El Uruguay de Terra. 1931-1938 Raul Jacob 1983

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Raúl Jacob es Licenciado en Ciencias Históricas de

la Facultad de Humanidades y Ciencias, de la que


egresó en 197_1.
Ha publicado, entre otros trabajos,._ "!nversiones
extr8:njeras y petróleo", 1979; "Uruguay 1929~1938:
depre~ión ganadera y desarrollo fabril", 1981; y~ --eo
esta misma colección, "Benito Nardone. El ruralismo
hacia el poder, 1945-1958 ", 1981.
Actua·l mente lleva I cabo sus tareas de investi-
gación histórica en el llmblto acad•mtco del Cen-
tro lnterdisctplinario de Estudios sobre el Desarro-
llo, Uruguay (CIEDUR).
La década de 1930 fue una 6poca tormentosa en
la historia del Uruguay contemporllneo. A 101
duros efectos negativos de la crisis económica
mundial de 1929 se agregó la quiebra de I•
instituciones democráticas, que el ciudadano uru•
guayo creía inconmovibles. Desorientación, 10me-
timien10, rebeld(a, fueron las primeras adltudes
de U') pueblo que sin embargo supo mantener
vivas sus aspiraciones de recuperación democr,tlca
y económica.
EL URUGUAY DE YERRA
1931-1938
Una crónica del terrismo

Raúl Jacob

EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL


temas del siglo XX
TIMAS DIL SIGLO X><
..-..lliili,114" dirlgid1 por
llnJ1mtn Nahum

C.r•tula: Sergio López

e ldlclones de la Bánda Oriental SRL


lalJ*
o,..a 1SU - ·Montevideo - Tel. 4.32.06
hecho el depósito que marca ta ley
IIIIIIN'eiu en Uruauav - 1983.
ADVEIIIENCIA

CU11ndo la historia necesita justificar su utilidad frecuentemente se


dice que el pasado sirve para comprender el prese·nte. Otr05, más opti-
mistas, le 5Uman la ambiciosa tarea de construir el futuro. En ambos casos
debemos admitir que estamos en inferioridad de condiciones para conour
y conocemos. Grandes tramos de la historia contemporánea uruguaya son
ignorados, sobre otros ni siquiera existe un mínimo de material sistema-
tizado.
Concebimos esta obra como una simple aónica que informe al lectoi-
común sobre hechos a los que su suerte -Y la del país- no han sido
ajetk)s.
Benjamtn Nahum y Heber Raviolo leyeron los originales • hicieron
sugerencias y observaciones que agradecemos mucho.

1
PRIMERA PARTE: 1931-1911
INTRODUCCION

24 de octubre de 1929. Un día distinto, por cierto. Esta fecha es la


que tradicionalmente marca, como si los cataclismos económicos se inicia..
ran por el calendario, el punto de arranque de una de las más graves
crisis del capitalismo. Una crisis que cambió el planeta y en la que muchos
ven al verdadero culpable de la segunda guerra mundial.
En su edición diaria "El Día" reflejó las preocupaciones del pais y del
mundo: había sido enterrado don José Batlle y Ordóñez, tambaleaba el
gabinete francés. En la minucia política la parte doctrinaria recordaba
aquella gran iniciativa de 1912 de Ir al rescate de las tierras fiscales
ocupadas o usurpadas por los particulares. El tono no era complaciente:
"no debernos detenernos ahí, a mitad de la conquista".
En las jornadas y meses siguientes la humanidad contemplaría conmo-
vida el derrumbe de la Bolsa de Nueva York, la quiebra de empresas, el
suicidio de millonarios, la caída del precio de las materias primas, el
desempleo y su desagradable secuela, el hambre.
Por lo pronto, ése sería el rostro de la crisis que captaron los titulares
de la prensa.
Como en tantas partes del mundo, aquí, a treinta y cinco grados de
latitud sur, ella entraría por la ventana del comercio exterior. Sin embargo,
cuando llegó, el país ya estaba en crisis.
La política monetaria de parte de la década del veinte había tendido
a mantener sobrevalorado el peso, asignándole un valor más alto del que
debería tener. Para ello no se había titubeado en utilizar fondos propor-
cionados por los empréstitos extranjeros. Era, como se dice ahora, una
"flotación sucia", fruto de las circunstancias: el mundo producía progreso,
las filiales de las transnacionales se radicaban aquí para comercializarlo,
los préstamo5 proporcionaban div1sas para importarlo y mantener la monE!-
da en una equivalencia que facilitaba su consumo.
Los problemas se iban acumulando: por intereses y repatriación de
ganancias del capitaJ extranjero, se iba parte del dinero necesario para el
desarrollo del país.
El incremento de las importaciones tendía a desequilibrar la balanza
comercial y eran, en parte, fruto de la "modernización": automóviles y

9
combustibles. La balanza de pagos, en cambio, era desconocida, aunque se
ln1l1tla en que acusaba, desde años atrás, voluminosos déficit.
En abril de 1929 el signo monetario uruguayo comenzó a bajar. Nada
ni nadie lo pudo impedir y así, cayendo, es como lo va a encontrar la crisis
originada en los centros.
la política monetaria no había sido la más conveniente para el sector
exportador. Más del ochenta por ciento de lo que se vendía al exterior
era proporcionado por la ganadería. El frigorifico extranjero había triun-
fado como sistema industrializador cárnico, de-splazando al centenario
u)adero, mayoritariamente en manos nacionales. Cambió la estructura de
las exportaciones uruguayas y también el destino de las reses.
lo m~derno requirió un tipo de vacuno superior. Vino la guerra y con
ella vinieron los buenos precios que estimularon a los ganaderos a mejorar
los rodeos, e incluso, a endeudarse.
Pero las guerras terminan y esta paz, la de Versalles, no trajo felicidad
para todos. Los precios se deprimieron pocos años después, para no recu-
perarse en toda la década. La lana pudo sacar de a,puros a los produc-
tor~, pero sólo hasta 1924. Después, su cotización también flaqueó.
Para la ganadería uruguaya, la crisis vendría a sobreponerse a otra
crisis. Mientras tanto, Montevideo estaba más linda que nunca. La aldea
dejó de ser aldea y se tragó parte de las ganancias del agro.
Los agoreros decían que Uruguay tenía uno de los costos de vida más
altos de América. Sin embargo, parece que las fuentes laborales no alcan-
zaban para todos, para los que la estancia seguía despidiendo y para los
que venían a hacerse la América. Resignarse era aceptar ser un "país de
paso".
El Estado incentivó las obras públicas acudiendo a la financiación
internacional. El interior respiró, y cambiaron paisaje y condiciones de vida.
Era también una manera de solucionar la escasez de trabajo. Pero no
la única. Se podía desarrollar la agricultura, y también, fomentar la
industria.
La agricultura era débil, pero sobre todo, era conflictual. En 1928 los
agricultores de San José debieron bajar a Montevideo para pedir soluciones
para la cosecha de maiz. Se la podía estimular, pero la realidad mostraba
sinuosidades filosas: hadan falta tierras y ésta,s tenían dueños. El dilema
quedaba planteado, aunque no siempre plantear los problemas es resol-
verlos. P~ra la industria, el círculo se cerraba: la población del país no
podía proporcionar un gran mer~ado de consumo. El modelo demográfico
estaba ahí y cuestionaba sus posibilidades. Habla que protegerla de la
lucha desigual con la manufactura de países industrializados, con alta
tecnología y millones· de habitantes. Algo se había hecho pero distaba de
ser suficiente. Limitar las importaciones conllevaba riesgos: era someter a

10
las exportaciones a la posibilidad de represalias; era aumentar los impues-
tos que siempre terminan encareciendo el consumo y castigando a los
menos favorecidos.
Convencer de la necesidad de invertir en establecimientos industrialeJ
no era sencillo. La sociedad uruguaya era temerosa y desconfiada. Los
capitales emigraban, se enterraban en casas y tierras, o preferían apostar
a la cotización de diversos títulos que proportionaban dinero contante y
sonante.
En lo político, se vivía las alternatívas del reformismo batllista que, a
semejanza de la socialdemocracia europea, buscaba convertir al capitalismo
en un sistema próspero para todos sus integrantes, abogando por el
colaboracionismo social con la finalidad de evitar cataclismos. A pesar de
que sus fines no eran revolucionarios sino evolutivos, había generado una
poderosa reacción conservadora.
24 de octubre de 1929. Para muchos marcó el inicio de sus angustias,
para otros, el fin de los "años locos". El futuro estaba naciendo: caída de
la libra, crisis del imperio británico, depresión en Estados Unidos, el New
DeaJ de Roosevelt, la pronta ascensión de Hitler al poder.
¿ Y aquí? Bueno, aqul, aunque muchos lo ignoraban y otros tantos no
fueran conscientes, se vivía en un tembladera! y habla llegado la hora de
pagar los platos rotos. Algo que tarde o temprano, siempre sucede.

11
Capítulo 1
HACIA EL GOLPE

1) EL MUNDO Y NOSOTROS

En 1914 el mundo entraría en guerra. Siempre se dijo que el atentado


de Sarajevo fue la excusa de alemanes y británicos para llevar al campo de
batalla su lucha por mercados. De ella se saldrla en 1918, con venddos y
vencedores. Entre los últimos, Estados Unidos. Sin haber sufrido las viciil•
tudes bélicas en su territorio, con su parque industrial intacto, con sus
fuerzas productivas desarrolladas al máximo, intentaría disputar el liderai-
go británico. En particular en 5U propio ámbito continental; en América.
La competencia recién se resolvería a·1 finalizar la segunda gran guerra, e'l
1945.
LOué tenía el mundo para nosotros7 Tenia capitale,. Londres y Paris
nos los habían suministrado. Estados Unidos lo hará a partir de 1915,
Al finalizar 1931, casi el cuarenta por ciento de nuestra Deuda Externa era
con dicho país. Al comenzar el siglo había muy PQcas empresas nor-
teamericanas en Uruguay. Al finalizar 1931 el quince por ciento del capital
declarado por las sociedades anónimas extranjeras radicadas en Uruguay
reconocía ese origen. El grueso del mismo se habia invertido en la
industria frigorifica. Le seguían en importancia la fabricación de portland,
las comercializadoras de derivados del petróleo. l~s comunicaciones telefó-
nicas y las plantas de armado de automóviles. Los britankos. en cambio.
prefirieron el rubro servidos (ferrocarriles, gas. aguas ,corrientes, tranvias).
El mundo habht produddo progreso y tecnotogia. y para comercialt-
z•rlo grandes trusts en proceso de transnacionalizaclón se espardan por ttl
planeta.
Para nosotros, la guerra tr.a jo cambios 1ustanciafes: el triunfo del
·f rigorffico. la adopción del fuel-oJJ como wmbustible. La paz posterior
incrementaría el uso de automóviles, maquinaria agrfcola, fonógrafos y mil
artfculos más. Carnes, combustibles, transportes, cambiarían la estructura
dt nuestro comercio exterior, pero también el grado .d~ inMrción en ,1
gran mundo industrializado, proveedor y también consumidor de las cosas
nuestras.

12
Estados Unidos y Gran Bretaña competirían por abastecemos. las
vicisitudes de la lucha entre las dos potencias se reflejarlan en Uruguay.
Sus intereses pesaban en el sutil juego de la diplomacia, y a veces en
nuestra propia política internacional (1)_
En 1928 nos visitaría el Presidente de Estados Unidos, Herbert Hoover.
Al año siguiente el británim Lord D'Abernon nos aconsejaría: "La indepen-
dencia comercial no es má& que una frase. Puede concebirse la posibilidad
de su éxito en comunidades homogéneas como lo son los Estados Unidos
de Norteamérica o en una vasta asociación pofmcs como lo es el Imperio
Británico, pero para una canunidsd menor la idea es irrealizable" CZ).
Ganaderos y exportadores se asustarían. Lws A. de Herrera diria:
"nosotros no podemos desoír estas opiniones que emanan del trabajador
económico enviado por Inglaterra al RÍO de Is Plata y, por lo tanto del
principal comprador de nuesr,as carnes" CJ>.
La mislon de Lord D'Abernon era estudiar la intensificación del com~-
c:io con Gran Breta"a: a pesar de que ellos eran nuestros mejores clienti!S
en carnes, Estados Unidos era individualmente el principal suministrador
de productos importados.
En 1930 Estados Unidos adoptarla, en defensa de su producción
interna, un arancel proteccionista (Hswley Smoot Act). la Federación Rural,
el Comité Nacional de Vigilancia Económica, la Cám.ra Mercantil d\!
Productos del País, aconsejarían en represalia disminuir las importaciones
de automóviles, cancelar los créditos para adquirirlos y asl también aftctar
la compra de combustibles. El gremialista rural Miguel Carriquiry dirfa que
hay que ''volver p ues, los ojos a Europa, de la que hemos sido apartados
por las exigencias de la Gran Gueffa" (4).
Ese mismo ar.o el Parlamento discutirla la contratación de un nuevo
empréstito en Estados Unidos. Se sintieron voces que criticaron la intensifi-
cadón de nuestra dependencia financiera con respecto a ese pa,s.
~I diputa4o Batlle Pacheco dijo: "se teme mucho al imperisllsmo nor-
teamericano por las cuestiones de Nicaragua, Puerto Rico y Cuba, y esto
seria absolutamente despreciable frente al imperialismo inglés que domina
más de treinta millones de quilómetros cuadrados de colonias" t5>.
En 1931 el Príncipe de Gales visitaría el pais, fascinando a la atta
sociedad. Al año siguiente, en 1932, Gran Bretafla adoptarla en Ottawa
una política de restricción a las importaciones de carnes del Río de la
Píata, protegiendo a la producción de sus propios dominios.
Los ganaderos habían dicho: hay que comprar a quien nos compre.
Esa política fue la que se impuso y terminó favoreciendo a Gran Bretaña.
J) DE LA ELECCION DE TERRA AL 31 DE MARZO

En 1926, por pocos votos, casi accede a la Presidencia del país el líder
n•clonalista, Luis Alberto de Herrera. Se señaló, como principal causa de
su derrota, que el "Radicalismo Blanco" de Lorenzo Carnelli votó fuera
del lema.
El Presjdente electo, Juan Campisteguy, contó con el apoyo de sectore5
conservadores del coloradismo.
La diferencia apenas había llegado a 1.526 sufragios, sobre los que
pesaban reclamaciones y protestas de ambos partidos. El Senado, con
mayoría blanca, debía decidir sobre ellas y sobre el resultado final de la
elección. El Presidente, José Serrato, dejó claro que abandonaría el cargo
°
el 1 de marzo de 1927. Rumores de levantamientos armados ensombre-
cieron el panorama. Serrato acuarteló tropas en el campo de maniobras
de Los Cerrillos <6 >. Finalmente fue proclamado Juan Campisteguy, quien
desempeñó la alta magistratura entre 1927 y 1931. Según la Constitución
de 1917, a él le correspondería velar por la paz interior, mantener la
seguridad de las fronteras, llevar adelante la política exterior del país. Las
demás funciones, entre ellas la política económica y financiera, quedaban
en manos del otro sector del Poder Ejecutivo, el coleg~ado Consejo Nacio-
nal de Administración.
Los guarismos electorales obligarían a la búsqueda de entendimientos
entre las dos colectividades tradicionales, y también a una política de
pactos internos en el Partido Colorado.
El problema político era uno de los tantos que tenía el país. Por lo
pronto, hacia 1929 se podían percibir síntomas de crisis en las colectivi-
dades tradicionales. El Partido Nacional hab,a sido dividido por las propues-
tas de cambios económicos y sociales del batllismo. Al "Radicalismo Blan-
co" de Carnelli se le agregaría la "Democracia Social" d~ Quijano. Pero
muchos otros, a pesar de sus discrepancias con el adversario, mostrarían
una especial sensibilidad ante algunos problemas sociales y económicos:
Andreoli, Otamendi, Lorenzo y Deal, González Vidart, Albo, entre otros.
Años después, Ricardo Paseyro reconocería que la Constitución de
1917 y el espíritu liberal habían comenzado a empujar "hacia las ideas de
izquierda a los partidos y a los hombres mas prestigiosos de la Repu•
blica" C7)_
La creación, en 1928, del "Frigorífico Nacional" como cooperativa de
productores con sólo participación estatal, y no como ente estatal, o la
aprobación de la ley que extendió las jubilaciones a tas sociedades anóni-
mas eximiendo de su cumplimiento a algunas de ellas, mostraron que los
conservadores de ambos partidos también pesaban en la escena. Y junto a
ellos. el capital extranjero que se sentía hostilizado por la política estatista.
14
Ambos buscarían impedir, o en el mejor de los casos neutralizar, tode
propuesta reformista, viniera de donde viniera.
A pesar de ello, las dificultades económicas del país alentaban la
presentación de proyectos para resolver problemas pendientes e impulsar
el modelo de desarrollo batllista.
Cuando se desencadenó la crisis mundial, por lo pronto, ya había
Importantes iniciativas a estudio, y la misma crisis estimuló la presentación
de otras.
Si bien no se puede habtar de un plan coherente, ya que fueron
dadas a conocer en forma sucesiva y muchas ni siquiera inicialmente
fueron creación del batllismo, -a pesar de que este sector intentó adap-
tarlas a su programa haciendo propuestas sustitutivas-, sí se puede
afirmar que intentaron dar respue5ta a la compleja probtemática que
planteaba el momento.
Por lo pronto, la aprobación 'de la ley de Vialidad e Hidrografla de
1928 implicó "un verdadero plan de puertos y servicios hidrográficos",
-del que nacerían los puertos de honnigón de Salto, Paysandú y Fray
Bentos-, además de "el punto de salida de la progresiva instalación viaria
carretera en nuestro país" t8).
Se estimuló, además, la construcción a cargo del Estado de casi
quinientos quilómetros de vfas férreas, entre las cuales debe destacarse
por su importancia la línea de entrada a la capital del país, que las
independizaría de las líneas del Central. Esta empresa dio su opinión:
"Las líneas del Estado deben ser un complemento de las lineas p1trticu-
lares" <9>.
Es que todo este plan de comunicaciones, al fomentar el transporte
fluvial y automotor, hería los intereses de los ferrocarriles británicos e
incluso hasta el mismo liderazgo económico de Gran Bretaña: el principal
proveedor de automóviles y nafta era Estados Unidos, país que prestaba el
dinero para desarrollar las obras.
En lo interno, la ley cumplía la doble finalidad de dinamizar el
l"flercado nacional y crear trabajo para la población.
El proyecto de extender las jubilaciones a todas las actividades tam-
bién coadyuvaría, por renovación de plazas laborales, en el acrecenta-
miento del nivel ocupacional.
Para dotar de mayor poder adquisitivo a la población, se resucitó una
vieja Iniciativa de Emilio Frugoni de aprobar para et comercio y la industria
el salatio mlnimo, que se fijó en esta oportunidad en setenta pesos, suma
que casi llegaba a duplicar el promedio de retribuciones vigentes.
En mayo de 1929, el batllista Edmundo Castillo sometió a estudio del
Consejo •Nacional de Administración un proyecto económico para salir de
la emergencia, que en muchos aspectos constituye un antecedente de las
15
ley9I proteccionistas que se adoptarfan en 1931: elevación en un 50% de
IOI derachos aduaneros que gravaban los artículos procedentes del exterior
(1 eaccepclón de materias primas industriales, artículos de primera necesidad
y portland); emisión de un empréstito para conceder primas • la agricul-
.t ur• y • la industria nacional y a la de exportación (tasajo y carnes
conservadas).
En octubre de 1929, el Presidente Campisteguy habla vetado otro
proyecto de Castillo, aprobado por el ejecutivo colegiado, por el que el
Estado erigiría una refinerfa de petróleo para abastecer parte de las
necesidades del país y evitar así la constante evasión de divisas por
adquisición de combustibles industrializados en el e><terior.
También fue planteado el problema de la tenencia de la tierra. El
sosista Enrique Rodríguez Fabregat r> fue partidario de que el Estado
rescatase las tierras fiscales en manos de particulares; y el batllista Justino
Zavala Muniz, de que adquiriese la mayor cantidad posible de ellas hasta
transformarse en el más grande propietario del país, para así corregir las
injusticias sociales, entregándolas en arrendamiento por veinte o treinta
•"os a los interesados en trabajarlas <10).
El fomento a la agricultura fue contemplado entre otros, por el
proyecto presentado por los nadonaJistas Arturo González Vidart y Manuel
Albo, por el que se crearía un "~nstituto Nacional de Colonizadón" (1929).
Estas soluciones.; por discutibles que puedan ser, implicaban, por lo
pronto, una propuesta de cambio que sería resistido por los directamente
afectados y por los sectOl'es más conservadores. ·
El propio Presidente Campisteguy, en su mensaje a la Asamblea
General, de marzo de 1930, reflexionaba sobre las leyes sociales: ''entiendo,
a la vez, que en esta mater,a, en nuestro país se marcha a un ritmo
demasiado acelerado".
Los campos se iban polarizando y ello se reflejaría en los .grupos de
presión. Ya a fines de 1915 había nac.ido la Federación Rural con la
intención de participar activamente en la lucha contra las propuestas
batllistas, y no era casual que entre sus impulsores se encontraran tos
doctores Luis A. de Herrera y Pedro Manini Rlos. Los conservadores
tendían a agruparse en la defensa de sus intereses v forjarian temprana-
mente, en 1916, su primera gran victoria, al derrotar electoralmente al
batllismo. A partir de ahf se fue desarrollando una verdadera praxis para
acceder a cargos daves y frenar, desde las alturas o el llano, todo aquello
que rotularon como "avancismo", o "inquietismo".

(•) Grupo escindido del batUilmo que reconOCla como líder a Julio Maria Sosa. Otros sectores
dis;dentes que se alejaron de, biitllitn,o fueron el "riverismo" dirigido por Pedro Manini Ríos, y el
"vierismo" nucleado alrededor de la figura del ex-Presidente Feliciano Viera

16
En el primer trimest.re de 1929 la Federación Rural se d•spuso a
cerrarle et p·aso al u reformismo". convocando a un congreso a todas las
fuerzas vivas del país. E:I mismo sa efectuó en setiembr• en Montevideo
con l,ogros tangibles: el nombramiento dt un comrté permanente que
agruparla a representantes de diversas entidades ,empres.a.rtates.
Por ta tanto se .a nticipó a los efectos de la c:rtsis mundial Había
nacido e,J ''Comité Nacional de Vigilanc:ia Económica.,, que según declaró
Manini Rios, fue fruto de un congr,eso anter,i or de la "Federación Ruralu
en el que se habia proclamado "la necesidad de dar un alto en ciertas
exsgerackmes demagógicaa en pofttica económica ,Y social" uo.
A .p esar de que constituyó una clara respuesta at ,ntento de impul'Sa·r
trasce•n dentes iniciativas por parte del batllismo. de a.lgunos nacaonaUsta,s.,
de socialistas y comunistas, no se puede ignorar que fue un paso adelante
en el proceso de unidad conservadora, del que existian al·gun05 intentos
anteriores.
Por lo pronto, la entidad también aglutinó a diversas gremiale-s de
comerciantes, intentó representar a los industriales, y logró efectivizar
verdaderos "paros patronales" con cierre de empresas en señal de protesta
pbr la política seguida,. o perseguida. Su connotadón política era dara, ya
que herreristu, riverista5 y otrai fuerzas la apoyaban. De ahi que no
sorprende que planteara la necesidad de ir hacia la refo,r ma constitudonal.
y centrara su ,eritrea en el estat,smo1 el crecimiento del gasto público. et
burocratismo. y la frecuencia de l:os actos electorales.
Se con.strtuyó en un ineludible centro de poder que trabajó activ•
mente por desestabilizar la insti,tudonaUdad. a medida que la crisis y sus
peligrosas secuetas mostraron en los at\os 1931 y 1932 que todos los
sectores buscaban lo mismo: que otros fueran tos. que la pagasen.
También .a partir de 19.29 se constituyeron los "Vanguardi,as de la
Patria'', grupos de civiles que recibian instrucción milita,, , y que desfilaron
con uniforme1 y armas. en la capital y el interior del pais. Eli Ministro de
Guerra. Gener,al Dubra, manifestó que nudeaban cuatrocientos integ,rante,
pero que su "anhelo patriótico sena que pudieran desfilar el dia def Cente-
nario Nacional veinte mil ciudadanos en k:,s Vanguardías de la Patria" (11.).
El Coronel UUses Monegal había explidtado sus Ideas.: "Los voluntarioa
de la patria no se agrupan ni se adiestran para agredir a nadie: son eluda•
rJanos que, hermanados por un mismo Ideal con .eJ •ejercito, harán respetar
mañana con brazo fuerte nuestra soberanía, la Constitución y las lc,ye.s (. .. )
que un mal entendído y peligroso ava:nclsmo pretende desconoce,·· <1J).
Sus actividades fueron. denunciadas en el Parlamento y originaron la
,í nterpefación al Ministro por ta Cámara de Representantes, ocasión en• que
el batllista Zavala Muniz hizo conocer que habfan intentado alterar 1.1'1
acto de su sector político 0 4)_ Pocm días despuéi de asumir Terra. en

17
marzo de 1931, procec;:iió a disolver el cuerpo de voluntarios, manifestando
que •·,e,ia loable cualquier iniciativa que tendiera a la creación de los
vanguarrliaa del arado'' 0 5).
1929 también trajo novedades al campo sindical: se fundó la C.G.T.,
ºConfederadón General del Trabajo" , de inspiración comunista 0 6>. En ese
entonces ya existían dos centrales obreras, la F.O.R.U., "Federación Obrera
"egional Uruguaya" y la U.S.U., "Unión Sindical Uruguaya", ambas anar-
quistas. Los obreros, a pesar de fas circunstancias que debieron vivir
durante la crisis, no lograron unirse. Frugoni, poco después del golpe,
habiendo reconocido que la organización sindical carecía de "unidad y
potencia" haría un severo --pero definitori~ juicio: "Las tres se comba-
ten denodadamente" (11).

a) La elección de 1930

Escribió Luis Batlle e.erres: "Corrían los días y a medida que se acercaba
el t6•rmino del mandato del Presidente riverista Dr. Campisteguy, más se
intensificaban los maríscaleos sobre un posible golpe de estado" (1s>.
A pesar de ello las elecciO™i?S se efectuaron. El batllismo, cuyos
integrantes estaban unidos por el co_mpromiso de aplicar el programa que
se había elaborado en vida de Batlle, no mostró un frente coh~rente y
monolítico. Por lo contrario, al igual que antes <19>, se podían percibir
diversas "alas": a la derecha estaba el Dr. Gabriel Terra, a la izquierda y
uotoriamente influido por la revolución soviética el grupo del Dr. Julio
César Grauert; un núcleo algo amorfo de "jóvenes turcos" -entre los que
sobresalía Luis Batlle Berres- junto a algunos ya no tan jóvenes, mostra-
ban una tendencia de centroizquierda; mientras que otros se inclinaban
por iOluciones de centroderecha.
La muerte de Batlle agudizaba los problemas. Como suele suceder con
las grandes personalidades, no había alentado un sucesor. Optó por el
camino de distribuir tareas y colegializar a sus discípulos. El batllismo se
presentaría dividido a las elecciones. ''El Día" apoyaría la candidatura del
colorado neutral Dr. Federico Fleurquin, profesional y hombre de empresa.
Otros la del Dr. Gabriel Terra. Siempre se dijo que quien había gestado su
candidatura fue el Dr. Francisco Ghigliani. Ese mismo año Frugoni se había
referido en el Parlamento ijl ''derechismo del doctor Gab;iel Terra" Uo>.
Los sectores má$ "avancistas" --0bligados como todos los colorados a
votar dentro del lema para no perdtr frente al Partido Nacional- deberlan
acatar y resignarse a apoyarlo. Aunque lo más singular fue el pacto que
se hizo con el conservador Dr. Pedro Manini Ríos, el llamc1do "handicap'':
para lograr el voto del riverismo dentro del lema Partido Colorado., si obte-

18
,nia er l 7,5% de los votos colorados, Manini Ríos seria reconod do como
Presidente ,p or el batmsrno.
Este acuerdo electoral, de dos tendencias c:oJoradas completamente,
,antagónícas, fue tUdado de inmoral 1por et Partido Nacionat y acerbamente
criticado por Herrera. Era desvtrtuar ta vo:l untad del elector batllist a en
aras de la permanencia det Partido Colora-do en el, poder. La controversia,
,p rovocó fuertes tensiones, pero al final. las cifras efectorales dis•paron l.n
nubes: los cotorados ganaron ampliamente a los blanco1,
--iJOr me, d•
quin~• mH votos-, mientras quf a Mansni !Ríos le faltaron unos pocos
sufragios para, completar el 17;5% . Fue prodamado el candídato batmsta
Dr. Gabrie1 I Terra (21)_
Para el Or. Lu~s A. de Herrera 'la elecdón si,g nifkó una derrota que, lo
alejó - tuego de haberla ca·s.i a~ridado--, de la Presidenda. La misma
SU'mi,ria al nacionalismo en una ardorosa polémica interna. de la iqu•
sur,g ir ta en 1931 e1 naciona4¡smo que se denominari.a " independiente".
El batUi5mo en cambio. logró aumentar el número de conlejeros a cuatro,
el máximo que die.ha fracción akanzara en el ConseJo Nadonal de Admini1-
. . _ tradón desde 1919 (22).
Después de varios años de tensión electoral, segun Gustavo Gallínal
. "se había roto el equilibrkJ de fuerzas entre los dos grandes partido&".
La lucha de los lemas partidarios tradicionales quedaba netamente defi-
nida a favor del coloradismo. Sin embargo el panorama político presa-
giaba días difíciles.
La Constitución vigente imponía gimnasias electorales anudles o bt-
anuales que renovaban parcialmente los órganos múltiples (Consr,jo Nacio-
nal de Administración, Senado, etc.). De tal suerte que las victori,u de un
sector no necesariamente le proporcionaban la necesaria mayoría para
gobernar. Lo que se pudo constatar una vez más después de estos
comicios: en el Consejo Nacional de Administración una fuerte mayoría
batllista contraria a Terra, en el Senado una fuerte mayoría nacionalista,
en la Cámara de Representantes, por obra de la representación propor-
cional, "nadie y todos·· (23).
Al asumir la Presidencia Gabriel Terra tenía cincuenta y ocho a_(l~s de
edad. Abogado de profesión, era el hijo mayor del Dr. José Ladislao Terra
~raduado en Brasil, hombre de confianza del Barón de Mauá y Ministro
de Gobierno del Gral. Santo5--. Su personalidad ~ era contradictoria y
controvertida: en 1910 negó s_u voto a la segunda candidatura presidencial
de Batlle, en 1923 había cuestionado al Colegiado, Batlle le había incre-
pado públicamente su asistencia a la ceremonia religiosa de la boda de su
hija, Terra nunca le perdonó su intransigencia. .Había presidido la Unión
Industrial Uruguaya y tenía intereses en empresas i~~u~ria_l_~ (~e_bidas y
oxígeno). Familiarmente estaba viñculado ai sector
rural y exportador: -~ La

1f.
nleto de un propietario rural; su esposa María llarraz era hija de un
hacendado; una hiJa suya se había casado con el barraquero Alberto Puig.
'Dos_de sus primeros ~-~~ _f~eron polémicos_y ~e signo mode~~_iz!d~:
prohibir el_ uso de gr_illos pesad_os para asegurar ~ los presos; recomen~ar
• los Jefes de Policía tomar indistintamente · a ciudadanos blan(os _o de
color l2.tl. ·
Sin embargo adoptaría otras actitudes aún mucho más polémicas: no
asistir a las sesiones de la Agrupación Colorada de Gobierno; desechar la
candidatura del General Julio César Martínez a la Jefatura de Policía de
Montevideo ---desoyendo el parecer de la Agrupación- y darle el cargo a
su hermano político, el coronel Baldomir; nombrar en su primer ministerio
al vierista Espalter, el terrista Mañé y el neutral Juan C. Blanco. "El gran
desencantado es el batllismo", comentaba la prensa partidaria <25>_

b) El pacto de 1931

Después de los comicios, Herrera señaló al Directorio del Partido


Nacional: ''la presidencia de Terra será de absoluta intransigencia y además
habrá que reaccionar contra las visibles tendencias a implantar el colegiado
integral" <26).
Sin embargo, su propuesta no encontró unánime acogida, ni su
liderazgo irrestricta adhesión. La derrota nacionalista había agudizado las
diferencias internas que se venían perfilando desde antes. Ya en diciembre
de 1930, Ismael Cortinas se declaró partidario del Colegiado; en cambio
Herrera se opuso al Colegiado y a la "permanencia de los Entes Aut)•
nomos·· <27>.
En enero se reunió el Congreso nacionalista para elegir el Directorio.
Para nominarlo Presidente, se le exigió a Herrera que se declarara "civl1ista".
Herrera se negó y perdió la elección (2B). Triunfó el anti·herrerismo. Presidirá
el Directorio Ismael Cortinas, secundado por Luis E. Andreoli y Amador
Sánchez como Vicepresidentes. El herrerismo rechazó los puestos en mino-
ría que le correspondían en el directorio. El doctor Herrera, terminado en
febrero de 1931 su mandato como consejero nacional, "bajó a la plaza
públlca" <29>. La escisión nacionalista era un hecho: se creó un "Comité
Nacional Herrerista" que entre sus bases propuso revisar las leyes electo-
rales, reformar la Constitución, detener el avance del estatismo. Del otro
lado quedaban los que Haedo, con sorna, denominó "blancos batllis-
tas" <10>.
Mientras tanto, la situación del país empeoraba. El valor de la moneda
entre abril y octubre de 1931 cayó en un 60%. El volumen físico de las
exportaciones fue dieciocho por ciento inferior al de 1930, los precios de
las mismas en pesos acusaban un descenso del siete por ciento '3 1).

20
1930 había tf!rminado con treinta mil desocupados, según las estlme-
ciones oficiales: equivalía aproximadamen,e a un tercio de los a1al1ri•d01
por la industria manufacturera, según el Censo Industrial de ••• afio.
Crisi1, rec~sión, depresión, eran palabras tristemente de moda.
Paralelo al drama social, se caldeaba el dima poUtico. La violencia N
apoae,ó de la ciudad de Rocha en agosto: un acto del Partido Comuni•~
terminó en refriega. Murieron el trabajador Lujambio, el subcomisario
Herrera y el oficial Sarpe '12>.
Lo mismo aconteció en octubre, en Carmelo, mientras el Dr. Herrera
se dirigía al público. Fallecieron Eduardo Aguiar, jornalero, y Julio Tron•
coso, guardia civil (3 3).
Mientras tanto . en setiembre, Gabriel Terra abrió la campaña a favor
de la reforma constitucional. Su principal arg~mento: el Gobierno "carecía
de un plan integral para combatir la crisis" (34).
Sin embargo, se había elaborado un plan, cuyas medidas luego no
serían vetadas por Terra, y se buscaba un entendimiento con el naciona•
lismo anti-herrerista para impulsarlo. En realidad desde julio de 192i se
habían entablado negociaciones entre el nacionalismo y el batllism~ en
busca de un acuerdo para diversas reformas C3S)_ El mismo no se concretaría
basta el alejamiento de Herrera. Era una solución transaccional de proble-
mas que "habían llegado a ser verdaderos puntos muertos de la legislación
nacional" (36).
Años después nadie desmentiría al batllista Gustavo Fusco al recordar
que los autores del pacto de 1931 fueron Terra, Ghigliani y Demicheli '37>.
Similar juicio emitió Gustavo Gallina!: "El batllismo se mostraba unido en
1931 y unido se presentó a las negociaciones y las ultimó con la cooperación
calurosa de qui~nlfs formarían en 1933 el estado mayor de la dictadura" '38),
Dueño el nacionalismo de parte del Senado, y dueño el batllismo de
la mayoría del Consejo, el pacto haría posibles la creación de ANCAP y la
concesión del monopolio de teléfonos a UTE, es decir, las leyes de octubre
de 1931 . Sin embargo todo indica que el consenso fue más amplio.
Por lo pronto, dada la mayoría blanca en el Senado, el nacionalismo
apoyó el plan financiero-económico para salir de la crisis que contempló la
restricción de las importaciones, la protección a la industria y tambtén
medidas para sanear el déficit fiscal, como el impuesto a los sueldos de 101
funcionarios públiCO$ y el aumento de la contribución inmobiliaria rural.
Gustavo Gallina! senaló en C~mara "cómo los dos grandes partidos habían
podido ya unirse en torno a una política económica" C39>.
Obviamente, todo acuerdo impliq1 concesione1 y en tren de visuali-
zar1as no se puede dejar de subrayar que el batlllsmo las hizo en el área
de '" política social, al aceptar la red1.1c~ión de algunas categorías salariales
en la administración pública, según Berreta para que el plan global no
21
perdiera coherencia. Si bien el batllismo intentó enmendarlo al año siguien-
te, al apoyar la supresión del gravamen, no deja de ser un matiz impor-
tante en una plataforma programática que, todavía en 1928, hablaba de
la necesidad de pagar salarios altos para aumentar el poder adquisitivo de
la población, estimular el desarrollo del comerdo y la industria, "y conciliar
los dos opuestos de la doctrina marxista: el capitel y el trabajo" (40)_
También es de señalar la postura nacionalista de apoyar la ampliación
del dominio comercial e industrial del Estado, lo cual constit uyó un
cambio significativo, ya que habían sido partidarios del monopolio del
alcohol pero administrado en forma cooperativa <4 0.
Sin embargo, históricamente, por influencia de las acusaciones políticas
contemporáneas, comúnmente lo único que se destaca es el "chinchulin",
o sea las medidas de coparticipación política de la administración pública,
que junto a las demás, se incluyeron en el conjunto. Por ellas, en octubre
de 1931 se decidió renovar los directorios de diez entes autónomos,
procediéndose a nombrar los nuevos en forma proporcional a la represen-
tación electoral de cada lema, según los cómputos de la elección más
cercana de miembros del Consejo Nacional. La medida regía también para
la contratación del personal de trabajo y servicio de los entes autónomos.
Además pasaba a regularse la distribución de trabajo en las obras públicas
mediante la creación de comisiones de vecinos que aplicarían el sistema de
lista por orden preferencial o por sorteo.
Para el Partido Nacional el pacto significó un indudable paso adelante
en la política de coparticipación instaurada por la Constitución de 1917, y
el fin, en muchas áreas, del exclusivismo colorado. Para el batllismo, en
estos momentos, un cambio de alianzas que reducía a los más conserva-
dores de su partido, en especial a los riverístas, a pesar en la lucha política
según su electorado.
Para ~, resto de las colectividades políticas, incluidas las menores, el
acceso, en futuras creaciones de entes estatales, a la administración pública.
Para la administración pública, la intensificación de la po~itízación y
del reparto político. Para batllistas y nacionalistas independientes, en lo
inmediato el gobierno de los entes autónomos.
Pero tambien significó la posibmdad de ampliar el campo estatal.
Según Lindhal el nacionalismo no estaba en contra de la nacionalización
de léts empresas de utilidad pública cuando estuvieran en manos extran-
j~ras, pero rechazaban las propuestas batllistas por miedo a que el partido
!JObernante, a través de su política de nombramientos, aumentara sus
ventajas electorales <42 >.
Abrir la administración pública podía llegar a ser una manera de
conseguir adhesiones para impulsar cierto reformismo económico. Por otra
parte, en el nacionalismo anti-herrerista, al igual que en el batllismo, ya se

