Pentecostes 2021

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 14

2021

Catequesis del Papa: Con el Espíritu


Santo hay amor y alegría
En su catequesis de la audiencia general Francisco se refirió al Espíritu, "primer don de
toda existencia cristiana". Y recordó que todos son iguales “por dignidad, pero también
únicos en la belleza que el Espíritu ha querido que se liberase en cada uno de los que la
misericordia de Dios ha hecho sus hijos ".

Al reanudar su catequesis sobre la oración, también en esta ocasión desde la Biblioteca del Palacio
Apostólico, el Santo Padre Francisco reflexionó acerca de la oración y la Trinidad. A modo de introducción se
leyó un pasaje de Juan (14,15-17.25-26) sobre la promesa del Espíritu Santo:

“Si me aman, guarden mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y les dar á otro Consolador,
para que esté con ustedes para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque mora con ustedes, y
estará en ustedes. Les he dicho estas cosas estando con ustedes.  Mas el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les ense ñará todas las cosas, y les recordar á
todo lo que yo les he dicho”.

La oración como relación con la Santísima Trinidad


Tal como explicó el Papa, en esta catequesis deseaba continuar reflexionando sobre la oración “como relación
con la Santísima Trinidad”, y en particular con el Espíritu Santo. Del Espíritu Santo el Pontífice dijo que “es
el don fundamental de la vida cristiana”. Y añadió que “si podemos invocar a Dios llamándolo ‘Abbá – Papá’
es porque el Espíritu Santo habita en nosotros”.

“Sin Él no es posible relacionarnos con Cristo y con el Padre”


El Santo Padre también explicó que así como Abrahán, “que dando hospitalidad a tres viajeros, encontró a
Dios, Trinidad de amor, también nosotros estamos llamados a abrirnos a su presencia y a acogerlo en nuestra
vida”.
“El Espíritu Santo nos transforma y nos hace experimentar la alegría de sabernos
amados y habitados por Dios. Es la experiencia que vivieron los discípulos de Jesús, y
que nos relata el Evangelio. Y es también la experiencia que vivieron tantos orantes,
hombres y mujeres que el Espíritu Santo formó a la medida del Corazón de Cristo”

Los orantes no son sólo los monjes o los eremitas


Además, el Pontífice invitó a no pensar “que los orantes son sólo los monjes o los eremitas”. Y destacó:
“Cuántas personas comunes han encontrado a Dios en el Evangelio, en la Eucaristía y en los hermanos, y cada
día dan testimonio humilde de misericordia, de servicio y de oración”. Y concluyó diciendo:
“Nuestra misión como cristianos es mantener vivo el fuego que Jesús trajo a la tierra,
es decir, el amor de Dios. Sin este fuego del Espíritu la tristeza reemplaza a la alegría,
el servicio se convierte en esclavitud y la rutina sustituye al amor”
El Papa Francisco, antes de bendecirlos, les dejó una invitación:
“Pidamos al Señor que inflame con el fuego del Espíritu Santo nuestros corazones.
Que nuestra vida sea como la lámpara encendida junto al sagrario, que se consuma
en la alabanza a Dios y el servicio a los hermanos, siendo testigos alegres de su
presencia en medio del mundo”

Año de la Familia Amoris Laetitia


A los fieles polacos el Santo Padre les recordó que con el llamamiento mariano especial de mañana, y con la
Eucaristía celebrada en Jasna Gòra en la solemnidad de San José, comenzarán las celebraciones del Año
de la Familia Amoris Laetitia. Y formuló su deseo de que María, “Reina de Polonia, obtenga para las
familias la visión evangélica del matrimonio, en la comprensión mutua y en el respeto por la vida
humana”. Mientras al bendecir de corazón a todos ellos su intención fue de modo especial a cuantos
participarán en las iniciativas emprendidas con motivo de las celebraciones del mencionado Año.

¿Qué significa cada uno? El Papa Francisco lo ha explicado en sus catequesis. Te


presentamos un resumen de lo que significa cada uno de los 7 dones del Espíritu Santo:
1. El consejo del Espíritu Santo
En el momento en el que lo acogemos y lo
albergamos en nuestro corazón, el Espíritu
Santo comienza a hacernos sensibles a su voz y
a orientar nuestros pensamientos. También nos
ayuda a enfocar nuestros sentimientos y nuestras
intenciones según el corazón de Dios.

Al mismo tiempo, nos conduce cada vez más a


dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús. De esta
forma, él se convierte en nuestro modo de actuar
y de relacionarnos con Dios Padre y con los
hermanos.

2. Entendimiento
Está estrechamente relacionado con la fe.
Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro
corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer
día a día en la comprensión de lo que el Señor ha
dicho y ha realizado.

Comprender las enseñanzas de Jesús,


comprender el Evangelio, comprender la Palabra
de Dios… Si leemos el Evangelio con este don del
Espíritu Santo, podemos comprender la
profundidad de las palabras de Dios.

3. Sabiduría
De acuerdo con el Papa Francisco, la sabiduría es
la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de
Dios. Es ver el mundo, ver las situaciones, las
ocasiones, los problemas, todo, con los ojos de
Dios. No se trata sencillamente de la sabiduría
humana, que es fruto del conocimiento y de la
experiencia.

En la Biblia se explica que Salomón, en su


coronación como rey de Israel, pidió el don de la
sabiduría.

4. Fortaleza
¿Cuántos hombres y mujeres honran a nuestro pueblo, honran a nuestra Iglesia, porque
son fuertes al llevar adelante su vida, su familia, su trabajo y su fe?

