Ensayo - Ceplan

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“Año del Bicentenario del Perú: 200 años de

independencia”

UNIVERSIDAD NACIONAL HERMILIO VALDIZAN

ESCUELA DE POSGRADO 
DOCTORADO
DOCTORADO EN CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES:
MENCION EN ECONOMÌA Y SOCIOLOGÌA
 
ENSAYO CRÍTICO
PERÙ 2050: TENDENCIAS
NACIONALES – CEPLAN 2020
(TENDENCIAS DE ACTITUDES, VALORES Y ÉTICA)

ASIGNATURA:
CONSTRUCCIÒN DE LA REALIDAD NACIONAL Y
CIENCIAS SOCIALES
DOCENTE: 
Dr. Pedro Pablo Saquicoray Ávila
ALUMNO: 
Deybe Evyn Viera Peralta 
    
Mayo, 2021 
 
RESUMEN

El presente ensayo sobre las Tendencias de actitudes, valores y ética, muestra las
evidencias empíricas, sobre las condiciones de vida de la población en el presente y la
proyección futura al 2050, realizada por un conjunto de actores: CEPLAN, SINAPLAN, la
academia y el público en general. Además de un marco teórico que respalda la explicación
al comportamiento de las tendencias como la persistente discriminación, cohesión social,
solidaridad entre las personas, felicidad, creencias religiosas, uso de noticias falsas,
estructuras familiares, corrupción, conciencia ambiental de la ciudadanía y el consumismo
de la población. En un marco de comparaciones de realidades mundiales y regionales. Así
mismo la finalidad del estudio es describir y analizar las tendencias de actitudes, valores y
ética en el Perú. Tiene como metodología la descripción y el análisis de casos, desde las
ciencias sociales. Por otro lado, existe la necesidad de proponer una teoría social que
explique mejor el comportamiento del ser humano en un sistema social, condicionada por
un conjunto de hechos, sucesos y acontecimientos, orientado a proponer alternativas que
mejoren la calidad de vida de las personas, las familias, las organizaciones e instituciones,
en el que sea humanamente habitable y fuible.
INTRODUCCION
La actual crisis social en la que está sumido el país, respecto al ámbito ético, exige reflexionar
sobre esta situación y tomar acciones en todas las instancias, sobre todo en instituciones,
organizaciones y el individuo. La sociedad está sumergida en un mundo donde prima el
materialismo, lo superficial, lo vano, lo placentero, lo relativo y pragmático y el gran hombre es el
típico ser exitoso gracias a su ‘astucia’ para enriquecerse, para escalar peldaños laborales, políticos,
a costa de mentiras, corrupción, influencias, porque ‘el fin justifica los medios’. En este marco, el
concepto de valores se ha trastocado, en la medida que el ser humano se configura como un ser
egoísta, egocentrista porque todo debe girar en torno a él, sus actos se conducen a la consecución
de fines personales, en favor de su conveniencia, de sus intereses, así actúe en desmedro de su
prójimo, incluso. El lema es ‘el hombre es un lobo para el hombre’, en palabras de Hobbes, T. (s.
XVII). Por lo tanto, para construir un mejor porvenir para la sociedad, se requiere tomar decisiones
basadas en información estratégica, oportuna y relevante; información que permite reconocer las
inercias históricas que impulsan el futuro, y los eventos o acontecimientos inesperados que están
próximos a generar cambios para la sociedad. En tal sentido, las tendencias extrapolan el pasado y
el presenta hacia el futuro, siempre que estos permiten identificar comportamientos con alta
probabilidad de ocurrencia; por ello, su análisis es considerado como uno de los pasos
indispensables en el desarrollo de estudios de futuro. El análisis de tendencias contribuye a
identificar y mitigar riesgos y aprovechar oportunidades para mejorar la calidad de vida de la
población dentro del territorio. Considerando lo anterior, el CEPLAN, con el objetivo de anunciar
acontecimientos futuros externos que pueden impactar positiva o negativamente el desarrollo del
Perú.
Persistencia de la discriminación

