Gestión Ambiental para Un Desarrollo Humano Sustentable
Gestión Ambiental para Un Desarrollo Humano Sustentable
Gestión Ambiental para Un Desarrollo Humano Sustentable
AMBIENTAL PARA UN
DESARROLLO HUMANO
SUSTENTABLE
Incluye texto íntegro de la Encíclica LAUDATO SI,
del Papa Francisco I
EDITOR
JORGE MALDONADO ROLDÁN
SERIE 2
GESTIÓN
AMBIENTAL PARA UN
DESARROLLO HUMANO
SUSTENTABLE
Editor
Jorge Maldonado Roldán
ISBN Nº 978-956-7803-09-5
EDITOR
JORGE MALDONADO ROLDÁN
IMPRESIÓN
Gráica Funny S.A.
grfunny@123.cl
CHILE 2105
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 7
Santiago JM Del Pozo D.
CAPÍTULO I
HUMANISMO CRISTIANO Y MEDIO AMBIENTE 11
Gutenberg Martinez Ocamica
Introducción 11
1. Humanismo Cristiano 12
2. Acercamiento entre el humanismo cristiano y el medio ambiente 14
CAPÍTULO II
MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE
Y HUMANISMO CRISTIANO: EL CHILE QUE QUEREMOS 23
Juan Fernández Bustamante
Introducción 23
1. Los primeros pasos 25
2. Conferencias de las Naciones Unidas 26
2.1. Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Medio
2.1. Humano y reuniones más relevantes durante estos años 27
2.2. Síntesis de la Conferencia de Estocolmo
2.3. Informe Brundtland 28
2.4. La Conferencia de Río 1992 29
2.5. Cumbre de Medio Ambiente realizada en Johannesburgo 34
2.6. Río + 20 39
3. La responsabilidad del deber humano 39
4. A qué desarrollo aspiramos 41
5. El proceso de consolidación ambiental en nuestro país 43
5.1. La vuelta de la democracia, trajo consigo la incorporación
2.1. de los temas ambientales a las políticas públicas 44
6. Desde el Humanismo Cristiano, el sello
que aspiramos en materia ambiental y sustentabilidad 48
7. Los desafíos en la construcción de una sociedad a
ambientalmente sustentable 50
Gestión de la energía 53
Gestión del agua 54
Gestión de los residuos 55
Cambio climático 57
Aire y ruido 58
Recursos naturales y biodiversidad 59
8. Educación ambiental 59
9. Primera encuesta nacional de medio ambiente 63
10. Conclusiones 64
Referencias bibliográicas 65
Páginas de Internet recomendadas 68
CAPÍTULO III
FUNDAMENTOS HUMANISTA-CRISTIANOS PARA LA
REGULACIÓN DE LA RELACIÓN HOMBRE-MEDIO AMBIENTE 69
Yasmina Viera Bernal
1. Resumen 69
2. Necesidad de regular la relación hombre-medio ambiente 69
3. Deber ético de proteger el medio ambiente 70
4. Rol del Estado y la sociedad en relación al medio ambiente 72
5. Principio de solidaridad aplicada
a la protección del medio ambiente 72
6. Principio de subsidiariedad aplicado
a la protección del medio ambiente 74
7. Hacia una búsqueda de una Economía Social
y Ecológica de Mercado 75
8. Desarrollo sustentable 77
9. Conclusiones 78
CAPÍTULO IV
NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE 81
Soledad Alvear Valenzuela -Jorge Cash Sáez
CAPÍTULO VI
CONCEPTOS Y NATURALEZA DE LAS ESTRATEGIAS
AMBIENTALES Y PLANES DE ACCIÓN PARA LA GESTIÓN
AMBIENTAL Y SU PROCESO DE APLICACIÓN A NIVEL LOCAL 145
Patricio Vallespin López
ANEXOS 157
ANEXO 1
Carta Encíclica Laudato Si, del Papa Francisco I
sobre el cuidado de la casa común (TEXTO INTEGRO) 159
ANEXO 2
Convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático 253
ANEXO 3
Convenio sobre la Diversidad Biológica 277
ANEXO 4
Declaración de Seúl: construyendo un mundo con
acciones locales para un futuro urbano sostenible 303
ANEXO 5
Convención sobre zonas húmedas de importancia internacional 309
Presentación
Pero este amplio tema, vinculado al deterioro por un lado y a la protección del
medio ambiente por otro, no puede tratarse desde una simple neutralidad.
Hoy se requiere un compromiso claro con un tipo de desarrollo caracterizado
por la centralidad de la persona y los objetivos de sostenibilidad en su triple
dimensión económica, social y ambiental. La Universidad Miguel de Cervan-
tes (UMC) propone una cierta comprensión de este tema desde su deinición
humanista de inspiración cristiana, que toca el ámbito de los principios, la po-
lítica pública, las herramientas institucionales, los estándares internacionales
e incluso, las conductas de las comunidades y las personas.
Tal ha sido la prioridad que la UMC le ha dado al tema ambiental que no solo
lo ha puesto como un ámbito de trabajo en su oferta de pregrado y la dilatada
trayectoria de diplomados en gestión ambiental y energía, sino que ha creado
el Instituto del Medio Ambiente y Sustentabilidad (IMAS), cuyo Consejo Acadé-
mico está constituido por destacadas personalidades especialistas en la mate-
ria. El IMAS tiene como misión, constituirse en un lugar de encuentro, relexión
y formación, abierto e independiente, comprometido con la promoción de la
sustentabilidad y el medio ambiente en el desarrollo de la sociedad chilena.
Los temas que se incluyen en este libro corresponden justamente a los ejes
del diplomado en cuanto a prioridades globales, legislación, cambio climático
e instrumentos de gestión ambiental y gestión ambiental global, generando
unos contenidos que sirven de texto guía para el desarrollo del diplomado.
Destaca que la discusión ambiental no se agota en los contenidos señalados,
pero éstos permiten abordar dicha discusión con mayor contextualización y
precisión.
INTRODUCCIÓN
1. HUMANISMO CRISTIANO
La acción humana, cualquiera que ella sea, requiere de algún nivel de “certeza”
que oriente y de sentido a su movimiento. Ahora bien, nuestras convicciones
surgen a partir de un juicio de valor sobre la realidad. Hemos de considerar
que no todos los actos y planteamientos que se puedan realizar respecto
de nuestras convicciones se relacionan con los principios ilosóicos básicos
que se sostienen. Así, por ejemplo, Konrad Adenauer reiriéndose al ámbito
político nos entrega algunas luces que aclaran este problema al airmar que
“el político cristiano que diariamente se ve enfrentado con realidades que no
tienen relación alguna con problemas doctrinarios, no piensa en cubrir todas
sus acciones con la capa de los cristianos. Pero cuando se trata de problemas
fundamentales como son, por ejemplo, el orden político y social, los derechos
de las personas y la libertad ha de proceder exactamente de acuerdo con sus
principios cristianos”.
Dicho de otro modo, para los creyentes el orden de la creación tiene un sen-
tido propiamente trascendente, el cual nos compromete con mucha fuerza
con la necesidad de preservar el ambiente y los recursos naturales. En la
instancia de las convicciones a su vez, está implícito el ideal de sociedad a
la que se aspira (en nuestro caso, una sociedad democrática y sustentable
en que estén presente los valores del humanismo cristiano) y esta instancia
cumple una función de “memoria” que permite orientarnos en la consecución
de un gran objetivo: el bien común de todos y cada uno de los miembros del
cuerpo social.
Entre las fuentes enumeradas Maritain nos señala, que el ser humano es
persona, a saber: un universo de naturaleza espiritual, dotado de razón y
CAPÍTULO I n HUMANISMO CRISTIANO Y MEDIO AMBIENTE n 13
Con estos tres pilares lograremos construir lo que las iglesias han denominado
“la civilización del amor”, esto es, una sociedad que logre alcanzar el mayor
equilibrio posible entre la justicia y el bien común, lo que implica compartir
la carga entre el conjunto de las comunidades humanas en todo el mundo.
1 Una de las tares presentes es el logro de la igualdad y de la dignidad de la mujer. Nuestros documentos deben
incorporar las nociones “hombre y mujer”. Ver en Documento Puebla 841. “La mujer como el hombre es la
imagen de Dios. ‘Creó pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra,
los creó’ (Gén. 1,27). La tarea de dominar al mundo, de continuar con la obra de la creación, de ser con Dios
co-creadores, corresponde pues, a la mujer tanto como al hombre”.
14 n GUTENBERG MARTÍNEZ OCAMICA
Es posible que alguien estime que, no hay relación entre los conceptos antes
vertidos y el medio ambiente, pero la verdad es que hoy más que nunca se
hace necesario darle un contenido de principios y valores a la problemática
ambiental. En efecto, los problemas que todos conocemos no los soluciona-
remos sólo con denuncias y con soluciones técnicas, por perfectas que estas
parezcan, si no que lo haremos verdaderamente, al darle un sentido a nuestra
acción en pos de la conservación de nuestra biodiversidad y cuidado del me-
dio ambiente dentro de una perspectiva mayor, que nos lleve a construir una
sociedad con un desarrollo sustentable en el tiempo.
Para llevar esto a la realidad, hemos visto con gran esperanza como ya Juan
Pablo II en el documento “Paz con Dios Creador, Paz con toda la Creación”,
pone de maniiesto el reencuentro del ser humano con su medio ambiente.
En ese texto destacan dos elementos que debemos considerar: por una parte,
el estilo de producción y de consumo de los países menos desarrollados, lo
que también implica una relación sociedad-naturaleza profundamente des-
ajustada.2
El desafío que nos plantea Juan Pablo II, así como aquél que se deriva de
los planteamientos antes reseñados, es la búsqueda de nuevas formas de
desarrollo y de relaciones internacionales que apunten más centralmente a
brindar una mejor calidad de vida, al mismo tiempo que generar condiciones
de mayor justicia en la distribución de los beneicios del desarrollo. Sólo den-
tro de ese contexto es posible pensar que las actividades humanas podrán
realizarse en una mayor armonía con la naturaleza. En la realidad de la glo-
balización esta necesidades de suyo muy evidente.
2 Gutenberg Martínez O., Una Visión Humanista Cristiana de los problemas del Medio Ambiente. Exposición hecha
para la Semana Social de la Iglesia, 1991.
CAPÍTULO I n HUMANISMO CRISTIANO Y MEDIO AMBIENTE n 15
Desde una perspectiva ética, hay que tener en consideración cuáles son los
deberes que nos impone el primado de la persona y el logro del bien común.
En el pensamiento humanista, una ética ecológica se funda en los ines huma-
nísticos del progreso y en la solidaridad con que debe convivir el ser humano,
en armonía con los demás hombres y con la naturaleza.
Por su parte, esta calidad de vida para un individuo en un momento del tiem-
po, dependerá del grado en que ciertas necesidades estén satisfechas y de las
perspectivas que tenga para su satisfacción en el futuro.
CAPÍTULO I n HUMANISMO CRISTIANO Y MEDIO AMBIENTE n 17
Desde una perspectiva humanista se deben señalar, entre otros los siguientes
elementos o dimensiones esenciales de la calidad de vida: medio ambiente
biogeofísico, salud, educación, trabajo, vivienda y su entorno, estabilidad y
protección ante el futuro, y el desarrollo personal.
Es así que nuestro país hoy se enfrenta a graves y serios problemas ambien-
tales, que junto a otras deiciencias e insuiciencias, signiican contradicciones
bastante profundas con nuestro proyecto de sociedad. Entre los principales
problemas es posible señalar:
En este marco, podemos ver con claridad meridiana, como los postulados
materialistas, tales como el concepto de la historia de raigambre marxista or-
todoxa que entiende que la materia es el principio externo del orden humano
o del origen liberal que encuentra en el lucro (maximización de beneicios y
libertad individual) el sentido último del progreso y del desarrollo de la hu-
manidad, no han podido dar una respuesta al desafío que implica tener un
desarrollo ambientalmente sustentable. Por el contrario, sólo baste ver lo que
ha sucedido en tantos países capitalistas, donde los índices de deterioro am-
biental, son realmente abismantes y además, por un excesivo afán de lucro,
la calidad de vida de las personas, ha caído a niveles casi insostenibles; en el
otro extremo, sólo recordemos lo sucedido en Chernobyl, para darnos cuen-
ta, como el modelo socialista, tampoco fue capaz de resguardar la calidad de
vida su gente y, por el contrario, provoco los problemas conocidos y un legado
histórico de contaminación.
Con todo, no será posible llegar a una disminución eicaz del deterioro am-
biental, si no se logran acuerdos con los países desarrollados en torno a
elaborar mecanismos eicaces de transferencia tecnologías, comercio inter-
nacional a precios justos y cooperación internacional que permita superar los
graves problemas existentes.
CAPÍTULO I n HUMANISMO CRISTIANO Y MEDIO AMBIENTE n 21
INTRODUCCIÓN
Signiica asumir los desafíos que enfrenta la sociedad actual y desde ahí en-
frentar sin complejos los temas del presente, los efectos del cambio climáti-
co, las diversas contaminaciones con las que se ve afectada el planeta, aire,
* Licenciado en Educación y Ciencias del Desarrollo, Funcionario de la Comisión Nacional del Medio Ambiente y pos-
teriormente del Ministerio del Medio Ambiente. Trabajo como consultor del Banco Mundial para la constitución de
la Institucionalidad Ambiental de Chile. Se desempeñó como Jefe del Departamento de Capacitación y Educación
Ambiental, luego a cargo del Fondo de Protección Ambiental, luego como Secretario Técnico de la Comisión de Medio
Ambiente de la Asociación Chilena de Municipalidades. Ha sido profesor universitario en cursos de pos grado en
materia medioambiental. Ha sido profesor invitado en el programa de Gestión Ambiental Local impartido por CEPAL
en varios países de América Latina y el Caribe. Fue Consejero del Programa de Pequeños Subsidios del GEF-PNUD.
Miembro del Comité Editorial de la revista TOPICOS, revista de especialización en Educación Ambiental de México.
Autor de varios libros y artículos a nivel nacional e internacional. Desde el año 2014, se desempeña como Jefe de la
Sección de Educación Ambiental y Participación Ciudadana de la SEREMI de Medio Ambiente de la Región Metropoli-
tana.
24 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
Los primeros pasos del documento, nos lleva a reconocer la disyuntiva de los
primeros años, fundamentalmente la década de los años 60 y 70, en los que
se discutía sobre los límites del crecimiento, es en éste momento que surge
el informe del Club de Roma, creando un fuerte impacto a nivel mundial,
posteriormente, Naciones Unidas convoca a la Conferencia sobre el Medio
Humano, dicha Conferencia es la primera que aborda los temas ambientales
y pone énfasis en la libertad, igualdad y la necesidad de poder disfrutar de
condiciones de vida adecuadas.
Pasaron diez años y nuevamente Naciones Unidas invito a los países a mirar
los temas ambientales, fue en la ciudad de Johannesburgo, que los diferentes
mandatarios, volvieron a relexionar sobre el estado del medio ambiente y su
sostenibilidad, su principal preocupación fue en qué medida el mundo puede
cambiar de rumbo y lograr un futuro sustentable.
humanos y con ello, a los desafíos económicos, políticos, sociales, pero por
sobre todo ambientales.
3 Se establecen los principios más relevantes para los objetivos del presente capítulo.
28 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
4 El impacto de las declaraciones de Río y Estocolmo sobre la legislación y las políticas ambientales en América La-
tina. Lic. Jorge A. Cabrera Medaglia. http://revistas.ucr.ac.cr/index.php/juridicas/article/viewFile/13406/12668
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 29
Airmar que los seres humanos constituyen el centro y la razón de ser del pro-
ceso de desarrollo, signiica abogar por un nuevo estilo de desarrollo que sea
ambientalmente sustentable en cuanto al acceso y uso de los recursos natu-
rales y la preservación de la biodiversidad; que sea socialmente sustentable
en la reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales y que promueva
la justicia y la equidad; que sea culturalmente sustentable en la conserva-
ción del sistema de valores, prácticas y símbolos de identidad que, pese a su
evolución y reactualización permanente, determinan la integración nacional a
través de los tiempos; y que sea políticamente sustentable al profundizar la
democracia y garantizar el acceso y la participación de todos en la toma de
decisiones públicas.
