Capacidad para Ser Parte
Capacidad para Ser Parte
Capacidad para Ser Parte
procesal y legitimación
Capacidad para ser parte, capacidad procesal y legitimación es el tema
que vamos a tratar en éste post.
Capacidad procesal
Legitimación
¿Podrás?
Pues no.
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Capacidad procesal
Concepto
¿Dónde se regula?
Por ejemplo, tratándose de entes colectivos, además de las personas jurídicas, válidamente
constituidas y a las que la ley concede personalidad propia, independiente de la de cada uno de
los asociados (artículo 35 del Código Civil), el artículo 6.1.5º de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, permite también ser parte en los procesos a las entidades sin personalidad jurídica a las
que la ley reconozca capacidad para ser parte, capacidad que aparece, pues, condicionada a un
expreso reconocimiento legal, directo o indirecto, de manera que no todos los entes carentes de
personalidad jurídica tienen capacidad procesal, sino solamente aquellos a los que la ley se la
reconozca.
E igualmente a los efectos de poder ser parte demandada se les concede capacidad para ser
parte a otras entidades, como las sociedades irregulares o las uniones sin personalidad, cuya
pluralidad de elementos personales y patrimoniales se pongan al servicio de un fin
determinado, pese a no tener reconocida legalmente esta cualidad, conforme al artículo 6.2
LEC, con el designio de evitar que su falta de constitución en forma como persona jurídica
impida la exigibilidad de las responsabilidades en las que hayan incurrido, sin perjuicio de la
que individualmente pueda corresponder a sus gestores o partícipes, y de dar una mayor
protección a quienes contratan con estos entes sin personalidad jurídica.
Esta capacidad para ser parte constituye un presupuesto procesal, de carácter absoluto e
insubsanable, del que depende la válida constitución de la relación jurídica procesal, cuya
naturaleza de orden público determina que su falta sea apreciable de oficio en cualquier
momento procesal (así lo determina la Sentencia del Tribunal Supremo 873/2002 de 23
septiembre 2002, Rec. 749/1997), como así lo dispone expresamente el artículo 9 de la de la
Ley de Enjuiciamiento Civil.
Por su parte la falta de capacidad procesal entraña algo más, pues supone la capacidad de
personarse e intervenir validamente en el curso de un proceso, y a ella se refiere el artículo 7 de
la LEC.
Esta capacidad para comparecer e intervenir en juicio se reconoce a quienes se encuentren en el
pleno ejercicio de sus derechos civiles.
Finalmente está la legitimación que viene a ser algo así como la aptitud que recae en una
persona para ejercitar la concreta acción que ejercita en el curso del proceso, lo que le
presupone una cierta ascendencia con ese objeto, esto es un título que la ley sustantiva le viene
a reconocer para llevar a cabo su petición. Y a ello se refiere el artículo 10 de la LEC cuando
dice en términos generales que estarán legitimados quienes actúen en el proceso como titulares
de la relación jurídica u objeto litigioso.
Cosa distinta es la capacidad para comparecer en juicio, también llamada capacidad de obrar
procesal a que se refiere el artículo 7 de la LEC, a tenor del cual y más en concreto de su
párrafo 1, sólo podrán comparecer en juicio los que estén en el pleno ejercicio de sus derechos
civiles; aludiendo en los párrafos siguientes, entre otros supuestos, al de la falta de capacidad de
las personas físicas, regulando la representación y la asistencia de éstas.
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Están podrán actuar por sí siempre que estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles. No lo
estarán por tanto los menores de edad no emancipados, los incapacitados o los declarados
pródigos. En estos casos quienes ejerzan su representación legal, por ejemplo los padres que
ostenten la patria potestad, o el tutor en el caso de incapaces sujetos a tutela, o quienes ejerzan
la necesaria autorización o asistencia, por ejemplo los curadores respecto del incapaz, son los
que en interés de aquellos deberán comparecer en juicio.