22
perfilaban diversas "alas".
Y si bien habla un núcleo conservador, había otros que estah,m
dispuestos -a pesar 'de sus diferencias con el batllismo, que las habia-- a
apoyarlo en algunas cuestiones.
Sin embargo, en lo inmediato, el pacto no significó nada más que un
acuerdo primario. Pero como suele suceder, fueron los contrarios los que
terminaron por englobarlos en un mismo campo. La virulencia con que se
atacó al pacto y el tono subversivo que adquiriría en los meses siguientes
la campaña pro-reforma constitucional trazó una línea divisoria: herreristas,
riveristas, tradicionalistas y radicales colorados por un lado; batllistas,
nacionalistas independientes, socialistas y radicales blancos por el otro. Las
diferencias no sólo eran por el problema constitucional, también implicaban
maneras de ver la problemática social y económica del p-lís, a pesar de las
contradicciones y matices entre los distintos grupos.
La creación de ANCAP dio fuerza a la reacción conservadora y a 1-"s
entidades empresariales para intensificar sus críticas al plan económico-
financiero aprobado.
El 11 de agosto, por sugerencia del Ministro de Inglaterra, se reunió
la "Cámara de Comercio Británica". La misma vio en principio como
pos¡tivo el acercamiento entre los dos partidos y sin sutilezas señaló lo~
caminos que creía conveniente seguir: terminar con el aislamiento al
capital extranjero 'Y la financiación de iniciativas en base a su contribución
impositiva. También creyó conveniente manten~r el crédito del país en el
exterior, lo que en otras palabras significaba que hab!a que pagar las
deudas. (43)_
la elección para diputados efectuada a fines de 1931 complicaría
aún más la escena política : terristas y nacionalistas "independient~s"
perdieron fuerza electoral <44)_

e) , 1932: Un ano particularmente dificil

Para los importadores, 1932 constituyó uno de los años más tristes: lil!
política restrictiva adoptada el año anterior comenzaba a rendir sus frutos,
reduciéndose sensiblemente los guarismos introducidos al país. Pero no
fueron tos únicos. Los propietarios, entre ellos los rurales, contemplaron 1~
baja del precio de la propiedad y la disminución de los alquileres y el
aumento de impuestos. También fue un ano triste para los ganaderos y
para el país: Gran Bretaña adoptó en Ottawa una política discriminatoria
en la importación de carnes, con la finalidad de proteger a los export;a,-
dores de sus dominios.
La misma se sentiría en todo el Río de la Plata por tratarse dP!
principal mercado cárnico para la región, pero particularmente en Urugu"'lv.
Segun estos convenios, la carne enfriada sudamericana se verfa limi-
tada al nivel de julio 1931-junio 1932, y la congelada sólo podría llegar al
15% de lo exportado en ese período. Las exportaciones uruguayas ya se
hablen contraído en ese ª"º básico, por lo que la reducción se aplicarla
sobre una cuota disrninuida.
Poco después Argentina desarrollarla una ofensiva diplomática, fir-
mando el acuerdo Roca-Runciman en 1933, cuyas disposiciones también se
aplicarían a Uruguay: la parte del mercado británico que Uruguay recibió
entonces representaba una drsminución de casi el diez por ciento del ai\o
base para cada uno de los años 1933, 1934 y 1935, y en el congelado,
para 1935, una baja del 35% (45>.
Los convenios de Ottawa del año 1932 dejaron a la ganadería urugua-
ya sin mayores posibilidades de expandir las exportaciones, ya que en lo
inmediato, dada la crisis, era muy difícil conseguir nuevos mercados, en
momentos en que hasta en Inglaterra el proteccionismo 1ustitufa al libre•
cambismo.
Ni las transnacionales del petróleo se escaparlan de recordar los sufri•
mientos que implicó 1932: ANCAP comenzarla sus actividades, sustrayén-
doles una parte del mercado uruguayo.
Para la mujer, en cambio, 1932 cerraría con una buena noticia: se le
reconocería el derecho al voto.
En lo político el año había comenzado mal. En febrero se detuvo a
Nepomuceno Saravia quien, según se informó, intentaba una salida revolu-
cionaria, para lo cual estaba organizando fuerzas en Brasil. El Ministerio
del Interior citó a l~s autoridades nacionalistas. El Dr. Herrera envió una
carta al Ministro Ghigliani "expresando que no asi.9tÍa, pues está en absoluto
desacuerdo con Is política presidencial de los últimos tiempos" '46),
Casi simultáneamente se allanaba el diario comunista "Justicia" y se
denunciaba la existencia de un complot. Ghigliani se reunió con represen-
tantes de los sectores políticos para informar de lo actuado e iniciar
convenaciones "a ,;,, de lograr la reforma del Código Penal" C47>. También se
allanaron clubes y se detuvo a dirigentes y militantes qomunistas, mientras
el Juez de Instrucción dispuso la clausura de "Justicia". El 12 de febrero las
tres centrales sindicales existentes decretaron un paro general C48),
Terra declaró que esperaba que el Parlamento aprobara la ley de
restricciones a la inmigración "que permitirá poner término a estos espec-
táculos bochornosos" <49>. Se intervinieron estaciones de radio y comunica-
clones telegr,ticas. La policla investigó a la entidad comercial soviética
"Yuzhamtorg" que había ganado la licitación para abastecer al Estado y a
ANCAP de combustibles.
En un acto político autorizado es detenido el diputado comunista José
Lllz■rraga. La Cámara de Representantes aprueba la moción del Dr. Regu-
tes de ponerlo en libertad. Terra la acata.
"La Mañana" se preguntó: "¿A qué, pues, todo ese estruendo, toda esa
leramalla, toda esa pirotecnia derrochada, si no se trataba maa que de tomar
algunas disposiciones corrientes frente a la amenaza de pmlblea dl•hl-
blos1" (50),
Mientras tanto, en el Cuartel de Bomberos, Nepomuceno Saravla
declaró que su detención era fruto de intrigas políticas: "lo que en verdad
me ha molestado, es que se me haya mezclado con los comunistas, pu,,1
nada tengo de común con ellos" (51>.
Terra, en Mensaje a la Asamblea General, afirmó que ha demostrado
"que la fuerza pública está con la Presidencia como un solo hombre al
lflrvicio de la patria, para defender la legalidad y mantener el orden .. <sl).
Ghigliani, interpelado por Frugoni, dijo que las medidas se hablan
tomado por un inquietante telegrama recibido del embajado, Pedro Casio
desde Berlín, informando sobre un inminente golpe comunista que, según
él, habían confirmado diplomáticos extranjeros en funciones en Monte-
video (53). Meses después, Ghigliani escribió en la prensa: "el gobierno le
mojó la oreja a los comunistas" (54).
A mediados de año, se produjo la ruptura total entre Herrera y el
nacionalismo "independiente". La Convención dedaró privados de la repre-
sentación partidaria a los miembros herreristas del directorio constituido
ese año bajo la presidencia de Herrera <55>.
Mientras tanto, las compañías importadoras de derivados de petróleo
hacían escasear sus productos para presionar al Consejo Nacional de
Administración . El "Comité Nacional de Vigilancia Económica" -que ya
había hecho "paros patronales"- siguió insistiendo en la necesidad de
frenar la "demagogia", que en su lenguaje significaba detener la política
de estatizaciones y la legislación social.
En junio, Terra, que ya contaba con un órgano periodístico para
apoyar su gestión ("E/ Pueblo'1, convocó a dirigentes de divel'$05 partidos
políticos para hallar una vía de reforma. Se negaron a colaborar el
batllismo antiterrista ("neto"), el socialismo, el radicalismo blanco. El
nacionalismo independi~nte, por boca del Dr. Juan Andrés Ramírez expresó
que sólo apoyaría la reforma constitucional si los demás partidos encon-
traban una fórmula política que superase en bondades a la de 1917.
Fracasó la Comisión de Reforma. Según Terra los campos se polarizaban:
"La lucha quedó desde entonces francamente entablada'· <56>.
En julio sucedió un hecho que también produjo malestar político: un
Incidente con Argentina terminó en una transitoria ruptura de relaciones.
Al mes siguiente, Terra dirigió la palabra a militares, en un almuerzo
de confraternidad: "La unidad de acción ante el avance de las ideas
disolventes y subversivas, es tan necesaria hoy en día en las fuchas
,s
económicas y en la solución de los problemas sociales como el comando
único en el Ejercito. LB uniformidad de miras, es decir, la existencia de un
gobierno de verdad, se puede conseguir en un gabinete parlamentario que a
su vez tendria la misión de dirigir el Parlamento que hoy actúa en forma
Irregular sin conexión ninguna con el Poder Ejecutivo y sin obedecer a
ningun plan de trabajo" (57).
En noviembre de 1932 se efectuaron las elecciones nacionales. Herre-
ristas y riveristas proclamaron la abstención. Vieristas y sosistas participa-
ron. De los trescientos nueve mil votantes que acudieron a elegir diputados
en 1931, sólo lo hicieron ciento sesenta mil en 1932. El batllismo había
perdido veinticinco mil votos. En cambio, su tradicional adversario cien
mil, confirmando el liderazgo electoral de Herrera <58). El Consejo N3cional
de Administración le quitó entidad a la elección: "Entre los partidarios del
régimen actual de gobierno y sus opositores, primaron. en esa forma, de un
modo absoluto, los primeros" <59l.
Terra, en cambio, que por "razones doctrinarias" sufragó por las listas
del partido, intentó ver sólo una minoría antirreformista en el batllismo.
Para él, el comicio significó "algo así como la muerte democrática del
régimen constitucional en vigor'' (6 0)_
En diciembre, Terra publicitó sus bases de reforma constitucional:
proponía una fórmula que se identificara con el ideal batllista, el cole-
giado integral. A riveristas y herrerístas los embargó la desazón (6 1). Y no
era para menos, ya que Terra había cuestionado en 1923 la eficacia del
colegiado. ¿Qué se proponía Terra? Quizás apelar al sentimiento del
electorado batllista y aislar ~ los dirigentes del sector, quizás precipitar los
hechos. Difícil saberlo. Por lo pronto ni él, ni Manini, ni Herrera, contaban
con la fuerza legislativa necesaria para proceder a reformar la Constitu-
ción: los dos tercios de los miembros de cada Cámara. Y si la conseguían,
habia que esperar que una segunda legislatura ratificara los deseos refor-
mistas de la primera, lo que llevaría años. Los sectores reformistas, sin
mayoría legislativa pero con prisa, elegirían el camino de convocar a un
1 plebiscito y, de ser afirmativo, elegir una Constituyente. Sus adversarios,

dado que era una salida no prevista por la Carta fundamental, señalarían
la inconstitucionalidad del procedimiento.
Herrera, alentado por el resultado electoral adverso a sus enemigos
del Partido Nacional, se abocó a presionar con la posibilidad de una
insurrección. Terra, a pesar de que la campaña desarrollada por Herrera
era claramente subversiva, no lo detendría. Llegado el momento, y con el
argumento de desear evitar una guerra civil y el derramamiento de
ungre, buscaría un entendimiento con él. Se acercaba la hora de la
dictadura.

26
d) Hacia el golpe

El 2 de enero de 1933, un titular de "El Debate" marcó el clirrla del


momento: "La chispa de lo alto, prenderá el incendio de la llanura". Su
texto no provocaba dudas: "En el año que se inicia, el Colegiado tendra
que ser, el aborrecible recuerdo de una epoca de miseria moral y de
COMupción política hundido para siempre en el sarcófago de las grandes
vergüenzas nacionales".
Herrera junto a Nepomuceno y Villanueva Saravia habrían comenzado
los aprestos revolucionarios y la compra de armas <62l.
Otros hechos ayudaron a caldear el ambiente. La ley de presupuesto
general de gastos de 5 de enero de 1933 establecía que el ingreso y los
ascensos en la administración pública serían por concurso. El decreto
pendiente de sanción, según Gallina!, fue archivado con los papeles del
Consejo Nacional de Administración al disolverse este cuerpo <63 1. Pero esto
no fue lo único. Dicha ley reducía partidas del Ministerio de Guerra y
Marina y disponía la contratación de un técnico encargado de investigar la
existencia de tierras fiscales y detectar las apropiadas indebidamente por
los· particulares, medid& ésta que podía cuestionar la legitimidad de
muchas propiedades (64)_
Obviamente se iba en lo económico a una profundización del proceso
reformista, como lo confirmaría años después Eduardo Acevedo al divulgar
que cuando sobrevino el 31 de marzo ANCAP tenia a estudio la expro-
piación de las concesiones otorgadas a las compañías de petróleo para la
venta de combustibles, mientras una comisión dependiente del Consejo
Nacional de Administración emprendía el estudio de un proyecto de
estanco de tabaco (65).
El 13 de enero, en la casa de Alberto Puig, íntimamente vinculado a
Terra, se realiza una entrevista entre Herrera y el Presidente. Terra intenta
disuadir a Herrera. Aparentem·ente se habla de todo: de la proyectada
marcha pacífica sobre Montevideo que prepara Herrera, del mitin para el
8 de abril que organiza el Dr. Navarro. Las palabras de Herrera son
sugestivas: "El cambio radical se impone; hay que hacerlo. Lo haces tú o /o
hacemos nosotros. En lo que me es personal, yo ya estoy resuelto". Según
dice Haedo, Herrera le confesó que tenía la impresión de que Terra iba al
golpe. Si lo convino con Herrera o no, no lo explicita Haedo (66>.
Días antes, Alberto Oemicheli, Ministro del Interior de Terra, habia
sido interpelado por un discurso pronunciado en diciembre en Ja ciudad
de Minas, en el que había afirmado que no exis_tía gobierno en el pals.
Ya en otras oportunidades el terrismo habia insistido en que 'ª acción
administrativa estaba diluida y era lenta, engorrosa y cara; en que existía
desarticulación entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento; en que las

27
relaciones entre el Gobierno Nacional y los Entes Autónomos era "nulas";
en que el Poder legislativo tenía la iniciativa en los gastos públicos; en
que los diecinueve departamentos en que se dividía el país podían decretar
Impuestos. Terra culpaba a la fragmentación de poder impuesta por la
Constitución de 1917 de la presunta inexistencia de un plan económico-
financiero para salir de la crisis. La realidad era que Terra no podía dictar
medidas de ese tipo ya que esa facultad estaba en manos de la otra rama
del Poder Ejecutivo. El Consejo Nacional de Administración y amplios
sectores parlamentarios denunciaban las maniobras diversionistas de Terra
y los grupos ultraconservadores que culpaban a la Constituctón vigente de
los males que sufría el país. Mediante consenso político se habían tomado
medidas para conjurar la situación económica, pero sus frutos demorarían
en apreciarse. Por otra parte, entre los sectores políticos contrarios a
Terra, a Manini, a Herrera, y al Comité Nacional de Vigilancia Económica,
también había partidarios de reformar y mejorar una Constitución que en
definitiva no los conformaba por entero ya que había nacido merced a
una transacción, en la que muchos debieron deponer postulados y aceptar
otros ajenos.
El debate en el Parlamento fue subiendo de tono. Demicheli ~ e
había sido uno de los gestores del pacto de 1931- lo calificó "consecuen-
cia vergonzosa de una política que implicaba la venta de leyes a cambio
de empleos públicos". Después de un áspero dialogado abandonó la sala
manifestando que no necesitaba defender los actos de su vida pri'lada.
El Senado pasó a estudiar la pertinencia de aprobar una moción de
censura (67>.
Antes de finalizar enero, una refriega en un acto comunista en la
colonia rusa de San Javier, en el departamento de Río Negro, concluyó
con la muerte de una mujer, Julia Skorina <68>.
En febrero arreció la embestida contra las instituciones. "El Debate"
inJtntó movilizar a los productores rurales y a los propietarios aquejados
entre otras cosas por la baja del precio de los bienes inmobiliarios. Basta
con repasar los titulares de la edición del día 13: "La huelga tributaria",
"Queremos la moratoria general interna", "Huelga de bolsillos cerrados",
"La rebaja del aforo de los campos y fincas".
La crisis económica se sentía con crudeza. La reducción de las exporta-
ciones provocaba contracción en las actividades de la industria y comercio.
El desequilibrio presupuesta! limitó tas posibilidades del estado de incre-
mentar mediante gastos o inversiones la actividad interna. Se dijo que el
presupuesto de febrero se había pagado con un préstamo de la banca
privada al Estado (69).
Terra continuó sus conferencias reformistas en el interior. Aniceto
Patrón, herrerista, gremialista rural, urgió a Terra por carta: "las tremendas

28
perspectivas que percibe usted, reclama una acción más urgente y efectiva
que aquella, tan morosa, de una reforma constitucional por los procedimientos
que la Constitución establece" Oo>. El socialismo planteó juicio político
contra el Presidente de la República y su Ministro del Interior. La moción
tue rechazada.
Herrera en cambio publicitó su proyectada marcha sobre Montevideo,
ciudad "egoísta y sensual", que no quiere ver los males que "padece la
oampaña". La meta: derribar el colegiado. Marchar sobre Montevideo,
"con armas o sin ellas··, con hombres de todos los partidos, "soldados y
civiles" <71 >. Si bien siempre se identificó esta marcha con la de Roma que
hizo triunfar a Mussolini, Herrera la asoció a la movilización que comenzó
en Livramento, y terminó en Río de Janeiro "con el acceso al poder de
Getulio Vargas .. (72).
Se informó de otra entrevista entre Terra y Herrera que habría tenido
lugar el 9 de febrero <73>. La marcha sobre Montevideo no se realizó.
En los primeros dlas de marzo el herrerismo publicitó un proyecto
presentado por parlamentarios de su sector para plebiscitar la permanencia
del colegiado y elegir una Constituyente C74 >. Los dirigentes antirreformistas
organizaron un acto público en defensa de la institucionalidad. El día 14
se eligió al Dr. Alfredo Navarro presidente del Movimiento Pro-Reforma
Constitucional que preparaba una gran manifestación contra el colegiado
para el día 8 de abril. La Comisión de Tesoro la integraban el industrial
Graffigna, el ganadero José Luis Santayana. el comerciante Féli.-- Ortiz de
Taranco (h) <75 )_ Era la manifestación -multitudinaria según los organiza-
dores-- con la que Terra habría dicho a Herrera que pensaba ~vitar el
derramamiento de sangre, la que pacíficamente le entregaría el poder 0 6>.
La idea era movilizar miles de personas en apoyo de la reforma constitu-
cional. Dijo el Dr. Navarro: "no les oculto mi opinión de que después de
ese acto todos los poderes del Estado, excepto la Presidencia de la Repú-
blica, deben quedar caducados, debíendo procederse de inmedjato a la
elección plebiscitaria de una Asamblea Constituyente soberana". Sin embar-
go dos semanas antes del golpe Terra contaba ya con la conformidad del
riverismo para darlo. Así lo declaró años después el diputado Polleri:
"Quince días antes del famoso 31 de marzo que tanto se menta, el doctor
Terra visitó en su casa al doctor Maniní Ríos y le hizo conocer gran parte
del programa de acción revolucíonario, y desde ese día, contaba con la
conformidad del doctor Manini Ríos" C77).
Según Frugonl, todo el asunto de Nepomuceno Saravia habría sido un
bluff que permitió a Terra explotar la situación de temor a una guerra
civil: "No se había visto al gobierno movilizar tropas y mucho menos
concentrarlas para disponer de ellas con facilidad" (78).

29
Tampoco las críticas a la política económica eran convincentes puesto
~ue eKistía una coherente ya aprobada, que demoraria en mostrar sus
logros, a la que Terra había dado su consentimiento. Y el "pacto del
chinchulm'', como lo motejó Herrera, habría contado con su asentimiento.
Pero todo eso quedaría atrás. El golpe estaba en marcha. Herrera se
ausentaría del país durante su ejecución.
El día 30 apareció en "El Debate" la foto de Herrera y su esposa al
llegar a Río de Janeiro. Ese mismo día el matutino "El Día" publicó un
documento firmado por Consejeros, Senadores y Diputados batllistas, en el
que acusaban a Terra de estar montando "en la sombra la maquina de Is
dictadura ...
La Agrupación Colorada de Gobierno acababa de articular y some-
ter a consideración de la Convención del Partido un proyecto para incor-
porar a la Constitución el recurso del plebiscito con fines constitucionales
y legislativos. Pero, a pesar de estar convocada, no se pudo reunir.
Terra adujo que en otra parte de la edición del citado matutino se citaba
a los miembros de la Convención para combatir al "sátrapa" que desem-
peñaba la Presidencia de la República, razón por la que prohibió su
realización. Las medidas extraordinarias no pararían ahí. La Presidencia de
la República, aduciendo su facultad constitucional de evitar la conmoción
interna, decidió censurar previ~mente a los órganos de pubticidad que le
atribuían propósitos dictatoriales. Ambas disposiciones tendían a paralizar
y amordazar a la oposición.
Las cárceles fueron intervenidas y contingentes armados ocuparon
instalaciones de Aguas Corrientes, Telégrafos y Teléfonos y Usinas Eléctri-
cas. Según Terra, las informaciones policiales coincidían en afirmar que en
la noche del 8 de abril se apagarían totalmente las luces de la ciudad de
Montevideo al paso de la manifestación reformista, produciéndose al
propio tiempo, con fines criminales, la fuga de los más peligrosos delin-
cuentes del Penal de Punta Carretas <79>.
Mientras tanto Terra se instalaba en el recién construido Cuartel de
Bomberos, lugar en el que recibía a funcionarios y delegaciones, en medio
de medidas de seguridad extraordinarias. Habia dirigido un Mensaje a la
Asamblea General, explicando sus razones, y manifestando que continuarla
°
siendo "sencillamente Presidente de la República hasta el 1 de Marzo de
1935", por la voluntad de sus electores e,<presada en comicios libres.
Desde su despacho presidencia, provisorió esperaba el fallo de la Asam-
blea General.
A las tres y media de la tarde, bajo la pres;dencia de Antonio Rubio,
comenzó a sesionar el Consejo Nacional de Administración, en la que
quiz,s sería su última --e histórica- reunión. A len ocho menos veinte de
la noche se recibió el Mensaje de la Presidencia de la República. Rubio

30
hiio notar que las medidas eran inadmisibles e incalificables después que
- declaraciones y propaganda subversiva del herrerismo no habían "mere-
tldo una palabra de condenación, ni medida alguna de represión legaf'.
ll)tasar Brum dijo que en cuanto el Mensa;e trataba de "delincuentes" a
·llt Consejeros batllistas firmantes del manifiesto publicado por "El Día",
ldlo merecía un "comentario jocoso", ya que quienes ··pretenden montar la
dlctaoora son los organizadores de Is manifestación del 8 de Abril, el doctJr
"-"ª''°• al decir que a raíz de la manifestación caducarán todos los
,oderes, excepto el del Presidente, que tendr,a que actuar entonces como
Dictador; el General Fabregat que pedía la violencia contra la actual organi-
a.ción constitucional, todos sin aludir a los 'dioses menores" como Patrón,
11 Debate, El Pueblo, etc.". Tomás Berreta advirtió que subvertida la legali-
dad el pueblo sería "la primera víctima". Gustavo Gallina! recordó la incons-
tttucionalidad del proyectado plebiscito que era una forma "acaso la más
g,ave, de violencia". El Ministro de Hacienda Acevedo Alvarez dio cuenta
del acta del Directorio de las Usinas Eléctricas del Estado informando que
1proximadamente a las cuatro de la tarde un piquete militar había
arribado para vigilar las instalaciones, mientras el Gerente lng. Bernardo
Kayel, actuando con policías y militares y por orden de Terra habla
OC'-"pado la usina de generación, prohibiendo la entrada a miembros del
Directorio. Poco después Kayel los subrogaria y expulsaría. El Consejo
deddió por unanimidad enviar un Mensaje a la Asamblea General denun•
ciando estas arbitrarias destituciones, así como la del director de la
Penitenciaría. A las veintiuna horas y cuarenta y cinco minutos la sesión
concluyó (80>.
Mientras Montevtdeo vivía los estertores de un carnaval prolongado
en tablados de barrio, en medio de un clima festivo que no se acompasaba
a las dramáticas instancias que se estaban desarrollando, desde las veinte
horas sesionaba la Asamblea General. Batllistas, Comunistas y Nacionalistas
independientes presentaron mociones coincidentes en rechazar el decreto
presidencial y levantar las medidas extraordinarias.
El blanco radical Paseyro comenzó la oratoria afirmando que "frente a
un movimiento reaccionario derechista, deben juntarse todas las izquierdas
unánimemente" (81 >. El comunista Eugenio Gómez advirtió que "el golpe de
estado se ha iniciado con las medidas tomadas en el día de hoy por la
Presidencia". El nacionalista independiente Rodríguez Larreta despidió, con
sentidas palabras, a la democr1da liberal: ''Somos un país pequeño, un
país no rico, de escasos recursos materiales que, entre los colosos de
América que nos rodean, contábamos con una sola virtud: teníamos el
orgullo, si se quiere Is vanidad de ser superiores a ellos en cultura poútica y
en civilización. (.. ...). Y bien: ese único orgullo, esa única satisfacción que
nos permit,a mediar en el concierto de las grandes potencias con alguna

31
vanidad y con alguna satisfacción, ha sido enterrado en el dHJ de hoy",
El batllista Julio César Grauert se solidarizó c.on el manifiesto de su
sector que debió ser "más energico, más categórico".
Los oradores se iban sucediendo, mientras la Presidencia de la Asam·
blea instaba a los funcionarios policiaJes a que expulsaran a quienes desd,
la Barra perturbaban la sesión.
Luis Batlle Berres recordó que cuando Terra prodamó su candidatura,
"buena parte de los ciudadanos; la gran mayoría, estuvieron en su favor.: una
pequeña minor",a estuvo en contra'", acusando a Ghigliani ··de ser uno de los
culpables de esta maquina molinera que se ha levantado" .
Un diálogo mantenido con fusco mostró que, a pesar de su campafta
contra las instituciones, Terra no habla iido expulsado de su partido. "En
el momento presente, nosotros tenemos, en ef caso, una doble responsabili-
dad: como funcionanos del estado y como c;udadanos de ta republica y
militantes del mismo partido en que el presidente de la republica actua.
Señor Fusco. En que actuaba.
Señor Barite Berres. Digo ··en que actua ", porque no tengo el derecho de
decir ··en que actuaba··. porque debe ser la Convención ta que diga si
actuaba o si todav;a actua". El socialista liber Troitiño expresÓ que existía
1

ambiente propício para fas convulsiones porque la crisis económica no sólo


era sufrida por los obreros, sino también por los capitalistas; hadendo
notar que el pedido de juido politko af Presidente, ptanteado por su
sector, no encontró el apoyo "que deb,o prestarnos ta bancada batfllsta ".
El civico Regules consideró ..muy graves " las medidas adoptadas por el
Ejecutivo e insuficientes las argumentaciones que las fundamentaban, por
lo que mociooó llamar a sala al Ministro del lnterio·r.
El batUista Fusco advirtió que la policía no cumplia con sus funciones,
ya que algunos expulsados de la Barra habían regresado a ocupar sus
lugares.
Fue el oficialista Bado el encargado de defender la tesis det Poder
Ejecutivo y la moción de dejar subststentes las medidas e>rtraordlnarias.
Elogió a Batlle, a Terra, defendió la extensión del dominio industrial del
Estado, mientras pedia que se le amparase en el uso de la palabra, ante
frecuentes interrupciones de sus colegas.
El batUista Castro Onetti confesó que la reunión que debió realizar la
Convencíón de su partido era para tratar un proyecto de plebiscito del Dr.
Dominguez Cámpora y otro de Luis Batlle: "No rehuimos, entonces, la.s
transacciones; pero las hacemos sobre IB base de la más severa y honorable
legalidad".
En un ambiente tenso y caldeado las horas fueron pasando lenta-
mente, mientras las diversas bancadas políticas se preocupaban de dejar
sentada -ante la histori~ sus posiciones. Tiempo después diria Emilio

32
Frugoni de esta última sesión de le Asamblea General: "Fue una bela
muerte" '82).
Finalmente, por amplia mayorJa, la Asamblea General decidió dejar sin
efecto las medidas extraordinarias tomadas por la Presidencia de la Repú-
blica, desautorizando a Terra.
Batllistas, cívicos, comunistas, nacionalistas independientes, radicales
blancos y socialistas acompar\aron la moción triunfante.
En la madrugada del dia 31 de marzo concluyó la se5ión de la
Asamblea General.
LI respuesta de Terra no se hizo esperar. Entendió que el pronuncia-
miento de la Asamblea General habla sido tomado por algo menos de la
mitad de sus componentes y que provocarfa conmoción pública. Por
decreto la disolvió y creó una Junta de Gobierno para asesorar al Poder
Ejecutivo y desempeñar las funciones propias del Poder Legislativo; disolvió
los directorios de los entes autónomos y del Concejo de Administración
Departamental de Montevideo y la Asamblea Representativa; y manifestó
IU Intención de convocar a una Asambtea Co~ituyente.
Al caer la tarde, la población comentaba tos últimos sucesos: el Dr.
Battasar Brum se habia sulddado y algunos lideres políticos estaban cte.
nidos.
(Mando el dla J 1 de marzo llegó • su fin, el golpe estaba consumado.

33
Capítulo 11

MEDIDAS PARA SUPERAR LA CRISIS ECONOMICA

A pesar de semejanzas que en ocasiones rompen los ojos, ninguna


tri5it es idéntica a otra. La historia. sí ,e repite, es sobre real•dades
distintas. Sin embargo ~a receta para superar ésta, salvo ex.cepciones que
respondieron a hechos novedosos, no fue enteramente original. Muchos
de los desafío5 plantead01 pocHan encontrar una adecuada respuesta en el
modelo que el batltismo buscaba tmplantar desde comienzos de siglo. Sus
partidarios, ,in la presencia de BatUe en la escena, divididos y también
diferenciados en fracciones. debiendo negociar -y no está demás recordar
que en política negociar es casi sinónimo de transar-, intentaron. una vez
mas, tmpulsar su ideario. EUo implicó en lo interno exacerbar a los
sectores ultraconservadores y • • capital extranjero, y en lo eKterno provo-
car inquietud, como Jo reflejó el Foreign Office en uno de sus informes:
" . .la· faccJón domínante esta resuelta a explotar la crisis como pretexto para
eliminar los intereses extranjeros" <O.
Desde et punto de vista social. algunas de las di.sposiciones adoptadas
para conjurar la crisis fueron de efectos negativos. la polltica económica
--en parte fruto del acuerdo político alcanzado en 1931 entre el batllismo
y el nacionalismo que pasar,a a denominarse ''independiente"- terminó
siendo vista como una de las causas fundamentales del gotpe de 1933 <2).

a) Desvalorización monetaria

A fines de 1929, Baltasar Brum manifestó en el Consejo Nacional de


Administración que la política de sobrevaluar el peso que seguía el Banco
República favorecía al comercio importador, pero perjudicaba a la indus-
tria y a las exportaciones ganaderas. Propuso estimular la desvalorización
monetaria (3).
En 1931 sería el Ministro de Industrias, Edmundo Castillo, el encargado
de fundamentar la aceptación de la desvalorización del signo monetario
uruguayo. OeJó claro q..,. 'la caida dei mtsmo se debió a que no 5e habian
aplicado oportunamente las medidas propuestas por el batllismo (limita-
ción de las importaciones, estatizadones) que hubiesen impedido ta fuga
ele divisas que presionaron a la baja del pe"SO. Stn embargo el hecho era
34
ltJU• el peso hab1a perdido valor. Dijo Castillo: "el Consejo Nacional resistió
M beneficio de la µroducc1on rural a la valorización artificial del signo
mof'fetario.. ... t4 )_
Esta politíca tendía a lograr dos objetivos: a) fomentar al sector
tlJ.Cportador que recibiría más pesos uruguayos por sus ventas; b) aumentar
r1I precio de la manufactura importada, con lo que se protegía a la
Industria nacional.
Pero también podía tener un efecto negativo: aumentar el costo de
vida, ya que combustibles, materias primas y articules de primera necesidad
•• adquirian en el exterior.
Esta consecuencia fue criticcJda por el diputado socialista Emilio Frugo-
ml, que ya en mayo de 1929 habia propuesto retornar a la libre conversión
del peso a oro, coincidiendo con destacados representantes del alto
cemercio, como medida que conduciría hacia una moneda sana que
aseguraría el valor adquisitivo del salario.

b) Control de la comercializacion de moneda extranjera

En mayo de 1931 se autorizó al Banco República a controlar la


compra y venta de moneda extranjera -que hasta entonces era libre--
para impedir la especulación que influía en la depreciación del peso
uruguayo. La medida se complementó en octubre con otra que obligaba a
los exportadores a comercializar la moneda extranjera en el país, evitando
la evasión de divisas.
La intervención del República perjudicaría a exportadores y ganadero~,
ya que se fijaría administrativamente el precio de compra de la moneda
extranjera a un cambio oficial, aceptando la desvalorización del 54%,
mientras que en el mercado negro, que nació espontáneamente, era del
77% (5 ). Esa diferencia era considerada un impuesto de exportación.
Pero también afectó los intereses de la banca, especialmente la extran•
jera, uno de cuyos más suculentos negocios era la comercialización de
moneda. Joslin, historiando la banca británica en América del Sur, escribió
que en 1931 el "Banco de Londres y América del Sur" "se vio obligado a
apelar a la intervención diplomática para proteger sus intereses" C6>.

e) Prohibición de enviar remesas al exterior

Ante la escasez de divisas, en 1931 se obligó a las compañías extran-


jeras a depositar el importe de sus remesas al exterior, rigiendo una
moratoria que posteriormente se extendió hasta fines de 1932.
En julio de ese año se creó la "Caja Autónoma de Amortización",
organismo al que se encargaba la atención de las solicitudes de moneda
35
de las compañías extranjeras y el comercio importador que tenfa deudas
pendientes en el exterior y que necesitaba de su buen crédito para
sobrevivir.
A los acreedores se les dio la opción de cobrar sus deudas en 1933, en
pagos escalonados, o aceptar las "Obligaciones a oro" -a emitirse por la
caja- que se rescatarían en un plazo de cinco ar.os con un interés
máximo de-t 6 % m.

d) Suspensión de la amortización de la Deuda Extema

En 1931 Terra propuso públicamente ta suspensión de la amortización


de la deuda externa. A principios de 1932 e1 Consejo Nacional de Adminis--
tración decretó la medida ~ue h.tego extendió a la Deuda Interna-.
El Consejo Nacional de Administradón prevfamente habfa hecho saber
a los centros financieros que sólo la tomarlas• contaba con el asentimiento
de los Consejos de Tenedores de Tltulos en el extranjero (para los inve,-
sores era más importante percibir los intereses. que en 1929 fluctuaban
entre el 4% para los britántcos y ei 5,81% para los norteamericano1,
que las amortízaciones que llegaban at 1 %) ~.
Se estableció además que los intereses de los empréstitos norteameri-
canos localizados en Montevtdeo y en poder de instituaones oficia'-5 se
pagarían en pesos uruguayos, cotizando el dólar a la par.
AJ Banco R ' epública se le facultó para intentar adquirir tltulos 6t
Deuda Externa y exportar oro de su encaje para atender los servicios •
intereses en el exterior.

e) Limitación de las importaciones y protección a la industria

En agosto de 1931 se elevó ef derecho general de importación de tos


articulas que tentan similares en la producción nadonal, del 31 al ~ -
Se ponla asi fin, después de décadas de inmovUiimo: al arancel
establecido por la ley proteccionista de 1888.
Otra medida autorizó al Consejo Nacional de Administración a limitar
la importación de mercadeda extranjera hasta un treinta por dento de las
cifras del aoo anterior, prohibiendo la entrada de otras consk:leradas
suntuarias, como los automóviles~ y aplicar recargos de hasta el 100%.
Además se intentó aplicar el j'dirigismo económico", reconodendo • los
paises que concedieran a Uruguay 1a reciprocidad comerdal. Según ADIN&-
do Alvarez, esta ley no se efectrvizó "porque se exponía el país a rep,ess·
Nas por parte de las naclon8s consumidoras de la co.,as nuesns" &>.
Se buscó otra fórmula que no fuera interpretada externamente ccmo
discriminatoria. En octubre de 1931 se decidió que mientras durara la baja

38
peso uruguayo, un cuarto de tos dere1;hos aduaneros debían satis1a-
fM en oro y el resto en papel, exceptuándose materias primas industria-
IN ,~ •rttculos da primera necesidad. a.unque no fueron contemplados
~inari• y '°"'bustibte indurtriat y materiates para 1-a construcción (lOJ,
Los representante¡ de Gran Bretaña., Est~dos Unidos, Francia y Espal'la
Harmutaron reparos a esta ültlma ley, segun hizo saber el Canc.iller. Por w
" " ' ta Umara de Comerc;io entendió que el impuesto a oro significaba
IOmer • la moneda eJCtraníera como medida de valor en et mercado
Antamo. causando la constante fluc:tuadón de 101 precios <1 º·
Estas leyes, al limitar las importaciones, buscaban equilibrar la balanza
Ñ pagos del pafs, evttar la evasión de divisas, detener la caída del peso
,YN9ua,oi disminuir et consumo, pero también apoyar la estrategia de
jndustrialización. que ya había sido enunciada por el Ministro Castillo:
"General es la crisis porque pasan nuestras industrias agrarias. Debido a
-11a, los trabajadores rurales abandonan en crecido número las labores de la
tierra y refluyen sobre las ciudades y los pueblos.
Innecesario es recalcar la gravedad de esta situación que es mdispen-
1able remediar tomando medidas que atraigan al proletariado hacia el
trabajo agrícola. Entre tanto, debe procurarse que los hombres obligados a
abandonarlo obtengan ocupación en los centros urbanos. Para ello es indis·
,,.nsable proteger como se procura (...), a la manufactura nacional, de lo
contrario, la crisis de la desocupación adquirirá proporciones pavorosas" 0 2>.
La izquierda -incluida la agrupación "Avanzar" de Grauert- era
contraria a industrializar el país mediante el establecimiento de un arancel
protector. Lo fundamentaba en que los impuestos aduaneros encaredan ta
vida del obrero y tendían a crear "fabricantes.".
La protección a la induitria se hizo efectiva po-r medio de otras dos
leyes: la de privilegios industriales, aprobada en 1930; y ta de etiqueta
obllgatoraai a los productos fabricadOi tm el pais que, a pe~r de habar
:&ido sugerida al discutirse la antes citada, recién se promutgó como norma,
específica en 1932.
La concesión de privilegios industriales también era criticada porque
entregaba el mercado por unos años a un monopolio de fabricación. La
ley de etiqueta tenía por finalidad .prestigiar a la industria nacional, ya
que muchos productos se comercializaban como si procedieran del extran•
Jero.

f) La reducción del deficit fiscal

La limitación de las importaciones afectaría la recaudación de la


Aduana, piedra angular del sistema fiscal en ese entonces. La desvaloriza-
ción monetaria obligó al Estado, que cobraba los impuestos en pesos

37
uruguayos, a utilizar sumas no previstas para el pago de intereses pactados
en moneda extranjera. La situación económica del pais aumentó la morosi-
dad del sector privado. Todas estas circunstancias confluyeron a acrecentar
el déficit fiscal. Para contrarrestarlo, en 1931 se crearon veintitrés nuevos
impuestos <13>. Algunos gravaron al consumo (alcohol, nafta, bananas);
aunque muchos de eUos fueron aplicados a productos importados que se
fabricaban en el país, con lo cual se protegió a la industria nacional.
Otros, como patentes extraordinarias a la importación de automóvlles,
tendían a recargar artículos de uso suntuario.
A los propietarios se les aumentó los impuestos a las herencias y a las
traslaciones de dominio.
Particular importancia adquirió el aumento del uno por mil de la
contribución inmobiliaria rural cuyos aforos superaran ~os cincuenta mil
pesos. i.a medida afectaría ~ el precio de la tierra- a los propietarios
de aproximadamente mil y más hectáreas. La Federación Rural declaró que
el agro estaba, ya antes, al límite de su capacidad impositiva. El Comité
Nacional de Vigilancia Económica arreció su lucha contra el gobierno. En
febrero de 1933, ante la baja en los precios de tierras y bienes raíces,
"El Debate" instaba a la "huelga de bolsillos cerrados", a la resistencia
colectiva al pago de la contribución <14>; mientras el diputado nacionalista
Cecilio Arrarte Corbo proponía suprimir por dos años el impuesto a todas
las propiedades rurales del país <15>. Ambas propuestas fueron alentadas
cuando el régimen tenía sus dfas contados, como reacción a una polítíc.a
considerada hostil por los ganaderos.
la medidas reseñadas muestran que se apUcó una concepción imposi-
tiva que gravó a todos los sectores, aunque obviamente afectó más a los
de menores ingresos. Fiel a ello el Estado trasladó la cri~s a sus funcic:,-
nario!.. Se estableció un "impuesto a los sueldos", eufemismo que impli-
caba una rebaja de las retribuciones, tanto en sueldos como pensiones y
jubilaciones del sector oficial. Se fijó un mínimo no imponible de setenta
peses para los solteros, y de cien pesos para los casados y solteros cabeza
de familia. A partir de esos topes entraba a regir un impuesto gradual,
entre el seis y el quince por ciento. La fundamentación que se hizo de
esta rebaja salarial era que afectaría sólo a un sector de empleados
públicos, los de sueldos mayores. Sin embargo se pueden hacer alguna5
precisiones: a) e! salario de setenta pesos era el que se consideraba
mínimo antes de que la desvalorización munetaria aumentara en 1929-30
el costo de vida; 2) para aqueUos funcionarios que aún no lo ganaban, o
to ganaban y estaban eximidos, significó de hecho la congelación de toda
expectativa de aumento salarial para acompasar las retribuciones al nuevo
costo de vida; 3) estando en trámite parlamentario un proyecto para
establecer ese salario mínimo en la actívidad privada le restó toda posibi-

38
lliad de aprobación; 4) se consideraba que el Estado pagaba las mejores
itrlb.uciones, por lo cual la medida tendía a congelar o deprimir los
lll1rlos de la actividad privada.
Según Serreta, el batllismo habla apoyado esta medida para dar
IOherencia al plan económico global.
tanto la "Federación de Empleados y Obreros de la Nación", como el
R,_..dente Terra, coincidían en que el impuesto a los sueldos debería regir
,.dén a partir de las retribuciones de ciento cincuenta pesos (16).
En 1932 el Parlamento estudió la desgravación gradual, o la supresión
•1 resistido impuesto. Baltasar Brum opinó que "la reducción en los
emolumentos reflejó de inmediato sobre las operaciones comerciales ordina-
ÑI, causando un enorme perjuicio... ··_ García Morales lamentó la ruptura
de a>laboración parlamentaria entre los dos partidos, ya que la rebaja
constituia "/a principal conquista que la transacción realizada permitía reafi-
iar al programa de prudencia, de justicia y de discreción financiera susten-
tado por el Partido Nacional... ", recordando que al suspenderse la amorti-
zación de la deuda extema se hizo trente a un plan coherente de econo-
mfas que fue bien acogido en el exterior. En el seno del Consejo Nacional
de Administración el batllismo fue partidario de suprimir el gravamen <17),
11 presupuesto de gastos sancionado en enero de 1933 se consideraba
"super equilibrado". Sin embargo, el terrismo no sólo dejaría subsistente
el impuesto, sino que lo extendería a los empleados municipales, que no
estaban comprendidos en el mi!óimo.
Para paliar la repercusión de la reforma impositiva sobre los sectores
de menores ingresos, se resolvió en 1931 rebajar en un diez por ciento los
alquileres urbanos.
Algunos entes estatales debieron contribuir con sumas extraordinarias
para aliviar la situación del erario público.

