El Dilema de Hablar o Callar

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

El dilema de hablar o callar

Las palabras que decimos o escuchamos nos llevan a modificar nuestro comportamiento y el de las personas que nos
rodean. Son el reflejo de lo que somos y proyectamos en los demás, pero sobre todo dan testimonio de nuestro corazón.

El Señor nos dio espíritu de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7) por lo que se vuelve importante que lo
practiquemos y sepamos elegir cuidadosamente las palabras que salen de nuestra boca. Ya que, si no lo hacemos, las
consecuencias podrían ser devastadoras para nosotros mismos y para quienes nos rodean.

Podemos encontrar en la Biblia contundentes afirmaciones sobre el poder de la lengua y las palabras. Para muchos, esos
versículos son más bien sugerencias que pueden ignorarse por completo. Sin embargo, conforme la ciencia ha avanzado, se
ha descubierto que las palabras tienen un poder trascendental en nuestras vidas y en la de los demás.

La biblia contiene muchos versículos acerca de este tema y tal vez en alguna ocasión los hemos leído, escuchado en una
predicación o incluso compartido con alguien, uno de estos libros en particular es muy interesante para nuestra vida como
hijos de Dios, y me refiero a el libro de Proverbios, este se caracteriza por un tema en esencia: la sabiduría, es algo que
todos deberíamos de tener y considerar, pero no es tan sencillo como decir: “me voy a tomar un vaso de sabiduría,” sino que
es algo que hay que buscar y practicar.

Muchas veces, el conocimiento se tiene hermanos, pero la práctica no sabemos aplicarlo. El libro de Proverbios no es de
conocimiento solamente, sino es para ponerlo en práctica. Hoy quiero compartir con ustedes uno de los temas de este libro y
este se refiere a la boca.

Se vuelve muy común creer que cuando insultamos, ofendemos o criticamos a otra persona, sólo estamos hiriendo sus
sentimientos o su orgullo, lo cual no parecería algo tan importante y es por esto que no lo consideramos en el mismo nivel
que la violencia física.

Cuando podamos entender ¿por qué la Biblia dice que cuidemos nuestra boca? es porque hablar mal sobre alguien no solo
perjudica a la persona de quien se habla, sino también a quien propaga el chisme.

En la boca del necio está la vara de la soberbia; Mas los labios de los sabios los guardarán. (Pr 14:3).

La palabra debe ser impulsada por el cielo y no por el infierno, nos enseña la Biblia en Santiago 3:3-6

“He aquí que nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan… También las naves; aunque tan
grandes… son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un
miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas.

He aquí cuán grande bosque enciende un pequeño fuego. Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad… contamina todo el
cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”.

Las personas nos jactamos de decir «lo que nos da la gana», lo hacemos como si esto fuera una virtud que se nos deba
reconocer porque ante los demás nos mostramos transparentes y «sin filtro». Sin embargo, decir todo lo que pasa por nuestra
mente no siempre será sabio y mucho menos sinónimo de honestidad. Por el contrario, dejar que la lengua hable sin control
ni consideración hermano es una necedad grande condenada por nuestro Dios.

Así que las palabras que salen de nuestra boca están ligadas a la realidad de nuestro corazón. Podemos esconder la
necedad detrás de las apariencias y hasta de los silencios. Pero el Señor conoce muy bien nuestra naturaleza y por eso dice:
«Aun el necio cuando calla es tenido por sabio, cuando cierra los labios, por prudente» (Pr 17:28). Pero en la vida del necio
esto es algo meramente teórico que realmente no sucede. Sino todo lo contrario, «El necio no se deleita en la prudencia, sino
solo en revelar su corazón» (Pr 18:2).

Revelar por completo el corazón no es algo positivo porque el corazón humano, tal como lo decía Jeremías, es engañoso y
sin remedio (Jr 17:9). Esto es porque tal vez no hemos permitido que Dios cambie nuestro corazón y lo que hay en él.

Digo esto porque seguramente hemos vivido esto en carne propia, o conocemos de alguien cercano o público que expuso su
corazón sin frenos ni prudencia a través de un mensaje en las redes sociales que nunca debió enviar o simplemente a través
de palabras que nunca debieron decirse en medio de una conversación.

La necedad demostrada en una lengua despiadada y sin frenos es la demostración de una vida con las mismas
características: «El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y descuidado» (Pr 14:22).
Juntar la arrogancia y el descuido (es decir, la altanería y la soberbia con la distracción de lo importante de la vida) es como
juntar dos elementos explosivos que producen una detonación nuclear la cual destruye todo a su alrededor. Por eso el Señor
advierte que «En la boca del necio hay una vara de la soberbia» (Pr 14:3a).