Este nuevo estilo de desarrollo tiene como norte una nueva ética del desa-
rrollo, una ética en la cual los objetivos económicos de progreso están su-
bordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales y a los
criterios de respeto a la dignidad humana y de mejoría de la calidad de vida
de las personas.
civil que discutieron los temas del medio ambiente y desarrollo vinculados a
problemáticas especíicas, como la Educación Ambiental, en el “Foro Interna-
cional de Organizaciones No Gubernamentales y Movimientos Sociales”.
Participaron 178 países, 112 de ellos representados por sus Jefes de Estado
y de Gobierno.
Instrumentos no vinculantes
16. Estamos resueltos a velar por que nuestra rica diversidad, fuente de
nuestra fuerza colectiva, sea utilizada en una alianza constructiva para el
cambio y para la consecución del objetivo común del desarrollo sosteni-
ble.
17. Reconociendo la importancia de promover la solidaridad humana, hacemos
un llamamiento para que se fomenten el diálogo y la cooperación mutua
entre las civilizaciones y los pueblos del mundo, independientemente
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 37
Cómo lograrlo
34. Estamos de acuerdo en que debe ser éste un proceso inclusivo en el que
han de intervenir todos los grandes grupos y gobiernos que han participa-
do en la histórica Cumbre de Johannesburgo.
35. Nos comprometemos a aunar esfuerzos, resueltos a salvar nuestro pla-
neta, promover el desarrollo humano y lograr la prosperidad y la paz
universales.
36. Nos comprometemos a cumplir el Plan de Aplicación de las Decisiones de
la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible y a acelerar la consecu-
ción de los objetivos socioeconómicos y ambientales en los plazos que allí
se ijan.
37. Desde el continente africano, cuna de la humanidad, nos comprometemos
solemnemente, ante los pueblos del mundo y las generaciones que here-
darán la tierra, a actuar para que se haga realidad el desarrollo sosteni-
ble, que es nuestra aspiración común.
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 39
2.6 Río + 20
Esta visión de la Tierra nos enfrenta a una realidad que en nuestra vida diaria
parecemos desconocer y negar: la existencia de un planeta con límites. La
percepción nítida de las fronteras del planeta viene a subrayar la necesidad
de adecuar el comportamiento de los seres humanos a esos límites, que no
podemos seguir vulnerando sin arriesgar la propia viabilidad de la vida futura
sobre la Tierra.
Por otro lado, cuando las nubes, los mares, los bosques y los desiertos escon-
den las obras del ingenio humano, la Tierra pareciera querer recordarnos una
escala de valores y prioridades que exige del hombre el debido respeto a la
creación en su conjunto.
El desafío que impone luchar por salvar el planeta del deterioro a que lo expo-
ne la actividad humana, nos exige empezar por entender que la defensa del
medio ambiente, no es sólo un derecho de cada ser humano sino, al mismo
tiempo, un “deber humano” que nos obliga a tomar conciencia y poner énfasis
en la necesidad de que los hombres y mujeres nos exijamos más a nosotros
mismos en bien de la supervivencia de la propia vida humana.
Esa tarea debe realizarse en un mundo cada vez más contradictorio y com-
plejo, donde la globalización, a pesar de sus aspectos positivos, es fuente
de marginación y pérdida de identidades, en el que la competitividad desen-
frenada se enfrenta a auténticas aspiraciones de mayor calidad de vida para
todos y donde, desde los países más consumistas y depredadores de recursos
naturales, surgen movimientos defensores del ambiente, apoyados en la pro-
ducción cientíica y académica.
6 ODCA, Manual de Apuntes Diplomado en Teoría Política y Gestión Pública. Tomo IV página 97. Año 2003.
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 43
El gran reto que el desarrollo sustentable tiene que estar dispuesto a enfren-
tar es el de constituirse hoy, concertando aspiraciones, capacidades y trabajo,
en la gran tarea común y como la única perspectiva de sobrevivencia para
una sociedad cuyo modo de vida actual es absolutamente incompatible con
una mirada de largo plazo.
Desde la década del 1950 en nuestro país se viene hablando de alguna ma-
nera de temas ambientales. Sin ir más lejos, podemos recordar que en el
programa de Gobierno de Eduardo Frei Montalva, en el año 1958, ya se en-
contraban instrumentos de protección del suelo, de las aguas y del bosque,
ya se hablaba de la necesidad de la ordenación del territorio y del crecimiento
armónico entre el campo y la ciudad.
Sin ir más lejos, ¿qué nos decía el futuro Presidente en el año 1964, con re-
lación a estos temas?:
Extractos del texto del mensaje del Presidente Aylwin, con el que envió al
Congreso Nacional el proyecto de Ley de Bases del Medio Ambiente:
Sin duda, que lo que se pretendía era dar pasos sustantivos con relación a
la implementación de las políticas ambientales; para ello, se conjugaron una
serie de prioridades programáticas, que buscaban fortalecer y aianzar el tra-
bajo emprendido.
“La tecniicación del sistema apunta a establecer criterios comunes para eva-
luar cada tipo de proyecto, con el objeto de asegurar la protección del medio
ambiente de manera eiciente y eicaz”.
7 http://www.sea.gob.cl/contenido/quienes-somos
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 49
8 Citado en el Manual de Apuntes Diplomado en teoría política y gestión pública, pág. 96.
50 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
9 CEPAL, La Sostenibilidad del Desarrollo, a 20 años de la Cumbre de la Tierra, Avances, brechas y lineamientos
estratégicos para América Latina y el Caribe.
10 Citado en Roberto P. Guimarães, Tierra de sombras: desafíos de la sustentabilidad y del desarrollo territorial
y local ante la globalización. http://www.ambiente.gov.ar/infotecaea/descargas/guimaraes01.pdf. Revisado el
16/04/15.
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 51
Por ello, en primer lugar tenemos que reconocer el territorio en el cual vivi-
mos y deinir previamente qué queremos hacer en ese espacio, sus recursos
y sus potencialidades de sustentabilidad y equidad social. Hemos de contar
con las herramientas para su correcta gestión. Es necesario tener presente
que el territorio es, espacialmente, un continuo de ecosistemas, actividades
humanas e intereses y, temporalmente, dinámico respecto de inluencias na-
turales, artiiciales (cambio climático), político y social.
En primer lugar es importante poder aclarar cuáles son los aspectos que
comúnmente se comparten de un territorio. Lo principal es que las personas
que cohabitan un espacio determinado puedan establecer la identidad del
territorio; es decir, ¿qué les signiica su espacio?, ¿qué los une?, ¿cuáles son
sus principales componentes y elementos que les permiten establecer el mar-
co referencial de pertenencia? Lo que se busca es que todos puedan sentirse
parte de objetivos comunes. En otras palabras, resulta necesario identiicar lo
que se denomina imaginario colectivo, el cual representa una fuente de senti-
do, de experiencias y de valores socialmente construidos. Es a partir de estos
signiicados compartidos que las personas encuentran motivos e incentivos
para establecer lazos de conianza y cooperación. Compartir un imaginario
colectivo posibilita asumir con mayor facilidad los ines sociales que deben
orientar y encauzar la racionalidad de los sistemas sociales.
11 Fernandez, Juan. La Educación frente al desafío ambiental global una visión latinoamericana. Artículo Gestión
del territorio y educación Ambiental, pág. 91. 2007.
52 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
Por esto es necesario generar políticas explícitas sobre el territorio (sea éste
urbano o rural), que respondan a la demanda planteada precisamente desde
“el territorio”, en las que se integre las dimensiones natural y social.
Gestión de la energía
12 Ministerio de Energía, Agenda de Energía Un desafío país, progreso para todos. Mayo 2014.
54 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
La eiciencia en el ciclo del agua está sujeta básicamente a dos grandes as-
pectos: el primero, la optimización de la demanda de agua doméstica, comer-
cial y pública y el segundo, a la sustitución de parte de la demanda por agua
no potable procedente del ámbito urbano, mediante el aprovechamiento de
aguas pluviales, residuales, subterráneas y otras posibles fuentes vinculadas
al entorno urbano.
Desde el año 2005, Chile cuenta con esta Política de Gestión cuyo plan de
acción es implementado, evaluado y –en su caso– reformulado, por la Se-
cretaría Ejecutiva Nacional de Residuos, entidad conformada por distintos
organismos del Estado con competencias en la materia.13
Cambio climático
entre 1970 y 2004. Para enfrentarlo, existen medidas que dependen en gran
parte de la voluntad política de los países. El Gobierno de Chile publicó en
diciembre del año 2008 su Plan de Acción Nacional de Cambio Climático para
el período 2008-2012, que contiene tres ejes de acción: adaptación a los im-
pactos de cambio climático, mitigación de las emisiones de gases de efecto
invernadero, y la creación y fomento de capacidades.
La Oicina de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente, posee los
siguientes ejes estratégicos de trabajo:15
Aire y ruido
Entre los temas más relevantes en las zonas urbanas, se encuentra la conta-
minación por ruido. Un ejemplo relevante en ese sentido, es la investigación
realizada por el Ministerio del Medio Ambiente, en la que se pudo determinar
los puntos más ruidosos de Santiago, entre los que destacaron14 lugares que
registraron niveles peligrosos, de los cuales tres son parques.
Por otro lado, el tema atmosférico desde hace algunos años se transformó
en una preocupación prácticamente nacional. Hoy se cuenta con Planes de
Descontaminación, en varias regiones del País, destacando la Región Met-
ropolitana, Temuco, del Libertador General Bernardo O’Higgins, entre otras.
8. LA EDUCACIÓN AMBIENTAL
Destinatarios
17 http://www.jmarcano.com/educa/docs/belgrado.html
CAPÍTULO II n MEDIO AMBIENTE, DESARROLLO SUSTENTABLE Y HUMANISMO CRISTIANO n 63
• Veinticinco años atrás el cuidado del medio ambiente era un tema aún
más emergente, Tímidamente se comenzaba a hablar de reciclaje en los
colegios, y las únicas medidas oiciales para controlar algún tipo de con-
taminación se aplicaban al esmog en Santiago o a la generación de ruidos
desde fuentes ijas. El combustible que ingresaba a Chile era altamente
contaminante. Y pese a los daños que generaban el esmog y otras formas
de contaminación, el tema era secundario frente a necesidades distintas
para un país con un 40% de la población bajo la línea de la pobreza.
• La situación ha cambiado drásticamente desde 1990 hasta hoy. Junto
con la generación de planes de descontaminación una mayor y creciente
conciencia del reciclaje y nuevas normas que regulan la contaminación
acústica, lumínica, de las aguas y otras, ha surgido una ciudadanía que
denuncia y exige un entorno más saludable.
• Este giro lo releja la primera encuesta nacional del medio ambiente, a
partir de consultas telefónicas a 5.046 habitantes de distintas ciudades
del país.
• Según la investigación oicial la contaminación del aire es el principal
problema ambiental que perciben los encuestados (33%). La cifra se in-
crementa en ciudades como Coyhaique (61%) Temuco (51%) y Santiago
(43%) las tres urbes con peor calidad del aire en el país durante el invier-
no.
• Para remediar la mala calidad del aire, en la encuesta es llamativo el alto
apoyo a medidas que por lo general, generan resistencias, como el apoyo
a la restricción de vehículos catalíticos (86%) o al uso de leña (82%).
• También el estudio muestra como un tema relevante la basura y suciedad
en las calles (21%). Este desafío cobra relevancia en Valparaíso (45%) y
Punta Arenas (41%).
• En ese mismo tema resulta destacable que el 66% airme que recicla. En
esta práctica, la ciudad con mayores respuestas airmativas es Rancagua
(73%) seguida de Talca (70%), Santiago (69%) y Temuco (68%).
• Entre quienes no reciclan, el 35% dice que no acostumbra a hacerlo “por-
que no tiene dónde”. El 14%, por falta de costumbre, y el 13%, porque
no tiene tiempo para hacerlo.
• La encuesta muestra también que en el segmento más joven de 18 a
34 años, están los que más reparan y vuelven a utilizar los aparatos
electrónicos (53%), mientras que solo el 35% de los mayores de 55
años lo hace. Temuco es la ciudad en la que más se reparan artículos
electrónicos, con 47%. En segundo lugar se encuentran Valparaíso, Talca,
Concepción y Santiago, con el 46%.
• Cambio climático El tercer lugar entre las prioridades medioambientales lo
ocupa el ruido, con 11%. Entre las zonas que más se quejan de los altos
64 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
10. CONCLUSIONES
Airmar que los seres humanos constituyen el centro y la razón de ser del
proceso de desarrollo implica abogar por un nuevo estilo de desarrollo que
sea ambientalmente sustentable en el acceso y uso de los recursos naturales
y en la preservación de la biodiversidad; que sea socialmente sustentable en
la reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales y que promueva
la justicia y la equidad; que sea culturalmente sustentable en la conserva-
ción del sistema de valores, prácticas y símbolos de identidad que, pese a su
evolución y reactualización permanente, determinan la integración nacional a
través de los tiempos; y que sea políticamente sustentable al profundizar la
democracia y garantizar el acceso y la participación de todos en la toma de
decisiones públicas.
Este nuevo estilo de desarrollo tiene como norte una nueva ética del desa-
rrollo, una ética en la cual los objetivos económicos del progreso estén su-
bordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales y a los
criterios de respeto a la dignidad humana y de mejoría de la calidad de vida
de las personas.
¢ ¢ ¢
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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68 n JUAN FERNÁNDEZ BUSTAMANTE
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http://www.ecoeduca.cl/
SEMARNAT México:
http://www.semarnat.gob.mx/educacionambiental/Paginas/inicio.aspx
CAPÍTULO III
Fundamentos
humanista-cristianos para la
regulación de la relación
hombre-medio ambiente
1. RESUMEN
El ser humano se relaciona con todo lo que le rodea, por tanto, también con
el medio ambiente. El cambio climático, la extinción de distintas especies de
la lora y fauna, la contaminación, entre otros fenómenos, han hecho tomar
conciencia de que se debe regular la relación hombre-medio ambiente. Al
humanista cristiano le asiste un deber de protegerlo por cuanto éste es una
creación de Dios, puesta a su disposición, pero no para explotarla arbitraria-
mente. Por su parte, atendido a que el hombre se desarrolla en comunidad,
tiene un deber ético-moral de protección del medio ambiente. Asimismo, son
aplicables otros principios que han trascendido de la Doctrina Social de la
Iglesia, como el de solidaridad y el de subsidiariedad, que otorgan al Estado
el deber de coordinar las políticas con la protección del medio ambiente, lo
que se hace tendiendo a la búsqueda de una Economía Social y Ecológica de
Mercado.
Considerando que nuestra sociedad está compuesta por hombres libres, que
se desarrollan en comunidad, el eje central debe ser la búsqueda del bienes-
tar común. Sin embargo, el análisis relacional que hacemos de la persona, no
puede realizarse sólo desde un aspecto intersubjetivo, debemos considerar
también el contexto en el que está inserto, esto es el medio ambiente en sus
diferentes partes.
* Licenciada en Derecho Pontiicia Universidad Católica de Chile. Profesional del Centro Democracia y Comunidad (CDC).
70 n YASMINA VIERA BERNAL
Es cierto que el medio ambiente tiene un ciclo natural, muchas veces inalte-
rable para el hombre, pero no podemos desconocer que en otra gran parte de
sus cambios incide la conducta humana. La comunidad cientíica ha conirma-
do que la disminución en la capa de ozono, alteraciones en la temperatura y
la humedad, inundaciones, sequías, crecimiento del nivel del mar, extinción
de especies de la lora y fauna, entre otros fenómenos. Son consecuencia de
una actividad depredadora e irresponsable del hombre. De a poco, nuestro
mundo globalizado ha tomado conciencia respecto a las amenazas que de-
rivan de la desprotección del medio ambiente y se les ha enfrentado desde
diversas perspectivas.