Hay una regla expresa en el caso del concebido no nacido, en el que se actúa por ficción, y
donde la actuación corresponde a quienes de haber nacido le representaren.
El menor emancipado podrá por sí solo comparecer en juicio por así preverlo de modo
expreso el artículo 323 del Código Civil.
Ello es aplicable también al menor que hubiere obtenido judicialmente el beneficio de la mayor
edad.
Ahora bien, respecto de los mayores de edad y por establecerlo así el artículo 199 del Código
Civil la capacidad se presume y la incapacidad ha de declararse por sentencia, que debe
determinar la extensión y límites de la incapacidad, así como el régimen de tutela o de guarda a
que haya de quedar sometido el incapacitado (artículo 760 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil y artículo 287 del Código Civil).
También conviene precisar algunas supuestos límite, como ocurre en los casos de
modificaciones o pretensiones de pensiones en caso de hijos, ya mayores de edad. En este
sentido es doctrina consolidada, que si se trata de procesos matrimoniales, quienes están
autorizados para comparecer en el curso de los mismos son los cónyuges aunque se trate el
tema de pensiones para hijos mayores de edad.
Cuando la persona física se encuentre en el caso del apartado segundo del artículo anterior y no
hubiere persona que legalmente la represente o asista para comparecer en juicio, el tribunal le
nombrará, mediante providencia, un defensor judicial, que asumirá su representación y defensa
hasta que se designe a aquella persona.
En el caso a que se refiere el apartado anterior y en los demás en que haya de nombrarse un
defensor judicial al demandado, el Ministerio Fiscal asumirá la representación y defensa de éste
hasta que se produzca el nombramiento de aquél.
En todo caso, el proceso quedará en suspenso mientras no conste la intervención del Ministerio
Fiscal.
Correlativamente dispone el artículo 299 bis del Código Civil que: "Cuando se tenga
conocimiento de que una persona debe ser sometida a tutela o curatela y en tanto no recaiga
resolución judicial que ponga fin al procedimiento, asumirá su representación y defensa el
Ministerio Fiscal".
Esta integración en el aspecto pasivo viene a matizarse. Así por ejemplo en el caso de que el
menor o incapaz, no será preciso el control judicial para que el tutor o los padres comparezcan
en su nombre. De hecho la autorización judicial se prevé para el tutor en el artículo 271.6 del
Código Civil para interponer demandas, pero no para contestarlas. En el caso de
reconvenciones creo que sí deberá precisar de la oportuna autorización, pese a que nada se
exponga, ya que la reconvención tiene la condición de una demanda, que tiene de peculiar que
se aprovecha de una previa de la contraparte y que se dilucida en un solo proceso por la
conexión que tiene con la primera demanda.
Por ellas actuarán quienes legalmente les representen. Por tanto habrá que acudir a la ley
reguladora de las concretas personas jurídicas o los Estatutos de las mismas para verificar quien
deberá comparecer en su representación.
Por tanto según el tipo de persona jurídica habrá un tipo de representación distinta. A este
respecto se podrán consultar la regulación sobre asociaciones, fundaciones, colegios
profesionales, sociedades civiles, sociedades mercantiles personalistas o capitalistas...
En realidad las personas jurídicas precisan de personas físicas para poder intervenir en el tráfico
ordinario, tanto social como mercantil, no siendo el proceso una excepción. Tienen en este caso
que actuar a través de los órganos que a tal efecto se le han dado por la ley o por los Estatutos
esta misión de representación. Generalmente lo van a ser los administradores, como sucede en
los casos de sociedades mercantiles capitalistas.
Una cuestión interesante es determinar qué sucede en los supuestos de concurso. Conforme
al artículo 40 de la Ley Concursal 22/2003, en relación con los artículos 3 y 54 LC 22/2003, la
capacidad procesal para intervenir en defensa del patrimonio del concursado y para el ejercicio
de las acciones que no sean personales cuando haya habido la suspensión en las facultades de
administración al deudor, corresponden a la administración concursal.
