Viacrucis 2020
Viacrucis 2020
Viacrucis 2020
GUÍA: Comencemos nuestro Vía crucis, poniéndonos en la presencia de Dios que está aquí, con
nosotros, haciendo la señal de la cruz, que es la señal de quienes creemos en Jesús.
TODOS: Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
GUIA: Jesús fue siempre muy amoroso. Todo lo que decía lo decía con amor, todo lo que hacía lo
hacía con amor. Por eso lo querían tanto las personas que lo conocían y sabían escucharlo, y todas las
personas a quienes ayudaba: los niños, las mujeres, los pobres, los enfermos, y los pecadores.
También nosotros queremos mucho a Jesús y nos alegra estar con él. Lo queremos mucho y sentimos
en el corazón el deseo de acompañarlo con nuestro amor y con nuestra oración, en el momento más
doloroso de su vida, porque el amor sólo se puede pagar con amor.
Llenos de fe, comencemos nuestro Vía crucis, orando unidos con la siguiente oración:
Niños:
Jesús, amigo de los niños,
venimos aquí, hoy,
porque queremos acompañarte
en tu camino hacia el Calvario.
Queremos estar contigo, a tu lado.
Queremos darte gracias por todo lo que hiciste
por nosotros.
Queremos mostrarte nuestro amor y nuestra fe.
TODOS: Amén.
1
TODOS: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
GUÍA: Ofrezcamos el sufrimiento de Jesús en esta estación del Vía crucis, por todos los niños y niñas
del mundo que tienen miedo, por los que están tristes, por los que no pueden ni siquiera sonreír.
LECTOR 1: Cuando terminó la Última Cena, Jesús y sus amigos salieron de la casa donde habían
comido, y se fueron para un lugar cercano, fuera de la ciudad de Jerusalén. Sólo faltaba Judas que se
había ido antes, sin decir nada.
Cuando llegaron al Huerto de los olivos, Jesús les dijo que necesitaba orar porque estaba muy triste y
tenía mucho miedo, y pidió a Pedro, a Santiago y a Juan, que lo acompañaran en su oración. Jesús se
arrodilló en el suelo y decía: “Padre mío, Tú lo puedes todo; líbrame de este sufrimiento; pero no se
haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú”.
Tres veces repitió Jesús esta oración, y Dios Padre lo escuchó; cuando terminó de orar quedó
reconfortado y su corazón se llenó de paz y de amor (cf. Marcos 14, 32-36).
GUÍA: Vamos a ofrecer el sufrimiento de Jesús en esta estación del Vía crucis, por todos los niños y
niñas del mundo que son maltratados por las personas mayores, o por otros niños que se burlan de
ellos.
LECTOR 2: Todavía estaba Jesús en el Huerto de los Olivos, orando, cuando llegó Judas con mucha
gente y algunos soldados, para hacerlo prisionero y entregarlo a los jefes de Israel, como les había
prometido. Les había dado una señal: “Al que yo bese, ese es. Agárrenlo fuerte”.
Cuando lo cogieron, Jesús les dijo: “¿Por qué han venido ustedes con espadas y palos a arrestarme,
como si fuera un bandido? Todos los días he estado entre ustedes enseñando en el templo, y nunca me
cogieron”.
Los apóstoles salieron corriendo, muertos de miedo, y dejaron solo a Jesús (cf. Marcos 14, 43-50).
LECTOR 3 : Los soldados se llevaron a Jesús para la casa de Caifás, que era el Sumo Sacerdote.
Caifás mandó llamar a las personas más importantes, y todos reunidos hicieron el primer juicio a Jesús;
un juicio injusto y lleno de mentiras.
El Sumo Sacerdote le preguntó: “¿Qué hay de cierto en lo que dicen contra ti? ¿Eres tú el Mesías, el
Hijo del Dios bendito? Jesús respondió: - Sí, lo soy, y van a ver al Hijo del hombre sentado a la derecha
del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo”.
Entonces, lleno de rabia, el Sumo Sacerdote se rasgó los vestidos, y todos dijeron que Jesús merecía la
pena de muerte (cf. Marcos 14, 53-64).
GUIA: Vamos a ofrecer esta estación, por todos los niños a quienes les ha sido negado el amor de sus
padres o de otras personas que deberían cuidar de ellos; no amar a una persona es no amar a Jesús.