Se estima que a partir de los años setenta el derecho comienza a dar una
respuesta a esta situación a nivel internacional, naciendo lo que se conoce
como el Derecho Internacional del Medio Ambiente. Esta regulación cuenta
con importantes instrumentos que buscan una protección integral del medio
ambiente de los cuales suelen desglosarse regulaciones de carácter sectorial,
que se organizan en base a los ámbitos especíicos que se identiican, como
es la biosfera, la lora y fauna, el agua dulce y el mar, entre otros. Asimis-
mo, estas regulaciones en general, no constituyen una fuente vinculante y
son esencialmente recomendaciones o normas programáticas, que orientan o
pretenden orientar la regulación de Derecho Interno.
renueve y refuerce esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha
de ser relejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual
caminamos”. Reconociendo además que ésta ética es necesaria para promo-
ver la paz.
Sin perjuicio de ello, para aquellos que no son tan puristas, o que no se iden-
tiican con ser cristianos, de todas formas rige este imperativo en tanto es un
ser social que se desarrolla en una comunidad, lo cual le implica la posibilidad
de hacer valer derechos, contraer obligaciones y tener deberes. Así se ha
sostenido que “el fundamento de la conciencia ambientalista se origina en un
sentimiento ínsito al espíritu humano, cual es el de solidaridad o de perte-
nencia integrativa al universo que todo ser racional lleva incorporado en su
esencia o bagaje genético.
1 Flores Nano, Lourdes, Principios socialcristianos y protección del medioambiente, en ¿Qué es ser socialcristiano
hoy?, p. 216.
Este principio cobra relevancia en dos sentidos, uno actual y el otro interge-
neracional. La solidaridad actual se releja en el principio número dos de la
Declaración de Río de 1992, que indica “(…) los Estados tienen el derecho
soberano de aprovechar sus propios recursos según sus propias políticas am-
bientales y de desarrollo, y la responsabilidad de velar por que las activida-
des realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daños al
medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los límites
de la jurisdicción nacional”. Pero, también en la solidaridad actual, quedan
comprendidas ciertas medidas de compensación, destinadas a todos los que
se han visto afectados con un actuar irresponsable por una tardía toma de
conciencia de protección ambiental. Por ello, obliga a las personas y a los Es-
tados a asumir globalmente una postura activa para mitigar los efectos que la
acción humana ha causado en el medio ambiente.
4 Ver Juste Ruiz, José, “Derecho Internacional del Medio Ambiente”, Mc-Graw-Hill, 1999, p.19 citado por Riveros
Marín, Edgardo, “Recursos Naturales y Derecho Internacional Público”, En: KAS Serie de Estudios, No. 3, Chile,
2010, p. 9.
CAPÍTULO III n FUNDAMENTOS HUMANISTA-CRISTIANOS n 73
9 Vid. Drnas De Clèment, Zlata, El “Principio de precaución” en materia ambiental. Nuevas tendencias, en Hu-
manismo Ambiental, Terceras Jornadas de Relexión, Ediciones de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba, Volumen XXVI (Córdoba, 2001), pp. 5-6.
74 n YASMINA VIERA BERNAL
Por ello, de tener la certeza de producir un daño con una determinada ac-
tividad, deberá suspenderse su realización, buscar un modo alternativo no
dañoso y en el caso de ser imperativa la ejecución de la actividad, deberán
aminorarse los daños al máximo posible, aun cuando aumente los costos
temporales o económicos. En el caso de no existir certeza de las consecuen-
cias dañosas de una acción, pero sí una razonable duda, deberán aplicarse el
mismo razonamiento anterior, pues la falta de certeza no exime de responsa-
bilidad social para con el medio ambiente, por el contrario se sigue vinculado
por un deber ético-moral de protección.
El Estado como garante del bien común, no puede concebirse por sobre la
sociedad y la persona, sino que está al servicio de éstas, por ello, este princi-
pio, obliga al Estado a dejar realizar a las personas todo aquello que puedan
hacer por sí mismas, obligándolo a intervenir en el plano económico y social
toda vez que sea necesario, porque el sector privado se niega a realizar tal
acción.11 En este mismo sentido, el Estado debe incentivar la participación
privada, distanciándose en las áreas cubiertas por los particulares, salvo las
que se consideren estratégicas.
Para los casos en que sea imprescindible realizar una actividad dañosa, será
el Estado también quien deina y vele por el cumplimiento de las medidas de
compensación y mitigación para con la comunidad afectada.
Marcelo Resico, airma “Se puede enfocar el problema del medio ambiente
desde un punto de vista del enfoque económico porque el medio ambiente se
ha convertido en un recurso escaso y los recursos escasos tienen un valor y
deben ser administrados en forma eiciente”.12
12 Resico, Marcelo, Introducción a la Economía Social de Mercado, Edición Latinoamericana, Konrad Adenauer
Stifung, Río de Janeiro, citado por Flores Nano, Lourdes, cit (n.1), p.220.
13 Ibíd.
14 Vid. Hardin, Garrett, La tragedia de los comunes, traducida por Horacio Bonil Sánchez en Gaceta Ecológica,
núm. 37, Instituto Nacional de Ecología, México, 1995. Disponible en https://www.uam.es/personal_pdi/
ciencias/jonate/Eco_Rec/Intro/La_tragedia_de_los_comunes.pdf
76 n YASMINA VIERA BERNAL
Sin desconocer, que la protección del medio ambiente no pude conllevar una
paralización del crecimiento económico de la sociedad civil, por cuánto esto
también la afectaría, es cierto que los procesos productivos no pueden ser
rapaces con el entorno natural en que se desarrollan. De este modo, lo más
adecuado es moverse dentro de dos concepciones extremas “(i) el protec-
cionismo radical que preconiza la intangibilidad de la naturaleza y rechaza la
inversión productiva transformadora; y (ii) el liberalismo radical que plantea
la rentabilidad económica como concepto único, excluyendo cualquier inter-
vención en el mercado destinada a la protección ambiental o a la exigencia
de características particulares para la inversión. Estas dos tesis conducen al
inmovilismo, a la exclusión y al conlicto”.16
15 Se alude también a la importancia de la educación ética profesional que promueva una conciencia general de
una responsabilidad ambiental en toda la sociedad. Se busca crear una cultura de equilibrio entre la técnica
con la ética. De acuerdo a lo expuesto por Hans Jonas dos son los cambios necesarios para ello. El primero es
el deber de responder por las propias acciones que causaren daño no sólo a los seres humanos actuales, sino
que también a los venideros, además de los animales y el medio ambiente. El segundo paso se relaciona con
que hay consecuencias emergentes de nuestras acciones que pueden manifestarse tardíamente, el deber acá
implica un esfuerzo por preverlas y adoptar las medidas necesarias para evitarlas. Y en el caso de no poder
prever los daños futuros se sigue ligado a la responsabilidad, desde una perspectiva moral, en tanto somos
conscientes del potencial devastador de la acción. Víd. Pedace, Eduardo, Relexiones sobre ética y responsabi-
lidad ambiental, en Humanismo Ambiental, Terceras Jornadas de Relexión, Ediciones de la Academia Nacional
de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Volumen XXVI (Córdoba, 2001), pp. 92-95.
17 Haake, Hans, ¿Economía o protección del medio ambiente? Por una economía eco-social de mercado, en “Cli-
ma, Energía y Medio Ambiente”, KAS Serie de Estudios, No. 6, Chile, 2010, p. 94.
CAPÍTULO III n FUNDAMENTOS HUMANISTA-CRISTIANOS n 77
de todos los aspectos que se relacionan con el desarrollo del ser humano.
Se destaca que el objetivo no es eliminar el mercado, sino que introducirle
elementos moderadores que lo enrielen por el camino socialmente deseado.
8. DESARROLLO SUSTENTABLE
Para una cabal comprensión de lo que se debe entender por desarrollo sus-
tentable, se han generado conceptos complementarios.18 El Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) generó un reporte sobre
“economía verde”, señalando que ésta “debe mejorar el bienestar del ser hu-
mano y la equidad social, a la vez que reduce signiicativamente los riesgos
ambientales y las escaseces ecológicas”.19 La economía verde en su expresión
más simple, busca un crecimiento económico con bajas emisiones de carbo-
no, uso eiciente de los recursos naturales e inclusión social.20 Por otro lado la
OCDE generó un informe sobre “crecimiento verde” que signiica “fomentar
el crecimiento y el desarrollo económicos y al mismo tiempo asegurar que
los bienes naturales continúen proporcionando los recursos y los servicios
ambientales de los cuales depende nuestro bienestar. Para lograrlo debe ca-
talizar inversión e innovación que apuntalen el crecimiento sostenido y abran
paso a nuevas oportunidades económicas”.21
18 Claro, Edmundo et allí, “Desafíos y oportunidades de las energías renovables no convencionales (ERNC) en la
matriz eléctrica de Chile”, KAS Serie de Estudios, No. 7, Chile, 2012, p. 9.
19 PNUMA, “Hacia una economía verde: guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”, p. 9.
Disponible en http://www.unep.org/greeneconomy/Portals/88/documents/ger/GER_synthesis_sp.pdf
20 Ibíd.
9. CONCLUSIONES
por abordar el tema con mayor ahínco por cuanto los fundamentos que se
encuentran a la base de la “conciencia ambiental”, que en muchos casos
se ha exteriorizado en una regulación de protección del medio ambiente,
son principios que representan los valores humanistas cristianos y que han
trascendido más allá de su origen. Por tanto, si la interrogante es la vigencia
de estos principios en relación con el medio ambiente, veremos que estos
están más vigentes que nunca y que es nuestra misión concientizar acerca de
ello, por las generaciones presentes y futuras.
CAPÍTULO IV
Nueva institucionalidad
ambiental en Chile
En este capítulo, se pretende pasar revista a los aspectos que, a juicio de los
autores, sirvieron de base para tomar la decisión de reformar la institucio-
nalidad ambiental que regía a Chile desde el año 1994, precisamente desde
el día 9 de ese año, fecha de la publicación de la Ley Nº 19.300 Sobre Bases
Generales del Medio Ambiente, como también, a la indesmentible orientación
ideológica que inspiraron la creación de instituciones críticas y fundamentales
de nuestro marco institucional ambiental actualmente vigente.
* Soledad Alvear Valenzuela, abogada, ex Ministra del Servicio Nacional de la Mujer, ex Ministra de Justicia, ex Ministra de
Relaciones Exteriores, ex Senadora de la República, ex Presidenta de la Comisión de Ética y de Trabajo del Senado, y para
las leyes Nº 20.417 del año 2010 que creó el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evaluación Ambiental y la Super-
intendencia del Medio Ambiente y Nº 20.600 que creó los Tribunales Ambientales, Presidenta de la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y Reglamento, de la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales y Comisiones Unidas de Consti-
tución y Medio Ambiente, todas del Senado.
Firmante del acuerdo político que dio origen a la nueva institucionalidad ambiental el 26 de octubre del año 2009.
** Jorge Cash Sáez, abogado de la Universidad del Desarrollo, magíster en derecho ambiental de la Universidad de Chile, postí-
tulo en Derecho Ambiental de la Universidad del Desarrollo, asesor legislativo de Soledad Alvear Valenzuela durante los años
2009 y 2014.
82 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Tanto la política como lo técnico jugaron roles relevantes. Roles distintos por
cierto, pero igualmente signiicativos al momento que hubo que adoptar las
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 83
Probablemente la lección más concreta que se puede sacar de ese largo pro-
ceso, es que el diálogo es un componente medular para dar gobernanza a lo
ambiental. Jamás será posible construir una política pública ambiental per-
durable, que dé garantías a la sociedad en su conjunto, si el debate de su
desarrollo institucional, se da desde lo puramente ideológico, relegando lo
sustantivo de la discusión al ámbito de la trinchera.
Por esto, la legítima emocionalidad que emerge del debate, que probable-
mente quedará en evidencia en algunos pasajes de este capítulo, debe sig-
niicar para al Estado, la obligación de generar las condiciones que permitan
a los distintos sectores que participan de la discusión, incluida con particular
cuidado la ciudadanía, debatir sobre la base de un pacto de carácter perma-
nente que releje un “ánimo de progreso”.
Por otra parte, las posiciones más equilibradas y moderadas, aquellas que
intentan conjugar distintos intereses para una adecuada política pública, re-
gulación o legislación, suelen gozar de una impopularidad prácticamente in-
herente a la naturaleza de las mismas. En otras palabras, por el sólo hecho
84 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Esta Comisión estaba integrada por el Ministro de Bienes Nacionales (en ca-
lidad de Presidente), el Asesor Ecológico de dicho Ministerio (en calidad de
Secretario Ejecutivo) y por representantes de los Ministerios del Interior, De-
fensa Nacional, Educación Pública, Agricultura, Salud Pública y la Oicina de
Planiicación Nacional (artículo 1).
“Al poco tiempo, por medio del Decreto Supremo Nº 680 del 10 de diciembre
de 1984, del Ministerio de Bienes Nacionales, esta comisión fue reemplazada
por una nueva Comisión Nacional de Ecología (CONADE). Esta Comisión fue
prácticamente idéntica a la anterior, salvo por algunos matices que resultan
reveladores al momento de determinar los propósitos de sus creación.
Estaba compuesta por los mismos miembros que la Comisión anterior (salvo
el Ministro de Educación), aunque pasaba a ser presidida por el Ministro del
Interior y debía ser integrada por los propios Ministros de las carteras res-
pectivas y no sus representantes”, como ocurría con la anterior Comisión de
Ecología.
1 Estudio Jurídico Ferrada Nehme, Equipo Derecho Público, Gobierno y Regulación: “Estudio. Informe sobre Institucionalidad
Ambiental”, Santiago, junio de 2007. Página 16.
4 Idem.
86 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
A este respecto, el artículo 11 del Decreto Supremo 680, de 1984 del Minis-
terio de Bienes Nacionales, que como dijimos, crea la CONADE, señala: “Las
tareas de coordinación, ejecución y control destinadas al cumplimiento del
presente decreto y de las acciones que en deinitiva disponga el Presidente
de la República, serán de responsabilidad de los respectivos Ministerios y de
sus organismos dependientes”.
5 Idem.
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 87
Por último y en cuarto lugar, y más bien referido al ámbito de los esfuerzos
de conservación ambiental, destaca como un relevante aporte institucional,
la creación del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado
(SNASPE), creado a través de la Ley Nº 18.362 de 1984.
Luego, en junio de 1990 se creó, por medio del DS Nº240 del Ministerio de
Bienes Nacionales, la Comisión Nacional de Medio Ambiente (“CONM”), como
una comisión interministerial que reemplazó a la CONADE, y cuya función
general era asesorar directamente al Presidente en el “estudio, propuesta,
análisis y evaluación de todas aquellas materias relacionadas con la protec-
ción y conservación del medio ambiente. (artículo 1).
En dicha Ley, si bien se optó por mantener a la CONM como el organismo pro-
piamente ambiental, se realizaron diversas reformas a su estructura interna y
funciones, dando lugar a la ya extinta CONAMA (Comisión Nacional del Medio
Ambiente).
Así CONAMA contaba, desde una perspectiva funcional, con potestades de di-
rección de la política ambiental (Consejo Directivo), de coordinación (Consejo
Directivo y Dirección Ejecutiva), de orden consultivo (Consejo Consultivo a
nivel nacional y regional y el comité técnico de cada COREMA) y propiamente
de gestión (Consejo Directivo, Dirección Ejecutiva y COREMAS)”.9
Por último, resulta necesario referirse a los fundamentos que dieron origen a
un modelo institucional que mantuvo su vigencia durante 16 años en Chile.
Desde 1994 hasta el 2010.
