Leche de Gato, Obra de Teatro
Leche de Gato, Obra de Teatro
Leche de Gato, Obra de Teatro
DE TEATRO
LECHE DE GATO
De Lucila Castillo
Porque las malas costumbres y defectos lejos de convertirse en malos recuerdos…
Porque las abuelas y los abuelos lejos de morir, se convierten en historias.
A mi abuela y a Dios.
CONTACTO:
lucila1109@gmail.com
Cel. (045) 22 81 44 91 19
PERSONAJES:
Obdulia Carranza
Catarino Carranza
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PROLOGO
Obdulia Carranza vivió su infancia en la casa de ladrillos, en medio del bosque de Gori
Gori. La casa de ladrillos no tiene ventanas; lo único que funge como adorno en la casa
de ladrillos es un pájaro negro parado en la punta del techo y unos cuantos panales de
abejas estampados contra las paredes. Obdulia no fue a la escuela porque “Obdulia, las
niñas no van a la escuela”. Obdulia no jugaba con los niños porque “Obdulia, las niñas
no juegan con los niños”.
Cuando Obdulia ya tenía doce años, pidió a santa Claus un gato persa, que tuviera siete
vidas y le hiciera compañía
Los padres de Obdulia, la sentaron en un sillón de oso y le
dijeron:
Obdulia, Santa Claus no existe.
Los papás
Sí
Santa Claus no existía, los Reyes Magos tampoco, entonces ¿Los arcángeles del cielo, y
el cielo, más allá del cielo, el paraíso y la resurrección?... ¿Dios también era el invento de
sus padres? ¿Y Cristo, el señor de los cielos, el arca de la alianza, el arca divina, los doce
apóstoles, la divina gracia?...
Obdulia cayó en una profunda depresión infantil, perdió
la fe y dejó de creer en sus padres; se negó seguir en el catecismo y orar por las noches.
Era la cena de navidad, los tíos, abuelos y primos Carranza estaban reunidos en la mesa.
Cuando dieron las doce y el invitado especial: el padrecito Heriberto dirigía unas palabras
de amor y paz a todos...
¿Entonces, los arcángeles, santo Cristo, el señor de los cielos,
san Judas Tadeo, el arca divina, los doce apóstoles, la divina gracia...? Y ¿el padrecito
Heriberto?...
Todos guardaban silencio. La madre de Obdulia, Constantina Efigenia, se puso roja como
un tomate, tomó la mano de Obdulia y le dijo serenamente: Sólo tienes que rezar tres
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veces seguidas el rosario en la noche, por una semana antes de dormir
El padre de Obdulia estalló en una carcajada, derramando a propulsión todo el vino que
había bebido para brindar
Constantina Efigenia le dio una cachetada a Obdulia delante
de todos los invitados. Luego le dio otra y otra.
Obdulia se alejó de la mesa arrastrando el vestido rojo esponjado, que su madre le había
metido a la fuerza por la nuca.
¡Obdulia, Obdulia!, Gritaba Catarino Carranza tratando
de alcanzar a su hija que poco a poco se perdía entre la neblina del bosque
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PRIMERA PARTE
I
OBDULIA. María Nicolasa. Mi ama padece depresión. Todas las mujeres de la familia
Carranza heredan la depresión. Te preguntas una cosa, luego otra, después viene la
tristeza, luego la infelicidad... el vacío existencial. Por eso las mujeres de la familia
Carranza necesitamos específicos labores del hogar y sobre todo una casa con ventanas
para distraernos; pero si a pesar de eso, María Nicolasa, un día comienzas a preguntarte
cosas sobre el cielo, sobre qué hay más allá del cielo, el sol y las galaxias, cierras los
ojos... y cantas: La, la cena de hoy está caliente; lo, los días pasan. No, no detendré el
agua, pero no caerán las hojas esta mañana. Y así vas a ser feliz, María Nicolasa, sin
cuestiones innecesarias.
II
Son las 7.50pm la hora a la que Obdulia Carranza entrará por la puerta
MARIA NICOLASA. ¿Sabes qué soñé anoche, mamá? Soñé que un pajarito venía y le
arrancaba la cabeza a uno de los más chiquitos y entonces tú me mirabas y me decías:
así es la vida, María Nicolasa. Y entonces me tomabas por los hombros y… (silencio)
MARÍA NICOLASA. En el gato persa que querías cuando eras niña. Y en el gato persa que
quiero yo.
OBDULIA. Ah.
