JHON LOCKE El Iusnaturalismo
JHON LOCKE El Iusnaturalismo
En los albores de un nuevo período, un filósofo inglés, John Locke (1632-1704), realiza
una síntesis del empirismo filosófico. Da su forma acabada al empirismo nacido del
naturalismo metodológico, buscando la verdadera fuente de la facultad de conocer. Las
fronteras de la razón natural están claramente trazadas; experiencia y creación se
enfrentan, extrañas entre sí pero respetuosas una con otra.
Ese mismo año se convierte en médico personal de Lord Ashley, a quien salva gracias a
una operación quirúrgica. En la medida en que su protector asciende en el escalafón de
la monarquía (Gran Canciller en 1672), Locke asume más responsabilidades y se
implica en las cuestiones de la tolerancia religiosa. Ashley, devenido conde de
Shaftesbury al ser promovido a par, sufre una serie de reveses políticos y entra en
rivalidad con el rey Carlos II. Después de fracasar en su intento de sublevar al país para
derrocar al rey, tiene que huir a Holanda. Por miedo a la represión real,
Locke también se va, en 1683, a las Provincias Unidas. Allí encuentra un clima de
tolerancia y un medio intelectual propicios para continuar con la redacción de sus obras.
La situación en Inglaterra mejora con el Toleration Act de 1689, que le ofrece a Locke
la posibilidad de regresar. En 1690 publica sus dos obras principales: Dos tratados
sobre el gobierno civil y Ensayo sobre el entendimiento humano. Termina su vida
compaginando sus actividades intelectuales con las políticas.
Este extracto de una obra de su juventud, Ensayo sobre la ley de la naturaleza (1664),
resume bien la naturaleza del empirismo de Locke:
Al crear el mundo, la divinidad le otorgó una ley que le es propia, «la ley de la
naturaleza» y que puede ser comprendida por sí misma por medio de los sentidos y de la
experiencia. Esta coexistencia entre creación y experiencia tiene un doble significado.
Por una parte, la naturaleza y la divinidad son dos entidades que la razón humana ha de
tratar de forma independiente. Por otra, esta misma razón no ha de perder de vista que la
naturaleza debe su existencia a lo divino. Estas dos tesis complementarias constituyen la
esencia del empirismo naturalista. (Es decir, del empirismo no-materialista.)
Este doble presupuesto está en la base del desarrollo del Ensayo sobre el entendimiento
humano. Locke tiene como objetivo descubrir la fuente y los límites del conocimiento
humano. Adopta un método idéntico a su tesis principal: la experiencia le brinda a la
razón su único y verdadero material para conocer el mundo; la demostración de esta
idea ha de basarse en argumentos extraídos de la experiencia. El fundamento y el
desarrollo de esta obra monumental se reflejan mutuamente; de alguna manera, se
autovalidan el uno al otro. Este juego de espejos se basa en una concepción autónoma
de la naturaleza, cuya ley es accesible naturalmente, más allá de su tributo original a lo
divino.
Así, Locke construye una teoría del conocimiento a la manera de una filosofía natural,
cuya estructura se asemeja mucho al atomismo de un Boyle. Contrariamente a los
aristotélicos, comienza por observar. Gracias a numerosos ejemplos, constata que los
principios innatos no existen, que la diversidad de los hombres y de las sociedades
prueba que ninguna idea preconcebida es posible. Viene entonces la exposición sintética
de los diferentes tipos de ideas, desde las más simples (extraídas de uno o de varios
sentidos) hasta las más complejas (que son combinaciones de las precedentes).
Las ideas de las que es capaz la razón natural se ordenan según un juego de
combinaciones, que tiene como piezas elementales las ideas simples. Estas provienen de
la sensación y de la reflexión, es decir del cuerpo constituido por órganos de percepción
y de pensamiento. Cuanto más compleja es una idea, es decir cuanto más alejada está de
una sensación, más formada está por un conglomerado importante de ideas simples. Las
ideas complejas son las moléculas, mientras que las simples son los átomos.
Comparada con las diez categorías lógicas del aristotelismo, la teoría de Locke
establece una continuidad en el conocimiento. Todas las ideas tienen el mismo
fundamento, la experiencia (como sensación y reflexión), constituyendo de este modo el
alfabeto de todo enunciado del saber. El empirismo de Locke sólo tiene sentido desde
esta perspectiva: reconciliar la fuente del conocimiento con las teorías más elaboradas,
igualar sujeto y objeto, y finalmente unificar la naturaleza y su descripción inteligible.
(Cosa que la escolástica hace imposible por un uso estéril y artificial de la lógica
aristotélica.)
—Desde el punto de vista del origen de lo inteligible, o bien hubo un ser con
conocimiento que comenzó a ser, o bien ha existido uno desde la eternidad.
—Ahora bien, es imposible que de una cosa insensible, desprovista de conocimiento,
nazca un ser inteligente (esta es una analogía con el principio inmanentista, pero
que introduce una diferencia de esencia entre la materia insensible y la inteligencia.
Esta dualidad conduce de hecho a un principio trascendente, en la medida en que la
inteligencia deviene un terreno extraño a la naturaleza insensible).
Locke concluye de todo ello que existe un ser eterno, todopoderoso y omnisciente. La
conclusión final se basa principalmente en este supuesto: la materia insensible no puede
engendrar por sí misma la inteligencia. Saber si esta es corporal o no, pasa a un segundo
plano, dado que Locke plantea una alteridad irreductible entre lo insensible y el
intelecto. Todo el camino recorrido para reconciliar la naturaleza y su conocimiento hay
que rehacerlo cuando se plantea la cuestión del origen del mundo. La firme distinción
entre la razón y la fe no se mantiene en ese punto: la trascendencia recupera sus
derechos.
Cuando Locke se refiere a los materialistas (& 15 del cap. 10) les reprocha no explicar
la división entre el pensamiento y la materia insensible. La crítica atestigua un
desconocimiento del sentido del inmanentismo epicúreo, para quien justamente este
dualismo no tiene razón de ser. La diferencia de esencia entre materia y pensamiento es
la única proposición que el filósofo evoca implícitamente, sin duda porque constituye
una evidencia. Pero es en este aspecto en el que un materialista lo hubiera objetado.
https://riubu.ubu.es/bitstream/handle/10259.1/66/M
%F6ller.pdf;jsessionid=6B16DA84C0E0A9B6652D67807B724C48?
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