Los Moriscos en Extremadura1570-1613
Los Moriscos en Extremadura1570-1613
Los Moriscos en Extremadura1570-1613
89-118
D
ESDE FINES DE NOVIEMBRE de 1570 hasta Enero de 1572, el territorio
extremeño, al igual que la mayor parte de los comprendidos en la Corona de
Castilla, actuó como espacio de acogida de algo más de 11.000 moriscos 1 que
se vieron forzados a abandonar su tierra natal por expresa decisión de la Corona. Fue la
forma de zanjar a medias un conflicto endémico e irresoluble, el cual como más tarde
demostrarían los acontecimientos, acabaría solventándose por la aún más dura vía de la
expulsión definitiva. Estos 11.000 moriscos obligados a emprender una nueva vida, eran
una parte importante (rondaba el 14%) de los aproximadamente 80.000 hombres,
mujeres y niños 2 de su misma etnia que, en similares condiciones y por idénticas
razones, tuvieron que dejar su lugar de residencia para encaminarse a una tierra
desconocida para muchos, que oían llamar Castilla. A Extremadura este importante
contingente de población morisca afluyó al menos en tres grandes oleadas, que de forma
parcial y escalonadamente cubren el tiempo comprendido entre finales de 1570 3 y
principios de 1572.
El grueso de este contingente, unos 6.800 granadinos, llegó a Extremadura a finales de
1570 formando parte del primer gran éxodo masivo desencadenado tras la decisión real.
La segunda oleada se produjo inmediatamente después de la arribada de los primeros
moriscos deportados a Extremadura, aunque su ejecución definitiva se dilató por espacio
de un año (de Diciembre de 1570 a Diciembre de 1571). En realidad, se trataba de un
1
Se trata en todo caso de un volumen aproximativo y no definitivo puesto que la información de las
fuentes es bastante confusa, lo que exige en numerosas ocasiones descartar valores contradictorios apoyándonos
en criterios de coherencia metodológica. Para la obtención del valor que proponemos y su reparto territorial por
cabeceras de partido nos hemos apoyado tanto en la información directa facilitada por las fuentes (A.G.S. Leg.
2159, 2160 y 2162) como en la importante información que al respecto ofrece JULIO FERNÁNDEZ NlEVA en el
apéndice estadístico que acompaña a su publicación La Inquisición y los moriscos extremeños (1585-1610) Badajoz.
1979, pp. 66-68, sin olvidar los datos puntuales, pero no por ello desdeñables, que sobre el tema nos ha brindado
B. VlNCENT: «Los moriscos de Extremadura en el siglo XVI». Minorías y marginados en la España del siglo XVI.
Granada. 1987, pp. 215-237.
2
Cifra que defienden como aproximativa del volumen total de deportados A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B.
VlNCENT, frente a los 150.000 que no con excesivo convencimiento propuso Lapeyre apoyándose en los datos
de TOMÁS GONZÁLEZ, A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, Historia de los moriscos. Madrid. 1984, p. 56; H.
LAPEYRE, Geographie de l'Espagne morisque. París. 1959, p. 123.
M* ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
9o
reajuste de la deportación inicial, puesto que la Corona, temerosa de las repercusiones
internas que pudieran ocasionar los deportados a la Andalucía Occidental, decidió alejarlos
más al norte, eligiendo como uno de los puntos de destino prioritarios Extremadura. B.
Vincent ha calculado que de haberse llevado a término dicha operación hubiesen llegado
a Extremadura otros 4.000 moriscos, aunque en realidad, y siguiendo los datos aportados
al respecto por J. Fernández Nieva, los deportados en esta segunda fase no superaron los
2.470 individuos4. Finalmente, el tercer envío de deportados, originariamente coincidente
en el tiempo con la segunda fase, no se haría efectivo para el caso extremeño hasta
Diciembre de 1571 y Enero de 15725. Este tercer contingente procedía de los expulsados
desde los territorios de señorío enclavados en la zona afectada por la deportación. Fue ésta
la oleada más compleja, tal como han señalado A. Domínguez Ortiz y B. Vincent, puesto
que la decisión real chocaba con los intereses de los grandes señores con posesiones en
tierras granadinas. Por tanto, fueron necesarias duras negociaciones que dieron como
resultado un acuerdo final de trasladar a los vasallos moriscos a las posesiones que estos
mismos titulares ostentaban en los territorios castellanos. Como consecuencia de ella
emprendieron la salida hacia su nuevo destino unos 10.000 moriscos, aunque su partida
fue mucho más escalonada que la de las fases anteriores, ocupando desde Diciembre de
1570 hasta Febrero de 1573; en algunos casos extremos no se liquidaría hasta 15746.
En el caso concreto que ahora nos ocupa, el reparto a los lugares de señorío en
Extremadura fue ejecutado, como ha propuesto Julio Fernández Nieva7, de Diciembre de
1571 a Enero de 1572. En total, llegaron a los actuales territorios de la región extremeña
1.764 moriscos para asentarse en los distintos lugares adscritos a la jurisdicción señorial.
Con ellos, se daba por liquidada la deportación de granadinos al espacio extremeño8, cuyo
reparto territorial por cabeceras de partido reproducimos en el siguiente cuadro.
3
Las fuentes documentales que hemos manejado en ningún caso explicitan la fecha exacta de la llegada
de los granadinos a Extremadura. Dado el ritmo de la marcha —«... las jornadas se hacen moderadas a quatro o
cinco leguas porque lo puedan llevar los dichos moriscos, especialmente las mugeres, niños e viejos»— , consideramos
que la fecha de finales de Noviembre de 1570, propuesta por B. Vincent, es lógica puesto que el recorrido que
debían hacer los moriscos hasta tomar contacto con el territorio extremeño, aunque duro, no era excesivamente
largo. A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2165, fol. 111.
4
B. VINCENT, Los moriscos de Extremadura.... Op. cit., p. 219-220; J. FERNÁNDEZ NIEVA, Op. cit., p. 66.
5 J. FERNANDEZ NIEVA, Op. cit., p. 68.
6
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, Op. cit., p. 56.
7 J. FERNÁNDEZ NIEVA, Op. cit., p. 68.
8
Además de estas tres oleadas aludidas, Julio Fernández Nieva refiere otras dos fechas de arribada de
población morisca a Extremadura, pero con cuantías mínimas: 1584, con 321 moriscos y 1585 con 310. J.
FERNÁNDEZ NIEVA, Op. cit., p. 66.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
91
9
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 28; Leg. 2159, fols 31 y ss.
10 La desorganización que presidió la deportación en Extremadura parece ser la tónica general en todo el
territorio castellano. Así lo ha podido comprobar para el caso de Ávila: S. TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca
de Ávila. Salamanca. 1991, p. 149.
M a ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
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llegados. Conocer la población, los recursos, y también la posible oferta laboral, debía
haber sido un paso previo a la deportación; un paso que no se dio, sino a posteriori, como
más adelante veremos.
No debe extrañarnos, pues, que los moriscos fuesen distribuidos de forma aleatoria en
el conjunto del territorio extemeño abandonando, al precipitarse los acontecimientos, un
posible plan inicial .
El mal estado en que se encontraba esta población cansada, desnutrida y castigada por
las inclemencias del tiempo, propició el que muchos de ellos fueran abandonados de forma
provisional (pero que acabaría convirtiéndose en definitiva) en las ciudades próximas al
camino por el que transitaban, ante la imposibilidad de que pudieran acceder a su punto
de destino. Para ilustrar lo que estamos refiriendo tengamos en cuenta el ejemplo que
traemos a colación: a la ciudad de Trujillo arribaron 526 moriscos custodiados por el
corregidor de Málaga, Arévalo de Zuazo. Eran 526 «ombres y mugeres, muchachos y
muchachas, grandes y pequeños» que debían ser repartidos entre los pueblos pertenecientes
a la jurisdicción de dicha ciudad; pero junto a ellos fue necesario que permanecieran «otros
ciento que el dicho Arévalo de Quaco, dexó en la dicha cibdad enfermos y con algunos de sus
parientes y maridos y mugeres de los enfermos, para que los curasen»11. Una estancia que, así
planteada, se presumía transitoria, pero que acabó siendo definitiva al menos para los que
superaron la enfermedad.
