Jurisprudencia Corte IDH Derecho A La Salud

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Criterios jurisprudenciales de

la Corte Interamericana de
Derechos Humanos sobre el
Derecho a la Salud
Rafael Pérez Jaramillo
Departamento de Derechos Humanos
Procuraduría de la Administración
30 de julio de 2021

Sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos


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Derecho a la Salud
1. ASPECTOS GENERALES DESC………………………………………………………………………………………6

• Interdependencia e indivisibilidad………………………………………………………………….6
• Desarrollo progresivo……………………………………………………………………………………..8
• Artículo 26 y derechos justiciables…………………………………………………………….….11

2. DERECHO A LA SALUD……………………………………………………………………………………….………14

• Contenido y alcance como derecho autónomo.................................................14


• Contenidos en los niveles internacional y constitucionales…………………………...23

3. TEMAS DE URGENCIA, DE SUPERVISIÓN Y DE ADULTOS MAYORES…………………………..26

• Prestaciones médicas de urgencia………………………………………………………………….26


• Deberes de supervisar y fiscalizar…………………………………………………………………..28
• Derechos de las personas mayores………………………………………………………………..28

4. RESPONSABILIDAD POR ACTOS DE PARTICULARES Y DERECHO A LA SALUD…………….31

• Servicios privados de psiquiatría……………………………………………………………….……31


• Obligación de fiscalizar………………………………………………………………………….……….33

5. SALUD PÚBLICA………………………………………………………………………………………………………….36

6. CONVENCIÓN AMERICANA Y PROTOCOLO DE SAN SALVADOR…………………………………36

• Deber de garantía (Art. 1.1 de la Convención)………………………………………….…..36


• Salud y prohibición de discriminación (Art. 1.1 de la Convención) ..................38

▪ Personas portadoras de VIH y discriminación........................................38


▪ Posición económica y prohibición de discriminación ............................47

• Deber de adoptar disposiciones de derecho interno (Art. 2, Convención)….….48


• Derecho a la vida (Art. 4 de la Convención).......................................................51

▪ Condiciones una vida digna....................................................................51


▪ Deber de fiscalización de recintos de salud ...........................................60
▪ Muertes en el contexto médico..............................................................63

• Derecho a la integridad personal (Art. 5 de la Convención) .............................63

▪ Personas privadas de libertad ................................................................63


▪ Derechos sexuales y reproductivos.........................................................84
▪ Atención médica adecuada.....................................................................93
▪ Acceso a tratamiento de salud y personas con VIH/Sida........................93
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▪ Masacres y daño psicológico.....................................................................99

• Derecho a la vida (Art. 4) y derecho a la integridad personal (Art. 5)………….….100


• Derecho a la protección de la honra y de la dignidad (Art. 11, Convención)……107
• Derecho a la libertad de expresión e información (Art. 13 de la Convención)...109

▪ Obligación de transparencia activa……………………………………………………….109


▪ Consentimiento informado y derecho a la información…………………….….110

• Derecho al acceso a la justicia (Arts. 8 y 25 de la Convención)...........................111


• Derecho a la seguridad social (Art. 26 de la Convención)…………………………...…..116
• Derecho al agua (Art. 26 de la Convención)………………………………………………….….117
• Derecho a la educación (Art. 13 del Protocolo de San Salvador)……………………..120

7. CONSENTIMIENTO INFORMADO…………………………………………………………………………………..121
8. SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA…………………………………………………………………………………133
9. PERSONAS CON DISCAPACIDAD Y EL DERECHO A LA SALUD...........................................138

• Personas con discapacidad mental.......................................................................138


• Término “discapacidad” .......................................................................................143
• Personas con infertilidad ......................................................................................145
• Personas con discapacidad y la no discriminación……………………………………………..147

10. REPARACIONES..................................................................................................................149

ANEXOS……………………………………………………………………………………………………………………………………..166

Anexo No. 1 – Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (2005)………………………167

Anexo No. 2 – Comunicado de la CIDH sobre perspectiva de protección integral de ddhh y de salud
pública, frente a la pandemia COVID-19 (20 de marzo de 2020).………………………………………………..176

Anexo No. 3 – CIDH - Resolución No. 1/2020, Pandemia y Derechos Humanos en las Américas (10 de
abril de 2020)………………………………………………………………………………………………………………………..……180

Anexo No. 4 – CIDH – Resolución No. 4/2020, Derechos Humanos de las personas con COVID-19 (27
de julio de 2020)…………………………………………………………………………………………………………………………197

Anexo No. 5 – Comunicado de la CIDH llamando a Estados Americanos a poner la salud pública y los
Derechos Humanos en el centro de sus decisiones y políticas sobre vacunas contra COVID-19 (5 de
febrero de 2021)…………………………………………………………………………………………………………………………210

Anexo No. 6 – CIDH – Resolución No. 1/2021, Las vacunas contra el COVID-19 en el marco de las
obligaciones Interamericanas de Derechos Humanos (6 de abril de 2021)………………………………….214
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Introducción
Reanudando la serie de publicaciones jurisprudenciales sobre derechos humanos, ofrecemos ahora
el Cuaderno Número 10, que versa sobre el derecho a la salud, entendido por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), como aquel que concierne a “toda persona” en
términos de “gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social”.

La situación mundial respecto a la pandemia, ha obligado a redirigir más la mirada hacia el tema del
derecho a la salud en el marco del respeto a los derechos humanos. Por tal razón hemos incorporado
en los anexos de este volumen, algunos documentos que ampliarían explicaciones sobre ese nexo
con otros derechos consignados en la Convención Americana de Derechos Humanos.

El anexo No. 1 muestra la “Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos” (que
corresponde a otro sistema internacional de derechos humanos), toda vez que la jurisprudencia de la
Corte IDH, la ha incorporado en sus deliberaciones. Así, por ejemplo, en una sentencia del año 2016,
el Tribunal Interamericano argumentó: “Ahora bien, la Corte nota que el sistema interamericano de
protección de los derechos humanos no cuenta con una norma convencional en materia de bioética
y derechos humanos en la región, que desarrolle el alcance y contenido de la regla del
consentimiento informado. Por esta razón, a efectos de interpretar el alcance y contenido de dicha
regla en el marco de la Convención Americana y determinar los alcances de las obligaciones
estatales en relación con los hechos del presente caso, el Tribunal recurrirá, de conformidad con las
reglas generales de interpretación establecidas en el artículo 29 de la Convención Americana, así
como en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, al corpus juris internacional en la
materia, como lo ha hecho en oportunidades anteriores. […]” (Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia, 30 de
noviembre de 2016).

Los anexos que continúan (2, 3, 4, 5 y 6) resumen recientes posturas divulgadas por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (Comisión IDH), respecto a situaciones que se han presentado
en ámbitos regionales e internacionales, con motivo de la pandemia causada por el COVID-19.
Diversas temáticas son abordadas en tales textos: protección integral de los derechos humanos y de
la salud pública, pandemia y derechos humanos en las Américas, y las vacunas contra el COVID-19
en el marco de las obligaciones Interamericanas de derechos humanos, entre otras.

Esta serie de Cuadernos encuentra su antecedente en el compromiso asumido en el 2020 por la


Procuraduría de la Administración de Panamá cuando (a invitación de la Corte IDH) completó la
organización de la jurisprudencia producida por esta Corte, respecto de los casos relacionados con
Panamá. El resultado de tal ejercicio produjo un documento que fue divulgado conjuntamente por
ambas instancias, en mayo de 2020, bajo el número 27 de una serie que ya la Corte IDH venía
publicando con el título de Cuadernillos de Jurisprudencia, donde se aborda un sinnúmero de temas
de alcance internacional, que han sido objeto de pronunciamientos por parte de aquel reconocido
tribunal de derechos humanos.

A partir de entonces, y de una manera autónoma, el Departamento de Derechos Humanos de la


Procuraduría de la Administración, se ha ocupado de elaborar sucesivos Cuadernos, esta vez con un
nivel de desglose algo más pormenorizado sobre las distintas temáticas jurisprudenciales, con la
finalidad de ofrecer más ángulos de estudio sobre los criterios derivados de los conceptos y
pronunciamientos de aquel tribunal interamericano de derechos humanos.
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Confiamos en que el esfuerzo invertido en este ejercicio, resulte útil para diferentes propósitos que
van, desde el fortalecimiento de los procesos educativos en materia de derechos humanos para toda
persona, hasta el suministro de insumos preventivos que desanimen la eventualidad de incurrir en
responsabilidades estatales ante las instancias internacionales.

Rafael Pérez Jaramillo


Panamá, 30 de julio de 2021
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Derecho a la Salud
1. ASPECTOS GENERALES – DESC
Interdependencia e indivisibilidad

ALCANCES DE LA INTERDEPENDENCIA EXISTENTE ENTRE


LOS DERECHOS CIVILES, POLÍTICOS, ECONÓMICOS,
SOCIALES Y CULTURALES

Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs.
Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009.
Serie C No. 198.
101. En este sentido, la Corte considera pertinente recordar la interdependencia existente entre los
derechos civiles y políticos y los económicos, sociales y culturales, ya que deben ser entendidos
integralmente como derechos humanos, sin jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos ante
aquellas autoridades que resulten competentes para ello. Al respecto, resulta oportuno citar la
jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos que, en el caso Airey señaló que:
El Tribunal no ignora que la progresiva realización de los derechos sociales y económicos
depende de la situación de cada Estado, y sobre todo de su situación económica. Por otro
lado, el Convenio [Europeo] debe interpretarse a la luz de las condiciones del presente
[…] y ha sido diseñado para salvaguardar al individuo de manera real y efectiva respecto
de los derechos protegidos por este Convenio […]. Si bien el Convenio recoge derechos
esencialmente civiles y políticos, gran parte de ellos tienen implicaciones de naturaleza
económica y social. Por eso el Tribunal estima, como lo hace la Comisión, que el hecho de
que una interpretación del Convenio pueda extenderse a la esfera de los derechos
sociales y económicos no es factor decisivo en contra de dicha interpretación, ya que no
existe una separación tajante entre esa esfera y el campo cubierto por el Convenio.

INDIVISIBILIDAD ENTRE DERECHOS CIVILES, POLÍTICOS,


ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES, IMPLICA QUE
DEBEN SER ENTENDIDOS INTEGRALMENTE SIN JERARQUÍA

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
172. Por otra parte, la Corte también considera pertinente recordar la interdependencia e
indivisibilidad existente entre los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y
culturales, ya que deben ser entendidos integralmente como derechos humanos, sin jerarquía entre
sí y exigibles en todos los casos ante aquellas autoridades que resulten competentes para ello. Al
respecto, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre establece en su Artículo
XI que toda persona tiene el derecho “a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y
sociales, relativas a […] la asistencia médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos
públicos y los de la comunidad”. Por su parte, el Artículo 45 de la Carta de la OEA requiere que los
Estados Miembros “dedi[quen] sus máximos esfuerzos [… para el] [d]esarrollo de una política
eficiente de seguridad social”. En este sentido, el artículo 10 del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
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ratificado por el Ecuador el 25 de marzo de 1993 y entrado en vigor el 16 de noviembre de 1999,


establece que toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel
de bienestar físico, mental y social, e indica que la salud es un bien público. Adicionalmente, en julio
de 2012, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos enfatizó la calidad de los
establecimientos, bienes y servicios de salud, lo cual requiere la presencia de personal médico
capacitado, así como de condiciones sanitarias adecuadas.

QUE DERECHOS DERIVADOS DEL ARTÍCULO 26 ESTÉN


SUJETOS A NORMAS GENERALES CONVENCIONALES,
OBEDECE A LA INTERDEPENDENCIA E INDIVISIBILIDAD

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
85. El Tribunal advierte que el hecho de que los derechos derivados del artículo 26 estén sujetos a
las obligaciones generales de la Convención Americana no sólo es resultado de cuestiones formales,
sino que resulta de la interdependencia e indivisibilidad recíproca existente entre los derechos civiles
y políticos y los económicos, sociales, culturales y ambientales. Al respecto, la Corte ha reconocido
que ambas categorías de derechos deben ser entendidas integralmente y de forma conglobada
como derechos humanos, sin jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos ante aquellas
autoridades que resulten competentes para ello. De igual forma, el Tribunal advierte que el
Preámbulo de la Convención, así como diversas cláusulas de la Declaración Americana, muestran
que tanto los derechos civiles y políticos, como los DESCA, fueron reconocidos por los Estados de la
región como derechos esenciales de la persona humana. En ese mismo sentido, el Preámbulo del
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador” (en adelante también “Protocolo de
San Salvador”) reconoce:
la estrecha relación que existe entre la vigencia de los derechos económicos, sociales y
culturales y la de los derechos civiles y políticos, por cuanto las diferentes categorías de
derechos constituyen un todo indisoluble que encuentra su base en el reconocimiento de
la dignidad de la persona humana, por lo cual exigen una tutela y promoción permanente
con el objeto de lograr su vigencia plena, sin que jamás pueda justificarse la violación de
unos en aras de la realización de otros.

86. Para este Tribunal, la interdependencia e indivisibilidad de los derechos reconocidos por la
Convención Americana niega cualquier separación, categorización o jerarquía entre derechos para
efectos de su respeto, protección y garantía. Esta condición atañe no sólo al reconocimiento de los
DESCA como derechos humanos protegidos por el artículo 26, sino también a los aspectos de
competencia de este Tribunal para conocer sobre violaciones a los mismos sobre la base de dicho
artículo. Al respecto, la Corte recuerda que ejerce jurisdicción plena sobre todos sus artículos y
disposiciones sobre la base de los artículos 62 y 63 de la Convención, entre los que se encuentra el
artículo 26. Asimismo, de manera complementaria, la Corte recuerda que, como cualquier otro
órgano con funciones jurisdiccionales, este Tribunal tiene el poder inherente de determinar el
alcance de su propia competencia (compétence de la compétence) y, por otra parte, “que la Corte
debe tener en cuenta que los instrumentos de reconocimiento de la cláusula facultativa de la
jurisdicción obligatoria (artículo 62.1 de la Convención) presuponen la admisión, por los Estados que
la presentan, de resolver cualquier controversia relativa a su jurisdicción”.
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Desarrollo progresivo

EL DESARROLLO PROGRESIVO DE LOS DERECHOS


ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES REQUIERE UNA
FLEXIBILIDAD QUE REFLEJE LAS REALIDADES DEL MUNDO

Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs.
Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009.
Serie C No. 198.
102. El Tribunal observa que el desarrollo progresivo de los derechos económicos, sociales y
culturales ha sido materia de pronunciamiento por parte del Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, en el sentido de que la plena efectividad de aquéllos
“no podrá lograrse en un breve período de tiempo” y que, en esa medida, “requiere un dispositivo
de flexibilidad necesaria que refleje las realidades del mundo […] y las dificultades que implica para
cada país el asegurar [dicha] efectividad”. En el marco de dicha flexibilidad en cuanto a plazo y
modalidades, el Estado tendrá esencialmente, aunque no exclusivamente, una obligación de hacer,
es decir, de adoptar providencias y brindar los medios y elementos necesarios para responder a las
exigencias de efectividad de los derechos involucrados, siempre en la medida de los recursos
económicos y financieros de que disponga para el cumplimiento del respectivo compromiso
internacional adquirido. Así, la implementación progresiva de dichas medidas podrá ser objeto de
rendición de cuentas y, de ser el caso, el cumplimiento del respectivo compromiso adquirido por el
Estado podrá ser exigido ante las instancias llamadas a resolver eventuales violaciones a los
derechos humanos.

DEBER DE NO REGRESIVIDAD

Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs.
Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009.
Serie C No. 198.
103. Como correlato de lo anterior, se desprende un deber – si bien condicionado – de no-
regresividad, que no siempre deberá ser entendido como una prohibición de medidas que restrinjan
el ejercicio de un derecho. Al respecto, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
las Naciones Unidas ha señalado que “las medidas de carácter deliberadamente re[gresivo] en este
aspecto requerirán la consideración más cuidadosa y deberán justificarse plenamente por referencia
a la totalidad de los derechos previstos en el Pacto [Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales] y en el contexto del aprovechamiento pleno del máximo de los recursos de que [el
Estado] disponga”. En la misma línea, la Comisión Interamericana ha considerado que para evaluar si
una medida regresiva es compatible con la Convención Americana, se deberá “determinar si se
encuentra justificada por razones de suficiente peso”. Por todo lo expuesto, cabe afirmar que la
regresividad resulta justiciable cuando de derechos económicos, sociales y culturales se trate.

DEL ARTÍCULO 26 SE DESPRENDEN DOS TIPOS DE


OBLIGACIONES: ADOPCIÓN DE MEDIDAS GENERALES DE
MANERA PROGRESIVA Y LAS DE CARÁCTER INMEDIATO
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Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
104. Asimismo, este Tribunal destaca que del contenido del artículo 26 se desprenden dos tipos de
obligaciones. Por un lado, la adopción de medidas generales de manera progresiva y por otro lado la
adopción de medidas de carácter inmediato. […]

SIGNIFICADO Y ALCANCE DE LA REALIZACIÓN


PROGRESIVA DE MEDIDAS, CONFORME A LOS
PARÁMETROS DEL ARTÍCULO 26

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
104. […] Respecto de las primeras [la adopción de medidas generales de manera progresiva], a las
cuales hizo referencia el Estado en el presente caso, la realización progresiva significa que los
Estados partes tienen la obligación concreta y constante de avanzar lo más expedita y eficazmente
posible hacia la plena efectividad de los DESCA, ello no debe interpretarse en el sentido que, durante
su periodo de implementación, dichas obligaciones se priven de contenido específico, lo cual
tampoco implica que los Estados puedan aplazar indefinidamente la adopción de medidas para
hacer efectivos los derechos en cuestión, máxime luego de casi cuarenta años de la entrada en vigor
del tratado interamericano. Asimismo, se impone por tanto, la obligación de no regresividad frente a
la realización de los derechos alcanzados. […]

SIGNIFICADO Y ALCANCE DE LA ADOPCIÓN DE MEDIDAS DE


CARÁCTER INMEDIATO, CONFORME A LOS PARÁMETROS
DEL ARTÍCULO 26 DE LA CONVENCIÓN

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
104. […] Respecto de las obligaciones de carácter inmediato, éstas consisten en adoptar medidas
eficaces, a fin de garantizar el acceso sin discriminación a las prestaciones reconocidas para cada
derecho. Dichas medidas deben ser adecuadas, deliberadas y concretas en aras de la plena
realización de tales derechos. En virtud de lo anterior, las obligaciones convencionales de respeto y
garantía, así como de adopción de medidas de derecho interno (artículos 1.1 y 2), resultan
fundamentales para alcanzar su efectividad.

LINEAMIENTOS DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA PARA


EVALUAR SI UNA MEDIDA REGRESIVA ES COMPATIBLE
CON LA CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
141. La Corte considera pertinente reiterar lo señalado anteriormente, en el sentido que, en virtud
del artículo 26 de la Convención, este Tribunal es plenamente competente para analizar violaciones
a los derechos que derivan de las normas económicas, sociales y de educación, ciencia y cultura
contenidas en la Carta de la OEA […]. Asimismo, el Tribunal reitera que existen dos tipos de
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obligaciones que derivan de dichas normas: aquellas de exigibilidad inmediata, y aquellas de


carácter progresivo. Respecto a las segundas, la Corte considera que el desarrollo progresivo de los
derechos económicos, sociales, culturales y ambientales no podrá lograrse en un breve periodo de
tiempo y que, en esa medida, “requiere un dispositivo de flexibilidad necesaria que refleje las
realidades del mundo y las dificultades que implica para cada país el asegurar dicha efectividad”.

142. El Tribunal también ha determinado que en el marco de dicha flexibilidad en cuanto al plazo y
modalidades de realización, el Estado tendrá esencialmente, aunque no exclusivamente, una
obligación de hacer, es decir, de adoptar providencias y brindar los medios y elementos necesarios
para responder a las exigencias de efectividad de los derechos involucrados, siempre en la medida
de los recursos económicos y financieros de que disponga para el cumplimiento del respectivo
compromiso internacional adquirido. Así, la implementación progresiva de dichas medidas podrá ser
objeto de rendición de cuentas y, de ser el caso, el cumplimiento del respectivo compromiso
adquirido por el Estado podrá ser exigido ante las instancias llamadas a resolver eventuales
violaciones a los derechos humanos.

143. Como correlato de lo anterior, la Corte ha considerado que se desprende un deber – si bien
condicionado – de no regresividad, que no siempre deberá ser entendido como una prohibición de
medidas que restrinjan el ejercicio de un derecho. Al respecto, el Tribunal ha retomado lo señalado
por el CDESC en el sentido que “las medidas de carácter deliberadamente re[gresivo] en este
aspecto requerirán la consideración más cuidadosa y deberán justificarse plenamente por referencia
a la totalidad de los derechos previstos en el Pacto [Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales] y en el contexto del aprovechamiento pleno del máximo de los recursos de que [el
Estado] disponga”. En la misma línea, la Comisión Interamericana ha considerado que para evaluar si
una medida regresiva es compatible con la Convención Americana, se deberá “determinar si se
encuentra justificada por razones de suficiente peso”. Por todo lo expuesto, cabe afirmar que esta
faceta del principio de progresividad resulta justiciable cuando de derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales se trate.

INACCIÓN DEL ESTADO CONSTITUYÓ INCUMPLIMIENTO DE


OBLIGACIÓN DE PROTECCIÓN PROGRESIVA DEL DERECHO
A LA SALUD, CONTRA EL ARTÍCULO 26 DE LA CONVENCIÓN

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
146. Sin perjuicio de lo anterior, el Tribunal reitera que las obligaciones de realización progresiva de
los DESCA requiere la continua realización de acciones para la consecución del pleno goce de estos
derechos. De esta forma, la dimensión progresiva de protección de los DESCA, si bien reconoce una
cierta gradualidad para su realización, también incluye un sentido de progreso, que requiere la
mejora efectiva de las condiciones de goce y ejercicio de estos derechos, de forma tal que se corrijan
las desigualdades sociales y se facilite la inclusión de grupos vulnerables. En esta lógica, la obligación
de realización progresiva prohíbe la inactividad del Estado en su tarea de implementar acciones para
lograr la protección integral de los derechos, sobre todo en aquellas materias donde la ausencia
total de protección estatal coloca a las personas ante la inminencia de sufrir un daño a su vida o su
integridad personal. Este riesgo ocurre en relación con personas que viven con el VIH que no reciben
atención médica adecuada. Por ende, la Corte considera que el Estado incumple sus obligaciones
convencionales de realización progresiva al no contar con políticas públicas o programas que de
11

facto –y no sólo de jure– le permitan avanzar en el cumplimiento de su obligación de lograr la plena


efectividad del derecho a la salud.

147. En efecto, la determinación sobre cuándo el Estado ha incumplido con este deber deberá
realizarse atendiendo las circunstancias particulares de la legislación de un Estado y los recursos
disponibles. Sin embargo, la Corte reconoce que el margen con el que gozan los Estados para la
realización efectiva de los DESCA no justifica la inacción en su protección. En este sentido, en el
presente caso, el Tribunal recuerda que ha quedado demostrado que el Estado, a pesar de contar
con una serie de leyes y programas diseñados para la atención de personas que viven con el VIH, no
proveyó tratamiento médico antes del año 2004 para garantizar el derecho a la salud de dichas
personas, salvo para atender a un número limitado de personas, confiando esta tarea en la acción de
organizaciones no gubernamentales. El Estado reconoció esta situación en diversos momentos ante
el Tribunal y buscó justificar la falta de atención médica progresiva antes del año 2004, a pesar de la
existencia de legislación interna que establecía una obligación de protección para diversas
autoridades. De esta forma, la Corte considera que la inacción por parte del Estado, antes del año
2004, constituyó un incumplimiento de las obligaciones estatales en materia de protección
progresiva del derecho a la salud, en violación al artículo 26 de la Convención Americana.

148. En consecuencia, debido a la inacción estatal en materia de protección al derecho a la salud de


la población de personas que viven con el VIH, a pesar de la existencia de una obligación
internacional y de una regulación estatal, la Corte concluye que el Estado es responsable por la
violación al principio de progresividad contenido en el artículo 26 de la Convención, en relación con
el artículo 1.1 del mismo instrumento.

Artículo 26 y derechos justiciables

CON LA ADOPCIÓN DEL PROTOCOLO DE SAN SALVADOR


ESTADOS NO BUSCARON LIMITAR LA COMPETENCIA DE LA
CORTE IDH PARA CONOCER VIOLACIONES AL ARTÍCULO 26

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
87. Sin perjuicio de lo anterior, la Corte reconoce que una interpretación sistemática del artículo 26
de la Convención implica tomar seriamente en consideración los límites de la competencia de la
Corte en relación con otros instrumentos del Sistema Interamericano que se refieran a los DESCA. En
ese sentido, el Tribunal advierte la tensión que puede existir en relación con la competencia de la
Corte para conocer sobre violaciones a los derechos derivados de la Carta de la OEA, a través de una
aplicación de los artículos 26, 1.1, 2, 62 y 63 de la Convención, y la competencia que reconoce el
artículo 19.6 del Protocolo de San Salvador. En efecto, éste último instrumento prevé que en caso de
que los derechos establecidos en el párrafo a) del artículo 8 y en el artículo 13 del Protocolo fuesen
violados por una acción imputable a un Estado Parte, tal situación podría dar lugar a la aplicación del
sistema de peticiones individuales regulado por los artículos 44 a 51 y 61 a 69 de la Convención
Americana. No queda duda que la voluntad de los Estados sobre la competencia de la Corte para
pronunciarse sobre violaciones al Protocolo de San Salvador encuentra sus límites en los derechos
sindicales y el derecho a la educación.

88. Sin embargo, la Corte considera que el hecho de que el artículo 19.6 del Protocolo de San
Salvador establezca límites sobre la competencia de este Tribunal para conocer exclusivamente
12

sobre violaciones a determinados derechos a través del sistema de peticiones individuales, no debe
ser interpretado como un precepto que limite el alcance de los derechos protegidos por la
Convención, ni sobre la posibilidad de la Corte para conocer sobre violaciones a estos derechos. Por
el contrario, el Tribunal advierte que una interpretación sistemática y de buena fe de ambos
tratados lleva a la conclusión de que, al no existir una restricción expresa en el Protocolo de San
Salvador, que limite la competencia de la Corte para conocer sobre violaciones a la Convención, ésta
limitación no debe ser asumida por este Tribunal. Asimismo, la Corte recuerda que el hecho de que
los Estados adopten protocolos o tratados relacionados con materias específicas, y definan la
competencia de este Tribunal para conocer sobre aspectos definidos de dichos tratados, no implica
una limitación a la competencia de este Tribunal para conocer sobre violaciones a la Convención
Americana sobre aspectos sustantivos que se regulan en ambos tratados. En ese sentido, la Corte
recuerda que el artículo 77 de la Convención prevé la posibilidad de que cualquier Estado parte o la
Comisión sometan a consideración proyectos de protocolo adicionales con la finalidad de “incluir
progresivamente en el régimen de protección de la misma otros derechos y libertades”.

89. De esta forma, la Corte considera que no existen elementos para considerar que, con la adopción
del Protocolo de San Salvador, los Estados buscaron limitar la competencia del Tribunal para conocer
sobre violaciones al artículo 26 de la Convención Americana. Al respecto, la Corte advierte que si la
Convención Americana no está siendo modificada expresamente con un acto posterior de los
Estados, la interpretación que corresponde debe ser la menos restrictiva respecto a sus alcances en
materia de protección de los derechos humanos. Asimismo, el Tribunal recuerda que la propia
Convención Americana prevé en su artículo 76 un procedimiento específico para realizar enmiendas
a la misma, el cual requiere una aprobación de dos terceras partes de los Estados parte de la
Convención. De esta forma, sería contradictorio considerar que la adopción de un Protocolo
adicional, que no requiere un margen de aceptación tan elevado como una enmienda a la
Convención Americana, puede modificar el contenido y alcance de los efectos de la misma. En
consecuencia, la Corte considera que la mera existencia del artículo 19.6 del Protocolo de San
Salvador no permite inferir conclusiones con consecuencias limitativas respecto a la relación entre
los artículos 26, 1.1, 2, 62 y 63 de la Convención.

EL ARTÍCULO 26 DE LA CONVENCIÓN RECONOCE


“DERECHOS” SUJETOS A LAS OBLIGACIONES GENERALES
DE LOS ESTADOS Y, POR ENDE, SON JUSTICIABLES

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
90. En tercer lugar, corresponde realizar una interpretación teleológica del artículo 26 de la
Convención. La Corte recuerda que en una interpretación teleológica se analiza el propósito de las
normas involucradas, para lo cual es pertinente analizar el objeto y fin del tratado mismo y, de ser
pertinente, los propósitos del sistema regional de protección.

93. Como se indicó, el objeto y fin de tratado es “la protección de los derechos fundamentales de los
seres humanos”. Una interpretación teleológica de la norma sería conforme con la conclusión a la
cual se arribó por medio de la interpretación literal y sistemática, en el sentido que el artículo 26
reconoce la existencia de “derechos” que deben ser garantizados por el Estado a todas las personas
sujetas a su jurisdicción en los términos previstos por la Convención Americana. El reconocimiento
de estos derechos y de la competencia de la Corte para resolver controversias en relación con ellos
13

tienen el objetivo de consolidar un régimen de libertad personal y justicia social fundado en el


respeto de los derechos esenciales del hombre reconocidos en la Carta de la OEA, lo cual es
claramente compatible con el objeto y fin de la Convención Americana.

94. En cuarto lugar, la Corte recuerda que, según el artículo 32 de la Convención de Viena, los
medios complementarios de interpretación, en especial los trabajos preparatorios del tratado, son
utilizables para confirmar el sentido resultante de la interpretación realizada de conformidad con los
métodos señalados en el artículo 31. Lo anterior implica que son utilizados de forma subsidiaria.

95. Al respecto, el Tribunal recuerda que el contenido del artículo 26 de la Convención fue objeto de
un intenso debate en los trabajos preparatorios de ésta, nacido del interés de los Estados por
consignar una “mención directa” a los “derechos” económicos, sociales y culturales; “una
disposición que establezca cierta obligatoriedad jurídica […] en su cumplimiento y aplicación”; así
como “los [respectivos] mecanismos [para su] promoción y protección”, ya que el Anteproyecto de
tratado elaborado por la Comisión Interamericana hacía referencia a aquellos en dos artículos que,
de acuerdo con algunos Estados, sólo “recog[ían] en un texto meramente declarativo, conclusiones
establecidas en la Conferencia de Buenos Aires”.

96. La revisión de dichos trabajos preparatorios de la Convención demuestra también que las
principales observaciones sobre la base de las cuales ésta fue aprobada pusieron especial énfasis en
“dar a los derechos económicos, sociales y culturales la máxima protección compatible con las
condiciones peculiares a la gran mayoría de los Estados Americanos”. Así, como parte del debate en
los trabajos preparatorios, también se propuso “hac[er] posible [la] ejecución [de dichos derechos]
mediante la acción de los tribunales”. La Corte considera que dichas manifestaciones de los Estados
no contradicen la tesis acerca de que el artículo 26 en efecto reconoce “derechos”, que están sujetos
a las obligaciones generales que los Estados tienen en virtud de los artículos 1.1 y 2 de la Convención
Americana y que, por ende, son justiciables.

97. La Corte advierte que una interpretación literal, sistemática y teleológica permite concluir que el
artículo 26 de la Convención Americana protege aquellos derechos que derivan de las normas
económicas, sociales y de educación, ciencia y cultura contenidas en la Carta de la OEA. Los alcances
de estos derechos deben ser entendidos en relación con el resto de las demás cláusulas de la
Convención Americana, por lo que están sujetos a las obligaciones generales contenidas en los
artículos 1.1 y 2 de la Convención y pueden ser sujetos de supervisión por parte de este Tribunal en
términos de los artículos 62 y 63 del mismo instrumento. Esta conclusión se fundamenta no sólo en
cuestiones formales, sino que resulta de la interdependencia e indivisibilidad de los derechos civiles
y políticos y los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, así como de su
compatibilidad con el objeto y fin de la Convención, que es la protección de los derechos
fundamentales de los seres humanos. Corresponderá, en cada caso concreto que requiera un
análisis de DESCA, determinar si de la Carta de la OEA se deriva explícita o implícitamente un
derecho humano protegido por el artículo 26 de la Convención Americana, así como los alcances de
dicha protección.
14

2. DERECHO A LA SALUD
Contenido y alcance como derecho autónomo

LA CORTE IDH CONSIDERA QUE EL DERECHO A LA SALUD


ESTÁ PROTEGIDO POR EL ARTÍCULO 26 DE LA
CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
105. Una vez establecido lo anterior, y siendo que esta Corte se pronunciará por primera ocasión
respecto el derecho a la salud de manera autónoma, como parte integrante de los DESCA, el
Tribunal procede a verificar la consolidación de éste como derecho justiciable a la luz de la
Convención, a través de los siguientes puntos de análisis.

a) Derivación a la Carta de la OEA

106. Respecto al derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención Americana, la


Corte observa que los términos del mismo indican que se trata de aquel derecho que se deriva de las
normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura contenidas en la Carta de la OEA.
Ahora bien, el artículo 34.i y 34.l de la Carta establece, entre los objetivos básicos del desarrollo
integral, el de la “defensa del potencial humano mediante la extensión y aplicación de los modernos
conocimientos de la ciencia médica”, así como de las condiciones que hagan posible una vida sana,
productiva y digna. Por su parte, el artículo 45.h destaca que “[la persona] solo puede alcanzar la
plena realización de sus aspiraciones mediante la aplicación de principios y mecanismos”, entre ellos
el: “h) Desarrollo de una política eficiente de seguridad social”.

109. En este sentido, el artículo XI de la Declaración Americana permite identificar el derecho a la


salud al referir que toda persona tiene derecho “a que su salud sea preservada por medidas
sanitarias y sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica,
correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad”. Tal disposición
resulta relevante para definir el alcance del artículo 26, dado que “la Declaración Americana,
constituye, en lo pertinente y en relación con la Carta de la Organización, una fuente de obligaciones
internacionales”.

110. En vista de lo anterior, la Corte considera que el derecho a la salud es un derecho protegido por
el artículo 26 de la Convención. A continuación, este Tribunal procede a verificar el alcance y
contenido de este derecho para efectos del presente caso.

SIGNIFICADO Y ALCANCE DE LA SALUD


COMO DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1.El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]
15

1.1.1. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables a situaciones de urgencia médica

118. La Corte estima que la salud es un derecho humano fundamental e indispensable para el
ejercicio adecuado de los demás derechos humanos. Todo ser humano tiene derecho al disfrute del
más alto nivel posible de salud que le permita vivir dignamente, entendida la salud, no sólo como la
ausencia de afecciones o enfermedades, sino también a un estado completo de bienestar físico,
mental y social, derivado de un estilo de vida que permita alcanzar a las personas un balance
integral. […]

LA OPERATIVIDAD DE LA OBLIGACIÓN ESTATAL DE


ASEGURAR EL ACCESO A SERVICIOS ESENCIALES DE
SALUD, INICIA CON EL DEBER DE REGULACIÓN

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1. El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]

1.1.1. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables a situaciones de urgencia médica

[…]

118. […] El Tribunal ha precisado que la obligación general se traduce en el deber estatal de asegurar
el acceso de las personas a servicios esenciales de salud, garantizando una prestación médica de
calidad y eficaz, así como de impulsar el mejoramiento de las condiciones de salud de la población.

119. En primer lugar, la operatividad de dicha obligación comienza con el deber de regulación, por lo
que la Corte ha indicado que los Estados son responsables de regular con carácter permanente la
prestación de servicios (tanto públicos como privados) y la ejecución de programas nacionales
relativos al logro de una prestación de servicios de calidad.

CONCLUSIONES GENERALES ASOCIADAS CON EL TEMA DE


LA SALUD COMO DERECHO AUTÓNOMO, PROTEGIDO POR
EL ARTÍCULO 26 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

[…]
1.4. Conclusión general sobre el derecho a la salud

174. Tomando en cuenta las consideraciones expuestas, esta Corte verificó que: i) el derecho a la
salud es un derecho autónomo protegido por el artículo 26 de la Convención Americana; ii) este
derecho en situaciones de urgencia exige a los Estados velar por una adecuada regulación de los
servicios de salud, brindando los servicios necesarios de conformidad con los elementos de
16

disponibilidad, accesibilidad, calidad y aceptabilidad, en condiciones de igualdad y sin discriminación,


pero también brindando medidas positivas respecto de grupos en situación de vulnerabilidad; iii) las
personas mayores gozan de un nivel reforzado de protección respecto de servicios de salud de
prevención y urgencia; iv) a fin de que se impute la responsabilidad del Estado por muertes médicas
es necesario que se acredite la negación de un servicio esencial o tratamiento pese a la previsibilidad
del riesgo que enfrenta el paciente, o bien una negligencia médica grave, y que se corrobore un nexo
causal entre la acción y el daño. Cuando se trata de una omisión se debe verificar la probabilidad de
que la conducta omitida hubiese interrumpido el proceso causal que desembocó en el resultado
dañoso; v) la falta de atención médica adecuada puede conllevar la vulneración de la integridad
personal; y vi) el consentimiento informado es una obligación a cargo de las instituciones de salud,
las personas mayores ostentan la titularidad de éste derecho, sin embargo, se puede transferir bajo
ciertas circunstancias a sus familiares o representantes. Asimismo, persiste el deber de informar a
los pacientes o, en su caso cuando proceda, a sus representantes sobre los procedimientos y
condición del paciente.

CONCLUSIÓN CASUÍSTICA ASOCIADA CON EL TEMA DE LA


SALUD COMO DERECHO AUTÓNOMO, PROTEGIDO POR EL
ARTÍCULO 26 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

[…]
1.5. Conclusión general sobre el derecho a la salud

175. En el caso concreto, la Corte considera que el Estado de Chile no garantizó que los servicios de
salud brindados al señor Poblete Vilches cumplieran con los estándares referidos, por lo que
incumplió en el otorgamiento de medidas básicas, es decir de sus obligaciones de carácter inmediato
relacionadas con el derecho a la salud en situaciones de urgencia. Asimismo, el Estado incumplió con
su deber de obtener el consentimiento informado por sustitución de los familiares frente a la
intervención quirúrgica practicada, así como de brindar información clara y accesible para los
familiares respecto del tratamiento y procedimientos practicados al paciente. Las negligencias
asumidas en el segundo ingreso, particularmente, al negarle un respirador, así como la posibilidad
de ingresar a la unidad de cuidados requerida y no ser trasladado a otro centro que pudiera
brindarle tales medidas, en parte por su condición de adulto mayor, redujo de manera considerable
las posibilidades de recuperación y sobrevivencia del paciente, por lo que su fallecimiento resulta
imputable al Estado. Asimismo, la Corte sostuvo que la edad del señor Poblete Vilches, como
categoría protegida de la no discriminación, resultó ser una limitante para que recibiera la atención
médica requerida.

176. Por tanto, este Tribunal considera que el Estado chileno es responsable internacionalmente por
la falta de garantía de los derechos a la salud, vida, integridad personal, libertad, dignidad y acceso a
la información, de conformidad con los artículos 26, 4, 5, 13, 7 y 11 de la Convención Americana, en
relación con las obligaciones de no discriminación del artículo 1.1 del mismo instrumento, en
perjuicio del señor Poblete Vilches. Asimismo, el Estado es responsable de la violación de los
artículos 26, 13, 7 y 11, en perjuicio de sus familiares.
17

ALCANCES DEL DERECHO A LA SALUD ENTENDIDO COMO


UN DERECHO AUTÓNOMO QUE DERIVA DEL ARTÍCULO 26
DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
73. Al respecto, la Corte advierte que el principal problema jurídico planteado por las partes en el
presente caso se relaciona con los alcances del derecho a la salud entendido como un derecho
autónomo que deriva del artículo 26 de la Convención Americana, y con la competencia de este
Tribunal para pronunciarse por violaciones a este derecho sobre la base de los artículos 62 y 63 de la
Convención. En este sentido, los alegatos de la Comisión y de los representantes siguen la
aproximación adoptada por este Tribunal desde el caso Lagos del Campo Vs. Perú, y que ha sido
continuada en decisiones posteriores. En efecto, esta aproximación representó un cambio en la
jurisprudencia de la Corte respecto a casos previos donde la Comisión o los representantes alegaban
violaciones a los DESCA, los cuales eran analizados por conexidad con algún derecho civil o político.
Al respecto, la Corte recuerda que ya en el caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile señaló lo siguiente:
Así, resulta claro interpretar que la Convención Americana incorporó en su catálogo de
derechos protegidos los denominados derechos económicos, sociales, culturales y
ambientales (DESCA), a través de una derivación de las normas reconocidas en la Carta de
la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como de las normas de
interpretación dispuestas en el propio artículo 29 de la Convención; particularmente, que
impide limitar o excluir el goce de los derechos establecidos en la Declaración Americana
e inclusive los reconocidos en materia interna. Asimismo, de conformidad con una
interpretación sistemática, teleológica y evolutiva, la Corte ha recurrido al corpus iuris
internacional y nacional en la materia para dar contenido específico al alcance de los
derechos tutelados por la Convención, a fin de derivar el alcance de las obligaciones
específicas de cada derecho.

75. La Corte procederá a interpretar el artículo 26 de la Convención y su relación con los artículos
1.1, 2, 62 y 63 de la Convención Americana, para así determinar lo siguiente: i) si el artículo 26
reconoce derechos, ii) cuál es el alcance de las obligaciones para los Estados en relación con esos
derechos, y iii) si la Corte tiene competencia para analizar violaciones a dichos derechos. Para ello, el
Tribunal recurrirá a la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (en adelante también
“Convención de Viena”), la cual recoge la regla general y consuetudinaria de interpretación de los
tratados internacionales, que implica la aplicación simultánea y conjunta de la buena fe, el sentido
corriente de los términos empleados en el tratado de que se trate, el objeto de estos y el objeto y fin
de aquel. Por ello, como es su jurisprudencia constante, la Corte hará uso de los métodos de
interpretación estipulados en los artículos 31 y 32 de la Convención de Viena para llevar a cabo dicha
interpretación. Asimismo, la Corte utilizará, en lo pertinente, las normas de interpretación que se
desprenden del artículo 29 de la Convención Americana.

78. Sobre el particular, la Corte considera que el sentido corriente que ha de atribuirse a la norma
prevista en el artículo 26 de la Convención es que los Estados se comprometieron a hacer efectivos
“derechos” que derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura
contenidas en la Carta de la Organización de Estados Americanos (en adelante “la Carta de la OEA”).
En ese sentido, este Tribunal advierte que si bien la Carta de la OEA consagra “principios” y “metas”
tendientes al desarrollo integral, también se refiere a ciertos “derechos”, tanto de manera explícita
18

como implícita. De esta forma, de una interpretación literal del texto del artículo 26 es posible
afirmar que se refiere precisamente al deber de los Estados de lograr la efectividad de los
“derechos” que sea posible derivar de la Carta de la OEA. El texto de la norma debe ser interpretado
de forma tal que sus términos adquieran sentido y un significado específico, lo que en el caso del
artículo 26 implica entender que los Estados acordaron adoptar medidas con el objetivo de dar plena
efectividad a los “derechos” reconocidos en la Carta de la OEA.

79. Asimismo, la Corte considera que la mención del artículo 26 que se refiere a los Estados se
comprometen a “adoptar providencias”, “para lograr progresivamente la plena efectividad” de los
derechos que se derivan de la Carta de la OEA debe ser entendido como una formulación acerca de
la naturaleza de la obligación que emana de dicha norma, y no acerca de la falta de existencia de
obligaciones en sentido estricto para los Estados. La Corte recuerda que existen obligaciones
formuladas en términos similares al artículo 26 reconocidos en otros artículos de la Convención, sin
que exista controversia respecto a que éstos imponen obligaciones exigibles en el plano
internacional. En particular, el Tribunal recuerda que el artículo 2 de la Convención reconoce la
existencia del compromiso programáticos de los Estados de adoptar “medidas legislativas o de otro
carácter que fueren necesarias para hacer efectivos” los derechos y libertades reconocidos por la
Convención, lo cual ha dado lugar a que la Corte evalúe en su jurisprudencia si el Estado ha cumplido
con la adopción de dichas “medidas”.

81. La Corte reitera lo ya establecido en su jurisprudencia, en el sentido que la flexibilidad en cuanto


a plazo y modalidades de cumplimiento de sus obligaciones de progresividad conforme al artículo 26
implica, esencialmente, aunque no exclusivamente, una obligación de hacer, es decir, de adoptar
providencias y brindar los medios y elementos necesarios para responder a las exigencias de
efectividad de los derechos involucrados, siempre en la medida de los recursos económicos y
financieros de que disponga para el cumplimiento del respectivo compromiso internacional
adquirido. Así, la implementación progresiva de dichas medidas podrá ser objeto de rendición de
cuentas y, de ser el caso, el cumplimiento del respectivo compromiso adquirido por el Estado podrá
ser exigido ante las instancias llamadas a resolver eventuales violaciones a los derechos humanos.

83. En este sentido, la Corte destaca que los alcances de los derechos que se derivan del artículo 26
de la Convención deben ser entendidos en relación con el resto de las cláusulas de la Convención
Americana y de otros instrumentos relevantes para su interpretación. Al respecto, la Corte ha
observado que si bien el artículo 26 se encuentra en el Capítulo III de la Convención, titulado
“Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, se ubica, también, en la Parte I de dicho instrumento,
titulado “Deberes de los Estados y Derechos Protegidos” y, por ende, está sujeto a las obligaciones
generales contenidas en los artículos 1.1 y 2 señalados en el capítulo I (titulado “Enumeración de
Deberes”), así como lo están los artículos 3 al 25 señalados en el capítulo II (titulado “Derechos
Civiles y Políticos”). De esta forma, la Corte considera que las obligaciones generales de “respeto” y
“garantía”, conjuntamente con la obligación de “adecuación” del artículo 2 de la propia Convención,
aplican a todos los derechos, sean civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales.

84. En consecuencia, al existir una obligación de los Estados de respetar y garantizar los derechos
contemplados por el artículo 26, en los términos del artículo 1.1 de la Convención, la Corte tiene
competencia para calificar si existió una violación a un derecho derivado del artículo 26 en los
términos previstos por los artículos 62 y 63 de la Convención. Este último artículo prevé que cuando
exista una violación de un derecho o libertad protegido por la Convención, la Corte dispondrá que se
garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcado, y dispondrá que se reparen
las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de un derecho.
19

Asimismo, la Corte ha señalado en reiteradas ocasiones que, en virtud del artículo 1.1, todo
menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención que pueda ser atribuido, según
las reglas del Derecho Internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye
un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos establecidos en
la Convención. Así, la Corte considera que ahí donde sea posible identificar una acción u omisión
atribuible al Estado, que vulnere un derecho protegido por el artículo 26, la Corte podrá determinar
la responsabilidad del Estado por dicho acto y establecer una reparación adecuada.

PARA LA CORTE IDH, EL DERECHO A LA SALUD SE REFIERE


AL DE TODA PERSONA DE GOZAR DEL MÁS ALTO NIVEL DE
BIENESTAR FÍSICO, MENTAL Y SOCIAL

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359
B.3. El contenido del derecho a la salud

103. En razón de lo anterior, la Corte advierte, en primer término, que la Declaración Americana
reconoce en su Artículo XI que toda persona tiene el derecho “a que su salud sea preservada por
medidas sanitarias y sociales, relativas a […] la asistencia médica, correspondientes al nivel que
permitan los recursos públicos y los de la comunidad”. En el mismo sentido, el artículo 10 del
Protocolo de San Salvador establece que toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el
disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social, e indica que la salud es un bien
público. El mismo artículo establece que, entre las medidas para garantizar el derecho a la salud, los
Estados deben impulsar “la total inmunización contra las principales enfermedades infecciosas”, “la
prevención y el tratamiento de las enfermedades endémicas, profesionales y de otra índole”, y “la
satisfacción de las necesidades de salud de los grupos de más alto riesgo y que por sus condiciones
de pobreza sean más vulnerables”.

104. En sentido similar a las obligaciones previstas por la Carta de la OEA, la Declaración Americana,
y el Protocolo de San Salvador, en el ámbito universal el PIDESC entiende el derecho a la salud como
“el disfrute más alto de bienestar social, físico y mental”, y reconoce la obligación estatal de adoptar
medidas para “[l]a prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas,
profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas”.

105. Al respecto, esta Corte ya ha reconocido que la salud es un derecho humano fundamental e
indispensable para el ejercicio adecuado de los demás derechos humanos, y que todo ser humano
tiene derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud que le permita vivir dignamente,
entendida la salud no sólo como la ausencia de afecciones o enfermedades, sino también como un
estado completo de bienestar físico, mental y social, derivado de un estilo de vida que permita
alcanzar a las personas un balance integral. El Tribunal ha precisado que la obligación general de
protección a la salud se traduce en el deber estatal de asegurar el acceso de las personas a servicios
esenciales de salud, garantizando una prestación médica de calidad y eficaz, así como de impulsar el
mejoramiento de las condiciones de salud de la población.

106. En el mismo sentido, el Tribunal ha establecido que la operatividad de dicha obligación


comienza con el deber de regulación, por lo que ha indicado que los Estados son responsables de
regular con carácter permanente la prestación de servicios (tanto públicos como privados) y la
ejecución de programas nacionales relativos al logro de una prestación de servicios de calidad. La
20

Corte ha tomado en cuenta la Observación General No. 14 del Comité DESC sobre el derecho al
disfrute del más alto nivel posible de salud. En particular, en dicha Observación destacó que el
derecho abarca la atención de salud oportuna y apropiada, así como los siguientes elementos
esenciales e interrelacionados de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad, cuya
aplicación dependerá de las condiciones prevalecientes en cada estado:
a) Disponibilidad. Cada Estado Parte deberá contar con un número suficiente de establecimientos, bienes y
servicios públicos de salud y centros de atención de la salud, así como de programas. La naturaleza precisa de los
establecimientos, bienes y servicios dependerá de diversos factores, en particular el nivel de desarrollo del
Estado Parte. Con todo, esos servicios incluirán los factores determinantes básicos de la salud, como agua limpia
potable y condiciones sanitarias adecuadas, hospitales, clínicas y demás establecimientos relacionados con la
salud, personal médico y profesional capacitado y bien remunerado habida cuenta de las condiciones que existen
en el país, así como los medicamentos esenciales definidos en el Programa de Acción sobre medicamentos
esenciales de la OMS.

b) Accesibilidad. Los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles a todos, sin discriminación
alguna, dentro de la jurisdicción del Estado Parte. La accesibilidad presenta cuatro dimensiones superpuestas:

i) No discriminación: los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles, de hecho y
de derecho, a los sectores más vulnerables y marginados de la población, sin discriminación alguna por
cualquiera de los motivos prohibidos.

ii) Accesibilidad física: los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán estar al alcance
geográfico de todos los sectores de la población, en especial los grupos vulnerables o marginados,
como las minorías étnicas y poblaciones indígenas, las mujeres, los niños, los adolescentes, las personas
mayores, las personas con discapacidades y las personas con VIH/SIDA. La accesibilidad también implica
que los servicios médicos y los factores determinantes básicos de la salud, como el agua limpia potable
y los servicios sanitarios adecuados, se encuentran a una distancia geográfica razonable, incluso en lo
que se refiere a las zonas rurales. Además, la accesibilidad comprende el acceso adecuado a los edificios
para las personas con discapacidades.

iii) Accesibilidad económica (asequibilidad): los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán
estar al alcance de todos. Los pagos por servicios de atención de la salud y servicios relacionados con
los factores determinantes básicos de la salud deberán basarse en el principio de la equidad, a fin de
asegurar que esos servicios, sean públicos o privados, estén al alcance de todos, incluidos los grupos
socialmente desfavorecidos. La equidad exige que sobre los hogares más pobres no recaiga una carga
desproporcionada, en lo que se refiere a los gastos de salud, en comparación con los hogares más ricos.

iv) Acceso a la información: ese acceso comprende el derecho de solicitar, recibir y difundir información
e ideas acerca de las cuestiones relacionadas con la salud. Con todo, el acceso a la información no debe
menoscabar el derecho de que los datos personales relativos a la salud sean tratados con
confidencialidad.

c) Aceptabilidad. Todos los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser respetuosos de la ética
médica y culturalmente apropiados, es decir respetuosos de la cultura de las personas, las minorías, los pueblos y
las comunidades, a la par que sensibles a los requisitos del género y el ciclo de vida, y deberán estar concebidos
para respetar la confidencialidad y mejorar el estado de salud de las personas de que se trate.

d) Calidad. Además de aceptables desde el punto de vista cultural, los establecimientos, bienes y servicios de
salud deberán ser también apropiados desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad. Ello
requiere, entre otras cosas, personal médico capacitado, medicamentos y equipo hospitalario científicamente
aprobados y en buen estado, agua limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas.

107. En relación con lo anterior, la Corte concluye que el derecho a la salud se refiere al derecho de
toda persona a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social. Este derecho abarca la
atención de salud oportuna y apropiada conforme a los principios de disponibilidad, accesibilidad,
aceptabilidad y calidad. El cumplimiento de la obligación del Estado de respetar y garantizar este
derecho deberá dar especial cuidado a los grupos vulnerables y marginados, y deberá realizarse de
21

conformidad con los recursos disponibles de manera progresiva y de la legislación nacional aplicable.
A continuación, el Tribunal se referirá a las obligaciones específicas que surgen para la atención a la
salud para personas que viven con el VIH.

CORTE SE PRONUNCIA SOBRE EL DERECHO A LA SALUD


(DE PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD) DE MANERA
AUTÓNOMA, COMO PARTE INTEGRANTE DE LOS DESCA

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
62. Por otro lado, el Tribunal advierte que, en el presente caso, uno de los problemas jurídicos
identificados se relaciona con los alcances del derecho a la salud entendido como un derecho
autónomo que deriva del artículo 26 de la Convención Americana. En este sentido, el abordaje en
este apartado sigue la aproximación adoptada por este Tribunal desde el caso Lagos del Campo Vs.
Perú, y que ha sido continuada en decisiones posteriores. Al respecto, la Corte recuerda que ya en el
caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile señaló lo siguiente:
Así, resulta claro interpretar que la Convención Americana incorporó en su catálogo de
derechos protegidos los denominados derechos económicos, sociales, culturales y
ambientales (DESCA), a través de una derivación de las normas reconocidas en la Carta de
la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como de las normas de
interpretación dispuestas en el propio artículo 29 de la Convención; particularmente, que
impide limitar o excluir el goce de los derechos establecidos en la Declaración Americana
e inclusive los reconocidos en materia interna. Asimismo, de conformidad con una
interpretación sistemática, teleológica y evolutiva, la Corte ha recurrido al corpus iuris
internacional y nacional en la materia para dar contenido específico al alcance de los
derechos tutelados por la Convención, a fin de derivar el alcance de las obligaciones
específicas de cada derecho.

63. En este apartado, la Corte se pronunciará respecto del derecho a la salud, en particular sobre el
derecho a la salud de las personas privadas de libertad, de manera autónoma, como parte
integrante de los DESCA y para tal efecto seguirá el siguiente orden: a) el derecho a la salud como
derecho autónomo y justiciable; b) el contenido del derecho a la salud, y c) la afectación del derecho
a la salud en el presente caso.

EL DERECHO A LA SALUD
COMO DERECHO AUTÓNOMO Y JUSTICIABLE

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
B.3.1. El derecho a la salud como derecho autónomo y justiciable

64. Para identificar aquellos derechos que pueden ser derivados interpretativamente del artículo 26,
se debe considerar que este realiza una remisión directa a las normas económicas, sociales y sobre
educación, ciencia y cultura contenidas en la Carta de la OEA. De una lectura de este último
instrumento, la Corte advierte que reconoce a la salud en 34.i y 34.l de la Carta de la OEA establece,
entre los objetivos básicos del desarrollo integral, el de la “[d]efensa del potencial humano mediante
la extensión y aplicación de los modernos conocimientos de la ciencia médica”, así como de las
22

“[c]ondiciones que hagan posible una vida sana, productiva y digna”. Por su parte, el artículo 45.h
destaca que “el hombre sólo puede alcanzar la plena realización de sus aspiraciones dentro de un
orden social justo”, por lo que los Estados convienen en dedicar esfuerzos a la aplicación de
principios, entre ellos el: “h) Desarrollo de una política eficiente de seguridad social”. De esta forma,
la Corte reitera que existe una referencia con el suficiente grado de especificidad para derivar la
existencia del derecho a la salud reconocido por la Carta de la OEA. En consecuencia, la Corte
considera que el derecho a la salud es un derecho protegido por el artículo 26 de la Convención.

65. Corresponde entonces a este Tribunal reiterar los alcances del derecho a la salud, en particular
del derecho a la salud de personas privadas de libertad en el marco de los hechos del presente caso,
a la luz del corpus iuris internacional en la materia. La Corte recuerda que las obligaciones
contenidas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana constituyen, en definitiva, la base
para la determinación de responsabilidad internacional a un Estado por violaciones a los derechos
reconocidos en la Convención, incluidos aquellos reconocidos en virtud del artículo 26. Sin embargo,
la misma Convención hace expresa referencia a las normas del Derecho Internacional general para
su interpretación y aplicación, específicamente a través del artículo 29, el cual prevé el principio pro
persona. De esta forma, como ha sido la práctica constante de este Tribunal, al determinar la
compatibilidad de las acciones y omisiones del Estado, o de sus normas, con la propia Convención u
otros tratados respecto de los cuales tiene competencia, la Corte puede interpretar las obligaciones
y derechos en ellos contenidos a la luz de otros tratados y normas pertinentes.

66. De esta forma, la Corte reiterará las fuentes, principios y criterios del corpus iuris internacional
como normativa especial aplicable en la determinación del contenido del derecho a la salud. Este
Tribunal señala que la utilización de la normativa antes mencionada para la determinación del
derecho en cuestión se utilizará en forma complementaria a la normativa convencional. Al respecto,
la Corte afirma que no está asumiendo competencias sobre tratados en los que no la tiene, ni
tampoco está otorgando jerarquía convencional a normas contenidas en otros instrumentos
nacionales o internacionales relacionados con los DESCA. Por el contrario, la Corte realizará una
interpretación de conformidad con las pautas previstas por el artículo 29, y conforme a su práctica
jurisprudencial, que permita actualizar el sentido de los derechos derivados de la Carta de la OEA
que se encuentran reconocidos por el artículo 26 de la Convención. La determinación del derecho a
la salud dará un especial énfasis a la Declaración Americana, pues tal y como lo estableció este
Tribunal:
[…] [L]os Estados Miembros han entendido que la Declaración contiene y define aquellos
derechos humanos esenciales a los que la Carta se refiere, de manera que no se puede
interpretar y aplicar la Carta de la Organización en materia de derechos humanos, sin
integrar las normas pertinentes de ella con las correspondientes disposiciones de la
Declaración, como resulta de la práctica seguida por los órganos de la OEA.

67. En el mismo sentido, este Tribunal ha señalado en otras oportunidades que los tratados de
derechos humanos son instrumentos vivos, cuya interpretación tiene que acompañar la evolución de
los tiempos y las condiciones de vida actuales. Tal interpretación evolutiva es consecuente con las
reglas generales de interpretación establecidas en el artículo 29 de la Convención Americana, así
como con la Convención de Viena. Además, el párrafo tercero del artículo 31 de la Convención de
Viena autoriza la utilización de medios interpretativos tales como los acuerdos o la práctica o reglas
relevantes del derecho internacional que los Estados hayan manifestado sobre la materia del
tratado, los cuales son algunos de los métodos que se relacionan con una visión evolutiva del
Tratado. De esta forma, con el objetivo de determinar el alcance del derecho a la salud, en particular
23

del derecho a la salud de personas privadas de libertad, tal y como se deriva de las normas
económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura de la Carta de la OEA, el Tribunal hará
referencia a los instrumentos relevantes del corpus iuris internacional.

Contenidos en los niveles internacional y constitucionales

REQUISITOS DEL COMITÉ DE DERECHOS ECONÓMICOS,


SOCIALES Y CULTURALES SOBRE SALUD: DISPONIBILIDAD,
ACCESIBILIDAD, ACEPTABILIDAD Y CALIDAD

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
173. Por otra parte, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha señalado [Cf.
Observación No. 14 del Comité DESC, 11 de agosto de 2000] que todos los servicios, artículos e
instalaciones de salud deben cumplir con requisitos de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y
calidad. En torno a estos elementos esenciales del derecho a la salud el Comité ha precisado su
alcance en los siguientes términos:
a) Disponibilidad. Cada Estado Parte deberá contar con un número suficiente de
establecimientos, bienes y servicios públicos de salud y centros de atención de la salud,
así como de programas. Con todo, esos servicios incluirán los factores determinantes
básicos de la salud, como hospitales, clínicas y demás establecimientos relacionados con
la salud, personal médico y profesional capacitado, así como los medicamentos esenciales
definidos en el Programa de Acción sobre medicamentos esenciales de la OMS.

b) Accesibilidad. Los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles a


todos, sin discriminación alguna, dentro de la jurisdicción del Estado Parte. La
accesibilidad presenta cuatro dimensiones superpuestas:

i) No discriminación: los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser


accesibles, de hecho y de derecho, a los sectores más vulnerables y marginados de
la población, sin discriminación alguna por cualquiera de los motivos prohibidos.

ii) Accesibilidad física: los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán


estar al alcance geográfico de todos los sectores de la población, en especial los
grupos vulnerables o marginados, como las mujeres, los niños, los adolescentes y
las personas con VIH/SIDA. […]

iii) Accesibilidad económica (asequibilidad): los establecimientos, bienes y servicios


de salud deberán estar al alcance de todos. Los pagos por servicios de atención de
la salud y servicios relacionados con los factores determinantes básicos de la salud
deberán basarse en el principio de la equidad, a fin de asegurar que esos servicios,
sean públicos o privados, estén al alcance de todos, incluidos los grupos
socialmente desfavorecidos. La equidad exige que sobre los hogares más pobres
no recaiga una carga desproporcionada, en lo que se refiere a los gastos de salud,
en comparación con los hogares más ricos.

iv) Acceso a la información: ese acceso comprende el derecho de solicitar, recibir y


difundir información e ideas acerca de las cuestiones relacionadas con la salud.
Con todo, el acceso a la información no debe menoscabar el derecho de que los
datos personales relativos a la salud sean tratados con confidencialidad.
24

c) Aceptabilidad. Todos los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser


respetuosos de la ética médica y culturalmente apropiados, es decir respetuosos de la
cultura de las personas, las minorías, los pueblos y las comunidades, a la par que sensibles
a los requisitos del género y el ciclo de vida, y deberán estar concebidos para respetar la
confidencialidad y mejorar el estado de salud de las personas de que se trate.

d) Calidad. Además de aceptables desde el punto de vista cultural, los establecimientos,


bienes y servicios de salud deberán ser también apropiados desde el punto de vista
científico y médico y ser de buena calidad. Ello requiere, entre otras cosas, personal
médico capacitado, medicamentos y equipo hospitalario científicamente aprobados y en
buen estado, agua limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas.

CORPUS IURIS INTERNACIONAL


SOBRE EL DERECHO A LA SALUD

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
113. Además, la Corte observa un amplio consenso regional en la consolidación del derecho a la
salud, el cual se encuentra reconocido explícitamente en diversas constituciones y leyes internas de
los Estados de la región, entre ellas: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica,
Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana, Surinam, Uruguay y Venezuela.

d) Corpus iuris internacional sobre el derecho a la salud

114. Asimismo, el derecho a la salud está consagrado por un vasto corpus iuris internacional; inter
alia: el artículo 25.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; el artículo 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el artículo 10 del Protocolo Adicional a
la Convención Americana sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Además, el derecho a la
salud se reconoce en el artículo 5 apartado e) de la Convención Internacional sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación Racial; el artículo 12.1 de la Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; el artículo 24.1 de la Convención sobre los
Derechos del Niño; el artículo 28 de la Convención sobre la Protección de los Trabajadores
Migratorios y sus Familiares, y el artículo 25 de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad. Este derecho también se encuentra plasmado en varios instrumentos regionales
de derechos humanos, como en el artículo 17 de la Carta Social de las Américas; el artículo 11 de la
Carta Social Europea de 1961, en su forma revisada; el artículo 16 de la Carta Africana de Derechos
Humanos y de los Pueblos, y recientemente en la Convención Interamericana sobre la Protección de
los Derechos Humanos de las Personas Mayores (cabe señalar que, sobre esta última, por razones de
temporalidad, no resulta exigible en relación con los hechos del caso en análisis). Además, el
derecho a la salud ha sido reconocido en la sección II, apartado 41, de la Declaración y Programa de
Acción de Viena, y en otros instrumentos y decisiones internacionales.

115. Por su parte, el Comité de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las
Naciones Unidas (en adelante Comité DESC) se ha pronunciado sobre los deberes de los Estado en
materia de salud, principalmente en su Observación General N° 14 sobre el derecho al disfrute del
más alto nivel posible de salud. Asimismo, se ha pronunciado sobre componentes del derecho a la
salud en sucesivas Observaciones Generales Números: 3, 4, 5, 6, 15, 16, 18, 19 y 20. En la región
25

americana, el Grupo de Trabajo de la OEA para el análisis de los Informes Anuales sobre Indicadores
de Progreso, también se ha referido al análisis del derecho a la salud.

116. Tomando en cuenta lo anterior, la Corte considera que de la consolidación del derecho a la
salud se derivan diversos estándares aplicables al presente caso, relativos a prestaciones básicas y
específicas de salud, particularmente frente a situaciones de urgencia o emergencia médica.

CONTENIDO DEL DERECHO A LA SALUD DE ACUERDO CON


LOS SISTEMAS INTERAMERICANO Y UNIVERSAL

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
B.3.2. El contenido del derecho a la salud

69. De conformidad con lo señalado anteriormente, los artículos 34.i y 34.l de la Carta de la OEA
establecen, entre los objetivos básicos del desarrollo integral, el de la “[d]efensa del potencial
humano mediante la extensión y aplicación de los modernos conocimientos de la ciencia médica”,
así como de las “[c]ondiciones que hagan posible una vida sana, productiva y digna”. Asimismo, el
artículo 45.h destaca que “el hombre sólo puede alcanzar la plena realización de sus aspiraciones
dentro de un orden social justo”, por lo que los Estados convienen en dedicar esfuerzos a la
aplicación de principios, entre ellos el: “h) Desarrollo de una política eficiente de seguridad social”.

70. Asimismo, el artículo XI de la Declaración Americana permite identificar el derecho a la salud al


referir que toda persona tiene derecho “a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y
sociales, relativas a […] la asistencia médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos
públicos y los de la comunidad”.

71. De igual manera, el artículo 10 del Protocolo de San Salvador establece que toda persona tiene
derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social,
e indica que la salud es un bien público. El mismo artículo establece que, entre las medidas para
garantizar el derecho a la salud, los Estados deben impulsar “la total inmunización contra las
principales enfermedades infecciosas”, “la prevención y el tratamiento de las enfermedades
endémicas, profesionales y de otra índole”, y “la satisfacción de las necesidades de salud de los
grupos de más alto riesgo y que por sus condiciones de pobreza sean más vulnerables”.

72. En el ámbito universal, el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece


que “a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez,
viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad.” Por su parte, el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) entiende el derecho a la salud como el derecho “a un
nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene
asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.

73. Adicionalmente, el derecho a la salud se reconoce en el artículo 5 apartado e) de la Convención


Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; el artículo 12.1 de la
26

Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; el artículo
24.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño; el artículo 28 de la Convención sobre la
Protección de los Trabajadores Migratorios y sus Familiares, y el artículo 25 de la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad. Este derecho también se encuentra plasmado en
varios instrumentos regionales de derechos humanos, como en el artículo 17 de la Carta Social de las
Américas; el artículo 11 de la Carta Social Europea de 1961, en su forma revisada; el artículo 16 de la
Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, y recientemente en la Convención
Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Además, el
derecho a la salud ha sido reconocido en la sección II, apartado 41, de la Declaración y Programa de
Acción de Viena, y en otros instrumentos y decisiones internacionales.

CONTENIDO DEL DERECHO A LA SALUD SEGÚN


RECONOCIMIENTOS CONSTITUCIONALES DE LA REGIÓN

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
B.3.2. El contenido del derecho a la salud

74. Asimismo, el derecho a la salud está reconocido a nivel constitucional en Argentina, en su


artículo 42 de la Constitución Política.

75. Además, la Corte observa un amplio consenso regional en la consolidación del derecho a la salud,
el cual se encuentra reconocido explícitamente en diversas constituciones y leyes internas de los
Estados de la región, entre ellas: Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República
Dominicana, Surinam, Uruguay y Venezuela.

3. TEMAS DE URGENCIA, DE SUPERVISIÓN Y DE ADULTOS MAYORES


Prestaciones médicas de urgencia

OBLIGACIÓN ESTATAL DE ASEGURAR EL ACCESO DE LAS


PERSONAS A LOS SERVICIOS ESENCIALES DE SALUD EN
RELACIÓN CON PRESTACIONES MÉDICAS DE URGENCIA

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1. El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]

1.1.1. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables a situaciones de urgencia médica

[…]

120. En segundo lugar, tomado en cuenta la Observación General No. 14 del Comité DESC, este
Tribunal se ha referido a una serie de elementos esenciales e interrelacionados, que deben
satisfacerse en materia de salud. A saber: disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad.
27

121. En vista de ello, esta Corte estima que para efectos de las prestaciones médicas de urgencia, los
Estados deben garantizar, al menos, los siguientes estándares:

a) Respecto a la calidad, se debe contar con la infraestructura adecuada y necesaria para


satisfacer las necesidades básicas y urgentes. Esto incluye cualquier tipo de herramienta o
soporte vital, así como también disponer de recurso humano calificado para responder
ante urgencias médicas.

b) Respecto a la accesibilidad, los establecimientos, bienes y servicios de emergencias de


salud deben ser accesibles a todas las personas. La accesibilidad entendida desde las
dimensiones superpuestas de no discriminación, accesibilidad física, accesibilidad
económica y acceso a la información. Proveiendo de esta forma un sistema de salud
inclusivo basado en los derechos humanos.

c) Respecto a la disponibilidad, se debe contar con un número suficiente de


establecimientos, bienes y servicios públicos de salud, así como de programas integrales de
salud. La coordinación entre establecimientos del sistema resulta relevante para cubrir de
manera integrada las necesidades básicas de la población.

d) Respecto de la aceptabilidad, los establecimientos y servicios de salud deberán respetar


la ética médica y los criterios culturalmente apropiados. Además, deberán incluir una
perspectiva de género, así como de las condiciones del ciclo de vida del paciente. El
paciente debe ser informado sobre su diagnóstico y tratamiento, y frente a ello respetar su
voluntad […].

OBLIGACIÓN DE ASEGURAR EL ACCESO DE LAS PERSONAS


A SERVICIOS ESENCIALES DE SALUD EN RELACIÓN CON EL
DERECHO A LA NO DISCRIMINACIÓN

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1. El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]

1.1.1. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables a situaciones de urgencia médica

[…]

122. En tercer lugar, y como condición transversal de la accesibilidad, la Corte recuerda que el
Estado está obligado a garantizar un trato igualitario a todas las personas que accedan a los servicios
de salud, por lo que de conformidad con el artículo 1.1 de la Convención Americana no son
permitidos tratos discriminatorios, “por motivos de raza, color, sexo, […] posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social”. Al respecto, los criterios específicos en virtud de los
cuales está prohibido discriminar, según el artículo 1.1 de la Convención Americana, no son un
listado taxativo o limitativo sino meramente enunciativo. Por el contrario, la redacción de dicho
artículo deja abiertos los criterios con la inclusión del término “otra condición social” para incorporar
así a otras categorías que no hubiesen sido explícitamente indicadas”. Así, la Corte ha señalado que
28

la edad, es también una categoría protegida por esta norma. En este sentido, la prohibición por
discriminación relacionada con la edad cuando se trata de las personas mayores, se encuentra
tutelada por la Convención Americana. Esto comporta, entre otras cosas, la aplicación de políticas
inclusivas para la totalidad de la población y un fácil acceso a los servicios públicos.

123. Al respecto, la Corte reitera que el derecho a la igualdad y no discriminación abarca dos
concepciones: una negativa relacionada con la prohibición de diferencias de trato arbitrarias, y una
positiva relacionada con la obligación de los Estados de crear condiciones de igualdad real frente a
grupos que han sido históricamente excluidos o que se encuentran en mayor riesgo de ser
discriminados. En tal sentido, la adopción de medidas positivas se acentúa en relación con la
protección de personas en situación de vulnerabilidad o en situación de riesgo, quienes deben tener
garantizado el acceso a los servicios médicos de salud en vía de igualdad.

Deberes de supervisar y fiscalizar

OBLIGACIÓN DE ASEGURAR EL ACCESO DE LAS PERSONAS


A SERVICIOS ESENCIALES DE SALUD, EN RELACIÓN CON
EL DEBER DE SUPERVISAR Y FISCALIZAR

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1. El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]

1.1.1. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables a situaciones de urgencia médica

[…]

124. En cuarto lugar, la Corte sostuvo en el caso Suárez Peralta que el Estado debe prever
mecanismos de supervisión y fiscalización estatal de las instituciones de salud, tanto públicas como
privadas. Al respecto, la Corte ha señalado que cuando se trata de competencias esenciales
relacionadas con la supervisión y fiscalización de la prestación de servicios de interés público, como
la salud, la atribución de responsabilidad puede surgir por la omisión en el cumplimiento del deber
de supervisar la prestación del servicio para proteger el bien respectivo. La Corte ha sostenido que
“una eventual atención médica en instituciones sin la debida habilitación, sin estar aptas en su
infraestructura o en su higiene para brindar prestaciones médicas, o por profesionales que no
cuenten con la debida calificación para tales actividades, podría conllevar una incidencia
trascendental en los derechos a la vida o a la integridad del paciente”. De esta forma, dicha
obligación de supervisión y fiscalización se debe actualizar de manera constante, particularmente
cuando de los servicios de urgencia médica se trate.

Derechos de las personas mayores

DERECHO A LA SALUD PROTEGIDO POR EL ARTÍCULO 26


DE LA CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS
HUMANOS, RESPECTO DE LAS PERSONAS MAYORES
29

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1. El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]

1.1.2. Respecto de las personas mayores en materia de salud

125. La Corte destaca la oportunidad de pronunciarse por primera ocasión de manera específica
sobre los derechos de las personas mayores en materia de salud.

126. Este Tribunal, verifica el importante desarrollo y consolidación de estándares internacionales en


esta materia. Así, el artículo 17 del Protocolo de San Salvador, contempla el derecho a la salud de las
personas mayores; el Protocolo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos relativo
a los Derechos de las Personas de Edad en África, y la Carta Social Europea. Particular atención
merece la reciente adopción de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos
Humanos de las Personas Mayores, la cual reconoce que la persona mayor tiene derecho a su salud
física y mental, sin ningún tipo de discriminación, entre otras. Asimismo, observa demás desarrollos
en la materia, tales como: los Principios de las Naciones Unidas en Favor de las Personas de Edad, el
Plan de Acción Internacional de Viena sobre Envejecimiento, la Proclamación sobre el
Envejecimiento, la Declaración Política y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el
Envejecimiento, así como otros de carácter regional, tales como: la Estrategia Regional de
Implementación para América Latina y el Caribe, la Declaración de Brasilia, el Plan de Acción de la
Organización Panamericana de la Salud sobre la Salud de las Personas Mayores, incluido el
Envejecimiento Activo y Saludable, la Declaración de Compromiso de Puerto España, la Carta de San
José sobre los Derechos de las Personas Mayores de América Latina y el Caribe.

127. Tales instrumentos internacionales reconocen un catálogo mínimo de derechos humanos, cuyo
respeto es imprescindible para el más alto desarrollo de la persona mayor en todos los aspectos de
su vida y en las mejores condiciones posibles, destacando en particular el derecho a la salud.
Asimismo, las personas mayores, tienen derecho a una protección reforzada y, por ende, exige la
adopción de medidas diferenciadas. Respecto al derecho a la salud, sea en la esfera privada como en
la pública, el Estado tiene el deber de asegurar todas las medidas necesarias a su alcance, a fin de
garantizar el mayor nivel de salud posible, sin discriminación. Se desprende también un avance en
los estándares internacionales en materia de derechos de las personas mayores, al entender y
reconocer la vejez de manera digna y por ende el trato frente a ella. Así, resalta en la región diversas
agendas de mayor inclusión del adulto mayor en las políticas públicas, a través programas de
sensibilización y valorización del adulto mayor en la sociedad, la creación de planes nacionales para
abordar el tema de la vejez de manera integral, así como también sus necesidades, la promulgación
de leyes y la facilitación del acceso a sistemas de seguridad social.

130. En este sentido, esta Corte destaca como un hecho ineludible que la población está
envejeciendo de manera constante y considerable. El cambio vertiginoso del escenario demográfico
en los países de la región presenta retos y desafíos, por lo cual este impacto en los derechos
humanos hace necesario que los Estados se involucren para dar respuesta de manera integral, a fin
de que las personas mayores sean reconocidas como sujetos de derechos especiales desde la
30

prevención y promoción de salud. Para ello, resulta necesario también el involucramiento por parte
de la sociedad a fin de brindar a las personas adultas mayores de calidad de vida. [...]

131. La Corte nota que, en muchas situaciones, se presenta una particular vulnerabilidad de las
personas mayores frente al acceso a la salud. Sobre el particular, resalta la existencia de diversos
factores como las limitaciones físicas, de movilidad, la condición económica o la gravedad de la
enfermedad y posibilidades de recuperación. Asimismo, en determinadas situaciones, dicha
vulnerabilidad se encuentra incrementada en razón del desequilibrio de poder que existe en la
relación médico - paciente, por lo que resulta indispensable que se garantice al paciente, de manera
clara y accesible, la información necesaria y el entendimiento de su diagnóstico o situación
particular, así como de las medidas o tratamientos para enfrentar tal situación […].

132. En vista de lo anterior, la Corte resalta la importancia de visibilizar a las personas mayores como
sujetos de derechos con especial protección y por ende de cuidado integral, con el respeto de su
autonomía e independencia. El Tribunal ha sostenido que, al menos, estos “deben tener protegida
su salud en caso de enfermedades crónicas y en fase terminal”. Por lo tanto, esta Corte considera
que, respecto de las personas adultas mayores, como grupo en situación de vulnerabilidad, existe
una obligación reforzada de respeto y garantía de su derecho a la salud. Lo anterior se traduce en la
obligación de brindarles las prestaciones de salud que sean necesarias de manera eficiente y
continua. En consecuencia, el incumplimiento de dicha obligación surge cuando se les niega el
acceso a la salud o no se garantiza su protección, pudiendo también ocasionar una vulneración de
otros derechos.

EL ESTADO NO GARANTIZÓ EL DERECHO A LA SALUD SIN


DISCRIMINACIÓN, MEDIANTE UN SERVICIO URGENTE
REQUERIDO A PERSONA MAYOR VULNERABLE

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
1. EL DERECHO A LA SALUD

1.1. El derecho a la salud protegido por el artículo 26 de la Convención

[…]

1.1.3. Análisis del presente caso

[…]

142. El señor Poblete Vilches era un adulto mayor con patologías agregadas que hacían que su
situación lo convirtiera en un paciente aún más vulnerable. Sin perjuicio de lo anterior, quedó
evidenciado que no recibió el tratamiento adecuado conforme a su situación particular. Del marco
fáctico se desprende que, en el segundo ingreso, existió urgencia de las prestaciones de salud
requeridas en el caso, cuya dispensa de forma inmediata resultaban de carácter vital. En suma, el
paciente requería de una atención médica urgente y de calidad, que el sistema de salud pública no
proveyó, por lo que dicha situación derivó en una discriminación por su condición de persona mayor.

143. En vista de lo anterior, la Corte concluye que el Estado chileno no garantizó al señor Poblete
Vilches su derecho a la salud sin discriminación, mediante servicios necesarios y urgentes en relación
a su situación especial de vulnerabilidad como persona mayor. Por tanto, el Estado violó el derecho
31

a la salud, de conformidad con el artículo 26 de la Convención Americana, en relación con el artículo


1.1 de la misma, en perjuicio del señor Poblete Vilches.

4. RESPONSABILIDAD POR ACTOS DE PARTICULARES Y DERECHO A LA SALUD


Servicios privados de psiquiatría

RESPONSABILIDAD ESTATAL GENERADA POR CONDUCTA


DE PERSONAL EN HOSPITAL PRIVADO, CONTRATADO PARA
SERVICIOS DE PSIQUIATRÍA, DONDE FALLECIÓ PACIENTE

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149
VI

CONSIDERACIONES PREVIAS

59. A continuación la Corte procederá a pronunciarse sobre: a) los alcances del reconocimiento de
responsabilidad internacional efectuado por el Estado; b) los fundamentos de las obligaciones del
Estado en el marco de la responsabilidad estatal generada por violaciones a la Convención
Americana, y c) la especial atención que los Estados deben a las personas que sufren de
discapacidadaes mentales en razón de su particular vulnerabilidad.

[…]

b) FUNDAMENTOS DE LAS OBLIGACIONES DEL ESTADO EN EL MARCO DE LA RESPONSABILIDAD ESTATAL GENERADA


POR VIOLACIONES A LA CONVENCIÓN AMERICANA

84. Es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viole los derechos reconocidos por la
Convención. En tal sentido, en toda circunstancia en la que un órgano o funcionario del Estado o de
una institución de carácter público lesione indebidamente, por acción u omisión, uno de tales
derechos, se está ante un supuesto de inobservancia del deber de respeto consagrado en el artículo
1.1 de la Convención.

85. La Corte, además, ha establecido que la responsabilidad estatal también puede generarse por
actos de particulares en principio no atribuibles al Estado. Las obligaciones erga omnes que tienen
los Estados de respetar y garantizar las normas de protección, y de asegurar la efectividad de los
derechos, proyectan sus efectos más allá de la relación entre sus agentes y las personas sometidas a
su jurisdicción, pues se manifiestan en la obligación positiva del Estado de adoptar las medidas
necesarias para asegurar la efectiva protección de los derechos humanos en las relaciones inter-
individuales.

86. Los supuestos de responsabilidad estatal por violación a los derechos consagrados en la
Convención, pueden ser tanto las acciones u omisiones atribuibles a órganos o funcionarios del
Estado, como la omisión del Estado en prevenir que terceros vulneren los bienes jurídicos que
protegen los derechos humanos. No obstante, entre esos dos extremos de responsabilidad, se
encuentra la conducta descrita en la Resolución de la Comisión de Derecho Internacional, de una
persona o entidad, que si bien no es un órgano estatal, está autorizada por la legislación del Estado
para ejercer atribuciones de autoridad gubernamental. Dicha conducta, ya sea de persona física o
jurídica, debe ser considerada un acto del Estado, siempre y cuando estuviere actuando en dicha
capacidad.
32

87. Es decir, la acción de toda entidad, pública o privada, que está autorizada a actuar con capacidad
estatal, se encuadra en el supuesto de responsabilidad por hechos directamente imputables al
Estado, tal como ocurre cuando se prestan servicios en nombre del Estado.

88. La Corte ha establecido, además, que de las obligaciones generales de respetar y garantizar los
derechos, derivan deberes especiales, determinables en función de las particulares necesidades de
protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición personal o por la situación específica en
que se encuentre.

89. En relación con personas que se encuentran recibiendo atención médica, y dado que la salud es
un bien público cuya protección está a cargo de los Estados, éstos tienen la obligación de prevenir
que terceros interfieran indebidamente en el goce de los derechos a la vida y a la integridad
personal, particularmente vulnerables cuando una persona se encuentra bajo tratamiento de salud.
La Corte considera que los Estados tienen el deber de regular y fiscalizar toda la asistencia de salud
prestada a las personas bajo su jurisdicción, como deber especial de protección a la vida y a la
integridad personal, independientemente de si la entidad que presta tales servicios es de carácter
público o privado.

90. La falta del deber de regular y fiscalizar genera responsabilidad internacional en razón de que los
Estados son responsables tanto por los actos de las entidades públicas como privadas que prestan
atención de salud, ya que bajo la Convención Americana los supuestos de responsabilidad
internacional comprenden los actos de las entidades privadas que estén actuando con capacidad
estatal, así como actos de terceros, cuando el Estado falta a su deber de regularlos y fiscalizarlos. La
obligación de los Estados de regular no se agota, por lo tanto, en los hospitales que prestan servicios
públicos, sino que abarca toda y cualquier institución de salud.

96. La prestación de servicios públicos implica la protección de bienes públicos, la cual es una de las
finalidades de los Estados. Si bien los Estados pueden delegar su prestación, a través de la llamada
tercerización, mantienen la titularidad de la obligación de proveer los servicios públicos y de
proteger el bien público respectivo. La delegación a la iniciativa privada de proveer esos servicios,
exige como elemento fundamental la responsabilidad de los Estados en fiscalizar su ejecución, para
garantizar una efectiva protección de los derechos humanos de las personas bajo su jurisdicción y
para que los servicios públicos sean provistos a la colectividad sin cualquier tipo de discriminación, y
de la forma más efectiva posible.

97. Los Estados están obligados a respetar los derechos reconocidos en la Convención y a organizar
el poder público para garantizar a las personas bajo su jurisdicción el libre y pleno ejercicio de los
derechos humanos, extendiéndose esa obligación a todos los niveles de la administración, así como
a otras instituciones a las que los Estados delegan su autoridad.

98. Los Estados deben, según el artículo 2 de la Convención Americana, crear un marco normativo
adecuado para establecer los parámetros de tratamiento e internación a ser observados por las
instituciones de atención de salud. Los Estados tienen la obligación de consagrar y adoptar en su
ordenamiento jurídico interno todas las medidas necesarias para que lo establecido en la
Convención sea cumplido y puesto en práctica, y que tal legislación no se transforme en una mera
formalidad, distanciada de la realidad.

99. Por todas las consideraciones anteriores, la Corte estima que los Estados son responsables de
regular y fiscalizar con carácter permanente la prestación de los servicios y la ejecución de los
programas nacionales relativos al logro de una prestación de servicios de salud públicos de calidad,
33

de tal manera que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida y a la integridad física de las
personas sometidas a tratamiento de salud. Deben, inter alia, crear mecanismos adecuados para
inspeccionar las instituciones psiquiátricas, presentar, investigar y resolver quejas y establecer
procedimientos disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o
de violación de los derechos de los pacientes.

100. En el presente caso, la Casa de Reposo Guararapes, en donde falleció Damião Ximenes Lopes,
era un hospital privado de salud que fue contratado por el Estado para prestar servicios de atención
psiquiátrica bajo la dirección del Sistema Único de Salud, y actuaba como unidad pública de salud en
nombre y por cuenta del Estado (infra párr. 112.55). Por consiguiente, el Estado es responsable por
la conducta del personal de la Casa de Reposo Guararapes, la que ejercía los elementos de autoridad
estatal al prestar el servicio público de salud bajo la dirección del Sistema Único de Salud.

