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Esquema Mariología Síntesis

María es presentada en la Sagrada Escritura como figura fundamental en el misterio de Cristo y la Iglesia. Los evangelios, especialmente Lucas y Mateo, destacan su papel como Madre de Dios y discípula ejemplar. Su sí al ángel en la Anunciación inicia la obra salvífica de Jesús. En el Calvario, Juan la describe como la nueva Eva y madre de los creyentes. Los textos bíblicos también encuentran en mujeres del Antiguo Testamento un preanuncio de María y su maternidad divina.

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Esquema Mariología Síntesis

María es presentada en la Sagrada Escritura como figura fundamental en el misterio de Cristo y la Iglesia. Los evangelios, especialmente Lucas y Mateo, destacan su papel como Madre de Dios y discípula ejemplar. Su sí al ángel en la Anunciación inicia la obra salvífica de Jesús. En el Calvario, Juan la describe como la nueva Eva y madre de los creyentes. Los textos bíblicos también encuentran en mujeres del Antiguo Testamento un preanuncio de María y su maternidad divina.

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MARÍA

en el misterio de Cristo y de la Iglesia

1. María en la Sagrada Escritura

1. 1. Antiguo Testamento.
 Cuestión sobre la presencia de María en el AT.
- Lectura unitaria de la Sagrada Escritura.
- La Tradición viva de la Iglesia.
- La analogía de la fe.

a) Presencia tipológica.
 Mujeres del AT: Eva (Gn 3, 15 [protoevangelio]. 20 [Madre de todos los vivientes]);
Sara, Ana (la madre de Samuel), Débora, Rut, Judit y Ester entre otras [paradoja de
la manifestación de la omnipotencia divina]. Lucas descubre esta presencia en
referencia a Sara (Nada hay imposible para Dios; Gn 18, 14 y Lc 1, 37); Judit
(Bendita tú entre las mujeres; Jd 13, 18-19 y Lc 1, 42).
 La gebirah (dueña): la madre del rey. Jer 13, 18 (Tu madre dio a luz); Betsabé,
madre de Salomón, ante la cual éste se postra y la entroniza (1 Re 2, 12-20). Dos
evangelistas descubren esta relación: Mt 1, 22-23; 2, 11; Lc 1, 32-33; 1, 43.
 Hija de Sión: resto de Israel que probado en el sufrimiento es portador de una nueva
esperanza (Miq 1, 13; 4, 10ss; Sof 3, 13-17; Joel 2, 21-23; Zac 2, 14; 9, 9; Is 12, 6;
44, 23; 49, 13; 52, 1-2). En relación a este tipo se hallan los de Israel como Esposa
de Yahvé, la Madre-Sión y la Virgen Hija de Sión o Virgen Israel. A la luz de esta
prefiguración se descubre la relación de María con Israel y la Iglesia así como su
maternidad divina (Cristo) y espiritual (Iglesia-Calvario).
 Tienda del encuentro-Arca de la Alianza: morada de Dios en medio de su pueblo. Lc
1, 39-44 aplica esta relación. Paralelismo con Éx 40 y la traslación del arca.
 Jd 15, 9 (acomodaticio): Tú eres la gloria de Jerusalén…
 Prov 8 y Eclo 24 (acomodaticio): trono de la Sabiduría; predestinación en vista de la
redención.
 Cantar de los Cantares (discutido): gran importancia en liturgia, iconografía y
literatura.

b) Presencia profética.
 Desde el valor mesiánico de la profecía se deduce su sentido mariológico.
 Gn 3, 15:
- Protoevangelio.
- Elección en Cristo; enemistad con el Maligno; cooperación en la redención.
 Is 7, 14:
- Hijo-Mesías-Emmanuel.
- ‘Almâh: joven virgen-doncella
- Signo: milagro de poder: una virgen concebirá sin dejar de serlo.
- Mt 1, 22-23 y Lc 1, 31 interpretan Is 7, 14 como profecía de la concepción
virginal de Jesús.
 Miq 5, 2:
- Paralelismo con Lc 2, 4-14; interpretado mesiánicamente por Mt 2, 6 y Jn 7, 42.
- Dará a luz al que apacentará a su pueblo Israel.