Todo este cúmulo de circunstancias, no siempre imputables a los responsables del
traslado, fueron la causa de que los moriscos que llegaron en el invierno de 1570 al
territorio extremeño no fuesen repartidos de forma coherente en el conjunto de su
geografía, tal como lo demuestra tanto el conjunto de demarcaciones territoriales elegidas
para acogerlos, como la descompensada relación que el contingente de deportados arroja
en proporción con el conjunto total de los habitantes de las distintas demarcaciones.
caso extremeño ha sido recientemente constatada por M. RODRÍGUEZ CANCHO y A. RODRÍGUEZ GRAJERA,
«Análisis y estructura demográfica del área migratoria extremeña durante el siglo XVI». Emigración española y
portuguesa a América. Alicante. 1991. Vol. I. pp. 61-71.
13
M. A. LADERO QUESADA: Los mudejares de Castilla y otros estudios de historia medieval andaluza.
Granada. 1989. p. 19.
Granadinos en 1570
Mudejares (pecheros 1501)
Total %
15
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2159, rol. 21 y ss. y 85 y ss.
16
El comportamiento presentado por uno de los espacios receptores mejor estudiados da sobradas pruebas
de lo que estamos diciendo. Ver J. L.. PEREIRA IGLESIAS, Estructura agraria de Cáceres y su tierra en el siglo XVI.
Vol. II. Cáceres. 1982, pp. 417-421 y A. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: Cáceres en el siglo XVI: población y
comportamientos demográficos en el siglo XVI. Cáceres. 1977, pp. 245-246. Tal conducta puede hacerse extensiva
para buena parte del espacio extremeño, tal como propuso A. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ en Extremadura: la tierra y
los poderes, p. 451. Historia de Extremadura. III. Badajoz. 1985, pp. 421-479.
17
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg 2159, fol. 21.
18
Los propios informes relativos a la deportación dan buena prueba de ello. Téngase en cuenta el referente
a la ciudad de Mérida en el que se hace constar que «Luego que los recibí repartí algunos, pocos dellospor los lugares
de la jurisdición, porque no me e atrevido a alargarme en el repartimiento por ser los más de los pueblos pequeños y
todos labradores y estar al presente toda esta tierra muy necesitada de pan», con estas palabras se justifica el hecho de
que en la capital quedasen instalados 747 de los 966 moriscos deportados a su jurisdicción. A.G.S. Cámara de
Castilla. Leg. 2160.
19
Al partido de Llerena se le adjudicaron 1.463 granadinos de los cuales 471 fueron alojados en
Guadalcanal y 460 en Llerena y sus arrabales, explicando «que aquí se avían quedado por estar enfermos... que no
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
95
se esgrimieron para justificar un hecho evidente: la falta de coherencia a la hora de
proceder al reparto de los deportados.
(*) El cuadro ha sido elaborado teniendo en cuenta los datos de aquellas demarcaciones que informaban sobre
el modo en que se efectuó el reparto, por ello en él no están incluido todos los territorios que recibieron
moriscos en 1570.
se an repartido de los dichos moriscos porque hasta agora no an podido salir desta villa por las grandes enfermedades
que an tenido...» A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 66.
Ma ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
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proyecto que partía de la necesaria información recabada en los territorios de acogida; por
esta razón se comenzó a solicitar unos datos que hasta entonces parecían no haberles
importado en demasía; pidieron a los corregidores y gobernadores de cada una de las
demarcaciones territoriales información a un doble nivel:
— Aquella relativa a la realidad socioeconómica de los territorios afectados por el
reparto: número de vecinos y dedicación económica, con el objeto de ajustar los
deportados a las necesidades económicas y poblacionales de cada uno de ellos.
— Y aquellas otras referentes a la población morisca: número de moriscos repartidos,
los que habían sobrevivido al desplazamiento, su situación económica, número de
moriscos que podían ser alojados, tipo de ocupaciones en los que podrían ganar su sustento
y las medidas que podían adoptarse para evitar los ya por entonces frecuentes
desplazamientos.
Las respuestas debían enviarse en un plazo máximo de 15 días, lo que ha sido
interpretado por B. Vincent como una clara muestra del deseo de solventar el problema de
la forma más rápida posible 20 . Sin embargo, como en tantas otras ocasiones, éstas fueron
llegando poco a poco a lo largo del primer trimestre de 1571, y al hacerlo ponían en
evidencia una realidad nada grata: la elevada mortalidad de los deportados, o al menos así
se justificaba la tremenda pérdida de población morisca, aunque los informes traslucen
indirectamente otras circunstancias justificadoras de tal situación, tales como la frecuente
movilidad y la falta de control de los recién llegados. También hacían visible la deplorable
situación económica y social de los acogidos, así como la ineficacia con la que se había
efectuado el primer reparto.
El análisis de estos informes permitió a las autoridades elaborar un proyecto de nuevo
reparto en la primavera de 1571, que contemplaba la redistribución del contingente
morisco en cada uno de los territorios, adecuando el número de deportados a la población
existente en los núcleos de acogida; en definitiva se aspiraba a una mayor dispersión de la
población morisca 21 .
Se trataba, básicamente, de un reajuste interno dentro del territorio extremeño, aunque
también se pretendía aligerarlo de población morisca. En total debían salir unos 1.200
granadinos hacia zonas próximas como Ciudad Rodrigo, Salamanca y Ledesma. También
se contemplaba una redistribución interior que permitiese compensar y corregir los
desajustes iniciales producidos en los distintos territorios: básicamente se buscó una
proporción óptima de un morisco por cada 65 habitantes, a la vez que se aspiraba a una
mayor dispersión de los granadinos en los enclaves tradicionales de población mudejar,
como la Serena, Llerena, Valencia de Alcántara y Alcántara, mientras que en otros, con una
excesiva diseminación de deportados se trató de corregir tal situación 22 . En consecuencia,
el proyecto de 1571 recogía un reparto más racional, dominado por la idea de la dispersión
y en el que se veían involucrados más del 8 5 % de los núcleos extremeños, lo que facilitaba
una menor concentración en las cabeceras de partido. Era un proyecto encaminado a
ruralizar y diseminar a los granadinos, potenciando la idea central definida en la
deportación.
20
B. VINCENT, L 'expulsión des morisques du royanme de Grenade et leur repartition en Castille (1570-1571).
p. 227-228. Melanges de la casa de Velázquez. VI. 1970, pp. 211-246.
21
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2162.
22
La única excepción en este sentido la constituye Jerez, tierra en la que en el proyecto de 1571 se
incrementa la relación morisco/habitantes, hecho que no nos parece gratuito sino debido a la tremenda atracción
que su economía ejercía sobre este grupo marginal, como antes ya hemos señalado.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
97
REPARTO DE LOS MORISCOS SEGÚN EL PROYECTO DE 1571
Era un modelo ideal que, sin embargo, no se llevó a efecto23 porque mientras se
planificaba ya se estaba produciendo la llegada de una nueva remesa de moriscos
andaluces, lo que modificaba y desequilibraba el teórico reparto. Esto sin olvidar las
23
A juicio de A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VlNCENT, la aplicación de este plan fue abandonada porque era
complicado y porque se requerían medios de los que se carecían. Comparte esta opinión M. García-Arenal para
M a ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
98
tremendas dificultades que hubiese acarreado el movilizar de nuevo a estas gentes enfermas
y maltrechas. De todos modos fue una importante baza que las autoridades se dejaron ir
de las manos, porque la dispersión en núcleos rurales hubiera posibilitado la
desarticulación de las relaciones entre los moriscos o, lo que es lo mismo, hubiera facilitado
su asimilación. Sin embargo, el reparto se efectuó con un signo inverso; diez años más
tarde se empezó a adquirir conciencia del fracaso: la no asimilación llevó a la expulsión.
La segunda oleada de deportados2^ llegó a Extremadura escalonadamente desde fines de
1570 a finales de 1572. Durante este año accedieron a tierras extremeñas 2.470 moriscos,
según ha calculado J. Fernández Nieva.
La mayor parte de ellos fueron destinados a la Alta Extremadura: 1650 de los
deportados, o lo que es lo mismo el 67% del total; destacando como territorios de acogida
Plasencia, Trujillo, Cáceres y Alcántara. Era un hecho lógico si tenemos en cuenta que con
este movimiento se buscaba alejar a los moriscos de su tierra, no debemos olvidar que por
ello salieron de Andalucía.
Justamente cuando se estaban acabando de asentar los moriscos procedentes de
Andalucía occidental, se produjo la llegada a tierras extremeñasde una tercera oleada: la de
los moriscos procedentes de los territorios de señorío afectados por la deportación de los
granadinos, y que tras el acuerdo de sus titulares con la Corona fueron objeto de traslado
a las posesiones que estas casas tenían fuera de la zona implicada.