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MARÍA NICOLASA. Ya sé cómo se llamará
MARÍA NICOLASA. Una gata que se llame Bruno. Que se lleve con mi mosca Terry y con
mi abeja Luis
OBDULIA. Ajá
MARÍA NICOLASA. No
OBDULIA. ¿O el sol?
III
Son las 7.50pm la hora a la que Obdulia Carranza entrará por la puerta.
MARÍA NICOLASA. Terry y Luis no despertaron hoy, se cayeron. Tal vez ya nunca
despierten
OBDULIA. Shh
MARÍA NICOLASA. ¿Puedo pensar que las moscas y las abejas ya no conocerán a Bruno?
MARÍA NICOLASA. Las moscas y las abejas ya no conocerán a Bruno. Lo esperaban como
yo, mamá.
OBDULIA. Los gatos persas no se dan por aquí, cada día cuestan más caros en el
mercado, son muy difíciles de conseguir
MARÍA NICOLASA. Cuando alcance para un gato persa mirará por la ventana conmigo
(El sonido de los segundos y de las horas se cuela inevitablemente por las ventanas aún
en los lugares más lejanos)
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OBDULIA. Y a veces cortos
OBDULIA. Nunca
OBDULIA. Ajá
MARÍA NICOLASA. Por eso las abejas y las moscas se caen a la orilla de la ventana y
nunca Despiertan
OBDULIA. La, la cena de hoy está caliente, lo, los días pasan. No, no detendré el agua.
Pero no caerán las hojas esta mañana. La cena de hoy está caliente…
MARÍA NICOLASA. ¡Por eso los gatos persas son maravillosos ellos tienen siete vidas.
Nosotros no tenemos siete vidas, ni las moscas, ni las abejas, ni…! (La madre le tapa la
boca con la mano y le canta al oído)
OBDULIA. La, la cena de hoy está caliente, lo, los días pasan. No, no detendré el agua.
Pero no caerán las hojas está mañana…
Ambas: La, la cena de hoy está caliente, lo, los días pasan. No, no detendré el agua. Pero
no, caerán las hojas está mañana.
OBDULIA. María Nicolasa, a las diez de la mañana se debe limpiar la mesa, a las doce del
día lavar los trastes utilizados, a las dos de la tarde debes limpiar la ventana, a las cuatro
de la tarde puedes mirar por la ventana, a las seis de la tarde puedes platicar con las
moscas y las abejas en la ventana, a las 7.50 esperas a mamá en la puerta por que llegará
con las monedas que ganó para poder comprar a Bruno, a las 8 bebemos leche. A las
nueve te vas a la cama. Y sin cuestiones repites lo mismo el siguiente día. Así eres feliz,
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María Nicolasa, sin cuestiones innecesarias.
MARÍA NICOLASA. No, me siento sola y si las cosas continúan así no podré evitar pensar
en Dios, en el cielo... ¡en más allá del cielo!
IV
Son las cinco de la tarde. Es la hora en que a María Nicolasa se le entretiene mirando a
la ventana para que no se cuestione de Dios, ni de nada.
CATARINO. Niña, dile a Obdulia que aquí la busca Catarino Carranza. Anda ve. O
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¿paso?... ¿paso?
Sí algo tenía seguro el mundo no era el día ni la noche, la muerte o el fin del mundo; más
bien era que Catarino Carranza iría al cielo, asistía cada domingo a misa y se confesaba
cada tercer día, como un antídoto contra el infierno. Y ese día estaba allí, frente a la
ventana de Obdulia con una nueva esperanza: hacer una buena obra en su familia.
(La madre llega con una caja para gato que tiene una gran tarjeta en la parte de enfrente
que dice: BRUNO)
OBDULIA. María Nicolasa, ¿María Nicolasa? no traje a Bruno, pero traje su casa, mira.
Los gatos persas suben de precio en el mercado, pero pronto tendremos para comprar
uno, ya verás; esta es una casa muy bonita para Bruno ¿ves? “Bruno”¡¿María Nicolasa
en qué piensas?!
MARIA NICOLASA. Existen más Obdulias allá afuera, y más Marías Nicolasas, ¿verdad?
OBDULIA. ¿Más?
OBDULIA. Un gato gigante... ¡un gato gigante! ¡Ve a la ventana y canta la canción!,
¡María Nicolasa obedece!... ¡es por tu bien!
MARIA NICOLASA. ¿Quién vende los gatos?, ¡quién vende los gatos! ¿¡Quién vende los
gatos!?
