Vino Nuevo en Odres Nuevos

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VINO NUEVO EN ODRES

NUEVOS

MATEO 9:16-19 “ Nadie pone


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remiendo de paño nuevo en vestido


viejo; porque tal remiendo tira del
vestido, y se hace peor la rotura. 17

Ni echan vino nuevo en odres


viejos; de otra manera los odres se
rompen, y el vino se derrama, y los
odres se pierden; pero echan el vino
nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo
otro se conservan juntamente”

Las Odres son rrecipientes


hechos, generalmente de cuero de
cabra u oveja, y algunas veces con
1
cuero de buey o camello. Se hacían
curtiendo y cosiendo la piel y
cerrándoles las partes que cubrían las
patas; solo se dejaba abierto el
extremo del pescuezo, para
introducir o vaciar el líquido. Se
llevaban al hombro, para facilitar
vaciarlos y tomar o vender el
contenido del odre.
Los odres se dañaban con el calor
y el humo, y se estiraban con el peso
del líquido. El vino fermentado,
especialmente, hacía que el odre se
estirara. Una vez añejado el vino, no
se agregaba más vino nuevo; si se
hacía, el odre ya estirado literalmente
estallaba. Por eso el vino nuevo
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siempre se colocaba en odres nuevos.
De ahí las palabras de Jesús.

Jesús no vino para remendar el


viejo sistema de nuestras vidas. El
vino a darnos nueva vida, una vida
abundante que no puede ser
contenida dentro de las viejas
formas. Precisamente, cuando
seguimos a Cristo, debemos estar
preparados para nuevas formas de
vida, nueva forma de mirar las
circunstancias, nueva perspectiva
en cuanto al futuro, nuevo
carácter, nuevo trato para con
nuestros prójimos, nuevas
maneras de mirar a la gente,
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nuevos métodos de servicio. En fin
Dios quiere hacer todo nuevo en
nuestras vidas.

Evita imponer las estructuras del


pasado a los esfuerzos de renovación
presentes. Comprende que las
estructuras y formas de ayer muy
frecuentemente no son aptas para
manejar la dinámica actual de
renovación espiritual que Dios quiere
hacer en tu vida. Nuestra vida no
debe estructurarse, para darle lugar a
la renovación que él Señor quiere
hacer por medio del Espíritu Santo
en nosotros, debemos tener cuidado
que nuestros corazones no se cierren
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y nos impidan aceptar la renovación
que Cristo trae consigo. Necesitamos
mantener nuestros corazones sumisos
a fin de aceptar el mensaje de Jesús
que cambia vidas.

Quisiera explicar un poco el


sentido que tiene para nosotros esta
metáfora del vino y de los odres.
Para nuestro caso, el vino se refiere a
la parte esencial, a lo profundo de la
vida (personal y comunitaria) y el
odre es el recipiente, aquello que
contiene esa esencia.
El vino es aquello que por estar en
la intimidad, no se ve, lo que se ven
son los odres. El vino nuevo en odres
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viejos nos recuerda que, en el
contexto en que originalmente Jesús
usó esta metáfora, se suponía que el
vino nuevo no puede ir en odre viejo
porque lo reventará. La propuesta de
Jesús es poner vino nuevo en odre
nuevo. Entonces, la inquietud que
nos anima es preguntarnos: en
momentos cuando se precisan
cambios, ¿qué es lo que debe
cambiar? ¿el vino o el odre? ¿o
ambos? Y nos quedan otras
inquietudes: ¿y qué del vino añejo?,
¿no hay lugar para lo añejo que se
resiste a morir y que como los
buenos vinos añejos su riqueza
aumenta conforme pasan los años?,
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¿cuál es el espacio para este vino
añejo?, ¿y cómo distinguir el vino
añejo del vinagre, que es el vino
rancio y que como tal deja de ser un
verdadero vino? O será que debemos
ponernos a tono con esta época y
desechar lo antiguo y aceptar lo
nuevo utilizando como lema lo que
dice HEBREOS 8:13 “lo que se da
por viejo y se envejece, está próximo
a desaparecer”.
El problema que están viviendo
algunos es que muchas veces han
hecho cambios de odre pero no de
vino. Otros han puesto vino nuevo en
odres viejos y el odre ha reventado o
está a punto de reventar. Otros han
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quedado solo con el vino añejo
mezclado con vinagre y con eso han
convertido toda la mezcla en vinagre.
Y nos sucede también que el vino
nuevo no encuentra un odre en el
cual fermentar en paz por lo cual ya
asistimos a la explosión del algunos
odres.
Lo que Jesús desea que pensemos
al presentarnos esta metáfora es la
necesidad de la ruptura profunda de
esquemas: primero a nivel íntimo y
luego en cuanto al la relación con los
demás.