LECTOR 4: Cuando se llevaron a Jesús preso, todos los apóstoles salieron corriendo, con mucho
miedo, pero después, Pedro y Juan se acercaron a la casa de Caifás, para ver lo que pasaba con él.
Juan entró y Pedro se quedó en el patio, con los criados, que estaban conversando alrededor de una
fogata; algunos de ellos creyeron reconocer a Pedro como uno de los amigos de Jesús, pero Pedro lo
negó diciendo: “Ni sé ni entiendo lo que quieres decir. Entonces cantó un gallo... A la tercera vez que lo
negó volvió a cantar el gallo, y Pedro se acordó que Jesús le había dicho: antes de que el gallo cante tú
me habrás negado tres veces, y se echó a llorar” (cf. Marcos 14, 66-72).
GUÍA: Vamos a ofrecer esta estación por los niños y por los adultos que están enfermos, con alguna
enfermedad física o mental.
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LECTOR 5: Por la mañana, muy temprano, los judíos sacaron a Jesús de la casa de Caifás, y lo
llevaron donde Poncio Pilatos, que era el Gobernador romano. Tenían que hacer que Pilatos lo juzgara
y lo condenara a muerte.
Pilatos le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?... Jesús le contestó: No es el mundo el que me ha
hecho rey... Yo he nacido y venido al mundo para esto: para dar testimonio de la verdad. Todo el que
está en la verdad escucha mi voz... Entonces Pilatos salió y les dijo a todos: Yo no encuentro en él
razón alguna para condenarlo”; pero a pesar de eso lo condenó por que tenía miedo que lo acusaran
ante el emperador (cf. Juan 18, 28-39).
GUÍA: Ofrecemos esta estación por los niños y niñas que son castigados injustamente, porque en ellos
Jesús sigue siendo azotado y coronado de espinas.
LECTOR 6: Pilatos no encontraba en Jesús, ninguna culpa para condenarlo a muerte, pero tampoco
quería que los judíos pensaran que era un cobarde. Entonces lo entregó a los soldados para que lo
azotaran.
Después, los soldados vistieron a Jesús con un manto rojo y le colocaron en la cabeza una corona de
espinas, lo golpeaban, lo escupían, y se arrodillaban delante de él, diciéndole: “¡Viva el rey de los
judíos!”.
Jesús permaneció en silencio, aceptando con humildad y con amor lo que le hacían (cf. Juan 19, 1-3)
GUÍA: Ofrecemos esta estación por los niños que tienen que trabajar para poder comer, ellos y sus
hermanitos, porque en ellos Jesús sigue cargando la cruz.
LECTOR 7: Después de que los soldados azotaron a Jesús y lo coronaron de espinas, Pilatos lo hizo
salir para que todos los judíos que estaban allí lo vieran y se compadecieran de él, pero no consiguió
nada. Cada vez gritaban con más fuerza: “¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!”.
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Entonces Pilatos se lavó las manos en señal de que no quería ser culpable de la muerte de un inocente,
y se los entregó para que lo crucificaran. Jesús, cargando con la cruz, salió hacia el Calvario (cf. Juan
19, 4-17)
GUÍA: Ofrezcamos esta estación, por todos los niños de la calle, los mendigos, los abandonados, los
que algunas veces hacen cosas malas que les enseñan los mayores. Para que encuentren a alguien que
les diga que Dios los ama, y les ayude en sus necesidades.
LECTOR 8: Jesús estaba ya muy débil, no había dormido en toda la noche, no había comido nada, los
golpes que había recibido le habían hecho perder mucha sangre y lo tenían muy adolorido, y la cruz
que llevaba era muy pesada.
Por eso los soldados romanos pensaron que no iba a poder llegar con ella hasta el Calvario, y
decidieron conseguir quien le ayudara a llevarla. “En el camino obligaron a un tal Simón de Cirene,
padre de Alejandro y de Rufo, que llegaba del campo, a cargar la cruz de Jesús” (cf. Marcos 15, 21).
GUÍA: Ofrezcamos este momento de la Pasión de Jesús, por todas las mamás que trabajan tanto para
sostener a sus hijos, para enseñarlos a ser buenos, y para ayudarlos a salir adelante, y también por todos
los niños que no tienen mamá o no tienen papá, y se sienten solos y tristes.
LECTOR 9: Jesús iba camino del Calvario, cargando su cruz con la ayuda del Cireneo. Los soldados
de Pilatos iban con él y con dos ladrones que llevaban también a crucificar.
