Batalla de San Jacinto
Batalla de San Jacinto
Batalla de San Jacinto
Estando en la hacienda San Jacinto, el sexagenario y rudo Coronel José Dolores Estrada, había
recibido órdenes de no enfrentar al enemigo, excepto si le cortaban la retirada.
Había sido mandado a los llanos de Tipitapa para bloquear las actividades de los filibusteros a
la cabeza de entusiastas jóvenes mal armados con fusiles de chispa, machetes y lanzas, pero
deseosos de llenarse de gloria enfrentando a los filibusteros.
Habían recorrido cientos de kilómetros por las espesas montañas de Chontales y Matagalpa,
subiendo cerros, cruzando ríos, donde buscaban pedernales para sus rifles.
Llegaron a la hacienda San Jacinto a fines de agosto de 1856. Sucedió entonces que una
guerrilla encontró cerca de Tipitapa a una cuadrilla de yanquis a los que emboscaron y a uno
de los cuales llevaron prisionero a la hacienda.
Para el Coronel Estrada esa era una señal para replegarse y evitar una confrontación directa
con los filibusteros, de acuerdo a las instrucciones recibidas.
En un consejo improvisado discutieron qué hacer ante el inminente ataque del enemigo, más
numeroso y mejor armado. Todos votaron a favor de quedarse y enfrentar el ataque, pues
sería una afrenta dejar el puesto.
Un rapto de inspiración
Todos aplaudieron y gritaron consignas de victoria. Fueron entonces donde tenían amarrado
al yanqui fuera de la casa y en el acto lo fusilaron sin gastar más que cuatro tiros.
William Walker sabía que la presencia de tropas legitimistas en los alrededores de Tipitapa, así
que encomendó al Teniente-Coronel, Edmund H. McDonald cruzar el río Tipitapa, para atacar
al enemigo asentado en la hacienda San Jacinto, calculado en unos 120 soldados.
El 5 de Septiembre, unos 40 filibusteros atacan durante más de dos horas a las fuerzas
nicaragüenses que hacen resistencia desde la casa-hacienda San Jacinto, donde se protegen
gracias a sus gruesas paredes de adobe y los corrales de piedra.
Los filibusteros atacaron con sus revólveres y rifles e hicieron estragos en su primera
embestida, no sin pagar caro su arremetida. Cruzaron el corral e hicieron que las fuerzas
nicaragüenses se replegaran dentro de la casa.
El soldado, Andrés Castro, al no poder usar su rifle, se hizo de piedras para derribar y matar a
un filibustero.
Los filibusteros perdieron a Cole, un mayor y su segundo jefe, junto a otros 35. Del batallón
norteamericano 18 fueron hechos prisioneros.
Una buena cuota en el triunfo ese 14 de septiembre de 1856 tuvieron también los indios
flecheros de Matagalpa. La memoria histórica de su participación fue recuperada en 2007 por
el Gobierno Sandinista, debido a que el Presidente de la República, Comandante Daniel
Ortega, se ha dedicado a rescatar toda la historia nacional.
Los restos de estos valerosos combatientes, que fueron armados con pertrechos
rudimentarios, fueron exhumados y puestos en el reposo eterno en un lugar de la Hacienda
San Jacinto, hoy Casa Museo.
En septiembre de 2012, la Asamblea Nacional los reconoció como Héroes Nacionales, por su
arrojo y creatividad militar que propiciaron la victoria.