Si la opción elegida por el Juez del concurso, es meramente la intervención de las operaciones
de la entidad concursada, ésta mantiene sus facultades administrativas, y podrá comparecer por
sí, pero deberá recabar la autorización de la administración concursal.
Dentro del primer supuesto, el caso más típico es el de las herencias yacentes. En estos
supuestos quienes por ley administren aquellas, deberán intervenir en su representación en
juicio.
En estos casos habrá que actuar con conexión entre la norma sustantiva civil y la norma
procesal contenida en el artículo 16 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, dependiendo además del
hecho de cuando se haya producido el deceso del titular del patrimonio.
Así por ejemplo la norma procesal sólo la entiendo de aplicación cuando la muerte haya tenido
lugar en el curso del proceso, pero no antes.
Por tanto esa situación interina y provisional que supone la herencia yacente, es decir, la
existencia de un patrimonio cuyo titular ha fallecido y aun no se han realizado todas las
operaciones para adjudicar a los herederos los mismo, no impide que los procesos que se sigan
con el fallecido se paralicen, o no puedan iniciarse, porque se permite dirigir las actuaciones
contra la herencia yacente, en la persona de sus herederos, y estos pueden iniciar los procesos
necesarios en defensa de la misma. El Código Civil regula de modo muy detallado la
institución del heredero forzoso, estableciendo el artículo 661 del Código Civil que los
herederos suceden al difunto por el hecho solo de su muerte en sus derechos y obligaciones,
estableciéndose por el artículo 989 Código Civil que los efectos de la aceptación se retrotraen al
momento de la muerte del causante, en definitiva se arbitran soluciones para esa situación
provisional.
Desde el momento que se produce el hecho sucesorio, los coherederos tienen una comunidad
hereditaria con derechos indeterminados.
Aceptada conforme al artículo 789 del Código Civil la administración de la herencia yacente, la
función del administrador se centrará en las actuaciones propias de la custodia, administración
y conservación del caudal hereditario, pudiendo existir un albacea designado en el testamento o
incluso un administrador a tal efecto previsto por el testador.
Conforme al artículo 7 de la Ley de Enjuiciamiento Civil en este grupo se hace una distinción,
según sean entes sin personalidad jurídica, pero a quienes la ley le otorgue expresa facultad
para comparecer en juicio, en cuyo caso serán las personas que la ley designa como sus
representantes quienes deberán actuar por ellas, o se traten de elementos personales y
patrimoniales puestos al servicio de un fin determinado aunque carentes de personalidad, que
sean responsables de la producción de daños a los consumidores, que actuarán a través de
aquellas personas que hayan actuado en su nombre frente a terceros.
Conviene recordar la novedad que la Ley de Enjuiciamiento Civil ha supuesto respecto del
proceso monitorio regulado en el artículo 21 de la Ley de Propiedad Horizontal al permitir al
administrador de la Comunidad la posibilidad de presentar demandas monitorias en nombre de
la Comunidad, si bien ya debe advertirse que esta posibilidad de actuación no puede ir más
lejos, por cuanto nada se prevé al respecto, por no ostentar la representación de la Comunidad
conforme a la ley, de modo que en caso de oposición del deudor, la posibilidad de actuar en el
curso del proceso que se tramitará por las reglas del verbal, por lo general, deberá reconducirse
a las reglas generales de representación de la Comunidad.
Igualmente se integran dentro de este grupo, las urbanizaciones privadas, a las que se hace
referencia en el artículo 24 de la Ley de Propiedad Horizontal, o los patrimonios especiales de
personas discapacitadas a los que se refiere la Ley 41/2003, de 18 de noviembre, de Protección
Patrimonial de las Personas con discapacidad.
Ejemplos de las segundas pueden ser las sociedades civiles irregulares, esto es aquellas que
caracterizadas por algunos de los requisitos derivados del contrato de sociedad, sin embargo
adolecen de la carencia de algún requisito consustancial, o las ocultas, entendiendo por tales
aquellas cuyos pactos permanezcan en secreto, y no hayan sido objeto de la oportuna
publicidad.
