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El singular papel de Jesucristo en el propósito de Dios

*** it-2 págs. 79-81 Jesucristo ***


JESUCRISTO
Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma
completa), que significa “Jehová Es Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo. Por
eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el Nazareno”. (Mr 10:47; Hch 2:22.) El
título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj (Mesías), que
significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres anteriores
a Jesús, como Moisés, Aarón y David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o
servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto, cargo y servicio superiores de
Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su vida
aquí en la Tierra. Él mismo habló de su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62; 8:23,
42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al decir: “En el principio la
Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era divina”, Sd;
compárese con An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia divina”, Böhmer;
Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el principio con Dios”. Dado que Jehová es eterno y
no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios desde el “principio” debe
referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que
identifican a Jesús como “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios”.
(Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras identifican a la Palabra (Jesús en su existencia
prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel
que dio vida a este Hijo primogénito, de modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios. Él
señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del Padre”. Según el
contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la misma
manera que los hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en el
sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la
realidad, la existencia de Jesús como criatura celestial empezó miles de millones de años antes de la
creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se valió de su Hijo primogénito
celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los millones de otros
hijos de la familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el universo material y las
criaturas que al principio se colocaron en él. Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito
cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. (Gé 1:26.) Todas
estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también “para él”, como el Primogénito
de Dios y el “heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.)
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron
un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o
fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida, toda la creación
animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o
instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la
creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt 19:4-6; véase CREACIÓN.)
Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo
sobresaliente con la descripción de Proverbios 8:22-31. En este pasaje se personifica a la sabiduría,
se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores cristianos de los
primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al Hijo de
Dios en su estado prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que Jehová
‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo
atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante la creación de la
Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos
tienen género (como en español), la palabra para “sabiduría” está siempre en femenino. El que se
personifique a la sabiduría no cambia su género, pero tampoco impide que se use figuradamente
para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en la frase “Dios es
amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el escritor
principal de Proverbios (Pr 1:1), se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec 1:1), aunque el
género de esta palabra también es femenino.
La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios se
expresó en la creación (Pr 3:19, 20) mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del mismo modo,
el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace manifiesto mediante su
Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir que Cristo representa “el poder de
Dios y la sabiduría de Dios”, y que Cristo Jesús “ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente
de Dios, también justicia y santificación y liberación por rescate”. (1Co 1:24, 30; compárese con 1Co
2:7, 8; Pr 8:1, 10, 18-21.)
En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn 1:14;
3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios,
puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin embargo, por ser la única
creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de
Dios, a los que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra”
era el “Hijo unigénito” de Jehová en un sentido especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán
en un sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa Sara). (Heb 11:17;
Gé 16:15.)
Por qué se le llama “la Palabra”. Parece ser que el nombre (o quizás título) “la Palabra” (Jn 1:1)
identifica la función que el Hijo primogénito de Dios desempeñó después de crear otras criaturas
inteligentes. Una expresión similar aparece en Éxodo 4:16, donde Jehová le dijo a Moisés con
respecto a su hermano Aarón: “Y él tiene que hablar por ti al pueblo; y tiene que suceder que él te
servirá de boca, y tú le servirás de Dios”. Como portavoz del representante principal de Dios sobre la
Tierra, Aarón hizo las veces de “boca” para Moisés. Ese fue también el caso de la Palabra o Logos,
quien llegó a ser Jesucristo. Es probable que Jehová usara a su Hijo para transmitir información e
instrucción a otros miembros de su familia de hijos celestiales, como hizo para entregar su mensaje a
los humanos. Como prueba de que era la Palabra o portavoz de Dios, Jesús dijo a sus oyentes
judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea
hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo”.
(Jn 7:16, 17; compárese con 12:50; 18:37.)
En su existencia prehumana como la Palabra, Jesús debió servir de vocero de Jehová para
personas en la Tierra. Aunque algunos textos parecen indicar que Jehová habló a seres humanos
directamente, otros aclaran que lo hizo a través de un representante angélico. (Compárese Éx 3:2-4
con Hch 7:30, 35; también Gé 16:7-11, 13; 22:1, 11, 12, 15-18.) Es razonable pensar que en la
mayoría de estos casos Jehová habló a través de la Palabra. Quizás lo hizo también en Edén, pues
en dos de las tres ocasiones que se dice que Dios habló, el registro muestra con toda claridad que
alguien estaba con Él, y es lógico concluir que fuera su propio Hijo. (Gé 1:26-30; 2:16, 17; 3:8-
19, 22.) El ángel que guió a Israel por el desierto y cuya voz los israelitas tenían que obedecer
estrictamente, porque el ‘nombre de Jehová estaba en él’, también pudo haber sido el Hijo de Dios,
la Palabra. (Éx 23:20-23; compárese con Jos 5:13-15.)
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Es probable que el espíritu de Dios derramado sobre Jesús aclarara muchos puntos en su mente.
Sus propias expresiones a partir de entonces y en particular la íntima oración a su Padre la noche de
la Pascua de 33 E.C., muestran que recordaba su existencia prehumana y lo que había oído decir a
su Padre y le había visto hacer, así como la gloria de que disfrutó en los cielos. (Jn 6:46; 7:28, 29;
8:26, 28, 38; 14:2; 17:5.) Es posible que se le devolvieran estos recuerdos cuando fue bautizado y
ungido.
Cuando se ungió a Jesús con espíritu santo, se le nombró y comisionó para llevar a cabo su
ministerio de predicar y enseñar (Lu 4:16-21), y para servir en calidad de Profeta de Dios. (Hch 3:22-
26.) Pero, más importante aún, este ungimiento lo nombró y comisionó como el Rey prometido de
Jehová, el heredero del trono de David (Lu 1:32, 33, 69; Heb 1:8, 9) y de un reino eterno. Por esta
razón, más adelante pudo decir a los fariseos: “El reino de Dios está en medio de ustedes”. (Lu
17:20, 21.) De modo similar, a Jesús se le ungió para actuar como el Sumo Sacerdote de Dios,
no como descendiente de Aarón, sino según la semejanza del rey-sacerdote Melquisedec. (Heb 5:1,
4-10; 7:11-17.)
Jesús había sido el Hijo de Dios desde su nacimiento, igual que Adán había sido “hijo de Dios”.
(Lu 3:38; 1:35.) Así lo identificaron a partir de ese momento los ángeles. Por consiguiente, cabe
pensar que la declaración que acompañó a la unción por el espíritu de Dios, cuando después del
bautismo de Jesús se oyó decir: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (Mr 1:11), fue más
que solo un reconocimiento de la identidad de Jesús. Según todos los indicios, entonces Jesús fue
engendrado o producido por Dios como su Hijo espiritual, ‘nació otra vez’, por decirlo así, con el
derecho de recibir vida de nuevo como Hijo celestial de Dios en los cielos. (Compárese con Jn 3:3-6;
6:51; 10:17, 18; véanse BAUTISMO; UNIGÉNITO.)
Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que su Hijo
primogénito fuese la figura central o clave en el cumplimiento de todos sus propósitos (Jn 1:14-18;
Col 1:18-20; 2:8, 9), la persona en la que convergería la luz de todas las profecías y desde la que se
irradiaría esta luz (1Pe 1:10-12; Rev 19:10; Jn 1:3-9), la solución a todos los problemas que había
ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9, 14, 15; 1Jn 3:8) y el fundamento sobre el que Dios
edificaría todos sus preparativos futuros para el bien eterno de su familia universal en el cielo y en la
Tierra. (Ef 1:8-10; 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a la función vital que desempeña en el propósito de Dios,
Jesús pudo decir apropiadamente y sin exageración: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie
viene al Padre sino por mí”. (Jn 14:6.)
El “secreto sagrado”. El propósito de Dios según se reveló en Jesucristo permaneció como un
“secreto sagrado [o misterio] [...] guardado en silencio por tiempos de larga duración”. (Ro 16:25-27.)
Durante más de cuatro mil años, desde la rebelión en Edén, hubo hombres de fe que aguardaban el
cumplimiento de la promesa de Dios de que habría una “descendencia” que magullaría la cabeza del
adversario semejante a una serpiente, y con ello traería alivio a la humanidad. (Gé 3:15.) Por casi
dos mil años ellos habían basado su esperanza en el pacto que Jehová hizo con Abrahán, según el
cual, una “descendencia” ‘tomaría posesión de la puerta de sus enemigos’ y por medio de ella se
bendecirían todas las naciones de la Tierra. (Gé 22:15-18.)
Cuando por fin “llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo”, y a través de él reveló el
significado del “secreto sagrado”, dio la respuesta definitiva a la cuestión que había hecho surgir el
adversario de Dios (véase JEHOVÁ [La cuestión suprema es de naturaleza moral]) y suministró los
medios para redimir a la humanidad obediente del pecado y la muerte gracias al sacrificio de rescate
de su Hijo. (Gál 4:4; 1Ti 3:16; Jn 14:30; 16:33; Mt 20:28.) De este modo Jehová Dios eliminó
cualquier incertidumbre o ambigüedad que pudiera haber en la mente de sus siervos con respecto a
su propósito. Por eso el apóstol dice que “no importa cuántas sean las promesas de Dios, han
llegado a ser Sí mediante [Cristo Jesús]”. (2Co 1:19-22.)
El “secreto sagrado” no consistía tan solo en identificar a Jesús como el Hijo de Dios, sino en
definir el papel que se le asignó en el propósito predeterminado de Dios y la revelación y realización
de ese propósito a través de Jesucristo. Tal propósito, que por tanto tiempo había sido un secreto,
era “para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir todas las cosas
de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (Ef
1:9, 10.)
Uno de los aspectos del “secreto sagrado” cristalizado en Cristo Jesús es que él encabeza un
nuevo gobierno celestial, cuyos miembros serán personas (judías y no judías) tomadas de la
población de la Tierra, y cuyo dominio abarcará tanto el cielo como la Tierra. En la visión registrada
en Daniel 7:13, 14 aparece alguien “como un hijo del hombre” (título que más tarde se aplicó con
frecuencia a Cristo: Mt 12:40; 24:30; Lu 17:26; compárese con Rev 14:14) en la corte celestial de
Jehová, y se le da “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y
lenguajes todos le sirvieran aun a él”. La misma visión, sin embargo, muestra que los “santos del
Supremo” también van a compartir con este “hijo del hombre” su reino, gobernación y grandeza. (Da
7:27.) Mientras Jesús estuvo en la Tierra, seleccionó de entre sus discípulos a los primeros de los
futuros miembros de ese gobierno del Reino. Después que ‘continuaron con él en sus pruebas’, hizo
un pacto con ellos para un reino, orando a su Padre para que los santificase (o los hiciera “santos”) y
pidiéndole que ‘donde él estuviera, ellos también estuvieran con él, para que contemplaran su gloria
que le había dado’. (Lu 22:28, 29; Jn 17:5, 17, 24.) Por estar así en unión con Cristo, la congregación
cristiana también desempeña su papel en el “secreto sagrado”, como más tarde expresa el apóstol
inspirado. (Ef 3:1-11; 5:32; Col 1:26, 27; véase SECRETO SAGRADO.)
“Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su vida
humana perfecta en sacrificio, lo que hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen estar en
unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de dicho Reino. (Mt 6:10; Jn 3:16;
Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal [“Príncipe”, ENP;
Ga; NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término
griego que se usa en este pasaje significa básicamente “caudillo principal”, y es una palabra
emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27, 35) en su papel de “gobernante” de Israel.
Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús
introdujo un elemento nuevo y esencial para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o
mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo Sacerdote de Dios que
puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1, 2; 4:14;
7:23-25; 8:1-3); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo que
administra con prudencia los beneficios de su rescate a las personas de la humanidad que merezcan
vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27; Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue la
resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29; 6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su
Hijo, “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado
entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-
13.)
Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus
discípulos, en calidad de representantes del Agente Principal de la vida, podían curar a personas de
sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían levantar a los muertos.
(Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:36-41; 20:7-12.)
El pleno significado de su “nombre”. Aunque la muerte de Jesús en un madero de tormento
desempeña un papel vital en la salvación humana, la aceptación de esta verdad no es de ningún
modo todo lo que conlleva el hecho de ‘poner fe en el nombre de Jesús’. (Hch 10:43.) Después de su
resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la
tierra”, mostrando así que encabeza un gobierno de dominio universal. (Mt 28:18.) El apóstol Pablo
aclaró que el Padre de Jesús “no dejó nada que no esté sujeto a él”, con la lógica excepción de
“aquel que le sujetó todas las cosas”, es decir, Jehová, el Dios Soberano. (1Co 15:27; Heb 1:1-14;
2:8.) El “nombre” de Jesucristo es más excelso que el de los ángeles de Dios, en el sentido de que
abarca o representa la enorme autoridad ejecutiva que Jehová ha delegado en él. (Heb 1:3, 4.) Solo
podrán conseguir la vida eterna los que reconozcan ese “nombre” voluntariamente y se inclinen ante
él, sujetándose a la autoridad que representa. (Hch 4:12; Ef 1:19-23; Flp 2:9-11.) Deben amoldarse
sinceramente y sin hipocresía a las normas que Jesús ejemplificó, y obedecer con fe los
mandamientos que dio. (Mt 7:21-23; Ro 1:5; 1Jn 3:23.)
¿Qué es el “nombre” de Jesús que hace que todas las naciones odien a los cristianos?
Algo que también ilustra este otro aspecto del “nombre” de Jesús es la advertencia profética de
que sus seguidores serían “objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de [su] nombre”.
(Mt 24:9; también Mt 10:22; Jn 15:20, 21; Hch 9:15, 16.) Es evidente que este odio no se debería a
que su nombre representaba a un Rescatador o Redentor, sino, más bien, a que representaba al
Gobernante nombrado de Dios, el Rey de reyes, ante quien todas las naciones deben inclinarse en
sumisión si no quieren ser destruidas. (Rev 19:11-16; compárese con Sl 2:7-12.)
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Cuando los seguidores de Jesús se refirieron a su “nombre”, usaron con frecuencia la expresión
el “Señor Jesús” o “nuestro Señor Jesucristo”. (Hch 8:16; 15:26; 19:5, 13, 17; 1Co 1:2, 10; Ef 5:20;
Col 3:17.) Lo reconocieron como su Señor, no solo porque era su Recomprador y Dueño nombrado
por Dios en virtud de su sacrificio de rescate (1Co 6:20; 7:22, 23; 1Pe 1:18, 19; Jud 4), sino también
debido a su posición y autoridad reales. Por la autoridad regia y sacerdotal que representaba su
nombre, sus seguidores predicaron (Hch 5:29-32, 40-42), bautizaron a discípulos (Mt 28:18-20; Hch
2:38; compárese con 1Co 1:13-15), expulsaron a personas inmorales (1Co 5:4, 5) y exhortaron e
instruyeron a las congregaciones cristianas que pastorearon. (1Co 1:10; 2Te 3:6.) De esto se
desprende que aquellos a quienes Jesús aprobara para la vida nunca podrían poner fe o demostrar
lealtad a ningún otro “nombre” como si representara la autoridad de Dios para gobernar. Deberían
mostrar lealtad inquebrantable al “nombre” del Rey comisionado por Dios, el Señor Jesucristo. (Mt
12:18, 21; Rev 2:13; 3:8; véase ACERCARSE A DIOS.)
‘Dar testimonio acerca de la verdad.’ A la pregunta de Pilato: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?”,
Jesús contestó: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al
mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi
voz”. (Jn 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como muestran las Escrituras, la
verdad acerca de la que dio testimonio no era solo la verdad en general, sino que se trataba de la
verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran y lo que son los propósitos de Dios. Esta
verdad estaba basada en el hecho fundamental de la voluntad soberana de Dios y su aptitud para
cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante su ministerio que esa verdad, contenida en el “secreto
sagrado”, era el reino de Dios con él mismo, el “Hijo de David”, sentado como Rey Sacerdote en el
trono. Este fue también, en esencia, el mensaje que proclamaron los ángeles antes de su nacimiento
y una vez que este se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Lu 1:32, 33; 2:10-14; 3:31.)
Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la verdad,
era necesario que no se limitase a hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar su gloria
celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba profetizado acerca de él,
entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la Ley. (Col 2:16, 17; Heb
10:1.) A fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas proféticas de su Padre, Jesús tuvo
que vivir de tal modo que esa verdad se hiciera realidad, cumplirla de hecho y de palabra, tanto por
su modelo de vida como por su muerte. Tenía que ser la verdad, de hecho, la personificación de la
verdad, como él mismo dijo que era. (Jn 14:6.)
Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús “estaba lleno de bondad inmerecida y
verdad”, y que aunque “la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad
vinieron a ser por medio de Jesucristo”. (Jn 1:14, 17.) La verdad de Dios ‘vino a ser’, es decir, llegó a
su realización, por medio de estos hechos históricos: el nacimiento humano de Jesús, la
presentación de sí mismo a Dios mediante bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio
público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad y su resurrección al cielo. (Compárese con
Jn 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la vida terrestre de Jesucristo consistió en “dar testimonio
acerca de la verdad”, acerca de lo que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de
un Mesías o Cristo, sino el verdadero Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey
sacerdote, sino, en esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se había prefigurado. (Ro
15:8-12; compárese con Sl 18:49; 117:1; Dt 32:43; Isa 11:10.)
Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la
verdad” al aceptar el papel de Jesús en el propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien no haga
caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre cualquier otro
fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una
mentira y seguirá la dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-47),
lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jn 8:23, 24.) Por eso Jesucristo no se retuvo de
declarar su lugar en el propósito de Dios.
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Sin embargo, la cuestión que hizo surgir el adversario de Dios requería que ese Hijo, como
Mesías prometido y futuro Rey del reino de Dios, se sometiera a una prueba de integridad en medio
de nuevas circunstancias. Dicha prueba y los sufrimientos que esta suponía también eran necesarios
a fin de que llegara a ser “perfeccionado” para ocupar su posición de Sumo Sacerdote de Dios sobre
la humanidad. (Heb 5:9, 10.) A fin de satisfacer los requisitos para ser instalado como el Agente
Principal de la salvación, al Hijo de Dios “le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ [los
que llegaron a ser sus seguidores ungidos] en todo respecto, para llegar a ser un sumo sacerdote
misericordioso y fiel”. Tenía que aguantar dificultades y sufrimientos para que ‘pudiera ir en socorro
de los que fueran puestos a prueba’, a fin de poder compadecerse así de las debilidades como
alguien que había “sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado”. Aunque era
perfecto y sin pecado, podía “tratar con moderación a los ignorantes y errados”. Solo por medio de
ese Sumo Sacerdote sería posible que los humanos imperfectos se acercaran con ‘franqueza de
expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtuvieran misericordia y hallaran bondad
inmerecida para ayuda al tiempo apropiado’. (Heb 2:10-18; 4:15–5:2; compárese con Lu 9:22.)
Seguía teniendo libre albedrío. Jesús mismo dijo que todas las profecías sobre el Mesías iban a
realizarse, “tenían que cumplirse”. (Lu 24:44-47; Mt 16:21; compárese con Mt 5:17.) No obstante,
esto no eximió al Hijo de Dios del peso de la responsabilidad, ni coartó su libertad para escoger entre
ser fiel o infiel. La cuestión no era unilateral, no dependía solo del Dios Todopoderoso, Jehová. Su
Hijo tenía que hacer su parte para que las profecías se realizaran. Dios aseguró la certeza de las
profecías por medio de su sabia selección del que tenía que llevar a cabo la asignación, el “Hijo de
su amor”. (Col 1:13.) Es evidente que su Hijo retuvo su libre albedrío y lo ejerció como humano en la
Tierra. Jesús habló por propia voluntad, demostró que se sometía de manera voluntaria a los deseos
de su Padre (Mt 16:21-23; Jn 4:34; 5:30; 6:38) y trabajó conscientemente por el cumplimiento de esa
asignación como estaba expuesta en la Palabra de su Padre. (Mt 3:15; 5:17, 18; 13:10-17, 34, 35;
26:52-54; Mr 1:14, 15; Lu 4:21.) Por supuesto, Jesús no tenía el control del cumplimiento de otros
rasgos proféticos, pues algunos sucedieron después de su muerte. (Mt 12:40; 26:55, 56; Jn
18:31, 32; 19:23, 24, 36, 37.) El registro de lo que ocurrió la noche antes de su muerte revela de
manera impresionante el intenso esfuerzo personal que tuvo que hacer para someter su voluntad a
la de Aquel que le superaba en sabiduría, su propio Padre. (Mt 26:36-44; Lu 22:42-44.) El registro
también indica que aunque era perfecto, reconocía que en su condición de hombre dependía de su
Padre, Jehová Dios, para conseguir fuerzas en momentos de necesidad. (Jn 12:23, 27, 28; Heb 5:7.)
Por consiguiente, Jesús tenía mucho en lo que meditar y mucho con lo que fortalecerse durante
los cuarenta días que ayunó (como Moisés) en el desierto después de su bautismo y ungimiento. (Éx
34:28; Lu 4:1, 2.) Allí tuvo un encuentro directo con el Adversario de su Padre, adversario al que se
asemeja a una serpiente. Satanás el Diablo utilizó tácticas similares a las que había usado en Edén,
para intentar inducir a Jesús al egoísmo, a exaltarse a sí mismo y a negar la posición soberana de su
Padre. A diferencia de Adán, Jesús, el “último Adán” mantuvo su integridad, y al citar repetidas veces
la voluntad declarada de su Padre, hizo que Satanás se retirase “hasta otro tiempo conveniente”. (Lu
4:1-13; 1Co 15:45.)
Sus obras y cualidades personales. Como “la bondad inmerecida y la verdad” llegarían a ser
por medio de Jesucristo, tenía que mezclarse con la gente para que lo oyeran, y vieran sus obras y
cualidades. De este modo podrían reconocerlo como el Mesías y poner fe en su sacrificio cuando
muriera por ellos como el “Cordero de Dios”. (Jn 1:17, 29.) Jesús visitó las muchas regiones de
Palestina, y recorrió a pie centenares de kilómetros. Habló a la gente en las orillas de lagos y en las
laderas de colinas, así como en ciudades y pueblos, en sinagogas y en el templo, en plazas de
mercado, calles y casas (Mt 5:1, 2; 26:55; Mr 6:53-56; Lu 4:16; 5:1-3; 13:22, 26; 19:5, 6), y se dirigió
a grandes muchedumbres y a personas en particular, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, ricos y
pobres. (Mr 3:7, 8; 4:1; Jn 3:1-3; Mt 14:21; 19:21, 22; 11:4, 5.)
La tabla que acompaña este artículo presenta una posible combinación cronológica de los cuatro
relatos de la vida terrestre de Jesús. También ayuda a entender las diversas “campañas” o giras que
llevó a cabo durante su ministerio de tres años y medio.
Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y
trabajaba hasta bien entrada la noche. (Lu 21:37, 38; Mr 11:20; 1:32-34; Jn 3:2; 5:17.) Más de una
vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón del Monte. (Mt
14:23-25; Lu 6:12–7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros hasta entrada la noche,
se levantó mientras todavía estaba oscuro y se fue a un lugar solitario para orar. (Mr 1:32, 35.)
Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su intimidad, ‘los recibía con amabilidad y les
hablaba del reino de Dios’. (Lu 9:10, 11; Mr 6:31-34; 7:24-30.) Experimentó cansancio, sed y hambre,
y a veces hasta se privaba de comer debido al trabajo que tenía que hacer. (Mt 21:18; Jn 4:6, 7, 31-
34; compárese con Mt 4:2-4; 8:24, 25.)
Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta que
practicaba la austeridad a un grado extremo, sino que más bien obraba en consonancia con cada
situación. (Lu 7:33, 34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a banquetes, y visitó las
casas de personas de cierto nivel económico. (Lu 5:29; 7:36; 14:1; 19:1-6.) Contribuyó al disfrute de
una boda al convertir agua en buen vino. (Jn 2:1-10.) También apreció las cosas buenas que se
hacían por él. Cuando Judas se indignó porque María, la hermana de Lázaro, usó una libra de aceite
perfumado (cuyo valor era de más de 220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el salario de un año de
un trabajador) para ungir los pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que podían haberse
beneficiado de la venta de ese aceite, Jesús dijo: “Déjala, para que guarde esta observancia en vista
del día de mi entierro. Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán
siempre”. (Jn 12:2-8; Mr 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba cuando lo detuvieron, “tejida
desde arriba toda ella”, debió ser una prenda de calidad. (Jn 19:23, 24.) No obstante, siempre puso
en primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía por lo material, como aconsejó a otros
que hicieran. (Mt 6:24-34; 8:20; Lu 10:38-42; compárese con Flp 4:10-12.)
Libertador valeroso. Durante todo el ministerio de Jesús, se destacan su gran valor, su hombría
y su fuerza. (Mt 3:11; Lu 4:28-30; 9:51; Jn 2:13-17; 10:31-39; 18:3-11.) Al igual que Josué, el rey
David y otros, Jesús luchó a favor de la causa de Dios y a favor de los amadores de la justicia. En su
calidad de “descendencia” prometida, tuvo que encararse a la enemistad de la ‘descendencia de la
serpiente’ y luchar contra los miembros de ella. (Gé 3:15; 22:17.) Libró una batalla contra los
demonios y contra su influencia en la mente y el corazón de los hombres. (Mr 5:1-13; Lu 4:32-36;
11:19-26; compárese con 2Co 4:3, 4; Ef 6:10-12.) Los líderes religiosos hipócritas demostraron que
en realidad estaban en oposición a la soberanía y la voluntad de Dios (Mt 23:13, 27, 28; Lu
11:53, 54; Jn 19:12-16), pero Jesús los derrotó por completo en una serie de enfrentamientos
verbales. Blandió la “espada del espíritu”, la Palabra de Dios, con fuerza, control perfecto y
estrategia, y respondió de tal modo a los argumentos sutiles y las preguntas capciosas de sus
opositores, que los ‘arrinconaba’ o colocaba ‘entre la espada y la pared’. (Mt 21:23-27; 22:15-46.)
Jesús puso al descubierto sin temor lo que eran: maestros de tradiciones humanas y formalismos,
guías ciegos, una generación de víboras e hijos del Adversario de Dios, que es el príncipe de los
demonios y un mentiroso asesino. (Mt 15:12-14; 21:33-41, 45, 46; 23:33-35; Mr 7:1-13; Jn 8:40-45.)
No obstante, nunca fue temerario; no buscó la dificultad y evitó siempre el peligro innecesario. (Mt
12:14, 15; Mr 3:6, 7; Jn 7:1, 10; 11:53, 54; compárese con Mt 10:16, 17, 28-31.) Su valor se basaba
en la fe. (Mr 4:37-40.) Cuando se le vilipendió y maltrató, no perdió el dominio, sino que conservó la
calma, “encomendándose al que juzga con justicia”. (1Pe 2:23.)
Jesús, aquel que sería mayor que Moisés, cumplió con el papel profético de Libertador al luchar
con valor a favor de la verdad y revelar el propósito de Dios a la gente. Proclamó libertad a los
cautivos. (Isa 42:1, 6, 7; Jer 30:8-10; Isa 61:1.) Aunque muchos se retrajeron por razones egoístas y
por temor a la clase gobernante (Jn 7:11-13; 9:22; 12:42, 43), otros cobraron valor para liberarse de
sus cadenas de ignorancia y sumisión abyecta a los líderes falsos y a las falsas esperanzas. (Jn
9:24-39; compárese con Gál 5:1.) El ministerio de Jesús, el Rey mesiánico de Dios, tuvo un efecto
devastador en la religión falsa de su día (Jn 11:47, 48), similar al que tuvieron las campañas
emprendidas por los reyes fieles de Judea para eliminar del reino la adoración falsa. (2Cr 15:8; 17:1,
4-6; 2Re 18:1, 3-6.)
Véase más información sobre el ministerio terrestre de Jesucristo en MAPAS, vol. 2, págs. 540,
541.
Sensibilidad y afecto profundos. Jesús era también un hombre de gran sensibilidad, algo que
se requiere para servir de Sumo Sacerdote de Dios. Su perfección no lo hizo hipercrítico ni arrogante
o autoritario, como eran los fariseos ante las personas imperfectas y pecaminosas entre las que vivió
y trabajó. (Mt 9:10-13; 21:31, 32; Lu 7:36-48; 15:1-32; 18:9-14.) Incluso los niños se sentían a gusto
con él. Cuando usó a un niño como ejemplo, no se limitó a ponerlo de pie delante de sus discípulos,
sino que además “lo rodeó con los brazos”. (Mr 9:36; 10:13-16.) Fue un verdadero amigo y un
afectuoso compañero de sus seguidores, y “los amó hasta el fin”. (Jn 13:1; 15:11-15.) No usó su
autoridad para ser exigente ni para aumentar las cargas de la gente; al contrario, dijo: “Vengan a mí,
todos los que se afanan [...], yo los refrescaré”. Sus discípulos pudieron comprobar que era “de genio
apacible y humilde de corazón”, y que su yugo era suave y ligero. (Mt 11:28-30.)
Los deberes sacerdotales incluían el cuidado de la salud física y espiritual de la gente. (Le 13–
15.) La piedad y la compasión movieron a Jesús a ayudar a la gente que sufría de enfermedades,
ceguera y otras aflicciones. (Mt 9:36; 14:14; 20:34; Lu 7:11-15; compárese con Isa 61:1.) La muerte
de su amigo Lázaro y el dolor de las hermanas del difunto hicieron que ‘gimiera y cediera a las
lágrimas’. (Jn 11:32-36.) De ese modo, Jesús el Mesías, ‘llevó las enfermedades y cargó los dolores’
de otros, de manera anticipada, para lo cual tuvo que salir poder de él. (Isa 53:4; Lu 8:43-48.)
No hizo esto solo en cumplimiento de profecías, sino porque ‘quiso’. (Mt 8:2-4, 16, 17.) Más
importante aún, les otorgó salud espiritual y perdón de los pecados. Como era el Cristo, tenía
autoridad para ello, pues estaba predeterminado a proveer el sacrificio de rescate, y de hecho ya
estaba experimentando el bautismo en la muerte que culminaría en el madero de tormento. (Isa
53:4-8, 11, 12; compárese con Mt 9:2-8; 20:28; Mr 10:38, 39; Lu 12:50.)
“Maravilloso Consejero.” El sacerdote era responsable de educar a la gente en la ley y la
voluntad de Dios. (Mal 2:7.) Como Mesías regio, la predicha “ramita del tocón de Jesé [el padre de
David]”, Jesús también tenía que manifestar el ‘espíritu de Jehová en sabiduría, consejo, poderío,
conocimiento junto con el temor de Jehová’. Por lo tanto, las personas temerosas de Dios
encontrarían “disfrute por él”. (Isa 11:1-3.) La sabiduría sin paralelo que se halla en las enseñanzas
de Jesús, que era “más que Salomón” (Mt 12:42), es una de las pruebas más sólidas de que era en
realidad el Hijo de Dios, y de que los relatos del evangelio no podían ser el mero producto de la
mente o imaginación de hombres imperfectos.
Jesús probó que era el “Maravilloso Consejero” prometido (Isa 9:6) por su conocimiento de la
Palabra y la voluntad de Dios, su entendimiento de la naturaleza humana, su aptitud para llegar al
fondo de las cuestiones y por mostrar la solución a los problemas de la vida cotidiana. El famoso
Sermón del Monte es un excelente ejemplo. (Mt 5–7.) En este sermón mostró cómo alcanzar la
verdadera felicidad, cómo zanjar disputas, cómo evitar la inmoralidad, cómo tratar a los que
muestran enemistad, cómo practicar verdadera justicia sin hipocresía, la actitud correcta hacia las
cosas materiales de la vida, la confianza en la generosidad de Dios, la regla áurea para tener una
buena relación con otros, los medios para detectar fraudes religiosos y cómo conseguir un futuro
seguro. Las muchedumbres se “quedaron atónitas por su modo de enseñar; porque les enseñaba
como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas”. (Mt 7:28, 29.) Después de su
resurrección, siguió siendo la figura clave en la comunicación de Jehová con la humanidad. (Rev
1:1.)
Maestro de maestros. Su manera de enseñar era notablemente eficaz. (Jn 7:45, 46.) Presentaba
asuntos de gran peso y profundidad con sencillez, brevedad y claridad. Ilustraba lo que quería
enseñar con aquello que era familiar a sus oyentes (Mt 13:34, 35), fueran pescadores (Mt 13:47, 48),
pastores (Jn 10:1-17), labradores (Mt 13:3-9), constructores (Mt 7:24-27; Lu 14:28-30), comerciantes
(Mt 13:45, 46), esclavos o amos (Lu 16:1-9), amas de casa (Mt 13:33; Lu 15:8) o cualquier otro tipo
de persona. (Mt 6:26-30.) Usó cosas simples —pan, agua, sal, odres o prendas viejas— como
símbolos de otras de gran importancia, como se había hecho en las Escrituras Hebreas. (Jn 6:31-
35, 51; 4:13, 14; Mt 5:13; Lu 5:36-39.) Su lógica, con frecuencia expresada por medio de analogías,
disipaba las objeciones y enfocaba los asuntos en su justa perspectiva. (Mt 16:1-3; Lu 11:11-22;
14:1-6.) A fin de dirigir su mensaje principalmente al corazón de los hombres, se valía de preguntas
que les hiciesen pensar, llegar a sus propias conclusiones, examinar sus motivos y tomar decisiones.
(Mt 16:5-16; 17:24-27; 26:52-54; Mr 3:1-5; Lu 10:25-37; Jn 18:11.) Jesús no se esforzó por ganarse a
las masas, sino por despertar el corazón de los que anhelaban con sinceridad la verdad y la justicia.
(Mt 5:3, 6; 13:10-15.)
Aunque tomaba en consideración la comprensión limitada de su auditorio y hasta de sus
discípulos (Mr 4:33), y dosificaba su enseñanza (Jn 16:4, 12), nunca ‘diluyó’ el mensaje de Dios para
ganar popularidad o buscar favor. Su habla era franca, e incluso tajante en algunas ocasiones. (Mt
5:37; Lu 11:37-52; Jn 7:19; 8:46, 47.) El tema de su mensaje era: “Arrepiéntanse, porque el reino de
los cielos se ha acercado”. (Mt 4:17.) Como habían hecho los profetas de Jehová en tiempos
anteriores, anunció con claridad a la gente “su sublevación, y a la casa de Jacob sus pecados” (Isa
58:1; Mt 21:28-32; Jn 8:24), y les señaló la ‘puerta angosta y el camino estrecho’ que les conduciría
de vuelta al favor de Dios y a la vida. (Mt 7:13, 14.)
“Caudillo y comandante.” Jesucristo demostró estar capacitado para ser “caudillo y
comandante”, así como un “testigo a los grupos nacionales”. (Isa 55:3, 4; Mt 23:10; Jn 14:10, 14;
compárese con 1Ti 6:13, 14.) Al tiempo debido, varios meses después de empezar su ministerio, se
dirigió a algunos que ya conocía y les extendió la invitación: “Sé mi seguidor”. Hubo hombres que
abandonaron la pesca y la recaudación de impuestos para responder sin demora. (Mt 4:18-22; Lu
5:27, 28; compárese con Sl 110:3), y mujeres que contribuyeron tiempo, esfuerzo y posesiones
materiales a fin de satisfacer las necesidades de Jesús y sus seguidores. (Mr 15:40, 41; Lu 8:1-3.)
Este pequeño grupo formó el núcleo de lo que llegaría a ser una nueva “nación”, el Israel
espiritual. (1Pe 2:7-10.) Jesús pasó una noche entera orando a su Padre para conseguir la guía
necesaria antes de seleccionar a los doce apóstoles, quienes llegarían a ser los pilares de la nueva
nación si se mantenían fieles, como los doce hijos de Jacob en el Israel carnal. (Lu 6:12-16; Ef 2:20;
Rev 21:14.) Igual que Moisés tuvo 70 hombres junto a él como representantes de la nación, Jesús
más tarde asignó a otros setenta discípulos al ministerio. (Nú 11:16, 17; Lu 10:1.) A partir de
entonces, concentró su enseñanza e instrucción en estos discípulos. De hecho, pronunció el Sermón
del Monte principalmente para ellos, según demuestra su contenido. (Mt 5:1, 2, 13-16; 13:10, 11; Mr
4:34; 7:17.)
Jesús asumió todas las responsabilidades de su jefatura; tomó la delantera en todo respecto (Mt
23:10; Mr 10:32); asignó a sus discípulos responsabilidades y tareas, además de su obra de