Como consecuencia de tal decisión fueron movilizados unos 10.000 moriscos25, de los
cuales, según los datos aportados por J. Fernandez Nieva 26 , 1764 habían arribado a
Extremadura.
Básicamente este contingente fue destinado a unos territorios que, dada su situación
jurisdiccional, se habían visto exentos de los repartos efectuados en 1570 y 1574.
El mayor número se destinó al Ducado de Feria y al Condado de Medellín, territorios
que recibieron 596 y 400 moriscos respectivamente; es decir, el 56,4% de los deportados
en esta tercera oleada. Le siguieron por importancia numérica los situados en la tierra de
Jerez y las posesiones de la casa de Alba situadas al noroeste de Extremadura.
Como antes señalábamos, fruto de este triple trasvase poblacional, unos 11.036
moriscos abandonaron su tierra natal para emprender una nueva vida en suelo extremeño.
En mayor o menor grado la inmensa mayoría de este territorio acabó por conocer la
presencia morisca, aunque, eso sí, con llamativos desajustes numéricos, que ponen en
evidencia la ejecución apresurada e irracional del plan previsto.
Unos desajustes que en ningún caso pueden considerarse justificados, si contemplamos
la ejecución del reparto teniendo en cuenta la división norte-sur que actualmente marca el
espacio extremeño. Tanto si consideramos las cifras del primer reparto como las obtenidas
con el sumatorio de las tres arribadas de población morisca, los porcentajes rondan siempre
el 50% en uno y otro caso.
La descompensación a la que nos estamos refiriendo no afecta, pues, a la globalidad del
territorio, sino a las distintas demarcaciones espaciales a las que, siguiendo un criterio
el caso de los moriscos deportados al distrito de la Inquisición de Cuenca. Por el contrario, S. de Tapia Sánchez
cree que en Avila sí se llevó a cabo este segundo reparto preparado en Diciembre de 1570 para impedir que se
concentraran en Avila y Arévalo —con importantes comunidades de antiguos mudejares—, un elevado número
de moriscos granadinos, evitando, con la medida, posibles problemas. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y.B. VlNCENT, Op.
cit., p. 67; M. GARCÍA ARENAL, Inquisición y moriscos. Los procesos del tribunal de Cuanca. Madrid. 1978, p. 11;
De S. TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca de Avila. Salamanca. 1991, p. 151.
24
Para observar su reparto territorial puede verse el cuadro I.
25
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, Op. cit., p. 56.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
99
puramente administrativo, fueron enviados los granadinos. Un desequilibrio que es
justamente constatable al correlacionar el número de moriscos deportados con el total de
población de cada uno de los territorios en los que los comisarios, corregidores y
gobernadores, pretendieron asentarlos
Habitantes/moriscos Demarcaciones
De 14 a 20 moriscos/habitante Trujillo
Valencia de Alcántara
De 20 a 30 Alcántara
Brozas
Cáceres
Encomienda de León
Medellín
Mérida
Montánchez
Santibáñez
De 30 a 40 moriscos/habitante Llerena
Plasencia
Serena, La
De 50 a 60 moriscos/habitante Badajoz
Garrovillas
Zafra
El desajuste territorial norte-sur, que no se hacía evidente teniendo en cuenta los datos
globales, sí se pone de manifiesto al correlacionar los deportados con el total de población.
Así los territorios ubicados en la actual provincia de Cáceres son los que presentaron un
mayor nivel de acogida de población morisca, dado que la mayor parte de ellos (si
exceptuamos los casos extremos de Galisteo, Granadilla y Coria) arrojan una relación de
un morisco por cada 14 a 30 habitantes, mientras que en los situados en tierras
badajocenses aumenta la proporción en torno a 30/60 habitantes por cada morisco. Se
trata, en consecuencia, de un comportamiento marcado por las propias directrices de la
deportación: el deseo de alejar lo más posible a los moriscos granadinos de los territorios
del sur, aún a costa de que para llevar a efecto este plan se saltasen multitud de barreras, lo
que en última instancia apunta hacia la incoherencia del reparto de la que tanto hemos
hablado. Tuvieron que ser los moriscos, los interesados a fin de cuentas, los que,
transgrediendo la norma, violando las duras prohibiciones establecidas sobre su movilidad
espacial, acabaran reajustando su ubicación de acuerdo a sus propios intereses económicos
y familiares. O dicho de otro modo, las deficiencias intrínsecas al reparto, fueron el primer
motor que alentó a la emigración tras la deportación forzosa. Pero esto lo veremos más
adelante.
M* ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
IOO
En todo caso, estamos hablando de cifras teóricas, o mejor dicho, de datos que la
mayor parte de los investigadores sobre el tema han considerado que nos aproximan
al volumen total de los moriscos que partieron desde tierras andaluzas con destino a
Extremadura. Pero muchos de estos hombres y mujeres no llegaron nunca a su nuevo
destino y otros muchos, a pesar que que lo consiguieron, encontraron pronto la
muerte.
Se ha hablado mucho de las difíciles condiciones, tanto climatológicas como
materiales, que rodearon la partida y el viaje de los granadinos hacia las tierras castellanas.
Por tanto, entrar aquí en este tipo de disquisiciones parece que no tiene excesivo interés.
Lo que si nos interesa resaltar son las secuelas que tan calamitosas circunstancias dejaron
en los deportados hacia tierras extremeñas.
De las difíciles condiciones del traslado y sobre los temibles efectos que éstas tuvieron
sobre los caminantes nos hablan explícitamente los informes que los corregidores enviaron
en la primavera de 1571. Sus palabras relatan, aunque sucintamente, una tragedia a veces
resumida en no más de tres líneas. Frases como la que a continuación reproducimos
aparecen machaconamente en la mayor parte de los informes:
«Hernando (fénico que en nombre de don Francisco Zapata, corregidor de Cordova, me
entregó giento y dos moriscos, entre varones y hembras y niños y viejos, tan maltratados,
enfermos y desnudos que cierto no estaban para nadie encargarse de ellos, ni ellos para por sí
poderse valer»27.
La muerte encontró en ellos, como es lógico, una presa fácil; desnutridos y agotados
por el trayecto, el tifus no tardó en cebarse en sus débiles organismos. Parece que a su paso
y en sus primeros albergues iban portando la muerte, lo que no favoreció en nada la
acogida de los recien llegados28. Existen varios testimonios que evidencian tal situación,
como los que apuntamos seguidamente:
«... los becinos de la tierra no se aplican a les hacer caridad, espiqialmente que huyen ¿¿ellos
porque toda esta tierra de Estremadura está muy enferma y entienden que les ha venido dellos
el mal...»29.
«...por que los mas de ellos vinieron enfermos y con necesidad de ser ayudados para su
sustentación de cuya cabsa an muerto muchos de los que entregó el dicho don Francisco
Clapata»^.
Con destino a Trujillo partieron en el invierno de 1570, 671 granadinos, de los cuales
107 murieron en el camino, mientras que los 564 restantes consiguieron llegar a su lugar
de destino; pero una vez allí «... murieron en gran cantidad, porque vinieron muy enfermos,
y en tiempo que hazía muy grandes fríos». En total, encontraron la muerte en la ciudad de
Trujillo 230 granadinos más, por lo que los 671 deportados iniciales se redujeron a 349
individuos, es decir la muerte sorprendió a casi el 4 9 % de ellos en los primeros meses tras
la deportación.
Ciertamente, el caso de Trujillo puede considerarse como una situación límite, pues
frente a él se dan otros como el de Valencia de Alcántara, Alcántara o Badajoz en los que
la pérdida de población se sitúa en la banda del 7 al 10%.
26
FERNÁNDEZ NIEVA, Op. cit., p. 68.
27
A.G.S. Cámara de Castilla, fol. 30. (Brozas).
28
A. DOMÍNGUEZ ORTizy B. VINCENT, Op. cit., p. 52.
29
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 9v. (Mérida).
30
A.G.S. Camarade Castilla. Leg. 2162, fol. 51. (Plasencia)
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613 IOI
31
Lapeyre estima que en las altas cifras de difuntos informados se esconden también los huidos porque
los corregidores se sintieron remisos a verificar una realidad que delataba su mala gestión y que, además, estaba
punida. H. LAPEYRE,0/>. cit., p. 124.
32
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, Op. cit., p. 52.
