Leyendas Gratis
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F lores d e l C a m p
ad se confundía
com o una cas cad a de éba no en sus espaldas. Su gracilid
nso. Era
Mishqui tenía el pelo largo y ma durante el verano diaguita.
illas y jar illas al soplo del viento juguetón,
con las cimbre ant es pic han ba su sombra. Con
dad o la ser pen tina de oro con la que el algarrobo adorna
o con cui
Su día comenzaba recogiend la boca ávida del mortero. Cuand
o recolectaba todo el
el puc o que lueg o vac iarí a en
infinita paciencia iba llenando los alrededores en busca de otra,
y se encam inaba
sus pup ilas exp erta s atis bab an
generoso don de una planta, hab ían adjudicado las costumbre
s de la tribu.
ea que , a sus qui nce año s, le
decidida, a cumplir con la tar le que era su cosmos, pero,
desde las alturas, un
un ele me nto má s en ese val
Ella no lo sabía, ella se sentía So l se embelesaba contemplando
su laboriosidad, su
observ aba . Tod os los día s el
viajero de rutas siderales la de la joven india.
ro rom ánt ico al fin, concluyó por enamorarse
mansedumbre , y, cab alle templar el suelo y se
sus jor nad as, luc hab a con las nubes caprichosas para
en
Sigilosamente la acompañaba cosecha.
ar los fru tos par a que Mishqui tuviera la mejor
afanaba en ma dur ar y dor ia de estas tierras,
olv idó de las ley es de la naturaleza y desterró a la lluv
se
Pero, en su hechizo de amor,
ha de ver a su amada.
celoso de que le quitaran la dic meses de sequía. La tribu, pre
ocupada por verse
com enz aro n a sec ars e tra s
Los cultivos de maíz y papa pon er en práctica sus antiguos rito
s: un sacrificio
s fue nte s de alim ent o, dec idió
privada de esas fundamentale
humano al dios Sol. a vivir un nuevo
ba ans ios o su ros tro rub icu ndo por el horizonte, dispuesto
asoma
Y, qué ironía, cuando el astro sacerdote hundía su cuchillo
de oro en el pecho
la pla tafo rma cer em oni al, el
día de su callado romance, en su corazón aún sacudido por
los últimos latidos.
cam bio de la lluv ia, ofr end aba
de la más bella, Mishqui, y, a ari llos buscaron sepultarse en el
paño del follaje.
y sus gru eso s lag rim one s am
Nadie vio cuando el Sol lloró su sed en una venturosa lluvia.
Cuando el cánta-
sur osa me nte y la tier ra sac ió
Luego el cielo se encapotó pre ulo de fuego abrió sus rayos
de luz y calor sobre
ido con ten ido , un pat étic o círc
ro de las nubes agotó su líqu las corolas de una miríada de
flores amarillas.
del cam po abr ían tím ida me nte
la tierra, mientras las plantas pic hanillas, churquis, tuscas, cha
ñares, se cubren
ritu al de con sue lo, reta ma s,
Y así es que, año a año, en un
.
de las doradas lágrimas del sol
Leyendas Norteñas - (Andalgalá-Catamarca) http://leyendasnor.blogspot.com.ar/
an t e Re pá mpan o s
Vida y el gig
la vid y el vino
Otra leyenda sobre
nahuel huapi?
? Quién es el monstruo del
ular, vive en el
conocida que, según la creencia pop
Se trata de una criatura acuática des
lago Nahuel Huapi. ta. Los primeros
orig en de la leye nda se rem ont a a relatos indígenas previos a la conquis
El tros ocasio-
dor es obt uvie ron de los nat ivos del lugar leyendas acerca de encuen
explora iento registrado
relatos indígenas y el primer avistam
nales con monstruos acuáticos. Los ros de distancia una
pudo observar “a unos 400 met
data de 1910, cuando George Garret uno s dos metros
re 5 y 7 metros de largo y sobresalía
criatura cuya parte visible medía ent
por encima del agua”. Aires, comienza
lli, director del Zoológico de Buenos
A partir de 1897, el Dr. Clemente One los lagos pata-
bir info rme s esp orá dico s ace rca de una extraña criatura habitante de
a reci os positivos. Más
de búsqueda que no arrojó resultad
gónicos y organiza una expedición un obje to submarino no
Argentina persiguió en el lago
recientemente, en 1960, la Armada
seguir identificarlo.