predicación (Lu 9:52; 19:29-35; Jn 4:1-8; 12:4-6; 13:29; Mr 3:9; 14:12-16), y también los animó y los
censuró (Jn 16:27; Lu 10:17-24; Mt 16:22, 23). Además, dio órdenes con autoridad, y su principal
mandamiento era que debían ‘amarse unos a otros tal como él los había amado’. (Jn 15:10-14.)
Podía controlar a muchedumbres de miles de personas. (Mr 6:39-46.) La enseñanza útil y constante
que dio a sus discípulos, que en su mayoría tenían una educación limitada y una posición humilde,
fue de una extremada eficacia. (Mt 10:1–11:1; Mr 6:7-13; Lu 8:1.) Más tarde, incluso a hombres de
una elevada educación y posición social les admiró el habla convincente y enérgica de los apóstoles.
Estos “pescadores de hombres” consiguieron resultados asombrosos; miles de personas
respondieron a su predicación. (Mt 4:19; Hch 2:37, 41; 4:4, 13; 6:7.) El entendimiento de los
principios bíblicos que Jesús había implantado en su corazón los hizo aptos para ser buenos
pastores del rebaño en años posteriores. (1Pe 5:1-4.) De esta manera, en el corto espacio de tres
años y medio, colocó un fundamento sólido para una congregación internacional unida, compuesta
por miles de miembros procedentes de muchas razas.
Proveedor capaz y juez justo. Una muestra de que su gobernación resultaría en una
prosperidad superior a la de Salomón se ve en la capacidad que demostró para dirigir la pesca de
sus discípulos, con unos resultados que los dejaron atónitos. (Lu 5:4-9; compárese con Jn 21:4-11.)
El que este hombre nacido en Belén (que significa “Casa de Pan”) alimentara a miles de personas y
convirtiera el agua en buen vino, fue un anticipo en pequeña escala del futuro banquete que el Reino
mesiánico de Dios proveería “para todos los pueblos”. (Isa 25:6; compárese con Lu 14:15.) Su
gobernación no solo pondrá fin a la pobreza y al hambre, sino que también se “tragará a la muerte”.
(Isa 25:7, 8.)
Por otra parte, en conformidad con las profecías mesiánicas, había muchas razones para confiar
en lo justo y recto del juicio que su gobierno traería. (Isa 11:3-5; 32:1, 2; 42:1.) Demostró el máximo
respeto a la ley, en particular a la de su Dios y Padre, pero también a la de las “autoridades
superiores”, a las que se ha permitido ejercer su gobernación en la Tierra. (Ro 13:1; Mt 5:17-19;
22:17-21; Jn 18:36.) Se opuso a que le introdujesen en la escena política en un intento de “hacerlo
rey” por proclamación popular. (Jn 6:15; compárese con Lu 19:11, 12; Hch 1:6-9.) No se excedió de
los límites de su autoridad. (Lu 12:13, 14.) Nadie podía ‘probar que fuese culpable de pecado’,
no solo porque había nacido perfecto, sino porque siempre observó la Palabra de Dios (Jn 8:46, 55),
y además llevaba la justicia y la fidelidad ceñidas como un cinto. (Isa 11:5.) Su amor a la justicia iba
aunado al odio a la iniquidad, la hipocresía y el fraude, así como a la indignación que sentía hacia los
que eran avarientos e insensibles para con los sufrimientos de otros. (Mt 7:21-27; 23:1-8, 25-28; Mr
3:1-5; 12:38-40; compárese con los vss. 41-44.) Los mansos y humildes podían cobrar ánimo ante la
expectativa de que su gobernación eliminase la injusticia y la opresión. (Isa 11:4; Mt 5:5.)
Demostró un gran discernimiento de los principios, del verdadero significado y propósito de las
leyes de Dios, e hizo hincapié en los “asuntos de más peso” de estas leyes: “la justicia y la
misericordia y la fidelidad”. (Mt 12:1-8; 23:23, 24.) Fue imparcial; no demostró favoritismo, aunque
sintió un afecto especial por uno de sus discípulos. (Mt 18:1-4; Mr 10:35-44; Jn 13:23; compárese
con 1Pe 1:17.) Aunque una de sus últimas acciones mientras agonizaba en el madero de tormento
fue mostrar interés por su madre humana, nunca antepuso los lazos familiares humanos a sus
relaciones espirituales. (Mt 12:46-50; Lu 11:27, 28; Jn 19:26, 27.) Como se había predicho, nunca
trató los problemas de modo superficial, solo por la “mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni
[censuró] simplemente según lo que [oyeron] sus oídos”. (Isa 11:3; compárese con Jn 7:24.) Podía
ver lo que había en el corazón de los hombres y discernir sus pensamientos, razonamientos y
motivos. (Mt 9:4; Mr 2:6-8; Jn 2:23-25.) Mantuvo su oído atento a la Palabra de Dios y buscó, no su
propia voluntad, sino la de su Padre. Esto era una garantía de que cuando desempeñase el papel de
Juez nombrado por Dios, sus decisiones siempre serían justas y rectas. (Isa 11:4; Jn 5:30.)
Profeta sobresaliente. Jesús cumplió con los requisitos de un profeta como Moisés, pero fue
mayor que él. (Dt 18:15, 18, 19; Mt 21:11; Lu 24:19; Hch 3:19-23; compárese con Jn 7:40.) Predijo
sus propios sufrimientos y cómo moriría, la dispersión de sus discípulos, el asedio de Jerusalén y la
destrucción completa de la ciudad y su templo. (Mt 20:17-19; 24:1–25:46; 26:31-34; Lu 19:41-44;
21:20-24; Jn 13:18-27, 38.) En conexión con estos últimos acontecimientos, pronunció las profecías
que se cumplirían en el tiempo de su presencia, cuando su Reino empezara a gobernar. Al igual que
los profetas anteriores, ejecutó señales y milagros como prueba de que Dios lo había enviado. Sus
credenciales superaron a las de Moisés, pues Jesús calmó la tormenta en el mar de Galilea y
anduvo sobre sus aguas (Mt 8:23-27; 14:23-34); sanó a ciegos, mudos y cojos; también curó
enfermedades tan graves como la lepra, e incluso levantó a personas que habían muerto. (Lu 7:18-
23; 8:41-56; Jn 11:1-46.)
Magnífico ejemplo de amor. De todos esos aspectos de la personalidad de Jesús, la cualidad
predominante es el amor: amor a su Padre por encima de todo y también amor a su prójimo. (Mt
22:37-39.) De modo que el amor debería ser la marca distintiva que identificara a sus discípulos. (Jn
13:34, 35; compárese con 1Jn 3:14.) Su amor no era sentimentalismo. Aunque expresó sentimientos
profundos, siempre se guió por principios (Heb 1:9), y el hacer la voluntad de su Padre fue en todo
momento su principal interés. (Compárese con Mt 16:21-23.) Demostró su amor a Dios guardando
sus mandamientos (Jn 14:30, 31; compárese con 1Jn 5:3) y buscando la glorificación de su Padre en
toda ocasión. (Jn 17:1-4.) Durante la última noche que pasó con sus discípulos, habló más de treinta
veces del amor y de amar, y tres veces repitió el mandamiento de que ‘se amaran unos a otros’. (Jn
13:34; 15:12, 17.) También les dijo: “Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma
a favor de sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando”. (Jn 15:13, 14;
compárese con Jn 10:11-15.)
En prueba de su amor a Dios y a la humanidad imperfecta, permitió que se le ‘llevara justamente
como una oveja al degüello’; le juzgaron, le abofetearon, le dieron puñetazos, le escupieron, le
azotaron con un látigo y finalmente le clavaron en un madero entre delincuentes. (Isa 53:7; Mt
26:67, 68; 27:26-38; Mr 14:65; 15:15-20; Jn 19:1.) Por medio de su muerte en sacrificio, ejemplarizó
y expresó el amor de Dios a la humanidad (Ro 5:8-10; Ef 2:4, 5), e hizo posible que los hombres
tuvieran la absoluta convicción de que profesaba amor inquebrantable a sus discípulos fieles. (Ro
8:35-39; 1Jn 3:16-18.)
Como la imagen que se puede obtener del Hijo de Dios a través del registro escrito —aunque
este sea breve (Jn 21:25)— es magnífica, mucho más debe haberlo sido la realidad. Su ejemplo
conmovedor de humildad y bondad, unido a su firmeza por la rectitud y la justicia, garantiza que el
gobierno de su Reino será lo que los hombres fieles han estado anhelando a través de los siglos; de
hecho, sobrepasará las más altas expectativas. (Ro 8:18-22.) Fue un ejemplo en todos los sentidos,
demostrando con su conducta la aplicación de la norma que había dado a sus discípulos. (Mt 20:25-
28; 1Co 11:1; 1Pe 2:21.) Aunque era su Señor, les lavó los pies. Así puso el modelo de solicitud,
consideración y humildad que caracterizaría a su congregación de seguidores ungidos no solo en la
Tierra, sino también en el cielo. (Jn 13:3-15.) Aunque estén en sus tronos celestiales, compartiendo
con Jesús ‘toda la autoridad en el cielo y en la tierra’ durante el reinado de mil años, deberán cuidar
de las necesidades de sus súbditos terrestres con humildad y atenderlas de modo amoroso. (Mt
28:18; Ro 8:17; 1Pe 2:9; Rev 1:5, 6; 20:6; 21:2-4.)
Declarado justo y merecedor. Por su entero derrotero de vida en integridad a Dios, incluido su
sacrificio, Jesucristo cumplió con el “solo acto de justificación” que demostró que estaba preparado
para ser el Rey Sacerdote ungido de Dios en el cielo. (Ro 5:17, 18.) Fue “declarado justo en espíritu”
mediante su resurrección de entre los muertos a vida como un Hijo celestial de Dios. (1Ti 3:16.) Las
criaturas celestiales lo proclamaron “digno de recibir el poder y riquezas y sabiduría y fuerza y honra
y gloria y bendición”, al ser como un león a favor de la justicia y juicio, y al mismo tiempo, como un
cordero, al sacrificarse a sí mismo para la salvación de otros. (Rev 5:5-13.) Había cumplido con su
propósito principal de santificar el nombre de su Padre. (Mt 6:9; 22:36-38.) No solo logró esto
empleando ese nombre, sino también dando a conocer a la Persona que dicho nombre representa,
desplegando las magníficas cualidades de su Padre —amor, sabiduría, justicia y poder— y
ayudando a las personas a conocer o experimentar lo que ese nombre representa. (Mt 11:27; Jn
1:14, 18; 17:6-12.) Y lo hizo, sobre todo, apoyando la soberanía universal de Jehová, y así demostró
que su gobierno del Reino estaría basado sólidamente en esa Fuente Suprema de autoridad. Por lo
tanto, pudo decirse de él: “Dios es tu trono para siempre”. (Heb 1:8.)
El Señor Jesucristo es, por consiguiente, el “Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe”.
Debido a que en él se cumplieron las profecías y a que reveló los propósitos futuros de Dios, así
como debido a lo que dijo e hizo y a lo que fue, conforma el fundamento sólido sobre el que debe
descansar la fe verdadera. (Heb 12:2; 11:1.)
*** it-2 págs. 816-820 Reino de Dios ***
En tiempo de Babilonia y Medo-Persia. El inexorable decreto de Dios contra la poderosa
Babilonia se llevó a cabo súbita e inesperadamente; sus días estaban contados y habían llegado a
su fin. (Da 5:17-30.) Durante el posterior gobierno medopersa, Jehová reveló más detalles sobre el
reino mesiánico, relativos a cuándo aparecería el Mesías, que sería “cortado” y también que habría
una segunda destrucción de la ciudad de Jerusalén y su lugar santo. (Da 9:1, 24-27; véase
SETENTA SEMANAS.) Como había hecho anteriormente durante la gobernación de Babilonia,
Jehová Dios volvió a demostrar su poder sobre los elementos naturales y sobre las bestias salvajes
a favor de los que reconocen su soberanía, a pesar de la cólera oficial y de las amenazas de muerte.
(Da 3:13-29; 6:12-27.) Hizo que las puertas de Babilonia se abrieran de par en par cuando estaba
previsto, lo que permitió que su pueblo tuviese la libertad de regresar a su propia tierra y reedificar la
casa de Jehová. (2Cr 36:20-23.) Debido a su acto de libertar a su pueblo, a Sión se le podría hacer
el anuncio: “¡Tu Dios ha llegado a ser rey!”. (Isa 52:7-11.) Después, se frustraron diversas
conspiraciones contra su pueblo, así como acusaciones falsas de oficiales subordinados y decretos
gubernamentales adversos, debido a que Jehová inducía a los diversos reyes persas a cooperar con
el cumplimiento de Su voluntad soberana. (Esd 4–7; Ne 2, 4, 6; Est 3–9.)
Por lo tanto, durante miles de años el propósito inmutable e irresistible de Jehová Dios siguió
hacia adelante. Sin importar qué giros tomaron los acontecimientos en la Tierra, siempre demostró
estar al mando de la situación, sin verse afectado por la oposición humana o demoniaca. No permitió
que nada interfiriera en el desarrollo progresivo y perfecto de su propósito o de su voluntad. La
historia de la nación de Israel suministró tipos proféticos de cómo trataría Dios con los hombres, y
además ilustró que si no hay un reconocimiento y una sumisión de todo corazón a la jefatura divina,
no puede haber armonía, paz y felicidad duraderas. Los israelitas disfrutaban de los beneficios de
tener en común la ascendencia, la lengua y el país. También se encaraban a enemigos comunes.
Pero solo tenían unidad, fuerza, justicia y disfrute genuino de la vida cuando adoraban y servían a
Jehová Dios con lealtad y fe. Cuando sus lazos con Jehová Dios se debilitaban, la nación
degeneraba rápidamente.
El reino de Dios ‘se acerca’. Puesto que el Mesías tenía que ser un descendiente de Abrahán,
Isaac y Jacob, un miembro de la tribu de Judá y un “hijo de David”, había de nacer como hombre;
según se declaró en la profecía de Daniel, debía ser un “hijo del hombre”. Cuando “llegó el límite
cabal del tiempo”, Jehová Dios envió a su Hijo, quien nació de una mujer y cumplió todos los
requisitos legales para heredar el “trono de David su padre”. (Gál 4:4; Lu 1:26-33; véase
GENEALOGÍA DE JESUCRISTO.) Seis meses antes de su nacimiento, nació Juan, al que llamarían
el Bautista y que sería precursor de Jesús. (Lu 1:13-17, 36.) Las expresiones de los padres de Juan
y de Jesús indicaron que vivían con la ansiosa expectativa de contemplar la gobernación divina. (Lu
1:41-55, 68-79.) Cuando Jesús nació, las palabras que pronunció la delegación angélica enviada
para anunciar el significado de aquel acontecimiento también se refirieron a actos gloriosos de Dios.
(Lu 2:9-14.) Igualmente, Simeón y Ana expresaron en el templo su esperanza de salvación y
liberación. (Lu 2:25-38.) Tanto el registro bíblico como el seglar muestran que los judíos estaban a la
expectativa de la venida del Mesías. Sin embargo, el interés principal de muchos de ellos era
conseguir libertad del pesado yugo de la dominación romana. (Véase MESÍAS.)
Juan tenía la comisión de ‘volver los corazones’ de las personas a Jehová, a sus pactos, al
“privilegio de rendirle servicio sagrado sin temor, con lealtad y justicia”, y de este modo “alistar para
Jehová un pueblo preparado”. (Lu 1:16, 17, 72-75.) Dijo sin ambages a las personas que se
encaraban a un tiempo de juicio de Dios y que ‘el reino de los cielos se había acercado’, por lo que
era urgente que se arrepintieran y abandonaran su proceder de desobediencia a la voluntad y la ley
de Dios. Esto volvía a poner de relieve la norma de Jehová de tener únicamente súbditos bien
dispuestos, personas que reconocieran y apreciaran la justicia de sus caminos y sus leyes. (Mt 3:1,
2, 7-12.)
La venida del Mesías tuvo lugar cuando Jesús se presentó a Juan para bautizarse y fue ungido
por el espíritu santo de Dios. (Mt 3:13-17.) Así pasó a ser el Rey nombrado, reconocido por el
tribunal de Jehová como el que tenía el derecho legal al trono davídico, un derecho que nadie había
tenido en los anteriores seis siglos. (Véase JESUCRISTO [Su bautismo].) Pero Jehová introdujo
además a su Hijo aprobado en un pacto para un reino celestial, en el que Jesús sería Rey y
Sacerdote a la manera del Melquisedec de la antigua Salem. (Sl 110:1-4; Lu 22:29; Heb 5:4-6; 7:1-3;
8:1; véase PACTO.) Como la prometida ‘descendencia de Abrahán’, este Rey-Sacerdote celestial
sería el Agente Principal de Dios para bendecir a personas de todas las naciones. (Gé 22:15-18; Gál
3:14; Hch 3:15.)
Al principio de la vida terrestre de su Hijo, Jehová manifestó su poder real en su favor. Dios
desvió a los astrólogos orientales que iban a informar al tirano rey Herodes sobre el paradero de
Jesús, e hizo que los padres del niño se lo llevaran a Egipto antes de que los agentes de Herodes
llevaran a cabo la matanza de niños en Belén. (Mt 2:1-16.) Como la profecía original de Edén había
predicho enemistad entre la “descendencia” prometida y la ‘descendencia de la serpiente’, este
atentado contra la vida de Jesús solo podía significar que el Adversario de Dios, Satanás el Diablo,
estaba tratando, aunque sin éxito, de frustrar el propósito de Jehová. (Gé 3:15.)
Después que Jesús, ya bautizado, pasó unos cuarenta días en el desierto de Judá, el principal
oponente de la soberanía de Jehová se enfrentó a él. Ese adversario celestial le presentó
argumentos sutiles con el propósito de inducirlo a cometer actos que violaran la voluntad y la palabra
expresada de Jehová. Satanás incluso le ofreció al ungido Jesús el dominio sobre todos los reinos
de la Tierra sin necesidad de luchar ni de sufrir, a cambio de que le rindiese un acto de adoración.
Una vez que Jesús se negó y reconoció que Jehová era el único Soberano verdadero, de quien
procede con todo derecho la autoridad y a quien debe dirigirse la adoración, el adversario de Dios
adoptó otras tácticas, otra “estrategia de guerra” contra el Representante de Jehová, valiéndose en
diversas ocasiones de agentes humanos, como ya había hecho mucho tiempo antes en el caso de
Job. (Job 1:8-18; Mt 4:1-11; Lu 4:1-13; compárense con Rev 13:1, 2.)
¿En qué sentido estaba el Reino ‘en medio’ de aquellos a quienes Jesús predicó?
Con confianza en que Jehová tenía el poder de protegerle y de concederle éxito, Jesús
emprendió su ministerio público, anunciando al pueblo que estaba en pacto con Jehová que ‘el
tiempo señalado se había cumplido’, lo que significaba que el reino de Dios estaba cerca. (Mr
1:14, 15.) Para determinar en qué sentido estaba ‘cerca’ el Reino, pueden examinarse las palabras
que dirigió a ciertos fariseos: “El reino de Dios está en medio de ustedes”. (Lu 17:21.) Algunos
comentaristas citan frecuentemente este versículo como un ejemplo del ‘misticismo’ o ‘introversión’
de Jesús. Esta interpretación se basa principalmente en la expresión “dentro de vosotros”, que es
como traducen un buen número de versiones la última parte de esta cita (AFEBE, Enz, Leal, NBE,
Rule, Scío y otras). Sin embargo, muchas otras difieren. Por ejemplo, Torres Amat lee: “Ya el reino
de Dios, o el Mesías, está en medio de vosotros”. Cantera-Iglesias dice: “El reino de Dios está entre
vosotros”, y en una nota comenta: “ENTRE VOSOTROS (no ‘dentro de vosotros’, ‘en vuestro
interior’): en la persona de Jesús, presente entre los fariseos”. Asimismo, Straubinger traduce “ya
está [...] en medio de vosotros”, y en una nota comenta: “El sentido no puede ser que el reino está
dentro de sus almas, pues Jesús está hablando con los fariseos”. (Véanse también las notas de
Besson, BJ, NTI y Petite.) Como “reino [ba·si·léi·a]” puede significar “dignidad real”, es evidente que
Jesús se refería a que él, el representante real de Dios, el ungido por Dios para ejercer la
gobernación real, estaba en medio de ellos. No solo estaba presente en calidad de futuro rey del
Reino, sino que también tenía autoridad para realizar obras que manifestaban el poder regio de Dios
y preparar a quienes iban a ocupar puestos en su venidero gobierno del Reino. A eso se refería la
‘proximidad’ del Reino; era un tiempo en el que se daban unas circunstancias muy especiales.
Un gobierno con poder y autoridad. Los discípulos de Jesús entendieron que el Reino era un
verdadero gobierno de Dios, aunque no comprendieron el alcance de su dominio. Natanael le dijo a
Jesús: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. (Jn 1:49.) Ellos conocían lo que la
profecía de Daniel decía en cuanto a “los santos”. (Da 7:18, 27.) Jesús prometió claramente a sus
apóstoles que ocuparían “tronos”. (Mt 19:28.) Santiago y Juan buscaron ciertas posiciones
privilegiadas en el gobierno mesiánico, y Jesús reconoció que las habría, si bien dijo que el
asignarlas dependía de su Padre, el Gobernante Soberano. (Mt 20:20-23; Mr 10:35-40.) Por tanto,
aunque sus discípulos creyeron erróneamente que la gobernación regia del Mesías se circunscribía
a la Tierra —y específicamente al Israel carnal— e incluso lo manifestaron así el día de la ascensión
del resucitado Jesús (Hch 1:6), entendieron correctamente que se trataba de un verdadero gobierno.
(Compárese con Mt 21:5; Mr 11:7-10.)
El Representante real de Jehová demostró visiblemente de muchas maneras el poder regio de
Dios sobre su creación terrestre. Por medio del espíritu o fuerza activa de Dios, su Hijo controló el
viento y el mar, la vegetación, los peces y hasta los elementos orgánicos del alimento, como cuando
lo multiplicó. Estas obras poderosas hicieron que sus discípulos llegaran a tener un profundo respeto
por su autoridad. (Mt 14:23-33; Mr 4:36-41; 11:12-14, 20-23; Lu 5:4-11; Jn 6:5-15.) Aún causaba una
impresión más profunda su manera de ejercer el poder de Dios sobre los cuerpos humanos, al sanar
afecciones como la ceguera y la lepra y devolver la vida a los muertos. (Mt 9:35; 20:30-34; Lu
5:12, 13; 7:11-17; Jn 11:39-47.) Jesús dijo a algunos leprosos sanados que se presentaran a los
sacerdotes, quienes generalmente no creían a pesar de su autorización divina, “para testimonio a
ellos”. (Lu 5:14; 17:14.) Por último, mostró el poder de Dios sobre los espíritus sobrehumanos. Los
demonios reconocían la autoridad conferida a Jesús, y en lugar de exponerse a una prueba decisiva
del poder que le respaldaba, acataban sus órdenes de dejar libres a los posesos. (Mt 8:28-32;
9:32, 33; compárese con Snt 2:19.) Como este poder para expulsar demonios procedía del espíritu
de Dios, se podía decir que el reino de Dios realmente había “alcanzado” a sus oyentes. (Mt 12:25-
29; compárese con Lu 9:42, 43.)
Todo esto era prueba sólida de que Jesús tenía autoridad real y de que esta no procedía de
ninguna fuente política humana. (Compárese con Jn 18:36; Isa 9:6, 7.) A unos mensajeros enviados
por Juan el Bautista —preso por aquel entonces— que habían sido testigos de las obras poderosas
de Jesús, este les mandó volver a Juan y decirle lo que habían visto y oído como confirmación de
que Jesús era realmente “Aquel Que Viene”. (Mt 11:2-6; Lu 7:18-23; compárense con Jn 5:36.) Los
discípulos de Jesús estaban viendo y oyendo la prueba de la autoridad de Reino que los profetas
habían anhelado presenciar. (Mt 13:16, 17.) Además, Jesús podía delegar autoridad a sus discípulos
para que tuvieran poderes similares como sus representantes nombrados, y de este modo daba
fuerza y peso a su proclamación: “El reino de los cielos se ha acercado”. (Mt 10:1, 7, 8; Lu 4:36;
10:8-12, 17.)
La entrada en el Reino. Jesús destacó que había llegado un período especial de circunstancias
favorables. De su precursor, Juan, dijo: “Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor
que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él. Pero
desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se
adelantan con ardor [bi·á·ze·tai] los hombres, y los que se adelantan con ardor [bi·a·stái] se asen de
él. [Compárese con BC, nota; Besson; Mensajero; Mod; PNT; RH; VHA; Vi.] Porque todos, los
Profetas y la Ley, profetizaron hasta Juan”. (Mt 11:10-13.) Por lo tanto, los días del ministerio de
Juan, que pronto terminarían con su ejecución, señalaron la conclusión de un período y el comienzo
de otro. En cuanto al verbo griego bi·á·zo·mai, empleado en este texto, W. E. Vine dice que sugiere
“un empeño esforzado”. (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, 1987, vol. 4,
pág. 246.) El erudito alemán Heinrich Meyer escribió sobre Mateo 11:12: “Así se describe ese
esfuerzo y esa lucha ansiosa e irresistible en pos del reino Mesiánico que se acerca [...]. Tan ansioso
y enérgico (ya no calmado y expectante) es el interés con respecto al reino. Los [bi·a·stái] son, por
consiguiente, creyentes [no enemigos agresores] que luchan vigorosamente por poseerlo”. (Critical
and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew, de H. Meyer, 1884, pág. 225.)
Así pues, pertenecer al reino de Dios no se conseguiría con facilidad; no sería como acercarse a
una ciudad abierta en la que muy poco, o nada, dificultase la entrada. Al contrario, el Soberano
Jehová Dios había colocado barreras para excluir a cualquiera que no lo mereciera. (Compárese con
Jn 6:44; 1Co 6:9-11; Gál 5:19-21; Ef 5:5.) Los que entraran tendrían que recorrer un camino
estrecho, pasar por una puerta angosta y pedir, buscar y tocar con insistencia. Solo entonces se les
abriría el camino. El camino es “estrecho” en el sentido de que restringe a los que caminan por él
para que no hagan cosas que puedan perjudicar a otros o a ellos mismos. (Mt 7:7, 8, 13, 14;
compárese con 2Pe 1:10, 11.) Quizás tuvieran que perder un ojo o una mano en sentido figurado a
fin de conseguir la entrada. (Mr 9:43-47.) El Reino no sería una plutocracia en la que se pudiera
comprar el favor del Rey; sería difícil que un rico (gr. plóu·si·os) entrase. (Lu 18:24, 25.) No sería una
aristocracia mundana; una posición social elevada no contaría. (Mt 23:1, 2, 6-12, 33; Lu 16:14-16.)
Los que parecieran “primeros”, con unos antecedentes religiosos impresionantes, serían los
“últimos”, y los ‘últimos serían los primeros’ en recibir los benditos privilegios relacionados con ese
Reino. (Mt 19:30–20:16.) Los fariseos hipócritas, hombres prominentes que confiaban en su posición
ventajosa, verían entrar en el Reino antes que ellos a las rameras y a los recaudadores que habían
reformado su conducta. (Mt 21:31, 32; 23:13.) Aunque llamaran a Jesús “Señor, Señor”, a todos
aquellos hipócritas que no respetasen la palabra y la voluntad de Dios revelada por medio de Jesús,
se les rechazaría con las palabras: “¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero”.
(Mt 7:15-23.)
Conseguirían entrar los que pusieran los intereses materiales en segundo lugar y buscaran
primero el Reino y la justicia de Dios. (Mt 6:31-34.) Al igual que Cristo Jesús, el Rey ungido de Dios,
estas personas amarían la justicia y odiarían el desafuero. (Heb 1:8, 9.) Los futuros miembros del
Reino tendrían una inclinación espiritual, serían misericordiosos, de corazón puro y pacíficos, aunque
otros hombres los vituperarían y perseguirían. (Mt 5:3-10; Lu 6:23.) El “yugo” que Jesús ofreció a
tales personas significaba sumisión a su autoridad regia. Pero para los “de genio apacible y
[humildes] de corazón”, como era el Rey, se trataba de un yugo suave y una carga ligera. (Mt 11:28-
30; compárese con 1Re 12:12-14; Jer 27:1-7.) Esto debió conmover a sus oyentes, pues les
aseguraba que su gobernación no tendría ninguna de las cualidades indeseables que habían
mostrado muchos gobernantes anteriores, tanto israelitas como no israelitas. Les dio razón para
creer que bajo su gobierno no habría impuestos opresivos, trabajos forzados o explotación de
cualquier tipo. (Compárese con 1Sa 8:10-18; Dt 17:15-17, 20; Ef 5:5.) Como mostraron las palabras
posteriores de Jesús, no solo el Cabeza del venidero gobierno del Reino demostraría su abnegación
hasta el punto de dar la vida por su pueblo, sino que todos los que estuvieran asociados con él en
ese gobierno también procurarían servir al prójimo en vez de ser servidos. (Mt 20:25-28; véase
JESUCRISTO [Sus obras y cualidades personales].)
La sumisión de buena gana es fundamental. El propio Jesús sentía el respeto más profundo
por la voluntad y la autoridad soberana de su Padre. (Jn 5:30; 6:38; Mt 26:39.) Mientras estaba en
vigor el pacto de la Ley los seguidores judíos de Jesús tenían que practicar y recomendar a otros la
obediencia a dicho pacto; Jesús rechazaría de su Reino a todo el que adoptara un proceder opuesto.
No obstante, este respeto y obediencia debía proceder del corazón, y no tenía que limitarse a
observar la parte formal o ritual de la Ley, enfatizando solo mandatos específicos. Por el contrario,
debían obedecerse principios básicos, como la justicia, la misericordia y la fidelidad. (Mt 5:17-20;
23:23, 24.) Jesús dijo que ‘no estaba lejos del reino de Dios’ al escriba que reconoció la posición
singular de Jehová y que admitió que el “amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y
con todas las fuerzas, y esto de amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los
holocaustos y sacrificios”. (Mr 12:28-34.) Por lo tanto, Jesús hizo patente en todos los aspectos que
Jehová Dios solo busca a súbditos dispuestos, que prefieren Sus caminos justos y desean
fervientemente vivir bajo su autoridad soberana.
La relación de pacto. Durante la última noche que Jesús pasó con sus discípulos, habló de un
“nuevo pacto” con ellos que sería validado por su sacrificio de rescate (Lu 22:19, 20; compárese con
12:32); él sería Mediador entre el Soberano Jehová y ellos. (1Ti 2:5; Heb 12:24.) Además, Jesús hizo
un pacto personal con sus seguidores “para un reino”, a fin de que pudieran participar con él de sus
privilegios reales. (Lu 22:28-30; véase PACTO.)
Vencer al mundo. Aunque la detención, juicio y ejecución de Jesús podían dar la impresión de
que su posición real era débil, en realidad constituyeron un claro cumplimiento de las profecías
divinas, por lo que Dios lo permitió. (Jn 19:10, 11; Lu 24:19-27, 44.) Mediante su lealtad e integridad
hasta la muerte, Jesús demostró que “el gobernante del mundo”, el Adversario de Dios, Satanás,
no tenía “dominio” sobre él y que él había “vencido al mundo”. (Jn 14:29-31; 16:33.) Además, aunque
su Hijo había sido fijado en un madero, Jehová manifestó su poder sin igual: la luz del Sol
desapareció temporalmente, hubo un fuerte terremoto y se rasgó en dos la gran cortina que había en
el templo. (Mt 27:51-54; Lu 23:44, 45.) Al tercer día, dio aún más prueba de su Soberanía cuando
resucitó a su Hijo a la vida celestial, a pesar de los frágiles esfuerzos humanos por impedir la
resurrección apostando guardas ante la tumba sellada de Jesús. (Mt 28:1-7.)
‘El reino del Hijo de su amor.’ Diez días después de la ascensión de Jesús a los cielos, en el
Pentecostés del año 33 E.C., sus discípulos tuvieron prueba de que había sido “ensalzado a la
diestra de Dios” cuando derramó espíritu santo sobre ellos. (Hch 1:8, 9; 2:1-4, 29-33.) De esta
manera entró en vigor el “nuevo pacto”, y ellos se convirtieron en el núcleo de una nueva “nación
santa”, el Israel espiritual. (Heb 12:22-24; 1Pe 2:9, 10; Gál 6:16.)
Entonces Cristo estaba sentado a la diestra del Padre y era el Cabeza de la congregación. (Ef
5:23; Heb 1:3; Flp 2:9-11.) Las Escrituras muestran que a partir del Pentecostés del año 33 E.C. se
estableció un reino espiritual sobre los discípulos. Cuando el apóstol Pablo escribió a los cristianos
colosenses del primer siglo, indicó que Jesucristo ya tenía un reino: “[Dios] nos libró de la autoridad
de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su amor”. (Col 1:13; compárese con Hch 17:6, 7.)
El reino de Cristo que empezó en el Pentecostés de 33 E.C. es de carácter espiritual, al igual que
el Israel sobre el que rige: los cristianos engendrados por el espíritu de Dios para ser Sus hijos
espirituales. (Jn 3:3, 5, 6.) Cuando tales cristianos engendrados por espíritu reciben su recompensa
espiritual, dejan de ser súbditos terrestres del reino espiritual de Cristo para pasar a ser reyes con
Cristo en los cielos. (Rev 5:9, 10.)
“El Reino de nuestro Señor y de su Cristo.” A finales del siglo I E.C., el apóstol Juan tuvo una
revelación divina del tiempo futuro en el que Jehová Dios produciría una nueva forma de
gobernación divina mediante su Hijo. En aquel tiempo, como cuando David llevó el Arca a Jerusalén,
podría decirse que Jehová ‘había tomado su gran poder y había empezado a reinar’. Sería entonces
cuando fuertes voces en el cielo proclamarían: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro
Señor y de su Cristo, y él reinará para siempre jamás”. (Rev 11:15, 17; 1Cr 16:1, 31.)
“Nuestro Señor”, el Señor Soberano Jehová, impone su autoridad sobre “el reino del mundo”
produciendo una nueva expresión de su soberanía sobre la Tierra. Concede a su Hijo Jesucristo una
participación subsidiaria en ese Reino, de modo que se le llama “el reino de nuestro Señor y de su
Cristo”. Este reino es de proporciones y dimensiones mayores que “el reino del Hijo de su amor”, del
que se habla en Colosenses 1:13. “El reino del Hijo de su amor” empezó en el Pentecostés del año
33 E.C. y ha gobernado sobre los discípulos ungidos de Cristo; “el reino de nuestro Señor y de su
Cristo” se inicia al fin de “los tiempos señalados de las naciones” y gobierna sobre toda la humanidad
en la Tierra. (Lu 21:24.)
Después de recibir participación en “el reino del mundo”, Jesucristo toma las medidas necesarias
para eliminar la oposición a la soberanía de Dios. La acción inicial tiene lugar en la región celestial;
se derrota a Satanás y sus demonios y se les arroja al ámbito terrestre. Como resultado, se hace la
siguiente proclamación: “Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la
autoridad de su Cristo”. (Rev 12:1-10.) Durante el corto período de tiempo que le queda, este
principal adversario, Satanás, continúa cumpliendo la profecía de Génesis 3:15 al guerrear contra
“los restantes” de la “descendencia” de la mujer, los “santos” que están en vías de gobernar con
Cristo. (Rev 12:13-17; compárese con 13:4-7; Da 7:21-27.) No obstante, los “justos decretos” de
Jehová se hacen manifiestos, y sus expresiones de juicio caen como plagas sobre sus opositores, lo
que lleva a la destrucción de la mística Babilonia la Grande, la perseguidora principal de los siervos
de Dios en la Tierra. (Rev 15:4; 16:1–19:6.)
Después, “el reino de nuestro Señor y de su Cristo” envía sus ejércitos celestiales contra los
gobernantes de todos los reinos terrestres y sus ejércitos para pelear la batalla de Armagedón, en la
que estos últimos son destruidos. (Rev 16:14-16; 19:11-21.) Esta es la respuesta a la petición hecha
a Dios: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mt 6:10.) A
continuación se abisma a Satanás y empieza un período de mil años en el que Cristo Jesús y sus
asociados gobiernan como reyes y sacerdotes sobre los habitantes de la Tierra. (Rev 20:1, 6.)
Cristo “entrega el reino”. El apóstol Pablo también describe la gobernación de Cristo durante su
presencia. Después de resucitar a sus seguidores, Cristo procede a reducir “a nada todo gobierno y
toda autoridad y poder” (lógicamente, todo gobierno, autoridad y poder en oposición a la voluntad
soberana de Dios). Más tarde, al final del reino milenario, “entrega el reino a su Dios y Padre”, y se
somete a “Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”.
(1Co 15:21-28.)
Puesto que Jesucristo “entrega el reino a su Dios y Padre”, ¿en qué sentido es su reino “eterno”,
como se repite una y otra vez en las Escrituras? (2Pe 1:11; Isa 9:7; Da 7:14; Lu 1:33; Rev 11:15.) Del
siguiente modo: su Reino “nunca será reducido a ruinas”, sus logros serán perpetuos y él recibirá
honra eterna por su papel de Rey Mesiánico. (Da 2:44.)
Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel
sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo terminará el
dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente, ahora sujeta a su “ley”; la
bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes. (Ro 5:14, 17, 21.) Como los
habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la muerte, también terminará la necesidad
de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como “ayudante para con el Padre” por los pecados de
los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La humanidad habrá recuperado la posición que tenía
originalmente cuando el hombre perfecto Adán estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba
a nadie entre él y Dios para hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los
habitantes de la Tierra estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su
proceder ante Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a nadie como intermediario o ayudante
legal. De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser “todas las cosas para con todos”. Esto
significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de “reunir todas las cosas de
nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (1Co
15:28; Ef 1:9, 10.)
El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en un
tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida en el
dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la humanidad
obediente.
Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final de
integridad y devoción. Satanás será soltado del abismo. Los que permitan que él los seduzca lo
harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de Dios, pues se dice
que atacan el “campamento de los santos y la ciudad amada”. Como el Tribunal del cielo habrá
zanjado judicialmente esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se permitirá otra rebelión
prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios no podrán apelar a Cristo Jesús como
un ‘ayudante propiciatorio’, sino que Jehová Dios será “todas las cosas” para ellos. No habrá ninguna
apelación o mediación posible. Todos los rebeldes, espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina
de destrucción en la “muerte segunda”. (Rev 20:7-15.)
*** it-2 pág. 1072 Sumo sacerdote ***
Sin embargo, aunque Cristo no recibe su sacerdocio por ser descendiente carnal de Aarón ni
tiene ningún predecesor ni sucesor en su puesto, cumple con el modelo ejemplificado por el sumo
sacerdote Aarón. El apóstol deja este hecho muy claro cuando muestra que el tabernáculo en forma
de tienda que se construyó en el desierto era un modelo de “la tienda verdadera, que Jehová
levantó, y no el hombre”, y que los sacerdotes levíticos rendían “servicio sagrado en una
representación típica y sombra de las cosas celestiales”. (Heb 8:1-6; 9:11.) También dice que
Jesucristo, quien ofreció su propio cuerpo perfecto en lugar de ofrecer sacrificios animales, abolió la
validez o la necesidad de aquellos sacrificios y luego “[pasó] por los cielos”, “no con la sangre de
machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre[,] una vez para siempre en el lugar santo, y
obtuvo liberación eterna para nosotros”. (Heb 4:14; 9:12; 10:5, 6, 9.) Él entró en el lugar santo
tipificado por el Santísimo en el que entraba Aarón, a saber, “el cielo mismo, para comparecer ahora
delante de la persona de Dios a favor de nosotros”. (Heb 9:24.)
*** rs pág. 206-pág. 208 Jesucristo ***
Jesucristo

Definición: El unigénito Hijo de Dios, el único Hijo traído a la existencia directamente


por Jehová. Este Hijo es el primogénito de toda la creación. Por medio de él fueron
creadas todas las otras cosas del cielo y de la Tierra. Es el segundo personaje en
cuanto a importancia en el universo. Es el Hijo a quien Jehová envió a la Tierra para
que diera su vida como rescate por la humanidad, y así abrió, a los de la prole de Adán
que ejercieran fe, la oportunidad de obtener vida eterna. Este mismo Hijo, restaurado a
la gloria celestial, gobierna ahora como Rey, y tiene autoridad para destruir a todos los
inicuos y efectuar el propósito original de su Padre para con la Tierra. La forma hebrea
del nombre Jesús significa “Jehová Es Salvación”; Cristo es el equivalente de la palabra
hebrea Ma·shiʹach (Mesías), que significa “Ungido”.