33
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 55. (Montánchez)
34
Los censos de 1582 y 1589 pueden verse en A.G.S. Cámara de Castilla. Legs. 2183 y 2196
respectivamente. El manuscrito del censo de 1594 correspondiente al distrito de la Inquisición de Llerena se
encuentra depositado en el Archivo del Real Monaterio de Guadalupe. Sección Barrantes Mss. Varios de
Guadalupe, (fols. 2-78). Un estudio completo sobre el mismo ha sido efectuado por J. FERNÁNDEZ NIEVA, «Un
censo de moriscos extremeños de la Inquisición de Llerena. (Año 1594)». Revista de Estudios Extremeños. XXIX.
Badajoz. 1973, pp. 149-173.
Ma ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
102
Con todo, y salvando las deficiencias antes mencionadas, podemos decir que los
moriscos asentados en el espacio extremeño tras el levantamiento de las Alpuj arras,
mostraron una clara tendencia decreciente, que se hace más llamativa en los años
inmediatos a la deportación pero que, en el transcurso del último tercio del siglo XVI,
muestran un balance global que tiende a la compensación aunque no al crecimiento.
Los 7.725 moriscos supervivientes que calculábamos para los primeros meses después
de la deportación, 18 años más tarde se habían reducido en un 16,2%; una reducción que,
si bien es llamativa en este tiempo medio, resulta aún más significativa en los primeros diez
años tras la deportación. Por aquel entonces la inmensa mayoría de los territorios sufrieron
importantes pérdidas de población morisca: sobre un total de 13 áreas receptoras en las
que, merced a la información disponible, nos ha sido posible correlacionar los datos de los
censos de 1582 y 1589, 11 de ellas presentan un saldo negativo del contingente morisco,
con pérdidas que oscilan entre un valor máximo del 100% de la población y otro mínimo
situado en torno al 30% de la misma. Sólo 3 de ellas, Zafra, Jerez y Badajoz, nos hacen
entrever una perspectiva de recuperación, aunque con índices desiguales situados entre el
4 8 % y el 9,6%. En su conjunto, la pérdida poblacional de estas tres áreas arroja un valor
del 31,6%.
Sin embargo, una vez superado el bache inicial, tras los primeros años inmediatos a la
deportación, el contingente morisco comienza a mostrar signos de recuperación y sus
distintas comunidades empiezan a crecer numéricamente, arrojando un saldo positivo para
las trece zonas a las que nos estamos refiriendo, saldo ligeramente superior (más del 36,6%)
al que marcaba la pérdida de población para las mismas áreas 7 años antes.
1. En primer lugar, su claro papel activo a la hora de decidir su destino, pese a las
condiciones de dirigismo y control con las que se ejecutó la deportación y el posterior
asentamiento de los granadinos.
De no haber sido así los moriscos hubiesen permanecido en los lugares a los que fueron
destinados, construyendo una nueva vida en ellos. Sin embargo, no todos aceptaron tal
decisión y buscaron las vias para transgredir la norma, para evitar el control, para huir del
miedo y de la marginación. De otro modo no podríamos comprender esa importante
pérdida de población morisca que se produjo en el espacio extremeño en los primeros años
tras la deportación. Pérdida de población que apunta directamente a la via de la huida, al
camino del retorno a la tierra natal.
Las autoridades, que no eran ajenas a este hecho, trataron de evitarlo, regulando y
penalizando cualquier intento de huida 35 . Pero la voluntad pudo más que la norma y
muchos, a pesar del riesgo que asumían, emprendieron el camino de retorno hacia tierras
granadinas, así como hacia aquellos otros puntos diseminados por tierras castellanas donde
habían ido a parar sus parientes más cercanos, en un intento de rehacer unas familias
fatalmente rotas por la incoherencia del reparto:
«... lo qual no se deve de aver observado en algunas partes, pues según emos sido
informados algunos moriscos que agora ay en el dicho reyno de Granada y fueron sacados del
an buelto allá con licenqia de las justicias de los lugares donde se an repartido»^.
Fue esta una actitud que caracterizó la conducta de los deportados nada más llegar a
tierras extremeñas y así lo hacía saber el gobernador de la Serena, D. Fernando de Vega, al
Consejo en julio de 1571:
«... y aunque con ello siempre he tenido particularmente mucha cuenta he entendido
desean estrañamente volverse donde vinieron, de cuya causa me parece que mientras más lejos
estuviesen estarían más seguros de la vuelta y perderían el deseo que tienen»^7.
La huida empezó a darse entre los granadinos, por tanto, nada más ser repartidos en
las diferentes demarcaciones y durante los primeros tiempos de su asentamiento en tierras
extremeñas, o, al menos, esa es la impresión que produce la copiosa y rica información que
el obispado de Badajoz ofrece al respecto en el censo de 1589; una información difícil de
encerrar en elaboraciones estadísticas por la riqueza de matices cualitativos que posee, pero
que confirma con creces lo que estamos señalando.
Controlar la situación era difícil entre otras razones porque, como antes hemos
señalado, la ejecución del reparto no fue nada coherente. Los moriscos fueron arrojados a
una tierra hostil en la que sobrevivir era una tarea difícil tanto para sus naturales, cuanto
más para unos hombres y mujeres a los que por aquel entonces resultaba extraña:
«... los moriscos están en él (Partido de Montánchez), mal acomodados, y assi se an
muerto, a lo que entiendo y soy ynformado, la quarta parte de ellos; los otros que viven sé que,
de tres partes, las dos se mantienen de limosnas que piden de puerta en puerta con harta
pobreza»^.
35
El 6 de Octubre de 1572 se promulgó un edicto, donde se establecían las normas tendentes a evitar la
movilidad de la población morisca y sobre todo obviar su retorno a Granada. A.G.S. Cámara de Castilla. Leg.
2196. s/f. Esta disposición real era una respuesta legal a una realidad evidente y a un sentimiento generalizado
que encuentra precedentes inmediatos en el proyecto que el Licenciado Diego de Camargo, Alcalde mayor de
Montánchez, envió a S.M. en 7 de Febrero de 1571. A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fols. 55 y ss..
36
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 69 y ss.
37
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2162, fol. 70.
38
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 55.
Ma ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
IO4
2. En segundo lugar, y en parte relacionado con lo hasta ahora dicho, otra realidad
caracterizadora del comportamiento de los moriscos ubicados en la Extremadura del
último tercio del siglo XVI, fue su papel activo —siguiendo impulsos personales,
económicos y familiares— a la hora de reajustar por sus propios medios un reparto que,
como antes hemos señalado, no se ejecutó con demasiada coherencia. Por ello, una vez
superada la etapa inicial de la distribución, algunos de los moriscos que aceptaron
permanecer en tierras extremeñas decidieron buscar espacios más adecuados a sus
aspiraciones tanto económicas, como familiares. O dicho de otro modo: algunos moriscos,
a pesar de que también esto les estaba totalmente prohibido, decidieron abandonar sus
lugares de destino para encaminarse a otros, situados también dentro de la geografía
extremeña, pero que les ofrecían unas mejores expectativas económicas o de
reagrupamiento familiar. Fueron estos hombres y mujeres los que, en definitiva, con su
actitud intentaron racionalizar la política del reparto; y al hacerlo abandonaron las pobres
y lejanas tierras del noroeste de Extremadura 41 para encaminarse a las más fértiles y
cercanas tierras del sur extremeño.
Parece que con tal decisión no buscaban de forma exclusiva el reagrupamiento, porque,
de haber sido así, no hubiesen abandonado, en los niveles que lo hicieron zonas con
importante presencia mudejar, como es el caso de Cáceres, Alcántara o Plasencia42. Por
contra, da la sensación de que aquello a lo que aspiraban era a sobrevivir; pero sobrevivir
en tierras propicias, y entre gentes acogedoras, aunque paradójicamente algunas de esas
tierras propicias y algunas de esas gentes tolerantes estuviesen tan terriblemente próximas
al tribunal del Santo Oficio que tanto daño podría ocasionarles. El acercamiento a su tierra
natal y el deseo de supervivencia pudieron más que todo ésto; por ello, Zafra, Badajoz,
^9 En el punto cinco del edicto de 1572 se hace constar en relación a las licencia: «...yporque si los dichos
moriscos tuviesen libre facultad de mudarse y salirse de los lugares y partes donde están repartidos, no se podría tener la
quenta que conviene, y algunos podrían yntentar, como lo han hecho, de pasarse allende a otros Reynos estraños, o
tornarse al dicho Reyno de Granada,o a las sierras del, mandamos, prohivimosy defendemos que ninguno ni alguno de
los dichos moriscos del dicho Reyno de Granada, de cualquier estado, qualidad, sexo y hedad que sean, no puedan por
ninguna causa ni razón mudarse, salir ni asentarse de los lugares y partes donde están repartidos para hazer nochefuera,
sin expressa y particular licencia de la justicia del lugar y parte donde residiere; la cual dicha licecia se de por escripto,
firmada de la dicha justigia y delscribano de congejo, poniendo en ella el nombre y señas y el tiempo porque se dáy a
dónde va. Por la cual ligengia no se lesa aya de llevar ni lleve por el scribano ni por otra persona cosa alguna, ni los
ayan de detener ni detengan en el despacho, ni les sea hecha otra vexagión...». A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2196.
s/f.
