Lucas 12.13-21

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Texto: Lucas 12:13-21

Ciclo: Año C
Temporada: Decimotercer Domingo después de Pentecostés

Decimotercero Domingo de Pentecostés – Año C


Para el 31 de Julio, 2022
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Lucas 12:13-14 Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta


conmigo la herencia.  Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre
vosotros como juez o partidor? El relato comienza con una persona que viene a
Jesús buscando la resolución de un problema de herencia. Aparentemente el padre de
dos hermanos se ha muerto y ha dejado la herencia, o sea la tierra de la familia, a sus
dos hijos. Puesto que la Torá de Moisés (Deuteronomio 21; Números 27 & 36) habla de
herencias, los judíos solían acudir a los rabinos para arreglar problemas de herencia.
 
De las palabras del interlocutor nos damos cuenta que él y su hermano no se llevan
bien. El hombre no quiere trabajar la tierra con su hermano como equipo.  Quiere que
el terreno sea dividido a fin de que cada uno pueda trabajar por su cuenta sin la
necesidad de verse con el otro. El reclamo por justicia del hermano nos suena como los
reclamos sobre terreno entre palestinos, judíos, bosnios serbios y croatas.  Pero Jesús
percibe que el problema principal no es como se debe dividir el terreno, sino la
hostilidad y odio entre hermanos.  Esta hostilidad se ha complicado con la avaricia, es
decir la actitud básica que ve la finalidad de la vida en la acumulación de bienes
materiales.  El problema básico del interlocutor no es la división de la herencia’ sino el
deseo de ser servido y no de servir.  Su problema es que está lejos del Reino de
Dios.  Una decisión de parte de Jesús sobre como dividir el terreno solamente
resultaría en la separación permanente del hombre de su hermano y Jesús no había
venido para separar hermano de hermano sino para reconciliar los dos hermanos, el
uno con el otro y ambos con Dios. 
 
Es posible que en este texto se hace referencia a la pelea que existía entre judíos y
samaritanos sobre la tierra santa, pero es mejor entender los que Jesús nos dice aquí
está hablando de la codicia y avaricia que moran en nuestros corazones y que
amenazan la unión y la paz que tenemos en Cristo. 
 
Lo que está en juego aquí es algo mas grande que la perdida de algunos metros
cuadrados de terreno. Esta perdida mas grande que está en juego en este texto es la
pérdida de un hermano. En nuestra vida en este mundo asuntos más importantes y
más grandes que el de conseguir una herencia o de ganar una lotería. En vez de luchar
para ganar una herencia, (un lote) nuestro texto nos anima a luchar para ganar algunas
cosas más importantes y más preciosas que una herencia terrenal. Nuestro texto nos
llama a luchar  para ganar a nuestro hermano así como nos llama a buscar el reino de
Dios y su justicia. . Jesús se rehúsa servir como un juez para dividir la herencia entre
dos hermanos que no quieren vivir en armonía y paz. La misión de Jesús no es la de
juzgar, sino la de reconciliar hermano con hermano. Su misión de reconciliar a los
hermanos con Dios en un reino en el cual hay armonía, concordia y paz conforme a lo
que dice el Salmo 133 cuando declara “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar
los hermanos juntos en armonía!”. 
 
12:15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no
consiste en la abundancia de los bienes que posee. La avaricia y la codicia
manifiestas en la pregunta que se la hicieron a Jesús son la causa de toda clase de
injusticia y sufrimiento tanto en el mundo como en la familias y hasta en la
congregación cristiana. Algunos teólogos afirman que fue una de las prioridades de
Jesucristo en su ministerio de Galilea poner fin a las rencillas que estaban causando
división entre familia y familia y entre clan y clan. Mientras que existieran tales luchas
entre ellos no serías capases de mejorar sus problemas con los romanos y otros
grupos étnicos en Palestina. Para darnos un ejemplo del peligro que corre la persona
que guarda la avaricia en su corazón, el Evangelio de Lucas nos proporciona una de
las parábolas de Jesús acerca de la codicia. 
 
12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico
había producido mucho. Algunos estudiantes de las Escrituras creen que Jesús basó
su parábola del necio rico en los que está escrito en uno de  los escritos que están el
libro de Eclesiástico, uno de los documentos que se encuentran en el canon de la
Iglesia Romana y la Iglesia Ortodoxa. Este documento fue escrito en el tiempo
intertesamentario por un famoso escribas que se llama Jesús ben Sira.  Según dice
Ben Sira:
 
Hay quien se hace rico a fuerza de engaño y avaricia, y está es la parte de su
recompensa: cuando dice: "Ya he logrado reposo, ahora voy a comer de mis bienes,"
no sabe qué tiempo va a venir, morirá y se lo dejará a otros. Eclesiástico 11:18-19
 
Las palabras de Ben Sirá son dirigidas contra los ricos que habían adquirido sus
posesiones por engaño y avaricia.  Jesús, en cambio, no menciona como el hombre
rico en  su parábola había conseguido sus riquezas. Al comenzar la parábola el hombre
ya es un rico con graneros llenos que no necesita esforzarse más para obtener
riquezas.  Pudiera haber sido uno de los grandes terratenientes que se encontraban en
la provincia de Galilea en los tiempos del Nuevo Testamento. El hecho de que llega a
tener una cosecha tan abundante es un don de pura gracia que le otorga ganancias
excedentes.  Hoy en día se circulan una gran cantidad de  teorías marxistas y
capitalistas que tienen que ver con la función de capital excedente en la economía de
un país. Puede ser que la parábola de Jesús tenga mucho que decir al respeto. 
 