Se airma respecto a este último punto, que “no existen antecedentes dis-
ponibles que den cuenta de un cálculo, al menos incipiente, de los costos
económicos y políticos que generaría la sustitución de la estructura sectorial
por una centralizadora”.11
Por otra parte, “si bien en la historia legislativa quedó de maniiesto que gran
parte de la ineicacia de la normativa ambiental se atribuía a su vasta y dis-
persa legislación y al considerable número de organismos competentes para
aplicarla, hubo acuerdo en que la solución eiciente al problema pasaba por
mantener las respectivas competencias sectoriales e integrarlas por medio
de un mecanismo coordinado de intervención, a cargo de la CONAMA, que
permitiera dotar de eicacia a la gestión ambiental. Así, se buscó establecer
un sistema descentralizado pero integrado de gestión, a cargo de un servicio
–la CONAMA– encargado de formular las directrices de política ambiental que
dichos organismos sectoriales, en sus respectivas esferas de competencia,
debían especiicar”.12
No obstante, fue durante ese difícil trance para Chile y especialmente bajo el
gobierno del Presidente Aylwin (1990-1994), que se realizaron las transfor-
maciones más relevantes en materia de institucionalidad ambiental. Realza
el esfuerzo de dicho gobierno, la circunstancia de que estos cambios, se rea-
lizaron a muy poco de recuperada la Democracia en Chile y comenzando una
compleja e incierta transición hacia la consolidación de una democracia plena.
Si se miran las cosas con calma, el gobierno del ex Presidente Patricio Aylwin,
puede ser caliicado de revolucionario en materia ambiental y es muy proba-
ble, que entre los factores que impidieron un impulso más audaz en la ge-
neración de institucionalidad pública, más allá de la existencia o no de docu-
mentación acerca de los costos económicos y políticos que impidieron decidir
La reformulación realizada el año 2010, del modelo creado entre 1984 1994,
goza de una legitimidad política y técnica que nadie podría poner en duda.
Podrán gustar o no algunas de sus instituciones, pero no hay discusión alguna
sobre la solidez de los fundamentos democráticos sobre la cual fue construida
y acordada. Como también, nadie podría rebatir seriamente que en el ámbito
del diseño estructural del nuevo modelo había un alto grado de consenso. Di-
cho nivel de acuerdo, también existía sobre las competencias más especíicas
y medulares que las futuras instituciones debían tener.
Tal fue la situación de Chile, en nuestra opinión, entre los años 1999 y 2007.
Se debe recordar que en el año 2007 (Ley Nº 20.173), se creó el cargo de Mi-
nistro (a) Presidente (a) de la Comisión Nacional del Medio Ambiente, “como
una institución de transición destinada a proponer un sistema institucional
baso en un ministerio”.16 Creemos que en ese período pudo haberse avanzado
más en modernización institucional
Con todo, es justo señalar que al menos la inquietud por reformular el sis-
tema creado el año 1994, ya existía en 1998, a sólo 4 años de su creación.
Incluso, con el impulso y apoyo del gobierno del Presidente Eduardo Frei
Ruiz-Tagle a denominada Comisión “Jadresic”. A este respecto, es preciso
recordar que “el ex Presidente de la República, Eduardo Frei Ruiz-Tagle,
encargó a la denominada “Comisión Presidencial de Modernización de la
Institucionalidad Reguladora del Estado” (en adelante “Comisión Jadresic”),
la evaluación y propuesta de reforma a los organismos encargados, entre
otras materias, de proteger el medio ambiente. Luego de éste, al menos
tres informes adicionales se dedicaron a realizar estudios equivalentes: uno
encargado a ines de 1998 por la propia CONAMA a la Corporación Tiempo
20006; otro encargado a la denominada “Comisión de reforma a la Ley
Nº19.300” (o “Comisión Castillo”)7; y inalmente un informe preparado por
Raúl Brañes en nombre de la Asociación Latinoamericana de Derecho Am-
biental, por encargo de la Oicina Regional para América Latina y el Caribe
del PNUMA, en el marco de un programa de asistencia técnica que dicho
organismo prestó a CONAMA”.17
16 CORDERO VEGA, Luis. Minuta de Trabajo Nº 20: “Breve Referencia al Marco Institucional Ambiental Chileno. Página 1.
17 CORDERO VEGA, Luis. Minuta de Trabajo Nº 40: “Líneas generales tras la propuesta de rediseño”. Página 5.
Otro aspecto que indicaba el profesor Cordero, como sostén para la reforma
ambiental es la idea de contar con: c) un sistema que garantice integridad de
la regulación ambiental.
Al respecto Cordero Vega señalaba que, “cada sector puede seguir dictando
actos administrativos generales o especíicos, referidos a materias ambien-
tales sin pasar por la autoridad ambiental. (ejm, Reglamento Ambiental para
a Acuicultura, Reglamento de Residuos Peligrosos, Reglamento de rellenos
sanitarios, normas para aplicar un plan de descontaminación, etc)”.24
Sobre esta este punto, Luis Cordero airmaba que “la alta dispersión en ma-
teria de iscalización presenta grandes diferencias en las sanciones desde los
distintos sectores, lo que claramente entrega una falta de certeza y de cohe-
rencia frente a la aplicación de la legislación ambiental”.25
20 CORDERO VEGA, Luis. Artículo “La Ruta del Rediseño de la Institucionalidad Ambiental”, publicado en Medio Amiente y
Sociedad, Conceptos, Metodologías y experiencias desde las ciencias sociales y humanas, Universidad de Chile- Ril Editores,
(Comps, Enrique Aliste-Anahí Urizar), 2010.
21 En la Minuta de Trabajo Nº 40, se indican 9 razones. La novena razón se denomina “Hemos aprendido, pero debemos y pode-
mos más”.
22 Cordero Vega, Luis. Artículo “La Ruta del Rediseño de la Institucionalidad Ambiental”. Ob. Cit. Página 9.
23 Idem.
Otra justiicación angular para la reforma, era a juicio del profesor Cordero
que: e) la dispersión genera mucho costo. Sobre este punto, sostiene que los
servicios públicos con competencias normativas ambientales poseen un nivel
de información más preciso que la autoridad central encargada de coordinar-
los, la que posee una información más genérica.
27 Idem.
28 CORDERO VEGA, Luis: Minuta de Trabajo Nº 40. Ob. Cit. Página 11.
29 CORDERO VEGA, Luis. Artículo “La Ruta del Rediseño de la Institucionalidad Ambiental”. Ob. Cit. Página 12.
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 99
La última y quizás de las más poderosas razones que explican la reforma am-
biental, está en la siguiente premisa para Cordero: h) Es necesario distinguir
entre competencias de fomento y protección ambiental.
30 Idem.
100 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Es probable que la gran lección de Chile entre los años 1980 y el año 2010 en
materia de institucionalidad ambiental, sea la diicultad que ha representado
para el Estado, situarse en la vanguardia en el diseño de institucionalidad
pública, sistematizar y ordenar la numerosa cantidad de legislación ambien-
tal, sea propiamente ambiental o de relevancia ambiental, como a su vez,
encontrar los mecanismos adecuados para dotar de mayor dinamismo a ins-
trumentos de gestión que, por la materia que les toca regular, requieren de
mayor lexibilidad y de una clara y explícita presencia de la autoridad política
en la toma de decisiones.
Por esto, el rediseño institucional del año 2010, suponía velar tanto
por la estabilidad y situación laboral de los trabajadores de la Comisión, como
también, de una distribución racional y equilibrada de las competencias de
la CONAMA en los nuevos órganos que se crearían con el nuevo diseño insti-
tucional. Fragmentar el funcionamiento orgánico y funcional de la CONAMA,
suponía entonces algo más que una reforma institucional
31 Estudio Jurídico Ferrada Nehme, Equipo Derecho Público, Gobierno y Regulación: Ob. Cit. Páginas 35, 36 y 37.
102 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Por tal razón, hemos decidido comenzar identiicando las instituciones de ma-
yor impacto en la reforma (estructurantes). Algunas de estas, reformuladas
el año 2010 y otras derechamente inéditas en nuestro ordenamiento institu-
cional ambiental.
Si, como sucede actualmente, la propia política medioambiental tiene que ser
formulada previo acuerdo con los Ministerios sectoriales, interesados princi-
palmente en el fomento productivo y con un fuerte sentimiento “propietari-
zador” sobre la oportunidad y conveniencia de las directrices aplicables a sus
respectivos sectores, ésta necesariamente surge, desde sus orígenes, como
una política debilitada, al haber sido ya objeto de transacción con los intere-
ses sectoriales.
Sin ir más lejos, en la sesión de la Sala del Senado en que se aprobó en se-
gundo trámite constitucional la reforma institucional, la Senadora Soledad
Alvear expresaba sobre este punto una de sus principales preocupaciones:
“(…) entre esas inquietudes, me parece relevante destacar la relación de bi-
lateralidad en que quedan el Ministerio del Medio Ambiente y cada uno de los
ministerios sectoriales, que en algunos casos podría superponer ámbitos de
competencia diicultando la relación multisectorial. Considero muy importan-
te abordar este aspecto, por cuanto la coordinación interministerial es uno de
los elementos más complejos de llevar adelante de manera eiciente”.34
32 Estudio Jurídico Ferrada Nehme, Equipo Derecho Público, Gobierno y Regulación: Ob. Cit. Página 50-51-52-53..
33 Regulado en los artículos 71, 72 y 73, de la Ley Sobre Bases Generales del Medio Ambiente, Nº 19.300.
34 Historia de la Ley Nº 20.417. Discusión en la Sala del Senado en segundo trámite constitucional. Legislatura 357. Sesión 43.
Fecha 19 de agosto de 2009. Aprobación en general.
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 105
35 Historia de la Ley Nº 20.417. Informe de Comisión de Recursos Naturales Cámara de Diputados. Fecha 01 de abril de 2009.
Cuenta en Sesión 20, Legislatura 357. Página 193-194.
36 Historia de la Ley Nº 20.417. Informe Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados. Fecha 07 de abril de 2009. Cuenta
en Sesión 20, Legislatura 357. Página 448.
37 Historia de la Ley Nº 20.417. Informe de la Comisión de Recursos Naturales Cámara de Diputados. Fecha 01 de abril de 2009.
Cuenta en Sesión 20, Legislatura 357. Página 178.
38 Historia de la Ley Nº 20.417. Informe de Comisión de Hacienda Cámara de Diputados. Fecha 22 de abril de 2009. Cuenta en
Sesión 20, Legislatura 357. Página 452.
106 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
“Sobre este último aspecto, destacó que existe un avance en la creación del
Consejo de Ministros para la Sustentabilidad que es diferente a lo existente
hasta hoy, ya que en esta instancia se deinen las regulaciones que son pro-
puestas por el Ministerio del Medio Ambiente, las que serán obligatorias para
los distintos sectores, situación que no ocurre hoy. Agregó que los sectores,
en la actualidad, siguen regulando independientemente de la CONAMA, sin
revertir su decisión o llevarla a la CONAMA en consulta”.42
39 Historia de la Ley Nº 20.417. Primer Informe de Comisión de Medio Ambiente Senado. Fecha 04 de agosto de 2009. Cuenta
en Sesión 37, Legislatura 357. Página 698.
Continuó señalando que esta es la situación que hay que revertir, agregando
que el Ministro de Economía integra el Consejo de Ministros para la Sustenta-
bilidad, de manera que podrá opinar respecto de una norma medio ambien-
tal que dicte el Ministerio de Medio Ambiente, sin embargo también deberá
reportar las normas que dicte en la Subsecretaría de Pesca, de modo de ga-
rantizar una coherencia y consistencia entre las políticas productivas y medio
ambientales”.43
Por su parte, el profesor Cordero “aseveró que actualmente los diversos sec-
tores no reportan al Ministerio del Medio Ambiente cuando dictan regulacio-
nes que tienen carácter medio ambiental. El efecto producido, agregó, es la
duplicidad regulatoria, que es lo que fundamentalmente reclama el sector
privado”.
45 DURÁN, Valentina. Coordinadora de Investigación del Centro de Derecho Ambiental, de la Universidad de Chile. Ibidem.
Página 781-782.
108 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Por otro lado, buena parte de la tensión institucional que genera la existencia
del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, puede explicarse tanto por
las críticas de que fue objeto durante el debate legislativo de aquella oportu-
nidad, como por otras que se hacen hasta hoy.
“El Honorable Senador señor Girardi aseveró que la creación del Consejo de
Ministros para la Sustentabilidad desvirtúa las funciones del Ministerio que se
crea, por cuanto las atribuciones que se le otorgan debieran ser de competen-
cia del Ministerio, denotando una debilidad institucionalidad desde su inicio.
46 Historia de la Ley Nº 20.417. Discusión en Sala del Senado. Legislatura 357. Sesión 43. Fecha 19 de agosto de 2009. Discu-
sión general. Aprobación en general. Página 890.
47 Historia de la Ley Nº 20.417. Segundo Informe de Comisión de Medio Ambiente Senado. Fecha 09 de noviembre de 2009.
Cuenta en Sesión 63, Legislatura 357. Página 1491-1492-1493-1494.
Otra crítica que se planteó, fue “que el Consejo Directivo de Ministros es re-
emplazado por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, que se sitúa
entre el Presidente de la República y el Ministro de Medio Ambiente reforzan-
do una barrera entre ambas autoridades, de donde surge la duda para qué
entonces crear un ministerio”.50
Por esto, más allá de que en nuestro país la estructura interministerial lleve
más de 30 años presente, especíicamente desde 1984, la cuestión que aquí
se discute nos parece inconducente y carente de una visión y comprensión
50 DURÁN, Hernán. Director del Área de Medio Ambiente de la Fundación Chile 21. Ibidem. Página 767.
En este sentido, nos resulta razonable y aconsejable, que sea una autoridad
centralizada y especializada la que diseñe y norme, y que la implementación
de la política y regulación, quede supeditada al pronunciamiento favorable
de los distintos sectores que de algún modo podrían incidir en el éxito de la
política o regulación ambiental. Sobre este punto, se comparte abandonar la
idea de concebir a este órgano como uno directivo superior del Ministerio del
Medio Ambiente.
Más aún, sugerir la idea de una institucionalidad ambiental con mayor auto-
nomía, supone el riesgo de situarla en una posición de aislamiento e incomu-
nicación con los sectores productivos, que en los hechos puede debilitar el
avance de la política y la regulación ambiental hacia dichos sectores.
Señala que toda actividad que tenga impacto ambiental deberá someterse
a este sistema, a través de dos mecanismos: las Declaraciones de Impacto
Ambiental, respecto de aquellos proyectos cuyo impacto ambiental no sea
signiicativamente adverso; y los Estudios de Impacto Ambiental, para aqué-
llos que produzcan impactos ambientales signiicativos”.52
52 Historia de la Ley Nº 19.300. Informe Comisión de Hacienda. Senado. Fecha 21 de abril, 1993. Cuenta en Sesión 47, Legisla-
tura 325. Página 147.
53 KATZ, Ricardo. DEL FÁVERO, Gabriel. Estudio, “Resultados y consecuencias del Sistema chileno de Evaluación de Impacto
Ambiental (SEIA). Estudios Públicos, 73 (verano 1999). Páginas 364-365. http://www.cep.cl/dms/archivo_1652_262/
rev73_delfavero_katz.pdf
112 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Presidencia, del año 1997. En el intertanto, esto es, desde marzo de 1994
hasta abril de 1997, el sistema de evaluación de impacto ambiental, en su
modalidad voluntaria, se fue adecuando a las sucesivas versiones del futuro
reglamento del SEIA”.54
A este respecto, creemos que existen tres instituciones al interior del SEIA
especialmente críticas y de muy compleja solución. Así fue, tanto en la Ley
Nº 19.300, en su reforma el año 2010 a través de la Ley Nº 20.417 y será
respecto a cualquier modiicación que se pretenda hacer a las siguientes ins-
tituciones especíicas al interior del SEIA: a) órgano de caliicación; b) eicacia
de la participación ciudadana; c) participación de los pueblos indígenas en el
marco del Convenio 169 de la OIT; d) Comité de Ministros.