Actualmente, muchos de los peruanos sienten que la discriminación persiste. En el año 2017, el
15,8% de personas señala ser víctima de maltrato o alguna forma de discriminación (tres puntos
porcentuales menos con relación al 2016 que se situó en 18,7%). Asimismo, los peruanos sienten
que las personas indígenas y afroperuanas, son más vulnerables a ser víctimas de discriminación,
principalmente por su color de piel y por su nivel de ingresos (en el 2017 el 28,0% de
afroperuanos, 29,0% indígenas amazónicos y 37,0% indígenas quechuas y aimaras señalaron haber
sufrido ese hecho. El INEI (2016) define discriminación como el trato diferente y perjudicial que se
da a una persona por motivos de raza, sexo, ideas políticas, religión, etc. De acuerdo a los
resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), en el 2014, el 18,4% personas sintió
algún tipo de maltrato o intento de discriminación; en 2015, dicho porcentaje se redujo a 17,3%;
sin embargo, en el 2016 se incrementó a 18,7% y en el 2017 se situó en 15,8%.
Asimismo, en la zona urbana las personas sienten mayor discriminación que en la zona rural. En
el 2017, el 86,9% de las personas discriminadas residían en la zona urbana y el 13,1% en la zona
rural. En efecto, los datos del INEI (2018), señalan que el 35,9% piensa que al no tener “vara”, se
tiene mayor probabilidad de ser discriminado en los establecimientos de salud, el 27,8% en su
centro de trabajo, el 38,0% en la comisaria, y el 42,6% al solicitar un servicio en una dependencia
pública. Sulmont (2005), considera que la categoría de indígena siempre ha sido visto bajo una
posición de subordinación; por lo que muchos de ellos prefieren adoptar nuevas identidades
sociales y culturales, siendo mucho más ventajoso pertenecer a más de una identidad étnica-
cultural. Asimismo, se debe de considerar que, para algunas personas, su identidad o el lugar de
origen, puede convertirse en una herencia difícil de superar, especialmente en la sierra o zonas
urbanas, y para los que hablan quechua o aimara.

Mayor cohesión social

La cohesión social busca promover el bienestar y reducir las brechas entre la población, con
especial atención a la población vulnerable. En el Perú, al igual que en otras regiones de América
Latina, es posible observar una mayor cohesión social. De un lado, el gasto social en educación y
salud, así como la cobertura de ambos servicios ha aumentado. De otro, se ha dado una
implementación progresiva de programas sociales focalizados. Para el 2021, el Estado busca
garantizar la cobertura universal de salud y para el 2030, se espera que el MIDIS adquiera un rol
especializado técnico y de articulación. La cohesión social es definida como la promoción de
bienestar de la población, la creación de un sentido de permanencia y la lucha contra la
marginalización dentro y entre distintos grupos de la sociedad (OCDE, 2012). La demanda por una
mayor cohesión social cobra importancia dentro de escenarios de crecimiento económico, en tanto
abre una oportunidad para reducir brechas que faciliten la movilidad social y la protección de
minorías. Así, el consenso indica que el crecimiento económico es poco sostenible en sociedades
desiguales, excluyentes y sin espacio para disentir (OCDE, 2012). En efecto, para Centeno, Kohli,
Yashar, y Mistree (2017), existen tres frentes en los que puede evaluarse la performance de los
Estados para lograr el desarrollo siendo estos el orden, el crecimiento económico y la inclusión
social. Esta última, es entendida como “la habilidad del Estado para incorporar a la población,
promover el bienestar social y no establecerse como la propiedad de ningún grupo o sector en
particular” (Centeno et al., 2017, p. 21). La Política General de Gobierno establece como cuarto
lineamiento el desarrollo social y bienestar de la población mientras que la Visión del Perú al 2050
define en su primer eje la igualdad de oportunidades para gozar de una vida plena, en línea con el
principio de la Agenda 2030 de no dejar nadie atrás. La aplicación de políticas para aumentar la
cohesión social parte por definir qué se entiende por ciudadanía y suele expresarse en políticas
públicas fiscales, de salud y educación, así como en políticas de protección social. Dicho esto, el
aumento de la cohesión social puede analizarse en dos frentes: (i) El gasto social y la cobertura de
políticas sociales y (ii) La aplicación de programas sociales. Además, se identificó algunos retos
para aumentar la cohesión social. Un primer desafío está vinculado a la calidad de los servicios. Al
igual que lo que ocurre en otras funciones del Estado, el éxito en la implementación de las
iniciativas depende de la capacidad que puede tener este para programar y ejecutar sus políticas
(Fukuyama, 2004). Finalmente, otro desafío es la cobertura. La aplicación de políticas focalizadas a
sectores pobres y el acceso a servicios particulares por parte de clases con mayor poder adquisitivo,
podría significar la exclusión de la clase media. Asimismo, la informalidad es un desafío en tanto la
ausencia de derechos laborales (y, por tanto, sociales), exige una mayor atención por parte del
Estado.
Disminución de la solidaridad entre las personas

