01 Historia Monasterio Sigüenza

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6522

HISTORIA PRIMITIVA Y EXACTA

MONASTERIO DEL ESCORIAL.


I 1 ^
RAY JOSE DE Sl&UENZA.
HISTORIA
PRIMITIVA Y EXACTA
DEL

MONASTERIO DEL ESCORIAL


LA MÁS RICA E N D E T A L L E S D E CUANTAS S E HAN PUBLICADO.

ESCRITA E L SIGLO XVI

POR EL PADRE FRAY JOSÉ DE SI&ÜENZA,


Bibliotecario del Monasterio
y
PRIMER HISTORIADOR D E F E L I P E I I ,

ARREGLADA POR

D. MIGUEL SANCHEZ Y PINILLOS.

0 \

1,| )r\ U?_l "i i |V

MADRID.
IMPRENTA Y FUNDIGION DE M. TELÍ.O,
I M P R E S O R D E CÁMARA. DE S. M .

Isabel l a C a t ó l i c a , 23.
1881.
LIBRO PRIMERO.

LA FUNDACION DEL MONASTERIO DE SAN


LORENZO EL REAL*. FÁBRICA DEL REY
DON FELIPE I I .
A L LECTOR.

Varios son los libros que se han escrito acerca


de la inapreciable joya española, llamada MO-
NASTERIO DEL ESCORIAL: unos vohminosos, de
todo lujo, y sólo a l alcance de muy corto número
de personas: otros breves y económicos, que no es
posible adquirir por medio de ellos, verdadero co-
nocimiento de cuanto en si encierra esa maravilla,
admiración de propios y extraños.
Dar á conocer una historia que por su anti-
güedad y copia de datos, ofrece garantía de ser la
más auténtica, y que lo mismo pueda figurar en
el taller del humilde artesano, que en la biblioteca
del más opulento magnate, es la aspiración que
me g u í a ; obra que, siendo la primera que vio la
hiz, conocida tan sólo de las personas que escri-
bieron las anteriores, citada por éstas por su gran
competencia y compuesta por un Monje, que des-
de el principio hasta su terminación presenció
los trabajos de tan colosal Monasterio, ni ha de
contener inexactitudes, n i carecer de interés posi-
tivo: tal es la série de detalles desconocidos que
vienen á revelar su importancia.
Comprendo m i osadía al acometer con tan escasa
inteligencia empresa tan atrevida, pero sírvame
de disculpa la buena intención: la obra, en el esta-
do que por una feliz casualidad vino á mis manos,
no pedia presentarse al público, y mi trabajo
queda reducido d una laboriosa restauración; que
desde luego carecerá de todo mérito, pero en la que
he suprimido lo mucho que, á mi juicio, tenia este
libro de inoportuno para este siglo, llenando los
claros que de estas eliminaciones resultaban, para
dar cohesión á las ideas y limpiando á la vez el
discurso de divagaciones intempestivas, g u a r d á n -
dome muy mucho de alterar el estilo de la época,
con el fin de que tenga para los inteligentes un
verdadero valor histórico.

MIGUEL SÁNCHEZ Y PINILLOS.


APROBACION.

Por mandado de los señores del Consejo Real


de S. M . v i este libro de la «Historia de la Or-
den del glorioso Doctor San Jerónimo,» W com-
puesta por el muy reverendo padre fray José de
Sigüenza, y no hallo en ella cosa que derogue
nuestra santa fé católica, ni contraria á las bue-
nas costumbres, antes le juzgo por libro de mu-
cha erudición y curiosidad para todos los fieles.
¡Al fin estudio de tal autor! Por tanto me parece,
no sólo digno de que se imprima, mas de que
ande en manos y á vista de todos. Dada en este
Colegio de Valladolid, á diez y seis de Marzo
de 1603.

FRAY ANTONIO DE VIEDMA,

(I) E n esta voluminosa historia se halla publicada la actual del Mo-


nasterio de San Lorenzo.
TASA.

Yo Juan Gallo de Andrada, Escribano de Cá-


mara de S. M . de los que residen en su Consejo,
doy fé: que habiéndose presentado ante los seño-
res del dicho Consejo un libro intitulado «Histo-
ria de la Orden de San Jerónimo,» compuesta
por fray José de Sigüenza. Tasaron cada pliego
del dicho libro á cuatro maravedís: el cual dicho
libro tiene 227 pliegos sin el principio y tabla,
que monta cada libro 908 maravedís, y más los
pliegos que tuviese el principio y tabla. Y man-
daron que esta tasa se ponga al principio de cada
uno de los dichos libros, y no se puedan vender
de otra manera, so pena de incurrir en las pre-
máticas que sobre ello disponen. Y para que de
ello conste de mandamiento de los dichos señores
del Consejo, y pedimento del dicho fray José de
Sigüenza, d i la presente. Fecha en Valladolid á
veintiún dias del mes de Junio de mil seiscientos
cinco años.
JUAN GALLO DE ANDRADA.
DISCURSO I .

E l principio, los motivos y fines que el Rey Don


Felipe tuvo para edificar el Monasterio de
San Lorenzo, y entre garlo á la Orden de
San Jerónimo.

Después de retirado el invictísimo Emperador


Cárlos V en el Monasterio de San Jerónimo de
Yuste, y hecha aquella tan ilustre hazaña, que
fué como la corona de otras muchas de su vida,
Felipe I I , su hijo, que á la sazón era de 29 años
de edad, recibió el gobierno de estos reinos, que
le tocaban por heredad legítima. Habia quedado á
esta sazón en Flandes, para entender en las cosas
que convenían á aquellos Estados, hallarse cerca
del nuevo reino de Inglaterra, proveer á los unos
y á los otros, y asentar, si fuese posible, alguna
manera de paz y de concordia entre él y el Rey
de Francia: pretendía esto la Reina de Inglaterra
con muchas veras, porque con estas paces pudie-
se sosegarse un poco la cristiandad y entender
con más quietud en la restauración perfecta de la
religión y fé de aquel su reino, que con el nuevo
casamiento de Felipe se habia comenzado. Jun-
táronse para ello los procuradores de una y otra
parte, y después de haber tratado muchas cosas
sobre el derecho del Estado de Milán, no se hizo
nada; comenzó de nuevo á encenderse la guerra;
pretendió el francés otra vez ir sobre Nápoles; en-
vió al Duque de Guisa para esto con un grueso
ejército; por otra parte comenzó á fatigar algu-
nos pueblos de Flandes, de suerte que antes que
se acabasen los cinco años que estaban asentados
de treguas, ya estaba todo ardiendo en guerras.
Envió el Rey Don Felipe á Filiberto, Duque de
Saboya, por General de un grueso ejército, para
que entrase en las tierras del enemigo, le di ver-
tiese en Flandes, y le pusiese en necesidad de
volver á defenderse. Puso el Duque con extre-
mada diligencia su gente sobre San Quintin, y
apretóla bien. E l francés mandó á Memoransi,
Condestable, que fuese contra el Duque de Sabo-
ya con 32 banderas de infantería y 5.000 caba-
llos, y muy buena artillería, 14 piezas gruesas de
batir, y muchos cañones de campaña. Ordenó
que divertiesen á los del cerco los suyos con a l -
gunas escaramuzas, para que entre tanto pudiese
él poner socorro dentro de la villa. E l Duque,
entendido el designio, sin darles lugar á esto, les
salió al encuentro: llenaba en su campo buena
copia de herreruelos, y escogida infantería de es-
pañoles y caballos de alemanes acometieron á los
franceses con gran ímpetu; comenzóse una ba-
talla reñida, aunque duró poco en señalarse la
victoria por la parte del Rey Felipe; desbaratóse
la gente de caballo, turbáronse los escuadrones
franceses, rompieron las compañías de la infante-
ría, volvieron las espaldas sin poder resistir la
fuerza, y en el alcance murieron casi todos, ó
quedaron cautivos, rendidas por muchos de ellos
afrentosamente las armas. Prendieron al Condes-
table con un hijo suyo y otros muchos señores de
la nobleza de Francia; perdióse á vueltas toda la
artillería, y fué grandísima la presa de los despo-
jos y cautivos, porque no quedó bandera que no
viniese á manos de la gente de Felipe. Con esta
tan insigne victoria, y con otras muchas que á
todos son notorias, habia Dios declarado bien
cuán injusta causa era la del Rey de Francia, si-
no que no quiso abrir los ojos. Iba el Rey Don
Felipe acercándose á su campo, y antes que lle-
gase le encontró la nueva, trayéndole luego de-
lante al Condestable y á los otros caballeros que
hablan sido presos en la batalla. F u é ésta la p r i -
mera de las victorias que tuvo Felipe I I , y acertó
por celestial acuerdo á ser en 10 dias de Agosto,
fiesta del glorioso mártir San Lorenzo, español,
á quien desde su niñez tuvo este piadoso Prínci-
pe singular devoción: entendió que un principio
tan ilustre de sus cosas le venía por su favor é
intercesiones en el cielo, y así, desde aquel punto,
concibió en su pecho un alto propósito de hacerle
algún señalado servicio.
Parece que desde allá aceptó luego el glorioso
mártir el santo propósito y pios intentos, porque
le fué favoreciendo abiertamente en todas sus
empresas. Los de San Quintin, aunque vieron la
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derrota del Condestable, y quedaron desampara-
dos de socorro, no desmayaron animados con el
valor del Almirante de Francia, que mantenía la
fuerza, fiados en el fuerte sitio y en la buena gen-
te y artillería que tenia dentro. Todo aprovechó
poco, apretóse el cerco, y al fin se entró la ciudad
por fuerza de armas á 26 dias del mismo mes de
Agosto el año 1554. Hallóse dentro mucho des-
pojo, y fué preso el Almirante con otros muchos
caballeros, y llevado en guarda á la Esclusa, villa
de Flandes, de suerte que dentro de quince dias
tuvo el Rey de España dos muy claras y señala-
das victorias del Rey Enrique de Francia; una
en batalla campal, y otra en el combate y expug-
nación de una tan importante fuerza, presa y
cautiva la más ilustre sangre de Francia, y entre
ellos dos tan grandes Príncipes como el Condes-
table y el Almirante. Aquí acabó de confirmarse
nuestro Felipe en sus altos designios, entendiendo
claro el patrocinio de su santo; propuso de edifi-
carle un templo, sin descender á otros particula-
res, aunque nunca hizo voto de ello, como algu-
nos, sin saberlo bien, han osado afirmar y sacar-
lo en público: verdad es que las buenas obras
que se hacen por voto, son, según lo definen nues-
tros teólogos, de mucho mayor mérito por llevar
dentro la más alta y preciosa joya nuestra, que
es la libertad, que se rindió con el voto, que no
las que se hacen libremente: mas en los Reyes una
fuerte determinación de su buen propósito vale
mucho, especialmente en cosas santas. Usanza
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fué de Reyes y capitanes pios, volver luego los
ojos al Señor, en cuyas manos están los reinos y
los corazones de los Reyes, la salud y las victo-
rias, y hacerle gracias cuando alcanzaron alguna
señalada de sus enemigos: no tenemos que bus-
car ejemplos profanos, pues nos los da á la mano
la Santa Escritura; hiciéronlo así los de Betulia
con su victoriosa Judit, y todo el pueblo de Is-
rael con Delbora y Jael, y el valiente Judas M a -
cabeo, con el pueblo y con sus hermanos, y otros
cien ejemplos de estos: el rey Josafat hizo gra-
cias con todo su ejército en el valle de Engadi
por una insigne victoria que tuvo contra los amo-
nitas, y mudaron el nombre al valle, donde se
hizo este reconocimiento, y se llamó de allí ade-
lante el valle del hacimiento de gracias, ó como
dice el original hebreo, de bendiciones; pudié-
ramos también mudarle el nombre á la ciudad de
San Quintín y llamarla ciudad de bendición y de
paz, porque con estas dos pérdidas y con otras
que luego sucedieron, cayó en la cuenta el Rey
Enrique, y vió como de manifiesto que Dios pe-
leaba por la causa de España, dando tantas vic-
torias al Emperador Cárlos V y comenzando á
favorecer tan abiertamente á su hijo Felipe. Pa-
recióle, viéndose tan acabado en poder, gente y
fuerzas, era bien mover tratos de paz; quiso Dios
viniesen á tan buen efecto, que asentadas las
condiciones muy á honra y provecho de nuestro
Rey, se remataron y confirmaron con que recibie-
se por mujer á D o ñ a Isabel, primogénita de E n r i -
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que, de suerte que desde la primera victoria, que
fué el dia de San Lorenzo, el año de 54, hasta
este del casamiento de nuestro Rey, que era el
de 59, fueron las cosas de Felipe creciendo de
bien en mejor, hasta venirse á apaciguar del todo
aquellas guerras, que desde los Reyes Católicos
apenas habian tenido treguas entre España y
Francia; hasta este punto el hacimiento de gra-
cias de Felipe por todos estos favores no fué
para que se rematase en un dia, ni siete, ni pa-
rase soJo en nombre; propuso con mucha reso-
lución edificar un ilustrísimo templo al mártir
español, que fuese tan famoso en todo el mundo
como su glorioso nombre, donde de dia y de
noche se celebrase su memoria y se hiciesen y
diesen á Dios para siempre bendición y gracias.
E l primer mártir que en la iglesia de Dios tuvo
público templo (en tiempo de los Emperadores
gentiles, por grutas y cementerios andaba escon-
dida la Iglesia, celebrando sus santas memorias)
fué San Lorenzo: edificó el Emperador Constan-
tino en la misma heredad de la santa viuda C i -
riaca, donde fué sepultado, y refiere San Dámaso
fué tan suntuoso, que la capilla donde estaba el
santo cuerpo se sustentaba sobre columnas de
pórfido, materia preciosa y rara de que ahora no
se sabe, ni se halla la mina ó cantera; la cúpula
ó cimborrio era de plata, y áun también la reja,
con otros grandes y costosos adornos de cosas de
oro y otros metales preciosos: y movióse á estoy
á otras insignes obras de piedad, después de ha-
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ber recibido la fé por una insigne victoria que le
dió el Señor contra Magencio: desde allí se co-
menzó la paz y el sosiego general de la Iglesia
con todo el Imperio romano, que poco ménos era
el del mundo, y desde entonces apenas hay lugar,
ciudad ni áun aldea^ donde no tenga templo San
Lorenzo, pues áun sin este, tiene otras cuatro en
Roma: tan de atrás le viene nacerse con su me-
moria y patrocinio la paz entre cristianos, que
parece peleó por todos, y tan de antiguo tiene que
en hacimiento de gracias se hagan templos á su
memoria. Con todo esto no había llegado al pun-
to que de agradecimiento se le debia en toda la
Iglesia, y particularmente en su propia patria Ks-
paña, hasta que Felipe concibió esta fábrica en
su pecho y después la trajo á tanta perfección
como vemos, y es de consideración (porque diga-
mos esto de paso) para consuelo de los fieles y glo-
ria de nuestro Santo, que de tantos Emperadores
como hubo en Roma tan poderosos y ambicio-
sos de su fama, porque no conocían otra inmorta-
lidad, no se sabe de las urnas de sus cenizas, ni
se hallan los sepulcros de cuatro, y de estos solos
las reliquias de aquellas ruinas, y de un solo L o -
renzo mártir hay cinco templos de mucha magos-
tad y gloria. Este fué el primer motivo y el des-
pertador para venirle á levantar esta tan ilustre
fábrica; así lo afirma su mismo fundador en la
carta de dotación que ordenó de ella, como se
verá después por sus mismas palabras. L o demás
que toca á estos negocios de Flandes, la benig-
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nidad y largueza que Felipe usó con los presos
vencidos y muertos, ya otros han tratado de ello;
para mi propósito basta esto.
Murió el año de 58, como vimos en su propio
lugar, el nunca vencido emperador Cárlos V, en
el Monasterio de Yuste; en el codicilo postrero
que allí ordenó, dejó á la voluntad y parecer de
su hijo Don Felipe todo lo que tocaba á su en-
tierro, lugar y asiento de sepultura, y de la E m -
peratriz Doña Isabel, su mujer, y la disposición
de los aniversarios y memorias que para siempre
se habian de hacer por sus almas: llególe de todo
esto la nueva triste estando en Flandes, y con
ello propuso y cerró del todo en su pensamiento,
que el templo que tenia determinado levantar á
honra de San Lorezo, fuese un Monasterio de la
Órden de San Jerónimo, que juntamente fuese se-
pultura digna de un tal Emperador y padre, y
una Emperatriz tal como Doña Isabel, su madre,
y que después también lo fuese suya, de sus carí-
simas mujeres é hijos; y aunque es verdad que él
desde sus primeros años habia tenido particularí-
sima devoción á la Órden de San Jerónimo, no se
puede negar sino que haberla escogido su padre
para acabar el último tercio de su vida y estar en
ella sepultado, le fué gran despertador para re-
solverse del todo en sus intentos. Juntábase á es-
to la consideración que es sobre todas estas, y la
primera, que las casas de religión son unas mo-
radas donde siempre, á imitación de las del cielo,
se está sin diferencia de noche y de dia haciendo
19
oficio de ángeles, rindiendo á Dios el general t r i -
buto que todos., y más particularmente los Reyes,
le deben hacimiento de gracias y loores; donde
la fé viva se conserva y fortalece, la doctrina sa-
na persevera, y aquellas primeras costumbres de
la Iglesia se mantienen; donde con oraciones
continuas se ruega por la salud de los Príncipes,
conservación de sus Estados, se aplaca la ira d i -
vina y mitiga la saña justamente concebida con-
tra los pecados de los hombres. Poniendo los
ojos en la Orden de San Jerónimo, halló que era
una de las que en todo esto ponia siempre gran
cuidado, y así juzgó sería obra muy grata á los
divinos ojos levantar en ella un insigne convento
donde pudiese ver estos fines juntos. Y sin duda,
cuando no concurrieran tantos y tan santos res-
petos y buenas costumbres, y sólo se pretendiera
hacer un sepulcro á un Emperador Cárlos V y á
una Emperatriz Doña Isabel, y que tras ellos lo
habia de ser de tantos Reyes, Príncipes y perso-
nas reales como ahora se ven sepultadas en este
templo, no parece grande este edificio, que les
parece á tantos excesivo ó supérfluo. Los genti-
les tenian tanto primor en el hacer sus memorias
y estátuas, que las de los .hombres ordinarios las
hacían ordinarias y á la medida de los mismos
hombres. Las de los héroes, ó como ellos decían
medio dioses, cuales eran Aquiles, Eneas, Ajax,
Turno y otros, un tercio mayor que las primeras,
y las de sus dioses vanos mucho mayores y de
gran exceso, donde vinieron aquellos colosos de
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tan descomtinales grandezas, que hubo algunos
de más de cien piés en alto. Pues quien preten-
dió hacer memoria y sepulcro donde se encierran
y veneran tantas reliquias de divinos hombres,
cuerpos y huesos de tantos héroes, apóstoles,
mártires, confesores, vírgenes; y en su compa-
ñía y como á sus piés, Emperadores, Reyes, Prín-
cipes é Infantes, que son como unos visodioses
en la tierra, ¿qué mucho levante para esto un
templo tan ilustre y un mausoleo de tanta gran-
deza? Sin duda á quien todos estos motivos m i -
rase sin pasión y como ellos lo merecen, no lla-
mara grande á esta fábrica, ni áun osara afirmar
que los iguala. Porque ninguno piense que yo los
adivino ó los invento, será bien que se los oiga-
mos decir con sus mismas reales palabras al fun-
dador, que nos manifestó sus pensamientos en el
principio de la carta de fundación de este Con-
vento, Después de los títulos comunes, dice así:
«Reconociendo los muchos y grandes benefi-
cios que de Dios nuestro Señor hemos recibido y
cada dia recibimos, y cuanto él ha sido servido
de encaminar los nuestros hechos y los nuestros
negocios á su santo servicio, y de sostener ó man-
tener estos nuestros reinos en su santa fé y reli-
gión, y en paz y justicia. Entendiendo con esto
cuánto sea delante de Dios pia y agradable obra
y grato testimonio y reconocimiento de los d i -
chos beneficios, el edificar y fundar iglesias y mo-
nasterios, donde su santo nombre se bendice y se
alaba, y su santa fé, con la doctrina y ejemplo de
21 '
los religiosos siervos de Dios, se conserva y au-
menta, y para asimismo se ruegue é interceda
á Dios por nos y por los Reyes nuestros anteceso-
res y sucesores, y por el bien de nuestras ánimas
y la conservación de nuestro Estado Real, tenien-
do asimismo fin y consideración á que el Empe-
rador y Rey, m i señor y padre, después que
renunció en mí estos sus reinos y los otros sus Es-
tados, y se retiró en el Monasterio de San Jeró-
nimo de Yuste, que es de la Orden de San Jeró-
nimo, donde falleció y está su cuerpo depositado,
en el codicilo que últimamente hizo nos cometió
y remitió lo que tocaba á su sepultura y al lugar
y parte donde su cuerpo y el de la Emperatriz y
Reina, m i señora y madre, hablan de ser puestos
y colocados, siendo cosa justa y decente que sus
cuerpos sean muy honorablemente sepultados, y
por sus ánimas se hagan y digan continuas ora-
ciones, sacrificios, conmemoraciones y memorias.
E l por qué otrosí, nos habernos determinado,
cuando Dios nuestro Señor fuese servido de nos
llevar para sí, que nuestro cuerpo sea sepultado
en la misma parte y lugar, juntamente con el de
la serenísima Princesa Doña María, nuestra muy
cara y amada mujer, que sea en gloria, y de la
serenísima Reina Doña Isabel, nuestra muy cara
y amada mujer, que asimismo tiene determi-
nado, cuando Dios nuestro Señor fuese servi-
do de llevársela, de se enterrar juntamente en
-el dicho Monasterio; y que sean trasladados
los cuerpos de los Infantes Don Fernando y
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Don Juan, nuestros hermanos, y de las Reinas
Doña Leonor y Doña María, nuestras tias. Por
las cuales consideraciones fundamos y edifica-
mos el Monasterio de San Lorenzo el Real, cerca
de la villa del Escorial, en la diócesis y arzobis-
pado de Toledo; el cual fundamos á dedicación y
en nombre del bienaventurado San Lorenzo, por
la particular devoción que, como dicho es, tene-
mos á este glorioso santo, y en memoria de l a
merced y victorias que en el dia de su festividad
de Dios comenzamos á recibir. E l otrosí le fun-
damos de la Orden de San Jerónimo, por la par-
ticular afección y devoción que á esta Orden te-
nemos,, y le tuvo el Emperador y Rey, m i señor.
Y además de esto hemos acordado de instituir y
fundar un colegio en que se enseñen y lean las
artes y santa teología, y que se crien é instruyan
algunos niños, á manera de Seminario, etc. T o -
das las cuales obras esperamos en Dios serán pa-
ra su santo servicio, y de que se conseguirá y re-
sultará mucho fruto y bendición al pueblo cris-
tiano, etc.» Bien claro queda con esto lo que he-
mos dicho, y con harta fuerza la verdad de todos
los motivos.
DISCURSO I I .

Vuelve el Rey Don Felipe, de Flandes á España:


escoge sitio para el Monasterio: dicense sus
cualidades: propónese á la Orden la
aceptación del Monasterio.

E l mismo año 1559 envió el Rey Don Felipe


á llamar á su hermana Margarita de Austria, D u -
quesa de Parma, viuda por muerte de Alejandro
de Médicis, Duque de Florencia, 3^ á la sazón
casada con el Duque de Parma Farnesio Octavio:
pretendiendo dejarla por Gobernadora de los Es-
tados de Flandes, vino esta señora á Gante por
el mes de Agosto, donde la salió á recibir Felipe
con gran acompañamiento; entrególe el Gobierno
y partió para España, haciendo su viaje con vien-
to tan próspero, que llegó en brevísimo tiempo á
Laredo. Aquí también 'pienso que le ayudó su
mártir San Lorenzo y los altos propósitos que
traia de servirle, pues fué cierto que si un dia se
tardara, fuera mucha ventura que escapara hom-
bre, por despertarse en la mar la más furiosa
tempestad que hablan visto los moradores de
aquellas riberas. Luego trató nuestro Felipe de
poner en ejecución sus buenos propósitos; co-
24
menzó lo primero á poner los ojos dónde asenta-
ría su corte, entendiendo cuán importante es la
quietud del Príncipe, y estar en un lugar para
desde allí proveerlo todo y darle vida, pues es el
corazón del cuerpo grande del reino. Contentóle
sobre todo la villa y comarca de Madrid, por ser
el cielo más benigno y más abierto, y porque es
como el medio y centro de España, donde con
más comodidad pueden acudir de todas partes
los negociantes de sus reinos y proveer desde allí
á todos ellos; razón es que es bien la miren los
reyes, pues no se hicieron los reinos para ellos,
sino ellos para el bien de su reino, y así están
obligados á mirar más las comodidades comunes,
que los propios gustos, dejando aparte que áun
para estos ninguna villa ó ciudad de España es
mas á propósito. Tras esta determinada resolu-
ción, miró lo segundo dónde estaría bien asentada
la fábrica que traia en su pecho. Pretendía siem-
pre que fuese propia casa de San Jerónimo, que
estuviese fuera y áun lejos de poblado, donde los
religiosos, ni tuviesen quien los estorbase la quie-
tud de su contemplación, y cuando él quisiese
retirarse del bullicio y ruido de su corte, el lugar
mismo le ayudase á levantar el alma en santas
meditaciones de que no tenia poco ejercicio y
gusto. Por esto le parecía bien el sitio del M o -
nasterio de San Jerónimo de Guisando; iba allá
algunas veces, holgábase de ver aquellas monta-
ñas y peñas vestidas de diversas plantas, estuvo
allí algunas Semanas Santas, víó que la aspereza
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del sitio no podia domarse fácilmente, ni había
llano ni suelo en toda aquella sierra donde cupie-
sen sus designios. También se le hacía la distan-
cia de allí á Madrid larga, porque quería tener
más á la mano y familiar el oratorio de su retrai-
miento. Inclinóse otras veces á aquellas laderas
de las cuestas que están como á repecho de M a -
drid en el Real de Manzanares. No se halló allí
tampoco cosa que satisfaciese; tratóse si sería
bien ponerla en Aranjuez; halláronse muchos i n -
convenientes que no importa referirlos. Resol-
vióse, al fin, que en medio de estas dos distan-
cias, entre el Monasterio de Guisando y entre ^ el
Real de Manzanares, se buscase un buen sitio
donde se señalase la planta del edificio; encar-
gólo á diferentes personas que podian tener pa-
recer en esto, filósofos, médicos y 'arquitectos.
Pasearon las faldas y laderas "de estas sierras, y
mirando las calidades y partes de uno y otro sitio
conforme á la doctrina de Vitruvio, autor de
excelente juicio en el arte, se fueron siempre re-
solviendo en éste donde ahora está sentada la
casa. No se contentó Felipe con la relación que
otros le dieron de este sitio, quiso él mismo verlo
y considerarlo; las veces que se iba á retirar á
Guisando la Semana Santa iba y venia por esta
misma parte, y así se fué certificando era el me-
jor que en el contorno de la comarca de Madrid
se podia hallar. A estas sierras de Segovia, Avila
y Buitrago, llaman algunos modernos (no sé con
qué razón) los montes Carpetanos, movidos, por
26
ventura, porque Clinio llama á los moradores de
las riberas del Tajo y pueblos del reino de T o -
ledo, Carpetanos ó Carpentanos, que tampoco
se sabe bien la razón de este nombre; mas Pom-
ponio Mala, nuestro español, los llama montes
Pirineos en el segundo de su Cosmografía, porque
son ramos ó brazos que salen de ellos, y poco
ménos abrazan l a mayor parte de España. En la
ladera de esta sierra, junto á una pequeña pobla-
ción que se llama el Escorial, en aquella parte
por donde mira más derecha al Mediodía y reino
toledano, siete leguas de Madrid, muy á su vis-
ta, á la parte del Poniente, nueve de Segovia,
que está al Norte, otras siete ó poco más de Avila,
que mira al Poniente, se descubrió una llanura ó
plaza, suficiente para una grande planta, y el con-
torno de la tierra lleno de muchas comodidades
para el propósito, levantando en la ladera donde
no llegan los vapores gruesos que se exhalan con
el sol á la mañana, puesto al Mediodía, que para
las tierras frias como l o son estas sierras, es de
mucha consideración. Guardadas las espaldas
con el mismo monte de los cierzos frios, aunque
por una canal que hacen las sierras, descubierta
á los Céfiros ó Fabonios, que la fatigan en el i n -
vierno, mas reíréscanla y tienen fama en el vera-
no. Por el contorno muchas fuentes de buena
agua, sin las gargantas y arroyos que se derivan
de la sierra, grande copia de hermosa piedra cár-
dena, mezclada de una honesta blancura de buen
grano, con más máculas pardas y negras, que
27
hace en ella la mezcla de aquella piedra ambi-
ciosa que quiere entremeterse en todas: llamá-
rnosla nosotros Marquesita, los griegos la llaman
Piritis, porque enciende fuego, el más principal
material de toda la fábrica, y tiene en sí un lustre
y nobleza grande, que hace parecer fuerte y de
grandeza el edificio; es muy conforme toda en el
color y dureza, y así resisten todas la piezas igual-
mente y guardan tanta conformidad, que no pa-
rece sino que toda la gran fábrica es de una pieza
y cavada en una peña. Aquí pudiera tener alguna
semejanza de verdad y de efecto lo que prometió
á Alejandro Magno aquel valiente arquitecto
Dinócrates, cortar y labrar el monte Athos, de
tal suerte que hiciera de él una estátua del mismo
Alejandro y que tuviera en su mano una ciudad
de grande población, propia arrogancia de grie-
gos, tan atrevidos en prometer como sus histo-
riadores en fingir. Por el contorno y comarca,
grandes pinares, el de Balsain de Sogovia, el
Quejigar y Navaluenga de Avila, y los de Cuenca
no desacomodados^ donde se crian tan hermosos
pinos, que los podemos llamar cedros de España,
de poca menor firmeza y hermosura que los del
monte Líbano, especie particular de pinos, como
lo vemos aquí en sus maderas y pinas: la cal, el
yeso y la arena y los demás materiales, en tanta
copia y de tan buenas condiciones como las sa-
ben pintar y pedir los maestros del arte. Junto
de este punto están dos dehesas de grande fres-
cura y arboleda acomodadas para caza, pesca,
28
jardines y leña para el servicio del convento, lla-
mada la Herrería; tiene en contorno poco ménos
una legua poblada de diversas plantas y de m u -
cho pasto y verdura, donde se ven grandes ma-
nadas de venados, puercos, javalíes en piaras,
conejos sin número; mirada desde el mismo con-
vento parece una mata de albaca en el verano,
que es gran alivio de la soledad y de la vista. A n -
tiguamente hubo en ella herrerías, de donde tomó
el nombre, y de ellas y de una iglesia que estaba
allí y tenia pila de bautismo, se llamaba la dehesa
de la Herrería de Nuestra Señora de Fuentelám-
paras. En la montaña hay muestras de hierro, y
el pueblo que está allí cerca conserva también el
nombre y se llama el Escorial, donde se ven aho-
ra al rededor de él, las cenizas y montones de es-
corias. L a otra se llama la Frejeneda, algo más
apartada de la casa, aunque también á su vista,
distancia de media legua escasa. De la hermo-
sura de esta dehesa, de sus jardines, estanques y
arboledas, haremos después discurso aparte, y
así no hay que detenerme en ella: esto es breve-
mente lo que toca al sitio y sus comodidades.
L a experiencia ha mostrado cuán sano es, pues
con ser toda España, desde el año de 98 hasta el
de 601, tan reciamente fatigada con diversas fie-
bres y dolencias, y la peste general con que Nues-
tro Señor aún no parece que ha alcanzado la ma-
no de castigarnos, apenas lo hemos aquí sentido
sino por relación: digo esto en particular por la
gana que tienen algunos de hacer enfermo este
29
sitio, que hasta esto llega la envidia del bien y
salud ajena; otros quieren hacerle tan frió y tan
helado, que sea como los rifeos más inhabitables,
siendo cierto que en los más recios inviernos ni
se hiela el agua en las pilas que están en las puer-
tas de la iglesia, n i el aceite en los aposentos, y
muchas celdas de religiosos se pasan sin los re-
paros ordinarios que suelen hacerse en tierras
muy templadas contra el frío; que aunque las
tierras de Segovia son frías, el asiento de esta fá-
brica participa poco de sus nieves y hielos, por
estar algo traspuesta de ellas, guardada, como
dije, del cierzo, y puesta al Mediodía, gozando
del sol desde que sale hasta que se pone. Con es-
to queda, á mi parecer, respondido á lo que sue-
len oponer algunos., y áun se enojan sobre el ca-
so, tan de veras como si fuera este edificio para
solos ellos; que por qué no puso el Rey esta fábri-
ca tan hermosa en medio ó junto de una ciudad
principal de España, donde todos la gozaran,
donde entraran chicos y grandes, y fuera una co-
mún vista y recreo del pueblo, y no un lugar tan
apartado, tan áspero, frío, seco, feo, inaccesible
y enfermo, y otras cien tachas nacidas ó inventa-
das de sus antojos. Digo, pues, que está respon-
dido á todo esto con lo que hemos declarado, los
intentos del Príncipe y sus fines, y el fin de esta
religión, las comodidades y partes del sitio; y si
no se satisfaciesen con esto, no importa, y qué-
jense de camino también de Nuestra Señora de
Monserrat, y del asiento de la casa de Guadalu-

pe, y de la P e ñ a de Francia y otros santuarios
casi inaccesibles por la aspereza del lugar; y si
dijeren que estos son milagrosos y escogidos del
cielo, y de otro género, también afirmaremos que
los motivos del Rey parece por los efectos que
fué inspiración divina.
Escogido el sitio con tan maduro acuerdo, que
duró la resolución hasta el año 1561, en que ce-
lebró la Órden Capítulo general en San Bartolo-
mé de Lupiana, y fué electo en general, como v i -
mos en su lugar propio, el santo varón fray
Francisco de Pozuelo, planta y verdadero hijo de
aquella casa de Montamarta; propúsose en este
Capítulo á la Órden, de parte del Rey Don Feli-
pe I I , como tenia intento de edificar un Monas-
terio á la gloria de Dios, dedicado y con título
del glorioso mártir San Lorenzo; y por la par-
ticular afición que desde sus primeros años habia
tenido á la Órden del glorioso Doctor San J e r ó -
nimo, deseaba que fuese en ella que viesen lo que
en esto les parecía, y señalasen luego personas
que con título d é Prior y de Vicario, y otros ofi-
cios, fuesen á tomar la posesión del sitio. Inclinó
todo el Capítulo humildemente la cabeza, acep-
tando el favor y la merced que S. M . hacía á la
Órden, reconociéndose de nuevo por capellanes
y hechura de sus gloriosos predecesores y suya;
y haciéndole las debidas gracias, lo dejaron todo
en sus manos, para que en esto y en todo lo de-
mas de la Órden dispusiese á su servicio, acep-
tando, por virtud de las gracias y privilegios que
3i
tiene la Orden para esto, el nuevo convento de
San Lorenzo el Real, que S. M . quería edificar
junto al Escorial. Cuanto al señalar de las per-
sonas que hablan de dar principio á tan gran
negocio, la Orden escogió en primer prelado y
fundador al padre fray Juan de Huete, Prior y
profeso de la misma casa de Zamora, y Visitador
general de la Orden, y por Vicario al padre fray
Juan del Colmenar, profeso de San Jerónimo de
Guisando, donde había sido Prior muchos años,
aunque, como varón humilde, á la sazón era V i -
cario. Puso la Orden los ojos en estos dos padres
por las muchas partes que en ellos concurrían, la
principal ser grandes religiosos, de mucho ejem-
plo y virtud; tras esto de mucha experiencia en
gobiernos, prudentes, desasidos, y que en cosas
de arquitectura tenían entrambos buen parecer y
juicio, como lo habían mostrado en las fábricas
que habían ejecutado en sus propias casas, que
para esta ocasión eran de importancia. Vista la
respuesta del Capítulo por S. M . , holgó mucho
de ello; conocía al padre fray Juan del Colme-
nar por las veces que había estado en Guisando,
y tenia buen concepto y relación de su virtud.
Mandó luego que para el día de San Andrés del
mismo año se juntasen en la villa de Guadarra-
ma su Secretario Pedro de H o } ^ y Juan Bautista
de Toledo, varón de grande juicio y excelente
maestro en arquitectura, con los dos religiosos
nombrados por el Capítulo, fray Juan de Huete
y fray Juan del Colmenar, y fray Gutiérrez de
32
León, Prior de San Jerónimo de Madrid, con los
religiosos que llevase en su compañía, para que
desde allí, todos juntos, viniesen á ver el sitio
que se habia escogido para el nuevo Monasterio,
y le considerasen y viesen si era á propósito para
la manera de vida que se tiene en la Orden de
San Jerónimo. Escribió S. M , al General sobre
esto, y á los mismos padres que habian de venir
con los oficios de Prior y Vicario, y porque se
vea la verdad de todo y nadie se atreva á decir,
tan sin fundamento, otra cosa, pondré aquí el te-
nor de las cartas, para los que quieran que ellas
hablen.

Carta del Rey, pava el Vicario de Gidsando, fray


Juan del Colmenar.

EL REY.
Devoto padre Vicario: por la carta del Gene-
ral, que será con esta, entenderéis como desea-
mos tomar resolución en lo del sitio y traza del
Monasterio de San Lorenzo, que queremos edi-
ficar y está recibido en vuestra Órden; encargá-
moos, que en todo caso os lleguéis á la villa de
Guadarrama, para el dia de San Andrés, primero
donde hallareis otros padres y á Pedro del Hoyo,
nuestro Secretario, con algunos oficiales nues-
tros, para que juntamente con ellos veáis el sitio
donde nos ha parecido que se debe edificar el d i -
cho Monasterio y se platiquen las demás cosas
concernientes al edificio., y si tuviéreis la traza de
33
esa casa de Guisando, ó supiéreis de alguna otra
que sea buena, traerla con vos y avisarnos con
este correo, si será cierta vuestra venida. De Ma-
drid á 14 de Noviembre de 1561. Por mandado
de S. M . , Pedro del Hoyo.»—De la misma forma
escribió el Prior de Zamora, como parece por la
carta del Secretario Pedro del Hoyo, al mismo
fray Juan del Colmenar, que es esta:
«Muy reverendo señor: Por las cartas de S..M.
y del padre General, entenderá vuestra merced
su voluntad, y porque asimismo envia á man-
dar al padre Prior de Zamora, que venga para
el dia de San Andrés á Guadarrama, y tengo en-
tendido que está cuartanario, de cuya causa po-
dría ser que no pudiese venir para aquel dia, le
escribo que en este caso avise á vuestra mer-
ced de ello con este correo propio; si él escri-
biese que nóvenla, tampoco vuestra merced ven-
ga, hasta que se le avise á mandar otra cosa, que
también escribo al padre Prior que cuando se
hallare en disposición para poderse poner en ca-
mino avise el dia que podrá ser en Guadarrama,
para que todos los que nos hemos de juntar nos
hallemos allí el mismo dia, etc » Acudieron
todos para el dia señalado y partieron de Gua-
darrama muy alegres; vinieron á la villa del Es-
corial, desde allí caminaron juntos al sitio, co-
menzando á subir la cuesta; solevantó un aire fu-
rioso, como era en lo recio del invierno venia
friísimo, y soplaba con tanta furia que arrebató
las bardas de la pared de una viñuela que estaba
3
34
á la mitad de la cuesta y dio con ellas en las ca-
ras de los que subían. De este viento despertado
tan de repente en esta ocasión, y de otros m u -
chos que en otras muy notables, como veremos
en estos discursos, se han levantado, han conge-
turado algunos, no con poco fundamento, cuánto
le ha pesado al demonio de que se levantase una
fábrica, donde como de un alcázar fuerte, se le
habia de hacer mucha guerra, sustentarse en ella
lo que derriba en otras partes, y al tiempo que
otros Príncipes destruyen las iglesias, asolan las
religiones, rien de las imágenes., burlan de las re-
liquias, de los santos y de todo cuanto tiene de
bien y piedad la Iglesia, aquí se comience á eter-
nizar, ennoblecer y tener sobre los ojos de un
Rey que le hace en todo esto santa contradicción.
Parece quiso en este torbellino entristecer ó des-
mayar los ánimos de los que venian á esplorar
la tierra, para que dando al Rey noticia de su des-
templanza, entibiasen los propósitos y se dilata-
sen hasta que con muchos sucesos se pusiesen en
olvido. Los religiosos y siervos de Dios, enten-
diendo estos designios, ó los sospecharon como
gente experimentada en estos combates, anima-
ron á los que iban con ellos, y el santo fray Juan
del Colmenar, que iba como por capitán ó adalid
de este escuadrón, dijo en alta voz á todos los que
iban con él: «esta tempestad despierta el demonio
para que desmayemos ó para engañarnos; mas no
ha de sacar de ella ningún fruto; pasemos ade-
lante y no hagamos caso de su malicia.» Anima-
35
dos con esta voz llena de fé y espíritu, subieron
hasta el mismo sitio, y amansó mucha parte del
aire, de suerte que pudieron considerarle bien y
mirar las circunstancias; agradóles mucho por-
qxie conocieron las grandes comodidades que te-
nia el contorno: tornaron al lugar del Escorial,
donde convinieron todo lo que habia que adver-
tir. Otro dia llegó un correo de S. M . con una
carta, en que les decia no se espantasen del aire
y tempestad que habia hecho, porque también en
Madrid habia sido el dia muy áspero y de gran-
des aires. Maravilláronse todos del aviso y cuida-
do del Rey, estimando en mucho el fervor con
que emprendía el negocio; hicieron gracias á
Nuestro Señor; fueron juntos todos á Madrid á
dar relación de lo que les habia parecido; así
quedó resuelto y asentado lo que tocaba al sitio.
No se hizo otra cosa el año de 1561.
DISCURSO I I I .

Comiénzase á fundar la casa de San Lorenzo el


Real: vienen los primeros religiosos fundadores
y otros ministros y oficiales: asiéntanse las
dos primeras piedras de la casa y de
la iglesia.

Luego el año siguiente de 1562 se determinó


el Rey á dar principio á la gran fábrica, y para
que desde luego los religiosos de la Orden de San
Jerónimo comenzasen á servir en ella, y las cosas
se fuesen haciendo á su modo, y él pudiese go-
zar de su conservación y manera de vivir, reco-
gida, devota y honesta, acordó que viniesen lue-
go algunos al lugar del Escorial, y desde Madrid
escribió esta carta al Vicario de Guisando.

«EL REY.

Devoto padre Vicario: He entendido que el


padre General de vuestra Orden os ha proveído
del cargo de Vicario del Monasterio de San L o -
renzo, de que hemos holgado, por el contenta-
37
miento y satisfacción que tenemos de vuestra
persona, y porque ya hemos proveido del oficio
de contador y veedor de las obras del dicho Mo-
nasterio á Andrés de Almaguer, y tenemos acor-
dado que vos y él vayáis al lugar del Escorial, y
entendáis en comprar y prevenir algunas cosas
para que se pueda dar principio á la fábrica de
que se os dará memoria, os encargamos os des-
embaracéis y desocupéis de lo que en esa casa
de Guisando tuviereis que hacer, con la misma
brevedad que buenamente podáis, para que cuan-
do yo os mande avisar, os partáis al dicho lugar
del Escorial, y tenéis prevenido un fraile que
vaya y ande en vuestra compañía, que sea hom-
bre de buena edad y hábil y diligente, que os
pueda ayudar y descansar en algo, y nos avisa-
reis para cuando penséis estar desocupado de
ahí, que en ello seremos servido. De Madrid á 6
de Marzo 1562 años.—Yo el Rey.-*
Respondió el Vicario con humildad, estaba
siempre aparejado, para lo que S. M . fuese ser-
vido. Llegóse luego la Semana Santa; fuese el
Rey á tenerla al mismo Monasterio, acompañado
del Duque de Alba, y el Prior de San Juan, Don
Antonio de Toledo, y el Maqués de Cortes, Don
Francisco de Benabides, Marqués de las Navas,
y el de Chinchón, y otros caballeros; llevó consi-
go á Juan Bautista de Toledo, arquitecto mayor
que ya á este tiempo iba haciendo la idea y el
diseño de esta fábrica, hombre de muchas partes,
escultor y que entendia bien el dibujo, sabía len-
38
gua latina y griega, tenia mucha noticia de filo-
sofía y matemáticas; hallábanse, al fin, en él m u -
chas de las partes que Vitruvio, príncipe de los
arquitectos, quiere que tengan los que han de
ejercitar la arquitectura y llamarse maestros en
ella. Estuvo el piadoso Príncipe recogido aque-
llos dias santos hasta el segundo día de Pascua
de Resurrección, en mucha oración y meditación.
Con estas buenas prevenciones partió de allí y
vino á este sitio del Escorial; mandó que viniese
con él el Vicario fray Juan del Colmenar, acom-
pañándole dos religiosos de la misma casa: lla-
mábanse el uno fray Juan de San Jerónimo, fraile
humilde, devoto, aplicado en las cosas de dibujo
y de trazas, y tuvo el libro de la razón, junto con
el contador Almoguer; el otro se llamaba fray
Miguel de la Cruz, para que fuese como procura-
dor y atendiese á las cosas temporales y provi-
sión de lo que fuese menester, entrambos sacer-
dotes y de mucho ejemplo. Tornó S. M . á mirar
el sitio, estuvo un dia en el Escorial y paseó las
dehesas del contorno, volvióse á Madrid, y los
tres religiosos quedaron aposentados en la casilla
de un aldeano, estrecha y pobre, que aunque se
escogió por buena, el pueblo era tan miserable
que la mejor no valia nada, fuera de la casa del
cura, que sirvió muchas veces de palacio al Rey
Don Felipe. No habia en esta aldea casa con
ventana n i chimenea; la luz, el humo, las bestias
y los hombres, todos tenian una puerta, donde se
verificaba bien lo del poeta, cuando pinta el
39
tiempo que moraban en la tierra, honestidad y
vergüenza, que llamaba reino de Saturno, y los
hombres y las bestias tenian un común aposento
en las cuevas y en las chozas, y las mujeres coni-
ponian las camas de hojas de árboles, ramas y
pieles de sus ganados: tal era esta aldea, que con
no estar lejos de Segovia apenas sabian los es-
cribanos y alguaciles, gente que anda á descubrir
cuestiones para sus intereses lícitos, el nombre
del Escorial, y cuando vinieron á conocerla la
hallaron hecha villa, exenta de jurisdicción y aun
hecha aposento real. Principió el mes de Abril
del mismo año, comenzaron á desmontar y qui-
tar la jara de todo aquel contorno donde habia
de señalarse y elegir la planta, que estaba grande
y crecida, abrigo en el invierno de los ganaderos,
de la pobre gente de aquella aldea, y donde en
verano pasaban la siesta y tenian sus abrevade-
ros; habia dos fuentes caudalosas, sin otras que
jamás por estéril que fuese el año las vieron ago-
tadas, la una, que está ahora, junto al estanque y
alborea de la fuente de la huerta, se llama la
fuente de Blasco Sancho, la otra más apartada
hácia el Poniente se llamaba Matalasfuentes; pu-
siéronla este nombre los pastores de la sierra por-
que los ganados bebian allí de mejor gana que
en las otras, no por ser más delgada, n i mejor
agua, sino por tener alguna más sal: llámase
ahora la fuente de la Reina. De allí á pocos dias
tornó S. M . acompañado con los mismos que
arriba dijimos, trayendo consigo á su arquitecto
4o
Juan Bautista de Toledo, que tenia ya hecha la
planta de los principales miembros del edificio,
aunque se fué siempre puliendo y mejorando,
procurando se pusiese l o más acomodado á los
usos y menesteres, que es dificultoso acertar de
la primera vez tantas cosas. Mandó S. M . que se
acordelase el sitio y se pusiesen las estacas por
donde hablan de abrirse los cimientos: y lo que
hasta allí habia sido majadas de pastores pobres,
mudó el estado y el nombre y se llamó Sitio del
Monasterio de San Lorenzo el Real.
Quiso y parecióle así también al arquitecto,
que la casa no mirase tan puntualmente al M e -
diodía, que no tuviese un grado poco más de de-
clinación al Oriente, porque el paño y perfil de
Mediodía, donde habia de ser la principal habi-
tación de los religiosos, y del aposento real, go-
zase más presto del sol en el invierno, que era
lo que más entonces se temía de este sitio. Tira-
ron la línea de Levante á Poniente, que llaman
los cosmógrafos de longitud, por espacio de 580
piés, que tienen 16 dedos partidos en 4 palmos
(palmo se llama hablando propiamente los cua-
tro dedos de la mano por las coyunturas más a l -
tas); es este pié lo que responde á una tercia de
la vara castellana, y con esta medida se irá
siempre hablando en lo que tocare á las de este
edificio.
De los extremos de esta línea de 580 piés, sa-
caron otras dos perpendiculares de Norte á Sur,
de 735 piés, cerraron desde los dos extremos de
4i
estas dos líneas, con la cuarta de otros 580 piés,
y así quedó hecha una plaza cuadrángula, que por
la parte del Oriente y de Poniente tenia 155 piés
más que de Oriente á Poniente, y por aquí se
fueron abriendo los cimientos.
No estaba toda esta área llana, sino con altos
y bajos, que aunque la vista no hacía mucho
exceso, cuando echaron los niveles no fué pe-
queña la diferencia. Comenzáronse luego á hacer
hornos de cal y balsas, ó como ellos dicen, bascas
á donde matarla. Vinieron peones y oficiales,
canteros, albañiles, carpinteros; por juez, veedor
y contador, vino, como dije, Andrés de Almaguer,
natural de Almorós, hombre de buen entendi-
miento y de verdad; por esto y por haber sido el
primer ministro de esta fábrica, le hizo el Rey
mercedes, dióle privilegio de hidalgo y que pu-
siese en sus armas unas parrillas.
Vino por pagador Juan de Paz; el primer apa-
rejador ó maestro de cantería, Pedro de Tolosa,
traido desde Guisando por fray Juan de Colme-
nar. Tras estos vinieron otros muchos oficiales
menores, como sobrestantes y ministros de justi-
cia. Por obrero general, debajo de cuyo gobierno
se habia de ejecutar todo, vino ó trájole Dios á
fray Antonio de Villacastin, religioso corista,
que es en esta Órden un estado medio entre
sacerdotes y hermanos legos; profeso de la Silla
de Toledo, tenia ya alguna noticia de su entereza
y valor, aunque nuncá se pudiera imaginar que á
un hombre al parecer de todos basto, sin letras,
42
y de pocas palabras, se encerraran tantas virtu-
des juntas. No quiero hacerle agravio en atrepe-
llar aquí lo que espero decir de sus cosas, que no
haré poco si acierto á decirlas, aunque he sido
testigo de ellas muchos años. Vino luego fray
Marcos de Cardona, profeso de la Murta de Bar-
celona, que también habia estado en Yuste, ha-
ciendo oficio de jardinero. Pretendió desde luego
el Rey que en lugar de la Fregeneda y la dehesa
junto de ella comprada de diversos herederos y
personas de Segó vía, se plantase de arboleda y
de jardines, para que cuando la casa estuviese en
perfección, las personas Reales y los religiosos
tuviesen donde recrearse honestamente. Tenia
este religioso habilidad para [esto: desembarazó
el suelo, comenzó á disponerlo por sus calles, y
plantó el primer jardin que allí hubo. E l postrero
de todos vino el padre Prior fray Juan de Huete;
llegó al Escorial en i.0 de Marzo de 1563; no pu-
do venir antes por sus indisposiciones; hombre
anciano, de experiencia y virtud, aunque cargado
de ayes, adquiridos de la penitencia continua.
Trajo en su compañía otros dos religiosos de su
casa, fray Diego de Oviedo, sacerdote, y fray
Bartolomé de Madrigal, lego. Cuando llegó el
Prior, los cinco frailes que acá estaban hablan
mejorado algo de aposento; dejaron aquella pri-
mera casilla ó tugurio, compróles otra poco me-
jor el Rey, aunque, por tenerles más ancho sitio,
pudieron hacer en ella unos aposentillos á modo
de celdas; aliñáronlo, hicieron un huertecillo, pu-
43
sieron en él verduras y naranjos, que había traído
fray Marcos de la vera de Plasencía, aunque la
tierra les hizo mal hospedaje. En la fábrica no se
hizo en la resta de este aífo otra hacienda más de
abrir cimientos, y no era poco, por ser tan hon-
dos y tan grandes, aparejar cal, cortar piedras y
proveer otros materiales.
A 23 dias de Abril de este mismo año de 63,/
en que se celebró la fiesta de San Jorge, le pare-
ció á Juan Bautista de Toledo que era ya tiem-
po de comenzar la fábrica y asentar la primera
piedra, fundamento de todo el cuadro y planta:
juntó los aparejadores y oficiales, llamó á los re-
ligiosos para que se hallasen presentes (no pudo
subir el Prior al sitio porque estaba fatigado); el
Vicario y los demás que hemos nombrado llega-
ron al medio de la zanja, que estaba abierta en
la línea y perfil que mira al Mediodía, que es
ahora debajo del asiento del Prior en el refecto-
rio, en la mitad de aquel lienzo ó fachada. H i n -
cáronse todos los religiosos y todos los circuns-
tantes de rodillas, dijeron muchos himnos y ora-
ciones invocando en favor y gracia divina, le-
vantáronse y tomaron una piedra cuadrada, que
tenían ya aparejada para el efecto, y asentáronla
con mucha devoción y áun lágrimas, suplicando
á Nuestro Señor fuese servido prosperar aquella
fábrica y levantarla para su gloría y servicio: te-
nia la piedra escrita en sus lados el nombre del
fundador y del arquitecto, el día y el año en que
se asentaba, con estas letras.
44

En la superficie alta:

DEVS O, M. OPERI ASPICIAT.

En el otro lado:
FILIPVS II HISPANIARVM REX, A FVNDANENTIS
EREXIT M.D.LXIII.

En el otro lado:

I0AN. BAPTISTA ARCHITECTVS. IX KAL MAII.

Hecha esta hacienda, se volvieron al pueblo


todos con grande alegría, y sucedió que al tiem-
po de asentar la piedra, el Vicario y el arquitec-
to, y Andrés de Almaguer y otros, llamaron al
obrero mayor fray Antonio de Villacastin para
que les ayudase á ponerla, y dijo con aquella en-
tereza que hasta hoy dia ha guardado: «Asienten
ellos la primera piedra, que yo para la postrera
me guardo.» Y así se lo concedió Nuestro Señor,
pues há ya 39 años que la asentó, y le ha conser-
vado Dios entre m i l peligros, con admirable for-
taleza y vigor, hasta este año de 1602.
Hicieron luego relación de esto al Rey Don Fe-
lipe; holgóse mucho; determinó que luego aquel
verano se asentase la primera y fundamental pie-
dra del templo, con la solemnidad y ceremonias
santas que la Iglesia tiene determinadas. Partió
de Madrid acompañado con los caballeros y cria-
dos de su casa que hemos dicho, trayendo tam-
45
bien consigo á Don fray Bernardo de Fregeneda,
su confesor, Obispo ya á esta sazón de la iglesia
de Cuenca, religioso de San Francisco, y á fray
Francisco de Villalba, su predicador, profeso de
San Jerónimo de Zamora; llegó al Escorial y de-
terminó que el dia de San Bernardo, 20 de Agosto
del mismo año de 1563, se asentase la primera
piedra. Subió al sitio este dia, á las tres de la
tarde, acompañado del Prior fray Juan de Huete,
del Vicario, y todos los demás religiosos, oficia-
les y maestros de la fábrica. Estaban aderezados
tres altares en la parte señalada donde se habia
de edificar la iglesia, el uno con una cruz grande
en el mismo lugar donde habia de ser el altar
mayor, el otro al lado del Evangelio, con un
crucifijo que habia sido del Emperador Cárlos V ,
y el otro de Nuestra Señora junto al lugar donde
se habia de asentar la piedra fundamental, que
es al lado de la Epístola, junto al altar de las re-
liquias de nuestro padre San Jerónimo, arrimada
un tanto á la reja, por donde se sale de la sa-
cristía á la iglesia. Hízose también un sitial don-
de estaba sentado el Rey en tanto que se hacía el
oficio. L a piedra fundamental, que sólo la ben-
dice el Obispo, ha de ser cuadrada y angular, y
de ordinario pequeña, que pueda traerla en la
mano el dueño y señor de la fábrica, y así lo era
ésta; estaba encima de un altar raso, cubierta con
unas toballas, y pintada encima una cruz colo-
rada: bendice el Obispo el agua que ha de echar
en ella, y después de haber cantado algunas an-
46
tífonas y salmos, que encierra en sí el misterio
que la piedra significa, llega el Obispo, y con un
cuchillo hace en ella cuatro cruces por todas las
cuatro esquinas ó ángulos, y dichas otras antífo-
nas y salmos la manda sentar á los arquitectos y
oficiales, después camina por los cimientos que
están abiertos, echando agua bendita, cantando
el clero que se halla presente, himnos y salmos,
y por sus tercios dice ciertas oraciones hasta que
da la vuelta y torna al mismo lugar donde partió,
y allí dá la bendición al pueblo y le despide. Esta
es la suma de la bendición y asiento de la piedra
fundamental de los templos, figura expresa de
Jesucristo.
Quiso también el prudentísimo Príncipe, que
se hiciese luego un hospital donde se curasen los
peones y otra gente pobre que trabajaba en esta
fábrica, y primero los proveyó á ellos de este
socorro y abrigo que á sí mismo de aposento. A l -
quilóse una casilla, la que pareció más á propósito
para esto, donde se pusieron diez ú once camas,
y como fué creciendo el número de la gente se
fué aumentando, hasta que después creció tanto,
que vino tiempo que llegó á tener más de sesenta,
donde eran tan bien servidos, que muchos sólo
con el regalo y limpieza sanaban. Consideraba el
santo Rey que esta no era gente forzada n i pa-
gana, no Gebuseos ajenos de la casa de Israel,
como lo fueron muchos millares de hombres que
trabajaron el antiguo templo de Salomón, sino
cristianos, que aquí con el sudor de su rostro ga-
47
naban el sustento de sus vidas: los miraba como
propios hermanos, no permitiendo que los i m -
portunos sobrestantes los sacasen de su paso, si-
no que fuese lo que ganaban más limosna que
jornal, como en la verdad lo ha sido siempre, y
áun es la causa de que la obra como tan acepta
á Dios haya tenido tal fin.
DISCURSO I V .

Prosigúese la fábrica de San Lorenzo el Real, en


lo espiritual y temporal: los primeros claustros
que en ella se levantaron, y los religiosos que
fueron viniendo d su fundación, y otros
particulares dignos de advertirse.

Cuando los antiguos, que sabían tanto y proce-


dían en sus cosas con tanta consideración, fun-
daban sus colonias, hacian una yunta para echar
el surco por donde hablan de ir los muros de la
nueva ciudad que querían edificar. Esta yunta era
de una vaca y un buey, á la parte dentro del mu-
ro que se señalaba iba la vaca, y el buey á la de
fuera, como se ve ahora en muchas monedas y
medallas antiguas, significando que de las pare-
des adentro toca á la hembra la guarda de la
casa y de la hacienda y crianza y buenas cos-
tumbres de los hijos y criados, y de los muros
afuera pertenece al varón la granjeria, el trabajo,
la labranza, la fuerza, la defensa y otras cosas de
varones. Así le ha acontecido á esta nueva fun-
dación y colonia santa del Monasterio de San
Lorenzo, que como la feliz yunta del católico
Rey Don Felipe, y de la religión de San Jeróni-
49
mo, en lo de dentro, en costumbres santas, buen
ejemplo, vida espiritual, letras multitud, y buena
crianza de hijos, ella se ha dado buena maña;
y en lo de fuera en grandeza, majestad, forta-
leza, hermosura y perfección, hace raya entre lo
mejor que conocemos por el fuerte amparo y
brazo de su fundador, como lo iremos descu-
briendo desde este discurso adelante. Y porque
se vea de cuán humildes principios se fué levan-
tando todo esto y de camino se conozca la insig-
ne piedad y devoción del Rey Don Felipe, diré
brevemente el estado que en este año de 63 te-
nían las cosas. Era la casilla en que los religiosos
vivian harto pobre, y en ella hicieron unas es-
trechas celdas, escogieron un aposentillo para
capilla, el retablo fué un crucifijo de carbón
pintado en la misma pared de mano de un
fraile que sabía poco de aquello; tenia por cie-
lo, porque no se pareciesen las estrellas por entre
las tejas, una mantilla blanca de nuestras camas;
la casulla y el frontal eran de una cotonía vieja,
y aquí celebraban sus sacrificios los religiosos, y
con poco mejor estado estaba el palacio del
Rey. Acudia algunas veces desde el Pardo, que,
como estaba cerca, cuando no cazaban le veian
allí con cuatro ó cinco caballeros no más; apo-
sentábase en casa del cura, y sentábase en una
banqueta de tres piés, hecha naturalmente de
un tronco de un árbol, que la ví yo muchas ve-
ces cuando iba á oir misa á esta capilla que dije;
porque estuviese con alguna decencia, rodea-

4
5o
ban la silla con un pañuelo francés, que era de
Almaguer el contador, que de puro viejo y des-
hilado daba harto lugar para que la viesen por
sus agujeros. Desde allí oia misa, y podia bien,
porque estaba todo tan estrecho, que fray A n -
tonio de Villacastin, que servia de acólito, hin-
cado de rodillas, llegaba con sus piés á los del
Rey. Jurábame llorando este siervo de Dios,
que muchas veces, alzando los ojos á hurtadillas,
vió por los del Rey correr las lágrimas: tanta era
su devoción y ternura, mezclada con alegría,
viéndose en aquella pobreza, y considerando tras
esto aquella idea tan alta que tenia en su mente
de la grandeza en que pensaba levantar aquella
pequenez del culto divino. Y pues ya llegué á to-
car en esto, diré otras cosas en que se conozca la
afición, devoción y modestia de este Príncipe.
Edificóse allí luego en la misma casa, por tener
algún espacio como convento, donde se acomo-
daron los religiosos en celdillas harto estrechas;
hízose una capilla razonable, que servia de igle-
sia, y por estar en su compañía, mandó el Rey le
hiciesen también allí un aposento; acomodáronlo
de suerte que desde él podia oir los oficios divi-
nos, misas y sermones; otras veces se salia al co-
ro ó tribunilla con los religiosos, y como todo era
tan estrecho, forzosamente estaban hombro con
hombro, y de verse así, más de una vez á él y á
ellos se les venian las lágrimas á los ojos, aunque
los unos y los otros procuraban cubrirlas ó sor-
berlas. Aquí, por algunos años, probó el devoto
5i
monarca la pobreza de Belén y del pesebre de
Jesucristo, para después gozar con merecidos
gustos la representación de su grandeza y gloria
en este espacioso templo y convento. Aconteció
(una víspera de San Pedro) que los frailes pusie-
ron una campanilla para llamarse y hacerse seña-
les al coro; la primera vez que la tañeron fué
para los maitines de esta fiesta, á prima noche,
oyóla el Rey, que aún se estaba aposentando en
aquellos pobres palacios del cura, y sentado en
aquella natural trípoda, mejor que la de Apolo,
para adivinar grandes cosas, preguntó á Miguel
de Antena, un hombre de placer que traia consi-
go, dónde era la campanilla que sonaba; respon-
dióle que en el convento tañian á maitines; sin
más aguardar se levantó y fué allá, siguiéndole
sólo este hombre; entró en la capilla, hizo ora-
ción, halló un labrador sentado en un banquillo,
y en la parte que de él sobraba se sentó el mo-
destísimo Príncipe; así estuvieron juntos un rato,
hasta que se juntaron los religiosos, y Miguel h i -
zo señal para que bajasen á abrirle; bajaron, y
subió á la tribunilla á oir maitines. Otra vez, es-
tando ya en el aposento que mandó labrar para
sí en esta casa, y viviendo juntos él y los religio-
sos en ella, supo que hablan traido un libro de
los de Canto llano para los oficios divinos; ha-
bíanle puesto en el facistol aquella noche; tuvo
tanta gana de verlo por ser el primero, que des-
pués de recogidos los religiosos, entró á gatas,
por una ventana que salia de su aposento, al co-
5^
ro, alumbrándole Santoyo con una candela. A n -
daba el Prior mirando, como es costumbre, si es-
taban los frailes recogidos, y como vió luz en el
coro, entró á ver quién era, y halló al Rey dentro,
y cogióle con el hurto, de que sin duda se puso
colorado, porque era fuerza entender que habia
entrado por la ventana; menudencia fué para tan
grande Príncipe, mas evidente señal de su codi-
cia, curiosidad y deseo santo y pió. Mostrólo
también en otras muchas ocasiones que se irán
tocando de camino, ni me extrañaré de referir
estas pequeneces; en Príncipes tan grandes son
de mucha consideración.
L a Orden iba enviando religiosos de los que
parecían más á propósito para el aumento de esta
fundación; estaba en el colegio de Salamanca
fray Juan del Espinar, con título de Rector p r o -
feso de Nuestra Señora de Guadalupe, natural
del Espinar, hombre que á juicio de todos tenia
habilidad é inteligencia en cosas de hacienda;
pareció era á propósito para esto, dieron parte
de ello al Rey, y vista la buena relación de su
persona, holgó que le trajesen para que adminis-
trase la hacienda: vino y entregóseletodo; comen-
zó á comunicar con el Rey, y cóbrele tanta afi-
ción, que no habia puerta cerrada para él, por-
que conoció una alma verdaderamente de fraile,
muy observante y religioso, en quien el favor n i
la privanza jamás hicieron levantar un punto el
pié, ni los pensamientos á más de lo que la mo-
destia religiosa le habia enseñado, y probóse esto
53
con un largo discurso de vida, buen ejemplo y
limpieza hasta la muerte, desengañándonos á to-
dos que sabía harto más de ser humilde, pobre y
buen fraile, que de no tratar hacienda y cosas
temporales. Vino luego, y junto con él, el padre
fray Francisco de Segovia, profeso de San J e r ó -
nimo de Granada, el primer predicador que aquí
envió la Orden, varón de mucho espíritu y que
con su doctrina y ejemplo hizo mucho fruto en
todos estos lugares comarcanos; porque aún vive,
no quiero decir más. Vinieron también otros re-
ligiosos de Zamora y otras casas, con que aún en
aquella pequeña casa, y de prestado, se iba fun-
dando, levantando, y en mucha religión y buen
ejemplo, el edificio espiritual, lo material de las
paredes y fábrica; se comenzó por la torre que
llaman del Prior, que es la esquina que mira en-
tre Levante y Mediodía, y porque algunos gusta-
rán de entender cómo fué esto procediendo, quie-
ro advertir que aunque los perfiles y la planta
general, en lo que toca al cuadro de toda la casa,
fué siempre el mismo, en lo demás ha habido
grande mudanza, y así será bien mostrar algo de
la diferencia en este principio. Pretendió el Rey
hacer una casa para cincuenta religiosos no m á S j
y junto con ella, otra casa para sí, donde se apo-
sentasen suficientemente no sólo él y la Reina y
otras personas Reales, sino sus caballeros y da-
mas; en medio de estas dos casas habia de po-
nerse un templo, donde concurriesen unos á ce-
lebrar el oficio divino y otros á oirlo: para esto
54
dividió el arquitecto Juan Bautista el cuadro 6
cuadrángulo en tres partes principales, la del
medio quedó para el templo y entrada general;
el lado que mira al Mediodía dividió en cinco
claustros, uno grande y cuatro pequeños, que
juntos fuesen tanto como el grande. L a otra
tercera parte dividió en dos principales, en la
una hizo el aposento para damas y caballeros, y
la otra quedó para que sirviese de oficinas á la
Real Casa y al convento., cocinas, caballerizas,
graneros, hornos y otros menesteres, y en la par-
te que mira al Oriente, sacó fuera de la línea y
fundamentos que vinieron corriendo de Norte á
Sur, la casa ó aposento Real, para que abrazase
por los lados la capilla mayor de la iglesia y pu-
diesen hacerse oratorios y ventanas que estuvie-
sen cerca del altar mayor. Ksta es así en común
la primera planta del edificio que trajo Juan Bau-
tista, que hace poca diferencia de la de ahora; la
montea se trocó mucho, porque los cuatro cua-
dros ó claustros pequeños no tenian m á s de un
suelo levantado y de un alto, y con solos dos ór-
denes de ventanas por fuera, y el claustro grande,
tenia tres órdenes, aunque las unas eran fingidas,
y en el remate del claustro grande, porque las
aguas de los tejados no eran iguales, hacía dos
torres, de suerte, que fuera de las cuatro torres
de las esquinas, que se ven ahora, tenia otras dos,
una en medio del lienzo del Mediodía, que divi-
día el claustro grande de los cuatro pequeños, y
otra en el lienzo del Norte, que dividía la casa de
55
los caballeros de las oficinas comunes; sin estas
tenia otras dos torres á la entrada principal de
toda la casa en el lienzo de Poniente, y otras dos
á los lados de la capilla mayor de la iglesia, que
caían sobre el aposento Real, donde se hablan de
poner las campanas, como se ve en la traza y
modelo de madera que hoy se guarda en este
convento; sin estas principales diferencias habia
otras más menudas en la forma de los claustros
y cimborrios: no hace mucho al caso la noticia de
ellas. Parecióle después al Rey que no iguala-
ba esta traza á sus deseos, que era cosa ordina-
ria un convento de San Jerónimo de cincuenta
religiosos, y que conforme sus intentos y la ma-
jestad del oficio divino que pretendía resplande-
ciese aquí, y para las memorias que se habían de
hacer por sus padres, era pequeño número, acor-
dó que fuesen los religiosos ciento, y el conven-
to fuese el más ilustre que hubiese en España,
no sólo de religiosos de San Jerónimo, sino de las
Órdenes Monacales; pidió parecer á algunos
maestros de arquitectura sobre cómo se podia
hacer esto; unos decian que se mudase la planta,
otros que se hiciesen nuevos claustros, y otros
daban otras trazas.
Fray Antonio de Villacastin, el obrero princi-
pal, dió en lo que ahora se ve, que sin mudar la
planta, el edificio se levantase en alto otro tanto
más, pues los cimientos que estaban sacados lo
sufrían, y doblando todo, habría para cien reli-
giQsos donde no cabían sino cincuenta, correría
56
la cornisa de toda la casa al rededor en un nivel,
vendrían todas las aguas de los tejados iguales,
las fachadas por fuera serian más hermosas, y
todo el edificio cobraría doblada majestad y gran-
deza. Satisfizo á todos su parecerj que sin duda
fué digno de la claridad y grandeza de su inge-
nio, y así se fué prosiguiendo, y por otros pare -
ceres semejantes, que hadado estesiervo de Dios,
se ve una de las más acabadas y bien acertadas
fábricas que se sabe haya habido en Europa. Es-
taba ya á este punto hecha la caja del refectorio,
y la cocina, y aunque toda la casa se mejoró con
este aumento, aquella pieza quedó pequeña
sin remedio; los primeros dos claustros que se
edificaron fueron el de la iglesia pequeña y el de
la enfermería; aquí se dispuso una forma de mo-
nasterio, con las celdas, partes y oficinas que
bastaban para un moderado convento, teniendo
intento S. M . que en acabándose esto se pasasen
los religiosos que vivian en el pueblo al nuevo
Monasterio: trazóse una iglesia pequeña, aunque
muy devota; levantaron el coro en una parte de
esta iglesia, conforme á nuestra manera de vida,
y debajo de él estaba el aposento del Rey, que era
una celda y un pequeño retrete, con una tribu-
nilla harto pequeña, de donde oia la misa mayor
y los divinos oficios. Entretanto que esto se iba
haciendo, vivian los religiosos donde hemos d i -
cho; compró luego las dos dehesas de que hice
arriba memoria, Fregeneda y Herrería, de que
trataremos en su discurso particular.
57
E l año de 1565, á 20 de Junio, murió el padre
fray Juan de Huete, primer Prelado de esta nue-
va fundación; era ya viejo, y, como dije, enfer-
mo, á quien hace mucho mal la mudanza de los
lugares y de los aires; fué siempre religioso de
gran ejemplo, y quien se conservaba el olor de
la mucha religión de aquello casa de Montamar-
ta, que ya estaba trasladada á Zamora; acabó
santamente el discurso de una vida, dando mucho
ejemplo de paciencia en medio de los continuos
dolores de sus ayes. F u é Prior dos años y tres
meses, y lo más del tiempo estuvo en la cama pa-
deciendo las penas de la gota; depositáronle en
aquella capilla que aún á esta sazón no estaba
bendita, para trasladarle á su tiempo arriba. Sa-
bido por el Rey su tránsito, escribió al General
de la Órden, dándole á entender era su gusto su-
cediese en el oficio de Prior el padre fray Juan de
Colmenar, Vicario del mismo convento, estando
satisfecho de su prudencia y de religión. Envió
luego el General la confirmación, y aunque el
electo se excusó porque era humilde, no le apro-
vechó nada, y fuéle forzado rendirse á la voluntad
y poder de dos tan fuertes brazos; confirmóle el
padre fray Pedro de Avila, confesor de la P r i n -
cesa Doña Juana, y profeso del Parral, á 30 del
mismo mes. , _
Vino luego por Vicario el padre fray Juan
de Badarán, profeso de Nuestra Señora de la
Estrella, varón religioso, venerable y de mucho
marco; habia sido Prior en su casa años, tuvo de
58
él S. M . mucha satisfacción, y si no hubiera
muerto tan presto, sin duda le hiciera Prior de
esta su casa; acabó santamente la vida del Mo-
nasterio de Fres de Val, habiendo ido por cier-
tos negocios, el año de 1568. Sucedió en el oficio
el padre fray Miguel de Santo Domingo, pro-
feso de la Victoria de Salamanca, y también ha-
bla sido Prior en San Miguel del Monte, religio-
so de mucha observancia. Vinieron también á
esta sazón otros religiosos de cuenta, que por ser
de los primeros fundadores no es razón pasarlos
en silencio.
De la Mejorada vino fray Alonso de Madrid,
hombre inteligente y para mucho, y en el siglo
habia sido criado de S. M . ; junto con él y pro-
feso de la misma casa, fray Andrés de León, el
primero que con gran ingenio y casi sin maes-
tro enseñó en España la perfecta pintura, que
llamamos iluminación, y de ordinario se hace en
membranas, de quien todos después acá han
aprendido: no sé si alguno le ha igualado; tuvo
por discípulo y le crió desde sus primeros años,
á fray Julián de Fuente el Saz, profeso de este
convento, que si con el primor de labrar y el co-
lorido igualara el dibujo, tuviéramos en España
tm nuevo Don Julio de Clovio. Tras estos llegó
luego el padre fray Juan de San Jerónimo, pro-
feso de la Victoria de Salamanca, y el primer
Prior que eligieron los hijos de aquella casa, co-
nocido en la Universidad por su pulpito y letras;
ejercitóse en predicar con mucha fuerza y espíri-
59
tu hasta la vejez, y también fué el primer hijo
profeso que tuvo esta casa por Prior. Súfraseme
escribir estas menudencias, por ser fundación de
piedras espirituales, que bien se hablan de callar
si escribiera otra historia.
DISCURSO V .

Anéjase la Abadía de Parraces y otros beneficios:


pide el Rey al CapiUdo general algunas cosas:
recítense las primeras reliquias: profesan
algunos religiosos de la Orden: bendícese
la capilla del Escorial, y otros sucesos.

Las fábricas grandes tienen partes y miembros


grandes, y no se pueden dejar en olvido sin ha-
cerles agravio. En esta hay mucho de esto, por-
que dejada su grandeza, es un agregado ó junta
de tantas cosas y una mezcla tan nueva, que no
hay ejemplo ninguno de los antiguos y modernos
con quien compararlo, ni donde tomar estilo; así
también voy procediendo de una manera desu-
sada, guardando, por una parte, las leyes de his-
toria que pide se cuenten las cosas como fueron
sucediendo; y por otra, tengo necesidad de ade-
lantarme y posponerme, y hacer del pintor y del
arquitecto, salir á cosas de Palacio y retirarme á
la iglesia, pasarme á las casas Reales y recoger-
me en el coro, tocar las cosas de las armas y
acudir luego á las letras, ¿Como saldré de tantos
laberintos? No sé; procuraré al ménos que no
quede cosa intrincada ni oscura, así para mis
6i
religiosos, á quien particularmente enderecé esta
historia desde sus principios, y por quien me der-
ribo á muchas menudencias, como para los de
fuera, que quisieren algún rato saber lo que fué
esto. Dije que desde sus principios tuvo intento
nuestro gran fundador que en esta su casa hu-
biese ejercicio de letras no sólo humanas y filosó-
ficas, sino también teológicas, así de las que se lla-
man de escuelas, como de las positivas y escritura
sacra. Parala ejecución de esto le deparó Dios una
singular comodidad; estaba en el obispado de Se-
govia, á cinco leguas de aquella ciudad, una Aba-
día antigua que llaman Nuestra Señora de Par-
races, donde el Abad y canónigos profesaban la
regla de San Agustín; los canónigos habian tra-
tado con el Rey que los pasase á la villa de Ma-
drid, y llegó esto tan adelante, que se trajo bula
, del Papa Pió I V para la ejecución; después, por
otras justas y nuevas razones, se mudó de pare-
cer: alcanzó S. M . otra bula del Papa P i ó V ,
por la cual anejó al Monasterio de San Lorenzo
esta Abadía; dicen fué mucha parte para esto el
doctor Velasco, que entonces, por ser hombre de
gran talento, doctor y experimentado, valia mu-
cho con el Rey, y así le debe esto el convento y
la Orden, y es razón se lo agradezcamos. Vino
cometida la anexión al Nuncio y al Obispo de
Cuenca; hechos los autos requisitos la concluye-
ron, y tomó la posesión, por este convento, el pa-
dre fray Juan del Espinar, el año 1567 á tantos
de Enero. E l Rey hizo recompensar á los c a ñ ó -
62
nigos y racioneros, á unos con pensiones, y á
otros con dignidades, aunque ya á este tiempo no
habia más de dos canónigos profesos; tan acabada
estaba esta casa de aquello que fué en sus prin-
cipios.
Celebróse este mismo año Capítulo general en
nuestra Órden; entre otras cosas que veremos
luego, pidió en él S. M . enviase allí veinticuatro
colegiales, doce para oír teologí a y otros tantos
para comenzar á oir el curso de artes. Tenia ya
proveídos tres catedráticos, dos para leer teolo-
gía, prima y vísperas, y otro para dar principio á
las artes; quiso que también hubiese un semina-
rio ó colegio de gramática, donde se practicase
lo que habia ordenado el santo Concilio de Tren-
te; aquí fueron otrOs veinticuatro muchachos de
doce años arriba; les dió dos maestros, uno que
llaman Preceptor y otro Repetidor para la gra-
mática y retórica, y para las buenas costumbres:
ordenó que los gobernase un religioso, cual el
Rector de este colegio quisiese, para que junta-
mente lo aprendiesen todo, letras, costumbres y
canto. E l primer Rector de este colegio fué el pa-
dre fray Francisco de la Serena, profeso de San-
ta Catalina de Talavera y á la sazón Prior de A l -
medilla. Comenzarónse á entablarlos estudios un
dia después de San Lucas, del mismo año de 67,
y se han proseguido hasta hoy con todo el c u i -
dado posible, porque es uso de esta religión ser
muy constante en las cosas que una vez abra-
za. Pidió, como dije, el Rey en el Capítulo ge-
63
neral, algunas cosas para su nuevo convento,
que iba creciendo con felicidad; envió con ellas
al doctor Velasco, del Consejo y Cámara de
S. M . Entró en el Capítulo estando toda la Or-
den junta, y presentó la carta de dotación del
convento hecha á la Orden, y en particular al
Prior y frailes de é l , para efecto que si leido á la
Orden le pareciese bien, la aceptasen é incorpo-
rasen en sí como una de las otras casas, y si no
respondiese lo que bien les estuviese; hecho esto,
se salió del Capítulo para que todos dijesen con
libertad su sentir. E l General y definidores hablan
ya muy en particular visto la carta, y por ser lar-
ga y no poderse leer mucho sin fatigarle á la Or-
den, hicieron una sumaria relación de los pun-
tos más principales: enterados en ellos, dieron su
consentimiento plenísimo, humillando sus cabe-
zas, alabando á Dios por ver un ánimo real tan
lleno de piedad y celo divino, y por la singular
devoción que á la Órden mostraba, significando
esto con el semblante todos, con las palabras a l -
gunos de aquellos más ancianos Priores. Los pri-
meros moradores, que por serlo es bien poner
aquí sus nombres, fué el primero fray Juan del
Espinar, profeso de Nuestra Señora de Guadalu-
pe, en nombre de Dios, porque se entre con buen
pié; el segundo fray Juan de San Jerónimo, pro-
feso de Nuestra Señora de la Victoria de Sala-
manca; el tercero fray Juan de San Jerónimo de
Guisando Arquero, y que tenia el libro de la ra-
zón, y á quien se le debe lo que aquí voy dando
64
de estos principios, por haber sido cuidadoso en
hacer memoria de todos estos particulares; el
cuarto fué fray Francisco de Cuellar, profeso de
Nuestra Señora del Armedilla, tenia cargo de las
canteras y de toda la piedra que se recibia, y el
quinto fray Antonio de Villacastin, profeso de
la Sisla de Toledo, obrero principal que ya á
este tiempo era conocido y estimado su talento
por el Rey, en lo que merecía, y admitido á muy
particular trato, cual se puede permitir ó imagi-
nar el de un religioso humilde con un tan severo
y grande Monarca; el sexto fué un hermano lego
que se llamaba fray Alonso del Escorial (que el
nombre le bastaba, aunque no era de éste), profe-
so de San Leonardo de Alba, y el sétimo, que
por estar ausente no pudo profesar este mismo
dia, fué fray Alonso de Madrid, sacerdote, hijo
de la Mejorada, hizo profesión á n del mes
de Enero del año siguiente; y así este convento
de San Lorenzo comenzó con siete hijos, los cin-
co sacerdotes, un corista y un hermano lego. No
pongo en este número á fray Lorenzo de Mon-
serrat, natural de Borgoña, que hizo profesión
mucho antes por el mes de Marzo del mismo año,
y aunque le recibió la mayor parte del convento,
el año de noviciado, que es tan importante para
esto, le pasó como él quiso, y aunque es verdad
que traia el hábito, me parece más su profesión
de donado que de fraile, y al fin no sé cómo se
fué, porque ni era corista, ni lego,fni nada. Mos-
tráronle el Rey y la Reina mucho amor; tenia
65
m i l habilidades en hacer perfumes, pastillas,
adobos de guantes, almohadillas de flores y co-
sas de esta suerte; tuvo el tiempo que vivió á su
cargo las cosas de la sacristía. E l año de 1568,
á 6 de Enero, bendijo el Obispo de Cuenca, Fre-
geneda, la capilla ó iglesia pequeña del Escorial
con la solemnidad acostumbrada; estaba presen-
te el Rey y los caballeros que venian con él: hizo
el mismo Obispo un sermón harto discreto sobre
la inmunidad de la Iglesia, encargándole la t u -
viese siempre mucho y la hiciese respetar en t o -
dos sus reinos.
Sea lo postrero de este discurso, el principio
que se dió á un divino y celestial tesoro, que en
este convento se encierra, reliquias de muchos
santos, en la mayor copia que se juntan, en co-
munidad de la Iglesia; dejo aparte las como na-
turales de Roma, de Zaragoza y de otras seme-
jantes á estas (si las hay), hablo de las traídas y
ajuntadas por celo santo, y por alguna fé y santa
codicia. Esta sin duda fué en el Rey Don Felipe
grande, de que haré adelante particular discurso,
si se puede cifrar en uno; aquí solo haré memo-
ria del primer recibo. Luego, como se puso aque-
lla iglesia de prestado en alguna forma y se ben-
dijo, envió para consuelo y alegría de los nuevos
hijos de San Lorenzo, el brazo de tan santo pa-
trón, porque, quien pensaba tirar tanteen su ser-
vicio la barra, necesidad tenia de tan fuerte bra-
zo: está guarnecido en un brazo de plata, labor
antigua, que sin otro testimonio arguye verdad y

5
66
probanza legítima. Andaba echando el pie Rey
sus redes para tan buena pesca; ofreciéronle de
la ciudad de Huesca buena parte de las reliquias
del padre y madre del mártir español, Florencio
y Pacencia, y de San Justo y Pastor, mártires de
Alcalá; para el efecto escribió á fray Juan Regla,
Prior de Santa Engracia en Zaragoza, cuyo tenor
de la carta porque haga más fé era éste:

«EL REY.

^ Devoto religioso y amado nuestro: Porque ha-


biéndose de traer acá, de la ciudad de Huesca,
ciertas reliquias de los santos Justo y Pastor y de
los padres de San Lorenzo, es nuestra voluntad
se haga con el menor ruido que fuera posible, y
para ello habernos ordenado que hasta esta ciu-
dad las traiga un canónigo de la Seo de aquella
ciudad, y otro de Montaragon, y que vos las en-
treguéis si ahí estuviéreis, y sino á vuestro Vica-
rio, advertimos de ello, para que como ahí llega-
ren los dichos canónigos, los recibáis juntamente
con los testimonios que de allá trujeren, y hagáis
de ello hacer acto; y sin abrir el cofrecillo de don-
de vinieren, sino cerradas y selladas como os las
dieren, de allí algunos dias nos las enviáis disi-
muladamente con un religioso de esa santa casa
que os pareciere, á quien también las entregareis
con acto, y él mismo nos traerá todos los instru-
mentos y testimonios que sobre ellos se habrán
hecho, y los dichos canónigos os habrán dado, en
67
lo cual os habréis con el cuidado y celo que ha-
béis siempre acostumbrado en las cosas de nues-
tro servicio, que en ello lo recibimos de vos muy
acepto. De Madrid á 8 de Octubre de 1568.»
Todo se hizo así porque en la instrucción iba
con hartos recatos y circunstancias. E l secreto
no fué posible guardarle como el Rey mandaba;
parecía que venia algún correo ó algún ángel de-
lante (caso milagroso), avisando del traslado del
tesoro por todos los pueblos, cosa que afligía
mucho al buen Prior, que deseaba cumplir á la
letra la instrucción del Rey. Afirmaba el siervo
de Dios (merece ser creído por su santidad, más
que m i l testigos, pues los santos cuando dan tes-
timonio, no están solos) que antes que llegase á
los pueblos, le estaban aguardando en los cami-
nos y en las puertas, y le rogaban les dejase ado-
rar la santa reliquia de San Justo y Pastor, que
bien sabían que las llevaban, cosa que ponía en
admiración al buen fraile, por haber tenido t a n -
to recato en todo lo que habia hecho. E n Daroca
le aconteció un caso milagroso: á las cuatro poco
más de la mañana, estando durmiendo, víó dos
mancebos vestidos como de sobrepellices, y her-
mosos á maravilla; llegaron á él y le despertaron
diciendo: «Levántate, digamos misa:» despertó
al punto, y respondió como sí no durmiera, d i -
gamos por cierto; levantóse y fué á la iglesia
lleno de un alboroto del cíelo, y dijo misa de los
Santos Mártires en el altar donde están los San-
tos Corporales, que con tal recuerdo y tales acó-
68
litos bien se puede creer sería el holocausto bien
ardiente. Desde aquel dia, hasta que llegó aquíy
jamas dejó de decir misa; tuvo siempre por cierta
el siervo de Dios que sus acólitos fueron allí, y
en toda la jornada, los dos santos mártires de A l -
calá. Venia el arca en un machuelo, y no sé
quien se le adiestraba, que sin gobernarle nadie^
siendo el tiempo muy lluvioso y de muchos ma-
los pasos, jamas tropezó en ninguno, y el Prior y
su compañero sí, m á s de dos veces, y tras esto
parece adivinaba, porque se iba derecho á las po-
sadas donde habia imágenes de San Justo y Pas-
tor. E n Alcalá de Henares se halló el Prior muy
apretado, porque le dieron mucha prisa en lle-
gando para que se detuviese allí y pudiesen hacer
algún servicio y adoración á sus divinos huéspe-
des y naturales: cumplió con ellos como pudo de
palabra, y medroso de no pasar de la órden que
se le habia dado, madrugó y se vino sin ser sen-
tido dejándolos á todos lastimados. Llegó al fin
á San Lorenzo, digo, á la Fregeneda; allí las en-
tregó haciendo sus autos al Prior, fray Juan del
Colmenar; desde allí las llevaron con grande re-
gocijo de todos estos pueblos comarcanos, que
acudieron con gran devoción, á la iglesia pequeña
del Monasterio. Tras ellas vinieron luego otras
muchas, extendiéndose por todo el mundo la de-
voción que el Rey pío tenia en ellas; y como edi-
ficaba un templo y casa tan suntuosa, por servir-
le en esto, unos y otros acudían de su voluntad.
Entre los primeros fué el Cardenal de Augusta
69
Otho Trunches, le hizo un presente de ellas y lo
envió con un padre de la Compañía; le fué muy
grato y le recibió con mucho amor y agrade-
cimiento; las envió con el mismo padre al Prior
de su convento, las pusieron en la misma iglesia
de la Fregeneda, en tanto que se aparejaba un
solemne recibimiento. Las reliquias eran t r e s c á -
nillas y huesos grandes de los tres apóstoles, San
Felipe, Santiago y San Bartolomé, precioso t e -
soro; una cabeza de Santa Undelina, mártir, r e i -
na de Sicilia; otra de las once m i l vírgenes; otro
de un mártir de la compañía de los Tebeos; otra
de una de los compañeros de San Gereon, con
un hueso de este mismo santo, y otro de los san-
tos Macabeos, todas con sus gravísimos testimo-
nios. Se les hizo un recibimiento solemnísimo á
28 de Mayo; acudieron todos los curas y clérigos
de los pueblos comarcanos, el Espinar, Robledo,
Valdemorillo, Galapagar y Guadarrama, todos
con sus danzas é invenciones, mostrando una
alegría y devoción extremada; la gente fué m u -
cha, y en todo se vió un espíritu del cielo que los
alentaba. Todo esto quisiera estorbar el enemigo
de la salud del hombre; hizo todo lo que pudo ó
lo que se le permitió; no se descuidó jamas de
mostrar la rabia, y contra este santo templo con-
cibió desde sus primeros principios, como ya en
ello lo advertí, y es bien se vaya siempre consi-
derando; despertó el punto que movieron las
santas prendas de la iglesia d é l a Fregeneda, con
la procesión por el Escorial, en medio del dia
7o
más sereno una tan repentina y furiosa tempes-
tad, que se oscureció el cielo, y el aire, descargan-
do de una nube negra aire y agua con tanto í m -
petu, por espacio de una hora, que le dieron de
licencia, que parecía quería anegarlo todo. Rom-
pió allí el coraje, se tornó á serenar el cielo, y
acabaron su procesión con extremada alegría.
Estas fueron las primeras reliquias y segundas
con que desde luego se fué enriqueciendo este
templo: no era razón pasar en silencio tan feliz
entrada sin darles la enhorabuena.
DISCURSO V I .

Renuncia el Priorato el padre fray Juan del


Colmenar: sucede el tercer Prior fray Her-
nando de Ciudad-Real: pásase á vivir al
propio convento de San Lorenzo: bendí-
cese la Iglesia de prestado, con otros
particulares de esta fundación.

Sentíase el siervo de Dios fray Juan del Col-


menar cansado, viejo y como humilde y santo;
medía sus pocas fuerzas con la grandeza de la
carga, tanteo que le aciertan hacer pocos viejos,
que no saben deshacerse de los oficios, no tienen
otra excusa sino que caducan; y aquí le nacian
(porque no podia cumplir con sus obligaciones)
mil escrúpulos; importunó al Rey muchas veces,
y por largo tiempo, que proveyese aquel oficio de
Prior á quien pudiese dar mejor cuenta. Esta
misma bondad, conocida del Rey, le hacía dete-
nerse más en concederle, pareciéndole que quien
con tan buen seso sentia la dificultad y con h u -
mildad quería salir de ella, por el mismo caso la
merecía y era digno: al fin venció con la impor-
tunación y con el ruego al Príncipe, Se echa lue-
go de ver cuando esto va de veras, y no se en v i -
72
dia, como dicen, de falsó. Concedió con la peti-
ción justa; mandó al General de la Orden le
admitiese la renunciación, y estaba el siervo de
Dios bien prevenido, porque la tenia dias há en
escrito en su poder, enviado del General, para
que al punto que S. M. diese el consentimiento,
él se diese por absuelto del oficio de Prior: lo fué
cinco años y medio, y en todos conforme á la edad
y á las fuerzas dió muy grande ejemplo; quiso
tornarse á Guisando, casa de su profesión, para
acabar en compañía de tantos varones santos,
como allí reposan, en Cristo; no lo consintió el
Rey: quiso que se quedase aquí, mandando que
todos le sirviesen y regalasen en su última vejez
y en sus enfermedades. F u é como dijimos el pri-
mer religioso señalado, y el primero que puso sus
piés en este sitio el año 1562, y esta renunciación
del Priorato se hizo el año de 70, el postrero de
Diciembre; profesaron en sus manos, sin los
siete que dijimos arriba, otros cuatro novicios,
que se criaron el año del noviciado en San Barto-
lomé de Lupiana.
Informóse el Rey de la persona que parecía en
la Orden á propósito para encargarle de este ofi-
cio, señalándole más en particular al padre fray
Hernando de Ciudad-Real, Prior á la sazón de
Nuestra Señora de Guadalupe, donde el General
le confirmó en Prior de esta casa de San Lorenzo
á 16 de Enero de 1571.
Aunque la fábrica no habia caminado con m u -
cha prisa, estaba ya levantado todo el lienzo que
73
mira al Mediodía, cubierto y puesto en perfección,
y los dos que miran á Oriente y al Poniente hecha
buena parte, de suerte que habia mucha casa y
aposento y las oficinas de mayor importancia, para
poder habitar no sólo en el convento, sino también
S. M . y caballeros de su estado, bien que mucho
de esto era prestado, y que se iban acomodando
las piezas; como iba el edificio creciendo, estaban
hechos dos claustros de los pequeños, y de otros
dos más que mediados, un lienzo del claustro
grande, y buena parte de otro. Aquí se formó
una iglesia pequeña con su coro y sacristía, en-
fermería, botica, refectorio, cocina y hospedería,
lo mismo que es ahora: S. M . tenia gran gana de
verse fuera de la aldea, digo de la villa, del Es-
corial, que ya se habia mejorado mucho, y entrar
en su nuevo Monasterio. Se determinó que en todo
caso, el dia de Corpus-Cristi se celebrase allá la
fiesta, y así se dieron prisa en todo; el dia de San
Bernabé, u de Junio de 1571, dijo la última misa
cantada el Prior fray Hernando de Ciudad-Real,
en la capilla del pueblo, asistiendo á ella S. M .
con muchos caballeros, y á la noche se subió á
dormir al aposentillo que se habia hecho debajo
del coro, para desde su ventana oir las misas y
oficio divino, aunque todo harto angosto y apre-
tado; tras él también subió el Prior con algunos
religiosos: el siguiente dia se consumió el Sacra-
mento de la capilla del pueblo, con la postrera
misa; se mandó una lámpara, subieron arriba to-
dos los religiosos que quedaron, y á 13 del mis-
74
mo mes Don fray Bernardo de Fregeneda ben-
dijo la iglesia y los claustros donde se hablan de
enterrar los religiosos del convento, consagró mu-
chas aras, predicó devotamente al propósito,
quedó cansado de tantos ejercicios, no se atrevió
á decir misa, y aunque era tarde, por ser víspera
de Corpus-Cristi, dijo fray Juan de Espinar la
primera misa rezada en el altar mayor de la
nueva iglesia, oyéndola el Eey y todos. Luego el
dia siguiente, dia del Santísimo Sacramento, dijo
el Prior la primera misa cantada en la iglesia;
acabada se hizo la procesión por el claustro, que
estaba bien aderezado; llevó S. M . una vara del
pálio del Sacramento, con los caballeros de su
cámara, el Prior de San Juan, Don Antonio de
Toledo, y otros. Mandó luego el Rey que viniesen
los novicios que en nombre de esta casa se cria-
ban en San Bartolomé, que eran ocho ó nueve; les
envió desde Madrid muías, porque la casa no las
tenia; vino con ellos su maestro y otros dos reli-
giosos, todos ellos eran doce, y mostraban bien
en la mortificación y compostura la buena doctri-
na que en tan religiosa casa hablan ¡aprendido:
llegaron aquí á 8 de Agosto del mismo año, y
luego á otro dia, á 9 llegaron una docena de re-
ligiosos de Guadalupe, que por consejo del pa-
dre fray Hernando de Ciudad-Real, Prior, vinie-
ron para acabar de poblar la casa y que hubiese
cumplido número de frailes para el oficio divino,
y otros ministerios necesarios. Se celebraron las
vísperas de San Lorenzo con gran solemnidad,
75
viniendo los seminaristas de Parraces, y repre-
sentaron el martirio de San Lorenzo en una tra-
gedia latina, y estuvieron todos muy regocijados,
y el Rey mostró gran contento, porque veiaya al-
guna buena parte de sus intentos ejecutada, y co-
bró aliento para lo demás. Este mismo año de 1571
quiso el cielo y el glorioso mártir Lorenzo engran-
decer, ó digámoslo así, gratificar á su devoto Feli-
pe lo que por él hacía en la tierra. Estando el
Rey en el coro oyendo las vísperas, le llegó la ale-
gre nueva de aquella famosa victoria de la bata-
lla naval, contra la armada del Turco, siendo Ge-
neral en ella Don Juan de Austria, su hermano,
hijo del gran Cárlos V, cosa muy sabida de todos,
en que no tengo que detenerme; solo diré lo que
otros no han escrito y es propio de este lugar.
Estando el Rey en el coro oyendo las vísperas,
entró Don Pedro Manuel, caballero de su cámara,
alborozado, en el semblante y meneo se le co-
noció luego que habia alguna cosa grande; dijo á
S. M . con voz alta: «Señor, aquí está el correo de
Don Juan de Austria, que trae la nueva de una
gran victoria;» no hizo el magnánimo Príncipe
mudanza ni sentimiento, gran privilegio de la
casa de Austria, entre otros, no perder por ningún
suceso la serenidad del rostro ni la gravedad del
imperio. Acabadas las vísperas llamó al Prior
fray Hernando, y mandó que dijesen Te Deum
laudamus, en hacimiento de gracias, con las ora-
ciones que la Iglesia tiene para esto; le fué á be-
sar la mano el Prior y darle la enhorabuena de
76
parte de todo el convento; la recibió con alegre
rostro y se fué á su aposento. A la mañana mandó
se hiciese procesión solemne, y salió á ella con
todos los caballeros; y á la tarde, una vigilia con
misa de Requien, el dia siguiente por los difuntos
en la batalla, que todo arguye ánimo no ménos
valeroso que pío, y que tenia conocido cuyo es el
poder y la virtud, y de qué mano venia la victo-
ria. Trajo el correo también, como por señas y
despojo de grande estima, el estandarte real del
Turco, tenido entre ellos en tanta reverencia,
como si fuera el Sacramento; dicen le habia man-
dado traer de la casa de Meca, para que en v i r -
tud de tan preciosa reliquia, fuese su armada
inexpugnable; se echó de ver su deidad en el su-
ceso; la materia es, como tejida de algodón y
lino, la forma ó figura como una sábana mediana,
el campo todo blanco, y escrito por una parte y
por otra, de letras arábigas, mayores y menores,
muchas de ellas doradas, lleno de círculos, cua-
drados y triángulos, que entre otros errores, de
aquella perniciosa y maldita secta que tanto ha
fatigado á la Iglesia, es que no admite figuras ni
imágenes vivas, y así usan de esta labor de círcu-
los, cuadros y lazos, y en las orlas y centros,
letras en que de ordinario, como se ve en este es-
tandarte, están muchas alabanzas de Dios, epí-
tetos y atributos, llamándole omnipotente, s á -
bio, misericordioso, alto, excelente, invencible y
otros muchos de esta suerte, con que los engañó
aquel astuto enemigo del nombre cristiano, per-
77
suadiéndoles que les habia dado grande y clara
noticia del verdadero Dios; no habiendo cosa
más lejos de este conocimiento que la ceguedad
suya, pudiera poner aquí la interpretación toda á
la larga, si fuera cosa de importancia, porque
guardamos aquí esta abominable joya, no para es-
timarla, sino para recuerdo de tan gran victoria,,
junto con los faroles ó fanales de la galera capi-
tana; así lo quiso nuestro fundador, para que se
entendiese que le cogió aquí la nueva de la v i c -
toria.
Tras esto, vino aún otro más alegre suceso
para el Rey y para todo el reino, que fué eí
nacimiento del Príncipe Don Fernando, á 8 de
Diciembre, dia de Santa Bárbara del mismo
año 1571, en el alcázar de Madrid, primogénito
de la Reina Doña Ana, cuarta mujer del Rey
nuestro fundador, hija del Emperador M a x i m i -
liano y de la Emperatriz Doña María, hermana
del mismo Rey. F u é grande el regocijo que hubo
en toda España, por ser cosa tan deseada como
necesaria para tantos reinos, aunque se aguó de
allí á pocos años este regocijo con su muerte,
propio parto de nuestros pecados; luego el año
de 73 mandó nuestro fundador que se comenza-
sen á trasladar los cuerpos Reales que estaban
depositados en diversas partes de estos reinos,
á este tan célebre mausoleo que les iba levan-
tando: viendo que el número de religiosos era ya
suficiente, para que todo estose hiciese con la
solemnidad decente, ordenó que los primeros
78
fuesen el cuerpo de la Reina Doña Isabel, su ter-
cera mujer, y del Príncipe Don Cárlos, su hijo;
para esto envió una carta al Prior y convento,
que porque nos dirá todo de una vez, la pongo
aquí á la letra.

«EL REY,

Venerables y devotos padres, Prior, frailes y


convento del Monasterio de San Lorenzo el Real:
Ya debéis saber que por nuestra orden y mandado,
estaban depositados los cuerpos de la Serenísima
Reina Doña Isabel, m i muy cara y amada mujer,
y del Serenísimo Príncipe Don Cárlos, m i hijo,
(que sea en gloria), en los monasterios de mon-
jas de la Madre de Dios de Consolación de las
Descalzas Reales y Santo Domingo el Real, extra-
muros de la villa de Madrid, por el tiempo que
fuese nuestra voluntad, hasta que otra cosa pro-
veyésemos, y porque ahora hemos ordenado que
los dichos cuerpos se entreguen, como se ha hecho,
á los reverendos en Cristo padres, Obispo de Sa-
lamanca y de Zamora, electo de Sigüenza, del
nuestro Consejo, y á los Duques de Arcos y Esca-
lona, para que se trasladen y lleven á este Mo-
nasterio, como lo hacen, y os los entreguen, os
encargamos y mandamos los recibáis luego en
vuestro poder y pongáis en la iglesia de prestado
de este Monasterio, en la bóveda que está debajo
del altar mayor de ella, para que estén allí en de-
pósito, y se haga escritura de ello en la forma que
79
convenga, hasta tanto que se hayan de enterrar y
poner en la iglesia principal de él, en la parte y
lugar que nos mandaremos señalar, que esta es
nuestra voluntad. Fecha en el Pardo á 6 de Ju-
nio de 1573.»
Todo se hizo así con mucho aplauso y majes-
tad; vinieron acompañando los cuerpos mucho
número de religiosos de todas las Órdenes que
habia en Madrid: vino también la capilla Real, y
el limosnero mayor Don Luis Manrique, y Don
Rodrigo Manuel, capitán de la guardia de á ca-
ballo, con su gente. En el atahud de la Reina se
puso una memoria que dice así: «En este atahud
está la Reina Doña Isabel, tercera mujer del Rey
Don Felipe, nuestro señor, segundo de este nom-
bre; fué hija de Enrique I I y de Doña Catalina de
Médicis, Reyes de Francia, la cual murió en la
villa de Madrid, en la casa Real á 3 de Octubre,
víspera del bienaventurado San Francisco, año
de 1568, fué depositado su cuerpo en el Monaste-
rio de las Descalzas, y de allí fué trasladado á este
Monasterio de San Lorenzo el Real, á 7 de Junio
de 1573.» En el del Príncipe otro de este tenor:
«En este atahud está el cuerpo del Serenísimo
Príncipe Don Cárlos, hijo primogénito del muy
católico Rey Don Felipe I I de este nombre, nues-
tro señor, fundador de este Monasterio de San L o -
renzo el Real, hijo de la Princesa Doña María, su
primera mujer, el cual murió en la villa de Madrid
en el palacio Real, vigilia del Apóstol Santiago,
á 24 dias del mes de Julio de 1578, á los 23 años
8o
de su edad, nació á 9 Julio de 1545 en la villa de
Valladolid; fué depositado su cuerpo en la dicha
villa de Madrid en el monasterio de monjas de San-
to Domingo Real, y de allí fué trasladado á este
Monasterio de San Lorenzo el Real, por manda-
do del mismo Rey, su padre, á 7 de Junio 1573;»
y porque se vaya mezclando muertes y nacimien-
tos, el mismo año, hallándose aquí nuestro funda-
dor con la Reina Doña Ana, su mujer, en la fiesta
de San Lorenzo á 10 de Agosto, le comenzaron á
tentar algtmos accidentes de parto; se partió para
Madrid, y llegando á Galapagar, á los 12 del mis-
mo mes, y á las doce de la noche, parió al Infante
Don Cárlos Lorenzo, que este sobrenombre se
le pegó de tan buen vecino, y luego, á 8 del mes
de Diciembre siguiente, se turbó toda esta ale-
gría con la muerte de la Princesa de Portugal D o -
ña Juana, digna hermana de Don Felipe I I , digní-
sima hija de Cárlos V , y de tanto valor en su ma-
nera como entrambos, que es cuanto puede care-
cerse; murió en el aposento Real de este Monas-
terio, nos cubrió á todos de tristeza, y más á su
hermano, porque la amaba tanto, que no llegó su
valor y entereza á poder disimular su sentimien-
to; no hizo menor efecto en la Reina, porque la
tenia como madre, y llegó á tanto que la causó
un accidente de calentura tan recio, que resultó
de él una cuartana. L a llevaron desde aquí con
solemnísimo acompañamiento, á su Monasterio
de Descalzas, fundación suya, tan ilustre que es
conocida y famosa en todo Europa: allí la enter-
raron con toda la majestad posible, aunque toda
menor de lo que fué su valor y mérito. También
quiso S. M . que se trasladase en aquel mismo
año, á 12 de Diciembre, los huesos de los religio-
sos que hablan muerto en el Monasterio del pue-
blo, pues estaban aún no más que depositados,
y allí no habia ya Sacramento; se hizo á nuestro
modo una solemne traslación, con las exequias
y sufragios debidos: tan atento estaba siempre
el Rey á todo lo que es piedad con vivos y con
muertos.
DISCURSO V I L

L a traslación que se hizo de los ctierpos del E m -


perador Carlos V y d é l a Emperatriz y Reina
Doña jfuana, y Princesa Doña María, y
de las Reinas de Francia y H u n g r í a
y otras personas Reales.

Siendo uno de los principales motivos y fines


de esta casa y fábrica, levantar sepulcros á tan
ilustrísimos héroes y Príncipes, sería defecto ó
descuido pasar por esto ligeramente; así dedicaré
este discurso á las traslaciones de los huesos y
cuerpos Imperiales y Reales, que mandó hacer el
pío fundador, descendiendo algunos particulares
de que voy acortando en otras partes; ahorraré
también aquí de decirlo con mis palabras, pues
tengo la forma misma del hecho dicho con las
de su autor. Sea lo primero esta casta carta, que
escribió al Vicario y convento, porque el Prior
estaba ausente.
«Devotos padres Vicario y Diputados del Mo-
nasterio de San Lorenzo el Real, que yo he fun-
dado y edificado: Ya tenéis entendido como á
principio del mes que viene, llegarán á esa casa
los cuerpos del Emperador y Emperatriz mis se-
§3
ñores (que sea en gloria,) y las demás personas
Reales que he mandado trasladar y depositar en
la iglesia de prestado de ella, conforme á lo que
en la escritura de fundación y dotación tenia or-
denado, y porque así en su recibimiento como
en los sufragios que por sus ánimas se han de
hacer, y en lo demás que ahí ocurra, haya la
buena orden y concierto que en semejantes actos
se requiere, he mandado ordenar el memorial é
instrucción que se os enviará con esta, señalado de
mano de Antonio de Gracian, mi secretario, y otro
papel aparte, del sitio y forma en que se han de
colocar los atahudes de los dichos cuerpos Reales
en los lugares que por él veréis; y así, os encargo
que vista y leida la dicha instrucción, hagáis que
en todo y por todo se guarde y cumpla, dando
asimismo parte de ello á las personas á quien
tocare, para que todos tengan entendido y sepan
lo que han de hacer, y procurareis haya en todo
la buena orden y recado que conviene, conforme
á lo que se ordena por la dicha instrucción, que
esta es nuestra voluntad. Del Pardo á 22 de Ene-
ro de 1574 años.—Yo el Rey.—Por mandado
de S. M . , Antonio Gracian.»
Se sigue luego esta instrucción. E l Obispo de
Jaén y Duque de Alcalá, que trajeron á su cargo
ios cuerpos del Emperador, Emperatriz y Prin-
cesa, Reina de Francia, é Infantes Don Fernan-
do y Doña Juana, entraron tres dias primero
que los que vinieron de Valladolid, como se dirá
adelante: vinieron con gran acompañamiento, así
84
de personas eclesiásticas y religiosos de diversas
Ordenes, como de seglares y gente noble, é h i -
cieron por el camino grandes gastos: no es de esta
historia descender á todos los singulares; sirva
como de episodio en esta tragedia de muertes tan
ilustres (si se sufren episodios en historia), un
dicho que á propósito de estos grandes gastos
dijo un cortesano al sobrino del Obispo de Jaén,
en quien (aunque no lo creo), decia quería fundar
un mayor rasgo por la fama de que tenia mucho
dinero: «paréceme que vuestro tio lleva unos
huesos que tendréis vos que roer toda la vida.»
E l Duque, pues, y el Obispo de Jaén (poniendo
en silencio lo demás de esta jornada, que fué lar-
ga), llegaron á Valdemorillo, dos leguas de San
Lorenzo, donde hicieron noche: desde allí avisa-
ron al Vicario del convento de su llegada para
que se apercibiese. Partieron otro dia después de
comer; en descubriéndoles desde el convento co-
menzaron á hacer la salva; con los clamores v i -
nieron por donde les guiaba Juan Bautista de
Cabrera, hasta la puerta de la casa; entonces era
la que ahora se llama de la cocina; á diez pasos
de ella estaba hecho un rico túmulo ó estrado
de 28 piés de mesa, cuadrado, con tres gradas en
contorno, por donde se subia; encima de esta co-
mo plaza, se levantaba otra mesa, donde se ha-
bían de asentar los atahudes, de cinco pies de
ancho y 19 de largo, cubierta de brocado, y todo
el resto de terciopelo negro; estaba en medio de
cuatro columnas altas con sus basas, y vestidas
85
también de brocado, con una cobertura ó cielo á
manera de pabellón, con sus goteras caídas y flo-
caduras, todo de brocado de mucho adorno y
vista. Llegados aquí, los salió á recibir el conven-
to en procesión, por dentro de un palenque, para
que la gente no apretase y dej ase en calle ancha
y estuviesen mirando por de fuera. Salió el Vica-
rio vestido con alba, estola y casulla, con Diáco-
no, Subdiácono y acólitos, delante la cruz, como
en las demás procesiones se acostumbra. E n tanto
que sacaron los cuerpos de las literas, cantaron
un responso solemne, en canto de órgano, pues-
tos en la mesa alta por su órden, los incensó el
Vicario y echó agua bendita, dijo cuatro ora-
ciones, para cada uno la suya; acabado, los to-
maron en hombros: iban delante los de los dos
Infantes, luego las dos Reinas Doña Leonor y
Doña María, á la postre Emperador y Empe-
ratriz; estaba Don Rodrigo Manuel con su guar-
dia á la puerta principal, para no dejar entrar
sino la gente contada, y fueron así caminando al
claustro de la iglesia, dando la vuelta por sus tres
paños, porque la gente no se apretase, cantando
siempre el coro de los religiosos el responso acos-
tumbrado en nuestros ofícios de difuntos. E n
cada uno de los lienzos del Mediodía de estos
dos claustros, habia otro estrado ó descanso, don-
de ponian los atahudes; por el mismo órden iban
caminando, y allí se decia la oración conveniente;
la iglesia también estaba cubierta de terciopelo
negro. Después de todos los responsos y oracio-
86
Bes, tomaron el atahud, y le llegaron á la puerta
de la bóveda, y antes de ponerle dentro se hizo el
auto de la entrega por Martin de Gaztelu, ante
el Alcaide Martin Velazquez, al Vicario y con-
vento del Monasterio de San Lorenzo el Real:
hecho, los monteros tomaron el atahud y le p u -
sieron dentro de la bóveda, quedándose los de-
mas cuerpos en el mismo sitio que estaban. Así
se acabó el oficio que tocaba á la traslación del
Emperador, y en estos dos dias tercero y cuarto
de Febrero; luego a l quinto, el Obispo de Segor-
be dijo la misa de Requien (para esto fué envia-
do de Madrid por la Emperatriz), y predicó el
padre fray Francisco de Segovia; por la tarde se
hizo el oficio del entierro y depósito, por la mis-
ma forma que al Emperador; á la mañana del
dia siguiente, que fué 6 de Febrero, se dijo una
misa de ángeles, memoria de los dos Infantes Don
Juan y Don Fernando, y luego allí se hizo la en-
trega: en esta ocasión fué tan fuerte el viento que
se levantó, que en el túmulo que estaba delante
de la puerta hizo tal riza en los brocados con que
estaba cubierto y aderezado, que aunque estaban
los guarda-joyas de S. M. presentes, y rodeados
de oficiales y peones y otra gente trabajadora que
se les prometían buenos premios si socorrían los
brocados, no hubo ninguno tan osado que qui-
siese poner su vida en tan manifiesto peligro; así
descargó allí todo el coraje, y azotándolos y ba-
tiéndolos con increíble fuerza, los molió é hizo
pedazos, y los llevó muy lejos por aquella dehesa
87
y campos, de suerte que apenas se pudo aprove-
char de ellos media vara junta; cosa de extraña
admiración, aunque para los que aquí vivían, que
estaban hechos á ver otros grandes aires; fué al fin
de suerte que llegando aquella tarde el Obispo
de Salamanca y el Marqués de Aguilar, desde
Guadarrama, hasta este túmulo ó estrado, con
los cuerpos de la Reina de Hungría y Reina D o -
ña Juana, madre del Emperador Cárlos V, le ha-
llaron sin adorno ni compostura, ya habia so-
segado el tiempo y pasado la furia; así los p u -
sieron en él, y el Vicario y convento los hi20
los mismos oficios que hemos dicho arriba, has-
ta llegar al estrado de la iglesia, donde se vie-
ron juntas en cuatro atahudes cuatro Reinas
grandísimas. ¡Gran triunfo de la muerte! E n cada
uno de los atahudes, por mandado del mismo
Rey, se puso un pergamino envuelto en un tafe-
tán doble, en que está escrito el nombre de la
persona Real cuyo es aquel cuerpo, con el d i a,
mes y año del nacimiento y de la muerte y de
este depósito ó traslación; y de fuera, sólo el
nombre de la persona Real. Este mismo año
de 1574, á 12 de Abril, se trajeron á este con-
vento gran cantidad de reliquias, enviadas por
Guzman de Silva, á quien el Rey habia enco-
mendado se las buscase, por ser mucha la can-
tidad y muchas de ellas piezas menudas; aunque
con muy bastantes testimonios, no hago memoria
de ellas; se entregaron junto con otras, que la
Princesa Doña María mandó que las pusiesen en
la iglesia donde estuviese enterrado su cuerpo; se
entregaron con ellas muchas joyas de plata para
el altar y sacristía, imágenes y pintura de nues-
tra devoción, con que iba hermoseando y ador-
nando su fábrica el magnánimo fundador.
DISCURSO V I H .

