Delitos de La Administracion Publica

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DELITOS DE LA ADMINISTRACION PUBLICA

El fenómeno de la corrupción en el Perú

1.1 ESTADÍSTICAS Y MEDICIÓN DE LA CORRUPCIÓN EN EL PERÚ

1.1.1 Cuestiones previas

Resulta problemático determinar un método preciso para medir el grado de corrupción en el

Perú, su validación social y los ámbitos donde esta se desenvuelve. Para llevar a cabo una
óptima

medición se han utilizado distintos indicadores, como el de la percepción general o de los


grupos

focalizados sobre corrupción, la medición de la incidencia de las actividades de corrupción, el


uso

de estimaciones elaboradas por expertos sobre el nivel de corrupción existente y la utilización


de

indicadores objetivos acerca del fenómeno en cuestión.1

Instituciones internacionales como el Banco Mundial señalan que, recientemente, ha habido


una

especie de explosión en lo referente a las técnicas de medición de la corrupción. Estos nuevos

mecanismos se concentrarían en crear indicadores sobre la base de encuestas de expertos y en

medir, a través de encuestas aplicadas a empresas y a particulares, la magnitud de impacto de

las irregularidades en la administración pública. Dicha institución también destaca el


importante

papel que, en los últimos años, han cobrado este tipo de datos de acuerdo a lo que ellos
llaman

revolución en la tecnología de la información.

1.1.2 Los cuadros de percepción

En el Perú, organizaciones de la sociedad civil como Proética, han tenido un papel destacado
en

el impulso de la medición de la corrupción a través de la Encuesta Nacional sobre percepciones


de

la corrupción en el Perú, que se realiza cada dos años desde 2003.3

Desde sus inicios, esta encuesta sobre percepción arroja que la corrupción ha tenido un
constante

incremento como uno de los principales problemas del país. Así, en 2010, la corrupción se
erigía

como el principal problema del Perú4


. En el resultado de 20135

se aprecia que la corrupción, a

pesar de que ha sido desplazada por la delincuencia, ocupa el segundo lugar.

1 JIMÉNEZ MÉNDEZ, Claudia. Corrupción y crecimiento económico: Un análisis para México, a


nivel estados. En:http://

catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lec/jimenez_m_c/capitulo2.pdf , p.3.Consulta:
19/02/13. 2 El artículo completo puede revisarse en
http://www.bancomundial.org/temas/anticorrupcion/medir.htm con el

nombre de: La revolución de los datos: cómo medir la gobernabilidad y la corrupción.


Consulta: 20/02/13. 3 La última encuesta corresponde al año 2013. 4 Disponible en:
http://es.scribd.com/doc/46759836/Sexta-Encuesta-Nacional-sobre-Corrupcion-2010.
Consulta:

07/10/15. 5 Disponible en: http://www.proetica.org.pe/wp-content/uploads/2013/08/VIII-


Encuesta-20131.ppt. Consulta:

07/10/15.

12 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 13

Además, según la apreciación social, la corrupción de funcionarios y autoridades es el principal

problema que enfrenta el Estado y que impide lograr el desarrollo del país.

Fuente: PROÉTICA. VIII Encuesta Nacional sobre la percepción de la Corrupción en el Perú


(2013).

Fuente: VIII Encuesta Nacional sobre la percepción de la Corrupción en el Perú (2013)6

6 La encuesta completa se puede revisar en: http://www.proetica.org.pe/wp-


content/uploads/2013/08/VIIIEncuesta-20131.ppt. Consulta: 07/10/15.

¿Cuáles son los tres principales problemas del país en la actualidad?

(Con tarjeta)

- Medición comparativa -

* Principales menciones

Base: 1202 entrevistados

Porcentaje signicativamente menor / mayor al año pasado

% 2002

Delincuencia Corrupción Consumo de drogas Desempleo Pobreza

63 61

41
47

36 312725

2003 2004 2006 2008 2010 2012 2013

44 47 51

30

37

292526

40

30

36

1620 161312

29 31

39

61

46

757073

2726

35

4851

6061

51

Finalmente, en los resultados de la encuesta, las instituciones “más corruptas” para la


población

son el Congreso de la República, la Policía Nacional del Perú y el Poder Judicial; justamente

aquellas instituciones llamadas a tutelar las afectaciones de nuestros derechos producidas,


entre

otros, por actos de corrupción.

¿Cuál le parece el principal problema que enfrenta el Estado y que le impide lograr

el desarrollo del país?

(Con tarjeta)

- Medición comparativa -

* Principales menciones
Base: 1202 entrevistados

Porcentaje signicativamente menor / mayor al año pasado

% 2006 2008 2010 2012 2013

La corrupción de

funcionarios y

autoridades

Falta de eciencia

de los funcionarios

y autoridades

Problemas de

coordinación entre

las instituciones

Falta de recursos

económicos

Falta de interés en

los ciudadanos

58

51 55 56

49

22

27 22 25 26

10 5 5 5 5 7 7 10 9 6 9 6 6 5 6

No obstante, es necesario señalar que las encuestas de percepción de la corrupción, por su

propia naturaleza, no informan sobre niveles precisos o reales de este fenómeno. Sin embargo,

arrojan indicios sobre su situación, su tendencia, sus ámbitos posiblemente más problemáticos

y su nivel de tolerancia.

Cabe señalar, también, que las estadísticas y los resultados obtenidos por las organizaciones

de la sociedad civil mencionadas coinciden y se complementan con aquello vertido por las

mediciones realizadas por las instituciones internacionales. Estos estudios se hacen de manera

más focalizada y contrastando la situación de otros países de la región. Es así como, sobre la
base
de los resultados de una encuesta llevada a cabo en 20107

por Transparency International, se

puede señalar que la población peruana tiene una persistente sensación de aumento
progresivo

del clima de corrupción en el país. En esta, el 79% de los encuestados señaló que percibía un

aumento en los casos de corrupción acaecidos dentro del territorio nacional en los últimos tres

años. Con este resultado, el Perú se ubicaba en dicho momento, en segundo lugar dentro de
los

países latinoamericanos encuestados en la percepción de incremento de la corrupción.

7 La encuesta completa se puede revisar en:


http://idehpucp.pucp.edu.pe/anticorrupcion/barometro-global/ Consulta:

07/04/13.

Fuente: VIII Encuesta Nacional sobre la percepción de la Corrupción en el Perú (2013).

¿Cuáles son las instituciones más corruptas de nuestro país?

(Con tarjeta)

- Medición comparativa -

* Principales menciones

Base: 1202 entrevistados Porcentaje signicativamente menor / mayor al año pasado

2012 Lima

Congreso de la República

Policía Nacional

Poder Judicial

Municipalidades

Gobiernos regionales

Partidos políticos

Fiscalía de la Nación

Gobierno central

Fuerzas Armadas

Empresas privadas

55

53
49

27

24

22

13

11

10

Interior

56

44

31

31

22

12

13

10

48

47

56

24

20

27

16

52

55

55
23

16

22

14

10

10

58

14 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 15

De igual manera, dicha medición también permitió observar que el Perú es uno de los países
con

mayor desaprobación en referencia a la percepción de la efectividad del gobierno para luchar

contra el fenómeno de la corrupción. Finalmente, la encuesta señala que el Perú percibiría al

Poder Judicial como la institución más corrupta en contraste con los otros países
latinoamericanos

objeto de la medición.

¿Cómo cree que ha evolucionado el nivel de corrupción en éste país en

los últimos tres años?

PAÍS DISMINUYO SE MANTUVO IGUAL AUMENTÓ

CUADRO 1

Venezuela

Perú

México

Brasil

Argentina

Colombia

Chile

El Salvador

Bolivia

7%

9%
7%

9%

8%

20%

9%

18%

20%

7%

12%

18%

27%

30%

24%

39%

34%

34%

86%

79%

75%

64%

62%

56%

53%

48%

46%

Fuente: Barómetro Global de la Corrupción 2010.

¿Cómo valora las acciones del gobierno en su lucha contra la corrupción?

PAÍS INEFICAZ NINGUNO EFICAZ

CUADRO 2

Perú

Argentina
Venezuela

Brasil

México

Colombia

Chile

El Salvador

Bolivia

85%

77%

65%

54%

52%

46%

33%

32%

27%

8%

11%

28%

17%

26%

20%

28%

53%

26%

8%

12%

7%

29%

22%

35%
38%

15%

49%

Fuente: Barómetro Global de la Corrupción 2010.

En el Perú una importante medición de las investigaciones o judicialización de los casos de

corrupción la realiza el Poder Ejecutivo a través de la Procuraduría Pública Especializada en


Delitos

de Corrupción (Procuraduría Anticorrupción) y su reciente Observatorio Nacional


Anticorrupción

del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Mediante el trabajo de esta instancia se ha

logrado sistematizar la siguiente información:8

• Registro de deudores de reparaciones civiles por delitos de corrupción en agravio del

Estado

• Registro de prófugos por delitos de corrupción.

• Funcionarios procesados y sentenciados en contra de la administración pública.

• Número de casos en giro de la Procuraduría.

• Identificación de los delitos de mayor incidencia.

A mediados del año 2013, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos publicó el primer
informe

de gestión de la Procuraduría Anticorrupción: La procuraduría anticorrupción en perspectiva

crítica: Reparaciones civiles / investigación / sistema de información9

que incluye datos importantes

logrados por la institución como la distribución de las instituciones más afectadas por
problemas

de corrupción y el porcentaje de sentencias emitidas entre 2010 y 2011.

8 Se puede acceder a las bases de datos en:


http://pisaq.minjus.gob.pe:8080/sisca_web/Login2Action Consulta:

21/02/13. 9 MUJICA, Jaris, Víctor QUINTEROS, Rafael CASTILLO, y Carlos CHÁVEZ. La


procuraduría anticorrupción en perspectiva

crítica: Reparaciones civiles / investigación / sistema de información. En:


http://www.minjus.gob.pe/wp-content/

uploads/2012/06/anticorrupcion-Primer-Informe-situacional.pdf

Consulta: 07/10/15.

Fuente: Procuraduría Anticorrupción.


TIPOS DE INSTITUCIONES AFECTADAS POR ACTOS DE CORRUPCIÓN,

CASOS LITIGADOS POR LA PROCURADURÍA ANTICORRUPCIÓN

(NOVIEMBRE 2011 - MAYO 2012)

GRAFICO 1

Ministerios

Municipalidades Distritales

Policía Nacional del Perú

Instituciones Educativas

Poder Judicial

Instituciones Militares

Municipalidades Provinciales

Congreso de la República

Gobiernos Regionales

INPE

Otros

SUNAT

Municipalidad Metropolitana

Centros de Salud Públicos

de Lima

30,0

25,0

20,0

15,0

10,0

5,0

0,0

14,8% 13,6%

9,8%

6,6% 5,5%

1,7% 1,6% 1,5% 1,1% 1,1% 1,0% 0,8%

13,7%
27,0%

16 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 17

En referencia a la medición del número de denuncias por corrupción en el Perú, el Ministerio

Público, en su Anuario Estadístico de 2011, solo registra un total de 8,543 denuncias


ingresadas

por casos de corrupción de funcionarios,10 pero no ha sistematizado, estadísticamente, los


tipos

de delitos denunciados, o aquellas instituciones donde se han producido la mayor cantidad de

estas irregularidades. Según esta institución, en la actualidad existen más de 15,000 casos de

delitos contra la administración pública a nivel nacional conocidos por la Procuraduría.11


Dentro

del distrito judicial de Lima (sin tomar en cuenta Lima Norte ni Callao) estarían litigándose
2,000

de estos procesos. Aproximadamente el 31% de ellos son delitos por peculado, seguidos de los

procesos por delito de colusión con, casi, un 15%.

Por otro lado, la Policía Nacional del Perú (PNP) también está llevando a cabo esfuerzos en

relación a la identificación de los focos de corrupción dentro de su institución. En este sentido,


la

institución reconoce tres tipos de corrupción: 12

• Corrupción administrativa, vinculada al accionar de los funcionarios de la PNP o del

Ministerio del Interior (Mininter) con poder de decisión, encargados de la contratación y

adquisición de bienes y servicios.

PORCENTAJES DE SENTENCIAS DEFINITIVAS

(2010 - 2011)

GRAFICO 2

31% 58%

11% Sentencias denitivas

absolutorias

Sentencias denitivas con

Pena Privativa de Libertad

Suspendida

Sentencias denitivas con


Pena Privativa de Libertad

Efectiva

Fuente: Procuraduría Anticorrupción.

10 MONTOYA VIVANCO, Yvan. Informe de la lucha contra la corrupción en el Perú 2011-2012.


En: Avances y retrocesos en

el sistema penal anticorrupción: 2010-2012, p. 23. El texto completo se puede revisar en:
http://www.justiciaviva.org.

pe/webpanel/doc_int/doc06122012-133036.pdf . Consulta: 07/10/15. 11 MUJICA, Jaris, Víctor


QUINTEROS, Rafael CASTILLO y Carlos CHÁVEZ. “La procuraduría anticorrupción en perspectiva

crítica: Reparaciones civiles / investigación / sistema de información”, p. 7. Disponible en:


http://www.minjus.gob.pe/

wp-content/uploads/2012/06/anticorrupcion-Primer-Informe-situacional.pdf. Consulta:
21/02/13. 12 Policía Nacional del Perú. Plan de lucha contra la corrupción de la PNP 2012-
2016. Disponible en: https://es.scribd.com/

doc/283986830/Plan-de-Lucha-Contra-La-Corrupcion-PNP-2012-2016. Consulta: 07/10/15.

• Corrupción interna, relacionada con los procesos internos donde se cobran o reciben

comisiones ilegales, más conocidas como “coimas”, por realizar trámites dentro de la

institución.

• Corrupción “operativa-externa”, relacionada directamente con la ciudadanía a través del

contacto cotidiano entre policías y particulares.

1.2 MARCO TEÓRICO DE LA CORRUPCIÓN: PERSPECTIVAS DE ENFOQUE

La corrupción se presenta en nuestro contexto como un fenómeno complejo que necesita

ser analizado sobre la base de diversos enfoques con el fin de poder comprenderlo y, luego,

combatirlo. De esta manera, en primer lugar, es conveniente una aproximación al concepto

general de corrupción y, posteriormente, a los diversos enfoques que se pueden utilizar para

comprenderla en la realidad.

1.2.1 Concepto de corrupción

El inicio de todo diagnóstico exige delimitar los conceptos básicos a tratar. En este sentido,

resulta necesario precisar el concepto de corrupción. No obstante, definirla es una tarea que
ha

encontrado diversos obstáculos. En concreto, se han identificado tres grandes inconvenientes

que explican la dificultad de este objetivo:13

1. Existen muchos problemas relacionados con la corrupción (como el fraude y el abuso de

poder, entre otros) que son tratados de forma indistinta.


2. Existen diferencias importantes entre la corrupción reconocida por el ordenamiento

jurídico, los actos de corrupción calificados por la población y los actos de corrupción que

afectan intereses públicos y que no están reconocidos por el ordenamiento jurídico.

3. Existen diferencias entre las distintas sociedades en la utilización de la palabra corrupción.

A pesar de ello, los siguientes elementos esenciales precisan el concepto de corrupción


pública:

Antinormatividad: todo acto de corrupción transgrede normas penales,

administrativas y/o éticas.

Interés privado: todo acto corrupto busca obtener un beneficio privado, que no

siempre está relacionado directamente con el corrupto, por lo que puede ser para

una persona cercana al corruptor o para un tercero.

Abuso de una función: todo acto de corrupción implica el abuso de una función

asignada por el Estado, es decir, de una función pública.

13 GARDINER, John. (2005). Defining corruption. En: Arnold HEIDENHEIMER y Michael


JOHNSTON (Eds.).Political

corruption. Concepts & contexts. P.24. NJ: Transaction Publishers.

18 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 19

A partir de ello, es posible concluir, en un sentido amplio, que:

La corrupción es el abuso de un poder encomendado para obtener beneficios

particulares (económicos o no) que viola la norma en perjuicio de intereses

generales o del interés público.14

Se trata de una definición amplia que puede abarcar tanto la corrupción pública como la
privada.

El presente Manual abordará específicamente la corrupción desde la perspectiva de la


corrupción

pública. En ese sentido esta puede definirse como:

La corrupción es el abuso del poder público encargado (por elección, selección,

nombramiento o designación) para obtener beneficios particulares (económicos o no)

violando la norma en perjuicio del interes general o el interés público.

1.2.2 Los enfoques sobre la corrupción

La compleja naturaleza del fenómeno de la corrupión ha motivado que diversas disciplinas


científicas estudien y planteen diversas maneras de comprenderlo. En este sentido, y a modo
de

resumen, los enfoques más importantes sobre la corrupción son tres: 15

• El enfoque económico, que incluye tres objetivos:

En primer lugar, la medición de los niveles de corrupción en una sociedad determinada,

pero no tanto para planificar su erradicación sino para que los inversores privados

controlen la variable de riesgo que este fenómeno implica.

En segundo lugar, la determinación de las consecuencias económicas (perjuicio) de la

corrupción en una sociedad.

En la década de 1990, el Estado peruano sufrió aproximadamente una pérdida

patrimonial ascendente a US$ 14.087 millones de dólares americanos (cerca del

50% del presupuesto anual y 4.5% aproximadamente del PBI en ese periodo).

Con este monto podrían haberse pagado S/ 1,000 nuevos soles mensuales a

medio millón de jubilados durante siete años.16

14 Se trata de una definición tomada sustancialmente de la definición planteada por


Transparency Internacional. Ver al

respecto su pagina web institucional http://www.transparency.org/what-is-corruption/.


“Corruption is the abuse of

entrusted power for private gain. It can be classified as grand, petty and political, depending
on the amounts of money

lost and the sector where it occurs”. 15 MUJICA, Jaris. El poder en el Poder Judicial (y los
estudios sobre corrupción). En: Micropolíticas de la corrupción. Redes

de poder y corrupción en el Palacio de Justicia. Tesis para optar al título de magíster en


Ciencias Políticas. Lima: Pontificia

Universidad Católica del Perú, p. 21 y ss. 16 QUIROZ NORRIS, Alfonso. La República. De


recuperarse dinero robado en los 90, habría suficiente para programas

sociales. En: http://www.larepublica.pe/02-08-2011/de-recuperarse-dinero-robado-en-los-90-


habria-suficiente-paraprogramas-sociales. Consulta: 07/05/13.

Finalmente, plantea un modelo de entendimiento del contexto que facilita los actos concretos

de corrupción conocido como “agente y principal”. El más popular lo ha definido Klitgaard17 al

señalar que la corrupción puede ser explicada como una ecuación en donde, si un agente tiene

el monopolio (M) de las decisiones y actúa con altos niveles de discrecionalidad (D) o
autonomía

y sin rendición de cuentas (A), se posibilitan márgenes de desviación.


• El enfoque jurídico–institucional: esta perspectiva jurídica ha girado en torno a tres

ejes:18

El estudio de la corrupción desde las premisas legales para entrever las deficiencias del

sistema penal, el modo en que se deben plantear leyes para poder subsanar esos espacios

y el intento de explicar la corrupción desde las ambiciones personales de determinados

sujetos, reduciendo el fenómeno a un juego de intereses de individuos, a los que se debe

controlar con mecanismos punitivos.

• El enfoque cultural: ni el criterio racional asentado en las perspectivas económicas ni

los enfoques casuísticos donde se asienta el derecho permiten comprender las razones

de la extensión, profundidad y la tolerancia social de la corrupción en una sociedad

determinada. La perspectiva cultural, de manera complementaria, nos permite avanzar

en esa dimensión de la corrupción como fenómeno extendido en los distintos niveles de

la administración pública y de la sociedad civil.

