Terigi Curriculum
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En la posición de Diaz Barriga, éste es el punto que debe reconocerse
como el verdadero origen del curriculum. Para este autor, el curriculum se
origina en los Estados Unidos en la posguerra. Aun concediendo a los debates
y producciones precedentes el estatuto de curriculares, el origen del curriculum
no iría más allá de finales de la década del '10.
“ El concepto "currículo" es creado en el contexto de la pedagogía de la
sociedad industrial. [...] Si bien en la década de 1920 ya circulan ensayos que
orientan a la problemática curricular, es después de la Segunda Guerra
Mundial cuando aparecen las primeras formulaciones con un mayor nivel de
articulación. Entre los principales textos de ese período se ubican Principios
básicos del currículo (Tyler, 1949) y Elaboración del curriculo (Taba, 1962).
Como consecuencia de lo expuesto, sostenemos como afirmación central de
este ensayo que la teoría curricular surge y se desarrolla en las líneas
conceptuales de la pedagogía estadounidense.” Diaz Barriga, 1992b, pp. 16-17
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… Con otra mirada, Alicia De Alba (1991) analiza el campo situándose
en la perspectiva reconceptualista para clasificar las teorías. Distingue tres
tendencias: tradicionalista, conceptual-empirista reconceptualista.
El origen de la llamada tradicionalista se remonta a la década del '20. Se
consideró a la escuela como a una fábrica que debia organizarse según el
manejo "cientifico". Bobbit (1918) extendió este modelo al dominio del
curriculum: las metas debían ser especificas y claramente definidas (tener
como meta el cultivo de la inteligencia y la sensibilidad se consideró demasiado
ambiguo). Las características principales de esta tendencia se relacionan con
su origen administrativo: ahistoricidad, acriticismo y tendencia al
perfeccionamiento. La teoría se concibe como norma y guía de la práctica y no
como comprensión y explicación de la problemática curricular. Tyler y Taba son
los autores más representativos de esta tendencia
La tendencia conceptual-empirista se desarrolló a partir de las criticas al
curriculum de la educación básica y media, a mediados del siglo XX. En parte
por ello, tomó fuerza el planeamiento curricular mediante la estructura por
disciplinas, que asigna un papel protagónico a científicos destacados; éstas
son sus caracteristicas fondamentales.
La tendencia reconceptualista surge a mediados de los '60, planteando
la necesidad de pensar la problemática curricular desde una perspectiva critica.
La teoria critica de la Escuela de Francfort, las aportaciones marxistas y
neomarxistas, las investigaciones de corte etnográfico, los aportes del
psicoanálisis y la pedagogia de la liberación (especialmente Freire), entre
otros, han sido soportes conceptuales de esta tendencia en sus inicios.
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También obliga a ir más allá de la prescripción la aparición, en 1971, de
la compilación a cargo de Michael Young Knowledge and Control
(Conocimiento y control, en español), subtitulada Nuevas direcciones para la
Sociologia de la Educación.25 Reúne artículos de autores que conformarán lo
que se llamará la Nueva Sociología de la Educación británica (NSE), cuyo
aporte al campo del curriculum fue decisivo: cuestionó la legitimidad del
curriculum académico, basada en su supuesta neutralidad y en su también
supuesta referencia al "verdadero" conocimiento, el conocimiento científico; y
señaló las relaciones de poder que subyacen tras la determinación de lo que
debe contar como conocimiento escolar. Dicho de otro modo: lo que se
prescribe como conocimiento que debe ser enseñado en las escuelas, las
formas y el contenido del curriculum académico, se someten a debate. Las
disciplinas escolares se reconceptualizan como una forma histórica particular
de sistematizar el conocimiento; el curriculum académico, con sus disciplinas
individuales separadas, sus jerarquías de conocimiento válido y su exclusión
del conocimiento no escolar, fue analizado como instrumento de exclusión de
vastos sectores sociales cuyo poder ideológico consistia en que "era capaz de
convencer a las personas de ser la única forma de organizar conocimiento que
daba poder intelectual real a los estudiantes" (Young, 1989, p. 35. Original en
portugués, traducción propia). A partir de los aportes de la NSE y con la
incorporación de contribuciones de los movimientos teóricos recientes en teoría
social (los del movimiento feminista y los estudios culturales, entre los
principales), la teoría critica del curriculum se fue consolidando en el análisis
del curriculum como "artefacto social y cultural" (Moreira y Da Silva, 1994, p. 7).
