Coliseo Romano

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FACTORES CONSTITUYENTES DE LA

FORMA
CONTEXTO GLOBAL

El imperialismo romano alcanza su máximo apogeo a mediados del


siglo I a.C.
La posesión de un inmenso territorio obliga a pasar del sistema de la
ofensiva preventiva a la defensa del territorio. Al quedar Octavio
como único dueño del poder después de la batalla de Accio, recibió
del senado el título de Augusto y, más tarde, eligió como sucesor a
Tiberio, instaurando una política hereditaria. La ideología de la
victoria continuó siendo la obsesión del Imperio en pro de su
seguridad, a pesar del período de paz que se abre con Augusto. El
sistema defensivo y la utilización de los efectivos militares para
sofocar revueltas interior aseguró la paz durante casi dos siglos.
Con el Imperio se establecen nuevos órganos de gobierno y de
administración centralizada, al tiempo que se estructuraba
igualmente la administración regional y local. Durante todo el Alto
Imperio (27 a.C.- 192 d.C.) se distinguen claramente Roma, Italia y las
provincias; siendo el emperador el que se ocupaba de Roma.
En la esfera artística, al eclectisismo precedente lo sustituye un estilo
impregnado de esencias griegas, aunque con un acento nuevo que
corresponde a la tranquilidad espiritual y política de un período de
paz que sucede a los peligros y angustias anteriores.
Particularmente los teatros romanos aparecieron por primera vez al
final del período republicano su diseño se basaba fundamentalmente
en el tipo griego. Estas edificaciones fueron populares en todos los
lugares del Imperio.
Los espectáculos romanos variaron bastante en comparación con los
que se hacían en la Grecia más antigua, ahora no necesitaban de una
direccionalidad intrínseca; por lo que mediante el razonamiento y el
ingenio se dispusieron dos teatros, uno de espaldas al otro, para así
formar un anfiteatro (literalmente, teatros dobles).
En un principio los anfiteatros se construyeron originalmente de
madera y después de piedra.
El emperador romano Vespasiano ordenó la construcción del
anfiteatro Flavio hoy conocido como Coliseo, en el centro de Roma la
capital del imperio, después a la guerra con Judea en el año 72d.C.
Vespaciano, a pesar de su empeño, no pudo ver terminada esta
colosal obra, y Tito la inauguró en el año 80 de nuestra era, aunque
se presume no se terminaba tal como se había proyectado en un
comienzo, por lo que se piensa que su construcción finalizó en el
reinado de Domiciano. La fiesta de inauguración del edificio duró 102
días, en los que se mostraron una gran cantidad de espectáculos de
distinta índole.
Se dice que el nombre de Coliseo (desde el sigloVIII) se explica por el
hecho de haber sido colocada una estatua gigantesca (colosal) del
emperador Nerón en sus alrededores. Estatua que según el autor
Gayo Suetonio Tranquilo era de 35,5 metros más alta que el Coloso
de Rodas.
El emperador Adriano celebró grandes fiestas en este anfiteatro, y
bajo el reinado de Macrino, durante una tormenta, un rayo chocó con
el edificio e incendió toda la estructura superior, sufriendo grandes
desperfectos el resto de la estructura. Una medalla con la efigie de
Alejandro Severo recuerda que este emperador inauguró de nuevo el
Coliseo, que desde ese incendio no se había vuelto a utilizar por las
grandes faenas de reconstrucción que se hicieron, principalmente
para sustituir la antigua y quemada parte de madera por fabrica de
mampostería. Amiano cuenta que en el año 357 de nuestra era se vio
el Fedificio en perfecto estado. Del año 425 al 450, Lampridio,
prefecto de Roma, hizo reparaciones en la arena, en el podium, en las
gradas y en las puertas. Algunos escritores cuentan que el Coliseo
aún se conservaba en excelentes condiciones durante el siglo VIII.
DISPOSICIONES FISICAS

ASPECTO SINTÁCTICO
El anfiteatro Flavio se emplazó en medio de la ciudad de Roma, en un
sitio completamente llano, precisamente en el sitio que se conocía
como Stagnum Nerons, que era una especie de laguna artificial
construida por una orden de Nerón bajo su mandato.

El edificio tenía 527 metros de circunferencia y llegó a tener una


altura de 57 metros. La base tiene una forma elíptica, donde su eje
mayor mide 189 m y su eje menor 156 m.