Renuncia y muerte del tercer Prior de San L o -


renzo y elección del cuarto. Se comienza á le-
vantar la 1glesia principal: la fiesta qiie hi-
cieron los estajeros y laborantes. Se pasa
el colegio de Parraces aquí, y el asiento
que allí quedó, y otras cosas.

L e apretaron al padre fray Hernando de Ciu-


dad-Real, tanto las enfermedades en este sitio, que
le fué forzado, pensando convalecer de ellas, irse
algún tiempo á su casa de Guadalupe, donde es-
tuvo en el tiempo que se hicieron estas traslacio-
nes de los cuerpos Reales: volvió con poca me-
joría; habia tenido todo el tiempo que fué reli-
gioso, poca cuenta con su salud, estudiando
mucho, quitándose el sueño y la comida; y esto,
aunque con el gusto de las letras y otros santos
ejercicios de oración y meditación, junto con el
peso de la vida ordinaria de esta religión, que es
grande, no se siente, va limando, de manera que
derriba y al fin agota las fuerzas y la vida á vuel-
tas. Se añadió á esto un continuo desabrimiento
que hubo con él en este convento; pretendió asen-
tar aquí las costumbres de su casa, cosa que l i e -
go
vaban mal los hijos de éste y los que se hallaban
de la Órden, porque aunque son tantas y buenas
y saben aquella primera mortificación de la Ó r -
den, son al fin singulares, y es menester criarse
con ellas: todas estas cosas le trajeron á tal es-
tado, que se determinó renunciar este Priorato;
así lo hizo en manos de los Visitadores generales
de la Órden, que llegaron aquí aquel año 1575
á 23 de Febrero, y junto con esto hizo voto, si
Nuestro Señor le daba salud, de no ser jamás
Prior aquí ni áun en su casa de Guadalupe.
Atento á sus indisposiciones y enfermedades, que
eran muchas, S. M . y el general de la Órden se
le admitieron, y por fin murió el 19 de Abril si-
guiente: fué hombre de claro ingenio, estudió por
sí la lengua griega, hizo una traducción de las
obras de Eutinio, comprendió á Aristóteles tam-
bién, como cualquiera de su tiempo se di vertió
en estudiar música y tecla, y áun poesía, 5^ tanto
en lo uno como en lo otro, compuso algunas co-
sas no malas; también estudió matemáticas, y
puso las partes de Santo Tomás de ¡Aquino en
una disposición de tablas harto ingeniosamente.
Se comenzaron á hacer en su tiempo las costum-
bres de este convento, porque como tiene tantas
partes y miembros, son menester para la unifor-
midad de buen concierto. Mandó S. M , venir
para este efecto religiosos graves de la Órden, y
aún no están acabadas, porque cada uno las
quiere hacer á su modo y gusto. También se reci-
bió el breviario reformado de San Pío "V, y con
9i
él se acabaron muchas diferencias que habia en-
tre los religiosos de Guadalupe y de la Órden,
porque unos y otros querían hacer en el altar y
en el coro lo que hablan aprendido en su con-
vento. Se informó luego el Rey de las personas
que habia en la Órden para escoger Prior, cual
convenia á un convento tan grande, y que cada
dia iba creciendo; nombraron algunos, y entre
ellos al padre fray Julián Tricio, Prior y profeso
de la Estrella; mandó al General le hiciese venir,
y renunciando aquel Priorato, se encargase de
éste. Así se hizo; llegó á esta casa á 20 de Mayo
del mismo año, y le confirmaron en presencia del
mismo Rey el padre Prior de Madrid y fray Eran-
cisco de Segovia.
E l principal cuidado que S. M . tenia en esta
fábrica, era la iglesia, por ser como el fin último,
y digámoslo así, el todo de lo que se pretendia.
L a primera y más grave dificultad fué convenir
en la traza; la que habia dado Juan Bautista de
Toledo no le contentaba mucho al Rey, le pare-
ció cosa común, dejado que no respondía bien
con su pensamiento; se trajeron muchas de dife-
rentes partes; la que desde luego le aplació fué
esta que ahora vemos ejecutada, harto felizmen-
te; la trajo un arquitecto italiano, llamado Pa-
chote, que á mi parecer hay poco que agrade-
cerle, porque no es más que la capilla y templo
del Vaticano cortada por el cuerpo de la iglesia,
y dejando frontispicios cuadrados lo que allá está
en medio círculo. En su lugar trataremos parti-
cularmente de toda esta fábrica; escogida la tra-
za se echaron fuertes y hondos cimientos de
mucha trabazón y encadenamiento, después de
haber estado abiertos algunos años, en que co-
braron mucha firmeza. Sedeterminó S. M . , visto
que estaban iguales con la tierra, que se eligiese
la planta y se comenzase la obra á toda furia,
cuándo se hablan de traer las primeras piedras,
dónde se habia de hacer la elección para las co-
lumnas, paredes y pilastras. Fray Antonio de
Villacastin, obrero principal, ordenó de secreto
una regocijada invención, aunque es hombre de
pocas burlas y fiestas; todos los extranjeros, maes-
tros, sobrestantes, peones y oficiales, se disfra-
zaron (serian poco ménos mil personas); hicieron
un hermoso alarde y zuiza; en la vanguardia ve-
nia el peonaje, y en vez de las picas y lanzas,
traian las herramientas de sus artes y oficios, p i -
cos, escodas, palas, azadas, batideras, azadones,
con extraños disfraces; en medio, y como el
cuerpo de batalla, un escuadrón de lucida infan-
tería, con picas, lanzas y arcabuces; en la reta-
guardia venian cuatro cuadrillas de bueyes de la
fábrica, cada mayoral con su cuadrilla; la p r i -
mera, en que venia la piedra principal, traía un
carro triunfal, bien aderezado de yedras y flores,
que en estos jardines, áun en medio del invierno,
nunca faltan. Venia en la delantera, y como á la
puerta, una figura de San Pedro, con una llave
en la mano, y en el segundo carro otra de San
Lorenzo, significando que con el favor del Papa,
93
y para ensalzamiento de la Iglesia, se habia de
levantar una gran fábrica al glorioso mártir San
Lorenzo; en el tercer carro, y con el mismo
adorno, venian las cuatro virtudes cardinales; en
el cuarto carro, venian tres mujeres, que eran las
tres Marías, que iban á buscar á Nuestro Señor
en el sepulcro; y preguntándole al maestro de la
obra y de la invención, qué querían representar
aquellas Marías, respondió: que eran figura de
los religiosos y de las almas pías y santas, que en
este templo hablan de buscar de noche y de dia
á Nuestro Señor. Después de descargadas las cua-
tro piedras en sus propios asientos, de donde
se hablan de comenzar á tirar las líneas y echar
los niveles de la elección, hicieron sus danzas,
después los alardes y paseos; á la postre trajeron
un novillo muy bravo, que trompicando unos, y
atropellando otros, sin hacer mal á ninguno, re-
mató la fiesta con mucho regocijo, dia de Santo
Tomás de Aquino el año 1575. Se estimó en mu-
cho la fiesta por ser muy alegre, y porque los
cogió á todos de repente, y más por ser inven-
ción de un religioso tan santo y tan enemigo de
invenciones. Luego de allí á ocho dias, ó poco
más, vino desde Madrid, por la posta, el señor
Don Juan de Austria á visitar esta casa y los re-
ligiosos que en ella conocía, desde que estuvieron
en el Escorial; visitó los dos Priores, al padre
fray Juan del Colmenar, que su vejez le tenia en
la cama, y al padre fray Hernando de Ciudad-
Real, que ya habia renunciado el Priorato y es-
94
taba aguardando á la muerte. También el dia
que llegó tan valeroso Príncipe, lo hizo sólo, sin
poderle seguir ninguno de sus criados, derribados
de la furia del aire, y por ser tan bueno su caba-
llo, él sólo pudo vencerlo, certificando, que en
tierra ni en mar habia visto n i pasado cosa se-
mejante; se despidió de todos el gallardo soldado
y capitán valeroso, y abrazó con mucha humani-
dad á muchos que conocía, y desde aquí partió
á Valladolid á visitar la mujer de Don Luis Qui-
jada, que le habia criado y le amaba como ma-
dre. Diré otro particular tras este (alguno se hol-
gará de saber estas menudencias): estando aquí el
Rey y la Reina Doña Ana con las señoras Infantas
Doña Isabel y Doña Catalina y los dos Príncipes
Alberto y Wenceslao, hermanos de la Reina,
este mismo año de 1575, trajeron las quijadas de
aquella descomunal bestia, que vino á morir á la
Albufera de Valencia, que llamó el vulgo pez
mular, siendo cosa tan distinta; porque no he
visto quien haya hecho memoria de esto, la daré
aquí brevemente, pues están presentes los fieles
testigos de este monstruo de la naturaleza, y no
nos espanten sus obras admirables cuando la re-
fieren autores graves, y en ellas alabemos al Cria-
dor. Dia de Corpus-Christi, el año antes, apareció
muerta en aquella playa esta disforme bestia; te-
nia ciento cincuenta palmos en largo, la corpu-
lencia, ó grosez, ó ancho por el medio, como una
torre que sería en contorno como unos cien pal-
mos, la cabeza tan grande que podían estar siete
95
hombres en el cóncavo de los sesos, por la boca
entraba un hombre sobre un caballo, las quijadas
que están aquí, á nuestros ojos, colgadas, cada
una tiene diez y seis piés de largo, á veinte dien-
tes por banda, algunos de á media vara, los más
menudos de á palmo, los ojos como dos rodelas,
y dos alas como de galera cada una, los miem-
bros de la generación (por lo que llamaron pez
mular), de desmesurada grandeza; dicen que más
allá del Estrecho de Gibraltar le tiraron desde
una nave con un cañón fuerte y le quebraron una
ala; herido, con la rabia y furor entró por la canal
del Estrecho, dando espantosos bramidos, y llegó
hasta esta playa, donde murió. F u é cierto que en
muchos dias no se tomó un pez en ella, porque
huyeron todos, bien fuese del miedo, bien del mal
olor que dejó de la corrupción en el agua. Algunos
curiosos dicen que este pez es de los que llaman
Lámias, por la grandezay por otras partes que se
semejan á las de éste; le llaman L á m i a por el
gran tragadero ó garganta, y también le llamaron
Carcario por la aspereza y agudeza de los dien-
tes; dicen que se ha visto de tanta grandeza que
no lo podian llevar dos carros, hechos pedazos, y
que se han hallado hombres enteros dentro, y
que creen sería de este género la bestia ó ballena
que trajo Dios para que se tragase á Jonás. E n
Esaías y Jeremías, donde se hace memoria de
Lámias, no se entienden de estos peces, sino de
otros monstruos diferentes, en lo que se llama
ballena entre nosotros; es un vocablo genérico,
96
que en hebreo se llama Leviatan, y en Jonás no
se dice en particular qué género de pez fuese,
sino en común, un pez grande; en los autores no
hallo hecha memoria del miembro v i r i l de esta
bestia, que por ser cosa tan notable, si fuera a l -
guno de ellos de este género y describiendo las
demás partes, pienso que no callarán ésta, espe-
cialmente los que tan despacio contaron los dien-
tes y pintaron sus diferencias; sólo hallo en Ge-
merio, que le envió un amigo suyo la descripción
de un Canis Carearía, hembra, que tenia sexo fe-
menino, y así imagino que este nuestro era el ma-
cho de aquella especie, porque también la hace
de mucha grandeza; todo cuanto refieren los au-
tores no tienen que ver ni igualan con la grande-
za de esta bestia, y pienso que en muchos siglos
no se ha visto cosa semejante; quede esto dicho
por si otro no lo dijere. E l ejercicio principal
de S. M . , estando aquí con la Reina, Infantas y
Príncipes, después de haber cumplido con su ofi-
cio, y despachado los negocios (se sabe de cierto
que se negociaba aquí más en un dia, que en
Madrid en cuatro, por el concierto de la vida), era
oir los divinos oficios, gustar de ver despacio ce-
remonias eclesiásticas, que si no es en estos luga-
res, jamas las ven, ni saben lo que son. Así quiso
que la Reina y sus hermanos viesen hacer órde-
nes sacras, que vino á hacerlas el Obispo de Se-
gorbe, Don Francisco de Soto; se juntaron cien
ordenantes religiosos; estaban el Rey y la Reina
en las ventanas de su oratorios, que gozaron y
97
vieron distintamente todo lo que se hacía; esto
estiman en poco, y áun se burlan de ello los hijos
de este siglo, pareciéndoles que no es de Reyes
ver esto, sino de sacristanes; y los Reyes, que
sean todo juntas, torneos, toros, cazas y otros
ejercicios; luego el dia de la Trinidad siguiente
confirmó el mismo Obispo á las dos señoras I n -
fantas Doña Isabel y Doña Catalina; un poco an-
tes de vísperas, y tras ellas, muchos otros niños
de los del Sitio y del pueblo, en presencia tam-
bién de los Reyes, sucedió que le dió á un niño
de aquellos, un bofetoncillo algo más recio para
la memoria; el chiquillo llorando tan presto como
le dió, le llamó hijo de p.... de que se rieron mu-
cho todos, y hablan de llorar, pues lo primero que
los niños aprenden son pecados y palabras feas;
tanto descuido hay en nuestras costumbres, que
primero los enseñan á pecar que á vivir. E l dia
de San Basilio, gran Doctor y columna de la
Iglesia, se comenzaron á poner las basas de las
cuatro columnas y pilastrones fuertes que sus-
tentan la fábrica de toda iglesia; advierto esto,
porque ninguna cosa de estas se hizo á propósito,
ni con advertimiento ó elección; la fábrica iba
corriendo, y los maestros y aparejadores repar-
tían sin pensar que era este dia ó aquel; la pri-
mera piedra de los cimientos se puso el dia de
San Bernardo; la primera donde se habia de se-
ñalar la planta, dia de Santo Tomás de Aquino;
la primera de las basas de las columnas, dia de
San Basilio; estaban ya acabados los cuatro

7
gS
claustros pequeños del convento, el de la iglesia
pequeña, enfermería, portería y procuración ú
hospedería; le pareció á S. M . que habia como-
didad para traer los colegiales que estaban en
Parraces, y los niños del seminario, y que se aco-
modasen en el claustro de la hospedería, entre
tanto que se hacía el colegio propio. Para esto el
año 1575 á 15 de Junio envió aquí á Don Anto-
nio de Padilla, Presidente del Consejo de Órde-
nes, para que, juntándose con el Prior fray Julián
de Tricio y fray Juan del Colmenar, y otros pa-
dres antiguos de la casa, diesen el asiento que
mejor les pareciesen á los del colegio. Este mis-
mo año se hizo la primera entrega de los libros
que iba juntando S. M . para que se comenzase á
levantar una librería célebre; se contaron cuatro
mil cuerpos, muchos de ellos originales de todas
lenguas, y otros vulgares de todas facultades;
quedaron en la casa de Parraces, por orden del
Rey, perpétuamente, nueve religiosos de San L o -
renzo y un Vicario, no habiendo más número que
los precisamente necesarios para cumplir las
obligaciones de aquella Abadía; murió también
este año el Infante Don Cárlos Lorenzo, el hijo
segundo que nuestro Rey tuvo en la Reina Doña
Ana, que dijimos nació en Galapagar; murió á
9 de Julio; trajo el cuerpo aquí el Obispo de
Sigüenza; se le hizo también un solemne entier-
ro; la entrega del cuerpecito Real la hizo el Se-
cretario Martin de Gartelu al Prior y convento;
le pusieron los Monteros de Espinosa con sus
99
abuelos, en n de Julio de 1575, y luego el día
•siguiente, 12 del mismo mes, nació el Infante
Don Diego, consuelo de la pérdida y tristeza que
tenian sus padres, pues era ya el tercer hijo de la
Reina Doña Ana. Tras esta alegría vino luego á
nuestro Rey otra gran tristeza ¡tan compañeras
andan en esta vida estas dos pasiones! y se sabía
aprovechar nuestro fundador bien de ella, porque
entendía cuán de la mano de Dios vienen estos
favores y reveses que llaman los que no saben lo
que dicen, fortuna.
Adoleció el Príncipe Don Fernando grave-
mente, y lastimaba esto el corazón Real imicho,
porque le amaba tiernamente; se hicieron en
este convento muy extraordinarias diligencias
con Nuestro Señor, suplicándole por la salud
de este Príncipe, y prorogó por algún plazo la
ejecución de esta sentencia la Majestad Divina,
dándole salud por entonces, hasta que llegó la
hora precisa que estaba determinada en el Con-
sejo Divino; entendiendo el Rey el gran cui-
dado en que el convento estaba puesto, hizo
que viniese con toda diligencia un mensajero á
dar la nueva de la salud; llegó aquí á las doce de
la noche, cuando el convento estaba en m a i t i -
nes; dió golpes á la puerta, entendiendo lo que
era, y recibida la alegre nueva, y en acabándo-
los, se hizo una procesión por el claustro, can-
tando un Te Deum que pusiera devoción y espí-
ritu en el más tibio; luego á la mañana se dijo
en la misa. Murió también en este año de 1575
I0O
á 5 de Octubre el santo varón fray Juan de Col-
menar, primer fundador y primer Vicario, y se-
gundo Prior de este convento, lleno de dias y de
buenas obras.
DISCURSO I X .

Se comienza la fábrica de la iglesia: se declara


el modo que se tuvo en edificarla, que fué
extraordinario, con otros varios sucesos
de este año.

Quería el Rey ver en sus dias acabado este


templo, lo deseaba grandemente; como la fábrica
era tan grande, se ponía delante una largueza
de tiempo que enfriaba el ánimo; se comenzó,
como ya dije arriba, á elegir la planta y á poner
el coco ó primera hilada de cuatro pilares, en que
estriba toda la máquina, con sus corresponden-
cias; se labraba de suerte que todo iba por cuen-
ta del Rey, digo que no la tenian á su cargo es-
tajeros ningunos, sino dos maestros ó aparejado-
res, que se llamaban Tolosa y Escalante; á estos
daba el Rey cierto salario, y ellos daban los mo-
delos para sacar la piedra, recibían los sacadores
de ella, y los que la labraban y asentaban: eran
el todo del negocio. Se probó esta manera de
proceder más de un año, y se vio cuán poco lucía
la obra; y sin duda sí de esta suerte se procediera,
no estuviera hoy hecho el medio del templo, por-
que llegando á apretar á los maestros que tanto po-
102
dian levantarse cada año, respondieron que sería,
harto echar cada año una hilada en contorno de
la iglesia; decian la verdad y áun prometían mu-
cho. Desmayaba esto grandemente al fundador,
porque vió un eterno gasto de tiempo y de d i -
nero sin fruto, y áun alguna vez desconfiaba de
ello. A l obrero fray Antonio de Villacastin tam-
bién le descontentaba .mucho este modo de pro-
ceder, y veia claramente que era cosa sin fin. L e
preguntó un dia el Rey, por medio del Conde de
Chinchón el viejo, su parecer, y que dijese qué
orden se tendría en edificar con brevedad aquel
templo. Le dió el siervo de Dios, con la gran cla-
ridad de su juicio, en el blanco y en el punto, y
respondió con dos solas y formales palabras d i -
ciendo: si S. M . quiere ver hecha presto esta igle-
sia, traiga muchos cabos; y no dijo más: le en-
tendió luego el Conde, porque era muy agudo,
le asió del brazo y le llevó así al Rey, y le dijo:
Señor, fray Antonio dice que acabará V . M . esta
obra presto, si trae muchos maestros y estajeros
que la tomen á su cargo. L e preguntó el Rey si
lo sentia así; respondió el siervo de Dios: sí, se-
ñor, porque cada uno hará presto la parte que
le cupiere, y tras esto, labrarán á porfía no sólo
en la presteza, sino en la bondad de la obra. E l
Rey le satisfizo, de suerte que cobró ánimo, y
entendió que aquel parecer y consejo era como
del cielo. Mandó que luego se ejecutase aquello.
Enviaron cédulas y mandatos por todo el reino
para que viniesen maestros á tomar los destajos.
103
de esta fábrica; se juntaron Juan de Herrera, que
era el trazador principal, que entró en lugar de
Juan Bautista de Toledo, hombre de gran inge-
nio, y que alcanzó mucho en matemáticas, y fray
Antonio el obrero, que habia dado en esta traza;
repartieron la iglesia toda, con sus torres, en diez
destajos, bien proporcionados, para que igual-
mente y sin confusión y sin agravio de más ó
ménos pérdida ó ganancia, se repartiesen entre
los maestros que viniesen. Estaban llamados que
se hallasen aquí para la Navidad de este año 1575;
vino el Rey aquí á tener esta Pascua y estuvo en
los maitines de aquella santa noche del naci-
miento, testigo soy de vista y muchos de los que
hoy aquí vivimos; le vino aquí la nueva que ha-
bían hecho Emperador á su sobrino Don Ro-
dolfo, primogénito del Emperador Maximiliano;
mandó que se hiciese una procesión muy solemne
el dia de San Juan Evangelista en hacimiento de
gracias; anduvo en ella con muchos caballeros
que trajo consigo, confesó y comulgó en la capi-
lla donde estaban entonces las reliquias, y le con-
fesaba en estos tiempos el padre fray Juan de
Baeza; el dia de la Epifanía hizo aquí aquella
solemne ofrenda de los tres cálices en la misa
mayor, representación harto al vivo, de la que
hicieron con los tres Magos de Oriente á nues-
tro Redentor. Llegaron á esta casa el dia de año
nuevo sesenta maestros de cantería, de las ciu-
dades y pueblos de estos reinos; informándose de
las partes de cada uno, se escogieron de ellos, y
104
de los que acá estaban, veinte para la fábrica de
la iglesia, los más prácticos y experimentados;
se repartieron los diez destajos, de dos en dos
con compañeros, para que si muriese, faltase el
un maestro, quedase otro. A los que no les cupo
parte en esta repartición, les mandó S. M . dar
dos ducados cada dia, desde el que salieron des-
de sus casas, hasta que volvieron á ellas, á razón
de ocho leguas de jornada. A los que quedaron
con la obra les obligaron á que por lo ménos tra-
jese por cada compañía cuarenta oficiales, y de
ahí arriba los que quisieren, dándoles en el mes
á cada partida, doscientos ducados para los cua-
renta, y en proporción á los que trajesen demás,
y después se habia de hacer tasación de la obra
por cierta congregación de personas, que habia
señalada para todo lo que en esta fábrica se ofre-
cia. Preguntó un dia el Rey á su arquitecto Juan
de Herrera (quiero decir este particular porque
se vea el gran juicio del obrero fray Antonio), qué
le parecía que costada esta fábrica. Y echando
así un juicio (como dicen) á montón, y por no
ser esto cosa propia de su arte, ni tener experien-
cia de las manos, respondió: que á su parecer
costana millón y medio, y entendiendo que áun
pensó decia poco. A l Rey le pareció mucho; le
envió á preguntar esto mismo á fray Antonio de
Villacastin, y mirando atentamente los diez esta-
jos y partidas, considerando la cantidad y las
piezas, por la experiencia grande que tenia de
atrás, y conocer la piedra y entender la labor.
I05
halló que no llegaba á seiscientos m i l ducados;
le pareció poca esta suma, imaginó que se enga-
ñaba en el tanteo, porque lo hacía sin pluma, con
solo el discurso de su cabeza; estando enfermo
en la cama, tornó poco á poco á dar la vuelta
por todo, y aunque le parecía que en algunos par-
ticulares se alargaba, no pudo pasarlo de seis-
cientos m i l ducados: quedó tan cierto de su reso-
lución y de su juicio, que no dudó de certificár-
selo al Rey, que le dió mucho contento, no por-
que en el ánimo Real habia alguna escaseza, ó
porque le espantase la costa, sino por la murmu-
ración de su reino, que tan indiscretamente ha-
blaba de esta fábrica: de lo uno y de lo otro, d i -
remos en otra parte más largo. L a ventaja que
en esto llevó fray Antonio á Juan de Herrera, le
llevó en lo que ahora dice Juan de Herrera á él.
Dió este arquitecto en una cosa muy ingenio-
sa, aguda y nueva, digo para estos siglos, por-
que según el Eclesiastes ó el sumador antiguo
Salomón, ninguna cosa hay debajo del sol, n i
cosa invente el ingenio humano, que ya otros no
hayan dado en ella y se haya visto en el mundo;
y aunque pienso, no con malas congeturas, que
lo que voy á decir de la manera de fabricar esta
iglesia y labor de ella imitó mucho á la del mis-
mo Salomón, la traza é ingenio fué, que la piedra
toda se labrase en las canteras, de suerte que, al
pié de la obra, ni en el templo, apenas se oyese
el golpe del pico ni martillo; y sin duda fué una
cosa acertadísima, y que se ahorró en ella, osaré
io6
decir, tres partes del tiempo, y por consiguiente
del dinero (áun con igual diligencia y gente): los
maestros y los estajeros tuvieron esto por inven-
ción, traza no usada, nueva, y así por sospecho-
sa, embarazosa, y áun de más costa; replicaron
sobre ello á la congregación, y áun al Rey, di-
ciendo que las piedras se hablan de labrar junto
á donde se hablan de asentar, y no en las cante-
ras, porque habla mucho peligro en desportillar-
se al cargarlas ó descargarlas en los carros; que
la gente laborante y los oficiales que las labraban
estañan muy desacomodados en el invierno por
el mucho frió y aires destemplados; en el verano,
gran calor: cuando quisieren beber agua, no te-
nían dónde; el adobo de las herramientas, picos
y escodas, y sus astiles, cinceles y macetas, que
se gastan á cada paso, no habla donde aderezar-
las; y al fin, estar los oficiales trabajando donde
sus amos no los viesen, y ser forzoso estar allá
con ellos y hacer falta acá, y otros muchos incon-
venientes que se le representaban. Era de este
parecer fray Antonio, por ser enemigo de trazas
nuevas, y como nunca habla visto usar esto, no
le asentaba, y podia mucho su autoridad con el
Rey por la experiencia de muchos otros consejos
y pareceres acertados. Juan de Herrera decia que
en los romanos, y más atrás los griegos, hablan
hecho sus fábricas, tan famosas y grandes, de
esta suerte, y que la grosería y poco primor de
España la habia olvidado, ó no la habla probado
jamás; y así era cosa nueva para nosotros, mas
107
en sí la mejor, más segura y más usada de los
antiguos; y entre otros primores que en ella ha-
bia, era uno que el asiento y junta de piedras, y
por consiguiente la firmeza de la obra, sería exce-
lentísima, especialmente no trayéndose las pie-
dras de todo punto labradas, sino con un grueso
de cordel ménos, que no estuviesen escodadas,
porque con esto no sería necesario poner entre
piedra y piedra rajas ni cuñas de madera ó de
piedra para hacer venir bien la faz de fuera de la
una con la otra; ni se perderla la labor de los cua-
tro lados ó superficies de una piedra cuadrada,
sino que con sola una lechada de cal y un simple
lecho de conjunción, se asentarían una piedra so-
bre otra macizamente, sin dejar huecos ni faltas
en el asiento; y sería esto causa que se viniese á
hacer la fábrica tan una y tan maciza, que pare-
ciese de una pieza, y las juntas de fuera muy i m -
perceptibles; y esta razón era la que ponderaba
Juan de Herrera, diciendo que consistía en ella
la perfección de la obra, y tenia razón, como se
ha visto. Hubo al fin sobre esto, muchas compe-
tencias, y tan fuertes estuvieron en sus opinio-
nes, que S. M . asistió y quiso ser el juez y sobres-
tante en el caso: vio muchas veces ejecutar esta
traza de Juan de Herrera; asentar las piedras en
la iglesia; el pescarlas la grúa de encima de la
carreta, sin descargarlas; el cargarlas en la can-
tera con un ingenio que llaman cabrilla, y consi-
derándolo bien todo, le pareció que se ahorraba
mucho y que se hacía con mayor perfección y
io8
presteza: sólo quedaba una dificultad, que era el
escodar la iglesia después de acabada, y pulirla
por la faz, quitándole aquel grueso de cordel en
los paramentos llanos, porque todo lo que era
cornisas ó molduras, se asentó labrado de todo
punto, y se veia por el efecto ser cosa fácil y de
ningún detenimiento. A l fin S. M . se- resolvió á
que las piedras viniesen medio labradas de la
cantera, y se siguiese la orden del arquitecto.
Se aprovecharon estas dos trazas, de suerte que
la fábrica, que por el camino ordinario que lleva-
ban los maestros aparejadores Tolosa y Escalan-
te durara más de veinte años, se acabó en ménos
de seis, con la perfección que ahora la vemos y
gozamos. Partió el Rey de aquí á 2 de Mayo, ha-
biendo hecho primero el aniversario de su madre
la Emperatriz; tornó luego por el mes de Junio
de este mismo año de 76, trayendo consigo á la
Reina Doña Ana y á su primogénito el Príncipe
Don Fernando, que fué la primera vez que les
sacó de Madrid y el primer vuelo que le enseñó
este águila á su hijo. Se sallan por aquellas de-
hesas de la Herrería y Fregeneda, que en verano
son unos hermosísimos jardines, parte d^ la mis-
ma naturaleza compuestos, parte con l a indus-
tria, llenos de flores y frutos, mucha caza, vena-
dos, jabalíes, conejos, liebres, diferencias de
aves y hasta acopio de pescado; de suerte que
dentro y fuera, era para las personas Reales, una
estancia llena de dulce entretenimiento. Llegó
aquí, á principios de Setiembre, el señor Don
Juan de Austria, llamado de Italia por su herma-
no, para enviarle de secreto á Flandes, porque se
hablan alterado de nuevo aquellos Estados y he-
chos nuevos rompimientos; partió el Rey de aquí,
y con él Don Juan, para Madrid, á 22 de Setiem-
bre, donde le despachó con sumo secreto, disi-
mulándose cuanto fué posible la partida y áun su
persona; los sucesos de esta jornada, ya los han
escrito otros. A los 24 de Setiembre partió la
Reina tras el Rey para Madrid, y luego el de
Diciembre siguiente tornó el fundador aquí. Des-
de aquí se partió á 11 de Diciembre á Nuestra
Señora de Guadalupe, para verse allí con el Rey
de Portugal: lo que se trató entre los dos, y las
razones de estas visitas, con lo que allí pasó,
otros lo han dicho ya; á mi parecer, no fué otra
cosa aquella junta, por lo qixe el efecto ha mos-
trado, sino un como decir que venia á entregar
aquel reino Don Sebastian en manos de Felipe.
Tuvieron allí las dos Pascuas de Navidad los do&
Reyes, tio y sobrino, haciendo el nuestro^ la costa
con la largueza que se puede pensar. Acabadas,
partieron. Don Felipe tuvo el dia de la Epifanía
en nuestra casa de Santa Catalina de Talavera,
donde hizo la ofrenda acostumbrada de los tres,
cálices; de allí se vino á Madrid.
DISCURSO X .

Crece la fábrica de San Lorenzo el Real: se amo-


tinan los oficiales, y lo que el Rey y Reina y
personas Reales hicieron aquí el año 1577^
con otros particulares.

F u é el consejo de fray Antonio tan acertado,


y la traza de Juan de Herrera tan buena, que
dentro de un año subió por igual la fábrica de la
iglesia en el contorno treinta piés en alto, que
es, al suelo del coro y claustro alto, segunda plan-
ta y elección de toda esta fábrica, con grande
admiración de todos y notable contento de S. M . ,
á quien el Duque de Alba dijo un dia, viendo tan
notable crecimiento: más tardarán, señor, de ha-
cerse los adornos de esta fábrica, que lo princi-
pal, y fué consideración de alto juicio, como lo
tenia este gran Príncipe, y así fué como lo dijo.
Ayudaban todos los ministros con mucha con-
formidad; el trazador, el aparejador, el obrero, los
estajeros y sobrestantes, estaban hermanados y
concordes, que parecía cosa de milagro, porque
no se oyó ni vió un encuentro, ni diferencia que
fuere de momento, y cuando sucedió alguno, la
prudencia grande y clara determinación de fray
III
Antonio lo allanaba todo, ayudándole mucho á
esto el veedor García de Brizuela, á quien tam-
bién se debe mucho en esto, por su habilidad
grande en el arte, prudencia y buen término de
proceder en tanta variedad de cosas. A i g de Fe-
brero de 1577 vino á visitarle al Rey y se mara-
villó de lo que habia crecido. E n este mismo dia
mandó proveer más de dos mil ducados de libros
para repartir por las celdas de los religiosos, y
poner una librería pequeña de prestado, enten-
tiendo cuán importantes son lección y libros, para
religiosos tan recogidos, y luego también mandó
que se comenzase la librería del coro, que es una
de las excelentes cosas que hay en este convento,
de que se hará memoria particular adelante; para
esto ordenó que viniesen buenos escribanos, de
letra grande, procediendo en todo con un acuerdo
y prudencia excelente. Hecha esta visita, se tor-
nó luego á Madrid; volvió para el domingo de
Ramos siguiente; anduvo en la procesión con los
caballeros; hizo el mandato de Jueves Santo;
en acabando la misa mayor, se hincó de rodillas
en los piés de aquellos trece viejos, que se esco-
gian para esto, lavándoselos, y se los besaba con
profunda humildad, ayudándole en esto, sus dos
sobrinos Príncipes de Bohemia, Alberto y Wen-
ceslao, dándole agua y toballas; les sirvió después
á la mesa una comida Real, de que los buenos
viejos comían poco, y lo más eran lágrimas que
se les iba por los rostros, considerando la per-
sona que les servia. Cantó misa el segundo dia
112
de Pascua un religioso; salió el Rey con los P r í n -
cipes y con sus caballeros á besar la mano al
nuevo sarcerdote, y hacerle sus ofrendas, y se
tornó luego á Madrid. Este año presente de 77^
en que andaba la fábrica y labor más viva y bu-
llía la cosa en su mayor diligencia, le acometió
por otros caminos extraños, que fué maravilla no
se rompiese el hilo, con cualquiera de ellos, por-
que amenazaban grandes cosas, si Dios no pu-
siera su mano en cortarlas á los principios. L a
primera fué, un motín de la mayor y mejor parte
de los oficiales de esta obra, que eran los cante-
ros. Sucedió que por cierto delito, no de mucha
monta, el Alcalde mayor de la villa del Escorial,
que le nombra el Prior del convento, prendió á
unos vizcaínos canteros; y según él dijo, no con
intento de afrentarlos, sino de atemorizarlos, hizo
buscar y traer unos asnos en que sacarlos á acos-
tar; se extendió entre ellos y corrió la voz de
unos á otros; como se precian tan de hidalgos,
ellos y los montañeses se amotinaron, de suerte
que estuvieron muchos toda la noche con sus
espadas haciendo vela y guardando la cárcel,
porque los prendieron de parte de tarde, preten-
diendo matar al Alcalde mayor y alguaciles si las
sacaban; á la mañana se habían ya conjurado
todos, y sin quedar ninguno en las canteras don-
de trabajaban, vinieron al sitio con un tambor
y una bandera, señalando su capitán, tocaron
muy reciamente la campanilla con que llamaban
á la obra, y en un punto cesó toda y cesaron de
113
trabajar, y se juntaron todos con las armas que
hallaron, y fueron en forma de escuadrón á matar
al Alcalde mayor, quebrantar la cárcel y sacar
los presos. Fray Antonio el obrero., viendo el al-
boroto, envió allá á los estajeros y maestros, para
que aquietasen á aquellos sus oficiales, y aunque
les perdieron el respeto y les decian palabras muy
descomedidas, sin querer desistir de su intento,
sirvió de detenerlos y embarazarlos con razones,
para que luego y con presteza no ejecutasen su
intento; entre tanto, el Alcalde mayor se puso en
cobm, y el Prior le escribió, le mandó que le die-
se los presos, y lo hizo así, viendo la determina-
ción de aquella gente colérica; mandó abrir la
cárcel y sacarlos presos como quisieron, hacien-
do sus protestos el Alcalde mayor de la fuerza
que le hacian. Con esto se les resfrió y mitigó la
cólera, y con la misma facilidad que se amotina-
ron, dejaron las armas muy contentos, diciendo
las palabras que suelen los que ellos llaman bor-
ricos. Cuando ya se les pasó el ímpetu, echaron
de ver el mal recado que hablan hecho; se ausen-
taron de miedo algunos de ellos que habían sido
como las cabezas del motin; fué esto en una co-
yuntura, que aunque parecía negocio de poca i m -
portancia, pudiera de un principio flaco, resultar
u n daño grande, como suele con una pequeña
centella abrasarse un monte. Estaban en este
reino los ánimos muy alterados, por la alcabala
de diez uno, que entonces se introducía, y consi-
deraban algunos que si esta gente acabara el he-
ii4
cho, y mataran la justicia de esta villa del Esco-
rial, y se fueran con su bandera y tambor, se les
juntara mucha gente popular de esta comarca,
y pudiera crecer súbitamente alguna furia, que
el menor daño que de ella resultara fuera la pér-
dida de esta fábrica, según estaba todo enco-
nado; otros se reían de esto, porque tienen más
firmes en este reino las raices de la lealtad á los
vasallos de sus Reyes, como lo vemos en tantas
experiencias. Vino de allí á pocos dias S. M . con
la Reina, Princesa é Infantas, á tener aquí el
verano; fray Antonio el obrero le pidió les per-
donase á aquella gente, que no habían pecado si-
no de hidalgos, de honrados y de necios; S. M .
se rió y le respondió con benignidad, mostrando
en esto su gran prudencia, entendiendo cuán ver-
dad era, lo que el fraile decía, y si se hubiera de
hacer caso de ello, se habían de poner muchos
en las galeras y áun en la horca, y así se aquietaron
los canteros, que como el desacato y el delito ha-
bía sido grande, estaban mal seguros hasta este
punto. Se entendió que al que alzó la bandera
y al que tañó la campaña y algún otro, los echa-
ron á galeras, castigo bien merecido. L a Pascua
del Espíritu Santo fué muy regocijada y alegre
por los actos que aquí se hicieron; el día prime-
ro recibió el capelo de Cardenal, el Príncipe A l -
berto, hijo del Emperador Maximiliano, se lo en-
vió el Papa Gregorio X I I I con el Conde Aníbal;
trajo un breve para Nicolás, Obispo Pataguino,
dijo misa de pontifical, y acabada esta, se leyó
"5
el breve en público. Porque fuese en este verano
entreverado el curso de este edificio, con favores
y con trabajos, gracias y desgracias, tornó el
enemigo, que tan de propósito se señaló contra
esta obra célebre y pía, á turbar el feliz suceso de
ella con aquel rayo, que con tan gran relámpago y
trueno se oyó en toda España. Una cosa diré dig-
na de consideracien; aquel año trajo aquí S. M .
alguna guardia de alabarderos, lo que jamás an-
tes ni después vimos; dió que pensar esto, no
solo á los religiosos, sino á otros; hacian su vela
concertada, y andaban rondando la casa por ho-
ras: preguntando la causa de esta novedad, res-
pondieron los que podian saber algo de ello, de-
clarando diversos motivos; en los que más con-
cordaban los que ménos sabian, era que á S. M ,
le hablan pronosticado que aquel año amenazaba
un fuego grande á una casa Real, la más insigne
de ellas, y que sin duda era esta; con esto anda-
ban todos escarapelados y cuidadosos, enten-
diendo habia alguna traición de secreto, ora
fuese de herejes, ora de otra gente amotinada,
y lo que ménos se sospechaba era del cielo, á
quien con evidentes señales y efectos se ha visto
ser gratísima esta obra. L o que fué ciertísimo,
en este caso, es que fué motivo del Duque de
Alba, mayordomo mayor del Rey: le habia dicho
otras veces este prudente capitán, que le parecía
descuido venirse S. M. aquí con todas las perso-
nas Reales, tan solo y sin guarda, estando tan de
asiento, en este desierto los veranos, y que sería
II6
bien, viniese la guardia de á pié, porque no es-
tuviese esto tan sin autoridad que lo que no acon-
tece en m i l años sucede en un dia: el Rey le dejó
ordenar esto como quiso, y condescendió con él;,
vengamos al caso y contemos cómo sucedió lo
del rayo, Domingo una noche, víspera de la
Magdalena, entre las once y las doce de la noche,
sobrevino una tempestad de aires, agua, truenos,,
relámpagos, con gran oscuridad de nubes tene-
brosas; soplaba un viento medio ábrego que lo
encaminaba de entre Mediodía á Poniente á en-
contrar con esta sierra; aquí se espesaron las
nubes unas con otras, y al pasar se desgarró una,,
y despidió con la fuerza de la exhalación, seca,
encendida dentro de aquel seno, un relámpago
rayo y trueno tan horrendo y furioso, que des-
pertó á los que dormían; y á los que estaban ve-
lando, que eran algunos colegiales, poco ménos
derribó en el suelo. Dió el rayo, con algunas de
sus centellas, en diversas partes de la casa, en
la sacristía desdoró los marcos de unos hermo-
sos lienzos de pintura, en un cajón abrasó el oro-
de la cenefa de una casulla, en otra pieza más
alta hizo otro agujero, todo cosa de poco m o -
mento; el golpe más principal hizo en la esquina
de la torre del Poniente, donde estaban las cam-
panas; derribó algunas piedras de la parte de
adentro, que cayeron encima de la celda del
fraile relojero; y al fin todo era poco, lo que de
suyo no era de importancia, hizo todo el daño,
y fué que otra pequeña brizona tocó en el capi-
117
tel de esta torre, en lo más alto, y muy cerca
de la bola, comenzó á encenderse, no con más
fuerza al principio que la lumbre de una vela;
estaba la madera seca, y con el tiempo caluroso
bien aparejada y como yesca; no fué posible su-
bir á echarle un jarro de agua, que bastaba; se
fué poco á poco apoderando el fuego en las ta-
blas y maderas, vino á crecer sin remedio, por-
que la materia de que se alimentaba era mucha,
ayudaba el plomo de que estaba guarnecida, y
enviaba aquellas pelotas derretidas y hechas fue-
go, con que se defendía para que no se le alle-
gase cerca; se apoderó al fin de tal suerte del ca-
pitel, que le abrasó todo, y la pieza inmediata
donde estaban las campanas, en unos telares ó
andamies de madera que sirvieron para que con
ellos se derritiesen once muy buenas, que no se
pudieron poner mejor para que con el aire y el
fuego hicieran de ellas rieles de bronce; se reme-
dió con suma diligencia que el fuego no descen-
diese á los suelos más bajos, ni pasase á otros
desvanes, y se contentase con solo el capitel y
campanas, dejando las paredes de la torre sanas:
este fué todo el daño. A l punto de este suceso,
queria S. M . desnudarse; entró uno de los de
guardia, dijo que habia caido un rayo; preguntó
lo primero con rostro sereno, si habia muerto a l -
gún religioso ú otro alguno; sabido que no, dió
gracias á Nuestro Señor; salió de su aposento
acompañado del Duque del Alba, Marqués de los
Velez y otros caballeros, subió al claustro alto de
II8
la enfermería, frontero del capitel, que ardía ya
más que medianamente: el Duque de Alba, perpé-
tuo fiel Ministro de la Majestad Real, aunque fa-
tigado de la gota, subió á lo más alto de la torre,
ordenó la multitud de la gente trabajadora, que
ya á este tiempo habia entrado en casa; hacía que
trajesen unos arena y otros agua, para echar en
los suelos donde caian los maderos encendidos,
para que no los abrasasen; mandaba traer man-
tas mojadas y poner en las ventanas y puertas,
por donde podría pasar el fuego á otras partes;
hizo una como soga ó cadena de hombres, que
sin mudarse de sus puestos desde la fuente, has-
ta lo alto de la torre y á donde era menester,
subiesen agua como si fuera de mano en mano,
pasando un perpétuo canal de agua, que fué de
importancia para atajar el daño; hubo diversos
pareceres si se cortarían algunas tijeras de los
tejados de una y otra parte de la torre; los más,
ó casi todos, eran de parecer que sí, porque
en cualquier lado que prendiera fuego, el daño
era irremediable, y con esto se aseguraba. Fray
Antonio de Villacastin, que tiene las principales
partes en todas las escenas de este poema, á ve-
ces trágico, á veces cómico, fué de contrario pa-
recer, afirmando que el fuego de ninguna manera
saldría de las paredes de la torre, porque eran
fuertes, y que la bola de bronce y la cruz que re-
mataba el capitel, eran de mucho peso, y caerían
á la parte del jardín, donde harían poco ó ningún
daño; pudo tanto su autoridad y sus razones con
m
el Rey, que lo dejaron así, y así sucedió todo,
como lo dijo; se señalaron entre todos los que
socorrieron este incendio dos soldados, hombres
de valor y esfuerzo; hablan llegado aquí á pedir
alguna merced á S. M . por lo que habían hecho
en su servicio; escaparon de Constantinopla, don-
de habían estado cautivos, y los trajo Dios á que
delante y á ojos de su Rey, peleasen con un ene-
migo tan implacable como el fuego: se pusieron
en dos ventanas de la torre misma, á la parte
que miraba el claustro diametral, ó como deci-
mos, esquina contraría donde el Rey estaba; des-
de allí arrebataban con las manos las vigas en-
cendidas que caían de lo alto y pudieran hacer
gran daño, y las lanzaban por las ventanas al
claustro, y algunas tan grandes, que parecían
mucho poderlas alzar del suelo, áun cuando es-
tuvieran frías, cuanto más hechas brasa.
Duraron en esta pelea más de lo que parecía
posible. S. M . les hizo la merced que le pedían
y algo más; unos hacían oraciones y otros daban
de beber y comerá los que peleaban con el fuego.
Pudieron librarse algunas de las campanas; mas
no quiso el Rey que se expusiese ninguno en pe-
ligro notable; y pues el rayo no había hecho mal
á nadie, no quería que por tan poco ínteres se
pusiese á riesgo ninguna vida, porque el plomo
que se venia regalando era peligroso aguardarle.
Duró el fuego desde las once, poco más, de la
noche, hasta las seis del día: todo este tiempo
estuvo allí sin mudarse el Rey, que no se puede
120
negar que, aunque tenia el rostro sereno y áun
alegre, para quitar á los demás tristezas y poner
ánimo, sin duda que lo sentia de veras. Quien
pienso peligró en este caso fué el relojero, fraile
mozo, de tres á cuatro años profeso: antes que
cayese el despertador que tienen para llamar con
tiempo, cayó, no sé cómo, un poco antes; estan-
do así pensando cómo habia sido, cayó el rayo, y
con el espanto, dió con el aturdido en el suelo;
vuelto en sí, dió voces y comenzó á decir: fuego,
fuego en la torre de las campanas; subió y co-
menzó á tañerlas con prisa; por entonces no sin-
tió nada; mas luego, poco á poco, le cargó una
fuerte melancolía, se le mudó el rostro extraña-
mente, y mudó el color de blanco en un pardo
triste; le salieron unos lunares negros; vivió otros
tres años, poco más ó ménos, y al fin murió, casi
sin que se echase de ver: se entendió le entró al-
gún humo en el cuerpo aquella noche, que le hizo
este efecto. Tal fué puntualmente todo el caso;
pasó el nublado adelante, llevado de un airecillo
que se levantó de la sierra, descargando tanta
piedra en Robledo y en San Martin de Valdeigle-
sias, que les quitó casi todo el vino de aquel año.
Diré por remate del discurso una cosa indigna de
que se hiciese memoria de ella entre los sucesos
de la fundación de esta casa; mas servirá de des-
engaño para otras cosas que siembra vanamente
el vulgo ignorante ó las gentes maliciosas. Desde
el mes de Mayo de este mismo año, y desde el
punto que llegó aquí el Rey con la Reina y otras
121
personas Reales, comenzaron á decir los peones
ó los muchachos (tan flaco es el principio) que
andaba de noche en esta fábrica un perro grande
y negro, con unas cadenas arrastrando, que de
cuando en cuando, daba unos aullidos temero-
sos; fué creciendo esta fama, y aunque la gente
de algún seso se reia de esta niñería, otros de
ménos caudal ó de más malicia la alentaban, fin-
giendo cuentos y vistas de tal suerte, que voló
por todo el reino, y apenas se hablaba de otra
cosa, sino del perro negro de San Lorenzo: de-
cían que le veian de noche andar alrededor de la
fábrica, con estas cadenas y aullidos, y áun no
faltaba quien decia y afirmaba que le veian sal-
tar por las grúas de la iglesia, y de un brinco pa-
saba del pescante de la una al de la otra, que no
podia ser sin alas. Algunos que tenian más den-
tro la malicia, hacian alegorías de esto: decian
que significaban los motines de secreto que se le-
vantaban en el reino, para desechar la imposición
de la alcabala de diez uno; que los aullidos eran
gemidos de los pobres, y las cadenas la opresión
de estas imposiciones; y otros cien disparates
como estos, si, como digo, no eran malicias. H a -
bla aquí algunos lebreles en poder de diversos
dueños, en el pueblo y aquí arriba en el Sitio, y
uno de los estajeros de la fábrica tenia un alano,
que le llevaban los peones consigo y le hacian
andar en la rueda de la grúa con ellos; estos
traían collares y cadenas, se soltaban de noche,
venían á buscarse unos á otros, como suelen; en
122
ladrando ó en sonando el collar ó la cadena, le-
vantaban cien quimeras. Acertó á quedarse aquí
perdido un sabueso, perro de casta y regaladoj
dicen era del marqués de las Navas: éste, bus-
cando á su dueño, dio algunas noches muchos
aullidos, que fué gran parte de confirmar la voz
de esta malicia. Aconteció una noche, como en-
tonces estaba todo abierto y la fábrica no podia
cerrarse, que se entró este perro hasta la pared
de las ventanas del coro y del aposento del Rey;
como era la hora de que los religiosos estaban en
maitines, el perro regalado sintió gente, y como
quien deseaba encontrarse con su amo, ó quien le
abriese ó recogiese, comenzó á dar tristísimos
aullidos, cuales los dan los perros perdidos: ape-
nas quedó religioso en el coro que no se le eri-
zase el pelo, creyendo muchos tenia más funda-
mento de lo que se pensaba, la fama que habia
llenado el mundo de esto: dió tres ó cuatro aulli-
dos temerosos; el silencio, la hora de la noche, la
bóveda de los nichos donde se habia metido, de
donde retumbaba el sonido, la fama esparcida,
el ser debajo de las ventanas del Rey, todo hacía
miedo, horror, espanto. Fray Antonio de V i l l a -
castin estaba en maitines; salió con otro fraile,
bajó á los nichos y á la bóveda donde el perro es-
taba, le asió del collar, con harto poco miedo, le
subió al claustro grande, y le colgó de un ante-
pecho, donde le vieron á la mañana cuantos en-
traban á oir misa; y una cosa tan esparcida y tan
pública, con la facilidad que se habia levantado,
123
cayó en un punto con la muerte de este inocente
perro.
E n el mes de Octubre de este mismo año reci-
bió aquí el hábito de San Juan el Príncipe Wen-
ceslao, Archiduque de Austria; el Rey, Reina,
Príncipes é Infantes se tornaron á Madrid á 4 de
Noviembre de este año, que cerró sus pronósticos
y males con la aparición de aquel cometa famoso
que se vió en 9 de Noviembre; dijeron luego to-
dos que amenazaba á Portugal y extendía su cola
ó sus cabellos por la parte de España; que desde
aquí miraba y caia al reino de Toledo y Valen-
cia. ¡Cuán verdadero fué el juicio! Hasta ahora
lo lloran los portugueses, y los castellanos no en-
jugarán tan presto las lágrimas.
DISCURSO X I .

Descripción del modo con que iba prosiguiendo la


fábrica de la iglesia y otras piezas y partes
de la casa, con las cosas que aquí sucedie-
ron al Rey en el año 1578.

No sé si era más admirable y de más nueva y


alegre vista la de esta casa cuando se iba edifi-
cando, que ahora cual la vemos perfecta y aca-
bada. Aquel bullicio y aquel ruido; aquella varie-
dad de gentes y voces tan varias; la diferencia de
artes, oficios y ejercicios, envueltos todos en una
prisa y diligencia extraña, y en aquella al pare-
cer confusa muchedumbre, aunque en la verdad
admirablemente avenida y concertada, causaba
como un pasmo y admiración á cuantos de nuevo
lo veian y áun á los que despacio lo estaban con-
siderando. Habia en sola la iglesia, veinte grúas
de á dos ruedas, unas altas, otras bajas, y otras
sobre éstas más altas, y sobre éstas tablados y
andamies que subian al cielo: estos daban voces
á aquellos, los de abajo llamaban á los altos, los
del medio á los unos y á los otros; de dia, de
noche, á la tarde, á la mañana, no se oia sino:
guinda, amaina, vuelve, revuelve, torna, estira,
pára, tente, menea; bullia todo y crecia con au-
125
mentó espantoso; parecía trabajaban no sólo pa-
ra ganar de comer, como en otras obras, sino
para dar remate y perfección á lo que tenían en-
tre manos, en una amigable contención y porfía,
pretendiendo cada uno ir el primero, y junto con
esto, ayudar al otro. Fuera de este número de
grúas que andaban en la iglesia y torres de ella,
había otras en diversas partidas; á todas se pro-
veía con abundancia y con puntualidad los ma-
teriales necesarios, peonaje, carretería, piedra,
cal, agua, madera. Quien viera la multitud de
aserradores y carpinteros de tantas suertes y d i -
ferencias de obras, unas gruesas, como anda-
mies, grúas, etc.; otros de puertas y ventanas,
y otros, más primos y delgadas manos, para ca-
jones, sillas y estantes, que cualquiera diría se
estaba haciendo una ciudad sólo de madera;
quien considerara las fraguas y el hierro que se
gastaba y labraba, pensara que era para algún
castillo ó alcázar de puro hierro, y lo mismo afir-
maran los que pesaran el plomo y otros metales,
como bronce, estaño y cobre; por otra parte, la
variedad y diferencia de los albañiles para lo que
se gastaba de cal, yeso, estuco, azulejos, ladri-
llos y cosas de este menester era tan grande, que
si se derramara, ocupara gran parte de esta cam-
piña; y sin duda que sí esto ó cualquiera cosa de
las que he dicho, la amontonaran por sí en el con-
torno de la casa, admirara la grandeza de cada
una, y se atreviera á afirmar ser bastante para
fundar una ciudad entera: entre estos maestros
126
públicos, que hacían tan acordado bullicio, habia
otros más secretos y retirados, como eran m u -
chos pintores, y de gran primor en el arte, que
llamaban ellos valientes; unos hacian dibujos y
cartones, y otros ejecutaban; unos labraban al
óleo tableros y lienzos; otros, al fresco, las pare-
des y techos; otros al temple; otros iluminaban,
otros estofaban y doraban, y otros muchos, por-
que los juntemos con estos, escribían libros de
todas suertes, grandes y pequeños, y otros los
encuadernaban.
De este género, y no de ménos primor, habia
gran copia de bordadores, que iban haciendo or-
namentos al culto divino, para altares y sacristía,
en telas de raso, marañas, terciopelo, brocados:
unos matizaban con extraño primor, otros bor-
daban, otros hacian franjas y cordones. Sin esto,
otra diferencia de maestros más extraños para los
metales: unos hacian órganos y otros campanas;
unos vaciaban grandes planchas de plomo, y
otros machacaban los unos con los otros para di-
versos ministerios é instrumentos: garruchas, po-
leas, troclas. E l esparto y el cáñamo para sogas,
serones, espuertas, guindaletas, cuerdas, maro-
mas, ondas, cables, que casi se labró aquí todo,
era otra parte de fábrica grande, que aunque aquí
era cosa sorda y de poca cuenta, en otra parte
hiciera harto ruido.
Estaba todo el contorno sembrado de talleres,
fraguas, tabernáculos, y áun tabernas, donde se
amparaban de las injurias del tiempo, del agua,
*7
del sol y de la nieve, donde cobraban fuerzas con
el vino; por otra parte, se veian ingeniosas rue-
das; traídas de agua con que se cortaban, aserra-
ban y pulían jaspes y mármoles durísimos, cenia
fuerza de los esmeriles y sierras artificiosas.
L a multitud de la carretería, carreteros y bue-
yes, era también de consideración, por la pun-
tualidad con que acudían á sus horas concerta-
das, proveyendo á las grúas de todo cuanto nece-
sitaban; se veian cada dia traer piezas grandes,
basas, cornisas, capiteles, pedestales, dinteles,
jambas y otras piezas de tan descomunal gran-
deza, que no las meneaban ménos que siete ó
nueve pares de bueyes, y algunas doce, muchas
veinte, y no pocas cuarenta; aquí era de ver m u -
cho una procesión, ó un rosario tan largo de es-
tos bueyes, ensartados tan iguales y tan parejos,
y tirar todos tan á punto de aquella pesada carga,
que parecía entenderse para arrancar con ella, y
cuando esto no era muy á una, acontecía arran-
car del casco los cuernos de los que quedaban
faltos ó postreros.
E n las canteras del jaspe, no lejos del Burgo
de Osma, y junto á nuestra casa de San Jeróni-
mo de Espejo, andaban sacando y labrando, es-
pañoles, italianos, lo que tocaba á jaspe de la fá-
brica, que como veremos es mucho; en Madrid
se hacía la obra de la Custodia y relicario, con
parte del retablo, donde se juntaban muchos
maestros y laborantes; allí, en Guadalajara y
Cuenca, 5^ otras partes que 5^0 no sé, se hacía gran
128
cantidad de rejas de hierro, sin lo que se labraba
aquí; en Zaragoza se fundian las principales de
bronce de la iglesia y los antepechos que corren
por lo alto de ella.
En las sierras de Filabres se sacaba mármol
blanco, y en estas de las Navas, riberas del Genil,
junto á Granada, y en las sierras de Aracena,
mármoles pardos, verdes, colorados, negros,, san-
guíneos y de cien hermosos colores y diferencias.
Los pinares de Cuenca, Balsain de Segovia,
Quejigal de Ávila y de las Navas, estaban siem-
pre sonando, con los golpes de las hachas con que
derribaban y labraban pinos altísimos, y con el
ruido de los serradores, que los hacían trozos,
tozas y tablas; en Florencia ó en Milán se fun-
dian grandes figuras de bronce, para el retablo
y entierros; en Toledo se hacían lámparas, can-
deleros, ciriales, cruces, incensarios y navetas de
plata; en Flandes otros candeleros de bronce,
grandes, medianos y menores y de extrañas he-
churas, de donde también se trajo gran cantidad
de lienzos de pintura al temple, para adornar las
celdas. De suerte que, por toda España, Italia y
Flandes, estaba esparcida no pequeña parte de
esta fábrica, y aunque se pudo contar la gente
que andaba en el templo de Salomón, la que an-
duvo en éste no se puede averiguar fácilmente,
por estar allende de la mucha que aquí se veia,
en infinitos lugares repartida, porque áun los
monasterios de monjas, estaban ocupados en las
cosas de esta fábrica, labrando gran número de
129
preciosos paños, de muchas diferencias y hermo-
sura, en lino, roanes, calicuz y holandas, y otras
diferencias de lienzos que no les sé yo los n o m -
bres. Se obraba al fin y crecían en competencia
tantas cosas juntas, que me confieso vencido para
hacer memoria de ellas, sin tratar ahora de lo
que se hacía en la dehesa del Quejigar, y en la
de la Fregeneda, de lo que se plantaba, edificaba,
componía estanques, jardines, fuentes, viñas, oli-
vares, bodegas y lagares,
A los 14 de Marzo de este año 1578, que tam-
bién tuvo altos y bajos, sucesos prósperos y ad-
versos, vinieron aquí los Reyes, los Príncipes de
Alemania é Infantas, á tener la Semana Santa,
ejercitándose en oración, y en oir los divinos ofi-
cios, el Jueves Santo, según la costumbre de otros
años; celebró el Rey el mandato, haciendo lo
mismo la Reina, á pesar que estaba muy preñada
del Infante Don Felipe I I I , que ahora en feliz
suerte es el Rey Nuestro Señor. Pasada la Pas-
cua, se volvieron á Madrid, y luego en 13 de
Abril, dia felicísimo del glorioso Príncipe here-
dero de España, San Hermenegildo, mártir, y do-
mingo á las once de la noche, la Reina Doña
Ana parió al Infante Don Felipe, que ahora es
el Rey Nuestro Señor, en la villa de Madrid en
su palacio Real; volvieron aquí el 15 de Mayo
para gozar del verano, en esta su casa, donde se
les hizo el recibimiento acostumbrado, y en 21
del mismo mes cumplió nuestro fundador cin-
cuenta y un años; tuvo siempre por costumbre,

9
130
donde se hallaba el dia en que cumplía años, en
la misa que oia, salir á ofrecer tantas coronas
como era el número de los años, y tina más, como
quien daba señal de reconocimiento y vasallaje
al Rey de la vida y de quien todos la recibimos
y participamos. L e vino estando aquí aquella
triste nueva de la muerte de su sobrino Don Se-
bastian, Rey de Portugal, con la gran pérdida de
gente y nobleza de aquel reino y de éste; no pudo
disimular la tristeza y el sentimiento grave, aun-
que estaba prevenido para este golpe, entendien-
do que una jornada tan inconsiderada no podia
tener buen fin. Se retiró luego á su oratorio, en-
vió á mandar al Prior que velasen seis religiosos
delante del Santo Sacramento el dia qüe se sacó,
y que hiciesen algunas disciplinas y oraciones
extraordinarias á su petición. Partió luego á otro
dia á Madrid, saliendo por una puerta falsa de
los jardines, casi solo, que todo argüia en él
mucha tristeza, y sin duda fué uno de los recios
encuentros, y áun de los mayores daños, que él
y áun toda España han recibido, y donde resul-
taron tantos daños que jamás podrán restaurarse,
pues desde aquel dia hasta hoy, no se ha visto
sino una lista de miserables tragedias, que se al-
canzan unas á otras.
Murió también este mismo año de 78 á 23 de
Setiembre, en el alcázar de Madrid, el Prín-
cipe Wenceslao, Prior de San Juan, que dejó
el Priorato, mancebo de diez y siete años; man-
dó el Rey á Don Rodrigo de Castro, Obispo de
i3i
Cuenca, y á Don Juan de Ayala, ayo del mismo
Príncipe, le trajesen á enterrar á este su M o -
nasterio de San Lorenzo el Real. No pararon
aquí las desgracias de este año: se juntó á estas
la del serenísimo Don Juan de Austria, hijo
del gran Emperador Cárlos V , hermano de
nuestro fundador Felipe I I ; murió en Flandes,
cerca de la villa de Anamur, en medio de sus sol-
dados y ejército, en una barraca en el campo,
como cristiano y valeroso capitán. E l confesor
de este Príncipe, era un padre de la Orden de San
Francisco; el Rey quiso que trajesen el cuerpo
de Don Juan de Austria, á este convento y casa
Real, para que estuviese junto con el del Empe-
rador su padre, dándole instrucción que hasta
llegar al Monasterio y Vicaría de Parraces, v i -
niese en secreto y sin pompa. Llegado allí, estaba
prevenido el Obispo de Avila, Busto de Villegas,
para que junto con el maestro de campo Don
Gabriel, le trajesen aquí con aparato Real; lle-
garon el 24 de Mayo de 1579, con harto acompa-
ñamiento, haciéndose su entierro y entrega con
la misma solemnidad que con las otras personas
Reales. Acabó este año echando el sello á sus
desgracias, con la muerte de nuestro Príncipe
Don Fernando, hijo de nuestro fundador, que
murió dia de San Lucas, á 18 de Octubre de este
año 78, en el Monasterio de San Jerónimo de
Madrid; mandó el Rey al Obispo de Zamora
Simancas, y Almirante de Castilla, al Conde de
Fuensalida, su mayordomo, y á Don Luis Man-
132
rique, su limosnero, que le trajesen a q u í , en
compañía de tantos cuerpos Reales; llegaron el 20
del mismo mes, haciéndole el recibimiento de-
bido.
DISCURSO X I I .

Se prosigue la fundación y fábrica de esta casa


hasta el remate de la iglesia: la elección y ve-
nida del quinto Prior, y lo que las personas
Reales hicieron en este convento.

E l año de 1575, dia de Santo Tomás de Aquino,


se pusieron las primeras piedras de las basas de
los cuatro principales pilares de la iglesia, y no
se comenzó, como vimos, á toda furia la fábrica
hasta el año siguiente, que se dieron los estajos;
y desde aquel, que fué el de 76, hasta el de 79,
creció tanto, que levantado ya el pié derecho de
todas las paredes y pilares, puestas las impostas
y echada la cornisa principal por todo el contor-
no de la iglesia, á la parte de dentro se comenza-
ron á poner cimbras y cerrar arcos: la primera
cimbra que se puso fué el dia del bienaventurado
San Gregorio, Papa, llamado el Grande; y el dia
de San Isidro también, gran doctor de la Iglesia
y de España, se cerró sobre ella el primer arco.
Este mismo año, por Diciembre, se pusieron y
levantaron las jambas y el dintel de la puerta
principal de toda esta fábrica; se cortaron trece
ó catorce piezas muy grandes de una peña b l a n -
134
ca y de lindo grano, de que se sacaron estas jam-
bas, que las traían treinta pares de bueyes en un
carro fuerte, piezas las más de ellas de veinte y
cuatro y áun veinte y cinco piés de largo; y aun-
que tiene esta puerta de claro veinte y cuatro
piés en alto y doce de ancho, con todo esto parece
pequeña por ser tan valiente la fachada de esta
frontera y pórtico, que ya á esta sazón se iba le-
vantando á toda furia. Mandaba S. M . que le
avisasen de todo lo que se iba haciendo, y áun
cuando se ofrecía cosa de poca importancia, le
enviaban las trazas, los diseños y áun los mode-
los; así fué necesario, cuando se hubieron de ha-
cer las sillas del coro, que le enviasen á la ciudad
de Badajoz dos de la misma forma y grandeza,
que habían de ser para que escogiese ó mudase
lo que le pareciese en algunos particulares, en
adornos de ellas, como lo hizo, llevándoselas
allá. Esto de los modelos es tan importante en
las fábricas, que oso afirmar debérseles en esto el
todo de salir tan acertada, sin remiendos ni ta-
chas; y sí algunas tiene, nacieron de haberse mu-
dado los modelos y las trazas, ó no haberse he-
cho. Juan Bautista de Toledo, como hombre de
alto juicio en la arquitectura, hizo modelo gene-
ral de madera, aunque en forma harto pequeña,
para toda la planta y montea; alteró aquello en
muchas partes, como vimos en otro discurso, su
discípulo ¡Juan de Herrera, aunque sin daño, y
áun, al parecer de muchos, con perfección de la
fábrica. A l tiempo de ejecutar la traza de la igle-
135
sia, que trajo Pachote, también se alteraron al-
gunas cosas, y se hizo un modelo de madera en
mucho mayor tamaño, como se vé ahora en estos
desvanes guardado, y para otras cien cosas se
han hecho otros muchos. L a iglesia habia cre-
cido tanto, y en el año siguiente de 81, que ya
estaban cerrando la cúpula del cimborrio, y por
dentro tan llenado madera, de andamies, grúas,
cimbras, tablados y vigas tan gruesas y tan espe-
sas, que ponia admiración, y era de ver la traba-
zón y la fuerza de tanto maderamiento; todo era
menester para la seguridad de tan grande máqui-
na y peso, y con tanta prisa ejecutada. En 23 de
Junio del año 82 se remató todo el cuerpo de la
fábrica de la iglesia, y se puso la cruz en la agu-
ja del cimborrio: víspera de San Juan Bautista,
á las seis de la tarde, se hizo una procesión muy
solemne, cantando el Te-Deum en hacimiento de
gracias. Se hallaron en ella todos los criados del
Rey que estaban aquí y los oficiales de la fábrica,
regocijándola con danzas y otras fiestas llenas de
devoción y piedad. L a cruz (por si alguno tuvie-
ra gana de saber cuál es) tiene 73 arrobas de
hierro, de largo 31 piés; los 15 entran de espiga
en la aguja de piedra con que se remata la fábri-
ca; los brazos tienen 8 piés, y el arpón con la
vela en que están las parrillas del glorioso mártir,
tienen 10 piés; la bola sobre que se levanta es de
metal campanil; tiene de diámetro 6 piés, un
poco prolongada, porque hace mejor vista, y así
en lo largo tiene 7 piés y más; pesa 136 arrobas;
136
de suerte que, se levantó toda la fábrica de la
iglesia, en lo principal de su cuerpo y forma
(dejo aparte los ornatos de dentro), en seis años
y medio cabales, desde el principio de 1576 has-
ta la mitad del de 1582, que fué extremada d i l i -
gencia. A l principio hizo la fábrica algún senti-
miento en algunas partes, áun antes que se
echase la cornisa del derredor en la parte de den-
tro: pensaron que fuera mayor el daño; y como
no nacia de los fundamentos, ni de la trabazón y ,
unidad del cuerpo, ni áun de la prisa que corría
el edificio, sino del descuido de algunos maestros
estajeros, que no miraban la igualdad del grano
de la piedra, y ablandaba la que no era tan fina,
ó cargaba de más cal en lo de dentro, ó asentaba
sobre falso, arrojaba la carga en las piedras de
fuera, y no pudiendo sufrirla, se quebrantaban y
partian. Se entendió luego de dónde nacia la falta,
y se remedió, y así quedó cual se vé: después
mostraremos más despacio su mucha entereza.
Este mismo año de 1582 se celebró Capítulo ge-
neral en esta religión, y porque no nos olvidemos
de ella, diré brevemente el suceso de los Genera-
les hasta aquí. Muerto el primer año de su trie-
nio el buen fray Hernando de Toledo, profeso
del Parral de Segovia, y, como dije arriba, ele-
gido fray Miguel de Soto, de San Jerónimo de
Madrid, en el Capítulo general de 1579 eligieron
al padre fray Cristóbal de Alcalá, profeso de San
Lorenzo de Alba, hombre prudente y de condi-
ción suave; fué electo por segunda vez el padre
137
fray Juan de Yuste, profeso, como dije, de San
Bartolomé de Lupiana; en este mismo Capítulo
general, vacó el padre fray Julián de Tricio, Prior
de este convento, haciéndole merced S. M. por lo
bien que le habia servido, y se tornó á su casa de
la Estrella. Pidió el Rey el parecer del General
para señalar otro Prior, y después de bien mira-
das las personas de la Orden, se resolvió en el
padre fray Miguel de Alaejos, Prior ya la segun-
da vez y profeso del convento de San Jerónimo
de Yuste, donde acabó el curso de la vida, tan
felizmente como vimos, el Emperador Cárlos V ;
le eligió desde Lisboa en Prior, y le envió á man-
dar al general de la Órden que le confirmase.
Jueves, dia de San Francisco, que fueron 4 de
Octubre, llegó á la granja de la Fregeneda, don-
de le salieron á recibir algunos religiosos; el
dia siguiente, no 5 de Octubre, sino 15, entró
á presentarse en este Capítulo, donde le dieron
los frailes la obediencia. Este salto de 4 á 15
(que no sin acuerdo divino) acaeció en la en-
trada del quinto Prior de este convento, fué la
reforma tanta tan acertada que el santo Pontífice
Gregorio X I I I hizo del calendario, cosa de m u -
chos Papas pretendida, y de nuestros ilustres
ingenios en matemáticas trazada; porque pudiera
crecer el hierro tanto, que Navidad fuera en lo
que es Junio, y San Juan en lo que es Diciem-
bre, por darle al curso del año solar más de lo
que tiene en su precisa cuenta y círculo. Hiciera
de esto algún discurso, y áun me tuviera á res-
138
ponder á los herejes pertinaces, que n i áun esto
quieren obedecer, á la cabeza de la Iglesia, ni
confesar que es cierta, si no fuera muy lejos de
m i propósito. E l Rey nuestro fundador escribió
al General una carta, en que le mandaba publi-
carse esto en la Órden y lo hiciesen ejecutar; lo
hizo así, y junto con esta reforma y de su cuenta,
entró el nuevo Prior, haciendo este mismo oficio^
en la casa de San Lorenzo, tornando al curso
derecho y riguroso l o que por algún hierro de
cuenta habia salido de sus quicios; y porque des-
cendamos hasta esta menudencia, en el mismo
día, también entró en esta casa el relox principal,
que há mucho tiempo se estaba haciendo en Ma-
drid, que es una muy rica, grande y acertada pie-
za; el año enmendado, el calendario corregido, el
relox nuevo y cierto, el Prior religiosísimo, ce-
loso y prudente, todo prometia una gran concor-
dia, y unidad santa, y aumento notable en la
observancia, y todo sucedió prósperamente en
este año de 82. Se turbó esta alegría al remate de
él con la muerte de nuestro Príncipe Don Die-
go, que sucedió á 21 de Noviembre, domingo y
dia de la Presentación de Nuestra Señora, ha-
biendo traido su cuerpo Don Juan Manuel, Obis-
po de Sigüenza y el Almirante; y con la solem-
nidad que en los otros entierros Reales se habia
hecho, le pusieron en compañía de otros dos j u -
rados, ya Príncipes de España, digo, de tres, pa-
ra que se vea el engaño de la vida, y las grandes
fuerzas de la muerte, pues ninguna cosa le resiste.
DISCURSO X I I I .

L a prosecución de la fábrica en algtmos particu-


lares adornos de ella, hasta la última piedra
que se asentó en todo el cuadro ó cuerpo del
edificio principal, con los sucesos de las
personas Reales en esta casa.

Como lo principal y más dificultoso de esta


fábrica era la cantería, vamos siempre haciendo
la cuenta por ella. Puesta la aguja y la cruz del
cimborrio de este templo, nos parecía que estaba
acabado esto, aunque en la verdad faltaba m u -
cho, como lo iremos mostrando en este discurso
y en otros. A l mismo paso con que creció y se
vió el remate felicísimo de la cúpula principal,
fueron creciendo las dos torres que tiene en el
frontispicio este templo, que también se rematan
con sus cimborrios y agujas de piedra, bolas y
cruces de la misma forma, que aunque no tan
grandes como la principal, son mucho,, del mismo
metal campanil, y en verdad se fundieron todas
de una misma suerte, como dos medias campa-
nas, de figura de medio limón cada parte, algo
prolongadas.
Se acabó también á este mismo tiempo poco
140
ménos, el claustro grande del aposento Real, y
todos aquellos cuartos y oficinas que están den-
tro para el servicio de la misma casa, con una
infinidad de aposentos y piezas á la parte del
Oriente y del Norte, con la torre que remata los
dos lados y hace ángulo entre Norte y Oriente;
el pórtico principal, que es una excelente fábrica,
también se acabó de todo punto á 21 de Marzo,
que es el Equinocial vernal, según la reforma
del nuevo calendario; se levantó una muy her-
mosa estatua y figura del glorioso mártir de E s -
paña y patrón singular de esta casa, en un nicho
que está lo más alto de este pórtico, y á los piés
del mismo santo se pusieron las armas Reales,
significándonos en esto el prudentísimo fundador
que su corona, sus Estados y su Reino todo, lo
tenia puesto á los piés y bajo el amparo de su
devoto abogado Lorenzo; no me detengo en des-
cribir más despacio este pórtico, porque después
lo veremos más en particular. L a parte que
ahora es Colegio y Seminario, y una de las cua-
tro principales en que se divide todo el cuerpo
del edificio, fué la postrera y la que se quedaba
más atrás, porque no habia tanta necesidad de
ella, y porque servia como de entrada y paso á la
carretería, que era mucha.
Se iba también en este tiempo retundiendo la
iglesia y quitándola aquel grueso de cordel que
dijimos traian por desbastar las piedras para que
hiciesen más firmes asientos sobre los lechos, y
para que la fábrica fuese más una y de más d e l -
I4I
gadas y finas juntas, y quedase como quedó; de
tal suerte, que no pareciese todo el templo hecho
de diversas piezas, sino que se habia acabado
dentro de una peña, por la grande uniformidad
de color, grano y junta de sus piedras; y aunque
esto, como dije, pareció al principio que habia de
ser cosa difícil y de costa, no hubo ni uno n i
otro, sino gran facilidad. Los tejados y madera-
mientos de ellos, de fuertes trabazones y tijeras,
y los empizarrados, también estaban acabados en
todo lo que hemos dicho, que era obra por sí
harto grande, de estima, primor y costa. Las
principales partes del adorno de la iglesia son
el retablo, la Custodia y los entierros Reales:
todo esto se hacía en Madrid y en otras partes;
entendian en ello maestros italianos y españoles:
los retablos particulares de todos los altares esta-
ban muy adelantados, por estar repartidos en d i -
versos maestros que habían buscado para ellos,
naturales y extranjeros: los órganos, las sillas del
coro, el suelo de la iglesia, la librería del canto,
rejas y antepechos, que todas son cosas grandes
y que cada una tuvo necesidad de mucho tiempo
y de muchos artífices, para que se verificase lo
que el prudente Duque de Alba dijo el primer año
de la fábrica del templo, que antes faltaría, ó que
se tardaría más por los adherentes y adornos,
que por lo principal.
E l Rey, nuestro fundador, después de haber
tomado posesión del nuevo reino de Portugal,
tornó por Badajoz, y de allí vino á Nuestra Se-
142
ñora de Guadalupe; de allí partió á San Jeróni-
mo de Guisando, llegó á la dehesa de Quejigar,
y primero visitó una ermita devota que está es-
condida en aquellas sierras de Avila, llamada
Nuestra Señora de la Nieve; también se holgó de
ver la viña que por su mandado y orden se habia
plantado en aquellos pinares; entró en la casa
que se iba edificando, vió las bodegas y lagares
que se hacian para recoger la cosecha tan grande
y tan hermosa: llegó aquí á los 24 de Marzo, vís-
pera de la Anunciación de Nuestra Señora, el
año 1583; le salió á recibir un hermoso escuadrón
de maestros, oficiales y peones de esta fábrica,
puestos en órden, con los instrumentos que usa-
ban en ella, que no era mal espectáculo ver tan-
tas diferencias. Llegaron al pórtico principal, sa-
lió el Convento en procesión á recibirle, y los
niños del Seminario, danzando, para alegrar la
entrada. E l dia siguiente entró á dar una vuelta
por la casa, mostrándosela el Obispo de Viseo,
Capellán mayor de S. M . , y áun subió á ver lo
alto del cimborrio, que estaba ya desembarazado
de los andamies y grúas. Partió luego el domin-
go, á 27 de Marzo, para Madrid, y pasó el puente
que mandó hacer en el rio Guadarrama en nom-
bre de San Lorenzo, poniéndole sus parrillas,
que se acababan entonces. E n t r ó en Madrid el
29, donde se le hicieron fiestas y gran recibimien-
to, entrando en público, á que acudió infinidad
de gente. Andaba en este tiempo la fábrica del
colegio, que era la postrera, con mucha furia, y
creció en breve, tanto por ser obra andadera y re-
partida entre muchos, que en poco más de dos
años la dieron remate; y el mismo dia, que fué
víspera de la Magdalena, 1577, en que se cayó la
bola y la cruz de la torre en que tocó el rayo, se
puso la bola y la cruz del cimborrio del colegio
el año 1583, siete años después. Murió este mis-
mo año, el 4 de Agosto, la Infanta Doña María,
hija de nuestro Rey y de la Reina Doña Ana, en
el palacio de Madrid, víspera de Nuestra Señora
de las Nieves: llegaron aquí con el cuerpo, el dia
de la Transfiguración, el obispo de Viseo, Don
Jorge de Ataide, y el Conde de Fuensalida, ha-
ciendo el recibimiento y oficios acostumbrados
á los demás Príncipes: de allí á pocos dias envió
á Juan López de Velasco, su cronista, avisando
al Prior y Convento del buen suceso que habia
tenido el Marqués de Santa Cruz; y como habia
entrado el dia de Santa Ana en la tercera y ven-
turosa jornada, quiso se diesen gracias á Nuestro
Señor, y así se hizo con mucha solemnidad; y no
contento con esto, se vino el 28 de Setiembre á
hacer lo mismo, estándose hasta el 19 de Octu-
bre, pasando después al pinar de Balsain, que es
bueno para el tiempo de la brama; de allí llegó á
Segovia, por ver á aquel excelente ingenio de
hacer moneda, invención del Archiduque de Aus-
tria: menea el agua una rueda, y aquella, en los
lados contrarios, con el agua mueve otras dos
(que es principio de las mecánicas de Aristóteles),
pasando por entre los dos ejes ó ruedas de éstas,
144
que son de acero, en que están dibujadas y abier-
tas las armas Reales, como las vemos en la mone-
da, el uno la faz y el otro el reverso; un riel como
una cinta de plata, del grueso que ha de tener la
moneda, la deja como estampada ó esculpida
por una parte, y por otra, á la larga, hecha rea-
les, y estos después se van cortando en otro tor-
no, en redondo, con facilidad. ¡Excelente inge-
nio, con que se ahorra mucha costa, ingenio y
tiempo! sino que la nación española no se amaña
á estos ingenios, ni tiene paciencia para ellos, y
lo que puede hacer fácilmente y sin trabajo, gusta
más de hacerlo á fuerza de brazos: se ha labrado
alguna plata en él; ahora se labra poca ó ningu-
na, porque dicen tiene algunos inconvenientes,
ó porque no la dejan lograr ni que llegue á Sego-
via. Pasó el Rey de allí al monasterio ó vicaría
de Parraces, y mandó se dispusiesen algunas co-
sas del edificio en otra forma más acomodada
para el uso de lo que allí es menester, y volvió
aquí á tener la fiesta de Todos los Santos; y por-
que se comenzasen á asentar las sillas del coro,
quiso ver puestas algunas, y se detuvo hasta el
7 de Noviembre. Habia mucho miedo para qui-
tar las cimbras, andamies, grúas y todo el made-
ramiento de la iglesia; mirado así á bulto espan-
taba; parecia una cosa grande, intrincada, difícil,
peligrosa; no se atrevía nadie á entrar en ello;
pedian, los que podían hacerlo, mucho por des-
embarazarlo; hizo esto mucho ruido, y se encare-
ció demasiado. E l obrero fray Antonio, á quien
145
había Dios dado claridad para salir de estas os-
curidades, lo hizo quitar con harta facilidad, sin
peligro, presto, y á p o c a costa, pues es cierto que
no costó sino 400 ducados escasos, y se pedia
mucho más con gran exceso; y quedó la madera
tan sana, que sirvió después para otros meneste-
res. Apareció luego, en quitando, tanta multitud
de vigas, maderos y tablas, dia de San Matías
del año 1584, un templo clarísimo, que alegró el
alma con su grandeza, proporción, hermosura;
desengañó á muchos ignorantes en arquitectura,
que afirmaban habia de ser un poco oscuro; se
comenzó luego á retundir, afinar y limpiarse.
Estaban también aparejadas gran multitud de
losas de mármol blancas, de la. sierra de Filabres,
y otras tantas de mármol pardo de Estremoz, y
comenzaron á solar el templo, en desembarazan-
do de la madera. Este mismo año, á 6 de Marzo,
partió de aquí el padre fray Miguel de Alaejos,
Prior del convento, á visitar las casas de nuestra
Órden, que estaban en el reino de Portugal. En
este mismo año de 84, por el mes de Agosto, se
subieron las seis figuras ó estátuas grandes de los
Reyes, del Testamento Viejo, que están sobre los
pedestales del segundo órden de la fachada de la
iglesia, obra de Juan Bautista Monegro, gran es-
cultor y natural de Toledo; haremos después par-
ticular memoria de ellas: en el Setiembre si-
guiente de este mismo año de 1584 se puso la
última y postrera piedra de todo el cuerpo y cua-
dra de esta casa, en lo que toca á la cantería; está
10
146
asentada en la cornisa del pórtico ó patio, delan-
te de la iglesia; tiene una cruz, aunque desde
abajo no se percibe; pero encima de ella, en el
mismo empizarrado, está hecha de suerte que, la
punta baja de la cruz, señala cuál es la piedra.
Aquí se halló presente fray Antonio de Villacas-
tin, el obrero, que no quiso vér ponerla primera,
diciendo; que para ésta se guardaba, y le guardó
Dios y guarda desde el año 1563, que, como v i -
mos, se puso la primera; y él y nuestro fundador
se hallaron aquí ahora juntos, dándonos con esto
Nuestro Señor á entender, que no le desagradaba
esta fábrica, porque no iba fundada en engran-
decer fama n i nombre, como aquella soberbia
torre de Babel. Partió de aquí S. M . con sus h i -
jos á 2 de Octubre, habiendo tenido todos mucha
salud, aunque S. M. vino sin ella, por el padeci-
miento de la gota. En 11 de Noviembre, para
que terminase el año felizmente, se hizo la so-
lemne jura del Príncipe Don Felipe, nuestro se-
ñor, tercero de este nombre, en San Jerónimo de
Madrid; la misa de esta fiesta, dijo de pontifical
Quiroga, Cardenal y Arzobispo de Toledo.
DISCURSO X I V .

E l remate de la fábrica de la casa, templo y ador-


nos de él, y sacristía, retablo y Custodia. Se
pasa el Santísimo Sacramento á ella, con
los sucesos de las personas Reales en este
convento.

Por dar calor á la fábrica, que ya no topaba


ni se detenia, como hemos visto, sino solo en los
adornos, que no era poco, por ser tan grandes,
venia S, M . con alguna frecuencia de Madrid;
acabaron de asentar en esta fábrica las sillas del
coro, luego los cajones de la librería del mismo,
que son muchos; se fundían campanas en gran
cantidad, y se iban haciendo los órganos; t a m -
bién se daba toda la prisa y diligencia posible,
en la del retablo y Custodia, obra tan detenida,
que fué menester toda la industria é ingenio de
los maestros, para acabarse tan presto. La E m -
peratriz Doña María, que hoy vive, estaba algo
achacosa, y se vino aquí á tener el verano; recibió
tanto contento y gusto con la estancia, que tuvo
mucha salud. Se trajeron algunas joyas para el
servicio del altar y sacristía, y muy preciosas re-
liquias, entre ellas, un hueso del anca del glo-
148
rioso mártir Lorenzo, su patrón y abogado; con
ésta, vino otra de inestimable precio, la cabeza
del gloriosísimo Príncipe mártir Hermenegildo
de España, y otras más particulares. Vió de ca-
mino asentar el retablo y los entierros, obras
costosas y detenidas; eldia siguiente, 14 de Abril,
dejando hechas tan buenas haciendas, volvió á
Madrid á cumplir con las de su oficio.
Deseaba el Rey poner todas las cosas á punto,,
para gozar de su iglesia y de la obra de sus ma-
nos; le parecía que dándose prisa, estarla todo en
perfección para la fiesta de su patrón y abogado
San Lorenzo; acordó de ser como sobrestante en
todo; se vino aquí para las fiestas del Espíritu
Santo y Corpus-Christi, trayendo consigo sus.
queridos hijos, el Príncipe Don Felipe é Infanta
Doña Isabel; sus ocupaciones, entrando aquí, fue-
ron las que otras veces, y que ya tengo dichas.
Aunque vino indispuesto y tocado de la gota,,
con sangrarle un poco estuvo luego bueno, que
el contento puede mucho para la salud, y en des-
ocupándose de los papeles del gobierno, en que
gastaba harto tiempo, como el que sabía que l o
principal es hacer primero lo que cada uno está
obligado en su oficio: los ratos del descanso era
acudir á ver lo que hacían los maestros que en-
tendían en el retablo y en los entierros, gradas
del altar, y otras cíen cosas que allí hay, de ri-
cos jaspes y mármoles, que por tener tanto pri-
mor, y por ser los pulimentos y las juntas cosa,
tan detenida, si no fuera por tener á los ojos tal
149
sobrestante, tardaran mucho en acabarlas. A 17
de Junio se acabó de asentar la Custodia del altar
mayor, obra admirable, y luego mandó S. M . que
se pusiese otra Custodia, también de finos jas-
pes, más pequeña, dentro de la grande; estaba ya
acabada hacía dias por el mismo artífice, Jacobo
de Trezo: se acabaron de asentarlas gradas y me-
sa de esta capilla, que también son de finos jaspes
y mármoles, en 2 de Agosto. Tenia aquí S. M .
al Obispo de Rosa en Irlanda, se llamaba fray
Buenaventura Natéo Almerico, de la Órden de
San Francisco, para que hiciese todos los actos
pontificales que fuesen menester. Consagró c i n -
cuenta aras juntas, para todos los altares de la
iglesia, hallándose presentes á esta tan santa ce-
remonia, el mismo Rey con sus hijos; y luego,
á 6 de Agosto, estando la iglesia de todo punto
acabada, asentados los altares, que son todos de
piedra, puestos los retablos y las cuatro cajas
de órganos, el mismo Obispo bendijo la iglesia
principal, vestido de pontifical., el dia de la Trans-
figuración, asistiendo también el Rey y personas
Reales, con sus caballeros; luego otro dia, bendijo
las campanas de la torre, que fueron diez y seis en
todas; el dia de San Justo y Pastor bendijo también
todas las cruces y retablos de los altares; se com-
pusieron todos ricamente, encendiéndose las lám-
paras. Asentaron aquella hermosa y copiosísima
librería del coro en sus cajones; se hizo una gran
entrega de ornamentos de varios colores, sedas y
brocados, y se pobló de todo lo necesario la sa-
150
cristía; los religiosos se pasaron á vivir á las cel-
das del claustro grande; S. M , y el Príncipe, I n -
fanta y caballeros, á sus propios aposentos y ora-
torios. Y por fin, puesto todo á punto con uni-
versal alegría y contento, á los 9 de Agosto, v i -
gilia del glorioso mártir San Lorenzo, que fué
viernes este año de 1586, dichas las horas en el
coro é iglesia pequeña y la misa del dia á las
ocho de la mañana, y junto Convento y Colegio-
y Seminario en la misma iglesia, salió S. M . y
el Príncipe y toda la casa Real de su aposento, y
juntos todos, el Prior vestido con su casulla, y los
ministros con dalmáticas, en solemnísima proce-
sión pasaron el Santo Sacramento á la iglesia
principal y lo pusieron dentro de aquellas riquí-
simas Custodias; el Prior llevaba en las manos
la Custodia de oro, el Rey una de las varas del
pálio, y otra su hijo el Príncipe Don Felipe, que
aunque pequeño, ya tenia gusto de cosas espiri-
tuales. Salió esta procesión por la puerta de la
iglesia pequeña, que cae al claustro que llaman
del refectorio, y por allí derechos, fueron á salir
por la portería del convento, y pasando el trán-
sito que va al colegio, entraron por la puerta
principal de la iglesia, y por el sotacoro y por la
reja principal de la iglesia, donde estaba la guar-
dia del Re}', para que de allí adelante no entrase
nadie, sino la gente principal de la Real casa:
iba el coro cantando hasta allí los himnos del
Sacramento; en llegando á la reja entonaron los
seis cantores que iban de capas, el himno Te-Deum
151
laudamus, y como respondieron con aquellos fuer-
tísimos órganos que retumbaban en toda la iglesia,
y juntamente entraron por aquella nave principal
tan clara, tan ancha, tan alta y tan hermosa, y la
luz y resplandor ardiente de la Custodia, que pa-
recia una brasa encendida, reverberaba en los
ojos y traspasaba las almas; los altares estaban
tan hermosamente aderezados y tantas luces en
todos ellos, y por el cuerpo espacioso de la igle-
sia; puso una admiración grande en los ánimos,
porque pareció se entraba en una gloria no vista
jamás; y sin duda no hubiera pecho tan duro y
tan sin Dios, que no se enterneciera y ablandara
en lágrimas de dulzura espiritual;'y así se vió en
todos un sentimiento vivo, mezclado de reveren-
cia y alegría, levantando los corazones á las di-
vinas alabanzas de su gloria. Subieron el Prior
y los ministros hasta las gradas últimas del altar,
quedando todos los religiosos en su mismo or-
den por todo el cuerpo de la iglesia tendidos; el
Rey, Príncipe, y los que con ellos llevaban las
varas del pálio, llegaron hasta la mesa que se
hace encima de las primeras gradas, y dejándo-
las allí, se entraron en el oratorio: la Infanta
Doña Isabel iba detras de su padre, con un cirio
blanco en las manos, y otras muchas señoras y
damas de su Palacio se entraron juntamente en
los oratorios que están á los lados de esta mesa;
el Rey, Príncipe é Infanta, en el oratorio que está
al lado de la Epístola donde tiene su aposento,
y las damas al que está al del Evangelio, donde
152
cae también el aposento de las Reinas é Infantas.
Dichas las oraciones competentes y puesto el
Sacramento en la Custodia, los religiosos se su-
bieron al coro, el Prior y los ministros tornaron
á la sacristía y salieron luego á decir la misa
primera y mayor, que fué del Espíritu Santo,
y tras ella, se comenzaron luego otras misas
rezadas en otros altares por algunos religiosos.
Mandó S. M . que en la capilla principal, que es
de la reja adentro (todo el gran cuadro no es más
que una capilla,) no entrase jamás algún género
de gente, sino los caballeros y criados más p r i n -
cipales de su casa, y aunque pareció esto duro
á mucha gente seglar, miradas las razones, con-
vencen á que no se pueda hacer de otra manera.
L o primero, porque es capilla Real, donde como,
ni en sus aposentos n i retretes, no entran todos
indiferentemente, ni tampoco en esta capilla, y
quería S. M . gozar de esto con sus hijos, sin es-
torbo de otra gente común. Tras esto, los reli-
giosos hacen por el cuerpo de esta iglesia sus
procesiones, y vienen con las gracias después de
comer y cenar á ella; y siendo tantos, si la gente
entrara como y cuando quisiera, hablan de an-
dar todos á vueltas, cosa en esta religión nunca
permitida por su modestia y compostura grande;
y al fin y lo que no tiene remedio, ni deja lugar
para esta común entrada, es que están sembrados
por todo el cuerpo de esta capilla más de cua-
renta altares aderezados con ricos frontales, can-
deleros y cruces de plata, y siendo patente á to-
153
dos la entrada, era forzoso que en cada un altar
estuviese puesto un guardia, que es imposible.
Celebrado este tránsito y la misa con gran so-
lemnidad y regocijo de las almas, á la tarde se
dijeron las vísperas de la fiesta del glorioso m á r -
tir Lorenzo, con la majestad que fué razón: el
Rey y sus dos caras prendas, la oyeron desde una
ventana que se hizo para este efecto encima de
las sillas del mismo coro que cae á la parte de la
casa Real; cuando el Prior fué á incensar el a l -
tar (no quiso el Rey que hiciese este dia el oficio
Prelado ninguno, que lo pensaron muchos^ sino
el mismo Prior de su casa) al Magníficat, llevó
cuatro religiosos antiguos que le iban acompa-
ñando, con capas tan ricas como la suya, y esto
fué la primera vez que se usó esto en esta casa:
trajo aprendida esta ceremonia el Rey de lo que
vió en nuestras casas de Portugal; le pareció bien,
quiso que aquí se usase, y así se juntan en el coro
once capas para el Magníficat, cuando celebra el
Prior en las fiestas más principales, que es cosa
de gran autoridad, y todo poco para lo que á
este tan alto cántico se debe de devoción, adora-
ción y reverencia. E l dia siguiente, á las ocho de
la mañana, estaba ya S. M . y personas Reales á
punto, y se hizo una solemne procesión por el
contorno de la iglesia; se comenzó luego la misa,
y me cupo á mí (pudieran hacerlo mejor otros)
predicar el primer sermón de esta insigne iglesia,
y también prediqué el postrero de la iglesia que
habia servido de prestado, en tanto que se edifi-
154
caba esta. E l dia de Santiago el Zebedeo, tam-
bién, patrón de España, y en la presencia del
mismo Rey, que por haber sido yo colegial de
este su colegio, y estar vecino en el Parral de
Segovia, le pareció á S. M . que fuese todo de la
cosecha, y así se lo dije en este sermón, á vueltas
de otros pensamientos que se me ofrecieron. Con-
currió á esta fiesta mucha gente de las ciudades
y villas comarcanas, Madrid, Toledo, Segovia,
Ávila, pensando que habian de gozar de ella y
pasear la casa; mas como el dueño era tan ene-
migo ó tan ajeno de ostentación, ni de hacer
aplauso de sus obras, se contentó con hacer la
fiesta con el menor ruido que pudo; con todo esto,
porque la gente no se desconsolase, mandó que
antes de comenzar la misa mayor se les mostra-
sen las reliquias desde las ventanas del coro, en
el altar del Crucifijo, que se ve desde el patio del
pórtico, y después por la tarde se enseñaron
otras dos veces porque las gozasen todos; por
las rejas también se alcanza á ver todo el cuerpo
de la iglesia, la misa mayor y otras particulares,
y se oyen los oficios divinos, aunque no el sermón
por la mucha distancia: á la tardé se dijeron las
vísperas, subió el Rey y el Príncipe á oirías al
coro principal, y también aquí dió señas de su
gran piedad y modestia; no solo no quiso ponerse
en la silla del Prior, mas ni áun en las que están
junto de ellas señaladas en grandeza, sino en el
rincón de la mano derecha, en una silla que, por
hacerse allí ángulo, es algo más ancha que las
155
otras, y en ella se pusieron padre é hijo, man-
dándole al Prior que no se mudase de su silla.
Esta manera de asiento guardó el tiempo todo
que vivió, las veces que quiso gozar del coro
más de cerca, y la misma, con otras m i l cosas de
estas, heredó su hijo Felipe I I I el Rey nuestro
señor, que hoy vive, pues no ha querido jamás
otro asiento, sino el mismo que le enseñó la pie-
dad de tal padre. ¡Tanto importa la primera le-
che para las cosas d é l a religión! E l 30 de Agosto
de este mismo año de 86, quiso S. M . que se ce-
lebrase fiesta de la dedicación de esta basílica de
San Lorenzo, con sus octavas, y se hiciese para
siempre en el mismo dia, porque no se estorba-
ban otras fiestas de la iglesia, sino esta de los
santos mártires Felicis y Adauto en aquellos ocho
dias. Algunos repararon si podia celebrar tal
fiesta de dedicación, no estando consagrada; y en
el decreto, ni en el misal, ni en el breviario, no
hay otro oficio n i dedicación, sino el de la consa-
gración: se pasó al fin entonces con ello y se en-
tendió tenia S. M . facultad del Papa, para que se
rezase y celebrase todo el oficio de ella, teniendo
siempre intento de consagrarla, como después se
hizo y lo veremos en su lugar. Habia ya traido
juntamente con esto, otros breves amplísimos del
misma Papa, para que esta casa, y el pueblo,
iglesia del Escorial y dehesas de la Fregeneda y
la abadía de Parraces y de Santo Tomé, fuesen
de todo punto exentas de los Obispos, á quien
antes estaban sujetas, que son Arzobispo de T o -
156
ledo, Obispo de Segovia y Ávila y de cualesquiera
otros Prelados á quien perteneciese algún dere-
cho, dejándolo todo bajo el poder del Prior de
San Lorenzo, concediéndole una jurisdicción co-
mo episcopal, exceptuando solo que no usase
de mitra n i de báculo, como parece largamente
en los mismos breves y bulas otorgadas por
Sixto V , igualando esta su casa con la de Nues-
tra, Señora de Guadalupe y otras abadías que
tienen este mismo privilegio de ser inmediatas á
la Sede Apostólica, Quiso el Prior que el Obispo
de Rosa hiciese órdenes en este convento por
comisión suya y así las celebró en las témporas
de Setiembre, hallándose presente á ellas el Rey.
Dejando hechas estas santas y buenas haciendas
en esta su casa, partió de aquí á los 13 de Octu-
bre: llegando al Pardo, mataron el Rey, Príncipe
é Infanta, cantidad de conejos, y partieron la caza
con este convento, que por ser de tan buena ma-
no, parece supieron mejor que otros. Luego de
allí á cinco dias, queriendo el Rey que traslada-
sen los cuerpos Reales que estaban bajo las gra-
das y mesa del altar mayor, en la iglesia que ha-
bla servido hasta allí, á la bóveda que está hecha
acá de la misma manera, aunque más grande,
escribió una carta ó cédula al Prior y convento
declarando su voluntad en esta forma:

«EL REY.

Venerables y devotos padres, Prior y diputa-


157
dos del Monasterio de San Lorenzo el Real, que
yo he fundado y edificado: Porque he acordado
que los cuerpos Reales del Emperador y Rey
m i señor y padre y de la Emperatriz y Reina m i
señora y madre, y los demás que están deposita-
dos y á vuestro cargo en el dicho Monasterio, se
pasen y trasladen de donde ahora están á la b ó -
veda debajo del altar mayor de la iglesia princi-
pal, que es el lugar que ahora mando señalar pa-
ra su enterramiento, no obstante que, conforme
á lo dispuesto por la escritura de dotación y fun-
dación de él (que otorgué á 22 de Abril del año
pasado de 1567), estaba ordenado que fuese en la
bóveda de debajo déla capilla mayor. Por lo cual
os encargo deis orden, como se haga la dicha tras-
lación á la dicha bóveda y que se pongan en ella
de la manera y por la órden que tengo dada, pa-
ra tenerlos en la guarda y custodia y con la de-
cencia y respeto que se debe y conviene; y para
que esto se pueda ejecutar, por la presente alzo y
quito cualesquier depósitos que estuvieren he-
chos, de los dichos cuerpos Reales, en el dicho
Monasterio hasta ahora, por cuanto con la dicha
traslación se habrá cumplido mi voluntad. Y pa-
ra que conste de ella, he mandado despachar esta
cédula, á las espaldas de la cual hará fé Juan de
Ibarra, mi Secretario, de como se ha cumplido y
ejecutado todo lo que aquí ordeno, de que se sa-
cará aparte otro testimonio auténtico para en-
viárseme, y que yo vea como se ha cumplido mi
voluntad. Fecha en el Pardo á iS de Octubre
158
de 1586.—Yo el Rey.—Por mandado de S. M . ,
Mateo Vázquez.))
Recibida esta cédula, aunque S. M . no man-
daba en ella que se hiciese alguna solemnidad
en esta traslación, por no ser más de una bóve-
da á otra, en el mismo convento, y haberse he-
cho ya los oficios de estas traslaciones y entierros
tan solemnemente, y no fatigar á los religiosos
con todo esto, el Prior, consultando con los d i -
putados, acordó hacer en esta forma. E l lunes
primero, que fueron 3 de Noviembre de 1586,
después de las misas de Réquiem y responsos, al
rededor del túmulo que se habia hecho en medio
de la iglesia, fueron trasladados aquel dia los
Reales cuerpos del Emperador Carlos V, Empe-
ratriz Doña Isabel, padres del fundador. Reina
Doña Ana, madre de nuestro Rey Felipe I I I , la
Princesa Doña María y Príncipe Don Cárlos.
Luego el martes siguiente, por el mismo orden,
y con los mismos sufragios, se trasladaron otros
cinco atahudés, que fueron, el de la Reina Doña
Isabel nuestra señora, Reina de Hungría Doña
María, Reina de Francia Doña Leonor, herma-
nas del Emperador Cárlos V , Archiduque Wen-
ceslao y Don Juan de Austria. E l miércoles si-
guiente, aunque con diferentes ornamentos, por-
que fueron blancos, se trasladaron otros seis
atahudes pequeños, de seis angelitos Príncipes é
Infantes, los dos Príncipes jurados, Don Fer-
nando y Don Diego, hijos de Don Felipe I I , el
Infante Don Fernando y el Infante Don Juan,
^59
hijos de Cárlos V , el Infante Don Cárlos Loren-
zo y la Infanta Doña María, hijos también de
nuestro fundador. Se pusieron todos por el orden
que se mandó. Tuvo S. M . al principio de esta
fábrica intento de hacer un cementerio de los
antiguos, donde estuviesen los cuerpos Reales
sepultados, y donde se les hiciesen los oficios y
misas y vigilias, como en la primitiva iglesia se
solia hacer á los mártires, y así se hizo aquí, de-
bajo de tierra y en los más hondos cimientos,
una iglesia redonda, con su capa ó cúpula pro-
porcionada, donde pudiese estar asentado el
altar, y una tribuna donde se hiciese el oficio
frontero del altar, y por los lados con cavidades
donde se pusiesen los atahudes ó cajas de m á r -
mol ó de otras piedras, bajaban aquí desde el
altar mayor de la iglesia principal, por dos cara-
coles secretos; y sin estos, otras dos escaleras,
claras y llanas, que responden la una al conven-
to y sacristía, y la otra á la Casa Real; una arqui-
tectura de piedra labrada harto capaz, y de m u -
cha grandeza y nobleza para este efecto; mudó
después el fundador este intento; le pareció que
esto estaba muy distante, triste y dificultoso de
ir y venir allí, y que tendría también no se qué
indecencia andar por entre los atahudes, y otras
consideraciones semejantes, y así mandó que
entre esta iglesia, ó capilla baja, y entre la p r i n -
cipal y alta, se hiciese una bóveda que viniese á
estar en medio de ella, debajo del altar mayor,
y así se hizo, y se repartió en tres cañones, que
i6o
toman toda la mesa, que está encima de las gra-
das primeras del altar. Se puso el atahud del
Emperador en medio, bajo de donde el sacerdo-
te que celebra tiene los piés, memoria de alta
importancia para todos. A los lados del Empe-
rador están la Emperatriz, su mujer, al derecho
del Evangelio, y el Rey Don Felipe, su hijo, al
de la Epístola. Tras la Emperatriz está un lugar
vacío, aguardando á la Emperatriz Doña María,
que hoy vive su hija, luego la Reina de Francia
Doña Leonor, y tras ella, la Reina de Hungría
Doña María; y á la vuelta que allí hace aquel ca-
non de la bóveda, el Príncipe y Prior de San
Juan, Wesceslao. A l otro coro, después del Rey
Don Felipe, está la Reina Doña Ana, y luego la
Reina Doña Isabel, y tras ella la Princesa de
Portugal Doña María, y junto de ella su hijo el
Príncipe Don Cárlos, y á la otra vuelta del ca-
ñón de la bóveda Don Juan de Austria, junto á la
puerta por donde se entra. Los otros inocentes
Príncipes é Infantas, están á los piés unos y á la
cabecera otros, de los atahudes del Emperador y
Rey Don Felipe. Se halló en esta traslación de
parte de S. M . su Secretario Juan de Ibarra.
DISCURSO X V .

Las partes de la fábrica se van perfeccionando y


poniéndose adornos en lo que estaba hecho,
hasta que de todo punto se acaban de asen-
tar convento y colegio, y lo que á las
personas Reales aquí sucedió desde
el año de 1587.

Como la parte más importante de este edifi-


cio y fábrica es la cantería, y lo que principal-
mente toca á la arquitectura, y es el todo, hemos
ido siempre haciendo cuenta de ella, y cuando
ésta está acabada parece lo damos todo por aca-
bado. Así lo juzgamos los que aquí vivíamos y
mirábamos con nuestros ojos el aumento y per-
fección de esta fábrica; cuando llegamos á gozar
de la iglesia, coro y claustro principal, no nos
parecia que habia más que aguardar ni que temer,
y eran tantas las cosas que sin esto faltaban, que
cualquiera de ellas que no viniera á perfección
nos dejara lastimados, y fuera falta irremediable
en la unidad del más cabal todo, que creo yo se
haya visto en el mundo. En este discurso iremos
tocando con la brevedad que hasta aquí se ha
profesado, las menudencias (llamémoslas así),
11
102
aunque en otra parte fueran de importancia, 5^ las
singulares con que esto se iba perfeccionando,
puliendo, rematando; las idas y venidas de las
personas Reales, que por ser suyas es razón ha-
cer cuenta de ellas. E l año de 1587 vino el Re}!'
con sus hijos; hallaba siempre en estas venidas
cosas de nuevo, que habia dejado ordenadas á la
partida, para tener que ver á la vuelta; ahora ha-
bia algunas y una harto principal, que fué la dis-
posición de los capítulos que estaban en el claus-
tro grande, de que haremos memoria particular,
porque lo merece. F u é luego á verlos, y le con-
tentaron, porque se habia acertado bien en la
traza de ellos; salió de allí y fué á ver las fuentes
de mármol que habia mandado hacer en los cua-
tro claustros pequeños, que al principio se hicie-
ron de la piedra común de todo el edificio, y pa-
recian algo pobres. Dieron vuelta por la casa,
y se detuvieron algún tanto mirando pintar á
Peregrin de Peregrino, en un claustro, hombre
singular en el arte, y áun en la figura y talle.
Estaba entre cuatro pintores repartida toda la
pintura del claustro, dos italianos y dos españo-
les, y de cuyas obras no osaré yo juzgar solas; en
su lugar se dirá lo que común se siente y lo que
sintieron los maestros que las tasaron. E l D o -
mingo de Ramos anduvo el Rey en la procesión,
y el Jueves Santo se estrenó el monumento, que
se hizo de una muy hermosa traza, fábrica de
orden dórico bien entendido, ingenio de Jusepe
Flecha, italiano, que también hizo las sillas del
163
coro y cajones de la librería, aunque todo esto
pasaba por la aprobación y juicio de Juan de
Herrera, arquitecto mayor. No pudo este año
comer con los religiosos en el refectorio, como
lo hizo muchas veces, por el riguroso tiempo de
frios y nieves, temporal común en toda España.
Se detuvo ahora S. M . más que otras veces por
dos razones; una porque el Príncipe ofreciese
aquí sus años, que cumplió nueve y entró en diez
á 14 de Abril de 1587, y ofreció otros tantos es-
cudos de oro (hacian esta ofrenda con mucha
gracia y áun sentimiento de devoción), y otra por-
que quiso el Rey hacer antes de que aquí partiese
las honras de la Reina de Escocia, á quien ha-
bla mandado degollar su hermana la Reina de
Inglaterra, teniéndola mucho tiempo presa y harto
apretada en una fortaleza. De aquí partió S. M .
con sus hijos á otra estación devota, que fué á re-
cibir el cuerpo de Santa Leocadia á Toledo. Ha-
bla solicitado esto el Rey, por medio del P r í n -
cipe de Parma, que estaba en Flandes; se le hizo
un muy solemne recibimiento en aquella ciudad,
á 26 de este mes de Abril de 87; de allí se fué á
Madrid, y estuvo hasta 7 de Agosto, que tornó
aquí para la fiesta de San Lorenzo: la Empera-
triz y la Infanta juntas, llegaron la misma víspera
de la fiesta, ya casi cuando cerraba la noche;
mandó S. M . que pusiesen el altar mayor con
muchas luces; llenaron las cornisas de todos sus
órdenes de candeleros y velas, y lo mismo todos
los altares: no se halló en esta entrada el P r í n c i -
164
pe, porque quedaba en Madrid convaleciente de
unas calenturas, pero vino de allí á dos dias.
Estaba ya á esta sazón acabado de todo punto
lo que tocaba al colegio y seminario, que son
tres claustros enteros, como los pequeños del
convento, y en su lugar diremos sus partes. Q u i -
so S. M . que se pusiese cada cosa en su sitio
propio y se acabase de asentar la casa, y así se
pasaron los colegiales y seminarios del claustro
de la hospedería del convento, donde hablan v i -
vido de prestado, á su colegio, como ahora están,,
y junto con eso, que se aumentase y creciese el
número de todos. Hasta allí no hablan sido los
colegiales más de veinte y cuatro, doce téologos
y doce artistas, y quiso que fuesen treinta y dos,,
añadiendo cuatro en cada curso, y que los pa-
santes fuesen cuatro, que antes no eran más que
tres, y mandó fuesen cuarenta y cuatro familia-
res que los sirviesen. Era Rector á esta sazón el
padre fray Miguel de Santa María. Ya en este
tiempo se iba despidiendo mucha gente de la
fábrica, porque todo lo principal estaba acaba-
do; lo que de nuevo se hacía eran las cosas de
los oficios de S. M . , que son excelentes piezas y
de mucho servicio; caen hácia la parte del Norte,;
enfrente del cuarto de los caballeros, que mira a l
Setentrion, dejando entre el cuadro de la casa una
ancha plaza, que se divide por medio, á la larga,
de Oriente á Poniente, con un pretil ú antepecho,
para que no lleguen todos los carros ni los coches;
tienen las puertas cadenas con llaves. Pasado el
165
colegio á su propio sitio, se ensanchó toda la casa,
y se puso cada oficina en su lugar, que por esta
ocasión andaba todo de prestado; la librería se
asentó toda en una pieza alta, que cae encima del
pórtico y de la librería principal, como veremos
después. Los nuevos se pasaron á su dormitorio,
que habia ocupado la librería, la procuración
también y la hospedería entraron en lo que des-
embarazó el colegio. Los cuatro claustros que-
daron todos abiertos por lo alto de los treinta
piés, se quitaron los tabiques y puertas, que los
atajaban, y pareció que habia crecido toda la casa,
como era verdad; se abrió también la portería
principal, y el recibo y zaguán grande de ella,
que habia sido iglesia del colegio; en lo que an-
daba más diligencia y se detenia la fábrica, era
en lo que tocaba á la pintura de librería princi-
pal y claustro, y solar de mármol algunas piezas;
de suerte que, ya desde aquí adelante, es muy
poco lo que hay que advertir en la fábrica, y l o
más serán cosas que tocan al suceso de la funda-
ción de este convento, del fundador y personas
Reales, hasta llegar al asiento, que después de su '
muerte quedó en todo. E l año 1588, siguiendo el
curso acostumbrado, vino el Rey aquí á pasar la
Semana Santa. En 21 de Mayo ganó el jubileo
que tenia concedido para el dia en que cumplia
años, y esto se ofrecía á Dios, que eran 61 y co-
menzaba el de 62, saliendo á hacer la ofrenda de
costumbre. E l 30 de este mes partió de Lisboa
aquella infeliz armada para Inglaterra, murien-
i66
do el Marqués de Santa Cruz, capitán que la ha-
bía de guiar, hombre criado y ejercitado en una
y otra mar, y de los que llaman venturosos y
afortunados. Este verano salió el Rey con sus
hijos á ver estas dehesas del contorno, para que
recibiesen alguna recreación unos y otros; fué por
veces á la de Fregeneda y Herrería; cazaban, pes-
caban en los estanques, llegándose también á
ver la dehesa del Quejigar, la casa y viña que
habia plantado en medio de aquellos pinares.
DISCURSO X V I .

Algunos particulares sucesos en la fundación de


este convento y en cosas de la fábrica y de
las personas Reales. L a muerte del quinto
Prior y elección del sexto.

