Primer Parcial Grupos
Primer Parcial Grupos
Primer Parcial Grupos
Grupos II
Comisión: 21
Profesor: Santiago Samara
Alumno: Bruno Santiago Spicola
DNI: 42 955 840
Consignas del espacio de teóricos:
1)En relación con la clase teórica 4 a cargo de Cintia Rolón, ensaye una revisión
crítica de la noción de técnica y su relación con los espacios grupales, que contemple
una alternativa a su celebración o repudio y a su afirmación o negación. Reflexione
sobre la propuesta heideggeriana respecto a que “la esencia de la técnica no es nada
técnico” y la relación de la clínica como práctica de las palabras y la mirada, según sus
dimensiones poéticas y estéticas. Una técnica no apresada en los cánones de la
Modernidad y sensible a lo emergente y desmedido.
6) En el texto "El curso de la herida” entrega II (Cintia Rolón, 2020) puede leerse:
"Lo sensible prefiere deslizarse hacia los bordes. Estanciar en los confines. Atisbar el
estuario fronterizo donde convergen las heridas. Esa zona informulada en que se
arremolina el remanente de sobrantes, restantes. Lo que queda. Liquidación en tanto
saldo, baratija. Liquidación: supresión, cancelación de vidas".
A partir de este párrafo, ensaye una breve argumentación que desarrolle lo enunciado
y lo relacione con la noción de precariedad presentada en el teórico 5 a cargo de Cintia
Rolón. Considere en la argumentación las consideraciones tanto orales como en el
texto, asociadas a las lógicas del capital.
En el texto “El curso de la herida” entrega II, Cintia Rolón aclara que “Lo sensible
camina hacia los bordes” (Rolón, El curso de la herida entrega II). Esto se
entiende como una referencia a esas sensibilidades que no ocupan ninguna
centralidad en cuanto al derecho a la protección, al cuidado, a la mirada, así como
tampoco ninguna centralidad en las narrativas hegemónicas, políticas, mediáticas,
universitarias, entre otras tantas. Estos bordes mencionados en el texto marcan
una frontera entre lo visible, lo que percibimos, y lo que permanece borroso. Estas
sensibilidades caminan hacia los bordes porque allí nos encontramos con cuerpos
vulnerables y vulnerados asociados a la enfermedad, el abandono, la vejez, la
migración y los estigmas de una presunta normalidad, siendo echados al olvido
tanto del capital como del Estado ya que como se menciona en el texto: “La fiesta
capitalista se reserva el derecho de admisión. No ingresan el deterioro, la
enfermedad, la vejez, la muerte, contrapartidas denegadas de la utopía de un
mundo feliz” (Rolón, El curso de la herida entrega II). Rolón vincula estas
sensibilidades que caminan hacia los bordes con el concepto de precariedad
tomado de Judith Butler. Tal concepto alude a una ruta posible para ver el común
daño, el común cuidado y la común intemperie. Desde su origen en la figura del
derecho romano, esta noción bordea la lógica de la propiedad ya que contiene una
constelación de significantes asociados a la expropiación y al sufrimiento. Esta
condición precaria consiste en un tipo de vida corporal expuesta y en relación de
dependencia con otros, asociado a la vulnerabilidad física y la posibilidad de daño.
De esta forma, la precariedad rebasa la esfera del individuo y acontece entre los
cuerpos, por lo que se comparte y ocurre de manera diferencial, con distintas
graduaciones en el marco social. Cabe aclarar que Butler diferencia precariedad
de precaridad, considerando a la primera como una noción existencial y común
mientras que la segunda se vincula a la maximización de la vulnerabilidad sujeta a
distribuciones diferenciales. La asignación diferencial de la precaridad hace que
algunas sensibilidades estén más expuestas al daño que otras, es decir que
caminen hacia los bordes. La producción de la precaridad mencionada parte de la
gestión del gobierno sobre la vida, y por lo tanto del trazado jerárquico que se
hace desde las lógicas del capital en el que se diferencia las vidas a proteger y las
vidas a abandonar, aquellos sobrantes que se arremolinan en esa zona
informulada de la que habla Rolon en la cita mencionada en la consigna. De esta
forma Percia señala: “El vocablo desigualdad no alcanza para decir el peor fracaso
de la civilización, la peor miseria de la humanidad” (Percia, Hablas del capital).
Así: “Desigualdades provocan indignaciones, culpas, pudores, rebeliones,
justificaciones, reparaciones, ocultamientos, filantropías, caridades, negaciones”
(Percia, Hablas del capital). Esta desigualdad impresa por las lógicas del capital
constituye, como se menciona más arriba, la asignación diferencial de la
precaridad, la cual genera sobrantes, vidas precarias y existencias segregadas
que caminan hacia los bordes, las cuales son víctimas del ocultamiento y la
negación citados por Percia.