Mario Moreno Cantinflas
Mario Moreno Cantinflas
Mario Moreno Cantinflas
Para los amigos del grupo que han tenido la gentileza de leer mis aportaciones sobre
aspectos poco conocidos sobre la vida de Don Mario Moreno Cantinflas como han sido:
“Cuando Cantinflas estuvo a punto de ser la mascota del mundial de 1986”, “El fracaso del
único disco de Cantinflas” y “El adiós de Valentina. El día más triste de Cantinflas”, ahora
pongo a su consideración “El niño dorado, el dolor de cabeza de Cantinflas”
Con todo respeto para el gran actor, va de historia:
El 15 de diciembre de 1934 cuando comenzaba su carrera artística en el teatro, Mario
Moreno Cantinflas contrae nupcias con la joven de origen ruso Valentina Ivanova hija de
dueño del teatro Valentina donde el mimo actuaba.
Esta mujer rubia de 19 años de edad, singular presencia y belleza sublime atrajo la
atención e interés del actor, por lo que en contra de la voluntad de los padres de ella, se
casaron.
Después de una breve vida de pobrezas viviendo en la Colonia Clavería y un posterior
crecimiento financiero que los llevo a vivir en Rincón del Bosque a un costado de Polanco
y al final en Paseo de la Reforma 2402 en las Lomas de Chapultepec, que la pareja hábito
desde 1955.
Cantinflas ya constituido en una estrella de cine, líder sindical del ANDA, productor
cinematográfico, ganadero de reses bravas, pudo edificar una residencia en un terreno de
10,000 metros cuadrados con todos los lujos posibles en aquella época, además de
automóviles de colección, avión particular, ranchos, etc.,
Sin embargo, no hay felicidades completas a la pareja de Mario y Valentina les
ensombrecía su felicidad el hecho de no haber podio engendrar un hijo que hiciera barullo
en esa lujosa mansión.
La leyenda cuenta que el actor era estéril y que adoptaron un niño norteamericano, a quien
bautizaron como Mario Arturo Moreno Ivanova. Pero Mario Moreno hijo siempre manejó la
versión afirmando siempre ser Moreno de sangre, y producto de la relación secreta de su
padre con Marion Roberts.
Una tarde de 1959, esta joven turista estadounidense, quien había visitado México varias
veces, se encontró sola y con una deuda heredada de sus amigos de viaje: la cuenta de
un hotel.
Un recepcionista quiso ayudarla y le dio el dato de un señor con fama de caritativo y buena
persona: Mario Moreno Reyes.
El actor efectivamente pagó la cuenta y, se cree, no volvió a ver a Marion hasta meses
después, cuando ella llegó embarazada al estudio de grabación en Los Ángeles para
ofrecerle el hijo que esperaba a cambio de dinero.
Cuentan que Moreno, que deseaba hacer feliz a su mujer, compró al niño con 15 días de
nacido por diez mil dólares y se lo llevó a su país. Esta es la versión que avala el director
de cine Miguel Delgado, quien estaba en el set en el preciso momento en que se produjo
el trato.
El niño fue registrado con el nombre de Mario Arturo Moreno Ivanova. Días después la
madre biológica se quitaría la vida de forma aún no muy precisas.
El niño “pocos trapos” como llamaban a Arturo fue bautizado en diciembre de 1960 en la
Parroquia Agustiniana de Santa Teresita del Niño Jesús, a unas cuadras de donde vivían
el actor y su esposa.
Mario y Valentina se desvivieron por la criatura cumpliéndole todos sus caprichos.
Mario Arturo Moreno Ivanova fue un niño dorado. La mansión de su padre en el paseo de
la Reforma, la avenida de más relumbrón de la capital, medía 10.000 metros cuadrados y
tenía todo tipo de lujos: jardines, piscinas, un frontón de tenis, un cine con sillones para
unos 40 invitados, un billar de carambola, asadores, un baño de vapor.
Este pequeño niño rubio vino a una familia en opulencia, eran los años sesenta y como
dijimos el actor mexicano gozaba de una enorme fama y poder en muchos sentidos: en la
industria fílmica nacional, como empresario, en el jet-set actoral y con los políticos.
A los 4 años, Don Mario se ufanaba de que su pequeño ya sabía identificar el modelo de
cualquier auto que pasara por la calle y a los seis, Mario Arturo poseía lo que cualquier
niño anhelaría como un imposible, un diminuto auto con motor a gasolina, que el chamaco
manejaba a su antejo por el extenso patio de la residencia,
Al sobreprotegerlo Don Mario pretendía, según su manera de pensar, que su hijo creciese
sin complejos y se valiera por sí mismo.
-“Que no llegue a ser uno de esos juniors. Ni lo mande Dios”- decía.
Años más tarde caería en la cuenta de que tantos mimos y cuidados resultaron
contraproducentes, pero no hizo nada para contrarrestarlos.
Según las fuentes consultadas, aunque la vida de mimos para el pequeño niño que tanto
anheló el matrimonio Moreno-Ivanova duró poco, a los cinco años de haber llegado a casa
el pequeño Mario, su madre adoptiva Valentina moría tras sufrir varios años de cáncer de
huesos.
La vida del pequeño a partir de ese momento se convirtió turbia, de caprichos y enormes
silencios dolorosos para el actor y su hijo que creció junto a su padre pero en constante
rebeldía.