Conviene en este caso diferenciar este tipo de entes de las Comunidades de Bienes, o con las
sociedades civiles, de las que podemos extraer algunos datos diferenciadores de éstas últimas
cuando por falta de requisitos para considerarse sociedades se convierten en entes sin
personalidad jurídica.
A este respecto reseño la Sentencia del Tribunal Supremo de 24 de julio de 1993, rec.
3321/1990, como representación de la doctrina jurisprudencial sobre el particular.
"Si bien resulta a veces dificultoso diferenciar entre comunidad de bienes y el contrato de
sociedad, la Jurisprudencia de esta Sala ha ido precisando las características que distinguen
una y otra figura jurídica, ya que si bien son coincidentes en darse una situación de voluntades
en unión, no lo son en cuanto a sus fines y operatividad.
En esta situación pueden encontrarse las sociedades mercantiles por ejemplo que o bien no
accedieron al Registro Mercantil, o que posteriormente desparecieron del mismo por el motivo
que fuera.
Recuerde que...
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Capacidad procesal
Concepto
¿Dónde se regula?
Por ejemplo, tratándose de entes colectivos, además de las personas jurídicas, válidamente
constituidas y a las que la ley concede personalidad propia, independiente de la de cada uno de
los asociados (artículo 35 del Código Civil), el artículo 6.1.5º de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, permite también ser parte en los procesos a las entidades sin personalidad jurídica a las
que la ley reconozca capacidad para ser parte, capacidad que aparece, pues, condicionada a un
expreso reconocimiento legal, directo o indirecto, de manera que no todos los entes carentes de
personalidad jurídica tienen capacidad procesal, sino solamente aquellos a los que la ley se la
reconozca.
E igualmente a los efectos de poder ser parte demandada se les concede capacidad para ser
parte a otras entidades, como las sociedades irregulares o las uniones sin personalidad, cuya
pluralidad de elementos personales y patrimoniales se pongan al servicio de un fin
determinado, pese a no tener reconocida legalmente esta cualidad, conforme al artículo 6.2
LEC, con el designio de evitar que su falta de constitución en forma como persona jurídica
impida la exigibilidad de las responsabilidades en las que hayan incurrido, sin perjuicio de la
que individualmente pueda corresponder a sus gestores o partícipes, y de dar una mayor
protección a quienes contratan con estos entes sin personalidad jurídica.
Esta capacidad para ser parte constituye un presupuesto procesal, de carácter absoluto e
insubsanable, del que depende la válida constitución de la relación jurídica procesal, cuya
naturaleza de orden público determina que su falta sea apreciable de oficio en cualquier
momento procesal (así lo determina la Sentencia del Tribunal Supremo 873/2002 de 23
septiembre 2002, Rec. 749/1997), como así lo dispone expresamente el artículo 9 de la de la
Ley de Enjuiciamiento Civil.
Por su parte la falta de capacidad procesal entraña algo más, pues supone la capacidad de
personarse e intervenir validamente en el curso de un proceso, y a ella se refiere el artículo 7 de
la LEC.
Esta capacidad para comparecer e intervenir en juicio se reconoce a quienes se encuentren en el
pleno ejercicio de sus derechos civiles.
Finalmente está la legitimación que viene a ser algo así como la aptitud que recae en una
persona para ejercitar la concreta acción que ejercita en el curso del proceso, lo que le
presupone una cierta ascendencia con ese objeto, esto es un título que la ley sustantiva le viene
a reconocer para llevar a cabo su petición. Y a ello se refiere el artículo 10 de la LEC cuando
dice en términos generales que estarán legitimados quienes actúen en el proceso como titulares
de la relación jurídica u objeto litigioso.