Obligación de fiscalizar

POR NEGLIGENCIA PRIVADA QUE CAUSÓ UN CONTAGIO, EL


ESTADO ES RESPONSABLE EN BASE A LA OBLIGACIÓN DE
FISCALIZAR LA PRESTACIÓN DE SERVICIOS DE SALUD

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
176. A continuación se analizarán los hechos del caso a la luz de la obligación de regular y supervisar
la prestación de servicios del Banco de Sangre de gestión privada que intervino en el presente caso.
Cabe resaltar que dicho análisis tiene en cuenta la obligación estatal en relación con la aceptabilidad
de los establecimientos, bienes y servicios de salud (que “deberán ser respetuosos de la ética médica
y culturalmente apropiados”), y su calidad (“los establecimientos, bienes y servicios de salud
deberán ser también apropiados desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad”)
[…]. En efecto, estas nociones de aceptabilidad y calidad implican una referencia a los estándares
éticos y técnicos de la profesión y que han sido establecidos en el campo de la donación y
transfusión de sangre.

177. Sobre el contenido de la obligación de regulación, en casos previos la Corte ha señalado lo


siguiente:
[L]os Estados son responsables de regular […] con carácter permanente la prestación de
los servicios y la ejecución de los programas nacionales relativos al logro de una
prestación de servicios de salud públicos de calidad, de tal manera que disuada cualquier
amenaza al derecho a la vida y a la integridad física de las personas sometidas a
tratamiento de salud. Deben, inter alia, crear mecanismos adecuados para inspeccionar
las instituciones, […] presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos
disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o de
violación de los derechos de los pacientes.

178. En este punto la Corte considera que existen ciertas actividades, como el funcionamiento de
bancos de sangre, que entrañan riesgos significativos para la salud de las personas y, por lo tanto, los
Estados están en la obligación de regularlas de manera específica. En el presente caso, dado que la
Cruz Roja, entidad de carácter privado, era la única entidad con la responsabilidad del manejo de
bancos de sangre al momento de producirse los hechos, el nivel de supervisión y fiscalización sobre
dicha institución tenía que ser el más alto posible teniendo en cuenta el debido cuidado que se debe
34

tener en actividades asociadas a transfusiones de sangre y dado que existían menos controles que
aquellos a los que se someten los funcionarios estatales por la prestación de servicios públicos .

183. Si bien es cierto que la normativa vigente al momento de los hechos no especificaba la manera
concreta y la periodicidad en la que se llevaría a cabo el monitoreo o la supervisión, ni los aspectos
concretos que serían monitoreados o supervisados, este Tribunal considera que existía una
regulación en la materia que tenía como objetivo controlar la calidad del servicio de tal forma que a
través de transfusiones de sangre no se contagiaran enfermedades como el VIH. Dada esta
conclusión sobre el tema de regulación, la Corte concentrará su análisis en los problemas de
supervisión y fiscalización.

184. Al respecto, cabe resaltar que el deber de supervisión y fiscalización es del Estado, aun cuando
el servicio de salud lo preste una entidad privada. El Estado mantiene la obligación de proveer
servicios públicos y de proteger el bien público respectivo. Al respecto, la Corte ha establecido que
“cuando la atención de salud es pública, es el Estado el que presta el servicio directamente a la
población […]. El servicio de salud público […] es primariamente ofrecido por los hospitales públicos;
sin embargo, la iniciativa privada, de forma complementaria, y mediante la firma de convenios o
contratos, también provee servicios de salud bajo los auspicios del [Estado]. En ambas situaciones,
ya sea que el paciente esté internado en un hospital público o en un hospital privado que tenga un
convenio o contrato […], la persona se encuentra bajo cuidado del […] Estado”. Por otra parte, la
Corte ha citado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para señalar que el Estado mantiene el
deber de otorgar licencias y ejercer supervisión y el control sobre instituciones privadas. Además, se
ha señalado que la obligación de fiscalización estatal comprende tanto a servicios prestados por el
Estado, directa o indirectamente, como a los ofrecidos por particulares. La Corte ha precisado el
alcance de la responsabilidad del Estado cuando incumple estas obligaciones frente a entidades
privadas en los siguientes términos:
Cuando se trata de competencias esenciales relacionadas con la supervisión y fiscalización
de la prestación de servicios de interés público, como la salud, sea por entidades públicas
o privadas (como es el caso de un hospital privado), la responsabilidad resulta por la
omisión en el cumplimiento del deber de supervisar la prestación del servicio para
proteger el bien respectivo.

186. En el presente caso, en la normativa remitida por el Estado se observa que la Secretaría
Nacional de Sangre, órgano auxiliar de la Cruz Roja, era la entidad a cargo de aplicar las sanciones
por el incumplimiento de las normas del Reglamento sobre el manejo de la sangre […]. La Corte
observa que ello implica una delegación de funciones de monitoreo y supervisión a la propia entidad
privada a la que se le habían delegado la tarea de manejar los bancos de sangre, lo cual resulta
especialmente problemático respecto a la debida diligencia en diseños institucionales de
fiscalización, dado que esta tarea debe ser efectuada por el Estado. En este punto el Tribunal retoma
el reconocimiento del Estado en el sentido de que no debió delegar en esta forma el manejo de los
bancos de sangre a la Cruz Roja, es decir, una delegación que no establecía niveles adecuados de
supervisión. Cabe resaltar que en el expediente no se encuentra evidencia de actividades de
monitoreo, control o supervisión al banco de sangre con anterioridad a los hechos.

187. Por otra parte en el caso bajo análisis el nexo causal entre la transfusión de sangre y el contagio
con VIH estuvo asociado a estos hechos probados: i) el 22 de junio de 1998 Talía fue diagnosticada
con la púrpura trombocitopénica y le fue indicado a su madre que requería de manera urgente una
transfusión de sangre y plaquetas; ii) el mismo día, la madre de Talía acudieron al Banco de Sangre
35

de la Cruz Roja donde le indicaron que debía llevar donantes; iii) la sangre del señor HSA fue recibida
en el Banco de Sangre y los productos sanguíneos derivados de ella fueron despachados por dicho
Banco el mismo 22 de junio de 1998 para la transfusión a Talía; iv) la transfusión comenzó ese
mismo día y continuó al día siguiente; v) la sangre del señor HSA fue sometida a los exámenes
respectivos, incluido el de VIH, recién al día siguiente; vi) el resultado del dicho examen dio positivo;
vii) no existe información que indique que Talía hubiera contraído VIH antes del 22 de junio de 1998,
y viii) los peritos médicos y la prueba genética practicada por la Universidad Católica de Lovaina en
Bélgica coincidieron en atribuir el contagio a la transfusión de sangre. Como se observa, el contagio
de VIH ocurrió como consecuencia de la transfusión de sangre no examinada previamente y
proveniente del Banco de Sangre de la Cruz Roja.

188. Asimismo, en el juicio penal, mediante varias declaraciones por parte de las personas que
trabajaban en la Cruz Roja y en el hospital donde se encontraba Talía, se desprende que los turnos
no estaban bien organizados y que existían fallas en los registros. En ese sentido, la Corte resalta que
las pruebas en el proceso penal indican que el Banco de Sangre de la Cruz Roja funcionaba: i) con
muy escasos recursos ; ii) sin crear y mantener registros con información detallada y completa sobre
los donantes, las pruebas realizadas y las entregas de productos sanguíneos; iii) con irregularidades y
contradicciones en los pocos registros existentes (siendo un ejemplo de ello los registros relativos a
la entrega de sangre para Talía, los cuales tenían borrones), y iv) el personal mantenía la práctica de
no registrar las entregas de sangre que se efectuaban con posterioridad a las 6 pm, que fue
precisamente la situación de los productos sanguíneos entregados para la víctima del presente caso.

189. En el presente caso la Corte considera que la precariedad e irregularidades en las que
funcionaba el Banco de Sangre del cual provino la sangre para Talía es un reflejo de las
consecuencias que puede tener el incumplimiento de las obligaciones de supervisar y fiscalizar por
parte de los Estados. La insuficiente supervisión e inspección por parte del Ecuador dio lugar a que el
Banco de Sangre de la Cruz Roja de la Provincia del Azuay continuara funcionando en condiciones
irregulares que pusieron en riesgo la salud, la vida y la integridad de la comunidad. En particular,
esta grave omisión del Estado permitió que sangre que no había sido sometida a los exámenes de
seguridad más básicos como el de VIH, fuera entregada a la familia de Talía para la transfusión de
sangre, con el resultado de su infección y el consecuente daño permanente a su salud.

190. Este daño a la salud, por la gravedad de la enfermedad involucrada y el riesgo que en diversos
momentos de su vida puede enfrentar la víctima, constituye una afectación del derecho a la vida,
dado el peligro de muerte que en diversos momentos ha enfrentado y puede enfrentar la víctima
debido a su enfermedad. En efecto, en el presente caso se ha violado la obligación negativa de no
afectar la vida al ocurrir la contaminación de la sangre de Talía Gonzales Lluy en una entidad privada.
Por otra parte, en algunos momentos de desmejora en sus defensas, asociada al acceso a
antirretrovirales, lo ocurrido con la transfusión de sangre en este caso se ha reflejado en amenazas a
la vida y posibles riesgos de muerte que incluso pueden volver a surgir en el futuro.

191. En virtud de lo mencionado en este segmento, dado que son imputables al Estado el tipo de
negligencias que condujeron al contagio con VIH de Talía Gonzales Lluy, el Ecuador es responsable
por la violación de la obligación de fiscalización y supervisión de la prestación de servicios de salud,
en el marco del derecho a la integridad personal y de la obligación de no poner en riesgo la vida, lo
cual vulnera los artículos 4 y 5 de la Convención Americana en relación con el artículo 1.1 de la
misma.
36

5. SALUD PÚBLICA

SALUD PÚBLICA EN DETERMINADOS DERECHOS DE LA


CONVENCIÓN, O EN NORMAS QUE DISPONEN FINALIDADES
GENERALES LEGÍTIMAS, PUEDE SER CAUSA INVOCADA
PARA JUSTIFICAR RESTRICCIONES

Corte IDH. Caso Argüelles y otros Vs. Argentina. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2014. Serie C No. 288.

224. Ahora bien, la Corte ha precisado las condiciones y requisitos que deben cumplirse al momento
de regular o restringir los derechos y libertades consagrados en la Convención y procederá a
analizar, a la luz de los mismos, el requisito legal bajo examen en el presente caso.

225. Respecto de si la restricción cumple con el requisito de legalidad, ello significa que las
condiciones y circunstancias generales que autorizan una restricción al ejercicio de un derecho
humano determinado deben estar claramente establecidas por ley. La norma que establece la
restricción debe ser una ley en el sentido formal y material. En el caso concreto la pena de
inhabilitación absoluta estaba prevista en el artículo 19 del Código Penal argentino y su modalidad
regulada en el artículo 20-ter, de manera que cumplió con ese primero requisito.

226. El segundo límite de toda restricción se relaciona con la finalidad de la medida restrictiva; esto
es, que la causa que se invoque para justificar la restricción sea permitida por la Convención
Americana, prevista en disposiciones específicas que se incluyen en determinados derechos (por
ejemplo las finalidades de protección del orden o salud públicas, de los artículos 12.3, 13.2.b y 15,
las reglamentaciones de los derechos políticos, artículo 23.2, entre otras), o bien, en las normas que
establecen finalidades generales legítimas (por ejemplo, “los derechos y libertades de las demás
personas”, o “las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”, ambas en el
artículo 32). La pena accesoria de inhabilitación perpetua en el presente caso se refiere
precisamente a uno de los supuestos que permite al Estado “reglamentar el ejercicio de los derechos
y oportunidades” protegidos en el artículo 23.1, cual sea la “condena, por juez competente, en
proceso penal”.

227. Ahora resta definir si aun cuando la medida sea legal y persiga un fin permitido por la
Convención, si ella es necesaria y proporcional. Con el fin de evaluar si la medida restrictiva bajo
examen cumple con este último requisito, la Corte debe valorar si la misma: a) satisface una
necesidad social imperiosa, esto es, está orientada a satisfacer un interés público imperativo; b) es la
que restringe en menor grado el derecho protegido, y c) se ajusta estrechamente al logro del
objetivo legítimo.

6. CONVENCIÓN AMERICANA Y PROTOCOLO DE SAN SALVADOR


Deber de garantía (Art. 1.1 de la Convención)

ESTADO INCURRE EN RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL


POR FALTA DE GARANTÍA Y PREVENCION DE DERECHO A
LA INTEGRIDAD PERSONAL DE VÍCTIMA

Corte IDH. Caso Suárez Peralta Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de mayo de 2013. Serie C No. 261.
37

130. En lo que respecta a la relación del deber de garantía (artículo 1.1) con el artículo 5.1 de la
Convención, la Corte ha establecido que el derecho a la integridad personal se halla directa e
inmediatamente vinculado con la atención a la salud humana, y que la falta de atención médica
adecuada puede conllevar la vulneración del artículo 5.1 de la Convención. En este sentido, la Corte
ha sostenido que la protección del derecho a la integridad personal supone la regulación de los
servicios de salud en el ámbito interno, así como la implementación de una serie de mecanismos
tendientes a tutelar la efectividad de dicha regulación. Por esta razón, se debe determinar si en el
presente caso se garantizó la integridad personal consagrada en el artículo 5.1 de la Convención en
relación con el artículo 1.1 de la misma.

133. Por consiguiente, la Corte estima necesario analizar, en el marco del deber de garantía,
prevención y protección del derecho a la integridad personal, si el Estado ha cumplido
diligentemente con su obligación de regular, supervisar y fiscalizar a las entidades que, en este caso,
prestaron servicios de salud a la señora Melba Suárez Peralta. Para ello, primeramente, la Corte se
referirá a la legislación ecuatoriana que regulaba los servicios de salud al momento de los hechos de
este caso. Seguidamente, se pronunciará sobre la supervisión y fiscalización que las entidades
estatales realizaron en referencia a los servicios prestados a Melba Suárez Peralta. Por último, la
Corte aludirá a las eventuales afectaciones a la integridad personal de Melba Peralta Mendoza.

1. El deber de regulación del Estado de los servicios de salud para la protección de la


integridad personal

138. Por tanto, esta Corte observa que la normativa citada instituía, al momento de los hechos, un
marco regulatorio para el ejercicio de las prestaciones médicas, otorgando a las autoridades
estatales correspondientes las competencias necesarias para realizar el control de las mismas, tanto
en lo que refiere a la supervisión y fiscalización del funcionamiento de los establecimientos públicos
o privados, como en la supervisión del ejercicio de la profesión del médico. En razón de lo anterior,
la Corte estima que la autoridad sanitaria nacional poseía ciertas atribuciones administrativas, a
través del Código de Salud, para fiscalizar a los prestadores del servicio y en su caso sancionar las
afectaciones derivadas de la práctica médica irregular, lo cual es verificado a continuación.

2. El deber de supervisión y fiscalización del Estado en referencia a los servicios de salud y


la protección de la integridad personal de Melba Suárez Peralta

152. Adicionalmente, la Corte estima que la fiscalización y supervisión estatal debe orientarse a la
finalidad de asegurar los principios de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad de las
prestaciones médicas. Respecto de la calidad del servicio, el Estado posee el deber de regular,
supervisar y fiscalizar las prestaciones de salud, asegurando, entre otros aspectos, que las
condiciones sanitarias y el personal sean adecuados, que estén debidamente calificados, y se
mantengan aptos para ejercer su profesión. En este mismo sentido, el Comité de Derechos
Económicos Sociales y Culturales ha establecido los estándares de dichos principios en referencia a
la garantía del derecho a la salud, reconocido por el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. El Comité ha destacado, en cuanto a la calidad, que los
establecimientos de salud deben presentar condiciones sanitarias adecuadas y contar con personal
médico capacitado.

153. Finalmente, la Corte nota que la fiscalización y supervisión de la clínica privada no fue realizada
con anterioridad a los hechos por las autoridades estatales competentes (Ministerio de Salud
Pública), lo cual implicó el incumplimiento estatal del deber de prevenir la vulneración del derecho a
38

la integridad personal de Melba Suárez Peralta. La atención médica recibida a través de un


profesional no autorizado y en una Clínica que carecía de supervisión estatal incidió en afectaciones
en la salud de la presunta víctima. Adicionalmente, el Estado tampoco acreditó la realización de un
control a dicha institución privada en forma posterior a los hechos, con motivo del conocimiento de
los mismos o derivado del consecuente proceso penal iniciado y las constantes solicitudes de
fiscalización y clausura realizadas por Melba Peralta Mendoza.

154. La Corte concluye que, si bien la regulación ecuatoriana en la materia contemplaba mecanismos
de control y vigilancia de la atención médica, dicha supervisión y fiscalización no fue efectuada en el
presente caso, tanto en lo que refiere al control de las prestaciones brindadas en la entidad estatal,
Policlínico de la Comisión de Tránsito de Guayas, como en lo que respecta a la institución privada,
Clínica Minchala. La Corte estima que ello generó una situación de riesgo, conocida por el Estado,
que se materializó en afectaciones en la salud de Melba Suárez Peralta. Por tanto, el Estado de
Ecuador incurrió en responsabilidad internacional por la falta de garantía y prevención del derecho a
la integridad personal de Melba Suárez Peralta, en contravención del artículo 5.1 de la Convención
Americana, en conexión con el artículo 1.1 del mismo instrumento.

157. La Corte ha entendido que en ciertos casos de violaciones graves a los derechos humanos es
posible presumir el daño de determinados familiares, tras el sufrimiento y angustia que los hechos
de dichos casos suponen. Así, ha establecido que en ciertos casos de graves violaciones, no es
necesario demostrar el daño moral de los padres de la víctima, por ejemplo, derivado de “la muerte
cruel de sus hijos, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona experimente dolor ante
el suplicio de su hijo”.

Salud y prohibición de discriminación (Art. 1.1 de la Convención)


Personas portadoras de VIH y discriminación

ACCIONES Y OMISIONES ESTATALES CONSTITUYERON


TRATO DISCRIMINATORIO HACIA PORTADORA DE VIH Y SU
FAMILIA, VIOLANDO TAMBIÉN LA INTEGRIDAD PERSONAL

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
216. La Corte destaca la constante situación de vulnerabilidad en que se encontraron Teresa e Iván
Lluy al ser discriminados, aislados de la sociedad y estar condiciones económicas precarias. Aunado a
lo anterior, el contagio de Talía afectó en gran manera a toda la familia, ya que Teresa e Iván
tuvieron que dedicar los mayores esfuerzos físicos, materiales y económicos para procurar la
sobrevivencia y vida digna de Talía. Todo lo anterior generó un estado de angustia, incertidumbre e
inseguridad permanente en la vida de Talía, Teresa e Iván Lluy.

225. La Corte considera que puede concluirse que los daños y el sufrimiento provocado por el hecho
que Iván no pudiera continuar con sus estudios y tuviera que trabajar siendo un adolescente, la
pérdida de trabajo y capacidad económica para sostener a su familia por parte de Teresa Lluy, así
como la constante discriminación a la que se vieron sometidos, fueron resultado de la negligencia en
el procedimiento que ocasionó el contagio de Talía. Aunado a esto, la Corte nota que la familia Lluy
no fue orientada y acompañada debidamente para contar con un mejor entorno familiar y superar la
39

precaria situación en la que se encontraban, tampoco recibieron apoyo para superar la


discriminación de la que eran objeto en diferentes áreas de su vida.

226. La Corte observa que si bien algunos de los aspectos en los cuales Talía y su familia sufrieron
discriminación, no obedecieron a una actuación directa de autoridades estatales, dicha
discriminación obedeció al estigma derivado de la condición de Talía como portadora de VIH, y
fueron resultado de la falta de acciones tomadas por el Estado para proteger a Talía y a su familia,
quienes se encontraban en una situación de vulnerabilidad.

227. La discriminación que sufrió Talía fue resultado del estigma generado por su condición de
persona viviendo con VIH y le trajo consecuencias a ella, a su madre y a su hermano. La Corte nota
que en el presente caso existieron múltiples diferencias de trato hacia Talía y su familia que se
derivaron de la condición de Talía de persona con VIH; esas diferencias de trato configuraron una
discriminación que los colocó en una posición de vulnerabilidad que se vio agravada con el paso del
tiempo. La discriminación sufrida por la familia se concretó en diversos aspectos como la vivienda, el
trabajo y la educación.

228. En el presente caso, a pesar de la situación de particular vulnerabilidad en que se encontraban


Talía, Teresa e Iván Lluy, el Estado no tomó las medidas necesarias para garantizarle a ella y a su
familia el acceso a sus derechos sin discriminación, por lo que las acciones y omisiones del Estado
constituyeron un trato discriminatorio en contra de Talía, de su madre y de su hermano.

229. En atención de lo anterior, la Corte concluye que el Estado es responsable de la violación del
derecho a la integridad personal, consagrado en el artículo 5.1 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Teresa Lluy e Iván Lluy.

ALCANCES DEL CONCEPTO “DISCRIMINACIÓN” (DE


ACUERDO AL CORPUS IURIS EN LA MATERIA) SEÑALADO
POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
244. Para determinar si en el presente caso se configuró una violación al deber de respetar y
garantizar derechos sin discriminación, la Corte analizará: a) si hay un vínculo o nexo causal o
decisivo entre la situación de salud y la diferencia de trato adoptada por las autoridades estatales en
el marco del sistema educativo, y b) la justificación que se alegó para la diferencia de trato, en orden
a determinar si dicha justificación constituyó un trato discriminatorio que vulneró el derecho a la
educación en el caso concreto.

B.1. La diferencia de trato basada en la condición médica de Talía al ser retirada de la


escuela]

252. Teniendo en cuenta estos elementos, la Corte constata que la decisión adoptada a nivel interno
tuvo como fundamento principal la situación médica de Talía asociada tanto a la púrpura
trombocitopénica idiopática como al VIH; por lo cual este Tribunal concluye que se realizó una
diferencia de trato basada en la condición de salud de Talía. Para determinar si dicha diferencia de
trato constituyó discriminación, a continuación se analizará la justificación que hizo el Estado para
efectuarla, es decir, la alegada protección de la seguridad de los demás niños.
40

B.2. La condición de ser persona con VIH como categoría protegida por el artículo 1.1 de la
Convención Americana

253. La Convención Americana no contiene una definición explícita del concepto de


“discriminación”, sin embargo, a partir de diversas referencias en el corpus iuris en la materia, la
Corte ha señalado que la discriminación se relaciona con:
toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que se basen en determinados
motivos, como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra
índole, el origen nacional o social, la propiedad, el nacimiento o cualquier otra condición
social, y que tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento,
goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades
fundamentales de todas las personas.

254. Algunos de los principales tratados internacionales de derechos humanos se han interpretado
de tal manera que incluyen el VIH como motivo por el cual está prohibida la discriminación. Por
ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales prohíbe la
discriminación por diversos motivos, incluyendo “cualquier otra condición social”, y el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas ha confirmado que el “estado de
salud (incluidos el VIH/SIDA)” es un motivo prohibido de discriminación. El Comité de los Derechos
del Niño ha llegado a la misma conclusión en relación con el artículo 2 de la Convención sobre los
Derechos del Niño y también la antigua Comisión de Derechos Humanos señaló que la
discriminación, actual o presunta, contra las personas con VIH/SIDA o con cualquier otra condición
médica se encuentra tutelada al interior de otras condiciones sociales presentes en las cláusulas
antidiscriminación. Los Relatores Especiales de la ONU sobre el derecho a la salud han adoptado esta
postura.

RESPECTO DEL VIH, ES PROHIBIDA LA DISCRIMINACIÓN EN


EL MARCO DEL TÉRMINO “OTRA CONDICIÓN SOCIAL” DEL
ARTÍCULO 1.1 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
255. En el marco de este corpus iuris en la materia, la Corte considera que el VIH es un motivo por el
cual está prohibida la discriminación en el marco del término “otra condición social” establecido en
el artículo 1.1 de la Convención Americana. En esta protección contra la discriminación bajo “otra
condición social” se encuentra asimismo la condición de persona con VIH como aspecto
potencialmente generador de discapacidad en aquellos casos donde, además de las afectaciones
orgánicas emanadas del VIH, existan barreras económicas, sociales o de otra índole derivadas del
VIH que afecten su desarrollo y participación en la sociedad […].

256. La Corte resalta que el efecto jurídico directo de que una condición o característica de una
persona se enmarque dentro de las categorías del artículo 1.1 de la Convención es que el escrutinio
judicial debe ser más estricto al valorar diferencias de trato basadas en dichas categorías. La
capacidad de diferenciación de las autoridades con base en esos criterios sospechosos se encuentra
limitada, y solo en casos en donde las autoridades demuestren que se está en presencia de
necesidades imperiosas, y que recurrir a esa diferenciación es el único método para alcanzar esa
necesidad imperiosa, podría eventualmente admitirse el uso de esa categoría. Como ejemplo del
juicio estricto de igualdad se pueden señalar algunas decisiones adoptadas por la Corte Suprema de
41

Justicia de Estados Unidos, la Corte Constitucional de Colombia, la Corte Suprema de Argentina y la


Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica.

RESTRICCIÓN DE DERECHO EXIGE INVERSIÓN DE “LA


CARGA DE LA PRUEBA” PARA LA AUTORIDAD OBLIGADA
A DEMOSTRAR QUE NO PRETENDE DISCRIMINAR

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
257. En este marco, la Corte resalta que tratándose de la prohibición de discriminación por una de
las categorías protegidas contempladas en el artículo 1.1 de la Convención, la eventual restricción de
un derecho exige una fundamentación rigurosa y de mucho peso, lo cual implica que las razones
utilizadas por el Estado para realizar la diferenciación de trato deben ser particularmente serias y
estar sustentadas en una argumentación exhaustiva. Además, se invierte la carga de la prueba, lo
que significa que corresponde a la autoridad demostrar que su decisión no tenía un propósito ni un
efecto discriminatorio. En el presente caso, ante la comprobación de que el trato diferenciado hacia
Talía estaba basado en una de las categorías prohibidas, el Estado tenía la obligación de demostrar
que la decisión de retirar a Talía no tenía una finalidad o efecto discriminatorio. Para examinar la
justificación esgrimida por el Estado, la Corte utilizará entonces, en el marco del juicio estricto de
igualdad, el llamando juicio de proporcionalidad, que ya ha sido utilizado en ocasiones anteriores
para medir si una limitación a un derecho resulta ser compatible con la Convención Americana.

258. Es por lo anterior que, si se estipula una diferencia de trato en razón de la condición médica o
enfermedad, dicha diferencia de trato debe hacerse en base a criterios médicos y la condición real
de salud tomando en cuenta cada caso concreto, evaluando los daños o riesgos reales y probados, y
no especulativos o imaginarios. Por tanto, no pueden ser admisibles las especulaciones,
presunciones, estereotipos o consideraciones generalizadas sobre las personas con VIH/SIDA o
cualquier otro tipo de enfermedad, aun si estos prejuicios se escudan en razones aparentemente
legítimas como la protección del derecho a la vida o la salud pública.

259. Al respecto, en el caso Kiyutin v. Rusia, el Tribunal Europeo consideró como trato
discriminatorio el hecho que no se hubiese hecho una adecuada fundamentación a la restricción del
derecho a ser residente por el hecho que la víctima tuviese VIH. Además, el Tribunal observó que en
ningún momento las autoridades tuvieron en cuenta el estado real de salud de la víctima y los
vínculos familiares que pudiesen ligarle a Rusia. Así pues, estableció la condición de vulnerabilidad
que enfrentan las personas con VIH/SIDA y los prejuicios de los que han sido víctimas a lo largo de
las últimas tres décadas. Este caso es significativo en tanto resalta que la adopción de medidas
relativas a personas con VIH/SIDA debe tener como punto de partida su estado de salud real.

B.3. Inversión de la carga de la prueba, idoneidad y estricta necesidad del medio a través del
cual se hizo la diferenciación de trato

260. Como se observa, el examen sobre si una niña o niño con VIH, por su condición hematológica,
debe ser o no retirado de un plantel educativo, debe hacerse de manera estricta y rigurosa a fin de
que dicha diferenciación no se considere una discriminación. Es responsabilidad del Estado
determinar que efectivamente exista una causa razonable y objetiva para haber hecho la distinción.
En ese orden de ideas, para establecer si una diferencia de trato se fundamentó en una categoría
sospechosa y determinar si constituyó discriminación, es necesario analizar los argumentos
42

expuestos por las autoridades nacionales, sus conductas, el lenguaje utilizado y el contexto en que
se produjo la decisión.

INTERÉS SUPERIOR DE NIÑAS Y NIÑOS EXIGE


ADAPTABILIDAD DE ENTORNO EDUCATIVO PARA NIÑA
CON VIH Y NO PUEDE SER UTILIZADO PARA DISCRIMINAR

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298
262. En el presente caso la Corte observa que Talía asistía normalmente a la escuela hasta el
momento en que su profesora se enteró de su condición de niña con VIH. Las autoridades del
colegio: su profesora, el director de la escuela y el Subsecretario de Educación, en lugar de darle una
atención especializada dada su condición de vulnerabilidad, asumieron el caso como un riesgo para
los otros niños y la suspendieron para luego expulsarla. Al respecto, el interés superior de los niños y
niñas, tanto de Talía como de sus compañeros de clase, exigía adaptabilidad del entorno educativo a
su condición de niña con VIH. Tal como se ha mencionado […] para el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, “la educación ha de tener la flexibilidad necesaria para adaptarse
a las necesidades de sociedades y comunidades en transformación y responder a las necesidades de
los alumnos en contextos culturales y sociales variados”. Por su parte, el Comité de los Derechos del
Niño, en su Observación General No. 1 sobre los Propósitos de la Educación, ha señalado que “los
métodos pedagógicos deben adaptarse a las distintas necesidades de los distintos niños”.

263. La Corte observa que las autoridades educativas no tomaron medidas para combatir los
prejuicios en torno a la enfermedad de Talía. En lo relativo al derecho a disponer de información
oportuna y libre prejuicios, la antigua Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas indicó
la necesidad que los Estados tomen las medidas necesarias de educación, capacitación y programas
mediáticos a fin de evitar la discriminación, el prejuicio y el estigma en todos los ámbitos contra las
personas que padecen VIH/SIDA.

264. Igualmente, la Corte resalta que la protección de intereses imperiosos o importantes como la
integridad personal de personas por supuestos riesgos por la situación de salud de otras personas,
se debe hacer a partir de la evaluación específica y concreta de dicha situación de salud y los riesgos
reales y probados, y no especulativos o imaginarios que podrían generar. Ya ha sido mencionado […]
que no pueden ser admisibles las especulaciones, presunciones o estereotipos sobre los riesgos de
ciertas enfermedades, particularmente cuando reproducen el estigma en torno a las mismas.

265. En conclusión, la Corte Interamericana observa que al ser, en abstracto, el “interés colectivo” y
la “integridad y vida” de las niñas y niños un fin legítimo, la sola referencia al mismo sin probar, en
concreto, los riesgos o daños que podrían conllevar la situación de salud de una niña que comparte
el colegio con otros niños, no puede servir de medida idónea para la restricción de un derecho
protegido como el de poder ejercer todos los derechos humanos sin discriminación alguna por la
condición médica. El interés superior del niño no puede ser utilizado para amparar la discriminación
en contra de una niña por su situación de salud.

INADMISIBLES CONSIDERACIONES BASADAS


EN ESTEREOTIPOS Y SUPOSICIONES POR
LA SITUACIÓN DE SALUD DE LAS PERSONAS
43

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298
266. En el caso que ocupa la atención de la Corte, una determinación a partir de presunciones
infundadas y estereotipadas sobre los riesgos que puede generar el VIH no es adecuada para
garantizar el fin legítimo de proteger el interés superior del niño. La Corte considera que no son
admisibles las consideraciones basadas en estereotipos por la situación de salud de las personas, es
decir, pre-concepciones de los atributos, conductas o características poseídas por las personas que
conviven con cierta enfermedad o el riesgo que dicha enfermedad pueda tener para otras personas.
En el presente caso la medida adoptada estuvo relacionada con prejuicios y con el estigma del que
son objeto quienes viven con VIH.

267. La restricción al derecho a la educación se establece en virtud de tres razones en la providencia


del Tercer Tribunal de lo Contencioso de Cuenca: 1) el diagnóstico de VIH Talía, 2) las hemorragias de
Talía como posible fuente de contagio, y 3) el conflicto de intereses entre la vida e integridad de los
compañeros de Talía y el derecho a la educación de Talía.

268. Al respecto, la Corte resalta que el objetivo general de proteger la vida e integridad personal de
las niñas y los niños que compartían su estancia con Talía en la escuela constituye, en sí mismo, un
fin legítimo y es, además, imperioso. En relación al interés superior del niño, la Corte reitera que este
principio regulador de la normativa de los derechos de las niñas y los niños se funda en la dignidad
misma del ser humano, en las características propias de los niños y las niñas, y en la necesidad de
propiciar el desarrollo de éstos, con pleno aprovechamiento de sus potencialidades. En el mismo
sentido, conviene observar que para asegurar, en la mayor medida posible, la prevalencia del interés
superior del niño, el preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que éste
requiere “cuidados especiales”, y el artículo 19 de la Convención Americana señala que debe recibir
“medidas especiales de protección”.

269. El tribunal interno fundamentó la decisión en un supuesto conflicto entre bienes jurídicos, a
saber, el derecho a la vida de los estudiantes y el derecho a la educación de Talía, tomando como
referencia las supuestas hemorragias que tenía Talía. Empero, la determinación del riesgo y por
ende la identificación del bien jurídico de vida e integridad de los estudiantes como aquel que debía
primar, fue una identificación errónea a partir de presunciones sobre los alcances que podría tener
la enfermedad hematológica padecida por Talía, sus síntomas, y su potencial para contagiar a los
demás niños y niñas con el virus del VIH.

270. La Corte considera que la valoración de la prueba en relación al presente caso, para efectos de
establecer la inminencia del supuesto riesgo, no tuvo en cuenta los aspectos médicos aportados y
privilegió, a partir de prejuicios sobre la enfermedad, los testimonios genéricos referidos a las
hemorragias. En efecto, la Corte observa que constaba un informe médico que aseguraba que Talía
se encontraba en buenas condiciones hematológicas. Asimismo, la institución tuvo conocimiento del
diagnóstico de la púrpura trombocitopénica idiopática mediante una entrevista con Teresa Lluy,
momento en el cual se precisó que Talía padecía VIH aunque para ese momento fuese una paciente
asintomática.

271. En esa línea, en la decisión del juez interno no se evidencia un juicio estricto sobre la necesidad
de la medida, en orden a determinar si no existían otras medidas diferentes a las del retiro del
centro educativo y el confinamiento a “una instrucción particularizada y a distancia”. La
argumentación respecto a las pruebas aportadas está guiada en torno a prejuicios sobre el peligro
44

que puede implicar el VIH o la púrpura trombocitopénica idiopática, que no constaban claramente
en ninguna de las pruebas aportadas al proceso y que el Tribunal tomó como ciertas al establecer
que las afirmaciones sobre estas “no fue[ron] impugnada[s] ni redargüida[s] de falsa[s]”. Esta
consideración no tenía en cuenta el bajo e ínfimo porcentaje de riesgo de contagio al que aludían
tanto las experticias médicas como la profesora que rindió su testimonio en el proceso.

272. Atendiendo a que el criterio utilizado para determinar si Talía constituía un riesgo a la salud de
los otros estudiantes de la escuela era su situación de salud, se evidencia que el juez debía tener una
carga argumentativa mayor, relativa a la determinación de razones objetivas y razonables que
pudiesen generar una restricción al derecho a la educación de Talía. Dichas razones, amparadas en el
sustento probatorio obtenido, debían fundamentarse en criterios médicos atendiendo a lo
especializado del análisis para establecer el peligro o riesgo supuesto que se cernía sobre los
estudiantes de la escuela.

273. La carga que tuvo que asumir Talía como consecuencia del estigma y los estereotipos en torno
al VIH la acompañó en diversos momentos. Según las declaraciones de la familia Lluy y de Talía, no
controvertidas por el Estado, tenían que ocultar el VIH y la expulsión de la escuela para poder ser
aceptados en otras instituciones. Talía estuvo matriculada en el jardín infantil “El Cebollar”, la
escuela “Brumel”, la escuela “12 de Abril” y “Ángel Polibio Chávez”. Según la declaración de Teresa
Lluy, “cada vez que se enteraban quienes [e]ra[n], en algunos establecimientos educativos fue
relegada [su] hija […] alegando que no podían tener una niña con VIH, pues era un riesgo para todos
los otros estudiantes. Tanto los profesores como los padres de familia, [l]os discriminaban, [l]os
aislaban, [l]os insultaban”.

274. La Corte concluye que el riesgo real y significativo de contagio que pusiese en riesgo la salud de
las niñas y niños compañeros de Talía era sumamente reducido. En el marco de un juicio de
necesidad y estricta proporcionalidad de la medida, este Tribunal resalta que el medio escogido
constituía la alternativa más lesiva y desproporcionada de las disponibles para cumplir con la
finalidad de proteger la integridad de los demás niños del colegio. Si bien la sentencia del tribunal
interno pretendía la protección de los compañeros de clase de Talía, no se probó que la motivación
esgrimida en la decisión fuera adecuada para alcanzar dicho fin. En este sentido, en la valoración de
la autoridad interna debía existir suficiente prueba de que las razones que justificaban la diferencia
de trato no estaban fundadas en estereotipos y suposiciones. En el presente caso la decisión utilizó
argumentos abstractos y estereotipados para fundamentar una decisión que resultó extrema e
innecesaria por lo que dichas decisiones constituyen un trato discriminatorio en contra de Talía. Este
trato evidencia además que no existió adaptabilidad del entorno educativo a la situación de Talía, a
través de medidas de bioseguridad o similares que deben existir en todo establecimiento educativo
para la prevención general de la transmisión de enfermedades.

LA DISCRIMINACIÓN CONTRA NIÑOS AFECTADOS POR EL


VIH/SIDA LOS PRIVA DE LA AYUDA Y EL APOYO QUE MÁS
NECESITAN

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298
B.4. Barreras actitudinales asociadas al estigma que sufrieron Talía y su familia con
posterioridad a la expulsión de la escuela
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275. De acuerdo con Naciones Unidas la discriminación derivada de ser una persona con VIH no sólo
es injusta en sí, sino que crea y mantiene condiciones que conducen a la vulnerabilidad social a la
infección por el VIH, en especial a la falta de acceso a un entorno favorable que promueva el cambio
de comportamiento de la sociedad y le permita a las personas hacer frente al VIH. En este punto, las
Directrices internacionales sobre el VIH/SIDA y los derechos humanos de la OACNUDH y ONUSIDA
aluden a la promoción de entornos que apoyen y habiliten a las personas con VIH.

276. En el presente caso los problemas de adaptabilidad en el entorno se reflejaron, entre otros
aspectos, en los problemas enfrentados por Talía después de haber sido expulsada de la escuela
“Zoila Aurora Palacios”. La familia Lluy tuvo que buscar escuelas lejanas para evitar el trato que se
estaba dando en perjuicio de Talía, quien declaró acerca de la época de su expulsión que:
“[ella] tenía muchas amigas, pero después de [su] enfermedad, sus papás no les dejaban
jugar con [ella]. [La] veían feo, ya no [la] querían saludar ni mirar. Se alejaban, como si [l]e
tuvieran miedo. [S]e s[intió] muy sola, no entendía por qué”.

277. La búsqueda de escuelas para que Talía completase su educación fue complicada, debido a que
en las distintas escuelas “se comentaban de una institución a otra” lo relativo a la condición médica
de la niña. Teresa Lluy señaló que cuando llegaban a una nueva escuela para inscribir a Talía “ya
sabían de [ellos y] no [les] dejaban ni llegar a la puerta [donde les i]ndicaban que no había cupos y
que [s]e [fueran]”.

278. Al respecto, el Comité de los Derechos del Niño ha señalado que el objetivo principal de la
educación es “el desarrollo de la personalidad de cada niño, de sus dotes naturales y capacidad[; así
como] velar por que se asegure a cada niño la preparación fundamental para la vida activa”. Del
mismo modo, la Corte destaca la importancia que tiene la educación en el objetivo de reducir la
vulnerabilidad de los niños con VIH/SIDA, a través de la facilitación de información pertinente y
apropiada que contribuya a mejorar el conocimiento y comprensión del VIH/SIDA, así como impedir
la manifestación de actitudes negativas respecto a las personas con VIH/SIDA y a eliminar las
prácticas discriminatorias. En el caso de las niñas y los niños con VIH/SIDA, es necesario que los
Estados tomen medidas para que éstos tengan acceso a la educación sin limitaciones. En este
sentido, la Corte recuerda lo expresado por el Comité de los Derechos del Niño, que ha señalado que
“[l]a discriminación contra niños […] afectados por el VIH/SIDA priva a esos niños de la ayuda y el
apoyo que más necesitan”.

284. Como se observa, en diversos escenarios del ámbito educativo tanto Talía como su familia
fueron objeto de un entorno hostil a la enfermedad. Al respecto, teniendo en cuenta que bajo la
Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la
discapacidad es una manifestación de la inagotable diversidad humana, era obligación de las
instituciones educativas proporcionar un entorno educativo que aceptara y celebrara esa diversidad.
La Corte considera que la necesidad que tuvo Talía Gonzales Lluy, su familia y algunas de sus
profesoras de ocultar el hecho de que Talía vivía con VIH o esconderse para poder acceder y
permanecer en el sistema educativo constituyó un desconocimiento al valor de la diversidad
humana. El sistema educativo estaba llamado a contribuir a que Talía y su familia pudieran hablar
del VIH sin necesidad de ocultarlo, procurando que ella mantuviera la mayor autoestima posible
gracias a su entorno y en gran medida a partir de una educación de los demás estudiantes y
profesores a la luz de lo que implica la riqueza de la diversidad y la necesidad de salvaguardar el
principio de no discriminación en todo ámbito.
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VIOLADO EL DERECHO A LA EDUCACIÓN DE PERSONA EN


BASE A DISCRIMINACIÓN DERIVADA DE SU CONDICIÓN DE
PORTADORA DE VIH Y POBREZA

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298
B.5. Alcance de la discriminación ocurrida en el presente caso

285. La Corte constata que la discriminación contra Talía ha estado asociada a factores como ser
mujer, persona con VIH, persona con discapacidad, ser menor de edad, y su estatus socio
económico. Estos aspectos la hicieron más vulnerable y agravaron los daños que sufrió.

288. La Corte nota que ciertos grupos de mujeres padecen discriminación a lo largo de su vida con
base en más de un factor combinado con su sexo, lo que aumenta su riesgo de sufrir actos de
violencia y otras violaciones de sus derechos humanos. En ese sentido, la Relatora Especial sobre la
violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias ha establecido que “la discriminación basada
en la raza, el origen étnico, el origen nacional, la capacidad, la clase socioeconómica, la orientación
sexual, la identidad de género, la religión, la cultura, la tradición y otras realidades intensifica a
menudo los actos de violencia contra las mujeres”. En el caso de las mujeres con VIH/SIDA la
perspectiva de género exige entender la convivencia con la enfermedad en el marco de los roles y las
expectativas que afectan a la vida de las personas, sus opciones e interacciones (sobre todo en
relación a su sexualidad, deseos y comportamientos).

289. En el presente caso, a través de declaraciones no controvertidas por el Estado, se ilustró sobre
el impacto que tuvo la situación de pobreza de la familia Lluy en la forma de abordar el VIH de Talía
[…]. También ha sido explicada la discriminación en el ámbito educativo asociada a la forma como,
en forma prejuiciosa y estigmatizante, se consideró a Talía Gonzales Lluy como un riesgo para sus
compañeros de colegio, no solo en la época en la que fue expulsada de la escuela “Zoila Aurora
Palacios” sino en otros momentos en los que intentó accesar al sistema educativo. Asimismo, en el
aspecto laboral, la Corte nota que Teresa Lluy fue despedida de su empleo por el estigma que le
representaba tener una hija con VIH; y posteriormente en otros trabajos que intentó realizar
también fue despedida debido a la condición de Talía de persona con VIH […].

290. La Corte nota que en el caso de Talía confluyeron en forma interseccional múltiples factores de
vulnerabilidad y riesgo de discriminación asociados a su condición de niña, mujer, persona en
situación de pobreza y persona con VIH. La discriminación que vivió Talía no sólo fue ocasionada por
múltiples factores, sino que derivó en una forma específica de discriminación que resultó de la
intersección de dichos factores, es decir, si alguno de dichos factores no hubiese existido, la
discriminación habría tenido una naturaleza diferente. En efecto, la pobreza impactó en el acceso
inicial a una atención en salud que no fue de calidad y que, por el contrario, generó el contagio con
VIH. La situación de pobreza impactó también en las dificultades para encontrar un mejor acceso al
sistema educativo y tener una vivienda digna. Posteriormente, siendo una niña con VIH, los
obstáculos que sufrió Talía en el acceso a la educación tuvieron un impacto negativo para su
desarrollo integral, que es también un impacto diferenciado teniendo en cuenta el rol de la
educación para superar los estereotipos de género. Como niña con VIH necesitaba mayor apoyo del
Estado para impulsar su proyecto vida. Como mujer, Talía ha señalado los dilemas que siente en
torno a la maternidad futura y su interacción en relaciones de pareja, y ha hecho visible que no ha
contado con consejería adecuada. En suma, el caso de Talía ilustra que la estigmatización
47

relacionada con el VIH no impacta en forma homogénea a todas las personas y que resultan más
graves los impactos en los grupos que de por sí son marginados.

291. Teniendo en cuenta todo lo anterior, este Tribunal concluye que Talía Gonzales Lluy sufrió una
discriminación derivada de su condición de persona con VIH, niña, mujer, y viviendo en condición de
pobreza. Por todo lo anterior, la Corte considera que el Estado ecuatoriano violó el derecho a la
educación contenido en el artículo 13 del Protocolo de San Salvador, en relación con los artículos 19
y 1.1 de la Convención Americana en perjuicio de Talía Gonzales Lluy.

Posición económica y prohibición de discriminación

LA POSICIÓN ECONÓMICA DE UNA PERSONA ES UNA DE


LAS CAUSALES DE DISCRIMINACIÓN PROHIBIDAS POR EL
ARTÍCULO 1.1 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

Corte IDH. Caso Ramírez Escobar y otros Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 9 de marzo de 2018. Serie C No. 351.
278. La Corte ha destacado que a diferencia de otros tratados de derechos humanos, la “posición
económica” de la persona es una de las causales de discriminación prohibidas por el artículo 1.1 de
la Convención Americana. Asimismo, este Tribunal ha determinado que el efecto jurídico directo de
que una condición o característica de una persona se enmarque dentro de las categorías del artículo
1.1 de la Convención es que el escrutinio judicial debe ser más estricto al valorar diferencias de trato
basadas en dichas categorías. En consecuencia, la eventual restricción de un derecho, con base en
cualquiera de las categorías del artículo 1.1 de la Convención, exige una fundamentación rigurosa y
de mucho peso con razones sustentadas en una argumentación exhaustiva. Además, cualquier
diferenciación con base en dichas categorías invierte la carga de la prueba, por lo cual corresponderá
a la autoridad demostrar que su decisión no tenía un propósito ni un efecto discriminatorio.

PERSONAS EN POBREZA CON ACCESO INEQUITATIVO


A SERVICIOS DE SALUD, SE EXPONEN A MAYORES
RIESGOS DE INFECCIÓN Y ATENCION INADECUADA

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
131. De esta forma, la obligación de los Estados en el respeto y garantía del derecho a la salud
adquiere una dimensión especial en materia de protección a personas en situación de
vulnerabilidad. La Corte reconoce que las personas que viven en una situación de pobreza a menudo
tienen un acceso inequitativo a los servicios e información en materia de salud, lo que los expone a
un mayor riesgo de infección y de recibir una atención médica inadecuada o incompleta. El Tribunal
también advierte la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran mujeres que viven con el
VIH, sobre todo aquellas que se encuentran en edad reproductiva.

EXTREMA POBREZA Y FALTA ADECUADA DE ATENCIÓN


MÉDICA SON CAUSAS DE ALTA MORTALIDAD Y
MORBILIDAD MATERNA
48

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359
132. Por otro lado, el Tribunal ha señalado que la extrema pobreza y la falta adecuada de atención
médica a mujeres en estado de embarazo o post-embarazo son causas de alta mortalidad y
morbilidad materna, por lo que los Estados deben brindar políticas de salud adecuadas que permitan
ofrecer asistencia con personal entrenado adecuadamente para la atención de los nacimientos,
políticas de prevención de la mortalidad materna a través de controles pre-natales y post-parto
adecuados, e instrumentos legales y administrativos en políticas de salud que permitan documentar
adecuadamente los casos de mortalidad materna. Asimismo, la Corte ha reconocido que, en virtud
del artículo 19 de la Convención, el Estado debe asumir una posición especial de garante con mayor
cuidado y responsabilidad, y debe tomar medidas especiales orientadas en el principio del interés
superior del niño.

Deber de adoptar disposiciones de derecho interno (Art. 2 de la Convención)

LOS ESTADOS DEBEN CREAR UN MARCO NORMATIVO


ADECUADO PARA ESTABLECER LOS PARÁMETROS DE
TRATAMIENTO EN INSTITUCIONES DE SALUD

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149
98. Los Estados deben, según el artículo 2 de la Convención Americana, crear un marco normativo
adecuado para establecer los parámetros de tratamiento e internación a ser observados por las
instituciones de atención de salud. Los Estados tienen la obligación de consagrar y adoptar en su
ordenamiento jurídico interno todas las medidas necesarias para que lo establecido en la
Convención sea cumplido y puesto en práctica, y que tal legislación no se transforme en una mera
formalidad, distanciada de la realidad.

MALA PRAXIS MÉDICA SUELE SER CONSIDERADA EN TIPOS


PENALES DE LESIONES U HOMICIDIO, POR LO QUE NO
PARECE INDISPENSABLE INSTITUIR TIPOS ESPECÍFICOS

Corte IDH. Caso Albán Cornejo y otros Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 22 de noviembre de 2007. Serie C No. 171
113. Respecto al alegado incumplimiento del artículo 2 de la Convención, la Comisión indicó que el
Estado no ha adoptado las medidas internas adecuadas para hacer efectivos los derechos
consagrados en la Convención. Manifestó que hay deficiencias en la legislación interna del Ecuador
que imposibilitan la exigibilidad de justicia en casos de mala práctica médica. Agregó que los
derechos de las víctimas han sido vulnerados debido a la ausencia de legislación sobre mala práctica
médica, aunada a la presencia de serios obstáculos para la consecución de una investigación real y
efectiva.

114. Los representantes indicaron que el Estado es responsable por no proteger el derecho a la vida
de los ciudadanos, al no haber emitido una legislación que regule específica y eficazmente la mala
praxis médica. Para lograr una adecuada protección a los pacientes y sus derechos humanos, es
indispensable que el Estado se preocupe de establecer medidas de tratamiento y atención generales
en todos los centros de salud.
49

115. El Estado expresó que el presente caso constituye un “referente útil para que en el futuro no se
configuren actos de negligencia médica que queden impunes por limitaciones legales en la
regulación del tipo penal o por una interpretación limitada de los jueces. Para lograrlo, el Estado
emprenderá procesos de incorporación y reforma de los tipos penales y capacitará a los jueces para
que apliquen el Derecho Penal”. En los alegatos finales escritos indicó que “reconoce la
inobservancia de su deber de adoptar disposiciones de derecho interno […] al no incorporar un tipo
penal más adecuado para sancionar a los médicos que incurren en indebida práctica”. Por último,
expresó su interés en preparar la aprobación del proyecto de ley de indebida práctica médica y los
proyectos de leyes reformatorias de normas relacionadas con esta materia.

116. La Corte analizará enseguida ciertos aspectos relativos a la prestación del servicio de salud y la
regulación de la mala praxis médica.

1) Prestación de servicios en materia de salud y responsabilidad internacional del Estado

121. La Corte ha manifestado que los Estados son responsables de regular y fiscalizar la prestación
de los servicios de salud para lograr una efectiva protección de los derechos a la vida y la integridad
personal. Para todo ello, se requiere de la formación de un orden normativo que respete y garantice
efectivamente el ejercicio de sus derechos, y la supervisión eficaz y constante sobre la prestación de
los servicios de los que dependen la vida y la integridad de las personas.

122. Laura Albán murió en el Hospital Metropolitano, centro de salud privado. El Estado no es
inmediatamente responsable de la actuación del personal de esa institución privada, no obstante le
corresponde supervisar el desempeño de la institución para alcanzar los fines a los que se alude en
este apartado.

2) Legislación relacionada con la salud

123. Como se ha dicho, los Estados deben contar con una normativa eficaz para garantizar a los
usuarios del servicio de salud una efectiva investigación de las conductas que vulneren sus derechos.
Esta abarca, por supuesto, los hechos que se suscitan en la prestación de servicios médicos.

132. La Corte valora la adopción de medidas dirigidas a supervisar y fiscalizar la prestación del
servicio de salud y avanzar en la garantía de los derechos a la vida, integridad personal y salud a las
personas que se encuentran bajo tratamiento médico.

3) Profesionales de la salud. Deberes del médico en el ejercicio profesional

133. Numerosos instrumentos internacionales determinan los deberes específicos de los médicos, e
integran un detallado marco para el desempeño de esta profesión, sujeta a obligaciones éticas y
jurídicas de gran relevancia, y a expectativas sociales de primer orden. Al médico le concierne la
preservación de valores fundamentales del individuo y de la humanidad en su conjunto.

4) Legislación aplicable a la mala praxis médica

134. La adecuación del derecho interno a la Convención Americana, conforme el artículo 2 de ésta,
se debe realizar a la luz de la naturaleza misma de los derechos y libertades y de las circunstancias
en las que se produce el ejercicio de adecuación, en forma que asegure la recepción, el respeto y la
garantía de aquellos.

135. En el presente caso, se aduce la inexistencia o la deficiencia de normas sobre mala praxis
médica. Desde luego, los Estados deben adoptar las medidas necesarias, entre ellas, la emisión de
50

normas penales y el establecimiento de un sistema de justicia para evitar y sancionar la vulneración


de derechos fundamentales, como la vida y la integridad personal. Por lo que toca a la materia penal
sustantiva, ese propósito se proyecta en la inclusión de tipos penales adecuados sujetos a las reglas
de legalidad penal, atentos a las exigencias del derecho punitivo en una sociedad democrática y
suficientes para la protección, desde la perspectiva penal, de los bienes y valores tutelados. Y por lo
que atañe a la materia penal procesal, es preciso disponer de medios expeditos para el acceso a la
justicia y la plena y oportuna satisfacción de las pretensiones legítimas.

136. La mala praxis médica suele ser considerada dentro de los tipos penales de lesiones u
homicidio. No parece indispensable instituir tipos específicos sobre aquélla si basta con las figuras
generales y existen reglas pertinentes para la consideración judicial de la gravedad del delito, las
circunstancias en que éste fue cometido y la culpabilidad del agente. Sin embargo, corresponde al
propio Estado decidir la mejor forma de resolver, en este campo, las necesidades de la punición,
puesto que no existe acuerdo vinculante acerca de la formulación del tipo, como los hay en otros
casos en que los elementos esenciales de la figura penal e inclusive la precisión de tipos autónomos
se hallan previstos en instrumentos internacionales, así por ejemplo, genocidio, tortura,
desaparición forzada, etc.

137. En relación con lo anterior, la Corte toma nota de la decisión del Estado en el sentido de revisar
la legislación penal acerca de la mala praxis médica e incorporar en ella las precisiones necesarias
para adecuar el régimen de la materia en forma que favorezca la debida realización de la justicia en
este ámbito.

AFECTACIÓN DEL DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL, QUE


INCLUYE EL ACCESO A LA ATENCIÓN DE SALUD, VIOLÓ EL
ARTÍCULO 26 EN RELACIÓN CON EL 2 DE LA CONVENCIÓN

Corte IDH. Caso Muelle Flores Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de marzo de 2019. Serie C No. 375
192. En este sentido, con base en los criterios y elementos constitutivos del derecho a la seguridad
social, y tomando en cuenta los hechos y particularidades del presente caso, las obligaciones del
Estado en relación con el derecho a la pensión son las siguientes: […] b) garantizar que las
prestaciones sean suficientes en importe y duración, que permitan al jubilado gozar de condiciones
de vida adecuadas y de accesos suficiente a la atención de salud, sin discriminación; […]

202. La Corte considera que las obligaciones incumplidas por el Estado, es decir la obligación de
adoptar salvaguardas para evitar los efectos negativos de la privatización llevada a cabo por decisión
del Estado, la de informar al señor Muelle Flores sobre la forma mediante la cual se garantizaría su
pensión reconocida judicialmente, la de establecer con claridad qué entidad se haría cargo del pago,
así como el cumplimiento y ejecución de las sentencias judiciales internas, son obligaciones de
carácter inmediato, que no tienen que ver con el desarrollo progresivo del derecho.

208. Con base en lo expuesto anteriormente, el Estado es responsable por la violación del artículo 26
de la Convención Americana, en relación con los artículos 5, 8.1, 11.1, 25.1, 25.2.c) y 1.1 del mismo
instrumento, así como el artículo 2 de la Convención Americana, en perjuicio del señor Oscar Muelle
Flores.
51

Derecho a la vida (Art. 4 de la Convención)


Condiciones para una vida digna

EL ESTADO DEBE ADOPTAR MEDIDAS ORIENTADAS A LA


SATISFACCIÓN DEL DERECHO A UNA “VIDA DIGNA”,
EN ESPECIAL PARA PERSONAS VULNERABLES

Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005. Serie C No. 125
162. Una de las obligaciones que ineludiblemente debe asumir el Estado en su posición de garante,
con el objetivo de proteger y garantizar el derecho a la vida, es la de generar las condiciones de vida
mínimas compatibles con la dignidad de la persona humana y a no producir condiciones que la
dificulten o impidan. En este sentido, el Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas,
concretas y orientadas a la satisfacción del derecho a una vida digna, en especial cuando se trata de
personas en situación de vulnerabilidad y riesgo, cuya atención se vuelve prioritaria.

163. En el presente caso, la Corte debe establecer si el Estado generó condiciones que agudizaron las
dificultades de acceso a una vida digna de los miembros de la Comunidad Yakye Axa y si, en ese
contexto, adoptó las medidas positivas apropiadas para satisfacer esa obligación, que tomen en
cuenta la situación de especial vulnerabilidad a la que fueron llevados, afectando su forma de vida
diferente (sistemas de comprensión del mundo diferentes de los de la cultura occidental, que
comprende la estrecha relación que mantienen con la tierra) y su proyecto de vida, en su dimensión
individual y colectiva, a la luz del corpus juris internacional existente sobre la protección especial que
requieren los miembros de las comunidades indígenas, a la luz de lo expuesto en el artículo 4 de la
Convención, en relación con el deber general de garantía contenido en el artículo 1.1 y con el deber
de desarrollo progresivo contenido en el artículo 26 de la misma, y de los artículos 10 (Derecho a la
Salud); 11 (Derecho a un Medio Ambiente Sano); 12 (Derecho a la Alimentación); 13 (Derecho a la
Educación) y 14 (Derecho a los Beneficios de la Cultura) del Protocolo Adicional a la Convención
Americana en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y las disposiciones pertinentes
del Convenio No. 169 de la OIT.

165. Estas condiciones impactan negativamente en la debida nutrición de los miembros de la


Comunidad que se encuentran en este asentamiento […]. A ello se suma, tal como ha sido probado
en el presente caso […], las especiales deficiencias en la educación que reciben los niños y la
inaccesibilidad física y económica a la atención de salud en la que se encuentran los miembros de la
Comunidad.

166. Al respecto, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas en
su Observación General 14 sobre el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud señaló que
[l]os pueblos indígenas tienen derecho a medidas específicas que les permitan mejorar su
acceso a los servicios de salud y a las atenciones de la salud. Los servicios de salud deben
ser apropiados desde el punto de vista cultural, es decir, tener en cuenta los cuidados
preventivos, las prácticas curativas y las medicinas tradicionales […].

Para las comunidades indígenas, la salud del individuo se suele vincular con la salud de la
sociedad en su conjunto y presenta una dimensión colectiva. A este respecto, el Comité
considera que […] la […] pérdida por esas poblaciones de sus recursos alimenticios y la
52

ruptura de su relación simbiótica con la tierra, ejercen un efecto perjudicial sobre la salud
de esas poblaciones.

AFECTACIONES AL DERECHO A LA SALUD, A LA


ALIMENTACIÓN Y AL ACCESO AL AGUA LIMPIA,
“IMPACTAN” EL DERECHO A UNA VIDA DIGNA

Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005. Serie C No. 125
167. Las afectaciones especiales del derecho a la salud, e íntimamente vinculadas con él, las del
derecho a la alimentación y el acceso al agua limpia impactan de manera aguda el derecho a una
existencia digna y las condiciones básicas para el ejercicio de otros derechos humanos, como el
derecho a la educación o el derecho a la identidad cultural. En el caso de los pueblos indígenas el
acceso a sus tierras ancestrales y al uso y disfrute de los recursos naturales que en ellas se
encuentran están directamente vinculados con la obtención de alimento y el acceso a agua limpia. Al
respecto, el citado Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha destacado la especial
vulnerabilidad de muchos grupos de pueblos indígenas cuyo acceso a las tierras ancestrales puede
verse amenazado y, por lo tanto, su posibilidad de acceder a medios para obtener alimento y agua
limpia.

169. La Corte reconoce y valora positivamente las iniciativas tomadas por el Paraguay para
proporcionar alimento, atención médico-sanitaria y materiales educativos a los miembros de la
Comunidad Yakye Axa […], sin embargo, considera que estas medidas no han sido suficientes ni
adecuadas para revertir su situación de vulnerabilidad, dada la particular gravedad del presente
caso.

175. En lo que se refiere a la especial consideración que merecen las personas de edad avanzada, es
importante que el Estado adopte medidas destinadas a mantener su funcionalidad y autonomía,
garantizando el derecho a una alimentación adecuada acceso a agua limpia y a atención de salud. En
particular, el Estado debe atender a los ancianos con enfermedades crónicas y en fase terminal,
ahorrándoles sufrimientos evitables. En este caso, se debe tomar en consideración que en la
Comunidad indígena Yakye Axa la transmisión oral de la cultura a las nuevas generaciones está a
cargo principalmente de los ancianos […].

176. En consecuencia con lo dicho anteriormente, la Corte declara que el Estado violó el artículo 4.1
de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de los
miembros de la Comunidad Yakye Axa, por no adoptar medidas frente a las condiciones que
afectaron sus posibilidades de tener una vida digna.

MASACRE Y SUS CONSECUENCIAS, CREARON UN CLIMA DE


PERMANENTE TENSIÓN Y VIOLENCIA QUE AFECTÓ EL
DERECHO A UNA VIDA DIGNA DE LOS NIÑOS Y NIÑAS

Corte IDH. Caso de la "Masacre de Mapiripán" Vs. Colombia. Sentencia de 15 de


septiembre de 2005. Serie C No. 134.
155. La Corte considera necesario llamar la atención sobre las particulares consecuencias que la
brutalidad con que fueron cometidos los hechos han tenido en los niños y las niñas en el presente
53

caso, en el cual, inter alia, han sido víctimas de la violencia en situación de conflicto armado, han
quedado parcialmente huérfanos, han sido desplazados y han visto violentada su integridad física y
psicológica.

156. La especial vulnerabilidad por su condición de niños y niñas se hace aún más evidente en una
situación de conflicto armado interno, como en el presente caso, pues son los menos preparados
para adaptarse o responder a dicha situación y, tristemente, son quienes padecen sus excesos de
forma desmesurada. La Corte, citando la II Conferencia Mundial de Derechos Humanos, ha
considerado que
[d]eben reforzarse los mecanismos y programas nacionales e internacionales de defensa y
protección de los niños, en particular las niñas, […] los niños refugiados y desplazados, [y]
los niños en situaciones de conflicto armado […].

157. En el mismo sentido, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos ha
manifestado que “la población infantil colombiana padece con mayor rigor las consecuencias del
conflicto armado interno”. Por su parte, el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las
Naciones Unidas ha manifestado su preocupación debido a que “los efectos directos del conflicto
armado [en Colombia] tienen consecuencias negativas muy importantes en el desarrollo de los niños
y obstaculizan grandemente el ejercicio de muchos de los derechos de la mayoría [de éstos] en el
Estado Parte”. En particular, el conflicto armado constituye una “amenaza […] para la vida de los
niños, incluidas las ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y torturas cometidas por […] grupos
paramilitares”. Asimismo, el Representante Especial del Secretario General de Naciones Unidas
encargado de la cuestión de los niños en los conflictos armados ha considerado que los niños y las
niñas que han sido expuestos a “violencia y matanzas, desplazamiento, violación o la pérdida de
seres queridos llevan consigo las cicatrices del miedo y el odio”.

158. La Corte observa que los hechos específicos del presente caso que han afectado a niños y niñas,
evidencian su desprotección con anterioridad, durante y con posterioridad a la masacre.

162. La obligación del Estado de respetar el derecho a la vida de toda persona bajo su jurisdicción
presenta modalidades especiales en el caso de los niños y niñas, y se transforma en una obligación
de “prevenir situaciones que pudieran conducir, por acción u omisión, a la afectación de aquél”. En
el caso sub judice, la masacre y sus consecuencias crearon un clima de permanente tensión y
violencia que afectó el derecho a una vida digna de los niños y las niñas de Mapiripán. En
consecuencia, la Corte considera que el Estado no creó las condiciones ni tomó las medidas
necesarias para que los niños y las niñas del presente caso tuvieran y desarrollaran una vida digna,
sino más bien se les ha expuesto a un clima de violencia e inseguridad.

LEY NO ES, POR SÍ SOLA, SUFICIENTE PARA GARANTIZAR


EFECTIVIDAD DE LOS DERECHOS SOBRE VIDA Y SALUD; SE
REQUIERE QUE SEAN ASEGURADOS “EN LA REALIDAD”

Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146
X

VIOLACIÓN DEL ARTÍCULO 4 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

(DERECHO A LA VIDA)
54

EN RELACIÓN CON LOS ARTÍCULOS 19 Y 1.1 DE LA MISMA

[…]

148. La Comisión y los representantes alegan que las condiciones físicas en las que han vivido y
continúan viviendo los miembros de la Comunidad Sawhoyamaxa, así como las muertes de varias
personas a causa de tales condiciones, constituyen una violación del artículo 4 de la Convención, el
cual en lo pertinente dispone que:
[t]oda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley
y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente.

149. El Estado negó que sea responsable por las condiciones en las que se encuentran los miembros
de la Comunidad y por las muertes ocurridas.

151. En virtud de este papel fundamental que se le asigna en la Convención, los Estados tienen la
obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan
violaciones de ese derecho inalienable.

152. En este sentido, la Corte ha señalado en su jurisprudencia constante que el cumplimiento de las
obligaciones impuestas por el artículo 4 de la Convención Americana, relacionado con el artículo 1.1
de la misma, no sólo presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente
(obligación negativa), sino que además, a la luz de su obligación de garantizar el pleno y libre
ejercicio de los derechos humanos, requiere que los Estados adopten todas las medidas apropiadas
para proteger y preservar el derecho a la vida (obligación positiva) de todos quienes se encuentren
bajo su jurisdicción.

153. En razón de lo anterior, los Estados deben adoptar las medidas necesarias para crear un marco
normativo adecuado que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida; establecer un sistema de
justicia efectivo capaz de investigar, castigar y reparar toda privación de la vida por parte de agentes
estatales o particulares; y salvaguardar el derecho a que no se impida el acceso a las condiciones que
garanticen una vida digna, lo que incluye la adopción de medidas positivas para prevenir la violación
de este derecho.

[…]

167. En cuanto a las medidas preventivas, la Corte nota que en el Paraguay la legislación interna
(supra párr. 73.72) otorga el derecho a los indígenas de ser atendidos gratuitamente en los centros
de salud públicos y están exonerados de la totalidad de los gastos relacionados a estudios y otros
procedimientos médicos en el Hospital Nacional de Itaugua y en todos los centros de atención
médica del país dependientes del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (supra párr. 73.72).
Igualmente, la Corte reconoce y valora la iniciativa promovida por el Paraguay con la adopción del
Decreto Presidencial No. 3789 (supra párr. 73.62 y 63), para la entrega de cierta cantidad de
alimento, atención médicosanitaria y materiales educativos a dicha Comunidad. Sin embargo,
considera, como lo ha hecho en otras ocasiones, que la legislación por sí sola no es suficiente para
garantizar la plena efectividad de los derechos protegidos por la Convención, sino que comporta la
necesidad de una conducta gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz
garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos.

168. En el presente caso, junto con la carencia de tierra, la vida de los miembros de la Comunidad
Sawhoyamaxa se caracteriza por el desempleo, el analfabetismo, las tasas de morbilidad por
55

enfermedades evitables, la desnutrición, las precarias condiciones de su vivienda y entorno, las


limitaciones de acceso y uso de los servicios de salud y agua potable, así como la marginalización por
causas económicas, geográficas y culturales (supra párr. 73.61 a 74).

OMISIÓN ESTATAL DE PREVENIR O EVITAR


MUERTES DE PERSONAS EN COMUNIDAD INDÍGENA,
POR ENFERMEDADES TRATABLES, VIOLÓ LA CONVENCIÓN

Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146.
171. Como ha sido demostrado en el capítulo de Hechos Probados […], la mayoría de los fallecidos
en la Comunidad corresponde a niños y niñas menores de tres años de edad, cuyas causas de
muerte varían entre enterocolitis, deshidratación, caquexia, tétanos, sarampión y enfermedades
respiratorias como neumonía y bronquitis; todas enfermedades razonablemente previsibles,
evitables y tratables a bajo costo.

172. Las enfermedades de Rosana López […], Esteban González […], NN Yegros […], Guido Ruiz Díaz
[…], Luis Torres Chávez […], Francisca Brítez […] y Diego Andrés Ayala […] no fueron tratadas. Tales
personas simplemente fallecieron en la Comunidad. El Estado no ha controvertido específicamente
estos hechos y no ha presentado ninguna evidencia que demuestre lo contrario, pese a los
requerimientos del Tribunal […]. Consecuentemente, esta Corte encuentra que dichas muertes son
atribuibles a la falta de prevención adecuada y adopción de suficientes medidas positivas por parte
del Estado, el que estaba al tanto de la situación de la Comunidad y era razonable esperar que
actuara. No ocurre los mismo en el caso del niño NN Torres […], quien padecía de discracia
sanguínea y cuya muerte no es posible atribuir al Estado.

173. La Corte no acepta el argumento estatal referente a la responsabilidad compartida que tenían
los enfermos de concurrir a los centros asistenciales para recibir tratamiento, y los líderes de la
Comunidad de llevarlos a tales centros o comunicar la situación a las autoridades sanitarias. A partir
de la emisión del Decreto de emergencia correspondía al INDI y a los Ministerios del Interior y de
Salud Pública y Bienestar Social adoptar “las acciones que correspondan para la inmediata provisión
de atención médica y alimentaria a las familias integrantes de [la Comunidad Sawhoyamaxa],
durante el tiempo que duren los trámites judiciales referente a la legislación de las tierras
reclamadas como parte de [su] hábitat tradicional” […]. Con ello, los bienes y servicios de salud
específicamente dejaron de depender de la capacidad adquisitiva individual de las presuntas
víctimas, y por tanto el Estado debió adoptar medidas que contribuyan a la prestación y suministro
de tales bienes y servicios. Es decir, las medidas a las que el Estado se comprometió frente a los
miembros de la Comunidad Sawhoyamaxa diferían por su carácter de urgencia de aquellas que el
Estado debía adoptar para garantizar los derechos de la población y las comunidades indígenas en
general. Aceptar lo contrario sería incompatible con el objeto y propósito de la Convención
Americana, la cual requiere que sus provisiones sean interpretadas y aplicadas de tal forma que los
derechos en ella contemplados sean práctica y efectivamente protegidos.

177. En materia de derecho a la vida de los niños, el Estado tiene, además de las obligaciones
señaladas para toda persona, la obligación adicional de promover las medidas de protección a las
que se refiere el artículo 19 de la Convención Americana, el cual dispone que: “[t]odo niño tiene
derecho a las medidas de protección que su condición de menor requieren por parte de su familia,
de la sociedad y del Estado”. Así, por una parte, el Estado debe asumir su posición especial de
56

garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe tomar medidas especiales orientadas en el
principio del interés superior del niño. Lo anterior no puede desligarse de la situación igualmente
vulnerable de las mujeres embarazadas de la Comunidad. Los Estados deben prestar especial
atención y cuidado a la protección de este grupo y adoptar medidas especiales que garanticen a las
madres, en especial durante la gestación, el parto y el período de lactancia, el acceso a servicios
adecuados de atención médica.

178. Por todo lo anterior, la Corte declara que el Estado violó el artículo 4.1 de la Convención
Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, por cuanto no ha adoptado las medidas
positivas necesarias dentro del ámbito de sus atribuciones, que razonablemente eran de esperarse
para prevenir o evitar el riesgo al derecho a la vida de los miembros de la Comunidad Sawhoyamaxa.
La Corte considera que las muertes de 18 niños miembros de la Comunidad, a saber: NN Galarza,
Rosana López, Eduardo Cáceres, Eulalio Cáceres, Esteban González Aponte, NN González Aponte, NN
Yegros, Jenny Toledo, Guido Ruiz Díaz, NN González, Diego Andrés Ayala, Francisca Britez, Silvia
Adela Chávez, Esteban Jorge Alvarenga, Derlis Armando Torres, Juan Ramón González, Arnaldo
Galarza y Fátima Galarza (supra párrs. 73.74) son atribuibles al Estado, precisamente por la falta de
prevención, lo que constituye además una violación del artículo 19 de la Convención. Asimismo, la
Corte declara que el Estado violó el artículo 4.1 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 de la misma, por la muerte del señor Luis Torres Chávez, quien falleció por enterocolitis,
sin ningún tipo de atención médica (supra párr. 73.74).

ARTÍCULO 4 DE LA CONVENCIÓN PROTEGE EL DEBER DE


SALVAGUARDAR EL ACCESO A CONDICIONES QUE
GARANTICEN UNA “VIDA DIGNA”

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149
125. En virtud de este papel fundamental que se asigna al derecho a la vida en la Convención, la
Corte ha afirmado en su jurisprudencia constante que los Estados tienen la obligación de garantizar
la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho
inalienable, y en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él. En esencia, el
artículo 4 de la Convención garantiza no sólo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la
vida arbitrariamente, sino que además, el deber de los Estados de adoptar las medidas necesarias
para crear un marco normativo adecuado que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida;
establecer un sistema de justicia efectivo capaz de investigar, castigar y reparar toda privación de la
vida por parte de agentes estatales o particulares; y salvaguardar el derecho a que no se impida el
acceso a las condiciones que garanticen una vida digna, lo que incluye la adopción de medidas
positivas para prevenir la violación de este derecho.

INSUFICIENCIA DE AGUA, ALIMENTACIÓN INADECUADA,


FALTA DE ACCESO SALUD Y EDUCACIÓN, CONSTITUYEN
DESPROTECCIÓN DEL DERECHO A UNA “VIDA DIGNA”

Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2010. Serie C No. 214.
186. La Corte ha señalado que el derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce
pleno es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser
57

respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón de dicho carácter, no son admisibles
enfoques restrictivos del mismo.

187. Por tal razón, los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se
requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho y, en particular, el deber de impedir
que sus agentes atenten contra él. La observancia del artículo 4, relacionado con el artículo 1.1 de la
Convención, no sólo presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente
(obligación negativa), sino que además requiere que los Estados adopten todas las medidas
apropiadas para proteger y preservar el derecho a la vida (obligación positiva), conforme al deber de
garantizar el pleno y libre ejercicio, sin discriminación, de los derechos de todas las personas bajo su
jurisdicción.

188. El Tribunal ha sido enfático en que un Estado no puede ser responsable por cualquier situación
de riesgo al derecho a la vida. Teniendo en cuenta las dificultades que implica la planificación y
adopción de políticas públicas y las elecciones de carácter operativo que deben ser tomadas en
función de prioridades y recursos, las obligaciones positivas del Estado deben interpretarse de forma
que no se imponga a las autoridades una carga imposible o desproporcionada. Para que surja esta
obligación positiva, debe establecerse que al momento de los hechos las autoridades sabían o
debían saber de la existencia de una situación de riesgo real e inmediato para la vida de un individuo
o grupo de individuos determinados, y no tomaron las medidas necesarias dentro del ámbito de sus
atribuciones que, juzgadas razonablemente, podían esperarse para prevenir o evitar ese riesgo.

192. En suma, en el presente caso las autoridades internas conocían de la existencia de una situación
de riesgo real e inmediato para la vida de los miembros de la Comunidad. Consecuentemente,
surgieron para el Estado determinadas obligaciones de prevención que lo obligaban –conforme a la
Convención Americana (artículo 4, en relación con el artículo 1.1) y a su propio derecho interno
(Decreto No. 1830)- a la adopción de las medidas necesarias que, juzgadas razonablemente, eran de
esperarse para prevenir o evitar ese riesgo.

193. De conformidad con lo anterior, la Corte debe valorar las medidas adoptadas por el Estado para
cumplir con su deber de garantía del derecho a la vida de los miembros de la Comunidad Xákmok
Kásek. Para ello, la Corte analizará la presunta violación de dicho derecho en dos acápites: 1) el
derecho a la vida digna, y 2) la presunta responsabilidad internacional del Estado por los alegados
fallecimientos.

1. El derecho a la vida digna

1.1. Acceso y calidad del agua

195. La Corte observa que el agua suministrada por el Estado durante los meses de mayo a agosto
de 2009 no supera más de 2.17 litros por persona al día. Al respecto, de acuerdo a los estándares
internacionales la mayoría de las personas requiere mínimo de 7.5 litros por persona por día para
satisfacer el conjunto de las necesidades básicas, que incluye alimentación e higiene. Además, según
los estándares internacionales el agua debe ser de una calidad que represente un nivel tolerable de
riesgo. Bajo los estándares indicados, el Estado no ha demostrado que esté brindando agua en
cantidad suficiente para garantizar un abastecimiento para los mínimos requerimientos. Es más, el
Estado no ha remitido prueba actualizada sobre el suministro de agua durante el año 2010, ni
tampoco ha demostrado que los miembros de la Comunidad tengan acceso a fuentes seguras de
agua en el asentamiento “25 de Febrero” donde se encuentran radicados actualmente. Por el
contrario, en declaraciones rendidas en la audiencia pública miembros de la Comunidad indicaron,
58

respecto al suministro de agua, que “actualmente si es que se pide, no cumple, a veces se tarda
mucho, a veces no hay más agua”, y que “sufr[en] mucho por la sequía, porque donde [se]
muda[ron, en “25 de Febrero”] no hay tajamar, no hay lagunas, nada, solamente hay bosque y eso
es lo más” e indicaron que durante los períodos de sequía acuden a un tajamar ubicado
aproximadamente a 7 kilómetros de distancia.

196. Por consiguiente, la Corte considera que las gestiones que el Estado ha realizado a partir del
Decreto No. 1830 no han sido suficientes para proveer a los miembros de la Comunidad de agua en
cantidad suficiente y calidad adecuada, lo cual los expone a riesgos y enfermedades.

1.2. Alimentación

198. El Tribunal no desconoce que en cumplimiento del Decreto No. 1830 el Estado ha realizado al
menos ocho entregas de alimentos entre los meses de mayo y noviembre de 2009 y entre febrero y
marzo de 2010, y que en cada una se suministraron a los miembros de la Comunidad kits con
raciones de alimentos. Sin embargo, la Corte debe valorar la accesibilidad, disponibilidad y
sostenibilidad de la alimentación otorgada a los miembros de la Comunidad y determinar si la
asistencia brindada satisface los requerimientos básicos de una alimentación adecuada.

200. La Corte nota que el total de provisiones alimentarias suministradas entre el período de 12 de
mayo de 2009 y el 4 de marzo de 2010, fue de 23.554 kilos, con base en dicho dato se deduce que la
cantidad de alimentos brindados por el Estado correspondería aproximadamente a 0.29 kg. de
alimentos por persona por día, teniendo en cuenta los censos aportados. En consecuencia, el
Tribunal estima que la cantidad de provisiones alimentarias es insuficiente para satisfacer
medianamente las necesidades básicas diarias de alimentación de cualquier persona.

201. La inadecuada nutrición de los miembros de la Comunidad ha repercutido en el crecimiento de


los niños, pues “la prevalencia mínima de atrofia de crecimiento fue de 32.2% […], más del doble de
lo esperado para la población de referencia (15.9%)”. Igualmente, el promotor de salud de la
Comunidad indicó que al menos “el 90% de los niños tienen desnutrición”.

202. Consecuentemente, a pesar de lo demostrado por el Estado, no se evidencia que con la


asistencia brindada se hayan superado las necesidades nutricionales que, con anterioridad al
Decreto No. 1830 (supra párr. 191) existían.

1.3. Salud

205. Del expediente se desprende que con anterioridad al Decreto No. 1830, los miembros de la
Comunidad habían “recib[ido] […] mínima asistencia médica” y los puestos de salud eran muy
distantes y limitados. Además, por años “no se recib[ió asistencia] médica y vacunación general de
los niños”. En relación con el acceso a servicios de salud “[s]ólo los que trabajan en las estancias
[podían] acceder al [Institución Prestadora de Salud], y aún [así] el usufructo de este seguro no se
puede efectivizar puesto que no se entregan las tarjetas o no se disponen de recursos para llegar y
permanecer en el Hospital de Loma Plata, que es el más cercano”. Además, “un censo sanitario del
Servicio Nacional de Salud – SENASA (1993), […] comprobó que un gran porcentaje de la población
presente de Xákmok Kásek, era portadora del virus de la enfermedad de Chagas”.

208. El Tribunal reconoce los avances realizados por el Estado. No obstante, las medidas adoptadas a
partir del Decreto No. 1830 de 2009 se caracterizan por ser temporales y transitorias. Además, el
Estado no ha garantizado la accesibilidad física ni geográfica a establecimientos de salud para los
miembros de la Comunidad, y, de la prueba aportada, no se evidencia acciones positivas para
59

garantizar la aceptabilidad de dichos bienes y servicios, ni que se hayan desarrollado medidas


educativas en materia de salud que sean respetuosas de los usos y costumbres tradicionales.

1.4. Educación

211. Conforme a los estándares internacionales, los Estados tienen el deber de garantizar la
accesibilidad a educación básica gratuita y la sostenibilidad de la misma. En particular, cuando se
trata de satisfacer el derecho a la educación básica en el seno de comunidades indígenas, el Estado
debe propiciar dicho derecho con una perspectiva etnoeducativa. Lo anterior implica adoptar
medidas positivas para que la educación sea culturalmente aceptable desde una perspectiva étnica
diferenciada.

213. De la prueba recaudada, la Corte observa que si bien algunas condiciones en cuanto a la
prestación de la educación por parte del Estado han mejorado, no existen instalaciones adecuadas
para la educación de los niños. El propio Estado anexó un conjunto de fotos donde se observa que
las clases se desarrollan bajo un techo sin paredes y al aire libre. Igualmente no se asegura por parte
del Estado ningún tipo de programa para evitar la deserción escolar.

***

214. En suma, este Tribunal destaca que la asistencia estatal brindada a raíz del Decreto No. 1830 de
17 de abril de 2009 no ha sido suficiente para superar las condiciones de especial vulnerabilidad que
dicho Decreto comprobó existían en la Comunidad Xákmok Kásek.

215. Esta situación de los miembros de la Comunidad está estrechamente vinculada a la falta de sus
tierras. En efecto, la ausencia de posibilidades de autoabastecimiento y autosostenibilidad de sus
miembros, de acuerdo a sus tradiciones ancestrales, los lleva a depender casi exclusivamente de las
acciones estatales y verse obligados a vivir de una forma no solamente distinta a sus pautas
culturales, sino en la miseria. Así lo indicó Marcelino López, líder de la Comunidad, “[s]i tenemos
nuestra tierra también va a mejorar todo y sobre todo vamos a poder vivir abiertamente como
indígenas, de lo contrario será muy difícil vivir”.

217. En consecuencia, la Corte declara que el Estado no ha brindado las prestaciones básicas para
proteger el derecho a una vida digna en estas condiciones de riesgo especial, real e inmediato para
un grupo determinado de personas, lo que constituye una violación del artículo 4.1 de la
Convención, en relación con el artículo 1.1. de la misma, en perjuicio de todos los miembros de la
Comunidad Xákmok Kásek.

2. Los fallecimientos ocurridos en la Comunidad

233. Al respecto, la Corte resalta que la extrema pobreza y la falta de adecuada atención médica a
mujeres en estado de embarazo o post-embarazo son causas de alta mortalidad y morbilidad
materna. Por ello, los Estados deben brindar políticas de salud adecuadas que permitan ofrecer
asistencia con personal entrenado adecuadamente para la atención de los nacimientos, políticas de
prevención de la mortalidad materna a través de controles prenatales y post-parto adecuados, e
instrumentos legales y administrativos en políticas de salud que permitan documentar
adecuadamente los casos de mortalidad materna. Lo anterior, en razón a que las mujeres en estado
de embarazo requieren medidas de especial protección.

234. Teniendo en cuenta todo lo anterior, la Corte declara que el Estado violó el derecho
contemplado en el artículo 4.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la
60

misma, en perjuicio de las personas que se mencionan en el presente párrafo, por cuanto no adoptó
las medidas positivas necesarias dentro del ámbito de sus atribuciones, que razonablemente eran de
esperarse para prevenir o evitar el riesgo al derecho a la vida. En consecuencia, son imputables al
Estado las muertes de: Sara Gonzáles López, quién murió en julio de 2008, teniendo un año y cinco
meses de edad, de gastroenteritis y deshidratación y no recibió asistencia médica; Yelsi Karina López
Cabañas, quien murió en el año 2005 al año de edad de pertusis y no recibió asistencia médica;
Remigia Ruiz, quien falleció en el 2005 de 38 años de edad por complicaciones en el parto y no
recibió asistencia médica; Aida Carolina Gonzáles, quien falleció en junio de 2003 a los ocho meses
de edad, de anemia sin recibir asistencia médica; NN Avalos o Ríos Torres, quien murió en 1999 a los
tres días de nacido a causa de una hemorragia y no recibió atención médica; Abundio Inter Dermot,
el cual falleció en el 2003 a los 2 meses de nacido por neumonía sin recibir asistencia médica; NN
Dermott Martínez, quien falleció en el 2001 a los ocho meses de edad de enterocolitis y se
desconoce si recibió atención médica; NN García Dermott, quien murió en el 2001, teniendo un mes
de edad por causa de pertusis y no recibió asistencia médica; Adalberto Gonzáles López, quien murió
en el 2000 a los un año y dos meses de edad por causa de neumonía y no recibió atención médica;
Roberto Roa Gonzáles, quien murió en el 2000 a los 55 años de edad por causa de tuberculosis sin
recibir asistencia médica; NN Ávalos o Ríos Torres, quien murió en 1998 a los nueve días de nacido
por causa de tétanos y no recibió asistencia médica; NN Dermontt Ruiz, quien murió en 1996 al
nacer por sufrimiento fetal y no recibió atención médica, y NN Wilfrida Ojeda Chávez, quien murió
en el mes de mayo de 1994 a los ocho meses de nacida a causa de deshidratación y enterocolitis y
no recibió asistencia médica.