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1. 2. Nuevo Testamento.

 Escasez de textos, pero de valor fundamental.


 María no desde la abstracción sino desde la concreción histórico-humana.
 Tres etapas:
- Sobriedad densa (Gál y Mc).
- Lectura más desarrollada (Mt y Lc).
- Búsqueda del significado de la obra de Jesús en María para la Iglesia (Jn y Ap).
 Gálatas 4, 4-5.
- Con esta cita comienza el c. VIII de la Lumen Pentium y la Redemptoris Mater.
- Texto mariano más primitivo.
- Kénosis del Hijo de Dios.
- María es Madre del Hijo enviado por Dios que libera del pecado y obtiene la
filiación divina para los hombres por la donación del Espíritu (contexto trinitario y
soteriológico).

 Marcos 3, 31-35 y paralelos (Mt 12, 46-50; Lc 8, 19-21).


- Por su apariencia contradictoria algunos lo refieren como textos antimarianos.
- Verdadero sentido en el contexto de la enseñanza de Jesús: superación de los lazos
carnales para ser discípulo suyo desde el nuevo orden de valores que imprime el
cumplimiento de la voluntad divina.
- La maternidad de María se redimensiona desde la primacía de este nuevo orden de
valores de modo que ella se presenta como la discípula fiel y la creyente perfecta
(cf. S. Agustín).

 Los evangelios de la infancia (Mt 1-2; Lc 1-2)


- Los textos que contienen más noticias sobre María.
- No son leyendas sino narraciones que parten de un núcleo histórico iluminado por
los redactores mediante las profecías y prefiguraciones del AT.
 Mateo
- Su principal objetivo es confesar que Jesús es el destinatario de las promesas
hechas a Abrahán y el Mesías davídico. En este contexto María aparece siempre
junto a su Hijo como la Madre del Mesías-Rey (gebirah), especialmente a partir
del relato de la adoración de los Magos o la culminación de la genealogía.
- La concepción virginal de Jesús por María por obra del Espíritu Santo es un tema
fundamental que Mt pretende dejar bien claro especialmente en el relato del sueño
de José.
 Lucas
- Ofrece un perfil detallado de la Virgen subrayando su implicación activa,
fundamental y responsable en el misterio de la salvación, especialmente en el
relato de la anunciación (vocación-alianza), donde se descubre a María como a la
Hija de Sión llamada a ser Madre del Rey-Salvador y para lo cual goza de una
condición especial como llena de gracia (kejaritomene).
- Desde el trasfondo de Sof 3, 15-17/Is 12, 6/Éx 33, 3 y 34 9 se descubre a María en
relación a la temática de la presencia de Yahvé en la tienda y en el arca de la
alianza.
- El diálogo con el ángel deja bien claro tanto la identidad divina del hijo de María,
al subrayar la concepción virginal, así como su identidad mesiánica a la luz del
oráculo de Natán (2 Sam 7, 9-16).

