la primera, analizaremos las relaciones entre
las variables independientes para las que contamos con información para toda la muestra
(coeficiente de contenido tecnológico de las exportaciones -CCTX-, concentración de las
exportaciones -HH- y capacidades tecnológicas -CT-) y la dependiente (índice de desarrollo
humano -IDH-). La segunda sección del capítulo procurará cruzar el CCTX, las CT y el
HH, con vistas a realizar un primer mapa de las estructuras productivas y las inserciones
internacionales de los países en cuestión.
48
Cuadro I: países según IDH, CCTX, HH, exportaciones sobre PBI, peso de los
servicios en la canasta exportable y CT (I+D y Pat Pc)
Países desarrollados
País Sigla IDH CCTX HH I+D Pat pc CT Cuad X/PBI (%) Servicios
Noruega NOR 0,955 15,7 0,425 1,62% 68,0 0,646 SE 43,0 21,6
Australia AUS 0,938 17,3 0,168 1,94% 69,3 0,682 SE 19,8 16,9
Estados Unidos USA 0,937 61,6 0,080 2,68% 168,6 0,823 NE 11,0 29,0
Países Bajos NET 0,921 54,3 0,112 1,87% 101,8 0,707 NE 70,1 19,9
Irlanda IRE 0,920 61,5 0,231 1,31% 49,3 0,582 NE 88,5 49,4
Alemania GER 0,920 63,7 0,099 2,58% 140,7 0,800 NE 40,9 15,2
N. Zelanda NZE 0,919 24,4 0,136 1,18% 46,0 0,560 SE 30,2 20,9
Suecia SWE 0,916 58,9 0,113 3,65% 175,7 0,896 NE 48,1 30,0
Suiza SWI 0,913 63,3 0,136 2,81% 205,9 0,851 NE 48,2 21,8
Japón JPN 0,912 72,2 0,137 3,27% 306,2 0,918 NE 13,8 15,8
Canadá CAN 0,911 42,5 0,129 1,98% 135,7 0,743 NE 37,2 14,6
Corea del Sur KOR 0,909 68,5 0,155 2,91% 154,5 0,834 NE 41,8 16,7
Hong Kong HKG 0,906 64,2 0,150 0,69% 91,3 0,543 NE 181,8 21,0
Dinamarca DEN 0,901 46,6 0,079 2,64% 113,7 0,787 NE 48,9 38,3
Israel ISR 0,900 53,2 0,322 4,48% 204,1 0,957 NE 38,3 32,7
Bélgica BEL 0,897 53,0 0,101 1,93% 72,2 0,684 NE 78,4 23,5
Singapur SIN 0,895 72,8 0,253 2,18% 113,1 0,747 NE 209,8 27,4
Austria AUT 0,895 54,6 0,071 2,38% 82,3 0,737 NE 52,3 27,7
Francia FRA 0,893 59,2 0,081 2,17% 67,1 0,701 NE 26,6 27,2
Finlandia FIN 0,892 55,9 0,186 3,53% 180,0 0,890 NE 42,0 28,9
España SPA 0,885 51,6 0,112 1,15% 9,5 0,427 Centro 26,7 32,0
Taiwán TWN 0,881 70,0 0,173 2,50% 338,1 0,868 NE 73,0 14,1
Italia ITA 0,881 52,7 0,054 1,14% 34,2 0,529 NE 26,3 17,9
Reino Unido UK 0,875 57,9 0,095 1,77% 71,8 0,667 NE 27,7 37,3
Rep. Checa CZE 0,873 58,0 0,101 1,38% 5,2 0,411 Centro 63,0 14,4
49
Países no desarrollados
País Sigla IDH CCTX HH I+D Pat pc CT Cuad X/PBI (%) Servicios
Grecia GRE 0.860 36.2 0.102 0.58% 3.1 0.255 Centro 22.9 54.8
Eslovaquia SLO 0.840 57.5 0.152 0.54% 1.8 0.214 NO 77.0 8.1
Qatar QAT 0.834 7.7 0.553 n/d 1.0 0.087 SO 60.7 6.9
Hungría HUN 0.831 66.7 0.137 0.98% 6.6 0.375 Centro 73.3 18.2
Polonia POL 0.821 50.2 0.081 0.60% 1.0 0.200 NO 35.8 16.7
Chile CHI 0.819 18.7 0.329 0.41% 1.3 0.172 SO 37.1 13.9
Emiratos Árabes EAU 0.818 18.6 0.476 n/d 1.6 0.110 SO 65.9 4.8
Portugal POR 0.816 46.0 0.085 1.03% 2.0 0.304 Centro 29.3 29.7
Argentina ARG 0.811 25.4 0.143 0.47% 1.4 0.188 SO 22.2 16.0
Uruguay URU 0.792 18.6 0.189 0.33% 0.8 0.135 SO 26.0 24.4
Kuwait KUW 0.790 11.6 0.657 0.10% 3.9 0.164 SO 58.6 8.5
Rusia RUS 0.788 19.5 0.330 1.15% 1.5 0.305 Centro 33.9 10.0
Rumania ROM 0.786 44.5 0.116 0.44% 0.6 0.149 NO 32.9 14.5
A. Saudita SAU 0.782 9.9 0.729 0.06% 1.5 0.096 SO 50.7 2.7
México MEX 0.775 58.4 0.143 0.39% 0.9 0.154 NO 27.8 4.1
Costa Rica CRI 0.773 48.6 0.277 0.41% 3.1 0.222 NO 45.2 32.8
Malasia MAL 0.769 62.7 0.190 0.59% 5.1 0.292 Centro 107.0 13.2
Kazakhstán KAZ 0.754 11.5 0.555 0.23% 0.1 0.070 SO 49.8 5.1
Venezuela VEN 0.748 12.6 0.652 n/d 0.7 0.075 SO 30.7 2.2
Irán IRA 0.742 5.7 0.783 0.65% 0.1 0.154 SO 28.0 6.3
Perú PER 0.742 11.8 0.247 0.11% 0.1 0.041 SO 22.4 10.1
Ucrania UKR 0.740 40.8 0.132 0.99% 0.4 0.234 Centro 52.6 21.7
Brasil BRA 0.730 35.1 0.098 1.04% 0.9 0.263 Centro 13.3 14.1
Ecuador ECU 0.724 7.3 0.464 0.12% 0.2 0.051 SO 27.5 6.8
Turquía TUR 0.722 43.3 0.091 0.62% 0.4 0.170 NO 23.1 20.8
Colombia COL 0.719 18.2 0.237 0.14% 0.2 0.057 SO 16.4 8.0
Argelia ALG 0.713 5.8 0.555 0.07% 0.0 0.021 SO 40.0 4.7
China CHN 0.699 57.0 0.099 1.26% 1.2 0.309 Centro 31.0 8.5
Tailandia THA 0.690 54.0 0.091 0.26% 0.6 0.109 NO 70.0 9.8
Bolivia BOL 0.675 9.8 0.350 0.25% 0.1 0.070 SO 32.5 7.5
Paraguay PAR 0.669 8.6 0.355 0.09% 0.0 0.029 SO 53.0 19.8
Egipto EGY 0.662 23.6 0.223 0.24% 0.1 0.073 SO 24.7 44.8
Filipinas PHI 0.654 73.5 0.365 0.12% 0.3 0.056 NO 43.6 28.7
Indonesia IDO 0.629 27.8 0.133 0.07% 0.1 0.025 SO 31.7 11.0
Sudáfrica SAF 0.629 33.0 0.131 0.87% 2.7 0.297 Centro 29.5 13.2
Vietnam VIE 0.617 21.9 0.223 0.19% 0.0 0.053 SO 66.8 7.8
India IND 0.554 34.1 0.141 0.75% 0.6 0.203 Centro 18.0 38.5
Nigeria NIG 0.471 2.0 0.858 0.22% 0.0 0.059 SO 41.7 3.1
Fue nte: e la bora ci ón propi a en ba s e a da tos del PNUD (pa ra el IDH), COMTRADE (pa ra e l CCTX), UNCTAD (pa ra el HH y
s ervi cios s obre tota l exporta do), Ba nco Mundi a l (pa ra exporta ci ones s obre PBI), UNESCO (pa ra e l I+D) y UPSTO (pa ra l a s
Pa t pc)
Refs.: IDH = Índice de Desarrollo Humano (2012); CCTX = Coeficiente de contenido tecnológico de las exportaciones
(promedio 2000-2010); HH = Índice de Herfindahl-Hirschman de concentración de las exportaciones (promedio 2000-
2010); I+D = gasto en I+D como porcentaje del PBI (promedio 2000-2010); Pat pc = Patentes per cápita (promedio 2004-
2012); CT = capacidades tecnológicas; Cuad = pertenencia a cuadrante en gráfico V; X/PBI = exportaciones de bienes y
servicios sobre PBI a precios corrientes (promedio 2000-2010); Servicios = exportaciones de servicios sobre total de
exportaciones de bienes y servicios (2012 o último año disponible)
50
II. 1. 1. ¿Cuán determinante es el contenido tecnológico de las exportaciones en el
desarrollo?
En el capítulo I hemos mencionado que trabajos como los de Haussmann et al (2005, 2011)
e Hidalgo et al (2007) señalaban que los países menos desarrollados deberían tender a
imitar las canastas exportables de la de los más avanzados, dado que así tenderían a crecer
más rápidamente y por tanto devenir desarrollados49.
En el gráfico I se observa la relación que hay entre un indicador del contenido tecnológico
de las exportaciones (CCTX) y el desarrollo económico (medido por el IDH). El CCTX es
una medida resumen que puntúa la canasta exportable de bienes50de un país, en función de
su contenido tecnológico. Un menor CCTX implica un menor contenido tecnológico en las
exportaciones (sobre todo por el peso de los productos primarios -PP-, las manufacturas
intensivas en recursos naturales -MRRNN-, y las manufacturas de baja tecnología -MBT-),
mientras que un elevado CCTX implica que las manufacturas de media y alta tecnología -
MMT y MAT, respectivamente-, representan una proporción elevada de las exportaciones
totales de un país51. Asimismo, en la penúltima columna del Cuadro I se observa el
cociente entre las exportaciones y el PBI a precios corrientes, para el período 2000-2010.
Hemos decidido agregar este indicador para que el lector pueda comprender cuál es el
impacto del CCTX sobre la estructura productiva. Si bien es lícito suponer que los bienes
comerciados por un país probablemente tengan un peso destacable en la estructura
productiva y además marcan que aquél es “eficiente” produciéndolos, existen otras
actividades que, pese a no ser exportables, pueden jugar un rol destacable, sobre todo
cuando el coeficiente de exportaciones sobre PBI es más reducido. En otras palabras, a
mayor ratio de exportaciones sobre PBI, el CCTX es mejor proxy de la estructura
productiva. El IDH, por su parte, es un indicador construido por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que recoge tres dimensiones: PBI per
49
Ver más arriba para una posible justificación de este argumento.
50
La información disponible no permite desagregar con precisión los servicios exportados, por lo que hemos
decidido excluirlos del CCTX. No obstante, en el Cuadro I hemos incorporado en la última columna su
participación en el total exportado, para que así el lector pueda chequear cuáles son los países en donde estos
tienen mayor peso y, por ende, el CCTX debe ser más matizado (Egipto, Grecia, Irlanda, Dinamarca o Reino
Unido, por ejemplo).
51
Ver Anexo Metodológico para una descripción detallada de la construcción del CCTX y de los
ponderadores utilizados.
51
cápitaa paridad de poder adquisitivo (PPA), salud (en función de la esperanza de vida) y
educación (a partir de la tasa de alfabetismo en adultos y la tasa bruta combinada de
matriculación en educación primaria, secundaria y superior, así como los años de educación
obligatoria). En este indicador, que oscila entre 0 y 1, un mayor valor implica un mayor
desarrollo y viceversa.
Tal como se puede observar en el Gráfico I, existe una correlación positiva entre CCTX e
IDH (la línea roja oblicua marca la recta de regresión), lo que a primera vista parecería dar
la razón a los trabajos anteriormente citados. Sin embargo, también es posible detectar
varios países outliers (es decir, que se alejan considerablemente de dicha recta de
regresión). Por un lado, de un total de 25 países que hemos catalogado como
“desarrollados” (aquellos que se encuentran por encima de la línea vertical que corta al eje
vertical en 0,870), 22 se encuentran en la mitad derecha del gráfico (Finlandia, Suecia,
Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Francia, Alemania, Irlanda, Reino Unido, República
Checa, Austria, Suiza, España, Italia, Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea del Sur,
Taiwán, Hong Kong, Singapur e Israel) mientras que 3 en la mitad izquierda (Noruega,
Australia y Nueva Zelanda). En otras palabras, estos tres países son desarrollados y a la vez
cuentan con una inserción internacional primarizada (con guarismos de CCTX cercanos al
20%), mientras que los 22 restantes poseen ventas externas con alto contenido tecnológico
(siendo muy elevado en los casos de Corea, Japón, Singapur y Taiwán, con niveles de
CCTX que rondan el 70%, y más cercano a niveles medios en Canadá -42,5%-)52.
Por su parte, el club de los países no desarrollados abarca situaciones diversas. Por un lado,
países de la periferia europea como Grecia, Eslovaquia, Polonia, Portugal o Hungría se
encuentran próximos en calidad de vida a los países desarrollados. Luego, países como
Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Chile y Argentina no se encuentran demasiado lejos del
desarrollo, aunque cabe tener en cuenta que en estos países la desigualdad de ingresos y de
accesos a la salud y a la educación es sensiblemente mayor que en los países de la periferia
52
Cabe mencionar que si hubiéramos utilizado el EXPY (explicado en el capítulo I) en lugar del CCTX los
resultados hubieran sido muy similares. Ver Capítulo I para una crítica a los posibles sesgos del EXPY.
52
europea53. En el otro extremo, países como Nigeria, India, Vietnam, Sudáfrica, Indonesia o
Filipinas cuentan con niveles de IDH bajos.
NOR
AUS USA
NET
GER
0.900
SLO
QAT HUN
0.800
KUW URU
SAU ROM
RUS CRI MEX
MAL
KAZ
VEN
IRA UKR
PER BRA
ECU TUR
0.700
COL
ALG
CHN
THA
BOL
EGY
PAR PHI
IDO SAF
0.600
VIE
IND
0.500
NIG
0 20 40 60 80
CCTX (2000-2010)
Esta heterogeneidad en los niveles de IDH de los países no desarrollados también puede
apreciarse en lo que respecta al CCTX. Si bien la mayoría de estos países -el 66%, esto es,
25 sobre un total de 38- se encuentra del lado izquierdo del gráfico (es decir, tienen una
53
Como se menciona en el Anexo Metodológico, hubiese sido ideal trabajar con el Índice de Desarrollo
Humano ajustado por Desigualdad, en el cual estas cuestiones habrían sido tenidas en cuenta. La falta de
disponibilidad de datos para todos los países de la muestra nos impidió utilizar tal indicador. Sin embargo,
valga resaltar que, de considerar la desigualdad tal como lo hace el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), la pérdida del IDH hubiera sido, por un lado, del 9,9% en Polonia, del 10,8% en
Portugal, del 11,5% en Grecia, del 6,3% en Eslovaquia y del 7,4% en Hungría, y del 19,0% y 19,5% en Chile
y Argentina, respectivamente. Para Emiratos Árabes Unidos y Qatar no contamos con tal información. Sin
embargo, Palma (2011) se anima a aventurar que, pese a la inexistencia de datos respecto a la distribución del
ingreso en los países ricos petroleros de la Península Arábiga, es altamente probable que su distribución del
ingreso sea tan regresiva como la de los países latinoamericanos.
53
inserción internacional primarizada), hay una cantidad significativa de ellos (el 34%
restante, o sea 13 países) cuya canasta exportable incluye considerables proporciones de
manufacturas de medio y alto contenido tecnológico. Entre este último subgrupo de países
se encuentran países con un IDH inferior a 0,800, como Filipinas (el país con más alto
CCTX de toda la muestra), China, Tailandia, Turquía, Ucrania, Rumania, Costa Rica,
México y Malasia y otros que superan dicha cifra, encontrándose cerca del pelotón de los
desarrollados, como Portugal, Polonia, Eslovaquia y Hungría.