La participación de la población en alguna organización humanitaria o de caridad siempre ha


sido reducida, disminuyendo aún más en los últimos diez años, tanto a nivel mundial como en
Latinoamérica y en el Perú. Según World Value Survey, en el periodo 1995-1999, el 18% de la
población peruana fue miembro de una organización humanitaria o de caridad; no obstante, en el
periodo 2010-2014, el porcentaje se redujo a 8%. Por otro lado, según el indicador de CAF World
Giving Index, en 2016 el 36% de la población a nivel nacional realizó una o más acciones
solidarias (ayuda a un extraño, donar dinero y tiempo de voluntariado), pero, en 2019, el índice se
redujo a 28%. Para los pueblos indígenas, el desarrollo de una sociedad se fundamenta en el buen
vivir o el vivir bien, y para alcanzarlo es necesario la prevalencia de la solidaridad, cooperación,
confianza e interculturalidad en una sociedad. La rama de la sociología define a la acción solidaria
como una forma de cooperación desinteresada orientada al bien común, que se teje en los espacios
donde interactúan las personas en función de la coexistencia, sin que ello excluya la dimensión del
tiempo ni el espacio (Mota y Sandoval, 2011). Según Mota y Sandoval (2011), los conceptos de
altruismo, generosidad y solidaridad aportan directamente al desarrollo social. La solidaridad por
su parte contribuye al desarrollo positivo de la sociedad, tanto así, que la acción humana de
cooperación se vuelve relevante e importante en el pasado, presente y futuro. Sin embargo, esta
acción social solidaria requiere de una confianza mutua depositada desde el inicio de la interacción,
la cual deberá ser compartida y restablecida en el tiempo. La complejidad de la modernización ha
conducido a la carencia de solidaridad social y a la escasa conciencia social, circunstancias que
rompen con el orden social y crean un desajuste caracterizado por un escaso nivel de integración;
por ende, la solidaridad es débil y solo responde a interés particulares (Mota y Sandoval, 2011).
Nayrobis y Ruiz (2015) sugieren reforzar las capacidades que establecen los vínculos sociales y
subjetivos de las personas, y difundir una gama de posibilidades de comprensión que permitan
crear otras formas de relación entre los seres humanos; siendo necesario, restituir la esfera moral y
comprender la vulnerabilidad de la condición humana. Finalmente, en marco de la Visión del Perú
al 2050, se espera lograr un cambio sustancial en el comportamiento de los ciudadanos, de modo
que participen de la vida pública de manera solidaria, respetuosa de los derechos humanos y libre
de temor y violencia, todo ello como parte de la formación de su identidad nacional, que se sienten
orgullosos de su identidad y de su patrimonio, y que a su vez sean conscientes de sus derechos y
deberes (CEPLAN, 2019).
Incremento de la felicidad
De acuerdo con el World Happiness Index, durante el periodo 2006 -2018, la evaluación de la
felicidad en el Perú tuvo una tendencia creciente, pasó de 4,8 en 2006 a 5,7 en 2018. Del mismo
modo, Arellano Marketing, señaló que la felicidad de los peruanos está aumentando, pasó de 15,51
a 16,21 entre los años 2013 y 2017. No obstante, la felicidad de los habitantes está siendo
amenazada debido a que la satisfacción de las personas que salen de la pobreza depende cada vez
menos del bienestar económico. La felicidad tiene múltiples interpretaciones que varían de acuerdo
con la cultura. Usualmente, los estudios analizan la felicidad mediante métricas objetivas o
subjetivas, o mediante una combinación de ambas: las métricas objetivas se refieren al ingreso,