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- El consentimiento de María al anuncio declara su libre y consciente colaboración a
la obra de la salvación, de la cual se descubre como instrumento (cf. Magnificat)
según la temática de los siervos del Señor.
- El relato de la visitación halla su analogía en el traslado del arca de alianza (2 Sam
6, 1-16), 1 Cr 15, 25ss. Mientras la bendición de Isabel recuerda la de Ozías a
Judit (Jud 13, 18-19), el modo de dirigirse a María como Madre de mi Señor
denota la temática de la gebirah. La felicitación a María por haber creído subraya
la condición de creyente perfecta que ha de ser relacionada con otros pasajes
lucanos en los que Jesús llama bienaventurados a los que escuchan y cumplen la
Palabra (8, 19-21; 11, 27-28).
- El himno del Magnificat revela a la verdadera Hija de Sión que exulta de gozo por
la misericordia de Dios, evocando de nuevo el espíritu del resto de Israel, del
pobre y humilde (sierva) que pone su confianza en Dios como único liberador de
su pueblo.
- En la presentación de Jesús al templo se descubre la actitud oferente y generosa de
la Virgen al ofrecer su Hijo al Padre.
- En la profecía de Simeón, donde el destino de la Madre se profetiza junto al de su
Hijo, la enigmática espada que atravesará su corazón puede adquirir varios
significados: la suerte de la verdadera Hija de Sión, su camino personal de
creyente y su unión en la muerte redentora de su Hijo.
- Por dos veces Lucas nos dice que María conservaba todo lo referido a su Hijo en
el corazón (adoración de los pastores, 2, 19; hallazgo de Jesús en el templo, 2, 35).
En la línea del AT (Dt 7, 17-19; 32, 7) María contempla y profundiza en el sentido
del misterio de Cristo, del cual se constituye en testigo, intérprete y fuente de
información fundamental para la comunidad primitiva.
- La presencia de María en Pentecostés no sólo manifiesta la distinción singular que
la comunidad primitiva daba a María sino sobre todo el hecho de que así como
ella aparece al inicio de la vida de Cristo y este inicio se entiende bajo la acción
del Espíritu Santo, así también aparece en relación al inicio de la Iglesia que,
igualmente, acontece por la acción del Espíritu. El misterio de Cristo y de la
Iglesia se entienden así desde la continuidad que supone la acción del Espíritu
Santo y el munus materno de la Virgen.

 Juan
- Presenta a María en dos textos fundamentales para comprender el misterio de la
salvación operado por Cristo (las bodas de Caná y el Calvario).
- La maternidad divina de María se extiende espiritualmente a la Iglesia en el
trasfondo de la cooperación en la obra de la redención.
- La figura de María ha de ser comprendida en relación a la Iglesia en sentido
materno-espiritual y tipológico.
- Supuesta la lectura en singular de Jn 1, 13 en el prólogo del ev. de Jn estaríamos
ante la afirmación de la concepción virginal de Jesús; y si el término sangre se
comprende en plural se confirmaría el nacimiento virginal de Jesús.
- El relato de las bodas de Caná, sin carecer de fundamento histórico, es de gran
calado simbólico. El tercer día, por ej., relaciona el contenido teológico del
milagro con la entrega de la ley en el Sinaí y la resurrección de Jesús.
Epifánicamente se revela la identidad y la misión de Jesús en el trasfondo de las
bodas mesiánicas que se cumplirán en la hora suprema de Jesús (su Pascua) y en
las que se manifiesta como el Esposo de la nueva y eterna alianza establecida con
su Esposa la Iglesia. En este sentido el peso teológico de María no se limita a

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significar su poder intercesor. El título de Mujer aplicado a su Madre, la
intervención de ésta y la respuesta de su hijo significan a María como la
colaboradora de Jesús en la obra mesiánica de la nueva alianza, apuntando a la
mujer de Gén 3, 15 y a la de Jn 19, 25-27 y Ap 12, en clara conexión con el
misterio de la Iglesia en cuanto a la maternidad espiritual y la tipología.
- Jn 19, 25-27 ha de entenderse en el contexto de la culminación de la manifestación
de Jesús iniciada en las bodas de Caná. En la Mujer del Calvario se descubre a la
nueva Eva (Gn 3, 15), verdadera madre de los vivientes (Gn 3, 20); la Hija de
Sión, madre del nuevo pueblo de Dios (Is 26, 17-21; 66, 7-8); la Jerusalén-Madre
de los dispersos hijos de Dios que ahora son reunidos en el templo de la nueva
alianza que es Jesús (Is 60, 4). Todas estas tipologías apuntan a la maternidad
espiritual-eclesial de la Virgen, la cual, sin haber sufrido los dolores del parto por
el nacimiento de Cristo, ahora los experimenta espiritualmente por el nacimiento
de su cuerpo místico, la Iglesia. Ésta, como cada creyente en concreto,
identificándose en el discípulo amado acoge a María como un bien fundamental
para su existencia proveniente del mismo Cristo.
- Tanto en el pasaje de las bodas de Caná como al pie de la cruz, la imagen de la
Virgen no sólo brilla por su cooperación en el misterio de la redención obrado por
su Hijo y su relación materno-espiritual con la Iglesia, sino además por su fe
inmensa e inquebrantable.