Estaba tan bien diseñado que todos los asistentes (50.000


comúnmente) podían evacuarlo en pocos minutos. El secreto de esta
cualidad residía en la sabia disposición de las bóvedas de cañón y de
los pasillos y escaleras que conducían a los asientos. Las bóvedas de
la planta baja tenían 80 puertas marcadas cada una con un número
para facilitar que los espectadores encontrasen su localidad. El
interior de cada bóveda, estaba decorada con fabulosos diseños en
estuco, los que se han perdido casi por completo a causa del paso del
tiempo.

En cuanto a los subterráneos que estaban bajo la arena del coliseo y


que aún se conservan, es muy difícil concretar la época de su
construcción, pero según un pasaje de Herodiano, parece que ya
existían en el tiempo del emperador Cómodo, quien vestido de
gladiador, pasaba desde el palco imperial, por un corredor que
comunicaba con los subterráneos, para tomar parte en las
sangrientas luchas. En todo caso, el dato que nos dice que los
emperadores Tito y Domiciano llenaban de agua la arena del
anfiteatro para simular batallas navales, llamadas naumaquias,
demuestra que el suelo en aquella época estaba más bajo que en el
actual, pues de lo contrario el agua hubiera invadido las partes bajas
del edificio y hasta los pórticos, haciéndolos intransitables.
El nombre de arena, proviene de la capa de este material que era
esparcida sobre el suelo para empapar la sangre derramada por los
combatientes. Algunos emperadores, como Calígula, Nerón y Carino,
para demostrar su magnificencia sustituían, en algunas situaciones,
la arena por algún metal más precioso, como por ejemplo polvos de
cinabrio, de plata, de oro y posiblemente hasta seutonio. En el Coliseo
la arena era de forma elíptica, al igual que el resto del edificio, y tenía
dos entradas principales, ubicadas a los costados del eje mayor.
Debajo de la arena se situaba el ya mencionado subterráneo,
conformado por galerías cubiertas (ambulacrum), y multitud de
cámaras para encerrar a las fieras salvajes. En el Anfiteatro Flavio
estas cámaras subterráneas se extendían debajo del podium y había
debajo de la arena cinco galerías, dos de forma elíptica y tres
paralelas al eje mayor y estas a su vez separadas por pequeñas
cámaras. En estas tres galerías había suaves rampas que subían
hasta la arena y en las cámaras existían aberturas cuadradas en
forma de pozos, con ascensores para subir a las fieras y hacerlas
aparecer repentinamente en medio de la arena. Unas trampas de
madera cubrían estas aberturas. El servicio de espectáculo que se
ofrecía en el Coliseo no tenía nada que envidiar a los efectos
escénicos actuales.
Los numerosos cadáveres que se originaban en las luchas y sacrificios
humanos eran retirados por la puerta de la muerte (porta libitinensis)
o bien desaparecían por medio de las trampas practicadas en el
suelo.
La parte destinada a los espectadores (cavea) en el coliseo, presenta
tres divisiones principales: el podium, destinado a los sitios de honor,
las maenianas o gradas, y los portici o pórticos. El podium era una
plataforma que rodeaba la arena, lo suficientemente alta para
resguardar a los espectadores de los ataques de las fieras. En este
sitio se ubicaba el lugar de emperadores, senadores, vestales, los
pretores y a los principales magistrados y demás personas ilustres.
Las gradas (gradus) del podium eran más anchas que las del resto del
