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SESIÓN 1
MATERIAL DE ESTUDIO: Capítulo 1 del libro de Manuel Atienza, El sentido del Derecho.
1. Busca una noticia relacionada con el Derecho. Explica brevemente dónde radica
la conexión.
La noticia se titula así: “El Constitucional da luz verde a la prisión permanente revisable”.
Disponible en: https://elpais.com/espana/2021-10-06/el-constitucional-da-luz-verde-la-
prision-permanente-revisable-con-tres-votos-en-contra.html
La conexión que tiene esta noticia con el Derecho es que la prisión permanente revisable
es un tipo de pena grave privativa de libertad, distinta a la de la prisión, recogida en el
Código penal español. Podemos observar que el enfoque de esta noticia es el Derecho
penal, más concretamente, el Derecho penal objetivo, entendido este como el conjunto de
normas jurídicas que asocian a la realización de un delito como presupuesto, la aplicación
de penas y/o medidas de seguridad como consecuencias jurídicas.
2. ¿Qué quiere decir que, en nuestras sociedades, el Derecho es ubicuo? ¿Ha sido
siempre así? Justifica tu respuesta.
Hasta tal punto están juridificadas nuestras sociedades que, con frecuencia, lo que en
principio aparece como alternativas al Derecho resulta ser simplemente otra forma de
Derecho. Por ejemplo, se habla de 2parejas de hecho” (contraponiéndose a las “parejas
legales” o “de Derecho”), pero en general se hace para reclamar que también ellas tengan
una protección jurídica: esto es, no se trata de una alternativa al Derecho, sino de un
Derecho alternativo al establecido.
La crisis de la administración de justicia está dando lugar en los últimos tiempos a un uso
cada vez mayor de formas de resolución de conflictos como el arbitraje, la medición o la
negociación; pero, de nuevo, se trata solo de alternativas al mecanismo judicial, no al
Derecho sin más.
La ubicuidad del Derecho es, cabría decir, un hecho aplastante del que, sin embargo, no
siempre somos conscientes. Como consecuencia de ello, tampoco solemos plantearnos
cuestiones como la de por qué existe el Derecho o si está bien que exista, esto es, si
nuestras sociedades son o no mejores por el hecho de estar organizadas jurídicamente.
Esta última cuestión es, en realidad, sumamente compleja o, si se quiere, oscura. Para
contestarla necesitaríamos saber con cierta precisión qué debe entenderse por “Derecho”
y por “sociedad justa”, qué funciones sociales cumple el Derecho, o cuáles son las
alternativas que existen frente al mismo.
3. ¿Qué se entiende por progreso? ¿Existe relación entre el Derecho y el progreso?
Hoy en día, pero no siempre ha sido así, tendemos a pensar que la evolución de nuestras
sociedades es progresiva, que nuestra vida es mejor que la de nuestros antepasados y
que, por tanto, si nuestras sociedades, sobre todo las más desarrolladas, se caracterizan
por la importancia creciente del Derecho, entonces estos últimos son también hechos
progresivos, positivos. Sin embargo, las cosas no son tan simples.
Es difícil pensar que el nuestro es un mundo bien ordenado, un mundo justo. ¿Cómo no
considerar radicalmente injusta una situación en la que se dispone de recursos suficientes
para satisfacer las necesidades básicas, y menos que básicas, de todos cuantos lo
habitamos, pero la mayor parte de la humanidad carece de lo más imprescindible?
Además, incluso en las sociedades capitalistas más opulentas, la proporción de personas
que no logran satisfacer sus necesidades básicas es muy alta y, al parecer, tiene a
aumentar, al tiempo que aumentan también las diferencias entre ricos y pobres. Las cifras
de la población reclusa son también un índice elocuente del carácter menos que
deficitario de nuestro “orden social”.
Las sociedades pueden hacerse, en diversos sentidos, más complejas sin que ello
signifique que son más justas; la mayor presencia del Derecho, de instrumentos jurídicos,
para gobernar la conducta de los hombres en la sociedad no lleva necesariamente
aparejado un orden social de tipo superior.
4. ¿Qué quiere decir que la juridicidad es graduable? ¿Cuáles son los “grados” de
juridicidad?
En definitiva, se podría decir que hay un grado cero de juridicidad, un grado uno
(representado por la mediación), un grado dos (mediación más tribunales), un grado tres
(mediación, tribunales y policía), un grado cuatro (mediación, tribunales, policía y
abogados), un grado cinco (cuando aparece la legislación), etc.