54
Para ver una perspectiva de largo plazo de la historia económica de estos países ver, para Nueva Zelanda,
Álvarez y Bértola (2010), para Australia, Duncan y Fogerty (1984), Pinkstone (1992), Sinclair (1976) y
Fajgelbaum y Gerchunoff (2006) y, para Noruega, Hveem (1990).
55
Por el contrario, México ha pasado su CCTX del 6% en 1982 al 56% en 1994, y desde entonces ha rondado
el 60%. El crecimiento del PBI per cápita (que influye fuertemente en el IDH) fue del 24% tanto para el
período 1982-2012 (que marca el proceso de aumento del CCTX mexicano) como para el de 1994-2012 (en el
que el CCTX mexicano ya era superior al de muchos países desarrollados). En comparación, el producto por
habitante australiano creció un 82% entre 1982-2012 y un 42% entre 1994-2012; el neozelandés, un 46% y
30%, para los mismos períodos; el noruego, un 84% y 33%, respectivamente (según datos del Banco
Mundial). Aún excluyendo los años 1994 y 1995 del análisis (que fueron de recesión en México), el
crecimiento del PBI per cápita acumulado en este país fue del 31% entre 1996 y 2012. El caso de Filipinas
registra una trayectoria parecida a la de México: a principios de los ’70, su CCTX era de alrededor del 10%, y
a mediados de los ’90 llegó a ser del orden del 70%. Sin embargo, sus tasas de crecimiento del producto por
habitante en el largo plazo (1970-2012) fueron modestas: a modo de comparación, en ese período el ingreso
per cápitafilipino creció un 87%, mientras que el australiano un 118% y el noruego un 178% (el de Nueva
Zelanda aumentó un 69% en el período, pero partiendo de una base sideralmente más alta que el de Filipinas).
Si tomamos en cuenta el período 1996-2012, en que Filipinas estuvo en el podio mundial de los países con
mayor CCTX, los resultados apenas muestran una leve mejoría: el PBI per cápita filipino creció un 45%,
contra un 35% del australiano, un 24% del neozelandés y un 23% del noruego. Sin embargo, vale recalcar
que, de mantenerse estos ritmos de crecimiento en el tiempo, Filipinas recién alcanzaría el PBI per cápita de
Nueva Zelanda dentro de 170 años y el de Australia dentro de 330…
54
cuestiones: en primer lugar, en tanto en buena parte de dicho período los términos del
intercambio resultaron favorables a los productores de bienes manufacturados, es lógico
que los países exportadores de este tipo de productos hayan salido beneficiados en términos
de crecimiento económico. No obstante, si se toma un análisis de más largo plazo, las
conclusiones no son tan diáfanas (en pocas palabras, se trata de la misma crítica que
Stevens (2003) le hace a Sachs y Warner (1995) y que hemos descripto en el capítulo I). En
segundo lugar, dicho trabajo no problematiza la cuestión de la llamada “trampa de los
ingresos medios”. Es decir, un país puede crecer extensivamente mediante la acumulación
del factor capital y el factor trabajo, pero en algún momento, cuando haya alcanzado un
nivel de renta per cápita intermedio, dicho patrón de crecimiento se agotará, a menos que
logre generar capacidades tecnológicas endógenas. De este modo, como veremos luego, se
puede explicar mejor por qué no hay países desarrollados que no tengan considerables
capacidades tecnológicas internas desarrolladas, más allá de que éstas se alojen en sectores
típicamente manufactureros o intensivos en recursos naturales. En tercer punto, el trabajo
de Haussmann et al (2005) -así como el de Hidalgo et al (2007) y el de Haussmann et al
(2011)- no profundiza en cómo puede cambiar la dinámica de una estructura productiva
según el tamaño poblacional de un país. En este sentido, como se analizará en el próximo
capítulo, un alto CCTX parecería estar más asociado al desarrollo económico en países
grandes que en medianos y pequeños.
55
estructuralismo cepalino, reseñado en el capítulo anterior, es uno de los principales
portavoces de esta idea. En este apartado procuraremos mostrar que, al igual que lo que
ocurre con el CCTX, si bien hay una correlación positiva entre ambas variables (ver
Gráfico II), la existencia de considerables excepciones genera un número de interrogantes a
ser abordados.
En este caso, el indicador utilizado fue el logaritmo natural del Índice Herfindahl-
Hirschman (HH) a tres dígitos, que mide la concentración de las exportaciones56. El HH es
una medida que oscila entre 0 (diversificación perfecta de las exportaciones) y 1
(concentración total en un solo producto)57. Dado que el HH no tiene un comportamiento
lineal (es decir, no es lo mismo pasar de 0,1 a 0,2 que de 0,8 a 0,9), hemos aplicado el
logaritmo natural para poder captar mejor las diferencias entre países (sobre todo en
aquellos con un HH inferior a 0,5, que son la gran mayoría de la muestra). La parte
izquierda del Gráfico II muestra a los países con exportaciones sumamente diversificadas,
mientras que los de la derecha experimentan una marcada concentración de las mismas.
56
También es válido aquí lo señalado anteriormente sobre el impacto del ratio exportaciones/PBI: en
economías donde éste es alto, una elevada concentración de las exportaciones probablemente implicará una
escasa diversificación de la estructura productiva. En economías donde éste es bajo, la relación es menos
lineal.
57
Recomendamos consultar el Anexo Metodológico para una mayor descripción sobre la construcción de este
índice.
58
Por ejemplo, en 2010, el 69% de las exportaciones noruegas fueron petróleo y gas; en Irlanda los
medicamentos y los productos químicos orgánicos representaron el 48% de las exportaciones; en Singapur, la
maquinaria eléctrica y el petróleo dieron cuenta del 45% de sus ventas externas, y en Israel los diamantes y
los medicamentos compusieron el 39% de sus exportaciones.
56
poseen una relativa diversificación de sus exportaciones (más en este último país que en el
primero).
NOR
USA AUS
NET
0.900
SLO
HUN QAT
0.800
MEX CRI
MAL
KAZ
VEN
UKR PER IRA
BRA
TUR ECU
0.700
COL
ALG
CHN
THA BOL
PAR
EGY
PHI
SAF IDO
0.600
VIE
IND
0.500
NIG
-3 -2 -1 0
Ln Herfindahl-Hirschman (2000-2012)
Por su parte, la mayoría de los países no desarrollados (20 de 38, es decir, el 53%) de la
muestra se encuentra en la mitad derecha del gráfico. De los 18 países no desarrollados
restantes, resulta interesante observar que Brasil, China, Turquía y Tailandia (todos lejos de
ser desarrollados) cuentan con exportaciones tan o más diversificadas que países como
Alemania, Bélgica o Reino Unido, o que India, Indonesia, Sudáfrica, Ucrania, México,
Argentina y Rumania tienen niveles de diversificación similares a los de Corea del Sur,
Hong Kong, Suiza, Canadá o Nueva Zelanda. En otras palabras, ¿dónde está la diferencia
en la estructura productivo-tecnológica entre países como México, Tailandia o Rumania,
57
que presentan una elevada diversificación de su canasta exportable, a la vez que un alto
CCTX, respecto de países como Corea del Sur, Taiwán o Bélgica? Una posible respuesta
será desarrollada en el próximo apartado.
Al observar el gráfico III puede apreciarse que, a diferencia de lo descripto para las dos
variables anteriores, hay una correlación mucho más intensa entre las capacidades
tecnológicas y el desarrollo económico.
NOR
AUS USA
NZE SWE
0.900
SLO
QAT CHI HUN
0.800
EAU POL
POR
ARG
URU KUW
RUS
SAU
IDH (2012)
VEN
PER IRA UKR
ECU BRA
ALG TUR
0.700
COL
CHN
THA
BOL
PAR
EGY
PHI
IDO SAF
0.600
VIE
IND
0.500
NIG
Fuente: elaboración propia en base a información de la OCDE, la oficina de patentes de Estados Unidos
(UPSTO), UNESCO y PNUD
58
Es interesante remarcar que todos los países que hemos definido como “desarrollados”
cuentan con mayores capacidades tecnológicas (esto es, gasto en investigación y desarrollo
como porcentaje del PBI y patentes per cápita) que los no desarrollados59. En la parte
derecha del gráfico se encuentran los países con mayores capacidades tecnológicas de la
muestra (Israel, Japón, Suecia, Finlandia, Taiwán, Corea del Sur, Suiza, Estados Unidos,
Alemania y Dinamarca). Por su lado, la República Checa y España son, dentro de los
desarrollados, los países que poseen menores capacidades tecnológicas (más bien
intermedias), pero superiores a las de cualquiera de los no desarrollados.
59
Ver Anexo Metodológico para una mayor descripción acerca de cómo fue construido el índice de
capacidades tecnológicas.
59
6 Gráfico IV: gasto en I+D como porcentaje del PBI y patentes per cápita
TWN
JPN
CAN
SIN DEN
NET
HKG
AUT
NOR UK BEL
FRA
AUS
4
IRE
NZE
ITA
SPA
2
HUN
MAL CZE
KUW
CRI GRE
SAF
POR
EAU SLO
SAU RUS
CHIARG CHN
QAT MEX POL
URU BRA
VEN
THA ROM IND
COL TUR UKR
PHI EGY
ECU
NIG KAZ IRA
0
ALG PER
IDO PAR VIE BOL
0 0.5 1 1.5 2
ln del gasto en I+D como % del PBI (2000-2010)
Como se puede ver en el Gráfico IV existe una asociación muy intensa entre el gasto en
I+D como fracción del PBI y el resultado en término de patentes per cápita (el r de Pearson
es de 0,898). En dicho gráfico, puede apreciarse que Hong Kong es el país que más escapa
a esta regularidad60. Por su lado, países como Irán, Turquía, India, Ucrania, Brasil, Rusia o
60
Hay varias razones que explicarían este peculiar comportamiento de Hong Kong.En primer lugar, según el
especialista en el sistema de innovación hongkonés Nauhabar Sharif, “no existe una cultura de la innovación
en Hong Kong al nivel de países como Corea del Sur, Japón o Singapur. En Hong Kong el gobierno
interviene insuficientemente” (el intercambio surgió vía email). En segunda instancia, Sharif y Baark (2009)
señalan que parte del gasto en I+D de Hong Kong se radica en China Continental, en tanto son empresas
hongkonesas que producen en la provincia china de Guangdong (frente a Hong Kong). En tercer orden, según
el Consejo Legislativo de Hong Kong, hay dos razones que dan cuenta del menor gasto en I+D de esta
ciudad-estado: en primer lugar, que no cuenta con Fuerzas Armadas. Sin embargo, si bien esto es innegable,
la influencia es menor: como señala el propio Instituto de Ciencias de Hong Kong (HKIS), en Singapur, en
1998 el gasto en I+D militar representó tan sólo el 0,18% del PBI contra el 1,80% del gasto civil, y en Taiwán
el 0,24% del PBI contra el 1,74% civil (HKIS, 2001). El segundo factor que, según el Congreso Legislativo
de Hong Kong, explicaría el rezago de esta ciudad-estado en el gasto en I+D es la ya señalada virtual ausencia
de producción manufacturera, que explica hoy tan sólo el 7% del PBI (mientras que los servicios el 93%),
contra el 28% que representa en Singapur. Resulta un interrogante, de cara al futuro, si Hong Kong podrá
mantener sus altas tasas de crecimiento del último medio siglo con un sistema nacional de innovación
relativamente débil. Vale mencionar, de todos modos, que esta ciudad-estado posee fuertes competencias
60
China tienen un reducido nivel de patentado para su grado de I+D. Este fenómeno puede
deberse a diferentes razones según cada país, aunque pueden sobresalir dos: en primer
lugar, las actividades de I+D se dan más en experimentación y ciencia básica que en ciencia
aplicada, que es en donde más se materializan las patentes; en segundo punto, en varios de
estos países una parte considerable del gasto en I+D se realiza con fines militares (sobre
todo en Rusia).
Las descripciones de los gráficos I, II y III son consistentes con la matriz de correlación de
variables que puede observarse en el Cuadro II. En ella, se puede ver que las capacidades
tecnológicas (CT) tienen una asociación muy fuerte con el IDH (0,785), mientras que la
intensidad de la relación decae significativamente para el contenido tecnológico de las
exportaciones (0,483) y la concentración de las exportaciones (-0,371). En este último caso,
tanto en el sector financiero como en el comercial (donde sí se observan innovaciones más de tipo
organizacional y de procesos difícilmente patentables) (Sharif y Baark, 2008), las cuales posiblemente puedan
compensar -al menos en parte- dicho déficit innovador. Puede consultarse la visión del Consejo Legislativo de
Hong Kong en: http://www.legco.gov.hk/yr11-12/english/panels/ci/papers/ci0417cb1-1760-1-e.pdf
61
el signo negativo implica que se trata de una relación inversa (es decir, a mayor
concentración, menor desarrollo). La fuerza de la relación reside en el valor absoluto del
coeficiente de Pearson.
CCTX HH CT IDH
CCTX 1,000
HH -0,678 1,000
CT 0,646 -0,449 1,000
IDH 0,483 -0,371 0,785 1,000
Referencias: CCTX = Coeficiente de contenido tecnológico de las exportaciones;
HH = Concentración de las exportaciones (Herfindahl-Hirschman); CT =
Capacidades tecnológicas; IDH = Índice de desarrollo humano
De todos modos, las correlaciones por sí solas no implican existencia de asociación entre
variables. Para determinar esto, nos valdremos de la econometría.
Hemos estimado tres modelos distintos de regresión por el método de mínimos cuadrados,
con el fin de confirmar si las suposiciones que veníamos exponiendo son significativas
estadísticamente. La variable dependiente en los tres modelos es el IDH al año 2012. En el
modelo 1, hemos omitido la variable CT y una de control llamada “Calidad Institucional”62.
La muestra de países aquí fue de 167 (los 63 descriptos en este capítulo, más 104 restantes,
muchos de ellos pequeños países) y se buscó ver si las variables independientes CCTX y
HH resultaban significativas si se las controlaba por población y coeficiente de apertura
61
Si hubiésemos invertido el índice de HH, de tal modo que una diversificación perfecta de las exportaciones
nos diera 1 en lugar de 0 (y viceversa con la concentración), el signo de la asociación hubiera sido positivo, y
el valor absoluto se hubiera mantenido igual.
62
Ver Anexo Metodológico para ver cómo se construyó esta variable.
62
exportadora (exportaciones sobre PBI). En este caso, el CCTX resultó significativo al 1%,
en tanto que el HH al 10%.
63
Cuadro III: Regresión por método de mínimos cuadrados (coeficientes y nivel de
significación)
Fuente: elaboración propia. Referencias: CCTX = Coeficiente de contenido tecnológico en las exportaciones;
HH = Índice de Herfindahl-Hirschman; Población (ln) = logaritmo natural de la población; CT = capacidades
tecnológicas; * : significativo al 10%; ** : significativo al 5%; *** : significativo al 1%. En los modelos 1 y 2
la base fue de 167 países, mientras que en el modelo 3 de los 63 trabajados en este capítulo.
63
Queremos insistir en un punto: cuando decimos que están “asociadas” no estamos sosteniendo que se trate
de una relación causal. Probablemente, haya una determinación mutua: un mayor crecimiento económico –
que resulta clave para aumentar el IDH- facilitaría las condiciones para generar capacidades tecnológicas
endógenas, que a su vez reimpulsan el crecimiento de largo plazo. Lo cierto es que, si no se crean esas
capacidades tecnológicas, entonces el crecimiento será de corto aliento y difícilmente alcanzará para alcanzar
el desarrollo.
64
desarrollo económico? Si extrapolamos el razonamiento de los trabajos citados, parecería
que el A. Como ya es de prever, en nuestra opinión, sería el B.
De todos modos, la cuestión es algo más compleja. Como veremos en el capítulo III, el
cómo se produce no es del todo exógeno al qué se produce (y exporta). En otras palabras,
es cierto que las ramas industriales intensivas en ingeniería (metalmecánica, electrónica y
químicos, principalmente) tienen mayores probabilidades de estimular capacidades
tecnológicas endógenas. Pero dicha creación no es de ningún modo automática, como
prueban los casos de Filipinas, México, Tailandia y el resto de los que denominaremos
“ensambladores”64. Por otra vez, países como Australia, Nueva Zelanda o Noruega, pese a
tener canastas exportables (y estructuras productivas) mucho más primarizadas que el resto
de los desarrollados, han logrado agregar conocimiento en ramas intensivas en recursos
naturales.