g) Agropecuaría

La ganadería fue afectada doblemente por la uisis: en la caída de la


cotización internacional de sus productos y en la disminución de los
totales vendidos al exterior. Ambos hechos influirían decididamente en el
estancamiento del sector <18>.
La política de precios seguida por los frigoríficos extranjeros en !,.
posguerra fue vista como una de las causas que habían desalentado •1
mejoramiento de la ganadería uruguaya. Según los ganaderos, obtenlan
casi lo mismo por el ganado inferior que por el mejorado. En 19}.8
escribía Perfecto lópez Campaña en "El Día":
"La mestización o sea el mejoramiento en la clase de animales ex(llo-
tados, ha absorbido casi toda fa atención de los criadores; pero a 8a8

3S
mejoramiento, fruto de les nuevas corrientes de aang,e aportadas s los
rodeos por los reproductores importados, no ha seguido la mejora en lo,
procedimientos d& cn-,.nza, sobre todo en lo que se refiere a la alimentación
de Jas hacjendas.
Salvo uno que otro ganadero progresJsta que engorda sus novlllos en
1111enales o hace ensilaje. la inmensa mayoría sigue confiando sus rodeos a
las prsderas naturales, y, por consiguiente, expuestos a todas la!J alternativas
que brmda la variación del clima en el Uruguay" (l!tl_
El Ministro de Industrias. Edmundo CastiUo, fue partidario de la
concesión de primas para mejorar el grado de refinación del ganado. la
prima era un premio en metálico a la ca1idad, q,ue estimularla al, produc-
tor. Su proyecto fue et antecedente inmediato de la ley de prima.s que
aprobó en 1932. El Estado contó además con el instrumento det Frigorí-
fico Nacional para intentar aumentar la cotización en Tablada y fomentar
la ganaderia y la granja.
Al producirse la crisis existla ya cierto desarrollo agrícola, y también
una conciencia que lo apuntalaba y trataba de ext.e nder. La agricuttura
cumplla una función económica pero también sedentarizaba al hombre, lo
f ijaba a la tierra. Fue vista como una de las soluciones para los desoaJ-
pados po.r la implantacíón de nuevas técnicas de explotación ganadera,
como el alambrado. y también para solucionar los continuos levantamien-
tos armados que se sucedían en la campaña uruguaya. Esta finalidad
''domesticadora'' fue retomada por el batllismo, que habla librado la
última gran contienda al viejo estilo. Pero también era una manera de
minar el latifund¡o, de ahi que se encarara, aunque con magros resultadas,
fa colonización agricola.
Al romenz,a r la crisis la agricultura fue vista como una de tas solucio-
nes para la preocupante desocupación, como diversiiicadoTa de las expor-
taciones del pais, y como proveedora de materias primas para el ansiado
despe,gue industrial.
Sin embargo no se podia eludir la reatidad: la cosecha de mafz de
1928 debió ser adquirida en parte por ef Estado, al que se autorizó
en 1929 a absorbér y eiportar et excedente de trigo. Ausencia de deman-
da y costo de producción ,p or endma del internacional, requirieron la
protección oficial para no liquidar la actividad pol~ica en la que se continuó.
Para sustraer a los productores de la dittonión en ta comercialtzación
que ocasionaban 111 grandes firmas intemacionales -8ungue y 8om
actuaba en el pals desde hacia al\os- el Consejo Nacional de Administr&-
ción en 1929 autorizó al Banco RepúbUce e intervenir medtante la cons•
truc·ción de " g,raneros ofíciafes" en la ;ntermediaóón de granos. Además
M •ne.aró la construcdón del "Mercado de Frutos•t en el puerto de
Montevideo. administrado por el organiimo bancario ofkia.1, que coadyu-
40
varía en la comercialización y en el otorgamiento de créditos accesibles a
los agricultores. La acción oficial se vio mediatizada por no haberse
aprobado la construcción de silos en el puerto de Montevideo, medida
imprescindible para abaratar el costo de exportación de los cereales
uruguayos. Se concedieron facilidades crediticias para los agricultores afec-
tados por la crisis y se creó la sección de "Crédito Agrícola de Habilita-
ción" en el Banco República.
Uno de los problemas que frenaron el desarrollo agrícola fue la falta
de tierras. El batllisrno había planteado la necesidad de rescatar las tierras
fiscales ocupadas por los particulares y de establecer un impuesto progre-
sivo a la propiedad rural, que con el paso de tos años restituiría al Estado,
como representante de la sociedad, la posesión de dicho bien. Este
programa agrario era muy difícil de implantar ante la reacción político-
social que ocasionó y que determinó ~ntre otras causas- la fundación
de la Federación Rural .
Baltasar Brum elaboró al comenzar la década del treinta un proyecto
de ley por el que el Estado emitiría una deuda pública para adquirir
tierras, las que serían entregadas en arrendamiento a los colonos. Su idea
era hacer de la campaña un ·1ardín poblado de granjas··, "con carreteras
transitadas por infinitos camiones" que harian de Uruguay una "Dinamarca
americana" <2o>.
Este sueño, por obra de la reacción conseNadora que miró temerosa
la posibilidad de que el Estado no ,e desprendiera de la propiedad de la
tierra, quedó en eso, en un sue"º· Al comenzar 1933 la colonización
agricola estaba prácticamente detenida por falta de tierras C2 1>. Elegida la
vía de la adquisición para subdividir la propiedad, un Estado sin fondos
sólo podía contemplar la permanencia del latifundio.
Dada la e5tructura rural, tanto la ganadera como la agrícola, en que
casi el cuarenta por dento del área ocupada era trabajada bajo el
'4gimen de arrendamiento C22), adquirió particular importancia la creación,
en 1931, de jurados para resolver las desavenencias entre propietarios y
arrendamientos, y proceder a la rebaja del precio del alquiler de la tierra.
LOs jurados serian departamentales, y estarían integrados por dos represen-
tantes del municipio, uno por la Federación Rural, otro por la Asociación
Rural y uno por la Comisión de Fomento Rural. Al revés que para el caso
dé los alquileres urbanos, cuya rebaja se estipuló por decreto, aqul se
eligió el camino de negociarla con representantes de las gremiales rurales.

h) Banca

La banca había adquirido particular importancia en la década del


veinte, tanto por su participación en los negocios inmobiliarios, como en
41
los de comercio exterior. pero en especial, por su reladón con 'la ganaderfa
a partir del triunfo del frigorlfico. Sin embargo, ganaderos e Industriales
que necesitaban créditos de "fomento" Oargo plazo y bajo interés). se
quejaban de su orfandad en este campo. El crédito "comercial" (de corto
plazo y con garantla material) no era el que se adaptaba a las necesl-
dades del sector productivo.
Las ventas a plazos, la importadón de artfculos que se consideraron
suntuarios pero que todos aspiraban a disfrutar, permitieron la expansión
del crédito. Muchos contemporáneos vieron en este hecho la principal
causa de la crisis. Habia una simbiosis casi perfecta: la moneda fuerte
permitía importar, el préstamo pe,mitia consumir.
La banca, por o,t ra parte, habia sido "•ntegradora" de los grandes
sectores económicos de la sociedad uruguaya. En sus directorios figuraban
comerciantes, ganaderos, industdales, a tos que se le sumaban renom-
brados profesionales liberale5.
Su rol fue reconocido: fueron Uamados a aconsejar en el momento de
elaborar la política para conjurar la crisis. En una reunión mantenida por
la banca privada y los gerentes del República e Hipotecario, en octubre de
1932, se acordó estudiar ''la ccnv&niencla del establecimiento de una asocia-
ción de Bancos con el fin de atender los Intereses comunes dentro del
terreno del crédito: de los informes comerciales y de los medios legislativos
que convendria adoptar para devolver el comercio mayor eficacJs. .. ". Fruto
de este consenso será e l c0nveni0 de noviembre de 1932:, por et que ~
acordó no ejecutar a los deudores imposibílltados de cumplir oon sus
obligaciones por la situación económica <23).
Dado el descenso en e~ precio de 'ª tterradeudores
urbanas, a la banca no le convenía rematar a sus
v de las propiedades
para recuperar
menos de lo invertido.
El Repúbtica, por su parte, ,ntentó apHcar una política de restricción
aediticia aumentando tos Intereses. Se hizo especial hincapié en que
quedaban eximidos los préstamos de fomento rural e Industrial. Fundamen-
talmente se afectó al Estado; ventas de terrenos y no productores.
A pesar Que se emitió n,oneda, se tendió a restringir la drculación de
billetes aumentando los e ncajes de la banca privada. El efecto que se
alcanzó fue dism¡nuir e\ nivel del crecimiento de las coloc.aciones bancarias
con respecto a los años anteriores a la crisis Cl4).

1) Turismo

Las obras de urbanización de Montevideo, sus costai y sus casinos,


atraian cada vez más a los forasteros. Especialmente a nuestros vecinos
argentinos.

42
El turismo era una actividad que propordonaba divisas, que pesaba en
la balanza de pagos del país. Y la situación no estaba como para desapro-
vechar ninguna potencial riqueza.
El Estado creó con fines de fomento, en marzo de 1930, la "Comisión
Nacional de Turismo" (2s>.
Pero, a juzgar por el tenor de un aviso publicado por don Francisco
Piria, la actividad privada no le iba en zaga: "En Plriápolls, los hoteles
baratos, ganan dinero a bocha y el que quiera ganar dinero, le basta con
tener un hotelito en Piriápolis. Por más datos, infórmese de cómo les ve a
todos los existentes y les contestarán: ~n, muy requeteblen'' C26>.

j) El problema de la desocupación

Los testimonios coinciden en señalar que en los treinta primeros ailos


de este siglo se había acentuado la desocupación en el medio rural.
El frigorífico había estimulado ia mestización del ganado, el endeuda•
miento de tos productores, la utilización del ferrocarril como medio masl•
vo para et transporte de ganados. la posibilidad de que se fiscalizase el
casi incumplido salario minimo rural estipulado por 4ey en 1923, el aumen-
to del costo de producción y la calda de las cotitadones de los productos
pecuarios, permiten pensar que la estancia siguió liberando mano de obra.
Para estos desocupados la realidad no otreda grandes posibHidades:
vegetar en los rancherk>s, irse a la dudad, o, emigrar a otros pafses.
Al producirse la crisis existía en la campaña desocupación.
La depresión que la misma produjo en las actividades urbanas fue
pronto reflejada por las cifras.
La Oficina Nacional de Trabajo consignó el máximo de desccupados en
el at\o 1933: cuarenta mil en total (27>.
Sin embargo, todo permite suponer que quedó marginado un contin•
gente difícif de computar: los habitantes de los rancherías de campafla,
los trabajadores domiciliarios, tos ocupados parciales.
De todos modos, si se refiere a otras cifrffl oficiales, a las del censo
industrial de 1929-30, se puede tener otra medida de ta f'ealidad: equivalía
• más del cuarenta por ciento de los asalariados del 5ector manufacturero.
El desarrollo industrial y agrícola del país fu~ron dos de las medidas
esbozadas para aliviar el problema de la desocupación.
El Estado apoyó el desarrollo de las obras púbHcas, que se erigieron
en fa principal estrategia para restaurar el nivel ocupacional. Para ello
mntaba con la aprobación de la ley de Vialidad e Hidrografía de 1928 y
IOn atgunos fondos proporcionados por et último empréstito contratado
" ' Estados Unidos, que fue el convenido con !a firma Hallgarten en 1930.
Se construyeron puentes y caminos, se dotó de redes doacales a algu-
43
nas capitales departamentales, se ,n,talaron servidos d• agua potable en
ciudades y villas, se finalizaron algunos puertos en el litoral del pais.
Una ''Comisión Nacional de lucha contra I• DflOcupación" or;anizó la
asistencia a desocupados y sus familias. En diciembre de 1931 se estipuló
que el ochenta por ciento de los empteados en obras pubOca1 deb,an ar
ciudadanos nacidos en el país <28 ).
La Intendencia de Montevideo. en manos batlltstas, prOMguió con la
construcción de pavimentos y algunas obras má,s ambiciosas, como t.
rambla Sur y la Avenida Agraciada.
El Estado proporcionaba trabajo. en especial en el 1nterlor que era el
que más sufría los efectos de su falta, y generaba demanda de productm,
con lo que dinamizaba el com@rcio y la industria.
Sattasar Brum definió ta filosofla sobre el tema : se debia comptemen•
tar tos desniveles laborales de ta actividad privada, 1e deb•• "escalonar las
obras publicas. de modo que sean mas intensas en la epaca en que
disminuyen las actividades privadas" '29>.
La Presidencia de la República también estab• preocupada por et
problema: "una desocupación creciente amenaza r,ae, grandes dificultades
futuras ", diría en el Mensaje a ta Asamblea Gerwral, en febrero de 1932.
En el siguiente,. el del 15 de marzo de 1933. Terra propondria reducir
la jomada de trabajo: " Producida Ja desocupacion, y con ella la dolorosa
competencia entre los asalan·ados, la jornada de ochO horas, JeíOB de
favorecer, perjudica francamente el interes obrero que pretende tutelar.
,Habría llegado, pues, la ocasión de ensayar una jornada obrera mas redu•
cida que perm#iera una mayor colocación de brazos",
El problema que quedaba pendiente era el salarial, es decir, ¿se
mantenía el salario que se pagaba por ocho horas7 Oecia Terra: "l.Ds
jornales serían regulados mediante la armonizac,on de los doS mterases &n
pugna. pero cuidando siempre las exigencias de las neces,dades 'I hasta de
la dignidad humana ...
Los sectores ultraconservadores y algunas entidades empresariales,
como ta Asociación Rural. Asociación Comercial. etc .• promovieron la res-
tricción de la inmigración.
La medida. en primera instanda. se fundamentó en razonH ocupacio-
nales: eran nuevos brazos que competirlan con los nacionales. Stn embar-
go habia otros ingredientes que pesaban.
Uruguay habia acogido a perwguidos pol1ticos de otros paises, entre
elfos algunos ácratas a los que se acusaba de protagonizar hechos san-
grientos. Ya a comienzos de 1931 la Asociación Comercial del Uruguay
habla presentado una nota aJ Ministerio del Interior contra la inmigración
de "elementos de ideas sociales subversivas o de francos hábitos de áel~-
cuencía, que son 11,cpulsados de las naciones vecinas .. (30>.

44
También existió un componente radal: a los Inmigrantes de origen
latino se 1~ habfan sumado otros, originarios de Europa central y del
Cercano Oriente.
DirJa el Dr. Juan B. Morelli en la Cámara de Senadores: "Noeotro,
tenemos ahora una enorme inmigración de elementos que proviniendo como
ptOVienen de la Europa Central, de la Europa Oriental y del Asia Menor, oon
excepciOn de loll libaneses, tienen dlverpencm sociológicas tan p,otundal
con la nuestra (••.).
Pues bien, ~. como nacionaHsta. decl810 que pref&riria "flUlr en I•
llanura, preferiría que mi partido estuviera Sl&mpre derrotado, antea que
conseguir la victoria. pagandO II estos elementos e1ttranjeros el aporte que
r '30.
hubieran llevado a las urnas (.•.
El factor económim ~ influyó. Los inmigrantes acostumbraban
a enviar, por lo general.. remesas de dinero a sus pafses de origen. Pero.
además, los que se dedicaban a la venta callejera. o puerta por puert.1,
hadan la competencia al comerdo establecido. ·En 1929 et Gerente del
Banco República anotó que tos ~ d9 anicutos mode•toa •
constituyen en la lonna 8'8mental de ,_ wvrtas del comercio volante, ruroo,
·ruso, polaco, atmen/0, ~ que viene tJbatJendo $1 comercio Importan,. t»I
paÍ.s, en la capital y la CMlplt,1a" C32>.
Finalmente en 1'932 se aprobó una ley de restricción a la inmlgradón
considerada indeSNble (enfennos, ma&Nntes. vagos. toxicómanos v ebr'°9,
condenados por delitos comunes. etc.) CU)_ Meses después se a111pHó I•
medida a todos los extranjeros que cantderan de nttursos para !'ubslltlr·
por un año. Además se autorizaba • rechazar a gttanos, negros y asl'9
ticos U.>.
En los años treinta la inmigradón hada Uruguay mermará aproxlm•
damente entre sesenta 'I setenta por dento con respecto a la dkad1
anterior (ls). En ello debe haber influido también la propia coyuntura
mundial.
La desocupadón pesó en otros aspectos. la oferta de mano de obra
tendió a bajar los salarios en momentos que los sectores de menOfWI
ingresos acusaban el alza tW costo de vida.
Con et agravante que, en la medida que no habla trabajo, se hada
muy dificil avanzar en ta legislación social. los sectores empresarial•
-que en general se habfan opuesto a ella- estaban ahora abocados a
recuperar. mantener o acrecentar su rentabilidad, o. en el peor dt fo,
casos, a impedir IU desaparición en el torbellino de la crisis; mientras el
Estado, por su pa.U, procuraba pali11r la caída del nivel de empleo. El
proyecto de salario minimo para la actividad privada y otro, no mtnoa

..
ambkioso. de Botsas de trabajo 1 seguros de desocupación, no fueron
aprobados. En cambio, en 1931, se logró aprobar ta semana lnglfta paia
el comercio, consiguiendo la Cámara de Industrias que sus afiliados fueran
eximidos de ella.

k) El avance estatista

La extensión de la actividad económica de, Estado fue vista como otra


de las soluciones para conjurar la crisis. Eduardo Acevedo, que habia sido
Ministro de BatUe, la propuso para un gran número de act1vídades,
algunas en manos del capital extranjero y otras del nacional. Por su parte
expresaba el Ministerio de Industrias en el Mensaje a ta Asamblea General
en marzo de 1931: ·•AJ Estado corresponde dar el ejemplo, ensanchando su
actividad productiva con industrias que por su naturaleza especial y por
hallarse monopolizadas o casi monopolizadas por empresas extranjeras. con-
vienen pasen al domimo publico, tales como la venta de combustibles, la
fabricación de portland, la produccrón del alcohol, el servicio del agua
corriente y el de gas, etc. etc.".
El estatismo uruguayo, fundamentado en el nacionalismo económico,
al impedir la evasión de divisas por repatriación de ganancias permitla ta
acumulación de capital. Por otra parte, tardíamente se fue adquiriendo ta
conciencia de que algunas empresas del tipo de las que hoy por consenso
se denominan transnacionales se habían adueñado de resortes estratégicos
en cualquier proceso desarrollista: combustibles, exportaciones, construc-
ción, comunicaciones.
A estas distorsiones, que cuestionaban el desenvolvimiento capitalista
del país, se les intentó dar solución en los últimos años de la década del
veinte, cuando se constató la fragilidad de la estabilidad monetarta y los
crecientes requerimientos de la balanza de pagos.
El acuerdo logrado en 1931 con un sector del nacionalismo permitió
avanzar sustancialmente en este campo, al crearse en octubre de ese año
la "Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Po1tland". Fue la
principal creación del periodo, tanto por su importancia económica como
por engtobar una serie de proyectos anteriores, como los de monopolio
del alcohol, fabrica de portland, refinería estatal y propiedad de los yaci-
mientos de petróleo e hidrocarburos. Su nacimiento fue infíuido por el
cercano ejemplo de "Yadmientos PetroUferos Fiscales" (Y.P.F.), que bajo la
dirección del General Mosconi habia luchado por defender el subsuelo y el
mercado argentino de las apetencias y lo.s manejos de las grandes transna-
cionales del petróleo.
A pesar de que ta postura batllista no fue confiscatoria, esta creación
produjo una gran reacción interna. El capital nacional habla _constituido
una empresa de combustibles, en cuyo directorio figuraban abogados d•
algunas transnacionales de petróleo radicadas aquí, que aspiraba a erigir
.
una refinería U6 >. Gabriel Terra "/ el Comit• Nacional de Vtgllancia Econó-
mica apoyaban la construcción de una fábrica de portland bajo el modelo
belga de cooperativismo con apoyo estatal, o en forma de empresa mixta.
La Cámara de Industrias se opuso, tanto a la refinerla estatal como a que
et Estado compitiese con la actividad privada --en este caso en manos del
capital norteamericano- en la fabricación de portland. La elaboración y
venta de alcohol estaba virtualmente monopolizada por un industrial,
Meillet. Sectores nacionalistas apoyaban sustraerle la actividad y sustituirlo
por una cooperativa. Los importadores se vieron amenazados por la
posibilidad de que cesara el comercio de bebkias alcohólicas y portland.
Las compañías de petróleo radicadas en Uruguay, que eran filiales de
firmas extranjeras, se contaban entre las más afectadas. El Estado les
quitaría parte del mercado, conocería los secretos de la importación --en-
tre ellos los costos.-, y podría construir una refinería e ir, a partir de ese
momento, al monopolio de refinación y también de comercialización de
combustibles en el país.
Por otra parte, había sectores políticos, como el herrerismo y el
riverismo, que no estaban dispuestos a permitir que el estatismo progre-
sase. A ellos se les sumó el temeroso capital extranjero.
Esta trama explicarla las razones por las que ANCAP resultó de un
nacionalismo relativo y relativizado. La ley fundacional del ente no contem-
p~ et comercio de combustibtes sólidos, que pocUa afectar los intereses
del carbón británico: estableció la intervención del Estado en la fabricación
del portland pero no asumió el monopolio ni en lo mediato ni en lo
la,nediato, ~xtremo que podía perjudicar a la filial de la fábrica norteameri·
cana existente; dejó para "más adelante" el monopolio de los combusti·
.bies. La relativización sobrevendría por factores externos, referidos a la
dependencia del país.
.!' Los grandes trusts -en especial la Shell y la Standard Oil---- buscaron
t fanosamente la constitución de un cartel mundial para regir la eKtrac·
"°'
cldn, refinación y comercialización de petróleo. Un primer gran paso se
en 1928, en el castillo escocés de Achnacarry, en que logró conveni~e
u,t.a e,tructura de precios basada en el vigente en el Golfo de Méjico.
&;os clientes comerciales deblan pagar el precio básico del Golfo más el
.-O de transportar el petróleo desde Estados Unidos al punto de destino.
1 • le podía abastecer desde un campo más cercano que el golfo, el
lllorro iba I una de las compaflías que formaban el cártel (3J)_ El acuerdo
también respetar la distribución de los mercados internos en los
,lli signatarias competían.
El pacto efectuado con el nacionalismo "independiente" preveía acle-
ta adquisición por parte del Estado de una partida de combustible
co.
47
El proyecto habla s¡do elaborado por Ismael COrtinas para aprovechar
la propuesta de la empresa Yuzhamtorg, representante comerdal dal
gobierno de la URSS establecida en Montevideo en 1928, dos aftos d&-
pués que Uruguay reconociera "de jure'' a dicho pafs. El negocio con la
URSS se haría con un crédito del Banco República para que tos soviéticos
adquiriesen productos agropecuarios en Uruguay. Se aplicaba asf et princi-
pio de bilateralidad en una transacción que en momentos de crisis se vefa
como muy ventajosa. Et precio era el vigente en el GoHo de Méjico.
Una vez instalado el primer directorio de ANCAP. que pn,sidló Eduar•
do Acevedo, se licitó el aprovisionamiento de combustibles al ente para el
ejercido 1933-1934. A esta licitación se presentaron la Yuzhamtorg, y dos
empresas independientes americanas, ta AtJantic y la Texaco, ganando
nuevamente la primera.
Antes de que Uegara la primera partida de combustible soviét.ico, las
compafüas extranjeras boicotearon el suministro de combustib1es. En junk>
de 1932 algunos surtidores debieron cerrar sus puertas, y qtros racionar la
venta de nafta. El gobierno argentino ofreció aJ uruguayo facilitar la
gasolina necesaria para las necesidades oficiales.
Frente al peligro de que se paralizase el transporte y el suministro de
energfa, el Consejo Nacional de Administración debió otorgar facilidades a
las empresas para enviar sus remesas de utilidades al exterior.
A pesar de esta medida de fuerza, al comenzar sus actividades ANCAP,
en agosto de 1932, obligó a las tras~nales a bajar el precio de la nafta
y el querosene.
También el ambiente poUtko se hab,a enrareddo. La filial argentina
de la Yuzhamtorg -después de haber ofrecido abastecer las necesidades
de Y.P.F. para permitirte contrarrestar la acción de k>s trusts-- fue acusada
de efectuar dumping 'i de injerencia en los asuntos polfticos internos y
expulsada del pals. En febrero de 1932 fue investigada la sede de la
empresa en Montevideo.
Los opositores a ANCAP no dejaron de subrayar algunas lmpticandas:
el estudio jurídico del que eran socios los doctores Battasar Brum y Domin-
go Arena había obtenido las personerlas jurkjicas para la Yu.zhanrtorg y la
Shell <38).
Los defensores del ente se~alaban sus ventajas: 1) habla logrado
abatir el precio interno del combustible; 2) habla obtanido cuantiosas
ganancias; 3) al trabajar con un crédito def República no habia requerido
capital; 4) no retenla ~ .i mpuesto a la nafta, lo que redundaba en benefi-
cio del país ya que con el mismo se financiaba la constNcdón de
carreteras en un momento de falta de trabajo.
Al sobrevenir el 31 de marzo, et Directorio del organismo estaba
estudiando la, construcción de una refineria, de destilerías de alcohol, la

48
compra de tres barcos petroleros y la expropiación de las conc..lones
otorgadas a las compañías extranjeras para la venta de petróleo 01),
El pacto de 1931 también permitió aprobar la ley por la que M
concedió a Usinas Eléctricas del Estado el monopolt0 de las comunle11cio-
nes telefónicas por cable en todo el territorio nacional, con la facultad de
comprar o expropiar las empresas privadas que funcionaban en el pal1.
Se licitó la construcción de la red subterránea e instalación de t•"fo.
nos automátkos en Montevideo, la que fue ganada por una empresa
alemana que permitió el pago en "especie", es decir en productos del
país <40~.
La lnternational Telephone and Telegraph Co. (I.T.T.) --que en 1927
había adquirido los intereses de la británica Montevideo Telephone Co.-·,
y de la que era abogado el Dr. José lrureta Goyena, pubUcó costosos
comunicados en la prensa montevideana cuestionando la medida.
Escribió Gustavo Gallina!: "Pocas veces el legislador ha chocado con
una muralla tan alta de intereses creados. La presión sec,eta de eaoa
intereses, contarías al interes nacional, detenía desde hacía largos años la
obra, manteniendo en pie un se111icio vetustÍSimo. bochorno de la ciudad" C41).
También el Estado rescató de manos privadas la explotación y admi-
nistración de los puertos y zonas francas de Colonia y Nueva PaJmira
( 1S de julio de 1931); mientras que al año siguiente se resolvió declarar
caducadas las autorizaciones otorgadas a los muelles particulares del
departamento de Montevideo para realizar operaciones de carQd y descar-
ga. Esta última disposición, de claro sentido intervencionista, ha sido
considerada el punto de partida del monopolio de los servicim portua-
rios (42 >.
Otros numerosos proyectos resultaron frustrados, algunos de ellos
sumamente importantes, como la sede propia para el Frigorífico Nacional
o el ferrocarril estatal Montevideo-Florida-Sarandí del Yi con entrada
tndependiente a la capital, que competiría con la línea británica. Y si bien
las dificultades económicas lograron paralizar muchas iniciativas, las pala-
bra-s de Gallina! son harto elocuentes en señalar que el capital extranjero
presi,o naba para detener todo lo que de alguna manera podía perjudicarlo.
• • *

5egún lo que se entendía por sana administración en la época, el plan


,-nómico financiero de 1931 se propuso suprimir el déficit fiscal, equili-
ltar ti presupuesto de gastos y salvar de sus dificultades al Estado. Para
tillo M aumentaron las contribuciones de los entes estatales al erario
bHco y también los impuestos, lo que en última instancia recaería sobre
poblacíón.

49
También se propuso equilibrar la balanza comercial disminuyendo las
tmport.aciones y fomentando el desarrollo de la ¡ndustrla su.stitutíva de la
producción extranjera. Sus efectos conviene verlos en la reaUdad .
El Estado, a pesar de tener una polit•ca para la desocupación, por su
propia situación económica., y la del pais, no pudo apresurar la concreción
de muchas de las, obras públicas planeadas, razón por ta que fracasó en su
intento poi elimínar e l paro, que siguió creciendo en 1932, alcanzando el
m,bimo al año siguiente.
La reducción de 1as expOrtddones y qe1 dinero percibido por ellas
determinó una aguda depresión en gran parte de 1as actividades nacio-
nales. Se restringió en consecuencia la capacidad de importar y debido al
descenso de los ingresos y de las rentas públicas se contrajo la demanda
doméstica. Por lo pronto la electricidad vendida para uso industr ial f ue un
quinc.e por ciento inferior en 1933 que en 1930 <43>.
La politica aplicada para el fomento fabril benefició indudablemente a
los industriales y explica el gran crecimiento empresarial que se dio en
esta área en la década del treinta. En cambio, los obreros se encontraron
con que ta gran oferta de trabajo por la desocupación tendia a bajar tos
salarios, factor éste que también benefídaria a los industriales.
La política de encarecer las importaciones y la reducción operada en
las remuneraciones tendían a restringir Ja demanda de productos, lo que a
su vez empujaba hacia la recesión. Y esto, a pesar de que las estadísticas
oficiales registraron una baja en el costo de vida, significó un empeora•
miento en la condiciones de existencia, ya que dism,nuyó el consumo de
artículos de primera necesidad como carne, leche, huevos (44>,
Al comenzar la crisis, ia situación de los obreros uruguayos era muy
penosa . El propio director de la Oficina Nacional de Trabajo, Dr. César
Charlone, cons,gnó en 1930 que ··e1 33 por ciento de la población t1abaja-
dora hállase por debaJo del costo limite de la existencia ;ndlvidual y el 65%
no podrían fundar un hogar con sus solos recursos " '45>.
De qué manera incidió le desvalorizació n monetaria en el costo de

vida es materia controvertida. Er, 1929, al anticiparse caída del peso a la
crisis mundial, existió encareci miento. Según el Gerente del Banco Repu-
b1ica, Octavio Morató, en 1931 la l aja de la cotización del peso hasta 101
limites en que la estabHizó el Com•a1or de Cambios se compensó con In
dism,nución de precios que por la c;r i~is sufrieron los artkulos importadot
en sus países de origen (4 6>. Esto habri~ durado hasta 1933; ya que despuM
los artículos de primera necesidad comenzaron a ser importados por ei
cambio compensado, que se cotizaba más aito que e1 oficial <d1>. Ei aume" •
to de los impuestos aduaneros tampoco habría repercutido, ya que mD~
rías primas y artículos de primera necesidad quedaban eximidos.
Sin embargo, contrastando con este optimismo, muchos contemporA•
neos cuestionaron la realidad y también las elaboraciones estadi stic•1 de

50
la Oficina Nacional de Trabajo. las mismas, por ejemplo, no indui•n •n 11
cálculo de la canasta familiar al combustible popular por excelum ,,., el
querosene, que aumentó de nueve centésimos el litro en 1929 a dot• .,,
1931, e ignoraban que muchas industrias nacionales habían reca, ~.ado en
un 15% y en un 30% sus precios <48l.
la política seguida para conjurar la crisis, en la medida que intentó
repartir las cargas, fue sufrida por todos los sectores, aunque con desigual
Intensidad. Algo que, por lo pronto, explicaría la relativa orfandad en qu•
•• encontraron las instituciones el día en que fueron derribadas. A la hora
de alinear a los afectados, y citar someramente las causas, se puede in-
cluir a:
1) El capital extranjero, que debió luchar contra un Estado que
Intentaba transitar nuevos caminos económicos, que limitó las importacio-
nes, controló la comercialización de divisas, puso trabas a las remesas de
utilidades.
2) Los ganaderos, a los que se expropió la diferencia entre la cotiza-
ción real y la oficial de lo que percibían por las ventas al exte,r ior.
3) Los comerciantes importadores, por el mismo motivo que e1 capi-
... extranjero.
•> Los exportadores, por el mismo motivo que los ganaderos.
1) Los comerciantes minoristas, por la caída de las ventas.
1) Los industriales, que a pesar de que fueron favorecidos por el
,rottcdonlsmo, debieron luchar para detener el avance del estatismo y de
111 ltgltlación social.
J} Los propietarios rurales que debieron pagar más impuestos míen-
... bajaban los arrendamientos.

~
--~.
1) L01 propietarios urbanos, a los que se les rebajó los alquileres.
1) Los pasivos, que tuvieron serias dificultades para percibir sus
ti) La& empleados públicos, a los que se les rebajó -o indirecta-
. N lfl "congeló"- sus sueldos.
1) Obreros y asalariados en general, que se encontraron con escasez
--•jo,, con un mercado laboral con tendencia a bajas retribuciones, y
,.rdlda del poder adquisitivo del salario.
......., ,. por cierto no fueron los únicos que debieron sobrellevar las
"Cfl1 con Ingresos reducidos.

51
SEGUNDA PARTE: 11JJ-11J8
Capítulo 1

EL PROCESO POLITICO

1) EL NUEVO CICLO (1933-1938)

El 31 de marzo por la mañana, unos cuantos decretos sustituyeron al


Consejo Nacional de Administración y al Parlamento, por una Junta de
Gobierno, prometieron convocar a elecciones de Asamblea Constituyente y
disolvieron los diredotios de los entes autónomos.
Había nacido un nuevo ciclo político que sus protagonistas designarían
"Revolución de Marzo", "Movimiento marzista", o, con cierta reminlKenda
francesa ~ teniendo en cuenta las sucesivas constituciones por las que se
había regido el país, "Tercera Republic1f',
Dias después, Terra plantearfa crudamente los cambios que la realidad
le había impuesto: "o abandonaban el Gobierno mis detractores del Consejo
y del Senado o abandonaba el Gobierno 81 Presidente de la República,
ungido y sostenido por la voluntad liberrima del pueblo·· (I),
Diría que había seguido et camino indicado en id,nttca1 circunstancias
por José BatUe y Ordóñez, recordando el apoyo de jste • Cuestas en 1891.
Las razones de la identificación eran claras: Terra aspiraba a legitimar
electoralmente sus pasos. Esta solución, por lo pronto, era apoyada por
algunas personalidades. Contó Terra, ademjs d•I concuno de herrerista,
riveristas, radicales y tradicionalistas colorados, con le adhesión de tret
ex-Consejeros (los doctores José Espalter, Andrés Puyol y Federico Fleur-
quin), y el "apoyo moral" de los ex-Presidentes Dr. Claudio Williman, Dr.
Juan Campisteguy e lng. José Serrato que aportó su concurso tknico al
aceptar la Presidencia det Banco de la República '2>. (Posteriormente se
diría que Serrato aceptó el cargo para impedir los posibles desaguisados
del terrismo) (3).
Aparentemente, también la masonería -o un ,ector de la misma--,
estuvo del lado d~ Presidente (se decía que ~an~o Terra fue electo
presidente constitucional desempet\aba el cargo de Citan Maestre) '4>.
En días sucesivos, Terra recibiría la adhesión y solidaridad de las
fuerzas vivas: banca, empresas comerciales e lndUtttialn, capital extranjero,
Cámara Nacional de Comercio~ Feder~ión Nadonal de la tndustria y el
Comercio, Asociación Comercial del Uruguay.

55
El Comit• Nacional de Vigilancia Económica expresó complac@ncla por
la "valiente y decidida actitud en defensa de los grandes Intereses de la
Nación", y como habla surgido para que los gobernantes rectificaran la
marcha del pais, antes de fin de ese afio se dlsolveria al darse por
satisfecho con el nuevo rumbo que había tomado el acaecer guberna-
mental.
La Federación Rural, vio "una promesa auspiciosa de mejores días, en
medio de /a expectativa incierta de la hora" (5).
"La Mañana" informó que: "Sin participación ni intervención activa de
ninguna cla~ ni en el proceso ni en el desarrollo de los acontecimientos, el
ejército se ha limitado a acompaflar la acción patriótica del Presidente
Terra... (6>.
Terra deb-erfa gobernar -mientras durase eJ estado de excepáón-
con el concurso de una Asamblea Deliberante que desempefaarfa funcio-
nes legislativas y con el asesoramiento de una Junta de Gobierno de
nueve miembros: Teniente General Pablo Galarza, Dr. Alberto Demicheli,
Dr. Franctse.o Ghigliani, Dr. Andrés Puyol, Dr. Pedro Manlni Rlos, Dr. JOM
E.spalter. Dr. Roberto Berro, Sr. Aniceto Patrón y Dr. Alfredo Navarro (7),
"La inspiración del Dr. Terra en la elección de los miembros de dicha
Junta no fue del todo feliz" confesó el conspicuo terrista ~ L Martinez:
..As, fue cómo se vio al lado del hombro probo, sentarse uno que no lo era;
junto al político honesto, aquel de hombrÍa de bien dudosa, y codeándose
con el hombre leal, _é ste otro de mezquinos móviles" -».
Tiempo después la constituirían: Dr. Alfredo Pemin, Dr. Héctor A. Mac
Coll, Dr. José Martirené, lng. José Otamendi (h), Dr. Blás Vidal, Dr. Roberto
Berro, Dr. Alfredo Navarro y Teniente General Pablo Galarza <9>.
Se disolvieron los directorios de los entes autónomos, se redujo el
número de sus miembros a tres o cinco según los casos, se nombró un
interventor -para el municipio de Montevideo (posteriormente los Inten-
dentes pasar~n a desempeflar la autoridad en los diversos departa~
tos) oo>.
Como en su discurso et Presidente habló de "las temerarias ~
económicas" de sus adversariol, adquieren particular importancia los (affl,-
bios en ej gabinete <11>.
El Ministerio de Hacienda lo desempe1'arla Pedro Cosk>, e imerln.
mente el líder riverista y miembro de t. Federación RuraJ, Pedro Maninl
Rfos. Augusto César Bado ocuparía el de Industrias; Andrés Pu)'OI el de
Justid• e Instrucción Púbtu; Antceto Patrón --dirigente del Comitf Nade►.
nal de Vigilancia Económic.a- et de Obfas Públicas. U del Interior ffa
desempeñado por Alberto Demicheli quien ~uego sería sustituido por
francisco Ghigliani; et de Refaciones Exteriores por Alberto Mañé·; et de
Guerra y Marina por el General Domklgo Mendtvil quien lo pasó a

11
desempet\ar poco antes del 31 de marzo, en febrero. (Estos tres últimos
eran los que dependian de la Presidenm de la República según la
Conñitudón de 1917).
En agosto se nombrarfan Ministros •~sin <artera": Ctsar Chartone en
Trabajo y Previsión Social; Eduardo Blanco AC8\iedo en Salud Pública;
Roberto Berro en Protección a la Infanda <ta>,
Esta ex~pcionalidad institucionel permitió • la Presidencia de la Repú-
blica rescatar la conducción económicc>-flnanciera del pals, que la Constitu-
ción de 1917 había conferido al ahora disuelto Consejo Nacional de
Administración.

a) La nueva Constitución: de la elección de constituyentes a/ pleblsclb

El 25 de junio de 1933 se realizó la elecddn de los constituyentes que


efectuarían la refonna constitucional. Concurrieron a las urnas casi 250.000
electores, que representaban aproximadamente el 58'6 de los dudadanoe
habilitados para votar.
.. Participaron: hetreristas, rtveristas, colorados tradidonalistas y radie>
les, batllistas "reformistas" (terristas), cfvkos y comunistas cu>.
El casi 4296 de abstención debe computarse a battltstas '"netos" en -
diversos sectores, nacionalistas "independientes", blancos radicates, socia-
listas, además de los indiferentes a toda justa comicial <1•>.
Se denunciaron graves fraudes (batllistas y nacionalistas independten-
tes se habían retirado de la Corte Electoral). Según "La Vanguardia": "En
Montevideo aparec/6 en Is lista de los W>tsnle.S el doctor Eduardo Rodríguez
L.atreta, senador nacionalista Independiente y direelor de "El País"', diario
abatencionista'· <15>. El terrismo reconoció que habla habido una denunda
por fraude en Montevideo (16)_
El 25 de agosto de 1933 se llftó a cabo la sesión inaugural de la 111
Convención Nacional Constituyente, presidiffldola el Dr. Juan campisteguy,
antecesor de Terra en la primera magistratura.
Existia una corriente de opinión --tmportante en los núdeos empresa-
riales- dispuesta a ensayar una fórmula corporativa, con influencia del
sistem, fascista ~iano. La Asodación Comercial del Uruguay hizo una
encuesta entre sus entidades afiliadas para recabar opinión sobre la
constitución det Senado por representación corporativa: "Ya el comercio se
wt dando cuenta de la necesidad que existe de que los representantes de
las fuerza& w;va, lntelwngan actwamente en la elaboración de las leyes,
.,..
pues .,~
··:.
nadie meJor que bs propios interesados para conocer sus neceslda-
Las sesiones de la Constituyente pronto se hicieron tormentosas: el Dr.

