8vo A1 Juan S. Arias Abstract N°9
8vo A1 Juan S. Arias Abstract N°9
8vo A1 Juan S. Arias Abstract N°9
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Juan Sebastián Arias
TEMA: Economía Sustentable
AUTOR: Alma Angelina Haro Martínez, Ricardo Estévez
1. Economía Sustentable
El objetivo de este artículo es analizar, a partir de la revisión de los principios del desarrollo
sustentable y de las teorías económicas asociadas, la factibilidad de asignar valores a los
bienes y servicios de los ecosistemas y con ello aportar elementos para la discusión acerca
de la controversia existente entre las diversas disciplinas involucradas en la
conmensurabilidad de la naturaleza.
Mientras que la economía ambiental construye la valoración únicamente sobre los objetos
que proporcionan bienestar a la sociedad o le son útiles, la economía ecológica extiende el
análisis al resto de objetos económicos que no pueden traducirse a unidades monetarias y
complementa la valoración con la medición física de los recursos en los casos donde los
valores monetarios no resultan válidos.
Según autores que se adscriben al paradigma de la economía ecológica, como Naredo
(2001) y Martínez-Alier y Roca-Jusmet (2001), la economía ambiental incorpora la
transformación del entorno natural como un problema de asignación de recursos escasos y
fomenta su monetarización. Esto contrasta con el postulado de la segunda ley de la
termodinámica que plantea que toda transformación material es irreversible y da lugar a la
generación de desechos físicos y energía disipada.
Además, consideran que la valoración monetaria de las externalidades es aplicable
solamente en el caso de fenómenos reversibles (como la contaminación del agua, que se
puede limpiar), pero en el caso de los irreversibles (como la extracción y agotamiento de
un recurso) o donde se involucró un procesamiento o disipación de energía, no procede la
asignación de valor.
Otras críticas desde la economía ecológica señalan que el enfoque de la economía
ambiental asume que la naturaleza está constituida únicamente por el capital natural, con
lo que deja de lado las funciones complejas surgidas de la interrelación de ese capital con
flujos de energía a los cuales no puede asignárseles valor. Una crítica central es que, aun
cuando sean muy altos los valores monetarios asignados, ello no evita el deterioro.
Por otro lado, en lo que tal vez constituye la mayor diferencia entre ambos enfoques, está
la medición de la escala a la hora de asignar valores, ya que mediante ésta se concede
importancia a la capacidad de asimilación y regeneración del sistema evaluado. La
propuesta de la economía ecológica es tomar como referencia una escala sustentable, es
decir, que no erosiona la capacidad de carga ambiental con el paso del tiempo.
La economía ambiental ha considerado la incorporación del entorno natural como un
problema de asignación de recursos, sin embargo, no contempla las leyes físico-químicas
de la naturaleza. Como se ha señalado, la segunda ley de la termodinámica establece la
degradación irreversible de la materia y energía que da lugar a desechos físicos y energía
disipada, esto implica que en definitiva no se trata sólo de un problema de equidad, sino de
degradación y pérdida de recursos energéticos. En este marco, la generación de residuos
deberá ser menor a la capacidad de asimilación de los ecosistemas y la extracción menor a
su rendimiento sostenible o renovable, lo cual difícilmente ocurre en la actualidad.
(Martínez, 2013)
Por otra parte, la economía ambiental implica cambios inducidos al intentar incorporar los
aspectos ambientales en la toma de decisiones, lo que significa una estrategia de arriba
hacia abajo, mientras que la economía ecológica conlleva modificaciones que vienen desde
la sociedad, lo que supone una estrategia de abajo hacia arriba (Tetreault, 2008).
De acuerdo con el paradigma de la economía ecológica, la tecnología debe armonizarse
con el desarrollo sostenible y, de hecho, los avances en ese campo son necesarios para la
generación de tecnologías limpias orientadas a aumentar la productividad de los recursos;
es decir, generar mayor volumen por unidad de recurso, así como incursionar en el diseño
de productos y de procesos que faciliten el reciclaje (Daly, 1996).
En contraste, la economía ambiental considera que el uso de recursos no tiene que ser
limitado, ya que una vez que éstos se vuelvan escasos se dará lugar a innovaciones
tecnológicas orientadas a satisfacer las necesidades humanas (Illge y Schwarze, 2009), Es
así como este enfoque asume una perfecta sustituibilidad entre el capital natural y el
producido, y precisa de un crecimiento sustentable que considera la no disminución del
consumo per cápita a través del uso óptimo de los recursos y la tecnología.
Una de las diferencias más marcadas entre los dos enfoques tiene que ver con la
territorialidad. En el caso de la economía ecológica los datos que se obtengan para la
asignación de valores deben estar vinculados con un territorio de referencia, de ahí que sea
indispensable el uso de herramientas cartográficas tales como los sistemas de información
geográfica, mientras que en el enfoque convencional, centrado en la racionalidad, se
concibe un mundo sin dimensiones que evoluciona al margen de las referencias territoriales
concretas y considera las cifras como los instrumentos de trabajo más adecuados (Naredo,
1996).
2. Economía Verde
3. Economía Circular
La actividad económica de una economía circular contribuye para la salud general del
sistema. El concepto reconoce lo importante que es el funcionamiento de la economía en
cualquier nivel - grandes y pequeños negocios, organizaciones e individuos, globalmente
y localmente.
La transición hacia una economía circular no se limita a ajustes que reducen los impactos
negativos de la economía circular, sino que representa un cambio sistémico. Ella construye
resiliencia a largo plazo, genera oportunidades económicas y de negocios, proporciona
beneficios ambientales y sociales.
El modelo hace una distinción entre ciclos técnicos y biológicos. El consumo ocurre
solamente en los ciclos biológicos, donde alimentos y otros materiales de base biológica
(por ejemplo, algodón y madera) son diseñados para regresar al sistema mediante procesos
de compostaje y digestión anaerobia. Los ciclos regeneran sistemas vivos, como el suelo,
que ofrecen recursos renovables para la economía.
Ciclos técnicos recuperan y restauran productos componentes y materiales mediante
estrategias de reutilización, reparación, remanufacturado o (en última instancia) reciclaje.
La economía circular es una estrategia que tiene por objetivo reducir tanto la entrada de los
materiales vírgenes como la producción de desechos, cerrando los «bucles» o flujos
económicos y ecológicos de los recursos.1 El análisis de los flujos físicos de recursos
proviene de la escuela de pensamiento de la ecología industrial en la cual los flujos
materiales son de dos tipos, nutrientes biológicos, diseñados para reintroducirse en la
biosfera sin incidentes técnicos, nutrientes los cuales están diseñados para circular con alta
calidad en el sistema de producción pero no vuelven a la biosfera.
El modelo de economía circular sintetiza varias escuelas de pensamiento, incluso la
economía del rendimiento de Walter Stahel; la filosofía del diseño Cradle to Cradle de
William McDonough y Michael Braungart; la idea de biomimética presentada por Janine
Benyus; la ecología industrial de Reid Lifset y Thomas Graedel; el capitalismo natural de
Amory y Hunter Lovins y Paul Hawkens; e el abordaje blue economy, como el descrito
por Gunter Pauli. (Ellen Macarthur Foundation, 2015)
1. Crecimiento de la economía
2. Relación Deuda / PIB
3. IVA / PIB
4. Sectores más dinámicos
5. Situación del sector externo
5. Conclusiones
6. Recomendaciones