Cosa distinta es la capacidad para comparecer en juicio, también llamada capacidad de obrar
procesal a que se refiere el artículo 7 de la LEC, a tenor del cual y más en concreto de su
párrafo 1, sólo podrán comparecer en juicio los que estén en el pleno ejercicio de sus derechos
civiles; aludiendo en los párrafos siguientes, entre otros supuestos, al de la falta de capacidad de
las personas físicas, regulando la representación y la asistencia de éstas.
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Están podrán actuar por sí siempre que estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles. No lo
estarán por tanto los menores de edad no emancipados, los incapacitados o los declarados
pródigos. En estos casos quienes ejerzan su representación legal, por ejemplo los padres que
ostenten la patria potestad, o el tutor en el caso de incapaces sujetos a tutela, o quienes ejerzan
la necesaria autorización o asistencia, por ejemplo los curadores respecto del incapaz, son los
que en interés de aquellos deberán comparecer en juicio.
Hay una regla expresa en el caso del concebido no nacido, en el que se actúa por ficción, y
donde la actuación corresponde a quienes de haber nacido le representaren.
El menor emancipado podrá por sí solo comparecer en juicio por así preverlo de modo
expreso el artículo 323 del Código Civil.
Ello es aplicable también al menor que hubiere obtenido judicialmente el beneficio de la mayor
edad.
Ahora bien, respecto de los mayores de edad y por establecerlo así el artículo 199 del Código
Civil la capacidad se presume y la incapacidad ha de declararse por sentencia, que debe
determinar la extensión y límites de la incapacidad, así como el régimen de tutela o de guarda a
que haya de quedar sometido el incapacitado (artículo 760 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil y artículo 287 del Código Civil).
También conviene precisar algunas supuestos límite, como ocurre en los casos de
modificaciones o pretensiones de pensiones en caso de hijos, ya mayores de edad. En este
sentido es doctrina consolidada, que si se trata de procesos matrimoniales, quienes están
autorizados para comparecer en el curso de los mismos son los cónyuges aunque se trate el
tema de pensiones para hijos mayores de edad.
Cuando la persona física se encuentre en el caso del apartado segundo del artículo anterior y no
hubiere persona que legalmente la represente o asista para comparecer en juicio, el tribunal le
nombrará, mediante providencia, un defensor judicial, que asumirá su representación y defensa
hasta que se designe a aquella persona.
En el caso a que se refiere el apartado anterior y en los demás en que haya de nombrarse un
defensor judicial al demandado, el Ministerio Fiscal asumirá la representación y defensa de éste
hasta que se produzca el nombramiento de aquél.
En todo caso, el proceso quedará en suspenso mientras no conste la intervención del Ministerio
Fiscal.
Correlativamente dispone el artículo 299 bis del Código Civil que: "Cuando se tenga
conocimiento de que una persona debe ser sometida a tutela o curatela y en tanto no recaiga
resolución judicial que ponga fin al procedimiento, asumirá su representación y defensa el
Ministerio Fiscal".
Esta integración en el aspecto pasivo viene a matizarse. Así por ejemplo en el caso de que el
menor o incapaz, no será preciso el control judicial para que el tutor o los padres comparezcan
en su nombre. De hecho la autorización judicial se prevé para el tutor en el artículo 271.6 del
Código Civil para interponer demandas, pero no para contestarlas. En el caso de
reconvenciones creo que sí deberá precisar de la oportuna autorización, pese a que nada se
exponga, ya que la reconvención tiene la condición de una demanda, que tiene de peculiar que
se aprovecha de una previa de la contraparte y que se dilucida en un solo proceso por la
conexión que tiene con la primera demanda.
Por ellas actuarán quienes legalmente les representen. Por tanto habrá que acudir a la ley
reguladora de las concretas personas jurídicas o los Estatutos de las mismas para verificar quien
deberá comparecer en su representación.
Por tanto según el tipo de persona jurídica habrá un tipo de representación distinta. A este
respecto se podrán consultar la regulación sobre asociaciones, fundaciones, colegios
profesionales, sociedades civiles, sociedades mercantiles personalistas o capitalistas...
