Reseña La Bella Aurora
Reseña La Bella Aurora
Reseña La Bella Aurora
Ante los anuncios de hoy de que las palabras no son más que útiles al servicio del hombre del común, recordé
a Eichmann, a ese viejo hombre que justificó el horror bajo la premisa de la obediencia, que tiró por la borda
el ideal mismo de la humanidad, del hombre, de la ética como último refugio ante aquellos que se escudan sin
más en los otros para no hallarse como seres libres. ¿Para qué sirve un poeta? ¿Para qué sirve un pensador?
¿Es un artista el vínculo de la industria cultural? ¿Son las palabras superfluas y vacuas de significado cuando
no son esclavas de la labilidad de quien no tiene nada en el alma para pensar?
Las preguntas movieron mi alma, he ido comprendiendo que ser profesor implica profesar algo, ¿Qué? Crear,
crear para soñar, para poder creer que un mundo mejor es posible, pensar en lo imposible nos remite siempre
al encuentro de uno mismo con los otros, uno es en su soledad plural, hay mil hombres dentro uno, y mil
hombres fuera de uno, uno es pluralidad ante sí y ante los demás, así entonces, es desde la cotidianidad misma
que podemos hallarnos en el ahora en que la cotidianidad en su insoportable silencio se rompe con las palabras
que otros desprecian, la palabra es entonces el primer acto educativo que se vincula como expresión de
la civitas pública.
No bastaba disertar desde el salón sobre esto, no bastaba quedarme en mi escritorio señalando el vacío, había
que salir al horizonte a dibujar lo bello y fue allí donde nació la Bella Aurora2, el grupo de teatro del Colegio
Jordán de Sajonia, un grupo de dramaturgos que hace arte para poder hallarse como resistencia ética ante un
mundo convulso, que solo piensa en lo útil y que camina por las huellas de los grandes pensadores, ellos
acompañan nuestros pasos, nosotros caminamos por sus huellas y fundamos otras huellas que se quedan y se
van en el vaivén del olvido y de la gente magna que atesora el arte como poeta que se regocija en lo que el
hombre del común desprecia.
La travesía empezó con Dovstoievski, con el maestro eslavo al decir de Borges, 11 chicos se sumaron a la
aventura de ese susurro desgarrador que emanaba en mí como “coreografía de palabras” -si quisiéramos hacer
mímesis de la bella sentencia del dramaturgo irlandés Oscar Wilde-; fue así como llegaron a mí las palabras
del maestro ruso, “Crimen y Castigo”3 fue el primer reto, reto que encarnó La Bella Aurora, con este montaje
demostramos que el teatro no es más que una expresión de la vida misma, que en esa dualidad de ser tragedia
y comedía nos hallamos como seres finitos con ínfulas infinitud, entonces la deducción lógica de ello era
saber que el arte se hace con los otros, pues éste es una respuesta ética al mundo.
Dentro de este orden de ideas fue que extendí mi invitación a la profesora Lina Soriano4 su trabajo vocal, y
sus ideas de vestuario hizo de La bella aurora un epicentro para que lo bello fuese el color de las margaritas;
al sueño se unió Nelson Agudelo5 que hizo de La bella aurora una unidad en el tridente de la armonía, la
1
David Díaz Guzmán es Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital, Especialista en Filosofía
Contemporánea de la Universidad San Buenaventura y Magister en Filosofía Latinoamericana -con Suma Cum
Laude-; actualmente es docente de filosofía del Colegio Jordán de Sajonia, Director del Grupo de investigación
sobre Hermenéutica Fractal, miembro del programa radial Angelus Novus y director del grupo de teatro “La
Bella aurora”; como director adaptó las obras "Crimen y Castigo" de Fiódor Dostoyevski , "Los Hermanos
Karamazov" de Fiódor Dostoyevski , "A puerta cerrada" de Jean Paul Sartre, "Romeo Y Julieta" de William
Shakespeare, y Escribió y Dirigió “El Ocaso de la Primavera”
2
“El nombre presenta en mí una ambivalencia, por un lado, es un Homenaje a la obra del maestro Lope de
Vega, pero por el otro siempre me evoca la camioneta desbarajustada con que Federico García Lorca recorría
los pueblos de España con su compañía teatral “La Barraca”, fue en esa ambivalencia que decidí llamar al grupo
así”
3
Tomé la versión de Pilar Caballero en la Adaptación del Maestro Ricardo Camacho del Teatro libre e hice
casi de forma sacrílega una adaptación de esta obra.
4
Ella al igual que yo Jamás había hecho teatro, Ella es Licenciada en Inglés de la Universidad Distrital y
Especialista en educación Bilingüe de UNICA.