El curriculum consolida así un nuevo sentido: comienza a ser concebido como
una producción cultural implicada en relaciones de poder: "el curriculum está
implicado en relaciones de poder, el curriculum transmite visiones sociales
particulares e interesadas, el curriculum produce identidades individuales y
sociales particulares" (ibid., p. 8). A partir de estas producciones, se perderá
para siempre la fe en la pretendido objetividad del curriculum y en su
autonomía respecto de las relaciones de dominación.
Cap. 2
El supuesto de la fidelidad del curriculum al saber p. 26
Es necesario señalar "las dificultades de la empresa misma de pensar
que los contenidos escolares. guardan referencia completa con respecto al
saber experto, o saber de las disciplinas" (Terigi, 1997c, p. 1). Nuestro análisis
se centrará en dos tipos de dificultades principales: las que devienen de los
criterios de selección y las que devienen de la fabricación del contenido escolar
como objeto didáctico, esto es, como un objeto cuya naturaleza es relativa al
funcionamiento de la enseñanza.
El primer problema es el de la selección. Es sensato suponer que no
puede esperarse que las escuelas lo enseñen todo: la selección es
imprescindible. El concepto de curriculum nulo (o ausente, o cero) que
presentamos en el capitulo anterior no hace sino poner esto de manifiesto.
Hace ya casi veinte años, Eisner llamó la atención de los pedagogos en
general, y de los diseñadores de curriculos en particular, sobre los procesos de
selección y exclusión que siempre tienen lugar cuando se formula un
curriculum. Eisner acuñó el concepto de curriculum nulo para referirse a lo que
las escuelas no enseñan.
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Concebir las prácticas de los docentes como variaciones, más aun,
como desviaciones, implica suponer que los sujetos particulares son un factor
de incidencia ocasional, de la cual seria posible librarse para que lo que se
encargó enseñar y evaluar se realice tal y como está prescripto.
Queremos terminar retomando las consecuencias de concebir los
procesos curriculares como procesos de aplicación para pensar los procesos
de formación docente. Si se supone la eficacia absoluta de la prescripción, la
responsabilidad de la formación de docentes es enseñar a los profesores y
maestros a aplicar el curriculum prescripto, es decir, a hacerlo realizable tal
como está diseñado, en las condiciones concretas en que se desarrolla el
trabajo docente a nivel del aula.
En abierta discusión con esta hipótesis, nosotros propondremos aquí:
Lejos de pensar que lo que les ocurre a las prescripciones en cada uno
de los niveles es, simplemente, un proceso de "aplicación", invitamos a pensar
en un proceso más complejo, que aquí llamaremos "proceso de especificación
curricular". En él, el curriculum es objeto de una serie de transformaciones
como consecuencia de las fuerzas operantes en los niveles especificos en que
se opera. Analizaremos una segunda hipótesis que recorre las reflexiones
sobre el curriculum.
Pp. 49-51
En esta tónica de minimizar la eficacia de lo prescripto, numerosos
análisis del curriculum oculto suelen desarrollarse prácticamente sin necesidad
de referir al curriculum formal. Esta manera de entender la eficacia de los
niveles ignora la especificidad del curriculum prescripto y el hecho de que los
niveles de que estamos hablando se organizan no sólo en torno a los actores,
sus conflictos, etc., sino también -y, en[ principio, fundamentalmente- en torno a
lo prescripto, que tiene eficacia en la determinación de lo que ocurre en cada
uno de los niveles.
Queremos señalar las consecuencias políticas de esta hipótesis de
disolución. Si curriculum es todo aquello que sucede en la escuela, si esto se
define al margen de las prescripciones, si se afirma la imposibilidad de predecir
la vida en las aulas, las políticas curriculares necesariamente abandonarán
toda pretensión de eficacia. Desde luego, es necesario que los estudios
curriculares y quienes diseñan politicas curriculares consideren los elementos
que inciden en la transformación del curriculum, y eso implica ocuparse de la
producción de efectos en las dinámicas operantes en cada uno de los niveles
de análisis. Sin embargo, y en tanto se incremento la capacidad de anticipar lo
que puede ocurrir en las escuelas concretas y en las aulas concretas, no se
puede renunciar a formular o a exigir políticas curriculares en el supuesto de
que da lo mismo cambiar el curriculum o dejarlo igual. Determinados politicas
curriculares pueden constituir intervenciones concretas sobre el sistema, sobre
las instituciones, sobre las aulas, con cierto nivel de impacto en los procesos
que alli tienen lugar.
Aun aceptando la debilidad del diseño curricular para producir prácticas
en línea con sus prescripciones, éstas tienen un lugar politico, por lo cual el
modo en que la prescripción se realiza dice algo acerca de las concepciones
sobre las politicas, las escuelas, el currículo y la enseñanza.
