Desrechos Humanos Democracia y Desarrollo

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DERECHOS HUMANOS, DEMOCRACIA Y DESARROLLO

Luz Carime Aponza Gómez


Especialización en Derechos Humanos
Universidad Unicatólica
luzcarime@gmail.com

Buenaventura de Sousa Santos (1940) nació en la ciudad de Coímbra, Portugal. Es doctor


en sociología por la Universidad de Yale y profesor de sociología en la Universidad de
Coímbra. También es director del Centro de Estudios Sociales de la misma universidad. Es
un académico de talla internacional, sus obras son altamente conocidos en los países de
América Latina. Sus estudios han estado volcados, en gran medida, al estudio de los
movimientos sociales y la descolonización.

A lo largo de su vida Santos ha publicado mas de 50 libros. Muchos de ellos tienen como
tema central los derechos humanos, entre esos destaca DERECHOS HUMANOS,
DEMOCRACIA Y DESARROLLO, que fue publicado en el año 2014, mediante el Centro de
Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad. La primera versión de la obra en mención fue el
discurso de aceptación del grado de doctor honoris causa que le otorgó la Universidad de
Brasilia, el 29 de octubre de 2012.

El autor plantea que los derechos humanos son considerados un lenguaje que puede
garantizar la dignidad humana. Son hegemónicos. Su lógica se ha impuesto alrededor de
todo el mundo, sin embargo, la mayoría de la población mundial no goza de derecho
alguno. De ahí que Sousa plantee las siguientes premisas o interrogantes: ¿la hegemonía de
la que goza hoy el discurso de los derechos humanos es el resultado de una victoria
histórica o, por el contrario, de una derrota histórica? ¿pueden usarse de forma
contrahegemónica? Y si es así,
¿cómo? ¿Por qué hay tanto sufrimiento humano injusto que no se considera una violación
de los derechos humanos? Son muchas las pregunta que se esbozan, mas no parecen fáciles
de responder.

Santos menciona que los derechos humanos tienen un origen dual en el entramado de la
modernidad occidental. Había una división entre sociedades metropolitanas y coloniales.
Los derechos estaban reservados para la primera, las metrópolis. También se impuso una
ideología triunfalista entorno a los derechos humanos, lo que significa que las otras
gramáticas de la dignidad humana que competían con los derechos humanos eran inferiores
en lo ético y lo político. Y bajo su hegemonía militar, política, económica y cultural, el
mundo occidental logró que lo particular o único de esa región, se convirtiera en algo
universal, como es el caso de los derechos humanos.

Estos derechos también se han pensado como una dimensión individual. Después de todo
son producto del individualismo burgués. Por otro lado, Sousa, expone la cooptación de los
derechos por parte de los Estados, en los que priman las políticas neoliberales y operan
poderes mayores a los estatales, como lo son los agentes económicos. Adicionalmente, la
universalidad de los derechos humanos siempre ha coexistido con la idea de que no todos
los seres con un fenotipo humano son plenamente humanos y, por tanto, estos últimos no
deberían tener derecho a la condición y a la dignidad conferida a la humanidad. A ello se
suma, que la naturaleza no es tomada como sujeta de derecho.

Volviendo sobre las posiciones mencionadas, empezando por el individualismo de los


derechos humanos, del cual habla Sousa, surge en oposición una concepción colectiva del
derecho. De ahí la demanda de distintos grupos, como es el caso de los indígenas y
afrodescendientes en Colombia, quienes han exigido o revindicado la propiedad colectiva
de la tierra y la justicia propia. Cuestiones que han sido ganadas después de una ardua lucha
y que continúan teniendo una férrea oposición por distintos actores estatales. Es el caso de
la población negra de la región pacifica, quienes después de la titulación colectiva fueron
desplazados violentamente por los distintos actores armados. Sobre esta región y muchas
otras del país recaen intereses económicos, lo que a conllevado al dominio e injerencia de
multinacionales y empresas locales de gran poder sobre las decisiones del Estado. Se
percibe aquí, el espejismo de la centralidad del Estado, del cual habla el autor. Los
escándalos de Odebrecht fueron un claro ejemplo de la influencia del sector económico, en
el Gobierno y la política colombiana. Así se legisla a su favor en contraposición a los
derechos del resto de la población. Ello se relaciona con la visión de humanidad que se
tiene. Hay quienes son considerados subhumanos, así que no son merecedores de ser
sujetos de derecho. Esto lo dejo claro personalidades, como el poeta martiniqués Cesaire
(2006), quien señaló que a Hitler no se le juzga por el crimen en sí, el crimen contra el
hombre, sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y
haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas reservados hasta entonces para los
árabes de Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África. Es decir que, los
derechos humanos han estado reservados, aun hoy, para la sociedad blanca, particularmente
del Norte global. O bien, para la elite blanca local, que desconoce la humanidad de sus
conciudadanos. Lo vemos, por ejemplo, con la situación de la población indígena de la
Guajira, las condiciones de pobreza y hambre que padecen.

La naturaleza tampoco cuenta con derecho, aun cuando de esto depende la vida tanto de
los seres animales como humanos. En nuestro país han surgido movimientos como Ríos
Vivos, que intentan proteger las fuentes hídricas. Declarar los ríos como seres vivos y
sujetos de derecho. Pero, en resumidas cuentas, la aplicación real de los derechos humanos
en nuestro país es complejo, dado el racismo, la xenofobia, las políticas depredadoras
capitalistas, el conflicto armado, el narcotráfico, etc.

En conclusión, Sousa menciona que los derechos humanos son hegemónicos, y han servido
para legitimar la intervención en otros Estados y sociedades, bajo el argumento civilizador
y de salvación.

Son individualista y se han impuesto sobre los derechos colectivos demandados por grupos
étnicos, como los indígenas y los afrodescendientes. Quienes han defendido el territorio, la
naturaleza, reconociéndola como sujeto de derecho. Con ello defienden la vida no solo de
sus familias o comunidades, sino de toda la humanidad, al hacerle frente a este sistema
económico depredador.
Mas todos no son tomados como merecedores de gozar de los derechos humanos, pues son
vistos como subhumanos. Ello explica como coexistió el colonialismo a la par de la carta de
derecho. Fue el caso de Sudáfrica o la segregación en los Estados Unidos. En el caso de
Colombia están, por ejemplo, las inequidades vividas por los pobladores del Cauca, la
Guajira y Choco, los departamentos mas pobres del país, y que contienen una importante
población indígena y afrodescendiente.

El autor cierra diciendo que es necesario articular las luchas que han estado divididas,
puesto que las nuevas reglas de un capitalismo global sin reglas obligan a ver en la lucha
por el medioambiente, la lucha de los pueblos indígenas y cimarrones; en la lucha por los
derechos económicos y sociales, la lucha por los derechos civiles y políticos; en la lucha
por los derechos individuales, la lucha por los derechos colectivos; en la lucha por la
igualdad, la lucha por el reconocimiento de la diferencia; etc. es decir, abrazar todas las
luches que dignifiquen al ser humano.

Referencia bibliográfica

De Sousa Santos, Bonaventura. 2014. DERECHOS HUMANOS, DEMOCRACIA Y


DESARROLLO. Bogotá: Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad.

Cesaire, Aime. 2006. Discurso del Colonialismo. España: Akal.

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