salud, etc.; mientras que las métricas subjetivas analizan las emociones, logros personales, entre
otros (Arellano Marketing, 2019). Uno de los principales índices que mide la felicidad es el World
Happiness Index, el cual estudia la felicidad como la percepción de la calidad de vida de las
personas, utilizando seis variables para analizar la variación de la felicidad: PBI per cápita, el
apoyo social, la esperanza de vida saludable, la libertad, la generosidad y la ausencia de corrupción
(Naciones Unidas, 2019). En el caso de América Latina y el Caribe, la felicidad promedio aumentó
sin pausa hasta 2013, y luego de ello, tuvo una reducción continua hasta el 2018 (Naciones Unidas,
2019). De los 132 países analizados, 106 países tuvieron cambios significativos: en 64 países el
índice de la felicidad aumentó, tuvo incrementos entre 0,097 a 1,39 puntos; mientras que en 42
países el índice tuvo una disminución entre 0,179 a 1,944 puntos; y en 26 países se mostró datos
volubles entre 2005-2008 y 2016-2018. Sin embargo, es importante señalar que el puesto que
ocupa el Perú en el ranking mundial de felicidad no coincide exactamente con la mejora en la
evaluación de la calidad de vida, ya que su posición en el ranking no depende solamente de su
desenvolvimiento, sino también del avance de los otros países.
Sin embargo, se cree que la felicidad de los peruanos podría estar siendo amenazada a la baja; ya
que, desde el año 2015, existe una disonancia entre los valores que los peruanos consideran como
más importantes y los valores que finalmente ponen en práctica; y esta disonancia se viene
acentuando en el tiempo (Arellano Marketing, 2019). En el primer caso, los peruanos valoran más
los valores sociales tales como el respeto, la honestidad, y la responsabilidad; mientras que los
valores que más practican son los individuales (ser trabajadores, creativos, etc.). Finalmente, para
los peruanos, su felicidad dependerá principalmente de los factores que están bajo su control, es
decir, los que pertenecen al ámbito privado; siendo necesario que el gobierno actúe de manera
eficiente para evitar el descenso y mejora de los aspectos relacionados al ámbito público.
Transformación de las creencias religiosas
En 2018, el 70% de la población peruana se identificó como católica, una disminución de 20
puntos porcentuales en las últimas dos décadas. No obstante, aumentó la población evangélica,
pasando de 7% en 1996 a 15% al 2018. De igual manera, a nivel de América Latina, muchos países
reportaron ciertos cambios en las creencias religiosas. De acuerdo al diccionario de la Universidad
de Cambridge, la religión puede ser definida como la creencia y la veneración en un Dios o en
Dioses o cualquier tipo de sistema vinculado a las creencias o al culto. En la actualidad, cerca del
84% de la población mundial se identifica con una religión lo que sugiere, contrario a lo que tiende
a pensarse, que la religión sigue ocupando un papel importante en la vida de las personas a nivel
global (Pew Research Center, 2017) Sin embargo, en los últimos años es posible ver una
transformación de las creencias religiosas. En el Perú, por su parte, en las últimas décadas se
observó una disminución de las personas identificadas como católicas y un aumento sostenido de la
población evangélica273. Entre 1996 y el 2018, la población católica disminuyó de 90% a 70%, lo
que significó una reducción de 20 puntos porcentuales. Asimismo, la población que no se identifica
con ninguna religión aumentó ligeramente, pasando del 2% al 8% en un período de tiempo de más