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por la ventana)
CATARINO. Obdulia, disculpa… qué tal... ¿cómo estás?... ¡¿cómo estás, Obdulia?!, voy a
pasar, ¿he? (entra a casa)
MARIA NICOLASA. (Desde el cuarto) La, la cena de hoy está caliente, lo, los días pasan…
CATARINO. Oye disculpa, ¿tu hija también padece la depresión Carranza? No habla... es
como, como una, una niña inútil ¿verdad?
OBDULIA. Ella no habla con desconocidos. Es callada, tímida y avergonzada. ¿Qué hace
aquí?
CATARINO. ¿A ver…?
CATARINO. Va a morir
OBDULIA. ¿Cuándo?
CATARINO. Agónica. Pensábamos que los caminos del señor te regresarían a casa...
CATARINO. Disculpa, olvidé que eras incrédula; pensamos que los caminos de… de ya
sabes quién, te regresarían a casa, y como no llegabas, mandé al coño los caminos de…
de ya sabes quién y le pedí prestado su helicóptero al padrecito Heriberto. Ella sólo
quiere darte algo antes de morir
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CATARINO. ¿Bien material?, no para nada, todas sus joyas y pertenencias personales
pasarán a manos del padrecito Heriberto en cuanto ella fallezca. Tu madre sólo quiere
darte la bendición
CATARINO. ¿Qué?
OBDULIA. Eso nos mantiene en ocupación todo el día. Yo consiguiendo el dinero, María
Nicolasa esperando el dinero que yo consigo, apá, eso es lo que hacemos.
(Catarino tiene una costumbre de aventar su viejo bastón al suelo cuando se enoja, al
momento que grita: ¡Gran pendeja! Pero en esta ocasión su bastón se rompe por la
mitad al caer al suelo)
OBDULIA. ¿Cómo?
CATARINO. Santa Claust dejó un gato persa para ti en la azotea… ¡Ah!, pero tú ya no
estaba allí, ¡o sea que ese gato es mío!
CATARINO. Sí, pero… Obdulia, déjaselo a tu madre está agónica, (se arrodilla) tirada,
desparramada en la cama, toda pálida y chorrienta
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CATARINO. Gracias, Obdulia, Gracias
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SEGUNDA PARTE
CATARINO. Gracias por venir a ver a tu madre, gracias Obdulia, gracias, y disculpa que
interrumpa tus labores cotidianas...
II
(En medio del escenario una caja azul, empolvada y misteriosa, cerrada con candado)
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OBDULIA. ¡María Nicolasa! Eso es no es un gato
MARÍA NICOLASA. …
CATARINO. Cómo muerto, ¡no me chingues! Si lo encerramos allí precisamente por eso,
nos comentaban que esta gata ya perdió seis de sus siete vidas: se cayó del trineo de
Santa Claust, tuvo dos abortos, un desgarre muscular y dos desbarrancadas del trineo
de Santa Claust. Una muerte más y se nos muere la Reina Abigail
CATARINO. Ah, de hecho, se llama Reina Abigail Teresa Jesusa Petra Teresa Petra Teresa
Bruno
CATARINO. Santa Claust le dejó está etiqueta: “REINA ABIGAIL TERESA JESUSA PETRA
TERESA BRUNO, Destino: Bosques de Goro Gori, Colonia: Gori, lote 3, junto a los
negocios de Gori, descripción específica de la casa: casa de ladrillos goriados”
MARÍA NICOLASA. Sí, sí, sí, sí, mamá si cabe en la casa, está hecha especialmente para
Bruno, y es azul como el color del cielo (Metiendo la caja de candado a la casa para gato)
OBDULIA. ¡Un momento! Cómo nos compruebas que lo dejó santa Claus, quizá lo
compraste tú en alguna tienducha, qué tal que es un gato persa pirata; María Nicolasa
necesita compañía de calidad y los gatos piratas no hacen la misma compañía que un
gato persa original
(Catarino sale y
María Nicolasa comienza a jalar la caja de candado por un cordón que
sale de uno de sus extremos y da la imagen de un gato paseado por su amo)
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OBDULIA. Qué es.
CATARINO. ¡¡Gran pendeja!!, Obdulia. ¿Qué más quieres que haga para que te
compruebe?, ¿qué te lleve al Polo Norte para que le preguntes a Santa Claust en persona
te diga si él mismo dejó este gato en la azotea...?
(silencio)
III
(Los tres personajes muy abrigados sobre las nieves del Polo Norte)
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CATARINO. Haber, niña, saca el mapa, ¡ándale!, bien y quién va a buscar la casa de Santa
Claust… ¡Ah! Todo yo.
CATARINO. Ey, amiga, disculpa, qué tal ¿cómo estás...? ¿Tú sabes cómo llegar a la casa
de Santa Claust?, nos dijeron que es por aquí...
