Herbario de Plantas Silvestres

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LE LAROUSSE Editorial LE

Obras de calidad para no dejar de aprender


Exija la calidad Larousse, editores desde 1851
275 CULTIVO
ESPECIES UTILIDADES
BOTÁNICAS DESCRIPCIÓN
REFERENCIADAS SINGULARIDADES

P A R A S A B E R M Á S
Pierre y Délia Vignes

Herbario
de plantas
silvestres
LE Con láminas de una calidad asombrosa LE

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Prefacio
L a nomenclatura de las plantas ha estado estrechamente vinculada con su recolección a lo largo de la historia de
la botánica. De hecho, reconocer con certeza las plantas comestibles o beneficiosas para la salud es una ciencia
de primera necesidad, pero también es muy útil identificar con la misma seguridad las «especies» perjudiciales
para el hombre o para los animales domésticos.

Durante mucho tiempo, los herboristas y curanderos, expertos en recolección de plantas, se transmitieron oralmente
el arte de identificar y utilizar las plantas medicinales con las certezas, las dudas y las imprudencias a que ello daba
lugar.
El siglo xvi, el siglo del renacimiento de las artes y las letras, favoreció notablemente la enseñanza de la botánica en
sus relaciones con la medicina. Por otra parte, el auge de los grandes viajes marítimos enriqueció rápidamente nuestro
universo de plantas conocidas. Hubo que idear y crear urgentemente sistemas de clasificación del reino vegetal para
orientarse.
Como cada cual exploraba con su propio método, se hizo indispensable cultivar las especies de manera conjunta
para compararlas y enseñarlas. Fue la gran época de creación de los jardines botánicos, y en esta materia, la ciudad de
Montpellier mostró el camino al resto de Europa. También fue el momento de la elaboración de herbarios de refe-
rencia.
Adriaan van der Spiegel (1578-1625) fue uno de los primeros botánicos que explicaron cómo se podían secar correc-
tamente las muestras. También indicó el modo de entintar directamente las hojas para «imprimirlas al natural».

Es preciso advertir que, dado que un herbario es una obra única, su difusión resulta imposible. Jean-Jacques Rousseau
acarició, durante un tiempo, el proyecto de realizar en serie y por encargo pequeños herbarios portátiles para vender-
los a los aficionados, pero su iniciativa no tuvo continuidad.
Correspondía al ámbito editorial la tarea de suplir esta dificultad en cuanto a la difusión. Tras varios siglos de intentos
y de técnicas múltiples para representar las plantas —grabado sobre madera, y más tarde sobre cuero o acero, litogra-
fía, fotograbado… digitalización directa…—, «el hombre de bien» que desea aprender algunas cosas interesantes y
útiles sobre los vegetales que nos rodean sigue solicitando una guía de iniciación, una base a partir de la cual y según
su pasión pueda profundizar más adelante con nuevos conocimientos: sistemática, ecología, etnobotánica… El botá-
nico principiante busca, además, una obra atractiva en la que las dificultades de la ciencia le resulten accesibles sin
un esfuerzo excesivo.

Este es precisamente el objetivo de este «herbario natural»: ofrecer una representación de las plantas con flor que nos
rodean a partir de una serie de caracteres botánicos diferenciados que han sido seleccionados, al igual que la lista de
plantas, por botánicos profesionales. Las obras de introducción botánica resultan sumamente oportunas en este tiem-
po en que la preservación del entorno natural ha cobrado un especial protagonismo mientras, paradójicamente, el
mundo de las plantas apenas se divulga.

La Société Nationale d’Horticulture de France, enteramente dedicada al conocimiento de las plantas silvestres o
cultivadas, aplaude con entusiasmo la aparición de esta obra, que enseñará más que modestamente, incitará notable-
mente y, sin duda, seducirá por su originalidad y por la calidad de sus ilustraciones.

«Siembro a los cuatro vientos» fue el famoso eslogan vegetal de Larousse.


¡La tierra sigue siendo fértil!

