Diagnóstico 6º Grado - LENGUA

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¡Bienvenidos a un nuevo año!

Para comenzar sexto grado, escuchamos “El club de los


perfectos”, un cuento de Graciela Montes.

Disponible en https://www.educ.ar/recursos/124607/el-club-de-los-perfectos-de-graciela-montes-audio

Entre todos, respondemos oralmente:

• ¿Qué consideran ustedes que es la “perfección”? ¿Cómo sería


alguien “perfecto”? ¿Existen personas “perfectas”? ¿Por qué?
• En el cuento describen a una “cucharacha perfecta” como una
cucharacha lisita, negra y brillante. ¿Cómo sería para vos un
conejo “perfecto”? ¿y un ratón “perfecto”?
• Al llegar al final del cuento nos dimos cuenta de que,
verdaderamente, nadie es tan perfecto. Si pudieras hacerle una
entrevista a alguno de los miebros de “El Club de los perfectos”,
¿qué preguntas le harías?
• Si todos los integrantes de tu familia formaran un club:
o ¿Cuál sería la característica principal de ese club?
o ¿Qué nombre le pondrían? ¿Por qué?
o ¿Cuál sería la fortaleza que tendrían como equipo?

à En grupos de a dos deberán poner en juego toda su imaginación para pensar en dos integrantes del
Club de los perfectos y dibujarlos como se lo imaginen (en una hoja A4). Con flechas deberán escribirles
las características que ustedes consideran que tienen esas personas.

à Luego, cada equipo pasará al frente para mostrar sus producciones y explicar las características al
resto del grado.

ESPACIO PARA COMPLETAR POR LA DOCENTE

ML L EP

Elabora discursos coherentes y cohesionados.


Muestra un buen vocabulario, que le permite hacer descripciones claras
y expresar puntos de vista sobre los temas tratados.
Escucha al otro, considerando las distintas opiniones y puntos de vista.
Leé varias veces el texto que aparece a continuación. Luego, realizá las actividades.

EL PULPO
Julio Verne, en su famoso libro Veinte mil leguas de viaje submarino, describe la lucha de los tripulantes del
“Nautilus” contra un pulpo gigantesco. Es preciso aclarar que las proporciones dadas por el genial escritor son
exageradas, aunque en su tiempo se admitía todavía la existencia de pulpos enormes, mayores que una isla, y se
decía que podían rodear con sus tentáculos un barco y hundirlo en el fondo del mar. Hoy no se cree que hayan
existido pulpos de tamaño tan desmesurado; sin embargo, algunos de estos animales, que viven en las
profundidades del océano, llegan a ser muy grandes. En las costas de Labrador se pescó, no hace muchos años, un
pulpo cuyos brazos medían diez metros y en el estómago de un cachalote se encontraron brazos de pulpo que
correspondían a un animal todavía mayor.
El cuerpo del pulpo tiene la forma de un saco más largo que ancho. En el extremo abierto se encuentra la cabeza,
robusta, con un par de grandes ojos de mirada fija y color verde esmeralda. Está provisto de ocho brazos o
tentáculos terminados en punta; a lo largo de ellos, en su parte interior, pueden verse dos series paralelas de
ventosas que le sirven para adherirse a las rocas. En el centro de la corona de brazos, está situada la boca, armada
de dos piezas duras que tienen la forma de un pico de loro y de una lengua áspera. En la parte inferior de la cabeza
asoma una especie de tubo llamado “sifón”, que le sirve para respirar, para eliminar residuos y como órgano de
locomoción.
Contrariamente a otros moluscos, el pulpo carece de armadura exterior; pero es tal su ferocidad y tantos sus
medios de ataque y defensa, que solo los grandes cetáceos pueden con él.
Para trasladarse de un lugar a otro camina sobre la punta de los tentáculos o recoge agua en el manto y la
expulsa con fuerza. Así avanza en el agua con el mismo sistema de los cohetes.
El pulpo vive normalmente sobre las rocas; su color lo ayuda a pasar inadvertido ante sus víctimas predilectas,
los crustáceos y moluscos, que devora en grandes cantidades. Los captura mediante las ventosas de sus brazos y
los aproxima a la abertura bucal, hasta ponerlos al alcance de su “pico”. Al morder, inyecta un veneno que los
paraliza. A continuación, la lengua parte en trozos las porciones comestibles.
Si un enemigo lo ataca, el pulpo expulsa su célebre tinta y aprovecha la niebla producida para zafarse de su
perseguidor y ocultarse debajo de una piedra o en el interior de una cueva.