E l año siguiente de 1589, á 22 de Marzo, entró


nuestro fundador con sus queridos hijos y los ca-
balleros ordinarios en esta casa, á tener la Se-
mana Santa y continuar las estaciones conocidas;
el mismo dia se acabó de asentar en el coro uno
de los mayores y más hermosos facistoles que de-
be de hallarse en todos los coros de las iglesias de
Europa; subió luego allá el Re}^ y se holgó de
verle tan acertado y de tan buena traza. E l pos-
trero dia de Pascua quiso S. M . fuesen padrinos
el Príncipe é Infanta sus hijos en el bautismo de
un judío principal de Fez, que se convirtió á
nuestra fé y quitó el velo de Moysen que tenia
delante de sus ojos; la ocasión que tuvo dejaba
aparte la merced del cielo y las inspiraciones
divinas que Dios puso en su alma; dicen que fué
ver el castigo que se hizo en Portugal por los
inquisidores en aquella Priora, gran pintora de
llagas fingidas, con que engañó á muchos, á unos
por ser sencillos y buenos, y á otros por indiscre-
i68
tos adoradores de hipocresías y santidades pos-
tizas, cuales eran las de esta mujer vana, que sin
arte del diablo, supo venderse á todo el mundo
por santa. Viendo este hombre prudente que los
censores de la fé cristiana no permitían ficciones
ni mentiras, para autorizar la cosa que usan mu-
cho otras sectas vanas, tuvo por cierto que es-
tribaban sus cosas en más alto principio. Quiso
el Rey favorecer y autorizar esta causa, y que
sus dos hijos prohijasen al nuevo cristiano en
Cristo; se llamó Don Pablo; el ministro de este
Sacramento fué García de Loaysa, maestro del
mismo Príncipe, De aquí á 4 de Abril fué el Rey
á Alcalá de Henares, que le estaban aguardando
para celebrar la fiesta de la canonización del san-
to fray Diego; de allí vino por Aranjuez y entró
á pasar aquí el verano, que se pasa bien, en 29 de
Abril. Llegó aquí la nueva de aquella tan extra-
ña muerte del desventurado Rey Enrique de Fran-
cia, que, como todos saben, le mató el dia i.0
de Agosto de este mismo año un fraile dominico
sacerdote, lanzándole por las tripas un cuchillo,
y murió sin confesión, dejando á todo el mundo
con harta sospecha de su poca fé. Se hizo poco
sentimiento de su muerte, y no se mandó se h i -
ciesen exequias ni dijesen misas, como se hizo
con su madre la Reina Doña Catalina, como
obedeciendo á esto el haber sido excomulgado
por el Papa Sixto V con particular breve, por las
muertes crueles que habia mandado dar al D u -
que de Guisa y Cardenal de Guisa, y sus herma-
i6g
nos, y preso al Arzobispo de León y al Cardenal
Borbon; y quien así se atrevió contra tan grandes
Príncipes de la Iglesia, no es maravilla muriese
á manos de un religioso. A 6 de Agosto de este
mismo año, murió el quinto Prior de este con-
vento, fray Miguel de Alaejos, hombre de mucha
confianza del Rey y á quien quería; la casa le
debe mucho: la enfermedad postrera fué dolor de
costado, y por no osarle mudar, murió en su pro-
pia celda del claustro. Cuando supo el Rey que
era difunto, dijo: «tarde toparán los frailes otro
fray Miguel de Alaejos;» cuál buen profeta salió,
el tiempo lo ha descubierto. Por muerte del Doc-
tor Miguel Martínez, vacó la cátedra de prima
de teología de este colegio; los que andaban al
lado de S. M . hacian siempre gran instancia que
no tuviesen las cátedras los religiosos, no porque
entendían habia falta de supuestos para ellas, que
de esto, aunque les pesaba, veian hartos desen-
gaños, sino por tener aquí tres plazas que pro-
veer y en quien poder hacer y que correspondie-
sen con algo (está muy lleno de esto el mundo);
le dieron mucha prisa al Rey que proveyese esta
cátedra en persona seglar, y salieron con ello; y
porque era constitución del colegio que la cédula
de catedrático, cualquiera que fuese, la firmase el
Prior, se la llevaron hecha, estando enfermo, de
parte del Rey, para que la firmase, diciéndole
uno de los privados que S. M . lo mandaba, y j a -
más quiso hacerlo; y porfiándole en esto, se resol-
vió diciendo que él no habia de firmar la cédula.
170
porque era en afrenta de su Orden y de esta su
casa, y que si S. M . quería determinadamente
que la firmase, que buscase otro Prior que lo hi-
ciese, que desde luego él dejaba el oficio. Es-
pantado el que hacía esta instancia de tanto áni-
mo y, como ellos dicen, libertad, se tornó al Rey y
le dijo lo que pasaba. Se rindió el Monarca, y allá
en su pecho consideró, como otro tiempo el E m -
perador Teodosio de San Ambrosio, que no ha-
bía hallado otro que tan de veras hiciese su ofi-
cio; y al fin se hizo todo lo que quiso el Prior, que
no sé yo si topó Felipe hombre de más valor para
con él. F u é luego elegido en Prior fray Juan de
San Jerónimo, profeso de esta casa y á la sazón
Rector del colegio; le confirmaron en el oficio día
de San Bernardo, y porque Sus Altezas viesen es-
ta ceremonia, quiso que fuese en las gradas del
altar mayor, donde se hallaban todas las perso-
nas Reales. Estaba ya á este tiempo acabada la
pintura del altar mayor, y se iban poniendo las
figuras de bronce, que son los cuatro Doctores y
los cuatro Evangelistas y otras, como en su lugar
diremos despacio, y porque aconteció un caso
como milagroso, lo diré aquí de paso: cuando su-
bían la figura del Evangelista San Juan, que es
grande, de más de siete piés y medio, cuando ya
llegaba al nicho, se quebróla maroma que estaba
revuelta en la polea ó trocla, y se bajó la figura tan
poco á poco con el resto que quedaba de la soga
como si la bajaran con un torno; de suerte que
en ella, ni en los jaspes que estaban en el suelo
i7i
se hizo daño alguno, con admiración del Rey y
de todos los maestros y oficiales que estaban pre-
sentes. Partió S. M . y Altezas de aquí, á 5 de
Noviembre, para Madrid, dejando también aca-
bada ya de todo punto la librería del coro, que es
una de las preciosas joyas que hay en esta casa y
de que hablaremos en su lugar.
E l año siguiente de 1590 no vino S. M . aquí
por la Semana Santa, porque le iba ya apretando
la gota, y prevalecía, ayudado de los años y de
los trabajos continuos de tan pesado gobierno en
tiempos tan apretados y revueltos. Se dilató la
venida hasta el 7 de Junio; llegó aquí á las seis
de la tarde con sus hijos; le recibieron con la mo-
deración que otras veces, y se vió una cosa no
acostumbrada, que fué poner guardias en el Pa-
lacio y en el Monasterio; se señalaron las perso-
nas que podian entrar en la iglesia, que fueron
pocas y todas principales, de que hubo harto
sentimiento en muchos de sus criados; se mandó
también se tuviese mucha cuenta con la gente
forastera y negociantes que llegaban al pueblo
del Escorial, y á este Sitio, y de ellos se hacía
lista cada noche y la enviaban cada dia al Rey.
No se entendió claramente la razón de esta nue-
va diligencia, sospechas varias y muchas, de que
no hay que hacer cuenta. E l dia de Corpus Chris-
t i , que fué á 27 de Junio, se hizo la primera pro-
cesión por el claustro principal, que estaba ya
acabado de todo punto de pintar al fresco y al
óleo, y solado. Mandó el Rey que ninguno se mez-
172
clase en la procesión con los religiosos, sino que
ó fuesen delante, ó se quedasen á la postre de
todos, y así se hizo: tan amigo fué siempre de
poner las cosas sagradas y de religión en su l u -
gar. Murió este verano el Papa Sixto V á tiempo
que estaba nuestro Rey y todo el reino puesto
en harto cuidado de ver en qué habia de parar
tanta desafición á las cosas de España y tanta in-
clinación á las de Francia; de la muerte de este
Pontífice se dijeron cosas extrañas: ni yo las diré,
ni las creo. Se acabaron de poner el mes de Se-
tiembre de este año todas las figuras de bronce
en el altar mayor: son quince todas, y las mejores
y mayores que se conocen en Europa, obra de
Pompeyo León i; para poner las del Apóstol San
Pedro y San Pablo, el Crucifijo y Nuestra Seño-
ra y San Juan, que están en lo más alto, se hizo
un fuertísimo andamio, que atravesaba todo el
cuerpo de la capilla, desde una cornisa á otra y
sobre él dos tornos; subió algunas veces allá S. M .
con sus hijos para dar su voto y parecer en el
asiento de ellas. E l dia que se subió la de San
Pedro, que fué á 3 del mismo mes, en acabando
de asentarla se revolvió un poco el cielo, que ha-
bia estado todo el dia claro y sereno, y estando
ios religiosos en completas, cayó, con un repenti-
no, solo y grande trueno, un rayo; dió una parte-
cilla en la torre de las campanas, y entró por la
ventana donde está el relojillo del coro, frontero
de la en que se pone el Rey para oir las vísperas
y ver los religiosos; hizo allí una pequeña señal
y desdoró con el humo parte del marco, sin hacer
otro daño; causó mucho temor á los religiosos, y
áun algunos dieron en el suelo; subió S. M . luego
á verlos y dió gracias á Nuestro Señor de que no
hubiese hecho daño en nada. E n los tres ó cuatro
dias siguientes, se acabaron de asentarlas demás
figuras, y así quedo de todo punto acabado el re-
tablo, de cuya arquitectura y traza diremos en su
propio lugar.
E l año siguiente de 1591 se celebró el Capítu^
lo general en nuestra Órden; por avisos que S. M .
tuvo de personas religiosas, mandó al Obispo de
Osma, Don Sebastian Pérez, con poderes bas-
tantes del Nuncio de Su Santidad, para que pre-
sidiese este Capítulo, admitiendo la renuncia del
padre fray Juan de San Jerónimo, como él mis-
mo lo habia pedido; y después de algunos dares
y tomares, fué electo en Prior el padre fray Die-
go de Yepes, profeso de la Sisla de Toledo; le
confirmaron en 16 de Junio.
Trajo esta vez Antonio Voto, guarda-joyas,
por mandado de S. M . , gran acopio de r e l i -
quias de santos, para hacer con ellas muchos y
muy preciosos relicarios y vasos de oro, plata,
piedras preciosas, bronces dorados y cristales en
que ponerlas, y así fué forzoso componer de
nuevo los dos relicarios que están en esta iglesia;
haré después discurso y trazado de todo esto.
En 23 de Agosto llegó aquí, á San Lorenzo,
Monseñor Darío Bocarin, Nuncio del Papa y su
secretario íntimo, bien acompañado de criados y
I74
gentiles hombres, y Guido, maestro de ceremo-
nias de Su Santidad. L e aposentaron en la hos-
pedería con toda su familia, donde fué muy ser-
vido y regalado; traia dos muy ricos dones del
Papa Gregorio X I V para Sus Altezas, el estoque
y el sombrero para el Príncipe, y la rosa para la
señora Infanta. En llegando mandó pregonar en
el pueblo, que todas las personas que el dia si-
guiente de San Bartolomé se hallasen en el Mo-
nasterio de San Lorenzo, ganasen indulgencia
plenaria, y así acudió mucha del pueblo y del
Sitio.
E l año siguiente de 92 vino S. M . con Sus A l -
tezas algo tarde, porque le detuvo la gota; llegó
aquí para la vigilia de Pentecostés, y estuvo has-
ta pasar la fiesta de Corpus, y luego el viernes ó
sábado siguiente partió para Valladolid, dando
primero una vuelta por la casa, como lo hacía
siempre; vió la librería principal, que casi estaba
ya acabada de pintar; mandó que se prosiguiese
con calor la obra de la casa, que llamamos la
Compaña, que es principal edificio, y el cumpli-
miento, anchura y majestad de este convento,
donde, como en su lugar veremos, están bien re-
partidos todos los oficios.
Se debe también esto al padre Prior fray M i -
guel de Alaejos, porque insistió'mucho con S. M .
para que se emprendiese este edificio tan grande
y provechoso; lo dejó en buen punto y hecha la
traza, que es de Francisco de Mora, arquitecto
mayor de S. M . y sucesor de Juan de Herrera.
175
También quedó ordenado, se prosiguiesen las
casas de los oficios del Rey, otra parte de esta
obra de gran consideración, y de la que haré
mención particular más adelante.
Partió, pues, el viernes siguiente S. M . , des-
pués del Corpus, para Valladolid, y de allí fué á
Burgos, después al monasterio de Nuestra Seño-
ra de la Estrella, principal casa de esta religión.
Caj^ó allí enfermo, y le apretó el mal; se le mu-
rieron dos médicos en esta jornada^ el uno fué
aquel insigne Vallés Covarrubiano, hombre de
singular ingenio, cuyos escritos vivirán á pesar
del tiempo y de la envidia; el otro fué el doctor
Victoria, y también poco antes se le habia muer-
to el confesor Chaves, religioso de Santo Domin-
go: desde aquel dia se confesó S. M . con los Pre-
lados de los monasterios donde llegaba, que por
entonces no se determinó de escoger otro con-
fesor.
E l año siguiente de 93 tornó de su jornada
nuestro fundador, y pasó aquí buena parte del
verano; vió acabada toda la librería, la pintura y
sus historias, los cajones, el suelo, y asentada
mucha parte de libros; se holgó de ver cuán bien
acertada quedó aquella pieza.; se puso también
la última mano en la fuente del claustro, que la
faltaba el adorno de las figuras que ahora tiene;
creció la obra de la Compaña casi hasta la últi-
ma piedra; se soló la plaza que está delante del
pórtico, y se pusieron todos los antepechos, y
porque no faltase obra, se emprendió una llena de
176
piedad y de grandeza, que fué hacer una iglesia
en el pueblo del Escorial, que la que tenia ya de
vieja se venia al suelo, y se hizo un hermoso
templo en poco más de quince meses; que quien
lo vió de repente habiendo hecho esta breve au-
sencia, juraba que no era fábrica de hombres,
sino que algunos ángeles la hablan plantado allí
en una noche; también diré de él alguna cosa á
su tiempo. Así queda esta fábrica de todo punto
perfecta en lo de las partes de dentro y fuera.
Resta digamos otras dos importantísimas: la con-
sagración de este templo, cosa digna de conside-
ración por ser ya esta ceremonia y sacramento
tan desusado en España; el feliz tránsito de
nuestro fundador, que cada una merecía un libro
entero.
DISCURSO X V I I .

Consagracion de la iglesia y altares de esta casa


de San Lorenzo el Real por el Nuncio de Su
Santidad, en presencia del Rey Don Felipe,
su fundador.

Desde el año de 1586 que se acabó este santo


templo y le bendijo el Obispo de Irlanda Buena-
ventura, para que se pasase allí el Santo Sacra-
mento, y se celebrasen los oficios divinos, como
se dijo en su propio lugar, quiso el Rey, su fun-
dador, que se celebrase cada año fiesta de la de-
dicación de este templo, con sus octavas, como
se hizo. Algunos dudaron si se podia celebrar
esta fiesta, por no estar consagrada, sino sólo
bendita, con la bendición que se hace á los ce-
menterios, porque no hay otra, y la fiesta que el
derecho manda que se celebre con octavas no es
para esto, sino á la consagración.
Para quitar estos escrúpulos y que ninguno
dudase, determinó el piadoso Rey que se consa-
grase éste tan insigne templo, y era razón que
fábrica tan hermosa y que con tan claras venta-
jas excede en lo material, á cuanto con los ojos
vemos en Europa, no la hiciese ventaja ninguna
12
178
en lo espiritual y divino. E s t á mandado por los
Pontífices desde el principio de la Iglesia, que
estas se consagren, como lo mandó en diversas
Epístolas el Papa San Clemente, y afirma, que
así lo ordenaron y mandaron los Apóstoles, y lo
mismo confirmaron después San Evaristo y San
Urbano y otros muchos Pontífices; y cuando no
hubiera más, de que el mismo Señor quiso auto-
rizar con su presencia, la fiesta de la dedicación
del templo que hizo Judas Macabeo bastará, para
entender que era su voluntad, se consagrasen sus
iglesias; quien quisiere ver mucho de esto, lea
los autores pios que han tratado de ritos, cere-
monias y divinos oficios de la Iglesia.
Vino el Rey Don Felipe á tener aquí el vera-
no con sus hijos, como otras muchas veces, el año
1595, y aunque llegó algo fatigado d é l a gota, con
el contento de verse en su casa, el ayuda de los
aires de la tierra, el aposento tan á propósito y
tan fresco, le hizo cobrar salud y le dió aliento
para poner en ejecución lo que tanto deseaba.
Era este puntualmente el año cuarenta de su rei-
nado, y de Pontificado de Clemente V I I I tam-
bién el año cuarto, para que todo sea cuadrado y
firme; envió á llamar á Camilo Cayetano, Pa-
triarca de Alejandría, Nuncio de Su Santidad,
varón prudentísimo y docto y bien afecto á las
cosas de Felipe y de España y áun á la Orden
de San Jerónimo; le dijo su intento, y como que-
na que él fuese el instrumento de esta consa-
gración, la aceptó con alegre rostro; se determi-
179
n o el d i a , q u e f u é 30 de A g o s t o , e l m i s m o e n q u e
s i e m p r e s e h a b i a c e l e b r a d o l a fiesta, e s c o g i d o d e l
R e y , p o r q u e a u n q u e se m a n d a q u e l a c o n s a g r a -
c i ó n de l o s t e m p l o s , se h a g a e l d o m i n g o ó e n fies-
t a de a l g ú n s a n t o , h a y p e r m i s i ó n q u e s e a en c u a l -
q u i e r otro d i a ; y t u v o t a m b i é n c o n s i d e r a c i ó n á
que n i el d i a n i l a s o c t a v a s , e c h a s e n f u e r a a l g u n a
o t r a fiesta de l a I g l e s i a . E l m a r t e s a n t e s , se a p a -
rejaron todas l a s cosas con gran puntualidad;
m a n d ó el N u n c i o q u e a y u n a s e n t o d o s , e l c o n v e n -
fto y s u s c r i a d o s , l a gente de l a f á b r i c a y S i t i o , y
t a m b i é n e l pueblo del E s c o r i a l : a s í lo ordena e l
Pontifical R o m a n o , p o r q u e se e n t r e c o n buen
p i é , m o r t i f i c a n d o l a c a r n e y c o b r e f u e r z a s el e s p í -
ritu; se a d e r e z ó l a tarde a n t e s un altar en la
i g l e s i a p e q u e ñ a , d o n d e se p u s i e r o n r e l i q u i a s d e
l o s d o c e A p ó s t o l e s , de S a n L o r e n z o y d e otros
muchos santos m á r t i r e s , e s c o g i é n d o l a s u n a á u n a
e l m i s m o R e y , no p o r s u m a n o , s i n o p o r l a s d e l
S a c e r d o t e q u e l a s t e n i a á s u c a r g o ; estas r e l i q u i a s
s o n l a s q u e s e h a b l a n de p o n e r y sepultarse en
el a l t a r p r i n c i p a l de l a i g l e s i a ; se c e r r a r o n e n u n
v a s o m u y r i c o , y c o n e l l a s tres g r a n o s de i n c i e n -
so y u n p e r g a m i n o e s c r i t o , firmado del nombre
del N u n c i o , q u e t r a d u c i d o d e l l a t í n a l c a s t e l l a n o
dice: « E l a ñ o M . D . x c . v á 30 d í a s del m e s de
A g o s t o , y o , C a m i l o C a y e t a n o , P a t r i a r c a de A l e -
j a n d r í a , N u n c i o A p o s t ó l i c o en los r e i n o s de E s -
p a ñ a , c o n s a g r é e s t a i g l e s i a y este a l t a r , e n h o n r a
de S a n L o r e n z o , y e n c e r r é en é l l a s r e l i q u i a s d e
S a n L o r e n z o y d e l o s doce A p ó s t o l e s , S a n Esté-
i 8o
b a n y otros m á r t i r e s , y c o n c e d í á todos los fieles
h o y u n a ñ o , y e n e l d i a del a n i v e r s a r i o de esta
consagacion cuarenta dias de verdadera i n d u l -
g e n c i a á todos l o s q u e l a v i s i t a r e n e n l a f o r m a
que l a iglesia lo a c o s t u m b r a . » S e l l ó luego el v a s o
y l o p u s o en el a l t a r , d e n t r o d e u n a s a n d a s he-
c h a s p a r a solo este efecto, a c o m p a ñ á n d o l a s á l o s
lados con sus candeleros y luces. E n presencia
d e estas santas r e l i q u i a s e s t u v i e r o n l o s r e l i g i o s o s
velando por sus escuadras toda la n o c h e , can-
t a n d o h i m n o s y s a l m o s , h a c i e n d o e s t a d o á estos
gloriosos P r í n c i p e s que triunfaron del m u n d o y
reinan en el cielo. E s t a b a n t a m b i é n muy á pun-
to todas las santas alhajas é instrumentos que
e r a n m e n e s t e r p a r a el a c t o . E l s a n t o C r i s m a en
m u c h a c a n t i d a d , e l O l e o s a n t o de l o s catecúme-
nos en preciosos vasos, incienso, t u r í b u l o s , na-
vetas, b r a s e r o s c o n b r a s a s , c e n i z a s , s a l , vino,,
p a n é h i s o p o s , de l a m i s m a y e r b a m a n t e l e s , to-
b a l l a s , l i e n z o s de d i v e r s a s s u e r t e s , d e l g a d o s unos,
g r u e s o s otros, y otros e n c e r a d o s ; esponjas, a r e n a ,
c a l , p a l e t a s , a n t o r c h a s , c i r i o s y otras c i e n cosas
p a r a limpiar, pulir, adornar y h e r m o s e a r esta
nueva esposa, que e n e l d i s c u r s o v e r e m o s ser
todo necesario y á u n m í s t i c o s i me h u b i e r a de
detener en tantos p a r t i c u l a r e s . E s t a b a n también
l a s c u a t r o p a r e d e s de la iglesia, e n c i m a de las
claves de once principales arcos ó portadas,
p u e s t a s en m u c h a c o r r e s p o n d e n c i a , once c r u c e s ,
l a d u o d é c i m a , e s t a b a e n e l testero d e t r a s d e l a l -
tar mayor. E s t a b a t a m b i é n aparejada u n a esca-
I8I
l e r a portátil, fabricada de madera y lienzo pinta-
do, t a n fuerte y t a n h e r m o s a , q u e n o p a r e c í a c o s a
temporal, sino para siempre ¡lástima deshacerla!
p o r q u e j u r a r o n e r a n de finos m á r m o l e s ; se l l e v a -
ba, traia y r e v o l v í a e s t a m á q u i n a p o r todo el
templo, c o n h a r t a f a c i l i d a d , sobre unas ruedas;
t e n i a v e i n t e y c u a t r o p i é s en alto; s u b í a el N u n -
cio c o n todos sus ministros por e l l a , c u a n d o u n -
g í a l a s c r u c e s , c o n e l santo C r i s m a en l a s c u a t r o
p a r t e s d e l t e m p l o , y a s í e r a m e n e s t e r fuese se-
gura, ancha, apacible, con sus mesas, descansos
y pasamanos y antepechos, y como los que la
gobernaban iban dentro, parecía se meneaba
c o m o por milagro sin ver c ó m o . Se imprimieron
t a m b i é n p a r a s ó l o este m e n e s t e r m u c h a c a n t i d a d
d e libros, en que se contenia todo lo que se h a -
bla de cantar, porque llevase c a d a religioso el
suyo, que fué grandeza de Rey, importante
para la quietud y decencia de esta solemnidad.
Quiso también el R e y r e g o c i j a r l a fiesta, y e l
gozo q u e a r d í a e n su p e c h o d e s p e r t a r l o en el d e
t o d o s ; m a n d ó que se p u s i e s e n p o r todo e l t e m p l o
y por la c a s a l u m i n a r i a s , y que l a noche que e s -
p e r a b a t a n s o l e m n e d i a n o fuese o s c u r a ; se h i c i e -
r o n m u c h a s , no c o n c i e r t a n l o s oficiales e n e l n ú -
m e r o ; u n o s d i c e n s e i s , otros c i n c o m i l , o t r o s m á s ,
otros m é n o s ; estas e r a n u n a s l á m p a r a s d e b a r r o ,
l l e n a s de aceite, r o d e a d a s c o n p a p e l a c e i t a d o , p a -
ra defenderlas d e l aire; tenían unas mechas ó
t o r c i d a s , q u e a u n q u e de e s t o p a , las hilaron las
d a m a s de l a Infanta, y á u n ella creo no se d e s -
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d e ñ ó de h a c e r a l g u n a , p o r e n t r a r e n p a r t e de l a
fiesta. A l p u n t o q u e c e r r ó l a n o c h e , se e n c e n d i e -
r o n t o d a s c o n h a r t a p r e s t e z a , y se v i ó u n a de l a s
m á s alegres v i s t a s que se p u d i e r a i m a g i n a r : c o m o
e l v e n t a n a j e d e l a c a s a , es t a n t o y de t a n b i e n
guardada proporción, y en todas ellas estaban
t a n t a s l u c e s , s e v e n i a á los o j o s u n a c o m p o s t u r a
de g l o r i a ; los b o r d e s , b o c e l e s y antepechos de
l a s t o r r e s y del c i m b o r r i o , h a s t a las a g u j a s y bolas
y los pretiles y antepechos d e l j a r d i n , estaban
t o d o s c o n este m i s m o a d o r n o , p e r f i l a d o s y g u a r -
n e c i d o s de l u z ; m i r a d o todo desde a p a r t e , c o m o
e s t a b a n las l á m p a r a s t a n j u n t a s , n o h a d a n c a s i
intervalo, ni dejaban mellas n i oscuros; pare-
cían f r a n j a s d e oro; n o s é c ó m o m e lo diga, p a -
r e c í a n gargantillas, ó como caireles mucho mejor
q u e de o r o , p o r q u e e r a n de u n a c o n t i n u a d a l u z ,
que como es de otro ser m á s a l t o , h a c í a unos
v i s o s y v i s l u m b r e s de t a n t a h e r m o s u r a , en m e d i o
d e a q u e l l a s o m b r a de los edificios, q u e no p a r e -
c í a c o s a de la tierra. S e v i e r o n estas l u m i n a r i a s
por ser tantas desde T o l e d o y desde O c a ñ a y
d e s d e o t r o s l u g a r e s ; p o r q u e t e n í a n n o t i c i a de l a
fiesta, estuvieron sobre aviso y pudieron m o s -
t r a r l o á otros. Salió el R e y d e s u a p o s e n t o , le
l l e v a r o n e n u n a s i l l a , p o r q u e l a g o t a le t e n i a i m -
pedido, s u b i ó al c l a u s t r o alto del c o n v e n t o p o r
g o z a r d e l a v i s t a y d e l f r u t o de su santa i n v e n -
ción. E l P r í n c i p e nuestro s e ñ o r , quiso mirarlo
d e s d e c e r c a y desde l e j o s ; b a j ó á c a b a l l o h a s t a el
p u e b l o , y s u b i ó á la s i e r r a h a s t a el a r c a d e l a g u a ,
i83
a c o m p a ñ a d o de s u s c a b a l l e r o s , y se a l e g r ó m u c h o
c o n las vistas. U n a cosa hizo á m u c h o s m a r a v i -
l l a y lo t u v i e r o n c o m o p o r m i l a g r o ó m e r c e d d e l
cielo: que no peligrase nadie aquella noche; por-
q u e se p u s i e r o n e s t a s l u c e s y l á m p a r a s en l u g a -
r e s t a n altos y t a n p e l i g r o s o s , que pone pavor
m i r a r l o s de d i a , y s u b i e r o n á ellos d e n o c h e m u -
c h o s p e o n e s de l a f á b r i c a y o t r a gente t o r p e , t a n
p r o v i s t o s de v i n o , c o m o l a s l á m p a r a s de a c e i t e , y
e n m e d i o d e t a n t o s c a n d i l e s , D i o s les t u v o á t o -
d o s d e s u m a n o , p o r q u e en n o c h e t a n alegre n o
se m e z c l a s e p u n t o de t r i s t e z a . V i n o l a m a ñ a n a
c l a r a y a ú n h a l l ó e l s o l a r d i e n d o m u c h a s d e estas
luminarias, y m e z c l ó con ellas alegremente sus
r a y o s , h a s t a que é l c o b r ó f u e r z a s y e l l a s s e a c a -
baron. L o s religiosos, aunque hablan dormido
poco aquella noche, madrugaron, dijeron las m i -
sas particulares en los altares que para este
efecto e s t a b a n hechos en la iglesia pequeña.
C u m p l i d o con esta ordinaria hacienda y obliga-
c i ó n , vino el N u n c i o á l a iglesia a c o m p a ñ a d o de
muchos c a b a l l e r o s y religiosos; o r d e n ó a l l í t o d o
lo que vio era menester; m i r ó atentamente l a s
c o s a s todas que estaban aparejadas; se le puso
u n s i t i a l e n m e d i o d e l t e m p l o ; m a n d ó se e n c e n -
d i e s e n l a s c a n d e l a s que e s t a b a n p u e s t a s , a c o m -
p a ñ a n d o las doce cruces de las paredes, y salir
toda l a gente de l a i g l e s i a , d e j a n d o d e n t r o u n
solo D i á c o n o vestido con amito, alba y estola,
sin d a l m á t i c a , y cerró las puertas. D e s d e allí, c o n
el m i s m o a c o m p a ñ a m i e n t o , f u é á la iglesia p e -
184
q u e n a , d o n d e e l altar d e a n t e s h a b i a p u e s t o e n el
altar y vaso las santas reliquias, y diciendo, como
es de c o m ú n c e r e m o n i a , l o s siete S a l m o s p e n i -
t e n c i a l e s , se v i s t i ó de a m i t o , a l b a , c í n g u l o , e s t o l a ,
capa blanca y mitra l l a n a , c o n el b á c u l o p a s t o -
r a l e n l a d i e s t r a ; s e v i s t i e r o n c o n él otro D i á c o n o
y S u b d i á c o n o s i n d a l m á t i c a s , y los d e m á s a c ó l i t o s
y ministros c o n solo sobrepellices; así vestidos
v i n i e r o n d e l a n t e d e l a s p u e r t a s de l a i g l e s i a p r i n -
cipal, donde estaban hechos o t r o s dos a l t a r e s ,
u n o p a r a p o n e r l a s r e l i q u i a s , y el otro s e r v i a de
a p a r a d o r , d o n d e e s t a b a todo lo n e c e s a r i o p a r a l a
consagración; t a m b i é n h a b i a u n s i t i a l , d o n d e se
h i n c a b a de r o d i l l a s c u a n d o e r a m e n e s t e r .
L l e g a d o s a l l í , e m p e z a r o n los r e z o s especiales
p a r a estos c a s o s , s a l i e n d o d e s p u é s p o r f u e r a de l a
iglesia á echar agua bendita, en l o alto de l a s
paredes, e n m e d i o y e n los c i m i e n t o s : t r e s v e c e s
se hizo oración, y t r e s v e c e s h i r i ó c o n el b á c u l o
las puertas; las doce luces significan los doce
Apóstoles.
N o e n t r a n e s t a v e z todos c o n el P o n t í f i c e q u e
consagra, si no sólo los m i n i s t r o s , D i á c o n o y
Subdiácono y a c ó l i t o s , con algunos cantores y
u n a l b a ñ i l p a r a q u e p o n g a l a p i e d r a en el s e p u l -
cro del altar, donde se han de poner las r e l i -
quias. A s í , entrando c e r r a r o n tras s í las puertas,
y q u e d ó fuera l a c l e r e c í a y e l p u e b l o , q u e no s o n
p a r a todos los m i s t e r i o s q u e a l l í se t r a t a n , n i y o
d e b o a d v e r t i r l o t o d o , n i d e c i r l o q u e c a n t a n en
c a d a cosa de estas, que sería hacer u n libro gran-
de. E n tanto q u e se c a n t a , el s a c r i s t á n m a y o r ,
con u n cedazo dorado, f u é cerniendo ceniza por
l a iglesia, haciendo con ella dos l í n e a s , que se
cruzan en medio del templo, de esquina á e s -
q u i n a ; e s t a b a y a á este p u n t o el R e y c o n el P r í n -
cipe su hijo, no e n l a i g l e s i a ( d i g o e n lo b a j o )
s i n o e n l o a l t o , de los t r á n s i t o s q u e e s t á n , á l o s
treinta piés, p o r a l l í , lo t r a i a n e n u n a s i l l a , q u e
p o r t e n e r l o s p i é s t i e r n o s , d e l s e n t i m i e n t o de l a
g o t a , no p o d i a de o t r a m a n e r a : d e s d e a l l í l o m i -
raba todo, y todo lo consideraba con a t e n t í s i m o s
ojos, y n o se q u i t ó d e a l l í , h a s t a e l fin d e l a c o n -
sagración, mostrando en t o d o i g u a l p a c i e n c i a
y devoción, porque se c a n s a r o n á u n los muy
fuertes.
E n c u a n t o que se c a n t ó el Benedichis, q u e d u r ó
m u c h o , e l N u n c i o , c o n el b á c u l o p a s t o r a l , f u é e s -
c r i b i e n d o en l a c e n i z a , el alfabeto l a t i n o , en u n a
l í n e a de l a m a n o d e r e c h a , y e n l a o t r a q u e c r u z a -
b a el alfabeto g r i e g o , c e r e m o n i a de m u c h a c o n -
s i d e r a c i ó n , p o r q u e se ve desde l u e g o e n e l l a , l a
u n i ó n y j u n t a d e d o s p u e b l o s en u n a c r u z , e n q u e
estriba y funda toda l a h e r m o s u r a de esta celes-
tial fábrica.
A c a b a d o esto, c a m i n ó el consagrante h á c i a e l
a l t a r m a y o r ; antes d e l l e g a r á é l , d i j o t r e s v e c e s :
Deus adjotorum meun intende; bendijo luego de
nuevo otra agua, mezclando con ella sal, c e n i -
za y v i n o , cosas todas que l i m p i a n , purifican y
á u n e s c u e c e n y c a s t r a n l a s l l a g a s v i e j a s , y p o r esto
sanan.
i86
De allí partió o t r a v e z p a r a las p u e r t a s de l a
i g l e s i a que e s t a b a n cerradas, y con el báculo
h i z o d o s c r u c e s , u n a en l o a l t o , y o t r a e n l o b a j o
de e l l a s ; p r o c e d i ó l u e g o á l a c o n s a g r a c i ó n del
altar, que es u n a b i s m o de m i s t e r i o s c u a n t o a l l í
se hace; i m p r i m i ó e n é l m u c h a s cruces, con el
a g u a q u e p a r a esto b e n d i j o ; lo r o d e ó siete v e c e s ,
r o c i á n d o l e c o n el h i s o p o de l a m i s m a y e r b a , h u -
milde y caliente, que vale poco u n a propiedad
sin otra; d e s p u é s r o d e a y c e r c a p o r dentro o t r a s
tres veces la iglesia, echando el agua bendita
por lo a l t o , p o r el m e d i o y p o r l o l a r g o , c o m o
hizo por fuera, aunque aquella agua no era tan
fuerte c o m o é s t a , p o r q u e l a v e r d a d e r a p e n i t e n c i a
m á s de v e r a s h a d e t o c a r en e l a l m a , q u e e n l a r o -
p a ; a s í el P o n t í f i c e , d e s p u é s de h a b e r l o l a v a d o y
r o d e a d o tres v e c e s , c a m i n a de O r i e n t e á P o n i e n -
te, y luego de M e d i o d í a al Norte, r o c i á n d o l a de
l a m i s m a s u e r t e , t o c a n d o c o n los e x t r e m o s d e l a
c r u z l o s c u a t r o p u n t o s d e l m u n d o , en s u s c u a t r o
lados y paredes. Acabado esto, hace u n a m e z c l a
de c a l y a g u a b e n d i t a , q u e l l a m a el c e r e m o n i a l
cementum ó maltam; n o s o t r o s no t e n e m o s v o c a b l o
propio, sino e l c o m ú n , hacer c a l : lo b e n d i c e y
se g u a r d a p a r a s u t i e m p o , y el a g u a b e n d i t a q u e
s o b r a , l a d e r r a m a a l p i é del a l t a r p o r e l c o n t o r n o
d e l p e d e s t a l , s i g n i f i c a n d o l a a b u n d a n c i a de l a p e -
n i t e n c i a ó s a t i s f a c c i ó n d e l o s santos.

D e s d e a l l í p a r t i ó e l N u n c i o en p r o c e s i ó n or-
d e n a d a á la iglesia pequeña, donde se h a b l a n
p u e s t o l a v í s p e r a l a s r e l i q u i a s en el a l t a r , e n s u
187
vaso y e n l a s a n d a s . A s í p a r t i ó c o n las r e l i q u i a s
e n p r o c e s i ó n h a s t a l a p u e r t a de l a i g l e s i a p r i n c i -
pal; llegados allí, el N u n c i o m a n d ó al coro que
se e s t u v i e s e q u e d o , s a c ó l a s r e l i q u i a s e n el vaso
m i s m o d e l a s a n d a s en q u e h a b l a n v e n i d o , y l l e -
vándolas en s u s m a n o s (no p u d i e r o n i r e n las
a n d a s p o r ser a l g u n a s p u e r t a s a n g o s t a s ) , l a c r u z
y c a n d e l e r o s a d e l a n t e c o n los t u r i b u l a r i o s , d i ó
u n a v u e l t a e n c o n t o r n o d e toda l a i g l e s i a , a c o m -
p a ñ á n d o l e solo el p u e b l o y personas seculares.
L o q u e f a l t a lo d i r e m o s e n el d i s c u r s o s i g u i e n t e ,
p o r n o a t r e p e l l a r l o todo j u n t o .
DISCURSO X V I I I .

Prosigue el acto de l a consagración de la iglesia


y altares. Hace el 'Principe Don Felipe las
partes de su padre en la dotación de ella.

A l a p u e r t a de l a i g l e s i a , d o n d e t o r n ó el c o n s a -
grante, después de haber d a d o aquella vuelta
c o n l a s r e l i q u i a s , a c o m p a ñ a d o del P r í n c i p e y de
su pueblo, tornadas á poner en las andas, estaba
a l l í p u e s t a u n a s i l l a a l t a de b r o c a d o , e n c i m a de
u n dosel de lo m i s m o , donde se s e n t ó e l P r í n c i p e
n u e s t r o s e ñ o r , y en o t r a a l g o m e n o r , q u e e s t a b a
e n c i m a de u n a alfombra, se sentó el Nuncio.
Desde allí, c o m e n z ó u n razonamiento grave, y en
b u e n tono de v o z , h a b l a n d o c o n el p u e b l o que e s -
taba presente; después se d i r i g i ó a l P r í n c i p e d e
E s p a ñ a , que e s t a b a , c o m o d i j e , sentado en su s i l l a
haciendo las veces d e su padre, y convirtiendo á
él la plática, d i j o d e esta manera en la m i s m a
l e n g u a l a t i n a , lo q u e e n l a c a s t e l l a n a s u e n a a s í :
« P r í n c i p e s e r e n í s i m o : sepas que n o permiten
los S a c r o s C á n o n e s q u e se c o n s a g r e n l a s i g l e s i a s
s i n dote y s i n m i n i s t r o s , q u e d e l a m a n e r a que e l
dote s e r e q u i e r e p a r a e l m a t r i m o n i o , a s í s o n n e -
c e s a r i a s l a s r e n t a s p a r a l a s u s t a n c i a d e los m i n i s -
tros. Y por esta r a z ó n , Príncipe serenísimo,
queremos ahora saber c u á n t o s sacerdotes y c l é -
rigos, q u é obligaciones y cargas, e l R e y c a t ó l i c o
v u e s t r o p a d r e , h a d e j a d o ó p r e t e n d e d e j a r , y de
qué c o s a s h a dotado esta i g l e s i a ó p r e t e n d e d o -
t a r l a : p o r q u e s e p a s d e c i e r t o , q u e lo q u e e s t á e s -
t a b l e c i d o p o r l o s S a n t o s P a d r e s e n f a v o r de l o s
fundadores de las iglesias, en agradecimiento y
m e m o r i a de l a liberalidad grande que con la Igle-
sia mostraron, en esta á su fundador el R e y c a t ó -
lico, y á tí, P r í n c i p e s e r e n í s i m o , y á todos vues-
tros hijos y herederos, se hará y c u m p l i r á fiel-
m e n t e . >>
O i d a s e s t a s p a l a b r a s p o r el P r í n c i p e , d i j o s a -
c a n d o u n p a p e l que en l a m a n o t e n i a : « a q u í e s t á
l a r e s p u e s t a d e l o q u e se m e p i d e ; » t e n d i ó l a m a -
no y l o d i ó á s u s e c r e t a r i o de E s t a d o , D o n M a r -
t i n I d i a q u e z ; lo t o m ó c o n la reverencia debida,
lo l e y ó p ú b l i c a m e n t e en v o z c l a r a , q u e t r a d u c i d o
fielmente de l a l e n g u a l a t i n a en q u e e s t a b a e s -
crito, responde e n l a nuestra de esta m a n e r a :
« N o pienso, nuestro reverendo p a d r e e n Cristo,
q u e i g n o r é i s ser m u y c o p i o s o e l n ú m e r o de r e l i -
giosos q u e a q u í a s i s t e n ; y q u e l a dote r e s p o n d e
b i e n a l n ú m e r o y á l a f á b r i c a , y q u e es d i g n a d e l
f u n d a d o r de e s t a o b r a . E l n ú m e r o de los r e l i g i o -
sos, a s í en el c o n v e n t o , c o m o e n el c o l e g i o , llega á
ciento c i n c u e n t a : é n t r e l o s c u a l e s , los c i e n t o , son
sacerdotes, s i n los c a t e d r á t i c o s y m a e s t r o s i n s i g n e s
de las c i e n c i a s y s i n los m u c h a c h o s d e l s e m i n a -
r i o , y e n t r e t o d o s p a s a n de c i e n t o . P a r a l a r a z ó n
igo
d e l d o t e , es l a d e h e s a d e l Q u e j i g a r , l a d e l a H e r -
r e r í a de l a F r e g e n e d a , e l E s p a d a ñ a ^ heredades
c o n o c i d a s c o n m u y a n c h a s p o s e s i o n e s , q u e les es-
t á n y a entregadas. T a m b i é n l a a b a d í a de P a r r a -
ees, q u e es m u y á m p l i a , y e l P r i o r a t o de S a n t o
Tomé y otros muchos beneficios eclesiásticos,
q u e á i n s t a n c i a de m i s e ñ o r p a d r e y por h a b e r l o s
é l p e d i d o , los h a c o n c e d i d o y u n i d o p a r a s i e m p r e
á esta c a s a de S a n L o r e n z o , c o n m u c h a l i b e r a l i -
dad, la Sede A p o s t ó l i c a . Y s i n esto t a m b i é n se
p r o v e e r á n otras cosas, con l a s condiciones, obli-
gaciones y c a r g a s , q u e á m i p a d r e le p a r e c i e r e
d e j a r , c o m o es r a z ó n , á esta tan insigne casa y
c o n v e n t o , y á los r e l i g i o s o s q u e en e l l a v i v e n . Y a
t e n é i s l a r e s p u e s t a de lo que m e preguntasteis.»
L e i d a l a c é d u l a p o r e l s e c r e t a r i o , se l a d i ó a l
N u n c i o , y él l a d i ó á su secretario, mandándole
q u e d e t o d o esto, h i c i e s e sus actas y diese f é c o n
instrumentos auténticos. Luego prosiguió ha-
b l a n d o c o n el p u e b l o .
H e c h a esta t a n i m p o r t a n t e d i l i g e n c i a , p r o c e d i ó
el Nuncio á l a c o n s a g r a c i ó n : t o m a r o n luego los
sacerdotes las andas c o n las reliquias, y c a n t a n -
d o e l coro, l l e g a r o n e n p r o c e s i ó n o r d e n a d a h a s t a
e l a l t a r m a y o r , y t o c a n d o e l dedo en l a c r i s m a ,
h i z o c u a t r o c r u c e s c o n e l l a , e n los c u a t r o á n g u l o s
d e l s e p u l c r o ó c u e v a , q u e e s t a b a h e c h a en medio
d e l a m e s a d e l a l t a r , d o n d e puso c o n el m i s m o
v a s o y c o n g r a n r e v e r e n c i a l a s santas r e l i q u i a s .
P u s o l u e g o otra p i e d r a c u a d r a d a y j u s t a e n c i m a ,
c o n q u e q u e d ó s e l l a d o y c e r r a d o el s e p u l c r o , c o n
c i n c o c r u c e s de c r i s m a que i m p r i m i ó c o n e l d e d o ,
u n a e n el m e d i o y l a s d e m á s e n l o s c u a t r o c a n -
tones, a s í de l a p a r t e de a d e n t r o c o m o d e fuera;
d e s p u é s le p u s o l a c a l ó c e m e n t o e l a l b a ñ i l . P r o -
c e d i ó , p u e s , el c o n s a g r a n t e de esta m a n e r a : p u e s t a
l a m i t r a , f u é á l a c r u z que estaba á las espaldas
del altar mayor, la u n g i ó con c r i s m a santa, m o -
j a n d o e l p u l g a r diestro e n e l l a , h a c i e n d o c i n c o
c r u c e s y d i c i e n d o : S e a santificado ^ y c o n s a g r a -
do • p e s t e t e m p l o : •J* en el n o m b r e del Padrei«J<y
del Hijo ^ y d e l E s p í r i t u S a n t o , • p á h o n r a de
Dios y de l a g l o r i o s a V i r g e n M a r í a y t o d o s los
santos, y en el n o m b r e y m e m o r i a de S a n L o -
renzo mártir, P a x U b i . Desde allí, p r o c e d i ó por
el coro y lado derecho del E v a n g e l i o , á l a c r u z
que e s t á e n c i m a del arco del altar de las reliquias,
q u e es el d e l a A n u n c i a c i ó n d e N u e s t r a S e ñ o r a ,
subiendo por aquella hermosa escalera p o r t á t i l :
a s í f u é p r o c e d i e n d o p o r el c o n t o r n o d e la i g l e s i a ;
s u b i ó á todas las c r u c e s , u n g i é n d o l a s con el m i s -
m o rito y c e r e m o n i a , i n c e n s á n d o l a s y p e r f u m á n -
dolas con e l t u r í b u l o , como á cosa tan sagrada y
divina. E n t e n d i d o l a forma con que se consagra-
r o n las d o c e c r u c e s , y e n e l l a s t o d o el t e m p l o , e n
h o n r a de D i o s y en n o m b r e d e S a n L o r e n z o , lo
s e g u n d o es, q u e todos los q u e h a n t r a t a d o l o s
m i s t e r i o s de e s t a c o n s a g r a c i ó n , c o n c u e r d a n c o n
lo que h e m o s d i c h o , que estas d o c e c r u c e s s i g n i -
fican los d o c e A p ó s t o l e s que nos predicaron e l
m i s t e r i o d e l a c r u z d e C r i s t o , y su v i r t u d , q u e e s -
c a n d a l i z ó tanto á l o s j u d í o s y g e n t i l e s . A s í s e
ig2
a c a b ó esta s o l e m n i d a d , c o n otras m i l ceremonias
que por no cansar, paso en silencio: m a n d ó el
N u n c i o á los D i á c o n o s l i m p i a s e n l a m e s a d e l a l -
tar, con unos lienzos gordos, para enjugarle el
O l e o y e l a g u a , l a s c e n i z a s de l a s c a n d e l a s é i n -
cienso que se h a b l a n q u e m a d o encima; t a m b i é n
t i e n e esto s u s e c r e t o , q u é d e s e s e p u l t a d o en é l ; se
l i m p i ó él t a m b i é n las manos con migajones de
p a n y d e s p u é s c o n a g u a : los S u b d i á c o n o s le p r e -
s e n t a r o n l u e g o l a s t o b a l l a s n u e v a s , y otros v a s o s
d e l s e r v i c i o de l a i g l e s i a y altar; l o h i z o , les e c h ó .
agua bendita, y luego los ministros pusieron e n -
cima de l a m e s a d e l a l t a r c o n s a g r a d o u n l i e n -
z o e n c e r a d o , q u e le c u b r e todo sobre é s t e ; v i n i e -
ron luego l a s s á b a n a s y manteles benditos, f r o n -
tales, frontaleras, c r u z y candeleros, con que
quedó adornado. Quiere Hugo de S a n V í c t o r ,
q u e t o d o esto s e a d v i e r t a , p o r q u e en e l l i n o b l a n -
co y lienzos limpios con q u e le c o m p o n e n , se
significa l a p u r e z a que a l c a n z a el a l m a , altar de
D i o s , en el b a u t i s m o , y se d á u n a c o m o m u e s t r a
de l a g l o r i a i n c o r r u p t i b l e que l l a m a S a n P e d r o ,
g u i r n a l d a florida q u e j a m á s s e m a r c h i t a . D i c h a s
a l g u n a s o r a c i o n e s , se t o r n ó á l a s a c r i s t í a , se q u i t ó
l a c a p a c o n q u e h a b i a c e l e b r a d o t o d a esta a c c i ó n
admirable, se v i s t i ó p a r a decir l a m i s a mayor,
q u e a u n q u e m u c h o s a f i r m a n n o e s de e s e n c i a d e l
acto y q u e s e p u e d e c o n s a g r a r sin q u e se i n c u r r a
algún defecto, es b i e n d e c i r s e , y a u n q u e e s t a b a
cansado, la c e l e b r ó con m u c h a d e v o c i ó n y solem-
n i d a d : s e a c a b ó l a m i s a c e r c a de l a s cuatro, de l a
193
t a r d e , o f i c i á n d o l a los religiosos c o n t a n t a a l e g r í a
y sentimiento espiritual, que parecia comenzaba
entonces, aunque hablan dormido poco la noche
antes, y m u c h o s de ellos n i s e h a b i a n d e s a y u -
n a d o , n i á u n sentado, e m p l e á n d o s e e n c a n t o s y
alabanzas divinas, pudiendo afirmar que f u é para
t o d o s n o s o t r o s u n o de los d í a s m á s f e s t i v a l e s y
a l e g r e s q u e en e s t a c a s a h e m o s v i s t o .
El d i a s i g u i e n t e q u i s o el R e y se c o n s a g r a s e el
a l t a r de l a s r e l i q u i a s de l a p a r t e d e l E v a n g e l i o ,
q u e es de N u e s t r a S e ñ o r a ; e l d i a s i g u i e n t e e l q u e
r e s p o n d e de l a o t r a p a r t e , q u e es d e n u e s t r o p a -
dre S a n J e r ó n i m o . L o s c o n s a g r ó el mismo N u n -
cio y estuvo presente t a m b i é n el R e y , que n o per-
d i ó punto.
E n este s a n t o y c o n s a g r a d o t e m p l o , h a y c u a -
r e n t a a l t a r e s c o n s a g r a d o s (no los n o m b r o todos
e n particular p o r no c a n s a r los l e c t o r e s , l o s d i r é
á b u l t o ) : o c h o de e l l o s s o n , d e A p ó s t o l e s y E v a n -
g e l i s t a s , otros o c h o , d e m á r t i r e s y c o n f e s o r e s , c i n -
c o , d e d o c t o r e s de l a I g l e s i a , seis d e v í r g e n e s ; l o s
o t r o s s o n , de o t r o s s a n t o s d e v o t o s d e S . M . , c o m o
S a n J u a n Bautista, S a n Miguel, S a n Mauricio,
S a n t a A n a y once m i l v í r g e n e s , la Magdalena y
o t r o s . E n c a d a u n o d e e s t o s , e s t á n p u e s t a s en l a
c u e v a ó s e p u l c r o q u e se h a c e e n m e d i o de l a m e -
s a , m u c h a s r e l i q u i a s de s a n t o s , y c r e o q u e desde
e l p r i n c i p i o de l a I g l e s i a h a s t a h o y , no se h a v i s -
to templo donde h a y a cosa semejante: m e m o r i a
d i g n a d e l a i n s i g n e p i e d a d de F e l i p e I I y d i g n a
basílica y casa R e a l del gran mártir Lorenzo

13
ig4
español, donde en r i c o s e n c a j e s y fundas p r e -
c i o s a s , r e p o s a t a n t a p a r t e de s u s r e l i q u i a s y d e
otra infinidad d e santos, c o m o veremos luego en
e l d i s c u r s o que s i g u e .
El Notario d e toda clase de documentos, f u é
Juan Beltran de G ü e v a r a y Figueroa, Doctor
e n t r a m b o s d e r e c h o s , C a n ó n i g o de A v i l a y P r o t o -
notario A p o s t ó l i c o , é hizo instrumento público
d e esto, firmado de M o n s e ñ o r , P a t r i a r c a Alejan-
d r i n o , N u n c i o A p o s t ó l i c o , y s e l l a d o c o n s u sello
y r e f r e n d a d o d e l m i s m o ¡ P r o t o n o t a r i o , y se g u a r -
d a e n el a r c h i v o de este c o n v e n t o .
DISCURSO X I X .

Las cuatro cajas de reliquias que vinieron á San


Lorenzo, la solemne procesión conque se reci-
bieron, y la postrera venida que S. M . hizo
á esta su casa.

P o r q u e de t o d o p u n t o q u e d a s e c o l m a d o este
ú n i c o s a n t u a r i o y g l o r i a de l a p i e d a d de Fe-
lipe I I , c o n los t e s o r o s y r i q u e z a s d e l c i e l o , c o n
s u m o secreto y de a ñ o s a t r á s h a b i a el p r u d e n t í -
simo Monarca alcanzado licencia, privilegios y
b r e v e s d e los Sumos Pontífices, para sacar por
las m á s l í c i t a s y santas m a n e r a s que pudiese, de
toda A l e m a n i a , r e l i q u i a s de todos los s a n t o s d e
c u a l q u i e r iglesia ó monasterio que q u i s i e r e n c o n -
ceder á sus peticiones, y de cualquier t a m a ñ o ó
g r a n d e z a , a u n q u e fuesen c u e r p o s e n t e r o s d e s a n -
tos. H a b i d a s estas l i c e n c i a s j y ofreciéndoseles
ministros que supiesen ejecutar sus devotos d e -
seos, s i n p e r d o n a r n i n g ú n g é n e r o d e c o s t a n i de
i n t e r é s , se a l l e g a r o n e n d i v e r s a s i g l e s i a s , m o n a s -
t e r i o s y c o n v e n t o s de A l e m a n i a , g r a n s u m a y t e -
soro de ellas, g r a t i f i c a n d o á l o s i n t e r e s a d o s c o n
larga mano.

L o s ministros principales que entendieron en


esto, f u e r o n c u a t r o ó c i n c o , el p a d r e f r a y B a l t a -
ig6
s a r D e l g a d o , r e l i g i o s o d e l a O r d e n de S a n A g u s -
tín, el doctor C r i s t i a n o L a u e m b e r g , v a r ó n d o c t o
en derechos, prudente y s o l í c i t o , que era c o m o
el abogado y l e t r a d o d e esta causa, y Georgio
Brannio, C o m i s a r i o A p o s t ó l i c o con especial facul-
t a d de S u S a n t i d a d p a r a e n t e n d e r e n esto; G a -
briel de R o y , que era c o m o mayordomo y tenia
e l c u i d a d o d e l gasto, y el ú l t i m o , R o l a n d o V u c i e r -
tras, Notario A p o s t ó l i c o , que d i ó fé y testimonio
de los l u g a r e s d o n d e se s a c a r o n y c o n s a g r a r o n l o s
cuerpos, cabezas, brazos, piernas y otras reliquias
de s a n t o s .
Kl a ñ o 1597, q u e f u é el sexto d e l P o n t i f i c a d o
de n u e s t r o P a d r e S a n t o C l e m e n t e V I I I , á 16 d e
D i c i e m b r e , se h a b l a n juntado, cerrado y sellado
con gran fidelidad, c u a t r o c a j a s g r a n d e s de r e l i -
quias, por l a industria y singular solicitud de
estos m i n i s t r o s , h a b i e n d o d a d o su c o n s e n t i m i e n -
to p a r a ello, m u c h o s P r í n c i p e s y s e ñ o r e s d e a q u e -
llos E s t a d o s , por condescender con las peticiones
y santos deseos d e l R e y F e l i p e , y porque m u c h a s
de e l l a s , n o e r a n v e n e r a d a s en l o s l u g a r e s q u e e s -
taban con la decencia que era r a z ó n , y por el p e -
l i g r o que c o m a n e n v e n i r á m a n o s de l o s h e r e j e s ,
que como tan d e l bando del e n e m i g o d e D i o s ,
hacen sangrienta guerra á sus santos.
Cerradas, pues, y selladas las cuatro cajas, con
m u c h o s s e l l o s y t e s t i m o n i o s , y e n v u e l t a s en l i e n -
zos encerados, p a r a que l a a g u a n i l a nieve no
pudiesen ofenderlas, ordenaron s u jornada estos
cuatro ministros. H i z o u n a diligencia el padre
197
f r a y B a l t a s a r D e l g a d o , que n i á S . M . n i á n i n -
g ú n h o m b r e p r u d e n t e p a r e c i ó bien, y s i le escu-
sara, h u b i e r a g a n a d o m u c h o : c o m o estas s a n t a s
reliquias son de s a n t o s t a n a n t i g u o s y de a q u e l
t i e m p o que l a sinceridad y pobreza d e los c r i s t i a -
nos resplandecía tanto en la Iglesia, estaban
g u a r n e c i d a s m u c h a s de ellas pobre y toscamente,
u n a s e n c a j a d e p a l o , otras en c o b r e , otras e n
plata, aunque poca, de g r a c i o s í s i m a s y s i m p l i c í -
s i m a s , aunque s a n t í s i m a s labores y guarniciones,
con p e d r e g ü e l a s de v i d r i o , a l g u n a p o c a y p o b r e
aljófar, q u e todo e r a u n fidelísimo testimonio
d e l a p u r e z a , r e v e r e n c i a y v e r d a d de aquellos
b u e n o s siglos, e n que h a b i a t a n t a f é y t a n p o c a
plata, por las que se v i e r o n c o m o l a s h a l l ó , s e
a r g u y e lo de l a s o t r a s .
V i n o u n a q u i j a d a e n t e r a , de a q u e l l a n i ñ a de
trece a ñ o s , m á s fuerte q u e t o d o s los j a y a n e s d e l
mundo, de aquella e n a m o r a d a cordera, digo, es-
p o s a d e J e s u c r i s t o , I n é s : e s t á este i n e s t i m a b l e t e -
soro en u n a g u a r n i c i o n c i l l a de p l a t a , p o b r e y
poca, sobre tres p i é s c o m o de grifo, que y a l a
m i s m a g u a r n i c i ó n m e r e c e ser t e n i d a p o r r e l i q u i a ,
p o r s u a n t i g ü e d a d y s i n c e r i d a d y el c o l o r q u e d á
d e a q u e l l o s siglos de o r o . E s t á u n b r a z o d e S a n
A m b r o s i o sobre otras dos h o r q u i l l a s d e p l a t a t o s -
c a y p o c a , a t r a v e s a d a c o m o p o r p u e n t e : no s é s i
q u i s i e r o n s i g n i f i c a r c o n esto q u e e r a P o n t í f i c e ; y
d e estas p u r e z a s y s i n c e r i d a d e s h a b i a a d m i r a b l e s
c o s a s ; l o s h u e s o s y l a s c a b e z a s , c o n el t i e m p o y
con e l poco cuidado y custodia, llenas de p o l v o ,
igS
gastadas y negras, que a r g u y e n u n a venerable
antigüedad, l l e n a de reverencia y adoración.
A c o r d ó este p a d r e , p a r e c i é n d o l e h a c í a g r a n s e r -
vicio a l R e y , y se m o s t r a b a d e v o t o á los s a n t o s ,
l a v a r los h u e s o s y d o r a r l o s á t r e c h o s c o m o s i fue-
ran alcorzas; les puso diges y g u a r n i c i o n e s d e
seda y oro, caireles, torzales y otras cien cosas
que no s é c ó m o m e las l l a m e : c o s a r i d i c u l a y de
q u e e l R e y r e c i b i ó p e s a d u m b r e , s i n s e r v i r de m á s
que gastar dineros y tiempo, y quitar m u c h a par-
te de l a a u t o r i d a d ; m a s a l fin s u c e l o y d e s e o f u é
santo.
P a r t i e r o n de C o l o n i a A g r i p i n a , c i u d a d asen-
t a d a e n l a s r i b e r a s del R e n o , p a t r i a de l a i n f e l i z
m a d r e d e N e r ó n , á 30 d e l m i s m o D i c i e m b r e , s a -
c a n d o l a s r e l i q u i a s en u n c a r r o , e s c o n d i d a m e n t e ,
fingiendo q u e e r a c i e r t a h a c i e n d a de u n p a r i e n t e
del doctor C r i s t i a n o , p o r q u e los h e r e j e s y o t r a s
personas m a l intencionadas, p r e t e n d í a n estorbar
esta tan santa j o r n a d a , haciendo fuerzas y a g r a -
vios, h a s t a p r e n d e r al p a d r e f r a y B a l t a s a r , c o n
t í t u l o de c i e r t a r e s t a de dinero que d e b i a ; se p a g ó
y le soltaron, y a l fin p a s a r o n c o n l a s r e l i q u i a s
a q u e l d i a , e l R e n o , rio f a m o s o . E l domingo s i -
guiente, q u e se contaban 4 d e E n e r o de 1598,
l l e g a r o n á F r a n c f o r t , habiendo pasado montes as-
p e r í s i m o s , ' c e r r a d o s de n i e v e y h i e l o s , c o n g r a n -
d í s i m o trabajo y peligro, p o r q u e se v i e r o n u n a
v e z r o d e a d o s d e u n a e s c u a d r a de h e r e j e s c a l v i -
nistas; quiso Dios que con decirles era cierta
m e r c a d u r í a , no l l e g a r o n á ellos, q u e se t u v o p o r
milagro, n i querer robarlas, ni saber q u é eran,
c e g á n d o l e s D i o s los o j o s , p o r q u e n o c a y e s e n l o s
huesos de s u s s a n t o s , e n b o c a s de t a n r a b i o s o s
p e r r o s . P a s a d o s m i l p e l i g r o s de m o n t a ñ a s y v a -
lles, r i s c o s , p i e d r a s , p a n t a n o s , rios y n i e v e s , d i -
v e r s i d a d d e gentes y p u e b l o s , e s c a p a n d o d e m i l
encuentros peligrosos de herejes, c a s o s m u c h o s
de ellos milagrosos, que t a m b i é n por abreviar
los paso presto, teniendo por cierto que los
m é r i t q s de los s a n t o s c u y o s p r e c i o s o s despojos
t r a i a n c o n s i g o los l i b r a b a n de t o d o s . L l e g a r o n á
M i l á n á 26 de E n e r o , q u e p a r e c e c o m o i m p o s i b l e
e n t a n breve t i e m p o , e n m e d i o d e l rigor d e l i n -
vierno, atravesar tierras tan peregrinas é inhu-
m a n a s , y l l e g a r todos s a l v o s y s a n o s y l a s c a j a s
del tesoro sin haber recibido d a ñ o alguno. D e
allí p a r t i e r o n á G é n o v a , d o n d e se e m b a r c a r o n y
llegaron con f e l i c í s i m o viaje á E s p a ñ a , dejándose
a t r á s e n el m a r , m u c h a s n a v e s q u e h a b l a n p a r t i d o
a n t e s q u e l a s u y a , c o n n o p o c a a d m i r a c i ó n de los
mismos marineros, porque n u n c a tuvieron viento
próspero, y c o n t r a ellos y sobre t o d a d i l i g e n c i a
h u m a n a se v i e r o n c o n l a a y u d a d i v i n a en p u e r t o
seguro. E l l u n e s de l a S e m a n a S a n t a , que f u é 16
de M a r z o , l l e g a r o n á l a p l a y a de B a r c e l o n a ; el
j u e v e s siguiente, e n t r a r o n en l a c i u d a d y apo-
s e n t a r o n l a s s a n t a s r e l i q u i a s e n el m o n a s t e r i o de
S a n A g u s t í n : estuvieron allí algunos dias. Partió
Gabriel de R o y por l a posta á M a d r i d á dar l a
b u e n a n u e v a á S . M . ; e n e l e n t r e t a n t o fray B a l -
t a s a r D e l g a d o t r a t a b a de h a c e r u n a m u y solem-
200
ne p r o c e s i ó n c o n ellas, y p a r a esto h i z o m u c h o s
a d o r n o s d e r a m i l l e t e s d e seda, h i l o d e oro y de
p l a t a , p a r a c o m p o n e r l a s a n d a s en q u e h a b l a n d e
ponerse las santas reliquias, cosa bien excusada.
C o m o se d e t u v o a l g u n o s d i a s e n esto, G a b r i e l de
Roy, que e r a h o m b r e diligente, v o l v i ó c o n p r e s -
t e z a á B a r c e l o n a , l l e v a n d o orden de S . M . p a r a
q u e no se d e t u v i e s e p u n t o , n i h i c i e s e a l g u n a o s -
t e n t a c i ó n con ellas, y a s í se q u e d ó a q u e l l a p r o -
c e s i ó n y l a costa t a n s i n p a r a q u é . A 29 d e A b r i l
llegaron á Z a r a g o z a y desde allí, sin detenerse,
vinieron á Barajas, donde aguardaron l a orden
de S. M . : les m a n d ó que á 8 d e M a y o entrasen
con ellas e n P a l a c i o sin d e m o s t r a c i ó n n i estruen-
do. A d v i r t i e r o n e s t o s m i n i s t r o s , y c o n r a z ó n , q u e
m u c h a s de l a s v e c e s q u e e n t r a r o n e n p u e b l o s se-
ñ a l a d o s , parece les tenia Dios aparejado el reci-
b i m i e n t o , s i n que e n t e n d i e s e n a d i e l a s e c r e t a d i s -
posición divina. E n Francfort hubo u n r e c i b i -
m i e n t o de tres m i l c a l v i n i s t a s , q u e e n c i e r t a fies-
t a s u y a , q u e q u i s i e r o n q u e no, f u e r o n a c o m p a -
ñ a n d o y h a c i e n d o e s t a d o á las s a n t a s r e l i q u i a s .
En Milán se les h i z o g r a n r e c i b i m i e n t o p o r q u e
estaban a l p u n t o q u e e n t r a r o n h a c i e n d o u n a so-
lemne fiesta á los E m b a j a d o r e s de los E^lbecios,
que h a b l a n a c e p t a d o c i e r t a s p a c e s de i m p o r t a n -
cia. E n G é n o v a se les hizo s a l v a con l a artillería
c u a n d o l l e g a r o n , p o r q u e e n t r a b a el V i r e y de S i c i -
lia, que e r a e l D u q u e de M a q u e d a . E n B a r c e l o -
na salió el Jueves Santo como á recibirlas u n a
m u y solemne p r o c e s i ó n de disciplinantes. Y final-
201
mente, en M a d r i d se encontraron con otra p r o c e -
sión devotosísima, que salió de S a n t o D o m i n g o
e l R e a l y l l e v a b a n l a i m á g e n de N u e s t r a S e ñ o r a
de Atocha. Todo esto p a r a n o s o t r o s e s a c a s o ,
m a s n o p a r a el S e ñ o r de l a c a s a , que d i s p o n e e n
e s t a d e l u n i v e r s o , todas l a s c o s a s c o n s u m o a c u e r -
do y p r o v i d e n c i a .
V i ó S . M . las santas reliquias, estando pre-
s e n t e s el P r í n c i p e y l a I n f a n t a , u n a y d o s veces,
y las a d o r ó con s u m a r e v e r e n c i a y a l e g r í a , que l a
r e c i b i ó g r a n d e , v i e n d o en s u p o d e r u n t e s o r o t a l ,
q u e e n s u c o m p a r a c i ó n el de s u r e i n o le estima-
b a en n a d a . M a n d a b a l e e r l o s t e s t i m o n i o s con
gran cuidado, y ver las minutas, y hacer t r a s l a -
d o s d e lo u n o y l o o t r o , y a n d a b a t a n c o d i c i o s o y
tan santamente a v a r i e n t o en esto, q u e pasaron
s o b r e el c a s o c u e n t o s extraños, porque con ser
tanta la m u l t i t u d de reliquias y piezas tan g r a n -
d e s y notables, se l e i b a n los ojos t r a s c u a l q u i e r a
p a r t e c i l l a que s e d e s m o r o n a b a ó c a i a , ó l e p a r e c i a
q u e p o d i a n t o m á r s e l a : en n i n g u n a p a r t e las t e n i a
s e g u r a s , de t o d o s o s p e c h a b a y s e r e c e l a b a ; h a c í a
q u e l e p u s i e s e n m u c h a s d e e l l a s en l o s ojos, y e n
l a b o c a , y e n l a c a b e z a , en l a s m a n o s , donde le
a p r e t a b a a q u e l l o s d i a s l a gota, q u e l e f a t i g ó m u -
c h o . Y d e s p u é s de h a b e r s e r e c r e a d o en el a l m a ,
y dádose (digámoslo a s í ) u n v e r d e , de a q u e l l a s
flores del cielo, m a n d ó á fray M a r t i n de Villa-
n u e v a , profeso de este c o n v e n t o , á cuyo cargo
e s t á n los r e l i c a r i o s , y á A n t o n i o Boto, su g u a r -
d a - j o y a s , que las pusiesen e n sus m i s m a s cajas,
202
d o n d e v i n i e r o n . A n t e s q u e se e n c e r r a s e n h i z o l a
v i l l a de M a d r i d u n a solemne procesión, con el
S a n t o S a c r a m e n t o , en h a c i m i e n t o de g r a c i a s d e
l a s a l u d d e S . M . ; p a s ó p o r d e l a n t e de P a l a c i o ,
d o n d e estaba h e c h o u n r i c o altar, frontero d e l a s
v e n t a n a s del R e y , y m a n d ó p o n e r en é l d o c e c a -
b e z a s , seis d e s a n t o s y s e i s de s a n t a s , en s u s r e -
licarios de p l a t a . E s t a b a S . M . en l a v e n t a n a
frontera, e n t a n t o q u e l a p r o c e s i ó n p a s a b a ; d e s d e
allí a d o r ó el S a c r a m e n t o y las reliquias. Q u i s o
el P r í n c i p e n u e s t r o s e ñ o r h a l l a r s e en e s t a p r o c e -
s i ó n , que c o n lo u n o y l o otro se r e g o c i j ó y c o n -
s o l ó el pueblo grandemente. M a n d ó S . M . que se
h i c i e s e n i n v e n t a r i o s y m i n u t a s de n u e v o , repar-
t i é n d o l a s por sus ó r d e n e s y c l a s e s , y se trajese
l u e g o t o d o a q u e l r i q u í s i m o tesoro á este c o n v e n -
to, g u a r d a - j o y a s d e c o s a s s a n t a s , p a r a q u e se j u n -
tase con lo que a q u í h a b i a , q u e c o n ser tanto y
t a n e x c e l e n t e , n i en n ú m e r o n i e n e s t i m a l e h a -
cía ventaja.
Llegaron aquí fray B a l t a s a r Delgado y fray
Martin de V i l l a n u e v a , con los d e m á s ministros,
v i e r n e s á l a s c i n c o d e l a tarde; t r a i a n l a i n s t r u c -
c i ó n de S . M . d e lo que m a n d a b a se h i c i e s e en
este r e c i b i m i e n t o . S a c a r o n las c a j a s d e l c a r r o y
las llevaron á depositar á la capilla del S i t i o ,
d o n d e se a d m i n i s t r a n l o s S a c r a m e n t o s á los se-
glares que a q u í residen. L a salió á recibir el
Prior con algunos religiosos, sin solemnidad n i
estrépito; se depositaron en l a s a c r i s t í a d e la
misma capilla, y aposentados y recreados los
203
h u é s p e d e s q u e les h a b í a n t r a í d o t a n l a r g o cami-
n o , s e e s t u v i e r o n a s í t o d o el s á b a d o p a r a a p a r e -
j a r lo necesario al recibimiento. Domingo de
m a ñ a n a , q u e se c e l e b r a b a fiesta d e l g l o r i o s o d o c -
t o r S a n B a s i l i o M a g n o , se d i j o e n e l c o n v e n t o l a
m i s a d e l s a n t o , y los n i ñ o s d e l s e m i n a r i o dije-
r o n l a m i s a de a l b a c o n m u c h a m ú s i c a y solem-
n i d a d en l a c a p i l l a d e l S i t i o , donde estaban las
santas reliquias.
H a b í a s e y a sacado de l a s a c r i s t í a y estaban
p u e s t a s e n c i m a de los altares en s u s m i s m a s c a -
jas, adornadas como era r a z ó n . S e hizo u n a calle
d e a r b o l e d a , v e r d u r a s y flores, h a r t o a p a c i b l e y
fresca, que corría desde l a p u e r t a p r i n c i p a l del
p ó r t i c o por toda la lonja ó p l a z a , dando vuelta
p o r l a t o r r e y e s q u i n a de l a c a s a q u e mira al
N o r t e ; d e s d e a l l í , t i r a b a p o r l a o t r a f a c h a d a ade-
lante hasta embocar por l a puerta del antepecho
que divide aquella p l a z a , y subiendo por l a calle
que se hace entre l a s d o s c a s a s de los Oficios
R e a l e s , vino á parar hasta l a m i s m a puerta de
la capilla. E s t a b a tan llena de verdura y tan
a m e n a , que p a r e c í a c a m i n á b a m o s por u n a espesa
selva; en las puertas, arcos, j a m b a s y pilastras,
a s í d e l p ó r t i c o c o m o de l a i g l e s i a m a y o r , en l a
capilla del Sitio, habia m u c h a p o e s í a y muchos
géneros de versos, sonetos, canciones, coplas
c a s t e l l a n a s , e p i g r a m a s de m u c h a d e v o c i ó n y s a l ,
en lengua latina, y a m o r o s í s i m o s versos líricos,
así de algunos padres del convento, c o m o de l o s
d o s c o l e g i o s d e los r e l i g i o s o s y seminario y de
204
o t r a s p e r s o n a s q u e c o n v i r t i e r o n los i n g e n i o s , o c u -
p a d o s en m á s forzosos e s t u d i o s , á l a s a l a b a n z a s
de tan celestiales h u é s p e d e s . L e s b a s t ó p a r a su
p r e m i o , q u e t e n i e n d o n o t i c i a de e l l a s S . M . , q u i s o
se l a s e n v i a s e n t o d a s y s e l a s l e y e s e n despacio,
q u e no f u é poco, p o r q u e n o se le s i n t i ó mucha
afición á l a p o e s í a . P o r medio de esta calle, s a l i ó
u n a p r o c e s i ó n de ciento cuarenta religiosos de
S a n J e r ó n i m o , la m á s g r a v e y bien concertada
q u e j u r a r o n h a b e r v i s t o p e r s o n a s seglares que
a q u í se h a l l a r o n , y n o es m u c h o , p u e s á n o s o t r o s
m i s m o s , q u e t a n t a s v e c e s n o s v e m o s e n o t r a s , se
nos h i z o n u e v o .
L l e g a r o n hasta la m e s a del altar mayor; e s t a -
ban cuatro altares a d e r e z a d o s con los mismos
c o l o r e s , d o s d e u n l a d o y dos d e otro, m i r á n d o s e
de frente e n l o s e s p a c i o s q u e h a y entre u n a y
o t r a p u e r t a de los o r a t o r i o s . A d v i r t i e r o n m u c h o s ,
con buena c o n s i d e r a c i ó n , que e l d i a que a s e n t a -
ron las basas de l o s c u a t r o pilares grandes que
s u s t e n t a n t o d a l a f á b r i c a de e s t a i g l e s i a , f u é d i a
del glorioso S a n B a s i l i o , y en el m i s m o entraban
cuatro c a j a s l l e n a s de s a n t í s i m a s prendas del
c i e l o p a r a q u e las c o l u m n a s y b a s a s y t o d o el
t e m p l o t e n g a n eterno f u n d a m e n t o y firmeza, en-
tre t a n t o q u e l a i g l e s i a d e l S e ñ o r d u r a s e . S e s u -
b i ó l u e g o e l c o n v e n t o al c o r o , y se c o m e n z ó u n a
m i s a de m u c h a s o l e m n i d a d . M e m a n d ó mi Pre-
lado la tarde antes que predicase, y como me
c o g i ó tan de repente, y y o andaba t a n alboroza-
d o c o n l a fiesta, n o s é q u é me dije, porque ni
205
pude escribirlo ni á u n meditarlo. Acabada la
m i s a , se h i z o l a e n t r e g a de las santas r e l i q u i a s d e
parte de S . M . por fray B a l t a s a r D e l g a d o y sus
c o m p a ñ e r o s a l P r i o r d e l c o n v e n t o y á fray M a r -
tin de V i l l a n u e v a , e s t a n d o l a s c a j a s c e r r a d a s y e n
buena custodia, conforme á la institución, hasta
q u e v i n o e l R e y . L a r e l a c i ó n d e este r e c i b i m i e n -
to y p r o c e s i ó n , y á u n e l retrato y d i s e ñ o , e n v i a r o n
á S . M . , y como despertado de u n a santa e n v i -
d i a , se a l e n t ó m u c h o c o n t r a s u n a t u r a l flaqueza,
p o r q u e a ú n e s t a b a flaco y g a s t a d o d e l a s c o n t í - •
nuas dolencias, y m a l convalecido, y se deter-
n ó de p a r t i r p a r a s u c a s a de S a n L o r e n z o , ó por
mejor decirlo, p a r a su gloriosa s e p u l t u r a . C a m i -
n ó en u n a s i l l a á m a n o s d e h o m b r e s , porque y a
n o p o d i a de o t r a m a n e r a ; le t r a j e r o n p o r el más
llano c a m i n o que p u d i e r o n ; l l e g ó á l a F r e g e n e d a
entre c i n c o y s e i s de l a t a r d e , á 5 de J u l i o d e
1598, habiendo partido de M a d r i d ú l t i m a v e z de
s u v i d a e l ú l t i m o de J u n i o . S e q u e d a r o n aquella
n o c h e en V a l d e m o r i l l o , e l P r í n c i p e y l a I n f a n t a
s u s h i j o s . L e s a l i ó á r e c i b i r á l a G r a n j a , el P r i o r
fray G a r c í a , con algunos otros religiosos; podré
y o d e c i r , por s e r u n o de e l l o s , l a a l e g r í a y con-
tento g r a n d e que el santo R e y traia v i é n d o s e e n
s u centro; v e n i a casi echado en la silla, h e c h a
p a r a esto a p o s t a ; p r e g u n t á n d o l e c ó m o v e n i a , r e s -
p o n d i ó con alegre semblante y con a q u e l l a ma-
jestad que siempre b a ñ a b a s u rostro, «que muy
b u e n o , y q u e t e n i a las m a n o s m e j o r q u e otras v e -
c e s ; » m o s t r á n d o n o s c o n l a p r u e b a la v e r d a d , p o r -
206
que traia consigo algunos libros: t o m ó uno y le
abrió con harta liberalidad. D u r m i ó aquella n o -
c h e e n l a F r e g e n e d a , lo c u a l no le h e v i s t o h a c e r
otra vez, creo fué l a p r i m e r a y postrera. Lunes
luego, á las nueve de l a m a ñ a n a , llegaron sus
hijos, comieron allí, y á l a tarde entraron juntos
padre é h i j o s e n este c o n v e n t o , recibiéndolos
c o m o o t r a s v e c e s , y f u é este e l ú l t i m o r e c i b i -
m i e n t o de n u e s t r o f u n d a d o r , q u e no lo r e n u e v a l a
m e m o r i a sin l á g r i m a s . B l martes siguiente fué
' l a v e l a del S a n t o S a c r a m e n t o , t a n m e d i d a t r a i a
s i e m p r e el p i a d o s o R e y e s t a e s t a c i ó n : g o z ó d e l a
presencia de s u S e ñ o r , p o n i é n d o s e en sus ma-
nos c o n l a d e v o c i ó n que h a b i a e j e r c i t a d o tantos
a ñ o s atrás. E l m i é r c o l e s s a l i ó á ver su casa, d i ó
v u e l t a p o r a l g u n a s p a r t e s de e l l a , c o m o despi-
d i é n d o s e d e a q u e l l a o b r a de sus m a n o s ; t o r n ó á
ver m u y despacio las reliquias que h a b i a e n v i a -
do, y n o p a r e c e s e s a b í a a p a r t a r d e e l l a s , d a n d o
trazas c ó m o se h a b l a n de componer y ordenar;
entró después en la librería principal; de allí
t u v o g a n a de s u b i r á l a a l t a , p o r q u e le d i j e h a b i a
m u d a d o el asiento de los cajones de aquella pie-
z a , q u e no m e c o n t e n t a b a n el q u e t e n i a n de p r i -
m e r o : l o v i ó y le a g r a d ó , p o r q u e q u e d ó l a p i e z a
m u y d e s e m b a r a z a d a y a l e g r e ; c r e o f u é lo p o s t r e -
ro q u e v i ó en e s t a s u c a s a . L o s dos d i a s s i g u i e n -
tes s a l i ó á v e r los r e l i c a r i o s que se i b a n a s e n t a n -
d o , p a r a p o n e r l a s r e l i q u i a s que h a b l a n v e n i d o de
n u e v o , p o r q u e n o c a b i a n e n los q u e a c á e s t a b a n .
C o m o t r a i a y a el c u e r p o y s a l u d t a n d e l i c a d o y
207
q u e b r a d i z o c o n el m o v i m i e n t o , a u n q u e e r a p o c o ,
pues iba siempre echado en l a silla, le dieron
unas tercianillas. C o n v a l e c i ó d e e l l a s á sobre-
peine, t o r n ó á revolver sobre el m a l que estaba
dentro, y á los 22 de J u l i o , c e r c a d e l a m e d i a
noche, le v o l v i ó la calentura, que f u é como la
p o s t r e r a a l d a b a d a y e l ú l t i m o grito de los men-
sajeros que e n v i ó delante el esposo p a r a que se
aparejase y saliese á recibirle aquella a l m a san-
t a , c o m o l o v e r e m o s en e l d i s c u r s o q u e sigue.
DISCURSO X X .

L a última- enfermedad y feliz muerte del Rey Don


Felipe I I , fundador de este convento, con
otros particulares que tocan á su
fundación.

L a ú l t i m a e n f e r m e d a d y el f e l i c í s i m o tránsito
de n u e s t r o g r a n f u n d a d o r e l R e y D o n F e l i p e I I ,
nuestro s e ñ o r , e s t á e s c r i t a , c o m o cosa de tan
ilustre ejemplo, largamente, con muchas y muy
piadosas c o n s i d e r a c i o n e s , con l a v e r d a d y ente-
r e z a que se p u e d e d e s e a r , p o r e l L i c e n c i a d o C e -
t u e r a de l a T o r r e , s u C a p e l l á n . C o n esto q u e d a -
b a y o b i e n e x c u s a d o , a u n q u e s o y testigo de v i s t a ,
de t o r n a r á r e p e t i r lo q u e e s t á t a n cabalmente
dicho. Mas, ¿ q u i é n no m e a c u s a r á de corto y
á u n d e i n g r a t o ? Y s i n d u d a q u e d a r i a c u a n t o se h a
tratado hasta a q u í , como sin a l m a y sin v i d a , si
callase esta muerte; p r o c u r a r é referirla con la
b r e v e d a d q u e profeso; a ñ a d i r é le q u e d e j ó o r d e -
n a d o en su ú l t i m o c o d i c i l o , p a r a e s t a su c a s a ,
junto c o n las cargas y obligaciones que quiso s u s -
t e n t á s e m o s los q u e v i v i m o s e n e l l a .
L a r e c a í d a y c a l e n t u r a s que le d i e r o n a l Rey
el m i é r c o l e s 22 de J u l i o , e r a n d o b l e s y t a n i m -
209
p o r t u n a s , q u e se a l c a n z a b a n u n a s á otras; s e j u n -
t ó á esto u n a m u y m a l a c o m p a ñ e r a , u n p r i n c i p i o
de hidropesía, h i n c h á n d o s e l e el vientre, muslos
y p i e r n a s , q u e b a s t a r a p o r sí solo este v a l i o s o a c -
cidente, á descomponer el hombre m á s alentado
d e l m u n d o , por l a i m p l a c a b l e sed que c a u s a e n
las entrañas; p a s i ó n q u e aflige m á s que todas
c u a n t a s n o s a c o m e t e n ; y lo p e o r es, q u e c o n n i n -
g u n a cosa cobra m á s fuerzas c o m o con lo que
m á s se a p e t e c e , q u e es el a g u a ; y a s í el t o r m e n t o
q u e p a d e c í a de s e d y s e q u e d a d u n R e y t a n d e l i -
c a d o , c r i a d o e n tanto regalo y c o n c i e r t o de v i d a ,
y durarle tanto tiempo, bastara derribar l a p a -
ciencia m á s e n c a r e c i d a de c u a n t a s leemos en
h o m b r e s ; p u e s v e m o s q u e l a m e n o r de e s t a s c a u -
sas, no deja juicio n i resistencia. Sobre todos es-
tos m a l e s , a ñ o y m e d i o t a m b i é n a n t e s d e e s t a ú l -
t i m a enfermedad, p a r a que n i se valiese de p i é s
n i de m a n o s , se le h i c i e r o n c u a t r o llagas en e l
dedo de e n m e d i o d e l a m a n o d e r e c h a , y otras
tres, e n e l d e d o í n d i c e de l a m i s m a m a n o , y o t r a
e n e l dedo p u l g a r d e l p i é d e r e c h o , q u e de n o c h e
y de d i a , le e s t a b a n atormentando^ y p a r t i c u l a r -
m e n t e c u a n d o se l a s c u r a b a n . C u a n d o l l e g ó a q u í ,
á S a n L o r e n z o , esta p o s t r e r a v e z , h a b í a m e j o r a -
d o u n p o c o de e s t a s l l a g a s q u e t o d o e l i n v i e r n o y
todo e l v e r a n o de a n t e s , le h a b í a n afligido g r a v e -
m e n t e , s i r v i é n d o l e c o m o de a c u e r d o en e l dedo y
de despertador, para hacer continuas gracias a l
S e ñ o r , p i d i é n d o l e paciencia y sufrimiento para
r e c i b i r a z o t e s de t a n c l e m e n t í s i m o P a d r e .

14
210
D e s p u é s de h a b e r l e f a t i g a d o siete d i a s c o n t i -
nuos las fiebres que sobrevinieron d e s p u é s de
tantos ayes, c u a n d o h a b i a n de h a c e r a l g u n a i n -
d i c a c i ó n á l a n a t u r a l e z a , que p o r eso l l a m a n c r í -
t i c o s á estos d i a s n u e s t r o s m é d i c o s , a s a d o y c o n -
s u m i d o d e l fuego m a l i g n o , que le t e n i a y a e n l o s
huesos, arrojó en el m u s l o y u n p o c o e n c i m a d e
la rodilla derecha, u n a postema de calidad m a -
l i g n a , que f u é c r e c i e n d o y m a d u r a n d o p o c o á po-
co c o n d o l o r e s m u y fuertes; c o m o no se p u d o r e -
s o l v e r , v i n o á m a d u r a r , siendo p r e c i s o a b r i r l a c o n
h i e r r o , t e m i e n d o q u e d a r s e m u e r t o c o n el t o r m e n -
to; se le a b r i ó a l fin el d i a de l a T r a n s f i g u r a c i ó n
d e l S e ñ o r , e l L i c e n c i a d o J u a n de V e r g a r a , ciru-
jano de S . M . , con l a m a y o r sutileza y el m e n o r
s e n t i m i e n t o que l e f u é p o s i b l e , p o r q u e le d i ó D i o s
no m e n o r g r a c i a e n l a s m a n o s q u e en l a l e n g u a y
en l a p l u m a . A n t e s q u e le h i c i e r a n e s t a o p e r a -
c i ó n se h a b í a c o n f e s a d o y d u r a n t e e l l a , mandó
á s u c o n f e s o r el p a d r e f r a y D i e g o de Y e p e s , q u e
le leyese l a p a s i ó n d e S a n M a t e o , consideración
l l e n a de p i e d a d y de e j e m p l o .
P a r a d e s p e r t a r l e d u r a n t e e l d i a , s e g ú n le car-
g a b a n estos m a l o s v a p o r e s del c e r e b r o , s e h a c i a n
v a r i a s i n v e n c i o n e s ; l a s e ñ o r a I n f a n t a , que e s t a b a
mucho tiempo á s u c a b e c e r a s i r v i e n d o en todo
cuanto p o d i a la d e c e n c i a á s u querido s e ñ o r y p a -
dre, l e d e s p e r t a b a a l g u n a s v e c e s c o n u n a i n d u s -
t r i a s i n g u l a r , q u e es b i e n r e f e r i r l a : c o m o de o r d i -
nario estaban puestas allí en u n a mesa algunas re-
l i q u i a s d e s a n t o s , c u a n d o v e í a que se d o r m í a ( s a -
211
b i e n d o c u á n en l a s e n t r a ñ a s l a s t e n i a el p a c i e n t e )
decia un poco recio: no t o q u é i s en las reliquias,
fingiendo que llegaba á ellas alguno, y luego e l R e y
a b r í a los o j o s , c o m o s i le t o c a r a n en las n i ñ a s d e
e l l o s , y m i r a b a si l e a n d a b a n c o n e l l a s a l g u n o .
S e c o m p a d e c í a de l o s q u e le s e r v í a n y a s i s t í a n ;
l e s t e n i a l á s t i m a p o r e l t r a b a j o q u e les d a b a ; l e s
d e c i a que se fuesen á d o r m i r , á c o m e r , á d e s c a n -
s a r y á a l i v i a r s e u n poco; y c u a n d o l e s m a n d a b a
a l g u n a c o s a , c o n t a n t a m o d e s t i a c o m o s i no f u e -
ra R e y y señor , rogándoselo y diciendo : por
vuestra v i d a , que h a g á i s esto, q u e l l e v é i s ó q u e
traigáis aquello.
C o m o l e d i ó e l m a l el d i a de s u g r a n devota
la Magdalena, c u y a s reliquias quisiera tener en
s u s ojos y b o c a , p r o c u r ó e n t e n d e r si e l accidente
e r a p e l i g r o s o , p a r a p r e v e n i r s e luego c o m o teme-
roso cristiano y hacer lo que no pide t a r d a n z a , n i
es b i e n g u a r d a r l o p a r a c u a n d o f a l t a n las f u e r z a s
y á u n el j u i c i o . E l d o c t o r M e r c a d o y sus compa-
ñ e r o s los m é d i c o s de C á m a r a , J u a n Gómez-Alfaro
y O ñ a t e , p o r no e n t r i s t e c e r l e t a n t e m p r a n o , y p o r -
q u e n o s o n l a s c o s a s de estos p r o n ó s t i c o s t a n e v i -
d e n t e s , q u e se osen d e t e r m i n a r t a n p r e s t o , se d e t u -
v i e r o n a l g ú n t a n t o e n decir lo q u e e n t e n d í a n . A l o s
p r i m e r o s de A g o s t o , h a b i e n d o e n t e n d i d o su c o n -
fesor, que e l m a l e r a de m u c h a c o n s i d e r a c i ó n , c o m o
q u i e n t e n i a m e j o r e n t e n d i d o e l á n i m o y lo inte-
r i o r d e l e n f e r m o , le d i j o e l p e l i g r o en q u e e s t a b a ;
se lo a g r a d e c i ó m u c h o c o n s i n g u l a r e s d e m o s t r a -
c i o n e s de b e n i g n i d a d , c o m o q u i e n le h a b l a d a d o
212
u n a n u e v a alegre y un aviso importante. Deter-
m i n ó l u e g o d e h a c e r u n a c o n f e s i ó n g e n e r a l , pi—
p i é n d o l e á s u confesor, le a y u d a s e e n esto con
m u c h o cuidado, r e s i g n á n d o s e luego en sus ma-
nos y s u j e t á n d o s e con entera voluntad y u n a de-
terminación firmísima de hacer para en satisfac-
c i ó n d e s u s c u l p a s y c a r g o s , todo l o q u e le d i j e s e .
N o se c o n t e n t ó c o n decide esto á b o c a , l o d i ó
p o r e s c r i t o á D o n C r i s t ó b a l de M o r a y l e mandó
q u e e n s u p r e s e n c i a , se lo l e y e s e a l c o n f e s o r , que
por ser c o s a que asegura tanto la conciencia d e
t a n b u e n R e y , e s bien p o n e r l o a q u í f o r m a l m e n t e .
D i j o a s í : « P a d r e : v o s e s t á i s e n l u g a r de D i o s , y
protesto d e l a n t e de su a c a t a m i e n t o q u e h a r é lo
que d i j é r e d e s q u e es m e n e s t e r p a r a m i s a l v a -
c i ó n , y así por v o s estará lo que yo no hiciere,
porque estoy aparejado p a r a hacerlo t o d o , » y
esto c o n t e n i a el e s c r i t o . Y o confieso q u e aunque
s u p i e r a t a n t o c o m o a l g u n o s p i e n s a n q u e saben, y
tuviera tanto á n i m o como C é s a r , que me pusiera
miedo entrar en unas cuentas y en un finiquito
d e t a n g r a n M o n a r c a , p o r q u e á é l , ó le e x c u s a b a
l a p u r a i n t e n c i ó n y deseo de a c e r t a r , ó a l g u n a i g -
n o r a n c i a , y no m e p o d i a e x c u s a r á m í . E s t o , a u n -
que p a s ó tan en secreto, se e x t e n d i ó c o n harta
p u b l i c i d a d e n este c o n v e n t o , y c u a n d o y o pensé
que lo s a b í a m u y e n singular por cierta v í a , h a l l é
q u e a n d a b a n e n l a s b o c a s de m i l , c o n g r a n e d i f i -
c a c i ó n d e c u a n t o s t u v i e r o n n o t i c i a d e ello. Creo
( p o r q u e a s í lo d i c e n ) q u e r e s u l t a r o n de esto m u y
grandes efectos, á lo ménos podemos afirmar.
213
c o n n o p o c a s e g u r i d a d , no q u e d ó p o r el santo
penitente. D u r ó l a c o n f e s i ó n m á s de t r e s d i a s ,
que fué mucho, para quien tanta cuenta tuvo
siempre con su conciencia y habría confesado
aquello m i s m o otras veces; sin esta general p r e -
v e n c i ó n se c o n f e s ó o t r a s a l g u n a s e n e l d i s c u r s o
de esta enfermedad, tan recatado a n d a b a siem-
p r e e n e l n e g o c i o de s u s a l u d ; r e c i b i ó l u e g o el
S a n t o S a c r a m e n t o , que p a r a entrar e n tan duro
trance y batalla, era bien necesario tal socorro;
antes que le diesen la E x t r e m a u c i o n comulgó
otra vez, c o n esto mitigaba la sed grande que
t e n i a de v e r s e con J e s u c r i s t o . D o s d i a s a n t e s q u e
l e a b r i e s e n l a p i e r n a (que f u é en l a fiesta de S a n -
to D o m i n g o ) h i z o u n a p r e v e n c i ó n de singular
e j e m p l o , en l u g a r d e o t r a s q u e h a c e n l o s q u e no
t i e n e n t a n t a fe e n l a s c o s a s divinas. M a n d ó que
le trajesen algunas de las santas r e l i q u i a s c o n
s o l e m n i d a d e c l e s i á s t i c a ; o r d e n ó q u e su confesor,
e l p a d r e f r a y D i e g o de Y e p e s , y el del Príncipe
s u hijo, el padre fray G a s p a r de C ó r d o b a , y el
P r i o r f r a y G a r c í a de S a n t a M a r í a , v e s t i d o s con
s o b r e p e l l i c e s y estolas, v i n i e s e n con ellas y que
se previniesen p a r a decirle á c a d a uno u n a p l á t i -
c a e s p i r i t u a l ; se h i z o a s í , e l u n o llevó l a rodilla
e n t e r a c o n e l h u e s o y p e l l e j o del glorioso mártir
S a n Sebastian, el otro, u n a c o s t i l l a d e l O b i s p o
A l b a n o , q u e le h a b i a e n v i a d o e l P a p a C l e m e n -
te V I I I , g u a r n e c i d a harto bien c o n u n a i n d u l g e n -
c i a plenaria, para el punto de s u muerte, y otra
m u y singular que no me acuerdo haberse conce-
214
d i d o á otro: q u e c u a l q u i e r sacerdote que dijese
por él misa en esta su c a s a , en cualquier altar y
c u a n t a s v e c e s q u i s i e r e , saque s u a l m a d e l pur-
gatorio; e l t e r c e r o l l e v a b a e l b r a z o de S a n V i c e n -
te F e r r e r ; le d i j o c a d a u n o l a a n t í f o n a y oración
d e l s a n t o , c u y a e r a l a r e l i q u i a que l l e v a b a , y al
p r o p ó s i t o alguna razón santa y de c o n s u e l o , y é l
b e s á n d o l a c o n l a b o c a , y c o n los ojos, decia se
la aplicasen sobre l a rodilla apostemada, y con
esto s e d e s p i d i e r o n d e j á n d o l e a n i m o s o y alegre,,
l l e n o de b u e n a s c o n s i d e r a c i o n e s p a r a el m a r t i r i o
que esperaba. S e n t i a tanto alivio con la presen-
c i a y t o c a m i e n t o de las s a n t a s r e l i q u i a s , q u e de
a l l í a d e l a n t e , en el d i s c u r s o d e t o d a l a enferme-
m e d a d , n o h u b o d i a q u e fray M a r t i n de V i l l a n u e -
v a , q u e l a s t e n i a á c a r g o , no l e c o m p u s i e s e de-
l a n t e de s u p r e s e n c i a , u n a l t a r c o n m u c h a c a n t i -
d a d d e r e l i q u i a s ; le m a n d a b a q u e se l a s t r a j e s e
p a r a b e s a r l a s y a d o r a r l a s , y se las pusiese en l a
p a r t e l a s t i m a d a ; u n d i a le c o m p u s o u n g r a n a p a -
r a d o r de estos v a s o s d e l cielo, p i e z a p o r p i e z a , se
l a s l l e v ó todas p a r a q u e l a s a d o r a s e y besase, e n -
t e n d i ó que y a n o faltaba n i n g u n a y queria t o r -
n a r l a s á s u l u g a r y r e l i c a r i o , y le d i j o : « M i r a d q u e
l a r e l i q u i a d e t a l s a n t o , se os o l v i d a , que no m e l a
h a b é i s dado á b e s a r ; » se a d m i r ó fray M a r t i n , por-
q u e c u a n d o las h u b i e r a él c o m p u e s t o y contado
muy despacio, era m u c h o acordarse de todas.
P o r eso e s b i e n q u e d e n estas c o s a s en m e m o r i a , y
s e r v i r á d e m u c h o á los q u e e s t á n l i m p i o s de e s -
t o s v i c i o s ; s a b r á n que a l p u n t o q u e e n estos m i -
215
s e r a b l e s t i e m p o s , c u a n d o t a n r e s f r i a d a e s t á l a fe
y l a p i e d a d e n m u c h o s p r í n c i p e s e x t r a n j e r o s que
q u i e r e n t e n e r n o m b r e s de c r i s t i a n o s , h u b o en E s -
p a ñ a u n R e y que en v i d a , y en m u e r t e , m o s t r ó t a n
v i v o s afectos á l o s S a c r a m e n t o s de l a I g l e s i a y á
l a s r e l i q u i a s de l o s santos.
Hay aquí entre estas p e r l a s d i v i n a s muchas
partecicas del lignum crucis, y a l g u n a s de n o t a b l e
t a m a ñ o y grandeza, en particular una, en quien
t e n i a e l R e y g r a n d e v o c i ó n , q u e es l a q u e se a d o r a
e l V i e r n e s S a n t o , g u a r n e c i d a e n u n a c r u z de p l a -
ta d o r a d a , g r a n d e y de a n t i g u a l a b o r . L o que
otros t e m e n tanto y h a q u e d a d o p o r r e f r á n , que
es « a n d a r e n t r e l a c r u z y el a g u a b e n d i t a , » eso
e r a p a r a é l s u m o regalo, y el refresco de los a r -
dores q u e le c o n s u m í a n ; y como temia mucho
más u n pecado v e n i a l q u e l a fiebre é t i c a y l o s
a r d o r e s q u e le a b r a s a b a n , m a t a b a l a s e d q u e t e -
nia d e v e r s e l i b r e de e l l o s , c o n e l r e m e d i o de l a
a g u a b e n d i t a , e c h á n d o s e l a e n l a frente y rostro
m u c h a s veces. D e otra medicina usaba p a r a ali-
v i o d e t a n t o s m a l e s , q u e e s d i g n o lo a d v i r t a m o s ,
y que q u i e n lo u s a r e d a r á m u e s t r a s d e l a v i d a
que tiene dentro del a l m a , a u n q u e e s t é e l cuerpo
l l a g a d o ó p o d r i d o : e r a esta, l a l e c c i ó n de l i b r o s
santos; m a n d a b a que le leyesen lugares del E v a n -
gelio q u e é l t e n i a a d v e r t i d o s p a r a s u p r o p ó s i t o ,
c o m o l a p a r á b o l a d e l h i j o p r ó d i g o , l a de l a o v e j a
perdida, q u e d e s p u é s de b u s c a d a c o n t a n t o t r a -
b a j o , l a l l e v ó e l b u e n p a s t o r sobre s u s hombros;
e n lo u n o y en lo otro, h a l l a b a e l s i e r v o de D i o s ,
2l6
en sus santas consideraciones, grande alivio de
sus males, singular consuelo p a r a la a l m a , r e c o -
nociéndose con profunda humildad por oveja
abarrencada, hijo desperdiciador, y por otra p a r -
te se e c h a b a e n l o s b r a z o s de u n a m o r de D i o s
tan inefable, cobrando allí grandes esperanzas de
s a l u d e t e r n a ; j u n t a b a c o n e s t a l e c c i ó n , l a de la
c o n v e r s i ó n de l a M a g d a l e n a , l a d e l A p ó s t o l S a n
Pablo, l a d e l B u e n L a d r ó n , l a de S a n M a t e o y
otros l u g a r e s de l a S a n t a E s c r i t u r a , e n q u e se
d e s c u b r e t a n a b i e r t a m e n t e el p e c h o de D i o s p a r a
r e c i b i r y p e r d o n a r p e c a d o r e s . A s í u n a v e z le l e i a n
los E v a n g e l i o s , estos y o t r o s l u g a r e s ; otras e n
l i b r o s d e v o t o s y e s p i r i t u a l e s , que p o r lo q u e se l e s
p e g a de l a S a n t a E s c r i t u r a , c o b r a n g r a n f u e r z a ,
hallándolos en n u e s t r o l e n g u a j e c a s e r o , p a r a i n -
flamar l a d e v o c i ó n y el deseo de servir á D i o s y
ponernos en sus manos, reconocer nuestra m i s e -
ria, a b r a z a r los trabajos que por nuestras c u l p a s
padecemos. Todos estos frutos c o g i a F e l i p e , d e
la lección de los l i b r o s s a n t o s , y e n el que m á s
presa hacía, era en el humillarse y aniquilarse
e n l a p r e s e n c i a de s u S e ñ o r , r e c o n o c i é n d o s e p o r
miserable pecador.
DISCURSO X X L

Se prosigue el tránsito y muerte del Rey Don F e -


lipe I I , las preparaciones de su muerte, su
entierro, el codicilo último para las cosas
de esta casa.