64
Ver más abajo.
65
0,25; diversificación medio-baja a aquellos con un HH superior a 0,25 pero inferior a 0,35
y, por último, diversificación baja a aquellos con un HH superior a 0,35.
ITA ISR
SPA NET
POL BEL
CRI DEN
POR
ROM
TUR
CAN
40
UKR
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IND
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VIE
20
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CHI RUS
COL
EAU AUS
NOR
PER VEN
KAZ KUW
BOL SAU
PAR
QAT
ECU IRA
ALG
NIG
no innovadores primarizados innovadores primarizados
0
Hemos dividido al gráfico en cuatro cuadrantes: el noreste representa a aquellos países con
elevadas capacidades tecnológicas y un CCTX elevado (“innovadores industriales”); el
sudeste a aquellos países con elevadas capacidades tecnológicas pero un CCTX bajo
(“innovadores primarizados”); el noroeste a aquellos países con un CCTX alto, pero bajas
capacidades tecnológicas (“ensambladores”) y, por último, el sudoeste a aquellos países
que tienen capacidades tecnológicas y un CCTX bajos (“no innovadores primarizados”)65.
65
Nótese que en la antepenúltima columna del cuadro I es posible observar la posición los países en sus
respectivos cuadrantes. En dicho Cuadro algunos países aparecerán con el rótulo de “centro” y corresponden a
los que están dentro de la línea punteada de los “intermedios”, que será profundizada en la sección siguiente.
66
Dicho en forma concreta, el peligro de los trabajos que hemos revisado anteriormente es
que, al minimizar el impacto de las cadenas globales de valor en la división internacional
del trabajo, se confundan los “innovadores industriales” con los “ensambladores” y a los
“innovadores primarizados” con los “no innovadores primarizados”. Más bien, la estructura
productiva (y los niveles de calidad de vida) de los “innovadores primarizados” tienen
bastante más que ver con la de los “innovadores industriales”, en tanto que los
“ensambladores” comparten más rasgos con los “no innovadores primarizados” de lo que
supondría una lectura superficial que minimice el rol de las capacidades tecnológicas
locales. Grosso modo, eso que los estructuralistas cepalinos definían como “centro” podría
ser en nuestro esquema homologable a aquellos países con elevadas capacidades
tecnológicas, independientemente de su CCTX o su HH, en tanto que la “periferia” estaría
asociada a capacidades tecnológicas reducidas.
La idea de “sintonía gruesa” que da nombre a este capítulo se debe a que los cuatro tipos
ideales mencionados impiden captar los matices que puedan existir en distintos países (de
hecho, en el gráfico se observa una región céntrica de países “intermedios”). Si bien en este
apartado haremos referencia a estas sutilezas en el cuerpo del texto, será recién en el
próximo capítulo cuando los apliquemos a una nueva tipología. Vale la pena recordar que,
por ahora, tanto esta “sintonía gruesa” como la “sintonía fina” del próximo capítulo se
basan en una fotografía del período 2000-2010 y dejan de lado las trayectorias históricas en
materia de CCTX y CT. Esto último será trabajado en la tesis de doctorado.
Dentro del cuadrante noreste incluimos a aquellos países que exportan bienes sofisticados
tecnológicamente y en los que, además, buena parte de la tecnología incorporada en ellos es
producida localmente (dado que sus capacidades tecnológicas son sólidas). Es por ello que
los hemos llamado “innovadores industriales”, diferenciándolos de los “ensambladores” del
cuadrante noroeste.
Cabe mencionar que pese a que cuenta con CT ligeramente menores que la de países como Eslovaquia y
Costa Rica, hemos agrupado a India dentro de los “intermedios”, en tanto su CCTX se aleja claramente del de
los no innovadores primarizados.
67
Podemos notar algunas heterogeneidades al interior del cuadrante noreste. Por un lado,
países como Israel, Finlandia, Suecia, Japón, Taiwán, Corea, Suiza, Estados Unidos,
Alemania y Dinamarca, cuentan con capacidades tecnológicas muy elevadas. No obstante,
dentro de este subgrupo, es posible notar que hay países como Japón, Corea y Taiwán en
los cuales la canasta exportable está fundamentalmente compuesta por manufacturas de
tecnología media y alta (lo cual deriva en niveles de CCTX en torno al 70%), y otros como
Dinamarca que presentan una mayor primarización de sus exportaciones (CCTX de poco
más del 45%). Además, nótese que dentro de este subgrupo, Finlandia e Israel cuentan con
una relativamente acotada diversificación de sus exportaciones.
66
Esto se debe al mayor peso en el total exportado promedio 2000-2010 de los productos primarios (27%) y
las manufacturas intensivas en recursos naturales (23%). En particular, destacan los hidrocarburos, el
aluminio, el oro, la madera, la pasta de celulosa, el níquel, el cobre, el trigo, las carnes y el carbón, quienes
explican el 32% del total de las ventas externas canadienses como promedio entre 2000 y 2010 (y con
tendencia creciente en los últimos años debido a los cambios en los precios relativos a favor de los
commodities -su CCTX pasó de 48,7% en 2000 a 36,0% en 2011-). A modo de referencia, en Francia -que se
encuentra en valores promedio del CCTX dentro de los “innovadores industriales”- la participación de los PP
y las MRRNN en el total exportado es del 7% y 19% respectivamente. A pesar de una fuerte participación de
los PP y las MRRNN en Canadá, las MMT dan cuenta del 30% de las ventas externas (17 de esos 30 puntos
los explica el complejo automotriz) y las MAT del 10%.
68
Por último, un cuarto subgrupo lo componen la República Checa y España, quienes
presentan capacidades tecnológicas claramente intermedias, cercanas a las de Hungría. Es
por ello que, pese a estar en el cuadrante noreste, en rigor pertenecerían más al club de los
intermedios.
Por su lado, dentro del cuadrante noroeste encontramos a los países que exportan bienes de
alto contenido tecnológico pero con reducidas capacidades tecnológicas locales. En otras
palabras, el grueso del conocimiento tecnológico incorporado en bienes de alta sofisticación
no es producido nacionalmente: es por ello que los hemos denominado “ensambladores”.
Cabe remarcar que todos estos países han experimentado cambios estructurales en las
últimas cuatro décadas, en las cuales las grandes empresas transnacionales han relocalizado
las etapas finales de sus procesos productivos con vistas a reducir sus costos (mayormente,
los laborales).
69
Hungría), lo cual se debe en buena medida a los combustibles (14% de las exportaciones) y
al aceite de palma (3,5%). El elevado CCTX chino se explica por el peso de sus
manufacturas de tecnología media (33% de las exportaciones) y alta (21%), aunque dichas
cifras no alcanzan el nivel de Hungría (36% y 32% respectivamente). En China hay un
significativo mayor peso, respecto a este último país, de las manufacturas de baja
tecnología en el total exportado (33% contra 12%), debido a las ventas externas de
indumentaria, textil, calzado (entre las tres sumaron el 17% de las exportaciones chinas del
período 2000-2010) y otras manufacturas de baja tecnología como juguetes, artículos de
plástico, valijas o muebles, por ejemplo. El menor CCTX de Portugal (46%) se debe a un
mayor peso de los productos primarios y manufacturas intensivas en recursos naturales
(31% de las exportaciones), así como de las de baja tecnología (29%), aunque las
manufacturas de tecnología media y alta tienen un peso significativo en las ventas externas
(30% y 10% respectivamente).
Una segunda camada de países dentro de los ensambladores está compuesta por
Eslovaquia, Polonia y Costa Rica, cuyos indicadores de capacidades tecnológicas rondan
los 0,200 puntos. Se trata, en los tres casos, de países en los que alrededor de la mitad de las
exportaciones son de tecnología media y alta (52% en Eslovaquia, 56% en Costa Rica y
46% en Polonia), debido a los ya mencionados procesos de relocalización de la producción
mundial con vistas a disminuir los costos de producción. Los casos de Eslovaquia y Polonia
son similares a los de Hungría y la República Checa: empresas transnacionales -en su
mayoría alemanas- tercerizan allí la producción de, por ejemplo, automotores y autopartes,
con vistas al ensamblado final de los bienes. En Costa Rica ocurre algo similar, pero con
empresas estadounidenses en el campo de la microelectrónica (Intel, en la fabricación de
microchips, representa el 20% de las exportaciones costarricenses) y de los
medicamentos67.
70
40% y 50%, lo cual se debe al diferencial peso de las MMT y MAT en el total exportado
(61% en México y 54% en Tailandia, contra 37% en Turquía y 32% en Rumania). De todos
modos, en todos estos países el relativamente elevado CCTX se explica nuevamente por el
proceso de relocalización efectuado por las empresas transnacionales en los marcos de las
cadenas globales de valor.
La última camada dentro de los ensambladores la registra Filipinas, el país con el mayor
CCTX de toda la muestra (73,5%) y capacidades tecnológicas prácticamente nulas (0,056).
En este caso, el elevadísimo CCTX se debe a que dos tercios de sus exportaciones son
MAT, fundamentalmente semiconductores (lo cual explica su alto HH), cuyo ensamble
final es relocalizado en este país por medio de filiales de empresas japonesas y
estadounidenses.
En el cuadrante sudeste encontramos a aquellos países que, pese a tener una inserción
internacional primarizada, cuentan con elevadas capacidades tecnológicas. Aquí se ubican
Nueva Zelanda, Noruega y Australia. Si bien estos dos últimos países poseen mayores
capacidades tecnológicas que aquél, la distancia que los separan es insignificante
comparada con la que separa a Nueva Zelanda del país primarizado que le sigue en
capacidades tecnológicas (Rusia). En estos tres países, el disminuido CCTX se debe, en el
caso de Noruega, al altísimo peso de los productos primarios y las manufacturas intensivas
en recursos naturales (85% del total exportado), lo cual se explica principalmente por sus
exportaciones de hidrocarburos (61% del total exportado entre 2000-2010). En Australia,
los productos primarios y las manufacturas intensivas en recursos naturales representaron el
81% de las exportaciones promedio de dicho período, lo cual se debe principalmente a los
minerales metalíferos (hierro sobre todo), que explican el 19% de las ventas externas
australianas totales, al carbón (un 14% adicional), a los metales no ferrosos (8%), al
petróleo (6%), al oro (6%), a las carnes (4%), al gas (4%), y a los cereales (3%), entre otros.
En Nueva Zelanda, los productos primarios y las manufacturas basadas en recursos
naturales contabilizaron el 75% de las exportaciones totales entre 2000-2010, las cuales se
71
explican más que nada por el complejo agroalimentario, que representan alrededor de la
mitad del total de las ventas externas neozelandesas (por ejemplo, los lácteos representan el
17% de las exportaciones totales68, las carnes y sus derivados un 15%, los vegetales y las
frutas un 5%, los pescados un 4% y el vino un 2%, entre otros); además, la madera y sus
derivados, la pasta de celulosa y el papel dan cuenta de otro 10% de las exportaciones
neozelandesas.
Otro caso es el de Noruega con el petróleo. A principios de la década del ’70, cuando aún
no se habían descubierto los yacimientos del Mar del Norte, el PBI per cápita noruego era
un 20% inferior al danés y al sueco y apenas superior al finlandés. Tras el descubrimiento
de petróleo en 1971, Noruega, a pesar de primarizar sus exportaciones, evadió los
problemas de la enfermedad holandesa, y logró crecer más aceleradamente que sus vecinos.
De tal modo, ha llegado a ser uno de los países más ricos del mundo (el más rico de
Escandinavia) y el líder mundial en el IDH. La pregunta que nos interesa abordar es,
entonces: ¿por qué aquí el descubrimiento de petróleo refutó la idea de que los recursos
naturales pueden ser una “maldición”?
Larsen (2004) establece varios factores que pudieron incidir en este punto. En primer lugar,
indica que, a diferencia de otras experiencias de booms de commodities en que el nuevo
sector dinámico se transformó en el foco de los precios y salarios de la economía (restando
68
Pese a su reducido tamaño, Nueva Zelanda es uno de los principales jugadores a nivel mundial en lácteos.
Por ejemplo, es el principal exportador mundial de leche en polvo.
72
así competitividad a las demás actividades transables), en Noruega el incremento general de
salarios se ató a los incrementos de productividad de la industria manufacturera. Ello fue
posible gracias a que este país posee uno de los sistemas de negociaciones de salarios más
concentrados del mundo. En consecuencia, tanto sindicatos como empresarios pudieron
tomar conciencia de los riesgos que podía acarrear, en términos de apreciación cambiaria,
una suba desproporcionada de salarios en el sector hidrocarburífero (Larsen, 2004;
Bjørnstad y Johansen, 2002). Por otra parte, señala Larsen, la creación de un Fondo
Petrolero que invierte su capital en el extranjero69, así como una política fiscal contracíclica
y superavitaria también ayudaron a que la moneda no se apreciara en demasía, y a mantener
una demanda estable que no se tradujera en inflación -con la consiguiente apreciación
cambiaria que ello trae aparejado- ni en un auge importador.
Sin embargo, más allá de estas medidas de política macroeconómica, Larsen (2004) marca
otras particularidades del caso noruego. En primer lugar, que la explotación petrolera se dio
off-shore, a diferencia de la mayoría de los países donde ésta es in-land. Esta diferencia no
es menor, en tanto implica requerimientos tecnológicos e inversiones mucho más costosas
en la primera, pudiendo incluso generar spillovers en un sector como el de hidrocarburos,
en el que éstos son más bien poco frecuentes. Larsen llega incluso a aseverar que la
actividad petrolífera noruega es de alta tecnología, sin nada que envidiarle al resto de las
ramas manufactureras (Larsen, 2004: 17). En segundo orden, el Estado noruego incentivó
las actividades de formación de capital humano70 y de investigación y desarrollo, con
vistas, entre otras cosas, a que la extracción off-shore fuera realizada por mano de obra
noruega altamente calificada, y evitando así contratar fuerza laboral extranjera. En tercer
lugar, Noruega tuvo una activa política en pos de una mayor participación laboral
femenina, cuya consecución fue facilitada por el hecho de que los mayores recursos del
Estado -principal explotador del petróleo- permitieran que éste se transformase en uno de
69
Huelga aclarar que la creación de este Fondo recién se dio en los 1990.
70
A modo de ejemplo, en la década de 1950, la población universitaria de Noruega era del 8%, similar a la del
promedio de la OCDE. A principios de la década de los 2000, trepó al 20%, en tanto que la media de la
OCDE tan sólo al 15% (Hægeland and Møen, 2000, citado en Larsen, 2004).
73
los motores de la creación de empleo femenino. De este modo, se logró que Noruega hoy
tenga una de las tasas de participación laboral más altas del mundo71.
Por su parte, Karl (1997) sostiene que el éxito noruego se debe a sus sólidas capacidades
estatales y a que contaba hacia 1970 con una base productiva más diversificada que la de
países como Venezuela, Nigeria, Argelia, Irán e Indonesia.
En suma, el caso noruego es un ejemplo de que, junto con diversos factores sociopolíticos
que escapan a los objetivos de esta tesis, la creación de capacidades tecnológicas en
sectores intensivos en recursos naturales no tiene demasiado que envidiar a la creación de
las mismas en sectores típicamente industriales.
71
Asimismo, Larsen enfatiza la vigencia de un contrato social entre los ciudadanos, de la fortaleza de las
normas sociales, la transparencia y el imperio de la ley como las principales causas que incidieron en evitar
las conductas rent-seeking tan características de otras economías con recursos naturales valiosos. Sin
embargo, el mismo autor sugiere la idea de que, gracias a que Noruega ya era una sociedad medianamente
opulenta, esos factores pudieron tener lugar. En otros términos, parecería que se trata del problema del huevo
y la gallina: ¿es gracias a una institucionalidad proclive al desarrollo económico que se explica el éxito
noruego o, más bien, a la inversa?