El cambio de vino precede al


cambio de odre. Y esto es un desafío
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para nuestra cultura de la imagen. La
invitación de la Palabra de Dios es a
un cambio a nivel de nuestra esencia
para luego poder formalizar este
cambio íntimo a nivel externo. Es
por eso que Dios espera que cuando
recibimos el renuevo de su presencia
en nosotros cambiemos el odre por
voluntad propia.

Dios nos advierte que si vamos a


colocar las normas de vida del Reino
de Dios en nuestra vida actual, sin
que se produzca un cambio radical
en cuanto a nuestra forma de
pensamiento y vida, el odre
terminará reventando, es seguro
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que en lugar de hallar la paz que
Jesús nos propone, hallemos una
permanente tensión interior que nos
va a llevar en algún momento a
explotar y dejar derramar todo lo que
el Espíritu Santo, con su renuevo
quiere que contengamos en nuestra
vida como buenos cristianos.

El cambio de odre no lo puede


hacer Dios, es algo que tenemos que
hacer y asumir nosotros mismos. Es
un cambio de actitud ante nuestra
vida que nos tiene que llevar a
cambiar nuestras viejas formas de
vida y acción para poder ser

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enteramente transformados por el
Espíritu (vino nuevo).

He escuchado muchas veces al


algunos que vienen a consejería
decir: “Yo soy así, tengo este mal
carácter o no puedo dejar de
hacerlo, o es mi naturaleza, ¿Qué
voy a hacer?”.

Escúcheme bien por favor: Los


que no se disponen a cambiar las
odres terminan reventando, porque
Dios va a derramar de su Espíritu
sobre toda carne, pero algunos
podrán soportar ese derramamiento

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porque so se dispusieron a cambiar el
recipiente, que son ellos mismos.

Es por eso que esta noche quiero


hacerte una invitación: “Deja tus
caprichos, abandona las cosas del
pasado y disponte a cambiar el
odre que es tu vida, para que
puedas contener todo lo que Dios
quiere darte de frescura y renuevo
en este tiempo”.

Estamos viviendo un tiempo muy


especial. Mientras no hay
derramamiento del Espíritu Santo
podemos pilotear nuestra forma de
vida a media agua, pero cuando Dios
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se dispone derramar bendición es
necesario que cambiemos para poder
retener lo que Él quiere darnos.

Mientras que Jesús no se


manifestó, los fariseos se mantenían
con una forma de vida llena de
religiosidad y apariencia
(Hipocresía) Pero cuando el Hijo de
Dios irrumpió en la escena de la vida
les fue reclamado un cambio, los que
lo aceptaron cambiaron absoluta y
totalmente su forma de vida, esos
fueron los que le siguieron sin
condicionamientos, los otros fueron
tratados como sepulcros
blanqueados.
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Dios quiere derramar su Espíritu
Santo sobre tu vida, pero para poder
contener lo que él está haciendo es
necesaria nuestra disposición a ser
transformados.

"CAMBIA TU ODRE VIEJO


POR UN ODRE NUEVO Y DIOS
TE LLENARÁ CON SU VINO
NUEVO"

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