40
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 69. (Alcántara)
41
Eran éstas, precisamente, las zonas que arrojaban una mayor concentración morisca en relación a los
habitantes, tal como hemos señalado.
42
Los otros dos núcleos con importantes grupos de mudejares sitos en el norte de Extremadura (Valencia
de Alcántara y Trujillo) también perdieron población granadina, aunque en menos medida que en los casos arriba
citados.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
I05
Jerez y Llerena fueron las únicas demarcaciones del territorio extremeño que vieron como
los moriscos crecían en su entorno.
43
La permanente movilidad de los granadinos, como ha podido constatar en el caso de Avila S. de Tapia,
era uno de sus aspectos característicos y molestaba a las autoridades puesto que ponía de manifiesto su afán por
no respetar la permanencia en el lugar asignado. Tal como hemos apuntado a la hora de explicar esta conducta
de los granadinos asentados en Extremadura, son razones de índole económica y familiar las que movieron a los
moriscos abulenses a desplazarse básicamente desde las zonas rurales a los núcleos urbanos, en los que
encontraban mayores posibilidades de vivir en mejores condiciones, sobre todo como asalariados de los
convertidos que ocupaban posiciones influyentes. Vid. S. DE TAPIA SÁNCHEZ, Op. cit., pp. 311-326. Este mismo
fenómeno ha sido constatado para los moriscos deportados a valladolid y su tierra. L. Fernández Martín afirma
que a pesar de las amenazas, los moriscos vallisoletanos continuaron abandonando los pueblos y agrupándose en
la capital, Valladolid. L. FERNÁNDEZ MARTÍN, Comediantes, esclavos y moriscos en Valladolid. Siglos XVI y XVII.
Valladolid. 1988, pp. 162-163.
44
F. CORTÉS CORTÉS, La población de Zafra en los siglos XVIy XVII. Badajoz. 1983, pp. 107-108.
45
El éxodo campo-ciudad, que fue un comportamiento común entre los granadinos deportados a
Castilla, ha sido considerado por B. Vincent como el movimiento más importante efectuados por esta minoría,
pero que tuvo efecto negativos al ser interpretado por los cristianos viejos como una negativa a la asimilación,
como un deseo de reagrupamiento con los mudejares. Vincent, B.: ¿'expulsión des morisques... Op. cit., pp. 239-
240.
I O 5 M a ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
caso anterior fue paulatino y constante, la presencia morisca se reforzó en lugares que ya de
por si habían sido primados merced al reparto de 1570. Tanto es así, que los 48,1% de
granadinos asentados en las cabeceras de los partidos en 1570 pasaron a convertirse 24 años
más tarde en el 66'2%, con un reparto diferencial en cada una de las demarcaciones que
puede observarse a partir de los datos que a continuación referimos.
1570 1594
Demarcaciones
Moriscos en cabeza de rpartidos
% moriscos _, , „.
46
El censo de 1589 informa de 9 matrimonios mixtos en la diócesis de Coria y 12 en la de Badajoz,
mientras que en el de Plasencia, con referencias mucho menos cualitativas que los dos anteriores, no llega a
informar de este aspecto. A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2196. Las uniones nupciales entre moriscos y cristianos
viejos fueron poco frecuentes en el conjunto del territorio hispano, pese a ser alentadas por las propias autoridades
como una posible vía de asimilación. Los prejuicios raciales jugaron en contra de las esperanzas gubernamentales.
C. BRAULt-NOBLE y MARC: La unificación religiosa y social: la represión de las minorías, p. 159. Inquisición
española: poder político y control social (dir. B. BENNNASSAR). Madrid. 1981, pp. 126-170.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
IO7
Lo cierto y verdad es que parecía irse logrando una conviencia de forma pausada; al
menos, esa es la idea que transmiten los informes que los párrocos emitieron al efectuar el
censo de 1589, y también, porqué no decirlo, de las numerosas voces que se elevaron para
pedir clemencia tras los decretos de expulsión de 1609 y 1610.
Precisamente, cuando parecía que la asimilación estaba en marcha, se produjo la
radicalización del problema morisco. Las minorías dirigentes creyeron convencerse de que
su integración era un imposible. Los temores contenidos se desataron y entró en juego la
Inquisición. El desenlance final era previsible, por ello el censo de 1594 deja traslucir una
exclusión voluntaria, previa a la forzosa de 1609-1610.
N o pretendemos decir que con anterioridad la Inquisición hubiese ignorado a los
moriscos, pues tal afirmación sería un sinsentido. Lo único que deseamos poner de
manifiesto es que si bien esta minoría fue controlada por tan alto tribunal en fechas
previas, los moriscos no habían constituido hasta entonces el objetivo principal de la
acción inquisitorial extremeña 47 . Fue a partir de la década de los ochenta cuando todo
empezó a cambiar: los moriscos se colocaron en el punto de mira de los inquisidores y
continuaron siendo su tema principal de preocupación hasta que la expulsión se hubo
consumado. Es decir, los moriscos se convirtieron, por mucho que les pesara, en
protagonistas activos de la acción del tribunal Uerenense durante las dos últimas décadas
del siglo XVI y la primera de la centuria siguiente.
Entre 1 5 5 2 y l 6 l 3 u n total de 570 moriscos tuvieron que sufrir la amarga experiencia
de verse acusados y procesados por el Santo Oficio 48 . Se les imputaban delitos contra la fe
católica, aunque a la mayoría de ellos el único mal que se les podía achacar era el haber
vivido tal como sus ancestros les habían enseñado a hacerlo. Para muchos de ellos no había
intencionalidad sino amor y veneración a un pasado al que no querían renunciar. Pero tal
actitud fue interpretada por las élites dirigentes cristiano-viejas como un rechazo, como
una negativa a la asimilación, y ello les produjo temor, casi pánico, sobre todo tras los
acontecimientos acaecidos en la Alpujarra granadina. De tal modo que cuando, por
diversas razones, el miedo afluía, lo acallaban culpabilizándolos. Perseguir, reprimir, para
ejemplificar y, sobre todo, para huir del miedo.
El contingente de población morisca asentado en tierras extremeñas en las sucesivas
oleadas que supuso la deportación tras la guerra de las Alpujarras pasó a engrosar las filas
de los moriscos que se vieron sometidos a la acción inquisitorial. Sobre el total de personas
procesadas, los granadinos representaron un 17,5% y su presencia ante el Tribunal se dejó
sentir de forma inmediata a su llegada. Desde 1571 y hasta 1602 los granadinos
constituyeron una parte importante de los moriscos procesados, especialmente en dos
momentos: la década de 1573 a 1584, en la que la proporción de granadinos sobre el total
de personas encausadas por este delito es de casi el 68%, y los años comprendidos entre
47
J. FERNÁNDEZ NIEVA, «Inquisición y minorías étnico-religiosas en Extremadura». Revista de Estudios
Extremeños. XIL. 1985, pp. 213-260. Del mismo autor, La Inquisición y los moriscos... Op. cit., pp. 11-13.
48
La fecha inicial, 1552, viene dada por la propia documentación ya que es a partir de este año cuando
disponemos de información sobre la actividad del Tribunal de Llerena; la fecha final, 1613, marca el fin de la
presencia morisca ante el tribunal Uerenense, hecho lógico dado que es en estos años cuando concluye de forma
definitiva la expulsión de la minoría morisca, y que hemos podido constatar gracias al seguimiento de la actividad
procesal durante toda la primera mitad del siglo XVII. Por otra parte es necesario explicar que la cifra apuntada,
570, corresponde al número de personas y no al de causas; hemos podido llegar a ella gracias a la elaboración de
una base de datos en la que hemos nominalizado a todos los moriscos que fueron procesados por la Inquisición
y hecho un seguimiento personalizado de sus causas durante todo el proceso. Los datos proceden de la
documentación relativa al Tribunal de Llerena en A.H.N. Inquisición. Leg.1987, 1988, 2700 y 2706.
