Poemas de Safo y Anacreonte

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POEMAS

(SAFO)
Poema de amor
Igual parece a los eternos Dioses.
Quien logra verse frente a Ti sentado:
¡Feliz si Goza tu Palabra Suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el Corazón se oprime.
Sólo en mirarte: ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir; y rota
Calla la lengua
Fuego Sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre: los inciertos ojos
Vagan sin Rumbo, los oídos hacen
Ronco Zumbido
Cúbrome toda de Sudor helado:
Pálida quedo cual marchita hierba
y ya sin Fuerzas, sin Aliento, Inerte
Parezco muerta.

Bajo tierra estarás


Bajo tierra estarás,
nunca de ti,
muerta, memoria habrá
ni añoranza; que a ti
de este rosal
nada las Musas dan;
ignorada también,
tú marcharás
a esa infernal mansión,
y volando errarás,
siempre sin luz,
junto a los muertos tú.

En la distancia
De veras, quisiera morirme.
Al despedirse de mí llorando,
me musitó las siguientes palabras:
“Amada Safo, negra suerte la mía.
De verdad que me da mucha
pena tener que dejarte.” Y yo le respondí:
“Vete tranquila. Procura no olvidarte de mí,
porque bien sabes que yo siempre estaré a tu lado.
Y si no, quiero recordarte lo que tú olvidas:
cuantas horas felices hemos pasado juntas.
Han sido muchas las coronas de violetas,
de rosas, de flor de azafrán y de ramos de aneldo,
que junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los
collares que colgaste de tu delicado cuello, tejidos
de flores fragantes por nuestras manos.
Han sido muchas las veces que derramaste
bálsamo de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza.”

Himno a Afrodita
Inmortal Afrodita la del trono pintado
la hija de Zeus, tejedora de engaños, te lo ruego:
no a mí, no me sometas a penas ni angustias
el ánimo, diosa.
Pero acude aquí, si alguna vez en otro tiempo,
al escuchar de lejos de mi voz la llamada,
la has atendido y, dejando la áurea morada
paterna, viniste,
tras aprestar tu carro. Te conducían lindos
tus veloces gorriones sobre la tierra oscura.
Batiendo en raudo ritmo sus alas desde el cielo
cruzaron el éter,
y al instante llegaron. Y tú, oh feliz diosa,
mostrando tu sonrisa en el rostro inmortal,
me preguntabas qué de nuevo sufría y a qué
de nuevo te invocaba,
y qué con tanto empeño conseguir deseaba
en mi alocado corazón. ¿A quién, esta vez
voy a atraer, oh querida, a tu amor? ¿Quién ahora,
ay Safo, te agravia?
Pues si ahora te huye, pronto va a perseguirte;
si regalos no aceptaba, ahora va a darlos,
y si no te quería, en seguida va a amarte,
aunque ella resista.
Acúdeme también ahora, y líbrame ya
de mis terribles congojas, cúmpleme que logre
cuanto mi ánimo ansía, y sé en esta guerra
tu misma mi aliada.

S/N
Ven a mí desde Creta; ven al sacro
recinto donde un grato bosquecillo
de manzanos se eleva y en las aras
arde el incienso.
Canta aquí el agua fresca por las ramas
del manzanar; sombrean los rosales
el lugar todo y, al temblar las hojas,
sopor difunden.
Aquí florecen lirios en el prado
que apacienta corceles; los eneldos
exhalan (en la noche deleitable)
su hálido dulce.
Cíñete aquí las ínfulas, ¡oh, Cipris!,
y en las doradas copas tiernamente,
mezclado con delicias, el divino
néctar escancia.

S/N 2
iOh, (Cipris y) Nereidas, a (mi) hermano
inmune devolvedme y que aquí llegue
y (cuanto) su alma quiere ver logrado
(todo) se cumpla!
Que expíe sus pecados de antes; sea
goce (de sus amigos) y (tormento)
para sus enemigos, que ojalá
no los tengamos;
partícipe a su hermana quiera hacer
del honor (que reciba) y (se terminen)
(del todo) las amargas inquietudes
que le apenaban;
cuando escuche la (hostil) habladuría
de sus conciudadanos, (baladíes)
(como) grano de mijo (le parezcan)
(tales palabras).
¡(Sedle propicias, hijas de Nereo),
y tú, Cipris (excelsa, de tus iras)
olvídate (contra él y) del mal (líbrale)!
(Mas, si recae),
que (acerba), Cipris, te halle y que no pueda
(jamás) jactarse Dórica de que él
(a) su amor deseable retornó
por vez segunda.