Deber de fiscalización de recintos de salud

ESTADO RESPONSABLE DE VIOLAR LA OBLIGACIÓN DE


FISCALIZAR EN EL MARCO DE LA OBLIGACIÓN DE NO
ARRIESGAR LA VIDA, LO CUAL VULNERA EL ARTÍCULO 4

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
177. Sobre el contenido de la obligación de regulación, en casos previos la Corte ha señalado lo
siguiente:
[L]os Estados son responsables de regular […] con carácter permanente la prestación de
los servicios y la ejecución de los programas nacionales relativos al logro de una
prestación de servicios de salud públicos de calidad, de tal manera que disuada cualquier
amenaza al derecho a la vida y a la integridad física de las personas sometidas a
tratamiento de salud. Deben, inter alia, crear mecanismos adecuados para inspeccionar
las instituciones, […] presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos
disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o de
violación de los derechos de los pacientes.

178. En este punto la Corte considera que existen ciertas actividades, como el funcionamiento de
bancos de sangre, que entrañan riesgos significativos para la salud de las personas y, por lo tanto, los
Estados están en la obligación de regularlas de manera específica. En el presente caso, dado que la
Cruz Roja, entidad de carácter privado, era la única entidad con la responsabilidad del manejo de
bancos de sangre al momento de producirse los hechos, el nivel de supervisión y fiscalización sobre
dicha institución tenía que ser el más alto posible teniendo en cuenta el debido cuidado que se debe
61

tener en actividades asociadas a transfusiones de sangre y dado que existían menos controles que
aquellos a los que se someten los funcionarios estatales por la prestación de servicios públicos .

183. Si bien es cierto que la normativa vigente al momento de los hechos no especificaba la manera
concreta y la periodicidad en la que se llevaría a cabo el monitoreo o la supervisión, ni los aspectos
concretos que serían monitoreados o supervisados, este Tribunal considera que existía una
regulación en la materia que tenía como objetivo controlar la calidad del servicio de tal forma que a
través de transfusiones de sangre no se contagiaran enfermedades como el VIH. Dada esta
conclusión sobre el tema de regulación, la Corte concentrará su análisis en los problemas de
supervisión y fiscalización.

184. Al respecto, cabe resaltar que el deber de supervisión y fiscalización es del Estado, aun cuando
el servicio de salud lo preste una entidad privada. El Estado mantiene la obligación de proveer
servicios públicos y de proteger el bien público respectivo. Al respecto, la Corte ha establecido que
“cuando la atención de salud es pública, es el Estado el que presta el servicio directamente a la
población […]. El servicio de salud público […] es primariamente ofrecido por los hospitales públicos;
sin embargo, la iniciativa privada, de forma complementaria, y mediante la firma de convenios o
contratos, también provee servicios de salud bajo los auspicios del [Estado]. En ambas situaciones,
ya sea que el paciente esté internado en un hospital público o en un hospital privado que tenga un
convenio o contrato […], la persona se encuentra bajo cuidado del […] Estado”. Por otra parte, la
Corte ha citado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para señalar que el Estado mantiene el
deber de otorgar licencias y ejercer supervisión y el control sobre instituciones privadas. Además, se
ha señalado que la obligación de fiscalización estatal comprende tanto a servicios prestados por el
Estado, directa o indirectamente, como a los ofrecidos por particulares. La Corte ha precisado el
alcance de la responsabilidad del Estado cuando incumple estas obligaciones frente a entidades
privadas en los siguientes términos:
Cuando se trata de competencias esenciales relacionadas con la supervisión y fiscalización
de la prestación de servicios de interés público, como la salud, sea por entidades públicas
o privadas (como es el caso de un hospital privado), la responsabilidad resulta por la
omisión en el cumplimiento del deber de supervisar la prestación del servicio para
proteger el bien respectivo.

186. En el presente caso, en la normativa remitida por el Estado se observa que la Secretaría
Nacional de Sangre, órgano auxiliar de la Cruz Roja, era la entidad a cargo de aplicar las sanciones
por el incumplimiento de las normas del Reglamento sobre el manejo de la sangre […]. La Corte
observa que ello implica una delegación de funciones de monitoreo y supervisión a la propia entidad
privada a la que se le habían delegado la tarea de manejar los bancos de sangre, lo cual resulta
especialmente problemático respecto a la debida diligencia en diseños institucionales de
fiscalización, dado que esta tarea debe ser efectuada por el Estado. En este punto el Tribunal retoma
el reconocimiento del Estado en el sentido de que no debió delegar en esta forma el manejo de los
bancos de sangre a la Cruz Roja, es decir, una delegación que no establecía niveles adecuados de
supervisión. Cabe resaltar que en el expediente no se encuentra evidencia de actividades de
monitoreo, control o supervisión al banco de sangre con anterioridad a los hechos.

187. Por otra parte en el caso bajo análisis el nexo causal entre la transfusión de sangre y el contagio
con VIH estuvo asociado a estos hechos probados: i) el 22 de junio de 1998 Talía fue diagnosticada
con la púrpura trombocitopénica y le fue indicado a su madre que requería de manera urgente una
transfusión de sangre y plaquetas; ii) el mismo día, la madre de Talía acudieron al Banco de Sangre
62

de la Cruz Roja donde le indicaron que debía llevar donantes; iii) la sangre del señor HSA fue recibida
en el Banco de Sangre y los productos sanguíneos derivados de ella fueron despachados por dicho
Banco el mismo 22 de junio de 1998 para la transfusión a Talía; iv) la transfusión comenzó ese
mismo día y continuó al día siguiente; v) la sangre del señor HSA fue sometida a los exámenes
respectivos, incluido el de VIH, recién al día siguiente; vi) el resultado del dicho examen dio positivo;
vii) no existe información que indique que Talía hubiera contraído VIH antes del 22 de junio de 1998,
y viii) los peritos médicos y la prueba genética practicada por la Universidad Católica de Lovaina en
Bélgica coincidieron en atribuir el contagio a la transfusión de sangre. Como se observa, el contagio
de VIH ocurrió como consecuencia de la transfusión de sangre no examinada previamente y
proveniente del Banco de Sangre de la Cruz Roja.

188. Asimismo, en el juicio penal, mediante varias declaraciones por parte de las personas que
trabajaban en la Cruz Roja y en el hospital donde se encontraba Talía, se desprende que los turnos
no estaban bien organizados y que existían fallas en los registros. En ese sentido, la Corte resalta que
las pruebas en el proceso penal indican que el Banco de Sangre de la Cruz Roja funcionaba: i) con
muy escasos recursos ; ii) sin crear y mantener registros con información detallada y completa sobre
los donantes, las pruebas realizadas y las entregas de productos sanguíneos; iii) con irregularidades y
contradicciones en los pocos registros existentes (siendo un ejemplo de ello los registros relativos a
la entrega de sangre para Talía, los cuales tenían borrones), y iv) el personal mantenía la práctica de
no registrar las entregas de sangre que se efectuaban con posterioridad a las 6 pm, que fue
precisamente la situación de los productos sanguíneos entregados para la víctima del presente caso.

189. En el presente caso la Corte considera que la precariedad e irregularidades en las que
funcionaba el Banco de Sangre del cual provino la sangre para Talía es un reflejo de las
consecuencias que puede tener el incumplimiento de las obligaciones de supervisar y fiscalizar por
parte de los Estados. La insuficiente supervisión e inspección por parte del Ecuador dio lugar a que el
Banco de Sangre de la Cruz Roja de la Provincia del Azuay continuara funcionando en condiciones
irregulares que pusieron en riesgo la salud, la vida y la integridad de la comunidad. En particular,
esta grave omisión del Estado permitió que sangre que no había sido sometida a los exámenes de
seguridad más básicos como el de VIH, fuera entregada a la familia de Talía para la transfusión de
sangre, con el resultado de su infección y el consecuente daño permanente a su salud.

190. Este daño a la salud, por la gravedad de la enfermedad involucrada y el riesgo que en diversos
momentos de su vida puede enfrentar la víctima, constituye una afectación del derecho a la vida,
dado el peligro de muerte que en diversos momentos ha enfrentado y puede enfrentar la víctima
debido a su enfermedad. En efecto, en el presente caso se ha violado la obligación negativa de no
afectar la vida al ocurrir la contaminación de la sangre de Talía Gonzales Lluy en una entidad privada.
Por otra parte, en algunos momentos de desmejora en sus defensas, asociada al acceso a
antirretrovirales, lo ocurrido con la transfusión de sangre en este caso se ha reflejado en amenazas a
la vida y posibles riesgos de muerte que incluso pueden volver a surgir en el futuro.

191. En virtud de lo mencionado en este segmento, dado que son imputables al Estado el tipo de
negligencias que condujeron al contagio con VIH de Talía Gonzales Lluy, el Ecuador es responsable
por la violación de la obligación de fiscalización y supervisión de la prestación de servicios de salud,
en el marco del derecho a la integridad personal y de la obligación de no poner en riesgo la vida, lo
cual vulnera los artículos 4 y 5 de la Convención Americana en relación con el artículo 1.1 de la
misma.
63

Muertes en el contexto médico

ELEMENTOS PARA DETERMINAR LA RESPONSABILIDAD


INTERNACIONAL DEL ESTADO EN CASOS DE AFECTACIÓN
AL DERECHO A LA VIDA, EN EL CONTEXTO MÉDICO

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
147. Sobre el particular, en materia de salud, la Corte estima que no toda muerte acaecida por
negligencias médicas debe ser atribuida al Estado internacionalmente. Para ello, corresponderá
atender las circunstancias particulares del caso.

148. Para efectos de determinar la responsabilidad internacional del Estado en casos de muerte en
el contexto médico, es preciso acreditar los siguientes elementos: a) cuando por actos u omisiones
se niegue a un paciente el acceso a la salud en situaciones de urgencia médica o tratamientos
médicos esenciales, a pesar de ser previsible el riesgo que implica dicha denegación para la vida del
paciente; o bien, b) se acredite una negligencia médica grave; y c) la existencia de un nexo causal,
entre el acto acreditado y el daño sufrido por el paciente. Cuando la atribución de responsabilidad
proviene de una omisión, se requiere verificar la probabilidad de que la conducta omitida hubiese
interrumpido el proceso causal que desembocó en el resultado dañoso. Dichas verificaciones deberá
tomar en consideración la posible situación de especial vulnerabilidad del afectado, y frente a ello
las medidas adoptadas para garantizar su situación.

150. La Corte estima que el Estado negó al señor Poblete Vilches un tratamiento médico de urgencia,
no obstante habría consciencia, por parte del personal médico, que su vida se encontraba en riesgo
si no se dispensaba el soporte vital requerido, y particularmente frente a su situación de adulto
mayor […]. Así, el Estado no adoptó las medidas necesarias, básicas y urgentes que razonablemente
podrían haberse adoptado para garantizar su derecho a la vida […]. Asimismo, el Estado no aportó
una justificación válida para haber negado los servicios básicos de urgencia.

151. Respecto del nexo causal, la Corte estima que no se puede imputar causalmente el resultado
dañino a la falta de atención de la salud, porque se trata de una omisión, y es de toda evidencia que
las omisiones no “causan”, si no que dejan andar una causalidad que “debía” ser interrumpida por la
conducta jurídicamente ordenada. En consecuencia, siempre se debe valorar sobre una probabilidad
acerca de la interrupción de una causalidad que no se interrumpió. Dado ello, lo probado en el caso,
existía una alta probabilidad de que una asistencia adecuada en materia de salud hubiese al menos
prolongado la vida del señor Poblete Vilches, por lo cual debe concluirse que la omisión de
prestaciones básicas en materia de salud afectó su derecho a la vida (artículo 4 de la Convención).

Derecho a la integridad personal (Art. 5 de la Convención)


Personas privadas de libertad

EL ESTADO DEBE PROPORCIONAR A DETENIDOS, REVISIÓN


MÉDICA CUANDO LO REQUIERA Y A SU VEZ PERMITIR LA
ATENCIÓN DE UN FACULTATIVO ELEGIDO POR ELLOS
64

Corte IDH. Caso Tibi Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114.
152. La descripción de las condiciones en las que vivió el señor Daniel Tibi durante su detención
evidencian que éstas no satisficieron los requisitos materiales mínimos de un tratamiento digno,
conforme a su condición de ser humano, en el sentido del artículo 5 de la Convención.

153. Asimismo, está probado que durante su permanencia en la cárcel, el señor Daniel Tibi fue
examinado dos veces por médicos proporcionados por el Estado, quienes verificaron que sufría
heridas y traumatismos, pero nunca recibió tratamiento médico ni se investigó la causa de dichos
padecimientos […].

154. Sobre este particular es preciso remitirse al Principio vigésimo cuarto para la Protección de
Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión que determina que: “[s]e
ofrecerá a toda persona detenida o presa un examen médico apropiado con la menor dilación
posible después de su ingreso en el lugar de detención o prisión y, posteriormente, esas personas
recibirán atención y tratamiento médico cada vez que sea necesario. Esa atención y ese tratamiento
serán gratuitos”.

155. La Corte Europea ha sostenido que


según [el artículo 3 de la Convención], el Estado debe asegurar que una persona esté
detenida en condiciones que sean compatibles con el respeto a su dignidad humana, que
la manera y el método de ejercer la medida no le someta a angustia o dificultad que
exceda el nivel inevitable de sufrimiento intrínseco a la detención, y que, dadas las
exigencias prácticas del encarcelamiento, su salud y bienestar estén asegurados
adecuadamente, brindándole, entre otras cosas, la asistencia médica requerida.

156. A su vez, la Corte Interamericana entiende que, conforme al artículo 5 de la Convención


Americana, el Estado tiene el deber de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y
atención y tratamiento adecuados cuando así se requiera. A su vez, el Estado debe permitir y facilitar
que los detenidos sean atendidos por un facultativo elegido por ellos mismos o por quienes ejercen
su representación o custodia legal.

PESE A SU GRAVE SITUACIÓN, VÍCTIMA NO FUE SOMETIDA


A UN TRATAMIENTO O ATENCIÓN MÉDICA ADECUADOS Y
OPORTUNOS, EN CENTRO PENITENCIARIO

Corte IDH. Caso Tibi Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114.
157. Este Tribunal observa que, a pesar de su grave situación física y psicológica, el señor Tibi nunca
fue sometido a un tratamiento o atención médica adecuados y oportunos en el centro penitenciario,
lo que ha tenido consecuencias desfavorables para su estado de salud actual. La deficiente atención
médica recibida por la presunta víctima es violatoria del artículo 5 de la Convención Americana.

FALTA DE ACCESO AL AGUA POTABLE EN CENTRO


PENITENCIARIO, CONSTITUYE UNA FALTA GRAVE, EN
VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL
65

Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de noviembre de 2010. Serie C No. 218.
211. Habida cuenta del reconocimiento parcial de responsabilidad hecho por el Estado […], subsiste
la controversia sobre las cuestiones relacionadas con el suministro de agua en La Joyita y con la
atención médica brindada al señor Vélez Loor en dicho recinto, que se examinarán a continuación.

1) Suministro de agua en La Joyita

215. La Corte estima probado que en junio de 2003, mientras el señor Vélez Loor se encontraba
recluido en el Centro Penitenciario La Joyita, se produjo un problema en el suministro de agua que
habría afectado a la población carcelaria. La prueba allegada demuestra que las deficiencias en el
suministro de agua potable en el Centro Penitenciario La Joyita han sido una constante […], y que en
el año 2008 el Estado habría adoptado algunas medidas al respecto. El Tribunal observa que la falta
de suministro de agua para el consumo humano es un aspecto particularmente importante de las
condiciones de detención. En relación con el derecho al agua potable, el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas ha señalado que los Estados Partes deben
adoptar medidas para velar por que “[l]os presos y detenidos tengan agua suficiente y salubre para
atender a sus necesidades individuales cotidianas, teniendo en cuenta las prescripciones del derecho
internacional humanitario y las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos”43. Asimismo, las
Reglas Mínimas establecen que “[s]e exigirá de los reclusos aseo personal y a tal efecto dispondrán
de agua y de los artículos de aseo indispensables para su salud y limpieza”, así como que “[t]odo
recluso deberá tener la posibilidad de proveerse de agua potable cuando la necesite”44. En
consecuencia, los Estados deben adoptar medidas para velar porque las personas privadas de
libertad tengan acceso a agua suficiente y salubre para atender sus necesidades individuales
cotidianas, entre ellas, el consumo de agua potable cuando lo requiera, así como para su higiene
personal.

216. El Tribunal considera que la ausencia de las condiciones mínimas que garanticen el suministro
de agua potable dentro de un centro penitenciario constituye una falta grave del Estado a sus
deberes de garantía hacia las personas que se encuentran bajo su custodia, toda vez que las
circunstancias propias del encierro impiden que las personas privadas de libertad satisfagan por
cuenta propia una serie de necesidades básicas que son esenciales para el desarrollo de una vida
digna, tales como el acceso a agua suficiente y salubre.

217. Por lo demás, en cuanto a lo manifestado por el Estado […], el Tribunal no cuenta con
elementos suficientes que le permitan determinar si esta práctica se utilizaba como método de
castigo hacia la población reclusa.

2) Asistencia médica

220. Este Tribunal ha señalado que el Estado tiene el deber de proporcionar a los detenidos revisión
médica regular y atención y tratamiento adecuados cuando así se requiera. El Principio 24 del
Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detención o Prisión determina que “[s]e ofrecerá a toda persona detenida o presa un examen
médico apropiado con la menor dilación posible después de su ingreso en el lugar de detención o
prisión y, posteriormente, esas personas recibirán atención y tratamiento médico cada vez que sea
necesario. Esa atención y ese tratamiento serán gratuitos”. La atención por parte de un médico que
no tenga vínculos con las autoridades penitenciarias o de detención es una importante salvaguardia
en contra de la tortura y malos tratos, físicos o mentales, de las personas privadas de libertad. De
66

otra parte, la falta de atención médica adecuada podría considerarse en sí misma violatoria del
artículo 5.1 y 5.2 de la Convención dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en
particular, el tipo de dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención y sus efectos
acumulativos.

223. La Corte encuentra probado, en consecuencia, que los servicios de asistencia médica a los
cuales tuvo acceso el señor Vélez Loor no se prestaron de manera oportuna, adecuada y completa,
ya que la aparente fractura craneal que presentaba permaneció sin atención médica especializada ni
medicación adecuada y tampoco fue debidamente tratada.

227. De acuerdo al reconocimiento del Estado y la prueba recibida, la Corte determina que las
condiciones de detención en la Cárcel Pública de La Palma, así como aquellas en el Centro
Penitenciario La Joyita, en su conjunto constituyeron tratos crueles, inhumanos y degradantes
contrarios a la dignidad del ser humano y por lo tanto, configuran una violación del artículo 5.1 y 5.2
de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de dicho instrumento, en perjuicio del
señor Vélez Loor.

ESTÁNDARES SOBRE CONDICIONES CARCELARIAS QUE


LOS ESTADOS NO PUEDEN INCUMPLIR ALEGANDO
“DIFICULTADES ECONÓMICAS”

Corte IDH. Caso Pacheco Teruel y otros Vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 27 de abril de 2012. Serie C No. 241.
[…]

B. Deber de Prevención en condiciones carcelarias

63. Este Tribunal ha establecido que, de conformidad con los artículos 5.1 y 5.2 de la Convención,
toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con
su dignidad personal. Además, el Estado debe garantizar el derecho a la vida y a la integridad
personal de los privados de libertad, en razón de que éste se encuentra en posición especial de
garante con respecto a dichas personas, porque las autoridades penitenciarias ejercen un control
total sobre éstas.

67. Este Tribunal ha incorporado en su jurisprudencia los principales estándares sobre condiciones
carcelarias y deber de prevención que el Estado debe garantizar en favor de las personas privadas de
libertad50. En particular, como ha sido establecido por esta Corte:

a) el hacinamiento constituye en sí mismo una violación a la integridad personal; asimismo,


obstaculiza el normal desempeño de las funciones esenciales en los centros penitenciarios;

b) la separación por categorías deberá realizarse entre procesados y condenados y entre los
menores de edad de los adultos, con el objetivo de que los privados de libertad reciban el
tratamiento adecuado a su condición;

c) todo privado de libertad tendrá acceso al agua potable para su consumo y al agua para su
aseo personal; la ausencia de suministro de agua potable constituye una falta grave del
Estado a sus deberes de garantía hacia las personas que se encuentran bajo su custodia;
67

d) la alimentación que se brinde, en los centros penitenciarios, debe ser de buena calidad y
debe aportar un valor nutritivo suficiente;

e) la atención médica debe ser proporcionada regularmente, brindando el tratamiento


adecuado que sea necesario y a cargo del personal médico calificado cuando este sea
necesario;

f) la educación, el trabajo y la recreación son funciones esenciales de los centros


penitenciarios, las cuales deben ser brindadas a todas las personas privadas de libertad con
el fin de promover la rehabilitación y readaptación social de los internos;

g) las visitas deben ser garantizadas en los centros penitenciarios. La reclusión bajo un
régimen de visitas restringido puede ser contraria a la integridad personal en determinadas
circunstancias;

h) todas las celdas deben contar con suficiente luz natural o artificial, ventilación y
adecuadas condiciones de higiene;

i) los servicios sanitarios deben contar con condiciones de higiene y privacidad;

j) los Estados no pueden alegar dificultades económicas para justificar condiciones de


detención que no cumplan con los estándares mínimos internacionales en la materia y que
no respeten la dignidad inherente del ser humano, y

k) las medidas disciplinarias que constituyan un trato cruel, inhumano o degradante,


incluidos los castigos corporales, la reclusión en aislamiento prolongado, así como cualquier
otra medida que pueda poner en grave peligro la salud física o mental del recluso están
estrictamente prohibidas.

ESTADO DEBE ASUMIR POSICIÓN ESPECIAL DE GARANTE,


EN CASOS DE NIÑOS Y ADOLESCENTES PRIVADOS DE
LIBERTAD Y SU DERECHO AL MÁS ALTO NIVEL DE SALUD

Corte IDH. Caso Mendoza y otros Vs. Argentina. Excepciones Preliminares, Fondo y
Reparaciones. Sentencia de 14 de mayo de 2013. Serie C No. 260.
IX

DERECHOS A LA INTEGRIDAD PERSONAL Y DE LOS NIÑOS, EN RELACIÓN CON LAS OBLIGACIONES


DE RESPETAR Y GARANTIZAR LOS DERECHOS

[…]

B. Falta de atención médica adecuada en relación con la pérdida de visión de Lucas Matías
Mendoza

[…]

189. Esta Corte ha establecido que el Estado tiene el deber, como garante de la salud de las personas
bajo su custodia, de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y atención y tratamiento
médicos adecuados cuando así se requiera. Al respecto, la Corte recuerda que numerosas decisiones
de organismos internacionales invocan las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos a fin
de interpretar el contenido del derecho de las personas privadas de la libertad a un trato digno y
68

humano. En cuanto a los servicios médicos que se les deben prestar, dichas Reglas señalan, inter
alia, que “[e]l médico deberá examinar a cada recluso tan pronto sea posible después de su ingreso
y ulteriormente tan a menudo como sea necesario, en particular para determinar la existencia de
una enfermedad física o mental, [y] tomar en su caso las medidas necesarias”. Por su parte, el
Principio 24 del Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a
cualquier forma de detención o prisión determina que “[s]e ofrecerá a toda persona detenida o
presa un examen médico apropiado con la menor dilación posible después de su ingreso en el lugar
de detención o prisión y, posteriormente, esas personas recibirán atención y tratamiento médico
cada vez que sea necesario. Esa atención y ese tratamiento serán gratuitos”.

190. El artículo 5.2 de la Convención Americana establece que “[t]oda persona privada de libertad
será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”. Al respecto, este Tribunal
ha señalado que la falta de atención médica adecuada no satisface los requisitos materiales mínimos
de un tratamiento digno conforme a la condición de ser humano en el sentido del artículo 5 de la
Convención Americana. Así, la falta de atención médica adecuada a una persona que se encuentra
privada de la libertad y bajo custodia del Estado podría considerarse violatoria del artículo 5.1 y 5.2
de la Convención dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en particular, tales
como su estado de salud o el tipo de dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención, sus
efectos físicos y mentales acumulativos y, en algunos casos, el sexo y la edad de la misma, entre
otros.

191. Por otro lado, la Corte reitera que frente a niños, niñas y adolescentes privados de la libertad, el
Estado debe asumir una posición especial de garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe
tomar medidas especiales orientadas en el principio del interés superior del niño (supra párrs. 142 y
188). La condición de garante del Estado con respecto al derecho a la integridad personal le obliga a
prevenir situaciones que pudieran conducir, por acción u omisión, a la afectación de aquél. En este
sentido, el Tribunal recuerda que la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho
del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de las
enfermedades y la rehabilitación de la salud”, y compromete a los Estados a esforzarse “por
asegurar que ningún niño sea privado de su derecho al disfrute de esos servicios sanitarios”.

PROTECCIÓN A LA INTEGRIDAD PERSONAL IMPLICA LA


REGULACIÓN ESTATAL DE SERVICIOS DE SALUD, Y UN
DEBER DE SUPERVISIÓN Y FISCALIZACIÓN

Corte IDH. Caso Suárez Peralta Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de mayo de 2013. Serie C No. 261.
130. En lo que respecta a la relación del deber de garantía (artículo 1.1) con el artículo 5.1 de la
Convención, la Corte ha establecido que el derecho a la integridad personal se halla directa e
inmediatamente vinculado con la atención a la salud humana, y que la falta de atención médica
adecuada puede conllevar la vulneración del artículo 5.1 de la Convención. En este sentido, la Corte
ha sostenido que la protección del derecho a la integridad personal supone la regulación de los
servicios de salud en el ámbito interno, así como la implementación de una serie de mecanismos
tendientes a tutelar la efectividad de dicha regulación. Por esta razón, se debe determinar si en el
presente caso se garantizó la integridad personal consagrada en el artículo 5.1 de la Convención en
relación con el artículo 1.1 de la misma.
69

133. Por consiguiente, la Corte estima necesario analizar, en el marco del deber de garantía,
prevención y protección del derecho a la integridad personal, si el Estado ha cumplido
diligentemente con su obligación de regular, supervisar y fiscalizar a las entidades que, en este caso,
prestaron servicios de salud a la señora Melba Suárez Peralta. Para ello, primeramente, la Corte se
referirá a la legislación ecuatoriana que regulaba los servicios de salud al momento de los hechos de
este caso. Seguidamente, se pronunciará sobre la supervisión y fiscalización que las entidades
estatales realizaron en referencia a los servicios prestados a Melba Suárez Peralta. Por último, la
Corte aludirá a las eventuales afectaciones a la integridad personal de Melba Peralta Mendoza.

1. El deber de regulación del Estado de los servicios de salud para la protección de la


integridad personal

138. Por tanto, esta Corte observa que la normativa citada instituía, al momento de los hechos, un
marco regulatorio para el ejercicio de las prestaciones médicas, otorgando a las autoridades
estatales correspondientes las competencias necesarias para realizar el control de las mismas, tanto
en lo que refiere a la supervisión y fiscalización del funcionamiento de los establecimientos públicos
o privados, como en la supervisión del ejercicio de la profesión del médico. En razón de lo anterior,
la Corte estima que la autoridad sanitaria nacional poseía ciertas atribuciones administrativas, a
través del Código de Salud, para fiscalizar a los prestadores del servicio y en su caso sancionar las
afectaciones derivadas de la práctica médica irregular, lo cual es verificado a continuación.

2. El deber de supervisión y fiscalización del Estado en referencia a los servicios de salud y la


protección de la integridad personal de Melba Suárez Peralta

152. Adicionalmente, la Corte estima que la fiscalización y supervisión estatal debe orientarse a la
finalidad de asegurar los principios de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad de las
prestaciones médicas. Respecto de la calidad del servicio, el Estado posee el deber de regular,
supervisar y fiscalizar las prestaciones de salud, asegurando, entre otros aspectos, que las
condiciones sanitarias y el personal sean adecuados, que estén debidamente calificados, y se
mantengan aptos para ejercer su profesión. En este mismo sentido, el Comité de Derechos
Económicos Sociales y Culturales ha establecido los estándares de dichos principios en referencia a
la garantía del derecho a la salud, reconocido por el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. El Comité ha destacado, en cuanto a la calidad, que los
establecimientos de salud deben presentar condiciones sanitarias adecuadas y contar con personal
médico capacitado.

153. Finalmente, la Corte nota que la fiscalización y supervisión de la clínica privada no fue realizada
con anterioridad a los hechos por las autoridades estatales competentes (Ministerio de Salud
Pública), lo cual implicó el incumplimiento estatal del deber de prevenir la vulneración del derecho a
la integridad personal de Melba Suárez Peralta. La atención médica recibida a través de un
profesional no autorizado y en una Clínica que carecía de supervisión estatal incidió en afectaciones
en la salud de la presunta víctima. Adicionalmente, el Estado tampoco acreditó la realización de un
control a dicha institución privada en forma posterior a los hechos, con motivo del conocimiento de
los mismos o derivado del consecuente proceso penal iniciado y las constantes solicitudes de
fiscalización y clausura realizadas por Melba Peralta Mendoza.

154. La Corte concluye que, si bien la regulación ecuatoriana en la materia contemplaba mecanismos
de control y vigilancia de la atención médica, dicha supervisión y fiscalización no fue efectuada en el
presente caso, tanto en lo que refiere al control de las prestaciones brindadas en la entidad estatal,
70

Policlínico de la Comisión de Tránsito de Guayas, como en lo que respecta a la institución privada,


Clínica Minchala. La Corte estima que ello generó una situación de riesgo, conocida por el Estado,
que se materializó en afectaciones en la salud de Melba Suárez Peralta. Por tanto, el Estado de
Ecuador incurrió en responsabilidad internacional por la falta de garantía y prevención del derecho a
la integridad personal de Melba Suárez Peralta, en contravención del artículo 5.1 de la Convención
Americana, en conexión con el artículo 1.1 del mismo instrumento.

157. La Corte ha entendido que en ciertos casos de violaciones graves a los derechos humanos es
posible presumir el daño de determinados familiares, tras el sufrimiento y angustia que los hechos
de dichos casos suponen. Así, ha establecido que en ciertos casos de graves violaciones, no es
necesario demostrar el daño moral de los padres de la víctima, por ejemplo, derivado de “la muerte
cruel de sus hijos, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona experimente dolor ante
el suplicio de su hijo”.

ESTADO DEBE PROTEGER SALUD Y GARANTIZAR QUE EL


MÉTODO DE PRIVACIÓN DE LIBERTAD NO EXCEDA NIVEL
INEVITABLE DE SUFRIMIENTO INHERENTE A LA MISMA

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
168. El Tribunal ha señalado que de las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos
que establece el artículo 1.1 de la Convención Americana derivan deberes especiales determinables
en función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su
condición personal o por la situación específica en que se encuentre. En tal sentido, en relación con
las personas que han sido privadas de su libertad, el Estado se encuentra en una posición especial de
garante, toda vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre
quienes se encuentran sujetos a su custodia. Lo anterior, como resultado de la interacción especial
de sujeción entre la persona privada de libertad y el Estado, caracterizada por la particular
intensidad con que el Estado puede regular sus derechos y obligaciones y por las circunstancias
propias del encierro, en donde al privado de libertad se le impide satisfacer por cuenta propia una
serie de necesidades básicas esenciales para el desarrollo de una vida digna, en los términos que
sean posibles en esas circunstancias.

169. En consecuencia, de conformidad con el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, toda persona
privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad
personal. Esto implica el deber del Estado de salvaguardar la salud y el bienestar de las personas
privadas de libertad y de garantizar que la manera y el método de privación de libertad no excedan
el nivel inevitable de sufrimiento inherente a la misma.

170. La Corte ha considerado que los derechos a la vida y a la integridad personal se hallan directa e
inmediatamente vinculados con la atención a la salud humana. En este sentido, la protección del
derecho a la integridad personal supone la regulación de los servicios de salud en el ámbito interno,
así como la implementación de una serie de mecanismos tendientes a tutelar la efectividad de dicha
regulación.

171. Por ello, con base en el principio de no discriminación, el derecho a la vida de las personas
privadas de libertad también implica la obligación del Estado de garantizar su salud física y mental,
específicamente mediante la provisión de revisión médica regular y, cuando así se requiera, de un
71

tratamiento médico adecuado, oportuno y, en su caso, especializado y acorde a las especiales


necesidades de atención que requieran las personas detenidas en cuestión.

172. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos también ha identificado la obligación de los Estados
de proveer atención médica a los privados de libertad y de proporcionar cuidados especiales en
situaciones de emergencia o debido cuidado en caso de enfermedad severa o terminal. Asimismo, el
Comité de Derechos Humanos de la ONU ha establecido que cuando los Estados detienen a una
persona asumen una especial responsabilidad de su vida, por lo que corresponde asegurar una
protección de este derecho, incluyendo la atención médica adecuada, la cual debe ser ofrecida de
oficio, sin necesidad de que sea haga un requerimiento especial por parte de quien se encuentra
detenido.

173. Este Tribunal ha señalado que la falta de atención médica adecuada a una persona que se
encuentra privada de la libertad y bajo custodia del Estado podría considerarse violatoria del artículo
5.1 y 5.2 de la Convención, dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en particular,
tales como su estado de salud o el tipo de dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención,
sus efectos físicos y mentales acumulativos y, en algunos casos, el sexo y la edad de la misma, entre
otros. Es claro que, en razón del control que el Estado ejerce sobre la persona en situación de
detención y el consecuente control de los medios de prueba sobre su condición física, condiciones
de detención y eventual atención médica, el Estado tiene la carga probatoria de verificar que ha
respetado y garantizado adecuadamente los derechos de la persona privada de libertad en caso que
se presente un padecimiento de salud que requiera la prestación adecuada y eficiente del servicio
médico.

174. La Corte recuerda que numerosas decisiones de organismos internacionales invocan las Reglas
Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de Reclusos a fin de interpretar el contenido del
derecho de las personas privadas de la libertad a un trato digno y humano, como normas básicas
respecto de su alojamiento, higiene, tratamiento médico y ejercicio físico, entre otros.

175. En cuanto a los servicios médicos que se les deben prestar, las referidas Reglas Mínimas
señalan, inter alia, que “[e]l médico deberá examinar a cada recluso tan pronto sea posible después
de su ingreso y ulteriormente tan a menudo como sea necesario, en particular para determinar la
existencia de una enfermedad física o mental, [y] tomar en su caso las medidas necesarias”.

176. Asimismo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha considerado que, cuando personas se
encuentran privadas de su libertad y las autoridades tienen conocimiento de enfermedades que
requieren de la supervisión y un tratamiento adecuado, aquellas deben tener un registro completo
del estado de salud y del tratamiento durante la detención.

177. Los servicios de salud deben mantener un nivel de calidad equivalente respecto de quienes no
están privados de libertad. La salud debe entenderse como una garantía fundamental e
indispensable para el ejercicio de los derechos a la vida e integridad personal, lo cual implica
obligaciones para los Estados de adoptar disposiciones de derecho interno, incluyendo prácticas
adecuadas, para velar por el acceso igualitario a la atención de la salud respecto de personas
privadas de libertad, así como por la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad de tales
servicios.

EL SERVICIO DE ATENCIÓN DE SALUD DEBE MANTENER


HISTORIALES MÉDICOS ADECUADOS DE TODAS LAS
PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD
72

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
178. En particular, en atención a lo señalado en las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el
Tratamiento de Reclusos, los Estados deben proveer atención médica calificada, inclusive
psiquiátrica, a las personas privadas de libertad, tanto en situaciones de emergencia como para
efectos de atención regular, ya sea en el propio lugar de detención o centro penitenciario o, en caso
de no contar con ello, en los hospitales o centros de atención en salud donde corresponda otorgar
ese servicio. El servicio de atención de la salud debe mantener historiales médicos adecuados,
actualizados y confidenciales de todas las personas privadas de libertad, lo cual debe ser accesible
para esas personas cuando lo soliciten. Esos servicios médicos deben estar organizados y
coordinados con la administración general del servicio de atención en salud general, lo cual implica
establecer procedimientos adecuados y expeditos para el diagnóstico y tratamiento de los enfermos,
así como para su traslado cuando su estado de salud requiera cuidados especiales en
establecimientos penitenciarios especializados o en hospitales civiles. Para hacer efectivos estos
deberes, son necesarios protocolos de atención en salud y mecanismos ágiles y efectivos de traslado
de prisioneros, particularmente en situaciones de emergencia o enfermedades graves.

179. Asimismo, los Estados deben, inter alia, crear mecanismos adecuados para inspeccionar las
instituciones, presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos disciplinarios o
judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o de violación de los derechos de
las personas privadas de libertad.

180. Diversos Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos, a través de su


normatividad interna, han incorporado determinados estándares sobre la protección de la salud de
personas privadas de libertad; medidas o procedimientos de tratamiento para esas personas de
forma regular y en casos de emergencia; medidas alternativas o sustitutivas de la privación de
libertad en determinados supuestos; así como el control administrativo y judicial respecto de esas
personas, por ejemplo en: Argentina, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.

181. A su vez, aún si la jurisprudencia varía sustancialmente en cada Estado de la región, tribunales
internos se han referido a la protección de la salud y procedimientos de atención médica para
personas privadas de libertad, por ejemplo en Bolivia, Canadá, Colombia, Costa Rica, México,
Panamá, y Perú.

RESPECTO DE PRIVADOS DE LIBERTAD GRAVEMENTE


ENFERMOS, ADQUIERE PARTICULAR RELEVANCIA LA
OBLIGACIÓN ESTATAL DE GARANTIZAR DERECHOS

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
182. En el siguiente apartado, la Corte pasa a examinar las violaciones alegadas en el presente caso.

B.2 El deber del Estado de proveer tratamiento adecuado a la presunta víctima por su
condición de diabetes y padecimientos relacionados luego de su privación de libertad
73

183. En el presente caso, luego del ingreso de la señora Chinchilla Sandoval al COF en mayo de 1995,
consta que a partir del año 1997 se le realizaron distintos exámenes médicos y distintos diagnósticos
parciales y por remisión, de los cuales se detectaron un conjunto de enfermedades, síntomas o
padecimientos. Ello permite establecer que ella había ingresado al COF en mal estado de salud, sin
que conste que se tuviere certeza sobre las enfermedades que padecía. No consta algún expediente
clínico sobre ese diagnóstico o del tratamiento recibido cuando fue privada de libertad. Además, con
posterioridad y como consecuencia del deterioro de salud, sufrió la amputación de una de sus
piernas y una disminución en su vista, lo cual le generó una forma de discapacidad física y sensorial.

184. Según los estándares señalados en el apartado anterior y según se desarrolla más adelante, las
personas privadas de libertad que padezcan enfermedades graves, crónicas o terminales no deben
permanecer en establecimientos carcelarios, salvo cuando los Estados puedan asegurar que tienen
unidades adecuadas de atención médica para brindarles una atención y tratamiento especializado
adecuados, que incluya espacios, equipo y personal calificado (de medicina y enfermería). Asimismo,
en tal supuesto, el Estado debe suministrar alimentos adecuados y las dietas establecidas para cada
caso respecto de personas que padecen ese tipo de enfermedades. Los procesos de alimentación
deben ser controlados por el personal del sistema penitenciario, de conformidad con la dieta
prescrita por el personal médico, y bajo los requerimientos mínimos establecidos para el respectivo
suministro. En cualquier caso, y más aún si la persona está evidentemente enferma, los Estados
tienen la obligación de asegurar que se mantenga un registro o expediente sobre el estado de salud
y tratamiento de toda persona que ingresa en un centro de privación de libertad, ya sea en el propio
lugar o en los hospitales o centros de atención donde vaya a recibir el tratamiento.

185. En este caso corresponde determinar si el Estado proporcionó el tratamiento debido a la


presunta víctima de forma efectiva, adecuada, continua y por personal médico capacitado, incluida
la provisión de medicamentos y alimentación requeridos, ya sea dentro o fuera del centro
penitenciario, respecto de aquel conjunto de enfermedades o padecimientos y a lo largo del tiempo
en que estuvo recluida. Asimismo, corresponde determinar si el Estado adoptó las medidas
adecuadas cuando su salud se deterioró.

186. La presunta víctima padecía diabetes mellitus, enfermedad que requería de un tratamiento y
dieta específicos. Asimismo, varias otras enfermedades o padecimientos sufridos por la señora
Chinchilla tenían relación con la evolución de dicha enfermedad, en particular los relacionados con
hipertensión arterial, enfermedad arterioesclerótica oclusiva y retinopatía diabética, lo cual es
consistente con lo señalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en relación con la
descripción de los efectos de la enfermedad “diabetes”. La OMS ha indicado que “[l]a hipertensión y
la diabetes están estrechamente vinculadas, y no se puede controlar adecuadamente una de estas
afecciones sin atender la otra”.

187. La OMS ha indicado que el tratamiento para la enfermedad de la diabetes “consiste en la


reducción de la glicemia y de otros factores de riesgo conocidos que dañan los vasos sanguíneos.
[…]”. Entre las intervenciones que “son factibles y económicas en los países en desarrollo” la OMS
indica que se debe realizar: i) control moderado de la glucemia; ii) control de la tensión arterial; iii)
cuidados podológicos; iv) pruebas de detección de retinopatía (causa de ceguera); v) control de los
lípidos de la sangre (regulación de la concentración de colesterol); detección de los signos
tempranos de nefropatía relacionada con la diabetes. Entre las recomendaciones concretas para el
tratamiento de esta enfermedad se incluyen actividad física y una dieta adecuada.
74

188. La Corte considera que la necesidad de protección de la salud, como parte de la obligación del
Estado de garantizar los derechos a la integridad personal y a la vida, se incrementa respecto de una
persona que padece enfermedades graves o crónicas cuando su salud se puede deteriorar de
manera progresiva. Bajo el principio de no discriminación (artículo 1.1 de la Convención), esta
obligación adquiere particular relevancia respecto de las personas privadas de libertad. Esta
obligación puede verse condicionada, acentuada o especificada según el tipo de enfermedad,
particularmente si ésta tiene carácter terminal o, aún si no lo tiene per se, si puede complicarse o
agravarse ya sea por las circunstancias propias de la persona, por las condiciones de detención o por
las capacidades reales de atención en salud del establecimiento carcelario o de las autoridades
encargadas. Esta obligación recae en las autoridades penitenciarias y, eventual e indirectamente, en
las autoridades judiciales que, de oficio o a solicitud del interesado, deban ejercer un control judicial
de las garantías para las personas privadas de libertad.

189. Las autoridades deben asegurarse de que, cuando lo requiera la naturaleza de una condición
médica, la supervisión sea periódica y sistemática dirigida a la curación de enfermedades del
detenido o a prevenir su agravamiento, en lugar de tratarlos de forma meramente sintomática. El
Tribunal Europeo ha tomado en cuenta el principio de equivalencia de la atención médica, señalado
por el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y Tratos Crueles o Degradantes, con base en
el cual el servicio de salud en los recintos de privación de libertad debe poder proveer tratamiento
médico y de enfermería así como dietas apropiadas, fisioterapia, rehabilitación y otras facilidades
necesarias especializadas en condiciones comparables con aquellas disfrutadas por pacientes en la
comunidad exterior. La falta y/o deficiencia en la provisión de dicha atención médica, o un
tratamiento médico negligente o deficiente, no es acorde con la obligación de proteger el derecho a
la vida de las personas privadas de libertad.

195. En segundo lugar, corresponde determinar si el tratamiento dado a la señora Chinchilla fue
adecuado cuando su salud se deterioró sensiblemente, luego de la aparición de la situación de
discapacidad y en sus dos últimos años de vida. Al respecto, dado que el juez de ejecución de la pena
decidió no admitir las solicitudes de libertad anticipada de la señora Chinchilla, ni adoptó otras
medidas correctivas o sustitutivas respecto de su privación de libertad […], es relevante determinar
si el COF tenía los recursos, instalaciones, personal calificado, equipo y suministros suficientes, para
brindarle un tratamiento adecuado o, en su defecto, si tal tratamiento podía serle brindado en
hospitales públicos de manera ágil y eficiente.

196. En este sentido, el Estado manifestó que muchos de los tratamientos le fueron brindados en
hospitales públicos y que el COF era principalmente un centro de cumplimiento de condena y de
rehabilitación del reo, por lo cual es lógico que un hospital estuviera mejor adaptado para atender
emergencias médicas, a pesar de lo cual en este caso el COF sí contaba con un área hospitalaria. La
Corte hace notar que ante un franco deterioro progresivo de salud, y según una serie de informes de
los médicos de turno del propio COF, de médicos forenses y del “equipo multidisciplinario” del COF
(integrado por funcionarios del departamento jurídico, departamento laboral, departamento de
psicología, trabajadora social, la sub-directora y la directora de ese centro), era evidente que dicho
centro penitenciario no contaba con las capacidades suficientes (recursos necesarios, personal
especializado, equipo e infraestructura) para atender adecuadamente tal deterioro o, en todo caso,
tales capacidades no habían sido comprobadas, en particular en relación con la provisión del
medicamento o tratamiento requeridos. Sin embargo, ciertamente ella podía ser evaluada y
atendida en consulta externa en hospitales públicos. Además, era evidente que en algún momento
podía sufrir alguna descompensación que requeriría de tratamiento hospitalario y que su vida podía
75

ponerse en riesgo si el tratamiento médico no era adecuado y consistente, o si se le dejaban de


administrar sus medicamentos de forma periódica y apropiada. Puesto que el COF no contaba con
equipo necesario para brindar tratamiento de emergencia ante una cetoacidosis o coma diabético,
complicaciones que sí podían ser fatales dependiendo del tiempo que tardara en ser trasladada a un
centro de atención especializado, la presunta víctima tenía un riesgo latente de morir por su
enfermedad estando recluida. Además, en los últimos informes se indicó que, además de su
discapacidad, su salud mental y física estaba en franco deterioro, que tenía mal estado generalizado,
desnutrición crónica del adulto y depresión severa con riesgo suicida, sin que conste que tales
síntomas o padecimientos fueran tratados en algún momento.

197. Ciertamente la presunta víctima fue autorizada por el juez de ejecución de la pena, en la gran
mayoría de ocasiones en que lo solicitó, para ser atendida en hospitales. En este sentido, no ha sido
demostrado que el Estado incurriera en responsabilidad en relación con la existencia de este
procedimiento como tal o específicamente con la atención hospitalaria efectivamente recibida. Sin
embargo, es claro que los procedimientos establecidos para la consulta externa en hospitales no
tenían la agilidad necesaria para permitir, de manera efectiva, un tratamiento médico oportuno,
particularmente en caso de emergencia. Tampoco consta que existieran mecanismos de supervisión
y monitoreo externo de los servicios de salud ofrecidos en el COF. Es decir, no consta que las
autoridades se hayan asegurado de que, dada la naturaleza de su condición de salud, la supervisión
médica fuera periódica y sistemática dirigida al tratamiento de sus enfermedades y de su
discapacidad y a prevenir su agravamiento, en lugar de tratarlos de forma sintomática, lo cual debía
incluir la provisión de dietas apropiadas, rehabilitación y otras facilidades necesarias especializadas
en condiciones comparables con aquellas que deben recibir pacientes no privados de libertad.

198. El Estado alegó que la presunta víctima fue negligente con su tratamiento y dieta y arriesgó su
vida por su supuesta “actitud de rebeldía, negligencia y desobediencia”; por rehusarse a ser tratada
por el personal médico del COF; por confiar su tratamiento a compañeras; y por haberse dado
intencionalmente dieta libre e ingerir alimentos nocivos para su salud que le fueron prohibidos. Al
respecto, la Corte hace notar que constan algunas referencias de las enfermeras o médicos en un
período de siete años de reclusión que dan cuenta de la dificultad que tenían para brindarle
tratamiento o de conductas inapropiadas de ella hacia el personal sanitario. Sin embargo, además de
que las situaciones alegadas por el Estado solo fueron constatadas en algunas oportunidades, no fue
demostrado que ello impidiera o de algún modo condicionara el cumplimiento de su obligación de
asegurar el tratamiento adecuado durante su privación de libertad. En particular, el Estado no
demostró algún nexo de causalidad entre tales situaciones propiciadas por la presunta víctima y el
agravamiento de su enfermedad o eventualmente su muerte.

199. En conclusión, no fue comprobado que el Estado mantuviera un registro o expediente sobre el
estado de salud y tratamientos otorgados a la presunta víctima desde su ingreso al COF, ya fuera en
el propio lugar o en los hospitales o centros de atención donde fue atendida. Tampoco fue
comprobado que la alimentación y medicamentos debidos le fueran adecuada y regularmente
proporcionados por el Estado. Ante el deterioro progresivo de su salud, los propios médicos que la
examinaron señalaron que existía una situación de riesgo latente para su vida e integridad personal,
dado que ella padecía una enfermedad grave, crónica y eventualmente fatal. Sin embargo, no consta
que las autoridades se hayan asegurado de que, dada la naturaleza de su condición de salud, la
supervisión médica fuera periódica, adecuada y sistemática dirigida al tratamiento de sus
enfermedades y de su discapacidad y a prevenir su agravamiento, en particular mediante la
provisión de dietas apropiadas, rehabilitación y otras facilidades necesarias. Si el Estado no podía
76

garantizar tales atenciones y tratamientos en el centro penitenciario en que se encontraba, estaba


obligado a establecer un mecanismo o protocolo de atención ágil y efectivo para asegurar que la
supervisión médica fuera oportuna y sistemática, particularmente ante alguna situación de
emergencia. En este caso, los procedimientos establecidos para la consulta externa en hospitales no
tenían la agilidad necesaria para permitir, de manera efectiva, un tratamiento médico oportuno.

200. Por las razones anteriores, la Corte considera que el Estado no cumplió con sus obligaciones
internacionales de garantizar los derechos a la integridad personal y a la vida de la señora Chinchilla
durante el tiempo que permaneció en detención en el COF.

EXISTÍA UNA AUSENCIA CASI TOTAL DE INSTRUMENTOS


MÉDICOS Y DE PERSONAL DE SALUD CAPACITADO PARA
ATENDER A LOS RECLUSOS

Corte IDH. Caso Rodríguez Revolorio y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 14 de octubre de 2019. Serie C No. 387
90. Con respecto a la atención sanitaria, consta probado que la misma no sólo era insuficiente, sino
que en muchas ocasiones era inexistente. La Corte recuerda que la integridad personal se halla
directa e inmediatamente vinculada con la atención a la salud humana. En efecto, la Corte ha
señalado en varias ocasiones que el Estado tiene el deber de proporcionar a los detenidos revisión
médica regular y atención y tratamiento adecuados cuando así se requiera y que la falta de atención
médica adecuada a una persona que se encuentra privada de la libertad y bajo custodia del Estado
podría considerarse violatoria del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención dependiendo de las
circunstancias concretas de la persona en particular, tales como su estado de salud o el tipo de
dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención, sus efectos físicos y mentales acumulativos
y, en algunos casos, el sexo y la edad de la misma, entre otros. En el presente caso, la Corte nota que
existía una ausencia casi total de artículos médicos y de personal médico capacitado para atender a
los reclusos, lo cual además aumentaba la incidencia de los problemas de salud físicos y mentales. A
ello se une en particular la ausencia de atención médica en salud mental, lo cual excluía cualquier
posibilidad de alivio a la angustia mental que sufrían los condenados a pena de muerte. También
unido a lo anterior, con respecto a la alimentación, la Corte observa que no existía una dieta
adecuada a las condiciones médicas de los reclusos que padecían de diabetes, eran hipertensos o
padecían de úlcera […], lo cual además empeoraba los efectos de sus enfermedades.

SUFRIMIENTO CAUSADO POR FALTA DE ATENCIÓN MÉDICA


A PRIVADO DE LIBERTAD PUEDE CONSTITUIR, POR SÍ
MISMO, TRATO CRUEL, INHUMANO Y DEGRADANTE

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
57. Asimismo, la Corte ha establecido que la integridad personal se halla directa e inmediatamente
vinculada con la atención a la salud humana, y que la falta de atención médica adecuada puede
conllevar la vulneración del artículo 5 de la Convención. Este Tribunal ha señalado que la falta de
atención médica adecuada a una persona que se encuentra privada de la libertad y bajo custodia del
Estado podría considerarse violatoria del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, dependiendo de las
circunstancias concretas de la persona en particular, tales como su estado de salud o el tipo de
77

dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención, sus efectos físicos y mentales acumulativos
y, en algunos casos, el sexo y la edad de la misma, entre otros. La Corte recuerda que numerosas
decisiones de organismos internacionales invocan las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el
Tratamiento de Reclusos a fin de interpretar el contenido del derecho de las personas privadas de la
libertad a un trato digno y humano, como normas básicas respecto de su alojamiento, higiene,
tratamiento médico y ejercicio físico, entre otros.

59. El Tribunal ha señalado que la falta de atención médica adecuada no satisface los requisitos
materiales mínimos de un tratamiento digno conforme a la condición de ser humano en el sentido
del artículo 5 de la Convención Americana. En casos de personas privadas de libertad, la ausencia de
propósito por parte de las autoridades de humillar o degradar a una víctima no lleva
inevitablemente a la conclusión de que no ha habido violación al artículo 5.2 de la Convención. En el
régimen de la Convención Americana, el sufrimiento y el deterioro a la integridad personal causado
por la falta de atención médica adecuada –y el consecuente daño a su salud- de una persona privada
de libertad pueden constituir por sí mismos tratos crueles, inhumanos y degradantes.

60. Asimismo, la Corte recuerda que de conformidad con el artículo 5 de la Convención, toda
persona privada de libertad tiene derecho a vivir en situación de detención compatible con su
dignidad personal. En ese sentido, el Tribunal ha señalado que las lesiones, sufrimientos, daños a la
salud o perjuicios sufridos por una persona mientras se encuentra privada de libertad pueden llegar
a constituir una forma de pena cruel cuando, debido a las condiciones de encierro, exista un
deterioro de la integridad física, psíquica y moral, estrictamente prohibido por el inciso 2 del artículo
5 de la Convención, que no es consecuencia natural y directa de la privación de libertad en sí misma.
En relación a las condiciones de las instalaciones en las cuales se encuentran las personas privadas
de libertad, mantener a una persona detenida en condiciones de hacinamiento, con falta de
ventilación y luz natural, sin cama para su reposo ni condiciones adecuadas de higiene, en
aislamiento e incomunicación o con restricciones indebidas al régimen de visitas constituye una
violación a la integridad personal. Como responsable de los centros de detención, el Estado debe
garantizar a los reclusos condiciones que respeten sus derechos fundamentales y dejen a salvo su
dignidad.

61. En relación con lo anterior, la Corte recuerda que el señor Hernández nunca fue examinado por
un médico para verificar cuáles eran las causas del estado gripal y el dolor del oído que su madre
denunció el 6 de julio de 1989, a pesar de que el Juez de la Causa ordenó que se realizara un
reconocimiento médico y se le brindara tratamiento; que estuvo detenido en la Comisaría de Monte
Grande desde el 7 de febrero de 1989 hasta el 3 de agosto de 1990, aun cuando no existía espacio
físico suficiente para albergar al número de detenidos, situación que fue denunciada por el Jefe de la
Policía el 20 de marzo de 1989, y por la madre del señor Hernández el 6 de julio de 1989; y que aun
cuando existieron órdenes constantes del Juez de la Causa respecto a que se le brindara atención
médica a la presunta víctima una vez que se tuvo conocimiento de su meningitis, las autoridades
carcelarias cumplieron dichas ordenes de manera tardía o no las cumplieron. La Corte considera que
dichas omisiones estatales, si bien no se encontraban dirigidas a humillar o castigar al señor
Hernández, sí constituyeron un trato degradante que la presunta víctima experimentó mientras se
encontraba bajo la custodia del Estado.

PRINCIPIOS BÁSICOS PARA LA ASISTENCIA DE LAS


PERSONAS QUE PADECEN TUBERCULOSIS
78

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
B.3.3. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables al presente caso

78. […] A continuación, el Tribunal se referirá a las obligaciones específicas que surgen para la
atención a la salud para personas que padecen tuberculosis. La Corte advierte que los conceptos
referidos se recogen de diferentes fuentes responsables, pero que la ciencia médica avanza
continuamente en esta materia, y, por ende, las citas reproducidas aquí para ilustración no obstan ni
ponen en duda conocimientos más recientes, ni la Corte toma partida en cuestiones y discusiones
propias de la ciencia médica y biológica.

79. En relación con lo anterior, el tratamiento médico que debe ser garantizado a personas con
tuberculosis, la Corte considera que las Normas Internacionales para la Asistencia Antituberculosa
promulgadas por la Coalición Antituberculosa para la Asistencia Técnica (en adelante “NIAA”)
constituyen una referencia autorizada para aclarar algunas obligaciones internacionales del Estado
en la materia. En lo general, dichas normas establecen que los principios básicos de la asistencia de
las personas con tuberculosis son los mismos en todo el mundo: a) se debe establecer un
diagnóstico con prontitud y exactitud, y b) se han de utilizar pautas de tratamiento normalizadas, de
eficacia comprobada, con apoyo y supervisión del tratamiento adecuados, y deben asumirse las
responsabilidades de salud pública esenciales. En particular, las NIAA señalan que una respuesta
eficaz a la tuberculosis requiere una serie de acciones para el diagnóstico, el tratamiento y las
responsabilidades de salud pública.

80. En primer lugar, el diagnóstico adecuado requiere hacer una evaluación de la tuberculosis en
todas las personas que presenten tos productiva inexplicable durante dos o tres semanas. En
segundo lugar, el tratamiento de la tuberculosis requiere que todos los pacientes (incluidos aquellos
que viven con el VIH) que no hayan sido tratados anteriormente reciban una pauta de tratamiento
de primera línea internacionalmente aceptada en la que se empleen fármacos de biodisponibilidad
conocida. Las dosis de los fármacos antituberculosos utilizados se deberán ajustar a las
recomendaciones internacionales. Asimismo, se deberá vigilar a todos los pacientes para detectar la
respuesta al tratamiento. En tercer lugar, en relación con las responsabilidades de salud pública,
todos los proveedores de atención a los pacientes tuberculosos deben comprobar que las personas
(especialmente los niños menores de 5 años y las personas con infección por el VIH) que estén en
estrecho contacto con pacientes que tengan tuberculosis infecciosa sean evaluadas y tratadas de
acuerdo con las recomendaciones internacionales.

81. Tal y como lo ha reiterado en su jurisprudencia reciente, la Corte considera que la naturaleza y
alcance de las obligaciones que derivan de la protección del derecho a la salud incluyen aspectos que
tienen una exigibilidad inmediata, así como aspectos que tienen un carácter progresivo. Al respecto,
la Corte recuerda que, en relación con las primeras (obligaciones de exigibilidad inmediata), los
Estados deberán adoptar medidas eficaces a fin de garantizar el acceso sin discriminación a las
prestaciones reconocidas para el derecho a la salud, garantizar la igualdad de derechos entre
hombres y mujeres, y en general avanzar hacia la plena efectividad de los DESCA. Respecto a las
segundas (obligaciones de carácter progresivo), la realización progresiva significa que los Estados
partes tienen la obligación concreta y constante de avanzar lo más expedita y eficazmente posible
hacia la plena efectividad de dicho derecho, en la medida de sus recursos disponibles, por vía
legislativa u otros medios apropiados. Asimismo, se impone la obligación de no regresividad frente a
la realización de los derechos alcanzados. En virtud de lo anterior, las obligaciones convencionales
79

de respeto y garantía, así como de adopción de medidas de derecho interno (artículos 1.1 y 2),
resultan fundamentales para alcanzar su efectividad.

82. En el presente caso, corresponde a la Corte analizar la conducta estatal respecto del
cumplimiento de sus obligaciones de garantía respecto del derecho a la salud, en perjuicio del señor
Hernández, en relación con el tratamiento médico que recibió mientras se encontraba privado de
libertad.

[…]

B.5. Conclusión

96. La Corte concluye que la integridad personal del señor Hernández se vio afectada como
consecuencia de que se le mantuvo privado de libertad en una cárcel que no tenía espacio suficiente
para albergar al número de reclusos, y de que las autoridades no cumplieron de modo oportuno con
las órdenes del Juez de la Causa de brindarle atención médica una vez denunciada su condición de
salud. Estos hechos constituyeron tratos degradantes en términos del artículo 5.2 de la Convención.
[…]

TRES ELEMENTOS PARA DETERMINAR SI EL TRATAMIENTO


MÉDICO, DISPENSADO A PRIVADO DE LIBERTAD, FUE
ADECUADO CONFORME A ESTÁNDARES DE SALUD

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
83. El Tribunal analizará si el tratamiento médico recibido por el señor Hernández fue adecuado
conforme a los estándares relacionados con el derecho a la salud. Para ello, en atención a los
alegatos de las partes, las observaciones de la Comisión, y los precedentes antes mencionados, el
análisis se centrará en determinar lo siguiente: a) si la atención a la salud de las personas privadas de
libertad estaba regulada en Argentina en la época de los hechos, b) el momento en que el Estado
tuvo conocimiento de la enfermedad del señor Hernández y proporcionó un tratamiento médico
adecuado, y c) si existe un nexo causal entre la atención médica otorgada –o la falta de ella- y las
afectaciones que la presunta víctima sufrió a su salud.

REGULAR SOBRE LA PROVISIÓN DE ATENCIÓN MÉDICA,


CONSTITUYE LA PRIMERA OBLIGACIÓN ESTATAL PARA
GARANTIZAR LA SALUD DE PRIVADOS DE LIBERTAD

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
84. Para garantizar el derecho a la salud de quienes se encuentran privados de libertad, la primera
obligación que asume el Estado es la de regular la provisión de atención médica, pues la atención a
la salud se encuentra relacionado [sic] con las condiciones prevalecientes en cada Estado, incluyendo
la forma en que éste se encuentra regulado. Al respecto, la Corte observa que, desde la detención
del señor Hernández el 7 de febrero de 1989, hasta el otorgamiento de su libertad provisional, el 29
de mayo de 1991, dicho aspecto estaba regulado por un conjunto de leyes y reglamentos de alcance
nacional y provincial. En virtud de las referidas normas, la Corte advierte que durante el tiempo que
el señor Hernández estuvo detenido, la legislación interna del Estado contemplaba el derecho de las
80

personas privadas de libertad a recibir atención médica. Por consiguiente, la Corte concluye que el
Estado reguló la atención médica para las personas privadas de libertad.

EXISTIÓ OMISIÓN ESTATAL EN LA ADOPCIÓN DE MEDIDAS


PARA DIAGNOSTICAR LA SALUD DE PRIVADO DE LIBERTAD
AL MOMENTO DE CONOCERSE LOS PRIMEROS SÍNTOMAS

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
85. En segundo lugar, corresponde al Tribunal determinar el momento en que el Estado tuvo
conocimiento de la enfermedad de la presunta víctima y si adoptó las medidas necesarias para
otorgar un tratamiento médico adecuado. Al respecto, la Corte constata que al momento del ingreso
del señor Hernández a la Comisaría de Monte Grande, el día 7 de febrero de 1989, éste se
encontraba “lúcido… y auto-psíquicamente ubicado, sin signos de intoxicación y al examen de la
superficie corporal no presenta[ba] lesiones traumáticas recientes” […]. Fue durante el tiempo en
que se encontraba en la Comisaría de Monte Grande que el señor Hernández manifestó síntomas de
que su estado de salud se encontrara afectado, lo cual fue denunciado por su madre ante el Juez de
la Causa en dos momentos: el 6 de julio de 1989, cuando manifestó que su hijo padecía un “estado
gripal muy pronunciado y además una afección al oído que requiere una atención médica que hasta
la fecha no ha podido ser otorgada” y solicitó su traslado a la Unidad Carcelaria; y el 1 de agosto de
1990, cuando denunció que desde hacía una semana el señor Hernández sufría serios dolores
encefálicos. En virtud de la segunda denuncia, el señor Hernández fue trasladado a la Unidad
Carcelaria y el 15 de agosto de 1990 se le informó al Juez de la Causa que el señor Hernández fue
internado en el Hospital San Juan de Dios de la ciudad de la Plata por presentar “un cuadro de
meningitis aguda de etiología por T.B.C.”.

86. El Estado alega que no incumplió con su obligación de brindar atención médica al señor
Hernández previo al mes de agosto de 1990, pues no existen elementos que permitan determinar
que su salud se encontraba en riesgo antes de la segunda denuncia de su madre y el posterior
diagnóstico de meningitis T.B.C.

87. En relación con lo anterior, el Tribunal recuerda que toda persona privada de libertad tiene
derecho a vivir en una situación de detención compatible con su dignidad personal. Asimismo, como
responsable de los establecimientos de detención, el Estado debe garantizar a los reclusos la
existencia de condiciones que dejen a salvo sus derechos. En relación con la atención a la salud, el
cumplimiento del requisito de calidad requiere que los establecimientos, bienes y servicios de salud,
además de ser aceptables desde un punto de vista cultural, deben ser apropiados desde el punto de
vista científico y ser de buena calidad. Al respecto, la Corte recuerda que numerosas decisiones de
organismos internacionales invocan las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de
Reclusos (en adelante, “Reglas sobre Tratamiento de Reclusos” a fin de interpretar el contenido del
derecho de las personas privadas de la libertad a un trato digno y humano, lo cual se relaciona con la
garantía de su derecho a la salud, como normas básicas respecto de su alojamiento, higiene,
tratamiento médico y ejercicio físico, entre otros.

88. En particular, en relación con las Reglas sobre Tratamiento de Reclusos, los Estados deben
proveer atención médica calificada, inclusive psiquiátrica, a las personas privadas de libertad, tanto
en situaciones de emergencia como para efectos de atención regular, ya sea en el propio lugar de
detención o centro penitenciario o, en caso de no contar con ello, en los hospitales o centros de
81

atención en salud donde corresponda otorgar ese servicio. El servicio de atención de la salud debe
mantener historiales médicos adecuados, actualizados y confidenciales de todas las personas
privadas de libertad, lo cual debe ser accesible para esas personas cuando lo soliciten. Esos servicios
médicos deben estar organizados y coordinados con la administración general del servicio de
atención en salud general, lo cual implica establecer procedimientos adecuados y expeditos para el
diagnóstico y tratamiento de los enfermos, así como para su traslado cuando su estado de salud
requiera cuidados especiales en establecimientos penitenciarios especializados o en hospitales
civiles. Para hacer efectivos estos deberes, son necesarios protocolos de atención en salud y
mecanismos ágiles y efectivos de traslado de prisioneros, particularmente en situaciones de
emergencia o enfermedades graves.

89. En ese sentido, la Corte considera que el Estado estaba obligado a garantizar que la presunta
víctima fuera examinada por un médico para verificar cuáles eran las causas de su estado gripal y el
dolor en el oído que manifestaba, para así detectar las causas de dichos padecimientos y brindar un
tratamiento médico en caso de ser necesario. Esto era especialmente relevante debido a que el
señor Hernández se encontraba privado de libertad y por la falta de espacio suficiente para los
reclusos que se encontraban detenidos en la Comisaría de Monte Grande, situación que fue
manifestada por el Jefe de la Policía el 20 de marzo de 1989 y el 16 de enero de 1990, por la madre
de la presunta víctima el 6 de julio de 1989, y por las denuncias sobre un brote de hepatitis que se
verificó por la orden del Juez de la Causa de 1 de agosto de 1990. La Corte considera que aun cuando
dichos síntomas no fueran determinantes para conocer si el señor Hernández se contagió de
meningitis T.B.C. previo al 3 de agosto de 1990, esto no eximía al Estado de sus obligaciones en
materia de atención a la salud a partir de los síntomas manifestados por la presunta víctima y por las
condiciones en que se encontraba detenido. Por este motivo, el Tribunal advierte que existió una
omisión por parte del Estado en la adopción de medidas para realizar un diagnóstico de la condición
de salud del señor Hernández al momento que el juez tuvo conocimiento de los primeros síntomas,
lo cual representa un problema inicial de calidad en la atención a la salud.

PRIVADO DE LIBERTAD SUFRIÓ GRAVES DAÑOS A SU


SALUD, COMO RESULTADO DE LA ENFERMEDAD QUE
CONTRAJO MIENTRAS PERMANECÍA DETENIDO

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
90. En tercer lugar, corresponde al Tribunal determinar si el Estado proporcionó un tratamiento
médico adecuado al señor Hernández una vez que tuvo conocimiento de su enfermedad, y si existe
un nexo causal entre dicho tratamiento médico -o la falta de él- y la afectación a su derecho a la
salud.

93. En relación con lo anterior, el Tribunal recuerda que el derecho a la salud se refiere al derecho de
toda persona a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social. Este derecho abarca la
atención de salud oportuna y apropiada conforme a los principios de disponibilidad, accesibilidad,
aceptabilidad y calidad. El cumplimiento de la obligación del Estado de respetar y garantizar este
derecho deberá dar especial cuidado a los grupos vulnerables y marginados, y deberá realizarse de
conformidad con los recursos disponibles de manera progresiva y de la legislación nacional aplicable.
En ese sentido, el Tribunal advierte que en al menos tres ocasiones, el 29 de agosto de 1990, el 27
de septiembre de 1990, y el 24 de octubre de 1990, el señor Hernández no pudo ser internado en el
82

hospital correspondiente en virtud de la falta de disponibilidad de camas. Asimismo, el Tribunal


constata que como consecuencia de la imposibilidad de internación del señor Hernández por el
motivo antes expuesto, existieron lapsos de tiempo prolongado, atendiendo a la naturaleza de la
enfermedad que padeció, en que dejó de recibir atención médica. La Corte advierte que la falta de
disponibilidad de camas y la consecuente imposibilidad de proveerle atención médica inmediata
representaron un problema de disponibilidad y accesibilidad en los servicios de salud.

94. Por otro lado, la Corte recuerda que el señor Hernández padeció sufrimientos y afectaciones a su
salud y sus capacidades físicas y psíquicas como resultado de su enfermedad, las cuales continuaron
aún después de haber obtenido su libertad. Lo anterior se verifica por los informes médicos que
fueron presentados al Juez de la Causa donde se manifiesta que la presunta víctima sufrió
“deshidratación y mal estado en general”, “disminución de agudeza visual”, “compromiso del motor
ocular común derecho”, “disminución de la consistencia de masas musculares”, “marcada ataxia de
tronco que le prohíbe la deambulación sin sostén”, así como por las afectaciones neurológicas
permanentes que consistieron en la pérdida de la visión de un ojo, incapacidad parcial y permanente
del miembro superior izquierdo, y pérdida de la memoria. Asimismo, la Corte recuerda que la propia
madre del señor Hernández manifestó el 23 de octubre de 1990 ante el Juez de la Causa que la
enfermedad que padecía había dejado a su hijo “prácticamente irrecuperable”. En ese sentido, no le
queda duda a este Tribunal respecto a que el señor Hernández sufrió graves daños a su salud como
resultado de la enfermedad que contrajo mientras se encontraba detenido y que continuaron con
posterioridad al cumplimiento de la pena.

ESTADO INCUMPLIÓ CON CARGA PROBATORIA DE


DEMOSTRAR QUE OTORGÓ TRATAMIENTO MÉDICO
ADECUADO A PERSONA DURANTE PRIVACIÓN DE LIBERTAD

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
95. En el presente caso, no está controvertido que el daño sufrido en la salud por parte del señor
Hernández tiene un nexo causal con la enfermedad que padeció mientras estuvo bajo la custodia
estatal, y correspondía al Estado aportar elementos probatorios que demostrasen la provisión de un
tratamiento adecuado y oportuno mientras la presunta víctima estuvo privada de su libertad, lo cual
no ocurrió en el presente caso. En ese sentido, debido a que el Estado incumplió con su carga
probatoria de demostrar que otorgó un tratamiento médico adecuado al señor Hernández mientras
se encontraba detenido, de forma tal que desvirtuara los alegatos relacionados con la falta de
atención médica y las secuelas para su integridad personal, así como por los problemas de calidad
accesibilidad y disponibilidad en los servicios de salud, el Tribunal concluye que las afectaciones
físicas y psicológicas que sufrió el señor Hernández como resultado de su enfermedad mientras se
encontraba detenido son atribuibles al Estado y generan responsabilidad internacional por la
violación al derecho a la salud.

ACREDITADA LA EXISTENCIA DE UN NEXO CAUSAL ENTRE


ACCIONES Y OMISIONES ESTATALES EN LAS CONDICIONES
DE DETENCIÓN Y FALTA DE ATENCIÓN MÉDICA

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
83

96. La Corte concluye que la integridad personal del señor Hernández se vio afectada como
consecuencia de que se le mantuvo privado de libertad en una cárcel que no tenía espacio suficiente
para albergar al número de reclusos, y de que las autoridades no cumplieron de modo oportuno con
las órdenes del Juez de la Causa de brindarle atención médica una vez denunciada su condición de
salud. Estos hechos constituyeron tratos degradantes en términos del artículo 5.2 de la Convención.
Adicionalmente, no existe duda respecto a que la salud del señor Hernández se vio gravemente
afectada como resultado de la meningitis T.B.C. que contrajo mientras estuvo detenido en la
Comisaría de Monte Grande entre el 7 de febrero de 1989 y el 3 de agosto de 1990, que
experimentó sufrimientos como resultado de su enfermedad, y que tuvo secuelas permanentes que
afectaron sus capacidades físicas y psíquicas, las cuales continuaron después de su condena.
Asimismo, este Tribunal recuerda que el Estado no aportó elementos de prueba que permitan
acreditar que cumpliera con su obligación de proveer un tratamiento médico adecuado a la presunta
víctima antes y después de tener conocimiento de que se encontraba contagiado de meningitis
T.B.C., y que se advierte la existencia de omisiones atribuibles al Estado en materia de calidad,
disponibilidad y accesibilidad en materia de atención a la salud. Por estas razones, es posible
acreditar la existencia de un nexo causal entre las acciones u omisiones del Estado en las condiciones
de detención y la falta de atención médica del señor Hernández y la violación a su derecho a la
integridad personal y a la salud. En consecuencia, el Estado es responsable por la violación a los
artículos 5.1, 5.2 y 26 de la Convención Americana en relación con el artículo 1.1 del mismo
instrumento.

CONDICIONES DE DETENCIÓN Y TRATAMIENTO A LAS QUE


FUE SOMETIDO PRIVADO DE LIBERTAD, REPRESENTARON
UN TRATO CRUEL, INHUMANO Y DEGRADANTE

Corte IDH. Caso Montesinos Mejía Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de enero de 2020. Serie C No. 398.
150. La Convención Americana reconoce expresamente el derecho a la integridad personal, física y
psíquica, cuya infracción “es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de grado y […]
cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos que
deberán ser demostrados en cada situación concreta”. Asimismo, esta Corte ha indicado que, de
conformidad con el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, toda persona privada de libertad tiene
derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad persona. Al respecto, ha
precisado que el Estado, como responsable de los establecimientos de detención, se encuentra en
una posición especial de garante de los derechos de toda persona que se halle bajo su custodia. Esto
implica el deber de salvaguardar la salud y el bienestar de los reclusos, brindándoles, entre otras
cosas, la asistencia médica requerida, y de garantizar que la manera y el método de privación de
libertad no excedan el nivel de sufrimiento inherente a la detención.

155. El Estado no ha logrado desvirtuar los hechos violatorios a la integridad personal del señor
Montesinos en razón de no haber presentado argumentos o hechos concretos al respecto, así como
por no haber presentado prueba alguna que determine el estado de salud y las condiciones de
detención del señor Montesinos durante los más de seis años en que estuvo privado de la libertad.
Lo anterior, sumado a las constataciones fácticas y jurídicas realizadas por la Corte en la sentencia
del caso Suárez Rosero sobre el tratamiento recibido durante su detención, llevan la Corte a
establecer que las condiciones de detención y tratamiento a las que fue sometido el señor
Montesinos representaron un trato cruel, inhumano y degradante.
84

ESTADO NO DEMOSTRÓ LA FORMA EN QUE AUTORIDADES


CUMPLIERON OBLIGACIÓN DE GARANTIZAR LA SEGURIDAD
DE VÍCTIMA CON EXÁMENES MÉDICOS RUTINARIOS

Corte IDH. Caso Noguera y otra Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
9 de marzo de 2020. Serie C No. 401.
69. Por último, con relación a personas bajo custodia del estado en instalaciones militares, la Corte
ha afirmado que los derechos a la vida y a la integridad personal se hallan directa e inmediatamente
vinculados con la atención a la salud humana y que la falta de atención médica adecuada puede
conllevar la vulneración del artículo 5.1 de la Convención. De ese modo, la Corte estima que, entre
las medidas de seguridad que es preciso adoptar en el marco de los procesos de formación de las
fuerzas militares, se encuentra la de contar con atención médica adecuada y de calidad en el
transcurso de los entrenamientos militares, ya sea dentro de los cuarteles o en el exterior,
incluyendo la asistencia médica de emergencia y especializada que se considere pertinente.

75. Sobre la responsabilidad del Estado por los alegados maltratos en contra de Vicente Noguera, el
Tribunal advierte que el Estado no presentó información que pueda explicar de qué forma las
autoridades militares paraguayas habrían cumplido con su obligación de garantizar la seguridad de la
presunta víctima a través de mecanismos o exámenes médicos rutinarios para determinar su aptitud
y el seguimiento de su estado de salud. Además, tal como el informe de autopsia histórica del
difunto indica, el cuadro de salud que habría causado su muerte se podría haber agravado con los
entrenamientos físicos, incluso con los inherentes al rigor propio de la disciplina militar. En ese
sentido, la falta de control para detectar un padecimiento físico de Vicente Noguera, así como su
sometimiento a ejercicios físicos que podrían haber agravado su estado de salud, son elementos que
refuerzan la responsabilidad del Estado a pesar de que a la luz de la prueba presentada no sea
posible llegar a una conclusión precisa con relación a que su muerte fuera el resultado de malos
tratos que habría sufrido.

Derechos sexuales y reproductivos

NO EN TODOS LOS CASOS LAS CONSECUENCIAS DE UNA


VIOLACIÓN SEXUAL SERÁN ENFERMEDADES O LESIONES
CORPORALES SINO TAMBIÉN, DAÑOS PSICOLÓGICOS

Corte IDH. Caso Rosendo Cantú y otra Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2010. Serie C No. 216.
114. Independientemente de lo anterior, la Corte ha establecido que un acto de tortura puede ser
perpetrado tanto mediante actos de violencia física como a través de actos que produzcan en la
víctima un sufrimiento psíquico o moral agudo. Adicionalmente, este Tribunal ha reconocido que la
violación sexual es una experiencia sumamente traumática que tiene severas consecuencias y causa
gran daño físico y psicológico que deja a la víctima “humillada física y emocionalmente”, situación
difícilmente superable por el paso del tiempo, a diferencia de lo que acontece en otras experiencias
traumáticas. De ello se desprende que es inherente a la violación sexual el sufrimiento severo de la
víctima, aun cuando no exista evidencia de lesiones o enfermedades físicas. En efecto, no en todos
los casos las consecuencias de una violación sexual serán enfermedades o lesiones corporales. Las
85

mujeres víctimas de violación sexual también experimentan severos daños y secuelas psicológicas y
aun sociales.

LOS DERECHOS A LA VIDA PRIVADA Y A LA INTEGRIDAD


PERSONAL SE HALLAN DIRECTA E INMEDIATAMENTE
VINCULADOS CON LA ATENCIÓN DE LA SALUD

Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros (Fecundación in Vitro) Vs. Costa Rica. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2012. Serie
C No. 257.
147. En tercer lugar, la Corte resalta que, en el marco del derecho a la integridad personal, ha
analizado algunas situaciones de particular angustia y ansiedad que afectan a las personas, así como
algunos impactos graves por la falta de atención médica o los problemas de accesibilidad a ciertos
procedimientos en salud. En el ámbito europeo, la jurisprudencia ha precisado la relación entre el
derecho a la vida privada y la protección de la integridad física y psicológica. El Tribunal Europeo de
Derechos Humanos ha señalado que, si bien el Convenio Europeo de Derechos Humanos no
garantiza como tal el derecho a un nivel específico de cuidado médico, el derecho a la vida privada
incluye la integridad física y psicológica de la persona, y que el Estado también tiene la obligación
positiva de garantizar a sus ciudadanos esa integridad. Por tanto, los derechos a la vida privada y a la
integridad personal se hallan también directa e inmediatamente vinculados con la atención de la
salud. La falta de salvaguardas legales para tomar en consideración la salud reproductiva puede
resultar en un menoscabo grave del derecho a la autonomía y la libertad reproductiva. Existe por
tanto una conexión entre la autonomía personal, la libertad reproductiva y la integridad física y
psicológica.

148. La Corte ha señalado que los Estados son responsables de regular y fiscalizar la prestación de
los servicios de salud para lograr una efectiva protección de los derechos a la vida y a la integridad
personal. La salud constituye un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente
la ausencia de afecciones o enfermedades. En relación con el derecho a la integridad personal, cabe
resaltar que para el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la salud genésica significa
que “la mujer y el hombre están en libertad para decidir si desean reproducirse y en qué momento,
y tienen el derecho de estar informados y tener acceso a métodos de planificación familiar seguros,
eficaces, asequibles y aceptables de su elección, así como el derecho de acceso a los pertinentes
servicios de atención de la salud”. El Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994, y la Declaración y el Programa de Acción de
la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, contienen definiciones
de la salud reproductiva y de la salud de la mujer. De acuerdo a la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo, “los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos que ya
están reconocidos en las leyes nacionales, en los documentos internacionales sobre derechos
humanos y en otros documentos pertinentes de las Naciones Unidas aprobados por consenso. Esos
derechos se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a
decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el
intervalo entre éstos y a disponer de la información y de los medios para ello y el derecho a alcanzar
el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva”. Además, adoptando un concepto amplio e
integral de salud sexual y reproductiva, se señaló que:
86

“La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera
ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema
reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la
capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para
decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. Esta última condición lleva implícito el
derecho del hombre y la mujer a obtener información y de planificación de la familia de su elección,
así como a otros métodos para la regulación de la fecundidad que no estén legalmente prohibidos, y
acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y aceptables, el derecho a recibir servicios
adecuados de atención de la salud que permitan los embarazos y los partos sin riesgos y den a las
parejas las máximas posibilidades de tener hijos sanos”.

149. Además, según el Programa de Acción de la Conferencia, “[d]eberían proporcionarse técnicas


de fecundación in vitro de conformidad con directrices éticas y normas médicas apropiadas”. En la
Declaración de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, los Estados se comprometieron a
“garantizar la igualdad de acceso y la igualdad de trato de hombres y mujeres en […] la atención de
salud y promover la salud sexual y reproductiva”. En la Plataforma de Acción, aprobada
conjuntamente con la Declaración, se definió la atención de la salud reproductiva como “el conjunto
de métodos, técnicas y servicios que contribuyen a la salud y al bienestar reproductivo, al evitar y
resolver los problemas relacionados con la salud reproductiva”. De acuerdo a la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), la salud sexual y reproductiva implica que “las personas puedan
disfrutar de una vida sexual satisfactoria, segura y responsable, así como la capacidad para
reproducirse y la libertad de decidir si se reproducen, cuando y con qué frecuencia”. La salud
reproductiva implica además los derechos del hombre y de la mujer a ser informados y a tener libre
elección y acceso a métodos para regular la fecundidad, que sean seguros, eficaces, de fácil acceso y
aceptables.

POR ASUNTO B. (CASO DE MUJER EMBARAZADA, CUYA


VIDA PELIGRABA), LA CORTE IDH ORDENÓ MEDIDAS
MÉDICAS PARA SALVAGUARDAR SU SALUD

Corte IDH. Asunto B. respecto de El Salvador. Medidas Provisionales. Resolución de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos de 29 de mayo de 2013.
VISTO:

1. El escrito de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Comisión


Interamericana” o “la Comisión”) de 27 de mayo de 2013 y sus anexos, mediante los cuales sometió
a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Corte Interamericana”, “la Corte” o
“el Tribunal”) una solicitud de medidas provisionales, de conformidad con los artículos 63.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “la Convención Americana” o “la
Convención”) y 27 del Reglamento de la Corte (en adelante “el Reglamento”), con el propósito de
que el Tribunal requiera la República de El Salvador (en adelante “El Salvador” o “el Estado”)
“adoptar de manera inmediata las medidas necesarias para proteger la vida, integridad personal y
salud de B., ante el urgente e inminente riesgo de daño irreparable derivado de la omisión en
realizar el tratamiento indicado por el Comité Médico del Hospital Nacional Especializado de
Maternidad [`]Dr. Raúl Arguello Escalón[´]” (en adelante “Comité Médico”). Además, la Comisión
solicitó a la Corte Interamericana que “en su Resolución de medidas provisionales establezca que la
realización de dicho tratamiento no puede ser demorada por trámites o resoluciones administrativas
o judiciales”, y que “establezca en su resolución que el cumplimiento inmediato y efectivo de las
87

medidas provisionales que ordene, no puede acarrear ejercicio alguno del poder punitivo del
Estado”.

2. Los antecedentes presentados por la Comisión relacionados con la solicitud de medidas


provisionales, a saber:

i) “B. es una mujer de 22 años de edad que sufre de lupus eritematoso discoide agravado con
nefritis lúpica. A mediados de abril de 2013, se encontraba en la semana veinte de su segundo
embarazo. De acuerdo a las tres ultrasonografías que le han realizado, el feto es anencefálico (sin
cerebro), anomalía incompatible con la vida extrauterina”.
ii) “El 22 de marzo de 2013 el Jefe de la Unidad Jurídica del Hospital público Nacional
Especializado de Maternidad [`]Dr. Raúl Arguello Escalón[´] de El Salvador, Jorge Alberto Morán
Funes, emitió un oficio al Coordinador de la Junta de Protección de la Niñez y Adolescencia, Julio
Antonio Rivera, donde indicó que B. padece de una patología grave denominada lupus
eritematoso discoide que [`]se ha agravado con nefritis lúpica[´]”. De esta forma, resaltó que [`]es
de vital importancia realizarle un procedimiento médico ya que de no hacerlo hay una fuerte
probabilidad de muerte materna ya que esta tiene un feto de trece semanas de gestación con
Anencefalia la cual es una anomalía mayor incompatible con la vida extrauterina[´]. En ese
sentido, se solicitó la opinión de la autoridad o institución competente a fin de iniciar el
procedimiento médico recomendado”.
iii) “El 11 de abril de 2013 se presentó un recurso de amparo en contra del Director, el Jefe de la
Unidad Jurídica y el Jefe de Servicio de Perinatología del Hospital Nacional Especializado de
Maternidad [`]Dr. Raúl Arguello Escalón[´]. Mediante este recurso se solicitó, a fin de
salvaguardar el derecho a la vida de B., que no se condicione su intervención médica a la
autorización previa de la [`]autoridad competente[´], tal como se estableció en el oficio de 22 de
marzo de 2013”.
iv) “El 12 de abril de 2013 el Comité Médico […] consideró y acordó la finalización de la
gestación”.
v) “El 17 de abril de 2013 la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (en adelante
[`]la Sala de lo Constitucional[´]) emitió su resolución mediante la cual admitió el recurso de
amparo presentado a fin de preservar el derecho a la vida y a la salud de B”. En dicha decisión, la
Sala Constitucional “resolvió la adopción de medidas cautelares a fin de que las autoridades
demandadas garanticen el derecho a la vida y la salud, tanto física como mental, de la señora B.,
brindando el tratamiento médico necesario e idóneo para la preservación de tales derechos,
mientras se tramita este amparo”.
vi) “B. regresó al Hospital Nacional Especializado de Maternidad [`]Dr. Raúl Arguello Escalón[´]. Al
18 de abril de 2013, B. se encontraba internada en dicho centro médico y recibía determinados
medicamentos. Sin embargo, no se realizó la terminación del proceso de gestación en tanto no se
habrían designado a los profesionales médicos que llevarían a cabo dicho procedimiento”.
[…]
CONSIDERANDO QUE:

[…]

4. La presente solicitud de medidas provisionales no se origina en un caso en conocimiento de la


Corte, ni tampoco se ha presentado una petición inicial ante la Comisión Interamericana por los
hechos que sustentan la solicitud de medidas provisionales. Sin embargo, este Tribunal ya ha
establecido en casos anteriores que “en vista del carácter tutelar de las medidas provisionales,
88

excepcionalmente, es posible que las ordene, aún cuando no exista propiamente un caso
contencioso en el Sistema Interamericano, en situaciones que, prima facie, puedan tener como
resultado una afectación grave e inminente de derechos humanos. […].