En Maestra de Segundo Ciclo, Julio 2020


1. Localizá y marcá las siguientes palabras en el texto. Después, buscalas en el diccionario y copiá
aquellas definiciones que tengan relación con el texto leído.

cachalote predilecta célebre molusco crustáceo

2. Explicá cómo imaginaban a los pulpos en la época de Julio Verne.

3. Contá qué se piensa en la actualidad con respecto a este tema.

4. Describí las características de:


a. Las partes del pulpo

b. Para qué le sirven las ventosas

c. La boca

5. Explicá qué es el “sifón”.

6. Determiná qué le falta al cuerpo del pulpo a pesar de ser un molusco.


7. Explicá:
a. ¿De qué se vale el pulpo para ir de un lugar a otro?

b. ¿Con qué otro sistema de propulsión se compara el avance del pulpo en el agua?

c. ¿De qué se alimenta el pulpo?

8. Identificá y escribí las características del pulpo que hacen que sus víctimas no lo descubran.

9. Respondé en forma completa las siguientes preguntas fundamentando tus respuestas:


a. ¿De qué manera llega el alimento a su boca?

b. ¿Por qué sus víctimas no pueden defenderse?

c. ¿De qué manera se defiende al verse atacado?

10. Contá, con tus propias palabras, de qué se trata el texto.

ESPACIO PARA COMPLETAR POR LA DOCENTE

ML L EP

Localiza la información del texto no literario.

Reelabora, sintetiza y resume la información leída.

Muestra conciencia ortográfica al producir textos escritos.


Leé el siguiente cuento. Luego, hacé cada una de las actividades.

LOS PERROS

Fue esa noche, recién mudado, cuando escuchó los aullidos. Mientras el señor Gandulfo buscaba el abrelatas para
abrir su primera cena en la casa, empezaron todos juntos: intensos, fuertes, frenéticos. No ladraba Petete, su caniche.
Venian de afuera. Y no era un perro, sino varios. Petete se metió entre las piernas del señor Gandulfo. ¿Acaso le daban
miedo esas voces? Los aullidos no paraban y el abrelatas no estaba en las cajas de la mudanza. El señor Gandulfo,
entonces, tomó una decisión:
— Nos vamos, Petete — le dijo—. A comprar un abrelatas.
Petete se resistió, pero al final tuvo que dejar que le pusiera la correa. Los perros seguían aullando. Había luna
llena.
Eran casi las diez, apuró el paso. Los aullidos se oían cada vez más fuerte. Se acercaban. ¿O estaban más cerca
ellos? Sí: la casa de los perros apareció ahí, camino al mercado. No cabían dudas, era esa. Dantesca, colosal. Ahora
ruinosa, pero en su época seguramente había sido un palacete. Con un jardín adelante y una galería lateral que lo
comunicaba con otro jardín al fondo. Rodeada por rejas y una puerta con un pasador y un candado, que de repente
se abrió.
Salió un hombre con seis perros. Aullaban menos, ahora. Eran siberian husky. Algunos blancos, otros marrones.
El hombre lo saludó con voz rasposa y el señor Gandulfo le devolvió el saludo. Los perros doblaron camino a la plaza,
sueltos. Parecía que no hubieran salido a la calle en un mes. Por suerte, el señor Gandulfo llegó a tiempo para comprar
el abrelatas.
La noche siguiente, al volver del trabajo, el señor Gandulfo llevó a su perro a la plaza. Petete hizo pis, pozos y
corrió a buscar el palito. En eso, aparecieron los seis perros. Con el hombre. Petete fue corriendo a refugiarse entre
los cordones de los zapatos del señor Gandulfo.
— Buenas noches — lo saludó.
— Lo bueno, si breve, dos veces bueno — dijo el hombre, sentándose a su lado.
— Eso es verdad, en realidad no son tan buenas, parece que va a llover.
— Siempre que llovió, paró — retrucó el hombre, sin sonreír. No era que no quería... parecia que su boca no sabía,
pero sus ojos sí. Había algo raro en sus ojos.
Quizás la penumbra engañaba sus sentidos, pero al señor Gandulfo le pareció que tenía uno más claro que el otro.
Le iba a preguntar, pero el hombre olió antes su pregunta.
— No hay peor ciego que el que no quiere ver — le dijo, y se levantó, pero antes le dejó otra frase:
— El tiempo es oro y el trabajo es salud. Así que... adiós.
Llamó a los perros y se fueron los siete, como ráfagas de sombra bajo la redondez perfecta de la luna.