74
II. 2. 4. Los “no innovadores primarizados”
Por último, en el cuadrante sudoeste encontramos a aquellos países que no son innovadores
y además cuentan con una inserción internacional primarizada. Cerca del vértice suroeste es
posible discernir un amplio conjunto de países que tienen tanto capacidades tecnológicas
como un CCTX muy cercanos a cero, así como exportaciones concentradas (HH medio,
medio-alto o alto). Aquí tenemos a buena parte de los países sudamericanos (Venezuela,
Ecuador, Bolivia, Paraguay y Perú), y a otros países exportadores de hidrocarburos
(Nigeria, Argelia, Kazakhstán, Qatar o Arabia Saudita)72.
También dentro del cuadrante sudoeste, con niveles de CCTX algo mayores pero con muy
bajas capacidades tecnológicas encontramos a Colombia, Egipto, Vietnam, Indonesia,
Emiratos Árabes Unidos y Uruguay. Kuwait e Irán aparecen como países con canastas
exportables sumamente primarizadas (más en este último país que en el primero), pero con
capacidades tecnológicas algo mayores a la de los países anteriormente mencionados73.
Luego, Chile y Argentina, con capacidades tecnológicas levemente superiores a las de
Kuwait e Irán, muestran ventas externas con un contenido tecnológico no del todo bajo (el
CCTX araña el 20% en Chile y en Argentina supera el 25%).
72
La gran concentración y primarización de las ventas externas de estos países se explica, por ejemplo, por el
hecho de que, en 2010 el 93% de las exportaciones venezolanas, el 55% de las ecuatorianas, el 44% de las
bolivianas, el 87% de las nigerianas, el 98% de las argelinas, el 71% de las kazakhstanas, el 83% de las
qataríes y el 85% de las saudíes, fueron hidrocarburos. Por su lado, el 70% de las ventas externas paraguayas
estuvieron concentradas en ese mismo año en tres productos (corriente eléctrica, soja y carnes), mientras que
el 47% de las peruanas fueron explicadas por dos productos: oro y cobre. En estos países tanto el gasto en
I+D como porcentaje del PBI como las patentes per cápita tienden a cero (ver Cuadro I).
73
En el caso de Kuwait, esto se debe a un relativo mejor desempeño en materia de patentes per cápita, y en
Irán debido a un moderado gasto en I+D (ver Cuadro I y Gráfico IV).
74
Nótese que estos países están dentro de la zona central del esquema, en la región de los “intermedios”.
75
Buena parte del CCTX ucraniano se explica por las exportaciones ligadas al sector siderúrgico (que dieron
cuenta del 40% de su CCTX durante 2000-2010), muchas de ellas consideradas MMT en la clasificación de
Lall, pero de media-baja tecnología en la de la OCDE y de baja tecnología en la de la UNCTAD. Si lo
reclasificáramos como de media-baja tecnología (ponderando con 0,5 puntos en lugar del 0,75 de las MMT),
75
quien tiene ventas externas primarizadas (fundamentalmente, el petróleo y el gas
representaron el 60% de las exportaciones durante 2000-2010, con tendencia creciente
hacia finales de la década) pero capacidades tecnológicas que podrían catalogarse como
intermedias, debido más a la relativa fortaleza de su gasto en I+D (asociado al sector
público y, en particular, al área de Defensa) que al rendimiento en patentes (ver Gráfico
IV). De hecho, el principal rubro dentro de las escasas exportaciones de mayor contenido
tecnológico de Rusia lo constituyen las armas, que en 2012 representaron el 3% de sus
ventas externas76.
el CCTX caería alrededor de 5 puntos; si lo recategorizáramos como de baja tecnología (ponderando con 0,25
puntos en lugar de 0,75), el CCTX caería casi 10 puntos, a 31%. Por su parte, el moderado gasto en I+D
ucraniano está asociado en parte al sector militar. De hecho, Ucrania es un importante exportador mundial de
armas. En 2012, ocupó el cuarto puesto a nivel mundial, detrás de Estados Unidos, Rusia y China (fuente:
Stockholm International Peace Research Institute).
76
Rusia es el segundo exportador mundial de armas, después de Estados Unidos (fuente: Stockholm
International Peace Research Institute).
76
CAPÍTULO III: SEGUNDA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE
ESTRUCTURA PRODUCTIVO-TECNOLÓGICA, INSERCIÓN
INTERNACIONAL Y DESARROLLO: LA “SINTONÍA FINA”
En este capítulo apuntaremos a captar matices que habían sido excluidos del análisis en el
anterior: de ahí que se trate de la búsqueda de una “sintonía fina”. De este modo, nos
propondremos dos objetivos: por un lado, precisar con mayor profundidad la tipología de
los países de nuestra muestra (hasta ahora, hemos definido cuatro polos posibles de la
interacción entre CCTX y CT: innovadores industriales, innovadores primarizados,
ensambladores y no innovadores primarizados). Por el otro, revisar algunas de las
conclusiones provisorias surgidas de la relación entre el CCTX, el HH, las CT y el
desarrollo incorporando nuevas variables, como la población, la densidad demográfica o el
contenido local en las exportaciones de alta tecnología. El capítulo estará estructurado en
dos secciones, que se enfocan en estos respectivos objetivos.
Para realizar este objetivo, hemos dividido a nuestra muestra en tres subgrupos, según
población: por un lado, los países “grandes” son aquellos que poseen más de 50 millones de
personas como promedio entre 2000-2010; los “medianos” son aquellos cuya población
oscila entre 10 millones y 50 millones; los “chicos” son quienes tienen menos de 10
millones. El supuesto detrás de esto es la diferencia de status que supone el tamaño en
77
términos de población (Perkins y Syrquin, 1989; Streeten, 1993; Croward, 2002; Sarapuu,
2010). Esto es, países pequeños evidentemente tienen una dinámica en distintas esferas -sea
en la estructura productiva, o en el ejercicio de la administración pública, o en la exposición
a shocks internacionales, entre otros- que es diferente a la de países medianos y grandes, los
cuales a su vez también se diferencian entre sí por las mismas razones.
77
Datos tomados de Maddison (2009).
78
Esto de ninguna manera significa que en estos países las industrias intensivas en recursos naturales tengan
un rol despreciable. De hecho, por ejemplo, países como Italia y Francia son ejemplos mundialmente
conocido por su innovación y alta calidad en el campo de los alimentos.
78
cuentan con una limitada diversificación de las exportaciones pero sin embargo son
altamente desarrollados.
ensambladores
innovadores industriales
PHI
JPN
GER
USA
60
MEX FRA
UK
CHN
THA
CCTX (2000-2010)
ITA
TUR
40
BRA
IND
IDO
EGY
VIE
20
RUS
IRA
NIG
no innovadores primarizados innovadores primarizados
0
Luego, más cerca del vértice noroeste, se encuentran los países grandes más propiamente
ensambladores: Filipinas, Tailandia, México y Turquía. En términos de CCTX, HH y CT,
estos últimos tres países se parecen más entre sí que Filipinas, quien tiene un CCTX
altísimo, una baja diversificación exportadora y CT casi nulas. Vale aclarar que el CCTX
turco es algo menor al tailandés y al mexicano, pero ello no impide agruparlos juntos. Por
otra parte, como se puede ver en el Cuadro I (en el capítulo II), Tailandia posee un ratio de
79
exportaciones sobre PBI harto más grande que estos otros tres países (70% contra 43,6% en
Filipinas, 27,8% en México y 23% en Turquía).
Yendo más “hacia el sur”, encontramos que Indonesia, Egipto y Vietnam poseen CT,
CCTX y HH similares. Si bien son “no innovadores primarizados”, cuentan con cierta
diversificación de sus exportaciones y la participación de algún tipo de manufacturas en sus
exportaciones. En Egipto, las MRRNN representaron entre 2000 y 2010 el 41% de las
ventas externas totales (26 de esos 41 puntos los explica el petróleo refinado) y las MBT un
13% adicional (más que nada debido a ciertos productos derivados de la siderurgia,
materiales para la construcción e industria textil). En Indonesia, si bien los PP
representaron alrededor del 37% de las ventas externas (combustibles como el gas natural,
el petróleo crudo y el carbón explicaron 24 de esos 37 puntos, el cobre un 5% adicional y el
caucho un 4% más), las MRRNN aportaron un 25% (se destaca en primer lugar el aceite de
palma con el 5% de las ventas externas totales), las MBT un 17% (textil, calzado e
indumentaria explican 10 puntos), las MMT un 13% y las MAT un 8% (entre estos dos
últimos tipos de manufacturas, destacan la electrónica y sus partes -9%-). En Vietnam, las
MBT dieron cuenta del 36% del total de las exportaciones entre 2000 y 2010 (23 de esos 36
puntos se deben a indumentaria y calzado). En los últimos años, Vietnam ha venido
incrementando su CCTX (desplazándose hacia el norte en nuestro diagrama), gracias a una
mayor participación de sus MAT en el total exportado, la cual se debe más que nada al
ensamblaje final de productos electrónicos. Por otra parte, el coeficiente de exportaciones
sobre PBI es mucho mayor en Vietnam (66,8%) que en Indonesia (31,7%) y Egipto
(24,7%).
80
Por último nos quedan aquellos países que se aproximan más a valores medios en términos
de capacidades tecnológicas: se trata de los famosos “BRIC” (Brasil, Rusia, India y China),
considerados en buena parte de la literatura y los medios de comunicación mundiales como
el motor de los países emergentes79. Sin embargo, como puede observarse en el gráfico VI,
existe una importante variación entre ellos en términos de CCTX. Las líneas que unen a
China y Rusia con el tándem Brasil-India fueron punteadas con el propósito de marcar esta
heterogeneidad en la composición de sus exportaciones.
Por un lado, tenemos a China, con ventas externas predominantemente de medio y alto
contenido tecnológico y capacidades tecnológicas intermedias y actualmente en acelerada
expansión (es decir, China se está desplazando aceleradamente hacia el este en el gráfico).
Luego podemos encontrar a Brasil e India, relativamente similares en su CCTX y sus CT
(éstas algo superiores en el país sudamericano que en el asiático). Vale tener en cuenta que
ambos (y sobre todo India) poseen menores capacidades tecnológicas que China y Rusia.
Por otro lado, vale recalcar que, mientras la India ha ido en la última década en una
dirección “noreste” (mayores CCTX y CT), Brasil ha ido en dirección sudeste
(primarización con crecientes CT). Por su parte, Rusia cuenta con CT intermedias, aunque
con una inserción internacional muy primarizada.
Por último, vale tener en cuenta que Rusia y China tuvieron, entre 2000 y 2010, un
coeficiente de exportaciones sobre PBI considerablemente más elevado que India y Brasil
(superior al 30% en los dos primeros casos, e inferior al 20% en los dos últimos). Además,
en India el peso de los servicios en la canasta exportable (en lo fundamental, asociados a la
informática y las telecomunicaciones) es sideralmente mayorque en los otros tres BRIC
(casi del 40%, contra menos del 15%).
81
industriales, Corea y Taiwán, países de industralización tardía exitosa, se observan
altísimos niveles de CCTX y CT. Luego, Bélgica, Países Bajos y Canadá componen otro
subgrupo de países (también innovadores industriales), con niveles de CCTX y CT
sensiblemente más bajos que los de Corea y Taiwán. Esto se debe, por un lado, a las
menores patentes per cápita (72,2 en Bélgica, 101,8 en Países Bajos y 135,7 en Canadá
contra 154,5 en Corea del Sur y 338,1 en Taiwán, siendo éste último el país con mayores
patentes per cápita del mundo) y gastos en I+D (menos del 2% del PBI en Bélgica, Países
Bajos y Canadá contra 2,5% en Taiwán y casi 3% en Corea del Sur). Por el otro, a que las
MMT y las MAT representaron entre 2000 y 2010 alrededor del 70% de las ventas externas
surcoreanas (73%) y taiwanesas (67%), contra valores en el rango 40/50% en Bélgica
(47%), Países Bajos (43%) y Canadá (40%). En contrapartida, el peso de los PP y las
MRRNN es significativamente mayor (50% en Canadá, 42% en Países Bajos y 35% en
Bélgica contra 14% y 11% en Corea del Sur y Taiwán, respectivamente). En el caso de
Canadá, esto se debe, como ya se mencionó en el capítulo anterior, a una amplia variedad
de bienes, como minerales, hidrocarburos, alimentos y productos forestales. En los de
Bélgica y Países Bajos, el mayor peso de los PP y las MRRNN se explica por una mayor
participación de alimentos y bebidas, hidrocarburos procesados y a ciertas ramas de la
industria química intensivas en recursos naturales en la canasta exportable. Nótese, además,
que, pese a menores CCTX y CT, la diversificación de las exportaciones canadienses,
belgas y neerlandesas es mayor a la de las de Corea y Taiwán. Vale apuntar, de todos
modos, que Canadá podría ser catalogado como un país “híbrido”, a mitad de camino entre
innovadores industriales como Países Bajos y Bélgica e innovadores primarizados como
Australia (más cerca de los primeros, aunque en los últimos años, debido a la fuerte
primarización de las exportaciones, se acercó más a Australia). Es por esta razón que la
línea que une a Canadá con Países Bajos y Bélgica es discreta en lugar de continua.
Australia, por su parte, aparece como un país “solitario” en el cuadrante de los innovadores
primarizados. Como ya se señaló en el capítulo anterior, en Australia el papel de los PP y
las MRRNN en la canasta exportable es determinante, lo cual no ha sido un impedimento
para la creación de CT. Asimismo, nótese que si en los países grandes el cuadrante sudeste
estaba vacío, ahora ya no. Esto podría indicar que el factor demográfico incide en las
82
posibilidades de éxito de un patrón de desarrollo más focalizado en las industrias intensivas
en recursos naturales. Este punto será desarrollado más adelante.
TWN
KOR
HUN
MAL
60
CZE
NET
CCTX (2000-2010)
BEL
SPA
POL
POR
ROM
CAN
40
UKR
GRE
SAF
ARG
20
COL CHI
AUS
VEN
PER KAZ
SAU
ECU
ALG
innovadores primarizados
no innovadores primarizados
0
España, República Checa y Hungría, por un lado, Malasia, por otro, y Portugal, Ucrania,
Sudáfrica y Grecia, en tercer lugar, componen el gran club de los países medianos
intermedios en sus CT (como se puede ver en el Gráfico VII, están contorneados por un
pentágono de líneas discretas). En su interior se pueden ver estos tres subgrupos,
conectados por líneas continuas (excepto Malasia, que se encuentra “solitaria”).
83
El grupo de España, República Checa y Hungría presenta elevados CCTX y capacidades
tecnológicas superiores a los de los otros subgrupos del gran club de los intermedios. Entre
estos tres países, las mayores CT se encuentran correlacionadas con mayores niveles de
IDH (es decir, España tiene mayores CT e IDH que República Checa, y lo mismo ocurre
entre ésta y Hungría). Malasia, por su parte, aparece como un país mediano relativamente
“solitario”, con un CCTX similar al de los países del clúster anterior, aunque sus CT son
considerablemente menores. Vale mencionar que Malasia, República Checa y Hungría
cuentan con un alto nivel de exportaciones sobre PBI (107%, 63% y 73% respectivamente,
ver cuadro I en el capítulo II), a diferencia de España, donde esta coeficiente es
sustancialmente más bajo (27%). Asimismo, las exportaciones de servicios son mucho más
importantes en el país ibérico que en los otros tres (32% -el turismo juega un rol clave en
este guarismo, explicando alrededor de 13 de esos 32 puntos- contra niveles que rondan el
15% en Malasia, República Checa y Hungría).