[…]

10. El 28 de mayo de 2013 la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia declaró “sin
lugar la petición formulada” y “no ha lugar el amparo promovido” por la señora B. “por la supuesta
vulneración de sus derechos fundamentales a la salud y a la vida con las previsiones mencionadas en
[…] esta decisión, es decir, que las autoridades de salud demandadas están obligadas a continuar
monitoreando el estado de salud de la peticionaria y a brindarle el tratamiento que en cada
momento resulte idóneo para su condición médica, así como a implementar los procedimientos que,
según la ciencia médica, se estimen indispensables para atender las futuras complicaciones que se
presenten”. […]

11. Teniendo en cuenta los antecedentes anteriormente señalados, la Corte entra a analizar los
requisitos establecidos por el artículo 63 de la Convención, es decir la extrema gravedad, urgencia y
posible daño irreparable. Como primer punto previo, la Corte recuerda que la adopción de
providencias urgentes o de medidas provisionales no presupone ni implica una eventual decisión
sobre el fondo del asunto si el caso llegara a conocimiento de la Corte, ni prejuzga la responsabilidad
estatal por los hechos denunciados.

12. Sobre el primer requisito, este Tribunal resalta que todos los estudios médicos han hecho énfasis
en la gravedad del estado de salud de la señora B. En efecto, la enfermedad que padece la señora B.,
más las otras condiciones médicas que presenta, y, aunado a su estado de embarazo, pueden llegar
a implicar una serie de complicaciones médicas e incluso la muerte […]. En efecto, la Corte observa
que el 22 de abril de 2013 el Centro Latinoamericano de perinatología salud de la mujer y
reproductiva” de la Organización Panamericana de la Salud dictaminó que la señora B. tenía
“exacerbada la sintomatología de [lupus eritematoso sistémico] desde el primer trimestre del
embarazo y con dos complicaciones sobreagregadas la nefrosis lúpica y la hipertensión, tratadas a la
fecha con múltiples medicamentos agresivos para la salud de ella [y p]or lo tanto esta señora tiene
un riesgo elevado de morir” y que “la paciente adolece de nefritis lúpica, es decir, una de las causas
de mayor mortalidad en mujeres embarazas con LES”. Por su parte, el 7 de mayo de 2013, el
Instituto de Medicina Legal señaló que era necesario mantener “la vigilancia médica estricta del
estado materno y fetal[;] no suspender el tratamiento médico para las patologías crónicas que
padece y […] se requi[rió] que se mantenga ingresada en un centro hospitalario de tercer nivel”.
Además, otra muestra de lo complejo de su estado de salud es que los especialistas coinciden en que
es necesario mantenerla bajo supervisión médica permanente. Por ello, la Corte considera que la
gravedad de la situación es elevada, por lo cual se encuentra probada prima facie la extrema
gravedad en el presente asunto.

13. Respecto a la urgencia, la Corte observa que se presentó información que indica que
actualmente la señora B. se encuentra estable y estaría respondiendo al tratamiento médico que
actualmente se le está brindando […]. No obstante lo anterior, el Tribunal resalta que el 2 de mayo
de 2013 el médico tratante de la señora B. dictaminó que “a pesar de que la paciente se encuentra
estable de su enfermedad, […] debido a los cambios fisiológicos propios del embarazo aunado a la
historia natural de la enfermedad de base, podría presentarse crisis en cualquier momento,
volviéndose impredecible en qué instante presentará una emergencia médica”. En similar sentido, la
sentencia de 28 de mayo de 2013 de la Sala de lo Constitucional recalcó que “el que la señora [B.]. se
89

encuentre estable en este momento no implica que el riesgo implícito en su cuadro clínico – el cual
ha sido catalogado como grave y excepcional– haya desaparecido, pues el comportamiento
impredecible de la enfermedad de base que adolece –LES– y los cambios biológicos que su cuerpo
podría experimentar durante las últimas etapas del proceso de gestación en el que se encuentra
incrementan la probabilidad de que las complicaciones médicas que la referida señora sufrió
durante su primer embarazo u otras se presenten”. Precisamente el hecho de que no se pueda
predecir si la señora B. continuará estable o si en cualquier momento puede producirse una crisis
que le generé una emergencia médica comprueba que es urgente y necesario tomar medidas que
impidan afectar sus derechos a la vida y a la integridad personal. Además, el paso del tiempo podría
tener una incidencia en el riesgo de la vida e integridad de la señora B., teniendo en cuenta que la
misma Sala Constitucional constató que “el expediente clínico” indica que “a medida que avance la
edad gestacional la paciente puede padecer de una exacerbación del LES y las complicaciones
obstétricas mencionadas, siendo dicho cuadro clínico agravado por la anencefalia fetal que
provocaría otras afecciones” y que la Organización Panamericana de la Salud indicó que “los cambios
fisiológicos propios del proceso gestacional pueden acelerar y agravar la enfermedad” de la señora
B. e, incluso, “provocar una serie de complicaciones obstétricas que ya estuvieron presentes en su
primer embarazo, entre estas la preeclampsia”.

14. Con relación al alegado daño irreparable que podría producirse en caso de que no se tomen las
medidas necesarias, la Corte destaca que los médicos tratantes de la señora B. han concluido que su
enfermedad encontrándose embarazada de un feto con “anencefalia, anomalía mayor, incompatible
con la vida extrauterina” podría conllevar riesgos en su salud, tales como hemorragia obstétrica
grave, agravamiento del lupus, empeoramiento de su falla renal, pre eclampsia grave y formas
complicadas de la misma como crisis hipertensiva, hemorragia cerebral, trombosis arterial y venosa,
tromboembolismo pulmonar, infecciones post parto o muerte materna (supra Considerando 8).
Además del daño físico que podría producirse en la señora B., el Tribunal resalta que también se
estaría poniendo en peligro su salud mental. En efecto, la Corte destaca que en la documentación
que fue adjuntada a la presente solicitud se encuentran algunas manifestaciones de voluntad
realizadas por la señora B. en relación con su situación. En particular, la señora B. ha manifestado
ante los medios de comunicación que: “yo quiero vivir… si yo quiero vivir, por mi otro hijo que tengo.
Yo pienso que como este niño lastimosamente viene malo, y se va a morir, entonces deberían de
sacarlo… porque mi vida corre riesgo”. Asimismo, el 7 de mayo de 2013 el Instituto de Medicina
Legal en su dictamen manifestó que “[e]n lo que se refiere al estado emocional de la examinada,
ésta se encuentra, según lo refiere ella misma, sometida a presión ya que se le ha dicho que su vida
se encuentra en riesgo de muerte si no se decide a “sacarle el niño””. Además, se indicó que “[e]l
estado emocional de la examinada se ve afectado también por el sentimiento que existe en ella
sobre la posibilidad de sufrir la consecuencia de una pena de prisión”. Agregó que “[o]tra situación
que provoca tensión en la examinada es su necesaria separación de la familia dado que actualmente
se encuentra internada en el centro hospitalario”. El Instituto de Medicina Legal concluyo que
“[e]stas situaciones han dado lugar a la aparición de una sintomatología psicosomática congruente
con un estado de tensión emocional”. Por ello, el Tribunal considera que el riesgo de un daño
irreparable a la vida e integridad tanto física como mental de la señora B. se encuentra acreditada en
el presente asunto.

15. Como se mencionó anteriormente, en los asuntos en que la adopción de las medidas busquen
proteger exclusivamente el carácter tutelar de las mismas, es necesario analizar, además de los tres
requisitos establecidos en el artículo 63 de la Convención, la efectividad de las acciones estatales
frente a la situación descrita y el grado de desprotección en que quedarían las personas sobre
90

quienes se solicitan medidas en caso de que éstas no sean adoptadas […]. Al respecto, la Corte
considera que, en el marco de la situación extrema que involucra el presente asunto, la protección
interamericana debe ser coadyuvante y complementaria en la mejor forma posible de las decisiones
internas adoptadas, de tal forma que la señora B. no esté desprotegida respecto a los posibles daños
que pueda sufrir su vida e integridad personal. En particular, la Corte resalta que la Sala de lo
Constitucional en su Sentencia manifestó que “a partir de la vigésima semana, una eventual
interrupción del embarazo no conllevaría, ni mucho menos tendría por objeto, la destrucción del
feto y, además, que este sería atendido con las medidas necesarias para garantizar, hasta donde
fuera posible, su vida extrauterina”. Asimismo, en el marco de lo decidido por la Sala de lo
Constitucional, “las autoridades de salud demandadas están obligadas a continuar monitoreando el
estado de salud de la peticionaria y a brindarle el tratamiento que en cada momento resulte idóneo
para su condición médica, así como a implementar los procedimientos que, según la ciencia médica,
se estimen indispensables para atender las futuras complicaciones que se presenten”. Por lo tanto,
el Estado está obligado a garantizar que el equipo médico tratante tenga la protección que
corresponda para ejercer plenamente su función de acuerdo a las decisiones que, basadas en la
ciencia médica, dicho equipo médico adopte.

[…]

17. Por todo lo anterior, la Corte Interamericana considera que se han dado todos los requisitos para
adoptar las medidas provisionales a favor de la señora B. en el presente asunto. Por tanto, la Corte
dispone que el Estado adopte y garantice, de manera urgente, todas las medidas que sean
necesarias y efectivas para que el personal médico tratante de la señora B. pueda adoptar, sin
interferencia, las medidas médicas que consideren oportunas y convenientes para asegurar la
debida protección de los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención Americana y,
de este modo, evitar daños que pudiesen llegar a ser irreparables a los derechos a la vida y la
integridad personal y a la salud de la señora B. Al respecto, el Estado deberá adoptar las
providencias necesarias para que la señora B. sea atendida por médicos de su elección.

ESTADO ACATÓ MEDIDAS PROVISIONALES PARA


PRESERVAR SALUD DE MUJER EMBARAZADA Y ADEMÁS
ADOPTÓ MEDIDAS PARA PRESERVAR LA VIDA DEL FETO

Corte IDH. Asunto B. respecto de El Salvador. Medidas Provisionales. Resolución de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos de 19 de agosto de 2013.
CONSIDERANDO QUE:
[…]
7. Respecto a los hechos señalados anteriormente, el Estado argumentó que “efectivamente ha
tomado e implementado todas las medidas necesarias, desde la perspectiva de la ciencia médica,
para asegurar la debida protección de los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la
Convención Americana [...], respecto a la señora B.”. Agregó que “aunque no fue solicitado por la […]
Corte Interamericana, el Estado de El Salvador igualmente adoptó el máximo de las medidas y
acciones necesarias para preservar la vida del feto que se encontraba dentro del útero de la señora
B., por lo que también se realizaron los mejores esfuerzos para garantizar esa vida, cuyo resultado
no fue satisfactorio debido a la condición de anencefalia que caracterizaba, lo que impedía un
sistema nervioso central de funcionamiento autónomo y por tanto, la imposibilidad de
funcionamiento y control de frecuencia cardíaca y respiratoria, así como de otra actividad neuronal”.
91

Por lo anterior, el Estado solicitó que se “valorar[a] el cumplimiento que se ha dado a las medidas
provisionales dictadas [y] se emita la resolución correspondiente, dando por cerrado el incidente
precautorio”.
8. Las representantes, en sus observaciones al informe del Estado, manifestaron que “el paso del
tiempo y la necesidad de implementar métodos alternativos de tratamiento, si bien no desencadenó
en el fallecimiento de la beneficiaria, no permite asegurar, en este momento, que no se produjeron
daños irreparables a la salud, la integridad personal - física y psicológica - e incluso la calidad de vida
de la beneficiaria”. Respecto a lo señalado por el Estado, según lo cual se continuaría brindando a la
señora B. un seguimiento médico por las enfermedades que padece, las representantes alegaron
que “ello e[ra] parcialmente cierto, ya que la beneficiaria no reside en San Salvador, por lo que los
costos de su traslado para cada cita o examen médico están siendo costeados por las organizaciones
representantes”. Las representantes aseguraron que “recibi[eron] información de la beneficiaria
según la cual, pocos días después de la cirugía, el nefrólogo le habría indicado que ya tendría falla
renal en ambos riñones”.
9. Teniendo en cuenta lo anterior, las representantes solicitaron que “el Estado salvadoreño
presente información actualizada y detallada sobre los diversos exámenes y tratamientos a los que
la beneficiaria está siendo sometida, en seguimiento al procedimiento quirúrgico realizado, y
particularmente, en relación con la enfermedad que padece”. […]
[…]
12. La Corte recuerda que el mantenimiento de las medidas de protección exige una evaluación más
rigurosa de este Tribunal en cuanto a la persistencia de la situación que dio origen a las mismas. Por
ello, el Tribunal debe analizar si persiste la situación de extrema gravedad y urgencia que determinó
su adopción, o bien si nuevas circunstancias igualmente graves y urgentes ameritan su
mantenimiento. […]
13. Teniendo en cuenta los antecedentes anteriormente señalados, la Corte entra a analizar los
requisitos establecidos por el artículo 63 de la Convención, es decir la extrema gravedad, urgencia y
posible daño irreparable. […]
14. Sobre el requisito de la extrema gravedad, la Corte observa que el procedimiento médico que
interrumpió el embarazo de la señora B. fue practicado el 3 de junio de 2013 (supra Considerando
6.c). Al respecto, la Corte estima relevante resaltar que valora positivamente la labor adecuada y
oportuna de las autoridades estatales para dar cumplimiento a las medidas provisionales que fueron
ordenadas a favor de la señora B.. Por otra parte, la Corte observa que después de realizada la
cesárea la señora B. se encontraría estable (supra Considerando 6.e). Teniendo en cuenta lo
anterior, el Tribunal considera que los posibles riesgos a su vida y a la integridad personal que
pudieran surgir por la continuación de dicho embarazo, y por los cuales se adoptaron las medidas
provisionales en el presente asunto, no subsisten actualmente. El Tribunal destaca que las
representantes hicieron referencia a que tendrían información relacionada con posibles problemas
de salud de la señora B. que continuarían después de que se llevó a cabo la cesárea, sin embargo, las
representantes no presentaron documentación médica alguna que sustentara dicha afirmación y se
limitaron a solicitar que el Estado efectuara una evaluación para determinar el estado actual de
salud de la señora B.. Por ello, la Corte no cuenta con información suficiente que permita determinar
que actualmente la señora B. se encuentra en una situación de extrema gravedad, más aún, si se
tiene en cuenta que no subsiste la situación fáctica que dio origen a estas medidas provisionales. Al
no cumplirse con uno de los requisitos señalados en el artículo 63 de la Convención, el Tribunal
considera necesario levantar las medidas provisionales adoptadas a su favor.
92

ESTERILIZACIÓN NO CONSENTIDA CONSTITUYÓ UN TRATO


CRUEL, INHUMANO Y DEGRADANTE EN EL MARCO DE LA
SALUD Y DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329.
155. La salud, como parte integrante del derecho a la integridad personal, no sólo abarca el acceso a
servicios de atención en salud en que las personas gocen de oportunidades iguales para disfrutar del
más alto nivel posible de salud, sino también la libertad de cada individuo de controlar su salud y su
cuerpo y el derecho a no padecer injerencias, tales como no ser sometido a torturas ni a
tratamientos y experimentos médicos no consentidos. De este modo, la existencia de una conexión
entre la integridad física y psicológica con la autonomía personal y la libertad de tomar decisiones
sobre el propio cuerpo y la salud exige, por un lado, que el Estado asegure y respete decisiones y
elecciones hechas de forma libre y responsable y, por el otro, que se garantice el acceso a la
información relevante para que las personas estén en condiciones de tomar decisiones informadas
sobre el curso de acción respecto a su cuerpo y salud de acuerdo a su propio plan de existencia. En
materia de salud, el suministro de información oportuna, completa, comprensible y fidedigna, debe
realizarse de oficio, debido a que esta es imprescindible para la toma de decisiones informadas en
dicho ámbito.

265. Ciertamente, el contexto de los servicios de salud puede implicar un mayor riesgo para las
mujeres de ser sometidas a actos contrarios al artículo 5.2 de la Convención Americana,
especialmente respecto a aquellas prácticas o políticas que están dirigidas primordialmente contra la
mujer, que las afectan de forma desproporcionada, o a las que la mujer sea especialmente
vulnerable debido a estereotipos de género negativos o perjudiciales, incluyendo la asignación social
y cultural a las mujeres como encargadas de la función reproductora y responsables de la
anticoncepción. De forma concordante, el Comité contra la Tortura ha reconocido que, entre las
situaciones en que la mujer corre riesgo de ser sometida a tortura o tratos crueles, inhumanos o
degradantes, se encuentra el tratamiento médico, particularmente en el caso de las decisiones
relacionadas con la reproducción.

268. Al analizar la intensidad del sufrimiento padecido por la señora I.V., la Corte concluye que: i) la
señora I.V. perdió su capacidad reproductiva de forma permanente, alterándose el funcionamiento
de sus órganos reproductivos; ii) la señora I.V. tuvo además consecuencias físicas que hicieron que
debiera realizarse una intervención quirúrgica posteriormente porque le diagnosticaron restos
placentarios en la cavidad endometrial […]; iii) la señora I.V. sufrió afectaciones psicológicas severas
que requirieron de atención psiquiátrica […], incluyendo sentimientos de angustia, frustración y
culpa, así como una desvalorización de ella como mujer que le ha provocado sentimientos de
vergüenza ; iv) la esterilización no consentida tuvo un efecto perjudicial en su vida privada, lo que
llevó a la separación temporal de su esposo, situación que le provocó un dolor emocional ; v) la
esterilización no consentida provocó afectaciones de diversa índole en su núcleo familiar, y en
particular, en sus hijas lo que le provocó un sentimiento de culpa (supra párr. 115); vi) la
esterilización no consentida provocó una carga económica sobre la señora I.V. en cuanto a la
atención médica posterior en un entorno que le generara confianza y búsqueda de justicia, y vii) la
ausencia de respuesta por parte del sistema judicial […], le generó un sentimiento de impotencia y
frustración. En suma, es evidente que la esterilización no consentida o involuntaria, con la
consecuente imposibilidad para procrear, provocó sobre la señora I.V. sufrimientos físicos y
93

psíquicos perdurables, así como dolor emocional considerable, tanto a nivel personal, familiar y
social.

270. Por todo lo anterior, esta Corte concluye que la esterilización no consentida o involuntaria a la
que fue sometida la señora I.V., en las circunstancias particulares de este caso que fueron expuestas,
constituyó un trato cruel, inhumano y degradante contrario a la dignidad del ser humano y, por lo
tanto, configuró una violación del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 de dicho instrumento, en perjuicio de la señora I.V.

Atención médica adecuada

FALTA DE ATENCIÓN MÉDICA ADECUADA PUEDE


CONLLEVAR A LA VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA
INTEGRIDAD PERSONAL PROTEGIDA POR EL ARTÍCULO 5.1

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
152. En relación con el artículo 5.1 de la Convención, la Corte ha establecido que la integridad
personal se halla directa e inmediatamente vinculada con la atención a la salud humana, y que la
falta de atención médica adecuada puede conllevar la vulneración del artículo 5.1 de la Convención.
En este sentido, la Corte ha sostenido que la protección del derecho a la integridad personal supone
la regulación de los servicios de salud en el ámbito interno, así como la implementación de una serie
de mecanismos tendientes a tutelar la efectividad de dicha regulación (supra párr. 124). Por tanto,
esta Corte ha señalado que, a los efectos de dar cumplimiento a la obligación de garantizar el
derecho a la integridad personal y en el marco de la salud, los Estados deben establecer un marco
normativo adecuado que regule la prestación de servicios de salud, estableciendo estándares de
calidad para las instituciones públicas y privadas, que permita prevenir cualquier amenaza de
vulneración a la integridad personal en dichas prestaciones.

155. En el presente caso la Corte verificó distintas omisiones en la atención brindada que
contribuyeron en el deterioro de la salud del señor Poblete Vilches […]. Dichas omisiones, varias de
ellas reconocidas por el propio Estado, se dieron particularmente, tanto en el primer ingreso, con el
alta temprana y la falta de información a los familiares respecto de la condición y cuidado del
paciente, a fin de que pudieran advertir adecuadamente los signos de alarma y la manera de cómo
responder, así como en el segundo ingreso con la negación de los servicios básicos que requería, y
en su caso la ausencia de traslado a otro centro con disponibilidad. Particularmente, dichas
situaciones derivaron en que, durante al menos cinco días, el señor Poblete Vilches experimentara
diversos sufrimientos motivo de la desatención a sus particulares condiciones de salud […]. Al
respecto, la Corte estima que tales hechos anteriormente enunciados constituyen una vulneración
de su derecho a la integridad personal, así reconocido por el propio Estado.

Acceso a tratamiento de salud y personas con VIH/SIDA

PERSONAS QUE VIVEN CON VIH REQUIEREN UN ENFOQUE


INTEGRAL QUE COMPRENDE UNA SECUENCIA CONTINUA
DE PREVENCIÓN, TRATAMIENTO, ATENCIÓN Y APOYO
94

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
B. Disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad en la asistencia sanitaria en el
marco del derecho a la vida y a la integridad personal

192. En el presente caso se alega, entre otros aspectos relacionados con la asistencia sanitaria, que
Talía en diversos momentos no ha recibido atención oportuna y adecuada, ni un tratamiento
pertinente y que ha tenido algunos obstáculos para el acceso a medicamentos.

193. Al respecto, la Corte nota que el Protocolo de San Salvador establece que entre las medidas
para garantizar el derecho a la salud, los Estados deben impulsar “la total inmunización contra las
principales enfermedades infecciosas”; “la prevención y el tratamiento de las enfermedades
endémicas, profesionales y de otra índole”, y “la satisfacción de las necesidades de salud de los
grupos de más alto riesgo y que por sus condiciones de pobreza sean más vulnerables”. Obligaciones
similares establece el artículo 12(2) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. En este marco de obligaciones se insertan diversos deberes en relación con el acceso a
medicamentos. De acuerdo con la Observación General No. 14, el derecho al más alto nivel posible
de salud genera algunas obligaciones básicas y mínimas, que incluyen “[f]acilitar medicamentos
esenciales, según las definiciones periódicas que figuran en el Programa de Acción sobre
Medicamentos Esenciales de la OMS”.

194. El acceso a medicamentos forma parte indispensable del derecho al disfrute del más alto nivel
posible de salud. En particular, el Consejo de Derechos Humanos y la antigua Comisión de Derechos
Humanos han emitido resoluciones que reconocen que “el acceso a la medicación en el contexto de
pandemias como las de VIH/SIDA, tuberculosis y paludismo es uno de los elementos fundamentales
para alcanzar gradualmente el ejercicio pleno del derecho de toda persona al disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental”.

195. Al respecto, la Corte considera que las Directrices internacionales sobre el VIH/SIDA y los
derechos humanos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (en adelante “OACNUDH”) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el
VIH/SIDA (en adelante “ONUSIDA”) constituyen una referencia autorizada para aclarar algunas
obligaciones internacionales del Estado en esta materia. La Sexta Directriz, revisada en 2002, señala
que:
Los Estados deberían adoptar medidas de políticas que regulen los bienes, servicios e
información relacionados con el VIH, de modo que haya suficientes medidas y servicios de
prevención, adecuada información para la prevención y atención de los casos de VIH y
medicación inocua y eficaz a precios asequibles. Los Estados deberían tomar también las
medidas necesarias para asegurar a todas las personas, sobre una base sostenida e
igualitaria, el suministro de y la accesibilidad a bienes de calidad, servicios e información
para la prevención, tratamiento, atención y apoyo del VIH/SIDA, incluidos la terapia
antirretrovírica y otros medicamentos, pruebas diagnósticas y tecnologías relacionadas
seguras y eficaces para la atención preventiva, curativa y paliativa del VIH, de las
infecciones oportunistas y de las enfermedades conexas. […]

196. Esta Sexta Directriz ha sido interpretada por la OACNUDH y ONUSIDA en el sentido de que una
respuesta eficaz al VIH requiere un enfoque integral que comprende una secuencia continua de
prevención, tratamiento, atención y apoyo:
95

La prevención, el tratamiento, la atención y el apoyo son elementos que se refuerzan


mutuamente y una secuencia continua para una respuesta eficaz al VIH. Deben integrase
en un enfoque amplio y es necesaria una respuesta polifacética. El tratamiento, atención
y apoyo integrales incluyen fármacos antirretrovíricos y otros medicamentos; pruebas
diagnósticas y otras tecnologías relacionadas para la atención del VIH y el SIDA, de las
infecciones oportunistas y de otras enfermedades; buena alimentación y apoyo social,
espiritual y psicológico, así como atención familiar, comunitaria y domiciliaria. Las
tecnologías de prevención del VIH abarcan los preservativos, lubricantes, material de
inyección estéril, fármacos antirretrovíricos (por ej., para revenir la transmisión materno
infantil o como profilaxis posexposición) y, una vez desarrollados, microbicidas y vacunas
seguros y eficaces. El acceso universal, basado en los principios de los derechos humanos,
requiere que todos estos bienes, servicios e información no sólo estén disponibles y sean
aceptables y de buena calidad, sino también que estén al alcance físico de todos y sean
asequibles para todos.

197. La Corte observa que estos estándares resaltan que el acceso a los fármacos antirretrovíricos es
solo uno de los elementos de una respuesta eficaz para las personas que viven con VIH. En este
sentido las personas que viven con VIH requieren un enfoque integral que comprende una secuencia
continua de prevención, tratamiento, atención y apoyo. Una respuesta limitada al acceso a fármacos
antirretrovíricos y otros medicamentos no cumple con las obligaciones de prevención, tratamiento,
atención y apoyo derivadas del derecho al más alto nivel posible de salud. Estos aspectos sobre la
calidad de la salud se relacionan con la obligación estatal de “crea[r] entornos seguros,
especialmente a las niñas, ampliando servicios de buena calidad que ofrezcan información,
educación sobre salud y asesoramiento de forma apropiada para los jóvenes, reforzando los
programas de salud sexual y salud reproductiva y haciendo participar, en la medida de lo posible, a
las familias y los jóvenes en la planificación, ejecución y evaluación de programas de atención y
prevención del VIH y el SIDA”.

198. Otro aspecto relevante en materia de derecho a la salud y asistencia sanitaria lo constituye el
acceso a información sobre los escenarios que permitan sobrellevar en mejor forma la enfermedad.
Al respecto, el Comité de los Derechos del Niño en la Observación General No. 3 relativa al VIH/SIDA
y los Derechos del Niño, ha reiterado la necesidad que los niños:
[n]o sufr[an] discriminación respecto del acceso a la información sobre el VIH, porque el
asesoramiento y las pruebas de detección se lleven a cabo de manera voluntaria, porque
el niño tenga conocimiento de su estado serológico con respecto al VIH, tenga acceso a
servicios confidenciales de salud reproductiva y, gratuitamente o a bajo coste, a métodos
o servicios anticonceptivos, así como a recibir, cuando sea necesario, cuidados o
tratamientos en relación con el VIH, incluida la prevención y el tratamiento de problemas
de salud relacionados con el VIH/SIDA.

199. Finalmente, respecto de los niños con discapacidad […], el Comité de los Derechos del Niño
señaló que “[e]l logro del mejor posible estado de salud, así como el acceso y la asequibilidad de la
atención de la salud de calidad es un derecho inherente para todos los niños. Los niños con
discapacidad muchas veces se quedan al margen de todo ello debido a múltiples problemas, en
particular la discriminación, la falta de acceso y la ausencia de información y/o recursos financieros,
el transporte, la distribución geográfica y el acceso físico a los servicios de atención de salud”.

204. Otro aspecto de calidad en la asistencia sanitaria es reflejado en declaraciones consistentes de


Talía, su madre y su hermano en el sentido que en el marco del sistema público de salud,
específicamente en el hospital de Cuenca, la presunta víctima fue estigmatizada y tratada
96

inapropiadamente en varias oportunidades por parte del personal de dicho hospital. En las
declaraciones se alude a diversos problemas de confianza, calidad y calidez. Talía declaró que la
atención la recibe en la provincia de Cañar y no en la provincia de Azuay, que es donde reside con su
familia, porque ha sido maltratada por parte del responsable del programa de VIH de Cuenca. El
médico que atiende en Cuenca, según la declaración de Talía “no sabe dar un trato de confianza,
calidad y calidez, propio de un servidor público”.

205. La Corte concluye que en algunos momentos Talía Gonzales Lluy no ha tenido accesibilidad a un
entorno seguro y cálido en relación con su asistencia sanitaria y que en algunos momentos el tipo de
atención recibida generó rechazo. Este rechazo ha estado asociado a tensiones con los médicos
tratantes en escenarios en los que se le exigió a Talía y su familia atenerse a las reglas de las políticas
públicas de atención en temas de VIH. En algunos momentos también han existido problemas
específicos de disponibilidad de examen de carga viral y controversias sobre accesibilidad geográfica,
debido a los desplazamientos que han tenido que efectuar las presuntas víctimas. Sin embargo, los
aspectos anteriores se relacionan con aspectos específicos de la asistencia sanitaria que en diversos
momentos concretos generaron problemas pero sin constituir aspectos suficientes para desvirtuar
los alcances globales de la asistencia sanitaria durante más de una década. Por otra parte, algunos
de los reclamos y denuncias específicas sobre la asistencia sanitaria no han sido objeto de denuncia
ante autoridades del Ministerio de Salud, lo cual, a través de indagaciones a nivel interno, hubiera
permitido mayor información documental sobre el tipo de restricciones generadas por el Estado y la
magnitud de los problemas que las presuntas víctimas alegan haber sufrido en aspectos de
accesibilidad y aceptabilidad de la salud. Teniendo en cuenta que no ha sido desvirtuada la
información sobre la secuencia global de tratamiento presentada por las peritos Diana Molina y
Carmen del Rocío Carrasco […], y tomando como referencia una valoración global de la asistencia
sanitaria en estos 17 años de convivencia con la enfermedad, sin detenerse en eventos puntuales en
momentos específicos, la Corte considera que la prueba disponible es insuficiente para imputar
responsabilidad internacional al Estado por una violación del derecho a la vida y a la integridad
personal por la alegada ausencia de disponibilidad y calidad en el servicio prestado.

ESTÁNDARES SOBRE EL DERECHO A LA SALUD


APLICABLES A PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359
VIII-1

DERECHO A LA SALUD, A LA INTEGRIDAD PERSONAL Y A LA VIDA EN RELACIÓN CON LAS


OBLIGACIONES DE RESPETAR Y GARANTIZAR LOS DERECHOS (ARTÍCULOS 26, 4, 5 Y 1.1 DE LA
CONVENCIÓN AMERICANA)

[…]

B.3.1. Estándares sobre el derecho a la salud aplicables a personas que viven con el VIH

108. El acceso a medicamentos forma parte indispensable del derecho al disfrute del más alto nivel
posible de salud. Al respecto, la Corte ha retomado el criterio sobre que el acceso a la medicación en
el contexto de pandemias como las de VIH, tuberculosis y paludismo es uno de los elementos
fundamentales para alcanzar gradualmente el ejercicio pleno del derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. En el mismo sentido, el Tribunal ha
97

considerado que los Estados deben adoptar medidas dirigidas a regular el acceso a los bienes,
servicios e información relacionados con el VIH, de modo que haya suficientes prestaciones y
servicios de prevención y atención de los casos de VIH. También ha señalado que los Estados deben
tomar las medidas necesarias para asegurar a todas las personas el suministro de y la accesibilidad a
bienes de calidad, servicios e información para la prevención, tratamiento, atención y apoyo del VIH,
incluidos la terapia antirretrovírica y otros medicamentos, pruebas diagnósticas y tecnologías
relacionadas seguras y eficaces para la atención preventiva, curativa y paliativa del VIH, de las
infecciones oportunistas y de las enfermedades conexas.

110. La Corte también ha señalado que una respuesta eficaz al VIH requiere un enfoque integral que
comprende una secuencia continua de prevención, tratamiento, atención y apoyo. En primer lugar,
esta obligación requiere la disponibilidad en cantidades suficientes de antirretrovirales y otros
productos farmacéuticos para tratar el VIH o las enfermedades oportunistas. En ese sentido, el
perito Ricardo Boza Cordero explicó que el tratamiento antirretroviral permite controlar el virus en
los diferentes fluidos del organismo, pero que no lo elimina. Por esta razón, el tratamiento
antirretroviral debe ser estrictamente vigilado y darse por toda la vida después de que la
enfermedad haya sido diagnosticada, pues de suspenderse el virus sale de las células y se divide con
gran rapidez, con el agravante de que las cepas virales serán resistentes a los fármacos que un
paciente esté tomando. En consecuencia, el tratamiento antirretroviral debe ser permanente y
constante de acuerdo con el estado de salud del paciente y con sus requerimientos médicos y
clínicos.

111. En segundo lugar, la Corte recuerda que la obligación del Estado de garantizar el derecho a la
salud de personas que viven con el VIH requiere la realización de pruebas diagnósticas para la
atención de la infección, así como el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades oportunistas y
conexas que puedan surgir. La realización de pruebas de laboratorio que permiten la cuantificación
de linfocitos TCD4+ y TCD8+ en sangre periférica, así como de la cantidad del VIH en el plasma, es
fundamental para el adecuado tratamiento antirretroviral. De esta forma, los exámenes CD4 y de
carga viral deben ser realizados cada 6 meses o un año a todos los pacientes que viven con el VIH, y
los exámenes de genotipo deberán ser realizados en tanto un paciente tenga un tratamiento con
medicamentos para conocer la posible resistencia a medicamentos antirretrovirales.
Adicionalmente, el tratamiento se debe extender a aquellas enfermedades oportunistas y conexas,
las cuales aparecen cuando las defensas de un paciente están muy bajas.

112. En tercer lugar, la Corte reitera que la atención para personas que viven con el VIH incluye la
buena alimentación y apoyo social y psicológico, así como atención familiar, comunitaria y
domiciliaria. En efecto, la atención y apoyo a personas que viven con el VIH no se limita a los
medicamentos y los sistemas formales de atención sanitaria, y en cambio exigen tener en cuenta las
distintas necesidades de las personas que viven con el VIH. En particular, el apoyo social, que incluye
las actividades para el suministro de alimento, el apoyo emocional, y el asesoramiento psicosocial,
mejora el cumplimiento de la terapia antirretroviral y mejora la calidad de vida de las personas que
viven con el VIH. En el mismo sentido, el apoyo nutricional contribuye para mantener el sistema
inmunitario, gestionar las infecciones relacionadas con el VIH, mejorar el tratamiento para el VIH,
sostener niveles de actividad física, y prestar apoyo a una calidad de vida óptima.

113. Asimismo, el Tribunal ha reiterado que las tecnologías de prevención del VIH abarcan los
preservativos, lubricantes, material de inyección estéril, fármacos antirretrovíricos (por ej., para
revenir la transmisión materno infantil o como profilaxis posexposición) y, una vez desarrollados,
microbicidas y vacunas seguros y eficaces. El acceso universal, basado en los principios de los
98

derechos humanos, requiere que todos estos bienes, servicios e información no sólo estén
disponibles y sean aceptables y de buena calidad, sino también que estén al alcance físico de todos y
sean asequibles para todos. De igual forma, la Corte considera que el acceso a un tratamiento
médico debe tener en consideración a los avances técnicos de la ciencia médica.

114. De esta forma, y en relación con lo anteriormente mencionado, el derecho a la salud de las
personas que viven con el VIH incluye el acceso a bienes de calidad, servicios e información para la
prevención, tratamiento, atención y apoyo de la infección, incluida la terapia antirretrovírica y otros
medicamentos, pruebas diagnósticas y tecnologías relacionadas seguras y eficaces para la atención
preventiva, curativa y paliativa del VIH, de las enfermedades oportunistas y de las enfermedades
conexas, así como el apoyo social y psicológico, la atención familiar y comunitaria, y el acceso a las
tecnologías de prevención.

AL NO ASEGURAR TERAPIA ANTIRRETROVIRAL,


NI APOYO SOCIAL PARA VÍCTIMAS DE VIH, EL ESTADO
VULNERÓ EL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL

Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
B.5.2. Análisis respecto al derecho a la integridad personal

162. En relación con el presente caso, la Corte advierte que los pacientes que viven con el VIH
pueden experimentar graves sufrimientos, los cuales se producen como resultado de las secuelas
físicas y psíquicas que conllevan las enfermedades oportunistas, y de factores sociales que resultan
de su condición. Tal y como fue mencionado anteriormente, un adecuado tratamiento médico y
apoyo social puede mitigar estos sufrimientos, tanto en su aspecto físico como psicológico. Al
respecto, la Perito Olga Alicia Paz Bailey explicó que las enfermedades provocadas por el VIH/SIDA
provocan dolor físico e impiden realizar actividades diarias, lo que hace a la persona ser
estigmatizada y objeto de prejuicios sociales. De esta forma:
Los padecimientos físicos experimentados por el individuo: adormecimiento en brazos y
piernas, calambres, los miembros afectados no responde cuando los desea mover,
nauseas, dolor de cabeza, fiebre, diarrea, cansancio, falta de fuerza física y el conjunto de
enfermedades oportunistas que aprovechan el cuadro clínico se constituyen en signos de
un cuerpo enfermo, que el paciente hará esfuerzos por ocultar, pues el estigma que pesa
sobre el VIH Sida le condena a marginación, exclusión y discriminación; a esta altura, el
sufrimiento somático se torna también psicológico: angustia, depresión, culpa,
culposidad, vergüenza.

163. En relación con lo anterior, la Corte tiene por acreditado que 46 presuntas víctimas sufrieron
secuelas físicas y psíquicas como resultado de su condición como personas que viven con VIH. De
esta forma, por las mismas razones que fueron mencionadas en el acápite anterior […], el Tribunal
advierte la existencia de un nexo causal entre la falta de un adecuado tratamiento médico de las
presuntas víctimas, y las secuelas físicas y psíquicas que sufrieron como personas que viven con el
VIH. En efecto, el Estado, al no asegurar una terapia antirretroviral, realizar las pruebas diagnóstico
correspondientes, y proveer apoyo social, lo cual habrían permitido a las presuntas víctimas mitigar
o eliminar los factores endógenos y exógenos que fueron causa de sufrimientos físicos y psíquicos
derivados de su condición como personas que viven con el VIH, es responsable por la vulneración a
su derecho a la integridad personal. En consecuencia, el Estado es responsable por la violación al
99

deber de garantía del derecho a la integridad personal contenido en el artículo 5.1 de la Convención
Americana en perjuicio de 46 presuntas víctimas del caso. Respecto al resto de las presuntas
víctimas, la Corte carece de elementos para determinar si sufrieron secuelas físicas o psíquicas como
personas que viven con el VIH.

Masacres y daño psicológico

VÍCTIMAS HAN SUFRIDO AFECTACIONES A SU SALUD


FÍSICA Y PSICOLÓGICA POR LA FALTA DE JUSTICIA Y LA
IMPUNIDAD PROLONGADA EN CASO DE MASACRES

Corte IDH. Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala. Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009. Serie C No. 211.
213. Esta Corte observa que de las declaraciones y peritajes rendidos se evidencia que la impunidad
que persiste en el presente caso es vivida por las presuntas víctimas como un nuevo impacto
traumático, el que ha sido generado por sentimientos de indignación, frustración e incluso de temor
a represalias por la búsqueda de justicia.

214. De otra parte, en atención a que dos de los sobrevivientes de la masacre, Ramiro Osorio
Cristales y Salomé Gómez Hernández, eran niños, la Corte reitera que ellos “tienen […] derechos
especiales derivados de su condición, a los que corresponden deberes específicos de la familia, la
sociedad y el Estado”, de conformidad con el artículo 19 de la Convención Americana.

215. Con base en todas las anteriores consideraciones, esta Corte estima que los dos entonces niños,
Ramiro Osorio Cristales y Salomé Gómez Hernández, han sufrido afectaciones a su salud física y
psicológica de manera particular por la falta de justicia y la impunidad prolongada en el presente
caso, y que dichas experiencias han impactado en sus relaciones sociales y laborales, alterado la
dinámica de sus familias y siguió causando sufrimiento y temor a que se repitan las agresiones o se
vaya a atentar contra su vida. Es evidente, además, la afectación psicológica y el sufrimiento
duradero que padeció Ramiro Osorio Cristales, provocado por haber tenido que vivir alejado de su
familia, con otro nombre e identidad.

216. Este Tribunal estima que el Estado omitió adoptar las medidas positivas apropiadas para
amparar a Ramiro Osorio Cristales y Salomé Gómez Hernández ante la situación de desprotección en
que se encontraban, a partir del año 1987 cuando Guatemala reconoció la competencia contenciosa
de la Corte, para asegurar y garantizar sus derechos como niños. En razón de ello, el Estado
incumplió su deber de protección, en perjuicio de Ramiro Osorio Cristales y Salomé Gómez
Hernández, desde el año 1987 hasta los años 1994 y 1989, respectivamente, cuando alcanzaron la
mayoría de edad.

217. Por lo expuesto, la Corte considera que en el presente caso, la gravedad de los hechos de la
masacre y la falta de respuesta judicial para esclarecer éstos ha afectado la integridad personal de
las 153 presuntas víctimas familiares de las personas fallecidas en la masacre. El sufrimiento y daño
psicológico que éstos han padecido debido a la impunidad que persiste a la fecha, después de 15
años de haberse iniciado la investigación, hace responsable al Estado de la violación del derecho
reconocido en el artículo 5.1 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en
perjuicio de las referidas personas. Además, por las razones expresadas anteriormente, y por las
condiciones particulares señaladas respecto a los dos sobrevivientes de la masacre, esta Corte
100

considera que el Estado violó el artículo 5.1 de la Convención Americana, en relación con los
artículos 1.1 y 19 de la misma, en perjuicio de Ramiro Osorio Cristales y Salomé Gómez Hernández.

Derecho a la vida (Art. 4) y derecho a la integridad personal (Art. 5)

VIOLADOS LOS ARTÍCULOS 4 Y 5 DE LA CONVENCIÓN, A


PRESUNTA VÍCTIMA QUE FALLECIÓ SIN LA PRESENCIA O
SUPERVISIÓN DE MÉDICO ALGUNO

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
119. La Corte reitera que el reconocimiento de responsabilidad efectuado por el Estado por la
violación de los artículos 4 y 5 de la Convención, en perjuicio del señor Damião Ximenes Lopes,
constituye una contribución positiva al desarrollo de este proceso y tiene fundamental importancia
para la vigencia de los principios que inspiran la Convención Americana en el Estado.

120. El Tribunal tiene por establecido que en la Casa de Reposo Guararapes existía un contexto de
violencia en contra de las personas ahí internadas, quienes estaban bajo la amenaza constante de
ser agredidas directamente por los funcionarios del hospital, o bien de que éstos no impidiesen las
agresiones entre los pacientes, ya que era frecuente que los empleados no tuviesen entrenamiento
para trabajar con personas con discapacidades mentales. Los enfermos se encontraban sujetos a la
violencia también cuando entraban en un estado crítico de salud, ya que la contención física y el
control de pacientes que entraban en crisis, era frecuentemente realizada con la ayuda de otros
pacientes. La violencia, sin embargo, no era el único obstáculo para la recuperación de los pacientes
de la Casa de Reposo Guararapes, sino que las precarias condiciones de mantenimiento,
conservación e higiene, así como de la atención médica, también constituían una afrenta a la
dignidad de las personas ahí internadas. En la Casa de Reposo Guararapes el almacenamiento de los
alimentos era inadecuado; las condiciones higiénicas y sanitarias del hospital eran precarias, los
baños se encontraban dañados, sin duchas, lavamanos, ni basurero y el servicio sanitario se
encontraba sin cobertura ni higiene; no había médico de planta, la atención médica a los pacientes
era frecuentemente prestada en la recepción del hospital, y algunas veces faltaba medicación;
faltaban aparatos esenciales en la sala de emergencias, tales como tubos de oxígeno, “aspirador de
secreción” y vaporizador; en los prontuarios médicos no constaba la evolución de los pacientes ni los
informes circunstanciados de seguimiento que debían hacer los profesionales de asistencia social,
psicología, terapia ocupacional y enfermaría; el propietario del hospital no se encontraba presente
de forma asidua, por lo que era evidente la falta de administración. En resumen, y según señaló la
Comisión de Investigación Administrativa instaurada con posterioridad a la muerte del señor Damião
Ximenes Lopes, la Casa de Reposo Guararapes “no ofrec[ía] las condiciones exigibles y [era]
incompatible con el ejercicio ético-profesional de la Medicina” […].

121. La Corte ha tenido por probado que al momento de la visita de la señora Albertina Viana Lopes
a la Casa de Reposo Guararapes el 4 de octubre de 1999, el señor Damião Ximenes Lopes se
encontraba sangrando, con hematomas, con la ropa rota, sucio y oliendo a excrementos, con las
manos amarradas hacia atrás, con dificultad para respirar, agonizante, gritando y pidiendo auxilio a
la policía. Con posterioridad a ese encuentro, el señor Damião Ximenes Lopes recibió un baño y aún
con las manos atadas, se cayó de la cama. La presunta víctima permaneció en el suelo, fue
medicado, y posteriormente falleció, sin la presencia o supervisión de médico alguno. La autopsia
realizada señaló que el cuerpo presentaba excoriaciones localizadas en la región nasal, hombro
derecho, parte anterior de las rodillas y del pie izquierdo, equimosis localizadas en la región del ojo
101

izquierdo, hombro homolateral y puños, por lo que esta Corte consideró probado que la muerte se
dio en circunstancias violentas […].

122. En el reconocimiento parcial de responsabilidad internacional, el Estado reconoció los hechos


de la demanda relacionados con el fallecimiento del señor Damião Ximenes Lopes, y la falta de
prevención para superar las condiciones que permitieron que ocurriera tal incidente, así como la
precariedad del sistema de atención mental al cual la presunta víctima fue sometida, al momento de
los hechos, lo que constituyó una violación del artículo 4 de la Convención. El Estado, además,
reconoció los malos tratos de que fue víctima el señor Ximenes Lopes antes de su muerte, en
violación del artículo 5 de la Convención (supra párrs. 36, 63 y 66).

123. No obstante ello, la Corte considera pertinente analizar ciertos aspectos relativos a la violación
de los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención en el presente caso, ya que esta
es la primera vez que el Tribunal tiene la oportunidad de pronunciarse sobre la violación de los
derechos de una persona que padecía una discapacidad mental. La Corte analizará el tema bajo dos
perspectivas: A) los derechos de las personas con discapacidad mental, y B) los deberes del Estado
en relación con esas personas.

LOS DERECHOS A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD PERSONAL


SE HALLAN DIRECTA E INMEDIATAMENTE VINCULADOS
CON LA ATENCIÓN A LA SALUD HUMANA

Corte IDH. Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2011. Serie C No. 226.
43. Los derechos a la vida y a la integridad personal se hallan directa e inmediatamente vinculados
con la atención a la salud humana. En este sentido, el artículo 10 del Protocolo Adicional a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales establece que toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más
alto nivel de bienestar físico, mental y social, e indica que la salud es un bien público. Así, esta Corte
ha establecido que el Estado tiene el deber, como garante de la salud de las personas bajo su
custodia, de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y atención y tratamiento médicos
adecuados cuando así se requiera.

FALTA DE ATENCIÓN MÉDICA A PERSONA PRIVADA


DE LIBERTAD, GENERÓ VIOLACIONES DE SUS
DERECHOS A LA INTEGRIDAD PERSONAL Y A LA VIDA

Corte IDH. Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2011. Serie C No. 226.
44. Este Tribunal ha señalado que la falta de atención médica adecuada no satisface los requisitos
materiales mínimos de un tratamiento digno conforme a la condición de ser humano en el sentido
del artículo 5 de la Convención Americana. Así, la falta de atención médica adecuada a una persona
que se encuentra privada de la libertad y bajo custodia del Estado podría considerarse violatoria del
artículo 5.1 y 5.2 de la Convención dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en
particular, tales como su estado de salud o el tipo de dolencia que padece, el lapso transcurrido sin
atención, sus efectos físicos y mentales acumulativos y, en algunos casos, el sexo y la edad de la
misma, entre otros.
102

75. En definitiva, el Tribunal observa que en este caso, el Estado no brindó atención médica
adecuada y oportuna al señor Pedro Miguel Vera Vera. Lo anterior, puesto que éste fue dado de alta
luego de su primer internamiento en el Hospital de Santo Domingo de los Colorados sin que se
hubiesen realizado los exámenes o diagnósticos pertinentes en atención a las lesiones que
presentaba […]; cuando estuvo detenido en el Centro de Detención Provisional de Santo Domingo, el
Estado no dispuso inmediatamente el traslado del señor Vera Vera a un hospital que contara con las
facilidades para atender sus necesidades de salud sino que se le mantuvo en ese lugar hasta que las
complicaciones de su herida fueron evidentes […]; cuando se le trasladó por segunda vez al Hospital
de Santo Domingo de los Colorados el señor Vera Vera no fue intervenido quirúrgicamente ni se
adoptaron otras medidas apropiadas para atender su grave estado de salud, lo cual le provocó un
deterioro físico mayor […]. Posteriormente, en el hospital Eugenio Espejo de Quito ya no se pudo
salvar la vida del señor Vera Vera dado que su condición de salud era ya muy delicada. En definitiva,
la intervención quirúrgica que requería el señor Vera Vera no se realizó sino hasta diez días después
de que recibió un impacto de bala y fue detenido, no obstante su grave estado de salud […].
Además, la atención médica brindada por el Estado fue impulsada por la señora Vera Valdez en
reiteradas ocasiones […]. Para la Corte, la serie de omisiones en que incurrió el Estado a través de
sus agentes a lo largo del tiempo en que Pedro Miguel Vera Vera estuvo bajo su custodia constituyó
negligencia médica que resultó en su muerte, lo cual compromete su responsabilidad internacional.

76. Adicionalmente, la Corte considera útil remitirse a jurisprudencia de la Corte Europea de


Derechos Humanos en casos en los cuales ha habido un tratamiento médico negligente o deficiente
a personas privadas de la libertad, en un grado tal que dicho Tribunal Europeo ha considerado que
los Estados han incurrido en violación del artículo 3 de la Convención Europea de Derechos
Humanos, el cual consagra la prohibición, entre otros, de los tratos crueles, inhumanos y
degradantes. Al respecto, la Corte Europea ha considerado que en el análisis de este tipo de
violaciones:
[l]os malos tratos deberán alcanzar un nivel mínimo de gravedad para que puedan
ubicarse en el marco del Artículo 3. La evaluación de este nivel mínimo es, naturalmente,
relativa; depende de todas las circunstancias del caso, tales como la duración de los
tratos, sus efectos físicos y mentales y, en algunos casos, el género, la edad, y estado de
salud de la víctima […]. Si bien el propósito de esos tratos es un factor que debe
considerarse, en particular si tuvieron el propósito de humillar o degradar a la víctima o
no, la ausencia de tal propósito no lleva inevitablemente a la conclusión que no ha habido
violación del artículo 3[.]

76. Además, no puede excluirse la posibilidad de que la detención de una persona


enferma pueda dar lugar a controversias bajo el Artículo 3 de la Convención[.]

77. Así, la Corte Europea ha tomado en cuenta factores tales como la falta de asistencia médica de
emergencia y especializada pertinente, deterioro excesivo de la salud física y mental de la persona
privada de la libertad y exposición a dolor severo o prolongado a consecuencia de la falta de
atención médica oportuna y diligente, las condiciones excesivas de seguridad a las que se ha
sometido a la persona a pesar de su evidente estado de salud grave y sin existir fundamentos o
evidencias que las hicieran necesarias, entre otros, para valorar si se ha dado un tratamiento
inhumano o degradante a la persona privada de la libertad.

78. Al respecto, el Tribunal observa que en el presente caso la negligencia médica de las autoridades
estatales ante el tipo de lesión que sufrió el señor Vera Vera, es decir, una herida de bala, ocasionó
un doloroso deterioro en su estado físico durante el transcurso de diez días, que culminó con su
103

muerte, resultados que pudieron haberse evitado con tratamiento médico adecuado y oportuno […].
Asimismo, por su estado de salud y por su privación de libertad, era evidente que el señor Vera Vera
no hubiera podido valerse por sí mismo para que fuera atendido de manera oportuna ya que ello era
una obligación de las autoridades que estaban a cargo de su custodia. Para la Corte, estos hechos
configuran tratos inhumanos y degradantes en el sentido del artículo 5.2 de la Convención
Americana en detrimento del señor Vera Vera.

79. Por lo tanto, para este Tribunal es claro que la falta de atención adecuada y oportuna mientras el
señor Pedro Miguel Vera Vera se encontraba bajo custodia del Estado generó violaciones a sus
derechos a la integridad personal y a la vida, por lo cual estima que el Estado ecuatoriano violó los
artículos 5.1, 5.2 y 4.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en su
perjuicio.

105. Para el Tribunal es claro que los hechos establecidos en esta Sentencia demuestran el
sufrimiento que padeció la señora Vera Valdez por el trato dispensado al señor Vera Vera mientras
estuvo privado de libertad con una herida de bala, por el trato recibido por ella misma ante sus
esfuerzos por procurarle una atención médica adecuada y por la falta de esclarecimiento de los
responsables por el fallecimiento de su hijo. La Corte no considera necesario mayor abundamiento al
respecto y, por lo tanto, considera que el Estado es responsable por la violación del derecho
consagrado en el artículo 5.1 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en
perjuicio de la señora Francisca Mercedes Vera Valdez.

ATENCIÓN MÉDICA DE EMERGENCIA, DEBE SER BRINDADA


EN TODO MOMENTO A MIGRANTES EN SITUACIÓN
IRREGULAR, POR CONDICIÓN DE VULNERABILIDAD

Corte IDH. Caso Nadege Dorzema y otros Vs. República Dominicana. Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 24 de octubre de 2012. Serie C No. 251
VII-1

DERECHOS A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD PERSONAL


[…]
B. Consideraciones de la Corte
[…]
3. Acciones posteriores a los hechos: debida diligencia y humanidad en relación con el deber de
garantía del derecho a la vida y a la integridad personal
[…]
b) Trato a los sobrevivientes

106. La Corte ha observado que luego de la persecución y volcadura del camión, los agentes
militares requirieron a los sobrevivientes levantar el vehículo, sacar y separar a los muertos y
heridos, así como subirlos a la ambulancia (supra párr. 50). Algunos de los sobrevivientes fueron
trasladados a un hospital. De acuerdo con las declaraciones ofrecidas, los heridos no fueron
atendidos debidamente ni registrados al momento de ingresar al Hospital (supra párr. 51).
104

107. Josier Maxime señaló que “[mientras] estaba en el hospital, […] no [les] dieron ninguna
atención. [Los] colocaron en un vehículo con un militar y [los] deportaron”. Por otra parte, el señor
Noclair Florvilien indicó en audiencia pública, respecto a la atención médica que recibió al ingresar al
hospital, que “parecí[a] que hasta los perros en es[os] momentos tenían mas valo[r] que [ellos]”.

108. La Corte advierte que la atención médica en casos de emergencias debe ser brindada en todo
momento para los migrantes en situación irregular, por lo que los Estados deben proporcionar una
atención sanitaria integral tomando en cuenta las necesidades de grupos vulnerables. En este
sentido, el Estado debe garantizar que los bienes y servicios de salud sean accesibles a todos, en
especial a los sectores más vulnerables y marginados de la población, sin discriminación por las
condiciones prohibidas en el artículo 1.1 de la Convención.

109. En el presente caso, quedó acreditado que nueve personas fueron trasladas al Hospital Regional
Universitario José María Cabral Báez, y al menos cinco fueron internadas; no obstante, según consta
de la declaración del Director General de dicho hospital, las “personas haitianas no fueron recibidas
ni atendidas en ese hospital” (supra párrs. 50 y 51). No obstante, durante la audiencia pública el
Estado afirmó haber brindado atención a los heridos en tal hospital. Según declaraciones, algunos
heridos salieron por su propia cuenta del hospital, sin que se registrara ni siquiera su salida. De lo
anterior se desprende que la falta de registro de ingreso y egreso en el centro de salud, la falta de
atención médica en favor de las cinco víctimas gravemente heridas, y la omisión de un diagnóstico
sobre su situación y prescripción de su tratamiento, denotan omisiones en la atención que se debió
brindar a los heridos para respetar y garantizar su derecho a la integridad personal, en
contravención del artículo 5.1 en relación con el artículo 1.1 de la Convención.

110. Por otra parte, la Corte observa que no se brindó en todo momento protección especial a favor
de Roland Israel, por su condición de menor de edad, y tampoco a favor de Sylvie Felizor, quien
estaba embarazada, situaciones que acentuaron la vulneración a su integridad psico-física y moral
(supra párrs. 54 y 73).

EL ACCESO A MEDICAMENTOS FORMA PARTE


INDISPENSABLE DEL DERECHO AL DISFRUTE
DEL MÁS ALTO NIVEL POSIBLE DE SALUD

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298
IX

DERECHO A LA VIDA Y DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL

[…]

B. Disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad en la asistencia sanitaria en el marco del


derecho a la vida y a la integridad personal

192. En el presente caso se alega, entre otros aspectos relacionados con la asistencia sanitaria, que
Talía en diversos momentos no ha recibido atención oportuna y adecuada, ni un tratamiento
pertinente y que ha tenido algunos obstáculos para el acceso a medicamentos.

193. Al respecto, la Corte nota que el Protocolo de San Salvador establece que entre las medidas
para garantizar el derecho a la salud, los Estados deben impulsar “la total inmunización contra las
105

principales enfermedades infecciosas”; “la prevención y el tratamiento de las enfermedades


endémicas, profesionales y de otra índole”, y “la satisfacción de las necesidades de salud de los
grupos de más alto riesgo y que por sus condiciones de pobreza sean más vulnerables”. Obligaciones
similares establece el artículo 12(2) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. En este marco de obligaciones se insertan diversos deberes en relación con el acceso a
medicamentos. De acuerdo con la Observación General No. 14, el derecho al más alto nivel posible
de salud genera algunas obligaciones básicas y mínimas, que incluyen “[f]acilitar medicamentos
esenciales, según las definiciones periódicas que figuran en el Programa de Acción sobre
Medicamentos Esenciales de la OMS”.

194. El acceso a medicamentos forma parte indispensable del derecho al disfrute del más alto nivel
posible de salud. En particular, el Consejo de Derechos Humanos y la antigua Comisión de Derechos
Humanos han emitido resoluciones que reconocen que “el acceso a la medicación en el contexto de
pandemias como las de VIH/SIDA, tuberculosis y paludismo es uno de los elementos fundamentales
para alcanzar gradualmente el ejercicio pleno del derecho de toda persona al disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental”.

195. Al respecto, la Corte considera que las Directrices internacionales sobre el VIH/SIDA y los
derechos humanos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (en adelante “OACNUDH”) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el
VIH/SIDA (en adelante “ONUSIDA”) constituyen una referencia autorizada para aclarar algunas
obligaciones internacionales del Estado en esta materia. La Sexta Directriz, revisada en 2002, señala
que:
Los Estados deberían adoptar medidas de políticas que regulen los bienes, servicios e información
relacionados con el VIH, de modo que haya suficientes medidas y servicios de prevención, adecuada
información para la prevención y atención de los casos de VIH y medicación inocua y eficaz a precios
asequibles. Los Estados deberían tomar también las medidas necesarias para asegurar a todas las personas,
sobre una base sostenida e igualitaria, el suministro de y la accesibilidad a bienes de calidad, servicios e
información para la prevención, tratamiento, atención y apoyo del VIH/SIDA, incluidos la terapia
antirretrovírica y otros medicamentos, pruebas diagnósticas y tecnologías relacionadas seguras y eficaces
para la atención preventiva, curativa y paliativa del VIH, de las infecciones oportunistas y de las
enfermedades conexas. […].

196. Esta Sexta Directriz ha sido interpretada por la OACNUDH y ONUSIDA en el sentido de que una
respuesta eficaz al VIH requiere un enfoque integral que comprende una secuencia continua de
prevención, tratamiento, atención y apoyo:
La prevención, el tratamiento, la atención y el apoyo son elementos que se refuerzan mutuamente y una
secuencia continua para una respuesta eficaz al VIH. Deben integrase en un enfoque amplio y es necesaria
una respuesta polifacética. El tratamiento, atención y apoyo integrales incluyen fármacos antirretrovíricos y
otros medicamentos; pruebas diagnósticas y otras tecnologías relacionadas para la atención del VIH y el
SIDA, de las infecciones oportunistas y de otras enfermedades; buena alimentación y apoyo social,
espiritual y psicológico, así como atención familiar, comunitaria y domiciliaria. Las tecnologías de
prevención del VIH abarcan los preservativos, lubricantes, material de inyección estéril, fármacos
antirretrovíricos (por ej., para revenir la transmisión materno infantil o como profilaxis posexposición) y,
una vez desarrollados, microbicidas y vacunas seguros y eficaces. El acceso universal, basado en los
principios de los derechos humanos, requiere que todos estos bienes, servicios e información no sólo estén
disponibles y sean aceptables y de buena calidad, sino también que estén al alcance físico de todos y sean
asequibles para todos.

197. La Corte observa que estos estándares resaltan que el acceso a los fármacos antirretrovíricos es
solo uno de los elementos de una respuesta eficaz para las personas que viven con VIH. En este
106

sentido las personas que viven con VIH requieren un enfoque integral que comprende una secuencia
continua de prevención, tratamiento, atención y apoyo. Una respuesta limitada al acceso a fármacos
antirretrovíricos y otros medicamentos no cumple con las obligaciones de prevención, tratamiento,
atención y apoyo derivadas del derecho al más alto nivel posible de salud. Estos aspectos sobre la
calidad de la salud se relacionan con la obligación estatal de “crea[r] entornos seguros,
especialmente a las niñas, ampliando servicios de buena calidad que ofrezcan información,
educación sobre salud y asesoramiento de forma apropiada para los jóvenes, reforzando los
programas de salud sexual y salud reproductiva y haciendo participar, en la medida de lo posible, a
las familias y los jóvenes en la planificación, ejecución y evaluación de programas de atención y
prevención del VIH y el SIDA”.

EN MATERIA DE DERECHO A LA SALUD ES RELEVANTE EL


ACCESO A INFORMACIÓN SOBRE ESCENARIOS QUE
PERMITAN SOBRELLEVAR LA ENFERMEDAD

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298
IX

DERECHO A LA VIDA Y DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL

[…]

B. Disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad en la asistencia sanitaria en el marco del


derecho a la vida y a la integridad personal

[…]

198. Otro aspecto relevante en materia de derecho a la salud y asistencia sanitaria lo constituye el
acceso a información sobre los escenarios que permitan sobrellevar en mejor forma la enfermedad.
Al respecto, el Comité de los Derechos del Niño en la Observación General No. 3 relativa al VIH/SIDA
y los Derechos del Niño, ha reiterado la necesidad que los niños:
[n]o sufr[an] discriminación respecto del acceso a la información sobre el VIH, porque el asesoramiento y
las pruebas de detección se lleven a cabo de manera voluntaria, porque el niño tenga conocimiento de su
estado serológico con respecto al VIH, tenga acceso a servicios confidenciales de salud reproductiva y,
gratuitamente o a bajo coste, a métodos o servicios anticonceptivos, así como a recibir, cuando sea
necesario, cuidados o tratamientos en relación con el VIH, incluida la prevención y el tratamiento de
problemas de salud relacionados con el VIH/SIDA.

199. Finalmente, respecto de los niños con discapacidad (infra párrs. 236 a 240), el Comité de los
Derechos del Niño señaló que “[e]l logro del mejor posible estado de salud, así como el acceso y la
asequibilidad de la atención de la salud de calidad es un derecho inherente para todos los niños. Los
niños con discapacidad muchas veces se quedan al margen de todo ello debido a múltiples
problemas, en particular la discriminación, la falta de acceso y la ausencia de información y/o
recursos financieros, el transporte, la distribución geográfica y el acceso físico a los servicios de
atención de salud”.

205. La Corte concluye que en algunos momentos Talía Gonzales Lluy no ha tenido accesibilidad a un
entorno seguro y cálido en relación con su asistencia sanitaria y que en algunos momentos el tipo de
atención recibida generó rechazo. Este rechazo ha estado asociado a tensiones con los médicos
107

tratantes en escenarios en los que se le exigió a Talía y su familia atenerse a las reglas de las políticas
públicas de atención en temas de VIH. En algunos momentos también han existido problemas
específicos de disponibilidad de examen de carga viral y controversias sobre accesibilidad geográfica,
debido a los desplazamientos que han tenido que efectuar las presuntas víctimas. Sin embargo, los
aspectos anteriores se relacionan con aspectos específicos de la asistencia sanitaria que en diversos
momentos concretos generaron problemas pero sin constituir aspectos suficientes para desvirtuar
los alcances globales de la asistencia sanitaria durante más de una década. Por otra parte, algunos
de los reclamos y denuncias específicas sobre la asistencia sanitaria no han sido objeto de denuncia
ante autoridades del Ministerio de Salud, lo cual, a través de indagaciones a nivel interno, hubiera
permitido mayor información documental sobre el tipo de restricciones generadas por el Estado y la
magnitud de los problemas que las presuntas víctimas alegan haber sufrido en aspectos de
accesibilidad y aceptabilidad de la salud. Teniendo en cuenta que no ha sido desvirtuada la
información sobre la secuencia global de tratamiento presentada por las peritos Diana Molina y
Carmen del Rocío Carrasco (supra párrs. 148 a 153), y tomando como referencia una valoración
global de la asistencia sanitaria en estos 17 años de convivencia con la enfermedad, sin detenerse en
eventos puntuales en momentos específicos, la Corte considera que la prueba disponible es
insuficiente para imputar responsabilidad internacional al Estado por una violación del derecho a la
vida y a la integridad personal por la alegada ausencia de disponibilidad y calidad en el servicio
prestado.

Derecho a la protección de la honra y de la dignidad (Art. 11, Convención)

EL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA DE LA PERSONA,


PROHÍBE TODA ACTUACIÓN ESTATAL QUE PROCURE LA
INSTRUMENTALIZACIÓN DEL INDIVIDUO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329.
149. La Corte nota que el artículo 11 de la Convención Americana protege uno de los valores
más fundamentales de la persona humana, entendida como ser racional, esto es el
reconocimiento de su dignidad. En efecto, el inciso primero de dicho artículo contiene una
cláusula universal de protección de la dignidad, cuyo basamento se erige tanto en el principio
de la autonomía de la persona como en la idea de que todos los individuos deben ser tratados
como iguales, en tanto fines en sí mismos según sus intenciones, voluntad y propias
decisiones de vida. Por su parte, el inciso segundo establece la inviolabilidad de la vida privada
y familiar, entre otras esferas protegidas. Este ámbito de la vida privada de las personas, ha
sostenido la Corte, se caracteriza por ser un espacio de libertad exento e inmune a las
injerencias abusivas o arbitrarias por parte de terceros o de la autoridad pública.

150. Ahora bien, un aspecto central del reconocimiento de la dignidad constituye la


posibilidad de todo ser humano de auto-determinarse y escoger libremente las opciones y
circunstancias que le dan sentido a su existencia, conforme a sus propias opciones y
convicciones. En este marco juega un papel fundamental el principio de la autonomía de la
persona, el cual veda toda actuación estatal que procure la instrumentalización del individuo,
es decir, que la convierta en un medio para fines ajenos a las elecciones sobre su propia vida,
su cuerpo y el desarrollo pleno de su personalidad, dentro de los límites que impone la
Convención.
108

151. En esta línea, esta Corte ha interpretado en forma amplia el artículo 7 de la Convención
Americana al señalar que éste incluye un concepto de libertad en un sentido extenso como la
capacidad de hacer y no hacer todo lo que esté lícitamente permitido. En otras palabras,
constituye el derecho de toda persona de organizar, con arreglo a la ley, su vida individual y
social conforme a sus propias opciones y convicciones. La libertad, definida así, es un derecho
humano básico, propio de los atributos de la persona, que se proyecta en toda la Convención
Americana. A pesar de que ni la Comisión ni la representante alegaron de manera expresa la
violación del artículo 7 de la Convención en el presente caso, ello no impide que sea aplicado
por esta Corte en virtud de un principio general de Derecho, iura novit curia, del cual se ha
valido reiteradamente la jurisprudencia internacional en el sentido de que el juzgador posee la
facultad, e inclusive el deber, de aplicar las disposiciones jurídicas pertinentes en una causa,
aún cuando las partes no las invoquen expresamente.

152. Además, el Tribunal ha precisado que la protección del derecho a la vida privada no se
limita al derecho a la privacidad, pues abarca una serie de factores relacionados con la
dignidad del individuo, incluyendo, por ejemplo, la capacidad para desarrollar la propia
personalidad y aspiraciones, determinar su propia identidad y definir sus propias relaciones
personales. El concepto de vida privada engloba aspectos de la identidad física y social,
incluyendo el derecho a la autonomía personal, desarrollo personal y el derecho a establecer y
desarrollar relaciones con otros seres humanos y con el mundo exterior. La efectividad del
ejercicio del derecho a la vida privada es decisiva para la posibilidad de ejercer la autonomía
personal sobre el futuro curso de eventos relevantes para la calidad de vida de la persona. La
vida privada incluye la forma en que el individuo se ve a sí mismo y cómo decide proyectarse
hacia los demás, y es una condición indispensable para el libre desarrollo de la personalidad.
Además, la Corte ha señalado que las elecciones y decisiones en relación con la maternidad
forman parte esencial del libre desarrollo de la personalidad de las mujeres. Por consiguiente,
la decisión de ser o no ser madre o padre pertenece a la esfera de las decisiones autónomas
de los individuos respecto a su vida privada y familiar.

154. Además, la Corte ha resaltado la intrínseca vinculación entre los derechos a la vida
privada y a la integridad personal con la salud humana, y que la falta de atención médica
adecuada puede conllevar la vulneración del artículo 5.1 de la Convención. La Corte ha
precisado que, a los efectos de dar cumplimiento a la obligación de garantizar el derecho a la
integridad personal en el ámbito de la atención en salud, los Estados deben establecer un
marco normativo adecuado que regule la prestación de servicios de salud, estableciendo
estándares de calidad para las instituciones públicas y privadas, que permita prevenir
cualquier amenaza de vulneración a la integridad personal en dichas prestaciones. Asimismo,
el Estado debe prever mecanismos de supervisión y fiscalización estatal de las instituciones de
salud, así como procedimientos de tutela administrativa y judicial para el damnificado, cuya
efectividad dependerá, en definitiva, de la puesta en práctica que la administración
competente realice al respecto.

162. Por todo lo anterior, la Corte considera que el consentir de manera informada respecto a
la procedencia de una intervención médica con consecuencias permanentes en el aparato
reproductivo como la ligadura de las trompas de Falopio, pertenece a la esfera autónoma y de
la vida privada de la mujer, la cual podrá elegir libremente los planes de vida que considere
más apropiados, en particular, si desea o no mantener su capacidad reproductiva, el número
de hijos que desea tener y el intervalo entre éstos.
109

[…]

DECLARA:

Por unanimidad, que:

3. El Estado es responsable por la violación de los derechos a la integridad personal, a la


libertad personal, a la dignidad, a la vida privada y familiar, de acceso a la información y a
fundar una familia, reconocidos en los artículos 5.1, 7.1, 11.1, 11.2, 13.1 y 17.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con las obligaciones de respetar
y garantizar esos derechos y de no discriminar contenidas en el artículo 1.1 de la misma, así
como por no cumplir con sus obligaciones bajo el artículo 7.a) y b) de la Convención de Belém
do Pará, en perjuicio de la señora I.V., en los términos de los párrafos 147 a 256 de la presente
Sentencia.

Derecho a la libertad de expresión e información (Art. 13 de la Convención)


Obligación de transparencia activa

ALCANCE DE LA “OBLIGACIÓN DE TRANSPARENCIA


ACTIVA” EN MATERIA DE ATENCIÓN A LA SALUD

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329.
156. En esta línea, conforme lo ha reconocido esta Corte, el artículo 13 de la Convención Americana
incluye el derecho a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, lo cual protege el
derecho de acceso a la información, incluyendo información relacionada con la salud de las
personas. El derecho de las personas a obtener información se ve complementado con una
correlativa obligación positiva del Estado de suministrarla, de forma tal que la persona pueda tener
acceso a conocerla y valorarla. En este sentido, el personal de salud no debe esperar a que el
paciente solicite información o haga preguntas relativas a su salud, para que esta sea entregada. La
obligación del Estado de suministrar información de oficio, conocida como la “obligación de
transparencia activa”, impone el deber a los Estados de suministrar información que resulte
necesaria para que las personas puedan ejercer otros derechos, lo cual es particularmente relevante
en materia de atención a la salud, ya que ello contribuye a la accesibilidad a los servicios de salud y a
que las personas puedan tomar decisiones libres, bien informadas, de forma plena. Por consiguiente,
el derecho de acceso a la información adquiere un carácter instrumental para lograr la satisfacción
de otros derechos de la Convención.

EN MATERIA DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA LA


OBLIGACIÓN DE TRANSPARENCIA ACTIVA APAREJA EL
DEBER DE SUMINISTRAR INFORMACIÓN

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
158. En particular, cabe resaltar que para el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
la salud genésica significa que “la mujer y el hombre están en libertad para decidir si desean
reproducirse y en qué momento, y tienen el derecho de estar informados y tener acceso a métodos
110

de planificación familiar seguros, eficaces, asequibles y aceptables de su elección, así como el


derecho de acceso a los pertinentes servicios de atención de la salud”. De esta forma, la Corte
estima que los Estados deben garantizar el acceso a la información en temas de salud, sobre todo en
relación con la salud sexual y reproductiva, cuya denegación muchas veces ha significado una
barrera para el ejercicio pleno de este derecho y un impedimento para la toma de decisiones de
forma libre y plena. Por lo tanto, la Corte considera que, en materia de salud sexual y reproductiva,
la obligación de transparencia activa imputable al Estado apareja el deber del personal de salud de
suministrar información que contribuya a que las personas estén en condiciones de tomar
decisiones libres y responsables respecto de su propio cuerpo y salud sexual y reproductiva, los
cuales se relacionan con aspectos íntimos de su personalidad y de la vida privada y familiar.

Consentimiento informado y derecho a la información

REGLA DEL CONSENTIMIENTO INFORMADO Y SU RELACIÓN


CON EL DERECHO DE ACCESO A LA INFORMACIÓN
EN MATERIA DE SALUD

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
VIII-1

DERECHOS A LA INTEGRIDAD PERSONAL, A LA LIBERTAD PERSONAL, A LA DIGNIDAD, A LA VIDA


PRIVADA Y FAMILIAR, DE ACCESO A LA INFORMACIÓN, A FUNDAR UNA FAMILIA, Y AL
RECONOCIMIENTO DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA, EN RELACIÓN CON LAS OBLIGACIONES DE
RESPETAR Y GARANTIZAR LOS DERECHOS Y DE NO DISCRIMINAR, ASÍ COMO CON EL ARTÍCULO 7
DE LA CONVENCIÓN DE BELÉM DO PARÁ

[…]

B. Consideraciones de la Corte

[…]

B.1 Alcance de los derechos establecidos en la Convención Americana en el presente caso

[…]

163. La Corte estima que la obligación de obtener el consentimiento informado significará el


establecimiento de límites a la actuación médica y la garantía de que estos límites sean adecuados y
efectivos en la práctica, para que ni el Estado, ni terceros, especialmente la comunidad médica,
actúe mediante injerencias arbitrarias en la esfera de la integridad personal o privada de los
individuos, especialmente en relación con el acceso a servicios de salud, y para el caso de las
mujeres, servicios de planificación familiar u otros relacionados con la salud sexual y reproductiva.
De igual manera, la regla del consentimiento informado se relaciona con el derecho de acceso a la
información en materia de salud, debido a que el paciente sólo puede consentir de manera
informada si ha recibido y comprendido información suficiente, que le permita tomar una decisión
plena. Por ello, en la esfera de la salud, la Corte reitera el carácter instrumental del derecho de
acceso a la información ya que es un medio esencial para la obtención de un consentimiento
informado y, por ende, para la realización efectiva del derecho a la autonomía y libertad en materia
de salud reproductiva.
111

Derecho de acceso a la justicia (Arts. 8 y 25 de la Convención)

INICIO TARDÍO DE INVESTIGACIÓN POR MUERTE EN


INSTITUCIÓN DE SALUD PRIVADA, HACE RESPONSABLE
AL ESTADO POR VULNERAR EL ACCESO A LA JUSTICIA

Corte IDH. Caso Albán Cornejo y otros Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 22 de noviembre de 2007. Serie C No. 171.
64. En el presente caso está demostrado que el 13 de diciembre de 1987 Laura Albán ingresó al
Hospital Metropolitano, institución de salud de carácter privado situada en Quito, Ecuador. Ese
mismo día quedó internada por orden del médico tratante, doctor Ramiro Montenegro López,
debido al cuadro clínico de meningitis bacteriana que éste diagnosticó, luego de los exámenes
clínicos que fueron practicados a la paciente. El 17 de diciembre, en horas de la noche, Laura Albán
manifestó que sufría mucho dolor. Debido a que el doctor Montenegro López no se encontraba en el
hospital en ese momento, el médico residente, doctor Fabián Espinoza Cuesta, atendió a la señorita
Albán Cornejo y le prescribió una inyección de 10 miligramos de morfina para aliviar el dolor. Laura
Albán murió a la 1:30 a.m. del 18 de diciembre de 1987. En su expediente médico consta que la
causa de la muerte fue “paro cardiorespiratorio, hipertensión intracraneal, meningitis purulenta
aguda fulminante”.

67. El Tribunal entiende que el expediente médico contiene información personal, cuyo manejo es
en general de carácter reservado. La custodia del expediente médico se encuentra regulada en la
normativa interna de cada Estado, que generalmente la encomienda al médico tratante o a los
centros de salud públicos o privados en los que se atiende el paciente. Esto no impide que en caso
de fallecimiento del paciente e incluso en otros casos, conforme a la regulación respectiva se
proporcione el expediente a los familiares directos o a terceros responsables que demuestren un
interés legitimo.

68. En términos generales, es evidente la relevancia del expediente médico, adecuadamente


integrado, como instrumento guía para el tratamiento médico y fuente razonable de conocimiento
acerca de la situación del enfermo, las medidas adoptadas para controlarla y, en su caso, las
consecuentes responsabilidades. La falta de expediente o la deficiente integración de éste, así como
la ausencia de normas que regulen esta materia al amparo de normas éticas y reglas de buena
práctica, constituyen omisiones que deben ser analizadas y valoradas, en atención a sus
consecuencias, para establecer la posible existencia de responsabilidades de diversa naturaleza.

76. La Corte considera oportuno expresar algunas consideraciones respecto a la labor que realizan
los organismos de supervisión profesional médica, tomando en cuenta para ello, en forma
destacada, la trascendencia social de las tareas asumidas por lo colegios profesionales y sus órganos
disciplinarios, la expectativa social que esto genera y el amplio, creciente y deseable examen del
ejercicio de los profesionales de la salud desde la perspectiva de la bioética, que se halla en un
ámbito de confluencia entre los deberes morales y los deberes jurídicos.

77. Dentro de las funciones de los tribunales de colegios profesionales de la medicina, están las
relativas al deber de supervisar y velar por el ejercicio ético de la profesión y proteger aquellos
bienes jurídicos que se relacionan con la práctica médica, tales como la vida, la integridad personal y
el manejo de la información médico científica sobre la salud de los pacientes.
112

78. En razón de ello, es fundamental que los órganos de supervisión profesional, al conocer y ejercer
control sobre el ejercicio profesional de los médicos y sancionarlos disciplinariamente, lo hagan de
forma imparcial, objetiva y diligente para amparar los bienes y valores a los que sirve el desempeño
profesional, guiándose por los lineamientos generalmente aceptados de la ética, la bioética, la
ciencia y la técnica. No es posible desconocer que las conclusiones a las que llegan los órganos
profesionales pueden influir de manera significativa en el examen que hagan, a su vez, las instancias
del Estado, aun cuando éstas no se hallan formalmente limitadas, condicionadas o vinculadas por
aquéllos.

96. Puesto que el Estado tuvo conocimiento el 3 de agosto de 1995 acerca de la muerte de Laura
Albán, es a partir de esa fecha cuando debió iniciar e impulsar la investigación y el esclarecimiento
de los hechos. Sin embargo, no fue sino hasta quince meses después que inició la investigación, tal
como quedó probado […]. Al respecto, este Tribunal considera que el hecho anteriormente descrito
denota que las autoridades estatales no asumieron con seriedad y con las debidas garantías la
denuncia presentada por los padres de Laura Albán. Consecuentemente, el Tribunal considera que el
Estado vulneró los artículos 8.1 y el 25.1 de la Convención Americana, al no iniciar oportunamente la
investigación de la muerte de Laura Albán.

RECURSOS INTENTADOS POR DETENIDA PARA CANALIZAR


DENUNCIAS SOBRE EVIDENTE DETERIORO PROGRESIVO
DE SU SALUD “NO FUERON EFECTIVOS”

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
252. En definitiva, más allá de las posibilidades formales de los incidentes intentados por la señora
Chinchilla ante el juzgado segundo de ejecución penal, que fueron resueltos sin la debida
motivación, tres de ellos por el mismo juez, lo cierto es que el recurso intentado ante ese órgano
judicial no fue efectivo para canalizar sus denuncias sobre el evidente y comprobado deterioro
progresivo de salud y las necesidades de proveerse de condiciones de detención compatibles con su
dignidad. Así, al optar por no excarcelarla, el juzgado tampoco ordenó la adopción de medida
correctiva alguna para buscar una solución integral a su situación, generando por ejemplo una
supervisión más estricta sobre las garantías que el COF debía ofrecer, mediante alguna coordinación
inter-institucional, o conminando a las autoridades penitenciarias a ofrecer soluciones o garantías de
que recibiría el tratamiento adecuado regularmente o en caso de emergencia. Es decir, el juez debió
también ejercer su posición de garante frente a las condiciones de detención de una persona con un
deterioro grave de salud y con una discapacidad, asegurando que no se tradujeran, por falta de
accesibilidad y de ajustes razonables, en condiciones más gravosas y de mayor sufrimiento físico o
psíquico que pudieran atentar contra su integridad personal, pudiendo incluso llegar a convertirse
en formas de trato cruel, inhumano o degradante. En este sentido, no se entiende como, tras serle
requerido por la Defensoría del Debido Proceso y Recluso, el Juez Segundo de Ejecución Penal
manifestó que “no tuvo conocimiento de parte de las autoridades del penal de que a la privada de
libertad se le hubiera agravado su enfermedad”. Por ende, lo actuado por el juez de ejecución de la
pena no cumplió con las obligaciones del Estado de garantizar un adecuado acceso a la justicia para
proteger efectivamente los derechos a la integridad y a la vida de la señora Chinchilla, al no haber
procurado la mejor solución posible para su situación de salud en el marco de los procedimientos
que conoció, independientemente del resultado de su decisión en los mismos.
113

255. En conclusión, no consta en las resoluciones del juzgado de ejecución de la pena una debida
fundamentación, particularmente en la valoración o ponderación de los elementos sobre la
naturaleza y riesgos de la enfermedad o discapacidad y el tratamiento debido a la presunta víctima.
El juez de ejecución no adoptó otras medidas para verificar lo que le era señalado o para que los
peritos médicos evacuaran in situ sus dudas, ni se pronunció respecto de las dificultades expresadas
por la presunta víctima en razón de su condición de discapacidad. Así, más allá de las posibilidades
formales de los incidentes intentados por la señora Chinchilla, los recursos intentados ante el
juzgado segundo de ejecución penal no fueron efectivos para canalizar sus denuncias sobre el
evidente y comprobado deterioro progresivo de salud y las necesidades de proveerse de condiciones
de detención compatibles con su dignidad, pues el juez tampoco adoptó medida correctiva alguna
para buscar una solución integral a su situación, asegurando que no se tradujeran en condiciones de
detención más gravosas y de mayor sufrimiento físico o psíquico que pudieran atentar contra su
integridad personal o su vida.

256. Por las razones anteriores, la Corte considera que el Estado es responsable por el
incumplimiento de su obligación de garantizar un adecuado acceso a la justicia en relación con los
derechos a la integridad personal y a la vida, en los términos de los derechos a las garantías
judiciales y a la protección judicial, reconocidos en los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana,
en relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de la señora María Inés Chinchilla
Sandoval.

SE DEBE CONTAR CON ACCESO A RECURSO


JURISDICCIONAL PARA RECLAMAR FALTA DE OBTENCIÓN
DEL CONSENTIMIENTO PREVIO, LIBRE E INFORMADO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
B.1 Acceso a la justicia en caso de violaciones a los derechos sexuales y reproductivos

292. Esta Corte ha señalado reiteradamente que el derecho de acceso a la justicia debe asegurar, en
un tiempo razonable, el derecho de las presuntas víctimas o sus familiares a que se haga todo lo
necesario para conocer la verdad de lo sucedido, establecer las respectivas responsabilidades y
sancionar a los responsables. A tal fin y de conformidad con la Convención Americana, los Estados
Partes están obligados a suministrar recursos judiciales efectivos a las víctimas de violaciones de los
derechos humanos (artículo 25), recursos que deben ser sustanciados de conformidad con las reglas
del debido proceso legal (artículo 8.1), todo ello dentro de la obligación general, a cargo de los
mismos Estados, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la
Convención a toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción (artículo 1.1).

