Ultima Cena

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NARRADOR: El primer día de la fiesta en que se comen los panes sin

levadura, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al
Padre envío a Pedro y a Juan diciéndoles:
JESÚS: Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de
Pascua.
PEDRO: ¿Dónde quieres que la preparemos, Maestro?
JESÚS: Vayan a la ciudad, encontraran a un hombre con un cantaro, y
díganle: El maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la
Pascua con mis discípulos en tu casa, preparen allí lo necesario.
Tomados los lugares en la mesa, Jesús les dijo:
JESÚS: Yo tenía gran deseo de celebrar esta Pascua con ustedes, antes de
padecer. Por que les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva
y perfecta Pascua en el Reino de Dios.
NARRADOR: Comenzada la cena, cuando el diablo había inspirado al
corazón. Se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ciñó un lienzo en la
cintura. Luego hecho agua en un cantaro y comenzó a lavar los pies de los
discípulos secándoselos con el lienzo que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo:
PEDRO: Señor, ¿Tú me vas a lavar los pies a mí?
JESUS: Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, lo comprenderás después.
PEDRO: No lo permitiré Señor, nunca jamás me lavaras tú los pies.
JESUS: Pedro, si no te lavo, no podrás tener parte conmigo en el reino de mi
padre.
PEDRO: Señor, entonces no solo mis pies, sino también mis manos y mi
cabeza.
JESUS: El que se ha bañado no tiene necesidad de lavarse más que los pies,
porque todo en él está totalmente limpio. Y ustedes están limpios, aunque no
todos.
NARRADOR: Dijo esto porque sabía quién lo iba a entregar; por eso dijo:
“No todos están limpios”.
NARRADOR: Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el
manto, volvió a la mesa y les dijo:
JESUS: ¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y dicen bien porque los soy. Pero si yo, siendo el Señor y
Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a
otros. Os he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también
ustedes lo hagan. En verdad os digo: El servidor no es más que su señor ni el
enviado mayor que el que lo envía. Dichosos y felices vosotros si sabiendo
estas cosas las ponen en práctica.
NARRADOR: Tras decir estas cosas, Jesús se conmovió en su espíritu y dijo
con toda claridad:
JESUS: Tiene que cumplirse la Escritura que dice: El que come conmigo, se
ha vuelto contra mí. Ahora pues, os digo que la mano del que me va a
traicionar está aquí, con la mía, sobre la mesa, es uno de ustedes que comparte
mi pan.
NARRADOR: Se entristecieron mucho al oírle, empezando a preguntarle
uno a uno:
APÓSTOLES: ¿Seré yo, Señor?, ¿O yo, Maestro?
JESÚS: Es uno de los Doce, uno que moja su pan en el plato conmigo. El
Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que
entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mucho mejor para él no haber nacido!
NARRADOR: Judas Iscariote, le preguntó también:
JUDAS ISCARIOTE: ¿Acaso soy yo, Maestro?
JESUS: Tu lo has dicho.
NARRADOR: Dicho esto Judas se levanto de la mesa y volteándose Jesus le
dijo.
JESÚS: Lo que vas a hacer, ve y hazlo pronto.
NARRADOR: En seguida, Pedro le preguntó:
PEDRO: Señor, ¿a dónde vas?
JESÚS: A donde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás
después.
PEDRO: Señor, ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi
vida por ti.
JESÚS: Pedro, en verdad, ¿Estás dispuesto a dar tu vida por mí?
NARRADOR: Pedro se sintió muy inseguro y con miedo. Jesús les dijo:
JESÚS: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios en él. Si el Hijo del
Hombre muestra la Gloria de Dios, también Dios mostrará la gloria de El, y lo
hará pronto. Pues nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia
voluntad. En mis manos está el entregarla y volver a recibirla.
JESÚS: Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y
el que cree en mí, jamás tendrá sed. Por qué les aseguro que quien tiene fe en
mí, tiene vida eterna. Pues Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo. El pan
que yo daré es mi carne. Lo daré para la vida del mundo.
NARRADOR: En vísperas de su muerte, sabiendo Jesús que esa noche iba a
ser traicionado y entregado a su Pasión, tomó pan en sus manos pronunciando
la bendición:
JESÚS: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, que es el fruto
de la tierra y del trabajo del hombre; él será para todos panes de vida.
NARRADOR: Parte el pan y se lo distribuye a sus apostoles diciendo:
JESÚS: Tomen y coman, que esto es mi cuerpo, que es entregado a muerte
por ustedes. Hagan esto en memoria mía, cuantas veces lo coman.
NARRADOR: Enseguida toma el cáliz con el vino, lo levanta y bendice:
JESÚS: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, que es el jugo
de la vid. Esta copa, es el nuevo pacto sellado con mi sangre, sangre de la