La Guía anticorrupción, elaborada por Transparencia Internacional (1997), ha evidenciado


cuatro

condiciones culturales básicas que inciden sobre la extensión y la tolerancia de las prácticas

corruptas:

• La tolerancia social hacia el goce de privilegios privados que permite la prevalencia de

una moralidad del lucro privado sobre la ética cívica.

• Una cultura de la ilegalidad generalizada que determina la existencia de grupos sociales

que siente que la ley no cuenta para ellos.19

• El conflicto entre las formas de organización y de sistemas normativos tradicionales y las

normas que revelan el surgimiento de un orden social moderno.

• La escasa vigencia de la idea de nación y la ausencia de una solidaridad fundada en el

bienestar común.

17 KLITGAARD, Robert. (1992). Controlando la corrupción. La Paz: Fundación Hans Seidel.


Resalta su famosa fórmula

C= M + D – A, es decir, la corrupción (C) se ve favorecida con el monopolio (M) de la


discrecionalidad (D) menos la

transparencia (A) (en inglés: accountability). 18 MUJICA, Jaris. op. cit., pp. 28 y ss. 19 Sobre la
ausencia de respeto a la ley, en tanto canon legítimo de convivencia, y la cultura de la
complicidad silenciosa
de nuestra sociedad como factores que explican la extensión de la corrupción, ver:
PORTOCARRERO, Gonzalo. Una

sociedad de cómplices. En:

http://www.bnp.gob.pe/portalbnp/pdf/libros_y_artes/Librosyartes9_3.pdf

20 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 21

1.3 LA CORRUPCIÓN EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES Y COMO VIOLACIÓN

DE LOS DERECHOS HUMANOS

El tratamiento que se le ha dado a la corrupción desde los tratados internacionales se ha


decantado

por no preferir una definición específica de lo que esta significa. Ni la Convención de Naciones

Unidas contra la Corrupción,20 ni la Convención Interamericana contra la Corrupción,21 dan


una

definición cerrada de este fenómeno, sino que enumeran algunas conductas irregulares que se

deben entender como actos de corrupción y, por ende, ser pasibles de sanción. Ambos
tratados de

lucha contra la corrupción contienen disposiciones dirigidas a prevenir y sancionar la


corrupción,

así como disposiciones en materia procesal para la investigación eficiente de dichos actos.

Como ya ha sido señalado, la ocurrencia sistemática de actos de corrupción dentro de las

instituciones del Estado genera una sensación de total abandono y pérdida de confianza en los

ciudadanos. Hay que tener en cuenta, además, que la situación de la corrupción, de hecho,
impide

el acceso a la protección de las instituciones públicas o del sistema de administración de


justicia al

que entran otros ciudadanos dispuestos y en la capacidad económica de corromper


autoridades,

quienes son percibidos como, efectivamente, protegidos en sus derechos. Ello implicaría una

afectación al principio de igualdad, ya que si una persona corrompe a un funcionario público,

adquiriría un estatus privilegiado en relación al resto de individuos en su misma situación, por

tanto la corrupción resulta discriminatoria en su propósito y en sus efectos.22

No obstante, para poder aplicar el marco legal de los derechos humanos en relación a los actos

de corrupción es necesario distinguir entre:23

1. Los actos de corrupción que directamente violan un derecho humano.


2. Los actos de corrupción que conducen a la violación de un derecho humano pero que en

sí no violan un derecho.

3. Los actos de corrupción a partir de los cuales puede establecerse un vínculo causal con

una violación específica de derechos.

En conclusión, para determinar si un acto de corrupción en particular viola o no un derecho

humano los pasos a seguir serán:

1. Establecer el alcance y contenido de la obligación del derecho humano en cuestión.

2. Determinar la intensidad de la conexión entre el acto y el daño generado y si la afectación

se ha dado de manera directa o indirecta.

20 Disponible en:

http://www.idehpucp.pucp.edu.pe/images/documentos/anticorrupcion/normativa/convencio
n_onu_contra_la_

corrupcion_2003.pdf 21 Disponible en:

http://idehpucp.pucp.edu.pe/images/documentos/anticorrupcion/normativa/convencion_inte
ramericana_contra

la_corrupcion_1997.pdf 22 Consejo Internacional de Políticas de Derechos Humanos, op. cit,


p.28 y ss. 23 Ibídem.

3. Identificar a los autores del hecho para determinar responsabilidades y, consecuentemente,

obtener la reparación del daño originado.

Ahora bien, la corrupción no solo afecta a los denominados derechos civiles y políticos, sino

también a los económicos, sociales y culturales (DESC), como el derecho a una vivienda digna,

a la salud y el acceso a la educación. El Estado peruano, mediante el Decreto Ley N° 22129, ha

ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, reconociendo


que

estos se desprenden de la dignidad inherente a la persona humana y que, por tanto, se


hallarían

en el mismo nivel de reconocimiento que los derechos fundamentales.24 Asimismo, según


este

Pacto, los estados parte se comprometen a adoptar medidas sobre la base de los recursos de
los

que dispongan para lograr, progresivamente, la plena efectividad de los derechos reconocidos

en el acuerdo y plasmados en la norma fundamental. De este modo, si considerásemos la

corrupción como una afectación a la correcta asignación de los recursos públicos, favoreciendo
intereses privados y en detrimento de la concreción del bien común a través del
favorecimiento

de políticas públicas, llegaríamos al desvío irregular de caudales públicos que debieran ser

asignados a satisfacer necesidades de vivienda, educación y salud, algo que afectaría el sentido

programático de los DESC y su salvaguarda por parte del Estado.

Es importante anotar también que la corrupción afecta de manera particular a grupos en


situación

de vulnerabilidad o discriminación. De esta forma, “se retrocede en uno de los fines principales

de la democracia: la integración o inclusión social. Se perpetúa, por ejemplo, la pobreza”.25


Esta

realidad es contradictoria con los fines de un Estado social y democrático de Derecho como el

peruano, los cuales deben estar dirigidos y verse legitimados por responder a la satisfacción y

garantía integral de los derechos fundamentales.26

Sobre este punto, cabe mencionar que en el ámbito de la Unión Europea, la Carta de los

Derechos Fundamentales, en su artículo 41°, garantiza explícitamente el derecho fundamental

de toda persona a una “buena administración”, entendido como el derecho a ser oído, al
acceso

a la información y a la motivación de las decisiones, además de un derecho a la compensación

por el incumplimiento de las obligaciones públicas y un derecho a la correspondencia con la

administración. En España, algunos autores han señalado que la “buena administración”,


además

de ser un principio constitucional, es un derecho fundamental de la persona.27 Del mismo


modo,

en el ámbito nacional, nuestro Tribunal Constitucional señaló que la “buena administración” es


un

principio constitucional que se deduce del artículo 39° de la Constitución28, así como del
artículo

44° de la Carta fundamental. Puede afirmarse entonces que la lucha contra la corrupción es
una

consecuencia natural de un régimen democrático en el que se tiene como guía de actuación

el principio de buena administración y de buen gobierno en general, para todos los entes y

funcionarios públicos.29

24 http://www.tc.gob.pe/tratados/uni_ddhh/instru_alca_gene2/pidesc.pdf 25 NOVOA
CURICH, Yvana. (2015, junio). La lucha contra la corrupción: consecuencia de la democracia.
En: Boletín Mensual
Anticorrupción, N° 50. Disponible en: http://idehpucp.pucp.edu.pe/wp-
content/uploads/2012/07/Comentario-Yvana.

pdf 26 HABERLE, Peter. Recientes desarrollos sobre derechos fundamentales en Alemania. 27


Sindicatura de Greuges de Barcelona (2007). El derecho a una buena administración.
Barcelona, pp. 42-43. 28 Sentencia del Tribunal Constitucional N° 000017-2011-PI/TC de 03 de
mayo de 2012. Fundamentos 15° y 16°. 29 NOVOA CURICH, Yvana, op. cit. p. 20.

22 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 23

El principio de Buen Gobierno y la corrupción

El Buen Gobierno es un principio constitucional que busca ser una medida de

legitimidad de la actuación de la función pública, basada en la calidad de aquella

como servicio público orientado a satisfacer el bienestar general y los derechos

de la ciudadanía. En este orden, el Buen Gobierno implica una serie de deberes

y principios que los y las funcionarias públicas deben cumplir para afirmar que

respetan el bien jurídico “correcto funcionamiento de la administración pública”.

Dichos principios que se desprenden del Buen Gobierno son: a) corrección, b)

transparencia, c) rendición de cuentas, d) participación y e) eficacia30.

1.4 CLASES DE CORRUPCIÓN

Una vez descrito el concepto de corrupción y su relación con los derechos humanos, resulta

necesario identificar los tipos de corrupción para poder comprender la magnitud de esta

problemática. Podemos diferenciar las siguientes clases de corrupción: 31

• Por su naturaleza

Corrupción política: se puede observar en las altas esferas de decisión e involucran

a los funcionarios públicos que ejercen funciones de poder político (congresistas,

ministros, presidentes y otros).

Corrupción burocrática o administrativa: afecta los niveles intermedios y bajos de los

organismos públicos. En este sentido, ya no involucra funcionarios con capacidad de

decisión, sino funcionarios encargados de la ejecución de las normas y del trato con

los ciudadanos.

• Por su grado de desarrollo

Corrupción individual o directa: se produce cuando los actos de corrupción y sus

actores pueden ser identificados de forma clara. En otras palabras, el actor opera

directamente sin la intervención de una red de corrupción. El ejemplo más claro de


esto es la corrupción manifiesta en las “coimas” a los policías de tránsito.

Corrupción sistémica o institucionalizada: se caracteriza por estar generalizada y

se manifiesta en múltiples esferas a través de redes de corrupción. De esta manera,

es difícil determinar a todos los agentes que intervienen. Este tipo de corrupción

se propaga fácilmente y provoca la ausencia de valores, lo que vuelve confusa la

diferencia entre lo correcto e incorrecto.

30 CASTRO, Alberto. (2014). Legalidad, buenas prácticas administrativas y eficacia en el sector


público: un análisis desde la

perspectiva jurídica del buen gobierno. En: Buen Gobierno y Derechos Humanos. Nuevas
perspectivas en el derecho público

para fortalecer la legitimidad democrática de la administración pública en el Perú. Lima:


Facultad de Derecho PUCP. 31 Grupo Temático de Política Anticorrupción y Ética Judicial.
(2003). Informe de la comisión de magistrados para la

reestructuración del Poder Judicial. Lima. p. 26 y ss. Disponible en:

http://www.justiciaviva.org.pe/userfiles/INFORME%20FINAL.pdf

1.5 LA CORRUPCIÓN EN EL SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

Anteriormente, se han evidenciado las instituciones más afectadas por los actos de corrupción,

estando entre las tres primeras, la Policía Nacional del Perú, las instituciones educativas y el
Poder

Judicial. Tomando como punto de partida este dato, y teniendo como límite el objetivo de este

Manual, conviene aportar información breve sobre la situación de la corrupción en el sistema


de

administración de justicia.

El sistema de administración de justicia es un ámbito de la administración estatal expuesto a

prácticas de corrupción extendidas. Siguiendo la fórmula de Klitgaard:

C= M + D – A

Se puede señalar que el sistema de administración de justicia está caracterizado por ser un
ámbito

donde el monopolio del poder para administrar justicia, junto a la ausencia de transparencia
en

el ejercicio de su función,32 permite una considerable discrecionalidad de sus miembros, lo


que

provoca que la corrupción crezca casi sin control.33 De este modo, siguiendo
fundamentalmente
el Informe Final del Consejo Transitorio del Poder Judicial, de 2001, resulta importante
identificar

los principales actores y técnicas de corrupción en el ámbito jurisdiccional.

1.5.1 Actores de la corrupción

Los principales actores de la corrupción y su rol en la comisión de actos de corrupción en el

sistema de justicia son: 34

1. Los órganos de decisión política y ejecutiva: determinados mandos directivos encargados

de diseñar, controlar y mantener las situaciones de irregularidad que propician los actos

de corrupción.

2. Los magistrados y fiscales: determinados jueces y fiscales de toda jerarquía interna

representan muchas veces los funcionarios de jerarquía más alta en las redes de corrupción

del sistema de justicia. Sus actos de corrupción consisten, mayoritariamente, en la venta

de fallos, agilización o dilatación de los procesos judiciales y en las preferencias en los

procesos.35 Los sobornos usualmente se manifiestan a través de viajes, favores sexuales 36

y/o cursos de especialización.

32 Los actos jurisdiccionales, tradicionalmente, se entienden como no sujetos a la Ley de


Transparencia y Acceso a la

Información. 33 Comisión Andina de Juristas (2003). Corrupción judicial. Mecanismos de


control y vigilancia ciudadana. Lima: Comisión

Andina de Juristas, p.31. 34 Consejo Transitorio del Poder Judicial. (2001). Informe final de la
comisión de investigación de planificación de políticas de

moralización, eticidad y anticorrupción. Lima, pp. 73-76. 35 MUJICA, Jaris. (2011).


Micropolíticas de la corrupción. Redes de poder y corrupción en el Palacio de Justicia. Lima:
Asamblea

Nacional de Rectores, pp. 135-136. 36 Comisión Andina de Juristas, op. cit. pp. 80-83.

24 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 25

3. El personal auxiliar del Poder Judicial y el Ministerio Público: compuesto por secretarios,

relatorías y asistentes técnicos. Se vinculan con la corrupción esencialmente mediante el

tráfico de influencias37 (vínculos de conexión con los magistrados y fiscales), pero también

a través de la modificación de documentos y sobornos para ejercer presión en la dilación

de procesos o en su agilización. En el fuero penal, los ambientes posibilitan una relación

directa y libre con los abogados litigantes, facilitando los actos de corrupción. Por otro

lado, existen fiscales y jueces que tienen el mal hábito de no redactar personalmente
los dictámenes y resoluciones, sino que se limitan a firmar documentos presuntamente

elaborados por el personal auxiliar. Estas prácticas llevan a pequeñas corruptelas

facilitando la introducción de dictámenes fiscales y resoluciones judiciales originalmente

redactadas por los abogados de las partes. También son conocidas las situaciones donde

los técnicos auxiliares del Ministerio Público acuden a tomar la manifestación de personas

citadas a los estudios de los abogados defensores del investigado. Posteriormente, estos

técnicos auxiliares (luego de haber recibido un beneficio por parte del abogado defensor)

informan al fiscal pertinente que dichas personas concurrieron a la sede del Ministerio

Público.38

4. Las mesas de parte: compuestas por diversos funcionarios o servidores públicos

encargados de recibir los documentos dentro de un proceso o investigación. Constituyen

el primer acceso a la estructura del sistema de justicia.39 Su relación con la corrupción

consiste en el tráfico de la documentación. También es frecuente el tráfico de información,

ya sea adelantando decisiones judiciales o con la divulgación de información confidencial.

Finalmente, existe un tráfico en la distribución de procesos en los juzgados.40

5. La Policía Nacional del Perú: en su relación con el sistema judicial, se encuentran todos

los miembros del cuerpo policial encargados de colaborar con la investigación fiscal. Con

el Código de Procedimientos Penales, el nexo con la corrupción en la labor policial se

encontraba principalmente en la redacción de los atestados policiales y ocultamiento de

pruebas. Si bien con el Código Procesal Penal esto ha cambiado relativamente, todavía se

mantiene el vínculo entre la policía y la corrupción a través de la redacción y manipulación

de pericias y el aprovechamiento de la condición de personal de seguridad de magistrados

y fiscales para traficar con influencias.41

6. Los abogados: un grupo integrado por diversos abogados, importantes o “al paso”. En

la esfera más alta, tenemos las siguientes prácticas corruptas: acuerdos con estudios

satélites de abogados (encargados de la parte “oscura” del litigio, esto es, activar las

redes de corrupción); incorporación de antiguos magistrados y funcionarios públicos en

el equipo de abogados con el objetivo de utilizar sus vínculos al interior del sistema de

justicia; estrategias de “copamiento” consistentes en ubicar letrados de su confianza en

37 MUJICA, Jaris. op. cit. p. 109. 38 CERIAJUS. Comisión Especial para la Reforma Integral de la
Administración de Justicia. ¡Planificando lo justo!, p. 355. En:
http://www.justiciaviva.org.pe/ceriajus/diagnostico/cap5.pdf. Consulta: 08/05/12. 39 Ídem. p.
107. 40 Comisión Andina de Juristas, op. cit. pp. 83-87. 41 Ídem. pp. 94-96. 42 Ídem. pp. 70-75.

determinadas dependencias judiciales y fiscales; e incorporación de procuradores con

vínculos en el sistema judicial. A ello se suma que estos estudios de abogados suelen

utilizar los logros académicos de sus miembros como estrategias para “lavarse la cara”. 43

En cuanto a los abogados “al paso”, es decir, aquellos que operan en las inmediaciones

de los órganos de justicia, se ha podido determinar que dicho patrón de asentamiento

esta correlacionado con un conocimiento previo de los actores que se ubican dentro

del órgano de justicia. Así, estos también integran redes de corrupción que ejercen,

cotidianamente, estas prácticas.44

7. El personal de ejecución de sentencias: se despliega en el tratamiento y permanencia

de los reos en la cárcel, específicamente en el sistema de calificaciones para internos

procesados y sentenciados.

8. Los litigantes: se trata de personas representadas por los abogados.

1.5.2 Técnicas de corrupción

Las técnicas de corrupción son la muestra en el escenario práctico de los actos de corrupción.
En

otras palabras, son los mecanismos centrales de corrupción puestos en práctica


constantemente

por los actores.45 Ahora bien, tomando en cuenta las principales técnicas de corrupción de

acuerdo a las “especialidades” de los actores ya mencionadas, procede enumerar brevemente


las

técnicas de corrupción más usuales en el sistema de justicia peruano: 46

• “Coimas”.

• Lobbies.

• Redes ilícitas.

• Acciones de “copamiento”.

• Redes de información.

• Estilos de prevalimiento; magistrados que aprovechan de su condición para extorsionar a

otros operadores de justicia y a las partes del proceso.

• Intercambio de favores.

• Elaboración de borradores de dictámenes y resoluciones judiciales por parte de los


abogados defensores.

• Vulnerabilidad en la situación laboral de los operadores de justicia (provisionalidad de los

cargos, elecciones basadas en criterios subjetivos, discrecionalidad de los presidentes de

las cortes judiciales para integrar salas y elegir magistrados suplentes, promociones no

fundamentadas en la OCMA).

• Manejo arbitrario de la asignación de expedientes.

• Nepotismo.

43 YON RUESTA, Roger. (2010). Responsabilidad social de un estudio de abogados


especializado en materia penal. En:

Derecho, N° 64. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 340. 44 MUJICA, Jaris, op. cit.
p. 89. 45 Ídem. pp. 82-83. 46 Consejo Transitorio del Poder Judicial. (2001). Informe final de la
comisión de investigación de planificación de políticas de

moralización, eticidad y anticorrupción. Lima, pp. 62-69.

26 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 27

1.6 LA ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA

Una de las principales causas del fenómeno de la corrupción es la ausencia de valores o pautas

éticas en la sociedad. Esta situación y la complejidad de las sociedades actuales explican la


poca

claridad para determinar lo correcto y lo incorrecto en el ejercicio de la función pública. 47 Por


este

motivo, el presente acápite analizará el papel que desempeña la ética en el correcto ejercicio
de

la función pública, en especial en la administración de justicia. Para ello, se toma como


premisa

que la ética, como modo debido de actuación humana, es un instrumento imprescindible para

la lucha eficaz y multidisciplinar que requiere el fenómeno de la corrupción. Esta lucha, como

es reconocido, no se limita solo a la mera sanción penal o administrativa de prácticas


corruptas.