M a ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
io8
De todo lo expuesto se deduce que, a excepción de los dos momentos antes señalados,
en los que los granadinos procesados por el Tribunal llegaron a tener un peso específico
importante, la persecución inquisitorial contra la minoría morisca fue básicamente una
persecución dirigida hacia la población muedejar, aunque la llegada de los granadinos tras
la deportación actuase como el detonante de una acción que, con alternativas diversas
como hemos podido comprobar, se desarrollaría especialmente durante las dos últimas
décadas del siglo XVI y la primera del siglo XVII.
El conjunto de la población morisca que padeció de forma directa la acción del
tribunal procedía mayoritariamente de los lugares que constituyeron la cabeza de las
diversas complicidades acaecidas a lo largo del periodo analizado. Siguiendo la distribución
por demarcaciones que hemos mantenido hasta ahora, los 540 moriscos cuya vecindad
conocemos procedían de catorce de ellas y de un total de 35 pueblos, villas y ciudades
integrados en las mismas. El análisis de estos datos demuestra que las zonas más castigadas
por la actuación inquisitorial estuvieron encabezadas por la Tierra de Llerena, de la que
procedía casi el 47% de los moriscos procesados en la totalidad del periodo. Ello no debe
extrañarnos si tenemos en cuenta que es en esta zona donde se ubicaba la villa de
Hornachos, de la que eran vecinos 225 de los moriscos encausados y la propia sede del
tribunal, la villa de Llerena. Por orden de importancia, tras la tierra de Llerena, se
encuentra la de Mérida, de la que procedían el 2 1 % del total y la de La Serena y Trujillo,
con porcentajes del 10,2 y 9,4% respectivamente. El protagonismo de estas zonas resulta
evidente puesto que sumados los datos de las cuatro, los moriscos avecindados en ellas
constituyeron el 88% del total de los que se vieron obligados a comparecer ante el
Tribunal de Llerena. Las restantes demarcaciones no superan en ningún caso unos valores
porcentuales que oscilan entre el 3,5% (caso de la Receptoría de Zafra) y el 0,2%
(correspondiente a la tierra de Jerez).
Pero tras las cifras se esconde una realidad mucho mas dramática que nos pone en
contacto con las secuelas que la acción inquisitorial produjo en la población morisca de estas
zonas que atrajeron prioritariamente la atención de los inquisidores. El desarrollo de las
sucesivas complicidades generó una dinámica de delaciones en masa que puso de manifiesto
la existencia de una red de relaciones familiares en la que se vieron implicados casi el 4 3 %
de los moriscos procesados. Fueron 243 moriscos distribuidos en 109 familias que con
frecuencia se vieron obligados a delatarse unos a otros, como consecuencia del temor y sobre
todo de las propias condiciones en que se desarrollaba el proceso. Si tenemos en cuenta que
algo mas del 46% de los encausados sufrieron en sus propias carnes el tormento, un
procedimiento aplicado por los inquisidores para obtener la confesión del reo y la delación
de sus cómplices y entre estos últimos figuraban con frecuencia sus propios familiares,
podremos explicarnos como un buen número de matrimonios, solos o con sus hijos, padres,
hermanos y otros parientes próximos se vieron obligados a sufrir, a veces de forma
simultánea, otras en momentos distintos, la amarga experiencia de ser procesados por la
Inquisición 50 . Fueron por tanto muchas las familias que se vieron separadas, rotas y que por
añadidura tendrían que afrontar la dureza de las penas que les esperaban. A todo ello venía
a sumarse la dura experiencia de las cárceles inquisitoriales en las que los reos tenían que
permanecer mientras se resolvían sus causas, y esta espera se dilataba en ocasiones durante
años. Es más, catorce moriscos murieron mientras aguardaban la resolución51.
50
En algunos casos encontramos hasta seis miembros de una misma familia entre los procesados.
51
La duración de los procesos llegó a ser de hasta 8 años en algunos casos, aunque la media es de unos
31 meses.
M a ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
no
En el transcurso de estos algo más de sesenta años el Tribunal de Llerena logró
sentenciar más del 87% de las causas abiertas, lo que significó que otros tantos moriscos
se vieron obligados a cumplir las sentencias que les fueron impuestas. Unas sentencias cuya
dureza puede constatarse si tenemos en cuenta que 229 moriscos sufrieron el escarnio y la
vergüenza de salir a un Auto de Fe, 19 de los cuales fueron condenados a ser relajados en
persona, lo que equivale a decir que fueron condenados a muerte. Otros 24 fueron
relajados en estatua, la mayoría porque se encontraban ausentes fugitivos, hecho lógico si
tenemos en cuenta todo lo que estamos apuntando. Estos huyeron para evitar ser
procesados, otros 39 se vieron obligados también a abandonar sus lugares de residencia,
pero esta vez porque una sentencia de destierro así los establecía52. La condena a galeras,
impuesta a 25 moriscos, significaba también una forma aún más dura de destierro. Al
tiempo pasado en las cárceles inquisitoriales mientras se desarrollaba su proceso, 41
moriscos tuvieron que sumar una pena de cárcel que iba de uno a seis años y con frecuencia
era perpetua. Finalmente, 142 vieron como eran confiscados sus bienes por orden de los
inquisidores 53 . Resulta pues mas que evidente que las secuelas que semejantes sentencias
provocaron en la población morisca debieron ser dramáticas, aunque algunos, los que
tuvieron la suerte de ser absueltos o vieron como se suspendia su causa pudieron escapar
de ellas54.
Todo este cúmulo de circunstacias, que se agolparon entremezclándose como una
trama fatal, empujaron a los moriscos extremeños hacia la huida, como única salida viable
a la marginalidad y al miedo.
Es posible que todo hubiera cambiado de no haberse dado alguno de estos
condicionantes: si la deportación se hubiera efectuado con más cordura, si la acogida
hubiera sido más benévola, si las iras y los temores de los cristianos viejos no se hubieran
desatado después...
Pero no ocurrió de tal modo y los 11.000 deportados a tierras extremeñas se vieron
reducidos a poco más de 7.700 durante los primeros meses de su asentamiento en el
territorio, como consecuencia de una muerte que se cebó sobre ellos en el trayecto y
primeros tiempos de acogida. Una muerte que, a pesar de su dureza, no fue el culmen de
sus males, pues estas gentes desvalidas, y añorantes de su hogar perdido, se destinaron a un
espacio hostil tanto por su deficitaria economía como por la escasa capacidad de acogida
que mostraron los naturales:
«Y ésta, una gente tanynútily enemiga de entender en ningún exercicioy ministerio, que
lo pasan muy mal, y los becinos de la tierra no se aplican en hacer caridad. Espegialmente q
huyen dellos porque toda esta tierra de Estremadura está muy enferma y entienden que les a
venydo dellos el mal»^.
No debe extrañarnos, pues, que durante los diez primeros años tras la deportación la
población morisca mostrase una tendencia al decrecimiento; tanto es así que en 1582 los
52
Muchos de ellos se habían visto implicados en las diferentes complicidades, sobre todo en las de
Hornachos. Por ello la pena era con frecuencia de destierro perpetuo y de las villas de Hornachos, Magacela y
Benquerencia, o de Hornachos y su término. A otros se les permitía regresar tras un periodo que oscilaba entre
los dos y diez años de destierro.
53
La dureza de las penas impuestas a los moriscos procesados por el Tribunal de Llerena es comparable
con la que ha podido constatar M. García Arenal en el Tribunal de Cuenca donde los procesos a moriscos fueron
muy numerosos. Vid. M. GARCÍA ARENAL, Op. cit., pp. 38-39.
54
La absolución fue decretada en 55 casos y la suspensión de la causa en otros 84.
55
A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2160, fol. 99v.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613 III
56
Dato perteneciente a las demarcaciones ubicadas en los territorios informados en 1582.
57
El descenso de la fecundidad en los diez primeros años, tras la deportación, ha sido barajada como una
explicación para entender el descenso esperimentado por esta población. B. VlNCENT, Los moriscos extremeños...
Op. cit., p. 225.
