Actitud Segura en El Hogar

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Actitud segura en el hogar

1 JUAN 1.9
1 Juan 1.9 
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Muy buenas tardes a todos nuestros amigos que miran martes con
martes estas trasmisiones de bendición en los matrimonios y gracias a
Dios por la vida de cada uno de los integrantes de esta sociedad de
matrimonio perseverante.
Hoy quiero hablarles de una palabra que siempre se confunde, porque
es similar su escritura a otra y esta se debe por una solo letra, P en vez
de C.
La palabra actitud con C, que no va en dirección a algún talento en
especial, sino más bien, al carácter, y la forma en que vivimos a
través de nuestro temperamento.
Es muy claro que cuando nos casamos, nuestra pareja se fijó en
nuestra forma de ser y actuar.
Estos dos resultados de nuestra actitud ante la vida.

Y esta actitud, que tenemos o hemos formado dentro de casa, y


también fuera de casa, no siempre se nota, pero tiene deficiencias.
Y esto lo sabemos al paso de los días, meses, años al convivir con
nuestra pareja.
Y se llega el momento en que se logra armonizar de forma
sorprendente ambos carácter, y hacemos que se mire un hogar.

Y cuando eso sucede quiere decir que hay aceptación de todo lo


que es papa y lo que es mama, hecha las correcciones.

De tal manera que cuando llega los hijos, ellos serán sometidos, a
los limites, y acciones que en casa hay.
Por ello muchas veces escuchamos decir en radio pasillo “Las
acciones de los hijos es la réplica, de las acciones de sus padres”.

Asi llegamos a tener familias honorables, moralmente hablando, que


se aseguran de vivir delante de las personas ajenas a la familia, con los
límites de acciones que ya se ha aprobado en el hogar.
Pero Juan añade una extraordinaria dirección, al hablar de nuestra
actitud que puede ser muy buena y aceptable, por nosotros como
matrimonio, o por la sociedad.

1 Juan 1.9 
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

1. Que, a pesar de nuestras buenas actitudes de convivencia, y


relaciones familiares, es necesario hacer saber en nuestro hogar,
que vivimos bajo las condiciones del pecado… Si confesamos
nuestros pecados.

- Hay la necesidad de llegar a Jesús, en todo momento.


- Hay que enseñar en el hogar no solo a dar gracias a Dios,
sino también a confesar nuestras acciones, que muchas veces
nadie se entera, pero son ofensivas a Dios.
- La condición de pecado, se entiende inmediatamente, cuando
hemos recibido a Dios en nuestra vida, si un hijo, o integrante
de la familia aún no ha recibido a Cristo como su único y
suficiente salvador, es necesario y prioridad familiar hacerle
saber, que no puede seguir viviendo lejos de Dios,
porque eso es vivir en el pecado. Y pecadores no heredaran el
reino de los cielos.

2. Juan también sugiere que hay que asegurarnos de tener una


actitud de perdón en el hogar… Él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad.

- Cuando nuestro referente familiar, traspasa los parámetros


morales de las personas, y decidimos ser guiados por las
leyes de Dios, estas parecerán inalcanzables, claro que no es
fácil.
- Y en muchos momentos de la etapa familiar, vamos hallar
muchos tropiezos a veces, tropiezotes… pero también la
familia debe mostrar en todo momento aun Dios fiel con su
pueblo y justo a pesar de nuestras derrotas, que terminan
siendo enseñanzas invaluables y no como familiar sin
Cristo, solo amarga experiencia.
- Entonces el perdón, se entenderá como la necesidad en la
familia, y estará en el primer lugar en nuestro hogar, porque
buscaremos más que agradar a esposa o esposo, a padre o
a mama, sino que buscaremos agradar a Dios, esta actitud
es la que tiene que haber en nuestro hogar.
- Si nuestra familia, aun no llega caminar con esta actitud, es
porque aún falta cosas por hacer, pero no se desanime, hay
que avanzar, y cuando esto se logre todas las cosas que
sobrevenga a nuestro hogar serán, siempre para la gloria y
honra de nuestro buen Dios.
- Y satanás no tendrá jamás el control de nuestro hogar por
ningún momento.

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