anfiteatro para poder colocar las subsellias o asientos móviles. Los
sitios que mejor dominaban el espectáculo eran los situados a los
extremos del eje menor de la elipse, en los cuales había dos palcos; el
principal denominado cubiculum, estaba destinado al emperador y el
otro, enfrente de este, era el editoris tribunal, destinado al pretor y a
los cónsules que presidían los juegos y al personaje que los pagaba.
Estos palcos también se llamaban pulvinar y suggestum, que se
conectaban con grandes y lujosos salones.
La parte del muro del podium que daba a la arena presentaba una
superficie de mármol perfectamente pulimentada para que
resbalaran las fieras que quisieran trepar por ellas, y además se
tomaron numerosas precauciones contra posibles ataques, como
sobreponer redes y rejas metálicas. Como si toda esta seguridad
fuera poca, frente al podium había un foso para evitar que las fieras
que intentaran atacar al público, no lo volvieran a hacer.
El podium estaba separado de las gradas destinadas al público por un
muro llamado balteus, que estaba adornado con magníficos
mosaicos. Otros dos muros más pequeños, baltei, dividían en tres
partes las gradas, en el sentido de la altura del edificio, formando
unas plataformas o praecinctiones que facilitaban el paso del público.
Cada una de estas tres divisiones se llamaban maenianum; la primera
estaba destinada a los caballeros. El segundo maenianum estaban los
tribunos y ciudadanos distinguidos, y el tercero estaba destinado a las
clases proletarias (populares). Este tercer maenianum se dividía a su
vez en dos partes, una al descubierto y la otra cubierta por un pórtico,
bajo el cual se colocaban las mujeres y la plebe (pallati).
El balteus, que establece una línea divisoria entre los tribunos y la
plebe, estaba provisto de numerosas ventanas y nichos adornados
con estatuas. Los vomitoria eran unas aberturas que comunicaban las
gradas con las galerías interiores del edificio; eran muy numerosas y
bien decorados.
Las gradas del coliseo eran de mármol, piedra y en algunos casos de
madera, eran numeradas y en algún momento llegó a existir el
asiento numero 83.000, pero dentro del recinto bien se podían
entretener 100.000 espectadores, los que debían comprar su billete
de entrada (tessera) que indicaba el lugar que debían ocupar, se
dirigían a unos empleados llamados locaril o dessignatores, que
vigilaban el buen orden y distribución de las localidades, siendo jefe
de ellos un funcionario llamado Villicus amphitheatri.
En cuanto a la parte inferior de los anfiteatros, el Coliseo tenía en la
planta baja cinco galerías (ambularum), paralelas a la elipse de la
arena, que conducían a la escalera y pasos de las diferentes
localidades. La primera galería formaba un pórtico con 80 arcos que
daban paso a la vía pública. Las cuatro entradas principales estaban
situadas en los extremos de los ejes menor y mayor; las dos del eje
mayor comunicaban directamente con la arena y las
correspondientes al eje menor estaban reservadas para el emperador
y los que presidían los espectáculos. La segunda galería daba acceso
a las escaleras (scalae) y a los pasos (vine, itinera, aditus) y el tercero
dividía en dos partes la masa de construcción en la cual estaban las
escaleras y las carceres o cámaras donde se encontraban las fieras
antes de salir a la arena. Este corredor conducía a la primer
maenianum y recibía la luz por el techo.