nueva alianza, la cual es derramada por ustedes y por todos los hombres, para
el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía, cuantas veces lo
beban.
NARRADOR: Después de dar gracias, se las entregó diciendo:
JESÚS: Tomen y beban; porque les digo que no volveré a beber del producto
de la uva, hasta aquel día, en que pruebe el zumo de las cepas, nuevamente
con ustedes, en el Reino de mi Padre.
NARRADOR: Sabiendo Jesús que se acercaba su última hora, se dirigió a sus
amigos con ternura fraternal:
JESÚS: Amigos míos, poco tiempo me queda de estar con vosotros, ustedes
me buscarán, pero lo mismo que les dije a los judíos, se los digo ahora a
ustedes: No podrán ir a donde yo voy. Por ello les doy este nuevo
mandamiento: Que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Así
deben amarse ustedes los unos a los otros. Porque nadie tiene amor más
grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Y ustedes son mis amigos
si cumplen lo que les mando.
NARRADOR: Dirigiéndose de nuevo a todos ellos, añadió:
JESÚS: Sepan que yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus
ovejas. No teman si el mundo los odia, porque recuerden que me odió a mí
primero. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes. No
deben tener miedo, la ayuda vendrá; es el Paráclito, el que revela la verdad de
Dios, el que viene del Padre.
NARRADOR: En ese momento Jesús noto tristes, callados y afligidos a sus
discípulos; para consolarlos les dijo:
JESÚS: No se angustien; crean en Dios y crean también en mí, volveré para
llevarlos conmigo, para que en donde yo este, estén también ustedes. Y para ir
a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino.
NARRADOR: Entonces Tomás le preguntó:
TOMÁS: Señor, nosotros no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a conocer el
camino?
JESÚS: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Yo soy el Camino que deben
pisar, la Verdad en que deben creer, la Vida que deben esperar. Yo soy el
Camino sin peligro, la Verdad sin error, la Vida sin muerte. Nadie va al Padre
si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mí Padre; y
ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo.
NARRADOR: Felipe, con ciertas dudas, le dice:
FELIPE: Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta.
JESÚS: Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me
conoces? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: ¿Muéstranos al
Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las
palabras que yo os hablo, no las digo por mi propia cuenta, sino que el Padre,
que vive en mí, hace sus propias obras. Y les aseguro que todo lo que le pidan
al Padre en mi Nombre se los concederá. Pidan y recibirán, así conocerán el
gozo completo. Para que por el Hijo se muestre la Gloria del Padre.
NARRADOR: Jesús se postra un poco y prosigue:
JESÚS: Quien tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. El
que me ame será amado de mi padre; y yo lo amaré, y yo mismo me
manifestaré a él.
NARRADOR: Judas, no el Iscariote, sino Judas Tadeo, primo de Jesús, le
preguntó:
JUDAS TADEO: Señor, ¿a que se debe el que te hayas de manifestar
claramente a nosotros y no al mundo?
JESÚS: Cualquiera que me ama, guardará mis enseñanzas y doctrina, y mi
Padre le amará y vendremos a él y haremos nuestra morada dentro de él.
NARRADOR: Luego, los discípulos comenzaron a discutir sobre quién de
ellos era el más importante. Jesús les dijo:
JESÚS: Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominio como dueños, y
se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no deben ser así. Al contrario, el
más importante de ustedes debe comportarse como si fuera el último, y el que
manda, como si fuera el que sirve. Porque ¿Quién es más importante: el que se
sienta a la mesa a comer o el que está sirviendo?, ¿Acaso no lo es el que está
sentado a la mesa? En cambio, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Ustedes, mis amigos, han permanecido conmigo compartiendo mis pruebas.
¡Simón, Simón! Mira que Satanás os busca para sacudirte como la ráfaga al
trigo, pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez
convertido, tienes que confirmar a tus hermanos.
JESÚS: Todos ustedes caerán y perderán su confianza en mí esta noche: ya
no sabrán que pensar de mí. Pues así dice la Escritura: Heriré al Pastor y se
dispersaran las ovejas del rebaño. Pero después de mi resurrección iré delante
de ustedes a Galilea.
NARRADOR: Viendo esto, Pedro le dijo:
PEDRO: Maestro, aunque todos pierdan su confianza en ti, yo no. estoy
dispuesto a ir contigo a la cárcel, y hasta morir contigo, pero jamás te negaré
JESÚS. Pedro, en verdad te digo que esta misma noche, antes de que el gallo
cante por segunda vez, habrás negado tres veces que me conoces.

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