Portugal, Grecia, Ucrania y Sudáfrica componen el tercer subgrupo de los países medianos
intermedios, con capacidades tecnológicas similares a las de Malasia, aunque
significativamente más primarizados (el CCTX ronda el 40%, muy por debajo del 62,7%
malayo). Nótese, de todos modos, que, en lo que concierne a la periferia mediterránea
europea, Portugal se halla bastante más cerca de España que Grecia. Sobre las canastas
exportables de Portugal y Ucrania ya nos hemos referido en el capítulo anterior. Respecto a
Grecia, su intermedio CCTX (36,2%) se debe a un peso predominante de las MRRNN y las
MBT, que representan el 32% (sobresalen el petróleo procesado, el aluminio y alimentos
procesados como el aceite de oliva y los quesos) y el 22% (textil, indumentaria, algunas
manufacturas de metales ferrosos) de las ventas externas, respectivamente. Sin embargo,
también las demás ramas también tienen un peso significativo en sus exportaciones: 16%
los PP (se destacan alimentos de baja elaboración como pescados, verduras y frutas y
materias primas como el algodón), 19% las MMT (destacan plásticos, perfumes, material
de distribución de electricidad y algunas maquinarias) y 10% las MAT (medicamentos,
84
principalmente)80. Vale destacar el fuerte peso de las exportaciones de servicios (transporte
marítimo y turismo fundamentalmente) en Grecia, que superan a las de bienes.
Polonia y Rumania son los que más se acercan al tipo ideal de “ensambladores”. En ambos
países, el relativamente elevado CCTX se debe a la conjunción de una fuerte preeminencia
de los bienes de baja intensidad tecnológica en las exportaciones (las MRRNN y las MBT
dieron cuenta del 46% y 64% de éstas en Polonia y Rumania entre 2000 y 2010,
respectivamente) con una considerable participación de las MMT y las MAT (46% y 32%
en Polonia y Rumania, respectivamente). La contrapartida de ello es un escaso peso de los
PP: tan sólo explican el 8 y el 3% de las exportaciones polacas y rumanas, respectivamente.
En los últimos años, producto de su integración a la Unión Europea y de los procesos de
relocalización de la producción por parte de las grandes compañías transnacionales, Polonia
y Rumania se vienen convirtiendo en centros de ensamblaje final de bienes de medio y alto
contenido tecnológico (como autos, autopartes, maquinaria y productos electrónicos). En
otros términos, desde mediados de los ’90, Polonia y Rumania han ido desplazándose hacia
el norte en nuestro esquema, sin una significativa creación de capacidades tecnológicas.
Por último, Colombia, Venezuela, Argentina, Chile, Ecuador, Argelia, Arabia Saudita y
Kazakhstán componen el club de los países no innovadores primarizados medianos. Vale la
pena remarcar, no obstante, que Argentina y Chile presentan niveles de CT
80
Así calculado, el CCTX griego nos daría 37,2% en lugar de 36,2%. Esto se debe a diferencias de redondeo
entre los distintos tipos de productos, dado que los hemos expuesto sin decimales.
81
Entre 2010 y 2012, las exportaciones de oro pasaron de ser casi insignificantes a representar alrededor del
10% las ventas externas sudafricanas. Al igual que países con importantes dotaciones de recursos naturales,
Sudáfrica reprimarizó sus exportaciones en los últimos años, pasando de un CCTX de 34,2% en 2005 a 29%
en 2012.
85
considerablemente mayores a los del resto, quedando a mitad de camino entre los más
rezagados en materia de innovación y el clúster de los intermedios (Sudáfrica, Grecia,
Ucrania y Portugal)82. Si éstos se ubican cerca del extremo noreste del cuadrante sudoeste y
los más primarizados no innovadores próximos al vértice sudoeste del cuadrante sudoeste,
Argentina y Chile se sitúan en la mitad de dicho cuadrante. Es por ello que las líneas que
los unen al resto de los no innovadores primarizados son discretas en lugar de continuas.
Por último, dentro de los países con menos de 10 millones de habitantes, hemos
diferenciado cinco clústers. El más numeroso es el de los que más se acercan al tipo ideal
de innovadores industriales. Allí podemos encontrar a Israel, Finlandia, Suecia, Suiza,
Austria, Singapur y Dinamarca. Aquí es posible, igualmente, señalar algunos puntos. En
primer lugar, Israel, Suecia, Finlandia y Suiza presentan CT algo más altas que Austria,
Singapur y Dinamarca. Por otra parte, mientras que Singapur posee el segundo CCTX más
alto de toda la muestra (72,8%), detrás de Filipinas, Dinamarca se ubica no lejos de valores
medios (46,6%). Esto obedece, por un lado, a la escasez de recursos naturales en Singapur,
que hace que tan sólo el 4% de sus exportaciones sean PP, así como a un fuerte sesgo hacia
la exportación de productos hi-tech (productos electrónicos, principalmente), que
explicaron la mitad de sus ventas externas entre 2000 y 2010 y, por el otro, a la relativa
importancia de los PP en Dinamarca, que representaron el 18% de la canasta exportable en
dicho período (destacan el petróleo crudo y alimentos poco elaborados, como la carne de
cerdo y pescados), así como a un menor peso de las MAT (21%). Vale agregar, por otra
parte, que hay una importante diversidad en lo que respecta a la diversificación exportadora
dentro de esta constelación de países: por un lado, Suecia, Austria y Dinamarca
experimentan una elevada diversificación, en tanto que en Finlandia, Israel y Singapur ésta
es sensiblemente menor. Por otra parte, en Singapur el coeficiente de exportaciones sobre
PBI es exponencialmente más alto que en los demás países (210%, seguido por Austria con
un 52%).
82
En términos de diversificación exportadora, además, Argentina se halla más cerca de Sudáfrica y Ucrania
que del resto de los “no innovadores primarizados” medianos.
86
Gráfico VIII: capacidades tecnológicas, contenido tecnológico de las exportaciones y
diversificación de las exportaciones, países chicos
80
HKG
SWI
IRE
60
SWE
SLO
FIN
AUT
CCTX (2000-2010)
ISR
CRI
DEN
40
NZE
20
EAUURU
NOR
KUW
BOL
PAR
QAT
87
Un cuarto grupo dentro de los pequeños lo componen Eslovaquia y Costa Rica, sobre
quienes también nos hemos explayado anteriormente. Si bien están en el cuadrante
noroeste, se encuentran más lejos del tipo ideal de “ensambladores” que países como
Filipinas, México y Tailandia (ver Gráfico V). Vale igualmente remarcar que el coeficiente
de exportaciones sobre PBI es mucho más elevado en Eslovaquia que en Costa Rica (77%
contra 45%), mientras que el peso de los servicios en las exportaciones es
significativamente mayor en Costa Rica (33% contra 8%).
Por último, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait son
claramente “no innovadores primarizados” pequeños con una relativa homogeneidad
interna. En otras palabras, así como dentro de los innovadores primarizados grandes y
medianos podíamos diferenciar varios subgrupos (Indonesia, Egipto y Vietnam con un
CCTX entre 20 y 30%, y Rusia, con CT intermedias, dentro de los grandes, se alejan del
extremo sudoeste, al igual que Argentina y Chile en el caso de los medianos), aquí todos los
países se encuentran relativamente más próximos al vértice sudoeste del cuadrante que a
otros vértices.
III. 1. 4. Tipologías
En el Cuadro IV se resumen las tipologías descriptas anteriormente. Son cinco los grandes
tipos ideales (a los cuatro descriptos en el capítulo anterior, esto es, innovadores
industriales, innovadores primarizados, ensambladores y no innovadores primarizados,
hemos agregado el de intermedios), que a su vez se subdividen en 16 clústers, en los que,
en muchos casos, hay subclústers. Pueden apreciarse, además, la media de las capacidades
tecnológicas, el contenido tecnológico de las exportaciones y de concentración de las
exportaciones, para cada clúster. A su vez, vale aclarar que, en la columna “Tipo ideal”, los
signos “+” y “-“ implican un mejor y peor rendimiento en materia de capacidades
tecnológicas respecto a los valores medios de dicho tipo ideal. En otros términos, por
ejemplo, Costa Rica y Eslovaquia son ensambladores, pero cuentan con CT superiores a las
de otros ensambladores (como Turquía, Filipinas, México y Tailandia), pero que no llegan
88
a ser intermedias (como Hungría, Malasia o China). Por ello se les puso el rótulo de
“Ensambladores (+)”.
89
Cuadro IV: Tipologías de países según tamaño, CT, CCTX y HH
Media Media
Países Media HH Tipo ideal
CT CCTX
Japón, USA, Alemania, Francia, Reino Unido
A 0,740 61,3% 0,091 Innovadores industriales grandes
e Italia
A.1 Japón 0,918 72,2% 0,137
C Bélgica, Países Bajos y Canadá 0,712 49,7% 0,114 Innovadores industriales medianos
E Hong Kong e Irlanda 0,562 63,0% 0,190 Innovadores industriales pequeños (-)
90
Cuadro IV: Tipologías de países según tamaño, CT, CCTX y HH (continuación)
Media Media
Países Media HH Tipo ideal
CT CCTX
España, Rep. Checa, Hungría, Malasia,
I 0,324 49,4% 0,124 Intermedios medianos
Portugal, Grecia, Sudáfrica y Ucrania
I.1 España, Rep. Checa y Hungría 0,404 58,9% 0,116
Fuente: elaboración propia en base a información de UNCTAD, COMTRADE, USPTO, UNESCO y Banco
Mundial
91
Dendrograma
Japón
USA
Alemania
A
Francia
Reino Unido
Italia
Corea
B
Taiwán
Países Bajos
Bélgica C
Innovadores industriales
Canadá
Finlandia
Israel
Suecia
Suiza D
Austria
Dinamarca
Singapur
Hong Kong
E
Irlanda
Australia F
Noruega Innovadores primarizados
G
Nueva Zelanda
China
Brasil
H
India
Rusia
España
Rep. Checa
Intermedios
Hungría
Malasia
I
Portugal
Ucrania
Grecia
Sudáfrica
México
Tailandia
J
Turquía
Filipinas
Ensambladores
Polonia
K
Rumania
Eslovaquia
L
Costa Rica
Indonesia
Vietnam M
Egipto
Irán
N
Nigeria
Argentina
Chile
Colombia
Perú
Ecuador O
No innovadores primarizados
Venezuela
Kazakhstán
A. Saudita
Argelia
Uruguay
Bolivia
Paraguay
P
Kuwait
Emiratos Árabes
Qatar
92
A su vez, luego del Cuadro IV hemos expuesto un dendrograma en el cual se pueden
visualizar, en primer lugar, los ya mencionados cinco grandes tipos ideales: los innovadores
industriales, los innovadores primarizados, los intermedios, los ensambladores y los no
innovadores primarizados y, en segundo punto, los 16 clústers agrupados jerárquicamente.
La letra a la derecha de cada corchete indica a qué clúster pertenece. Luego, cada uno de
esos clústers se va subdividiendo, primero, en términos de tamaño (equivaliendo a los
clústers según letras) y, luego, en cuanto a las diferencias internas en sus CT y sus CCTX
(según los números asociados a cada letra -por ejemplo, A.1, A.2, etc.-).
93
III. 2. El contenido local en las exportaciones de alta tecnología y la cuestión
demográfica en el análisis del desarrollo
83
Vale aclarar que aquí la clasificación de “manufacturas de alta tecnología” proviene de la OCDE en lugar
de la de Lall. No obstante, las diferencias entre los productos involucrados son menores, lo cual evita la
pérdida de validez del análisis (ver Anexo Metodológico).
94
Cuadro V: Contenido importado de las exportaciones de alta tecnología (CI), c. 2005
País Sigla CI
Hong Kong HKG 80,0%
Hungría HUN 79,6%
Singapur SIN 75,9%
Rep. Checa CZE 75,7%
Eslovaquia SLO 71,4%
México MEX 71,1%
Tailandia THA 68,9%
Irlanda IRE 67,4%
Portugal POR 66,6%
Vietnam VIE 60,7%
Países Bajos NET 54,8%
Taiwán TWN 54,4%
Polonia POL 54,0%
España SPA 50,2%
China CHN 48,5%
Turquía TUR 46,7%
Finlandia FIN 46,4%
Corea del Sur KOR 46,3%
Canadá CAN 46,2%
Bélgica BEL 40,2%
Dinamarca DEN 37,4%
Italia ITA 36,6%
Austria AUT 34,4%
Suecia SWE 33,9%
Indonesia IDO 32,9%
Reino Unido UK 32,3%
Alemania GER 31,2%
Israel ISR 30,0%
Francia FRA 29,2%
Suiza SWI 22,9%
Japón JPN 21,5%
Estados Unidos USA 17,4%
En el Gráfico IX puede observarse que hay una correlación negativa entre un mayor valor
agregado importado en las exportaciones de alta tecnología y desarrollo. Sin embargo,
dicha correlación no parece ser demasiado fuerte, como lo muestran la pendiente de la recta
(por cada 10% que se eleva el contenido importado el IDH cae 0,0122 puntos) y el
95
coeficiente de Pearson (-0,254), que es significativamente menor al que del HH, el CCTX y
las CT.
USA
0.900
SLO
HUN
0.800
POL
POR
IDH (2012)
MEX
TUR
0.700
CHN
THA
IDO
0.600
VIE
y = 0,911 - 0,122.x
0.500
20 40 60 80
Contenido importado en expo de alta tecnología (%), circa 2005
84
Seguiremos manteniendo el criterio de menor a 10 millones de habitantes para pequeños, entre 10 y 50
millones de habitantes para medianos y más de 50 millones para grandes.
96
elevados coeficientes de importación en este tipo de manufacturas y también cuentan con
altos grados de desarrollo. Eslovaquia, también con reducido valor agregado doméstico en
las exportaciones tecnológicas, aparece como el único país no del todo desarrollado de esta
submuestra, pero su distancia respecto a los países desarrollados es estrecha. Al parecer, en
este caso, la hipótesis estructuralista concerniente al peso de los insumos nacionales en el
valor agregado total no se cumpliría.
IRE
0.900
SWI SWE
HKG
ISR DEN
AUT FIN SIN
SLO
IDH (2012)
0.800
0.700
y = 0,915 - 0,034.x
0.600
20 40 60 80
Contenido importado en expo de alta tecnología (%), circa 2005
En el gráfico XI realizamos el mismo análisis, pero para países medianos. Aquí pareciera
darse una mayor asociación entre las variables que para el caso de los pequeños, aunque la
correlación no deja de ser débil (por cada 10% que se incrementa el contenido importado en
las exportaciones tecnológicas el IDH disminuye 0,0179). La mayoría de los países
97
desarrollados medianos tiene niveles medios de contenido importado (entre 40% en Bélgica
y cerca de 55% en Países Bajos y Taiwán). La República Checa aparece como el único país
desarrollado85 mediano con elevados insumos importados en sus exportaciones
tecnológicas (75,7%).
NET
0.900
KOR CAN
BEL
SPA
TWN
CZE
IDH (2012)
HUN
POL
0.800
POR
0.700
y = 0,976 - 0,179.x
0.600
40 50 60 70 80
Contenido importado en las expo de alta tecnología (%), circa 2005
Por su lado, Polonia presenta niveles de contenido importado similares a los de Taiwán y
Países Bajos, pero es necesario tener en cuenta que su población es de poco menos de 40
millones de personas, comparado con los 23 millones de Taiwán y 17 millones de Países
85
Vale notar además que este país es el menos desarrollado dentro de los desarrollados, en términos de su
IDH.
98
Bajos (ver Cuadro VI más adelante). Si, como veremos, a medida que la población aumenta
parecieran aumentar los requerimientos de valor agregado local en las exportaciones
tecnológicas, este factor no debe ser soslayado. Portugal y Hungría cuentan con altos
guarismos de CI, y niveles de población similares a los de la República Checa (en torno a
los 10 millones), pero como hemos visto, sus CT eran menores. De todos modos, vale
recalcar que tanto Polonia como Portugal y Hungría no se encuentran demasiado distantes
del pelotón de los países desarrollados.
USA
GER
0.900
JPN
FRA
ITA
UK
0.800
MEX
IDH (2012)
TUR
0.700
CHN
THA
IDO
0.600
VIE
y = 0,984 - 0,456.x
0.500
20 30 40 50 60 70
Contenido importado en las expo de alta tecnología (%), circa 2005
En el Gráfico XII podemos notar que, en los países grandes, hay una correlación mucho
más fuerte entre CI e IDH: la sensibilidad de la recta es 1,5 veces mayor a la de los países
99
medianos y 12 veces mayor a la de los países pequeños86. En el subgrupo de los grandes,
por cada 10% de aumento en el coeficiente de importación en productos de alta tecnología
el IDH cae 0,0456. De hecho aquí es posible observar que todos los países desarrollados
grandes presentan bajos niveles de contenido importado en las exportaciones tecnológicas
(inferiores al 40%), mientras que todos los grandes no desarrollados salvo Indonesia tienen
niveles medios y altos de CI.