***
La tercera noche aun no llovía, por eso el señor Gandulfo volvió a la plaza con Petete. Pis, pozo, palito. Caquita,
palito, pis. Palito, pozo, palito y así. Esa tercera noche, además, se sentía libre porque los perros no estaban. Pozo,
palito. Caquita. palito, pis. Palito, pozo, pozo. Y así.
— ¿Vamos a casa, Petete? — bostezó el señor Gandulfo dos horas después, y volvieron pasando por la casa de
los perros.
Esta vez no escucharon los aullidos, pero sí vieron al hombre en el jardín de adelante que, bajo la luz aún rutilante
de la luna, volcaba algo en siete tachos gigantes. El señor Gandulfo se acercó a las rejas, lo saludó y miró las piedritas
marrones que vaciaba.
— ¡Cuánta comida! — le iba a decir, cuando otra vez el hombre le olió el pensamiento.
— Panza llena, corazón contento -dijo, sonriendo con los ojos.
Era un tipo raro, sin duda, pero no parecía peligroso.
***
La cuarta noche llovió. La quinta también. Y la sexta. Esas noches, el señor Gandulfo cocinó, leyó, hizo
estiramientos y flexiones y se cosió una media agujereada. También jugaba a llevar y traer la pelotita con Petete,
yendo de la cama al living. Dos semanas después, cuando el sol ya hubo secado las cosas, volvieron a pasar por la casa
de los perros. Las ventanas, cerradas. Las puertas, cerradas. Todas menos una, por la que se veían los tachos de comida
caídos.

***
El domingo siguiente amaneció con sirenas. Ni nú, ni nú, ni nú. Habían robado en la carnicería. Todo, habían
robado: hasta el vacío. El señor Gandulfo se enteró cuando fue a comprar las medialunas para el café. Los vecinos (que
eran muchos, porque la panadería era buenísima) decidieron convocar a una reunión para esa misma tarde en la
esquina norte de la plaza, al lado del tobogán. Cada uno debía invitar a los vecinos de su manzana. Al señor Gandulfo
le tocó ir a la casa de los perros, la que ahora dormía. Petete se resistió, pero la correa pudo más.
A través de la puerta de madera volvió a ver los tachos, pero ahora en otro lugar. Se notaba que habían rodado y
el señor Gandulfo pudo ver que estaban vacíos. También vio una parte del alambrado de adelante arrancada y doblada,
quedaba un hueco. La puerta, en cambio, se veía intacta, con el candado cerrado como siempre. ¿Ladrones...?

***
Esa tarde, en la plaza, todos opinaban. "Un robo pasional", decían algunos. "El carnicero le debía dinero a la
mafia", aseguraban otros. "Pero tenía los mejores chinchulines del barrio...” se lamentaban muchos.
De repente, el señor Gandulfo vio que una sombra se acercaba sigilosa al tobogán, a la esquina norte de la plaza,
como si también quisiera participar en la reunión de vecinos. Era un perro. Tenía un ojo marrón y el otro azulado, con
un brillo especial, como la luna que llenaba el cielo unas semanas atrás. Sus dos ojos pedían perdón. ¿El robo tendría
algo que ver con esos perros?
Por las dudas, desde entonces, cuando el señor Gandulfo ve que los siete tachos empiezan a vaciarse, pasa una
bolsa de alimento balanceado por el hueco del alambre. Y también tiene un amigo aunque sea un poco extraño y
aunque lo vea, solamente, algunas noches al mes.
María Laura Dedé
(En órbita 5, Puerto de Palos, 2018)

1. ¿Quiénes protagonizan esta historia?

2. ¿Qué piensa Gandulfo sobre su vecino?

3. ¿Qué sucede el domingo a la mañana?

4. ¿Qué creen los vecinos que sucedió en la carnicería?


5. ¿Qué ideas pensás que tiene Gandulfo sobre lo que sucedió en la carnicería?

6. Explicá con tus palabras el significado de las expresiones subrayadas:


a. En su época seguramente había sido un palacete.
b. Petete fue a refugiarse entre los cordones de los zapatos del señor Gandulfo.

7. “Los perros” pertenece al género fantástico. ¿Cuál es el hecho extraño de este cuento? ¿Por qué?

8. Los vecinos de este relato se organizan para averiguar qué sucedió en la carnicería. ¿Qué hechos
te permiten deducir que están trabajando juntos para lograr ese objetivo común? Justificá tu
respuesta.

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ML L EP

Su lectura en voz alta es fluida.

Interpreta la información del texto literario.

Redacta respuestas de manera clara y completa.

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