S/N 3
Lo mejor de la tierra dicen unos
que es una grey de infantes y jinetes
o una flota de naves, mas yo creo
que es lo que se ama…
Y esto es fácil que todos lo comprendan:
Helena, a la que nadie aventajaba
en belleza, al mejor de los maridos
dejó y a Troya
se fue por mar sin acordarse nada
de su hija y de sus padres bienamados,
pues (a amar a Alejandro) la arrastraba
(Cipris divina),
que (es) hábil (la mujer cuando se trata)
(de realizar sus) frívolos (deseos).
(Esto) ahora hacia Anactoria, que está ausente,
mi mente lleva:
preferiría ver su andar gracioso
y el expresivo brillo de su faz
a los carros de guerra de los Lidos
y tropa armada.

S/N 4
Cerca de mí (aparezca mientras oro)
tu (graciosa figura), Hera divina,
cuyo culto (instauraron) los ilustres
reyes Atridas,
que, habiendo realizado (grandes gestas)
primero (en Troya y luego en el mar cuando)
de allí vinieron, (terminar su viaje)
no conseguían
hasta que a ti (invocaron) y al Antieo
Zeus y al dulce (retoño) de Tione.
Ahora también (propicia ante mí acude)
según el (rito)
tradicional; (es) puro y (consagrado)
(te está este coro) virginal (que acude)
(a tu recinto y danza) rodeando
(tu bella imagen).
Clemente muéstrate, (te lo pedimos),
(y, si otras veces auxiliar supiste)
(nuestra cuita, haz que incólume) nos llegue
(la que esperamos)
S/N 5
(Diosa que habitas la chipriota Pafos),
da(nos, ¡oh, Cipris) bienaventurada!,
(la visión de) tu gloria (y haz que ahora)
(llegar podamos)
con propicia fortuna (hasta la orilla)
(y) sentirnos seguros en el puerto
(y pisar otra vez) la tierra negra,
(madre de todos),
(pues hay gran tempestad y ya) los nautas
(luchar no) quieren contra los ingentes
vientos y hacia la costa (este navío)
(no se encamina).

S/N 6
(Penosa es ya mi edad y a) piedad (mueven)
(mis miembros) temblorosos (y el cabello)
(que fue negro y es blanco y cuantos males)
la vejez (trae).
(Ella arruga mi) piel (toda y mi mente)
rodea (de temores y pesares);
voló (ya aquel Amor que cuerpos jóvenes)
busca (ahora sólo).
(Pero aun la) noble (Cipris me acompaña).
Toma (la dulce péctide, Girino),
(y) canta para mí (a la diosa) ornada
de violas en su seno.

S/N 7

Yo, (Abántide), te ruego que, tomando


la péctide, de Góngila (nos cantes)
y su añoranza que revolotea
en torno (a tu alma).
Sólo el ver su vestido, bella (niña),
loca de amor te puso; y yo me alegro,
pues reprochóme un día Ciprogenia
misma que (suelo)
pedirle (que me dé nuevos amores).
Eso (es verdad, pero también) deseo
(que sepa que es constante entre nosotras)
(el sentimiento).

S/N 8

(Cada vez que) te miro (cara a cara)


(me parece que en nada) comparable
(eres) a Hermione y a Helena la rubia,
(si es permitido)
(equiparar a) humanos (con los dioses),
(no me parece impropio) el igualarte;
sábelo bien, tu (corazón lo guarde);
todas mis penas
(pueda olvidar; no vea ya) la orilla
(del Aqueronte, que el rocío baña),
(más la pradera en que) la entera noche
(juntas cantemos).

S/N 9
(A ti acudimos, madre de estas bellas)
(muchachas tan amadas por nosotras),
(cuyo canto sonoro muchas veces)
(fue mi deleite).
También tú antaño (fuiste tierna) niña
que cantó (con dulzura); de ello acuérdate
y (amablemente este) favor concédenos
(que te pedimos).
Pues vamos a una boda, bien lo (sabes);
salir deja en seguida a estas muchachas;
los dioses (el servicio en que les honras)
tengan (en cuenta);
(no hay) camino (ni fácil ni difícil)
(que a) los mortales (lleve) al gran Olimpo;
(pero el hacer felices a los hombres)
(a él nos acerca).

