2 El Sistema Orden y Cultura Patriarcal Unidad 2
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2 El Sistema Orden y Cultura Patriarcal Unidad 2
CULTURA
Módulo 1 - Unidad 2
Silvia Fernández C.
Mayo 2022
¿QUÉ ENTENDEMOS POR
PATRIARCADO?
Nociones generales sobre el patriarcado
En el año 1969, en el contexto del feminismo radical, una de sus feministas más
célebres, Kate Millett, escribió un libro que se ha convertido por mérito propio
en un clásico de la teoría feminista: Política sexual.
“Si bien la institución del patriarcado es una constante social tan hondamente arraigada que
se manifiesta en todas las formas políticas, sociales y económicas, ya se trate de las castas y
clases o del feudalismo y la burocracia, y también en las principales religiones, muestra, no
obstante, una notable diversidad, tanto histórica como geográfica” .
Con las nuevas formas de acumulación capitalista por ejemplo, con el despojo, la
privatización y expropiación de la tierra y los recursos naturales, el extractivismo,
las guerras se producen fenómenos como el desplazamiento de comunidades
enteras, para dar paso a las empresas, en ese desplazamiento atacan, violan,
matan a mujeres. Esta forma de violencia adquiere características de
“genofeminicidio” que va más allá de la violencia doméstica, intrafamiliar está
vinculada a la conquista de los territorios manifiesta Rita Segato (2014); señalando
además que esta es una forma de disciplinamiento y terrorización a toda una
comunidad, donde las mujeres son las principales víctimas de estas formas de
acumulación
En las últimas 3 décadas hemos asistido al incremento de la violencia
contra las mujeres, no solo en términos de incremento cuantitativo,
también en el sentido de aumento de la brutalidad de la violencia, se
matan mujeres sus cuerpos son mutilados, quemados, torturados etc., es
una manera de usar esta violencia como forma de terror. Este fenómeno
no es nuevo, no solo corresponde a este siglo, es tan antiguo como el
capitalismo.
En la base de relaciones sociales, esta este mito fundacional y se extiende a todo el campo de las
producciones humanas; por tanto, se trata de una racionalidad (lo masculino dominador del orden
patriarcal) la cual, obviamente, deriva en irracionalidad y deshumanización. La explotación de los
seres humanos y de la naturaleza hasta llegar a amenazar la vida misma en el planeta da cuenta de la
irracionalidad y deshumanización del orden patriarcal, de esa racionalidad moderna.
Este mito fundacional es la ficción política más grande basada en el contrato sexual, naturaliza a las
mujeres por su función de reproducción asimilándolas con la naturaleza, con lo no racional, con la
emoción y al hombre con la razón.
La delegación del poder a los hombres para que las mujeres cumplan con el trabajo doméstico o
trabajo de reproducción social de la vida es establecida a través del “contrato matrimonial”, como
forma de disciplinamiento de la mujer al orden patriarcal.
Para Carole Pateman (1995), que entabla una discusión, con el discurso académic
oficial, con su libro El Contrato Sexual, entorno a la teoría del contrato socia
señalando que la teoría del contrato social privilegia el espacio público y n
reconoce la indivisible y polarizada relación entre lo público y lo privado y que a
privilegiar el espacio público solo toman en cuenta a una parte de la humanidad
los hombres con quienes se desarrolla un hipotético pacto original entre hombre
libres e iguales, haciendo referencia al contrato social que da origen a un nuev
orden social, político y civil.
En este contrato social está ausente la mujer, identifica Pateman, al explicar
cómo se establece y mantiene la reclusión de las mujeres en el ámbito privado y
que el único contrato al que las mujeres acceden es al contrato sexual, pre
existente al contrato social. El cambio en la conceptualización del matrimonio en
el siglo XVII y la apelación al derecho conyugal que legitima la “sujeción natural
de las mujeres” son parte de como la diferencia sexual se constituye en diferencia
política al marginar a las mujeres del contrato social.
Este contrato sexual establece la diferencia entre la sujeción natural de las mujeres y la libertad natural de los
hombres. (Pateman, 1995). El contrato sexual constituye el acuerdo complementario o la otra mitad oculta de
la historia que acompaña al contrato social. El contrato sexual da cuenta del pacto masculino que supone la
división entre lo público y lo privado y que define todas las relaciones sociales a partir de la idea de que lo
privado no es relevante, provocando que la diferencia sexual se transforme en diferencia política.
Esta transformación opera a través de dos elementos; por un lado implica el establecimiento de un acuerdo
exclusivo entre varones para concebir a las mujeres como una propiedad, como un objeto dependiente de
ellos y con la obligación de la reproducción de la fuerza de trabajo y el trabajo gratuito. Por otro, como parte
de este “pacto” entre hombres y mujeres, los hombres prometen protección a cambio de sumisión,
mostrando así que la dominación masculina es tan efectiva porque no solo se basa en la coacción sino
porque a la vez apela y logra afectar el nivel del consentimiento.
Dicotomías y Jerarquías: Público y Privado
Parte de ese contrato social patriarcal es la estructuración de dicotomías
jerarquizantes: lo público y privado y el trabajo productivo y el trabajo
reproductivo. El espacio público es esencialmente político regula el
principio de circulación del poder, está en el seno de la sociedad civil; es
un espacio de iguales y pares en masculino, entre los hombres que pueden
distribuirse el poder, pero también entre todos los hombres que pueden
suscribir el contrato social.
