Economistas Por El Apruebo
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una economía que se comprenda desde lo humano, la técnica entendida, no desde sus
propios mecanismos, sino al servicio de la persona como centro de la ciencia
económica.
Desde nuestro punto de vista, la propuesta de nueva constitución se hace cargo de esta
problemática con la debida responsabilidad fiscal y, por lo mismo, creemos que existen
ciertos puntos que han sido puestos en la palestra que merecen ser abordados desde
distintas perspectivas, tanto en términos del texto mismo, como en su implementación vía
proyectos de ley para que podamos avanzar en conjunto a una sociedad y que enarbole las
banderas del conocimiento, la innovación, la igualdad, el crecimiento y el respeto por el
medio ambiente. Cabe destacar que la historia de Chile nos muestra que la bajada que se le
dé a la constitución, será una que nos permita continuar por la senda de la resolución de
nuestras diferencias por la vía democrática.
Para finalizar, es relevante destacar que la honestidad intelectual es clave para la existencia
del diálogo en sociedad. En economía, esa honestidad nos exige evitar la
instrumentalización de conceptos que se prestan para generar temores infundados. Es
cierto que la incertidumbre es un fenómeno no deseado para la economía, pero también es
endógeno de la misma. Sin embargo, se debe ser responsable en nuestra disciplina y no
incentivar dicha incertidumbre cuando carece de motivos.
Es por esto que este documento busca aportar a la discusión pública desde una perspectiva
técnica, como insumo para el plebiscito del 4 de septiembre, en el que el pueblo de Chile
decidirá entre una Nueva Constitución o la mantención de la Constitución actual. Esta
decisión debe ser informada y es parte de nuestra responsabilidad democrática como
profesionales el ayudar a difuminar los mitos establecidos en torno al borrador propuesto
por la Convención Constitucional.
Permitir que el Congreso de Diputadas y Diputados pueda presentar proyectos de ley que
impliquen gasto público no deja excluida bajo ninguna circunstancia, la responsabilidad
fiscal como un eje fundamental de la discusión. La propuesta exige, de acuerdo al Artículo
267, numeral a, que dichas mociones deberán ir acompañadas de un informe técnico que
involucre un análisis de gastos y origen de financiamiento. Además, se demanda un quórum
de patrocinio de no menos del diez por ciento, ni más del quince por ciento de diputadas y
diputados o representantes regionales, permitiendo que la moción presente un filtro para su
discusión porque limita no solo el mínimo, sino que también el máximo de representantes
para poder comenzar su discusión. De esta forma se resguarda al Ejecutivo de una eventual
presión fiscal. Igualmente, se requiere también del patrocinio del Presidente o Presidenta
para la aprobación de dicho proyecto, por lo que no excluye al Ejecutivo de los temas que
involucran gastos del Estado. Por otro lado, este nuevo ordenamiento jurídico nos permite
ordenar una lógica que ya viene hace bastante tiempo ocurriendo en nuestro congreso
nacional, donde legislaciones tienen que ser detenidas por el ejecutivo generando tensiones
innecesarias por la propia falta de regulación respecto al tema.
Para la garantía de los derechos sociales y fundamentales, el Estado debe adoptar todas las
medidas necesarias para lograr su realización, es decir, tiene la obligación de avanzar de
manera concreta en garantizar los derechos, lo que incluye su financiamiento (Artículo 20).
Sin embargo, en el artículo 233, numeral 3 se establece que el aseguramiento de los
derechos es progresivo. Además, como lograr la satisfacción de dichos derechos involucra,
en parte, el uso de recursos fiscales; el Artículo 183 establece que “las finanzas públicas se
conducirán conforme a los principios de sostenibilidad y responsabilidad fiscal, los que
guiarán el actuar del Estado en todas sus instituciones y en todos sus niveles”.
La propuesta de nueva constitución nace y busca dar respuesta a una crisis social que
demanda un mayor bienestar, democracia y justicia. Esto implica, por tanto, una mayor
participación del Estado en materias sociales, con el fin de garantizar los derechos
fundamentales establecidos en ella. Sin embargo, esta ampliación de Estado que, si bien
implica la creación de nuevas instituciones públicas, viene acompañada de mecanismos de
modernización de sus procesos y organización (Artículo 178, numeral 1). Esto consiste en
utilizar los avances de las ciencias, la tecnología, los conocimientos y la innovación para
promover la optimización y mejora continua en la provisión de los bienes y servicios
públicos. (Artículo 178, numeral 1). De esta forma, la planificación de transformación
digital del Estado, conlleva una mejora tecnológica que vuelve más eficientes los procesos.
En relación al consentimiento de los pueblos indígenas en cuanto a materias que afecten sus
Derechos Constitucionales, se ha planteado que es una potencial fuente de incertidumbre y
desincentivo a la inversión privada en algunas de las zonas más empobrecidas del país. No
obstante, esta es una visión algo miope, puesto que, si bien la nueva etapa de solicitud de
consentimiento indígena podría representar barreras a la inversión y desarrollo productivo
en el corto plazo, es necesario poner en perspectiva la relación del Estado chileno con los
pueblos indígenas. La negación de los derechos propios de los pueblos originarios ha sido
la raíz de un conflicto con efectos profundamente dañinos para la economía local y la
estabilidad político-social de la zona, por lo tanto, comenzar a dar señales de diálogo e
iniciativas que ayuden a conseguir una potencial resolución del conflicto, representa la
apertura a un crecimiento y desarrollo productivo sostenible de la zona al mediano y largo
plazo.
La empresa pública es una entidad más, que al administrar bienes y servicios está sujeta a la
fiscalización y auditorías de la Contraloría General de la República. Además, cualquier otra
materia conforme a su creación y funcionamiento queda regulada por ley. Sobre esto, es
importante agregar que debe seguir las recomendaciones realizadas por la OECD en
relación al principio de Neutralidad Competitiva y de esta forma asegurar un marco
legislativo en el que las empresas compitan o puedan competir de manera neutral y que no
se impida, restrinja ni distorsione indebidamente la competencia.
Firman:
Alejandro Berezin, Docente Universidad Diego Portales. MSc Economía y Políticas Públicas
UAI
Andrés Alegría, Magíster en Economía Universidad Adolfo Ibañez
Gabriel Carvallo, Licenciado en Economía - Uchile
Emilio Bravo, Economista U. de Chile
Felipe Aguilar, Ingeniero y Economista
Agustin Henriquez , Economista - SERNAC
Lautaro Diaz Campos, Economista universidad de Chile
Carolina Grekin, Economista/U. de Chile
Carla Cisternas Casale, Economista Universidad de Chile
Christian Labarca Conejeros, Master (c) en Políticas Públicas de la Universidad de Chile
Cristián Cataldo Ponce, Académico UPLA y Magíster en Economía Aplicada a Políticas
Públicas UAH
Francine Montecinos, Licenciada en Ciencias Económicas, Universidad de Chile.
Bruno Aravena Magüida, Asistente de Investigación en la Universidad de Chicago ; B.A in
Economics, Princeton University
Mariana del Rio, MPA, London School of Economics and Political Science
Luis Hernández , Economista, MG(c) en Políticas Públicas
Gonzalo Subiabre, Gonzalo Subiabre, Magíster en Economía UAI
Sebastian Babul L, Magister en Economía y Políticas Públicas
Nicolás Vergara , Magíster en Economía (c), U. De Chile