 Apocalipsis.
- La Mujer del Apocalipsis significa al mismo tiempo a la Iglesia y a María bajo la
perspectiva de la maternidad, la cual arranca de la tipología de la Hija de Sión y de
Gn 3, 1-5.
- Juan interpreta alegóricamente a la Iglesia (sentido primario del texto) con los
rasgos de la Virgen María, la cual brilla para la primera como señal de segura
esperanza en la participación plena de la victoria del Cordero sobre los poderes del
mal.
- El sentido mariológico de la Mujer del Apocalipsis ha de verse igualmente a la luz
del significado de la Mujer al pie de la cruz en cuanto a la participación en los
dolores de Cristo y en la maternidad espiritual respecto a los miembros de la
Iglesia.

2. La fe de la Iglesia en María.

 Maternidad verdadera, virginal y divina de María: la Theotókos.


- Con el apelativo verdadera aplicado a la maternidad de María con respecto a Jesús
se confiesa que el Verbo eterno ha asumido realmente su carne, mientras que el de
virginal reconoce que la concepción de éste no fue por concurso de varón sino por
obra del Espíritu Santo; y divina, porque por la unión hipostática del Verbo
encarnado María es verdaderamente Madre de Dios.
- La fe en esta maternidad única e irrepetible halla su primer fundamento en la
Sagrada Escritura (evangelios de la infancia), siendo profundizada por los Santos
Padres en contra de herejías como el docetismo, gnosticismo y arrianismo;
confesada por los símbolos niceno (325) y constantinopolitano (381) y proclamada
solemnemente por el Concilio de Éfeso (431), rechazando la doctrina errónea de
Nestorio y confirmando la de Cirilo de Alejandría. Calcedonia (451) subrayaría de
nuevo la definición efesina pero aclarando todavía más la consistencia de la
maternidad divina: generación del Verbo no desde la eternidad según la divinidad

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(engendrado por el Padre) sino en el tiempo según la humanidad (engendrado por
María).
- La definición dogmática de la maternidad divina nos hace comprender cómo
María es clave fundamental para comprender rectamente la fe cristológica.

 Virginidad perpetua de María: la siempre Virgen.


- Con este título la Iglesia confiesa la virginidad perpetua o integral de María, es
decir: antes, en y después del parto.
- La virginidad antes del parto es índice de la naturaleza divina de Cristo en
cuanto que confirma que fue engendrado por obra del Espíritu Santo en María
sin concurso de varón. Tanto Mt como Lc lo dejan bien claro.
- La virginidad en el parto es índice del origen sobrenatural del hijo concebido por
María [signo de la divinidad de Cristo], lo cual no ha de confundirse con el
docetismo. La razón del prodigio de la virginidad en el parto no es un capricho
biológico sino un don proveniente de la divinidad del engendrado (LG 57: él no
disminuyó su virginidad integral sino que la consagró) y un anuncio protético
de la nueva creación inaugurada por Cristo que apunta como signo la ausencia
de dolor, de efusión de sangre y de lesión física en el parto [signo profético en
perspectiva soteriológica-escatológica]. Los Santos Padres también descubrían
en el parto virginal un signo profético de la resurrección de Cristo. La virginidad
en el parto se fundamenta en textos bíblicos como Is 7, 14 y Jn 1, 13; siendo
confesada por la Iglesia desde muy antiguo y de forma más solemne en el
Sínodo Romano de 649 en la que algunos descubren una definición pontifica ex
cathedra. No puede olvidarse como gran defensor de esta verdad de fe a san
Ildefonso de Toledo.
- La virginidad después del parto implica la dedicación plena de María a la
persona y obra redentora de su Hijo. Los hermanos de Jesús que mencionan en
varias ocasiones los evangelios y los Hechos han de interpretarse como
parientes en sentido amplio. La tradición más antigua de la Iglesia, el
Magisterio, el sensus fidelium y la liturgia avalan esta verdad de fe. En su
defensa destacan san Jerónimo, contra Elvidio, y san Ildefonso.