P o r l a l a r g a e x p e r i e n c i a q u e e n este c o n v e n t o
t u v i m o s , de l a s cosas'y de l a v i d a de su f u n d a d o r ,
y p o r lo q u e hemos visto, desde e l p r i m e r d i s -
c u r s o de este l i b r o , se h a e n t e n d i d o c u á n g r a n d e
e r a e l e j e r c i c i o de l a o r a c i ó n b o c a l y m e n t a l q u e
c o n t i n u ó todo e l t i e m p o d e s u v i d a . E n el o r a t o -
rio l e velamos y s e n t í a m o s á horas e x t r a o r d i n a -
r i a s , de m a ñ a n a , á l a t a r d e , en l o m á s s e c r e t o d e
l a n o c h e ; a h o r a e n este t e r c i o p o s t r e r o y ú l t i m o
a p r i e t o , m a n d ó p o n e r á t o d o s l o s l a d o s de l a c a -
m a 5^ p o r l a s p a r e d e s de s u d o m i t o r i o , c r u c i f i j o s
é i m á g e n e s , p o r q u e se v i n i e s e n a t u r a l m e n t e a q u e -
l l a s l e t r a s á los ojos, y p o r ellos a l c o r a z ó n , y n o
s e perdiese de v i s t a c o s a q u e t a n t o i m p o r t a b a ;
también q u i s o que j u n t o c o n este a m o r de D i o s ,
que en l a o r a c i ó n y m e d i t a c i ó n se cria, fuese
t a m b i é n el d e é l p r ó x i m o . M a n d ó h a c e r m u c h a s
y n o t a b l e s l i m o s n a s e n estos d i a s q u e d u r ó l a e n -
fermedad.
2l8
S e c a s a r o n h u é r f a n a s e n c a n t i d a d , se s o c o r r i e -
r o n m u c h a s v i u d a s y o t r a gente p o b r e , se d i j e r o n
m u c h o s novenarios de misas: sería negocio largo
c o n t a r esto p o r m e n u d o . P a s ó m u c h o de esto p o r
m a n o de ] u a n R u i z de V e l a s c o , q u e t e n i a el d i -
n e r o de l a c á m a r a de S . M . ; p o r l a de su l i m o s -
nero mayor, G a r c í a de L o a y s a , o t r a s de m a y o r
c a n t i d a d , p o r q u e d i s t r i b u y ó en diferentes n e c e s i -
d a d e s , en e s t o s p o c o s d i a s , m a s de v e i n t e m i l d u -
cados; p o r v í a d e s u confesor, se d i s t r i b u y e r o n
o t r a s a ú n de m á s m o n t a . ¡ P o r t a n t a s c a n a l e s se
v e r t i a l a c a n t i d a d de a q u e l m a r g r a n d e ! A N u e s -
t r a S e ñ o r a de G u a d a l u p e , d e q u i e n f u é m u y d e -
v o t o t o d a su v i d a , m a n d ó veinte m i l ducados,
p a r a que h i c i e s e n u n r e t a b l o a l a l t a r d o n d e e s t á
l a S a n t í s i m a I m á g e n , p o r q u e el q u e tiene es m u y
v i e j o , q u e d a n d o d e ellos p e r p e t u a d o s m i l de r e n -
ta. ¡ D i g n a ofrenda de R e y ! A N u e s t r a S e ñ o r a d e
M o n s e r r a t m a n d ó otros nueve ó diez mil d u c a -
d o s , y no se o l v i d ó d e s u g r a n p a t r ó n y a b o g a d o
S a n L o r e n z o ; quiso que en H u e s c a de A r a g ó n ,
s u p r o p i a p a t r i a , se f u n d a s e u n m o n a s t e r i o d e l a
O r d e n de S a n A g u s t í n e n las m i s m a s c a s a s d e
los p a d r e s santos del m á r t i r glorioso, q u e se lla-
maban Orencio y P a c e n c i a , dejando el orden de
esto, a l C o n d e d e C h i n c h ó n , a p l i c a n d o p a r a ello
u n a g r a n c a n t i d a d d e h a c i e n d a de b i e n e s c o n f i s -
cados en a q u e l r e i n o . A l m o n a s t e r i o de p r e d i c a -
d o r e s de V a l e n c i a , a u n q u e h a b i a p o c o s l e s h a b i a
hecho otra l i m o s n a g r u e s a , l e s d i ó a h o r a p a r a
sustentar u n a l á m p a r a , y m i l ducados p a r a la por-
2ig
t a d a de l a i g l e s i a : á S a n B e n i t o de V a l l a d o l i d
d i ó tres m i l d u c a d o s p a r a l a f á b r i c a : á N u e s t r a
S e ñ o r a de A t o c h a en M a d r i d , c a s a de g r a n d e v o -
c i ó n de l a O r d e n de S a n t o D o m i n g o , q u i s o r e c i -
b i r d e b a j o de s u a m p a r o y ser s u p a t r ó n , h a c i e n -
do p a r a esto u n a m u y l a r g a l i m o s n a . P o r todos
los hospitales de l a corte, se r e p a r t i ó o t r a g r a n
c a n t i d a d de d i n e r o , y p a r a l a a y u d a á l a c a n o n i -
z a c i ó n de S a n R a i m u n d o d i ó seis m i l d u c a d o s y
o t r a s m u c h a s l i m o s n a s , q u e c o m o se d e r r a m a b a n
p o r t a n t a s p a r t e s , a p e n a s se p u e d e h a c e r m i n u t a
de e l l a s .
Algunos dias antes h a b i a provisto S. M. á
G a r c í a de L o a y s a , maestro de n u e s t r o s e ñ o r el
Príncipe su hijo, del Arzobispado de Toledo.
U n i e r o n l a s b u l a s y quiso que se c o n s a g r a s e en
esta su c a s a : n o f a l t a b a y a o t r a c o s a q u e v e r s e e n
e l l a esta t a n s a n t a c e r e m o n i a . P a r a esto e n v i ó á
l l a m a r a l N u n c i o de S u S a n t i d a d , C a m i l o C a y e -
t a n o , P a t r i a r c a de A l e j a n d r í a , y a l O b i s p o de S e -
g o v i a D o n A n d r é s P a c h e c o , y a l O b i s p o de O s m a ,
h e r m a n o d e l M a r q u é s de P o z a ; se h i z o l a c o n s a -
g r a c i ó n u n d i a ó dos d e s p u é s de N u e s t r a S e ñ o r a de
Agosto, con gran aparato y solemnidad, aunque
se m a l o g r ó , pues n i t u v o t i e m p o de r e c i b i r el p á -
lio n i a s e n t a r s e en l a s i l l a de su I g l e s i a . A los 16
de A g o s t o m a n d ó l l a m a r el R e y a l .Nuncio, le
m a n d ó sentar y que le dijese a l g u n a cosa e s p i r i -
t u a l p a r a a l i v i o |de s u s d o l o r e s y c o n s u e l o de s u
a l m a ; el N u n c i o l e h i z o u n a p l á t i c a m u y d i s c r e t a ,
c o n que se r e c r e ó m u c h o ; le p i d i ó c o m o h u m i l d e
220
h i j o de l a I g l e s i a , le e c h a s e s u b e n d i c i ó n de p a r -
te d e S u S a n t i d a d , l e a b s o l v i e s e plenariamente,
y le concediese todas l a s indulgencias y frutos
e s p i r i t u a l e s q u e s e a l c a n z a n del V i c a r i o de J e s u -
cristo, p a r a los que e s t á n en semejante artículo.
E l N u n c i o le c o n c e d i ó t o d o c o n a q u e l l a p l e n i t u d
c o m o s i e l m i s m o P a p a e s t u v i e r a presente, te-
niendo certeza que l a rectificaria con larga v o l u n -
t a d en el p u n t o q u e t u v i e s e n o t i c i a de e l l a . Y f u é
caso admirable que el correo l l e g ó á R o m a y S u
Santidad le d i ó l a m i s m a b e n d i c i ó n y a b s o l u c i ó n ,
y a p r o b ó c u a n t o s u N u n c i o h a b i a h e c h o , antes q u e
e l R e y p a r t i e s e d e esta v i d a ; h a s t a en esto q u i s o
e l S e ñ o r r e g a l a r l e y d e j a r n o s c o m o seguros d e l a
s a l u d y b u e n e s t a d o de s u a l m a . A c a b a d o de h a -
blar el N u n c i o , r e s p o n d i ó e l santo R e y con r o s -
tro m u y a l e g r e y c o n a q u e l l a s e r e n i d a d de que
q u i s o D i o s d o t a r l e , que se h a b i a a l e g r a d o c o n s u
venida; que s u m a l era grande y estaba m u y dis-
puesto y conforme á la v o l u n t a d d i v i n a , p a r a v i -
da ó p a r a muerte; que no p r e t e n d í a otra c o s a
s i n o m o r i r e n s u g r a c i a y a l c a n z a r el p e r d ó n d e
sus pecados, y q u e d a b a m u c h a s gracias á D i o s
p o r los b e n e f i c i o s r e c i b i d o s . Y p o r q u e en el e s t a -
d o en q u e e s t a b a t e n i a t a n t a l u z y conocimiento,
q u e e l v e r d a d e r o fin d e l h o m b r e e s l a b i e n a v e n -
t u r a n z a e t e r n a ; q u e se c o n s o l a b a grandemente
de lo q u e le o f r e c í a d e s u p l i r c o n l a b e n d i c i ó n
A p o s t ó l i c a , l a cual aceptaba con grande voluntad
y l a pedia humildemente á S u S a n t i d a d , que que-
r í a que en todo c a s o , se t u v i e s e respeto y r e v e r e n -
221
c i a á l a S i l l a A p o s t ó l i c a y á S u S a n t i d a d , y se t u -
viese m u c h a cuenta á la jurisdicion e c l e s i á s t i c a ,
y se m i r a s e s i e m p r e p o r e l l a . O t r a s m u c h a s r a z o -
n e s d e i g u a l peso l e dijo a q u e l p i a d o s o M o n a r c a ,
q u e c o m o e s t a b a t a n d e c a í d o y s i n f u e r z a s , no s e
p u d i e r o n o i r b i e n , d i g n a s todas de e s c r i b i r s e c o n
l e t r a s de o r o , que l a s g o z a r a n los siglos v e n i d e r o s ;
se d e s p i d i ó el N u n c i o h a r t o e n t e r n e c i d o y e d i f i -
cado, que cuando á algunos religiosos .referia
p a r t e de ello, a p e n a s d e t e n i a l a s l á g r i m a s .
E n c e r t i f i c á n d o s e e l buen R e y que s u mal le
d a b a p r i s a , y que se i b a a c a b a n d o , d e s p u é s , c o m o
d i j e , de h a b e r c o m u l g a d o d o s v e c e s , p i d i ó le d i e -
s e n c o n t i e m p o el S a c r a m e n t o d e l a E x t r e m a u n -
c i ó n p o r el p e l i g r o que h a b l a , q u e e s t a n d o t a n
consumido, a l g ú n accidente no le llevase ó no
diese lugar p a r a recibirle con entero j u i c i o . No
se l e h a b í a ofrecido j a m á s o c a s i ó n en q u e poder
v e r a d m i n i s t r á r o s t e santo S a c r a m e n t o , p o r no
h a b e r s e h a l l a d o e n l a m u e r t e d e s u p a d r e ni de
s u m a d r e , y p o r q u e n o les c o n s i e n t e n á los R e y e s
que v e a n m o r i r ( c o m o s i c o n esto h u b i e s e n de
e s c a p a r de l a s m a n o s de l a m u e r t e ) , ¡error g r a n d e !
y a s í n o s a b í a lo que en e s t a S a n t a U n c i ó n se h a -
b l a de h a c e r . A q u í t a m b i é n nos quiso dejar un
notable ejemplo de s u piedad y r e l i g i ó n . L e m a n -
d ó á s u confesor q u e le l l e v a s e el M a n u a l , l i b r o
p o r donde se a d m i n i s t r a n l o s S a n t o s S a c r a m e n -
tos, y l e l e y e s e t o d o lo que á este t o c a b a s i n d e -
j a r l e t r a , p a r a saber l o q u e se h a b i a d e h a c e r y á
d ó n d e le hablan de ungir. A l principio, y para co-
menzar á administrarle, hay una e x h o r t a c i ó n que
hace el sacerdote a l enfermo muy l a r g a ; se la
l e y ó t o d a el confesor, y le d i j o : « C o n esto, s e ñ o r ,
se h a b r á c u m p l i d o y n o s e r á menester repetirla
c u a n d o se l e d é el S a c r a m e n t o á V . M . » R e s p o n -
d i ó : « E s o n o , d í g a s e m e o t r a v e z y otra, porque e s
m u y b u e n a ; » d i j o q u e l e c o r t a s e n l a s u ñ a s y le l a -
vasen las manos, que estaban m a l tratadas con el
h u m o r de l a gota, t o d o p o r l a r e v e r e n c i a d e l S a -
c r a m e n t o y p o r q u e se l e h a b l a n d e u n g i r c o n el
Santo Oleo. L l a m ó á Don C r i s t ó b a l de M o r a y
n o m b r ó los r e l i g i o s o s que q u e r í a se h a l l a s e n p r e -
s e n t e s , p a r a q u e lo dijese a l P r i o r ; y m a n d ó t a m -
b i é n q u e su h i j o el P r í n c i p e y E e y nuestro señor,
q u e a h o r a es, s e h a l l a s e p r e s e n t e , p o r q u e t u v i e s e
n o t i c i a d e l o q u e e r a este S a n t o S a c r a m e n t o , q u e
t a n r a r a s v e c e s l o v e n los R e y e s ; c r e o h á m u c h o s
a ñ o s n o se h a n v i s t o j u n t o s p a d r e é hijo en é l ,
c o m o a h o r a se v i e r o n .
E l d i a i.0 de S e t i e m b r e , á l a s m ; e v e d e l a no-
c h e , e n l a i n f r a o c t a v a de l a c o n s a g r a c i ó n de este
templo, que á s u p e t i c i ó n se habia ungido, parece
e n m e d i o de é l r e c i b i ó t a m b i é n el p i a d o s o R e y s u
f u n d a d o r l a p o s t r e r a U n c i ó n con m u c h a d e v o c i ó n
y reverencia, h a b i é n d o s e confesado primero. L e
administró Loaysa, A r z o b i s p o de T o l e d o , que s e
turbó m á s de una vez, y c u a l q u i e r a se turbára
¡ t a n t a f u é s i e m p r e l a m a j e s t a d de este R e y ! que
ninguno le habló j a m á s que por lo m é n o s no
sintiese e n s í a l g u n a notable mudanza. Estuvo
siempre muy atento y con igual serenidad el
223
P r í n c i p e s u hijo, y con é l algunos caballeros de
s u c a s a y c á m a r a ; se h a l l a r o n t a m b i é n presentes
los tres confesores de l a s p e r s o n a s Reales, Rey,
P r í n c i p e é Infanta, el P r i o r de S a n L o r e n z o y
otros cuatro religiosos que el R e y s e ñ a l ó . M e p a -
r e c i ó , s e g ú n l a e n t e r e z a c o n q u e e l santo R e y lo
a d v e r t í a y r e s p o n d í a á todo, q u e no t e n i a m a l
n i n g u n o y q u e se a n t i c i p a b a m u c h o a q u e l S a c r a -
m e n t o ; a s í lo dije á a l g u n o s y a s í s u c e d i ó , p o r q u e
v i v i ó d e s p u é s de h a b e r l e r e c i b i d o d o c e dias; me
m a r a v i l l é n o a d v i r t i e s e n esto, t a n t o s y t a n doctos
m é d i c o s , p u e s q u i e r e l a I g l e s i a se g u a r d e este S a -
c r a m e n t o p a r a l a postre, cuando hay ciertas se-
ñ a l e s q u e p o d r i a faltar el j u i c i o a l e n f e r m o , y
a q u í no lo p a r e c í a , y á u n creo q u e e l R e y , c o n e s -
tas m i s m a s c o n s i d e r a c i o n e s , q u i s i e r a q u e s e d i l a -
tara y fuera m u y acertado, pues tuvo siempre
tan claro el j u i c i o , que u n a h o r a antes que mu-
r i e r a p u d i e r a m u y bien p e r c i b i r lo que se hacía.
Nos s a l i m o s todos, q u e d á n d o s e solo c o n su h i -
j o , y el m i s m o P r í n c i p e y s e ñ o r r e f i r i ó d e s p u é s
q u e le d i j o s u p a d r e e s t a s p a l a b r a s : « H e q u e r i d o
q u e os h a l l é i s p r e s e n t e á este acto, p a r a q u e v e á i s
e n q u é p á r a t o d o , » y que t r a s esto l e e n c a r g ó m u -
c h o m i r a s e p o r l a r e l i g i ó n y p o r l a d e f e n s a de l a
s a n t a fe c a t ó l i c a , p o r l a g u a r d a de l a j u s t i c i a , y
procurase v i v i r y gobernar de m a n e r a , que cuando
llegase a q u e l p u n t o , se h a l l a s e c o n s e g u r i d a d de
c o n c i e n c i a ; d i c h o esto e n g e n e r a l , d e s c e n d i ó á
otros particulares, tocantes al gobierno y p o l i -
c í a de estos reinos. E l d i a siguiente después de
224
l a U n c i ó n s a n t a , l l a m ó á s u confesor y l e h a b l ó
c o n semblante alegre, d i c i é n d o l e : que n u n c a en
s u v i d a se h a b i a v i s t o tan consolado como des-
p u é s de haber recibido a q u e l Santo S a c r a m e n t o ,
y que h a b i a experimentado parte de s u fruto, y
lo m i s m o dijo á otros que le preguntaron s i se
habia cansado, significando que h a b i a recibido
g r a n a l i v i o e n el c u e r p o y e n e l a l m a .
D e s d e este d i a , d e s p i d i ó S . M . t o d o s l o s n e g o -
c i o s y otros e n t r e t e n i m i e n t o s c o n q u e a l g ú n rato
aliviaba sus dolores, y como P r í n c i p e tan c r i s t i a -
no y p r u d e n t e , se r e t i r ó á m i r a r en l a s c o s a s d e s u
a l m a y en l a p a r t i d a , c o m o q u i e n y a h a b i a he-
c h o d i v o r c i o c o n t o d o lo d e l m u n d o . E n t o d o e l
resto que le q u e d ó de v i d a j a m á s se c a n s ó , a u n -
q u e se c a n s a b a n m u c h o s de oir h a b l a r y leer c o -
s a s e s p i r i t u a l e s ; l o s r e m u d a b a á todos y á t o d o s
d a b a e n q u é e n t e n d e r e n esto, q u e p a r e c e cosa
milagrosa tanta perseverancia y entereza.
C u a n d o s e n t í a c a n s a d o s u confesor, l l a m a b a a l
de s u h i j o , y l u e g o á el d e l a s e ñ o r a I n f a n t a , p a r a
q u e c a d a u n o le a n i m a s e , e x h o r t a s e y advirtiese
de c u a n t o le p a r e c í a i m p o r t a n t e p a r a a q u e l p u n -
to; y m a n d ó que se p u s i e s e p o r o b r a , l o que l e d i -
j e r o n de i m p o r t a n c i a , ó p o r m e d i o de s u confe-
sor ó de l a s p e r s o n a s á q u i e n p o d í a e n c o m e n d a r -
se. Quiso también, como prudente y católico
Príncipe, hacer u n a m u y solemne protestación
de l a fe y de c ó m o moría en la obediencia de
la Santa Iglesia R o m a n a y del Sumo Pontí-
fice, O b i s p o s , S a c e r d o t e s y M i n i s t r o s de ella. A
225
su confesor le p a r e c i ó t e n i a b u e n a f o r m a u n a
p r o t e s t a c i ó n de f é que p o n e L u d o v i c o B l o s i o e n
su s e g u n d o l i b r o ; p o r a l l í l a h i z o : a h o r r a r é y o d e
ponerlo aquí, pues e s t á ; i m p r e s a en r o m a n c e y
podrá leerla quien quisiere.
C o m o e n todo f u é t a n R e y y de t a n alto áni-
m o este g r a n P r í n c i p e , p a r e c e que a ú n q u i s o r e i -
nar y enseñorearse sobre l a muerte. L a estaba
aguardando y t r a t a n d o de s u s c o s a s con tanta
i g u a l d a d de á n i m o lo q u e á otros a t e m o r i z a , que
d i j e r a e l q u e le v e i a , no e r a é l el que e s t a b a tan
al cabo, s i n o n e g o c i o de otro. Se maravillaba
m u c h o de esto D o n C r i s t ó b a l de M o r a , c o n q u i e n
c o m u n i c a b a m á s en p a r t i c u l a r s u s c o s a s , y me
d i j o p o r v e c e s , q u e a s í p a s a b a de las c o s a s g r a n -
des q u e t o c a b a n a l g o b i e r n o y d i s p o s i c i ó n d e l o s
r e i n o s , á l a s de su muerte y entierro, c o m o si
fueran todas de u n g é n e r o , y c o n t a n s e r e n o s e m -
blante las u n a s c o m o l a s otras. M u c h o s dias a n -
tes q u e m u r i e s e m a n d ó á los r e l i g i o s o s q u e t e n i a n
l a l l a v e , v i e s e n e n secreto e l a t a ú d de s u p a d r e e l
g r a n E m p e r a d o r C á r l o s V , le m i d i e s e n y abrie-
sen para ver c ó m o estaba amortajado, para que
q u e le p u s i e s e n á é l de l a m i s m a m a n e r a . S e i s
a ñ o s antes, estando en L o g r o ñ o (pasaba á las
C ó r t e s de A r a g ó n , q u e se c e l e b r a r o n e n Tarazo-
na), m a n d ó á J u a n R u i z de V e l a s c o abrir un c a -
j ó n de u n e s c r i t o r i o q u e l l e v a b a c o n s i g o ; le m o s -
t r ó u n c r u c i f i j o p e q u e ñ o q u e e s t a b a d e n t r o de u n a
c a j a y u n a s v e l a s de N u e s t r a S e ñ o r a d e M o n s e r -
r a t , y le d i j o : « A c o r d a o s b i e n p a r a c u a n d o os p i d a

15 '
226
esto q u e ^ s t á en este c a j ó n , e s t a s v e l a s y e s t e
crucifijo, que fué del E m p e r a d o r m i padre, que
m u r i ó con él en l a mano y así pienso yo morir.»
Ahora, c u a t r o d i a s a n t e s que f a l l e c i e s e , l e p i d i ó
esto a l m i s m o J u a n R u i z , como si hubiera dos
d i a s que l e h a b í a hecho esta p r e v e n c i ó n ; abrió
J u a n R u i z la c a j a , vio que con e l m i s m o crucifi-
jo estaban d o s d i s c i p l i n a s , la u n a t a n g a s t a d a ,
que mostraba bien el uso y e j e r c i c i o de e l l a , y
diciéndoselo al Rey, respondió, que n o l a h a b i a
g a s t a d o é l , s i n o s u p a d r e c u y a s e r a n ; y es a s í c o -
m o a d v e r t í en o t r a p a r t e , que e l s a n t o Empera-
d o r se d i s c i p l i n a b a e n c o m p a ñ í a de los r e l i g i o s o s ,
cuando hizo aquella h a z a ñ a de recogerse en
n u e s t r o m o n a s t e r i o d e Y u s t é , t r i u n f a n d o de u n a
v e z de t o d o e l m u n d o . M a n d ó c o l g a r e l c r u c i f i j o
p o r d e n t r o d e l a s c o r t i n a s de l a c a m a , f r o n t e r o
d e s u s ojos y c o m o j o y a t a n a p r e c i a d a , le e n c a r -
gó d e l a n t e d e l P r í n c i p e n u e s t r o s e ñ o r que d e s -
p u é s d e m u e r t o l e t o r n a s e á l a m i s m a c a j a y se
guardase, para que e l m i s m o P r í n c i p e y nuestro
R e y , que h o y e s , se a p r o v e c h a s e d e é l e n s e m e -
j a n t e t r a n c e . H e r e n c i a de m u c h a e s t i m a , p u e s
tal padre y t a l abuelo le tuvieron e n s u b o c a
c u a n d o r i n d i e r o n el e s p í r i t u al S e ñ o r m i s m o q u e
lo h a b i a d a d o . A D o n F e r n a n d o d e T o l e d o e n -
c a r g ó g u a r d a s e l a s v e l a s p a r a que le diese u n a
c u a n d o fuese h o r a , j u n t o c o n e l crucifijo: m a n d ó
e n e s t o s m i s m o s d i a s h a c e r su a t a ú d y q u e s e l e
t r a j e s e n delante, y d a b a e n todo l a t r a z a y el
m o d o , c o m o s i fuere n e g o c i o p a r a o t r o . j S e g u r i -
227
•dad g r a n d e del a l m a y s e ñ a l de l a c e r t e z a c o n
que partía para su propia patria! Q u i s o t a m b i é n
h i c i e s e n u n a c a j a de p l o m o y l e p u s i e s e n en e l l a
s i n a b r i r l e , y a s í e n c e r r a d o no p u d i e s e exhalarse
a l g ú n m a l olor. L a m a d e r a de este a t a ú d , p o r q u e
lo d i g a m o s a q u í d e p a s o , es de u n o s á r b o l e s g r a n -
des que se c r i a n en la I n d i a Oriental (podemos
l l a m a r l o s á r b o l e s d e l P a r a í s o ) ; a l l á le l l a m a n A n -
g e l í , H a b i a s e r v i d o l a v i g a de q u e se h i c i e r o n l a s
t a b l a s , de q u i l l a ó f u n d a m e n t o d e u n g a l e ó n de
ios de P o r t u g a l , q u e se l l a m ó « C i n c o c h a g a s , » p o r -
que s u d i v i s a ó e m p r e s a e r a n l a s c i n c o l l a g a s de
nuestra salud. Veinte a ñ o s h a c í a poco m á s ó m é -
nos que estaba en aquel puerto de L i s b o a , d e s -
e c h a d a en a q u e l l a a r e n a , h e c h o p o y o y descanso
de p o b r e s : v i n o á n o t i c i a de S . M . , y n o s é p o r
c u á l m o t i v o del c i e l o le m a n d ó t r a e r á e s t a s u c a -
sa de S a n L o r e n z o , q u e p o r s e r m u y g r a n d e no
f u é p o c o l o que c o s t ó e l p o r t e . M a n d ó se h i c i e s e
d e é l l a c r u z , q u e es el r e m a t e d e l a l t a r m a y o r , y
digámoslo así, de toda la fábrica, y sostiene un
crucifijo de bronce dorado, que creo es el m a y o r
y m e j o r q u e j a m á s se h a f u n d i d o , porque tiene
m á s de n u e v e p i é s d e l a r g o . D e s p u é s s e h i z o o t r a
cruz del m i s m o m a d e r o , en que e s t á otro c r u c i -
fijo de m á s l i v i a n a m a t e r i a . S e p u s o e n u n a l t a r
de l a i g l e s i a , j u n t o á l a p u e r t a d e l c l a u s t r o p r i n -
cipal. Q u i e n considerase tantas circunstancias
del á r b o l , de s u n o m b r e , de l a t i e r r a , d e l oficio y
del fin, p o d r á s i n m i e d o d e c i r q u e son c o s a s m á s
q u e á c a s o . S o b r ó t o d a v í a u n g r a n p e d a z o de m a -
228
dera que hoy en d i a se e s t á , á l a e n t r a d a de l a
puerta principal del convento, sirviendo t a m b i é n
d e a s i e n t o de p o b r e s . ¡ P l e g u é á D i o s no sea t a n
pronto menester! S e aforró por dentro en raso
b l a n c o e l a t a ú d , p o r f u e r a en u n a t e l a d e oro n e -
gra, con u n a c r u z de r a s o c a r m e s í y l a c l a v a z ó n
dorada.
Viernes n de S e t i e m b r e , dos dias antes que
muriese l a s dos l u c e s d e s u s o j o s , el P r í n c i p e
nuestro señor y su hermánala señora Infanta,
entraron á despedirse d e s u p a d r e y á que l e s
d i e s e su b e n d i c i ó n , t r a n c e de g r a n s e n t i m i e n t o de
a m b a s partes: y s i n duda f u é bien menester a q u í
ser t a n reales estos c o r a z o n e s y t a n llenos de fe,
p a r a que n o h i c i e s e t a n a m a r g a d e s p e d i d a a l g ú n
d a ñ o . D i g i m o s la p l á t i c a y a d v e r t e n c i a s q u e S . M .
d i ó á s u h i j o : e n este m i s m o d i a le d i ó á s u c o n -
fesor el p a d r e f r a y D i e g o de Y e p e s u n p a p e l , en.
que estaba e s c r i t a u n a s i n g u l a r d o c t r i n a , que S a n
L u i s , R e y de F r a n c i a , d i ó á l a h o r a de s u m u e r t e
á s u h i j o F e l i p e , s u c e s o r en e l r e i n o , m a n d á n d o l e
que d e s p u é s d e é l m u e r t o , s e l a leyese t o d a á s u
hijo el R e y n u e s t r o s e ñ o r , sin m u d a r n i a ñ a d i r
cosa alguna en ella, porque los particulares y a
los h a b i a t r a t a d o c o n él á solas, a d v i r t i é n d o l e de
este p a p e l q u e d e j a b a e n p o d e r de s u confesor,
p r e v i n i é n d o l o s á entrambos no d e j a s e n de l e e r l o
y oirlo, por ser c o s a a l parecer i n s p i r a d a del cielo
e n e l c o r a z ó n de u n R e y t a n santo. A s í p a s ó ( a u n -
q u e lo a d e l a n t e m o s a q u í ) q u e el o b e d i e n t e h i j o , e l
m i s m o d i a del e n t i e r r o d e s u p a d r e , l l a m ó a l c o n -
229
fesor y le m a n d ó le l e y e s e a q u e l p a p e l q u e h a b í a
d e j a d o : le o y ó a t e n t a m e n t e y se q u e d ó c o n é l p a -
r a tenerlo c o m o u n c o n t i n u o espejo en s u s o j o s :
no le p o n g o a q u í p o r q u e y a a n d a en o t r o s l i b r o s .
ILn esta despedida, vuelto S. M . á l a s e ñ o r a I n -
f a n t a s u h i j a , l a d i j o ( s e g ú n e l l a d e c l a r ó ) , e s t a s ó se-
m e j a n t e s r a z o n e s : q u e p u e s no h a b i a s i d o n u e s t r o
S e ñ o r servido que él l a viese c a s a d a antes de lle-
v a r l o d e esta v i d a , c o m o l o h a b i a d e s e a d o , l e p e -
d i a se g o b e r n a s e c o n l a p r u d e n c i a q u e h a s t a a l l í y
procurase a c r e c e n t a r l a fe en los E s t a d o s q u e l a
d e j a b a ; p u e s este h a b i a s i d o s u p r i n c i p a l i n t e n t o
en d á r s e l o s , e s p e r a n d o de e l l a , l o h a r i a c o m o s e
l o d e j a b a e n c a r g a d o , y q u e lo dijese a s í á s u p r i -
mo y se lo p i d i e s e de su p a r t e c u a n d o l e v i e s e .
Con esto, S u s A l t e z a s le b e s a r o n l a m a n o , y l e s
h e c h o s u b e n d i c i ó n , y se s a l i e r o n c o n e l s e n t i m i e n -
to que se p e r c i b e m e j o r e n e l a l m a , q u e p u e d e
d e c i r l o l a p l u m a . E s m u y d i g n o de a d v e r t i r q u e
en a q u e l ú l t i m o a b r a z o de t a n q u e r i d o s h i j o s , l a
principal encomienda y las postreras palabras
fueron el c e l o y e l a u m e n t o de l a fe, m á s q u e r i d a
a ú n q u e l o s m i s m o s hijos n a t u r a l e s , y m á s a r r a i -
g a d a e n e l a l m a , caso d e e t e r n a m e m o r i a . H a b i a
comulgado dos veces d e s p u é s que le dieron l a
Extremaunción, y quisiera él comulgar ciento,
tan sin hartar era aquella hambre y sed que t e -
n i a de l l e g a r s e á l a v e r d a d e r a f u e n t e de su s u s -
t e n t o . E l d i a a n t e s q u e m u r i e s e , le d i j o m i s a s u
confesor en el oratorio junto á s u c a m a : cuando
a l l í se l a d e c i a , e r a c a s i s i e m p r e p a r a c o m u l g a r l e ;
230
como e s t a b a t a n a c a b a d o , h a b i a p e l i g r o e n esto,,
p o r q u e no p o d i a p a s a r l a h o s t i a . S e q u e j ó el s a n -
t o R e y de e l l o á D o n C r i s t ó b a l de M o r a y des-
p u é s á su confesor, a g r a v i á n d o s e que no le habia
comulgado. L e r e s p o n d i ó habia convenido así
p o r el i n c o n v e n i e n t e d i c h o : le i m p o r t u n ó le c o -
mulgase con u n a f o r m a d e las que se guardan en
l a C u s t o d i a : t a n entero e s t a b a y t a n d e s e o s o de
j u n t a r s e c o n D i o s . L e e n t r e t u v o e l confesor d i -
c i e n d o q u e lo c o n s u l t a r í a c o n l o s m é d i c o s ; y t o -
do aquel dia e s t u v o c o n esta p e n a y c o n e s t a s
á n s i a s v i v a s , y c o n e l l a s m u r i ó . C r e o q u e l u e g o le
c u m p l i e r o n c o n h a r t u r a s u s deseos, no y a a l m o -
d o d e los h o m b r e s , sino c o m o á n g e l .
La t a r d e a n t e s de l a ú l t i m a n o c h e , d i j e r o n los
m é d i c o s á D o n C r i s t ó b a l de Mora, que S . M . se
i b a a c a b a n d o á p r i s a , q u e s e lo dijese c l a r o p a r a
q u e se aparejase á l a partida, como si hubiera
echo otra c o s a e n e l d i s c u r s o de a q u e l l a e n f e r -
medad y á u n de s u v i d a : p i e n s o y o s a b í a h a r t o
m e j o r q u e ellos e l p u n t o . S e lo dijo y l e e s c u c h ó
c o n alegre semblante, c o m o quien tan acentada
y conforme tenia su voluntad c o n l a de s u C r i a -
dor. H a b i a é l d i c h o m u c h a s v e c e s e n estos d o s
d i a s postreros, q u e le a v i s a s e n c u á n d o l l e g a b a s u
hora, porque quería hablar con D i o s y c o n v e r -
t i r s e todo á é l . M a n d ó l l a m a r l u e g o á s u c o n f e s o r
y a l Arzobispo de Toledo, á los confesores de
S u s Altezas y al P r i o r d e s u convento, para que
t o d o s le a y u d a s e n e n este punto extremo. L o s
r e l i g i o s o s de e s t a su c a s a , que e n todo el d i s c u r -
231
so de e s t a e n f e r m e d a d m o s t r a r o n b i e n e l a m o r
que á su p a t r ó n y s e ñ o r t e n í a n , acudieron ahora,
u n o s a l c o r o , otros á l a i g l e s i a y p o r a q u e l l a s c a -
pillas y altares, ayudando con l á g r i m a s y oracio-
n e s y otros e j e r c i c i o s p r o p i o s de este e s t a d o . L l e -
g a d o e l A r z o b i s p o d e T o l e d o , le h i z o u n a p l á t i c a
estudiada, que d u r ó m á s de m e d i a hora, l l e n a d o
m u c h a d o c t r i n a y de c o s a s á p r o p ó s i t o p a r a a q u e l
t i e m p o ; e n t r e o t r a s r a z o n e s l e d i j o : que q u i e n
tanto h a b i a d e f e n d i d o y a m p a r a d o l a fe c a t ó l i c a ,
l a I g l e s i a R o m a n a y el S u m o P o n t í f i c e , c o n v e n i a
que en aquel punto, como tan obediente hijo, c o n -
fesase l a m i s m a fe y o b e d i e n c i a de e s t o . S . M . ,
o y é n d o l o , d i j o c o n v o z t a n c l a r a que lo p e r c i b i e -
ron t o d o s : « S í confieso y protesto,» que f u é á
rectificar l a m i s m a p r o t e s t a c i ó n d e l a fe q u e h a -
bia hecho algunos d í a s antes, como y a dijimos.
D e s p u é s de esta p l á t i c a m a n d ó al A r z o b i s p o le
leyese l a p a s i ó n d e S a n J u a n : se l a l e y ó , d e c l a -
r á n d o l e a l g u n o s pasos d e v o t o s c o m o m e j o r s u p o ,
m o s t r a n d o e n t o d o s e l l o s el santo R e y u n s e n -
timiento admirable, como quien c o m e n z a b a y a á
g o z a r de s u s frutos y c e l e s t i a l e s efectos.

C e r c a de l a u n a de l a n o c h e l l e g ó el confesor
de S . M . , q u e h o y es, y le h i z o otro r a z o n a m i e n t o :
lo e s c u c h a b a t o d o el d e v o t o s e ñ o r , c o n alegre
semblante, sin j a m á s c a n s a r s e de o i r esto, t o d a
aquella noche en peso, que á u n los m u y s a n o s
y fuertes se c a n s a b a n , y é l los d e s p e r t a b a d i c i e n -
do: « P a d r e s , decidme m á s , » que cuanto m á s se
a l l e g a b a á l a fuente, t a n t o c r e c í a m á s l a s e d . D o n
232
F e r n a n d o d e T o l e d o , q u e s i r v i ó e n esta y en otras
muchas enfermedades á s u R e y con extremada
d i l i g e n c i a p o r e l g r a n a m o r que le t e n i a , e s t a b a
c u i d a d o s o p a r a d a r l e u n a d e l a s v e l a s de N u e s t r a
S e ñ o r a de Monserrat, que dijimos le habia e n -
c o m e n d a d o ; l l e g ó á d á r s e l a á l a s d o c e de l a n o c h e ,
y le d i j o S . M . : « G u a r d a r l a , que a ú n no es t i e m -
p o , » q u e no h a c e p o c a p r u e b a de l a c e r t e z a y c l a -
r i d a d q u e t e n i a de s u h o r a . C e r t i f i c a n a l g u n o s c a -
b a l l e r o s de s u c á m a r a d i g n o s de t o d a fe, q u e S . M .
pidió á Nuestro S e ñ o r encarecidamente le h i -
ciese m e r c e d q u e á l a h o r a de s u m u e r t e c e s a s e n
sus dolores, p a r a que con m á s entero j u i c i o y s i n
que e l a l m a t u v i e s e n e c e s i d a d de a c u d i r á l a s c o -
sas del cuerpo ni sus males l a e m b a r a z a s e n , p u -
diese c o n t e m p l a r l a s d i v i n a s m i s e r i c o r d i a s y a b r a -
zarse con é l y tratar su s a l v a c i ó n . C o m o tenian
noticia de esto,, e s t u v i e r o n a t e n t o s á v e r s i el
S e ñ o r le c o n c e d í a e s t a p e t i c i ó n á su s i e r v o , y a d -
virtieron que d i a y m e d i o antes, c u a n d o y a los
pulsos se a p r e s u r a b a n y daban s e ñ a l de s u fin,
n i n g ú n g é n e r o de d o l o r n i de s e n t i m i e n t o d e t a n -
tos m a l e s c o m o le c e r c a r o n p a r a d e r r i b a r l e t e n i a ,
n i se v i ó e n é l m u e s t r a d e h a c e r c a s o d e n i n g u -
n a c o s a p a s a d a m á s que si e s t u v i e r a s a n o , te-
niendo c o n esto l o s sentidos, el j u i c i o y l a r a z ó n
tan enteros, que h a b l a b a , preguntaba, r e s p o n d í a
y á u n ordenaba y m a n d a b a , c o m o cuando estaba
s a n o : m e r c e d y f a v o r d e l c i e l o : p r e m i o de t a n e x -
tremado sufrimiento y paciencia. Sucedieron a q u í
dos cosas dignas de advertencia, que confirma
233
bien estos f a v o r e s d i v i n o s : l a p r i m e r a que t o r -
n á n d o l a á d a r D o n F e r n a n d o de T o l e d o l a c a n -
d e l a de N u e s t r a S e ñ o r a de M o n s e r r a t á l a s t r e s
de l a m a ñ a n a , a l z ó e l R e y los ojos y le m i r ó r i é n -
dosele, y t o m á n d o s e l a á l a m a n o dijo: « D a d l a a c á ,
q u e y a es h o r a » . L a o t r a f u é q u e l u e g o , á h o r a y
m e d i a antes que espirase, tuvo un parasismo
tan grande, que todos entendieron que habia y a
a c a b a d o . E s t a n d o tristes y d e r r a m a n d o l á g r i m a s
s ú b i t a m e n t e a b r i ó los o j o s c o n u n a v i v e z a e x t r a -
ñ a , y l o s p u s o en e l c r u c i f i j o q u e t e n i a D o n Fer-
n a n d o e n l a s m a n o s , q u e e r a a q u e l de s u p a d r e ;
a l a r g ó l a m a n o y se l o t o m ó , y c o n g r a n d e v o c i ó n
y ternura l e b e s ó m u c h a s veces. S e quedaron ad-
mirados ver tan repentina y sobrenatural viveza
y q u e t a n s ú b i t o t o r n a s e en s í , t a n a d v e r t i d o y t a n
entero. Se e n t e n d i ó de lo u n o y d e l o otro que
Nuestro Señor usaba con él d é grandes m i s e r i -
c o r d i a s , y le r e v e l a b a d e n t r o s u b i e n y s u s a l u d ,
q u e r e c o n o c í a en s í m i s m o e l f r u t o del á r b o l S a n -
t í s i m o de l a C r u z , m e d i o de l a s a l u d de las a l -
mas, y así besaba y adoraba las i m á g e n e s d e f u e -
r a , p o r ser el t r a s l a d o y l a s e ñ a d e l b i e n que go-
z a b a dentro. Últimamente el P r i o r d e S a n L o -
renzo le l e y ó la recomendación del alma que
está en el M a n u a l R o m a n o , d e v o t a y de s a n t a s
consideraciones llena; l a a d v i r t i ó bien y d i ó se-
ñ a s de a l e g r a r s e con e l l a . P e r s e v e r ó t o d a la n o -
c h e (con g r a n a d m i r a c i ó n d e l o s q u e a l l í estaban)
en e s t o s s a n t o s e j e r c i c i o s , y d i c i é n d o l e u n a v e z e l
doctor Juan G ó m e z que p o d í a reposar un rato
234
para cobrar aliento y tornar á ellos, respondió:
« q u e no e r a t i e m p o . »
L a s ú l t i m a s palabras que p r o n u n c i ó y con que
p a r t i ó de este m u n d o f u é d e c i r , c o m o p u d o , que
m o r í a c o m o c a t ó l i c o e n l a fe y o b e d i e n c i a de l a
Santa Iglesia R o m a n a , y b e s a n d o m i l v e c e s su
crucifijo (le t e n i a e n l a u n a m a n o y e n l a otra l a
c a n d e l a , y d e l a n t e l a r e l i q u i a de S a n A l b a n o p o r
l a i n d u l g e n c i a ) , se f u é a c a b a n d o p o c o á p o c o , de
suerte que con u n p e q u e ñ o movimiento, dando
dos ó tres b o q u e a d a s , salió aquella santa alma y
s e f u é , s e g ú n l o d i c e n t a n t a s p r u e b a s , á gozar d e l
R e i n o Soberano.
Durmió e n e l S e ñ o r el g r a n F e l i p e I I , hijo d e l
E m p e r a d o r C á r l o s V , en l a m i s m a c a s a y t e m p l o
d e S a n L o r e n z o q u e h a b i a edificado y c a s i e n c i -
m a d e s u m i s m a s e p u l t u r a , á las c i n c o de l a m a -
ñ a n a , c u a n d o e l a l b a r o m p i a por el O r i e n t e , t r a -
y e n d o e l s o l l a l u z d e l d o m i n g o , d i a de l u z y d e l
S e ñ o r de l a luz, y estando cantando l a m i s a del
a l b a los n i ñ o s d e l s e m i n a r i o , l a p o s t r e r a q u e se
dijo p o r su v i d a y la p r i m e r a de s u m u e r t e , á 13,
de Setiembre, en l a s o c t a v a s d e l a N a v i d a d de
Nuestra Señora, v i g i l i a de l a E x a l t a c i ó n de l a
Cruz, el a ñ o 1568 e n e l m i s m o d i a que c a t o r c e
a ñ o s antes, se h a b i a p u e s t o l a p o s t r e r a p i e d r a de
t o d o el c u a d r o y f á b r i c a de e s t a c a s a . E n el a ñ o
d e s u e d a d de s e t e n t a y d o s , p o r q u e n a c i ó á 21 de
M a y o d e l a ñ o 1527. R e c i b i ó el g o b i e r n o de estos
r e i n o s e l a ñ o 1556. C o m e n z ó á e d i f i c a r este M o -
n a s t e r i o el de 1563 á 23 d e A b r i l . L e g o z ó d e s p u é s
235
de h a b e r p u e s t o i a p o s t r e r a p i e d r a e l a ñ o 1584 en
e l m e s d e S e t i e m b r e , 14 a ñ o s j u s t o s , q u e es o t r a
particular merced del cielo. C u a n t o s nos h a l l a -
mos allí presentes, celebramos su tránsito con
grande c o p i a de l á g r i m a s , t o d a s p o c a s p a r a t a n
g r a n d e p é r d i d a , y á u n á m u c h o s , a ú n n o se les
han enjugado n i le a c a b a r á n d e l l o r a r h a s t a q u e
se a c a b e l a v i d a .
DISCURSO XXII.

E l entierro y exequias del Rey Don Felipe I I en


esta su casa y sepulcro. L o que dejó mandado
para su sustento en su último codicilo.

E n d e s p i d i é n d o s e del cuerpo aquella santa a l -


m a d e l R e y F e l i p e I I , lo p r i m e r o q u e s e h i z o p o r
los c a b a l l e r o s de s u c á m a r a , f u é irlo á d e c i r á s u
h i j o F e l i p e , t e r c e r o de este n o m b r e , y c o n l a n u e v a
v e n i d a de l a l u z , en e l f e l i c í s i m o d i a e n q u e e l l a
comenzó, q u e f u é d o m i n g o , c o m e n z ó t a m b i é n el
n u e v o R e y , y e n t r ó g o b e r n a n d o el m á s e x t e n d i d o
I m p e r i o q u e e l s o l h a v i s t o ; pues s i p u d i e r a l l e -
v a r l a s c a r t a s y el a v i s o d e s d e el p u n t o p o r d o n d e
d e s c u b r i ó s u s r a y o s , h a s t a que r e m a t a r a e l c í r c u -
lo, volviendo al m i s m o punto, hallara vasallos
p r o p i o s á quien darlas. Para dejar entera y en
herencia tan grande M o n a r q u í a , cualquiera e m -
p e ñ o y costa e s p e q u e ñ a . L u e g o t r a s estos, c o m -
pusieron el cuerpo R e a l de l a m a n e r a que é l
mismo lo d e j ó o r d e n a d o c u a n d o se a m o r t a j a b a
en v i d a , c o n t a n p o c o m i e d o de la m u e r t e .
R o d e a r o n y e n v o l v i e r o n el c u e r p o en u n a s á -
b a n a sobre u n a c a m i s a l i m p i a , que m a n d ó le v i s -
tiesen á s o l a s , D o n C r i s t ó b a l d e M o r a y D o n F e r -
237
n a n d o de T o l e d o , p o r q u e á u n d e s p u é s d e m u e r t o ,
q u i s o se g u a r d a s e c o n su c u e r p o , a q u e l l a s i n g u l a r
honestidad y compostura, que c o n s e r v ó e n t o d a
l a v i d a ; le ataron al cuello un cordel, y de allí
colgaba u n a c r u z de p a l o ; esta j o y a s o l a (en v e z
d e l c o l l a r d e oro, T o i s ó n de oro y p e r l a s ) l l e v ó a l
c u e l l o a q u e l M o n a r c a , q u e t u v o en sus m a n o s l o s
tesoros d e O r i e n t e y P o n i e n t e . A n t e s q u e l e p u -
s i e s e n e n l a c a j a d e p l o m o que se e n c e r r a b a en el
a t a ú d , d i c e le v i n o á v e r s u h i j o e l R e y n u e s t r o se-
ñor y le e s t u v o m i r a n d o a t e n t a m e n t e , q u e h a b i a
b i e n que m i r a r y d e p r e n d e r .
L o s religiosos, e n el p u n t o q u e e s p i r ó , le c o -
m e n z a r o n á decir misas en el c o n v e n t o y c o l e -
gio, p o r todos los a l t a r e s de a q u e l l a i g l e s i a ; testi-
gos s o n todos los de l a c a s a R e a l , q u e l a s o y e -
r o n , de l a m u c h e d u m b r e de l á g r i m a s q u e e n e l l a s
se derramaron, y apenas podian pasar adelante
en lo que h a c i a n ; sallan m u y del c o r a z ó n , p o r -
q u e c o n l a m i s m a a b u n d a n c i a d e r r a m a r o n por él
m u c h a s v e c e s s u s a n g r e . D i j o l u e g o el convento
u n a m i s a de Reqtiiem c a n t a d a , á l a h o r a q u e se
d i c e l a m a y o r ; h i z o e l oficio el P r i o r , y b a j a m o s
á d e c i r e l r e s p o n s o á l a m e s a de las g r a d a s del a l -
tar m a y o r , p o r q u e a ú n se e s t a b a e l c u e r p o en s u
a p o s e n t o , A l a t a r d e , d e s p u é s d e l a s v í s p e r a s de
l a C r u z , se d i j o u n a v i g i l i a e n e l coro, c o n el r e s -
p o n s o e n e l m i s m o l u g a r del otro. Y á l a s seis de
l a t a r d e , d i c h a s c o m p l e t a s , se j u n t a r o n todos l o s
c a b a l l e r o s y r e l i g i o s o s e n l a i g l e s i a ; e s t a b a y a en
m e d i o d e l a s a c r i s t í a u n a m e s a g r a n d e , cubierta,
238
c o n alfombras, y e n c i m a u n dosel de brocado.
E n t r a r o n en el a p o s e n t o R e a l los caballeros, y
trajeron e l cuerpo á la m i s m a s a c r i s t í a , a c o m p a -
ñ a n d o los frailes c o n c i r i o s en l a s m a n o s , c a n t a n -
do en tono b a j o e l salmo De pro fundís y otros r e s -
p o n s o s á este p r o p ó s i t o . L o s c a b a l l e r o s c o m e n z a -
r o n á m o v e r el c u e r p o p a r a s a c a r l e p o r l a p u e r t a
d e l aposento R e a l , que cae á las espaldas del r e -
licario de nuestro padre S a n J e r ó n i m o ; y era tan
p e s a d o e l a t a ú d , p o r l a c a j a d e p l o m o que t e n i a
d e n t r o , q u e a u n q u e se j u n t a r o n m u c h o s , n o p u -
dieron levantarle de tierra, y f u é n e c e s a r i o les
ayudasen algunos religiosos, en q u e n o se t a r -
d ó poco t i e m p o . Puesto en la mesa de l a s a c r i s -
t í a , l e v e l a r o n é h i c i e r o n l a g u a r d i a a l l í los M o n -
t e r o s , y c o n e l l o s otros r e l i g i o s o s .
L u n e s luego, de m a ñ a n a , v i n o á l a s a c r i s t í a el
R e y D . F e l i p e I I I , c o n todos l o s c a b a l l e r o s d e s u
c a s a , c u b i e r t o s d e luto; se j u n t a r o n t a m b i é n c o n -
vento, colegio y seminario, todos con velas e n -
c e n d i d a s ; se v i s t i ó e l A r z o b i s p o d e T o l e d o p a r a
h a c e r el oficio y d e c i r l a m i s a ; fueron D i á c o n o y
S u b d i á c o n o dos r e l i g i o s o s a n t i g u o s . C o m e n z a r o n
á m o v e r c o n el c u e r p o R e a l : d e l a s a c r i s t í a s a l i e -
r o n , p o r l a p u e r t a d e l z a g u á n de e l l a , a l c l a u s t r o
principal, y d i e r o n l a v u e l t a p o r todo é l , h a s t a
e n t r a r p o r l a p u e r t a de l a s p r o c e s i o n e s e n l a igle-
sia, cantando siempre, ó por mejor decir, l l o r a n -
do, los frailes los responsos acostumbrados, y h a -
ciendo e l oficio d e h u é r f a n o s d e este difunto.
L o s c a b a l l e r o s q u e l l e v a r o n e l c u e r p o fueron m u -
239
chos, y e s t á n especificados p o r sus n o m b r e s e n
o t r a p a r t e ; no hay necesidad de repetirlos; y
a u n q u e e r a n tantos, t u v i e r o n l a n e c e s i d a d d e l s o -
corro de los religiosos, a s í para llevarle por el
claustro, como para subirle y bajarle del t ú m u l o ,
q u e estaba hecho en medio del cuerpo de la igle-
s i a . E s t u v o S . M . el R e y nuestro señor junto a l
c u e r p o de s u p a d r e , d e t r á s d e l t ú m u l o , todo e l
t i e m p o de l a m i s a y r e s p o n s o s , c o n t o d o s los d e -
m a s c a b a l l e r o s . A c a b a d o el oficio, se l l e v ó el
cuerpo á poner en l a b ó v e d a donde e s t á n sus p a -
dres y las d e m á s personas Reales, a c o m p a ñ á n -
dole hasta d e j a r en s u propio l u g a r el R e y s u
hijo, mirándolo y advirtiéndolo todo. Por su
m a n d a t o , el M a r q u é s d e D e n i a , que y a e r a s u
caballerizo m a y o r y del Consejo de E s t a d o , h i z o
l a e n t r e g a d e l c u e r p o de S . M . a l P r i o r y c o n -
v e n t o de S a n L o r e n z o , d a n d o fe de ello J e r ó n i -
m o de G a s o l , S e c r e t a r i o de E s t a d o : e s t á e l a t a ú d
a s e n t a d o e n t r e e l d e l E m p e r a d o r , su p a d r e , y e l
de l a R e i n a D o ñ a A n a , s u ú l t i m a m u j e r , m a d r e
de nuestro R e y D o n F e l i p e I I I .

E l martes siguiente dijo la m i s a e l V i c a r i o , y


el m i é r c o l e s el R e c t o r , y a s í se f u é cumpliendo
por su a n t i g ü e d a d el septenario de sus exequias,
porque él m i s m o m a n d ó que se hiciese e l m i s m o
oficio q u e s e h a c e c o n u n r e l i g i o s o ; el s á b a d o ,
que f u é el s é p t i m o , t o r n ó á decir l a m i s a el P r i o r ,
y p r e d i c ó el p a d r e fray A n t o n i o d e L e ó n , r e l i g i o -
s o de este c o n v e n t o : confieso q u e a u n q u e el P r i o r
m e h a b i a m a n d a d o q u e p r e d i c a s e , q u e no tuve
240
á n i m o n i m e a t r e v í , y a s í le r o g u é d o s d i a s a n t e s
que supliese m i falta. L u e g o , el d i a siguiente del
e n t i e r r o , que f u é m a r t e s , l l e g ó a q u í el P r e s i d e n t e
del Consejo R e a l , Rodrigo Vázquez, y mandó
S . M . q u e se a b r i e s e e l t e s t a m e n t o y c o d i c i l o q u e
d e j a b a su p a d r e ; se l e y ó todo en s u presencia y
de m u c h o s de s u c á m a r a , h a l l á n d o s e p r e s e n t e e l
P r i o r del convento c o n algunos religiosos.
Del testamento por no ser cosa que toca á m i
p r o p ó s i t o , no t e n g o q u e h a c e r m e m o r i a . E l c o d i -
c i l o postrero e s t o d o a c e r c a d e l asiento d e esta
casa, y por ser e l remate de s u f u n d a c i ó n d a r é
una sumaria noticia de los p r i n c i p a l e s p u n t o s .
E n l a p r i m e r a c l á u s u l a , d e s p u é s de las g e n e r a l e s ,
q u i e r e y m a n d a que p o r s u d e v o c i ó n y e n r e v e -
r e n c i a d e l S a n t í s i m o S a c r a m e n t o , h a y a n de e s t a r
continuamente dos f r a i l e s d e l a n t e de é l r o g a n d o
á D i o s p o r su a l m a y p o r l a s de s u s difuntos t o d o
el tiempo que n o se g a s t a r e e n los oficios d i v i -
n o s , en el c o r o y en l a i g l e s i a , p o r q u e q u i e r e q u e
e s t e t i e m p o , e n t r e en c u e n t a de e s t a o r a c i ó n y l a s
demás horas d e e n t r e d i a y n o c h e se e s t é en e s t a
o r a c i ó n p e r p e t u a . T r a s esto, quiso se h i c i e s e n dos
aniversarios p e r p é t u o s , en el dia de su nacimien-
to uno, y el o t r o e n el de s u m u e r t e , vísperas,
n o c t u r n o s , m i s a y r e s p o n s o s , c a n t a d o t o d o , y en
e l d i a de s u muerte hubiese p e r p é t u a m e n t e ser-
m ó n y o t r a g r a n c a n t i d a d de m i s a s , que e n a q u e -
l l o s d i a s y en e l d i s c u r s o d e l a ñ o se d i c e n p o r s u
a l m a ; y q u e t o d a s las veces q u e en e l c o r o se r e -
m a t a n las h o r a s c a n ó n i c a s con la Salve ú otra
241
antífona de N u e s t r a S e ñ o r a , se le d i g a u n res-
ponso rezado ó en tono, y lo m i s m o digan los
colegiales c u a n d o acaben sus maitines y los n i -
ñ o s del seminario en acabando l a salve que d i -
c e n c a d a d i a c a n t a d a e n l a i g l e s i a , a l l e n d e de u n a
misa cantada con su responso por s u a l m a ; en
acabando la P r i m a , por e l E m p e r a d o r y por l a
E m p e r a t r i z sus padres y por l a R e i n a D o ñ a A n a ,
m a d r e de n u e s t r o R e y F e l i p e I I I , m a n d a que t a m -
b i é n s e h a g a n otros dos a n i v e r s a r i o s d e l a m i s m a
forma p o r c a d a uno, e n los m i s m o s d i a s d e s u s
n a c i m i e n t o s y m u e r t e s , s i n otras m i s a s r e z a d a s y
c a p e l l a n í a s por el discurso del a ñ o . P o r las otras
tres mujeres suyas, l a R e i n a D o ñ a I s a b e l , l a R e i n a
D o ñ a M a r í a y l a P r i n c e s a D o ñ a M a r í a , otros tres
a n i v e r s a r i o s de l a m i s m a m a n e r a , e n los d i a s d e
su f a l l e c i m i e n t o , s i n otras m i s a s y c a p e l l a n í a s p o r
el d i s c u r s o d e l a ñ o . P o r e l P r í n c i p e D o n Cárlos,
su h i j o , y p o r l a s dos h e r m a n a s d e l E m p e r a d o r ,
R e i n a de F r a n c i a y R e i n a de H u n g r í a , s u s t i a s , y
y por l a P r i n c e s a de Portugal D o ñ a J u a n a , y por
la Emperatriz Doña María, sus hermanas, por
c a d a u n a s u a n i v e r s a r i o de l a m i s m a s o l e m n i d a d
y f o r m a q u e los p a s a d o s , c o n l o s r e s p o n s o s y m i -
s a s en el m i s m o n ú m e r o .
De suerte que, s i n l a o r a c i ó n perpétua y res-
ponsos p e r p é t u o s , quedan mandados hacer en
este c o n v e n t o 16 a n i v e r s a r i o s de p e r s o n a s R e a l e s
y 7.300 m i s a s d e c a p e l l a n í a s p e r p é t u a s , s i n l a d e l
a l b a q u e se d i c e c a d a d i a c a n t a d a y l a de Réquiem
d e s p u é s de P r i m a , con 'solemnidad de ministros,

16
242
y l a m i s a m a y o r ; q u e todo j u n t o h a c e u n a c a r g a
g r a v í s i m a , a ñ a d i é n d o l a á u n m o d o de v i d a , c u a l
l a O r d e n de S a n J e r ó n i m o , que de s u y o e s h a r t o
g r a v e y r e c o g i d a p a r a q u i e n no l a a b r a z a c o n m u -
c h o f e r v o r y g u s t o d e e s p í r i t u . T o d o se l l e v a s u a -
v e m e n t e p o r e l a m o r de un p a t r ó n y f u n d a d o r , á
q u i e n t a n t o d e b e este c o n v e n t o y l a r e l i g i ó n t o d a .
P a r a que hubiese n ú m e r o de frailes que p u -
diesen cumplir con todo e s t o , y c o n s e r v a r t a n
ilustre m e m o r i a en l a grandeza, decoro y obser-
v a n c i a en q u e e s t á p u e s t a f u e r a d e l a dotación
que v i m o s c u a n d o se trató de l a c o n s a g r a c i ó n de
l a i g l e s i a , a ñ a d i ó en este c o d i c i l o otras h e r e d a -
des y d e h e s a s , p o r q u e allí p r o m e t i ó (y el Rey
n u e s t r o s e ñ o r q u e a h o r a es, lo d i j o en su n o m b r e
haciendo las partes de s u p a d r e } a ñ a d i r otras
nuevas rentas p a r a que esta iglesia consagrada,
quedase con dote digno de esposa de t a n alto
Rey; de suerte q u e , lo q u e a l l í se p r o m e t i ó e n
a q u e l c o n t r a t o entre el R e y D o n F e l i p e I I y el
P r í n c i p e D o n F e l i p e su h i j o de u n a p a r t e , y D i o s
y s u I g l e s i a y este c o n v e n t o de otra, siendo el
N u n c i o de S u S a n t i d a d el J u e z a n t e q u i e n p a s ó
t a n g r a v e c o n t r a t o , eso m i s m o c u m p l i ó e l R e y e n
este s u ú l t i m o c o d i c i l o . A ñ a d i ó , p u e s , á l a d o t e
a l l í e s p e c i f i c a d a , las d e h e s a s de C a m p i l l o y Mo-
nasterio, algunos pedazos de t i e r r a s y dehesas
q u e l i n d a n c o n l a de P i u l , c o n l a s d e h e s a s de P a -
j a r e s y P a l o m a r e j o ; m a n d ó t a m b i é n que se a c a -
basen a l g u n a s obras c o m e n z a d a s , como los r e -
l i c a r i o s , l o s b u s t o s y figuras de b r o n c e de s u e n -
243
t i e r r o y d e l de s u p a d r e , y q u e le diesen á la
casa cincuenta m i l ducados muertos, sacándolos
de la f á b r i c a , que iba corriendo por dos a ñ o s , y
q u e estos e s t u v i e s e n s i e m p r e en depósito, y de
ellos se s o c o r r i e s e n l a s n e c e s i d a d e s q u e se ofre-
c i e s e n , y luego se t o r n a s e a l l í lo q u e se sacase.
U n a m a n d a de m u c h a u t i l i d a d p a r a que n o se
malograsen las rentas y anduviese d e s c a n s a d a l a
c a s a ; p a r a e l sustento de l a s a c r i s t í a , q u e como
v e r e m o s , es l a m e j o r q u e d e b e h a b e r en l a cris-
tiandad, a p l i c ó el oficio de l a i m p r e n t a d e las
b u l a s de T o l e d o , p a r a el r e p a r o y f á b r i c a d e t a n
g r a n d e c a s a , t e m p l o , c l a u s t r o s , c a s a R e a l y ofi-
c i n a s de e l l a : d e j ó u n a s d e h e s a s que l l a m a n los
G u a d a l u p e s , e n g a ñ a d o grandemente por los que
trataron esto, h a c i é n d o l e creer que vallan m á s
d e d i e z m i l d u c a d o s , n o v a l i e n d o tanto c o n m u -
c h o , y estos t a n l l e n o s de p l e i t o s , q u e es a h o r a
lo m i s m o que n a d a . D e s u e r t e q u e e n l o p r i n c i -
p a l en que puso los o j o s , en l a c o n s e r v a c i ó n de
t a n h e r m o s o c u e r p o , q u e t a n t o h a b i a costado e n
levantarse y criarse, allí c a y ó toda l a falta por
fiarse de s u s M i n i s t r o s . P a r a que t a m b i é n s e s u s -
t e n t a s e n los j a r d i n e s y f u e n t e s y otras cosas d e
esta suerte, que adornan y hermosean grande-
m e n t e los c o n t o r n o s d e e s t a c a s a , d o n d e las p e r -
sonas R e a l e s tienen a l g ú n justo entretenimiento
y r e c r e o c u a n d o se v i e n e n a q u í á retirar algún
tiempo, a p l i c ó algunas dehesas que e s t á n junto á
A r a n j u e z , que se l l a m a n G o z q u e z y S a n E s t e b a n ;
d e suerte q u e c u a n t o f u é d e s u p a r t e , lo dispuso
244
y p r o v e y ó c o n l a p r u d e n c i a que en todos s u s d i s -
cursos, tuvo como cosa que estimaba y quería
tanto, sino que n i faltó q u i e n l e estorbase des-
p u é s d e m u e r t o ó le e n g a ñ a s e v i v i e n d o , y toda
p u d o s e r s i n m a l i c i a e n t e n d i e n d o que a c e r t a b a n .
D e j ó t a m b i é n m a n d a d o en o t r a c l á u s u l a q u e las
cátedras del colegio, que l a s h a n l e i d o siempre
personas seglares, l a s leyesen religiosos de l a
misma Orden, echando de ver, aunque tarde,
q u e los q u e h a s t a a l l í le h a b í a n aconsejado otra
c o s a , n o h a b l a n m i r a d o b i e n el a p r o v e c h a m i e n t o
de los r e l i g i o s o s n i s u b u e n n o m b r e .
L e i d o t o d o esto e n p r e s e n c i a de S . M . el R e y
D o n F e l i p e I I I , que lo e s c u c h a b a con sereno
semblante, mostrando gana que se cumpliese
todo, el miércoles siguiente 15 de Setiembre
p a r t i ó de a q u í p a r a M a d r i d ; antes que partiese,,
m a s e l m i s m o d i a q u e m u r i ó s u p a d r e , lo p r i m e -
r o q u e h i z o el n u e v o E . e y , h e r e d a n d o c o n los r e i -
nos también la p i e d a d , fe y o b e d i e n c i a á la
I g l e s i a , f u é d a r noticia a l P a p a de lo sucedido
c o n u n a c a r t a l l e n a d e m a j e s t a d y p r u d e n c i a , que
a u n q u e e s t á p u e s t a e n otra p a r t e , es b i e n q u e se
traslade e n m u c h a s , porque dure p a r a siempre^
j u n t o c o n e l s e n t i m i e n t o y p a l a b r a s que e l S u m o
P o n t í f i c e d i j o en e l C o n s i s t o r i o de los Cardena-
les; l a c a r t a d e n u e s t r o R e y es e s t a :

« SANTÍSIMO PADRE:
D i o s h a s i d o s e r v i d o l l a m a r p a r a sí a l R e y m i
señor; confío en la d i v i n a misericordia, que ha
245
h e c h o grandes a l c a n c e s c o n f o r m e á s u v i d a y l a
muerte. Y o , por l a p é r d i d a de u n t a l padre, no
h a l l a n d o consuelo en n i n g u n a d e l a s c o s a s que
m e h a dejado, acudo á V . S a n t i d a d p a r a que m e
r e c i b a p o r s u h i j o obediente y de e s a S a n t a S i l l a ,
de que suplico á V . Santidad por ahora hasta
t a n t o q u e l l e g u e a l l á l a p e r s o n a q u e h a de h a c e r
este oficio; q u e V . S a n t i d a d m e a l c a n c e de N u e s -
tro S e ñ o r s u l u z para que gobierne con el celo de
l a r e l i g i ó n y justicia que deseo h a b e r heredado
d e m i p a d r e , q u e e s t é en g l o r i a . G u a r d e N u e s t r o
S e ñ o r á V . S a n t i d a d p a r a gran bien de s u I g l e s i a ,
como deseo. D e S a n L o r e n z o á trece de Se-
tiembre M . D . X . C . V . I I L — H u m i l d í s i m o hijo de
V . S a n t i d a d , E l Rey.y»
R e c i b i d a esta carta y mostrando con ella gra-
v í s i m o sentimiento por l a p é r d i d a de tan s i n g u -
lar c o l u m n a y a m p a r o de l a Iglesia, aunque se
t e m p l a b a c o n l a n u e v a y s a n t a o b e d i e n c i a de t a l
h i j o , j u n t ó e l P a p a C o n s i s t o r i o á los 9 d e Octu-
bre, y e n él hizo u n a p l á t i c a á los C a r d e n a l e s c o n
palabras graves y llenas de sentimiento: holgara
y o t e n e r l a e n p r o p i a f o r m a ; en suma, y como
otros lo han referido, dijo: que si en algún
tiempo l a S a n t a Sede A p o s t ó l i c a tuvo o c a s i ó n de
d o l e r s e y m o s t r a r s e s e n t i m i e n t o , e r a en é s t a , p o r
c a u s a de l a m u e r t e d e l R e y de E s p a ñ a , que': h a -
bla muerto á los 13 d e S e t i e m b r e en su c a s a y
M o n a s t e r i o de S a n L o r e n z o d e l E s c o r i a l , d e j a n -
d o á todos j u s t a c a u s a de d o l o r p o r u n a p é r d i d a
tan grande, y mucho m á s á é l por el amor que le
246
tenia y la estimación y caso q u e h a c í a d e é l , y
con mucha razón considerando la obediencia
q u e s i e m p r e le h a b í a m o s t r a d o . A este p r o p ó s i t o
s e a l a r g ó S u S a n t i d a d d e c l a r a n d o y refiriendo e n
p a r t i c u l a r l a s g r a n d e s partes y v i r t u d e s de S . M . ,
d i c i e n d o : que no se habia conocido Rey más
p r u d e n t e n i m á s s á b i o , n i m á s a m a d o r de j u s t i -
c i a , n i de g u a r d a r l a á c u a l q u i e r g é n e r o de p e r s o -
nas, a u n q u e fuesen m u y pobres y de lo bajo del
pueblo, ni ninguno m á s paciente, sufrido y cons-
tante en las adversidades, mostrando esto y
e c h á n d o l o t o d o el m u n d o de v e r e n l a p é r d i d a de
t a n t a s y t a n q u e r i d a s m u j e r e s , y de tantos hijos
queridos, P r í n c i p e s j u r a d o s y herederos. Y junto
c o n esto, n i n g u n o de los p a s a d o s s u p o u s a r n i
aprovecharse con m á s p r u d e n c i a e n los casos
p r ó s p e r o s y felices que tuvo, ni se c o n o c e q u i e n
h a y a s i d o m á s r e v e r e n c i a d o y q u e r i d o de l o s s u -
y o s y t e m i d o d e los e x t r a ñ o s y enemigos; n i q u i e n
también, ni con tanta igualdad supiese hacer
m e r c e d e s y r e p a r t i r lo q u e de D i o s h a b i a r e c i b i -
d o , s i n c a r g a r á u n o s d e m u c h o , n i d e j a r á otros
desnudos. Y c o m o t a m b i é n se p a r e c í a bien á las
provisiones y presentaciones de las Iglesias y
Obispados, pues entendiendo c u á n t o importaba
a l s e r v i c i o d e D i o s q u e f u e s e n p e r s o n a s de m é r i -
t o s p a r a ellos, s i e m p r e los h a b i a nombrado sin
n i n g ú n o t r o r e s p e t o m á s de q u e e l s u s m é r i t o s y
p a r t e s t r a i a n c o n s i g o , s i n o le e n g a ñ a b a n l o s que
h a c í a n las relaciones, que pudo acontecer algu-
n a s veces e n discurso de tantos a ñ o s y de tan v a -
247
ríos M i n i s t r o s . Y l o q u e m á s s e h a de e s t i m a r , t a n
cristiano y c a t ó l i c o , que las obras y palabras con-
v e n í a n m u y bien al nombre que tenia y por tantas
r a z o n e s se l e d e b i a ; j a m á s quiso a d m i t i r n i p e r -
mitir libertad de conciencia, á u n con g r a n d í s i m o
d a ñ o de s u s b i e n e s y r e n t a s , y p o r q u e quiso re-
ducir á l a fé católica y á la obediencia de esta
S i l l a , los v a s a l l o s t a m b i é n de otros, e m p e ñ ó t o d o
su patrimonio R e a l , y g a s t ó en esta obra los
g r a n d e s tesoros que le v e n i a n de l a s I n d i a s , c o n
u n a s u m a g r a n d e de d á d i v a s y m e r c e d e s q u e s a c ó
d e l o s r e i n o s de C a s t i l l a e n e l m u c h o t i e m p o q u e
tuvo el gobierno.
Rematada la plática, escribió u n a c a r t a de s u
p r o p i a mano, que aunque breve, era m u y s i g n i -
ficativa y llena; hizo l l a m a r á s u c a m a r e r o m a -
y o r , y le m a n d ó l a l e y e s e en v o z a l t a ; l e e s c u c h ó
t o d o el Consistorio con mucha alegría, viendo
t a n t a o b e d i e n c i a y p u r e z a de u n a f é l i m p i a . D i j o
e n el r e m a t e de este C o n s i s t o r i o el P o n t í f i c e , q u e
p a r a d e t e r m i n a r e l d i a e n q u e se h a b l a n de h a c e r
las honras y ceremonias acostumbradas, y tratar
d e l r e c i b i m i e n t o de l a s e r e n í s i m a Reina Marga-
r i t a , n o m b r a b a los tres C a r d e n a l e s de l a s O r d e -
n e s y l o s de l a J u n t a de l a s C e r e m o n i a s , y á
sus dos sobrinos, y a s í a c a b ó . S . M . , c o m o dije,
p a r t i ó de a q u í el m i é r c o l e s , entre l a s tres y l a s
c u a t r o d e l a tarde; d u r m i ó a q u e l l a n o c h e en T o r r e
d e L o d o n e s ; l l e g ó á M a d r i d y s e r e t i r ó en e l m o -
n a s t e r i o de S a n J e r ó n i m o , d o n d e e s t u v o h a s t a el
d i a d e S a n L ú e a s , en q u e se c e l e b r a r o n c o n gran-
248
d í s i m o aplauso las exequias-funerales del R e y
D o n F e l i p e I I ; s e h a l l ó en ellas e l R e y , l a E m -
p e r a t r i z , su tia y a b u e l a , y la s e ñ o r a I n f a n t a , c o n
m u c h a c a n t i d a d de P r e l a d o s y s e ñ o r e s d e l r e i n o ,
q u e e s t a b a n en l a c o r t e . T o r n ó a q u í S . M . l u e g o ,
acabadas las honras, vio l a casa y a , como señor
y p a t r ó n de e l l a , l l e g ó al C a m p i l l o , y de a l l í a l
b o s q u e d e B a l s a i n , y v o l v i ó a q u í á t e n e r l a fiesta
d e T o d o s los S a n t o s y de los F i n a d o s , y l u e g o
p a r t i ó p o r l a p o s t a á M a d r i d , que f u é l a p r i m e r a
q u e S . M . c o r r i ó : d e a l l í se o r d e n ó l a j o r n a d a p a -
r a V a l e n c i a , d o n d e se c e l e b r a r o n l a s bodas c o n l a
Reina, nuestra señora. Entraron aquí S S . M M . ,
Rey y Reina, nuestros s e ñ o r e s , luego en vi-
niendo de aquellas jornadas y fiestas, el mismo
a ñ o d e 1579, o t r o d i a d e s p u é s de l a s o c t a v a s de
nuestro p a t r ó n S a n J e r ó n i m o .
L a R e i n a , nuestra s e ñ o r a , r e c i b i ó mucho gusto
e n v e r l a c a s a ; a n d u v o c o n s u s d a m a s todo l o
m á s p r i n c i p a l d e e l l a . E s t o es lo q u e rae h a p a -
r e c i d o a d v e r t i r d e l a f u n d a c i ó n y s u c e s o s d e este
convento, c o n l a s c o s a s m á s notables que aquí
le a c a e c i e r o n á s u f u n d a d o r y p e r s o n a s R e a l e s , l a
d o t a c i ó n y estado en que queda.
D i r é a h o r a l a s p a r t e s d e l edificio, q u e no s e r á
p o c a d i c h a s i a c e r t a r e á p o n e r l a s delante d e los
ojos d e q u i e n d e s e a r e v e r l a s .

FIN DEL PRIMER LIBRO.


LIBRO SEGUNDO.

DE LAS PARTES DEL EDIFICIO


DEL MONASTERIO DE SAN LORENZO EL REAL:
FÁBRICA DEL REY DON FELIPE I I .
DISCURSO I .

Las cuatro fachadas principales de fuera de este


edificio.

Quisiera tener m á s entera noticia de l a a r q u i -


t e c t u r a p a r a s a t i s f a c e r e n esta ú l t i m a p a r t e á t o -
dos, á los q u e p r o f e s a n el arte, y á los q u e n o c u -
r a n d o tanto de e l l a , s ó l o s e c o n t e n t a n c o n lo q u e
les d i c e n los ojos. D i f í c i l c o s a s e r á p o n e r d e l a n t e
de los ojos de los u n o s y d e los otros e s t a f á b r i c a ,
de suerte q u e i g u a l e l a p l u m a , á l o q u e tiene p u -
blicada la fama, y á la a d m i r a c i ó n que causa con
s u v i s t a ; p o r q u e es i m p o s i b l e i g u a l e á l o v i v o l o
p i n t a d o y á l o q u e se v e a s í d e i m p r o v i s o de u n a
v e z y j u n t o , á l o que se h a d e i r m o s t r a n d o p o c o
á poco, por partes y á remiendos. P o d r é t a m b i é n
d e c i r a q u í lo q u e n u e s t r o e s p a ñ o l M e l a , d i j o e n e l
proemio de s u geografía: «una obra emprendo
e m b a r a z a d a y p o c o c a p a z de e l e g a n c i a ; t a n b u e -
n a fuese m i d i c h a q u e le p a r e c i e s e y o en a l g o , n o
sería p e q u e ñ o premio de m i trabajo.»
D i j e y a c o n e l p r i n c i p i o de l a f u n d a c i ó n algo
d e l sitio y a s i e n t o , comodidades y calidades, y
252
mucho, de lo q u e t o c a b a á l a p l a n t a , lo q u e se
alteró y m u d ó del p r i m e r pensamiento, así del
t r a z a d o r y a r q u i t e c t o p r i n c i p a l J u a n B a u t i s t a de
T o l e d o , como del d u e ñ o y s e ñ o r , y las razones
que h u b o p a r a u n a y otra m u d a n z a . Advertiré
a q u í a h o r a q u e el s e g u n d o m a e s t r o J u a n d e H e r -
rera, discípulo d e l p r i m e r o , y e l que e j e c u t ó lo
p r i n c i p a l h a s t a el c a b o , h i z o u n o s d i s e ñ o s ( l l a m é -
m o s l o s e s t a m p a s , ó d i b u j o s , ó c o m o quisieren) de
t o d o este e d i f i c i o , en q u e q u i s o se v i e s e n c l a r o s
todos sus miembros. L a s plantas baja y alta, to-
d a l a m o n t e a y perfil del edificio, p a r t e e n p e r s -
p e c t i v a , parte e n s i m p l e v i s i ó n , en q u e se i m a g i -
n a e l ojo t a n g r a n d e c o m o l a c o s a v i s t a , y otras
s e c c i o n e s y cortes de t o d a l a c a s a , t e m p l o y c l a u s -
t r o , q u e p a r a q u i e n entiende e l a r t e , s o n d e g r a n -
d e deleite y p r o v e c h o , d o n d e c o n f a c i l i d a d se c o -
n o c e n los gruesos, medidas, número y propor-
c i ó n de l a s p i e z a s , p a r e d e s , p u e r t a s , v e n t a n a s , y
á l o s q u e no l o s u p i e r e n , s i los j u n t a n c o n esta
h i s t o r i a , l e s h a r á n m u c h o a l c a s o , y p o r ellos p o -
d r á n v e r i f i c a r l o que a q u í se f u e r e d i c i e n d o . T a m -
b i é n será menester que desde luego me perdone
los vocablos desusados, nuevos en nuestra l e n -
g u a , q u e p o r s e r t o m a d o s de l a p r o p i e d a d d e l a r -
te, n i s e e x c u s a n , n i t e n e m o s o t r o s c o n q u é d e -
c i r l o s : a u n q u e no s o y y o e l p r i m e r o , no es m u -
cho padezca esta falta nuestra lengua castellana;
p u e s l a p a d e c e l a l a t i n a ó r o m a n a , que e s c o m o
l a m a d r e , de donde se l l a m ó romance; y así le
f u é forzoso a l m a e s t r o de a r q u i t e c t u r a V i t r u v i o
253
P o l i o n , u s a r á c a d a p a s o de v o c e s griegas ó b á r -
b a r a s , de d o n d e este a r t e t r a e s u o r i g e n ( n e g o c i o
largo de averiguar) y excusarse en R o m a de lo
mismo que y o m e excuso en C a s t i l l a . Y aunque
s u p o t a m b i é n el arte y l a l e n g u a l a t i n a , q u e en
a q u e l g é n e r o n i n g u n o l e i g u a l a , c o n t o d o , es u n o
de los l i b r o s d i f í c i l e s que nos h a d e j a d o l a v e n e -
r a b l e a n t i g ü e d a d , p o r l a r a z ó n d e l a r t e y de los
n o m b r e s : p r o c u r a r é c o n todas m i s f u e r z a s a b l a n -
d a r l a d u r e z a d e lo u n o y lo otro, y humillaré
c o n los v o c a b l o s n u e s t r o s c a s e r o s , c u a n d o los h a -
l l a r e , l a n o v e d a d d é l o s griegos ó l a t i n o s p a r a q u e
todos lo e n t i e n d a n . E l orden q u e p r e t e n d o g u a r -
d a r en este d i s c u r s o , s e r á el m i s m o q u e l l e v a n
los q u e l l e g a n a q u í de n u e v o á v e r e s t a fábrica^
y h a r é lo m i s m o que s i se l a f u e r a m o s t r a n d o .
L o p r i m e r o q u e se p o n e d e l a n t e y a se v é que
es todo este c u e r p o j u n t o , y a q u e l l a b e l l e z a y
b u e n o r d e n q u e les e n a m o r a n l a v i s t a , a l e g r a y
e n s a n c h a el a l m a , v i e n d o u n c u a d r o t a n a l t o , t a n
hermoso, igual, bien labrado; tantas torres, c h a -
piteles, cúpulas, cimborrios, pirámides, venta-
nas, puertas, remates, bolas, cruces y f r o n t i s p i -
cios, que los d e j a e n a d m i r a c i ó n c o n l a e x t r a ñ e -
z a de u n a c o s a no v i s t a en E s p a ñ a , donde h a
e s t a d o tanto t i e m p o sepultada l a verdad y la
g r a n d e z a de b u e n a a r q u i t e c t u r a . S e v a n a l l e g a n -
do m á s cerca; imaginemos que quieren dar p r i -
m e r o u n a v u e l t a p o r f u e r a y q u i e r e n v e r los c u a -
tro lienzos ó fachadas que la rodean. E l p r i n c i p a l
y e l d e m a y o r a d o r n o es el q u e l l a m a m o s d e l p ó r -
254
tico, que mira al Poniente, donde está la entrada
general para todos; porque siendo monasterio y
templo, y al fin c a s a h e c h a p a r a el s e r v i c i o y
c u l t o d i v i n o , f u é n e c e s a r i o s e g u a r d a s e este o r -
d e n , y s e e n t r a s e e n e l l a c a m i n a n d o de Poniente
á O r i e n t e ; t r a d i c i ó n a n t i g u a en la Iglesia, que
San C l e m e n t e la pone entre las A p o s t ó l i c a s : así
d e c o m ú n a c u e r d o todos los S a n t o s P a d r e s de l a
Iglesia, quieren y mandan que el altar m a y o r ,
q u e es c o m o l a p r o a d e esta n a v e , e s t é á O r i e n t e .
T a n forzoso f u é p o n e r l a p u e r t a p r i n c i p a l de t o -
d o este t e m p l o á P o n i e n t e , q u e q u i s i e r a n a l g u n o s
estuviera á Oriente, y que aquella fuera la f a c h a -
d a y p u e r t a p r i n c i p a l . T i e n e este l i e n z o d e P o -
niente de e s q u i n a á e s q u i n a y de torre á torre,
740 p i é s ; e l p i é e s u n a t e r c i a de l a v a r a c a s t e l l a -
n a , q u e tiene c u a t r o p a l m o s , y c a d a p a l m o cua-
tro dedos, c a d a d e d o c u a t r o g r a n o s de cebada
ladilla, que es la ú l t i m a r e s o l u c i ó n y e l i n d i v i s i -
ble, hablando filosóficamente, á que se r e d u c e l a
m e d i d a de l a c a n t i d a d ; c o n t i n ú o , y d e este p i é
i r e m o s s i e m p r e h a b l a n d o en l a s m e d i d a s , porque
c o n él e s t á n hechos los d i s e ñ o s ó estampas y todo
e l edificio. T i e n e este l i e n z o dos torres c o n sus
c h a p i t e l e s de p i z a r r a , harto h e r m o s o s , q u e se r e -
matan en sus bolas doradas y cruces, m u c h o v e n -
tanaje, pasamanos y a l m e n a s ó acroteras con sus
bolas; e n m e d i o e s t á l a p u e r t a p r i n c i p a l , que e s
u n a s u n t u o s a f á b r i c a ; r e s a l t a de p l a n o perfil d e -
recho de l a pared, u n podio, ó poyo, ó pedestal
( m u l t i p l i c o estos v o c a b l o s p o r q u e todos lo en-
255
t i e n d a n ) de m á s fino y b l a n c o g r a n o de p i e d r a
que tiene 138 p i é s de l a r g o y u n a v a r a e n a l t o :
sobre é l se l e v a n t a u n o r d e n de c o l u m n a s d ó r i c a s ,
c o n sus basas y chapiteles de l a m i s m a p i e d r a ,
c u a t r o d e c a d a p a r t e , d e dos e n dos, pareadas,
haciendo sus intercolumnios de b u e n a gracia y
proporcion. E n l a parte m á s baja hace u n nicho,
donde los antiguos s o l í a n poner sus e s t á t u a s , y
nosotros t a m b i é n ponemos nuestros santos, y
c u a n d o e s t á n é s t o s e n c a s a m e n t e s v a c í o s , que no
tienen nada, se l l a m a n propiamente nichos; e n -
c i m a d e c a d a u n o e s t á n dos v e n t a n a s , u n a e n c i -
m a de o t r a , q u e o c u p a n t o d o e l l a r g o de los i n -
t e r c o l u m n i o s ; l a s c o l u m n a s no son e n t e r a s , sino
m e d i a s c a ñ a s ; l a a l t u r a t o d a es desde e l z ó c a l o ó
p l i n t o q u e a s i e n t a e n e l p o d i o , c o n l a base, c o -
l u m n a y c h a p i t e l , a l q u i t r a b e , frifeo y los c a n e s ,
y t o d o s los d e m á s miembros de l a cornisa y co-
r o n a , t i e n e n 56 p i é s en alto, p o r q u e v i e n e á j u n -
t a r s e y r e m a t a r este p r i m e r ó r d e n d ó r i c o c o n l a
c o r o n a y r e m a t e q u e c o r r e p o r todo e l c u a d r o de
l a c a s a en d e r r e d o r , q u e d e l s u e l o firme t i e n e 60
p i é s de largo p o r l a s dos p a r t e s d e l Poniente
y Norte. Sobre este p r i m e r ó r d e n d ó r i c o , se l e -
v a n t a luego el ó r d e n j ó n i c o , harto bien entendi-
do, y e l u n o y e l otro c o n m u c h o p r i m o r l a b r a d o ,
p o r q u e p a r e c e n l o s perfiles y b o c e l e s y todas las
líneas de los r e m a t e s , como labradas en plata.
L a s columnas, sobre s u s p e d e s t a l e s , tienen el
m i s m o r e l i e v e q u e l a s d e a b a j o , fingiendo q u e e n -
tra la m e d i a c o l u m n a en la pared y l a otra m e d i a
256
s a l e fuera; s o b r e l a s d o s c o l u m n a s e x t r e m a s de
l o s dos l a d o s , q u e e s t á n en e l o r d e n d ó r i c o , n o
responden columnas j ó n i c a s , sino u n a s pirámi-
d e s l e v a n t a d a s sobre s u s p e d e s t a l e s , que le d a n
m u c h a g r a c i a ; de suerte q u e , e n este ó r d e n s e -
g u n d o , no hay m á s de las cuatro columnas del
medio. Encima se remata con frontispicio y
t é m p a n o , acroteras, ó l l a m é m o s l a s almenas, con
sus bolas, que responde á las columnas, con-
forme lo pide el a r t e . E n e l i n t e r v a l o d e l pri-
mer ó r d e n d ó r i c o e s t á la puerta principal; tiene
e n s u a n c h o 12 p i é s , y p r o p o r c i ó n d u p l a e l a l t o ,
q u e son 24, l a s dos j a m b a s c o n s u s tres doses,
dintel y sobredintel, son todas piezas y pie-
dras enteras, cortadas de u n a m i s m a p e ñ a , que
p o r ser de t a n n o b l e g r a n d e z a f u é m e n e s t e r p a r a
t r a e r l a s de l a c a n t e r a , h a c e r u n c a r r o fuertísimo
q u e le t i r a b a n 40 p a r e s de b u e y e s , trayéndolas
u n a á u n a : el d i n t e l , p o r ser t a n g r a n d e l a d i s t a n -
c i a y el h u e c o , q u e b r ó p o r m e d i o , a u n q u e s e e c h a
p o c o d e v e r n i se t e m e d e f a l s í a ; c o s a que l a t e -
nia y a advertida Vitruvio, cuando trató del a n -
c h o ó h u e c o q u e h a b i a de haber de u n a c o l u m n a
á otra, a u n q u e n o c a r g ó el s o b r e d i n t e l s o b r e el
principal, con grueso de u n dedo p u l g a r , sino
que h e n d i ó c o n s u m i s m o peso. Encima tiene
s u capirote, harto agraciado, y sobre él u n a v e n -
t a n a d e l a p r o p o r c i ó n d e l a s o t r a s , q u e s o n de
c u a t r o p i é s de c l a r o , y á los dos l a d o s de e l l a , d o s
p a r r i l l a s d e S a n L o r e n z o h e c h a s en l a m i s m a
piedra. E n e l m i s m o derecho y e n el claro que
257
r e s p o n d e á é s t e e n el o r d e n m á s a l t o , e s t á n l a s
armas Reales, esculpidas de b u e n r e l i e v e e n l a
misma piedra, humildes y modestas, que parece
las p u s o a l l í d e m a l a g a n a s u d u e ñ o ; y a s í no h a y
o t r a s e n p a r e d n i e n p u e r t a n i n g u n a de t o d a l a
c a s a , s i no es e n l o s e n t i e r r o s y s e p u l c r o s R e a l e s .
E n c i m a de e l l a y p a r a m o s t r a r q u i é n e s el p a t r ó n
de t a n i l u s t r e edificio, e s t á l a figura é i r a á g e n de
S a n L o r e n z o , de u n a p i e d r a m u y b l a n c a , pues-
to e n p i é e n u n n i c h o , obra de Juan Baustista
Monegro, estatuario natural de T o l e d o : tiene la
estátua 15 p i é s e n alto, vestido de D i á c o n o , un
libro en la mano izquierda, y e n l a derecha unas
p a r r i l l a s g r a n d e s de b r o n c e d o r a d a s á f u e g o , q u e
da mucho adorno y s é r al frontispicio. S e finge
q u e a r r i m a t o d a e s t a f a c h a d a al l i e n z o ó p a r e d
p r i n c i p a l de l a c a s a q u e v i e n e c o r r i e n d o de u n a
t o r r e á o t r a . E n e l m e d i o se l e v a n t a l a p a r e d 30
p i é s m á s a l t o de l a c o r n i s a ó c o r o n a de t o d o el
cuadro p o r e s p a c i o de 230 p i é s e n l a r g o , y a q u í
e n este c u e r p o a r r i m a , ó c o m o s i d i j é r a m o s , a p o -
y a t o d a esta f á b r i c a de l a p o r t a d a c o n t a n t a m a -
j e s t a d y g r a n d e z a , que p o n e a d m i r a c i ó n s i e m p r e
q u e se v e y s i e m p r e se h a c e n u e v a , y n o s d e t i e n e
á q u e l a estemos m i r a n d o y a d m i r a n d o . A los d o s
lados, en medio de l o s e s p a c i o s que h a y desde
este p ó r t i c o á l a s t o r r e s , h a y otras d o s p u e r t a s
harto hermosas y de b u e n adorno: á los lados
suben dos pilastras cuadradas hasta l a cornisa;
las dos e x t r e m a s , se r e m a t a n c o n su a c r o t e r a y
b o l a g r a n d e e n c i m a ; l a s dos de a d e n t r o s u b e n

Í7
258
h a c i e n d o sobre t o d o e l edificio otros dos f r o n t i s -
picios; en medio tina v e n t a n a g r a n d e y e n c i m a
su témpano y acroteras, y los m i s m o s remates
q u e t o d o , h a c e u n a v i s t a de m a j e s t a d y g r a n d e z a .
L a s puertas tienen de claro 10 p i é s en a n c h o ,
y 20 en alto, j a m b a s , t r a s d o s e s , dinteles y so-
bredinteles, todos de p i e z a s enteras, labrados
c o n t a n t o c u i d a d o que no f a l t a sino el p u l i m e n -
to; t i e n e n t a m b i é n c a p i r o t e s ó c o b e r t u r a s , y e n c i -
m a de e l l o s d o s v e n t a n a s g r a n d e s r a s g a d a s de
a r c o , u n a e n c i m a d e o t r a , c o n q u e se o c u p a n los 8o
p i é s q u e se l e v a n t a n e s t o s f r o n t i s p i c i o s c o n otros
a d o r n o s de n i c h o s y f a j a s que los h e r m o s e a n . E s -
t a s tres p o r t a d a s h a c e n d e g r a n m a j e s t a d y v i s t a
este l i e n z o , a c o m p a ñ á n d o l e las torres de los e x -
t r e m o s , en b u e n a p r o p o r c i ó n , p o r q u e se l e v a n t a n
d e s d e e l suelo de este p a ñ o , hasta l a s c r u c e s de
l o s c a p i t e l e s m a s d e 200 p i é s en alto; l a p o r t a d a
p r i n c i p a l h a s t a l a s b o l a s d e l f r o n t i s p i c i o t i e n e 140,
y esotras dos d e los l a d o s , q u e l a u n a s i r v e á l a
c o c i n a d e l c o n v e n t o y h o s p e d e r í a , y l a otra a l c o -
l e g i o y s e m i n a r i o , 100 p i é s e n alto c a d a u n a .
Adorna también m u c h o t o d o esto, el z ó c a l o
que c o r r e p o r lo b a j o y l a c o r n i s a de l o alto,
q u e es m u y b i e n c o n s i d e r a d a en su proporción
y v u e l t a sobre unos canes ó modulones de p a -
p o de p a l o m a , que l e d a n h a r t a g r a c i a . P o r e l
m e d i o y á l o s t r e i n t a p i é s , c o r r e u n a faja c o n su
b o c e l , b i e n l a b r a d a , q u e lo c i ñ e t o d o , a t a n d o l a s
fajas ó p i l a s t r a s que s u b e n d e a b a j o a r r i b a , que
lo acompañan y hermosean, partiendo y divi-
259
diendo e l ventanaje, dejando tres ó r d e n e s de v e n -
t a n a s en lo b a j o y dos e n lo a l t o , c o n e x t r e m a d a
p r o p o r c i ó n : las ventanas y puertas con los nichos
d e este l i e n z o son 225, y se t u v o c o n s i d e r a c i ó n á
n o m u l t i p l i c a r a q u í el v e n t a n a j e , p o r q u e es e l q u e
a z o t a m á s e l a i r e de P o n i e n t e , q u e c o m o d i j e es
todo el a z a r ó p a d r a s t r o de este s i t i o , q u e c u a n d o
falta no h a y n i n g u n o m á s t e m p l a d o en l a s f a l d a s
d e e s t a s i e r r a ; se d e s q u i t a e l s i n s a b o r d e l i n v i e r -
n o , c o n l a f r e s c u r a que t r a e c o n s i g o el v e r a n o y
con que p o r é l es esta c a s a m u y s a n a , c o m o l o
han b i e n m o s t r a d o estos a ñ o s , q u e no h a p e r d o -
n a d o á otros m á s r e g a l a d o s p u e s t o s l a p e s t e .
L o s q u e v i e n e n a h o r a de V a l l a d o l i d y de Á v i l a
p o r e n c i m a de estos p u e r t o s , g o z a n m u c h o de l a
v i s t a de este l i e n z o , q u e no se p u d o p o n e r p a r a el
g u s t o de t o d o s . E l c o n t r a r i o d e este q u e m i r a á
O r i e n t e t i e n e los m i s m o s 740 p i é s d e t o r r e á t o r -
r e ; p a r e c i e r a t a m b i é n este m u y g a l a n o p o r l o s
r e s a l t e s y s a l i d a s q u e h a c e d e l perfil d e r e c h o , s i
n o l e a f e a r a el testero q u e e s t á á l a s e s p a l d a s de
l a capilla m a y o r de l a iglesia, que como s u fron-
tispicio sube t a n alto s o b r e l a c a s a y aposento
R e a l , y no t i e n e f a j a s , n i p i l a s t r a s , n i v e n t a n a s , n i
otros adornos, ni compartimentos que u n p a r e -
d o n d e s n u d o , y todo lo d e m á s e s t á t a n a c o m p a -
ñ a d o y vestido, hace u n a vista desgraci ada y fria.
N o s é q u é f u é el intento d e l a r q u i t e c t o si y a no
e s q u e l a s e s p a l d a s de l o s t e m p l o s no s u f r e n e s -
tos a d o r n o s : l a s s a l i d a s y r e s a l t e s q u e d i g o h a c e
este l i e n z o s o n tres: l a p r i m e r a y m e n o r , s i r v e
26o
para d a r l u g a r á u n o s t r á n s i t o s p o r la s a c r i s t í a , ,
b ó v e d a s b a j a s y a p o s e n t o s R e a l e s ; l a s e g u n d a tras,
e s t a es m a y o r , s i r v e p a r a que los aposentos R e a -
les de u n a y otra parte, abracen l a capilla mayor,,
y d e s d e ellos, y desde los oratorios, se g o c e m u y
d e c e r c a l a m i s a y los oficios d i v i n o s , á u n desde
l a m i s m a c a m a c u a n d o e s t á n e n f e r m a s las p e r s o -
n a s R e a l e s ; el t e r c e r o , y que h a c e c a s a c o n p a t i o
saliendo m á s h á c i a l a p a r t e O r i e n t a l , es t o d o el
c u e r p o de a p o s e n t o R e a l ; de s u e r t e que, c o n t a -
dos estos r e s a l t o s y s a l i d a s , tiene esta f a c h a d a
m á s de i . i o o p i é s , c o m o p a r e c e e n l a p l a n t a . L o s
q u e t u v i e r e n a l g u n a e x p e r i e n c i a no se m a r a v i l l a -
r á n s i h a l l a r e n m é n o s p u n t u a l i d a d en e s t a s me-
d i d a s y p i t i p i é s ; n o h a y ojos n i p u n t a s de com-
pás tan agudas q u e n o f a l t e n m u c h a s v e c e s ; los
que no h a n p r o b a d o q u é es esto, n o se l e s d a r á
m u c h o d e esta p r e c i s i ó n : a d v i e r t o esto de u n a vez,,
p o r q u e no p i e n s e n es f a l t a d e c u i d a d o . E s t a s d i -
ferencias y resaltos, hermosean m u c h o esta fa-
c h a d a , y e l m u c h o v e n t a n a j e que t i e n e , l a a y u d a
a l p a r e c e r m e j o r , p o r q u e s i n o les he c o n t a d o m a l ,
son m á s d e 340 v e n t a n a s . T i e n e p o r a q u í otras
tres p u e r t a s l a c a s a , a u n q u e p e q u e ñ a s y de l a s
q u e se l l a m a n hurtadas^ las dos en l a s torres de
las e s q u i n a s , y l a o t r a en m e d i o del aposento
R e a l , a u n q u e t a m b i é n tiene j u n t o á é l otras dos
d e l a m i s m a s u e r t e , u n a debajo de l a s a c r i s t í a y
o t r a al otro l a d o .

E l p a ñ o de l i e n z o q u e m i r a a l M e d i o d í a , t i e n e
d e t o r r e á t o r r e 560 p i é s , y p a r e c e el m á s h e r -
201
m o s o de todos, a u n q u e n o t i e n e p i l a s t r a s n i f a -
j a s , e x c e p t o l a q u e corre en c o n t o r n o d e todo e l
c u a d r o , á l o s 30 p i é s , y l a c o r o n a d e t o d o e l e d i -
ficio: tiene c i n c o ó r d e n e s de v e n t a n a s , y e n m e -
d i o h a c e u n a s e ñ a l de u n p e q u e ñ o r e s a l t e , d o n d e
s e p a r t e el c l a u s t r o g r a n d e d e los otros p e q u e ñ o s ,
y donde dije que e n l a p r i m e r a p l a n t a s e l e v a n t a -
ba u n a torre. L a s ventanas b a j a s , q u e e s t á n a)
á n d i t o y suelo de t o d a l a c a s a , d e s d e l a t o r r e q u e
m i r a al M e d i o d í a y Poniente, hasta o t r a torre
d i a m e t r a l q u e m i r a al O r i e n t e y c i e r z o , t i e n e n t o -
d a s r e j a s enteras, p o r q u e s o n l a s v e n t a n a s r a s g a -
das y hacen gran hermosura: son p o r todas, en
l o s dos l i e n z o s , 121 r e j a s , d e n u e v e p i é s d e alto
p o r c u a t r o y m e d i o d e a n c h o , y l a s otras v e n t a -
n a s , de los 30 p i é s , p o r s e r t a m b i é n a b i e r t a s h a s -
t a a b a j o , t i e n e n p a r a p e t o s ó a n t e p e c h o s de h i e r r o :
=el n ú m e r o de l a s v e n t a n a s d e este l i e n z o , c o n l a s
de l o s e m p i z a r r a d o s y t o r r e s , q u e a s í l a s h e c o n -
t a d o en otros l i e n z o s , es 306. E n todo e s t e l i e n z o
del M e d i o d í a , y e n el que m i r a á Oriente, corre
u n a cornisa p e q u e ñ a , que remata un pedestal ó
e s t r i b o q u e e s t á d e b a j o d e l suelo y á n d i t o d e l a
•casa, q u e e s d e g r a n f o r t a l e z a y a d o r n o ; y d e s d e
e l l a h a s t a e l s u e l o firme, quoj c o m o v e r e m o s , es
j a r d i n e s en estos dos l i e n z o s , h a y 18 p i é s de a l t o ,
d o n d e se h a c e n u n a s c a n t i n a s y a p o s e n t o s bajos
de m u c h o c u m p l i m i e n t o y s e r v i c i o ; r e c i b e h a r t a
l u z c o n l a s v e n t a n a s q u e e s t á n d e b a j o d e esta c o r -
nisa, sobre que asientan l a s rejas; diremos d e s -
p u é s , e n s u l u g a r , de lo u n o y d e l o otro: t a m b i é n
202
h a y e n este l i e n z o o t r a s tres p u e r t a s p e q u e ñ a s , ,
q u e d e estas b ó v e d a s b a j a s salen á l o s j a r d i n e s .
L o s que v i e n e n de M a d r i d á T o l e d o t r a e n e s t o s
dos lienzos de Oriente á M e d i o d í a á l a vista, que
los recrea m u c h o , casi desde que parten hasta l l e -
g a r a q u í . E l l i e n z o y p a ñ o del N o r t e , q u e r e s p o n -
de á este d e l M e d i o d í a , tiene l a m i s m a medida
de 570 p i é s , porque, c o m o dije otra vez, no es
e s t a c a s a c u a d r a d a , p u e s tiene p o r L e v a n t e y P o -
n i e n t e m á s q u e p o r e l M e d i o d í a y N o r t e , 160 p i é s .
T a m b i é n a d v i e r t o a q u í , p a r a v e r i f i c a r lo que d i j e
d e l a p o c a p u n t u a l i d a d de los p i t i p i é s , que e n l a
planta primera y general tienen estos lienzos de
M e d i o d í a y N o r t e 580 p i é s , q u e s o n 10 p i é s m á s
q u e l o s q u e s e ñ a l a en l a m o n t e a y perfil, c o n e l
p i t i p i é q u e l e p o n e n , p o r q u e n o son m á s de 560.
E s t e p a ñ o del N o r t e , tiene b u e n a d o r n o p o r l a s
tres puertas principales que h a y en él: la primera
s i r v e a l p a t i o de p a l a c i o y c a s a de l a R e i n a y c a -
b a l l e r o s ; l a o t r a , que e s t á en m e d i o , s i r v e á l a s
c o c i n a s y otros oficios d e l a c a s a R e a l , y l a t e r -
cera a l colegio.
T i e n e n de a n c h o á 10 p i é s y 20 alto, c o n s u s
jambas y d e m á s p i e z a s enteras, c o n s u s c a p i r o -
t e s , que s e s u s t e n t a n en los m o d i l l o n e s que h a c e n
r e m a t e á los estipes. P o r e s t a r al c i e r z o , f u é n e -
c e s a r i o n o t u v i e s e t a n t a s v e n t a n a s , y a s í no t i e n e
s i n o 160 ventanas, aunque pocas veces habitan
aquellos aposentos en t i e m p o q u e h a g a m a l e l
c i e r z o , p u e s no a c o s t u m b r a n v e n i r a q u í los R e -
y e s sino e n v e r a n o , c u a n d o este a i r e e s s a l u d a b l e
263
y se desea. D e suerte que, l a s v e n t a n a s de todos
los cuatro lienzos, con las cuatro torres de l a s
esquinas, y l a s c e r c e r a s de los t e j a d o s y de los
chapiteles de l a s m i s m a s t o r r e s , y en fin, t o d a s
l a s que se v e n p o r de f u e r a , antes d e p o n e r el p i é
d e n t r o d e l e s u m b r a l e s d e l a c a s a , s o n 1,110 ven-
t a n a s . E l n ú m e r o de l a s que h a y d e n t r o , s i se
ponen e n é l t a m b i é n las puertas, s e r á difícil de
c o n t a r s e ; y o no h e t e n i d o p a c i e n c i a ni c a b e z a p a -
r a e l l o . L o s p i é s de v a r a q u e t i e n e el c u a d r o p o r
e l c o n t o r n o de s u s c u a t r o l i e n z o s , s o n 2.980. E s -
to e s lo q u e se p u e d e a d v e r t i r e n l a s c u a t r o f a c h a -
d a s de f u e r a , s i n tocar a h o r a e n n i n g u n o de los
o r n a t o s q u e t i e n e p o r el c o n t o r n o , c o m o j a r d i n e s ,
n i c h o s , a n t e p e c h o s , p r e t i l e s , l o n j a s , p l a z a s y otros
edificios. P r i m e r o s e h a de v e r lo p r i n c i p a l q u e
vengamos á lo a c c e s o r i o , a u n q u e e n sí sea de
mucha consideración.
DISCURSO I I .

Lo que se ve en entrando por la puerta principal


del pórtico, el patio ó atrio que está delante de
la iglesia, la fachada de ella y torres de los
lados con el vestíbulo.

M o s t r a d o h e m o s a s í en c o m ú n , y p o r d e f u e r a ,
a l g u n a p a r t e de la g r a n d e z a y p r o p o r c i ó n d e este
edificio; y a nos v a m o s a c e r c a n d o á l o d e d e n t r o ,
p a r a v e r si r e s p o n d e n y se m i r a n las u n a s cosas
á l a s otras. L u e g o , en p o n i e n d o los p i é s e n los
u m b r a l e s de l a p u e r t a p r i n c i p a l , se c o m i e n z a á
d e s c u b r i r u n a m a j e s t a d g r a n d e y d e s u s a d a en l o s
edificios de E s p a ñ a , q u e h a b i a t a n t o s s i g l o s q u e
e s t a b a s e p u l t a d a e n l a b a r b á r i e ó g r o s e r í a de l o s
godos y árabes, que e n s e ñ o r e á n d o s e de e l l a p o r
nuestros pecados, apenas nos dejaron l u z de cosa
b u e n a , n i d e p r i m o r , n i e n l a s l e t r a s , n i en l a s
artes.
E n t r e m o s , p u e s , en b u e n p u n t o ; p o r l a p u e r t a
p r i n c i p a l , d e s d e d o n d e d i g o se v i s l u m b r a luego
u n a c o s a g r a n d e . L o p r i m e r o , se p i s a u n z a g u á n
ó p ó r t i c o c o m ú n que atraviesa desde l a parte del
c o n v e n t o á l a d e l c o l e g i o , de a n c h u r a d e 30 p i é s ,
y largo 84; l a b ó v e d a e s d e c a n t e r í a b i e n l a b r a d a ;
265
e n l a de f r e n t e t i e n e tres a r c o s g r a n d e s , p o r d o n -
d e se sale á u n p a t i o g r a n d e ; le r e s p o n d e n o t r a s
t r e s e n l a m i s m a p a r e d de l a p u e r t a p o r donde
s e e n t r a , c o n s u s p i l a s t r a s de p o c o m é n o s medio
p i é de relieve, y e n c i m a de l a cornisa que corre
a l r e d e d o r de t o d o e l z a g u á n p o r los capiteles de
l a s p i l a s t r a s , s u s l u n e t a s e n c i m a de los a r c o s c e r -
r a d o s q u e r e s p o n d e n á los a b i e r t o s d e f r e n t e . E n
l o s testeros de los l a d o s , e n c i m a d e l a c o r n i s a ,
e s t á n dos v e n t a n a s a b i e r t a s p a r a l o s aposentos,
q u e a l l í s e h a c e n , y d e b a j o h a y dos p u e r t a s c u a -
dradas, la una para la p r o c u r a c i ó n y la otra
p a r a l a s a u l a s d e l c o l e g i o . E s este v e s t í b u l o ó
z a g u á n , u n p e d a z o de a r q u i t e c t u r a h a r t o g r a c ' o s o
y bien entendido, sino que nadie r e p a r a en é l ,
p o r q u e l a v i s t a de lo que se r e p r e s e n t a delante
hace a p r e s u r a r el paso. S a l e n , p u e s , por estos
tres arcos grandes á u n patio h e r m o s í s i m o , don-
d e d a luego en los ojos l a f a c h a d a y frontispicio
d e l a iglesia p r i n c i p a l , con sus dos torres altas á
l o s l a d o s , y p o r c i m a del m i s m o f r o n t i s p i c i o se
d e s c u b r e l a a g u j a y p a r t e de l a c ú p u l a del cim-
b o r r i o p r i n c i p a l , q u e h a c e u n efecto y m e z c l a e x -
traña. L a s grandes columnas é intercolumnios,
a r c o s s o b e r b i o s , figuras y e s t á t u a s descomunales
(aunque bien proporcionadas) de R e y e s , las c o r -
n i s a s fuertes y de g r a n v u e l o , las p i l a s t r a s , l a s
g r a d a s y tanto o r d e n de v e n t a n a s p o r e l contor-
n o d e l c l a u s t r o ó p a t i o , y todo c o n t a n t a p u n t u a -
lidad y correspondencia, causa en el alma nove-
d a d y a d m i r a c i ó n , parece que se e n s a n c h a y se
256
recrea y engrandece por l a combinación ó res-
p u e s t a que dentro t i e n e y r e c l a m a c o n l a s cosas
p u e s t a s en a r t e , c o m o le a c o n t e c e c o n l a m ú s i c a y
pintura, y c o n otras cosas que tienen r a z ó n y m e -
d i d a , y c o n n i n g u n o ( á lo q u e c r e o ) tanto como'
con l a a r q u i t e c t u r a . D i g a m o s , pues (como s u p i é -
r e m o s ) , en p a r t i c u l a r l a s p a r t e s d e esto q u e m o s -
t r a m o s e n c o n f u s o . T i e n e este p a t i o , que l l a m a n
los latinos A t r i o , p o r q u e d i c e n q u e los de Etru-
r i a , e n l a T o s c a n a , en u n a c i u d a d l l a m a d a A t r i a ,
f u e r o n los p r i m e r o s que l o s u s a r o n , s e g ú n Sexto
Pompeyo; tiene, d i g o en largo, desde los a r c o s
p o r d o n d e se e n t r a , h a s t a las g r a d a s p o r d o n d e se
sube al templo, igo piés, y desde la primera gra-
d a h a s t a l o s a r c o s de l a f a c h a d a , 40, que s o n to-
dos 230 p i é s , y de a n c h o 136; de s u e r t e q u e , g u a r -
d a e l o r d e n de l a p r i m e r a p r o p o r c i ó n que Vitru-
vio quiere t e n g a n los p ó r t i c o s , porque no hay
c o s a , ó s o n m u y p o c a s , q u e no g u a r d e n e n e s t a
f á b r i c a las reglas d e l a r t e , c u a n d o a l g u n a m a y o r
n e c e s i d a d ó e l u s o de los m o r a d o r e s n o lo i m p i -
d e . L a s p a r e d e s d e l o s l a d o s no t i e n e n a r c o s en
d e r r e d o r , n i c o s a c u b i e r t a ; e s t á n b i e n l a b r a d a s de
sillería, con pilastras á trechos, en buena propor-
c i ó n : entre l a s p i l a s t r a s , c i n c o ó r d e n e s de v e n t a -
n a s , u n a s s o b r e o t r a s : á l o s 15 p i é s c o r r e u n a f a j a
ó m e d i a c o r n i s a ; p o r el c o n t o r n o y en lo alto se
remata con unos canes ó m o d i l l o n e s c u a d r a d o s ,
q u e s u s t e n t a n e l r e s a l t e d e l a c o r o n a , que es t o d o
m u y h e r m o s o : los dos testeros, el q u e r e s p o n d e
a l p ó r t i c o d e f u e r a , q u e t i e n e n en m e d i o las l i -
267
b r e r í a s alta y baja, y atraviesan, ó por mejor de-
c i r , a t a n l a s dos partes de l a c a s a , c o n v e n t o y
c o l e g i o , y e l que s e v e d e frente c o m o e n t r a m o s ,
que es l a f a c h a d a de l a m i s m a i g l e s i a , s o n u n a
de l a s cosas bien entendidas y galanas que h a y
e n este e d i f i c i o . E l d e l a i g l e s i a , q u e es el p r i n c i -
p a l , tiene c i n c o a r c o s m u y g r a n d e s ; l o s tres d e l
m e d i o , y p o r d o n d e se e n t r a a l v e s t í b u l o que e s t á
delante el templo, e s t á n entre s e i s c o l u m n a s , y
l o s o t r o s dos d e l o s l a d o s , q u e e s t á n c o m o fuera
d e l o r d e n d e l a f a c h a d a , s o n p a r a e n t r a r en el
c o n v e n t o e l u n o y en el c o l e g i o el otro: e l c l a r o
es d e 14 p i é s , y el alto e n s u p r o p o r c i ó n d u p l a : el
o r d e n es d ó r i c o , p o r q u e y a s a b e n t o d o s q u e e s t á
t o m a d o de l a p r o p o r c i ó n y f á b r i c a d e l h o m b r e .
L a s basas de estas c o l u m n a s , chapiteles, a l q u i -
t r a v e , f r i s o , triglifos, m é t o p a s y c a n e s , c o r n i s a y
corona, labrado c o m o en plata; y todo tan bien
r e p a r t i d o y de t a n b u e n a s p r o p o r c i o n e s , m i e m -
b r o s y c o r t e s de l a s p i e z a s , que p u e d e a p r e n d e r -
se e n e l l o c u a n t o en este o r d e n se d e s e a d e p e r -
f e c c i ó n . S i r v e de p e d e s t a l ó de p e a n a , u n a p l a z a
que se l e v a n t a c o n siete g r a d a s , y t i e n e 30 p i é s de
a n c h o , y l a s g r a d a s o c u p a n 10, que fueron l o s
40 p i é s q u e d i j i m o s se a ñ a d i e r o n a l l a r g o de este
á t r i o . S e h i c i e r o n c o n estas g r a d a s m u c h o s e f e c -
tos de g r a n p r i m o r e n a r q u i t e c t u r a : l o p r i m e r o ,
que se s u b i e s e al t e m p l o p o r g r a d a s , p r e c e p t o de
t o d o s l o s b u e n o s a r q u i t e c t o s ; lo e n s e ñ ó a s í V i t r u -
v i o , p o r q u e , d e j a d o a p a r t e , les d a m u c h a m a j e s -
t a d y l o s defiende d e l a s i n j u r i a s del tiempo,
268
a g u a s y o t r a s i n m u n d i c i a s . E s b i e n q u e los q u e
v a n á ellos a d v i e r t a n que, c o m o v a n s u b i e n d o , se
han de i r l e v a n t a n d o c o n l a s a l m a s de todo l o
terreno, c o m o p o r l a s g r a d a s que s u b e n , l e v a n t a n
los cuerpos del suelo: así también quiere que
s e a n siete ó n u e v e estos escalones, p o r q u e en-
t r a n d o c o n e l p i é d e r e c h o en el p r i m e r o , c o n e l
m i s m o p i s e n e n el alto y e n s u e l o d e l t e m p l o , y
no entren con p i é izquierdo n i c o n cosa aviesa.
S i r v e n t a m b i é n de q u e l a á r e a , p l a z a ó p l a n o d e
toda l a c a s a , sea u n a m i s m a , y no h a y a necesi-
d a d d e h a c e r e s c a l o n e s en t o d o e l c u e r p o y s u e l o
bajo d e l edificio, q u e e s u n p r i m o r y h e r m o s u r a
g r a n d e , que se p o d r i a c a m i n a r u n d i a entero p o r
esta c a s a en el p r i m e r á n d i t o , sin tener q u e s u b i r
c u a t r o d e d o s d e e s c a l ó n ; de suerte que, desde
q u e s e s u b e n estas s i e t e g r a d a s , v a n a n d a n d o c o -
m o p o r e n c i m a de u n p e d e s t a l , y c o m o l e v a n t a -
dos d e l s u e l o c u a t r o p i é s y m e d i o en a l t o . T i e n e n
estas s e i s c o l u m n a s l i n d o orden: las c u a t r o , d o s
d e c a d a l a d o , e s t á n j u n t a s , de suerte que, n o h a y
entre u n a y o t r a s i n o m e d i o c u e r p o de d i s t a n c i a
d e c o l u m n a , p o r el e s c a p e bajo: l a s o t r a s dos e s -
t á n en b u e n a p r o p o r c i ó n , y distan por dos c u e r -
pos y m e d i o y a l g o m á s e n t r e s í . T i e n e d e a l t o
todo este o r d e n , d e s d e el z ó c a l o d e l a b a s a , h a s t a
l a m o c h e t a de l a c o r n i s a , 55 p i é s ; las columnas,
con sus basas y chapiteles, que t a m b i é n son de
media caña h a s t a e l a l q u i t r a v e , 45, y los otros
10 se p a r t e n en el a l q x i i t r a v e , friso, con sus t r i -
glifos, canes ó modillones c u a d r a d o s , que a t a n ,
26g
c o n ios que v i e n e n c o r r i e n d o p o r todo e l p a t i o y
l a c o r n i s a . E n c i m a de los c l a r o s de los c i n c o a r -
cos responden á nivel cinco ventanas rasgadas, de
siete p i é s d e a n c h o y de alto 14, c o n a n t e p e c h o s
de h i e r r o : los r e s a l t e s q u e d e s c u b r e n l a s p i l a s t r a s
que se e s t á n d e t r á s de l a s c o l u m n a s e x t r e m a s d e
esta fachada, p a r a atar 3^ h a c e r c o r r e s p o n d e n c i a
á l a s q u e v i e n e n c o r r i e n d o p o r los l a d o s d e l p a -
t i o , y m u e s t r a n q u e l a f a c h a d a es o r d e n p o r s í y
como sobrepuesta á l a o t r a f á b r i c a , le d a n g r a n
a u t o r i d a d y g r a c i a , y s e ñ a l a n q u e le distinguen
los a r c o s y e n t r a d a de l a i g l e s i a de l a s d e l c o n -
v e n t o y c o l e g i o . E n c i m a de este orden s e l e v a n t a
otro de g r a n d e m a j e s t a d y a d o r n o : o t r a s seis p i -
l a s t r a s d e m e d i o p i é de r e l i e v e , y s u s v e n t a n a s á
n i v e l con l a s del orden bajo, con sus cobijas y c a -
p i r o t e s , y e n c i m a otros compartimentos y fajas
lisas. Delante de l a s p i l a s t r a s h a y s e i s p e d e s t a -
les, q u e c a r g a n á p l o m o s o b r e l a s c o l u m n a s de
p r i m e r o r d e n ; t i e n e n a l g o m á s d e 13 p i é s d e a l t o ,
c o n l a b a s a y c o r n i s a , d e s u e r t e que, p o r m e d i o
de e l l o s , se h a c e u n t r á n s i t o q u e c a b e u n h o m b r e
holgadamente, y encima queda cuerpo para que
sufra cualquier carga; y así asienta sobre c a d a
uno u n a estátua grande, del mejor y m á s lindo
g r a n o d e p i e d r a q u e se h a l l ó en e s t a s i e r r a . T i e n e
c a d a u n a de estas figuras, con el z ó c a l o donde
planta, m á s de 17 p i é s de alto; f u é necesario,
p a r a traer estas piedras, hacer carros f u e r t í s i m o s ,
y q u e l o s t i r a s e n de u n a en u n a 40 p a r e s de b u e -
yes; ponia a d m i r a c i ó n ver menear tan grandes
270
p e ñ a s : las cabezas, manos y p u n t a s de los p i é s
s o n de m á r m o l b l a n c o , q u e c o m o es l o que se
d e s c u b r e de la r o p a , p a r e c e p o d r í a n d e s n u d a r l a s
y q u e q u e d a r í a n t o d a s de a q u e l l a m i s m a b l a n c u -
r a : estas seis figuras, s o n seis R e y e s d e l V i e j o
T e s t a m e n t o , de la tribu de J u d á y familia de D a -
v i d , los más píos de aquella g e n e a l o g í a , y que
tuvieron a l g u n a p a r t e en a q u e l templo famoso
q u e q u i s o D i o s se l e h i c i e s e e n a q u e l p u e b l o , d o n -
d e m o r a b a c o n l o s h o m b r e s e l q u e n o cabe en
c i e l o n i en t i e r r a . D a v i d y S a l o m ó n , s u h i j o , c o -
m o los p r i n c i p a l e s en el r e i n o y e n l a f á b r i c a , es-
t á n en el m e d i o . T i e n e D a v i d l a m a n o derecha
por ser p a d r e , p r i n c i p i o también d e l reino e n
s a n t i d a d , s i n s e g u n d o entre los R e y e s , el p r i m e -
ro que t r a t ó de edificar á D i o s templo, el que
m e r e c i ó recibir las trazas de manos del mismo
S e ñ o r , y el que d e j ó para su fábrica mayor s u -
m a d e oro y p l a t a q u e j a m á s se h a l e i d o h a y a a l -
c a n z a d o otro R e y : l a figura e s e x c e l e n t e y de l i n -
do ornato y movimiento; muestra que e s t á h a -
b l a n d o c o n s u h i j o S a l o m ó n , q u e le e s c u c h a c o n
modestia; y porque cuando edificó el templo a ú n
era m a n c e b o , lo p a r e c e así en l a figura: rostro
h e r m o s o , s i n b a r b a ; h á b i t o de p a c í f i c o y m u y g a -
lano, símbolo admirable del R e y E t e r n o , S e ñ o r
nuestro, Jesucristo. L o s dos que e s t á n i n m e d i a -
tos á estos son, el s a n t o R e y E z e q u í a s , de l a p a r t e
d e D a v i d , y de l a d e S a l o m ó n , Josías; y aquí,
e n t r e estos R e y e s , se a n t e p o n e n Ezequías á Jo-
safat, y J o s í a s á su abuelo M a n a s é s , que tiene
271
los dos extremos l u g a r e s , y se e s c o g i e r o n entre
l o s d e m á s p o r q u e el u n o y e l otro favorecieron
m u c h o l a c a s a d e l S e ñ o r , Sor^ estas e s t á t u a s y
figuras, o b r a de J u a n B a u t i s t a M o n e g r o , el m i s -
m o q u e h i z o el S a n L o r e n z o g r a n d e de la m i s -
ma p i e d r a , q u e e s t á en e l p ó r t i c o de f u e r a ; e x -
celente artífice, de quien h i c i e r a m á s caso la
a n t i g ü e d a d , y á u n E s p a ñ a , si fuera italiano ó v e -
n i d o de G r e c i a . T i e n e n e n l a s c a b e z a s u n a s r i c a s
c o r o n a s de m e t a l d o r a d o á fuego, q u e h o y e n d i a ,
están con el mismo lustre y resplandor que el
que las pusieron; pesan algunas á m á s de tres
a r r o b a s , y o t r a s á m á s d e c u a t r o , p o r q u e son d e
diversos maestros; desde abajo y para donde
a s i e n t a n t i e n e n b u e n a p r o p o r c i ó n ; en l a s m a n o s
derechas tienen todas las figuras cetros Reales,
d e l m i s m o m e t a l y dorados; p e s a n los seis 12 a r -
r o b a s , y q u i e n los m i r a d e a b a j o no los j u z g a p o r
g r a n d e s . D a v i d d e s c u b r e p o r el m a n t o la empu-
ñ a d u r a de u n descomunal alfange, c o m o hombre
d e p e l e a y g u e r r e r o , p o r l o q u e n o q u i s o D.'os
que le edificase t e m p l o : c r e o yo q u e t u v i e r a b i e n
q u e h a c e r G o l i a t , e l g i g a n t e , en e s g r i m i r esta e m -
p u ñ a d u r a sola, pues pesa cinco arrobas menos
u n a l i b r a : e l a r p a , que t a m b i é n e s d e l m i s m o m e -
tal dorado, 14 ó 15 l i b r a s . S a l o m ó n t i e n e e n l a
m a n o izquierda u n libro, como hombre sábio y
q u e e s c r i b i ó m u c h o y a l c a n z ó m á s que todos los
filósofos. E z e q u í a s tiene u n a n a v e t a d e oro y u n
c a b r ó n j u n t o á sí, p a r a s i g n i f i c a r l a r e s t a u r a c i ó n
d e l a l t a r y de los sacrificios, J o s í a s tiene e l cetro
272
e n l a m a n o i z q u i e r d a y e l v o l ú m e n en l a d e r e c h a
( t a m b i é n es d e m e t a l , y p e s a , a u q u e p a r e c e p e -
q u e ñ o , m á s de d o s a r r o b a s ) , p a r a significar q u e
los R e y e s s a n t o s m á s h a n de u s a r de l a l e y d e
D i o s , que del c e t r o y d e l i m p e r i o . J o s a f a t t i e n e e n
la mano izquierda u n asegur ó h a c h a de c o r t a r
leña, t a m b i é n de bronce dorado, que pesa dos
a r r o b a s , p a r a m o s t r a r el i n s t r u m e n t o con que
m a n d ó destruir aquellas arboledas y bosques de
los dioses e n que adoraba aquel pueblo ciego,
c u a n d o p e r d i ó l a v e r d a d e r a d o c t r i n a que t e n i a
recibida del cielo, y procurando se practicase y
e n s e ñ a s e l a l e y d e l S e ñ o r ; y p a r a significar e s t o ,
tiene t a m b i é n unos panes y un c a b r ó n junto á sí.
M a n a s é s , q u e es el ú l t i m o de l a m a n o i z q u i e r d a ,
e s t á c o n u n c o m p á s y r e g l a en l a m a n o , d e l mis-
m o m e t a l ; á sus p i é s u n a g r u e s a c a d e n a y l a r o p a
y d e s p o j o de c a u t i v o , s i g n i f i c a n d o los eslabones
de s u s h i e r r o s , p o r d o n d e le t r a j o D i o s á a q u e l
e s t a d o e n que l e a b r i ó c o n a f l i c c i ó n los ojos, y
vuelto por merced d i v i n a á Jerusalen y á su
reino.
E l doctísimo Arias Montano, f u é el inventor
y por cuyo consejo, se pusieron las e s t á t u a s de
estos s e i s R e y e s ; otros d a b a n en otros m o t i v o s :
n i n g u n o p a r e c i ó m á s á p r o p ó s i t o n i de m a y o r m a -
jestad. H a c e n u n a vista h e r m o s í s i m a y muestran
una g r a n d e z a v e r d a d e r a m e n t e R e a l ; tenia t a m -
b i é n hechas u n a s inscripciones para poner en los
pedestales, porque m u c h o s n i saben q u é R e y e s
son, ni m é n o s q u e fin ó p r o p ó s i t o tienen allí;
273
se¿ p e r d i ó el borrador sin quedar memoria de
é l : S . M . (que s e a en gloria) m e m a n d ó una vez
h i c i e s e u n a s , p a r a q u e se s u p i e s e q u é R e y e s e r a n
y q u é f u é e l intento de ponerlos; c o n su m u e r t e se
a t a j ó todo, q u e n u n c a se e s c u l p i e r o n .
E s t a fachada se remata con un frontispicio
m u y galano, y rompe con harta gracia l a cornisa
del s e g u n d o o r d e n donde e s t á n e s t o s R e y e s ; u n a
v e n t a n a g r a n d e de a r c o o c u p a b u e n a p a r t e d e l t a -
blero ó t é m p a n o ; tiene de claro lo m i s m o que los
a r c o s de a b a j o , m á s de 13 p i é s d e a n c h o p o r 26 de
alto; p o r los r e m a t e s d e l f r o n t i s p i c i o e s t á n l a s acro-
t e r a s y b o l a s á p l o m o s o b r e las p i l a s t r a s , c u a t r o
e n l a s d o s e s q u i n a s y u n a e n m e d i o ; á los l a d o s ,
haciendo c o m p a ñ í a a l frontispicio y á t o d a la fa-
c h a d a , se l e v a n t a n dos t o r r e s de l i n d a p r o p o r c i ó n
y a r q u i t e c t u r a , p r o p i a f á b r i c a d e l o s a l c á z a r e s de
Jesucristo, q u e s o n s u s t e m p l o s , p o r q u e los r o -
m a n o s y los griegos, p o r no t e n e r u s o d e l a s c a m -
panas, no las usaron: dan g r a n d í s i m o ser y orna-
to á todo e l edificio, y r e s p o n d e n c o n e l c i m b o r r i o
principal y con toda l a fábrica singularmente.
Nacen estas t o r r e s m e d i o p i é p o c o m á s a d e n t r o
de l a s p i l a s t r a s q u e r e s p o n d e n á l o s a r c o s de l a
f a c h a d a de l a i g l e s i a , y a s í s e e s c o n d e n á l o s d o s
p r i m e r o s t e r c i o s d e e l l a s , d e n t r o el edificio de l o s
c l a u s t r i l l o s d e l c o n v e n t o y c o l e g i o , y debajo de
s u s p r i m e r a s b ó v e d a s , e s t á n l a s d o s p o r t e r í a s ; de
suerte q u e , c u a n d o s e v i e n e n á d e s c u b r i r e n c i m a
del c a b a l l e t e de l o s tejados s u s p r i m e r o s b o r d e s ,
q u e son u n a s m e d i a s c o r n i s a s , tienen y a de a l t o