297. La esterilización no consentida o involuntaria constituye una de las diversas prácticas que
encierra el concepto de violencia contra la mujer […] y, en esa medida, los estándares desarrollados
en la jurisprudencia de este Tribunal respecto a la obligación de investigar en casos de violencia
contra la mujer se tornan aplicables. Sin embargo, a diferencia de los casos anteriores que trataban
sobre violaciones sexuales, muerte, malos tratos y afectaciones a la libertad personal en el marco de
un contexto general de violencia contra las mujeres, la Corte nota que el presente caso se refiere a
una violación de los derechos sexuales y reproductivos, en la que un médico privó a la señora I.V. de
su función reproductiva sin su consentimiento informado en un hospital público durante un
procedimiento de cesárea. Según la prueba presentada, dicha esterilización no consentida no formó
114

parte de una política estatal ni ocurrió en un conflicto armado o como parte de un ataque
generalizado y sistemático contra la población civil. Sin embargo, a criterio de esta Corte, esto no
implica que dicho acto sea calificado meramente como una impericia por parte del médico, sino que
configura una violación de derechos humanos de significativa gravedad y, en particular, un craso
desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos y de la autonomía de la mujer.

299. Por lo tanto, la protección de los derechos de las mujeres a través del acceso a recursos
oportunos, adecuados y efectivos para remediar estas violaciones de forma integral y evitar la
recurrencia de estos hechos en el futuro resulta de suma relevancia si se toma en consideración que
hoy en día, en el marco de la atención médica y el acceso a los servicios de salud, las mujeres siguen
siendo vulnerables a sufrir violaciones a sus derechos sexuales y reproductivos, en la mayoría de los
casos a través de prácticas discriminatorias que son consecuencia de la aplicación de estereotipos en
su perjuicio.

300. Ahora bien, en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos, la Corte considera que, la
necesidad de criminalizar ciertas violaciones a dichos derechos, así como la evaluación de los casos
en que una investigación por la vía penal resulta conducente, debe responder a un escrutinio
acucioso y ponderado de las circunstancias del caso, toda vez que algunos tipos penales pueden ser
abiertamente incompatibles con las obligaciones en materia de derechos humanos en tanto limiten
o denieguen el acceso a la atención en salud sexual y reproductiva.

310. En definitiva, la revisión de la práctica internacional evidencia que una gama de diversas
medidas son consideradas adecuadas para remediar una esterilización no consentida, involuntaria,
coercitiva o forzada, lo que va a depender de las circunstancias del caso y el contexto en que
sucedieron los hechos. Ahora bien, la Corte considera necesario afirmar que, si el consentimiento
previo, libre, pleno e informado es un requisito ineludible para que una esterilización no sea
contraria a los parámetros internacionales, debe también existir la posibilidad de reclamar ante las
autoridades correspondientes en aquellos casos en que el médico no haya cumplido con este
requisito ético y legal de la práctica médica, a fin de establecer las responsabilidades
correspondientes y acceder a una indemnización. Dichas medidas deben incluir, la disponibilidad y el
acceso a recursos administrativos y jurisdiccionales para presentar reclamos en caso en que no se
haya obtenido el consentimiento previo, libre, pleno e informado y el derecho a que dichos reclamos
sean examinados sin demora y de forma imparcial. Sostener lo contrario conduciría a negar el efecto
útil de la regla del consentimiento informado.

311. En suma, la Corte considera que existe un reconocimiento cada vez mayor de que las prácticas
de esterilización no consentida, involuntaria, forzada o coercitiva no pueden quedar impunes, ya que
lo anterior conduciría a perpetuar desde lo institucional estereotipos discriminatorios en el ámbito
de la salud reproductiva que se basan en la creencia de que las mujeres no son personas
competentes para la toma de decisiones sobre su cuerpo y salud. Ello no implica necesariamente
que la vía penal sea exigible en todos los casos, pero que el Estado debe disponer de mecanismos
accesibles para presentar reclamos, que sean adecuados y eficaces para el establecimiento de
responsabilidades individuales, ya sea en el ámbito disciplinario, administrativo o judicial, según
corresponda, a fin de reparar a la víctima de forma adecuada.

312. Ahora bien, en su jurisprudencia esta Corte ha establecido que la obligación de investigar por la
vía penal y el correspondiente derecho de la presunta víctima o de los familiares no sólo se
desprende de las normas convencionales de derecho internacional imperativas para los Estados
Parte, sino que también se deriva de la legislación interna que hace referencia al deber de investigar
115

de oficio ciertas conductas ilícitas y a las normas que permiten que las víctimas o sus familiares
denuncien o presenten querellas, pruebas o peticiones o cualquier otra diligencia, con la finalidad de
participar procesalmente en la investigación penal con la pretensión de establecer la verdad de los
hechos. Atendiendo a que en el presente caso se inició un proceso penal por el delito de lesiones, la
Corte pasará a analizar la conformidad de las actuaciones penales encaminadas a establecer la
responsabilidad penal del médico por la esterilización no consentida de la señora I.V. con la
Convención Americana.

[…]

B.4 Conclusión

322. Por todo lo anterior, la Corte concluye que el Estado incumplió su obligación de garantizar, sin
discriminación, el derecho de acceso a la justicia en los términos de los artículos 8.1 y 25.1 de la
Convención Americana, en relación el artículo 1.1 del mismo instrumento. […]

AMPAROS INTERPUESTOS POR LA VÍCTIMA


INVOLUCRABAN ASPECTOS SOBRE EL DERECHO A LA
SEGURIDAD SOCIAL Y EL ACCESO AL SISTEMA DE SALUD

Corte IDH. Caso Muelle Flores Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de marzo de 2019. Serie C No. 375.
163. En el presente caso, la Corte considera relevante recordar que los amparos interpuestos por la
presunta víctima involucraban aspectos relacionados con el derecho a la seguridad social, y su
correlativo acceso al sistema de salud, esto último debido a que a través de retenciones mensuales
sobre el pago de la pensión, el señor Muelle Flores tenía derecho a un seguro social con EsSalud.
Este extremo resulta de suma importancia teniendo en cuenta que la víctima cuenta con 82 años de
edad, circunstancia que lo posiciona además en una situación de mayor vulnerabilidad, implicando
una obligación reforzada de respeto y garantía de sus derechos. En efecto, el señor Muelle Flores
dejó de recibir una pensión (si bien recibió algunos pagos parciales) de conformidad con la
normativa vigente en la época, desde 1991. Es decir que, a pesar de haber adquirido un derecho a la
pensión en septiembre de 1990, el cual le habría brindado los medios suficientes para subsistir con
dignidad y cubrir sus gastos de salud, el señor Muelle Flores no pudo ver su derecho materializado,
sino que por el contrario tuvo que recurrir a la ayuda económica de sus familiares y de ciertos
trabajos esporádicos hasta que su salud se lo permitió, para poder sobrevivir.

164. Asimismo, la víctima ha tenido que atravesar diversas dolencias relacionadas con su estado de
salud, que se han visto agravadas con el transcurso del tiempo, tales como el desarrollo de una
hipoacusia severa con pérdida total de un oído e importante reducción en la audición en el otro,
Alzheimer y fractura de fémur […], encontrándose imposibilitado de acceder al sistema público de
salud, como consecuencia directa de la falta de ejecución de las decisiones judiciales a su favor.

165. Al respecto, es dable destacar que desde las sentencias dictadas en 1993 y 1999 hasta la fecha,
han transcurrido más de 26 y 19 años, respectivamente, los que en una persona de avanzada edad y
carente de recursos económicos, han ocasionado un impacto en su situación jurídica. Teniendo en
cuenta lo anterior, la Corte considera que se encuentra suficientemente probado que la
prolongación de la ejecución del proceso en este caso incidió de manera relevante y cierta en la
situación jurídica del señor Muelle Flores, por cuanto al retrasarse el cumplimiento de las
resoluciones judiciales del caso, se afectó el desarrollo de su vida luego de su jubilación.
116

166. Una vez analizados los cuatro elementos para determinar la razonabilidad del plazo, la Corte
concluye que las autoridades judiciales excedieron el plazo razonable del proceso, lo cual vulnera el
derecho a las garantías judiciales establecido en el artículo 8.1 de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de Oscar Muelle Flores.

Derecho a la seguridad social (Art. 26 de la Convención)

LA FALTA DE MATERIALIZACIÓN DEL DERECHO A LA


SEGURIDAD SOCIAL, POR MÁS DE 27 AÑOS, PERJUDICÓ
GRAVEMENTE LA COBERTURA DE SALUD DE VÍCTIMA

Corte IDH. Caso Muelle Flores Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de marzo de 2019. Serie C No. 375.
192. En este sentido, con base en los criterios y elementos constitutivos del derecho a la seguridad
social, y tomando en cuenta los hechos y particularidades del presente caso, las obligaciones del
Estado en relación con el derecho a la pensión son las siguientes: a) el derecho a acceder a una
pensión luego de adquirida la edad legal para ello y los requisitos establecidos en la normativa
nacional, para lo cual deberá existir un sistema de seguridad social que funcione y garantice las
prestaciones. Este sistema deberá ser administrado o supervisado y fiscalizado por el Estado (en
caso de que sea administrado por privados); b) garantizar que las prestaciones sean suficientes en
importe y duración, que permitan al jubilado gozar de condiciones de vida adecuadas y de accesos
suficiente a la atención de salud, sin discriminación; c) debe haber accesibilidad para obtener una
pensión, es decir que se deberán brindar condiciones razonables, proporcionadas y transparentes
para acceder a ella. Asimismo, los costos de las cotizaciones deben ser asequibles y los beneficiarios
deben recibir información sobre el derecho de manera clara y transparente, especialmente si se
tomara alguna medida que pueda afectar el derecho, como por ejemplo la privatización de una
empresa; d) las prestaciones por pensión de jubilación deben ser garantizadas de manera oportuna y
sin demoras, tomando en consideración la importancia de este criterio en personas mayores, y e) se
deberá disponer de mecanismos efectivos de reclamo frente a una violación del derecho a la
seguridad social, con el fin de garantizar el acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva, lo cual
abarca también la concretización material del derecho a través de la ejecución efectiva de decisiones
favorables dictadas a nivel interno.

202. La Corte considera que las obligaciones incumplidas por el Estado, es decir la obligación de
adoptar salvaguardas para evitar los efectos negativos de la privatización llevada a cabo por decisión
del Estado, la de informar al señor Muelle Flores sobre la forma mediante la cual se garantizaría su
pensión reconocida judicialmente, la de establecer con claridad qué entidad se haría cargo del pago,
así como el cumplimiento y ejecución de las sentencias judiciales internas, son obligaciones de
carácter inmediato, que no tienen que ver con el desarrollo progresivo del derecho.

203. Por otro lado, la Corte observa que, conforme a la normativa peruana, los pensionistas que se
jubilaban bajo el Decreto Ley No. 20530 tenían derecho a obtener un seguro de salud con EsSalud, la
entidad prestadora de salud en el marco de la seguridad social en el Perú. El pensionista accedía a
este seguro ya que la entidad responsable del pago de su pensión obligatoriamente retenía el 4% de
su pensión para pagar el seguro de salud mencionado. Esta retención era de obligatorio
cumplimiento, es decir que, el seguro de salud que le correspondía al señor Muelle Flores, al igual
que a cualquier otro pensionista bajo el régimen referido, se le brindaba con base en los aportes
desembolsados por el mismo. En el presente caso, debido a que el Estado dejó de pagar las
117

pensiones que le correspondían por derecho adquirido al señor Muelle Flores, derecho
posteriormente reconocido judicialmente, el aporte necesario para acceder al seguro de salud que le
correspondía no fue realizado, por ende, la víctima no contó con la cobertura de salud que también
le correspondía conforme al derecho peruano, la que, a su vez, forma parte del derecho a la
seguridad social. Ante dicho escenario, las diversas afectaciones a la salud de la víctima que se
fueron presentando, así como su tratamiento y las operaciones quirúrgicas requeridas […], debieron
ser solventadas con el propio peculio del señor Muelle Flores, y no fueron cubiertas por el seguro
social de salud que le correspondía, ocasionando esta situación, una vulneración a su derecho a la
seguridad social.

204. Por otra parte, la Corte considera que en un contexto de no pago de la pensión reconocida
judicialmente, los derechos a la seguridad social, a la integridad personal y la dignidad humana se
interrelacionan, y en ocasiones, la vulneración de uno genera directamente la afectación del otro,
situación que se acentúa en el caso de las personas mayores. A pesar de que ni la Comisión ni las
representantes alegaron de manera expresa la violación de los artículos 5.1 y 11.1 de la Convención
en el presente caso, ello no impide que dichos preceptos sean aplicados por esta Corte en virtud de
un principio general de Derecho, iura novit curia, del cual se ha valido reiteradamente la
jurisprudencia internacional en el sentido de que el juzgador posee la facultad, e inclusive el deber,
de aplicar las disposiciones jurídicas pertinentes en una causa, aun cuando las partes no las invoquen
expresamente.

205. En efecto, la ausencia de recursos económicos ocasionada por la falta de pago de las mesadas
pensionales genera en una persona mayor directamente un menoscabo en su dignidad, pues en esta
etapa de su vida la pensión constituye la principal fuente de recursos económicos para solventar sus
necesidades primarias y elementales del ser humano.

206. Del mismo modo la afectación del derecho a la seguridad social por el no pago de las mesadas
pensionales implica angustia, inseguridad e incertidumbre en cuanto al futuro de una persona mayor
por la posible falta de recursos económicos para su subsistencia, ya que la privación de un ingreso
lleva intrínsecamente la afectación en el avance y desarrollo de su calidad de vida y de su integridad
personal.

207. La falta de materialización del derecho a la seguridad social por más de 27 años generó un
grave perjuicio en la calidad de vida y la cobertura de salud del señor Muelle, una persona en
situación de especial protección por ser una persona mayor con discapacidad. La vulneración
generada por la falta de pago de la pensión se extendió más allá del plazo razonable debido, y al ser
este el único ingreso de la víctima, la ausencia prolongada del pago generó indefectiblemente una
precariedad económica que afectó la cobertura de sus necesidades básicas, y por ende también su
integridad psicológica y moral, así como su dignidad.

208. Con base en lo expuesto anteriormente, el Estado es responsable por la violación del artículo 26
de la Convención Americana, en relación con los artículos 5, 8.1, 11.1, 25.1, 25.2.c) y 1.1 del mismo
instrumento, así como el artículo 2 de la Convención Americana, en perjuicio del señor Oscar Muelle
Flores.

Derecho al agua (Art. 26 de la Convención)

CARTA DE LA OEA PERMITE DERIVAR DERECHOS (COMO EL


DE LA SALUD) DE LOS QUE SE DESPRENDE EL DERECHO AL
AGUA PROTEGIDO POR LA CONVENCIÓN AMERICANA
118

Corte IDH. Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat


(Nuestra Tierra) Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de febrero
de 2020. Serie C No. 400.
222. El derecho al agua se encuentra protegido por el artículo 26 de la Convención Americana. Ello
se desprende de las normas de la Carta de la OEA, en tanto las mismas permiten derivar derechos de
los que, a su vez, se desprende el derecho al agua. Al respecto, baste señalar que entre aquellos se
encuentran el derecho a un medio ambiente sano y el derecho a la alimentación adecuada, cuya
inclusión en el citado artículo 26 ya ha quedado establecida en esta Sentencia, como asimismo el
derecho a la salud, del que también este Tribunal ya ha indicado que está incluido en la norma. El
derecho al agua puede vincularse con otros derechos, inclusive el derecho a participar en la vida
cultural, también tratado en esta Sentencia […].

223. Es pertinente destacar también que la Declaración Universal de los Derechos Humanos
contempla en su artículo 25 el derecho a “un nivel de vida adecuado”, como también lo hace el
PIDESC en su artículo 11. Este derecho debe considerarse inclusivo del derecho al agua, como lo ha
hecho notar el Comité DESC, que también ha considerado su relación con otros derechos. De este
modo, también en el ámbito universal se ha determinado la existencia del derecho al agua pese a la
falta de un reconocimiento expreso general. Sí hacen referencia expresa al agua algunos tratados del
sistema universal referidos a aspectos específicos de protección de los derechos humanos, como la
Convención sobre los Derechos del Niño, en el artículo 24, o la Convención sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, en el artículo 14, referido a “problemas
especiales a que hace frente la […] mujer de las zonas rurales”.

224. De modo adicional a lo expuesto, debe resaltarse que la Organización de las Naciones Unidas, a
través de su Asamblea General, emitió el 28 de julio de 2010 la Resolución 64/292 titulada “El
derecho humano al agua y el saneamiento”, que reconoce que “el derecho al agua potable y el
saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los
derechos humanos”. En la misma línea, la Carta Social de las Américas, en su artículo 9 del Capítulo
III, afirma que “[l]os Estados […] reconocen que el agua es fundamental para la vida y básica para el
desarrollo socioeconómico y la sostenibilidad ambiental” y que “se comprometen a continuar
trabajando para garantizar el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento para las
presentes y futuras generaciones”. La Asamblea General de la OEA adoptó también, en 2007 y 2012,
las resoluciones 2349/07 y 2760/12, denominadas respectivamente “[e]l agua, la salud y los
derechos humanos” y “[e]l derecho humano al agua potable y el saneamiento”. La primera, en sus
artículos 1 y 4, “[r]econoce” al agua como “esencial para la vida y la salud” e “indispensable para
poder vivir una vida con dignidad humana”, así como “el uso ancestral del agua por parte de las
comunidades urbanas, rurales y pueblos indígenas, en el marco de sus usos y costumbres sobre el
uso del agua, de conformidad con las respectivas legislaciones nacionales”. La segunda, en su primer
artículo, “invita” a los Estados a “seguir trabajando” para “asegurar el acceso al agua potable y a
servicios de saneamiento para las generaciones presentes y futuras”. El derecho también está
contemplado en el artículo 12 de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos
Humanos de las Personas Mayores.

225. Es pertinente hacer mención, de forma complementaria, al derecho constitucional pertinente


en el caso. Argentina, en su Constitución Nacional incluye el derecho a un ambiente sano y, por
dotar de “jerarquía constitucional” a instrumentos de derechos humanos, también a los derechos a
119

la alimentación y a la salud, entre otros, los cuales están vinculados estrechamente con el derecho al
agua. La Constitución de Salta, por su parte, expresa en su artículo 83 que “[e]l uso de las aguas del
dominio público destinadas a las necesidades de consumo de la población es un derecho de ésta”.
Además, como ya se ha indicado, recepta los derechos al ambiente sano y a la salud, y tiene normas
específicas sobre alimentación […].

226. Habiendo dado cuenta de disposiciones normativas que dan sustento al derecho, es relevante
señalar su contenido. El Comité DESC ha expresado que:
[e]l derecho humano al agua es el derecho de todos a disponer de agua suficiente, salubre,
aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico. Un abastecimiento
adecuado de agua salubre es necesario para evitar la muerte por deshidratación, para reducir
el riesgo de las enfermedades relacionadas con el agua y para satisfacer las necesidades de
consumo y cocina y las necesidades de higiene personal y doméstica.

En el mismo sentido la Corte, siguiendo lineamientos del Comité DESC, ha expresado que “el acceso
al agua […] comprende ‘el consumo, el saneamiento, la colada, la preparación de alimentos y la
higiene personal y doméstica’, así como para algunos individuos y grupos también […] ‘recursos de
agua adicionales en razón de la salud, el clima y las condiciones de trabajo’”.

227. El Comité DESC ha indicado que “[e]l derecho al agua entraña tanto libertades como derechos”.
Las primeras implican poder “mantener el acceso a un suministro de agua” y “no ser objeto de
injerencias”, entre las que puede encontrarse la “contaminación de los recursos hídricos”. Los
derechos, por su parte, se vinculan a “un sistema de abastecimiento y gestión del agua que ofrezca a
la población iguales oportunidades de disfrutar del derecho”. Destacó también que “[e]l agua debe
tratarse como un bien social y cultural, y no fundamentalmente como un bien económico”, y que
“los siguientes factores se aplican en cualquier circunstancia:

a) La disponibilidad. El abastecimiento de agua de cada persona debe ser continuo y


suficiente para los usos personales y domésticos […].

b) La calidad. El agua necesaria para cada uso personal o doméstico debe ser salubre […].
Además, el agua debería tener un color, un olor y un sabor aceptables […].

c) La accesibilidad. El agua y las instalaciones y servicios de agua deben ser accesibles para
todos, sin discriminación alguna, dentro de la jurisdicción del Estado Parte”.

228. El Comité DESC, al explicar cómo el derecho al agua se vincula con otros derechos, señaló
también la importancia de “garantizar un acceso sostenible a los recursos hídricos con fines agrícolas
para el ejercicio del derecho a una alimentación adecuada”. Agregó que “los Estados […] deberían
garantizar un acceso suficiente al agua para la agricultura de subsistencia y para asegurar la de
subsistencia de los pueblos indígenas”. Sostuvo que “[l]a higiene ambiental, como aspecto del
derecho a la salud […] entraña la adopción de medidas no discriminatorias para evitar los riesgos
para la salud que representa el agua insalubre y contaminada por sustancias tóxicas”. La Corte ya ha
notado, en el mismo sentido, que el “derecho al agua” (como también los derechos a la alimentación
y a participar en la vida cultural) está “entre los derechos particularmente vulnerables a afectaciones
ambientales”.

229. En cuanto a las obligaciones que conlleva el derecho al agua, cabe agregar a lo expuesto
algunas especificaciones. Rige, desde luego, el deber de respetar el ejercicio del derecho, así como el
deber de garantía, señalados en el artículo 1.1 de la Convención. Este Tribunal ha indicado que “el
120

acceso al agua” implica “obligaciones de realización progresiva”, pero que “sin embargo, los Estados
tienen obligaciones inmediatas, como garantizar [dicho acceso] sin discriminación y adoptar medidas
para lograr su plena realización”. Entre las obligaciones estatales que pueden entenderse
comprendidas en el deber de garantía se encuentra la de brindar protección frente a actos de
particulares, que exige que los Estados impidan a terceros que menoscaben el disfrute del derecho
al agua, así como “garantizar un mínimo esencial de agua” en aquellos “casos particulares de
personas o grupos de personas que no están en condiciones de acceder por sí mismos al agua […],
por razones ajenas a su voluntad”.

230. La Corte concuerda con el Comité DESC en cuanto a que, en el cumplimiento de sus
obligaciones relativas al derecho al agua, los Estados “deben prestar especial atención a las personas
y grupos de personas que tradicionalmente han tenido dificultades para ejercer este derecho”,
inclusive, entre otros, “los pueblos indígenas”. En ese sentido, deben velar porque “[e]l acceso de los
pueblos indígenas a los recursos de agua en sus tierras ancestrales sea protegido de toda
transgresión y contaminación ilícitas” y “facilitar recursos para que los pueblos indígenas
planifiquen, ejerzan y controlen su acceso al agua”, así como que “[l]as comunidades nómadas […]
tengan acceso al agua potable en sus lugares de acampada tradicionales”.

Derecho a la educación (Art. 13 del Protocolo de San Salvador)

DERECHO A LA EDUCACIÓN DE PERSONAS CON VIH/SIDA


INCLUYE PROHIBICIÓN DE IMPEDIR ACCESO A CENTROS
EDUCATIVOS Y EL DERECHO A NO SER DISCRIMINADO

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
X

DERECHO A LA EDUCACIÓN

[…]

A. Alcances del derecho a la educación relevantes para el presente caso: el derecho a la


educación de las personas con condiciones médicas potencialmente generadoras de
discapacidad como el VIH/SIDA

234. El derecho a la educación se encuentra contenido en el artículo 13 del Protocolo de San


Salvador. La Corte tiene competencia para decidir sobre casos contenciosos en torno a este derecho
en virtud del artículo 19 (6) del Protocolo. Asimismo, dicho derecho se encuentra contemplado en
diversos instrumentos internacionales. Por su parte, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales ha resaltado que el derecho a la educación es el epítome de la indivisibilidad y la
interdependencia de todos los derechos humanos, y que “[l]a educación es un derecho humano
intrínseco y un medio indispensable de realizar otros derechos humanos”.

240. Teniendo en cuenta estas características, y en atención a las condiciones de vulnerabilidad que
ha enfrentado Talía, la Corte estima pertinente precisar algunos elementos sobre el derecho a la
educación de las personas que conviven con condiciones médicas potencialmente generadoras de
discapacidad como el VIH/SIDA. Al respecto, también se involucrarán algunos componentes
asociados al derecho a la educación de las personas con discapacidad. En este punto, las Directrices
121

Internacionales sobre el VIH/SIDA y los Derechos Humanos de Naciones Unidas precisan lo siguiente
sobre el derecho a la educación de las personas con VIH/SIDA:
“Primero, tanto los niños como los adultos tienen derecho a recibir educación sobre el
VIH, en particular sobre la prevención y la atención. El acceso a la educación sobre el
VIH/[SIDA] es un elemento esencial de los programas de prevención y atención eficaces.
El Estado tiene la obligación de asegurar que, dentro de su tradición cultural y religiosa, se
faciliten los medios apropiados para que en los programas de enseñanza académicos y
extra académicos se incluya información eficaz sobre el VIH. La educación e información a
los niños no debe considerarse como una promoción de la experiencia sexual temprana”.

“Segundo, los Estados deben procurar que a los niños y adultos que viven con el VIH no se
les deniegue discriminatoriamente el acceso a la educación, en particular el acceso a
escuelas, universidades y becas, así como a la educación internacional, ni sean objeto de
restricciones por su estado serológico con respecto al VIH. No hay razones de salud
pública que justifiquen esas medidas, ya que no hay riesgo de transmitir casualmente el
VIH en entornos educativos”.

“Tercero, los Estados, por medio de la educación, deben promover la comprensión, el


respeto, la tolerancia y la no discriminación respecto de las personas que viven con el
VIH”.

241. Como se observa, existen tres obligaciones inherentes al derecho a la educación en relación a
las personas que conviven con VIH/SIDA: i) el derecho a disponer de información oportuna y libre de
prejuicios sobre el VIH/SIDA; ii) la prohibición de impedir el acceso a los centros educativos a las
personas con VIH/SIDA, y iii) el derecho a que la educación promueva su inclusión y no
discriminación dentro del entorno social. A continuación se analizarán estas obligaciones al valorar la
controversia sobre la forma como Talía fue retirada de la escuela en la que se encontraba por el
presunto peligro que generaba para sus compañeros.

[…]

291. Teniendo en cuenta todo lo anterior, este Tribunal concluye que Talía Gonzales Lluy sufrió una
discriminación derivada de su condición de persona con VIH, niña, mujer, y viviendo en condición de
pobreza. Por todo lo anterior, la Corte considera que el Estado ecuatoriano violó el derecho a la
educación contenido en el artículo 13 del Protocolo de San Salvador, en relación con los artículos 19
y 1.1 de la Convención Americana en perjuicio de Talía Gonzales Lluy.

7. CONSENTIMIENTO INFORMADO

SIGNIFICADO Y ALCANCE DEL


CONSENTIMIENTO INFORMADO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
VIII-1

DERECHOS A LA INTEGRIDAD PERSONAL, A LA LIBERTAD PERSONAL, A LA DIGNIDAD, A LA VIDA


PRIVADA Y FAMILIAR, DE ACCESO A LA INFORMACIÓN, A FUNDAR UNA FAMILIA, Y AL
RECONOCIMIENTO DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA, EN RELACIÓN CON LAS OBLIGACIONES DE
122

RESPETAR Y GARANTIZAR LOS DERECHOS Y DE NO DISCRIMINAR, ASÍ COMO CON EL ARTÍCULO 7


DE LA CONVENCIÓN DE BELÉM DO PARÁ

[…]

B. Consideraciones de la Corte

[…]

B.1 Alcance de los derechos establecidos en la Convención Americana en el presente caso

[…]

159. En esta medida, la Corte entiende que el consentimiento informado del paciente es una
condición sine qua non para la práctica médica, el cual se basa en el respeto a su autonomía y su
libertad para tomar sus propias decisiones de acuerdo a su plan de existencia. En otras palabras, el
consentimiento informado asegura el efecto útil de la norma que reconoce la autonomía como
elemento indisoluble de la dignidad de la persona.

160. En este marco, cobra relevancia la especial relación entre el médico y el paciente. La Corte nota
que esta relación está caracterizada por la asimetría en el ejercicio del poder que el médico asume
en razón de su conocimiento profesional especializado y del control de la información que conserva.
Esta relación de poder se encuentra gobernada por ciertos principios de la ética médica,
principalmente los principios de autonomía del paciente, beneficencia, no maleficencia y justicia.
Siendo el médico una persona que actúa también bajo sus propias convicciones y preferencias es
plausible que algunas de sus actuaciones puedan entrar en contradicción con los planes de vida de
los pacientes. Sobre el particular, la Corte nota que la Asociación Médica Mundial en su Declaración
de Lisboa sobre los derechos del paciente en 1981, que es la primera que regula de manera más
general la relación médico-paciente y en concreto, los derechos de este último, inicia señalando que
“[a]unque el médico siempre debe actuar de acuerdo a su conciencia y en el mejor interés del
paciente[ ], se deben hacer los mismos esfuerzos a fin de garantizar la autonomía y justicia con el
paciente […]”. Es por ello que el principio de autonomía adquiere vital importancia en el ámbito de la
salud, como una regla que instaura un balance adecuado entre la actuación médica benéfica y el
poder decisorio que retiene el paciente como sujeto moral autónomo, a fin de no incurrir en
acciones de corte paternalista en las que el paciente sea instrumentalizado para evitarle un daño en
su salud.

161. La Corte nota que el reconocimiento del consentimiento informado como expresión de la
autonomía de las personas en el ámbito de la salud ha significado en la práctica de la medicina un
cambio de paradigma en la relación médico-paciente, ya que el modelo de toma de decisiones
informadas y libres pasó a centrarse en un proceso participativo con el paciente y ya no en el
modelo paternalista en donde el médico, por ser el experto profesional en la materia, era quien
decidía lo más conveniente para la persona que debía someterse a un tratamiento en particular. El
paciente se encuentra, desde esta perspectiva, empoderado y colabora con el médico como el actor
principal en cuanto a las decisiones a tomar respecto a su cuerpo y salud y no es más el sujeto pasivo
en dicha relación. El paciente es libre de optar por alternativas que los médicos podrían considerar
como contrarias a su consejo, siendo, por ello, la expresión más clara del respeto por la autonomía
en el ámbito de la medicina. Este cambio de paradigma se traduce en diversos instrumentos
internacionales, en donde se hace referencia al derecho del paciente de acceder o permitir
libremente, sin ningún tipo de violencia, coerción o discriminación, que un acto médico se lleve a
123

cabo en su beneficio, luego de haber recibido la información debida y oportuna de manera previa a
su decisión.

162. Por todo lo anterior, la Corte considera que el consentir de manera informada respecto a la
procedencia de una intervención médica con consecuencias permanentes en el aparato
reproductivo como la ligadura de las trompas de Falopio, pertenece a la esfera autónoma y de la
vida privada de la mujer, la cual podrá elegir libremente los planes de vida que considere más
apropiados, en particular, si desea o no mantener su capacidad reproductiva, el número de hijos que
desea tener y el intervalo entre éstos.

166. La Corte considera que el concepto del consentimiento informado consiste en una decisión
previa de aceptar o someterse a un acto médico en sentido amplio, obtenida de manera libre, es
decir sin amenazas ni coerción, inducción o alicientes impropios, manifestada con posterioridad a la
obtención de información adecuada, completa, fidedigna, comprensible y accesible, siempre que
esta información haya sido realmente comprendida, lo que permitirá el consentimiento pleno del
individuo. El consentimiento informado es la decisión positiva de someterse a un acto médico,
derivada de un proceso de decisión o elección previo, libre e informado, el cual constituye un
mecanismo bidireccional de interacción en la relación médico-paciente, por medio del cual el
paciente participa activamente en la toma de la decisión, alejándose con ello de la visión paternalista
de la medicina, centrándose más bien, en la autonomía individual (supra párrs. 160 y 161). Esta regla
no sólo consiste en un acto de aceptación, sino en el resultado de un proceso en el cual deben
cumplirse los siguientes elementos para que sea considerado válido, a saber, que sea previo, libre,
pleno e informado. Todos estos elementos se encuentran interrelacionados, ya que no podrá haber
un consentimiento libre y pleno si no ha sido adoptado luego de obtener y entender un cúmulo de
información integral.

167. [...] Además, la Corte estima oportuno recordar que la obligación de obtención del
consentimiento informado conforme a los hechos del presente caso, es un mecanismo fundamental
para el goce efectivo de otros derechos de la Convención Americana, por lo que es independiente
del año en que sucedieron los hechos violatorios. La obligación de obtener el consentimiento
informado debe ser respetada por los Estados Partes desde el momento en que ratifican dicho
tratado, de manera que no nace a partir de su aplicación e interpretación por este Tribunal en el
ejercicio de su jurisdicción contenciosa.

CONSENTIMIENTO INFORMADO
EN EL DERECHO INTERNACIONAL

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
B.2 El consentimiento en el derecho internacional, el derecho comparado y la jurisprudencia

165. La Corte ha establecido que los Estados tienen la obligación internacional de asegurar la
obtención del consentimiento informado antes de la realización de cualquier acto médico, ya que
éste se fundamenta principalmente en la autonomía y la autodeterminación del individuo, como
parte del respeto y garantía de la dignidad de todo ser humano, así como en su derecho a la libertad.
A su vez, esto implica que el individuo pueda actuar conforme a sus deseos, su capacidad para
considerar opciones, adoptar decisiones y actuar sin la injerencia arbitraria de terceras personas,
todo ello dentro de los límites establecidos en la Convención. Ello es así, especialmente, en casos de
124

esterilizaciones femeninas, por implicar estos procedimientos la pérdida permanente de la


capacidad reproductiva. La necesidad de obtención del consentimiento informado protege no sólo el
derecho de los pacientes a decidir libremente si desean someterse o no a un acto médico, sino que
es un mecanismo fundamental para lograr el respeto y garantía de distintos derechos humanos
reconocidos por la Convención Americana, como lo son la dignidad, libertad personal, integridad
personal, incluida la atención a la salud y en particular la salud sexual y reproductiva, la vida privada
y familiar y a fundar una familia. Asimismo, la Corte estima que la garantía del libre consentimiento y
el derecho a la autonomía en la elección de los métodos anticonceptivos permite impedir de manera
eficaz, sobre todo para las mujeres, la práctica de las esterilizaciones involuntarias, no consentidas,
coercitivas o forzadas.

168. Ahora bien, la Corte nota que el sistema interamericano de protección de los derechos
humanos no cuenta con una norma convencional en materia de bioética y derechos humanos en la
región, que desarrolle el alcance y contenido de la regla del consentimiento informado. Por esta
razón, a efectos de interpretar el alcance y contenido de dicha regla en el marco de la Convención
Americana y determinar los alcances de las obligaciones estatales en relación con los hechos del
presente caso, el Tribunal recurrirá, de conformidad con las reglas generales de interpretación
establecidas en el artículo 29 de la Convención Americana, así como en la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados, al corpus juris internacional en la materia, como lo ha hecho en
oportunidades anteriores. En materia de consentimiento, el corpus juris se sustenta en declaraciones
internacionales, guías, opiniones de comités médicos expertos, directrices, criterios y otros
pronunciamientos autorizados de órganos especializados en la temática como lo son la Organización
Mundial de la Salud (en adelante “OMS”), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia
(en adelante “FIGO”), la Asociación Médica Mundial (en adelante también “AMM”), la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (en adelante “UNESCO”), los
órganos de los tratados de las Naciones Unidas, el Consejo de Europa, el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, entre otros. Estos organismos han erigido normas jurídicas comunes que
construyen una protección general alrededor del carácter previo, libre, pleno e informado del
consentimiento.

TRES ELEMENTOS DEL CONSENTIMIENTO


INFORMADO Y EL DERECHO INTERNACIONAL

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
B.2.a Los elementos del consentimiento bajo el derecho y la jurisprudencia internacional

175. Conforme a lo señalado, la Corte nota que el aspecto central de los estándares jurídicos
destinados a proteger a los individuos frente a los procedimientos médicos ha sido el
consentimiento previo, libre, pleno e informado. Estos elementos característicos de un
consentimiento válido ya se encontraban presentes en el campo de la medicina y los derechos
humanos desde el Código de Ética Médica de Núremberg y se han mantenido como centrales en el
desarrollo de la bioética y el derecho. Asimismo, la Corte considera que los estándares sobre el
consentimiento informado para actos médicos en general son aplicables a la esterilización femenina,
por ser ésta una intervención quirúrgica. Sin embargo, debido a la naturaleza y a la gravedad del
procedimiento, el cual implica que la mujer pierda su capacidad reproductiva de manera
permanente, existen factores especiales que deberán ser tomados en cuenta por los proveedores de
125

salud durante el proceso de elección informada que podría derivar en la obtención de un


consentimiento informado para someterse a una esterilización. A continuación se especifica el
contenido de los elementos esenciales del consentimiento que se derivan del corpus juris
internacional.

EL PRIMER ELEMENTO DEL CONSENTIMIENTO INFORMADO


IMPLICA EL DEBER DE CONVALIDAR TAL CONSENTIMIENTO
ANTES DE EMPRENDER EL ACTO MÉDICO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
i) Carácter previo del consentimiento

176. El primer elemento del consentimiento a considerar es el del carácter previo, lo cual implica
que siempre debe ser otorgado antes de cualquier acto médico. La Corte nota que no es posible
convalidar el consentimiento después de finalizado el acto médico. El carácter previo del
consentimiento ha sido recogido, o se entiende implícito, en todos los instrumentos internacionales
que regulan la materia. En efecto, la Declaración de Helsinki relativa a la investigación médica de
1964 y la Declaración de Lisboa sobre los derechos del paciente de 1981, ambas adoptadas por la
Asociación Médica Mundial, así como la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos
de la UNESCO de 2005, destacan que ninguna persona podrá ser sometida a un estudio, a cualquier
examen, diagnóstico o terapia sin que haya aceptado someterse a la misma. Esto ha sido ratificado,
asimismo, por la FIGO, la OMS y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer
en su Recomendación General No. 24, en el sentido de que los servicios de salud brindados a la
mujer serán aceptables sólo si se garantiza su consentimiento previo con pleno conocimiento de
causa, es decir, si el consentimiento es anterior a la intervención médica.

EXCEPCIONES AL CONSENTIMIENTO PREVIO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
177. Ahora bien, la Corte entiende que existen excepciones donde es posible que el personal de
salud actúe sin la exigencia del consentimiento, en casos en los que éste no pueda ser brindado por
la persona y que sea necesario un tratamiento médico o quirúrgico inmediato, de urgencia o de
emergencia, ante un grave riesgo contra la vida o la salud del paciente. Esta excepción ha sido
recogida por la normativa de diversos Estados Partes de la Convención Americana, como será
expuesto más adelante (infra párr. 200), y ha sido reconocida en el ámbito europeo, así como por el
Relator Especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud
física y mental. El Tribunal considera que la urgencia o emergencia se refiere a la inminencia de un
riesgo y, por ende, a una situación en que la intervención es necesaria ya que no puede ser
pospuesta, excluyendo aquellos casos en los que se puede esperar para obtener el consentimiento.
En relación con la ligadura de las trompas de Falopio, la Corte resalta que esta intervención
quirúrgica, cuyo propósito es prevenir un embarazo futuro, no puede ser caracterizada como un
procedimiento de urgencia o emergencia de daño inminente, de modo tal que esta excepción no es
aplicable.
126

178. En efecto, es preciso resaltar que las consideraciones éticas sobre la esterilización de 2011 de la
FIGO y la Declaración Interinstitucional de las Naciones Unidas corroboran este entendimiento, al
considerar que, aún si un futuro embarazo pusiera en riesgo la vida y salud de la mujer, ella no
quedará embarazada inmediatamente, por lo que la medida puede ser tomada con posterioridad. La
esterilización no constituye, pues, un procedimiento de emergencia médica. Este razonamiento
también ha sido adoptado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso V.C. Vs.
Eslovaquia, cuyos hechos ocurrieron el 23 de agosto de 2000, en donde se concluyó que la
intervención de ligadura de trompas durante una cesárea no constituía una necesidad médica
inminente debido a que la amenaza contra la vida de la paciente se daría en el supuesto de un futuro
embarazo, por lo que dicha intervención no era considerada, de manera general, como una
emergencia médica.

179. Adicionalmente, la Corte no puede dar acogida al argumento del Estado manifestado desde la
audiencia del caso, en cuanto a que el personal médico actuó conforme a los parámetros
establecidos en la guía de la OMS de 1993, titulada “Esterilización femenina: guía para la prestación
de servicios”. El Estado manifestó que, con base en este documento, existiría una diferenciación
entre las esterilizaciones quirúrgicas voluntarias y las esterilizaciones por razones de salud o por
indicación médica, estableciendo estas últimas –y siempre de acuerdo a lo argumentado por el
Estado- una excepción al requisito del consentimiento informado en casos en los que exista una
elevada probabilidad de que un nuevo embarazo tenga consecuencias mortales. En primer lugar, el
Tribunal nota que, si bien la guía de la OMS de 1993 establecía que las esterilizaciones podían
derivar de una indicación médica, incluso en dichos supuestos estas intervenciones quirúrgicas
debían ser voluntarias. Por ende, el consentimiento informado debía ser obtenido. En segundo lugar,
aún cuando el texto de dicha guía hacía referencia a casos de esterilización por indicación médica en
los cuales el consentimiento podía obviarse, la Corte considera que esta pretendida excepción es
imprecisa en su formulación por lo que es susceptible de dos interpretaciones posibles. Por un lado,
como fue entendido por la representación de la señora I.V., en los términos en que está redactada la
excepción ésta era aplicable únicamente a situaciones de extrema gravedad, como la presencia de
una paciente en shock por una rotura uterina. Por el otro lado, en el sentido otorgado por el Estado,
la excepción al requisito del consentimiento informado era aplicable en casos en los que existía una
elevada probabilidad de que un nuevo embarazo tuviera consecuencias mortales.

180. Sobre el particular, la Corte considera que la primera interpretación tornaría inaplicable el
criterio al caso bajo examen, ya que la señora I.V. no ingresó al hospital con un diagnóstico de rotura
uterina u otro de similar naturaleza. Por otra parte, el Tribunal advierte que, aceptar la
interpretación acogida por el Estado, implicaría asumir un criterio aislado que contradice estándares
coincidentes y reiterados recogidos en una diversidad de otros documentos internacionales
referenciados por este Tribunal. En todo caso y ante la duda interpretativa, la Corte concluye que
debe darse a la guía de la OMS de 1993 una lectura ajustada a la Convención Americana a la luz de la
autonomía y los derechos de las pacientes, de modo tal que la excepción a la obtención del
consentimiento es válida únicamente en situaciones de indicación médica bajo supuestos que
satisfacen la urgencia o emergencia necesaria para que proceda.

EL SEGUNDO ELEMENTO DEL CONSENTIMIENTO


INFORMADO INVOLUCRA SU MANIFESTACIÓN LIBRE

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
127

ii) Carácter libre del consentimiento

181. El segundo elemento hace hincapié en el aspecto de la libertad de la manifestación del


consentimiento. Así, la Corte considera que el consentimiento debe ser brindado de manera libre,
voluntaria, autónoma, sin presiones de ningún tipo, sin utilizarlo como condición para el
sometimiento a otros procedimientos o beneficios, sin coerciones, amenazas, o desinformación.
Tampoco puede darse como resultado de actos del personal de salud que induzcan al individuo a
encaminar su decisión en determinado sentido, ni puede derivarse de ningún tipo de incentivo
inapropiado. La manifestación de un consentimiento libre ha sido recogida en una diversidad de
documentos internacionales referidos al consentimiento como mecanismo de protección de los
derechos de los pacientes, desde el Código de Ética Médica de Núremberg hasta la Declaración
Interinstitucional de la ONU (supra párrs. 171 y 173). En particular, la Declaración de Helsinki
destacó que el médico debe prestar atención al pedir el consentimiento informado cuando el
participante potencial está vinculado con el médico por una relación de dependencia o si consiente
bajo presión.

182. El consentimiento es personal, en tanto debe ser brindado por la persona que accederá al
procedimiento. En efecto, conforme a las declaraciones de Helsinki y Lisboa, así como la referida a la
esterilización forzada, todas de la Asociación Médica Mundial, sólo el paciente podrá acceder a
someterse a un acto médico. Asimismo, la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos
de la UNESCO se refiere al consentimiento derivado de la persona interesada, luego de recibir
información adecuada. Para casos de esterilización, la Corte considera que, por la naturaleza y las
consecuencias graves en la capacidad reproductiva, en relación con la autonomía de la mujer, la cual
a su vez implica respetar su decisión de tener hijos o no y las circunstancias en que quiera tenerlos
(supra párr. 162), sólo ella será la persona facultada para brindar el consentimiento, y no terceras
personas, por lo que no se deberá solicitar la autorización de la pareja ni de ninguna otra persona,
para la realización de una esterilización. Además, el Tribunal estima que, conforme se ha
establecido, por lo general, la esterilización no consiste en un procedimiento de emergencia (supra
párrs. 177 y 178), por lo que si la mujer no pudiera dar su consentimiento no se deberá acudir a una
tercera persona, sino que se deberá esperar hasta que ella pueda brindarlo. La Recomendación
General No. 21 de 1994 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, la
Observación General No. 28 de 2000 del Comité de Derechos Humanos, así como la guía de la OMS
de 1993, la FIGO en sus recomendaciones desde el año 1989 y la Declaración Interinstitucional de las
Naciones Unidas han coincidido en señalar que, si bien la decisión de esterilización puede tomarse
en pareja, ello no implica que se exija la autorización del esposo respecto al sometimiento a dicha
intervención quirúrgica, al ser la decisión únicamente de la mujer, con base en su autonomía y
libertad reproductiva.

183. A juicio de la Corte, un consentimiento no podrá reputarse libre si es solicitado a la mujer


cuando no se encuentra en condiciones de tomar una decisión plenamente informada, por
encontrarse en situaciones de estrés y vulnerabilidad, inter alia, como durante o inmediatamente
después del parto o de una cesárea. La guía de la OMS de 1993 establecía que no era conveniente
que la mujer optara por la esterilización si existían factores físicos o emocionales que pudieran
limitar su capacidad para tomar una decisión informada y meditada, como por ejemplo, mientras se
encontraba en labor de parto, recibiendo sedantes o atravesando una situación difícil antes, durante
o después de un incidente o tratamiento relacionado con el embarazo. Esto fue ratificado en las
consideraciones éticas sobre la esterilización de 2011 de la FIGO, en la Declaración sobre la
Esterilización Forzada de 2012 de la Asociación Médica Mundial y en la Declaración Interinstitucional
128

de las Naciones Unidas. Incluso la Corte nota que dicho criterio fue incluido en la normativa interna
de Bolivia del año 1997 (infra párr. 212). Asimismo, el Relator Especial sobre el derecho de toda
persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental destacó que “[l]a coerción
incluye condiciones que facilitan la intimidación, como la fatiga o el estrés”. De igual forma, el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos concluyó que la solicitud del consentimiento mientras la
mujer se encuentra en trabajo de parto o poco antes de someterse a una cesárea claramente no
permite que la decisión sea tomada con base en el libre albedrío.

184. Bajo el entendido que el consentimiento deriva del concepto de autonomía y libertad, se
entiende que puede ser revocado por cualquier motivo, sin que ello entrañe desventaja o perjuicio
alguno, incluso sólo de manera verbal, ya que no es definitivo. La obtención del consentimiento,
como fue explicado, es producto de un proceso bidireccional entre el médico y el paciente, de modo
tal que la información integral debe ser brindada por el personal de salud de forma objetiva, no
manipulada o inductiva, evitando generar temor en el paciente, porque ello podría implicar que el
consentimiento no sea realmente libre. Un consentimiento sin información no constituye una
decisión libre.

185. El Tribunal resalta que el elemento de la libertad de una mujer para decidir y adoptar decisiones
responsables sobre su cuerpo y su salud reproductiva, sobre todo en casos de esterilizaciones,
puede verse socavado por motivos de discriminación en el acceso a la salud; por las diferencias en
las relaciones de poder, respecto del esposo, de la familia, de la comunidad y del personal médico ;
por la existencia de factores de vulnerabilidad adicionales, y debido a la existencia de estereotipos
de género y de otro tipo en los proveedores de salud (infra párr. 187). Factores tales como la raza,
discapacidad, posición socio-económica, no pueden ser un fundamento para limitar la libre elección
de la paciente sobre la esterilización ni obviar la obtención de su consentimiento.

186. La Corte reconoce que la relación de poder entre el médico y la paciente, puede verse
exacerbada por las relaciones desiguales de poder que históricamente han caracterizado a hombres
y mujeres, así como por los estereotipos de género socialmente dominantes y persistentes que
constituyen de forma consciente o inconsciente la base de prácticas que refuerzan la posición de las
mujeres como dependientes y subordinadas. Al respecto, la Corte ha reconocido que la obligación
de eliminar todas las formas de discriminación contra la mujer lleva ínsita la obligación de eliminar la
discriminación basada en estereotipos de género.

TERCER ELEMENTO DEL CONSENTIMIENTO SE MANIFIESTA


EN BASE A SU CARÁCTER PLENO
E INFORMADO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
iii) Carácter pleno e informado del consentimiento

189. Finalmente, la Corte enfatiza que el consentimiento debe ser pleno e informado. El
consentimiento pleno sólo puede ser obtenido luego de haber recibido información adecuada,
completa, fidedigna, comprensible y accesible, y luego de haberla entendido cabalmente. La Corte
considera, luego de haber llevado a cabo un análisis de fuentes, que los prestadores de salud
deberán informar al menos, sobre: i) la evaluación de diagnóstico; ii) el objetivo, método, duración
probable, beneficios y riesgos esperados del tratamiento propuesto; iii) los posibles efectos
129

desfavorables del tratamiento propuesto; iv) las alternativas de tratamiento, incluyendo aquellas
menos intrusivas, y el posible dolor o malestar, riesgos, beneficios y efectos secundarios del
tratamiento alternativo propuesto; v) las consecuencias de los tratamientos, y vi) lo que se estima
ocurrirá antes, durante y después del tratamiento.

190. El Estado manifestó que al año 2000 no existía consenso sobre si se debía informar sobre
métodos alternativos de tratamiento, sino que existía acuerdo respecto a informar sobre la
naturaleza de la intervención, los fines y riesgos. La Corte considera relevante resaltar que diversos
documentos a nivel internacional, y la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
incluían la necesidad de brindar información sobre alternativas al paciente. A criterio de esta Corte,
de existir alternativas de tratamiento, dicha información forma parte del concepto de información
necesaria para adoptar un consentimiento informado y su impartición se considera como un
elemento básico de dicho consentimiento.

191. Ahora bien, como ya quedó establecido anteriormente, la obtención del consentimiento debe
derivar de un proceso de comunicación, mediante el cual personal calificado presente información
clara y sin tecnicismos, imparcial, exacta, veraz, oportuna, completa, adecuada, fidedigna y oficiosa,
es decir, información que otorgue los elementos necesarios para la adopción de una decisión con
conocimiento de causa. El personal de salud no debe actuar de forma coercitiva o inductiva con el
fin de lograr la aceptación del acto médico, con base en el entendido que la opinión médica prima
sobre la autonomía y deseos del paciente. Los proveedores de servicios de salud son agentes
fundamentales para asegurar que se brinde información adecuada, por lo que la forma como se
presenta la información es muy importante porque tanto el personal de salud como el propio
paciente pueden tener concepciones preconcebidas del tratamiento, sumado al hecho de que
muchas veces existen problemas comunicando ideas entre seres humanos.

192. En este sentido, con el fin de que la información pueda ser cabalmente entendida, el personal
de salud deberá tener en cuenta las particularidades y necesidades del paciente, como por ejemplo
su cultura, religión, estilos de vida, así como su nivel de educación. Ello hace parte del deber de
brindar una atención en salud culturalmente aceptable. La Corte resalta que, desde la Declaración
de Helsinki, se estableció la necesidad de “prestar especial atención a las necesidades específicas de
información de cada participante potencial, como también a los métodos utilizados para entregar la
información”. De igual manera, la Declaración de Lisboa señala que la información debe ser
entregada “de manera apropiada a la cultura local y de tal forma que el paciente pudiera
entenderla”. Al respecto, la orientación de la información no sólo va dirigida a lo que el médico
podría considerar como razonable y necesario compartir, sino que también debería enfocarse en lo
que es importante para su paciente. Es decir que la información brindada deberá tener un elemento
objetivo y subjetivo. Tomar en cuenta las particularidades de la persona es especialmente
importante cuando los pacientes pertenecen a grupos en situación de vulnerabilidad o con
necesidades específicas de protección debido a fuentes de exclusión, marginalización o
discriminación, relevantes para el entendimiento de la información. A su vez, la Corte considera que,
para que la información sea cabalmente comprendida y se tome una decisión con conocimiento de
causa, se debe garantizar un plazo razonable de reflexión, el cual podrá variar de acuerdo a las
condiciones de cada caso y a las circunstancias de cada persona. Ello constituye una garantía
especialmente eficaz para evitar esterilizaciones no consentidas o involuntarias.

193. El Tribunal entiende que lo señalado en el párrafo precedente es relevante en los procesos de
obtención del consentimiento informado para esterilizaciones femeninas, debido a la discriminación
y estereotipos negativos o perjudiciales que afrentan a las mujeres en el marco de la atención en
130

salud (supra párr. 187). En estos casos, además, la obligación de brindar información consiste en un
deber reforzado, debido a la naturaleza y entidad del acto mismo. Las consideraciones especiales
inherentes al consentimiento informado relativo a la esterilización que se deben tomar en cuenta
por el personal de salud y la información necesaria que debe brindar dicho personal para que la
paciente pueda tomar una decisión informada, debe incluir, adicionalmente a lo ya establecido, que
la esterilización constituye un método permanente y, en razón de que la paciente puede
posteriormente arrepentirse de su esterilidad, advertir sobre la existencia de métodos
anticonceptivos alternativos menos intrusivos, incluso métodos de anticoncepción masculina, ya que
podría ser una alternativa apropiada. Asimismo, es conveniente que se considere y se informe que la
esterilización, al ser una intervención quirúrgica, podría generar riesgos o potenciales efectos
secundarios y que existe una tasa mensurable de fallas como cualquier método de esterilización,
pero que, a su vez, podrían existir consecuencias si se declina el tratamiento. Sin embargo, es
conveniente dejar en claro que esta decisión le corresponde sólo a la mujer, aunque pueda ser
discutida con la pareja (supra párr. 182). De igual forma, es preciso abordar el hecho que, aunque la
esterilización sea de conveniencia médica, no es un método de urgencia o emergencia (supra párrs.
177 y 178).

194. La Corte considera que, de manera general, las consideraciones especiales inherentes al
consentimiento informado para las esterilizaciones y los aspectos necesarios que el personal de
salud debe abordar para que la mujer tome una decisión previa, libre, plena e informada se condicen
con los criterios establecidos por la OMS desde el año 1993 y la FIGO desde el año 1989. La FIGO y la
Declaración Interinstitucional de la ONU, además, han otorgado gran relevancia a la obligación de no
censurar, retener o malinterpretar información de manera intencional acerca de la esterilización y
métodos alternativos de anticoncepción, para obtener el consentimiento, por lo que puede poner a
la salud y los derechos humanos básicos en peligro.

195. Por otro lado, si bien no existe un consenso a nivel internacional o derivado de la normativa
interna de los Estados respecto a si el consentimiento debe otorgarse de forma verbal o por escrito,
la Corte considera que la prueba de la existencia de éste debe documentarse o registrase
formalmente en algún instrumento. Ello, claro está, dependerá de cada caso y situación. Sin
embargo, la Corte estima relevante resaltar que, conforme al derecho comparado, todos los Estados
que regulaban la esterilización quirúrgica femenina en su legislación interna al año 2000, así como
los Estados que exigían el consentimiento informado por escrito, lo requerían principalmente para
actos médicos que por su gravedad o naturaleza intrusiva, ameritaban mayor seguridad y formalidad
en el proceso de obtención del consentimiento (infra párr. 199).

196. Sin perjuicio de lo señalado, la Corte coincide con la opinión de la Comisión, en el sentido de
que para casos de esterilización femenina, por la relevancia e implicancias de la decisión y para
efectos de mayor seguridad jurídica, el consentimiento se debería otorgar por escrito, en la medida
de lo posible. Mientras mayores sean las consecuencias de la decisión que se va a adoptar, más
rigurosos deberán ser los controles para asegurar que un consentimiento válido sea realmente
otorgado.

CONSENTIMIENTO INFORMADO POR PARTE DE


LOS FAMILIARES DEL PACIENTE AUTORIZADOS PARA
ADOPTAR DECISIONES LIBRES EN MATERIA DE SALUD
131

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349
1.3 Derecho al consentimiento informado en materia de salud y acceso a la información

1.3.1. Respecto del señor Vinicio Poblete y el reconocimiento parcial de


responsabilidad del Estado

[…]

160. Para efectos del presente caso, este Tribunal comprende que el consentimiento informado es
parte del elemento de la accesibilidad de la información (supra párr. 121) y por tanto del derecho a
la salud (artículo 26). Por ello, el acceso a la información – contemplado en el artículo 13 de la
CADH–, adquiere un carácter instrumental para garantizar y respetar el derecho a la salud. Así el
derecho al acceso a la información es una garantía para hacer realidad la derivación del derecho
contemplado en el artículo 26 de Convención, con la posibilidad de que se acrediten otros derechos
relacionados, de acuerdo con las particularidades del caso en concreto. En este sentido, y siendo que
persiste el alcance de la controversia en relación con aspectos puntuales del consentimiento a favor
de los familiares, a continuación esta Corte se pronunciará sobre: i) el consentimiento por
representación o sustitución, y ii) la alegada violación del artículo 11 y 7 en perjuicio de los
familiares.

1.3.2 Consentimiento por sustitución y acceso a la información en materia de salud


a favor de los familiares

161. Respecto del derecho a obtener un consentimiento informado, la Corte ha reconocido que el
artículo 13 de la Convención Americana incluye el derecho a buscar, recibir y difundir informaciones
e ideas de toda índole, lo cual protege el derecho de acceso a la información, incluyendo
información relacionada con la salud de las personas. En este sentido, se estableció que el
consentimiento informado consiste “en una decisión previa de aceptar o someterse a un acto
médico en sentido amplio, obtenida de manera libre, es decir sin amenazas ni coerción, inducción o
alicientes impropios, manifestada con posterioridad a la obtención de información adecuada,
completa, fidedigna, comprensible y accesible, siempre que esta información haya sido realmente
comprendida, lo que permitirá el consentimiento pleno del individuo”. Esta regla no sólo consiste en
un acto de aceptación, sino en el resultado de un proceso en el cual deben cumplirse los siguientes
elementos para que sea considerado válido, a saber que sea previo, libre, pleno e informado. Al
respecto, como regla general, el consentimiento es personal, en tanto debe ser brindado por la
persona que accederá ́ al procedimiento.

162. La Corte ha dispuesto también que los prestadores de salud deberán informar al paciente, al
menos, sobre: i) la evaluación del diagnóstico; ii) el objetivo, método, duración probable, beneficios
y riesgos esperados del tratamiento propuesto; iii) los posibles efectos desfavorables del
tratamiento propuesto; iv) las alternativas de tratamiento, incluyendo aquellas menos intrusivas, y el
posible dolor o malestar, riesgos, beneficios y efectos secundarios del tratamiento alternativo
propuesto; v) las consecuencias de los tratamientos, y vi) lo que se estima ocurrirá antes, durante y
después del tratamiento.

163. En el presente caso, la Corte recuerda que los hechos que versan sobre la falta de
consentimiento informado de los familiares son los que sucedieron en torno al procedimiento
quirúrgico efectuado al señor Poblete Vilches durante su primer ingreso. No obstante, en referencia
132

al segundo ingreso, los hechos versan sobre aspectos del acceso a la información por parte de los
familiares (infra párr. 173).

166. En vista de lo anterior, la Corte entiende que el consentimiento por representación o


sustitución se actualiza cuando se ha comprobado que el paciente, por su especial condición, no se
encuentra en la capacidad de tomar una decisión en relación a su salud, por lo cual esta potestad le
es otorgada a su representante, autoridad, persona, familiar o institución designada por ley. Sin
embargo, cualquier limitación en la toma de decisiones tiene que tener en cuenta las capacidades
evolutivas del paciente, y su condición actual para brindar el consentimiento. Esta Corte considera
que entre los elementos necesarios para otorgar el consentimiento informado por parte de sus
familiares, este también debe de ser previo, libre, pleno e informado, a menos que se trate de una
situación de emergencia, en donde la Corte ya ha reconocido que existen excepciones donde es
posible que el personal de salud actúe sin la exigencia del consentimiento, en casos en los que éste
no pueda ser brindado por la persona y que sea necesario un tratamiento médico o quirúrgico
inmediato, de urgencia o de emergencia, ante un grave riesgo contra la vida o la salud del paciente.

170. A este respecto, la Corte ha reconocido la relación existente entre la obtención del
consentimiento informado antes de la realización de cualquier acto médico, y la autonomía y la
auto-determinación del individuo, como parte del respeto y garantía de la dignidad de todo ser
humano, así como en su derecho a la libertad. Por lo tanto, el Tribunal entiende que la necesidad de
obtención del consentimiento informado protege no sólo el derecho de los pacientes a decidir
libremente si desean someterse o no a un acto médico, sino que es un mecanismo fundamental para
lograr el respeto y garantía de distintos derechos humanos reconocidos por la Convención
Americana, como lo son la dignidad, libertad personal, integridad personal, incluida la atención a la
salud, la vida privada y familiar. De este modo, la existencia de una conexión entre el consentimiento
informado con la autonomía personal y la libertad de tomar decisiones sobre el propio cuerpo y la
salud exige, por un lado, que el Estado asegure y respete decisiones y elecciones hechas de forma
libre y responsable y, por el otro, que se garantice el acceso a la información relevante para que las
personas estén en condiciones de tomar decisiones informadas sobre el curso de acción respecto a
su cuerpo y salud de acuerdo a su propio plan de existencia.

172. De este modo, tomando en consideración la relación existente entre el consentimiento


informado en materia de salud (artículos 26 y 13) y los artículos 7 y 11 de la Convención Americana,
la Corte considera que en el presente caso, el derecho de los familiares a tomar decisiones libres en
materia de salud y su derecho a contar con la información necesaria para tomar estas decisiones, al
igual que su derecho a la dignidad, desde los componentes de vida privada y familiar fueron
afectados al no tener la posibilidad de otorgar su consentimiento informado.

173. Con base en lo anterior, este Tribunal concluye que el Estado incumplió con su obligación
internacional de obtener, a través de su personal de salud, el consentimiento informado por parte
de los familiares del señor Poblete Vilches, para la práctica de los actos médicos realizados durante
su primer ingreso en el Hospital Sótero del Río. Adicionalmente, el Estado vulneró el derecho de
acceso a la información de los familiares, debido a que no se les otorgó información clara y precisa
sobre el alta al paciente y sus cuidados necesarios. Asimismo, se vulneró éste derecho debido a que
durante el segundo ingreso, no se proporcionó información clara y accesible respecto del
diagnóstico y atención médica otorgada al señor Poblete Vilches. Por ende, la Corte considera que se
violó el derecho a obtener un consentimiento informado y acceso a la información en materia de
salud, de conformidad con los artículos 26, 13, 11 y 7 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio del señor Poblete Vilches y sus familiares.
133

8. SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

ESTEREOTIPOS DE GÉNERO NEGATIVOS PUEDEN AFECTAR


EL ACCESO A LA INFORMACIÓN DE LAS MUJERES EN
MATERIA DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
187. Los estereotipos de género se refieren a una pre-concepción de atributos, conductas o
características poseídas o papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y mujeres
respectivamente. En el sector de la salud, los estereotipos de género pueden resultar en
distinciones, exclusiones o restricciones que menoscaban o anulan el reconocimiento, goce o
ejercicio de los derechos humanos, y específicamente, de los derechos sexuales y reproductivos de
la mujer con base en su condición. En particular, la Corte advierte que los estereotipos de género
negativos o perjudiciales pueden impactar y afectar el acceso a la información de las mujeres en
materia de salud sexual y reproductiva, así como el proceso y la forma en que se obtiene el
consentimiento. Una mujer que no tiene conocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos
puede ser propensa a adoptar una actitud menos asertiva respecto a sus derechos. Esto puede
conllevar a que deposite mayor confianza en el criterio de su médico, o que profesionales de la salud
adopten una posición paternalista respecto a su paciente. Ambas condiciones pueden abrir la puerta
a una situación de ejercicio del poder donde profesionales de la salud tomen decisiones sin tomar en
cuenta la autonomía y voluntad de su paciente. La Corte visibiliza algunos estereotipos de género
frecuentemente aplicados a mujeres en el sector salud, que generan efectos graves sobre la
autonomía de las mujeres y su poder decisorio: i) las mujeres son identificadas como seres
vulnerables e incapaces de tomar decisiones confiables o consistentes, lo que conlleva a que
profesionales de la salud nieguen la información necesaria para que las mujeres puedan dar su
consentimiento informado; ii) las mujeres son consideradas como seres impulsivos y volubles, por lo
que requieren de la dirección de una persona más estable y con mejor criterio, usualmente un
hombre protector, y iii) las mujeres deben ser quienes deben llevar la responsabilidad de la salud
sexual de la pareja, de modo tal que es la mujer quien dentro de una relación tiene la tarea de elegir
y usar un método anticonceptivo. Es por ello que, en el presente caso, la Corte brindará particular
atención sobre este aspecto a fin de reconocer y rechazar los estereotipos que provocan el
menoscabo de los derechos establecidos en la Convención.

188. Asimismo, la Corte estima que es trascendental evitar que el personal médico induzca a la
paciente a consentir como consecuencia de la falta de entendimiento de la información brindada, y
que se abstenga de actuar prescindiendo del mismo, particularmente en casos en donde la mujer
posee escasos recursos económicos y/o niveles bajos de educación, bajo el pretexto de que la
medida es necesaria como medio de control de la población y de la natalidad. Esto último puede, a
su vez, conllevar a una situación en que se induzca la toma de decisión en favor de la esterilización
de la mujer y no del hombre, con base en el estereotipo de que la mujer es quien ostenta el rol
primario de la procreación y debe ser la responsable de la contracepción (infra párr. 246).

LA OBLIGACIÓN RESPECTO DEL CONSENTIMIENTO PARA


LAS ESTERILIZACIONES FEMENINAS, IMPLICA QUE EL
MISMO SEA PREVIO, LIBRE, PLENO E INFORMADO
134

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
201. Con base en todo lo señalado, la Corte concluye que, al momento de la ocurrencia de los
hechos del presente caso, existía una obligación internacional del Estado de obtener, a través de su
personal de salud, el consentimiento de los pacientes para actos médicos y, en especial, de la mujer
para el caso de esterilizaciones femeninas, el cual debía cumplir con las características de ser previo,
libre, pleno e informado luego de un proceso de decisión informada.

TRIBUNAL RESALTA LA PERTINENCIA DE INCLUIR EN UNA


NORMA LAS DEFINICIONES CLARAS DE LO QUE
CONSTITUYE EL CONSENTIMIENTO INFORMADO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
209. La Corte considera que la existencia de una regulación clara y coherente respecto de las
prestaciones de servicios de salud es imprescindible para garantizar la salud sexual y reproductiva y
las correspondientes responsabilidades por la provisión de este servicio. El Tribunal estima que la
existencia de normativa que regule el acceso a la información a métodos de planificación familiar y a
todo tipo de información necesaria en materia de salud sexual y reproductiva, así como la creación
de normativa que asegure la obtención del consentimiento informado y los elementos que se deben
respetar para su validez, contribuyen a la prevención de violaciones de derechos humanos de las
mujeres, sobre todo en casos como el presente.

210. En este sentido, la Corte estima pertinente que se incluya en la normativa de los Estados
definiciones claras de lo que constituye el consentimiento informado. Además, los Estados deben
monitorear los centros de salud públicos y privados, incluyendo clínicas y hospitales, que llevan a
cabo procedimientos de esterilización con el fin de asegurar que el consentimiento pleno de la
paciente sea otorgado antes de la realización de cualquier esterilización, con la consiguiente
adopción de mecanismos para lograr una sanción, en caso de que ello no sea cumplido. Asimismo, el
artículo 22 de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (supra
párr. 176) recoge la obligación de los Estados de adoptar disposiciones de diversa índole para poner
en práctica los principios enunciados conforme al derecho internacional de los derechos humanos,
entre ellos el consentimiento informado. El Tribunal considera que, para casos de esterilizaciones no
consentidas o involuntarias, las medidas para prevenir dichos actos son de vital importancia ya que,
si bien la creación de mecanismos de acceso a la justicia permiten la garantía de los derechos, no
podrán asegurar en todos los casos la restitución íntegra de la capacidad reproductiva, la cual habrá
sido perdida con motivo de la intervención quirúrgica.

NORMATIVA RELACIONADA CON EL CONSENTIMIENTO


INFORMADO ERA EQUÍVOCA POR LO QUE EL ESTADO NO
ADOPTÓ MEDIDAS DE PREVENCIÓN SUFICIENTES

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
218. La Corte concluye que la normativa en relación con el consentimiento informado y su
regulación respecto a las intervenciones quirúrgicas de esterilización femenina vigente en Bolivia en
135

la época de los hechos, era equívoca, imprecisa e, incluso, contradictoria. Por un lado, se aseguraba
el consentimiento informado por escrito, y por el otro, se establecían situaciones en las cuales, “por
decisión médica y ante casos graves”, la esterilización podía llevarse a cabo, sin que quedara
claramente establecido cuáles supuestos serían estos. La Corte nota que, conforme a las
declaraciones referidas supra, ni siquiera el propio personal de salud tenía claridad respecto a qué
norma se debía aplicar en el caso de la señora I.V.

219. La Corte considera que el supuesto por el cual la señora I.V. fue sometida a una esterilización se
podría haber entendido como regulado bajo las normas bolivianas de 1997 y 1998 que requerían un
consentimiento firmado por escrito. El acervo probatorio ante esta Corte muestra de forma conteste
que la decisión de practicar la ligadura de las trompas a la señora I.V. se adoptó durante el
transoperatorio, no existiendo ninguna constancia de que ella hubiera otorgado el consentimiento
por algún medio escrito. Sin embargo, el propio Estado alegó que estas normas eran inaplicables al
caso bajo examen, porque la esterilización no fue solicitada de forma voluntaria, sino que respondía
a un criterio médico.

220. Por consiguiente, la Corte concluye que, a pesar de la existencia de normativa general en
cuanto al consentimiento informado, el Estado de Bolivia no adoptó medidas de prevención
suficientes para que el personal de salud garantizara a la señora I.V. su derecho a tomar sus propias
decisiones sobre su salud reproductiva y los métodos anticonceptivos que mejor se ajustaban a su
proyecto de vida, de modo tal que no fuera sometida a una esterilización sin su consentimiento
previo, libre, pleno e informado. En virtud de ello, la Corte considera que el Estado no adoptó las
medidas preventivas regulatorias necesarias que establecieran con claridad la obligación médica de
obtener el consentimiento en casos como el de la señora I.V. y faltó, por tanto, a su deber de actuar
con debida diligencia para prevenir que ocurra una esterilización no consentida o involuntaria.

SOBRE EL ESTADO RECAE LA RESPONSABILIDAD DE


ESTERILIZACIÓN NO CONSENTIDA O INVOLUNTARIA

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
223. En este sentido, a diferencia de decisiones previas del Tribunal, en donde se declaró la
responsabilidad internacional del Estado por la falta de regulación y fiscalización respecto a la
asistencia de salud prestada por terceros a las personas bajo su jurisdicción, el presente caso se
refiere a actos llevados a cabo por un agente estatal, ya que la esterilización de la señora I.V. fue
realizada en un hospital público, por personal de salud considerado como servidores públicos.
Específicamente, en el caso que nos ocupa, la Corte advierte que recaía sobre el personal de salud la
obligación de brindar a la señora I.V. la información sobre su condición de salud de forma adecuada,
comprensible y accesible, garantizar su decisión autónoma sobre la elección de métodos
anticonceptivos que mejor se ajustasen a su plan de vida, así como asegurar la obtención del
consentimiento informado en el caso de que optara por un método quirúrgico permanente, como la
ligadura de las trompas de Falopio en tipo pomeroy, a fin de evitar esterilizaciones contrarias a las
obligaciones internacionales del Estado.

235. Con base en todo lo expuesto, la Corte concluye que la señora I.V. no manifestó su
consentimiento previo, libre, pleno e informado con el fin de someterse a la intervención quirúrgica
de ligadura de las trompas de Falopio en tipo pomeroy y, por ende, fue sometida a una esterilización
no consentida o involuntaria. El Tribunal considera que el hecho de que se haya sometido a la señora
136

I.V. a un procedimiento de ligadura de las trompas sin brindarle información completa, adecuada y
comprensible, con el fin de obtener su consentimiento libre, significó una afectación e intromisión
en su cuerpo, la pérdida permanente de su capacidad reproductiva y la vulneración de su autonomía
en las decisiones relacionadas con su salud sexual y reproductiva. A su vez, la esterilización sin
consentimiento generó la anulación de su derecho a tomar libremente las decisiones respecto a su
cuerpo y capacidad de reproducción, perdiendo en forma completa el control sobre sus decisiones
más personales e íntimas. Asimismo, vulneró valores y aspectos esenciales de la dignidad y vida
privada de la señora I.V., al consistir dicha esterilización en una intromisión en su autonomía y
libertad reproductiva y una injerencia arbitraria y abusiva en su vida privada, violando su derecho de
decisión referente a la cantidad de hijos o hijas que quería tener y al espaciamiento de los mismos y
a fundar una familia a través de su derecho a procrear. Por todo ello, el Estado violó los derechos a
la integridad personal, a la libertad personal, a la dignidad, a la vida privada y familiar, de acceso a la
información y a fundar una familia, en perjuicio de la señora I.V.

GRAVES VIOLACIONES COMO LA ESTERILIZACIÓN


NO CONSENTIDA PUEDEN ESCONDER
ESTEREOTIPOS DE GÉNERO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
236. La Corte resalta la gravedad de esta violación a los derechos de las mujeres, porque es
necesario visibilizar prácticas como las verificadas en este caso que pueden esconder estereotipos
de género negativos o perjudiciales asociados a los servicios de atención en salud y conllevar a
legitimar, normalizar o perpetuar esterilizaciones no consentidas que afectan de forma
desproporcionada a las mujeres. En este caso, la Corte considera que la decisión médica de practicar
la esterilización a la señora I.V. sin su consentimiento previo, libre, pleno e informado, estuvo
motivada por una lógica de cuidado paternalista y bajo la pre-concepción de que la esterilización
debía realizarse mientras I.V. se encontraba en el transoperatorio de una cesárea, a pesar de que su
caso no era una urgencia o emergencia médica, debido a que se partía de la idea de que ella no
tomaría decisiones confiables en el futuro para evitar un nuevo embarazo. El médico actuó, de esta
manera, en clave paternalista injustificada, al no reconocerla como un agente moral de toma de
decisiones y considerar que, de acuerdo a su criterio médico, debía proteger a I.V. tomando la
decisión que consideraba pertinente, sin brindarle a ella la oportunidad de sopesar las opciones que
tenía a su disposición y anulando su capacidad de decidir con base en su autonomía. Además, el
médico actuó con la lógica del estereotipo según el cual I.V. era la única responsable de la
anticoncepción de la pareja. El hecho de que no se le haya, por ejemplo, mencionado la alternativa
de que su esposo podría ser quien posteriormente se sometiera a una vasectomía, demuestra una
visión de I.V. por parte del médico como aquella que cumple un rol principal en la reproducción. En
este sentido, la Corte entiende que el médico actuó con base en estereotipos de género
frecuentemente aplicados a las mujeres en el sector salud, ante la desconfianza de su poder
decisorio.

246. De este modo, el procedimiento de esterilización resultó en la negación a I.V. de la posibilidad


de conocer y sopesar diferentes alternativas de métodos de anticoncepción y la posibilidad de optar
por un método menos invasivo y no permanente. Tampoco recibió información respecto a
alternativas en cuanto a métodos anticonceptivos que hubiesen podido ser adoptados por su esposo
para evitar un embarazo futuro, por lo que se asignó a I.V. la carga de la reproducción y la
137

planificación familiar. La Corte considera que el procedimiento de esterilización anuló de forma


discriminatoria el poder decisorio de I.V. y su autonomía ya que el médico consideró únicamente su
criterio y no tuvo en cuenta los deseos y necesidades específicas de su paciente. Además, el hecho
de que el médico haya tratado de localizar al esposo para obtener su autorización o, en la mejor de
las hipótesis, reforzar el consentimiento supuestamente obtenido de I.V. durante el transoperatorio
(supra párr. 65), demuestra que actuó bajo el estereotipo de que ella no era capaz de tomar una
decisión autónoma sobre su cuerpo. Las circunstancias en que el Estado alega haber obtenido el
consentimiento de I.V., le negaron la oportunidad de tomar una decisión libre, informada y ajustada
a su proyecto de vida. En este sentido, el médico realizó una intervención médica paternalista
injustificada toda vez que, al cercenarle su capacidad reproductiva sin su consentimiento previo,
libre, pleno e informado, restringió de forma grave la autonomía y libertad de la señora I.V. para
tomar una decisión sobre su cuerpo y salud reproductiva, y realizó una interferencia abusiva sobre
su vida privada y familiar, motivada por el ánimo de evitar un daño a su salud en el futuro, sin
consideración de su propia voluntad y con consecuencias graves en su integridad personal (infra
Capítulo VIII2) por el hecho de ser mujer.

ESTADO INCURRIÓ EN RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL


POR DISCRIMINACIÓN HACIA MUJER VÍCTIMA DE
ESTERILIZACIÓN SIN CONSENTIMIENTO

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329
247. Ahora bien, se ha solicitado a la Corte determinar también si en el caso de la señora I.V. se
verificó una discriminación múltiple, o si los distintos criterios alegados (supra párr. 242)
convergieron de forma interseccional en la configuración de una situación particular y específica de
discriminación. La Corte ha reconocido que ciertos grupos de mujeres padecen discriminación a lo
largo de su vida con base en más de un factor combinado con su sexo, lo que aumenta su riesgo de
sufrir actos de violencia y otras violaciones de sus derechos humanos. Sobre este punto, la Corte
subraya que la esterilización sin consentimiento es un fenómeno que en diversos contextos y partes
del mundo ha tenido un mayor impacto en mujeres que son parte de grupos con una mayor
vulnerabilidad a sufrir esta violación de derechos humanos, ya sea por su posición socio-económica,
raza, discapacidad o vivir con el VIH.

248. En el presente caso, la Corte nota que la señora I.V. tuvo acceso a los servicios públicos de salud
del Estado boliviano (supra párrs. 62 y 63), aunque la atención en salud brindada desconoció los
elementos de accesibilidad y aceptabilidad (supra párrs. 156 y 164). A pesar de ello, no se desprende
de los hechos de este caso que la decisión de practicar la ligadura de las trompas de Falopio a la
señora I.V. haya obedecido a su origen nacional, condición de refugiada o posición socio-económica.
No obstante, la Corte considera que estos aspectos incidieron sobre la magnitud de los daños que
sufrió I.V. en la esfera de su integridad personal. Lo anterior sin perjuicio de lo que más adelante se
establezca en relación con la búsqueda de justicia (infra párrs. 318 a 321).

249. Por todo lo expuesto, la Corte concluye que el Estado incurrió en responsabilidad internacional
por la discriminación sufrida por la señora I.V. por su condición de mujer en el goce y ejercicio de los
derechos establecidos en los artículos 5.1, 7.1, 11.1, 11.2, 13.1 y 17.2 de la Convención.

255. Por todo ello, el Tribunal determina que la esterilización no consentida o involuntaria a la que
fue sometida la señora I.V. en un hospital público, bajo estrés y sin su consentimiento informado, le
138

causó un grave daño físico y psicológico que implicó la pérdida permanente de su capacidad
reproductiva, constituyendo un acto de violencia y discriminación contra ella. Por consiguiente, la
Corte concluye que el Estado incumplió su obligación de abstenerse de cualquier acción o práctica
de violencia contra la mujer y velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e
instituciones se comporten de conformidad con esta obligación, en contravención con el artículo 7.a)
de la Convención de Belém do Pará.

256. Con base en todo lo expuesto, el Estado de Bolivia es responsable por la violación del deber de
respeto y garantía, así como de la obligación de no discriminar, de los derechos reconocidos en los
artículos 5.1, 7.1, 11.1, 11.2, 13.1 y 17.2, en relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana,
en perjuicio de la señora I.V. Asimismo, el Estado es responsable por no cumplir con sus obligaciones
bajo el artículo 7.a) y b) de la Convención de Belém do Pará.

9. PERSONAS CON DISCAPACIDAD Y EL DERECHO A LA SALUD


Personas con discapacidad mental

TODA PERSONA VULNERABLE MERECE PROTECCIÓN


ESPECIAL Y ESO INCLUYE A LAS QUE SUFREN EXTREMA
POBREZA Y RIESGO DE PADECER DISCAPACIDAD MENTAL

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
103. La Corte Interamericana considera que toda persona que se encuentre en una situación de
vulnerabilidad es titular de una protección especial, en razón de los deberes especiales cuyo
cumplimiento por parte del Estado es necesario para satisfacer las obligaciones generales de respeto
y garantía de los derechos humanos. La Corte reitera que no basta que los Estados se abstengan de
violar los derechos, sino que es imperativa la adopción de medidas positivas, determinables en
función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición
personal o por la situación específica en que se encuentre, como la discapacidad.

104. En tal sentido, los Estados deben tomar en cuenta que los grupos de personas que viven en
circunstancias adversas y con menos recursos, tales como las personas que viven en condiciones de
extrema pobreza; niños y adolescentes en situación de riesgo, y poblaciones indígenas, enfrentan un
incremento del riesgo para padecer discapacidades mentales, como era el caso del señor Damião
Ximenes Lopes. Es directo y significativo el vínculo existente entre la discapacidad, por un lado, y la
pobreza y la exclusión social, por otro. En razón de lo anterior, entre las medidas positivas a cargo de
los Estados se encuentran aquellas necesarias para prevenir todas las formas de discapacidad
prevenibles, y dar a las personas que padecen de discapacidades mentales el tratamiento
preferencial apropiado a su condición.

105. Las personas con discapacidad a menudo son objeto de discriminación a raíz de su condición,
por lo que los Estados deben adoptar las medidas de carácter legislativo, social, educativo, laboral o
de cualquier otra índole, necesarias para que toda discriminación asociada con las discapacidades
mentales sea eliminada, y para propiciar la plena integración de esas personas en la sociedad.

LA ATENCIÓN DE SALUD MENTAL DEBE ESTAR DISPONIBLE


A TODA PERSONA QUE LO NECESITE

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
139

106. Con relación a la salvaguarda de la vida y la integridad personal, es necesario considerar que las
personas con discapacidad que viven o son sometidas a tratamientos en instituciones psiquiátricas,
son particularmente vulnerables a la tortura u otras formas de trato cruel, inhumano o degradante.
La vulnerabilidad intrínseca de las personas con discapacidades mentales es agravada por el alto
grado de intimidad que caracteriza los tratamientos de las enfermedades psiquiátricas, que torna a
esas personas más susceptibles a tratos abusivos cuando son sometidos a internación […].

107. En los entornos institucionales, ya sea en hospitales públicos o privados, el personal médico
encargado del cuidado de los pacientes, ejerce un fuerte control o dominio sobre las personas que
se encuentran sujetas a su custodia. Este desequilibrio intrínseco de poder entre una persona
internada y las personas que tienen la autoridad, se multiplica muchas veces en las instituciones
psiquiátricas. La tortura y otras formas de trato cruel, inhumano o degradante, cuando infligidas a
esas personas afectan su integridad psíquica, física y moral, suponen una afrenta para su dignidad y
restringen gravemente su autonomía, lo cual podría tener como consecuencia agravar la
enfermedad.

108. Todas las anteriores circunstancias exigen que se ejerza una estricta vigilancia sobre dichos
establecimientos. Los Estados tienen el deber de supervisar y garantizar que en toda institución
psiquiátrica, pública o privada, sea preservado el derecho de los pacientes de recibir un tratamiento
digno, humano y profesional, y de ser protegidos contra la explotación, el abuso y la degradación.

109. La atención de salud mental debe estar disponible a toda persona que lo necesite. Todo
tratamiento de personas que padecen de discapacidades mentales debe estar dirigido al mejor
interés del paciente, debe tener como objetivo preservar su dignidad y su autonomía, reducir el
impacto de la enfermedad, y mejorar su calidad de vida […].

110. Al analizar las violaciones a la vida y a la integridad personal en perjuicio del señor Damião
Ximenes Lopes, la Corte se remitirá a la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, instrumento que forma parte del
marco normativo de protección de los derechos humanos en el sistema interamericano y que fue
ratificado por el Estado el 15 agosto de 2001, como fuente de interpretación para determinar las
obligaciones del Estado en relación con la Convención Americana en el presente caso.

111. Asimismo, en el ámbito de la Organización Mundial de la Salud, como de la Organización


Panamericana de la Salud, se han establecido los principales estándares aplicables al tratamiento de
salud mental. La Corte considera que dichos instrumentos, tales como los Principios para la
Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental de las
Naciones Unidas, y Normas Uniformes a la Igualdad de Oportunidades para Personas con
Discapacidad, así como los estándares técnicos dispuestos en la Declaración de Caracas y la
Declaración de Madrid, son particularmente importantes para el análisis y el escrutinio de la
conformidad del tratamiento prestado al señor Damião Ximenes Lopes con los estándares
internacionales sobre la materia. Este Tribunal tendrá especialmente presente dichos instrumentos
en el capítulo sobre la violación de los artículos 4 y 5 de la Convención Americana en este caso.

125. En virtud de este papel fundamental que se asigna al derecho a la vida en la Convención, la
Corte ha afirmado en su jurisprudencia constante que los Estados tienen la obligación de garantizar
la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho
inalienable, y en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él. En esencia, el
artículo 4 de la Convención garantiza no sólo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la
140

vida arbitrariamente, sino que además, el deber de los Estados de adoptar las medidas necesarias
para crear un marco normativo adecuado que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida;
establecer un sistema de justicia efectivo capaz de investigar, castigar y reparar toda privación de la
vida por parte de agentes estatales o particulares; y salvaguardar el derecho a que no se impida el
acceso a las condiciones que garanticen una vida digna, lo que incluye la adopción de medidas
positivas para prevenir la violación de este derecho.

126. A su vez, la Convención Americana reconoce expresamente el derecho a la integridad personal,


bien jurídico cuya protección encierra la finalidad principal de la prohibición imperativa de la tortura
y penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Este Tribunal ha considerado de forma
constante en su jurisprudencia que dicha prohibición pertenece hoy día al dominio del ius cogens. El
derecho a la integridad personal no puede ser suspendido bajo circunstancia alguna.