Por otro lado, las sociedades con el mismo grado de juridicidad comparten muchos rasgos
de carácter social, económico y cultural. Por ejemplo, las de grado cero, aquellas en las
que no existe ni siquiera un procedimiento de mediación, son sociedades muy simples,
formadas por pocos individuos, que carecen de escritura y de moneda, en las que no hay
una especialización apreciable del trabajo y en donde los bienes son comunes. Por el
contrario, las de grado cuatro o cinco, las que tienen un sistema jurídico evolucionado,
son sociedades urbanas, con una economía agrícola desarrollada que da lugar a
ocupaciones de tipo secundario y terciario y con escritura.
Todo lo explicado hasta ahora nos lleva a la siguiente cuestión: el Derecho existe porque
existe el conflicto o, mejor dicho, cierto tipo de conflicto: el que enfrente no simplemente a
individuos pertenecientes a la misma o a distintas sociedades, sino a grupos de individuos
que forman parte de la misma sociedad. Ese conflicto parece haber existido siempre que
se alcanza un cierto nivel de complejidad social y su solución requiere de la existencia de
una o varias de las instituciones que caracterizan los diversos grados de juridicidad de
que hemos hablado previamente; la mediación, los tribunales, la policía, los abogados y la
legislación; estos son mecanismos para el tratamiento del conflicto que se vuelven más
complejos a medida que aumenta también la complejidad social.
Ahora bien, esta necesaria la vinculación entre el Derecho y el conflicto no tiene por qué
llevar a asumir una actitud que podríamos llamar pesimista sobre el Derecho. El Derecho
no es necesariamente un mal, como tampoco es un mal la medicina. Si se quiere, el mal
en cada caso está representado por el conflicto; pero ni siquiera esos parecen ser males
absolutos: de la misma manera que hay razones para sentir espanto ante la posibilidad de
que pudiéramos ser inmortales, no deja de ser inquietante la idea de una sociedad sin
conflicto y, por tanto, sin Derecho. La existencia del Derecho no asegura una ordenación
justa de la sociedad (y un mayor grado de juridicidad no es tampoco señal de mayor
justicia), pero en las sociedades complejas, en las que existen innumerables fuentes de
conflicto, no hay alternativas al Derecho; la solución no está en algo distinto al Derecho,
sino en un Derecho de otro tipo; no en una alternativa al Derecho, sino en un Derecho
alternativo.
6. ¿Es posible que exista o haya existido una sociedad sin Derecho? Justifica la
respuesta.
Los juristas suelen repetir un adagio procedente del Derecho romano, según el cual,
donde hay una sociedad hay también un Derecho (ubi societas ini ius). Pero no parece
que haya ninguna razón convincente para aceptarlo sin más. Una cosa es que pueda
decirse que donde hay una sociedad existen también normas y sanciones; por ejemplo,
no es imaginable una sociedad que no establezca alguna prohibición frente al empleo de
la violencia (aunque la prohibición no alcance a todos los miembros ni a cualquier tipo de
acto violento) y sanciones frente a los infractores (aunque no se trate más que de un
reproche social difuso); si no fuera así, un grupo humano simplemente no podría perdurar.
Pero otra cosa es que a esas normas y a esas sanciones las llamemos jurídicas; el
Derecho es un aspecto de la sociedad, no la sociedad sin más, y de ahí que solamos
distinguir entre normas jurídicas, religiosas, morales, del trato social, costumbres… ¿Por
qué considerar que las normas que ponen algún límite a la violencia son jurídicas u no
meras costumbres, normas morales o religiosas? Por ejemplo, puede decirse que la
sociedad esquimal es una sociedad anarquista, sin autoridades permanentes, tribunales,
policía o normas escritas. Por tanto, parece lógico en este caso no hablar de Derecho
entendido como un orden jurídico, sino más bien tenemos que hablar de un orden social
obtenido mediante normas de carácter moral o religioso.
Pero, ¿qué es el Derecho? No hay en realidad una manera expeditiva de contestar a esta
pregunta, pues para ello necesitaríamos partir de un concepto inequívoco de lo que es
Derecho (y de lo que no es), y está lejos de existir un consenso al respecto. Lo cierto es
que la cuestión de cuándo empieza a haber derecho no es ni mucho menos pacífica. Si
partimos de lo que usualmente consideramos que es un sistema jurídico, podemos
convenir en que el mismo está formado no solamente por normas de conducta que
establecen prohibiciones, obligaciones o permisos; al fin y al cabo, también la religión, la
moral o la costumbre producen una regulación de la conducta humana en estos términos.