La ética tiene como objetivos principalmente tres ámbitos:48

1. Dilucidar el contenido propio de la moral, más allá de las otras clases de saberes (jurídico,

político o religioso).

2. Otorgar un fundamento filosófico a la moral.

3. Intentar aplicar los principios éticos generales, alcanzados en contextos históricos y


deliberativos, a los distintos ámbitos de la vida profesional o de las actividades humanas

(ética aplicada o deontología).

Con respecto a esta última tarea, no es fácil la aplicación de los principios éticos en los
distintos

ámbitos de la actividad humana, puesto que en las actuales sociedades posmodernas, el

enfoque escéptico y relativista de las cosas complica el descubrimiento de los principios

comunes para todos. No obstante, desde la comunicación racional y equitativa de los


miembros

de una determinada comunidad es posible dialogar y encontrar criterios comunes o principios

de aplicación a los diversos ámbitos de la vida cotidiana.49 De lo que se trata entonces, es de

llevar a cabo una “ética aplicada” en determinado ámbito de las actividades y de las relaciones

humanas. La ética aplicada a una determinada profesión se denomina deontología.50 En


efecto,

la deontología profesional resulta ser un sistema normativo (criterios, principio y pautas de

conducta) destinado a orientar la conducta de personas dedicadas a una determinada


profesión

(médicos, economistas, empresarios, abogados, funcionarios públicos, etc.).

Así pues, en el presente Manual se analizará la deontología de la función pública, en especial


de

la función de administrar justicia. Este aspecto conduce, inevitablemente, a los códigos de


ética

de la función pública que cumplen un papel preponderante en el correcto funcionamiento de


la

administración pública, ya que positivizan los principios y deberes éticos que la administración

como organización reconoce y exige a sus funcionarios.

47 MONTOYA VIVANCO, Yvan. (2007). Sobre la corrupción en el Perú. Algunas notas sobre sus
características, causas,

consecuencias y estrategias para enfrentarlas. En: Páginas Centro de estudios y publicaciones,


vol. XXXII, N° 205, Lima,

p. 34. 48 CORTINA ORTS, Adela, op. cit. p. 164. 49 MONTOYA VIVANCO, Yvan, op. cit. p. 2. 50
SEGURA NAYA, A, op. cit. p. 46.

Efectivamente, la administración pública -considerada como organización- tiene su propia


ética,

que se encuentra plasmada en la normativa ético-jurídica correspondiente (Código de Ética de


la Función Pública) y en la normativa de naturaleza administrativa que regula los
procedimientos

de actuación de los funcionarios.

La ética de la función pública cumple un papel muy importante en la lucha

contra la corrupción estatal, ya que no es suficiente una política económica

y/o legislativa (preventiva, represiva y de control) para combatirla, sino que se

requiere la convicción y la necesidad práctica de una responsabilidad ética que

sacuda los cimientos de la corrupción enquistada en el poder público. 51

Esta preocupación de trabajar en el plano ético para combatir la corrupción ha sido recogida

expresamente por la Convención Interamericana contra la Corrupción, que en su artículo III

numeral 3, establece que los estados parte se comprometen a brindar instrucciones al


personal

de las entidades públicas que aseguren la adecuada comprensión de sus responsabilidades y

las normas éticas que rigen sus actividades. En este sentido, el artículo 8 de la Convención de
las

Naciones Unidas contra la Corrupción dispone que cada Estado parte promoverá la integridad,

la honestidad y la responsabilidad entre sus funcionarios públicos, y procurará aplicar, en sus

propios ordenamientos institucionales y jurídicos, códigos o normas de conducta para el

correcto, honorable y debido cumplimiento de las funciones públicas.

Precisamente, a partir de esta necesidad es que el Perú adopta un Código de Ética de la


Función

Pública, que se analiza a continuación.

1.6.1 Los códigos de ética de la función pública

Un código de ética tiene la finalidad de dar a conocer a los miembros de una determinada

organización humana el compromiso ético en el que están inmersos entre ellos, con la
sociedad

civil, y con el Estado. A diferencia de los ordinarios códigos normativos, más que ser un sistema

jurídico cerrado y exhaustivo de conductas positivas y negativas, los códigos de ética contienen

determinados principios que manifiestan unas reglas generales susceptibles de interpretación

en el caso particular.52 Son la positivización de los valores éticos y definen el comportamiento

considerado ético por los miembros de la organización.53

Un código de ética, por tanto,

es la máxima expresión de la cultura


de una organización humana.

51 Ibídem. p. 8. 52 SOSPEDRA NAVAS, Francisco. (2004). Análisis comparado de los códigos


éticos vigentes. En: Ética del juez y garantías

procesales. Madrid: Consejo General del Poder Judicial, p. 470. 53 FERRER, Juliana, op. cit. p. 6.

28 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 29

En especial, los códigos de ética de la función pública resultan útiles en un plano interno y en
un

plano externo.54 Así:

• En el plano interno, refuerzan los valores éticos personales de cada funcionario, sirviendo

de referencia conductual para cada uno de ellos.

• En el plano externo, reafirman la confianza de la sociedad en el buen desempeño de la

función pública.

1.6.2 La naturaleza de los códigos de ética

Ahora bien, un aspecto que debe considerarse es la naturaleza de las normas contenidas en un

código de ética. ¿Son normas ético-jurídicas o normas meramente éticas? Si estas son exigibles

bajo sanción por parte de algún órgano disciplinario se llaman ético-jurídicas, mientras que si

no lo son, se designan como meramente éticas.55 Esto sin perjuicio de que, en ciertos casos

especiales, los códigos de ética tengan naturaleza mixta, debido a que comparten elementos

de las normas ético-jurídicas y de las meramente éticas. Este el caso, por ejemplo, del Código
de

Ética del Poder Judicial peruano, que se analizará más adelante.

Desde nuestro punto de vista, aquello que determina la naturaleza de estas normas son dos

elementos:56

1. La instancia que elabora las normas o las aprueba: si el código ha sido creado por el

legislador, hay indicio de que sus normas son de naturaleza jurídica coercibles. Por el

contrario, si este ha sido creado por un acto administrativo interno de una institución del

Estado, hay indicio de que sus normas son meramente orientativas. 57

2. Las potestades de los órganos creados para su seguimiento: si el código tiene un órgano

o tribunal administrativo de supervisión (consultivo o sancionador), estas normas serán,

posiblemente, de carácter jurídico. Si no existe dicho órgano, estas serán, posiblemente,

normas meramente éticas. 58


En el siguiente acápite se analiza el Código de Ética de la Función Pública en el ámbito
peruano,

para conocer sus disposiciones y determinar su naturaleza.

1.6.3 El Código de Ética de la Función Pública en el Perú

El Código de Ética de la Función Pública en el Perú fue aprobado mediante la Ley 27815- Ley
del

Código de Ética de la Función Pública,59 reglamentada en el Decreto Supremo N° 033-2005-


PCM.60

54 SOSPREDRA NAVAS, Francisco, op. cit., pp. 473-474. 55 SOSPEDRA NAVAS, Francisco, op.
cit. pp. 475. 56 MONTOYA VIVANCO, Yvan, op. cit. p. 9. 57 Ibídem. 58 Ibídem. 59 Publicada el
13 de agosto de 2002. 60 Publicado el 19 de abril de 2005.

El artículo 6° del código reconoce una serie de principios éticos esenciales, de observancia

obligatoria por parte de todos los funcionarios públicos (o servidores públicos). Estos principios

rectores de la función pública cumplen un papel fundamental en la orientación del debido

ejercicio del cargo público, puesto que ellos serán la base normativa para construir toda la

estructura que regule el debido desempeño de la función pública. Estos principios son:

• Respeto: el funcionario debe adecuar su conducta hacia el respeto de la Constitución

y las leyes, garantizando que en todas las fases del proceso de toma de decisiones o en

el cumplimiento de los procedimientos administrativos se respeten los derechos a la

defensa y el debido procedimiento.

• Probidad: el funcionario debe actuar con rectitud, honradez y honestidad, procurando

satisfacer el interés general y desechando todo provecho o ventaja personal.

• Eficiencia: el funcionario debe brindar calidad en cada una de las funciones a su cargo,

procurando obtener una capacitación sólida y permanente.

• Idoneidad: el servidor debe estar apto técnica, legal y moralmente para ejercer la función

pública. El funcionario debe propender a una formación sólida acorde con la realidad,

capacitándose permanentemente para el debido cumplimiento de sus funciones.

• Veracidad: el funcionario debe expresarse con autenticidad en las relaciones funcionales

con todos los miembros de su institución y con la ciudadanía, y debe contribuir al

esclarecimiento de hechos que se relacionen con el desempeño de su cargo.

• Lealtad y obediencia: el funcionario actúa con fidelidad y solidaridad hacia todos los

miembros de su institución, cumpliendo las órdenes legítimas que le imparta el superior

jerárquico competente.
• Justicia y equidad: el funcionario debe tener buena disposición para cumplir cabalmente

con cada una de sus funciones, otorgando a cada uno lo que es debido y actuando con

equidad en sus relaciones con el Estado, con los ciudadanos, con sus superiores y con sus

subordinados.

• Lealtad al Estado de Derecho: el funcionario de confianza debe lealtad a la Constitución y

al Estado de Derecho. El funcionario se encuentra prohibido de ocupar cargo de confianza

en régimen de facto bajo sanción de cese automático de la función pública.

Por otro lado, el artículo 7° del código establece una serie de deberes de la función pública de

observancia obligatoria por parte del servidor público. Dichos deberes, se entiende, dimanan
de

la observancia de los principios básicos ético-jurídicos establecidos en el artículo 6° del código.

Así, los deberes ético-jurídicos de la función pública son los siguientes:

• Neutralidad: el funcionario debe actuar con absoluta imparcialidad política, económica o

de cualquier otra índole en el desempeño de sus funciones, demostrando independencia

respecto de sus vinculaciones con personas, partidos políticos o instituciones.

• Transparencia: el funcionario debe desempeñar su labor con transparencia. En principio,

todos los actos funcionariales se consideran públicos y son accesibles al conocimiento de

todo ciudadano.

• Discreción: el servidor debe guardar reserva respecto de hechos o informaciones de los

que tenga conocimiento por razón de su cargo y que estén exceptuados de las normas

que regulan el acceso y la transparencia de la información pública.

30 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 31

• Ejercicio adecuado del cargo: el funcionario en el ejercicio de su cargo no debe ejercer

ningún tipo de represalia o coacción contra otros servidores públicos u otras personas.

• Uso adecuado de los bienes del Estado: el funcionario debe proteger y conservar los

bienes del Estado, debiendo utilizar los que le fueran asignados para el cumplimiento de

su función de manera racional. El funcionario debe utilizar los bienes del Estado para fines

exclusivamente públicos.

• Responsabilidad: todo servidor público debe desarrollar sus funciones a cabalidad y en

forma integral. En situaciones extraordinarias, el funcionario puede realizar tareas que no

sean propias de su cargo, siempre que estas resulten necesarias para mitigar, neutralizar o
superar las dificultades que se enfrenten.

Asimismo, en el artículo 8° del mencionado código se establecen una serie de prohibiciones

ético-jurídicas de la función pública, extraídas de los deberes y principios plasmados en el

artículo 6° y 7° del código. Dichas prohibiciones son:

• Mantener intereses en conflicto: el funcionario no debe mantener relaciones o aceptar

situaciones que puedan generar conflicto entre sus intereses personales, laborales o

económicos y el cumplimiento de su función pública.

• Obtener ventajas indebidas: el funcionario no debe obtener o procurar beneficios

indebidos, para sí o para otros, mediante el uso de su cargo, autoridad, influencia o

apariencia de influencia.

• Realizar actividades de proselitismo político: el funcionario no debe realizar actividades

de proselitismo político aprovechándose de su cargo público.

• Hacer mal uso de información privilegiada: el funcionario no debe participar en

operaciones financieras donde utilice información privilegiada de la entidad a la que

pertenece o que pudiera tener acceso a ella por razón de su cargo.

• Presionar, amenazar y/o acosar: el funcionario no debe ejercer presiones, amenazas o

acoso sexual contra otros funcionarios públicos que pudieran vulnerar la dignidad de la

personas o inducir a la realización de acciones dolosas.

Una analizadas estas disposiciones, queda entonces referirse a la naturaleza normativa de este

código. Es evidente que el mismo tiene carácter ético-jurídico y no meramente ético, debido a

lo siguiente:

• El código fue creado mediante una norma de rango legal emitida por el Congreso de la

República.

• El artículo 15° de dicha ley establece que la Comisión Permanente o Especial de

Procedimientos Administrativos Disciplinarios -o el órgano que haga sus veces- de cada

entidad estatal es la encargada de investigar, procesar y sancionar a los funcionarios que

cometan alguna infracción contenida en el código.

• Los artículos 10°, 11° y 12° del código, así como el Título IV de su reglamento, regulan las

sanciones y el procedimiento disciplinario a seguir en caso de violación de alguno de los

principios, deberes o prohibiciones señalados.

El Código de Ética de la Función Pública peruano tiene naturaleza ético-jurídica.


Cabe notar que este código es de aplicación para toda la actividad que despliega la
administración

pública, es decir, abarca el ejercicio de la función pública en todos los niveles y ámbitos
estatales

(Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Ministerio Público, órganos constitucionalmente autónomos,

etc.). Sin embargo, como se muestra a continuación, esto no ha sido obstáculo para que
algunas

entidades estatales en específico –como el Poder Judicial y el Ministerio Público- creen códigos

de ética que regulen la actuación debida de sus funcionarios.

1.6.4 El Código de Ética del Poder Judicial

En el ámbito específico del ejercicio profesional del juez como funcionario público, existe el

Código de Ética del Poder Judicial (CEPJ), aprobado en acuerdo de sesión de la Sala Plena de la

Corte Suprema de Justicia el 12 de marzo de 2004.

Este código (como la mayoría de los códigos de ética judicial del mundo) reconoce en su
artículo

2° cinco principios rectores de la actividad judicial:

• Justicia

• Independencia

• Imparcialidad

• Honestidad

• Integridad

Estos principios son la base de interpretación de las demás pautas de comportamiento


vinculados

con la ética judicial.61

Destacan aquí los principios de independencia e imparcialidad, por ser los que juegan un papel

protagónico en la labor de administración de justicia por parte de los magistrados del Poder

Judicial. Estas son las virtudes o valores que, con singularidad, debe cultivar un buen juez en

el ejercicio propio de sus funciones. Un juez independiente es aquel quien, frente a un caso,

decide sin responder a consideraciones o influencias externas (sean políticas o económicas) o

internas (presiones dentro de la propia estructura del Poder Judicial, por ejemplo sus
superiores

jerárquicos)62. Un juez es imparcial, por su parte, cuando se aproxime a los hechos de la causa

careciendo, de manera subjetiva, de todo prejuicio y, asimismo, ofreciendo garantías


suficientes
61 SOSPEDRA NAVAS, op. cit., p. 490. 62 MONTOYA VIVANCO, Yvan, op. cit. p.3. Según la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, el derecho a un juez

independiente contiene los siguientes mecanismos de protección: 1) garantía contra presiones


externas, 2) adecuado

proceso de nombramiento y 3) inamovilidad en el cargo [Caso Reverón Trujillo vs.Venezuela.


Excepción Preliminar,

Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de Junio de 2009, Serie C N° 197, párr. 70].

32 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 33

de índole objetiva que permitan desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad puedan

albergar respecto de la ausencia de imparcialidad.63 En perspectiva histórica, desde que la

resolución de los conflictos se transformó en heterónoma, se demanda como esencia del


tercero

su cualidad de independiente e imparcial.64

Además de los principios rectores mencionados, el CEPJ establece otros deberes éticos para
los

jueces entre los que se encuentran el deber de no participar en actividades de índole política

(artículo 6°), de diligencia (artículo 7°), el deber de transparencia (artículo 8°), el deber de
actuar

con decoro y respetabilidad (artículo 9°), etc.

Dentro de estos principios éticos cabe destacar el contemplado en el artículo 5° del CEPDJ: “El

juez no debe valerse del cargo para promover o defender intereses particulares, ni transmitir,

ni permitir que otros transmitan la impresión de que se hallan en una posición especial para

influenciarlo”. Este artículo erige la prohibición ética del conflicto de intereses, e impide al juez

que acepte intervenir en situaciones que podrían llevarlo a tener intereses en conflicto. Por

ejemplo, estaría prohibido que el juez acepte viajes de ciertos estudios jurídicos que luego
serán

o son parte de algún proceso que él conozca.

En cuanto a la naturaleza de las normas del Código de Ética del Poder Judicial peruano es
preciso

analizar tanto la instancia que aprobó su creación y el medio empleado para ello, así como las

potestades de la instancia de control previstas para el cumplimiento del código.

Con respecto a la instancia que aprobó la norma, el CEPJ fue aprobado por sesión de la Sala

Plena de la Corte Suprema de Justicia el 12 de marzo de 2004. Esto llevaría a pensar que posee
una naturaleza meramente ética. Sin embargo, el CEPJ establece al Comité de Ética Judicial
como

la instancia de supervisión de las normas contenidas en él, aunque sin otorgarle potestades

coercitivas. Es más, el CEPJ enfatiza en su artículo 12° la naturaleza ética del código y la
potestad,

preferentemente consultiva y de observación de este comité.

A pesar de ello, el Comité de Ética Judicial guarda indirectamente cierta potestad coercitiva,

puesto que puede poner en conocimiento de los órganos de control (OCMA u ODICMAS)
aquellos

irregulares que haya observado en la conducta de un juez (quejado por los usuarios o
sometido a

observancia de oficio), siempre que estos constituyan una infracción grave.65

En conclusión, podemos afirmar que el Código de Ética del Poder Judicial tiene

naturaleza mixta; es decir, tiene tanto elementos de normas meramente éticas

como elementos de normas ético-jurídicas.

63 Sentencia de la Corte Interamericana de Derecho Humanos, Caso Apitz Barbera y otros


(Corte Primera de lo Contencioso

Administrativo) vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia


de 5 de agosto de 2008.

Serie C No. 182, párr. 56. 64 MONTOYA VIVANCO, Yvan, loc. cit. 65 MONTOYA VIVANCO, Yvan,
op. cit. p. 10.

1.6.5 El Código de Ética del Ministerio Público

Respecto de la específica función pública que cumplen los servidores públicos del Ministerio

Público, existe el Código de Ética del Ministerio Público (CEMP), aprobado mediante
Resolución

de Junta de Fiscales Supremos N° 018-2011-MP-FNJFS, del 18 de marzo de 2011.

Al igual que en el CEPJ, en el CEMP se establecen una serie de principios éticos que todo
personal

del Ministerio Público debe observar para realizar un correcto desempeño del cargo. En ese

sentido, se reconocen los siguientes principios:

• Humanidad • Prudencia

• Justicia • Reserva

• Igualdad • Decoro

• No arbitrariedad • Coraje moral


• Probidad • Responsabilidad

• Honestidad • Competencia

• Veracidad • Diligencia

• Objetividad • Dedicación

• Independencia • Respeto

• Imparcialidad • Trabajo en equipo

• Transparencia • Liderazgo

En cuanto a la naturaleza de las normas contenidas en el CEMP, no cabe duda de que estas son
de

naturaleza meramente éticas, dado que este código fue creado por una norma administrativa
de

la propia entidad y no establece ningún órgano encargado de la supervisión del cumplimiento

de los principios éticos recogidos en el código.

34 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 35

CAPITULO 2. Parte general de los delitos contra la administración

pública

El presente capítulo analiza algunos elementos generales que deben ser comprendidos

para un adecuado estudio sobre las consecuencias penales por comisión de delitos contra la

administración pública. Estos elementos son: el bien jurídico protegido, la titularidad del bien,

el carácter especial de estos delitos, el problema con los delitos de encuentro, la autoría y

participación, y el título de imputación de la intervención del particular.

