Guattari y Rolnik - Micropolitica Cartografias Del Deseo
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Subjetividad e historia
OM
Así como se fabrica leche en forma de leche condensada con todas las moléculas que le son propias, se
inyectan representaciones en las madres, en los niños, como parte del proceso de producción subjetiva.
Muchos padres, madres, Edipos y triangulaciones son requeridos para recomponer una estructura restringida
de familia. Se da una suerte de reciclaje o de formación permanente para volver a ser mujer o madre, para
volver a ser niño, o mejor, para pasar a ser niño, pues los adultos son infantiles.
.C
Todas estas cuestiones de la economía colectiva del deseo dejan de parecer utópicas a partir del momento en
el que dejamos de considerar la producción de subjetividad como un caso particular de superestructura,
dependiente de las pesadas estructuras de producción de las relaciones sociales; a partir del momento en el
DD
que consideramos la producción de subjetividad como materia prima de la evolución de las fuerzas
productivas en sus formas más «desarrolladas». La materia prima del propio movimiento que anima la actual
crisis mundial, esa especie de voluntad de potencia productiva que revoluciona la propia producción a través
de las revoluciones científicas y biológicas, a través de la incorporación masiva de la telemática, de la
LA
informática y de la ciencia de los robots, a través del peso cada vez mayor de los equipamientos colectivos y
de los medios de comunicación de masas.
Si los marxistas y progresistas de todo tipo no comprendieron la cuestión de la subjetividad porque se
encerraron en un dogmatismo teórico, esto no es lo que ha sucedido con las fuerzas sociales que hoy
FI
administran el capitalismo. Estas fuerzas han entendido que la producción de subjetividad tal vez sea más
importante que cualquier otro tipo de producción, más esencial que el petróleo y que las energías.
Tales mutaciones de la subjetividad no funcionan sólo en el registro de las ideologías, sino en el propio
corazón de los individuos, en su manera de percibir el mundo, de articularse con el tejido urbano, con los
procesos maquínicos del trabajo y con el orden social que soporta esas fuerzas productivas. Si eso es verdad,
no es utópico considerar que una revolución, una transformación a nivel macropolítico y macrosocial,
concierne también a la producción de subjetividad.
Estas cuestiones que parecían marginales, se vuelven fundamentales con el nacimiento de inmensas minorías
que, juntas, constituyen la mayoría de la población del planeta.
Todo lo que es producido por la subjetivación capitalística se trata de sistemas de conexión directa entre las
grandes máquinas productivas, las grandes máquinas de control social y las instancias psíquicas que definen
la manera de percibir el mundo. Las sociedades «arcaicas» que aún no se han incorporado al proceso
capitalístico, los niños aún no integrados en el sistema o las personas que están en los hospitales psiquiátricos
y que no consiguen (o no quieren) entrar en el sistema de significación dominante, tienen una percepción del
mundo completamente diferente de la que se acostumbra a tener desde la perspectiva de los esquemas
dominantes.