Esto, por cuanto las COREMAS están integradas por personas que esencial-
mente son funcionarios de exclusiva conianza y de experiencia política y
no técnica. (Secretarios Regionales Ministeriales (SEREMIS), Gobernadores,
Consejeros Regionales (CORES) y el Intendente como su Presidente)
55 CORDERO VEGA, Luis. Artículo “La Ruta del Rediseño de la Institucionalidad Ambiental”. Ob. Cit. Página 18-19.
56 Estudio Jurídico Ferrada Nehme, Equipo Derecho Público, Gobierno y Regulación: Ob. Cit. Página 31-32.
114 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
57 CORDERO VEGA, Luis. Artículo “La Ruta del Rediseño de la Institucionalidad Ambiental”. Ob. Cit. Página 24.
58 Historia de la Ley Nº 20.417. Boletín de Indicaciones. Senado, Fecha 05 de octubre de 2009. Indicaciones de Parlamentarios
y del Ejecutivo. Indicación Nº 101.- De la Honorable Senadora señora Alvear. Página 1001.
“Artículo 9° bis.- Para aprobar o rechazar un proyecto que haya sido sometido al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental,
la Comisión a la cual se reiere el artículo 86 o el Director Ejecutivo, en su caso, deberá considerar el Informe Consolidado
de Evaluación y su pronunciamiento deberá ser fundado, conforme lo dispuesto en los artículos 41, inciso cuarto, de la ley N°
19.880, y 34, incisos segundo y cuarto, del Reglamento del Sistema de Evaluación Ambiental.
La decisión de la Comisión siempre deberá ser fundada, sea que se opte por recoger las conclusiones plasmadas en el Infor-
me Consolidado de Evaluación o el contenido de algún informe sectorial en particular, en cuyo caso deberán expresarse los
fundamentos de hecho y de derecho que le permitieron arribar a las mismas conclusiones plasmadas en dichos informes, sea
que se opte por desestimar las conclusiones plasmadas en el Informe Consolidado de Evaluación respectivo o el contenido
de algún informe sectorial en particular. En este último caso, la omisión de dichos fundamentos constituirá vicio esencial del
procedimiento.
El Informe Consolidado de Evaluación contendrá todos los pronunciamientos ambientales de los organismos con competencia
que participaron en la evaluación y la evaluación técnica de las observaciones planteadas por la comunidad y los interesados,
cuando corresponda, así como la recomendación de aprobación o rechazo del proyecto.
Lo señalado en los incisos primero y segundo de este artículo rige para todos los integrantes de la Comisión a que se reiere
el artículo 86 o el Director Ejecutivo, en su caso, sea o no que constituyan mayoría.”
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 115
60 Historia de la Ley Nº 20.417. Discusión en Sala del Senado. Legislatura 357. Sesión 63. Fecha 10 de noviembre de 2009.
Discusión particular. Página 1896.
Así, creemos que los problemas que enfrenta la participación ciudadana, tie-
nen más que ver más con la forma en que la opinión de la ciudadanía tiene
un real impacto en la decisión inal, que las instancias que puedan estable-
cerse para formular dicha opinión. Inclusive, mucho más importante que la
existencia de recursos administrativos o judiciales que puedan otorgárseles
para reclamar de la no “observancia”, “ponderación”, “consideración”, etc. de
sus opiniones.
“d) Diálogo: Esta etapa tiene por inalidad propiciar la generación de acuerdos
respecto de la medida consultada mediante el intercambio de posiciones y
contraste de argumentos. Dentro del plazo establecido para esta etapa, debe-
rán realizarse las reuniones que sean necesarias para cumplir con el objetivo
de la consulta.
Para este órgano, parece relevante recomendar, que formalice por ley las
atribuciones que le ha otorgado la jurisprudencia, permitiendo en dicha re-
gulación, que pueda establecer nuevas exigencias al proyecto. No obstante,
lo anterior, exige que exista para los interesados la oportunidad de observar
y reclamar de las exigencias que puedan establecerse en el Comité de Mi-
nistros. No parece lógico, que al no existir una reglamentación que limite las
atribuciones del Comité de Ministros, se prive a los interesados de formular
observaciones y eventualmente de reclamar.
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 119
Esto explica por qué resulta necesario crear un tribunal, pero concretamente
el de un tribunal especializado. Medio Ambiente es un buen espacio para con-
jugar ese equilibrio. En él está en juego el bienestar de la comunidad, pero
también el derecho de personas especíicas que puedan verse afectadas por
las decisiones de la autoridad pública.
Sobre esta materia, uno de los puntos que consideramos pertinente revisar
cuando corresponda, es lo referido a la autorización previa que se requiere
del Tribunal Ambiental para el ejercicio de determinadas medidas por parte
de la Superintendencia del Medio Ambiente, lo que en los hechos constituye
una lagrante limitación a su potestad sancionatoria.
Si bien es cierto que el Tribunal Ambiental, nació como una exigencia para
controlar las sanciones “monstruosas” que podrá aplicar la Superintendencia
del Medio Ambiente, también es cierto, que las instituciones van evolucio-
nando y que los temores iniciales, propios de toda nueva institucionalidad
que tenga el potencial de impactar fuertemente en lo económico, como es
precisamente el caso de la institucionalidad ambiental, deben ser debidamen-
te reponderados y superados, de manera que los contrapesos sean los que
prudentemente y razonablemente parezcan necesarios, sin llegar al extremo
de desvirtuar la esencia de las instituciones o transformarlas, sin querer, en
instituciones simbólicas.
63 http://www.tribunalambiental.cl/2ta/informacion-institucional/sobre-el-tribunal-ambiental/historia/
122 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
64 Indicación Nº 1042. Ibidem. Página 1187-1188-1189-1190. “Dentro del plazo de un año desde la publicación de esta ley, los
Ministros de Justicia, de Hacienda y del Medio Ambiente, deberán formular y presentar al Presidente de la República una pro-
puesta de tribunales especializados en materias de medio ambiente , la cual se confeccionará sobre los siguientes principios,
atribuciones y potestades:
a) Naturaleza jurídica:
Se trata de un órgano jurisdiccional especial e independiente, sujeto a la superintendencia directiva, correccional y econó-
mica de la Corte Suprema, cuya función será conocer las causas ambientales que se promuevan de acuerdo a las compe-
tencias que le ije su ley, aplicar la sanciones que correspondan y ejercer las demás atribuciones que le encomiende la ley.
b) Composición y designación de sus Integrantes:
Su presidente deberá ser de profesión abogado, que acredite estudios de postgrado vinculado a materias relacionadas al
derecho ambiental y que acredite más de 10 años de experiencia profesional en materias relacionadas con el medio ambien-
te. Será designado por el Presidente de la República de una terna confeccionada por la Corte Suprema mediante concurso
público.
Será integrado, además, por cuatro profesionales expertos en materias vinculadas al medio ambiente. Dos de los cuales
deberán ser de profesión abogado y los otros dos, de profesiones vinculadas al área de la ingeniería o ciencias biológicas o
químicas. Deberán acreditar, además, estudios de postgrado vinculado a materias relacionadas con el derecho ambiental y
las disciplinas especíicas y acreditar a lo menos 10 años de ejercicio profesional vinculado a materias relacionadas con el
medio ambiente. Su designación será hará bajo el mismo procedimiento señalado para su presidente.
c) Inhabilidades y remuneraciones de sus integrantes:
No podrán desempeñar el cargo de ministro integrante de un tribunal ambiental quienes por sí, o por su cónyuge, por sus
parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo por ainidad, por intermedio de personas naturales o jurídicas,
tengan participación en sociedades o formen parte de personas jurídicas que ejerzan labores de inspección, veriicación y
análisis del cumplimiento de la normativa ambiental, funcionarios públicos, ni quienes al momento de postular como ministro
de este tribunal, sea por sí, o por su cónyuge, o por sus parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo por
ainidad, a través de personas naturales o jurídicas, tenga participación en sociedades o forme parte de personas jurídicas
que actualmente sean titulares de proyectos o actividades en trámite ante el Servicio de Evaluación Ambiental o que posean
Resolución de Caliicación Ambiental aprobada.
La remuneración mensual del Ministro Presidente del Tribunal y de sus integrantes, se homologará a la renumeración esta-
blecida para los integrantes de los Tribunales de la Libre Competencia.
d) Atribuciones y competencias:
-Conocer y fallar los requerimientos que presente la Superintendencia para la aplicación de sanciones;
-Conocer y fallar los requerimientos que presente alguna parte interesada para la aplicación de sanciones;
-Acción por daño ambiental, entendiendo por tal la acción del artículo 53 de ley N° 19.300, que dispone que producido daño
ambiental se concede acción para obtener la reparación del medio ambiente dañado, lo que no obsta al ejercicio de la acción
indemnizatoria ordinaria por el directamente afectado.
Tanto la acción por daño ambiental propiamente tal, como la acción indemnizatoria particular, serán conocidas por el tribunal
ambiental competente.
-La acción de requerimiento establecida en el artículo 56 de la Ley de Bases del Medio Ambiente.
-Una acción popular ambiental, que pueda abordar el problema de los intereses difusos o colectivos que se susciten a
consecuencia del acaecimiento de un daño ambiental que afecte un conjunto indeterminado de personas.
e) Sala especializada de la Corte Suprema:
Existirá una Sala especializada en la Corte Suprema de Justicia, que conocerá de todas aquellas materias de carácter civil
o penal de carácter ambiental.
f) Principios rectores del procedimiento:
Imparcialidad:
Se diferencian tajantemente los roles de parte y juez, en tanto hay una entidad llamada a investigar y representar judicial-
mente los intereses de la comunidad, además de un tribunal con el rol exclusivo de conocer y juzgar sobre el asunto.
Oralidad:
El procedimiento se desarrolla en audiencias donde tienen participación las partes y sus representantes, además de todos
los demás intervinientes (tales como peritos, víctimas por daño ambiental o testigos), quienes formulan sus argumentos o
declaraciones, realizan sus peticiones y exponen sus pruebas todo por medio de la expresión oral.
Inmediación:
Todas las actuaciones e intervenciones se realizan sin intermediarios ante el juez en las audiencias correspondientes, sien-
do la presencia del juez un requisito de validez de cualquier actuación. En virtud de este principio, las partes podrán solicitar
ser escuchadas extraordinariamente por el juez, a través de la secretaría del tribunal y se le será otorgada dicha audiencia
en razón a la disponibilidad de espacio y tiempo (de esta audiencia también quedará registro por los medios regulares
utilizados en el sistema).
Concentración:
Con el objetivo de velar por la brevedad del juicio, los actos de éste se producirán de forma continuada e ininterrumpida,
salvo que sea estrictamente necesario (en cuyo caso se reanudará a la brevedad), teniendo el juez la capacidad de
reducir los plazos legales cuando lo estime necesario y sea posible hacerlo. El principio de concentración también impone
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 123
Ese fue el espíritu con el que trabajamos y del cual nos sentimos orgullo-
sos.
la necesidad de ventilar todos los asuntos relacionados en el mismo juicio, en este caso, todas las responsabilidades
involucradas en un mismo hecho (civil y penal).
Publicidad:
Como garantía de transparencia frente a la comunidad, la cual podrá percibir directamente los actos del procedimiento y,
por medio de la opinión pública, controlar el actuar de los jueces, incluso exigiendo su responsabilidad funcionaria cuando
fuere necesario.
Eiciencia:
Se establecerá un régimen de salidas alternativas como acuerdos reparatorios cuando sea posible, con el in de acotar el
procedimiento. Se repite, en ese sentido, la facultad del juez de acortar cuando lo estime necesario los plazos legales.
Contaminador – Pagador:
Principio de derecho ambiental que actúa como fundamento base del procedimiento, en el sentido de que quien produce daño
ambiental asume la responsabilidad sobre el medio ambiente en cuanto representa un activo sin costo para él. De este princi-
pio se extraerá el régimen sancionatorio correspondiente al procedimiento ambiental, a través de indemnizaciones, acciones
reparadoras y sanciones penales cuando sea necesario.
Precautorio:
El principio ambiental precautorio señala que cuando existe una amenaza de un daño grave e irreversible al ambiente, la
falta de certeza cientíica de la relación causal entre una actividad y dicha amenaza no es excusa suiciente para postergar la
adopción de medidas conducentes para impedir su concreción”.
65 Historia de la Ley Nº 20.417: Discusión en Sala del Senado. Ibidem. Página 860.
124 n SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA - JORGE CASH SÁEZ
Protocolo de acuerdo66
66 Segundo Informe de Comisión de Medio Ambiente Senado. Fecha 09 de noviembre de 2009. Ibidem. Página 1491-1492-1493-
1494.
CAPÍTULO IV n NUEVA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL EN CHILE n 125
11° Ingresado el proyecto de ley que crea el Tribunal Ambiental, en los tér-
minos señalados en el N° 2° de este acuerdo, los Senadores comprometen su
voto favorable a tal iniciativa, así como la mayor agilidad en la tramitación de
dicho proyecto, de manera de obtener su aprobación deinitiva antes del 10
de marzo de 2010”.
CAPÍTULO V
Gestión Ambiental
para decisiones sustentables
y su aplicabilidad en el nivel local*
* Adaptado del Manual de Gestión Ambiental a Nivel Local, de la Corporación Ambiental del Sur y la Fundación
Konrad Adenauer. Capítulo 2.
** Guillermo Espinoza: Geógrafo de la Pontiicia Universidad Católica de Chile con especialización en gestión am-
biental, evaluación de impacto ambiental y evaluación ambiental estratégica, Con más de 20 años de experien-
cia en fortalecimiento institucional ambiental, programas de aplicación de instrumentos de gestión ambiental
y capacitación, EIA, sistemas de información, sensibilización y participación ciudadana. Ha realizado asesorías
en varios países de América Latina y consultorías para el Banco Mundial, BID, PNUD, U.S, AID, WRI y diversos
gobiernos. Aotor de más de 20 libros y docente de varias universidades. Profesor de programas de pos grados
de la PUC y la UCH. Actualmente Director Ejecutivo del Centro de Estudios del Desarrollo (CED).
*** Fernando Valenzuela Viale: Ingeniero en Ordenación Ambiental (1997) del Instituto Nacional de Capacitación
Profesional (INACAP), especialista en planiicación y gestión ambiental en esquemas público-privados, facili-
tación de procesos de participación, desarrollos estratégicos y promoción de buenas prácticas en la toma de
decisiones a nivel de políticas, planes y programas. Posee estudios de postgrado en la Universidad de Chile en
el Programa de Magíster en Geografía con mención en Evaluación de Recursos Territoriales (1997-1998). Ha
sido investigador del Área de Sustentabilidad y Desarrollo del Centro de Estudios del Desarrollo (1996-2012) y
coordinador del Centro de Estudios de Humedales de Pica, Región de Tarapacá (2008-2009). Miembro del equipo
de trabajo a cargo del diseño e implementación del Proyecto MMA / GEF-PNUD “Creación de un Sistema Nacional
Integral de Áreas Protegidas para Chile” (2006-2012) y Coordinador Nacional del mismo proyecto desde marzo
de 2013. Ha sido profesor de la cátedra de Gestión y Evaluación Ambiental en la Escuela de Ingeniería Forestal
de la Universidad Mayor (2009), y profesor ayudante y expositor invitado en cursos de postgrado y postítulo de
la Universidad de Chile y de la Universidad Católica de Chile.
130 n GUILLERMO ESPINOZA - FERNANDO VALENZUELA
PRESERVACIÓN
NIVELES Mantener inalterado uno o varios com-
DE GESTIÓN ponentes ambientales con el propósito
de asegurar su manifestación futura.
Políticas
Legislación
CONSERVACIÓN
Manejar los componentes ambientales
Protección
del ambiente de manera que puedan ser productivos y
al mismo tiempo asegurar su permanen-
Instrumentos
cia en el tiempo.
Organización
REHABILITACIÓN
Intervenir sobre los componentes am-
Administración bientales degradados para mejorar su
calidad y su disponibilidad futura.