2.1 EL BIEN JURÍDICO PROTEGIDO EN LOS DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

En doctrina penal existen diversas posiciones en torno a cuál sería el bien jurídico general

protegido por los delitos contra la administración pública. Antes de hacer una pequeña reseña

de cada postura y explicar cuál es considerada como la más adecuada, conviene adelantar que

en este acápite no serán analizados los bienes jurídicos que, de manera específica, protege
cada

tipo penal, sino que se abordará el bien jurídico protegido, de manera general, en todos los
tipos

penales de delitos contra la administración pública cometidos por funcionarios públicos. Así, es

posible identificar las siguientes posturas: • La probidad, dignidad, integridad, rectitud y


lealtad del funcionario público. Como
puede entenderse, se trata de una concepción subjetiva respecto del bien jurídico, ya

que se centra en características que el funcionario público debe tener para trabajar en la

administración pública.

• Las expectativas, basadas en las normas, que se tienen respecto de la actuación de

los funcionarios estatales y aquellas sobre el rol que estos deben cumplir en nuestro

sistema social. En otras palabras, las expectativas normativas se defraudan cuando los

funcionarios públicos incumplen su deber institucional de “sujeción a la ley”; es decir, no

actúan según las normas estatales prescritas.66

• El correcto y regular funcionamiento de la administración pública (el correcto ejercicio

de la función pública). Esta postura predomina, actualmente, en la doctrina y en la

jurisprudencia.

En el presente texto adoptaremos la postura de acuerdo con la cual el bien jurídico de


relevancia

penal en los delitos del Título XVIII Código Penal (en adelante, CP) es el “correcto y regular

funcionamiento de la administración pública”. Sin embargo, este concepto es difuso y amplio,

por lo que requiere ser analizado con mayor profundidad.

66 REAÑO PESCHIERA, José. (2009). Formas de intervención en los delitos de peculado y tráfico
de influencias. Lima: Jurista

Editores, pp. 29-30. Esta perspectiva teórica es planteada por JAKOBS, Günther, citado por
VASQUEZ-PORTOMEÑE

SEIJAS, Fernando. (2003). Los delitos contra la administración pública. Teoría general.: Santiago
de Compostela: Instituto

Nacional de Administración Pública. Universidad de Santiago de Compostela, p. 35.

36 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 37

Así, debemos entender a la administración pública como aquella actividad que los funcionarios
y

servidores públicos desempeñan para que un Estado constitucional y de Derecho pueda


cumplir

con su rol prestacional. Según esta perspectiva de bien jurídico, no se protege a la


Administración

en sí misma, como un conjunto de órganos o instituciones, sino que se protege a la


administración

pública en sentido funcional, es decir, respecto de los objetivos constitucionales que a través
de
ella se persiguen. Con esta definición, debería descartarse al patrimonio o a la “gestión eficaz”,

como bienes jurídicos protegidos, pues, por un lado, el patrimonio del Estado se protege como

el de cualquier otro ciudadano, y, por otro lado, el Derecho Penal atiende a la eficiencia en la

administración de los recursos del Estado, antes que a su simple eficacia.

En este sentido, la administración y la función pública de un Estado pensada y concebida para

todos, no pueden beneficiar a ningún sector o persona particular. Por el contrario, la función

pública debe guiarse por criterios objetivos, legales y prestacionales propios de una gestión

democrática. De este modo, una correcta gestión pública se desprende de los principios y

valores propios de la Constitución de una sociedad, la misma que debe apuntar a un sistema

social equitativo, justo y democrático. En esta línea, el bien jurídico “correcto y regular

funcionamiento de la administración pública” debe ser entendido como la objetiva, legal y

prestacional administración o gestión del conjunto de bienes y servicios que el Estado utiliza

para el cumplimiento de sus fines constitucionales.

Ejemplo

Si un fiscal acepta dinero por parte del abogado para archivar un caso contra un

imputado, se estaría cometiendo un delito de cohecho y, con ello, vulnerando,

en primer lugar, el correcto funcionamiento de la administración pública.

EL CORRECTO FUNCIONAMIENTO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA SERÍA EL

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO GENERAL.

En segundo lugar, este delito supondría la vulneración del derecho al debido

proceso de la parte civil, así como el principio de imparcialidad, lo que afecta

el derecho a la igualdad de armas al momento de defender la parte civil su

posición dentro del proceso.

EL DERECHO AL DEBIDO PROCESO, EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD E IGUALDAD

DE ARMAS SERÍAN LOS PRINCIPIOS DEL CORRECTO FUNCIONAMIENTO DE LA

ADMINISTRACION PÚBLICA, ESPECIFÍCAMENTE AFECTADOS.

El bien jurídico es el desempeño correcto de los deberes y funciones que los servidores,

funcionarios y empleados públicos asumen o se les delega con la finalidad de administrar al

Estado.67
67 MEINI, Iván. (2008). Delitos contra la administración pública. En: Delitos contra la
administración pública. Guatemala:

USAID, p. 7.

El bien jurídico “correcto funcionamiento de la administración pública” es supraindividual, es

decir:

• Su titularidad es compartida por la sociedad en su conjunto.

• Es indisponible por un sujeto privado.68 Por esta razón, será ineficaz el consentimiento

respecto de la lesión o puesta en peligro del bien jurídico en cuestión. 69

Esta posición ha sido recogida por el Acuerdo Plenario de las Salas Penales de la Corte
Suprema

de Justicia sobre prescripción de la acción penal:

JURISPRUDENCIA

Acuerdo Plenario N° 1-2010/CJ-116 de las Salas Penales de la Corte Suprema

de Justicia del 16 de noviembre de 2010 (Fundamento 14)

“(…) no todos los delitos comprendidos allí [capítulo del Código Penal referido

a los delitos funcionariales] tienen contenido patrimonial, por lo que en cada

tipo penal se tiene que analizar si se cumple con el presupuesto establecido

para prolongar el plazo de prescripción en función de la afectación de los

bienes jurídicos tutelados vinculados directamente con el patrimonio público o

sólo con el correcto funcionamiento de la administración pública (…)”

2.2 TITULARIDAD DEL BIEN

En relación con la titularidad del bien jurídico afectado por los delitos de corrupción, existen
dos

grandes posturas:

• El titular del bien es el Estado. Esta es la posición dominante- y, en este sentido, el sujeto

pasivo específico sería la entidad estatal afectada en el caso concreto.

• Los titulares son los ciudadanos. Esto en la medida en que los delitos contra la

administración pública generan un daño, y afectan los derechos de los administrados y de

la colectividad en general.70 Una postura contenida en esta tesis es la que considera que la

conducta penalmente relevante de un delito contra la administración pública genera, al

menos, un peligro para la vigencia de un derecho subjetivo.


68 MARTÍNEZ-BUJÁN PÉREZ, Carlos (2007). Derecho penal económico y de la empresa. Parte
general. Valencia: Tirant Lo

Blanch, pp. 188-189. 69 Al respecto, se puede encontrar información más detallada sobre la
disponibilidad del bien jurídico en los delitos

contra la administración pública en: VÁSQUEZ-PORTOMEÑE SEIJAS, Fernando. El


consentimiento del ofendido en los

delitos contra la administración pública (sobre el bien jurídico protegido en los delitos del
cargo). En: Revista Electrónica

de Ciencia Penal y Criminología. 70 ASUA BATARRITA, Adela. (1997). La tutela penal del
correcto funcionamiento de la administración. Cuestiones político

criminales, criterios de la interpretación y delimitación respecto a la potestad disciplinaria. En:


Delitos contra la

administración pública. Bilbao: Instituto Vasco de Administración Pública, p. 25.

38 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 39

Sin embargo, los autores de este Manual difieren de ella, ya que los delitos contra la
administración

pública no son los únicos que, en el fondo, lesionan o ponen en peligro un derecho subjetivo.

Estos lesionan de manera inmediata su correcto funcionamiento y, solo de forma mediata,

ponen en peligro la vigencia, el acceso a servicios públicos o la realización de ciertos derechos

fundamentales. Además, no debe confundirse la finalidad político-criminal (que sería en última

instancia la lesión a los derechos fundamentales de los ciudadanos) con el objeto jurídico

de protección del delito. Por este motivo, el bien jurídico protegido por los delitos contra la

administración pública no es el derecho fundamental específico lesionado.

Así, la lesión o puesta en peligro del correcto funcionamiento de la administración pública –a

través de la lesión o puesta en peligro de los bienes jurídicos específicos de cada tipo penal-
hace,

a su vez, peligrar la función prestacional del Estado.

Con respecto de la afectación de la función prestacional del Estado por parte de los delitos
contra

la administración pública, el Tribunal Constitucional peruano, mediante sentencia recaída en el

expediente N°00017-2011-PI/TC, del 3 de mayo de 2012 señala que:

“Al respecto, este Tribunal ha entendido que detrás de las disposiciones de dicho capítulo de

nuestra Constitución y en especial del artículo 39º de la Constitución que establece que “…los

funcionarios y trabajadores públicos están al servicio de la Nación...”, subyace el principio de


“buena administración” (Cfr. Exps. Ns 2235-2004-AA/TC; 2234-2004-AA/TC). A su vez,
conforme

al artículo 44º de la Constitución que establece que “(s)on deberes primordiales del Estado:

defender la soberanía nacional; garantizar la plena vigencia de los derechos humanos;


proteger

a la población de las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se

fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación”, tales fines son

también atribuibles a los funcionarios y servidores públicos (Exp. Nº 008-2005-AI, fundamento

Nº 14).

18. (…) de modo más específico para el delito de colusión, que se desenvuelve en el ámbito

de la contratación pública, cabe señalar los principios constitucionales que cumplimentan esta

actividad. (…) De este modo, el Tribunal Constitucional ha entendido como principios implícitos

de la contratación pública -que se derivan de la citada disposición constitucional- la


transparencia

en las operaciones, la imparcialidad, la libre competencia y el trato justo e igualitario a los

potenciales proveedores”.

2.3 CONCEPTO DE FUNCIONARIO PÚBLICO

La calidad de funcionario público no es accidental, sino que su conducta es un elemento

fundamental de la sanción penal de los delitos de corrupción. En esta medida, todo análisis

de una acción de corrupción debe partir por identificar al funcionario público. Pero, ¿quién es

funcionario público?

2.3.1 Autonomía del concepto de funcionario público

En primer lugar, al momento de definir al funcionario público en el marco de los delitos de

corrupción debe tomarse en consideración la autonomía del término en el ámbito penal.

El contenido del concepto de funcionario público ha tenido un trato diferente según el área del

Derecho que lo regula. Por ejemplo, en Derecho Administrativo se utiliza un concepto formal

y restringido de este término, según lo dispuesto por el artículo 40° de la Constitución y del

artículo 2° de la Ley de Bases de la Carrera Administrativa. Estas normas establecen una


definición

negativa de funcionario público (es decir, por exclusión). Esta definición ha sido elaborada para

cumplir los objetivos de la regulación administrativa.71 Así:

• El artículo 40° de la Constitución excluye a quienes desempeñan cargos políticos o de


confianza y a los trabajadores de las empresas del Estado o de sociedades de economía

mixta.

• El artículo 2° de la Ley de Bases de la Carrera Administrativa (Decreto Legislativo Nº 276)

excluye a los servidores públicos contratados, a los funcionarios que desempeñan cargos

políticos o de confianza, a los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales, y a los

trabajadores de empresas del Estado o de economía mixta.

Por el contrario, como se verá más adelante, en el ámbito del Derecho Penal, la definición de

funcionario público ha buscado ser más amplia, abarcando sujetos que estarían excluidos bajo

el Derecho Administrativo. Para el Derecho Penal no interesa tanto la “calificación jurídica” o la

condición en la que desempeña su labor el funcionario, sino la protección del correcto y


adecuado

ejercicio de la función pública de cara al cumplimiento de las prestaciones sociales que debe

desempeñar el Estado.72 En otras palabras, para definir el concepto de funcionario público en


el

Derecho Penal es importante determinar quiénes pueden lesionar, por su proximidad y


función,

el correcto funcionamiento de la administración pública.

El concepto de funcionario público utilizado por el Derecho Penal es autónomo al utilizado por

otras ramas del Derecho, respondiendo este a criterios de valoración estrictamente penal.73

2.3.2. Concepto de funcionario público

Sobre la base de lo señalado, resulta necesario utilizar un concepto que sea funcional a la

protección del correcto y normal funcionamiento de los servicios de la administración pública


en

favor de los ciudadanos. Desde esta perspectiva, la doctrina74 ha reconocido como los
elementos

del concepto de funcionario público los siguientes:

71 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. (2001). Los Delitos contra la administración pública en el


Código Penal Peruano. Lima:

Palestra, p. 29. 72 OLAIZOLA FUENTES, Inés. (1997). Concepto de funcionario público a efectos
penales. En: Adela ASUA BATARRITA

(Coord.). Delitos contra la administración pública. Bilbao: Instituto Vasco de Administración


Pública, p. 77. 73 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, ídem. p. 30; DONNA, Edgardo. (2000). El
concepto de funcionario público en el código

penal peruano. En: Revista peruana de Ciencias Penales, N° 11-12, Año VII-VIII. pp.261-273;
OLAZOLA FUENTES, Inés,
ídem, p. 77. 74 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, ídem. pp. 19-39.

40 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 41

• La persona deberá estar incorporada a la actividad pública (título habilitante).

• La persona debe ejercer la función pública.

Sin embargo, por las razones expuestas a continuación, conviene utilizar los siguientes
elementos:

• Incorporación heterónoma a la función pública.

• Posibilidad efectiva de desempeñar el cargo público.

1. La incorporación heterónoma a la función pública

La incorporación heterónoma a la función pública significa que el funcionario público adquiere

su estado a través de una acción de selección, nombramiento o elección por el pueblo, la


norma,

o una persona que -distinta al propio funcionario- ostente el poder suficiente para vincular al

nuevo servidor con la administración pública.

En otras palabras, el título habilitante de incorporación consistirá en la selección, la


designación

o la elección del sujeto para desempeñar actividades o funciones al servicio del Estado.75

Estos títulos habilitantes abarcan todas las posibilidades de acceder a la administración


pública.76

Así entendemos:

• Selección: elegir a una persona entre otras por parte de una autoridad competente.

Ejemplo: El juez que es elegido por concurso público dirigido por la CNM.

• Designación: destinar a un sujeto para la función pública por parte de una autoridad

competente. Ejemplo: El Presidente de la República designa a un asesor para que sea el

encargado del SIN.

• Elección: nombramiento que regularmente se hace a través de un proceso de votación.

Ejemplo: El congresista que es elegido por elección popular.

Esta posición es la planteada por la Convención Interamericana contra la Corrupción (CICC): 77

TÍTULO HABILITANTE DE INCORPORACIÓN DE UN FUNCIONARIO PÚBLICO

(incorporación heterónoma)

a) Selección

b) Designación
c) Elección

Desempeñar actividades o

funciones al servicio del

Estado

75 MEINI, Iván, ídem. p. 16. 76 Ibídem. 77 Ratificada por el Estado peruano el 6 de abril de
1997.

Artículo I de la CICC:

Para los fines de la presente Convención, se entiende por:

“Función pública”, toda actividad temporal o permanente, remunerada u

honoraria, realizada por una persona natural en nombre del Estado o al servicio

del Estado o de sus entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos”.

“Funcionario público”, “Oficial Gubernamental” o “Servidor público”, cualquier

funcionario o empleado del Estado o de sus entidades, incluidos los que han

sido seleccionados, designados o electos para desempeñar actividades o

funciones en nombre del Estado o al servicio del Estado, en todos sus niveles

jerárquicos”.

Estas formas de acceso a la función pública son igualmente reconocidas por la Convención de

Naciones Unidas contra la Corrupción (CNUC):78

Artículo 2 de la CNUC

“A los efectos de la presente Convención:

a) Por “funcionario público” se entenderá:

i) Toda persona que ocupe un cargo legislativo, ejecutivo, administrativo

o judicial de un Estado parte, ya sea designado o elegido, permanente o

temporal, remunerado u honorario, sea cual sea la antigüedad de esa persona

en el cargo;

ii) toda otra persona que desempeñe una función pública, incluso para un

organismo público o una empresa pública, o que preste un servicio público,

según se defina en el derecho interno del Estado Parte y se aplique en la

esfera pertinente del ordenamiento jurídico de ese Estado parte;

iii) toda otra persona definida como “funcionario público” en el derecho interno

de un Estado parte. No obstante, a los efectos de algunas medidas específicas


incluidas en el capítulo II de la presente Convención, podrá entenderse por

“funcionario público” toda persona que desempeñe una función pública o

preste un servicio público según se defina en el derecho interno del Estado

parte y se aplique en la esfera pertinente del ordenamiento jurídico de ese

Estado parte;”

78 Ratificada por el Estado peruano el 16 de noviembre de 2004.

42 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 43

Así, una interpretación conjunta de ambos tratados lleva a postular la necesidad de una

incorporación heterónoma a la función pública, resaltando las siguientes características:

• No importa la denominación o nomen Iuris: la CICC ha buscado abarcar los distintos

conceptos utilizados por los ordenamientos jurídicos de la región. En esta medida, ha

dejado claro que no importa el nombre formal que se le otorgue al funcionario para que

el Derecho Penal lo considere como tal. Asimismo, la CNUC considera funcionario público

a aquel que hubiera sido definido como tal por el Derecho interno de los estados.

• Título habilitante: tanto la CICC como la CNUC ayudan a materializar lo expuesto

anteriormente sobre la incorporación heterónoma del funcionario público, ya que señala

como título de incorporación a la selección, designación y/o elección, elementos que,

como ya se ha visto, incorporan todas las posibilidades de acceso a la función pública de

forma heterónoma.

• Irrelevancia del nivel jerárquico: como señala la CICC, será funcionario público aquel que

cumpla con los elementos anteriormente descritos, en todos los niveles jerárquicos.

• Irrelevancia del carácter remunerado u honorífico del cargo. como se puede observar,

el requisito de la incorporación heterónoma cumple con una función negativa, es decir,

excluye de la categoría de autores de los delitos de corrupción a las personas que no

hayan sido incorporadas heterónomamente a la función pública.

Ahora bien, existen dos supuestos de casos que generan dificultades: Los funcionarios de facto
y

aquellos que usurpan funciones públicas de manera unilateral. En el primer caso, se trata de
un

particular que es incorporado como funcionario público a través de alguna forma de selección,
designación o nombramiento que podrá resultar nulo, anulable80 y/o inexistente. Por otro
lado,

en lo que respecta al usurpador de funciones, se hace referencia a los casos en que un sujeto,

por iniciativa propia, se coloca de forma ilegítima en la posición de funcionario. A través de dos

ejemplos, se aportará la solución a estos casos complejos:

79 MEINI, Iván, op. cit. p. 4. 80 RODRÍGUEZ LÓPEZ, Ana Sobrino Martínez. (2008). Delitos
contra la administración pública. Barcelona: Bosch, pp. 37-50.

Ejemplo

El funcionario de facto o de hecho

El 17 de enero de 2001 se difundió un video en el que se aprecia cómo Vladimiro

Montesinos (quien formalmente no era jefe del SIN sino Asesor II de la Alta

Dirección de dicho órgano) le entregó a Luis Bedoya de Vivanco, candidato al

cargo de alcalde de Miraflores, la cantidad de US$ 25,000 dólares americanos,

pertenecientes a los fondos públicos del SIN, con el objetivo de financiar su

campaña electoral municipal en 1998.

¿Podía Montesinos Torres ser considerado funcionario público para efectos

del delito de peculado?

