Reflexión Final
Reflexión Final
Reflexión Final
López Marquez
Poder Legislativo
2) Lo segundo tiene que ver con el régimen Revolucionario. ¿No fueron las
fuerzas las armas las que se impusieron? ¿no fue el poder de un partido y
un ideario los que lograron darle forma a un Estado interventor? La división
de poderes en este gran periodo de estabilidad sin duda fue más
ornamental, un trámite en el orden internacional. Con una oposición
socialista alineada y un partido comunista que respaldaba candidaturas
oficiales, la única oposición se encontraba marginada. Magistrados, por
supuesto, la mayoría en el bando nacional.
El régimen neoliberal y el caudillo del sureste
Creo firmemente que los orígenes de la pluralidad democrática obedecieron a
proyecciones precisas. La crisis del 88, sin duda, empujó al régimen a tomar
cartas en el asunto, y ya con las tesis del liberalismo económico, sin duda no
tuvieron problemas en sentarse a la mesa con los enemigos de la revolución
mexicana. Intelectuales y luchadores sociales se sumaron, por supuesto.
Posteriormente al pacto entre Salinas y el PAN, Zedillo hizo lo propio con el PRD.
El gran regalo de Zedillo: la “transición democrática”. Muñoz Ledo lo ha confesado:
“Qué quieres Porfirio…”“Equilibrio, una izquierda y una derecha”
Acompañado de una pluralidad de partidos, la re-estructuración del Estado
revolucionario hacia un Estado burocrático sometido a los intereses del capital
extranjero y una desindustrialización no tuvo marcha atrás. Pero ya teníamos al
IFE, ya hubo transición con Fox. Pluralidad de partidos, no implica, mismo número
de proyectos de Estado.
¿y dónde quedó el Congreso después de todo esto? Complaciente, poca
oposición más de forma que de fondo. El nacionalismo enterrado desde los pinos.
¿Y el verdadero proyecto alternativo? Por supuesto lo existió, encabezado por un
caudillo. Primero, el hijo del Tata, y luego el presidente actual. Un intento de un
movimiento de masas de distintas clases sociales y posiciones políticas que
encauzaron un descontento legítimo de muchísima gente. Dicho proceso, cuyo
cuya ideología aún no queda clara, pero con atisbos mesiánicos, de cuño
evangélico, y de vez en cuando nacionalismo energético. Quizás lleve consigo el
germen de su destrucción: la pluralidad de proyectos políticos dentro del partido
oficial vuelve imposible la continuidad. Se puede perdonar la falta de claridad de la
política económica (poco margen tiene, dada las estructuras del neoliberalismo),
pero lo que la historia le cobrará, será la falta de ideario y formación de cuadros
del partido oficial. Sin eso, sin un “núcleo duro”, como diría Noeuman podríamos
volver a tiempos similares a los años 20’s del siglo pasado. O peor aún, a los años
20’s del siglo antepasado.
¿Y dónde queda dentro de este proyecto alternativo, el poder poder legislativo? ¿y
la división de poderes? A mi juicio, poco se ha meditado en esto. Se da por hecho
que son instituciones de trámite, y, sin embargo, ¿no se corre el riesgo de no
pasar la reforma del sexenio? Dejar a un lado la falta de formación de cuadros y la
apuesta por el pragmatismo político casi cuesta la mayoría; sólo costó la mayoría
absoluta. ¿Dónde queda la suprema corte? Como siempre, acomodándose.
Pareciese que no tienen criterio propio. Unos ciegos al presidente y otros ciegos a
sus intereses. No existe un proyecto de división de poderes. El presidencialismo,
tan funcional y necesario en muchas épocas de vida nacional, vuelve a estar
presente, pero sin la solemnidad característica.
El poder legislativo
El origen del poder legislativo recae en grupos de poder consolidados según el
reparto de la propiedad desde la conquista. El reparto del capital en el siglo XIX
llevó a que la clase política triunfante de la revolución liberal se sentara a negociar.
La revolución mexicana continúo el proceso de acumulación de capital, pero, el
diseño del Estado no permitió su inclusión en la vida legislativa o no del todo. El
periodo neoliberal permitió dicha entrada: diputados y senadores abiertamente
cabilderos de intereses extranjeros nos recuerda muchísimo al régimen de Díaz.
En ese momento estamos aún. Unos grupos políticos, que en el poder legislativo
representan intereses económicos concretos. Políticos que no son depositarios de
la soberanía, sino de grandes cuentas bancarias. ¿Será que estamos partiendo de
un modelo ideal, inaplicable? ¿será que la idea de representación es tan
metafísica como lo pueda ser el derecho divino? ¿Y si cuestionamos críticamente
estos conceptos?
Si lo hacemos, sin duda, encontraremos que los materiales reales de sociedades
políticas concretas presentan una dinámica distinta. Quizás no es tanto el modelo
de un cielo con tres grandes ángeles impartiendo, legislando y ejecutando, sino
más bien, habría que buscar hacía la metáfora del cuerpo real. Menenio de
Agrippa fue el precursor sin duda, pero Platón en su sociedad estamental también
hace una analogía del cuerpo. Será por supuesto Hobbes quién lo llame el
Leviatán. La función legislativa es una parte del cuerpo estatal, de la realidad
estatal social que parte de una constitución real, de un cuerpo que tiene relaciones
entre sus partes. La sociedad civil un momento más de la dialéctica entre las
distintas partes del cuerpo. La capacidad de distribuir riqueza ¿en dónde queda?
¿en el poder político del ejecutivo? ¿la de programación del presupuesto? Por
supuesto, pero si observamos bien, estas facultades, trascienden el campo de las
simples conductas humanas y se implantan en la historia misma. El poder, como
esa capacidad de mandar legitimado o no, es aplicable a una banda de monos,
¿Qué es lo que lo vuelve específicamente político? ¿Será que sea la orientación
hacia el mantenimiento de la sociedad en general? ¿y dónde queda entonces el
poder legislativo? ¿es más importante una división de poderes, antes que la
dirección a buen puerto de una sociedad?
Tal vez, la respuesta sea la de quitar máscaras. Aristóteles lo vio claramente.
Antes que él Platón también. La filosofía política nace con la crítica a la
democracia. Fue Aristóteles quien la insertó como una forma más de gobierno, y la
clasificó como la “menos mala de las desviaciones”.
Lo que le falta al poder legislativo, tiene que ver, con quienes abstraen las
funciones legislativo del cuerpo político, de la realidad estatal para proyectarla
desde una perspectiva doctrinal e ideal.
Conclusión
Mi propuesta es que optemos por una República aristocrática. Una aristocrática,
que, sin pretensiones de filósofos, puedan colegiar las decisiones trascendentes.
Desaparecer la Suprema Corte y que el poder legislativo pase progresivamente de
ser una válvula de escape a cuotas de poderes regionales o locales, a un torrente
por el cual discurran lo mejor de la sociedad, pero dirigida por la clase gobernante
aristocrática ¿un partido, un movimiento? No lo se. No perder de vista la formación
de estos legisladores. El siguiente movimiento no puede dejar de lado la formación
de esta aristocracia y proyectar las ideas generales hacia un programa educativo a
escala nacional y tal vez, mirando hacia nuestros hermanos centroamericanos.
Neutralizada políticamente la oligarquía liberal y sus instituciones, manteniendo lo
útil, y canalizando hacia un proyecto general (con planes y programas económicos
y políticos serios) con miras a la supervivencia de la sociedad política a las fuerzas
locales, sería una buena respuesta de cara a la confrontación imperial entre China
y Estados Unidos, cuyo campo de batalla sea nuestro continente.