18
274
desde el p e d e s t a l d e l a s g r a d a s 82 piés. Desde
allí, n a c e n otros dos ó r d e n e s y compartimentos
m u y g a l a n o s ; se l e v a n t a sobre a q u e l l a m e d i a c o r -
n i s a u n p e d e s t a l de o c h o p i é s e n a l t o , c o n su b a s a
y c h a p i t e l ; s o b r e é l d o s p i l a s t r a s de c a d a l a d o ,
medio p i é de relieve, t a m b i é n con sus basas y
c h a p i t e l e s , e n l o s i n t e r c o l u m n i o s h a y dos n i c h o s ,
u n o s o b r e otro, d i v i d i d o s c o n s u s f a j a s y c u a d r a -
d o s e n b u e n a p r o p o r c i ó n : en m e d i o de e s t a s p i -
lastras, debajo d e l a faja, está u n a ventana c u a -
drada y e n c i m a otra r e d o n d a , d o n d e en l a t o r r e
del convento salen las manos ó muestras de las
h o r a s d e l reloj: s e r e m a t a este o r d e n c o n u n a b u e -
n a cornisa; hace u n vuelo?grande porque, s e g ú n
e l p r e c e p t o d e V i t r u v i o , l a s cosas p u e s t a s en m u -
c h a l u z y altas p i e r d e n m u c h o de s u s t a m a ñ o s e n
n u e s t r a v i s t a , y a s í es m e n e s t e r h a c e r l a s de a l g u -
n a c a n t i d a d m a y o r q u e si e s t u v i e s e n c e r c a ó c u -
biertas, porque las sombras que en las u n a s f a l -
tan, sobran en l a s otras, y así é s t a s que e s t á n c u -
biertas p a r e c e n mayores, y l a s que e s t á n a l aire
descubierto menores, porque l a l u z las b a ñ a por
t o d a s p a r t e s . L o m i s m o que h a c e l a t o r r e p o r u n
l a d o , h a c e p o r t o d o s c u a t r o l i e n z o s ; e l alto de es-
t e o r d e n es de 45 p i é s d e s d e l a p r i m e r a m e d i a
cornisa d o n d e a s i e n t a el p e d e s t a l , h a s t a l a m o -
c h e t a de e s t a c o r n i s a ; d e s d e a q u í , se l e v a n t a el se-
g u n d o p e d e s t a l d e l o r d e n p o s t r e r o , que es de l a
m i s m a m a n e r a q u e el d e a b a j o ; s ó l o se d i f e r e n c i a
q u e a q u í n o h a y e n e l m e d i o m á s de u n a v e n -
t a n a grande d e arco que ocupa todo el espacio.
275
d e s d e el p e d e s t a l h a s t a e l fileton alto d e l a c o r -
n i s a p o s t r e r a , y todo el a n c h o q u e h a y entre l a s
pilastras; y a s í t i e n e de c l a r o 14 p i é s d e a n c h o y
d e a l t o 32, c u a t r o p i é s m á s q u e l a p r o p o r c i ó n d u -
p l a ; y no p o r esto p a r e c e n m a l , p o r q u e l a a l t u r a
del perfil derecho se disminuye mucho en la
p e r s p e c t i v a a l t a , y el a n c h o no p i e r d e n a d a . E n -
c i m a de l a c o r n i s a p o s t r e r a h a y a n t e p e c h o s d e
p i e d r a y b a l a u s t r e s de lo m i s m o , y p o r r e m a t e s ó
a l m e n a s , las a c r ó t e r a s c o n s u s b o l a s , q u e r e s p o n -
d e n e n e l n i v e l de l a s p i l a s t r a s : se r e m a t a n e n -
t r a m b a s torres c o n s u s t r i b u n a s ó c ú p u l a s .
E n c i m a de esta c ú p u l a , sale u n a linterna de
ocho ventanas c o n s u b a s a y c h a p i t e l ; se hace
luego u n a cupulilla encima de l a l i n t e r n a , y d e
allí sube u n a a g u j a m u y alta de p i e d r a bien l a -
brada; sobre l a a g u j a asienta u n a bola dorada,
que tiene cinco p i é s de d i á m e t r o ; son estas bolas
d e l m i s m o m e t a l q u e el de l a s c a m p a n a s , y v a -
ciadas de l a m i s m a suerte que ellas; de l a bola
sale u n a c r u z g r a n d e de h i e r r o c o n s u h a r p o n :
t i e n e n d e alto e n t r a m b a s torres, desde e l s u e l o ó
p e a n a de las gradas hasta la c o m i s a postrera,
que s u b e de c u a d r a d o , 180 p i é s , y d e s d e a l l í á lo
a l t o de l a c r u z 80, que s o n p o r t o d o s 260 piés.
E n l a q u e e s t á á l a parte del c o n v e n t o se puso
e l r e l o j , q u e creo e s l a m e j o r y m a y o r p i e z a q u e
hay en E s p a ñ a , y con é l 19 c a m p a n a s , con que
se t a ñ e a l oficio d i v i n o ; se f u n d i e r o n a q u í casi
todas, y s o n de diferentes s u e r t e s , g r a n d e s , me-
dianas y pequeñas. E n l a o t r a t o r r e e s t á otro
276
ó r d e n de c a m p a n a s ; s o n , s i n o las he contado
m a l , 40, p u e s t a s en t o n o , que c o n s u s teclas co-
m o ó r g a n o se t a ñ e n concertadamente y hacen l a
m ú s i c a que s e p o d i a t a ñ e r en otro c u a l q u i e r i n s -
trumento; i n v e n c i ó n de flamencos y aiemanes,.
q u e t i e n e n p a c i e n c i a é i n g e n i o p a r a esto; a c á n o
nos suenan tan bien c o m o á ellos; entre e s t a s
c a m p a n a s (digamos esto d e p a s o ) , h a y u n a , que
si e l letrero que t i e n e j u n t o á l a f a l d a no miente,,
h á que se f u n d i ó 1.186 a ñ o s , á 3 de E n e r o , q u e f u é
el a ñ o de 400, poco m á s ó m é n o s , y el pueblo de
F l a n d e s que allí n o m b r a , no l e h a y a h o r a , n i s é
t i e n e n o t i c i a de é l ; n o c r e o c o n t o d o eso que p u e -
d a tener t a n t a a n t i g ü e d a d . L o m á s a n t i g u o d e l a
i n v e n c i ó n de las c a m p a n a s , p a r e c e d e l t i e m p o d e
S a b i n i a n o , P a p a , sucesor de S a n G r e g o r i o M a g -
n o , y P o l i d o r o V i r g i l i o se l a s a t r i b u y e á é l , a u n -
q u e M a r t i n P o l o n o n o d i c e que las i n v e n t ó S a b i -
n i a n o , sino que m a n d ó se t a ñ e s e n á l a s h o r a s c a -
n ó n i c a s . L o que d i c e n d e S a n P a u l i n o , O b i s p o d e
Ñ o l a , parece vulgar y no tiene m á s fundamento
sino llamarse ñ o l a s las c a m p a n a s , y ser Ñ o l a e n
C a m p a n i a , y q u e e l n o m b r e e n l a t i n y en ro-
m a n c e s e a t o d o s u y o ; e l o r i g e n d e esto c r e o n a -
c i ó de q u e p o r h a b e r s e h a l l a d o el uso d e l a r o -
m a n a c o n q u e p e s a m o s , c o m o lo a f i r m a S a n I s i -
d o r o , e n l a c i u d a d ó p r o v i n c i a de C a m p a n i a , e n
I t a l i a , de d o n d e se l l a m ó c a m p a n a y se l a a t r i -
buyeron á S a n P a u l i n o . Otras campanas hay en
e s t a torre de 200 y 300 a ñ o s y m á s , y tan seme-
jantes á esta, q u e p a r e c e n de u n a m i s m a f u n d i -
277
c i o n y m a e s t r o ; y a s í c r e o , q u e f u é j^erro ú o l v i -
d o f a l t a r el m i l . S i esta f a c h a d a , c o n s u s dos t o r -
res, e s t u v i e r a t o d a d e s c u b i e r t a (digo), s i l a s t o r -
r e s s e v i e r a n l e v a n t a r desde s u c e p a y s u e l o , y n o
s e d e s c u b r i e r a n t a n altas, perdiéndose de sus
c u e r p o s p o c o m é n o s l a m i t a d , y el edificio estu-
v i e r a r e t i r a d o p o r u n l a d o y p o r otro e l a n c h o de
l a s m i s m a s torres, f u e r a u n a c o s a de s i n g u l a r m a -
jestad y grandeza.
L a c u l p a de esto n o se l a p o d e m o s e c h a r á n i n -
g u n o , p o r q u e e l p r i m e r a r q u i t e c t o , que f u é J u a n
Bautista de T o l e d o , dejó hecha otra traza de
i g l e s i a , y p o n i a l a s torres á l o s l a d o s de l a c a p i l l a
m a y o r y e n c i m a de los mismos aposentos r e a -
les. V i n o d e s p u é s Pachote, un artífice italiano,
q u e t r a j o esta t r a z a q u e se e j e c u t ó ; se mudaron
l a s t o r r e s , q u e no e s t a b a n b i e n á l a o t r a p a r t e , y
a s í s e s i g u i ó este d e f e c t o , ó d i g á m o s l o a s í , esta
m é n o s perfección, de q u e no se viese toda esta
f a c h a d a c o n l a g r a n d e z a q u e de s u y o t e n i a .
La o t r a f a c h a d a que le r e s p o n d e de frente en
este m i s m o p a t i o , que h a c e e s p a l d a s á l a d e l p ó r -
t i c o de fuera, tiene en m e d i o l a s l i b r e r í a s y el
z a g u á n ó primer v e s t í b u l o ; es de l a m i s m a t r a z a
de l a de l a i g l e s i a en que e s t á n l o s R e y e s : r e s p o n -
d e n en los mismos cinco arcos, y lo q u e e n l a
p r i n c i p a l son columnas de m e d i a c a ñ a y basas y
c h a p i t e l e s , a c a s o e n p i l a s t r a s y f a j a s de m e d i o p i é
de relieve; r e s p o n d e n t a m b i é n l a s v e n t a n a s g r a n -
des e n c i m a de l o s c l a r o s de l o s a r c o s , y e n c i m a
luego otras c i n c o a l g o m e n o r e s , p o r d o n d e r e c i b e
278
l a l u z de O r i e n t e l a l i b r e r í a b a j a , y otras c i n c o r e -
d o n d a s e n el p o s t r e r o o r d e n p a r a l a a l t a : l a s f a j a s
y c o r n i s a s q u e c i ñ e n t o d o este á t r i o p o r t o d o s
lados, c o r r e n de la m i s m a manera. H a y en é l
m á s d e 240 v e n t a n a s ; de s u e r t e q u e es u n j o y e l
g a l a n í s i m o , d o n d e t o d o se r e s p o n d e , m i r a y a t a ,
t a n a p a c i b l e y b i e n p r o p o r c i o n a d o á l a v i s t a , que
todos los q u e en é l e n t r a n , q u e d a n l l e n o s de a d -
m i r a c i ó n y p a r e c e se les a l e g r a el a l m a ; á m i j u i -
cio (si en esto v a l e algo) no h a y en esta fábrica
c o s a de m a y o r h e r m o s u r a , ni que represente tan-
t a m a j e s t a d ; s ó l o u n a f a l t a tiene, q u e lo v e n to-
dos, y luego y lo primero, y habia de ser lo
postrero.
K n subiendo p o r las gradas y entrando por uno
de l o s c i n c o a r c o s , r e s p o n d e n otros c i n c o de f r e n -
te; los t r e s s o n l a s p u e r t a s de l a i g l e s i a , l o s o t r o s
d o s de los l a d o s s o n e n t r a d a s de dos patinejos
que están á los costados d e l coro y de l a i g l e s i a ,
p o r d o n d e t a m b i é n se e n t r a e n e l l a . E n t r e los
u n o s y los otros s e h a c e u n t r á n s i t o q u e l o p o d e -
m o s l l a m a r e l v e s t í b u l o del templo; V i t r u v i o le
llama pronave, q u e es d e c i r , e l p o r t a l que e s t á
a n t e s d e l a i g l e s i a . F u e r a d e estas c i n c o p u e r t a s ,
q u e r e s p o n d e n á l a s de l a f a c h a d a , t i e n e á los l a -
d o s otras dos q u e s e m i r a n de frente; p o r l a d e
la mano derecha se en I r a a l c o n v e n t o , y p o r l a
o t r a a l colegio; son cuadradas y de p r o p o r c i ó n
d u p l a , o c h o p i é s d e a n c h o y 16 de a l t o ; este v e s -
t í b u l o está bien compartido, con pilastras, enca-
s a m e n t o s y n i c h o s , d e l o s i n t e r c o l u m n i o s , en m u -
279
cha p r o p o r c i ó n , respondiendo con sus capillas en
b ó v e d a , de suerte q u e , es u n p e d a z o de m u y g a l a
a r q u i t e c t u r a , que c o s t ó c u i d a d o p o r ser u n a p i e -
z a t a n e n lo p r i n c i p a l de l a c a s a , y s u s t e n t a m u -
cha carga, el peso y reempujon de l a s b ó v e d a s
y d e l frontispicio y figuras; t i e n e este t r á n s i t o ó
v e s t í b u l o de l a r g o y de p u e r t a á p u e r t a 138 piés,
y en lo a n c h o 20; llama largo en r e s p e t o de sí
m i s m o , p o r q u e en respeto d e l c u e r p o p r i n c i p a l , e l
a n c h o es lo l a r g o . T i e m p o es y a q u e e n t r e m o s e n
c a s a , pues h e m o s d i c h o l o c o m ú n y de f u e r a .
DISCURSO I I L

Los cuatro patios ó claustros pequeños del convento


con las piezas más notables que hay
en ellos.

F o r z o s o h a s i d o e n t r a r á los q u e q u i e r e n ir c o n -
s i d e r a n d o e s t a c a s a p o r l o s dos d i s c u r s o s que h e -
m o s v i s t o , p i e z a s c o m u n e s a b i e r t a s , y a l fin e n -
t r a d a s generales p a r a todos. A h o r a nos queda
m á s licencia de e c h a r á u n a ú otra parte, y a u n -
q u e p a r e c e h a b i a m o s l l e g a d o hasta l a s p u e r t a s de
l a i g l e s i a , visto s u s t o r r e s y c a m p a n a r i o s , y q u e
no f a l t a b a y a s i n o l a n z a r n o s p o r ellas; c o n t o d o ,
es b i e n d i v e r t i r n o s a l g ú n tanto por otras p a r t e s
m á s ordinarias y comunes, porque no todos e n -
t r a n p o r estas p u e r t a s , y p o r q u e c u a n d o nos d e n
l i c e n c i a , e s b i e n d e j a r el b u e n f a v o r p a r a l a p o s -
tre, y que i m i t e l a n a t u r a l e z a e l a r t e , y p r o c e d a -
m o s de lo m é n o s á lo m á s perfecto. Echemos,
pues, á m a n o d e r e c h a y entremos l a p u e r t a q u e
e s t á en el v e s t í b u l o ó p r o n a v e , que dijimos se
e s t á m i r a n d o de f r e n t e c o n l a d e l c o l e g i o , q u e es
p o r donde se e n t r a a l c o n v e n t o . Se ofrece l u e g o ,
e n p a s a n d o el z a g u á n q u e c a e d e b a j o de l a t o r r e
de l a s c a m p a n a s , u n a c u a d r a g r a n d e , que s i r v e d e
28l
r e c i b o ó p a r l a t o r i o , d e m á s de 6o p i é s en largo
y 35 de a n c h o , b i e n c o m p a r t i d o , c o n s u s f a j a s y
p i l a s t r a s , u n a s de p i e d r a b e r r o q u e ñ a , y otras fin-
g i d a s c o m o e l l a , y c o r n i s a p o r e l c o n t o r n o , sobre
donde comienzan á v o l v e r l a s b ó v e d a s y se h a -
c e n las l u n e t a s d e l a s v e n t a n a s , y por lo bajo
a s i e n t o s de n o g a l c o n s u s e s p a l d a r e s , p o r q u e los
h u é s p e d e s que llegan, tengan donde asentarse y
descansar. S i n l a puerta grande, p o r d o n d e se
e n t r a , t i e n e otras tres: l a u n a de l a m e d i d a de
esta primera, q u e son e n t r a m b a s de o c h o piés
de a n c h o y 16 de alto, c o n j a m b a s y d i n t e l e s de
piezas enteras.
P o r e s t a p u e r t a s e e n t r a al c l a u s t r o g r a n d e y
por otras dos p e q u e ñ a s á los claustros p e q u e ñ o s .
Y p o r q u e es e l r e c i b o , y a que n o t i e n e otros a d o r -
nos de p i n t u r a s c o m o otras p i e z a s , t i e n e u n a q u e
b a s t a á e n n o b l e c e r l a y suficiente, p a r a e n t r e t e n e r
m u c h o t i e m p o e n su c o n s i d e r a c i ó n á l o s h u é s p e -
d e s . E s t e es u n c u a d r o g r a n d e , e n q u e e s t á p i n -
tada la historia de A b r a h a m cuando r e c i b i ó en su
t a b e r n á c u l o á los tres á n g e l e s , q u e los a d o r ó c o m o
u n o . L a m a n o de esta p i n t u r a e s d e n u e s t r o e s p a -
ñ o l J u a n F e r n a n d e z M u d o , de q u i e n h a r e m o s m u -
cha memoria por haber enriquecido con sus obras
este c o n v e n t o , L a pintura é historia m u y á p r o -
p ó s i t o p a r a e l r e c i b o y h o s p e d a j e de l a c a s a , y es
b i e n m e n e s t e r t e n e r l a s i e m p r e d e l a n t e de los o j o s ,
p a r a q u e n i s e p i e r d a l a p a c i e n c i a , n i se e n f r i e l a
caridad con l a multitud de h u é s p e d e s que llegan
á c a d a h o r a , que s ó l o p a r a m o s t r a r l e s l a c a s a ( d e j o
282
a p a r t e e l c o n t i n u o gasto d e los q u e c o m e n , c e n a n
y duermen) son menester h o m b r e s que tengan
p i é s de b r o n c e y n o m e n o r c a r i d a d que A b r a h a m ,
porque acontece á cada paso h a b e r l a andado á
m o s t r a r c o n u n o s , y l l e g a r l u e g o otros, y luego
otros, y todos t a n g a n o s o s ó t a n i m p a c i e n t e s , si
no les acuden con m u c h a p u n t u a l i d a d á su gusto,
c o m o si f u e r a n solos ellos c o n q u i e n se h a b i a d e
cumplir: se h a c e t o d o lo p o s i b l e y n o b a s t a . D e
allí, echando por aquellas puertas menores por
n o d a r d e g o l p e en el c l a u s t r o p r i n c i p a l , se e n t r a
e n el c l a u s t r o q u e l l a m a m o s d e l a p o r t e r í a , y p o r -
q u e p i n t a d o é s t e , v e r e m o s l a a r q u i t e c t u r a de otros
seis c o m o é l , m e d e t e n d r é á declararle. D i j e al
p r i n c i p i o (si n o m e a c u e r d o mal) que l a planta
d e este edificio, q u e e s de J u a n B a u t i s t a de T o l e -
do, que d e s p u é s se a l t e r ó en m u c h a s cosas por
Juan H e r r e r a y fray Antonio de Villacastin, se
d i v i d e e n c i n c o p a r t e s p r i n c i p a l e s . L a que t o c a
a l c o n v e n t o en d o s , que s o n , e l c l a u s t r o p r i n c i p a l
y c u a t r o c l a u s t r o s menores,, que a h o r a e n t r a m o s
á v e r y c o n s i d e r a r . T i e n e n t o d o s á 100 piés por
cada uno de sus p a ñ o s ó lienzos, con poca dife-
rencia, q u e y a he a d v e r t i d o no r e p a r o en p o c o
m á s ó m é n o s ; por e l á n d i t o , desde los pilares á l a
p a r e d de d e n t r o , 13 p i é s y m e d i o ^ h a y en c a d a u n o
tres ó r d e n e s de a r c o s , u n o s sobre otros, q u e c a d a
u n o t i e n e 15 p i é s , y a s í d e s d e el s u e l o á l a c o r n i s a
q u e l o r e m a t a , h a y 45 de a l t o de l a p a r t e de den^-
t r o ; e n c a d a l i e n z o se h a c e n s i e t e a r c o s y n u e v e
pilares, que como e l zoco y chapitel tienen á nue-
283
v e p i é s y m á s de a n c h o , tres c u a r t a s de c u a d r a d o
p o r l a c a ñ a de las p i l a s t r a s : no t i e n e n otro o r n a -
mento sino unas fajas de m e d i o p i é d e a n c h o y
u n a c u a r t a de r e l i e v e ; y c o n ser e s t a o b r a e n sí t a n
llana, aunque no de l a m e j o r p i e d r a , p e r o b i e n
l a b r a d a , p o r estar t a n b i e n p r o p o r c i o n a d a , de t a n
buenos miembros y correspondencia, p a r e c e de
m u c h o a r t e y f o r t a l e z a , y se v e e n e l l a , q u e n o c o n -
s i s t e l a a r q u i t e c t u r a e n q u e s e a de este ó d e a q u e l
o r d e n , s i n o que s e a u n c u e r p o bien p r o p o r c i o n a d o ,
q u e sus p a r t e s se a y u d e n y r e s p o n d a n , a u n q u e no
sea sino unas piedras cortadas de la cantera, asen-
tadas con arte u n a e n c i m a ó enfrente d e o t r a ,
q u e v e n g a á h a c e r u n todo de b u e n a s m e d i d a s y
p a r t e s q u e se c o r r e s p o n d a n . L o s a r c o s bajos s o n
un poco mayores que los segundos y terceros, y
c o m o n o tienen antepechos, sino que se entra por
s u s c l a r o s l l a n o á los c l a u s t r o s , q u e s e llamarán
mejor patios, e s t á n m á s exentos y libres y parecen
de m e j o r p r o p o r c i ó n q u e los altos; c o n f o r m e á
buena arquitectura, hacen su d i s m i n u c i ó n , q u e
s i e m p r e el o r d e n m á s alto h a d e s e r u n poco m e -
n o r : p o r l o s b a j o s h a y b ó v e d a s de l a d r i l l o y y e s o ,
que v a n haciendo sus capilletas por dentro, con
sus arcos y correspondencias d e impostas ó c h a -
piteles m e t i d o s e n l a p a r e d . L o s otros dos m á s
altos e s e l t e c h o d e m a d e r a , a u n q u e e n l a s es-
quinas ó á n g u l o s sus arbotantes y pilastras e n l a
pared de dentro. S o b r e estos tres órdenes se
a ñ a d i ó otro, q u e es c o m o c u a r t o , p a r a q u e l a c a -
sa creciese en aposentos, y porque si hubiera
284
otro orden de p i l a r e s s o b r e los terceros, q u e d a -
rían los c l a u s t r o s ahogados, sin sol y como p o -
zos; s i e n d o t a n a l t o s , a c o r d a r o n q u e este ó r d e n
c u a r t o , se q u e d a s e en las c e l d a s , y p a r e c i e s e p o r
f u e r a y p o r d e n t r o , d o n d e h a b l a n de estar los p i -
l a r e s y a r c o s , se c o r t a s e a l s e s g o , d e suerte q u e ,
v i n i e s e n l a s aguas y l o s a l e r o s d e l tejado s e g u n d o ,
á rematar donde h a b l a n de sentar los pilares del
cuarto, haciendo c o m o u n d e s v á n lo que habla
de s e r c o r r e d o r ó c l a u s t r o . C o n esto, q u e d a r o n l o s
c l a u s t r o s m á s a b i e r t o s , c o n s o l y c o n l u z , y se d i -
vidió e l t e j a d o e n dos a g u a s , l a s a l t a s h a s t a l a
c o r n i s a de dentro d e este c u a r t o ó r d e n , y l a s s e -
gundas h a s t a l a cornisa del tercero, y así tienen
los t e j a d o s en t o d o s estos c l a u s t r o s dos ó r d e n e s
de v e n t a n a s , tres e n c a d a l i e n z o de l a s p r i m e r a s
a g u a s , y c u a t r o e n el de l a s m á s altas; de suerte
que, los t e j a d o s d e d e n t r o e n c a d a c l a u s t r o p e -
q u e ñ o h a y 28 v e n t a n a s en b u e n a p r o p o r c i ó n , q u e
h a c e n h a r t o a d o r n o a l e m p i z a r r a d o ; c o n esto se
vinieron á igualar todos los caballetes y las aguas
de t o d o este edificio, q u e f u é u n a de l a s c o s a s
más b i e n a c o r d a d a s que h a y en é l , y se le d e b e ,
c o m o dije a r r i b a , e s t e a c u e r d o a l j u i c i o de f r a y
A n t o n i o de V i l l a c a s t i n . P o r l a p l a n t a a l t a , q u e
c o r r e á los 30 p i é s , t i e n e n estos c u a t r o c l a u s t r o s
muy graciosa v i s t a : se descubren unos p a ñ o s y
c l a u s t r o s m u y l a r g o s , que se c r u z a n y a t r a v i e s a n
c o n m u l t i t u d de a r c o s , h a c i e n d o , p o r d o q u i e r a q u e
l e s m i r e n , u n a s c a l l e s de 238 p i é s de l a r g o , p u e s
l o s c l a u s t r o s t i e n e n , c o m o d i j e , á 100 p i é s c a d a
285
uno, y las piezas que h a y intermedias que d i v i -
d e n los u n o s y los otros, c o n el g r u e s o d e l a s p a -
r e d e s , t i e n e n otros 38. E n c a d a u n o de e l l o s , h a y
s u e s c a l e r a p u e s t a e n los á n g u l o s q u e v i e n e n m á s
á propósito, h a c i e n d o de d i e z e n d i e z e s c a l o n e s ,
u n a m e s e t a , todas c o n h a r t a l u z , q u e es l a i m p o r -
t a n c i a e n c o s a de e s c a l e r a s . E n m e d i o de c a d a
p a t i o , h a y u n a fuente de m á r m o l p a r d o , h e r m o s a -
m e n t e l a b r a d a ; tiene c a d a u n a por el borde de
fuera 29 p i é s e n r e d o n d o , p o r e l c o n t o r n o tiene
l a p i l a sus pilastras y compartimentos y m o l d u -
r a s ; en e l m e d i o se l e v a n t a u n a t a z a d e l m i s m o
mármol sobre u n p e d e s t a l c u a d r a d o , q u e i g u a l a
c o n e l b o r d e de l a fuente; sobre el p e d e s t a l se h a -
ce u n balaustre y allí asienta l a taza, del medio
d e é s t a , s a l e otro p e d e s t a l m á s p e q u e ñ o , y e n c i m a
asienta u n a bola, que p o r c u a t r o m a s c a r o n e s ó
c a b e z a s y b o c a s d e á n g e l e s d e s p i d e n el a g u a ; c a e
e n l a t a z a , y de a l l í p o r o t r o s c u a t r o c a e en l a p i -
l a , y c o m o todas s o n de e s t a m i s m a f o r m a , q u e -
d a r á n dichas de u n a v e z .

E s t á n estos dos c l a u s t r o s a d o r n a d o s c o n v a r i a s
p i n t u r a s , p o r q u e e n todos los e n c u e n t r o s y t e s -
teros de p a r e d e s , á c u a l q u i e r p a r t e q u e se c a m i -
n e , l l e v e n l o s religiosos a l g ú n objeto q u e r e c r e e l a
v i s t a y d e s p i e r t e á d e v o c i ó n e l a l m a , y n o se d é
p a s o ocioso, n i se d e r r a m e v a n a m e n t e e l pensa-
m i e n t o . E n u n a p a r t e se ve u n a i m á g e n de N u e s -
tra S e ñ o r a , con el mismo D i o s en los brazos, u n a
vez dormido, otra despierto colgado d e sus p e -
chos, y otra recien nacido; a c u l l á e s t á S a n J e r ó -
286
nimo desnudo, d á n d o s e c o n u n g u i j a r r o en l o s
pechos, que con e l v i v o sentimiento que mues-
tra, parece faltan las centellas d e l a m o r del a l m a .
A q u í se v e n los Magos llegar á ver al R e y n a c i -
do, y le o f r e c e n dones m i s t e r i o s o s : a c u l l á e s t á
el E v a n g e l i s t a S a n J u a n escribiendo, y en o t r o
testero se v e e l B a u t i s t a , m o z o t i e r n o , v e s t i d o de
p i e l e s de c a m e l l o en el desierto, m a t a n d o l a s e d
c o n l a a g u a que s a l e de l o s c r i s t a l e s de u n a p e ñ a ;
y a se c o n t e m p l a á C r i s t o c o n l a c r u z á c u e s t a s , y
el l u g a r d e l C a l v a r i o donde m u r i ó por l a salud
del h o m b r e ; y a l e e n c o n t r a m o s en l a O r a c i ó n d e l
H u e r t o ; y a en c a s a de M a r t a y María; y a muerto
en los b r a z o s de s u m a d r e , y otros c i e n r e c u e r d o s
de los tesoros d e n u e s t r a s a l m a s , d o n d e vamos
l e y e n d o c o n los o j o s y c o n e l c o r a z ó n lo que de-
bemos á D i o s .
Cruzan y dividen estos c u a t r o c l a u s t r o s , d o s
i n t e r v a l o s ó d i s t a n c i a s de 38 p i é s c a d a u n a , d e
O r i e n t e á P o n i e n t e y de N o r t e á S u r : e n el m e d i o ,
d o n d e c r u z a n , se h a c e u n c i m b o r r i o c u a d r a d o d e l
m i s m o ancho y alto hasta l a cornisa de l a parte
de f u e r a , t i e n e 85 piés., donde v i e n e n c o r r i e n d o
t o d a s l a s v e n t a n a s d e l o s t r á n s i t o s q u e se hacen
al p a s a r de unos c l a u s t r o s á otros, q u e c o m o s o n
tantos, hacen por dentro del c i m b o r r i o u n a c o m -
p o s i c i ó n de v e n t a n a s harto hermosa; por c a d a l a -
do t i e n e s e i s ó r d e n e s de e l l a s , d e tres e n t r e s , q u e
contando desde l a s p u e r t a s b a j a s , l l e g a n á 80,
c o n l a s de l a c ú p u l a del m i s m o c i m b o r r i o , q u e l e
d a n l a p r i n c i p a l l u z . L a s doce p u e r t a s que d i g o
287
están e n e l s u e l o b a j o , t i e n e n seis p i é s y m e d i o
de a n c h o p o r 13 de a l t o , con puertas de nogal
b i e n l a b r a d a s , j a m b a s 5^ dinteles d e p i e z a s e n t e -
r a s , q u e le d a n m u c h o a d o r n o y g r a n d e z a ; p o r l a s
t r e s d e l M e d i o d í a , s e e n t r a a l refectorio d e l c o n -
vento, y l a s o t r a s n u e v e , s i r v e n á los o t r o s t r á n s i -
tos, q u e d a n m u c h o lustre á este z a g u á n . S e r e -
m a t a l a c ú p u l a c o n u n c h a p i t e l de ' p i z a r r a o c h a -
vado en p i r á m i d e , bola dorada y cruz; en medio
d e l s u e l o t i e n e u n a fuente de j a s p e c o l o r a d o , q u e
c o n el r u i d o de a g u a q u e c a e de estos c a ñ o s , e s t á
en verano l a pieza harto fresca y bien a c o m p a -
ñ a d a . D e s d e a q u í , c o m o d i g o , á l a parte del M e -
d i o d í a , se e n t r a en e l r e f e c t o r i o d e l c o n v e n t o ; u n a
pieza alegre, clara, b l a n c a , toda con buenos c o m -
p a r t i m e n t o s , en l a b ó v e d a , q u e es de e s t u q u e , dos
p ú l p i t o s de p i e d r a b i e n l a b r a d o s , á c a d a c o r o el
s u y o ; s i n estas t r e s p u e r t a s , t i e n e j u n t o á e l l a s d e
c a d a lado, otra del m i s m o t a m a ñ o por dentro,
a u n q u e no por fuera, pues n o lo sufre l a b ó v e d a
d e los c l a u s t r o s p e q u e ñ o s , que no tiene m á s que
13 p i é s e n a l t o . D o s defectos t i e n e este r e f e c -
t o r i o , q u e t o d o s los v e n y los advierten e n e n -
t r a n d o , y l o s a d v e r t í e n e l otro l i b r o de l a f u n d a -
ción: lo p r i m e r o , es p e q u e ñ o (digo corto) p a r a
t a n t o n ú m e r o d e religiosos, p o r q u e n o t i e n e m á s
q u e 120 p i é s d e largo p o r 35 de a n c h o ; d i m o s l a
e x c u s a de esto, q u e es l e g í t i m a , q u e e r a m u y g r a n -
d e y de l i n d a p r o p o r c i ó n p a r a e l intento p r i m e r o
de su f u n d a c i ó n , que n o h a b i a de ser m á s q u e
p a r a 50 frailes: se h i z o luego a s í , y c o m o los m a r -
288
eos ó c a j a de l a p l a n t a n o p o d í a n c r e c e r en a n c h o
c o m o c r e c í a e n alto, q u e d ó sin r e m e d i o el refec-
torio; l a s e g u n d a falta es, que p a r a 35 p i é s q u e
d i g o tiene de a n c h o , es m u y b a j o , p u e s s ó l o t i e -
n e h a s t a l a b ó v e d a 28 p i é s ; a s í f u é forzoso q u e
esta y otras algunas piezas quedasen algo bajas,
por guardar el decoro y u n i d a d á toda la m á q u i -
n a , d o n d e se v e q u e n i e n este s u e l o , n i en el b a -
j o , n i e n l o s m á s altos, á u n h a s t a e n los d e s v a -
nes, hay u n e s c a l ó n . T i e n e este refectorio e n e l
testero de M e d i o d í a , c i n c o v e n t a n a s g r a n d e s q u e
le b a ñ a n d e l u z y le t i e n e n alegre, y a d e m a s le
l i m p i a n de c u a l q u i e r olor, que n o h u e l e m á s á r e -
fectorio q u e l a s a c r i s t í a , aunque t a m b i é n ayuda
m u c h o á esto l a l i m p i e z a y el a s e o , que es c o m o
propia de e s t a r e l i g i ó n , y e n l o s l u g a r e s q u e de
suyo no l a tienen pone m á s cuidado. E n t r e las
dos v e n t a n a s b a j a s h a s t a l a c o r n i s a q u e corre p o r
toda la pieza, desde donde vuelve l a b ó v e d a , e s t á
asentada aquella tan famosa pintura de l a C e n a ,
del Ticiano, que nunca acaban de alabar los
pintores, y tienen r a z ó n , porque están tan v i v a s y
con tanto e s p í r i t u l a s figuras, que p a r e c e n e l l a s
las q u e h a b l a n y c o m e n , y l o s f r a i l e s los p i n t a d o s ;
tanto es el relieve y l a fuerza que allí m u e s t r a el
a r t e . E n c o r r e s p o n d e n c i a de e s t a p i e z a , q u e se
miran frente á f r e n t e , e s t á l a r o p e r í a , d o n d e los
religiosos, c o m o e n e s t a , t o m a n j u n t o s l a c o m i d a ,
e n a q u e l l a , el v e s t i d o , y t i e n e n a l l í l a r o p a q u e s u
r e l i g i ó n l e s d a , p a r a q u e todo s e a v i d a c o m ú n y
apostólica, y n i n g u n o d i g a c o s a s u y a n i el c u i -
289
d a d o de los menesteres del cuerpo e m b a r a c e la
q u i e t u d d e l a l m a . E s e s t a oficina de l a m i s m a
f o r m a q u e e l refectorio, a u n q u e p o r tener l a s v e n -
t a n a s a l c i e r z o , no e s t á n c l a r a , y de l a r g o t i e n e 13
p i é s de m é n o s , q u e t o m a e l t r á n s i t o , y e l refectorio
le tiene d e n t r o , y e s t a p i e z a f u e r a . E s t á a d o r n a d a
con algunas pinturas de d e v o c i ó n y los mismos
h á b i t o s de los religiosos, q u e e s t á n c o g i d o s y c o l -
g a d o s e n u n a s p e r c h a s de h i e r r o p o r s u s d i s t a n -
c i a s , d e b a j o de s u s m i s m o s n o m b r e s , q u e l a a d o r -
n a n m u c h o ; c u a n d o en a l g u n a s fiestas principa-
les no s e d e s d e ñ a n n u e s t r o s R e y e s de c o m e r en
c o m p a ñ í a de estos s i e r v o s de D i o s , s u s c a p e l l a n e s ,
se a b r e n t o d a s l a s p u e r t a s y v e n t a n a s d e estas d o s
o f i c i n a s , refectorio y r o p e r í a , y c o m o e s t á todo t a n
nivelado y con tan puntual correspondencia, des-
d e e l a s i e n t o de l a m e s a t r a v i e s a q u e h a c e c a b e -
c e r a se v e n a m b a s p i e z a s , y p a s a l a v i s t a p o r l a s
v e n t a n a s c o n t r a r i a s de l a r o p e r í a h a s t a e l p a t i o
p r i m e r o , y r e p a r a en las v e n t a n a s de, l a l o n j a d e l
c o l e g i o , que s i no e s t u v i e r a n t a b i c a d a s p o r d e n -
t r o , no p a r a r a h a s t a e l otro c i m b o r r i o d e l c o l e g i o ,
que es u n a l a r g a y h e r m o s a p e r s p e c t i v a d e m á s
de 400 p i é s de t r a v i e s a . E n l a o t r a b a n d a ó d i s -
t a n c i a que d i j e c r u z a b a c o n é s t a de O r i e n t e á P o -
niente y á otras piezas de m u c h o servicio y c u m -
plimiento, como l a cocina, pieza c u m p l i d a , con
s u s fuentes de agua caliente y fria p a r a l a l i m -
p i e z a , y e n l a c o r r e s p o n d e n c i a de e l l a á l a p a r t e
de O r i e n t e , a l a n d a r de l o s 30 p i é s e s t a o t r a , q u e
p o r no p o d e r s e e x c u s a r s e l l a m ó n e c e s a r i a , d o n d e

19
290
h a y t a n t a l i m p i e z a y t a n t a a b u n d a n c i a de c a ñ o s de
a g u a , de u n a y o t r a p a r t e , q u e se p u e d e e n t r a r e n
e l l a s i n a s c o y á u n á r e f r e s c a r s e . S i n estas ofici-
nas, h a y o t r a s m u c h a s p i e z a s de g r a n c u m p l i -
miento y servicio en estos c u a t r o c l a u s t r o s . B n
u n o , d o n d e s i e m p r e se h a n e n t e r r a d o los r e l i g i o -
sos, e s t á aquella c a p i l l a p r i m e r a que dije s i r v i ó
de i g l e s i a a l g u n o s a ñ o s : p a r t i d a en c a p i l l a p r i n -
c i p a l , cuerpo de iglesia y coro y debajo del apo-
s e n t o d e l R e y : se m u d ó e n o t r a f o r m a , c o m o a h o -
r a s e v e , se h i z o t o d a u n c u e r p o b a j a n d o e l c o r o
y s u s s i l l a s , q u e e s t a b a n á 15 p i é s d e l s u e l o , p o -
n i e n d o los dos ó r d e n e s d e s i l l a s d e c a d a c o r o
c o n t i n u a d o s de c a d a b a n d a , c o m o c o r o de c a r t u -
j o s ; q u e d ó a s í u n a p i e z a m u y g r a n d e de 105 p i é s
de l a r g o y 35 d e a n c h o , m u y alegre y s o l a d a , de
m á r m o l b l a n c o y p a r d o , d i s t i n t a en t r e s c o m p a r -
timentos ó capillas, l a b ó v e d a c o n u n a faja c u a -
d r a d a e n l u g a r de c o r n i s a a l d e r r e d o r . S e q u e d ó
t a m b i é n c o n e l m i s m o a d o r n o d e l o s tres a l t a r e s
q u e s e t e n i a a n t e s , el m a y o r en que e s t á e l m a r -
t i r i o de S a n L o r e n z o , de m a n o d e l T i c i a n o , t a n
a l n a t u r a l y t a n b i e n e n t e n d i d o , q u e p a r e c e se v e
c o m o ello f u é : t o d a l a l u z de l a p i n t u r a , se r e c i b e
de u n o s fuegos ó l u m i n a r i a s que e s t á n puestas e n
la peana ó pedestal de u n í d o l o y de l a s l l a m a s
que salen debajo de l a s p a r r i l l a s , q u e p o r h a b e r
sido de n o c h e el m a r t i r i o del s a n t o , c o n s i d e r ó
como valiente a r t í f i c e l a n a t u r a l e z a del caso. E l
s a n t o , a u n q u e v i v o , p a r e c e tiene y a m e d i o tosta-
das algunas partes, y levanta e l brazo á recibir
2gi
una c o r o n a de l a u r e l q u e le t r a e n u n o s á n g e l e s ;
l a s figuras m á s c e r c a n a s son a l g ú n t a n t o m a y o r e s
que e l n a t u r a l , c o n t a n l i n d o artificio p u e s t a s , q u e
todas tienen luz y se v e n , a u n q u e son m u c h a s . E s
a l fin el c u a d r o t a n v a l i e n t e , q u e a u n q u e e s t á d e
noche, h a oscurecido cuantos d e s p u é s a c á se h a n
pintado de m u c h o s g r a n d e s h o m b r e s del arte,
como veremos, y ninguno h a contentado tanto.
En el colateral del E v a n g e l i o está l a A d o r a c i ó n
d e los R e y e s , d e l m i s m o T i c i a n o , o b r a d i v i n a , d e
l a m a y o r h e r m o s u r a , y , c o m o d i c e n los i t a l i a n o s ,
v a g u e z a , q u e se p u e d e d e s e a r , donde m o s t r ó l o
m u c h o q u e v a l i a e n el c o l o r i d o , y t a n a c a b a d o t o -
do, que parece i l u m i n a c i ó n , lindos rostros y h e r -
m o s a s r o p a s y sedas, que parece todo v i v o y l a
m i s m a n a t u r a l e z a . E n el l a d o d e l a E p í s t o l a e s t á
e l e n t i e r r o y s e p u l t u r a de N u e s t r o S e ñ o r , t a m b i é n
s u y o , que quebranta el c o r a z ó n á quien c o n aten-
c i ó n lo m i r a ; son l a s figuras de e s t o s d o s c u a d r o s
c o m o l a mitad del natural, a u n q u e l a s de éste,
u n p o c o m a y o r e s q u e l a s de los R e y e s . D i j e t a m -
bién q u e s i r v e a h o r a e s t a p i e z a de q u e se h a g a n
e n e l l a l o s e n t i e r r o s y e x e q u i a s de los r e l i g i o s o s ,
porque e s t á m u y acomodado y j u n t o de las m i s -
m a s s e p u l t u r a s . E n c i m a de e s t a p i e z a , p o r q u e lo
d i g a m o s de c a m i n o , e s t á o t r a d e l m i s m o t a m a ñ o ,
que s i r v i ó a l p r i n c i p i o de l i b r e r í a y a h o r a d e d o r -
m k o r i o , .á los r e l i g i o s o s mancebos que no han
salido de la disciplina del maestro, donde hemos
d i c h o p a s a n siete a ñ o s , y son p o c o s p a r a e n f r e n a r
tan fiera b e s t i a c o m o nuestra sensualidad, y h a -
292
c e r l o obedecer á l a razón, y s i q u i s i e r a p o r l a c o s -
t u m b r e c a m i n e p o r b u e n a s e n d a . S i n é s t e , h a y otro
d o r m i t o r i o e n c i m a d e l r e f e c t o r i o y otras p i e z a s
g r a n d e s de s e r v i c i o s f o r z o s o s p a r a l a v i d a m o n á s -
t i c a ; s e r í a m e n u d e n c i a y enfado d i s c u r r i r p o r t o -
das, y decir los adornos que h a y en c a d a u n a ;
b a s t a tocar l a s p a r t e s de m á s c o n s i d e r a c i ó n . No
l e i m p o r t a al l e c t o r s a b e r l a s p i e z a s de l a enfer-
m e r í a , n i sus celdas, n i l a s de l a p r o c u r a c i ó n , ni
s u s c u m p l i m i e n t o s , n i las de l a h o s p e d e r í a y b a r -
b e r í a : y si m e p u s i e s e á e s c r i b i r los de l a b o t i c a ,
a ú n c a n s a r í a á los b o t i c a r i o s , p o r q u e en s o l a e s t a
oficina h a y m á s d e veinte aposentos sin las c a n -
tinas y desvanes, y a l fin u n c l a u s t r o entero s i n
l a p i e z a p r i n c i p a l , q u e e s t á en e l c l a u s t r o de l a
e n f e r m e r í a ; e r a h a c e r u n d i s c u r s o largo s i m e p u -
siese á dar r a z ó n de los destilatorios y a l a m b i -
q u e s , y las e x t r a ñ e z a s q u e se h a c e n d e quintas
esencias y otras a b s t r a c c i o n e s ó sublimaciones
d e g r a n p r i m o r , en q u e p u d i e r a h a c e r de filósofo;
pero tengo p o r g é n e r o de a m b i c i ó n q u e r e r t r a t a r
d e todo, p o r lo m é n o s s a b e á c u r i o s i d a d : á q u i e n
le corriese deseo de m e n u d e a r e n t a n t a s c o s a s ,
v e n g a á v e r l a s , q u e si t i e n e gusto de esto, h a l l a r á
cuanto quisiere.

E l n ú m e r o , p r o p o r c i ó n y cumplimiento de t o -
d a s e s t a s oficinas y a p o s e n t o s , entenderá fácil-
mente el que tuviere conocimiento del arte, por
l a s d o s p l a n t a s de e s t a f á b r i c a , l a g e n e r a l y l a de
l o s 30 p i é s q u e h i z o J u a n de H e r r e r a e n l a s e s -
t a m p a s de e s t a c a s a , que s i r v e n d e m u c h o para
293
o c a s i o n e s s e m e j a n t e s y no h a c e r y e r r o s e n estos
c o m p a r t i m e n t o s . L a s p u e r t a s y v e n t a n a s d e estos
c u a t r o c l a u s t r o s , l a s de l a s c e l d a s y de las p i e z a s
m a y o r e s , d e o r d i n a r i o s o n en p r o p o r c i ó n d u p l a ,
s a l v o , l a s q u e h a c e n frentes en los t e s t e r o s de los
claustros y t r á n s i t o s , que son p r o p o r c i ó n sexqui-
áltera, porque son comunes y porque ocupasen
m á s el a n c h o , de suerte q u e , t i e n e n de a l t o el a n -
cho y m á s l a m i t a d del m i s m o ancho. S e r e s p o n -
d e n t o d a s a s í en los n i v e l e s y plomos, cayendo
l a s a l t a s sobre las b a j a s , c l a r o c o n c l a r o y m a c i z o
c o n m a c i z o , c o m o e n el m i r a r s e de frente á f r e n -
te u n a s c o n otras, c o n m u c h a h e r m o s u r a y o r d e n ,
d e s u e r t e q u e no h a y c o s a s i n a c u e r d o .
DISCURSO I V .

Descripción del claustro principal, en lo bajo y


alto de la escalera grande que sube del uno
al otro.

U n a de l a s c o s a s m á s i m p o r t a n t e s y sagradas
q u e h a y e n las r e l i g i o n e s , son l o s c l a u s t r o s , y e n
l a O r d e n d e S a n J e r ó n i m o e l todo, c o m o s i d i j é -
s e m o s e l s e r de e l l a , d o n d e , c o m o en la m i s m a
i g l e s i a , se g u a r d a s i e m p r e s i l e n c i o , y e n p a r t i c u -
l a r e n e l bajo; q u e a u n q u e e n t o d a s n u e s t r a s ca-
s a s d e o r d i n a r i o h a y m á s de u n c l a u s t r o (en t o d a s
h a y dos y en a l g u n a s tres), el e n q u e v i v e n los
r e l i g i o s o s y d o n d e tienen l a m a y o r p a r t e de l a s
c e l d a s , p o r d o n d e a n d a n l a s p r o c e s i o n e s y se e n -
t i e r r a n los r e l i g i o s o s , es e l que t i e n e n o m b r e de
c l a u s t r o , d o n d e c o r r e n l a s leyes d e s i l e n c i o y o t r a s
observancias. En esta casa de San Lorenzo,
d o n d e h a y tantos, quiso e l f u n d a d o r , acomodán-
d o s e c o n n u e s t r a m a n e r a de v i d a , p u e s h a c í a c a -
sa de S a n J e r ó n i m o , hacer u n claustro p r i n c i p a l ,
l a a r q u i t e c t u r a de é l q u i e r o d e c i r a h o r a , p u e s le
cabe p o r s u ó r d e n , y es u n a d e l a s seis partes
p r i n c i p a l e s en q u e d i j e se d i v i d í a t o d a l a planta,,
y en h e r m o s u r a y b u e n o s a d o r n o s .
295
L a p r i m e r a es c u a d r a d a , de poca ó casi i m p e r -
ceptible d i f e r e n c i a : e n los l i e n z o s que van de
N o r t e á S u r tiene n o p i é s de pared á pared; en
l o s otros dos, q u e v a n de O r i e n t e á Poniente,
207, p o c o m á s ó m é n o s : e l á n d i t o , ó el a n c h o d e
l a p a r e d á los a n t e p e c h o s (voy h a b l a n d o d e l s u e -
l o bajo) t i e n e 24 p i é s , y d e a l t o , algo m á s d e 28;
d e s u e r t e que, m i r a d a l a c a j a y e l c l a r o de p a r e d
á p a r e d , tiene a l g o m á s q u e l o s c u a t r o c l a u s t r i l l o s
d e q u e h e m o s h a b l a d o e n el d i s c u r s o p a s a d o . E l
o r d e n p r i m e r o es d ó r i c o , y e l d e l a l t o es j ó n i c o ,
porque son muy hermanos, y entrambos, en lo
q u e t o c a á l a p r o p o r c i ó n de las c o l u m n a s , harto
parecidos. T i e n e por c a d a lado, contando los r i n -
cones ó ángulos, 12 pilastrones cuadrados, con
s u b a s a y c h a p i t e l p o r l a p a r t e de a d e n t r o ( d e n -
t r o l l a m o l o q u e cae a l j a r d i n ) : d o n d e tiene l a f a -
c h a d a y l a v i s t a , s e l e v a n t a u n p e d e s t a l de cinco
p i é s , en l a m e d i d a d i a g o n a l q u e p i d e e l a r t e , c o n
b a s a y c o r n i s a , bien labrado, que resalta p i é y
m e d i o d e l p i l a s t r o n , y sobre é l c a r g a u n a c o l u m -
n a d e m e d i a c a ñ a , c o n s u b a s a y c h a p i t e l de o r -
d e n , c o m o digo, d ó r i c o . P o r l a p a r t e d e l á n d i t o y
d e l a p r o c e s i ó n , tiene otro p i l a s t r o n c u a d r a d o , de
u n a c u a r t a de p i é de r e l i e v e , q u e s u b e h a s t a l a
i m p o s t a : el c l a r o d e l a r c o t i e n e en a l t o , d e s d e el
a n t e p e c h o , q u e es i g u a l c o n el p e d e s t a l , 20 p i é s ,
y de a n c h o l a m i t a d . E n c i m a c o r r e , p o r l o s c h a -
p i t e l e s de l a s c o l u m n a s , el a r q u i t r a v e , gotas, t r i -
glifos y m é t o p a s desnudas, y l a c o r n i s a , c o n sus
partes bien consideradas y de buena salida. R e s -
296
p o n d e e n l a p a r e d de e n f r e n t e , e n l a m i s m a p r o -
p o r c i ó n de a n t e p e c h o y p i l a s t r a , otro p i l a s t r o n de
la m i s m a piedra, con medio p i é de r e l i e v e , q u e
v a haciendo sus arcos respondiendo á los claros,
c a p i l l a s y b ó v e d a s de p i e d r a , t o d o b i e n l a b r a d o y
c o n m u c h a g r a c i a . L o s p i l a s t r o n e s de l a s e s q u i -
nas son doblados, p a r a q u e respondan, con sus
c o l u m n a s y p i l a s t r a s , d e n t r o y f u e r a , y p a r a el
á n g u l o de a d e n t r o en los a r b o t a n t e s . T i e n e todo
este o r d e n , desde e l suelo p r i m e r o h a s t a el a b a c o
d e l a c o r n i s a , j u s t o s 30 p i é s ; sobre e l l a a s i e n t a n
l o s p e d e s t a l e s d e l s e g u n d o y los a n t e p e c h o s , q u e ,
c o m o dije, es o r d e n j ó n i c o , y g u a r d a l o mismo
todo q u e el bajo d ó r i c o , s a l v o q u e e l a n t e p e c h o
y pedestal n o t i e n e m á s d e c u a t r o t e r c i a s : l a c o -
l u m n a , c o n su p e d e s t a l , b a s a y c h a p i t e l , tiene de
alto 22 p i é s ; e l r e c t o , h a s t a l a m o c h e t a , c u a t r o
p i é s . L o s c l a r o s d e l o s a r c o s son los m i s m o s q u e
l o s b a j o s , á 10 p i é s , y el a l t o en d o b l o , contando
e n ello e l a n t e p e c h o , ó m i d i e n d o d e s d e el suelo;
d e s u e r t e , q u e t i e n e tres y m e d i o p i é s m é n o s de
alto, p o r r a z ó n d e que q u e d a s e m á s abrigado,
q u e e n t i e r r a s f r i a s se h a d e t e n e r c u e n t a c o n e s -
to; y á u n d e s p u é s a c á se d e t e r m i n ó e c h a r v e n t a -
n a s de m a d e r a , c o n s u s t a b l e r o s de n o g a l , b i e n
l a b r a d o s , y de l a p a r t e q u e l e s d a el sol y e l a g u a
d a d o de c o l o r v e r d e , p a r a q u e s e a m á s d u r a b l e y
s e defienda l a m a d e r a ; y a s í q u e d a h e c h o el c l a u s -
tro, p o r l o s 30 p i é s , unas galerías cerradas y
g u a r d a d a s e n e l i n v i e r n o de los aires y del frió,
y en el v e r a n o del sol; de suerte que es ir p o r é l
297
c o m o por u n a celda larga y espaciosa, cosa por
extremo acertada, de m u c h a g r a n d e z a y p r o v e -
c h o ; p o r l a s p a r e d e s de dentro de este alto h a c e
l o m i s m o q u e en el de a b a j o , r e s p o n d i e n d o á los
c l a r o s o t r o s c e r r a d o s , q u e de l a i m p o s t a arriba,
, e n los dos p a ñ o s de M e d i o d í a y O r i e n t e , h a c e
v e n t a n a s a b i e r t a s , p a r a d a r l u z á los callejones
de las celdas altas que e s t á n en ellos, y tienen
sus a n t e p e c h o s d e h i e r r o ; e n l o s otros dos, q u e
s o n el d e P o n i e n t e y C i e r z o , l a s t i e n e c e r r a d a s :
por r e m a t e de este s e g u n d o o r d e n j ó n i c o , y p a r a
a d o r n o de todo e l c l a u s t r o , se h i z o u n a n t e p e c h o
e n c i m a de l a c o r n i s a , a b i e r t o , c o n s u s b a l a u s t r e s
y pasamanos, asentando á plomo sobre los p i l a s -
trones y c o l u m n a s otros p e d e s t a l e s , q u e s o n l a
fuerza del antepecho, haciendo sus resaltes y
g u a r d a n d o el m i s m o o r d e n q u e los b a j o s ; e n c i m a
de e l l o s e s t á n l a s a l m e n a s ó a c r o t e r a s , c o n b o l a s
q u e les s i r v e de r e m a t e ; d e s u e r t e q u e , d e s d e e l
a s i e n t o de l o s p e d e s t a l e s d e este s e g u n d o o r d e n
j ó n i c o , h a s t a el p a s a m a n o de este a n t e p e c h o , h a y
j u s t o s otros 30 p i é s , y e n t o d a e s t a f a c h a d a d e l a
a r q u e r í a , j u s t o s 60, g u a r d a n d o t o d o m u c h a p r o -
p o r c i ó n y m e d i d a . P o r este c l a u s t r o h a c e m o s l a s
procesiones los d i a s d e fiestas p r i n c i p a l e s , p o r -
q u e l a s de los d i f u n t o s y o t r a s m á s o r d i n a r i a s , s e
h a c e n p o r los claustros p e q u e ñ o s , donde nos e n -
terramos, ó p o r el c u e r p o de l a i g l e s i a , q u e h a y
harto espacio p a r a ellas y jparecen m u y bien.

L a s p i e z a s q u e r o d e a n este c l a u s t r o e n el b a j o ,
p o r l a p a r t e d e l N o r t e , e s t á l a i g l e s i a , y se e n t r a
298
en ella, por u n a puerta grande que responde a l
c l a r o del a r c o : p o r l a d e O r i e n t e , l a s a c r i s t í a c o n
el z a g u á n y s e r v i c i o s d e e l l a , c o n o t r a s dos p u e r -
tas grandes en e l m i s m o lienzo, una, a l p r i n c i p i o
y o t r a al fin; p o r el l i e n z o de M e d i o d í a los C a p í -
t u l o s y c e l d a b a j a d e l P r i o r , c o n o t r a p u e r t a en e l
m e d i o p o r d o n d e se e n t r a á los C a p í t u l o s , y c a d a
cosa de estas quiere que hagamos discurso de
e l l a , p o r q u e l o m e r e c e . P o r el l i e n z o de P o n i e n -
te, e s t á l a i g l e s i a p e q u e ñ a , que s i r v i ó de p r e s t a d o ,
y l a entrada del z a g u á n ó recibo, de que y a h i c i -
m o s m e m o r i a ; t a m b i é n tienen otras dos p u e r t a s
grandes, en m u c h a correspondencia, q u e se m i -
r a n c o n l a s o t r a s dos d e l paño de Oriente; de
suerte que, t i e n e e l c l a u s t r o b a j o , seis puertas
g r a n d e s , de u n a m i s m a m e d i d a , d e o c h o p i é s e n
ancho y p r o p o r c i ó n dupla. E n medio de estas
dos p i e z a s , se h a c e n c i n c o c l a r o s ó a r c o s a b i e r t o s ;
los dos s i r v e n de t r á n s i t o s p a r a los c l a u s t r o s pe-
q u e ñ o s d e s d e el g r a n d e ; s o n t a m b i é n de p i e d r a ,
bien labrados, g u a r d a n d o el orden del antepecho
que va respondiendo de una y otra parte; los
o t r o s tres, s i r v e n á l a e s c a l e r a p r i n c i p a l , q u e es
u n a de l a s c o s a s b i e n a c e r t a d a s y h e r m o s a s que
h a y en esta f á b r i c a .
L a t r a z a d i ó u n B e r g a m a s c o , h o m b r e de mu-
c h o i n g e n i o e n p i n t u r a y a r q u i t e c t u r a ; tiene e s t a
escalera de c u a d r o en toda l a caja por la entrada
h a s t a e l testero, q u e p o d e m o s l l a m a r l o l a r g o , 45
p i é s , p o r e l a n c h o 40; l a entrada p a r a subir del
claustro bajo, no tiene s i n o l o q u e r e s p o n d e a l
agg
c l a r o d e l o s a r c o s , n i se le p u d o d a r m á s s i n c o r -
r o m p e r el orden d e l a a r q u i t e c t u r a , q u e v i e n e c o r -
r i e n d o c o n gran u n i f o r m i d a d , n i s e p e d i a d i s m i -
n u i r en u n o s , p a r a d a r á otros s i n n o t a b l e f e a l -
d a d . E n t r a n d o p o r e l a r c o y p a s a d o s los dos p i -
l a s t r o n e s , tiene d e a n c h o c a d a e s c a l ó n m á s d e 16
p i é s , s u b e d e r e c h a c o n s o l o este o r d e n h a s t a 15
p i é s en a l t o , c o n 26 e s c a l o n e s , h a c i e n d o u n a m e s a
á l o s 13, y l u e g o otros 13, otro d e s c a n s o y m e s a
g r a n d e , que t o m a todo el a n c h o d e l c u a d r o , q u e
c o m o d i j e , tiene a l g o m á s d e 40 p i é s d e t r a v i e s a y
12, desde el e s c a l ó n á l a p a r e d . P o r e s t a m e s a se
e n t r a á los 15 p i é s de los c l a u s t r o s p e q u e ñ o s , y
d e s d e e l l a , se p a r t e l a e s c a l e r a e n dos r a m o s ó b r a -
zos; el u n o v u e l v e sobre l a m a n o d e r e c h a , y el otro
sobre la izquierda, y suben hasta el c l a u s t r o
g r a n d e , h a c i e n d o en m e d i o á l o s t r e c e e s c a l o n e s ó
d e s c a n s o de c a d a p a r t e , c o m o e n el tramo que
s u b i ó d e r e c h o ; d e s u e r t e que, e n 30 p i é s d e a l t o ,
h a y 52 escalones y c u a t r o m e s a s , y a s í q u e d ó l l e -
n a , suave, apacible, alegre, clara, hermosa, d e s -
enfadada, y con todas las buenas partes que se
pueden desear en una buena escalera, parte tan
principal y tan difícil de a c e r t a r s e e n l o s edifi-
cios: l a s p i e z a s son todas e n t e r a s , d e u n a p i e z a
y b u e n a p i e d r a , los p a s a m a n o s de l a m i s m a m a -
n e r a , c o n b u e n a s fajas y c o m p a r t i m e n t o s y o t r o s
a d o r n o s e n los a r c o s c o l a t e r a l e s de l a e n t r a d a ;
sobre d o n d e r e v u e l v e n los dos b r a z o s de e l l a , e s -
t á n unos nichos grandes, c o n sus asientos, dos d e
c a d a l a d o : e n e l testero.de los 15 p i é s , h a y o t r o s
300
t r e s n i c h o s , t a m b i é n c o n s u s a s i e n t o s ; los q u e s e
sientan allí, tienen delante u n a m u y alegre y v a -
r i a d a v i s t a ; a r c o s altos y b a j o s , y p o r los l a d o s
escorzos y perspectivas en arquitectura excelen-
tes, q u e s e h a c e n c o n l a s l í n e a s v i s u a l e s que s a l e n
de los o j o s , n i c h o s , p u e r t a s , j a r d i n e s , f r e s c u r a s ,
fuentes, e s t a n q u e s , p i n t u r a s , e s t á t u a s , que t o d o
j u n t o se v i e n e d e l a n t e , r e c r e a n d o c o n s u c o m p o s -
t u r a el a l m a : l a b ó v e d a es m u y a l t a , p o r q u e e n -
c i m a de l a cornisa de piedra, que corre a l d e r r e -
d o r p o r c i m a de l o s c h a p i t e l e s d e l a s p i l a s t r a s , s e
l e v a n t ó u n pedestal grande, que á m i parecer tie-
ne o c h o p i é s de a l t o , c o n s u s c o m p a r t i m e n t o s d e
estuque blanco c o m o l a nieve, y e n c i m a de é l ,
corre otra c o r n i s a de lo mismo. V u e l v e luego l a
b ó v e d a , haciendo sus lunetas y ventanas, cuatro
p o r c a d a l a d o y tres p o r l a s frentes; l a bóveda
t a m b i é n e s t á e s t u c a d a , b i e n c o m p a r t i d a y de b u e -
na gracia; e n c i m a de los nichos de la mesa que
a t r a v i e s a y h a c e t r á n s i t o s á los c l a u s t r i l l o s , e s t á n
t r e s historias a l f r e s c o , y otras dos e n c i m a d e l o s
c l a r o s , q u e r e s p o n d e n á estos t r á n s i t o s , que a c a -
b a n de e c h a r e l s e l l o á l a p e r f e c c i ó n de esta e s c a -
l e r a , de q u e h a r e m o s luego m e m o r i a : finalmente,
es t o d a e l l a u n a p i e z a q u e l o s q u e p o r m o m e n t o
s u b i m o s y bajamos por e l l a , no nos hartamos de
mirarla.

D i c h o he, c o m o he podido, l a arquitectura del


c l a u s t r o alto y b a j o ; d i r é a h o r a d e l a d o r n o de e n -
trambos. E s t á el claustro bajo pintado todo a l
ó l e o y a l fresco; d e s u e r t e que, e n t o d o s u c o n t o r -
301
n o h a y 46 h i s t o r i a s del N u e v o T e s t a m e n t o , desde
l a C o n c e p c i ó n de N u e s t r a S e ñ o r a h a s t a el J u i c i o
final, q u e a g u a r d a m o s , r e p a r t i d a s p o r l o s a r c o s de
d e n t r o , q u e r e s p o n d e n á los c l a r o s de f u e r a , c o n -
tando cuatro á n g u l o s y rincones, en que h a y ocho,
y l a s c i n c o que d i j e e s t á n e n l a e s c a l e r a princi-
pal, que t a m b i é n responden á l o s c l a r o s de los
a r c o s p o r d o n d e se e n t r a á e l l a , y los callejones
para los claustrillos. C o m i e n z a n estas historias,
desde l a p u e r t a p o r d o n d e s a l i m o s c o n l a s p r o c e -
s i o n e s de l a i g l e s i a a l c l a u s t r o , y l u e g o en el a r c o
y c l a r o de l a m a n o izquierda, porque así v o l v e -
m o s luego con l a p r o c e s i ó n ; e s t á la Concepción
de l a V i r g e n S a n t í s i m a , q u e e s c o m o l a p r i m e r a
p i e d r a q u e D i o s p u s o e n esta fábrica; de la otra
p a r t e de l a m i s m a p u e r t a , en l a m a n o derecha,
e s t á el e x á m e n p o s t r e r o que h a r á n c o n nosotros,
para v e r si c u m p l i m o s t a m b i é n lo que con él
asentamos en el N u e v o Testamento, que q u i s o
h a c e r c o n los h o m b r e s , c o m o é l l o c u m p l i ó d e s u
parte, d o n d e a c a b a l a p r o c e s i ó n , y no h a y m á s
q u e a n d a r y que n e g o c i a r , p o r q u e los q u e lo c u m -
p l i e r o n e n t r a r á n en s u t e m p l o y e n s u g l o r i a , c o n
los que anduvieron bien l a p r o c e s i ó n ; los que n o ,
se q u e d a r á n fuera, como v í r g e n e s locas, ó sier-
vos perezosos, que no supieron granjear. Para
q u e se v e a que no e s t á l a p i n t u r a h e c h a á c a s o ,
se r e p a r t i ó t o d a entre c u a t r o m a e s t r o s , dos e s p a -
ñ o l e s y dos italianos; l a p i n t u r a a l fresco d e los
c l a r o s de l o s a r c o s todos, 'con el á n g u l o ó r i n c ó n
que está junto á la iglesia pequeña, q u e es l a
302
p r i n c i p a l , se le d i ó á P e r e g r i n de P e r e g r i n , Mi-
lanés, h o m b r e v a l i e n t e e n el a r t e , d e m u c h a i n -
v e n c i ó n y c a u d a l , a s í e n e l h i s t o r i a r c o m o en e l
d i b u j o , u n o de l o s m á s s e ñ a l a d o s d i s c í p u l o s y s e -
g u i d o r e s d é l a m a n e r a d e h a c e r de M i g u e l A n g e l ,
c o m o se muestra e n t o d a s l a s o b r a s que aquí
q u e d a r o n de su m a n o , de que haremos relación
en sus l u g a r e s p r o p i o s .
De las de este c l a u s t r o , d i r e m o s a h o r a a l g u n a
c o s a : l a p r i m e r a e s t a c i ó n , c o m o d i j e , es l a C o n -
c e p c i ó n de l a V i r g e n , u n a h i s t o r i a b e l l í s i m a , se
abraza el Santo J o a q u í n , ó c o m o se l l a m a , S a n
M a t e o J a c o b y S a n t a A n a , su m u j e r , en l a p u e r t a
d o r a d a (se a d m i t i e r o n e n e s t a s h i s t o r i a s p r i m e r a s
de l a V i r g e n , l a s que el v u l g o t i e n e r e c i b i d a s ,
porque no hay otras m á s a s e n t a d a s n i c i e r t a s ) ,
dos figuras de lindo dibujo y movimiento que
representan bien aquella pureza y gracia, que en
l o s p a d r e s d e l a S e ñ o r a N u e s t r a , se p u e d e i m a g i -
n a r : se d e s c u b r e u n p e d a z o d e b u e n a a r q u i t e c t u -
ra donde e s t á l a p u e r t a dorada, y por el claro de
ella, una calle c o n u n o s l e j o s excelentes, d o n d e
se ven personas y v e n t a n a s y p u e r t a s que h a c e n
a l p r o p ó s i t o ; p o r otra p a r t e , u n o s h e r m o s o s p a i -
sajes y c a m p o s , donde e s t á n los ganados y pasto-
r e s d e l S a n t o P a t r i a r c a . T r a s e s t a , sigue la N a t i -
v i d a d de l a m i s m a S e ñ o r a N u e s t r a . F i n g i ó u n
p e d a z o d e edificio c o r t a d o , p a r a q u e se v i e s e l o
de adentro d e u n a c a s a o r d i n a r i a : en l a p i e z a m á s
alta está la santa matrona A n a , sentada con gran
compostura en e l lecho, y parece q u e d ó m á s h e r -
303
mosa después de tan singular parto, porque tiene
una elevación particular; en la parte más baja del
aposento, están unas mujeres aderezando la niña
recien nacida tan al vivo, que parece se ve lo mis-
mo que fué. Luego, en el tercer arco, la presen-
tan sus padres en el templo, donde hay un lindo
pedazo de arquitectura puesto en perspectiva, y
la niña divina se ve cómo va subiendo por sí so-
la las gradas del templo con tan alegre semblante
como quien iba á la casa de su verdadero padre;
introdujo en esta historia dos pobres desnudos
que pedian limosna junto á las gradas, figuras
de mucha fuerza, relieve y dibujo. Luego se sigue
la cuarta, que es el desposorio de la misma R e i -
na con el Santo José, historia excelente y á m i
parecer de las más bien tratadas que hay en el
claustro: tiene otra arquitectura bien entendida;
se ven en ella cabezas de viejos y mozos, mujeres
hermosas y mancebos de linda gracia, y todos
muestran alegría y están como regocijados en
ver aquella milagrosa unión de los desposados.
Las dos figuras principales de la Virgen y José,
son verdaderamente singularísimas, llenas de ho-
nestidad y hermosura. En el claro del arco quin-
to se ve la Anunciación de la Virgen que, aun-
que con ella nos vino toda la buena dicha, esta
historia no la ha tenido, porque ya se ha pintado
dos veces y ninguna ha satisfecho: mejor es la
sexta y d e m á s nueva invención, que es, la Visita-
ción de Santa Isabel y la casa de Zacarías, que
tiene harto buenas cosas. Aquí entra el primei
304
rincón y ángulo del claustro, que está junto á la
puerta de la sacristía, en que hay muchas histo-
rias; hacen todos dos frentes y se doblan las histo-
rias, porque se cierran y abren las puertas de los
encasamentos, y así se procuró que abiertas y cer-
radas guarden el mismo orden y no se cortase
el hilo de la historia, y quede esto dicho para los
demás ángulos. En el primero de este, se sigue
luego la Natividad de Nuestro Salvador, en el
nicho ó encasamento al óleo, así dentro como fue-
ra, y el aparecimiento del Angel á los pastores^
y la Circuncisión del Señor: estas dos, en las puer-
tas cuando se abren y cuando están cerradas,
en lo que tapan de la pared, al fresco. E n el se-
gundo testero, está la Adoración de los Reyes; en
lo principal del nicho y en las puertas cuando se
abren, se ve e l Bautismo de Nuestro Señor en el
rio Jordán; y el milagro de las bodas, convirtien-
do el agua en vino, cada una en su puerta, y cuan-
do están cerradas, en lo que tapan de la pared
cuando están abiertas, al fresco pintadas. De suer-
te que, en cada uno de estos rincones hay doce
historias, aunque, como digo, no son más que
seis, sino que se pintan dos veces con diferen-
te invención y postura. Pintó esta estación con
harto estudio y cuidado Luis de Carvajal, her-
mano de Juan Bautista Monegro, cuyas dijimos
son las figuras y estátuas de los Reyes y de San
Lorenzo. Entra luego el paño y banda de Oriente
que cae en la parte de la sacristía. En pasando la
puerta de su zaguán, que está en el primer claro,
305
se sigue la historia de la Purificación de Nuestra
Señora; puede ponerse entre las primeras y me-
jores de esta orden; lleva la Virgen en sus bra-
zos el Niño alegre y risueño, en la mano derecha
una vela encendida; muestra entrar en el templo,
que se representa con una excelente perspectiva,
y sin duda son todas estas figuras valientes: la
historia galanamente repartida, lindas cabezas,
bien labrado y buen colorido, y todo bueno. Sin
esta, hay otras ocho historias en este paño ó ban-
da, hasta la otra puerta que responde á esta, en el
último claro. L a huida de Egipto, donde se ve la
Virgen con el Niño en brazos sentada en un po-
llino, y juran todos que le ven caminar una cuesta
abajo; José le lleva del cabestro; un ángel de
piés en una nube los va guiando; una historia de
solas estas tres figuras artificiosamente puestas y
repartidas, y estimadas entre todas cuantas hay
en este claustro, y con razón. Luego se ve la muer-
te de los niños inocentes, la vuelta de Egipto, la
del Niño perdido y hallado en el templo, en medio
de los doctores preguntando y respondiendo; his"
toria excelente y hermosamente trazada y dis-
puesta; parece se les ve en los rostros, la admira-
ción que les ponia en alma, tan celestial pruden-
cia. Luego se sigue la tentación del desierto, po-
niéndolas todas tres con buen ingenio, la elección
de los Apóstoles y de los discípulos, después de
haber estado orando en el monte, y significó aquí
con mucho artificio aquella diferencia de senti-
miento que puede creerse ó imaginarse; hizo
20
306
esta elección en los unos y los otros, porque los
de la mano derecha, donde puso los escogidos,
para tan alto ministerio, están con semblantes de-
votos, humildes, gratos y santamente alegres, que
parece se les ven estos píos afectos en el rostro y
en los movimientos; los que quedan á la mano si-
niestra, se muestran como tibios, descuidados, mal
contentos, y como quien no merecía se les hiciese
aquel favor, que apenas cae debajo de mereci-
mientos: y pudo el maestro tanto con el arte, que
nos quiso hacer ver en la pintura, lo que no es
fácil de conocer en el mismo natural y vivo.
E s t á luego la Resurrección de Lázaro^ histo-
ria bien considerada; la última de este lienzo es
cuando echó Cristo de la casa de su padre los
que vendían y compraban en el templo; aquí
tomó Peregrin alguna demasiada licencia en
inducir personas desnudas, que con la afición del
arte y la gana de mostrarla se pierde muchas ve-
ces el decoro y la prudencia, y áun lo que fué
peor, que la figura del Cristo, si bien se conside-
ra, está algo corrompida; la culpa fué del que la
labró, que no le entendió bien; son pocas las que
el mismo Peregrin labró de su mano en este
claustro, y como S. M . , que sea en gloria, desea-
ba tanto verlo acabado^ fué forzoso traer oficia-
les que labrasen lo que él dibujaba, que si él lo
hubiera de hacer sólo, aún no estuviera acabado;
le oí yo quejarse de esta prisa hartas veces, por-
que veia los defectos, y en el ¡fresco no tienen re-
medio sino hacerse de nuevo.
307
Entran luego el ángulo y rincón segundo, que
tiene el número de historias que el pasado; le pin-
tó un maestro italiano llamado Rómulo, que vivió
muchos años en E s p a ñ a , y así dejó muchas obras
de su mano; dicen que no era hombre de m u -
cha invención: en las casas del Duque del Infan-
tazgo, en Guadalajara, hizo muchas cosas al
fresco, y del grotesco, que satisfacen á muchos;
las que pintó en este rincón, son las dos princi-
pales del óleo dentro y fuera, la Transfiguración
del Señor y la Cena. En las puertas abiertas y en
las partes que cobren de la pared, están la de la
Samaritana y la de la mujer cogida en adulterio,
y Cristo escribiendo en tierra la poca justicia de
los acusadores, por haber en ellos otros mayores
pecados y más graves adulterios. En la otra parte
donde está la Cena, en la una de las puertas está
la entrada festival y de los ramos en Jerusalen, y
en la otra, el lavamiento de los piés; pintó en la de
fuera la Cena legal del cordero figurativo, con los
báculos en las manos y como gente que habia de
caminar luego; y en la de dentro la real y verda-
dera del Santísimo Sacramento, del cuerpo y san-
gre de Jesucristo; tiene esta pintura buen colori-
do y no la falta relieve. Torna á proseguir luego
Peregrin las historias en los claros de los arcos,
y luego desde la primera, pasado este ángulo de
Rómulo, comienza el discurso de la Pasión por
todo este lienzo del Mediodía, en diez historias
repartida, comenzando desde la Oración del
Huerto, donde mostró mucho arte y grandes p r i -
308
mores de su ingenio, variedad de posturas, es-
corzos y valentías, luces fuertes, grande relieve
y posturas, ó como ellos dicen, habitúdines extra-
ñas con diversas arquitecturas, perspectivas ex-
celentes al parecer de muchos; ya que se atre-
vió hacer tantas extrañezas, y ser tan inventivo, ó-
como ellos dicen, caprichoso, no habia de fiar el
ejecutarlo de otra mano que la suya, porque haya
algunas cosas mal entendidas y con yerros ó de-
fectos que se pueden excusar mal; también osa-
ré decir que se aprovechó en más de una par-
te de las cosas de Alberto, que para hombre de
tanta invención es defecto, si no lo excusamos
con la prisa que se le daba á que lo acabase. Lle-
gó corriendo con estas historias hasta que Cris-
to sale con la cruz á cuestas por la puerta de Je-
rusalen, donde representó harto al vivo aquel
tropel y aprietos que en estos casos suele hacer
l a gente, unos á p i é , otros á caballo, rempujándo-
se, riñendo; las cruces de los ladrones se divisan
medio dentro de las puertas, medio fuera, y otros
cien movimientos bien pensados; representó la
persona de Nuestro Salvador, arrodillado con la
cruz y el aprieto de la canalla, donde le encuen-
tra la Santísima Madre; puso el rostro de Cristo
tan deshecho y tan consumido, que quiebra el co-
razón; el rostro déla Virgen no se descubre todo,
que casi está de espaldas; en lo que se alcanza
ver, dió muestras del intensísimo dolor y senti-
miento; es, sin duda, una historia valiente, de
cien cosas buenas, y de mucha piedad y devoción.
309
Luego se sigue el ángulo tercero, que es t a m -
bién suyo, donde por ser casi todo de su mismo
pincel y colorido, hay cosas excelentes y de m u -
cha valentía, y de singular hermosura y arte, así
en lo del fresco como del óleo. E n la primera es-
tación de las dos principales, está Cristo crucifi-
cado; en la de dentro se puso de frente, con mu-
cho acompañamiento de figuras; la Virgen está
en pié., y lo mismo San Juan y las Marías, aun-
que la Magdalena abrazada á los piés del Cruci-
fijo, en una postura artificiosa y que no ofende
ni embaraza; todas muestran el vivo dolor y sen-
timiento que se pudo declarar con el pincel; los
sacerdotes y escribas alegres y como triunfando
en haber cumplido la medida de los pecados de
sus padres; los verdugos, ó los soldados, jugando
ó sorteando la ropa del Inocente: toda la historia,
al fin, tiene gran majestad y primor, y lo que es
más, que juntó en ella mucha devoción y hermo-
sura: mostró aquí Peregrin 'que aunque hacía
más de 18 ó 20 años que no habia pintado n i he-
cho cosa de su mano al óleo, ni ejercitado el co-
lorido, tenia gran talento y gracia en ello, y que
si lo ejercitara, igualara con el Ticiano, ó con
Antonio de Acorezo; príncipes del bien pintar y
colorir. En la historia misma que se ve, cerradas
las puertas, puso el Crucifijo de lado, en un escor-
zo de gran ingenio, para darle el relieve grande
que tiene, porque parece de bulto y que puede
abrazarse; significa la ocasión del sol oscurecido
y las tinieblas que se hicieron sobre la tierra, sin-
3io
tiendo la muerte de su Criador, un cielo y aire
cubierto y eclipsado, que hizo con esto admirable
efecto para todo el relieve de la historia: aquí en
otra estación que está en la pared, que cubre la
puerta cuando se abre, puso la Santísima Virgen
derribada y vencida del dolor, en esta de verle
muerto y que le van á dar la lanzada, en la otra
de verle enclavar en la cruz; pero se le ha de per-
donar, porque no se lo advirtieron, que las mu-
chas pinturas que se ven con este desmayo, así
antiguas como modernas, le hizo caer con este
descuido, que él mismo me dijo le habia pesado,,
y por variar el dibujo hizo este agravio de poner
desmayo en la más alta fortaleza de mujer que
Dios ha criado. En las puertas abiertas están las
dos historias, de clavarlo en la cruz la una, y des-
cenderle de ella la otra; entrambas, así en las puer-
tas al óleo como al fresco en la pared, son de su
misma mano, como las otras dos que hemos d i -
cho, y de tanta excelencia y perfección, que no sé
si su maestro Miguel Angel hiciera más en ellas.
Las dos de cuando le clavan son de mucho arte,
porque está el Cristo tendido en el suelo encima
de la cruz, y hace unos escorzos ingeniosísimos
y de mucha dificultad; en la otra estación está por
principal la Resurrección, que aunque no la labró
toda de su mano, la retocó y la realzó mucho; así
la de dentro como la de fuera, tienen entrambas
valientes escorzos y grande dibujo, posturas d i -
fíciles en extremo en los soldados que guardan
el sepulcro, que como en gente espantada, alboro-
Su
tada y despavorida, hubo lugar de mostrar mucho
arte; tiene la de adentro excelentes luces y reto-
ques de unos arreboles que se cansan y salen de
aquel gran sol de justicia, que se muestra rodea-
do de una aurora y mañana hermosísima, que
á quien le mira regocija el alma. En la una puer-
ta está, cuando le ponen en el sepulcro, y en la
otra, cuando saca las ánimas de los santos padres,
y lo mismo responde en los lados de la pared
cuando está cerrada la estación; lo que más aquí
se pondera y nunca acaba de estimarse, son las
dos estaciones del fresco, que se juntan en el pro-
pio rincón entre estas dos historias principales,
que son, el Descendimiento de la Cruz, y el po-
nerle en el sepulcro, entrambas al fresco en la pa-
red, donde parece quiso esmerarse y mostrar cuán-
to valia en el arte, pues en muy breve espacio en-
cerró estas dos historias, acomodando unas figu-
ras muy grandes; de suerte que se gozan bien, y de
tanto arte y tan bien labradas, que no las ha visto
nadie que no quede satisfecho de ellas' por extre-
mo. Se siguen luego en el paño del Poniente las
historias de la Resurrección, en que están todos
los aparecimientos que el Señor hizo después de
resucitado, desde la primera, que está en pasando
la puerta de la iglesia pequeña, hasta la postrera,
que hizo sus Apóstoles andando pescando San
Pedro y San Juan en el mar con otros de aquel
sagrado colegio, en el mar, de Tiberiades, y el Se-
ñor les habló desde la ribera, y en el convite del
pez y del panal le conocieron. Las Marías y san-
312
tas mujeres á quien se mostraron los ángeles y
les dieron la buena nueva de la Resurrección, es-
tán en la segunda estación, y porque aquí se sigue
luego los cinco claros que dije se hacen con los
dos tránsitos para los claustros pequeños y los
tres de la escalera principal, se pusieron las his-
torias en los arcos que están en la escalera, que
son, la corrida que hicieron San Pedro y San Juan
por la nueva que les dió la Magdalena, y cómo
llegan admirados al sepulcro; luego la aparición
á la misma María Magdalena: tras ella, la que el
mismo Señor hizo á las santas mujeres; la cuarta
la que hizo á los dos discípulos que iban al cas-
tillo de Emaus, y luego la que hizo á los discípu-
los la primera vez, faltando Santo Tomás; esta y
la de San Pedro y San Juan cuando llegaron al
sepulcro, no son de Peregrin, si no de Lucas ó
Luquete Calgiaso, que las habia pintado todas
cinco; y porque no contentaron las tres del tes-
tero, se quitaron y las pintó Peregrin; las otras dos
son, la otra venida del Señor, cerradas las puertas,
y estando Santo Tomás presente; una historia
harto excelente y de mucha consideración, con
una arquitectura en perspectiva bien acertada; y
la postrera la que dije del mar estando los discí-
pulos pescando. Sigúese luego el cuarto ángulo ó
rincón del claustro, donde por el mismo orden
están en lo principal de los dos testeros la Anun-
ciación del Señor y la venida del Espíritu Santo,
y en las puertas y en lo que les responde de la
pared, otras dos apariciones que hizo el Se-
3A3
ñor á muchos de sus discípulos juntos, y la ve-
nida y descensión del Espíritu Santo, por la pre-
dicación de San Pedro y por la imposición de-
las manos de los Apóstoles sobre muchos cre-
yentes.
Estas historias y todo este rincón es pintura de
Miguel Barroso, español, que si fuera italiano, le
llamaran el nuevo Miguel Angel, y pegárasele tras
esto, alguna más valentía, que ha sido común v i -
cio de los pintores de España afectar mucha
dulzura en sus obras y alabarlas, como ellos dicen,
y ponerlas debajo de una niebla ó de velo, co-
bardía sin duda en el arte, no siéndolo en la na-
ción: en lo demás están estas historias muy bien
tratadas y entendidas, buen repartimiento y co-
lorido y de buen dibujo: sólo me parece que les
falta la fuerza, y lo que es más de estimar en este
maestro, que sin haberse ejercitado mucho en
pintar al fresco y en paredes, las cuatro estacio-
nes que aquí hizo, los lados que cubren las puer-
tas, son muy buenas y parecen de los que han cur-
sado en Italia, aunque nunca estuvo allá, donde
se ve el ingenio del hombre, y lo mostraba en
otras muchas habilidades que tenia; sabía bien
la lengua latina y no sé si la griega,, con otras
vulgares, la arquitectura perspectiva y música; dí-
jome él á mí que le habia aprovechado mucho, lo
que comunicó con Becerra trabajando mancebo
en su casa, donde infiero, que si pasara en Italia
y viera los originales y las buenas cosas de aque-
llos príncipes de este arte, los comunicara como
314
hicieron nuestro Mudo y el Becerra, fuera exce-
lente hombre.
He dicho así de corrida lo que hay en estas
cuatro estaciones y rincones del claustro; lo que
falta hasta la puerta por donde comenzamos y
salimos de la iglesia, son otras cuatro estaciones
de Peregrin, en que están las historias del t r á n -
sito de Nuestra Señora, su subida] al cielo y la
coronación en Reina Soberana, sobre todo, los
coros de los ángeles y la postrera el Juicio final,
que es la postrera de las fiestas que celebrará este
mundo y la mayor que se puede imaginar.
Esta es toda la pintura de nuestro claustro,
atropelladamente dicha y representada; pierde
mucho en tratarse así; n i vale nada si no se ve,
porque va siempre el alma del que por él pasear
trasladando en sí con la fidelidad de la vista, el es-
píritu de tan amorosos pasos, y sintiendo unos a l -
borozos y movimientos de otro género que los que
pueden nacer de cosa terrena. L o que hay mucho
de doler es, que el tiempo va tratando mal esta
tan excelente pintura, porque el agua, el aire, el
sol, la niebla, el calor y el frió, la combaten casi
irremediablemente, pues no hay muralla tan fuer-
te que esto no quebrante. Pensé acabar todo l o
de este claustro en un discurso, más excederá
mucho de ia medida, y así acuerdo repartirlo.
DISCURSO V .

Prosigue la relación de las pinturas del claustro


principal en lo alto: la fuente de su j a r din
y otras piezas notables.

Aunque en el claustro alto no hay tanto ador-


no ni pintura como en el bajo, por donde pasa-
mos tan corriendo, por no cansar al que va vien-
do esta casa, la que hay e s t á n buena, que nos
pudiéramos detener con ella muchos ratos. D i j i -
mos que los claros de los arcos de la pared, que
responden á los de fuera, quedaron cuadrados,
porque corre una faja de piedra, continuando el
nivel de los chapiteles de las pilastras por todo
el contorno, y encima se hacen unas lunetas re-
partidas con otras dos pilastras que le dan buena
gracia. En las frentes y testeros hay ocho cuadros
grandes de mano de nuestro Juan Fernandez, mu-
do, fué (porque lo digamos de paso, que es digno
se perpetúe su memoria) natural de Logroño, de
padres honrados y nobles, nació mudo, y como
desde niño le vieron inclinado á pintar y á cosas
de dibujo, y que con carbones y con piedras y
con lo que hallaba, andaba contrahaciendo y hur-
tajando lo que veia, le llevaron á la hospedería
316
del monasterio de la Estrella de nuestra Orden,
para que allí aprendiese algo de un religioso de
aquel convento, que se llamaba fray Vicente, que
sabía de pintura: le dió algunos principios, y co-
mo vió tanta habilidad en el muchacho, trató con
sus padres, que pues se iba haciendo hombrecillo,
le enviasen á Italia; fué allá y vió cuanto bueno
en ella había en Roma, Florencia, Venecia, M i -
lán y Nápoles. Trabajó en casa del Ticiano y de
otros valientes hombres de aquel tiempo; no sé
que por sí hiciere alguna cosa de consideración;
le oí decir á Peregrin, admirándose de las cosas
que aquí habia suyas, que en Italia no habia he-
cho cosa de estima; creo que estuvieron juntos
algún tiempo: con todo eso, pienso que tenia allá
nombre, porque luego como se comenzó esta fá-
brica, tuvo el Rey noticia de él, creo por via de
Don Luis Manrique, su limosnero mayor, y le
mandó llamar para que pintase algunas cosas. L o
primero que sabemos hizo aquí, fueron unos p r o -
fetas de blanco y negro en unas puertas de un
tablero de la quinta angustia, que está ahora en
medio de la pared de la sacristía, encima de los
cajones, que por estar de continuo abiertas no
se gozan; copió luego un Crucifijo grande y ex-
celentísimo, que está en el altar de la misma sa-
cristía, muy del natural, aunque Nuestra Señora
y San Juan tienen las ropas no más que de blan-
co y negro: contentóle mucho al Rey esta copia,
y la mandó poner en una capilla que tiene en el
bosque de Segovia: se le ordenó luego pintase
3i7
cuatro cuadros grandes, para que sirviesen de re-
tablos en la sacristía de prestado que se hizo en el
lienzo del claustro grande, donde está la escalera:
acabados estos, le mandaron pintar otros cuatro
para que sirviesen de lo mismo en la sacristía del
colegio, que estaba de la otra parte de la escalera
del mismo paño. Estos ocho cuadros grandes son
los que ahora están en este claustro alto por el
orden que aquí los iré poniendo; advirtiendo pri-
mero, que se ve en ellos una notable diferencia, y
que si apartaran los cuatro primeros á una parte,
y los postreros á otra, los juzgaran por de diver-
sos maestros, aunque entrambos buenos; tanta
mudanza hizo de los unos á los otros en la manera
de la pintura.
E l primero de todos fué el cuadro de la Asun-
ción de Nuestra Señora; la adornó con mucha di-
ferencia de ángeles, unos vestidos y otros desnu-
dos, con diversas posturas,^ escorzos ingeniosos
de su propia invención; los doce Apóstoles que
la contemplan subiendo por el aire, llenos de de-
voción y de espíritu, tienen todos hermosísimas
cabezas y rostros verdaderamente de santos; es-
tá entre ellos el retrato de su mismo padre, y di-
cen que el de su madre, es el mismo que el de la
Santísima Virgen, porque era muy hermosa, y él
salió también gentil hombre y de buen rostro;
pintura toda muy acabada. Con todo esto, el
Mudo quisiera no haberla pintado, porque la dis-
posición de las figuras, que es en las historias
parte principal, no le contentaba, y quisiera, si
318
el Rey le daba la licencia, borrarla y hacer otra,,
y tenia razón, porque la Virgen parece va apre-
tada entre los ángeles, y tan envuelta con ellos,
que fué poca autoridad y poca gracia. Hizo lue-
go el cuadro del martirio de San Felipe, ocupan-
do lo principal con sola la figura del Apóstol en
una excelente postura, y lo demás con algunos
lejos, aunque parece todo ello algo desgraciado
por el colorido de las ropas. Luego fué obrando
el cuadro del martirio de Santiago, patrón de
España, hermosísima pintura, más que valiente,
tan acabada, que parece iluminación; está el ver-
dugo fiero y muy airoso, extraño rostro, y parece
del natural, y así dicen es retrato de un mancebo
oficial de Logroño; la actitud y movimiento es,
cuando pasa el cuchillo por la garganta del Após-
tol, con tanta propiedad y naturaleza, que j u r a -
ran los que le vieren, que comienza ya á espirar;
los ojos como revueltos, el color perdido, muda-
do el rostro, que pone compasión en las almas,
como si se viera el caso, y hace venir las lágri-
mas á los ojos; tiene lindísimos lejos, porque te-
nia en ello singular gracia; se ve en una campiña
rasa una batalla de cristianos y moros, y Santia-
go á caballo que va haciendo riza en ellos; aun-
que estamos mirando cada dia esta historia,
siempre se nos hace nueva, y siempre tiene que
mirar. L a cuarta fué un San Jerónimo en la pe-
nitencia y en el desierto, que á dicho de cuantos
le ven, es de las mejores cosas, así en el arte co-
mo en la hermosura y labor que se ha visto.
3i9
Aquí en esta casa creo hay las más lindas y arti-
ficiosas pinturas y cuadros de este santo que hay
en Europa juntas, y de valientes maestros, mas
ninguna tiene comparación con esta. Puso al san-
to casi de frente y de rodillas, todo desnudo, ce-
ñido con un paño blanco y dándose con la piedra
en el pecho, postura difícil y tan bien entendida,
que en lo que toca al dibujo no debe nada á todo
cuanto se estima por excelente; en el colorido y
carne no hay más que desear, porque parece v i -
vo; el rostro en escorzo excelente, viejo venera-
ble, hermoso, grave y lleno de espíritu verdade-
ramente de santo; en una fuente que está á un
lado, puso al león bebiendo; se ve todo entero,
¡linda bestia! en el contorno, pasajes de mucha
frescura y arboleda, que no sé yo haya hecho Fla-
menco cosa tan acabada ni de tanta paciencia, y
esta sola falta tiene, que en estar tan acabado no
parece de hombre valiente, y también que San
Jerónimo no escogió para su penitencia lugar de
tanta amenidad y frescura, sino como él dice,
un desierto áspero, y áun para los muy perfec-
tos monges, espantable.
En estos cuatro lienzos, me parece á mí que
siguió Juan Fernandez su propio natural, y se
dejó llevar del ingenio nativo, que se ve era la-
brar muy hermoso y acabado, para que se pudie-
se llegar á los ojos y gozar cuan de cerca quisie-
sen, propio gusto de los españoles en la pintura.
Le pareció no era esto el camino de valientes y
lo que él habia visto en Italia, y que aunque su
320
maestro el Ticiano había hecho algo de esto á los
principios, que después siguió otra manera más
fuerte y de más relieve, y que lo mismo habia he-
cho Rafael de Urbino; y así en los demás cuadros
que hizo, no acabó tanto y puso más cuidado en
dar fuerza y relieve á lo que hacía, imitando más
la manera del Ticiano en los oscuros'y fuerzas, y
en los claros y alegres que piden hermosura á
Antonio de Acorezo, escogiendo lo bueno de los
unos y de los otros, como se ve en los cuatro cua-
dros que ahora diremos, y en el cuadro primero
(que fué de lo postrero que pintó) del recibo que
Abraham hizo á los tres ángeles; que en el colo-
rido y encarnado de rostros, manos y piés, no pa-
recen sino los mismos que el Patriarca vió. Hizo
un nacimiento de Nuestro Salvador con admira-
ble artificio: dale á la Virgen en el rostro el res-
plandor del Niño, y se ve en ella una hermosura
celestial, con el afecto de madre, y el infante re-
cien nacido, que alza los bracitos para abrazarse
con ella; á San José le da luz de una candela que
lleva en la mano, que también hace un efecto de
admiración extraña, y se conoce la diferencia de
la luz, que fué cosa de mucha consideración y
primor; á los pastores, que aún están algo aparta-
dos, y sin duda son lo mejor de este cuadro, le
dan unas vislumbres de los ángeles, que hacen un
singular efecto; le oí yo decir algunas veces á
Peregrin mirando este cuadro: ¡Oh le belli pastoñ!
por decirlo en su lengua: reverberan estas luces
de unas partes en otras; se ayudan para hacer
321
claros y oscuros diferentes, cosa de mucho inge-
nio; pudiera hacer famoso á un hombre este solo
cuadro. Está ya algo maltratado, porque las hu-
medades y destemplanzas del cielo le dan allí ba-
tería, y no se ha guardado con el cuidado que
era razón; y también algunas copias que se han
hecho de ella de mancebos que saben poco, han
hecho su parte de daño. Más entera y guardada
está la que mira á esta de frente, que es un cua-
dro de Nuestra Señora y Santa Ana con el Niño,
San José y San Joaquín, con las más bellas y her-
mosas cabezas que se pueden desear; el Niño está
como de bulto y carne viva; la santa y vieja Ana
es un rostro de singular artificio, que con signifi-
carse claramente la mucha edad, se le ven mues-
tras de haber sido de hermosura en la edad pa-
sada, que es mucho pueda hacer esto la pintura,
que apenas lo hace la naturaleza; y sobre todo, y
lo que nunca se ha de loar, es la cabeza y toda la
figura de San José; dicen que está tomada del na-
tural, mas no sé yo si después de la del mismo san-
to, hizo la naturaleza tan linda testa: quiso aquí
jugar un poco, y regocijar la vista, pintando una
perdiz, que parece ha de volar si llegamos á co-
gerla, salvo que se le ve que es mansa; también
un perrillo y un gato que riñen sobre un hueso,
tan aferruzados y propios, que dan gana de reir.
E l otro cuadro es de San Juan Evangelista escri-
biendo el Apocalipsi en la isla de Padmos; una
figura valiente, galanamente plantada, de singu-
lar meneo, elevado el rostro, con un escorzo
21
322
acertadísimo, porque tenia gracia en esto; el co-
lorido de hombre varonil, extremado, vestido y
ropas con mucho adorno, grave y hermoso: la
campaña y los lejos, llenos de arboleda y de fres-
cura, con algunas visiones sagradas muy remon-
tadas y casi imperceptibles. Finalmente, un cua-
dro de una sola figura y tan lleno y tan bien
adornado, que quiere llevarse la ventaja entre
todos; el último de estos ocho y el primero en
devoción, majestad, piedad, reverencia, es un
Cristo á la columna, en una muy difícil postura
y de gran artificio; porque está muy de frente, y
la dificultad de figuras puestas así, la encarecen
mucho todos, y tienen razón, porque de ordinario
se aciertan pocas, y pocas contentan; el rostro
lleno de tristeza, hermosura y gravedad; los bra-
zos le está atando por detras un verdugo, con el
azote en la boca, por desembarazar las manos;
tiene puestos los ojos y el semblante en el suelo,
como hombre condenado y lleno de vergüenza;
se contrapone á todo esto, la firmeza y desenvol-
tura de los sayones y verdugos, que unos le atan
y otros le amenazan, y se la juran y aparejan
los ramales. Estas son las ocho estaciones y cua-
dros que están en el claustro alto de nuestro es-
pañol Mudo; por solo gozar de ellas, merece esta
casa la vengan á ver de lejos: estos dos claustros
alto y bajo están solados de mármol blanco y
pardo, hechos con las losas iguales algunos com-
partimentos, por salir de los escaques ordinarios.
De la parte de dentro (digo de la plaza y cuer-
323
po del claustro) hay un hermoso jardín, partido
diez y seis cuadros; los doce son de flores y
verduras, que hacen diversas labores, y tan fres-
cos y hermosos en todo el año, que no hay mes
ninguno, ni tan apretado del frió, n i tan pasado
•del calor, en que no se hagan en él muchos y
muy graciosos ramilletes de sus flores, que se lle-
van á los Reyes y se ponen en los altares: cada
uno de estos cuadros tienen 30 piés por sus la-
dos, porque no piensen que son pequeños, de
suerte que, en contorno tiene cada uno 120 piés:
los otros cuatro sirven de estanques, que están
siempre llenos de agua para el riego y para la
hermosura: estos son de mármol pardo variado,
con sus vetas harto graciosas; porfelderredor tie-
ne cada uno dos gradas de lo mismo, y ellos por
sus paredes ó antepechos, con sus compartimen-
tos y pilastras ó términos: en medio de estos cua-
tro estanques, donde se cruzan las dos principa-
les calles de estos cuadros que reparten el jardín,
se levanta una hermosa fuente, no sé si la llamo
bien así; no es fuente, sino uno como templo ó
cimborrio, en forma cuadrada, aunque, por cor-
tarle las esquinas, es ochavado; y así los estan-
quillos, por aquellas mismas puntas por donde
habían de cuadrarse con las calles que cruzan,
están también cortados, y dejaron plaza para
asentar esta fábrica y recibir ellos cómodamente
el agua, como veremos: la materia, por la parte
de fuera, es de piedra berroqueña, de la mejor y
más escogida; por la de dentro, es de varios jas-
324
pes y mármoles de colores, de suerte que, parece
una joya con su funda. L a forma, como digo, es
ochavada y cuadrada (lo digo así porque cada
forma de estas hace por sí su efecto): la cuadra-
da son cuatro portadas cuadradas, que vuelan
fuera, sobre dos columnas enteras, que se levan-
tan sobre pedestales despegados de la pilastra de
detras todo lo que pide la basa y algo más; el or-
den es dórico, labrado como de plata; sobre él se
levanta un pedestal redondo, con sus comparti-
mentos, y luego una cúpula ó cimborrio partido,
con sus fajas: encima otra linternilla cerrada,
adornada de nichos pequeños; luego su media
naranja, y encima, por remate, la cruz: pasadas
estas cuatro portadas se hacen cuatro arcos triun-
fales, que tienen 10 piés de ancho y 23 de alto;
en cada compartimento se hacen dos asientos en
unos nichos de jaspe, grandes y de una pieza,
que fué menester mucho ingenio para sacarlos
así, haciendo cierta manera de sierra que cortase
en redondo; y tienen tanto pulimento, que se
pueden mirar en ellos como en espejos: en los
otros ángulos de dentro, que también se cortaron
porque no hiciesen esquina viva, se hacen otros
cuatro asientos, de suerte que son todos doce, y
no apretados, sino con mucha gracia y anchura..
Á muchos les pesa ver este templete en medio de
este claustro, porque como es tan grande, que
tiene de ancho y de diámetro 30 pies, y sube
tan alto que iguala con los pasamanos y balaus-
tres del claustro, ocupa mucho la vista, embara-
325
za, y áun apoca la majestad del claustro; y , lo
que es peor, que no tiene uso ni fruto. L o que
principalmente se ha de mirar, áun en los ador-
nos de las fábricas, porque como los religiosos
nunca tenemos libertad de hablar en los claus-
tros, sino con nuestra pena, fué cosa supérflua
hacer allí parlatorio; y para los seglares peor,
porque como hablan sin recato, turban nuestro
silencio, y se pasa mucho tiempo sin que se lle-
gue allí un religioso, ni lo ve, y así está casi per-
dido, sin uso. Preguntó S. M . , que sea en gloria,
qué sería bien poner en aquellos nichos de fuera,
y cómo caerla el agua en los estanques, pues
todo el fin de esta fábrica era hacer una fuente
extraordinaria. Unos dijeron que las cuatro v i r -
tudes cardinales; otros, los cuatro tiempos del
año; otros, que los cuatro doctores de la Iglesia,
y otros daban en otras buenas imaginaciones; yo
también dije la mia, y aunque no en todo, en
parte le contentó á S. M . , y así se puso en ejecu-
ción.
Imaginé este claustro como un místico paraíso
terreno, y que de él, como de aquel que plantó
Dios, sallan cuatro fuentes ó rios que regaban toda
la tierra, y mirando ahora el mundo con sus cuatro
partes, Asia, Africa, Europa y la nueva América,
hallaba que en todas, debajo del nombre é impe-
rio del Rey Felipe I I , se predica la ley divina y
Evangelio de Cristo, y aunque en unas más y en
otras ménos, al fin en todas tiene vasallos fieles y
cristianos debajo de su corona. Para significar to-
326
<Jo esto, ponia en el remate y cúpula de este tem-
plete la figura de nuestro Salvador, fuente y prin-
cipio de todo nuestro bien: de allí se comunicó
su doctrina á los Apóstoles y Evangelistas, y así
ponia estos en los cuatro nichos, y en la peana
grande que tienen debajo en el corte de las esqui-
nas de los estanquillos, la figura de cada uno de
los Evangelistas, águila, león, becerro y hom-
bre, para que desde ellos, se recibiese el agua en
unas tazas ó vasos que hablan de tener en las ma-
nos derechas cuatro ninfas, puestas dentro de los
estanques, figuras de las cuatro partes del mun-
do, estribando con la mano izquierda en el escu-
do de las armas Reales: de allí habia de caer el
agua en la alberca y estanque y después salir á
regar los jardines del contorno. Aunque le con-
tentó ai Eey el pensamiento, no quiso se ejecu-
tase en todo por su gran modestia, sino que en
lo alto de la cúpula y por remate se pusiese una
cruz de mármol blanco, los cuatro Evangelistas
en los nichos, con sus cuatro figuras en los pedes-
tales, y que delante de ellas se pusiesen unos tér-
minos por donde saliese el agua. Las estátuas se
hicieron de mármol de Génova, blanco como la
nieve; lo mismo las figuras é insignias de los ani-
males; los términos son de mármol pardo, con
unos capirotes ó coberteras de jaspe, labrado todo
hermosamente por Juan Bautista Monegro, el mis-
mo que hizo los Reyes y San Lorenzo. Se pro-
curó que al Evangelista y su figura ó símbolo
hiciesen efecto, se correspondiesen y mirasen; así
327
tiene cada uno un libro en la mano, y la figura
levanta la cabeza á mirar al Evangelista, si no es
San Juan, que él y su águila están como mirando
á la parte de Oriental de hito en hito. Los libros
están abiertos y escritos en cuatro lenguas, he-
brea, griega, sira y latina: estas figuras son po-
co más que el natural, de siete piés en alto: las
insignias ó símbolos de mejor proporción que se
pudo dar, harto excelentemente labrado todo: las
calles que cruzan por medio de esta gran fuente,
y la que corre por. el contorno junto á los pilas-
trones del claustro, son de á 10 piés, de buenas
losas; las otras calles menores que reparten los
carteles son de á seis piés: los tejados son todos
cubiertos de plomo, asentadas unas planchas lar-
gas sobre froga de ladrillo, porque si asientan
sobre madera, con la humedad y el calor se. crian
unos gusanillos que roen y taladran el plomo, co-
mo lo ha mostrado la experiencia; las aguas se
despiden por unos canalones de plomo al jardin,
dándoles mucho vuelo para que no dañasen las
cornisas ni los arcos de los órdenes.
DISCURSO V I .

Los capítulos, la celda alta y baja del Prior, y


otras piezas del claustro grande, dignas de
advei tencia.