La “excepcionalidad” indonesia hay que tomarla con precaución por dos razones. En
primer lugar, en este país el peso de las MAT, tanto en términos absolutos como relativos,
es el menor en la muestra de los países grandes, junto a Vietnam. Es decir, no es tan
“meritorio” tener un reducido componente importado en las exportaciones tecnológicas si
éstas ocupan una porción menor de la canasta exportable a si éstas poseen una importancia
mayor. Un elevado valor agregado local en exportaciones tecnológicas que además
representan una fracción elevada de la canasta exportable seguramente implicará una
densidad de eslabonamientos con otras actividades significativamente mayor. Por otra
parte, como se puede ver en el Cuadro VI (más adelante), hay que tener en cuenta que
Indonesia tiene alrededor de 240 millones de habitantes, siendo el cuarto país más poblado
del mundo, entre Estados Unidos (310 millones) y Brasil (195 millones). De este modo, si
es cierto que a una mayor población los requerimientos de contenido local en las
exportaciones de alta tecnología deberían elevarse para alcanzar el desarrollo, Indonesia
debería, además de multiplicar sus MAT, reducir su contenido importado a niveles
similares a los de Estados Unidos (alrededor del 20%).
Otro dato interesante es el que surge del Gráfico XIII, que cruza el contenido importado en
las exportaciones de alta tecnología y las capacidades tecnológicas para estos 32 países.
Puede observarse una elevada correlación entre ambas variables, de signo negativo (el r de
Pearson es de -0,519), aunque sin embargo es posible encontrar varios outliers: Hungría,
República Checa, Hong Kong, Irlanda y Singapur, por un lado, e Indonesia, por el otro.
Sobre la excepcionalidad de este último país ya hemos hablado más arriba. Los otros cinco,
por su parte, son países que en el mejor de los casos apenas superan los 10 millones de
86
Es decir, la pendiente de la recta para los grandes es de 0,456, para los medianos de 0,179 y para los
pequeños de 0,034.
100
habitantes87, en los que las empresas transnacionales (ETs) son un actor fundamental de la
estructura productiva y de las exportaciones88. Ello se plasma en un coeficiente de
importaciones muy alto, dado que las ETs tienden a estar articuladas en cadenas globales de
valor en los que los proveedores de los insumos para la producción de sus bienes en general
están radicados en otros países. Este fenómeno también ocurre en países como Tailandia,
México, Eslovaquia, Vietnam, Polonia o Turquía (salvo Eslovaquia, todos son
incomparablemente más grandes que los del otro grupo). Sin embargo, la diferencia entre
ambos grupos de países es que en el primero, las ETs realizan ciertas actividades de I+D
(sobre todo en Singapur) y en el segundo muy pocas. Es por esta razón por la cual pueden
darse casos de países con una baja integración de su estructura productiva (en términos de
los insumos intermedios necesarios para la fabricación de un bien) y elevadas capacidades
tecnológicas. Hasta el momento, no existe evidencia histórica de países grandes con un
muy alto contenido importado en las exportaciones y elevadas capacidades tecnológicas.
En suma, la relación estadística entre valor agregado doméstico en las exportaciones de alta
tecnología y el desarrollo sólo parece volverse significativa conforme aumenta el tamaño de
un país. En países grandes, hay una estrecha correlación entre las capacidades tecnológicas
y la proporción de insumos importados utilizados en la exportación de bienes sofisticados
tecnológicamente. En países pequeños, en cambio, dicha correlación es mucho más laxa, en
tanto puede darse la combinación de altas capacidades tecnológicas locales con elevados
coeficientes de importación en las ramas de alta tecnología. Ahora bien, ¿a qué podría
deberse esta diferencia según el tamaño del país? ¿Cómo opera el factor demográfico en las
relaciones de nuestras otras variables independientes (CCTX, HH y CT) con el IDH?
87
Hungría y República Checa fueron considerados medianos, pero su población apenas supera los 10
millones de habitantes: es de 10,01 millones en Hungría y de 10,4 millones en República Checa (ver Cuadro
IV).
88
Por el contrario, en los demás países desarrollados el peso del capital nacional en la dinámica económica es
mucho mayor que en estos países.
101
Gráfico XIII: CI y CT
Contenido importado en exportaciones de alta tecnología, circa 2005 (%)
HUN HKG
80
CZE SIN
MEX SLO
THA
IRE
POR
VIE
60
NET TWN
POL
SPA
CHN
TUR CAN KOR FIN
BEL
40
DEN
ITA
AUT SWE
IDO
UK
GER
ISR
FRA
SWI
JPN
20
USA
III. 2. 2. Las economías de escala como posible explicación de la importancia del factor
demográfico en la estructura productiva
Nuestro argumento es el siguiente: una condición sine qua non del desarrollo es el de
tender hacia una alta tasa de empleo de la fuerza laboral y que, además, la calidad de los
102
distintos empleos sea medianamente homogénea (esto es, evitar que existan, por un lado,
empleos formales en sectores tecnológicamente de punta coexistiendo con otros que
tienden a la subsistencia, tal como ocurre en las estructuras productivas heterogéneas
subdesarrolladas). El fenómeno de las economías de escala hace que, a medida que se
aumente la producción en una determinada actividad, la demanda de trabajo disminuya.
Así, especializarse en algunas pocas ramas genera una limitada cantidad de puestos de
trabajo que, en economías pequeñas, pueden alcanzar para cubrir el pleno empleo, pero no
así en economías grandes. Un menor valor agregado local en la producción manufacturera
implica una mayor especialización, en tanto dejan de existir actividades económicas como
las de insumos intermedios89. De esta manera, sólo a partir de una amplia diversificación de
la estructura productiva (no sólo en bienes finales, sino también incluyendo a los insumos
intermedios de dichos bienes finales) pueden los países de mayor población desarrollarse
exitosamente, al generar una mayor demanda laboral90. Si la diversificación se da, además,
con eje en los sectores intensivos en tecnología, dichos requerimientos laborales
fomentarán la calificación de la mano de obra, que indudablemente estará mejor
remunerada que la no calificada, aumentando así el nivel de vida.
El argumento esbozado anteriormente respecto a por qué pareciera ser más necesario un
mayor contenido nacional en las exportaciones tecnológicas en países grandes puede ser
89
El HH es, en cierto punto, un proxy del grado de especialización de un país, pero no alcanza a medirlo
cabalmente, ya que este índice sólo presta atención al grado de diversificación de las exportaciones, sin
decirnos nada acerca del valor agregado local de dichas exportaciones. Pongamos un ejemplo para ilustrar
mejor este punto: un país que sólo exporta una MAT pero con elevados encadenamientos hacia atrás también
estará especializado en todos aquellos insumos intermedios de dicha MAT, pero que, justamente, al ser
insumos de otra actividad local, no son exportados. El índice de HH nos dirá que existe una alta concentración
de las exportaciones, a pesar de que la estructura productiva tenga un considerable grado de diversificación.
Como caso inverso, un país puede exportar múltiples productos de alta tecnología, pero todos con escaso
valor agregado local (por ejemplo, México). De este modo, al no generarse eslabonamientos hacia atrás no se
desarrolla una industria de insumos intermedios que aumente la diversificación productiva. El HH aquí
mostrará una alta diversificación de las exportaciones, aunque ello no implique necesariamente una elevada
diversificación de la estructura productiva en general.
90
Supongamos dos países grandes, de igual población, que producen 100. El país A produce los 100 en la
rama X, y el país B los produce en dos ramas: 50 (rama X) y 50 (rama Y, que provee insumos a X). Los
requerimientos de empleo en el primer caso serán menores, dada la tendencia empíricamente comprobable de
que una mayor producción en una rama implica una mayor intensidad de capital y menor de trabajo.
Supongamos entonces que los puestos de trabajo demandados en la rama X en el país A son 10, y en el país B
de 8. En tal caso, la relación trabajo-producto en el primer caso es de 10 y en el segundo de 6,25. El país B,
además, tiene otros 50 de su producción en la rama Y, que también genera 8 puestos de trabajo. De tal modo,
el país A genera 10 puestos de trabajo, mientras que el país B, 16. Eso hace que en el país A haya muchos
más excluidos del mercado laboral, aumentando la heterogeneidad de la estructura productiva y la
concentración del ingreso, lo cual conspira contra cualquier fenómeno de desarrollo.
103
aplicado a la diversificación de las exportaciones. En este último caso, una variedad amplia
de productos vendidos al exterior implica de alguna manera una diversificación en la
estructura productiva. Si el razonamiento respecto a la relación entre especialización,
capital-intensividad y demanda de trabajo es válido, entonces un país grande requiere de un
HH muy bajo para ser desarrollado. Pero un HH bajo no implica por sí mismo una
diversificación de la estructura productiva que permita generar los puestos de trabajo
necesarios para absorber a la fuerza laboral ya que, como hemos dicho, también importa
dónde se producen los insumos necesarios para los bienes de exportación. En el siguiente
esquema se resume nuestro argumento:
91
En términos de IDH (proxy de la calidad de vida) podríamos pensarlo así: si una de sus tres dimensiones es
el PBI per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo (PPA), un aumento de los precios internos ceteris
paribus implicaría un cambio en el deflactor de la PPA, que terminaría por hacer descender el PBI per cápita
ajustado y, por ende, el IDH.
104
III. 2. 3. La densidad demográfica y las dotaciones de recursos naturales per cápita como
elementos explicativos de la probabilidad de éxito de un patrón de desarrollo centrado en
los recursos naturales
En este acápite procuraremos comprender algunos rasgos demográficos que pudieron haber
favorecido el éxito de la estrategia de desarrollo focalizada en las industrias intensivas en
recursos naturales en países como Australia, Nueva Zelanda, Noruega y, en menor medida,
Canadá. Demás está decir que estos países han contado históricamente con condiciones
internas y externas (geopolíticas y de geografía económica) que han resultado
determinantes en su porvenir económico. De todos modos, ello no invalida el análisis que
aquí pretendemos hacer.
Australia, Nueva Zelanda, Noruega y Canadá comparten el hecho de que, además de que
ninguno es grande en términos poblacionales, sus densidades demográficas son muy bajas,
como puede verse en el cuadro VI. Una reducida densidad demográfica puede indicar una
mayor dotación de recursos naturales per cápita que en líneas generales se asocia a una
mayor participación de los productos primarios y las manufacturas intensivas en recursos
naturales en el total exportado (y por ende a un menor CCTX), tal como puede apreciarse
en el Gráfico XIV. El r de Pearson, además, entre el logaritmo natural de la densidad
demográfica y la participación de los PP y las MRRNN en el total exportado es de -0,589,
lo cual demuestra una intensa asociación entre las dos variables.
92
De ninguna manera con esto estamos queriendo decir que la protección es mala per se. La protección ha
servido en la gran mayoría de los países desarrollados para generar capacidades tecnológicas en sus industrias
(Chang, 2009). A lo que vamos es a que, en términos de calidad de vida, siempre es mejor contar con una
estructura productiva que, además de ser diversificada, pueda tener salida exportadora, que a una que no la
pueda y que sólo pueda sobrevivir por medio de la protección aduanera.
105
Cuadro VI: superficie, población y densidad demográfica (2010)
106
De todos modos, esto no debería hacer pensar en un determinismo geográfico per se. Como
se puede observar, países como Finlandia, Irlanda, Estados Unidos y México tienen
densidades demográficas relativamente bajas y una participación de los PP y los MRRNN
en la canasta exportable inferior al 40%. Por el contrario, países como Kuwait, Qatar y
Nigeria cuentan con una densidad demográfica relativamente alta y más del 75% de las
exportaciones que son PP o MRRNN (ver Gráfico XIV).
ALG
NIG
ECU
IRA EGY
BOL PAR CHI
VEN QAT
KAZ SAU URU
AUS
KUW
NZE
EAU
ARG
COL
60
SAF IDO
BRA ISR
VIE
CAN
GRE IND
NET
40
DEN
IRE
UKR
BEL
FIN CRI
SPA POR
SWE THA UK
MAL POL
MEX ROM
FRA SIN
USA TUR AUTSLO ITA
20
HUN SWIGER
CZE
KOR
CHN JPN
PHI TWN
HKG
0
0 2 4 6 8 10
Ln densidad demográfica (2010)
107
probadas de un país, que dependen de las inversiones en exploración o investigación por
parte de dicho país, que tienden a ser mayores en países desarrollados (De La Torre, 2011).
Aun así, en el Gráfico XV podemos observar la relación que existe entre densidad
demográfica y capital natural (ambos están en logaritmos naturales y se excluyó a
Kazakhstán, Qatar, Taiwán y Paraguay por falta de datos de capital natural y a Hong Kong
y Singapur porque su presencia con valores extremos impedía observar con claridad las
diferencias entre el resto de los países). Como puede apreciarse, hay una relación inversa y
la intensidad de dicha relación es fuerte (el r de Pearson es de -0,735), lo cual estaría
indicando, a priori, que no parece insensato tomar la densidad demográfica como proxy de
la dotación de recursos naturales per cápita. Nótese, además, que Australia, Noruega,
Nueva Zelanda y Canadá gozan de muy elevados niveles de capital natural per cápita, por
encima de cualquier país latinoamericano. Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Árabes
Unidos, todos países con una fenomenal riqueza hidrocarburífera, se hallan también en los
máximos valores de la muestra. De este modo, de ser válidos los datos del capital natural, el
interrogante que surge es si puede ser exitosa en los países latinoamericanos (salvo
Venezuela, todos tienen capitales naturales sensiblemente menores a los de estos países)
una estrategia de desarrollo basada en los recursos naturales. Una pregunta también
ineludible y que por cuestiones de espacio no estudiaremos en esta tesis es la siguiente:
además de los factores recientemente mencionados, ¿cuáles fueron los procesos
sociopolíticos y geopolíticos que marcaron el rumbo de países como Canadá, Australia,
Nueva Zelanda o Noruega? Creemos que al incorporar todas estas dimensiones, el
optimismo por una estrategia centrada en los recursos naturales que parecía desprenderse de
nuestro análisis de “sintonía gruesa” debería dar lugar a una mayor mesura93.
93
Esto será analizado más exhaustivamente en la tesis doctoral. De todas maneras, podemos adelantar que, en
términos geopolíticos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá se vieron beneficiados por su pertenencia a la
Commonwealth hasta mediados del siglo XX –por ejemplo, en la crisis del ’30 tuvieron mayor facilidad para
exportar productos primarios a la metrópoli británica que países como Argentina- y luego porque Estados
Unidos siempre los consideró aliados incondicionales, pudiendo facilitar desbalances en la balanza de pagos y
abriendo sus mercados para evitar crisis externas (ver Fajgelbaum y Gerchunoff, 2006, entre otros). En cuanto
a las condiciones internas, estos tres países, así como los escandinavos, se vieron beneficiados por tempranos
procesos (a mediados del siglo XIX) de distribución relativamente equitativa de la tierra y el ingreso, que
impidieron el surgimiento de elites oligárquicas extractivistas. Asimismo, ya desde fines del siglo XIX
tuvieron un sistema educativo ampliamente difundido, con una orientación hacia las actividades productivas
mucho mayor al que existió en los países latinoamericanos, fomentando así un desarrollo tecnológico
endógeno (ver Meller y Blomstrom, 1990; Maloney, 2002 y Álvarez y Bértola, 2010).
108
Gráfico XV: Capital natural y densidad demográfica
KUW
12
EAU
NOR
SAU
Ln capital natural per cápita, 2005
11
NZE
AUS
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FRA
9
IND KOR
JPN
2 4 6
Ln densidad demográfica (2010)
Como hemos mencionado anteriormente, los países grandes, para ser desarrollados,
parecerían requerir de altos contenidos locales en la producción de bienes sofisticados
tecnológicamente, conjuntamente con una amplia diversificación de la estructura
productiva, además de altas capacidades tecnológicas endógenas. En otros términos, la
posibilidad de desarrollo de capacidades tecnológicas sin esos otros requisitos pareciera ser
menor en los países grandes. Nótese que, además, la dotación de capital natural per cápita
en los países grandes desarrollados (Estados Unidos, Alemania, Japón, Italia, Francia y
Reino Unido) es sensiblemente inferior a la de países como Canadá, Australia, Nueva
Zelanda o Noruega. Es probable que este factor haya vuelto poco sustentable una estrategia
de desarrollo tan intensiva en los recursos naturales como la de estos últimos países. Quizá
eso pueda explicar en parte por qué, en los países grandes, el cuadrante sudeste está vacío.