En el Coliseo, las dos primeras galerías se repetían en pisos


superiores formando un sistema de anchos corredores en el que el
público se refugiaba en caso de lluvia. En el tercer piso la escalera
ocupaba parte de estos corredores. En el cuarto solo había la galería
exterior, en la cual se hallaban los pasillos y escaleras que conducían
a las gradas superiores.

La fachada del Coliseo descansaba sobre una base de dos gradas y


comprendía cuatro pisos; los tres primeros estaban formados por
arcos adornados con medias columnas dóricas, jónicas y corintias, y
el cuerpo superior los formaba un muro con ventanas rectangulares, y
adornados con medias columnas corintias. Estos órdenes no
sostienen nada. No son estructurales, sino ornamentales. Esto no
quiere decir que carecieran de importancia. La aplicación de estos
órdenes cumplía dos funciones. En primer lugar aludía claramente a
la arquitectura griega y de este modo los romanos mostraban su
aprecio por esa cultura. El hecho de superponer órdenes griegos en el
exterior del Coliseo, equivalía a añadir un peristilo griego a un templo
tipo romano, un toque de elegancia griega que no afectaba la
estructura básica romana subyacente. De este modo la arquitectura
romana está expuesta a dos tentaciones contradictorias: la del
ingeniero que persigue un fin puramente utilitario, y la del erudito
que se perfila en los arreglos académicos. Así cada uno de los
pórticos de los tres pisos comprendían 80 arcos y 80 columnas
intermédiales entre arco y arco, y en cada uno de estos había un
pedestal con una estatua o grupo escultórico. En la actualidad no
quedan pruebas de tales obras, pero el hecho de que una vez
existieran nos da una idea de la inmensa cantidad de esculturas que
produjo el período del Impero Romano. Esto hace que el Coliseo
alcance un perfecto y espléndido equilibrio entre rectas y curvas,
muros y bóvedas. Los arcos miden 4,20 m de luz; 7,05 m de altura la
primera hilera y 6,45 m las otras dos principales. En la parte superior
de la fachada del Coliseo había una cornisa con una serie de consolas
que sostenían unas piezas de madera verticales (mali) destinadas a
tender el velarium, inmensa vela con forma de tienda de campaña
que resguardaba a los espectadores de los rayos del sol.
Practicadas en el espesor del muro había unas pequeñas escaleras
que conducían a la plataforma superior, reservadas a los encargados
de la maniobra del velarium. En la tela de esta gran carpa se
diseñaban motivos históricos y mitológicos utilizando finos materiales.
La magnificencia de algunos emperadores llego a que desde el
velarium cayera una lluvia de pétalos seguido de agua con finos
aromas, esto era llamado sparsiones.
ASPECTO SEMANTICO
El significado que tiene el Coliseo es universal, va más allá del paso
del tiempo.
Se resume en la exaltación de la fuerza y el poderío de una
civilización; de cómo ellos se reflejaban y en como vemos nosotros su
obra.
ASPECTO PRAGMATICO
En Roma, la capital del Imperio, dada la fama de los espectáculos y la
satisfacción que el pueblo lograba al presenciarlos, se hizo necesario
hacer un anfiteatro cuando él que existía había sido destruido por un
incendio. El nuevo edificio debía tener la capacidad y la magnificencia
para entretener al pueblo y al Cesar, por lo que se mando a construir
el Anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo.
Las luchas de gladiadores fueron prohibidas hacia el año 404,
continuando manteniendo la atención del pueblo mediante luchas de
fieras, las últimas que se menciona la historia en este anfiteatro,
fueron durante el año 523.
En el Coliseo se ofrecían espectáculos como animales
inteligentemente adiestrados y fieras hambrientas devorándolos.
También aparecían hombres tras unas jaulas de seguridad que
tiraban flechas y lanzas a animales hasta que agonizaran y murieran.
Estos tipos de muestras donde participaban animales se
denominaban venatios (sacrificios animales) y entretenían al publico
durante las tardes con el auspicio de algún príncipe interesado en
ganar popularidad. Después de esto, seguían los sacrificios humanos
(numeras), donde se asesinaban hombres que estaban condenados a
muerte. Al final de la jornada, venían las luchas a muerte entre
gladiadores (hoplomachie).
En vísperas del espectáculo un gran banquete (cena libera) entre
gladiadores, que para muchos era su última comida, reunía a los
combatientes el día anterior. Esta cena era pública en el sentido que
la gente podía dar vueltas alrededor de la gran mesa para apreciar a
los contendores y así ver a quien apostarían más tarde. Algunos
comensales fatalistas se echaban a los goces del momento, comiendo
con glotonería. Otros, cuidaban su cuerpo y su salud conociendo sus
habilidades como guerrero dejaban de lado la buena mesa para