 Redención plena de María: la inmaculada concepción y la asunción.


- Ambos dogmas han de entenderse en relación al misterio redentor de Cristo en
cuanto que manifiestan la plena redención de María al participar ésta de modo
perfecto y singular de la victoria de Cristo sobre el pecado (inmaculada
concepción) y sobre la muerte (asunción en cuerpo y alma).
- De este modo, la Iglesia admira en ella el fruto más espléndido de la redención y
descubre en ella una purísima imagen de lo que desea ser (SC 103).
- Estos dos dogmas marianos demuestran la asistencia del Espíritu Santo en la
Iglesia que la conduce a descubrir verdades de fe virtualmente contenidas en el
misterio de la revelación, para lo cual el sensus fidelium y la intervención final
del magisterio pontificio extraordinario (ex cathedra) fueron determinantes.
 La inmaculada concepción.
- Definida dogmáticamente por Pío IX en 1854 (Ineffabilis Deus), esta verdad de fe
ha sido la más difícil en su proceso clarificador y definitorio.
- La negativa de los contrarios a la doctrina inmaculista se debía a la dificultad
teológica de conciliarla con la redención universal de Cristo y el concepto
demasiado materialista de la transmisión del pecado original. En todo caso se ha
de tener en cuenta que ninguno negaba la suma santidad de la Virgen (la

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Todasanta), verdad germen del dogma patentizada sobradamente por los Santos
Padres.
- Ambos problemas teológicos se fueron superando gracias a la comprensión del
pecado original como ausencia de la justicia originaria (Anselmo de Canterbury) y
de la redención de María de modo preservativo (Duns Scoto).
- La redención preservativa: a) no contradice la redención universal de Cristo sino
que manifiesta el modo más sublime de redención en vista de los méritos de
Cristo; b) es un privilegio en cuanto que María es la única criatura redimida de
este modo, nosotros sin embargo por purificación.
- En clave positiva habría que descubrir la inmaculada concepción como plenitud de
la gracia.
 La asunción en cuerpo y alma al cielo.
- Definida dogmáticamente por Pío XII en 1950 (Munificentissimus Deus), esta
verdad de fe no ha tenido tantas dificultades en su desarrollo como el anterior
dogma.
- Entendido como privilegio significa que el final de la vida terrena de la Virgen ha
pasado por la glorificación no sólo del alma sino también del cuerpo, anticipando
la suerte futura de todos los justos. En su condición de asunta íntegramente, María
cumple aquello a lo que aspira ser la Iglesia.
- Para entender correctamente este dogma es necesario entender bien la resurrección
de Cristo (hecho histórico y trascendente) en cuanto que implica la glorificación
de todo su ser, incluyendo el cuerpo.

 Cooperación de María en la redención.


- Es uno de los aspectos doctrinales marianos de mayor raigambre en la tradición de
la Iglesia, aunque también, uno de los más discutidos entre los teólogos.
- Siempre ha de entenderse en la única (que no excluyente) mediación de Cristo, de
la cual depende, participa y se subordina (LG 52-69).
- La raíz fundamental de la cooperación de María en la redención radica en su
materna caridad (RM).
- Se pueden distinguir dos fases en esta cooperación: a) terrestre: la cooperación se
entendería en términos de corredención y hace referencia a la redención objetiva,
es decir, en vida terrena obteniendo la gracia; b) celeste: el estado glorioso de la
Virgen traduce su cooperación en términos de mediación (el término anterior
como éste han de ser usados con la debida prudencia y en el contexto de la
unicidad de la redención-mediación de Cristo) y hace referencia a la redención
subjetiva, es decir, en el cielo intercediendo, impetrando y distribuyendo la gracia.
Para Juan Pablo II ambas fases son entendidas en términos de mediación materna.
- La cooperación terrena y celeste viene a significar la asociación indisoluble de
María a la persona y obra redentora de su Hijo, signo de su entrega total a Dios y a
la humanidad, en definitiva, expresión suprema de su ardiente caridad (LG 61).