¿Fue Jesucristo un personaje histórico, real?


La Biblia misma proporciona la prueba principal de que Jesucristo es un personaje histórico. El
relato escrito de los Evangelios no consiste en una narración vaga de sucesos que hubieran tenido
lugar en algún tiempo no especificado y en una localidad sin nombre. Se declaran específicamente,
con lujo de detalles, el tiempo y el lugar de los sucesos. Por ejemplo, véase Lucas 3:1, 2, 21-23.
Josefo, historiador judío del primer siglo, se refirió al apedreamiento de “Santiago, hermano de
Jesús a quien llamaban el Cristo” (The Jewish Antiquities, [Antigüedades judaicas], Josefo, Libro XX,
sección 200). Una referencia directa y muy favorable a Jesús, que se encuentra en el Libro XVIII,
secciones 63, 64, ha sido puesta en tela de juicio por algunos que afirman que la misma fue
agregada más tarde o fue cambiada por los cristianos para darle realce; pero se reconoce que el
vocabulario y el estilo son básicamente los de Josefo, y el pasaje se encuentra en todos los
manuscritos disponibles.
Tácito, historiador romano que vivió a fines del primer siglo E.C., escribió: “Christus [forma latina
de “Cristo”], del cual el nombre [cristiano] se originó, sufrió la pena capital durante el reinado de
Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato” (The Complete Works of Tacitus
[Obras completas de Tácito], Nueva York, 1942, “The Annals” [“Anales”], Libro 15, pár. 44).
En cuanto a las primeras referencias históricas no cristianas a Jesús, The New Encyclopædia
Britannica declara: “Estos relatos independientes demuestran que en tiempos antiguos ni siquiera los
adversarios del cristianismo dudaron alguna vez de la historicidad de Jesús, la cual varios autores de
a fines del siglo XVIII, del siglo XIX y de a principios del siglo XX pusieron en tela de juicio por
primera vez y por razones de poco peso” (1976, Macropædia, tomo 10, pág. 145).
¿Fue Jesucristo sencillamente un hombre bueno?
Es interesante el hecho de que Jesús reprendió a un hombre que se dirigió a él usando el título
de “Buen Maestro”, porque Jesús reconocía que él mismo no era el modelo de la bondad, sino su
Padre (Mar. 10:17, 18). No obstante, para estar a la altura de lo que las personas generalmente
quieren decir cuando dicen que alguien es bueno, Jesús ciertamente ha debido ser una persona que
decía la verdad. De hecho, hasta sus enemigos reconocían que era tal clase de persona (Mar.
12:14). Él mismo dijo que había existido antes de haber llegado a ser humano, que era el Hijo
unigénito de Dios, que era el Mesías, aquel cuya venida había sido predicha por todas las Escrituras
Hebreas. O era lo que afirmaba ser, o era un impostor craso, pero ninguna de las dos opciones dejan
margen para que se le considere como sencillamente un hombre bueno. (Juan 3:13; 10:36; 4:25, 26:
Luc. 24:44-48.)
¿Fue Jesús tan solo un profeta cuya autoridad fuera semejante a la de Moisés, Buda, Mahoma
y otros líderes religiosos?
Jesús mismo enseñó que era el singular Hijo de Dios (Juan 10:36; Mat. 16:15-17), el predicho
Mesías (Mar. 14:61, 62), que había existido en el cielo antes de llegar a existir como humano (Juan
6:38; 8:23, 58), que se le daría muerte y que entonces sería resucitado al tercer día, después de lo
cual regresaría a los cielos (Mat. 16:21; Juan 14:2, 3). ¿Fueron verídicas estas afirmaciones?, y, por
lo tanto, ¿fue él realmente diferente de todos los demás profetas verdaderos de Dios y contrasta
marcadamente con todos los supuestos líderes religiosos? La verdad se haría patente al tercer día
después de su muerte. ¿Lo resucitó entonces Dios de entre los muertos, y confirmó así que
Jesucristo había dicho la verdad y que realmente era el singular Hijo de Dios? (Rom. 1:3, 4.) De
hecho, más de 500 testigos vieron a Jesús vivo después de su resurrección, y sus apóstoles fieles
fueron testigos oculares cuando él empezó a ascender nuevamente al cielo y entonces desapareció
de la vista de ellos en una nube (1 Cor. 15:3-8; Hech. 1:2, 3, 9). Quedaron tan completamente
convencidos de que él había sido levantado de entre los muertos que muchos de ellos arriesgaron su
propia vida para dar a conocer ese hecho a otros. (Hech. 4:18-33.)
Cómo nos afecta la cuestión de la soberanía
*** w10 15/11 págs. 25-26 párrs. 5-11 Jehová es nuestro Soberano ***
5 Puesto que Jehová ha creado todo, es el legítimo Soberano de la Tierra y del resto del universo
(léase Revelación 4:11). Además, también es nuestro Juez, Legislador y Rey, combinando así en su
persona los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, las tres ramas del gobierno universal (Isa. 33:22).
Dado que le debemos la existencia y dependemos de él, tenemos que verlo como nuestro Señor
Soberano y defender su elevadísima posición. Algo que nos moverá a hacerlo es tener siempre
presentes estas palabras: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y
sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación” (Sal. 103:19; Hech. 4:24).
6 Si queremos defender la soberanía de Jehová, debemos mantenernos íntegros. Ahora bien,
¿qué implica ser íntegro? Como lo ilustra el caso del patriarca Job, la integridad exige demostrar
entereza moral, ser intachable y actuar con rectitud (Job 1:1).
Da comienzo el drama
7 Hace seis mil años, un espíritu se rebeló contra Jehová. Con sus palabras y acciones, cuestionó
la legitimidad de la soberanía divina. Y lo hizo por puro egoísmo: porque quería ser adorado. Por eso
indujo a nuestros primeros padres, Adán y Eva, a ser desleales al Soberano Universal. También
intentó ensuciar el buen nombre de Jehová insinuando que era un mentiroso (léase Génesis 3:1-5).
Aquel rebelde se convirtió en el gran enemigo de Dios. Con el tiempo llegó a ser conocido como
Satanás, el Diablo, la serpiente y el dragón, nombres que lo identifican como opositor, calumniador,
engañador y devorador, respectivamente (Rev. 12:9).
8 Satanás se alzó como gobernante rival. Ante ese desafío contra su soberanía, ¿qué haría
Jehová? ¿Destruirlo de inmediato junto con Adán y Eva? Sin duda, tenía poder de sobra para
eliminar a los tres rebeldes. Si lo hubiera hecho, habría probado que es el Dios omnipotente. Por otro
lado, habría demostrado que no mentía cuando les advirtió del castigo que recibirían si violaban su
ley. Entonces, ¿por qué no tomó esa medida?
9 Con sus mentiras, Satanás consiguió que Adán y Eva se apartaran de su Creador. Y así puso
en duda que Dios tuviera derecho a exigirles obediencia a los seres humanos. Además, al inducir a
nuestros primeros padres a rebelarse contra Jehová, cuestionó la lealtad de todas las criaturas
inteligentes. Como se vio más tarde en el caso de Job —quien sí se mantuvo fiel a la soberanía
divina—, el Diablo estaba afirmando que era capaz de apartar de Dios a toda persona (Job 2:1-5).
10 Al no zanjar de inmediato la cuestión de la soberanía, Jehová le dio tiempo a Satanás para que
intentara probar sus acusaciones. Y, además, nos concedió a los seres humanos la oportunidad de
demostrarle lealtad. ¿Qué ha sucedido en el transcurso de los siglos? Satanás ha formado una
poderosa red criminal. Pero Dios terminará destruyéndolo a él y a su organización, y de este modo
dejará establecido que es el legítimo Soberano. Jehová siempre ha estado seguro de su victoria.
Tanto es así que la anunció tan pronto como se produjo la rebelión del hombre (Gén. 3:15).
11 Muchos seres humanos han demostrado fe y lealtad poniéndose del lado de Jehová en la
cuestión de la soberanía y la santificación de su nombre. Entre ellos figuran Abel, Enoc, Noé,
Abrahán, Sara, Moisés, Rut, David, Jesús, los primeros cristianos y millones de hombres y mujeres
íntegros de nuestros días. Estos defensores de la soberanía divina han contribuido a probar que
Satanás es un mentiroso. Con su fidelidad, también han ayudado a limpiar el nombre divino de todo
el lodo que le ha lanzado el Diablo al asegurar que podía apartar de Jehová a cualquier persona
(Pro. 27:11).
*** w07 1/12 págs. 28-30 párrs. 12-18 ¿Apoya usted la soberanía de Jehová? ***
12 Hoy día, como predijo Jesús, las buenas nuevas del Reino se están predicando en muchos
países (Mateo 24:14). Como resultado, millones de personas han dedicado su vida a Dios. Todas
ellas están encantadas con las bendiciones que traerá el Reino. De hecho, están deseando vivir para
siempre en paz y seguridad en una Tierra hecha un paraíso, y por eso disfrutan de hablar de su
esperanza con la gente (Salmo 37:11; 2 Pedro 3:13). ¿Es usted uno de estos evangelizadores? Si
así es, ha tomado una excelente decisión. Ahora bien, hay algo en lo que todos debemos pensar.
13
El apóstol Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus
pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21). ¿No le parece interesante que aquí Pedro
resalte los sufrimientos de Jesús, y no el entusiasmo con el que predicaba ni su gran habilidad como
maestro? El apóstol sabía de lo que hablaba, pues fue testigo ocular del sufrimiento que Cristo
estuvo dispuesto a soportar a fin de someterse a la soberanía de Jehová y demostrar que Satanás
es un mentiroso. Y nosotros, ¿cómo podemos seguir los pasos de Jesús? Preguntémonos: “¿Cuánto
estoy dispuesto a sufrir para apoyar la soberanía de Jehová? ¿Demuestran mi vida y mi ministerio
que para mí lo más importante es defender la soberanía divina?” (Colosenses 3:17).
14
A diario nos enfrentamos a todo tipo de pruebas y decisiones. ¿Cómo deberíamos reaccionar
en cada caso? Por ejemplo, ¿qué haremos si nos vemos tentados a hacer algo que pudiera
amenazar nuestra integridad cristiana? Pues bien, ¿qué le dijo Jesús a Pedro cuando este le sugirió
que fuera bondadoso consigo mismo? “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”, exclamó Jesús. Y añadió:
“Porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mateo 16:21-23). Y cuando
surge la posibilidad de progresar en nuestra profesión o elevar nuestro nivel económico a costa del
bienestar espiritual, ¿reaccionamos como lo hizo Jesús? Cuando él se dio cuenta de que algunos
que habían visto sus milagros “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, se alejó
rápidamente de ellos (Juan 6:15).
15 ¿Por qué reaccionó Jesús con tanta determinación en estas y en otras ocasiones? Porque se
daba perfecta cuenta de que había algo más importante que su seguridad o su conveniencia. Por
encima de todo, quería hacer la voluntad de su Padre y apoyar la soberanía divina (Mateo 26:50-54).
¿Y eso qué nos enseña? Que nosotros también debemos tener siempre presente la cuestión de la
soberanía, porque de lo contrario podríamos fallarle a Jehová. Fácilmente podríamos caer en las
trampas de Satanás, un especialista en despertar el deseo por lo prohibido, como quedó demostrado
en el caso de Eva (2 Corintios 11:14; 1 Timoteo 2:14).
16 En el ministerio tratamos de mostrar a las personas la solución que dan las Escrituras a sus
problemas, y sin duda esta es una buena manera de despertar su interés en el estudio de la Biblia.
Sin embargo, nuestro objetivo no es únicamente que la gente llegue a conocer el mensaje bíblico o
las bendiciones del Reino de Dios. Ante todo, queremos que comprendan la cuestión de la soberanía
de Jehová. ¿Están dispuestos a ser cristianos verdaderos, a tomar su “madero de tormento” y sufrir
por causa del Reino? (Marcos 8:34.) ¿Están listos para unirse a los que apoyan la soberanía de
Jehová y demostrar así que Satanás es un mentiroso? (Proverbios 27:11.) ¡Qué gran privilegio
tenemos! No solo podemos apoyar la soberanía divina, sino que también podemos ayudar a otros a
hacer lo mismo (1 Timoteo 4:16).
El día en que Dios sea “todas las cosas para con todos”
17 Sigamos esforzándonos por demostrar con nuestra conducta y nuestro ministerio que
apoyamos la soberanía de Jehová. Así podremos esperar con confianza el día en que Jesucristo
entregue “el reino a su Dios y Padre”. ¿Cuándo será eso? El apóstol Pablo explica: “Cuando haya
reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que Dios
haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies [...;] entonces el Hijo mismo también se
sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”
(1 Corintios 15:24, 25, 28).
18 El día en que Jehová sea “todas las cosas para con todos” será un momento realmente
glorioso. El Reino habrá logrado su objetivo. Todos los enemigos de la soberanía de Jehová habrán
sido eliminados, y el universo habrá recuperado la paz y el orden. Como escribió el salmista, la
creación entera cantará: “Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su nombre [...]. Digan entre
las naciones: ‘Jehová mismo ha llegado a ser rey’” (Salmo 96:8, 10).

*** w06 15/8 pág. 21 párr. 9 Job, ejemplo de integridad y aguante ***
9
¿Cómo podemos hacer frente a estos problemas? Viéndolos como oportunidades para
demostrar que amamos a Jehová y nos sometemos a su soberanía pase lo que pase (Santiago 1:2-
4). Si comprendemos bien la importancia de ser leales a Dios, mantendremos el equilibrio espiritual
sin importar cuál sea la causa de nuestra angustia. El apóstol Pedro escribió a los cristianos:
“Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para
prueba, como si algo extraño les sobreviniera” (1 Pedro 4:12). Y Pablo explicó por qué: “Todos los
que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos”
(2 Timoteo 3:12). Tal como hizo con Job, Satanás sigue poniendo a prueba la integridad de los
testigos de Jehová. Es más, la Biblia indica que el Diablo ha incrementado sus ataques contra el
pueblo de Dios en estos últimos días (Revelación [Apocalipsis] 12:9, 17).
*** w96 15/3 pág. 10 ¡Contemplen a los leales! ***
¡Contemplen a los leales!

“¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú


eres leal?” (REVELACIÓN 15:4.)

JOSEPH F. RUTHERFORD, quien en 1917 sucedió a C. T. Russell en la presidencia de la


Sociedad Watch Tower, empezó el discurso funeral de este diciendo: “Charles Taze Russell fue leal
a Dios, leal a Cristo Jesús, leal a la causa del Reino del Mesías. Fue leal hasta la médula, sí, leal
incluso hasta la muerte”. En verdad, un hermoso tributo a un siervo fiel de Jehová Dios, pues nada
enaltece más a una persona que el que se diga que superó la prueba de la lealtad, que fue leal hasta
la médula.
2 Ser leal supone una prueba. ¿Por qué? Porque rivaliza con el interés propio. El clero de la
cristiandad va a la cabeza de los que son desleales a Dios. Además, nunca se había generalizado
tanto la deslealtad como en el matrimonio hoy día; el adulterio es una práctica corriente. También en
el mundo de los negocios reina la deslealtad. A este respecto se nos informa: “Hoy día muchos
gerentes y otros profesionales [...] creen que solo los tontos e incautos son leales a sus empresas”.
Se menosprecia a las personas “demasiado leales”. “Hay que ser leal primero y únicamente a uno
mismo”, aseveró el presidente de una firma dedicada a la consultoría gerencial y la búsqueda de
ejecutivos. No obstante, hablar de lealtad a uno mismo es prostituir el significado del término. Tal
actitud nos recuerda las palabras de Miqueas 7:2: “El leal ha perecido de la tierra”.
3 En un plano mucho más significativo, Satanás y sus demonios se han alineado contra nosotros
y están empeñados en quebrantar nuestra lealtad a Dios. Por esta razón, Efesios 6:12 alerta a los
cristianos: “Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las
autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales
inicuas en los lugares celestiales”. En consecuencia, es preciso hacer caso de la advertencia:
“Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente,
procurando devorar a alguien”. (1 Pedro 5:8.)
4Otro factor que dificulta ser leal son las tendencias que hemos heredado de nuestros padres,
como afirma Génesis 8:21: “La inclinación del corazón del hombre es mala [y egoísta] desde su
juventud”. Todos adolecemos del mismo problema que confesó el apóstol Pablo: “Lo bueno que
deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico”. (Romanos 7:19.)
*** w96 15/3 págs. 12-13 párrs. 9-16 ¡Contemplen a los leales! ***
9La historia de la nación de Israel en particular contiene abundantes testimonios de la lealtad de
Jehová a su pueblo. En los días de los jueces, Israel se apartó del culto verdadero una y otra vez; sin
embargo, Jehová sintió pesar reiteradas veces y lo salvó. (Jueces 2:15-22.) Durante los cinco siglos
que duró la monarquía, Jehová fue leal a la nación.
10 Por su lealtad, Jehová fue paciente con su pueblo, como se observa en 2 Crónicas 36:15, 16:
“Jehová el Dios de sus antepasados siguió enviando avisos contra ellos por medio de sus
mensajeros, enviando vez tras vez, porque sentía compasión por su pueblo y por su morada. Pero
ellos continuamente estuvieron burlándose de los mensajeros del Dios verdadero y despreciando sus
palabras y mofándose de sus profetas, hasta que la furia de Jehová subió contra su pueblo, hasta
que no hubo curación”.
11En razón de que Jehová es el Leal por excelencia, el apóstol Pablo pudo escribir las palabras
de Romanos 8:38, 39: “Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas
aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá
separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. Efectivamente, Jehová nos
asegura: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé”. (Hebreos 13:5.) Saber que
Jehová siempre es leal nos brinda verdadero consuelo.
Jesucristo, el Hijo leal
12 En cuanto a mostrar lealtad, Jesucristo, en perfecta imitación de Jehová, fue y sigue siendo
leal. Con razón el apóstol Pedro aplicó Salmo 16:10 a Jesucristo en Hechos 2:27: “No dejarás mi
alma en el Hades, ni permitirás que el que te es leal vea corrupción”. A Jesucristo se le llama
merecidamente el “leal”. Él es totalmente leal a su Padre y al prometido Reino divino. Al principio,
Satanás intentó quebrantar su integridad valiéndose de tentaciones que apelaban al interés propio.
En vista de su fracaso, recurrió a la persecución hasta causar la muerte de Jesús en el madero de
ejecución. Pero Jesús nunca dejó de ser leal a su Padre celestial, Jehová Dios. (Mateo 4:1-11.)
13 Jesucristo ha sido leal a sus seguidores al mantener su promesa registrada en Mateo 28:20:
“¡Miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”. En
cumplimiento de su palabra, ha ejercido lealmente la jefatura sobre su congregación desde el día de
Pentecostés del año 33 E.C.
Humanos imperfectos que fueron leales
14
Ahora bien, ¿qué hay de los seres humanos imperfectos? ¿Pueden ser leales a Dios?
Tenemos el ejemplo excepcional de Job. Satanás dejó bien clara la cuestión en su caso: ¿Era Job
leal a Jehová Dios, o le servía solo por interés personal? Satanás fanfarroneó afirmando que si
afligía a Job, podría apartarlo de Jehová. Cuando Job perdió todos sus bienes, sus hijos y hasta la
salud, su esposa le dijo: “¡Maldice a Dios, y muere!”. Mas él fue leal, y le respondió: “‘Como habla
una de las mujeres insensatas, tú también hablas. ¿Aceptaremos solamente lo que es bueno de
parte del Dios verdadero, y no aceptaremos también lo que es malo?’. En todo esto Job no pecó con
sus labios”. (Job 2:9, 10.) De hecho, Job replicó a sus falsos consoladores: “Aunque [Dios] me
matara, en él esperaré”. (Job 13:15, Nueva Reina-Valera.) No sorprende, pues, que Job recibiera la
aprobación de Jehová. Por consiguiente, Jehová dijo a Elifaz el temanita: “Mi cólera se ha
enardecido contra ti y tus dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es
verídico, como mi siervo Job”. (Job 42:7, 10-16; Santiago 5:11.)
15 Los hombres y mujeres piadosos cuyos nombres figuran en el capítulo 11 de Hebreos pueden
ser calificados de leales. No solo fueron fieles, sino también leales ante las presiones. Así pues,
leemos de aquellos “que por fe [...] taparon bocas de leones, detuvieron la fuerza del fuego,
escaparon del filo de la espada [...]. Sí, otros recibieron su prueba por mofas y azotes, en verdad,
más que eso, por cadenas y prisiones. Fueron apedreados, fueron probados, fueron aserrados en
pedazos, murieron degollados a espada, anduvieron de acá para allá en pieles de oveja, en pieles de
cabra, hallándose en necesidad, en tribulación, bajo maltratamiento”. (Hebreos 11:33-37.)
16 Las Escrituras Griegas Cristianas también suministran el magnífico ejemplo del apóstol Pablo,
quien con justicia dijo a los cristianos tesalonicenses respecto de su ministerio: “Ustedes son
testigos, Dios también lo es, de cuán leales y justos e inculpables demostramos ser para con ustedes
los creyentes”. (1 Tesalonicenses 2:10.) Hallamos otras pruebas de su lealtad en las palabras
recogidas en 2 Corintios 6:4, 5: “De toda manera nos recomendamos como ministros de Dios, por el
aguante de mucho, por tribulaciones, por necesidades, por dificultades, por golpes, por prisiones, por
desórdenes, por labores, por noches sin dormir, por veces sin alimento”. Todo ello atestigua el amor
propio que el apóstol Pablo sentía debido a su lealtad.
*** w90 15/8 págs. 14-15 párrs. 17-20 Lealtad... ¿a qué precio? ***
17 Es apropiado que nos preguntemos: ‘¿Aceptaría yo algún precio a cambio de mi privilegio de
adorar lealmente a mi Creador?’. Es lamentable que, a diferencia de José, algunos que eran siervos
dedicados de Jehová aceptaron muy poco a cambio de su privilegio. Hasta algunos ancianos han
cambiado sus inestimables privilegios de servicio sagrado por el disfrute temporal de placeres
sensuales inmorales. Fueran ancianos o no, muchos de los que han hecho esto han perdido —sin
poder ganar de nuevo— la unidad familiar, el amor y respeto de la congregación y la aprobación de
Jehová... el Mismísimo que puede suministrar la fortaleza que uno necesita para mantenerse leal y
resistir toda tentación que traiga Satanás. (Isaías 12:2; Filipenses 4:13.)
18Otros, resueltos ambiciosamente a progresar en el mundo, se han “acribillado con muchos
dolores” a pesar de las advertencias claras de la Biblia. (1 Timoteo 6:9, 10.) Demas, cristiano a quien
Pablo mencionó, salió perdiendo temporal o permanentemente debido a eso. (2 Timoteo 4:10.)
Nunca podemos violar nuestra integridad a Jehová sin experimentar resultados desastrosos. “De
Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también
segará.” (Gálatas 6:7.)
19
A veces el precio se presenta de manera muy sutil. Por ejemplo, un informe procedente de los
Estados Unidos dice que muchas familias pasan cerca de la mitad del tiempo en que están
despiertas en su hogar viendo programas de televisión, y especialmente los jóvenes son adictos a
esto. Si ante todo el cristiano alimentara su mente con lo que viera en la televisión, con la
inmoralidad sexual y la violencia que se presentan, eso pronto podría socavar sus principios
cristianos. Fácilmente podría llevarlo a la deslealtad y a que se apartara de Jehová. Esa mala
compañía sí echa a perder los hábitos útiles. (1 Corintios 15:33.) No debemos olvidar que las
Escrituras nos aconsejan que dediquemos tiempo al estudio de la Palabra de Jehová y a meditar
sobre ella. ¿Vale la pena pasar demasiado tiempo descansando enfrente de un aparato de televisión
en vez de dedicarlo a adquirir conocimiento que conduce a uno a la vida eterna como adorador leal
de Jehová? Muchos que han llegado a conocer la verdad hoy han tenido que hacer grandes ajustes
en su modo de pensar al respecto. (1 Timoteo 4:15, 16; 2 Timoteo 2:15.)
20 Takashi es un negociante japonés que vive en Inglaterra. Solía pasar de tres a cuatro horas la
mayoría de las noches ante el televisor con su familia. Después que él y su esposa se bautizaron,
hace tres años, él se resolvió a dar más importancia a su estudio bíblico personal y al que tenía con
su familia. Al reducir el tiempo que pasaba ante la televisión a un promedio de solo 15 o 30 minutos
diarios, pudo dar excelente dirección a su familia. Aunque Takashi tiene que usar dos Biblias al
estudiar, una en inglés y la otra en japonés, su progreso espiritual ha sido rápido, y ahora es siervo
ministerial en una congregación de habla inglesa. Su esposa es precursora auxiliar. “Para
salvaguardar la espiritualidad de nuestros dos hijitos —dice él—, cada día también controlo lo que mi
esposa y yo les permitimos ver en la televisión.” Esa autodisciplina trae recompensas.
*** it-2 pág. 195 Lealtad ***
LEALTAD

En las Escrituras Hebreas el adjetivo ja·sídh se utiliza con relación a alguien “leal” o “de bondad
amorosa”. (Sl 18:25, nota.) El sustantivo jé·sedh se refiere a la bondad, pero aunque comprende la
tierna consideración o bondad que se deriva del amor, va más allá. Es la bondad que se adhiere
amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a ese objeto se ha realizado. Esta es
la clase de bondad que Dios muestra a sus siervos y que ellos le muestran a Él. Por lo tanto, entra
en el campo de la lealtad, una lealtad justa, devota y santa, por lo que se traduce “bondad amorosa”
y “amor leal”. (Gé 20:13; 21:23; véase BONDAD.)
En las Escrituras Griegas el sustantivo ho·si·ó·tēs y el adjetivo hó·si·os conllevan la idea de
santidad, justicia, reverencia, devoción o piedad, la observancia cuidadosa de todos los deberes para
con Dios. Supone una buena relación con Dios.
No parece que haya ninguna palabra española que exprese exacta y plenamente el significado de
los términos correspondientes en hebreo y en griego, pero como “lealtad” implica devoción y fidelidad
cuando se usa con relación a Dios y su servicio, sirve para transmitir una idea parecida. La mejor
manera de determinar el significado pleno de los términos bíblicos en cuestión es examinar su uso
en la Biblia.
La lealtad de Jehová. Como Jehová Dios, el Santísimo, es justo, muestra incesante bondad a
sus siervos e incluso trata con justicia y de modo coherente a sus enemigos, es confiable en grado
sumo. De Él se declara: “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente,
Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal?”. (Rev 15:3, 4.) La lealtad de Dios a la
justicia y al derecho, así como el amor que le tiene a su pueblo, le mueven a dictar sentencia. Por
ello, un ángel se sintió impulsado a decir: “Tú, Aquel que eres y que eras, el Leal, eres justo porque
has dictado estas decisiones”. (Rev 16:5; compárese con Sl 145:17.)
Jehová es leal a sus pactos. (Dt 7:9.) Por causa del pacto con su amigo Abrahán, durante siglos
tuvo gran paciencia con la nación de Israel y le mostró misericordia. (2Re 13:23) Por ello, mediante
su profeta Jeremías hizo este llamamiento a Israel: “‘De veras vuélvete, oh renegada Israel’, es la
expresión de Jehová. ‘No haré caer mi rostro airadamente sobre ustedes, porque soy leal’”. (Jer
3:12.) Los que son leales a Jehová pueden confiar plenamente en Él. David pidió la ayuda de Dios
en oración y dijo: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de falta, tratarás
de un modo exento de falta”. (2Sa 22:26.) David hizo un llamamiento al pueblo y le pidió que se
volviera del mal a fin de practicar el bien, “porque Jehová es amador de la justicia, y no dejará a los
que le son leales. Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados”. (Sl 37:27, 28.)
Los que son leales a Jehová pueden confiar en que Él está cerca y los ayudará hasta el mismo
final de su proceder fiel, y pueden tener la plena seguridad de que los recordará en cualquier
situación. Él guarda su camino (Pr 2:8) y sus vidas o almas. (Sl 97:10.)
Jesucristo. Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, le fortaleció saber que Dios había predicho de
él, Su principal “leal”, que no dejaría su alma en el Seol. (Sl 16:10.) En el día del Pentecostés de 33
E.C. el apóstol Pedro aplicó esta profecía a Jesús, diciendo: “[David] vio de antemano y habló
respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción.
A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos”. (Hch 2:25-28, 31, 32;
compárese con Hch 13:32-37.) En un comentario sobre Hechos 2:27, The Expositor’s Greek
Testament dice que la palabra hebrea ja·sídh (usada en Sl 16:10) “no solo aplica a alguien piadoso y
devoto, sino también al que es objeto de la bondad de Jehová” (edición de W. R. Nicoll, 1967, vol. 2).
Dios requiere lealtad. Jehová exige lealtad de sus siervos, que han de imitarle. (Ef 5:1.) El
apóstol Pablo dice a los cristianos que “deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada
conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Ef 4:24.) Cuando Pablo recomienda
la oración a la congregación, dice: “Por lo tanto, deseo que en todo lugar los hombres se ocupen en
orar, alzando manos leales, libres de ira y debates”. (1Ti 2:8.) La lealtad es una cualidad esencial
que capacita a un varón para un puesto de superintendencia en la congregación de Dios. (Tit 1:8.)
*** it-2 pág. 820 Reino de Dios ***
Después de recibir participación en “el reino del mundo”, Jesucristo toma las medidas necesarias
para eliminar la oposición a la soberanía de Dios. La acción inicial tiene lugar en la región celestial;
se derrota a Satanás y sus demonios y se les arroja al ámbito terrestre. Como resultado, se hace la
siguiente proclamación: “Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la
autoridad de su Cristo”. (Rev 12:1-10.) Durante el corto período de tiempo que le queda, este
principal adversario, Satanás, continúa cumpliendo la profecía de Génesis 3:15 al guerrear contra
“los restantes” de la “descendencia” de la mujer, los “santos” que están en vías de gobernar con
Cristo. (Rev 12:13-17; compárese con 13:4-7; Da 7:21-27.) No obstante, los “justos decretos” de
Jehová se hacen manifiestos, y sus expresiones de juicio caen como plagas sobre sus opositores, lo
que lleva a la destrucción de la mística Babilonia la Grande, la perseguidora principal de los siervos
de Dios en la Tierra. (Rev 15:4; 16:1–19:6.)
Después, “el reino de nuestro Señor y de su Cristo” envía sus ejércitos celestiales contra los
gobernantes de todos los reinos terrestres y sus ejércitos para pelear la batalla de Armagedón, en la
que estos últimos son destruidos. (Rev 16:14-16; 19:11-21.) Esta es la respuesta a la petición hecha
a Dios: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mt 6:10.) A
continuación se abisma a Satanás y empieza un período de mil años en el que Cristo Jesús y sus
asociados gobiernan como reyes y sacerdotes sobre los habitantes de la Tierra. (Rev 20:1, 6.)
Cristo “entrega el reino”. El apóstol Pablo también describe la gobernación de Cristo durante su
presencia. Después de resucitar a sus seguidores, Cristo procede a reducir “a nada todo gobierno y
toda autoridad y poder” (lógicamente, todo gobierno, autoridad y poder en oposición a la voluntad
soberana de Dios). Más tarde, al final del reino milenario, “entrega el reino a su Dios y Padre”, y se
somete a “Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”.
(1Co 15:21-28.)
Puesto que Jesucristo “entrega el reino a su Dios y Padre”, ¿en qué sentido es su reino “eterno”,
como se repite una y otra vez en las Escrituras? (2Pe 1:11; Isa 9:7; Da 7:14; Lu 1:33; Rev 11:15.) Del
siguiente modo: su Reino “nunca será reducido a ruinas”, sus logros serán perpetuos y él recibirá
honra eterna por su papel de Rey Mesiánico. (Da 2:44.)
Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel
sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo terminará el
dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente, ahora sujeta a su “ley”; la
bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes. (Ro 5:14, 17, 21.) Como los
habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la muerte, también terminará la necesidad
de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como “ayudante para con el Padre” por los pecados de
los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La humanidad habrá recuperado la posición que tenía
originalmente cuando el hombre perfecto Adán estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba
a nadie entre él y Dios para hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los
habitantes de la Tierra estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su
proceder ante Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a nadie como intermediario o ayudante
legal. De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser “todas las cosas para con todos”. Esto
significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de “reunir todas las cosas de
nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (1Co
15:28; Ef 1:9, 10.)
El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en un
tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida en el
dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la humanidad
obediente.
Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final de
integridad y devoción. Satanás será soltado del abismo. Los que permitan que él los seduzca lo
harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de Dios, pues se dice
que atacan el “campamento de los santos y la ciudad amada”. Como el Tribunal del cielo habrá
zanjado judicialmente esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se permitirá otra rebelión
prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios no podrán apelar a Cristo Jesús como
un ‘ayudante propiciatorio’, sino que Jehová Dios será “todas las cosas” para ellos. No habrá ninguna
apelación o mediación posible. Todos los rebeldes, espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina
de destrucción en la “muerte segunda”. (Rev 20:7-15.)
*** it-2 págs. 1044-1048 Soberanía ***
SOBERANÍA

Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la autoridad
suprema del poder público; fundamento del poder de una persona o grupo en los que se halla
depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la expresión
ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma plural,
ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad: “señores” o “amos”. Pero el
término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios, indicando el
plural excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando acompaña al
nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como, por ejemplo, en el Salmo 73:28, la expresión se traduce
“DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val), “Señor Jehovah” (Val,
1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR), “Señor Soberano Jehová”
(NM). Aunque la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y
39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la
posesión absoluta y el poder sin control alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del
Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs. 44, 73.) Se traduce
“señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor”
(NC, CI y otras), “Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en
Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras versiones la traducen en este último texto
“Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador” (RH),
“Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para “soberano”,
las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs comunican esta idea cuando las Escrituras hacen referencia a
Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (“Señor del universo”; Lu
2:29, Sd) debido a que es el Creador y a su Divinidad y supremacía como el Omnipotente. (Gé 17:1;
Éx 6:3; Rev 16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda autoridad y poder, el
Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11; 11:15); de Él dijo el
salmista: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa
su propia gobernación real ha tenido la dominación”. (Sl 103:19; 145:13.) Los discípulos de Jesús
oraron dirigiéndose a Dios: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra”. (Hch 4:24,
NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.) Para la nación de Israel, Dios mismo constituía
los tres poderes del gobierno: el judicial, el legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo: “Jehová es
nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”.
(Isa 33:22.) Moisés da una notable descripción de Dios como Soberano en Deuteronomio 10:17.
Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades
gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y aunque las Escrituras hablan del ‘reino de David’, este rey
reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y
el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la
tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo”.
(1Cr 29:11.)
Gobernantes terrestres. Los gobernantes de las naciones ejercen su limitada gobernación por
tolerancia o permiso del Señor Soberano Jehová. Los gobiernos políticos no reciben su autoridad de
Dios, es decir, no desempeñan su cargo debido a que Dios les haya concedido autoridad o poder,
como se muestra en Revelación 13:1, 2, donde se dice que la bestia salvaje de siete cabezas y diez
cuernos consigue “su poder y su trono y gran autoridad” del dragón, Satanás el Diablo. (Rev 12:9;
véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
De modo que aunque Dios ha permitido que se sucedan los gobiernos humanos, uno de sus
reyes poderosos tuvo que reconocer por experiencia propia: “Su gobernación es una gobernación
hasta tiempo indefinido, y su reino es para generación tras generación. Y a todos los habitantes de la
tierra se está considerando como meramente nada, y él está haciendo conforme a su propia voluntad
entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda detener su
mano o que pueda decirle: ‘¿Qué estás haciendo?’”. (Da 4:34, 35.)
Por ello, mientras Dios permita la existencia de los gobiernos humanos, aplicará la admonición
del apóstol Pablo a los cristianos: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque
no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus
posiciones relativas”. Luego el apóstol explica que cuando estos gobiernos actúan para castigar al
que hace el mal, la ‘autoridad superior’ o gobernante (aunque no sea un fiel adorador de Dios) actúa
indirectamente como ministro de Dios en esta misión particular, al expresar ira sobre los
malhechores. (Ro 13:1-6.)
En cuanto a que estas autoridades están “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”, las
Escrituras indican que esto no significa que Dios haya constituido estos gobiernos ni que los apoye.
Más bien, los ha utilizado para realizar su buen propósito en relación con su voluntad para sus
siervos terrestres. Moisés dijo: “Cuando el Altísimo dio a las naciones una herencia, cuando separó a
los hijos de Adán unos de otros, procedió a fijar el límite de los pueblos con consideración para el
número de los hijos de Israel”. (Dt 32:8.)
El hijo de Dios como Rey. Después de que se destronó al último rey que se sentó en el “trono
de Jehová” en Jerusalén (1Cr 29:23), el profeta Daniel recibió una visión en la que contempló el
nombramiento futuro del propio Hijo de Dios para ser Rey. La posición de Jehová sobresale
claramente cuando Él, el Anciano de Días, concede la gobernación a su Hijo. El relato dice: “Seguí
contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las nubes de los cielos sucedía que
venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días obtuvo acceso, y lo presentaron cerca,
aun delante, de Aquel. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos,
grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación de
duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas”. (Da 7:13, 14.)
Cuando se compara este texto con Mateo 26:63, 64, no queda ninguna duda de que el “hijo del
hombre” mencionado en la visión de Daniel es Jesucristo. Él obtiene acceso a la presencia de
Jehová y recibe autoridad para gobernar. (Compárese con Sl 2:8, 9; Mt 28:18.)
Se desafía la soberanía de Jehová. La iniquidad ha existido durante la práctica totalidad de la
existencia de la raza humana en la Tierra. La humanidad ha ido muriendo, y los pecados y las
transgresiones contra Dios se han multiplicado. (Ro 5:12, 15, 16.) Como la Biblia indica que Dios dio
al hombre un comienzo perfecto, han surgido las siguientes preguntas: ¿cómo empezaron el pecado,
la imperfección y la iniquidad?, y ¿por qué ha permitido el Dios Todopoderoso que estas cosas
continúen por siglos? Las respuestas tienen que ver con un desafío a la soberanía de Dios que
planteó una cuestión suprema relacionada con la humanidad.
Lo que Dios quiere de los que le sirven. Durante el transcurso de los siglos, Jehová Dios ha
probado mediante sus palabras y acciones que es un Dios de amor y bondad inmerecida, que ejerce
justicia y juicio perfectos, y que extiende misericordia a los que intentan servirle. (Éx 34:6, 7; Sl
89:14; véanse JUSTICIA; MISERICORDIA.) Ha expresado su bondad hasta a los desagradecidos e
inicuos. (Mt 5:45; Lu 6:35; Ro 5:8.) Se deleita en el hecho de que su soberanía se administra con
amor. (Jer 9:24.)
Por ello desea que en su universo haya exclusivamente personas que le sirvan por amor a Él y a
sus excelentes cualidades, que le amen primero a Él y después a su prójimo (Mt 22:37-39); que
amen, deseen y antepongan Su soberanía a cualquier otra (Sl 84:10), y que, aunque puedan
independizarse, escojan Su soberanía porque saben que Su gobernación es mucho más sabia, más
justa y mejor que cualquier otra. (Isa 55:8-11; Jer 10:23; Ro 7:18.) Tales personas no sirven a Dios
simplemente por temor a su omnipotencia ni por razones egoístas, sino por amor a Su justicia,
derecho y sabiduría y debido a que conocen la grandeza y la bondad amorosa de Jehová. (Sl 97:10;
119:104, 128, 163.) Exclaman junto con el apóstol Pablo: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la
sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus
caminos! Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, o quién se ha hecho su
consejero?’. O, ‘¿Quién le ha dado primero, para que tenga que pagársele?’. Porque procedentes de
él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre. Amén”. (Ro 11:33-36.)
Tales personas llegan a conocer a Dios, y en realidad conocerle implica amarle y apegarse a su
soberanía. El apóstol Juan escribe: “Todo el que permanece en unión con él no practica el pecado;
nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo”. Y: “El que no ama no ha llegado a
conocer a Dios, porque Dios es amor”. (1Jn 3:6; 4:8.) Jesús, quien conocía a su Padre mejor que
ningún otro, dijo: “Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce
plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a
quien el Hijo quiera revelarlo”. (Mt 11:27.)
No se cultivó amor y aprecio. Por consiguiente, el desafío a la soberanía de Jehová provino de
una criatura que, aunque disfrutaba de los beneficios de Su soberanía, no apreciaba su conocimiento
de Él ni lo había cultivado, y, por ello, no había profundizado su amor a Él. Era una criatura celestial
de Dios, un ángel. Cuando se instaló en la Tierra a la primera pareja humana, Adán y Eva, este
ángel vio una oportunidad de atacar la soberanía de Dios. Primero intentaría desviar a Eva de la
sumisión a la soberanía de Dios, y luego a Adán, y lo logró. Su deseo era establecer una soberanía
rival.
Eva, la primera a la que se puso a prueba, no había cultivado aprecio a su Creador y Dios, y
no aprovechó la oportunidad que tuvo de conocerlo. Escuchó la voz de una criatura inferior, en
apariencia la serpiente, pero en realidad la voz de un ángel rebelde. La Biblia no dice que Eva se
sorprendiera de oír hablar a la serpiente, pero sí dice que la serpiente era “la más cautelosa de todas
las bestias salvajes del campo que Jehová Dios había hecho”. (Gé 3:1.) Nada se comenta en cuanto
a que la serpiente primero comiera del fruto prohibido del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo” y luego aparentase hacerse sabia y pudiera hablar. El ángel rebelde, valiéndose de la
serpiente para que le hablase, le presentó a la mujer (según ella supuso) la oportunidad de hacerse
independiente, “de ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”, y logró convencerla de que
no moriría. (Gé 2:17; 3:4, 5; 2Co 11:3.)
Adán, que tampoco demostró tener aprecio y amor a su Creador y Proveedor cuando se enfrentó
a la rebelión en el seno de su propia familia, no apoyó lealmente a Dios y sucumbió ante la
persuasión de Eva. Perdió la fe en Dios y en Su poder de proporcionarle a su siervo leal todo buen
don. (Compárese con lo que Jehová le dijo a David después de su pecado con Bat-seba, en 2Sa
12:7-9.) Adán también dio la impresión de sentirse ofendido por la pregunta de Jehová sobre su mala
acción, pues respondió: “La mujer que me diste para que estuviera conmigo, ella me dio fruto del
árbol y así es que comí”. (Gé 3:12.) Él no dio crédito a la mentira de la serpiente en cuanto a que
no moriría, como sí había hecho Eva, pero tanto Adán como Eva emprendieron un derrotero de libre
determinación, de rebelión contra Dios. (1Ti 2:14.)
Adán no pudo decir: “Dios me somete a prueba”. Más bien, lo que sucedió estuvo en armonía con
el principio: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el
deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha
realizado, produce la muerte”. (Snt 1:13-15.) De modo que los tres rebeldes —el ángel, Eva y
Adán— emplearon la facultad del libre albedrío que Dios les había dado para pasar de la perfección
a un comportamiento pecaminoso deliberado. (Véanse PECADO; PERFECCIÓN.)
El punto en cuestión. ¿Qué es lo que aquí se cuestionó? ¿A quién criticó y difamó este ángel
que más tarde recibiría el nombre de Satanás el Diablo, cuyo desafío apoyó Adán mediante su
acción rebelde? ¿Era el hecho de la supremacía de Jehová, la existencia de su soberanía? ¿Estaba
la soberanía de Dios en peligro? No, pues Jehová tiene autoridad y poder supremos, y nadie, ni en el
cielo ni en la Tierra, puede arrebatárselos. (Ro 9:19.) Por lo tanto, el desafío tiene que haber sido en
cuanto a lo propio, merecido y justo de la soberanía de Dios, si ejercía su soberanía de una manera
digna, justa y para los mejores intereses de sus súbditos, o no. Prueba de esto se halla en la manera
de dirigirse a Eva: “¿Es realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo
árbol del jardín?”. Con esas palabras la serpiente insinuó que tal cosa era inaceptable, que Dios era
indebidamente restrictivo, que retenía algo que la pareja humana merecía legítimamente. (Gé 3:1.)
¿Qué era el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo?
Al tomar del fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, Adán y Eva expresaron su
rebelión. El Creador, como Soberano Universal, estaba en su pleno derecho de promulgar la ley
sobre el árbol, pues Adán, por ser persona creada, y no soberana, tenía limitaciones y necesitaba
reconocer este hecho. Para que hubiera paz y armonía universal, sobre todas las criaturas
racionales recaía la responsabilidad de reconocer y apoyar la soberanía del Creador. Adán
demostraría que reconocía este hecho si se abstenía de comer el fruto de aquel árbol. Como padre
en perspectiva de una Tierra poblada de criaturas humanas, tenía que demostrar su obediencia y
lealtad hasta en lo más mínimo. El principio implicado era: “La persona fiel en lo mínimo es fiel
también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.)
Adán tenía la capacidad de mostrar esa obediencia perfecta. Es evidente que no había nada
intrínsecamente malo en el fruto del árbol en sí. (La prohibición no tenía nada que ver con las
relaciones sexuales, pues Dios había mandado a la pareja que ‘llenasen la tierra’. [Gé 1:28.] Era el
fruto de un árbol literal, como dice la Biblia.) La nota al pie de la página que aparece en Génesis 2:17
en la Biblia de Jerusalén expresa bien qué representaba el árbol:
“Esta ‘ciencia’ [conocimiento] es un privilegio que Dios se reserva y que el hombre usurpará por el
pecado, [Génesis] 3 5, 22. No es, pues, ni la omnisciencia, que el hombre caído no posee, ni el
discernimiento moral, que ya poseía el hombre inocente y que Dios no niega a su criatura racional.
Es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y de obrar en
consecuencia: una reclamación de autonomía moral, por la que el hombre no se conforma con su
condición de criatura [...]. El primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios, un pecado de
orgullo.”
Se acusa a los siervos de Dios de egoísmo. Una expresión posterior de esta cuestión se halla
en lo que Satanás dijo a Dios en cuanto a su siervo fiel Job. Estas fueron sus palabras: “¿Ha temido
Job a Dios por nada? ¿No has puesto tú mismo un seto protector alrededor de él y alrededor de su
casa y alrededor de todo lo que tiene en todo el derredor? La obra de sus manos has bendecido, y
su ganado mismo se ha extendido en la tierra. Pero, para variar, sírvete alargar la mano, y toca todo
lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara”. Después, Satanás de nuevo presentó la
siguiente acusación: “Piel en el interés de piel, y todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de
su alma”. (Job 1:9-11; 2:4.) De ese modo acusaba a Job de no estar en armonía con Dios de
corazón, que servía obedientemente a Dios solo por motivos egoístas, por lucro. Satanás calumnió a
Dios respecto al ejercicio de Su soberanía, y a los siervos de Dios, en cuanto a su integridad a esa
soberanía. Dijo a todos los efectos que no habría ningún hombre sobre la Tierra que mantuviese
integridad a la soberanía de Jehová si a él, Satanás, se le permitía ponerle a prueba.
Jehová aceptó el desafío. No lo hizo debido a que dudara de la justicia de su soberanía. Él
no necesitaba que se le probase nada. Permitió tiempo para que se analizara esta cuestión debido al
amor que sentía por sus criaturas inteligentes. Dejó que Satanás pusiese al hombre a prueba ante
todo el universo. Dio a sus criaturas el privilegio de demostrar que el Diablo es un mentiroso y de
quitar la calumnia que manchaba, no solo el nombre de Dios, sino también el suyo propio. Satanás,
con su actitud egotista, fue ‘entregado a un estado mental desaprobado’. Su enfoque al abordar a
Eva fue totalmente contradictorio. (Ro 1:28.) Por una parte acusó a Dios de ejercer su soberanía de
manera injusta y parcial, pero por otra debía contar con Su imparcialidad: al parecer pensó que Dios
se consideraría obligado a dejarle vivir si podía probar su acusación con respecto a la infidelidad de
las criaturas de Dios.
Era vital zanjar la cuestión. El que se zanjara la cuestión en realidad era un asunto vital para
todos los vivientes en lo que respecta a su relación con la soberanía de Dios. Pues, una vez resuelta
la cuestión nunca haría falta probarla de nuevo. Jehová deseaba que se dieran a conocer en detalle
los pormenores relacionados con dicha cuestión, para que todos pudieran entenderla cabalmente. La
medida que Dios tomó engendra confianza en su inmutabilidad, realza su soberanía, la hace aún
más deseable y la deja firmemente establecida en la mente de todos los que la escogen.
(Compárese con Mal 3:6.)
Una cuestión moral. Por tanto, no se trata de una cuestión de poder o fuerza; es principalmente
una cuestión moral. Sin embargo, debido a que Dios es invisible y Satanás ha hecho todo esfuerzo
posible por cegar la mente de los hombres, a veces se ha puesto en duda el poder de Jehová o
incluso su existencia. (1Jn 5:19; Rev 12:9.) Los hombres han interpretado mal la razón por la que
Dios ha ejercido paciencia y bondad, y se han vuelto más rebeldes. (Ec 8:11; 2Pe 3:9.) Debido a ello,
el servir a Dios con integridad ha requerido ejercer fe y experimentar sufrimiento. (Heb 11:6, 35-38.)
No obstante, Jehová se propone dar a conocer a todos su soberanía. En Egipto le dijo a Faraón: “En
realidad, por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi
nombre sea declarado en toda la tierra”. (Éx 9:16.) De igual manera, Dios ha permitido un tiempo
para que tanto este mundo como su dios, Satanás el Diablo, existan y desarrollen su iniquidad, y
también ha fijado un tiempo para su destrucción. (2Co 4:4; 2Pe 3:7.) La oración profética del salmista
fue: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la
tierra”. (Sl 83:18.) Jehová mismo había jurado: “Ante mí toda rodilla se doblará, a mí toda lengua
jurará, y dirá: ‘De seguro en Jehová hay plena justicia y fuerza’”. (Isa 45:23, 24.)
El alcance de la cuestión. ¿Cuál fue el alcance de la cuestión? Puesto que se indujo al hombre
a pecar y un ángel había pecado, la cuestión llegó a incluir a las criaturas celestiales de Dios, hasta a
su Hijo unigénito, el que estaba más cerca de Jehová Dios. Este, que siempre hacía las cosas que le
agradaban a su Padre, estaría muy ansioso de servir para la vindicación del nombre y la soberanía
de Dios. (Jn 8:29; Heb 1:9.) Dios lo seleccionó para esta asignación, y lo envió a la Tierra, donde
nació como hijo varón de la virgen María. (Lu 1:35.) Jesús fue perfecto y mantuvo su perfección y su
condición intachable durante toda su vida, incluso aguantando una muerte deshonrosa. (Heb 7:26.)
Antes de su muerte dijo: “Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este
mundo será echado fuera”. También: “El gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre
mí”. (Jn 12:31; 14:30.) Como Satanás no pudo conseguir quebrantar la integridad de Cristo, el juicio
fue que había fracasado y estaba listo para ser echado fuera. Jesús ‘venció al mundo’. (Jn 16:33.)
Jesucristo el Vindicador de Dios. Así, de una manera totalmente perfecta, Jesucristo demostró
que el Diablo era un mentiroso y zanjó por completo la cuestión: ¿habrá algún hombre fiel a Dios
bajo cualquier tentación o prueba que pudiera presentársele? Por lo tanto, el Dios Soberano lo
nombró Ejecutor de sus propósitos, el que erradicaría del universo la iniquidad e incluso al Diablo. Él
ejercerá esta autoridad, y ‘toda rodilla se doblará y toda lengua reconocerá abiertamente que
Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre’. (Flp 2:5-11; Heb 2:14; 1Jn 3:8.)
En el dominio que se otorga al Hijo, gobierna en el nombre de su Padre, ‘reduciendo a la nada’
todo gobierno y toda autoridad y poder que se opone a la soberanía de Jehová. El apóstol Pablo
revela que después Jesucristo ofrecerá el más alto tributo a la soberanía de Jehová que se puede
ofrecer, pues, “cuando todas las cosas le hayan sido sujetadas, entonces el Hijo mismo también se
sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos”.
(1Co 15:24-28.)
El libro de Revelación muestra que una vez que concluya el Reino de mil años de Cristo, en el
que acabará con toda autoridad que intente rivalizar con la soberanía de Jehová, se soltará al Diablo
por un corto período de tiempo. Intentará revivir la cuestión, pero no se concederá mucho tiempo
para aquello que ya está zanjado. Satanás y los que le siguen serán completamente aniquilados.
(Rev 20:7-10.)
Otros vindicadores. Aunque la fidelidad de Cristo ha demostrado que la razón esta de parte de
Dios en esta gran cuestión, se permite que otros participen en apoyarlo. (Pr 27:11.) Los efectos del
proceder íntegro de Cristo, que incluyó su muerte sacrificatoria, están señalados así por el apóstol:
“Mediante un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos
para vida”. (Ro 5:18.) Cristo ha sido nombrado Cabeza de un “cuerpo” o congregación (Col 1:18),
cuyos miembros participan en su muerte de integridad, y él está contento de que ellos participen con
él como coherederos, como reyes asociados en su gobernación del Reino. (Lu 22:28-30; Ro 6:3-5;
8:17; Rev 20:4, 6.) Hombres fieles de la antigüedad que estaban a la expectativa de esta provisión
de Dios mantuvieron integridad aunque tenían un cuerpo imperfecto. (Heb 11:13-16.) Y los otros
muchos que finalmente doblarán las rodillas en reconocimiento de la Soberanía de Dios, también lo
harán, reconociendo de corazón lo justo y merecido de dicha soberanía. Como cantó proféticamente
el salmista, “toda cosa que respira... alabe a Jah. ¡Alaben a Jah!”. (Sl 150:6.)
*** rs pág. 357 Satanás el Diablo ***
¿Cómo llegó a existir Satanás?
Todas las obras de Jehová son perfectas; él no es autor de injusticia; por tanto, él no creó a nadie
inicuo (Deu. 32:4; Sal. 5:4). La criatura que llegó a ser Satanás fue originalmente un hijo celestial de
Dios en perfección. Al decir que el Diablo “no permaneció firme en la verdad”, Jesús indicó que en un
tiempo aquella criatura había estado “en la verdad” (Juan 8:44). Pero, como en el caso de todas las
criaturas inteligentes de Dios, este hijo espiritual de Dios estaba dotado de libre albedrío. Dio mal uso
a la libertad que le permitía escoger, permitió que en su corazón se desarrollaran sentimientos de
presunción y empezó a ansiar adoración que pertenecía solo a Dios, por lo cual incitó a Adán y Eva
a escuchar a él en vez de obedecer a Dios. Así, por su proceder él mismo se hizo Satanás, que
significa “adversario”. (Sant. 1:14, 15; véanse también las páginas 282, 283 en la sección titulada
“Pecado”.)
¿Por qué no destruyó Dios a Satanás tan pronto como este se rebeló?
Satanás hizo surgir cuestiones serias: 1) Lo justo y correcto de la soberanía de Jehová. ¿Estaba
reteniendo Jehová de la humanidad alguna libertad que contribuiría a la felicidad humana?
¿Dependía en verdad de que se obedeciera a Dios el que la humanidad pudiera gobernar sus
asuntos con éxito y pudiera seguir viviendo? ¿Había sido poco honrado Jehová al dar a los humanos
una ley que declaraba que la desobediencia conduciría a su muerte? (Gén. 2:16, 17; 3:3-5.) Por eso,
¿tenía realmente Jehová derecho a gobernar? 2) La integridad de las criaturas inteligentes para con
Jehová. Debido a que Adán y Eva se desviaron, se planteó la pregunta: ¿Era realmente el amor lo
que movía a los siervos de Jehová a obedecerle, o pudiera ser que todos abandonaran a Dios y
siguieran el ejemplo que estaba dando Satanás? En los días de Job, Satanás dio más abundante
desarrollo a esta última cuestión. (Gén. 3:6; Job 1:8-11; 2:3-5; véase también Lucas 22:31.) Estas
cuestiones no podían resolverse simplemente ejecutando a los rebeldes.
Sermón del Monte (parte 2)
*** w79 15/4 págs. 22-23 El Sermón del Monte... “Sigan pidiendo” ***
El Sermón del Monte... “Sigan pidiendo”

DESPUÉS de aconsejar a sus oyentes que evitaran juzgar adversamente a su congénere, Jesús
dijo: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá.”—Mat.
7:7.
Con estas palabras, el Hijo de Dios instó a sus discípulos a perseverar en oración. Había una
necesidad apremiante para esto. En el Sermón del Monte se había mostrado claramente que el ser
justo a la vista de Dios no era simplemente un asunto de ejecutar actos religiosos y caritativos. (Mat.
5:20; 6:1) Para que los actos de adoración sean significativos, tienen que brotar de motivaciones
apropiadas del corazón, y eso incluye el saber perdonar, ser casto y veraz y ejercer amor. (Mat. 5:22,
27, 28, 33-37, 43-48) Puesto que estas cualidades son contrarias a la naturaleza humana
pecaminosa, con regularidad los discípulos tendrían que pedir ayuda a Dios para satisfacer Sus
requisitos relacionados con la adoración verdadera.
Por lo tanto, tenían que ‘seguir pidiendo’ para recibir la fortaleza y sabiduría necesarias para
llevar una vida de piedad o devoción. (2 Cor. 4:7; 2 Ped. 1:3) Los discípulos deberían ‘seguir
buscando’ esta ayuda de la misma manera que buscarían un tesoro escondido. (Compare con Mateo
13:44.) Tenían que ‘seguir tocando’ para asegurarse de que se les admitiera por completo a las
bendiciones que Dios tiene para los que reciben su aprobación.—Note Lucas 13:24, 25.
Los que oran encarecidamente por estas bendiciones y obran en armonía con sus oraciones
pueden obtener estímulo de las siguientes palabras de Jesús: “Porque todo el que pide recibe, y todo
el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá.” (Mat. 7:8) Esto no significa que la gente puede
orar por cualquier cosa que desee y recibir respuesta. Para que una oración sea apropiada, siempre
tiene que estar en armonía con la voluntad de Dios. (1 Juan 5:14) Sin embargo, los discípulos de
Jesús podían estar seguros de que Dios contestaría las oraciones que hicieran en petición de ayuda
para efectuar la adoración verdadera.
A este respecto, el Hijo de Dios dio una ilustración: “De veras, ¿quién es el hombre entre ustedes
a quien su hijo pide pan,... no le dará una piedra, ¿verdad? O, quizás, le pida un pescado,... no le
dará una serpiente, ¿verdad?”—Mat. 7:9, 10.
Durante el primer siglo de la E.C., en Palestina se cocía el pan en forma de tortas planas que se
asemejaban a ciertas piedras. Algunas serpientes pequeñas se parecían al pescado que
frecuentemente se comía con pan. (Vea Juan 6:9) Si un muchachito le pidiera a su padre pan, el
padre no tendería a engañar ni molestar a su prole por medio de darle una piedra. Si el hijo pidiera
pescado para comer con pan, su padre no le extendería una serpiente. El afecto natural entre padre
e hijo impediría que el padre hiciera aquello.
“Por lo tanto,” continuó Jesús, “si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos dones a sus
hijos, ¿con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le
piden?”—Mat. 7:11.
Los padres aquí en la Tierra, “aunque son inicuos” debido al pecado heredado, no dan a sus hijos
cosas dañinas que solo se parezcan a las cosas que ellos hayan solicitado. En vez de eso, los
padres humanos se esfuerzan por suministrar “buenos dones” a su descendencia. “Con cuánta más
razón” contestará Dios, cuyo amor es perfecto, las oraciones de sus adoradores devotos. (1 Juan
4:8) Concederá “cosas buenas” a sus siervos, especialmente espíritu santo, que puede fortalecerlos
para que continúen rindiendo el servicio sagrado que satisface los requisitos de Dios. (Compare con
Lucas 11:13.) Sin embargo, el Altísimo hará esto solo con las personas que persisten en ‘pedirle.’
En seguida, Jesús añadió una regla de conducta que ha alcanzado fama considerable: “Por lo
tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera
tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho es lo que significan la Ley y los Profetas.”—Mat. 7:12.
Dios despliega una disposición paternal hacia sus siervos por medio de contestar las oraciones
que le hacen. “Por lo tanto” ellos, en cambio, deben tratar a su congénere apropiadamente. Solo de
esta manera pueden probar que son hijos de Dios, es decir, personas que imitan la benevolente
disposición de Dios y cuyas oraciones reciben pronta respuesta del Padre celestial.—Compare con
Mateo 5:44-48; 1 Pedro 3:7.
Respecto a esta “regla áurea,” el libro A Pattern for Life (Un modelo para la vida) declara:
“Tanto en fuentes judías como en fuentes gentiles se pueden hallar paralelos a la
Regla, como para probar que Dios no había dejado a los hombres sin conocimiento de
la más alta moralidad antes de la venida de Cristo. En Tob[ías, uno de los libros
apócrifos] 4:15 leemos: ‘Lo que odies no lo hagas a nadie.’ Hillel [un rabino que vivió
alrededor del tiempo de Jesús] dijo: ‘Lo que te es odioso no lo hagas a nadie más.’ Los
estoicos tenían una máxima que decía: ‘No hagas a otro lo que no quieres que te
suceda a ti.’ En las enseñanzas de Confucio encontramos: ‘No hagas a otros lo que
no quieres que te hagan a ti.’”
Sin embargo, todos estos dichos son negativos, estimulan a la gente a no tratar a otros de la manera
que a ellos no les gustaría que los trataran.
Sin embargo, las personas que pusieran atención al Hijo de Dios irían más allá de simplemente
evitar el maltratar a otros. Tendrían que tomar la iniciativa y hacer cosas buenas a su congénere, sí,
“todas las cosas que quieren que los hombres les hagan.” Al comparar este consejo con las
declaraciones semejantes de tipo negativo en los escritos que no son bíblicos, A. B. Bruce hace la
siguiente observación en The Expositors Greek Testament:
“Lo negativo nos confina a la región de la justicia; lo positivo nos lleva a la región de la
generosidad o la gracia, y por lo tanto comprende a la ley y los profetas. Deseamos
mucho más de lo que podemos demandar... que se nos ayude cuando estamos en
necesidad, que se nos dé estímulo cuando nos estamos esforzando, que se nos
defienda cuando se nos represente erróneamente, y que se nos muestre amistad
cuando nos tienen acosados. Cristo quiere que hagamos todo esto de modo
magnánimo y benigno; que seamos, no simplemente [justos], sino [buenos].”—Vea
Romanos 5:7.
La expresión “la Ley y los Profetas” señala a sumamente importantes e inspiradas Escrituras
Hebreas. Cuando la gente trata a otros de la manera que les gustaría que otros los trataran, actúan
en armonía con el verdadero espíritu que hay detrás de la ley de Dios. “No deban a nadie ni una sola
cosa,” escribe el apóstol Pablo, “salvo el amarse los unos a los otros; porque el que ama a su
semejante ha cumplido la ley. Porque el código de la ley: ‘No debes cometer adulterio, No debes
asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar,’ y cualquier otro mandamiento que haya, se resume
en esta palabra, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ El amor no obra mal al
prójimo; por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley.”—Rom. 13:8-10; compare con Mateo
22:37-40.

“Persistan en la oración.”—Romanos 12:12.


[Nota]
Las palabras de Jesús en Mateo 7:7-11 también aparecen en Lucas 11:9-13 en un marco de
circunstancias que tuvo lugar en Judea cerca de año y medio después que Jesús presentó el
Sermón del Monte. Parece que Jesús consideró apropiado repetir el consejo.
*** w79 1/4 pág. 14 El Sermón del Monte... ¿Entran todos en el Reino? ***
El Sermón del Monte... ¿Entran todos en el Reino?