identificado durante 18 días, sin con sería un sobrevi-
monstruo prehistórico “Nahuelito”
La hipótesis más popular es que el animal que se
, probablemente un “plesiosauro”. Un
viente de la época de los dinosaurios más moderna (y
están tomando agua. Una versión
supone, se come a los animales que n animal local
fant ásti ca) sug iere que el Nah ueli to sería una extraña mutación de algú
más idamente
por los exp erim ent os nuc lear es que se vienen realizando ininterrump
producida desconocido, pero
la teoría de un submarino de origen
desde hace 60 años. También está
ninguna ha sido demostrada (...).
(texto extraído de www.bariloche.org)
Leyenda de
la guitarra
leyenda popular
Hilario era un noble gaucho que vivía solo
en su rancho, alejado del caserío. Soñaba
con un gran amor con el que compartiría
su vida. Al caer la tarde, Hilario volvió a su hogar.
Un día, una bella música llegó a sus oídos, Pero algo llamó su atención desde la distan-
venía desde el pueblo, donde había una cia, ya que el humo característico de la coci-
fiesta criolla. Hilario se puso sus mejores na criolla no surcaba el cielo y, al estar más
galas y salió. El destino quiso que todo lo cerca, tampoco escuchó el melodioso canto
que el gaucho había soñado en esa noche con que la mujer acompañaba sus tareas.
se cumpliera. Rosa, la moza más linda y Todo esto, más las marcas dejadas por un
graciosa se cruzó en su camino… Entre caballo sacado a todo galope, hicieron que
zambas, gatos y el infaltable pericón, la Hilario entendiera lo que había acontecido.
pareja encontró el amor y al poco tiempo Sin pensarlo más, montó su animal y siguió
Rosa fue la reina del rancho. El tiempo fue las huellas. La noche caía, pero esto no
pasando y el gaucho Hilario se enamoraba desalentó al gaucho, quien al observar el
cada vez más de su mujer. resplandor de un fuego descubrió al indio y
Amuray, un indio manso cuya tribu estaba a Rosa. Con su amor como escudo, Hilario
cerca del poblado, llegaba constantemente saltó frente a Amuray y se trabaron en una
en busca de algunas provisiones hacia allí. dura lucha. La habilidad del gaucho en el
Así fue que Amuray se enamoró Rosa, manejo del facón dejó pronto fuera de com-
pero vivía ese amor desde la distancia de bate al indio, quien allí conoció la muerte.
sus culturas. Nunca había imaginado que Hilario quiso entonces abrazar a su mujer,
ella encontraría el amor en otro hombre. pero entonces tristemente se dio cuenta
Por eso, al enterarse de que ella se había de que las boleadoras del indio la habían
enamorado del gaucho Hilario, enfermó de golpeado durante el enfrentamiento, y Rosa
rabia y celos. ya no vivía.
Llegó hasta las cercanías del rancho El gaucho tomó a su esposa en sus brazos y
de Hilario y esperó que este saliera a aprovechando el calor del fogón se recostó
hacer sus tareas habituales en el campo. junto a un árbol. El sueño lo venció. Y allí,
Cuando esto sucedió, Amuray asaltó el mientras dormía, Dios, premiando aquel amor
rancho y se llevó por la fuerza a la mujer, criollo, el coraje del gaucho y la fidelidad
aprovechando su rápido caballo. de aquella mujer, la transformó en una caja
sonora.
Cuando Hilario despertó, encontró sobre
sí y entre sus brazos una guitarra, que lo
acompañaría el resto de su vida.
Es sabido por todos que nuestros habitantes fatiga se había apoderado de sus cuerpos y se
originarios, eran dueños de grandes riquezas. rindieron ante el cansancio. En una inmensa
Tenían collares, brazaletes, aros y diferentes laguna que encontraron en el camino optaron
adornos hechos de plata, oro y bronce. por arrojar aquellas pertenencias más pesa-
das… Allí fue a parar la cadena de oro, un
La comunidad de los andalhualas que vivía sillón de oro del curaca y otros metales pre-
en Santa María, provincia de Catamarca, era ciosos que llevaban.
propietaria de una enorme cadena de oro con
la que bordeaban toda la plaza en el momento Aliviados del peso y del temor de que los
de sus ceremonias. españoles encontraran esas riquezas, los
aborígenes pudieron apurar el paso y huir.