3. Culto y piedad mariana.


- La veneración a la Madre del Señor es expresión de la obediencia de la fe,
puesto que su donación por Cristo como Madre nuestra (Jn 19, 25-27) requiere
el acto cultual de su acogida por parte del discípulo.
- La maternidad espiritual de María y la debida filiación del creyente son, pues, el
sustrato que da fundamento al culto mariano que se traduce como de hiperdulía
(más que veneración), y no de latría (adoración, solo a Dios) ni de dulía
(veneración, a los santos y reliquias).

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- El culto mariano puede manifestarse de tres formas: invocación, lo cual
reconoce su poder intercesor; alabanza, que viene a cantar las maravillas del
Señor realizadas en ella; e imitación, puesto que la Iglesia descubre en ella lo
que aspira a ser imitándola con esperanza en la peregrinación de este mundo.
- La expresión formal más alta del culto mariano se encuentra en la liturgia, lo
cual lo integra en el ciclo litúrgico que celebra el misterio de Cristo. En este
sentido cabría destacar las solemnidades, fiestas y memorias marianas que se
celebran a lo largo del año y que tanto el Misal (en el de la Virgen también)
como en la Liturgia de las Horas alcanzan su máxima expresión. No sólo hemos
de recordar las fiestas establecidas sino también la recomendación del culto
mariano en tiempos litúrgicos fuertes como el adviento, la cuaresma y la pascua.
- La piedad popular mariana brota del mismo espíritu de veneración que
fundamenta el culto litúrgico mariano, aunque éste constituye para la primera su
referente constante, fuente de inspiración y meta última. Aquí cabría destacar la
memoria de Santa María en sábado, meses dedicados a ella y ejercicios piadosos
como triduos, septenarios y novenas. Entre los ejercicios de piedad mariana
recomendados por el Magisterio cabría destacar el Ángelus Domini, el Rosario,
el Regina caeli, las letanías de la Virgen, la consagración mariana, el
escapulario del Carmen y el himno Akathistos.

Recomendación bibliográfica

Fuentes

CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen gentium (cap. VIII), 1964.
PÍO IX, Carta apostólica Ineffabilis Deus, 1854.
PÍO XII, Constitución apostólica Munificentissimus Deus, 1950.
ID., Carta encíclica Fulgens Corona, 1953.
ID., Carta encíclica Ad colei Reginam, 1954.
PABLO VI, Exhortación apostólica Signum magnum, 1967.
ID., Exhortación apostólica Marialis Cultus, 1974.
JUAN PABLO II, Carta apostólica Mulieris dignitatem, 1988.
ID., Carta encíclica Redemptoris Mater, 1997.
ID., Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, 2002.
ID., Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, 2003.
ID., Catecismo de la Iglesia Católica, 1992.
ID., Catequesis (70), 1995-1997.
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Misas de la Virgen María, 1986.
ID., Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones, 2001.

PONTIFICIA ACADEMIA MARIANA INTERNATIONALIS, La Madre del Signore.


Memoria, presenza, speranza, Città del Vaticano 2000.

Monografías

AA. VV., Nuevo Diccionario de Mariología, San Pablo, Madrid 2001.


DE FIORES, Stefano, María, síntesis de valores. Historia cultural de la mariología,
San Pablo, Madrid 2011.
PONCE CUÉLLAR, María Madre del Redentor y Madre de la Iglesia, Herder 2001.
POZO, Cándido, María, nueva Eva, BAC, Madrid 2005.

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