S/N 10
Los astros que rodean a la hermosa
luna su brillo han de ocultar cuando ella
en su redonda plenitud la tierra
toda ilumina.
(A su luz) las muchachas (hoy) pasamos
la noche (toda entera celebrando)
tu amor y el de la novia que con violas
su pecho adorna.
Despiértate, muchacho, (corre), trae
(aquí a tus) camaradas y que sea
nuestro sueño más corto que el (del ave)
de voz sonora.

S/N 11
Que es igual a los dioses me parece
el hombre que a tu vera está sentado
y tu hablar dulce y risa silenciosa
oye de cerca;
ello hace que en mi pecho el corazón
se pare; porque, al verte solamente
un momento, la voz no me obedece
y se me traba
en silencio la lengua y un sutil
ardor corre debajo de mi piel,
no ven mis ojos, mis oídos zumban
y un sudor frío
mi cuerpo todo invade y un temblor
y me pongo más verde que la yerba
y creo enteramente que a morirme
voy en seguida.
Pero todo tendrás que soportarlo,
pues ha de ser así. (Siempre supiste),
(Safo, que a1 claro sol sucedería)
(la negra noche).

POEMAS
(ANACREONTE)

1-La lira
Quiero ensalzar cantando a los Atridas,
quiero cantar a Cadmo,
mas de mi lira los sonoros nervios
tan sólo amores dicen.
Otra lira pulsar en otro tono
quise, con nuevas cuerdas
y al pretender cantar al fuerte Heracles,
sólo amores respondió mi lira.
Héroes, dejad de enardecer mi mente,
porque mi lira, sólo amores canta.

2-De las mujeres


Naturaleza, a los feroces toros
dio temible defensa con sus astas,
cascos a los caballos,
rápidos pies a las veloces liebres,
a los leones dientes poderosos,
el volar a las aves,
el nadar a los peces
y a los hombres la fuerza de sus miembros.
¿Tal vez a la mujer dejó olvidada?
Cuál arma le ha entregado? La belleza:
el escudo más fuerte;
la espada más aguda;
pues la mujer con ella
domina los aceros y las llamas.

3-El amor
Cuando la media noche se acercaba
y el signo de la Osa se volvía
a la mano de Bootes;
cuando los hombres en el blando lecho
yacían, del trabajo
fatigados,
el Amor a mi puerta cauteloso
llegóse, golpeando las aldabas.
- ¿Quién a estas horas -dije- hasta mi puerta viene, a turbarme el sueño?
-Abreme -contéstome el caminante-;
soy un niño; no temas por tu vid:
azótame la lluvia,
y en la cerrada noche me he perdido.
Al escuchar sus quejas,
de compasión se estremeció mi pecho
y encendiendo mi lámpara,
abrí la puerta y penetró el muchacho.
Traía el arco al hombro
colgado, y el carcaj lleno de flechas.
Sentados junto al fuego,
calentaba sus manos con mis manos
y le enjugaba el húmedo cabello.
Mas él, quitado el frío
quiso probar el arco, y si la cuerda
rota del agua estaba.
Tendiólo, y con el dardo,
me hirió en el corazón, con venenosa
herida, como un tábano
rabioso.
-¡Alégrate, amigo,
huésped -dijo riendo-;
el arco estaba sano,
mas tú quedas herido para siempre!

4-De sí mismo
Sobre los verdes mirtos recostado
quiero brindar, y sobre tiernos lotos,
y que al Amor, al cuello
con una cinta el palio recogido,
escancie el vino en mi profunda copa.

La breve vida pasa dando vueltas


cual la rueda de un carro,
y cuando se deshagan nuestros huesos
yaceremos en polvo
convertidos.

¡Para qué entonces derramar ungüentos


sobre la tierra helada? ¿De qué sirve
libar sobre la tierra que nos cubra?
Mejor
úngeme ahora,
-coróname de rosas perfumadas
y haz que se acerque la mujer que adoro...

Mientras llega el momento


de acudir a las danzas infernales,
quiero vivir ajeno de cuidados.
-5 Las rosas
Derramemos el vino
sobre las frescas rosas,
que es flor de los amores.
Apuremos las copas
ciñendo nuestras sienes
con floridas coronas.