Société nationale d’horticulture de France


Daniel Lejeune,
Ingeniero hortícola
Administrador encargado de las publicaciones

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Prefacio a la edición española
N uestro país alberga la mayor diversidad de flora vascular del continente europeo y posee una larga tradición bo-
tánica que ha quedado plasmada en numerosas publicaciones durante los últimos siglos. Sin embargo, hasta
hace un par de décadas no se pudo acometer de forma exhaustiva la catalogación de la flora ibérica en su con-
junto, si exceptuamos el Prodromus Florae Hispanicae, de Willkomm y Lange, publicado en latín entre 1861 y 1880. El
ambicioso proyecto científico iniciado a comienzos de la década de 1980 y denominado Flora ibérica es la obra de refe-
rencia actual de la flora vascular peninsular y está muy avanzado en su realización y edición. En los últimos años se han
editado un buen número de libros de botánica que describen usos tradicionales y propiedades medicinales de las plantas,
entre ellos el Dioscórides renovado del doctor Pius Font i Quer (1961), que tuvo un carácter innovador en nuestro país y
en Iberoamérica y que todavía hoy constituye una obra de referencia.
Los libros mencionados y otros de carácter más divulgador requieren una familiarización previa con la termino-
logía y la nomenclatura botánica, cuya complejidad suele constituir una barrera difícil de franquear para muchos
aficionados que pretenden adentrarse en el mundo de las plantas.
Las características particulares del Herbario de plantas silvestres han exigido realizar algunas modificaciones respecto
a la edición original, en particular a la hora de mencionar los hábitats donde se encuentran las diferentes especies. Aun así,
la marcada heterogeneidad ambiental de nuestro país ha obligado a un esfuerzo de síntesis en este aspecto o bien, en algu-
nos casos, a mencionar únicamente los ambientes y altitudes donde las plantas se crían con mayor frecuencia.
En cuanto a los nombres vernáculos, las plantas más comunes y extendidas suelen tener diferentes y múltiples
denominaciones a lo largo y ancho de nuestra geografía en sus variadas lenguas. Tanto para el castellano como para el
catalán, el euskera y el gallego, se han elegido aquellos que hemos considerado de uso más habitual o más extendidos.
En el otro extremo, muchas plantas de distribución restringida o bien de escaso porte y poco conspicuas a primera
vista no disponen de nombre vulgar o bien, si lo tuvieron, se ha perdido en el acervo popular. Lo mismo sucede con
las especies que no son propias de nuestra geografía y cuya presencia actual se debe a su uso en jardinería. En estos
casos se ha optado por mencionar únicamente el nombre científico.
Respecto a los nombres latinos, las normas que rigen la nomenclatura científica exigen acompañar el «binomen
latino» con el del autor de la descripción original y, cuando es necesario, con el de quienes han realizado modifica-
ciones posteriores en dicho nombre o en el rango taxonómico. En el texto original no se ha seguido esta norma para
no añadir complejidad al texto, aunque sí se ha reflejado en el índice final. La nomenclatura botánica es complicada
y ocasiona no pocas confusiones en los aficionados a la hora de identificar las plantas. En cualquier caso, pensamos
que la casi totalidad de las especies enumeradas en este libro se pueden identificar sin mayores problemas en cual-
quiera de los textos botánicos más habituales de nuestro país. Quizás hay que mencionar, por ser combinaciones no-
menclaturales recientes o bien por presentar alguna incertidumbre en su sinonimia, Elytrigia atherica, que hemos
sinonimizado, siguiendo a Bolòs y Vigo en La Flora dels Països Catalans, como Elymus pycnanthus, y Ephedra altísi-
ma, que hemos identificado como E. fragilis.
Cierta irregularidad existe, asimismo, con las familias botánicas en que se incluyen las especies. Ese rango
taxonómico también queda a merced de continuas modificaciones, en ocasiones efímeras, y que responden a criterios
dispares existentes en la sistemática vegetal. Como resultado de esos desacuerdos, una especie puede aparecer, en
distintos textos, incluida en familias diferentes, o bien ciertas familias presentarse agregadas o separadas según el cri-
terio utilizado en las distintas obras. Además, con los nombres de familia, las normas científicas exigen usar el nombre
en latín con mayúscula en la letra inicial. En aras de la sencillez, se ha mantenido únicamente en latín en el encabe-
zamiento y se ha castellanizado en el resto del texto.
Entre las plantas enumeradas en la obra, la mayoría son autóctonas en nuestro país, si bien algunas de ellas es-
tán restringidas a zonas muy reducidas mientras que otros congéneres muestran una distribución mucho más amplia
(por ejemplo, Cornus mas y C. sanguinea). En estos casos, se ha añadido, cuando lo hemos juzgado oportuno, algún
comentario mencionando este aspecto. El resto de plantas se han introducido y naturalizado, es decir, se reproducen
y se extienden en ambientes más o menos naturales, o bien están asilvestradas o reducidas al ámbito de la jardinería.
Este último grupo, no obstante, puede pasar a las categorías anteriores aprovechando las crecientes superficies de te-
rreno desnudo de su vegetación natural, fruto de la vorágine urbanística.
Por último, queremos manifestar nuestro deseo de que este libro sirva para ampliar los conocimientos de la ya
amplia familia en nuestro país de botánicos aficionados y estimule a las nuevas generaciones a descubrir la naturaleza
de la que formamos parte tan estrecha siguiendo el deslumbrante «camino de las plantas».

Daniel Gómez García


Conservador del Herbario de Jaca

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Prólogo
E l objetivo de esta obra no es poder identificar todas las plantas que encontremos durante un paseo campestre. Un
primer límite para ese objetivo reside en que las especies descritas pertenecen a una única rama de la botánica, la más
evolucionada del reino vegetal, las fanerógamas (plantas con flores y semillas). Quedan, pues, fuera de nuestro libro
todos los vegetales que carecen de flores (algas, líquenes, musgos, helechos y equisetos), así como los hongos, que nunca tie-
nen clorofila, y que hoy en día se consideran un reino independiente. Además, para cubrir solamente la flora de las faneró-
gamas de la Europa mediterránea y continental, con el formato de la presente edición, se necesitarían por lo menos 15 tomos
del grosor de este libro. Nuestro fin consiste en familiarizar al lector con el conjunto de esta flora, pero incitándolo a adoptar
una autonomía de observación y de reflexión, por analogía, a partir de una muestra representativa.

Se han tratado 135 familias botánicas a partir de aproximadamente 400 especies, todas ilustradas,
de las que 275 han merecido una representación íntegra y un texto descriptivo detallado.
Todos los «tipos biológicos», definidos cada uno por cierto porte característico y un ritmo
estacional preciso, están representados. La obra contiene, pues, árboles, resinosos o planifolios, de hojas
caducas o perennes; sufrútices y arbustos, y hierbas de longevidad diversa: vivaces, plurianuales, bienales, anuales y, a
veces, efímeras.
Se analizan los diferentes órganos de las plantas: por un lado, los aparentes, normalmente aéreos, es
decir, tallos y hojas, flores, frutos y semillas; por otro, los subterráneos, no solo las raíces, sino también todo tipo de
tallos enterrados, bulbos, tubérculos, rizomas y estolones.
Linneo observó, no sin humor, que las plantas tienen un comportamiento exhibicionista: muestran al primero
que llega sus órganos reproductores erectos, extendidos. En ellas, los órganos «pudorosos», los que escondemos, serían
los órganos subterráneos. La mayoría de las guías de descubrimiento de la naturaleza no los muestran, para no incitar
a los aficionados a arrancar las plantas. En efecto, el hecho de arrancarlas siempre es perjudicial, incluso en el caso de
especies que no están legalmente protegidas, y casi nunca es útil para identificar las especies. Pero también es cierto
que estos órganos ocultos son portadores de tal cantidad de información que, si no los mencionamos, amputamos una
parte esencial de su significado. Por nuestra parte, hemos optado por arrancarlas y mostrarlas, no sin los permisos in-
dispensables para algunas especies protegidas. Con ello, logramos que deje de tener sentido la repetición del acto de
arrancarlas por parte del lector.
Se han representado las floras de los entornos climáticos más representativos de la Europa
mediterránea y continental, tradicionalmente agrupados en 4 conjuntos: zonas templadas, frías,
cálidas y la franja litoral, que en gran parte escapa a las condiciones térmicas de los climas regionales.

