Ensayo 2
Ensayo 2
ESCRÚPULO.
(Ensayo basado en el primer capítulo del libro «Las venas abiertas de América Latina» titulado
«Fiebre del oro, fiebre la plata» de Eduardo Galeano)
Jhoswerd Lugo
C.I. 26.632.656.
La Latinoamérica actual es sin duda alguna la tierra que posee en su piel el aguijón
de un pasado doloroso, un pasado que de muchas formas se ha buscado ocultar o disfrazar
de luz y bondad. Sin embargo, este pasado realmente enmarca un grave delito, una
violación a una joven que apenas comienza a vivir su pubertad, delito que si se juzga por la
verdadera justicia se deberían pagar muchos años de cárcel, pero al igual que la justicia
actual, que lejos está de ser verdadera justicia, todo es manipulado, y el violador sale ileso y
sin pagar nada, sin ser juzgado, es más sin ni siquiera pedir disculpas o peor aún, pensando
que hizo un favor al quitarle la virginidad a la joven adolorida, indignada y sangrante.
Todo latinoamericano debe despertar, y ser consciente que nunca fue culturizado, ni
mucho menos que estas tierras en las habita fueron descubiertas, en todo caso fue
globalizado por la fuerza, saqueado, despojado de lo suyo e infectado de sífilis. Con esta
afirmación no se está cayendo en un extremo radical de ver la historia de América, sino en
la mera Verdad, si, con mayúscula, porque la Verdad es una. Bien hace Galeano al
comentar que los españoles estaban deleitándose (gracias a los bienes que recibían de
América). Como si fueran monos levantaban el oro, como que se sentaban en ademán de
gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón… Este pueblo extranjero fue
el que violó a la virgen, y además el que la infectó, trayendo consigo los padecimientos, los
indios morían como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las enfermedades
nuevas. Y mientras estos morían por la infección y la indignidad dejada por la violación
aquellos se jactaban de haberse robado la virginidad de la doncella.
Ahora bien, al decir que este pueblo no fue culturizado no se busca negar que los
españoles quienes “visitaron” (para que suene amable) estas tierras, dejaron tras de sí un
influjo cultural positivo. Los latinos ciertamente nunca fueron culturizados porque América
tenía cultura previa a que se llegasen los españoles, pues había de todo entre los indígenas
de América: astrónomos y caníbales, ingenieros y salvajes de la Edad de Piedra, al igual
que en las otras muchas culturas de la época. Sin embargo, como se acuñó hace algunos
instantes no se puede negar que llegaron cosas positivas con los europeos puesto que
ninguna de las culturas nativas conocía el hierro ni el arado, ni el vidrio ni la pólvora, ni
empleaba la rueda, fueron los españoles quienes trajeron consigo estos avances, que
ciertamente los catalogaba como un pueblo no púbero como el de América, sino que
estaban en su pleno auge de adultez y madurez. De hecho aquí cabe el pensamiento de
Galeano el cual dice que el desnivel de desarrollo de ambos mundos explica en gran
medida la relativa facilidad con que sucumbieron las civilizaciones nativas. Sin duda
alguna España era adulta, y América solo una niña.
Ahora adentrémonos sin miedo en el gran meollo del asunto, que no es otro que el
ansia de poder, y aquí un paréntesis, si algo le heredaron los latinos a los españoles
lamentablemente fue esto, la avaricia. Los hombres de cultura europea al verse “superiores”
a los aborígenes, se hacen con las tierras recientemente halladas, se convierten en su
pertenecía, es su bota de guerra. Sin pensarlo dos veces, comienzan a saquear todo, como si
les perteneciese, y cuando se dice todo, se habla en forma literal, se adueñaron hasta de los
mismos hombres de estas tierras, que dejaron de ser hombres libres para convertirse en
esclavos, forzados al trabajo duro para enriquecer a otros, Galeano comenta refiriéndose a
esto que aquella violenta marea de codicia, horror y bravura no se abatió sobre estas
comarcas sino al precio del genocidio nativo ¿por qué? Porque estos otros eran
superiores… ¿y los aborígenes que eran? Podrían ser cualquier cosa, menos hombres… de
hecho se comenta que grandes filósofos europeos de la época como Bacon, De Maistre,
Montesquieu, Hume y Bodin se negaron a reconocer como semejantes a los «hombres
degradados» del Nuevo Mundo, y si esto lo pensaban quienes dedicaban su vida
precisamente a pensar, valga la redundancia, imagínense como el resto de la población veía
a los aborígenes. De hecho no fue hasta el año de 1537 cuando se termina aclarando que los
indígenas eran hombres, vaya ironía. Comenta al respecto Galeano eran numerosos los
teólogos y pensadores que no habían quedado convencidos por la Bula del Papa Paulo III,
emitida en 1537, que había declarado a los indios «verdaderos hombres».
A modo de comentario, debe quedar claro que estas afirmaciones planteadas aquí no
se quieren mostrar como un futurismo es decir, como sentencias que critiquen o más bien
que juzguen el pasado histórico latinoamericano, puesto que el hecho de juzgar no
corresponde al escritor de este ensayo. Además el plantear futurismos es vivir en una eterna
aporía, y es este un error en el que muchos latinoamericanos han caído, en pensar que si
esto hubiera sido de otra forma (los sucesos de 1492), fuésemos diferentes, y ciertamente lo
seriamos pero no sucedió de otra forma, sucedió de esa y ya. Aquí no encaja otra frase
mejor que la de Pilato «lo escrito, escrito está», es decir lo que pasó en Latinoamérica para
los años de 1492 en adelante ya está hecho, ya está escrito ¿ahora qué queda hacer?
ciertamente revisar ese tiempo pretérito, ver los errores, ver las secuelas, ver los aguijones,
y también las cosas buenas ¿y esto para qué? para comprender al hombre latinoamericano
actual, para entenderlo de verdad, no para que este caiga en futurismos, sino que para que
conociendo su pasado, lo analice y forje su futuro, un futuro adecuado a su conocimiento de
sí.
¡Viva mi América Latina, una América aguijoneada pero que está pasando el
dolor del aguijón!
Jhoswerd Lugo
C.I. 26.632.656