Biografía de San Agustín de Hipona
Biografía de San Agustín de Hipona
Biografía de San Agustín de Hipona
A raíz del saqueo de Roma por Alarico, el año 410, los paganos renovaron sus
ataques contra el cristianismo, atribuyéndole todas las calamidades del Imperio.
Para responder a esos ataques, San Agustín escribió su gran obra "La Ciudad de
Dios". Esta obra, es después de "Las Confesiones", la obra más conocida del santo.
Ella es no sólo una respuesta a los paganos, sino trata toda una filosofía de la
historia providencial del mundo. Luego de "Las Confesiones" escribió también "Las
Retractaciones", donde expuso con la misma sinceridad los errores que había
cometido en sus juicios.
Murió el 28 de agosto de 430, a los 72 años de edad, de los cuales había pasado
casi 40 consagrado al servicio de Dios.
Lo que Agustín perseguía con el bautismo cristiano era la gracia Divina. En el año
387, hacia principios de Cuaresma, fue a Milán y, con Adeodato y Alipio, ocupó su
lugar entre los “competentes” y Ambrosio lo bautizó el día de Pascua Florida o, al
menos, durante el tiempo Pascual. Es infundada la tradición que afirma que en esa
ocasión el obispo y el neófito cantaron el Te Deum alternadamente. Sin embargo,
esta leyenda ciertamente expresa la alegría de la Iglesia al recibir como hijo a
aquel que sería su más ilustre doctor. Fue entonces cuando Agustín, Alipio, y
Evodio decidieron retirarse en aislamiento a África. Agustín, no hay duda,
permaneció en Milán hasta casi el otoño continuando sus obras: "Acerca de la
inmortalidad del alma" y "Acerca de la música". En el otoño de 387 estaba a punto
de embarcarse en Ostia cuando Santa Mónica fue llamada de esta vida. No hay
páginas en toda la literatura que alberguen un sentimiento más exquisito que la
historia de su santa muerte y del dolor de Agustín (Confesiones, IX). Agustín
permaneció en Roma varios meses, principalmente ocupándose de refutar el
maniqueísmo. Después de la muerte del tirano Máximo (agosto 388) navegó a
África, y al cabo de una corta estancia en Cartago regresó a su nativa Tagaste. Al
llegar allí, inmediatamente deseó poner en práctica su idea de una vida perfecta:
comenzó por vender todos sus bienes y regaló las ganancias a los pobres. A
continuación, él y sus amigos se retiraron a sus tierras, que ya no le pertenecían,
para llevar una vida en común de pobreza, oración y estudio de las Escrituras. El
libro de las "LXXXIII cuestiones" es el fruto de las conferencias celebradas en este
retiro, en el que también escribió "De Genesi contra Manichaeos", "De Magistro", y
"De Vera Religione."
Sacerdocio y Episcopado
Pero, ante todo, él fue defensor de la verdad y pastor de las almas. Sus actividades
doctrinales, cuya influencia estaba destinada a durar tanto como la Iglesia misma,
fueron múltiples: predicaba con frecuencia, a veces cinco días consecutivos, y de
sus sermones manaba tal espíritu de caridad que conquistó todos los corazones;
escribió cartas que divulgaron sus soluciones a los problemas de la época por todo
el mundo entonces conocido; dejó su espíritu grabado en diversos concilios
africanos a los que asistió, por ejemplo, los de Cartago en 398, 401, 407, 419 y
Mileve en 416 y 418; y por último, luchó infatigablemente contra todos los errores.
Describir estas luchas sería interminable; por tanto, seleccionaremos solamente
las principales controversias y en cada una indicaremos cuál fue la postura
doctrinal del gran obispo de Hipona.