El Mensaje de La Bella Dama de La Salette
El Mensaje de La Bella Dama de La Salette
El Mensaje de La Bella Dama de La Salette
Salette
ADVOCACIONES MARIANAS
En una zona montañosa del sudeste de Francia “una bella Dama” se les
apareció a dos jóvenes pastores llamados Mélanie Calvat, de 15 años, y
Maximino Giraud, de 11 años en septiembre de 1846.
El nombre de “bella Dama” es la descripción que hizo el joven pastor, para referirse
a la Virgen cuando se les apareció. Los pastores se encontraron a la Señora sentada,
llorando y con las manos en la cabeza. Levantándose la Señora, se dirigió a los
pastores en su idioma, el francés y les hizo ver dos grandes pecados que estaban a la
orden del día y les explicó que “la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no
podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de
Dios”. Por un lado, les explica que llora por la impiedad de gran parte de la sociedad
y los insta a renunciar a dos pecados graves que se habían hecho muy comunes: la
blasfemia, jurar continuamente poniendo a Dios por testigo y no tomarse el domingo
como día de descanso y de asistencia a misa. La Virgen vaticinó grandes hambrunas
y pérdida de las cosechas que se cumplieron en toda Francia.
Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus
irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por amor del dinero, por
amor del honor y de los placeres, los sacerdotes se han transformado en cloacas de
impureza.
Sí, los sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está suspendida sobre sus
cabezas. ¡Desdicha de los sacerdotes y las personas consagradas a Dios que por sus
infidelidades y su mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo!
No hay más almas generosas, no hay más persona digna de ofrecer la Víctima sin
mancha al Eterno en favor del mundo.
Se han convertido en esas estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola
para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los
que reinan, en todas las sociedades y en toda las familias; se sufrirán penas físicas y
morales. Dios abandonará los hombres a sí mismos y enviará castigos que se
sucederán durante más de treinta y cinco años.
La sociedad está en la víspera de las plagas más terribles y de los más grandes
acontecimientos; hay que esperar ser gobernado por una vara de hierro y beber el
cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX,
no salga más de Roma después del año 1859. Pero que sea firme y generoso, que
combata con las armas de la fe y del amor; yo estaré con él.
Que desconfíe de Napoleón; su corazón es doble y cuando querrá ser a la vez Papa y
emperador, enseguida Dios se retirará de él. Él es esa águila que, queriendo siempre
elevarse, caerá sobre la espada con que deseaba servirse para obligar a los pueblos a
elevarle.
Italia será castigada por su ambición al querer sacudirse el yugo del Señor de los
Señores; también ella será entregada a la guerra, la sangre correrá por todas
partes. Las iglesias serán cerradas o profanadas; los sacerdotes, los religiosos serán
expulsados; se los hará morir y morir de una muerte cruel.
Los cegarán de tal manera, que, a menos de una gracia particular, estas personas
tomarán el espíritu de esos ángeles malos. Muchas casas religiosas perderán
enteramente la fe y perderán muchas almas. Los malos libros abundarán sobre la
tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán en todas partes un relajamiento
universal para todo lo que concierne al servicio de Dios. Tendrán un gran poder
sobre la naturaleza; habrá iglesias para servir a estos espíritus.
De un lado a otro serán transportadas personas por estos malos espíritus e incluso
sacerdotes, pues ellos no se habrán conducido según el buen espíritu del Evangelio,
que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios.
Se resucitará a muertos y a justos [es decir que esos muertos tomarán la figura de
almas justas que han vivido sobre la tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres;
éstos que se dicen muertos resucitados, que no serán sino el demonio bajo sus
figuras, predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo-Jesús, negando
la existencia del cielo o aún las almas de los condenados. Todas estas almas
parecerán unidas a sus cuerpos] (nota de Melanie).
Esto será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia tendrá una crisis terrible. Olvidada la
santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus
semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos, todo orden y toda justicia
serán pisoteados; sólo se verán homicidios, odio, celos, mentira y discordia, sin amor
por la patria ni por la familia.
El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su
sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida sin poder dañarle;
pero ni él ni su sucesor… verán el triunfo de la Iglesia de Dios.
Los gobiernos civiles tendrán todos un mismo designio, que será abolir y hacer
desaparecer todo principio religioso para hacer lugar al materialismo, al ateísmo, al
espiritismo y a toda clase de vicios.
En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las
flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se hará como rey de los corazones. Que
los que están a la cabeza de las comunidades religiosas tengan cuidado con las
personas que deben recibir, pues el demonio hará uso de toda su malicia para
introducir en las órdenes religiosas personas entregadas al pecado, ya que los
desórdenes y el amor de los placeres carnales serán extendidos por toda la tierra.
Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá en las calles,
el francés combatirá con el francés, el italiano con el italiano; luego habrá una guerra
general que será espantosa. Por un tiempo Dios no se acordará de Francia ni de
Italia, puesto que el Evangelio de Jesucristo no se conoce ya más. Los malvados
desplegarán toda su malicia; se matará, se masacrará mutuamente hasta en las casas.