IDEAS Y PRINCIPIOS
IMAGEN
OBJETIVO
PLAN ESTRATÉGICO
AMBIENTAL COMUNAL
INSTRUMENTOS
DE GESTIÓN
PARTICIPACIÓN
Y ACCIONES
Aprueba PEAC
ENTREGA
ELEMENTOS Aprueba instrumentos
DE AJUSTE
Aprueba Acciones
El nivel instrumental debe aprobar las acciones emprendidas por el nivel par-
ticipativo velando por la correcta aplicación de los instrumentos diseñados.
Asimismo, debe incorporar los elementos de ajuste que son retroalimentados
por este último nivel, lo que permitirá consecuentemente ajustar los niveles
de gestión superiores.
• Aprovechar lo que existe. Si bien los municipios deben tener una insti-
tucionalidad adecuada a la legislación vigente, no todas las estructuras
organizacionales son similares. Por ello, cuando se desee implementar el
modelo escalonado de gestión ambiental municipal, es conveniente ade-
cuarlo en lo que sea posible a las estructuras existentes.
• Adecuar procedimientos y aplicar medidas de fortalecimiento institucio-
nal. Una buena gestión ambiental es por sobre todo función de una or-
ganización racional. En tal sentido, se deben adecuar procedimientos al
interior del municipio que no estén en el nivel adecuado de eiciencia y
eicacia, e incorporar medidas de fortalecimiento institucional para alcan-
zar los niveles deseados.
• Evaluar alternativas institucionales. En términos generales existen diver-
sas alternativas organizacionales para la implementación de sistemas de
gestión ambiental a nivel municipal.
• Algunas de las más frecuentes son las siguientes:
Unidades independientes. Cada unidad municipal en forma des-
centralizada aborda el tema ambiental en su ámbito sectorial.
Grupo de trabajo en medio ambiente. Entidad constituida por
diversos funcionarios municipales que proviene de aquellas uni-
dades administrativas que realizan tareas con relevancia am-
biental. Su posición en la organización municipal es intermedia
(entre alcalde y direcciones).
CAPÍTULO V n GESTIÓN AMBIENTAL PARA DECISIONES SUSTENTABLES n 143
¢ ¢ ¢
BIBLIOGRAFÍA
CED / PNUD, 1997. Diagnóstico y capacidad comunal: Plan Estratégico Ambiental Co-
munal. Proyecto Generación de Políticas y Planes y Programas Ambientales y me-
joramiento de la capacidad de gestión en una comuna seleccionada de la Región
Metropolitana: el caso de Recoleta. Centro de Estudios del Desarrollo, CED y Pro-
grama de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Santiago de Chile.
Dames & Moore, Servicios Geográicos y Medio Ambiente, 1997. Proyecto PROFORGA:
Diseño e Implementación del Plan Maestro del Sistema Nacional de Gestión Am-
biental. Ejecutado para BID y CONAM, Perú.
Decreto Supremo N° 94 / 1995. Reglamento que ija el Procedimiento y Etapas para es-
tablecer Planes de Prevención y de Descontaminación. Ministerio Secretaría Gene-
ral de la Presidencia. Publicado en el Diario Oicial del 26 de octubre de 1995. Chile.
Friedmann, R., 1997. Análisis de las capacidades de gestión ambiental en los munici-
pios. En: Humanismo Cristiano y Gestión Ambiental Comunal, pp. 69-111. Funda-
ción Konrad Adenauer. Santiago de Chile.
Ley N° 19.300 / 1994. Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente. Publicada en el
Diario Oicial del 9 de marzo de 1994. Chile.
Ley N° 19.472 / 1996. Ley General del Urbanismo y Construcciones. Ministerio de la Vi-
vienda y Urbanismo (Modiicación al D.F.L. N° 458 de 1976). Publicada en el Diario
Oicial del 16 de septiembre de 1996. Chile.
* Adaptado del Manual de Gestión Ambiental a Nivel Local, de la Corporación Ambiental del Sur y la Fundación
Konrad Adenauer. Capítulo 5.
DIAGRAMA 1
PROCESO DE PLANIFICACIÓN
REALIDAD
6. Métodos de
4. Cursos de acción posibles
seguimiento y evaluación
5. Instrumentos disponibles
DIAGRAMA 2
MÉTODO DE PLANIFICACIÓN
COMPONENTES
Imagen Objetivo
Diagnóstico y
Objetivos específicos Prognosis
Estrategia
Análisis
de coherencia
Políticas Programas
Seguimiento y evaluación
¢ ¢ ¢
BIBLIOGRAFÍA
Friedmann John, 1992. Planiicación para el Siglo XXI: El Desafío del Postmodernismo,
Rev. EURE, Vol. XVIII, N°5, Instituto Estudios Urbanos. P.U. Católica.
Trivelli Pablo, 1992, Doce Tesis sobre la estructura interna de la ciudad y su relación con
el medio ambiente. Materiales de Discusión. CED.
1. “Laudato si’, mi’ Signore” –“Alabado seas, mi Señor”, cantaba san Fran-
cisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa
común es también como una hermana, con la cual compartimos la exis-
tencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: “Alabado
seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta,
y gobierna y produce diversos frutos con coloridas lores y hierba”.1
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irres-
ponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos
crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autoriza-
dos a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por
el pecado, también se maniiesta en los síntomas de enfermedad que
advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por
eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra opri-
mida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22).
Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio
cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que
nos da el aliento y su agua nos viviica y restaura.
5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor.
En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece “no percibir
otros signiicados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que
sirven a los ines de un uso inmediato y consumo”.4 Sucesivamente llamó
a una conversión ecológica global.5 Pero al mismo tiempo hizo notar que
se pone poco empeño para “salvaguardar las condiciones morales de una
auténtica ecología humana”.6 La destrucción del ambiente humano es algo
muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano,
sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas
formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo
supone cambios profundos en “los estilos de vida, los modelos de produc-
ción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy
la sociedad”.7 El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y
supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar
atención al mundo natural y “tener en cuenta la naturaleza de cada ser y
su mutua conexión en un sistema ordenado”.8 Por lo tanto, la capacidad
de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse
sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios.9
2 Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 21: AAS 63 (1971), 416-417.5.
4 Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 15: AAS 71 (1979), 287.
5 Cf. Catequesis (17 enero 2001), 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 enero 2001),
p. 12
6 Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841.6
8 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 34: AAS 80 (1988), 559.
9 Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
10 Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (8 enero 2007): AAS 99 (2007), 73.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 161
11 Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687.7.
12 Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 664.
13 Discurso al clero de la Diócesis de Bolzano-Bressanone (6 agosto 2008): AAS 100 (2008), 634.8
15 Discurso en Santa Bárbara, California (8 noviembre 1997); cf. John Chryssavgis, On Earth as in Heaven:
Ecological Vision and Initiatives of Ecumenical Patriarch Bartholomew, Bronx, New York 2012.
16 Ibíd.9.
162 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
10. No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que pue-
de motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el mo-
mento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el
ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología
integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los
que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos
que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación
de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por
su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un
peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios,
con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta
qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia
con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
11. Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere
apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas
o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano. Así como su-
cede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el
sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorpo-
rando en su alabanza a las demás criaturas. Él entraba en comunicación
con todo lo creado, y hasta predicaba a las lores “invitándolas a alabar
al Señor, como si gozaran del don de la razón”.19 Su reacción era mucho
más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para
él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño. Por
eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buena-
ventura decía de él que, “lleno de la mayor ternura al considerar el origen
18 Discurso «Global Responsibility and Ecological Sustainability: Closing Remarks », I Vértice de Halki, Estambul
(20 junio 2012).
común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despre-
ciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas”.20 Esta convicción
no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene
consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento.
Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estu-
por y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la
belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del
dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de
poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos ín-
timamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán
de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran
un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a
convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.
12. Por otra parte, san Francisco, iel a la Escritura, nos propone reconocer
la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos
releja algo de su hermosura y de su bondad: “A través de la grandeza y
de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor” (Sb 13,5),
y “su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a
través de sus obras desde la creación del mundo” (Rm 1,20). Por eso,
él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin
cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes
las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta be-
lleza.21 El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio
gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.
Mi llamado
14. Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos
construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos
una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas,
21 Cf. Tomás de Celano, Vida segunda de San Francisco, CXXIV, 165: FF 750.13
164 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
15. Espero que esta Carta encíclica, que se agrega al Magisterio social de la
Iglesia, nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del
desafío que se nos presenta. En primer lugar, haré un breve recorrido por
distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el in de asumir los me-
jores frutos de la investigación cientíica actualmente disponible, dejarnos
interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético
y espiritual como se indica a continuación. A partir de esa mirada, retomaré
algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a in de
procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente.
Luego intentaré llegar a las raíces de la actual situación, de manera que
no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas. Así
podremos proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, in-
corpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones
con la realidad que lo rodea. A la luz de esa relexión quisiera avanzar en
algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada
uno de nosotros como a la política internacional. Finalmente, puesto que
estoy convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino
educativo, propondré algunas líneas de maduración humana inspiradas en
el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.
16. Si bien cada capítulo posee su temática propia y una metodología especíi-
ca, a su vez retoma desde una nueva óptica cuestiones importantes abor-
dadas en los capítulos anteriores. Esto ocurre especialmente con algunos
ejes que atraviesan toda la encíclica. Por ejemplo: la íntima relación entre
los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo
está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que
derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la
economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido huma-
no de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave
responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y
la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no se cierran ni aban-
donan, sino que son constantemente replanteados y enriquecidos.
22 Conferencia de los Obispos Católicos del Sur de África, Pastoral Statement on the Environmental Crisis (5 sep-
tiembre 1999).
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 165
CAPÍTULO PRIMERO
LO QUE LE ESTÁ PASANDO
A NUESTRA CASA
21. Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos,
incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se
producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos
de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, resi-
duos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos
altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece conver-
tirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lu-
gares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que
ahora se ven inundados de basura. Tanto los residuos industriales como
los productos químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden
producir un efecto de bioacumulación en los organismos de los poblado-
res de zonas cercanas, que ocurre aun cuando el nivel de presencia de un
elemento tóxico en un lugar sea bajo. Muchas veces se toman medidas
sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las
personas.
22. Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que
afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápida-
mente se convierten en basura. Advirtamos, por ejemplo, que la mayor
parte del papel que se produce se desperdicia y no se recicla. Nos cuesta
reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejem-
plar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros;
estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan im-
portantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una
nueva generación de vegetales. En cambio, el sistema industrial, al inal
del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de
absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adop-
tar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y
para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de
los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eiciencia
del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestión sería un
modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al
planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son
todavía muy escasos.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 167
24. A su vez, el calentamiento tiene efectos sobre el ciclo del carbono. Crea
un círculo vicioso que agrava aún más la situación, y que afectará la dis-
ponibilidad de recursos imprescindibles como el agua potable, la energía
y la producción agrícola de las zonas más cálidas, y provocará la extinción
de parte de la biodiversidad del planeta. El derretimiento de los hielos po-
lares y de planicies de altura amenaza con una liberación de alto riesgo de
gas metano, y la descomposición de la materia orgánica congelada podría
acentuar todavía más la emanación de anhídrido carbónico. A su vez, la
pérdida de selvas tropicales empeora las cosas, ya que ayudan a mitigar
el cambio climático. La contaminación que produce el anhídrido carbónico
aumenta la acidez de los océanos y compromete la cadena alimentaria
marina. Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de
cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los
ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros. El crecimien-
to del nivel del mar, por ejemplo, puede crear situaciones de extrema
gravedad si se tiene en cuenta que la cuarta parte de la población mundial
vive junto al mar o muy cerca de él, y la mayor parte de las megaciudades
están situadas en zonas costeras.
26. Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o polí-
tico parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en
ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negati-
vos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos
podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de
producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el
desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhí-
drido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida
drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles
fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable. En el mundo hay un
nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es nece-
sario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación. Sin embargo, en
algunos países se han dado avances que comienzan a ser signiicativos,
aunque estén lejos de lograr una proporción importante. También ha ha-
bido algunas inversiones en formas de producción y de transporte que
consumen menos energía y requieren menos cantidad de materia prima,
así como en formas de construcción o de saneamiento de ediicios para
mejorar su eiciencia energética. Pero estas buenas prácticas están lejos
de generalizarse.
27. Otros indicadores de la situación actual tienen que ver con el agotamiento
de los recursos naturales. Conocemos bien la imposibilidad de sostener el
actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores
más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 169
31. Una mayor escasez de agua provocará el aumento del costo de los ali-
mentos y de distintos productos que dependen de su uso. Algunos es-
tudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda de
agua dentro de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Los impactos
ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es pre-
visible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales
se convierta en una de las principales fuentes de conlictos de este siglo.23
33. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales “re-
cursos” explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada
año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podre-
mos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre.
La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con
alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán
gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensa-
je. No tenemos derecho.
23 Cf. Saludo al personal de la FAO (20 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 985.28
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 171
36. El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de
lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y
fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los
daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto
que el beneicio económico que se pueda obtener. En el caso de la pérdida
o el daño grave de algunas especies, estamos hablando de valores que
exceden todo cálculo. Por eso, podemos ser testigos mudos de gravísimas
inequidades cuando se pretende obtener importantes beneicios haciendo
pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de
la degradación ambiental.
38. Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodi-
versidad que son la Amazonia y la cuenca luvial del Congo, o los grandes
172 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
39. El reemplazo de la lora silvestre por áreas forestadas con árboles, que
generalmente son monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecua-
do análisis. Porque puede afectar gravemente a una biodiversidad que no
es albergada por las nuevas especies que se implantan. También los hu-
medales, que son transformados en terreno de cultivo, pierden la enorme
biodiversidad que acogían. En algunas zonas costeras, es preocupante la
desaparición de los ecosistemas constituidos por manglares.
40. Los océanos no sólo contienen la mayor parte del agua del planeta, sino
también la mayor parte de la vasta variedad de seres vivientes, muchos
de ellos todavía desconocidos para nosotros y amenazados por diversas
causas. Por otra parte, la vida en los ríos, lagos, mares y océanos, que ali-
menta a gran parte de la población mundial, se ve afectada por el descon-
trol en la extracción de los recursos pesqueros, que provoca disminucio-
nes drásticas de algunas especies. Todavía siguen desarrollándose formas
selectivas de pesca que desperdician gran parte de las especies recogidas.
Están especialmente amenazados organismos marinos que no tenemos
en cuenta, como ciertas formas de plancton que constituyen un compo-
nente muy importante en la cadena alimentaria marina, y de las cuales
dependen, en deinitiva, especies que utilizamos para alimentarnos.
24 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007),
86.33
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 173
43. Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este
mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una
dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la
degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del
descarte en la vida de las personas.
25 Conferencia de los Obispos Católicos de Filipinas, Carta pastoral What is Happening to our Beautiful Land? (29
enero 1988).
174 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una
tranquilidad artiicial. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espa-
cios verdes bien cuidados en algunas áreas “seguras”, pero no tanto en
zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad.
46. Entre los componentes sociales del cambio global se incluyen los efectos
laborales de algunas innovaciones tecnológicas, la exclusión social, la in-
equidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de otros servicios,
la fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de
nuevas formas de agresividad social, el narcotráico y el consumo crecien-
te de drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad. Son signos,
entre otros, que muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos
no ha signiicado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y
una mejora de la calidad de vida. Algunos de estos signos son al mismo
tiempo síntomas de una verdadera degradación social, de una silenciosa
ruptura de los lazos de integración y de comunión social.
