Como Conquistar El Corazón de Dios
Como Conquistar El Corazón de Dios
Como Conquistar El Corazón de Dios
de Dios
27 de febrero de 2022
Tiempo de lectura: 3 minutos
Los ojos de Dios recorren la Tierra buscando personas con un corazón fiel,
[1] hombres y mujeres de oración que se pongan a la brecha delante de Él.[2] Por
eso Él vio con buenos ojos al rey David: porque siempre tuvo un corazón
dispuesto a agradarle.[3]
Pero ¿cómo podemos conquistar el corazón de Dios? ¿Qué debemos hacer para
que, como David, Él encuentre en nosotros un corazón dispuesto? Y resalto la
importancia de “conquistar” porque muchas veces creemos erróneamente que
Dios no puede ser conmovido cuando le agradamos o herido cuando lo
rechazamos.
Una de las cosas que hizo David al ser rey de Israel fue llevar el Arca del Pacto a
Jerusalén y, el en Antiguo Testamento, este era el lugar donde Dios manifestaba
Su presencia; por lo tanto, para conquistar el corazón del Señor, buscar Su
presencia es primordial y Él habita en medio de nuestras alabanzas.[4] Su
presencia nos da descanso.[5] Por eso seamos adoradores apasionados y no
veamos la alabanza como el relleno del servicio dominical.
Pero además de buscar Su presencia y adorarle, también podemos ver que David
tenía un corazón de servicio; incluso desde que estaba al cuidado del rebaño de
su padre.[8] Una actitud de servicio también conquista el corazón de Dios. Sin
embargo, muchas veces no solo se trata de servir, sino de tener la mejor actitud
para hacerlo. Y en esto el mejor ejemplo nos lo da el mismo Jesús, quien se
despojó de toda Su gloria para venir a la Tierra entregar Su servicio.[9] Un
corazón adorador también es un corazón dispuesto a servir.
[2] Ezequiel 22:30: Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se
pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la
destruyese; y no lo hallé.
[4] Salmos 22:3: Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
[8] 1 Samuel 17:34: David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas
de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la
manada.