127. La Corte ya ha establecido que “[la] infracción del derecho a la integridad física y psíquica de las
personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la
tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes cuyas secuelas
físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos que deberán ser
demostrados en cada situación concreta”. Es decir, las características personales de una supuesta
víctima de tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes, deben ser tomadas en cuenta al
momento de determinar si la integridad personal fue vulnerada, ya que tales características pueden
cambiar la percepción de la realidad del individuo, y por ende, incrementar el sufrimiento y el
sentido de humillación cuando son sometidas a ciertos tratamientos.

TODO TRATAMIENTO DE SALUD DIRIGIDO A PERSONAS


CON DISCAPACIDAD MENTAL DEBE TENER COMO
FINALIDAD PRINCIPAL, EL BIENESTAR DEL PACIENTE

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
2. El derecho al respeto a la dignidad y autonomía de las personas con discapacidad mental y
a una atención médica eficaz

128. Los Estados tienen el deber de asegurar una prestación de atención médica eficaz a las
personas con discapacidad mental. La anterior obligación se traduce en el deber estatal de asegurar
el acceso de las personas a servicios de salud básicos; la promoción de la salud mental; la prestación
de servicios de esa naturaleza que sean lo menos restrictivos posible, y la prevención de las
discapacidades mentales.

129. Debido a su condición psíquica y emocional, las personas que padecen de discapacidad mental
son particularmente vulnerables a cualquier tratamiento de salud, y dicha vulnerabilidad se ve
incrementada cuando las personas con discapacidad mental ingresan a instituciones de tratamiento
psiquiátrico. Esa vulnerabilidad aumentada, se da en razón del desequilibrio de poder existente
entre los pacientes y el personal médico responsable por su tratamiento, y por el alto grado de
intimidad que caracterizan los tratamientos de las enfermedades psiquiátricas.

130. La Corte considera que todo tratamiento de salud dirigido a personas con discapacidad mental
debe tener como finalidad principal el bienestar del paciente y el respeto a su dignidad como ser
humano, que se traduce en el deber de adoptar como principios orientadores del tratamiento
psiquiátrico, el respeto a la intimidad y a la autonomía de las personas. El Tribunal reconoce que este
último principio no es absoluto, ya que la necesidad misma del paciente puede requerir algunas
141

veces la adopción de medidas sin contar con su consentimiento. No obstante, la discapacidad mental
no debe ser entendida como una incapacidad para determinarse, y debe aplicarse la presunción de
que las personas que padecen de ese tipo de discapacidades son capaces de expresar su voluntad, la
que debe ser respetada por el personal médico y las autoridades. Cuando sea comprobada la
imposibilidad del enfermo para consentir, corresponderá a sus familiares, representantes legales o a
la autoridad competente, emitir el consentimiento en relación con el tratamiento a ser empleado.

i) Cuidados mínimos y condiciones de internación dignas

131. Los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de
la Salud Mental de las Naciones Unidas ofrecen una guía útil para determinar si la atención médica
ha observado los cuidados mínimos para preservar la dignidad del paciente. Los principios 1, 8 y 9
del mencionado catálogo, establecen las libertades fundamentales y los derechos básicos, y las
normas de la atención médica y del tratamiento a ser prestado a las personas con discapacidad
mental. Además, el lugar y las condiciones físicas en que se desarrolla el tratamiento deben ser
conformes con el respeto a la dignidad de la persona, de acuerdo con el Principio 13.

132. La Corte considera que las precarias condiciones de funcionamiento de la Casa de Reposo
Guararapes, tanto en cuanto las condiciones generales del lugar como la atención médica, se
distanciaban de forma significativa a las adecuadas para ofrecer un tratamiento de salud digno,
particularmente en razón de que afectaban a personas con una gran vulnerabilidad por su
discapacidad mental, y eran per se incompatibles con una protección adecuada de la integridad
personal y de la vida.

LA SUJECIÓN SE EMPLEARÍA COMO MEDIDA DE ÚLTIMO


RECURSO Y CON LA ÚNICA FINALIDAD DE PROTEGER AL
PACIENTE, AL PERSONAL MÉDICO Y A TERCEROS

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
ii) El uso de la sujeción

133. La sujeción se entiende como cualquier acción que interfiera con la capacidad de un paciente
de tomar decisiones o que restringe su libertad de movimiento. La Corte toma nota que el uso de la
sujeción posee un alto riesgo de ocasionar daños o la muerte del paciente, y que las caídas y lesiones
son comunes durante dicho procedimiento.

134. El Tribunal considera que la sujeción es una de las medidas más agresivas a que puede ser
sometido un paciente en tratamiento psiquiátrico. Para que esté en conformidad con el respeto a la
integridad psíquica, física y moral de la persona, según los parámetros exigidos por el artículo 5 de la
Convención Americana, debe ser empleada como medida de último recurso y únicamente con la
finalidad de proteger al paciente, o bien al personal médico y a terceros, cuando el comportamiento
de la persona en cuestión sea tal que ésta represente una amenaza a la seguridad de aquéllos. La
sujeción no puede tener otro motivo sino éste, y sólo debe ser llevada a cabo por personal calificado
y no por los pacientes.

135. Además, y en consideración de que todo tratamiento debe ser elegido con base en el mejor
interés del paciente y en respeto de su autonomía, el personal médico debe aplicar el método de
sujeción que sea menos restrictivo, después de una evaluación de su necesidad, por el período que
142

sea absolutamente necesario, y en condiciones que respeten la dignidad del paciente y que
minimicen los riesgos al deterioro de su salud.

136. Al señor Damião Ximenes Lopes se le sujetó con las manos hacia atrás entre la noche del
domingo y el lunes por la mañana sin una reevaluación de la necesidad de proseguir en la
contención, y se le dejó caminar sin la adecuada supervisión. Esta forma de sujeción física a que fue
sometida la presunta víctima no satisface la necesidad de proveer al paciente un tratamiento digno,
ni la protección de su integridad psíquica, física o moral.

DEBERES DEL ESTADO RESPECTO DE PERSONAS CON


DISCAPACIDAD MENTAL, INCLUYEN LOS DE CUIDAR,
REGULAR, FISCALIZAR E INVESTIGAR

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
B) Los deberes del Estado en relación con las personas con discapacidad mental

137. La Corte ya señaló que de la obligación general de garantía de los derechos a la vida y a la
integridad física, nacen deberes especiales de protección y prevención, los cuales, en el presente
caso, se traducen en deberes de cuidar y de regular.

1. El deber de cuidar

138. Con la finalidad de determinar las obligaciones del Estado en relación con las personas que
padecen de una discapacidad mental, la Corte estima necesario tomar en cuenta, en primer lugar, la
posición especial de garante que asume el Estado con respecto a personas que se encuentran bajo
su custodia o cuidado, a quienes el Estado tiene la obligación positiva de proveer las condiciones
necesarias para desarrollar una vida digna.

139. En segundo lugar, el Tribunal considera que lo anterior se aplica de forma especial a las
personas que se encuentran recibiendo atención médica, ya que la finalidad última de la prestación
de servicios de salud es la mejoría de la condición de salud física o mental del paciente, lo que
incrementa significativamente las obligaciones del Estado, y le exige la adopción de las medidas
disponibles y necesarias para impedir el deterioro de la condición del paciente y optimizar su salud.

140. Finalmente, los cuidados de que son titulares todas las personas que se encuentran recibiendo
atención médica, alcanzan su máxima exigencia cuando se refieren a pacientes con discapacidad
mental, dada su particular vulnerabilidad cuando se encuentran en instituciones psiquiátricas.

2. El deber de regular y fiscalizar

141. El Tribunal ha establecido que el deber de los Estados de regular y fiscalizar las instituciones que
prestan servicio de salud, como medida necesaria para la debida protección de la vida e integridad
de las personas bajo su jurisdicción, abarca tanto a las entidades públicas y privadas que prestan
servicios públicos de salud, como aquellas instituciones que se dedican exclusivamente a servicios
privados de salud […]. En particular, respecto de las instituciones que prestan servicio público de
salud, tal y como lo hacía la Casa de Reposo Guararapes, el Estado no sólo debe regularlas y
fiscalizarlas, sino que además tiene el especial deber de cuidado en relación con las personas ahí
internadas.
143

146. El Estado tiene responsabilidad internacional por incumplir, en el presente caso, su deber de
cuidar y de prevenir la vulneración de la vida y de la integridad personal, así como su deber de
regular y fiscalizar la atención médica de salud, los que constituyen deberes especiales derivados de
la obligación de garantizar los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención
Americana.

3. El deber de investigar

147. La obligación de garantizar los derechos humanos consagrados en la Convención no se agota


con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento de esta obligación,
sino que comporta la necesidad de una conducta gubernamental que asegure la existencia, en la
realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. En ese sentido,
una de esas condiciones para garantizar efectivamente el derecho a la vida y a la integridad personal
es el cumplimiento del deber de investigar las afectaciones a los mismos, el cual se deriva del
artículo 1.1 de la Convención en conjunto con el derecho sustantivo que debe ser amparado,
protegido o garantizado.

148. Dado lo anterior el Estado tiene el deber de iniciar ex officio y sin dilación, una investigación
seria, imparcial y efectiva, que no se emprenda como una simple formalidad condenada de
antemano a ser infructuosa. Esta investigación debe ser realizada por todos los medios legales
disponibles y orientada a la determinación de la verdad y a la investigación, enjuiciamiento y castigo
de todos los responsables de los hechos, especialmente cuando están o puedan estar involucrados
agentes estatales.

149. Para determinar si la obligación de proteger los derechos a la vida y a la integridad personal
mediante una investigación seria de lo ocurrido se ha cumplido a cabalidad, es preciso examinar los
procedimientos abiertos a nivel interno destinados a dilucidar los hechos, lo cual se efectuará en el
Capítulo X de la presente Sentencia.

Término “discapacidad”

ANTECEDENTES, SIGNIFICADO Y ALCANCE


DEL TÉRMINO “DISCAPACIDAD”

Corte IDH. Caso Furlan y familiares Vs. Argentina. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246.
B.2. Niñas y niños, y personas con discapacidad

128. Desde los inicios del Sistema Interamericano, en la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, adoptada en 1948, se han reivindicado los derechos de las personas con
discapacidad.

129. En décadas posteriores, el Protocolo Adicional a la Convención Americana en materia de


Derechos Económicos, Sociales y Culturales ("Protocolo de San Salvador"), en su artículo 18, señala
que “[t]oda persona afectada por una disminución de sus capacidades físicas o mentales tiene
derecho a recibir una atención especial con el fin de alcanzar el máximo desarrollo de su
personalidad”.

130. Posteriormente, en 1999 se adoptó la Convención Interamericana para la Eliminación de todas


las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad (en adelante “CIADDIS”), la cual
144

indica en su Preámbulo que los Estados Partes reafirman “que las personas con discapacidad tienen
los mismos derechos humanos y libertades fundamentales que otras personas; y que estos
derechos, incluido el de no verse sometidos a discriminación fundamentada en la discapacidad,
dimanan de la dignidad y la igualdad que son inherentes a todo ser humano”. Asimismo, dicha
Convención consagró un catálogo de obligaciones que los Estados deben cumplir con el objetivo de
alcanzar “la prevención y eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con
discapacidad y propiciar su plena integración en la sociedad”. Esta Convención fue ratificada por
Argentina el 10 de enero de 2001. Recientemente, se aprobó en la Asamblea General de la OEA la
“Declaración del Decenio de las Américas por los Derechos y la Dignidad de las personas con
discapacidad (2006-2016)”.

131. Por su parte, el 3 de mayo de 2008 entró en vigor, en el sistema universal, la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad (en adelante “CDPD”), la cual establece los siguientes
principios rectores en la materia : i) el respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual,
incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas; ii) la no
discriminación; iii) la participación e inclusión plenas y efectivas en la sociedad; iv) el respeto por la
diferencia y la aceptación de las personas con discapacidad como parte de la diversidad y la
condición humanas; v) la igualdad de oportunidades; vi) la accesibilidad; vii) la igualdad entre el
hombre y la mujer, y viii) el respeto a la evolución de las facultades de los niños y las niñas con
discapacidad y de su derecho a preservar su identidad. Dicha Convención fue ratificada por
Argentina el 2 de septiembre de 2008.

132. LA CIADDIS define el término “discapacidad” como “una deficiencia física, mental o sensorial, ya
sea de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer una o más actividades
esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el entorno económico y social”.
Por su parte, la CDPD establece que las personas con discapacidad “incluyen a aquellas que tengan
deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con
diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de
condiciones con las demás”.

133. Al respecto, la Corte observa que en las mencionadas Convenciones se tiene en cuenta el
modelo social para abordar la discapacidad, lo cual implica que la discapacidad no se define
exclusivamente por la presencia de una deficiencia física, mental, intelectual o sensorial, sino que se
interrelaciona con las barreras o limitaciones que socialmente existen para que las personas puedan
ejercer sus derechos de manera efectiva. Los tipos de límites o barreras que comúnmente
encuentran las personas con diversidad funcional en la sociedad, son, entre otras, barreras físicas o
arquitectónicas, comunicativas, actitudinales o socioeconómicas.

134. En este sentido, la Corte Interamericana reitera que toda persona que se encuentre en una
situación de vulnerabilidad es titular de una protección especial, en razón de los deberes especiales
cuyo cumplimiento por parte del Estado es necesario para satisfacer las obligaciones generales de
respeto y garantía de los derechos humanos. El Tribunal recuerda que no basta con que los Estados
se abstengan de violar los derechos, sino que es imperativa la adopción de medidas positivas,
determinables en función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya
sea por su condición personal o por la situación específica en que se encuentre, como la
discapacidad. En este sentido, es obligación de los Estados propender por la inclusión de las
personas con discapacidad por medio de la igualdad de condiciones, oportunidades y participación
en todas las esferas de la sociedad, con el fin de garantizar que las limitaciones anteriormente
145

descritas sean desmanteladas. Por tanto, es necesario que los Estados promuevan prácticas de
inclusión social y adopten medidas de diferenciación positiva para remover dichas barreras.

135. Asimismo, la Corte considera que las personas con discapacidad a menudo son objeto de
discriminación a raíz de su condición, por lo que los Estados deben adoptar las medidas de carácter
legislativo, social, educativo, laboral o de cualquier otra índole, necesarias para que toda
discriminación asociada con las discapacidades sea eliminada, y para propiciar la plena integración
de esas personas en la sociedad. El debido acceso a la justicia juega un rol fundamental para
enfrentar dichas formas de discriminación.

136. Respecto a las obligaciones reforzadas que ostentan los Estados con los niños y las niñas con
discapacidad, la CDPD establece que : i) “[l]os Estados Partes tomarán todas las medidas necesarias
para asegurar que todos los niños y las niñas con discapacidad gocen plenamente de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales en igualdad de condiciones con los demás niños y
niñas”; ii) “[e]n todas las actividades relacionadas con los niños y las niñas con discapacidad, una
consideración primordial será la protección del interés superior del niño”, y iii) “que los niños y las
niñas con discapacidad tienen derecho a expresar su opinión libremente sobre todas las cuestiones
que les afecten, opinión que recibirá la debida consideración teniendo en cuenta su edad y madurez,
en igualdad de condiciones con los demás niños y niñas, y a recibir asistencia apropiada con arreglo
a su discapacidad y edad para poder ejercer ese derecho”. Por su parte, en la Observación General
No. 9, el Comité sobre los Derechos del Niño indicó que “el principio rector para la aplicación de la
Convención con respecto a los niños con discapacidad [es] el disfrute de una vida plena y decente en
condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí mismo y faciliten la
participación activa del niño en la comunidad”.

138. Asimismo, la Convención sobre los Derechos del Niño obliga a los Estados a la adopción de
medidas especiales de protección en materia de salud y seguridad social, que incluso deben ser
mayores en casos de niños con discapacidad. Respecto de los niños con discapacidad, el Comité
sobre los Derechos del Niño señaló que:
[e]l logro del mejor posible estado de salud, así como el acceso y la asequibilidad de la
atención de la salud de calidad es un derecho inherente para todos los niños. Los niños
con discapacidad muchas veces se quedan al margen de todo ello debido a múltiples
problemas, en particular la discriminación, la falta de acceso y la ausencia de información
y/o recursos financieros, el transporte, la distribución geográfica y el acceso físico a los
servicios de atención de salud.

Personas con infertilidad

PERSONAS CON INFERTILIDAD, LIMITADAS POR DECISIÓN


DE SALA CONSTITUCIONAL, ESTARÍAN PROTEGIDAS POR
LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD

Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros (Fecundación in Vitro) Vs. Costa Rica. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2012. Serie
C No. 257.
288. La Corte toma nota que la Organización Mundial por la Salud (en adelante “OMS”) ha definido
la infertilidad como “una enfermedad del sistema reproductivo definida como la incapacidad de
lograr un embarazo clínico después de 12 meses o más de relaciones sexuales no protegidas” […].
146

Según el perito Zegers-Hochschild, “la infertilidad es una enfermedad que tiene numerosos efectos
en la salud física y psicológica de las personas, así como consecuencias sociales, que incluyen
inestabilidad matrimonial, ansiedad, depresión, aislamiento social y pérdida de estatus social,
pérdida de identidad de género, ostracismo y abuso […]. [G]enera angustia, depresión aislamiento y
debilita los lazos familiares”. La perita Garza testificó que “[e]s más exacto considerar la infertilidad
como un síntoma de una enfermedad subyacente. Las enfermedades que causan infertilidad tienen
un doble efecto…dificultando el funcionamiento de la infertilidad, pero también causando, tanto a
corto como a largo plazo, problemas de salud para el hombre o la mujer”. En sentido similar, la
Asociación Médica Mundial ha reconocido que las tecnologías reproductivas “difieren del
tratamiento de enfermedades en que la incapacidad para ser padres sin ayuda médica no siempre se
considera una enfermedad. Aún cuando pueda tener profundas consecuencias psicosociales, y por
tanto médicas, no es en sí misma limitante de la vida. Sin embargo, sí constituye una causa
significativa de enfermedades mentales graves y su tratamiento es claramente médico”.

289. Del artículo 25 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (en
adelante “CDPD”) se desprende el derecho de las personas con discapacidad de acceder a las
técnicas necesarias para resolver problemas de salud reproductiva. Mientras que el perito Caruso
consideró que solo se puede hablar de la infertilidad como discapacidad en determinadas
condiciones y supuestos, y por tanto sólo en casos específicos. El perito Hunt observó que “la
infertilidad involuntaria es una discapacidad”, considerando que:
“[e]l Preámbulo de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
de la cual Costa Rica es Parte, reconoce que la `discapacidad es un concepto que
evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las
barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la
sociedad, en igualdad de condiciones con las demás´. De acuerdo al modelo biopsicosocial
de la OMS sobre discapacidad, ésta tiene uno o más de los tres niveles de dificultad en el
funcionamiento humano: un impedimento físico psicológico; una limitación de una
actividad debido a un impedimento (limitación de una actividad) y una participación
restringida debido a una limitación de actividad. De acuerdo a la Clasificación
Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud de la OMS, los
impedimentos incluyen problemas en el funcionamiento del cuerpo; las limitaciones de
las actividades son dificultades que una persona puede tener al realizar una actividad; y
las participaciones restringidas son problemas que una persona puede experimentar en
diversas situaciones de la vida”.

290. El Protocolo Adicional a la Convención Americana en materia de Derechos Económicos, Sociales


y Culturales ("Protocolo de San Salvador"), en su artículo 18, señala que “[t]oda persona afectada
por una disminución de sus capacidades físicas o mentales tiene derecho a recibir una atención
especial con el fin de alcanzar el máximo desarrollo de su personalidad”. La Convención
Interamericana para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Personas con
Discapacidad (en adelante “CIADDIS”) define el término “discapacidad” como “una deficiencia física,
mental o sensorial, ya sea de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer
una o más actividades esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el entorno
económico y social”. Por su parte, la CDPD establece que las personas con discapacidad “incluyen a
aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al
interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad,
en igualdad de condiciones con las demás”. La discapacidad resulta de la interacción entre las
147

limitaciones funcionales de una persona y las barreras existentes en el entorno que impiden el
ejercicio pleno de sus derechos y libertades.

293. Con base en estas consideraciones y teniendo en cuenta la definición desarrollada por la OMS
según la cual la infertilidad es una enfermedad del sistema reproductivo […], la Corte considera que
la infertilidad es una limitación funcional reconocida como una enfermedad y que las personas con
infertilidad en Costa Rica, al enfrentar las barreras generadas por la decisión de la Sala
Constitucional, debían considerarse protegidas por los derechos de las personas con discapacidad,
que incluyen el derecho de acceder a las técnicas necesarias para resolver problemas de salud
reproductiva. Dicha condición demanda una atención especial para que se desarrolle la autonomía
reproductiva.

Personas con discapacidad y la no discriminación

A LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD LES ASISTE EL


DERECHO DE GOZAR DEL MÁS ALTO NIVEL DE SALUD SIN
DISCRIMINACIÓN POR MOTIVOS DE DISCAPACIDAD

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
210. En cuanto a la salud de las personas con discapacidad, el artículo 25 de la CDPD reconoce “que
las personas con discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin
discriminación por motivos de discapacidad”, para lo cual los Estados deben adoptar “las medidas
pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad a servicios de salud que tengan
en cuenta las cuestiones de género, incluida la rehabilitación relacionada con la salud”. Asimismo, el
artículo 26 de la CDPD establece la obligación de los Estados de adoptar medidas efectivas y
pertinentes de habilitación y rehabilitación para que las personas con discapacidad puedan lograr y
mantener la máxima independencia, capacidad física, mental, social y vocacional, y la inclusión y
participación plena en todos los aspectos de la vida.

214. El derecho a la accesibilidad desde la perspectiva de la discapacidad comprende el deber de


ajustar un entorno en el que un sujeto con cualquier limitación puede funcionar y gozar de la mayor
independencia posible, a efectos de que participe plenamente en todos los aspectos de la vida en
igualdad de condiciones con las demás. En el caso de personas con dificultades de movilidad física, el
contenido del derecho a la libertad de desplazamiento implica el deber de los Estados de identificar
los obstáculos y las barreras de acceso y, en consecuencia, proceder a eliminarlos o adecuarlos,
asegurando con ello la accesibilidad de las personas con discapacidad a las instalaciones o servicios
para que gocen de movilidad personal con la mayor independencia posible.

215. En atención a los criterios anteriores, la Corte considera que el Estado tenía la obligación de
garantizar accesibilidad a las personas con discapacidad que se vean privadas de su libertad, en este
caso a la presunta víctima, de conformidad con el principio de no discriminación y con los elementos
interrelacionados de la protección a la salud, a saber, disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y
calidad, incluida la realización de ajustes razonables necesarios en el centro penitenciario, para
permitir que pudiera vivir con la mayor independencia posible y en igualdad de condiciones con
otras personas en situación de privación de libertad.
148

216. Asimismo, el Estado debió facilitar que pudiera acceder, conforme al principio de equivalencia,
a medios a los cuales razonablemente hubiera podido acceder para lograr su rehabilitación si no
hubiera estado bajo custodia estatal, así como para prevenir la adquisición de nuevas
discapacidades. En este sentido, el perito Carlos Ríos Espinosa, miembro del Comité de Naciones
Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, se refirió a la importancia de que el
Estado hubiese tomado determinadas medidas, tales como otorgarle una prótesis o asegurar que
ella contara con apoyo de profesionales que le permitieran comprender y aceptar su nueva
condición. Además, señaló que los Estados tienen la carga de acreditar que adoptaron las medidas
necesarias para eliminar las barreras que enfrentan y garantizar igualdad de condiciones en el goce
de sus derechos.

217. En este caso, la señora Chinchilla se movilizaba en una silla de ruedas y, según el referido
informe socioeconómico, tenía problemas “por los espacios tan reducidos del lugar” de detención
(COF), es decir, por las barreras o limitaciones físicas o arquitectónicas del lugar. En esta situación,
era razonable que el Estado adaptara, mínimamente, las instalaciones del centro penitenciario a su
situación de discapacidad. En cuanto a las medidas para facilitar su higiene personal, la Corte valora
que el Estado adecuara un sanitario y lavamanos dentro de la celda individual en que fue ubicada
dentro del área de maternidad. Sin embargo, en este sentido la señora Marta Maria Gatenbein
Chinchilla, hija de la señora Chinchilla Sandoval, manifestó que la silla de ruedas no entraba en la
ducha, por lo que ella y su esposo debieron colocar tubos dentro de la ducha para evitar que se
cayera y que debían pagar trescientos quetzales mensualmente como “colaboración” para que ella
pudiera permanecer en el área de maternal, más cien quetzales por el uso de televisión,
refrigeradora y luz eléctrica. El Estado no desvirtuó lo anterior, por lo que la mayoría de los ajustes
realizados no son atribuibles al Estado ni resultaron suficientes para paliar sus condiciones de
detención como persona en situación de discapacidad. En este sentido, no existía una
infraestructura adecuada, pues el área de maternidad era reducido (aunque sí permitía la
movilización en silla de ruedas) y ella dependía de otras internas y de personal penitenciario para
poder trasladarse a las áreas comunes. Su caída se dio en las gradas que comunicaban a los hogares
C y D del COF al tratar de bajar del lugar donde se encontraba y no tener quién la desplazara (la
celda se encontraba en lo alto de varias gradas, por lo que dependía de otras reclusas para moverse
dentro del centro de maternidad).

218. Por otro lado, respecto de las facilidades prácticas y procedimientos que debían seguirse para
permitir las salidas de la señora Chinchilla del COF y su asistencia a las citas médicas en hospitales, se
daban múltiples dificultades de accesibilidad física al transporte y de disponibilidad de medios de
transporte y tiempo de los policías que la custodiaban. Así, era necesario que guardias la cargaran y
la subieran con dificultades a una camioneta “pick up” sin facilidades para transporte de una
persona en silla de ruedas. Ella alegó además que no alcanzaba los teléfonos para comunicarse con
su familia. Estas situaciones permiten considerar que la señora Chinchilla estaba limitada en su
entorno y no existía personal asignado para desplazarla. En esta situación, era razonable que el
Estado adoptara las medidas necesarias para garantizar la accesibilidad a los servicios, por ejemplo
mantener personal disponible para atender y movilizar a la señora Chinchilla. No obstante, a pesar
de las medidas adoptadas, es posible concluir que no fueron adoptadas otras medidas para paliar la
situación ante su discapacidad sobrevenida, en particular un acceso razonable a medios para
posibilitar su rehabilitación cuando su salud se había deteriorado.

219. Por las razones anteriores es posible concluir que, como resultado de la falta de accesibilidad y
ajustes razonables suficientes, se colocó a la presunta víctima en situación de discriminación y en
149

condiciones de detención incompatibles con el derecho de toda persona con discapacidad a que se
respete su derecho a la integridad física y mental en igualdad de condiciones con las demás
personas, en los términos de los artículos 5.1 y 1.1 de la Convención, en perjuicio de la señora
Chinchilla Sandoval.

10. REPARACIONES

MIENTRAS LA COMUNIDAD SE ENCUENTRE SIN TIERRAS,


EL ESTADO DEBERÁ DOTAR AGUA, ATENCIÓN MÉDICA,
ALIMENTOS, LETRINAS, MATERIALES Y CREAR ESCUELA

Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146.
230. Tomando en cuenta lo anterior y a la luz de sus conclusiones en el capítulo relativo al artículo 4
de la Convención Americana […], la Corte dispone que mientras los miembros de la Comunidad se
encuentren sin tierras, el Estado deberá adoptar de manera inmediata, regular y permanente, las
siguientes medidas: a) suministro de agua potable suficiente para el consumo y aseo personal de los
miembros de la Comunidad; b) revisión y atención médica de todas los miembros de la Comunidad,
especialmente los niños, niñas, ancianos y mujeres, acompañado de la realización periódica de
campañas de vacunación y desparasitación, que respeten sus usos y costumbres; c) entrega de
alimentos en calidad y cantidad suficientes; d) creación de letrinas o cualquier tipo de servicio
sanitario adecuado en los asentamientos de la Comunidad, y e) dotar a la escuela del asentamiento
“Santa Elisa” de los materiales y recursos humanos necesarios, y crear una escuela temporal con los
materiales y recursos humanos necesarios para los niños y niñas del asentamiento “Km. 16”. En la
medida de lo posible la educación impartida considerará la cultura de la Comunidad y del Paraguay y
será bilingüe, en idioma exent y, a elección de los miembros de la Comunidad, español o guaraní.

ESTADO DEBE CONTINUAR DESARROLLANDO PROGRAMA


DE FORMACIÓN PARA PERSONAL MÉDICO Y PERSONAS
VINCULADAS CON LA ATENCIÓN DE SALUD MENTAL

Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
250. Quedó probado en el presente caso que al momento de los hechos no existía una adecuada
atención para el tratamiento e internación de personas con discapacidad mental, como en el caso de
la Casa de Reposo Guararapes, institución que brindaba ese servicio dentro del Sistema Único de
Salud. Si bien se destaca el hecho de que el Estado ha adoptado diversas medidas destinadas a
mejorar esa atención, este Tribunal considera que el Estado debe continuar desarrollando un
programa de formación y capacitación para el personal médico, psiquiátrico, psicológico, de
enfermería, auxiliares de enfermería y para todas aquellas personas vinculadas con la atención de
Salud Mental, en particular, sobre los principios que deben regir el trato a ser ofrecido a las personas
que padecen de discapacidad mental, conforme a los estándares internacionales en la materia y
aquellos establecidos en la presente Sentencia […].

VÍCTIMAS AFECTADAS POR ASESINATO DE FAMILIARES


DEBERÁN RECIBIR GRATUITAMENTE Y DE FORMA
INMEDIATA, TRATAMIENTO MÉDICO Y PSICOLÓGICO
150

Corte IDH. Caso de la Masacre de La Rochela Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C No. 163.
298. De acuerdo a las declaraciones y el peritaje rendidos en el presente proceso, los hechos de este
caso han provocado padecimientos físicos y psicológicos a los familiares de las víctimas que
fallecieron, y a la víctima sobreviviente Arturo Salgado Garzón y sus familiares, siendo en algunos
casos severos. En su experticia psicológica la señora Treue se refirió a la necesidad de los familiares
de las víctimas de recibir tratamiento médico y psicológico.

299. La víctima sobreviviente Arturo Salgado Garzón se refirió, particularmente, a los daños físicos
permanentes que le produjo la falta de debida asistencia médica de las heridas producidas por el
impacto de bala. La perito Treue también evaluó la gravedad del estado de salud física y mental de
esta víctima y las graves afectaciones que los hechos de este caso han tenido en su familia.

300. Respecto a los familiares de las víctimas fallecidas, la perito Treue observó que es “tangible la
presencia de la afectación psicológica y el sufrimiento duradero, provocado por el asesinato de sus
familiares sin haber tenido la oportunidad de procesar el dolor y asimilar la muerte violenta”.

301. Al rendir testimonio ante la Corte, Alejandra María Beltrán Uribe y Virgilio Alfonso Hernández
Castellanos, hijos de dos de las víctimas fallecidas, relataron el grave impacto que tuvieron los
hechos en la salud física y mental de los familiares. La señorita Beltrán, hija de la víctima Pablo
Antonio Beltrán Palomino, describió particularmente la afectación a la salud de su hermano, debido
a que no contaban con el apoyo económico de su padre para enfrentar las necesidades de
alimentación y asistencia médica especializada para atender las enfermedades de su hermano. Por
su parte, el señor Virgilio Hernández Castellanos, hijo de la víctima Virgilio Hernández Serrano,
enfatizó la afectación de la salud física y psicológica de su madre e indicó que “cualquier
circunstancia que pueda generar recuerdo sobre la vida de [su] padre genera serias consecuencias
sobre la salud de [su] madre”.

302. Con el fin de contribuir a la reparación de los daños físicos y psicológicos, el Tribunal estima
necesario disponer la obligación a cargo del Estado de brindar gratuitamente y de forma inmediata,
a través de sus instituciones de salud especializadas, el tratamiento médico y psicológico requerido
por los familiares declarados víctimas, y por la víctima sobreviviente Arturo Salgado Garzón. El
tratamiento médico de salud física debe brindarse por personal e instituciones especializadas en la
atención de las dolencias que presentan tales personas que aseguren que se proporcione el
tratamiento más adecuado y efectivo. El tratamiento psicológico y psiquiátrico debe brindarse por
personal e instituciones especializadas en la atención de víctimas de hechos de violencia como los
ocurridos en el presente caso. Dicho tratamiento médico y psicológico deber ser prestado por el
tiempo que sea necesario, incluir el suministro de los medicamentos que se requieran, y tomar en
consideración los padecimientos de cada uno de ellos después de una evaluación individual.

CUANDO UNA PERSONA ES DIAGNOSTICADA CON GRAVES


SECUELAS DE DISCAPACIDAD EL ESTADO DEBE ENTREGAR
CARTA DE DERECHOS QUE RESUMA SUS BENEFICIOS

Corte IDH. Caso Furlan y familiares Vs. Argentina. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246.
151

282. La Corte resalta que la atención de salud debe estar disponible a toda persona que lo necesite.
Todo tratamiento a personas con discapacidad debe estar dirigido al mejor interés del paciente,
debe tener como objetivo preservar su dignidad y su autonomía, reducir el impacto de la
enfermedad, y mejorar su calidad de vida. Asimismo, sobre los alcances del derecho a la
rehabilitación en los términos del derecho internacional, el artículo 25 de la CDPD establece el
derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin discriminación por motivos de discapacidad y
la obligación de adoptar medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con
discapacidad a servicios de salud, incluida la rehabilitación relacionada con la salud. En similar
sentido, se refiere el artículo 23 de la Convención sobre derechos del niño en relación con las
medidas que deben adoptar los Estados respecto a las niñas y niños con discapacidad.

283. Este Tribunal ha constatado el daño producido en perjuicio de Sebastián Furlan por la demora
en el proceso que impidió que accediera a los tratamientos médicos y psicológicos que habrían
podido tener un impacto positivo en su vida […], lo cual fue evidenciado por los peritajes médicos
que fueron allegados al proceso […]. Igualmente, se encuentra probada la afectación producida al
núcleo familiar de Sebastián Furlan […], los cuales fueron respaldados por los estudios socio-
económicos y los peritajes remitidos en el presente caso […]. Al respecto, la Corte resalta que de la
prueba pericial allegada al expediente se deriva que en casos como el presente la rehabilitación
debe ser brindada en forma temprana y oportuna, para lograr un resultado idóneo, debe ser
continua y abarcar más allá de la etapa de mayor complejidad inicial. Asimismo, la rehabilitación
debe tener en cuenta el tipo de discapacidad que la persona tiene y ser coordinado por un equipo
multidisciplinario que atienda todos los aspectos de la persona como una integralidad.

284. En consecuencia, la Corte estima, como lo ha hecho en otros casos, que es preciso disponer una
medida de reparación que brinde una atención adecuada a los padecimientos psicológicos y físicos
sufridos por las víctimas derivados de las violaciones establecidas en el presente Fallo. Por lo tanto,
el Tribunal considera necesario disponer la obligación a cargo del Estado de brindar gratuitamente, a
través de sus servicios de salud especializados, y de forma inmediata, adecuada y efectiva, el
tratamiento médico, psicológico y psiquiátrico a las víctimas, previo consentimiento informado,
incluida la provisión gratuita de los medicamentos que eventualmente se requieran, tomando en
consideración los padecimientos de cada uno de ellos. En el caso de que el Estado careciera de ellas
deberá recurrir a instituciones privadas o de la sociedad civil especializadas. Asimismo, los
tratamientos respectivos deberán prestarse, en la medida de lo posible, en los centros más cercanos
a sus lugares de residencia y por el tiempo que sea necesario. Al proveer el tratamiento psicológico o
psiquiátrico se debe considerar, además, las circunstancias y necesidades particulares de cada
víctima, de manera que se les brinden tratamientos familiares e individuales, según lo que se
acuerde con cada una de ellas y después de una evaluación individual. Las víctimas que requieran
esta medida de reparación, o sus representantes legales, disponen de un plazo de seis meses,
contado a partir de la notificación de la presente Sentencia, para dar a conocer al Estado su
intención de recibir atención médica, psicológica o psiquiátrica.

288. Además, teniendo en cuenta que la falta de una debida rehabilitación ha tenido un impacto
negativo en las diversas esferas sociales, laborales y educativas de a Sebastián Furlan […], la Corte
considera necesario que se le ofrezca acceso a servicios y programas de habilitación y rehabilitación,
que se basen en una evaluación multidisciplinaria de las necesidades y capacidades de la persona. Lo
anterior tomando bajo consideración el modelo social para abordar la discapacidad […], por cuanto
brinda un enfoque más amplio de medidas de rehabilitación para las personas con discapacidad. Por
tanto, el Tribunal ordena al Estado argentino la conformación de un grupo interdisciplinario, el cual,
152

teniendo en cuenta la opinión de Sebastián Furlan, determinará las medidas de protección y


asistencia que serían más apropiadas para su inclusión social, educativa, vocacional y laboral.
Igualmente, en la determinación de dichas medidas, se deberá tener en cuenta la asistencia
necesaria para facilitar la implementación de las mismas, por lo que de manera consensuada, se
deberán poner en práctica, entre otras medidas, atención a domicilio o en sitios cercanos a su
residencia. El Estado deberá informar anualmente sobre la implementación de esta medida por un
período de tres años, una vez se inicie la implementación de dicho mecanismo.

295. En consecuencia, la Corte considera que, en el marco de la implementación de las leyes


argentinas que regulan el acceso a prestaciones en salud y seguridad social, el Estado deberá
adoptar las medidas necesarias para asegurar que al momento en que una persona es diagnosticada
con graves problemas o secuelas relacionadas con discapacidad, le sea entregada a la persona o su
grupo familiar una carta de derechos que resuma en forma sintética, clara y accesible los beneficios
que contemplan las mencionadas normas, los estándares sobre protección de las personas con
discapacidad mental establecidos en esta Sentencia y las políticas públicas análogas, así como las
instituciones que pueden prestar ayuda para exigir el cumplimiento de sus derechos. El Estado
deberá informar anualmente sobre la implementación de esta medida por un período de tres años
una vez se inicie la implementación de dicho mecanismo.

305. En conclusión, con base en el control de convencionalidad, es necesario que las


interpretaciones judiciales y administrativas y las garantías judiciales se apliquen adecuándose a los
principios establecidos en la jurisprudencia de este Tribunal en el presente caso. Ello es de particular
relevancia en relación con lo señalado en el presente caso respecto a la necesidad de tener en
cuenta las situaciones de vulnerabilidad que pueda afrontar una persona, especialmente cuando se
trate de menores de edad o personas con discapacidad, con el fin de que se les garantice un trato
preferencial respecto a la duración de los procesos judiciales y en el marco de los procesos en que se
disponga el pago de indemnizaciones ordenadas judicialmente (supra párrs. 204, 217 y 222).

308. El Tribunal toma nota de las actividades desarrolladas por el Estado en materia de capacitación
a funcionarios, campañas de divulgación y cooperación interinstitucional, tendientes a potencializar
los servicios a favor de las personas con discapacidad. No obstante, teniendo en cuenta las
violaciones que fueron declaradas, en perjuicio de una persona con discapacidad, respecto a la
duración del proceso […] y la ejecución del mismo […], la Corte entiende necesario que el Estado
continúe realizando los cursos de capacitación a funcionarios de la rama ejecutiva y judicial y las
campañas informativas públicas en materia de la protección de los derechos de personas con
discapacidad. Los programas de capacitación y formación deben reflejar debidamente el principio de
la plena participación e igualdad, y realizarse en consulta con las organizaciones de personas con
discapacidad. Además, la Corte valora que el Estado continúe fortaleciendo la cooperación entre
instituciones estatales y organizaciones no gubernamentales, con el objetivo de brindar una mejor
atención a las personas con discapacidad y sus familiares. Para esto, se debe garantizar que las
organizaciones de personas con discapacidad puedan ejercer un rol fundamental, a fin de asegurar
que sus preocupaciones sean consideradas y tramitadas debidamente.

MASACRE AFECTÓ VIDA INDIVIDUAL Y COMUNITARIA, POR


LO QUE SE ORDENA HACER UN PROGRAMA PERMANENTE E
INTEGRAL DE SALUD FÍSICA, PSÍQUICA Y PSICOSOCIAL
153

Corte IDH. Caso Masacres de El Mozote y lugares aledaños Vs. El Salvador. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de octubre de 2012. Serie C No. 252.
351. Ahora bien, en lo que se refiere al impacto psicosocial y consecuencias emocionales sufridos
por las víctimas, la perito Yáñez De La Cruz explicó que “la masacre […]disolvió los tramas sociales
donde se insertaba el proyecto de vida tanto individual como comunitario […]. Hubo una pérdida del
sujeto colectivo como tal que se siente identitario dentro de su comunidad y hubo un duro impacto
a la dignidad colectiva”. Sobre este aspecto, puntualizó que la violencia se ejerció en las plazas y en
las iglesias, así como se arrasó con la tierra y los animales, como efecto se arrasó también “con lo
que era el centro de la vida colectiva”, “con la identidad y con la simbología del universo
campesino”. Es así que las víctimas, cuando oyen hablar de la masacre o ven algo que se las
recuerda, “el 98% describe que se siente mal, con mareos, dolor en el pecho y estado general bajo”.
Muchas, además, han sido diagnosticadas con enfermedades como cáncer, esclerosis múltiple y
otras enfermedades terminales. Por su parte, las personas y las familias que fueron desplazadas de
su lugar de origen “perdieron los vínculos comunitarios y afectivos de sus raíces identitarias, además
de los bienes materiales”, así como lo que “constituyó, hasta ese momento el proyecto vital de cada
cual”. Por ende, sienten “rabia, tristeza, miedo, nostalgia, impotencia, vergüenza, desampar[o] y
desubicación vital, todo lo que puede dar como resultado la aparición de síntomas psicológicos”. La
perito advirtió que en general las víctimas “[n]o han podido procesar el dolor por falta de espacios
de validación social de su dolor, por la falta de apoyo institucional y colectivo. Es un dolor que se
lleva muy dentro, en lo privado, paralizando muchos aspectos saludables, como dar o recibir afecto,
y como tener una proyección de futuro”. Todo ello debe repararse en los planos individuales y
colectivos.

352. Habiendo constatado las violaciones y los daños sufridos por las víctimas, tal como lo ha hecho
en otros casos, la Corte considera necesario ordenar medidas de rehabilitación en el presente caso.
Al respecto, estima que una atención integral a los padecimientos físicos, psíquicos y psicosociales
sufridos por las víctimas en el presente caso resulta ser la reparación idónea. En efecto, dado las
características del presente caso, la Corte estima que la asistencia psicosocial es un componente
reparador esencial, ya que se ha constatado que los daños sufridos por las víctimas se refieren no
sólo a partes de su identidad individual sino a la pérdida de sus raíces y vínculos comunitarios. Por
ende, el Tribunal considera necesario disponer la obligación a cargo del Estado de implementar, en
un plazo de un año, un programa de atención y tratamiento integral de la salud física, psíquica y
psicosocial con carácter permanente. Dicho programa deberá tener un enfoque multidisciplinario a
cargo de expertos en la materia, sensibilizados y capacitados en la atención de víctimas de
violaciones a los derechos humanos, así como un enfoque de atención colectiva.

EL ESTADO DEBERÁ BRINDAR GRATUITAMENTE


MEDICAMENTOS Y ATENCIÓN MÉDICA A VÍCTIMA QUE
ADQUIRIÓ VIH POR ACCIONES Y OMISIONES ESTATALES

Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298.
358. La Corte resalta que, en el marco de la presente Sentencia, se declaró que Talía adquirió el virus
del VIH como consecuencia directa de acciones y omisiones del Estado en el marco de la inspección,
vigilancia y control de la prestación de servicios de salud por parte del Estado. En consecuencia, si
bien este Tribunal reconoce como positivo y valora el esfuerzo institucional que se viene llevando a
154

cabo para lograr una atención sanitaria de calidad a través del sector público, la Corte considera
pertinente que, para que la atención en salud proyecte una vocación reparadora en el caso concreto,
se suministre el nivel de prevención, tratamiento, atención y apoyo que requiera Talía para la
atención de su salud.

359. Por ello, la Corte estima, como lo ha hecho en otros casos, que es preciso disponer una medida
de atención que brinde una atención adecuada a los padecimientos físicos y psicológicos sufridos
por Talía, como consecuencia de las violaciones establecidas en esta Sentencia. De este modo, este
Tribunal dispone la obligación a cargo del Estado de brindar gratuitamente, a través de instituciones
de salud públicas especializadas o personal de salud especializado, y de forma inmediata, oportuna,
adecuada y efectiva, el tratamiento médico y psicológico o psiquiátrico a Talía Gonzales Lluy,
incluyendo el suministro gratuito de los medicamentos que eventualmente se requieran, tomando
en consideración sus padecimientos. En el caso de que el Estado careciera de ellas deberá recurrir a
instituciones privadas o de la sociedad civil especializadas. Asimismo, los tratamientos respectivos
deberán prestarse, en la medida de lo posible, en el centro más cercano a su lugar de residencia en
el Ecuador por el tiempo que sea necesario. La víctima o sus representantes legales disponen de un
plazo de seis meses, contado a partir de la notificación de la presente Sentencia, para dar a conocer
al Estado su intención de recibir atención psicológica y/o psiquiátrica.

360. Asimismo, en situaciones de urgencia, la Corte dispone que el Estado deberá adoptar las
recomendaciones de la médica o médico de confianza que Talía señale. Además, si el médico o la
médica de confianza determina que existe un motivo fundado por el que Talía deba recibir atención
en el sistema privado de salud, el Estado deberá cubrir los gastos necesarios para el restablecimiento
de su salud. Corresponderá al Estado acreditar ante este Tribunal la permanencia de esta medida.
Respecto de la misma, deberá presentar un informe cada tres meses.

387. Por otra parte, en cuanto a los mecanismos de supervisión y fiscalización de los bancos de
sangre y la verificación de la seguridad de los productos sanguíneos utilizados para actividades
transfusionales, la Corte constata que el Ecuador cuenta actualmente con programas de evaluación
externa del desempeño de los bancos de sangre y programas de control interno en serología, los
cuales son fiscalizados por el Ministerio de Salud Pública a través del Programa Nacional de Sangre,
conforme a lo establecido en la Ley Orgánica de Salud del año 2006. Además, según informó el
Ministerio, se estableció que previo a la distribución de componentes sanguíneos para transfusión se
realice una prueba de amplificación de ácidos nucleicos, con el fin de disminuir las posibilidades de
que se realicen donaciones infectadas. También, el Estado ha adoptado un Manual sobre Criterios
Técnicos para el Uso Clínico de Sangre y Hemocomponentes, un Manual Técnico de Hemovigilancia
en bancos de sangre, y Criterios Técnicos Administrativos para la Implementación de Servicios de
Medicina Transfusional en las Unidades Operativas con Servicio de Internación. En este sentido, la
Corte recuerda el deber estatal de supervisar y fiscalizar continuamente el funcionamiento de los
bancos de sangre y hospitales, a fin de asegurar que se apliquen los estándares técnicos mínimos de
seguridad reconocidos internacionalmente en esta materia. Sin embargo, este Tribunal no estima
necesario ordenar una medida de reparación en este sentido en el marco del presente caso.

EL ESTADO DEBE ADOPTAR MEDIDAS DE CAPACITACIÓN A


PERSONAL MÉDICO Y SANITARIO QUE TENGAN RELACIÓN
CON LAS PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD
155

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
274. Sin perjuicio de lo anterior, a fin de evitar la repetición de los hechos del presente caso, la Corte
dispone que el Estado debe adoptar medidas para la capacitación de las autoridades judiciales a
cargo de la ejecución de las penas, autoridades penitenciarias, personal médico y sanitario y otras
autoridades competentes que tengan relación con las personas privadas de libertad, a fin de que
cumplan efectivamente con su rol de garantes de sus derechos, en particular de los derechos a la
integridad personal y a la vida, así como la protección de la salud en situaciones que requieran
atención médica, como también de sus obligaciones de ejercer adecuados controles de
convencionalidad cuando deban decidir acerca de solicitudes de diversa índole de las personas
privadas de libertad.

ES PERTINENTE QUE EL ESTADO EJECUTE JORNADAS DE


ORIENTACIÓN EN DERECHOS HUMANOS SOBRE PRIVADOS
DE LIBERTAD, ENFATIZANDO LA PROTECCIÓN A LA SALUD

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
275. Asimismo, la Corte estima pertinente que el Estado lleve a cabo una serie de jornadas de
información y orientación en materia de derechos humanos, a favor de las personas que se
encuentran privadas de libertad en el Centro de Orientación Femenina. En tales jornadas se deberá
exponer en qué consisten, cuáles son y cómo se pueden ejercer los derechos que les corresponden a
las personas que se encuentran en estado de reclusión, conforme a los estándares internacionales,
haciendo especial énfasis en la protección a la salud y en los derechos a la integridad personal, a la
vida y a la no discriminación, así como a las vías judiciales o administrativas rápidas, idóneas y
efectivas para canalizar sus demandas cuando consideren que sus derechos han sido violados.
Además, en estas jornadas se deberá hacer referencia a la presente Sentencia y a las obligaciones
internacionales de derechos humanos derivadas de los tratados en los cuales Guatemala es parte.

COMPROMISO DE CONTAR CON PERSONAL MÉDICO


CAPACITADO PARA ATENDER A PERSONAS PRIVADAS DE
LIBERTAD QUE PADEZCAN GRAVES ENFERMEDADES

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
291. La Corte hace notar que el Estado reconoce sus obligaciones internacionales de garantizar el
acceso médico adecuado y oportuno a las personas privadas de libertad en el Centro de Orientación
Femenino, así como en otros centros de detención y penitenciarios, inclusive de realizar exámenes
médicos y el consiguiente registro de cada persona privada de libertad, a disposición de los médicos
y personal penitenciario, donde conste el estado y condiciones de salud del interno al ingreso y
durante su detención, sus tratamientos, su historial médico y todo lo pertinente, en su caso, para su
adecuado tratamiento y seguimiento. En particular, el Estado ha reiterado su compromiso de contar
con personal médico debidamente capacitado para atender a las personas que padezcan
enfermedades graves, así como para atender situaciones de emergencias médicas. En el entendido
de que el Estado observará los estándares mencionados en esta sentencia, y en atención a que la
156

Comisión y los representantes no han aportado información clara, específica y actualizada para
determinar las necesidades actuales de atención en salud de personas privadas de libertad en el
Centro de Orientación Femenino o en otros centros penitenciarios, la Corte estima que no
corresponde disponer las medidas de reparación solicitadas.

GARANTIZAR CONDICIONES ADECUADAS Y ACCESIBILIDAD


PARA PERSONAS CON DISCAPACIDAD PRIVADAS DE
LIBERTAD O QUE INGRESEN A CENTROS PENITENCIARIOS

Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016. Serie C No. 312.
295. La Corte hace notar que el Estado reconoce sus obligaciones internacionales de adoptar las
medidas pertinentes y las adecuaciones razonables necesarias para garantizar las condiciones
adecuadas y plena accesibilidad para personas con discapacidad privadas de libertad actualmente o
que ingresen en el futuro en el Centro de Orientación Femenino, así como en otros centros
penitenciarios. En el entendido de que el Estado observará los estándares mencionados en esta
sentencia, y en atención a que la Comisión y los representantes no han aportado información clara,
específica y actualizada para determinar las necesidades actuales de personas con discapacidad
privadas de libertad en el Centro de Orientación Femenino o en otros centros penitenciarios, la
Corte estima que no corresponde disponer medidas de reparación solicitadas en este sentido.

OBLIGACIÓN DE IMPLEMENTAR LA TRANSPARENCIA


ACTIVA RELACIONADA CON PRESTACIONES
EN SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie C No. 329.
340. La Corte ya ha constatado el impacto producido en el derecho a la integridad personal de la
señora I.V. por la práctica de la ligadura de las trompas de Falopio sin su consentimiento previo,
libre, pleno e informado […]. Teniendo en cuenta que el Estado cuenta con un marco legal que
podría impedir que situaciones como las del presente caso se repitan, el Tribunal considera
importante implementar la obligación de transparencia activa en relación con las prestaciones en
salud sexual y reproductiva a las que tienen derecho las mujeres en Bolivia. Ello impone al Estado la
obligación de suministrar al público la máxima cantidad de información en forma oficiosa, entre
otros, respecto a la información que se requiere para el acceso a dichas prestaciones. Dicha
información debe ser completa, comprensible, brindarse en un lenguaje accesible y encontrarse
actualizada. Asimismo, dado que sectores importantes de la población no tienen acceso a las nuevas
tecnologías y, sin embargo, muchos de sus derechos pueden depender de que conozcan la
información sobre cómo hacerlos efectivos, el Estado debe encontrar formas eficaces para realizar la
obligación de transparencia activa en tales circunstancias.

341. En consecuencia, la Corte considera que, en el marco de la implementación de las leyes


bolivianas que regulan el acceso a la salud sexual y reproductiva, el Estado debe adoptar las medidas
necesarias para asegurar que en todos los hospitales públicos y privados se obtenga el
consentimiento previo, libre, pleno e informado de las mujeres ante intervenciones que impliquen
una esterilización. A tal fin, la Corte, como lo ha hecho en otro caso, considera pertinente ordenar al
157

Estado que diseñe una publicación o cartilla que desarrolle en forma sintética, clara y accesible los
derechos de las mujeres en cuanto a su salud sexual y reproductiva, contemplados en los estándares
internacionales, los establecidos en esta Sentencia y en las leyes internas de Bolivia, así como las
obligaciones del personal médico al proveer la atención en salud sexual y reproductiva, en la que se
deberá hacer mención específica al consentimiento previo, libre, pleno e informado. Dicha
publicación deberá estar disponible en todos los hospitales públicos y privados de Bolivia, tanto para
las pacientes como para el personal médico, así como en el sitio web del Ministerio de Salud y
Previsión Social. Asimismo, debe darse acceso a dicha cartilla o publicación a través de la Defensoría
del Pueblo y los organismos de la sociedad civil vinculados al tema. El Estado deberá informar
anualmente sobre la implementación de esta medida por un período de tres años una vez se inicie la
implementación de dicho mecanismo.

342. Además, teniendo en cuenta que las violaciones a la autonomía y libertad reproductiva de la
señora I.V. se debieron a estereotipos de género negativos en el sector salud […], es preciso ordenar
una medida de reparación para evitar que hechos como los del presente caso se repitan. A tal fin, la
Corte ordena al Estado que, dentro de un plazo de un año, adopte programas de educación y
formación permanentes dirigidos a los estudiantes de medicina y profesionales médicos, así como a
todo el personal que conforma el sistema de salud y seguridad social, sobre temas de
consentimiento informado, discriminación basada en género y estereotipos, y violencia de género.

EL ESTADO DEBERÁ IMPLEMENTAR UN PROGRAMA DE


CAPACITACIÓN SOBRE EL TRATO ADECUADO A PERSONAS
MAYORES Y LA SALUD DESDE UNA PERSPECTIVA DE DDHH

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
236. La Corte toma nota y valora todas las acciones y los avances implementados por el Estado con
el fin de dar cumplimiento a sus obligaciones en relación a la implementación del consentimiento
informado, de conformidad con los estándares internacionales en la materia. En este sentido,
reconoce los esfuerzos del Estado chileno en la promulgación de la Ley No. 20.584 y su respectivo
Reglamento, que regulan la manera en que debe ser obtenido el consentimiento informado, y las
obligaciones de los prestadores de los servicios de salud sobre la información que deben brindad a
los paciente. Adicionalmente, la Corte valora positivamente el incremento en el número de camas
de cuidados y la Unidad de Gestión Centralizada de camas. No obstante, la Corte observa que en
cuanto a la disponibilidad de camas en UCI, no se desprende un incremento significativo en su
infraestructura. En vista de los hechos y violaciones acreditadas; a la luz de la información remitida,
la Corte estima pertinente dictar las siguientes medidas como garantías de no repetición:

1. Capacitaciones

237. Con el propósito de reparar el daño de manera integral y de evitar que hechos similares a los
del presente caso se repitan, la Corte estima necesario ordenar al Estado que, dentro de un plazo de
un año, adopte programas de educación y formación permanentes dirigidos a los estudiantes de
medicina y profesionales médicos, así como a todo el personal que conforma el sistema de salud y
seguridad social, incluyendo órganos de mediación, sobre el adecuado trato a las personas mayores
en materia de salud desde la perspectiva de los derechos humanos e impactos diferenciados. Dentro
de dichos programas se deberá hacer especial mención a la presente Sentencia y a los instrumentos
158

internacionales de derechos humanos, específicamente a los relativos al derecho a la salud […] y


acceso a la información […]. El Estado deberá informar anualmente sobre su implementación.

HOSPITAL DEBERÁ CONTAR CON INFRAESTRUCTURA PARA


ATENCIÓN A PACIENTES EN SITUACIONES DE URGENCIA Y
DAR PROTECCIÓN REFORZADA A LAS PERSONAS MAYORES

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349
2. Informe sobre implementación de avances en el Hospital Sotero del Río

238. Asimismo, la Corte considera necesario que el Estado chileno asegure, a través de las medidas
suficientes y necesarias, que el Hospital Sótero del Río cuente con los medios de infraestructura
indispensables para brindar una atención adecuada, oportuna y de calidad a sus pacientes,
particularmente relacionados con situaciones de urgencia en atención de la salud, brindando una
protección reforzada a las personas mayores. Para ello, la Corte solicita al Estado que informe, en el
plazo de una año, sobre: a) los avances que ha implementado, a la actualidad del informe, en
infraestructura de la Unidad de Cuidados Intensivos de dicho Hospital; b) los protocolos vigentes de
atención frente a urgencias médicas, y c) las acciones implementadas para la mejora en la atención
médica de los pacientes en la UCI, particularmente de las personas mayores –desde la perspectiva
geriátrica–, y a la luz de los estándares de esta Sentencia. El Estado deberá informar anualmente
sobre estos avances por un período de tres años. La Corte valorará esta información en su
supervisión y se pronunciará al respecto.

3. Incidencia geriátrica en la salud y medidas a favor de las personas adultas mayores

i) Fortalecimiento institucional

239. Respecto de la solicitud de las representantes de crear un hospital especializado en el trato


médico de adultos mayores, o en su defecto la habilitación de una ala especializada para el adulto
mayor dentro de los hospitales ya existentes y de robustecer la responsabilidad civil y penal de los
servidores de salud en estos casos, el Tribunal toma nota de la existencia del “Instituto Nacional de
Geriatría” en el mejoramiento de la atención médica a las personas adultas mayores en Chile, por lo
que insta al Estado fortalecer esta institución y su incidencia en la red hospitalaria tanto pública
como privada, vinculándose también en la capacitación dispuesta en el párrafo 237. En razón de las
particularidades de esta medida, la Corte no supervisará el cumplimiento de este punto.

OBLIGACIÓN DE DISEÑAR UNA PUBLICACIÓN QUE


DESARROLLE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS
MAYORES EN RELACIÓN CON LA SALUD

Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349
ii) Cartilla sobre personas mayores

240. Como lo ha hecho en otro caso, estima pertinente ordenar al Estado que diseñe una publicación
o cartilla que desarrolle en forma sintética, clara y accesible los derechos de las personas mayores en
relación con la salud, contemplados en los estándares establecidos en esta Sentencia, así como las
159

obligaciones del personal médico al proveer la atención médica. Dicha publicación (impresa y/o
digital) deberá estar disponible en todos los hospitales públicos y privados de Chile, tanto para los y
las pacientes como para el personal médico, así como en el sitio web del Ministerio de Salud. El
Estado deberá informar anualmente sobre la implementación de esta medida por un período de tres
años, una vez se inicie la implementación de dicho mecanismo.

iii) Protección integral a personas mayores

241. Finalmente, la Corte dispone que el Estado adopte las medidas necesarias, a fin de diseñar una
política general de protección integral a las personas mayores, de conformidad con los estándares
en la materia. Para ello, el Estado deberá implementar la misma durante el plazo de tres años, a
partir de la notificación de la Sentencia.

SE OBLIGA AL ESTADO A DISEÑAR UN MECANISMO PARA


GARANTIZAR ACCESIBILIDAD, DISPONIBILIDAD Y CALIDAD
DE ANTIRRETROVIRALES PARA LA POBLACIÓN CON VIH

Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie C No. 359.
224. La Corte toma nota y valora positivamente las medidas legislativas y de política pública que han
sido adoptadas por el Estado para combatir la epidemia del VIH en Guatemala. Sin perjuicio de ello,
y tomando en consideración las violaciones ocurridas en el presente caso, la información disponible
respecto a la falta de tratamiento médico de una parte de la población que vive con el VIH en
Guatemala, y los objetivos y metas a los que se comprometieron los Estados en la Agenda 2030 […],
el Tribunal considera pertinente ordenar las siguientes medidas de reparación como garantías de no
repetición.

225. En primer lugar, la Corte considera que el Estado debe implementar mecanismos efectivos de
fiscalización y supervisión periódica de los hospitales públicos a fin de asegurar que se brinde una
atención integral en materia de salud para personas que viven con el VIH, acorde a la legislación
interna y a lo establecido en la presente sentencia […]. Para ello, el Estado deberá instaurar un
sistema de información sobre el alcance de la epidemia del VIH en el país, el cual deberá contener
información estadística de las personas atendidas por el sistema de salud público, así como
información estadística sobre el sexo, edad, etnia, lengua y condición socioeconómica de los
pacientes. Igualmente debe instaurar un sistema que le permita hacer un diagnóstico de la atención
prestada a la población que vive con el VIH, para lo cual deberá establecer el número de
establecimientos que atienden a esta población, su ubicación geográfica e infraestructura. Este
diagnóstico servirá de base para la elaboración del mecanismo de mejoramiento de accesibilidad,
disponibilidad y calidad de las prestaciones en materia de salud para la población que vive con el VIH
a que se refiere el párrafo siguiente.

226. El Estado debe diseñar un mecanismo para garantizar la accesibilidad, disponibilidad y calidad
de los antrirretrovirales, los exámenes diagnósticos y las prestaciones en salud para la población con
el VIH. Este mecanismo debe cumplir los siguientes objetivos mínimos, los cuales deberán ser
cumplidos por medio de las acciones que establezcan las entidades estatales, y cuyas metas serán
medidas de acuerdo con los indicadores que se establezcan en el marco de una política pública
participativa: i) aumentar la disponibilidad, accesibilidad y calidad de medicamentos
antirretrovirales, de pruebas diagnósticas para la detección del VIH y para el diagnóstico y
160

tratamiento de enfermedades oportunistas, ii) mejorar los programas de atención a la población que
vive con el VIH y aumentar la cobertura de atención, iii) aumentar y mejorar las medidas inmediatas
y urgentes en materia de atención en salud a la población con VIH, iv) mejorar la información
disponible para la toma de decisiones por todas las autoridades competentes. Asimismo, para que el
diseño e implementación de este mecanismo sea efectivo, el Estado deberá convocar la
participación de la comunidad médica, de personas que viven con el VIH que sean usuarios del
sistema de salud, y de organizaciones que los representen, y de la Procuraduría de los Derechos
Humanos de Guatemala en lo que respecta a la fijación de prioridades de atención, la adopción de
decisiones, la planificación y la evaluación de estrategias para la mejor atención de la salud.

227. En segundo lugar, el Tribunal estima necesario que el Estado implemente un programa de
capacitación para funcionarios del sistema de salud, que laboren en hospitales y unidades de
atención médica que atiendan personas con VIH en Guatemala, acerca de los estándares
internacionales y la legislación nacional en materia de tratamiento integral para personas que viven
con el VIH. Estas capacitaciones deberán incluir información acerca de las mejores prácticas de
atención, sobre los derechos de los pacientes y las obligaciones de las autoridades. Asimismo, estas
capacitaciones deberán ser impartidas, durante un tiempo razonable, por personal médico y jurídico
especializado en la materia, y deberán ser realizadas con perspectiva de género.

228. En tercer lugar, el Estado deberá garantizar que las mujeres embarazadas tengan acceso a una
prueba de VIH, y que les sea practicada si así lo desean. El Estado deberá dar seguimiento periódico
a aquellas mujeres embarazadas que viven con el VIH, y deberá proveer el tratamiento médico
adecuado para evitar la transmisión vertical del virus, sin perjuicio de lo establecido en el párrafo
226 de la presente Sentencia. Para este fin, como lo ha hecho en otros casos, la Corte ordena al
Estado diseñar una publicación o cartilla en forma sintética, clara y accesible sobre los medios de
prevención de la transmisión del VIH y sobre el riesgo de transmisión vertical de éste, así como los
recursos disponibles para minimizar ese riesgo. Dicha publicación deberá estar disponible en todos
los hospitales públicos y privados de Guatemala, tanto para los pacientes como para el personal
médico. Asimismo, debe darse acceso a dicha cartilla o publicación a través de los organismos de la
sociedad civil vinculados al tema.

229. En cuarto lugar, como una forma de contribuir a que hechos como los del presente caso no se
repitan, la Corte estima conveniente ordenar al Estado la realización de una campaña nacional de
concientización y sensibilización, dirigida a personas que viven con el VIH, funcionarios públicos, y la
población general, sobre los derechos de las personas que viven con el VIH, sobre las obligaciones
que las autoridades tienen en su atención, y sobre la necesidad de respetar a las personas que viven
con esta condición. Esta campaña deberá estar dirigida a combatir el estigma y la falta de
información sobre las causas y consecuencias para la salud de las personas que viven con el VIH.
Asimismo, la campaña deberá tener perspectiva de género y deberá ser comprensible para toda la
población.

230. El Estado deberá informar anualmente sobre los avances de las garantías de no repetición antes
mencionadas […] por un periodo de tres años. La Corte valorará esta información en su supervisión y
se pronunciará al respecto.

DEBIDO A LA VULNERABILIDAD DE LA VÍCTIMA, EL ESTADO


DEBE MANTENER ININTERRUMPIDAMENTE LA COBERTURA
DE ATENCIÓN EN SALUD A TRAVÉS DEL SEGURO SOCIAL
161

Corte IDH. Caso Muelle Flores Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de marzo de 2019. Serie C No. 375.
232. Debido a que el Estado señaló que las medidas adoptadas son provisionales hasta que esta
Corte adopte la Sentencia correspondiente, luego de notificada la misma, el Estado deberá dar
cumplimiento a las sentencias proferidas a favor de la víctima y garantizar de manera efectiva el
pago de la pensión del señor Oscar Muelle Flores en los términos del Decreto Ley No. 20530 y de la
normativa vigente en la materia, en un plazo máximo de seis meses contados a partir de la
notificación del presente fallo. Para ello, las autoridades judiciales deberán implementar las medidas
que sean necesarias en caso de incumplimiento de la entidad responsable del pago de las pensiones
del señor Muelle Flores. La Corte resalta que, de conformidad con lo señalado por el Estado en el
presente proceso contencioso, la entidad encargada de la administración y pago de las pensiones del
Decreto Ley No. 20530 es el Ministerio de Economía y Finanzas. Los montos devengados por las
pensiones dejadas de percibir por el señor Muelle Flores desde febrero de 1991, fecha en la que se
suspendieron los pagos hasta la notificación del presente fallo, serán analizados en el acápite de
daño material.

233. Por otro lado, el Tribunal constata que el señor Oscar Muelle Flores se encuentra en una edad
avanzada y sufre de diversos padecimientos físicos debido al deterioro en su salud, entre ellos la
enfermedad de Alzheimer […] y ha tenido que recurrir al apoyo económico de sus familiares para
poder sobrevivir y afrontar los pagos de su tratamiento de salud. Si bien el Estado reestableció de
forma provisional el pago de una pensión de S/800 en favor de la víctima, la Corte ordena, por
equidad, que luego de notificado el presente fallo, y hasta que no se garantice el cumplimiento de
las ejecutorias firmes a nivel interno, y se calcule el monto de pensión que le corresponde al señor
Muelle Flores, tomando en consideración los criterios sobre nivel suficiente establecidos por esta
Corte […], así como los montos alegados por las representantes, el Estado deberá otorgar una
pensión provisional, no inferior a dos salarios mínimos en el Perú para solventar las condiciones
básicas de vida digna de la víctima. Asimismo, la Corte por equidad dispone que, si bien el Estado
deberá calcular el monto de pensión que le corresponde al señor Muelle Flores, dicho monto no
podrá ser inferior a dos salarios mínimos en el Perú.

236. En consecuencia, teniendo en cuanta la condición actual de vulnerabilidad de la víctima, y que


conforme a la información que el Estado brindó a este Tribunal sobre el restablecimiento de la
atención en salud a través del seguro social EsSalud, el Estado deberá mantener
ininterrumpidamente dicha cobertura, de conformidad con lo establecido en la legislación interna
pertinente. La Corte considera pertinente destacar que dicha afiliación no podrá verse limitada
respecto a condiciones de preexistencia alguna del señor Muelle Flores. El Estado deberá pagar los
aportes a la seguridad social del señor Muelle Flores y podrá deducir el monto legal que corresponda
del pago provisional ordenado […].

251. Los representantes presentaron comprobantes por ciertos gastos médicos en conexión con la
discapacidad auditiva de la víctima, así como por concepto de diagnóstico y gastos médicos por una
fractura de cadera y por su padecimiento de síndrome de Alzheimer. Además, señalaron que por el
transcurso del tiempo se veían imposibilitados de adjuntar comprobantes anteriores y de calcular el
monto total desembolsado por la víctima por concepto de salud. En consecuencia, si bien el monto
comprobado en el expediente ante esta Corte se refiere a los gastos de salud más recientes del
señor Muelle Flores, ascendentes a la suma de S/8,626.41 nuevos soles, es decir US$2,590.00
aproximadamente (dos mil quinientos noventa dólares de los Estados Unidos de América), la Corte
162

presume que el señor Muelle Flores incurrió en gastos adicionales derivados de las violaciones de
derechos humanos cometidas por el Estado en el presente caso. En este sentido, la Corte considera
razonable ordenar el pago de la suma de US$ 10.000,00 (diez mil dólares de los Estados Unidos de
América), por concepto de daño emergente, el que deberá ser pagado a favor del señor Muelle
Flores, en el plazo de seis meses, a partir de la notificación de la presente Sentencia. La Corte
considera que la solicitud sobre la cobertura de gastos futuros de la víctima queda cubierta bajo la
medida de restitución de derechos ordenada.

266. De dichas declaraciones, se resalta que la víctima no pudo gozar de la seguridad económica que
representa el goce de la pensión íntegra a la que se hizo acreedor a partir de sus aportaciones,
durante más de 27 años, debiendo sobrevivir de la buena voluntad de sus familiares, así como de la
falta de ejecución de las sentencias por más de 25 años. En consecuencia, la Corte estima que la
víctima experimentó frustraciones, angustia y sufrimiento, aunado al deterioro progresivo y
actualmente agravado de su estado de salud.

EL ESTADO DEBE ELIMINAR DEFICIENCIAS EN LA CÁRCEL


RESPECTO A LA ATENCIÓN SANITARIA, INSUFICIENCIA DE
MEDICAMENTOS Y REVISIONES MÉDICAS REGULARES

Corte IDH. Caso Rodríguez Revolorio y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 14 de octubre de 2019. Serie C No. 387.
157. La Corte observa que en el caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala se ordenó al Estado “adoptar,
dentro de un plazo razonable, las medidas necesarias para que las condiciones de las cárceles se
adecuen a las normas internacionales de derechos humanos”. No obstante lo anterior, la Corte
considera pertinente en el presente caso ordenar al Estado adoptar, dentro de un plazo razonable,
las medidas necesarias para que las condiciones de la cárcel de “El Infiernito” se adecuen a las
normas internacionales de derechos humanos, y, en particular, se eliminen las deficiencias
detectadas en la presente Sentencia con respecto a: (i) la entrada suficiente de luz natural; (ii) la
circulación de aire; (iii) el acceso al agua para utilizar cada día; (iv) la atención sanitaria, con respecto
a la insuficiencia de medicamentos, de personal capacitado y de revisiones médicas regulares; (v) la
ausencia de una dieta adecuada a las condiciones médicas de cada recluso, y (vi) el régimen de
visitas, tal y como se especifican con mayor detalle en los párrafos 86 a 92 precedentes. El Estado
presentará un informe en un plazo no superior a un año en el que ponga en conocimiento de la
Corte el estado del cumplimiento de esta medida.

SE ORDENA CAPACITAR A FUNCIONARIOS DE CENTROS


PENITENCIARIOS, CON PERSONAL MÉDICO ESPECIALIZADO
EN EL TRATAMIENTO DE LA TUBERCULOSIS

Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395.
163. La Corte toma nota y valora positivamente las medidas legislativas y de política pública que han
sido adoptadas por el Estado para garantizar atención médica que resulte apropiada y oportuna para
personas privadas de libertad, así como las iniciativas encaminadas a reducir la transmisión de la
tuberculosis, brindar adecuada asistencia médica a las personas que la padecen y disminuir su
mortalidad. Sin embargo, la Corte considera pertinente ordenar al Estado, como garantía de no
163

repetición de las violaciones reconocidas en esta Sentencia, el diseño e implementación de un


programa de capacitación para los funcionarios y servidores públicos de los centros penitenciarios
de la Provincia de Buenos Aires, mediante el cual personal médico especializado en el tratamiento
de la tuberculosis les capacite sobre: a) los síntomas tempranos y signos de alerta de la tuberculosis
en sus primeras etapas; b) las precauciones y medidas a seguir ante un cuadro sintomático que, aun
siendo asociado con infecciones, virus y enfermedades más comunes y menos graves, también
pueda atribuirse a la tuberculosis, incluyendo el acceso a exámenes y pruebas médicas que permitan
diagnosticar o descartar dicha enfermedad, y c) las medidas sanitarias para evitar, reducir y contener
la transmisión de la enfermedad en la población carcelaria.

164. Asimismo, la Corte ordena al Estado que, una vez transcurridos seis meses desde la notificación
de la presente sentencia, presente un informe en el que detalle las medidas adoptadas, desde la
fecha en que ocurrieron los hechos señalados en este caso, para mejorar las condiciones de las
unidades carcelarias del Sistema Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires. El Estado deberá
demostrar que dichas acciones resulten compatibles con la dignidad humana, los estándares
referidos en esta sentencia respecto al derecho a la integridad personal y la salud de las personas
privadas de libertad, y los demás derechos consagrados en la Convención Americana. En particular,
el Estado deberá especificar aquellas providencias adoptadas encaminadas a prevenir la tuberculosis
y afecciones de similar naturaleza en la población carcelaria, así como aquellas dirigidas a brindar un
diagnóstico y tratamiento oportuno y adecuado a las personas que la padecen.

169. Respecto al daño material, este Tribunal ha desarrollado en su jurisprudencia que el mismo
supone la pérdida o detrimento de los ingresos de las víctimas, los gastos efectuados con motivo de
los hechos y las consecuencias de carácter pecuniario que tengan un nexo causal con los hechos del
caso. En el presente caso, la Corte determinó que se violó el derecho del señor Hernández a la salud,
integridad personal, libertad personal, garantías judiciales y protección judicial. Si bien los
representantes no aportaron prueba concreta que permitiera determinar la cuantía del lucro
cesante derivado de las violaciones reconocidas en esta Sentencia, ni establecer con certeza el
salario mínimo vigente en la época de los hechos, la expectativa de vida ni el grado de incapacidad
sufrido por el señor Hernández como consecuencia de la enfermedad que padeció durante su
custodia por parte del Estado, la Corte advierte las afectaciones permanentes que las omisiones
atribuibles al Estado ocasionaron a la salud e integridad física del señor Hernández, y la consecuente
alteración que las mismas implicaron respecto a las condiciones materiales de su existencia.

EL ESTADO DEBE BRINDAR GRATUITAMENTE Y DE FORMA


INMEDIATA, ADECUADA Y EFECTIVA, EL TRATAMIENTO
PSICOLÓGICO Y PSIQUIÁTRICO REQUERIDO POR VÍCTIMA

Corte IDH. Caso Montesinos Mejía Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de enero de 2020. Serie C No. 398.
232. La Corte advierte que fue probado en el presente caso que el señor Montesinos fue víctima de
tratos crueles, inhumanos y degradantes. Asimismo, de la prueba aportada y las declaraciones de
sus familiares ante la Corte, se observa que el señor Montesinos sufre de una serie de padecimientos
como consecuencia de los seis años en los cuales estuvo privado de libertad. Aunque se toma en
consideración la explicación del Estado de que el señor Montesinos puede acceder a la atención
médica proporcionada por el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas del Ecuador, la
Corte estima que el Estado debe brindar gratuitamente y de forma inmediata, adecuada y efectiva,
164

el tratamiento psicológico y psiquiátrico requerido por el señor Montesinos, previo consentimiento


informado y por el tiempo que sea necesario, incluida la provisión gratuita de medicamentos.
Asimismo, los tratamientos respectivos deberán prestarse de manera oportuna y diferenciada, en la
medida de lo posible, en el centro más cercano a su lugar de residencia en Ecuador, por el tiempo
que sea necesario. Para tal efecto la víctima dispone de un plazo de seis meses, contado a partir de
la notificación de la presente Sentencia, para requerir al Estado dicho tratamiento.

SE ORDENA UN ESTUDIO QUE IDENTIFIQUE SITUACIONES


DE FALTA DE ACCESO A AGUA POTABLE O ALIMENTACIÓN
QUE PUEDA GENERAR GRAVES RIESGOS A LA SALUD

Corte IDH. Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat


(Nuestra Tierra) Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de febrero
de 2020. Serie C No. 400.
332. Sin perjuicio de las acciones de atención de situaciones urgentes que el Estado pueda realizar,
esta Corte ordena al Estado que, en el plazo máximo de seis meses a partir de la notificación de la
presente Sentencia, presente a la Corte un estudio en que identifique, dentro del conjunto de
personas que integran las comunidades indígenas víctimas, situaciones críticas de falta de acceso a
agua potable o alimentación, que puedan poner en grave riesgo la salud o la vida, y que formule un
plan de acción en el que determine las acciones que el Estado realizará, que deben ser aptas para
atender tales situaciones críticas en forma adecuada, señalando el tiempo en que las mismas serán
ejecutadas. El Estado deberá comenzar la implementación de las acciones indicadas en el plan de
acción en forma inmediata a la presentación del mismo a este Tribunal. La Corte transmitirá a la
Comisión y a los representantes el estudio referido, a efectos de que remitan las observaciones que
estimen pertinentes. Teniendo en cuenta el parecer de las partes y la Comisión, la Corte evaluará si
el estudio y el plan de acción presentados son adecuados y se corresponden con los términos de las
presente Sentencia, pudiendo requerir que se completen o amplíen. La Corte supervisará la
implementación de las acciones respectivas hasta que evalúe que cuenta con información suficiente
para considerar cumplida la medida de reparación ordenada.

CORTE IDH ORDENA ESTUDIO EN EL QUE SE ESTABLEZCAN


LAS ACCIONES PARA LA CONSERVACIÓN DE LAS AGUAS, Y
GARANTIZAR EL ACCESO PERMANENTE AL AGUA POTABLE

Corte IDH. Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat


(Nuestra Tierra) Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de febrero
de 2020. Serie C No. 400.
333. Adicionalmente a las acciones ordenadas en el párrafo anterior, a efectos de lograr de forma
permanente que la prestación de bienes y servicios básicos sea adecuada y periódica, así como una
razonable preservación y mejora de los recursos ambientales, el Estado deberá elaborar un estudio,
en el plazo máximo de un año a partir de la notificación de esta Sentencia, en el que establezca las
acciones que deben instrumentarse para:

a) la conservación de las aguas, superficiales o subterráneas, existentes en el territorio


indígena dentro de los lotes 14 y 55, que sean de utilización por parte de las comunidades
165

indígenas víctimas, así como para evitar su contaminación o remediar la contaminación ya


existente;

b) garantizar el acceso permanente a agua potable por parte de todas las personas
integrantes de las comunidades indígenas víctimas en este caso;

c) evitar que continúe la pérdida o disminución de recursos forestales en el territorio


indicado, así como procurar su paulatina recuperación, y

d) posibilitar de forma permanente a todas las personas integrantes de las comunidades


indígenas víctimas en el presente caso, el acceso a alimentación en forma nutricional y
culturalmente adecuada.

334. Para la elaboración del estudio mencionado en el párrafo anterior, los especialistas encargados
del mismo deberán tener los conocimientos técnicos específicos requeridos para cada tarea.
Además, tales especialistas deberán contar siempre con el punto de vista de las comunidades
indígenas víctimas, expresado conforme a sus propias formas de toma de decisiones.

335. Una vez que el Estado remita al Tribunal el estudio, el mismo será transmitido a la Comisión y a
los representantes, a efectos de que remitan las observaciones que estimen pertinentes. La Corte,
teniendo en cuenta el parecer de la Comisión y las partes, y en correspondencia con los términos de
esta Sentencia, podrá disponer que el Estado requiera a los especialistas que completen o amplíen el
estudio. Una vez que la Corte, luego de evaluar el estudio con base en lo señalado, así lo determine,
el Estado deberá implementar las acciones que el estudio indique. La Corte supervisará la
implementación de las acciones respectivas hasta que evalúe que cuenta con información suficiente
para considerar cumplida la medida de reparación ordenada.
166

ANEXOS
167

Anexo No. 1
UNESCO

http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=31058&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos


19 de octubre de 2005

La Conferencia General,

Consciente de la excepcional capacidad que posee el ser humano para reflexionar sobre su propia existencia y
su entorno, así como para percibir la injusticia, evitar el peligro, asumir responsabilidades, buscar la
cooperación y dar muestras de un sentido moral que dé expresión a principios éticos,

Teniendo en cuenta los rápidos adelantos de la ciencia y la tecnología, que afectan cada vez más a nuestra
concepción de la vida y a la vida propiamente dicha, y que han traído consigo una fuerte demanda para que se
dé una respuesta universal a los problemas éticos que plantean esos adelantos,

Reconociendo que los problemas éticos suscitados por los rápidos adelantos de la ciencia y de sus aplicaciones
tecnológicas deben examinarse teniendo en cuenta no sólo el respeto debido a la dignidad de la persona
humana, sino también el respeto universal y la observancia de los derechos humanos y las libertades
fundamentales,

Resolviendo que es necesario y conveniente que la comunidad internacional establezca principios universales
que sirvan de fundamento para una respuesta de la humanidad a los dilemas y controversias cada vez
numerosos que la ciencia y la tecnología plantean a la especie humana y al medio ambiente,

Recordando la Declaración Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948, la Declaración


Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos aprobada por la Conferencia General de la
UNESCO el 11 de noviembre de 1997 y la Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos
aprobada por la Conferencia General de la UNESCO el 16 de octubre de 2003,

Tomando nota del Pacto International de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos adoptados el 16 de diciembre de 1966, la Convención Internacional de las
Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial del 21 de diciembre de
1965, la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra
la mujer del 18 de diciembre de 1979, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño del 20
de noviembre de 1989, el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica del 5 de junio de
1992, las Normas uniformes de las Naciones Unidas sobre la igualdad de oportunidades para las personas con
discapacidad aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, la Recomendación de la
UNESCO relativa a la situación de los investigadores científicos del 20 de noviembre de 1974, la Declaración de
la UNESCO sobre la Raza y los Prejuicios Raciales del 27 de noviembre de 1978, la Declaración de la UNESCO
sobre las Responsabilidades de las Generaciones Actuales para con las Generaciones Futuras del 12 de
noviembre de 1997, la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural del 2 de noviembre de
2001, el Convenio de la OIT (Nº 169) sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes del 27 de
junio de 1989, el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura
aprobado por la Conferencia de la FAO el 3 de noviembre de 2001 y vigente desde el 29 de junio de 2004, el
Acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC)
anexo al Acuerdo de Marrakech por el que se establece la Organización Mundial del Comercio y vigente desde
el 1º de enero de 1995, la Declaración de Doha relativa al Acuerdo sobre los ADPIC y la salud pública del 14 de
168

noviembre de 2001 y los demás instrumentos internacionales aprobados por las Naciones Unidas y sus
organismos especializados, en particular la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS),

Tomando nota asimismo de los instrumentos internacionales y regionales relativos a la bioética, comprendida
la Convención para la protección de los derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a la
aplicación de la medicina y la biología – Convención sobre los derechos humanos y la biomedicina del Consejo
de Europa, aprobada en 1997 y vigente desde 1999, junto con sus protocolos adicionales, así como las
legislaciones y reglamentaciones nacionales en materia de bioética, los códigos de conducta, directrices y otros
textos internacionales y regionales sobre bioética, como la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica
Mundial relativa a los trabajos de investigación biomédica con sujetos humanos, aprobada en 1964 y
enmendada sucesivamente en 1975, 1983, 1989, 1996 y 2000, y las Guías éticas internacionales para
investigación biomédica que involucra a seres humanos del Consejo de Organizaciones Internacionales de
Ciencias Médicas, aprobadas en 1982 y enmendadas en 1993 y 2002,

Reconociendo que esta Declaración se habrá de entender de modo compatible con el derecho internacional y
las legislaciones nacionales de conformidad con el derecho relativo a los derechos humanos,

Recordando la Constitución de la UNESCO aprobada el 16 de noviembre de 1945,

Considerando que la UNESCO ha de desempeñar un papel en la definición de principios universales basados en


valores éticos comunes que orienten los adelantos científicos y el desarrollo tecnológico y la transformación
social, a fin de determinar los desafíos que surgen en el ámbito de la ciencia y la tecnología teniendo en cuenta
la responsabilidad de las generaciones actuales para con las generaciones venideras, y que las cuestiones de
bioética, que forzosamente tienen una dimensión internacional, se deben tratar como un todo, basándose en
los principios ya establecidos en la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos y
la Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos, y teniendo en cuenta no sólo el contexto
científico actual, sino también su evolución futura,

Consciente de que los seres humanos forman parte integrante de la biosfera y de que desempeñan un
importante papel en la protección del prójimo y de otras formas de vida, en particular los animales,

Reconociendo que, gracias a la libertad de la ciencia y la investigación, los adelantos científicos y tecnológicos
han reportado, y pueden reportar, grandes beneficios a la especie humana, por ejemplo aumentando la
esperanza de vida y mejorando la calidad de vida, y destacando que esos adelantos deben procurar siempre
promover el bienestar de cada individuo, familia, grupo o comunidad y de la especie humana en su conjunto,
en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana y en el respeto universal y la observancia de los
derechos humanos y las libertades fundamentales,

Reconociendo que la salud no depende únicamente de los progresos de la investigación científica y tecnológica
sino también de factores psicosociales y culturales,

Reconociendo asimismo que las decisiones relativas a las cuestiones éticas relacionadas con la medicina, las
ciencias de la vida y las tecnologías conexas pueden tener repercusiones en los individuos, familias, grupos o
comunidades y en la especie humana en su conjunto,

Teniendo presente que la diversidad cultural, fuente de intercambios, innovación y creatividad, es necesaria
para la especie humana y, en este sentido, constituye un patrimonio común de la humanidad,
pero destacando a la vez que no se debe invocar a expensas de los derechos humanos y las libertades
fundamentales,

Teniendo presente también que la identidad de una persona comprende dimensiones biológicas, psicológicas,
sociales, culturales y espirituales,

Reconociendo que la conducta científica y tecnológica poco ética ha tenido repercusiones especiales en las
comunidades indígenas y locales,
169

Convencida de que la sensibilidad moral y la reflexión ética deberían ser parte integrante del proceso de
desarrollo científico y tecnológico y de que la bioética debería desempeñar un papel predominante en las
decisiones que han de tomarse ante los problemas que suscita ese desarrollo,

Considerando que es conveniente elaborar nuevos enfoques de la responsabilidad social para garantizar que el
progreso de la ciencia y la tecnología contribuye a la justicia y la equidad y sirve el interés de la humanidad,

Reconociendo que una manera importante de evaluar las realidades sociales y lograr la equidad es prestando
atención a la situación de la mujer,

Destacando la necesidad de reforzar la cooperación internacional en el ámbito de la bioética, teniendo en


cuenta en particular las necesidades específicas de los países en desarrollo, las comunidades indígenas y las
poblaciones vulnerables,

Considerando que todos los seres humanos, sin distinción alguna, deberían disfrutar de las mismas normas
éticas elevadas en la investigación relativa a la medicina y las ciencias de la vida,

Proclama los siguientes principios y aprueba la presente Declaración.

