Rosario
Rosario
Rosario
Credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo,
nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
Acto de Contrición
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el Infierno que merecí y por el Cielo
que perdí; pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber
muerto que haberte ofendido, y propongo firmemente no pecar más, y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
EL ÁNGELUS
Padre nuestro…
Guía: El Ángel del Señor anunció a María.
Todos: Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve María…
Guía: He aquí la esclava del Señor.
Todos: Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve María…
Guía: Y el verbo se hizo carne.
Todos: Y habitó entre nosotros.
Dios te salve María…
Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Todos: Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Guía: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
más líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.
SANTO ROSARIO
Oración:
Señor: haz de mi lo que Tú quieras, no pretendo regatear. No impongo condición, ni intento ver
donde me llevas. Seré nada más lo que Tú quieras.
Y no digo que te seguiré por todas partes porque soy débil, pero me entrego a Ti para que me lleves
a donde quieras. Amén.
Oración:
Ven, Señor Jesús, ven a vivir en mí. Yo me entrego a Ti y me abandono con todas mis fuerzas; guíame a tu Corazón. Pon tu
morada en mí, y no te alejes jamás. Ven a vivir en tu servidor, como vivías en María y en tus santos. Ven a vivir entre nosotros
con tu Espíritu y tu gracia. Guíanos, tras tus huellas, por los caminos del Reino. Por la gracia de tus misterios, guíanos por el
camino del bien en unión con tu Espíritu de amor, para la gloria del Padre. Amén.
Oración:
Jesús, mi dulce Señor, te amo tanto, ayúdame a ser como quieres que sea. Soy tan pequeño y pobre, pero Tú, Jesús, puedes
ayudarme a convertirme.
Quiero siempre vivir unido a Ti, como el sarmiento a la vid, y deseo que mis hermanos te conozcan y te amen. Jesús, dulce
Señor, tu bondad es inmensa. Deja que la alegría y la seguridad de ser hijo de Dios se lean en mi rostro. Cuando te reciba en
mi corazón, dame tu paz, déjame sentir que estás conmigo, para enfrentar juntos el día que deseo vivir como un regalo tuyo.
Necesito de tu gracia para parecerme más a ti, necesito de tu amor para vencer mi egoísmo. Colma mi corazón con el anhelo
del Cielo. Jesús, mi dulce Señor, ámame tan pobre como soy. Amén.
Oración:
Jesús: Hoy quiero escuchar tu voz, pero falta silencio a mi alrededor. Enséñame a estar callado y a escuchar atento tu voz.
Que tu Palabra ilumine mi vida, que tu Palabra me comprometa y me haga vivir en tu presencia. Aún no te conozco, no sé
apenas nada del Evangelio. Quiero ser tu amigo ¡Y me preocupo tan poco de Ti! Tú vienes hoy a nacer en mi vida y me invitas
a abrir la puerta de mi corazón. Desde lo profundo de mi ser te espero y te grito: ¡Ven Señor Jesús! Amén.
Oración:
Señor, te he ofendido mucho, no has podido hacer bien tu tarea por mi causa, porque te he resistido,
porque me he arrancado de ti, porque no he estado a la altura de la vocación a la que me has llamado.
No puedo estar a tu lado ni siquiera durante una hora, porque pronto te fallo y te olvido.
Sin embargo, te siento cercano, porque nunca me has dejado solo, sales a mi encuentro, me abrazas
y perdonas.
2. Jesús es azotado
Pilato mandó entonces azotar a Jesús. (Jn 19,1)
Oración:
Llego ante Ti, Señor, con humildad a pedirte rebeldía. Quiero vivir comprometido con la justicia.
No venderme por nada ni ante nadie. Resistir la tentación de buscar una falsa paz de la comodidad y la ceguera. Hazme un
inconforme con el error, la injusticia, el odio, un insatisfecho con la farsa del mundo, pero con un gran deseo de trabajar por
mejorarlo. Hazme un indómito de tu Reino, que es la fe y la justicia, digno, digno de recibir aquellas palabras tuyas; “En el
mundo tendrán que sufrir; pero tengan ánimo: Yo he vencido al mundo”. Amén.
