Afrontar Los Miedos
Afrontar Los Miedos
- Aaron Beck
De aquí que, en vista del choque con la realidad a algunos se les hace difícil
manejar estas situaciones en las que todo sale contrario a los anhelos, y busca refugio
en lo que llamamos “zona de confort”; un lugar donde manejamos una fantasía del
control absoluto, donde se encuentra un fragmento minúsculo de nuestro imaginado
mundo utópico.
Sin embargo, para superar esto hay que saber diferenciar cuando el miedo es
algo natural y cuando puede convertirse en un problema, para posteriormente
prevenirlo y manejarlo en lugar de que nos maneje a nosotros. El miedo anuncia el
peligro, pero el miedo en si NO es peligro; manejado correctamente nos ayuda a
identificar y preparar modos de afrontar situaciones de peligro; por el contrario, mal
manejado maximiza la percepción del peligro y desvalora nuestras habilidades, en fin,
distorsiona la realidad.
Pero ¿Cuándo es algo patológico? Cuando la sensación del miedo supera los
límites de nuestro control (supera cierto umbral) puede llegar a limitar nuestro actuar
y producir respuestas de evasión NO ADAPTATIVAS; es aquí cuando el miedo es un
problema. Y el miedo como peligro puede acarrear otras situaciones que a su vez lo
agravan.
Es una emoción natural, mecanismo que avisa del peligro con el fin de
prepararnos para afrontar esa situación
El miedo NO es peligro; pero se convierte en un problema cuando no
se maneja correctamente
El miedo no responde a un sentido de inferioridad
A todo esto ¿cómo enfrentamos el miedo? ¿Es realmente el miedo que hay
que afrontar? Si entendemos que el miedo es una forma de nuestra mente de
avisarnos del peligro, decir que afrontaremos el miedo sería un modo de verbalizar
nuestra intención de destruirlo; así que más que afrontar un miedo, hay que controlar
nuestra respuesta. Siendo así, lo indispensable para controlar nuestra respuesta ante el
miedo es similar a lo explicado para la toma de decisiones:
Reconocer el miedo como algo natural, NO como el peligro, sino
como aviso de un posible peligro.
Identificar en frío la situación que reconocemos como peligro. Cuando
algo nos atemoriza, tendemos a asimilar al peligro desde una
perspectiva de inferioridad que, por lo general nos hace huir.
Confrontar estas ideas de inferioridad con una descripción realista del
problema (si necesita en voz alta) nos ayudará a contabilizar qué es
aquello del peligro que nos puede dañar y cómo podemos afrontarlo
El desconocimiento del miedo nos genera miedo. Muchas veces
sentimos preocupaciones cuya razón es muy difusa; sin embargo, a
pesar de incluso ser muy obvio no nos tomamos el tiempo de
definirnos a nosotros mismos cuál es nuestra preocupación, y si hay
algo a lo que le teme la gran mayoría es a esta “ceguera”. Darnos el
tiempo de decirnos a nosotros ¿por qué siento miedo? Nos ayuda a
PREVENIR el descontrol del miedo.
Enumerar mis habilidades como posibles alternativas para responder al
desafío. No pierdas tiempo en decir “pero es que esto no me sirve, yo
no soy bueno para esto”. Si consideras que es parte de tu repertorio
conductual, cuéntalo, súmalo a esta lista.
En lugar de pensar qué no sirve, piensa con una perspectiva de “qué
me sirve mejor”. Los mejores resultados no se dan por elegir una
alternativa por descarte, es decir, encontrar al menos malo de todos
sino por encontrar al mejor de todos.
Repasa en tu mente una situación en la que te sientas cómodo
afrontando el desafío de acuerdo a esa alternativa que has escogido.
Considera las posibles consecuencias, pero aplicando la misma lógica
que aplicaste al describir el problema; no como algo superior a ti, sino
como algo que te presenta la vida y que debes superar.
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