47. A esto se agregan las dinámicas de los medios del mundo digital que,
cuando se convierten en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de
una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en profundidad, de amar
con generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto, co-
rrerían el riesgo de apagar su sabiduría en medio del ruido dispersivo
de la información. Esto nos exige un esfuerzo para que esos medios se
traduzcan en un nuevo desarrollo cultural de la humanidad y no en un
deterioro de su riqueza más profunda. La verdadera sabiduría, producto
de la relexión, del diálogo y del encuentro generoso entre las personas,
no se consigue con una mera acumulación de datos que termina satu-
rando y obnubilando, en una especie de contaminación mental. Al mismo
tiempo, tienden a reemplazarse las relaciones reales con los demás, con
todos los desafíos que implican, por un tipo de comunicación mediada por
internet. Esto permite seleccionar o eliminar las relaciones según nuestro
arbitrio, y así suele generarse un nuevo tipo de emociones artiiciales, que
tienen que ver más con dispositivos y pantallas que con las personas y la
naturaleza. Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que
compartamos conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces también nos
impiden tomar contacto directo con la angustia, con el temblor, con la ale-
gría del otro y con la complejidad de su experiencia personal. Por eso no
debería llamar la atención que, junto con la abrumadora oferta de estos
productos, se desarrolle una profunda y melancólica insatisfacción en las
relaciones interpersonales, o un dañino aislamiento.
V. INEQUIDAD PLANETARIA
un modo especial a los más débiles del planeta: “Tanto la experiencia co-
mún de la vida ordinaria como la investigación cientíica demuestran que
los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la
gente más pobre”.26 Por ejemplo, el agotamiento de las reservas ictícolas
perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no tienen
cómo reemplazarla, la contaminación del agua afecta particularmente a
los más pobres que no tienen posibilidad de comprar agua envasada, y
la elevación del nivel del mar afecta principalmente a las poblaciones
costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse. El impacto de
los desajustes actuales se maniiesta también en la muerte prematura
de muchos pobres, en los conlictos generados por falta de recursos y en
tantos otros problemas que no tienen espacio suiciente en las agendas
del mundo.27
49. Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas
que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del
planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los deba-
tes políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece
que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión
que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se
los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actua-
ción concreta, quedan frecuentemente en el último lugar. Ello se debe
en parte a que muchos profesionales, formadores de opinión, medios de
comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas
urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y
relexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida
que no están al alcance de la mayoría de la población mundial. Esta falta
de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por la desintegración
de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte
de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un discurso
“verde”. Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero plan-
teo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar
la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el
clamor de la tierra como el clamor de los pobres.
26 Conferencia Episcopal Boliviana, Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano en Bolivia El univer-
so, don de Dios para la vida (2012), 17.38.
27 Cf. Conferencia Episcopal Alemana. Comisión para Asuntos Sociales, Der Klimawandel: Brennpunkt globaler,
intergenerationeller und ökologischer Gerechtigkeit (septiembre 2006), 28-30.39.
176 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
29 Catequesis (5 junio 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (7 junio 2013), p. 12.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 177
31 Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, Global Climate Change: A Plea for Dialogue,
Prudence and the Common Good (15 junio 2001).
178 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
55. Poco a poco algunos países pueden mostrar avances importantes, el de-
sarrollo de controles más eicientes y una lucha más sincera contra la
corrupción. Hay más sensibilidad ecológica en las poblaciones, aunque no
alcanza para modiicar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen
ceder sino que se amplían y desarrollan. Es lo que sucede, para dar sólo
un sencillo ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad
de los acondicionadores de aire. Los mercados, procurando un beneicio
inmediato, estimulan todavía más la demanda. Si alguien observara des-
de afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante compor-
tamiento que a veces parece suicida.
32 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007),
471.
33 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 56: AAS 105 (2013), 1043.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 179
58. En algunos países hay ejemplos positivos de logros en la mejora del am-
biente, como la puriicación de algunos ríos que han estado contamina-
dos durante muchas décadas, o la recuperación de bosques autóctonos,
o el embellecimiento de paisajes con obras de saneamiento ambiental,
o proyectos edilicios de gran valor estético, o avances en la producción
de energía no contaminante, en la mejora del transporte público. Estas
acciones no resuelven los problemas globales, pero conirman que el ser
humano todavía es capaz de intervenir positivamente. Como ha sido crea-
do para amar, en medio de sus límites brotan inevitablemente gestos de
generosidad, solidaridad y cuidado.
59. Al mismo tiempo, crece una ecología supericial o aparente que consolida
un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad. Como suele su-
ceder en épocas de profundas crisis, que requieren decisiones valientes,
tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto.
Si miramos la supericie, más allá de algunos signos visibles de contami-
nación y de degradación, parece que las cosas no fueran tan graves y que
el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones.
Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos
de vida, de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se
las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no
verlos, luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones impor-
tantes, actuando como si nada ocurriera.
34 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 12: AAS 82 (1990), 154.
180 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
61. Sobre muchas cuestiones concretas la Iglesia no tiene por qué proponer
una palabra deinitiva y entiende que debe escuchar y promover el debate
honesto entre los cientíicos, respetando la diversidad de opiniones. Pero
basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro
de nuestra casa común. La esperanza nos invita a reconocer que siempre
hay una salida, que siempre podemos reorientar el rumbo, que siempre
podemos hacer algo para resolver los problemas. Sin embargo, parecen
advertirse síntomas de un punto de quiebre, a causa de la gran velocidad
de los cambios y de la degradación, que se maniiestan tanto en catástro-
fes naturales regionales como en crisis sociales o incluso inancieras, dado
que los problemas del mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma
aislada. Hay regiones que ya están especialmente en riesgo y, más allá
de cualquier predicción catastróica, lo cierto es que el actual sistema
mundial es insostenible desde diversos puntos de vista, porque hemos
dejado de pensar en los ines de la acción humana: “Si la mirada recorre
las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la
humanidad ha defraudado las expectativas divinas”.35
35 Id., Catequesis (17 enero 2001), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 enero 2001),
p. 12.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 181
CAPÍTULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
62. ¿Por qué incluir en este documento, dirigido a todas las personas de bue-
na voluntad, un capítulo referido a convicciones creyentes?. No ignoro
que, en el campo de la política y del pensamiento, algunos rechazan con
fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante, hasta el punto de
relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofre-
cer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad.
Otras veces se supone que constituyen una subcultura que simplemente
debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religión, que aportan dife-
rentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso
y productivo para ambas.
64. Por otra parte, si bien esta encíclica se abre a un diálogo con todos, para
buscar juntos caminos de liberación, quiero mostrar desde el comienzo
cómo las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también
a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza
y de los hermanos y hermanas más frágiles. Si el solo hecho de ser hu-
manos mueve a las personas a cuidar el ambiente del cual forman parte,
“los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la
creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman
parte de su fe”.36 Por eso, es un bien para la humanidad y para el mundo
que los creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecológicos que
brotan de nuestras convicciones.
36 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 15: AAS 82 (1990), 156.
182 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
65. Sin repetir aquí la entera teología de la creación, nos preguntamos qué
nos dicen los grandes relatos bíblicos acerca de la relación del ser humano
con el mundo. En la primera narración de la obra creadora en el libro del
Génesis, el plan de Dios incluye la creación de la humanidad. Luego de la
creación del ser humano, se dice que “Dios vio todo lo que había hecho
y era muy bueno” (Gn 1,31). La Biblia enseña que cada ser humano es
creado por amor, hecho a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Esta
airmación nos muestra la inmensa dignidad de cada persona humana,
que “no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de po-
seerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas”.37
San Juan Pablo II recordó que el amor especialísimo que el Creador tie-
ne por cada ser humano le coniere una dignidad ininita.38 Quienes se
empeñan en la defensa de la dignidad de las personas pueden encontrar
en la fe cristiana los argumentos más profundos para ese compromiso.
¡Qué maravillosa certeza es que la vida de cada persona no se pierde en
un desesperante caos, en un mundo regido por la pura casualidad o por
ciclos que se repiten sin sentido! El Creador puede decir a cada uno de
nosotros: “Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo te conocía”
(Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso “cada uno de
nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es
querido, cada uno es amado, cada uno es necesario”.39
38 Cf. Angelus (16 noviembre 1980): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 noviembre
1980), p. 9.52
39 Benedicto XVI, Homilía en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 711.
67. No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite
responder a una acusación lanzada al pensamiento judío-cristiano: se ha
dicho que, desde el relato del Génesis que invita a “dominar” la tierra (cf.
Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza presen-
tando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no
es una correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si
es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrec-
tamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho
de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se
deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante
leer los textos bíblicos en su contexto, con una hemenéutica adecuada,
y recordar que nos invitan a “labrar y cuidar” el jardín del mundo (cf. Gn
2,15). Mientras “labrar” signiica cultivar, arar o trabajar, “cuidar” signiica
proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación
de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada
comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su
supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la
continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras. Porque, en dei-
nitiva, “la tierra es del Señor” (Sal 24,1), a él pertenece “la tierra y cuanto
hay en ella” (Dt 10,14). Por eso, Dios niega toda pretensión de propiedad
absoluta: “La tierra no puede venderse a perpetuidad, porque la tierra es
mía, y vosotros sois forasteros y huéspedes en mi tierra” (Lv 25,23).
68. Esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser
humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los
delicados equilibrios entre los seres de este mundo, porque “él lo ordenó
y fueron creados, él los ijó por siempre, por los siglos, y les dio una ley
que nunca pasará” (Sal 148,5b-6). De ahí que la legislación bíblica se
detenga a proponer al ser humano varias normas, no sólo en relación con
los demás seres humanos, sino también en relación con los demás seres
vivos: “Si ves caído en el camino el asno o el buey de tu hermano, no te
desentenderás de ellos […] Cuando encuentres en el camino un nido de
ave en un árbol o sobre la tierra, y esté la madre echada sobre los picho-
nes o sobre los huevos, no tomarás a la madre con los hijos” (Dt 22,4.6).
En esta línea, el descanso del séptimo día no se propone sólo para el ser
humano, sino también “para que reposen tu buey y tu asno” (Ex 23,12).
De este modo advertimos que la Biblia no da lugar a un antropocentrismo
despótico que se desentienda de las demás criaturas.
69. A la vez que podemos hacer un uso responsable de las cosas, estamos
llamados a reconocer que los demás seres vivos tienen un valor propio
ante Dios y, “por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria”41,
70. En la narración sobre Caín y Abel, vemos que los celos condujeron a Caín
a cometer la injusticia extrema con su hermano. Esto a su vez provocó
una ruptura de la relación entre Caín y Dios y entre Caín y la tierra, de
la cual fue exiliado. Este pasaje se resume en la dramática conversación
de Dios con Caín. Dios pregunta: “¿Dónde está Abel, tu hermano?”. Caín
responde que no lo sabe y Dios le insiste: “¿Qué hiciste? ¡La voz de la
sangre de tu hermano clama a mí desde el suelo! Ahora serás maldito y te
alejarás de esta tierra” (Gn 4,9-11). El descuido en el empeño de cultivar y
mantener una relación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber
del cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo,
con los demás, con Dios y con la tierra. Cuando todas estas relaciones son
descuidadas, cuando la justicia ya no habita en la tierra, la Biblia nos dice
que toda la vida está en peligro. Esto es lo que nos enseña la narración
sobre Noé, cuando Dios amenaza con exterminar la humanidad por su
constante incapacidad de vivir a la altura de las exigencias de la justicia
y de la paz: “He decidido acabar con todos los seres humanos, porque la
tierra, a causa de ellos, está llena de violencia” (Gn 6,13). En estos relatos
tan antiguos, cargados de profundo simbolismo, ya estaba contenida una
convicción actual: que todo está relacionado, y que el auténtico cuidado
de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inse-
parable de la fraternidad, la justicia y la idelidad a los demás.
71. Aunque “la maldad se extendía sobre la faz de la tierra” (Gn 6,5) y a Dios
“le pesó haber creado al hombre en la tierra” (Gn 6,6), sin embargo, a
través de Noé, que todavía se conservaba íntegro y justo, decidió abrir un
camino de salvación. Así dio a la humanidad la posibilidad de un nuevo
comienzo. ¡Basta un hombre bueno para que haya esperanza! La tradición
42 Conferencia EpiscopalAlemana, Zukunft der Schöpfung – Zukunft der Menschheit. Erklärung der Deutschen
Bischofskonferenz zu Fragen der Umwelt und der Energieversorgung (1980), II, 2.
72. Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador:
“Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor” (Sal
136,6). Pero también invitan a las demás criaturas a alabarlo: “¡Alabad-
lo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes, alabadlo, cielos de los cielos,
aguas que estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, por-
que él lo ordenó y fueron creados” (Sal 148,3-5). Existimos no sólo por el
poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos.
73. Los escritos de los profetas invitan a recobrar la fortaleza en los momen-
tos difíciles contemplando al Dios poderoso que creó el universo. El poder
ininito de Dios no nos lleva a escapar de su ternura paterna, porque en él
se conjugan el cariño y el vigor. De hecho, toda sana espiritualidad implica
al mismo tiempo acoger el amor divino y adorar con conianza al Señor por
su ininito poder. En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo que
creó el universo, y esos dos modos divinos de actuar están íntima e in-
separablemente conectados: “¡Ay, mi Señor! Tú eres quien hiciste los cielos
y la tierra con tu gran poder y tenso brazo. Nada es extraordinario para
ti […] Y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios” (Jr
32,17.21). “El Señor es un Dios eterno, creador de la tierra hasta sus bor-
des, no se cansa ni fatiga. Es imposible escrutar su inteligencia. Al cansado
da vigor, y al que no tiene fuerzas le acrecienta la energía” (Is 40,28b-29).
76. Para la tradición judío-cristiana, decir “creación” es más que decir natura-
leza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada
criatura tiene un valor y un signiicado. La naturaleza suele entenderse
como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación
sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del
Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca
a una comunión universal.
77. “Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos” (Sal 33,6). Así se nos
indica que el mundo procedió de una decisión, no del caos o la casuali-
dad, lo cual lo enaltece todavía más. Hay una opción libre expresada en
la palabra creadora. El universo no surgió como resultado de una omnipo-
tencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de autoa-
irmación. La creación es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil
fundamental de todo lo creado: “Amas a todos los seres y no aborreces
nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habrías creado” (Sb
11,24). Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le
da un lugar en el mundo. Hasta la vida efímera del ser más insigniicante
es objeto de su amor y, en esos pocos segundos de existencia, él lo ro-
dea con su cariño. Decía san Basilio Magno que el Creador es también “la
bondad sin envidia”,44 y Dante Alighieri hablaba del “amor que mueve el
sol y las estrellas”.45 Por eso, de las obras creadas se asciende “hasta su
misericordia amorosa”.46
46 Benedicto XVI, Catequesis (9 noviembre 2005), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (11
noviembre 2005), p. 20.62
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 187
79. En este universo, conformado por sistemas abiertos que entran en co-
municación unos con otros, podemos descubrir innumerables formas de
relación y participación. Esto lleva a pensar también al conjunto como
abierto a la trascendencia de Dios, dentro de la cual se desarrolla. La fe
nos permite interpretar el sentido y la belleza misteriosa de lo que aconte-
ce. La libertad humana puede hacer su aporte inteligente hacia una evolu-
ción positiva, pero también puede agregar nuevos males, nuevas causas
de sufrimiento y verdaderos retrocesos. Esto da lugar a la apasionante
y dramática historia humana, capaz de convertirse en un despliegue de
liberación, crecimiento, salvación y amor, o en un camino de decadencia
y de mutua destrucción. Por eso, la acción de la Iglesia no sólo intenta
recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo “debe
proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo”.47
80. No obstante, Dios, que quiere actuar con nosotros y contar con nuestra
cooperación, también es capaz de sacar algún bien de los males que no-
sotros realizamos, porque “el Espíritu Santo posee una inventiva ininita,
propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos
humanos, incluso los más complejos e impenetrables”.48 Él, de algún modo,
quiso limitarse a sí mismo al crear un mundo necesitado de desarrollo,
donde muchas cosas que nosotros consideramos males, peligros o fuentes
de sufrimiento, en realidad son parte de los dolores de parto que nos es-
timulan a colaborar con el Creador.49 Él está presente en lo más íntimo de
cada cosa sin condicionar la autonomía de su criatura, y esto también da
lugar a la legítima autonomía de las realidades terrenas.50 Esa presencia
divina, que asegura la permanencia y el desarrollo de cada ser, “es la con-
tinuación de la acción creadora”.51 El Espíritu de Dios llenó el universo con
47 Id., Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687.
48 Juan Pablo II, Catequesis (24 abril 1991), 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 abril
1991), p. 6.63
49 El Catecismo explica que Dios quiso crear un mundo en camino hacia su perfección última y que esto implica la
presencia de la imperfección y del mal físico; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 310.