Para que no falte nada en esta fábrica de cuan-


to bueno los antiguos ejecutaron en las suyas, no
sólo en las partes principales y cuerpo del edifi-
cio, sino también en las menores, como son apo-
sentos y piezas de dentro comunes, como salas,
paseos y asientos, que los griegos llamaron ege-
dras, y nosotros las llamamos con los nombres de
sus usos, como lonjas, aulas, capítulos, aunque
Budeo nos reprende de bárbaros, así se ven aquí
algunas de este género harto excelentes; las más
principales son los dos capítulos: esto cae en el
lienzo de Mediodía; se entra á ellos por una puer-
ta grande del mismo claustro que responde al cla-
ro del arco que está enfrente de la calle, que cru-
za por medio de la fuente y templete del jardín.
En entrando se ve una pieza poco ménos cuadra-
da, de 30 piés; en el frente tiene tres ventanas con
sus rejas, que caen á los jardines d é l o s nichos de
fuera: á los dos lados tienen otras tres puertas que
se miran de frente, las del medio son tan grandes
329
como por la que entramos en esta cuadra, las otras
dos que tiene á los lados son como las de las ven-
tanas, de suerte que hacen buen orden y compos-
tura: aquí no hay asiento ninguno, porque sólo
sirve de zaguán para los dos capítulos, que le
tienen en medio: encima de las puertas y venta-
nas están puestas algunas tablas y cuadros de
pintura al óleo, retratos de algunos santos, como
de San Francisco, Santo Tomás, Santo Domin-
go, que acompañan la pared que sobra entre las
ventanas y la cornisa de la vuelta de la bóveda,
que corre al derredor de la cuadra. De la cornisa
arriba está pintada de muy graciosos grutescos
sobre estuque. E^sta manera de pintura (por decir
algo de ella en este lugar, pues la hemos de en-
contrar tantas veces en este edificio) es nueva en
España, y áun en Italia no há mucho que resu-
citó, después de largos años muerta y olvidada,
en tiempo del Emperador Cárlos V, que comenzó
á favorecer á todas las buenas artes, y aunque
por muchas partes de la sangre de los Godos, gran-
des enemigos del Imperio y de los ingenios r o -
manos, singular patrón, como varón de tan buen
gusto, de todas sus buenas obras. E l modo como
se tornó á usar esta pintura, fué que Rafael de
Urbino y Juan de Audene, grandes maestros de
pintura, entraron una vez, entre otras, con la co-
dicia de desenterrar los primores antiguos en su
arte, en los subterráneos ó grutas de San Pedro
I n vincula, donde dicen fué el palacio de Tito;
encontraron allí con algunos pedazos de esta ma-
33°
ñera de pintura; quedaron grandemente admira-
dos de su extrañeza y hermosura, y de ver que el
tiempo ni el lugar no hubiesen sido parte para
quitar el lustre y la perfección de los colores: el
Juan de Udiné ó Audene se dió á mirarla m á s
atentamente; como era hombre ingenioso, comen*
zó á contrahacerlas y probó tantas maneras de
cal y de estuques y colores, que vino á hacer co-
sas excelentes en este género de pintura; por ha-
berla hallado en aquellas grutas la llamaron gru-
tesco; otros la llamaron brutesco, porque ven en
ella diferencias de animales y monstruos, como
sátiros, silvanos, ninfas, leones, tigres y mezclas
de uno y de otros; á mi parecer la llamarían me-
jor egipcia, de donde creo la trajeron los roma-
nos, que barrieron todo lo bueno del mundo para
ennoblecer su ciudad, porque como los egipcios
figuraban en los símbolos de animales, ahora, se-
gún la propia naturaleza de cada uno, ahora com-
poniéndolo unos con otros, haciendo monstruos
sus misterios y la filosofía que no querían comu-
nicar con todos, ponian en las paredes de los
templos y en las columnas y obeliscos que para
esto levantaban y en otros lugares sacros, estas
figuras, que llamaron ellos notas sagradas que ser-
vían de adorno y doctrina: está, pues, este zaguán
entre los dos capítulos, pintado de este grutesco.
Tiene la bóveda hechas sus lunetas encima de
las ventanas y rincones, y sobre las cornisas de
las puertas principales, que se responden; la cor-
nisa es de estuco, toda blanca: en el cuadro y
33i
claro del medio de la bóveda se finge un cielo
abierto con sus nubes, por donde se ven bajar a l -
gunos ángeles con coronas de laurel en la mano;
en el encasamento ó nicho que está encima de la
puerta del uno, se muestra el santo Job, desnudo
y llagado con las heridas que permitió Dios le
afligiese nuestro adversario común, que por esto
se llama Satán. Por los otros encasamentos y n i -
chos que responden á éste, hay otras figuras de
profetas; y por otros triángulos y cuadrados, y
otros compartimentos, se ven figuras menores de
ángeles, con palmas y guirnaldas de flores: se
finge también que sustentan el cuadro del medio,
que tiene su cornisa y modillones de piedra fin-
gidos, ocho términos que se rematan en figuras
de cariatas, que sobre sus cabezas sufren todo el
peso, que ya todos saben la historia de esto. De
aquí se entra en los capítulos, piezas de mucho
desenfado, alegres, claras y de grandeza; el an-
cho es de 34 piés, de largo 8o, entrambos igua-
les; de suerte que los dos capítulos, con el za-
guán que está en el medio, tienen 200 piés de lar-
go; en los testeros están dos altares que se miran
de frente: las bóvedas tienen de alto 28 piés, y
sobre ellas pisan las celdas del claustro alto; así
tienen dos órdenes de ventanas: las unas, que son
las bajas, rasgadas y con sus rejas; y las altas, á
los 15 piés, con vidrieras, que están encima d é l a
cornisa donde vuelve la bóveda; de suerte que
cada pieza tiene 14 ventanas, al Mediodía todas,
que están siempre con luz, y áun con sol en i n -
332
vierno, desde que sale hasta que se pone, alegres
y calientes: por al derredor hay entrambos sus
bancos y asientos de nogal, con espaldates y ta-
bleros, todos bien labrados: entre ellos y la cor-
nisa, mucho adorno de cuadros y pinturas al
óleo, unos grandes y otros medianos, todos de
maestros señalados, italianos, españoles, flamen-
cos, alemanes, y todos de mucha devoción y pie-
dad . En los dos altares que están en los frentes
se ven dos cuadros del Ticiano, muy dignos de
su nombre: el uno es de San Jerónimo en la pe-
nitencia y desierto, ya en la edad de viejo; figura
de grande relieve y fuerza; una carne tostada,
magra, enjuta, tan natural cual el mismo santo
nos dice que la tenia, y allí como vivo nos lo
muestra: en el otro de enfrente está la Oración
del Huerto; las figuras son como del natural, y
no sé cómo pudo en aquella oscuridad, y con tan
remota luz, dar un colorido y fuerza tan grande
en todas, que las juzgaran como vivas, aunque
dormidas: de los otros cuadros, que son muchos,
no haré memoria en este discurso, que sería lar-
go, y porque de los más principales de estas dos
piezas, y de otros muchos que se ven en otras,
haré alguna relación en un discurso particular.
De la cornisa arriba están entrambos techos y bó-
vedas labradas con gran variedad de grutescos;
el órden de estos es excelente; fíngense obras de
follajes de yeso, y resaltes de claro y oscuro; ar-
tesones con florones y vacinetas de lo mismo:
por dentro de estos marcos van corriendo, por
333
sus listas y compartimentos, m i l bizarrías y ca-
prichos de grutescos, donde se ven animales va-
rios, aves extrañas, paños de diversos colores col-
gados, tendidos unos, plegados otros; pedazos de
arquitectura, frontispicios, cornisas, cimborrios,
sustentados falsamente sobre palillos, y otras
cien monerías propias de esta suerte de pintura,
que no pretende más que deleitar la vista con es-
ta vagueza, donde también se ven toldos y n i -
chos, figurillas de ángeles en unos, de las v i r t u -
des en otros, en otros medallas; todo tan viva-
mente colorido y labrado, que alegra y entretiene
mucho; obra de los hijos del Bergamasco, G r á -
nelo y Fabricio; consiste la perfección de esto en
los buenos contrapuestos y repartidos, varián-
dolo todo, de suerte que parezcan todos diferen-
tes: encima de las dos puertas y de los dos altares
se hacen unos encasamentos ó nichos como ven-
tanas, y en ellas, en unos marcos ó guarniciones
como retablicos pequeños, están guarnecidas cua-
tro imágenes ó figuras de piedra de pórfido, de
medio relieve, cosa preciosa: las estimaba mucho
el Rey, así por el arte y labor, que es muy bue-
na, como por estar en tan extraña materia: es tan
rara hoy esta piedra de pórfido, que no se sabe
en la tierra donde hay alguna cantera de ella; y
tan dura é invencible, que no se rinde n i áun á
los diamantes, y así cualquier cosa que se labra
en ella se ha de estimar en mucho: por estas ra-
zones se les dió á estas figuras ó medallas tan se-
ñalado lugar, como á cosa de estima: las dos de
334
ellas son dos cabezas de Nuestro Salvador, y las
otras dos la figura de Nuestra Señora, con el Niño
en sus brazos. Las ilustró el doctor Arias Monta-
no, por mandado del Rey, con unas inscripcio-
nes que están en sus pedestales, doctas, elegan-
tes y áun misteriosas, y por eso acuerdo que las
lean aquí todos, que allí no se alcanzan á leer
muy bien. En launa cabeza de Nuestro Salvador,
que está encima del altar de la Oración del Huer-
to, hay un dístico en latin, que, vertido al caste-
llano, dice así:
Ofendida esta piedra 6 despreciada,
Mortal ruina é irremediable herida
Hará en el ofensor: mas si es temida,
Será refugio de salud cumplida.

A la imágen de la Virgen que está en la otra


puerta de este mismo capítulo, en la entrada,
puso otro dístico, que dice:
¿Ves esta unión, ves estas perlas bellas?
De aquí salió l a piedra tan preciosa
Que te enriquece, y de su autor amadas
Son sumamente piedras tan preciadas.

A la otra cabeza y rostro de Nuestro Salvador


que está encima del otro altar de frente, y á la
otra imágen de Nuestra Señora que está encima
de la otra puerta, puso dos ligeras inscripciones.
L a inscripción encierra en sí el argumento de la
fábrica ó pintura, diciendo la virtud ó excelencia
de ella, y ésta se hace por alguna dedicación, ó
como si dijéramos, consagración, si es divina; el
uso, la doctrina y el fruto que se ha de sacar de
335
ella, se declara ó con un dístico ó con una epi-
grama; todo ha de ser breve, lleno de significa-
ción y gravedad.
Desde estos dos capítulos, donde áun se que-
dan hartas cosas que tenian bien que considerar,
se entra en otra hermosa cuadra que cae debajo
de la torre que mira á Oriente en este lienzo de
Mediodía; tiene en cuadro 34 piés, sirve de celda
ó de estancia en el verano al Prior, que está allí
á mano para los negocios que se ofrecen. Podría
decir que toda ella es un joyel, pues no hay ape-
nas parte que no tenga algún particular adorno;
por estar en la esquina ó ángulo, tiene ventanas
al Mediodía y al Oriente, tres de cada parte, con
rejas rasgadas hasta el suelo; las de encima de
estaSj que son del órden de los 15 piés, están
condenadas, porque la bóveda cubre parte de
ellas, y porque esté más fresca en verano: entre
los macizos de estas ventanas hay algunos cua-
dros grandes que asientan sobre los azulejos que
están por lo bajo de la pared cinco piés y más en
alto; tres de estos cuadros son de Jerónimo Bos-
que, extraño hombre en la pintura, de quien ha-
remos adelante memoria para descubrir algo de
lo mucho que abraza su ingenio; otros cuadros
hay de un alemán ó flamenco llamado Joaquino,
de excelentes paisajes al óleo, aunque no de mu-
cho dibujo; la una pintura es el milagro de los
cinco m i l hombres que el Señor hartó en el de-
sierto con los cinco panes y dos peces, y supo re-
partir tan ingeniosamente el cuadro, que poco
336
ménos los podemos contar todos. L a otra es de
nuestro doctor San Jerónimo sacando la espina
del pié al león; le puso en un desierto y entre
unos peñascos pelados: otras tablas hay de otros
también de este género y más antiguas, no sé cu-
yas son. También se ven entre estas mismas pin-
turas un San Jerónimo de aquella manera de la-
brar antigua, que propiamente se llamaba obra
mosáica, que es de varias pedrezuelas, tan menu-
das como unos granos de hinojo ó anis, y de
ellas, por ser de varios colores, hacen el rostro,
el cabello, el ojo, la barba y la ropa, y cada ca-
bello por sí, ora sea el color de las piedras nati-
vo ó artificial, para labrar de estas piezas tan
menudas y asentarlas en un cuadro de media va-
ra de alto, y hacer una figura de un santo con su
león, y otras menudencias que allí se ven, era
menester un año y un hombre de paciencia eter-
na, cosa, á m i parecer, de poco ingenio y de m é -
nos fruto; no han querido los hombres dejar de
probar todo. Adornan también esta celda un es-
tante con libros, y ocupa el vacío de una puerta
grande que está en medio de la pared; en el me-
dio de él, que por esto me acuerdo, está puesto
en uno como retablillo de ébano, un Crucifijo con
Nuestra Señora y San Juan, la más acabada y
bien labrada cosa en marfil que he visto de este
género, aunque hay aquí mucho y muy bueno:
no sé de cuyo maestro; las figuras son como de
una tercia. Encima de este orden de pinturas, se
sigue otro de retratos de Pontífices romanos, bien
337
copiados, enviados de Roma á S. M . por excelen-
tes: la cornisa que corre luego encima de ellos por
toda esta cuadra, es también blanca, de estuco, y
de allí arriba toda la bóveda está de oro y azul;
tiene una pintura al fresco y un grutesco excelen-
te, con grande estudio labrado, obra de un Fran-
cisco de Urbino, italiano, que desde mancebo se
vino á España y se casó en Segovia; llevaba prin-
cipio de ser de los muy valientes, y su mucho es-
tudio lo prometía, y el buen ingenio ó índole que
le habia dado el cielo. Se murió luego en aca-
bando esta obra, y así no nos quedó de sus cosas
más de esta, de que no se puede hacer memoria.
E n el cuadro que hace en el medio de la bóveda,
sustentada, como dije, con aquellos ocho térmi-
nos ó cariatas, está la historia del juicio que h i -
zo Salomón entre aquellas dos mujeres vende-
doras ó mesoneras, que la una por haber ahoga-
do su hijo durmiendo, quería alzarse con el de la
otra compañera. Declaró admirable el afecto y el
vivo sentimiento de la madre, mostrando queria
más llevase su hijo sano y sin partir la que no era
madre, que gozar ella de la parte, que mirarla le
habia de rasgar las entrañas: está la ansiada mu-
jer derribada en tierra, enclavijadas las manos,
en hábito de persona afligidísima, que mueve á
compasión á los que la ven pintada, que la ha-
rían viva. L a figura del sábio Rey y todo el me-
neo, excelente; historia muy á propósito para cel-
da de Prelados, para que en ella aprendan á pe-
dir sabiduría y conocimiento de m i l casos que es

22
338
necesario venga la prudencia del cielo; por el
contorno hay excelentes follajes. En las lunetas y
encasamentos hay algunas figuras de Profetas, y
en unas medallas de oro los cuatro Evangelistas
en cuatro ángulos ó pechinas de la bóveda: las
virtudes morales y teologales repartidas en otros
encasamentos, todo de lindo meneo y aptitud,
labrado con excelencia; finalmente, la pieza toda
es bellísima; está el suelo de losas de mármol par-
do y blanco, como los claustros y los capítulos,
hechos compartimentos. Desde esta celda se sube
por una escalera, que aunque es de las que l l a -
man hurtadas tiene harta anchura y alegría, á la
celda alta del mismo Prior, y áun hasta lo más
alto de aquella torre. Tiene esta celda dos cua-
dras; la una cae encima de la que habemos dicho,
pieza espaciosa y alegre, con muchas ventanas á
las dos bandas de Mediodía y Oriente, seis bajas
y seis altas, de donde se descubre una vista muy
tendida y vária, haciendo diversos lejos y cercas,
donde se ven arboledas y estanques y gran copia
de jardines, flores y fuentes por todas partes. E l
adorno también de esta cuadra es excelente; pu-
diera hacer un capítulo largo si quisiera detener-
me á mostrar sus particulares por menudo; no se
sufre callarlos todos, diré algunos. Están por los
dos lados de la cuadra unos estantes de nogal
bien labrados, y ocupados con libros de todas fa-
cultades; en algunos senos ó divisiones que se
hacen en medio de ellos, están como en sus enca-
samentos guarnecidos de seda, algunas imágenes ó
339
figuras de alabastro ó de mármol, harto excelen-
tes y de extraordinario primor en el arte, como
son las del santo doctor Jerónimo, desnudo, en la
penitencia, aunque no tostado como él dice, sino
blanco, de la fineza y labor de la piedra. San
Juan Bautista con su piel ó vestido de cerdas de
camello, aunque las puede imitar mal el alabas-
tro; un Crucifijo devotísimo y otras piezas de va-
lientes hombres, unas en piedra y otras en pintu-
ra. En la otra banda están dos retratos enteros y
en pié de los dos grandes Monarcas, el Empera-
rador Cárlos V y Felipe I I , su hijo, entrambos
<casi de una edad, los hábitos diferentes; el Rey
está armado de la misma edad y forma que se ha-
lló sobre San Quintín. De la otra banda, partien-
do los estantes y cajones de los libros, está un
rico oratorio que sirve de altar, donde, cuando
quiere, dice el Prior misa con mucha decencia;
es á modo de una caja grande cuadrada, cerrada
por todas partes, por la frente se abren dos puer-
tas: dentro tiene muy preciosas reliquias, y por-
vque no falte nada, indulgencias para todos los que
en él hicieren oración. Encima de los cajones de
estantes de libros, hay dos órdenes de lienzos ó
cuadros de pintura, porque tienen más de 25 piés
-de alto. Unos de estos son al temple y flamencos
de lindos paisajes, en que se va significando el
discurso de la vida del hombre por sus edades,
desde la infancia á la decrépita: otros son de
Nuestra Señora, en cinco cuadros, de una buena
invención y devoción; tienen unos ángeles en las
34°
manos unos paños en que le muestran todos los
misterios de su rosario, que de aquella suerte
de pintura son de lo muy bueno. Los cuadros
del orden más alto son al óleo, de algún ex-
celente maestro, en que también están pintadas
las edades del mismo hombre con mucho ma-
yor arte y primor, porque aquí las figuras son
mayores y el principal intento de la pintura, que
en los otros son pequeñas, y lo principal son las
verduras y paisajes; junto con ellas., por las otras
dos paredes, está aquella famosa historia del D i -
luvio, de mano de Basan, que con razón la esti-
man en tanto, aunque aquí por estar tan alta no-
se goza bien: desde esta cuadra se entra en otra,
que sirve propiamente de celda y de dormitorio,
porque estotra es muy común y del oficio de
Prior; también hay que ver en ella (porque no
digan que no lo mostramos todo). Encima de la
puerta de la alcoba donde duerme, está un cua-
dro de Nuestra Señora con el Niño y San Juan,,
que dicen es del valiente Rafael Urbino, labrada
de su mano, y se parece porque es excelente. E n
uno de los estantes de libros que también tiene
esta celda, hay un cuadro del bautismo de Nues-
tro Salvador, que fué la muestra que Juan Fer-
nandez, mudo, trujo cuando vino á ser pintor
de S. M . á esta casa, y es de mucha estima, por-
que está excelentemente labrado, donde se ve
también cuán diferente manera era aquella de la
que después siguió. Hay aquí otros muchos cua-
dros de que no hago memoria por no ser prolijo,>
34i
y áun esto he dicho porque no entiendan encubro
alguna cosa.
Las celdas todas que están en este claustro
;grande, por las dos bandas de Mediodía y Orien-
te, son cuadras grandes y alegres; dos ventanas
rasgadas cada una, la vista tendida y varia en
cerca y en lejos; tienen de cuadro en largo, de
puerta á ventana, 35 pies, de ancho 25, poco más
ó ménos: encima de estas celdas hay otras en el
mismo claustro de poco menor tamaño: también
este claustro alto está con losas de mármol pardo
y blanco, y con los mismos compartimentos que
el suelo bajo. En las ventanas y claros de los ar-
cos (como dije) se echaron ventanas y vidrieras,
que lo hermosean 5^ lo dejan como un aposento
guardado. Quedan aún aquí, en este claustro a l -
to, otras dos piezas que no es razón olvidarlas;,
en otra parte se fueran á ver de propósito: la una
sirve de aula, donde se lee á los religiosos del
convento una lección cada dia de Escritura Sa-
grada, ó alguna materia teológica, conforme al
mandado del Concilio de Trente. E s t á bien ade-
rezada, con asientos y espaldares y cátedra, todo
bien labrado de nogal; el suelo también de m á r -
mol, con sus compartimentos, y llenas las pare-*
des de muy ricos cuadros de pintura, de singula-
res maestros, de que haremos después memoria.
Junto con esta aula está una piececica, ó llamé-
mosla camarín, pues ya hemos tomado licencia
para tantos nombres nuevos en España; aquí hay
excelentes joyas de pintura, escultura, ilumina-
34-2
cion y otras cosas menudas y preciosas. L a otra
pieza es una cuadra grande; sirve sólo de tener
las capas que los cantores se ponen en el coro,
en las fiestas dobles y más precisas, que como
son tantas y son menester tan de ordinario,
si estuvieran en la sacristía era larga la distan-
cia, ó no cupieran, aunque es muy grande: pa-
ra este menester está esta cuadra llena de cajo-
nes de nogal, labrados con el cuidado que los
demás; encima de ellos, adornando las paredes
(y digamos la verdad, como sobrados), están a l -
gunos cuadros grandes, de grandes maestros,
dignos de que hagamos de ellos memoria, que
será en el lugar prometido.
Esto es lo más notable que se puede advertir
en esta parte del edificio, que es la principal y
donde vive el cuerpo del convento, y las oficinas
que son de más importancia, procurando lo que
me ha sido posible que el lector quede satisfecho
d é l o que toca á la arquitectura y su grandeza, y
de los más principales adornos, sin menudear en
muchos singulares, que aunque hemos descendi-
do á algunos, quedan otros infinitos. Antes de
llegar á la iglesia, ni cosas suyas, como son la
sacristía y los relicarios, quiero pasar á la otra
banda, que mira al Norte, donde no me detendré
tanto, que por la semejanza que tiene con este
otro está ya dicho mucho.
DISCURSO V I L

L a fábrica y partes del colegio y seminario, con


lo que hay allí de consideración.

Desde aquella común entrada, que llamamos


vestíbulo ó pórtico de la iglesia, echamos por la
puerta de la mano derecha, y vimos los cuatro
claustros menores con sus oficinas: de allí pasa-
mos al grande, donde nos hemos detenido y áun
cansado en ver tantas diferencias de cosas. Sa-
liendo ahora por la misma puerta, caminaremos
derechos á entrar por la que está de frente igual
á ella, atravesando por delante de las puertas de
la iglesia y haciendo inclinación al Santísimo Sa-
cramento, porque se ve claramente no sólo la
Custodia grande, sino la pequeña de dentro, y
entraremos por ella á ver lo que hay en aquella
parte de la casa que parece como atrasmano.
Donde está el colegio de los religiosos y semina-
rio de niños, que es otro distinto colegio, como v i -
mos en su lugar, donde se crian con tanto cui-
dado hasta que salen hombres, y muchos de ellos
cantando misa; en entrando, diremos, aquí, no hay
ya que ver, todo es uno; los claustros del mismo
tamaño, la misma materia, la piedra, forma, ar-
344
quitectura, pilastrones, fuertes, cuadrados, las
mismas fajas y verdugos: tres órdenes de suelos
y arcos, fuentes de mármol como las otras; pare-
ce que esto y aquello salió todo de una turquesa.
Así es verdad; y aunque es tan uniforme el cuer-
po de la arquitectura en la disposición y reparti-
miento de las piezas, sin embargo, hay algo que
considerar y en que poder entretener al huésped.
L o primero que se ve, es que estos claustros es-
tán abiertos y corre la vista de uno á otro por los
claros de los pilares, sin que le impida ninguna
división y atajo, lo que no hay en los claustros del
convento. De estos cuatro claustros, dos sirven
al colegio de los religiosos, que son los que miran
á Mediodía, y sus ventanas principales caen á
aquel pórtico y patio grande que vimos en el se-
gundo discurso; el otro, que mira al Poniente y
Norte, tienen los seminarios, y el cuarto, que hace
espaldas á éste á la parte oriental, no es claustro,
sino un patio, ó llamémosle en nuestro castellano
corral de gallinas ó de leña para la cocina y c h i -
meneas: está sin arcos, con sólo la caja de las cua-
tro ' paredes, con alguna división para dar servi-
cio á las cocinas reales que están junto á él. E n -
tre los dos claustros que sirven á los religiosos
colegiales, que fué los que comenzábamos á mirar,
se hacen el suelo bajo una lonja y paseo abierto,
.que se pasa de uno á otro sin escalo ninguno,
::muy espacioso y abierto, con muchos arcos, que
responden á los de los claustros, que como van
..dos órdenes de ellos por las dos bandas y tantos
345
pilastrones, y la vista lo atraviesa todo de una
parte á otra, hace majestad y grandeza; tiene de
largo el paseo 125 piés, y de ancho 35; va corres-
pondiendo á las piezas de ropería y refectorio del
convento; el techo es hermoso, de artesones de
madera pintados. A esto llamaban los antiguos la-
cunaria, ahora los italianos los llaman palchi, nos-
otros artesanados; lo más de la labor es de cla-
ro y oscuro, como lo han usado en muchas c i u -
dades de Italia, para estos propósitos, hombres
de buen juicio, en salas y cuadros de la gente no-
ble: en medio de las formas cuadradas que hacen
los artesones, ponen otras redondas ú ochavadas
y de otras maderas en tan buena perspectiva, que
hacen mucho relieve, adornándolas de flores, pa-
teras, mascarones, rodeadas y envestidas con fo-
llajes y grutescos; tienen algunos colores como
azules claros, por donde se finge se descubre el
cielo: en otras hay algunos cuadrados de verdes
claros y otras de carmines muertos, que le dan
mucha variedad y hermosura. Las cornisas, cuer-
das, filetes y fajas que andan al derredor y d i v i -
den los artesones y hacen los compartimentos,
son como fingidas, de yeso labrado y cortado, des-
cubriendo por las aberturas el oro, que le da mu-
cho ser y ennoblece la fábrica; todo está hecho
con gran discreción y juicio-, porque jamás junta
dos frisos semejantes, siempre los mezcla y re-
parte con tanto artificio el maestro, que no se en-
fada la vista, gozando de la variedad que tanto
ama. Hay algunas cosas también oscurecidas y
346
relevadas que parece saltan de las otras y que son
de bulto, sin que se puedan determinar los ojos
cómo están obradas. Encima de los arcos respon-
de un orden de ventanas con parapetos de hierro,
que corren por el contorno y dan mucho ser á la
lonja, porque parece un teatro hecho á propósito
para actos públicos y representaciones, donde
cabe, y goza bien lo que se hace, mucha gente.
Así se representaron delante del fundador y del
Príncipe, que ahora es el Rey nuestro señor, y de
otras personas Reales, por los niños y estudian-
tes del seminario, algunas comedias devotas, go-
zándola con ellas sus damas y caballeros, conven-
tuales y colegiales y otra gente, sin embarazarse
ni mezclarse, tanta es la comodidad y anchura.
Por los dos claustros bajos en los testeros y fren-
tes, están repartidos once cuadros al óleo de la his-
toria y martirio del glorioso San Lorenzo. Los
ocho de ellos son de mano de Bartolomé Cardu-
cho, italiano; vino á España en compañía de Fe-
derico Zucaro, y después ayudó en muchas p i n -
turas del fresco á Peregrin en el claustro y libre-
ría, en cuya compañía aprovechó mucho: estas
historias son de su invención y están harto bien
tratadas; creo que si hubiera estado en Italia, don-
de se ejercita y se estima en más este arte y don-
de no cuesta tan caro el ganar de comer, que en
pocos años mereciera lugar entre los muy exce-
lentes, y ahora no está lejos de ellos.
Las piezas más principales que hay en este co-
legio, fuera de esto, son las aulas; una de teolo-
347
gía y otra para dialéctica y física, que ahora lla-
man artes; entrambas son de una misma traza,
en el tamaño se llevan poco; la de teología es de
75 piés, la de artes de 85; el ancho el mismo,
que es 27; asientos, espaldares y bancos de facis-
tol para escribir, de nogal bien labrados, que
corre al derredor, por la parte de las ventanas,
hacen dos asientos, unos altos para los maestros
y gentes de respeto, otros bajos para los estu-
diantes: están divididas las aulas con unas rejas
de hierro altas para que los estudiantes seglares
que quisieren oir, no se mezclen con los religio-
sos, así responden dos puertas grandes de frente
en los testeros; las por donde entran los frailes
están á los dos lados de la lonja que dijimos,
grandes, de á seis piés de ancho y 12 de alto,
adornadas con sus boceles y filetes, y en lo alto
cobertores ó capirotes bolados, todas bien labra-
das y de piezas enteras; el alto de la bóveda es
hasta los 30 piés, y así tienen dos órdenes de
ventanas, las primeras del primer suelo y las de
los 13 piés, todas con vidrieras; las bóvedas tie-
nen compartimentos como artesonado, aunque
se están blancas, y no tienen estas dos piezas, que
son tan frecuentadas, ningún adorno, sino algu-
nos cuadros de pintura de poca monta. Fueron
desdichadas en morirse el fundador, que sin du-
da fueran de las mejores y bien adornadas piezas
que hubiera en la casa, porque estaba ya casi de-
terminado que se pintasen al fresco; se hablan
hecho los diseños, los vió S. M . , que está en el
348
cielo, y se holgó con ellos, porque estaban re-
partidas las materias que se tratan en la una y
otra escuela; de suerte que la pintura no sólo es-
torbara á los oyentes, que fué la razón toda de
no pintarse al principio, más antes ayudara á la
memoria, y el maestro leyera lo mismo que las
paredes mostraran con los colores á los ojos. E n
el aula de teología, en el compartimento grande
que está en el medio de la bóveda, se mostraba
la Santísima Trinidad en un trono; luego aque-
llas criaturas más altas, que son los ángeles; más
bajo el sol, luna y estrellas, y en lo ínfimo, la
tierra, con sus animales y plantas; por una parte
se veia la creación del hombre, por otra cómo
pecaba comiendo del árbol vedado, engañado
por la envidia de la serpiente antigua, y le echa-
ban del Paraíso, y así se cifraba aquí todo lo que
se lee en la primera parte de Santo Tomás, cu-
yas son estas cátedras y cuya doctrina se profe-
sa. En los dos cuadros de los lados de la misma
bóveda, en el (primero se pone la Encarnación
del Verbo Eterno para remediar al hombre y l e -
vantarle á más alta dignidad que fué ordenado
primero, para que reviente raás en envidia el
demonio, y allí el nacimiento de las entrañas
virginales, y en los lejos algunos pasos de la vida
de este Dios y Hombre. En el otro cuadro segun-
do, el misterio del Santísimo Sacramento del al-
tar, secreto nunca revelado á ninguna generación
antigua, como lo dice él al Apóstol, donde fué
vencida la sabiduría de la astuta serpiente. E n la
349
correspondencia de las ventanas que están en la
pared, frontero de las vidrieras, que son siete, las
siete virtudes, tres teologales, Fe, Esperanza y
Caridad, y las cuatro cardinales, Prudencia, Jus-
ticia, Templanza y Fortaleza, en que se encierra
la otra parte de la teología de Santo Tomas, que
por ser grande la dividió en dos. En las entre-
ventanas, que también son cuatro, se ponian los
doctores de la Iglesia latina, Jerónimo, Ambro-
sio, Gregorio, Agustín, y en el cuarto, que es más
grande y casi doblado que los otros, San Agustín
con Santo Tomás. De la otra parte, en la corres-
pondencia detras, los cuatro doctores de la Igle-
sia griega, Atanasio, Gregorio Nacianceno, Ba-
silio y San Crisóstomo, junto con San Buenaven-
tura. E n los testeros principales, encima de las
cornisas de las puertas, en el uno, la ley y pacto
antiguo, una mujer anciana sentada en un altar
de tierra, y á los lados Moisés, David, Esaías,
Esdrás y otros santos escritores de aquel tiempo.
En el otro de frente, la Iglesia en trono real; por
los lados, los cuatro Evangelistas y San Pablo,
acompañado todo esto con sus follajes y grutes -
cos, que le diesen mucha gracia, como se vio en
los dibujos. E l aula de artes se dividió también
por sus materias en otros cuarteles y artesones que
hace la bóveda, donde se ponian como principa-
les y universales sugetos, la dialéctica y la filoso-
fía, los cielos y los elementos, el tiempo y otras
cosas bizarras y de ingenio para el propósito. De
todo esto ordenó los cartones Bartolomé Cardu-
35o
cho, harto bien considerados; he dicho esto aquí
en suma por si algún dia, etc A lfinde la lon-
ja y paseo, otro cimborrio, en que también con-
curren estos tres claustros ó cuatro, como en el
convento los otros tres, auque es harto diferente;
no es éste cuadrado ni tiene el ventanaje que el
otro, y aunque tiene 12 puertas en el ándito p r i -
mero, por donde se entra á él, y se pasa á la co-
cina y bodega y otros servicios, no son iguales;
las cuatro del medio, grandes, las de los lados
más pequeñas; de allí arriba está todo blanco, sin
ventanas, porque no las hubo menester, no te-
niendo tránsitos á quien sirviese, sino por sólo
una parte, K n la cúpula tiene ocho ventanas con
vidrieras que le dan bastante luz: antes que en-
tremos en el refectorio que está aquí junto, será
bien considerar dos cuadros que hay en el testero
•de la lonja ó paseo, entre las ventanas que caen
al pórtico, y otros dos que hay aquí en este mis-
mo cimborrio, porque son de grandes maestros,
aunque están aquí desterrados, ó digámoslo así,
como derribados de su dignidad y asientos p r i -
meros; los que están en el cimborrio son de L u -
cas Canguiaso, que nosotros de ordinario llama-
mos Luquete; son muy grandes y rematan en
vuelta ó en arco, con sus guarniciones y marcos
dorados: el uno de las once m i l vírgenes, el otro
la caida de Lucifer en aquella batalla grande que
hubo en el cielo entre él, y San Miguel y los de
cada bando. Se pusieron estos dos cuadros en las
dos principales capillas de la iglesia, que hacen
35i
testeros en la nave principal, cruzando con la del
altar mayor: le descontentaron mucho al Rey,
así por la compostura de las historias, como por
el poco ornato que tienen las figuras y un colori-
do muerto, sin gracia.
Vino Lúeas ó Luquete de Italia, como á su-
plir la falta que habia hecho con su muerte
Juan Fernandez, nuestro mudo, traido por famo-
so y por valiente, y con mucha razón; hombre
facilísimo en el arte, de extraña presteza y no
falta de invención, aunque sí notablemente de
adorno. E l principal motivo de traerle fué para
las cosas del fresco, en que tenia mucha práctica;
pintó aquí hartas cosas en breve tiempo, de que
hablaremos en sus lugares propios. Estas dos his-
torias parece que las hizo no más de para ganar
de comer aquel dia, según están de andaderas y
al parecer poco más que bosquejadas: en el cua-
dro de San Miguel apenas quiso poner otro á n -
gel bueno; todos los otros son demonios fieros,
desnudos, en posturas extrañas, y para altar feas,
poco pías; en el de las Vírgenes, aunque puso al-
gunas, para el número que podian significar fue-
ron muy pocas, y aquellas de suerte que quitan
la gana de rezar en ellas, y un solo verdugo que
las está descabezando, que aunque la figura es
airosa, es fea, mal vestida, y el colorido de todo
ello descolorido y deslavado; y con todas estas
faltas no se le puede negar sino que descubren la
valentía del maestro, lo mucho que sabía, y cuán
diestro era en plantar las figuras y mostrar sin
352
dificultad todas las partes, con singular propor-
ción y movimiento.
Los otros dos, que están entre las aulas, son
del famoso Federico Zucaro, que vino á suplir
la falta que hizo Lúeas Canguiaso, y la suplió
tan bien como Lúeas la del Mudo, que si viviera
éste, ahorráramos de conocer tantos italianos,
aunque no se conociera tan bien el bien que se
habia perdido. Vino Federico con tanto nombre,
enderezado al servicio del Rey por medio de per-
sonas tan graves y de tan buen juicio, y las es-
tampas suyas le habian hecho tan famoso, que
poco ménos le saliéramos á recibir con palio. Se
le entregó luego todo lo bueno y cuanto él podia
desear, que fué la pintura del retablo principal,
y de los dos colaterales de las reliquias, y algu-
nas estaciones del fresco en el claustro grande:
todo esto pintó, y poco de ello dió contento al
Rey ni á nadie, y ninguna cosa hizo que llegase
con mucho á las esperanzas que se habian conce-
bido á su nombre: las dos historias de que aquí
vamos tratando son las víctimas en que puso la
mano, con el mejor cuidado y estudio que supo;
y las que habian de estar al lado de la Custodia,
en el altar mayor y muy á los ojos, que son la
Natividad de Nuestro Salvador y la Adoración de
los Reyes. Cuando las acabó, quedó tan enamo-
rado de sus manos Federico, que quiso las viese
S. M . antes que las asentasen, lo que no osó ha-
cer en las otras del mismo retablo, pareciéndole,
y como les habia dado tanta fuerza para que re-
353
levasen de lejos, no serian tan apacibles mirán-
dose de cerca. Estas sí; y cuando llegó S. M. á
verlas, habiéndolas puesto á la luz que le pareció
responderían mejor, le dijo con harta confianza:
«Señor, esto es donde puede llegar el arte, y é s -
tas están para de cerca y lejos.» No le respondió
ninguna cosa, mostrándole aquel buen semblan-
te y gracia que daba por respuesta á todos, que
jamás lo supo darlo malo á nadie. De allí á un
rato que las estuvo mirando, le preguntó si eran
huevos los que tenia allí en una cesta un pastor,
asiendo de ellos á dos manos para presentarlos á
la recien parida Virgen Madre: respondió que sí.
Notáronlo los que allí se hallaron, entendiendo
que habia hecho poco caso de lo demás, y que
parecía cosa impropia un pastor que venia de su
ganado á media noche, y áun corriendo, pudiese
haber allegado tantos huevos, si no guardaba ga-
llinas. L e pusieron al fin estos dos cuadros en el
lugar para do se hicieron, y cuando se despidió,
haciéndole mucha merced, como se esperaba de
tan gran Príncipe, mandó quitarlos del retablo, y
con ellos el cuadro principal del martirio de San
Lorenzo, que también era de su mano. Este se
puso fuera de casa, en una capilla que se hizo en
este Sitio, donde los oficiales de la fábrica oyen
misa y se les administran los Sacramentos; y es-
tas otras dos, que son para de cerca y de lejos,
como dijo su autor, mandó poner aquí entre estas
dos aulas, que á pocos he visto den gusto, aun-
que sin duda son de lo mejor que aquí nos dejó.

23
354
Y por acabar con esto de una vez, diré el remate
de su vuelta á Italia.
Hechas estas historias al óleo, con las dos re-
liquias, Nuestra Señora y San Jerónimo, iba pin-
tando al fresco, con los oficiales que trajo de Ita-
lia, la mitad de las historias del claustro princi-
pal. Las cuatro ó cinco que estaban hechas,
desde la Concepción de la Virgen, hasta la de la
Visitación, descontentaban tanto al Rey y á cuan-
tos las veian, que se le dijo al mismo Zucaro. E l
se excusó que no las habia labrado de su mano,
sino unos mancebos, que se las hablan echado á
perder. Se dió traza para que pintase él una de
su mano, que fué la primera de la Concepción de
la Virgen: salió tan perdida cosa, que aún pare-
cían las otras mejores. Visto esto, S. M . le dió
licencia para que se tornase á Italia. L e dió
6.000 ducados, conforme al asiento que estaba
hecho, que eran 2.000 por año, y estuvo tres. Y
con otras mercedes particulares que el Rey le
hizo, le valió más de 8.000 la venida; y sin esto
dicen le mandó dar más de 400 ducados de por
vida en Italia, de que él fué muy contento, de-
jándonos acá muy poco gusto de sus pinturas.
Cuando ya le habia despedido el Rey y héchole
tanta merced, fray Antonio, nuestro obrero, lle-
gó y le besó las manos, diciéndole: «Béseselas á
V . M . por la merced que ha hecho á Zucaro.»
Respondióle: «No tiene él la culpa, sino quien le
encaminó acá,» aludiendo al disfavor de despe-
dirle, y no á la merced de que se le daban las
355
gracias. Mandó luego que picasen las historias, y
tornólas á pintar Peregrin, como ya lo vimos, en
el claustro grande.
Entremos en el refectorio del colegio: es una
pieza bien proporcionada: el largo 6o y el ancho
30 piés, poco ménos; bóveda de ladrillo, con sus
compartimentos y fajas, ventanas, lunetas y la
cornisa que corre al derredor de piedra; 110 tiene
mucha luz, porque está en lo muy dentro del
cuerpo del edificio, y sólo el patio ó corral de la
leña se la da por unas ventanas, que, como no
están en el testero, no le alumbran todo ni bien.
Está aquí una Cena del Señor, encima de la me-
sa de la cabecera y del órden de los azulejos, que
aunque es copia de otro original, es tan valiente
y tan buena, que no hay en toda la casa pintura
ni cuadro de más consideración. Es pintura de
Leonardo Vins, uno de los singulares ingenios
que ha producido Italia, no sólo para la pintura,
en que fué tan excelente, sino para todo cuanto
^emprendió: tanto caudal le dió la naturaleza, que
saberlo todo le parecía poco. Músico grande y
gran arquitecto, escultor, ingeniero, maquinista,
anatomista, filósofo, y al fin lo que quería, 3' en
cualquier cosa que se reposara, que esto no ha-
bla hacer, fuera cosa monstruosa, sino que aquel
fuego y viveza nativa del ingenio le hacía anda r
dando saltos de una en otra, como á muchacho
que le hierve la sangre y no le deja estar quedo.
De aquí vino que quedaron pocas cosas suyas
acabadas, y las que hizo de fresco están ya m a l -
356
tratadas, y tales cuales están adoran en ellas l c ^
del arte. Pintó esta Cena en la pared del refec-
torio de los religiosos de Santo Domingo, en M i -
lán; se llama el convento Santa María de Gracia;,
y les dió tanta majestad y grandeza á los apósto-
les, y las cabezas salieron tan excelentes y gra-
ciosas, que no se atrevió á acabar la figura del
Cristo, dejando por hacer la cabeza, ni pudieron
jamás con él que lo hiciese, diciendo que no pe-
dia él formar idea de una testa tal que hiciese,
como era razón, ventaja á las de los apóstoles;
fué necesario buscar otro maestro que la acabase.
E l Rey Francisco de Francia, tuvo noticia de es-
ta Cena, y refiere el Vassari que prometía grandes
premios á los arquitectos é ingenieros que lleva-
sen aquella pared á su costa á París, y hacer á
los religiosos otra pared y otra Cena. En tanto
estimó esta pintura; y al fin, como ninguno se
atrevió, se quedó allí, y se llevó el pintor, cuando
más no pudo. Aunque cuando Leonardo fué á
Francia ya era viejo; y el Rey Francisco, que es-
timó en tanto los hombres de claros ingenios en
buenas artes, le fué á visitar estando malo, y al
fin murió reclinando la cabeza en las manos de
aquel valeroso Príncipe. Le presentaron al Rey,
nuestro fundador, esta copia en Valencia, que,
como digo, es tan buena, que quita la gana, digo
el deseo, de traer acá el refectorio de Milán. Es-
tán todos los Apóstoles como desasosegados y con
afecto inquieto, oyendo decir á su Maestro y Se-
ñor que uno de ellos le habia de vender: en sólo
357
Judas se echó de ver un reposo recatado ó fingi-
do, como de traidor que está aguardando en qué
ha de parar aquella plática; está recostado con
el brazo izquierdo en la mesa, y con el derecho
derramó el salero, como quien quebrantaba y
rompia la paz y unidad de aquel celestial Cole-
gio: los rostros están vivos; parece que oimos á
San Pedro lo que pide á San Juan sobre aquel
caso, para despachar con el delincuente, según
está el viejo desasosegado y mudado el color, y
medio en pié: las ropas, los vasos, los lienzos y
manteles, como si fuera ello mismo. Aquí junto
está la cocina del mismo colegio, una pieza tan
buena que merece la nombremos.
Para subir á los claustros y hasta los desvanes,
hay dos escaleras, la una como la de los otros
claustrillos del convento; la otra es principal y
bien acertada; en los claustros altos no hay pie-
zas de consideración, si no es otro paseo en el
andar dé los 30 piés, que pisa sobre la lonja de
abajo, y también está abierto con el mismo orden
de pilares. Hay también en este suelo una capi-
lla de 68 piés de largo y 28 de ancho, con altar
y retablo; sirve de que se junten allí los colegia-
les á decir maitines y la salve de Nuestra Seño-
ra: está enriquecida con un cuadro grande de
nuestro Juan Fernandez, mudo. Tiene la historia
de cuando el tirano le dejó muerto y asado sobre
las parrillas, y entraron en lo secreto de la noche
San Hipólito y otros compañeros á hurtar el cuer-
po para llevarle á enterrar; no la dejó acabada
358
del todo, la acabó un su discípulo, y lo echan de
ver los que saben algo. E n el otro claustro, don-
de están los niños y estudiantes del seminario, no
hay que detenernos, porque es lo mismo; no hay
aquí pinturas ni otros primores, porque alfiny.
aunque vivan con mucho concierto, los morado-
res son muchachos, y ni los han menester, ni los
conocen.
DISCURSO V I I I .

L a casa y patio del Bey, con los patinejos de den-


tro, cuadras y galenas, y el aposento privado
de S. M .

Aunque hay muchas puertas por donde entrar


á considerar la otra parte de esta fábrica que sir-
ve al aposento y Casa Real, no se sufre dejar de
entrar por los principales y comunes, que como
dije en el primer discurso, son dos; están en la
fachada ó lienzo del cierzo. Se entra á pié llano
por entrambos á unos zaguanes grandes, y de
allí, por otras dos diferentes puertas, se entra en
diferentes patios, aunque todos se comprenden
en uno, que responde con su magnitud al que
vimos en el convento, y entrambos tienen la igle-
sia en medio. De suerte que considerada la caja
de este claustro por dentro de los arcos de pared
á pared, tiene 218 piés, y es en esto, algo mayor
que el del convento, porque los aposentos de la
parte del cierzo no son tan grandes como los del
Mediodía. Para desde el zaguán entrar á este pa-
tio Real, hay seis escalones, porque se tuvo en
cuenta, como ya lo he advertido, que en todo es-
360
te suelo y planta primera no hubiese escalón ni
tropiezo alguno, y se anduviese toda la casa sin
tener que alzar el pié, y lo mismo se guardó en
la planta de los 30 piés, que es una de las mayo-
res perfecciones que tiene esta fábrica, pues se
puede caminar casi todo un dia, y digo poco,
desde que se sube de este zaguán, sin tener que
subir n i bajar escalón. Se dividió este claustro ó
patio de los 30 piés abajo en dos partes, y la se-
gunda de éstas en otras dos; asrquedaron hechos
tres patios, uno grande y dos pequeños. E l ma-
yor, que se llama el patio de Palacio, es cuadri-
ángulo ó prolongado, tiene de largo de pilar á p i -
lar 170 piés, de ancho 100; por dentro de los ar-
cos y en el ándito por donde se pasean, tiene dos
lienzos enteros, que son el que arrima á la igle-
sia, que está¿al Mediodía, y el que mira á Orien-
te, cada uno de 218 piés de largo y 20 de ancho;
la arquitectura es muy hermosa y fuerte; la dis-
tancia está repartida en nueve arcos claros, que
las del claustro del convento son 11, por ser la
arquitectura más delicada: las pilastras tienen
seis piés de cuadrado y 18 hasta encima de la
imposta; el claro del arco tiene 13 piés y de alto
el doble. Encima de este órden se levanta el se-
gundo, de suerte que por todos cuatro lienzos,
mirados desde fuera, se ven hechas unas gracio-
sas galerías con este buen órden de ventanas; es-
to se remata con una cornisa perfecta y bien la-
brada de molduras; encima de ellas, por remate,
un pasamano ó antepecho como el del claustro
361
del convento, con sus balaustres, y encima los
términos ó acroteras con las bolas.
De los 30 piés abajo, dije que quedaba partido
este claustro ó patio grande con otros dos claus-
trillos .y patinejos; la pared con que se divide,
por donde mira á la plaza del patio Real, hace
correspondencia de arcos cerrados con los abier-
tos del paño de Levante, y así quedó aquel patio
por lo bajo, con muy buena vista, y el orden de
los arcos atado y cumplido. Estos patinejos, que
tienen de claro ó de cuadrado 60 piés sin los so-
portales, se embutieron ó se encajaron en este
cuadro grande, porque no estuviesen lejos ni fue-
ra de casa los oficios y cocinas reales, especial-
mente todos los oficios que llaman de boca, y así
hay dos cocinas junto de ellos, para diferentes
servicios, y para los ministros de ellos dos ó r d e -
nes de aposentos altos y bajos. A lo alto de los
30 piés se rematan con un terrado de plomo que
tiene un antepecho con sus balaustres, y los de-
mas adornos de peanas y bolas, que le dan buen
parecer y gracia.
Por la parte de dentro, en el lienzo que mira a l
Norte, hay buenas piezas de servicio donde co-
men el Estado y caballeros de la Cámara y ma-
yordomos; aposento para Embajadores; y en el
ángulo ó rincón que hace este paño con el Orien-
te, está la escalera principal, que si fuera un poco
más ancha, está harto bien trazada; no tiene sino
nueve piés escasos, que fué defecto. En el paño
que mira á Oriente está una puerta grande por
362
donde se entra á los aposentos Reales, que están
al paso del patio: el primero es una hermosa cua-
dra de 50 piés de largo y 33 de ancho; tiene una
bóveda con sus compartimentos de fajas y lune-
tas en las ventanas altas; las guarniciones de las
ventanas bajas son de mármol pardo, y en el tes-
tero una grande y bien labrada chimenea de már-
mol pardo. E n otros muchos aposentos hay otras
chimeneas como esta, de poco menor tamaño y de
igual hermosura, que no me puedo detener á con-
tar por menudo tantos aposentos n i sus adornos,,
que sería cosa enfadosa y de poca necesidad: bas-
ta decir, que están labrados como para casa Real
y con la policía y hermosura que es razón. Por la
parte que responden á la iglesia, no hay en este
suelo bajo aposentos, porque la misma pared de
dentro es la de la iglesia. Subiendo á lo alto del
patio, que es á los 30 piés, hallaremos variedad y
muchedumbre de aposentos para caballeros y per-
sonas de cuenta, de los criados de S. M., y de las
personas Reales, que no hay que detenernos en
ellos. A la parte de Levante se hacen tres dife-
rencias de aposentos, para los Príncipes, Infan-
tas y personas Reales, y los que han de estar más
inmediatos á su servicio: unos caen á la parte de
los jardines de Oriente, otros á la parte de la ga-
lería, con sus chimeneas de mármol casi en cada
pieza. L a galería de este lienzo se dividió en dos
piezas grandes, cerrando las ventanas abiertas
con sus puertas y vidrieras, para que se pudiese
habitar como en las demás piezas. L a una de és-
353
tas está adornada con excelentes cuadros de pin-
tura, unos del Basan y otros de Jerónimo Bos-
que, y de otros maestros que dejo de decir lo que
son hasta su tiempo. Hay en estos dos lienzos de
Norte y de Oriente cuatro órdenes de aposentos,
unos sobre otros, que son de grande cumpli-
miento y hacen una gran casa, aunque siempre
viven apretados y descontentos: y sin esto se
aprovechan los desvanes, que no hay cosa ociosa
y sin oficio. En el paño que arrima á la iglesia
en este mismo suelo de los 30 piés, se hace una
larga y hermosa galería de 20 piés en ancho, 190
de largo y 28 de alto; está todo pintado por los
dos lados, por los testeros y por la bóveda. K n la
pared, que es de la iglesia, se fingen dos paños
colgados de sus escarpias con cenefas 5^ franjas,
tan al natural, que engañan á muchos hasta lle-
gar á levantarlos y asir de ellos. Está pintada allí
la batalla que el Rey Don Juan el Segundo, dió á
á los moros de Granada en la misma vega; se lla-
ma la batalla de la Higueruela; la ocasión de pin-
tarse aquí esta batalla fué, que en unja, torre del
Alcázar de Segovia, en unas arcas viejas, se halló
un lienzo de 130 piés de largo, donde estaba pin-
tado de claro y oscuro, que no tenia mal gusto de
pintura para aquel tiempo el que la hizo. Mostra-
ron el lienzo al Rey nuestro fundador y le con-
tentó, mandando la pintasen en esta galería. A l
otro lado, entre los macizos de las ventanas de la
galería, que son ocho, está pintada también al fres-
co la toma de San Quintín y la batalla que habia
364
dado primero el Duque Filiberto, el día de San
Lorenzo, cuando prendió al Condestable de Fran-
cia, como ya dijimos, que fué la ocasión y primer
fundamento de esta fábrica.
En los dos testeros están otras dos jornadas que
se hicieron sobre la isla de la Tercera, y los d i -
chosos sucesos de la una y de la otra; donde se
ve también el modo de pelear en el agua y la for-
ma viva de aquellos grandes vasos con que se
anda en ella. E l techo y la bóveda de toda esta
galería está también labrada y ordenada con va-
rios grutescos en estuco, donde hay mil diferencias
de figuras y ficciones, encasamentos y temple-
tes, nichos, pedestales, hombres, mujeres, mons-
truos, niños, aves, caballos, frutas, flores, paños
y colgantes, con otras cien bizarrías, como dicen
los italianos, cuya es toda la pintura de este g é -
nero.
Salgamos de esta galería, que es tan larga y tan
llena de estas cosas, que si lo queremos ver todo
nunca acabaremos. Bajemos otra vez al suelo del
patio Real, y sin entrar en él, lanzándonos por un
callejón estrecho que vuelve por detras de la igle-
sia, entremos á los aposentos propios del Rey.
Aquí dentro, se hace un claustro ó patinejo har-
to hermoso; tiene de cuadro 6o piés de Mediodía
al Norte, y poco ménos de Poniente al Levante.
En el paño que cae á Oriente no tiene arcos abier-
tos, sino unas pilastras cuadradas, y en lugar de
la fuente que habia de estar en medio, tiene dos,
en dos nichos que se hacen en la misma pared,
365
en unos mármoles pardos, que por las bocas de
dos cabezas humanas de mármol blanco echan
el agua en dos conchas grandes de la misma pie-
dra. E l orden y arquitectura que hacen los otros
arcos en los tres lienzos es dórica, con columnas
redondas enteras y bien labradas; encima de este
orden hay otro de ventanas cuadradas como ga-
lería, y encima de este se levantó luego otro de
la misma forma, de suerte que todo este claus-
tro es un joyel hermoso, con gran cuidado y pri-
mor labrado. E n la alta, que es la principal, hay
por todo el contorno hermosos lienzos y cuadros
al temple, de lo mejor que ha venido de Flandes;
las más hermosas verduras y paisajes que yo he
visto. E n uno, se ve Elias debajo del junípero 6
terevinto, y en otra el mismo cómo le traen de
comer los cuervos; en otro el Profeta Eliseo, cuan-
do subiendo á Jericó los muchachos le burlaban;
Balaan en otro, detenido por el ángel y su ama,
que se vuelve á reprenderle, y otros mil lugares é
historias del Nuevo y Viejo Testamento; debajo
de estos cuadros, están repartidas por todo el con-
torno de la galería, mapas de todas las provincias
que conocemos y se han lineado y grabado por
los cosmógrafos, todas de estampa fina y bien co-
loridas, guarnecidas en sus marcos dorados; son
más de sesenta y tantas, excelente entretenimien-
to para caballeros y Príncipes y de provecho, para
que no padezcan ignorancia de lo que cada dia
se trata entre ellos. L k bóveda es llana, con sola
una faja que anda al derredor, estucada toda y
366
blanca como la nieve, y en la pared que mira á
las ventanas, dos chimeneas francesas de mármol.
A los dos extremos tiene dos puertas por donde
se entra en ella, desde los aposentos que caen al
Norte, que se llaman de la Reina, y de los de Me-
diodía, donde vive el Rey: el primero que se en-
cuentra entrando de esta galería es una cuadra
grande, de 6o piés de largo por 20 de ancho, con
cuatro ventanas al jardin, y podríamos llamarla
ante cámara. Esta también tiene muchas diferen-
cias de cuadros que son de consideración: retra-
tos del natural de muchas cosas que se ven en
nuestras Indias; unos de muchas diferencias de
aves, con el mismo color de sus plumas; otros de
variedad de animales grandes y pequeños, aun-
que reducidos los grandes y los más de ellos á
formas pequeñas, porque cupiesen en los lugares
que pretendían ponerse, como lo veremos cuando
vengamos á tratar de la librería de mano. Hay
también otra diferencia de los que llaman repti-
les, que en castellano comunmente llamamos sier-
pes, tomando del latin el vocablo, en particular
culebras, vívoras, lagartos, caimanes, escarzones,
sapos y otras mil sabandijas: en otros cuadros en
ciertos diseños y perspectivas de jardines, huer-
tos, claustros y fuentes; hay gran variedad de
plantas y yerbas, con raices, hojas, frutos, flo-
res, coloridas al natural, que entretienen harto la
vista y áun la engañan. Debajo de estos cuadros
están repartidos los dibujos ó estampas que Juan
de Herrera ordenó de toda esta casa con sus plan-
367
tas y monteas; en los dos testeros ó frentes de es-
ta pieza, donde tiene las entradas, hay dos puer-
tas de marquetería de lo mejor y más bien labrado
que nos ha venido de Alemania, bien trazadas y
entendidas, columnas dobladas á los lados con
sus encasamentos y nichos en los intercolumnios.
E n los nichos, pedestales, frisos, cornisas, targe-
tas y otras piezas, hermosas labores y embutidos
de diversas maderas, obra que parece corta la
vida de un hombre para acabarla. Desde esta cua-
dra se entra en otra, donde vivió siempre nuestro
fundador el gran Felipe II; no se puede entrar
allí sin lágrimas: veámosla al fin como pudiére-
mos. Se hace, como dije arriba, y lo muestra la
planta desde aquí, sin resalte ó salida con estos
aposentos Reales de la una y otra parte, de suer-
te que abrazan la capilla mayor, donde advertí que
en la primera planta se hablan de levantar las
torres. E l hueco ó el cuerpo de ellas, es el cuadro
y el espacio de estos aposentos, del Rey al Me-
diodía y de la Reina al cierzo, que es 30 pies de
ancho y lo mismo de largo ó poco más; esto se
dividió en tres apartados por lo largo; el mayor
es el cuerpo del aposento de 16 piés, con dos ven-
tanas al Mediodía, y otra al Oriente: en las otras
dos partes que caen á la parte de la iglesia, se
hizo una alcoba para dormir y un escritorio don-
de tenia, y se está ahora, un estante con libros
como los que tenemos en las celdas, no de mejor
hechura ni madera, con otros cajones ó escrito-
rios más pequeños. E l adorno de estas piezas ó
368
de esta tan honrada celda, es harto sencillo y
llano: otras hay más bien aderezadas en la casa,
que parece no venia aquí á ser Rey, sino religio-
so de los muy observantes. L a bóveda llana, las
paredes blancas, el suelo de ladrillo, y apenas hay
que ver: tanta era la modestia en sus cosas pro-
pias de este mismo Rey, Dos bufetes le hizo fray
Antonio el obrero, de un mármol que trajeron de
las Indias, y se los puso allí sin pedirlos él: por
las paredes algunas imágenes y cuadros de Nues-
tra Señora, todo lleno de devoción; algunos dicen
que son de aquel gran Alberto Durero, como es,,
la huida á Egipto de noche, que se le echa de
ver ser suya; y no sé si también un Nacimiento
ó Resurrección y otro cuadrillo pequeño de unas
aves: la alcoba donde dormia está llena por los
dos lados de imágenes pequeñas de santos, por-
que doquiera que se revolvia en la cama, como lo
dije en su lugar, recibía consuelo en ver tan bue-
na compañía. Desde esta pieza se sale á un trán-
sito que va á dar á la escalera, por donde se baja
á la sacristía y por donde se sube á lo alto de l a
iglesia y al claustro: tiene dos puertas de mar-
quetería de Alemania, muy galanas y labradas con
igual primor que las otras, de aquellas diferen-
cias de maderas y embutidos tan detenidos y her-
mosos; desde la alcoba ó dormitorio, y desde el
escritorio que está junto á ella, por dos puertas,
se ve el altar mayor^ harto claro y cerca, y por
ella se sale á los oratorios que están entre me-
dias en el grueso ó en el hueco de un arco gran-
369
de de la iglesia: mas porque ya esto entra en sa-
grado, volveré el pié atrás, dejándolo para su lu-
gar propio. A la otra parte y banda del Norte, he
advertido que hay otros tantos aposentos como
estos, alcoba y escritorio y oratorios, donde és-
tuvieron casi siempre el Príncipe nuestro señor y
su hermana la señora Infanta, y ahora la Reina
nuestra señora: no hay que detenernos en esto.
Hay también de cada lado una escalera, por don-
de se baja á otros tantos aposentos que están al
suelo del claustrillo ó patinejo, sin faltar punto
de como están arriba: piezas muy frescas para el
verano, y que por las mismas rejas d é l a galería y
otras cuadras se entran los naranjos, jazmines,
rosales, mosquetas y otros arbustos olorosos, y por
las mismas, que están hechas aposta, se puede sa-
lir al jardín casi á pié llano con dos solos escalones.
L a galería que decimos está debajo de la otra, no
hay otro adorno más de seis cuadros tan grandes,
que ocupan toda la pared de frente de las venta-
nas, en que se ve hecho al vivo aquella batalla na-
val de Lepante, en que con tan gloriosa victoria
el señor Don Juan de Austria, hijo de Cárlos Y ,
siendo capitán general de la liga, venció, echó á
fondo y trajo cautiva toda una gruesa armada del
Turco, el año de 1571. Siendo Pontífice Máximo,
P i ó V , de gloriosa memoria. No tengo que dete-
nerme en referir lo que tantos tienen dicho, ni me
toca. L a pintura de estos lienzos es de Lúeas
Canguiaso, que le dió la fuerza y la viveza que él
tenia en todas sus obras.
24
DISCURSO I X .

La librería de este convento, con sus reparti-


mentos y adornos.

Según las diferencias de los moradores, hemos


visto ya las diferentes moradas que hay en esta
casa, con tanta consideración repartidas. L a s
conventuales, que es lo estrecho de la observan-
cia y religión, cuya vida es silencio, oración,
clausura y alabanzas divinas, por sí en un claus-
tro grande y cuatro menores. Los religiosos que
tratan letras naturales y divinas, donde se sufre
y se permite más ruido, y son virtud ciertas com-
petencias santas en las opiniones y en los inge-
nios, por el fruto que después de estas raíces
amargas se coge, también por sí en dos claus-
tros, como los otros, pequeños. Los niños del se-
minario, que estudian los primeros elementos,
principios para las ciencias, en otro que linda
con estos. Los caballeros y las damas que van si-
guiendo á la corte, las flores y favores del mun-
do, haciendo estado á los Reyes y personas Rea-
les, también por sí y muy apartados. Los mis-
mos Reyes y Altezas, más retirados y solos, don-
de no puede llegar ni asomar sin su licencia otro
37i
íúnguno, como águilas en las rocas inaccesibles.
Falta ahora de ver en esta tan bien considera-
da fábrica, supuesto que se encierran estas dife-
rencias de moradores dentro de cuatro paredes,
en qué se adunan, cómo se atan y convienen;
quiero decir, qué piezas hay comunes, donde to-
dos ó parte se junten; estas son dos: la una, para
entre el colegio y convento, y la otra para todos;
aquella es la librería, y ésta la iglesia. Estas dos
piezas adunan todo el edificio, y ellas mismas le
dividen; hacen, poniéndose por medio, que los
unos no estorben á los otros, y cuando fuere me-
nester, como moradores de una casa, se comuni-
quen y concurran en uno. Veamos, pues, la l i -
brería primero, pues es la primera y está encima
de la puerta principal: podré hablar de ella con
más libertad que de las otras partes de esta casa,
por ser cosa más llegada á mi propia facultad,
pues, al fin, lo principal es libros, amigos y com-
pañeros perpétuos, casi desde la cuna, y porque
he puesto en ello las manos y alguna parte del
ingenio. Pudiera también hacer un libro entero
de tan rico sujeto, si quisiera tender las velas á
todas las ocasiones que se ofrecen en materia de
librería, como lo ha hecho alguno; mas será con-
tra las leyes de la historia tan demasiada licen-
cia, y ajeno de la brevedad que hasta aquí he
profesado: sólo diré lo que derechamente tocare
al sujeto, de suerte que, ya que no se vea lo que
está por falta mia, se conjeture al ménos por lo
que dijere.
372
Está dividida esta librería en tres piezas prin-
cipales: la mayor y la más noble, atraviesa de
Norte á Mediodía, que no viene mal con el con-
sejo de Vitruvio, teniendo la luz de la mañana,,
tan importante al estudio, y la de la tarde, cuan-
do ya se puede tornar á los libros, gastada la co-
mida que estorba, y puertas en los mismos teste-
ros para entrar á ella, de parte del convento y
del colegio, y asentada, como dije, encima del
zaguán y puerta principal de toda la casa. De-
suerte que está entre las dos fachadas, la de fue-
ra y la de dentro, que mira á la de la iglesia; tie-
ne de largo 194 piés, contando desde los umbra-
les de las puertas de los claustros pequeños de
cada lado, y de ancho 32, repartido el largo en
tres como capillas, haciendo dos arcos por den-
tro, para guardar la buena proporción con el alto
de ella, que es de 36 piés hasta la cumbre de la
bóveda. Á la parte de Oriente tiene diez venta-
nas, cinco bajas, grandes, rasgadas, con vidrie-
ras y sus parapetos de hierro, de más de seis piés
de ancho y 12 de alto, puestas en viaje adentro,,
porque den más luz. L a s altas algo menores,
también con sus vidrieras, que no se abren. Á la
parte del Poniente tiene siete, de suerte que des-
de que el sol sale, hasta que se pone, la alumbra
por una ó por otra parte, excepto en las horas del
mediodía, que no la há menester. E l suelo por
que desde él nos vamos levantando, es de losas
de mármol pardo y blanco, como las demás del
claustro; sobre él asienta, por todo el contorno,.
373
guardando las ventanas, una peana ó zoco de
lindo jaspe colorado, de un pié y más en alto,
con tanto pulimento que puede servir de espejo.
Sobre éste, cargan los cajones ó estantes, la más
galana y bien tratada cosa que de este género
creo se ha visto en librería; lo que antiguamente
se solia hacer para un libro estimado, y como
joya preciosa que se presentaba á un Príncipe,
que era guardarlo en cajas ó arcas de ciprés ó ce-
dro, se ve aquí como cosa ordinaria para todos,
porque la materia y madera de que están hechos
estos estantes es toda preciosa, la más ordinaria
nogal; las demás, traídas de las Indias; caoba de
dos suertes, que llaman macho y hembra, de co-
lor de brasil, algo ménos encendido; ácana de
color castaño oscuro, algo más noble y encendi-
do; ébano, cedro, naranjo, terevinto; de todas es-
tas, ensambladas y entretejidas, se compone,
por el contorno de toda la pieza, una fábrica de
orden dórico hermosísimo: se levantan los pedes-
tales de las columnas encima del zoco de jaspe,
con su basa y chapitel, 5^ en el macizo ó cuerpo
del pedestal, por las tres partes, hace un cuadra-
do, embutido de otra madera diferente, el cuer-
po de otra, las molduras y el marco de otra, con
que queda variado y hermoso. Entre el zoco de
jaspe y la mesa que carga sobre el pedestal, que-
da una buena distancia ó sena, que llamaron los
antiguos/tó^o, porque se llenan, ó congregan, ó
juntan allí los libros, y así cabe aquí un orden de
libros de folio. Sobre la mesa, que es de nogal,
374
madera que sufre más trabajo, y que con las ma-
nos y la ropa se mejora, asienta otro zoco, que
también es de diversas maderas ensambladas, y
sobre él la basa de la columna; y aquí se hace,
desde la mesa hasta el escape bajo de la columna,,
otro seno, que se cierra y abre con una puerta,,
que, dejándola caer sobre la mesa, no estorba,
donde cabe otro orden de libros de á cuarto. L a
columna, sin la basa y chapitel, tiene á seis piés
poco ménos, con estrias enteras de alto á bajo y
redondas, apartadas de la pilastra de tres, y la
materia es caoba. L a basa y chapitel son de na-
ranjo: para tantas y tan gruesas piezas fué me-
nester cortar muchos y pagarlos bien á sus due-
ños; y aunque la materia fué tan extraordinaria y
hermosa, no fué de mucho provecho, porque está
muy sujeta á la variedad del tiempo; abre y cier-
ra, y con esto hace fealdad; tanto importa tener
experiencia de los materiales y de las tierras don-
de han de servir; la pilastra de tres es de lo mis-
mo. E n toda la distancia de esta columna, hasta
encima del chapitel, donde carga el arquitrave,
hay otros tres senos; de suerte que son estos cin-
co en cada división, de columna á columna, por
todo el contorno de la pieza. L a cornisa también
es de estas diferencias, con los tríglifos y gotas
del mismo naranjo: encima de ella, por remate,
asienta un podio con su pedestal, friso y cornisa,
y las pilastrillas que responden encima de las co-
lumnas; y encima de ellas, por último remate y
adorno, las peanas ó acroteras, con las bolas de
375
naranjo, porque responden á las basas y chapite-
les; el alto de toda esta fábrica de los cajones,
desde el zoco de jaspe hasta estos remates, es de
15 piés: en los dos testeros y frentes de la pie¿a
se hacen, de las mismas maderas, tres puertas,
con sus jambas, dinteles y frontispicios, que di-
viden los estantes y cajones, y así queda con ellos
la pieza adornada noble y ricamente, por ser la
arquitectura tan buena, y la variedad y hermosu-
ra de tantas diferencias de maderas. De allí arri-
ba, hasta la cornisa que corre por el derredor de
toda la pieza, bajo de las ventanas altas, donde
comienza á volver la bóveda, hay una distancia
de ocho piés, en que están pintadas las historias
que después veremos. L a cornisa está cubierta
de oro, con los filetes y boceles labrados de os-
curo, como si fueran relevados, y abiertos los fo-
llajes, que les da mucha gracia. L a bóveda, con
los dos testeros y frentes que están encima de la
cornisa, están pintados de mano de Peregrin, que
aunque siempre se muestra discípulo é imitador
del Bonarroto, aquí quiso competir con él: de la
invención y disposición de esta pintura diré con
la mayor brevedad que pudiere. E n los dos fren-
tes de encima de la cornisa, están pintadas las dos
cabezas y principios de las ciencias todas que el
hombre trata: la Teología y la Filosofía; lo natu-
ral ésta, lo revelado aquella. A la parte del con-
vento se puso la Teología, teniendo consideración
que aunque en el colegio se estudia lo uno y lo
otro, es más á propósito atribuirles la Filosofía,
375
porque allí comienzan los religiosos, siendo man-
cebos, los estudios, comenzando por la dialéctica;
y la Teología, aunque también allí se estudia, no
se goza de ella en aquellos primeros años, que se
gastan todos en altercaciones, y disputas, y opi-
niones, hasta que, reposados y maduros, gozan
en las celdas de su convento, los frutos que dieron
aquellas raíces amargas de las disputas y es-
cuelas.
Está, pues, en la parte del colegio pintada la
Filosofía como una matrona grave y hermosa: tie-
ne delante de sí, un globo grande de la tierra,
mostrándole con el dedo á los filósofos que tiene
á su lado: Sócrates y Platón, su discípulo; Aris-
tóteles, discípulo de entrambos, y Séneca, discí-
pulo de todos tres; se escogió éste, aunque se pu-
dieron poner otros más aventajados, por ser lati-
no y español. L a s figuras son grandes, poco
ménos trestanto que el natural, de tanta fuerza y
relieve, tan bien entendidas y tan bien pintadas
al fresco, que los que entran por la puerta de
frente, aunque están á cien pasos de distancia,
parece están junto de ellas, que las pueden asir
con la mano, tan de bulto parecen y tan fuerte-
mente relevan de la pared. Desde esta madre co-
mún de las ciencias naturales, y que se alcanzan
con nuestra diligencia, se va caminando á l a per-
fección y remate de lo que se puede saber en la
tierra de lo revelado y divino, que se llama teo-
logía, cosa de tanto punto necesaria, que sin te-
ner alguna nota de sus misterios es imposible
377
alcance el hombre el fin para que fué criado.
Son tres partes: de la una parte, de esta filoso-
fía que se llama racional; para esto, en tres dis-
tintos apartimientos ó compartimentos de la bó-r-
veda, se pintan estas tres ciencias, por el orden
que se ha dicho. Se finge abierto el cuadro, y que
por allí se ve el cielo y aire sereno, y la Gramá-
tica sentada encima de unas nubes para la pro-
piedad de la naturaleza, que la figura humana, si
no tiene alas, ha de asentar y sustentarse en a l -
go. L a figura es de mujer grave; tiene en la una
mano, una guirnalda de verdura y flores, y en la
otra, una palmatoria y azote, aunque algo escon-
dido, para significar que en las escuelas se ha de
usar más del premio que del castigo, y basta se-
pan que lo hay. Se ven en esta pintura algunos
muchachos al derredor de la Gramática, con sus
cartillas y librillos; todo con tan lindo colorido,
luces, escorzos, desnudos y fuerzas, que entre-
tiene y deleita mucho.
L a arquitectura del techo abierto, que se finge
de piedra, la sustentan cuatro mancebos fuertes,
desnudos, mayores que el natural, con paños ó
almohadones en los hombros ó en las cabezas,
tan valientes y de tanto artificio y dibujo, y en
tan extrañas posturas, que tienen bien en qué es-
tudiar los que quieran aprovechar en el arte. L a s
lunetas y capialzados que están en las ventanas
altas, y en las que corresponden en la otra pared
de frente, se fingen también abiertas al cielo, con
unos fondos ó espejos de piedra, y otros dos
378
mancebos desnudos, poco ménos del natural, que
también están sustentando la abertura ó cerco
del claro con extremadas posturas, hermosas ro-
pas y pulvinares ó almohadas, en que hacen la
fuerza y reciben la carga: por el agujero del fon-
do ó espejo, se ve bajar por cada uno un ángel,
con alguna cosa en la mano de lo que toca á la
facultad y ciencia que acompaña; vienen hacien-
do excelentes posturas y derribándose por el aire,,
con maravillosos escorzos y perspectivas, que,,
mirados de diversas partes, varían la figura, con
singular deleite de los que las consideran. A l fin,
está todo tan valiente, que han dicho muchos ita-
lianos que aquí vienen, inteligentes y de buen
gusto en el arte, viendo tantas diferencias y des-
nudos, que les parece vino el mismo Bonarroto á.
pintar esta pieza, y que quita el deseo de ver
aquel tan alabado Juicio que pintó en el Vatica-
no. De suerte que, en lo que toca á la invención
y traza de esta pintura, en cada cuadro ó arte-
son, ó llamémosla la basílica, está una parte de
la Filosofía y diez figuras de varones desnudos y
sin ninguna deshonestidad, de lo que no se reca-
tó Miguel Angel en su Juicio, sin los grotescos y
follajes de oro y de piedra fingida, que hacen los
compartimentos. Sin esto, á los dos lados de las
ventanas altas que están á la banda de Oriente,
encima de la cornisa, y en las que responden á
estas á la banda del Poniente, que están cerra-
das, se ve algún varón insigne en aquella facul-
tad y ciencia que está acompañando, de suerte
379
que con cada una hay cuatro; y así, en este pri-
mer compartimento de la Gramática se pusieron
cuatro varones insignes en ella, en diversas pos-
turas, aunque todos con gravedad y decoro sen-
tados, y mayores mucho que el natural.
E n las figuras que representan personas bajas,
que se inducen en la historia no más de para ser-
vicio ó carga, ú oficios bajos, se permiten desnu-
dos y mostrar en ellos el arte; mas no se ha de
permitir en las personas principales, graves, ho-
nestas. Y así lo guardó el Peregrin en esta libre-
ría y claustro principal. Acompañan, pues, á l a
Gramática, de un lado, Marco Terencio Varron,
que con justo título puede ser el primero; junto
con él, de la otra parte del festón que aquí res-
ponde á la ventana de frente que tiene en medio
un medallón fingido de oro, y un filósofo escul-
pido en él, harto bien contrahecho, está Sexto
Pompeyo, de poco ménos antigüedad que aquel
gran Príncipe y Capitán romano, pues floreció
en tiempo de Augusto: escribió veinte libros de
la significación de las palabras, que fué como re-
ducir el método, lo que antes habia hecho Verrio
Flaco. De la otra parte, que es la de Oriente, es-
tán los dos conocidos Aélios, tan temidos de los
muchachos, que decoran sus artes. Nuestro A n -
tonio de Nebrija está con razón puesto entre es-
tos varones tan doctos, y tengo vergüenza le es-
timen y conozcan mejor los extranjeros que nos-
otros sus naturales y discípulos, que sin excep-
tuar ninguno se pueden llamar así, de cien años
380
y más á esta parte, todos los hombres doctos de
España. Luego, entre dos fajas que dividen este
cuadro en la bóveda del cuadro segundo, que es
de la Retórica, se hace una distancia que responde
á los intercolumnios: está labrado de bizarros
grutescos, con trozos de arquitectura, templetes
y otras invenciones graciosas, y en los remates se
ven los dos ilustres escritores de historia, la Na-
tural y Moral, Plinio, aquel hombre tan fecundo
en escribir las cosas de la naturaleza, como ella
en producirlas; se le ve rodeado de algunos ani-
males, para significar el sujeto de que trata aquel
autor y cuán excelente descubridor fué de sus pro-
piedades. E l otro es Tito Livio; se sigue luego el
cuadro de la Retórica, una hermosa y valiente
figura de mujer con extraño aderezo de ropas y
más extraña postura y escorzo; en la mano dere-
cha tiene el caduceo de Mercurio; le llamaban los
antiguos el dios de la elocuencia: está también
acompañada de muchachos desnudos metidos en-
tre nubes con libros en las manos, con posturas
alegres y traviesas., que hay mucho que estudiar
y ver en ellas. Tiene un león al lado, para signi-
ficar que con la elocuencia y la fuerza del bien
hablar, se amansan los ánimos más feroces. E n
este segundo cuadro de la Retórica, al lado de las
ventanas y rosetones, le están haciendo estado y
acompañándola aquellos cuatro príncipes de la
elocuencia, Isócrates y Demóstenes á una parte,
entrambos griegos; de la otra banda está Cicerón,
todos le conocemos porque desde muchachos trae-
381
mos stis libros en las manos; el postrero de estos
cuatro es Quintiliano, que aunque tan maestro
del arte y español, y á lo que dicen natural de Ca-
lahorra, entre estos héroes es justamente el pos-
trero. Luego, después de este cuadro, está una fa-
ja con un grutesco hermoso, y luego el arco que
sube desde el suelo de la pieza que hace la pri-
mera capilla, de las tres en que dije estaba divi-
dida esta pieza, para que no quedase embacinada
y demasiado larga para el alto y el ancho y sin la
debida proporción. Esta anta ó pilar resalta dos
piés y medio y algo más de la pared, y por todos
los tres lados, está adornado con diversas labores
y guarniciones; por el frente está de lindos y gru-
tescos graciosos y bien labrados, en que se ven
medallas y figuras pequeñas de mucha traza, de
suerte que está harto enriquecido y hermoso de
cosas fantásticas, ó como ellos dicen, caprichosas.
Encima de la cornisa donde comienza á mover el
arco, están sobre unos pedestales que se fingen
en unos encasamentos ó nichos, de la una parte
Homero, coronado de laurel, príncipe de la poe-
sía de Grecia y de todos los autores profanos, y
con tan propia habitud y semblante de ciego, que
aunque no se le viera en los ojos lo conociera
cualquiera; tan vivamente supo el maestro darle
el aire de hombre que hecha las manos atentando
para suplir la falta de la vista. De la otra está
Virgilio, á quien los críticos de nuestros tiempos,
no sabiendo dónde ponerle ó cómo llamarle, le
dicen dios de los poetas. E n otro intercolumnio
382
que se hace de otras dos fajas, están los dos fa-
mosos poetas líricos Pindaro y Horacio, corona-
dos también de laurel, árbol tan amado de Apo-
lo y por consiguiente tan consagrado de sus ado-
radores vanos. Algunos han querido reprender
que en esta librería hay mucho de esto, poético y
gentil, y paréceles que en librería no solo cristia-
na, mas aun de convento de religiosos y Jeróni-
mos, no habia de haber nada de esto, ni oler á co-
sa profana, todo habia de ser figuras é imágenes
de santos; razón es de gente ignorante ó hipócri-
ta. A cada cosa se ha de guardar su decoro: eso
es para el claustro, sacristía, capítulos, coro y
otras piezas propias del estado y de la observan-
cia: las librerías son apotecas y tiendas comunes
para toda suerte de hombres y de ingenios: los
libros lo son, y así lo han de ser las figuras; y si
están aquí y en todas las bibliotecas del mundo
los libros de tan insignes ingenios, que muestran
la hermosura ó el rostro de lo que tenian dentro
y se les leen las almas, ¿por qué quieren no estén
los retratos del rostro?
Esta librería es Real, y han de hallar todos
los gustos como en mesa Real, lo que les asienta;
y áun si bien se advierte, áun para los muy reli-
giosos, hay en esto que llaman profano y gentí-
lico, buenos sujetos y ocasiones para loores di-
vinos, y motivos de santa meditación, y los san-
tos muy enseñados del cielo estimaron mucho
esto, de que algunos hacen tantos arcos, y die-
ron reglas para que se sacase mucho fruto de
383
•ellos; quede esto dicho para lo que se sigue y voy
mostrando á los de buen gusto, gente santa, sin
hipocresía, que de todo se aprovechan para bien.
L a Dialéctica viene luego en tercer comparti-
mento y cuadro, otra mujeraza valiente, y es
mucho en cabezas tan grandes mostrar tanta her-
mosura, y ésta la tiene, lindo rostro, y en un es-
corzo difícil, tiene los brazos tendidos, la una
mano abierta y la otra cerrada, para mostrar
que enseña cómo se ha de dilatar un sujeto y re-
cogerle, que son dos grandes virtudes de su arte.
L a cabeza tiene coronada con los cuernos de la
luna, para significar aquella manera de argu-
mento que los griegos llaman dilema, y los lati-
nos argumento cornuto, con que se aprieta mu-
cho al adversario, y con que más fuertemente le
derriba y vence. Tiene el mismo acompañamien-
to de mancebos y muchachos, trepando y mo-
viéndose con habitúdines admirables, llenas de
dificultad y hermosura, porque ama siempre este
artífice acometer cosas difíciles en los desnudos,
por mostrar lo mucho que tiene del arte. De la
una banda están Meliso y Zenon, de este dice
Cicerón que declaraba diferencia de la Retórica
y de la Dialéctica, mostrando la una mano cerra-
da y la otra abierta; la manera del decir de la
una abierto, extendido, hermoso; la de la otra,
apretado y duro. Síguense luego en los cuatro
compartimentos y cuadros que restan en la bóve-
da iguales á éstos y de igual hermosura, las cua-
tro principales partes en que se divide la otra
384
parte de la Filosofía, que se llama comunmente
Matemática, que son Aritmética y Música; la una
trata de números y cuentas, y la otra añade sobre
esto el sonido; de suerte que se suene numerosa-
mente y por cuenta, y por eso la llaman subalter-
nada, porque es como inferior y contenida debajo
de los principios de la otra, que son más univer-
sales. L o mismo digo de las dos que se siguen,.
Geometría 3' Astrología, que aunque la compañe-
ra y más vecina de la Geometría sea la perspec-
tiva y su subalternada, como dijimos de la M ú -
sica, pues la primera trata de líneas, y la segun-
da sobre este sujeto, añade vista, líneas hechas y
producidas con la vista; se puso empero en lugar
de ella la Astrología, porque es más noble su s u -
jeto y más levantado por tratar de los cuerpos
celestiales, de sus movimientos y aspectos. E n
todas estas ciencias hay grande acompañamiento
y ornato, y se ponen los más insignes varones ó
de mayor antigüedad que se conocen en estas
disciplinas, mezclando con ellos algunos de nues-
tros tiempos. Se ven allí Arquitas TarentinOj.
Pitágoras, Xenocrates, Arquímedes, y también
Jordán, y Sacro Bosco, y Juanes de Monteregio,
que en comparación de los cuatro primeros son
de ayer. E n la Música, Apolo, Orfeo, Anfión,
Tubal, Cain, padre de todos, y entra con ellos
Boecio Severino. E n la Astrología se junta con
Ptolomeo nuestro Rey Don Alfonso, famoso por
sus tablas en todo el mundo. De esta suerte se
muestra, que para venir de la Filosofía á la Teo-
385
logia es menester caminar por el conocimiento
de muchas de estas cosas. Así, pues, se ve pues-
ta en el testero que dijimos cae á la parte del
convento, dentro de una arquitectura de un tem-
plo, que significa la iglesia donde ella reina y tie-
ne su trono y cátedra. Está sentada una doncella
grande y hermosa, porque ni admite corrupción
ni vejez, que la que padece estas mudanzas no es
Teología, sino fantasías ó sueños de opinantes
metafísicos que brotan de ingenios ociosos ó lu-
juriantes, como los llama San Jerónimo. L a salen
de la cabeza y rostro unos resplandores divinos
y una corona Real, que se sostiene encima con
la fuerza de la luz para significar cuán sobre todo
lo terreno se levanta, y que sus fundamentos son
divinos, que no tienen necesidad de apoyo hu-
mano, y como á Reina tiene de servirle todo y
obedecerle. A los dos lados están los cuatro doc-
tores de la Iglesia latina, Jerónimo, Ambrosio,
Agustin, Gregorio, con sus propios hábitos; figu-
ras grandes de mucha majestad y autoridad; en
los rostros y semblantes se les echa de ver la
santidad de las almas y la alta meditación en que
están puestos. Con el dedo de la mano derecha
les muestra la Teología un libro, que es la Santa
Escritura, para decirles, que en aquello han de
emplear el gran talento que les dió el cielo. Este
es el orden y la pintura que se ve en la librería
de la cornisa arriba; por descansar de mirar en
alto y de discurso tan largo, dejamos lo demás
para el siguiente.
25
DISCURSO X .

Prosigúese la traza y adornos de la librería p r i n -


cipal, con todas sus partes y piezas.

No he visto entrar hombre en esta tan ilustre


pieza, que no se le haya puesto en admiración y
como dejado suspenso, y verdaderamente con ra-
zón, pues áun á los que estamos en ella cada dia,
si sucede hacer alguna ausencia, cuando volve-
mos nos causa su vista esta misma novedad y
movimiento. Muchos italianos que han visto la
Vaticana de Roma, que es tan excelente, y otras
muchas de Italia y Francia y otros reinos, le esti-
man y reconocen por cosa excelente. Visto hemos
su traza y sus compartimentos, suelo, cajones, es-
tantes, y la pintura, desde la cornisa arriba, en
las siete capillas ó cuadros, y los dos testeros,
donde se pintaron todas las ciencias. K n este dis-
curso veremos la demás pintura, que está entre
la faja y ondas que corre por encima de los cajo-
nes hasta la cornisa, y el asiento y órden de los
libros. Dijimos que en el frente de la pared que
cae al colegio está la Filosofía con algunos filó-
sofos, príncipes naturales y morales. Se acordó
que debajo de cada cuadro de la bóveda, y todo
387
lo que respondiese hasta los mismos cajones,
fuese cosa tocante á la misma ciencia, que está
asentada en las nubes de aquel claro. Se pusieron
á los lados varones insignes, como viraos, y de-
bajo de la cornisa historias que respondiesen á lo
mismo de arriba. Así se compuso en este testero
una historia de la escuela de Atenas, partida en
aquellas dos sectas tan encontradas de estoicos y
académicos; están dos cátedras para significar
esto en el cuadro; y en la una, que es de los es-
toicos, se ve puesto en ella Zenon, fundador de
aquella doctrina dogmática, ó, como si dijése-
mos, preceptista y definidora, que quiere dejarlo
•todo asentado y determinado por sus reglas y sus
discursos. E n la otra, que es de los académicos,
se ve el prudente y agudísimo Sócrates, á quien
hacen fundador y padre de esta escuela; de suer-
te que estas dos principales escuelas, diferian en
los tres puntos principales que estriban todas las
ciencias: en los principios, medios y fines. Esto
se pretendió significar en esta historia, que es la
primera, como digo, que está debajo de la F i l o -
sofía.
A los dos lados, debajo de la Gramática, están
otras dos al propósito. L a una es la torre de B a -
bilonia, que se ve edificando con gran bullicio y
concurso de gente, andamios, grúas, piedras y
todo aquello que vemos en un edificio grande
-cuando vuelve la labor; y porque allí confundió
Dios las lenguas y diferenció los idiomas, y de
aquí nació tener los hombres necesidad de apren-
388
der gramática, para venir en conocimiento de la
otra lengua de su propiedad, congruidad y ca-
dencias, que llamamos idiomas y dialectos, y por
esto se puso esta historia, origen de la Gramáti-
ca, que está harto galanamente pintada. De la
otra parte, está el primer seminario y colegio de
gramática que sabemos ha habido en el mundo,,
donde, por mandado del Rey de Babilonia Nabu-
codonosor, se juntaron muchos muchachos de su
reino y de los cautivos israelitas para que allí es-
tudiasen diversas ciencias. Vino á propósito esta
historia para la antiguüedad de la gramática y su
autoridad, y por haber juntado aquí el Rey Don
Felipe un seminario de cincuenta mozos que
aprenden lo mismo. Tras estas dos historias sa-
gradas de la Gramática, se siguen dos de huma-
nidad, debajo de la Retórica. L a una es la liber-
tad que Cicerón alcanzó de Cayo Rabirio, que
estaba acusado y poco ménos condenado por
Tito Labieno de Perduelio, que era crimen, co-
mo decimos, de lesa majestad. Habia Rabirio
muerto á un Saturnino, hombre pernicioso á la
república: fué tan excelente la oración que Cice-
rón hizo en su defensa, de tanto arte y con tan-
tos afectos adornada y dicha, aunque le dieron
poco tiempo para hacerla, que de todo punto sa-
lió con la victoria: se ve pintado á Cicerón oran-
do, y Rabirio, que le está cortando las ataduras,,
en señal de libertad; y así mereció esta oración
que se pusiese por muestra de lo mucho que pue-
de la retórica y el arte del bien decir. De la otra
389
parte está aquel Hércules Gálico de Luciano, tan
alabado y recibido de todos; viejo, desnudo, con
sólo la piel de león y con la clava, y de la boca
le salen unas cadenas de orO y plata, que pren-
diendo en las orejas de muchas gentes, se los lle-
va tras sí; que no se pudo inventar mejor enigma
ó símbolo para mostrar la fuerza que tiene el hai-
blar con arte y hermosamente en los corazones
de los hombres. E n la Dialéctica se pusieron
otras dos, una de Zenon Eleates, á quien hace
Aristóteles inventor de la dialéctica, porque de-
bió de ser el primero que entre los griegos dió al-
gunas reglas ó puso en algún método la manera
de disputar, aunque hasta los tiempos de Sócra-
tes se supo poco de esto y de la ética. Se pintó
este filósofo delante de muchos mancebos que le
siguen, y él les muestra dos puertas: la una tiene
por título Véritas, y la otra Fálsitas, para signifi-
car que la dialéctica es la puerta por donde se
entra al conocimiento de la verdad, y descubre la
falacia y la mentira, y que su oficio es dar reglas
para distinguir lo verdadero de lo falso. De la
otra parte están San Ambrosio y San Agustín,
como disputando, y la santa madre Ménica ro-
gando á Dios por la conversión y salud de su
hijo: se siguen luego las dos historias de la Arit-
mética; se ve de la una parte Salomón, mancebo
hermoso, ricamente vestido, sentado en una me-
sa, y la Reina de Sabbá^ que está como pregun-
tando y proponiendo enigmas. Encima de la me-
sa está un peso de balanzas, una regla y un aba-
39o
co ó tabla de contar muchos números y cifras de
aritmética, y en la caida del paño de seda que-
está sobre la mesa, escrita con letras hebreas
aquella tan alta sentencia: omnia in número, pon-
dere et mensura; todo tiene número, peso y medi-
da. L a misma ó poco ménos dificultad tiene la
historia que se ve al otro lado: están pintados
muchos hombres desnudos, que son aquellos gim-
nosofistas de quien dice San Jerónimo que filoso-
fan con números en arena; están repartidos en el
cuadro por corrillos, y muy atentos á las figuras,
del suelo. Luego se sigue la Música, y, como v i -
mos, nace de la Aritmética y de su mismo suje-
to, y presupone sus principios. Aquí también se
mezclaron historia profana y divina.
De la una parte está aquel excelente efecto
que hacía la música de David en la endiablada
melancolía de Saúl, que es una música que saca
y libra como de entre unas furias infernales, aque-
lla parte que desea gozar la luz del entendimien-
to. Esto es lo que significa en la otra historia
frontera, que es la docta fábula de Orfeo cuando-
saca á su amada consorte Enrice del infierno, ta-
ñendo dulcemente con el arpa, adormeciendo al
son al cancervero de tres cabezas, y perdió la mu-
jer cuando ya salia del peligro, por no guardar el
precepto de Proserpina, de no volver la cabeza
atrás. Está con grande esmero pintada la fábula,
con hermosos lejos, claros y oscuros, y con solas
dos figuras, ocupando un cuadro harto galana-
mente; se parece, por una parte, una boca de fue-
39i
go del infierno, el cancervero á la puerta dormi-
do; por otra se descubren unos campos alegres,
que hacen admirable contraposición: Orfeo pare-
ce va con grande tiento tañendo, y Euridice, her-
mosísima, desnuda y honesta, siguiéndole. Aquí
entre los intercolumnios y pilastras entra el otro
arco que hace la división de la tercera basílica de
esta pieza, y el adorno y grutescos con algunas
figuras excelentes de Mercurio y Apolo, todo de
mucho arte. Entran luego las otras dos historias
de la Geometría: de la una parte, se ven los filó-
sofos de Egipto, que eran los mismos sacerdotes,
haciendo demostraciones geométricas en la are-
na en diversos corrillos y juntas, con sus compa-
ses y escuadras, y se muestran tan atentos, que se
les ve el estudio y la especulación grande con que
vinieron á hallar tantas utilezas y primores en
aquella facultad: dicen que tuvo allí la Geometría
Su principio, porque como el Nilo los baña é inun-
da la tierra con sus crecientes y turba la división
de las posiciones y heredades, encargaron á los
sacerdotes que se las tornasen á partir, y diesen
á cada uno lo que tenia primero. De la otra par-
te, está Arquímedes tan atento en una demostra-
ción matemática, que aunque los soldados roma-
nos que hablan entrado en la ciudad de Zarago-
zo, de Sicilia, le amenazaron de muerte, no hizo
caso de ellos ni alzó la cabeza á mirarlos, y así le
quitaron la vida. L a s postreras dos historias son
de la Astrología: la una muestra aquel tan sobre-
natural eclipse del sol, que aconteció en la Pasión
392
de Nuestro Señor: es historia harto bien pintada
y con tan hermosos lejos, unos claros, otros eclip-
sados y los filósofos tan admirados y atentos, que
es una de las cosas que hay en esta pieza donde
hay tanto bueno. Del otro lado está otra tan extra -
ña maravilla del sol, la historia es la célebre y co-
nocida del Rey Ezequías, que Dios le perdonó y
le concedió quince años más de vida, cuyo pecado
fué no haber querido casarse ni tener cuidado de
dejar hijo heredero en el reino de David.
Se muestran en estas dos historias de la Astro-
logia que el Criador de los cielos, y el que solo
sabe los nombres de todas las estrellas, hace de
ellas y con ellas lo que quiere y como quiere, y
que como él nos lo manda, no tenemos que temer
ni de sus influjos ni constelaciones, sino servirle y
amarle. Y pues hicimos de esta Astronomía Teo-
logía, digamos la postrera, que está respondiendo
de frente á la escuela de Atenas y debajo de la
misma historia. Se representó lo mejor que se
pudo el Concilio Niceno, que es el más general
y más grave de cuantos ha celebrado la Iglesia, si
en esto puede haber más ó ménos, pues estriban
todos en una misma autoridad divina y existencia
del Espíritu Santo. Concurrieron en él trescien-
tos diez y ocho padres varones, santísimos, pro-
bados muchos de ellos en las batallas de la fé y
derramado por Jesucristo la sangre: presidió en
este Concilio nuestro Obispo de Córdoba, junto
con dos presbíteros, que eran lo mismo que ahora
llamamos Cardenales legatos ad Idtere; se signifi-
393
carón aquí con la pintura, fuera de la existencia
del Espíritu Santo, dos puntos importantes, lo
mejor que se supo hacer: el emperador Constan-
tino, sentado más bajo, apartado de los Obispos,
porque jamás se osó poner entre ellos, ni tener
mejor lugar, diciendo que aquella junta y tribu-
nal, era de los que tenian en la tierra las veces de
Dios, y así está echando en el fuego unos pape-
les en que se le hablan dado ciertas acusaciones
de algunos Obispos: lo segundo es la condena-
ción de Arrio; se muestra derribado de un asiento
caido en el suelo y con tal rostro, que se le pue-
de conocer la obstinada rabia de verse vencido.
Esta es la forma y el adorno de lo material de
esta tan excelente librería: dicho queda con la ma-
yor prisa que he podido.
L o principal y lo que en librerías es el fin y la
sustancia, son los libros y el asiento y orden de
ellos. Cuanto á lo primero, en esta pieza no hay
más que libros impresos en lengua latina, griega
y hebrea, sin entremeter en ellos ni libros de ma-
no ni de otras lenguas vulgares; el número no es
mucho, porque no llegan á siete mil, aunque no
hay cajón ni estante vacío; todo está lleno y c u m -
plido: están (es verdad) en un volúmen muchos
autores juntos, teniendo respeto á que los cuer-
pos sean bien proporcionados, que si estuvieran
por sí, pasaran de nueve mil: la encuademación es
llana, en becerro colorado, los cortes de las hojas
dorados todos, sin manezuelas, porque están en
cartón, y como se juntan y aprietan, puestos todos
394
de canto, que ninguno hay de llano; están bien
guardados y compuestos, así parece toda la pieza
hermosa, porque desde el suelo á la cumbre está ó
pintada ó cubierta de oro. De las otras piezas y
del orden de los libros y en particular de algunos
que hay en ella notables y de estima, diremos en
el discurso siguiente, porque no sea este más
largo.
DISCURSO X I .

Las otras dos piezas de la librería de este conven-


to, sus adornos y el orden de los libros, con
otros particidares.

Teniendo consideración á que quedase esta


pieza, alegre, llena de majestad y de luz, no pu-
do caber mayor número de libros de los que he-
mos dicho. Tiene, como vimos, por la parte de
Poniente, siete ventanas grandes, y por la de
Oriente cinco, aunque más abiertas á fuera, den-
tro de la misma distancia, y como están entre
los mismos estantes, estorbaron demasiado. L a s
cuatro pilastras ó antas que dividen la pieza
quitaron otros cuatro estantes, y así se perdieron
más de tres mil cuerpos de libros, que aumenta-
ran mucho la librería. Con esto, las columnas re-
dondas de los mismos cajones y las pilastras que
responden detras, hacen que se pierda otra gran
cantidad de libros; por esto fué forzoso, aunque
la pieza es tan grande, ayudarle con otras dos,
donde se supliese esta falta, aunque parece re-
dondo, en mayor autoridad y grandeza de la li-
brería. L a primera de estas, está encima de ella
puntualmente, y es tal, ^que quien la ve primero
39^
piensa no hay más que pedir. L o s estantes, aun-
que de madera de pino, bien labrados, con pilas-
tras cuadradas pintadas y contrahechas las ma-
deras, que son naturales en lo principal, y así
parecen lo mismo. Tienen á cuatro senos en que
se ponen los libros derechos y corte dorada, y de
la misma encuademación sin faltar punto. L a
pieza tiene las mismas ventanas que la de abajo,
excepto una del medio, que no pudo dársele, por
tener allí la figura ó estátua de San Lorenzo, que
dijimos estaba en la fachada de la puerta prin-
cipal. Encima de los cajones, por todo el contorno
de las paredes, están los retratos de muchos Pon-
tífices y personas principales en santidad y letras,
tan al natural y vivos, que parece se puede ha-
blar con ellos. Hay también algunos globos terres-
tres y celestes y muchas cartas y mapas de pro-
vincias, como en la librería principal, aunque allí
no hicimos caso de ellos, porque son cosas mo-
vibles, como ni de otros instrumentos matemáti-
cos, algunos del mismo Gernafrisio, y otros de
Pedro Apiano y de otros grandes maestros en el
arte. Los libros de esta librería son de las len-
guas vulgares castellana, italiana, francesa, ale-
mana, portuguesa, lemosina ó catalana; de to-
das hay buenos libros, aunque no se ha puesto
mucho cuidado en juntarlos, porque no se hallan
fácilmente. E l principal intento de esta pieza es
éste, mas sin estos, tiene muchos de la lengua la-
tina, y más que de otros ningunos, por haber
gran variedad de impresiones, y en particular se
397
guardan aquí las antiguas, que muchas veces son
más emendadas que las nuevas; ofrécese nece-
sidad de acudir á ellas. Sólo una falta tiene esta
pieza, que está desacomodada por estar tan alta
y encima de la principal, y así el invierno la
hace muy fría y en el verano no la falta calor.
L a tercera pieza ó librería pudiéramos llamar-
la primera, porque la dignidad de los libros lo
merece: son todos de mano, en muchas lenguas
y en todas facultades, entre ellos muchos origi-
nales de gran antigüedad y estima. Está muy
junto de la principal pared en medio, en el claus-
tro de la Hospedería: las puertas casi juntas, que
se echa de ver; es esta como la recámara de la
grande, lo guardado y lo que no se comunica á
todos. No es la pieza muy grande ni de mucho
adorno, porque no se hizo aposta para este me-
nester; antes eran unos aposentos ó celdas que se
acomodaron quitándoles los atajos, y vino tan á
propósito que parece se pretendió de principio, y
es así, que para la conservación de estos libros,
que son de mano y tan antiguos, que es maravi-
lla cómo muchos de ellos viven: fué cosa de todo
punto acertada; tiene las ventanas al cierzo, que
ayudan mucho á esto; el largo de la pieza es de
83 piés en todo, porque aún está dividida en dos
piezas; el ancho son 20 escasos, de alto 15; los
estantes son como los de la librería alta, con cin-
co órdenes ó senos, que sin dificultad se alcan-
zan y gozan todos los libros. Desde los cajones
hasta lo alto del maderamiento, no hay otro ador-
398
no más de retratos de Papas, de varones santos
y hombres eminentes en letras, antiguos y mo-
dernos enviados al Rey, de Italia, Francia y Ale-
mania, y otros que se hicieron en España, que
ha habido quien los hacía muy bien. E n la pri-
mera y mayor de estas dos piezas, están sólo l i -
bros griegos y latinos de mano, sin mezclarse en
otra lengua ninguna. E n l a segunda, hebreos, ará-
bigos, italianos, castellanos, persios y de la China
y turquescos. También hay aquí buenos globos
y otros excelentes instrumentos matemáticos, y
en particular uno que inventó Pedro Apiano y
se lo presentó al Emperador Cárlos V , que tiene
grandes usos, y para cosas de medir campañas y
considerar y medir tierras, tomar sus alturas y
distancias, excelentísimo: para su declaración y
uso, hizo cuatro cuerpos de libros de á folio,
parte impresos y parte de mano, que se guardan
aquí con el mismo instrumento. Están también
en sus cajones guardadas muchas diferencias de
monedas y medallas, figuras de metal antiguas
que se dieron á S . M . con la librería de A. Agus-
tín, Arzobispo de Tarragona, varón insigne en
todo género de buenas letras, gran amador de la
antigüedad: entre ellas se ve el Abacá antiguo,
con sus números y cálculos, por donde contaban
los romanos, aprendido de los griegos, llamado
Mesa Pitagórica, donde se ven aquellas notas y
figuras antiguas que se parecen mucho á las que
nosotros llamamos castellanas, de que hizo men-
ción el mismo San Agustín en su libro de ins-
399
cripciones y monedas, y también del Congio que
está con él, medida antigua romana que se daba
como de ración de vino en la República y en los
convites y á los criados de los señores y pania-
guados: es una octava parte de cuadrantal, ó
como si dijésemos, de una cántara; quien quisie-
re saber más por menudo de estas antigüedades,
vea el mismo autor en el mismo libro, que acor-
dó escribirlo en lengua castellana y en diálogos,
porque todos lo gozasen. De esta manera, hay
otras antigüedades que sirven para la inteligen-
cia de los buenos autores y áun de la Sagrada
Escritura, como es la de aquella antiquísima y
celebrada moneda que se llama Siclo, tan repeti-
da en el Testamento viejo, y de cuya verdad y
noticia se colijen y averiguan mil verdades en
cosas de monedas y pesos: dejó aquí esta tan ex-
celente reliquia, que así quiero llamarla, el doc-
tor Arias Montano.
Visto lo que toca á las piezas y cuadras de la
librería, quiero decir que el orden que en ellos se
tiene y de división y asiento se ha dado á los l i -
bros, después, como de corrida, se dará noticia
de algunos en particular. Esta librería se asentó
la primera vez toda junta en una pieza, que aho-
ra sirve de dormitorio á los novicios; y el doctí-
simo Arias Montano, como quien tenia cabal noti-
cia de las lenguas y disciplinas i x \ la fué dividien-
do, asentando cada lengua por sí, que como eran
(1) Llama disciplinas, á las asignaturas que se explicaban en el S e -
minario, que por lo numerosas he creido innecesario poner aquí.
400
los principios y no se habia juntado tanto acopia
de libros, pudieron caber allí tantas divisiones; y
en cada una de las lengiias hizo otra división,
asentando lo impreso á una parte y lo de mano á
otra, y después otra división en cada una de es-
tas divisiones de impreso, de mano y de lengua,,
hacía que estuviese cada facultad por sí; y divi-
dió la librería, en cada una de las lenguas, en se-
senta y cuatro facultades. Adviértase en esta par-
ticipación de disciplinas, que no entendió su au-
tor que cada una fuese disciplina por sí, que esto
ello se dice, sino que muchas de estas divisiones
son parte de una misma disciplina: de esta suerte
se asentó la primera vez la librería en el lugar
que dijimos, con tantas divisiones y particiones
y títulos; después que se puso en las que he di-
cho, donde ahora están, tiene mucha facilidad,
claridad y compostura. Cuando la mudé de allí,
porque sucedí en ella á tan ilustre Bibliotecario,
á quien tengo en todo por maestro (ojalá mere-
ciera yo nombre de su discípulo), me pareció
guardar en cuanto fué posible el órden que habia
dado en el asiento de las disciplinas, y por qui-
tar la fealdad que hace la desproporción de los
libros, junfé los de folio todos en los cajones que
están paradlos, y los de cuarto en los de cuarto,
y así los demás en sus propios senos; y para que
con suma facilidad se hallase lo que se busca en
ellos, hizo dos catálogos, el uno de los nombres
propios de los autores, y el otro con el mismo
órden de estas disciplinas; y se satisface á todo,
401
ála buena apariencia y compostura de fuera, y al
orden de las ciencias y facultades lo de dentro.
E l fundamento y principio de esta librería fué, la
misma librería del Rey Don Felipe I I , cuyo índi-
ce de sus libros guardé yo, y le tenemos en la l i -
brería ahora, como prenda importante, en que
de su misma mano están rayados y notados los
libros que nos iba dando al principio, donde en-
tre otras cosas que va notando en las primeras
hojas blancas, dice así: «Los libros de mano y de
más importancia, por lo que en ellos se verá, que
se enviaron á San Lorenzo para que allí los ten-
gan á gran recado en la sacristía, con las cosas
más preciosas, están señalados en la raárgen pri-
mera del catálogo con esta señal ¡<3:=5;)> y
luego, más abajo, dice: «Los libros que tienen
mis armas en la encuademación, que es la que se
hizo en Salamanca, tienen una raya al cabo, que
atraviesa la márgen postrera. L o s libros que se
llevan á la librería de San Lorenzo, que ahora
han de estar en la Fregeneda, tienen en la pri-
mera márgen esta señal — O'" Y as^ otras
muchas advertencias de su mano en este índice.
E l número de los libros es casi dos mil; se traje-
ron á esta librería más de mil doscientos, que por
ser muchos de ellos de impresiones antiguas,
mandó se repartiesen por las celdas de los reli-
giosos, y otros se quedaron en la librería para
dar cimiento y servir como de nidal á tan feliz
número como en ella se ha juntado, y al fin la
primera entrega de esta biblioteca del Rey Don
26
402
Felipe en su casa de San Lorenzo. Tras ella vino
luego la librería de Don Diego de Mendoza, c a -
ballero tan docto como ilustre, hermano del Mar-
qués de Mondejar y Conde de Tendilla; fué E m -
bajador en Venecia y en Roma, y tuvo otros
cargos importantes. Cuando murió mandó esta li-
brería al Rey, y él la aceptó, pagando las obliga-
ciones y deudas que dejaba en su testamento; vi-
nieron en ella buenos originales griegos, árabes,
latinos, de mucha antigüedad y estima, con otros
muchos libros impresos de estas mismas lenguas,
que las sabía todas con harta excelencia. Se jun-
tó también aquí la librería del Arzobispo de Tar-
ragona, Antonio Agustín, que la recibí por mi
mano. Del Obispo Don Pedro Ponce de León, se
ajuntaron también muchos originales, y de otros
hombres particulares se han ofrecido y juntado, y
mandado buscar por el mismo Réy, en España,
Italia, Flandes y Alemania, otros libros origina-
les de estima. Ambrosio de Morales, el doctor
Juan Paez, Julio Claro, Arias Montano y otros
hombres doctos, han consagrado aquí particula-
res memorias suyas, así de libros y tratados, co-
mo de otros que tenian en estima. Entre los dife-
rentes volúmenes, hay originales de Evangelistas
y de otros santos, y no se engañan en esto, que
no se tiene noticia dónde los haya en el mundo;
diré algo de lo que aquí tenemos más precioso y
como reliquias. Y advierto lo primero que ayu-
dando aquí y en otros autores que tratan de li-
brerías, oyeren decir y lej^eren que hay muchos
403
originales de mano, no entiendan que son los que
-escribieron los mismos autores por las suyas, que
de esto si hablamos, de los mil años arriba, ape-
onas hay cuatro en el mundo, y es como milagro
hallarse. Originales se llaman, libros de mano an-
tiguos, aunque sean de muchos años después de
sus mismos autores, por la autoridad que han co-
brado, siendo de trescientos ó cuatrocientos años
ó más. Dejando aparte las Biblias antiguas de le-
tra longo barda y gótica, que son cosa muy pre-
ciosa, lo más antiguo es un libro escrito de mano
de San Agustín, que aquí y en sus obras impre-
sas se intitula D e B a p t i s m o p a r v u l o r u n : la letra es
«como de nuestras mayúsculas, y la forma longo-
barda, ó de los vándalos, que entonces se usaba
•en Africa, donde eran muy señores. Tuvo el Rey,
•nuestro fundador, muchos años este libro entre
las reliquias; me mandó después que le pusiese
en la librería, en un escritorio cerrado, entre las
oosas preciosas que hay en él: le pregunté una
vez qué certinidad tenia S . M. que aquel libro
fuese de mano del santo: me respondió que la
Reina María, su tia, hermana del Emperador, se
lo habia dado por tal, y como una reliquia que
ella estimaba en mucho; lo mismo me dijo de
otro libro que contiene los Evangelios que se
cantan en la iglesia por el discurso del año, es-
crito en lengua antiquísima griega, que también
se lo habia dado la misma Reina, su tia, con el
mismo nombre de reliquia preciosa, por haber
•sido del glorioso doctor San Juan Grisóstomo:
404
con estos dos, está también un Apocalipsis de
San Juan, escrito de mano, iluminado harto bien,
con una glosa de letra colorada de la misma for-
ma, y á mi parecer no es de más antigüedad que
de doscientos años; tenia el Rey en gran estima;
no le pregunté la razón de ello.
Hay aquí un libro en que están escritos los cua-
tro Evangelios enteros, todos con letras de oro en
un pergamino^ hecho con mucho cuidado, encua-
dernado en tablas, con una cubierta de brocado,
iluminado con el mayor cuidado de aquellos tiem-
pos. Mandóle escribir el Emperador Enrique II,.
habiéndose comenzado en tiempo del Emperador
Conrado, su padre. E l volumen tiene tres cuartas,
de largo, el ancho en buena proporción. Notable
curiosidad, ó por mejor decir, devoción y reve-
rencia, mandar escribir todos los cuatro Evange-
lios con letras, en ciento y sesenta y ocho hojas,
con los Prefacios y Epístola de San Jerónimo y
los Cánones de Ensebio Cesariense. Están ahora
las letras tan vivas, tan enteras y con tanto res-
plandor, como si hubiera dos años que se escri-
bió, habiendo 570 y más, porque el de 1039 co-
menzó el imperio de Enrique I I , por la muerte
de su padre, y ya estaba comenzado á escribir. Se
ve esto porque en la primera hoja está nuestro
Redentor pintado, sentado en un trozo de nubes,
acompañado de muchos ángeles: en la siniestra
tiene un libro, y con la diestra echa la bendición
al Emperador Conrado y á l a Emperatriz Gisela,
su mujer, que están postrados en su presencia;
405
tienen hábitos y coronas Imperiales y los nombres
escritos más abajo; en el cerco de la plana, unos
versos de la elegancia de aquel siglo, en que todas
las buenas artes y erudición estaban tan por el
suelo. E n la segunda plana está Nuestro Señor
en otro trono, y delante de ella, puestos de rodi-
llas, el Emperador Enrique y la Emperatriz Inés,
con coronas y títulos de Reyes, porque aún no se
hablan coronado de Emperadores, y después se
coronaron en Roma. También están por la orla
otros cuatro versos del mismo estilo, aunque lle-
nos de piedad y devoción. Erasmo Roterodamo
celebró mucho este libro en las anotaciones al
Nuevo Testamento., y le llama el Códice áureo,
y sacó de él algunas buenas y germanas lecciones,
que no halló en otras originales. Encarece la so-
lemnidad con que se le mostraron, y le mostraba
siempre encendiendo antorchas y otras ceremo-
nias santas, como debidas á joya tan preciosa.
Dice lo vió la primera vez en poder de la Prin-
cesa Margarita, hija de Maximiliano, mujer del
malogrado Príncipe Don Juan: después dice que
lo tenia la Reina María, hermana del Emperador
Cárlos V: y ella, con los otros tres que hemos di-
cho, se los dió como joyas preciosísimas al Rey
Don Felipe II, su sobrino, de donde se vede cuán-
ta autoridad son todos cuatro. Tenemos también
una Biblia griega del Emperador Cantacuceno,
aunque mal tratada y con faltas: están también
dos grandes volúmenes de letra gótica, en que se
contienen los Concilios y Decretos, desde el N i -
40 6
ceno primero, hasta el undécimo Toledano, cons
muchas obras de gran estima, que sería cosa lar-
ga hacer catálogo de ellas. E l uno se escribió en
la era de 1000 por Sisebuto, Obispo; el otro, que
se llama el Codex Vigiliano, porque le escribió-
un Vigila, presbítero del monasterio de San Mar-
tin de Albelda (ahora es un pueblecillo pequeño
dos leguas de Logroño) el año de 976, que, según
esto, tiene más de 630 años de antigüedad: hay
otro tomo de Concilios, de menor forma y de la.
misma forma y de mayor antigüedad: se acabó de.
escribir á los 29 de Julio año g n ; sin estas tan
venerables antigüedades, hay de doctores santos,
griegos como de Atanasio, Basilio, Nacianceno y
Crisóstomo y otros padres, muchos originales an-
tiquísimos, entre ellos muchas homilías, oracio-
nes y tratados, que nunca se han impreso; sin es-
to, se guardan en diversos cajones y escritorios
otras curiosidades propias de esta tienda y ofici-
na. E l modo de escribir antiquísimo, no sólo en
el Papiro Egipcio de Alejandro, de que hay a l -
gunos pedazos, ó digamos hojas, sino también el
de antes que este se hallase, que era en hojas y
cortezas de árboles, de donde dicen nació el nom-
bre de libro, tenemos aquí uno de estos: unas cor-
tezas ú hojas, no sé que son, largas como vainas
de espadas ó de dagas, cortadas todas á una me-
dida, y grabadas en ellas con harto primor las le-
tras, y después dado con cierto polvo ó tinta con
que salen muy bien; es una historia entera, mas
no sé qué letra es, el título dice: «Lengua mala-
407
bar;» la encuademación es graciosa, porque están
todas estas hojas agujereadas y por ellas pasa un
cordel, y las tablas de fuera parecen del mismo
palo ó madero; antigüedad hermosísima. L a im-
presión de los libros de la China, las figuras son
groserísimas, aunque el papel de extraña delica-
deza; nos han llevado ventaja en ser primeros en
la invención de imprimir y de estampar, mas en
la hermosura y primor se quedan muy inferiores.
Junto con esto, hay una curiosidad de gran esti-
ma, digna del ánimo y grandeza del fundador de
esta librería. Esta es la historia de todos los ani-
males y plantas que se han podido ver en las In-
dias orientales, con sus mismos nativos colores,
el mismo color que el árbol y la yerba tiene, en
raíz, tronco, ramas, hojas, flores y frutos: el que
tiene el caimán, la araña, la culebra, la serpien-
te, el conejo, el perro y el pez con sus escamas:
las hermosísimas plumas de tantas diferencias de
aves: los piés y el pico y áun los mismos tallos:
colores y vestido de los hombres, y los ornatos de
sus galas y de sus fiestas y la manera de sus cor-
ros y bailes y sacrificios, cosa que tiene sumo de-
leite y variedad en mirarse y no pequeño fruto
para los que tienen por oficio considerar la natu-
raleza. Encomendó el Rey esta empresa y traba-
jo al doctor Francisco Hernández, natural de To-
ledo, hombre docto y diligente; escribió quince li-
bros grandes de folio, en que dió gran noticia de
todo lo que hemos dicho. Hizo fuera de estos
quince tomos, otros dos por sí: el uno es el indi-
408
ce de las plantas y la similitud y proporción que
tienen con las muestras, y el otro es de las cos-
tumbres, leyes y ritos de los indios: están estos
quince tomos encuadernados hermosamente fue-
ra de lo que en esta librería se ha usado, cubier-
tos y labrados de oro sobre cuero azul, manezue-
las, cantoneras y bullones de plata, muy gruesos,
y de excelente labor. Otras cien cosas se quedan
por los senos y cajones de estas librerías. Siendo
el Señor servido de dar vida, algún dia se verá un
catálogo copiosísimo de sus libros y de sus más
preciosas alhajas. E l número que ahora se ha po-
dido contar de los libros, por si alguno le da gana
de saberlo, es de catorce á quince mil cuerpos,
sin contar en este número los que hay en la celda
del Prior y en otras librerías pequeñas y más usua-
les, que están allí para el entretanto que esta prin-
cipal acaba de asentarse con el orden que aquí,
hemos referido.
DISCURSO X I I .