MUJER. ¿What?
CATARINO. Nos dijeron que santa Claus vive por aquí, estamos buscando su casa... ¿será
hacia el norte o sur?
CATARINO. No, no, ¡Que si Santa Claus vive hacia el norte o hacia el sur!
CATARINO. ¡Ay, gran pendeja que estamos buscando la casa de Santa Claust, es hacía el
norte o hacía el sur!
CATARINO. Entendí, eso de “fuck you” ¡Lo entendí, ¡¡gran pendeja!! (se escucha como
lanza nuevamente su bastón al suelo y dice: ¡no!, ¡otra vez no!)
(Sale Catarino con la cuarta parte de su bastón, agachado más de lo normal y con el
gorro desaliñado; con rostro aparentemente sereno)
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CATARINO. ¡YA VEN! ¡Les dije que era hacia el Norte!
IV
OBDULIA. Yo
OBDULIA. ¡¡¡No!!! María Nicolasa, puede ser muy peligroso, tú te quedas aquí. Apá
acompáñeme
MARIA NICOLASA. ¡Bruno!... ¡Bruno! Ven acá, es por tu bien (le da unas nalgadas) no
debes alejarte, te gusta comer y te gusta saltar, ya sé que te gusta, sí, sí, sí, pero las
mujeres y las gatas de la familia Carranza heredan la depresión, por eso las mujeres y las
gatas de la familia Carranza necesitamos específicos labores del hogar y una casa con
ventanas para distraernos. Pero si a pesar de eso quieres correr y saltar, mirar por los
hoyitos de tu caja... canta esta canción: La, la cena de hoy está caliente, lo, los días pasan,
no, no detendré el agua, pero no caerán las hojas esta mañana. La, la cena de hoy está
caliente…
MARÍA NICOLASA. (Niega con la cabeza) Lo, los días pasan, no, no detendré el agua pero
no…
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CATARINO. ¿No sabes otra canción, niña pendeja?
MARÍA NICOLASA. No
OBDULIA. Oigan, no era la casa de Santa Claus, era la de Rodolfo el Reno; la de Santa
Claus queda derecho doblando a la...
OBDULIA. Una
CATARINO. ¿una?
OBDULIA. Si
CATARINO. ¡¿Una?!, qué yo a ti sólo te enseñé una cuando eras niña o ¡qué!
OBDULIA. Es para que María Nicolasa no comience a cuestionar las letras de...
OBDULIA. Ah, pues Huitzi araña... Los elefantes, Los hipopótamos, Las brujas.... las del
disco de Barny, las de...
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V
(Los personajes cantan y bailan una coreografía que prepararon para la canción. María
Nicolasa entusiasmada canta velozmente, Catarino se mueve con ritmo torpe, pero
sonríe, Obdulia simplemente canta y espera el momento en que este absurdo momento
concluya)
TODOS. “... ¡Seis elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña como veían que
resistían fueron a llamar a otro elefante, siete elefantes se columpiaban sobre la tela de
una araña como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante..."
(Poco a poco Obdulia es contagiada por la emoción de los otros dos y sin querer la
efusividad se apodera de ella)
VI
(Anciano y nieta esperan a Obdulia, matan el tiempo jugando pulgares o algún juego en
el que el abuelo siempre quiere ganar. La niña emocionada intenta abrazarlo y él la retira
incomodo unas tres veces hasta que la tira al suelo).
OBDULIA. … Oigan, oigan, oigan. Sí. ¡¡¡Es la casa de Santa Claus!!! (Obdulia se desmaya,
María Nicolasa la recuesta en sus pierna y el anciano le da un golpe a la mujer que la
hace regresar en sí)…pero ahora solo estaba Romeo
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OBDULIA. Un pingüino, dice que se llama Romeo; pero me informó que Santa Claus está
de vacaciones
OBDULIA. Um, no, pero Romeo me comentó que recuerda perfectamente cómo hace
dieciocho años entregaron una gata persa a los Bosques de Gori Gori pero se les cayó
del trineo y la gata tuvo un desgarre muscular y dos abortos
y… ¡Un momento!... ¿un
pingüino me habló?
CATARINO. Tienes razón. ¡Hey! Romeo, disculpa, un último favor... (Catarino sale en
busca de Romeo y vuelve segundos después con el libro más grueso que alguien se
pueda imaginar, completamente polvoso)
CATARINO. Aquí está: “23 de diciembre de 1945. Obdulia Carranza. Bosques de Gori
Gori. REGALO NAVIDEÑO: GATO PERSA, ENTREGADO. FIRMA SANTA CLAUS PEREZ
GONZALES” ¿ya, contenta? Gracias Romeo (le regresa el libro a un pingüino que sale a
recibirlo) Ahora, vámonos
OBDULIA. … ¡¡¡No!!!