Cierto día, supieron que los colonizadores
estaban cerca y prepararon su cargamento Cuenta la leyenda que cuando alguien se
para escapar. En las llamas montaron alimen- acerca a la laguna ve el brillo de las cadenas
tos y todo tipo de elementos que necesita- de oro y un sillón dorado asomarse en la in-
ban. Se negaban rotundamente a aceptar el mensidad del agua.
dominio de los españoles.
Aquel que intenta tomar el sillón o la cade-
Escalaron hasta las altas cumbres del Acon- na es sorprendido por una tempestad o un
quija para poder divisar a su enemigo, pero la viento blanco que lo deja sin aliento.
La laguna encantada
leyenda popular
d r a m o
la pie de tandilv e d i z a
leyenda popular
s un pueblo que era gobernado por el
Hace muchos, muchos años vivía en la zona de las sierra
quebrantaba las leyes de su comunidad,
cacique Tandil. Dicen que el cacique era despótico y
contra el abuso de poder. En ese grupo
por lo que un grupo de habitantes decidió sublevarse
se encontraba Mini, una de sus esposas.
s fueron vencidos y muchos, tomados
Después de un duro enfrentam iento, los sublevado
prisioneros.
gados y eligió como tormento que se
Tandil decidió que los jefes del levantamiento fueran casti
piedra, en la cumbre de un cerro. Tamb ién
los atara hasta que les llegara la muerte, en una gran
Mini fue amarrada junto a los prisioneros.
ndió en el cielo iluminando la trágica
Llegó la noche y la oscuridad hasta que la luna asce
tierra y la roca de los prisioneros co-
escena. Entonces, un trueno pavoroso estremeció la
menzó a moverse lentamente.
: mi muerte conmoverá a la montaña
En ese momento, se oyó la voz de Mini que exclamaba
y mi corazón seguirá latiendo en esta piedra.
La mad re de todos los ríos
le ye nd a
Mitología Mapuche
El lapacho blanco y la viudita
Hace muchísimo tiempo en la zona central del Chaco vivía una comunidad de aborígenes
qom. Vivían de la caza y de la pesca, que por ese entonces era abundante. Niagasit, un caci-
quillo fuerte, valiente y hermoso, iba a casarse con la hija del cacique llamada Chona. Ade-
más, Niagasit mantenía a su anciana madre a quien adoraba, y ésta a su vez veneraba a su
hijo y a su futura nuera.
Un año se produjo una gran sequía que secó las aguadas y alejó a los animales. Entonces los
jóvenes qom tuvieron que ir a lugares más alejados y bajos en búsqueda de alimentos. Fue
así que llegaron a las tierras del Machagai.
Allí, una madrugada, los indios Moqoi, tradicionales enemigos de los Qom, les tendieron
una emboscada. En la lucha algunos murieron y otros fueron hechos prisioneros. Unos po-
cos se escaparon y regresaron a la comunidad. Se anunció la muerte de Niagasit. Terrible-
mente apenada por la noticia, su madre murió esa misma noche. Pero Niagasit no había
muerto. Solo fue herido y tomado prisionero.
Esa noche se fugó y al día siguiente llegó con los suyos y se encontró con el doloroso es-
pectáculo de que su madre iba a ser enterrada. Niagasit acompaño el cortejo. La mujer fue
enterrada a la usanza indígena. Dejaron la cabeza afuera y la cubrieron con ramas.
Niagasit no volvió con sus pares a la toldería. Cuando quedó solo, cortó las trenzas blancas
de su madre y se las ciñó a su frente en señal de dolor. Así permaneció varios días inmóvil
frente al cadáver hasta que el piadoso Dios lo convirtió en el más
hermoso árbol de nuestra flora: el lapacho blanco, erguido y elegante como él y con flores
blancas como las trenzas de su madre. Y su inquieta novia, que iba y venía, la convirtió en un
pajarito que vuela, sube y baja, que nunca queda quieto: la viudita.
El Mikilo (o sombrerudo)
Muchísimos chicos lo vieron en las siestas, y cuentan
espantados la temerosa aventura de haber sido
sorprendidos por este petizo de enorme sombrero negro,
vestido con un poncho de colores.