El Tribunal Constitucional, ratificando lo señalado por la Sala Penal Transitoria

de la Corte Suprema, dispuso lo siguiente:

“(…) Si bien es cierto que formalmente Vladimiro Montesinos Torres ocupaba el

cargo de Asesor II de la Alta Dirección del Servicio de Inteligencia Nacional, en

realidad, ejercía, de hecho, la Jefatura del SIN, cargo que le permitía la custodia

y administración de fondos públicos, por lo que puede considerársele sujeto

activo del delito, tal como lo prevé el artículo 387 del Código Penal”.81

De esta manera, al existir un título habilitante material, porque el expresidente

Fujimori incorporó a Montesinos Torres en la cúpula del SIN (incorporación

heterónoma por designación), permitiendo su acceso y disposición a los fondos

públicos de dicha entidad, sí es posible considerarlo funcionario público.

En conclusión, en los casos de funcionarios de facto (como el de Montesinos),

el sujeto ya ha sido incorporado a la función pública y tiene el poder necesario

para vincular al Estado con sus actos; por lo tanto, debe ser considerado

funcionario público.
81 Sentencia emitida por el Tribunal Constitucional el 23 de noviembre de 2004, recaída en el
Expediente 2758-2004-HC/

TC (Fundamento 10).

44 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 45

Ejemplo

El usurpador unilateral de funciones

Un sujeto compra la vestimenta de un policía de tránsito para utilizarla en su

beneficio, detiene un automóvil que no tiene el SOAT y le exige al conductor la

entrega de dinero a cambio de no sancionarlo con la multa respectiva.

¿Puede el referido sujeto ser considerado como funcionario público y

responder como autor del delito de cohecho?

Es importante tener en cuenta que el sujeto se coloca, de forma ilegítima, en

la posición de un funcionario público. Al no haber sido incorporado de forma

heterónoma y con un título habilitante a la función pública sino que, por propia

iniciativa, se hace pasar por funcionario; no podrá contar con el poder para

vincular al Estado y, por tanto, no debe ser considerado funcionario público.

2. La posibilidad efectiva de desempeñar el cargo público

Cuando se analiza si una persona puede o no ser considerada funcionario público en los
términos

del Derecho Penal, más que un ejercicio de la función pública debe hablarse de una posibilidad

efectiva de ejercicio de la función pública, ya que desde esta posición se podrá al menos poner

en peligro el bien jurídico protegido en estos delitos. La posición de cercanía al bien jurídico

protegido no requiere de un ejercicio, sino de la posibilidad efectiva (y no irreal o abstracta) de

ejercitar el poder otorgado al momento de la incorporación en el organigrama público. En


otras

palabras, cuando un sujeto ya accede materialmente al aparato estatal (aunque por aspectos

de forma aún no ejerce efectivamente la función pública) se origina una relación en la que el

correcto y normal funcionamiento de la administración pública depende de su


comportamiento.

Este vínculo configura la posibilidad efectiva de desempeñar el cargo.

Este elemento también está presente en la CICC cuando, en lugar de utilizar la expresión
“seleccionado, designado o electo que desempeñe actividad”, ha decidido estipular lo
siguiente:

“seleccionados, designados o electos para desempeñar actividades o funciones (…)”. La

preposición para es una evidente manifestación de que la voluntad del legislador (en este caso,

los estados parte) ha sido que se incluya al funcionario que tenga la posibilidad efectiva del

desempeño del cargo.

Ejemplo

El funcionario público electo

El artículo 47° del Reglamento del Congreso dispone que “el periodo

parlamentario comprende desde la instalación del nuevo congreso, hasta la

instalación del elegido en el siguiente proceso electoral”.

Alberto Kouri Bumachar82 fue candidato al Congreso de la República para

el periodo 2000-2005. El 9 de abril del 2000 se realizaron las elecciones

presidenciales y congresales, siendo este elegido para el cargo de congresista

de la República. No obstante, el 5 de mayo del mismo año Kouri Bumachar se

reunió con Vladimiro Montesinos y recibió dinero para cambiarse a las filas del

fujimorismo.

La lista oficial de congresistas fue publicada por el Jurado Nacional de Elecciones

el 3 de junio, asumiendo estos funcionarios el cargo con fecha 28 de julio.

¿Debía ser considerado funcionario público Alberto Kouri Bumachar?

El Derecho Penal, como se ha señalado, asume un concepto autónomo de

funcionario público, distinto al previsto en el Reglamento del Congreso. Según

la Corte Suprema, Kouri Bumachar era funcionario público desde el 9 de abril

de 200083. Así, Kouri Bumachar se encontraba tan cerca del ejercicio efectivo de

la función pública que era capaz de vincular materialmente al Estado con sus

actos, sí debe ser considerado funcionario público. Cuando Kouri se reunió con

Montesinos, ya había sido elegido como congresista. A pesar de que no ejercitó

ni desempeñó el cargo público, Kouri Bumachar se encontraba en la posición de

dominio que le permitía acceder y lesionar el bien jurídico. Son irrelevantes, por

tanto, las normas administrativas que establezcan formalidades.

Esta son las consideraciones más importantes que el Derecho Internacional establece como
concepto de funcionario público para efectos penales. Sin embargo, es posible encontrar otros

elementos que no dejan dudas de una comprensión extensa de la calidad de funcionario


público

para efectos punitivos.

82 Sentencia emitida por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema el 12 de febrero del 2003,
recaída en el Expediente

06-2001. 83 Ídem, Fundamento décimo cuarto.

46 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 47

De esta manera, haciendo una interpretación conjunta de los instrumentos

internacionales, se puede decir que el funcionario público queda caracterizado

por lo siguiente:

• Ser un cargo legislativo, ejecutivo, judicial o administrativo, es decir, no

interesa el lugar donde se ejerza la función pública.

• Haber sido designado, seleccionado o elegido. Conviene señalar, dentro

de la modalidad “elección”, al funcionario seleccionado, ya que un proceso

de selección culmina con la elección de la autoridad competente. Sin

embargo, a efectos esclarecedores, se pueden diferenciar estos conceptos,

como lo hace la CICC.

• El cargo puede ser permanente o temporal.

• El sujeto puede percibir una remuneración por ser servidor público, pero

puede ser también un cargo honorario.

• No importa la antigüedad en la función pública.

• Es funcionario público todo aquel que desempeñe o esté en posibilidad

efectiva de desempeñar una función pública.

• Todo funcionario público según el Derecho Interno.

2.3.3 Concepto de funcionario público en el Código Penal peruano a la luz de los tratados

El artículo 425° del Código Penal hace referencia al concepto de funcionario; sin embargo,

este cuerpo normativo, lejos de fijar un concepto único84 o una lista cerrada de lo que es un

funcionario público, establece una lista enunciativa, permitiendo la incorporación de nuevos

supuestos según lo previsto en la Constitución, la ley o los convenios internacionales de los

cuales somos parte.


El artículo 425° no constituye el concepto de funcionario público. Este se configura a partir del

propio tipo penal que contiene el delito funcionarial. En otras palabras, el concepto
funcionario

público es un elemento normativo/jurídico de cada uno de los delitos contra la administración

pública cometidos por funcionarios públicos y, como tal, susceptible de interpretación. Los

operadores jurídicos pueden apelar a enunciados de distinta fuente jurídica para dar un

contenido razonable al concepto de funcionario público.

“Artículo 425.- Se consideran funcionarios o servidores públicos:

1. Los que están comprendidos en la carrera administrativa.

2. Los que desempeñan cargos políticos o de confianza, incluso si emanan de

elección popular.

3. Todo aquel que, independientemente del régimen laboral en que se

encuentre, mantiene vínculo laboral o contractual de cualquier naturaleza con

entidades u organismos del Estado y que en virtud de ello ejerce funciones

en dichas entidades u organismos.

4. Los administradores y depositarios de caudales embargados o depositados

por autoridad competente, aunque pertenezcan a particulares.

5. Los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional.

6. Los designados, elegidos o proclamados por la autoridad competente para

desempeñar actividades o funciones en nombre o al servicio del Estado o

sus entidades.

7. Los demás indicados por la Constitución política y la ley”.

Es importante destacar de este artículo que los numerales 2, 3, 4, 5 y 6 incluyen como


funcionarios

públicos a sujetos excluidos por normas de naturaleza administrativa, laboral y constitucional,

reafirmando la noción amplia y autónoma que señala este Manual para el Derecho Penal. Es

más, el numeral 4 (administradores y depositarios de caudales embargados o depositados por

autoridad competente) plasma de manera clara y precisa el hecho de que al Derecho Penal, en

relación con los delitos contra la administración pública cometidos por funcionarios públicos,
le

interesa únicamente imputar como autores a los sujetos de quienes dependa que los servicios
públicos se desarrollen de forma normal y correcta, tanto así que ha incluido taxativamente a
los

administradores y depositarios de caudales embargados.

Ahora bien, el numeral 3 considera funcionarios públicos a cualquiera que mantenga una
relación

contractual con algún organismo del Estado. En este sentido, la norma penal está incluyendo al

trabajador de las empresas del Estado y sociedades de economía mixta, al funcionario público

que trabaje ad honorem (caso de la primera dama de la nación que ejerce alguna función
pública

sin percibir retribución económica), a quien cumple un trabajo a tiempo parcial o de locación

de servicios, al practicante preprofesional sujeto a ley sobre modalidades formativas laborales,


y

otros sujetos que no tienen una relación laboral formal con el aparato estatal pero sí un
vínculo

real-material con la función pública.

84 A diferencia del artículo del código penal español que propone una definición de
funcionario público.

48 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 49

Como se señaló previamente, la jurisprudencia de la Corte Suprema ha reconocido al


funcionario

electo como posible autor de los delitos contra la administración pública. Esto ha sido
ratificado

recientemente por la reforma de la Ley 30124, que modificó el inciso 6 del artículo 425°. Por lo

tanto, se confirmó que es innecesario que el funcionario público electo ejerza efectivamente el

cargo.

Por otro lado, se debe destacar que el artículo 425° haya utilizado los tres títulos habilitantes,

a los que nos hemos referido en líneas anteriores, para la incorporación a la función pública,

siempre que se den de forma heterónoma incluyen a todas las formas posibles de acceso a la

administración pública:85

• Selección (numeral 1, 3, 5)

• Designación (numeral 3 y 4)

• Elección (numeral 2 y 6)

Sin perjuicio de lo expuesto, se podría sostener que el artículo 425° refuerza el elemento de
la incorporación heterónoma a la función pública y, con la reciente reforma de la Ley 30124,

reconoce el elemento de la posibilidad efectiva de desempeñar un cargo público. Como


veremos

posteriormente, esta reforma sigue la orientación de los compromisos internacionales


asumidos

por el Estado peruano, en concreto, con la Convención Interamericana contra Corrupción86


(CICC)

y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (CNUCC).

Finalmente, el numeral 7 del Código Penal representa una cláusula abierta que se condice con

la naturaleza enunciativa, mas no taxativa ni constitutiva, de la lista reconocida por el artículo

425 del Código Penal. Pero, ¿qué implica establecer que son funcionarios, o servidores
públicos,

todos los indicados por la Constitución Política y la ley? ¿Qué norma de rango constitucional o

legal nos brinda un acercamiento al concepto de funcionario público del Derecho Penal? De

una revisión de nuestro ordenamiento jurídico puede afirmarse que las normas que brindan un

mejor acercamiento al concepto de funcionario público en materia penal están contenidas en

leyes o instrumentos internacionales (CICC y CNUCC), incorporados al ordenamiento peruano


de

manera automática (modelo monista) por el artículo 55° de nuestra Constitución que señala:
“Los

tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional”.87

Así, las disposiciones ya reseñadas de los artículos 1 y 2 de la CICC y el artículo 2 de la CNUC


son

normas autoaplicativas o de aplicación inmediata (selfexecuting) y, por tanto, deben ser


tomadas en

consideración por los operadores del Derecho cuando determinen quién es funcionario
público88.

85 Supra. Concepto de funcionario público. Elementos del concepto. A. Incorporación


heterónoma a la función pública. 86 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Informe: Adecuación de
la legislación penal peruana a la Convención Interamericana

contra la Corrupción. Disponible en:

http://www.oas.org/juridico/spanish/agendas/estudio_final_peru.htm. Revisado el 12/02/13.


87 En el mismo sentido, la Ley 26647, la cual dispone en su artículo 3 que los tratados
celebrados y perfeccionados por el

Estado peruano entran en vigencia y se incorporan al derecho nacional, en la fecha en que se


cumplan las condiciones
establecidas en los instrumentos internacionales respectivos, de acuerdo al artículo
precedente. 88 En cualquier caso deben ser consideradas disposiciones que funcionan como
criterios de complementación

hermenéutica al tratarse de un concepto (el de funcionario público) normativo del tipo penal.

¿Qué es una norma autoaplicativa, de aplicación automática o

selfexecuting?

En el Derecho Internacional existen normas auto-aplicativas y normas no

autoaplicativas o programáticas.

Una norma autoaplicativa es aquella norma completa, es decir, que puede ser

aplicada o que despliega sus efectos de manera inmediata, sin la necesidad

de algún acto legal adicional. Las normas no autoaplicativas, por el contrario,

requieren de un desarrollo legislativo posterior para su aplicación.

Para que una norma sea autoaplicativa es necesario que cumpla con lo siguiente:

• Que otorgue a las personas un derecho claramente definido y exigido ante el

juez.

• Que sea lo suficientemente específica para poder aplicarse judicialmente en

un caso concreto, sin necesidad de recurrir a alguna norma adicional89.

En conclusión, las normas internacionales referidas al concepto de funcionario público son

autoaplicables, toda vez que representan definiciones completas, claras y específicas, siendo
su

cumplimiento un deber del operador judicial, ya que su omisión generará la responsabilidad

internacional del Estado peruano.

Esta posición ha sido asumida por la Corte Superior de Lima en la sentencia

recaída en el expediente 032-2006, en relación a la consideración de los

bomberos como funcionarios públicos. La Corte señaló:

“(….) que la condición de funcionarios públicos de los acusados en su calidad

de miembros en actividad y/o retiro del CGBVP es indiscutible para el caso

concreto, pues si bien conforme a las normas legales que rigen dicha institución

los bomberos no perciben remuneración alguna, la Convención Interamericana

contra la Corrupción suscrita y ratificada por el Perú en su artículo uno define

como funcionario público, oficial gubernamental o servidor público a cualquier

funcionario o empleado del Estado o de sus entidades, incluidos los que han sido
seleccionados, designados o electos para desempeñar actividades o funciones

a nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus entidades o funciones

a nombre del Estado o al servicio del Estado, en todos su niveles jerárquicos,

indicando que se entiende por función pública toda actividad temporal o

permanente, remunerada u honoraria, realizada por una persona natural en

nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en cualquiera de

sus niveles jerárquicos (…)”.

89 ÇANCADO TRINTADE, Antônio. El derecho internacional de los derechos humanos en el siglo


XXI. Citado por: BREGAGLIO

LAZARTE, Renata, ibídem.

50 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 51

A todo lo anterior, se debe agregar que este razonamiento no representa ni una integración

analógica de la norma ni la aplicación de una ley penal en blanco.

No es integración analógica: la integración analógica consiste en la aplicación de la

consecuencia de la norma jurídica a un supuesto de hecho distinto a esta.90 Además, como

todo método de integración, la analogía opera frente a una laguna del Derecho. En el presente

ejemplo se está interpretando, no integrando, un elemento objetivo y normativo del tipo


penal,

como es el elemento funcionario público.

No es aplicación de ley penal en blanco: este razonamiento no implica una remisión

que rellene un vacío dejado por un elemento faltante que se encuentra fuera del tipo penal

(remisión en bloque o ley penal en blanco),91 sino que implica un elemento que requiere, para

el conocimiento y comprensión de su alcance y significado, la ayuda de alguna norma.92 Esto


se

denomina remisión interpretativa.

El concepto de funcionario público es un elemento normativo del tipo93 que requiere

para su entendimiento que el operador jurisdiccional utilice otras normas penales del

ordenamiento peruano como, por ejemplo, el artículo 425° del Código Penal, el artículo

1° de la CICC o el artículo 2.a de la CNUCC.

2.4 LOS DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA COMO DELITOS

ESPECIALES
Como se ha visto, el elemento del tipo “funcionario público” es central en los delitos contra la

administración pública que, especialmente, son objeto de este manual: cohechos, peculados,

colusiones, negociaciones incompatibles, abuso de autoridad, malversaciones, tráfico de

influencias especial y enriquecimiento ilícito. En tal sentido, el legislador ha decidido que en

estos delitos de corrupción tenga que intervenir necesariamente, como autor, un funcionario

público. Esta característica es la que convierte a los delitos contra la administración pública en

delitos especiales. En esta medida, el presente acápite analiza el concepto de delito especial,

el fundamento de los delitos especiales, y las clases de delitos especiales; todo ello en

correspondencia con los delitos de corrupción.

90 RUBIO CORREA, Marcial. (2009). El sistema jurídico. Introducción al Derecho. Lima: PUCP,
p.264 y ss. 91 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. (2008, enero). Hacia un nuevo derecho penal de las
empresas. Más allá de la solución penal

y meramente administrativa del delito económico. En: Revista Penal, tomo 21, p. 4. Disponible
en: http://www.uhu.es/

revistapenal/index.php/penal/article/viewFile/338/329. Consulta:14/02/13. 92 LUZÓN PEÑA,


Diego-Manuel. (2004). Curso de derecho penal. Parte general I. Madrid: Universitas, p.351. En
un

sentido similar: GARCÍA ARÁN, Mercedes. Remisiones normativas, leyes penales en blanco y
estructura de la norma

penal. Disponible en:


http://portal.uclm.es/portal/page/portal/IDP/Revista%20Naranja%20(Documentos)/Num_16/

REMISIONES%20NORMATIVAS.pdf. Consulta: 14/02/13, p. 72. 93 LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel,


op. cit. p. 352. Cabe recordar que todos los tipos penales tienen elementos descriptivos

del tipo y elementos normativos. Los primeros pueden ser conocidos con el común saber
empírico, mientras que los

segundos requieren de una norma para la correcta comprensión de su alcance y definición.

2.4.1 Delitos especiales: concepto simple vs. concepto complejo

Es posible identificar dos enfoques en la doctrina y jurisprudencia sobre el contenido del

concepto delito especial:

• Delito especial en sentido simple: según este enfoque, son delitos especiales aquellos

que no podrían ser cometidos a título de autor por cualquier sujeto, sino solo por aquellos

que tengan las cualidades y condiciones exigidas por el tipo penal.94

• Delito especial en sentido complejo: este enfoque va más allá de la decisión formal del

legislador de delimitar el número de autores a través del tipo penal, y busca encontrar el
fundamento en el que descansa la restricción del círculo de autores. En otras palabras,

a diferencia del concepto en sentido simple, hace referencia a la razón por la que el

legislador decidió que solo determinados sujetos cualificados puedan ser autores del

delito especial95.

De una primera mirada, parecería sensato afirmar que los delitos contra la administración

pública son delitos especiales en sentido simple, toda vez que delimitan el círculo de autores

y con ello, como se ha detallado en apartados anteriores, se protege eficientemente el


correcto

funcionamiento de la administración pública.