57
Carbajal Victorica denunció los fraudes electorales y afirmó que el golpe
se dio "no para mejorar sino para empeorar las instituciones", y se retiró con
un sector del riverismo; los cívicos protestaron por el Senado de 15
senadores para el terrismo y 15 senadores para el herrerismo; también
abandonaron la constituyente los blancos "saravistas" <18>.
Mientras tanto Terra gobernaba con una Junta renovada, hizo cambios
en su gabinete, y por deaeto instaló una Deliberante reducida de 99 a 15
miembros, que popularmente se denominó "La Comprimida" <19l.
En octubre de 1933 el Jefe de la Armada, Capitán de Navío Arturo
Juambeltz, había expresado su conformidad por los pasos de Terra: "'La
Nación ha sido salvada. En estos momentos se elabora el Estatuto que ha
de regir la existencia de la nueva Republica y el ha de ser, seguramente, el
mas adecuado para organizar la vida institucional, a tanta distancia del
despotismo como de la anarquía " <20>.
Ese mismo mes, el Inspector General del Ejército, Gral. Sicco, afirmó
que desde algunos sectores partidarios se había manejado su nombre para
suceder a Terra en el periodo 1935-1939, aceptando porque "sueño con la
implantacion en nuestra patria, de una política superior". Fue citado por
Terra el día 20 para solicitarle la renuncia, ya que la intención del
Presidente era evitar mezclar al ejército en la política partidista. El Gral.
Sicco renunció (21)_
También lo hizo el Ministro del Interior, Dr. Alberto Demicheli, manip
festando que los constituyentes de su partido miraban con simpatía su
candidatura presidencial, siendo incompatible su nominación con su alto
cargo <22>. En noviembre se publicitó que la "Agrupación de Constituyentes
Colorados" había resuelto la fórmula Gabriel Terra-Alfredo Navarro para
el ejercicio de la futura Presidencia de la Republica '23>.
Terra aceptó la reelección -prohibida por las con1tituciones de 1830 y
1917- porque era "el unico camino abierto para continuar con seguridad el
programa renovador de la revolución " '24 >.
" El País" informó: "A fines de afio el gobierno da de baja a varios
militares y somete a la Justicia a 67 jefes, oficiales y clases, distinguidos y
soldados acusados de conspiración" <2 s>.
El 21 de marzo de 1934 la Convención Nacional Constituyente procla-
mó la fórmula presidencial Terra-Navarro para el período 1934-1938. El 18
de mayo se clausuró la III Constituyente.
Para que los partidos políticos pudiesen efectuar la campaña electoral
fueron reestablecidas algunas libertades.
El día 19 de abril de 1934 se plebiscitó la nueva constitución y se
eligió a Terra-Navarro por un nuevo período.
Votaron entre 221 .000 electores (aproximadamente el 52% de los
habilitados) y 239.000 (aproximadamente el 57% de los facultados para

58
hacerlo). según se tratara de Senadores, Representantes, Presidente o la
nueva Constitución. En este último caso el "no'' obtuvo poco más de diez
mil votos <26>.
El Senado -según la nueva Constitución aprobada- se compondria
de 15 herreristas (mayoría del P. Nacional que sufragó) y 15 terristas
(mayoría del P. Colorado participacionista). En Representantes ingresarian:
43 diputados terristas, 39 herreristas, 1O riveristas, 2 colorados tradiciona-
listas. 2 cívicos, 2 socialistas y 1 comunista. Se habían abstenido batllistas
"netos", nacionalistas independientes, blancos radicales C27>. Además se
eligieron 19 Intendentes y las respectivas juntas departamentales.
El 19 de junio, el Dr. Terra se autotransfirió la Presidencia por otros
cuatro años.

b) La Constitución de 1934

La Constitución de 1934 fue el fruto de una transacción entre los


sectores que apoyaban al gobierno de facto. En líneas generales estableció:
1) UN PODER EJECUTIVO CENTRALIZADO, DESEMPEÑADO POR EL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA. Actuaba con Ministros electos entre las dos
mayorías en la proporción de dos tercios y un tercio. El Consejo Nacional
de Administración fue disuelto (2e>.
2) UN PARLAMENTO BICAMERAL.
La Cámara de Representantes fue reducida a 99 miemb,·os y se
integraba por representación proporcional.
En cambio el Senado fue sui-generis, fruto de negociaciones que
concluyeron con un ''parlamentarismo criollo", según el Constituyente Dr.
José Salgado.
Se componía de 30 miembros, que integraban por mitades los dos
sectores mayoritarios, de los dos lemas mayoritarios -lo que en la reali-
dad electoral de ese entonces significaba 15 terristas y 15 herreristas.
El Riverismo y la Unión Cívica insinuaron en la Comisión de Constitu-
ción del Senado la introducción del principio de representación corpora-
tiva <29>.
A pesar de que las fuerzas vivas y las organizaciones sociales ocuparían
sólo una parte del Senado. venció la idea de integrarlo exclusivamente por
representantes de las colectividades poi íticas.
El Riverismo -que según palabras de Herrera no se medía por el
número de adeptos sino por su "'significado moral"-. y la Unión Cívica. se
opusieron en la discusión de la Constituyente a la abolición del principio
de representación proporcional. que obviamente los dejaba, por ser electo-
ralmente minoritarios. fuera del Senado. Pero el Dr. Luis A. de Herrera

59
afirmó que "no padezco la Idolatría de eso que ,e llame la reprMentacl6n
propolclona/" (JO).
También fue el Dr Herrera quien con acertadas palabras mostró que
la finalidad de ese Senado tan pecullar •• hace, inefectivas las resotu-
dof:les de la Cámara de Representantes en In que marlan -adem'5 de
los sectores "marzistas"- dvicos. comunistas y socialistas. Lo definió como
"una Cámara de asgunda inatancla que podte "'• 1'81/W, coneglr, flllln8IKJ•,
rectificar, las Idees mal encauzadas o deabordadea que WM1f1Bn de 14
C.mara de Diputados" (lll.
De esta forma la oposidón podria utilizar el Parlamento como tribuna
de denuncias, pero sJn incidir mayormente en el aspecto legistativo.
El terrismo, por su parte, habla propuesto conceder la mayor{a de los
senadores al partido de la mayc>fla (que era itl mismo entonces}, y
distribuir el resto entre los dem'5 partidos por representadón proporcJo.
nal <32>.
En otro orden de cosas la Comtitución quitaba al Poder Legislativo la
Iniciativa en' materia de gastos, Deuda PúbHca y empréstitos, ex~iendo la
mayorfa absoluta de cada (jma,ra para aur Impuestos OJ>.
3) GOBIERNOS DEPARTAMENTALES A CARGO DE UN INTENDEN'Tt,
JUNTAS DEPARTAMENTALES Y JUNTAS LOCALES.
La autonomla munidpal ~no de los rMS e.aros prindplos del Partido
Nacional-- sufría serias limitaciones~ !as Juntas Departamentales no tenfan
inlciatjva en materia de impuestos ni emprfttltos <M>.
No prosperó una propuesta nacionalista "de que la Po/leía tuera un
organismo estrictamente municipal" 05), lo que hubiese .segurado al partido
minoritario incidir en la constitudón de sectores de apoyo con armas.
4) LIMITO LA CONSTITUCION DE NUEVOS ENTES AUTONOMOS, al
exigir dos tercios de votos de cada Cámara para Greartos.
OÍ$minuyó los integrantes rentados de sus Consejos o Directores a no
menos de tres miembros, ni mis de dnco; reestruduró w número; y lo
mas importante, reglamentó la admisión de c.apitales privados para hacer-
los mixtos.
5) RECONOCIO EL PRINCIPIO CORfORATIVO, •I estipular que ta ley
"podrá" ,(facultativo) crear un "Consejo de la Economfa Nac1ona1••, mn
carjder consultivo y honorario, compuesto de lot representantes de las
Intereses económicos y profesionales del pels.
Si bien es verdad que; como dijo Salgado, ta Conftitud6n "no aplkó
en el pafs el Ñglmen corporativo'', 1• dlsposkión por lo prontO reconoció
una de las asplradones de poderOIOJ núcleos empresariales que hablan
apovado a Teffa. (El propio Terra entre las bases para inkiar la Refonna
ConstitucionaJ habla propuesto la "creación de cámaras técnicas honorarias
de asesoramiento Legislativo con derecho de lnidativa pera t a ~

eo
de proyectos de leyes") (36).
6) ESTABLECIO DERECHOS SOCIALES:
- Prohibió la usura,
- Y anunció que en tiempo futuro iba a: fomentar la (onstrucción
de viviendas económicas, reglamentar la distribución d.el trabajo, limitar el
trabajo de mujeres y niños. reconocer el derecho a I• justa remuneración,
a la limitación de la jornada laboral y el cumplimiento del descanso
semanal. Estas medidas fueron identifiC<1das, cuando la visita de Vargas,
con las de la Constitución brasileña de 1934, "que tenía como modelo
principal el discurso corporativista del que fuera aprobado para la República
de Weimar, 1919" (3 7>. (El Dr. José Salgado reconoció q-...e los Constituyentes
de 1934 aprovecharon "la experiencia de las con$tituciones de la poe-
guerra ", considerando a la alemana de Weimar como "una de las mejo-
res ' ) (311>.
7) RECONOCIO LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA. Santos Genovese, Cons-
tituyente por el ·•terrismo", afirmó que "si bien es cierto que hemos de
hacer todavía en 1934 un compás de espera s este ideal batllista (ense-
ñanza gratuita y faica), no es m600$ cterto que tampoco hemos cedido
terreno " U9),
8) ESTABLECIO El VOTO SECRETO Y OBLIGATORIO Y RECONOCIO EL
DERECHO Al VOTO FEMENINO.

. ..
El 18 de mayo de 1934 entró a regir la nueva Constitución, instalán-
dose el gobierno legalizado por las elecciones del mes anterior '40).
En la primera sesión de la nueva legislatura, Terra juró por segunda
vez. El Dr. Frugoni, de vuelta en el país y '" el Parlamento, le recordó
"que no cumple lo que jura" '41>.

e) La Ley de Lemas

El 31 de marzo había ahondado la divi1ión de los partidos tradicle>-


na le,. Blancos y colorados estaban a favor o en contra de la nueva
situación, sin que una línea nítida separara los colores de las dos diviNs,
como antaño.
No existía ahora un Partido en el poder, y otro en el llano. Existftn
sectores gobernantes y sectores desplazados. Y tanto unos como otros
eran bicolores.
"¿Quien ;ba a pensar en el espectaculo de "pulverización" lamentable
-que hay que convenir que a esto vamos, si no se reacciona-, de los
grandes partidos históricos?" se preguntaba en la Constituyente el Dr. Luis

61
A. de Herrera. Y Herrera sabía, porque los años dan sabiduría, tas conse-
cuencias que podía alcanzar "toda propaganda de renovación filosófica o
social" (4 2). Esa era en realidad la gran causa que separaba a blancos de
otros blancos, y a colorados de otros colorados.
Claro que el problema era que blancos y colorados partidarios de
reformas sociales y económicas tenían más puntos de identificación con el
socialista Frugoni que con los doctores Terra y de Herrera. La cuestión era
evitar la coincidencia electoral de aquellos sectores antiterristas, dispuestos
a apoyar fórmulas de transformación social, reformistas en unos casos, y
hasta revolucionarias en otros.
Por supuesto que habta matíces, que si bien algunos utilizaban un
ienguaje radical, habia muchos otros que no pasaban de ser tímidos. Pero
ese no era precisamente et punto.
Para resofverlo se dktó una serie de leyes. La primera de ellas, de
1934, resolvió conceder el lema de cada partido -en pertenencia exclu-
siva- a la mayoria de sus componentes. Esta disposición, promulgada
pocos días después de la eleccíón y plebiscito nacionales. otorgó al herre-
rismo y al terrismo los temas Partido Nacional y Partido Colorado Batflista,
impidiendo su uso por el nacionafismo independiente. et radicatismo blan-
co y las diversas fracciones batllistas que se habian abstentdo de concurrir
a las urnas (43).
Otra, de diciembre de 1935, reconoció como personas jurídicas a los
partidos políticos propietarios del lema, "cuyos fines no sean opuestos a la
Constitución ni a las leyes de la República", con la facultad de administrar
y d isponer de tos bienes partidarios. El diputado herrerista Cusano, reco-
nocía que: "El m8pa pol,t rco del país ha cambiado. Junto a los partidos
rraa;cionales actúan núcleos de diversa conformación ideológica. Los propios
partidos antiguos han sufrido fraccionamientos de cierta entidad. Nada resta
ya del antiguo patriarcado" 1:44>.
La tercera, aprobada en 1939 cuando gobernaba Baldomir, establedó
el derecho al sub-lema que pasaría a acumular sus votos al lema parti-
dario (45 l.
De esta forma la verticalidad impuesta por el tema emotivo-cromático
tendla a evitar los acuerdos horizontales entre fracciones de tos dos
grandes partidos entre sí y con otros partidos.
Eduardo V. Haedo escribió al respecto: "En 1934-38 íntegra (Herrera)
el Senado de la República. Auspicia la ley de Lemas como forma de evitar
la formación del Frente Popular" <46>.

82
d) El oficiallsmo se divide

Hacia 1935 -año en que la oposición intenta poner fin al gobiemo


de facto- las fuerzas que habían apoyado a Terra habían perdido esa
aparente consistencia que externamente mostraron en la primera hora del
nuevo ciclo. Ya en 1934 el líder Pedro Manini Ríos se había alejado del
Ministerio de Hacienda, desconforme con algunos nombramientos, aunque
solidario con los principios cardinales del 31 de marzo. AJ año siguiente el
Dr. Oemicheli, ex-Ministro del Interior y ex-miembro de la Junta de
Gobierno, se declara decepcionado con la politica que se ha seguido, y en
consecuencia, "independiente" '47).
En noviembre de 1936 muere uno de los artifices -dentro del b.atllis-
mo- de la carrera de Terra hacia la primera magistratura: Ghigliani. Ese
año los diputados Patrón y Otamendi adoptan a<.titudes independientes y
se distancian de Herrera.
Manini Ríos advierte: "veo con dolor que esa gran mayoría es mucho
menor de la que teníamos el 31 de marzo de 1933". Espalter vaticina para
1938 un crecimiento de las fuerzas que se oponen al ofkialismo '48>.
A fines de ese año (1936), el Poder Legislativo sanciona con suma
urgencia, teniendo en cuenta que las próximas elecciones estaban fijadas
para 1938, una ley constitucional a pl•biscitarse en el ,iguiente arto
comicial que reformaba artkulos de la nueva Constitución. De la lectura
del frondoso articulado de la ley Nº 9.644 se desprende quE. tendla a
evitar que los grupos escisionistas del oficialismo impidiesen el triunfo de
Terra y de Herrera. Asi al artículo 86 se le habían agregado una serie de
renglones que expresaban: "Las listas de candidatos a Senadores dehRrAn
estar, en su totalidad, integradas por ciudadanos pertenecientes a un mi#TJO
partido político".
Más importante era el inciso A, del art. 3, que tr,ansitoriamente est~hle-
da: "Si dos o más partidos pol'tticos se pusieran de acuerdo en adoptar un
lema comun para la elección de Senadores y dicho lema obtuviese la mava-
ría absoluta de sufragios válidos emitidos, se adjudicarán quince bRnca.s
aenaturiales a cada uno de los dos sublemas mayoritarios del lema cnmun,
siempre que el menos votado de los dos hubiese obtenido sufragios que
representen más de la mitad de los obtenidos por la hsta mayoritaria..... <49>.
El diputado nacionalista Stewart Vargas entendió que el proyecto de
reforma constitucional era '"jurldicamente ( ••.) un adefesio'', "polÍticlfmPf)t~
(... ) algo así como un guante de desafio arrojado s ta opínión ~,blica p:;,m
provocar la lógica y previsit1le reacción, Is guerra civil" y "partidariam~r,te",
constituía "e/ entregamiento del Partido Nacional, atado de pies y mano.~ al
adversario tradicional" <so>.
Claro que los grupos escisionistas --colorados independientes y n.ac.io-

63
nalistas de Otamendi-Patrón- no eran los únicos contendientes. En 1936
no se sabía a ciencia cierta si las diversas fracciones del batllismo "neto".
el nacionalismo independiente y el radicalismo blanco mantendrían en las
elecciones de 1938 su abstencion1ismo. Tampoco se sabía si el "Frente
Popular" había fracasado irremediablemente o simplemente había sufrido
tropiezos.
Para superar satisfactoriamente las eventuales contingencias se habla
ideado una salida viable: que Terra y Herrera, propietarios de los dos
lemas mayoritarios, pudiesen votar bajo un lema común que pondría fin a
la división -ya centenaria- de las dos divisas.
Sin embargo, la realidad no ofreció mayores sorpresas. Ni se formó el
"Frente Popular", ni acudieron a las elecciones los sectores blancos y
e:olorados desplazados en 1933.
Para prevenir futuras angustias, en 1939 se aprobó la h~y por la que
los sub-lemas podlan acumular sus votos en el tema partidario.
A pesar de las diferencias programáticas, se ~ogró mantener la identi-
dad cromática. Se había asegurado la sobreviv~mda de la tradición.

e) La sucesion presidencial: Baldomir

Al inaugurar la Constituyente, Gabriel Terra había expresado: "Debo


declarar con toda franqueza, que sólo aspiro a dejar la presidencia, si es
posible, en un ambiente de concordia nacional (...). Y si no fuera así, que
sea mi sucesor el que lleve la tranquilidad a los espíritus (...). Pero, entlen-
dase bien: mi sucesor elegido entre los hombres de la revolución ... " CS l ).
Terra dividió sus preferencias entre su tonsuegro, el Dr. Eduardo
Blanco Acevedo y su cuñado, el Gral. Alfredo Baldomir <52>.
El 27 de marzo de 1938 se realizaron las elecciones generales y se
sometió al referendo popular la ratificación de la ley constitucional sancio-
nada a fines de 1936 y un proyecto de reforma constitucional presentado
a la Asamblea General en frebrero de 1938. El Parti~o Colorado obtuvo
más votos que en 1930, en c:ambio el Partido Nacic,nal menos que en 1926
y 1930.
Resultó triunfadora la fórmula Baldomir-Charlone. Clvicos por un lado
y comunistas y socialistas unidos en el "Partido por las Ltbertades P4bli-
cas" por el otro, también se presentaron <51>. Se abstuvieron: batllistas
"netos", nacionalistas independientes y blancos radicales. CigUuti afirma
que Baldomir triunfó " con el apoyo de las fuerzas coloradas de Montevideo
y el voto lemenino. contra la maqufnaris del terrlsmo (y quizás contra Terra
mismo) y después de superar un conato "golpista " tendiente a escamotearle
la victoria, ascendiO al carpo el 19 de junio de 7939·· (54) .
Al asumir el mando, su discurso fue promisorio: "En esta hora en que

84
nutWBmenfB se h""'8 de- relonnlsmo constitucional, no '8t,go tJcon..wnte
srn p,oclamal que ,-o a mi wu también soy un pBlfldeno de tal revisión. SI
nuest,o código encletra cléusulas que exigen oonece&, no debe condenarse
al &,tlJÍS • vivir .,,.,.,.. encerrado . , nd-. lmpopula,8S y moles-
. . . .. " (SS)_
~junio de ese año, un Mitin pro nueva Constitución y l ~ democrá-
ticas, que reunió una multitud estimada en 200.000 personas, constituyó
una etapa en el cambio de -o rientación polftka que se plasmara con la
Consthución de 1942 y el regreso de4 batHismo <56). Sin embargo, la ley de
Lemas SQbreviviria hasta nuestros d'5 Nacionalistas independientes vota-
rfan bajo et mismo lema que el herrerismo, sumando esfuerzos para
intentar derrour a los colorados-. Batllistn, _,istas y riW!ristas har,an lo
mismo en ., otro bando.
f) El aJtjamiBnlo de Terra

Después de abandonar la Presidencia. Terra se dirigió a Italia invitado


por el gobiemo fascista '51'. Gestionó en dicho pals la firma de un tratado
comerdal con Uruguay.
En su ausencia el Poder Ejecutivo lo designó Presidente del Banco de
la ~ ca,vo que asumió en diciembre de 1938, a su regreso de
Europa.
Dos meses despuft una grave dollll'KÚI lo inhabilitó para toda activi-
dad, falleciendo et 15 de setiembre de 1942.

2) LA OPOSICION

a) s auicJdlo de Brum

J1 de marzo de 1933. Pleno centro de Montevideo. Nueve de la


meflana. Un hombre recibe a balazos a la potida en la escalera de su casa
y hiere a un comisario <se>. Sale a la puerta y am, con un revólver en cada
mano, se plantifica. ta policia -a distancia- forma un cordón que lo
separa de tránseúntes y curiosos. Su nombre: Battasar Brum, ex-Ministro,
ex-Presidente de la Repúbtica, Consejero Nadonal.
Parientes y amigos se acercan a él. Entre ellos, los abogados colegas
del estudio jurfdico "Delgado, Brum, Hughes", que atendía los intereses
de algunas empresas extranjeras (en el rubro petróleo, la Shell y la
Yuzhamtorg) <S9>.
Manifiesta su intención de resistir el gobiemo de facto. Las horas
pasan. El ministro de Espefla le ofrece refugio en su legación. Pero, ante
el asombro de los espectadores, opta por quitane la vida.

65
Poco antes, frente a la inminencia de los hechos, Luis Batlle habla
propuesto a las autoridades batllistas que los consejeros nacionales desap.
recieran para así impedir la destrucción del Consejo y permitirle -desde
algún punto de la ciudad o del país- acaudillar la resistencia. Pero la
sugerencia no tuvo andamiento. Brum estaba entre los que se habían
opuesto: "Si el Golpe se da y la Policía quiere prenderme, Is recibo a
balazos. Mato y muero" (60>. ·
Al igual que miles de uruguayos, Luis Batlle se preguntaba : "¿por que
se mató Brum1 (.. .) Brum no pod1a esperar al Pueblo, porque sabía que el
Pueblo estaba indefenso" (6 1>.
Años después el ex-Consejero Gustavo Gallina!, en honesta autocrítica,
admitía que habían sobrestimado el grado de cultura civica nacional, que
habían pensado --en aquellos momentos-- que el pueblo no toleraría el
cercenamiento de las libertades <62 >.
la United Press anotaría que si Brum buscaba convertirse en mártir
hubiera provocado su propia muerte, avanzando hasta donde estaban las
fuerzas gubernístas (63 >.
José luciano Martínez, apologético biógrafo de Terra, diría: "Fue un
caso tan fatal, tan común como patológico" <64>. Junto a él, el terrismo no
.ti.tubearia en admitir que el suicidio de Brum no fue un acto político, sino
de desequilibrio emocional. Y para demostrarlo adjuntaba pruebas de
amigos y facultativos (65>.
Sin embargo, el propio Gabriel Terra en un dtscuno radial en 1935,
proporcionaría · otra ve~ión de los hechos:
"Ese mismo general Martínez Oulio César) que aparece despues en los
sucesos que antecedieron a la Revolución de Marzo, para hacerle creer al
Dr. Baltasar Brum que podía contar con el apoyo del Ejercito a traves de la
adhesión incondicional de setenta oficiales. Atrevida afirmación que provoc:ó
la desesperada angustia de aquel ciudadano, que el día de la Revolución
aguardó durante siete horas. en medio de la calle y revólver en mano, que Is
guarnición de la capital corriese en su ayuda (...) <66>.

b) Las primeras horas de un nuevo tiempo

Mientras el entierro de Brum se convertía en el primer gran acto


político de ta silenciada oposición, a medida que transcurrían las horas, el
país se enteraba de la nómina de detenidos: en la Escuela Naval se
encontraban privados de su libertad et ex..Presidente del Consejo Nacional
de Administradón, Antonio Rubio, su colega Tomás Berreta y Lorenzo
Batlle Pacheco. En el Regimiento Nº 1 de CabaUería se alojaban Emilio
Frugoni y los ex-Consejeros Gustavo GaHinal y Victoriano Martínez. En la
Isla de Flores: Ricardo Paseyro, Alfeo Brum, Salvador Estradé (67).

66
Los m65 de ~llos serían embarcados rumbo al exilio. Según el hijo d•
T~rra: "El gobierno no tt.No necesidad de utilizar otras fuerzas que la policía,
en el cuidado del ordf;ln. Dispuso de doce detenciones que a los cuatro
días habían recobrado la libertad y el alejamiento de cinco políticos del
régimen" <68>.
A fines de 1935 la nómina de desterrados llegaba a sesenta y cin-
co (69),
En cumplimiento de las disposiciones que limitaban la libertad de
prensa, los diarios comenzaron a aparecer con espacios en blanco en el
lugar en el que se
debieron publicar 105 artículos censurados. Nuevas
normas Je irían acumulando: 19 de ,nayo de 1933, 18 de junio de 1933,
14 de abril de 1934...
l,a pena podla llegar a ta clausura del medio de comunicación.
En ocasiones se liberalizaba et sistema, para luego reimplantarse, si a
juicio del Poder Ejecutivo las circunstancias así lo exigían.
Los procedimientos para impedir ta aparición de los periódicos que
molestaban fueron múltiples y novedosos. Frugoni escribió al respecto:
·'La dictadura uruguaya se vale de la corriente electrica para impedir la
salida de los diarios que le incomodan ... En cuanto dejan de recibir la
energía propulsora saben a que atenerse" oo>.

e) La Universidad

E~ 30 de marzo de 1933, mientras sesionaba la Asamblea General, en


el Paraninfo de la Universidad los estudiantes resolvían, con la presencia
de autoridades y algunos profesores, "defender los fueros del claustro" C7 1).
Al día siguiente, otra asamblea -ésta presidida por el Decano de
perecho, Dr. Emilio Frugoni-, resolvió declarar la huelga general y perma-
necer dentro de la Universidad. El 1° de abril, Frugoni era detenido al
desalojar la policía la Universidad C12>. ~ huelga fue total y duró 23 dfas,
pero muchos docentes -a pesar de que se sucedían las manifestaciones
callejeras- adoptaron una actitud neutralista o prescindente. Otros opta-
rqn por renunciar, entendiendo, como lo manifestara Raúl Baethgen, "que
al ~firmar mi vocación principista · doy a los íóvenes estudiantes la mejor de
mis 'lecciones" (73l.
A medida qu~ transcurrieron los meses, el clima tendió a aquietarse
retornando la Universidad a su trabajo diario. En 1934, al aprobarse la Ley
órijánica, nuevamente se pasarla a la movilización activa contra el Poder
EJecutivo.

67
d) La muerte de Grauert

A comienzos de octubre de 1933 Ghiqlianl, premonitoriamente, al


comentar la dausura pof' dnco dlas de "El Pa,s", marcó los caminos por lol
que el terrismo penYba encarrilar al movimiento opositor: "IJtnflnsarae ,
vivir, o rebelanJe y morir" (14).
Antes da finalizar ew mes fallecerfa Julio César Grauert. ex-dipa,tado
que desde su manciltizada agrupación "Avanzar'' repre1entó el ata m'5
izquierdisu del bat1Usmo.
Justino Zavala Muniz. ar\os después, MffÓ los trágicos sucesos que
costaron la vida a su correligionario:
"El 23 de octubre, Grsuert, proaigulendo eu campa/ta contra la dictadura
se une, en el Teem, de la ciudad de Minas, • Gulchón y • Minelli (Pablo),
psrticipendo en un acto, en el que el b8tlllflmo recJame el 18bno de las
libertades publlcaa. Despuea del acto le pollcÍa pidl6 • loa ns que se
constituyesen detenidos por violar lu dlllpoaicionea aobte III llbettad de
expresión. Grauert, Gukhón y Mlnelll • "'8f1an II acatar la orden y vuelven a
MonttwkJeo el 24. AJ /leglll al Km. 36 de la cam,te,a a Pando la po#cÍa lea
detuvo y luego dispard sobte aYos. Los tres fueron llevados eJ C8lm'O
asistencial de Pando. AJIÍ fue mi hermano Ju#an.. LB policía lo detlNO indic4n-
dole que fOda vez que se presentase iría a parar al calabozo. Durante
algunos minutos logro C0'1WW"SBI' con el médico que atendía a los trea
hombres. JuNán. que es médico. le rogó que tuvie• pre$8t'fte el pelgro de
infeccJon gaseosa y el ÍIJ000'#enfttnte de vendar a loe heridos. Después de
cuarenta horas, vendados y en grave estado, Grauett y Guichón, los d:>I
heridos de bala, son trasladados al Hospital Militar ele Montevideo, mientras
que Minelli, intoxicado por los gases que lea ano;smn dentro del coche,
quedaba en Pando.
El 26 moría Julio rodeado por un reducido f1'IIPO de amigos y de su
esposa Maruja. Grauert tenía 31 aoos" <75>.
El diario tert'ista hatMa narrado el incidente el dfa antes del falleci-
miento de Grauert en un tono amenazador: "Así les ha ido y aí lea Irá a
cuantos pretendan imitarlos'' C76>.
El entierro de Grauert se transformó -según Frugoni-- en "1118
apot808is a/ muerlo y una lormklable manifestación de protaata oontra la
dictadura": más de diez mil personas aa:,mpañaron sus restm. y se propu-
sieron depositar por un momento ef ataúd al pie de a. estatua de la
Libertad, a escasos metros dej Pilado Santos (18 y Cuareim) en el que
Terra tenía su despacho prestdendat. NSe produjo un choque entl9 pueblo y
policía del que resultaron runero.sos heridos" C77).
t) La oposición se moviliza

Oe5de Santa Ana (Brasil), Basilio Muñoz convocó • blancos opo~tores


y a batllistas a una reunión a realizarse en Cazequy el 27 de marzo de
1934.
Concurrió Tomás Berma, y posteriormente se les unieron Luis Batlle
Berres. 1-smael Cort.inas y Carlos Ouijano. Se encontraron en Santa Ana con
Arturo Gonzátez Vidart, Juan Labat y ~ Francisco Saravia. Decidieron
esperar, mientras organizaban una insurrección pr~via a ta elección del 19
de abril de 1934. Perseguidos por las autondades bra1ileñas debieron
dispersarse. Desde Sentiago de Chile arr ibó Lorenzo Carnem. R@dén el 2
de mayo to pudo hacer et Gral. Jwio C6ur Hertinu, * .,." dependlan
resorte5 decisivos del plan revolucionario. "Casi enNgUlde celebró LINt
histórica entrevista con Muñoz -lJ ta que asistieron Ou,jano y Gonzilez
V1dart-, manifestándole que habían fracasado aquaJlos l'NOftfM ·· c11>.
El 19 de junio de 1934, Terra "constitucionalizó" por cuatro aftos m6s
al régimen msrzlst&. La oposición, mientras tanto, programaba para el 11
de agosto eJ mitin "Por la libertad". El interior se movilizó en fervorosas
asambleas públicas. En una de ella, celebrada en Dolores, desde la impren-
ta de un diario situacionista se hizo fuego contra la columna dviaa,
muriendo el nacionalista independiente Manuel Sanguinetti. Dado el car,c-
ter nacional y muhitudinario que adquiria el movimiento, el gobierno
prohibió manifestar por 18 de Julio, autorizándolo en cambio i:-n horas
diurnas ,por la rambta. pe ro •mptdiendo la realizadón de asambleas noctur-
nas preparatorias y de concentracione5 parciales, y anunciando el controt
de ;>orte de armas a los manifestantes. El mitin - lock--out gráfico median-
te- fue suspendido (79)_

f) Huelga en "El Día"

Pocos días después del g<;>lpe, Terra suscribió una serie de convenios
laborales con la Oficina Internacional del Trabajo -en ese entonces
dependiente de la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra--. Pese a
que la medida fue ,i nterpretada como un gesto de buena voluntad hacia
el sector •o brero, la detención de dirigentes sindicales y la publicitadón de
los términos en que era a>ncebida la licencia anual obligatoria (un "true-
que" por feriados suprimidos que excluia a los obreros entre los benefi-
ciarios, y que dividla a los asalariados en dos categorías), disiparon toda
duda. A pesar de que la situación económica se agravó para los trabaja-
dores, fracasó un intento por unificar a las tres federaciones laborales
existentes en una confederación única (80>_ El mismo no pudo properar ni
siquiera al aprobarse la nueva Constitución que propiciaba la formación

69
de sindicatos por el Estado, y el Código Penal redactado por el Dr. lrureta
Goyena -<:o-fundador y dirigente de la Federación Rura~ que prohibió a
los funcionarios públicos et derecho ~ huelga.
Fue en 1934 que una reivindicacíón, salarial de los obreros de la
empresa de "El Día" desembocó en un conflicto de inusitadas proporciones.
al decretar la patronal gráfica el lock-out de las empresas (a excepción de
"La República" y "El Bien Públko'J,
Previamente, y mientras la oposición toda organizaba una gran mani-
festación pública por el restablecimiento de las libertades, el Dr. Ghigliani,
con gran habilidad, habia publicitado la existenda de un pacto secreto
que solidarizaba en casos de conflicto con su penonal a los prind~les
diarios opositores. ("El Día", "El Ideal", "El País", "B Plata'}. con aquellos
que defendían al gobierno de facto ("EJ Pueblo", "La Mañana .., "El Diario",
"El Debate'). La huelga contra "El Día" se inició en agosto. después de
meses de gestiones. Las empresas involuuadas en el convenio patronal,
solidariamente, cerraron sus talleres y despidieron a los obreros ("EJ Pue-
blo" ni siquiera pudo informar sobre la visita de Terra al Brasil, al
suspender su aparición). Pese a que el 16 de octubre un paro en apoyo de
gráficos y vendedores de diarios movilizó solidariamente a gran cantidad
de sindicatos, el movimiento fue derrotado •o.
El conflicto gráfico tuvo, además. derivaciones polfticas: 1) Agravó las
disensiones en el batllismo (en vida de Batlle y Ordóflez su diario había
implantado la distribución de uttlidades) 'I en et nacionalismo indepen-
diente; 2) Fracturó a la oposición (la ma.nifestadón opositora no se
realizó); 3) Alejó las posibilidades de entendimlento entre la izquierda y
los sectores democrátícos de los partidos tradicionales.

g) La revolución de 1935

Cumplida la etapa electoral (1934) algunos desterrados regresaron al


país y los dirigentes del radicalismo blanco, nacionalismo independiente y
del batllismo continuaron sus preparativos revolucionarios (recolección de
fondos, compra de armas).
La insurrección debla estallar el 28 de enero de t9.35. Según Cigliuti,
"sobre el filo mismo de los sucesos, el BatlNsmo consíd9fO que no debía
Intervenir' <82>. Sin embargo. algunos de sus hombres partidpartan del
atzamiento.
El domingo 27 de enero, al sorprenderse en la carretera a Minas un
automóvil conduciendo explostvos y ocupado por afgunos notorios oposi-
tores, el Gobierno procedió a detener centenares de sospechotol y tomó
las primeras medidas militares '83), Mientras tanto. en Dotores. se preparaba
la columna (un camión y cinco automóviles) que partió en la madrugada
det 28 rumbo a Colonia.
70
Die-e una crónica de '°El D'ia"; ..Enel trayec,o, tos ,evolucJonBllos ~ -
ron en· Ctmada de Nielo, ocupandO 18 .comJNria, ctesarmando, s lof guan:Jias
olvllea y requisando vatios automóviles, pues la columna recibe 1ncorpo,a..
olonee a SU paso" CM),
Después de marchas y contramarchas el grupo llegó con su jefe,
Antonio Paseyro, al Paso Morlán del Arroyo Coita, uniéndose a los suble-
vados de Colonia al mando de OVidio Alonso. Eran 34 combatientes.
Poco después mocaban con el contingente gubemista. Dice el parte
pasado por el jefe btanco radical Antonio Paseyro:. ..Las tuerzas gubemiSIBs
atacantes se componían de una compa,tia del 11 de Jnlantena aJ mando del
capitán Díu Amesto, relotzada por 30 hombres de la pollcie de RoMrlo,
t1arioe voluntlJl'los y cJoa cadefea de la Escuela MIiitar ln«Jrpotados: en lolal
104 hombrea perfectamente annados, con trea ttmetralladoru ademas" • 5>.
Fallecieron en este combate los sublevados Raúl Magari"os Solsona.
Alberto Saavedra, Pedro Sosa y tres efectivos de tas fuerzas gubemistas.
Cuatro desaparecidos y numerosos heridos completaron el saldo del com-
bate '86>.
Según el citado parte de Paseyro, triunfaron en esta escaramuza los
opositores al régimen: "loa componentea de la columna gubemlata, •
apresuraron a ocupar aus camlonN, uHendo los cuatro primeros en dlrec-
cJón a Rosario y luego. parando de golpe el fuego de la ametralladora. •
retJtd el ultimo M forma vlsiblemente precipitada. El enemigo dejó aua
muertos en el C'a mpo de pelea y tlbandonadoa por deNparecldoa cano
consta en el parte que eltwó a la superioridad".
Cinco días después, fracasado el alzamiento en todo el s,.ls, los
actores de Paso Morlán • presentaban a las autoridades •7).
El 27 de enero, por la noche, Basilio Muftoz cruzó la frontera desde el
Brasil al frente de una pequet\a caravana de tres automóvtles y dos
camiones, conduciendo las armas y munidones de la revoludón. Al die
siguiente, por la tarde, supo que el movimiento del sur, "bajo cuya
promesa formal había Invadido, estaba lote/mente trac•ado": estallaron
revueftas pardales, sin coordinar, en Canelones (dirigida por Alvaro Platero
'I los hermanos Jadnto y Benigno Corrales, de la que resultó muerto en un
tiroteo este último); la de Silvio, Ellas y Medardo Mul'oz (hermanos del
general) y Silvestre Echeverrfa en Santa Clara y Cerro Chato; la de
Ceferino Matas, Alfredo H. Parra e Isidro lzmendi en Treinta y Tres; la de
Saturno lrureta Goyena en San Ramón; la de severo Escobar, Bonifacio
Curtina y los hermanos Rfos, en Salto y Tacuarembó; la de Mario Goyenola
.n Tupamba6 (88)_
Al preparar Basilio Mul'\oz su retirada se enteró que Exequiel Silveira,
con quinientos hombres de la "División Cerro Largo" se hab(an alzado en
armas: "Aquel hecho Iba a hacerlo cambiar de opinión" 039>.
71
Mientras tanto, el gobierno mandaba tropas y aviones a Melo.
Hasta los montes del Río Negro, donde acampaban los revolucionarios,
llegaron Gonzalo Arrarte, un hijo suyo, y Juan José Gari, portadores de
una propuesta de paz del General Urrutia (90)_
El 4 de febrero, el General Basilio Muñoz, el Coronel Exequiel Silveira
y el Mayor Justino Zavala Muniz emitieron una proclama, resolviendo
disolver el contingente revolucionario.
la aviación gubernista bombardeó el campamento revolucionario,
guiada por el humo de sus fogones. En total, en este frente, fallecieron
en acción: Enrique Goicochea, Segundo Muniz, Luis G. Gino, Basilio Pereira
y Marcos Mieres (9 1>.
El 6 de febrero Basilio Muñoz, junto a alguno~ de sus seguidores,
volvió al Brasil.
la revolución había fracasado. ¿Por qué7
En parte por la falta de coordinación de los levantamientos, que a
pesar del desenlace auspicioso de Paso Morlán, quedaron aislados.
En parte por cierta cuota de lirismo (la "División Cerro Largo" se
movilizó a caballo mientras los gubernistas utilizaron la aviación).
No se contó con el apoyo de sectores del ejército (ya a fines de 1933
había abortado un complot en el Regimiento de Artillería Montada
Nº 1) (92).
Hubo fallas organizativas, pero sobre todo, se apostó al espontanefs-
mo: se creyó que el levantamiento sería la chispa que encendería la
insurrección.
Según Zavala Muniz, en Montevideo nadie se lanzó a "gritar su
solidaridad con los paísanos que ya van por el campo, luchando por la
libertad de todos" (93).
Francisco Pintos, por su parte, dice que "Los dirigentes obreros se
enteraron de la insurrección poco antes de conocerse la noticia desaler:ta-
dora de la derrota", reconociendo que existían condiciones para un movi-
miento armado exitoso que abarcara todo el pals l94 >,
Basilio Muñoz compartiría su exilio con el Teniente Coronel argentino
Roberto Bosch. Ambos redactaron un documento en Río de Janeiro, a
mediados de 1935. en el que se pueden encontrar puntos de coincidencia
ideológica con los restantes sectores de la oposición uruguaya -Incluida la
izquierda-:
"En el terreno po(rtico, los gobiernos actuales de la Argentina y el
Uruguay no representan las mayorías populares, no representan la ley; han
pisoteado la constitución, han subvertido los códigos y se han hecho pasibles
de delitos de alta traición.
En el terreno social, asishmos a la esclavitud de nuestras clases media y
proletaria, obstaculizada la primera, enajenada en sus atribuciones y coarta-

72
da en sus legítimas aspiraciones de bienestar económico y dignidad espirl·
tual; y aherrojada brutalmente la segunda, perseguida, desterrada, desposeí-
da de los derechos conquistados bajo la égida de los gobiernos democra-
tlcos, y rebajada al mas repugnante nivel material y moral, sin mas posibi-
lidad que la acción del terrorismo individual.
En el te"eno económico, presenciamos la entrega de las riquezas del
suelo y subsuelo, a los representantes de la plutocracia mundial, y el conttOI
d9 las vías de comunicación entregado a las compañías extranjeras, mientras
el valor adquisitivo de nuestras materias primas se supedita al capricho
voraz de las grandes casas exportadoras extranjeras.. . " C9 5>.
Por lo pronto, se puede constatar que Basilio Muitoz hablaba un
nuevo lenguaje, que para nada se identificaba con el da las patriadas
anteriores.
Los escasos dias que duró la revolución de 1935 no le restan impor-
tancia a su sentido político: blancos y colorados habían muerto luchando
contra otros blancos y colorados, marcando un entendimiento horizontal
que trascendía a los lemas partidarios (uno de cuyos antecedentes lo habta
constituido el pacto de 1931; y en el campo adversario, el reformi,mo
oonstitucional que derivó en el apoyo al golpe de Terra).
También mostró que la ausencia de unidad entre todos 101 sectores
Opositores llevaba irremediablemente al fracaso.
Con el tiempo, el liberalismo rescataría el gesto de Brum, y con menos
vehemencia recordaría a Grauert. A los caídos del '35 se les reservarla el
olvido.

h) El atentado contra Te"a

2 de junio de 1935. En el Hipódromo de Maroi'\at se corre el gran


premio "Getulio Vargas", en homenaje al visitante Presidente del Brasil.
Finalizada la carrera, anfitrión y huésped abandonan el palco oficial
rumbo al salón en que se servir, el lunch. A pocos metros, una mano
empuña un revólver y apunta a la cabeza de Terra. En el preciso instante
en que aprieta el gatillo, un concurrente toma rápidamente el revólver
por el caño desviando el tiro que, pese a todo, alcanza a herir levemente
a Terra. El autor Intenta huir, pero es aprehendido. Su nombre: Bernardo
García, ex-miembro del directorio de los Ferrocarriles y Tranvías del Esta-
do; abogado, casado, 65 años de edad; había estado detenido en la Isla
de Flores.
"El Pµeblo", al dla siguiente escribió: "El atentado de ayer es un hecho
político, perfectamente conformado. Ha sido planeado en los conciliabulos
de la aposición" (96).
Luego de definir a Terra como "Bueno, congenitamente bueno, bueno

73
bondadoso", prodamó la necesidad de contestar a ta violencia con ta
violencia.
La respuesta no se hizo esperar. se clausuraron los periódkos "El Psís",
"El Día", "Crónicas" y "Uruguay" y se detuvo a 23 opositores, entre ellos
<austavo Gallinal y Marcos Batlle Santos (97)_
Mientras tanto, del exterior llegaban los mensajes de salutación a
Terra; de Adotfo Hitler, del presidente del directorio londinense del Ferro-
carril Central, de los prestamistas Glyn, Mills de Londres (98)_
El 8 de junio se realiza una manifestación de desagravio al gober-
nante. Los embajadores de Alemania e Italia hablan convocado a sus
respectivas colectividades a adherir a la misma <99).
Una Misa de Acción de Gracias se efectúa en ta Catedral, oportunidad
en que reciben la comunión la señora de Terra y sus hijas.
El Arzobispo es criticado por "El Pueblo": "se aleja de la Catedral,
precisamente, unas horas antes de que Is sociedad montevideana Invada
aus naves en acción de gracias por la salvación mllag~a del Presidente
Te"ª· .. (100).
Oías después, Terra se dirigirá por radio at país, advirtiendo que
"Ef «tirano» está firme, hoy coma ayer, en su puesto de combate en la
extrema vanguardia de las fuerzas de la Patria" <100.
Años después "El País" efectuarla un balance del atentado: "Numero-
sos ciudadanos de la oposición, a quienes e"óneamente se supuso cómpli-
ces del hecho fueron aprehendidos y torturados, como lo comprobó ulterior-
mente una comísión investjgadora parlamentaria... " 002>.
Poco antes de consumar el atentado, Bernardo Garda le habla envia-
do una carta al Dr. Navarro. De ella se deduce que el móvil de la acción
era asesinar a Terra, para que asumiese el Vice-Presidente de la República,
deseándole que pudiese hacer feliz a la República <103>.