Demos gracias al Señor por estos cristianos que viven una santidad oculta: es el
Espíritu Santo quien les conduce. Y nos hará bien pensar: si ellos hacen todo esto, si
ellos pueden hacerlo, ¿por qué yo no? Y nos hará bien también pedir al Señor que nos
dé el don de fortaleza.

5. Ciencia
En el Génesis se cuenta que Dios se complace
de su Creación, subrayando repetidamente la
belleza y la bondad de cada cosa. Al término de
cada jornada, está escrito: Y vio Dios que era
bueno.

Si Dios ve que la Creación es una cosa buena, es


algo hermoso. Por eso, también nosotros
debemos asumir esta actitud. He aquí el don del
Espíritu Santo de la ciencia que nos hace ver
esta belleza. Alabemos a Dios con él, démosle
gracias por habernos dado tanta belleza.

6. El Espíritu Santo nos muestra el


significado de la Piedad
Este don no significa tener compasión de
alguien, sino que indica nuestra pertenencia
a Dios y nuestro vínculo profundo con Él. Este
vínculo da sentido a toda nuestra vida y nos
mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en
los momentos más difíciles y tormentosos.

Se trata de una relación vivida con el corazón.


Según explica el Papa Francisco, esta relación
es nuestra amistad con Dios, que nos dona
Jesús, una amistad que cambia nuestra vida y
nos llena de entusiasmo, de alegría.
7. Sentir el Temor de Dios
con el Espíritu Santo
Este don no consiste en tener miedo de Dios:
sabemos bien que Dios es Padre, y que nos ama
y quiere nuestra salvación, y siempre perdona.
Por ello, no tenemos motivos para sentir miedo
de Él.

El temor de Dios, en cambio, es el don del


Espíritu Santo que nos recuerda cuán pequeños
somos ante Dios y su amor. También, que
nuestro bien está en abandonarnos con
humildad, con respeto y confianza en sus manos

Estos frutos del Espíritu Santo nos ayudan a cuidar de nuestra alma y a
fortalecerla para hacer frente a cualquier obstáculo o tentación.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los frutos del Espíritu son perfecciones que
el Espíritu Santo forma en nosotros como primicias de la gloria eterna.

Siguiendo la Carta de San Pablo a los Gálatas (Ga 5,22-23), la tradición de la Iglesia


enumera doce frutos: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad,
mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.

Caridad
La caridad es el primer y más importante de los frutos del Espíritu Santo. El amor vertido en ella es la
primera manifestación de nuestra unión con Cristo. La caridad delicada y operativa con quienes conviven o
trabajan en nuestros mismos quehaceres es la primera manifestación de la acción del Espíritu Santo en el
alma.

Gozo
La alegría y el gozo son consecuencia del amor. Por eso al cristiano se le distingue por su alegría, la cual
permanece por encima del dolor y del fracaso.

Paz
La paz, fruto del Espíritu Santo, es ausencia de agitación y el descanso de la voluntad en la posesión
estable del bien. Esta paz supone la lucha constante contra las tendencias desordenadas de las propias
pasiones.

Paciencia
Las almas que se dejan guiar por el Paráclito producen el fruto de la paciencia. Este fruto ayuda a soportar
con igualdad de ánimo, sin quejas ni lamentos estériles, los sufrimientos físicos y morales que toda vida
lleva consigo.

Longanimidad
Este fruto del Espíritu Santo da al alma la certeza de que, si pone los medios, si hay lucha ascética y si
recomienza siempre, se realizarán sus propósitos. Nos ayuda a hacer frente a los obstáculos que podamos
encontrar, a superar las flaquezas, los errores y los pecados.

Benignidad
La benignidad es esa predisposición del corazón que nos inclina a hacer el bien a los demás. Este fruto
se manifiesta en multitud de obras de misericordia, corporales y espirituales, que los cristianos realizan en
el mundo entero sin discriminar a nadie.

Bondad
Es parecida a la benignidad. La bondad es una disposición estable de la voluntad que nos inclina querer
toda clase de bienes para otros sin distinción alguna: amigos o enemigos, parientes o desconocidos, vecinos
o lejanos.

Mansedumbre
El alma que posee este fruto del Espíritu Santo no se impacienta ni alberga sentimientos de rencor ante las
ofensas o injurias que recibe de otras personas. Aunque sienta las asperezas de los demás, los desaires,
las humillaciones (a veces muy vivamente por la mayor finura que adquiere en el trato con Dios), esta
alma no se perturbará.

Fidelidad
Una persona fiel es la que cumple sus deberes, aún los más pequeños. Es en quien los demás pueden
depositar su confianza. Nada hay comparable a un amigo fiel, dice la Sagrada Escritura. Su precio es
incalculable. Ser fieles es una forma de vivir la justicia y la caridad.

Modestia
Una persona modesta es aquella que sabe comportarse de modo equilibrado y justo en cada situación.
Aprecia los talentos que posee, sin exagerarlos ni empequeñecerlos, porque sabe que son un regalo de
Dios para ponerlos al servicio de los demás. Este fruto del Espíritu Santo se refleja en el porte exterior de la
persona: en su modo de hablar y de vestir, de tratar a la gente y de comportarse socialmente. La modestia
es atrayente porque refleja la sencillez y el orden exterior.

Continencia y Castidad
Estos frutos están relacionados con la pureza del alma en una misma frase: Como por instinto, el alma está
extremadamente vigilante para evitar lo que pueda dañar la pureza interior y exterior, tan grata al Señor. Por
lo tanto, estos frutos embellecen la vida cristiana y disponen al alma para entender lo que a Dios se refiere.
Gracias a ellos podemos superar las grandes tentaciones si se lucha con decisión, sabiendo que nunca
fallará la gracia del Señor.

También podría gustarte