Disposiciones generales

Artículo 1 – Alcance

1. La Declaración trata de las cuestiones éticas relacionadas con la medicina, las ciencias de la vida y las
tecnologías conexas aplicadas a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y
ambientales.

2. La Declaración va dirigida a los Estados. Imparte también orientación, cuando procede, para las decisiones o
prácticas de individuos, grupos, comunidades, instituciones y empresas, públicas y privadas.

Artículo 2 – Objetivos

Los objetivos de la presente Declaración son:

a) proporcionar un marco universal de principios y procedimientos que sirvan de guía a los Estados en la
formulación de legislaciones, políticas u otros instrumentos en el ámbito de la bioética;

b) orientar la acción de individuos, grupos, comunidades, instituciones y empresas, públicas y privadas;

c) promover el respeto de la dignidad humana y proteger los derechos humanos, velando por el respeto de la
vida de los seres humanos y las libertades fundamentales, de conformidad con el derecho internacional
relativo a los derechos humanos;

d) reconocer la importancia de la libertad de investigación científica y las repercusiones beneficiosas del


desarrollo científico y tecnológico, destacando al mismo tiempo la necesidad de que esa investigación y los
consiguientes adelantos se realicen en el marco de los principios éticos enunciados en esta Declaración y
respeten la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales;

e) fomentar un diálogo multidisciplinario y pluralista sobre las cuestiones de bioética entre todas las partes
interesadas y dentro de la sociedad en su conjunto;

f) promover un acceso equitativo a los adelantos de la medicina, la ciencia y la tecnología, así como la más
amplia circulación posible y un rápido aprovechamiento compartido de los conocimientos relativos a esos
adelantos y de sus correspondientes beneficios, prestando una especial atención a las necesidades de los
países en desarrollo;

g) salvaguardar y promover los intereses de las generaciones presentes y venideras;


170

h) destacar la importancia de la biodiversidad y su conservación como preocupación común de la especie


humana.

Principios

En el ámbito de la presente Declaración, tratándose de decisiones adoptadas o de prácticas ejecutadas por


aquellos a quienes va dirigida, se habrán de respetar los principios siguientes.

Artículo 3 – Dignidad humana y derechos humanos

1. Se habrán de respetar plenamente la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades
fundamentales.

2. Los intereses y el bienestar de la persona deberían tener prioridad con respecto al interés exclusivo de la
ciencia o la sociedad.

Artículo 4 – Beneficios y efectos nocivos

Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías conexas, se deberían
potenciar al máximo los beneficios directos e indirectos para los pacientes, los participantes en las actividades
de investigación y otras personas concernidas, y se deberían reducir al máximo los posibles efectos nocivos
para dichas personas.

Artículo 5 – Autonomía y responsabilidad individual

Se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de adoptar decisiones,


asumiendo la responsabilidad de éstas y respetando la autonomía de los demás. Para las personas que carecen
de la capacidad de ejercer su autonomía, se habrán de tomar medidas especiales para proteger sus derechos e
intereses.

Artículo 6 – Consentimiento

1. Toda intervención médica preventiva, diagnóstica y terapéutica sólo habrá de llevarse a cabo previo
consentimiento libre e informado de la persona interesada, basado en la información adecuada. Cuando
proceda, el consentimiento debería ser expreso y la persona interesada podrá revocarlo en todo momento y
por cualquier motivo, sin que esto entrañe para ella desventaja o perjuicio alguno.

2. La investigación científica sólo se debería llevar a cabo previo consentimiento libre, expreso e informado de
la persona interesada. La información debería ser adecuada, facilitarse de forma comprensible e incluir las
modalidades para la revocación del consentimiento. La persona interesada podrá revocar su consentimiento
en todo momento y por cualquier motivo, sin que esto entrañe para ella desventaja o perjuicio alguno. Las
excepciones a este principio deberían hacerse únicamente de conformidad con las normas éticas y jurídicas
aprobadas por los Estados, de forma compatible con los principios y disposiciones enunciados en la presente
Declaración, en particular en el Artículo 27, y con el derecho internacional relativo a los derechos humanos.

3. En los casos correspondientes a investigaciones llevadas a cabo en un grupo de personas o una comunidad,
se podrá pedir además el acuerdo de los representantes legales del grupo o la comunidad en cuestión. El
acuerdo colectivo de una comunidad o el consentimiento de un dirigente comunitario u otra autoridad no
deberían sustituir en caso alguno el consentimiento informado de una persona.

Artículo 7 – Personas carentes de la capacidad de dar su consentimiento

De conformidad con la legislación nacional, se habrá de conceder protección especial a las personas que
carecen de la capacidad de dar su consentimiento:

a) la autorización para proceder a investigaciones y prácticas médicas debería obtenerse conforme a los
intereses de la persona interesada y de conformidad con la legislación nacional. Sin embargo, la persona
171

interesada debería estar asociada en la mayor medida posible al proceso de adopción de la decisión de
consentimiento, así como al de su revocación;

b) se deberían llevar a cabo únicamente actividades de investigación que redunden directamente en provecho
de la salud de la persona interesada, una vez obtenida la autorización y reunidas las condiciones de protección
prescritas por la ley, y si no existe una alternativa de investigación de eficacia comparable con participantes en
la investigación capaces de dar su consentimiento. Las actividades de investigación que no entrañen un posible
beneficio directo para la salud se deberían llevar a cabo únicamente de modo excepcional, con las mayores
restricciones, exponiendo a la persona únicamente a un riesgo y una coerción mínimos y, si se espera que la
investigación redunde en provecho de la salud de otras personas de la misma categoría, a reserva de las
condiciones prescritas por la ley y de forma compatible con la protección de los derechos humanos de la
persona. Se debería respetar la negativa de esas personas a tomar parte en actividades de investigación.

Artículo 8 – Respeto de la vulnerabilidad humana y la integridad personal

Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías conexas, se debería tener
en cuenta la vulnerabilidad humana. Los individuos y grupos especialmente vulnerables deberían ser
protegidos y se debería respetar la integridad personal de dichos individuos.

Artículo 9 – Privacidad y confidencialidad

La privacidad de las personas interesadas y la confidencialidad de la información que les atañe deberían
respetarse. En la mayor medida posible, esa información no debería utilizarse o revelarse para fines distintos
de los que determinaron su acopio o para los que se obtuvo el consentimiento, de conformidad con el derecho
internacional, en particular el relativo a los derechos humanos.

Artículo 10 – Igualdad, justicia y equidad

Se habrá de respetar la igualdad fundamental de todos los seres humanos en dignidad y derechos, de tal modo
que sean tratados con justicia y equidad.

Artículo 11 – No discriminación y no estigmatización

Ningún individuo o grupo debería ser sometido por ningún motivo, en violación de la dignidad humana, los
derechos humanos y las libertades fundamentales, a discriminación o estigmatización alguna.

Artículo 12 – Respeto de la diversidad cultural y del pluralismo

Se debería tener debidamente en cuenta la importancia de la diversidad cultural y del pluralismo. No obstante,
estas consideraciones no habrán de invocarse para atentar contra la dignidad humana, los derechos humanos
y las libertades fundamentales o los principios enunciados en la presente Declaración, ni tampoco para limitar
su alcance.

Artículo 13 – Solidaridad y cooperación

Se habrá de fomentar la solidaridad entre los seres humanos y la cooperación internacional a este efecto.

Artículo 14 – Responsabilidad social y salud

1. La promoción de la salud y el desarrollo social para sus pueblos es un cometido esencial de los gobiernos,
que comparten todos los sectores de la sociedad.

2. Teniendo en cuenta que el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos
fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o
social, los progresos de la ciencia y la tecnología deberían fomentar:
172

a) el acceso a una atención médica de calidad y a los medicamentos esenciales, especialmente para la salud de
las mujeres y los niños, ya que la salud es esencial para la vida misma y debe considerarse un bien social y
humano;

b) el acceso a una alimentación y un agua adecuadas;

c) la mejora de las condiciones de vida y del medio ambiente;

d) la supresión de la marginación y exclusión de personas por cualquier motivo; y

e) la reducción de la pobreza y el analfabetismo.

Artículo 15 – Aprovechamiento compartido de los beneficios

1. Los beneficios resultantes de toda investigación científica y sus aplicaciones deberían compartirse con la
sociedad en su conjunto y en el seno de la comunidad internacional, en particular con los países en desarrollo.
Los beneficios que se deriven de la aplicación de este principio podrán revestir las siguientes formas:

a) asistencia especial y duradera a las personas y los grupos que hayan tomado parte en la actividad de
investigación y reconocimiento de los mismos;

b) acceso a una atención médica de calidad;

c) suministro de nuevas modalidades o productos de diagnóstico y terapia obtenidos gracias a la investigación;

d) apoyo a los servicios de salud;

e) acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos;

f) instalaciones y servicios destinados a crear capacidades en materia de investigación;

g) otras formas de beneficio compatibles con los principios enunciados en la presente Declaración.

2. Los beneficios no deberían constituir incentivos indebidos para participar en actividades de investigación.

Artículo 16 – Protección de las generaciones futuras

Se deberían tener debidamente en cuenta las repercusiones de las ciencias de la vida en las generaciones
futuras, en particular en su constitución genética.

Artículo 17 – Protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad

Se habrán de tener debidamente en cuenta la interconexión entre los seres humanos y las demás formas de
vida, la importancia de un acceso apropiado a los recursos biológicos y genéticos y su utilización, el respeto del
saber tradicional y el papel de los seres humanos en la protección del medio ambiente, la biosfera y la
biodiversidad.

Aplicación de los principios

Artículo 18 – Adopción de decisiones y tratamiento de las cuestiones bioéticas

1 Se debería promover el profesionalismo, la honestidad, la integridad y la transparencia en la adopción de


decisiones, en particular las declaraciones de todos los conflictos de interés y el aprovechamiento compartido
de conocimientos. Se debería procurar utilizar los mejores conocimientos y métodos científicos disponibles
para tratar y examinar periódicamente las cuestiones de bioética.

2. Se debería entablar un diálogo permanente entre las personas y los profesionales interesados y la sociedad
en su conjunto.
173

3. Se deberían promover las posibilidades de un debate público pluralista e informado, en el que se expresen
todas las opiniones pertinentes.

Artículo 19 – Comités de ética

Se deberían crear, promover y apoyar, al nivel que corresponda, comités de ética independientes,
pluridisciplinarios y pluralistas con miras a:

a) evaluar los problemas éticos, jurídicos, científicos y sociales pertinentes suscitados por los proyectos de
investigación relativos a los seres humanos;

b) prestar asesoramiento sobre problemas éticos en contextos clínicos;

c) evaluar los adelantos de la ciencia y la tecnología, formular recomendaciones y contribuir a la preparación


de orientaciones sobre las cuestiones que entren en el ámbito de la presente Declaración;

d) fomentar el debate, la educación y la sensibilización del público sobre la bioética, así como su participación
al respecto.

Artículo 20 – Evaluación y gestión de riesgos

Se deberían promover una evaluación y una gestión apropiadas de los riesgos relacionados con la medicina, las
ciencias de la vida y las tecnologías conexas.

Artículo 21 – Prácticas transnacionales

1. Los Estados, las instituciones públicas y privadas y los profesionales asociados a actividades transnacionales
deberían procurar velar por que sea conforme a los principios enunciados en la presente Declaración toda
actividad que entre en el ámbito de ésta y haya sido realizada, financiada o llevada a cabo de cualquier otra
manera, en su totalidad o en parte, en distintos Estados.

2. Cuando una actividad de investigación se realice o se lleve a cabo de cualquier otra manera en un Estado o
en varios (el Estado anfitrión o los Estados anfitriones) y sea financiada por una fuente ubicada en otro Estado,
esa actividad debería someterse a un nivel apropiado de examen ético en el Estado anfitrión o los Estados
anfitriones, así como en el Estado donde esté ubicada la fuente de financiación. Ese examen debería basarse
en normas éticas y jurídicas que sean compatibles con los principios enunciados en la presente Declaración.

3. Las actividades de investigación transnacionales en materia de salud deberían responder a las necesidades
de los países anfitriones y se debería reconocer que es importante que la investigación contribuya a la
paliación de los problemas urgentes de salud a escala mundial.

4. Al negociar un acuerdo de investigación, se deberían establecer las condiciones de colaboración y el acuerdo


sobre los beneficios de la investigación con la participación equitativa de las partes en la negociación.

5. Los Estados deberían tomar las medidas adecuadas en los planos nacional e internacional para luchar contra
el bioterrorismo, así como contra el tráfico ilícito de órganos, tejidos, muestras, recursos genéticos y
materiales relacionados con la genética.

Promoción de la declaración

Artículo 22 – Función de los Estados

1. Los Estados deberían adoptar todas las disposiciones adecuadas, tanto de carácter legislativo como
administrativo o de otra índole, para poner en práctica los principios enunciados en la presente Declaración,
conforme al derecho internacional relativo a los derechos humanos. Esas medidas deberían ser secundadas
por otras en los terrenos de la educación, la formación y la información pública.

2. Los Estados deberían alentar la creación de comités de ética independientes, pluridisciplinarios y pluralistas,
tal como se dispone en el Artículo 19.
174

Artículo 23 – Educación, formación e información en materia de bioética

1. Para promover los principios enunciados en la presente Declaración y entender mejor los problemas
planteados en el plano de la ética por los adelantos de la ciencia y la tecnología, en particular para los jóvenes,
los Estados deberían esforzarse no sólo por fomentar la educación y formación relativas a la bioética en todos
los planos, sino también por estimular los programas de información y difusión de conocimientos sobre la
bioética.

2. Los Estados deberían alentar a las organizaciones intergubernamentales internacionales y regionales, así
como a las organizaciones no gubernamentales internacionales, regionales y nacionales, a que participen en
esta tarea.

Artículo 24 – Cooperación internacional

1. Los Estados deberían fomentar la difusión de información científica a nivel internacional y estimular la libre
circulación y el aprovechamiento compartido de los conocimientos científicos y tecnológicos.

2. En el contexto de la cooperación internacional, los Estados deberían promover la cooperación científica y


cultural y llegar a acuerdos bilaterales y multilaterales que permitan a los países en desarrollo crear las
capacidades necesarias para participar en la creación y el intercambio de conocimientos científicos y de las
correspondientes competencias técnicas, así como en el aprovechamiento compartido de sus beneficios.

3. Los Estados deberían respetar y fomentar la solidaridad entre ellos y deberían también promoverla con y
entre individuos, familias, grupos y comunidades, en particular con los que son más vulnerables a causa de
enfermedades, discapacidades u otros factores personales, sociales o ambientales, y con los que poseen
recursos más limitados.

Artículo 25 – Actividades de seguimiento de la UNESCO

1. La UNESCO deberá promover y difundir los principios enunciados en la presente Declaración. Para ello, la
UNESCO solicitará la ayuda y la asistencia del Comité Intergubernamental de Bioética (CIGB) y del Comité
Internacional de Bioética (CIB).

2. La UNESCO deberá reiterar su voluntad de tratar la bioética y de promover la colaboración entre el CIGB y el
CIB.

Disposiciones finales

Artículo 26 – Interrelación y complementariedad de los principios

La presente Declaración debe entenderse como un todo y los principios deben entenderse como
complementarios y relacionados unos con otros. Cada principio debe considerarse en el contexto de los demás
principios, según proceda y corresponda a las circunstancias.

Artículo 27 –Limitaciones a la aplicación de los principios

Si se han de imponer limitaciones a la aplicación de los principios enunciados en la presente Declaración, se


debería hacer por ley, en particular las leyes relativas a la seguridad pública para investigar, descubrir y
enjuiciar delitos, proteger la salud pública y salvaguardar los derechos y libertades de los demás. Dicha ley
deberá ser compatible con el derecho internacional relativo a los derechos humanos.

Artículo 28 – Salvedad en cuanto a la interpretación: actos que vayan en contra de los derechos humanos,
las libertades fundamentales y la dignidad humana
175

Ninguna disposición de la presente Declaración podrá interpretarse como si confiriera a un Estado, grupo o
individuo derecho alguno a emprender actividades o realizar actos que vayan en contra de los derechos
humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana.

Fecha de adopción 2005


176

Anexo No. 2
http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2020/060.asp

Comunicado de Prensa

La CIDH y su REDESCA instan a asegurar las perspectivas


de protección integral de los derechos humanos y de la
salud pública frente a la pandemia del COVID-19
20 de marzo de 2020

Washington, D.C. - La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría


Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA) reconocen la
complejidad que enfrentan los Estados y las sociedades del hemisferio debido a las medidas
excepcionales que requiere la pandemia global ocasionada por el coronavirus COVID-19 que
avanza en forma exponencial y que, al 15 de marzo, ya se había cobrado 6.610 vidas a nivel global
y 46 en el hemisferio. Esto supone desafíos extraordinarios desde el punto de vista de los sistemas
sanitarios, la vida cotidiana de las personas y para la vigencia de los derechos humanos en el
marco de sistemas democráticos.

Dentro de este contexto, la Comisión observa que los Estados de la región están realizando
importantes esfuerzos en la adopción de medidas dirigidas tanto a la atención y tratamiento de las
personas afectadas por el COVID-19, como a la contención de la pandemia declarada por la
Organización Mundial de la Salud. Estas últimas incluyen cuarentena, distanciamiento o
aislamiento social, limitaciones de circulación a nivel nacional e internacional, como orientaciones
preventivas de higiene personal y comunitaria. La CIDH y su REDESCA refuerzan el llamado de las
organizaciones internacionales especializadas para que la adopción y la implementación de dichas
medidas se ajusten a los estándares de protección de los derechos humanos. Dichos estándares se
verifican a través del respeto a las garantías y libertades fundamentales, la plena información a las
poblaciones sobre las medidas y políticas implementadas en sus territorios, como a través de los
recursos disponibles para estos efectos. Asimismo, mediante la aplicación de una perspectiva
interseccional, sensible en términos culturales, basada en los principios de igualdad y de diversidad
de género.

Respecto a las medidas de atención, la CIDH y su REDESCA recuerdan a los Estados que el
derecho a la salud se debe garantizar a todas las personas dentro de su jurisdicción, sin ningún
tipo de discriminación, de conformidad con los estándares e instrumentos interamericanos e
internacionales de derechos humanos. Así, enfatizan que para hacer efectivo el derecho a la salud
los siguientes elementos son esenciales e interrelacionados: la disponibilidad, la accesibilidad, la
aceptabilidad y la calidad. En virtud de este derecho los Estados deben brindar una atención y
tratamiento de salud oportuna y apropiada; destacándose que todos los establecimientos, bienes y
servicios de salud deben ser accesibles sin discriminación alguna, y adaptarse en función de
circunstancias como las que la presente pandemia plantea con apego al principio «pro persona», a
fin de que prevalezca el debido y oportuno cuidado a la población por sobre cualquier otra pauta o
interés de naturaleza pública o privada. Dada la naturaleza la pandemia y las medidas de
contención, también debe brindarse una particular atención a la salud mental de la población.

Adicionalmente, la CIDH y su REDESCA recuerdan que los Estados deben tomar como prioridad la
integridad y bienestar de las personas profesionales de la salud frente a la pandemia,
considerando asimismo fundamental que los Estados tomen medidas específicas para la protección
y reconocimiento de las personas que asumen socialmente tareas de cuidado, formal o
informalmente, con reconocimiento de las condiciones sociales preexistentes y de su agudización
en momentos de especial exigencia para los sistemas de salud y asistencia social. En relación con
las trabajadoras y los trabajadores del sector salud, se destaca la importancia de la adopción de
protocolos a ser aplicados en el tratamiento del COVID19, así como de medidas especiales para la
177

protección y entrenamiento de las personas sanitarias, lo que incluye que dispongan de equipos de
protección personal y para la desinfección de ambientes, así como la debida garantía de sus
derechos laborales y de seguridad social.

En relación con las medidas de contención, la CIDH y su REDESCA urgen a los Estados que
observen, en cualquier acción dirigida a la reducción de los factores de contagio, el estricto
respeto a los tratados y estándares internacionales en materia de derechos humanos, las garantías
del Estado de Derecho y el cumplimiento de la obligación de cooperación de buena fe,
particularmente en contextos transnacionales de alto riesgo para la salud pública y la vida de las
personas.

En tal sentido, la CIDH y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) reconocen
que, frente a estados de emergencia, los Estados pueden adoptar restricciones temporales a los
derechos humanos. A la luz de este contexto, estas medidas deben sujetarse a la estricta
observancia de la finalidad de salud pública, estar acotadas temporalmente, tener objetivos
definidos, además de ser estrictamente necesarias y proporcionales al fin perseguido.
Adicionalmente, los Estados no pueden suprimir o prohibir los derechos y las libertades de manera
genérica y, en especial, no deben limitar la libertad de los medios de comunicación, las
organizaciones y liderazgos sociales o políticos, para buscar y difundir información por cualquier
medio.

En todo caso, la Comisión exhorta a los Estados y a las instituciones de derechos humanos a
garantizar el acceso a los mecanismos de denuncia y protección frente a posibles limitaciones
indebidas o violaciones de derechos derivadas de tales medidas que garanticen transparencia,
acceso a la información, protección de datos personales, consentimiento informado, acceso a la
justicia y debida reparación.

Asimismo, los Estados deben observar la obligación positiva de informar en forma completa,
permanente y veraz sobre la evolución epidemiológica de la pandemia y las medidas que adoptan
para combatirla y emitir directivas precisas dirigidas a prestadores de salud para preservar la
privacidad de las personas afectadas en cuanto a su estado de salud. En especial, las personas con
liderazgo político en los diferentes niveles de gobierno tienen una alta responsabilidad en coordinar
con los órganos rectores en materia de salud, asegurando que sus mensajes sean coherentes con
los hallazgos científicos y las medidas adoptadas.

Medidas especiales y limitaciones a la regresividad

Por otra parte, la Comisión y su REDESCA resaltan que deben tutelarse los derechos de todas las
personas que se vean afectadas por las medidas de contención que se impongan, especialmente
aquellas cuya subsistencia peligre al someterse a un régimen de cuarentena, por la pérdida de sus
ingresos, amenazas a sus necesidades vitales básicas, riesgo de ser desalojadas o ausencia de
redes institucionales de apoyo. La CIDH y su REDESCA, conscientes de los altos desafíos que este
contexto de pandemia supone para los Estados y la población en general, subrayan la necesidad
de que cualquier medida de naturaleza restrictiva o regresiva con respecto a los DESCA, sea
adoptada y aplicada de forma transparente, tras un cuidadoso análisis de las alternativas
existentes. De adoptarse, dichas medidas deben estar justificadas desde un enfoque de derechos
humanos con el debido análisis de impacto en los mismos, así como de la más eficiente utilización
de los máximos recursos disponibles.

En ese sentido, la REDESCA observa que los Estados deben valorar de manera urgente, tanto
nacional como regionalmente, dar respuestas eficaces para mitigar los impactos de la pandemia
sobre los derechos humanos, mediante la adopción de una combinación adecuada de marcos
normativos y políticas públicas a corto y mediano plazo relacionados, por ejemplo, con el alivio de
crédito, esquemas de reprogramación y flexibilidad de pagos de deuda o y cualquier otro tipo de
obligación monetaria que pueda imponer una presión financiera o tributaria que ponga en riesgo
los derechos humanos, así como con la implementación de medidas compensatorias
proporcionales en casos de pobreza y pobreza extrema o de fuentes de trabajo en especial riesgo.
178

Asimismo, la CIDH y su REDESCA alientan a los Estados y otras partes interesadas a coordinar
esfuerzos para generar iniciativas de cooperación regional general que incluyan el fortalecimiento
de los sistemas públicos de salud, la promoción de esquemas solidarios de apoyo económico, la
cooperación científica, la vigilancia epidemiológica, la producción de información o datos médicos
adecuados y oportunos, así como planes colaborativos de mitigación de impactos sobre el derecho
al trabajo, con el fin de contener los impactos de la pandemia en las poblaciones más excluidas,
así como en aquellos Estados con menores capacidades sanitarias de respuesta o sistemas de
salud más frágiles. A tal fin, la REDESCA se pone a disposición de la OEA y sus Estados miembros
para estimular y facilitar diálogos nacionales o regionales que coadyuven con tales propósitos.

Empresas y Derechos Humanos

Los Estados también deben exigir que las empresas, como empleadoras en general, respeten los
derechos humanos y tengan un comportamiento ético y responsable, particularmente por los
impactos en trabajadoras y trabajadores, consumidoras y consumidores y comunidades locales. La
CIDH y su REDESCA recuerdan que las empresas son actores claves para la realización de los
derechos humanos, de allí que, en el actual contexto de pandemia, las políticas y ajustes que
implementen deben priorizar su responsabilidad de respetar los derechos humanos,
particularmente los derechos laborales por los previsibles efectos en los mismos. La organización
de trabajo remoto o teletrabajo, cuando resulte factible; o el entendimiento de que esta es una
situación de aislamiento y limitaciones por condiciones sanitarias de emergencia, y no así de
vacaciones obligatorias, por ejemplo, pueden facilitar en algunos casos, la continuidad de labores,
reduciendo impactos negativos en el ámbito de los derechos laborales.

En esa línea, las autoridades estatales competentes deben cooperar y guiar a las empresas para la
implementación de medidas de mitigación sobre los efectos de esta crisis sanitaria desde el
enfoque de los derechos humanos. En particular, se debe asegurar que las instituciones privadas
de salud y de educación no estén exentas de cumplir con sus responsabilidades de respetar los
derechos humanos, sino que están llamadas a cooperar con las autoridades y aunar esfuerzos
para mitigar los impactos que se puedan generar sobre los derechos a la salud y a la educación.

Por otro lado, la CIDH y su RELE también exhortan a las empresas de comunicación a contribuir
con la población proporcionando información rigurosa, chequeada y observar en todo momento los
códigos de ética y de actuación. Asimismo, felicitan a los medios de comunicación de la región que
han establecido un acceso gratuito y abierto a los contenidos vinculados con la pandemia.

Deber de atención especial sobre grupos en situación de vulnerabilidad

La Comisión y su REDESCA observan que, por su carácter pandémico, la respuesta al COVID-19


adquiere una dimensión global y local para el resguardo de los derechos humanos de las personas
afectadas. Globalmente, es necesaria la estrecha cooperación y coordinación de todos los Estados
e instancias internacionales competentes, incluyendo la evaluación de solicitudes y entrega de
fondos financieros de emergencia como de información científica, con el fin de disminuir los
contagios y muertes por esta causa. Asimismo, la CIDH nota que a nivel internacional las
poblaciones en procesos de desplazamiento o migración se ven especialmente afectadas al carecer
de sistemas de protección de salud y de apoyo social, siendo susceptibles de sufrir estereotipos,
restricciones de movimiento y retóricas de culpabilización u odio. La CIDH insta a los Estados para
que las medidas de contención del patógeno no impliquen el incumplimiento de sus obligaciones
internacionales de protección frente a las poblaciones que huyen de la persecución, el conflicto o
de riesgos para su vida e integridad.

Localmente, procesos pandémicos producen impactos desproporcionados sobre poblaciones con


mayores dificultades de acceso a estructuras sanitarias y tecnologías de atención a la salud dentro
de los países, como pueblos indígenas, campesinado, personas migrantes, personas privadas de la
libertad, grupos sociales en las periferias de las ciudades y los grupos económicos desatendidos
por las redes de seguridad social, como son las y los trabajadores del sector informal o personas
en situación de pobreza o de calle. A su vez, dado el carácter viral de la transmisión del COVID-19
ciertos grupos sociales se encuentran en mayor riesgo de sufrir impactos diferenciados y que sus
179

derechos sean afectados más fácilmente, como son las personas con discapacidad, personas con
determinadas patologías y enfermedades, y particularmente las personas mayores. En relación con
estos grupos las medidas que se adopten deben incluir acciones de prevención del contagio y de
garantía de la atención y tratamiento médico, medicamentos y provisiones evitando los impactos
diferenciados del desabastecimiento; así como de acceso a la información en formatos adecuados
a los diferentes grupos y sus necesidades diferenciadas.

Con respecto a las personas privadas de libertad, la Comisión exhorta a los Estados a considerar
en los protocolos de atención los derechos de esta población a efectos de evitar brotes en los
diferentes centros de detención, y que en el caso de que ocurran, se tenga acceso a los
tratamientos de salud adecuados. Los Estados también deben adoptar medidas alternativas a la
privación total de la libertad, siempre que fuera posible, evitando el hacinamiento en las cárceles,
lo que puede contribuir con la propagación del virus.

En cuanto a los pueblos indígenas, la CIDH recuerda a los Estados el deber de protección especial
que debe ser dedicado a esa población y la importancia de proporcionarle información sobre la
pandemia de forma sencilla y, en lo posible, en su idioma tradicional. Adicionalmente, la CIDH
hace un llamado especial a los Estados para que respeten, de forma irrestricta, el no contacto con
los pueblos y segmentos de pueblos indígenas en aislamiento voluntario, dados los gravísimos
impactos que el contagio del virus podría representar para su subsistencia.

Acerca de las niñas, los niños y adolescentes (NNA), la CIDH y su REDESCA subrayan la
importancia de que los Estados hagan primar su interés superior frente a la pandemia, por
ejemplo, ajustando sus planes educativos y de dotación de alimentos para escolares a estas
circunstancias de emergencia, generando medidas destinadas a que NNA no sufran un impacto
desproporcionado en sus derechos a la educación y a la alimentación. Al respecto, destacan la
importancia de que las medidas de aislamiento social incluyan, en la medida de las posibilidades,
alternativas que les permitan mantener las actividades conducentes a su desarrollo, como clases a
distancia.

Adicionalmente, los Estados deben tomar especialmente en cuenta su obligación de debida


diligencia con los derechos de las mujeres, e implementar medidas para prevenir tanto casos de
violencia de género, como intrafamiliar y sexual durante el aislamiento social, disponiendo de
mecanismos seguros de denuncia y atención para las víctimas.

Finalmente, la CIDH y su REDESCA hacen un llamado a la calma a toda la región, indicando que
esta es una pandemia que está siendo continuamente monitoreada por los Gobiernos y las
autoridades nacionales en sus respectivas competencias, así como por los organismos
internacionales, incluida la OEA, la Organización Panamericana de la Salud y la Comisión con sus
Relatorías Especiales (DESCA y Libertad de Expresión). La naturaleza y los alcances de una
emergencia de salud sin precedentes en la región y en el mundo, exigen dotar de contenido real a
los principios de solidaridad y de responsabilidad compartida, con base en la cooperación
internacional, que deben orientar tanto el accionar de los Estados, como de la sociedad en su
conjunto.

La REDESCA es una Oficina autónoma de la CIDH, especialmente creada para apoyar a la


Comisión en el cumplimiento de su mandato de promoción y protección de los derechos
económicos, sociales, culturales y ambientales en el continente americano.

La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA),


cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia y la defensa
de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La
CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General
de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia.

No. 060/20
180

Anexo No. 3
Fuente: Resoluciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/pdf/Resolucion-1-20-es.pdf

RESOLUCIÓN NO. 1/2020

PANDEMIA Y DERECHOS HUMANOS EN LAS AMÉRICAS


(Adoptado por la CIDH el 10 de abril de 2020)

A. INTRODUCCIÓN

Las Américas y el mundo se enfrentan actualmente a una emergencia sanitaria global sin
precedentes ocasionada por la pandemia del virus que causa el COVID-19, ante la cual las medidas
adoptadas por los Estados en la atención y contención del virus deben tener como centro el pleno
respeto de los derechos humanos.

La pandemia del COVID-19 puede afectar gravemente la plena vigencia de los derechos humanos de
la población en virtud de los serios riesgos para la vida, salud e integridad personal que supone el
COVID-19; así como sus impactos de inmediato, mediano y largo plazo sobre las sociedades en
general, y sobre las personas y grupos en situación de especial vulnerabilidad.

Las Américas es la región más desigual del planeta, caracterizada por profundas brechas sociales en
que la pobreza y la pobreza extrema constituyen un problema transversal a todos los Estados de la
región; así como por la falta o precariedad en el acceso al agua potable y al saneamiento; la
inseguridad alimentaria, las situaciones de contaminación ambiental y la falta de viviendas o de
hábitat adecuado. A lo que se suman altas tasas de informalidad laboral y de trabajo e ingresos
precarios que afectan a un gran número de personas en la región y que hacen aún más preocupante
el impacto socioeconómico del COVID-19. Todo esto dificulta o impide a millones de personas tomar
medidas básicas de prevención contra la enfermedad, en particular cuando afecta a grupos en
situación de especial vulnerabilidad.

Además, la región se caracteriza por altos índices de violencia generalizada y especialmente violencia
por razones de género, de raza o etnia; así como por la persistencia de flagelos tales como la
corrupción y la impunidad. Asimismo, en la región prevalece por parte de los ciudadanos y
ciudadanas el ejercicio del derecho a la protesta social, en un contexto de represión mediante el uso
desproporcionado de la fuerza, así como de actos de violencia y vandalismo; graves crisis
penitenciarias que afectan a la gran mayoría de los países; y la profundamente preocupante
extensión del fenómeno de la migración, del desplazamiento forzado interno, de personas
refugiadas y apátridas; así como la discriminación estructural en contra de grupos en situación de
especial vulnerabilidad.

En este contexto, la pandemia supone desafíos aún mayores para los Estados de las Américas, tanto
en términos de políticas y medidas sanitarias, como en capacidades económicas, que permitan
poner en marcha medidas de atención y contención que resultan urgentes y necesarias para
proteger efectivamente a sus poblaciones, acordes con el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos.
181

A su vez, la pandemia genera impactos diferenciados e interseccionales sobre la realización de los


derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) para ciertos colectivos y
poblaciones en especial situación de vulnerabilidad, por lo que se torna esencial la adopción de
políticas para prevenir eficazmente el contagio, así como de medidas de seguridad social y el acceso
a sistemas de salud pública que faciliten el diagnóstico y tratamiento oportuno y asequible; a fin de
brindar a las poblaciones en situación de vulnerabilidad la atención integral de la salud física y
mental, sin discriminación.

Asimismo, los sistemas de salud de los Estados de la región se han visto o pueden verse, aún más,
desbordados frente a la magnitud de la pandemia del COVID-19, en particular respecto de quienes
viven en la pobreza y para quienes no tienen cobertura médica, en caso de que necesiten atención
médica u hospitalización.

A la fecha no se tiene conocimiento de intervenciones farmacéuticas viables para luchar contra el


COVID-19 y muchos países han introducido medidas de contención que incluyen cuarentena,
distanciamiento o aislamiento social, cierre de escuelas y negocios, limitaciones de circulación a
nivel nacional e internacional, así como orientaciones preventivas de higiene personal y comunitaria.

En cuanto a las medidas de contención con el fin de enfrentar y prevenir los efectos de la pandemia,
la CIDH ha observado que se han suspendido y restringido algunos derechos, y en otros casos se han
declarado “estados de emergencia”, “estados de excepción”, “estados de catástrofe por calamidad
pública”, o “emergencia sanitaria”, a través de decretos presidenciales y normativa de diversa
naturaleza jurídica con el fin de proteger la salud pública y evitar el incremento de contagios.
Asimismo, se han establecido medidas de distinta naturaleza que restringen los derechos de la
libertad de expresión, el derecho de acceso a la información pública, la libertad personal, la
inviolabilidad del domicilio, el derecho a la propiedad privada; y se ha recurrido al uso de tecnología
de vigilancia para rastrear la propagación del coronavirus, y al almacenamiento de datos de forma
masiva.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con el apoyo de sus Relatorías Especiales
sobre los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales y sobre Libertad de Expresión, en
ejercicio de su mandato, adopta la presente resolución con estándares y recomendaciones bajo la
convicción de que las medidas adoptadas por los Estados en la atención y contención de la
pandemia deben tener como centro el pleno respeto de los derechos humanos.

B. PARTE CONSIDERATIVA

I. El derecho humano a la salud y otros DESCA en el contexto de las pandemias

Considerando que, si bien existen impactos sobre todos los derechos humanos frente a los diversos
contextos ocasionados por la pandemia, especialmente en relación al derecho a la vida, la salud e
integridad personal, se ven seriamente afectados el derecho al trabajo, a la seguridad social, a la
educación, a la alimentación, al agua y a la vivienda, entre otros DESCA.

Subrayando que los contextos de pandemia y sus consecuencias acentúan la importancia del
cumplimiento y observancia de las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, y
particularmente aquéllas referidas a los DESCA, en las decisiones económicas y políticas adoptadas
por los Estados, sea individualmente o como integrantes de instituciones multilaterales de
financiamiento u órganos internacionales.
182

Recordando que, en el contexto de la pandemia, los Estados tienen la obligación reforzada de


respetar y garantizar los derechos humanos en el marco de actividades empresariales, incluyendo la
aplicación extraterritorial de dicha obligación, de conformidad con los estándares interamericanos
en la materia.

Recordando que en el contexto específico de pandemia, los Estados tienen el deber de incentivar la
investigación aplicada, la innovación y la difusión de nuevas tecnologías científicas directamente
aplicables a la lucha contra la propagación del patógeno y, muy especialmente, al descubrimiento de
nuevas alternativas de tratamiento del mismo, incluso compatibilizando la protección integral de la
vida humana con reglas y procedimientos que regulen la propiedad intelectual sobre tales
tecnologías y hallazgos.

Recordando que los Estados del hemisferio han reconocido la alta relevancia de la protección de los
DESCA como condición esencial para la democracia, el Estado de Derecho y el desarrollo sostenible;
y que la salud es un derecho humano reconocido en el corpus iuris internacional de los derechos
humanos.

Observando que las pandemias tienen el potencial de afectar gravemente el derecho a la salud
directa e indirectamente, por el riesgo sanitario inherente en la transmisión y adquisición de la
infección, la exposición sobre el personal de salud y la alta incidencia en la organización social y los
sistemas de salud, saturando la asistencia sanitaria general.

Destacando que la salud es un bien público que debe ser protegido por todos los Estados y que el
derecho humano a la salud es un derecho de carácter inclusivo, que guarda correspondencia con el
goce de otros derechos, que comprende sus determinantes básicos y sociales como el conjunto de
factores que condicionan su efectivo ejercicio y disfrute. Que el contenido del derecho a la salud se
refiere al derecho de toda persona a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social.
Asimismo, que este derecho incluye la atención de salud oportuna y apropiada, así como los
elementos esenciales e interrelacionados de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad de
los servicios, bienes e instalaciones de salud, incluyendo los medicamentos y los beneficios del
progreso científico en esta área, en condiciones de igualdad y no discriminación.

Subrayando que los contextos de pandemia y sus consecuencias, incluyendo las medidas de
contención implementadas por los Estados, generan serios impactos en la salud mental como parte
del derecho a la salud de la población, particularmente respecto de ciertas personas y grupos en
mayor riesgo.

Observando que la generalidad de las personas trabajadoras, en especial las que viven en situación
de pobreza o con bajos salarios, dependen por definición de sus ingresos económicos laborales para
su subsistencia y tomando en cuenta, que existen ciertas categorías de trabajos que exponen
especialmente a las personas a mayores riesgos de ver afectados sus derechos humanos por la
pandemia y sus consecuencias, tales como personas trabajadoras de la salud, producción y
distribución de alimentos, limpieza, cuidado, trabajadores rurales, informales o precarizados, entre
otros.

II. Estados de excepción, libertades fundamentales y Estado de Derecho

Teniendo en cuenta que la Democracia y el Estado de Derecho son condiciones necesarias para
lograr la vigencia y el respeto de los derechos humanos, y que la naturaleza jurídica de las
limitaciones a dichos derechos puede tener impactos directos en los sistemas democráticos de los
183

Estados, la Comisión reafirma el rol fundamental de la independencia y de la actuación de los


poderes públicos y las instituciones de control, en particular de los poderes judiciales y legislativos,
cuyo funcionamiento debe ser asegurado aún en contextos de pandemia.

Reconociendo que, en determinadas circunstancias, con el objeto de generar adecuada distancia


social, puede resultar de hecho imperativa la restricción del pleno goce de derechos como el de
reunión y la libertad de circulación en espacios tangibles, públicos o comunes que no sean
indispensables para el abastecimiento de insumos esenciales o para la propia atención médica.

Considerando con especial preocupación que mediante la restricción o limitaciones a los derechos se
pueden generar impactos en el goce de otros derechos de manera desproporcionada en
determinados grupos y que, por lo tanto, se hace necesaria la adopción de medidas positivas de
protección adicionales para estos grupos, ante la evidencia de que se han suscitado restricciones al
trabajo de la prensa y detenciones arbitrarias de periodistas y personas defensoras de derechos
humanos en el marco de la cobertura de la pandemia.

Reconociendo el rol crítico de la prensa, el acceso universal a Internet a través de las fronteras, la
transparencia y el acceso a la información pública respecto de la pandemia y las medidas que se
adoptan para contenerla y enfrentar las necesidades básicas de la población, así como la
preservación de la privacidad y la protección de datos personales de las personas involucradas.

III. Grupos en situación de especial vulnerabilidad

Recordando que al momento de emitir medidas de emergencia y contención frente a la pandemia


del COVID-19, los Estados de la región deben brindar y aplicar perspectivas interseccionales y prestar
especial atención a las necesidades y al impacto diferenciado de dichas medidas en los derechos
humanos de los grupos históricamente excluidos o en especial riesgo, tales como: personas mayores
y personas de cualquier edad que tienen afecciones médicas preexistentes, personas privadas de
libertad, mujeres, pueblos indígenas, personas en situación de movilidad humana, niñas, niños y
adolescentes, personas LGBTI, personas afrodescendientes, personas con discapacidad, personas
trabajadoras, y personas que viven en pobreza y pobreza extrema, especialmente personas
trabajadoras informales y personas en situación de calle; así como en las defensoras y defensores de
derechos humanos, líderes sociales, profesionales de la salud y periodistas.

Teniendo en particular consideración que en el contexto de pandemia, por lo general, los cuidados
de las personas enfermas o necesitadas de especial atención recaen fundamentalmente en las
mujeres, a expensas de su desarrollo personal o laboral, existiendo un escaso nivel de
institucionalización y reconocimiento social o económico para tales tareas de cuidados que en
tiempo de pandemia se vuelven aún más necesarios y exigentes.

IV. Cooperación internacional e intercambio de buenas prácticas

Destacando que toda política pública con enfoque de derechos humanos para la prevención,
atención y contención de la pandemia requiere un abordaje amplio y multidisciplinario a partir del
fortalecimiento de mecanismos de cooperación internacional entre Estados.

Resultando urgente avanzar en la coordinación regional y global para enfrentar la crisis de la


pandemia del COVID-19, a fin de lograr eficacia de manera regional, global y sostenible en las
políticas públicas y medidas de distinta naturaleza que se adopten.
184

Destacando la importancia de contar con el apoyo, la participación y cooperación de personas y


grupos de la sociedad civil, como las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de
base comunitaria, y del sector privado, para que los esfuerzos de los Estados en el ámbito de las
acciones de prevención, contención y tratamiento de la pandemia sean eficaces y oportunas.

Resaltando que la cooperación que brindan los organismos regionales y universales como la CIDH, la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), o agencias y órganos especializados de las Naciones
Unidas, a través de sus mecanismos, resulta clave en la coordinación de esfuerzos y acciones
conjuntas con los Estados en el marco de la crisis de la pandemia del COVID-19.

Manifestando la voluntad y disposición de la CIDH y sus Relatorías Especiales para brindar asistencia
técnica a los Estados, los organismos regionales, las organizaciones sociales y otras instituciones para
el fortalecimiento institucional y la formulación, implementación y evaluación de políticas públicas
orientadas a combatir la pandemia en las Américas con enfoque de derechos humanos sobre la base
de los estándares interamericanos e internacionales pertinentes.

C. PARTE RESOLUTIVA

En virtud de lo anterior, en ejercicio de las funciones que le son conferidas por el artículo 106 de la
Carta de la Organización de los Estados Americanos y en aplicación del artículo 41.b de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 18.b de su Estatuto, la Comisión
Interamericana sobre Derechos Humanos formula las siguientes recomendaciones a los gobiernos de
los Estados miembros:

1. Adoptar de forma inmediata, urgente y con la debida diligencia, todas las medidas que sean
adecuadas para proteger los derechos a la vida, salud e integridad personal de las personas
que se encuentren en sus jurisdicciones frente al riesgo que representa la presente pandemia.
Tales medidas deberán de ser adoptadas atendiendo a la mejor evidencia científica, en
concordancia con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), así como con las
recomendaciones emitidas por la OMS y la OPS, en lo que fueran aplicables.

2. Adoptar de manera inmediata e interseccional el enfoque de derechos humanos en toda


estrategia, política o medida estatal dirigida a enfrentar la pandemia del COVID-19 y sus
consecuencias, incluyendo los planes para la recuperación social y económica que se
formulen. Estas deben estar apegadas al respeto irrestricto de los estándares interamericanos
e internacionales en materia de derechos humanos, en el marco de su universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y transversalidad, particularmente de los DESCA.

3. Guiar su actuación de conformidad con los siguientes principios y obligaciones generales:

a. Los compromisos internacionales en materia de derechos humanos deben cumplirse de


buena fe y tomando en cuenta los estándares interamericanos y las normas de derecho
internacional aplicables.

b. El deber de garantía de los derechos humanos requiere que los Estados protejan los
derechos humanos atendiendo a las particulares necesidades de protección de las
personas y que esta obligación involucra el deber de los Estados de organizar todo el
aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se
manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar
jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos.
185

c. El deber de respetar los derechos humanos comprende la noción de la restricción al


ejercicio del poder estatal, es decir, requiere que cualquier órgano o funcionario del Estado
o de una institución de carácter público se abstenga de violar los derechos humanos.

d. Ante las circunstancias actuales de la pandemia del COVID-19, que constituyen una
situación de riesgo real, los Estados deben adoptar medidas de forma inmediata y de
manera diligente para prevenir la ocurrencia de afectaciones al derecho a la salud, la
integridad personal y la vida. Tales medidas deben estar enfocadas de manera prioritaria a
prevenir los contagios y brindar un tratamiento médico adecuado a las personas que lo
requieran.

e. El objetivo de todas las políticas y medidas que se adopten deben basarse en un enfoque
de derechos humanos que contemple la universalidad e inalienabilidad; indivisibilidad;
interdependencia e interrelación de todos los derechos humanos; la igualdad y la no
discriminación; la perspectiva de género, diversidad e interseccionalidad; la inclusión; la
rendición de cuentas; el respeto al Estado de Derecho y el fortalecimiento de la
cooperación entre los Estados.

f. Las medidas que los Estados adopten, en particular aquéllas que resulten en restricciones
de derechos o garantías, deben ajustarse a los principios «pro persona», de
proporcionalidad, temporalidad, y deben tener como finalidad legítima el estricto
cumplimiento de objetivos de salud pública y protección integral, como el debido y
oportuno cuidado a la población, por sobre cualquier otra consideración o interés de
naturaleza pública o privada.

g. Aún en los casos más extremos y excepcionales donde pueda ser necesaria la suspensión
de determinados derechos, el derecho internacional impone una serie de requisitos – tales
como el de legalidad, necesidad, proporcionalidad y temporalidad– dirigidos a evitar que
medidas como el estado de excepción o emergencia sean utilizadas de manera ilegal,
abusiva y desproporcionada, ocasionando violaciones a derechos humanos o afectaciones
del sistema democrático de gobierno.

Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales

4. Garantizar que las medidas adoptadas para enfrentar las pandemias y sus consecuencias
incorporen de manera prioritaria el contenido del derecho humano a la salud y sus
determinantes básicos y sociales, los cuales se relacionan con el contenido de otros derechos
humanos, como la vida e integridad personal y de otros DESCA, tales como acceso a agua
potable, acceso a alimentación nutritiva, acceso a medios de limpieza, vivienda adecuada,
cooperación comunitaria, soporte en salud mental, e integración de servicios públicos de
salud; así como respuestas para la prevención y atención de las violencias, asegurando
efectiva protección social, incluyendo, entre otros, el otorgamiento de subsidios, rentas
básicas u otras medidas de apoyo económico.

5. Proteger los derechos humanos, y particularmente los DESCA, de las personas trabajadoras
en mayor situación de riesgo por la pandemia y sus consecuencias. Es importante tomar
medidas que velen por asegurar ingresos económicos y medios de subsistencia de todas las
personas trabajadoras, de manera que tengan igualdad de condiciones para cumplir las
medidas de contención y protección durante la pandemia, así como condiciones de acceso a la
alimentación y otros derechos esenciales. Las personas que hayan de proseguir realizando sus
186

actividades laborales, deben ser protegidas de los riesgos de contagio del virus y, en general,
se debe dar adecuada protección a los trabajos, salarios, la libertad sindical y negociación
colectiva, pensiones y demás derechos sociales interrelacionados con el ámbito laboral y
sindical.

6. Asegurar el diseño de un plan de actuación que guíe los procedimientos a seguir para la
prevención, detección, tratamiento, control y seguimiento de la pandemia con base en la
mejor evidencia científica y el derecho humano a la salud. Estos procedimientos deben ser
transparentes, independientes, participativos, claros e inclusivos.

7. Instrumentar espacios oportunos de participación social para la evaluación de los impactos


y resultados de las medidas adoptadas, que permitan gestionar los ajustes necesarios desde
un enfoque de derechos humanos. Asimismo, establecer espacios de diálogo nacionales con
participación de personas expertas independientes, las instituciones nacionales de derechos
humanos y el sector privado.

8. Velar por una distribución y acceso equitativos a las instalaciones, bienes y servicios de
salud sin discriminación alguna, sean públicos o privados, asegurando la atención de las
personas con COVID-19 y los grupos desproporcionalmente afectados por la pandemia, así
como personas con enfermedades preexistentes que las hacen especialmente vulnerables al
virus. La escasez de recursos no justifica actos de discriminación directos, indirectos, múltiples
o interseccionales.

9. Asegurar el acceso a medicamentos y tecnologías sanitarias necesarias para enfrentar los


contextos de pandemia, particularmente poniendo atención al uso de estrategias, como la
aplicación de cláusulas de flexibilidad o excepción en esquemas de propiedad intelectual, que
eviten restricciones a medicamentos genéricos, precios excesivos de medicamentos y vacunas,
abuso de uso de patentes o protección exclusiva a los datos de prueba.

10. Asegurar la disponibilidad y provisión oportuna de cantidades suficientes de material de


bioseguridad, insumos y suplementos médicos esenciales de uso del personal de salud,
fortalecer su capacitación técnica y profesional para el manejo de pandemias y crisis
infecciosas, garantizar la protección de sus derechos, así como la disposición de recursos
específicos mínimos destinados a enfrentar este tipo de situaciones de emergencia sanitaria.

11. Mejorar la disponibilidad, accesibilidad y calidad de los servicios de salud mental sin
discriminación ante los efectos de los contextos de pandemia y sus consecuencias, lo que
incluye la distribución equitativa de tales servicios y bienes en la comunidad, particularmente
de las poblaciones que se ven más expuestas o en mayor riesgo a verse afectadas, tales como
personas profesionales de salud, personas mayores o personas con condiciones médicas que
requieren atención específica de su salud mental.

12. Garantizar el consentimiento previo e informado de todas las personas en su tratamiento


de salud en el contexto de las pandemias, así como la privacidad y protección de sus datos
personales, asegurando un trato digno y humanizado a las personas portadoras o en
tratamiento por COVID-19. Está prohibido someter a las personas a pruebas médicas o
científicas experimentales sin su libre consentimiento.

13. Disponer y movilizar el máximo de los recursos disponibles, incluyendo acciones de


búsqueda permanente de dichos recursos a nivel nacional y multilateral, para hacer efectivo el
187

derecho a la salud y otros DESCA el con objeto de prevenir y mitigar los efectos de la
pandemia sobre los derechos humanos, incluso tomando medidas de política fiscal que
permitan una redistribución equitativa, incluyendo el diseño de planes y compromisos
concretos para aumentar sustantivamente el presupuesto público para garantizar el derecho a
la salud.

14. Asegurar que, en los casos excepcionales que fuera inevitable adoptar medidas que
limiten algún DESCA, los Estados deben velar porque tales medidas estén plena y
estrictamente justificadas, sean necesarias y proporcionales, teniendo en cuenta todos los
derechos en juego y la correcta utilización de los máximos recursos disponibles.

15. Integrar medidas de mitigación y atención enfocadas específicamente en la protección y


garantía de los DESCA dado los graves impactos directos e indirectos que contextos de
pandemia y crisis sanitarias infecciosas les pueden generar. Las medidas económicas, políticas
o de cualquier índole que sean adoptadas no deben acentuar las desigualdades existentes en
la sociedad.

16. Asegurar la existencia de mecanismos de rendición de cuentas y acceso a la justicia ante


posibles violaciones de los derechos humanos, incluidos los DESCA, en el contexto de las
pandemias y sus consecuencias, incluyendo abusos por parte de actores privados y actos de
corrupción o captura del Estado en perjuicio de los derechos humanos.

17. Asegurar que las instituciones multilaterales de financiamiento e inversión en las que los
Estados hacen parte implementen garantías específicas para proteger los derechos humanos
en sus procesos de evaluación de riesgo y sistemas de operación relativos a proyectos de
inversión o préstamos monetarios que se den en el contexto de respuesta a la pandemia y sus
consecuencias sobre los derechos humanos, en particular de los DESCA.

18. Suspender o aliviar la deuda externa y las sanciones económicas internacionales que
pueden amenazar, debilitar o impedir las respuestas de los Estados para proteger los derechos
humanos frente a contextos de pandemia y sus consecuencias. Ello a fin de facilitar la
adquisición oportuna de insumos y equipo médico esencial y permitir el gasto público de
emergencia prioritario en otros DESCA, sin poner en mayor riesgo todos los derechos
humanos y los esfuerzos avanzados por otros Estados en esta coyuntura, dada la naturaleza
transnacional de la pandemia.

19. Exigir y vigilar que las empresas respeten los derechos humanos, adopten procesos de
debida diligencia en materia de derechos humanos y rindan cuentas ante posibles abusos e
impactos negativos sobre los derechos humanos, particularmente por los efectos que los
contextos de pandemia y crisis sanitarias infecciosas suelen generar sobre los DESCA de las
poblaciones y grupos en mayor situación de vulnerabilidad y, en general, sobre las personas
que trabajan, las personas con condiciones médicas sensibles y las comunidades locales. Las
empresas tienen un rol clave que desempeñar en estos contextos y su conducta debe guiarse
por los principios y reglas de derechos humanos aplicables.

Estados de excepción, restricciones a las libertades fundamentales y Estado de Derecho

20. Asegurar que toda restricción o limitación que se imponga a los derechos humanos con la
finalidad de protección de la salud en el marco de la pandemia COVID-19 cumpla con los
requisitos establecidos por el derecho internacional de los derechos humanos. En particular,
188

dichas restricciones deben cumplir con el principio de legalidad, ser necesarias en una
sociedad democrática y, por ende, resultar estrictamente proporcionales para atender la
finalidad legítima de proteger la salud.

21. Asegurar que en caso de establecerse un estado de excepción: i) se justifique que existe
una excepcionalidad de la situación de emergencia en cuanto a su gravedad, inminencia e
intensidad que constituye una amenaza real a la independencia o seguridad del Estado; ii) la
suspensión de algunos derechos y garantías sea únicamente por el tiempo estrictamente
limitado a las exigencias de la situación; iii) las disposiciones que sean adoptadas resulten
proporcionales, en particular, que la suspensión de derechos o garantías constituya el único
medio para hacer frente a la situación, que no pueda ser enfrentada mediante el uso de las
atribuciones ordinarias de las autoridades estatales, y que las medidas adoptadas no generen
una mayor afectación al derecho que sea suspendido en comparación con el beneficio
obtenido; y iv) las disposiciones adoptadas no sean incompatibles con las demás obligaciones
que impone el derecho internacional, y no entrañen discriminación alguna fundada, en
particular, con motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.

22. Asegurar que ninguna medida de excepción sea, en sí misma o por sus efectos,
discriminatoria y contraria al derecho internacional. Un estado de excepción no debe ser
utilizado para generar propaganda a favor de la guerra o apología del odio nacional, racial o
religioso que constituya incitación a la discriminación, hostilidad o violencia.

23. Abstenerse de suspender el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica; el


derecho a la vida; el derecho a la integridad personal y la prohibición de tortura, tratos
inhumanos, crueles y degradantes; la prohibición de esclavitud y servidumbre; el principio de
legalidad y retroactividad; la libertad de conciencia y religión; la protección a la familia; el
derecho al nombre; los derechos de la niñez; el derecho a la nacionalidad, y los derechos
políticos.

24. Abstenerse de suspender procedimientos judiciales idóneos para garantizar la plenitud del
ejercicio de los derechos y libertades, entre ellos las acciones de hábeas corpus y amparo para
controlar las actuaciones de las autoridades, incluyendo las restricciones a la libertad personal
en dicho contexto. Estas garantías deben ejercitarse bajo el marco y principios del debido
proceso legal.

25. Asegurar que la proclamación de un estado de excepción sea realizada de conformidad


con el marco constitucional y demás disposiciones que rijan tal actuación, y que se
identifiquen expresamente los derechos cuyo pleno goce será limitado, así como el ámbito
temporal y geográfico que justifica tal excepción.

26. Informar inmediatamente, en casos de suspensión de los derechos humanos, a los demás
Estados partes de la Convención Americana, por conducto del Secretario General de la
Organización de los Estados Americanos, sobre las disposiciones cuya aplicación haya sido
suspendida, los motivos que hayan suscitado la suspensión y la fecha en que se haya dado por
terminada tal suspensión. La Comisión recomienda a los Estados que no son parte de dicho
tratado la adopción de dicha práctica, como salvaguardia para prevenir el abuso de las
facultades excepcionales de suspensión y como medio idóneo de solidaridad y cooperación
entre los Estados miembros respecto de las medidas que pueden ser adoptadas para
enfrentar la emergencia.
189

27. Asegurar que cualquier restricción o suspensión adoptada tenga sustento en la mejor
evidencia científica y considere, de manera previa a su adopción y durante su
implementación, los particulares efectos que puede tener sobre los grupos más vulnerables
con el fin de asegurar que su impacto no sea especialmente desproporcionado mediante la
adopción de las medidas positivas que resulten necesarias. Asimismo, toda decisión y medida
que sea adoptada en este contexto debe considerar de manera especialmente relevante, la
perspectiva de género, interseccional, lingüística e intercultural.

28. Asegurar la existencia de medios idóneos para el control de las disposiciones que se dicten
en una situación de emergencia. Las autoridades deben evaluar permanentemente la
necesidad de mantener la vigencia de cada una de las medidas temporales de suspensión o
restricción adoptadas.

29. Abstenerse de restringir el trabajo y la circulación de las y los periodistas y personas


defensoras de derechos humanos que cumplen una función central durante la emergencia de
salud pública, con el objeto de informar y monitorear las acciones del Estado. Los Estados no
deben incluir a los comunicadores en las restricciones de circulación y tienen la obligación de
permitir el acceso a las conferencias de prensa oficiales a todos los medios, sin discriminación
por línea editorial, a excepción de las medidas necesarias y proporcionales para proteger la
salud. Al mismo tiempo, los Estados deben respetar la reserva de sus fuentes informativas y
evaluar la situación particular de riesgo de los periodistas y trabajadores de la comunicación,
establecer medidas de bio protección adecuadas y facilitarles acceso prioritario a evaluar su
propio estado de salud.

30. Garantizar que defensoras y defensores de derechos humanos puedan realizar su labor de
defensa e información en el contexto de la pandemia. Abstenerse de perseguir o detener a las
personas defensoras de derechos humanos por la vigilancia que realizan respecto de la
actuación del Estado ante la pandemia y frente a las eventuales vulneraciones a los derechos
fundamentales, lo que incluye no someterles a procesos civiles o penales por sus opiniones,
no detenerlas con base en el uso de figuras penales amplias o ambiguas, ni exponerlas al
riesgo de sufrir ataques físicos o virtuales.

31. Respetar la prohibición de censura previa y abstenerse de bloquear total o parcialmente


sitios de medios de comunicación, plataformas o cuentas particulares en Internet. Garantizar
el acceso más amplio e inmediato al servicio de Internet a toda la población y desarrollar
medidas positivas para reducir de manera rápida la brecha digital que enfrentan los grupos
vulnerables y con menores ingresos. No se puede justificar la imposición de restricciones al
acceso a Internet por motivos de orden público o seguridad nacional.

32. Asegurar el derecho de acceso a la información pública en el marco de la emergencia


generada por el COVID-19 y no establecer limitaciones generales basadas en razones de
seguridad u orden público. Los órganos que garantizan este derecho y los sujetos obligados
deben otorgar prioridad a las solicitudes de acceso a la información relacionadas con la
emergencia de salud pública, así como informar proactivamente, en formatos abiertos y de
manera accesible a todos los grupos en situación de vulnerabilidad, de forma desagregada
sobre los impactos de la pandemia y los gastos de emergencia, desagregados de acuerdo con
las mejores prácticas internacionales. En los casos de postergación de los plazos de solicitudes
de información en asuntos no vinculados a la pandemia, los Estados deberán fundamentar la
190

negativa, establecer un espacio temporal para cumplir la obligación y admitir la apelación de


estas resoluciones.

33. Asegurar que cualquier responsabilidad ulterior que se pretenda imponer por la difusión
de información u opiniones, basada en la protección de los intereses de salud pública –aun de
manera temporal–, se establezca por ley, de modo proporcional al interés imperioso que la
justifica y se ajuste estrechamente al logro de ese legítimo objetivo.

34. Observar un especial cuidado en los pronunciamientos y declaraciones de los funcionarios


públicos con altas responsabilidades respecto de la evolución de la pandemia. En las actuales
circunstancias, constituye un deber que las autoridades estatales informen a la población, y al
pronunciarse al respecto, deben actuar con diligencia y contar en forma razonable con base
científica. También, deben recordar que están expuestos a un mayor escrutinio y a la crítica
pública, aun en períodos especiales. Los gobiernos y las empresas de Internet deben atender y
combatir de forma transparente la desinformación que circula respecto de la pandemia.

35. Proteger el derecho a la privacidad y los datos personales de la población, especialmente


de la información personal sensible de los pacientes y personas sometidas a exámenes
durante la pandemia. Los Estados, prestadores de salud, empresas y otros actores económicos
involucrados en los esfuerzos de contención y tratamiento de la pandemia, deberán obtener
el consentimiento al recabar y compartir datos sensibles de tales personas. Solo deben
almacenar los datos personales recabados durante la emergencia con el fin limitado de
combatir la pandemia, sin compartirlos con fines comerciales o de otra naturaleza. Las
personas afectadas y pacientes conservarán el derecho a cancelación de sus datos sensibles.

36. Asegurar que, en caso de recurrir a herramientas de vigilancia digital para determinar,
acompañar o contener la expansión de la epidemia y el seguimiento de personas afectadas,
éstas deben ser estrictamente limitadas, tanto en términos de propósito como de tiempo, y
proteger rigurosamente los derechos individuales, el principio de no discriminación y las
libertades fundamentales. Los Estados deben transparentar las herramientas de vigilancia que
están utilizando y su finalidad, así como poner en marcha mecanismos de supervisión
independientes del uso de estas tecnologías de vigilancia, y los canales y mecanismos seguros
para recepción de denuncias y reclamaciones.

37. Garantizar que no se realicen detenciones arbitrarias durante la vigencia de estados de


emergencia o restricciones a la circulación de las personas, y que toda detención cuente con el
debido control judicial, de conformidad con los estándares.

Grupos en especial situación de vulnerabilidad

38. Considerar los enfoques diferenciados requeridos al momento de adoptar las medidas
necesarias para garantizar los derechos de los grupos en situación de especial vulnerabilidad
al momento de adoptar medidas de atención, tratamiento y contención de la pandemia del
COVID-19; así como para mitigar los impactos diferenciados que dichas medidas puedan
generar.

39. Promover desde las más altas autoridades la eliminación de estigmas y estereotipos
negativos que puedan surgir sobre ciertos grupos de personas a partir del contexto de
pandemia.

Personas mayores
191

40. Incluir prioritariamente a las personas mayores en los programas de respuesta a la


pandemia, especialmente en el acceso a las pruebas de COVID-19, al tratamiento oportuno, al
acceso a medicamentos y a los cuidados paliativos necesarios, garantizándose que brinden su
consentimiento previo, pleno, libre e informado y teniendo en cuenta situaciones particulares
como la pertenencia a pueblos indígenas o afrodescendientes.

41. Adoptar las medidas necesarias a fin de prevenir los contagios de COVID-19 de la
población mayor en general y en particular de quienes se encuentren en residencias de larga
estancia, hospitales y centros de privación de libertad, adoptando medidas de ayuda
humanitaria para garantizarles la provisión de alimentos, agua y saneamiento y estableciendo
espacios de acogida para personas en situación de pobreza extrema, calle o abandono o
situación de discapacidad.

42. Reforzar en este contexto las medidas de monitoreo y vigilancia contra la violencia hacia
personas mayores, ya sea a nivel intrafamiliar, en residencias de larga estancia, hospitales o
cárceles, facilitando la accesibilidad a los mecanismos de denuncia.

43. Supervisar que los protocolos médicos, las decisiones sobre recursos médicos y
tratamientos en relación al COVID-19 sean implementados sin discriminación en razón de la
edad y prestando especial atención a las personas mayores con discapacidad o condiciones
crónicas y enfermedades, pacientes con VIH o sida, que requieren medicación y atención
regular como pacientes de diabetes, hipertensión, demencia senil, alzhéimer, entre otras.

44. Considerar en la implementación de medidas de contingencia el balance que debe existir


entre la protección ante el COVID-19 y la necesidad particular de las personas mayores de
conexión con sus familiares, para quienes se encuentran solos o en residencias de largo plazo,
facilitando medios alternativos de contacto familiar como comunicación telefónica o por
internet, teniendo en cuenta la necesidad de remediar la brecha digital.

Personas Privadas de Libertad

45. Adoptar medidas para enfrentar el hacinamiento de las unidades de privación de la


libertad, incluida la reevaluación de los casos de prisión preventiva para identificar aquéllos
que pueden ser convertidos en medidas alternativas a la privación de la libertad, dando
prioridad a las poblaciones con mayor riesgo de salud frente a un eventual contagio del
COVID-19, principalmente las personas mayores y mujeres embarazadas o con hijos lactantes.

46. Asegurar que, en los casos de personas en situación de riesgo en contexto de pandemia, se
evalúen las solicitudes de beneficios carcelarios y medidas alternativas a la pena de prisión. En
el caso de personas condenadas por graves violaciones a los derechos humanos y delitos de
lesa humanidad, atendiendo el bien jurídico afectado, la gravedad de los hechos y la
obligación de los Estados de sancionar a los responsables de tales violaciones, tales
evaluaciones requieren de un análisis y requisitos más exigentes, con apego al principio de
proporcionalidad y a los estándares interamericanos aplicables.

47. Adecuar las condiciones de detención de las personas privadas de libertad particularmente
en lo que respecta a alimentación, salud, saneamiento y medidas de cuarentena para impedir
el contagio intramuros del COVID-19, garantizando en particular que todas las unidades
cuenten con atención médica.
192

48. Establecer protocolos para la garantía de la seguridad y el orden en las unidades de


privación de la libertad, en particular para prevenir actos de violencia relacionados con la
pandemia y respetando los estándares interamericanos en la materia. Asimismo, asegurar que
toda medida que limite los contactos, comunicaciones, visitas, salidas y actividades
educativas, recreativas o laborales, sea adoptada con especial cuidado y luego de un estricto
juicio de proporcionalidad.

Mujeres

49. Incorporar la perspectiva de género a partir de un enfoque interseccional en todas las


respuestas de los Estados para contener la pandemia, teniendo en cuenta los distintos
contextos y condiciones que potencializan la vulnerabilidad a la que las mujeres están
expuestas, como la precariedad económica, la edad, la condición de migrante o desplazada , la
condición de discapacidad, la privación de libertad, el origen étnico-racial, la orientación
sexual, identidad y/o expresión de género, entre otras.

50. Asegurar la participación de mujeres en posiciones de toma de decisión en los comités y


grupos de trabajo de respuesta a la crisis sanitaria del COVID-19, asegurando la incorporación
de la perspectiva de género en el diseño, implementación, ejecución y monitoreo de las
medidas y políticas adoptadas en respuesta a dicha crisis sanitaria. En particular, incorporar la
perspectiva de género a partir un enfoque transversal teniendo en cuenta los contextos y
condiciones que potencializan los efectos de la crisis, como la precariedad económica, la
condición de migrante o desplazada, la privación de libertad, origen étnico-racial, entre otras.

51. Fortalecer los servicios de respuesta a la violencia de género, en particular la violencia


intrafamiliar y la violencia sexual en el contexto de confinamiento. Reformular los mecanismos
tradicionales de respuesta, adoptando canales alternativos de comunicación y fortaleciendo
las redes comunitarias para ampliar los medios de denuncia y órdenes de protección en el
marco del periodo de confinamiento. Así como desarrollar protocolos de atención y fortalecer
la capacidad de los agentes de seguridad y actores de justicia involucrados en la investigación
y sanción de hechos de violencia intrafamiliar, así como llevar a cabo la distribución de
materiales de orientación sobre el manejo de dichos casos en todas las instituciones estatales.

52. Ofrecer atención diferenciada a las mujeres profesionales de salud que trabajan en la
primera línea de respuesta a la crisis sanitaria del COVID-19. En particular, ofrecer recursos
adecuados a la ejecución de sus tareas, atención en salud mental, así como medios para
reducir la carga doble de trabajo que tienen acumulando el rol profesional y las tareas de
cuidado doméstico.

53. Garantizar la disponibilidad y continuidad de los servicios de salud sexual y reproductiva


durante la crisis de la pandemia, incrementando, en particular, las medidas de educación
sexual integral y de diseminación de información por medios accesibles y con lenguaje
adecuado, con el objeto de alcanzar a las mujeres en su diversidad.

Pueblos indígenas

54. Proporcionar información sobre la pandemia de forma en su idioma tradicional,


estableciendo cuando sea posible facilitadores interculturales que les permita comprender de
manera clara las medidas adoptadas por el Estado y los efectos de la pandemia.
193

55. Respetar de forma irrestricta el no contacto con los pueblos y segmentos de pueblos
indígenas en aislamiento voluntario, dados los gravísimos impactos que el contagio del virus
podría representar para su subsistencia y sobrevivencia como pueblo.

56. Extremar las medidas de protección de los derechos humanos de los pueblos indígenas en
el marco de la pandemia del COVID-19, tomando en consideración que estos colectivos tienen
derecho a recibir una atención de salud con pertinencia cultural, que tome en cuenta los
cuidados preventivos, las prácticas curativas y las medicinas tradicionales.

57. Abstenerse de promover iniciativas legislativas y/o avances en la implementación de


proyectos productivos y/o extractivos en los territorios de los pueblos indígenas durante el
tiempo en que dure la pandemia, en virtud de la imposibilidad de llevar adelante los procesos
de consulta previa, libre e informada (debido a la recomendación de la OMS de adoptar
medidas de distanciamiento social) dispuestos en el Convenio 169 de la OIT y otros
instrumentos internacionales y nacionales relevantes en la materia.

Personas migrantes, solicitantes de asilo, personas refugiadas, apátridas, víctimas de trata de


personas y personas desplazadas internas

58. Evitar el empleo de estrategias de detención migratoria y otras medidas que aumenten los
riesgos de contaminación y propagación de la enfermedad generada por el COVID-19 y la
vulnerabilidad de las personas en situación de movilidad humana como deportaciones o
expulsiones colectivas, o cualquier forma de devolución que sea ejecutada sin la debida
coordinación y verificación de las condiciones sanitarias correspondientes, garantizando las
condiciones para que estas personas y sus familias puedan salvaguardar su derecho a la salud
sin ninguna discriminación. En este sentido, se deben implementar rápidamente mecanismos
para proporcionar la liberación de las personas que actualmente se encuentran en centros de
detención.

59. Abstenerse de implementar medidas que puedan obstaculizar, intimidar y desestimular el


acceso de las personas en situación de movilidad humana a los programas, servicios y políticas
de respuesta y atención ante la pandemia del COVID-19, tales como acciones de control
migratorio o represión en las cercanías de hospitales o albergues, así como el intercambio de
información de servicios médico hospitalarios con autoridades migratorias con carácter
represivo.

60. Garantizar el derecho de regreso y la migración de retorno a los Estados y territorios de


origen o nacionalidad, a través de acciones de cooperación, intercambio de información y
apoyo logístico entre los Estados correspondientes, con atención a los protocolos sanitarios
requeridos y considerando de manera particular el derecho de las personas apátridas de
retornar a los países de residencia habitual, y garantizando el principio de respeto a la unidad
familiar.

61. Implementar medidas para prevenir y combatir la xenofobia y la estigmatización de las


personas en situación de movilidad humana en el marco de la pandemia, impulsando acciones
de sensibilización a través de campañas y otros instrumentos de comunicación y elaborando
protocolos y procedimientos específicos de protección y atención dirigidos a niñas, niños y
adolescentes migrantes y refugiados, en especial, proveyendo los mecanismos específicos de
asistencia a aquellas personas que se encuentran separadas o sin compañía.
194

62. Incluir expresamente las poblaciones en situación de movilidad humana en las políticas y
acciones de recuperación económica que se hagan necesarias en todos los momentos de la
crisis generada por la pandemia.

Niños, niñas y adolescentes

63. Reforzar la protección de niños, niñas y adolescentes (NNA) –incluyendo muy


especialmente aquellos que no cuentan con cuidados familiares y que se encuentran en
instituciones de cuidado-, y prevenir el contagio por el COVID-19, implementando medidas
que consideren sus particularidades como personas en etapa de desarrollo y que atiendan de
manera más amplia posible su interés superior. La protección debe, en la medida de lo
posible, garantizar los vínculos familiares y comunitarios.

64. En cuanto al derecho a la educación, los Estados deben disponer de mecanismos que
permitan a los NNA seguir con el acceso a la educación y con estímulos que su edad y nivel de
desarrollo requieran. En particular, los Estados deben proveer herramientas para que los
adultos responsables realicen actividades con sus niños y niñas, privilegiando el refuerzo de
los vínculos familiares y previniendo la violencia en el hogar. Asegurar que las niñas y los niños
con algún tipo de discapacidad, puedan acceder a la educación en línea sin exclusiones,
mediante sistemas de apoyo, estrategias de comunicación y contenidos accesibles.

65. Adoptar medidas de prevención del abuso y violencia intrafamiliar, facilitando el acceso a
los medios de denuncia y actuando con la debida diligencia ante las denuncias realizadas.

66. Respecto de las instituciones de cuidado residenciales, los Estados deben revisar las
medidas especiales de protección vigentes promoviendo la revinculación familiar de los niños,
niñas y adolescentes cuando sea posible y siempre que esta medida no sea contraria a su
interés superior. Además, se debe asegurar acciones de prevención del contagio en estas
unidades, además de establecer protocolos de emergencia orientadores para los equipos y
personas que tengan niños a su cargo.

67. Dar atención especial a los niños, niñas y adolescentes, que viven en la calle o en zonas
rurales. Las medidas de atención especial deben considerar las condiciones económicas y
sociales y, además, considerar que los efectos de la pandemia son diferenciados para cada
grupo poblacional de NNA debido al contexto social en que están insertados, incluida la
brecha digital. La Comisión recomienda que los Estados usen de los medios de comunicación
para garantizar el acceso a la educación a todos los NNA sin ningún tipo de discriminación.

Personas LGBTI

68. Garantizar la inclusión de las personas LGBTI, en particular las personas trans que se
encuentran en un ciclo de pobreza, exclusión y falta de acceso a la vivienda, en la formulación
de políticas de asistencia social durante la pandemia –incluyendo acceso a vivienda y refugio
seguros– así como en las eventuales medidas de reactivación económica.

69. Adoptar o fortalecer protocolos de atención en salud y sistema de denuncias para las
personas LGBTI –incluyendo niños, niñas y adolescentes– que tomen en cuenta el prejuicio, la
discriminación y la violencia en sus hogares en el contexto de distanciamiento social o
cuarentena.
195

70. Adoptar o fortalecer políticas que garanticen el respeto a la identidad de género en el


ámbito hospitalario y garantizar la continuidad de servicios médicos prestados a las personas
trans.

71. Adoptar campañas de prevención y combate contra la homofobia, transfobia y


discriminación basada en orientación sexual, garantizando la protección a los derechos de
identidad de género, dirigidas especialmente a personal de salud y de seguridad del Estado
que tenga a su cargo medidas de atención y contención de la pandemia.

Personas afrodescendientes

72. Prevenir los usos excesivos de la fuerza basados en el origen étnico-racial y patrones de
perfilamiento racial, en el marco de los estados de excepción y toques de queda adoptados
por la pandemia,

73. Implementar medidas de apoyo económico, bonos, subsidios, entre otros, para las
personas afrodescendientes y comunidades tribales que se encuentran en situación de
pobreza y pobreza extrema, y otras situaciones de especial vulnerabilidad en el contexto de la
pandemia.

74. Incluir en los registros de personas contagiadas, hospitalizadas y fallecidas por la pandemia
del COVID-19, datos desagregados de origen étnico-racial, género, edad y discapacidad.

75. Garantizar el acceso a servicios de salud pública integral de forma oportuna a personas
afrodescendientes y comunidades tribales, incorporando un enfoque intercultural y
garantizando a esta población información clara, accesible e inclusiva sobre los
procedimientos médicos que se les practiquen.

Personas con discapacidad

76. Asegurar atención médica preferencial a las personas con discapacidad, sin discriminación,
incluso en casos de razonamientos de recursos médicos.

77. Asegurar la participación de personas con discapacidad en el diseño, implementación y


monitoreo de las medidas adoptadas frente a la pandemia del COVID-19.

78. Ajustar los entornos físicos de privación de la libertad y atención médica, tanto en
instituciones públicas como en privadas, para que las personas con discapacidad puedan gozar
de la mayor independencia posible y acceder a medidas como el aislamiento social y el lavado
frecuente de manos, entre otras.

79. Adoptar los ajustes razonables y apoyos necesarios para garantizar que las personas con
discapacidad puedan ejercer sus derechos humanos en condiciones de igualdad en contextos
de medidas de aislamiento o contención.

80. Adoptar estrategias accesibles de comunicación a fin de informar en formatos accesibles


sobre evolución, prevención y tratamiento.

Cooperación internacional e intercambio de buenas prácticas

81. Dar cumplimiento efectivo al compromiso de adoptar medidas, tanto a nivel interno como
mediante la cooperación internacional, para asegurar la realización del derecho a la salud, a
otros DESCA y al conjunto de los derechos humanos, en el marco de contextos de pandemia y
196

sus consecuencias, conforme a las reglas generales del derecho internacional e


interamericano.

82. Alentar y promover el desarrollo de espacios amplios y efectivos de diálogo


internacionales con el fin de establecer y consolidar canales de intercambio de buenas
prácticas en materia de estrategias exitosas y políticas públicas con enfoque de derechos
humanos, información oportuna, así como de desafíos y retos para enfrentar la crisis global
provocada por la irrupción de la pandemia de COVID-19. Estos espacios deben propiciar
particularmente la plena participación de los grupos y sectores más afectados por la
pandemia, la sociedad civil, Instituciones Nacionales de Derechos Humanos, la academia y
personas expertas o entidades especializadas en DESCA, salud pública y global, o derecho al
desarrollo, entre otros.

83. Convocar al intercambio técnico y regional para el establecimiento de protocolos globales


para el tratamiento de los datos e información referida a la pandemia a fin de uniformar las
estadísticas que se relevan en la materia; alentando a la sociedad civil a aunar esfuerzos
regionales a través de la promoción y el encuentro en espacios de articulación y diálogo
internacional.

84. Promover mecanismos de cooperación técnica como herramientas para facilitar la


realización de acciones conjuntas con los Estados, así como manifestar su disposición para
brindar asistencia técnica en las materias pertinentes para garantizar la implementación del
enfoque de derechos humanos en el marco de las políticas, acceso a fondos económicos que
refuercen la protección de dichos derechos, planes y estrategias adoptadas para afrontar la
crisis de la pandemia.

85. Emplear los mecanismos de promoción, protección y asistencia técnica de la Comisión


Interamericana de Derechos Humanos y de sus Relatorías Especiales, como herramienta de
asistencia y fortalecimiento de los esfuerzos estatales para hacer frente a los desafíos
desatados por la crisis sanitaria
197

Anexo No. 4
Fuente: Resoluciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/pdf/Resolucion-4-20-es.pdf

RESOLUCIÓN No. 4/2020

DERECHOS HUMANOS DE LAS PERSONAS CON COVID-19


(Adoptado por la CIDH el 27 de julio de 2020)

A. Introducción

En 10 de abril de 2020, la CIDH adoptó la Resolución No. 1/2020, fijando estándares y


recomendaciones para orientar a los Estados sobre las medidas que deberían adoptar en la atención
y contención de la pandemia, de conformidad con el pleno respeto a los derechos humanos.

Desde el inicio de la emergencia sanitaria global, los esfuerzos en las Américas para detener el virus
y su enfermedad se han visto negativamente afectados por el contexto propio del continente,
anterior a la pandemia, incluyendo la discriminación, la pobreza, la desigualdad, la debilidad
estructural de los sistemas públicos de salud y, muchas veces, la falta de estabilidad política e
institucional. Estos factores han dificultado la eficacia de las medidas de confinamiento y
distanciamiento social y otras acciones en concordancia con el Reglamento Sanitario Internacional
(RSI) y las recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la
Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Como resultado, las poblaciones de los países de las Américas han sido y continúan siendo,
extremadamente afectadas por la pandemia global. Los amplios grupos sociales con COVID-19, en
especial aquellos en situación de vulnerabilidad, exigen una atención prioritaria en la defensa y
protección de sus derechos. Las personas con COVID-19 corren un especial riesgo de no ver
asegurados sus derechos humanos, en particular a la vida y a la salud, mediante la adecuada
disposición de instalaciones, bienes y servicios sanitarios o médicos. Las denuncias sobre deficiencias
en la atención y tratamiento médico prestados a las personas con COVID-19 incluyen malas
condiciones de infraestructura, higiene, falta de profesionales con la adecuada capacitación y
competencia, ausencia de insumos y materiales técnicos requeridos, y ausencia de información
respecto del tratamiento médico a seguir, lo cual se ve agravado por la escasez de recursos.

La presente Resolución No. 4/2020 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)


tiene como objetivo establecer “Directrices Interamericanas sobre los Derechos Humanos de las
personas con COVID-19”, que fueron elaboradas por la Sala de Coordinación para Respuesta
Oportuna e Integrada (SACROI-COVID19) instalada por la Comisión en su Secretaría Ejecutiva, en
coordinación con sus Relatorías Especiales, para contribuir al enfrentamiento de la Pandemia y sus
efectos para los derechos humanos en las Américas.

La referencia a personas con COVID-19 en esta resolución engloba, según corresponda, a las
personas presumiblemente contagiadas por el virus, a las personas que están en fase pre-
sintomática, sintomática (leves, moderados, severos o críticos), así como las personas asintomáticas,
a quienes se someten a pruebas de investigación médica y a las víctimas mortales por la pandemia,
así como a sus familias y/o cuidadores/as. El concepto de familia debe ser comprendido en su más
198

amplio espectro, para garantizar el reconocimiento de los vínculos afectivos y raciales diversos,
respetando la orientación sexual y la identidad de género de las personas, de acuerdo con los
estándares establecidos en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

B. Parte Considerativa

CONSIDERANDO que toda persona con COVID-19 tiene derecho a la salud integral con el mejor
cuidado y tratamiento posible, y que los Estados asumen una posición especial de garante con
respecto a las personas que requieran atención de salud y se encuentran bajo el control de
instituciones públicas de salud y cuidado.

DESTACANDO que los Estados han asumido obligaciones de respetar y garantizar sin discriminación,
el disfrute del derecho humano a la salud, incluyendo la regulación y supervisión de las instalaciones,
bienes y servicios de salud, tanto públicos como privados, incluyendo la prevención de violaciones o
abusos sobre este derecho, y que deben hacer uso eficiente del máximo de los recursos disponibles
para el disfrute efectivo del mismo.

SUBRAYANDO que los Estados deben adoptar todas las medidas necesarias con la finalidad de
garantizar la atención adecuada y oportuna de la salud y del cuidado de las personas,
particularmente de aquellas en situación de vulnerabilidad, y que todo menoscabo a los derechos
humanos atribuibles a la acción u omisión de cualquier autoridad pública compromete la
responsabilidad internacional de los Estados.

SUBRAYANDO que la participación en el progreso científico y el goce de sus beneficios es un derecho


humano reconocido a nivel universal e interamericano, y que el mismo resulta fundamental para la
realización del derecho a la salud, tanto en la prevención de enfermedades, como en su tratamiento
eficaz.

CONSIDERANDO, en este contexto, la necesidad de prevenir serios deterioros de la salud o la


afectación de la vida de las personas, de evitar nuevos y mayores riesgos en los sistemas de salud y
en la atención de las personas con COVID-19, y del continuo monitoreo de riesgos de otros posibles
brotes epidémicos durante la pandemia.

ADVIRTIENDO la continuidad del deber de mantener los servicios esenciales de diagnóstico,


tratamiento, cuidado (incluyendo de tipo paliativo) y rehabilitación de otras enfermedades,
patologías o necesidades médicas que requieran soporte vital o atención médica de forma oportuna
y adecuada, incluyendo servicios médicos esenciales dirigidos a las personas con COVID-19, a las
personas en mayor situación de vulnerabilidad en la pandemia, como a las personas con
comorbilidades.

CONSIDERANDO que el consentimiento previo, libre, pleno e informado deriva de derechos


reconocidos en el sistema interamericano, como el derecho a la salud, a recibir y acceder a
información, así como a no sufrir injerencias arbitrarias en la vida privada y que, asimismo, es un
aspecto central en el desarrollo de la bioética de los derechos humanos, entendida como una
herramienta de gran valor para enmarcar y resolver los problemas y dilemas vinculados a la
pandemia.