de veinte años. Por ende, los cambios en las creencias religiosas en el Perú lo convierten en un país
de diversificación religiosa (Romero, 2016); sin embargo, dichas transformaciones no son tan
pronunciadas como otros países de la región. La disminución del catolicísimo y el aumento del
cristianismo, es también constatable a nivel subnacional.
De igual forma, Hungtinton (1996) en su clásico libro sobre civilizaciones, señaló que “la difusión
del protestantismo entre los más pobres de América latina no es el reemplazo de una religión por
otra sino el incremento del compromiso y de la participación, en la medida en que los católicos
nominales y pasivos se convierten en evangélicos devotos y activos”. Esto también se sustenta en
estudios cualitativos que muestran que las iglesias evangélicas fomentan un sentimiento de
pertinencia que ni la Iglesia Católica ni el Estado pueden ofrecer (Zilla, 2018); y en estudios
cuantitativos que encuentran una correlación positiva entre países con altas tasas de pobreza y
niveles de conversión de católicos a evangélicos (Somma et al., 2017). Por todo lo dicho, es de
esperar que en los próximos años el catolicismo disminuya a nivel nacional, a la par que se registra
un aumento de la población evangélica. Sin embargo, este incremento será moderado, esto debido a
que en 2005, se observó una relentilización del crecimiento evangélico, el cual obedecería a una
nueva estrategia de conversión orientada a llegar a figuras con presencia pública y a promover la
conversión de sectores socioeconómicos medios o altos, que constituyen un porcentaje menor que
el sector más pobre (Guadalupe, 2017)
Incremento del uso de noticias falsas (posverdad)
Las noticias falsas en el Perú se reconocieron por primera vez en el gobierno del presidente
Alberto Fujimori (finales del siglo XIX), donde la información era manipulada con la intención de
desinformar a la población. En la actualidad, las tecnologías de información y las redes sociales
han habilitado un mayor flujo de información falsa en la llamada era de la “posverdad”. En esa
circunstancia, entre los países de América Latina, el Perú es el país con mayor porcentaje de
ciudadanos que no identifica noticias falsas (79%) y que desconoce el término como tal (47%);
pero en un futuro los ciudadanos sabrán reconocer dichas noticias y estarán inmersos en el
pensamiento de “no es lo que decimos, sino lo que tú quieres entender”. El término de fake news es
“la propagación deliberada, a través de plataformas noticiosas de información falsa, o sin
corroborar, con la finalidad de ocasionar un perjuicio a la imagen o reputación de un político o de
una institución” (Calderón, 2018). La difusión de noticias falsas en el Perú no se inició recién con
la era del internet, sino estuvo presente desde los años 2000. La información de la prensa amarilla
(1998-2000) fue una de las modalidades de manipulación de información y de creación de noticias
con alta exageración de los hechos reales, que terminaban por convertirse en noticias falsas; esta
información se presentó como notas informativas sensacionalistas, donde se divulgaban ataques a
personajes ligados a la política y al periodismo, con la intención de desinformar específicamente a
los sectores socioeconómicos C y D. En dicha época, también se tergiversó temas de economía y
política para acomodar el formato y confundir al lector. Finalmente, es importante mencionar, que
en la actualidad se está desarrollando un nuevo nicho de mercado donde existe mayor cantidad de
páginas especializadas en la creación de noticias falsas, la misma que responde al incremento
significativo en el número de consumidores.