La importancia de la adaptación
Los caracteres adaptativos de las plantas son una cuestión central en esta obra.
La fotosíntesis clorofílica es la capacidad para producir materia orgánica a partir de dióxido de carbono, agua y
energía solar. La fotosíntesis constituye una adaptación tan sorprendente que todas las demás resultan anecdóticas,
pero, a pesar de esa evidencia, la mencionaremos solo superficialmente, sin entrar en los complejos detalles de su
funcionamiento. Esto responde a dos razones que han guiado esta obra:
La primera es que hemos seleccionado solo las adaptaciones discernibles a simple vista o con una buena lupa.
Algunos caracteres morfológicos de una planta representan por sí mismos la adaptación (por ejemplo, un órgano
transformado en zarcillo), mientras que otros no son más que una consecuencia de esta (por ejemplo, hojas carnosas,
distendidas por la llegada de agua asociada a una concentración de sustancias disueltas en la planta).
La segunda razón es que nos hemos centrado en los caracteres adaptativos relacionados con algunas de las
funciones generales de las plantas: transporte del polen (polinización), de las semillas (diseminación), propagación
bajo tierra o en la superficie del suelo, sustentación (trepar, flotación…), disuasión de los animales herbívoros, etc. Las
plantas, que en el inconsciente colectivo se consideran inertes, a menudo están dotadas de cierta capacidad de movi-
miento autónomo, si bien también aprovechan el movimiento de otros agentes del entorno: viento, corriente de aguas
dulces o marinas, insectos, aves, mamíferos.
Todas las plantas tratadas pueden nacer y sobrevivir en estado espontáneo. Son silvestres o bien se han extendi-
do a partir de ejemplares cultivados. Algunas son indígenas de nuestro país desde tiempos muy remotos y otras se han
introducido, ya sea deliberada o accidentalmente. Algunas «malas hierbas» que han llegado a Europa desde América
del Norte nunca han sido objeto de cultivo. Todas demuestran plenamente sus facultades adaptativas y nos aportan
enseñanzas aplicables a otras especies.

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¿Por qué un «herbario»?
Un herbario tradicional es una colección de plantas enteras o de fragmentos de plantas conservadas mediante secado
y prensado, fijadas en hojas de papel rígido, y etiquetadas convenientemente con la información del lugar y la fecha
de recolección. La confección de estos herbarios «naturales» tiene una larga historia. Sin embargo, su conservación
resulta difícil, ya que las plantas, una vez desecadas, se rompen o son atacadas por insectos y ácaros. Por otra parte, la
pasión de los coleccionistas puede suponer una amenaza para las especies raras y protegidas.
Hemos optado por una técnica particular, sin utilizar una cámara fotográfica, argéntica ni
digital. Las láminas que hemos compuesto en formato A4 (21 x 30 cm) se han reducido de forma mínima en la
presente edición, con lo cual los aspectos de conjunto de las plantas se muestran prácticamente a tamaño real. Los
órganos que completan la ilustración sí que han sido más o menos ampliados, para que el lector pueda observarlos en
la planta viva valiéndose de una buena lupa. A fin de no mermar la belleza de nuestros ejemplares hemos preferido
no incluir una escala. El lector más interesado en la precisión puede evaluarla aplicando una simple regla de propor-
cionalidad a partir de la vista general de la planta, que es a tamaño real. Las láminas agrupan órganos reducidos a es-
calas diferentes y que a veces corresponden a distintas fases del desarrollo de la planta, lo que ha exigido utilizar
muestras recogidas a veces en distintas épocas del año.
Entre los aspectos culturales de nuestra botánica de descubrimiento, la etimología de los
nombres comunes o vernáculos (los nombres populares usados realmente) y de los nombres científicos en
latín resulta en unos casos edificante y, en otros, entretenida. El significado de los nombres puede ser desconocido,
incierto, absurdo o trivial en un primer momento. En otros casos, es sagazmente descriptivo o poético, y puede recor-
dar relatos mitológicos extraños. Los nombres científicos de algunas plantas tienen la dificultad añadida de cambiar
con frecuencia. Más de una especie se ha descrito paralelamente con nombres diferentes por botánicos originarios de
distintos países. La «regla de anterioridad» que consagra al autor de la primera descripción en principio es objeto de
un consenso universal, aunque prevé excepciones. Sin embargo, en caso de desacuerdo, no existe ninguna instancia
de arbitraje. En el índice de la obra señalamos los principales sinónimos de algunas especies.
La relación entre las plantas y los hombres es múltiple y antigua, pero siempre mantiene su actuali-
dad. En un libro como este no se puede olvidar el significado que el hombre asigna a las plantas en función de sus
propias necesidades y creencias. Por ello, cada vez que se presenta la ocasión, mencionamos numerosos usos alimen-
tarios, textiles, industriales, etc. Las plantas han tenido su medicina empírica, y, muchas de ellas, se han recuperado
actualmente en el marco de una fitoterapia con base científica. Algunas parecen desmitificadas y abocadas al olvido.
Las que proporcionan los medicamentos más eficaces también son, a veces, las más tóxicas. El lector debe ser adver-
tido con claridad de los peligros o de la ineficacia de la automedicación.