En realidad las personas jurídicas precisan de personas físicas para poder intervenir en el tráfico
ordinario, tanto social como mercantil, no siendo el proceso una excepción. Tienen en este caso
que actuar a través de los órganos que a tal efecto se le han dado por la ley o por los Estatutos
esta misión de representación. Generalmente lo van a ser los administradores, como sucede en
los casos de sociedades mercantiles capitalistas.
Una cuestión interesante es determinar qué sucede en los supuestos de concurso. Conforme
al artículo 40 de la Ley Concursal 22/2003, en relación con los artículos 3 y 54 LC 22/2003, la
capacidad procesal para intervenir en defensa del patrimonio del concursado y para el ejercicio
de las acciones que no sean personales cuando haya habido la suspensión en las facultades de
administración al deudor, corresponden a la administración concursal.
Si la opción elegida por el Juez del concurso, es meramente la intervención de las operaciones
de la entidad concursada, ésta mantiene sus facultades administrativas, y podrá comparecer por
sí, pero deberá recabar la autorización de la administración concursal.
Dentro del primer supuesto, el caso más típico es el de las herencias yacentes. En estos
supuestos quienes por ley administren aquellas, deberán intervenir en su representación en
juicio.
En estos casos habrá que actuar con conexión entre la norma sustantiva civil y la norma
procesal contenida en el artículo 16 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, dependiendo además del
hecho de cuando se haya producido el deceso del titular del patrimonio.
Así por ejemplo la norma procesal sólo la entiendo de aplicación cuando la muerte haya tenido
lugar en el curso del proceso, pero no antes.
Por tanto esa situación interina y provisional que supone la herencia yacente, es decir, la
existencia de un patrimonio cuyo titular ha fallecido y aun no se han realizado todas las
operaciones para adjudicar a los herederos los mismo, no impide que los procesos que se sigan
con el fallecido se paralicen, o no puedan iniciarse, porque se permite dirigir las actuaciones
contra la herencia yacente, en la persona de sus herederos, y estos pueden iniciar los procesos
necesarios en defensa de la misma. El Código Civil regula de modo muy detallado la
institución del heredero forzoso, estableciendo el artículo 661 del Código Civil que los
herederos suceden al difunto por el hecho solo de su muerte en sus derechos y obligaciones,
estableciéndose por el artículo 989 Código Civil que los efectos de la aceptación se retrotraen al
momento de la muerte del causante, en definitiva se arbitran soluciones para esa situación
provisional.
Desde el momento que se produce el hecho sucesorio, los coherederos tienen una comunidad
hereditaria con derechos indeterminados.
Aceptada conforme al artículo 789 del Código Civil la administración de la herencia yacente, la
función del administrador se centrará en las actuaciones propias de la custodia, administración
y conservación del caudal hereditario, pudiendo existir un albacea designado en el testamento o
incluso un administrador a tal efecto previsto por el testador.
Conforme al artículo 7 de la Ley de Enjuiciamiento Civil en este grupo se hace una distinción,
según sean entes sin personalidad jurídica, pero a quienes la ley le otorgue expresa facultad
para comparecer en juicio, en cuyo caso serán las personas que la ley designa como sus
representantes quienes deberán actuar por ellas, o se traten de elementos personales y
patrimoniales puestos al servicio de un fin determinado aunque carentes de personalidad, que
sean responsables de la producción de daños a los consumidores, que actuarán a través de
aquellas personas que hayan actuado en su nombre frente a terceros.
Conviene recordar la novedad que la Ley de Enjuiciamiento Civil ha supuesto respecto del
proceso monitorio regulado en el artículo 21 de la Ley de Propiedad Horizontal al permitir al
administrador de la Comunidad la posibilidad de presentar demandas monitorias en nombre de
la Comunidad, si bien ya debe advertirse que esta posibilidad de actuación no puede ir más
lejos, por cuanto nada se prevé al respecto, por no ostentar la representación de la Comunidad
conforme a la ley, de modo que en caso de oposición del deudor, la posibilidad de actuar en el
curso del proceso que se tramitará por las reglas del verbal, por lo general, deberá reconducirse
a las reglas generales de representación de la Comunidad.