Un curriculum tiene que indicar, prescribir, fijar unas intenciones y, por lo
tanto, limitar, marcar una dirección. Al mismo tiempo puede habilitar, dando los
fundamentos de sus decisiones y definiendo un lugar para la profesionalidad de
los equipos docentes, que comunique una valoración especifica en linea con la
concepción político-educativa. En este sentido, no da lo mismo cualquier
formulación curricular.
Discutiendo esta hipótesis, como lo hicimos con la anterior, aquí
propondremos que el curriculum prescripto, lejos de estar inerme, o a merced,
de las fuerzas operantes en los diversos niveles, tiene eficacia en la
determinación de lo que ocurre en esos niveles. Y ello no sólo porque es el
objeto sobre el cual estos niveles operan-aunque no es el único-, sino también,
y sobre todo, porque contribuye en parte a configurar esos niveles à pautar su
desarrollo.
La hipótesis de especificación
Interpretaciones como las que hemos discutido nos ponen frente a un
dilema, el mismo que Stenhouse ha expresado en su momento del modo
siguiente:
Nos hallamos, al parecer, ante dos puntos de vista diferentes acerca del
curriculum. Por una parte, es considerado como una intención, un plan, o una
prescripción, una idea acerca de lo que desearíamos que sucediese en las
escuelas. Por otra parte, se le conceptúa como el estado de cosas existente en
ellas, lo que de hecho sucede en las mismas.
Stenhouse, 1991, p. 27.
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Según lo hemos definido antes, en el proceso de especificación el
curriculum es objeto de una serie de transformaciones como consecuencia de
las fuerzas operantes en los niveles específicos. Ahora podemos completar
esta idea identificando a esas "fuerzas operantes" con los procesos
interrelacionados de control y apropiación en los que los sujetos toman parte.
El proceso de control se vehiculiza en una determinada prescripción curricular.
Los sujetos reciben lo prescripto, en un sentido lo aceptan, pero nunca "tal
como es". Y esto no por un afán de "poner la huella" en lo que se recibe, sino
porque los sujetos solo pueden existir como seres concretos, situados, con
intereses y vinculaciones también concretas y situadas, que entran en juego en
los intentos de apropiación de lo prescripto.
Como consecuencia, inevitablemente lo prescripto se transforma:
siempre se resignifica, se recrea, en ocasiones se modifica en forma
deliberada, se secciona o se rechaza, inclusive cuando se cree que se lo
"aplica". Es cierto que lo que acciona los procesos de apropiación es una
determinada prescripción curricular; pero también es cierto que los procesos de
apropiación son meros procesos de recepción: son procesos de significación
que, de modo ineludible, devienen transformaciones de aquella prescripción.
Como señala Eggleston: "si el sistema curricular fuera el único, o la única
variable importante de nuestras escuelas, sería mucho más fácil predecir la
conducta de maestros y alumnos" (Eggleston, 1980, p. 20).
Es importante destacar que los actores no se apropian de lo prescripto
en el nivel del aula: también en los niveles institucional y político encontramos
sujetos concretos que producen permanentemente resignificaciones de lo que
se prescribe. En su momento presentamos la secuencia diseños
curriculares/planes institucionales/planificaciones docentes como una serie de
objetivaciones en las cuales una determinada prescripción se conserva y, al
mismo tiempo, se manifiestan diferencias sustantivas. Lo que agregamos aquí
es que estas diferencias se explican como resultado de las acciones de los
sujetos, comprometidos con intereses diversos, respondiendo a pertenencias
cont significaciones diferentes de lo que implica realizar un determinado
curriculum. contradictorias, produciendo.
La conceptualización de cada nivel como dotado de una lógica
específica, donde los actores someten al curriculum a procesos también
específicos, nos obliga a penetrar especificidad de lo político, lo institucional y
lo áulico. Dentro de cada uno de estos ámbitos existen características
particulares, que no necesariamente se dan de la misma manera en los demás.
Como consecuencia de todas ellas, el curriculum resulta transformado; no hay
modo de que realizar el curriculum consista sencillamente en concretarlo,
cuando las condiciones en las que se desenvuelve constituyen a la vez factores
que operan sobre él.
CONSIGNAS
1- Definir currículum prescripto, real, oculto y nulo
2- Señalar los niveles de aplicación del currículum o escalas de
aplicación. Papel de los docentes en la escala del aula.
3- El Explicar las hipótesis de aplicación y de disolución, sus problemas
y cómo una resuelve a la otra.