Al cumplir ocho años Cantinflas le organizó una fiesta sorpresa con el circo Atayde en su
casa de las Lomas de Chapultepec, a la que el pequeño niño Mario Arturo no quiso salir de
la habitación.
Diez años más tarde, le pidió al actor un carro importado como regalo por haber llegado a
la mayoría de edad.
Tras pedir intervención del presidente para que autorizara el ingreso del auto al país y no
lograr que estuviera el regalo el día del cumpleaños, el mimo quiso compensar el retraso
comprándole otro modelo mientras aquel auto lo autorizaba el gobierno y la aduana.
Pero Mario Moreno Ivanova enfadado, chocó el auto nuevo en protesta porque su padre
no le cumplía con el regalo que le había prometido. Caprichos de un niño mimado.
Mario Arturo creció con excesos. Quizá aplique aquello que el psicoanálisis dice: Infancia
es destino. Era un niño rico pero pobre.
Sólo tenía el dinero de la fama de su padre, pero vivía entre la sombra del actor y la
soledad de la orfandad.
El niño dorado de Cantinflas recibió de su padre, entre otras cosas, un rancho, oficinas,
una casa residencial, apartamentos en Acapulco, un coche Marquette de 1930 y un
Mercedes Benz antiguo.
Pero no le quedo nada. Él argumentó que vendió para poder pagar abogados en la lucha
judicial contra su primo Eduardo Moreno Laparade.
Y este ofrece una visión diferente: “Era el dueño de casi todo, pero lo tiró, se lo metió todo
por la nariz”.
Una mezcla explosiva para las emociones y la personalidad. Se llenó de sentimientos
encontrados y rivalidad con el sobrino consentido: Eduardo Moreno Laparade, con quien
encarnó una enemistad y litigio judicial hasta el 2015 en qué perdió el hijo del actor, aquel
pleito de herencia por el derecho de 39 de las 52 películas de Cantinflas.
En los claroscuros de Mario Arturo Moreno Ivanova están pasajes escandalosos como su
detención en Acapulco por la posesión de una maleta con droga, supuestamente que un
desconocido le encargó en las puertas de una famosa discoteca del puerto guerrerense en
la década de los noventa; mientras a su padre le diagnosticaban cáncer de pulmón.
Ese pasaje sucedió cuando en 1990 durante la celebración del segundo aniversario de
bodas de Mario Arturo y Abril del Moral en el Baby O´ de Acapulco varios agentes,
enviados por el director de la policía judicial de Guerrero irrumpieron en el lugar y
arrestaron en el baño a Mario Arturo, por posesión de droga para trasladarlo luego a la
cárcel.
Después de que el matrimonio discutió sobre la conveniencia de informar a Don Mario,
Abril lo llamo por teléfono a fin de que moviera sus influencias para liberar a Mario Arturo.
Varias llamadas de Don Mario a la Procuraduría General de la Republica resolvieron el
caso y horas después, junto con Javier Coello Trejo en aquel entonces director de
narcóticos, el Mimo de México recibía a la pareja en el aeropuerto de la Ciudad de México.
Como es de suponerse este hecho no fue registrado en los archivos judiciales
guerrerenses ni trascendió a los medios de comunicación, aunque aún existen testigos que
avalan estos hechos.
Sus problemas con las drogas y su adicción a las apuestas le ocasionaron varios dolores
de cabeza al actor y la intervención de sus influencias para liberar a su hijo de problemas
con la ley.
La vida sentimental de Mario Arturo, tuvo grandes conflictos. Se casó tres veces, procreó
cinco hijos. Dos del primer matrimonio con Abril del Moral quien lo demandó por violencia
física y problemas de adicciones, impidiendo ver a sus hijos.
Del segundo matrimonio con Sandra Bernal hubo tres hijos. Y una tercera esposa, de
quien estaba actualmente separada pero no se divorció.
Quizá para Ivanova el 2015 se puede decir fue el peor año para el heredero de Cantinflas,
ya que su hijo Mario Moreno Bernal murió ahorcado en un cuarto de hotel en los rumbos
de Satélite, en el estado de México.
Su hija Marisa en ese mismo año, fue brutalmente golpeada por su marido. Para cerrar el
2015, concluye el litigio tras 21 años de disputa por los derechos de las 39 películas de su
padre, fallando la corte a favor de Eduardo Moreno Laparade su primo, con quien sostuvo
una feroz batalla legal, familiar y de rivalidad por los afectos paternales.
El final de Mario Arturo Moreno Ivanova es la síntesis de una vida conformada por esos
contraluces donde su temprana orfandad lo hizo vulnerable a su propia historia personal.
Si a los 5 años muere su madre adoptiva y a los 33 años ya con dos hijos y una vida en
excesos, vuelve a enfrentarse con el vacío familiar al morir el actor Mario Moreno y una
lucha por la herencia; años de despilfarro y un segundo divorcio; la muerte reciente de su
hijo y perder la única esperanza de preservar un legado y herencia: los derechos fílmicos
de su padre. El destino le jugaba una mala apuesta.
El hijo del actor más consentido, preferido, empoderado de la farándula, dejó de existir en
este 2017.
La vida le jugaba, otra vez una mala partida .No le dio oportunidad de contar su verdad,
esa historia que diera justa dimensión no sólo a la figura más emblemática del cine sino
también a la de su padre, la historia suya y de su destino, funesto como suele ser cuando
se vive entre las sombras de la fama efímera.
Así termina la biografía de Mario Arturo Moreno Ivanova, el hijo de Cantinflas, con una
infancia que marcó su destino.