Agradecimientos
Nuestro agradecimiento se dirige particularmente a los científicos siguientes: al conservador de herbario Boillot y a la
botánica Annie Aboucaya, del Conservatorio Botánico Nacional Mediterráneo de Porquerolles; a Sandrine Gardet,
directora del Conservatorio Botánico Nacional Alpino de Gap-Charance; al profesor Paul Moutte, de la Facultad de
Marseille St-Charles; a Roger Cruon, coordinador del programa Inflovar; a Philippe Orsini, conservador del Museo
de Historia Natural de Toulon, y a Yvette Orsini. Todos ellos nos han ayudado con autorizaciones, correcciones, datos
y consejos.
La continua confianza que nos han concedido, en el marco asociativo, el profesor Jean Sougy y su vicepresiden-
te Jean-Louis Banès ha permitido el desarrollo de nuevos métodos de divulgación que han fructificado en el Herbario
de plantas silvestres.
Algunos amigos y familiares han hecho trabajar su cabeza, sus ojos, sus brazos y sus piernas para proporcionar-
nos algunas muestras indispensables: René Coueslan, Teiki Bonzon, Matteo Pavieso, Robert Fournier, Henri
Mazzarino, Martine Mazzarino y Océane Badère. Nuestro especial agradecimiento a Nicole Marchal, quien ha que-
rido ayudarnos en el trabajo de campo.
Si la obra aporta un poco de conocimiento y felicidad al lector, el mérito será compartido por numerosos hom-
bres y mujeres de buena voluntad.

Pierre y Délia Vignes

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Terminología botánica habitual
E stas páginas proponemos que se familiaricen con el vocabulario descriptivo a partir de una selec-
ción de 12 especies representativas, incluidas en el corpus de esta obra. Los nombres entre parén-
tesis remiten a los ejemplos ilustrados: en un círculo negro ( 6 ), una característica visible en la
ilustración; en un círculo blanco ( 6 ): una característica presente en la especie en cuestión.

1. Los órganos subterráneos

El sistema inicial de raíces, constituido en torno a una raíz principal surgida con la germinación de la
semilla, persiste y se desarrolla en los árboles ( 1 y 3 ) y arbustos, aunque no se ha representado debido
a la escala. Entre las plantas herbáceas, solo las anuales y las bienales, que tienen una escasa longevidad,
están dotadas de un sistema radicular corto y delgado ( 5 ).
En cambio, las hierbas vivaces poseen, además, raíces adventicias ( 6 , 7 , 11 ), de nueva formación,
nacidas en tallos subterráneos.
Cuando estas raíces se cargan de reservas, se convierten en raíces tuberosas ( 11 ), que solo son bienales.

Los tallos subterráneos, que aseguran la conservación y la multiplicación de la planta, son de tres tipos:
• los tubérculos ( 6 ), bienales;
• los bulbos ( 7 ), aparentemente vivaces, pero sometidos a una renovación interna; se distinguen 3 cate-
gorías: los bulbos con túnicas carnosas o «bulbo tunicado» (ver Allium roseum), los bulbos con escamas
carnosas o «bulbo escamoso» (ver Lilium martagon) y, por último, los bulbos compactos, llamados
«bulbos sólidos» o macizo ( 7 ).
• los rizomas ( 10 ) formados por unidades incorporadas año tras año, y que son perennes.
Otros tallos subterráneos delgados y, a menudo, largos, llamados estolones ( 6 ), aseguran la propagación,
es decir, la ocupación progresiva del terreno. En el ejemplo elegido, son tipos de cordones que unen
tubérculos de tallos de generaciones sucesivas.

amento masculino hoja simple flores en capítulo


1 con nervios pinnados 2

amento
femenino
hojas
alternas
flósculo central
minúsculas flores de corola
apétalas regular

flósculo
aquenio periférico
plumoso ligulado

Alnus glutinosa Aster sedifolius

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flor gametopétala

4 hoja
simple
flor de tipo 4
3 flor
femenina
flor
masculina
ovario
ínfero
hojas
alternas
flor
hoja solitaria
peciolada
en forma
de corazón

baya
flores
en umbela Ecballium elaterium
simple drupa
Cornus mas

2. Las hojas

Las hojas pueden estar insertas en la cepa (hojas llamadas basales, 11 ) o en el tallo, en unos niveles
llamados «nudos», separados por «entrenudos». En este caso se denominan:
• alternas ( 1 , 2 , 3 , 4 , 6 , 7 , 8 , 10 , 11 ), si están fijadas de forma alterna a ambos lados del tallo.
• opuestas ( 5 , 9 hojas superiores, 12 ), si están fijadas por pares.
• verticiladas ( 9 hojas inferiores), si están fijadas en grupos de 3 o más.

Observación: cuando todas las hojas, o la mayoría, son basales, es difícil determinar si son «alternas» u
«opuestas».

La parte ancha de la hoja, llamada limbo, puede ser:


• simple, es decir, de una sola pieza ( 1 , 2 , 3 , 4 , 5 , 7 , 9 , 11 , 12 ),
• compuesta, es decir, formada por folíolos perfectamente diferenciados ( 8 , 10 ).
El limbo puede ser simplemente lobulado (ver Malva sylvestris). Cuando un limbo lobulado está profun-
damente recortado ( 6 ), es una forma intermedia respecto al tipo compuesto. El aspecto del margen del
limbo (liso, dentado de diversos modos o pubescente) permite matizar las descripciones hasta el infinito.

Las hojas son:


• sésiles, cuando el limbo está fijado directamente en el tallo (6 en parte: hojas superiores). Dejamos
fuera de la clasificación a las hojas de anchura uniforme en toda su longitud.
• pecioladas, cuando el limbo es ancho y está suspendido de una «cola» mucho más estrecha ( 1 , 3 , 4 , 5 ,
6 en parte, 8 , 9 , 10 , 11 , 12 ).

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- en forma de corazón, o cordadas, cuando el limbo forma un ángulo entrante en el punto de unión
del pecíolo ( 4 , 11 ),
- en forma de pico, o acuminadas, cuando forma un ángulo saliente ( 1 , 3 , 9 , 12 ).

Los nervios mayores se denominan:


• paralelos (aunque sean arqueados) cuando no vuelven a juntarse ( 7 ),
• pinnados cuando uno de ellos, llamado principal, es central y sostiene a todos los demás a un lado y otro
( 1 , 2 , 3 , 5 , 9 , 10 , 12 ),
• palmados cuando todos parten de un mismo punto, en el nivel de unión del pecíolo ( 4 , 6 , 8 , 11 ).