CATARINO. ¡Incrédula!
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FINAL
Olor a sebo en los cabellos. Veinte kilos menos. Mal aliento por vómitos. Ano seco por
insuficiencia renal. Sudor en la axila.
CONSTANTINA EFIGENIA. Uno, dos, tres... ¡no, por favor!... uno, dos, tres... ¡no por
favor!
CONSTANTINA EFIGENIA. ¿Lo ves?, ¡gran pendejo!, ¡y tú que querías ir por ella y no sé
qué! Pero deshonrados son los que no creen en los caminos del señor: ¡morirán!,
morirán, porque, Obdulia, no es broma
CONSTANTINA EFIGENIA. Los segundos pasan y no es broma; cada tres segundos que
pasan estamos más cerca de la muerte, mira: uno, dos, tres, ¡estamos más cerca!... uno,
dos, tres ¡seis segundos más cerca!, ¡uno, dos, tres... nueve segundos más cerca!...
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OBDULIA. ¡Amá, tranquilícese! estamos aquí su nieta y yo para…
CONSTANTINA EFIGENIA. ¡¿Mi nieta?! ¿La niña pendeja de la que tanto se habla?
CONSTANTINA EFIGENIA. ¿María Nicolasa?, pero por qué le pusiste ese nombre tan
feo... le hubieras puesto, no sé, Dayana Natasha o…
CONSTANTINA EFIGENIA. ¡Pero qué asco! En ese tiempo pude haber terminado una
licenciatura en Derecho fiscal
OBDULIA. ¡Ama!
OBDULIA. ¡¡Ama!!
CONSTANTINA EFIGENIA. Disculpa, Obdulia, Disculpa. Lástima que haya entendido todo
esto demasiado tarde. Ahora lo único que me quede por hacer en la vida es darte la
bendición: en el nombre del padre, del hijo… besito. Dios te bendiga, hija; y a ti también,
niña pendeja. (Se acerca a Catarino, le regresa el bastón que momentos antes le
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arrebató y le dice: “Toma, te lo presto, pero cuando te mueras me lo devuelves, ¿eh?...
mi viejo – ella se acerca lentamente al anciano para darle un último, largo, profundo y
amargo beso pero antes de que su arrugada boca repose en las del anciano, ella lo
avienta y dice: ¡mamadas!- ) Sólo espero que Dios perdone mi deprimida y desabrida
existencia. (Constantina cae en la cama y muere trágicamente)
OBDULIA. Este...
OBDULIA. …Bien, María Nicolasa, hora de irse, van a dar las doce y hace días que no
miras por la ventana (sale)
OBDULIA. Me faltó decirlo cuando me fui de casa... hace años (vuelve a irse pero antes
de llegar a la puerta es detenida por la voz de Catarino)
CATARINO. “Mi pequeña Duli, Duli, Duli... ¡Obdulita!...." (le canta, recordando la niñez
de Obdulia)
MARIA NICOLASA. Mamá, ¡mamá! ¡ya sé qué podemos hacer cuando lleguemos a casa
¡podemos ordeñar a Bruno! su leche nos dará siete vidas, como él; entonces, mamá, ya
no tendrás que preocuparte por pensar en la muerte o no, y así podremos salir ¿sí?,
volver a ir al Polo Norte, cantar más canciones, venir a la casa de ladrillos a ver al abuelito
¿sí, mamá?
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OBDULIA. Apá, ¿desde cuándo no limpian la casa de ladrillos?
OBDULIA. Apá, le vamos a poner una ropa muy bonita a Constantina, para enterrarla
con mariachis y flores. Mientras yo iré quitando estas telarañas, limpiaré las esquinas,
pintaremos de colores vivos, pondremos floreros y cuadros pintorescos… y en esta
pared: ¡abriremos una gran ventana! ¡Ah, María Nicolasa! Ya saquen ese gato de la caja,
sáquenlo a pasear, que disfrute su última vida, mejor que se muera de un infarto
corriendo a que se esté asfixiando allí, y si se muere… pues le pedimos otros a Santa
Claus. Apá, ¡quítele el candado ya!
(El anciano comienza a quitar la llave del gran candado que pende de la caja azul a la
que llaman Bruno, un gato está adentro y María Nicolasa y Catarino le sonríen mientras
se hace el OSCURO)
FIN
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