Un amplio sector de la doctrina nacional utiliza este concepto simple de los delitos
especiales96,

criterio que también ha sido asumido por Corte Suprema de la República cuando señala que

“la consideración de un tipo penal como delito especial atiende exclusivamente a su estructura

formal”. 97

Así, no se puede negar que el concepto simple de delito especial brinda una herramienta útil
para

analizar estos delitos, ya que distingue su único rasgo común; la inidoneidad para ser
cometidos

por cualquier sujeto. 98

Sin embargo, también es necesario analizar los delitos especiales en sentido complejo, pues

no debe olvidarse que un concepto formal sin fundamentación carece de sentido. Formulado

con otras palabras, el concepto simple es solo la puerta de entrada a la problemática de los

delitos especiales cuya comprensión obliga a conocer el motivo de la delimitación del círculo

de autores (es decir, incorporar el concepto complejo). La determinación de este fundamento

94 GÓMEZ MARTÍN, Víctor. (2006). Los delitos especiales. Buenos Aires: B de F/ Euros Editores,
p. 27. 95 Ibidem, p. 22 96 PARIONA ARANA, Raúl. (2011, enero). La teoría de los delitos de
infracción de deber. En: Gaceta Jurídica – Gaceta Penal &

Procesal Penal. Lima; tomo 19, p. 81; CARO JOHN, José Antonio. Algunas consideraciones sobre
los delitos de infracción

de deber. Disponible en:

http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/anuario/an_2003_06.pdf. Consulta: 08/02/13;


REAÑO PESCHIERA, José

Leandro, op. cit. p. 23 y ss. 97 Destaca la sentencia del 20 de julio de 2009 recaída en el
expediente AV- 23-2001 emitida por la Sala Penal Especial de
la Corte Suprema en contra de Alberto Fujimori Fujimori. p.35. Pie de página 3. 98 GÓMEZ
MARTÍN, Víctor, op.cit. p. 16.

52 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 53

debe permitir responder algunos aspectos problemáticos que plantean los delitos especiales

que serán, posteriormente, analizados.

¿Cuál es el fundamento de la restricción legal del círculo de autores en los delitos especiales?
Esta

pregunta exige recordar que existe una gran variedad de delitos que pueden ser incluidos en la

nomenclatura de delitos especiales. ¿Tienen todos ellos el mismo fundamento material?


Parece

claro que no, que hay distintas clases de delitos que presentan diversos motivos y razones por
los

que el legislador decidió acotar el número de autores a un grupo con cualidades especiales. En

este contexto, existen diversas clases de delitos especiales en sentido complejo que responden
a

fundamentos materiales distintos. Este Manual se limita al de los delitos funcionariales


especiales.

Pese a ello, antes de abordar la clasificación de los delitos especiales en sentido complejo, es

necesario hacer un breve reencuento de las principales posturas sobre el fundamento de estos

delitos. Así quedarán expuestas las dos teorías que mayor acogida han tenido por la doctrina y

que, además, han sido asumidas por la Corte Suprema de la República y por las cortes
superiores

de Justicia: a) la infracción de deber y b) el dominio sobre la vulnerabilidad del bien jurídico.

a) Delitos especiales como delitos de infracción de deber

Una primera postura, la teoría de la infracción de deber, fue planteada como un criterio de la

autoría alternativo al llamado dominio del hecho.99 Así, el fundamento de la autoría en


algunos

delitos ya no descansaría en el dominio fáctico del suceso, sino en la titularidad de un deber


extra

penal que es infringido. En este sentido, los criterios de dominio del hecho e infracción de
deber

son completamente independientes entre sí, y su diferenciación vendría impuesta por la


ley100.

Tomando en cuenta lo anterior, será autor de delitos especiales en sentido complejo quien
infringe un deber previo al plano de la norma penal contenido casi siempre en normativa extra

penal o infracción del deber y no quien tenga el control del suceso fáctico o dominio del
hecho.101

Ejemplo

El autor del delito de cohecho pasivo será el funcionario público que infrinja su

especial deber de fidelidad y lealtad a la función pública, previstos en el Código

de Ética de la Función Pública y normativizados a través del artículo 393° del

Código Penal.

Por el contrario, será participe de estos delitos todo interviniente que no tenga este deber

extra penal, aunque tenga dominio del suceso fáctico.

99 ROXIN, Claus. (2000). Autoría y dominio del hecho en derecho penal. Barcelona: Marcial
Pons, pp. 385-434. 100 Ídem. p. 420. 101 Ídem. p. 386.

Cabe señalar que para esta posición, planteada por el profesor Roxin, todos los delitos
especiales

se caracterizan porque el autor es quien tiene una posición de deber extrapenal, motivo por

el cual se utiliza el concepto “delitos de infracción de deber” en lugar de delitos especiales en

sentido complejo.102

JURISPRUDENCIA

Acuerdo Plenario N 2-2011/CJ-116. VII Pleno Jurisdiccional de las salas

penales permanente y transitoria. Antecedente 1.

“Actualmente, en la doctrina y la jurisprudencia se ha definido que existen tipos

legales que requieren un dominio del autor para su construcción, como por

ejemplo los delitos de robo agravado, homicidio calificado, estafa, tráfico ilícito

de drogas, entre otros -denominados delitos de dominio-. Sin embargo, también

existen tipos legales que excluyen el dominio para su configuración y se forman

a partir de la infracción de un deber especial que le corresponde a la órbita del

autor -característica intrínseca de los delitos cometidos por los funcionarios y

servidores públicos”.

Una segunda postura que replantea la teoría de la infracción de deber, es la presentada por
Jakobs

y seguida por sus discípulos. Esta señala que existen dos tipos de deberes (correspondientes a

dos ámbitos de competencia):103


1. Competencia por organización: correspondiente a los deberes de todo ciudadano de no

dañar a nadie (deberes negativos). La norma se dirige al ciudadano con la expectativa de

que este no invada la esfera de libertad ajena a través de un comportamiento comisivo u

omisivo. Pertenecen a esta categoría los delitos comunes o de dominio.

2. Competencia institucional: correspondiente a los deberes que nacen de un estatus

del sujeto (deberes positivos).104 Estos no se limitan a no dañar, sino que implican una

prestación de ayuda y fomento. 105 Esencialmente se pueden distinguir dos tipos de

deberes positivos: los familiares (por ejemplo, los de la madre con la salud del hijo) y

los estatales106 (por ejemplo, los del funcionario con el correcto funcionamiento de la

administración pública).

102 ROXIN, Claus. (1997). Derecho penal. Parte general. Madrid: Civitas, p. 338. 103 JAKOBS,
Günther. (1997). La competencia por organización en el delito omisivo. Consideraciones sobre
la superficialidad

de la distinción entre comisión y omisión. En: Estudios de derecho penal. Madrid: Civitas, pp.
343-363. 104 Ídem. p. 348. 105 SÁNCHEZ-VERA, Javier. (2003). Delitos de infracción de deber.
En: Eduardo MONTEALEGRE LYNETT (Coord.). Libro

homenaje al profesor Günther Jakobs. El funcionalismo en derecho penal. Bogotá: Universidad


del Externado de

Colombia, p. 275. 106 Ibídem.

54 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 55

Del esquema anterior, se desprende claramente que los delitos de corrupción deberían calzar

dentro de los delitos por infracción de un deber positivo-institucional (deber estatal). Como

consecuencia de esto, el estatus de funcionario deja de ser un simple elemento agravante y se

convierte en la esencia del delito contra la administración pública.107 Cabe advertir que
nuestra

jurisprudencia, cuando ha entendido este tipo de delitos como delitos de infracción de deber
lo

ha entendido desde la perspectiva planteada por el profesor Claus Roxin.

b) Dominio sobre la vulnerabilidad del bien jurídico

La teoría del dominio sobre la vulnerabilidad del bien jurídico108 parte por preguntarse cuáles

son las necesidades político-criminales detrás de la decisión del legislador de elaborar un delito

especial.109
En esta línea, esta perspectiva sostiene que el criterio de la autoría de los delitos especiales
debe

ser buscado no en la infracción de un deber formal extrapenal o institucional (como lo sostiene

la teoría de la infracción de deber), sino en una relación especial de dominio sobre el resultado

lesivo al bien jurídico. Este dominio se fundamenta en la posición de garante del sujeto

cualificado,110 es decir, en la cercanía o proximidad fáctica al bien jurídico protegido, le


permite

tener la capacidad de afectarlo desde la organización estatal.111 En este sentido, es la función


del

autor frente a la especial situación de vulnerabilidad del bien jurídico, lo que favorece que

tenga el dominio del resultado lesivo.

Ejemplo

Un juez tiene la función de impartir justicia (servicio público). De esta forma,

de él depende -situación de vulnerabilidad- que la administración pública

funcione correctamente (específicamente en el ámbito jurisdiccional que le

corresponde). En esta medida, el juez que recibe dinero de un abogado para

que agilice un proceso será autor del delito de cohecho pasivo en virtud de

su dominio sobre el bien jurídico protegido (correcto funcionamiento de la

administración de justicia).

107 A pesar de todo lo expuesto hasta aquí, esta postura ha sido criticada de forma reiterada
por la doctrina. Para más

información: RUEDA MARTIN, María Ángeles. (2010). Delitos especiales de dominio y su


relación con el artículo 65.3 del

Código Penal. Granada: Comares; ROBLES PLANAS, Ricardo. (2003). La participación en el


delito: fundamento y límites.

Madrid: Marcial Pons; CUELLO CONTRERAS, Joaquín. (2011). Dominio y deber como
fundamento común a todas las

formas de autoría y modalidades del delito. Barcelona: Indret. Disponible en:


http://www.indret.com/pdf/792.pdf.

Consulta: 22/02/13; GÓMEZ MARTÍN, Víctor, loc. cit. En la doctrina peruana: PARIONA ARANA,
Raúl. (2011, enero). La

teoría de los delitos de infracción de deber. En: Gaceta Jurídica – Gaceta Penal & Procesal
Penal, tomo 19; SALINAS
SICCHA, Ramiro, loc. cit. En el presente manual, esta postura no será adoptada. 108
SCHUNEMANN, Bernd. (2004). El dominio sobre el fundamento del resultado: Base lógico-
objetiva común para todas

las formas de autoría. Revista de derecho penal y criminología de la Universidad del Externado
de Colombia, N ° 75, vol. 25,

pp. 13–25. 109 GÓMEZ MARTÍN, Víctor, op. cit. p. 202. 110 Ibídem. 111DONNA, Alberto, op.cit.
p. 273.

Ello resulta pertinente en los casos de los delitos de corrupción, porque el funcionario ejerce
un

control especial sobre el suceso que lesiona el correcto funcionamiento de la administración

pública; a raíz de la posición interna y del poder estatal del que dispone el funcionario.112

Esta tesis también ha sido acogida por Pleno Jurisdiccional Superior Penal:

JURISPRUDENCIA

Pleno Jurisdiccional Superior Nacional Penal del 11 de diciembre de 2004.

Tema 5, Acuerdo Primero.

“Diferenciar la respuesta punitiva aplicable a los autores y partícipes, en función

de su mayor o menor cercanía con el bien jurídico protegido y de la importancia

del aporte de estos en la realización del delito especial de que se trate. (….)

Considerar que la mayor punibilidad de los autores de los delitos especiales

se fundamenta en el dominio social que tienen respecto del bien jurídico

tutelado”.

El presente Manual se acoge a la teoría del dominio sobre la vulnerabilidad

del bien jurídico:

• La posición de garante no se debe SOLO a la formalidad del estatus (una

posición que ocupa el sujeto en la sociedad o institución), sino SOBRE TODO

al ejercicio material del mismo, es decir, a las distintas funciones a través

de las cuales el sujeto asume libremente la responsabilidad por el bien

jurídico.113 A ello se suma, pues, la necesidad de verificar el dominio efectivo

sobre el fundamento del resultado

• El dominio sobre la vulnerabilidad del bien jurídico es el fundamento de un

grupo MAYORITARIO de delitos especiales (donde se encuentran los delitos

contra la administración pública cometidos por funcionarios públicos)

pero no de todos. Este Manual abordará solo la dinámica de los delitos


funcionariales o especiales de posición institucionalizada.114

112 Ídem. p. 24. 113 GRACIA MARTÍN, Luis. (1985). El actuar en lugar de otro en derecho penal
I. Teoría general. Zaragoza: Prensas universitarias,

p. 364 y ss; RUEDA MARTÍN, María Ángeles, op. cit. p. 23. 114 GÓMEZ MARTÍN, Víctor, op. cit,.
pp. 520-525. En este mismo sentido: GÓMEZ MARTÍN, Víctor. (2012). Delitos de

posición y delitos con elementos de autoría meramente tipificadores. Nuevas bases para una
distinción necesaria. En:

Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, No 14-01. pp. 1-29. Disponible en:
http://criminet.ugr.es/recpc/14/

recpc14-01.pdf. Consulta: 04/12/12.

56 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 57

2.4.2 Clasificación de los delitos especiales en propios e impropios

Tradicionalmente, los delitos especiales como aquellos contra la administración pública se

clasifican en propios e impropios. Así:

1. Los delitos especiales propios: caracterizados porque la cualidad especial del autor

(funcionario público para los delitos que son materia de este Manual) fundamenta la

responsabilidad penal. Es decir, si el autor del delito no es funcionario público entonces

no existe tipo penal común similar (o subyacente) por el que pueda responder.115 Ejemplo

de ello son los siguientes delitos: el abuso de autoridad, la malversación de fondos, el

cohecho pasivo, el enriquecimiento ilícito o el prevaricato.

2. Los delitos especiales impropios: caracterizados porque la cualidad especial del autor

solamente equivale a un elemento adicional que, generalmente, agrava, (aunque a veces)

atenúa la responsabilidad penal ya existente en un delito común. Así, si el sujeto no tiene

tal cualidad, responderá inmediatamente por el delito común.116 Ejemplo de ello son los

siguientes delitos: la concusión (en relación con las coacciones o la estafa) y el peculado

(en relación al hurto o a la apropiación ilícita).

Ahora bien, ¿es correcto afirmar que algunos delitos de corrupción son delitos especiales

impropios? De acuerdo con lo estudiado hasta ahora, la cualidad de funcionario público no es

un elemento meramente modificador de la pena (circunstancias agravantes o atenuantes),


sino

un elemento “fundamentador” de la responsabilidad penal.117 Respecto del dominio sobre la

vulnerabilidad del bien jurídico118, el presente Manual defiende esta postura, porque la
función
especial del funcionario público es el núcleo de la responsabilidad penal de estos delitos. Por

ello, en nuestra concepción, no es posible hablar de delitos especiales impropios en materia de

corrupción.

Se debe tener en cuenta que la teoría de la infracción de deber llega a la misma

conclusión, ya que para esta tesis la distinción entre delitos especiales propios

e impropios es superflua (ambos se fundamentan en la lesión de un deber

positivo).119

Como consecuencia de ello, es posible afirmar que los mal llamados delitos especiales
impropios

no son simples tipos cualificados de los correspondientes delitos comunes, sino que son delitos

con autonomía.120 Asimismo, se debe tomar en cuenta que en estos delitos el sujeto
cualificado

(funcionario público) también tiene un especial acceso sobre la vulnerabilidad del bien jurídico

(el poder para lesionarlo desde la administración pública).

115 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit. p. 41. 116 Ídem. p. 42. 117 GÓMEZ MARTÍN, Víctor,
op. cit. p. 507. 118 Ver supra. 119 GÓMEZ-VERA, Javier, op.cit. p. 285. 120 RUEDA MARTÍN.
María Ángeles, op.cit. p. 76.

Lo dicho cobra mayor fuerza si se tiene en cuenta que el método para determinar la
autonomía de

los delitos debe ser de naturaleza teleológica, esto es, preguntar por el objeto de la prohibición

penal.121 Dado que el bien jurídico que se protege en los delitos de corrupción es el correcto

y normal funcionamiento de la administración pública, todos los delitos especiales contra la

administración pública son propios y autónomos. Además, que exista algún delito común con

el que el delito especial guarde cierta semejanza no es un argumento en contra para reconocer

la autonomía de los delitos funcionariales y la relación interna tan particular que existe entre el

funcionario público y el bien jurídico protegido.

Ejemplo

• El delito de peculado protege el correcto funcionamiento de la administración

pública.

• El delito de apropiación ilícita protege el patrimonio.

Ante el diferente objeto de protección penal, solo queda afirmar la autonomía

entre estos dos tipos penales.

2.5 COMISIÓN POR OMISIÓN122


2.5.1. Comisión por omisión y posición de garante del funcionario público superior

¿Qué caracteriza a un delito cometido por omisión? La diferencia entre omisiones y comisiones

se puede hacer desde dos enfoques:

• Plano ontológico: las omisiones implican un dejar de hacer mientras que la comisión se

representa como un hacer123.

• Plano normativo: las comisiones significan la injerencia en la autonomía de terceros

mientras que las omisiones implican la ausencia de una intervención de salvaguarda de

bienes jurídicos124.

121 GÓMEZ MARTÍN, Víctor, op. cit. pp. 06:19-06:52. Disponible en:
http://criminet.ugr.es/recpc/07/recpc07-06.pdf.

Consulta: 25/02/13. 122 Este acápite recoge las principales ideas del siguiente artículo:
GUIMARAY MORI, Erick y Julio RODRIGUEZ VASQUEZ.

Colusión por comisión por omisión: el caso de los alcaldes y los presidentes regionales. En: Ius
et veritas, edición 51. En

edición. 123 SILVA SANCHEZ, Jesús María. (2004). Comisión y omisión: Criterios de distinción.
En: Estudios sobre delitos de omisión.

Lima: Grijley, p. 16. 124 Ibídem. 125 Ibídem.

58 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 59

En este contexto, la comisión por omisión comparte con la omisión su base ontológica, a la vez

que su base normativa implica la injerencia en una esfera jurídica ajena125. Esta produce que,
a

diferencia de un delito de omisión pura, el hecho cometido por comisión por omisión se
subsuma

en un tipo penal que describe, desde un uso natural del lenguaje, la lesión de un bien jurídico

mediante un quehacer activo126 (por ejemplo, los tipos penales contra la administración
pública).

De acuerdo a Mir Puig, las peculiaridades del tipo de comisión por omisión son las siguientes:

• Producción de un resultado (lesión de bienes jurídicos).

• Posibilidad de evitarlo.

• Posición de garante.127

De estas características, la posición de garante es la más importante al momento de


fundamentar

la naturaleza de la comisión por omisión. En nuestra opinión, la posición de garante, y con ello
el
fundamento de la comisión por omisión, radica no solo en los deberes extrapenales que
vinculan

al funcionario público sino, especialmente, en la asunción de la custodia del bien jurídico, esto

es, en una relación de dominio sobre la situación de vulnerabilidad del bien jurídico protegido

por el tipo penal.128

Como ya vimos, la teoría del domino sobre el fundamento del resultado ha permitido dar

solución a las posiciones de garante que tienen los funcionarios públicos.129 En el caso de los

delitos de corrupción, su configuración como delitos especiales determina que solo algunos

sujetos (funcionarios públicos) puedan tener la influencia o dominio necesario para lesionar el

bien jurídico.130 Como ya hemos señalado, el sujeto que es incorporado al aparato público, y
que

luego ejerce determinada función pública, posee el dominio sobre una esfera del bien jurídico

“correcto y normal funcionamiento de la administración pública”, en tanto que de él depende

que los servicios públicos a su cargo sean ejecutados correctamente.

En esta línea, cuando un funcionario público decide libremente formar parte de la


administración

pública y es incorporado asume el dominio sobre el “correcto y normal funcionamiento de la

administración pública”. Así, el funcionario adquiere deberes que le exigen ejercer la función

pública de manera objetiva, legal y prestacional, y el deber de evitar la afectación de dicho


bien

jurídico por parte de terceros y sus subordinados. Por este motivo, siempre que el funcionario

público deje de cumplir con sus deberes funcionariales y esto produzca una lesión o puesta en

peligro del bien jurídico estaremos ante un caso de responsabilidad penal, sea de forma
comisiva

u omisiva.