comer lo justo. Los más miserables, impresionados por el
presentimiento de su muerte y paralizado su apetito por el miedo,
preferían dejar de comer y encomendar sus familias y su alma a los
dioses.
Al día siguiente los gladiadores desfilaban en una parada vestidos con
ricos trajes púrpura y oro. Saludaban al emperador con una lúgubre y
trágica exclamación:
Ave Cesar, Morituri te salutan.
Cada gladiador tenia su instructor con la misión de entrenarlo, por lo
que cada luchador recibía distintas enseñanzas y de esta manera se
especializaban en algún arma. Además, los instructores, debían evitar
cualquier trato entre combatientes y excitar al peleador durante la
pelea con exclamaciones como ¡Golpea, quémalo, mátalo! Y si era
necesario, castigarlos a latigazos hasta que brotara sangre con el
objetivo de que matara a su contrincante, si el publico lo pedía.
En tanto, el público hacía las correspondientes apuestas y
experimentaba un extraño y bárbaro placer con la victoria de sus
favoritos. Muchas veces, por fogosos que fuese el combate, ninguno
triunfaba; por robustos y diestros que fueran los gladiadores, ambos
caían al suelo o permanecían de pie. Entonces el match era declarado
nulo cuando el espectáculo perdía efervescencia. Pero lo más común
era que hubiera un ganador y además el perdedor algunas veces no
era muerto, ya que si este, sabiéndose inferior, luchaba con esfuerzo,
inteligencia y dignidad, y además deponía las armas para quedarse
en la arena después de una caída, podía levantar su brazo derecho
hacia el cielo para solicitar la gracia del contendor ganador. Él que
consultaba al emperador cual era la decisión de los espectadores al
tiempo que estos agitaban sus pañuelos, levantaban los pulgares o
gritaban ¡Mitte! (Sáquenlo); o, por el contrario, si el perdedor había
merecido su derrota, la exclamación era ¡Ingula! (Mátenlo). Entonces,
el emperador tranquilamente apuntaba su pulgar hacia el suelo, de
esta manera ordenaba la inmolación del gladiador perdedor. A quien
no le quedaba nada más que extender su cuello para ser decapitado
y morir sin dolor y honorablemente. El ganador era premiado con
platos de plata cargados con piezas de oro y preciosos obsequios.
Llevando consigo los presente, atravesaba corriendo la arena bajo la
ovación de la multitud. Inmediatamente las ventajas de la gloria se
empezaban a sentir. Por su popularidad, los gladiadores (que podían
ser esclavos, ciudadanos o condenados del derecho común) pasaban
a ser personajes de moda; las mujeres les ofrecían sus encantos. Esto
se prueba en un graffiti en una pared referido a un tracio llamado
Celadus, y que decía: "el hombre por quien suspiran las muchachas".
Los numeras (luchas de gladiadores) adquirieron tal desarrollo, que se
sucedieron decenas de miles de parejas de gladiadores en las
sangrientas arenas del Coliseo. A veces se hacían liberaciones
masivas de combatientes para renovar el espectáculo. En crónicas de
la época se asegura que durante el reinado de Trajano, quien tenia
fama de clemente, las cifras de gladiadores se elevaron de la
siguiente manera: el 107 dC, el emperador hizo luchar a 10.000
guerreros; en el 113 dC ofreció una sportule, que duró tres días y
presento 1.202 parejas. En 109 dC, durante un festival que duró 117
días se liquidaron 9.824 luchadores. Muchas veces se pusieron en la
arena a personajes sin armas que se consideraban nocivos para la
sociedad para que se simulara un combate, lo que en realidad era un
sórdido asesinato. Hasta el siglo III se conservo la costumbre de los
numeras sinemissione, vale decir, luchas en las cuales no escapaba
ningún gladiador.
Séneca decía: "En la arena se amontonaba un montón de
condenados, a menudo escogidos entre ladrones, asesinos,
incendiarios, que por sus crímenes fueron merecedores de morir en el
anfiteatro". En estos casos se hacia comparecer una primera pareja,
compuesta por un hombre bien armado y otro vestido solo con su
túnica, el primero debía matar al segundo. Después de esto el
ganador era desarmado y conducido ante un nuevo contrincante, esta
vez armado hasta los dientes. De esta manera se continuaba una
inexorable cacería, hasta que cayera la ultima cabeza condenada.
Las luchas de los gladiadores tuvieron posiblemente un origen
religioso, ya que en un principio, solo se celebraban en caso de
funerales de personalidades importantes. Mas tarde, en el tiempo de
los emperadores, esto pasó a ser sencillamente un deporte
sangriento que fascinaba a casi todo el mundo, ya que escasas fueron
las voces de protesta. Los gladiadores eran en su mayoría esclavos o
condenados que eran adiestrados en escuelas especiales con el único
fin de dar un buen espectáculo al momento de combatir en la arena.
Los gladiadores podían obtener la libertad si sobrevivían y el público
lo permitía así.
INSTRUMENTOS