L a fábrica y ornato de la iglesia principal


de este Monasterio.

Esta parte de que se ofrece hablar ahora es,


digámoslo así, como el centro donde concurren
las líneas de la circunferencia de esta fábrica, el
fin á donde todo se ordena, y donde todo se jun-
ta, todo se ata y todos concurren, aunque no to-
dos la gozan igualmente; así parece es necesario
sea la mayor, la más hermosa y preciosa de to-
das. Suelen, los que bien filosofan, decir del
hombre, que no sin razón singular se llama tem-
plo de Dios, y como tal es la más extremada fá-
brica de la divina mano y el fin de todas las co-
sas, y así es como cosa debida al que tiene razón
al fin, y tal fin como es ser morada de Dios, que
lleve crecida ventaja á todo lo que no tiene más
de razón de medio. S i miramos todo el ámbito
y lo que este templo ocupa y le es como necesa-
rio y parte suya, es su largo desde la fachada
donde dijimos están las cinco puertas y los seis
Reyes, hasta la pared que cae encima del patine-
jo ó claustrillo de la casa y aposento Real, tiene
364 piés, y de ancho desde la pared del claustro

o'
4io
grande del convento, hasta la de la galería gran-
de de la casa y claustro Real, tiene 230 piés:
aquí se entienden y se encierran la capilla ma-
yor, el coro, los patinejos que tiene al lado, el
sotacoro y tránsito desde el convento al colegio,
y las capillas y antecoros de una y otra parte. Si
hablamos ahora de lo que precisamente es cuer-
po y cuadro de la iglesia, quitándole todas estas
partes, mirándola desde las rejas de bronce que
caen debajo de los antepechos del coro y anteco-
ros, hasta la primera grada de la capilla mayor,
y desde las dos paredes de los lados, es una capi-
lla cuadrada con muy poca diferencia, de 180
piés, sin contar los callejones y tránsitos y capi-
llas en lo bajo ni á los 30 piés de alto. De esta
manera hablaremos ahora de ella , llamándola
una basílica cuadrada, pues tai fué el intento de
su dueño.
L a materia de esta basílica es de la misma
piedra berroqueña, la más escogida, blanca y
hermosa que se halló, tan uniforme é igual y pa-
recida en grano y dureza, que quien la mira un
poco distante parece de una pieza y cavada en
una misma peña; tan excelente labor, juntas, cor-
tes y trabazón, tiene todo. L a forma y orden de
la arquitectura es dórica; la razón, dijimos arriba,
de sentencia de Vitruvio. Toda la máquina se
sustenta y se levanta sobre cuatro fuertísimas
antas ó pilares cuadrados, asentados en medio
de la arca y planta en 53 piés de distancia uno
de otro^ midiéndolos por la basa, y así haciendo
4ii
entre sí mismos cuatro arcos, y respondiéndoles
en las paredes otras antas ó pilastras cuadradas
á distancia de 30 piés, se hacen en la basílica
tres naves por cada parte que la miren, con sin-
gular correspondencia y artificio. L a de en me-
dio, de 50 piés de ancho, y las de los lados, de á
30, que andan por el derredor de las dos grandes
que se cruzan en medio. E l grueso de las cuatro
antas y pilares principales, es de 29 piés de cua-
dro, cortado por los dos ángulos diametrales el
vivo de las esquinas. E l alto hasta el tablero del
chapitel tiene 65 piés, y por la parte que entre
sí se miran y hacen las naves principales, tiene
dos pilastras, estiradas todas, que resaltan de lo
macizo un pié, dejando tres de intercolumnio; de
suerte que, en cada pilar hay cuatro pilastras que
tienen sus correspondencias de dos en dos, y so-
bre ellas se forman los arcos y vueltas de las n a -
ves principales, partidos como las mismas pi-
lastras. Por los otros dos lados de estos pilares
con que miran á las otras dos naves menores, se
hacen entre dos pilastras cuadradas lisas, que re-
saltan otro pié, dos nichos, uno encima de otro,
que adornan todo el cuerpo de la caña y se res-
ponden con otros dos que están en las antas ó
pilastras de la pared. Tiene de claro nueve piés
y de alto desde el pavimento casi el doble: los
bajos sirven de altares harto espaciosos, y así
hay en cada pilar dos con sus correspondientes,
que son cuatro, y por consiguiente, en todos los
cuatro pilares y sus correspondencias, 16 altares,
412
todos de una misma forma; encima de ellos otros
16, que ahora no sirven de nada, pueden andan-
do el tiempo llenarse de estátuas y figuras de
personas Reales que se enterrarán en este tan
célebre mausoleo, pues apenas habrá quien ose
emprender otro más digno de los Príncipes de
España. E n los dos testeros de la nave principal,
que cruza del Mediodía al Norte, se hacen seis
capillas, tres de cada parte, con tres altares, uno
grande en medio y dos pequeños á l o s lados, que
forman una fachada con sus tres portadas de fue-
ra, que hermosean mucho los lados de los 30 piés
abajo, y la misma forma guarda la entrada del
templo, donde en lugar de estos tres altares, están
las tres rejas por donde desde el sotacoro ve la
gente el altar mayor y muchos otros altares de la
iglesia, y oyen misa en ellos; sin estas tres puertas
grandes que se hacen en las naves principales, hay
otras ocho; algunas sirven de altares y capillas, y
otras para las entradas y salidas, con mucha pro-
porción y correspondencia, encimado las cuales,
que por todas son once, dije están puestas las
cruces de la consagración de la iglesia, que no
hay para qué repetirlas, y la doce está detras de
la grada que está encima del altar mayor, que
como advertí, aunque con sumo acuerdo se pre-
tendiera, para el fin de esta consagiacion, la pos-
tura y adorno de estas tres puertas, de tres en
tres cada banda, á los cuatro vientos, no se pu-
diera trazar más casualmente ni con tan acertada
forma. Los cuatro arcos principales de las naves
4i3
de en medio tienen, como dije, de claro más de
53 piés, de alto desde el suelo á la clave n o , y
los de las cuatro naves menores de los lados, de
ancho 30 y de alto 60 y algo más.
Por encima de estas capillas y puertas que he-
mos dicho, y á la planta de los 30 piés, se hacen
al derredor de toda la basílica, entre las paredes
de los-claustros y las correspondencias de los pi-
lares de dentro, unos tránsitos de diferentes an-
churas entre sí mismos, según las partes por don-
de pasan y los oficios para que sirven. Por la par-
te del Poniente hace los dos antecoros del con-
vento y colegio, pasando por entre el facistol y
antepecho del coro, que es todo muy espacioso y
alegre, con ventanas grandes á los patinejos. Por
los dos lados del Norte y Mediodía, con la vuelta
que hace á Oriente de entrambas partes, hacen
otras seis capillas espaciosas con sus altares ó re-
tablos. E n lo que se encuentra con las correspon-
dencias de los pilares tiene algunas más estre-
churas, y allí hay puertas para los nichos altos,
que sirven de tribunas, desde donde sin bajar
abajo se oye misa en los altares de frente en otros
muchos que se alcanzan á ver de sus antepechos
de bronce. Así se anda toda la iglesia al derredor,
excepto la capilla mayor. Sirve también el trán-
sito en la parte del Mediodía, de paso ordinario
para desde el coro á la iglesia y sacristía; se baja
por una escalera harto bien trazada que está en
el ángulo de Oriente, clara, alegre y fácil. De la
otra parte del Norte, se da paso por el otro trán-
414
sito para los aposentos Reales, que caen á la
parte del oratorio de la Reina, donde hay una
escalera hurtada que baja hasta las mismas puer-
tas de los oratorios y sale á la mesa de las gradas
del altar mayor; de suerte que, por estos tránsi-
tos se comunica también la iglesia á unos y á
otros; y por cuatro caracoles que hay en ellos se
sube otro tránsito y callejón más alto que anda
por dentro de la pared, que está de la cornisa de
la iglesia arriba, y por él se sale á ella y se anda
toda al derredor y pasa por encima de la cornisa
del coro, donde tiene un antepecho de hierro con
sus verjas, y da vuelta por las espaldas del altar
mayor.
Sobre los arcos principales que hacen estos
cuatro pilares grandes del templo y sus cuatro
pechinas, asienta un grande y fuerte pedestal.
Por de fuera de la iglesia y encima de sus tejados,
se ve de cuadrado, y por dentro en redondo. Su-
be sobre la cornisa que corre por fuera de la igle-
sia 28 piés, con su cornisa y corona; tiene de
cuadrado, contando el vuelo de la misma corona,
por cada banda 110 piés. E n los cuatro ángulos
se hacen cuatro cimborrios pequeños, que rema-
tan los caracoles y escaleras que suben hasta allí.
Por todo el contorno tiene un pasamano y ante-
pecho de la misma piedra, con sus balaustres,
término, acroteras y bolas, que dan mucha gra-
cia al pedestal, y se anda al derredor con no pe-
queño gusto de los que á él suben, que no parece
sino un terrado hecho aposta, para alegrar la vis-
4T5
ta, ver el campo, la casa y claustros y tejados,
que es muy de ver. Encima de él se planta aque-
lla hermosa máquina del cimborrio principal: llá-
manlo con diversos nombres; unos le dicen cú-
pula, otros tolo, y otros tribuna: es tan grande y
tan hermoso y fuerte, que si estuviera en el suelo
pudiera servir de una bastante iglesia. E l diáme-
tro de dentro y su claro, es de 66 piés, y así ten-
drá 207 de ruedo ó circunferencia, por la regla de
Arquímedes, que quiere que la circunferencia
tenga tres partes más que el diámetro, y una sép-
tima parte del mismo diámetro, aunque tampoco
es del todo cabal esta proporción. Por la parte de
fuera es mucho mayor, porque tienen poco m é -
nos 14 piés de grueso las paredes. E n el cuerpo
de todo él tiene ocho ventanas grandísimas; por
la parte de fuera tienen de claro 16 piés de ancho
y 34 de alto; por la de dentro 13 y 27, porque es-
tán en viaje para que reciban más luz y ocupen
mejor el cuerpo. Entre una y otra ventana se le-
vantan dos columnas de media caña, también de
órden dórico; en los intercolumnios hay un enca-
samento ó nicho, con su tablero y cuadrado enci-
ma, que adornan el intercolumnio; por encima
corre el arquitrave, con las gotas y con los damas
cuerpos y partes de la cornisa; sobre ella asienta
otro antepecho y pasamano, con el adorno del de
abajo que está en el pedestal; por el grueso van
dos. caracoles para subir á él. Asienta luego enci-
ma la vuelta y bóveda, ó cúpula partida, con sus
fajas resaltadas, que van á rematarse en los bor-
416
des de la linterna alta, donde quedan como ata-
das ó ceñidas. L a linterna ó fanal que aquí se le-
vanta tiene otras ocho ventanas, de 18 piés de
alto, y parecen de acá muy pequeñas. Sobre la
corona de esta linterna se hace otra cupulilla, y
desde allí, sube una aguja ó pirámide de piedra,
estirada toda, que tiene 30 piés en alto; sobre ella
asienta la bola de bronce dorada, que ya dijimos
tiene siete piés de diámetro. Luego se pone el úl-
timo remate, que es la cruz, con un arpón de
mucho grueso y grandeza; de suerte que, desde el
suelo de la iglesia, hasta el centro de la bola, hay
justos 300 piés de vara en alto, y desde allí al re-
mate de la cruz otros 30 más. Quedó por la par-
te de fuera este cimborrio ó tolo, algo más bajo y
enano de lo que su natural proporción y buena
gracia pedia; se le quitó un pedestal de 11 piés
de alto, sobre que hablan de asentar las basas de
las columnas ó medias cañas, que por faltarles,
no se descubren de ninguna parte, si no es de lo
alto de la sierra, y perdieron mucha gracia. Este
defecto se siguió del miedo que puso uno de los
cuatro pilares, que por falta de los maestros y
asentadores, comenzó á hender y rajarse por a l -
gunas partes, áun antes que tuviese otro peso en-
cima más de su misma grandeza; así temieron
que no habia de poder sufrir la carga de tan gran
cimborrio el que á sí mismo no se sufría. Y tra-
taron de aligerarle quitándole todo el peso de es-
te pedestal, harto contra la voluntad del arqui-
tecto Juan de Herrera, que como hombre de
4i7
gran juicio, conoció que la falta no venia del pe-
so, sino de la mala labor, asiento y desigualdad
del grano de la piedra de dentro con la de fuera;
y como no se resistían aquellas igualmente, echa-
ban la carga á los sillares de fuera, y reventaban
con ella, desamparados de ayuda. Puso esto de-
masiado temor en muchos de los maestros, y así
estuvieron aquí muy determinados, no sólo de
quitar el pedestal, sino de macizar los nichos de
los pilares donde están los diez y seis altares. E l
tiempo ha mostrado que el temor fué de poco fun-
damento, y que estaba todo bien proporcionado y
entendido, y no sólo sufriera lo que le quitaron,
que hace harta falta, mas aún otro mayor peso.
Por la parte de dentro, no se echa tanto de ver la
falta, porque tiene su pedestal debajo de las pi-
lastras que acompañan las ventanas. Tiene tam-
bién esta basílica todas las luces bien dadas y re-
partidas, y así no hay cosa en ella oscura, y es-
tán todas con vidrieras blancas, y así es una cla-
ridad grande la que todo tiene, y cuando quieren
que no sea tanta, cierran las que les parece. Sin
estas ventanas, que tienen 12 piés de ancho por
24 de alto, sin contar las ocho grandes del cim-
borrio, hay otras encima de la cornisa que anda
al derredor por dentro, y son de arcos y medias
lunetas grandes. Los claros de las bóvedas son
de ladrillo, estucadas, tan blancas como la nieve.
Algunos han tachado el vuelo de la cornisa de
dentro, diciendo que es demasiado y parece aprie-
ta ó congoja la vista, y en pareciendo así, es
27
418
así y tienen razón, porque el juez de esto son los
ojos, como de la buena consonancia el oido. E l
suelo es de losas de mármol blanco y pardo, con
otros compartimentos, como los del claustro y
Capítulos. Los altares son, como dije en la con-
sagración de este templo, cuarenta, todos consa-
grados, y otros cuatro más, dos en los oratorios
de las personas Reales y dos en el sotacoro, y
otros seis en los tránsitos de los 30 piés. E l or-
den de los altares y cómo están repartidos, toqué
también arriba; no hay que repetirlo: de las pin-
turas y de sus retablos diré alguna cosa: en los
dos pilares grandes que están más cerca del altar
mayor hay cuatro altares, y en estos y en sus
correspondencias, que son ocho, están pintados,
de manos de nuestro Juan Fernandez, el mudo,
los doce Apóstoles y los dos Evangelistas San
Márcos y San Lúeas, y San Bernabé y San P a -
blo, que son diez y seis figuras, de dos en dos;
San Pedro y San Pablo están juntos y tienen la
mano derecha de la correspondencia del pilar
grande que está al lado del Evangelio; y de la
otra banda de la Epístola están Santiago y San
Andrés, y estos dos son altares privilegiados de
ánimas, y así van hermanados de dos en dos: San
Juan y San Mateo juntos en otro altar, y de fren-
te San Márcos y San Lúeas; en otro San Felipe
y Santiago el menor; en otro San Simón y Judas;
en otro San Felipe y San Bartolomé, y en otro
San Matías y San Bernabé; y no sólo están aquí
sus figuras, mas casi de todos ellos, en sus mis-
419
mos altares, sus reliquias, excepto Santiago el
mayor y San Juan Evangelista. Son las cabe-
zas tan hermosas y de tanta autoridad y majes-
tad, que podemos decir se excedió á sí mismo
aquí el Mudo, ó que le dió el coro apostólico a l -
gún don particular para que acertase tanto en
sus rostros. Los dos principales fuera de estos,
que son los de las reliquias, uno de la Anuncia-
ción de la Virgen, y otro de nuestro doctor San
Jerónimo, son de Federico Zucaro, aunque ya no
son suyos ni de nadie, sino un agregado no sé
cómo; le descontentó al Rey el uno y el otro, y
mandó que lo remendase un Juan Gómez, pintor
español, y al fin están mejor que antes. E n los
otros dos principales de la nave que cruza con la
capilla mayor que va derecha á la puerta, están,
á la parte del Evangelio, la batalla de San M i -
guel con Lucifer, una valiente pintura de Pere-
grin, y muy de su mano labrada: enfrente de
éste, en el otro testero, está otro escuadrón victo-
rioso de las Once mil Vírgenes, dibujo é inven-
ción del mismo, harto hermosamente considera-
do; no la pintó de su mano, sino por la del Juan
Gómez, y no está malo. E n otro altar de esta
misma grandeza y forma está el otro escuadrón
de valientes soldados de Cristo, debajo de la ex-
clarecida seña del capitán San Mauricio; pintu-
ra de Rómulo, harto alegre y bien tratada. E n
otro que de la misma banda responde con éste,
está el gran Bautista, predicando en el desierto,
donde le salia á oir mucha gente, historia hecha
420
de mano de Luquete. Junto á él está otro de la
misma forma; es de la santa matrona Ana, y del
mismo Lúeas Canguiase^ que aunque la figura
principal no contentó en el rostro, lo demás todo
es muy bueno. De Alonso Sánchez, aquel gran
hombre de retratos, está en algunos cuadros de
estos altares menores, San Estéban y San Loren-
zo en uno, San Vicente y San Jorge en otro, har-
to buenos; otros hay de Santa Catalina y de San-
ta Inés, y de otras vírgenes en que no acertó
tanto. Todos estos altares, que como digo son
cuarenta y cuatro, sin los seis que como dije que
están en los tránsitos altos de los 30 piés, se
componen y adornan de una misma manera, con
frontales, frontaleras, cruces y candeleros: en los
dias ordinarios son de plata; en las fiestas más
principales, de bronce dorado. E n cada una de
las tres naves están dos lámparas de plata, que
como todo el templo tiene tanta correspondencia
con ellas, queda tan claro que de noche se goza
todo.
Resta digamos de las dos capillas que están de-
bajo de los 30 piés, donde dijimos estaban los al-
tares de los doctores de una parte, y de otra las
Vírgenes y santas matronas, porque son de bue-
na arquitectura. E l largo de cada una es de 68
piés, el ancho de 22, sin lo que entra en los en-
casamentos de los altares entre las pilastras que
resaltan. E n la parte del colegio no son los alta-
res más de cinco, porque en lugar del sexto, que
está de la otra parte, se puso una fuente de már-
421
mol para lavarse los que bajan del colegio á decir
misa; tiene su pila y frontispicio del mismo már-
mol pardo con dos grifones para el agua. E n es-
tas capillas se miran de frente cuatro arcos en
los cuatro lados, que son como cuatro puertas
principales: y es así, que las dos sirven de puer-
tas, la una que sale á la iglesia en la nave que
mira á los relicarios, y la otra que le responde,
sale á los patinejos que tiene la iglesia á los lados;
en la que cae á la iglesia está una hermosa reja
de bronce, en la del patio unas puertas grandes
de nogal, caoba y encina, harto bien labradas, y
en los postigos, unas rejas de hierro, para que
abiertas vean desde allí los seglares los relicarios
que están de frente y se abren para este propósi-
to en las fiestas principales. A los lados de estas
dos puertas, se hacen dos nichos ó encasamentos,
que son dos altares, y así se hacen cuatro, los
que caen á la parte del patin; tienen encima unos
espejos abiertos, que sirven de dar luz á los alta-
res de frente que están á la parte de la iglesia, que
también los tienen encima, aunque cerrados, pues-
to que no hablan de recibir luz, y así se hace de
cada parte una fachada hermosa, que guarda el
mismo orden qué corre por la iglesia.
Se ve todo esto singularmente ejecutado, por-
que con ser tan grande este templo, no hay en to-
do él un pié de pared ociosa, que no tenga oficio
y nombre propio y otra cosa como ella que le res-
ponda, que cuando no hubiera más que esto, era
digno de venirse á ver de muchas partes; y lo
422
mismo que digo de la iglesia, puedo decir de toda
la casa: y porque no se me olvide, en medio de
cada una, se ve un grande y hermoso candelera de
bronce con diversos ramos, donde se ponen ci-
rios ó blandones.
Para que concluyamos con este discurso, diga-
mos algo del sotacoro: es una singular fábrica de
lo bien tratado y considerado que hay en este tem-
plo. Si no me acuerdo mal, dije en otra parte que
esta pieza es la que podríamos llamar cuerpo de
la iglesia, y lo que hasta aquí hemos dicho, no
es sino la capilla, aunque alguno dirá que es mu-
cho mayor la capilla que la capa. Ahora añadiré
que no es otra cosa este sotacoro, sino un peque-
ño retrato de ella: y así guarda en otra más pe-
queña forma todo lo de la grande, la misma traza
y correspondencias que se han visto, y en 6o piés
de cuadrado que tiene, hace cuatro pilares en me-
dio, que imitan la forma de los de dentro, y así
se hacen otras tres naves por cada parte, con sus
puertas grandes y dos pequeñas á los lados: por
manera que son doce en todas, aunque las seis
solas se abren y tienen puertas de madera bien
labradas; las tres salen al vestíbulo, otras dos á
á los patinejos, y la otra á la iglesia, que no hubo
menester puertas porque está más adelante la re-
ja de la iglesia. Aquí se pusieron dos altares don-
de dicen misa al pueblo los clérigos ordinarios
que llegan y gran número de religiosos mendi-
gantes: el uno es de San Cosme y San Damián,
el otro de San Blas y San Sixto Papa III. E s de
423
considerar la bóveda de este templo, que tiene pri-
mor en arquitectura: con ser de piedra y tan lar-
ga la fuga y distancia de los pilares en la nave
del medio, está tan llana como el mismo suelo,
que pone admiración ver cómo se sustenta, y con-
siste en el corte con que las piedras se traban, ha-
ciendo entre sí mismas arcos por sus hiladas, has-
ta que vienen á cerrarse en una clave: tiene tan-
ta firmeza y seguridad como si fuera un terraplén.
L a s tres puertas que digo salen al vestíbulo, y
son las principales por donde se entra á la iglesia
y sotacoro; tiene los marcos y telares de ácana y
los tableros de encina, que en hermosura y forta-
leza, ninguna de las maderas que nos traen de las
Indias le iguala. E n los cuatro pilares están cua-
tro piletas de agua bendita, y con estar tan cer-
ca de tan grandes puertas, hasta el dia de hoy no
se han visto heladas, aunque no han sido los años
imty clementes de nieves y de frios.
DISCURSO X I I I .

E l coro principal y antecoros de este templo, sus


adornos, sillas, órganos, pintura, libros de
canto y facistol.

Como es la parte de este templo el coro, donde


gastamos la mayor y mejor de nuestra vida, me-
rece particular discurso y le miremos ó mostre-
mos despacio, pues hay bien que mirar. Tiene de
largo desde la silla del Prior ha'sta el antepecho
de bronce que cae sobre la reja de la entrada á la
iglesia, 96 piés, de ancho 56; el alto hasta la cor-
nisa que vuela por toda la iglesia, 46, y de allí á
lo alto de la bóveda otros 38, de suerte que todo
el alto es de 84: pieza espaciosa, alegre, llena de
luz por las muchas ventanas, encima de la cor-
nisa está la del frontispicio de la fachada de la
iglesia; tiene, como los demás coros nuestros, dos
órdenes de sillas, altas y bajas, por cada coro. L a
materia es de la misma madera que dijimos en
los cajones de la librería, aunque hay mucho
más cedro y ébano que en aquellas, y en lugar
del naranjo para basas y chapiteles, está el boj
amarillo y de lindo lustre, aptísimo pára hacer
de él lo que se quiere, y en dureza quiere com-
425
petir con el hueso. L a s demás son: ácana, cao-
ba, terevinto, nogal. E l orden y la forma de
la arquitectura es corintio, el más delicado y her-
moso de todos; así se ve en esta sillería ejecuta-
do con singular cuidado. E n las sillas bajas no
puede haber columnas ni pilastras, porque no qui-
ten la vista á las de las altas; hiciéronse unos co-
mo pedestales de buena proporción, levantado
sobre lo de dentro de los brazos de las sillas, y el
espacio que hay de uno á otro, que es el hueco
de la silla, tiene unos tableros con guarniciones,
molduras y embutidos de diversas maderas; es-
tos tableros hacen con los pedestales un espaldar
que no sube de las cabezs de los frailes, de mejor
disposición, y en la parte de atrás están unos ca-
jones, y encima de ellos corre un facistol á la lar-
ga, que lo uno y lo otro sirve de mil cosas. Entre
estas sillas bajas y las altas, hay una distancia y
tránsito de mucha majestad, que adorna mucho
•el coro: tiene de ancho 10 pies holgados, por
donde van tres personas juntas, sin apretarse ni
llegar á las sillas. E l cuerpo y caña de la colum-
na es de ácana, tiene el color sanguíneo cuajado,
estriadas todas y redondas con sus pilastras cua-
dradas, detras embutidas ó ensambladas de éba-
no, y los embutidos ó entrepaños de las colum-
nas son unos tableros llanos de cedro, guarneci-
dos con molduras de ácana y ébano. L o s chapi-
teles de estas columnas, están tan lindamente la-
brados como si fueran de plata: los canes que
vuelan encima del arquitrave, tan propios de este
426
orden, tienen por el sopapo unas hojas de cardo
del mismo boj, con harto primor labradas: enci-
ma de ellos y de la corona de la cornisa, asienta
otro pedestal ó podio con sus términos á plomo
sobre las columnas, y con los mismos tableros y
ensamblaje que los de abajo, y así hace todo una
como cubierta á las sillas de mucha autoridad;
muchos de estos embutidos se hacen de la made-
ra de terevinto ó cornicabra, por la excelente co-
lor, aguas y labores que tiene, y admite hasta li-
sura y pulimento; tenian en España po co uso y
noticias de esta madera y de su hermosura; ya
van estimándola en lo que merece, porque para
estas piezas pequeñas es excelente.
E l alto de estas sillas es 17 piés, y con no te-
ner figuras, ni más entalladuras de lo que pide y
permite el mismo orden, son hermosísimas, de
gran autoridad y nobleza. E n el frente, y en su
medio, está la silla del Prior, acompañada con
otras dos, una de cada lado; en ella se hace un
excelente frontispicio, con doce columnas del
mismo orden dórico, seis en el principio de los
braceles de las tres sillas de dos en dos colum-
nas, y seis que les corresponden dentro, obra
muy detenida y de muy difícil arquitectura, todo
con gran hermosura y arte. E n el cuadro del
frontispicio, como antídoto contra la vanidad del
hombre, está un Jesucristo con la cruz á cuestas,
tan vivo, y para quebrar el corazón, que no se
puede mirar sin lágrimas; es esta pintura de ma-
no de Sebastian del Piombo, gran compañero y
427
seguidor del Bonarroto, y por ser pieza de tanta
estima, se puso en lugar tan insigne y tan á pro-
pósito. E l número de las sillas es de 128; en me-
dio dalas bajas de un coro á otro se hacen cua-
tro entradas ó subidas de á tres gradas para las
altas. Todas se llenan muchas veces de religio-
sos, y hartas'he visto faltar sillas. E n medio de
la distancia que hay en las dos sillas postreras
de cada coro, donde están los novicios, sobre un
muy hermoso cuadro de jaspe, que sirve de pea-
na ó zoco, con sus compartimentos de mármol
blanco embutidos, se asienta el mayor y más rico
facistol que se ha visto en iglesia de España, y
áun me atreverla á extender más. Está levantado
sobre cuatro pilastrones cuadrados, aunque por
tener cortados los vivos de las esquinas, como
los principales de la iglesia, se pueden llamar
ochavados, porque aun hasta aquí se ve aquella
uniformidad y correspondencia. E n la materia
se diferencian mucho, porque es de bronce, tan
hermosamente dorado á fuego, que quiere com-
petir con el oro. L a materia del cuerpo del fa-
cistol donde asientan los libros es de ácana y
caoba, ceñido y compartido todo con unas ban-
das ó fajas del mismo metal; la falda ó el vuelo
bajo donde se recibe el peso y juegan las ruedas
de los libros, también cubierta de lo mismo, tie-
ne de punta á punta, ó de esquina á esquina, 10
piés de vara, de suerte que tiene 40 piés de rue-
do, y el alto desde la peana á l a cornisa otro tan-
to; encima de la corona ó cornisa del cuerpo
428
principal, se asientan cuatro bolas con sus piés,
todas de bronce dorado, que sirven de remates
y responden á las cuatro pilastras sobre que se
revuelve con harta facilidad esta máquina. E n
medio de ellas, con la proporción que pide el
arte, sobre un pedestal de las mismas maderas
de las sillas, asienta un templete que sirve de re-
mate; está compuesto de doce columnas que ha-
cen cuatro portadas, con una imágen de bulto de
Nuestra Señora, en medio del templo, y se rema-
ta con un cimborrio, y encima, últimamente, un
Crucifijo de bronce dorado. Todo él es un her-
moso joyel que agrada su traza y ornato á cuan-
tos le miran; el alto es de 16 piés, y por lo más
ancho tiene 10. E l suelo del coro es como todos
los demás que hemos dicho, de losas blancas y
pardas de mármol con sus compartimentos y la-
bores.
Encima de las sillas, por los lados y por el
frente, se ven diversas historias; sobre las sillas
altas fronteras, en los dos espacios que dejan las
tres ventanas, están los dos patrones, San Loren-
20, déla casa, San Jerónimo, d é l a religión, pin-
tura de Luquete; figuras excelentes, mayores del
natural, bien plantadas y de alto adorno y relie-
ve. E l San Jerónimo, que tiene la mano siniestra
del Prior, vestido de Cardenal; San Lorenzo, que
está á la diestra, vestido de Diácono, con sus par-
rillas: por todo el resto de este coro, en la pared
que está encima de las sillas de la mano derecha,
están dos cuadros grandes, fingidos como abier-
429
tos, y por ellos se ven dos historias del mismo
mártir, la una de su prisión, cuando iba tras el
santo Papa Sixto, rogándole que le llevase en su
compañía, pues iba á morir por Cristo, y él habia
ya hecho lo que le hablan mandado, que era dar
á los pobres los tesoros de la Iglesia; la otra,
cuando presentó al tirano los pobres, diciéndole
que aquellos eran los tesoros de la Iglesia. E n -
trambas son de Rómulo, pintor italiano; están al
fresco y bien tratadas. De la otra banda y coro
del Vicario, están otras dos de la misma traza: la
una es cuando San Jerónimo estaba escribiendo
los libros con que sirvió á la Iglesia, y un ángel
que le tañe al oido una trompeta; en el otro cua-
dro, está el santo leyendo á sus religiosos, decla-
rándoles la Santa Escritura. Aunque estas histo-
rias son muy grandes y las figuras mayores del
natural, no bastaran á llenar estos dos coros, y
así, entremedias de la una y de la otra, en cada
coro, asienta encima de las mismas sillas una ca-
ja grande de órganos, como luego veremos; y en
los ángulos de encima de ellas, al principio de
cada banda, están dos ventanas, una de cada par-
te, con sus adornos de pintura, jaspes y mármo-
les fingidos, y balcones de bronce dorados: la
una, de la mano derecha, sirve no más de corres-
pondencia y de que por allí se oiga el reloj del
coro, que está allí cerca; y la otra es donde las
personas Reales, viniendo desde sus aposentos,
sin entrar en el convento, ven y oyen las víspe-
ras y oficios divinos. E n otros cuadros que so-
43 o
bran, así encima de estas ventanas como encima
de las dos puertas de arco grandes, están pinta-
das ocho virtudes, las tres teologales, F e , Espe-
ranza y Caridad, y con ellas la Iglesia, y las cua-
tro morales, de dos en dos, en unos nichos fingi-
dos de oro, y todo guarnecido con follajes. Estas
virtudes, que dije están en estos encasamentos,
son del mismo Luqueto, y las cuatro historias
son de Rómulo. De esta suerte está enriquecido
este coro, desde el suelo á la cornisa alta de la
iglesia, sin descubrirse un dedo de pared que no
esté hermoseado. De la cornisa arriba, en toda la
bóveda (que es muy grande), está repartida una
historia pocas veces vista por su grandeza, que
es representar toda la gloria del cielo, cual nos-
otros en este destierro miserable podemos imagi-
narla. Está lo primero, y en la cabeza de la bóve-
da, pintada la Santísima Trinidad, en un trono de
luz y resplandor inaccesible, compuesto de aque-
llos espíritus soberanos, tronos, querubines y sera-
fines: el Padre en una forma anciana, para signifi-
car la eternidad sin principio; el Hijo en aquella
edad perfecta á que quiso llegar viviendo entre
los hombres; el Espíritu Santo en figura de pa-
loma pura y sencilla, entre el Padre y el Hijo;
luego se ve, muy junto del Hijo, la Madre Vir-
gen Soberana; luego se ve el coro apostólico y
otros nueve coros y órdenes fuera de éste, que
parece se les dió asiento, no sólo de santos, sino
de jueces; luego entran patriarcas, profetas y
doctores; luego mártires, confesores, vírgenes.
43i
casados, viudos, hasta los santos mártires, niños
inocentes, y otros infinitos, que en bautizando
volaron al cielo, y allí juegan con guirnaldas y
flores, en sabrosa seguridad y sin miedo: todos se
conocen por sus hábitos, insignias é instrumen-
tos de martirio, dignidad ú oficio. Tienen todas
las figuras extremado aire y movimiento, unos
sentados y otros en pié; y si el colorido y ornato
de los paños no fueran en las pinturas de Luque-
te tan de corrida y de acelerada manera, sin du-
da fuera esta Gloria una de las más ilustres obras
que teníamos en esta fábrica. ¿Mas quién podrá
creer que un hombre solo hiciese tanta multitud
de figuras, mucho mayores que el natural, en tan
breve espacio como de quince meses? Así se cree
le costó la vida; como trabajó tanto en una pos-
tura tan penosa y continua, en una bóveda donde
el cuerpo, cabeza y brazo hablan de andar tan
violentos, y el frió y la humedad del yeso, del
agua y de la cal, siempre tan cerca, no fué mu-
cho que le quitasen la vida. E n el frontispicio de
encima la cornisa, está la Anunciación y Saluta-
ción del Angel, que ocupan la ventana grande en
medio. Retratóse él mismo á la entrada de la
Gloria, un poco detras de fray Antonio el obre-
ro, aunque se le adelantó tanto en la muerte. ¡Ple-
gué á Dios se vea del todo dentro en ella! Algún
miedo tengo, se dió mucha prisa á ganar dineros,
y más en dejárselos acá. Este es el adorno de las
sillas, facistol y pintura del coro.
Encima del banco y remate que dijimos corría
432
por encima de las columnas y cornisas del coro,
en el medio de ellos y de las dos historias que
están en las paredes de cada coro, asientan dos
cajas de órgano, que por ser instrumentos de
tanta estima y tan bien aderezados, es justo ha-
cer memoria de todos los que hay en este templo,
pues son de lo precios o y vistoso que hay en él.
E n la una nave principal que cruza con la del
altar mayor y va de Mediodía á Norte, encima del
tránsito de los 30 piés, se levanta un pedestal de
10 piés y más de alto, que toma todo aquel tes-
tero de la nave que, como vimos, es de 53 piés:
tiene tres ventanas ó claros grandes y cuadrados,
que responden sobre los claros de los arcos y
puertas de abajo. Sobre este pedestal, que tiene
su corona y cornisa todo de la misma piedra que
lo demás de la iglesia, asienta de cada parte (lo
que se dice de uno, quede dicho de entrambos)
una caja de órgano de otros 50 piés de ancho; la
alta se conforma con la simetría y buena propor-
ción que pide el orden, que es corintio. L a mate-
ria es de escogida madera de pino de Cuenca,
que no pide este instrumento otra más fuerte,
aunque toda bien estofada y cubierta de oro bru-
ñido. Sobre un podio que se divide en seis pedes-
tales, asientan otras tantas columnas corintias de
17 piés, con la basa y chapitel, y así se hacen cin-
co claros ó portadas: sobre las dos de cada lado
corre el arquitrave, friso y cornisa bien labrado
y estofado; la del medio rompe el arquitrave y
toda la cornisa, y desde allí hace un arco y
433
ocupa todo el tablero del frontispicio, que se le-
vanta desde las segundas columnas de los lados,
porque si moviera de las extremas, fuera forzoso
levantarse, de suerte que tapara la luz de la ven-
tana que tiene el frontispicio de la iglesia de ca-
da lado, como ya vimos, defecto insoportable ta-
par la luz de ventanas importantes de la parte
de dentro, y el arquitecto que esto hace ó permi-
te, no merece tal nombre. Se remata toda la fá-
brica de estas cajas, con sus peanas y bolas dora-
das; tiene toda su fachada de alto desde el asien-
to que hace sobre el pedestal de piedra, hasta las
bolas, 40 piés, y así quedan aquellos dos testeros
adornados y alegres, por tener también un ante-
pecho de balaustres de bronce delante de la mis-
ma caja, que responde con sus pilastrones de lo
mismo á los del pedestal sobre que asienta. E n
estas tan grandes cajas, están los dos órganos
principales en medio del cuerpo de la iglesia: tie-
ne cada uno de estos órganos 32 registros, con
que se pueden hacer gran número de combina-
ciones y misturas, y que están hechos con mucho
cuidado por el mejor maestro de los instrumentos
que se ha conocido en nuestros tiempos. Este se
llamaba Masegil, de nación flamenco; le ayuda-
ban cuatro hijos suyos, todos oficiales del arte, y
algunos de ellos ya maestros. Murió aquí este
hombre antes que perfeccionase la obra; no se
sintió poco su falta. E n el coro hay otras dos ca-
jas encima de las sillas, volando para esto, en
otros canes más la cornisa, para sacar un balcón
28
434
de bronce dorado, donde se puedan poner á can-
tar los músicos, que también hacen adorno á la
pieza. Estas cajas son de 20 piés de ancho, de la
misma arquitectura, salvo que aquí no son más
que cuatro las columnas, y las puertas ó claros
tres, los dos de cuadrado y la del medio del arco,
rompiendo por el arquitrave y cornisa hasta ocu-
par la plaza del tablero del témpano, que aunque
parece se hizo por imitación y correspondencia
de los frontispicios grandes de la iglesia, que ha-
cen esto mismo las ventanas, aquí fué como for-
zoso, porque los caños grandes y las contras del
flautado han menester todo aquel largo, y así
en todas cuatro cajas llegan estos caños arriba:
son del mismo maestro y quedaron más acaba-
dos, aunque los afinaron después sus hijos. Sin
estos cuatro tan grandes y ricos instrumentos,
quedan otros cuatro menores que suelen llamar
realejos, también del mismo maestro, tres, aun-
que el mayor de estos es mediano, y pudiera ser-
vir de órgano grande en una iglesia principal.
Los dos están puestos en los balcones ó nichos
que responden encima de los altares, otro está
en la iglesia pequeña, y el otro se guarda en la
sacristía, por ser de plata y de precio, y porque
desde allí, se lleva á las procesiones del Santo
Sacramento. Harto hemos dicho de órganos,
aunque poco para lo que son.
Los libros en que se canta en este tan santo y
kermoso coro, responden sin perder punto con él.
De esto me atreveré afirmar que no se ha visto
435
su semejante en otro templo, dentro ni fuera de
España, á lo ménos no hay noticia de ella; el
tiempo puede haber ocultado otra mejor, que así
liemos de juzgar de lo más raro que vemos, pues
nos'lo dice aquel Rey que supo tanto. Son todos
los libros iguales abiertos en el facistol, tienen
ocho cuartas de buena proporción; según esto, el
alto: el pergamino (lo que hasta ahora no se h a -
bía acertado á hacer] igualmente blanco por en-
trambas faces, la letra hermosa y tan uniforme,
que ningún molde pudiera ser tan él mismo. E n
las fiestas principales y en otras que no son tan-
to, los principios y primeras planas y letras de
los oficios están con iluminaciones, historias y
viñetas, del excelente pincel y mano de nuestro
fray Andrés de León, que fué otro Don Julio en
el arte, otra de su discípulo fray Julián, que qui-
so competir con entrambos: hay un libro que lla-
mamos Capitularlo, para las fiestas principales, y
tiene muchas historias de singular iluminación y
buen dibujo, de mano del mismo fray Andrés de
León, y excelentes viñetas suyas y de fray Julián
y de Salazar, otro maestro que tuvo singular gra-
cia en ellas: es este Capitularlo de mucha estima
por la excelencia de esta iluminación, que sin du-
da no se ha visto ni en España ni en Italia tanta
ni tan buena junta. Hay otro libro en que están
ios Evangelios, de los mismos maestros y de otros
que ayudaban á las viñetas y letras capitales. Hay
también otros tres libros en que están las cuatro
pasiones que se canta en la Semana Santa; son
436
invención y labor de fray Julián, cosa por extre-
mo acabada. De estos doce, se perdieron no sé si
tres ó cuatro, por culpa del mismo fray Julián, y
no están sin ella los que las tienen, porque creo
no padecen ignorancia de que son del Rey, y en-
tregadas á esta casa; y así caen debajo de la cen-
sura del Papa: ni s é que teología puede excusar-
los, porque ni las pudieron comprar ni las pue-
den retener. Hay también algunas tablas que lla-
man para las palabras de consagración, algunas-
con figuras é historias, y muchas con excelentes
viñetas. Sin esto, en la librería manuscrita, hay
muchas suertes de iluminación antigua y moder-
na, que sería largo proceso referirlas. De Don
Julio de Clabio hay algunas tablas y cuadros de
iluminación, creo que son cuatro ó cinco, presen-
tadas al Rey, y que se guardan entre otras cosas
preciosas. Tornando á los libros del coro, de don-
de nos divertimos por sus muchas iluminaciones,
digo que el número de ellos es 214, de unas mis-
mas pieles, letra, marca, encuademación y guar-
niciones y áun manezuelas; lo que llamo guarni-
ciones, son cinco bullones que tiene de cada par-
te, de buenas labores y trabazón, de lazos todos
de metal dorado á fuego, y lo mismo las mane-
zuelas, que por ser tan grandes ocupan y hermo-
sean el libro cuando está cerrado. Parte de esta
librería está asentada en los dos antecoros; sus
estantes y cajones labrados de las mismas made-
ras que las sillas del coro, con poyos y asientos de
encina, porque no se gasten al entrar y salir, con
437
las ruedas sobre que cargan libros tan grandes.
Como son tantos y han menester tan grandes ca-
jas, no caben en estos dos tránsitos, y así está el
mayor golpe de ellos en una hermosa pieza, que
está del coro del Prior á las espaldas del patine-
jo, y es muy de ver porque los cajones están l a -
brados con mucho cuidado, repartidos comun-
mente de cinco á cinco, con sus pilastras cuadra-
das, las basas y chapiteles de orden dórico, con
friso y cornisa, que tienen los títulos de los libros,
para que se hallen fácilmente. Se me hablan ol-
vidado otras dos joyas muy preciosas, que no se
sufren callar por estar en estas mismas piezas y
por lo que son. A las espaldas de la silla del Prior,
y por todo aquel testero, se hace un tránsito en
la misma pared para las tres ventanas que caen
al patio del pórtico, y dan luz á las sillas bajas,
en la del medio, está un altar en que se dice misa,
y la oyen muchas veces desde el mismo pórtico,
particularmente en verano, la gente seglar. E n es-
te altar, está un Crucifijo de mármol blanco, del
tamaño del natural de Nuestro Salvador, según se
hecha de ver por el retrato de la sábana de Sabo-
ya que aquí tenemos en el relicario, muy medido
y tocado con ella. E l mármol se escogió aposta,
porque tiene unas vetas que le sirvieron al maes-
tro para declarar las venas, figura tan devota, tan
bien entendida y acabada, que como pieza rara
y de gran estima se la presentó á nuestro funda-
dor el gran Duque dé Toscana, y desde que de-
sembarcó vino hasta aquí en hombros á lo m é -
438
nos en los pasos todos difíciles, y en otros m u -
chos que no lo eran, porque no padeciese algún
encuentro. L a cruz en que está clavado es de
mármol negro; el artífice es Benvenuto Zelino,
natural de Florencia, singular escultor famoso
en Italia. Y es digno de advertencia que el mis-
mo año que se comenzó esta fábrica, se escogió
y acordeló el sitio y casi en el mismo mes, comen-
zó Benvenuto Zelino á labrar esta pieza, que ha-
bía de ponerse en el primero y más público espec-
táculo y vista de este templo, como si del cielo
viniera á tratarse el concierto. L a otra, es una es-
tátua de San Lorenzo, nuestro patrón, también
de mármol, aunque no tan bueno, ni tan blanco,
vestido de Diácono, del tamaño del natural. Se ha-
lló esta figura en unas ruinas de Roma, y de allí
la enviaron á S. M . , no sé cual de sus Embajado-
res, si el Conde de Olivares ó el Duque de Sesa.
Se asentó en un nicho que está encima de la pila
del agua bendita, entre las dos puertas del ante-
coro del convento; muestra antigüedad, y aunque
no es de lo muy acabado, porque ya después de
Valeriano las buenas artes iban desdiciendo, con
todo eso, tiene buen sabor de aquellos siglos fe-
lices.
DISCURSO X I V .

L a capilla mayor de este templo, retablo, custo-


dia, sagrario, oratorios y entierros.de los
Reyes.

Muchas son las cosas de que yo pudiera ahor-


rar en estos discursos, si todos entendieran las
plantas, monteas y perfiles, y muchas me esfuer-
za á decir como puedo, que casi es imposible
darlas á entender con la pluma, porque se tenga
alguna noticia de ellas, y los que las ven advier-
tan lo que quizá no atinaron sin tener alguna
lumbre. Tiene toda esta capilla, desde que co-
mienza á salir del cuadro grande hácia Oriente,
hasta la ventana que está á las espaldas de la
Custodia, 70 piés en largo; el ancho, no contan^-
do los oratorios, lo mismo que la nave principal,
que son 53 piés. Divide esta que llamamos capi-
lla mayor, de lo demás de la basílica grande, un
arco que resalta, con sus pilastras, basas y chapi-
teles, y desde el pilastron que responde el princi-
pal de los cuatro grandes de en medio, se conoce
la división por los resaltes de las tres pilastras,
una tras otra juntas, y allí asienta la primera gra-
da; después se hace un arco de cada parte, que
44o
llega hasta la pared del altar mayor, de la misma
piedra berroqueña, y dentro de este arco, encajan
los entierros y oratorios. Las gradas primeras
que se levantan desde la iglesia á la primera me-
sa del altar mayor, son doce; atraviesan de pilar
á pilar, salvo las tres primeras de abajo, que de-
jan libre la basa de las pilastras principales; la
materia es jaspe colorado, de extremado puli-
mento y piezas muy grandes. E n ellas se asienta
el colegio, convento y seminario á oir los sermo-
nes; tan capaces son, que caben todos sin apre-
tarse. Luego, encima, se hace una mesa ó plaza
anchurosa, que camina por 15 piés hácia el altar
y lo atraviesa todo, vestida de mármoles y jaspes
de diversos colores. Desde esta mesa^ se suben
luego otras cinco gradas de la misma forma y
materia, y porque no estorben las entradas á los
oratorios de una parte y otra, no lo atraviesan
todo, sino hacen una vuelta por los lados. L u e -
go se hace la segunda mesa de otros 15 piés, por
el frente de las gradas, hasta las puertas del sa-
grario, con la misma hermosura de jaspes; en ella
se levantan otras dos gradas, que vuelven en der-
redor, y son con las que se entra en el altar ma-
yor, donde hacen otra mesa en que está de piés el
sacerdote con sus ministros. Por todas estas gra-
das y mesas se llega hasta el altar, que también
es de jaspes y de mármoles, entallados ó ensam-
blados, salvo la mesa de él, que es una rica pie-
dra de jaspe y toda ara consagrada; tiene de lar-
go 12 piés y medio, y de ancho más de cinco
44i
cuartas, contando una grada que tiene encima
del mismo jaspe, donde se ponen cruz, candele-
ros, reliquias y otros hermosos adornos. Se tuvo
cuidado no arrimarle á la pared, sino que queda-
se en isla, para que por las espaldas, y sin ofen-
der al sacerdote ni á la vista, se pudiese llegar á
quitar y poner lo que fuese menester en aquella
tan Real mesa. A los lados tiene dos credencias ó
aparadores, labrados con primor, de las mismas
maderas de las sillas del coro. Hay también de
cada parte dos asientos, donde á su tiempo se
asienta el sacerdote que celebra con sus minis-
tros, y el otro sirve para cuando vienen Prelados
señalados: están juntos con estos asientos, unos
balcones de bronce dorados, que suplen lo que
no tomaron las gradas postreras, por amor de las
puertas de los oratorios, y dan mucha gracia y
majestad á todo esto. E l altar queda también
muy acompañado con las credencias, y más con
las dos puertas del sagrario, que están entre las
mismas credencias y el altar. E l retablo es una
valentísima y admirable fábrica, de mucho más
valor y estima que apariencia; los jaspes desde
lejos no lucen mucho, mas llegándose cerca, des-
cubren bien lo que es la materia toda; ya digo es
de bellísimos jaspes, metal y bronce dorado á
fuego, cosa de mucha costa. L a forma es todos
los géneros de la buena arquitectura, excepto el
orden toscano, que no venia aquí á propósito; y
aunque en las estampas que se imprimieron hay
un papel grande que muestra claro todo lo que
442
hay en este retablo, y allí se ve brevemente y con
mucho gusto, porque no quede aquí este vacío,
haré la relación de él, como mejor supiere. E n c i -
ma de la segunda mesa que dijimos se levanta un
podio ó pedestal de jaspe colorado, con algunos
compartimentos de jaspe verde, que distingue el
claro de los intercolumnios que sobre él asientan;
tiene poco ménos de 10 piés de alto con el friso y
cornisa: sobre él asientan luego seis columnas de
orden dórico, que hacen cinco claros; el del me-
dio tiene n piés y medio por el escape bajo de la
columna, y aquí asienta la Custodia y las demás
historias principales, que van, en el mismo claro
de las otras órdenes, subiendo hasta el remate.
L o s dos que están luego á los lados son de siete
piés de ancho, los dos extremos de cuatro y me-
dio, de suerte que guardan la proporción sexqui-
áltera. L a s basas y chapiteles de éstas y de todas
las columnas de los demás órdenes, porque lo di-
gamos de una vez, son de bronce dorado á fuego,
y con todo aquel primor y labores que sufren y
usaran los antiguos, sin que en cosa rompan el
buen orden: las cañas de ellas son todas de jaspe,
con lindo pulimento; no son todas enteras, aun-
que sí muchas de ellas; detras tienen sus pilastras
cuadradas, con basas y chapiteles dorados de la
misma manera; en esta primera órden, los trigli-
fos son dorados, y las metopas de diversos jas-
pes; el grueso de las columnas, de dos piés y me-
dio de diámetro; el alto, con basa y chapitel, 17 y
medio. L o s intercolumnios que están á los dos
443
extremos se parten en dos nichos, en el primero
y segundo orden, y en ellos los cuatro Doctores
de la Iglesia, figuras vaciadas de bronce y dora-
das á fuego, de admirable labor, del tamaño del
natural, vestidos de Pontifical, con mitras y
báculos: San Jerónino, con su capelo y león, y
un Crucifijo de lo mismo en la mano, que es una
devotísima pieza. L o s dos tableros de pincel que
están al lado de la Custodia en este orden, son:
el. Nacimiento de Nuestro Salvador y la Adora-
ción de los Reyes, de mano de Peregrin, como ya
dije, de donde se quitaron los de Zucaro. De la
Custodia hablaremos después, si supiéramos de-
cir lo que es. E l segundo orden es jónico, y en
los intercolumnios extremos, repartidos como los
de abajo, están los cuatro Evangelistas, las figu-
ras algo mayores que las otras y que el natural.
L a historia del cuadro principal de enmedio, que
responde encima de la Custodia, es el martirio de
San Lorenzo, de mano de Peregrin, de donde se
quitó el de Federico Zucaro y antes se habia qui-
tado otro de Lúeas Canguiaso; de suerte que, son
tres los que allí se han puesto, y aunque éste que
ahora está contentó mucho cuando se vió en el
suelo, puesto allí no agrada tanto. L a s dos histo-
rias de los lados son Nuestro Redentor á la co-
lumna y cuando llevaba la cruz acuestas, buenas
historias del Zucaro y lo que más contenta de lo
que aquí nos dejó. E l tercero, que es el orden co-
rintio, más delicado y más hermoso que los otros,
tiene en medio la historia de la Asunción de
444
Nuestra Señora, del mismo Federico, y no mala,
aunque tuvo necesidad de algún adobo; las de
los lados son: la una, la Resurrección, y la otra,
la Venida del Espíritu Santo, de mano del mis-
mo. Aquí, en lugar de las columnas que hablan
de responder á las extremas de abajo, se pusie-
ron encima de los pedestales dos pirámides de
jaspe verde, que por la cornisa grande de la igle-
sia, estorbó no cupiese la columna; así no hay ni-
chos, mas asientan entre la distancia de los pe-
destales dos grandes figuras de bronce, Santiago,
nuestro patrón de España, de la mano derecha, y
en la otra San Andrés, de la misma forma de las
de abajo, aunque mayores que los Evangelistas,
pues tienen cerca de ocho piés. E l orden postre-
ro es el que llaman compuesto, porque toma lo
que le parece de los otros, aunque ya aquí no tie-
ne más de dos columnas. Sobre ellas carga un
hermoso frontispicio, sobre unos modillones ó
canes de bronce dorado, muy hermoso, y en él se
remata todo el retablo, sin peanas ni acroteras,
porque la clave del témpano llega al arco princi-
pal de la capilla: dentro está un Crucifijo de
bronce dorado, con Nuestra Señora y San Juan á
los lados, figuras excelentes, que pocas se deben
ver con quien poderlas comparar. Sobre los pe-
destales que responden á las columnas extremas
del orden bajo, están otras dos figuras de San Pe-
dro y San Pablo, de suerte que hay en este orden,
cinco estátuas de bronce dorado á fuego, de nue-
ve piés y más de alto, joyas preciosísimas y figu-
445
ras de gran arte y valentía. Son todas estas está-
tuas de León Leoniy de su hijo Pompeyo Leoni,
entrambos artífices de mucho nombre. Tiene to-
do el retablo, desde la grada del altar y desde el
podio de primer orden dórico, 93 piés de alto por
49 de ancho.
Dije que la Custodia donde se guarda y adora
el Santísimo Sacramento, asentaba entre las co-
lumnas de en medio de este primer orden dórico
y encima del banco ó podio de jaspe. Se hace en
aquel espacio una portada de arco, más dentro de
las columnas; las pilastras de jaspe verde y colo-
rado embutidos; de ancho tiene nueve piés y me-
dio y 17 de alto, y aquí está puesto el más her-
moso tabernáculo y Custodia que de aquella ma-
teria creo se debe haber visto. AI lado del altar
mayor, en los dos compartimentos que responden
al claro de los segundos intercolumnios, están dos
puertas de tres piés y medio de ancho, que pare-
cen puertas de la gloria: por ellas se entra á este
sagrario; por la una y por la otra se hace su es-
calera hasta el mismo tabernáculo; el ancho de
todo este sagrario, está en el cuerpo de la pared
metido, y es de cinco piés escasos; se hace un arco
grande porque no pierda la fortaleza; de la parte
del retablo tiene una ventana cuadrada, por don-
de se ve y toca la Custodia de la parte de fuera,
que cae sobre el patinejo y claustrillo de la casa
del Rey; tiene otra que le responde y da luz y
los rayos del sol desde que nace; allí tiene una
vidriera, y luego una reja para la seguridad, aun-
446
que el lugar es inaccesible. Por la parte de den-
tro, antes de la vidriera, se corren unos velos de
seda de diferentes colores, verde, azul, blanco y
colorado, conforme á la fiesta de la Iglesia, y co-
mo pasa el sol por la vidriera, y de allí por el
velo, toman sus rayos el mismo color, y queda
toda la pieza y la Custodia bañada en aquella luz,
que hace unas vistas de admirable efecto. E n los
cuatro lados, dos de cada parte de ventana, están
cuatro historias á propósito del misterio que allí
se encierra. E n una se ven los hijos de Israel sa-
lir á coger aquel manjar del cielo, llamado manhu;
de frente está el Cordero Pascual, que se comia
con lechugas amargas; á la otra banda, está el
gran padre Abraham pagando y ofreciendo las
décimas de la victoria á Melquisedez; enfrente
de esta historia está aquel pan subcinericio que
dió el ángel al Profeta Elias, y en lo alto, y en la
vuelta que hace la bóveda, está pintado el arco
del cielo, que no parece pintura; esta fué la pri-
mera cosa que pintó Peregrin y dió con ella gran
gusto ai Rey.
L a forma del tabernáculo es redonda y de 6r-
den corintio; asienta sobre una peana ó zoco de
jaspes guarnecidos y perfilados, con vetas de me-
tal dorado, y allí asientan ocho columnas de un
jaspe singular; tiene un color sanguíneo, unas
vetas blancas como leche, que le hermosean extre-
madamente, y es de tanta dureza y tan extraña
la piedra, que ninguna herramienta ni acero bien
templado se halló que pudiese domarla ni ven-
447
cerla, y así se hizo á costa de diamantes, y con
ellos están labradas y torneadas. Tiene dos puer-
tas abiertas, una mira al altar y al pueblo, por
donde se ve la otra Custodia que está dentro de
ésta y áun el vaso que tiene dentro; otra á la pie-
za de dentro, por donde se ponen y quitan los ve-
los y se llega al Santo Sacramento cuando se re-
nuevan las Formas ó se lleva á los enfermos. L a s
puertas de estas dos ventanas son de cristal de
roca, tan claro, que no parece hay cosa delante.
E n los otros intercolumnios que están cerrados
se hacen cuatro nichos, con una figura de A p ó s -
tol dentro de cada xmo; en los otros dos, otras
dos portadas, que por caer á los lados de las pa-
redes no hubo necesidad de abrirlas; se remata
con una hermosísima cornisa del mismo orden;
sobre la cornisa se hace otro podio con otros
ocho pedestales resaltados, que sirven como pea-
nas y remates de las columnas de abajo; encima
de cada uno una figura de Apóstol del mismo
bronce dorado, que con las cuatro que están en
los nichos son doce; sobre la cúpula se levanta
otra linterna pequeña con su cupulilla, y encima
la figura de Nuestro Salvador, como la de sus
Apóstoles. Esta es la forma y fábrica dicha así,
como he podido, groseramente. E l alto de toda
ella es 16 piés, el diámetro siete y medio, y así
no hay hombre tan alto que no quepa dentro de
ella descansadamente, y apenas tocará con la ma-
no en lo alto de la cúpula, donde en un rico flo-
rón de oro, está asentado un precioso topacio del
448
tamaño de un puño de hombre. L a invención y
arquitectura es de Juan de Herrera; la labor y
manos, es de aquel excelentísimo escultor y lapi-
dario Jacobo de Trezo. Se tardó en esta fábrica
siete años, y si se hiciera con otro menor ingenio
que el de este hombre, no se acabara en veinte,
y no me alargo. Dentro de esta Custodia grande
se encierra otra pequeña, y no ménos preciosa ni
de ménos artificio y hermosura: la forma es cua-
drada; asienta sobre una peana de lindas piedras
y guarniciones de metal dorado; tiene por cada
frente cuatro pilastras ó antas, que refuerzan las
esquinas, y por la puerta principal, que responde
á la ventana del altar, hace como un vestíbulo
sobre cuatro columnas redondas, que tienen de-
tras las mismas antas; la forma y orden de la ar-
quitectura es dórica; tiene de alto esta pieza tan
singular, poco ménos de una vara con la peana, y
de cuadrado más de una tercia. Los chapiteles y
las columnas son de oro y esmalte, también los
triglifos y gotas, y las metopas de finísimas es-
meraldas. Sobre la cornisa, que es de plata dora-
da, se hace otra cúpula como la de la Custodia
grande, con linterna ó fanal encima. L o s pedes-
tales que asientan sobre la cornisa son de unas
piedras como viva sangre; las molduras de su
basa y cornisa de oro, y las pirámides que rema-
tan las pilastras y columnas son de la misma pie-
dra, guarnecidas con esmaltes de oro; las bolas
que están en las puntas de las pirámides también
de oro esmaltado; el remate de la cupulilla ó fa-
449
rol alto es un florón de oro, y en medio de él
como fruta, nace una esmeralda redonda, y den-
tro como clave, un finísimo topacio, con un rico
asiento de oro esmaltado, aunque no es tan gran-
de como el de la Custodia mayor; las dos puer-
tas que responden á las de la Custodia grande
son de cristal de roca, las guarniciones de oro;
por los otros dos lados está cerrado con sus mis-
mos jaspes finos y los compartimentos y fajas de
oro y esmaltes; por la parte de dentro es lo mis-
mo, aunque están más lisos. E s obra de Jacobo
de Trezo, tiene gravedad, propiedad y misterio.
Sacadas las esmeraldas (y no sé si los topacios)
de entrambas, todas las demás piedras de una y
otra Custodia y del retablo son de España, Den-
tro de esta segunda Custodia, está un vaso pre-
cioso de ágata y del tamaño de un hostiario
grande, con asas y pié de oro esmaltado, y el ta-
pador ó sobrecopa de lo mismo, con un záfiro del
tamaño de una bellota por remate. Dentro de
este vaso, está otro de oro, y allí se guarda la Sa-
grada Hostia.
A los lados de esta capilla mayor, dentro de los
dos arcos grandes de ella, y encima ó en el
mismo piso de la primera mesa de las gradas, es-
tán los oratorios de los Reyes, y encima los bul-
tos ó figuras de las personas Reales que aquí es-
tán sepultadas: esto falta por mostrar. De una y
otra parte, con mucha correspondencia, se hacen
tres puertas; jaspes verdes los dinteles, jambas y
sobre dinteles ó capirotes; lo demás es de jaspe
29
45°
colorado; sirven á tres apartamientos ó basílicas
distintas. E l primero, más junto de las gradas
primeras de cada lado, sirve de puerta ó de paso
á dos tránsitos, el nno á la sacristía, el otro á un
relicario. Los otros dos, en uno tiene un altar
donde se dicen misas particulares á los Reyes. E l
otro de en medio, de estrado y oratorio, de donde
las oyen y rezan: todos tres son de finos jaspes;
luego se ve en entrando en ellos, que son cosas
muy de E ^ e s . L a s puertas son de ácana, jaspe,
bronce; la clavazón por dentro, tornillos dorados;
las vidrieras de los cuarterones, cristales, de
suerte que, están los Reyes dentro y fuera de la
capilla mayor; no se pudo trazar con mayor de-
cencia y grandeza. Sobre estos oratorios, que tie-
nen por de fuera en alto hasta encima de su cor-
nisa poco ménos 12 piés, y sirven como pedestal,
se levantan dos columnas grandes con dos pilas-
tras cuadradas que le responden á los lados, y
hacen una capilla ó tribuna, ó no sé cómo me la
llame, de mucho ornato y decoro, donde asientan
las figuras de los Reyes. Tienen las columnas 17
piés de alto, de orden dórico, jaspes como los del
retablo: están repartidas en igual distancia, y así
dos columnas y las dos pilastras ó antas, hacen
tres claros; basas y chapitel del mismo metal do-
rado á fuego; las distancias ó hueco de la colum-
na, 10 piés hasta la pared de adentro, que res-
ponde á las columnas ó pilastras de jaspe colora-
do ensambladas de verde, y sus intercolumnios
de una piedra negra que muestra modestia, gran-
45i
•deza, luto (lo que decimos de una parte se en-
tienda siempre de entrambas); en la distancia de
-en medio, que se hace entre las dos columnas de
la parte derecha del altar, que es la del Evange-
lio, se ven cinco estátuas ó figuras de personas
Reales, un poco mayores que el natural, de bron-
ce dorado á fuego, rica y primorosamente obra-
das. L a primera y principal es del nunca vencido
Emperador Cárlos V , tan pío como fuerte, ar-
mado con espada ceñida, la cabeza descubierta,
•con manto imperial y el águila de dos cabezas
labrada y asentada en él de una piedra ó jaspe,
•que con el color muestra el mismo de aquella
ave real. Delante (porque están todas las figuras
puestas de rodillas), tiene un sitial con un paño
de brocado encima, todo tan al natural remeda-
do, con sus dobleces y pliegues en aquella mate-
teria tan dura, que es mucho de estimar el arte,
porque áun el manto se puede quitar y poco mé-
ÍIOS plegar y poner en una arca. L a Emperatriz
Doña Isabel, su mujer, madre de nuestro funda-
dor, está á su lado de la parte de adentro, y la
Emperatriz Doña María, su hija, que hoy vive
{guárdela Nuestro Señor mil años para bien del
mundo), detras de su padre, y se le ve también el
•águila imperial sobre el manto, y luego las dos
hermanas del mismo Emperador, Reina de Fran-
cia y Reina de Hungría, detras de su hermano.
Todas de tal suerte juntas en este espacio de en
medio, que sin impedirse ven el Sacramento y la
cruz que está sobre la grada del altar mayor, y
452
quien se pone allí, ve muy claros los rostros de-
todos cinco. E n la distancia de adentro, que res-
ponde á esta, se lee este epitafio, entallado en los.
mármoles negros, con letras de bronce dorado:.:
D . o. M .

CAROLO. V . ROMAN. IMPER. AVGVSTO. HOR. REGNO-


RUN. VTR, SICIL. E T HIERVSALEM REGIAR CHIDVCI..
A V S T R . OPTIMO P A R E N T I P H I L 1 P V S . F I L I V S . P. IACENT-
SIMVL. EUSABETHA. VSOR E T MARIA FILIA IMPERA-
TRICES, ELEONORA E T MARIA SORORES, ILLA HyEC:
FRANC. VNGARIE REGINE.

Está tan claro, que no hay que ponerlo en


nuestra lengua. K n la distancia que está más ai
altar y vacía sin figuras, responde en el claro de-
intercolumnio de adentro otra inscripción que
traducida quiere decir: Si alguno de los descendien-
tes de Carlos V, sobrepujare las glorias de sus haza-
ñas, ocupe este lugar primero; los demás absténganse
con reverencia. Y luego en el testero que está allí
junto, dice otra inscripción: Estos son los blasones*
y armas del linaje y descendencia de parte del padre de
Carlos V, Emperador Romano, no todas, sino las que
cupieron en este lugar estrecho, distintas por sus gra-
dos y dignidades. E n la distancia y espacio vacío
que está detras del Emperador, á la parte de la
iglesia, en el intercolumnio de dentro, dice: La
providencia y cuidado de los descendientes, deja este l u -
gar vacío á los hijos y nietos, después que vividos mu-
chos años, paguen la deuda natural de la muerte.
E n el testero de las espaldas dice lo mismo
453
que en el de frente de junto al retablo, porque se
pretenden poner en el uno y en el otro las armas
y blasones de sus padres y antepasados, hechos de
los mismos jaspes y piedras, y guarnecidas de flo-
rones de bronce y ramos dorados, que harán aque-
llo más ilustre, aunque ahora no están puestos: y
en el de delante, como vimos, están los de parte
del padre, y en el de las espaldas los de parte de
la madre. Encima de este orden dórico, que tiene
sus tríglifos dorados y las metopas de jaspes de
colores, se levanta un frontispicio con dos colum-
nas jónicas, basas y chapiteles como las demás del
retablo. E n él se hace un cuadro de finos mármo-
les sanguíneos, del ancho del claro de abajo don-
de están las figuras: en medio de él se ven las
armas Imperiales, una águila grande de dos ca-
bezas de piedra, que imita el color aquilíneo, y
en medio del pecho, agarrado con las uñas, el es-
cudo de las armas de Castilla y de los otros esta-
dos de estos reinoSj con gallardos y soberbios tim-
bres y penachos. L o s estribos del frontispicio
van á rematar en las acroteras de las pilastras
-que arriman al arco grande de la capilla, que tie-
nen unas medias bolas grandes del mismo bron-
ce dorado. E l alto de estos entierros es de 53 piés,
y de ancho 28. E n el de la otra parte, en el espa-
cio é intercolumnio del medio, está nuestro fun-
dador el Rey Don Felipe II con armadura, manto
ó capa Real, en qiie están por toda ella el escudo
de las armas Reales, azules, rojos, blancos y los
demás colores que allí se ven, son todos nativos
. 454
de las mismas piedras: labor de mucha costa, r i -
queza y de singular labor, porque se puede po-
ner y quitar toda por sus piezas, que siendo de
bronce y de piedra tiene primor extraordinario:
responde lo demás todo, sin faltar punto, con el
otro sitial y cogines, donde se ponen de rodillas;,,
la cabeza descubierta y las manos orando. Al la-
do derecho y junto al mismo sitial, está la Reina
Doña Ana, la cuarta y última mujer, madre de
nuestro Rey Don Felipe I I I , hija y nieta de E m -
peradores: luego detras del mismo Rey está la
Reina Doña Isabel, su tercera mujer, madre de la
señora Infanta Doña Isabel: al lado derecho está-
la Reina Doña María, Princesa de Portugal, su
primera mujer, madre del Príncipe Don Cárlos, y
el mismo Príncipe detras de ella, puestos todos
de rodillas; de suerte que también sin estorbarse,
ven la cruz del medio del altar mayor y desde
ella, se ven los cinco rostros enteros. Todo esto
es obra del mismo Pompeyo Leoni, en que ha
mostrado cuán bien entiende el arte de la escul-
tura y vaciados. Encima de las cabezas del Rey
y Reina, responden unas inscripciones y epitafios
por el mismo estilo que en la otra parte.
E n la sacristía' del convento, á la parte de las
ventanas, se ve en cinco cuadros al óleo con sus
guarniciones de bronce dorado, donde está claro
el intento de lo que falta por poner. También
advierto que estos epitafios é inscripciones están
hechos más al gusto del Rey, que tan amigo era
de modestia, que no al sabor de la antigüedad»
455
Encima de este orden se hace otro frontispicio
como el de la otra parte sin faltar punto, así se ve
ya lo que es. E l escudo de las armas es diferente,
de mucha mayor estima y precio, porque están
las armas Reales hechas todas de piedras con sus
mismos colores nativos, buscadas para esto con
cuidado, porque no entrase allí cosa que no fuese
muy preciosa y de igual dura y perpetuidad, con
los mármoles y bronces dorados; tiene tres timbres
muy soberbios del mismo metal dorado; en el del
medio se ve un león con espada en la mano y co-
rona en la cabeza, y de los lados en cada uno una
sierpe ó dragón.
Porque acabemos con nuestra capilla mayor,
acordaré lo que dije arriba, que debajo de la me-
sa del altar mayor, entre ella y una capilla re-
donda que está debajo de todo el suelo, sé hace
una pieza que sirve de poner los cuerpos y ataú-
des Reales; está repartida en tres como callejo-
nes de bóveda, y encima de unos bancos de ma-
dera se atraviesan los ataúdes. Y porque no se
quede nada, digo que el techo y la bóveda de es-
ta capilla mayor está pintado de mano de L u -
quete, y quisiera yo hubiera más que mirar en
esta pintura: está muy andadera, y no la mere-
cía ni la historia ni el lugar, porque habia de ser
de lo más acabado de la casa. L a historia es la
coronación de Nuestra Señora, y en los lados de
las lunetas de las ventanas están los cuatro Pro-
fetas mayores, buenos, y bueno todo; mas habia
de ser muy mejor.
DISCURSO XV.

L a sacristía de este templo, sus piezas, pinturas,


cajones, ornamentos y vasos sagrados.

Tan dificultoso será dar perfecta noticia de es-


ta recámara Real, como de otras muchas cosas
de esta casa del Señor, que si no es viéndose, no
puede la pluma darles vida, aunque más delga-
damente se corte; diremos lo que pudiéremos,
para que no se esconda todo. E s forzoso dete-
nernos en el zaguán alguna cosa. Esto es una
cuadra harto hermosa, su tamaño es de 25 piés
en cuadro, bien aderezada; las paredes hasta la
cornisa donde vuelve la bóveda, están de estuque
blanco, aunque en ellas excelentes cuadros de
pinturas de que haremos memoria en otra parte.
L o más imperfecto y ordinario que hay en ella,
son las tobajas en que después de lavados se en-
jugan y limpian los ministros de la mesa divina,
sacerdotes, diáconos y acólitos, cosa 'que no se
puede excusar. E n medio de las unas y de las
otras (están repartidas por sus grados, que el acó-
lito no ha de llegar donde se limpia el sacerdote)
se asentó una hermosa fuente de mármol pardo,
en la banda de Oriente; se sostiene sobre unos
457
modillones del mismo mármol, labrados con sus
estrías y de buena gracia. L a pila que asienta
sobre ellos tiene de largo 22 cuartas y de ancho
cinco y media; toda es de una pieza de mármol
pardo, traido dos leguas poco más de aquí, labra-
da con mucho pulimento, arrimada á la pared:
encima de la misma pila se hace una fachada de
mármoles y jaspes; hace cinco nichos con sus p i -
lastras de orden dórico, y allí se ponen ramilletes
y flores: debajo de cada nicho responde un caño
ó grifen, por donde sale el agua por cinco cabe-
zas de angelillos de mármol blanco. Encima de
la cornisa corre otro banco con su pedestal resal-
tado, y por remates unos globos de jaspe, de
suerte que queda la pila ó baño adornado y her-
moso y de gran autoridad. A los lados tiene dos
puertas de siete piés y medio, también del mis-
mo mármol pardo, jambas, dinteles, sobredinte-
les y capirotes. Por los otros tres lados de la
cuadra tiene tres puertas grandes, una por don-
de se entra y sale á la iglesia, otra que le respon-
de de frente para la sacristía, y otra que sale al
claustro grande; tienen 16 piés de alto, jambas y
dinteles de una pieza; lo demás de estos lados
está adornado con asientos y respaldares de no-
gal bien labrados, y sirven también de cajones
para las sobrepellices y roquetes de los acólitos;
el suelo, como todo lo demás, de mármol con sus
compartimentos: el techo y la bóveda, desde la
cornisa arriba, está pintada de alegres grutescos.
Entrando por la puerta de la sacristía, parece que
458
se ensancha el corazón; cada dia entro en ella y
rae visto y digo misa, y cada dia se me hace nue-
va y despierta mi tibieza y me abre los ojos para,
que piense lo que voy á hacer. Tiene de largo la
pieza desde la puerta al altar de frente, 108 piés^
de ancho 30; sus ventanas altas y bajas miran á
Oriente; creo son todas 18, aunque las bajas, co-
mo veremos, no están todas abiertas; á la una y
otra parte, desde la cornisa abajo, que es de pie-
dra y corre por toda la pieza grande variedad de
hermosísima pintura, cuadros al óleo de grandes
maestros y de todo género antiguo y nuevo, aun-
que todas de singular piedad y devoción. E n el
altar que digo está de frente de la puerta, está
aquel Crucifijo antiguo del tamaño del natural,
que dije arriba, habia copiado nuestro Mudo, sin-
gular pintura, y tan bien entendido, que merece
el lugar que tiene: fingió el maestro un dosel de
carmesí detras, que hace salga la figura mucho,
y creo que está tomada del natural, según la gran
propiedad que muestra; á los lados tiene á Nues-
tra Señora y San Juan, figuras de excelente plan-
ta y movimiento, y todo el cuadro bien guarne-
cido. Hago memoria de sola esta pintura en la sa-
cristía, porque sirve de retablo y de altar firme. Y
en los Capítulos no hice tampoco memoria de los
que hay allí, mas de solos los retablos y del gru-
tesco, porque las otras todas, las guardo para un
discurso particular; son tantas, que no nos deja-
rían salir de las piezas si nos detuviésemos en ca-
da una, y en especial en esta sacristía, donde hay
459
más que en otras piezas, y todas dignas de ad-
vertencia.
L o alto de la cornisa arriba, está pintado co-
mo el zaguán, del mismo orden de grutescos.
L a s fajas que van haciendo los compartimentos
y divisiones se fingen de piedra de diversos colo-
res, rubíes, esmeraldas y diamantes, con tanto re-
lieve imitadas, que engañan la vista. L o demás,
unos artesones y follajes, florones y pateras, todo
tan bien fingido y relevado, que se engañan más
de cuatro, pensando que tienen bulto y cuerpo.
L o que corre por dentro de las fajas son grutes-
cos, varias figurillas de animales y hombres; to-
do hace una labor nueva, graciosa y alegre. E n
el frontispicio, y al lado del altar ó retablo, están
acompañando otras dos puertas menores, que
responden á otras dos que acompañan la puerta
por donde entramos, y ninguna es ociosa, todas
tienen oficio: en launa, están los incensarios, na-
vetas 5^ candeleros ó ciriales de plata que llevan
los acólitos en los dias comunes; en la otra, los
platos en que se sirven las ampollas en el altar;
éstas son de vidrio, y ellos de plata; aquellas por
la limpieza y estos por la majestad; y en cada
uno también una bujía con palmatoria de plata,
en que llevan lumbre cuando el sacerdote va al
altar, por que no tenga que estar aguardando, y
para que los cortos de vista, ó los que madru-
gan mucho, puedan acomodar la luz como qui-
sieren. L a s otras dos puertas de frente de estas,
sirven para entrar á otras piezas de la sacristía,
460
como luego lo veremos. Esto toca así en común
á la disposición de la fábrica de esta pieza; dire-
mos de sus adornos y menesteres.
A la mano derecha, como entramos, están unos
cajones, que ocupan toda aquella banda de cabo
á cabo. Son de las mismas maderas de las sillas
del coro, y no sé si mejor labrados: ácana, cao-
ba, ébano, cedro, terebinto, boj y nogal. Se hace
lo primero una mesa muy ancha en ellos, donde
se ponen los ornamentos que han de servir aquel
dia, que como son tantos y se mudan conforme á
la variedad de las festividades, casi cada dia está
con nueva librea aderezada. Debajo de ella están
siete divisiones de cajones partidos, con sus pi-
lastras, y en cada uno cuatro navetas tan gran-
des, que cabe tendida toda una capa sin ningún
doblez, que muchas, y las más que aquí se po-
nen, no los sufren. E l suelo de éstas es de cedro,
por la incorruptibilidad y limpieza, y así no se
ha visto que alguna de estas tablas crie polilla.
Tiene cada una cuatro tiradores dorados, y son
bien menester para sacar las navetas, por el pe-
so y por la grandeza. Las frentes con muchas
molduras y ensamblajes, que les dan mucho
adorno. Sobre esta mesa, dejando en ella un es-
pacio tan ancho cuanto es menester para lo que
hemos dicho, asienta otro orden de cajones con
puertas, haciendo una fachada de columnas de
orden corintio. E n las navetas largas y cajones
que están debajo de la mesa, están las casullas,
dalmáticas, capas, paños de facistol, albas, y las
461
demás sacras vestimentas, no todas, sino las más
preciosas y que no sufren menor guarda y aseo:
en los cajones altos están los cordones de las dal-
máticas, colgados con sus fundas, que son tantos
y tan preciosos, que hubieron bien menester todo
este aposento. A l otro lado frontero, están otros
cuatro cajones, embebidos en otros cuatro hue-
cos de las ventanas, de nueve que allí hay en el
orden bajo, también de las mismas maderas,
aunque de muy diferente hechura: de la mesa
abajo son navetas; de allí arriba como puertas de
ventanas, de buenos compartimentos. Sirven de
tener allí los cálices, los corporales, con sus fun-
das y bolsas y paños de seda con que se cubren
en los altares, y los pañizuelos de cada religioso,
con que se enjuga las lágrimas de los ojos en el
altar, con el nombre de cada uno en su cajonci—
lio. Descendiendo á los particulares de otros mu-
chos cajones fuera de estos, y otros aposentos de
esta santa oficina, será menester hacer un rato de
maestro de ceremonias y de sacristán, y advertir
que la Iglesia en sus divinos oficios no admite in-
diferentemente cualquier color, ni se viste acaso
de mezclas de ellos, sino de los que tienen par-
ticular significación con el misterio que trata: así
tiene señalados cinco colores; blanco, colorado,
verde, morado ó violado, y negro. E l color ama-
rillo, que se esmera y realza en el oro, como un
adorno de riqueza, ó digámoslo así, símbolo de
dignidad, se mezcla y entremete en todos. C o n -
forme, pues, á estos colores están hechos todos
462
los ornamentos y composturas de este templo.
Comenzando, pues, por el altar mayor y los dos
de los relicarios, que ya he nombrado por veces,
digo que para cada uno, hay cincuenta mudas de
ornamentos, y es cada una muda, si la contamos
entera, casulla, capa, dalmáticas, frontales y
frontaleras, paños de facistol y manga de cruz:
en la de las capas no son iguales las mudas, que
unas tienen más, otras ménos, y en estos que lla-
mo altares de las reliquias tampoco hay dalmáti-
cas. Y porque á ninguno parezca que me alargo,
las resumiré brevemente todas.
De blanco, con algún adorno amarillo, hay doce
temos, algunos matizados de oro, que dicen que
esta manera de bordadura sobre los hilos de oro
es invención de España, nacida en Ciudad R o -
drigo: ademas de estos, hay otros cuatro de ter-
ciopelo blanco con oro, de raso blanco con cene-
fas bordadas sobre terciopelo amarillo.
De blanco todo, sin que se le mezcle otro co-
lor, para las fiestas de la infancia de Nuestro
Salvador, y consagración y dedicación de esta y
otras iglesias, hay otros ocho ornamentos, hechos
la mayor parte en los telares, para cada altar.
Entra el segundo orden de colorado, que quiere
la Iglesia nos signifique el encendido amor de
Dios para con los hombres; así sirve para estas
festividades, otros doce ornamentos, conformes
á solemnidad. E l color verde sirve en las domi-
nicas y ferias, que nos dan particular razón de la
esperanza cristiana y descanso de la vida eterna:
463
de este color no hay más que cinco ornamentos
ó ternes, como los llaman nuestros sacristanes;
el más principal, de brocado verde, con cenefas
de oro matizado, harto hermoso y de excelente
labor; los demás de terciopelo, de damasco y de
estameña ó maraña. E l color morado ó violado,
de que usa la Iglesia en el Adviento, no nos
muestra tan claro la razón de su uso; de éste no
hay más que seis ornamentos, unos de tela de oro
y altos de terciopelo morado, y otros de damas-
co con diversas cenefas. Del color negro usa la
Iglesia por nuestros pecados, que es la primera y
total razón del luto y tristeza: de estos ornamen-
tos hay ocho ó nueve; el principal es de tela de
oro rizada, con perfiles gruesos de terciopelo ne-
gro; las cenefas son de oro matizado, en que, si
no las conté mal, hay más de setenta historias de
la vida y paciencia del santo Job; sirve para los
aniversarios del Emperador Don Cárlos y de
nuestro fundador Don Felipe, su hijo; los demás,
aunque muy hermosos, no son de tanto valor.
L a s casullas que hay para todos los altares de
esta iglesia, sin particularizarse más en materia,
colores y labor, pues se entenderá de lo dicho, pa-
san de mil doscientas, pues sólo para el altar ma-
yor hay 56; en los altares de las reliquias, para
cada uno, 50; en las mudas de todos los demás
altares, 960. Sin éstas, para otros altares de l a
casa, como el de la enfermería, celda del Prior,
Crucifijo del coro y capilla del Sitio, hay 139, que
hacen el número dicho. L a s capas de brocado y
464
otras sedas y telas llegan á 213, de todos colores;
las mangas de la cruz son 27, porque algunas sir-
ven á dos ornamentos.
Fuera de esto que hemos dicho de cosa de bro-
cados y sedas que tocan á los ornamentos, que-
da en las cosas de lienzo otro número, ni de me-
nor riqueza en su género, ni de menor policía.
E n una sola cosa pudiéramos decir que nuestro
fundador no habia igualado el peso de la gran-
deza que se ve en todo lo demás de esta casa, y
es, en haber dejado pocas cosas de plata y ménos
de oro, y es así: mas hízolo con la consideración
y acuerdo que en todo procedia, como quien co-
nocía las vueltas que dan las cosas humanas;
cuán codiciadas son estas riquezas, y qué fácil es
de acabarse, hundirse, trasportarse ó perderse.
Diré verdaderamente lo que hay, porque nadie
sospeche disimulo en esta parte, ó encubro algún
gran tesoro.
Hay de esto lo muy preciso y forzoso, y lo
que no se pudo excusar, sopeña de parecer po-
breza ó miseria; todo tiene su dia y su oficio, sin
haber cosa supérflua ni sobrada. De oro hay un
solo cáliz, no grande, sino algo menor que los
ordinarios que aquí tenemos de plata, de buena
hechura y esmaltes, con que celebra el Prior los
dias más solemnes. Una Custodia que lleva tam-
bién el Prior en las manos el dia del Santo S a -
cramento y en otras procesiones que se hacen
con él; es del tamaño del cáliz poco más ó m é -
nos. Dos portapaces, aunque diferentes; la una
465
tiene esmeraldas, la otra no tiene sino una labor
no muy prima. Un pectoral que lleva al cuello el
Prior en estas mismas fiestas, que tiene algunas
piedras y perlas muy finas y de cuento. No sé
que haya otra pieza de oro en la sacristía; lo que
hay en los relicarios es cosa por sí; trataremos
luego de ellos. De plata hay buen servicio, mas
no hay nada sobrado; los altares dije que tenian
todos cruces y candeleros de plata, que se ven en
ellos cada dia, porque las fiestas principales se
ponen de bronce dorado, que tienen más majestad.
Para el altar ma3'0r y los dos de las reliquias,
hay fuera de esto ordinario, un servicio de tres
cruces grandes, doradas y bien labradas, y seis
candeleros grandes para el altar mayor y para
los otros dos, cuatro en cada uno, también de
plata dorada y bien labrada; sirven en los dias
más solemnes, y tienen para las credencias no sé
si tres ó cuatro fuentes de plata, vinajeras ó am-
pollas grandes y acétres, algunas de estas piezas
bien labradas y vaciadas del natural. Para los
aniversarios del Emperador y de nuestro funda-
dor, hay un servicio de ébano, candeleros de
asiento para el altar y altares de las reliquias,
grandes y bien labrados, con cartelas y bordes y
otros primores de bronce dorado, que es una
cosa de mucho primor y de muchas piezas; has-
ta las ampollas y facistoles de lo mismo. Otro
tanto servicio del mismo ébano, guarnecido de
plata, hay para las memorias y aniversarios de la
Emperatriz Reina Doña Ana, que son piezas de
30
466
estima y vienen tan parecidos con los ornamen-
tos, que no se pudo poner esto mejor ni más acer-
tado, y de lo bueno que hay que ver en la sa-
cristía.
L a s lámparas de la iglesia, ya se ven no son
más de seis; la que está delante del altar mayor
es buena hechura y labor; otras piezas de plata
debe haber de que yo no me acuerdo. Los cáli-
ces creo son treinta y nueve ó cuarenta., que co-
mo los ofrece S. M. el dia de los Reyes, dando
cada año el suyo, habrán llegado á este número,
con los que nuestro patrón señor y Rey que hoy
vive, Felipe I I I , ha enviado, continuando la pie-
dad y los favores del padre á las cosas del culto
divino. No quiero detenerme en contar los apo-
sentos, piezas y cumplimientos que tiene esta
santa oficina por no cansar al lector, ni parezca
que hago inventario de sus bienes, áun cuando
se mira, confunde y cansa que hará leido atrope-
llado y confuso.
DISCURSO X V I .

Los relicarios de este templo, el número y nombre


de sus reliquias, y otros preciosos adornos.

O tenia de hacer un libro grande de lo que pro-


mete este discurso, ó proceder como en el pasa-
do; excusado es lo primero y así como forzoso lo
-segundo, y de tal suerte, que ya que no se vea
muy distinto, se comprenda la idea de lo que pu-
diera particularizarse. Algunas veces he hecho
memoria de estos relicarios; dicho que están en
los testeros ó frentes de las dos segundas naves
colaterales á la primera; que se ve desde las rejas
y puertas de los patinejos que están en el hueco
de dos altares grandes, el uno de Nuestra Seño-
ra, el otro de nuestro patrón San Jerónimo; que
se cierran por la parte de la iglesia con las puer-
tas que sirven de retablo, y por las espaldas con
otras muy grandes de caoba y ácana, y por allí
se ponen, quitan, aderezan, limpian. Hasta aquí
está dicho; falta veamos lo preciso á lo de den-
tro. E n abriéndose las puertas, y corrido los velos
de seda que tienen delante, se descubre el cielo: se
ven por sus hileras y gradas, unas más adentro,
otras más afuera, vasos muy hermosos de artifi-
468
ció y de precio, parte de oro, otros de plata, pie-
dras singulares, cristales, vidrios cristalinos y
otros metales dorados, que todo junto reverbera
y deslumhra los ojos. No sé por dónde entre, ni
por dónde salga en tanta copia de celestiales teso-
ros; decir en particular de cada reliquia ó relicario,
aunque no haga sino como una letanía de ellas,,
negocio largo: si las emhurujo y envuelvo en una
universalidad, hago agravio á ellas y á los que de-
sean saber lo que aquí se halla: el remedio será
echar por medio: ni callarlas ni decirlas; decir-
las por sus géneros y callarlas en particular, ex-
cepto algunas que no se podían disimular tanto,,
por su estima, reverencia, grandeza; y todo de
paso, con la brevedad que siempre.
Entremos lo primero por el Santo de los santos,
de quien todos recibieron la grandeza que adora-
mos, y como de una viva fuente, manaron todas
las gracias; de un árbol de vida, todas las vidas,
y por él renunciamos en todos, una verdad, una
vida y una vía. Tenemos de este Señor Nuestro
algunas incomparables prendas y reliquias, entre
ellas un cabello de su santísima cabeza ó barba,
dentro de una rica bujeta, que si É l dice se ena-
moró de uno nuestro, ¡qué mucho muramos por
otro suyo! muchas partes de su santísima cruz,
todos admirablemente guarnecidos en oro, plata,
en piedras, vasos y cajas y cruces preciosas. Tam-
bién hay once espinas de su corona, tesoro que en-
riqueciera once mundos; cinco de ellas, están jun-
tas en un joyel de cristal, alto, con su pié y guarni-
469
ciones de oro esmaltado, todo pobreza por lo que
merece lo de dentro; mas no se puede negar sino
que tienen un asiento tan bueno como ellas, que
es un pedazo de la soga con que tuvo atadas ó las
manos ó la garganta aquel inocentísimo Cordero;
bay también una parte de sus clavos que pasaron
y traspasaron sus piés y manos; una parte tam-
bién de la esponja que pusieron en su boca llena
de vinagre cuando estaba en la Cruz, el postrer
convite que le hicieron los hombres de la propia
cosecha de su viña. Hay también parte de sus ves-
tiduras, y algunos pedacillos de la columna don-
de le ataron para azotarle por muchos ladronicios
que yo he cometido, y los pagó de antemano con
tantas setenas y centenas: también hay otros del
pesebre donde nació. Todo está en riquísimos
vasos y guarniciones.
De su santísima Madre tenemos también algu-
nas prendas empeñadas: de sus vestiduras hay
dos ó tres pedazos que están juntos, y que yo pu-
se en un hermoso relicario: también un poco de
lienzo, que dice el testimonio que vino con él, es
reliquia de aquel, con que enjugaba los ojos cuan-
do estaba al pié de la Cruz: también hay un ca-
bello suyo, y no tenemos aquí más de esta Seño-
ra: tienen dos ángeles, puestos de rodillas, el va-
so de cristal en que están estas reliquias con
su tapador ó sobrecopa, y algunas guarniciones
de oro.
Hay también un cuerpecito entero de un santo
niño inocente, natural de Belén, de la misma trí-
47o
bu, descendencia de Judá; está en una caja guar-
necida de muchas flores y torzales de oro. Otro
niño hay casi entero de aquel valeroso capitán de
la santa legión de los Tebeos, llamado Mauricio:
está en una caja de metal dorado, plata y crista-
les, harto rica, y es de los primeros tesoros con
que se ennobleció y santificó esta casa, y así tiene
altar y capilla propia en este templo. E l tercer
cuerpo es del santo mártir Teodorico, el cuarto
San Constancio mártir, el quinto del glorioso
mártir San Mercurio, el sexto es el cuerpo del
santo Duque de Aquitania, que aún no está pues-
to en relicario propio.
Después de los cuerpos enteros, las más nota-
bles reliquias son las cabezas: de esto hay en es-
tos santos archivos un tesoro incomparable. Hay
una (que quiero ponerla la primera aunque no es-
tá entera) en una cabeza de plata, puesta con una
diadema dorada, en que con letras doradas dice:
C a p u t s a n t i L a u n n t i . L a antigüedad del engaste y
el testimonio, hacen mucha prueba, aunque nues-
tro fundador, que con tanta ánsia buscaba las re-
liquias de su santo, siempre entendió que esto no
era tan firme como parecía, sino que era de a l -
guno de los de la compañía de los santos Tebeos,
ó bautizada con este nombre. Tras esta, ponga-
mos luego la que ninguna duda tiene, digna de
que se le fundase una iglesia, la del valeroso Rey
y mártir San Hermenegildo, martirizado por su
padre: está en un riquísimo cofre, que ofreció la
Infanta Doña Isabel Eugenia Clara á su padre el
47i
Rey Don Felipe I I , que no se pudo emplear me-
jor. Hay otra que tiene título de San Dionisio
Areopagita, discípulo del apóstol San Pablo;
también esta cabeza creia nuestro fundador era
de las bautizadas, pues la verdadera y propia di-
cen que está en París. También está aquí la c a -
beza del Santo Pontífice y mártir San Blas; otra
de un niño inocente; otra de San Julián, llamado
el leproso; también están las dos cabezas de los
santos mártires Félix y Adavisto. Está también
la cabeza de San Teodorico y la de Santa Doro-
tea, virgen y mártir, y la de San Teófilo, mártir.
No me quiero detener en especificar otras m u -
chas; sólo diré una que habia de ser la primera,
y la dejé para este lugar señalado. E s la del san-
tísimo doctor San Jerónimo; sana, madura y gra-
ve cabeza. Esta tan preciosa joya merecía un sa-
grario ó un mausoleo famosísimo, y ahora se está
por guarnecer, porque faltó el que con gran cui-
dado la hizo traer para enriquecer.este convento,
que estaba en el altar mayor del convento de las
dueñas blancas de la Orden de San Agustín, en
la ciudad de Colonia Agripina. Muchas de estas
cabezas, están ya puestas en preciosos relicarios,
que son de metal dorado, fingidas las mismas ca-
bezas, y rostros hermosísimos, unos de varones
y otros, de hembras: las de los varones están en
el altar de San Jerónimo, y las de las santas y
vírgenes en el de Nuestra Señora.
De brazos enteros ó la mayor parte de ellos, y
huesos y canillas principales, que se llaman reli-
472
quias insignes, hay un número grande; no parece
creible si no estuvieran contados, y es cierto pa-
san de seiscientos. Porque hagamos memoria de
algunos, sea el primero el del santo mártir y pa-
trón de la casa San Lorenzo. Este vino de Sabo-
ya, donde lo habia enviado San Gregorio, Papa:
es el hueso principal del codo al hombro, que allí
no hay más de uno, y del codo abajo hay dos;
está en un relicario de plata en forma de brazo,
hechura antigua, que da él mismo suficiente tes-
timonio. Otro hay de San Bartolomé, apóstol;
otro de la apostólica Magdalena; el bracico ente-
ro con la mano, que aún se está con su pellejo,
de un niño inocente; el brazo fuerte, jamás torci-
do, de San Vicente, mártir español, natural de
Huesca, y de la santa virgen y mártir Agueda, de
noble sangre, está todo entero, con su pellejo y
mano, en un rico brazo de plata. También está
el brazo de San Ambrosio, el de Santa Bárbara,
el de San Sixto, Papa, compañero de nuestro L o -
renzo, el de San Ibón y otros infinitos que no
puedo detenerme á contar, todos dignos de eter-
na reverencia; muchos de estos, que no nombro,
son de aquellos dos santos escuadrones que pe-
learon bajo la bandera de San Mauricio y de
Santa Úrsula, mártires los unos, vírgenes y már-
tires las otras. También hay una mano del Papa
San Sixto; creo que es la misma con que entregó
á San Lorenzo los tesoros de la Iglesia, que le
habian dado los dos Filipos, Emperadores, pa-
dre é hijo. Entre las insignes reliquias de canillas
473
y piernas está aquella que toqué en otra parte,
que es la mitad del hueso del anca de nuestro
mártir San Lorenzo, aunque muchos pensaron
que era la paleta del hombro y espalda, de que
yo desengañé á nuestro fundador. Pasó el caso
milagroso de esta suerte: quería el Pontífice Gre-
gorio X I I I enviar una parte de este hueso para
que enriqueciese con joya tan grande y tan cierta
este su Monasterio; mandó que partiese con una
sierra aguda alguna parte de él; probaron á ser-
rar dos veces, y no le hicieron más mella que si
fuera un diamante; dijéronselo al Papa; mandó
probasen tercera vez, estando encima del altar de
la Magdalena; tampoco hicieron nada, y tenién-
dolo en las manos, como medio desconfiados de
partirlo con aquel instrumento, que se habia he-
cho muy á propósito para el efecto, teniéndolo,
digo, en las manos, sin ninguna violencia ni gol-
pe se partió, no por lo delgado ni por donde pre-
tendían, sino por medio y por lo más fuerte, que
lo es mucho aquel hueso en aquella parte. Vien-
do los ministros el suceso milagroso, dijeron con
admiración: «Este santo á España se quiere vol-
ver.» E l testimonio y letras de Su Santidad lo
refieren así.
Otros huesos de esta misma parte (y áun ente-
ros) pudiéramos referir; mas no apartemos éste
de su compañero, que es del muslo del mismo
glorioso mártir, que está aquí entero, con su pe-
llejo tostado y asado, y se conoce en él las aber-
turas y agujeros que le hicieron con los hurgones
474
y garfios de hierro, para que se turrase bien so-
bre la parrilla. Está este muslo puesto en un muy
hermoso relicario de piedras y plata dorada, y al-
gunas piezas de oro esmaltadas, á manera de una
torre, que se va levantando con dos órdenes de
columnas de finos jaspes. E n otro relicario, de la
misma forma y precio, están otros dos huesos de
los padres del mismo santo, Orencio y Pacencia,
santos de quien celebra la Iglesia de Huesca, que
de tal cepa, tal sarmiento. Otro hueso hay de la
misma parte, que es del muslo del apóstol San
Pablo; de San Martin, Obispo, hay otro hueso
del muslo, y otros muchos que no nombro, por
no ser los santos tan conocidos de todos; la suma
de estos huesos grandes de la rodilla arriba es
grande y casi increíble, porque pasa de qui-
nientos.
De los huesos de la rodilla abajo, donde hay dos
canillas, una menor que otra, son también en nú-
mero excesivo, porque pasan de seiscientas pie-
zas. No es posible hacer catálogo de ellas: entre
las notables, tenemos las de los dos santos márti-
res de Alcalá, San Justo y Pastor: en ellas se echa
de ver no eran tan niños como algunas histo-
rias los hacen. L a s escogió el mismo Rey cuando
trajeron gran parte de sus cuerpos á su propia
pátria. Otro hueso de esta misma parte tenemos
de San Vicente Ferrer, natural de Valencia; tam-
bién la de un santico inocente, toda entera con
Su pié y su pellejo muy linda, que convida á dar-
le mil besos. De la santa virgen y mártir Leoca-
475
dia, que padeció en las mazmorras de Toledo, y
del santo confesor San Diego, que está en Alca-
lá, hay otros dos huesos de esta misma parte, tie-
nen dos relicarios harto hermosos y parecidos:
advertiré aquí una cosa del hueso de San Diego;
que hoy en dia, sale de él un licor como de aceite,
que tiene húmedos y manchados los paños y cen-
dales sobre que asienta. De San Felipe, apóstol,
hay un pié entero y otro de San Lorenzo; están
en sendos relicarios de una misma hechura, á
modo de una custodia redonda con sus columnas,
remates y piés bien labrados.
Sin estas que, como hemos visto, son reliquias
tan insignes, hay más de otras mil doscientas, de
tamaño de piñones, avellanas y nueces; de suerte
que por decirlo de una vez, no tenemos noticia
de santo ninguno de que no hay aquí reliquia, ex-
cepto tres, San José, San Juan Evangelista y San-
tiago el Mayor, que se guarda todo entero en la
iglesia propia suya en Compostela, como patrón
de España.
Tiene cada uno de estos dos relicarios, á siete
gradas principales, con distancia de una vara po-
co ménos de una á otra: en las más bajas están
las piezas n^ores, y así van disminuyendo, aun-
que entre estas piezas grandes se van entrepo-
niendo algunos como brinquiños, llenos de divi-
nos tesoros, y de ordinario son las piezas más ri-
cas y más preciosas en su tamaño: las piezas que
en ellos están guarnecidas en entrambos son 246,
y como digo faltan muchas; muchas más por com-
476
poner y engastar; las diferencias de hechuras y la
materia de los vasos, ya he dicho cuán varia y pre-
ciosa es: oro, plata, piedras, cristales y otros me-
tales dorados. Encima de estos dos altares, en la
capilla que se hace á los 30 piés, comenzó el fun-
dador á levantar otros dos grandes relicarios en
dos cajas de madera, al modo de las de los órga-
nos, doradas y estofadas, para que todo aquel tes-
tero de una parte y otra estuviese en lo alto y
en lo bajo, lleno de reliquias. Esta traza, aunque
quedó lo más hecho, no ha contentado á muchos
porque hace una notable fealdad en la iglesia,
quitando la luz, que importaba mucho en aquellas
dos naves, por ser las ventanas de Oriente y por-
que los mismos relicarios quedan sin ella, y la
iglesia, que es lo peor, pierde su tamaño y buena
correspondencia, y otros cien inconvenientes en
buena arquitectura: no sé esto en qué parará ni
si nuestro Rey pasará adelante con ello, y así se
están por guarnecer una infinidad de reliquias
que pudieran enriquecer al mundo.
DISCURSO X V I I .

De la grandeza y variedad de la pintura que hay


en esta casa, d& que no se ha hecho memoria.

Porque no se embarazase el curso de la mues-


tra de esta casa, deteniéndonos en las pinturas
que se encuentran en cada parte, acordé guar-
darlas para un particular discurso y mostrarlas
todas juntas. Quiero hacerlo ahora, porque aun-
que en todo se muestra esta fábrica cumplida y
excelente, en esto creo se excede á s í misma y se
aventaja á cuanto en ellas se alaba, maravilla y
recrea. Sin la pintura que hemos visto al óleo y
al fresco en tantas partes, he contado en lugares
públicos y comunes de este convento más de dos-
cientos cincuenta cuadros de pintura, que es co-
sa admirable. No pongo en este número los lien-
zos y cuadros que llaman de Flandes al temple,
ni tampoco hago caso de los retratos de varones
señalados por alguna dignidad ó virtud, de que
dije habia mucho número en las librerías, celda
del Prior y en otros lugares, que estos solos, pa-
san de doscientos veinte, todos de cuidado y ex-
celentes. L o que principalmente pretendo aquí,
es que no queden puestas en olvido algunas ilus-
478
tres pinturas y cuadros que merecen, ó por su va-
lentía y excelencia en el arte, ó por su invención
y la doctrina que enseñan, se tenga noticia de
ellas. E l orden sería dificultoso si no recurriése-
mos á los artífices; así las ataremos fácilmente,
aunque estén muy derramadas. Comenzar tenía-
mos por los maestros de la escultura, pues quie-
ren muchos sea primero que la pintura, sino que
ya lo hemos dicho todo. L a más principal, que
es de bronce dorado á fuego, que está en el altar
mayor y en los entierros de los Reyes, ya vimos
que son de Pompeyo Leoni y de su padre. L o s
Reyes de la fachada de la iglesia, el San Lorenzo
del pórtico, los Evangelistas de la fuente, de Juan
Bautista Monegro. E l Crucifijo detras del coro,
de Benvenuto Zelino. E l San Lorenzo de la pila
de la agua bendita no tiene autor: otras piezas
menores, San Jerónimo, San Juan Bautista, Cru-
cifijos de celdas y Nuestra Señora, piezas singu-
lares, tampoco sabemos cuyas son y eran dignas
de nombre: esto se queda así dicho. De Miguel
Angel Bonarroto, que sin controversia es el pri-
mero de este coro y el Apeles de nuestros siglos,
no tenemos cosa de su mano, aunque sí algunas
copias de cosas suyas. E n la celda del Prior hay
un cuadro mediano de una Nuestra Señora, sen-
tada con el Niño dormido en el regazo, con el bra-
cito colgado con un singular descuido, y el santo
José, figura valiente: otro cuadro que está en la
sacristía, de la misma Virgen, con Cristo y San
Juan, niños desnudos besándose, pieza extrema-
479
da que presentaron al Rey, creo de Florencia, y
aunque no estoy cierto sea de su mano, todos afir-
man que el que la labró podia en esto competir
con él; por tan valiente la juzgan, los que saben
del arte, aunque algunos dicen que no es de Mi-
guel, sino de Leonardo de Vins, que no debe na-
da á Miguel, aunque sea Angel en el arte; no sé
que haya otra cosa, porque este hombre hizo po-
co al óleo. Algunos tienen por pintura del Masa-
do, de quien aprendió mucho Miguel Angel, y á
quien dicen se debe como á principio cuanto
bueno hay de pintura desde su tiempo hasta hoy,
una pintura que está en el Capítulo, de un Cristo
muerto y una Virgen con Nicodemus, en quien
arrima el Cristo, cosa excelente, son los cuerpos
como del natural, y de la cinta arriba, el desnudo
del cuerpo admirable, la propiedad y viveza de
la carne junto, con que parece de bulto: de R a -
fael Sancio Urbino, de quien podemos decir aque-
lla sentencia ó elogio que se dice de Demóstenes
y Cicerón, que Miguel quitó á Rafael. De este ú l -
timo digo también que hay poco de sus manos;
una imágen de Nuestra Señora que está en la al-
coba de la celda del Prior, es labor é invención
suya, también del tamaño del natural, con los dos
niños Juan y Jesús; hay empero algunas copias
de cosas suyas: en el Capítulo del Vicario hay
otro tablero con figuras del natural, Nuestra Se-
ñora y Santa Isabel y los niños; de Nuestra Se-
ñora, también con el Niño y San Juan, cuadro
grande, está encima de la fuente del antecoro
480
que cae á la parte del colegio, que si no es de
su mano, fué de algún gran maestro, y viene
de cosas suyas, porque tiene excelente labor.
De aquel famoso cuadro de la Transfiguración,
en el monte Tabor, hay aquí tres copias excelen-
tes; una en el tránsito de la sacristía del colegio,
otra, que es la mejor, en el Capítulo del Prior,
y la tercera, que es mucho mejor que la anterior,
está en el aposento de S. M., de Leonardo de
Vins, que quiere competir con estos dos. T a m -
bién tenemos otro cuadro de la Virgen con el
Niño dormido en pié, ahora está en la celda de
la enfermería, que tienen señalada los Priores, y
es la más hermosa pintura, más llena, más agra-
dable, que creo hay en este convento, porque
tiene un San Juan y unos angélicos con las más
significativas acciones que jamás he visto. Del
Ticiano he referido mil cosas, que creo es el que
después de estos tres, es príncipe en este arte,
aunque otros le ponen más adelante y le llegan
al sétimo lugar; no soy tan pintor ni se me en-
tiende tanto del arte; digo mi gusto y áun el de
muchos; porque no sólo atendió al colorido y á
la buena labor y hermosura, como dicen de A n -
tonio de Acorezo (que quieren aventajarle al T i -
ciano), sino también trabajó en entender profun-
damente el arte, é hizo camino y manera propia.
Dicen algunos, y bien, que si el Bonarroto dibu-
jara un Adán, y Rafael una K v a , y el Ticiano
coloriera y pintara el Adán, y Antonio de A c o -
rezo la E v a , que tuviéramos lo que se podia de-
sear en género de pintura. Digo, pues, que allen-
de de lo que vimos en la iglesia pequeña y en los
Capítulos, del Ticiano, hay otros muchos cua-
dros de gran consideración. E n el aula del con-
vento, está aquella famosa pintura que llaman la
gloria del Ticiano, cuadro grande, donde se
muestra la Santísima Trinidad. E n medio del
cuadro de la iglesia, en figura de una doncella
hermosa, que está como presentando á Dios los
Príncipes del Nuevo y Viejo Testamento, y mu-
chos Príncipes y personas de la casa de Austria.
E l Emperador Cárlos V con la Emperatriz y su
hijo el Rey Don Felipe, y la princesa Doña Jua-
na con otras personas de la misma casa, que aun-
que están muy altas, se conocen los retratos; his-
toria de gran ingenio y artificio. E n el zaguán de
la sacristía hay otros dos cuadros grandes del
mismo; el uno es la Oración del Huerto, muy en
lo oscuro de la noche, pues aunque era el lleno
de la luna, no quiso aprovecharse de su luz, y así
está cubierta de nubes. Frontero de él, está una
Santa Margarita, que sale del dragón reventando
por los hijares; valiente figura, aunque algo cor-
rompida una singular parte de ella, por el celo i n -
discreto de la honestidad; echáronle una ropa fal-
sa en un desnudo de una pierna, que fué grosera
consideración. Dentro de la sacristía está una
Virgen con un Niño; es del tamaño natural, y tan
al natural, que parece nos pone miedo mirarla.
Está también en la misma pieza la pregunta que
hicieron á Cristo, llena de malicia, sobre pagar
3i
482
el censo y tributo á César (todas singulares figu-
ras); la cabeza y rostro de Cristo es la mejor que
creo se ha pintado. Está también aquella Magda-
lena que tantas estampas y copias andan de ella
por el mundo, y con razón, y así le estiman mu-
cho este original, también labrado de su mano.
Hay otra figura de Nuestro Redentor, que sole-
mos llamar Ecce-Homo, y la Santísima Madre,
que le está mirando, en otro cuadro, de que tam-
bién andan infinitas estampas y copias. Está tam-
bién allí una Santa Catalina, algo mayor que del
natural; todo esto está en la sacristía, en sus cua-
dros bien guarnecidos. E n el tránsito que pasa
de la escalera de la misma sacristía para el altar
mayor, por delante de la puerta del aposento del
Rey, hay otros dos cuadros: el uno es un Cruci-
fijo, inclinado el rostro al revés de lo que suelen,
y un San Juan Bautista en el desierto, figura del
natural, aunque parece algo corta, mas de exce-
lente movimiento, luz y relieve. E n el Capítulo
hay, fuera de las que allí vimos, otra de San Jor-
ge con Nuestra Señora y Santa Catalina, y en la
capilla de la enfermería otro Ecce-Homo con un
Pilatos. Hay también una copia de aquel lienzo
tan famoso que está de su mano en Venecia, y le
muestran quitando primero muchos velos que tie-
ne delante, y es el martirio de San Pedro már-
tir; y en cuanto toca á la pintura y al arte, tienen
razón, porque verdaderamente es de mucho pri-
mor. De Sebastian del Piombo, compañero é imi-
tador de la manera de Miguel, no sé que haya
483 •
más del Cristo con la cruz acuestas, que dije está
«n el cuadro del frontispicio de la silla del Prior,
en el coro, y es de su misma mano; otras dos
copias de la misma, ó imitación de ella, se vén:
la una encima del lavatorio de la sacristía, y la
otra en el zaguán que está entre los dos Capítu-
los. De Andrés del Sarto no creo hay más de una
de Nuestra Señora, sentada, poco menos del na-
tural, con San José y el Niño, harto linda pieza,
hermoso colorido y lindo movimiento y perspec-
tiva; está encima del San Lorenzo que está sobre
la pila de la agua bendita. De Pablo Veronés, se-
guidor de la manera y camino del Ticiano, hay
una Anunciada excelentísima, gallardamente en-
tendida y obrada. E n mi celda tengo un Dios
Padre con el Espíritu Santo y algunos ángeles,
denota que era remate de alguna pintura ó cua-
dro donde estaba pintado el Hijo; es una exce-
lente figura. E n una galería de Palacio hay dos
cuadros suyos: el un cuadro salió Abraham de su
tierra y de sus parientes por mandado de Dios; va
la santa matrona Sarra en una 5regua blanca, que
no hay cosa más natural en el mundo. E l otro es
cuando Cristo echó del templo á los que compra-
ban y vendían, y otro de la creación del mundo;
piezas por extremo bellísimas; las figuras son mé-
nos la mitad que el natural. E n el claustro de la
enfermería, á los 30 piés, está una Santa Ague-
da, cortado el pecho; parece viene de cosa suya;
dicen que es de su hijo; creo hay alguna otra
que no me acuerdo bien. De Jacobo Robusto,
484
que por otro nombre llaman el Tintoreto, está ui>
Nacimiento en la aula del convento, á la otra
parte de la cátedra, de muy florida y hermosa l a -
bor y luces, como de hombre que se queria pare-
cer á su maestro Rafael, aunque en el dibujar
queria ir tras Miguel. Del Basan, que por otro-
nombre le llaman Jacobo Ponte, hay muchos-
cuadros excelentes; sería negocio largo hacer mi-
nuta de ellos; en particular aquellos cuatro cua-
dros del Diluvio, tan celebrados por la invención
y la multitud de animales que puso en ellos, y en
que tuvo singular gracia; vivió mucho tiempo el
Basan (según me refirió Peregrin), en una de
aquellas aldeas junto á Venecia, y gustó de pin-
tar cuanto en las casas de aquellos labradores
habia, con tanta propiedad y gracia, que hace-
reir y recrea mucho la vista.
Están aquí otros dos cuadros en un claustro
pequeño de la iglesia antigua; el uno es la Ora-
ción del Huerto, y el otro el Nacimiento, entram-
bos oscuros; algunos dicen que son de Francisco-
Basan, su hijo; á mí y á otros parecen dignos del
ingenio y manera del padre. De Jerónimo Mucia-
no hay un cuadro de la Resurrección de la hija del
Archisinagogo, aunque no parece la labor de su
mano. Del Parmesano hay un cuadro pequeño de
la Circuncisión del Señor; está en la puerta del
oratorio de la celda del Prior, que enriquece todo»
aquel oratorio. Del gran pintor Antonio de Aco-
rezo no sé que haya otra cosa sino un cuadro
con figuras del natural: es la huida á Egipto, la
485
Virgen sentada en el suelo y el Niño en el rega-
zo, San José alcanzando dátiles de una palma,
que le humillan los ángeles, aunque el Niño es ya
tan grandecico, que parece más de la vuelta de
Egipto que de la huida: también creo que la la-
bor no es de su mano, sino que está copiado, y
no muy bien; se ve este cuadro en el Capítulo del
Prior entre las ventanas. De Federico Bawosi
hay dos muy valientes cuadros, el uno es la vo-
cación de San Pedro y San Andrés al Apostola-
do; está Cristo en la ribera, y San Andrés hincado
de rodillas ante él, con buen donaire; San Pedro
se echa del barco que está algo más lejos, con
un efecto vivísimo, y todo ello bien tratado y her-
moso, aunque á algunos les parece la figura del
Cristo algo corta: las demás figuras son del natu-
ral. E l otro cuadro es una Anunciada, figuras pe-
queñas, no parece tan bueno ni con mucho, y si
la manera de labrar y los movimientos no fueran
tan conocidos, dijera yo que no era suyo este
cuadro. E l uno, que es el mayor, está encima de
los cajones de los libros del coro en la pieza lar-
ga que dije: ésta postrera en el Capítulo del Prior,
de Lucas Canguiaso ó Luquete, gran imitador
de la presteza de Polidoro Caldara y del Salvia-
to: fuera de lo que hemos dicho, dejó aquí al fres-
co y al óleo en el coro y en la iglesia. Hay una
historia del martirio de San Lorenzo, que está en
la sacristía alta, donde están las capas del coro,
de lo muy bueno que él hizo; estuvo puesto en el
-cuadro principal del altar mayor; parecieron al-
486
go pequeñas las figuras, porque no le pintó aquí,,
sino le envió de Italia, y muchos quisieran con
todo esto que no las hubieran quitado, porque el
santo salia muy bien y las demás figuras tenian
mücha viveza y movimiento. Hay también un
Cristo á la columna, en el paso del colegio para
la sacristía, figura muy devota, bien plantada y de
mucho relieve. Dejó también aquí un San F r a n -
cisco y un San Jerónimo, harto devotas cabezas,
de un Miguel Cusin, flamenco, gran imitador de
Andrea del Sarto y de otros que le parecían bien,
como del Muciano: aquí hay muchos cuadros har-
to buenos, y que por ser imitador de los v a -
lientes de Italia, merécele pongamos entre ellos:
los dos mejores cuadros son, la historia de D a -
vid cuando cortó al gigante la cabeza; el otro es
de Santa Cecilia, doncella hermosísima, que está
tañendo en un manicordio, todo muy gracioso y
de buen órden y luces: están en la sacristía, casi
de frente una de otra, al cabo y al principio: tam-
bién está una figura de San Pedro, que tiene una
testa harto buena y buenas ropas, si lo demás de
la figura respondiera. De Lavinea Fontana, hija
de Próspero Fontana, pintor famoso en Bolo-
nia; tenemos de su misma mano, y está en el C a -
pítulo que llaman del Vicario, aquella historia de
Nuestra Señora con el Niño dormido echado á
la larga encima de unas almohadas labradas, con
el San Juanico y San José y la Virgen, que le-
vanta un velo para que se vea el Niño, pintura
tan alegre y hermosa, con tan buen colorido, que
487
nunca se hartan de verla. E n estos Capítulos y
en la sacristía quedan otros muchos cuadros ex-
celentes, que ni les conozco los dueños, ni acabaré
de contarlos en muchos pliegos, porque es gran-
de la riqueza que está sembrada por toda la casa
en este género. Solo he nombrado lo que se co-
noce de los famosos de Italia, de donde vino nues-
tro Juan Fernandez, mudo, que no tuvo quien le
hiciese ventaja; sin las obras y cuadros suyos
de que ya hicimos memoria en el claustro y en
la iglesia y portería, quedó en el Capítulo un cua-
dro grande de su mano: es el primer apareci-
miento que Nuestro Señor hizo después de su
santa Resurrección; están las dos figuras solas,
el Cristo en el aire, desplomada la planta, un
cuerpo desnudo hermosísimo y de linda simetría
5' proporción: no quedó este cuadro acabado, mas
bien dice cuyo es. De un dominico greco que
ahora vive y hace cosas excelentes en Toledo,
quedó aquí un cuadro de San Mauricio y sus sol-
dados, que le hizo para el propio altar de estos
santos; no le contentó á S. M. (no es mucho) por-
que contenta á pocos, aunque dicen es de mucho
arte, y que su autor sabe mucho y se ven cosas
excelentes de su mano.
Hay en este convento, fuera de toda esta suer-
te de pintura que hemos dicho, cultivada en Ita-
lia, traida y aprendida de los griegos, otra muy
ajena de todo lo que sabe á buen dibujo y arte,
aunque se ven en ella cosas admirablemente l a -
bradas, detenidas, contrahechas é imitadas del
488
natural, y áun no con poca devoción, dignas de
tener en estima y reverencia. De este género se
hallan repartidas por toda esta casa muchas, que
no será posible sin gran prolijidad hacer memo-
ria de ellas; diré algunas de más excelencia: en la
sacristía, en medio de los cajones, asentada sobre
ellos, está una historia del Descendimiento de la
Cruz, en un cuadro grande con sus puertas; las
figuras como del natural; una pieza de mucho
primor y devoción, en aquella manera alemana
ó flamenca. A los lados y encima de los mismos
cajones hay otras tablas y cuadros de este mismo
género, aunque ninguno tan bueno. E n el zaguán
de la misma sacristía está un cuadro de San J e -
rónimo, excelente, parece milagroso, porque yo
le oí decir á Jacobo de Trezo, que lo presentó
á S. M., lo habia pintado un herrero de Flandes,
y fué de lo primero que sacó á luz. E n el mismo
zaguán está otro San Lúeas, en correspondencia
del San Jerónimo; muy singular cabeza, aunque
se le ve que es retrato: en la pared de frente de
ésta está aquella tan famosa historia de la Anun-
ciada, que en Florencia la muestran con tantos
velos, que igualan á los dias de la semana; cier-
to que están la Virgen y el ángel hermosos, y de
suma honestidad y compostura; ponen temor y
reverencia. Alberto Durero, hombre de gran i n -
genio, fué el que dió mucha luz del dibujo y de la
pintura; en lo que este hombre fué excelente es
en las estampas, que cortó de su misma mano, en
metal y en madera, con tanta destreza y maes-
489
tría, que ha puesto admiración. Mostró valer tan-
to en esto, que con solas líneas negras y lo blan-
co que dejó entre ellas, significa cuanto pudieron
hacer Apeles y Timantes, y nos representa las
cosas tan vivas como si tuvieran sus naturales
colores. No valia ménos con la pluma y con la
tinta que con el buril: se ven aquí en esta libre-
ría, en unos libros franceses de mano, dos histo-
rias de las ficciones de Troj^a, dibujadas de su
mano, que juraran son finas estampas (descende-
ré á esta menudencia); al cabo de una plana de
estas, en que están las historias, dejó correr la
pluma, y de un rasgo, burlando y sin levantar la
mano, figuró un león con sus guedejas y uñas,
que es de ver tanta destreza y voltear de la plu-
ma. Entre las pinturas de estos alemanes y fla-
mencos, que como digo son muchas, hay repar-
tidas algunas de un Jerónimo Bosco, hombre
muy importante y de gran ingenio, que comun-
mente las llaman los disparates de Jerónimo Bos-
co gente que repara poco en lo que mira; si no
fuera por extenderme mucho, mostraría ahora
que sus pinturas no son disparates, sino unos l i -
bros de gran prudencia y artificio; la diferencia
que á mi parecer hay de las pinturas de este hom-
bre á las de los otros/es que los demás procura-
ron pintar al hombre cual parece por de fuera;
éste sólo se atrevió á pintarle cual es dentro: pin-
tó por veces las tentaciones de San Antón, por
ser un sujeto donde podia descubrir extraños
efectos. Varió este sujeto el pensamiento tantas
49o
veces y con tan nuevas invenciones, que me po-
ne admiracipn cómo pudo hallar tanto, y me de-
tiene á considerar mi propia miseria-y flaqueza.
Encuéntrase esta pintura en hartas partes; en el
Capítulo hay una tabla, en la celda del Prior
otra, en la galería de la Infanta dos; en mi celda
otra, harto buena, en que algunas veces leo y me
confundo; en el aposento de S. M., donde tiene
un cajón con libros, como el de los religiosos, es-
tá una tabla y .cuadro excelente; sin estos cua-
dros hay otros de grandísimo ingenio y no de
menor provecho, aunque parecen más macarró-
nicos, que es el tercer género de sus invenciones.
E l pensamiento de ellos está fundado en aquel
lugar de Esaías en que, por mandado de Dios,,
dice á voces: «Toda carne es heno, y toda su glo-
ria como flor del campo.»
DISCURSO XVIII.