Fue declarada Flor Nacional Argentina, el 2 de diciembre de 1942. Su color rojo es-
carlata es el símbolo de la fecundidad en este país.
¿Po r qué Cav erna
La respuesta tiene forma de leyendas...
Cuenta una leyenda que en la primera sala de la cueva, los machis de las tribus de la
región realizaban ceremonias rituales. Encendían grandes fogatas en torno a las cua-
les bailaban, haciendo que las sombras de los brujos se proyectaran en las paredes
de roca y se vieran espectrales.
También se decía que en las noches, a la caverna entraban mujeres con niños en
brazos. Entonces desde afuera comenzaban a escucharse lamentos y llantos; ade-
más se veían luces refulgentes. Y los antiguos pobladores suponían que aquellas que
ingresaban eran “brujas” y causantes de tan escalofriantes sucesos.
Otros cuentan que una de las tribus que dominaban la región tenía cautivas a dos
de las Brujas se llama así?
mujeres blancas y para que no huyeran de las tolderías les lastimaron las plantas de los pies. En cierta oportunidad
ambas lograron escapar y se refugiaron en la primera sala de la caverna.
Con el tiempo, al anochecer los habitantes del lugar comenzaron a ver a dos mujeres vestidas con harapos, muy
sucias y con sus cabellos larguísimos que salían de la cueva. Cuando volvían a entrar, se escuchaban quejas y gritos
de dolor, además en el interior misteriosas luces y sombras formaban figuras fantasmales.
Cuando ambas sanaron sus heridas, se internaron más en la caverna y jamás se las volvió a ver. En cambio, en
la primera sala empezaron a refugiarse grandes lechuzos que volaban al exterior por la boca de la cueva. Eso hizo
suponer que las mujeres primero se volvieron “brujas” y después se transformaron en aves.
la nativa
mariana
Leyenda popular
Los nombres de algunos lugares tienen jeros, generalmente españoles, y ella les
su origen en sucesos extraños que la vendía pequeñas piedritas brillantes, que
voz popular ubica en tiempo inmemorial. según el relato popular eran de oro puro.
Tal es lo que ocurre con la leyenda de Esas pepitas Mariana las extraía de
la nativa Mariana y el departamento de un pocito que se encontraba dentro del
Pocito. algarrobo y al que solo ella tenía acceso.
Se cuenta que allá por el año 1.600, Una noche oscura, muy oscura, en la
existía en la zona del departamento de que no se veía ni la punta de los zapatos,
Pocito una vieja aborigen perteneciente a unos españoles siguieron la señal de la
la tribu huarpe, que se llamaba Mariana. aborigen con intención de atacarla y
La anciana era alta, delgada, tan delgada robarle todo el oro que poseía.
que la piel se le pegaba a los huesos, Pero al llegar al algarrobo, se toparon
tenía un rostro alargado y el pelo largo y con un feroz perro que gruñía y se
negro le caía en cascada, enroscándose mostraba dispuesto a atacarlos. Los
en su cuello. Cuando la noche caía, todos ladrones salieron corriendo. Esa noche
sabían dónde se encontraba la aborigen, la tierra tembló fuertemente en toda la
pues de su boca colgaba siempre un zona, y nunca más volvieron a ver a
cigarro encendido que hacía las veces Mariana.
de señalador de su ubicación, cuando Expediciones posteriores buscaron el
brillaba en la oscuridad. pocito de oro de la huarpe, pero nadie
Mariana iba siempre acompañada de pudo encontrarlo jamás. Solo quedó
su fiel perro. Disfrutaba sentarse, a la como nombre e indicador del lugar en
hora de la siesta, bajo un algarrobo, y que la mujer desapareció.
los niños se acercaban para escucharla
narrar historias. A veces aparecían via-
río Paraná. Mandió era cacique
Pirayú era cacique de una tribu que vivía a orillas del
s; de ahí que sus pueblos
de una tribu vecina. Pirayú y Mandió eran buenos amigo
intercambiaban en paz artesanías y alimentos.
tribus, y por eso pidió en
Cierta vez, Mandió tuvo la gran idea de unir a las dos
matrimonio a la hija de Pirayú:
hija, dijo a su amigo.
–Para estar siempre unidos quiero casarme con tu
contó enseg uida a Mandió que su
–Imposible, respondió preocupado Pirayú. Y
o su vida al dios Sol.
hija no se casaría con ningún hombre porque había ofrecid
Ante la incredulidad de Mandió, Pirayú explicó:
contemplando al sol.