INSTRUMENTOS DIRECTOS
Se hace referencia como instrumentos directos, a las herramientas
específicas que dan forma, en este caso al anfiteatro Flavio.
Es difícil enumerar las herramientas que se utilizaban para la
construcción hace casi dos mil años atrás; pero hay que considerar
que eran utilizadas manualmente.
En cuanto a los materiales son también los básicos para toda
construcción, como hormigón, maderas, además de mármoles,
hierros, etc.
INSTRUMENTOS INDIRECTOS
La experiencia de ingeniería que adquirieron los romanos en el uso de
arcos y bóvedas y su experiencia practica en la utilización del
hormigón les permitió crear edificios de formas y dimensiones que los
griegos jamás habrían soñado. Los anfiteatros eran edificios exentos.
Los romanos utilizaron ingeniosamente las hileras de arcos de
hormigón para construir el equivalente a una ladera de colina sobre la
cual descansarían los asientos del auditorio. De este modo pudieron
edificar teatros y anfiteatros en cualquier sitio, incluso en las zonas
mas llanas del desierto.

Constaban de un alto escenario junto a un foso semicircular


(orchestra) y un área circundante de asientos dispuestos en gradas
(cavea). A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes
naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura
de pilares y bóvedas que fueron posibles gracias a una nueva manera
de construir y, de esta manera, pudieron ubicarse en el corazón de
las ciudades.
Es una obra de atrevida ingeniería y de grandes proporciones, donde
los romanos utilizaron con frecuencia el agregado de ladrillo embutido
en una mezcla de la masilla de la cal con polvo de ladrillo o ceniza
volcánica incluyendo a esto el uso de la piedra (travertino) y el
concreto que fueron la base del Coliseo. Además, para aligerar el
peso de las enormes estructuras, encajonaron a menudo tarros de
barro vacíos en las paredes. También utilizaron barras de metal como
refuerzos en el concreto. Esto, junto a la combinación de muros y
vanos se hizo una constante en la arquitectura romana, la que mas
tarde sería a la base de estilos como el gótico y el barroco.
CONCLUSIÓN

En el Coliseo, como en ningún otro edificio, parecen haberse


encarnado la grandeza y majestad del Imperio Romano reflejadas en
la imponente fachada exterior, en la grandiosa gradería del ovalo
interior que circuye la arena del circo, hasta en las venerables ruinas
que hoy exciten.
El Coliseo fue creado para dar a conocer magnificencia, y ha logrado
su objetivo muy bien, pues fue un importante medio para que
emperadores y personalidades se ganaran el cariño, aprecio y respeto
del pueblo romano a cambio del auspicio de una entretención algo
morbosa y sangrienta.
También nos muestra es una obra que representa la manía
edificadora de un pueblo que lo que quería era que Roma fuera el
centro del universo, haciéndolo, en cierto modo, a través de
gigantescas y bellas creaciones arquitectónicas. El Anfiteatro Flavio
es una clara muestra de ello. Demostrando que los romanos eran una
cultura muy vanidosa y con ansiedad de fama, ya que su
preocupación era ser superiores a otras comunidades. Algo parecido,
quizás, al nazismo más contemporáneo.
Este edificio también nos muestra que la arquitectura romana se basa
en un proceso de síntesis. Hombres nutridos de tradiciones estéticas
y técnicas de Grecia supieron resolver los problemas inéditos que
planteaba la nueva sociedad organizada por el genio de Roma. Su
imaginación, servida del proceso técnico, creo formas nuevas, en las
que nunca dejaron de integrar las formas helénicas tradicionales. La
posición que adoptan frente a la construcción del Coliseo nos
asombra por su acento moderno para la época, pero la ejecución que
se caracteriza ordinariamente por el afán de decoración, demuestra
que nunca tuvieron conciencia de una ruptura con el pasado. En este
sentido, su ejemplo es para nosotros, doblemente fructífero, pues
demuestra que la audacia no es incompatible con el respeto a la
tradición.
Finalizando, la imagen actual del Coliseo tiene ahora un mayor valor
en si misma. El lugar que fue escenario de centenares de asesinatos
de gladiadores y de mártires cristianos, se ilumina cada vez que se
condona una pena de muerte en el mundo.
BIBLIOGRAFÍA

1. "El Arte y el Hombre", Huyghe René, Editorial Planeta. 1973,


Barcelona – España.
2. Enciclopedia del Arte "Summa Artis", Tomo V "El arte romano",
José Pijoán, Editorial Espasa-Calpe S.A. 1934, Madrid – España.
3. "Historia del Arte", Eugen Th. Rimli y Karl Fisher, Editorial
Moreton. 1986, Bilbao – España.
4. "Historia Universal del Arte", Gina Pishel, Editorial Noguer.
1967, Barcelona – España.
5. "Arte Romano", Bianchi Ranuccio, Editorial Papillon. 1993, Milan
– Italia.
6. Historia Universal del Arte, José Milicua, Editorial Planeta. 1989,
Madrid España.
7. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana, Tomo V y
XIV. Editorial Espasa-Calpe. 1994, Madrid – España.
8. Revista "En Viaje", Mayo 1951. reportaje: "Las sangrientas
arenas del Coliseo" por Esther Azocar.
9. Enciclopedia multimedia Encarta 2000
10. “Historia del arte “, volumen 2, fascículo 58. Editorial Planeta.

Barcelona,

España.

11. Información Internet


“MIENTRAS EL COLISEO PERMANEZCA EN PIE, ROMA
PERMANECERÁ EN PIE. CUANDO EL COLISEO CAIGA, ROMA
CAERÁ. Y CUANDO ROMA CAIGA, EL MUNDO CAERÁ TAMBIÉN”
(Lord Byron, 1818)

El Anfiteatro Flavio no es una forma común, va más allá de una


hazaña constructiva, en un tiempo muy lejano. Es sentimiento y
símbolo no solo de una cuidad, pueblo o nación, sino del mundo.
Estas son las razones por la cual elegí este objeto conocido
mundialmente.

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