Por donde iban pasando se encontraban con mucha gente curiosa, algunos compadecidos de Jesús,
compartían su dolor, y hasta lloraban por él, como un grupo de mujeres que se le acercaron, tal vez,
para darle algo de beber. “
Jesús las miró y les dijo: Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes y por sus hijos...” (cf.
Lucas 23, 27-31).
5
DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CRUCIFICADO
GUÍA: Vamos a ofrecer esta estación del Vía crucis, de manera muy especial, por todos los niños y las
niñas, que, en el mundo entero, son irrespetados en su cuerpo, y son víctima de otras personas.
LECTOR 10: Cuando Jesús llegó al Calvario, los soldados le quitaron la túnica que vestía y lo dejaron
desnudo; luego lo tiraron al suelo y lo clavaron en la cruz, con los brazos abiertos. Después lo
levantaron para que todo el mundo lo viera.
Mucha gente miraba desde lejos lo que estaba pasando, pero ni se imaginaba que Jesús estaba
entregando su vida por amor a ellos.
Encima de la cruz colocaron un letrero que Pilatos había mandado escribir, y que decía: “Jesús de
Nazaret, rey de los judíos” (cf. Juan 19, 18-22)
GUÍA: Ofrezcamos esta estación del Vía crucis, por todos los niños, niñas, y jóvenes, hombres y
mujeres, que han empezado a caminar por un camino equivocado, que no los lleva a Dios; para que
encuentren a alguien que les enseñe el camino verdadero, el camino del bien.
LECTOR 11: Al lado de Jesús, los soldados romanos crucificaron a dos ladrones, uno a la derecha y
otro a la izquierda.
La cercanía de Jesús, su bondad y su amor, hicieron que uno de ellos se arrepintiera de su mala
conducta anterior, y se convirtiera. Jesús le dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”
(cf. Lucas 23, 39-43)
LECTOR 12: Había muchas personas curiosas que miraban desde lejos a los crucificados, pero cerca
de ellos, acompañándolos con el corazón, muy pocas.
Mirando a Juan, “Jesús le dijo a María: Mujer, este es tu hijo. Y luego le dijo a Juan: Esta es tu madre”.
Y desde aquel día Juan se llevó a María para su casa y la cuidó como a su propia madre. (cf. Juan 19,
25-27)
GUÍA: Ofrecemos este momento decisivo de la vida de Jesús, por todos los niños y todas las niñas de
nuestro país y del mundo entero, que mueren por su pobreza; los que mueren de hambre o de
enfermedad, y los que mueren por la violencia de los adultos.
LECTOR 13: Jesús estuvo en la cruz unas tres horas, hasta que finalmente, cuando su cuerpo agotado
por el sufrimiento, y por los daños causados por la violencia con la que fue tratado, no resistió más.
Entonces, dando un grito, dijo: “Todo está cumplido. E inclinando la cabeza y murió”. (cf. Juan 19, 28-
30)
GUÍA: Pongámonos todos de rodillas, cerremos los ojos, y pensemos en Jesús que muere por amor a
nosotros. Y ofrezcámosle un momento de silencio. Digámosle desde el fondo de nuestro corazón que
lo amamos mucho y que le damos gracias por ser tan bueno y devolvernos la alegría de ser hijos de
Dios... (Momento de silencio)
GUÍA: Ofrezcamos esta estación por todos los niños y las niñas del mundo, que son felices y tienen
todo lo necesario para vivir, para que sean sensibles y solidarios con otros niños que sufren y están
necesitados, como le gusta a Jesús, y para que cuando lleguen a ser adultos, ayuden a todos los niños
que haya en todas las partes de la tierra.
LECTOR 14: Cuando Jesús murió, uno de los soldados romanos le hirió con su lanza en el costado, y
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de su corazón salieron un poco de sangre y un poco de agua, las últimas gotas que le quedaban.
Después, algunos de sus amigos más cercanos pidieron permiso a Pilatos para enterrarlo. “José de
Arimatea compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro
cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena, y María
la de José, que eran muy valientes estuvieron mirando dónde lo colocaban” (cf. Marcos 15, 42-47) .
GUIA: Palabra del Señor
TODOS: Te alabamos Jesús
GUIA: Terminemos nuestro Vía crucis, orando juntos con mucha alegría, dando gracias a Dios Padre
por el amor de Jesús, la oración que él nos enseñó. Nos tomamos de las manos:
TODOS:
Padre nuestro, que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu voluntad,
aquí en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejen caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.