VicensVives Rev de 1820
VicensVives Rev de 1820
VicensVives Rev de 1820
El fracaso de las insurrecciones italianas fue debido a que eran obra de una
minoría, cuya exaltación revolucionaria la distanció muy pronto de la masa
conservadora de la población. Por otra parte, los liberales no lograron constituir
gobiernos firmes, de modo que la anarquía imperó en los países sujetos al
constitucionalismo de 1812. Análoga fue la situación en España. Los liberales,
divididos en dos fracciones (moderados y exaltados), vulneraron repetidamente
las esencias católicas y tradicionalistas del país, y no pudieron, por otra parte,
implantar un sistema de gobierno normal y efectivo. Los alzamientos realistas,
concretados en la Regencia Suprema de España, establecida en la ciudad de Seo
de Urgel, perturbaron el orden en Cataluña y Madrid.
Sólo Portugal conservó hasta cierto punto el régimen liberal que se había
dado en 1822, y ello a consecuencia de la política inglesa, decidida a mantener
su influencia sobre aquel país. A pesar de los pronunciamientos absolutistas del
conde de Amarante (23 de febrero de 1823) y del infante don Miguel (la
Vilafrancada, 27 de mayo de 1823, y la Abrilada, 30 de abril de 1824), el reino
continuó en manos de los moderados. Juan VI, que había regresado al país en
1821 y aceptado la constitución de 1822, fue arrastrado por el infante don
Miguel durante la Vilafrancada y derogó aquel texto legal. Pero la fidelidad a la
promesa empeñada, le hacía desear una Carta otorgada a estilo francés. El
fracaso de la Abrilada y el exilio del infante, no resolvieron la situación política,
que continuó inestable y preludio el golpe absolutista de 1828.
Los gobiernos vacilaban. Inglaterra, desde 1823, otorgó a los griegos la calidad
de beligerantes. Metternich, que desde un principio se percató de la gravedad de
la amenaza que la revolución griega hacía cernir sobre su sistema, logró
convencer al zar de Rusia, preocupado de mantener la Santa Alianza, de que
aquella revuelta se había de considerar bajo el mismo prisma que las de Italia y
España (congresos de Liubliana y Verona). Alejandro I cedió. Pero la opinión de
su país fue tan unánime, y era tan clara la política que debía seguir el gobierno
ruso, que muy pronto tuvo que rectificar su criterio. Un congreso reunido en
San Petersburgo (1824-1825) reveló que la Santa Alianza había dejado de
existir. Inglaterra no quiso ceder en su política de neutralidad benévola para los
griegos. En cuento a Rusia, la muerte de Alejandro I y la entronización de su
hermano Nicolás I (1825-1855) decidieron definitivamente su política
filohelénica. El nuevo zar conservó y reforzó las fórmulas absolutistas, según se
vio en la represión del movimiento decabrista (decembrista), que estalló en el
momento de su elevación al poder (6-18 de diciembre de 1825) como resultado
de la acción de las sociedades secretas del Norte y del Sur, en las que se había
dividido la Sociedad de la Prosperidad. Pero al fomentar el paneslavismo, Nicolás
I favoreció la intervención rusa en los Balcanes, aunque esta vez contra la
legitimidad, representada por el sultán turco.