La base de la hoja puede presentar en ocasiones:


• un ensanchamiento llamado vaina foliar. Puede ser tan solo un ensanchamiento discreto en la base del
pecíolo, que deje, sin embargo, una cicatriz circular en un rizoma ( 10 ). A menudo es larga y envolvente
( 7 , ver también Allium roseum y diversas poáceas). En otros casos es ancha y perfectamente perfilada
(ver Smyrnium olusatrum, en la que está en contacto directo con el limbo en las hojas superiores).
• un par de apéndices llamados estípulas
- reducidas a simples lengüetas ( 8 ) poco llamativas: son pequeñas, están ocultas, se marchitan pronto
o son caducas, y a veces transparentes ( 6 ).
- ocasiones destacan por su desarrollo o su especialización: estípulas muy anchas que participan en la
en
fotosíntesis (ver Agrimonia eupatoria), estípulas convertidas en zarcillos (ver Smilax aspera) o espinas
disuasorias (ver Paliurus spina-christi).

3. Las flores
La inserción de las flores es variable.
• La cola de la flor es el pedúnculo floral ( 11 ).
• El soporte colectivo de las flores es el tallo florífero ( 8 ).
• El pedúnculo, en general, se inserta en el tallo florífero, en la axila de una hojita auxiliar llamada brác-
tea ( 7 ), normalmente más pequeña y más sencilla que las hojas ordinarias.

En el caso de las flores solitarias ( 4 , 11 ), el pedúnculo floral y el tallo florífero forman una sola
unidad.

La inflorescencia es un conjunto de flores agrupadas.


La inflorescencia supuestamente original, en el curso de la evolución, es el racimo ( 7 , 8 ), con flores
espaciadas y dotadas de un pedúnculo, aunque sea muy corto.

• Si falta el pedúnculo, las flores son sésiles y la inflorescencia es una espiga (ver Myriophyllum spicatum,
por ejemplo).
- Una espiga colgante es un amento ( 1 ).
- Por convención, reciben el nombre de conos las espigas de los resinosos (ver Larix, Picea, Pinus…).

• Cuando todos los pedúnculos se insertan en el mismo punto, el racimo se acorta formando una umbela
y los pedúnculos se denominan radios.
- La umbela puede ser sencilla ( 3 ) o compuesta de umbélulas menores ( 10 ).
- Si hay brácteas, se juntan formando una corona o involucro ( 3 ). El involucro puede faltar ( 10 ).

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corola
flor dialipétala regular
5 6

flor
hojas corola bisexuada
opuestas irregular
hojas
superiores
sésiles
hoja simple, folículo lóbulo
con nervios profundamente
pinnados recortado

hojas
inferiores
tubérculo pecioladas
raíces de tallo
delgadas
estolones
Galeopsis angustifolia Geranium tuberosa
corola irregular hoja compuesta
palmeada
7 flores
en racimo
8

nervios
paralelos
inflorescencia
flor de tipo 3 en racimo
(3 pétalos y 3 sépalos estípulas
del mismo aspecto) tallo
vaina foliar florífero
larga y
envolvente

bráctea
vaina
cápsula

bulbo
sólido

raíces
adventicias
Gladiolus italicus Lupinus angustifolius

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• A partir del modelo de umbela, en algunas familias, como las asteráceas, los pedúnculos desaparecen.
Todas las flores, convertidas en sésiles, se apiñan formando un capítulo ( 2 ), que, a menudo, se con-
funde con una flor única.

• Un racimo en el que los pedúnculos son de distintas longitudes tendrá todas las flores en un mismo
plano, simulando una umbela. En este caso se trata de un corimbo (ver Crataegus monogyna).

• Las cimas ( 12 ) más difíciles de comprender por parte del gran público que las demás inflorescencias,
son un tipo de racimos en los que, en cada nudo, el desarrollo prosigue con un cambio de orientación.
Este mecanismo se distingue, sobre todo, cuando los desplazamientos se producen siempre hacia un
mismo lado, lo que proporciona un enrollamiento en espiral. Es la famosa cima «escorpioide» de las
boragináceas (ver Cerinthe major).

• Las panículas son inflorescencias complejas, a partir de un racimo que no presenta flores directamente,
sino racimos secundarios u otras inflorescencias. En las poáceas (gramíneas), la mayor parte de las
supuestas «espigas» en realidad son panículas compactas.

La corola (el conjunto de pétalos) contribuye a definir el esquema floral, a partir de 3 criterios:
• La individualización de los pétalos. Se distinguen:
- las flores apétalas, que no tienen corola ( 1 ) ;
- las flores dialipétalas, que poseen pétalos completamente libres hasta la base ( 3 , 6 , 8 , 10 , 11 , 12 )
- las flores gamopétalas ( 2 , 4 , 5 , 7 , 9 ) que tienen los pétalos totalmente soldados (en tubo, por
ejemplo), o únicamente por su base estrecha (uña); la parte superior queda libre.

• El número de pétalos (en general, igual


al número de sépalos). Se distinguen:
- Las flores de tipo 3 ( 7 ). Poseen 3 péta-
9 píxide los, y los demás órganos florales son 3
o un múltiplo de 3. En ocasiones, los
sépalos tienen exactamente el mismo
corola aspecto que los pétalos (se habla de sépa-
regular
hojas los «petaloides»). Así, en el ejemplo ilus-
opuestas trado, las flores parecen tener 6 pétalos.
De hecho, se trata de 3 pétalos y 3 sépa-
flor los, insertos más abajo, y que protegen el
de tipo 5, botón floral.
bisexuada
- Las flores de tipo 4 ( 3 , ver también
todas las brasicáceas).
- Las flores de tipo 5 ( 2 , 4 , 5 , 6 , 8 ,
9 , 10 , 12 ). Algunas especies muestran
un patrón diferente del mayoritario de su
familia ( 11 , on solo 3 sépalos, pero de 6 a
12 pétalos en lugar de 5 y 5).

verticilo • La geometría de la corola:


nervios pinnados de 4 hojas - Se llama regular cuando muestra sime-
tría radial ( 3 , 4 , 6 , 9 , 10 , 11 , 12 ).
Lysimachia vulgaris