5
Él al igual que Lina y yo Jamás había hecho Teatro, Él es Licenciado en Matemáticas de la Universidad
Distrital y Especialista en Educación Bilingüe de UNICA
melodía y el ritmo que se conjugaba con el cuerpo y la voz de nuestros artistas; fui yo quien en las letras, a
saber, en la prosa y los versos, la dirección y la creación guio la idea como barco en ultramar para atracar en
el puerto del alma humana, para creer que los sueños se dan en el degrade del instante mismo de lo que
significa la vida, y entonces convoqué de forma tímida a mis estudiantes, un hombre sacado de las Ciencias
del Espíritu tenía sueños teatrales, entonces me aventuré a crear sin rubor alguno libretos, actos, escenas,
actores, quise pues hacer hombres de palabras hechos actos.
El segundo reto llegó entonces de golpe, fueron arribando los chicos del Jordán -19- para sumarse a nuestra
voz tenue y fue así como emergió fenoménicamente de nuevo Dovstoiveski para susurrarnos magistralidad,
dignidad, sublimidad, probidad, llegó entonces la gran obra: “Los Hermanos Karamazov” 6, la que para
muchos es la obra de arte cumbre del hombre de San Petesburgo, esta vez le pedí a Lina que el trabajo vocal
se hiciese góspel, la música plural, y la adaptación de la obra llevó el reto y la impronta de mis angustias éticas
en medio de mis batallas diarias entre el ser y no ser del todo y la nada. Esa misma angustia ética hizo que
una tarde caminando en la candelaria y de camino al “gato gris” hubiese un llamado a poder llevar a las tablas
a Jean Paul Sartre con “A puerta cerrada” 7, fue Sartre el reto de poder hacer una función digna de ser vista
pese a ser concebida como un solo acto, la adaptamos de tal manera que caminamos siempre por los senderos
entre lo propio y el respeto al libreto, por no cruzar la delgada línea de desbordarse o quedarse haciendo solo
mimesis.
La Bella Aurora entonces creció en el silencio mismo de los pasillos y salones del Jordán, aquí sumamos
artistas, estudiantes de séptimo, noveno, décimo y once que acompañan este periplo por ver quizás lo que el
mundo contemporáneo desprecia, el reto es acercar las palabras al corazón de los hombres dignos de ser éticos.
El 2019 trajo entonces nuestra primera obra de teatro propia, “El ocaso de la primavera” escrita y dirigida
por mí, por David Díaz Guzmán, actuada por el grupo teatral y soñada como un espacio donde el verbo es la
dulce manera de gritar libertad, de estar siendo aún dignos de saber que el arte salva el alma humana de la
banalidad misma del hombre que se ufana de la materialidad. Así entonces “El ocaso de la primavera” es
una obra dramática que se ubica en la Bogotá de los años 40, y que pretende mostrar de forma explícita las
profundas angustias de Juan Roa Sierra –el supuesto asesino de Jorge Eliecer Gaitán-; es una puesta en escena
que permite sumergirse en el devenir mismo de la historia nacional, así como adentrarse en la psiquis de su
protagonista, el rigor histórico, la dulzura literaria, y la complejidad de sus planteamientos filosóficos e
históricos se mezclan con la fantasía de la forma de amar de Juan Roa Sierra así como la posibilidad de decir
literariamente lo que la historia no alcanzó a narrar. La obra es entonces una forma de sumergirse en las aguas
ferruginosas del teatro épico navegando en el galeón del teatro dramático.
Y fue con esta obra que Salimos de casa por vez primera, fuimos al IV festival intercoleiados de teatro
“organizado” por el Circulo Colombiano de Artistas, y quizás por la magia misma de lo que significó esta
obra para nosotros llegamos a una bella experiencia pedagógica en el festival entretelones ABC en el colegio
Del Buen Consejo, allí “La Bella Aurora” salió de casa y regresamos pletóricos queriendo devorarnos la
ciudad, queriendo ir a las tablas de cualquier lugar de la cordillera de los andes, sin otra pretensión más allá
que el arte como premisa ética entendida en el sentido más antropológico del asunto, por lo cual no podíamos
sino cerrar el año con “Romeo y Julieta”8 para gritar que el amor puede vencer el odio y para decir que el
Teatro Clásico vive porque es una expresión indeleble de la existencia humana.
6
Tomé la versión de Willy Drews en la monumental adaptación de Patricia Jaramillo del Teatro libre e hice
casi de forma sacrílega una adaptación de esta obra.
7
La Obra de Sartre y el recibimiento casi milagroso de la obra fue la demostración de poder hacer un teatro
lejos de la esfera comercial y cerca de comprender que la belleza no se cuantifica
8
Tomé la versión de Pablo Neruda y la adapté de forma muy sutil para hacer mucho más fenoménica la relación
entre la tragedia y el humor.