Oración:
De nuevo aquí me tienes Jesús mío, sin saber qué decirte ni de qué hablarte, ansioso solamente de llorar. Vengo del mundo,
vengo del combate, cansado de sufrir y de luchar. Traigo el alma llena de tristezas, y el corazón hambriento de soledad, de
esa soledad dulce que se alegra por tu presencia.
Donde sin hablar, tan solo con mirarte, te digo todo. Aquí me han traído mis pecados, mírame con ojos de piedad. Soy el
mismo de siempre, un triste pecador que llora por sus culpas. Soy un alma que ansía recobrar su libertad, un corazón que
muere por amar. Permíteme besar tus pies, regarlos con mi llanto. Que un día pueda vivir eternamente, en esta divina soledad,
gozando de tu amor y tu hermosura. Amén.
Oración:
María, dulce Madre nuestra, con dolor y mucho amor nos has dado a tu Hijo Jesús mientras pendía de la cruz. Quiero aferrarme
a Ti para ser un hijo digno de este gran amor y dolor. Ayúdame a ser humilde y sencillo, ayúdame a amar a todos los hombres.
Dame la luz del Espíritu Santo, para comprender este gran misterio de amor, el amor de tu Hijo Jesús, que se entregó a Sí
mismo por nosotros, para perdonar nuestros pecados. Dame la valentía de reconocer mis pecados. De arrepentirme de ellos,
y de cambiar de vida. Amén.
Oración:
Danos, Señor, la alegría profunda, sobrenatural, comunicativa, de saber que has resucitado. Danos
la alegría de la Pascua, la alegría de sentirte vivo entre nosotros. Danos la alegría que experimentaron
los apóstoles y tu Madre, María, cuando te vieron resucitado. Que esa alegría no solo quede impresa
en mi corazón, sino que rebose por mis ojos, por mis palabras y en mis actitudes con los demás,
dando testimonio de tu resurrección con mi vida. Que muestre con mis Palabras y mis obras que soy
cristiano: es decir que creo en Ti, en tus enseñanzas, en tu misericordia, en tu redención y en tu
resurrección, viviendo con esperanza todos los días. Amén.
Oración:
Señor Jesús, así como enviaste a los discípulos para hacerlos pescadores de hombres, continúa también ahora haciendo resonar
tu dulce invitación: “Vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio”. Danos la gracia de responder pronto a tu voz.
Fortalece a los obispos, sacerdotes y consagrados.
Da la perseverancia a los misioneros y a todos los que están realizando un ideal de vida totalmente consagrado a tu servicio.
Suscita en nuestra comunidad el espíritu misionero. Manda, Señor, operarios a tu mies. No permitas que la humanidad esté
como ovejas sin pastor, por falta de santos sacerdotes, de misioneros, de personas entregadas a la causa del evangelio.
Oración:
Pedimos que el Espíritu Santo nos guíe con sus dones.
Espíritu Santo, Tú que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que yo alcance mi ideal como hijo de Dios. Tú
que me das el don divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen, y que en todas las necesidades de mi vida estás conmigo.
Tú que me guías y fortaleces por medio de tus siete dones. Yo quiero en esta sencilla oración agradecerte por todo y decirte
una vez más que nunca quiero sepárame de ti. Dame fortaleza en las tentaciones, y que un día pueda llegar, junto con todos
mis seres querido, a vivir en el cielo a tu lado.
Te doy gracias por tu misericordia y por los favores que me has concedido. Amén.
Oración:
Pedimos que el amor por Jesús y María no se aparte de nuestros corazones.
Dios mío: Tú que enviaste a tus ángeles para que llevasen a María en cuerpo y alma al Cielo, para que eternamente esté a tu
lado. Permite a tus ángeles, que me rodean noche y día, que vengan en mi auxilio cuando padezca o este en peligro y que me
sostengan si vacilo. Que ellos me inspiren fe, esperanza y un gran amor a Ti y a los hombres.
Que sean para mi un apoyo, una esperanza y una prueba de tu misericordia. Que encuentre a su lado fe que salva, el amor que
consuela, y la fuerza que me falta para sobrellevar las pruebas de la vida y para resistir las sugerencias del mal. Amén.
Oración:
Pedimos que María reine en nuestra vida, llevándonos a Dios.