–Carandaí, mi hija, desde muy pequeña, pasa las horas
la ponen tan triste.
Solo vive para él. Por eso, los días nublados
Mandió se alejó disgustado y prometiendo venganza.
Mitología Mapuche.
LA FLOR DEL IRUPÉ
Blanca y roja es la flor del irupé. Blanca como la pu-
reza, roja como la sangre. Así eran Morotí y Pitá, los
amantes guaraníes. Morotí era la joven más hermo-
sa de quien se tuviera memoria. Todos los jóvenes
de la tribu suspiraban por ella. Pero su corazón per-
tenecía a Pitá, el guerrero. Daba gusto verlos pasear
por la tarde a la orilla del río. Pitá era el más fuerte y
valiente de los jóvenes guaraníes, pero se sometía a
los deseos de Morotí. Ella lo amaba, pero era coque-
ta y caprichosa, y se sentía complacida sabiéndose
dueña de la voluntad del guerrero.
En uno de aquellos gozosos paseos por la ribera
del Paraná, que hacían junto a otros jóvenes, los vio
Ñandé Yará, el Gran Espíritu de las Aguas. Ofendido
por la coquetería de Morotí, decidió castigarla para
que diese ejemplo a las otras jovencitas de la tribu, y gran río, buscando en vano el brazalete de su novia.
le inspiró una idea de la que pronto se arrepentiría... Morotí no podía creer que la fuerza de Pitá se hu-
Morotí se quitó la pulsera que adornaba su brazo y biera agotado luchando en la corriente. Debía es-
la arrojó a las oscuras aguas. Luego le pidió a Pitá tar retenido por la hechicera del río, I Cuñá Payé. Si
que la recuperara. Pitá no dudó un instante. era así, Pitá estaba preso en el fondo, en un palacio
Como guerrero guaraní era un nadador excelen- construido en oro y piedras preciosas, en una gran
te. Zambullirse en las tranquilas aguas y recobrar sala donde la bruja lo dominaba con su seducción.
la joya le llevaría unos segundos. No le importaba Tan clara era esta imagen en la mente de Morotí, que
cumplir con el capricho de Morotí, cuando era tan sin vacilar se arrojó al agua, dispuesta a rescatarlo.
sencillo de realizar. Tomándolo como un juego, se Si lo conseguía, borraría su culpa. Si caía ella tam-
lanzó a buscar el brazalete en el punto donde se ha- bién bajo el embrujo de I Cuñá Payé, al menos mori-
bía hundido. ría junto a su amado...
Morotí, orgullosa del dominio que tenía sobre su Sus acompañantes no reaccionaron a tiempo para
prometido, se lo hizo notar a sus amigos. Todos los impedírselo. Se quedaron mirando, horrorizados, el
guerreros reían, porque la prueba era sencilla, sin lugar donde los amantes se habían hundido.
complicaciones, y Pitá regresaría en unos instantes Algunos corrieron al poblado a dar aviso de la tra-
con la joya. Las muchachas, porque admiraban la gedia. El gran hechicero de la tribu practicó un
forma en que Pitá respondía sin pensar a los capri- exorcismo sobre las aguas para vencer las fuerzas
chos de su amada. misteriosas que operaban allí. Pero pasó la noche,
Pero Pitá no regresaba, y poco a poco las risas se y el amanecer los encontró en la orilla llorando la
transformaron en preocupación y luego en terror. muerte de sus amigos. Ya comenzaban a retirarse
Morotí comenzó a sentir remordimientos por su con tristeza, cuando vieron algo maravilloso subir a
acto de vanidad. Si Pitá no volvía a la superficie, era la superficie: una flor que se abrió ante sus ojos con
por culpa de su estúpida idea. Pasados unos minu- un suspiro.
tos se hizo evidente que el guerrero no volvería, que Era una flor fragante, de hojas redondas que flo-
había encontrado la muerte en los remolinos del taban sobre el agua, tan grandes que las aves y
algunos mamíferos podían pararse sobre ellas sin
hundirse. Los pétalos del centro eran de un blanco
deslumbrante, como la pureza de Morotí, y los en-
volvían amorosamente unos pétalos rojos, como el
corazón del valiente Pitá. Irupé, aquella flor, nacida
del arrepentimiento y del amor, había sido creada
por el dios Tupá como encarnación del alma de los
enamorados.
el guanaco
de oro
De Lucio Funes (*)
En Recuerdos del Pasado
(Mendoza, s/e, 1937)
Fragmento adaptado.