Entre todas las flores


la más bella es la rosa:
ríe la primavera
al romper su corola:
con ella se complacen
los dioses, y ella adorna
del hijo de la diosa Citerea
la cabellera blonda
cuando va con las Gracias
danzando en las praderas olorosas.
Ciñamos nuestras sienes, ¡oh Dionisos!
con floridas coronas,
y yo, cantando al eco de la lira,
danzaré ante las aras con la moza
de más alivio seno, coronado
de guirnaldas de rosas.
6-La fiesta
Apuremos los vasos
ciñéndonos las sienes
de coronas de rosas.
Una gentil doncella
de blancos pies ligeros
danzará sobre flores
al compás de la lira,
agitando en el aire
los tirsos enlazados
con guirnaldas de hiedra,
y un hermoso mancebo
de cabellos de oro
la cítara armoniosa
tañera, mientras dulce
brotará de sus labios
una canción de amores.
Y Eros, el de la rubia
cabellera, y Lieo,
y la gentil Citeres,
reinarán en la fiesta,
regocijo de viejos y de mozos.
7-Del amor
El importuno Eros,
azotando mi rostro
con olorosa rama de jacintos,
me mandaba correr tras de sus pasos.
El ardiente sudor me fatigaba,
atravesando selvas,
torrentes y profundas cortaduras.
Mi corazón a la nariz subía
y sin aliento me dejaba. Entonces,
tocándome la frente con las alas,
“¡Tú no puedes amar!”, dijo riendo.
8-La paloma
Amable palomilla,
¡ay!, ¡ay! ¿de dónde vuelas?
¿De dónde por los aires
caminas tan ligera?

¡Qué fragantes aromas


espiras y goteas!
¿Quién eres, dí, quién eres
y qué cuidados llevas?

“Mandóme Anacronte
que a su Batilo fuera,
al muchacho tirano
que a todos hoy sujeta.

Compróme de Dione
por una cantilena;
desde entonces le sirvo
en cosas de gran cuenta.
Ora, cual ves, le llevo
a Batilo estas letras,
y ha dicho que me haría
libre cuando volviera.

Mas quedaré su esclava,


aunque me diere suelta,
que vagar no me place
por montes y por selvas,

ni andar de rama en rama


posándome y, hambrienta,
manteniéndome sólo
de las frutillas secas,

cuando con pan ahora,


que en sus manos me muestra
y yo se lo arrebato,
mi dueño me alimenta,

y del vino que él bebe


me da también que beba,
y ya que estoy beoda
le bailo con mil fiestas,

y le hago sombra luego


con mis alitas tiernas,
y en su lira me pone
para que en ella duerma...

Todo lo sabes, vete


pues más que la corneja
con tu pregunta, amigo
me has hecho ser parlera.”
9-A una doncella
En un tiempo, de Frigia en la ribera,
en roca fue Niove transformada
y la hija de Pandión, como una alada
golondrina, cruzó la azul esfera.

¡Ay si en tu espejo yo me convirtiera


para poder gozar de tu mirada!
¡Si trocándome, en túnica, abrazada
a ti toda la vida me estuviera!

Onda quisiera ser para bañarte,


ungüento y perfumar tu piel de nieve,
banda y el alto seno sujetarte,
perla y fulgir en tu garganta hermosa,

¡o ser quisiera tu sandalia breve,


que, como tú la huellas, es dichosa!

10-Del amor y la abeja


No vió Cupido una abeja
que, escondida entre unas rosas,
para labrar su colmena
ingeniosamente roba.

Madrugó para hurtar


lo que mañana borda,
haciendo sus materiales
de los llantos de la Aurora.

Fue a cortar un ramo dellas,


y ella, que ve que la cortan
jardín, sustento y riqueza,
al diós picó, venenosa.

Dio el niño licencia al llanto


soltó medroso las hojas,
y en sus lágrimas y en ellas
dio al prado nácar y aljófar.
-Muerto soy, madre- la dice-;
mi vida será muy poca,
porque una pequeña sierpe
y con alas, a quien nombran

los jornaleros abeja,


me ha picado. Mas la diosa
respondió: -Si una serpiente
de cuerpo y fuerza tan poca

puede dar dolor tan grande,


desarmada, humilde y sola,
¿cuánto mayor le darás
tú con las flechas que arrojas?

Bien es que sepas lo que es


dolor, y que le conozcas,
para que te compadezcas,
de muchos que por ti lloran.
11-En un festín
Alegres y gozosos,
dulce vino bebamos,
y en festivos cantares
celebremos a Baco,
al inventor del baile,
al amante del canto,
del niño Amor amigo
y de Venus amado.