ADVIRTIENDO que al estigma social asociado con COVID-19, que incluye a cualquier persona que se
percibe haya estado en contacto con el virus, se aúnan situaciones de estigmatización y
discriminación estructural que obstaculizan el acceso al derecho a la salud de grupos en situación de
especial vulnerabilidad, tales como personas en situación de pobreza, personas privadas de libertad,
199

mujeres, personas LGBTI, personas mayores, migrantes, pueblos indígenas, personas


afrodescendientes y comunidades tribales, personas con discapacidad, entre otros.

RECONOCIENDO que frente a la pandemia de la COVID-19, los Estados tienen la obligación de utilizar
el máximo de los recursos disponibles, así como que pueden enfrentar contextos de escasez de
recursos y que, incluso en este supuesto, se encuentran obligados por las normas que derivan del
derecho internacional de los derechos humanos y cualquier restricción debe ser debidamente
justificada en términos de legalidad y proporcionalidad.

TOMANDO EN CUENTA que progresivamente los Estados están adoptando transiciones hacia la
reactivación plena de actividades, resultando necesario que adopten medidas adicionales para
minimizar los riesgos de contagio y prevenir rebrotes masivos de la COVID-19, lo que incluye
políticas públicas dirigidas a asegurar la disponibilidad de pruebas de diagnóstico; fortalecer los
sistemas adecuados de rastreo de contactos y la accesibilidad a los servicios de salud necesarios,
para asegurar que, de producirse un aumento de casos, se disponga de los medicamentos, así como
de los servicios médicos y hospitalarios necesarios.

CONSIDERANDO el deber estatal de proporcionar información fidedigna y desagregada sobre la


pandemia, evitando promover la desinformación, y que, al pronunciarse al respecto, deben actuar
con diligencia y contar en forma razonable con la mejor evidencia científica.

RECONOCIENDO la importancia de la preservación de la privacidad y la protección de datos


personales de las personas con COVID-19, así como la proliferación de herramientas digitales y
aplicaciones que utilizan datos personales de la población, especialmente de información personal
sensible en el contexto de la pandemia. Teniendo en cuenta la importancia de un marco jurídico
robusto sobre protección de datos y el rol que juegan los órganos garantes en el cumplimiento de
estos derechos.

TENIENDO EN CUENTA que, en algunos casos, las y los trabajadores de la salud o del cuidado
enfrentan en su labor de primera línea una serie de obstáculos, amenazas, hostigamientos y
agresiones o riesgos, actuando como personas defensoras de derechos humanos, cuando realizan un
esfuerzo especial para garantizar el acceso a los derechos de las personas que requieren servicios de
salud y cuidado; y que han enfrentado situaciones de estigmatización, así como de inadecuada
protección. Asimismo, expresando preocupación por las cifras de contagios y muertes relacionadas
con COVID-19 de personas trabajadoras de salud y cuidado.

OBSERVANDO que las personas con COVID-19 pueden experimentar impactos negativos y
limitaciones de otros DESCA además de la salud, como el derecho al trabajo o a la educación. Por
otro lado, la falta de acceso a determinados DESCA, particularmente el acceso al agua, a la
alimentación y a la vivienda adecuada aumenta el riesgo de contagio para las poblaciones en mayor
situación de vulnerabilidad.

CONSIDERANDO que, aún en el contexto de la pandemia de COVID-19, los Estados tienen la


obligación de prevenir con la debida diligencia las violaciones de derechos humanos y también de
proveer un recurso adecuado y efectivo que permita investigar seriamente, dentro de un plazo
razonable, sancionar a los responsables y asegurar a la víctima y a sus familiares una reparación
adecuada.

CONSIDERANDO que la falta de conocimiento por parte de las y los familiares sobre el destino o
paradero de personas fallecidas por COVID-19 ocasiona angustia y un mayor sufrimiento, y que la
200

falta de culto o ritos mortuorios de conformidad con las propias culturas, creencias o costumbres,
obstaculiza las posibilidades de tener un duelo y reelaborar sus relaciones con la persona fallecida, lo
cual contribuiría a mitigar las secuelas del trauma, luto y dolor. Todo ello impactando en los
derechos a la integridad personal y salud mental de los familiares.

C. Parte Resolutiva

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con el apoyo principal de su Relatoría


Especial sobre los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA) y aportes
especializados de su Relatoría Especial sobre Libertad de Expresión (RELE), resuelve adoptar las
siguientes “Directrices Interamericanas para la protección de los Derechos Humanos de las personas
con COVID-19”, en el marco de las funciones que le son conferidas por el artículo 106 de la Carta de
la Organización de los Estados Americanos y en aplicación del artículo 41.b de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 18.b de su Estatuto:

I. Directriz general: Los Derechos Humanos de las personas con COVID-19

1. Los Estados deben dar cumplimiento a sus obligaciones de respeto y garantía para asegurar
el disfrute y ejercicio de los derechos humanos de las personas con COVID-19, inclusive
mediante la integración de un enfoque interseccional y multidisciplinario, que reconozca y
afirme la dignidad humana, la eliminación de todas las formas de discriminación, así como la
indivisibilidad y la interdependencia de tales derechos en sus normas, políticas y toma de
decisiones, y dentro de todos los poderes públicos de los Estados.

II. Directrices sobre la protección del Derecho a la Salud de las personas con COVID-19

2. La finalidad principal de toda atención o servicio de salud y cuidado dirigido a personas con
COVID-19 es la protección de la vida, la salud, tanto física como mental, la optimización de su
bienestar de forma integral, el no abandono, el respeto de la dignidad como ser humano y su
autodeterminación haciendo uso del máximo de los recursos disponibles, para el mejor
cuidado y tratamiento posible. En ningún caso las personas deben ser sometidas a torturas o
tratos crueles, inhumanos o degradantes al existir una prohibición absoluta e inderogable al
respecto.

3. Para proteger a las personas con COVID-19, los Estados deben guiar las medidas que
adopten bajo los principios de igualdad y no discriminación de conformidad con los estándares
interamericanos e internacionales de derechos humanos. En este sentido, resultan de
relevancia la Declaración sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO, así como los
aspectos fundamentales de la ética de la salud pública reconocida por las instituciones
especializadas nacionales e internacionales en la materia, las orientaciones técnicas de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
sobre este virus, así como de los Comités Nacionales de Bioética, sociedades científicas y
médicas, entre otras instancias autorizadas.

4. La existencia de capacidades y conocimiento médico actualizado, tanto a nivel institucional


como del personal que protege la salud, son necesarias para una respuesta epidemiológica
efectiva y humana, que incluya criterios culturalmente apropiados, y que tomen en cuenta
una respuesta integrada de la participación de las poblaciones impactadas, así como las
perspectivas de género e interseccionalidad, y las necesidades médicas particulares de cada
persona con COVID-19. Asimismo, se debe velar por mantener una cantidad suficiente de
201

personal sanitario para dar respuesta oportuna a las necesidades de salud en este contexto
pandémico.

5. Para la prevención, tratamiento integral, y cuidado de las personas con COVID-19 los
Estados deben adoptar medidas inmediatas dirigidas a asegurar, sobre una base sostenida,
igualitaria y asequible, la accesibilidad y el suministro de bienes de calidad, servicios e
información. En cuanto a la accesibilidad y suministro de bienes, esto comprende pruebas de
diagnóstico, acceso a medicamentos y fármacos aceptados, equipos y tecnologías disponibles,
y en su caso vacunas, según la mejor evidencia científica existente para la atención preventiva,
curativa, paliativa, de rehabilitación o cuidado de las personas con COVID-19.

6. Para garantizar el acceso adecuado y oportuno a la atención de salud, es necesario evitar el


colapso de los sistemas de salud, así como mayores riesgos a los derechos de las personas con
COVID-19 y de las personas trabajadoras de la salud. Por tanto, puede ser necesario que los
Estados habiliten plataformas y canales eficientes de atención para casos sospechosos o con
síntomas leves o moderados de la enfermedad. Entre las medidas a las que los Estados
recurren se encuentran: la telemedicina, las consultas telefónicas, las visitas médicas a
domicilio o apoyo comunitario de asistencia básica de salud y cuidado que incluya vigilancia
continua de factores de riesgo y estado de salud que puedan requerir derivación para
atención y cuidado médico más especializado.

7. Para impedir la aglomeración de personas en la atención de salud y cuidado, es necesario


poner en marcha estrategias inmediatas de prevención, así como procurar habilitar espacios
separados o de aislamiento en las instalaciones sanitarias para los servicios dirigidos a las
personas con COVID-19.

8. Con el objetivo de identificar la presencia del virus en las personas con COVID-19, se
recomienda ampliar las estrategias de tamizaje y pruebas de diagnóstico efectivas, y asegurar
procedimientos precisos para determinar las prescripciones más adecuadas dirigidas a la
recuperación y estabilidad de su salud tomando en cuenta los riesgos asociados,
complicaciones, contraindicaciones o secuelas que se puedan producir en la salud. En
particular, deben buscar asegurar que el diagnóstico médico, como parte esencial del derecho
a la salud, contenga una valoración médica oportuna, la determinación precisa de la patología
y el procedimiento médico a seguir, con la finalidad de optimizar la salud y bienestar integral
de la persona con COVID-19.

9. Para dar una primera respuesta adecuada, los centros de salud de atención primaria, como
espacios de relevancia de contacto sanitario, deben contar con los elementos esenciales
incluyendo provisión de información, prevención, atención y tratamiento médico esencial, así
como canales de derivación inmediata a otros centros médicos que cuenten con las
instalaciones y servicios especializados y culturalmente adecuados.

10. Los Estados deben garantizar la provisión de tratamiento intensivo y prestaciones médicas
de hospitalización para las personas con COVID-19 en situaciones de urgencia médica donde
se encuentre en riesgo la vida si no se da el soporte vital requerido; en particular velando por
que se dé un trato humanizado que tenga como centro la dignidad y la salud integral de la
persona, así como la disponibilidad y accesibilidad de bienes esenciales y básicos para el
tratamiento de urgencia y emergencia de esta enfermedad. Entre las medidas que podrían
adoptarse con tal fin se encuentran: el incremento de la capacidad de respuesta de las
202

Unidades de Cuidado Intensivo, la disponibilidad, y en su caso, adquisición o producción de


oxígeno medicinal, medicación relacionada o respiradores mecánicos, insumos de cuidados
paliativos, disponibilidad de ambulancias, suficiente personal de salud capacitado, así como el
incremento de camas y espacios adecuados para la hospitalización. Esto incluye también la
posibilidad de facilitar el traslado oportuno, inclusive por vía fluvial o aérea, de personas con
necesidad de atención médica de urgencia o emergencia a centros sanitarios con capacidad
para responder adecuadamente a las necesidades médicas de la persona, además de facilitar
la comunicación de ésta con los familiares directos por los medios más apropiados.

11. Con el fin de garantizar y respetar el ejercicio de los derechos a la vida y a la salud de las
personas con COVID-19, los Estados deben velar por la accesibilidad y asequibilidad, en
condiciones de igualdad, respecto de las aplicaciones tecnológico-científicas que sean
fundamentales para garantizar tales derechos en el contexto de pandemia. El derecho a
beneficiarse del progreso científico y sus aplicaciones en el campo de la salud exige que los
Estados adopten medidas dirigidas, de forma participativa y transparente, al acceso a los
medicamentos, vacunas, bienes y tecnologías médicas esenciales, que se desarrollen desde la
práctica y conocimiento científicos en este contexto para prevenir y tratar el contagio del
SARS-COV-2.

12. Las personas con COVID-19 tienen derecho a la protección, manejo adecuado y
conocimiento de su historial médico.

13. Para aliviar los sufrimientos y el dolor relacionados con la enfermedad ocasionada por el
virus, es necesario que los Estados prevean adoptar todas las medidas paliativas necesarias
bajo el principio de autodeterminación individual.

14. En el caso de que se requiera realizar un período de aislamiento físico o cuarentena para
las personas con COVID-19, las personas tienen el derecho a ser informadas sobre la
naturaleza, necesidad y condiciones donde se la realizaría, incluyendo a sus familiares. Cuando
los Estados habiliten ambientes destinados a este objeto deberán velar por que sean
adecuados con acceso a instalaciones sanitarias.

15. Para la implementación de acciones diferenciadas en el acceso oportuno a servicios y


bienes de salud de las personas con COVID-19 en situación de pobreza, especialmente en
asentamientos informales o en situación de calle, como en otras condiciones de exposición a
la extrema vulnerabilidad o exclusión, los Estados deben garantizar la gratuidad del
diagnóstico, tratamiento, y rehabilitación.

16. Los Estados deben dirigir esfuerzos para la más amplia cobertura posible a nivel
geográfico, tomando en cuenta las particularidades de cada zona. En cuanto a las personas
con COVID19 con riesgo a la vida y amenazas serias a su salud que viven en zonas rurales o
lugares alejados, y con mayores obstáculos de acceso a servicios especializados, como pueblos
indígenas y comunidades afrodescendientes tribales, deben generarse acciones específicas
para identificarlas y construir estrategias de asistencia en transporte, alojamiento y acceso
esencial al agua y a la alimentación.

17. En el tratamiento y atención de las personas indígenas con COVID-19, debe tomarse en
consideración que estos colectivos tienen derecho a recibir una atención de salud con
pertinencia cultural, que tome en cuenta sus cuidados preventivos, sus prácticas curativas y
sus medicinas tradicionales. Del mismo modo, los Estados deben asegurar un adecuado
203

enfoque intercultural en el tratamiento y atención de las comunidades afrodescendientes


tribales.

18. Para la protección del derecho a la salud de las personas con COVID-19 es necesario
reconocer y garantizar el derecho a recibir una prestación adecuada de los servicios de salud
mediante un marco normativo y protocolos de atención y tratamiento con parámetros claros
de atención. Asimismo, deben ser constantemente revisados y actualizados, según la mejor
evidencia científica, y mantener mecanismos de supervisión y fiscalización de las instituciones
de salud y cuidado, facilitando canales sencillos de presentación de quejas y solicitudes de
medidas de protección urgente relacionadas, investigando y dando respuestas a las mismas.

III. Directrices sobre la protección del derecho al consentimiento previo, libre e informado de las
personas con COVID-19

19. Cualquier tipo de tratamiento médico de las personas con COVID-19 debe recabar el
consentimiento previo, libre e informado de las personas afectadas. Cuando esté comprobado
que su condición de salud no se lo permita, es necesario contar con el consentimiento de sus
familiares o representantes. Dicha regla sólo admite como excepción una situación de
urgencia donde se encuentre en inminente riesgo la vida y le resulte imposible a la persona
con COVID-19 adoptar una decisión en relación con su salud. La urgencia o emergencia se
refiere a la inminencia de un riesgo y, por ende, a una situación en que la intervención es
necesaria ya que no puede ser pospuesta, excluyendo aquellos casos en los que se puede
esperar para obtener el consentimiento. Respecto de niños, niñas o adolescentes con COVID-
19 deberán ser consultados y su opinión debe ser debidamente considerada por sus
familiares, responsables y por el equipo de salud.

20. Toda persona con COVID-19 tiene derecho a que los prestadores de servicios médicos les
suministren información oportuna, completa, comprensible, clara, sin tecnicismos, y
fidedigna, teniendo en cuenta sus particularidades y necesidades específicas. Asimismo, se le
debe informar, incluso de manera oficiosa al menos, sobre: i) la evaluación de diagnóstico; ii)
el objetivo, método, duración probable, beneficios y riesgos esperados del tratamiento
propuesto; iii) los posibles efectos desfavorables del tratamiento propuesto; iv) las
alternativas de tratamiento, incluyendo aquellas menos intrusivas, y el posible dolor o
malestar, riesgos, beneficios y efectos secundarios del tratamiento alternativo propuesto; v)
las consecuencias de los tratamientos, y vi) lo que se estima ocurrirá antes, durante y después
del tratamiento. La información debe ser suministrada de manera clara, accesible y
culturalmente adecuada.

21. Cualquier investigación en seres humanos relacionada con COVID-19 debe recabar el
consentimiento previo, libre e informado de la persona. Toda persona tiene el derecho a
negarse a participar en la investigación y a retirar su consentimiento en cualquier momento.
En cuanto al uso de sus datos personales, las personas deben ser informadas y dar igualmente
su consentimiento sobre las circunstancias en las que sus datos o muestras de material
biológico podrían compartirse con las autoridades de salud pública o con otros grupos de
investigadores para futuros estudios.

22. Las personas con COVID-19 no deben ser inducidas por ningún prestador de servicios
médicos para consentir cualquier tipo de tratamiento médico, experimental o a participar en 8
204

algún proyecto de investigación, como consecuencia de la falta de información y de


entendimiento de aquella que sea proporcionada.

IV. Directrices sobre la protección del derecho a la igualdad y no discriminación de las personas
con COVID-19

23. Las decisiones relativas a la salud y cuidado de las personas con COVID-19, deben
adoptarse e implementarse sin ningún tipo de discriminación arbitraria basado en alguno de
los motivos reconocidos en los estándares internacionales de derechos humanos; esto debe
ser particularmente considerado respecto a ciertos colectivos, como las personas mayores o
las personas con discapacidad. Una diferencia de trato es contraria al derecho internacional
cuando la misma no tiene una justificación objetiva y razonable, es decir, cuando no persigue
un fin legítimo y no existe una relación razonable de proporcionalidad entre los medios
utilizados y el fin perseguido. Ello es aplicable, incluso en el tratamiento médico respecto de
las personas que tienen condiciones médicas o enfermedades que hayan sido ocasionadas o
se vean agravadas por la propia afectación por el virus.

24. Para superar el estigma social asociado con COVID-19 y posibles comportamientos
discriminatorios hacia personas que se perciben hayan estado en contacto con el virus, se
deben adoptar de forma inmediata medidas que tengan en cuenta las perspectivas de
igualdad de género e interseccionalidad, además de enfoques diferenciados, que hacen
visibles los riesgos agravados sobre los derechos humanos contra personas, grupos y
colectividades en especial situación de vulnerabilidad y exclusión histórica en el hemisferio,
tales como personas en situación de pobreza o de calle, personas mayores, personas privadas
de la libertad, pueblos indígenas, comunidades tribales, personas afrodescendientes, personas
con discapacidad, personas migrantes, refugiadas y otras en situación de movilidad humana,
personas LGBTI, niñas, niños y adolescentes, y mujeres, teniendo especialmente en cuenta a
aquellas que estén embarazadas o sean víctimas de violencia de género.

V. Directrices para la prioridad de la vida de las personas con COVID-19 en las políticas públicas,
recursos y cooperación

25. Resulta prioritario que los Estados realicen esfuerzos focalizados para identificar, asignar,
movilizar y hacer uso del máximo de los recursos disponibles con el fin de garantizar los
derechos de las personas con COVID-19. Ello incluye el diseño de planes presupuestarios y
compromisos concretos, entre ellos la asignación de fondos y partidas específicas, así como el
aumento sustantivo de presupuesto público, priorizando garantizar el derecho a la vida, a la
salud y los programas sociales destinados a apoyar a las personas con COVID-19.

26. Ante la limitación de recursos, los Estados deben emprender una búsqueda activa de los
mismos para la formulación e implementación de las políticas públicas pertinentes para la
atención de las personas con COVID-19. Los Estados con mayores niveles de desarrollo tienen
una especial responsabilidad de asistencia a otros Estados con menores niveles de desarrollo
para proteger los derechos humanos de las personas con COVID-19 en el marco de la
pandemia.

27. En el marco de la obligación de movilizar el máximo de los recursos disponibles con el fin
de garantizar los derechos de las personas con COVID-19, la Comisión señala la especial
necesidad que este reto representa y recomienda que los Estados que hacen parte de
organismos de financiamiento multilateral intensifiquen sus esfuerzos para que dichas
205

instituciones faciliten créditos accesibles o subsidios inmediatos para la garantía del derecho a
la vida y a la salud de las personas con COVID-19 en el contexto de la pandemia.

28. Para la protección del derecho a la vida y al tratamiento de las personas con COVID-19, los
mecanismos de cooperación entre los Estados requieren que los mismos destinen esfuerzos
prioritarios para la investigación científica; en particular, aquellas investigaciones relativas a
las secuencias genéticas y mutaciones del SARS-COV-2, a las vacunas y medicamentos para su
tratamiento, el desarrollo de equipo de protección personal, así como el constante flujo de
información con respeto a los estándares de la bioética pertinentes en la materia.

VI. Directrices sobre la protección de los derechos de las personas con COVID-19 en relación con la
intervención de actores privados o empresas en el ámbito de la salud

29. Para garantizar los derechos de las personas con COVID-19, los Estados deben exigir
claramente que los actores no estatales o privados relacionados con el sector de la salud
respeten los derechos humanos y adopten la debida diligencia en sus operaciones en este
campo. Esto incluye actividades relacionadas con la prestación directa de servicios de salud y
cuidado o el desarrollo de investigación médica científica, las aseguradoras de salud privadas,
así como a la producción, comercialización y distribución de material de bioseguridad médica,
como de medicamentos, vacunas, tecnologías y equipos sanitarios, o bienes esenciales para la
atención y tratamiento de salud de esta enfermedad, entre otros.

30. Para los casos de abusos o violaciones sobre los derechos de las personas con COVID-19
donde intervienen empresas o actores privados relacionadas con el sector de la salud y del
cuidado, los Estados deben fortalecer mecanismos transparentes y efectivos de monitoreo,
vigilancia y fiscalización sobre estos, previendo, según corresponda, sanciones efectivas y
reparaciones adecuadas para las personas con COVID-19. Esto incluye la regulación, vigilancia
y rendición de cuentas en materia de derechos humanos de las empresas con actividades
transnacionales relacionadas con el sector de la salud o de la bioseguridad, sobre las que los
Estados ejerzan influencia o control.

31. Con el fin de garantizar el acceso y asequibilidad en la atención de salud a las personas con
COVID-19, los Estados deben adoptar medidas que prevengan que los actores privados o
empresas ocasionen desabastecimiento, como el incremento desproporcionado de precios en
relación con bienes, equipos, materiales y servicios esenciales de salud o de bioseguridad. Esto
incluye el uso de cláusulas de flexibilidad relacionadas con el régimen de patentes y propiedad
intelectual, como de otras medidas dirigidas a prevenir y a combatir a la especulación, el
acaparamiento privado o la indebida utilización de dichos bienes.

VII. Directrices sobre la protección del derecho de acceso a la información de las personas con
COVID-19

32. Para el adecuado ejercicio de los derechos de las personas con COVID-19, los Estados
tienen la obligación positiva de informar de manera proactiva a las personas sobre sus
derechos frente a los prestadores de salud, así como los mecanismos de protección
existentes. Esto también incluye la obligación de facilitar el conocimiento y acceso a
información culturalmente adecuada y particularmente accesible a los distintos grupos de
población sobre medidas de prevención y de atención de salud en este contexto.
206

33. El derecho de acceso a la información de las personas afectadas comprende la información


sobre su historia clínica, la etiología, la sintomatología, las formas de transmisión, y posibles
tratamientos, entre otros aspectos. Adicionalmente, las personas deben ser informadas
individualmente sobre los riesgos relacionados con la presencia de comorbilidades
preexistentes, teniendo en cuenta su situación y el significado de esos riesgos.

VIII. Directrices sobre la protección del derecho a la confidencialidad, privacidad y uso de datos
personales de las personas con COVID-19

34. En el desarrollo de aplicaciones de geolocalización y de alerta a la exposición al COVID-19,


los Estados deben controlar que los actores públicos o privados que presten este servicio
recaben el consentimiento informado de las personas con COVID-19 cuyos datos personales
sean incorporados a los mismos. Esto incluye informar debidamente la finalidad para la cual
estos datos serán utilizados, el tipo de localización de la que serán objeto, y con cuáles
autoridades sanitarias, empresas u otros usuarios se compartirá la información.

35. Los Estados deberán realizar una evaluación previa y pública del impacto que tienen en la
privacidad de las personas afectadas por el virus las aplicaciones tecnológicas y herramientas
de georreferenciación que se proyecten desarrollar para preservar la salud, a los efectos de
justificar de forma fundada el beneficio de esas herramientas frente a otras alternativas que
afecten en menor medida la privacidad. Asimismo, deberán prevenir la identificación selectiva
de las personas y cuidar de que se recaben y utilicen los datos personales estrictamente
necesarios para combatir la propagación de la COVID-19.

36. El almacenamiento de datos de las personas con COVID-19 debe estar limitado al fin
legítimo y limitado de contener y revertir la pandemia, por el tiempo estrictamente necesario
y estarán desvinculados de la identidad y otros aspectos personalísimos. Los datos recabados
con tal fin serán suprimidos cuando hayan dejado de ser necesarios o pertinentes para los
fines de la emergencia. Cuando la información recolectada vaya a ser utilizada con fines
científicos, los datos serán anonimizados. Las personas involucradas conservan siempre los
derechos de acceso, rectificación y supresión de sus datos personales al disiparse el riesgo.

37. Cuando los Estados desarrollen o contraten un sistema de inteligencia artificial con el
sector privado, para atender la situación de pandemia, debe asegurarse que la tecnología
contratada, incluyendo los algoritmos, cumpla con los principios de no discriminación y
auditar en forma externa e independiente el impacto que pueda tener en los derechos
humanos.

38. Los Estados deben abstenerse de utilizar los datos sobre el estado de salud de las personas
con COVID-19 para expedir certificaciones de inmunización que generen una diferencia de
trato injustificada en el disfrute y ejercicio de otros derechos.

IX. Directrices sobre la protección de los derechos de las personas trabajadoras de la salud y del
cuidado que atienden personas con COVID-19.

39. Es fundamental que, para la preservación de la vida y el tratamiento del derecho a la salud
de las personas con COVID-19, las personas trabajadoras de la salud y del cuidado cuenten con
protocolos de bioseguridad para la protección específica y su entrenamiento, lo que incluye la
realización de pruebas de diagnóstico regular, que dispongan de equipos de protección
207

personal suficientes y los materiales necesarios para la desinfección y adecuado


mantenimiento de ambientes de salud y de cuidado.

40. El derecho al cuidado profesional exige la debida garantía a los derechos laborales de las
personas trabajadoras de la salud y del cuidado que deben incluir la protección a su
estabilidad laboral, descanso, remuneración justa y adecuada, el debido balance de
sobrecarga y largas jornadas de trabajo a las que se exponen, así como la abstención de
compeler a que realicen sus funciones cuando se encuentren en riesgo por su condición de
salud o por no disponer de equipos o materiales de protección personal y de bioseguridad
necesario. Es parte del interés público fomentar su reconocimiento social, asegurar el soporte
mental y de cuidado de estas personas trabajadoras y cuidadoras que atienden
profesionalmente a personas con COVID-19.

41. Los Estados deben adoptar medidas para la protección efectiva de las personas
trabajadoras de la salud y del cuidado que atienden profesionalmente a personas con COVID-
19, que cumplan una especial función de defensa de los derechos humanos, asegurando la
construcción de contextos y ambientes libres de hostigamiento y amenazas.

X. Directrices sobre la protección de otros DESCA de las personas con COVID-19

42. Las personas con COVID-19 deben ser protegidas contra el despido injustificado, tanto en
el ámbito público como en el privado, como garantía de la estabilidad laboral, lo que incluye
medidas especiales dirigidas a proteger los derechos y condiciones derivados de la misma. Del
mismo modo, se recomienda que los Estados tomen medidas que incluyan permisos por
enfermedad relacionados con padecimientos causados por COVID-19, compensaciones por
ejercer funciones de cuidado, así como facilitar la participación activa en los sindicatos y
agrupaciones de trabajadores y trabajadoras, entre otros aspectos.

43. Los Estados deben asegurar prioritariamente el suministro de agua y alimentos en


cantidades adecuadas a las personas en situación de pobreza o pobreza extrema con COVID-
19, especialmente las que no tengan acceso al agua, ni a la adquisición de víveres de primera
necesidad. Asimismo, se recomienda prever la adecuación de espacios temporales dignos para
el aislamiento o cuidado de las personas con COVID-19 que lo requieran, particularmente
aquellas en situación de pobreza, viviendo en la calle o en asentamientos informales o
precarios. Entre otras medidas, también pueden implementar la suspensión de desalojos, de
pagos de renta o hipotecas, o cualquier alivio para que las personas con COVID19 puedan
cumplir con las disposiciones sanitarias que correspondan.

44. Para el goce pleno del derecho a la educación de las personas con COVID-19, bien por
sufrir la enfermedad directamente o en el núcleo de sus familias, los Estados deben prever
dentro de los diferentes niveles de sus sistemas educativos, la implementación de medidas
que mitiguen la posible interrupción de los estudios y se enfoquen en la reducción del
abandono de los mismos. Así como atenuar otras consecuencias derivadas directamente de la
pandemia, tomando especialmente en consideración el papel de la escuela en los entornos
más vulnerables, como proveedora de higiene, salud o alimentos.

XI. Directrices sobre acceso a la justicia de las personas con COVID-19

45. Para garantizar el derecho de acceso a la justicia de las personas con COVID-19 deben
asegurarse recursos dirigidos a investigar de manera seria, oportuna y diligente las
208

afectaciones a sus derechos, que incluyen irregularidades en el diagnóstico, tratamiento y


rehabilitación médica recibida, atención médica en instituciones sin la debida habilitación o no
aptas en razón de su infraestructura o higiene, o por profesionales que no cuenten con la
debida calificación para tales actividades.

46. Para investigar en forma diligente las violaciones de derechos de las personas con COVID-
19, se deben realizar todas las diligencias indispensables para la conservación de los
elementos de prueba y evidencias que puedan contribuir al éxito de la investigación, tales
como el debido registro y cuidado del historial clínico, la autopsia y los análisis de restos
humanos. Estas actividades deben realizarse de forma rigurosa, por profesionales
competentes y empleando los procedimientos más apropiados.

47. Los procesos relacionados con denuncias de afectaciones a los derechos de las personas
con COVID-19 así como la ejecución de las sanciones deben ser decididos en un plazo
razonable. Cuando lo que se encuentra en juego en el proceso judicial es de crucial
importancia para salvaguardar los derechos de la persona afectada, los Estados deben actuar
con celeridad y diligencia excepcional, aun cuando este tipo de casos pueda significar cierto
nivel de complejidad.

48. Para investigar y, en su caso, sancionar a los responsables se debe hacer uso de todas las
vías disponibles; la falta de determinación de responsabilidad penal, no debe impedir la
investigación de otros tipos de responsabilidades y determinación de sanciones, tales como
las administrativas o disciplinarias.

49. Los órganos médicos colegiados que participen en la investigación de posibles


irregularidades en el tratamiento médico deben actuar bajo una aproximación integral del
derecho a la salud, desde la perspectiva de los derechos humanos y de la ética médica, así
como de impactos diferenciados, a fin de constituirse como órganos independientes que, a la
luz de su experiencia médica, garanticen también los derechos de las personas con COVID19.

XII. Directrices sobre el duelo y los derechos de familiares de las víctimas fallecidas por COVID-19

50. Las personas familiares de víctimas fallecidas por COVID-19 tienen derecho a que se
respete su integridad personal y salud mental, siendo de especial importancia que puedan
recibir información por parte de los prestadores de salud sobre la situación de sus seres
queridos. Las bases de datos de las personas afectadas y de sus familiares dentro de los
hospitales contribuyen a asegurar su identificación y facilitar su contacto e, incluso en
supuestos de emergencia, estos puedan otorgar su consentimiento previo, libre e informado
en relación con el tratamiento médico. Asimismo, los Estados deben garantizar condiciones de
devolución de restos mortales de personas en situación de movilidad, así como el derecho a la
información por parte de los consulados de la nacionalidad de las personas fallecidas y de sus
familiares.

51. Para que las personas familiares puedan conocer de manera cierta acerca del destino y
paradero de sus seres queridos, cuando fallecen como resultado del COVID-19, es necesaria la
adopción de procedimientos que permitan su identificación. Asimismo, se recomienda a los
Estados que se abstengan de realizar la inhumación en fosas comunes generales y también
que prohíba la incineración de los restos de las personas fallecidas por COVID-19 que no hayan
sido identificados, o bien, destinar el uso de fosas específicas para casos sospechosos o
confirmados de COVID-19, que posteriormente faciliten su identificación y localización.
209

52. Las personas familiares de las víctimas fallecidas durante la pandemia de la COVID-19
deben poder tener un duelo y realizar sus ritos mortuorios, conforme a sus propias tradiciones
y cosmovisión, el cual solo podría ser restringido atendiendo a las circunstancias específicas y
recomendaciones de las autoridades de salud con base en la evidencia científica disponible, y
a través de las medidas que resulten idóneas para proteger la vida, salud o integridad y sean
las menos lesivas. Por ejemplo, un horario reducido y un menor número de personas en los
entierros con la finalidad de asegurar un adecuado distanciamiento físico. Asimismo, se debe
evitar incurrir en demoras injustificadas o irrazonables en la entrega de los restos mortales.

Por último, la CIDH y sus Relatorías Especiales, en lo atinente a sus respectivos mandatos, se ponen a
disposición de los Estados Miembros para brindar la asistencia técnica requerida, con el fin de
implementar los estándares y directrices señaladas en la presente resolución.

Aprobada el 20 de julio de 2020 por: Joel Hernández García, Presidente; Antonia Urrejola Noguera,
Primera Vicepresidenta; Flávia Piovesan, Segunda Vicepresidenta; Margarette May Macaulay;
Esmeralda Arosemena de Troitiño; Julissa Mantilla Falcón; y Edgar Stuardo Ralón Orellana, miembros
de la CIDH.
210

Anexo No. 5
http://www.oas.org/es/CIDH/jsForm/?File=/es/cidh/prensa/comunicados/2021/027.asp

La CIDH y su REDESCA llaman a los Estados Americanos a


poner la salud pública y los derechos humanos en el centro
de sus decisiones y políticas sobre vacunas contra el
COVID-19
5 de febrero de 2021

Washington, D.C.- La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría


Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA), consideran
que las vacunas contra el COVID-19 son fundamentales para superar la pandemia. Por ello, hacen
un llamado a los Estados de la región a priorizar la salud pública y el cumplimiento de sus
obligaciones internacionales en materia de derechos humanos al momento de tomar decisiones o
adoptar políticas relativas a la aprobación, adquisición, distribución y acceso a tales vacunas.

La pandemia del COVID-19 ha originado una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes a
nivel mundial, rebasando la capacidad de los sistemas de salud y afectando de manera
especialmente grave a quienes viven en la pobreza, carecen de cobertura médica, o enfrentan
algún tipo de discriminación. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), América
es el continente con mayor número de muertes, superando el millón. Consecuentemente, la
aprobación, fabricación y distribución de vacunas seguras y efectivas son pasos determinantes
para enfrentar los riesgos derivados de la pandemia, disminuir la sobrecarga de los sistemas de
salud y mitigar los efectos de las medidas para contener el contagio.

En este marco, la CIDH y su REDESCA consideran que el acceso universal a las vacunas y la
inmunización extensiva contra el COVID-19, son un bien de salud pública mundial, tal como lo
reconociera la Asamblea Mundial de la Salud - máximo órgano deliberativo de la Organización
Mundial de la Salud (OMS)- en su Resolución WHA73.1, adoptada por unanimidad el 19 de mayo
de 2020. Consecuentemente, todos los Estados deben tener acceso libre y rápido a vacunas
seguras, de calidad, eficaces, asequibles y accesibles, para garantizar la inmunización a gran
escala frente al virus como forma de prevenir, contener y detener su transmisión para poner fin a
la pandemia.

Dado que según fuentes expertas, al menos un 70% de la población precisa ser vacunada para
controlar la transmisión en todo el mundo, la CIDH y su REDESCA observan con preocupación
que, a la fecha, únicamente 17 Estados del hemisferio contarían con planes concretos e
informados de vacunación disponibles a través de canales oficiales, frente a un escenario global de
escasez, competencia, opacidad y dificultades de negociación en la compra de vacunas a
empresas farmacéuticas privadas, que además no están alcanzando a satisfacer la demanda. La
urgencia de la inmunización es todavía más patente tomando en cuenta la aparición de nuevas
variantes del virus, inclusive potencialmente más contagiosas.

En dicho contexto, resulta imprescindible que las políticas públicas y medidas relativas a la
vacunación, estén centradas en la salud pública y en un enfoque integral e interdependiente de
derechos humanos, en particular en los derechos a la vida, a la salud y a beneficiarse del progreso
científico, con base en la mejor evidencia científica disponible y atendiendo los principios propios
del enfoque de derechos humanos, a saber: igualdad y no discriminación, participación social,
acceso a la justicia, acceso a la información y rendición de cuentas, como las perspectivas de
género e interseccionalidad.

Garantizar el acceso universal a las vacunas con prioridades basadas en criterios de


salud pública
211

La CIDH y su REDESCA consideran que las vacunas contra el COVID-19 deben cumplir con los
estándares de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad relativos al derecho a la salud.
Particularmente, la accesibilidad a las vacunas seguras y efectivas para prevenir el COVID-19
implica obligaciones y medidas concretas para los Estados, entre las que la CIDH y su REDESCA
destacan las siguientes:

1. Abstenerse de tratos discriminatorios en el acceso a las vacunas sobre la base de las categorías
prohibidas en los instrumentos interamericanos de derechos humanos, removiendo los marcos
regulatorios y obstáculos normativos que pudieran generarlos;

2. Garantizar la accesibilidad económica o asequibilidad para todas las personas, lo que implica
que el acceso a las vacunas sea de forma gratuita, al menos para las personas de menores
ingresos o en situación de pobreza, asegurando que el poder adquisitivo de las personas no
resulte un factor que impida o privilegie su inmunización.

3. Asegurar que todas las personas bajo su jurisdicción accedan físicamente a las vacunas,
disponiendo medidas para fortalecer la infraestructura necesaria para la distribución de vacunas
en todo su territorio y garantizar el acceso en zonas rurales, periferias, como otras áreas remotas
a las ciudades o centros urbanos;

4. Garantizar el acceso a toda la información relevante sobre las vacunas, como sobre el acceso y
la administración de las mismas, asegurando el ejercicio del derecho al consentimiento informado.

En el actual contexto de escasez, los Estados deben dar prioridad a la vacunación de las
poblaciones en mayor vulnerabilidad frente al COVID-19; asegurando al tiempo que las personas
bajo su jurisdicción no sean discriminadas por la falta de inmunización. En cuanto a la definición
de criterios de priorización en el acceso a la vacunación para prevenir el COVID-19, la CIDH y su
REDESCA instan a los Estados a que sus decisiones se basen en las necesidades médicas y de la
salud pública, como en la mejor evidencia científica disponible, en las normas nacionales e
internacionales de derechos humanos que los obligan y en los principios aplicables de la Bioética.
Asimismo, alientan a la especial consideración de las guías emanadas de la OMS en la materia, las
cuales incluyen a las personas trabajadoras de la salud, las personas adultas mayores, con
discapacidad o con preexistencias médicas que pongan en riesgo su salud; como también a las
personas que por factores sociales o geográficos subyacentes experimentan un mayor riesgo
frente a la pandemia, tales como personas en condición de movilidad humana y personas en
situación de pobreza o pobreza extrema.

De cara a garantizar el acceso universal a las vacunas a todas las personas bajo su jurisdicción sin
ningún tipo de discriminación y en condiciones de igualdad, los Estados deben asegurar que no
existan limitaciones que puedan afectar de manera particular a las poblaciones que se encuentran
en situación de mayor vulnerabilidad o discriminación histórica, como son las personas en
situación de pobreza o de calle, las personas adultas mayores, con enfermedades crónicas,
pueblos indígenas, afrodescendientes, mujeres víctimas de violencia de género, personas trans o
de género diverso, personas con discapacidad o privadas de libertad, entre otras. En relación con
las personas en movilidad humana, los Estados tienen el deber de garantizar su acceso equitativo
a la vacuna en igualdad de condiciones con las nacionales.

Garantizar el acceso a la información y la comunicación pública efectiva

Garantizar el derecho de acceso a la información pública junto con la comunicación efectiva, son
aspectos cruciales para el éxito de las estrategias de inmunización masiva frente al COVID19 y la
realización del derecho al consentimiento informado. Por ello, la Comisión, junto con su REDESCA
y su Relatoría Especial sobre Libertad de Expresión (RELE), llaman a los Estados a proveer
información suficiente y con soporte científico para responder a las preocupaciones sobre las
vacunas, aportando proactivamente información frente a las inquietudes ciudadanas -por ejemplo,
sobre reacciones adversas o efectos secundarios- e invertir en estrategias de comunicación
eficaces e inmediatas, como vía idónea para combatir la desinformación, el escepticismo y las
noticias falsas.
212

Asimismo, deben generar planes de promoción nacionales y regionales, que cuenten con el
liderazgo de las más altas autoridades de los Estados e incluyan instituciones médicas y científicas,
como también organizaciones de la sociedad civil y al periodismo profesional. Por otro lado, deben
asegurar que las personas dispongan de información actualizada sobre la manera de acceder a las
vacunas y a los mecanismos a tal fin habilitados. Toda la información debe ser accesible a todas
las personas en distintos idiomas, de manera incluyente, con pertinencia cultural y propagarse a
través de medios masivos de comunicación social.

De igual manera, la CIDH y sus Relatorías Especiales señalan que, en el presente contexto de
crisis sanitaria, los Estados tienen una responsabilidad acentuada en cuanto a la aplicación de los
estándares interamericanos sobre transparencia, acceso a la información pública y combate a la
corrupción, tanto en relación con la información relacionada con los mecanismos de adquisición,
distribución y aplicación de la vacuna, como con los recursos disponibles y movilizados para
garantizar el acceso a las vacunas por su población.

Garantizar el cumplimiento de las obligaciones en materia de Empresas y Derechos


Humanos

Teniendo en cuenta que la investigación científica y las empresas farmacéuticas privadas juegan
un papel principal en el proceso de vacunación, incluyendo el desarrollo y la distribución de las
vacunas, la CIDH y su REDESCA llaman especialmente a los Estados, empresas y otros actores
económicos a la implementación de los criterios, parámetros y recomendaciones establecidos en
su Informe sobre Empresas y Derechos Humanos: Estándares Interamericanos. Al respecto,
recuerdan que los Estados tienen un papel esencial para garantizar el derecho a la salud
mediante, entre otros, el acceso a medicamentos y tecnologías sanitarias, pudiendo ser
responsables por violaciones de derechos humanos provenientes de actividades empresariales
cuando las mismas carezcan de la debida regulación, supervisión o fiscalización estatal, o debido a
la omisión en la adopción de medidas para prevenir el impacto de tales actividades en los
derechos humanos de su población. Por su parte, las empresas tienen la responsabilidad de
prestar debida atención al respeto de los derechos a la salud y a la vida de las personas,
resultando crucial el ejercicio de la debida diligencia sobre los impactos de sus actividades en tales
derechos, una mayor transparencia en sus operaciones y la rendición de cuentas efectiva ante
vulneraciones al acceso a medicamentos y tecnologías sanitarias, como son las vacunas contra el
COVID-19.

Asimismo, la Comisión y su REDESCA llaman a asegurar que los regímenes de propiedad


intelectual no obstaculicen el acceso universal y equitativo a las vacunas seguras y efectivas,
conforme a lo dispuesto en la Resolución 1/2020 sobre Pandemia y Derechos Humanos en las
Américas y la Resolución 4/2020 sobre los derechos de las personas con COVID-19. En tal sentido,
las decisiones que se tomen deben apoyar el disfrute de los derechos humanos, procurando que
tales regímenes jurídicos consideren a las vacunas y otros medicamentos como bienes públicos de
salud. Para ello, resulta necesario que los Estados hagan un uso más enfático y decidido de las
cláusulas de flexibilidad o excepción existentes en esquemas de protección a la propiedad
intelectual, contrarrestando los efectos negativos en los derechos humanos provocados por los
precios excesivos de las vacunas o el abuso del uso de patentes. En igual sentido, deben adoptar
medidas dirigidas a prevenir y a combatir a la especulación, el acaparamiento privado o la
indebida utilización de las vacunas.

Por otro lado, la CIDH y su REDESCA llaman a tomar especialmente en cuenta la aplicación
extraterritorial de las obligaciones de los Estados en el contexto de actividades empresariales
relacionadas con la vacuna contra el COVID-19, recordando que las medidas de los Estados de
origen de las empresas que producen o comercializan tales vacunas, en cuanto a regular,
supervisar, prevenir o investigar el comportamiento de las domiciliadas en su territorio que afecte
la realización de los derechos humanos fuera del mismo, pueden tener efectos en su
responsabilidad internacional. Adicionalmente, subrayan el deber de cooperar de los Estados,
asegurando que ni ellos ni otros actores cuya conducta esté en posición de influir, obstaculicen el
acceso a las vacunas en otros países. En el actual contexto de emergencia sanitaria global,
213

escasez de vacunas y asimetrías en cuanto a sus niveles de desarrollo o capacidad adquisitiva, los
Estados tienen una responsabilidad reforzada en relación con tales obligaciones.

Fortalecer la Cooperación Internacional y los mecanismos existentes a través de


acciones regionales

La Comisión y su REDESCA hacen un llamado a los Estados Miembros de la OEA a generar


estrategias y mecanismos, que permitan acortar las brechas de acceso a las vacunas entre
aquellos países que tienen mayor capacidad adquisitiva con los de menor renta, evitando el
aislacionismo sanitario en función de factores predominantemente económicos o financieros. En
tal sentido, subrayan la alerta hecha por el Director General de la OMS sobre la urgencia de evitar
un "fracaso moral catastrófico" ante el nacionalismo y acumulación de vacunas por determinados
Estados, con el consecuente peligro para las personas y países más pobres, como para la
prolongación de la pandemia, de las restricciones necesarias para contenerla y el consiguiente
sufrimiento humano e impacto económico.

Por ello, la CIDH y su REDESCA llaman a coordinar de manera urgente acciones regionales
centradas en la solidaridad internacional que garanticen un intercambio constante de información
sobre desafíos y buenas prácticas, como de tecnologías sanitarias y conocimientos sobre las
vacunas y tratamientos frente al COVID-19. Tales acciones deben coadyuvar a los esfuerzos de
iniciativas globales ya existentes, como son el Fondo de Acceso a la Tecnología (C-TAP), creado
para el intercambio de conocimiento, ciencia y tecnología; o el Acelerador del Acceso a las
herramientas contra la COVID-19 (COVAX), puesto en marcha para proveer de vacunas a los
países con menos capacidad financiera o institucional. Estos espacios buscan favorecer la
coordinación de esfuerzos y la cooperación internacional en materia de vacunas contra el COVID-
19 con el apoyo de la OMS y, en el continente americano, de la Organización Panamericana de la
Salud (OPS). Una respuesta regional americana efectiva y solidaria, basada en los derechos
humanos y la salud pública frente a la pandemia, debe partir por impedir que las asimetrías
económicas entre los Estados del hemisferio priven a los de menos renta de un acceso equitativo
a las vacunas.

La Comisión y sus Relatorías Especiales están a disposición para contribuir a dicha respuesta e
iniciativas desde sus respectivos mandatos, en aras de asegurar que el enfoque de derechos
humanos y de salud pública sea central a la respuesta de los Estados Americanos en relación con
la inmunización de las personas bajo su jurisdicción contra el COVID-19. La CIDH subraya el
constante monitoreo y acciones sobre esta situación en la región, coordinando todos sus
mandatos y mecanismos a través de su SACROICOVID-19, con el objetivo de identificar
situaciones y tendencias especialmente preocupantes, fomentar las buenas prácticas y dotar de
guía a los Estados de la región para el cumplimiento del marco legal interamericano de derechos
humanos en sus políticas y planes de vacunación contra el COVID-19, favoreciendo la pronta
recuperación económica y social de todos los Estados Americanos.

La REDESCA es una Oficina de la CIDH con independencia funcional y especialmente creada para
apoyar a la Comisión en el cumplimiento de su mandato de promoción y protección de los
derechos económicos, sociales, culturales y ambientales en el continente americano.

La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA),


cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los
derechos humanos en la región y actuar como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH
está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la
OEA a título personal, y no representan a sus países de origen o residencia.

No. 027/21
214

Anexo No. 6
Fuente: Resoluciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/pdf/Resolucion-1-21-es.pdf

RESOLUCIÓN NO. 1/2021

LAS VACUNAS CONTRA EL COVID-19 EN EL MARCO DE LAS


OBLIGACIONES INTERAMERICANAS DE DERECHOS
HUMANOS
(Adoptada por la CIDH el 6 de abril de 2021)

A. INTRODUCCIÓN

La pandemia generada por el virus que causa el COVID-19 ha originado una crisis sanitaria,
económica y social sin precedentes, a nivel mundial y regional. El desarrollo, junto con la aprobación,
fabricación y distribución de vacunas seguras y efectivas son pasos determinantes para: i) enfrentar
los riesgos a la vida y a la salud derivados de la pandemia; ii) disminuir la sobrecarga de los sistemas
de salud, y iii) mitigar los efectos de las medidas de salud pública que han sido implementadas para
contener el contagio. Tales medidas han afectado de manera especialmente adversa el disfrute de
los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), con un impacto diferenciado y
desproporcional en los grupos en situación de vulnerabilidad de las Américas, así como de las
personas con COVID-19 y sus familiares.

Un año después del comienzo de la pandemia generada por la COVID-19, el esfuerzo global ha dado
como resultado el desarrollo y distribución de vacunas seguras y eficaces avaladas por las
autoridades sanitarias competentes. Sin embargo, la inmunización de una masa crítica de la
población mundial, crucial para controlar la pandemia, se enfrenta a un nuevo conjunto de desafíos,
que incluyen nuevas cepas peligrosas del virus, la competencia mundial por un suministro limitado
de dosis y el escepticismo público sobre las vacunas. En este escenario, sólo algunos Estados de la
región han avanzado rápidamente en la inmunización de sus poblaciones, mientras hay otros en los
que el acceso a dosis es limitado o el proceso aún no ha comenzado. De acuerdo con la Organización
de Estados Americanos (OEA), el 90% de las personas en países de bajos ingresos no tendrán acceso
a ninguna vacuna contra el COVID-19 en el año 2021. 1

En este contexto, para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Comisión”
o “la CIDH”) es imperativo que se promueva la distribución justa y equitativa de las vacunas y, en
particular, hacerlas accesibles y asequibles para los países de medios y bajos ingresos. La equidad
debe ser el componente clave no sólo entre países, sino también dentro de los países para poder
poner fin a la fase aguda de la pandemia.

1 Consejo Permanente de la OEA, CP/RES.1165 (2312/21) “La distribución equitativa de vacunas contra la COVID-19”, 17 de
febrero de 2021. Ver también, OEA, Declaración del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos sobre
la distribución equitativa de vacunas. 9 de marzo de 2021.
215

Conforme al Marco de valores del Grupo de Personas Expertas en Asesoramiento Estratégico sobre
Inmunización (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la asignación de vacunas y
el establecimiento de prioridades en la vacunación para prevenir el COVID-19, el objetivo general de
las vacunas es que contribuyan significativamente a la protección equitativa y a la promoción del
bienestar humano. Por ello, las vacunas para prevenir este virus deben ser un bien público mundial y
regional, y estar al alcance de todas las personas, con equidad y sin discriminación. 2

Las decisiones sobre aprobación, adquisición, distribución y acceso que adopten todos los Estados
de las Américas deben estar informadas y regidas por sus obligaciones internacionales en materia de
derechos humanos, según corresponda, bajo la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “la Convención
Americana” o “CADH”) y el Protocolo Adicional a la CADH en materia de derechos económicos,
sociales y culturales (Protocolo de San Salvador). Igualmente, deben estar regidas desde un enfoque
de salud pública y basadas en la mejor evidencia científica disponible. 3

La presente Resolución se enmarca en el trabajo continuo que la CIDH viene realizando en respuesta
a la pandemia desde un enfoque de derechos humanos; en particular, con la adopción de su
Resolución 1/2020 sobre Pandemia y Derechos Humanos en las Américas y la Resolución 4/2020 que
establece las “Directrices Interamericanas sobre los Derechos Humanos de las personas con COVID-
19”. Asimismo, la Comisión toma nota de la Resolución No. A/HRC/46/L.25/Rev.1 de 17 de marzo de
2021, adoptada por aclamación en el seno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, en la cual hace un llamado para asegurar el acceso equitativo, asequible, oportuno y
universal de todos los países a las vacunas para hacer frente a la pandemia de enfermedad por
coronavirus (COVID-19); como también de los pronunciamientos del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas a la luz de las obligaciones de los Estados
parte del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. 4 Asimismo, toma
nota de la guía conjunta sobre el acceso equitativo a las vacunas contra el COVID-19 emitida por el
Comité sobre Derechos de las personas trabajadoras migrantes junto a otros mandatos, incluyendo
la Relatoría sobre Personas Migrantes de la CIDH. 5

El objetivo de esta Resolución es contribuir a que los Estados asuman el alcance de sus obligaciones
internacionales en el contexto de las decisiones sobre vacunación, a fin de garantizar los derechos
humanos, especialmente el derecho a la salud y a la vida. Para tales efectos, brinda
recomendaciones puntuales basadas en los principios de igualdad y no discriminación, dignidad
humana, consentimiento informado, transparencia, acceso a la información, cooperación y
solidaridad internacional.

B. PARTE CONSIDERATIVA

2
Organización Mundial de la Salud, Marco de valores del SAGE de la OMS para la asignación de vacunas y el
establecimiento de prioridades en la vacunación contra la COVID-19. 14 de septiembre del 2020.
3 En sus Resoluciones No. 1/2020 y No. 4/2020 y demás pronunciamientos realizados en el marco de su SACROI-COVID19,

la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dejado asentadas las principales obligaciones de los Estados y
recomendaciones para abordar la pandemia con enfoque de derechos, a la luz del marco jurídico interamericano de
derechos humanos.
4 Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Statement on Universal and Equitable Access to Vaccines for

COVID-19. E/C.12/2020/1, 27 de noviembre de 2020. Statement on universal affordable vaccination for COVID-19,
international cooperation and intellectual property. E/C.12/2021/1, 12 de marzo de 2021.
5 UN Committee on Migrant Workers (CMW) et alia, Joint Guidance Note on Equitable Access to COVID-19 Vaccines for All

Migrants, 8 de marzo de 2021.


216

AFIRMANDO que, de acuerdo con el principio de igualdad y no discriminación, el acceso universal y


equitativo a las vacunas disponibles constituye una obligación de inmediato cumplimiento por parte
de los Estados, por lo que las vacunas, tecnologías y tratamientos desarrollados para enfrentar el
COVID-19 deben ser considerados como bienes de salud pública, de libre acceso para todas las
personas.

RESALTANDO que de manera interdependiente e interseccional, los derechos a la salud, a gozar de


los beneficios del progreso científico, al acceso a la información y el principio de igualdad y no
discriminación se encuentran íntimamente relacionados con las decisiones que deben tomar los
Estados en torno a las vacunas para prevenir la COVID-19.

TOMANDO EN CUENTA que, de una lectura conjunta de estos derechos y las correlativas
obligaciones de los Estados, se desprende que las vacunas son bienes y servicios de salud que deben
cumplir con los estándares de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad relativos al
derecho a la salud.

OBSERVANDO que las limitaciones actuales en la producción y capacidad de oferta de vacunas


generan un escenario de escasez que reduce las opciones de adquisición y adjudicación de vacunas
entre Estados y obliga a desarrollar criterios para la priorización de grupos dentro de los mismos,
ajustados a cada contexto nacional o regional, los cuales deben ser adoptados de manera
transparente y participativa.

OBSERVANDO que diversos grupos en situación especial de vulnerabilidad enfrentan impactos


diferenciados derivados de problemas estructurales de exclusión y discriminación, lo cual se refleja
en mayores desafíos en el acceso a la salud –agravados en el contexto de la pandemia–, por lo que
los Estados deben de adoptar medidas que respondan a enfoques diferenciados que consideren
factores de discriminación, tales como edad, las situaciones de movilidad humana interna e
internacional, la apatridia, género, identidad y expresión de género, discapacidad, pertenencia
cultural, etnia, raza, condición socioeconómica y contexto de privación de libertad. Además, deben
prestar especial atención a la situación de las personas mayores en centros de acogimiento y
cuidado, personas detenidas en recintos carcelarios o centros de detención policial, personas con
discapacidad en hospitales psiquiátricos y otras instituciones de larga estadía, así como los distintos
espacios, territorios y situaciones vividas por las personas migrantes, refugiadas, solicitantes de
asilo, desplazadas, apátridas, víctimas de la trata de personas y en otros contextos de la movilidad
humana.

TOMANDO EN CONSIDERACIÓN que los Estados tienen un deber reforzado en cuanto a la aplicación
de los estándares interamericanos sobre transparencia, acceso a la información pública y combate a
la corrupción. Ello, tanto en relación con la información relacionada con los mecanismos de
adquisición, distribución y aplicación de la vacuna, como respecto de los recursos disponibles y
movilizados para garantizar el acceso a las vacunas por su población. Para la CIDH, la disponibilidad
de información sobre las vacunas salva vidas y contribuye a cualificar la deliberación y la toma de
decisiones públicas en la pandemia.

CONSIDERANDO que el consentimiento previo, libre, pleno e informado deriva de derechos


reconocidos en el sistema interamericano, como el derecho a la salud, a recibir y acceder a
información, así como a no sufrir injerencias arbitrarias en la vida privada y que, asimismo, es un
aspecto central en el desarrollo de la bioética de los derechos humanos, entendida ésta como una
217

herramienta necesaria para enmarcar como para resolver los retos y dilemas vinculados a la
pandemia.

RESALTANDO que la plena efectividad del derecho a la salud y otros DESCA están sujetos al máximo
de los recursos disponibles, por lo cual su utilización debe estar ceñida a mecanismos efectivos de
responsabilidad, rendición de cuentas y control por parte de las instituciones públicas, como de la
sociedad civil.

RECONOCIENDO que los actos de corrupción tales como la captura del Estado, la influencia indebida
y los abusos de poder por parte de las personas que ejercen funciones públicas y/o por parte de
actores privados constituyen obstáculos para la distribución equitativa de vacunas en condiciones de
igualdad y no discriminación.

SUBRAYANDO que los Estados, en el contexto de la pandemia, tienen la obligación reforzada de


respetar y garantizar los derechos humanos en el marco de actividades empresariales, incluyendo la
aplicación extraterritorial de dicha obligación. Asimismo, que pueden ser responsables por
violaciones de derechos humanos provenientes de actividades empresariales que carezcan de la
debida regulación, supervisión o fiscalización estatales, o cuando omiten la adopción de medidas
para prevenir el impacto de la actuación de las empresas en el goce de los derechos de las personas
bajo su jurisdicción, conforme lo han desarrollado en detalle la CIDH y su REDESCA en el Informe
sobre Empresas y Derechos Humanos: Estándares Interamericanos.

TOMANDO NOTA que conforme a la Declaración de Doha de la Organización Mundial del Comercio
sobre el Acuerdo de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el
Comercio (TRIPS) y la salud pública (2001), el régimen de propiedad intelectual debe interpretarse y
aplicarse de manera que apoye el deber de los Estados de "proteger la salud pública".

REAFIRMANDO que la propiedad intelectual es un producto social y, por ende, tiene una función
social, por lo que el reconocimiento de la propiedad intelectual, patentes y el secreto empresarial no
se puede constituir en un impedimento para los derechos humanos, y en particular del derecho a la
salud en un contexto de pandemia.

TOMANDO EN CUENTA que los Estados tienen el deber de exigir a los actores privados relacionados
con el sector salud el respeto de los derechos humanos y la adopción de la debida diligencia en la
ejecución de sus operaciones, que abarca, entre otras cuestiones: i) prestación de servicios de salud;
ii) realización de actividades de investigación científica; iii) producción, comercialización y
distribución de material de bioseguridad médica, tales como vacunas; y iv) adopción de medidas
para prevenir que las empresas ocasionen desabastecimiento o el incremento desproporcionado de
precios en relación con bienes y servicios de la salud.

DESTACANDO que la cooperación internacional resulta crucial para que la distribución equitativa de
las vacunas responda a las realidades y necesidades de todos los Estados de la región, con especial
atención de aquellos con menor capacidad financiera, institucional y tecnológica, por lo que resulta
imprescindible orientar los esfuerzos para facilitar la implementación de herramientas y mecanismos
que busquen garantizar el desarrollo y la producción de pruebas, tratamientos y vacunas contra el
COVID-19, tales como el C-TAP y el COVAX.

C. PARTE RESOLUTIVA

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, bajo los auspicios de la Relatoría Especial sobre
Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA) y con el apoyo de la Relatoría
218

Especial para la Libertad de Expresión (RELE), en virtud de las funciones conferidas por el artículo
106 de la Carta de las Organización de los Estados Americanos, en aplicación del artículo 41.b de la
Convención Americana sobre Derechos humanos y el artículo 18.b de su Estatuto, resuelve adoptar
las siguientes recomendaciones a los Estados Miembros:

I. Acceso a las vacunas, bienes y servicios de salud en atención al principio de igualdad y no


discriminación

1. Los Estados deben asegurar la distribución a las vacunas, y su acceso equitativo y universal,
a través de la elaboración e implementación de un plan nacional de vacunación; y en
consecuencia, abstenerse de tratos discriminatorios a través de la remoción de obstáculos
normativos, regulatorios o de cualquier tipo que podrían propiciar esta práctica, así como
crear condiciones de igualdad real frente a grupos que han sido históricamente vulnerados en
sus derechos, o que se encuentran en mayor riesgo de sufrir discriminación.

2. Los Estados deben garantizar en sus planes de vacunación y/o sus políticas públicas la
accesibilidad económica o asequibilidad para todas las personas, lo que implica el acceso
gratuito a las vacunas. En principio, para aquéllas en situación de pobreza o de menores
ingresos, a fin de que el nivel de ingresos o su poder adquisitivo no resulte en un factor
determinante que impida o privilegie su inmunización.

3. Respecto de grupos en situación de especial vulnerabilidad o que han sido históricamente


discriminados, con base en el principio de igualdad y no discriminación, los Estados deben
adoptar políticas públicas que respondan a enfoques diferenciados, interseccionales e
interculturales, que les permitan atender la discriminación múltiple que pueden acentuar los
obstáculos de las personas en el acceso a la salud y a las vacunas. Del mismo modo, se deberá
tomar en cuenta factores asociados a las brechas digitales existentes, particularmente
aquellas derivadas de aspectos generacionales que afectan desproporcionadamente a
personas mayores. Lo anterior, sin perjuicio de otras que resulten de factores asociados a la
situación socioeconómica, discapacidad, entre otros.

4. Los Estados deben atender las necesidades particulares que derivan de factores de
discriminación, tales como edad, en particular, respecto de personas mayores); situación
migratoria o estado documental migratorio; género, identidad y expresión de género;
discapacidad; pertenencia cultural, etnia y raza; condición socioeconómica; y contexto de
privación de libertad. Asimismo, las políticas en materia de vacunación deben tomar en
consideración particularidades geográficas o de desconfianza hacia dichas medidas, en
especial por parte de grupos en situación de vulnerabilidad, como personas afrodescendientes
y personas indígenas.

5. Resulta imperioso asegurar que todas las personas bajo la jurisdicción de los Estados
puedan acceder físicamente a las vacunas. Para tales efectos, los Estados deben disponer de
medios para fortalecer la infraestructura y logística necesaria, incluyendo transporte,
instalaciones y almacenamiento para la distribución de las vacunas en todo su territorio. Los
Estados deben tomar en especial consideración a las personas y grupos, tales como pueblos
indígenas y tribales, y comunidades campesinas, que habitan en áreas remotas en contextos
de profundas disparidades en cuanto a la disponibilidad de bienes y servicios de salud en
comparación con otras zonas del país, como puede ocurrir en zonas rurales respecto de zonas
219

urbanas, o en las periferias. Asimismo, los Estados deben garantizar entornos accesibles para
las personas con discapacidad y movilidad reducida en sus esquemas de vacunación.

6. Los Estados deben tener en cuenta la agudización de las enfermedades vinculadas a la


pobreza, el impacto de los determinantes sociales en salud. Igualmente, deben evitar
retrocesos en las campañas de salud pública, tales como la vacunación en general en niños y
niñas, los cuidados del embarazo, la salud sexual y reproductiva; y la prevención del cáncer,
entre otras. Igualmente, deben tener presente la necesidad de continuar con las medidas de
prevención no farmacológicas, realizando campañas públicas orientadas a mejorar los hábitos
de vida saludable y fortalecimiento del sistema inmunológico de las personas. Tales medidas
tienen impacto directo en la salud mental de la población y en la disminución de
enfermedades crónicas vinculadas al estilo de vida que impactan negativamente en el
pronóstico de quien se contagia de COVID-19 y, asimismo, generan un fuerte impacto en los
presupuestos en salud pública.

II. Distribución y priorización de dosis de vacunas

7. Los Estados deben priorizar la inoculación de las personas con mayor riesgo de contagio y a
quienes experimentan un mayor riesgo frente a la pandemia, en tanto es superado el contexto
de escasez y las limitaciones en el acceso a las vacunas. Para los criterios y parámetros que los
Estados implementen se deben tomar en consideración los principios SAGE 6 de la OMS.
Dentro de los mismos se incluyen a las personas trabajadoras de la salud, las personas
mayores, con discapacidad o con preexistencias médicas que pongan en riesgo su salud; como
también a las personas que por factores sociales, laborales o geográficos subyacentes
experimentan un mayor riesgo frente a la pandemia, tales como pueblos indígenas, personas
afro-descendientes, personas en condición de movilidad humana y personas que viven en
zonas urbanas sobre pobladas en situación pobreza o pobreza extrema. Sin perjuicio de la
priorización que los Estados realicen, el principal propósito de esta política pública debe ser
orientar la planificación de la distribución de la vacuna desde un enfoque de derechos
humanos y equidad.

8. Los Estados deben considerar la especial situación de vulnerabilidad de las personas que se
encuentran en contexto de privación de libertad, incluyendo personas mayores en centros de
acogimiento y cuidado; personas detenidas en recintos carcelarios o centros de detención
policial, personas con discapacidad en hospitales psiquiátricos y otras instituciones de larga
estancia, y personas en contexto de movilidad humana detenidas por razones estrictamente
migratorias. Especial atención debe tener esta población en situación de detención, que
además pertenezca al grupo de personas con preexistencias médicas y que, en consecuencia,
se encuentre en un riesgo agravado de contraer el virus del COVID-19.

9. Respecto de la definición de criterios de priorización en el acceso a la vacunación para


prevenir el COVID-19, los parámetros aplicables deben tomar en cuenta las necesidades
médicas de la salud pública, mismas que deben partir de: i) mejor evidencia científica

6 El marco de valores SAGE de la OMS, tiene como propósito brindar orientación a nivel mundial acerca de la asignación de
las vacunas contra la COVID-19 entre los países y a nivel nacional con respecto a la determinación de los grupos prioritarios
para recibirlas dentro de los países, mientras el suministro sea limitado. El marco tiene por objeto apoyar a los
responsables de formular políticas y a los asesores expertos a nivel nacional, regional y mundial mientras toman decisiones
sobre la asignación de las vacunas contra la COVID-19 y la priorización de los grupos que las recibirán. Ver OMS, Marco de
valores del SAGE de la OMS para la asignación y priorización de la vacunación contra la COVID-19, 14 de septiembre de
2020.
220

disponible; ii) normas nacionales e internacionales de derechos humanos que los obligan; iii)
principios aplicables de la Bioética; y iv) criterios desarrollados interdisciplinariamente.
Asimismo, tales criterios deben establecerse con base en el principio de máxima difusión,
buscando transparentar el proceso y parámetros para su adopción. Los criterios de
priorización que se definan deben estar sometidos a mecanismos de rendición de cuentas,
incluyendo posibles reclamos judiciales en caso de que tales criterios sean discriminatorios o
se definan en violación de otros derechos.

10. Los Estados deben asegurar que las personas bajo su jurisdicción no sean discriminadas
por la falta de inventario de bienes e insumos para la inoculación. Al momento de incrementar
la eficiencia en la distribución de las vacunas, deben observarse las garantías de los derechos
humanos, y en particular del derecho a la vida y la salud.

III. Difusión activa de información adecuada y suficiente sobre las vacunas y contrarrestar la
desinformación

11. La obligación de proveer y difundir información adecuada y suficiente sobre las vacunas
para prevenir el COVID-19 corresponde a los Estados. La desconfianza que pueda surgir de la
sociedad civil y la desinformación sobre las vacunas deben ser contrarrestadas con acciones
que contribuyan a fortalecer la seguridad en las instituciones de salud pública y en el
conocimiento de base científica. Por lo tanto, la información difundida debe ser de calidad,
objetiva y oportuna, y culturalmente apropiada, cuando corresponda; además de tomar en
consideración datos sobre seguridad y efectividad de las vacunas con base en la mejor
evidencia científica disponible. Es determinante que las y los representantes institucionales
cuenten con debida capacitación e información actualizada para evitar que las voces oficiales
se conviertan en vectores de desinformación.

12. Los Estados deben realizar campañas públicas para contrarrestar la desinformación o los
contenidos distorsionados sobre las vacunas, para asegurar la disponibilidad y accesibilidad de
información adecuada y suficiente sobre las vacunas. Dado que un factor importante de la
desinformación se relaciona con los efectos secundarios de las vacunas, los Estados están
obligados a proveer la información disponible sobre este aspecto, atendiendo las dudas en
torno a la seguridad y efectividad de las vacunas.

13. Los Estados deben proporcionar proactivamente información procesable, comprensible,


útil, veraz y fidedigna sobre todos los aspectos de interés público relacionados con las
vacunas. La difusión pública de contenidos sobre las vacunas y en particular de las campañas
de vacunación, deberá contemplar el uso de formatos abiertos, partiendo de enfoques
diferenciados que consideren, entre otras cuestiones: i) pertinencia cultural para las personas,
en particular pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidades tribales; ii) lenguas
originarias; iii) accesibilidad para personas con discapacidad, personas mayores y personas en
situación de movilidad humana; y iv) disposición de información en los idiomas de personas
migrantes, refugiadas y otras residentes en el país. Igualmente, se debe propender a un
alcance universal, contemplando las particularidades de la ruralidad y zonas apartadas.

14. Los Estados deben, respecto a los pueblos indígenas, realizar campañas de información y
de distribución de vacunas en sus territorios, en coordinación y con la participación de los
mismos, a través de sus entidades representativas, liderazgos y autoridades tradicionales, a fin
de asegurar la efectividad y adecuación cultural de las medidas, como el respeto a sus
221

territorios y libre determinación. Asimismo, respecto a todas las personas con discapacidad,
los Estados deben adoptar ajustes razonables y estrategias accesibles de comunicación sobre
las políticas de vacunación, que involucren directamente a dicho colectivo en su diseño y
ejecución.

15. Los Estados deben garantizar que la información y campañas realizadas en relación con las
vacunas, en especial sobre poblaciones priorizadas, etapas y acceso progresivo a la
vacunación, se aseguren de prevenir activamente la xenofobia, estigmatización y otras formas
de discursos que promuevan el odio, la violencia o la culpabilización de personas, grupos y
poblaciones de personas migrantes, refugiadas, apátridas o en otros contextos de movilidad
humana.

IV. Derecho al consentimiento previo, libre e informado

16. Toda vacuna contra el COVID-19 que el Estado vaya a suministrar debe contar con el
consentimiento previo, libre e informado de la persona que la recibe. Ello implica que toda
persona tiene derecho a que los prestadores de servicios médicos suministren información
sobre las vacunas contra el COVID-19 que puedan recibir. Dicha información debe ser
oportuna, completa, comprensible, clara, sin tecnicismos, fidedigna, culturalmente apropiada,
y que tome en cuenta las particularidades y necesidades específicas de la persona.

17. En situaciones donde la condición de salud o capacidad jurídica de las personas no lo


permita, resultará necesario contar con el consentimiento por parte de sus familiares o
representantes legales para el suministro de las vacunas contra el COVID-19. Dicha regla sólo
admite como excepción una situación de urgencia donde se encuentre en inminente riesgo la
vida y le resulte imposible a la persona, adoptar una decisión en relación con su salud. La
urgencia o emergencia se refiere a la inminencia de un riesgo y, por ende, a una situación en
que el suministro de las vacunas es necesario ya que no puede ser pospuesta, excluyendo
aquellos casos en los que se puede esperar para obtener el consentimiento. Respecto de las
personas con discapacidad, se debe asegurar el consentimiento informado mediante sistemas
de apoyo en la toma de decisiones.

18. Los Estados deben salvaguardar los datos personales y la información contenida en los
expedientes de salud, incluida información biográfica y biométrica recolectada por los
servicios médicos; así como en otros procedimientos relacionados con la vacunación.
Asimismo, se deben brindar garantías de protección de los datos personales de las personas
migrantes, refugiadas y otras personas en el contexto de la movilidad humana, teniendo en
cuenta los riesgos de utilización de esta información para fines de control migratorio.

19. El deber de protección de datos confidenciales no puede menoscabar la obligación de


máxima difusión de los Estados, respecto a los procedimientos de inoculación conforme a lo
dispuesto en el capítulo siguiente.

V. Derecho de acceso a la información, transparencia y combate contra la corrupción

20. Con sujeción a la obligación de transparencia activa, los Estados deberán divulgar
proactivamente aquellos datos referidos a registros, estudios, planes de vacunación y en
general, la información relativa a la adquisición, importación, distribución, priorización,
aplicación de vacunas; así como de los procesos y procedimientos de vigilancia y control
aplicados. La asignación de recursos públicos para la adquisición de vacunas genera
222

obligaciones en materia de acceso a la información y por lo tanto quienes reciban o ejecuten,


total o parcialmente, dichos recursos públicos para la fabricación, venta, distribución y/o
aplicación de vacunas, también deben transparentar proactivamente la información
relacionada con estas actividades asociadas al proceso de inoculación.

21. Los Estados tienen la obligación de erradicar la corrupción en el ámbito de la distribución y


aplicación de las vacunas, buscando prevenir y sancionar que las mismas sean utilizadas como
dádivas o favores personales y/o políticos, particularmente en contextos electorales.
Igualmente, deben proteger a las personas denuncien delitos de corrupción en el sector de la
salud o en otros.

22. En atención al derecho de acceso a la información pública los Estados deben desplegar
mecanismos de monitoreo y fiscalización sobre la fabricación, adquisición, el acceso, la
distribución y la aplicación de las vacunas. Dichos mecanismos deberán tomar en
consideración el derecho de acceso a la justicia, así como la asignación de recursos para
investigar de manera seria, oportuna y diligente los posibles actos de corrupción, intentos de
captura del Estado, influencia y presiones indebidas y/o abusos por parte de actores públicos
o privados en perjuicio de los derechos humanos y la distribución equitativa de las vacunas.

23. Los Estados deben ajustarse al estricto régimen interamericano de excepciones a la


divulgación de información, en la aplicación de reservas o causales de confidencialidad de la
información relacionada con las vacunas. Para que cualquier limitación al acceso a
información sea compatible con la Convención Americana, se debe superar una prueba de
proporcionalidad en tres pasos: i) estar relacionada con uno de los objetivos legítimos que la
justifican; ii) debe demostrarse que la divulgación de la información efectivamente amenaza
con causar un perjuicio sustancial a ese objetivo legítimo; y iii) debe demostrarse que el
perjuicio al objetivo es mayor que el interés público en contar con la información. Para tal fin,
los Estados deben tomar en cuenta los siguientes parámetros:

a. Al invocar la existencia de una causal de reserva debe aplicarse la “prueba de daño” y con
ella acreditar por escrito: i) que la divulgación de la información puede generar un daño real,
demostrable e identificable; ii) que no hay un medio menos lesivo que la aplicación de la
reserva; ii) que el riesgo del perjuicio que supondría la divulgación de la información supera el
interés público de que ésta se difunda; iv) que la limitación se adecua al principio de
proporcionalidad y representa el medio menos restrictivo disponible para evitar el perjuicio; v)
la concurrencia de los requisitos de temporalidad, legalidad y razonabilidad.

b. Al invocar la existencia de una causal de confidencialidad debe aplicarse la “prueba de


interés público” y con ella acreditar frente a la colisión de derechos con base en elementos de
idoneidad, necesidad y proporcionalidad. Entendiendo: i) la idoneidad como la legitimidad del
derecho adoptado como preferente requiriendo que éste sea el adecuado para el logro de un
fin constitucionalmente válido o apto para conseguir el fin pretendido; ii) la necesidad como la
falta de un medio alternativo menos lesivo a la apertura de información; iii) la
proporcionalidad como el equilibrio entre perjuicio y beneficio en favor del interés público
protegido , a fin de que la decisión sobre la causal de confidencialidad represente un beneficio
mayor al perjuicio que la apertura y divulgación de la información podrían causar a la
población.
223

c. Las excepciones a la divulgación de información no pueden aplicarse en casos de graves


violaciones de derechos humanos o de delitos contra la humanidad. Las reservas y causales de
confidencialidad no podrán ser invocadas cuando se trate de información relacionada con
actos de corrupción de funcionarios públicos, según los definan las leyes vigentes y de acuerdo
con la Convención Interamericana contra la Corrupción.

VI. Empresas y derechos humanos en relación con las vacunas contra el COVID-19

24. Los Estados deben garantizar que las decisiones relativas al desarrollo, la utilización y la
distribución de vacunas por parte de las empresas tengan en cuenta los principios
transversales de derechos humanos, como la transparencia, la información, la igualdad y no
discriminación, la rendición de cuentas y el respeto a la dignidad humana, así como los
criterios interamericanos fundamentales en materia de empresas y derechos humanos que
establece el informe temático en la materia.

25. Para cumplir con sus obligaciones internacionales de respeto, garantía, progresividad y
cooperación en materia de derechos humanos, en lo relativo a los derechos a la salud, vida e
integridad personal, resulta fundamental que los Estados apliquen dicho enfoque en los
esquemas y políticas para su goce y ejercicio, incluyendo aquellos en donde intervengan
agentes privados o empresas en la producción, comercialización y distribución de
medicamentos, vacunas, tecnologías y equipos sanitarios o bienes esenciales para la atención
y tratamientos de salud frente al COVID-19.

26. Respecto al ámbito extraterritorial de las obligaciones estatales en el marco de actividades


empresariales relacionadas con las vacunas contra el COVID-19, los Estados de origen de las
empresas que producen, distribuyen o comercializan tales vacunas tienen el deber de regular,
supervisar, prevenir o investigar el comportamiento de las domiciliadas en su territorio que
pueda afectar la realización de los derechos humanos fuera del mismo. Las omisiones o
acciones por parte de los Estados en cuanto a tales obligaciones, pueden tener efectos en su
responsabilidad internacional por hechos que no ocurren estrictamente dentro de sus
jurisdicciones.

27. Sin perjuicio de la compensación razonable que merecen las inversiones e investigación
generadas por empresas privadas e instituciones públicas de investigación, frente a la
magnitud de la pandemia y su peligro para la salud global, los regímenes de propiedad
intelectual nacionales e internacionales deben dejar de ser un obstáculo que impida la
producción de vacunas seguras y efectivas para garantizar el acceso universal y equitativo a las
mismas, conforme a lo establecido en la presente Resolución. Para ello, es urgente que los
Estados tomen las medidas necesarias para alcanzar la adecuación de las flexibilidades y
excepciones previstas en tales regímenes cuando la salud pública se encuentra en riesgo, así
como otras medidas complementarias pertinentes. En particular, la CIDH se suma al llamado
de mandatos especiales del Consejo de Derechos Humanos y el Comité DESC de la ONU en
favor de la exención temporal de algunas de las disposiciones del acuerdo ADPIC 7 para
vacunas y tratamiento para COVID-19 que algunos Estados han planteado ante la Organización
Mundial de Comercio, instando a los Estados Americanos a favorecer su pronta adopción.

7 El Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), es un instrumento multilateral donde se establecen niveles mínimos de
protección que cada gobierno ha de otorgar a la propiedad intelectual de los demás Miembros de la OMC. Ver OMC,
Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC).
224

28. Los Estados deben promover, en cuanto a los regímenes de propiedad intelectual, el
intercambio de información sobre el desarrollo de las vacunas, así como a asegurar que el
valor económico y la reglamentación no constituyan un obstáculo para la adquisición de
insumos, tecnologías y vacunas. Las pruebas de daño e interés público fijadas en el numeral 23
de esta Resolución deben ser aplicadas cuando se advierten tensiones entre la propiedad
intelectual, el secreto empresarial y el derecho de acceso a la información.

29. Las decisiones de carácter comercial o de otra índole que adopten los Estados en este
contexto deben buscar el mejor resultado en términos de salud pública y de derechos
humanos, evitando enfoques competitivos entre países que afecten a aquellos que se
encuentran en mayor situación de desventaja económica y financiera. Así, los Estados deben
evitar el nacionalismo sanitario frente a un contexto de pandemia, promoviendo acciones que
permitan eliminar los obstáculos para la adquisición de insumos, tecnología médica y vacunas,
que impidan el acceso para los países de ingresos medios y bajos y, en particular, para las
personas en situación de pobreza y pobreza extrema. Se deben adoptar medidas preventivas
mediante la aplicación de cláusulas de flexibilidad relacionadas con el régimen de patentes y
propiedad intelectual, así como de otras medidas dirigidas a prevenir y a combatir la
especulación, el acaparamiento privado o la indebida utilización de dichos bienes.

30. Los Estados deben exigir y asegurar que las empresas incluyan en el área laboral la
inoculación como medida de protección colectiva en los programas de vacunación previstos
en los documentos de seguridad y salud empresariales, así como garantizar la información
adecuada al respecto. Dichos programas deben reconocer la existencia de riesgo biológico en
el lugar de trabajo, la libre disponibilidad de las vacunas y la confirmación científica de su
efectividad. Las empresas desempeñan un rol clave en estos contextos y su conducta debe
guiarse por los principios y las normas de los derechos humanos aplicables, a fin de proteger
el derecho a la salud y a la vida de las personas trabajadoras, en los términos de la Resolución
No. 1/2020 sobre Pandemia y Derechos Humanos en las Américas.

31. La implementación efectiva de los anteriores deberes genera efectos sobre las empresas,
mismas que tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos; por ello aún ante el
incumplimiento o cumplimiento inadecuado de las obligaciones por parte de los Estados en
relación con las vacunas sobre COVID-19, las empresas deben orientarse y guiar sus acciones y
procesos por aquellos estándares internacionales de derechos humanos aplicables. Eso
significa que deben abstenerse de infringir, contribuir, facilitar, alentar o agravar violaciones
de los derechos humanos y hacer frente a las consecuencias negativas sobre los derechos
humanos en las que tengan alguna participación, sea mediante sus propias actividades,
relaciones comerciales o estructura corporativa. Esta recomendación resulta también
aplicable a los organismos multilaterales de financiamiento e inversión o agencias de crédito a
la exportación o inversión que pudieran involucrarse con la compra y distribución de las
vacunas contra el COVID-19.

VII. Cooperación internacional

32. El desarrollo de espacios amplios y efectivos de diálogo internacional resulta fundamental


para establecer y consolidar canales de intercambio de información oportuna en materia de
estrategias exitosas y políticas públicas con enfoque de derechos humanos, así como de
desafíos y retos para llevar adelante planes de vacunación. Estos espacios deben propiciar la
participación de la sociedad civil, Instituciones Nacionales de Derechos Humanos, la academia
225

y personas expertas o entidades especializadas en derechos humanos, salud pública y global,


bioética e investigación científica, entre otros.

33. Resulta urgente coordinar acciones regionales efectivas basadas en el enfoque de


derechos humanos y centradas en la solidaridad internacional que garanticen el intercambio
constante de información en materia de vacunación, así como acerca de tecnologías y
conocimientos sobre las vacunas y tratamientos frente al COVID-19. Para tal efecto, el rol de
las distintas organizaciones multilaterales es vital para fomentar la cooperación y sinergias
entre los diferentes actores estatales, privados y de la sociedad civil en general.

34. Los Estados deben facilitar y fortalecer la implementación del COVAX 8, el C-TAP 9 y de
otras herramientas que se desarrollen a nivel global y regional para promover el acceso
equitativo a las vacunas y garantizar el intercambio de información y tecnologías.
Adicionalmente, la CIDH exhorta a la Comunidad Internacional y a los Estados Miembros de la
OEA para que, a través de la propia organización u otros foros, diseñen, financien y
establezcan marcos efectivos de cooperación internacional que permitan facilitar el
cumplimiento de los objetivos mencionados en la presente resolución. Estos mecanismos
deben procurar promover estrategias que permitan acortar las brechas en el acceso a las
vacunas entre aquellos países que cuentan con mayor capacidad financiera, institucional y
tecnológica con los de menor renta, para poder adquirir, desarrollar y distribuir las vacunas a
su población, evitando el aislacionismo sanitario.

35. La cooperación internacional debe estar guiada por el principio de solidaridad


internacional, por lo que las medidas asociadas con las restricciones a la movilidad humana en
el contexto de la pandemia, tales como la expedición de pasaportes sanitarios u otros
documentos para prueba de inmunización contra COVID-19, deben observar los principios de
igualdad y no discriminación, así como las particularidades de los planes de vacunación de los
países de origen.

La CIDH recuerda que toda política pública con enfoque de derechos humanos para la prevención,
atención y contención de la pandemia requiere un abordaje amplio y multidisciplinario a partir de
mecanismos de cooperación. En tal sentido, la CIDH y sus Relatorías Especiales manifiestan su
voluntad y disposición para brindar asistencia técnica a los Estados, los organismos regionales, las
organizaciones sociales y otras instituciones para el fortalecimiento institucional y de las políticas
sanitarias bajo el enfoque de derechos humanos sobre la base de los estándares interamericanos e
internacionales pertinentes.

La presente Resolución ha sido elaborada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en


el marco de la SACROI-COVID19, con el apoyo principal de la Relatoría Especial sobre Derechos
Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA) y los aportes de la Relatoría Especial
sobre Libertad de Expresión (RELE). La Comisión y sus Relatorías Especiales se encuentran a

8 El COVAX es el pilar de vacunas que forma parte del Acelerador del Acceso a las herramientas contra la COVID-19
(Acelerador ACT), el cual es puesto en marcha a través de la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la
Preparación ante Epidemias (CEPI), la Alianza Gavi para las Vacunas (Gavi) y la Organización Mundial de las Salud. Ver OMS,
COVAX: Colaboración para un acceso equitativo mundial a las vacunas contra la COVID-19.
9 La plataforma de Acceso Mancomunado a la Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP) tiene por objeto servir de medio para

acelerar el desarrollo de los productos necesarios para luchar contra la COVID-19 e impulsar la generalización de la
producción y la eliminación de las barreras de acceso, a fin de que pueda disponerse de los productos en todo el mundo.
Ver OMS, Acceso mancomunado a la tecnología contra la COVID-19: nota Conceptual, 27 de octubre de 2020.
226

disposición de los Estados miembros de la de la OEA para contribuir con sus esfuerzos en aplicación
de la presente resolución por todos los medios y mecanismos a su alcance.

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