Que en el comienzo del mundo, los hombres no eran mayoría.
También cuentan, que el más virtuoso de los varones de este grupo,
llamábase Cosakaít.
Este apuesto joven era admirado por todas las muchachas de la tribu,
pero como no todo es perfecto, él estaba profundamente enamorado de
una hermosa doncella, hija de un cacique de su comunidad, pero ella no le
correspondía.
Es más, con altivez y desmesura lo trataba despreciativamente.
Ante tanto maltrato, Cosakaít cayó enfermo, ya que se sentía incapaz de
soportar tal ofensa.
Los amigos y parientes veían que la vida del muchacho se extinguía irre-
mediablemente. Día a día las fuerzas lo abandonaban.
Sus hermanos decidieron consultar al Nareg (Shamán, en la comunidad
era el médico, el hombre blanco lo llamó brujo).
Las palabras del Nareg, en principio no fueron interpretadas por los fami-
liares. Él dictaminó que Yago (Dios bueno) lo estaba transformando.
La vida de Cosakaít se estaba yendo irremediablemente y él lo intuyó.
Entonces, como última voluntad, pidió ver a la joven. Ella se negó a verlo.
Frente a esta decisión el muchacho envió a su madre para hablar con ella:
–Ve y dile que no es mi deseo morir, pero Yago me quita la vida y aunque
se niegue a verme siempre estaré cerca de ella, con mis flores adornaré su
cabeza, si las machuca, le curaré los males, seré su cama, le daré fragan-
cia al agua que beba y le ahuyentaré los insectos que quieran molestarla.
Estaré donde ella vaya, y le daré cuanto pida. Es más, con Milatai (divini-
dad que reina en la oscuridad de la noche) a su amor volveré.
Después de estas palabras el joven Cosakaít murió.
así fue
era para pedir por ella. Y
versidad. lluvia e izó la negra; que
rar de la tierra tanta per hizo crecer el pequeño arr
oyuelo
Nguenechén decidió bor ir como el continuo diluvio
frazado de mendigo a ped n río y sus aguas arrasa
ron
Mandó a su propio hijo dis ía, se hasta convertirlo en un gra
vez de darle lo que ped las casas, anima les y person as
ayuda al cacique. Este, en en sus la ciudad, y así quedaron
o anduviera mendigando en ese lugar se formó. El
enojó porque un extranjer ant e sepultadas bajo el lago que
nte ordenó matarlo. Pero denado a navegar, monta
do en
dominios, e inmediatame ar la insensato cacique fue con
os, cuando iban a ejecut as del lago por toda la ete
rnidad.
el asombro de sus verdug ,y un tronco, sobre las agu
Dios se convirtió en arroyo dado como entonces y dur
ante
atroz sentencia, el hijo de aún Aún hoy sigue tan despia
vés de la ciudad. Estaban producirse en el lago, des
truye
rápidamente se alejó a tra uch aron las tormentas que suelen
ese milagro, cuando esc o: peces, animales o per
sonas.
con la boca ab ierta ante des cuanto encuentra a su pas
desde lo alto: “Tus malda se encrespan y los viento
s
una fuerte voz que gritó ante Por eso, cuando las olas
En lugar de arrepentirse os tienen miedo y se ale
jan.
serán tu propio castigo”. s, pero braman en sus costas, tod
cacique se enfureció má
esos acontecim ientos, el ert o. Ente-
ró a su propio hijo mu
al llegar a su ruca encont atún, o
chis, convocaron a Nguill
radas de todo esto las ma cesara
dón a Nguenechén y que
Camaruco, para pedir per tido
copiosa lluvia se había aba
la inundación, pues una go e iba a
desaparición del mendi
sobre la ciudad desde la
inundar todo el valle. las
yente, no solo se mofó de
El cacique, que no era cre rufes
o que hizo matar a los pur
ceremonias religiosas, sin tan do
truyó el rehue (altar), cor
(ba ilarines). También des
l sagrado que preside las
las ramas de canelo –árbo bajó
ostrar más su insolencia,
ceremonias– y para dem la
que se pedía que cesara
la bandera blanca con la
Dicen que dicen... que antes de que llegase el co- que todos estaban a salvo, se oyeron los gritos
lonizador, mucho antes, vivían felices y alegres desesperados de un niños. El pequeño luchaba
a orillas del río, unos nativos cuyo creador era por salir pero la fuerza del agua lo arrastraba
conocido como Tupá. apartándolo más y más de la orilla. Fue entonces,
Cuentan que cierta vez, asombrados y alarma- cuando la joven, que también estaba allí se per-
dos, vieron llegar a gente de tez pálida y cabellos cató de lo que ocurría y sin pérdida de tiempo se
dorados a instalarse en las tierras que ellos ha- arrojó al agua en busca del muchacho.