DESPUÉS de advertir a los que le oían acerca de falsos profetas a los cuales pudieran llegar a
conocer durante el primer siglo E.C., Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en
el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”—Mat. 7:21;
compare con Lucas 6:46.
Para disfrutar de las bendiciones del reino de Dios, es necesario que las personas reconozcan el
señorío de Jesucristo. (Rom. 10:9; Fili. 2:11) Pero esto envuelve más que solo dar lealtad de dientes
afuera al Hijo de Dios por medio de llamarlo “Señor, Señor.”
A la plenitud de bendiciones del Reino solo se admite al “que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos.” Esa “voluntad” se expresa adecuadamente en el Sermón del Monte. Exige hacer
“obras excelentes” de declarar las verdades del Reino a otras personas. También incluye transformar
la personalidad de uno para desplegar cualidades como las de Dios, tales como apacibilidad,
castidad, confiabilidad, altruismo, amor, sinceridad y fe.—Vea Mateo 5:16, 21, 22, 27-30, 33-48; 6:1-
18, 25-34.
Las palabras que Jesús dice después muestran que muchas personas que alegarían ser sus
seguidores fallarían respecto a eso: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos
en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras
poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros
del desafuero.”—Mat. 7:22, 23.
“En aquel día,” cuando Dios ejecute juicio contra sus enemigos (Zac. 14:1-3; 2 Tes. 2:1, 2; 2 Ped.
3:10-12), “muchos” procurarán que se les considere favorablemente por medio de alegar que han
logrado cosas sorprendentes ‘en Su nombre,’ es decir, como si fueran representantes de Jesucristo y
por medio de poder divino que hubieran obtenido mediante él.
Preguntarán: “¿No profetizamos [es decir, expresar comunicaciones divinas y quizás predicciones
de acontecimientos futuros] en tu nombre?” Pero tal ‘profetizar’ no es una identificación segura del
discipulado cristiano verdadero. Según las Escrituras, falsos profetas también proclamaron
predicciones que a veces se realizaron, así como mensajes que entregaron como si fuera por
autoridad divina.—Deu. 13:1-3; Jer. 14:14.
Algunos se jactarían de haber ‘expulsado demonios en el nombre’ de Jesús. Hoy en la cristiandad
hay personas que alegan que tienen tal poder. Pero la práctica de exorcizar demonios (por medio de
ritos místicos) siempre ha sido un rasgo de religiones que no son bíblicas. Además, ciertos judíos del
primer siglo E.C. expulsaban demonios por medio de fórmulas mágicas que creían que habían sido
entregadas desde el rey Salomón.
*** w79 1/2 págs. 9-10 El Sermón del Monte... ‘Acumulen tesoros en el cielo’ ***
El Sermón del Monte... ‘Acumulen tesoros en el cielo’

DESPUÉS de su consejo acerca de que era necesario evitar la hipocresía en la adoración, Jesús
consideró el lazo del materialismo. Empezó diciendo: “Dejen de acumular para ustedes tesoros sobre
la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan.”—Mat.
6:19.
Jesús conocía bien la tendencia humana de confiar en una acumulación de cosas materiales. Dio
a sus oyentes la amonestación de ‘dejar’ de hacer aquello, puesto que los tesoros terrestres
no tienen valor duradero. Sean vestiduras costosas, dinero u otros artículos materiales, estas cosas
valiosas acumuladas pueden sufrir deterioro. Por ejemplo, ‘las polillas’ pueden arruinar telas
valiosas; los metales preciosos pueden sucumbir al “moho.” (Compare con Santiago 5:1-3.) Hasta
antes de que comience el deterioro hay peligro de robo. En la antigua Palestina los ladrones
‘entraban por fuerza y hurtaban’ por medio de abrirse una grieta para ello a través de las paredes de
barro o de yeso de las casas.
Por eso, Jesús declaró: “Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni polilla
ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan.” (Mat. 6:20) Uno puede
acumular tesoros incorruptibles por medio de hacerse un registro de obras excelentes “en el cielo”
(es decir, ante Dios). Con relación a esto el apóstol Pablo dio a los cristianos acaudalados la
amonestación de que “trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales,
listos para compartir, atesorando para sí mismos con seguridad un fundamento excelente para el
futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que lo es realmente.”—1 Tim. 6:17-19; Tito 3:8.
Jesús dio como razón para evitar el materialismo esto: “Porque donde está tu tesoro, allí también
estará tu corazón.” (Mat. 6:21) El “tesoro” de uno es lo que uno considera verdaderamente valioso.
En esto uno pone su “corazón,” el asiento de los motivos, deseos y afectos. Si el tesoro que le roba
el corazón a uno es simplemente lo que este mundo puede ofrecer, eso le causa daño a la relación
de uno con Dios, quien requiere servicio de “corazón completo.”—1 Cró. 28:9; Mat. 22:37.
Para ayudar a los que le escuchaban a evitar el lazo del materialismo, Jesús presentó dos
ilustraciones. Empezó la primera diciendo: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo es
sencillo, todo tu cuerpo estará brillante.”—Mat. 6:22.
Es apropiado llamar al ojo “la lámpara del cuerpo,” puesto que la luz llega al centro visual del
cerebro por medio de los ojos. En vez de estar continuamente saltando de un lugar a otro para
avistar todo objeto que se presenta a la vista, el ‘ojo sencillo’ enfoca la mirada en una sola cosa. En
sentido figurado, aquello en lo cual el individuo ‘fija su ojo’ como objeto de intensa concentración y
meditación afecta su personalidad entera. Si la meta principal de uno en la vida es hacer la voluntad
de Dios, ‘todo su cuerpo estará brillante.’ En todo aspecto de la vida uno reflejará una iluminación
que glorifica a Dios y beneficia a su congénere humano.—Compare con Proverbios 4:18, 25-27;
Mateo 5:14-16.
“Pero si tu ojo es inicuo,” continuó Jesús, “todo tu cuerpo estará oscuro.” (Mat. 6:23a) El ‘ojo
inicuo’ enfoca la atención con anhelo codicioso en cosas incorrectas. (Note Mateo 5:28; 2 Pedro
2:14.) Para el que hace que lo principal en su vida sea buscar las riquezas de este mundo, ‘todo su
cuerpo estará oscuro.’ Una meta materialista de esa índole lleva a conducta incorrecta que
manifiesta oscuridad espiritual en todo aspecto de la vida. “Los que están determinados a ser ricos,”
escribe el apóstol Pablo, “caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos,
que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte
de cosas perjudiciales, y haciendo esfuerzos por realizar este amor algunos han sido descarriados
de la fe y se han acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:9, 10.
Mostrando la seriedad de esto, Jesús dijo en seguida: “Si en realidad la luz que hay en ti es
oscuridad, ¡cuán grande oscuridad es ésa!” (Mat. 6:23b) Como seres humanos tenemos la
imperfección en nosotros desde el nacimiento. (Rom. 5:12) Sin embargo, la condición de uno
empeora si uno da dirección incorrecta a las facultades que tiene para adquirir iluminación (el ojo
figurativo). El codicioso anhelar de riquezas mancha todo aspecto de la vida de uno. (Pro. 28:20)
“¡Cuán grande,” exclamó Jesús, es la “oscuridad” de aquellos cuyo amor a los tesoros materialistas
los conduce a empujar a un lado los asuntos espirituales!—Mat. 13:22.
Jesús añadió entonces una segunda ilustración: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos;
porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro.”—Mat. 6:24a.
Los que estaban escuchando el Sermón del Monte estaban familiarizados con la esclavitud, que
era regulada por la ley mosaica. (Éxo. 21:2; Lev. 25:39-46) El dueño de un esclavo podía esperar
que su esclavo hiciera cuanto a cabalidad pudiera en su servicio. (Compare con Lucas 17:7-10.) Es
interesante el hecho de que en La Mishna se consideran los derechos del “esclavo que pertenece a
condueños,” lo que indica que a veces un esclavo podía estar sujeto a dos amos. Acerca de las
palabras de Jesús respecto a esto, leemos en el Theological Dictionary of the New Testament
(Diccionario teológico del Nuevo Testamento):
“Mat. 6:24 y Luc. 16:13 presuponen la posibilidad de que un esclavo tuviera dos dueños
que hubieran hecho inversiones iguales en él y por lo tanto tuvieran derechos iguales a
sus servicios. Esta es una situación que podía existir y existía. De hecho, había
esclavos a quienes un amo ponía en libertad, pero otro no, de modo que eran mitad
libres y mitad esclavos. Por supuesto, en tal relación [de servidumbre doble] era casi
imposible el que el esclavo desplegara la misma devoción a ambos, especialmente
cuando los deseos e intereses de éstos pudieran variar muy ampliamente. Jesús
expresó esto en el lenguaje de sus contemporáneos y Su pueblo al decir que el esclavo
[amaría] a un amo y [odiaría] al otro, es decir, que le tendría menos apego.”
Jesús remachó el punto de esta ilustración al decir: “No pueden ustedes servir como esclavos a
Dios y a las Riquezas.” (Mat. 6:24b) Esta declaración no condena el poseer riquezas, sino que, más
bien, da énfasis al hecho de que uno no puede ‘servir como esclavo’ a las riquezas y a la misma vez
dar a Dios la devoción exclusiva que él requiere. El que verdaderamente ama a Dios y desea servirle
de manera aceptable, ciertamente tiene que ‘despreciar’ la esclavitud que es el resultado de hacer
que los tesoros en la Tierra sean la meta principal de uno en la vida.
*** w79 1/1 págs. 5-6 El Sermón del Monte... “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera”
***
El Sermón del Monte... “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera”

DESPUÉS de haber dado a sus discípulos la amonestación de evitar el comportamiento hipócrita


de llamar atención a sí mismos cuando oraban, Jesús presentó la famosa Oración Modelo,
comúnmente conocida como el padrenuestro. Le dio como introducción las palabras: “Ustedes, pues,
tienen que orar de esta manera.”—Mat. 6:9a.
La palabra “ustedes” se refiere a los que estaban escuchando a Jesús, a distinción de los
hipócritas a quienes había mencionado antes. (Mat. 6:5) La expresión “de esta manera” introduce un
contraste con las personas que se habían acostumbrado a decir “las mismas cosas repetidas veces.”
(Mat. 6:7) Por eso, claramente se debe ver que Jesús no estaba animando a los que le escuchaban
a sencillamente repetir de memoria la oración que iba a darles.
La Oración Modelo tiene siete peticiones. Las primeras tres piden que Dios obre respecto a la
santificación de su nombre; las otras cuatro son solicitudes que tienen que ver con las necesidades
humanas. Considerémoslas individualmente.
(1) “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” (Mat. 6:9b) Porque Dios es
el Creador de la humanidad y mora mucho más allá de la Tierra, es propio que sus criaturas lo
llamen “Padre nuestro que estás en los cielos.” (Hech. 17:24, 28; 2 Cró. 6:21; Isa. 66:1) Durante el
primer siglo E.C., esta expresión era especialmente apropiada para los judíos, puesto que Dios había
obrado como padre para con aquel pueblo al librarlos de la esclavitud en Egipto y entrar en una
relación de pacto con ellos. (Deu. 32:6, 18; Éxo. 4:22; Isa. 63:16) El uso del término “nuestro,” un
término en plural, encierra reconocimiento de que otras personas además de la que ora están en
relación estrecha con Dios y son parte de su familia de adoradores.
A veces la palabra “nombre” aparece en las Escrituras como sinónimo para la persona misma.
Por ejemplo, en Revelación 3:4 leemos: “Sí tienes unos cuantos nombres [personas] en Sardis que
no contaminaron sus prendas exteriores de vestir.” (Compare con Isaías 30:27; Malaquías 3:16.)
“Santificado sea tu nombre” encierra el pensamiento de que Dios tome acción para santificarse por
medio de limpiar de su nombre memorial o conmemorativo, Jehová, el oprobio que se ha
amontonado sobre él desde la rebelión de la primera pareja humana en el jardín de Edén. (Sal.
135:13; Ose. 12:5) En respuesta a esta oración, Dios quitará de la Tierra la iniquidad. Acerca de ese
tiempo, leemos: “Ciertamente me engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los
ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová.”—Eze. 38:23; también 36:23.
(2) “Venga tu reino.” (Mat. 6:10a) Ese “reino” es la gobernación soberana de Dios expresada por
medio de un gobierno celestial mesiánico en manos de Cristo Jesús y sus “santos” asociados. (Isa.
9:6, 7; 11:1-5; Dan. 7:13, 14, 18, 22, 27) El orar para que el reino “venga” es pedir que el reino de
Dios venga contra todos los opositores de la gobernación divina en la Tierra. Según el libro de
Daniel, ‘el reino [de Dios] triturará y pondrá fin a todos estos reinos [terrestres], y él mismo subsistirá
hasta tiempos indefinidos.’ (Dan. 2:44) Después de eso, la gobernación por Dios transformará la
Tierra en un paraíso mundial de justicia y paz.—Sal. 72:1-15; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-5.
(3) “Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10b) Con esto no se
solicita que los seres humanos hagan la voluntad de Dios como la hacen los ángeles en el cielo,
aunque ciertamente eso acontecerá. (Sal. 103:19-22; 148:1-14) Más bien, lo que se pide es que Dios
mismo obre en armonía con su voluntad para la Tierra. Es similar a esto esta declaración del
salmista:
“Todo cuanto a Jehová le deleitara hacer lo ha hecho en los cielos y en la tierra, en los
mares y en todas las profundidades acuosas. Aquel que dio golpe de muerte a los
primogénitos de Egipto, lo mismo a hombre que a bestia. Envió señales y milagros en
medio de ti, oh Egipto, sobre Faraón y sobre todos sus siervos; aquel que derribó a
muchas naciones y mató a reyes potentes.”—Sal. 135:6, 8-10.
El pedir que Dios haga su voluntad en la Tierra es solicitar que efectúe sus buenos propósitos con
relación a nuestro planeta, entre ellos el de remover de una vez para siempre a sus opositores, como
lo hizo en escala menor en la antigüedad.—Rev. 19:19-21; Sal. 83:9-18.
(4) “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mat. 6:11) En el relato evangélico de Lucas esta
solicitud se presenta así: “Danos nuestro pan para el día según la necesidad del día.” (Luc. 11:3) El
pedir que Dios suministre artículos necesarios “para este día” promueve fe en que él puede atender
las necesidades de sus adoradores de día en día. No es una petición de provisiones
sobreabundantes, sino una por las necesidades diarias según surgen. Esto nos recuerda el mandato
divino de que los israelitas recogieran el maná que se suministraba milagrosamente “cada cual su
cantidad día por día,” y no más.—Éxo. 16:4.
(5) “Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros
deudores.” (Mat. 6:12) Lucas muestra que por “deudas” Jesús quería decir “pecados.” (Luc. 11:4) La
única manera en que la gente puede alcanzar el perdón de Dios es si ya ‘ha perdonado’ a las
personas que han pecado contra ella. (Vea también Mar. 11:25.) Dando amplitud a este
pensamiento, Jesús añadió: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial
también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombre sus ofensas tampoco
perdonará su Padre las ofensas de ustedes.” (Mat. 6:14, 15) Dios otorga perdón solamente a
personas que perdonan generosamente a otras.—Compare con Efesios 4:32; Colosenses 3:13.
(6) “No nos metas en tentación.” (Mat. 6:13a) Con esto no se quiere dar a entender que Dios
tienta a la gente a cometer males, porque la Biblia declara: “Con cosas malas Dios no puede ser
probado ni prueba él mismo a nadie.” (Sant. 1:13) El verdadero “Tentador” que se esfuerza por
manipular a la gente para que peque contra Dios es Satanás el Diablo. (Mat. 4:3; 1 Tes. 3:5) Sin
embargo, a veces los escritores de la Biblia dicen que Dios hace o causa cosas que él simplemente
permite.—Rut 1:20, 21; Ecl. 7:13; 11:5.
Con la solicitud a Dios de que ‘no nos meta en tentación’ le estamos pidiendo que no permita que
sus adoradores fieles sucumban o ‘se desplomen’ cuando se les someta a presión para que
desobedezcan a Dios. Con relación a esto el apóstol Pablo escribe: “Ninguna tentación los ha
tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean
tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación él también dispondrá la
salida para que puedan aguantarla.”—1 Cor. 10:13.
(7) “Líbranos del inicuo.” (Mat. 6:13b) Así se pide que no se le permita al Diablo vencer a los
adoradores fieles de Dios. (Compare con Salmo 141:8, 9.) Los discípulos de Jesús pueden confiar
en que Dios puede contestar tal petición. El apóstol Pedro escribe: “Jehová sabe librar de la prueba a
personas de devoción piadosa.”—2 Ped. 2:9; compare con Revelación 3:10.
*** w78 1/12 págs. 30-31 El Sermón del Monte... ‘Que sus dones de misericordia sean en
secreto’ ***
El Sermón del Monte... ‘Que sus dones de misericordia sean en secreto’

DESPUÉS de su advertencia sobre la manera apropiada de tratar al congénere de uno, Jesús dio
consejo acerca de la clase de adoración que verdaderamente cuenta ante Dios. Empezó esta parte
de su Sermón del Monte diciendo: “Cuídense mucho de no practicar su justicia delante de los
hombres a fin de ser observados por ellos.”—Mat. 6:1a.
En este caso, “justicia” significa conducta que se amolda a la norma divina de lo que es correcto.
(Compare con Mateo 5:6, 20.) Dios desea que la gente despliegue justicia en todo aspecto de la
vida. Esto debe incluir las acciones de la persona cuando está sola y sus relaciones con Dios y los
congéneres humanos.
Las palabras de Jesús no quieren decir que nunca se deben hacer actos de piedad delante de
otras personas, porque eso sería contrario al consejo que él dio anteriormente en el sentido de que
los que le oyeran ‘dejaran resplandecer su luz delante de los hombres.’ (Mat. 5:14-16) Pero el motivo
jamás debería ser “para ser observados por ellos.” El individuo no debe procurar hacerse un
espectáculo como si estuviera en el escenario de un teatro.
Jesús declaró lo siguiente a todos los que pudieran inclinarse a ostentar como en un teatro sus
virtudes: “No tendrán galardón con su Padre que está en los cielos.” (Mat. 6:1b) Ese ‘galardón del
cielo’ que incluye una relación íntima con Dios y las bendiciones eternas de su gobernación del
Reino, no es para individuos que tengan como motivo para adorar a Dios el atraerse atención a sí
mismos.
Para los judíos del primer siglo E.C., tres aspectos principales de la adoración eran el dar
limosnas, la oración y el ayuno. Acerca del primero de éstos, Jesús declaró: “Cuando andes
haciendo dones de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los hipócritas en
las sinagogas y en las calles, para que los glorifiquen los hombres.”—Mat. 6:2a.
La expresión “dones de misericordia” significa donaciones caritativas para el sostenimiento de los
empobrecidos. A menudo las Escrituras Hebreas dan énfasis a la importancia de ayudar a individuos
necesitados. (Pro. 14:21; 28:27; Isa. 58:6, 7) En tiempos posteriores, cada comunidad judía tenía un
fondo para los pobres que se recogía y distribuía desde las sinagogas cada semana. Se esperaba
que cada residente contribuyera según su condición financiera. Muchos individuos iban más allá de
esta obligación y daban apoyo extra a los necesitados por contribuciones voluntarias. Es interesante
que Jesús y sus apóstoles tenían un fondo común para los pobres.—Juan 12:5-8; 13:29.
Sin embargo, respecto al dar limosnas, Jesús dio esta amonestación a sus discípulos: “No toques
trompeta delante de ti.” En otras palabras: ‘No des publicidad al hecho de que das limosnas.’ Con
regularidad los fariseos hacían esto, y Jesús los llamó “hipócritas,” es decir, personas que fingían ser
lo que no eran. En cuanto a dar publicidad a las donaciones caritativas “en las sinagogas y en las
calles,” leemos en el Theological Dictionary of the New Testament (un diccionario teológico):
“Los escritos rab[ínicos] dan abundante testimonio sobre la naturaleza teatral de la
justicia farisaica. . . . Aunque por asignación y tasa se suministraban los medios para
sostener como comunidad a los pobres, el dar limosnas por encima de esto se fundaba
en dones gratuitos. Se informaba de éstos a la congregación en las sinagogas y en
servicios de ayuno en la vía pública.” (Tomo III, pág. 974) “En las sinagogas,
esp[ecialmente] en los ayunos cuando en crisis serias se celebraba adoración en
lugares públicos de la ciudad . . . , había individuos que solían prometer en público
sumas específicas para la caja de fondos para los pobres. . . . También se nos dice que
a los que daban grandes cantidades se les honraba permitiéndoles sentarse al lado de
los rabinos en la adoración.”—Tomo VII, pág. 86.
Acerca de aquellos hipócritas, Jesús declaró: “Verdaderamente les digo a ustedes: Ellos ya
disfrutan de su galardón completo.” (Mat. 6:2b) Papiros del primer siglo E.C. revelan que la Palabra
griega para “disfrutan . . . completo” (apékho) muchas veces aparecía en los recibos e indicaba
posesión plena de un artículo o una suma de dinero. En su obra Bible Studies (Estudios de la Biblia),
G. Adolf Deissmann declara que, en vista de esto, las palabras de Jesús “adquieren el significado
más cáusticamente irónico de que pueden firmar el recibo de su galardón: se ha realizado su
derecho de recibir su recompensa, precisamente como si ya hubieran dado un recibo por él.” El
aplauso de los hombres y quizás un asiento delantero en la sinagoga al lado de rabinos conocidos
era toda la recompensa que aquellos hipócritas conseguirían.—Compare con Mateo 23:6.
“Mas tú,” dijo Jesús a los que le escuchaban, “cuando hagas dones de misericordia, no sepa tu
mano izquierda lo que hace tu derecha.” (Mat. 6:3) La mano derecha y la mano izquierda son los
más cercanos de los miembros corporales por el hecho de que están a cada lado del torso y por lo
general se mueven en cooperación. A veces pudiera ser que una mano funcionara en independencia
de la otra. Por lo tanto, el ‘no dejar que la mano izquierda supiera lo que la derecha estuviera
haciendo’ significaría que uno no daría publicidad a sus acciones caritativas, ni siquiera a personas
en tan estrecha o cercana relación con uno como la mano izquierda lo está con la derecha.
Según Jesús, la proclamación jactanciosa del dar limosnas debería evitarse para “que sus dones
de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:4)
Puesto que el Creador mora en los cielos y es invisible a los ojos humanos, permanece “en secreto”
en lo que se refiere a la humanidad. (Juan 1:18; 1 Juan 4:20) El ‘pago’ que viene del que “mira en
secreto” incluye el que Dios ponga a los adoradores humildes en relación íntima consigo, que les
perdone sus pecados y les otorgue vida eterna en medio de condiciones de perfección. (Pro. 3:32;
Efe. 1:7; Rev. 21:1-5) ¡Cuánto se debe preferir eso a la alabanza de otras criaturas humanas!
Conserven la pureza de la congregación
*** it-1 págs. 209-213 Arrepentimiento ***
ARREPENTIMIENTO

El verbo “arrepentirse” significa “sentir pesar, contrición o compunción, por haber hecho o haber
dejado de hacer alguna cosa”. También entraña la idea de “cambiar de actitud con respecto a cierta
acción o conducta del pasado (o a algo que se pretendía hacer) debido a pesar o descontento”. En
muchos textos esta es la idea de la palabra hebrea na·jám, término que puede significar “sentir
pesar; estar de duelo; arrepentirse” (Éx 13:17; Gé 38:12; Job 42:6), y también: “consolarse” (2Sa
13:39; Eze 5:13), “liberarse” o “desembarazarse (por ej.: de los enemigos)”. (Isa 1:24.) Sea que se
refiera a sentir pesar o a sentir consuelo, el término hebreo implica un cambio en la actitud mental o
el sentir de la persona.
En griego se usan dos verbos en conexión con el arrepentimiento: me·ta·no·é·ō y
me·ta·mé·lo·mai. El primero se compone de me·tá, “después”, y no·é·ō (relacionado con nous,
mente, disposición o consciencia moral), que significa “percibir; discernir; captar; darse cuenta”. Por
consiguiente, el significado literal de me·ta·no·é·ō es “conocer después” (en contraste con “pre-
conocer”), y se refiere a un cambio en la manera de pensar, la actitud o el propósito de una persona.
Por otro lado, me·ta·mé·lo·mai viene de mé·lō, que significa “preocupar; interesar”. El prefijo me·tá
(después) le da al verbo el sentido de “sentir pesar” (Mt 21:30; 2Co 7:8) o “arrepentirse”.
Por consiguiente, me·ta·no·é·ō recalca el cambio de punto de vista o disposición: el rechazo del
modo de proceder pasado o que se ha pensado emprender por considerarlo indeseable (Rev 2:5;
3:3); por otro lado, me·ta·mé·lo·mai subraya el sentimiento de pesar que experimenta la persona. (Mt
21:30.) El Theological Dictionary of the New Testament (edición de G. Kittel, vol. 4, pág. 629;
traducción al inglés de G. Bromiley, 1969) dice: “Por lo tanto, cuando el Nuevo Testamento separa
los significados de [estos términos], muestra un claro discernimiento de la naturaleza incambiable de
ambos conceptos. En contraste, el uso helenístico acercó el significado de las dos palabras”.
Por supuesto, un cambio de punto de vista suele ir acompañado de un cambio de sentimientos, o
es posible que sea el sentimiento de pesar el que provoque un decidido cambio en el punto de vista
o la voluntad de la persona. (1Sa 24:5-7.) Se deduce, entonces, que estos dos vocablos, aunque de
distinto significado, son muy afines.
Arrepentimiento humano de los pecados. El pecado, el no cumplir con los justos requisitos de
Dios es lo que hace necesario el arrepentimiento. (1Jn 5:17.) Ya que Adán vendió a toda la
humanidad al pecado, todos sus descendientes han tenido la necesidad de arrepentirse. (Sl 51:5; Ro
3:23; 5:12.) Como se muestra en el artículo RECONCILIACIÓN, el arrepentimiento (seguido de la
conversión) es un requisito previo para reconciliarse con Dios.
Puede ser que el arrepentimiento afecte el proceder de la vida de una persona, es decir, un
derrotero de vida contrario al propósito y la voluntad divinas y, por lo tanto, en armonía con el mundo
controlado por el adversario de Dios (1Pe 4:3; 1Jn 2:15-17; 5:19), o quizás solo afecte un aspecto en
particular de la vida, una práctica impropia que estropea y mancha un derrotero que de otra manera
sería aceptable; es posible que se sienta arrepentimiento debido a un solo acto de mala conducta o
hasta por una tendencia, inclinación o actitud incorrecta. (Sl 141:3, 4; Pr 6:16-19; Snt 2:9; 4:13-17;
1Jn 2:1.) Por consiguiente, las faltas que lo causan pueden ser o bien de carácter muy general o bien
bastante específicas.
De manera similar, una persona puede desviarse de la justicia mucho o poco, y, como es lógico,
el grado de pesar estará en proporción al grado de desviación. Los israelitas fueron “a lo profundo en
su sublevación” contra Jehová y se ‘pudrieron’ en sus transgresiones. (Isa 31:6; 64:5, 6; Eze 33:10.)
Por otro lado, el apóstol Pablo aconseja que cuando un “hombre dé algún paso en falso antes que se
dé cuenta de ello”, los que tienen las debidas cualidades espirituales han de tratar “de reajustar a tal
hombre con espíritu de apacibilidad”. (Gál 6:1.) Ya que Jehová tiene misericordia de las debilidades
carnales de sus siervos, estos no necesitan estar en una constante condición de remordimiento
debido a los errores que cometen por su imperfección inherente. (Sl 103:8-14; 130:3.) Si andan
concienzudamente en los caminos de Dios, pueden sentirse gozosos. (Flp 4:4-6; 1Jn 3:19-22.)
Entre los que necesitan arrepentimiento puede que estén aquellos que ya han disfrutado de una
relación favorable con Dios, pero que se han desviado y han sufrido la pérdida de su favor y
bendición. (1Pe 2:25.) Israel estaba en una relación de pacto con Dios, eran un “pueblo santo”,
escogido de entre todas las naciones (Dt 7:6; Éx 19:5, 6); los cristianos también llegaron a estar en
una posición justa ante Dios mediante el nuevo pacto mediado por Cristo. (1Co 11:25; 1Pe 2:9, 10.)
En el caso de aquellos que se desviaron, el arrepentimiento los conducía a la restauración de su
buena relación con Dios y a los consiguientes beneficios y bendiciones que les reportaría esa
relación. (Jer 15:19-21; Snt 4:8-10.) Para los que no han disfrutado con anterioridad de tal relación
con Dios —como los pueblos paganos de naciones no israelitas durante el tiempo en que estuvo en
vigor el pacto de Dios con Israel (Ef 2:11, 12) y todas aquellas personas de cualquier raza o
nacionalidad que están fuera de la congregación cristiana—, el arrepentimiento es un paso principal
y esencial para llegar a estar en una posición justa delante de Dios, con vida eterna en mira. (Hch
11:18; 17:30; 20:21.)
El arrepentimiento puede ser tanto colectivo como individual. Por ejemplo: la predicación de
Jonás movió a toda la ciudad de Nínive a arrepentirse, desde el rey hasta “el menor de ellos”, pues a
los ojos de Dios todos habían participado en la maldad. (Jon 3:5-9; compárese con Jer 18:7, 8.) A
instancias de Esdras, la entera congregación formada por los israelitas que regresaron del exilio
reconoció su culpabilidad colectiva ante Dios y expresó arrepentimiento por medio de sus príncipes
representantes. (Esd 10:7-14; compárese con 2Cr 29:1, 10; 30:1-15; 31:1, 2.) Asimismo, la
congregación de Corinto se arrepintió de haber tolerado la presencia de alguien que practicaba
males crasos. (Compárese con 2Co 7:8-11; 1Co 5:1-5.) Incluso los profetas Jeremías y Daniel no se
eximieron por completo de culpabilidad cuando confesaron los males que había cometido Judá y que
resultaron en su caída. (Lam 3:40-42; Da 9:4, 5.)
Qué requiere el verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento envuelve tanto la mente como
el corazón. Hay que reconocer lo malo del proceder o la acción, y para ello se precisa aceptar como
justas las normas y la voluntad divinas. Ignorar u olvidar su voluntad y normas es una barrera para el
arrepentimiento. (2Re 22:10, 11, 18, 19; Jon 1:1, 2; 4:11; Ro 10:2, 3.) Por esta razón, Jehová, en su
misericordia, ha enviado a profetas y predicadores para que hagan una llamada al arrepentimiento.
(Jer 7:13; 25:4-6; Mr 1:14, 15; 6:12; Lu 24:27.) Al hacer que se publiquen las buenas nuevas por
medio de la congregación cristiana, y en particular desde el tiempo de la conversión de Cornelio en
adelante, Dios ha estado “diciéndole a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan”. (Hch
17:22, 23, 29-31; 13:38, 39.) La Palabra de Dios (escrita o hablada) es el medio para ‘persuadirles’,
para convencerles de lo justo del camino del Creador y de lo incorrecto de sus propios caminos.
(Compárese con Lu 16:30, 31; 1Co 14:24, 25; Heb 4:12, 13.) La Ley de Dios es “perfecta, hace
volver el alma”. (Sl 19:7.)
El rey David habla de ‘enseñar a los transgresores los caminos de Dios para que se vuelvan a Él’
(Sl 51:13), obviamente una referencia a sus compañeros israelitas. A Timoteo se le dijo que
no pelease cuando tratase con los cristianos de las congregaciones a las que servía, sino que
‘instruyese con apacibilidad a los que no estuvieran favorablemente dispuestos’, ya que Dios tal vez
les daría ‘arrepentimiento que conduciría a un conocimiento exacto de la verdad, y recobrarían el
juicio fuera del lazo del Diablo’. (2Ti 2:23-26.) Por consiguiente, la llamada al arrepentimiento se
puede dar tanto dentro de la congregación del pueblo de Dios como fuera de ella.
La persona debe entender que ha pecado contra Dios. (Sl 51:3, 4; Jer 3:25.) Esto puede ser
bastante obvio cuando existe blasfemia pública contra el nombre de Dios o adoración de otros
dioses, como por medio de imágenes idolátricas. (Éx 20:2-7.) Sin embargo, hasta en lo que se
pudiera considerar como un “asunto privado” o algo entre dos personas, ha de reconocerse que los
males cometidos son pecados contra Dios, una falta de respeto a Jehová. (Compárese con 2Sa
12:7-14; Sl 51:4; Lu 15:21.) Hay que admitir que incluso las faltas en las que se incurre por
ignorancia o equivocación hacen que se sea culpable ante el Gobernante Soberano, Jehová Dios.
(Compárese con Le 5:17-19; Sl 51:5, 6; 119:67; 1Ti 1:13-16.)
Una parte importante de la labor de los profetas consistió en convencer a Israel de sus pecados
(Isa 58:1, 2; Miq 3:8-11), bien de idolatría (Eze 14:6), injusticia, opresión de un semejante (Jer 34:14-
16; Isa 1:16, 17), inmoralidad (Jer 5:7-9) o falta de confianza en Jehová al apoyarse en el hombre y
en el poderío militar de las naciones. (1Sa 12:19-21; Jer 2:35-37; Os 12:6; 14:1-3.) El mensaje que
Juan el Bautista y el propio Jesucristo dirigieron al pueblo judío fue una llamada al arrepentimiento.
(Mt 3:1, 2, 7, 8; 4:17.) Ambos pusieron al descubierto la condición pecaminosa de la nación al
despojar a la gente y a sus guías religiosos del halo de santurronería que les amparaba y del
embozo de tradiciones humanas y simulaciones hipócritas que les encubría. (Lu 3:7, 8; Mt 15:1-9;
23:1-39; Jn 8:31-47; 9:40, 41.)
Captar el sentido con el corazón. Por consiguiente, para que exista arrepentimiento, primero
debe haber un corazón receptivo que posibilite el que la persona vea y escuche con entendimiento.
(Compárese con Isa 6:9, 10; Mt 13:13-15; Hch 28:26, 27.) La mente puede percibir y recoger lo que
el oído escucha y el ojo ve, pero es mucho más importante que la persona que se arrepiente ‘capte
el sentido [“la idea”, Jn 12:40] de ello con el corazón’. (Mt 13:15; Hch 28:27.) De esa manera no solo
se produce un reconocimiento intelectual del proceder pecaminoso, sino también una respuesta
apreciativa, desde el corazón. Para los que ya conocen a Dios, tal vez solo sea necesario ‘hacer
volver a su corazón’ el conocimiento de Dios y de sus mandamientos (Dt 4:39; compárese con Pr
24:32; Isa 44:18-20) con el fin de ‘recobrar el juicio’. (1Re 8:47.) Si tienen una recta motivación de
corazón, serán capaces de ‘rehacer su mente y probar para sí mismos la buena, acepta y perfecta
voluntad de Dios’. (Ro 12:2.)
Si una persona tiene fe y amor a Dios en su corazón, sentirá un pesar sincero y tristeza debido a
su mal proceder. El aprecio por la bondad y la grandeza de Dios hará que los transgresores sientan
un profundo remordimiento por haber ofendido Su nombre. (Compárese con Job 42:1-6.) Por otra
parte, el amor al prójimo les hará lamentar el daño que han causado a otros, el mal ejemplo que han
puesto y quizás hasta la manera de manchar la reputación del pueblo de Dios ante los de afuera.
Dichos transgresores buscan el perdón porque desean honrar el nombre de Dios y trabajar para el
bien de su prójimo. (1Re 8:33, 34; Sl 25:7-11; 51:11-15; Da 9:18, 19.) Arrepentidos, se sienten
“quebrantados de corazón”, ‘aplastados y de espíritu humilde’ (Sl 34:18; 51:17; Isa 57:15), están
‘contritos de espíritu y tiemblan ante la palabra de Dios’ (Isa 66:2), palabra que hace un llamamiento
hacia el arrepentimiento, y, en realidad, ‘van retemblando a Jehová y a su bondad’. (Os 3:5.) Cuando
David obró tontamente al ordenar un censo, su “corazón [...] empezó a darle golpes”. (2Sa 24:10.)
Por consiguiente, es necesario que haya un rechazo definitivo, que se sienta un odio de corazón
y una gran repugnancia por el mal proceder. (Sl 97:10; 101:3; 119:104; Ro 12:9; compárese con Heb
1:9; Jud 23.) Esto es así porque “el temor de Jehová significa odiar lo malo”, y eso incluye odiar el
ensalzamiento propio, el orgullo, el mal camino y la boca perversa. (Pr 8:13; 4:24.) Además, tiene
que haber amor a la justicia y una firme determinación de adherirse a partir de entonces a un
proceder justo. Sin este odio a lo que es malo y amor a la justicia, el arrepentimiento no tendría
ninguna fuerza genuina que llevara a la verdadera conversión. Debido a esto, aunque el rey
Rehoboam se humilló ante la expresión de la cólera de Jehová, después “hizo lo que era malo,
porque no había establecido firmemente su corazón en buscar a Jehová”. (2Cr 12:12-14; compárese
con Os 6:4-6.)
Tristeza piadosa, no como la del mundo. En la segunda carta que Pablo escribe a los corintios,
el apóstol hace referencia a la “tristeza de manera piadosa” que estos expresaron como resultado de
la reprensión que les había dado en la primera carta. (2Co 7:8-13.) Había ‘sentido pesar’
(me·ta·mé·lo·mai) por haberles tenido que escribir con tanta severidad y como consecuencia
haberles causado dolor, pero dejó de sentirlo al ver que su reprensión había producido en ellos
tristeza piadosa, una tristeza que les había llevado a un arrepentimiento sincero (me·tá·noi·a) de su
actitud y proceder incorrectos. Sabía que el dolor que les había causado había obrado para su bien y
no les haría ningún “daño”. La tristeza que conducía al arrepentimiento no era algo por lo que ellos
tuvieran que sentir pesar, pues les mantenía en el camino de la salvación, evitando que reincidieran
o apostataran, y les daba la esperanza de vida eterna. Contrasta esta tristeza con “la tristeza del
mundo [que] produce muerte”, tristeza que no se deriva de la fe y del amor que se le tiene a Dios y a
la justicia, sino que nace del fracaso, la decepción, la pérdida, el castigo por el mal y la vergüenza
(compárese con Pr 5:3-14, 22, 23; 25:8-10), y suele dar lugar a amargura, resentimiento y envidia,
por lo que no conduce a beneficio duradero alguno, ni a mejoras ni a una esperanza genuina.
(Compárese con Pr 1:24-32; 1Te 4:13, 14.) La tristeza del mundo se lamenta por las consecuencias
desagradables del pecado, pero no por el pecado en sí ni por el oprobio que este le ocasiona al
nombre de Dios. (Isa 65:13-15; Jer 6:13-15, 22-26; Rev 18:9-11, 15, 17-19; contrástese con Eze 9:4.)
El caso de Caín sirve de ejemplo, pues fue la primera persona a la que Dios instó al
arrepentimiento. Lo instó, advirtiéndole que se dirigiese “a hacer lo bueno”, para que el pecado
no llegase a dominarlo. Sin embargo, en lugar de arrepentirse de su odio asesino, Caín dejó que
este lo impulsara a matar a su hermano. Cuando Dios lo interrogó, respondió con evasivas y solo
manifestó algún pesar al escuchar la sentencia que recayó sobre él, un pesar debido a la severidad
del castigo, no al mal cometido. (Gé 4:5-14.) Al obrar de ese modo, demostró que se ‘originaba del
inicuo’. (1Jn 3:12.)
También manifestó la tristeza propia del mundo Esaú, cuando supo que su hermano Jacob había
recibido la bendición de primogénito (derecho que él había vendido desdeñosamente a Jacob). (Gé
25:29-34.) Esaú clamó “de una manera extremadamente fuerte y amarga”, buscando con lágrimas
un “arrepentimiento” (me·tá·noi·a), no el suyo, sino un “cambio de parecer” de su padre. (Gé 27:34;
Heb 12:17, NTI.) Sintió pesar por la pérdida, no por la actitud materialista que le hizo ‘despreciar la
primogenitura’. (Gé 25:34.)
Después de haber traicionado a Jesús, Judas “sintió remordimiento [forma de me·ta·mé·lo·mai]”,
intentó devolver el soborno que había concertado y después se ahorcó. (Mt 27:3-5.) Por lo visto le
abrumó la monstruosidad de su delito y probablemente también la espantosa seguridad de que
recibiría el juicio divino. (Compárese con Heb 10:26, 27, 31; Snt 2:19.) Sintió remordimiento por su
culpabilidad, abatimiento, desesperación, pero no hay nada que muestre que expresara la tristeza
piadosa que genera arrepentimiento (me·tá·noi·a). Para confesar su pecado no buscó a Dios, sino a
los líderes judíos, y es probable que les devolviera el dinero con la idea equivocada de que así
atenuaría hasta cierto grado su delito. (Compárese con Snt 5:3, 4; Eze 7:19.) Al delito de traición y
de contribuir a la muerte de un hombre inocente, añadió el de suicidio. Su proceder está en marcado
contraste con el de Pedro, cuyo amargo llanto después de haber negado a su Señor fue el reflejo de
su arrepentimiento de corazón, lo que hizo posible que se le restableciese. (Mt 26:75; compárese
con Lu 22:31, 32.)
Como puede verse, el pesar, el remordimiento y las lágrimas no son en sí mismos pruebas de
arrepentimiento genuino; el factor determinante es el motivo del corazón. Oseas dice que Jehová
denunció a Israel debido a que en su aflicción “no clamaron a [Él] por socorro con su corazón,
aunque siguieron aullando en sus camas. A causa de su grano y vino dulce siguieron
holgazaneando [...]. Y procedieron a regresar, no a nada más elevado [...]”. Era el egoísmo lo que
estaba detrás de su ruego por alivio en tiempo de calamidad, y si se les concedía ese alivio,
no aprovechaban la oportunidad para mejorar su relación con Dios adhiriéndose más estrechamente
a sus elevadas normas (compárese con Isa 55:8-11); eran como un “arco flojo” que nunca da en el
blanco. (Os 7:14-16; compárese con Sl 78:57; Snt 4:3.) El ayuno, el llanto y el plañir eran
manifestaciones válidas, pero solo si los arrepentidos ‘rasgaban sus corazones’ y no simplemente
sus prendas de vestir. (Joe 2:12, 13; véanse AYUNO; DUELO.)
La confesión del mal. La persona arrepentida se humilla y busca el rostro de Dios (2Cr 7:13, 14;
33:10-13; Snt 4:6-10), suplicando su perdón. (Mt 6:12.) No es como el fariseo santurrón de la
ilustración de Jesús, sino como el recaudador de impuestos a quien describió golpeándose el pecho
y diciendo: “Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador”. (Lu 18:9-14.) El apóstol Juan
dice: “Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado’, a nosotros mismos nos estamos extraviando
y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos
nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”. (1Jn 1:8, 9.) “El que encubre sus transgresiones
no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia.” (Pr 28:13;
compárese con Sl 32:3-5; Jos 7:19-26; 1Ti 5:24.)
La oración que pronunció el profeta Daniel y que se halla en Daniel 9:15-19 es un modelo de
confesión sincera, en la que la principal preocupación es el buen nombre de Jehová y la súplica se
basa, no en “nuestros actos justos [...], sino según tus muchas misericordias”. Véase, además, la
humilde confesión del hijo pródigo. (Lu 15:17-21.) Las personas arrepentidas sinceramente ‘elevan a
Dios su corazón y las palmas de sus manos’, para confesarle sus transgresiones y buscar Su
perdón. (Lam 3:40-42.)
Confesar los pecados los unos a los otros. El discípulo Santiago aconseja: “Confiesen
abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados”. (Snt 5:16.)
Esta confesión no significa que algún humano tenga que servir como “ayudante [“abogado”, NC]”
para el hombre delante de Dios, ya que solo Cristo desempeña ese papel en virtud de su sacrificio
propiciatorio. (1Jn 2:1, 2.) Los humanos no son capaces de enderezar por sí mismos el mal que
hayan cometido contra Dios, ni a favor suyo ni a favor de otros, ya que no pueden proporcionar la
expiación necesaria. (Sl 49:7, 8.) No obstante, los cristianos pueden ayudarse los unos a los otros, y
aunque sus oraciones a favor de sus hermanos no afecten la manera de aplicar Dios la justicia (ya
que solo el rescate de Cristo sirve para perdonar los pecados), sí pueden servir para pedir a Dios
que Él dé la ayuda y la fuerza necesarias al que ha pecado y busca dicha ayuda. (Véase ORACIÓN
[La respuesta a las oraciones].)
La conversión: un volverse. El arrepentimiento cambia el proceder incorrecto de la persona,
hace que rechace el mal camino y se determine a emprender un proceder correcto. Al
arrepentimiento genuino le sigue la “conversión”. (Hch 15:3.) Tanto en hebreo como en griego, los
verbos relacionados con la conversión (heb. schuv; gr. stré·fō; e·pi·stré·fō) significan simplemente
“volver; volverse; retroceder”. (Gé 18:10; Pr 15:1; Jer 18:4; Jn 21:20; Hch 15:36.) Usados en sentido
espiritual, pueden referirse a un apartarse de Dios, y por lo tanto volverse a un proceder pecaminoso
(Nú 14:43; Dt 30:17), o a un volverse a Dios de un mal camino anterior. (1Re 8:33.)
La conversión implica más que una simple actitud o expresión verbal; debe haber “obras propias
del arrepentimiento”. (Hch 26:20; Mt 3:8.) Hay que ‘buscar’ a Jehová e ‘inquirir’ de Él de manera
activa, con todo el corazón y el alma. (Dt 4:29; 1Re 8:48; Jer 29:12-14.) Esto significa forzosamente
buscar el favor de Dios ‘escuchando su voz’ según se expresa en su Palabra (Dt 4:30; 30:2, 8),
‘mostrar perspicacia en su apego a la verdad’ por medio de un mejor entendimiento y aprecio de sus
caminos y voluntad (Da 9:13), observar y ‘poner por obra’ sus mandamientos (Ne 1:9; Dt 30:10; 2Re
23:24, 25), ‘guardar bondad amorosa y justicia’ y “esperar en [...] Dios constantemente” (Os 12:6),
abandonar el uso de imágenes religiosas o el culto a la criatura para ‘dirigir el corazón
inalterablemente a Jehová y servirle solo a Él’ (1Sa 7:3; Hch 14:11-15; 1Te 1:9, 10) y andar en sus
caminos y no en el camino de las naciones (Le 20:23) ni en el de uno mismo. (Isa 55:6-8.) Las
oraciones, los sacrificios, los ayunos y la observancia de fiestas sagradas carecen de sentido y de
valor para Dios a menos que vayan acompañados de buenas obras, se busque la justicia, se elimine
la opresión y la violencia y se ejerza misericordia. (Isa 1:10-19; 58:3-7; Jer 18:11.)
´
Capıtulo 5
´
Cuando ´ formar
un comite judicial