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- Se denomina irregular cuando su sime- umbélula
tría es bilateral ( 5 , 7 , 8 ). folíolos
- Un caso intermedio es el de las asterá- 10 dentados
ceas de tipo «radiado» ( 2 ) en las que los
flósculos periféricos, o lígulas, son flores
irregulares, mientras que los flósculos del hoja
disco central son flores regulares. compuesta
estambre
Las piezas sexuadas de la flor:
• los estambres (masculinos), formados cada
uno por un filamento estéril, coronado por
pecíolo largo
una antera fértil que contiene el polen
fecundante ( 10 ).
• los carpelos (femeninos), que forman
colectivamente el pistilo. Cada carpelo
está constituidos, de abajo arriba, por: 2 carpelos
umbela unidos
- un ovario que contiene los óvulos que se
formada por
convertirán en semillas, umbélulas
- un estilo más o menos alargado que diri-
girá el polen a la geminación, vainas
- un estigma abultado, encargado de conte- foliares
ner el polen hasta su germinación. El pis- rizoma
tilo es el órgano más difícil de interpretar Pimpinella major
en una comparación de las piezas florales.

Observación: el aspecto del fruto en desarrollo aporta un enfoque complementario. Los ovarios no
muestran en algunos casos ningún tipo de fusión:
- cuando el pistilo está constituido por un carpelo único ( 8 ), o bien en las flores poco evolucionadas
cuando hay varios, o incluso numerosos, carpelos ( 11 ),
- cuando los carpelos se sueldan únicamente de forma temporal, antes de retomar su autonomía ( 6 , 10 ).
- En las lamiáceas, los ovarios de los 2 carpelos ( 5 ) no se sueldan sino que, al contrario, cada uno se escinde
en dos y proporciona 4 pequeños frutos en total. En otros casos, los carpelos se sueldan íntimamente, de
2 en 2 ( 1 , 2 , 3 ), en grupos de 3 ( 4 , 7 ), o en grupos de 5 ( 9 , 12 ). El hecho de que los estilos o los
estigmas se suelden o no entre sí es independiente de lo que sucede con los ovarios: cuando los carpelos se
sueldan en toda su longitud y producen un solo ovario, un solo estilo y un solo estigma ( 9 ), encontramos
ovarios soldados, y estilos y estigmas libres ( 12 ) o bien ovarios libres y estilos soldados ( 5 ).

Sexos unidos o separados


En general, ambos sexos se reúnen en flores bisexuadas ( 2 , 3 , 5 , 6 , 7 , 8 , 9 , 10 , 11 ).
A veces están separados en flores unisexuadas que se sitúan en un mismo pie, y se denomina especie
monoica ( 1 , 4 ,) o bien viven en pies distintos ( 12 ), y, entonces, se habla de una especie dioica.

Posición relativa de las piezas florales y del ovario


El ovario se llama súpero cuando está situado por encima del nivel de inserción de los pétalos ( 5 , 6 ,
8 , 9 , 11 , 12 ).
El ovario se denomina ínfero cuando está situado por debajo, lo cual significa que está rodeado por el
cáliz y que este está adherido al ovario o es «adherente» ( 2 , 3 , 4 , 7 , 10 ).

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4. Los frutos

El fruto es el estado final de la flor fecundada, no solamente del ovario. Algunos frutos son atípicos y
resultan, por tanto, inclasificables. Sin embargo, muchos otros pueden asignarse a uno de los 4 tipos
principales:
• Las drupas son frutos carnosos con hueso, el cual posee una cavidad cerrada que alberga una semilla
( 3 ).
• Las bayas son frutos carnosos con pepitas, que son las semillas ( 4 ).
• Los aquenios son frutos secos, indehiscentes, es decir, sin abertura, que albergan una sola semilla ( 1 , 2 ,
5 , 10 , 11 ) y que, a menudo, son muy pequeños, de modo que se confunden con las propias semillas.
• Las cápsulas son frutos secos que liberan las semillas a través de unas aberturas previsibles. Entre los
distintos tipos de cápsulas cabe distinguir:
- los folículos, que se abren por una sola hendidura longitudinal ( 6 )
- las vainas de 2 valvas de las fabáceas ( 8 ),
las silicuas de 2 valvas y tabique central de las brasicáceas (ver Matthiola incana),
- los pixidios con tapadera de las primuláceas ( 9 ),
- las cápsulas con valvas laterales de numerosas especies pertenecientes a diversas familias ( 7 )
- las cápsulas que se abren por la parte superior ( 12 ) o a través de poros laterales (ver Antirrhinum).

flor solitaria
11
flor de
tipo 5,
ovario con entre
súpero
aquenios
6 y 12
pétalos
12
pedúnculo
floral pecíolo
largo cápsula

nervios
palmeados
hoja hoja
simple, simple,
en forma en forma
de corazón de cuña

flores flor flor


tubérculo de raíces dispuestas masculina femenina
en cima
Ranunculus ficaria
ovario
súpero
Silene dioica

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Herbario
de plantas silvestres

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Mimosa 16

A CACIA DEALBATA (F ABACEAE)


Origen del nombre
Debido a una serie de errores y a
la inadecuada utilización del tér-
1 TIPO BIOLÓGICO: árb
mino, a los árboles de los géneros ol
TAMAÑO MÁXIMO: 20
Mimosa, Acacia y Robinia se les ha m
FLORACIÓN: diciembre
atribuido nombres comunes que -marzo
ALTITUD: escasa
han dado lugar a una gran confu- ZONA GE OGRÁFICA: introducid
sión. Hay que tener presentes tres desde Australia en 1867, a
y
aspectos: la «mimosa» de las flo- extendida a partir de los cul
tivos
en las costas del Mediterrán
ristas, con unas bolitas amarillas, 3
occidental y del Atlántico
eo
botánicamente es una Acacia; lo HÁBITAT: lindes de bos
2 ques,
que en castellano llamamos «falsa fondos de valle
acacia», con flores blancas, es una PREFERENCIA: suelos
silíceos
Robinia; y, por último, la mimosa 4 CAT.: mimosa; GALL.
: mimosa;
común, o sensitiva, cuyas hojas EUSK.: mimosa

se cierran con el mínimo roce,


pertenece al género Mimosa.