Si bien no todos los hombres tienen poder (por la condición de posesión de
bienes, -tierra y fuerza de trabajo-, de capital) pero todos los hombres
tienen la posibilidad de tener poder – como señala Adela Zamudio “te ha
bastado ser HOMBRE”- , en cambio las mujeres no tienen poder y no
pretenden tenerlo, salvo resuelvan el dilema de Mary Wollstonecraft y
para ella este se traduce en la subversión del orden existente.
El espacio privado, es el espacio en el que no hay poder es ocupado
por las mujeres a partir de la desvalorización del trabajo de
reproducción y su atribución como condición natural del sexo
femenino. Este espacio es el afuera constituido del orden patriarcal, no
ingresa en el contrato social, pero el trabajo de reproducción de las
mujeres, su ubicación en este espacio es el sustento del orden
patriarcal capitalista.
A diferencia del espacio público, en donde todo lo que se hace tiene
valor simbólico y monetario y se contabiliza, el espacio privado para el
capitalismo patriarcal no tiene valor, es improductivo, no se contabiliza
(a pesar de algunas encuestas de uso del tiempo); sin embargo, es un
espacio de producción y regeneración de la vida que sostiene al
sistema capitalista patriarcal.
CULTURA PATRIARCAL
El elemento que posibilita la reproducción del orden patriarcal es la cultura
patriarcal, Boaventura de Sousa Santos da cuenta que el “sentido común” que
alimenta y reproduce, el orden patriarcal es cultura patriarcal.
“La persistencia histórica de esta cultura es tan fuerte que, incluso en las regiones
del mundo en las que ha sido oficialmente superada por la consagración
constitucional de la igualdad sexual, las prácticas cotidianas de las instituciones y
las relaciones sociales continúan reproduciendo el prejuicio y la desigualdad. (…).
Pero la cultura patriarcal tiene, en ciertos contextos, otra dimensión particularmente
perversa: la de crear en la opinión pública la idea de que las mujeres son oprimidas
y, como tales, víctimas indefensas y silenciosas. Este estereotipo hace posible
ignorar o desvalorizar las luchas de resistencia y la capacidad de innovación
política de las mujeres.” (Boaventura de Sousa Santos La persistencia histórica del
patriarcado, Página 12, 18 de abril 2011)
Componentes del patriarcado
Reproducción material del patriarcado: injusta distribución de bienes de producción, recursos y riqueza
Reproducción simbólica y cultural del Patriarcado: Instituciones que socializan y defienden valores patriarcales
La división sexual del trabajo es la base material del patriarcado, la dicotomía jerarquizada fundante
entre trabajo productivo y reproductivo, expresa la esencia de la división sexual del trabajo, esa
esencia, es la desvalorización del trabajo reproductivo y del sujeto que lo genera, la mujer. La división
sexual y jerarquizada del trabajo está presente en todas las sociedades inclusive en las economías no
industriales y establece los espacios público y privado jerarquizados. El eje de la dominación patriarcal
en estas dicotomías jerarquizadas es la asociación mujer-madre, esto sirve para que los trabajos de
reproducción sean invisibilizados en el orden patriarcal.
En esa interacción de formas de dominio entre el capitalismo y el patriarcado, la reproducción social de la fuerza de trabajo que se
desarrolla vía el trabajo doméstico y de cuidado, deja de ser industria socialmente necesaria, es servicio atribuido al sexo femenino
como característica natural. La mujer toma parte en la reproducción social de la fuerza de trabajo, pero este acto, no es más visto
como industria socialmente necesaria, sino como servicio atribuido al sexo femenino, este elemento hace que se transfiera valor al
sistema económico mercantil y permite al capital la captura de las rentas acumuladas por la vía del no pago. La ausencia de un
intercambio mercantil, la consideración como no trabajo ha determinado la invisibilidad de la contribución de este trabajo a la
riqueza social y ha permitido ocultar una parte significativa de los costes de producción. Ha producido la invisibilidad de las distintas
posiciones intereses y necesidades de hombres y mujeres en la familia y en la sociedad.
La normatividad femenina reposa sobre un sistema social en el que el
género es un principio de jerarquización que asigna espacios y distribuye
recursos a varones y mujeres. Dicho de otra forma, las normatividades
masculina y femenina se inscriben en espacios sociales marcados por la
división sexual del trabajo. El espacio público-político ha sido diseñado
por los varones y para los varones, mientras que el espacio privado-
doméstico ha sido creado por los varones para las mujeres. El conjunto de
entramados institucionales y simbólicos sobre los que se asientan las
normatividades de género es a lo que la teoría feminista denomina
patriarcado. (Aproximaciones a al Teoría Critica Feminista, Rosa Cobo
Bedia, 2014)
NO SE TRATA DE AÑADIR MUJERES Y MESCLAR
MATARON A LAS
BRUJAS Y
NOSOTRAS LAS
NIETAS PODEMOS
HACER RECETAS
MÁGICAS
No se trata de añadir mujeres y mesclar
ubicar, en el centro mismo de los análisis, a las
relaciones patriarcales y a cómo estas se entretejen
con otros sistemas de dominación; clase, la cuestión
colonial –etnia, generacional