Lo privativo del Derecho parece estar en la existencia de órganos públicos, de
autoridades, de varios tipos, como pueden ser, por ejemplo, autoridades policiales,
legislativas, administrativas, judiciales, etc.
SESIÓN 2
Suele hablarse de tres tipos de definición. Unas son las definiciones lexicográficas que
consisten en indicar o describir en qué sentido (o sentidos) los hablantes de una lengua
utilizan una determinada expresión; son, podemos decir, las definiciones del diccionario.
Otras son las que establecen que cierto término ha de usarse o entenderse en cierto
sentido: definiciones estipulativas; esto último puede ocurrir cuando a un término ya
existente en un lenguaje se le atribuye un significado diferente al usual, o cuando se
introduce un nuevo término (lo que ocurre con frecuencia en el lenguaje científico y más
raramente en el jurídico), para el que se propone un determinado significado. Finalmente,
hay un tercer tipo de definición que consiste en partir del significado usual de una
expresión y, a partir de ahí, precisar dicho significado: redefinición; esta última es una
operación que, en cierto modo, está a mitad de camino entre las definiciones
lexicográficas y las definiciones estipulativas.
Los juristas atribuyen en ocasiones a las definiciones una función práctica que consiste en
resolver un problema normativo, en encontrar una solución que no estaba en las normas
del sistema. Las definiciones de este tipo, a las que cabe llamar definiciones reales: de
cosas de objetos, serían operaciones que permiten conectar palabras con realidades, con
objetos; según esto, la definición verdadera de un concepto será aquella que captará la
verdadera realidad de la misma. Así, su regulación jurídica tendría que corresponderse
con esa realidad. Pero lo cierto es que estas definiciones plantean ciertos problemas.
El problema más reseñable para abogar por unas definiciones reales es que el significado
de las palabras es convencional, depende del uso que se hace de ellas en diversos
contextos, de manera que no existe una relación necesaria entre la palabra y su
significado. Una misma palabra puede designar diversos conceptos. El significado de una
expresión puede variar con el transcurso del tiempo. Y no existe ninguna esencia o
realidad inmodificable a la que tengan que referirse las palabras o los conceptos y que
debamos necesariamente respetar cuando las usamos.
Adviértase que de lo anterior no se sigue que no tenga sentido establecer relaciones entre
las palabras y las cosas; la utilización de ejemplos, sin ir más lejos, es una manera de
establecer esas relaciones. Lo que quiere decirse es que no parece adecuado, porque
puede llevar a confusión, hablar en tales casos de definiciones. Las definiciones, en
sentido técnico, son operaciones relativas a un lenguaje, no a la realidad: relacionan
palabras con palabras. Además, la pretensión de efectuar definiciones reales va muchas
veces unida al esencialismo lingüístico, esto es, a la creencia errónea de que la relación
entre las palabras y su significado no es convencional, sino que tiene carácter necesario.
En resumen, parece que las definiciones deben considerarse como instrumentos de
clarificación lingüística y/o de análisis conceptual: sirven para informar sobre cómo se usa
una palabra, para proponer algún nuevo uso, o precisar alguno ya existente; y en
ocasiones son el resultado de un análisis conceptual o el instrumento para ello. Pero no
son procedimientos para arribar la esencia de las cosas, a la realidad.
“Derecho” es una palabra que se usa con significados diversos; por lo menos con cuatro.
Para dar cuenta de ellos nos fijaremos en las siguientes frases a modo de ejemplo:
En efecto, la palabra “derecho” es plurisémica porque en cada uno de estos ejemplos está
usada con un sentido diverso. En el primero se entiende por derecho un ordenamiento o
sistema de normas de distinto de tipo (desde leyes a sentencias) presentes en un
determinado ámbito político-territorial; los juristas denominan a esta acepción “derecho
objetivo”. En el segundo ejemplo la palabra derecho equivale a la facultad, permiso,
posibilidad; los juristas se refieren a esta acepción con la denominación de “derecho
subjetivo”. En el tercero “derecho” se emplea en el sentido de ciencia, investigación o
estudio de lo que significa “derecho” en las acepciones anteriores (La ciencia del
Derecho). Por último, en la cuarta acepción “derecho” tiene que ver con la idea de justicia
por lo que, en la frase ejemplificada, “no hay derecho” equivaldría a “no es justo”.