126 SCHUNEMANN, Bernd. (2009). El denominado delito de omisión impropia. En: Discursos
universitarios. Arequipa:

Pangea, p. 21. 127 MIR PUIG, Santiago. (2006). Derecho penal. Parte general. Barcelona:
Reppertor, p. 318. 128 SCHUNEMANN, Bernd. (2004). El dominio sobre el fundamento del
resultado: Base lógico-objetiva común para todas

las formas de autoría. En: Revista de derecho penal y criminología de la Universidad del
Externado de Colombia, N° 75, vol.

25, p.21. 129 SCHUNEMANN, Bernd. El denominado delito de omisión impropia, op. cit. p. 36.
130 GRACIA MARTIN, Luis. (2004). La comisión por omisión en el derecho penal español. En:
Estudios de derecho penal. Lima:
Idemsa, p. 142.

Esto queda más claro con el siguiente cuadro.131

2.5.2. Funcionario público que ocupa cargos de poder

La teoría del dominio sobre el fundamento del resultado también puede ser utilizada cuando el

acto de corrupción se comete en el seno de una institución pública, caracterizada por la


división

funcional del trabajo en el plano horizontal y la jerarquía en el plano vertical.132

El funcionario público que encabeza una estructura de este tipo tiene una posición de garante

muy intensa, ya que se basa en el dominio sobre la vulnerabilidad del bien jurídico133. La
razón

de esto radica en que los servicios públicos (necesarios para permitir el acceso a los derechos

fundamentales) dependen de cómo realizan su función los servidores públicos responsables,

especialmente los superiores a cargo. En otras palabras, el correcto y normal funcionamiento


de

la administración pública se encuentra en una posición de dependencia y vulnerabilidad frente

a la función del servidor público superior.

131 GUIMARAY MORI, Erick y Julio RODRIGUEZ VASQUEZ. Colusión por comisión por omisión:
el caso de los alcaldes y los

presidentes regionales. Ibídem. 132DEMETRIO CRESPO, Eduardo. (2008). Sobre la posición de


garante del empresario por la no evitación de delitos

cometidos por sus empleados. En: SERRANO-PIEDECASAS, José Ramón y Eduardo DEMETRIO
CRESPO (Dir.). Cuestiones

actuales de derecho penal económico. Madrid: Colex, pp. 61-62. Hemos adaptado en parte las
construcciones realizadas

por los autores con relación a la posición de garante de los órganos de dirección de una
empresa a la de los órganos

de una institución pública. 133 MONTOYA VIVANCO, Yvan (2012). La responsabilidad penal del
funcionarios superior en los delitos contra la

administración pública cometidos por sus subordinados. En: PARIONA ARANA, Raúl (Dir).
Veinte años de vigencia del

código penal peruano: desarrollos dogmáticos y jurisprudenciales. Lima: Grijley.

Sujeto es

incorporado a la

función pública

Sujeto asume el
dominio del correcto

funcionamiento de la

administración

pública.

Adquiere deberes

funcionariales.

Sujeto no cumple con los

deberes asumidos

previamente y se

produce la lesión o

puesto en peligro del

correcto funcionamiento

de la administración

pública.

El funcionario público

responde penalmente,

ya sea comsisivamente u

omisivamente, por la

lesión o puesta en

peligro del correcto

funcionamiento de la

administración pública.

60 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 61

Es en esta medida que el domino del funcionario público superior no se basa simplemente en
el

control sobre las fuentes de riesgo, sino que se fundamenta en la situación del vulnerabilidad o

desamparo del bien jurídico134, base que fundamenta una posición de garante más intensa.
Una

vez hecha esta aclaración, podemos partir de la premisa de que el dominio sobre el
fundamento

del resultado permite atribuir responsabilidad penal por comisión por omisión a aquellos
órganos superiores jerárquicos en la organización pública que no eviten que el resultado lesivo

a los bienes jurídicos se haga actual135, siempre que en él concurra una posición de garante,
un

resultado y la posibilidad de evitar el mismo.

Lo afirmado aquí no significa que todos los miembros respondan individualmente, sino que la

relevancia de la conducta debe ser interpretada en el contexto de la organización pública136.

En este sentido, se debe señalar que el funcionario público superior ostenta una posición de

garante frente a la vulnerabilidad del bien jurídico. Así, la posición de garante del funcionario

público que ocupa un alto cargo se basa en el poder de mando que tiene sobre sus
subordinados

(dominio personal)137.

Este tipo de dominio es relevante en los supuestos de delegación de funciones. La delegación

de funciones no es legítima y es importante para el funcionamiento eficiente de la institución

pública138. De esta forma, es usual que la institución divida competencias en diversos

departamentos139.

Sin embargo, afirmar que la delegación de competencias produce siempre una traslación

del deber de garantía, significa permitir la liberación de responsabilidad penal de los altos

funcionarios, hecho que genera consecuencias fatales para el efecto preventivo del Derecho

penal140, ya que solo los miembros subordinados llevan a cabo por sí mismos la actuación

tipificada en el supuesto de hecho penal141, lo que supone excluir a los altos funcionarios.

134 MONTOYA VIVANCO, Yvan, ibídem. En sentido similar: LASCURAÍN SANCHEZ, Juan
Antonio. (2002). Los delitos de

omisión: fundamento de los deberes de garantía. Madrid: Civitas, p.136. 135 MARTINEZ-
BUJÁN PEREZ, Carlos. (2007). Derecho penal económico y de la empresa. Valencia: Tirant le
Blanch, pp.

498-499. Reiteramos que hemos adaptado las construcciones dogmáticas referidas a la


posición de garante en una

empresa privada a las de la organización en una institución pública. 136 FEIJOO SÁNCHEZ,
Bernardo. (2007). Derecho penal de la empresa e imputación objetiva. Madrid: Reus, p. 185.
137 SCHUNEMANN, Bernd, op. cit., p. 537. 138 MARTÍNEZ-BUJAN PÉREZ, Carlos, op. cit., p.
508. 139 SCHUNEMANN, Bernd. (2002). Responsabilidad penal en el marco de la empresa.
Dificultades relativas a la

individualización de la imputación. Anuario de derecho penal y ciencias penales, vol. LV., p. 31.
140 SCHUNEMANN, Bernd, op. cit., p. 533. 141 Ibídem.

En este sentido ¿cuál es el alcance de la posición de garante de un alto funcionario público


cuando ha habido delegación de funciones? La delegación modifica o transforma el contenido

del deber de garantía primario (el cual pertenece, como vimos, al alto funcionario público). No

obstante, el delegante no queda completamente liberado, dado que su deber originario no

desaparece142. Así, el órgano directivo delegante continúa teniendo una competencia residual

que radica en el deber de vigilancia y supervisión sobre el delegado143. Este deber se basa no

solo en el poder legal de mando del superior jerárquico, sino también en el mayor fondo de

información que este tiene144.

En palabras de Eduardo Demetrio, la delegación produce un efecto de mutación, pues


convierte

la obligación original del delegante en un deber de control sobre su subordinado145. Como


vemos,

lo importante es que la delegación no implique el abandono de la situación de vulnerabilidad

del bien jurídico, de forma que el que delega mermando las condiciones de seguridad
existentes

puede responder de los daños que se derivan del empeoramiento de la situación previa a la

delegación146. De esta manera, el superior jerárquico mantiene un dominio personal sobre el

resultado lesivo al bien jurídico.

JURISPRUDENCIA

R.N. 77-2012. Ejecutoria Suprema emitida por la Sala Penal Transitoria de la

Corte Suprema el 22 de agosto de 2012, pp. 41-42.

“(…) en un ámbito de organización complejo el obligado principal, por dirigir

la estructura global, tiene dentro de sus deberes el de delegar funciones de

tal manera que la entidad pueda alcanzar sus fines, siendo que el deber del

delegante respecto de la salvaguarda de bienes jurídicos, no desaparece, sino

que se transforma en un deber residual de control, supervisión y vigilancia

de aquello que también responsablemente, realizan los delegados (…) siendo

esto así emerge una posición de garante sobre los riesgos generados por la

administración pública, sin embargo, el superior no puede ser responsable de

evitar todo tipo de actuación riesgosa de sus subordinados, sino que se hace

responsable de evitar aquellos eventos lesivos vinculados al giro de la empresa.

En el presente caso correspondía al Presidente Regional del Cusco velar por el

patrimonio de la entidad pública de la que era titular (…).


142 MARTINEZ-BUJAN PÉREZ, Carlos, op, cit., p. 509. Así también: PEÑARANDA RAMOS,
Enrique. (2006). Sobre la

responsabilidad en comisión por omisión respecto de hechos deliticos cometidos en la


empresa. En: Liberamicorum

en homenaje al profesor Antonio Gonzáles-Cuellar García. Madrid: Colex, p. 421. 143


SCHUNEMANN, Bernd, citado por: MARTÍNEZ-BUJAN, Carlos, op. cit. p. 509. 144
SCHUNEMANN, Bernd. Cuestiones básicas de dogmática jurídico penal y de política criminal
acerca de la criminalidad de

empresa, p. 539. 145DEMETRIO CRESPO, Eduardo, op. cit., p. 73. 146 FEIJOO SANCHEZ,
Bernardo, op. cit., p. 190.

62 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 63

2.6. EL PROBLEMA DE LOS DELITOS DE ENCUENTRO

El problema de los delitos de encuentro es dogmático respecto de la punibilidad o impunidad


de

un sujeto que colabora o contribuye con la conducta del autor (funcionario público). La
solución a

la problemática de los delitos de encuentro debe responder a las siguientes preguntas: ¿Debe
ser

penalmente responsable el sujeto que se limita a hacer lo que el tipo penal presupone?
¿Pueden

responder como cómplices o instigadores los intervinientes necesarios, aplicando las reglas

generales de la participación criminal? Sobre estas cuestiones se profundizará a continuación.

A efectos de hacer más comprensible la problemática, primero es conveniente efectuar un

acercamiento general a los delitos de intervención necesaria para, posteriormente, confluir en


la

problemática específica de los delitos de encuentro.

2.6.1 Los delitos de intervención necesaria

Se llaman delitos de intervención necesaria, de participación necesaria147 o plurisubjetivos a


aquellos

que para la configuración de su tipo penal requieren, imprescindiblemente, la intervención de

más de una persona.148 Es decir, el tipo penal no solo describe la conducta del autor, sino
también

la conducta de otra persona.

2.6.2 Los delitos de convergencia y los delitos de encuentro


Los delitos de intervención necesaria han sido clasificados por la doctrina penal149 en dos
clases

de delitos:

• Los delitos de convergencia: son aquellos donde las actividades de los intervinientes

descritos en el tipo penal se dirigen conjuntamente al mismo objetivo.150 Es decir, el tipo

penal exige la concurrencia de varias personas para el menoscabo del bien jurídico, pero

estas contribuciones tienen que darse de la misma manera y en la misma dirección.151

Ejemplo

El delito de asociación ilícita para delinquir (artículo 317° CP) que sanciona

al que forma parte de una organización, de dos o más personas, destinada a

cometer delitos.

147 En este manual, al igual que ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., pp. 64-65 se prefiere
utilizar el término intervención

necesaria, por ser este más amplio que el de participación necesaria, que permite encuadrar
tanto las conductas de

autoría como de participación (complicidad o instigación) o incluso las meras intervenciones


impunes. 148 JESCHECK, Hans-Heinrich y Weigend, Thomas. (2002). Tratado de derecho penal.
Parte general. Granada: Comares, p.

751. 149 JESCHECK, Hans-Heinrich y Thomas WEIGEND, loc. cit.; ABANTO VÁSQUEZ, Manuel,
op. cit. p. 66 y ss.; CARRASCO

ANDRINO, María del Mar, op. cit., p. 59 y ss. 150 JESCHECK, Hans-Heinrich y Thomas WEIGEND,
loc. cit. 151 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit. p. 67.

• Los delitos de encuentro: son aquellos donde las actividades de las personas intervinientes

se dirigen a un mismo objetivo, pero lo hacen desde lados o posiciones distintas, de tal

manera que las conductas acaban por encontrarse.152 Es decir, si bien las acciones de

los intervinientes se dirigen a una misma finalidad común, lo hacen desde direcciones

diferentes y de manera complementaria.153 Es muy importante diferenciar los delitos de

encuentro en que el tipo penal está configurado para proteger a la tercera persona que

concurre con el autor en el hecho prohibido (por ejemplo, en el delito de violación sexual

de menor), de aquellos delitos de encuentro en que el tipo penal no está configurado

para proteger a la tercera persona concurrente (por ejemplo, el delito de colusión). En

el primer caso, es muy claro que el tercero es una víctima del delito y no responde por

delito alguno, mientras que, en el segundo caso, como se menciona más adelante, no hay

ningún problema para que responda como cómplice o que se investigue según las reglas
de la parte general.

La diferencia con los delitos de convergencia es que, en los delitos de encuentro,

el interviniente necesario actúa desde una posición distinta de la que actúa el

autor. Aquí la conducta del interviniente no “converge” con la conducta del autor

para luego vulnerar un bien jurídico, sino que se “encuentra” con la conducta de

autor, quien actuó de manera aislada y autónoma.

En la presente investigación el análisis se centrará en los distintos supuestos que presentan los

delitos de encuentro por ser los más problemáticos en algunos delitos contra la administración

pública.

2.6.3 Supuestos de delitos de encuentro

Siguiendo, en parte, la clasificación realizada por el profesor Abanto Vásquez154 pueden

identificarse los siguientes supuestos de delitos de encuentro:

• Supuestos en los que el interviniente necesario es el titular del bien jurídico protegido

por el delito: aquí, el tipo penal persigue, precisamente, la protección del interviniente

necesario, es decir, presupone para su configuración alguna conducta de la víctima. En

estos casos, la doctrina penal155 es unánime al sostener que el interviniente necesario

nunca responderá penalmente como partícipe del delito.

152 JESCHECK, Hans-Heinrich y Thomas WEIGEND, loc. cit. 153 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op.
cit., p. 68. 154 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., p. 69 y ss. 155 MIR PUIG, Santiago, op. cit.,
p. 233; JESCHECK, Hans-Heinrich y Thomas WEIGEND, op. cit., p. 752; CARRASCO ANDRINO,

María del Mar, op. cit. pp. 139-170 y ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op.cit., p. 70.

64 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 65

Ejemplo

En el delito de violación sexual (artículo 170° CP), se requiere que la actuación

del autor (violador) tenga un contacto con el interviniente necesario (víctima).

Este último es el titular del bien jurídico (libertad sexual) que es protegido por

el delito, por lo que su conducta será impune.

En este ejemplo es claro que la víctima de una violación sexual debe intervenir en el delito,
dado

que es precisamente sobre partes de su cuerpo que recae la acción del autor. Sin embargo,
dicha

intervención, como ya se puntualizó, no es punible.


• Supuestos en los cuales el delito de encuentro favorece al interviniente necesario: la

persona que es interviniente necesario en el delito se beneficia de la conducta del autor.

En estos supuestos, para saber si el interviniente responde penalmente o es impune hay

que diferenciar dos tipos de casos:

Cuando la ley penal sanciona la conducta del interviniente necesario a través de un tipo

penal específico, debe aplicarse el tipo penal específico que sanciona al interviniente

como autor Es decir, se deja impune al interviniente como partícipe de un delito,

pero se le sanciona como autor de otro especialmente pensado para sancionar su

conducta.156

Ejemplo

En estos casos se encuentran los delitos de cohecho activo (artículo 393° CP y

ss.), donde se sancionan, mediante distintos tipos penales, a todas las personas

que intervienen en el acto de corrupción (funcionarios y particulares).

Los casos en los que la conducta del interviniente necesario no se encuentra sancionada

por la ley penal. Estos han planteado algunos problemas de interpretación entre los

jueces y la doctrina, pues no queda claro si el legislador pretendió dejar impune su

conducta o, simplemente, quiso que se les aplicaran, como a cualquier otro delito, las

disposiciones generales de la autoría y participación reguladas en la Parte General del

Código Penal (artículo 23° CP y ss.).

Ejemplo

En el delito de tráfico de influencias (artículo 400° CP) se sanciona a la persona

que ofrece interceder ante un funcionario a cambio de un beneficio, pero nada

se dice sobre la punición o no de la persona que entrega este beneficio.

156 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., p. 77.

Precisamente, sobre el análisis de esta clase de supuesto nos centraremos a continuación.

2.6.4 Consecuencias contra el interviniente necesario en delitos que lo favorecen sin

regulación específica de su conducta en la parte especial del Código Penal

Se han planteado, principalmente, tres tesis sobre las consecuencias que deben recaer contra
el

interviniente necesario en delitos que lo favorecen, sin que su conducta esté sancionada por
un

tipo penal específico:


• La tesis de la impunidad.

• La tesis de la punibilidad.

• La tesis del “aporte mínimo necesario”.

La tesis de la impunidad

Esta tesis plantea que en los supuestos de interviniente necesario157 en los delitos que lo

favorecen sin sanción penal específica de su conducta, estos no deben responder penalmente

en virtud de los principios generales de igualdad y proporcionalidad.158

Respecto del principio de igualdad, se sostiene que el interviniente necesario no respondería

penalmente, ya que no se le podrían aplicar las reglas generales de la participación criminal

(artículo 23° del Código Penal y siguientes), pues su contribución no sería equivalente a la de

un tercero cualquiera que colabora directamente en el injusto central.159 Se dice, entonces,


que

aplicar las mismas consecuencias de punición al interviniente necesario y al tercero partícipe

vulneraría el principio de igualdad, pues no serían casos que merezcan ser tratados de igual

manera.

Por otro lado, en cuanto al principio de proporcionalidad, esta teoría señala que la
contribución

del interviniente necesario sería solo complementaria a otra conducta expresamente


sancionada

por el tipo penal. Se señala que el Derecho Penal pretendería sancionar directa y únicamente
la

conducta del autor que es de la que parte el peligro y donde se concentra su efecto
multiplicador

o propagador.160

Ejemplo

En el caso del tráfico de influencias, solo la conducta del que ofrece la

influencia sería la que merece ser sancionada, pues de ella dimanaría el efecto

multiplicador del delito hacia otras personas.

157Denominados por el mayor representante de esta tesis, el alemán Cropp, partícipes


especiales. 158 CARRASCO ANDRINO, María del Mar, op. cit., p. 114. 159 Ibíd. p. 116. 160
Ibídem.

66 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 67

La crítica acertada y contundente que ha recaído sobre esta teoría es que el recurso a los
principios de igualdad y proporcionalidad es muy inseguro, dada la amplitud de los mismos161
.

Asimismo, resulta equivocado pensar que desde la política criminal es conveniente la


impunidad

del partícipe periférico. La práctica evidencia un efecto multiplicador de la comisión de esta

clase de delitos, que proviene de la conducta frecuente y peligrosa del interviniente


necesario.162

Piénsese, por ejemplo, en las múltiples personas que fueron a buscar al exasesor presidencial,

Vladimiro Montesinos Torres, para que intercediera por ellos ante algún juez que veía sus
casos.

La tesis de la punibilidad

De acuerdo con esta tesis, en esta clase de supuestos no existe obstáculo para que, en
principio

y como regla, el interviniente necesario sea sancionado mediante las reglas generales de la

participación (artículos 24° y 25° del Código Penal). Ahora bien, esta corriente teórica incluye
dos

posturas:

1. Aquella que sostiene que, como regla, el interviniente necesario siempre responderá

penalmente, salvo que actúe con falta de dolo o su conducta sea estereotipada o inocua;

esto es, que se enmarque dentro de su rol.163

2. La tesis del aporte mínimo necesario: según esta teoría, cuando el interviniente necesario

solamente efectúa una aportación mínima en la realización del tipo penal (de poca

magnitud y reducida influencia en la conducta peligrosa del autor), su conducta es

impune.164 Sin embargo, si la actividad del interviniente va mas allá del mínimo necesario

establecido en el tipo, sí habrá punibilidad de este como partícipe de la conducta del

autor.165 Así, por ejemplo, será punible aquella persona que, además de entregar el

beneficio al traficante de influencias, lo incentiva o ayuda a interceder ante el juez.