58
J. FERNÁNDEZ NIEVA, Un censo de moriscos extremeños... Op. cit., p. 162.
59
Incluimos a Zafra en este grupo porque a pesar de presentar un balance positivo éste es tan leve que no
hace sino confirmar la idea que estamos sosteniendo, pues Zafra de 1582 a 1589 experimentó un crecimiento
situado en el 75,4% mientras que de 1589 a 1594 tal crecimiento fue tan sólo del 3,1%.
M a ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
No parece existir una razón lógica que nos ayude a entender lo ocurrido, salvo si
acudimos a la tantas veces mencionada vía del éxodo 62 , de la huida, esta vez, del miedo.
N o en balde la mayor parte de las zonas que presentan este comportamiento fueron las que
sufrieron de forma más directa el hostigamiento del Tribunal de la Inquisición de Llerena,
como ya antes hemos señalado. Es decir, todo parece indicar que en zonas muy concretas
60
Los daros están referenciados sobre los valores relarivos a 1582, debido a que esta demarcación carece
de información para el censo de 1589, por lo cual la diferencias más acusada, habida cuenta que en 1589
suponemos se tendría que haber producido una recuperación similar a la del resto del territorio. Así mismo, para
la obtención de este dato hemos restado al total de moriscos informados en esta demarcación 1582 pertenecientes
a Magacela y Benquerencia con el objeto de aproximarnos al comportamiento de la población granadina.
1
A pesar de que el censo de 1594 informa para este territorio un total de 154 moriscos, en 1610 previo
a la expulsión se rti?s informaba de la existencia de 200 casas a las que hemos aplicado el coeficiente conversor de
3,6 por ser el conversor más común aparecido para los moriscos castellanos en el cómputo del tamaño familiar
elaborado por B. Vincent. Tal elección también ha sido propiciada por el hecho de que la reconstrucción de
familias moriscas realizada por A. Rodríguez Sánchez para la villa de Cáceres arrojaba un índice real del 3,5,
mientras que F. Cortés tenía para Zafra un índice límite del 3,6 para 1594 y un índice real del 4,22 para 1570-
1616. Ver B. VlNCENT, «Amor y matrimonio entre los moriscos». Minorías y marginados... Op. cit., pp. 47-71 y
A. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Cáceres: población... Op. cit., pp. 243-245 y F. CORTÉS CORTÉS, Op. cit., p. 25.
Aplicando este conversor al total de casas informadas, da como resultado un total de 720 individuos sobre los
que hemos operado, por entender que el dato de 1594 estaba enmascarado por un proceso de ocultación.
62
Ciertamente el comportamiento demográfico de la población extremeña en el siglo XVI se adecúa en
gran medida al movimiento que presenta la población española para dicho periodo histórico, como hace unos
años expuso M. Rodríguez Cancho. Por ello el desarrollo y la expansión que había caracterizado todo el siglo se
vio frenada a partir de la década de los años setenta, debido a problemas de carestía, escasez, hambre y peste; freno
que se acabaría convirtiendo en depresión a partir de la década de los noventa, tras la gran epidemia de 1596-
1602. M. RODRÍGUEZ CANCHO, El número de extremeños en los Tiempos Modernos, pp. 48 y 49. Historia de
Extremadura. Vol. III. Op. cit., pp. 481-507. Puede verse tambiéna al respecto M. RODRÍGUEZ CANCHO y A.
RODRÍGUEZ GRAJERA, Op. cit., p. 64.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
113
de Extremadura algunos moriscos optaron por la vía de la exclusión voluntaria ante el cariz
que estaban tomando los acontecimientos; la única excepción a la norma la presenta
Mérida, donde a pesar de detectarse una de las conspiraciones reprimidas por el Tribunal
llerenense, su contingente moriscos lejos de decrecer presenta un balance positivo situado
enel28%63.
Por contra, en las zonas de asentamiento mudejar sitas en el norte del territorio
extremeño —Valencia de Alcántara, Alcántara, Brozas, Cáceres, Trujillo y Plasencia—, la
población morisca permaneció fuertamente reforzada, aunque, en honor de la verdad, hay
que destacar que aquellos territorios en los cuales la Inquisición se hizo presente
—Plasencia y Trujillo—, empiezan a manifestar síntomas similares a los detectados en la
zona sur, si bien con niveles menos llamativos 64 .
Los datos de que disponemos para los momentos inmediatos a la expulsión confirman
que tal actitud fue generalizándose en el conjunto de la población morisca, al menos en
aquellos te-rritorios para los que tenemos información, pues en todas las demarcaciones -si
exceptuamos Medellín con un levísimo crecimiento-, el porcentaje de variación con
respecto al censo de 1594 presenta un saldo negativo 65 , aunque con valores muy dispares
que oscilan entre el -76,3% y el -18,1%. Resulta evidente que esta tendencia se encuentre
reforzada por la inevitable proximidad de la expulsión —no debemos olvidar que ya en
1609 se había hecho público el bando que invitaba a los moriscos de Castilla, La Mancha
y Extremadura, a salir de forma voluntaria—, pero lo cierto es que aún con niveles
posiblemente más bajos ésta debió ser una tónica comúnmente aceptada. Si no ¿cómo
entender que los 4.800 moriscos que vivían en la villa de Hornachos en 1594 se hubieran
reducido a 2.500 en el instante previo a su expulsión?66. Quizás la clave explicativa a este
hecho nos la ofrece la consulta, elaborada por el Consejo a comienzos de Mayo de 1609,
sobre los moriscos de Hornachos, en la que de forma escueta hacían constar lo siguiente:
«... que por dibersas averiguaciones consta que muchos moriscos se ban a Francia con sus
familiuas y casa pobladas, llevándose el oro y plata y dineros...»67.
63
También La Serena, un territorio de asentamiento mudejar experimentó por estas fechas un
importante crecimiento, posiblemente porque aquí la acción inquisitorial fue casi inexistente.
64
El resto de los territorios muestran comportamientos bastantes similares e incluso los que decrecían
antes ahora siguen decreciendo en mayor medida, como es el caso de la Encomienda de León, si bien se observan
porcentajes con valores elevados, que son el resultado de datos absolutos muy reducidos.
65
El comportamiento de las distintas demarcaciones informadas es el siguiente:
El desastre que se presentía desde hacía años, se produjo finalmente cuando estaba a
punto de concluir el año de 1609. El 9 de Diciembre de dicho año se acordó la expulsión
de los moriscos de Hornachos, Andalucía, Murcia, aunque tal acuerdo no se hizo público
hasta el 12 de Enero de 1610. En realidad la orden afectaba de forma exclusiva sólo a los
moriscos avecindados en los lugares antes citados69, pero todos sabían que esta no era más
que el preámbulo de otra más general en la que acabarían siendo incluidos
inexorablemente todos. Primero se les había invitado a salir; más tarde se forzaba a que lo
hicieran grupos concretos; pronto les llegaría el turno a la gran mayoría. Y así ocurrió pues
el edicto formal de expulsión de los moriscos se materializó el 10 de Julio de 161070.
Merced a él se les comminaba a abandonar el reino de Castilla en el plazo de dos meses
por los puertos de los reinos de Murcia, Granada y Andalucía. Poco después, el 23 de
Octubre de 1610, se decidió que los moriscos de Castilla la Vieja salieran por la frontera
francesa y los de la Mancha y Extremadura por Cartagena71.
Los primeros en salir de Extremadura y de toda la Corona de Castilla, fueron, como es
sabido, los de Hornachos. Para la ejecución de esta expulsión se comisionó al alcalde
Madera quien se encontraba en la mencionada villa por motivos también relacionados con
la población morisca asentada en ella72. Por aquel entonces quedaban en Hornachos unos
2.500 moriscos, cuya partida fue organizada con toda rapidez por el responsable de la
misma. A los dos días justos de hacerse oficial el edicto de expulsión, el alcalde Madera
informaba al Consejo sobre la mejor forma de llevar a cabo su cometido:
68
A.G.S. Estado. Leg. 241.
9
Con anterioridad se había procedido a decretar la orden de expulsión de los moriscos del Reino de
Valencia
70
M. Esparza señala que la expulsión significó el reconocimiento del fracaso de la política de conversión
y de todos los medios puestos en marcha para conseguirla. Vid. M. ESPALZA: Los moriscos antes y después de la
expulsión. Madrid. 1992, p. 120 y E. SALVADOR, Felipe IIy los moriscos valencianos. Las repercusiones de la revuelta
granadina (1568-1570). Valladolid. 1987, pp. 16-17.