Al primer golpe del rayo de su espada las montañas y la tierra entera temblarán de
pavor puesto que los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda
de los cielos. París será quemada y Marsella será engullida por el mar, muchas
grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos: se creerá que todo
está perdido.
Sólo se verán homicidios, sólo se oirán estrépito de armas y blasfemias. Los justos
sufrirán mucho; sus oraciones, sus penitencias y sus lágrimas subirán hasta el Cielo
y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y pedirá mi ayuda y mi
intercesión.
Esta paz entre los hombres no será larga; veinticinco años de abundantes cosechas
les harán olvidar que los pecados de los hombres son causa de todas las aflicciones
que acontecen sobre la tierra. Un precursor del anticristo con sus ejércitos de varias
naciones combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo;
derramará mucha sangre y querrá aniquilar el culto de Dios para hacerse tener como
un Dios.
La tierra será golpeada por toda clase de plagas (además de la peste y el hambre, que
serán generales). Habrá guerras hasta la última guerra, que será hecha por los diez
reyes del anticristo, que tendrán todos un mismo designio, y serán los únicos que
gobernarán el mundo.
Antes que esto acontezca habrá una especie de falsa paz en el mundo; sólo se
pensará en divertirse. Los malvados se entregarán a toda clase de pecados, pero los
hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, crecerán en el
amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas.
Dichosas las almas humildes conducidas por el Espíritu Santo. Yo combatiré con
ellas hasta que lleguen a la plenitud del tiempo. La naturaleza reclama venganza para
los hombres, y, esperando lo que debe ocurrir a la tierra manchada de crímenes, se
estremece de pavor.
Tiembla, tierra, temblad vosotros, los que hacéis profesión de servir a Jesucristo y
que por dentro os adoráis a vosotros mismos. Pues Dios va a entregaros a su
enemigo, puesto que los lugares santos se hallan en la corrupción.
Muchos conventos no son más las casas de Dios sino pasturas de Asmodeo y los
suyos. Será durante este tiempo que nacerá el anticristo, de una religiosa hebrea, de
una falsa virgen que tendrá comunicación con la antigua serpiente, el señor de la
impureza; su padre será Ev.
Las estaciones se alterarán, la tierra sólo producirá malos frutos, los astros perderán
sus movimientos regulares, la luna sólo reflejará una débil luz rojiza. El agua y el
fuego darán al orbe de la tierra movimientos convulsivos y horribles terremotos que
engullirán montañas, ciudades, etc.
Llamo a mis hijos, mis verdaderos devotos, aquellos que se han entregado a mí para
que los conduzca a mi Hijo divino, aquellos que, por así decir, llevo en mis brazos;
aquellos que han vivido de mi espíritu.
Llamo en fin a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de
Jesucristo que han vivido en desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en
la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en
la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo.
Es tiempo de que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos
queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros con tal vuestra fe sea la luz que os
ilumine en estos días de infortunio.
Que vuestro celo os haga como hambrientos de la gloria y del honor de Jesucristo.
Combatid, hijos de la luz, vosotros, los pocos que veis, pues he aquí el tiempo de los
tiempos, el fin de los fines.
Por la sangre, las lágrimas y las oraciones de los justos Dios se dejará
doblegar. Enoch y Elías serán matados; Roma pagana desaparecerá. El fuego del
cielo caerá y consumirá tres ciudades; todo el universo será sacudido de terror, y
muchos se dejarán seducir porque no han adorado al verdadero Cristo viviente entre
ellos. Es el momento; el sol se oscurece; sólo la fe vivirá.
He aquí el tiempo; el abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He
aquí a la bestia con sus súbditos, diciéndose salvador del mundo. Se elevará con
orgullo en los aires para ir hasta el cielo; será ahogado por el soplo de San Miguel
Arcángel. Caerá, y la tierra, que desde hace tres días estará en continuas evoluciones,
abrirá su seno lleno de fuego, él será sumergido para siempre con todos los suyos en
los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificará la tierra y
consumirá todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será
servido y glorificado.
El santuario de La Salette
Está situado en plena montaña, a 1800 mts. de altitud en los Alpes franceses. De la
atención del Santuario y su hospedería es responsable la Asociación de Peregrinos
de La Salette por encargo de la diócesis de Grenoble. Los Misioneros y las
Hermanas de Nuestra Señora de La Salette aseguran la animación y el
funcionamiento, ayudados por capellanes, sacerdotes religiosos o diocesanos,
religiosas, laicos asociados y por empleados asalariados y voluntarios. Con las
Eucaristías, el rezo meditado del rosario, las vigilias y las procesiones, se articulan
diversas propuestas: lecturas del evangelio, encuentros sobre un tema determinado,
reuniones informales, encuentros con un capellán, sin olvidar la dimensión
misionera y el servicio de las vocaciones