Ahora bien, este Manual defiende que, aun cuando ambas teorías probablemente partan de

fundamentos penales teóricos distintos, no parecen ser opuestas.

En efecto, toda conducta (sea de autoría o de participación) para ser penalmente relevante

debe ser imputable objetivamente; es decir, tiene que crear un riesgo prohibido para el bien

jurídico.166 En este sentido, se debe entender que cuando los autores hablan de un aporte
mínimo

necesario hacen referencia a que estos no generan un riesgo prohibido para el bien jurídico,
sino que se enmarcan dentro del “riesgo permitido”. La conducta aquí sería atípica, ya que no
es

objetivamente imputable. En cambio, si el aporte (como cómplice o instigador) del


interviniente

supone la creación de un riesgo prohibido sí será punible la conducta de dicho interviniente.

161 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., p. 85. 162 Ibídem. 163 El mayor representante de
esta tesis es el profesor Jakobs, ibídem. 164 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., p. 86. 165
ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit,. p. 80 y Santiago MIR PUIG, op. cit., p. 233. 166 Sobre la
imputación objetiva de la conducta ver: MIR PUIG, Santiago, op. cit., p. 254.

2.7 LA AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN: EL PROBLEMA DE LA INTERVENCIÓN DEL

PARTICULAR

¿Un ciudadano que no es funcionario público puede ser sancionado penalmente por un delito

funcionarial? Conforme se señala en el punto 2.3 del presente manual, los delitos especiales

exigen una cualidad especial en el autor y una posición especial con respecto del bien jurídico

protegido. De esta manera, en la doctrina penal, se reconocen dos vertientes teóricas para

solucionar la intervención del particular en esta clase de delitos:

• Las teorías de la impunidad.

• Las teorías de la responsabilidad.

2.7.1 Las teorías de la impunidad

Uno de los máximos representantes de esta teoría es Robles Planas, quien sostiene que el

extraneus (extraño o ajeno) nunca podrá responder penalmente por un delito especial, dado
que

su responsabilidad penal es una autónoma o principal, no derivada de la responsabilidad del


autor

del delito especial.167 En otras palabras, esta teoría plantea que la responsabilidad del
extraneus

no es accesoria a la del autor del delito, ya que de acuerdo con el principio de la accesoriedad

“positiva” o “principal” de la participación criminal la sanción de los partícipes (inductores y

cómplices), se fundamenta en la conducta del partícipe con el propio hecho delictivo y no en

la relación de dependencia de la conducta del partícipe con la del autor.168 Por lo tanto, al ser

los delitos especiales -como los delitos funcionariales- delitos en los que el círculo de posibles

autores se encontraría limitado a aquellos sujetos sobre los que recaería un determinado
deber

jurídico especial, solo ellos podrían responder penalmente, pues los extraneus no incumplirían
ningún deber especial.169 La conducta del extraneus sería, por tanto, penalmente irrelevante.

Las acertadas críticas a esta teoría son, básicamente, dos:

1. La tesis de la accesoriedad “positiva”, que plantea Robles Planas para sostener que el

partícipe de un delito siempre responde por una conducta autónoma e independiente a la

del autor, conlleva a no diferenciar entre autores y partícipes delictivos, es decir, propone

un sistema único de intervención delictiva.170 Este planteamiento, evidentemente, resulta

inconstitucional por desproporcional, pero además es contradictorio con nuestro sistema

normativo, puesto que el Código Penal peruano, en sus artículos 23°, 24° y 25°, recoge

explícitamente el sistema diferenciador que distingue entre autores y partícipes de un

delito.

167 ROBLES PLANAS, Ricardo citado por GÓMEZ MARTÍN, Víctor, op. cit., p. 401. 168 Ibídem.
169 Ibíd. p. 402. 170 GÓMEZ MARTÍN, Víctor, op. cit. p. 413.

68 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 69

2. Al igual que la doctrina penal mayoritaria, este Manual apuesta por considerar que el

partícipe de un delito debe responder por su propia conducta delictiva, pues el principio

de “responsabilidad por el propio hecho” del Derecho Penal así lo exige.171 Sin embargo,

la responsabilidad del partícipe del delito nunca es “autónoma”. Este responde por su

propia conducta delictiva, que siempre es complementaria a la del autor (sin autor del

delito no hay partícipe del delito). Conforme lo establece la “teoría del favorecimiento”,

el fundamento de la sanción penal del partícipe se encuentra en el favorecimiento de la

lesión o puesta en peligro no justificada de un bien jurídico por parte del autor.172

En este sentido, la opinión de Rueda Martín acierta cuando afirma que al extraneus no se le
imputa

una conducta delictiva ajena, sino una propia. Los delitos especiales de corrupción pretenden

proteger el correcto funcionamiento de la administración pública frente a toda clase de


ataques

en su contra, de manera que al extraneus también le incumbe la prohibición penal,173 ya que


este

también puede defraudar las expectativas garantizadas por los delitos de infracción del deber.

2.7.2 Las teorías de la responsabilidad

Las teorías de la responsabilidad, defendidas por la doctrina y jurisprudencia mayoritaria


española174, sostienen que el extraneus que participa en la comisión de un delito especial
debe

también responder penalmente. Dentro de esta corriente de pensamiento se han reconocido,

principalmente, dos tesis:

1. La tesis de la infracción de deber: esta pretende explicar la responsabilidad del extraneus a

partir de su contribución al quebrantamiento de deberes especiales o a la defraudación de

expectativas positivas de actuación por parte del intraneus. Plantea dos posturas internas:

• La postura de Roxin: el partícipe de un delito de infracción del deber (delito especial)

también debe responder penalmente, dado que contribuye a la infracción de un deber

especial del autor.175 La participación se caracterizaría por ser una “cooperación sin

infracción de deber”.176

• La postura de Jakobs: el partícipe de un delito especial puede ser sancionado en virtud

de la prohibición ampliada por la regulación de la participación en la Parte General del

Código Penal.177 En los delitos especiales, el partícipe, con su contribución al hecho

delictivo, también defrauda expectativas positivas acerca del correcto accionar de los

funcionarios públicos, por lo que estos merecen, igualmente, ser sancionados. 178

171 MIR PUIG, Santiago, op. cit., p. 132. 172 JESCHECK, Hans-Heinrich y Thomas WEIGEND,.
op. cit. pp. 737-738. 173 RUEDA MARTÍN, María Ángeles, op. cit., p. 97. 174 Así lo afirma
GÓMEZ MARTÍN, Víctor, op. cit., p. 433. 175 ROXIN, Claus, op. cit., pp. 401-402. 176 Ibíd. p.
401. 177 JAKOBS, Günther, op. cit. p. 797. 178 Ibídem.

2. La tesis de la vulnerabilidad del bien jurídico: según esta tesis, el extraneus responde

penalmente por un delito especial cometido por el intraneus a título de autor ya que, aunque

este es un sujeto que formalmente no pertenece a la esfera de posibles autores (por ejemplo,

no tiene la cualidad especial de funcionario público), contribuye de forma accesoria en

la lesión o puesta en peligro del bien jurídico en situación de vulnerabilidad respecto del

intraneus.

179 Según Rueda Martín, el ámbito de protección del delito especial abarca todos

los ataques al bien jurídico, tanto de ataques de un autor intraneus (ataque directo) como de

ataques de un partícipe extraneus (ataque accesorio). 180

Esta es la tesis defendida en este Manual para explicar el fundamento de los delitos especiales.

En efecto, no existe obstáculo alguno para que en los delitos especiales -al igual que en
cualquier

otro delito- se utilicen las reglas generales de la participación (artículos 24° y 25° CP) para
ampliar la sanción de los tipos penales contra aquellos que determinan o contribuyen a que el

autor cometa el delito.181 Es decir, el extraneus quebranta un tipo penal ampliado por las
reglas

generales de la participación pues, en principio, los tipos penales de la parte especial del
Código

Penal solo están pensados para las conductas de los autores. El fundamento legal de la
punición

del extraneus es el mismo que el de la punición del partícipe de un homicidio o robo.

La punición del extraneus ha sido recogida por el Acuerdo 1° del Tema N° 5

del Pleno Jurisdiccional Superior Nacional Penal del 11 de diciembre de 2004,

el cual establece que la sanción del partícipe es siempre, independientemente

de la naturaleza del delito (común o especial), accesoria a la punición del autor.

Del mismo modo, en el fundamento 11 del Acuerdo Plenario N° 2-2011/CJ-116

de las salas penales de la Corte Suprema de Justicia del 6 de diciembre de 2011,

se estableció que el extraneus, aun cuando no puede responder como autor

del delito especial, pues no tiene la obligación especial del intraneus, sí puede

responder penalmente como partícipe (cómplice o inductor).

2.8 EL TÍTULO DE IMPUTACIÓN DE LA INTERVENCIÓN DEL PARTICULAR

En el apartado anterior se ha analizado la posibilidad de sancionar penalmente al particular

extraneus que interviene en un delito especial; sin embargo, no se ha resuelto la problemática

que plantea determinar el título de la imputación bajo el cual responderá dicho extraneus. Es

decir, falta ahora resolver si el extraneus que interviene en el delito especial responde como

partícipe (cómplice o instigador) del delito especial o como partícipe de un delito común
distinto.

179 RUEDA MARTÍN, María Ángeles, op. cit., p. 93. 180 Ibídem. 181 MIR PUIG, Santiago, op. cit.
p. 401.

70 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 71

En la doctrina y jurisprudencia penal se han reconocido, principalmente, vertientes teóricas

sobre el título de imputación del extraneus:

1. Las teorías individualizadoras o de la ruptura del título de la imputación.

2. Las teorías unitarias o de la unidad del título de la imputación.

3. Las teorías mixtas.


2.8.1 Las teorías individualizadoras o de la ruptura del título de la imputación

Según esta teoría, el extraneus que interviene en un delito especial debe responder como

partícipe de un delito común distinto al cometido por el autor intraneus, dado que los delitos

especiales solo están dirigidos a estos últimos y no a los primeros.182 En estos casos, el
extraneus,

si la legislación penal lo permite, responderá por el delito subyacente al delito especial (por

ejemplo, si el intraneus comete el delito de peculado, el extraneus responderá por el delito de

hurto o de apropiación ilícita).183

Esta teoría se fundamenta, principalmente, en lo establecido por artículo 26° CP.184 Según sus

partidarios, este dispositivo legal establecería, expresamente, que el extraneus nunca puede

responder penalmente por un delito que se fundamenta en una cualidad especial del autor,

como sucede con los delitos especiales.185

A esta teoría, acertadamente, se le han realizado cuatro críticas contundentes:

1. Los delitos especiales no son un tipo simplemente agravado de los delitos comunes,

sino que son autónomos con un fundamento punitivo propio186, como lo es la especial

vulnerabilidad del bien jurídico respecto del intraneus.

187

2. Esta teoría transgrede el principio de “accesoriedad limitada” de la participación


delictiva.188

La teoría de la ruptura o individualizadora es inviable, ya que propone sancionar al

partícipe por un delito que no ha sido cometido por el autor. Es decir, con esta teoría se

quiere sancionar a una persona por su participación en un delito que nadie ha cometido.

Debe quedar claro que sin autor del delito no hay partícipe del delito. En el ejemplo que

poníamos anteriormente del peculado, no puede sancionarse al extraneus como partícipe

del delito de hurto o apropiación ilícita, pues no hay autor de los mismos. El intraneus es

autor del delito de peculado y no de aquellos otros.

182 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. (2004). Autoría y participación y la teoría de los delitos de
“infracción de deber”. Revista

Penal, N° 14, p. 5. 183 PARIONA ARANA, Raúl. (2006). Participación en delitos especiales. En:
Alonso R. PEÑA CABRERA FREYRE, Efraín MONTES

FLORES y Miguel SÁNCHEZ MERCADO (Coord.). El Derecho Penal contemporáneo. Libro


homenaje al Profesor Raúl Peña
Cabrera. Tomo I, p. 760. Lima: Ara. 184 Artículo 26.- Las circunstancias y cualidades que
afecten la responsabilidad de algunos de los autores y partícipes no

modifican las de los otros autores o partícipes del mismo hecho punible. 185 ABANTO
VÁSQUEZ, Manuel, loc. cit. 186 Al respecto ver lo sostenido en el punto 2.3. 187 GÓMEZ
MARTÍN, Víctor, op. cit., p. 465. 188 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., pp. 5-6. Como
mencionábamos supra, la conducta delictiva del partícipe no es

autónoma, sino que siempre depende de la existencia de una conducta delictiva de un autor.

3. El artículo 26° del Código Penal regula la incomunicabilidad de circunstancias a efectos de

fijar el marco penal para quienes intervienen en la comisión de un delito que contenga

elementos personales.189 En este sentido, este artículo no permite determinar bajo qué

tipo penal responderá el partícipe extraneus en un delito especial. El artículo 26° no puede

ser utilizado para determinar el tipo penal que se le aplicará al partícipe extraneus. Esto

quedará detallado más adelante en el análisis de la teoría mixta.

4. Esta teoría genera un efecto político-criminal negativo, ya que en aquellos delitos

especiales tradicionalmente denominados “propios”, la participación del extraneus sería

siempre impune pues no habría un tipo penal común subyacente por el cual pudiera

sancionársele.190

Ahora bien, cabe notar que, dentro de esta vertiente teórica, existe una posición ecléctica que

soluciona la problemática del título de la imputación del extraneus, tanto si se trata de delitos

especiales propios o impropios. Así, Pérez Alonso sostiene que si estamos ante delitos
especiales

impropios, al extraneus se le aplicará el tipo penal común subyacente al delito especial (el tipo

penal de hurto o de la apropiación ilícita, pero no el de peculado), mientras que, si estamos


ante

delitos especiales propios, se recurrirá, excepcionalmente, a la “unidad del título de la


imputación”

para sancionar al extraneus como partícipe del delito especial.191

Aunque esta teoría supera el problema de la laguna de punibilidad para el extraneus que

interviene en delitos especiales propios, no puede estarse de acuerdo con ella dado que, como

se sostuvo en el punto 2.3, la tradicional división entre delitos especiales propios e impropios
es

errónea.

2.8.2 Las teorías unitarias o de la unidad del título de la imputación

En la actualidad, esta es la teoría dominante en la doctrina penal peruana192 y comparada.193


Según esta, el partícipe extraneus que interviene en un delito especial deberá ser sancionado

como partícipe de ese delito especial. Esto es, tanto intraneus como extraneus responden por
el

mismo delito especial. Dentro de esta corriente de pensamiento se identifican, básicamente,


dos

teorías:

• La teoría de la infracción de deber: en todos los delitos especiales el intraneus sería

autor del delito, pues habría infringido dolosamente su deber especial, mientras que los

extraneus que colaboren con dicho incumplimiento serán partícipes del mismo.194 Aquí

189 PARIONA ARANA, Raúl, op. cit. p. 768. 190 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, op. cit., p. 6. 191
PÉREZ ALONSO, Esteban. (2007). La autoría y la participación en el código penal español de
1995 y en la reciente

reforma penal. En: Nelson SALAZAR SÁNCHEZ (Coord.) Dogmática actual de la autoría y la
participación, pp. 502-503.

Lima: IDEMSA. 192 Así lo afirma VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe, op. cit., p. 505. 193 Así lo
afirma ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, loc. cit. 194 ROXIN, Claus, op. cit. pp. 401-402.

72 Manual sobre delitos contra la administración pública Manual sobre delitos contra la
administración pública 73

no interesa que el delito especial sea propio o impropio; el partícipe extraneus siempre

responderá por el mismo delito que el autor. El máximo exponente de esta teoría es

Roxin, quien sostiene que cuando el intraneus solo coopera o induce al extraneus en la

comisión de un delito especial (caso del “instrumento doloso no cualificado”), no habría

mayor problema en sancionar como autor mediato al intraneus y al extraneus como simple

partícipe del mismo.195 Aquí, aunque el extraneus sea la persona que tiene el “dominio del

hecho”, el intraneus es el autor del delito especial, pues este es el que infringe su deber

especial.

• La teoría de la vulnerabilidad del bien jurídico: esta sostiene que el extraneus será

sancionado como partícipe de un delito especial, en tanto que él llega a tomar parte

en un hecho más grave que un delito común, con el conocimiento, además, de que al

funcionario extraneus le resultará más accesible el bien jurídico que se pretende vulnerar

en esa estructura institucional.196

Este Manual aboga por la teoría de la vulnerabilidad del bien jurídico dado

que es la que se ajusta de mejor manera al esquema teórico planteado sobre

el fundamento de todos los delitos especiales. Esta teoría respeta el principio


básico de “accesoriedad limitada” de la participación criminal y no deja

espacios de impunidad para la sanción del extraneus.

197

Además, en ella se interpreta correctamente el artículo 26° del Código Penal,

toda vez que no utiliza este dispositivo para determinar el tipo penal por el cual

responderá el extraneus, sino solo para determinar el marco penal abstracto

(penalidad) por el que responderá el extraneus. Según esta teoría, el extraneus

responderá penalmente como partícipe del delito especial, pero con una pena

atenuada, dentro del marco penal abstracto del delito.

2.8.3 Las teorías mixtas

Ahora bien, una de las críticas que han recaído sobre la teoría de la unidad del título de la

imputación es que la pena abstracta aplicable al extraneus sería desproporcional, por ser la

misma que la del intraneus en los delitos especiales. Por ello, se ha formulado una teoría mixta

que, siendo todavía una teoría de la unidad del título de la imputación, propone aplicar una

ruptura en la penalidad (marco penal) del extraneus e intraneus.

El fundamento normativo de esta teoría se encuentra, nuevamente, en el artículo 26° del


Código

Penal.198 Sostiene que el término “responsabilidad” está referido, únicamente, a la


“culpabilidad”

del sujeto.

195 Ibíd. p. 394. 196 RUEDA MARTÍN, María Ángeles. (2001). Reflexiones sobre la participación
de los extraños en los delitos contra la

administración pública en el código penal español. Revista de derecho penal y criminología, N°


8, p. 160 y ss; y GÓMEZ

MARTÍN, Víctor, op. cit., p. 465. 197 RUEDA MARTÍN, María Ángeles, op. cit. p. 84 y ss. 198 Así
lo afirma PARIONA ARANA, Raúl, op. cit., p. 767.

Los partidarios de esta teoría apuestan por realizar una “ruptura formal” del título de
imputación

(solo para efectos de determinar la penalidad) a través del entendimiento de que, en los
sujetos

especiales (por ejemplo, los funcionarios públicos), la cualidad especial en realidad no estaría

relacionada con el injusto (tipicidad y antijuridicidad de la conducta), sino con la culpabilidad

del agente. Por tanto, al ser la culpabilidad siempre personal, es incomunicable a los extraneus

conforme al artículo 26°.199


Una vez sentado que el artículo 26° solo se refiere a las cualidades que afectan la
“culpabilidad”

del agente, los partidarios de esta teoría sostienen que, puesto que la culpabilidad del agente

incide en la determinación del quantum de la pena200, en los delitos especiales se debe


diferenciar

la pena que le corresponde al intraneus de la del extraneus. Al tener el intraneus una cualidad

especial personal que no tiene el extraneus, a este le corresponde una pena menos grave.201

De esta manera, cuando se está frente a un denominado delito especial impropio, deberá

sancionarse al extraneus con una pena dentro del marco de la pena abstracta establecida para

el delito común subyacente202 (el extraneus, por ejemplo, será sancionado como cómplice del

delito de peculado, pero se le aplicará una pena dentro del marco penal abstracto del delito de

hurto o apropiación ilícita), mientras que ante un delito especial propio, solo se le atenuará la

pena establecida en el delito especial.

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