De beodez amable
al padre soberano
de la risa y placeres,
que disipa cuidados,
que el dolor adormece;
y cuando el dulce vaso
los jóvenes ofrecen
de su licor mezclado,
cual viento, impetuosos
van en tropel volando
los tristes pensamientos;
bebamos, pues, bebamos,
y en espumosas copas
embriaguemos cuidados.

¿Qué utilidad te viene


de los lamentos vanos?
Lo por venir, ¿quién sabe?
Pues al mortal no es dado
el saber de su vida
el destinado a plazo.

Por eso, yo, por eso,


bebiendo dulces vasos,
quiero danzas festivas
y de esencias bañado,
con hermosas doncellas
trabas lascivos lazos.

Tome pesar quien quiera,


aflíjanle cuidados,
y nosotros, contentos,
dulce vino bebamos,
y en festivos cantares
celebremos a Baco.
12-La cigarra
Dichosa te llamamos,
cigarra que, en las ramas,
bebiendo del rocío,
como los reyes cantas.

Tuyo es el campo todo,


cuanto la selva abraza;
del labrador amiga,
a los mortales cara,

anuncias el Estío,
las Piérides te aman,
te otorga el mismo Febo
la voz sonora y grata.

¡Oh hija de la Tierra!


No la vejez te acaba,
impasible, sin sangre,
cantora dulce y sabia,
semejante a los dioses,
no del dolor esclava.

13-De un vaso de plata


Fabrícame, maestro,
fabrícame una taza,
y el alegre Verano
por sus paredes graba;

el Verano, que cría


mil rosas y guirnaldas,
y haz que el licor exprese
la reluciente plata.

No quiero que me grabes


las ceremonias sacras,
destrozos extranjeros
ni alguna cosa mala.
Ponme al hijo de Jove,
Lieo, que derrama
mil plácidos licores
con Cipria venerada,
con Cipria, que preside
las bodas regaladas;
y luego un Cupidillo
desnudito y sin armas.

Pon también que retocen


las tres alegres Gracias
a la agradable sombra
de racimosa parra.

Añade unos mancebos


jugando; pero guarda
que entre ellos ande Febo
con bulla y algazara.

14-De la rosa
Con la estación alegre
de flores coronada,
cantemos, dulce amiga,
las rosas delicadas.

La rosa de los labios


divinos es el ámbar;
la rosa es regocijo
de las humanas almas.

La rosa es el adorno
de las risueñas Gracias,
que en la estación de amores
con ella se engalanan.
De Cipris es recreo,
asunto de mil fábulas,
y del castillo coro
la predilecta planta.
¡Qué gusto arriesgarse
por cogerla entre zarsas!
¡Qué gusto entre las manos
saborear su fragancia!

En mesas y orgías
la rosa es necesaria
cual la luz; que no hay gusto
donde las rosas faltan.

Los brazos de las ninfas


y los dedos del Alba
son de rosa, y a Venus
rósea los vates llaman.

La rosa cura enfermos,


sepulcros embalsama,
vence al tiempo, que siempre
su olor juvenil guarda.
Digamos ya su origen:
Cuando la mar salda
de su bullente espuma
parió a la hermosa Pafia;

cuando de su cerebro,
de punta en blanco armada,
Jove parió a Minerva,
que al vasto Olimpo espanta.

brotó el rosal primero


Cibeles emulada,
cuajando de pimpollos
las ramas delicadas.

Los inmortales dioses


aplauden y lo bañan
con el bermejo néctar
porque las rosas nazcan.
Y entonces entre espinas
se desplegó gallarda
del adorable Baco
la flor más apreciada.

15-A una yegua


¡Yegua de Tracia, honor de la pradera!
Si llego a ti con palpitante seno,
¿por qué relinchas tú con vos de trueno
y, mirándome torva, huyes ligera?

¿Te parezco poltrón? Sabe, altanera,


que te pondrá mi mano rienda y freno,
y sobre ti, lanzándome sereno,
te haré girar en rápida carrera.

Pace libre por hoy: alegre salta


sobre la hierba, en tu feraz retrete,
que con mil flores Primavera esmalta.

No tardará en llegar hábil jinete


a domeñarte. Goza mientras falta
quien a la silla y carro te sujete.

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