La parábola, a la vez, nos dice algo importante acerca de Dios es Padre, el cual nos es
presentado como el buen Creador, generoso y bondadoso para con sus criaturas. Es el
Dios “que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e
injustos” (Mateo 5:45). Es el Padre que hace bien, “dándonos lluvias del cielo y tiempos
fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (Hechos 14:17) con
el fin de movernos a la generosidad. El Padre ha derramado sobre nosotros no
solamente bendiciones materiales sino también espirituales. Nos ha enviado su Hijo
para abrirnos de par en par las puertas del paraíso perdido. Ha derramado sobre
nosotros las lluvias del Espíritu Santo a fin de otorgarnos una rica cosecha de frutos y
dones espirituales. Estos dones nos han sido dado no para ser guardados en nuestros
graneros, sino para ser compartidos con un mundo necesitado. Hay un sentido en que
el hombre rico de nuestra parábola es el pueblo de Israel y, a la vez, la iglesia engreída
y consentida que ignora su llamado a ser testigo de Jesús hasta lo último de la tierra
(Hechos 1:8). La parábola no sólo enfatiza la generosidad de Dios el Padre, sino el
hecho de que Dios juzga a los que abusan de su generosidad y malgastan las
bendiciones que han recibido. El ser humano, por lo tanto, tendrá que rendir cuentas
ante su Creador por las bendiciones que haya recibido.
 
12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde
guardar mis frutos? Con frecuencia en el Evangelio de Lucas encontramos a las
personas hablando con sí mismos como en el caso de hijo pródigo (15:17), el
mayordomo infiel (16:3-4) y el juez injusto (18:4-5). En estos monólogos, como también
en las obras los autores griegos, se busca desvelar el carácter de las personas. Se
destaca también en estos monólogos que el mal procede del interior, del corazón, del
recinto más íntimo del ser humano. El mal no es algo que entra en el ser humano
desde afuera por medio de una encantación, una influencia maligna o el mal de ojo.
Desde la perspectiva de los autores de la Biblia, lo que se encuentra en el ser más
íntimo del ser humano no es una chispa de lo divino, sino la esencia del pecado.
(Marcos 7:18-23).
 
Es interesante notar como el hombre rico decide qué hacer con su ñapa, o sea, con su
capital excedente. En el Medio Oriente en el cual se llevan a cabo las acciones
narradas por Jesús - todas las decisiones importantes son tomadas en diálogo con la
comunidad a la cual uno pertenece. Las sociedades orientales son muy comunitarias,
no individualistas como las nuestras. Lo que es tan extraño en nuestro texto es que no
vemos a nuestro hombre rico en consulta con los ancianos de su pueblo, ni con sus
muchos familiares, ni con Dios.  No lo vemos pidiendo consejos a los demás; los
encontramos mas bien hablando con su alma, es decir con sí mismo.  No los vemos
con los ancianos de la sinagoga, ni postrados ante la presencia de Dios en oración.  No
los vemos diciendo a nadie:  "Tengo tantas ganancias, tanta ñapa, que no sé que hacer
con todo.  ¿Cómo pudiera yo mejor invertir esta ganancia inesperada que ha caído en
mis manos?  Las riquezas han encerrado a nuestro rico en una prisión.  El vive en un
vacío.  No confía en nadie.  Aparentemente es rico en tierras, granos y animales pero
sumamente pobre en amistades, en verdaderos amigos en que confiar.  El dinero no
solamente enriquece, también empobrece. 
 
12:18-19 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí
guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma muchos bienes
tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate. Otra cosa
que nos impacta al leer la parábola es notar la acumulación de pronombres posesivos
en los versículos 17-
19:  mis bienes, mis frutos, mis graneros, mi alma. Yo haré, yo edificaré, yo derribaré, y
o guardaré, yocomeré, yo beberé, yo me regocijaré.  Es como si YO fuera el dueño de
todo esto y no alguien que haya recibido un préstamo que tendré que
repagar.  ¿Cuántas veces no hablamos así como este hombre rico?  Hablamos de mi
tiempo, mis derechos, mi dinero, mi cuerpo, mi vida.  Hablamos de nuestro petróleo,
nuestro hierro y nuestra tierra - y cuando nos llaman la atención por contaminar el
medio ambiente o de destruir la flora y fauna de nuestro país - respondemos: "Yo
puedo hacer lo que me gana con la gana con mis ríos, mis animales, mi flora, mi fauna,
mi atmósfera, mi planeta". 
 