Transformación de las estructuras familiares


En el periodo 1993-2017, el Perú ha mantenido un nivel promedio los hogares nucleares
alrededor del 20%, y los hogares sin núcleo familiar alrededor de 5%; mientras que los hogares
extendidos y compuestos mostraron una ligera reducción: los primeros se redujeron de 25% a 21%
y los segundos de 5% a 2%. Para el caso de los hogares unipersonales, estos fueron los únicos que
presentan un gran incremento, pasaron de 9% en 1993 a 17% en 2017. En el futuro, a nivel mundial
se espera los hogares monoparentales se incrementen significativamente (en 2020 representaran el
7,8% del total de hogares); las familias extendidas se reduzcan cada vez más, y las familias
tradicionales sigan representando la mayor proporción, pero con menor cantidad de hijos. Esto
último, guarda relación con el descenso de la fecundidad estimada en el Perú durante el periodo
2050-2080. La familia es una institución social (quizás la más antigua) donde se comparten y
heredan tradiciones, ideologías, que dan sentido a la vida de sus miembros y les permiten
proyectarse en el futuro (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2014b). En el
Perú, según los resultados del Censo de 2017, revelaron que existe en el país 8 millones 252 mil
284 hogares De estos hogares, se muestra que se mantiene un nivel promedio los hogares nucleares
(alrededor del 20%) y de hogares sin núcleo familiar (alrededor de 5%); mientras que los hogares
extendidos y compuestos mostraron una ligera reducción: los primeros se redujeron de 25% a 21%
y los segundos de 5% a 2% . Finalmente, los hogares unipersonales son los únicos que presentan un
gran incremento, los cuales pasaron de 9% en 1993 a 17% en 2017 (Instituto Nacional de
Estadística e Informática, 2018). En el futuro, el empoderamiento generará mayores expectativas y
demandas de derechos individuales en todo el mundo y en todos los ámbitos: económico, jurídico y
cultural. En 2030. Asimismo, entre los factores que contribuyen a los cambios estructurales de las
familias, habrá un aumento de la migración (OECD, 2016), un aumento en el número de mujeres
que trabajan y se dedican menos tiempo al cuidado del hogar, una mayor cantidad de jóvenes que
se dedican más tiempo a la educación y capacitación, y ancianos que tienen más años de vida y en
su gran mayoría viven solos. Finalmente, es importante repensar en el futuro sobre metodologías
más adecuadas para conocer cómo se componen los hogares en los países, ya que usualmente no se
toma en cuenta a las parejas del mismo sexo.
Corrupción como principal problema del país
En el periodo 2008-2018 se registró un ascenso del porcentaje de personas que consideran a la
corrupción como principal problema del país al pasar de 17,9% en 2008 a 59,7% en 2018 (un
aumento de 41,8 puntos porcentuales). Asimismo, en 2018 los departamentos de Lima, Cusco,
Callao y Arequipa tuvieron cifras superiores al 60% de personas que consideran a la corrupción
como el principal problema del país. Según Transparencia Internacional en la región de América
Latina y el Caribe existe una tendencia asociada al deterioro de los derechos humanos y el
debilitamiento de las estructuras de gobernanza282 (Transparencia Internacional, 2017). De
acuerdo al estudio realizado por Transparencia Internacional, señala que el papel de los gobiernos
de América Latina frente a la corrupción ha sido deficiente283, una muestra de ello es que acciones
como el soborno, se haya convertido en parte de un fenómeno habitual; así por ejemplo una de cada
tres personas, en los últimos doce meses, afirma que tuvo que pagar un soborno284 para acceder a
servicios públicos relacionados con salud y educación. (Transparencia Internacional, 2017). De esta
manera, dicho estudio considera que los actores con mayor grado de corrupción son los policías y
políticos. Por otro lado, según el Latino barómetro (CEPAL, 2015) entre los años 2003 y 2015 no
existe una tendencia uniforme sobre la lucha contra la corrupción; así por ejemplo podemos
observar que entre los años 2013 y 2015 se ha incrementado la percepción de lucha de corrupción
en un 23% y 25%, pero también podemos apreciar que durante los años 2006 y 2007 hubo una
mayor percepción respecto a lucha de este fenómeno con un 31% y 32%. Finalmente, podemos
señalar que la percepción del fenómeno de corrupción a nivel nacional durante los últimos años se
ha visto incrementado y esta se ha generalizado en el ámbito público como privado.
Mayor conciencia ambiental de la ciudadanía
A nivel global, en 2015, el 40% de los habitantes del mundo habían escuchado sobre el cambio
climático y eran consciente de sus efectos. En el caso del Perú, en ese mismo año, el 92% de la
población había escuchado sobre dicho término; sin embargo, esta percepción fue mayor en Lima y