71
H. LAPEYRE, Op. cit., pp. 161-162.
72
J. FERNÁNDEZ NIEVA ha relatado a la perfección todos los prolegómenos que rodearon a la expulsión
de los moriscos de Hornachos. Ver: El enfrentamiento entre Moriscos y cristianos viejos. El caso de Hornachos en
Extremadura. Nuevos datos. Les Morisques et leur temps. Paris. 1983, pp. 271-295; La Inquisición y los moriscos
extremeños. Op. cit., pp. 23 y ss.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613
115
«El llevarlos ha de ser a Sevilla que es el camino más cerca y más a propósito que me
parecía que se llevasen con tre tropas por ser mucho el camino de sierras y por cada una gient
soldados»7^
Del mismo modo informaba de las medidas de seguridad que consideraba oportuno
adoptar para la inmediata publicación del bando pues este siguiendo las órdenes del
marqués de San Germán debía hacerse público el 17 de Enero del dicho año: «De aquí
formaré entretanto doscientos (soldados) de los pueblos comarcanos para la seguridad de la
publicación del bando»74.
Once días después de publicado, el alcalde Madera ponía en conocimiento del Consejo
que: «... la partida de todos será dentro de cinco días y pienso que serán los primeros deste reyno
que salgan de sus casas. Hase hecho con toda suavidad y seguridad7">...porque aunque muchos
se van de buena gana, otros sienten dexar la tierra y es notable la querencia que tienen a sus
sierras...»76.
Tras los moriscos de Hornachos debían de haber partido todos los demás, aunque,
merced a una política de clemencia, esforzada por legitimar la acción emprendida, la
ejecución definitiva de la expulsión fue dilatándose en el tiempo. Pronto, desde el propio
Consejo de Estado, surgieron excepciones al decreto de expulsión, que abrían la puerta a
la permanencia de loa siguientes grupos:
— Las familas de cristianos viejos casados con moriscas.
— Las familias de los moros que de propia voluntad hubieran venido de Berbería a
convertirse.
— Los moriscos que fueran eclesiásticos o religiosos/as.
— Los esclavos.
— Los moriscos que notoria y continuadamente hubieran sido buenos cristianos.
— Los mudejares 77 .
Sobre todo, los dos últimos supuestos fueron barajados como la gran alternativa que
posibilitaba la permanencia; y así, con el apoyo de las autoridades eclesiásticas y
municipales, la inmensa mayoría de los moriscos que desearon permanecer pudieron
hacerlo.
De haber seguido por esta vía la expulsión parecía abocada al fracaso, pues « ...según las
muchas reservaciones que se les van dando en virtud de informaciones siniestras, en breve
tiempo havrá tantos moriscos como lospassadosy será necessario otra expulsión...»™, y, de no
proceder de otro modo, «... se han de volver los que se han echado como lo van haciendo»79.
Por estas y otras razones, en el Consejo se empezó a acariciar la idea de la expulsión
definitiva y total, sin excepciones, o, al menos, sin tantas como se habían contemplado en
la etapa inicial. De este modo, el 22 de Marzo de 1611 se publicó una real cédula aclarando
las disposiciones precedentes y regulando la expulsión en los siguientes términos:
«... que dentro de dos meses salgan de mis Reynosy Señoríos todos los moriscos que huviere
en vuestra jurisdición, de los que fueron del Reyno de Granada, assí los que dexaron de salir
por los Bandos passados, como los que huvieren buelto, después de aver salido una vez sin
73
A.G.S. Estado. Leg. 220. s/f. 14 de Enero de 1610.
74
A.G.S. Estado Leg. 220. s/f.
75
A.G.S. Estado. Leg. 227. 2/ 1/1610.
76
Ibidem.
77
A.G.S. Estado. Leg. 235 s/f.
78
A.G.S. Estado. Leg. 235. carta de don Francisco de Irarracabal al Consejo el 15 de Agosto de 1611.
79
Ibidem
Ma ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
n6
exceptar ninguno, aunque hayan hecho informaciones, de que han vivido como buenos
christianos, por la gran sospecha que se tiene destas informaciones... Y ansí mismo mando que
salgan dentro del dicho término los moriscos del dicho Reyno de Granada, que aviendo sido
esclavos, eran libres quando se publicó el Bando; y que también sean expelidos de los moriscos,
que llaman Antiguos, todos aquellos que hubieren vivido en pueblos, o barrios, o calles
separadas, aviándose tratado com o tales, alistándose, pagando la farda o otro pecho de
moriscos, en que no contribuyessen los christianos viejos»™
80
Texto reproducido por F. JANER en el Apéndice de su trabajo: Condición social de los moriscos de España.
Madrid. 1857. 2° Edición. Barcelona. 1987, p. 244
81
Véase cuadro en nota: Evolución de la población morisca 1594-1610.
82
A.G.S. Estado. Leg. 235. s/f.
83
Pérdida que como hemos señalado anteriormente puede considerarse no sólo propiciado por el éxodo
morisco sino también por las condiciones demográficas adversas acaecidas fundamentalmente entre 1592 y 1602.
A.G.S. Estado. Leg. 220.
Sobre este cómputo general hemos procedido a descontar los datos realtivos a Magacela y Benquerencia
porque inicialmente sus moradores no se vieron afectados por los decretos
85
Los datos a los que nos referimos están incluidos en A.G.S. Estado. Leg. 227. Debemos hacer la
salvedad que en ellos no se aporta información relativa a Mérida, por lo que posiblemente se incrementaría el
dato por nosotros calculado.
86
A.G.S. Estado. Legs. 235 y 241.
LOS MORISCOS EN EXTREMADURA, 1570-1613 II7
Así pues, en las fechas previas al Decreto definitivo de expulsión de Marzo de 1611,
los moriscos que aún permanecían en Extremadura eran unos 3.600; y fue a ellos,
precisamente, a los que afectaría de forma directa esta disposición regia. Sabemos que a los
pocos meses de su publicación los antiguos de Benquerencia y Magacela, junto con algunos
de Llerena, emprendieron la marcha con destino a los puertos de Málaga y Cartagena.
Igualmente conocemos, a través de un informe del conde de Salazar, que también se había
materializado la expulsión de los antiguos de Alcántara y de Valencia de Alcántara, aunque
muchos de ellos habían pasado previamente de forma clandestina a Portugal para eludir la
orden y retornar en fechas posteriores.Todo parece indicar que, a pesar de que se intentó,
la expulsión definitiva no se logró en Extremadura, tal como ocurriera en la mayor parte
de los territorios peninsulares.
Con todo, y siguiendo la información que al respecto nos ofrece F. Janer 87 para fechas
inmediatamente ulteriores al decreto de 1611 de Extremadura salieron un total de 7.976
moriscos; si añadimos los 4.800 de Hornachos la cifra asciende a un total de 12.776
individuos. Sus zonas de procedencia aparecen en el cuadro que reproducimos a
continuación.
Alcántara 350
Badajoz 350
Benquerencia 913
Brozas 329
Burguillos 120
Cáceres 176
Estado de Feria 865
Jerez 201
Llerena 5525 (*)
Magacela 1.344
Medellín 82
Mérida 306
Plasencia 835
Segura de León 150
Trujillo 590
Valencia de Alcántara 360
Villanueva del Fresno 21
Villanueva de la Serena 261
87
F. JANER, Op. cit., pp. 348-349.
88
Actitud que puede hacerse extensiva a Badajoz, Medellín y Alcántara. Fernanadez Nieva, J.: «La
sociedad», p. 363. Historia de Extremadura. Op. cit., pp 535- 639.
M» ÁNGELES HERNÁNDEZ, ROCÍO SÁNCHEZ, ISABEL TESTÓN
n8
duque de Lerma en Septiembre de 1612: «Hanse quedado muchos particularmente donde
hay bandos y son favorecidos como en Plasencia, Trujillo, Mérida, Ocaña y Talavera que
aunque se sabe que hay muchos moriscos antiguos y viven en barrios separados, vienen las
probanzas tan encontradas como son las opiniones de los lugares...»^
Otros, por su parte, lograron quedarse urdiendo un éxodo fingido que en fechas
posteriores les permitiera un retorno definitivo. De esta realidad da sobrada muestra el
bando publicado por el conde Salazar en Octubre de 1613 conminando a que salieran los
moriscos que habían quedado ocultos o rezagados90. De esta forma se abre el problema de
la permanencia morisca tras la expulsión.
89
A.G.S. Estado, Leg. 2463.
90
F. JANER, Op. cit., p. 360.