Importancia t1-t2-t3 U1
Importancia t1-t2-t3 U1
Introducción
Asimismo, permite establecer una relación simbólica con los demás. Algunas de sus
características son las siguientes:
Para los griegos de los tiempos homéricos el ideal de salud era gozar
de la gloria, una larga vida y una muerte sin dolor, como lo
protagonizan los héroes de la Ilíada. Para Platón la salud fue el don
más preciado del hombre, y en su Erixias afirmaba que era mejor
estar sano y ser pobre que estar enfermo y ser rico como un rey […].
Para los médicos de la Grecia de Pericles, la salud era el equilibrio
perfecto de los cuatro humores, y el mejor modo de preservarla, era
mediante una dieta sana, un régimen de vida higiénico y la música.
Los romanos limitaron el cultivo de la salud a vivir una vida activa
[…]. Galeno sostuvo que el hombre sano es el que tiene una
constitución perfecta y vive de forma independiente. Con el
cristianismo advino el concepto de que lo único importante era la
salud del alma y la mejor medicina el amor a Cristo […].
Para comprender los vínculos intrínsecos entre los tipos de pensamiento mágico,
empírico, religioso y científico que se pueden observar y analizar en la historia de la
medicina, es preciso partir de un criterio que sirva de instrumento conceptual y como
herramienta de análisis histórico para encontrar puntos de conexión entre las
diferentes formas de pensamiento que se han expresado en la medicina a través del
tiempo.
Amuletos
Esto fue una práctica muy extendida en el mundo antiguo, y aún hoy día existe en
comunidades que practican actividades relacionadas con la práctica médica.
Asimismo, los actos médicos, cuyo sustento son las observaciones empíricas, como el
uso del agua fría para atenuar la elevación de la temperatura y su recomendación
para producir alivio o bien la ingesta de una planta o la corteza de sauce para mitigar
el dolor, son ejemplos que dan cuenta de ese tipo de pensamiento.
En ese sentido, el concepto que ha auxiliado para resolver esta interrogante de por
qué en el tiempo ha habido varias medicinas que han sido practicadas por pueblos y
sociedades que han coexistido en tiempo y lugar, es el concepto de sincronía, derivada
de los vocablos “con” y “tiempo”. Esta categoría está asociada a la explicación de la
existencia o combinación de varios sucesos o hechos en un mismo periodo temporal
y que es fruto de la idea acerca de la realidad comprendida como un sistema de alta
complejidad, como todo lo humano; es decir, la existencia de un sinnúmero de
acontecimientos realizados por el hombre de modo simultáneo en un tiempo o lugar
específico. Para comprender esto utilicemos, tal como ocurre, el ejemplo de la
sincronía que ocurre en un hospital moderno, en cualquier sitio del mundo, pues sin
importar tiempo y lugar, allí en ese sitio por nosotros conocido ocurren
simultáneamente y en concordancia o sincronía varios acontecimientos médicos: un
parto, una cesárea, una cirugía, una consulta médica, la realización de un examen
radiológico, etcétera.
Para iniciar una reflexión sobre la verdad y la validación del conocimiento, partamos
de la premisa que señala Jenófanes, filósofo griego:
Tal principio, que indudablemente excluye la idea de que existen fuentes esenciales
de conocimiento, como se pretende que es la razón y la observación, nos permite
señalar, de acuerdo con Karl Popper, que el conocimiento tampoco parte de la nada,
sino que consiste esencialmente en la modificación del conocimiento previo y que
cada solución de un problema da lugar a nuevos problemas.
Tal afirmación nos permite hacer una diferenciación, respecto al problema de las
ideologías, que siempre existen en el mundo social, como es el caso de las teorías
médicas que no son falsas o verdaderas, pues simplemente ni siquiera corresponde a
ellas validar criterios de verdad o falsedad, ya que funcionan como aparatos o
instrumentos operativos cognitivos y efectivos para justificar, cuestionar o
transformar las creencias, actitudes y prácticas médicas dominantes de cualquier
tiempo o periodo de la historia.
Como ejemplo, señalemos la verdad que hubo en medicina del siglo V a. C. al siglo
XVIII d. C., basada en la existencia de la medicina humoral, así como también la
verdad histórica basada en la existencia de una medicina mágica.