1) Los Intelectuales

La condenda liberal había calado hondo en ei pais, y en especial, en


su Intelectualidad. El Ateneo de Montevideo, que nucleaba a la "intelli-
gentsia" anti-terrista, comenzó a adquirir un papel que en mucho se
asemejó al que habla desempeñado en la época de Latorre y Santos, en el
siglo XIX.
Es et sitio de encuentros, reuniones y conferencias, en las que los
hacedores de la cultura mantienen vivos sus valores. Pero también es un
centro de oposición activa al régimen.
En esta etapa adquirirá gran Importancia el ingreso a su directiva de
algunos connotados opositores: el Dr. Eduardo Acevedo que la preside en
1934, los doctores Eugenio Petit Muooz, Asdrúbal D~lgado y otros.

74
La peculiar coyuntura de los años treinta --4tn especial al iniciane ta
guerra civil española- produce una seria fractura ideológica en ta intelec-
tualidad uruguaya que, cada vez más, comienza a embanderane en tomo
• dos Ideas básicas (antiimperialismo - antifasdsmo). Surgen asl asociacio-
nes cutturales --<0m0 la AIAPE (Asociación de lntelectuates. Artistas, Perio-
distas y Escritores}- que profesan, según Graceras, ..una actitud poldlca
muy general frente a problemas muy generales" '104)_ Sin embargo no se
puede dejar de señalar que la lucha contra el fascismo, pero en particular
el apoyo al gobierno republicano español, fueron las causas determinantes
del vuelco hacia la izquierda de un sector de la intelectualidad uruguaya.
Tampoco se puede ignorar que el 31 de marzo de 1933 actuó de línea
divisoria en el mundo de la cultura, y que no todos se resignaron a .ser
meros espectadores. Asi, mientras el poeta Emilio Frugoni era deportado,
el filósofo Carlos Vaz ferreira luchaba contra la Ley C>fll'nica de la Univer•
sldad, los escritores francisco Espínola y Justino Zavata Muniz empuñaban
las armas en 1935, el pintor Pedro Figari env,aba telegrama de adhesión a
Terra, y el escritor carios Reyles asumía la direc.dón del SODRE.

B El fracaso del Frente Popular

Entre julio y agosto de 1935, el VII COngreso Mundial del Comintem


ratificó la actitud de los comunistas franceses, que junto a socialistas y
radica1es habían logrado unirse en torno a la bandera del antifascismo.
A partir de entonces Moscú alentaría en todo el mundo la alianza de los
sectores de izquierda con los partidos democráticos y sindicatos. Había
NCido la polític.a de los "Frentes Populares" que en pocos meses llevarla •
la izquierda al gobierno en Espal'\a y Francia (1936).
En Uruguay la revolución de 1935 hab(a mostrado que sectores del
battlismo 't/ del nacionalismo estaban dispuestos • luchar conjuntamente
contra el gobierno de facto.
Dirigentes IOCialistas y comunistas entablaron contactos para unificar
las luchas sindicales (que se hablan intensificado a partir de 1935) y lograr
un acuerdo polftico entre la izquierda, previo t otro más general <105>.
En los hechos, el "Frente Popular" fructificó en barrios de Montevideo
J en muchos puntos del interior del país. Por ejemplo, en Canelones se
constituyó un "Comité local de lucha contra 1a guerra y el fascismo" ~ el
que compartieron 1a tribuna representantes de los partidos comunista,
'<>Cialista, del batllismo y del nacionalismo independiente, según informó
"El Día" <106>.
la lucha contra el fasdsmo nucleó a vairos sectores políticos especial•
mente después de la ffMSión italiana a Etiopia (1935). Sin embargo el
"frente P~tar" frac.aró en Uruguay. Según f»intos "por la falta de fuerza

75
que aun tema el Partido Comunista y por no haberse logrado Js unidad
orgánica de todo el proletariado; y por Is ausencia de fuertes sindicatos en
las industrias fundamenta/es'' (10 7 >.
Además, había un hecho que había distanciado a la izquierda de
algunos núcleos de los partidos tradicionalet: et lock-out a los gráficos en
1934, en el que, según Ulises Gracerz!., "la po/Jcia de 111. o·ic!adura protegía a
I08 cJiarioS antJdíctatorfal':1,:· o·es tos -.Jbrero:; ant:die tato,iaJes ·· e, 08>.
Sin embargo habi.:1 cfüigentef de ;ll:S ~drtidos tradicionales dispuestos a
un frente único. Basilio Muñoz, veterano de las revoluciones de Saravia,
exhortó al nacionalismo a constituirlo: "Un Frente Popular, repito, ya
sellado por los hechos y consagrado por las masas y al cual habra que
darle el programa mínimo y concreto que todos sentimos" <109>. En filas
batllistas lo habrían acompañado --entre otros-- Zavala Muniz. Rodriguez
Fabregat, Acevedo Alvarez, Minelli y Héctor Grauert <110,.
En cambio, un principio de unidad -efímero- se dio en la izquierda.
En la elección de 1938 socialistas y comunistas levantaron una candidatura
común : votaron a Frugoni. En Montevideo lograron siete mil votos menos
que los herreristas (11 1)_
A pesar de las disidencias, de la falta de unidad, del espontaneísmo
de algunas acciones, del lirismo de otras, de no forjarse una gran organi-
zación común, los opositores no le hicieron la vida fácil a Terra y sus
aliados. Uno de sus méritos, estuvo reflejado en las palabras con las que el
dirigente de la autodP.nominada ''Revolución de Marzo" se refirió a la
oposición al entregar el mando a su sucesor, palabras que implicaban un
reconocimiento pero también una lección: "solamente los gobiernos totali-
tarios, pueden aspirar a suprimirla .. (112>

3) EL AUTORITARISMO TERRISTA

El 31 de marzo de 1933 pasaría a la historia politica uruguaya como


una fecha clave, verdadero mojón que marcaría el inicio de una nueva
época, breve, que cambiaría a hombres e instituciones. Pondría temporal-
mente fin a uno de los esfuerzos más serios y buscados por la sociedad
uruguaya: el de la democratización modernizadora que en un clima de
diálogo permitió afianzar y consolidar la paz alcanzada - -a un alto pre-
cio- en 1904.
El saldo de ese dfa y de los que le sucedieron es conocido, aunque no
resulta redundante insistir en él: disolución del Parlamento, diarios censu-
rados, pre$OS, desterrados, muertos.
Uruguay no era una isla. Seguía el camino que antes habían empren-
dido Argentina y Brasil en 1930, y muchos otros palses.
Ese año de 1933, un cable de la agencia Havas fechado en Roma,

76
Informó que Terra había elogiado al Duce y al fascismo afirmando que loa
"camisas negras" eran continuadores legítimos de los "camisas rojas" de
Garibaldi <113),
El Ministro del Interior de la novel "Tercera República", • Dr. Francll-
co Ghigliani, dirfa: "Creo QU8 Mussolinl tiene razón al decir que la únk;a
llbertad que pueda ser cosa seria es la llbertad del Estado y del Individuo en
el Estado" 0 14>,
El diario del Presidente seguiría atentamente la experiencia soci.al y
económica "de la admirable Italia fascista" <115>, con indisimulada simpatla
siempre, en especiat a partir de julio de 1935, cuando al ser separado de
la dirección Ghigliani, lo subrogó el Dr. Domingo Bordaberry.
Terra fue condecorado por el Rey de Italia. El Vice-Presidente de la
República también. La colectividad italiana, y sus grupos pro-fascistas (al
igual que los falangistas en 1936) encontraron un dima tolerante ~
complaciente en el Urugua1 terrista. Pero ese mismo año, al arribar Roose-
velt se constató un nuevo lenguaje: "Las filosofías de Hitler y de Mussolini,
no son las nuestras. Ni las queremos. Ni las hemos deseado nunca" (116).
Es que la experiencia social y económica del "New Deal" también ••
admirada. Años después. durante el gobierno de Baldomir, señalaria el
periodista norteamericano John Gunther, refiriéndose al Dr. César CharD-
ne: ''He OÍdo de él -la misma tarde- hablar a favor de los fascistas por un
lado y a favor de los nonsamericanos par el otro" <11 1>,
Uno de los opositores al terrismo, el Dr. Gustavo Gallina!, diría: "No
fue doctrinariamente fascista el régimen surgido del golpe de fu&rza" '1 11).
Resaltaría que, por lo contrario, se habla decorado "con pomposa•
declaraciones de respeto a la soberanía y fue pintado como une resttturaclón
de la verdadera democracia".
Algunas singularidades pueden 5er seflaladas al respecto. Terra no
intentó crear un nuevo movimiento, iino que pretendió asumir la repN-
sentatividad del batllismo. Por otra parte, en el nuevo Parlamento que se
instaló ese año, había representantes socialistas y comunistas.
A pesar de las limitaciones en la libertad de reunión, el batllismo
opositor pudo hacer funcionar w Convención y realizaron actos politiCDS
también Jas restantes colectividades, especialmente a partir de 1935.
Este autoritarismo "sui generis" sustentó también un nacionalismo
''su' generis". "El Pueblo" en una oportunidad recordó que una sola
escueta se denominaba "Artigas" mientras pululaban las que recogían los
nombres de otros países: Austria, Grecia, Yug<>eaavia, Alemania, Japón,
etc. Y anotó: "esa utilización heterogénea de nomt,tes universales sirvió al
Internacionalismo de los que querían trasegar y contundir en esta tierra •
todas latJ Ideas, a todos los símbolos, a todos los héroes, a todas las
lenguas del mundo. Y así venía bien la célebre definición de la patria que

77
más de una vez oímos ert las más importantes escuelas de Montevideo: "La
patria 9$ la humanidad" (119).
Sin embargó, á la hora de suprimir feriados, se incluyó entre los que
caducaban aqu,uos que se identificaban con el nacimiento del país (19 de
abril, 19 de junio, 18 de Julid).
Al igual que otros autoritarismos contempOráne0$, el tetrismo no
descuidó cierto culto a la personalidad de su conductor. Terra era pública-
mente lisonjeado desde el periódico que apoyaba su gestión, que lo
revestía de una bondad paternal. 5tJ mffianismo -que mucho de eso
había- era de corto alcance: las circunstancias lo habían obligado a dar
lo$ pasos que había dado. Esa justificación casi pennanente sirve para
aquilatar cuán hondo había ca!~do la legalidad cQnstltucional.
Pero el Presidente no impidió que ese afán por resaltar las cualidades
de su persona lo eternizara: la represa hidroeléctrica llevaría su nombre;
la Administración Nacional de Puertos bautizó "Presidente Terra" a un
mercante griego rescatado de su encalladura en aguas uruguaya, <120>.
Filofascísmo, nacionalismo, personalismo, serían algunos de los ingre-
dientes del nuevo tiempo político nacido el 31 de marzo.

78
capitulo 11

EL PROCESO ECONOMICO

1) LA POLITICA ECONOMICA

la política económica del terrismo sería singular porque también lo


eran la situación del mundo y del país. En lo externo hasta las naciones
más virulentamente librecambistas debieron adoptar medidas proteccio-
nistas, restrictivas, interviniendo el Estado en la defensa de la producción
interna, el restabfecimiento del nivel ocupacional, o la fijación del valor de
ta moneda.
El liberalismo económico y el patrón oro, ya afectados en ocasión de
la primera conflagración mundial (1914-18), naufragarían en las aguas de
la crisis y la deptesión. El proteccionismo, el nacionalismo económico, el
comercio cuotificado, el trueque y las divisas, cxupitrían la escena.
En lo interno se estaba en la cruz de los caminos. Había desocupación.
La ganaderfa soportaba sobre sus espaldas fas consecuencias de dos crisis
mundiales, sin absorber gente. La industria pugnaba por aflorar en toda
su potencialidad, aunque et dinero necesario para pagar sus Importaciones
deberían proporcionarlo las exportaciones del agro. La agricultura r-!querfa
mano de obra pero también un fuerte esquema protector para sobrevivir,
alterar el sistema de tenencia de la tierra o inducir a sus propietarios a
cambiar de régimen de explotación.
Había otro protagonista: el Estado. Juez, Gendarme, pero también
Empresario. Un Estado al que la crisis había dotado de mayor poder de
intervención. Un Estado que pasaba dificultades, que habla tenido que
pedir dinero prestado a empresas privadas para poder cumplir con algunas
de sus obligaciones.
De ahí también el pragmatismo terrista: cíclica o simultáneamente se
apoyaría a todos los sectores par'a intentar salvar et aparato productivo
del país. Lo dijo en 1934 el Ministro Dr. César Charlone:. "no puede haber
reconstrucción económica, si los precios de nuevo no se restablecen a
niveles que signifiquen un reparto equitativo de la renta nacional entre todas
las clases sociales y productqres... " <6 >.
El quid de ta cuestión era qué parte de la renta le correspondía a
cada uno. Con respecto a los asalariados eso estaba claro: se deberían
conformar con tener trabajo.

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•> Comercio exterior

La crisis mundial afectó a Uruguay tanto en los totates que exportó


como en los precios obtenidos por su producción. Este dobfe efecto se
harla sentir decididamente sobre su economía. A partir de 1935 comenzarla
la recuperación.
Las dfras ofidales muestran que durante la década del treinta los
productos aportados. por ta ganaderJa ocuparon holgadamente mas de
las tres cuartas partes det total en pesos de las exportadones. Y dentro de
eUa, desde 1935 las ventas de lanas superarían a tas de came. El auge del
textil tendría intemamente et papel de tonificador de la pequefla y
mediana explotación ganadera, ya que era et rubro at que se habla
orientado preponderantemente la dase media rural.
Entre el 60 y el 75% de las exportaciones se dirtg,an rumbo a Europa,
mientras que de aUI provenían, aproximadamente, la mitad de las impor•
taciones requeridas por el país. Entre un cuarto y un terdo de las mismas
eran combustjbles <2).
El terrismo proseguiría con algunos prindpios adoptados por el disuel-
to Consejo Nacional de Administración. como el de "comprar a quien nos
compre,"# fundamentados ahora por el ofldalismo coo la doctrina de la
economía dirigida.
El "dirigismo económico" creó en 1934 una "Comtsión Honoraria de
Importación y cambios". en la que estañan representadas las principales
entidades empresariales, qUé dtstribuirfa tas dMsas para e1ertuar las impar..
taciones, procurando que la cuota de cambio asignada a cada 1pa'1 no
fuera inferior al 75% de las divisas provententes de la- expo,udón de
productos uruguayos al mismo o•.

b) Ganadería

Después del 31 de marzo la ganaderia fue contemptada en un dobte


aspecto: en el reconocimiento de la necesidad de mejorar ,e l proceso de
refinación ganadera y también en la aceptación de las dificultades por
las que pasaba ei sector.
Una de les quejas constantes de los frigoríficas, para fundamentar lo1
precios que pagaban por el ganado uruguayo, era el grado de refinación
de¡ mismo que cuestionaba el aprovechamiento de las reses fNnadal.
A partir de 1934 se creó un nuevo sistema de primas: M pagó una suma
en metálico por cada quinientos quitos de came viva y otra por cada
vacuno de pedigree inscripto en los registros correspondientes. Tiempo
después se atablederon primas para ef ganado ovino. Para mejorar fa
~lidad del lanar y estimular su crianza, en 1935 se aeó la "Comisión

80
Nac;íonat Honoraria pro Mejoramiento de la Producción Ovina". Toda1
estas disposiciones tendían a que el país y los productores obtuvl••n una
mejor retribución por sus ganados.
Para proteger a los arrendatarios se prorrogó hasta 1936 inclu1lv• la
rebaja en los alquileres de campos fallada por los Jurados de Concltlaclón
creados en 1931.
Pero donde el terrismo se diferenciaría nítidamente de la poUtlcli
adoptada por el Ejecutivo colegiado sería en la parte impositiva.
En abril de 1933 se rebajó en un diez por ciento la contribución
inmobiliaria rural; en 1935 se concedió el 20% de reducción en el aforo
de la propiedad rural que no habia obtenido rebajas después de 1932; en
1936 se consolidó la deuda de los morosos del impuesto territorial, que
podría abonarse en diez cuotas anuales.
Uno de ,os problemas más acuciantes de los productores rurales era el
endeudamiento, especialmente -dada la modalidad crediticia de la épo-
ca-, el hipotecario que afectaba los bienes. Charlone fijó la política al
respecto: "no hemos de consentir jamas que la crisis los arrase y los elimine
de los planos de producción, restando/e as, al país el concurso de energías
preciosas" <4>.
En 1933 se decretó suspender por cinco añ<H las amortizaciones de los
préstamos con el Banco Hipotecario del Uruguay, facultándose a la institú-
ción por igual lapso a suspender la amortización de Jos títulos de deuda
que le habían provisto del capital prestado a los productores. Es Jecir que
los rentistas deberían pagar las dificultades del ~ r productivo.
Además se rebajaron los intereses. y para financiar la medida se debió
echar mano a los recurws de la devaluación de 1935. También 5e decretó
la disminución de los intereses hipotecarios contratados con particulares.
La política cambiaria y monetaria permitiría reducir en los hechos la
deuda de los productores. La devaluación de 1935 proveyó de fondos al
Banco Hipotecario para sufragar la continuación de la rebaja de los
intereses de los préstamos hipotecarios concertados con el sector rural, "I
financiar lcU primas al ganado.
En 1936 una negra sombra se cernió sobre los ganaderos. Después que
Uruguay había logrado finaJmente un acuerdo con Gran Bretat'la para
paliar les consecuencias restrictivas de los acuerdos de Ottawa, esta última
IP'icó un impuesto a los embarques de carnes al Reino Unido a partir del
1° de enero de 1937. Era, según Chartone, una emergencia aún más
''ca/amtosa" que la de 1932. Estado, detegados de los productores y de los
frigoríficos convinieron en evitar que el impuesto lo pagaran los produc-
tDres y que afectase k>s precios de Ja Tablada: se financiaría con una
prima espec¡al a los exportadores <S>.
Los productores rurales no siempre estuvieron de acuerdo con el valor

81
y el destino que se fijó para las divisas de las exportaciones, lo que hasta
cierto punto resulta comprensible si se tiene en cuenta que el terrismo
debió también contemplar 105 intereses de industriales, importadores y
frigorlficos.
Los censos ganaderos --de ser comparab4es- muestran que entre
1930 y 1937 aumentó el stock vacuno, cayendo el ovino. Acusan casi igual
cifra de vacunos que en 1908, con 1ensible disminución de ovinos. Sin
embargo, en esas tres décadas se produjo un importante cambio cualita•
tlvo en la ganaderáa uruguaya: el ganado mestizado habia prác:tic.amente
erradicado al criollo, aunque diversos testimonios coinciden en afirmar que
el grado de refinamiento aún dejaba mucho que desear.

e) lndustna

Las med,idas aduaneras de protección industrial adoptadas en 1931


siguieron vigentes. Ademas se instrumentaron otras, como la ley de eti-
queta obligatoria para los productos nadonales promulgada en 1932.
En 1935 se prorrogó la ley de franquicias industriales: todas las fabri•
cas que se instalaran o se ampliaran. ademas de las empresas construc-
toras, estaban eximidas del impuesto de importación a las maquinarias,
accesorios y repuestos. Las industrias nuevas, o que fabricaran ar1kulos no
producidos en el país, estaban e>coneradas por diez años del pago de los
impuestos de contribución inmobtliaria y patente de giro.
A pesar de la vigencia de este esquema protector, la industna recibir,a
beneficios adicionales: 1) la polltka de restnc:cion a las importadonei te
reservaba parte del mercado interno; 2) la depreciación del signo mone-
tario uruguayo brindaba un marco de protección suplementario, ya que
encarecla la producción extranjera; 3) la oferta de mano de obra por la
desoc:upación y éxodo rural tendia a bajar lm salarios.
En ocasiones los industriales se quejaron de que no se les otorgaba
trato preferencial en la concesión de divisas, produciéndose un enfrenta-
miento doctrinarlo con los partidarios del modelo rural (también, ddica~
mente, desconformes por el mismo motivo) '6>.
Alguna, iniciativas del terrismo a nivel industrial no prosperaron.
Como la que pretendtó "dirigir'' la inversión en determinadas ramas
industriales, limltlnto el número de establecimientos cuando los existentes
abastecian satisfactor,amMte al mercado interno V>. esta medida, de efec•
tivfzarse, hubiese permitido intJodudr cierta planific.acion en un proceso
de industrializadón .caracterizado desde el siglo anterior por la ausencia
de principios rectores.
Se intentó la moderniiación capitalista en base a estimular la .consti•
tución de sociedades anónimas. Días antes de alejarse de la Presidencia.

82
Terra reglamentó el funcionamiento de sociedades anonimas, mutualistas
y cooperativas. Pero ante las quejas de algunas entidades empresariales,
Baldomir revocó la medida en setiembre de 1938 (8)_ Entre 1933 y 1.937 se
gravó con un impuesto los intereses de algunos títulos (Deuda lnterf'\a,
Hipotecarios), medida que si bien fue fundamentada en la necesidad de
que también tos rentistas pagaran la crisis, pudo tener cierta importancia
en la canalización de capitales hacia la industria. Era por lo pronto algo
que habían solicitado enfática mente algunos ,ectore1, que reaccionaron
contra la tendencia a radicar capitales en bienes inmobiliarios, titulo, y
depósitos bancarios. Sin embargo a pesar de que se fundaron numerosa,
sociedades anónimas, la Bolsa fue escasamente utilizada como vivificadora
de la industria nacional.
Aun cuando el periodo de estabilidad monetaria hab,a quedado atrá1,
la expansión del sistema bancario --que necesitó captar deposites--- mu••
tr11 que a pesar de la crisis era dif ,cil reconvertir totalmente la, tendencia,
inversionistas de la sociedad uruguaya. La situacion economica y la rebaj•
de los alquileres debió disminuir la construcción de casas v ed1ticio1 de
renta. El terrismo presto especial atención a la actividad turística, que en
un momento de escasez de divisas pod1a auxiliar muy favorablemente la
balanza de pagos. El pais comenzó a mirar con mayor insistencia al Este, v
et fomento a la construcción de hoteles captó parte del excedente de
c.pitétl.
De suma importancia para la actividad industrial puede considerarse 11
creación en 1933 de una nueva forma mercantil, lcts sociedades de respon•
aabilidad limitada, tendientes a posibilitar la capitalización de la clase
media.
Una comparacion entre los censos industriales de 1930 y 1936 muestra
un importante crecimiento empresarial, y a pesar de los efectos de la
·depresión, el producto industrial y la rentabilidad en la década del treinta
fueron satisfactorios.
Numerosos establecimientos nacieron en este periodo, percibiendose
11'lgunas industrias dinámicas, como la del caucho, refinación de petróleo,
lfflttalúrgica, etc. Y si bien hay actividades que decayeron, como la cons•
ttrucción y la industria de la carne, otras mostraron s•gnos de expanstón.
11
la industria logró absorber inversiones de su propio sector, pero tam·
1Wt•n def mercantil, afectado por la crisis, especialmente del comercio
ltfftportador.
Pero como rasgo estructural de la industrialización uruguaya siguen
·l fttacandose en importancia las micro-empresas. Es decir que parte de la
ftn1mización fue obra del incremento de los pequeños taUeres, sin tecno-
!"'911sofisticada y con reducido numero de obreros.
No deja de ser significativo que un porcentaje importante del creci-

83
miento industrial se asiente en una gran industria: la refinena de
ANCAP (9>.

d) Agr,culluri:J

Terra hab1a propuesto en 1931 , ante el aumento de la desocupacion y


la imposibilidad de intensificar las obras publicas de acuerdo a las necesi-
dades, e inspirado en un proyecto de vieja data, obligar e los gana-
deros a dedicar un porcentaje ~e sus tierras a la agricultura. Entendía
el Presidente que el derecho de propiedad ya no era "ilimitado", y que
quienes por su cercama se aprovethaban de las obras publicas de la
sociedad -vIas de comunicacion, estaciones, puertos-, debenan, por
solidaridad social, dedicar un area a las tareas agncolas. 0espues del 31 de
marzo Terra decreto el ·cultivo obligatono de la tierra' , elaborando un
complicado reglamento en el que se establec1a por zonas los porcentajes
obligatorios de cultivo y el numero de árboles a plantarse. A pesar de que
fue compulsivo, y de que se exonero a las tierras roturadas de un
importante aumento a la contnbucion inmobiliaria que regaría a partir de
1936, aunque luego se pospuso a 1938, el proyecto fracasó. De el dijo
Emilio Frugona que ·podr,a consegwr tal vez que muchos terratementes
de¡ar;jn de serlo en la torrna en que lo son en Id actualidad , mostrandose
partidario de efectívizarla porque tal vez ella realice lo que no puede
reallz,:1r el me,11stente impuesto progresivo temtor1al , -que hab1a sido el
caballito de batalla del batllismo- (IOl_
Otra 1niciat1va de importancia det ternsmo. cuyo tramite parlamentario
insum10 casr tres anos, fue aprobada en 19.37. Establec1a la obligacion de
cultivar las tierras de pastoreo de Montevideo, las situadas a ambos lados
de la carretera a Colonia en una profundidad total de cuatro quilómetros,
las situadas alrededor de los centros urbanos y a ambos lados de las
carreteras nacionales. En este ultimo caso, en una profundidad de cuatro
quilometros, se establec1a la obligacion de duplicar los porcentajes estipu-
lados por la 1ey de cultivo obligatorio de la tierra. Para Montevideo °'
carretera a Colonia se f iJaron porcentajes que iban del veinte al ochenta
por ciento de las tierras de pastoreo. En caso de incumpltm1ento la multa
era variable, pudiendo alcanzar al triple de la contribución inmobiliaria <11 1.
Sin embargo, a pesar de la constancia de Terra al respecto, el sistema
elegido pcua alterar el pa1s ganadero, dado los engorrosos procedimientos
y el hecho de que su eJecucion se dejara librada a los productores, no
auguraba pnncIpI0 de realización .
No obstante, el area agncola del pa1s crecía, aunque menos si9nif1c.a-
tivamente que lo que se pretend1a. Pero como tambien aumento la
población del pa1s, no se pudo superar el total de hectareas cultivadas Por

84
• • A, •

h1bitante en 1908, aunque sí el del período 1929-30 c12>.


El Estado mantuvo la política de fijar administrativamente el precio
dtl trigo y concedió primas a la exportación de trigos y harinas, creando
u·n1 "Junta Honoraria de Granos" con el cometido de asesorar y regular la
producción y comercio de cereales y oleaginosos.
, Pero el país no se pudo sustraer al manejo de las grandes empresas
11,eportadoras internacionales, que a pesar del funcionamiento de los "Gra-
r,tJros Oficiales" a cargo del Banco República, distorsionaron el mercado.
•. En 1936, ante la gestión de firmas industriales, se instaló la "Comisión
Ñ1cional Pro Fomento de Cultivos Industriales" con la finalidad de '.'estu-
dl1r la posibilidad de producir en el país materias primas, provenientes de
11 agricultura, así como la industrialización de la misma" (13>.
_;,. La agricultura "in~ustrial" era vista como más rentab.le que la ''cerea-
l1r1'', y fue en este rubro donde se apreciaron progresos palpables: se
1.n crementó el cµltivo del lino -y en consecuencia también aumentó en
Importancia como rubro exportable-; la cebada que requirió la industria
cervecera se cultivó en el país; nuevas aceiteras estimularon la producción
~• oleaginosos. . ·
Particular importancia adquirió el cultivo del arroz -que requirió
Inversiones de capitales en obras de infraestructu.ra-, cuyo saldo comenzó
1 exportarse por estos años.
•, Algunas de las limitaciones de la "solución agrícola" fueron vistas por
el terrismo. Decía ··El Pueblo" (24 de mayo de 1935): "No señalamos con
,,to la utopía de hacer en el momento de nuestro país una extensa granJa.
Sabemos bien que para esto hacen falta factores que no poseemos aun, y
tn pnmer lugar. la densidad de la poblac,on. Pero si creemos. que impul-
••ndo a los productores, inculcando/es los mejores metodos y señalando/es
las ventajas del policultivo, los preparamos para un porvemr muy cercano, y
defendemos tambien la economía publica".
,.. Claro que el factor "tenencia de la tierra" también pesaba . Y aquí era
donde había ciertas diferencias con muchos batllistas: el terrismo apostó a
obligar a los ganaderos a diversificar la producción haciendo agricultura,
•cercándose al sueño de la ganadería intensiva. Era, por lo pronto, una
~ia distinta de llegar a la planificación capitalista.
Pero la agricultura uruguaya tenia serios problemas estructurales: el
~eso del minifundio, el alto porcentaje de arrendatarios y medianeros, el
costo de producción. A ellos deben agregarse los propios del momento:
,scasez de medios de comunicación, dificultades crediticias, costo de los
1rrendam1entos, dependencia en mercados, tecnología y cómbustibles.

85
e) 8d11ca

El sistema bancario nacional, en esta época, permite efectuar una


serie de divisiones según sus integrantes: banca oficial, banca extranjera,
banca privada AacionaL
La banca oficial pasó por distintas vicisitudes. El Banco Hipotecario
sufrió el rigor de la crisis, ya que la imposibilidad de los productores
rurales de hacer frente a sus deudas lo había colocado en una seria
encrucijada. El Banco República estancó su crecimiento en el interior del
pa1s, y fue perdiendo posiciones a favor de la banca privada.
La banca extranjera se hab1a visto perjudicada por "las dificultades
-verdadera imposibilidad a vece$- de enviar sus dividendos al exterior, y
tambien por el contralor del Republica en la comercialización de las
d1v1sas. En 1937 el Banco de Londres fue autorizado a proseguir con la
remesa del 45% del producido bruto de la renta de las Aduanas a
Londres, según los convenios de Deudas de 1891, y que desde 1932 se
hab1a encomendado al República <14).
La banca privada nacional, en cambio, si en algo sufrió la crisis fu~ en
la disminución de sus ganancias: creció en número de institucione5, abrio
agencias en Montevideo y comenzó a expandir sus actividades en el
interior del país.
Según el ex-Ministro Acevedo Alvarez, fue en este período que la
banca privada sustituyó en parte al República en su función de " distribuir
el crédito al comercio y a la industria" (15>. (El Republica deberá auxiliar,
en cambio, al Estado).
las devaluaciones de 1935 y 1938, y el emisionismo e inflacionismo
que le sucedieron, beneficiaron al sistema bancario nacional.
Si en parte del primer lustro se había alentado una tendencia credi•
ticia restrictiva, el ahorro efectuado por el país y el hecho de que el
producido por el "revalúo" del oro en 1935 privó al Gobierno de la
necesidad de lanzar empréstitos para obras públiéas, bajó el interés banca-
rio pasándose a una política de oferta de capital <16>. En 1937 el Gobierno
acompañó la medida de las instituciones bancarias, reduciendo también el
interés que pagaba por la Deuda Interna. Según "El Pueblo" (19 de junio
de 1938) el fin que perseguía la medida era "abaratar el dinero" en
beneficio de los productores rurales, comercio, industria y de todos aque-
llos que tenian necesidad de usar del crédito.
Terra y Charlone habían elaborado un proyecto de ley bancaria que
fue finalmente aprobado en enero de 1938.
El mismo había merecido las siguientes reflexiones del Gerente interino
del Banco de Londres en Montevideo: "La ley bancaria en el Uruguay, es la
que mas favorece al Banco en la Am_erica del Sur. El Banco de Londres

86
Np•r• que el proyecto de dicha ley sea mantemdo en su tenor actual. cu,,
'''" eo/a mod,hcac1on, a saber: que los Bancos deben guardar electwo pam
M reservas metalicas, en vez de ,nvert,rlo en titulas de deuda publlca,
oomo contiene el proyecto" <11>.
L• ley contempló tres tipos de instituciones: Bancos, Casas Bancarias y
C1j•1 Populares.
La fundación de estas pequeñas instituciones fue reglamentada y en
11 dtcada del cuarenta se diseminarán por el interior, ampl~ando el
mercado de capitales y permitiendo la constitución --junto con las sucur-
Nl11 de algunos bancos montevideanos- de un sistema bancario privado
nacional.
La nueva ley f acuitaba al Poder Ejecutivo a limitar el íntetés máxime
IObre depósitos si as1 lo solicitase la mayoria absoluta de los banws
afiliados a la Cámara Compensadora. ·
Según el informe de una comisión legislativa, el proyecto contaba con
"•I general beneplacito de la Banca de plaza" (18>. La misma a la que e.i
1907 el Banco República arrebató el privilegio de emitir moneda, y qu~ a
partir de 1935 integró -junto a otros- el Departamento de Emisión dei
binco oficial.
f) Deuda Externa

Hacer frente a las obligaciones emanadas de los compromisos que el


país había asumido al endeudarse en el extranjero se transformó, a raíz
de la crisis y de la escasez de divisas, en una de las más acuciantes
preocupaciones de los gobernante. En parte, porque cualquier medida d~
insolvencia -leve o radica.__ se prestaba a represalias externas. Y la
marcha del comercio mundial no alentaba a subestimar las posibles reac-
ciones de clientes 'I proveedores. Pero también porque estaba en Juego el
credito del pa,s, lo que lisa y llanamente significaba las posibilidades de
conseguir mas dinero.
Despues del 31 de marzo siguió suspendida la amortización de la
Deuda Externa, medida adoptada en 1932. Pero hab1a dificultades para
hacer frente al pago de intereses. En abril de 1933 ei gobierno debió
pedir dinero prestado a la empresa británica de tranvías "La Comercial."
para completar el pago del servicio de intereses que venc1a el 1° de maya
en Nueva York (l9).
El 3 de julio Terra decidió suspende·r el pago de intereses en moneda
extranJera. En su lugar se abonaría el equivalente en pesos uruguayos, sin
considerar las perdidas de cambios. Dada la desvalorizacion del peso
uruguayo en el mercado externo la medida aparejaba un ahorro momen-
taneo de cinco mtllones de pesos, o visto desde el angulo del inversor

fr1
extranjero, equivalió a una rebaja de intereses <2°>.
En diciembre de ese año se resolvió que durante el ejerc1c10 finan-
ciero de 1934 el servicio de la deuda externa se haría en moneda
extranjera, rebajándose los intereses a un máximo del 3,5% anual. En
enero de 1934 se exceptuó a los empréstitos municipales emitidos en
Estados Unidos, que se seguirían atendiendo en pesos uruguayos ci 1>.
Tiempo después se señalaría que en 1934 Estados Unidos no había
logrado cobrar interés alguno sobre un tercio de sus colocaciones mundia-
les <i2>.
Tampién se afectó a los tenedores de títulos de Deuda Externa
radicada en Uruguay: fueron fiscalizados para impedir la especulación y se
intentó obligarlos a cambiar sus papeles por Deuda Interna para evitar
que aprovecharan las ganancias adicionales proporcionadas por la baja del
signo monetario uruguayo (1935).
~ En 1935 Uruguay se comprometió ante Londres a pagar sus deudas
{interés 3,5~ anual). Condiciones de pago y rebaja de intereses fueron
negociadas satisfactoriamente con Estados Unidos en 1937. En 1939 se
haría· un arreglo con Gran Bretaña. Ambos acuerdos sanearon el crédito
externo uruguayo
· Para proseguir con la política de obras públicas a la que se encontraba
abocado el Gobierno para superar el problema de la desocupación, se
debió recurrir a la financiación interna, siguiendo el camino del que se
habían mostrado partidarios muchos batllistas al comenzar la crisis r,:nundial.
A pesar de que el terrismo tomó muchas medidas que afectaron a los
inversionistas (impuesto a los títulos, rebaja de intereses, devaluación) el
monto del crédito público aumentó considerablemente entre 1933 y 1.938,
aunque posiblemente no todo fue absorbido por el capital privado.

g) Política monetaria y cambiaría

El control del valor de la moneda y de las divisas aportadas por el


comercio exterior se constituyó en la piedra angular de la política econó-
mica del terrismo.
Charlon~ fue explícito al criticar la política monetaria de la década del
veinte, que tendió a valorizar artificialmente al peso uruguayo. Se habia
mantenido el encaje oro, pero se había importa.do demasiado, y se había
pasado a la insolvencia del país. Además se había privado de ganancias al
sector exportador, causando el empobrecimiento de los productores rura-
les. Sus palabras eran augurales: ··se padecio el error (...) de creer que el
honor nacional estaba vinculado indisolublemente a la integridad y a la
cotización del signo monetario. .... <23). ·
~us palabras eran audaces en lo nacional, ya q-ue contrariaban princi-

88
plos tradicionales. Pero no lo eran en lo internacional, después que Gran
1

lretana y Estados Unidos habían procedido a pasar al régimen de incon-


vtrsión o a depreciar sus monedas.
En agosto de 1935 se aprobó efectuar el "revalúo" de las existencias
de oro y plata del Banco República. En lineas generales la medida
consistió en lo sigu'iente: el oro y la plata en poder de la máxima
Institución oficial se cotizaban a la par legal, que por ejemplo en el caso
de la libra era S 4,70; al transferirlos al recién creado Departamento de
!misión se los computó al precio del cambio oficial, que era más elevado
tn ese momento. Esa operac;ión proporcionó al Estado casi cincuenta
millones de pesos de ganancia.
·• Si se toma como medida el billete, el "revalúo" del oro consistió en
\;lna auténtica devaluación, ya que cada peso papel pasó a equivaler a
unos 0,45 del peso oro, perdiendo por lo tanto la mitad de su valor en
dicho metal. Ello se manifestó en un aumento del poder emisor del
Estado.
La suma así obtenida se destinó a aumentar la rentabilidad de los
ganaderos, financiando el sistema de "primas" al ganado y la rebaja de
los intereses rurales. Pero también benefició al Estado que utilizó los
fondos para cancelar deudas, hacer obras públicas,· construir viviendas
económicas, pagar salarios por desocupación, etc. (24 )_
El "revalúo" ocasionó el alza del costo de vida. Y en tren de visualizar
1 los perjudicados por la medida, se puede colegir que se buscó hacer una
traslación del ingreso de los sectores de retribuciones fijas (a~alariados y
pasivos) y rentistas (ahorristas y tenedores de títulos en monede nacional)
hacia el sector ganadero y el Estado.
Como en 1935 no se había alterado el respaldo oro al peso -que
legalmente seguía con el fijado por ley de 1862-, un segundo "revalúo"
en 1938, confirmó la devaluación, quitándole al signo monetario nacional
más del sesenta por ciento del metal (2s).
La caída del peso uruguayo tendía a mantener la competitividad de la
producción en el exterior, ya que las principales monedas de cambio del
mundo habían sufrido depreciaciones que fluctuaban entre el 40 y el 50%
de su valor. Así lo había declarado, por lo pronto, el Ministro Charlone C26 l.
El Estado siguió interviniendo en la comercialización de moneda
extranjera, fijando un tipo administrativo de cambio. Y era aquí donde
presionarían más acentuadamente los ganaderos. Una asamblea efectuada
en octubre de 1933 en la sede de la Federación Rural solicitó "que la
moneda uruguaya sea cotizada mas en armonía con su valor real y efectivo
en el, mercado internacional'" '2 7>.
Charlone, por su parte, les dedicaba palabras tranquilizadoras: "Y a
los ganaderos del país; les digo desde ya, que se revalorizara el peso

89·
cuando la colect,v,dad les haya devuelto las gananc1é1S que les confisco
desde la implantación de la ley sobre Contralor de Cambios. . . lldl,
La aceptación de la desvalorización monetaria serviría para incremen-
tar el ingreso de los ganaderos, impidiendo que la baja de los precios
internacionales se trasladara a lo interno '29>. En 1933 se creó el "cambio
compensado", con una prima del 40% sobre el oficial; en 1934 se legalizó
el mercado negro creándose el "cambio libre dirigido". La aceptación de
la desvalorización de la moneda se fue dando gradualmente, al concederse
a las exportaciones tipos cada vez mas altos, acercándose al valor del
mercado libre.
El tipo cambiario permitió favorecer o afectar actividades; sólo basta-
ba con conceder moneda cara o barata. Hacia 1936 ei peso uruguayo
comenzaría a v~lorizarse. En diciembre de 1937 el gobierno de Terra
introdujo un cambio fundamental en la política económ1ca: abandonó la
política subvaluadora, que habría favorecido a ganaderos 'I frigoríficos,
aceptando la valorización del peso. Es decir que reconoció la baja del
precio de la moneda extranjera.
Lentamente la primavera con los ganaderos iba llegando a su fin.
Se tomaron medidas para contrarrestar el efecto de la suba del peso
sobre la industria nacional, que se podía ver amenazada por el consi•
guiente descenso del precio de la manufactura extranjera. Pero también el
Estado sacó tajada: entre los diversos precios a que se tomaban y vendían
las divisas había una "diferencia" de la que se apropiaba y a la que daba
destino U0>.
Eduardo Avecedo Alvarez, ültimo Ministro dé Hacienda del régimen
legal, escribió en 1937: '"La situac;on del pais da la sensación de que
estamos en la prosperidad (.. .). Pero convengamos. que la riqueza esta mal
repartida. El pais estara bien en su conjunto, pero nunca ha habido tanta
desocupacion y tanta miseria en las clases modestas" oo.
El modelo económico terrista había salvado el aparato productivo del,
país, favoreciendo la concentración del ingreso ., la acumulación de capital.
Las inversiones "ociosas" en depósitos bancarios "I títulos de deuda
sufrieron la reducción de sus valores reales y de sus intereses. Lo mismo
aconteció con el endeudamiento de los productores rurales.
Era una solución "empresarial" para un momento de crisis: primero
crear la riqueza; después distribuirla. .
Aunque el después quedaría para la entrante década, la del cuarenta.