Puede que tú y yo conozcamos a personas que no solo hacen daño a otros, sino que también se hacen muchísimo daño a sí
mismas con sus palabras. Su supuesta «sinceridad» al expresarse no es más que la incapacidad absoluta para medir y
controlar su corazón inmaduro y lastimado.

Es posible que hayamos condenado con justa razón al «bocón» que se «fue de boca» y causó múltiples heridas emocionales
y espirituales con sus palabras a otras personas.

Sin duda, las palabras son como «golpes de espada» que pueden producir daños profundos en el alma de quien las recibe
sin control ni freno (Pr 12:18). Sin embargo, las palabras sin control pronunciadas por un necio también pueden ser como un
látigo para su propia espalda. Porque vivirá con el remordimiento de haber expresado cosas que tal vez no quería o debía
decir. El único remedio para esto es pedir perdón a Dios y reconocer que hicimos mal con aquella persona. Y aún mejor si
tenemos oportunidad de pedir perdón a esa persona a la cual hemos lastimado, esto no es malo sino todo lo contrario, traerá
bendición a la vida de ambos.

Un necio puede ser despedido por faltarle el respeto a sus autoridades, puede quedarse solo por proferir insultos
despiadados contra su familia, puede perder el respeto de sus amigos porque no supo respetarlos con sus palabras. Las
palabras siempre tienen un efecto bumerán: tarde o temprano se vuelven en contra nuestra.

Alejarnos de la necedad involucra también aprender a usar nuestras palabras para proteger a otros y para protegernos a
nosotros mismos. Lo opuesto a la boca flageladora del necio son los labios protectores de los sabios (Pr 14:3). Podríamos
excusarnos al decir que vivimos en un mundo repleto de palabras como espadas y que, por lo tanto, debemos defendernos
de la misma manera para poder sobrevivir. Sin embargo, tenemos un ejemplo sublime en nuestro Salvador. No fueron
despiadadas las palabras sabias de nuestro Señor Jesucristo, de quien el apóstol Pedro dice:

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente 1 Pedro 2:21-23

Tu lengua es movida por tu corazón

Todo depende de con qué se está llenando el corazón. Jesús dijo: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).
El corazón criticón produce una lengua que critica. El corazón que se cree justo por sí mismo produce una lengua que juzga.
El corazón amargado produce una lengua mordaz. Y el corazón desagradecido produce una lengua quejosa.

Pero el corazón que ama produce una lengua llena de gracia. El corazón fiel produce una lengua sincera. El corazón apacible
produce una lengua reconciliadora. El corazón que confía produce una lengua llena de ánimo.

Lenguas llenas de vida

Hoy, haz de tu boca una “fuente de vida” (Proverbios 10:11). Sé “tardo para hablar” en general (Santiago 1:19). Anima más
que lo que críticas. Busca oportunidades de hablar con bondad y con amabilidad (Efesios 4:32 ). Di algo cariñoso a alguien
que amas en un momento inesperado. Busca siempre hablar palabras “para edificación”, que” impartan gracia a los que
escuchan” (Efesios 4:29).

¿Cuáles principios ayudan a hablar bien?

 Aprendamos a escuchar. No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en que su corazón se descubra.
Proverbios 18:2
 Busquemos la ayuda del Señor. Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se
incline mi corazón a cosa mala. Salmo 141:3-4
 Pensemos antes de hablar. El corazón del justo piensa para responder; más la boca de los impíos derrama malas
cosas. Proverbios 15:28
 Discernamos la necesidad del momento. La que sea buena para la necesaria edificación. Efesios 4:29
 Valoremos el silencio. El que carece de entendimiento menosprecia (habla mal) a su prójimo; más el hombre
prudente calla. Proverbios 11:12
Sé una persona con una boca llena de vida.

Dios ha delegado poder en tu boca, por eso debemos con prudencia hablar y con fe declarar las promesas del Señor. Cuando
hablamos bien, será bien lo que cosecharemos.

Llegará el momento en que las palabras que salen de tu boca serán de tal sabiduría y de tal entendimiento que testificarán
que verdaderamente eres un hijo de Dios, que fuiste lavado por la sangre de Cristo, de las bendiciones que has alcanzado,
vas a tener que ser humilde en reconocer que ese freno y esa capacidad que has tenido de domar esa boca ha sido por el
poder de Dios.

Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño. 1 P 3:10.

También podría gustarte