Estas dos afirmaciones nos permiten señalar, recordando a Tarski, que parece que no
hay una verdad absoluta, sino verdades históricas relativas que corresponden al
tiempo en que son aceptadas, pues los enunciados señalados arriba se corresponden
con un estado de cosas e ideas, como fueron la medicina humoral y la medicina
mágica.
Así vistas las cosas, a la historia corresponde develar los contextos y las realidades en
donde cobran sentido esas verdades enunciadas, porque como señala el filósofo
Ambrosio Velasco (1993), siguiendo a Quentin Skinner, “la historia tiene simplemente
la función de un ángel que rescata y trascribe el significado original de los textos […]
en su contexto histórico especifico”.
Para lograr tal hazaña de conocer la verdad, se requiere del uso del método inductivo,
que consiste en la búsqueda de las formas o propiedades que conciernen o dan
sentido al fenómeno estudiado, procediendo por separación y exclusión de lo no
relacionado con el objeto, estableciendo proposiciones universales obtenidas de
casos particulares.
En este punto, una característica del hombre que estudia un fenómeno es el uso de
un método, que para Mario Bunge tiene una meta, que no es otra que obtener un
conocimiento verificable sobre los hechos que lo circunscriben. Tal característica
permite señalar que lo que denominamos conocimiento, y en especial conocimiento
científico, pasa por la definición de la categoría ciencia. Sobre este punto, Lira (2008),
en su obra Karl Popper: Controversias en la filosofía de la ciencia, señala que para
Neurath “La ciencia abarca todas las leyes científicas, las cuales pueden sin excepción,
combinarse entre sí. Las leyes no son enunciados, sino meramente directivas acerca
de cómo pasar de los enunciados observacionales a las predicciones”.
José de Lira Bautista (2008), citando a Thomas Khun, ha señalado que éste acuñó una
serie de postulados, en donde señaló que existe una ciencia normal, que es
comprendida como la ciencia del contexto social y político, en donde se genera, y cuya
base, a decir de Khun, es “la investigación basada firmemente en una o más
realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica
particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica
posterior”.
Esta idea, que está fuertemente asociada a la noción de paradigma científico, permite
a Khun conceptualizar a la ciencia como una ciencia dinámica y en perpetuo progreso
o cambio, que sólo puede ser explicada con nociones de verdadero o falso en relación
con el contexto histórico en donde surge el paradigma de la ciencia normal, que es
comprendida por relación como ciencia legitima o válida.
Para Bautista (2008), siguiendo a Khun, esas etapas pueden ser “un periodo
preparadigmático, un periodo postparadigmático, un periodo de crisis, una revolución
científica, y finalmente el dominio de un nuevo paradigma. La ciencia normal es el
periodo de estabilidad propio de los periodos paradigmáticos”. Es decir, aquí, en este
punto o estadio estamos frente a la verdad reconocida por todos y comprendida y
validada como ciencia, incluida la medicina científica.
Finalmente, convengamos con todo lo dicho que la verdad es una preposición elusiva,
permanente, tal y como indicó Jenófanes; sin embargo, señalemos que la verdad
existe y está dada por el principio de inducción de las cosas universales, procediendo
de las cosas particulares, pero en especial, por el contexto que la historia, y en
especial el tiempo, les asigna.
Para la filosofía no hay verdades inmutables ni absolutas en la ciencia, como tampoco
para la filosofía de la medicina, para la cual la medicina no tiene verdades científicas
eternas, sino simplemente verdades relativas válidas en el tiempo y que la historia
descubre para todos, exhibiendo que fueron establecidas conforme al momento, la
época, los métodos de estudio y de investigación experimental existentes en el
tiempo en que se originan y desarrollan, y que adquieren un valor y una validez, como
en el caso del conocimiento, que sólo es válido cuando, como dice Nicola Abbagnano,
en su descomunal Diccionario de filosofía: “lo que es (o debe ser) es reconocido por
todos como verdadero, bueno y bello”.
Esta afirmación como podemos razonar es una aspiración siempre presente en la
medicina, sus saberes y sus prácticas.
Fuentes de información
Bibliografía
Documentos electrónicos