2) ESTATISMO, CAPITAL EXTRANJERO, CAPITAL PRIVADO

Uná de las banderas de los grupos empresariales que habían apoyado


los sucesos que llevaron al 31 de marzo había sido la detención de lll

90
política estatista y el cese de la hostilidad al capital extranjero. Teni,m-io
•" cuenta esas reivindicaciones, adquiere particular importancia el cnmpOf
tamiento del terrismo y las fuerzas que lo apoyaban con respec~<l al
Estado, y al capital, tanto nacional como foráneo. El Ministro de ln".iustm11
Dr. Augusto César Bado, en octubre de 1933, dio la posidón oficial sohre
ti tema: ··La intervencion del Estado debe manifestarse en forma t;.I qtHJ
propicie e impulse la iniciativa privada, que la encauce y la dirija pe, el
oamino mas favorable a su prospero desarrollo pero que no la susrituya
porque la iniciativa privada al no ejercitarse se atrofia y estamos muy
distantes de poseerla en exceso. Debe reservar solamente su acción dire~a
para las industrias aplicadas a determinado orden de servicios publicas" 0 2>.
Ello explica las razones por las que no se retrocedió en lo andado, y
también algunas peculiaridades del estatismo terrista, destinado a servir
de "andador" al capital nacional. Sin embargo en algunos casos la reali-
dad no se presta a esquematismos simples, en lo que influye el origen
batllista de Terra y sus seguidores y las concesiones en aras de mant~ner
el consenso político que se hicieron a• herrerismo, y también al riverismo.
La agresividad contra el capital extranjero cesó. Una de las medidas
que tempranamente adoptó el Ministro de Hacienda Pedro Cosit) fue
reconocer las deudas que el Estado mantenía con las compañías británicas
por prestación de servicios UJ). El herrerismo, por su parte, propició que se
exonerase a los ferrocarriles británicos del pago del impuesto al ausen-
tismo, como también a las compañías que abastecían de agua y gas a
Montevideo. Decía ''E/ Debate": "necesitamos del capital europeo como de
agua el sediento. Sin su poderoso y benefico concurso, nuestra avolucinn
progresista sera difícil y muy demorada" (34).
El herrerista Saviniano Pérez presentó en mayo de 1933 un proyecto
al respecto a la Asamblea Deliberante, y con fecha 12 de diciembre de P-Se
año se resolvió exonerar del impuesto al ausentismo que gravaba al
capital extranjero invertido en el país a: 1) las empresas de ferroc;irril'!s,
Aguas Corrientes, Gas y muelles; 2) instituciones de crédito; 3) industrias;
4) establecimientos agropecuarios considerados modelos U5>.
El número de integrantes de los directorios de los Entes autónomo~ se
redujo. Pero además_se afectaron sus posibilidades económicas. En mayo
de 1934 se decretó la obligación de las instituciones estatales de verter ai
Rentas Generales el ochenta por ciento de las utilidades líquidas, con lo
que se limitó la necesaria reinversión de utilidades en la ampliación o
mejoramiento de los servicios, entendiéndose que podían "no ser impms-
cindibles, por lo que correspondería esperar para realizarlas, una oportt •nirlad
mas favorable" (16).
La Constitución de 1934 estableció un~ mayoría especial para crf:'ar
nuevos entes autónomos, lo que según Gabrief Terra (hijo) elimi'laba la
posibilidad de efectivizarlos un. Pero además se reglamentó la incorpora-

91
c1on del capital privado, lo que, de consumar:se, los transformaría en
mixtos. (Para explotar los yacimientos auríferos del norte del país, en 1937
el Consejo de Ministros se inclinó por la solución de formar un consorcio
entre el Estado (UTE) y capitalistas británicos).
Singular importancia adquirió la promulgación de la llamada "Ley
Baltar" en 1936, que derogaba las disposiciones legales que reconocían a
ciertos entes autónomos del Estado la facultad de implantar monopolios
de cualquier clase. En la :fundamentación que de su escueto proyecto hizo
el diputado Joaquín Saltar --que no fue una figura relevante del proceso
"marzista''- dejó bien sentado que la ley enfilaba hacia ANCAP. Sin
embargo, también podía afectar a UTE, Administración Nacional de Puer-
tos, etc., que aún no habían logrado en sus respectivos campos sustituir
totalmente a la actividad privada.
A continuación ~ado la complejidad del panorama- veremos en
algunos casos particulares la evolución de las relaciones Estado-capital
privado.

a) ANCAP y el mercado de los combustibles

Una de las causas que frecuentemente se han dado para explicar las
alteraciones institucionales que se sucedieron en Argentina (1930) y Uru.:
guay (1933) es la reacción de las transnacionales del petróleo ante la
fundacíón de Y.P.F. y A.N.C.A.P. Por lo pronto el caso uruguayo -si bien
este aspecto aún hoy es de difícil explicación documental- reconoce otras
razones más profundas que se identifican con la reacción que ocasionó la
propuesta batll ista de modernización social y económica del país, y su
instrumentación política, en la que la fundación del ente estatal de hidro-
carburos fue un capítulo. Por supuesto que a esta realidad que se gesta a
principios de siglo se le suman las consecuencias de la crisis de 1929, y aun
se podrían mencionar otras razones que avalarían la complejidad de
hechos que, citados aisladamente, sólo servirían para simplificar groser~-
mente un panorama. Este tampoco se puede sustraer de ciertas · singulari-
dades de sus auténticos protagonistas: los hombres.
Sin embargo nó se puede desconocer que la creación de ANCAP fue la
gota que desbordó el vaso: exacerbó a los sectores ultraconservadores, a
las entidades empresariales, y al capital extranjero.
Diría Gustavo Gallina!: "desde el día en que se anunc;ó la creación del
organ;smo no hubo paz en el Uruguay". El gobierno· de facto procedió a
intervenir el ente, revisar sus libros y procedimientos, para concluir que
aquel organismo· "hacía honor al país" <38l.
Para dirigirlo nombró al riverista Carlos de Castro, que había sido
corredor de Bolsa de la West India Oil (3 9 l_-

92
Sin embargo, uno de los argumento• m~s repetidos por tos anti-
estatistas no tendna aplica.d on en el caso d• ANCAP: el organismo no
habia costado un peso al pa,s. En éfecto, la Oeuda Pública autorizada para
financiarlo se lanzó al mercado p~ro no se comercializó: se caucionó como
garantIa en el Banco República de prestamo1 conc:edidos al ente.
Los primero1 pasos d& la nueva ádministración estuvieron destinados a
facultar al Directorio a prescindir --por unanimidad- d•I requisito de la
licitación publica si ast lo requenan las circ:unstancias (20 de abril). Tam-
bién se resolvió reservar para ANCAP el rnercado estatal : seria el ente el
encargado de abastecer dt combustible a todas las tepar'tlciones del
Estado (24 de abril). UlE, por ejemplo, que consumía casi un tercio del
fuel-oil importado por el pafs, se abastfc1a hasta entonces con las compa-
ñías extranjeras.
En lo que respecta al rubro alcoholes se contempló al capital privado
nacional. Se adquirió "amistosamente" a la azucarera "Diaz, Aznárez" una
destilen a de licores anexa a la f ábtica de •u propiedad. Pero además se
resolvió continuar la, gestiones con MeiUet -fabricante de alcoholes unas
veces, importador otra1--, virtual monopolista de la actividad, firmándose
en 1934 un convenio para la exprop•addn y arrendamierito de su1 destile·
ríás (40•. (El Directorio destituido habia desist«do de expropiat la destiler ia
"Oriental" de Meillet, ya que su propietario ptetendt• venderlas todas y
cobrar una suma por "lucro c.nant• ;,· En esas condlclonei, y dado q ue la
mayona de las planta, eran vetustas, convenia mas construir una nueva).
Er'l el rubro Portland, ANCAP no encaró su fabricación. El Poder
Ejecutivo autorizó en 1937 la instalación de una empresa privada nacional
que compartirít11 el mercado con la firma norteamericana ya establecida.
Lo que st h izo el ente fue importar portland para evitar los abusos
cometidos en el suministro a las obras publicas.
A pesar de una gestión al respecto, A,N CAP no participó de la comer-
ciali2acion de carbón, en manos de una media docena de compañ,as, la
mayor parte de ellas britanicas. En 1937 el ente participó como testigo en
la venta en plaza ante la constatación de abusos, pero fue una medida
fugaz (tres meses).
Ese mismo año se resolvió que ANCAP abasteciese a las reparticiones
publicas de los combustibles sólidos necesarios.
Tampoco se encaró la constitucaon dt una flota mercante nacional
para el transporte del petroleo y sus derivados. En 1934 se resolvio
adquirirlos FOB y transportarlos en buques-tanques especialmente fletados,
mediante la contratacion directa en el mercado de Londres. (Hasta ese
año se habtan adquirido los combustibles CIF). <'

( ¡ Uf Precio d e cu~to cun tle te in<.1u1do


f UIJ Lo opuest() , es d~c1r que no se incluye el transpo rte
El ente contrató dos geók>gos especializados en la búsqu~ de hidro-
carburos, iniciando las perforaciones et Instituto de Geología.
Pero el paso más importante ~ organismo fue la constru«ión de la
refinería de petróleo de la Teja, que había sido lkitada por el anterior
directorio. La misma se constituiría en la c;lave del futuro cfef organismo,
ya que su ley fundacional establecía que tan pronto produjese el 50°'11 de
las necesidades det consumo nacional de nafta et ent• podía asumir el
monopolio de producción y comercialización, momento en el que se
debería resotver el destino de las emprews internacionales radicadas en
Uruguay.
El contrato acordado con la firma encargada de suministrar la refinería
se prestó en 1935 a una tormenta parlamentaria, en la que se acusó al
directorio del organismo de convocar a una nueva licitación de "resultados
previSlbles" <41 J. La misma incluyó también la provisión de petróleo crudo
por una compañia británica independiente, y el suministro de una refinería
por la filial londinense de una firma americana.
Algunos parlamentarios se mostraron partidarios de desettatizar ANCAP.
El gerente del ente, Angel Goslino, informó que las empresas radica-
das en el pais habían ofrecido un acverdo a ANCAP para abastecer al
organismo y coexistir en el mercado "antes de decidir respecto a la
cuestion mayor de la prov,s,on de la refinería oficial" '42>. El ente no renunció
a la construcción de su refinería pero efectuó una contrapropuesta que se
asemejaba a lo que se acordar.a en 1938: 1) Se erigiría la refinería,
2) las compañías la abastecerían de petróleo audo, 3) cada uno se
quedaria con su cuota en el mercado, 4) ANCAP no ejercería el monopo-,
lio pero fijaría el precio del combustible en el mercado C43>.
El temor de las autoridades de ANCAP era no conseguir el petróleo
crudo necesario. Según Goslino: "No habr,a inconveniente en ligarnos al
trust para toda la vida. Es el arbol mas frondoso que 008 puede abrigar" (44)_
Pero las empresas extranjeras, a pesar de que estaban de acuerdo con
la oferta, no aceptaron. Tenían miedo que otros países asumieran idéntica
actitud.
El régimen de comercio c:uotificado dificultaba las posibilidades de
que la URSS abasteciese de petróleo a ANCAP. El Ministro de Relaciones
Exteriores, el herrerista Juan José de Arteaga, habta manifestado su temor
de ··que las divisas a emplearse en las compras de crudo a países con
saldo deudor en la balanza comercial pu<Jiera dificultar, por falta de divisas,
los contratos a celebrarse con los paÍSe$ como Inglaterra que ya nos
compran mas de lo que les compramos, o como Norte America, que, si no
nos compra hoy, podra comprarnos mañana a cambio de petróleo reh-
nado" (45>.
A mediados de 1935 y ante la presencia del General Mosconi, funda-

94
do, de Y.P.F. -con cu~a ~istencia t«nica ,e contó-, se colocó la pi~r•
fundamental de la refinería. Su construcción finalizó en 1937.
AJ tratarse en el Parlamento ef proyecto Baltar, Terra y su Ministro de
• dl at..ias. S.ldías, elevaron una nota de, directorio de ANCAP en que se
n,_ 7
#\a que ..S,n monopolio ANCAP no puede luchar con los trusts
~ que dominan eJ mercado de petróleo en todos los continentes" (46).
Sin emQal'go, en eAetO de t938, mews antes de concluir T~ra su
..,..to, decretó aceptar et convenio entre AMC.AP, la West India del
grupo Statdard OiJ, la SheH y I& Atlantk para la refinación en la planta de
La teja de los productO'l que expendtan dichas empresas C47). ANCAP
.....W• el monopoüo de refinación en todo él país... pero perdía el
~ i o de comercialización .
. Este awtrdo no 58 puede sustraer de la situación internacional: en
ltM W principales compañia$ de petróleo -ntre ellas la Standard y la
IMH- hab.ían logrado una división del mercado mundial tant~ en la.
producción como en la comerciaHzación, y habían e5tabteddo un cartel
con 5ede en Londres desde donde se unificaban hasta los ga¡tos df
pubUddad de las empresas; en Argentina, las compailías internacionales
Mgodaron con 6X•to la cuotificación del mercado con V.P.F.
Las ventajas que podía proporcionar la construcción de una refiner,a
JM(ional eran múltiples: ahQrrar.a divisas al industrializar el petróleo
. . ., favoreciendo el proce50 de acumulación interna de capital; liberaría
al país de los manejos de los trusts, disminuyendo la dependencia externa;
tena una fuente ocupacional para los obreros uruguayos; permitirta fijar
Wprecio interno de los combustibles. Sin embargo, como suele su,eder, la
ttolía 'f 1, realidad no siempre coinciden totatmente.
St 5e pt1ntea pues la construcción da la refinería corno un paso en la
independencia económica del pais, eUa quedaba 1upeditada al suministro
de tecnologia desde eJ extranjero, con el correspondiente pago de "royalty"
por cada barril utilizado. Sin embargo los go~erno, posteriores al terrismo
~anan el acuerdo wyas principales clausulas eran secretas C49).
A PIMf de que la nota elevada por el P.E. al diKutirse el proyecto
...t,r dejaba daro que _. legislador en 1931 había creado ya el monopo-
-• ANCAP no to ~ o ejercer. Quedó supeditada a los precios y fletes
• se le fijaron desde el exterior por empresas con las que debió
(Dmpartir el mercado uruguayo.

bl UTE y la generación hidroelectrica

&.a ~ de aprovechar la potencia de 101 cursos de agua para generar


ek,c\ricidad habfa licio tempranamente planteada en Uruguay: Batlle y
Ordór\ez v• en 1907 había encomendado los estudios pertinentes para

95
utilizar las ca•das de S•lto Grande, en el río Uruguay.
La construcc1on de una represa disminutria el consumo de carbón,
mitigaindo la dependencia del comercio exterior.
También los escollos que entorpecerían su concreción fueron divul-
gados: ··e/ temor de que falten lletes para el tr,go argentino cuando el vec,no
pa1s reduzca su ,mportac,on de carbon ..... eso>.
Si una obra binacional podr11 dificultarse por la necesidad de firmar
un acuerdo internacional, siempre quedaba la alternativa nacional.
Ya en la decada del diez el lng. Soudriers fue partidario del aprove-
chamiento hidroeléctrico del río Negro. En el mterin se adaptarían quema-
dores a fuel-oil a las u,inas térmicas, con lo que se diversificó la importa-
cion de combustibles. A. medida que aumentaba la demanda de electri-
cidad, ello se reflejaba en las cifras del comercio exterior uruguayo. Pero
también se dificultaba su independización, ya que uno de los grandes
proveedores de combustibles, Gran Bretaña, 5e había transformado des-
pués del triunfo del frigor1fico en el principal comprador de carnes
uruguayas. Y Gran Bretaña teni.i un especial interés en exportar hulla: su
extracción era una importante fuente ocupacional, p«o también suminis.:
traba divisas tanto por concepto de ventas como por concepto de fletes.
En los años veinte Gabriel Terra defendería -<0n pasión y constan-
cia- la construcción de una represa sobre el rio Negro: permitina ah,orrar
combustible para la generación de electricidad, pero tambtéh en el rubro
transportes ya que posibilitaria la electrificación de tos ferrocarril95.
Sin embargo ••istió omisión parlamentaria en el tratamiento del
tema, en lo que jugó tanto la dependencia externa como la presión
interna de los partidarios de disminuir la particr.pación estatal en el campo
económico. El desap•recido Consejo Nacional de Administración había
encomendado a un técnko alemán, el lng. Ludin, la confección de un
proyecto y su reatizacion ( 1930)
Pero fue después del 31 de marzo que se dectdtó su construcción. La
misma fue inicialmente financiada con una Deuda tnterna que se garantizó
con los bienes de UTE. Se adjudicó ta obra a una empresa alemana ~a
Siemens- con la ventaja de que una parte se pagana con productos
agropecuarios uruguayos. El 18 de mayo de 1937 Terra colocó la ptedra
fundamental en el rio Negro, entendiendo que "la conquista de la
pendencia económica de la República" era "la más grimde después de su
¡,_. 1

independenci• pohtia". ~ guerra entorpeció la. terminación de la obra,


q"e fue efectu.da por ~ empresa norteamericana. Dada la tardanza, ·.y
los crecientes requerimientos de la industria, . la represa no pudo suplir la
generación térmica y en consecuencia tampoco eliminó totalmente ,1
consumo de derivados del petroleo. LOl ferf'ocarriles nunca se eJeétrifi-'
caron. Sin em~rgo et innegable que fue una obra trascendente para él
desarrollo del pa1s, y que en su momento mitigó en algo la desocupación
J con1iguió paliar las dificultades para exportar productos tradicional•• 11
mercado europeo.

d Los transportes

El Estado inauguraria en 1934 eJ tramo ferroviario Florida-Sarand1 del


Ye; y en 1936 la extensión Treinta y Tres-Río Branco (~H. Por el camino
quedana el proyecto de construir una entrada independiente a Montevi-
deo ( >, que evitana utilizar la del "Central Uruguay Railway". Tampoc:o se
hana la linea Florida-Montevideo que tend1a ~riginalmente- a competir
con la del capital británico. Por el contrario, el ferrocarril estatal compl•-
mentar'1a al privado, con lo que se desvirtuana -dada la entidad de lo1
trayectos que explotaba- las finalidades de su fundación.
En agosto de 1936 el Estado firmó un convenio con el "Central" por
el que ambas empresas --la estatal y la británica- se autorizaban recípro-
camente a emplear sus vias para servicios de cargas, encomiend,H 'I
pasajeros. El Estado utilizaria las del "Central" para sus económicos "moto-
cars" y cederia a éste sus propias vías para realizar transportes de car-
gas es¿)_
Declarana Hugo H. Grindley, gerente del "Central": "hemos llegado •
un entandirmenta mucho mas amplio en cuanto al uso comun de v1as y de
mater1al rodante, que tendra beneficio mutuo y que salvara al pais del gaato
de centenares da ,mies de libras ester/mas por concepto de adqu,sicion (;Je
locomotoras y de vagones de que carece el Estado y puede disponer el
Ferrocarr1I Central (5 3).
En junio de 1926 se inició en Montevideo el transporte urbano •
cargo de omnibuses. Las empresas tranviarias extranjeras -que terminarlan
siendo británicas- se adelantaron a solicitar la concesión del novedoso
servicio para evitar cualquier posible competencia, pero las autoridad•
municipales se negaron a entregarlo al capital foráneo. En 1937, al
concedérsele a la empresa C.U.T.C.S.A. la concesión por dieciseis añ01, se
ratificó lo actuado por las autoridades anteriores: los tranvías britaniCDI
no tendrían el monopolio del transporte urbano de Montevideo 64>. Sin
embargo, los transportistas se quejaron de que las ordenanzas municipalel
-tanto para el servido urbano como interdepartamental- contemplaban
cJ las lineas que terv1an las compañías extranjeras. A pesar de ello no
puede dejar de destacarse que el capital británico debió compartir -4n el
rubro transportes--- el mercado con el capital nacional.

.,
( I t:mpalrne uhnos-Progreso-Paso de la Arena-La TeJa-Puerto de Montevideo.
La Administración Nacional del Puerto de Montevideo pasó, a partir
de abril de 1933, a denominarse Administración Nacional de Puertos. Sin
embargo, el p~so mas importante fue dado en la integración de su
directorio honorario, en el que pasaban a estar representadas algunas
entidades empresariales directamente vinculadas al comercio exterior del
pa1s: Cámara Nacional de Comercio, Cámara Mercantil de Productos del
Pa1s y Centro de Navegación Transatlántica <5 s>.
El Estado subsidió por cinco años, a partir de 1937, a la primera
empresa de aviación nacional (PLUNA). En total se entregaria en un lustro
un cuarto de millón de pesos con la esperanza de que la competencia del
transporte aereo incidiera en la baja de las tarifas ferroviarias. En el
Senado se denunció que lo otorgado por el Estado rebasaba la suma
necesaria para la compra de aviones <50 J.