el Callao, y en el norte del país. Para el año 2030, el Perú se ha comprometido a que todos los
peruanos tengan la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los
estilos de vida en armonía con la naturaleza. De acuerdo a la normativa peruana, la conciencia
ambiental motiva el respeto, cuidado y conservación del entorno natural como garantía para el
desenvolvimiento de la vida287. En otras palabras, desarrollar una conciencia ambiental en las
personas significa que estas puedan comprender que forman parte de un gran todo llamado medio
ambiente, y que lo deben cuidar (Ministerio del Ambiente, 2014). El Ministerio del Ambiente halló
que más del 70% de la población del Perú percibió que el cambio climático afecta negativamente al
país, la región en la que viven, la localidad, la familia, y a la misma persona (Ministerio del
Ambiente, 2017). Asimismo, más del 90% de la población consideró que es importante que el
Estado use recursos propios para prepararse para los impactos y reducir los efectos del cambio
climático. De hecho, los encuestados señalaron que las acciones para frenar el cambio climático
deben de estar dentro de los principales problemas del país, como la delincuencia y la corrupción.
El estudio también indagó sobre las causas que generan el cambio climático. Al respecto, los
encuestados resaltaron principalmente tres factores: la emisión de los gases de transporte público y
privado (señalado por el 45% de la población), la acumulación de basura (44%), y la emisión de
gases de las fábricas (41%). En el caso del Perú, hubo una drástica reducción de personas
comprometidas con alguna organización medioambiental, tanto así, que en la década de los 90, el
14% de la población (por encima del promedio regional y mundial) estaba comprometida con algún
tipo de organización de este carácter; mientras que, en el año 2015 la cifra se redujo a la mitad,
abarcando sólo al 7% de la población peruana (por debajo del promedio mundial y regional). En el
futuro, los países que suscribieron la Agenda 2030 se han propuesto incrementar la educación
ambiental en toda la población del mundo, de acuerdo con lo planteado por el ODS (ver Tabla 30).
En el caso del Perú, el país también se comprometió en cumplir estos compromisos internacionales
al año 2030.
Creciente consumismo de la población
El consumismo ha devenido en la adquisición, acumulación y renovación permanente de productos,
siendo la base de las relaciones humanas. En el Perú, el consumismo puede analizarse a través del
consumo privado y del crédito de consumo. En 2008, se adquirieron 5,74 millones de tarjetas de
crédito; mientras que, en 2017, 8,26 millones; es decir, un incremento de 2,52 millones de créditos.
De la misma forma, en el período 2020-2023 se espera que el consumo privado se mantenga
estable, alcanzando una variación porcentual real anual de 4,0. En el futuro, los patrones de
consumismo podrían cambiar ante el aceleramiento del cambio climático. Actualmente, las
empresas y los Estados vienen promoviendo la sostenibilidad en la actividad económica, como
parte de una agenda internacional de desarrollo sostenible. El consumo es una actividad
permanente de la vida humana que permite la supervivencia biológica y posibilita la continuidad de
la especie en el tiempo. Sin embargo, en la actualidad, se habla de una revolución consumista. Esta
última hace referencia a un acuerdo social en donde el consumo se convierte en el deseo y el anhelo
que marca la vida y las relaciones humanas, en búsqueda de su repetición continua. En suma, existe
una amplia oferta que es difícil de responder, y que se ha convertido en una realidad en países con
economía de libre mercado y globalizados, como sucede en el caso peruano. Esto es previsto dentro
de un contexto de recuperación de la inversión, estimulando el empleo y con ello los ingresos por
familia, así como por una política monetaria flexible que estimule el crédito de consumo. El
consumismo ha sido visto históricamente como un indicador positivo para generar desarrollo
económico. Sin embargo, la contaminación y el cambio climático han convertido al consumismo
desenfrenado en un desafío que probablemente conduzca al cambio en los patrones de consumo. El
consumismo es un problema reconocido a nivel internacional que ha sido abordado en acuerdos
internacionales. Por ejemplo, la Agenda 2030 privilegia la sostenibilidad como un elemento
transversal a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Así, se señala como importante “la
reducción de la utilización de recursos, la degradación y la contaminación, logrando al mismo
tiempo una mejor calidad de vida” (Naciones Unidas, n.d.); y entre las metas que plantea este
objetivo se encuentra la reducción de desechos por medio de la prevención y la reutilización, así
como el fomento de prácticas sostenibles en las empresas.