´
Actuen sin demora cuando se les informe
de un pecado grave
¿Es grave el presunto pecado?
´
¿Existen pruebas de que en verdad se cometio?
¿Hay otros factores que deban tenerse
en cuenta?

1. Los ancianos deben actuar sin demora cuan-


´
do se les informe de un pecado grave, pues ası prote-
´
gen a la congregacion y ayudan al que ha errado
(Jud. 4). La negligencia al atender este tipo de asuntos
´
puede estorbar el libre fluir del espıritu santo de Jeho-
´ ´
va a la congregacion. Antes que nada, los ancianos
deben cerciorarse de que el pecado se haya cometido
en realidad y de que por su gravedad deba formarse
´
un comite judicial.
´
Ofensas que requieren accion judicial
´
2. A continuacion se exponen las ofensas que pue-
´ ´
den exigir la formacion de un comite judicial. Por su-
puesto, no es una lista completa, ya que puede haber
´
otros asuntos que tambien deban ser atendidos judi-
cialmente. Los ancianos han de ser juiciosos y razo-
nables al evaluar la seriedad del supuesto pecado. De-
´
beran sopesar factores como su alcance y naturaleza,
´
las intenciones y motivos, y si se trato de incidentes
´
aislados o de una practica. Si el cuerpo duda de si
´
cierta ofensa merece accion judicial, puede escribir a
la sucursal para solicitar instrucciones.

58
´
3. Homicidio. Ademas del asesinato deliberado,
una persona puede hacerse culpable de derrama-
miento de sangre si provoca la muerte de alguien por
´
negligencia o por violar una ley de trafico u otras le-
´
yes de seguridad dictadas por el Cesar. Tras una inves-
´ ´
tigacion preliminar, los ancianos determinaran si es
´
preciso nombrar un comite judicial para atender el
´ ´ ´
caso. El comite basara su decision en hechos clara-
mente establecidos, no simplemente en las decisio-
nes que puedan haber tomado las autoridades segla-
´
res (Deu. 22:8; w06 15/9 pag. 30).
4. Un intento de suicidio puede deberse a una
´ ´
profunda desesperacion o depresion grave. Traten a la
´
persona con mucho cuidado y compasion. En la ma-
´ ´
yorıa de los casos no sera necesaria una audiencia ju-
dicial (Sal. 88:3, 17, 18; Pro. 15:13; Ecl. 7:7; w90 1/3
´ ´ ´
pags. 5-9; 15/3 pags. 26-30; g90 8/9 pags. 22, 23; w83
´
15/12 pags. 3-11).
´ Véase la carta
5. Porneia (Lev. 20:10, 13, 15, 16; Rom. 1:24, 26,
´
27, 32; 1 Cor. 6:9, 10). Porneia entrana el uso inmoral
˜ del 6 de marzo
´
de los organos genitales, sea de manera natural o per- de 2012 a los
vertida, con intenciones lascivas. Debe haber otro cuerpos de
implicado en el acto inmoral, sea un ser humano de ancianos, la cual
cualquiera de los dos sexos o una bestia. La participa- contiene la
´ definición de
cion voluntaria en este tipo de conducta acarrea cul-
´ pornéia.
pabilidad y exige accion judicial. No se trata del toque
´ ´
momentaneo de los organos sexuales, sino que impli-
´
ca la estimulacion deliberada de los genitales. In-
´ ´
cluye el sexo oral y anal, ası como la manipulacion de
los genitales entre personas que no sean marido y mujer
´ ´ ´
(lv pag. 99; w06 15/7 pags. 29, 30; w04 15/2 pag. 13;
´ ´ ´
w00 1/11 pag. 8 parr. 6; w83 15/9 pags. 23-26). No exi-
´
ge que haya contacto de piel con piel ni copula (como
´ ´
en la penetracion) ni clımax sexual.
´
6. Masturbarse no constituye porneia.
7. Una persona que haya sido violada no es culpa-
´
ble de porneia. Se requiere discernimiento cuando se
´
atienden alegaciones de violacion. Deben tomarse en
´
Capıtulo 5 59
cuenta factores como el estado mental de la persona,
las circunstancias que provocaron el incidente y cual-
´
quier demora en informarlo (w03 1/2 pags. 30, 31;
´ ´
it-1 pags. 962-964; w83 15/7 pag. 30, nota).
8. Siempre que exista la posibilidad de que se haya
´ ´
cometido porneia, es responsabilidad del comite judi-
cial usar las Escrituras para sopesar con cuidado los
hechos de cada caso. Esta responsabilidad es especial-
´
mente seria cuando entra en juego la libertad bıblica
de alguien para volver a casarse (Mal. 2:16a). Si los an-
´
cianos no estan seguros o difieren en sus conclusio-
nes, lo mejor es escribir a la sucursal.
´
9. Conducta desvergonzada, o relajada (Gal.
5:19). La palabra griega que se traduce “conducta
´
desvergonzada” o “conducta relajada” es aselgueia.
˜
El Diccionario Griego-Espanol, del Consejo Superior
´
de Investigaciones Cientıficas, utiliza estos contun-
´
dentes terminos para definirla: “desenfreno [...], vida
´ ´ ˜
licenciosa, depravacion”. El Lexico Griego-Espanol del
˜
Nuevo Testamento, de Alfred E. Tuggy, anade a la lista
´ ¨
“descaro, groserıa, desverguenza, libertinaje, insolen-
´ ´
cia”. Otro lexico define aselgueia como “la conducta
´
que traspasa todos los lımites socialmente acepta-
bles”. En vez de denotar una mala conducta de escasa
importancia, la “conducta desvergonzada” describe
´
actos que reflejan falta de respeto, desatencion o has-
ta desprecio a las normas, las leyes y la autoridad de
Dios. Por lo tanto, en ella se dan dos elementos:
´
1) La conducta misma constituye una grave violacion
´
de las leyes de Jehova, y 2) la actitud del pecador ha-
cia las leyes divinas es irrespetuosa e insolente (w06
´ ´ ´
15/7 pag. 30; w83 15/7 pag. 31; w74 pags. 126, 127).
10. Aunque esta lista no agota todas las posibilida-
des, pudiera existir conducta desvergonzada si el peca-
dor tuviera una actitud insolente y despectiva que
´
se haga evidente por la practica de las siguientes cosas:
˙ Persistir de manera voluntaria, continua e inne-
cesaria en tratar con expulsados que no son
˜
60 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
parientes, pese a repetidos consejos (Mat.
18:17b; 1 Cor. 5:11, 13; 2 Juan 10, 11; w81 15/11
´
pags. 18, 19). Véase la carta a
´ los cuerpos de
˙ Abuso sexual de menores. Esto incluirıa actos
como acariciar los pechos, hacer proposiciones ancianos del 1 de
´ ´
inmorales explıcitas, mostrar pornografıa a un octubre de 2012
menor, voyerismo y exhibicionismo. sobre abuso de
˙ Persistir en salir con una persona o mante- menores.
´
ner con ella una relacion sentimental sin
´
estar legal o bıblicamente libre para casarse,
a pesar de repetidos consejos y, por lo general,
tras un discurso de advertencia a la congrega-
´ ´
cion (Gal. 5:19; 2 Tes. 3:6, 14, 15).
´
11. Prueba (fundada en la declaracion de al
´
menos dos testigos) de que el acusado paso toda
la noche en la misma casa con una persona del
sexo opuesto (o con un conocido homosexual)
en circunstancias impropias. (Si surgen preguntas
respecto a si alguien queda libre para volver a casarse,
´
vease 12:12.)
˙ Los ancianos deben evaluar equilibrada-
´
mente la situacion antes de formar un co-
´
mite judicial. ¿Estuvieron las dos personas a
solas toda la noche? ¿Hay pruebas de que entre
´ ´
ellas exista una relacion romantica? ¿Se dio la
´
situacion por motivos justificables, como una
emergencia inesperada?
´
˙ Si no hay circunstancias atenuantes, se formara
´
un comite judicial sobre la base de que existen
´
claras pruebas circunstanciales de porneia.
´
˙ Dependiendo de la actitud del acusado, podrıa
incluso ser culpable de conducta desvergonzada.
Ejemplo:
˙ Un hermano casado pasa una cantidad excesiva
´
de tiempo con su secretaria despues del horario
´
laboral, pero insiste en que no hay ningun in-
´ ´
teres romantico. Su esposa, preocupada, se lo
´
Capıtulo 5 61
informa a los ancianos, quienes aconsejan con
´
firmeza al hermano. Posteriormente, el dice que
va a pasar la noche fuera debido a un “viaje de
negocios”. Su esposa sospecha y lo sigue con un
pariente hasta la casa de la secretaria. Ambos ob-
servan que esta lo invita a pasar a las diez de la
´
noche y se quedan vigilandolo toda la noche
´ ˜
hasta que el sale a las siete de la manana. Cuan-
´ ´
do los ancianos hablan con el, admite que paso
la noche a solas con su secretaria, pero niega que
´
cometiera adulterio. En un caso ası, los ancianos
´ ´
estan justificados para formar un comite judi-
cial, pues hay claras pruebas circunstanciales de
´ ´
que cometio porneia y posibles elementos de
´
conducta desvergonzada. La conciencia del con-
´ ´
yuge inocente quizas le permita divorciarse de el
y volverse a casar; si eso sucediera, los ancianos
´
no tomarıan ninguna medida en su contra.
Ejemplos de situaciones que probablemente
´
no justifiquen un comite judicial:
˙ Un cristiano de edad avanzada que vive solo
pide a una persona del sexo opuesto que se
mude a su casa para cuidarlo. Nada indica que
´ ´
exista una atraccion romantica entre ellos ni ra-
zones para sospechar que cometan actos sexua-
les inmorales.
´
˙ Tras asistir a una reunion social en el hogar de
una hermana soltera, un hermano camina a la
´
estacion para tomar el tren de vuelta a casa. Des-
´
pues de un rato, el hermano se entera de que el
´ ´
ultimo tren ya paso. Regresa al hogar de la her-
mana, pero cuando llega, ya se han ido todos y
es bastante tarde. La hermana le permite dormir
en la sala y ella duerme en el dormitorio.
´
˙ Un hermano soltero esta de visita durante al-
´
gunos dıas en el hogar de una pareja casada.
´
Una noche, despues de que todos se han ido a
dormir, el esposo tiene que salir debido a una
˜
62 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
emergencia en su trabajo y no regresa hasta la
˜
manana. La esposa y el hermano soltero pasan
toda la noche solos en la casa, pero durmiendo
en habitaciones separadas.
12. Los ancianos no pueden aplicar siempre la
´ ´
misma regla, pues cada situacion es unica. Una vez
que dos ancianos han investigado el asunto cuidado-
samente, el cuerpo de ancianos debe ejercer buen jui-
cio al determinar si se ha cometido un pecado grave.
´ ´
Si no estan seguros de que hacer, deben consultar con
la sucursal.
13. Inmundicia grave, inmundicia con avidez
´ ´
(2 Cor. 12:21; Gal. 5:19; Efe. 4:19). Galatas 5:19-21
enumera muchos vicios que no se clasifican como
´
porneia pero que pudieran impedir que una persona
´
entrara en el Reino de Dios. Entre ellos esta la inmun-
´
dicia (griego, akatharsıa). Cuando se practica la in-
´
mundicia grave, esta puede ser causa de expulsion de
´
la congregacion cristiana. Los ancianos deben ser dis-
cernidores al determinar si alguien ha cometido una
inmundicia leve que solo requiera aconsejarlo, o bien
´
una inmundicia grave que justifique un comite judi-
´ ´
cial (w06 15/7 pags. 29-31; w83 15/7 pag. 31).
14. Aunque la lista no es exhaustiva, pudiera
existir inmundicia grave en los siguientes casos:
˙ Dos personas que no son esposos se acarician
´
apasionadamente, o el le acaricia los pe-
chos a ella, en numerosas ocasiones. Si se tra-
ta de unos pocos incidentes aislados, y en espe-
´
cial si son novios y tienen intencion de casarse,
tal vez baste con que dos ancianos los aconsejen
sobre este tipo de inmundicia leve e informen de
lo ocurrido al coordinador. Ahora bien, si sucede
en numerosas ocasiones, y los actos de la pare-
´
ja son cada vez mas graves y frecuentes, pue-
de constituir un caso de inmundicia grave con
´
avidez que requiera la intervencion de un comi-
´ ´
te judicial. El pecado podrıa constituir conducta
´
Capıtulo 5 63
desvergonzada si los implicados manifestaran una
actitud irrespetuosa e insolente hacia las leyes divi-
´
nas. Ese serıa el caso, por ejemplo, si no tuvieran
´
la honorable intencion de casarse.
´
˙ La practica de mantener conversaciones
´
indecentes por telefono, en salas de charla
´
de Internet o usando otros medios electro-
nicos puede constituir habla obscena o inmun-
dicia grave, y cualquiera de estos dos pecados
´ ´
puede justificar la formacion de un comite judi-
´ ´
cial ( g00 22/1 pags. 20, 21; km 11/99 pag. 4).
Si se trata de unos pocos incidentes aislados, tal
vez no haya que tomar medidas judiciales; basta-
´
ra con que dos ancianos se encarguen de tales
casos de inmundicia leve aconsejando al peca-
dor e informando de lo ocurrido al coordinador.
´
Sin embargo, esa conducta podrıa ir aumentan-
´
do en gravedad y, por su repeticion frecuente,
constituir un caso de inmundicia grave con avi-
´ ´
dez que requiera la intervencion de un comite
´
judicial, sobre todo si ya se habıa aconsejado a la
persona al respecto.
Este punto contiene ˙ ´ ´
El habito arraigado de ver, quizas durante
´
la información un perıodo considerable, formas repugnan-
´
actualizada de la tes y degradantes de pornografıa. Pueden
carta del 10 de abril incluir relaciones homosexuales (entre personas
de 2012 a los del mismo sexo), sexo en grupo, contacto se-
´
cuerpos de ancianos xual con animales, torturas sadicas, sadomaso-
sobre pornografía. quismo, violaciones en grupo, brutalidad contra
´
Véase la carta si mujeres y pornografıa infantil. El pecador se ha-
´
desea más detalles. rıa culpable de conducta desvergonzada si pro-
´
moviera la pornografıa, por ejemplo al invitar a
´
otros a verla (w12 15/3 pags. 30, 31; w06 15/7
´
pag. 31).
˙ Consumo de tabaco. Los ancianos deben eva-
luar con prudencia las circunstancias y la magni-
tud del pecado para determinar si deben formar
´
un comite judicial. Por ejemplo, si un cristiano
´ ´
fumo unos pocos cigarrillos en privado, bastarıa
˜
64 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
con que uno o dos ancianos lo aconsejaran e in-
formaran de lo ocurrido al coordinador. Sin em-
´ ´ ´
bargo, se requerira la intervencion de un comite
´
judicial si fumar se ha convertido en una practica
´
(Mar. 15:23; 2 Cor. 7:1; w06 15/7 pags. 30, 31).
Si tienen dudas, consulten con la sucursal.
´
˙ Suciedad fısica extrema (Deu. 23:12-14; 2 Cor.
7:1). Se debe hacer todo lo posible para que la
persona comprenda la necesidad de mantener
limpios su cuerpo y su vivienda. Antes de pensar
´
en expulsarla, los ancianos se aseguraran de que
la suciedad es tan notoria y ofensiva que desacre-
´ ´
dita muchısimo el buen nombre de Jehova y de
su pueblo en la comunidad. Se debe aconsejar a
la persona; si no hace caso, tal vez sea preciso se-
˜
nalarla (2 Tes. 3:14). Si desatiende abiertamente
el consejo y persisten las condiciones de extrema
suciedad, tal vez haya que expulsarla.
15. Abuso de drogas adictivas (2 Cor. 7:1; Rev.
´
21:8, nota; 22:15, nota). Atencion: el consumo de
´ ´
drogas adictivas por prescripcion medica —por ejem-
plo, para aliviar el dolor— no exige necesariamente la
´ ´
intervencion de un comite judicial. Si surgen dudas,
consulten con la sucursal.
´
16. Apostasıa. Consiste en un alejamiento de la
´ ´ ´
adoracion verdadera, una desercion, rebelion o aban-
dono. Abarca lo siguiente:
´
˙ Celebrar fiestas religiosas falsas (Exo. 32:4-6;
´
Jer. 7:16-19). No todas las fiestas estan directa-
´
mente relacionadas con la religion falsa ni re-
´
quieren un comite judicial.
˙ Participar en actividades interconfesiona-
les (2 Cor. 6:14, 15, 17, 18). Entre los actos de
´ ´
apostasıa figuran inclinarse ante altares e image-
nes y participar en himnos y oraciones de la reli-
´
gion falsa (Rev. 18:2, 4).
˜
˙ Esparcir deliberadamente ensenanzas con-
´ ˜
trarias a la verdad bıblica que ensenan los
´
Capıtulo 5 65
´
testigos de Jehova (Hech. 21:21, nota; 2 Juan 7,
9, 10). Hay que ayudar a quienes tengan du-
´
das sinceras, aconsejandolos de manera firme y
bondadosa (2 Tim. 2:16-19, 23-26; Jud. 22, 23).
˜
Si alguien se obstina en hablar sobre ensenan-
zas falsas o difundirlas deliberadamente, sus ac-
´
tos pueden constituir apostasıa o llevarlo a ella.
´
Si tras la primera y segunda amonestacion no se
´
observa un cambio de actitud, debera formar-
´
se un comite judicial (Tito 3:10, 11; w89 1/10
´ ´ ´
pag. 19; w86 1/4 pags. 30, 31; w86 15/3 pag. 15).
˙ Causar divisiones y promover sectas. La per-
sona busca deliberadamente socavar la unidad
´
de la congregacion o la confianza de los her-
´
manos en las disposiciones de Jehova para su
´
pueblo. Sus actos pueden constituir apostasıa o
llevar a ella (Rom. 16:17, 18; Tito 3:10, 11; it-2
´
pag. 982).
˙ Permanecer en un empleo que convierte a
´
la persona en complice o promotor de la re-
´ ´ ´
ligion falsa serıa causa de expulsion tras dejar
´
pasar un plazo razonable, quizas de hasta seis
meses, para hacer los cambios necesarios (w99
´ ´
15/4 pags. 28-30; km 11/76 pags. 3-6).
´
˙ Espiritismo (Deu. 18:9-13; 1 Cor. 10:21, 22; Gal.
5:20).
´
˙ Idolatrıa (1 Cor. 6:9, 10; 10:14). Incluye el em-
´
pleo de imagenes o figuras en actos de adora-
´
cion falsa.
´
17. Borrachera (1 Cor. 5:11; 6:9, 10; it-1 pags. 367,
´
368). Debe intervenir un comite judicial si se trata de
´
una practica o de un solo incidente que se hizo noto-
´
rio (w83 15/8 pag. 8). La borrachera se describe en los
´
siguientes textos bıblicos: Job 12:25; Salmo 107:27;
´
Proverbios 20:1; 23:29-35; Isaıas 24:20.
18. Si alguien confiesa a un anciano que en una
´ ´
ocasion se emborracho en la intimidad de su hogar y
˜
66 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´
el incidente no trascendio, tal vez baste con que el an-
ciano lo aconseje con firmeza. En cualquier caso, este
´
debera informar de lo ocurrido al coordinador.
´ ´
19. Glotonerıa (Pro. 23:20, 21; w04 1/11 pags. 30,
´ ´
31). El gloton acostumbra comer sin restriccion,
´
hartandose hasta el punto de sentirse muy mal o
´
vomitar. La glotonerıa no se define por la talla
de la persona, sino por su actitud hacia la co-
mida.
20. Hurto, robo (1 Cor. 6:9, 10; Efe. 4:28; w86
´
15/11 pag. 14). Aunque todo hurto es censurable, el
cuerpo de ancianos debe evaluar con perspicacia las
circunstancias y el grado de culpabilidad al decidir si
´
el caso amerita que se forme un comite judicial.
21. Mentira deliberada y maliciosa; falso
testimonio (Pro. 6:16, 19; Col. 3:9; Rev. 22:15; it-2
´
pags. 367, 368). Aunque toda mentira es mala, solo se
´
emprende accion judicial cuando se ha hecho de ella
´
una practica deliberada y maliciosa. Por maliciosa se
˜ ˜
entiende que causa dano a sabiendas, que entrana
mala voluntad o animosidad. Las mentiras que justi-
´
fican la intervencion judicial no son simples exagera-
ciones o comentarios tendenciosos que apenas tie-
nen consecuencias. Tampoco son mentiras dichas en
´
un momento de presion o por miedo al hombre
(Mat. 26:69-75).
´
22. Por lo general, los ancianos no adoptaran me-
didas disciplinarias cuando un cristiano acuse o otro
de hacer declaraciones falsas en una disputa ante un
tribunal. Por ejemplo, esto pudiera ocurrir en casos
´
de divorcio, custodia y manutencion de los hijos, etc.
´
El cristiano que hace la acusacion puede expresar su
inquietud al tribunal, que es el encargado de determi-
nar la verdad y pronunciar sentencia.
23. Fraude, calumnia (Lev. 19:16; Mat. 18:15-17;
´ ´
it-1 pags. 472, 473, 967, 968; od pags. 147-150; w97
´ ˜
15/3 pags. 17-22). El fraude se define como “engano
´
deliberado, artificio o perversion de la verdad para
´
Capıtulo 5 67
inducir a otra persona a deshacerse de algo valioso
que le pertenece o a renunciar a un derecho legal”
´ ´
(w97 15/3 pag. 21). La calumnia es una acusacion fal-
sa y generalmente maliciosa con la que se pretende
´
perjudicar la reputacion y buen nombre de una per-
sona. No es lo mismo que el chismorreo, o cotilleo,
´
pues aunque este podrıa basarse en una noticia verda-
dera, la calumnia siempre es falsa. Al que chismorrea
´
se le debe aconsejar, pero no se emprende accion ju-
´ ´ ´
dicial contra el (w89 15/10 pag. 10; it-1 pag. 472
´ ´ ´ ´
parr. 5). La congregacion no formara un comite judi-
cial por calumnia a menos que el ofendido haya dado
los dos primeros pasos expuestos en Mateo 18:15 y 16
´
y haya iniciado el tercer paso segun indica Mateo
´
18:17 (od pags. 147-150).
´
24. Si a algun anciano se le solicita que tome par-
´
te en el segundo paso, podra hacerlo, pero no como
´
representante del cuerpo. Si la cuestion llega al tercer
paso, quienes hayan sido testigos en el segundo paso
´ ´ ´
no podran componer el comite judicial; solo podran
actuar de testigos.
´ ´
25. No es funcion de los ancianos ser arbitros
´
de acuerdos economicos. Tampoco son cobradores de
´ ´
deudas. No deberıan participar en la redaccion de
contratos ni convenios escritos, y ni siquiera firmar
´
como testigos. Lo mismo serıa aplicable cuando la
´
cuestion se llevara al tercer paso.
´
26. Antes de nombrar un comite judicial, el cuer-
po de ancianos tal vez tenga que investigar el asun-
´
to. Para ello no se utilizara a hermanos que hayan es-
´
tado implicados en el segundo paso; mas bien, estos
´
seran entrevistados como testigos.
27. No se considera calumnia el presentar una
´ ´
acusacion ante la policıa, un tribunal, los ancianos u
otras personas que tengan autoridad para indagar el
´
asunto y emitir un juicio (it-1 pag. 472). Esto es cierto
´
aun si la acusacion no puede probarse (w97 15/8
´ ´
pag. 28 parr. 1).
˜
68 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´
28. Injuria (1 Cor. 6:10; it-1 pag. 1228). La injuria
se define como “agravio, ultraje de obra o de palabra”
´
(it-1 pag. 1228). El cuerpo de ancianos debe sope-
sar las circunstancias y la magnitud de las injurias
´
para determinar si debe formarse un comite judicial.
No debe formarse a menos que las injurias sean gra-
´
ves, perturben la paz de la congregacion y persistan a
pesar de repetidos consejos a la persona.
29. Habla obscena (Efe. 5:3-5; Col. 3:8). Obvia-
´
mente, ciertas palabras son mas ofensivas que otras.
Habla vulgar es cualquier tipo de lenguaje grosero u
ofensivo. Sin embargo, el habla obscena se caracteri-
´
za por expresiones sexualmente explıcitas y repug-
´ ´
nantes (g03 8/6 pags. 19, 20; w83 15/6 pag. 4). ¿Usa la
´
persona expresiones sexualmente explıcitas? ¿Persiste
en ello a pesar de repetidos consejos? Tales obscenida-
des pueden expresarse por escrito o de palabra, como
´
en salas de charla de Internet, conversaciones eroticas
´ ´
por telefono o mensajes electronicos.
´
30. Avidez (juego por dinero, extorsi on)
´
(1 Cor. 5:10, 11; 6:10; 1 Tim. 3:8; it-1 pags. 255, 902;
´
w89 15/1 pag. 22). Los cristianos deben evitar el jue-
go por dinero en todas sus modalidades, incluidas
´ ´
las loterıas (Isa. 65:11; g02 22/7 pags. 4-8; w89 15/7
´ ´ ´
pag. 30; g82 22/11 pags. 25-27; g82 8/3 pag. 27). Si un
´
cristiano se comporta con avidez entregandose al vi-
´
cio del juego a pesar de repetidos consejos, estara in-
´ ´
dicada la formacion de un comite judicial (w81 15/1
´ ´
pags. 29-31; w67 pag. 644).
´ ´ ´
31. Tambien intervendrıa un comite judicial si un
cristiano tuviera un empleo directamente conectado
con el juego por dinero (o que claramente lo hiciera
´
complice o promotor de tal vicio). Por lo general, an-
´
tes de tomar dicha medida se le darıa un plazo, qui-
´
zas de hasta seis meses, para que efectuara los cam-
´ ´
bios necesarios (w95 15/5 pag. 23 parr. 11; km 11/76
´
pags. 3-6). Si tienen dudas, lo mejor es consultar con
la sucursal.
´
Capıtulo 5 69
32. Si un negocio entrega premios o dinero como
estrategia publicitaria a los ganadores de un concurso
o a posibles clientes, corresponde a cada cual decidir
´
si aceptara el premio o no. Sin embargo, quien lo
´
acepte debera tener cuidado para no caer en la avidez
´
(Rom. 14:21; 1 Cor. 10:31-33; g75 22/10 pag. 28; w73
´
pag. 447). Los ancianos hacen bien en no indagar en
˜
lo que una persona haga respecto a apostar pequenas
´
cantidades con el unico fin de divertirse. Con todo,
puede que haya que aconsejarla si con ello hace tro-
pezar a otros o perjudica su propia espiritualidad o la
´ ´
de la congregacion (w02 1/11 pag. 31).
33. Exigir avariciosamente y sin arrepentirse
un elevado precio por entregar a su hija en ma-
trimonio puede llevar a un cristiano a ser expulsado
´
de la congregacion (1 Cor. 5:11, 13; 6:9, 10; Heb. 13:5;
´
w98 15/9 pags. 24, 25).
34. Negarse rotundamente a sostener a la fa-
milia, dejando en la indigencia a la esposa y los
hijos a pesar de tener los medios para man-
´
tenerlos (1 Tim. 5:8; w88 1/11 pags. 22, 23; lv
´ ´
pags. 220, 221). He aquı algunos factores que el cuer-
po de ancianos debe considerar antes de tomar ac-
´
cion judicial.
˙ ¿Se niega el cristiano rotundamente a sostener a
su familia, o no lo hace por otras razones, como
´
la mala salud o los problemas economicos?
¿Hace todo lo que razonablemente puede para
cubrir las necesidades de la familia?
˙ ¿Se le ha aconsejado previamente y ha tenido
oportunidad de cambiar?
´
˙ ¿Tiene la esposa recursos economicos que apor-
ten seguridad a la familia para que esta no quede
en la indigencia?
´
˙ Si la familia esta en la indigencia, ¿es porque
´
han rechazado la aportacion del cabeza de fami-
´
lia al optar por no vivir con el?
˜
70 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´ ´ ´
˙ Si los conyuges estan separados, ¿hasta que gra-
´
do es la esposa responsable de la situacion?
´ ´
35. Arrebatos de colera, violencia fısica (Pro.
´ ´
22:24, 25; Mal. 2:16; Gal. 5:20; g01 8/11 pag. 12; g97
´ ´ ´ ´
8/6 pag. 20; fy pag. 150; g93 8/2 pag. 14). Estarıa justi-
´
ficado un comite judicial si un cristiano cediera a re-
´
petidos y violentos arrebatos de colera y no se arre-
´
pintiera a pesar de habersele aconsejado. En casos
dudosos, lo mejor es consultar con la sucursal.
36. Si un cristiano se dedicara al boxeo profesio-
nal y se negara a dejarlo a pesar de repetidos conse-
´ ´
jos, serıa apropiado tomar accion judicial (w81 15/10
´
pag. 31).