María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir “si” al Señor que nos llamó a colaborar en el plan de
salvación. Virgen Madre de la Vida, haz que seamos fieles al Evangelio, y que abramos de par en par nuestro corazón a Cristo,
el Redentor del Hombre y la Esperanza de la humanidad. Y ya que estás en el Cielo para interceder siempre ante tu Hijo Jesús
por nosotros, no nos abandones en las necesidades que con tanta fe te pedimos por el rezo del Rosario: la paz, la unidad, el
amor y tu bendición sobre nuestros seres queridos. Amén.
Oración:
Te agradezco, Señor, que hayas creado para nosotros el agua, y todo lo que con el agua se carga de vida y hermosura. Te
agradezco también mi bautismo, porque en él me diste tu vida, que es eterna y es buena. Enséñame a vivir de acuerdo a mi
Bautismo. Perdóname, porque a veces olvido que soy tu hijo, perdona que a veces olvido que los hombres son mis hermanos.
Socorre a quienes sufren a causa del agua y las inundaciones. Ayúdame a ayudarlos. Que yo pueda ser como el agua, que hace
florecer la vida por donde pasa. Amén.
Oración:
Señor Jesús: te ofrezco en este día mis trabajos, mis luchas, mis alegrías y mis penas. Concédeme pensar como Tú, trabajar
contigo, vivir en Ti. Dame la gracia de amarte con todo el corazón y de servirte con todas mis fuerzas. Reina, Señor, en mi
alma, en mi hogar, en mi matrimonio, y en mi familia. Que todos permanezcan en tu gracia. Y que nuestros familiares difuntos
descansen en paz.
Sagrado Corazón de Jesús, bendice a los matrimonios. Sagrado Corazón de Jesús, santifica a los matrimonios. Sagrado
Corazón de Jesús, que los matrimonios construyan tu Reino. Amén.
3. Anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión
Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está
cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva.» (Mc 1, 14-15)
Oración:
Señor, hazme un instrumento eficaz de tu misericordia. Señor, bendice mi mente, para que no sea indiferente ni insensible,
sino solícita a las necesidades de los enfermos. Señor, bendice mis ojos para que reconozca en el que sufre tu rostro. Señor,
bendice mis oídos para que oigan las voces que suplican escucha, y respondan a los mensajes de quien no sabe expresar con
palabras. Señor, bendice mis manos para que no permanezcan cerradas ni frías, sino que transmitan calor y cercanía hacia
quien necesita una presencia amiga. Señor, bendice mis labios para que no pronuncien frases vacías, sino que expresen la
comprensión y gentileza que nace de un corazón que ama. Amén.
4. La Transfiguración de Jesús
Mientras estaba orando, su cara cambió de as pecto y su ropa se volvió de una blancura fulgurante. Dos hombres, que eran
Moisés y Elías, conversaban con él. Se veían en un estado de gloria y hablaban de su partida, que debía cumplirse en Jerusalén.
(Lc 9, 29-31)
Oración:
Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios: cuando pienso arrepentido en los pecados que cometí, te veo en tu pasión y
crucificado, porque tu amor me consuela y me recuerda tu perdón. Que en medio de los sufrimientos de mi vida pueda verte
también transfigurado. Y así, el recordar tu divinidad me dé fortaleza, para que no desfallezcan mis fuerzas cuando el trabajo
se haga difícil, cuando las injusticias y la maldad me lastimen, cuando la indiferencia me haga sentir solo. Amén.
5. La institución de la Eucaristía
Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré
a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio
diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. (Hagan esto en memoria mía.» Hizo lo mismo con la copa después
de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes»). (Lc 22, 17-20)
Oración:
Jesús, dulce Maestro, deseo conocerte y amarte más y más, alimenta y fortalece mi vida con la Eucaristía, pan de Dios, pan
de vida, pan vivo bajado del Cielo. Dame tu luz para que pueda comprender, aunque sea por un instante, todo el infinito amor
que se me da en la Eucaristía. Te prometo recibirte en mi corazón tantas veces como sea posible.
Creo que estás en verdad presente en el sagrario, donde deseo ir a alabarte, a adorarte y hacerte compañía. Madre de la
Eucaristía, ayúdame a vivir en gracia para estar siempre preparado para recibir a Jesús en mi corazón. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados
hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, Abogada nuestra, vuelve a
nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh
clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Letanías
Oremos:
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la
gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la
eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor. Amén.