En el primero de ellos “derecho” puede hacer referencia al articulado del Código civil que
regula la institución matrimonial (el derecho objetivo) y/o a toda la literatura escrita por la
doctrina jurídica en torno a dicha institución (a la ciencia jurídica). En el segundo ejemplo
la ambigüedad puede resultar aún mayor. Así, el tener derecho puede significar que existe
en el ordenamiento jurídico español (en el derecho objetivo) un reconocimiento expreso
del derecho “a la justicia gratuita” (como de hecho ocurre en el texto constitucional);
puede significar, asimismo, que se reconoce ese derecho (subjetivo) independientemente
del ordenamiento jurídico (derecho objetivo); esta acepción está vinculada a la
consideración de que es justo que el acceso a los tribunales sea gratuito.
Mientras que la ambigüedad es una dificultad que afecta a las palabras y es relativamente
fácil de solucionar, la vaguedad es otro de los “defectos congénitos” del lenguaje,
considerablemente más grave, en cuanto afecta a los conceptos. Por ejemplo, chica alta.
No de puede establecer concretamente dónde se marca el límite de lo que es una chica
alta; para algunas personas será una que mida a partir de 1,70 metros, pera otros, a partir
de 1,75 metros.
Los conceptos a los que nos referimos se pueden analizarse en un plano intensional o
connotativo y en un plano extensional o denotativo.
Todos los conceptos tienen una intensión y una extensión, aunque esta última puede ser
vacía. Por ejemplo, el concepto de “legumbre azul” puede que carezca de extensión si es
que no se conocen legumbres de este tipo. Por otro lado, en relación a la intensión y
extensión existe una regla que hay que conocer, y es que cuanto mayor es la intensión de
un concepto, menor es su extensión, y viceversa. Cambiando de ejemplo, esto quiere
decir que el concepto de “estudiante” es menos intenso y más extenso que “estudiante
universitario” y este, a su vez, menos intenso y más extenso que “estudiante universitario
de Derecho”.
7. ¿Qué son las definiciones por “género y diferencia”? ¿Se te ocurre alguna
definición de “Derecho” que sea de este tipo?
SESIÓN 3
El Derecho se formula a través del lenguaje. Cuando nos preguntamos con qué intención
los usuarios de una lengua emiten una determinada expresión, la respuesta que
encontramos es que existe una gran variedad de intenciones o, dicho de otra forma, que
hay diversos usos o funciones del lenguaje.
Las normas y las directivas en general, a diferencia de los enunciados con función
descriptiva, en ningún caso son verdaderas ni falsas, en cambio sí pueden ser obedecidas
o desobedecidas, válidas o invalidas, justas e injustas (como en el caso de la
normatividad fiscal y la gran controversia existente en relación la justicia contenida
respecto de los parámetros utilizados para imponer las sanciones fiscales respectivas).
Existe una referencia tradicional a los predicados o cualidades de las normas jurídicas a
tenor de la cual estas pueden ser justas (o injustas), válidas (o inválidas) y eficaces (o
ineficaces). A tenor de esta distinción, pues, justicia, validez y eficacia resultan cualidades
de las normas jurídicas o, dicho de otra manera, criterios de valoración de las mismas.
Por último, la eficacia o ineficacia de una norma dependerá de si ha sido seguida o no por
sus destinatarios. En relación a este último concepto, el de eficacia, hay que decir que se
suele denominar también, y quizá con mayor propiedad, efectividad. Alternativamente,
entonces, el predicado de la eficacia afectaría al logro o no de los fines u objetivos para
los cuales habría sido dictada la norma.
De todo esto y respecto a la pregunta anterior ha debido quedar claro que no se puede
plantear la cuestión de la definición del derecho en términos de verdadero o falso, sino
que las definiciones del derecho son convencionales, y que estás serán buenas o malas,
adecuadas o inadecuadas, oportunas o inoportunas, dependiendo del propósito de la
definición.
Ejemplos:
- Normas jurídicas inválidas: Por ejemplo, la pena de muerte sería una norma
inválida en España con la actual regulación de la Constitución Española, ya que en
el articulo 15 CE se prohíbe expresamente y, además, el artículo 25.2 CE
establece como uno de los fines de la pena la reinserción y la reeducación social.