d) La creac,on de CONAPROLE

AJi!!es de_-1935 -con el voto contrario de civicos, socialistas y comu•


n1stas- s~J e_concedió el monopolio del suministro de leche a ~a población
d.e._Mgntevid_eo a una cooperativa creada al efecto: ConaprQle.
f:stª-...-C[eació_o del terrismo YD-tetizá- eLideaJ _de ~mpr.esa a que aspira--
bcl[l _las- gremiales empr~a_ria,es, que en diversas oportunidades hab1an
propugnado las empresas mixtas (capital privado y estatal), o las coopera-
tivas de productores con apoyo oficial. ~I Estado se le reservó el papel cte _
garantizar la Of:>eración financiera por la que se expropió las usinas
pasteurizador.as -éiístentes al precio de su tasación más una indemnización;
~~~rªr J~s conqi cion_es_del mercado para efectivizar la rentabilidad de la
cooperativa; controlar su funcionamiento mediante el nombramiento de
un Sindico en representación del Banco República, con voz y sin voto, y
con la concesión-- de la facultad de separar a los directores por mala
administración. Es decir que ~~!ag_Q_ se le encomendaba velar por la
viabilidad _eq>nomica de la empresa, y fiscalizar su administración. En
cambio, ~_Lgotií-~ri9___ gj_ la_ ~~-'!'.~ ~ re_ serva_b_a__a un di_
r_ector_io de cinco
r:Q.ie(!lbras de~l g~ad~__por los producto~·es remitentes, con una singularidad:
el votq_ __.d.e _los rem ite_n tes n.9 _!!r.ª_i_g_~litatjo, ~s decir que a mayor cuota,
mayor. numero~de s~f@giQ$. Además, ~ L c a b a _Ql!_~_.Rª1'a_. s.er dire.ctoc.

!)5)_ er-ª...n.ec&&arict -~onc;i~_ de p_!o.c:1uctor. Las quejas que se escucharon
en el recinto parlamentario tenían distinto tenor: para unos no se trataba
de una cooperativa porque se le otorgaba un monopolio y sus socios no
tenian igual poder decisorio; otros adujeron que las usinas pasteudzadoras
existentes estaban al borde de la ruina y la operación estaba destinada a
salvar a sus propietarios ~ue entre otros eran algunos gremialist~s
rurales-; y por ultimo no faltaron quienes hicieron notar que todo se

98
·p 1gana con un impuesto que gravana la leche, es decir que recaer1a sobre
.11 consumo. Como principal autor del proyecto se sindico al herrensta
Pedro Berro 1~n.

' t) El Fngoflflco Nacional

Poco despues del 31 de marzo Terra reunio en su residencia particular


1 los representantes de los frigorificos Swift, Artigas y Anglo, sollcitandoles
"acampanasen la nueva s1tuac1on, sol,danzandose con el resurgumento eco-
no, mca a que se asp,raba, y, para ello. deb1an elevar los precios de los
ganados 158 l.
La respuesta de los gerentes de las empresas fue previsible: era muy
dificil complacer al Presidente.
Sm embargo el Estado tema un instrumento: el Frigonfico Nacional.
Creado en 1928 ante la constante queja de los ganaderos uruguayos sobre
el comportamiento de los frigonfico$ extranjero5, que actuaban monopóli-
c:amente en el mercado, comenzó arrendando -hasta tanto pudiese cons-
t·r uir una propia- una planta ya existente, propiedad de la firma argen-
tfna Sansinena. Sin embargo la acción exportadora del Frigorífico se vio
l'lmitada por la existencia de un acuerdo ("Conferencia de Fletes"). El
mismo regulaba los cupo$ de acceso al mercado inglés entre todos los
frigonficos eJ(istentes en el R,o de lc1 Plita (británicos, norteamericanos,
argentinos) y las bodegas de los buques para el transporte. Al Nacional se
le otorgó una pequeña cuota (mil doscientas toneladas mensuafes) por el
arrendamiento de la planta de la firma argentina. Las esperanzas estaban
etfradas en que una vez en funcionamiento la nueva y moderna planta,
ademas de abaratarse el costo de industrialización, se le daría una cuota
propia, mayor que la que le había correspondido. No se reparo en el
hecho de que el acuerdo para el reparto de las exportaciones del R10 de
ta Plata contaba con el consenso de los involucrados, que eran precisa-
mentll los que el Nacional pretendía combatir.
Una de las primeras medidas adoptadas en relación al frigonfico fue
ampliar en cinco millones de pesos su capital para asi poder abordar la
construcción de su nueva planta (29 de abril de 1933).
Sin embargo el 27 de diciembre de 1933 Terra aprobó el convenio
entre el Nacional y La Frigorific:a Uruguaya para la adquisicion del vetusto
establecimiento por una suma importante, a la que se le deberían agregar
las inversiones r;,ecesarias para modernizarlo. La operación canto con el
1val de la Federación Rural <~41 • Ello ataria al Nacional en un problema que
le era vítaJ: la cuota de exportación. Eran las ganancias por ventas de
~arnes y subproductos al exterior lo que permit1a al Nacional compensar
las perdidas que le prod~c1a__ el abasto a Montevideo, y tambien las que

99
independizanan a la ganadena nacional del virtual monopolio del tru~t
frigonfico extranjero, tanto en precios como en mercados. Segun un
informe elevado a la directiva de la Federación Rural, de no haberse
adquirido la planta de la Uruguaya el Nacional hubiera desaparecido del
mercado ya que Gran Bretaña no le hab,a concedido al Estado uruguayo
cuota alguna: "sera esta adqws1c1on la que pueda dar lugar a que puedan
tener ~xito las gestiones que con tanto empeno realiza el M1n1sterío de
Relaciones Extenores a fm de obtener que el Gobierno Brttamco acuerde una
cuota propia al Estado ..... (60 ).
El entorno externo hab,a acorralado una vez más al pa1s.
Uruguay, antes de presionar para obtener la "cuota" para el Nacional,
deb,a negociar con Londres las medidas restrictivas al ingreso de sus
carnes adoptadas en Ottawa (1932). Claro que siempre quedaba el camino
de buscar nuevos mercados. Pero momentáneamente hab1a serias dificul-
tades: ta tendencia mundial en esos momentos era proteger la producción
interna y reducir las compras en el e,rterior; el Nacional no contaba con
flota propia, ni con centros de acopio y distribución en Europa.
Neutralizado en su papel exportador, el Nacional deberia hacer frente
a la ambición del trust extranjero de participar del suculento abasto a
Montevideo (la capital albergaba casi un tercio de la población del pa1s).
La ley fundacional le hab,a otorgado el monopolio de la faena
destinada a abastecer a Montevideo. El batllismo aspiraba a concederle el
monopolio del abasto. En 1934 (1° de febrero) el terrismo decretó que la
acción de los abastecedores era perjudicial para la marcha del Nacional,
transformándolos en vendedores de carne limpia y prohibiendo la faena
por su cuenta. La medida significó, en los hechos, que el Nacional pasara
a monopolizar el abasto de carne vacuna fresca a la capital. Esto hab1a
sido solicitado por la Federación Rural a mediados de 1933 para estabi-
lizar los precios del mercado interno. •
El organismo encontró dificultades para expandir sus actividades en
el interior del pa,s. Una ley de agosto de 1937 lo facultó a invertir en la
adquisicion de material para la planta de la "S.A. Industrias Unidas
Casablanca", que funcionaria como afiliada. La empresa, que se encon-
traba con dificultades económicas, era propiedad de un núcleo de ganade-
ros del litoral norte.
Diversas vicisitudes sufrio el problema del gobierno del frigonfico, que
hab1a sido uno de los puntos controversiales entre batllistas y gremialistas
rurales. La ley fundacional hab1a estipulado que los ganaderos que vendie-
ran sus ganados al fngonfico tendrian derecho a participar de la distribu-
cion de la mitad de sus utilidades liquidas, proporcionalmente al monto
de sus operaciones con el instituto. Por cada veinticinco pesos de ganan-
cias a que eran acreedores recibinan en cambio una acc1on por ese valor
nominal.
100
tn6clalmente el primer directorio se integraría con cinco miembros,
ww por cada una de las siguientes corporaciones: Consejo Nacional de
Mffllnl1tración, Concejo Departamental de Montevideo, Municipi01 del
IMerior, Asociación Rural, Federación Rural. Es decir que el Estado tendtia
ti mayorta de representantes (tres), y los delegados de las gremialet
MIi• la minoría (dos). Pero paralelamente se estructuró un complejo
ffllC1nl1mo por el que a medida que k,s ganaderos se transformaran en
ecclonlstas del frigorífico aumentaría el número de directores de cinco a
iltte, por la incorporación de dos delegados de los accionistas. Por último,
a;,1ndo el número de accionistas sobrepawise los dos mil y su capital en
ledonas llegase a dos millones de pesos, los. accionistas podrían nombrar
cuatro delegados, desapareciendo los representantes de las gremial~ de
pn•d•ros. Es decir que el directorio final tendría mayoría de ganaderos-
Melonlstlls (cuatro), y minoría de representantes del Estado (tres).
En enero de 1934 el Poder Ejecutivo intervino el Nacional. Meses
dttpUn, en marzo, encargó provisoriamente la dirección del organismo a
un directorio de cinco miembros integrado por tres representantes del
lltado y dos de los accionistas.
• En 1936 Carlos Manini Rios -¡ Toribio Olaso presentaron un proyecto
por el cual el directorio del Nacional se integrari.- con cuatro delegados
de los accionistas y tres representantes del Poder Ejecutivo. El Parlamento
aprobó una fórmufa transaccional: irian dos delegados de los accionistas y
dos delegados de las gremiales rurales.
Terra vetó lo actuado por ambas ramas legislativas. "El Pueblo" ~n
IU edición de 20 de noviembre de 1937- fundamentó la actitud del Poder
ljecutivo.
"Se ha dicho que ese organismo es de caracter cooperativo, y que,
como tal puede ser administrado por particulares, olvidandose que si es
cooperativa no deja de ser ente autónomo industrial, y que, de todas
maneras, el gran cooperador es el Estado, al que la Constitución defiende.
dandole mayoría de representacion en todos los directorios".
Finalmente se aprobó integrar a partir de 1938 el directorio del
Nacional con dos delegados de los accionistas, uno del municipio de
Montevideo y otro por los del interior, y un Presidente electo por el Poder
Ejecutivo de una tema presentada por la Asociación ., Federación Rural.

f) El Banco de la Republica

En la década del treinta el Banco Republicano aumentó el número de


tucursales en el interior del país. En cambio fue en estos ano~ que la
banca privada nacionéM comenzó a abrir filiales en algunos departament01.
Analizando las cifras divulgadas oficialmente se constata que durante

101
el ternsmo el Republica fue perdiendo su papel hegemónico frente a la
banca privada nacional, que lo superó en 1939 en la captación de depó-
sitos y se le acerco en importancia como factor de credito nacional <6 0.
Al crearse en 1935 el Departamento de Emisión, se dio intervencion
en el mismo a representantes de las fuerzas vivas.

Los eJemplos reseñados muestran una realidad compleja, contradicto-


ria, que no se presta a esquematismos. En base a ellos se pueden
adelantar algunas conclusiones:
1) Durante el terriSITio primó la filosof1a de detener el avance esta-
t1sta en lo económico, pero si bien no se avanzó tampoco se volvió al
pasado.
2) El Estado apuntaló y respeto a la actividad privada. La adquisición
por ANCAP y el Frigonfico Nacional de vetustas plantas fabriles, ejempli-
fican hasta qué extremos se llegó en este campo.
Sin embargo, en el caso del carbon, del fuel-oil, del portland, de los
lanchaJeS; el Estado se reservó para s1 ~n detrimento de los intereses
privados-- el abastecimiento d~ su propia demanda . .
3) Organismos como ANCAP y el Frigonfico Nacional, que hab1an
nacido para luchar contra trusts extranjeros, lograron ser neutralizados por
éstos.
4) El capital extranjero fue especialmente contemplado. Sin embargo
no logro acceder al abasto de carne de la capital, ni alcanzó a consumar
el monopolio del transporte urbano en Montevideo.
5) Es innegable que la construcción de la represa de Rincón de
Bonete, a pesar de su demora, fue un paso importante en la independen-
cia económica del pa,s.
6) La integración del directorio de la Administración Nacional de
Puertos y del Departamento de Emisión del BROU, a semejanza del
corporativismo europeo, denotan la búsqueda de un modelo armónico de
acción entre los administradores del Estado y grupos de intereses que se
vincularon funcionalmente en una suerte de "Estado Patrimonial" <62 J_
Capitulo 111

POLITICA SOCIAL

Dentro del batlhsrno, Terra se hab1a incluido tempranamente --ya en


la decada del diez - en el ala menos radical en lo social, proclamando que
ti Partido Colorado, como partido de poder, no pod1a aceptar · que se
0'8d, que se sospeche s1qwera que en estas me1oréls de Id s1tuac1on de los
Obreros va a ir mas le1os que lo razonable y lo sensato . . ... (1>
Su preocupación manifiesta era que el "avancismo" no desestimulara
te inversión de capitales, no entorpeciese el desarrollo capitalista del pa1s.
Reformas s1, pero hasta cierto limite. Esta mesura contrastaba con el
lenguaje incendiario de muchos de sus correligionarios, y permite avizorar
1rt este campo el inicio de un cisma que, en lo que a Terra respecta,
demorana varios lustros en producirse.
Uno de las art1fices de la política social terrista fue el Dr. César
Charlone, designado en 1933 Ministro de Trabajo (sin cartera). Charlone
hab,a desempeñado en la decada del veinte la direccion de la Oficina
Nacional del Trabajo, redactando un proyecto de ''Código de Tra::>ajo"
influido por la legislación laboral que aconsejaba adoptar la Oficina
Internacional del Trabajo (O.I.T.), dependiente de la Sociedad de Naciones,
con sede en Ginebra.
En octubre de 1933 sera el Dr. Augusto César Bado -Ministro de
Industria, Trabajo y Comunicaciones-----, e1 que explicite la filosof1a oficial:
"No podemos presenciar 1mpav1dos la lucha entre Móscu y Roma; entre eJ
cap,tal y el trabajo. No somos tampoco partidarios del Estado Juez y
Gendarme que caracter,zo al siglo XVIII. Queremos que el Estado ayude y
controle sm absorberla ní sust1tuírla a la m1c1at,va privada; queremos tamb1~11
la armoma entre el patrono y el obrero· · '2).
La polarización entre Moscú y Roma, entre comunistas y fascistas, era
n.ueva. El papel del ··angel custodio del Estado", no. Tampoco las tranqu,11-
zantes palabras hacia la iniciativa privada. Para rematar 5U pensamiento,
Bado agregaria que el gobierno se encontraba "en manos l1rmes ··.
El pa1s tema pendientes muchas .iniciatív~s que ha.b1an sido detenidas
en el ambíto parlamentario. En algunos casos los sectores mas conserva•
dores hab1an presentado contra·propuestas sustítutivas. Sin embargo, para
ti terrísmo, hab1a un problema mas urgente: resolver la desocupacion.

103
En la necesidad de uear plazas laborales, de restablecer el consumo,
también coincidían los sectores productivos.

a) La desocupación

Para el oficialismo la desocupación se combatía de dos maneras, como


tuvo a bien explicar El Pueblo (23 de Junio de 1934): creando trabajo o
distribuyendo el trabajo disponible en forma más racional y equitativa de
manera que los salarios se repartieran entre el mayor número posible de
personas. El fin último era tonificar el poder de compra y de consumo de
la población trabajadora, ampliando el mercado de la industria.
El cultivo obligatorio de la tierra, la protección a la industria, la
construcción de la represa hidroeléctrica, el plan de obras públicas, los
comedores populares, las viviendas económicas, las vacaciones anuales
para los empleados de comercio, la extensión del sistema jubilatorio,
encontraron su justificación en la necesidad de crear trabajo, independien-
temente de sus fines específicos. ·
La continuación de la política de obras públicas iniciada por el Conse-
jo Nacional de Administración fue uno de los mayores aportes det Estado
para intentar aliviar la situación social. En agosto de 1933 se autorizó al
Poder Ejecutivo a disponer de rentas generales los fondos necesarios para
dar trabajo a los desocupados, previéndose diversas formas de contrata•
ción: medio día, semana, quincena, días alternos, etc. Además se suspendía
transitoriamente el empleo de máquinas y utensilios que no eran impres-
cindibles.
Se acuñó la denominación de "Trabajos de Socorro" y en 1934 se
destinaron con esa finalidad partidas para todas las intendencias del país.
En 1935 se destinaron fondos provenientes de la devaluación monetaria
("revalúo del oro") para satarjos de desocupación, creándose comisiones
distribuidoras de trabajo.
El Ministro de Hacienda César Charlone declararía ese año que los
··socorros a los desocupados" habían beneficiado a 22.000 personasf com•
parándolo con el plan de Roosevelt en Estados Unidos: "con la diferencia
que imponen los recursos de país a país" O).

b) El salario

En la actividad privada el régimen de libertad salarial vigente favoreció


al sector empresarial: la oferta de brazos tendía • bajar el costo del
trabajo. La política del terrismo no contempló la tonifiación del mercado
de consumo por el aumento del salario real.
El Estado, por su parte, continuó aplicando et aiticado "impuesto" a

104
'l ltunot sueldos, pensiones y jubilaciones en la Administración Pública que
Mbl1 creado la ley de agosto de 1931. A partir del 1º de julio de 1933
ftrr1 la extendió a los empleados municipales. La rebaja salarial ~ue no
etra cosa era el eufemístico "impuesto"- recién cesó al iniciarse 1936,
lf\o en que el Poder Ejecutivo propuso al Parlamento aumentar t.s
Ntrlbuciones de lo, funcionarios estatales.
Mientras tanto, el costo de vida seguía en ascenso, primero por la
·,oUtica cambiaria y luego por las sucesivas devaluaciones de 1935 y 1938.
Los Impuestos aduaneros y la depreciación monetaria retaceaban el poder
adquisitivo de la población. El Estado intervino para evitar el desmedido
encarecimiento de algunos artículos de primera necesidad: fijó administra-
tivamente el precio máximo del pan, harina, arroz, bananas, naranjas, etc.;
~ subsidió en 1936 la carne para consumo. La rebaja de los alquileres en
un diez por ciento, que se había establecido en octubre de 1931, al igual
que la de arrendamientos rurales cuyo monto establecian los respectivos
Jurados, fueron sucesivamente prorrogadas hasta diciembre de 1936.
Sin embargo estas medidas fueron impotentes para detener el dete-
rk>ro de las retribuciones. la Dirección de Estadistica calculaba que el
coeto de vida alrededor de la paridad de 1938 representaba una disminu-
dón en el salario real de los obreros de ocho por ciento con relación a la
base de 1930, lo que llevó a Martínez Lamas a expresar que ..Ello explica
laa actuales huelga., que ~eguiran con mayor Intensidad mientras subsista
el actual regimen económico financiero .. '4>. A comienzos de 1938 los c.,breros
panaderos reconocían que ··en la actualidad, sus condiciones de vida son
peores que hace veinte MOs" (5).

e) Los Comedores Populares

"1/NVIERNO SIN HAMBREt". Pareda una consigna. Pero era un titular


del diario que apoyaba al Presidente, en w edición del día 21 de junio de
1934.
Testimonio de que la crisis había agudizado el drama social. Si tener
trabajo se podía considerar un "privilegio", intentar comer era, para mu-
chos, una verdadera odisea. Tanto, que en 1933, por ley, se autorizó al
. Poder Ejecutivo a disponer de una suma para atender la alimentación de
los desocupados y menesterosos.
Este papel "asistencial" del Estado se completó con un decreto (19 de
julio de 1934) por el que se decidió habilitar en el departamento de
Mqntevideo "Comedores Populares" que servirían al público comidas a
precios reducidos: diez centésimos como máximo. El propósito del Poder
Ejecutivo, explicitado en los considerandos de la medida, era no sólo
facilitar medios de subsistencia gratuitos a los necesitados, sino propender

105
al abaratamiento de la vida y la manutención correcta y económica de los
obreros integrados en los trabajos de socorro y sus familias. A partir de
1937 se designó a la comisión que se encargaba de brindar este servicio
"Instituto de Alimentac,on Cient,fica del Pueblo", y a partir del 11 de junio
de ese año se extendió su jurisdicción a todo el país.
"'MAS DE DOS MILLONES DE COMIDAS SE SIRVIERON EN LOS
COMEDORES POPULARES DURANTE EL ULTIMO ANO TRANSCURRIDO' ,
afirmaba El Pueblo el 5 de junio de 1938. Y aclaraba: .... .el hombre
correctamente alimentado, ofrece una res,stenc,a mucho mayor a los embates
de la enfermedad, constituyendose as,, por reflejo, en un elemento de alige-
ra,mento para las cargas que deben soportar los serv,c,os de salud publ,-
ca .. . ··.

d) v,wendas econom,cas

La Constitucion de 1934 manifestó la intencion de favorecer la cons-


trucción de viviendas y barrios para el alojamiento higienico y economico
del obrero (según el terrismo se construyeron muchas durante su gestión).
Ya casi al final de la misma se canalizó la experiencia adquirida en el
"Instituto Nacional de Viviendas Economicas", creado como un servicio del
Ministerio de Obras Públicas por ley de 19 de noviembre de 1937. Su
finalidad era obvia: construir o adquirir inmuebles para ser arrendados o
vendidos a los asalariados.

e) La mm,grac,on

En su momento Terra hab1a sido partidario de trabar el libre ingreso


de inmigrantes al pa1s. En su concepción, nuevos brazos agravarian el
problema de la desocupación. Por lo tanto, no puede extrañar que pocos
meses después del golpe, en julio de 1933, se autorizara al Ejecutivo a
repatriar a los obreros extranjeros desocupados, lo que efectivamente se
comenzó a hacer. Pero aparte de esta justificación económico-laboral,
existió en el terrismo coincidencia con la animadversion hacia los extran-
jeros que profesaban los sectores ultraconservadores. Terra diría en un
discurso, pocos dias antes del plebiscito constitucional, en 1934, que los
hombres del viejo regimen proclamaban la obligación de recibir "todos los
desperd1c10s humanos ··, sin pensar que el país se estaba convirtiendo en
una ··cJoaca de degenerados procedentes de todas partes del mundo· (6).
El tema de la inmigr:ación -dado el problema demográfico ya percep-
tible-- siguió preocupando, y estuvo entre los que se trató con Roosevelt,
cuando éste visitó Uruguay, en dkiembre de 19.36. El Presidente norteame-
ricano dio su solución: "lnmigrac,on seleccionada y en cuotas" (n.

106
• Meses ante5, en octubre de 1936, la Ley 9,604 habia introducido
'Wlrlantes a ta anterior de 1932, prohibiéndose la entrada al pais de
fflaleante1, vagos, toxicómanos, ebrios consuetudinarios, condenados por
•utos del fuero común castigados por las leyes de la República y come-
ttdos en el pats de origen, t!tc.
La misma terna un claro sentado pohtko: se proh,b1a el ingreso de los
••pulsados de cualquter pa1s en virtud de feyes de seguridad publica. Y si
bien expre~amente se exceptuaban los delitos pollticos de las restricciones,
11 reservaba a la autoridad judidal competente dictaminar si los móviles
de tos miimos implicaban un caracter e~ecial de peligrosidad t!n el país.
f) Prev1s1on Social

En 1933 los sectores go.lp,stas insisttan en afirmar que el sistema de


previsíon social estaba al borde del colapso: las cajas mostraban abultados
d•fjdt o estaban desfinanciadas; peligraba la regularidad del pago a los
puivos. También ~ criticaban tos e)(cesos del sistema -de un sistema que
1ún no contemplaba a todas las actividades-: pensiones a la vejet
otorgadas a quienes contaban con recursos; htpertrofía de ~os jubitadot
por la causal de "despido" (segun Hanson esto ya era común antes de la
depresión y en las empresas de wrvidos pubticos una gran parte de los
pes,vos eran menores de 50 anos que no habtan llegado a trabajar
JO ar'los) (e>.
.., Una de las primeras medidas del terrismo después del 31 de marzo
·fue abocarse a sanear lai finanzas de las cajas. Para ello se emitieron los
''Bonos de Prev;s,ón Social'' y en 1935 se recurrió a los fondos provistos
por la devaluatión monetada. Además comenzó la "moralización" de las
.pensiones a la vejez.
: _ Se inició la revisión de las mismas, y se anularon miles de ellas,
aunque entre las razones debieron pesar también las económicas.
, Pero la medida más trascendente fue la ley de 11 de enero de 1934,
que creó la Caja de Jubilaciones de la Industria. Comerc,o y Servicios
Publicas. La misma, al incluir el comercio y la industria, extendió a nume-
l'OI05 trabajadores penenecientes a gremtos hasta entonces no compren-
didos el derecho a la jubilactón. Contempló además una de las reivindi-
~clones mas insistente¡ de las gremiales empresarialeS< af permitir gozar
del beneficio de la jubilación al sector patronat. Et apoyo al tector
~resarial no se detendr1a ~hi: en 1935 1U aporte, que era deJ nueve por
-.nto del monto de los 5ueldos y salados abonados, se redujo al seis;
mientras se mantuvo sin cambios en un cinco por ciento el de los asalaria-
dCK (9).
La ampliación del sistema jubilatorio intentó contemplar "actividades

107
productivas" y no "gremios" y fue en numerosas ocasiones fundamentad ..
en la necesidad de dejar plazas laborales vacantes (según cifras oficiale1
sólo por concepto de empresas de Servicios Públicos, Industria y Comercio
y Periodistas y Gráficos, entre 1932 y diciembre de 1937 el número de
pensionistas y jubilados se
incrementó en casi veintiunmil) ,,o,.
g) La legislación social

Una de las primeras leyes sociales aprobadas poco después del golpe
permite aquilatar los cambios que se producirían en este campo, a pesar
de que la agudización del conflicto social y un perceptible endurecimiento
oficial en su resolución se constata ya desde la presidencia de Campisteguy
(1927-1931).
El 27 de abril de 1933, por decreto, se estableció la licencia anual
obligatoria paga (quince días) para los empleados del comercio. Recogía
una iniciativa presentada en 1932 por los diputados herreristas Dr. Ramón
Salgado y Luis V. Semi no, que había merecido el apoyo de la Confedera-
ción de comerciantes e industriales '' 1'. La medida se justificó en que hasta
entonces sólo regia en la Administración Pública y que se practicaba
exitosamente en muchos países.
Paralelamente se suprimían drecisiete feriados, entre ellos: 19 de abril,
19 de junio, 18 de julio, 25 de agosto, 2 de noviembre, 8 de diciembre,
6 de enero (poco después se reestableció el 25 de agosto, y en 1936 el 8
de diciembre y 6 de enero). En los considerandos del decreto se decía que
era lo mismo que si se les declaraba "feriados hábiles compatibles con el
trabajo" 0 2 >.
La compensación de la licencia en lo inmediato significó dos días más
de trabajo para empleados de comercio y diecisiete para los funcionarios
públicos. En la industria sólo se incluyó a los empleados administrativm
(no a los obreros) y en 1936 se proyectó extenderlo a todo el personal
cuya actividad era posterior a la terminación del proceso industrial (la
licencia anual para todas las actividades recién se aprobaría en 1945).
Particular énfasis se puso en intentar reglamentar el derecho de
huelga. La Constitución aprobada en 1934 reconoció este derecho gremial,
y dejó sentada, en su articulo 56, la intención de dictar normas para su
ejercicio asi como para la organización de sindicatos gremial~ y la conce-
sión de personería jurídica a los mismos. Con fecha 25 de junio de 1936 se
remitió al Parlamento un proyecto al respecto, que recogía algunas ideas
esbozadas por el Dr. César Charlone, 'I que entre otras cosas procuraba
"evitar posibles desnaturalizaciones del sindicato legar. impidiendo '"qua su
dirección, administración y gobierno caiga en manos de agitadores profeslo·
nales" (13>.

108
El Código Penal vigente desde el año 1934 configuró ~orno dQtito
contra la Administración Pública eJ ··abandono colecttvo de lunc1onas y
1•,v1c10:-; de necesidad Publica " (M)_
El papel arbitral del Estado fue resaltado al confenrsele la vigilancia
1n el cumplimiento de los convenios celebrados entre patronos y obreros
C,1 unque la obligatoriedad en el cumplimiento de los acuerdos únicamente
•• acordó para la construcción, 4 de agosto de 1937).
Las medidas más trascendentes en el campo de la legislación social
,,tan constituidas por disposiciones del Código del Niño ( 1934), que
recog1an normas de convenios de la Organización Internacional del Traba-
jo a nivel mundial: la prohibición de trabajar a menores entre 12 y 14
IAOSi (segun las actividades); y la licencia por maternidad (con pago del
-50% del salario). A fines de 1937 se proyectó reglamentar el trabajo
femenino, aunque no se puede dejar de señalar que en los comicios de
1938 la mujer ejercería el derecho al voto consagrado por la ley de 1932.
• • •
En resumen:
1) El principal objetivo social del terrismo fue restablecer el nivel de
actividad, en apoyo a los sectores productivos y de intermediación. Para
ello se utilizó el aparato estatal y no se titubeó --en algunos casqs-- en
reducir la jornada laboral con disminución paralela de las retribuciones.
2) La caida del salario real estimuló la concentración del ingreso y la
acumulación de capital, acrecentando la rentabilidad empresarial, funda-
mentalmente en la industria. Y si bien el decaimiento del poder adquisi-
tivo tend1a a reducir el consumo (y en consecuencia las importaciones), sus
consecuencias sobre agro e industria pudieron ser compensadas por la
adopción en unos casos -la sobrevivencia en otros- de la pol1tica protec-
cionista. En cambio para los sectores de ingresos fijos (asalariados, pasi-
vos, ahorristas) implicó una disminución del nivel de vida, a pesar de la
tarifación de algunos artículos de primera necesidad y la homologación de
la rebaja del 10% en los alquileres adoptada en 1931.
3) El Estado intentó controlar la actividad sindical, reglamentar el
derecho de huelga, tomó medidas restrictivas sobre su uso e intervino en
las relaciones entre capital y trabajo.
4) Como saldo positivo pueden computarse: la extensión det benefi·
cio de la jubilación a nueva$ actividades (con la salvedad de que la política
económica retaceaba las retribuciones); la construcción de viviendas popu-
lares; el íntento por reconocer las penosas condiciones laborales de mujeres
y niños (aunque sin la amplitud estampada por el bat11ismo en su pro-
grama).

109
En 1936 Terra dijo que "la leg,slac,on obrera del pa,s, ya muy avanz,u1t1.
poco ha de¡ado a la ,mc,at,va de los nuevos gobernantes · t1~,. Sin embargo,
la implantación en la década del cuarenta de los Consejos de Salari01,
Asignaciones Familiares, licencias anuales obligatorias, jubilaciones rurales,
mostró que aún quedaba mucho por hacer. Es que en 1933 se hab11
producido un alto en la filosofía redistributiva y reivindicatoria que hab11
acompañado el avance de la legislacion social en las tres primeras decada1
del siglo XX <161.

110
Capítulo IV

POLITICA EXTERIOR

01 En un mundo conmovido por la crisis, por la recesión, por la desocu-


~ . por la necesidad de "ender, resulta difícil deslindar nítidamente
lltnde termina el juego dipiomático puro para dar paso al menos florido
.-,O más tangible que los expertos denominan "política comercial". ¿Es
. . . 10n separables? Se podría contestar que sí, y que no. O que lo uno
~leva lo otro, aunque ejemplos sobran para demostrar que no es nece-
llrio mantener relaciones formales con un pa1s para comerciar con él. Por
tDmodidad expositiva los trataremos juntos.

Lia mserc,on amer1cana

El mismo mes que Terra tomó el poder, asum•• el mando el Presí~


• t e electo de los EE.UU., Franklin D. Roosevelt. En su discurso inaugural
·•, encarga ria de enunciar su política de buena voluntad, "de/ vtc1no que
INueltamente se respeta a s, mismo y, porque hace esto, respeta loa
derechos de otros". Sus palabras marcar1an un giro importante en las
fltaciones de EE.UU. y los restantes pa1ses americanos, resentidas por
medidas económicas, intervenciones militares y agresiones varias. Esta
"'°"1isoria actitud, en parte fruto de los efectos de la propia crisis
Mundial, adquiriría su inicial contorno en la VII Conferencia Panamericana
9fectuada ese mismo afio de 1933, en la que varias repúblicas plantearon
ton ardor sus diferencias. (En agosto de 1933 la cancillería uruguaya habia
expresado al secretario de Estado americano que "panamericanismo y
ltaternidad deben ser lo que les corresponde ser, una afirmacion de poder
ooncertado y una mcesante voluntad de mejoramiento colectivo·l (O.
Esta éonferencia se pronunció por el librecambio, por la rebaja gradual
de las tarifas arancelarias y otras barreras contra el movimiento interna-
cional de servicios, mercaderias y capitales, por la negociación de amplios
.ttatados bjlaterales de reciprocidad;. lo que se repetiría en la conferencia
tt,mercial panamericana de Buenos Aires (19.35).
En 1936 (4 de diciembre), Roo,evelt visitó Montevideo a bordo del
~orazado "lndianápolis". Su arribo, producido en un día de vientos y
lluvia, pro\lQcó las más diversas reacciones. UTE saludó a/ leader y propul-

ffl
sor del mas importante plan de obras h1drau11cas ··. "El Plata ... visiblemente
molesto. editorializaba que de habernos visitado antes det 31 de marzo le
hubiéramos mostrado ··ese regimen que nos igualaba con los pa,ses mas
libres de la tlerra · .
Su estad1a const,tuyo de hecho un espaldarazo al terrismo, cuyo diario
no ceso de alabar los exitos del gran pa,s del norte: " Frente al ocaso de
Europa. surge v,v,da esta aurora del Continente que hallo el Gran Alm,ran-
te · <2 >.
Terra, en su discurso, declaró que habta seguido en todo momento
" vuestra obra fecunda de gobernante... y al re«>rdar que el Parlamento
estadounidense le hab,a conferido plenos poderes at visitante, aprovechó
el momento para lamentarse : "no tuve esa misma suerte" <JJ_
Roosevelt se fue ese mismo dla rumbo a Buenos Aires. AIII, durante la
Conferencia de Consolidación de la Paz, la delegac1on uruguaya entrego al
Sr. Sumner Welles un memorandum con los puntos de vista para articular
tos principios de un convenio comercial de amplios alcances que recién se
firmaria ~uerra mundial mediante- en julio de 1941 (4J_
Después del desgraciado incidente que hab1a llevado a la ruptura
temporal de relaciones entre Uruguay y Argentina ( 1932), la vistta del
General de 01vision lng. Agustln P. Justo (17 de octubre d~ 1933) -en-
tonces Presidente argentino- strvió para reforzar tos tradidonales vinculos
entre ambos pa,ses. Llegó a bordo del acorazado ''Moreno", después de
suscribir en Brasil un pacto antibélico, al que adhfrieron Paraguay, Chile,
México y también Uruguay (aunque Terra recién lo promulgaría en julio
de 1936).
Las relaciones con el Brasil de Getullo Vargas merecenan especial
atención de la diplomacia terrista. En agosto de 1934 Terra se d1rig,ria a
Rto de Janeiro. Al año siguiente Vargas retribuma la visita. \/enea desde
Buenos Aires a bordo del acorazado "San Pablo" (10 de mayo de 1935).
Montevideo lo recibir,a totalmente embanderada, a excepción del edificio
de "El D,a · . (" .. .era casa pmtada de rencor .. dina ··Et Pueblo" , en w
crónica),
Terra y Vargas inaugurarian la diagonal Agradada, plantanan arbolet
en la estancia de Gallinal, pa.searian por la Rambla, visitarian la Asamblea
General. Para conmemorar 5U estadía, una estacíon de la linea férrea
Treinta y Tres-R10 Branco pasó a llamarse "Presidente Doctor Getulio
Vargas".
En su dtscurso Terra recordaria que ··cas, sunultaneas. las C10S, resuel-
ven (las nuevas constituciones de Brasil y Uruguay) de analoga manera los
problemas de orden pol"1co, social y econom,co que han planteado las
graves mqu,etudes contempo,.aneas <5>.
En ta culminacion de su éxtasis, 'El Pueblo .. incluma al Barón de la

fl2
l.ltun• ,titulo nobillario concedido a Lecor, que invadió la Banda Oriental
IN'• ~char contra Artigas), entre las "figuras amigas de nuestro pueblo a

r,.,.nerosa
~
fUY•
lt
lormación, desenvolvimiento y crisis as,st,eron con alma grande y
·· 16,.
•tentado personal contra Terra, en momentos que con Vargas
,.....ntiaba un espectáculo h1pico en Maroñas, empar\ó las celebraciones.

:N,aw,s arn,gos en Europa


..
C-on respecto a las naciones europeas, la pohtic• exterior uruguaya
-que contó con la complacencia det herrerismo y del riverism~ sufrió
un reordenamiento q_ue: 1) mejoró sustancialmente las relaciones con
Gran Bretafla, a~ hacer concesiones at principal imperialismo de la •poca;
J) mlró con simpatía a la Alemania nazi y la Italia fascista; 3) rompió
ftlactones con la URSS y et gobierno republicano español.
Por lo pronto, el tipo de política comercial estimulada por la crisis y
dtpresión mundiales ~n que 1'9S barreras arancelarias eran combatidas
mediante tratados bilaterales, concesión preferencial de divisas, mutuo
l4tCOnocimiento de cláusulas favorecedoras-, tendía a privilegiar la posi-
ción británica, que era considerada el principal cliente del Uruguay. Este
probiema hab1a sido insoluble para la diplomacia imular que no había
Citado de señalar que mientras un tercio de las exportaciones de Uruguay
. .n 81 mercado británico, el principal beneficiario de las compras urugua-
r~ era Estados Unidos. Pero la era de "comprar a quien nos compre"
'IUt era el que nos proveía de divisas, detalle que en un momento de
. .sez importaba), obligaría a escuchar atentamente las reclamaciones de
nuestros compradores. Aunque a partir de los acuerdos de Ottawa ( 1932)
'Gten Bretaña habta di§l1linuido las importaciones de carnes uruguayas
,ara proteger la producción de sus dominios, este decaimiento no le hizo
perder la delantera en las estad1sticas aduaneras uruguayas.
Ya en 1933 Gran Bretaña y Argentina hab1a logrado firmar un tratado
•1tateral (Roca.:Runciman), por et cual Buenos Aires se compromet1a a
hacer concesiones a los capitales británicos a cambio de un régimen
preferencial para la compra de carnes. Uruguay buscó afanosamente un
lfltendimiento con Gran B-retaña, el que recién se pudo concretar en 1935.
después de casi tres años de negociaciones, a cargo del diplomático Pedro
Co1io.
En lo fundamental, Uruguay se comprometió a:
1) Pagar el servicio de la Deuda Externa (con intereses reducidos al
tres y--medío por ciento y aplazamiento de amortizaciones).
l) Preferir el carbón britanico y no aumentar los impuestos a su
importación.

fl3
l) Otorgar un ··1ratam1ento ben~volo' a las compañ1as britanicas radi-
cadas en el pa1s, tendiente a asegurar ··1a debida y legtt1ma protec-
c,on de los intereses ligados a tales empresas .. (por separado se
elevaron reclamaciones de la SheU y de las compañ1as tranviarias).
Gran Bretaña, por su parte, 111 aceptar con reciprocidad la clausula de
"nación mas favorec,i da" , conced,a a Uruguay las mis.mas fac1l1dades en las
exportaciones de carnes que a Argentina.
Una cláusula del Protocolo adjunto, pod1a transformar a Montevideo
en puerto abastecedor de la escuadra británica: ··sera permitido el deposito
en lanchas del carbon, coke y combustibles sol/dos derivados del carbon.
para el aprov1s1onam1ento de buques como asumsmo el aprov,sionarmento de
buques a toda hora .. <7l. (Si bien durante ta primera guerra mundtal las
marinas hab1an experimentado las bondades de los motores diesel, era
dable suponer que en caso de conflagración la buena voluntad hacia los
abastecimientos de carbón pod1a ser 1ustitu1da por idéntica actitud ante
los derivados del petróleo).
La posibilidad - aunque nada remota sólo er~ eso, una posibilidad--
de que desde Montevideo s~ abasteciera a la escuadra britanica no
mereció en la Cámara de Representantes ninguna objeción del herrerismo,
que se mostrana en la década del cuarenta tan sensible a la instalación de
bases norteamericanas en Uruguay.
· El gestor de este tratado, Pedro Cos10, analizando años después el
mi~mo, dina que · quedo despejado de sombras el hor,zonte de nuestras
relaciones. . . <Sl_
Después del 31 de marzo nada hacia suponer que se alterarían las
relaciones con la URSS, que hab,an permitido -mediante el abastecimiento
de derivados del petróleo soviético- los inicios de ANCAP. Ese año se
instalana la legación soviética en Montevideo, y en octubre de 1933
partina rumbo a Moscú, como representante uruguayo, el Gral. Eduardo
Da Costa l9>.
En diciembre de 1935 se produciria un giro brusco, que no se puede
sustraer de la situación internacional : 1} Ese año la IU Internacional,
reunida en Moscú, hab1a aconsejado a los partidos comunistas de todo el
mundo buscar alianzar con las fuerzas politicas democréticas y con•tituir
frentes únicos o populares; 2) En Brasil, la Alianza Nacional libertadora.
liderada por Luis CarlQs Prestes con el apoyo comunista, habaa intentadó
infructuosamente levantarse en armas.
La Embajada de Brasil en Montevideo presentó una nota al Minitetio
de RR.EE. uruguayo, en la que involucraba a la legadon soviética en
Montevideo en dicha insurrección. El 27 de diciembre el gobierno uru9ua-
yo decidio, ante la preocupación del gobierno ~rasileño, interrumpir sus
relaciones diplomáticas con la URSS, lo que fue comunicado al Ministro
Alejandro Minkin (ex-gerente de la entidad comercial soviética "Yuzham-
torg").
'El Pa1s .. calificó el hecho de gesto de obsecuencia · a Vargas, resuelto
tn momentos ·en que los Soviets transan con las democracias de Occi-
dente , haciendo notar "que la oportumdad elegida resulta ser la contraria
de la que las circunstancias aconse¡ar1an · ( IO) •
.. E:I D1a · transcrib,a informaciones publicadas en Moscu que insinuaban
la pres1on ejercida posiblemente por el Ministro de Italia en el Uruguay, y
por otros gobiernos sudamer,canos · , y la disminución de las compras sovié-
ticas a Uruguay como las probables causas de la medida 11 ll_
Al año siguiente, en plena guerra civil espa~ola, se decidió retirar la
;,presentación diplomatica de Uruguay en España (22 de setiembre de
1936). ante la denuncia de que hab1an sido asesinadas en Madrid las
ciudadanas uruguayas Dolores, Maria y Consuelo Aguiar, hermanas del
Vlce-Consul en aquella ciudad; y que no se hab1a respetado una propie-
dad que estaba bajo protección del pabellón uruguayo <12,.
En cambio, las relaciones díplomaticas con Italia y Alemania se incre-
mentaron.
· El Ministro de Ital ia en Uruguay, Dr. Serafina Maziolini, públicamente
recolectó fondos en la colonia italiana para financiar la invasión de
Mussolini a Abisinia; Uruguay adquirió en aquel país los guardacostas
"Salto'', "Paysandú" y "R10 Negro" <11).
Al atacar Italia a Etiopía ( 1935), la Sociedad de Naciones decretó
sanciones contra el invasor. Los delegados uruguayos pidieron instrucciones
desde Ginebra. El gobierno uruguayo respondió: ··estudien la cuestion y si
16 convencen de que se han realizado hechos que signifiquen el descono-
cI1mento del pacto. procedan en consecuencia .. l 14>.
El Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. José Espalter, aclarana que
"61 Uruguay no ha aceptado las medidas con el propos,to de humillar a
Italia, como Juzgo que no sea el propos,to de ninguna nac1on sanc,onista;
-pero m siquiera el própos,to de mf//g,rle una pena/Jdad, sino con la firme, con
la gran esperanza de prop1c1ar la paz .
Para luego destacar que '/a actuac,on de Italia en la campana de
Ab1sm1a se sena/aba por dos rasgos fundamentales: el uno, la protecc1on de
razas y pueblos conqwstados que se pon an baja sus banderas y, el otro. la
lloerac,on de ,mi/ares de esclavos ·. lo que debía ser inscripto en Ginebra
•n ·e1 haber magmf1co" de Italia (lS)_
Anos después, un diario fascista afirmó que Uruguay hab1a apoyado
las sanciones por 'la poderosa pres1on que se e¡erc1a sobre c'I desde la or1IIR
opuesta del Plata , pero lo hab1a hecho "con tan grande tacto. con tan
afectuosa d elicadeza, con declaracJOnes de tan fmne y sincera comprEws,011
¡·,,,,, esfuerzo que /talla llevabd a cabo, que logro r mantener mdemne:,s lm,
119
excelentes relaciones existentes entre los dos pueblos" 0 6 >.
El convenio comercial celebrado con Alemania en 1933 y la politica