Igualmente se integran dentro de este grupo, las urbanizaciones privadas, a las que se hace
referencia en el artículo 24 de la Ley de Propiedad Horizontal, o los patrimonios especiales de
personas discapacitadas a los que se refiere la Ley 41/2003, de 18 de noviembre, de Protección
Patrimonial de las Personas con discapacidad.
Ejemplos de las segundas pueden ser las sociedades civiles irregulares, esto es aquellas que
caracterizadas por algunos de los requisitos derivados del contrato de sociedad, sin embargo
adolecen de la carencia de algún requisito consustancial, o las ocultas, entendiendo por tales
aquellas cuyos pactos permanezcan en secreto, y no hayan sido objeto de la oportuna
publicidad.
Conviene en este caso diferenciar este tipo de entes de las Comunidades de Bienes, o con las
sociedades civiles, de las que podemos extraer algunos datos diferenciadores de éstas últimas
cuando por falta de requisitos para considerarse sociedades se convierten en entes sin
personalidad jurídica.
A este respecto reseño la Sentencia del Tribunal Supremo de 24 de julio de 1993, rec.
3321/1990, como representación de la doctrina jurisprudencial sobre el particular.
"Si bien resulta a veces dificultoso diferenciar entre comunidad de bienes y el contrato de
sociedad, la Jurisprudencia de esta Sala ha ido precisando las características que distinguen
una y otra figura jurídica, ya que si bien son coincidentes en darse una situación de voluntades
en unión, no lo son en cuanto a sus fines y operatividad.
En esta situación pueden encontrarse las sociedades mercantiles por ejemplo que o bien no
accedieron al Registro Mercantil, o que posteriormente desparecieron del mismo por el motivo
que fuera.
Recuerde que...
Son aquellas que inician el procedimiento judicial para que se resuelva su conflicto o controversia.
Se denominará demandado/demandante en un procedimiento civil o denunciado/denunciante y
querellado/querellante en los procesos penales.
Abogados y procuradores
Son los profesionales que intervienen en un juicio. A veces es preceptivo (obligatorio y regulado
por la ley) y otras es opcional. Pueden ser particulares de las partes o designados de oficio (cuando
son obligatorios y las personas no designan uno de forma particular). Éstos últimos podrían ser
gratuitos siempre que el ciudadano que lo pida tenga el reconocimiento del derecho a asistencia
jurídica gratuita.
Jueces
Son los funcionarios públicos encargados de resolver las controversias surgidas entre las partes y
de emitir una resolución de obligado cumplimiento, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado.
Son también funcionarios públicos y dirigen la Oficina Judicial y la ordenación de los procesos.
Fiscales
Dependen del Ministerio Fiscal de España y son un órgano con personalidad jurídica propia. Su
función es promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad y del interés público. Podrán
hacerlo de oficio o a petición de los interesados.
Peritos
Son los profesionales con conocimientos específicos sobre una materia (que el juez puede
desconocer) y que le dan una información especializada y fundamentada con el fin de ayudarle a
tomar una decisión. Pueden ser nombrados por el propio juez o propuestos por las partes. Pueden
ser, por ejemplo, médicos, peritos de vehículos, o arquitectos.
Intervienen cuando se deban realizar traducciones e interpretaciones juradas, como por ejemplo
cuando un denunciado no conoce el idioma por ser extranjero.
Testigos
Son las personas propuestas por las partes para que declaren ante el juez por unos hechos que
conocen y que son considerados relevantes para la resolución del asunto objeto de controversia.
Dicha declaración recibe el nombre de testimonio.
Jurado
Son los ciudadanos que valoran lo sucedido en el proceso y emiten un veredicto. Son personas que
no tienen conocimientos de derecho. Es el juez el que dictará la sentencia.