4. ¿Qué tipos de normas existen según von Wright? ¿En qué consisten cada una de
ellas? Pon ejemplos.
Para Von Wright, las prescripciones constituyen uno de los tres tipos fundamentales de
normas, junto con las reglas de los juegos y las normas técnicas.
5. ¿Cuáles son los diversos elementos de las prescripciones según von Wright?
Analiza las distintas clasificaciones de las normas (prescripciones) a partir de cada
uno de esos elementos.
- Autoridad: el individuo u órgano que dicta la norma. Pueden ser leyes, decretos,
reglamentos, órdenes ministeriales… o incluso normas que proceden de
autoridades o que carecen de autoridad, esto es, que tienen un origen espontáneo
(costumbres).
- Sujeto normativo: el destinatario (o los destinatarios) de las normas. Normas
generales (se dirigen a cualquier sujeto de una clase) o particulares (se dirigen a
sujetos determinados).
6. ¿En qué consiste el núcleo normativo según von Wright? Pon algún ejemplo.
Según Von Wright, el núcleo normativo, lo que las prescripciones tienen en común con los
otros tipos de normas, está constituido por los tres primeros elementos: el carácter, el
contenido y la condición de aplicación. PONER EJEMPLO
SESIÓN 4
Para Hans Kelsen, una norma jurídica es aquella que prescribe una sanción, de manera
que todas tendrían una misma estructura: si es A (ilícito), entonces debe ser B (sanción).
Para Kelsen, una norma jurídica (primaria) es una norma que tiene como contenido un
acto coercitivo, que está calificado como debido. Hans Kelsen distingue dos tipos de
juicios. En primer lugar, los juicios de ser, que son enunciados descriptivos, susceptibles
de verdad o falsedad. En segundo término, los juicios de deber ser, que son directivos y
respecto de los cuales no tiene sentido predicar verdad o falsedad.
Ahora bien, el problema de este tipo de planteamiento es que en nuestro Derecho
aparecen con cierta frecuencia enunciados que no son fáciles de reconducir a ese
esquema simple: desde normas que no parecen contar con ninguna sanción coactiva,
hasta enunciados que ni siquiera pretenden caracterizar una conducta como permitida,
obligatoria o prohibida.
La sanción jurídica, según Kelsen, constituye un acto coercitivo —de fuerza actual o
potencial— consistente en la privación de algún bien (por ejemplo, la vida, la propiedad, la
libertad, el honor, etc.) ejercida por un individuo autorizado al efecto y como consecuencia
de una conducta.
Siendo el contenido de las normas jurídicas, según Kelsen, actos coercitivos, parece
bastante claro, aunque el autor no lo dice muy abiertamente, que en su teoría las normas
jurídicas tienen como destinatarios a los funcionarios encargados de disponer su
ejecución o de ejecutarlos. Así, por ejemplo, una ley que dijera: «Si alguien mata debe ser
castigado con prisión de 8 a 25 años», estaría dirigida a los jueces para que condenen a
una pena de prisión dentro del marco establecido, a las personas que matan. Una
sentencia que estableciera: «Juan Pérez debe cumplir diez años de prisión», sería una
norma jurídica dirigida a los funcionarios policiales y carcelarios, prescribiéndoles que
mantengan en prisión a Juan Pérez durante diez años.
De lo anterior no se sigue que las normas jurídicas no tengan nada que ver con los
súbditos ni pretenda incidir en su comportamiento. Si bien se dirigen directamente a los
jueces y funcionarios, constituyen una técnica indirecta de motivar la conducta de los
súbditos
Las normas primarias o básicas serían las que prescriben que los seres humanos hagan u
omitan ciertos actos, lo quieran o no, mientras que las normas secundarias serían normas
de segundo grado, es decir, normas que se refieren a las primarias y que pueden
subclasificarse, a su vez, en tres grupos: la regla de reconocimiento, que establece qué
normas pertenecen al sistema, forman parte del Derecho; las normas de cambio, que
indican cómo se pueden modificar y crear nuevas normas y quién puede hacerlo, y las
normas de adjudicación o de juicio, que establecen los órganos que deben decidir si se ha
infringido o no una norma primaria y fijan las consecuencias de ello. Las reglas del primer
tipo, según Hart, imponen deberes; las del segundo tipo, confieren potestades, públicas o
privadas: otorgan el poder de dictar sentencias o de establecer leyes (poderes públicos),
pero también el de realizar contratos o efectuar testamentos (poderes privados).