En muchas inscripciones fúnebres encontradas en el Cercano Oriente Antiguo se lee
pensamientos semejantes a los del hombre rico en nuestro texto – “Come, bebe, haz el
amor; ya que lo demás no vale nada”. Pero en la encarnación de Jesucristo el Padre
nos enseña que el significado de la vida no se estriba en buscar el placer de uno
mismo sino en servir y entregar la vida en amor a los demás. La vida no consiste en
acumular bienes sino en compartir bendiciones. 
 
La palabra que se traduce como pedir o reclamar el alma en el versículo 19 es un verbo
griego que con frecuencia es utilizado para designar la devolución de un préstamo.  En
otras palabras, Dios te está diciendo que tu vida te ha sido prestada; no es tuya;
tendrás que devolverla.  Somos mayordomos’ no solamente de nuestras vidas sino
también de nuestra vida. Lo que se destaca en la parábola de Jesús es el hecho de
que tanto las posesiones como el alma del hombre rico le han sido
prestados.  Realmente no son tuyos; a fin de cuentas tendrá que rendir cuentas por tu
uso de ellos. 
 
12:20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has
provisto ¿de quién será? En realidad el hombre rico es un pobre.  No tiene
verdaderos amigos con que consultar, a quienes pedir consejo.  Calcula solo, edifica
solo, se goza solo y se muere solo. Realmente no tiene felicidad y sobre todo no tiene
futuro.  Sus posesiones son pasajeros.  La mortaja no tiene bolsillos.  Después de su
muerte sus posesiones serán de otros, así como dice Eclesiastés 2:21. Peor todavía, el
rico no tiene tesoros acumulados en el reino de Dios.  Una cosa que nos enseña Jesús
en esta parábola es lo importante en la vida no es lo que tenemos sino lo que somos.
 
La palabra “necio” en la literatura sapiencial del Antiguo Testamento y en las parábolas
y dichos de Jesús en el Nuevo Testamento se emplea para destacar a las personas no
hacen provisión para el futuro, las personas que solamente viven para el día de hoy.
Las cinco vírgenes insensatas son necias así como fue el hombre que construyó su
casa sobre la arena. Los necios viven sin tomar en cuenta el día del juicio final. Nabal
(1 Samuel 25) era un necio porque no recibió a David como el ungido de Yahvé. El
hombre rico es necio porque ha guardado sus frutos en graneros para tener en el
tiempo de la sequía y escasez, pero no ha tomado en cuenta el día del juicio final o el
día de su propia muerte.
 
En casi todas las parábola hay un elemento inesperado, algo que no esperábamos,
algo que toma al oyente por sorpresa. En esta parábola el elemento inesperado es que
el hombre que se creía tan sabio al hacer provisión para el futuro con la construcción
de sus nuevos granjeros – este hombre que se cree tan bendecido por la fortuna, - este
hombre es declarado un necio. 
 
12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. En realidad las
ganancias excesivas o capital sobrante debe servir para Dios y su reino.  En la frase
"rico para Dios" la palabra para es un dativo de ventaja como en Lucas 9:13 y Lucas
14:35.  Según San Pablo un cristiano debe trabajar por dos razones: (1) para no ser
una carga para otros. (2) Para dar a los que tienen necesidad. El hombre de la
parábola es rico para consigo mismo. Los sociólogos han notado que en nuestro
mundo moderno, los medios de comunicación instan a las personas, no tanto a dar
regalos a otros, sino a uno mismo. Tantas comerciales que vemos en la televisión nos
dicen: “Regálate un nuevo celular, una nueva computadora, o un nuevo carro – porque
tú lo mereces”. 
 
En la parábola de Jesús el hombre rico no tiene nombre.  Pudiera ser Juan o José -
también pudiera ser Estados Unidos, Alemania, Japón o Venezuela. Mis pozos de
petróleo han producido mucho. Lo que he sacado de las minas de hierro han
establecido un nuevo record. La hidroeléctrica ha producido 10% más que en el año
anterior. ¿Qué haré con mi dinero, con mis ganancias excedentes?  ¿Cómo mejor
utilizar nuestro capital? ¿Las invertiré en mi país para abrir nuevas fuentes de trabajo
para los necesitados? ¿Las usaré para construir una clínica, un centro de
rehabilitación?  ¿Construiré viviendas para los pobres hombres que trabajan en mis
terrenos?  ¿Las donaré a las Sociedades Bíblicas o el Fondo Misionero de mi
Iglesia?  No, construiré condominios en Miami.  ¿Abriré un sucursal del Banco Latino
en Madrid. Invertiré en un nuevo conjunto vacacional en Puerto La Cruz o en Boca
Ratón? Pero el juicio de Dios en cuanto a tales pensamientos es – “Pues ¿qué
aprovecha al hombre si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a si mismo?
(Lucas 9:25). 
 
Ser rico para con Dios es en primer término tener fe en Jesucristo. Ser rico para con
Dios es también invertir las posesiones, el tiempo y la vida de uno en el reino de Dios y
en los débiles y marginados. El buen Samaritano fue rico para con Dios porque arraigó
para salvar al que había caído en manos de los asaltantes. 

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