CONCLUSIONES

1. Actualmente, muchos de los peruanos sienten que la discriminación persiste. En el año 2017,
el 15,8% de personas señala ser víctima de maltrato o alguna forma de discriminación (tres
puntos porcentuales menos con relación al 2016 que se situó en 18,7%). Asimismo, los
peruanos sienten que las personas indígenas y afroperuanas, son más vulnerables a ser
víctimas de discriminación, principalmente por su color de piel y por su nivel de ingresos (en
el 2017 el 28,0% de afroperuanos, 29,0% indígenas amazónicos y 37,0% indígenas quechuas y
aimaras señalaron haber sufrido ese hecho.
2. La cohesión social busca promover el bienestar y reducir las brechas entre la población, con
especial atención a la población vulnerable. En el Perú, al igual que en otras regiones de
América Latina, es posible observar una mayor cohesión social. De un lado, el gasto social en
educación y salud, así como la cobertura de ambos servicios ha aumentado.
3. La participación de la población en alguna organización humanitaria o de caridad siempre ha
sido reducida, disminuyendo aún más en los últimos diez años, tanto a nivel mundial como en
Latinoamérica y en el Perú. Según World Value Survey, en el periodo 1995-1999, el 18% de
la población peruana fue miembro de una organización humanitaria o de caridad; no obstante,
en el periodo 2010-2014, el porcentaje se redujo a 8%.
4. De acuerdo con el World Happiness Index, durante el periodo 2006 -2018, la evaluación de la
felicidad en el Perú tuvo una tendencia creciente, pasó de 4,8 en 2006 a 5,7 en 2018.
5. En 2018, el 70% de la población peruana se identificó como católica, una disminución de 20
puntos porcentuales en las últimas dos décadas. No obstante, aumentó la población evangélica,
pasando de 7% en 1996 a 15% al 2018.
6. Las noticias falsas en el Perú se reconocieron por primera vez en el gobierno del presidente
Alberto Fujimori (finales del siglo XIX), donde la información era manipulada con la
intención de desinformar a la población.
7. En el periodo 1993-2017, el Perú ha mantenido un nivel promedio los hogares nucleares
alrededor del 20%, y los hogares sin núcleo familiar alrededor de 5%
8. En el periodo 2008-2018 se registró un ascenso del porcentaje de personas que consideran a la
corrupción como principal problema del país al pasar de 17,9% en 2008 a 59,7% en 2018 (un
aumento de 41,8 puntos porcentuales).
9. A nivel global, en 2015, el 40% de los habitantes del mundo habían escuchado sobre el
cambio climático y eran consciente de sus efectos.
10. El consumismo ha devenido en la adquisición, acumulación y renovación permanente de
productos, siendo la base de las relaciones humanas.
REFERENCIAS

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