Una suavidad maravillosa


En la mimosa resulta difícil reconocer su parentesco con pubescentes sin espinas. Las hojas ( 3 ) están finamen-
el guisante… salvo si se observan sus vainas pardas y pla- te divididas en «folíolos», a su vez recortados en folíolos
nas ( 1 ), señal inequívoca de las leguminosas, una gran secundarios (¡hasta 4 000 en una sola hoja!), de modo
familia que engloba, asimismo, a las mimosáceas. Por lo que el follaje parece espumoso cuando se observa desde
demás, la mimosa ha conservado algunos caracteres pri- la distancia (imagen del cuaderno de campo).
mitivos: flores con simetría radial, muy distintas a las de Las ramas se doblan bajo el peso de los racimos flo-
simetría bilateral, con forma de pequeñas mariposas, de rales, repletos de pequeñas borlas amarillas y sedosas.
la judía o del guisante, y estambres muy numerosos ( 2 ). Cada borla constituye una flor ( 4 ), formada por
A diferencia de las demás mimosáceas, esta goza de 5 sépalos pubescentes, 5 pétalos libres y amarillos y nu-
una suavidad extrema: un tronco liso y gris, y ramas merosos estambres de largos filamentos.

«Superviviente»
La mimosa de jardín La mimosa es una planta muy resis-
En los jardines (donde puede tente. Cuando parece que el hielo
resistir hasta -7 ºC) se utiliza o el fuego han acabado con ella, d
como seto y sus flores son
su cepa salen retoños y sus semillas
ornamentales. Pero hay que
sobreviven. Incluso puede llegar a
disponer de cierto espacio para
plantarla, ya que una vez que ser invasora y constituir una amena-
sea adulta necesitará por lo menos za para la flora autóctona. Cuando
de 10 a 12 metros cuadrados. se desarrolla junto a cursos de agua,
las crecidas la arrancan fácilmente y
sus troncos pueden formar barreras
y dar lugar a inoportunas y peligrosas
riadas. Por último, su madera pren-
de con facilidad, aunque el árbol se
regenera vigorosamente después de
un incendio.

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Ajo rosado 32

A LLIUM ROSEUM (A MARYLLIDACEAE)


liberarse. Las flores, sostenidas por
Origen del nombre largos pedúnculos ( 6 ), son blan-
cas y rosadas, con reflejos de porce-
TIPO BIOLÓGICO: hierba vivaz
Ajo y Allium derivan del céltico all, con bulbo lana ( 7 ). Los estambres tienen un
que significa «ardiente». ¿Cómo es TAMAÑO MÁXIMO: 40 cm largo filamento blanco y una antera
posible que el ajo, ese rústico de FLORACIÓN: abril-junio amarilla. El fruto es una cápsula de
olor intenso, estuviese emparenta- ALTITUD: escasa 3 celdillas, cada una de las cuales
do con la azucena hasta no hace ZONA GEOGRÁFICA: puede contener 2 semillas negras.
mucho tiempo? Hay que creer que circunmediterránea Pero una parte de las flores es susti-
HÁBITAT: campos, viñas,
algunos botánicos también vieron tuida por bulbillos rojizos, cuya
márgenes de caminos
en ello una incongruencia, puesto competencia puede hacer que los
CAT.: all de bruixa; EUSK.:
que separaron la familia de las aliá- baratxuria frutos no crezcan y permanezcan va-
ceas de la de las liliáceas. En cual- cíos… Es el caso del ajo rosado.
quier caso, el género Allium confor-
maría casi totalmente esa familia. Unas plantas de terrenos secos
Tres, el número clave Los ajos están adaptados a los terrenos secos, puesto
que almacenan agua en el interior de sus partes subte-
Las numerosas especies de ajo tienen varias caracte- rráneas. Cuando se cultivan en un jardín, en invierno
rísticas en común: un bulbo ( 1 ); hojas basales, pero hay que evitar las zonas anegadas.
con vainas envolventes y limbos que se liberan en nive-
les sucesivos ( 2 ); flores regulares ( 3 ) organizadas
en torno al número 3 (3 sépalos petaloides, 3 pétalos, 6
estambres, 3 carpelos soldados que forman el ovario),
y una inflorescencia en umbela ( 4 ), protegida cuan-
do es joven por una espata (bráctea membranosa). Los
colores y las proporciones de las piezas florales permi- 4
ten distinguir el ajo rosado de las lágrimas de la Virgen
(A. triquetrum) y del ajo blanco (A. neapolitanum), 3
ilustrados en las imágenes inferiores.
En el ajo rosado, el bulbo está rodeado de bulbillos
blancos, o «dientes» ( 5 ), que rasgan las túnicas para 6
2
7

El ajo y el hortela
no al descomponerse.
A
El hortelano (a m
en interés culinario de demás del
cuenta) distingue udo sin darse su composición qu estas plantas,
1
3
el puerro, de hojas tipos de Allium: ím
sean activas contra ica hace que 5
pl
de hojas huecas y anas; la cebolla, graves del aparat enfermedades
bulbo carnoso, o
y el ajo propiamen
te hipertensión y la arcirculatorio, la
huecas y bulbo se dicho, de hojas teriosclerosis.
co, que alberga
bulbillos (los famos
de ajo). De hecho, os «dientes»
pa
todas estas planta ra el botánico
s
El olor intenso de son «ajos».
estas plantas y su
sabor picante se de
azufradas que lib ben a sustancias
er
volátil (muy irrita an una fracción
nte para los ojos…
)
Allium triquetru Alliu
m m ne
apoli
tanum

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Gayuba 58

A RCTOSTAPHYLOS UVA-URSI (E RICACEAE)