Un elemento adicional que puede reforzar esta hipótesis, pero que debería ser estudiada
109
más en profundidad, es en qué medida la demanda laboral directa e indirecta de alta
calificación que generan los sectores intensivos en ingeniería es superior a la demanda
laboral -directa e indirecta- que pueden generar las ramas intensivas en recursos naturales.
Si esto fuera así, nuevamente, una estrategia de desarrollo con hincapié en estas últimas
ramas sólo podría ser viable en países con altas dotaciones de recursos naturales per cápita
y, además, con una fuerza laboral lo suficientemente chica como para que estas ramas
puedan absorber una fracción significativa de aquélla.
110
CONCLUSIONES
A lo largo de esta tesis nos hemos propuesto indagar qué dimensiones de una estructura
productivo-tecnológica tienen una mayor relación con el desarrollo económico, a partir de
una perspectiva relativamente sincrónica94.
Esto nos ha llevado a estudiar empíricamente, en el capítulo II, algunas máximas caras a las
teorías “pesimistas” acerca de los recursos naturales (muchas de ellas con fuertes
divergencias entre sí, como el estructuralismo clásico, las de Dani Rodrik y Ricardo
Haussmann o las de la “maldición de los recursos naturales”), que manifiestan un marcado
escepticismo respecto a la capacidad de éstos para impulsar el desarrollo económico. De tal
modo, a partir del análisis empírico realizado, hemos podido observar, en sintonía con las
teorías neoschumpeterianas y neoestructuralistas, que las capacidades tecnológicas
parecerían jugar un rol crucial, independientemente de si estas se dan en sectores intensivos
en recursos naturales como en Australia, Nueva Zelanda y Noruega o en sectores intensivos
en ingeniería (metalmecánica y química, fundamentalmente), como en el resto de los países
desarrollados.
De esta manera, hemos pretendido dialogar con varias teorías del desarrollo económico: en
primer lugar, hemos matizado las teorías de Rodrik y Haussmann, que afirman que la clave
de los países subdesarrollados pasa por exportar lo que exportan los países desarrollados
(esto es, bienes sofisticados tecnológicamente). Según esta visión, un aumento del CCTX
tendería a conducir a un mayor crecimiento sostenido. El riesgo de esta teoría es no tomar
en cuenta las capacidades tecnológicas endógenas utilizadas a la hora de fabricar un
producto. En otras palabras, si no se reconoce la probabilidad de que un país se convierta en
ensamblador y no pueda luego devenir un innovador industrial, el enfoque de Rodrik y
Haussmann podría ser insuficiente y hasta llegar a conclusiones exageradas95. Casos como
los de México o Filipinas, por ejemplo, muestran que no hay nada que garantice un
94
Si bien comprende varios años (2000-2010), es innegable que no se trata de un análisis de largo plazo.
95
Muy probablemente, como fue señalado en el capítulo I, dichos autores sean conscientes de este riesgo. A
nosotros nos interesa destacarlo, dado que en los textos mencionados (Haussmann et al, 2005 y 2011, por
ejemplo), esta cuestión está ausente.
111
corrimiento del cuadrante “noroeste” al “noreste” y que por ende permita a estos países
superar la “trampa de los ingresos medios”. Asimismo, la experiencia de países como
Australia, Nueva Zelanda y Noruega no podría ser adecuadamente explicada por esta teoría.
Por su lado, las teorías neoliberales no han resultado satisfactorias para dar cuenta del
desarrollo económico. En primer lugar, por su descuido teórico de la problemática de la
estructura productivo-tecnológica. En las teorías neoliberales, no importa ni qué se produce
ni cómo se produce: la eficiencia del sistema y el bienestar general dependen del libre juego
de las fuerzas del mercado, que requieren de una intervención estatal mínima. Sin embargo,
como bien documentan investigadores como Chang (2009) o Mazzucato (2011), los
procesos de creación de capacidades tecnológicas se han dado con una fortísima
intervención estatal, que implicó desafiar el estatismo de las ventajas comparativas
ricardianas. Por el contrario, la ceguera analítica de las teorías neoliberales ha conducido a
sugerir políticas públicas con un excesivo hincapié en la estabilidad macroeconómica,
96
Como fuera señalado en el final del capítulo I, el escepticismo del viejo estructuralismo respecto a las
posibilidades de generación de capacidades tecnológicas en torno a las industrias intensivas en recursos
naturales obedecía a un contexto histórico marcado por un profundo estancamiento del agro, que recién a
partir de los efectos de la “revolución verde” de los años setenta parecía llegar a su fin.
112
descuidando ámbitos como la política industrial y científico-tecnológica, como ocurriera en
los ’90 en países como los del Este europeo o los latinoamericanos. Una revisión parcial del
marco teórico neoliberal más ortodoxo ha permitido que, en la última década, se
reconociera, en los formuladores de políticas públicas, la importancia de la creación de
capacidades tecnológicas endógenas como prerrequisito para el desarrollo, aunque hasta
ahora los resultados han sido modestos (Kattel y Primi, 2010).
De todos modos, volviendo al diálogo con las teorías más pesimistas respecto al rol de los
recursos naturales, la cuestión es más compleja que señalar que éstos han podido ser
palancas del desarrollo en diversos países. Como vimos en el capítulo III, si estos modelos
de desarrollo tuvieron éxito, también ocurrió por una serie de factores que ayudaron a eso,
muchos de ellos difícilmente replicables en otros países. En primer lugar, hemos
mencionado que, según se desprende de las mediciones de capital natural del Banco
Mundial, países como Australia, Noruega y Nueva Zelanda (podríamos agregar Canadá
como un “híbrido” entre éstos y los innovadores industriales) contarían con una riqueza
natural per cápita mayor a la de los latinoamericanos a excepción de Venezuela. En
segunda instancia, se trata de países pequeños y medianos en población, con reducidas
dimensiones demográficas: en este sentido, ha sido notorio que los países grandes que son
desarrollados (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia) han erigido
todos bases industriales de mayor porte y diversificación que la de aquellos cuatro. Esto de
ninguna manera significa que estos países hayan renegado de sus recursos naturales, sino
que también los han vuelto fuentes de creación de innovación tecnológica (un ejemplo
puede ser las industrias francesas e italianas en el campo de los alimentos), pero en un
entramado industrial dominado por las actividades intensivas en ingeniería.
113
este modo, en la tesis de doctorado procuraremos dar una mayor importancia a estos
factores sociopolíticos y geopolíticos para así comprender cómo fue que se fomentaron
históricamente dichas capacidades tecnológicas en los mencionados países. A partir de
algunas indagaciones preliminares, podemos mencionar, por ejemplo, que Canadá,
Australia y Nueva Zelanda han contado, en el plano geopolítico y en la geografía
económica, con un fuerte “viento a favor”. La pertenencia al Commonwealth en los tres
casos, así como el apoyo incondicional de Estados Unidos desde mediados del siglo XX sin
dudas han influido en el desempeño de estos países. Asimismo, un país como Australia
tuvo más “suerte” que uno como Argentina respecto a su ubicación geográfica, en tanto le
permitió, en la Segunda Posguerra, exportar productos primarios a mercados altamente
dinámicos, como los del Este Asiático, lo cual no ocurrió en nuestro país (al respecto, ver
Fajgelbaum y Gerchunoff, 2006).
Por otra parte, las condiciones internas -también a ser analizadas en la tesis doctoral-, tanto
en Canadá, Australia y Nueva Zelanda, por un lado, como en Noruega y el resto de los
países escandinavos, por el otro, también contribuyeron al éxito de una estrategia de
desarrollo más centrada en las industrias intensivas en recursos naturales. Por ejemplo, la
dinámica de las relaciones entre los diferentes actores sociales internos influyó en la forma
que adquirió un Estado que históricamente ha tenido mayores capacidades de gestión que
los de otros países con elevadas dotaciones de recursos naturales, como los
latinoamericanos. De este modo, la existencia de una distribución del ingreso y de la tierra
relativamente igualitaria al momento en que las consecuencias de la Revolución Industrial
se hicieron sentir en estos países seguramente haya incidido en el tipo de Estado que se
constituyó. En este sentido, no resulta un dato menor que hacia fines del siglo XIX, los
países escandinavos y Australia, Nueva Zelanda y Canadá, tuvieran Estados modernos
mucho más inclusivos que oligárquicos. Por el contrario, en América Latina los Estados
erigidos fueron considerablemente más excluyentes, aún en países relativamente avanzados
como Argentina y Uruguay. Pero no sólo eso: también los procesos de construcción de los
Estados modernos en los países exitosos en recursos naturales fueron diferentes a los que se
dieron en regiones como América Latina: mientras que en los primeros dichos procesos
fueron en cierta medida armónicos, en América Latina fueron precedidos por casi medio
siglo de conflictos internos. Analizar profundamente estos puntos sin dudas puede arrojar
114
luz sobre el por qué de las diferencias en los desempeños entre aquellos países y los que
nunca pudieron salir de su condición de “no innovadores primarizados”97.
En quinto orden, y en cierta conexión con lo anterior, resulta un dato relevante que tanto los
países escandinavos como las ex colonias británicas tuvieran un impulso al capital humano
ya desde el siglo XIX y, más específicamente, en torno a las ciencias aplicadas. En cambio,
la enseñanza en los países latinoamericanos, además de menos difundida que en la de los
países exitosos en los recursos naturales, estuvo (y sigue estando) mucho más sesgada hacia
las humanidades que hacia las ciencias aplicadas. En esto, diversos investigadores como
López (2006) señalan que la tradición hispánica de fomento a la teología y el derecho ha
jugado un papel importante. Este autor señala para el caso argentino que las voces a favor
de una enseñanza más aplicada (por ejemplo, en los escritos de Sarmiento y Alberdi)
tendieron a ser minoritarias en la segunda mitad del siglo XIX. Evidentemente, este es otro
punto a ser profundizado en futuras investigaciones.
En suma, a partir de estos ejes es que retomamos uno de los postulados de esta tesis: como
se desprende de los escritos de autores como Cimoli y Porcile, los recursos naturales no son
un obstáculo para el desarrollo y claramente pueden ser focos de innovación tecnológica,
pero transformarlos en el principal motor del mismo es una tarea mucho más compleja de
lo que afirman los “optimistas de los recursos naturales”, como Carlota Pérez, Roberto
Bisang o Joseph Ramos, y de lo que se desprendería de nuestro capítulo II. Elaborar una
estrategia de desarrollo en base a los mismos requiere tener en cuenta, como hicimos en el
capítulo III, la dimensión demográfica (como hemos visto, es mucho más probable que
dicha estrategia sea exitosa en un país pequeño que en uno grande, donde los
requerimientos de empleo son inconmensurablemente superiores) pero, más que nada los
factores internos y externos que puedan posibilitarlo, a ser problematizados en la tesis de
doctorado.
97
Al respecto, recomendamos consultar Maloney (2002), Meller y Blomstrom (1990) y Álvarez y Bértola
(2010).
115
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123
ANEXO METODOLÓGICO
I.Muestra de países
Se utilizaron dos criterios para la selección de los países de la muestra. En primer lugar, se
tomaron los 58 países más exportadores al año 2010, para los que se contaba con la
posibilidad de discriminar sus exportaciones según el contenido tecnológico. Luego, se
agregaron algunos países que, a pesar de poseer una menor relevancia en el total de las
exportaciones mundiales, son destacables en el panorama regional latinoamericano. De este
modo, se sumaron Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Costa Rica, conformando así un
total de 63 países a ser analizados, los cuales representaron, en 2010, el 95% de las
exportaciones mundiales. Cabe recalcar que, de todos modos, para las pruebas
econométricas hemos incorporado 104 países más98, con lo que nos ha quedado una
muestra de 167 países. Estos 104 países, no obstante, no formaron parte de nuestras
98
Afganistán, Albania, Angola, Armenia, Azerbaijan, Bahamas, Bahrein, Bangladesh, Barbados, Belarús,
Belice, Benín, Bhután, Bosnia y Herzegovina, Botswana, Brunei, Bulgaria, Burkina Faso, Burundi, Camboya,
Camerún, Cabo Verde, Chad, Congo, Corea del Norte, Costa de Marfil, Croacia, Cuba, Chipre, Djibouti, El
Salvador, Eritrea, Estonia, Etiopía, Fiji, Gabón, Gambia, Georgia, Ghana, Guatemala, Guinea, Guinea-Bissau,
Guinea Ecuatorial, Guyana, Haití, Honduras, Islandia, Irak, Jamaica, Jordania, Kenia, Kirguistán, Laos,
Letonia, Lesotho, Lituania, Libia, Luxemburgo, Madagascar, Malawi, Malta, Maldivas, Mali, Mauritania,
Marruecos, Mongolia, Mozambique, Myanmar, Namibia, Nepal, Nicaragua, Níger, Omán, Pakistán, Panamá,
Papúa Nueva Guinea, Moldavia, República Centroafricana, República Democrática del Congo, República
Dominicana, Ruanda, Senegal, Serbia, Seychelles, Sierra Leona, Eslovenia, Somalia, Sri Lanka, Sudan,
Surinam, Suazilandia, Siria, Tayikistán, Tanzania, Macedonia, Togo, Tonga, Trinidad y Tobago, Túnez,
Territorios Palestinos Ocupados, Turkmenistán, Uganda, Uzbekistán, Yemen, Zambia y Zimbabue.
124
tipologías de los capítulos II y III. En el siguiente mapa pueden observarse los 63 países
analizados (se pintaron a algunos países en verde para poder diferenciar mejor sus fronteras
en casos en que si hubieran estado pintados del mismo color se habrían prestado a la
confusión):
125
126
II.Construcción de variables
Para facilitar la comparabilidad a lo largo del tiempo y entre los 63 países elegidos, se
elaboró un coeficiente de contenido tecnológico de exportaciones (CCTX), que es una
medida resumen que integra las seis categorías creadas por Lall. Su objetivo es poder
facilitar la lectura de lo ocurrido en materia de contenido tecnológico. Dicho coeficiente
oscila entre 0% y 100%; en el primer caso, las exportaciones del país en cuestión serían en
su totalidad PP, mientras que en el segundo serían todas MAT. Las categorías intermedias
99
Hubiese sido ideal trabajar también con las exportaciones de servicios que, si bien aún tienen un peso
menor comparado con el flujo de bienes intercambiados a nivel mundial (en 2012, se exportaron servicios por
4,4 billones de dólares y bienes por 18,2 billones, lo que hace una relación de 4 a1 a favor de los bienes),
vienen ganando paulatina importancia en el mercado mundial (en 1980, dicha relación era 5 a 1) (fuente de la
información: UNCTAD). El problema es que hasta el momento no se ha desarrollado un sistema para evaluar
desagregadamente las exportaciones de servicios, que tan sólo están clasificadas en torno a unos pocos
agrupamientos (Haussmann et al, 2011). De todos modos, oportunamente se mencionan los países en los que
las exportaciones de servicios juegan un rol importante y, a grandes rasgos, de qué tipo de servicios se trata.
100
Dentro de los PP, por ejemplo, se incluyen frutas y carnes sin preparar, cereales, oleaginosas, arroz, tabaco,
lana, algodón, cacao, té, café, madera, carbón, metales ferrosos, petróleo crudo y gas.
101
Dentro de esta categoría se incluyen alimentos elaborados (frutas y carnes preparadas y aceites vegetales,
por ejemplo), bebidas, tabaco manufacturado, derivados de la madera (celulosa, papel), metales no ferrosos,
derivados del petróleo, derivaciones del caucho, cemento, piedras preciosas, minerales no metálicos y algunas
ramas de la industria química básica (Lall, 2000).