Pruebas admisibles de un pecado grave


37. Aunque se acuse a un cristiano de un pecado
´ ´
suficientemente grave, no se formara un comite
judicial a menos que se haya establecido la comi-
´ ´
sion del mal. ¿Que tipo de pruebas son admisibles?
´ ´
˙ Una confesion (admision del mal), ya sea escri-
ta o verbal, puede aceptarse como prueba sin
´ ´
mas corroboracion (Jos. 7:19). Debe haber dos
´
testigos de la confesion, y esta ha de ser clara e
´
inequıvoca. Por ejemplo, el que un cristiano
´ ´ ´
casado afirmara que su conyuge esta “bıblica-
´ ´
mente libre” no se considerarıa de por sı una
´
clara confesion de adulterio.
´
Una admision de culpabilidad ante un tribunal
´ ´
como parte de un acuerdo con la fiscalıa —quiza
por consejo de un abogado buscando una sen-
´
tencia menos severa— no se considerarıa por lo
´
general una admision de culpabilidad en la con-
´
gregacion.
˙ Debe haber dos o tres testigos oculares,
no personas que simplemente repitan lo que
´ ´ ´
han oıdo; no se emprendera ninguna accion si
hay un solo testigo (Deu. 19:15; Juan 8:17).
´
Capıtulo 5 71
˙ Si hay dos o tres testigos del mismo tipo de
pecado pero cometido en momentos distin-
tos, los ancianos pueden tener en cuenta su testi-
monio. Aunque esta prueba es admisible, se pre-
fiere que haya dos testigos del mismo incidente.
˙ Puede tenerse en cuenta el testimonio de ni-
˜
nos y adolescentes; en ese caso, corresponde a
los ancianos determinar si lo que dicen es fiable.
´ ´
˙ Tambien puede tomarse en consideracion el tes-
timonio de no creyentes y de expulsados o
desasociados, pero debe evaluarse con cautela.
38. Si el mal no ha quedado demostrado pero
han surgido serias dudas, el cuerpo de ancianos
´
nombrara a dos ancianos para que investiguen
el asunto sin demora. Por ejemplo, tal vez haya un
´ ´
solo testigo. En ese caso, serıa amoroso que el hablara
primero con el acusado y lo animara a confesar el mal
´ ´
a los ancianos. Estos dejarıan pasar unos dıas para
darle al acusado la oportunidad de hacerlo. (Puede
que no en todos los casos sea recomendable que el
testigo confronte al acusado a solas; por ejemplo, si
´
entre ambos ocurrio un acto de inmoralidad sexual,
´ ´
si el testigo fue vıctima de incesto o violacion por par-
te del acusado, si es un menor de quien el acusado
´
abuso sexualmente o si el testigo es extremadamente
´ ´
tımido.) Sea que el testigo hable con el o no, los dos
´
ancianos designados expondran al acusado el pecado
´
que se le imputa (w97 15/8 pag. 27).
´
39. Si el acusado niega la acusacion, los ancia-
´
nos que investigan el caso trataran de concertar una
´ ´ ´
reunion con el y el acusador. (Nota: si la acusacion
´
tiene que ver con abuso sexual de menores y la vıcti-
´ ´
ma es todavıa un menor, los ancianos se pondran en
contacto con la sucursal antes de concertar la reu-
´
nion con el menor y el acusado.) Si el acusador o el
´
acusado no esta dispuesto a reunirse con los ancia-
´
nos, o si el acusado persiste en negar la acusacion he-
cha por un solo testigo de modo que no se pueda
˜
72 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
57. Si el pecador no responde favorablemente y
´
no se arrepiente, los dos ancianos le comunicaran
´
que ya no reune los requisitos para ser publicador
no bautizado. Por otra parte, si expresa que ya no de-
´
sea ser publicador, los ancianos respetaran su deci-
´ ´
sion. En cualquiera de ambos casos, se encargaran de
´
que se haga este anuncio en la Reunion de Servicio:
“[Nombre de la persona] ya no es publicador
no bautizado”. Debido a su falta de arrepentimien-
to, conviene que por un tiempo no se le den comen-
tarios si levanta la mano en las reuniones.
58. Si los ancianos consideran que constituye una
˜
amenaza para el rebano, pueden advertir en privado a
´ ´
quienes esten en peligro. Por ejemplo, aun despues de
hacerse el anuncio, puede que el pecador busque la
˜ ´ ´ ´
companıa de ciertos jovenes de la congregacion. Ante
´ ´
esta situacion, los ancianos hablarıan en privado con
´ ´ ´
los padres de tales jovenes y quizas tambien con los
´
jovenes mismos.
´
59. No hay ninguna concesion para apelar
´ ´
ni un perıodo de espera de siete dıas antes de anun-
ciar que alguien ya no es publicador no bautizado.
´
Si este se muestra disconforme con la decision, el
´
cuerpo se encargara de que otros dos ancianos revi-
sen el caso.
60. Si alguien que fue publicador no bautizado
progresa espiritualmente y desea participar una vez
´ ´
mas en el ministerio, dos ancianos (quizas los mis-
´ ´
mos que trataron su caso) se reuniran con el para ver
´
si cumple los requisitos. Si es ası, debe anunciarse que
es publicador no bautizado. No hay necesidad de es-
perar hasta que vuelva a entregar un informe del
servicio del campo.
61. Si el publicador no bautizado es legal-
mente menor de edad, los dos ancianos deben ha-
blar primero con los padres cristianos y preguntarles
´ ´ ´ ´
que ocurrio, cual es la actitud del menor y que medi-
das correctivas han tomado. Si los padres tienen la
˜
78 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´
situacion bajo control, los dos ancianos pudieran op-
´
tar por no reunirse con el menor, pero hablaran de
´
tanto en tanto con ellos para ofrecerles consejos uti-
´
les, recomendaciones concretas y estımulo amoroso.
62. Cuando un publicador no bautizado comete Véase la carta del 7
´ de septiembre de
un pecado grave, los dos ancianos que se reunan con
´ ´ ´ 2011 a los cuerpos de
el redactaran un informe y se lo daran al secretario,
´ ancianos sobre cómo
quien lo archivara del mismo modo que archiva los
registros de casos judiciales. archivar información
confidencial

´
Capıtulo 5 79
´
Capıtulo 6
´
Preparacion para
la audiencia judicial

Seleccionen cuidadosamente a los ancianos


´ ´
que integraran el comite judicial
´
Los ancianos son responsables ante Jehova
del fallo que dicten
Hagan los debidos preparativos para
la audiencia

´ ´
Seleccion del comite judicial y el presidente
´
1. Si es preciso formar un comite judicial, los an-
´ ´
cianos que esten presentes en el Salon del Reino de-
´ ´ ´ ´ ´
terminaran quienes lo compondran y quien sera el
´
presidente (vease 2:12). Los ancianos designados de-
ben ser hombres que tengan discernimiento y obren
con buen juicio. Aunque no hace falta explicar al
cuerpo de ancianos todos los pormenores, deben pro-
porcionarse suficientes datos para poder establecer,
´
por un lado, si de verdad se cometio una falta que
´ ´
constituye motivo de expulsion, y por otro, que an-
´
cianos estan mejor capacitados para atender el caso
´ ´
en cuestion (km 9/77 pags. 5, 6). Por lo general, es
mejor que los ancianos novatos sirvan primero con
´ ´
los mas veteranos, pero nunca participaran en cali-
´ ´
dad de observadores. El comite estara integrado por
tres ancianos; en los casos complicados, sin embargo,
puede haber cuatro o hasta cinco ancianos de expe-
riencia.
2. Si los ancianos saben que el acusado siente
rechazo hacia un anciano en particular, es mejor
´
no utilizarlo. Normalmente, tampoco se incluirıa a

81
un anciano que fuera pariente cercano, socio o amigo
´ ´
ıntimo del acusado (km 9/77 pag. 6). Si no hay sufi-
´
cientes ancianos, se puede solicitar la colaboracion de
´
uno que sirva en alguna congregacion cercana, para
´ ´
lo cual deberan ponerse en comunicacion con el
´
cuerpo de ancianos correspondiente. Tambien tienen
la alternativa de pedir recomendaciones al superin-
tendente de circuito.
´
Preparen la mente y el corazon para juzgar
´
3. Participar en un comite judicial es una enorme
´
responsabilidad. No olviden que estan juzgando para
´ ´
Jehova y que le daran cuentas del fallo que dicten
´ ´ ´
(2 Cro. 19:6, 7). Su decision seguramente tendra con-
secuencias duraderas y de gran magnitud, tanto para
el implicado como para sus familiares cristianos y
´
otros miembros de la congregacion. Por consiguien-
´
te, cada vez que intervengan en un comite judi-
´
cial, deben repasar primero los capıtulos 5 a 7
de este manual.
4. Permitir que un pecador impenitente siga for-
´
mando parte de la congregacion puede tener un efec-
´
to fermentador como el de la levadura (Gal. 5:9). Asi-
´
mismo, puede provocar que tanto el como quienes
conocen su falta minimicen en su mente la gravedad
del pecado (Ecl. 8:11). Por otro lado, si tratan injusta-
´ ´
mente a una persona, pueden hacerle mas difıcil la
´
recuperacion espiritual (Mat. 18:6).
5. Ustedes pueden emitir fallos justos con la ayuda
´ ´
de Jehova (Mat. 18:18-20). Por eso, oren para que el
´ ´ ´
les de sabidurıa, discernimiento y su espıritu santo
(1 Rey. 3:9; Fili. 1:9, 10; Sant. 1:5). Hagan una investi-
´
gacion cuidadosa y detallada usando las publicacio-
´ ´
nes bıblicas; no dependan unicamente de la expe-
riencia adquirida en casos judiciales pasados (Pro.
´ ´
15:28). Esfuercense por obtener una vision completa
de lo ocurrido y percibir la verdadera actitud de la
persona (Pro. 18:13, 17).
˜
82 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´
Citacion a la audiencia judicial
6. Es mejor que dos ancianos citen oralmente al
´
acusado. Deberan seguir estas instrucciones:
˙ Dejen claro que se trata de una audiencia judi-
cial.
´
˙ Mencionenle la falta que supuestamente come-
´
tio.
´ ´
˙ Indıquenle la hora y el lugar de la audiencia, ası
como la manera de comunicarse con el presi-
´
dente del comite en caso de que no pueda acu-
dir.
7. Si las circunstancias lo permiten, celebren la
´
audiencia en el Salon del Reino. Este marco teo-
´ ´
cratico infundira un mayor respeto en los presentes, y
´ ´ ´
tambien preservara el caracter confidencial de la reu-
´
nion.
8. Los ancianos designados deben procurar por to-
dos los medios que la audiencia judicial se lleve a
cabo de inmediato. Dejar el asunto sin resolver puede
´
perjudicar a la congregacion y al acusado. Si el acu-
sado no da la cara y resulta imposible citarlo
´ ´
oralmente despues de varios intentos, el comite judi-
´ ´
cial le enviara la citacion por escrito. (No dejen infor-
´ ´
macion confidencial en un contestador automatico o
´ ´ ´
buzon de voz, ni la envıen por correo electronico o
´ ´
mensajes de texto.) Dicha citacion ira firmada por el
´ ´
comite judicial y contendra los mismos datos que la
´ ´
citacion oral, especificados mas arriba. De ser posible,
´
envıenla utilizando un medio que permita confirmar
su entrega al destinatario. Si los esfuerzos reiterados
por citar al acusado son infructuosos y no hay mane-
´ ´
ra de verificar que recibio la citacion, deben dejar el
asunto pendiente.
9. Si el acusado acepta la cita pero no compa-
´ ´ ´
rece, el comite judicial fijara otra fecha y hara todo lo
posible por citarlo de nuevo. Si no asiste tras haber-
´ ´
se confirmado que recibio la segunda citacion y es
´
Capıtulo 6 83
´ ´
obvio que no desea cooperar, el comite seguira ade-
´
lante con la audiencia, pero no tomara ninguna deci-
´
sion hasta que no examine las pruebas y oiga a los
testigos.
10. Si el acusado expresa a los ancianos su ne-
´
gativa rotunda a comparecer ante un comite ju-
´
dicial, el comite judicial puede proseguir en su au-
´
sencia sin necesidad de volver a citarlo (vease 7:29).

Audiencia con matrimonios


11. Si la acusada es una hermana casada
´ ´ , con-
viene que su esposo cristiano este presente. El es su
cabeza, y sus esfuerzos por guiarla y ayudarla a re-
cuperarse pueden ser de gran utilidad (1 Cor. 11:3).
En circunstancias excepcionales, o si los ancianos te-
men que la presencia del esposo pueda poner en peli-
gro la seguridad de la esposa, deben llamar a la sucur-
sal.
12. Si el acusado es un hermano casado, lo
´
normal es que su esposa no este presente en la au-
´
diencia. No obstante, si el lo desea, ella puede asistir a
´ ´
una parte. En tal caso, el comite judicial se abstendra
´
de revelar en su presencia informacion que viole la
confidencialidad.
13. El esposo que comete adulterio tiene la
´ ´
obligacion de confesarselo a su esposa. Si ella es cris-
´ ´ ´
tiana, el comite judicial le preguntara sin demora que
´
le ha dicho su esposo. En caso de que el se niegue a
´
revelarle su adulterio, los ancianos informaran a la es-
posa de que, debido a las acciones de su esposo, ella
´ ´
tiene la opcion de obtener un divorcio bıblico si lo
´ ´ ´
desea. Tambien le explicaran que cuando el conyuge
inocente reanuda las relaciones sexuales con el culpa-
ble, pierde la libertad que le conceden las Escrituras
´ ´
para volver a casarse. Aparte de eso, no le daran mas
detalles. Por otro lado, los ancianos tal vez descubran
´ ´
que el esposo sı le confeso su adulterio, pero no le re-
´ ´
firio la magnitud de su falta y callo datos importantes
˜
84 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
que ella tiene derecho a saber. Los ancianos no deben
´
revelar a la esposa esta informacion confidencial,
aunque pueden sugerirle que vuelva a hablar con su
´ ´
esposo. Aun si el no le cuenta nada mas, ella al menos
´ ´ ´
sabra que le esta ocultando informacion, y este puede
ser un factor que la ayude a determinar si lo perdona
o no.

Audiencia con menores bautizados


14. En estos casos, lo mejor es reunirse con el jo-
ven y sus padres cristianos, pues ellos son los respon-
´
sables de su crianza y educacion. Si el acusado vive en
casa de sus padres creyentes pero no es menor de
´
edad, los ancianos por lo general no los invitaran a la
audiencia. No obstante, si acaba de alcanzar la mayo-
´
rıa de edad y vive en casa de sus padres, y estos piden
´ ´
estar presentes, el comite podrıa permitirles asistir a
una parte de la audiencia si el joven no pone obje-
´
cion.

Audiencia con reclusos


15. Es posible que las autoridades carcelarias
´
no permitan a los tres miembros de un comite judi-
cial reunirse al mismo tiempo con un recluso. En tal
´ ´
caso, el comite no debe tratar el asunto por telefono,
como, por ejemplo, utilizando el servicio de confe-
´ ´
rencia. Mas bien, procurara que dos de sus miembros
se entrevisten privadamente con el acusado. Nadie
´ ´ ´
mas debera estar presente. Despues, los dos ancianos
´
analizaran el caso con el tercer integrante. Una vez
´ ´
que el comite tome la decision, dos de sus miembros
´
se la comunicaran al acusado. Si es expulsado, se lo
´ ´
notificaran y le explicaran, entre otras cosas, que tie-
´
ne la opcion de apelar. En caso de que las autoridades
solo permitan que el acusado hable con un anciano a
´ ´ ´
la vez, el comite judicial decidira por anticipado que
´ ´
preguntas le haran. Luego, dos miembros del comite
´
judicial le haran las mismas preguntas por separado.
´
Capıtulo 6 85
´
Capıtulo 7
Procedimiento para celebrar
la audiencia judicial

Procuren tranquilizar al acusado


Establezcan los hechos y disciernan la actitud
del acusado
´
Si no hay indicios claros de que este arrepen-
tido, traten de inducirlo al arrepentimiento
´
durante la reunion inicial
´
Si su arrepentimiento guarda proporcion
´
con la gravedad de la falta, censurenlo con
las Escrituras
´
Si no estan convencidos de su pleno arrepenti-
´ ´
miento, comunıquenle su decision de expulsar-
´ ´
lo y muestrenle como puede enderezar su rela-
´ ´
cion con Jehova

´ ´
1. La audiencia judicial se abrira con una oracion
´
en presencia del acusado. Sin embargo, el comite
´
debe sentirse en la libertad de pedir la sabidurıa de
´
Jehova en cualquier momento de sus deliberaciones
´
privadas (Sant. 1:5). El presidente expondra el motivo
´ ˜ ´
de la reunion, pudiendo senalar algun pensamiento
´
bıblico por el estilo de Proverbios 28:13 o Santiago 5:
´ ´
14, 15. Los miembros del comite le transmitiran al
´
acusado su deseo de ayudarlo y haran todo lo
´
posible para que se sienta tranquilo. Esten listos
para escuchar y no se apresuren a mostrar su inclina-
´ ´
cion o preferencia por una u otra opcion. Incluso si el
´
acusado manifiesta una actitud hostil, tratenlo con
bondad y respeto, nunca con dureza (w89 15/9
´
pags. 18-20).

89
´
2. El presidente pedira al acusado que se ex-
prese en cuanto a los hechos que se le imputan.
´
Si alega que es inocente, se llamara a los testigos de la
falta para que declaren en presencia suya. Es mejor
´
que los testigos presten declaracion en persona. Sin
embargo, puede ser que vivan muy lejos o que por al-
´ ´
gun otro motivo no puedan estar fısicamente presen-
´
tes. En ese caso, podran ofrecer su testimonio por te-
´ ´
lefono (usando una lınea segura) en presencia del
´ ´
acusado o, quizas, mediante una declaracion escrita
´ ´ ´
que se le leera a este. El comite dara al acusado la
oportunidad de contestar a las alegaciones en su con-
´
tra, ası como de llamar a sus propios testigos para de-
mostrar su inocencia si lo desea.
´
3. Escuchen unicamente a los testigos que
tengan algo significativo que aportar con rela-
´
cion al presunto pecado. No admitan los testimonios
de quienes solo pretendan dar fe de las cualidades o
´ ´ ´
reputacion del acusado. Ningun testigo debe oır de-
claraciones ni detalles ofrecidos por otros testigos.
´
Tampoco se permitira la presencia de observadores
´
para brindar apoyo moral. No se admitira el uso de
´ ´
ningun aparato de grabacion.
´ ´
4. En el caso poco frecuente de que, despues de oır
´
los testimonios presentados, el comite concluya que
el asunto no debe atenderse judicialmente, suspen-
´
dan la audiencia e informen a la persona de que mas
´
adelante se comunicaran con ella. Entonces, consul-
´
ten con el cuerpo de ancianos sobre la disolucion del
´
comite judicial.
´
5. Antes que nada, el comite debe establecer los
hechos y discernir la actitud del acusado. Para
ello, es preciso hacer preguntas atinadas y discretas.
´
Si bien se espera que el comite realice una investiga-
´
cion minuciosa, no debe ahondar en detalles innece-
´
sarios, sobre todo cuando se trate de faltas de ındole
sexual. No obstante, cuando se intente esclarecer si
´ ´
una persona esta bıblicamente libre para divorciarse y
˜
90 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
volver a contraer matrimonio, puede ser necesario in-
´
dagar los detalles. Una vez que el comite crea tener
´ ´
una vision clara del asunto, pedira al acusado que sal-
´
ga y se pondra a deliberar para ver si hay o no arre-
pentimiento.
´
Como distinguir el arrepentimiento sincero
´
6. En griego se emplean dos verbos en conexion
con el arrepentimiento. El primero recalca el cambio
´
de parecer o disposicion del individuo, mientras que
el segundo subraya el sentimiento de pesar que expe-
˜
rimenta. De manera que el arrepentimiento entrana
˜ ´
un hondo pesar por haber danado uno su relacion
´
con Jehova, remordimiento por la deshonra causada
al nombre de Dios y a su pueblo, y el deseo sincero de
´
recobrar el favor divino; abarca, ademas, el firme re-
chazo del mal proceder por considerarlo odioso y re-
pugnante (Rom. 12:9). Tal actitud debe manifestar-
se mediante “frutos propios del arrepentimiento”, es
decir, obras que demuestren en grado suficiente que
´
el pecador esta tan arrepentido como afirma (Luc.
´
3:8; it-1 pags. 209-216).
7. Juzgar si hay arrepentimiento no es solo cues-
´ ´
tion de establecer si el pecador es debil o inicuo.
´
La debilidad no es sinonimo de arrepentimien-
´
to (w95 1/1, pags. 27-29). Tampoco lo escandaloso
´
del pecado es el factor decisivo. El comite judicial de-
´ ´
bera buscar obras claras de arrepentimiento que esten
´
en proporcion con la falta cometida (2 Cor. 7:10, 11).
´
Para ejercer misericordia, tendra que estar convenci-
do de que el transgresor ha cambiado su actitud de
´ ´ ˜
corazon, que ansıa reparar el dano ocasionado y que
´
esta completamente decidido a no reincidir en la fal-
ta. Aun si es la primera vez que comparece ante un co-
´
mite judicial, hay que determinar si sus acciones y su
´
actitud indican que esta arrepentido y que, por lo
tanto, puede seguir formando parte de la congrega-
´
cion.
´
Capıtulo 7 91
8. Una persona puede desviarse de la rectitud a un
´
grado mayor o menor y, como es logico, la inten-
sidad de su pesar (arrepentimiento) debe es-
´
tar acorde con el grado de desviacion. ¿Sucum-
´ ´ ´
bio momentaneamente a la tentacion porque estaba
´ ´
desprevenida, o actuo con premeditacion? ¿Descono-
´ ´
cıa la gravedad de su pecado, o paso por alto delibera-
damente los consejos y advertencias que se le dieron?
´
¿Cometio una falta aislada, o hizo del pecado una
´ ´
practica? Cuantas mas veces haya cometido un indi-
´ ´
viduo un pecado grave, mas evidente se hara su pare-
cido con los inicuos “practicantes de lo que es perju-
´ ´
dicial” (Sal. 28:3; it-1 pag. 209, parr. 7).
´
9. Aunque no hay tal cosa como una expulsion
´ ´
automatica, una persona puede haber caıdo tan
hondo en el pecado que no le sea posible demos-
trar suficiente arrepentimiento durante la au-
diencia judicial. En tal caso, hay que expulsarla y
dejar que pase el tiempo para que pruebe su arrepen-
´
timiento. Tambien pudiera suceder que el transgre-
sor haya estado implicado anteriormente en varios
´
casos judiciales y que en cada ocasion haya sido cen-
´
surado porque parecıa arrepentido. Ahora ha vuelto a
pecar. En estos casos, su manera de vivir puede in-
´
dicar falta de arrepentimiento (w81 1/11 pag. 29,
´
parr. 23).
´ ˜
10. A continuacion se relacionan algunas sena-
les de arrepentimiento. Cabe notar, sin embargo,
´
que ninguna de ellas constituye el unico criterio para
´
determinar si el pecador esta arrepentido.
´
˙ ¿Confeso voluntariamente, o tuvieron que acu-
sarlo otras personas? Algunos pecadores no se
´
atreven a hablar porque est an sumamente
avergonzados o porque les cuesta mucho trabajo
expresarse.
´
˙ ¿Esta diciendo la verdad? (Hech. 5:1-10.) Cuan-
do le hacen preguntas, ¿responde de mane-
´
ra franca y directa? ¿Coopera con el comite
˜
92 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
judicial? Procedan con especial cautela cuando
´
haya obrado con hipocresıa, haya mentido o
˜
haya tratado de enganar de forma deliberada.
´ ´
˙ ¿Le ha orado a Jehova con espıritu contrito y ha
´
implorado su perdon y misericordia? Recuerden
que a algunos transgresores les cuesta mucho
´
orar aunque esten arrepentidos (Sant. 5:14).
˜
˙ ¿Ha hecho algo para subsanar el dano, ha expre-
sado el deseo de hacerlo o se ha disculpado con
los afectados por sus actos? ¿Ha solicitado el per-
´ ´ ´
don de las vıctimas? (w92 15/9 pag. 10; w81 1/11
´ ´
pags. 28, 29; w73 pag. 763.)
˙ En caso de adulterio, ¿se lo ha confesado al
´ ´
conyuge inocente y le ha pedido perdon? (w73
´ ´
pags. 763, 764; w68 pags. 575, 576.)
´
Nota: La decision de perdonar le corresponde al
´
conyuge inocente. Si el culpable se niega a reve-
larle su adulterio y a darle la oportunidad de
´
perdonar, no puede considerarsele arrepentido.
´
Ahora bien, si la razon por la que no ha confesa-
´ ´
do ni pedido perdon es el temor a la reaccion
´ ´
violenta de su conyuge, ponganse en contacto
con la sucursal antes de realizar cualquier ges-
´
tion.
˜
˙ ¿Se le ve dolido y angustiado por haber danado
´ ´
su relacion con Jehova? (Sal. 32:3-5; 51:1-4.)
˙ ¿Demuestra tristeza piadosa, o tristeza munda-
´
na? (2 Cor. 7:8-11.) ¿Esta afligido principalmen-
te por el dolor y el oprobio que le ha causado a
´ ´
Jehova, o por la decepcion que les ha producido
¨
a su familia y amigos y la verguenza que siente?
(Esd. 10:1; Luc. 22:59-62.) No todo el mundo ex-
terioriza o controla las emociones de la misma
´
forma. Las lagrimas no son necesariamente se-
˜
nal de arrepentimiento genuino; tampoco la au-
sencia de emociones intensas denota lo contra-
´
rio (Gen. 25:29-34; 27:34).
´
Capıtulo 7 93
˙ ¿Asume la responsabilidad de su error, o lo mini-
miza e intenta justificarse? (1 Sam. 15:24; 2 Sam.
12:13.)
´
˙ ¿Reconoce que hubo pecados mas leves que lo
´
llevaron a cometer la falta grave y esta resuelto a
evitarlos?
´
11. Puesto que ningun caso es igual a otro, el co-
´
mite judicial debe considerar las peculiaridades de
cada uno, entre ellas las circunstancias atenuan-
´
tes. Por ejemplo, tal vez el ofensor fue vıctima de al-
´
gun tipo de abuso en el pasado. Es cierto que las cir-
cunstancias atenuantes no justifican el pecado (g93
´ ´
8/10 pag. 4). Sin embargo, reconocerlas permitira
comprender mejor al ofensor y sus reacciones duran-
´
te la audiencia. Aun ası, si faltaran frutos de arre-
´
pentimiento, no habrıa base para otorgar mise-
ricordia.
12. La misma pauta es aplicable a los casos en que
el transgresor padece trastornos mentales o emo-
´ ´
cionales (vease 6:16). La congregacion no puede pa-
sar por alto el mal si la persona es capaz de cumplir
razonablemente sus deberes para consigo misma y la
comunidad, y la gente en general la considera respon-
´
sable de sus actos y palabras. No obstante, el comite
´
judicial debe mostrarle consideracion y paciencia, y
ser muy perspicaz a la hora de evaluar su arrepenti-
´
miento. Por otro lado, si el comite entiende que su es-
´
tado mental es tan grave que los demas no lo ven
como alguien capaz de dar cuentas de lo que hace,
puede recomendar al cuerpo de ancianos que no se
tome ninguna otra medida judicial y explicar las razo-
nes para ello.
´
Si el arrepentimiento no esta claro
´
13. Si el comite no tiene claro el grado de arrepen-
´
timiento del transgresor, lo invitara a entrar nueva-
´
mente para seguir tratando el asunto. Valiendose de
˜
94 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
la Palabra de Dios, deben ayudarlo a comprender la
gravedad de su conducta y el efecto adverso que ha te-
´ ´ ´
nido en su relacion con Jehova y la congregacion.
Es posible que aun en la audiencia demuestre arre-
´
pentimiento a tal punto que el comite pueda ejercer
´
misericordia justificadamente. En la mayorıa de los
´
casos, el ofensor manifestara cierto grado de arrepen-
timiento; pero, ¿se corresponde con la gravedad de su
´
falta? El comite judicial debe ser modesto y tener pre-
sente que si hasta ese momento se han evidencia-
´
do pocas o ninguna obra de arrepentimiento, quizas
no sea posible durante la audiencia mover al transgre-
sor a demostrar suficiente arrepentimiento para justi-
ficar el ejercicio de la misericordia. Incluso si se deci-
´
diera que debe ser expulsado, los esfuerzos del comite
´
por encaminarlo hacia el arrepentimiento podrıan
hacer que comenzara a enderezar sus pasos y se esfor-
´ ´
zara por lograr la readmision (Heb. 12:13). Despues
˜
de intentar ayudarlo y escuchar lo que tenga que ana-
´ ´ ´
dir, el comite le pedira que salga y se pondra a deli-
berar.
´ ´
14. En casos complicados en que el comite no este
´ ´
seguro de la direccion bıblica o del consejo de la orga-
´
nizacion, se puede posponer la audiencia unos pocos
´ ´
dıas. Sin embargo, no se convoca una nueva reunion
simplemente con el fin de conceder tiempo al acusa-
do para que se aparte del pecado o demuestre obras
de arrepentimiento. Si este ha mostrado poco o nin-
´
gun arrepentimiento durante la audiencia inicial, ge-
´
neralmente no hay razon para dilatar el caso concer-
´
tando una segunda reunion.
15. A veces, los casos judiciales complicados
exigen que se consulte con un anciano de otra con-
´
gregacion que tenga madurez y experiencia, o con
el superintendente de circuito. En situaciones como
´ ´
esa, informen al transgresor de que la decision esta
pendiente. No le digan que van a asesorarse con terce-
ros, entre quienes pudiera figurar la sucursal. Al tratar
´
Capıtulo 7 95
el asunto con el otro anciano, pueden darle deta-
lles pertinentes, pero sin mencionar nombres. Ahora
bien, si se consulta con el superintendente de circui-
to o si las circunstancias exigen que se recurra a la
´ ´
sucursal, el comite judicial debera revelar los nom-
bres.
´ ´
16. Los miembros del comite judicial procuraran
´ ´
llegar a una decision unanime. Cualquier diferencia
´
de opinion suele resolverse analizando detenidamen-
te el asunto como grupo, investigando las Escrituras y
´
las publicaciones cristianas, pidiendo la sabidurıa y la
´
guıa divinas y hasta consultando con un anciano de
´
experiencia de otra congregacion. Si con todo y eso
´ ´
no se llega a un fallo unanime, la minorıa debe apo-
´ ´
yar la decision de la mayorıa.
17. Todo documento aportado por el presunto
´ ´
transgresor o los testigos se mantendra en la mas ab-
soluta reserva. Si se estima necesario posponer el
´ ´
asunto, los miembros del comite entregaran las notas
´
personales al presidente, quien las guardara en un lu-
gar seguro para garantizar la confidencialidad. Cuan-
´
do se reanude la audiencia, se devolveran a los ancia-
nos para su consulta.
´
Si la decision es censurar
´
18. Si el comite judicial determina que el transgre-
´ ´
sor esta genuinamente arrepentido, le comunicara la
´ ´
decision, las restricciones que se le impondran y si se
´ ´ ´
anunciara o no la censura. Ademas, lo censuraran uti-
˜ ´
lizando las Escrituras, senalandole la gravedad de su
´
falta y los pecados mas leves que tal vez lo conduje-
ron a ella. Censura se define como “aquello que tiene
´
el proposito de convencer a otros de que han errado a
fin de moverlos a reconocer sus faltas y corregirlas”
´
(it-1 pag. 462). Por consiguiente, aplicar una censura
´
judicial conlleva mas que simplemente tomar una
´ ´
decision o anunciarla: implica reforzar la resolucion
´
del transgresor de hacer lo que es correcto. El termino
˜
96 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
para censura en el idioma original se deriva de un
˜
verbo que significa mostrar claramente, senalar con
hechos, demostrar, exponer con argumentos o razo-
nes convincentes. Se deben dar sugerencias al trans-
gresor para ayudarlo a efectuar los cambios nece-
sarios. Si hubo testigos que declararon durante la
audiencia, se les puede llamar para que oigan la cen-
´
sura bıblica; de esta forma, el acusado es censurado
“delante de todos los presentes” (1 Tim. 5:20). El co-
´ ´
mite judicial orara con el pecador arrepentido al con-
cluir la audiencia.
´
19. Toda censura judicial acarrea la perdida de pri-
vilegios especiales. Entre estos figuran el de ser pre-
´
cursor, orar en la congregacion e intervenir en la Reu-
´ ´
nion de Servicio, ası como otras asignaciones que
se encargan a hermanos que tienen un comporta-
miento ejemplar; tales privilegios pueden recuperarse
cuando haya constancia de progreso espiritual. Ade-
´
mas, siempre que hay una censura judicial se impo-
nen restricciones judiciales, como no comentar en
´
las reuniones de la congregacion ni tener parte en la
´
Escuela del Ministerio Teocratico. Sin embargo, es
´ ´
el comite judicial quien determina que restricciones
aplicar. Cuando se le informe de las restricciones a
´
un pecador arrepentido, convendra indicarle la fecha
´ ´
de la siguiente reunion con el, en la que se evalua-
´
ra su progreso. Mantener las restricciones por un
tiempo prolongado puede ser desalentador para el
pecador arrepentido. Solo en un caso excepcional
´
pasarıan muchos meses sin que se levantaran paulati-
namente.
´ ´
20. El comite judicial determinara si se debe
´
anunciar la censura a la congregacion (w88 15/11
´ ´
pag. 18; w81 1/11 pags. 30, 31). Si posteriormente la
´
persona se muda, no se anunciara la censura en su
´ ´
nueva congregacion (km 5/75 pag. 4).
˙ La censura debe anunciarse cuando el pecado
sea conocido —o seguramente vaya a serlo— por
´
Capıtulo 7 97
´
la congregacion o la comunidad. Dicho anuncio
´ ´
preservara el buen nombre de la congregacion.
Por ejemplo, en caso de adulterio, a lo mejor el
´
conyuge inocente se inclina por perdonar pero
´
no esta listo para reanudar las relaciones sexua-
´ ´
les cuando el comite cierra el caso. Si todavıa
´
existe la posibilidad de obtener un divorcio bıbli-
´ ´
co, el anuncio protegerıa la reputacion de la con-
´ ´
gregacion y del conyuge inocente.
´ ´
Véase la carta a ˙ El comite judicial quizas tenga razones concretas
´
los cuerpos de para creer que la congregacion necesita tener
ancianos del 1 de cuidado con el pecador arrepentido. Es posible
que este no haya hecho caso de las reiteradas
octubre de 2012 ´
advertencias que recibio sobre los pasos que lo
sobre abuso de
llevaron al mismo pecado.
menores.
Por ejemplo, en el caso de un pecado que pudie-
ra considerarse abuso sexual de menores, anun-
´
ciar la censura del pecador arrepentido servira
´ ´
de proteccion a la congregacion.
Véase la carta del 21. El coordinador del cuerpo de ancianos aproba-
´ ´ ´ ´
7 de septiembre de ra un anuncio a la congregacion, que sera leıdo por
´
2011 a los cuerpos un anciano en los siguientes terminos: “[Nombre de
de ancianos sobre la persona] ha sido censurado”. Las restricciones
cómo archivar no se anuncian.
información
´ ´
22. El comite judicial estara atento al progreso es-
´
confidencial. piritual del pecador arrepentido y le levantara las
restricciones judiciales de manera progresiva, con-
´
forme a su recuperacion espiritual. Salvo en raras oca-
´
siones, no hara falta que el cuerpo en pleno decida
sobre el particular. Cada vez que se elimine alguna
´ ´ ´
restriccion, el comite lo informara al cuerpo de ancia-
´
nos. Si uno de los componentes del comite original
se muda o es dado de baja, el cuerpo de ancianos se-
´
leccionara un sustituto para que siga de cerca el pro-
greso del transgresor. Si el transgresor se va a vivir a
´
otro sitio antes de que el comite le levante todas las
restricciones, se deben proporcionar a los ancianos de
˜
98 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´
su nueva congregacion suficientes detalles para que
puedan evaluar con exactitud su estado espiritual. Fa-
´
ciliten los datos y detalles que ustedes agradecerıan
´
recibir si la persona se mudara a su congregacion. Los
´ ´
ancianos de la nueva congregacion designaran a dos
´
o tres ancianos para que continuen observando el
´
progreso del transgresor y le levanten las ultimas res-
tricciones judiciales.
´
23. Habra casos en que los ancianos estimen
´
oportuno advertir a la congregacion mediante
´
un discurso bıblico sobre el tipo de conducta en cues-
´ ´
tion. El discurso lo pronunciara normalmente un
´ ´ ´
miembro del comite judicial, quien explicara por que
´
y como evitar dicha conducta, pero sin decir nada
que vincule al transgresor con el pecado. Cuando se
anuncia la censura, se debe aguardar unas semanas
antes de pronunciar el discurso. Si no se anuncia,
´
no hay razon para esperar.
24. Una vez concluido el caso, no se toma nin-
´
guna otra accion judicial, a menos que el trans-
gresor vuelva a caer en una falta grave. No obstante,
´ ´
puede darse el raro caso de que, pocos dıas despues de
´ ´
tomar el comite una determinacion, salgan a la luz
nuevos datos que indiquen que el transgresor no esta-
´
ba arrepentido, quizas porque dio falso testimonio o
´
se callo hechos importantes durante la audiencia.
´ ´
Si eso sucediera, el comite estarıa justificado para
´
reconsiderar el fallo y optar por la expulsion, sobre
todo si la censura no ha sido anunciada. Al reanudar-
´
se la audiencia, se darıa al acusado la oportunidad de
´
oır las nuevas pruebas en su contra y ofrecer su ver-
´ ´
sion de los hechos. En este tipo de situaciones serıa
mejor consultar con la sucursal antes de proceder.
25. Si el transgresor reincide en un mal grave
´
despues de haberse emitido juicio y cerrado el caso,
´ ´ ´
el comite original no se encargara automaticamente
´ ´
de la nueva situacion. Mas bien, el cuerpo de an-
´ ´
cianos se reunira para constituir un nuevo comite
´
Capıtulo 7 99
´
judicial. La mayor parte de las veces se elegira a los
mismos ancianos para que lo integren, si bien el
˜
cuerpo puede optar por utilizar a otros o anadir al-
´
guno mas.
´
Si la decision es expulsar
´
26. Si el transgresor no esta genuinamente arrepen-
´ ´
tido, debe ser expulsado (vease 7:8). El comite le in-
´ ´ ´ ´
formara de su decision y le ayudara a ver como utili-
´
zar el tiempo que este expulsado para reparar su
´ ´ ´
relacion con Jehova. Pueden leersele pasajes como
2 Corintios 7:10, 11 y Hebreos 12:5-7. Sean amables y
´ ´
positivos, y asegurenle que el perdon es posible si se
arrepiente de verdad.
´ ´
27. Despues de notificar su decision al transgresor,
´
comunıquenle oralmente lo siguiente:
˙ Los pasos que debe dar para su futura readmi-
´
sion.
˙ La posibilidad que tiene para apelar por escri-
´
to en el plazo de siete dıas si piensa que se
´
ha cometido un grave error en la decision (od
´ ´
pags. 153, 154). La carta de apelacion debe ir di-
´
rigida al comite judicial.
´ ´
28. El comite no alentara al transgresor a apelar
´
ni lo desanimara de hacerlo. Antes de despedirlo, ave-
¨ ´ ´
riguen si tiene alguna pregunta. La sesion terminara
´ ´
con una oracion despues de que se haya marchado.
´
29. Si el pecador impenitente no asistio a la
´
audiencia judicial, el comite debe hacer todo lo ra-
zonablemente posible por comunicarle de palabra su
´ ´
decision, la opcion de apelar, etc. No dejen mensajes
´ ´
de ındole confidencial en un contestador automatico
´ ´ ´
o buzon de voz, ni los envıen por correo electronico o
´
mensajes de texto. Si por falta de cooperacion del
´
transgresor no es posible informarle de la expulsion,
´
el comite judicial debe ponerse en contacto con la su-
cursal.
˜
100 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´ ´
desde la expulsion y cual es su actitud en el presen-
´ ´
te. Tras pedirle que salga, el comite se pondra a deli-
berar.
´
3. El comite debe dejar pasar suficiente tiempo, tal
˜ ´
vez muchos meses, un ano, o hasta mas, para que el
´
expulsado pruebe que esta tan arrepentido como dice
´ ´
(od pag. 156; it-1 pag. 209). Procedan con especial
´
cautela en determinados casos. Por ejemplo, quizas el
´ ˜ ´
transgresor actuo de manera enganosa, practico se-
cretamente el pecado durante largo tiempo o ha esta-
do implicado en casos judiciales repetidas veces por la
´ ´
misma falta o por otras. Una rapida readmision pu-
diera envalentonar a otros hermanos y llevarlos a
cometer pecados graves, pensando que se administra-
´
ra poca o ninguna disciplina. Cuando haya pruebas
de que dos personas se confabularon para librarse de
´ ´
sus respectivos conyuges y casarse despues, deben
dejar transcurrir un espacio de tiempo considerable
para que demuestren su arrepentimiento y puedan
´
ser readmitidos (w83 15/7 pag. 29).
´ ´
4. El comite de readmision debe ser objetivo. Los
factores determinantes a la hora de readmitir a al-
guien son el arrepentimiento genuino y el abandono
definitivo de la mala conducta, no lo que piensen
otras personas ni simplemente el tiempo que haya
transcurrido (1 Cor. 5:1, 11-13; 2 Cor. 2:6, 7).
´ ´
5. El comite debe considerar que clase de vida lle-
´
va el transgresor. ¿Demuestra su vida que ahora esta
´
arrepentido? Si es ası, no deben llegar al extremo de
exigirle que admita punto por punto los pecados que
tal vez no quedaron plenamente probados.
´
6. Si el comite decide no readmitir a la perso-
na, debe explicarle las razones y los pasos que espe-
´
ran que tome para su readmision en el futuro. Una
´
vez que se haya marchado, concluiran con una ora-
´
cion.
7. Si el expulsado vive ahora en otro sitio, un
´ ´
comite judicial de la congregacion a la que asista
´
Capıtulo 11 119
´ ´
atendera su solicitud de readmision. Si los ancia-
´
nos de dicho comite opinan que debe ser readmiti-
´ ´ ´
do, enviaran su recomendacion al comite judicial
´ ´
de la congregacion que lo expulso. No deben reve-
´
lar su recomendacion a la persona, pues si el otro
´ ´
comite estuviera en desacuerdo, solo lograrıan que
´ ´
se llevara una decepcion. Simplemente le diran que
´
deben escribir a los ancianos de la congregacion don-
´
de tuvo lugar la expulsion y que al debido tiempo le
´
avisaran.
´ ´
8. El comite judicial de la congregacion a la que
´
asiste la persona no debe presionar al comite original
´
para que la readmita. Los ancianos del comite origi-
nal pueden conocer factores importantes que tal vez
otros no perciban; por eso, como norma general, es
´
mejor respetar su juicio. Asimismo, el comite original
´
debe estudiar detenidamente la recomendacion del
´ ´
otro comite. Quizas haya pasado suficiente tiempo y
la persona haya realizado cambios radicales que los
´ ´
ancianos del comite original no han visto. De ahı que
deban tener presente que quienes les hacen la reco-
´
mendacion han tenido la oportunidad de hablar con
ella y observar su conducta.
´
9. Si las dos congregaciones estan razonable-
´ ´
mente cerca una de la otra y el comite que recibio
´ ´ ´
la solicitud de readmision envıa una recomendacion
´ ´
favorable, el comite original programara de inmedia-
´
to una reunion con el expulsado.
´ ´
10. Si el comite de la congregacion que efec-
´ ´ ´
tuo la expulsion no esta de acuerdo con la reco-
´
mendacion, debe explicar claramente sus razones al
´
otro comite.