bitaban. Ella nadó unos cuantos metros y con mucho es-
Por cierto, no fueron bien recibidos y hubo dispu- fuerzo logró asirlo del cabello y sacarlo para que
tas y encarnizados combates entre ambos ban- respirara, así lo mantuvo varios minutos a flote.
dos, y si no fuera por la mediación de uno de los Alertado el padre del muchachito que resultó ser
blancos, que hablaba de otro Dios y cuyo accionar el jefe de la comunidad y un experto nadador, se
era mucho más pacífico, no hubiesen podido con- arrojó al agua y con un par de brazadas llegó hasta
vivir, como lo lograron por mucho tiempo. donde ambos luchaban contra la fuerte correntada.
Con el transcurrir del tiempo no sólo llegaron a ser Logró salvar al niño, pero al volver por la jovencita
vecinos si no buenos amigos. ya no la vio más, ella jamás fue encontrada.
La hija del jefe invasor se convirtió en una bella Su cuerpo había sido devorado indefectiblemente
jovencita que llamaba mucho la atención por sus por las fauces del río.
cabellos dorados y sus trasparentes ojos afilados. Tristes y apesadumbrados le rogaron a Tupá que
La muchacha no era solo bonita, si no que era bue- alumbrase el camino de la muchacha, que heroica-
na y compasiva. Tenía una especial devoción por los mente había ofrecido su vida a cambio de la del niño.
pequeños a los que ayudaba y daba consejos. Unidos por las súplicas, blancos y guaraníes pedían
Era ella la que curaba raspones y limpiaba las he- y rogaban por el alma de la desafortunada mucha-
ridas. cha, pero fue el shamán quien les comunicó la buena
Cierta tarde de verano, cuando el calor arreciaba nueva: Tupá, ante la generosidad de la joven, había
y las chicharras hacían oír su monocorde canto, resuelto que ella viviese para siempre renaciendo en
los pequeños de piel cobriza se divertían en el río, una flor acuática que adornaría ríos, lagos y lagunas
algunos nadaban, otros chapoteaban y los menos de la región.
correteaban a la orilla. Es así como cada primavera los ojos transparentes
De repente, y sin previo aviso, el río enfurecido co- y buenos de aquella valiente jovencita de blanca tez
menzó a crecer, los muchachos más grandes comen- alegran la vida y el paisaje transformados en las be-
zaron a dar la voz de alarma. Cuando ya pensaban llas flores del camalote.
Según la memoria del pueblo, Carau fue un gaucho domador al que, como a todos, le gustaban las “guainas”, el baile
y la bebida.
Una tarde, su madre se enfermó y llamó a una curandera; ésta envió al Carau en busca de remedios al pueblo. En el
camino encontró un bailecito, lo invitaron y entró. Se puso a bailar, luego una copa y otra pieza y otra copa. Cuando
se acordó, era medianoche. De pronto apareció un amigo y le avisó que su madre había empeorado, que estaba
muy grave; él no hizo caso y siguió bailando. Varias veces ese amigo le recordó que su madre se moría. Pero como
si nada, siguió bailando hasta el amanecer. Cuando su amigo volvió, le dijo: “dispense amigo Carau, no baile más,
su madre ya falleció”. Él se encogió de hombros y le contestó: “No importa mi buen amigo, hay tiempo para llorar”
y continuó bailando. En eso le preguntó a su dama donde quedaba su casa para ir a visitarla. La dama, un tanto
molesta, le contestó: “Mi casa está muy lejos, vaya primero a ver a su madre y luego me visita a mí”. Al escuchar
esas palabras, Carau volvió a casa y, al ver el cadáver de su madre, se echó a llorar sin consuelo. Salió y se dirigió
hasta una laguna cercana, siempre llorando y llorando. Algunos vecinos que lo siguieron, se sorprendieron al verlo
transformarse en un ave de plumaje negro, como si tuviera por castigo llevar para siempre luto entero.