seguida por el Dr. Schacht -Ministro de Econom,a del III Reich- sustitu-
yendo los pagos en divisas por acuerdos de clearing favorecieron la
concreción de la represa hidroeléctrica del Rro Negro <1n. Para rubricar esas
buenas relaciones, Hitler condecoro en 1938 con el "Aguila de Oro" a los
ministros de Obras Públ1c.1s, Dr. Martín Echegoyen, y de Relaciones Exte-
riores, Dr. José Espalter <18,.

118
Capitulo V

EDUCACION

En 1913 los estudiantes universitarios habían sido los abanderados,


junto a algunos profesores, en la oposición de la Universidad al gobierno
de facto.
A partir de marzo de 1934, la promulgación de la Ley organic.a (Ley
Abadie), hizo que todos sus integrantes -aun su órgano máximo, e1
Consejo Central- elevaran su protesta en lo que entend1an era un
atentado a la autonomía de la maxima casa de estudios (I) _ La nueva ley,
entre otras cosas, atribuia al Consejo Universitario la supertntendencia
directiva, correccional, consultiva y economica sobre todos los organismos
integrantes de la Universtdad, otorgandote tacultades de intervención.
El rector seria designado por el Poder Ejecutivo. Como resuhado de
entrevistil!S con Terra y el Ministro del ramo, i01 medios universitarm
obtuvieron que el Ejecutivo eliminara los articu~o, referentes a la etecdón
de decanos. Entretanto, la Facultad de 1ngentena, que deb1a elegir deca-
no, lo hizo de acuerdo al viejo reglamento, !iin el evar la terna al Poder
Ejecutivo <i>. Ante la necesidad de elegir Rector, el Claustro universitario
procedió a sentar las normas de su estatuto, que f ue elaborando (1935)
"prescmd,endo de sus posibilidades inmediatas de aplicacion" y que se
constituyo en ·uno de los documentos mas significativos y completo•s de la
Reforma Umversitar1a en Amer,ca ·· (])_ La Asamblea del Claustro eligió rector
en 1935 a Carlos Vaz Ferreira, y elevó su aspiración de que ese acto
soberano fuera refrendado por el Poder Ejecutivo, el que sin hacer
mención a la solicitud universitaria, accedio a nombrar al propuesto.
Pero pocos meses después la ley de l 1 de dkiembre de 1935 consa-
gró una de las reformas educativas más trascendentes \egregó la ense-
-'•nza secundaria de la Universidad y le dto el status jundko de ente
l\,Jtónomo. El mismo, con el nombre de Enseñanza Secundaria, seria
9obernado por un consejo de siete miembros: tres elegidos por to,
Jrofesores, uno por cada una de las restantes ramas de enseñanza, y el
Oiréctor nombrado por el Poder Ejecutivo.
Carlos Vaz Ferreira entendió que el acto "les,ona la sutonom,s de la
Umversidad, suprune la de la misma Ensenanza Secundaria, y da a •
llflamzac,on de la ensenanza en general precisamente una direcc,on contra ·
117
ria a la que la Universidad por organo de su Claustro, proyecta y proclam11
como la mejo,· (4l.
El Dr. Juan Andrés Ramirez entendió que la ley era anti-constitucional,
ya que no había obtenido el número de votos necesarios que la Consti-
tución establecía para crear nuevos entes autónomos <5).
"El D,a " historió el nacimiento de la reforma: se inició en conversacio-
nes "de las antesalas de un Ministro" (Echegoyen), entró a la Cámara de
Representantes, pasó por el Senado y de allí a Terra. la misma implicó
desconocer la "autonom1a moral" de la Universidad. Fue aprobada rápida-
mente, aprovechando las circunstancias de que era época de exámenes,
para evitar movilizaciones estudiantiles como las que se habían producido
en 1934, en ocasión de la Ley organica <6 ).
La Constitución aprobada en 1934 proclamó el principio de "l ibertad
de enseñanza", el que contó en el seno de la Constituyente con el apoyo
del herrerismo. En 1936 en la Cámara de Representantes se le recordó a la
Unión Cívica que la "secta" que gobernaba anteriormente (el batllismo)
estaba a punto de incorporar el principio de la enseñanza laica obliga-
toria, y que era el derecho de enseñar libremente "el que otorga la gran
fuerza que actualmente puede oponer ef cacollcismo a las ideas disolventes
de la moral cnsttana .. m.
La libertad de enseñanza contempló pues los derechos de la ense-
ñanza privada, tanto la laica como la religiosa.

118
Capítulo VI

TIEMPOS DIFICILES, TIEMPOS DE CAMBIOS

.. .. Cuando la crisis se fue (también ellas mueren), Montevideo pudo, por


ftn, responder a Anatole France. (''Me parece una c;udad a medio hace,··,
hlb•a dicho el escritor a un periodista). Es que los montevideanos de la
~ a del treinta estaban orgullosos de su ciudad: edificios que se
,1fUettan asemejar, a pequeña escala, a los rascacielos neoyorkinos (a pesar
• que no prescindían del estilo europeo); bulevares anchos y arbolados,
CDfflO en París; ramblas al estilo de la Riviere francesa. Por lo pronto, si la
CDPia no era fiel -porque no lo podía ser-, los modelos en que se
..-,,wba con admiración indisimulada eran ésos. Resumía la ciudad la fr1A-
t,·1 dón del país: las obras de urbanización (comtrucción, pavimentación,
•neamiento), habían acaparado las inversiones necesarias para su desarro-
llo industrial y energético, para la transformación del campo. Pero tam-
"ltn hab1an servido para dar trabajo a los inmigrantes que el agro no
,ec.i bia, y a los desocupados que el campo no absorbia. Se buscó intensi-
fkar con la crisis las obras publicas, que habían sido uno de los rasgos mis
lltientes de la administración batllista de Montevideo y continuaron bajo
11 •gida del Intendente terrista. Hasta la compañia de portland norteame-
tluna que funcionaba en el país insistía en su conveniencia: "Aliviemos la
fle1ocupac1ón construyendo pav;mentos", aconsejaba en un aviso en 1935.
k Era el necesario complemento para que las grandes fortunas eterni-
pran, con elegantes "Palacios" de renta, a sus hacedores: Salvo, Gallinal,
lalpido, Díaz y otros.
~; El gobierno legal se había preocupado de los espacios verdes para
IOlaz de los habitantes de la ciudad: Parque Durandeau, Parque José
..tlle y Ordóñez.
f· Este último estaba destinado, en un futuro nada lejano, a albergar las
-aciemes extranjeras, y al mismo tiempo, entre señorial y popular, había
,;do engalanado por los banqueros agradecidos a su país centenario con
_, obeHsco conmemorativo, "/ pór tos gobernantes con un estadio en el
tu• la "celeste" refrenda ria en 1930 su valía mundíal consagrada anterior-
mente en Colornbes y Amsterdam.
{'·'' Y as1, mientras se criticaba la gestión de la "oligarquía" defenestrada
.,_ marzo, se procedía a finalizar en 1935 dos de sus obras más cuestio-

119
nadas: la Diagonal Agraciada y el tramo de la Rambla Sur desde la calle
Paraguay a la escollera Sarandí, que según una crónica de 'El o,a ·, era el
que más fuertemente había modificado el sur de la ciudad, esos · bamos
que tuv,eron un aspecto pecaminoso, de abigarrado colar, muy caracter•st,cu.
pero tambien muy lamentable, formado por calles de cobijo al amor merctJ
nario, libre y tnste " (1).
Las otras ramblas albergaban cada vez más chalets y casas veraniegas,
que junto a los recién construidos hoteles "Rambla" y ''Miramar" , presen-
taban a Montevideo, con sus ampl ias, arenosas y soleadas playas, como la
ciudad turística que la vecina Buenos Aires buscaba.
Los postes de la red telefónica, "uno de los ultimas vestigios de
pasadas generaciones , caian bajo la piqueta del "Mago de la Destruccion ",
que no era otro que don José Zunino a>. Mientras por un lado los
"trabajos de socorro" buscaban paliar la desocupación, seguían surgiendo
y proyectándose nuevas obras: el Hospital de Clínicas y el Palacio Munici-
pal estaban en construcción, se ponía la piedra fundamental del edificio
del Banco de Seguros (1934), se inauguraba la base aeronaval de la Isla
Libertad (1938), el Puerto del Buceo (1938), el edificio del Banco Hipote-
cario (1937), el de la Jefatura de Polic1a de Montevideo; se llamaba a
concurso para la construcción de la Universidad de Mujeres (1937), Caja de
Jubilaciones (1937), Biblioteca Nacional (1937).
La ciudad buscaba conectarse con el resto de la costa uruguaya
mediante el ferrocarril ~ue recien en 1928 la unió a Roch~ y la novel
red vial, a pesar de que en la década del treinta, a influjo de la crisis, se
habia logrado restringir sustancialmente la avalancha de automotores a
nafta que había caracterizado los "twenties" uruguayos.
El visionario Francisco Piria habia logrado, a comienzos de la década y
en plena crisis, inaugurar su "Argentino Hotel'' . Punta del Este logró, en
1934, ser declarada zona de mteres nacional apta para el desarrollo del
turismo ·.
El moderno coche motor de la linea ferroviaria estatal -el "Aguila
Blanca"- buscaba a los ansiosos argentinos que depositaba en el puerto
montevideano el vapor de la carrera
En 1934, al habilitarse en toda su extensión la carretera de hormigon
que unía a Colonia con Montevideo, se informaba que era inminente un
servicio de auto-boats que conecta ria a Buenos Aires... con el este uru-
guayo.
En cambio, para trasladarse en coche desde Montevideo al resto del
pais, la red vial mejorada con macadam no era todavía muy extensa.
Se podía en 1934 llegar hasta Fray Marcos, San José, florida, Minas, San
Carl0-s, Lascano. El puente insumergible " Centenario" permitiría ~ la capí-
t.-1, a partir de 1929-30, traspasar el río Negro (en 1944 el del Paso del

120
Puerto la unina con el noroeste del pais).
A pesar de ello, el ómnibus competiría airoso con ,, ferrocarril.
A comienzos de 1934 se realizó el primer víaje del. "pullman" de la
tffipresa "Flecha de Oro" entré Montevideo y Paysandú <3>. El trayecto,
,Onde no habia caminos, se hacia a campo. S. cruzaba el rio Negro en
..,,a. ¿ Y si llovía mucho? Pues bien: no se salí4. Siempre quedaba •I
-uno del tren o vapor.
' Sin embargo, otro medio de transporte era el que concitaba la aten-
Cfón pública: el avión. Los intrépidos "hombres voladores" que traspasaban
ti Atlantico eran recibidos como si se tratara del Príncipe de Gales. Y no
tr• para menos. Recién en 1927 Lindbergh había logrado unir, sin escalaí,
Nueva York a París.
Ya en 1931 la "Panagra" inauguró sus servicios entre Estados Unidos y
Montevideo ... en siete días. Los avictnes eran para doce pasajeros y como
etracción ofrecían -además de calefacción y oxigeno- bufet gratis a
~rgo de un solícito "mozo aéreo" ¡4)_
El correo aéreo se impuso rápidamente. "Air France'' en 1934 promo-
cionaría las bondades del sistema: "El correo que salió de Europa el 9, llegó
••Montevideo el 12, tardando 3 días y medio".
Al ascender Hitler en Alemania, prestarla especial atención a la campe•
tencia en América Latina con las lineas aéreas norteamericanas.
La conquista del cielo conferla prestigio y constituía un golpr: propa-
gandístico que servía a sus apetitos expansionistas.
En marzo de 1934 un trimotor del "Sindicato Cóndor" inauguró las
comunicaciones aéreas regulares entre Alemania y el Rlo de la Plata (5J_
Meses después, en el invierno de 1934, Montevideo recibió con alborozo y
Iirenas el pasaje del dirigible "Graf Zeppelin". El enorme toscano color
•tuminio, con la cruz svástica en las aletas de su cola, hizo una leve
Inclinación en señal de saludo y siguió viaje. A partir de ese momento, se
,Odia tomar el hidroavión -de la "Cóndor" que doce horas despuét
aterrizaría en Río de Janeiro, y desde allí abordar el "Zeppelin" y llegar
en "so/o seis dias .. a Europa <6>.
También entre nosotros trtunfaba la av•ac1on. En 1936 ( 14 de febrero)
11 autorizó a Alberto y Jorge Marquez Vaeza a establecer una linea
comercial entre Montevtdeo, Salto y Rivera. Con doi pequeñ(H ,;1v10ne1
rojos, de origen británico, ''Pluna" comenzó sus servkios al interior del
país. Al año siguiente ( 18 de setiembre de 1937), se concedió autorización
a ..Causa" para explotar la Iinea Montevideo-Buenos Aires. lo que haría
con hidroavione\ alemanes.
Mientras tanto, aHá tejos, en btados Unidos, Por quince centavoi de
dólar un pa1s buscaba escapar de sus angustias cot1d1anas en las mullidas
butacas de un cine. HoUywood fue- elevada a la catego, •d de f ,,_hr1ca de

121
,ueños en plena crisis, y poco después del triunfo del cine sonoro (1927).
Uruguay contemplaría ,1 ,rribo de las multinacionales del espectaculo
pocos años después <n.
En 1936 se inauguraría el cine "Metro", 1,100 butacas pullman, al cual
lllS propietarios denominaban "El templo de las estrellas ... Y así, mientras
Julio 5uarez de5de " El Diario" narraba las peripecias del crack "Peloduro" y
la simpática Shirley Temple 5e negaba a ir a la escueta si no le daban
otra taza de "Completo Puritas", los viejos biógrafos iban cediendo paso a
101 modernos cines, en cuy~s pantallas, Laurel y Hardy, Tarzán e Ida
Lupino arrancaban riws, grit0$ y suspiros, haciendo más llevaderas las
peripecias de la existencia terrenal.
Para quienes lo podían pagar, al contado o en cuotas, los a,:10s treinta
trajeron confort. La "General ilectric" ,omercializó su prim~ra generación
de refrigeradores -una especí~ de mueble marciano que coronaba un
compresor redondo-, mientras comenzaba a industrializar tostadoras,
batidoras, aspiradoras, planchas. Pero sin duda fue la radio lo que captó
las simpatías populares. De variadas marcas y modelos, cqh "válvulas
metálicas" a partir de 1936, para el campo o la ciudad (baterías de 6
voltios o gener~dores aéreos), su difusión se incrementaria. Tanto que a la
primera estación que había surgido por 1922 se le agregarían otras hasta
completar di~ciocho (en 1936, y sólo en Montevideo) '8).
P.e ro también había penurias... y muchas. No gratuitamente Disce-
polín escribió " Vira... Vira ... " en 1930: "Cua_ndo rajes los tamango¡, t;>us-
cando ese mango que te haga morfa,......
El tango sólo reflejó .algunas de ellas. Pero igual siguió ,riunfando. En
Hollywood y en París. V con él, Carlos Gardel. La voz del "Z.orzal criollo" ,
que esparcía por el mundo, llevada PQr el popular perrito de la "Vittor''
-"His Master'& voice "- también deleitó al conductor de la "Tertera
República". Sucedió el 5 de octubre de 1933 en la residencia del presi-
dente: Gardel le cantó a Terra y familia. Estaban presentes Manini RiQ5, la
señora e · hija de Herrera, 8aldomir, y otros C9).
Capítulo aparte merecería la mujer: es en esta década que se incO{-
pora a la vida cívica.
Fueron tiempos difícilei. Pero también, tiempos de cambios.

112
NOTAS
Primera Parte
Capítulo 1: Hacia el 31 de mano

(1) Véase Dante Turcatti, ''El equilibrio dificil: La Política Internado-


• '.del Batllismo", Montevideo, Ed. Arca-Claeh, 1981.
(2) "La Mañana", 11 de setiembre de 1929, p. 3.
(l) Archivo General de la Nación (A.G.N.) • Consejo N. de Adminis-
...___.._On (C. N . de Adm.) - Tomo IV - 5243, p. l 10.
(4) ,.La Mañana", 21 de mayo de 1930, p. ·~ 1.
(5) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 11 de abril
• 1930, p. 466.
(6) Benjamín Nahum, "La época batllista", Montevideo, Ed. Banda
Ofiental, 1975, pp. 116 y 1 , 7.
(7) Ricardo Paseyro, "Pasado y Presente", Suenos Aires, 1935, p. 26.
(8) Hugo Baracchini, "Historia de las wmu.nicaciones en el Uruguay",
Montevideo, Universidad de la República, pP. 178-, 79.
(9) "Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores", 13 de octubre
di 1928, pp. 387-388.
• (10) •~oiario de Sesiones de la Cámara CS. Representantes", 5 de junio
cte, 1929, pp. 46 y 47 y 15 de julio de 1929, p. 351; t 1 de junio d• 1929,
pp. 210 a 213.
(11) "Diario de Sesiones de la Cámara de ReprHentantes", 14 de
IIOViembre de 1929, p. 356.
(12) "Diario de Sesiones de la Camara d• ~epreientantes", 8 de
m11yo de 1930, pp. 136 y 137.
(13) "Diario de Sesiones de la Cáma1a de Represtntantts", 15 de
mayo de 1930, p. 332.
(14) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 15 de
,n,ayo de 1930, pp. 350 y 351.
(15) "Registro N. de Leyes y Decreto(' -1.9 31- pp. 92 v 93. .
(16) Roque Faraone, "El Uruguay -én qué' vivimos (1900~1965)", Mon-
ta,,ideo, Ed. Arca, 1965, p. 68.
(17) Emilio Frugoni, "la revolución de1 m-.chete", &uenos Aires, Ed.
Claridad, p. 160.
(18) Luis Batlle Berres, "Cobardía '/ trai•~ t,t,u, fuenos Aires, p. 14.
( 19) Véase Barrán-Nahum - "El nacimiento 'Qél 8atlliSrtl<>", Montevi-
deo, Ed. Banda Oriental. 1982.
(20) "Diario de Sesiones de la Cámara de :ttepresen,ar1tet", 2 de junio
1930, p. 419.
(21) Nahum, op. cit., p. 1-21.
(22) Góran Lindhal, "Batlle - Fundador de la democracia en el
Uruguay", Montevideo; Ed. Arca, 1.97-1, p. S66.
125
(5) Millot, Silva, Silva - "El desarrollo industrial del Uruguay: de la
crisis de 1929 a la posguerra", Montevideo, Universidad da la República,
1973, p. 64.
(6) David Joslin, "A century of bankíng in utin Amerka'', London,
Oxford University PrHs, 1963, p. 251.
(7) Véase nuestro "Uruguay 1929-1938: Depretión ganadera y desa-
rrollo fabril", Montevideo, Fundación de Cult..,ra Univemtaria, 1981.
(8) A.G.N. - (. N. de Adm. • 5255 - Tomo 11 - 28 de mayo de 1931,
p. 277.
(9) Eduardo Acevedo Alvarez, ''La gran obra. de los poderes constitu-
cionales frente a la crisis", Montévideo, Pefla y Cia., 1934, pp. 105 a 113.
(10) Las excepciones fueron consignadas por Fru~ni en .,Diario de
Sesiones de la Cámara de Representantes", 14 de "1ayo de 193.5, pp.
71 y 72.
(11) A.G.N. - C. N. de Adm. - 5257 - Tomo 111 - 8 de setiembre de
1931, p. 324 y "La Mañana", 29 de &étiembre de 1931, p. 4.
(12) A.G.N. - C. N. de Adm. - 5249 - Tomo 111 - 5 de ,etiembre de
1930, p. 359.
(13) Ricardo Paseyro, "Pasado y Presente", Buenos Aires, 1g35, pp.
152' 'f 153.
(14) "El Debate", 3 de febrero de 1933, p. l.
( 15) "La Mañana", 5 de febrero de 1933, p. 3.
(16) ''La Mañana", 1º de agosto de 1931, p. J; 18 de agosto de
1931, p. 4.
(17) A.G.N. - C. N. de Adm. - 5265 - Tomo 111 - PP· 250 a 256 y pp.
333 a 341 (23 de agosto y 13 de setiembre de 1932).
(18) Véase Danilo Astori, "La evolución tecnológica de la ganaderia
uruguaya (1930-1977)", Montevideo, Editorial Banda Oriental, 1979.
(19) Edición extraordinaria, 30 de Julio de 1928, p. 87.
(20) "La Mañana", 13 de setiembre de 1932, p. 11 -¡ "Revista de la
Asociación Rural del Uruguay", No. 11, noviembre de 1932.
(21) Mensaje del C:. N. de Adm. a la Asamblea General, 15 de febrero
de 19J3.
(22) Censo Agropecuario de 1937.
(23) Octavio Morató, "Al servicio del Banco de la República y de la
economía uruguaya (1896-1940)", Montevideo, 1976, pp. 386 y 387.
(24) Véase cita 7.
(25) "Registro N. de Leye, y Decretos", 1930, p. 162.
(i6) "La Mañana", 2 de febrero de 1932, p. 5.
(27) Véase MillQt, $Uva, Silva, op. cit. (Cuadros estadísticol).
(28) "Registro N. de Leyes y Oetretos", 19.11, p. 761.
(29) A.G.N. - C. N. de Adm. - 5251 - Tomo m - 4 de 1etiembr1
de 1931.
128
(30) "La Mañana", 8 de febrero de 1931, p. 1.
(31) "Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores", 9 de junio de
1931, pp. 242 a 245.
(32) Morató, op. cit., p. 171.
(33) "Registro N. de Leyes y Decretos", 1932, pp. 3'9 6 y sigs.
(34) lbidem, 1932, p. 533.
(35) Las cifras oficiales sobre inmigración han sido cuestionadas por
César Aguiar en "Uruguay: país de emigración", Montevideo, Ed. Banda
Orienta 1, 1982.
(36) Véase nuestro "Inversiones extranjeras y petróleo: la crisis de
1929 en Uruguay", Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1979.
(37) Christopher Tugendhat, " Petróleo : el mayor negocio del mun-
do", Madrid, Alianza Editorial, 1969, p. 128.
(38) Véase nuestro "Inversiones extranjeras y petróleo.. . ", pp. 170
y 171 .
(39) Todo este ambicioso plan se financiaría en seis años con las
utilidades de Ancap. Eduardo Acevedo, "Manual de Historia Uruguaya'\
Montevideo, 2a. Edición, 1936, pp. 353 . y 354.
(40) Paseyro, op. cit., p. 156.
(41) Gustavo Gallina!, "El Uruguay hacia la dictadura", Montevideo,
Nueva América, 1938, pp. 250-251.
(42) Hugo Baracchini, "Historia de las Comunicaciones en el Uru-
guay", Montevideo, Universidad de la República, p. 174.
(43) Finch, op. cit., p. 95.
(44) José C. Williman, "La crisis de 1930 en el Río de la Plata",
Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1969, p. 10.
(45) "La Revista Económica Sudamericana", Febrero de 1930, No. 2,
pp. 43 a 46.
(46) Morató, op. cit., p. 440.
(47) Eduardo Acevedo Alvarez, "La Economía y las finanzas públicas
después del 31 de marzo", Montevideo, 1937, p. 40.
(48) "La Mañana'', 4 de abril de 1931, p. 1.

121
Segunda parte

Capítulo 1: El proceso político

(1) Gabriel Terra (h) - ''Gabriel Terra y la verdad histórica", Monte-


video, 1962, p. 137.
(2) Ibídem, p. 136.
(3) Véase Juan Carlos Welker, "José Serrato - Un ejemplo", Monte-
video, Imp. Letras, 1944, p. 267. Se dice en esta obra que Serrato no
aceptó ni el Ministerio de Hacienda ni un puesto en la Junta de Gobierno,
porque "era solidarizarse pol'rticamente con el nuevo estado de cosas".
Como Serrato aceptó la presidencia del Banco República, este razonamien-
to es un antecedente, riquísimo por cierto, del pensamiento tecnocrático,
según el cual los técnicos pueden apuntalar cualquier gobierno sin que
ello signifique adhesión política al mismo. Sin embargo, cabe recordar
que numerosos técnicos no prestaron su concurso al gobierno de Terra
porque entendieron que colaborar con un gobierno de facto era apoyarlo.
Terra, por su parte, en su discurso en el acto inaugural de la III Asamblea
Nacional Constituyente ("El 31 de Marzo", Montevideo, 1933, p. 65), diría
que recibió "la adhesión personal de las más destacadas personalidades del
pa,s y de todos los ex-Presidentes de la República...., .
(4) Ricardo Paseyro, "Pasado y Presente", Buenos Aires, 1935, p. n.
(5) Terra (h), op. cit., pp. 142 a 148.
(6) "La Mañana", 21 de abril de 1933, p. 3.
(7) "Registro Nacional de Leyes de De,retos" -1933--, p. 194 y
siguientes.
(8) José L. Martínez - "Gabriel Terra - El hombre - El Político • El
gobernante'', Montevide~, 1937, p. 345.
(9) Terra (h), op. cit., p. 167.
(10) Martínez, op. cit., pp. 292 y siguientes.
(11) Martínez, op. cit., p. 310.
(12) Juan Oddone - ''Tablas cronológicas - Poder Ejecutivo - Poder
Legislativo (1830-1967)", Montevideo, Universidad de la República, 1967,
pp. 121-122.
(13) Julio Fabregat, "Elecciones uruguayas", Montevideo, 1950, pp.
205 y sigs.
(14) Emilio Frugoni, "La revolución del machete", Buenos Aires, Ed.
Claridad, pp. 41 y 42.
(15) lbidem.
(16) Terra (h), op. cit., p. 161.

130
(17) "La Mañana", 28 de abril de 1933, p. 3.
(18) "El País", Suplemento XL Aniversario - Setiembre 1958, p. 5.
(19) Ricardo Paseyro, op. cit., p. 238.
(20) Discurso de 12 de octubre de 1933, en "El Pueblo" 1S de
octubre de 1933, p. 24.
(21) "El Pueblo", 22 de octubre de 1933, p. 5.
(22) "El Pueblo", 21 de octubre de 1933, p. 1.
(23) "El Pueblo", 4 de noviembre de 1933. p. 1
(24) Discurso de 18 de mayo de 1934; cit. por Terra (h), op. cit.,
p. 175.
(25) "El País", Suplemento XL Aniversario, p. S.
Desde un primer momento Terra trató de contemplar In aspiraciones
funcionariales de los militares. Así un conjunto de leyes de 26 de marzo
de 1934 ~entaron normas sobre ascensos, jerarqula, antigüedad, tribunales
de honor, retiro y presupuesto det Ministerio de Defensa Nacional.
En 1935 Terra recordaría que el Ejército "hab,a sido maltratado y
despreciado por la ideolog,a disolvente de la ol,garqu,a depuesta, cuyos
postulados lindaban ya en una demagógica cartera hacia las izquierdas
fecundas en votos, con los preceptos internacionales del comumsmo, nega-
ción del culto a la Patria, adversano del hogar como mstítución y cano
defensa social, y agresor sistemat,co de las fuerztJs annadas que aaranten el
orden y la normalidad institucional.
En su desbordante locura habían llegado a quitarle al Ejercito los rubros
destinados a la renovación de sus armamentos, que en la actualidad tienen
mas de treinta años de antigüedad... " ("El Pueblo", 1) d• junio de 1935,
p. 1 ).
Según Gabriel Tena (h), (op. cit., pp. 251 y 252), en este periodo:
- se reestructura el Ejército y se remodetan y construyen cuarteles en el
interior del país,
- se crea la Aeronáutica Militar; se adquiriéron aviones; se enviaron
pilotos para realizar estudios en Italia e Inglaterra,
- se crean institutos de enseñanza militar,
- se inaugura la Base Aeronaval de la Isla libertad, campos de aterri-
zaje, estaciones meteorológicas,
- se adquieren tos guardacostas "Salto", "Paysandú'' y "Río Negro",
- se mejora et menú de la tropa,
- se reemplaza el retrato del Presidente por el de Artigas,
- se emplean fuerzas del Ejército en la represión del contrabando y en
la lucha contra la langosta, etc.
(26) Fabregat, op. cit., pp. 205 y sigs.
(27) "El País", XL Aniversario, p. 5.
(28) Terra (h), op. cit., pp. 178 -, sigs.

131
(29) José Salgado, "La Constitución Uruguaya de 1934", Montevideo,
Ed. Barreiro y Ramos, 1937, p. 96.
(30) Diario de Sesiones de la Convención N. Constituyente, Tomo 2,
pp. 96 y sigs.; cit. por Salgado, p. 95.
(31) lbidem, p. 92.
(32) Salgado, op. cit., p. 122.
(33) Terra, op. cit.
(34) Ibídem.
(35) Salgado, op. cit., p. 199.
(36) Cit. por Salgado, p. 188.
(37) Manoel Mauricio de Albuquerque - "Pequeña Historia de Forma-
~ao Social Brasileira", Rio de Janeiro, Ed. Graal, 1981, p. 578.
(38) Op. cit., p. 11.
(39) Salgado, op. cit., p . 51.
(40) Terra (h), op. cit., p. 184.
(41) Cit. por Carlos Machado, "Historia de los Orientales", Montevi-
deo, Ed. Banda Oriental, 1972, p. 319.
(42) D.S. Convención N. Constituyente - Tomo 2, pp. 96 y sigs.; cit.
por Salgado, p . 90.
(43) "Registro N. de Leyes y Decretos" -1934---- p. 1.015.
(44) Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes -No. 8821-
9 de diciembre de 1935, p. 79.
(45) Paris de Oddone, Faraone, Oddone - "Cronolog1a comparada de
la Historia del Uruguay (1830-1945)"; Montevideo, Universidad de la Repú-
blica, 1966, p. 129.
(46) Eduardo Víctor Haedo - "Herrera: Caudillo oriental" - Montevi-
deo, Arca, 1969, p. 90.
(47) "El Pueblo", 23 de mayo de 1935, p. 6.
(48) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", No. 9126,
17 y 18 de diciembre de 1936, p. 318 y p . 289.
(49) "Registro Nacional de Leyes y Decretos" -1937-, pp. 26 a 31.
(50) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes" , No. 9126,
17 y 18 de diciembre de 1936, p. 292.
(51) "El 3 ! de marzo", op. cit., p. 95.
(52) Datos biográficos del Gral. Baldomir:
Nació en Paysandú el 27 de agosto de 1884. En 1900 ingresó a la
Academia Militar. Luchó en Masoller comandando la 3a. Compañía del
Batallón "Venancio Flores". En 1911 se recibió de Arquitecto.
En 1931 el Presidente Terra lo nombró Jefe de Policía de Montevideo,
puesto desde el que tuvo principalisima actuación en los sucesos del 31
de marzo.

132
En abril de 1934 fue electo segundo Vice-Presidente de la República.
En setiembre de 1935 fue nombrado Ministro de Defensa Nacional,
cargo al que renunció al aceptar su candidatura presidencial. · ·
En 1937 fue designado primer Presidente del recién creado "Instituto
Nacional de Viviendas Económicas" (INVE).
Estaba casado con Sara Terra.
(Información extraída de "El Pueblo", 19 de junio de 1938, p. 20).
(53) Fabregat, op. cit., pp. 265 y sigs.
(54) Carlos Walter Cigliutti, "El Batllismo de Canelones", Canelones
1981, p. 155.
(SS) "El Pueblo", 20 de junio de 1938.
(56) Roque Faraone, "El Uruguay en que vivimos (1900-1965)", Mon-
tevideo, Ed. Arca, 1965, p. 87.
(57) "El Pueblo", 27 de junio de 1938.
(58) Versión de Emilio Frugoni en "La revolución del machete'',
Buenos Aires, Ed. Claridad, pp. 122 y 123.
(59) Véase nuestro "Inversiones extranjeras y petróleo", Montevideo,
Fundación de Cultura Universitaria, 1979, p. 171.
(60) Luis Batlle Berres, "Cobard ia y tr alción", Buenos Aires, 1933,
pp. 67 y 68.
(61) Ibídem, pp. 68 y 69.
(62) Gustavo Gallina!, "El Uruguay hacia l,a dictadura", Montevideo,·
Nueva América, 1938, p. 16.
(63) Cit. por Gabriel Terra (hijo) - "Gabriel Terra y la verdad histó-
rica", Montevideo, 1962, pp. 134 y 135.
(64) José l. Martinez, "Terra: El hombre - El político - El gobernan·
te", Montevideo, 1937, Tomo 2, p. 352.
(65) Gabriel Terra (h), op. cit., pp. 135 y 136.
(66) Transcripto en "El Pueblo", 13 de junio de 1935, p. 1.
(67) Suplemento Dominical "El Día", Nº 35, mayo de 1933.
(68) "Gabriel Terra y la verdad histórica", p. 133.
(69) "El Día", el 31 de dicíembre de 1935, en su página 4, incluyó la
siguiente nómina: Dr. Salvador Estradé, Dr. Gustavo Fusco, Ricardo Cosio,
Prof. Carlos Benvenuto, Isidoro Argain, Sillezar, Francisco Durante, Campas
Cervera, Tomás Berreta, Domingo Baqué, Dr. Amador Sánchez, Dr. Lorenzo
Carnelli, Alvaro Guillot Mufaoz, Juan Francisco Garicoits, Solis Angueira,
Felipe Victoria Aguiar, León Rodríguez, Lorenzo Batlle Pacheco, Dr. Fran-
cisco Forteza, Leoncio J. Raíz, Dr. Alberto Zubiría, Dr. Alfredo García
Morales, Dr. Edmundo Castillo, Basilio Muñoz, tsidoro Noblía (h), Luis
Batlle Berres, Atanasildo Suarez, Rogelio C. Oufour, Dr. Juan Saint Clement,
Enrique Moulia, Fares Marexiano, Dr. Juan Carbajal Victorica, Telémaco
Morales, E. Núñez Brian, Enrique Rodríguez Fabregat, Rómulo Boggiano,
133
Gral. Julio César Martínez, César Batlle Pacheco, Dr. Gustavo Galtlnal,
S.iturno lrureta Goyen~, Dr. Rodolfo Canabal, Severo Escobar, Leopoldo
Fernández, Marroquin, Octavio Suárez Lima, V. Kellerman, Dr. Julio Cmr
Mourigán, Ese. C. Castro Onetti, Hildebrando Carnelli, Dr. G. Rodríguez
Guerrero, Dr. Santin Carlós Rossi, Dr. Pablo M. Minelli, Ricardo Paseyro,
José María Santos, Ignacio Mena, Gervasio Guillot Muñoz, Bonifacio Curti-
na, Enrique Bianchi Altuna, Dr. Francisco Goyén, José Vidal, Francisco
Mascalegre, Vicente Mari, Juan Llorca, Francisco Carre"º·
(70) Frugoni, op. cit., p. 67.
(71) Juan Oddone - Blanca Paris, "La universidad uruguaya del Milita-
rismo a la crisis (1885-1958)", Montevideo, Universidad de la República,
1!:i71, Tomo 1, pp. 179 a 186.
(72) Ibídem.
(73) Ibídem.
(74) "El Pueblo", 6 de octubre de 1933, p. 1 (Nota editorial).
(75) Entrevista de Miguel Coll en Kurken Didizian, "Jt.1lio César
Grauert discípulo de Batlle", Montevideo, Ed. Avanzar, pp. 30 y 31.
(76) "El Pueblo", 25 de octubre de 1933, p. 1.
(71-) Frugoni, op. cit., pp. 65 y 66.
(78) Arturo Ardao y Julio Castro - "1875-1935 - Sesenta años de
Revolución (Vida de Basilio Mu ñoz)"; Cuadernos de Marcha - No. 56 -
Diciembre de 1971, pp. 59 y 60.
(79) "El País - Suplemento XL Aniversario" - Setiembre de 1958, p. 4.
(80) Francisco Pintos - "Historia del movimiento obrero uruguayo",
Montevideo, 1960, p. 256.
(81) Op. cit., p. 269.
(S2) Carlos Walter Clgliutti, "El Batllismo de Canelones", Canelones
1981, pp. 150 y 151.
(83) Suplemento "El Oía", Nº 212, 31 de enero de 1937.
(84) lbidem.
(85) Suplemento "El Oía", Nº 175, 24 de mayo de 1936.
(86) lbidem.
(87) Sup. "El Día", Nº 212, 31 de enero de 1937.
(8S) Ardao, Castro, op. cit., pp. ~1 y 62.
(89) Ibídem.
(90) Jurtino Zavala Muniz, "La r@volutión de enero", 1935, pp. 253
y slgs.
(91) Op. cit. {Dedicatoria).
(92) José L. Martínez, op. cit., Tomo 3, pp. 98 y 99.
(93) Op. cit., pp. 251 y 252.
(94) Qp. cit., pp. 270 y 271.
(95) Ardao, Castro, op. cit., pp. 63 y 64.
(96) "El Pueblo", 3 de junio da 1935, p. 3.
(97) "El Pueblo", 5 de junio de 1935, p. 1.
(98) lbidem.
(99) "El Pueblo", 6 de junio de 1935, p. 16.
(100) "El Pueblo", 9 y 10 de junio de 1935, p. 5.
(101) "El Pueblo", 13 de Junio de 1935, p. 16.
( 102) ºEl Pais", XL Aniversario, p. 5.
(103) lbidem.
(104) Ulises Graceras, "los intelectuales y la polltlca en el Uruguay".
Montevideo, El País, 1970, p. 93.
( 1OS) P'intos, op. cit., p. 275.
(106) "El Día", 5 de diciembre de 1935, p. 9.
(107) Op. cit., p. 278.
( 108) Op. cit., p. 90.
(109) Carlos Machado, "Historia de los Orientales", Montevideo, Ed.
Banda Oriental, 1972, p. 322.
( 11 O)lbidem.
(111) Machado, op. cit., pp. 326-327.
(t 12) "El Pueblo", 20 de junio de 1938, p. 5.
(113) "La Mañana", 26 de 1etiembre de 19J3, p. 4.
(114) "El Pueblo", 29 de noviembre d• 1933, p. 1.
(115) "El Pueblo", 27 de mayo dé 1935, p. J. ·
(116) "El Pueblo", 1° de diciembre de 1936, p. 16.
(117) John Gunther - "El drama de America Litina", Buenos AtNS,
Ed. Claridad, 1942, p. 320.
(118) Gustavo Gallina! - "El Uruguay h1ci1 le dictadura", Montevideo,
Ed. Nueva América, 1938, p . 363.
(119) ''El Pueblo", 13 de mayo de 1935, p.•·
(12Ó) "El Pueblo", 28 de noviembre de 1937, p. 4.

Capítulo 11: El proceso económico

(1) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 6 de


tetiembre de 1934, p. 48.
(2) Henry Finch, "Historia económica del Uruguay contemporáneo",
Montevideo, Editorial Banda Oriental, 1980 (Cuadros estadísticos).
(3) Véase nuestro "Uruguay 1929-1938: Depresión ganadera y desa-
rrollo fabril", Montevideo, fundación de Cultura Universitaria, 1981.
(4) "El Pueblo", 8 de mayo de 1935, p. 14.
(5) "El Pueblo", 3 de diciembre de 1936, p. 20.

135
(6) Véase Millot, Silva, Silva - " El desarrollo industrial del Uruguay:
de la crisis de 1929 a la posguerra", Montevideo, Universidad de la
República, 1973.
(7) "El Pueblo", 19 de junio de 1938, p. 10.
(8) Id., 17 de junio de 1938.
(9) Millot, Silva, Silva; op. cit., p. 104.
( 1O) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 17 de
marzo de 1936, pp. 37 a 46.
(11) "Diario de Sesiones de la Camara de Representantes", J de
mayo de 1937, p. 22.
(12) Véase nuestro "Uruguay 1929-1938: Depresión ganadera y desa-
rrollo fabril", Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1981.
(13) 23 de julio de 1936. ·
( 14) "Registro N. de Leyes y Decretos", 1937, p.p. 742 y 743.
(15) Eduardo Acevedo Alva rez, "La economta y las finanzas publicas
después del 31 de marzo" , Montevideo, 1937, p . 271.
(16) Acevedo Alvarez, op. cit ., pp. 54 y 55.
(17) " El Puebto " , 2 de diciembre de 1936, p . 16.
(18) "Oiar;o de Sesiones de la ümara de Representantes" , 14 'I 1 S
de diciembre de 1937, p. 333.
(19) ''Registro N. de Leyes y Decretos", 1933, p. 256.
(20) Ibídem, 1933, p. 256 .
. (21) lbtdem, 1933, pp. 1.043 y 1.934, p. 41.
(22) Pedro Cosio, "Doctrinas y hechos económicos", Montevideo, 1940,
p . 87,
(23) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 6 de
1etiembre de 1934, p. 48.
(24) A.cevedo Alvarez, op. cit., pp. 256 a 259.
(25) 20 de enero de 1938.
(26) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 14 y 15
de diciembre de 1937, pp. 148 a 150.
(27) "El Pueblo", 17 de octubre de 1933, p. 14.
(28) "Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores", JO de ...-e
de 1934, pp. 61 y 62.
(29) Millot, Silva y Silva, op. cit., pp. 89 y sigs.
(30) lbidem, pp. 111 y 112.
(30 Op. cit., pp. SS y 56.
(32) Palabras pronundadas al inaugur~r la Exposición Nacional de
lndustri,s (tramcriptas por "E1 Pueblo", 27 de mayo de 1935, p. 5).
(33) "it Pueblo", 3 de octubre de 1933, p. 1.
(34) "El Debate", 27 de febrero de 1933, p. 3.

13e
(JS) "El Debate", 14 de mayo de 1933, p. 3 y "Registro N. de Leyes y
Decretos", 1933, p. 1.126.
(36) Decreto-ley Nº 9384 de 9 de mayo de 1934.
(l7) Gabriel Terra (h), "Gabriel Terra y la verdad histórica", Montevi•
deo, 1962, p. 180.
(38) Gustavo Gallina!, "El Uruguay hacia la dictadura", Montevideo,
Nueva América, 1938, pp. 253 y 185.
(39) "La Mañana", 21 de enero de 1933.
(40) "Diario de Sesione~ de la Cámara de Representantes", 17 de
diciembre de 1935, p. 196.
(41) Véase nuestro "Uruguay 1929-1938: Depresión ganadera y desa-
rrollo fabril", Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1981 .
(42) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", 29 y 3G
de marzo de 1935, pp. 32 y sigs.
(43) Ibídem.
(44) lbidem.
(45) lbidem.
(46) "Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores", 11 de agosto
de 1936, pp. 301 a 303.
(47) "Registro N. de Leyes y Decretos", 1938, p. 15.
(48) "El Día" , 12 de enero de 1938, p. 8.
(49) Resulta sugerente que el mismo no fuese re1cindldo por uno de
19s más ardorosos fundadores de ANCAP: Luis Batlle Berres.
(50) Manuel Bernárdez, "El Uruguay entre dos siglos", Montevideo,
Barreiro y Ramos, 1931, p. 273.
(51) Juan Ríal, "Estadísticas históricas de Uruguay 1850-1930", Mon-
tevideo, CIESU, 1980.
(52) "El Día", 2 de enero de 1938, p. 7.
(53) " El Pueblo", 4 de mayo de 1935, p. 14.
(54) "El Pueblo", 20 de junio de 1938, p. 13.
(55) "Registro N. de Leyes y Decretos", 1933, p. 289.
(56) Denuncia de Abalcázar García en "Diario de Sesiones de la
Cámara de Senadores", 4 de octubre de 1937, pp. 466 a 469.
{57) "Diario ~e Sesiones de la Cámara de Representantes" , 18 de
noviembre de 1935, p . 91.
(58) Cit. por José L. Martínez, "Gabriel Terra: El hombre, El Político,
El Gobernante", Montevideo, 1938, p . 23.
(59) Véase nuestro "1929·1938: Qepresión ganadera y desarrollo fa•
bril", Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1981 .
(69) "Boletm de la Federación Rural", noviembre de 1933, pp. 17 a 20.
l61) Véase nuestro ' ' 1929-1938: Depresión ganadera y desarrollo fa-
bril", ap. cit.

137
(62) Algo similar se dio en Brasil. Véase John D. Wirth, "A política do
desenvolvimento na era de Vargas", flfo de Janeiro, Funda~o Getulio
Vargas, 1973, p. 15.

Capítulo 111: Política social

(1) José L. Martinez, "Gabriel Terra", Montevideo, 1937, Tomo 1,


p. 414.
(2) Discurso en la Exposición de Industrias. "El Pueblo", 20 de octu•
bre de 1933, pp. 1 y 16.
· (3) "Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores'\ 31 de julio de
1935; p. 57.
(4) Julio Martinez Lamas, "¿A dónde vamos?", Montevideo, IUSA,
p . 77.
,(5) "El Dia" . 8 de enero de 1938, p . 9 .
(6) Jose l. Mart•nez, op. cit., Tomo l, p. 139.
(7) "El Pueblo'', 4 de diciembre de 1936, p . 2.
(8) Góran lindhal. "Batlle' ', Montevideo, Ed. Arca, 1971, p . 562.
(9) Henry finch, " Historia económica def Uruguay contemporáneo",
Montevideo, Edetorial Banda Oriental, 1980, p . 278.
(10) "El Pueblo", 19 de jumo de 1938, p. 6.
(11) "El Debate'', 13 de febrero de 1933, p . 3.
(12) " Regtstro N. de Leyes y Decretos", 1933, pp. 319 y 320.
(13) "El Pueblo" , 19 de junto de 1938, p. 10.
(14) "Comistón Uruguaya de Fomento lnteramericana • Informe sobre
ta Legislación Uruguaya vigente", Montevideo, 1947, p. 101 .
( 15) Cit. por MíUot, Sil'IJa, Silva - "Et desarrollo industrial del Uru-
guay : de la crisis de 1929 a la posguerra"; Montevideo, Universidad de la
Republtca, 1973. p. 86.
( l6) Una de las medidas sociales mas trascendentes del terrismo, la
organización de las "Bolsas de TrabaJo" (ley 9196 de 11 de enero de
1934), segun el citado "Informe sobre la Legislación Uruguaya vigente"
(1947), por el complicado régimen de organización "nunca prospero "
(op. cit., p. 97).

c.pítuto IV: Políttca Exterior

(1) Cit. por Hernán Ramírez Necochea - "Los Estados Unidos y Améri-
ca latina", Buenos Aires, Ed. Palestra, 1967, p. 27.
(2) "El Pueblo". 1º de diciembre de 1936, p. 16.
(3) "El Pueblo", 4 de diciembre de 1936, pp. 6 y 18.
(4) "Revista del Banco de la Repúbtica O. del Uruguay", N° 3,
octubre de 1942, p. 19.
(5) "El Pueblo", 31 de mayo de 1955, p. 4.

138
(6) "El Pueblo", 27 de mayo de 1935, p. s.
(7) "Diario de Sesiones de la (jmara de Repre1entantes", Nº 8425,
10 de diciembre de 1935, pp. 108 1 110.
(8) Pedro Cosio, "Estudios sobre economla y finanzas", Montevideo,
Maximino García, 1944, pp. 47 a 70.
(9) "El Pueblo", 10 de octubre de 1933, p. 6.
( 1O) "El País", 29 de diciembre de 1935, p. 5.

(11) "El Oía", 30 de dietembre de 1935, p. 6.


(12) "El Pueblo", 22 de 5et,embre de 1936, p. 1.
(13) "El Pueblo", 19 de diciembre de 1935, p. 3 y "Registro NaclonaJ
de Leyes y Decretos", 1935, p. 264.
(14) "El País", Suplemento XL Aniversario, 1etiembre de 1158, p. 5.
(15) "El Pueblo", 12 de diciembre de 1935.
( 16) "11 Mattino d'ltalia", transcripto por "El Pueblo", 27 de junio
de 1938. '
(17) Germán D'Elia - "América latina: De la crisis de 1929 • 111
Segunda Guerra Mundial", Montevideo, Ed. Banda Oriental, 1982, p. 81.
(18) "El Pueblo", 23 de marzo de 1938, p. 3.

Capitulo V: Educación

(1) Juan Oddone, Blanca Paris, "La Universidad uruguaya det Milita•
rismo a la crisis", Montevideo, Universidad de la República, 1971, Tomo 1,
pp. 190 y sigs.
(2) lbidem.
(3) Op. cit., p. 199.
(4) "El Oía", 14 de diciembre de 193S, p. 8.
(5) "El Dia", 18 de diciembre de 1935, p. 9.
(6) "~I Dia", 10 de diciembre de 1935, p. 8.
(1) "Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes", Nº 9127,
17 y 18 de diciembre de 1936. p. 313.

Capitulo VI: Tlempcn dlfkllea, Tiempos de cambios

( 1) Suplemento "El Dia", 24 de enero de 1935.


(2) St.1plemento "El Ola", 30 de diciembre de 1934.
(3) Anibal Barrios Pintos, "Paysandú en escorzo histórico", Montevi-
deo, l. M. ~e Paysandú, 1979, p. 308.
(4) "La Mariana", 3 de octubre de 1931, p. 8.
(5) " El Plata", 24 de marzo de 1934, p. 1.
(6) " El PU'eblo", 19 de junio de 1934, p . 14.
. (7) Véase nómina -en base a la ínscriAción de estatutos en el
"Diario Oficial''- en nuestro ,flet Uruguay en la crisis de 1929: Algunos
indicadores económicos"; Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria,
1977.
(8) "El Pueblo'', 20 de setiembre de 1936, p. 7.
(9) "El Pueblo", 6 de octubre de 1933, p. 1.

140
INDICE

Advertencia .................... .-............................................................................... 5


PRIMERA PARTE: 1931-1933 ................................................................... 7
CAPITULO l. HACIA EL GOLPE ..................................... ,.............................. 12
1) El mundo y nosotros............................................................................ 12
2) De la elección de Terra al 31 de marzo........................................... 14
CAPITULO 11. MEDIDAS PARA SUPERAR LA CRISIS ECONOMICA .......... 34
SEGUNDA PARTE: 1933-1938.................................................................. 53
CAPITULO l. EL PROCESO POLITICO ...... .......... .... ....... .. ....... .......... ............ 55
1) El nuevo ciclo (1933-1938) .. .. .. ...... . ... ..... ...... ..... ...... ... ... ..... ...... .. .. .. . .. .. . 55
2) La oposición........................................................................................... 65
3) El autoritarismo terrista............ ............................................................ 76
CAPITULO 11. EL PROCESO ECONOMICO ................................................... 79
1) La politica económica........................................................................... 79
2) Estatismo, capital extranjero, capital privado................................... 90
CAPITULO 111. POLITICA SOCIAL.................................................................. 103
CAPITULO IV. POLITICA EXTERIOR............................................................. 111
CAPITULO V. EDUCACION ........................................................................... 117
CAPITULO VI. TIEMPOS DIFICILES, TIEMPOS DE CAMBIOS..................... 119
NOTAS............................................................................................................ 123
TEMAS DEL SIGLO XX

l. RAUL JACOS: Benito Nardone. El Ruralismo hacia el


poder (1945-1958). ·
J. AMERICA MORO/MERCEDES RAMIREZ: la macumba y
otros cultos afrobrasileños·· en Montevtd@O.
l. CESAR A. AGUlAR: Uruguay: pafs de emigración.
(2da. edición).
•· OANILO ASTORI: NeoHberalismo: critica y alternativa
(3ra. edición).
9. LUIS A. FAROPPA: PoUticas para una economla desequi-
librada: Uruguay 1958-1981 (2da. edición en prensa).
l. GERMAN D'ELIA: América Latina: de la crisis d~I 29 a
la Segunda GU9"a Mundial (2da. edición).
7. FRA,i"'OSCO M. MERINO: El negro en la sociedad monte-
V·ideana ·
l. GERMAN D'ELIA: El Uruguay neo-batllista, 1946-1958.
9. ARNAlOO GOMENSORO/ELVtRA LUTZ: El dilema sexual
de los jóvenes.
10. ASTORI/FAROPPA/MACADAR/WONSEWER: Cuatro res-
puestas a la crisis.
11. RAUL JACOB: El Uruguay de Terra.
12. ALMA PEDRETTI DE BOLON: El Idioma de los UN·
guayos.

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