Piezas ordinarias de esta casa, cantinas, desvanes,


al gibes, fuentes, arcas de aguas y conductos.

Los que han escrito de la grandeza y cosas se-


ñaladas del mundo, han considerado prudente-
mente que no menor argumento hacen de ellas
diciendo las partes menudas que pintando las
principales. Cuando el Espíritu Santo quiso se
escribiese la fábrica de su templo, hecho por S a -
lomón, como dijo su grandeza y sus medidas,
dijo también el número de los peones que lleva-
ban la madera y otros materiales, y contó cuán-
tos erán los sobrestantes, con otras cosas me-
nores.
Para mostrar la grandeza de Roma, porque
dejemos otras más antiguas, no sólo se cuentan
las provincias y legiones, los tributos y censos, y
edificios principales, sino la grandeza y majestad
de los caminos, encañados de agua, y áun las
cloacas y albañales de su limpieza, y por la gran-
deza de esto se percibe mejor el todo. Y el otro
historiador antiguo, para declarar la grandeza de
las pirámides de Egipto, dijo lo que hablan gas-
tado los peones en ajos y cebollas, que es una
492
suma increíble, como muchas de sus cosas. Esto
quiero hacer ahora en lo que resta de este dis-
curso; y pues he dicho lo precioso y más impor-
tante como he podido, daré noticia, aunque de
paso, de lo que parece ménos, aunque no ménos
necesario, que así son las cosas que parecen viles,
como lo enseñó el Apóstol en las partes del cuer-
po humano. Trataré, pues, ahora de lo que pro-
mete el título: desvanes, cantinas, algibes, cister-
nas, arcas de agua, fuentes, arcaduces, caños,
jardines, huertas y calles de árboles, plazas y
otras cosas de este género que se ven por el con-
torno de este edificio, accidentes ó adherentes
de esta sustancia.
L o más alto de los aposentos de esta casa, que
son lo que está debajo de los tejados y que en
castellano llamamos desvanes, tienen buen arti-
ficio, anchura, capacidad, alegría; la madera bien
labrada y mucha; habitables, con muchas venta-
nas, que por de fuera y por de dentro adornan al
edificio y le dan gracia; y así se hacen en ellos
muchas celdas para los religiosos mancebos que
en esta casa vivian por sí, donde no los tratan ni
ve nadie, sino sólo el maestro que los cría y tie-
ne á cargo, porque estas plantas son tan delica-
das, que cualquier aire, si no es muy puro, las
marchita ó las malea. Son tan altos, que desde
el cornisamento ó corona de toda la casa hasta lo
que llamamos el caballete, tienen 25 piés de a l -
to; y así pueden doblarse las celdas con buen ma-
deramiento, porque no estén inmediatas á la pi-
'493
zarra, y de invierno más abrigadas, y en verana
ménos calurosas, porque las pizarras de que son
los tejados de esta casa, se encienden demasiado
con el sol del verano. Sin esto hay tránsitos y
y piezas muy grandes y de ver, y áun de mucho
servicio, porque son grandísimos los desvanes;
pudiera vivir en ellos un gran pueblo; y así se ha-
cen diversos aposentos y apartados para la gente
de servicio de la casa Real y del convento. L a s
chimeneas que se ven salir por lo alto de estos
tejados, como son todas á un nivel y tienen tan
graciosa hechura, á manera de columnas de pie-
dra blanca, hacen buena vista y acompañamien-
to sobre el azul de la pizarra; pasan de cincuen-
ta, si no las he contado mal.
Las cantinas y bóvedas que están en el otro
estremo, que es en lo más bajo del edificio, son
también dignas de advertencia. Desde la esquina
y torre de la botica, que es Poniente y Mediodía,
hasta la torre del Prior, y desde allí hasta la tor-
re, que es Oriente y Norte, en diámetro, están
desde el suelo de la casa abajo aquellos dos lien-
zos fundados sobre clarísimas bóvedas de piedra,
porque tienen ventanas cuadradas con sus rejas
desde el taluz de las celdas bajas, donde dijimos
que asentaba aquel órden de rejas grandes, hasta
el suelo de los jardines. Aquí, en estas cantinas,
hay muchas y muy excelentes piezas, de gran ser-
vicio y cumplimiento, para todos los oficios y
oficinas de este gran cuerpo, como son: botica,
sacristía, bodegas y otras piezas para el servicia
494
de la casa Real, tan ciaras, anchas, alegres y en-
jutas como las mismas celdas. E n el lienzo de
Poniente hay otras que hacen mucho servicio á
las cocinas y procuración, que son gran parte pa-
ra la limpieza, anchura y policía de estos oficios.
Sin estas, atraviesan otras cantinas desde el lien-
zo de Mediodía al del Norte, con otros tránsitos
y callejones que se perderla un hombre en ellos,
como en otro laberinto, si no llevase con qué sa-
lir de sus rodeos.
Antes que salgamos de él, hemos de ver otra
cosa no menos importante ni de menor grandeza,
que son los algibes ó cisternas de agua del cielo ó
de las fuentes, y están repartidos por estas can-
tinas en los lugares más oportunos por el buen
juicio del arquitecto. E n el claustro ó patio d é l a
iglesia pequeña, junto al refectorio, hay dos, y
aunque tienen bocas á este mismo patio, no se
sirven por allí, sino por las mismas cantinas, don-
de tienen sus grifones grandes; y así sale el agua
el invierno templada y en el verano poco m é -
nos fria que con nieve, grande consuelo en uno
y otro tiempo, K n el claustro de la enfermería
hay otras dos de la misma suerte, sirve á los en-
fermos y botica, porque tienen muy á mano el
agua. E n el claustro de la hospedería hay otros
dos, y otros dos en el colegio, y en el patio Real
se pusieron otros dos mayores que estos, para
que hubiese frescura y cumplimiento de verano,
que tanto regalo es el agua fresca. Pusieron de
dos en dos, porque en tanto que se bebe el uno,
495
se repose el agua en el otro. E n el servicio y can-
tinas de la sacristía hay uno tan capaz, que fuera
bastante á sustentar la casa, cuando no hubiera
otro; de suerte que son once en todos, suficientes
á abastecer una ciudad. L a primera intención de
estas cisternas fué para regar los jardines de que
hablaremos luego, pensando que con las fuentes
que estaban repartidas por la casa no hubiera ne-
cesidad de ellos; mas como el agua se coge tan
limpia, quedó tan clara y tan sana, que acordaron
beber de ella. L a s menores de estas cisternas
caben á más de diez mil cántaros de agua. L a s
fuentes que están repartidas por la casa en sus
lugares necesarios, pasan de cincuenta, donde en
diversas pilas y grifones cogen agua á todas las
horas que quieren, y algunas de estas, están al
andar de los 30 piés, que es en el suelo de la
planta segunda, donde sube por sus pujos y con-
ductos de metal, atravesando paredes muy grue-
sas; debajo de tierra y encima son más de setenta,
que es una cosa grande para dentro de un cuadro
de casa, que no pide pequeños reparos ni poco
cuidado. Provéense estas fuentes todas de las que
se han hallado naturales en esta sierra y de una
garganta que desciende de ella, y viene corriendo
cerca de la casa. Levantada en la ladera, se hizo
un gran recibimiento donde como una arca gran-
de y de hermosa bóveda de piedra, de mas de 50
piés de larga y 34 de ancha, y allí recogida el
agua en una pila grande, se va colando por mu-
chas arquetas, pasando de una en otra, para que
495
se purifique y limpie. Desde allí por sus arcadu-
ces baja corriendo, descansando en sus arquetas,
hasta que llega á otra arca grande, poco menor
que la primera, donde, como en el cuerpo huma-
no el hígado, reparte aquella masa que le envió
el estómago, y la distribuye donde se ve que es
menester para el aumento ó sustento de esta casa
de nuestro cuerpo, de la misma suerte el agua
por sus llaves y conductos se reparte á los luga-
res que la piden, claustros, iglesias y oficinas.
Ya hemos salido fuera del cuadro que tanto
nos ha detenido dentro, sin dejarnos descansar,
llevándonos de unas grandezas en otras, como
corriendo: falta veamos ahora lo de fuera, que
también hay que considerar en ello, y si no res-
ponde á lo de dentro, será gran falta. Está este
cuadro rodeado por las cuatro fachadas que con-
sideramos en el primer discurso, con harta gran-
deza y hermosura. E l lienzo principal que viraos,
donde está el pórtico, tiene delante una larga
plaza ó patio, que desde la esquina y torre de la
botica se extiende hasta la otra torre del colegio,
y pasa más adelante hasta una muralla grande
que sustenta el terraplén de la cuesta que allí ha-
ce la sierra. E l largo es de 1.200 pies, y el ancho,
desde la pared de la casa hasta otra muralla ó
paredón que detiene la tierra del plantel, tiene
350. Esta plaza se divide á los 200 piés, de largo
á largo, con un antepecho de piedra bien labra-
da, de cinco piés y medio de alto; tiene por den-
tro una grada, y hace cuatro puertas, con que se
497
divide para las entradas, que todo le da majestad
y hermosura, guardando las correspondencias de
las tres puertas que aquí hace la casa. Desde este
antepecho, vuelta por el lienzo que mira al Nor-
te, donde también se hace otra plaza que tiene de
largo otros 1.000 piés, desde la torre de las D a -
mas hasta el paredón del plantel, de ancho 170,
desde el paredón de la casa, hasta las que están
frontero de ella, que son de los oficios de la casa
Real, como veremos, y queda dividida de largo á
largo con el mismo antepecho, haciendo sus di-
visiones y entradas frontero de las puertas; y por
el Oriente atraviesa y junta con la esquina de la
torre, donde hace otras tres entradas, que están
cerradas con sus cadenas, y tienen sus remates,
que les dan hermosura y adorno. E l suelo de es-
tas dos plazas está repartido con sus losas que
van trabando, de suerte que hacen sus comparti-
mentos, responden con el orden de las fajas de
las paredes con el claro de las ventanas y de las
puertas. De esta suerte está adornada la mitad
del cuadro de fuera; y no hablo aquí ahora de
otros edificios. L a otra media parte, que es del
lienzo de Mediodía á Oriente, desde torre á torre
diametral, tiene otro más hermoso adorno, y es
un terraplén de 100 piés de ancho, desde la pa-
red de estas dos fachadas á su antepecho. L a
muralla que le sustenta es muy ancha: por la
parte de fuera, que mira á la huerta y campo, va
haciendo un orden de arcos rústicos, que desde el
zoco hasta lo alto, tiene 20 piés, grandeza de todo
32
498
este edificio, que á todo le da ser y lo levanta;
mirado por estas dos bandas, parece que está to-
da la fábrica fundada sobre ellos. Tiene esta ar-
quería y fachada rústica 1.950 piés, sin dos vuel-
tas grandes que hace, sobre el estanque de la
huerta la una, y en una plaza de frente de los
aposentos de la Reina la otra; obra de las que por
su grandeza solemo's llamar romanas. L a plaza
que hace encima este terraplén, que como digo
tiene 100 piés de ancho, está toda llena de jardi-
nes y fuentes, como dicen que en otro tiempo es-
tuvieron sobre los muros de Babilonia aquellos
que llamaron huertos pensiles. Vénse aquí infini-
ta variedad de plantas, arbustos y yerbas, que
dan gran copia de flores tanto en invierno, como
en verano. Están repartidas en estas dos plazas
doce fuentes; en el contorno de cada una hay
cuatro cuadros de flores, haciendo artificiosos y
galanos compartimentos, que mirados de lo alto
de las ventanas, como dejan por una y otra ban-
da paseaderos anchos, y ellos tienen sembrados
por la verdura tan varios colores de flores, blan-
cas, azules, amarillas, coloradas, encarnadas y
de otras agradables mezclas, y están tan bien
compartidos, parecen unas alfombras finas, traí-
das de Turquía, del Cairo ó Damasco. E n medio
de cada pila ó fuente, una pina de piedra berro-
queña; de allí, con la fuerza del pujo, sale un
chorro de agua que parece un penacho de cristal.
Por las paredes, desde las rejas de las cantinas
abajo, están hechos unos enrejados ó celosías de
499
madera; por entre ellos, ingeridos, rosales, ligus-
tros, mosquetas, jazmines, madreselvas, y áun
lo que muchos no creen, naranjos y limones; que
gozamos de sus flores y de sus frutos, á pesar de
los fríos fabonios y cierzos de la sierra. Entre es-
tas fuentes y compartimentos de los jardines es-
tán doce escaleras de piedra, con sus antepechos
bien labrados, por donde se baja á la huerta y á
un bosquecillo que está frontero á los aposentos
del Rey: se hace en medio de la escalera un des-
canso ó mesa, y en ella, de cada lado, un nicho
con su asiento; van las escaleras pareadas de dos
en dos, y cuando se juntan en lo bajo, se hacen
unas grutas á manera de basílicas, con sus pilas-
tras y nichos, y tan bien correspondido todo y
bien labrado como si fuera para una iglesia: por
una puerta común á entrambas se sale á la huer-
ta, y así hay tres puertas, que son tres nichos de
este terraplén en el paño de Mediodía, y tres en el
de Oriente, y á cada uno responden también, en
la fachada donde está el enrejado, otras tres puer-
tas que llaman hurtadas ó falsas. De suerte que
ni áun en esto, hay cosa sin acuerdo y sin su r a -
zón. Son estos jardines y fuentes y cuanto en
ellos hay, la cosa más alegre de toda esta fábrica
para unos y para otros; porque, bien bajan á ellos
los religiosos y otras personas de la casa Real,
se paseen y coj an flores en el verano, ó gocen del
sol en el invierno, bien se miren desde las celdas
ó aposentos que caen encima de ellos, que es lo
más y lo mejor que se habita en la casa.
5o0
Antes que me parta de ellos, es bien dar noti-
cia de un hermoso pedazo de fábrica y arquitec-
tura que hace dos frentes en estos jardines, la
una, caminando por ellos de Oriente á Poniente,,
la otra, mirándola del antepecho de Mediodía.
Este es un hermosísimo corredor casi continuo
con la pared del Mediodía, hecha una división de
dos piés escasos, porque se viese que sabía del
orden y forma del cuadro como añadidura. T i e -
ne 200 piés de largo y 20 de ancho; á los 100 da
vuelta, de suerte que comienza de Oriente á P o -
niente, y revuelve hácia el Mediodía, y así hace
las dos frentes que dije. Tiene dos órdenes, el
bajo es dórico y el alto jónico, siguiendo una
misma composición, porque no son arcos iguales
continuados, sino con ciertos intercolumnios que
le dan mucha gracia. E s todo de muy fuerte
piedra y galanamente labrada; el primer orden
dórico, que está al suelo del jardin, hace una-
portada que mira á Oriente y responde con la
calle que hace el jardin; tiene una puerta de arco
y á los lados cuatro columnas redondas de cada
parte, que con basa y chapitel tiene de alto 15
piés; detras sus pilastras; en el intercolumnio
un nicho con su cuadrado encima. E l vuelo que
hace esta cornisa sobre las columnas, sirve de
tránsito para pasar desde una puerta ventana que
está junto á la botica, al corredor alto del orden
jónico, con antepecho de hierro y bolas de lo
mismo. E l orden bajo tiene bolas que respon-
den con sus lunetas, en los arcos y en la pared
501
•de dentro corresponden las pilastras con el mis-
mo orden de las columnas de fuera, haciendo
en los intercolumnios nichos con asientos, desde
donde se goza de las fuentes y de los jardines.
E n el orden alto no hay bóveda, sino madera-
miento, y la pared está lisa, y así es más ancho
que el de abajo. Aquí toman el sol los enfermos
el invierno y gozan en el verano de los jardines,
•sin tener que subir ni bajar un dedo de escalón
desde las celdas de la enfermería, que están peso
<lel suelo de la casa. L a s vistas que de allí se des-
cubren, son largas, abiertas, espaciosas, varias,
porque se ven los jardines, la huerta, las fuentes,
los estanques y las dehesas de la Herrería de la
Fregeneda: y de allí, llega por una parte hasta
aquellos cerros que están más allá de Toledo, y
por otra, á los que están junto á Guadalajara y
más allá, vario y largo horizonte. Debajo de la
ventana de este corredor que mira á Mediodía y
del antepecho del jardin, se hace en una rincona-
da que causa allí la vuelta de los nichos, una al-
berca ó estanque de agua para el riego de la huer-
ta, que parece se nació allí, según vino á propó-
sito, y se cayó, como dicen, de cuadrado: es todo
de piedra, con cuidado labrada, suelo y paredes;
tiene de hueco desde Norte á Mediodía 200 piés,
y de Oriente á Poniente 150; por el contorno cor-
re una calle de 12 piés de ancho, que por los tres
lados tiene asientos, con su respaldar de piedra de
cinco piés de alto: por la de Oriente, que mira á
lo largo de la huerta, hace un antepecho con sus
502
balaustres, peanas y bolas por remate encima dé-
los términos y pilastras que están á trechos, con
que queda muy hermoso y de gran apariencia».
E n medio de este antepecho, se hizo una escale-
ra que mira á la calle ancha que viene de Orien-
te á Poniente en la huerta, por donde se sube y
baja á ella, y sirve de estribo en aquella parte,
donde el estanque hace todo el golpe y peso del
agua, que fué una cosa bien considerada por el
arquitecto que le trazó, que es Francisco de Mo-
ra, que entró en lugar de Juan de Herrera. Hace
la escalera cuatro entradas y vienen á juntarse en
una mesa, dejando debajo una bóveda con su puer-
ta. L a pared de esta huerta es como una muralla
bien labrada, tiene más de 8.000 piés en torno,
contando lo que llamamos bosquecillos: hay en
ella cuatro puertas grandes todas de buena arqui-
tectura, de orden toscano, jambas, almohadas ó
pilastras con sus frontispicios. E n las dos de ellas
con mucho relieve las pilastras, y de dos en dos,
haciendo con la principal que mira al pueblo y
villa del Escorial, sus intercolumnios, remates y
peanas con bolas, que parecen de mucha grandeza
y valentía. De esta manera está cercado todo el
cuadro de la casa por todas cuatro fachadas, que
sólo estos adornos bastaban á hacer famoso este
edificio, porque es mucha la fábrica que se encier-
ra en esto que he dicho. Por no confundir ó apre-
tar tantas cosas juntas en un discurso, dejaré aquí
otras que no se pueden callar, para tratar de ellas,,
más descansadamente en el discurso siguiente.
DISCURSO XIX.

L a fábrica de las casas de servicio que están a l


derredor de este convento, oficios de casa Real,
Compaña y botica del convento.

Prosiguiendo ó corriendo por todo lo de fuera


que resta en esta fábrica, porque no se qvieje nin-
guna parte que la dejamos olvidada, ó por que no
piense alguno que la callamos de propósito, refe-
riré lo primero lo que está más junto con lo pa-
sado, que llamamos casa de Compaña. Quiso el
fundador que todo cuanto dentro del cuadro prin-
cipal se encierra, fuese muy aseado y limpio, p a -
ra habitación de hombres; por esto fué menester
hacer casas apartadas, donde estuviese aquello
que es forzoso para el curso de nuestra peregrina-
ción y destierro. Desde el convento se hace un
tránsito por aquel corredor que dije; y de allí, á
las espaldas de la parte que mira á Oriente, se
hace un claustrillo ó patinejo que sirve á la boti-
ca, repartido en siete ú ocho piezas, donde se
ven extrañas maneras de destilatorios, nuevos
moclos de alambiques, unos de metal, otros de
vidrio, con que se hacen mil pruebas de la natu-
raleza: desde este claustrillo de la botica, que
504
por de fuera hace una hermosa fachada de orden
jónico, que viene corriendo por el corredor alto,
va á un tránsito ó pasadizo que llega hasta la ca-
sa que llamamos Compaña. Tiene poco ménos
de 100 piés de largo, atravesando el camino ordi-
nario para estos pueblos de la comarca, dejando
abierta calle con siete arcos para las bestias y pa-
ra la gente; todo de graciosa arquitectura, bien
labrada, fuerte, y que responde á la nobleza del
vecino; así se atan y comunican el convento y la
Compaña; diremos con brevedad lo que es este
edificio.
L o principal de él es un claustro grande, de
cuadrado de 200 piés por lienzo, poco ménos que
el mayor del convento, aunque en el ancho de
ios tránsitos y en el alto hace mucha diferencia, y
más en la forma de la arquitectura; las columnas
son cuadradas, un zoco por basa y otro por cha-
pitel; de ellas á la pared de adentro 11 piés de an-
cho: hace quince arcos por cada lado, porque son
más bajos que los del convento. Encima de este
orden rústico, se hace otro de solas ventanas cua-
dradas, sin otro adorno; y luego, sobre una faja,
cargan los tejados, que también son de pizarra.
Como están tan bien guardadas las medidas y
puesto todo en buena proporción, aunque es lla-
no, parece bien, tiene majestad, alegría y gracia;
á cuantos entran en él les contenta por extremo.
E n cada lienzo tiene una escalera para facifitar
el servicio: hay muchas piezas en esta caja para
diversos menesteres. E n el paño de Oriente, que
505
mira al convento, tiene celdas altas y bajas para
todo género de huéspedes, y en particular para
los religiosos que llegan aquí de todas las Órde-
nes mendigantes, que por ser tantos, y la hospe-
dería del convento muy tasada, no es posible
aposentarlos en ella á todos, y así se ordenó, por-
que no hubiese falta de hospedajes, se les seña-
lasen estos aposentos. E n el lienzo de Mediodía
hay diversas cuadras para otros oficios, en el de
Poniente otros, y en el del Norte están las tro-
jes del trigo, y junto con ellas un molino de
agua, que se encanala y recibe de la garganta
que baja de la sierra, y muelen dos piedras, mu-
cha cantidad de trigo en veinte y cuatro horas, y
pegadas al mismo las hojes de la harina, y luego
el horno donde se amasa y cuece, dentro todo de
no mucho espacio, tan cumplido y acomodado,
que es una de las cosas que se pueden estimaren
este género; y parece no le faltaba otra á esta fá-
brica para tener cumplidos todos sus menesteres.
Fuera de este claustro grande y de sus cumpli-
mientos, hay otro gran pedazo de edificio, aun-
que en más baja forma, donde también hay pa-
tios, cobertizos y corrales, para bestias de labor y
de servicio; carnicerías, herrerías, caballerizas y
otras cien cosas forzosas en una casa grande y
puesta en un desierto. Todo esto va caminando
una línea derecha de Oriente á Poniente; de suer-
te que, desde la torre del Prior, corre por más de
2 . 0 0 0 piés de trecho el edificio por la fachada
que mira al Mediodía; y todo con tan buena dis-
506
posición y traza, que no se sube ni baja un pié
de escalón.
A la parte y fachada del Norte hay mucho
más edificio, porque, como digo, le responde en-
frente otra poco ménos que ella. Estas son dos
casas grandes, que distan del antepecho de la
plaza como 20 piés, y con una calle que se hace
entre las dos de 3 0 piés en ancho, responde es-
quina con esquina: las del cuadro del convento
son las de estas dos casas, y así hay una infini-
dad de aposentos en ellas, donde se asientan
(cuando vienen aquí las personas Reales) mu-
chos oficios de su casa, ministros y oficiales de
ellos, y también caballeros principales de la Cá-
mara. Está la fachada con sus puertas en buena
correspondencia, labradas todas de cantería, co-
mo lo principal del convento. E n la parte que
mira al Poniente se hizo, dentro del mismo cua-
dro, una capilla bastante, con su campanil de
piedra bien labrado, donde los oficiales de la fá-
brica y ministros de la razón y cuenta, y otros
criados de S. M., oyen misa y sermón, y se les
administran los Sacramentos. E l altar principal,
de tres que tiene la capilla, es del glorioso már-
tir San Lorenzo, aquel cuadro que dijimos de
Federico Zucaro que le habia mandado quitar
el Rey del altar mayor, y en su lugar se puso el
de Peregrin. E n el otro extremo, que mira al de
Oriente, se hace una buena plaza, casi cuadrada,
con la pared de estas mismas casas y con las de
los nichos y otros antepechos de piedra, á mane-
507
ra de pretiles, que todo está bien dispuesto, ador-
nado y lleno de nobleza.
Desde estas puertas que digo que cierran esta
plaza á la parte de Levante, se entra en una c a -
lle larga de espesos olmos, tan nivelados y pues-
tos á compás, que no se ve una mella; haciendo
dos hileras por cada banda, y llega hasta el pue-
blo un cuarto de legua; y un poco antes se rema-
ta haciendo una plaza que está coronada de los
mismos olmos, y allí una fuente de piedra que la
refresca. Antes que pasemos del pueblo (ahora
es villa lo que tantos siglos fué aldea, olvidada
áun de los escribanos y alguaciles de Segovia),
se nos ofrece ver en él una fábrica digna por lo
que es, y por la piedad y nobleza del fundador,
que no se olvide. Tenia aquella aldea, que era, se-
gún dicen, anejo de la Fregeneda, una iglesia á su
medida, y como con la presencia de los Reyes
todo crece y todo medra, y con el concurso déla
fábrica de tantos años, fué consecuente mudasen
los pobres labradores que allí habia, el pelo, el
lenguaje, el traje y toda la manera de vida. Tras
esto, quisieron mudar también la iglesia, y no me
maravillo, porque ella quería también mudar el
techo al suelo, y la entretuvieron algunos años
con unas vigas. Pidiéronle al Rey por veces les
hiciese merced hacerles una de nuevo. Y como
para las cosas de piedad tenia tan inclinada el
alma, se lo concedió; y en aflojando la furia de
la fábrica de su~casa, deshizo aquella bárbara an-
tigualla y les hizo un templo como de su mano
5o8
larga, dadivosa y pía: trazóle su arquitecto Fran-
cisco de Mora; salió acertado, alegre y hermoso;
tiene una nave de 52 piés de ancho y 150 de lar-
go, sin la capilla mayor, donde también les hizo
un retablo, de la vocación de su santo San Ber-
nabé Apóstol, harto galano y de buena arquitec-
tura, de suerte que, á dicho de cuantos la ven, es
de las buenas fábricas que hay por los obispados
del contorno.
Saliendo de este pueblo, tornamos de allí á po-
co trecho, áentrar en otra calle de olmos, que res-
ponde por sus niveles y miras con la primera, sin
faltar un punto, y se va continuando por otros
mil pasos, hasta llegar por su llanura á la puerta
de la dehesa de la Fregeneda, que, como dije, era
un pueblezuelo pequeño, donde tenían hereda-
mientos y tierras algunos mayorazgos y monas-
terios de la ciudad de Segovia: aquí se hace un
parque grande, y digámoslo en nuestro castellano,
un cercado de paredes de piedras de ocho á nue-
ve piés en alto; tendrá en contorno cuatro mil
pasos ó más; dentro de las márgenes de este es-
pacioso y deleitable parque, se ve una variedad
alegre. Aquí la multitud de pintadas aves, con
sus chirriadores picos, hacen la salva á la rosada
aurora, que esparciendo sus cabellos de oro y der-
ramando sus aljofarados granos de rocío en la co-
pia grande de matizadas praderías, vestidas con
azules, blancas, rojas y amarillas flores, despier-
tan en el alma unos, como asomos del Paraíso, ó
visibles cielos de la gloria. Aquí las cristalinas
509
aguas corriendo, resuenan, y mansamente por sus
torcidas canales, van á pagar el debido tributo
que el Autor del estrellado empíreo les puso, de
que secundasen la tierra; y aquí las artificiosas
fuentes, por sus secretos y multiplicados conduc-
tos, despiden argentados hilos, que cayendo de
lo alto, rocían y refrescan los ligustros, las en-
carnadas rosas, los amarillos alelíes, las moradas
violetas, los lirios cárdenos, blancas azucenas,
revueltas madre-selvas, olorosas mosquetas y jaz-
mines, etc..... D e esta manera de hablar, vana,
hueca, de quien dijo el otro: Oh cuantum est m
nhus inane, quisieran, como digo, algunos que fue-
ra la relación de muchas partes de estos discur-
sos, y en particular de esta, como si fuera esto
otra cosa, que mostrarse un hombre ignorante^
ajeno del buen juicio y modo de decir, que pide
la historia y la prudencia. Fuera de esta cerca^
hay otras muchas más bajas, de más de legua en
contorno, por donde se ven atravesar á cada pa-
so liebres, conejos, venados, jabalíes á manadas
y por piaras, propia recreación de Reyes. De la
dehesa de la Herrería, que está más junta de las
paredes de la casa, no tengo que decir en parti-
cular más, que es una hermosísima selva, tan fres-
ca y tan amena como la de la Fregeneda. T a m -
poco tengo que detenerme en el molino de aser-
rar jaspes y de harina y de papel, que aquí se hi-
zo, porque aunque la fábrica es buena, ya casi se
acabó de todo punto el uso, y lo mismo digo de
otras menudencias de al derredor.
DISCURSO X X .

L a viña y casa del Quejigal, San Saturnino, Nues-


tra Seítora de Parraces, Santo Tomé del
Puerto, casas de este convento.

No sufre la verdad de la historia encubrir ni


callar cosa ninguna, y ya que me ofrecí á dar
cuenta en ésta de todo cuanto nuestro gran fun-
dador Felipe I I hizo en esta fábrica, ó por su oca-
sión en otras partes, pues he dicho lo que está por
este contorno, tengo de decir ahora, lo que está
más apartado, pues también fué fábrica suya, ó
mercéd que nos hizo para ella. E n la dehesa del
Quejigal, donde se cortó tanta madera de pino
para esta obra, se echó de ver, desmontando al-
guna parte, daba el terreno muestras, que si se
cultivara sería bueno para viña, porque en una
pequeña prueba que allí se hizo, plantando al-
guna partecilla, respondió bien para este inten-
to. Como el cuerpo de esta fábrica era grande, y
estaba tan asentado con, algunas migajas que de
ella se despidiesen, le pareció al Rey se podia ha-
cer allí alguna cosa de mucho provecho para el
sustento y gasto de este convento; y así determi-
nó se plantase allí una buena viña. Desmontaron
5í|
como circuito de una legua, y fuese plantando de
vides, repartiéndolo por sus cuarteles y calles, 5'
por los lindes de ella pusieron olivos. Tras esto,
pareció como necesario hacer bodega y lagares en
que hacer el vino y se conservase, y así poco á
poco, llamando unas cosas á otras, se vino á fa-
bricar una grande casa, con muchos aposentos,
lagares y bodegas bastantes, así para el vino co-
mo para el aceite y para todo lo que allí puede
cogerse. g
Cerróse toda la viña alrededor con una pared
de piedra seca, que tiene seis ó siete piés de alto:
el edificio de la casa es de cal y canto y ladrillo;
tiene un patio grande, aunque no es cuadrado, ni
con pilares, ni corredores más de á la parte que
por dentro mira al Mediodía, y otro pedazo en la
que mira al Oriente; mas es tan capaz y de tan
buenos aposentos, que cuando van allí las perso-
nas Reales, tienen donde aposentarse y estar bien
acomodados, y una capilla grande y espaciosa
donde se les dice misa. Hay también una capilla
fuera de la misma casa, que son las reliquias de
unaiglesia antigua que allí habia en una población
pequeña, que tomando el nombre de la dehesa, ó
la dehesa de ella, se llamó Quejigal, y así se con-
serva la pila del bautismo, y aunque cae en el obis-
pado de Avila, por la unión que se hizo á esta
casa, es también m i l l i u s díocessis. L a heredad es de
las mejores piezas que se sabe en España, aunque
estas cosas de granjerias, cosechas y labranzas, no
son para religiosos ni gente recogida, y adminis-
512
trándose todo por criados, se sale, como dicen, co-
mido por servido, y traen poco más provecho que
la costa; mas como á los que dan no escojen, y
las granjerias, ya que no aventajan, traen á lo
ménos consigo abundancia y no se siente escasez
ni mendiguez. Abrazó esto el convento por mer-
ced de S. M., y no pierden nada en ello, ni se em-
baraza en esto más de un religioso, que muchas
veces es un hermano lego. Tiene esta casa otra
heredad cinco leguas de aquí, bajadas todas las
faldas de la sierra, caminando hácia Toledo; llá-
mase San Saturnino, por una ermita que está
allí de mucha devoción del mismo santo y toda
aquella gente comarcana. Aldea del Fresno, Mén-
trida, la Villa del Prado y otras. E n la ribera
del Jarama, junto á Aranjuez, á cuatro leguas de
Madrid, tiene otra dehesa y heredad, que aunque
no es mucho el suelo, debe ser el más fértil pe-
dazo de tierra que hay en el reino de Toledo en
pasto y caza; el ganado que allí se cria es fuerte,
arisco, bravo, en especial lo vacuno, de donde
han tomado nombre en España los toros jara-
meños.
Una de las mejores cosas que el pío y santo
fundador dió á esta casa, sin que de su hacienda
pusiese nada, fué la xAbadía de Nuestra Señora
Santa María de Parraces, y porque no sólo es lo
más precioso y de más autoridad que tenemos,
sino que también es una casa que puede entrar en
número en la Órden: aunque no es desmembra-
da de ésta, sino vicaría suya, trataré aquí lo que
5i3
se sabe de ella, y lo que he podido coger de los
archivos de esta casa, donde se guardan las bu-
las y privilegios de aquella. Los primeros funda-
dores, por común tradición, y por algunas señas
que hoy viven, está recibido que fueron Blasco
Galindo y Doña Catalina deGuzman, su mujer,
aunque ni se sabe cómo ni cuándo; tanto descui-
do hubo en los primeros y sus sucesores á cuyo
poder vino, que se sepultó en perpétuo olvido,
sin hallarse un papel de autoridad. L a mayor que
tenemos es, que el año 1489, desenvolviendo un
pilar que estaba junto á una capilla por donde se
subia al pulpito, se halló en un hueco una caja
pequeña con algunas reliquias de santos, y dentro
un escrito que decia: Necesitas fecit hoc, amo mi~
llessimo sesto. Y en otro pilar que también deshi-
cieron para alargar la iglesia y hacer la capilla
que ahora tiene, hallaron otra caja pequeña de
piedra, cubierta con un lienzo, y en él un agujero
por donde se lanzó un ratoncillo, que se comió
todos los títulos que tenian las reliquias, y como
el sustento fué poco y la salida del pilar de to-
do punto cerrada, se quedó allí seco, y se habia
conservado más de 480 años. E n la era de 1006
y algunos años antes, sabemos estuvo Castilla
muy apretada con los moros de Córdoba, pues la *
corrían toda, hasta llegar á destruir la ciudad de
León, en tiempo del Conde Garci-Fernandez: es-
to es lo más viejo que tenemos de Parraces.
Después de algunos años, que tampoco se sabe
cuántos ni cómo, vino todo aquello á poder de la
33
5i4
catedral de Segoyia, cosa probable que se lo da-
rían los Reyes cuando lo iban conquistando. E l
año 1148, que corria la era de 1186, un Canónigo
de la misma iglesia, llamado Navarro, hombre
recogido y de buenos propósitos, quiso retirarse
y hacer vida más apretada, llevando consigo al-
gunos compañeros de su intento; pidió al Cabil-
do le diesen aquella iglesia de Nuestra Señora de
Parraces (de este nombre Parraces no hallo nin-
gún principio), donde pudiesen vivir apartados
del bullicio de la ciudad. E l Obispo y Cabildo se
lo concedieron, porque debia ser persona de con-
sideración y respeto; luciéronle la donación el
año que he dicho, y luego el siguiente parece ha-
berla confirmado el Papa Eugenio I I I y después
otros tres Sumos Pontífices. Estos Canónigos te-
nían que hacer cierto reconocimiento de filiación
ó sumisión que llamaron «Reverendo,» pagando
seis arrobas de aceite, cuatro carneros y otras
menudencias, que también después se redujeron
á quince marabotinos, y después á 800 marave-
dís y á una libra de aceite y otra de incienso.
Todo esto (porque lo digamos aquí de paso) lo
redimió el Rey, nuestro fundador, como pa-
rece en las escrituras y conciertos de estas ane-
"xiones. Como estos Canónigos crecieron en n ú -
mero y buen ejemplo de vida, les concedieron los
Reyes muchos privilegios: el más antiguo es de
la era de 1277^ del Rey D. Alonso, y el más
nuevo de la Reina Doña Juana, madre del E m -
perador Cárlos V , en que se les concede no pa-
5i5
guen portazgo por todo el reino, y puedan traer
•tres mil ovejas y pastarlas libremente por do qui-
sieren, y mil quinientas vacas, ochocientos puer-
cos, cincuenta yeguas, y que tuviesen por excu-
sados cincuenta yegüeros y otras muchas, exen-
ciones confirmadas por 29 privilegios. Tampoco
hay memoria qué forma de vida guardaron los
Canónigos muchos años, ni qué título tenia el que
entre ellos era cabeza, aunque después tuvo nom-
bre de Abad, como se ve por las memorias que
quedaron de ellos, y debajo su obediencia hacian
profesión perfecta con los tres votos esenciales, y
la forma y estatutos eran la regla de San Agus-
tín: no nos dejaron memoria de cuándo comen-
zaron esto, aunque sí la hay de cuándo comen-
zaron á degenerar de tan santos principios, por-
que el año 1454, después de haber aumentado
mucho las rentas, heredades, pueblos, iglesias,
acordaron dividir los bienes (tras la división ya
ven lo que se sigue), hicieron tres desiguales par-
tes; la una y la mejor para el Abad, que ya hacía
poco este oficio con sus hijos y se iba por sus
piezas, porque comenzó á entrar esta dignidad
en gente poderosa, criados en regalo y opulen-
cia, á quien no sirven estos sudores de los pobres,
para lo que se hicieron. L a otra se repartió entre
Canónigos y racioneros, y la otra, que fué la
menor, para la fábrica: de allí pagaban y sacaban
salarios para algunos cantores que oficiaban las
misas y horas canónicas, desdeñándose de hacer-
lo ellos, como lo vemos en tantos ejemplos el
5l6
dia de hoy. No lo entiendo; ó aquellos primeros
tiempos en que la iglesia estaba tan llena de
Obispos y Canónigos santos, se engañaron, ó los
que ahora de esta manera viven ^se engañan, ó
Dios hizo unas leyes para su Iglesia en aquellos
tiempos y otras en estos, que se me hace difícil de
creer. Por fin el año 1565 el Rey Don Felipe su-
plicó al Papa P í o IV, de pedimento de los mis-
mos Canónigos, que se anejase la Abadía á una
iglesia de Madrid para hacerla colegial, parecién-
doles buen medio de su reformación y recogi-
miento ponerse en medio de la córte que vivir
en aquel desierto estéril. Llegó á tanto que se
despachó la bula, y áun comenzaron á pasar el
mueble de la casa é iglesia, aunque el de las cel-
das era casi ninguno; ajuar de frontera. Después
por consejo y acuerdo del oidor Velasco, pare-
ció más acertado, supuesto que no habia más que
dos ó tres Canónigos profesos, sería mejor anejar-
la al convento de San Lorenzo y se acomodase
para que hubiese un colegio de religiosos de la:
misma Orden, y un seminario de muchachos que
estudiasen gramática, porque pasarla á Madrid
era ir de mal en peor. Concediólo de muy buena
' voluntad el Papa Pío V el año de 1566. Diré dos
cosas solas: una de lo espiritual y otra de loaíem-
poral. Cuando la Orden y colegiales religiosos de
de ella, entraron en aquella casa, apenas habia
quien en aquellos pueblos de la Abadía, que son
nueve, supiese, no digo la doctrina cristiana, ni
áun las oraciones comunes, Ave María, Pater
5i7
iioster y Credo, porque no se puede creer cuán
grande era la brutez de la gente, y el descuido de
los Canónigos y Abades, pues decian cosas tan
ridiculas, que áun de burla, no se sufren en his-
toria. E n pocos años que allí estuvo el colegio
(soy testigo de vista y uno de ellos), se hicieron
tan ladinos y avisados en todo, que pueden en-
señar esto y otras muchas cosas, á otros lugares
del contorno, sólo con el cuidado que se tuvo de
hacerlos cristianos, y que supiesen á qué estaban
obligados. Después que el colegio se pasó de allí
á este convento, se hizo una Vicaría, donde es-
tán otros doce religiosos, sin la cabeza, y muchas
veces catorce, y todos debajo de la obediencia
<iel Prior de San Lorenzo, como si fuese una sola
casa; de suerte que ninguna otra cosa nos divide
más de sola la distancia, y estas sierras que están
en el medio. E l sitio de esta casa, porque lo di-
gamos todo, es inclemente, frió en el invierno,
de extremado calor en el verano, propiedad de
malos aposentos, naturalmente melancólicos, sin
una fuente, los pozos muy hondos; Agosto y Se-
tiembre notablemente enfermos.
Menos claridad que esta de Nuestra Señora de
Parraces, hay en el Monasterio y Abadía ó Prio-
rato de Santo Tomé de Pié del Puerto, que tam-
bién pertenece á esta casa, porque ni se halla
fundador ni principio. Por algunos papeles vie-
jos que tenemos, se ve que era Abadía y tenia
Canónigos, más há de 400 años, que es mucho.
L a fama y tradición que ha venido corriendo de
m
padres á hijos, dice: por haberse dado allí la ú l -
tima batalla contra los moros que hablan queda-
do en Castilla cerca del dia y festividad de este
Santo Apóstol, se labró una ermita en su nom-
bre. Vino después á poder de Canónigos reglares,
ensancháronla y edificaron allí un pequeño con-
vento, y con el buen ejemplo que dieron, los Re-
yes se les fueron aficionando; era mucha parte el
continuar por allí las idas y vueltas y los pasos
desde Castilla la Vieja á la Nueva, residiendo
los Reyes en Sepulveda, Aranda y én los lugares
de aquella comarca. Estuvo en poder de los C a -
nónigos reglares más de 214 años; después, res-
friándose poco á poco la religión y el fervor, ó la
desampararon los Canónigos, ó su ejemplo no
fué tal, y así el Papa Benedicto X I I I deshizo la
Abadía y la convirtió en Priorato el año 1442. E l
Prior, que era un clérigo secular, se llevaba toda
la renta, vivía donde queria, y lo mismo los C a -
nónigos, que ya casi no tenian sino sólo el nom-
bre. Kacian profesión todos en el Monasterio de
Parraces, y toda la observancia se reduela, en
que se juntaban cada año el dia de San Agustín
en el convento de Santo Tomé, y celebraban allí
un Capítulo no sé de qué manera, y llevaban li-
cencia para vivir donde querían todo el año, y
creo que todo era una fría ceremonia, ó por me-
jor decir, granjeria, para sacar de allí el Prior al-
gún dinero por aquellas licencias, cosa perdida,,
sin piés ni cabeza. Después, caminando de mal
en peor, se vino á dar el Priorato á hombres de
519
capa y espada, y así lo hallamos cuando se ane-
jó á esta casa; y lo que pone más admiración, que
vino á ser aquella casa un refugio de frailes per-
didos, fugitivos de todas las religiones; traian
unas licencias ó boletos del Papa, para que ha-
ciendo profesión allí en hábito de clérigos, con la
licencia de este Prior de capa y espada, vivían
donde se les antojaba; estado por cierto ocasio-
nado y peligroso, y á tal vienen los que de veras
no emprendieron la religión, ó emprendida, la
desgarraron del alma. E l Papa Gregorio X I I I , el
año 1573, á petición del Rey Don Felipe, anejó
el Priorato á este Monasterio, y al punto que se
hizo la anexión, que había una docena de Canó-
nigos, religiosos fugitivos que con sus breves,
tenían por coro, cabildo y convento á toda E s -
paña, viviendo, como digo, donde hallaban me-
jor comodidad, y así acudían aquí á pedir licen-
cia cada tres años al Prior de San Lorenzo, para
vivir, según ellos decían, sin escrúpulo. Cuando
se unió á este convento, eran los vecinos 150; la
peste de estos años se llevó las dos partes, y si no
le socorriéramos con medicinas y limosnas, no
quedara ninguno; la iglesia principal y una er-
mita de San Andrés, antigua, de más de 500 años,
estaban tales cual se podía esperar de estos reli-
giosos: ha sido necesario hacerlo todo de nuevo;
cuando se sacaba la tierra haciéndose estos repa-
ros, se desenvolvieron algunas sepulturas donde
se sacaron huesos muy grandes, como los que di-
cen de los Roldanes y Oliveros, de Ronces-Va-
520
lies, fábulas de los Doce Pares de Francia. Vale
la renta de este Priorato mil ducados escasos, y
es más el ruido. E l sitio, porque no se quede esto,
frío, estéril, solo; la gente poco ménos bárbara
que otro tiempo los de la Abadía de Parraces:
los edificios, comunes y pobres, como de gente
serrana y de poca policía. Al fin vivirá la memo-
ria de estas dos Abadías en la sombra de este
convento muchos años, que de otra suerte ya no
hubiera memoria de ellas.
DISCURSO X X I .

E l dinero que se ha gastado en esta fabrica desde


los primeros maravedíes que para ella se l i -
braron, y las tasaciones de las más princi-
pales cosas de ella.

Este discurso y relación, creo es el más desea-


do de cuantos hemos escrito. L a primera cosa
que en llegando preguntan los hombres de cortos
marcos, es cuánto habrá costado esta casa y lo
que hay en ella. Para satisfacción á estos y dar
algún gusto á los prudentes, que á la postre nun-
ca hacen esta pregunta, y más principalmente
para desenconar los ánimos de nuestros españo-
les, que tienen siempre atravesado en el alma es-
tá aquí toda la causa de sus daños, pobrezas, pe-
chos, tributos, determino dar aquí clara y breve
cuenta de esto. Prometo lo primero, y si es me-
nester juro, por la fe de historiador, de religioso,
y lo que es más, de sacerdote, de tratar verdad y
la más precisa averiguación que, considerada la
diligencia humana, se puede desear ó permite.
Sería manifiesto atrevimiento, ó por mejor decir,
desvergüenza, estándose los hombres mismos que
lo han manejado vivos, dos mil testigos de vista
522
enteros y sanos, tantos libros, tantas cuentas de
recibos y gastos, entradas y salidas en pié, y pa-
sadas por tantos tribunales, querer decir una co-
sa por otra, disminuyendo ó aumentando con
ánimo de engañar, que es en lo que consiste la
fealdad de la mentira, tan hija del demonio, y
por consiguiente tan digna de ser aborrecida, no
sólo de religioso, mas áun de muy común cris-
tiano. Supuesto tan firme fundamento, digo y
afirmo, por lo que parece en las cuentas y libros
de los oficiales de esta fábrica, que se han mira-
do con mucha atención y consideración, que el
primer dinero y maravedíes que entraron en ella,
á 4 de Abril de 1562 años, que lo recibió Pedro
Ramos, haciendo oficio de pagador y por cédula
del Rey, fueron un cuento W y ciento y veinte
y cinco mil maravedíes, tres mil ducados justos,,
con que se dió principio á esta gran fábrica. Des-
de este dia y año sucesivamente, contando por
todas sus partidas, recibos y entradas, hasta el
dia último del año de 1598, en que pasó de esta
vida el Rey Don Felipe I I , montó todo el dinero
de los treinta y ocho años, cinco millones y dos-
cientos y sesenta mil y quinientos y setenta du-
cados, como se ha sacado por las cédulas y reci-
bos de los pagadores y contadores que han ido
sucediendo, que el primero fué Juan de Paz, y el
segundo Tomás de Paz, su hijo, por muerte del
padre, y el tercero, que hoy lo es, Domingo de

(1) Cien m i l , multiplicado por diez.


523
Hendióla; y los contadores, el primero Alma-
guer, el segundo Gonzalo Ramírez, el tercero
Diego Ruiz Osorio, y el cuarto, que ahora tiene
el oficio, Pedro de Quesada, que me ha ayudado
mucho para la cierta y cabal averiguación de es-
to y de otras cuentas. Con este dinero, no sólo se
ha hecho toda cuanta fábrica aquí vemos, sino
también toda la pintura y todo lo que toca á las
manos de los bordadores, y el gasto todo de la
Fregeneda, cercas y estanques, la viña y casa del
Quejigal, bodegas y lagares, y labor de muchos
años, y todas las paredes y cercas de L a s Radas,
Campillo y Monasterio, y sus casas y edificios, y
las plantas todas de cuanto hay en estos jardines
y huertas. Y oso afirmar, debajo del mismo pro-
testo, que cuando juntemos á esta suma, todas las
sedas, brocados, telas, plata, oro, holandas, lien-
zos, y los libros de todas las librerías de estudio
(dejo aparte la del coro y libros de canto, que en-
tra en la fábrica], que se pagó por orden del
guarda-joyas de S. M., Antonio Voto, que hoy
vive, y pasó todo por su mano, que no llega á
seis millones con más de doscientos mil duca-
dos. He aquí toda la pérdida de España y de
Castilla. Pues repartamos estos seis millones
(sean seis, y abundemos en la imaginación de
muchos) en treinta y ocho años que duró esta
tan insigne fábrica, honra de los Reyes de Espa-
ña, y con que salió toda nuestra nación de infini-
tas rustiqueces, viene á caberle á cada año ciento
y setenta mil ducados. Pues yo sé, y lo tengo
524
bien averiguado por los más principales conta-
dores de S. M., que desde los años de 88 hasta
los de 96, uno con otro, montaron y tenian de
entrada las rentas del Rey, doce millones y dos-
eientos y cuarenta y cinco mil ducados, de á diez
reales; y que considerados todos sus gastos y sa-
lidas, sin faltar ninguna, sobran para guerras,
edificios, ó lo que quisieren, cinco millones y
ciento y veinte y nueve mil ducados; y pues me
atrevo á decirlo así, crean tengo noticia y certe-
za de ello. Y quema considerasen que donde so-
bran cinco millones cada año, y con todo eso hay
tantas necesidades y aprietos como vemos, sin
que se les vea salida, cuán poca razón y aparien-
cia lleva decir que sacar cada año ciento y sesen-
ta mil ducados tiene pobre á Kspana y empeña-
do el reino; y tras esto, antes que pase de aquí,
quiero que se advierta que muchas partidas de
este dinero, no son de las rentas Reales, sino que
las aplicó aquí S. M. de cosas accidentales y
aventureras; pudiera especificarlas si hiciera ofi-
cio de contador. Junto con esto, se pagaron de
este mismo dinero que hemos dicho, para otras
partes, como para Aranjuez, Madrid, Segovia,
muchos millares de ducados, que se libraron en
esta fábrica.
Mas yo quiero preguntar ahora á mis españo-
les: si es tan rica esta provincia de Castilla y A n -
dalucía, que solas ellas osan ofrecer á S. M. en
seis años, diez y ocho millones, solo con echar
una azumbre de sisa en cada cántara de vino, y
525
una libra de aceite en cada arroba, ¿cómo es po-
sible que tan pequeña cantidad, como ciento y
sesenta mil ducados cada año, en treinta y ocho
años, los hayan sentido tanto y puesto en tan es-
trecha necesidad como dicen? Si el Rey piísimo
Felipe 11, desde que comenzó esta obra, no es-
trechara su casa, sus galas, fiestas, juegos y mer-
cedes extraordinarias excesivas, en que suele gas-
tar más cada año que esto, no les parecieran mal
y dijeran que era cosa propia de Reyes, aunque
se hubieran atravesado muchas ofensas de Dios,
y graves daños en la república y en las costum-
bres; y si este pío Monarca, desde que comenzó
esta fábrica hasta que le dió fin, llamara á la
puerta de su palacio cada dia cuatro mil pobres,
gente honrada, y les diera dos reales de limosna
para que se sustentaran, siquiera honestamente,
aunque se pasearan por Madrid, ¿no dijeran era
esta una obra heroica y nunca oida? ¿No le besa-
ran la ropa por santo? Pues esto mismo ha hecho
con mejor orden, con más prudencia y mayores
provechos; porque con aquella primer limosna no
hiciera más que sustentar gente ociosa, holgaza-
na, criar carnes y vicios, y con esta, se ha hecho
un efecto tan admirable, tan hermoso y de tan
buenos usos, frutos y fines; se han criado en E s -
paña tantos y tan buenos artífices, trazadores,
canteros, carpinteros, ensambladores, albañiles,
pintores, bordadores y otros cien artes y oficios é
ingenios, que se saben y ejercitan con tanto pri-
mor en ella, como en todo el mundo, por el uso
526
y maestría que aquí ha habido de ellas, y todo con
la limosna que el Rey hizo estos treinta y ocho
años. Y lo que es de mayor consideración, que
no sólo se quedan aquí las-obras, los ingenios y
los modelos vivos, mas áun, se queda la misma
limosna viva: aquella primera que se hizo á la
gente ociosa, en acabando se muriera, esta co-
menzó cuando se hizo, dura ahora y vivirá mil
siglos, que ciento y cuarenta religiosos, que aquí
se mantendrán en tan sant^. vida, perpétuos ca-
pellanes de los Reyes y del mundo, cuarenta ni-
ños que se crian en tanta santidad, hijos son de
españoles, que aquí ó en otra parte hablan de
vivir y comer, y esto para todos es: tantos oficia-
les y mozos de servicio bien ocupados, españoles
son, y en ellos vive la limosna y la renta: pues en
ellos ó en otros como ellos se hablan de gastar
aquí ó en otra parte. Mas no tratemos sino de
aquel dinero de la fábrica que ya pasó, y de aque-
llos cinco millones y medio (sean seis en buena
hora, de verdad que no lo son); pregunto: ¿qué se
hicieron? ¿Están metidos en estas paredes? ¿Re-
solviéronse en humo, ó lleváronse fuera de Espa-
ña? No: que el oficial de Toledo llevó su parte, y
allí mantiene su casa y sus hijos con ello: el de
Madrid, el de Segovia y el de Avila lo mismo: el
labrador de Galapagar, el de Robledo y el de
Valdemorillo, porque picaba una piedra, traia
unos cantos, hacía unos ladrillos, cavaba un ter-
reno, se lo llevaron: y de esta suerte, quedó espar-
cido y aprovechado, lo que estando junto y en
527
poder del Rey, ó no servia de nada, ó saliera
fuera de España y nos dejara pobres, y nos hicie-
ra guerra, como la otra inmensidad de oro y pla-
ta que ha salido. Si en España se considerase la
cosa como ella es, hablan de desear que los R e -
yes emprendiesen mayores fábricas que éstas,
que así lo hacen en Italia con nuestro mismo di-
nero; era fuerza que lo que en ellas aquí se gas-
tara quedara repartido entre muchos, y estando
dentro de nuestras puertas, hoy estuviera en es-
tas manos y mañana en aquellas.
Ahora descenderé á lo segundo que prometí en
este discurso, que es decir, debajo del mismo
presupuesto de verdad y puntual averiguación,
lo que costaron algunas de las más principales
piezas de esta casa y fábrica, sacado de los mis-
mos originales y tasaciones, para que no se en-
cubra nada, y para que se vea cómo responden
las partes con el todo. Y si á algunos se les hi-
ciese difícil lo uno y lo otro, y dijeren cómo sien-
do tan grande y tan excelente y tan acabado to-
do, ha costado tan poco, prometo responderles
en otra parte. Entre tanto, creo que no es poco
cinco millones y doscientos y sesenta mil duca-
dos, y por su contemplación arrojo cuatrocien-
tos mil ducados más de lo que está por cuenta,
aparte de la sacristía, que le prometo, como reli-
gioso, que no llega á ellos; y porque abundemos,
sin para qué, echemos perdidos ciento y cincuen-
ta mil ducados más, y sean seis millones, por
que sea cuenta cabal, y no les pase por la imagi-
528
nación que esta fábrica es de más costa. Y cuan-
do haya visto la razón y lo que se tasaron las
principales partes y lo mejor de la fábrica, y lo
grueso y fuerte de ella, verá que no costaron po-
co, antes se tasaron noblemente y como obra de
Rey, y que se tuvo intento á que los estajeros de
ellas no perdiesen, sino ganasen; que cuando los
maestros y estajeros pierden, ni la obra ni el due-
ño de ella gana. Comencemos por la iglesia y por
alguna de sus partes, que es lo más excelente y
lo mejor de esta fábrica, que entendido esto, se
puede hacer fácilmente tanteo de lo demás.
Costaron las manos y la piedra de toda la igle-
sia principal, cimientos, paredes, pilares, torres,
cimborrio, frontispicios, tránsitos, sotacoro, c a -
pilla, altares de piedra, y al fin, todo cuanto hay
en ella por dentro y por fuera, de piedra berro-
queña y manos de canteros que la labraron y
asentaron, sin llegar á otra cosa fuera de esto,
ciento y ochenta siete cuentos, cuatrocientos y trece mil
y doscientos y cincuenta y cinco maravedíes, que son
quinientos y un mil y ciento y cuatro ducados, y
trescientos y cuatro maravedíes.
E l retablo y la Custodia principal, con todas
las figuras de bronce dorado que hay en lo uno y
en lo otro; las gradas todas de jaspe y las mesas
que hay en ellas; los oratorios de los Reyes y los
entierros que están encima, con susfiguras,to-
das de bronce doradas, y las armas Reales que
están encima, y también las puertas del Sagra-
rio, y finalmente, todo cuanto hay dentro de la
529
capilla mayor, de mármol, jaspes, bronce, oro
y otras piedras, sumado todo por sus partidas,
hasta el sacar de las piedras en la cantera, y to-
das las manos de oficiales, monta trescientos y ctia-
ventay cinco mil ochocientos y dos ducados, y ciento y
catorce maravedíes.
L a pintura de toda la iglesia, altar mayor y to-
dos los retablos menores, y los mayores de los
altares capitales, que son siete, y la pintura de la
bóveda del coro, y las historias de los lados; al
fin, cuanto está encima y debajo de la cornisa
pintado, sin que entren en esto las guarniciones
y marcos, ni los colores, sino solas las manos de
los maestros Lúeas Canguiaso y Rómulo, mon-
tan doscien tos y noventa y un mil y doscientos y sesen-
ta reales, como parece, por sus partidas distintas,
que son en ducados, veinte y seis mil cuatrocien~
tos y sesenta y nueve ducados, y un real.
Todos los órganos de esta iglesia, en la mane-
ra que los especificamos en su lugar, y los reale-
jos, las manos de los maestros, dando el Rey to-
dos los materiales, estaño, plomo, madera, colo-
res, oro, valdeses y herraje; alfin,cuanto allí
fué menester, montan veinte y seis mil y ochocientos
y noventa y nueve ducados^ y trescientos maravedíes.
L a s sillas del coro principal, de solas las m a -
nos, dando el Rey todas las maderas que allí di-
jimos, unas traídas de las Indias, y otras de E s -
paña, costaron doscientos y sesenta y seis mil y dos-
cientos reales, que son veinte y cuatro mil y dos-
cientos ducados. Los cajones de los libros del
34
53o
coro y el facistol del mismo, sin las fajas y cha-
pada de bronce dorado, de solas las manos, dos
cuentos quinientos y sesenta mil y cuatrocientos y se-
tenta y dos maravedíes, que son seis mil y ocho-
cientos y cuarenta }'• seis ,ducados, y tantos ma-
raaravedíes.
Toda la librería del coro, que son 216 cuerpos,
contando cuanto en ello hay: pergamino, tablas,
guarniciones y manezuelas, escribir, iluminar,
dorar y encuadernar, monta cuarenta y cuatro mil
ochocientos y marenta y cuatro ducados, por siis par-
tidas recogido.
L a s cinco rejas de bronce que están en las tres
puertas de la entrada por el sotacoro y las dos de
las capillas de los Doctores y Vírgenes, como di-
jimos en su lugar, y todos los antepechos del mis-
mo metal, que corren por el ándito y tránsito de
los 30 piés, y otros pasamanos del coro junto
á las sillas y balconcillos de los órganos y de las
ventanas, y todo cuanto hay de este metal en la
iglesia, excepto el dorar de algunas piezas, cos-
taron quinientos y cincuenta y seis mil y ochocientos y
veinte y ocho reales, que son cuarenta mil seiscien-
tos y veinte ducados y ocho reales. E n esto se
encierra todo cuanto hay en la iglesia; advirtien-
do que en lo que se dijo del retablo y capilla ma-
yor, no pusimos lo que costaron las armas Rea-
les ni las figuras de bronce de los entierros, ni
del mismo retablo, ni las mercedes que el Rey
hizo á Jacobo de Trezo, ni á Pompeyo Leoni, y
que sin esto, lo que aquí hemos, especificado por
53i
«us piezas, es el mayor gasto y coste, y en qué
consiste el mayor golpe de esta fábrica, que su-
mado por sus partidas, monta ochocientos y sesenta
y dos mil y ciento y cuatro ducados, y lo que resta
que aquí dijimos, falta de las armas y figuras de
bronce doradas, monta más de ciento y cuarenta
.mil ducados, porque de esto no hubo tasación, si-
no que se quedó casi colgando, sólo con la razón
que aquí hay del dinero que iba librando por el
pagador y contador de esta fábrica Pedro de
Quesada y Domingo de Hendióla, con quien es-
cribiendo esto, lo estoy comunicando y confirien-
do. De suerte que todo el cuerpo de esta iglesia,
con cuanto en ella se vé de fábrica y adorno, ha
costado de solas manos más de un millón y cuarenta
mil ducados. Y si añadimos aquí lo que valen los
materiales, que son cuentas muy menudas, aun-
que grandes en suma, no para la historia, se co-
lijen cerca de doscientos mil ducados más, y esto ar-
rojándolo á lo más largo en lo que tiene alguna
duda.
Salido de este primer encuentro y más dificul-
toso paso de la iglesia, quiero también dar noti-
cia de otras tasaciones importantes, por el gusto
que algunos recibirán de esto, que no les parece-
rán pequeñas, como no lo han sido las pasadas.
L a pintura del claustro principal es una de ellas:
juntando todo lo que montan sus partidas, por-
que como advertí, fueron cuatro los maestros,""y
así hubo diferentes tasaciones, aventajando siem-
pre con notable exceso, lo que hizo Peregrin, á u
532
go que monta toda la pintura que hay en él a í
óleo y al fresco, cuatrocientos y diez y nueve mil y
ochocientos y ochenta y tres reales, que son treinta y:
ocho mil ciento y setenta y un ducados y dos.
reales.
Y pues hemos comenzado á decir de pintura,.,
diré también la tasa de la que hay en la librería,,
por ser de las más insignes cosas de este conven-
to, y advertí también que es toda de Peregrin,
no porque la labrase toda, que no pudiera ert
tres, tanto tiempo, aunque pintara como Lúeas
Canguiaso, sino dibujos, traza é invención suya,
y con sus oficiales retocando de su mano lo que
le parecia , y haciendo algunas de propósito..
Montó, pues , aquella pintura toda, contando
también el oro de la cornisa y de las fajas (que-
es mucho) ciento y noventa y nueve mil y ochocientos y
veinte y dos reales, que en ducados son diez y ocho
mil y ciento y sesenta y cinco ducados y siete
reales. Y antes que salga de la librería, diré tam-
bién lo que costaron los estantes y cajones en que
están los libros, que ya. vimos su forma y mane-
ra, y las maderas de que están hechos y las puso
el Rey todas, y así se tasaron las manos solas, em
ciento y cuarenta mil reales, que son doce mil y se-
tecientos y veinte y siete ducados y tres reales»
De suerte que pintura y cajones de la librería,,
montan treinta mil ochocientos y noventa y dos duca-
dos y diez reales.
L o demás que hay en esta pieza son los libros,,
y juntando los de todas tres, vimos que era poco
533
ménos de catorce mil cuerpos, y en esta merca-
-dería puedo yo decir mi parecer, porque no hay
hecha suma de lo que ha costado: digo que será
mucho, si uno con otro los echamos á ducado,
porque son casi doblados los chicos que los gran-
des, y así es harto que vayan todos en catorce
mil ducados. Queda solamente lo que es el sola-
do, que son losas de mármol, y esto es cosa tasa-
da y sabida; cada piedra allí asentada, está en tre-
ce reales; he aquí todo el coste de una de las her-
mosas piezas que hay en Europa, y en esta casa
ninguna tan buena, excepto la iglesia.
Los seis Reyes de, la fachada y frontispicio de
la iglesia, que son dignos de consideración por sér
piezas de tanta grandeza y tan bien obradas, cos-
taron, puestos como están allí, con sus coronas ó
insignias ó instrumentos, ciento y noventa y seis mil
ciento y ochenta reales, y porque no se olvide, el
San Lorenzo, que está encima de la portada prin-
cipal, que es también figura notable y del mismo
maestro, costó diez y siete mil y setenta reales; y áun
menudearé más y diré, lo que costaron los anda-
mies é ingenios con que se subieron los Reyes,
que como eran tan descomunales colosos, fué me-
nester se asegurase mucho. Costaron puestos los
andamies de solas manos, siete mil ciento y cincuen-
t a reales. De suerte, juntando estas tres partidas,
los seis Reyes y el San Lorenzo y los andamies,
montaron diez mil y novecientos y cuarenta y cinco
ducados.
De esta manera pudiera ir dando noticia por
534
todas sus partes principales, hasta las muy menu-
das de esta fábrica, porque ha habido tanto ordert
y tanta fidelidad, que se halla razón y claridad
de todo, hasta una soga, una espuerta, un clavo»-
Han dicho en España tantas cosas de esta fábri-
ca, y alargádose tanto , que me ha forzado á
descender á estos particulares. Dijeron que por
sólo quitar los andamies de la iglesia, daban
treinta mil ducados y la madera, y áun se alarga-
ban á más, y certifico verdad que no costaron'
ochocientos, y que no se perdió un madero de-
importancia. L o de la sacristía espanta á mu-
chos, y piensan que por lo ménos está gastado
allí un millón, y les parece poco; yo he dicho así
á montón y arrojándome á lo largo, cuatrocien-
tos mil ducados, y porque se vea cuán arrojada
suma es esta, quiero poner aquí una sola cosa,
que es la más importante y principal, por donde
se hará juicio á lo demás. Cuatro tornos dije que
habia principalísimos en ella, y cinco con el de
San Juan, los dos de la vida de Nuestro Salva-
dor toda, y los otros dos de los aniversarios del
Emperador y Rey su hijo 3^ de la Emperatriz y
Reina Doña Ana. Dije también que las manos de
esta labor, todo entra en la fábrica y por allí se
paga; quedan las telas de los brocados, que esto
fué por cuenta del guarda-joyas Antonio Voto»
Pues contadas todas las varas de brocado que
entran en estos cuatro ornamentos, y los dos pa-
ños que se ponen sobre las tumbas de los Reyes
en sus exequias, montan cuatrocientas treinta y
535
dos varas. Estas, unas con otras, contadas á cin-
cuenta ducados la vara (que las más no costaron
sino á cuarenta), montan veinte y un mil y seiscien-
tos ducados.
Diré otra partida; las cuatro mudas más ricas
con que se componen todos los altares en las
fiestas más principales de todo el año, en cada
una entran, trescientas cincuenta y tres varas, y
así son las varas de todas cuatro mudas, mil cua-
trocientas y doce; éstas valen, y así se pagaron,
á diez y seis ducados cada vara, que montan
veinte y dos mil quinientos noventa y dos ducados; de
suerte que, en estas dos partidas son cuarenta y
cuatro mil ciento noventa y dos ducados. Pues
yo certifico que todo el resto de terciopelo, raso,
tafetán, maraña y holandas, no montan otro tan-
tanto, y que si todo con las manos llega á cien
mil ducados, que es todo cuanto se puede alar-
gar. L a s cosas de plata y oro ya las hemos espe-
cificado casi todas; otras joyas de relicarios y
pinturas preciosas, las más de estas cosas son
presentadas, que no le costaron nada á S. M . , y
como las habia de tener en el guarda-joyas de
Palacio, las tiene aquí este Guarda-joyas de su
capilla y la de sus padres, mujeres é hijos.
De dos cosas quiero en elfinde este discurso
hacer memoria y decir su costa y tasaciones: una
es, el monumento que se hate en esta iglesia para
celebrar la memoria de nuestra redención el Jue-
ves y Viernes Santo, y encerrar el Santo Sacra-
mento, que por ser cosa que se quita y pone, no
536
la encontramos cuando mostrábamos la casa; la
materia es madera dorada, con algunas piedras y
jaspes fingidos; la forma es como una tribuna ó
cimborrio, que se levanta haciendo un cadalso
(digámoslo así) en lo bajo, entre doce columnas
dóricas; á la mesa más alta se sube por cuatro es-
caleras, á quien responden cuatro frontispicios,
que se hacen sobre las ocho columnas de fuera,
que representan cuatro portadas de mucha auto-
ridad. Adórnase con muchas lumbres., gran n ú -
mero de candeleros preciosos y de ramilletes na-
turales y fingidos, que hace una galana y devota
vista; se hizo con gradísima brevedad y presteza;
costó todo, como allí se ve, dorado y estofado,
un cuento, ochocientos y dos mil, ctiatrocientos y sesenta
y ocho maravedíes, que montan cuatro mil ocho-
cientos y nueve ducados. L a otra pieza es l a
iglesia que el Rey hizo en la villa del Escorial.
Puesta como está allí ahora, que parece de plata
y se hizo con poco ménos presteza que el monu-
mento, porque creo no se tardaron diez y seis me-
ses cabales, montó todo su gasto, sumado por sus
atajos y partidas, sesenta mil ducados, que si en otra
parte se hubiera de hacer, pasara de ochenta mil;
tanto importa estar asentadas todas las cosas en
una fábrica grande, que unas cosas se ayudan á
otras; esto hizo de limosna el pío Rey á aquel
pueblo, digna obra suya; dióles también todos los
ornamentos que fueron menester, conforme á la
calidad que pide la iglesia.
Aquí pensé añadir la grandeza de muchos par-
537
ticulares que han concurrido en esta fábrica, y
en particular de los materiales y de los instru-
mentes; cuando he querido pintar las sumas para
decirlo en común, hallo gran dificultad, trabajo
grande, poco fruto para quien tiene otras ocupa-
ciones donde le llama su estado; parecerá curio-
sidad sobrada, porque decir los carros de made-
ra á millares que aquí han venido, la multitud de
cal y yeso que se ha gastado, el infinito número
de pizarra y mármol, sería trabajo de muchos
dias; diré así, en común, que si cada cosa de es-
tas se viera por sí sola amontonada en este cam-
po, juraran todos, de cada una se podia hacer un
pueblo; el hierro y la clavazón y las muchas suer-
tes y diferencias que de esto hay, entendí reducir
á una suma, por no enfadar á los lectores con
muchas cuentas, y son tantas las suertes y las
maneras de contar que hay en ello, que desmayé,
saqué lo que pude, y sin contar las rejas grandes
y otros antepechos de hierro, que es una grande
suma de arrobas. L a s arrobas de hierro y clavos
son ciento nueve mil y ochenta y í«s arrobas; y de
otros metales, como son plomo, estaño, acero,
cobre, otra cantidad grandísima, porque de sólo
el plomo se hallan más de noventa y nueve mil y
trescientas arrobas. De hilo de hierro para hacer
redecillas á las vidrieras, fuera una suma grandí-
sima, porque es una de las grandezas de esta
casa; el cáñamo para las maromas, guinda-
letas y otras jarcias, es también increible suma,
y el esparto para las espuertas y serones lo mis-
538
mo. E s verdad que con una misma compra se
hacían muchos servicios, y lo que de esto no
aprovechaba para uno, era bueno para otro; en
el cáñamo y la madera se vió esto muy claro: lo
que no podia ser maroma porque se rozaba, se
hacía guindaleta ú otra cosa; la viga que ya no
podia servir de madre ni para cosas grandes,
servia para andamies, para tablas ó para marcos;
tanto importa ser el que gobierna esto persona
desinteresada, que no pretendía sino el bien
de la cosa, y hacer lo que deben á la fidelidad, á
la obediencia, á la conciencia. Esto se ha visto
aquí en todos los ministros que S. M. ha tenido
en esta fábrica, y por excelencia en el obrero prin-
cipal, como veremos más adelante.
DISCURSO XXIL

Las vidas de algunos religiosos de este convento,


y en partmdar la de fray Antonio de V i l l a -
castin, el obVero de toda esta fábrica.

E n todo el discurso de esta historia, de que


será este el postrero, he procurado, después de
haber dicho la fundación de cada uno de los
conventos y descripción de su fábrica, que es
como lo material, las piedras muertas, decir lo
que he hallado de los primeros religiosos funda-
dores, su virtud, su ejemplo. Entre todos los
Prelados, que en cuarenta años no han sido más
de ocho, y el padre fray Miguel de Santa María,
que hoy gobierna, nueve, en el que podemos
fijar los ojos (hablo ahora de los difuntos, de
quien se puede hacer historia) es el padre fray
Miguel de Alaejos, profeso de San Jerónimo de
Yuste; era el primero que se levantaba á m a i t i -
nes, era el postero que salia del coro, y áun le
cogia allí muchas veces la mañana; de aquí le ve-
nia ser muy sufrido, callado, discreto, amar en-
trañablemente á los buenos y llevar con pacien-
cia los de aviesas condiciones. Han muerto aquí
de los religiosos de la Orden que vinieron á en-
54o
jugar la humedad de estas paredes recientes, a l -
gunos de ellos con notables señas de santidad y
de favores del cielo. Recibió aquí un hermano
lego el hábito, creo era natural de Valdepeñas,
llamóse fray Alonso de la Cruz, hombre al pare-
cer basto, mas bastante de un limpio y sosegado
entendimiento; vivió doce años en la religión,
dando siempre ejemplo de humildad, mortifica-
ción y caridad. L o mismo puedo decir de fray
Gregorio de Guadalajara; recibió aquí el hábito
y aprendió los principios, por donde alcanzó en
breve su santo fin en la religión; partió de Parra-
ees, donde era procurador de aquella hacienda,
con alguna indisposición; preguntándole que
dónde iba, dijo que á San Lorenzo, á morir con
sus hermanos; llegando aquí tan determinado y
resuelto de partir de esta vida, que burlaba de
las medicinas y del médico; me estuve yo con él
muchos ratos, quería que le dijese siempre cosas
del cielo y rogóme que no le desamparase; así lo
hice y me holgué y consolé mucho en hallarme á
tan buen servicio. Ahora, estos dias pasados, se
nos murió aquí otro hermano lego, que se llama-
ba fray Juan, de Zamora, tenia como catorce ó
quince años de hábito; si hubiera de escribir, ó si
supiera decirlo, como él contaba su vida desde
que era niño, hasta que tomó el hábito, fuera la
cosa más apacible y graciosa que se hubiera es-
crito en la lengua castellana, porque ,no se la oia
hombre que no muriese de risa; tan graciosas
eran sus travesuras y con tanta simplicidad las
441
contaba. Quédense otros muchos en silencio,
aunque sus ejemplos dan voces.
Para fin y remate de toda esta historia quiero
decir la vida de fray Antonio de Villacastin, y
sirva de clave en este edificio espiritual, pues dió
principio y puso la postrera piedra de esta fábri-
ca tan insigne. Vive ahora, y al punto que esto
escribo, le dejo ayudando á misa, y aunque de
noventa años de edad, tiene tan claro y entero
juicio, que pudiera comenzar otra tan grave fá-
brica como esta. No se sufre alabar á nadie
viviendo, por el peligro de la inconstancia huma-
na; parece aquí no hay que temerlo, porque
cuando la hubiese, más culpa sería de la edad
que suya, pues le tiene ya muy acabado (aunque
era un sujeto fuerte) y consumida la vista, que
es otra razón que da ánimo para escribir estos^
pues no podrá leerlo.
E s este siervo de Dios natural de Villacastin,
de donde, conforme al estilo de la Orden, tomó
el nombre; de padres honrados, ni ricos ni po-
bres; faltáronle presto; quedaron él y una her-
mana menor, y otro hermano bastardo. Llevólos
á su casa un tio que quedó como tutor: el mu-
chacho deprendió leer y escribir medianamente;
como tenia tan claro entendimiento, echó de ver
á tres ó cuatro años como estuvo con su tio, que
se hacía hombre y no deprendía nada, echando
los ojos delante para ver qué habia de ser de sí,
pues ni sabía oficio, ni letras, ni con qué pasar
la vida. Pensando el mozuelo un dia y otro aten-
542
tamente en esto, se determinó á dejar al tio é
irse por ese mundo á ser hombre. Envióle un día
con un real y un jarro por vino, comprólo, y
cuando volvía, encontróse con su hermanilla, y
díjole: «Toma este jarro y estos menudos, y llé-
valos á casa, porque voy á otro mandado.» Así,
en cuerpo, sin una blanca y sin un bocado de
pan, se partió de Villacastin; tan fiel y tan desin-
teresado fué desde que nació, que ni áun en esto
osó faltar ni llevarse aquellos pocos ochavos,
que fuera el primer y postrer dinero que hubiera
tenido en su vida, porque hasta el dia de hoy, no
ha tenido un real suyo, el que ha gastado tantos
millones: pasando por el campo de Azaluaro,
que está allí cer.ca, encontró con un arriero que
había descargado unas bestias que llevaba para
que paciesen un rato; llamóle que le ayudase á
cargarlas, dióle en pago un pedazo de pan y de
beber, que llevaba ya harta necesidad, y tiró su
camino; llegó aquella noche (creo me dijo á N a -
valperal, sacándole yo á pedazos este discurso,
sin que entendiese el fin, algunos años há); en-
contróse en el mesón con un lacayo de un caba-
llero que iba á Toledo con unas cartas; dióle de
cenar aquella noche, y en la mañana se partie-
ron juntos, y caminaron de manera que aquella
noche, aunque tarde, llegaron á Toledo, y dur-
mieron debajo de unas mesas de aquellas vende-
doras de Zocodover; á la mañana, en amane-
ciendo, ya le tenia Dios buscado un amo: pasó
por allí un hombre honrado, y como vió'al mo-
543
zuelo allí echado, le llamó, y preguntado qué ha-
cía allí y si tenia amo, sabido que no y que venia
á buscar su vida, como van otros muchos de
aquella manera, se lo llevó, concertados que le
enseñarla un oficio de asentar ladrillos y azule-
jos, que era maestro de aquello. Estuvo en casa
de este, hombx-e algunos años, que le fué padre y
maestro, le dió de comer y de vestir; era á esta
sazón de 16 á 17 años, y bien se ve, pues llegó
de Navalperal á Toledo en un dia y á pié. L o s
dias de fiesta se estaba recogido en casa; procu-
raba haber á las manos los papeles de las trazas
de su maestro, de suerte que ni nunca supo qué
cosa era jugar, ni otras travesuras, liviandades 5^
áun suciedades de mozos; ni tuvo un real en su
poder, ni le buscó, ni se le dió nada. Estaba ya
nuestro Antón (así quiere él que se le llame)
buen oficial en todo, y su maestro se holgaba en
verle tan aprovechado; y aunque veia que le to-
maba las trazas, callaba, no le decia nada, aun-
que una vez me dijo que se las habia escondido.
Su maestro tenia unos hijos que casaron y apar-
taron, casa; el uno de ellos, que le amaba más
tiernamente, le rogó que se fuese con él, porque
aunque su padre recibiese algún enojo, luego se
aplacarla.
Estuvo con este su compañero, que ya no le
tenían por mozo, sino como á hermano, algunos
años, sin hacer iguala ni pedir una blanca, ni
tener más que la comida y vestido que le daban,
aunque era muy largo oficial. Como se vió ya tan
544
hombre, que tenia de 27 á 28 años, parecióle era
tiempo de tomar estado; como fué siempre puro
y honestísimo, no se aficionó á casarse, parecióle
sería bien retirarse en una religión y servir allí á.
Dios en lo que le mandasen. Habia trabajado
con su amo en diversos monasterios de aquella
ciudad, y particularmente en San Francisco y en
la Sisla; fué á San Francisco á pedir el hábito y
no se lo dieron, diciendo que tenian muchos
frailes; fué luego á nuestra casa de la Sisla, ha-
bló con un fraile que le conocía, descubrióle su
intento, y respondióle que le recibirían de buena
gana; tornóse con esta respuesta á su compañero^
y por no dejarle así, sin decirle nada, fingió que
le habían escrito de su tierra que habia necesi-
dad fuese allá; pidióle que le diese algún dinero
para el camino. Habíasele muerto aquellos días
la mujer á su amigo, y respondióle: «Antón, yo
os prometo que no tengo dineros, porque en el
entierro y otros embarazos lo he gastado, mas
veis aquí las joyas que dejó la malograda, empe-
ñadlas vos por lo que quisiéreis, y llevad lo que
os pareciese.» Respondió nuestro Antón: «nunca
Dios quiera haga yo eso; tantos años há que es-
tamos en compañía y nunca os he sido molesto,,
y ahora ¿habia de empeñar las joyas que tanto
queréis? dadme lo que tuviereis en la bolsa, que
eso bastará para mi jornada.» Sacó la bolsa y
vacióla en una mesa, partió el mismo Antón el
dinero, tomando un real para sí, y otro para su
compañero y de esta manera los demás, y dijo:
545
«esto me basta, queda con Dios, que no puedo
excusar este camino.» Fuese al monasterio y
diéronle luego el hábito. Preguntéle para qué que-
na aquel dinero, pues se iba á meter fraile; res-
pondióme que por no ir así tan desnudo y de^
vergüenza porque no dijesen no llevaba blanca.
Con este caudal de una vida tan inculpable, sen-
cilla y santa, entró nuestro fray Antón en la O r -
den de San Jerónimo el año 1539, cerca de la
fiesta de Nuestra Señora de Marzo, siendo Gene-
ral el padre fray Pedro de la Vega. Aquella mis-
ma rectitud y limpieza debida, ha guardado hasta
el año de 1602; de suerte que, el mes de Marzo
pasado cumplió 63 de hábito, y 27 que tenia cuan-
do entró, son 90. Diéronle el hábito no para her-
mano lego, sino para corista, que ya he dicho
qué estado era. Ydíjome que habia escogido esto
por si acaso algún Prior no le ocupase en ofi-
cios, pudiese servir de algo estando cantando en
el coro, porque aborreció siempre la ociosidad.
H a caminado con tino este siervo de Dios por
una senda muy segura; nunca ha tenido extre-
mos ni altibajos; lo mismo que le enseñaron el
primer dia, eso ha guardado siempre; en lo esen-
cial ninguno he visto en mi vida que le aventaje;
pobre como el más pequeño novicio en la hones-
tidad y castidad, estoy por decir que ha tenido
demasiado rigor, si rigor ó demasía puede haber
en conservar tan celestial pureza. Creo por el
discurso de su vida, que es virgen en el alma y
cuerpo (no se lo he osado preguntar ni áun por
35
54^
rodeos, que no es pregunta que se sufre en hom-
bres recatados y santos); obediente como un cor-
dero, y todo esto sin melindre ni ostentación. No
le ha visto hombre hasta hoy, teniendo salud,
comer ni beber fuera de las horas de la comuni-
dad, aunque ha andado tanto al sol, al frió, al
aire, al agua y con tantas incomodidades y des-
templanzas de tiempo, como aquí ha padecido en
cuarenta años. Ha sido también una cosa rara y
digna que se advierta, que en todo el tiempo que
trajo entre sus manos, y como si dijésemos sobre
sus hombros, tan grande máquina, y que como
veremos, se ordenaba todo por su cabeza y col-
gaba de él -la ejecución de tantas cosas, jamas
(alguna vez por milagro) faltó á la mesa primera
á comer y á cenar; y cuando alguna vez iba tar-
de porque la multitud de cosas que concurrían,
no le dejaban hacer otra cosa, ó porque el Rey le
detenia, iba á cenar á la enfermería, y con tanta
vergüenza pedia unos huevos, como si fuera no-
vicio; si veia que el enfermero estaba ocupado ó
que le habia de embarazar en algo, se iba á su
celda y se acostaba sin cenar, y en verdad que la
traia bien merecida. Toda su vida se ha levanta-
do á la misa de alba, que aquí se dice todo el
año con estrellas, y áun después de dicha se ven
hartas; va á la sacristía y se pone sobrepelliz co-
mo un novicio, y está allí aguardando á quien
ayudar á misa; de suerte que todo el tiempo que
duró la obra, cuando venian á tañer la campani-
lla para los oficiales, y a habia ayudado por lo
v 547
ménos una misa, 3'- "muchas veces dos ó tres, y de
allí se iba al coro, y ahora nonagenario hace lo
mismo. Tampoco ha ido á las recreaciones y
granjas que se acostumbran en esta religión, para
aliviar algo de peso, dos veces en el año, en cua-
renta años aquí, no ha ido ninguna de asiento, si
ios Priores no le han llevado; acaso alguna vez
para ver algo y no sé si ha dormido en ella; po-
cos de estos encapotados y ceremoniáticos he
visto que hayan dado en esta ceremonia.
Dicho hemos su vida en cuanto hombre, y
•que merece este nombre, y en cuanto religioso
de San Jerónimo, aunque con la brevedad que
hemos podido. Diré ahora su vida en cuanto
obrero, y á vueltas las circunstancias que se han
seguido tras el oficio. También ha sido obrero
desde que tomó el hábito, y nunca se desdeñó del
oficio; en su casa primera de la Sisla, hizo mu-
chas obras que le mandaron y eran forzosas. E n
<il Monasterio de nuestras religiosas de San P a -
blo, hizo también muchas obras y de gran impor-
tancia, y cuando acabó, aunque duraron años, no
dejó allí ninguna de estas que llaman devotas, ni
devociones, ni quien le escribiese billetes, que
también son pocos los que se escapan de este la-
zo cuando es mucho el curso. Después de esto se
le llevaron á hacer aquel aposento del gran E m -
perador Cárlos V, en el Monasterio de Yuste, de
que ya hicimos memoria: vuelto á su casa, tan
humilde y tan pobre como se fué, allí le cargaban
de mil oficios; díjome que habia sido quince años
548
liornero y que sabia bien heñir, y junto con esto^.
hacía la portería y otras haciendas, sin rehusar
punto de la carga que le ponia la obediencia. De
allí le llevaron á un Monasterio nuestro, que se
llama la Luz, é hizo otras cien obras de sus ma-
nos. Finalmente, le trajeron aquí, pai^a don de pa-
rece le habia Dios guardado y traído para todos-
estos pasos. Con tantísima gente como ha habido
en esta fábrica, de tantas naciones y tantos car-
gos, todos colgaban de un solo obrero, fray A n -
tonio; todos acudían á él, á todos los entendía,
componía, acertaba y despachaba, y lo que pone-
espanto, contentaba y satisfacía, y hasta el día
de hoy se atravesó ni tuvo palabras cón nadie,
ni nadie con él, ni se le descomedia hombre; y
las diferencias y pleitos que entre ellos nacían,„
que eran muchas, por encontrarse en mil cosas,
que no podía ser ménos, al punto las atajaba,
deshacía, concertaba con grandísima brevedad y
facilidad, y áun con equidad y justicia, y cosas
no de pequeño ínteres y diferencia. Muchas ve-
ces me iba á su celdilla, que era el tribunal de su
audiencia, y veía despachar una infinidad de ne-
gocios y pleitos bien graves; admiraba la obe-
diencia y el respeto que tantos hombres, tan l i -
bres, tan ariscados y enojados unos con otros, te-
nían á un fraile, que al fin ni era letrado, ni sa-
cerdote, y cuán rematado y en paz quedaba todo,
y qué contentos volvían unos y otros. También
era muy de ver, las respuestas que daba á las du-
das y preguntas de todos cuantos allí venían; co-
549
mo si estuviese presente, como si él fuera el traza-
dor ó el que lo iba ejecutando, respondía con su-
ma resolución: haced esto, dejareis eso, quitareis
aquello ó añadiréis lo otro; yo me quedaba mil
veces admirado con qué seguridad y con qué pres-
teza estaba en ello y al cabo de ello. Y lo propio
sucedia con las cosas menudas; al dorador le da-
ba el oro, al pintor los colores, y conocía sus fine-
zas y diferencias, al que pintaba al óleo, unas; al
del fresco, otras; al iluminador, otras: los pin-
celes, el algodón, las salseras, todo lo tenia tan
prevenido y tan á punto, que ninguna cosa se es-
torbaba con la otra, ni por falta de ésta, paraba
aquella. Estuvo muchos dias en esta obra des-
pués de venido; que nunca habló con el Rey; si
le veia por Una parte, echaba él por otra. E l Rey
tenia gana de hablarle por las buenas nuevas que
le daban de su juicio, y cuanto más veia que el
fraile huia las ocasiones, tanto le estimaba en
más y le crecía la gana, porque en aquello se le
echaba de ver el buen seso: al fin, un dia le vió
el Rey encima de un paredón comenzado que
no tenia salida, donde no se le podia ir, y allí le
habló la primera vez; preguntóle algunas cosas
de la fábrica, respondióle con prudencia, y en la
plática le dió algunos avisos de cosas que tenia
advertidas, para que S. M. las mandase reme-
diar; contentáronle al Rey, vió que tenia ra-
zón y mandó que se hiciese como fray Antonio
decia. Desde esta vez, le mandó llamar á menu-
do y oia sus pareceres, y vino á estimarle en tan-
55o
•to, que ninguna cosa quiso hiciese el arquitecto-
Juan de Herrera, que no la comunicase con fray
Antonio primero, y si no le contentaba, tampoco
le asentaba al Rey. Estaban una vez el Rey y su
obrero fray Antonio tratando del discurso de la
fábrica y de cosas muy adelante; dijo S. M. con
algún sentimiento: «cómo hablamos, fray Anto-
nio, de esto, como silo hubiésemos de ver.» Res-
pondióle con un ánimo grande y con un espíritu
como profético, diciendo: «¿cómo no, señor? Por
el hábito que tengo, si no estuviese muy cierto
que V . M. lo ha de ver acabado y lograrlo mu-
chos años, que no pusiese un ladrillo más;» y es
sin duda que le animaron al prudente Monarca
estas pabras; ello, á lo ménos, sucedió así, y no
dijo cosa este fraile, que no le saliese verdadera.
Como veian los caballeros que el Rey hacía
tanto caso de fray Antón, y hallaban en él tanto
valor y tanto mareo, quisieron regalarle y ser-
virle en algo: enviábanle algunas cosas del Estado
ó de la mesa del Rey; jamás recibió ninguna; de-
cia que se las llevasen al Prior, que él no recibía
nada. Estando en la celdilla donde despachaba
1 os negocios, le envió uno de los mayordomos un
gran regalo (como ellos llaman), de cosas de co-
mer, en unas fuentes de plata: dijo al que las
traia que se las volviese, porque él no las habia
de recibir; el paje porfió que no las osarla volver,
que las dejarla allí. «Haced, señor (dijo fray A n -
tonio), lo que quisiéreis.» Dejólo todo allí y fué-
se. Volvió de allí á no sé cuánto por las fuentes,.
551
y preguntando por ellas, le dijo: «Mirad do las
pusisteis, que ahí están.» Hallólas de la manera
que las habia dejado, y lo que tenian dentro ya
pasado y corrompido; llevóselo harto maravilla-
do de la entereza del fraile, que aún no habia
mirado lo que tenian dentro: con estos despega-
mientos ó sacudimientos, los despidió á todos y
los escarmentó para que no enviasen estos recau-
dos ó regalos, que si se reciben, no hacen todas
las veces buen provecho. H a sido maravilla y co-
mo milagro haberse sustentado este siervo de
Dios tanto tiempo entero, y que no haya peligra-
do en medio de tantas desgracias y muertes co-
mo en esta fábrica han sucedido, accidente ordi-
nario en las obras grandes, y en respecto de las
que en otras menores suceden, han sido pocas;
aunque ha habido hartas, parece que nuestro Se-
ñor le ha guardado, porque él jamás tuvo miedo
ni recatos demasiados, más de aquellos que una
ordinaria prudencia pone, confiado en Nuestro
Señor y en que sólo trabajaba por la obediencia,
porque es .imposible prevenirlo todo. Dió una
caida de un andamio abajo, que fué como mila-
gro no morir; hirióse bien, y Dios le sanó presto;
otra vez le dió un ladrillo en la cabeza y le hizo
una mala herida; también sanó luego: en estos
desastres y en otros estaba con tanta entereza é
igualdad de ánimo, como si no pasara por él. E s -
tando deshaciendo los andamies y cimbras de la
iglesia, y tanta cosa de grúas y agujas, que eran
poco ménos de ver tan extrañas y fuertes traba-
552
zones como ahora la misma iglesia; estando,
pues, deshaciendo esto, pasaba una mañana á la
celdilla de la obra, donde despachaba y daba re-
cado á la gente; atravesaba por la iglesia; vino
en un paso estrecho á encontrarse con una mu-
jer vieja; dicen era una santa; iba á la iglesia pe-
queña á oir misa, que no salia de casa para otra
cosa; detúvose fray Antonio con intento de de-
jarla pasar, porque no cabian entrambos; como
la buena mujer iba tan despacio, parecióle que si
la aguardaba que pasase tardaría mucho, y la
gente le aguardaba; acordó pasar primero, alar-
gó el paso y adelantóse; atravesó antes que ella,
luego pasó la mujer, y en llegando al medio de
aquel estrecho, cayó una viga de lo alto y mató-
la; la mujercita, que iba en buenos pasos, y tales
hablan sido los de su vida, se fué al cielo á oir
la misa y ver la cara de Dios. Vínole á nuestro
fray Antón un corrimiento á la mano, y poco á
poco en ella y en el brazo, se le hizo una gangre-
na ó apostema malísima; algunos decian que era
estiomeno, que si el vocablo es italiano, es lo mis-
mo que decir: esto tengo ménos, porque en la
parte que da, el mejor remedio es cortarla y h a -
berla ménos. Iba el negocio tan malo, que casi
todos dimos por acabado nuestro fray Antón, y
el menor daño que se esperaba era cortarle el
brazo. Estaban aquí dos cirujanos enviados de
S. M. para que le curasen, y ponían poco re-
medio en el mal, porque se iba apoderando de
todo el brazo, aunque le habian abierto y corta-
553
do mucha carne de él: cuando estábamos más
desesperados de su salud, y que le llorábamos to-
dos, religiosos y seglares, me llegué á él y le dije
•el peligro en que estaba, y respondióme que bien
lo veia; proseguí: «Pues lo ve, avíseme si tiene
alguna cosa que le dé cuidado, así en sus cosas,
como en las de la fábrica, pues sabe el amor que
le he tenido y que me lo puede fiar.» Esto hice,
no sólo por lo mucho que le queria, sino también
porque me lo mandaron que lo hiciese; respon-
dióme con aquella entereza y seguridad que
siempre tuvo, que me agradecía mucho el aviso
y cuidado; mas que, por merced del Señor, ni en
sí misma, ni en las cosas de la fábrica, tenia co-
sa particular que advertir ni que decir, ni que le
diese pena; que en lo que tocaba á la fábrica,
todo estaba muy claro; ni habia hoyos, ni em-
barazos, ni tenia cosa de duda, y él estaba tan
limpio de ella, como el primer dia que la comenzó.
Tenia tan buen tanteo y juicio en todo, que no
daba blanca que no supiese cómo y en qué esta-
do traia el maestro, ó estajero, ú oficial, la obra,
para no darle mucho dinero adelantado, y si mu-
riese ó faltase, quedase el Rey y la fábrica con
pérdida; quien viera sus libros se reiria mucho
de ellos; ¡así fueran todos los de la hacienda del
Rey, de tal claridad y limpieza! aunque no tuvie-
ran mejor aliño y letra, que por lo ménos fueran
de buena tinta. Estando una noche solo y bien
dispuesto, harto afligido con los dolores de su
mano y brazo, acuchillado y cancerado, 3' tan sin
554
remedio como hemos dicho, sintió que llegó á él
no sabe quién, y con dos manos le comenzó des-
de el hombro á palpar el brazo y apretársele^
yendo bajando hasta un poco más abajo del
codo, donde estaba lo más peligroso. Como aun-
que le apretaba no sentía dolor, callaba y no dijo
nada, y en llegando que llegaron allí con las ma-
nos le dejaron y se fueron; que ni él, ni quien ha-
cía aquello hablaron palabra. Desde aquel punto,
cesó de crecer la gangrena que iba cundiendo,
mitigósele la calentura y sintióse más aliviado y
con evidente mejoría; lo que estaba ya podrido
sanó con mucha facilidad echándole un poco, de
aceite ó quinta esencia de la caparrosa ó vitriolo,
y quedó muy sano del brazo y de la mano, que
sin duda fué la cura milagrosa; los cirujanos se
alababan de ella, como quien habia triunfado de
un enemigo tan fuerte y por ser elsugeto que era.
E l siervo de Dios callaba, y como es tan pruden-
te y modesto, no lo dijo á nadie; de allí á ocho
dias, cuando ya casi estaba bueno, me llamó en
secreto, y con lágrimas de sus ojos me contó el
caso como lo he referido, y otras veces, después
acá que se lo he tornado yo á preguntar, me lo ha
dicho de la misma manera y con no ménos lágri-
mas, haciendo á Nuestro Señor muchas gracias
por tanta merced; y teniendo en sí, por cierto, que
el glorioso mártir San Lorenzo le habia tocado y
palpado el brazo, porque desde aquel instante se
le asentó en el corazón era él, el que le habia cu-
rado. Quien conociera la entereza y verdad de
555
este siervo de Dios, tendrá esto por cosa de nin-
guna duda, afirmándome muchas veces que esta-
ba tan despierto como al punto que lo contaba,
porque los dolores intensos no le dejaban dor-
mir, y desde entonces reposó y durmió con buen
sosiego. Rogóme que lo guardase en secreto, así
lo he hecho hasta ahora. Acabada toda esta fá-
brica quiso Nuestro Señor visitarle con otro to-
que de merecimiento, y para que con la pacien-
cia purgue alguna escoria, que siempre viviendo
se pega de este mal que con nosotros traemos,
fuerónsele haciendo unas cataratas que casi de
todo punto le dejaron ciego. Abatiéronle la del
ojo derecho, que pareciala más cuajada, erráron-
le la cura y padeció mucho trabajo en ella con
harta paciencia, y al fin, corrompido el ojo, se le
va secando y consumiendo. Después le abatieron
la otra y se acertó algo más, aunque es poco lo
que ve. T a l cual está, hace todo lo que debe á
buen fraile, y tiene tanto cuidado en acudir al
coro todos los dias, como si ahora comenzase á ser
fraile, aunque la vejez es tanta, que por más que
se esfuerza le derriba; va á la sacristía, pónese su
sobrepelliz á tientas y como puede, y ayuda á
misa como un novicio; el mayor dolor que siente
en la falta de sus ojos es no poder hacer esto
también como quisiera, y estarse allí todo el dia
haciendo este santo misterio. E n este estado le
tenemos hoy, dia de San Mateo, el año de 1602,
que es gran consuelo tener tal ejemplo á los
ojos.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
El propietario de esta oíra, se reserva todos
los derechos que la ley le concede sobre propiedad
intelectual.
INDICE.

LIBRO PRIMERO.
Páginas,

AL LECTOR 7
APROBACIÓN 9
TASA. . . . . . . . 10
DISCURSO I . — E l principio, los motivos y fines que el Rey
Don Felipe tuvo para edificar el Monasterio de San Lorenzo
y entregarlo á la Orden de San Jerónimo ir
DISCURSO II.—Vuelve el Rey Don Felipe, de Flandes á Espa-
ña: escoge sitio para el Monasterio: dícense sus cualidades:
propónese á la Órden la aceptación del Monasterio. . . . 23.-
DISCURSO III.—Comiénzase á fundar la casa de San Lorenzo
el Real: vienen los primeros religiosos fundadores y otros
ministros y oficiales: asiéntanse las dos primeras piedras de
la casa y de la iglesia 36
DISCURSO IV.—Prosigúese la fábrica de San Lorenzo el Real
en lo espiritual y temporal: los primeros claustros que en
ella se levantaron, y los religiosos que fueron viniendo á su
fundación, y otros particulares dignos de advertirse. . . . 48
DISCURSO V.—Anéjase la Abadía de Parraces y otros benefi-
cios: pide el Rey al Capítulo general algunas cosas: reciben-
se las primeras reliquias: profesan algunos religiosos de la
Órden: bendícese la capilla del Escorial, y otros sucesos. . 60
DISCURSO VI.—Renuncia el Priorato el Padre fray Juan del
Colmenar: sucede el tercer Prior fray Hernando, de Ciudad-
Real. Pásanse á vivir al propio convento de San Lorenzo:
bendícese la iglesia de prestado, con otros particulares de
esta fundación 71
DISCURSO V I I . — L a traslación que se hizo de los cuerpos del
Emperador Cárlos V y de la Emperatriz y Reina Doña Jua-
na y Princesa Doña María, y de las Reinas de Francia y
Hungría y otras personas Reales 82
558
Páginas.

DISCURSO VIII.—Renuncia y muerte del tercer Prior de San


Lorenzo y elección del cuarto. Comenzóse á levantar la
iglesia principal: la fiesta que hicieron los estajeros y labo-
rantes. Pásase el colegio de Parraces aquí, y el asiento que
allí quedó, y otras cosas 8g
DISCURSO IX.—Comiénzase la fábrica de la iglesia: declárase
el modo que se tuvo en edificarla, que fué extraordinario,
con otros varios sucesos de este a ñ o IOI
DISCURSO X.—Crece la fábrica de San Lorenzo el Real: amo-
tínanse los oficiales, y lo que el Rey y la Reina y personas
Reales hicieron aquí en el año 1577, con otros particulares. 110
DISCURSO XI.—Descripción del modo con que se iba prosi-
guiendo la fábrica de la iglesia y otras piezas y partes de la
casa, con las cosas que aquí sucedieron al Rey en el año
de 1578 124.
DISCURSO XII.—Prosigúese la fundación y fábrica de esta ca-
sa hasta el remate de la iglesia.—La elección y venida del
quinto Prior y lo que las personas Reales hicieron en este
convento. 135
DISCURSO X I I I . — L a prosecución de la fábrica en algunos par-
ticulares adoraos de ella, hasta la ú l t i m a piedra que se asen-
tó en todo el cuadro ó edificio principal, con los sucesos de
las p3rsonas Reales en esta casa 139
DISCURSO X I V . — E l remate de la fábrica de la casa, templo y
adornos de él y de l a sacristía, retablo y Custodia. Pásase el
Santísimo Sacramento á ella, con los sucesos de las perso-
nas Reales en este convento I47
DISCURSO XV.^—Las partes de la fábrica se van perfeccio-
nando y poniéndose adornos en lo que estaba hecho, hasta
que de todo punto se acaban de asentar convento y colegio,
y lo que á las personas Reales aquí sucedió el año de 1587.. 161
DISCURSO XVI.—Algunos particulares sucesos en la fundación
de este convento y en cosas de la fábrica y de las personas
Reales. L a muerte del quinto Prior y elección del sexto. . 167
DISCURSO X V I I . — C o n s a g r a c i ó n de la iglesia y altares de esta
de San Lorenzo el Real por el Nuncio de Su Santidad, en
presencia'del Rey DOn Felipe, su fundador 177
DISCURSO XVIII.—Prosigue "el acto de la consagración de la
iglesia y altares. Hace el Príncipe Don Felipe las partes'
de su padre, en la dotación de ella.. , 188
DISCURSO XIX.—Las cuatro cajas de reliquias que vinieron
559
Páginas.

á San Lorenzo, la solemne procesión con que se recibie-


ron, y la postrera venida que S. M . hizo á esta casa. . . 193
DISCURSO X X . — L a última enfermedad y feliz muerte del Rey
Don Felipe I I , fundador de este convento, con otros par-
ticulares que.tocan á su fundación. . . . .. . 208
DISCURSO XXI.—Prosigue el tránsito y muerte del Rey Don
Felipe I I , las preparaciones de su muerte, su entierro, el
codicilo último paralas cosas de esta casa. . . . . . 317
DISCURSO X X I I . — E l entierro y exequias del Rey Don Feli-
pe 11 en esta su casa y sepulcro. L o que le dejó mandado
para su, sustento en su último codicilo 336

LIBRO SEGUNDO.

DISCURSO I.—Las cuatro fachadas principales de fuera de


este edificio.. . . * 251
DISCURSO I I . — L o que se ve en entrando por la puerta princi-
pal del pórtico, el patio ó átrio que está delante de la igle-
sia, la fachada de ella y torres de los lados, con el v e s t í -
bula. . ; .-. . . . 264:
DISCURSO IIT.—Los cuatro patios 6 claustros pequeños del
convento, con las piezas más notables que hay en ellos. . 380
DISCURSO IV.—Descripción del claustro principal, en lo bajo
y alto de la escalera grande que sube del uno al otro. . . 394
DISCURSO V.—Prosigue la relación de las pinturas del claus-
tro principal en lo alto, la fuente de su jardin, y otras pie-
zas notables 3"5
DISCURSO VI.—Los capítulos, la celda alta y baja del Prior y
otras piezas del claustro grande dignas de advertencia. . . 328
DISCURSO V I L — L a fábrica y partes del colegio y seminario,
con lo que hay allí de consideración 343
DISCURSO V I I I . — L a casa y patio del Rey con lospatinejos de
dentro, cuadras y galerías, y el aposento privado de S. M . 359
DISCURSO I X . — L a librería de este convento con sus reparti-
mientos y adornos 370
DISCURSO X.—Prosigúese la traza y adornos de la librería
principal, con todas sus partes y piezas. . . . . . . . . 386
DISCURSO XI.—Las otras dos piezas de la librería de este con-
vento, sus adornos, y el orden de los libros, coa otros par-
ticulares 295
560
Páginas.

DISCURSO X I I . — L a fábrica y ornato de la iglesia principal de


este Monasterio 409
DISCURSO X I I I . — E l coro principal y antecoros de este tem-
plo, sus adornos, sillas, órganos, pintura, libros de canto y
facistol 424-
DISCURSO X I V . — L a capilla mayor de este templo, retablo,
Custodia y sagrario, oratorios y entierros de los Reyes.. . 433
DISCURSO X V . — L a sacristía de este templo, sus piezas, pin-
turas, cajones, ornamentos y vasos santos 456-
DISCURSO X V I . — L o s relicarios de este templo, el número y
nombre de sus reliquias, y otros preciosos adornos. . . . 467
DISCURSO X V I I . — D e la grandeza y variedad de la pintura que
hay en esta casa, de que no se ha hecho memoria. . . . 477
DISCURSO XVIII.—Piezas ordinarias de esta casa, cantinas,
desvanes, algibes, fuentes, arcas de aguas y conductos. . . 49!
DISCURSO X I X . — L a fábrica de las casas de servicio que están
al derredor de este convento, oficios de la Casa Real, Com-
paña y botica del convento 503
DISCURSO X X . — L a viña y casa del Quejigal, San Saturnino,
Nuestra Señora de Parraces, Santo Tomé del Puerto, casas
de este convento 510
DISCURSO X X I . — E l dinero que se ha gastado en esta fábrica
desde los primeros maravedís que para ello se libraron, y las
tasaciones de las más principales casas de ella 521
DISCURSO X X I I . — L a s vidas de algunos religiosos de este con-
vento, y en particular l a de fray Antonio de Villacastin, el
obrero de toda esta fábrica 539

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