Origen del nombre
TIPO BIOLÓGICO: arbusto la flor, el pistilo consta de 5 carpelos
Tanto Arctostaphylos (de origen siempre verde soldados en un solo ovario, estilo y
griego) como uva-ursi (de origen TAMAÑO MÁXIMO: 2 m en
estigma (imagen del cuaderno de
latino) significan «uva de oso», que horizontal, 30 cm en vertical
campo). Las pequeñas bayas son co-
es otro de los nombres que recibe FLORACIÓN: abril-junio
ALTITUD: de 600 a 2 400 m
mestibles, pero insípidas ( 4 ).
la gayuba. La denominación vulgar
bujarola hace alusión al boj, cuyas ZONA GEOGRÁFICA:

hojas son ligeramente parecidas,


circumboreal Protegidas…
aunque no están emparentados.
HÁBITAT: bosques claros, landas
de montaña, zonas rocosas bajo la nieve
No hay que confundir, en cambio, CAT.: boixerola; EUSK.: La cepa de la gayuba, que es rastre-
la gayuba con el arándano rojo, azeri-mahatsa
ra, desarrolla distintas raíces en dife-
Vaccinum vitis-idaea. Deben su as- rentes puntos y asegura la multipli-
pecto similar a su pertenencia co- cación de la especie por acodadura.
mún a las ericáceas, pero el arándano se reconoce por sus Los tallos rastreros ( 5 ) confieren al arbusto un aire
hojas enrolladas sobre el borde y moteadas en el envés. postrado, de cojín o alfombra. En invierno queda com-
pletamente cubierto por la nieve, que lo aísla y protege
Unos delicados cascabeles del frío más intenso.

Las hojas son pequeñas, alternas y persistentes, y los


pecíolos son muy cortos. El limbo es ovalado, coriáceo,
glabro, plano y verde oscuro en la parte superior; en
cambio, en la parte inferior, tiene un color verde claro
liso y recorrido por una fina red de nervios ( 1 ). 2
Las flores ( 2 ) aparecen después de las hojas nuevas
del año (más claras que las anteriores). Son poco nume-
rosas y se disponen en racimos colgantes cortos ( 3 ).
La corola, situada sobre el collar de los 5 sépalos libres,
parece un pequeño cascabel, con sus 5 pétalos que se
han soldado. Vista de cerca, su color es de una gran 3
4
delicadeza: es translúcida en la base, luego blanca y de
un rosa delicado en los lóbulos libres. En el interior de

1
En el jardín
Antiguamente, la gayuba se
utilizaba para curtir las pieles
y
producir tinturas, o en medic
ina, 5
para facilitar la micción y pro
teg
el aparato urinario del riesgo er
de inflamación y de formación
de cálculos. Pero, sobre todo, es
una estupenda planta de jardín
que los horticultores han mejor ,
a
con variedades más robustas, do
las cuales forman espléndidos
cubresuelos en los sotobosques
,
en tierra neutra o ácida.

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Asfodelo 70

A SPHODELUS ALBUS SUBSP. DELPHINENSIS (A SPHODELACEAE)

nas y ramificadas (como Asphodelus


fistulosus) y otras especies de hojas an-
4
TIPO BIOLÓGICO: hierba vivaz 1 chas (16 mm) y raíces hinchadas en
con raíz tuberosa 5 tubérculos ( 3 ), ricos en almidón (co-
TAMAÑO MÁXIMO: 1 m mo Asphodelus albus). Estos asfodelos
2
FLORACIÓN: abril-junio del segundo tipo parecen bastones
ALTITUD: de 1 000 a 2 000 m
cuando las flores aparecen en racimos
ZONA GEOGRÁFICA:
no ramificados. En ocasiones también
Mediterráneo occidental, desde
la península Ibérica hasta los se pueden confundir con los puerros
Balcanes 3 silvestres.
HÁBITAT: pastos de montaña
El asfodelo tiene las raíces tubero-
CAT.: albó de muntanya; GALL.:
sas, las hojas anchas y un racimo sim-
gamón; EUSK.: anbulu zuria
ple. Se los reconoce bien por las
brácteas negruzcas y sus pequeñas cáp-
sulas (1 cm) pardas y arrugadas ( 4 ).
Las semillas ( 5 ) son angulosas y poco numerosas
Origen del nombre (1 o 2 por celdilla).
Los asfodelos, o gamones, han conocido momentos de
gloria. Homero cantó su belleza (real) y Victor Hugo, Una belleza que oculta una
su perfume (ficticio). Su nombre procede del griego
asphodelos, «punta de pica», que parece ser una alu-
realidad cruel
sión a la forma de las hojas. Los asfodelos crecen especialmente en terrenos de-
pauperados (ya sea en claros forestales o en distintos
tipos de matorral), tanto en un ambiente mediterráneo
¿Palo o puerro? como en las montañas. Medra allí donde el bosque ori-
Las asfodeláceas, que también incluyen Simethis ginal ha sufrido reiterados incendios, talas abusivas o
mattiazzii (lámina del cuaderno de campo), antes se sobreexplotación agraria. Muchas veces, la belleza del
clasificaban d entro d e l as l iliáceas, c on l as q ue p re- asfodelo es indicio de un estadio final de degradación
sentan estrechas similitudes. Así, entre los asfodelos, de la vegetación local.
encontramos flores regulares ( 1 ) de 3 sépalos peta-
loides y 3 pétalos libres, 6 estambres, 3 carpe-
los soldados en un ovario «súpe-
ua
ro» (que está situado encima del
punto de inserción de los pétalos
Una verdura antig
el asfodelo se
y los estambres) con un etilo y En la Antigüedad, rdura silvestre.
un estigma; por último, el fruto consideraba una ve ía que «la
ib
es una cápsula de 3 valvas ( 2 ). Así, Teofrasto escr osos usos
planta tiene nu m er
En cambio, los asfodelos tienen rdo se come
al imentarios: el boho a, y la raíz,
unos rasgos particulares: las hojas stad
frito, la semilla to n higos». En
en cinta son basales y no envaina- os co
cortada en troz ente, se ha
doras; el tallo subterráneo es corto, reci
un pasado más las raíces para
5 cm

no bulboso, y está rodeado de raíces extraído harin a de


riodos de
adventicias. panificación (en pe ación de cola,
br ic
El género Asphodelus es muy ho- hambre) o la fa
se ha elaborado Simethis mat
tiazzii
mogéneo. Sin embargo, en él se dis- y con ella incluso
tinguen 2 tipos principales: especies alcohol.
de hojas estrechas (3 mm) y raíces fi-

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