Si se decide readmitir
´
11. Si se decide readmitir al expulsado, lo haran
´
pasar nuevamente y se lo informaran. En ese mo-
´ ´
mento, utilizaran las Escrituras para impartirle animo
y consejos que le ayuden a seguir progresando. Hasta
˜
120 “Pastoreen el rebano de Dios” (1 Pedro 5:2)
´ ´
que se anuncie su readmision, debera seguir compor-
´ ´ ´
tandose como expulsado. La reunion finalizara con
´ ´
una oracion en presencia suya. Luego, el comite in-
´
formara a la sucursal siguiendo los cauces estable-
cidos.
´
12. En todos los casos de readmision, deben im-
ponerse restricciones judiciales para que la per-
sona vea la necesidad de hacer “sendas rectas para
´
sus pies”, y tambien por respeto a la conciencia de
´ ´
la congregacion (Heb. 12:13). La persona podra vol-
ver a participar en el servicio del campo a partir del
´
momento de su readmision. Otros privilegios, como
´
comentar en las reuniones y tener participacion en
´ ´
la Escuela del Ministerio Teocratico, se otorgaran gra-
´
dualmente segun vaya progresando hasta que llene
´
los requisitos, siempre y cuando el comite estime
´ ´
que la congregacion no se sentira ofendida. Prolon-
gar demasiado las restricciones puede resultar desa-
´
lentador para el pecador arrepentido. Por tal razon,
cuando se le informe de las restricciones, es conve-
niente que los ancianos le indiquen la fecha en que
´ ´ ´ ´
tendran la proxima reunion con el para evaluar su
´ ´
progreso. Si es necesario, el comite tambien puede
´
disponer que se le dirija un estudio bıblico, el cual
´
podra incluirse en el informe del servicio del cam-
´
po. Solo en un caso excepcional pasarıan muchos
´
meses sin que se levantaran las restricciones (vease
7:19).
´
13. La readmision se anuncia tanto en la con- Véase la carta del
´
gregacion donde la persona fue expulsada como en la 7 de septiembre
´
congregacion a la que asiste ahora. El coordinador del de 2011 a los
´
cuerpo de ancianos debera aprobar el anuncio antes cuerpos de
´
de que un anciano lo lea a la congregacion en los si-
´ ancianos sobre
guientes terminos: “[Nombre de la persona] ha
´ cómo archivar
sido readmitido como testigo de Jehova”. Las res- información
´
tricciones judiciales no se anuncian. El comite de la confidencial.
´ ´
congregacion a la que ahora asiste supervisara la eli-
´
minacion paulatina de las restricciones.
´
Capıtulo 11 121
´
CAPITULO 14

Conservemos la paz y la limpieza


´
en la congregacion
˜
TODOS los anos, miles de personas van a la casa de
´ ´ ´
Jehova para adorarlo, como dice la profecıa bıblica
´
(Miq. 4:1, 2). Los recibimos en la “congregacion de Dios”
con los brazos abiertos (Hech. 20:28). Estas personas
´
valoran mucho servir a Jehova con nosotros y estar en
´ ´ ´
el paraıso espiritual, que es limpio y pacıfico. El espıritu
santo y los consejos de la Biblia nos ayudan a mante-
´
ner la congregacion limpia y en paz (Sal. 119:105; Zac.
4:6).
´
2 Cuando aplicamos los principios bıblicos, nos po-
nemos “la nueva personalidad” (Col. 3:10). Pasamos
por alto los asuntos de poca importancia y las diferen-
´ ´
cias de opinion. Si vemos las cosas como Jehova las
ve, superaremos las barreras que dividen a la gente y le
serviremos como una familia internacional (Hech. 10:34,
35).
3 A pesar de todo, pueden presentarse situaciones que
´
roben la paz de la congregacion y causen divisiones. ¿Por
´ ´
que? Normalmente, porque no se siguen los principios bı-
´
blicos. Ademas, como todos somos imperfectos y peca-
dores, tenemos que luchar contra nuestras debilidades
(1 Juan 1:10). Puede que sin querer digamos o hagamos
algo que ofenda a alguien, o que nosotros tropecemos
´
por culpa de otros. Hasta puede ocurrir que alguien de
un paso en falso que ponga en peligro la limpieza moral
´
132 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
´ ´
o espiritual de la congregacion (Rom. 3:23). ¿Que se pue-
de hacer para corregir estos problemas?
4 Como Jehova´ nos quiere, ha tomado en cuenta todos
´
estos factores. Nos dice en su Palabra que hacer cuan-
´
do hay problemas. Los ancianos tambien nos dan ayuda
´
personal. Si seguimos los consejos bıblicos de estos pas-
˜ ´
tores carinosos, volveremos a tener una buena relacion
con nuestros hermanos y seguiremos siendo amigos de
´
Jehova. Y podemos estar seguros de que la disciplina que
recibimos cuando cometemos un error es una prueba del
amor de Dios (Prov. 3:11, 12; Heb. 12:6).
˜
LAS PEQUENAS DIFERENCIAS
5 A veces, los cristianos tienen roces o desacuerdos de
poca importancia, que hay que resolver de inme-
diato con amor (Efes. 4:26; Filip. 2:2-4; Col. 3:12-14).
´
El apostol Pedro dijo: “Tengan amor intenso unos para
con otros, porque el amor cubre una multitud de peca-
dos”. Con toda probabilidad veremos que este consejo
ayuda a resolver los desacuerdos entre cristianos (1 Ped.
4:8). La Biblia dice que todos tropezamos muchas veces
˜
(Sant. 3:2). Si hacemos lo que ensena la Regla de Oro
´
—tratar a los demas como queremos que nos traten a
nosotros—, perdonaremos y olvidaremos las ofensas de
poca importancia (Mat. 6:14, 15; 7:12).
6 Si creemos que dijimos o hicimos algo que ofendio´
´
a un hermano, hagamos las paces con el lo antes po-
´ ´ ˜
sible, porque tambien se podrıa danar nuestra amistad
´ ´ ´
con Jehova. Jesus dio este consejo a sus discıpulos: “Por
´ ´ ´
eso, si estas llevando tu dadiva al altar y allı te acuerdas
´
de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dadiva
´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 133
´
allı enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu
´
hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dadiva”
´
(Mat. 5:23, 24). Tal vez haya sido un malentendido; ası
que hablemos de ello. Los problemas surgen porque so-
´
mos imperfectos, pero si tenemos buena comunicacion,
´ ´ ´
sera menos probable que haya malentendidos y sera mas
´
facil resolverlos.
´
LOS ANCIANOS DAN CONSEJOS BIBLICOS
7 A veces, los ancianos ven necesario ayudar a alguien
´
a cambiar su actitud, pero no siempre es facil. Pablo es-
´ ´ ´
cribio a los galatas: “Hermanos, aunque un hombre de
´ ´
algun paso en falso antes que se de cuenta de ello, us-
tedes los que tienen las debidas cualidades espirituales
´
traten de reajustar a tal hombre con espıritu de apacibi-
´
lidad” (Gal. 6:1).
8 Los ancianos cuidan del rebano˜ ´
y ası lo protegen de
muchos peligros espirituales y evitan que surjan proble-
mas graves. Tratan de estar a la altura de la promesa
´ ´
que Jehova hizo mediante Isaıas: “Cada uno tiene que
resultar ser como escondite contra el viento y escondri-
jo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua
´ ´ ˜
en paıs arido, como la sombra de un penasco pesado en
una tierra agotada” (Is. 32:2).
˜
SENALAR A LOS DESORDENADOS
´ ´
9 El apostol Pablo advirtio que algunos cristianos po-
´ ´
drıan ser una mala influencia en la congregacion: “Les
´
damos ordenes [...] de que se aparten de todo hermano
´ ´
que ande desordenadamente y no segun la tradicion
˜ ´
que ustedes recibieron de nosotros”. Y anadio: “Pero
si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante
´
134 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
esta carta, mantengan a este La luz de la verdad
˜
senalado, dejen de asociarse seguira´ brillando
´ ¨
con el, para que se averguen- si conservamos
´
ce. Y, no obstante, no esten la paz y la limpieza
´ ´
considerandolo como enemi-
´ en la congregacion
go, sino continuen amones-
´
tandolo como a hermano”
(2 Tes. 3:6, 14, 15).
10 En ocasiones, una persona no comete un pecado por
´
el que podrıa ser expulsada, pero demuestra un despre-
cio total a las normas que nos ha dado Dios. Tal vez sea
´
alguien extremadamente perezoso, crıtico o sucio, que se
meta en asuntos ajenos, que intente aprovecharse eco-
´ ´
nomicamente de los demas o que escoja entretenimien-
to claramente inapropiado (2 Tes. 3:11). Se trata de una
conducta desordenada tan grave que puede manchar la
´ ´
reputacion de la congregacion y contagiarse a otros her-
manos.
´
11 Lo primero que haran los ancianos es tratar de ra-
zonar con el desordenado usando la Biblia. No obstante,
si rechaza la ayuda y sigue despreciando los principios
´
bıblicos a pesar de los repetidos intentos de los ancianos,
´
estos pueden decidir que se de un discurso de adverten-
´ ´
cia. Ejerceran buen juicio para determinar si la situacion
´
es tan grave y perturba tanto la paz de la congregacion
´
que haga falta dar ese discurso. El orador no dira nom-
´
bres; solo expondra lo que dice la Biblia sobre la conduc-
´ ´
ta desordenada. Quienes conocen la situacion evitaran
´
el trato social con el desordenado, pero seguiran relacio-
´ ´ ´
nandose con el en el contexto espiritual, “amonestando-
lo como a hermano”.
´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 135
´
12Si los miembros de la congregacion obedecen leal-
mente estas instrucciones, es probable que el desorde-
´ ´
nado se de cuenta de que esta actuando mal y corrija
´
su conducta. Cuando este suficientemente claro que ha
´ ˜
cambiado, ya no habra que tratarlo como senalado.
´
COMO SOLUCIONAR ALGUNOS PROBLEMAS GRAVES
13 No es lo mismo perdonar y olvidar que cerrar los ojos
a la maldad y aprobarla. No todos los pecados son cul-
´
pa de la imperfeccion, y no podemos pasar por alto las
ofensas graves (Lev. 19:17; Sal. 141:5). En la Ley dada a
´ ´
Israel se reconocıa que algunos pecados eran mas gra-
ves que otros. Los cristianos pensamos igual (1 Juan 5:
16, 17).
´
14 Jesus ´
dijo que hacer para solucionar problemas gra-
ves entre cristianos. Estos son los pasos que hay que
dar: “Si tu hermano comete un pecado, [1] ve y pon al
´ ´
descubierto su falta entre tu y el a solas. Si te escucha,
has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, [2] toma
´
contigo a uno o dos mas, para que por boca de dos o
tres testigos se establezca todo asunto. Si no les escu-
´
cha a ellos, [3] habla a la congregacion. Si no escucha
´
ni siquiera a la congregacion, sea para ti exactamente
como hombre de las naciones y como recaudador de im-
puestos” (Mat. 18:15-17).
´
15 Al tomar en cuenta la ilustracion ´
que Jesus dio des-
´ ´
pues (Mat. 18:23-35), podemos llegar a la conclusion de
que hablaba sobre problemas graves relacionados con
´
bienes materiales, como el fraude o no devolver un pres-
´ ´
tamo. El pecado tambien podrıa ser la calumnia, es de-
´
cir, manchar seriamente la reputacion de alguien.
´
136 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
16 Si tenemos pruebas de que un hermano ha cometi-
do uno de estos pecados contra nosotros, no vayamos
de inmediato a pedirles a los ancianos que intervengan.
´ ´
Hagamos lo que dijo Jesus: primero, hablemos con el.
´
Tratemos de resolver la situacion entre los dos, sin me-
´ ´
ter a nadie mas. Pero recordemos que Jesus no dijo que
´
fueramos solo una vez a hablar con nuestro hermano.
´
Eso quiere decir que si el no reconoce su error y no pide
´ ´ ´ ´
perdon, podrıamos tratar de hablar con el mas adelan-
´
te. Si ası se resuelve el problema, el hermano agrade-
´ ´
cera que no le hayamos contado a nadie lo que paso y
´
no hayamos manchado su reputacion. Habremos gana-
do a nuestro hermano.
17 Cuando el hermano acepta su responsabilidad, pide
´
perdon y toma medidas para corregir el error, no es ne-
´
cesario hacer nada mas. Una ofensa de esta clase, aun-
que es seria, puede resolverse entre las partes implicadas.
18 Quizas ´
hablar a solas con el hermano no baste para
que reconozca su error. Entonces, podemos dar el si-
´ ´
guiente paso que recomendo Jesus: pedirles a una o dos
˜ ´
personas que nos acompanen a hablar de nuevo con el.
´
Su intencion debe ser la misma que la nuestra: ganar al
hermano. Es preferible que hayan sido testigos del su-
puesto mal; pero si no hubo testigos, podemos pedirles
´
a una o dos personas que esten presentes en la conver-
´ ´
sacion. Podrıan tener experiencia en el tipo de proble-
´
ma que queremos resolver y ası ayudar a determinar si
´
el hermano cometio de verdad un error. Si se escoge a
ancianos, hay que tener en cuenta que no representan
´ ´
a la congregacion, pues no se trata de una asignacion
del cuerpo de ancianos.
´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 137
19 Si no hemos podido resolver el problema a pesar de
haberlo intentado una y otra vez (hablando a solas con
´
el y ante testigos) y nos parece que no podemos dejarlo
pasar, debemos informarlo a los ancianos. Recordemos
que una de sus responsabilidades es que la congrega-
´ ´
cion este limpia y en paz. Una vez que hayamos habla-
do con ellos, dejemos el problema en sus manos y con-
´ ´
fiemos en Jehova. No permitamos jamas que la conducta
de otro hermano nos haga tropezar o nos quite la ale-
´
grıa de servir a nuestro Dios (Sal. 119:165).
20 Los ancianos, pastores del rebano,˜ ´
investigaran el
asunto. Si se demuestra que la persona ha pecado gra-
´
vemente contra nosotros, no esta arrepentida y no tiene
´ ˜
intencion de hacer lo posible por reparar el dano, tal vez
´
un comite judicial decida expulsarla. Esto se hace para
´ ´
proteger a las ovejas y para que la congregacion este
limpia (Mat. 18:17).
´
COMO SE TRATAN LOS PECADOS GRAVES
21 Algunos pecados graves, como el adulterio, la homo-
´ ´
sexualidad o la apostasıa, exigen mas que simplemente
´ ´ ´
el perdon de una posible vıctima (1 Cor. 6:9, 10; Gal. 5:
19-21). Estos pecados amenazan la limpieza moral y es-
´
piritual de la congregacion y deben informarse a los an-
cianos (1 Cor. 5:6; Sant. 5:14, 15). En ocasiones, un pe-
cador confiesa su falta a un anciano. En otras, alguien
informa de que se ha cometido un pecado (Lev. 5:1;
´
Sant. 5:16). No importa como se enteren los ancianos
de un pecado cometido por un miembro bautizado de la
´ ´ ´
congregacion, dos de ellos haran una investigacion ini-
cial. Si el informe tiene base y existen pruebas de que se
´
138 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
´
ha cometido un pecado, el cuerpo de ancianos formara
´
un comite judicial compuesto de por lo menos tres an-
cianos.
22 Los ancianos se preocupan del rebano ˜
y tratan de
˜
que no sufra dano espiritual. Usan la Palabra de Dios
para corregir a los que cometen errores y ayudarlos a
recuperarse espiritualmente (Jud. 21-23). Al hacerlo,
siguen las instrucciones que Pablo le dio a Timoteo:
“Solemnemente te encargo delante de Dios y de Cristo
´ ´
Jesus, que esta destinado a juzgar a los vivos y a los
muertos [...]; censura, corrige, exhorta, con toda gran
˜
paciencia y arte de ensenar” (2 Tim. 4:1, 2). Todo esto
les consume mucho tiempo a los ancianos, pero es par-
te de su duro trabajo. Los hermanos agradecen su es-
fuerzo y los consideran “dignos de doble honra” (1 Tim.
5:17).
23 Aun si se demuestra que alguien es culpable, el ob-

jetivo principal de los ancianos es que recupere la salud


´
espiritual. Si esta arrepentido de verdad y por tanto pue-
´
den ayudarlo, lo censuraran. Pueden hacerlo en privado
o delante de los que hayan dado su testimonio en la au-
diencia judicial. La censura sirve de disciplina al pecador
y de advertencia a “los presentes” (2 Sam. 12:13; 1 Tim.
5:20). Siempre que hay censura judicial, se imponen res-
tricciones para ayudar al hermano a enderezar su vida
´
(Heb. 12:13). Segun vaya mejorando su salud espiritual,
´
estas se iran eliminando.
EL ANUNCIO DE LA CENSURA
´ ´
Si el comite judicial considera que la congregacion
24

debe tener cuidado con el pecador, aunque se haya


´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 139
arrepentido, o cree que el pecado se va a conocer entre
´
los hermanos o en la comunidad, hara este breve anun-
´
cio en la reunion Vida y Ministerio: “[Nombre de la per-
sona] ha sido censurado”. El coordinador del cuerpo de
ancianos debe aprobar el anuncio.
´
LA EXPULSION
25 En ocasiones, el pecador endurece su actitud, recha-
´
za la ayuda y no abandona su mala conducta. Tambien
puede ser que los ancianos no vean suficientes “obras
propias del arrepentimiento” durante la audiencia judi-
´
cial (Hech. 26:20). ¿Que se hace entonces? Es necesa-
´
rio expulsarlo para impedir que siga relacionandose con
´
los siervos limpios de Jehova. Al eliminar esta mala in-
´
fluencia, se protege el buen nombre de la congregacion
y se preserva su limpieza moral y espiritual (Deut. 21:20,
21; 22:23, 24). Cuando Pablo supo de la mala conducta
´
de un miembro de la congregacion de Corinto, les dijo a
´
los ancianos: “Entreguen a tal hombre a Satanas, [...] a
´ ´
fin de que el espıritu [de la congregacion] sea salvado”
´ ´
(1 Cor. 5:5, 11-13). Pablo tambien hablo de otros cristia-
´ ´
nos que se habıan vuelto contra la verdad y habıan sido
expulsados (1 Tim. 1:20).
26 Cuando el comite´ judicial decide expulsar a un peca-

dor que no se ha arrepentido, debe indicarle clara-


´ ´
mente los motivos bıblicos de dicha decision. Enton-
´
ces le diran que si cree que se ha cometido un grave
´
error de juicio y desea apelar la decision, debe indicar
´ ´
claramente por escrito por que piensa ası. Tiene un pla-
´
zo de siete dıas a partir del momento en que el comi-
´ ´ ´
te le notifica su decision. Cuando el comite reciba la
´
140 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
´ ´
carta de apelacion, los ancianos´ se comunicaran con el
´
superintendente de circuito. El escogera a ancianos ca-
´ ´
pacitados para que formen el comite de apelacion que
´ ´
celebrara la nueva audiencia. Estos haran todo lo posi-
´ ´
ble para que no pasen mas de siete dıas entre el momen-
´
to en que se recibe la carta y la audiencia de apelacion.
´
En estos casos se pospone el anuncio de la expulsion.
´
Mientras tanto, el hermano no podra comentar ni orar
en las reuniones ni atender privilegios de servicio espe-
ciales.
´
27 La apelacion ´
es una muestra de consideracion hacia
´
el hermano y una oportunidad para que exprese que le
preocupa. Si decide no presentarse a la audiencia des-
´ ´
pues de que el comite haya intentado comunicarse con
´ ´
el en varias ocasiones, debe anunciarse la expulsion.
28 Si la persona no quiere apelar, los ancianos del co-
´ ´
mite judicial le indicaran la importancia de arrepentirse
y los pasos que debe dar para que con el tiempo sea
readmitida. Al darle esta ayuda le demuestran su amor,
y lo hacen con la esperanza de que cambie su manera
´
de actuar y regrese a la organizacion de Dios (2 Cor. 2:
6, 7).
´
EL ANUNCIO DE LA EXPULSION
29Cuando hay que expulsar a un pecador que no se ha
arrepentido, se hace este breve anuncio: “[Nombre de la
´ ˜
persona] ya no es testigo de Jehova”. No hay que ana-
´
dir nada mas. Con este anuncio, los miembros de la con-
´ ´ ´
gregacion sabran que deben dejar de relacionarse con el
(1 Cor. 5:11). El coordinador del cuerpo de ancianos debe
aprobar el anuncio.
´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 141
´
LA DESASOCIACION
´
30 Llamamos “desasociacion” a la renuncia a ser cris-
´
tiano de un miembro bautizado de la congregacion. Pue-
de hacerlo expresando que ya no quiere que se le co-
´
nozca como testigo de Jehova o mediante sus acciones,
´
como por ejemplo, al unirse a una organizacion que tie-
´
ne objetivos contrarios a la Biblia y que por lo tanto esta
condenada por Dios (Is. 2:4; Rev. 19:17-21).
´
31 El apostol ´
Juan escribio estas palabras sobre los que
´
habıan renunciado a la fe cristiana: “Ellos salieron de en-
tre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si
´
hubieran sido de nuestra clase, habrıan permanecido con
nosotros” (1 Juan 2:19).
32 No es lo mismo renunciar a ser cristiano que ser inac-

tivo. El inactivo es quien ha dejado de predicar. Los pro-


´
blemas personales, la persecucion o descuidar el estudio
de la Biblia pueden hacer que una persona pierda el en-
tusiasmo en el servicio a Dios y se haga inactiva. Tanto
´ ´
los ancianos como los demas hermanos seguiran dan-
do ayuda espiritual a los cristianos inactivos (Rom. 15:1;
1 Tes. 5:14; Heb. 12:12).
33 Cuando alguien renuncia a ser cristiano, se hace este
´
breve anuncio a la congregacion: “[Nombre de la perso-
´ ´
na] ya no es testigo de Jehova”. Se le tratara igual que
a un expulsado. El coordinador del cuerpo de ancianos
debe aprobar el anuncio.
´
LA READMISION
34 Quien haya sido expulsado o haya renunciado a ser
´
cristiano puede ser readmitido en la congregacion cuan-
´
do de prueba evidente de arrepentimiento. Tiene que ha-
´
142 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
ber demostrado durante un tiempo razonable que ha
abandonado el pecado y que desea ser amigo de Dios.
´
Los ancianos dejaran pasar tiempo suficiente —muchos
˜ ´
meses, un ano o incluso mas, dependiendo de las cir-
cunstancias— para que el expulsado demuestre que su
arrepentimiento es sincero. Cuando el cuerpo de ancia-
´
nos recibe por escrito una solicitud de readmision, el co-
´ ´
mite judicial original, si es factible, hablara con el expul-
´ ´
sado. El comite evaluara si hay suficientes pruebas de
´ ´
que esta arrepentido y decidira si se le readmite (Hech.
26:20).
35 Si la persona que pide ser readmitida fue expulsada
´ ´ ´
en otra congregacion, se formara un comite judicial lo-
´ ´ ´
cal que se reunira con ella y analizara su peticion. Dicho
´ ´
comite se comunicara con el cuerpo de ancianos de la
´ ´ ´
congregacion original y le dara su recomendacion. Am-
´ ´
bos comites colaboraran para que se tengan en cuenta
´
todos los factores y se tome una decision justa. Pero la
´ ´
decision de readmitir al expulsado la toma el comite ju-
dicial original. En caso de que algunos miembros del co-
´ ´ ´
mite original ya no esten en la congregacion o no puedan
´
participar en el comite, otros ancianos de la congrega-
´
cion original pueden sustituirlos.
´
EL ANUNCIO DE LA READMISION
´ ´
36 Cuando el comite judicial esta convencido de que el
´
expulsado esta de verdad arrepentido y decide readmitir-
´
lo, se hace un anuncio en la congregacion donde se le ex-
´ ´ ´
pulso. Si la persona asiste a otra congregacion, tambien
´ ´
allı se hace el anuncio. Se dira simplemente: “[Nombre de
´
la persona] ha sido readmitido como testigo de Jehova”.
´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 143
El coordinador del cuerpo de ancianos debe aprobar el
anuncio.
CASOS DE MENORES BAUTIZADOS
37 Es necesario informar a los ancianos cuando un me-
nor bautizado comete un pecado grave. Es preferible que
´
los padres bautizados del menor esten presentes cuan-
´ ´
do los ancianos se reunan con el. Los padres no trata-
´ ´ ´
ran de protegerlo de la disciplina; mas bien, colaboraran
´
con el comite judicial. El objetivo principal de estos an-
cianos es corregir al menor y ayudarlo a recuperarse es-
´
piritualmente, igual que harıan con un adulto. Si el me-
´
nor no se arrepiente, tendran que expulsarlo.
CASOS DE PUBLICADORES NO BAUTIZADOS
38 A un publicador no bautizado no se le puede expul-
´
sar formalmente. Entonces, ¿que se hace si comete un
´
pecado grave? En principio, los ancianos le daran con-
˜
sejo con carino para que enderece su vida, pues tal vez
´
no comprende bien las normas bıblicas (Heb. 12:13).
39 Si no se ha arrepentido despues ´
de que dos ancianos
han tratado de ayudarlo, hay que informar a la congrega-
´
cion. Se hace el siguiente anuncio breve: “[Nombre de la
persona] ya no es publicador no bautizado”. La congre-
´ ´
gacion lo considerara entonces como alguien del mundo.
´
Aunque no se le ha expulsado, los cristianos seran pru-
´
dentes en su trato con el (1 Cor. 15:33). No se acepta-
´ ´
ran sus informes de predicacion.
´
40 Puede que despues de un tiempo quien fue publica-

dor no bautizado (sea un adulto o un menor) desee vol-


´ ´
ver a serlo. En ese caso, dos ancianos se reuniran con el
´
144 ORGANIZADOS PARA HACER LA VOLUNTAD DE JEHOVA
´
y evaluaran su progreso espiritual. Si llena los requisitos,
´ ´
se hara este breve anuncio a la congregacion: “[Nombre
de la persona] vuelve a ser publicador no bautizado”.
´
JEHOVA BENDICE LA´ PAZ Y LA LIMPIEZA
EN LA CONGREGACION
´
41 Todos los que formamos parte de la congregacion de
´ ´
Dios tenemos el placer de vivir en el prospero paraıso es-
´ ´
piritual que Jehova nos ha dado. En el disfrutamos de
mucho alimento espiritual y de las aguas refrescantes de
´
la verdad. Ademas, Dios nos cuida mediante su organi-
´
zacion, que dirige Cristo (Sal. 23; Is. 32:1, 2). En estos
´
tiempos difıciles, ¿verdad que nos sentimos seguros en
´
este paraıso espiritual?
42 La luz de la verdad seguira´ brillando si conservamos
´ ´
la paz y la limpieza en la congregacion. Ası, con la ayu-
´ ´ ´ ´
da de Jehova, mas y mas personas lo conoceran y le ser-
´
viran junto con su pueblo (Mat. 5:16; Sant. 3:18).

´
CONSERVEMOS LA PAZ Y LA LIMPIEZA EN LA CONGREGACI ON 145

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