102
Según Lall (2000), las MBT contienen las mercancías asociadas a la industria textil (hilados, indumentaria,
calzado, cuero) así como los bienes derivados de la alfarería y la joyería, los muebles, los juguetes, los
artículos de plástico y las partes y estructuras de metal. Las MMT incluyen vehículos y sus partes, motores,
maquinaria industrial, barcos, relojes, calderas, fibras sintéticas, buena parte de la industria química, plásticos,
tubos y caños, entre otros. Las MAT comprenden máquinas de oficina y de procesamiento de datos, equipos
de telecomunicaciones, televisores, transistores, equipos generadores de fuerza, turbinas, medicamentos,
aeronaves, instrumentos ópticos y de precisión y cámaras fotográficas, entre otros.
103
Aquí se incluyen las transacciones no clasificadas y el oro no monetario, entre sus principales
subcategorías. Hemos reclasificado el oro no monetario como PP.
127
fueron ponderadas de la siguiente manera: MRRNN, 25%; MBT, 25%, MMT, 75%. La
categoría “Otros” fue excluida de la ponderación.
La ponderación se realizó con el siguiente criterio. Se tomaron como referencia las tres
economías desarrolladas de mayor PBI en el año 2000, esto es, Estados Unidos, Japón y
Alemania. Luego, se calculó la intensidad del gasto en I+D según ramas manufactureras, a
partir de la información publicada por la OCDE. De tal modo, el promedio simple de los
tres países nos dio de la siguiente manera:
Cuadro VII: Gasto en I+D como porcentaje del valor agregado según ramas
manufactureras por intensidad tecnológica en Alemania, Japón y EE. UU., 2000
Sector
País / Intensidad Tecnológica Alta Media-alta Media-baja Baja
primario
Alemania 21,7 11,0 1,9 0,8 0,5
Japón 22,7 13,2 3,2 1,8 0,3
Estados Unidos 28,2 9,9 n/d 1,1 n/d
Promedio simple 24,2 11,3 2,6 1,2 0,4
Fuente: OCDEStat
Sin embargo, el gasto en I+D pareciera tener una lógica de “rendimientos decrecientes”,
esto es, no es lo mismo que una rama pase de 1 a 2 puntos de gasto en I+D como total de su
104
Hemos elegido a los tres países desarrollados con mayor gasto en I+D en términos absolutos en el año
2000. Si bien los datos para Estados Unidos respecto a las manufacturas de tecnología media-baja y las
actividades primarias no están disponibles, los resultados no hubieran cambiado significativamente a si
hubiéramos tomado el promedio simple de la OCDE para estos sectores.
128
valor agregado a que una pase de 30 a 31. Para evitar este sesgo, se aplicó el logaritmo
natural al promedio simple de estos cinco tipos de actividades (manufacturas de alta,
media-alta, media-baja y baja tecnología y sector primario). Al hacerlo, nos dio que las
ramas manufactureras de tecnología media-alta representan el 78% de la intensidad
tecnológica de las de alta, las de media-baja el 39%, las de baja el 25% y el sector primario
el 10%105.
Vale aclarar aquí un punto: nosotros hemos trabajado con la clasificación de Lall, y estos
cálculos se basaron en la de la OCDE, que tiene algunas diferencias (por ejemplo, respecto
a las categorías posibles), como se puede ver en el cuadro siguiente:
Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca Sector primario* PP y MRRNN (con preeminencia PP)
Minas y canteras Sector primario* PP y MRRNN (con preeminencia PP)
*: La OCDE excl uye a es tos s ectores de l a s defi ni ci ones s egún i ntens i da d tecnol ógi ca a l no cons i dera rl os ma nufa ctureros . Es por el l o que l os
hemos reca ta l ogado como "s ector pri ma ri o"
105
En términos formales, lo que se hizo fue: intensidad tecnológica = ln 1 + IyD /ln 1 + IyD!"#! ,,
donde i es la rama en cuestión, IyDi el gasto en I+D de la rama i e IyDaltael gasto en I+D de las actividades de
alta tecnología. Se sumó 1 en el gasto en I+D para evitar que el resultado diera negativo.
129
Como se puede ver, hay una relativa convergencia entre lo que son las ramas de intensidad
tecnológica alta en las dos clasificaciones. Asimismo, buena parte de lo que la OCDE
clasifica como “medio-alta” en Lall figura como manufacturas de tecnología media. Luego,
algunas ramas que la OCDE clasifica como de tecnología “medio-baja” en la de Lall
figuran como de media (barcos y botes, plásticos y algunos productos metálicos como
derivados del acero, pero que sin embargo han representado menos del 10% del total
intercambiado mundial de las manufacturas de tecnología media en la última década), en
tanto que otras son consideradas por Lall como manufacturas intensivas en recursos
naturales (caucho, derivados del petróleo, algunos productos derivados de minerales
metálicos y no metálicos) y una fracción menor son consideradas por este autor como de
baja tecnología (productos de minerales metálicos y no metálicos). Por último, los
productos que Lall cataloga como productos primarios (así como una fracción menor de las
MRRNN) tendrían su correlación en el “sector primario” de la OCDE (agricultura,
ganadería, caza, silvicultura, pesca, minas y canteras)106.
De modo análogo a las manufacturas de alta tecnología, a las que hemos calificado con
100%, a los productos primarios los hemos puntuado con 0%, dado que nos parece más
práctico que el CCTX tenga un mínimo teórico de 0 puntos antes que de 10 (esto ocurriría
si utilizáramos los cocientes de los logaritmos naturales de las intensidades tecnológicas
según rama). De este modo, lo que hemos hecho es restar esos 10 puntos a todas las ramas,
y luego ajustar para que las manufacturas de alta tecnología vuelvan a representar el 100%
y no el 90%. Para ello, se dividió el nuevo puntaje de todas las ramas por 0,9. En síntesis,
lo que se hizo fue esto:
106
Cabe tener en cuenta que tanto la clasificación de Lall como la de la OCDE fueron pensadas desde los
países desarrollados, con lo cual pueden dar lugar a distorsiones en las economías subdesarrolladas (CEP,
2008). Estas distorsiones ocurren cuando algún país subdesarrollado exporta manufacturas que son
catalogadas por estos sistemas de clasificación como de elevado contenido tecnológico, pero a la vez, tal
contenido tecnológico no es desarrollado dentro del país, sino que es importado. Como se ve en esta tesis, esto
ocurre en su máxima expresión en los países ensambladores.
130
$%&'()*&+&/;<.0=90:0 = $%)34&'()*5/;<.0=90:0 − $%)34&'()*5,-./0-.12 /$%&'()*&+&0780
Sector
Intensidad tecnológica Alta Media-alta Media-baja Baja
primario
Ponderación 100% 76% 33% 16% 0%
Sin embargo, como ya fue hemos mencionado, hemos tenido que convertir las categorías de
la OCDE a las de Lall. En tanto la gran mayoría de las manufacturas de tecnología media
de Lall se inscriben en lo que la OCDE definió en ramas de tecnología media-alta, nos
parece sensato que la ponderación final adoptada se aproxime a 76%. El 75% finalmente
elegido se debe a que existen algunas ramas que en la clasificación de Lall aparecen como
de tecnología media, pero en la de la OCDE como de media-baja. Por su parte, en tanto las
manufacturas de baja tecnología de Lall se encuentran repartidas entre las de media-baja y
baja de la OCDE, nos pareció razonable puntuarlas con un 25%. La puntuación de las
MRRNN es la más compleja en tanto abarca a productos que se encuentran en cuatro de los
cinco agrupamientos de la OCDE (media-alta, media-baja, baja y sector primario). Sin
embargo, tanto los de media-alta (algunos productos químicos) como los del sector
131
primario (azúcar y minerales como el cobre, por ejemplo, a quien Lall califica como
“MRRNN” en lugar de “PP”) representan un porcentaje menor del total de las MRRNN
comerciadas en la última década. De este modo, en tanto el grueso de las MRRNN lo
componen actividades que según la OCDE son de intensidad tecnológica media-baja y baja,
nos pareció sensato calificarlas con 25%.
107
De habernos basado en el promedio simple de todos los países de la OCDE en lugar de Alemania, Estados
Unidos y Japón, las ponderaciones habrían sido similares, con una leve baja en el puntaje asignado a las
manufacturas de tecnología media, que habrían pasado a puntuar alrededor del 70% en lugar del 75%. En
cualquiera de los dos modos, los cambios en los resultados del CCTX y en términos del análisis realizado en
esta tesis habrían sido realmente despreciables.
132
producto (concentración total o diversificación nula). En términos formales, el HH se
construye de la siguiente manera:
SS = T ).U
.VW
2
Producto s s
Azúcar 10% 0,010
Café 20% 0,040
Petróleo 20% 0,040
Acero 5% 0,003
Automóviles 2% 0,000
Semiconductores 43% 0,185
Total 100% 0,278
Este indicador procura medir el porcentaje de valor agregado importado en las MAT. Cabe
recalcar que aquí la información disponible se limita a la que provee la OCDE para 41 de
los 63 países de la muestra, que se basa en sus matrices insumo-producto. Si bien la
muestra se achica sensiblemente, cabe resaltar que prácticamente todos los países excluidos
son países que prácticamente no exportan productos de media y alta tecnología, con lo cual
no se afectaría la validez de la medición. Es más, hemos decidido excluir del análisis a
aquéllos países en que, aun disponiendo de datos, las exportaciones de alto contenido
133
tecnológico no tengan un peso importante (tanto en términos relativos como absolutos) en
sus exportaciones nacionales. De este modo, el criterio que se utilizó fue el de limitar las
observaciones a aquellos países en que las MAT representaran más del 10% del total
exportado o superasen los 6000 millones de dólares en el año 2005.
d) Capacidades tecnológicas
El índice de capacidades tecnológicas (CT) oscila entre 0 (CT nulas) y 1 (CT máximas). A
su vez, este índice está compuesto por los puntajes obtenidos por los países en gasto en I+D
como fracción del PBI y patentes per cápita. En estos dos sub-indicadores, el valor “1” lo
toma el país con mayores guarismos (Israel, en el caso del I+D y Taiwán en el caso de las
patentes per cápita). Vale aclarar que, para la construcción del índice de CT se han tomado
los logaritmos naturales de ambos sub-indicadores, con el objetivo de minimizar los valores
extremos y poder diferenciar mejor entre los valores intermedios. De no tomar logaritmos
108
USPTO es la sigla de The United States Patent and Trademark Office.
134
naturales, los resultados nos darían que, en términos de capacidades tecnológicas, Francia
estaría más cerca de Bolivia que de Israel.
En este caso I&Di es el gasto en I+D como porcentaje del PBI del país i y patpci son las
patentes per cápita del país i. El “+1” que se colocó en cada uno de los términos de la
ecuación fue para evitar números negativos en el logaritmo natural.
Como puede verse en el cuadro anterior, si no hubiéramos ajustado los valores del I+D y de
las patentes per cápita por logaritmo natural, las capacidades tecnológicas de Bolivia
hubieran sido de 0,028 en lugar de 0,074. Si hubiéramos realizado esto último para todos
los países, los resultados nos darían que las capacidades tecnológicas de Francia hubieran
estado más cerca de las de Bolivia que de las de Israel, como puede observarse en el cuadro
que sigue:
135
Valor real ln (xi+1)
Gasto en I+D (Francia) 2,17 1,154
Máximo gasto en I+D (Israel) 4,45 1,696
Cociente 0,488 0,680
Como pudo apreciarse, sin el ajuste logarítmico las capacidades tecnológicas de Francia
hubiesen sido de 0,343, estando a 0,459 de distancia de Israel y a 0,315 de las de Bolivia.
Al realizar el ajuste logarítmico, las capacidades tecnológicas francesas se encuentran
mucho más cerca de las israelíes que de las bolivianas109.
Por último, cabe resaltar que no hemos podido disponer de ninguna cifra de gasto en I+D
para Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. No obstante, debido a sus prácticamente
nulas patentes y la despreocupación oficial por medir la I+D, hemos inferido que ésta debía
ser baja y le hemos imputado un 0,10% del PBI, lo cual además resulta congruente con los
guarismos de otros países exportadores de hidrocarburos de similar grado de desarrollo.
109
Para el cálculo de las patentes per cápita de Estados Unidos hemos realizado el mismo criterio que
Archibugi y Coco (2004). En tanto la USPTO tiene un sesgo muy grande a favor de las patentes
estadounidenses, lo que se hizo fue estimar el dato tomando la relación entre patentes per cápita de Japón y
Estados Unidos en la EuropeanPatent Office (EPO). De esta manera, el ajuste de las patentes per cápita
bcO
estadounidenses se obtuvo del siguiente modo: @ def C ∗ hijbcAMk , donde USAEPO son las patentes per
gAHdef
cápita de Estados Unidos registradas en la oficina de patentes de Europa, JPNEPO las patentes per cápita de
Japón registradas en dicha oficina y hijbcAMk las patentes per cápita japonesas registradas en la USPTO.
136
e) Desarrollo económico
Por desarrollo económico entendemos “el crecimiento sostenido de las fuerzas productivas
al mismo tiempo que se amplía la capacidad tecnológica y productiva instalada en una
economía nacional en su conjunto y se mejoran los niveles de vida de la población a través
de una distribución progresiva de los ingresos” (Castellani, 2006: 2). De esta manera, un
indicador que podría adaptarse a ello sería el Índice de Desarrollo Humano ajustado por
Desigualdad (IDH-D) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
por el cual no sólo se contempla la renta per cápita (PPA), sino también el grado de
escolarización y la esperanza de vida de la población así como las desigualdades de ingreso
y de acceso a la salud y a la educación. Sin embargo, lamentablemente, hay quince países
de nuestra muestra para los cuales no contamos con los datos del IDH-D (Japón, Hong
Kong, Taiwán, Singapur, Malasia, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar,
Arabia Saudita, Irán, Argelia, Paraguay, Nueva Zelanda y Rusia).
Otra alternativa hubiera sido elaborar un indicador que combine el IDH con el coeficiente
de Gini respecto a los ingresos, pero también había países para los cuales no contábamos
con información confiable (los petroleros de Medio Oriente, sobre todo) o actualizada
(Japón y Nueva Zelanda, cuyos últimos datos disponibles datan de la década del ‘90).
Por esta razón, hemos preferido utilizar el IDH sin ajuste de desigualdad, variable para la
que tenemos datos para todos los países de la muestra.
f) Calidad institucional
Este indicador fue construido ad hoc a partir de tres de las cinco variables que publica el
World Governance Index (WGI): a) imperio de la ley; b) derechos humanos y participación
y c) paz y seguridad. Las otras dos variables que publica el WGI son desarrollo sostenible y
desarrollo humano. A estas dos últimas las hemos excluido porque forman parte -directa o
indirectamente- de nuestra variable dependiente (ya que incorporan tanto al IDH, como al
PBI per cápita –incluido en el IDH-, apertura económica, etcétera). En el cuadro que sigue
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se puede observar por qué subdimensiones e indicadores se componen las tres variables
escogidas:
III.Fuentes utilizadas
Para lo que atañe al contenido tecnológico de las exportaciones se utilizó la base de datos
de COMTRADE. En lo que respecta al índice de Herfindahl-Hirschman, la información
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proviene de la UNCTAD. Para población, superficie y densidad demográfica, se recurrió a
la base de datos del Banco Mundial. Por su parte, para el porcentaje del gasto en I+D como
porcentaje se utilizó la información del Instituto de Estadísticas de la UNESCO. Los
indicadores del IDH fueron tomados de Informe Sobre Desarrollo Humano del PNUD. El
nivel de contenido importado en las exportaciones de alta tecnología fue tomado de las
matrices de insumo-producto que publica la OCDE. Aquí vale tener en cuenta que algunos
países de nuestra muestra quedarán afuera por no contar con información actualizada o
confiable, como ya fue señalado. Los datos de exportaciones de servicios fueron tomados
de UNCTAD, mientras que el ratio de exportaciones sobre PBI fue tomado del Banco
Mundial. Por su parte, como fue señalado, los indicadores de calidad institucional
provienen del World Governance Index.
Por último, cabe destacar que para evitar resultados sesgados por coyunturas nacionales
específicas, para las variables CCTX, HH y CT se ha tomado el promedio de los años
comprendidos entre 2000 y 2010.
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