Muchos afirman que su compañera de baile, también transformada en gallareta, lo acompaña a veces en su soledad
como consolando al Carau en su eterno dolor.
En ciertas regiones de cultura guaraní, dicen que en noches de luna llena, cuando lloran el Carau y su compañera,
donde gotean sus lágrimas, crece una hierba que posee poderes milagrosos. Será por eso que los cantores popu-
lares, al finalizar sus composiciones, a modo de coronación repiten con fuerza:
“El Carau y la pollona / son dos bichitos I’peguá / si el Carau se lamenta / la pollona o consolá”.
muy cansado no quería
o el chasqui y aunque estaba
Llevaba mucho tiempo andand incas porque tenía
aba mu y ans ioso por llegar a la morada del rey de los
detenerse. Est sangre convertidas en
era no un pre cioso reg alo : había encontrado gotitas de
para el sob emoción.
dra . Cuand o el mo narca vio la ofrenda la recibió con mucha
pie
de sangre petrificadas?
Pero, ¿qué eran esas gotas
en el que vivían las ac-
chísim o tiem po, jun to al lag o Titicaca, existía un templo
Hace mu an cita cada año la luna y el
sol
ene s con sag rad as al dios Inti. En ese lugar se dab
llas , jóv trono a.
Inc
as y par a asi stir a la elec ción sagrada del heredero del
para abonar las cos ech
bres, solo se abría
de las acl las est aba pro hib ida la entrada a todos los hom
En el templo la pureza de la raza. Sin
sal ida a la sac erd otis a que el Inca elegía para prolongar
para dar . Apenas
ien te gue rre ro Tup ac Ca nqu i se atrevió a entrar al templo
embargo, un día, el val didamente.
n en la her mo sa Ñu sta Ac lla, el guerrero se enamoró per
sus ojos se posaro ente enamorada de
rte de que la sac erd otis a quedara, también, instantáneam
Tuvo la sue .
huyeron con dirección al sur
él. Sin importarles nada, juntos mandó a numerosos
de lo ocurrido estalló de ira y
Cuando el emperador se enteró o ninguno logró
ros par a que enc ont rar an a la pareja y los mataran, per
comandos guerre
encontrarlos. ron una fam ilia con
ían ins tala do jun to al sal ar de Pipanaco en donde forma
Se hab
el pueblo de los diaguitas.
numerosos hijos que fundaron las maldiciones
o el am or en el que viv iero n, no les alcanzó para romper
A pesar de tod y Ñusca Aclla. La
de cha ma nes inc as hab ían echado sobre Tupac Canqui
que miles a de una montaña. El
otis a mu rió, y sus res tos fueron enterrados en la cim
ex sac erd s ahogado
re la tum ba de su am ada y falleció poco tiempo despué
guerrero se acostó sob
en lágrimas de tristeza.
era
s de esa ciudad, una tumba,
Andalgalá, el cha squ i una tarde descubrió, a las afuera gre
En rosas con pétalos de san
ó ver cómo crecían sobre ella
la de Ñusta Aclla. Le impresion guerrero y la
s que ma rca ban su tum ba. Él conocía bien la historia del
sobre las piedra s al emperador Inca.
que tom ó ráp ida me nte una de esas rosas para llevársela
Ñusta así n del soberano y ya no
me nto de rec ibir el presen te, la emoción invadió el corazó
Al mo donó y aceptó la flor de
con los enamorados. Los per
pudo seguir guardando enojo
ese acto.
rodocrosita como símbolo de
zos de la piedra rosa del inca,
ese mo me nto , las prin cesas lucieron con orgullo tro
De sde a, fue poco
y am or pro fun do. Y aqu el lugar único donde se hallab
símbolo de paz, per dón allí rústicas
do un lug ar sag rad o. Los monjes misioneros erigieron
a poco consid era
o Capillitas.
de pirca, en acc ión de gra cias, bautizando a la cima com
capillas
leyenda de los pétalos
de rodocrosita