50 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 36. Cf. Conc. Ecum.
Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 36.
51 Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 104, art. 1, ad 4.
188 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
virtualidades que permiten que del seno mismo de las cosas pueda brotar
siempre algo nuevo: “La naturaleza no es otra cosa sino la razón de cierto
arte, concretamente el arte divino, inscrito en las cosas, por el cual las
cosas mismas se mueven hacia un in determinado. Como si el maestro
constructor de barcos pudiera otorgar a la madera que pudiera moverse a
sí misma para tomar la forma del barco”.52
81. El ser humano, si bien supone también procesos evolutivos, implica una
novedad no explicable plenamente por la evolución de otros sistemas
abiertos. Cada uno de nosotros tiene en sí una identidad personal, capaz
de entrar en diálogo con los demás y con el mismo Dios. La capacidad de
relexión, la argumentación, la creatividad, la interpretación, la elabora-
ción artística y otras capacidades inéditas muestran una singularidad que
trasciende el ámbito físico y biológico. La novedad cualitativa que implica
el surgimiento de un ser personal dentro del universo material supone
una acción directa de Dios, un llamado peculiar a la vida y a la relación de
un Tú a otro tú. A partir de los relatos bíblicos, consideramos al ser huma-
no como sujeto, que nunca puede ser reducido a la categoría de objeto.
82. Pero también sería equivocado pensar que los demás seres vivos de-
ban ser considerados como meros objetos sometidos a la arbitraria do-
minación humana. Cuando se propone una visión de la naturaleza única-
mente como objeto de provecho y de interés, esto también tiene serias
consecuencias en la sociedad. La visión que consolida la arbitrariedad del
más fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia
para la mayoría de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del
primero que llega o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo.
El ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz que propone Je-
sús está en las antípodas de semejante modelo, y así lo expresaba con
respecto a los poderes de su época: “Los poderosos de las naciones las
dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder.
Que no sea así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande sea el
servidor” (Mt 20,25-26).
52 Id., In octo libros Physicorum Aristotelis expositio, lib. II, lectio 14.64.
53 En esta perspectiva se sitúa la aportación del P. Teilhard de Chardin; cf. Pablo VI, Discurso en un establecimien-
to químico-farmacéutico (24 febrero 1966): Insegnamenti 4 (1966), 992-993; Juan Pablo II, Carta al reverendo
P. George V. Coyne (1 junio 1988): Insegnamenti 5/2 (2009), 60; Benedicto XVI, Homilía para la celebración de
las Vísperas en Aosta (24 julio 2009): L’Osservatore romano, ed. semanal en lengua española (31 julio 2009),
p. 3s.66.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 189
84. Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no
debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna
es superlua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios,
de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas,
todo es caricia de Dios. La historia de la propia amistad con Dios siempre
se desarrolla en un espacio geográico que se convierte en un signo per-
sonalísimo, y cada uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo
recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre los montes, o quien
de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza
de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar
su propia identidad.
85. Dios ha escrito un libro precioso, “cuyas letras son la multitud de criaturas
presentes en el universo”.54 Bien expresaron los Obispos de Canadá que
ninguna criatura queda fuera de esta manifestación de Dios: “Desde los
panoramas más amplios a la forma de vida más ínima, la naturaleza es un
continuo manantial de maravilla y de temor. Ella es, además, una continua
revelación de lo divino”.55 Los Obispos de Japón, por su parte, dijeron algo
muy sugestivo: “Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia
es vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza”.56 Esta contem-
plación de lo creado nos permite descubrir a través de cada cosa alguna en-
señanza que Dios nos quiere transmitir, porque “para el creyente contem-
plar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y
silenciosa”.57 Podemos decir que, “junto a la Revelación propiamente dicha,
contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando
brilla el sol y cuando cae la noche”.58 Prestando atención a esa manifes-
tación, el ser humano aprende a reconocerse a sí mismo en la relación con
las demás criaturas: “Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro
mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo”.59
54 Juan Pablo II, Catequesis (30 enero 2002), 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (1 fe-
brero 2002), p. 12.
55 Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá. Comisión para los Ąsuntos Sociales, Carta pastoral You love
all that exists... all things are yours, God, Lover of Life (4 octubre 2003), 1.
56 Conferencia de los Obispos Católicos de Japón, Reverence for Life. A Message for the Twenty-First Century (1
enero 2001), n. 89.67
57 Juan Pablo II, Catequesis (26 enero 2000), 5: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28
enero 2000), p. 3.
58 Id., Catequesis (2 agosto 2000), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 agosto 2000),
p. 8.
59 Paul Ricoeur, Philosophie de la volonté II. Finitude et culpabilité, Paris 2009, 2016 (ed. esp.: Finitud y culpabi-
lidad, Madrid 1967, 249).
190 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
86. El conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la
inagotable riqueza de Dios. Santo Tomás de Aquino remarcaba sabia-
mente que la multiplicidad y la variedad provienen “de la intención del
primer agente”, que quiso que “lo que falta a cada cosa para representar
la bondad divina fuera suplido por las otras”,60 porque su bondad “no
puede ser representada convenientemente por una sola criatura”.61 Por
eso, nosotros necesitamos captar la variedad de las cosas en sus múlti-
ples relaciones.62 Entonces, se entiende mejor la importancia y el sentido
de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de
Dios. Así lo enseña el Catecismo: “La interdependencia de las criaturas
es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la lorecilla, el águila y
el gorrión, las innumerables diversidades y desigualdades signiican que
ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia
unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente”.63
87. Cuando tomamos conciencia del relejo de Dios que hay en todo lo que
existe, el corazón experimenta el deseo de adorar al Señor por todas sus
criaturas y junto con ellas, como se expresa en el precioso himno de san
Francisco de Asís:
61 Ibíd.
88. Los Obispos de Brasil han remarcado que toda la naturaleza, además de
manifestar a Dios, es lugar de su presencia. En cada criatura habita su
Espíritu viviicante que nos llama a una relación con él.65 El descubrimien-
to de esta presencia estimula en nosotros el desarrollo de las “virtudes
ecológicas”.66 Pero cuando decimos esto, no olvidamos que también existe
una distancia ininita, que las cosas de este mundo no poseen la plenitud
de Dios. De otro modo, tampoco haríamos un bien a las criaturas, porque
no reconoceríamos su propio y verdadero lugar, y terminaríamos exigién-
doles indebidamente lo que en su pequeñez no nos pueden dar.
89. Las criaturas de este mundo no pueden ser consideradas un bien sin
dueño: “Son tuyas, Señor, que amas la vida” (Sb 11,26). Esto provoca la
convicción de que, siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del
universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie
de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto
sagrado, cariñoso y humilde. Quiero recordar que “Dios nos ha unido tan
estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertiicación del suelo
es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción
de una especie como si fuera una mutilación”.67
90. Esto no signiica igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano
ese valor peculiar que implica al mismo tiempo una tremenda responsa-
bilidad. Tampoco supone una divinización de la tierra que nos privaría del
llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad. Estas concepciones
terminarían creando nuevos desequilibrios por escapar de la realidad que
nos interpela.68 A veces se advierte una obsesión por negar toda pree-
minencia a la persona humana, y se lleva adelante una lucha por otras
especies que no desarrollamos para defender la igual dignidad entre los
seres humanos. Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos
no sean tratados irresponsablemente. Pero especialmente deberían exas-
perarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros, porque se-
guimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros. Dejamos
de advertir que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posi-
bilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer
con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y
dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar
sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la práctica que unos se
sientan más humanos que otros, como si hubieran nacido con mayores
derechos.
65 Cf. Conferencia Nacionalde los Obispos de Brasil, A Igreja e a questão ecológica (1992), 53-54.
66 Ibíd., 61.70.
67 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 215: AAS 105 (2013), 1109.
68 Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 14: AAS 101 (2009), 650.
192 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
91. No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de
la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compa-
sión y preocupación por los seres humanos. Es evidente la incoherencia
de quien lucha contra el tráico de animales en riesgo de extinción, pero
permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se des-
entiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que
le desagrada. Esto pone en riesgo el sentido de la lucha por el ambiente.
No es casual que, en el himno donde san Francisco alaba a Dios por las
criaturas, añada lo siguiente: “Alabado seas, mi Señor, por aquellos que
perdonan por tu amor”. Todo está conectado. Por eso se requiere una pre-
ocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos
y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad.
92. Por otra parte, cuando el corazón está auténticamente abierto a una co-
munión universal, nada ni nadie está excluido de esa fraternidad. Por
consiguiente, también es verdad que la indiferencia o la crueldad ante
las demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de
algún modo al trato que damos a otros seres humanos. El corazón es uno
solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en
manifestarse en la relación con las demás personas. Todo ensañamiento
con cualquier criatura “es contrario a la dignidad humana”.69 No podemos
considerarnos grandes amantes si excluimos de nuestros intereses alguna
parte de la realidad: “Paz, justicia y conservación de la creación son tres
temas absolutamente ligados, que no podrán apartarse para ser trata-
dos individualmente so pena de caer nuevamente en el reduccionismo”.70
Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como
hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados
por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une
también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano
río y a la madre tierra.
70 Conferencia del Episcopado Dominicano, Carta pastoral Sobre la relación del hombre con la naturaleza (21
enero1987).
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 193
94. El rico y el pobre tienen igual dignidad, porque “a los dos los hizo el Se-
ñor” (Pr 22,2); “Él mismo hizo a pequeños y a grandes” (Sb 6,7) y “hace
salir su sol sobre malos y buenos” (Mt 5,45). Esto tiene consecuencias
prácticas, como las que enunciaron los Obispos de Paraguay: “Todo cam-
pesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde
pueda establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y
tener seguridad existencial. Este derecho debe estar garantizado para
que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual signiica que, además del
título de propiedad, el campesino debe contar con medios de educación
técnica, créditos, seguros y comercialización”.77
71 Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 19: AAS 73 (1981), 626.
72 Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 31: AAS 83 (1991), 831.
73 Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 33: AAS 80 (1988), 557.
74 Discurso a los indígenas y campesinos de México, Cuilapán (29 enero 1979), 6: AAS 71 (1979), 209.
75 Homilía durante la Misa celebrada para los agricultores en Recife, Brasil (7 julio 1980), 4: AAS 72 (1980), 926.
76 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 8: AAS 82 (1990), 152.
77 Conferencia Episcopal Paraguaya, Carta pastoral El campesino paraguayo y la tierra (12 junio 1983), 2, 4, d.
78 Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda, Statement on Environmental Issues, Wellington (1 septiembre 2006).
194 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
97. El Señor podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el
mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza
y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría
cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada
por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un men-
saje divino: “Levantad los ojos y mirad los campos, que ya están listos
para la cosecha” (Jn 4,35). “El reino de los cielos es como una semilla de
mostaza que un hombre siembra en su campo. Es más pequeña que cual-
quier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace un
árbol” (Mt 13,31-32).
98. Jesús vivía en armonía plena con la creación, y los demás se asombraban:
“¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mt 8,27).
No aparecía como un asceta separado del mundo o enemigo de las cosas
agradables de la vida. Reiriéndose a sí mismo expresaba: “Vino el Hijo
del hombre, que come y bebe, y dicen que es un comilón y borracho” (Mt
11,19). Estaba lejos de las ilosofías que despreciaban el cuerpo, la ma-
teria y las cosas de este mundo. Sin embargo, esos dualismos malsanos
llegaron a tener una importante inluencia en algunos pensadores cristia-
nos a lo largo de la historia y desiguraron el Evangelio. Jesús trabajaba
con sus manos, tomando contacto cotidiano con la materia creada por
Dios para darle forma con su habilidad de artesano. Llama la atención que
la mayor parte de su vida fue consagrada a esa tarea, en una existencia
sencilla que no despertaba admiración alguna: “¿No es este el carpintero,
el hijo de María?” (Mc 6,3). Así santiicó el trabajo y le otorgó un peculiar
valor para nuestra maduración. San Juan Pablo II enseñaba que, “sopor-
tando la fatiga del trabajo en unión con Cristo cruciicado por nosotros, el
hombre colabora en cierto modo con el Hijo de Dios en la redención de la
humanidad”.79
79 Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 27: AAS 73 (1981), 645.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 195
las cosas: “Todo fue creado por él y para él” (Col 1,16).80 El prólogo del
Evangelio de Juan (1,1-18) muestra la actividad creadora de Cristo como
Palabra divina (Logos). Pero este prólogo sorprende por su airmación de
que esta Palabra “se hizo carne” (Jn 1,14). Una Persona de la Trinidad se
insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte con él hasta la cruz. Des-
de el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnación,
el misterio de Cristo opera de manera oculta en el conjunto de la realidad
natural, sin por ello afectar su autonomía.
100. El Nuevo Testamento no sólo nos habla del Jesús terreno y de su relación
tan concreta y amable con todo el mundo. También lo muestra como
resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío univer-
sal: “Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconci-
liar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la
paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20). Esto nos proyecta al inal de
los tiempos, cuando el Hijo entregue al Padre todas las cosas y “Dios sea
todo en todos” (1 Co 15,28). De ese modo, las criaturas de este mundo
ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque
el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de
plenitud. Las mismas lores del campo y las aves que él contempló admi-
rado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa.
80 Por eso san Justino podía hablar de « semillas del Verbo » en el mundo; cf. II Apología 8, 1-2; 13, 3-6: PG 6,
457-458; 467.78
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 197
CAPÍTULO TERCERO
RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA
81 Juan Pablo II, Discurso a los representantes de la ciencia, de la cultura y de los altos estudios en la Universidad
de las Naciones Unidas, Hiroshima (25 febrero 1981), 3: AAS 73 (1981), 422.
82 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 69: AAS 101 (2009), 702.
198 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
105. Se tiende a creer “que todo incremento del poder constituye sin más un
progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía
vital, de plenitud de los valores”,83 como si la realidad, el bien y la verdad
brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico.
El hecho es que “el hombre moderno no está preparado para utilizar el
poder con acierto”,84 porque el inmenso crecimiento tecnológico no es-
tuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad,
valores, conciencia. Cada época tiende a desarrollar una escasa autocon-
ciencia de sus propios límites. Por eso es posible que hoy la humanidad
no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan, y “la posibilidad
de que el hombre utilice mal el poder crece constantemente” cuando no
está “sometido a norma alguna reguladora de la libertad, sino única-
mente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad”.85 El
ser humano no es plenamente autónomo. Su libertad se enferma cuan-
do se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades
inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo
y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los
elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos supericia-
les, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y
una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida
abnegación.
83 Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, Würzburg 19659, 87 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, Madrid
1958, 111-112).
108. No puede pensarse que sea posible sostener otro paradigma cultural
y servirse de la técnica como de un mero instrumento, porque hoy el
paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difícil
87 Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63s (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 83-84).
89 Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 35: AAS 101 (2009), 671.
91 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 231: AAS 105 (2013), 1114.
202 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
como la niebla que se iltra bajo la puerta cerrada. ¿Será una promesa
permanente, a pesar de todo, brotando como una empecinada resisten-
cia de lo auténtico?
113. Por otra parte, la gente ya no parece creer en un futuro feliz, no con-
fía ciegamente en un mañana mejor a partir de las condiciones ac-
tuales del mundo y de las capacidades técnicas. Toma conciencia de
que el avance de la ciencia y de la técnica no equivale al avance de
la humanidad y de la historia, y vislumbra que son otros los caminos
fundamentales para un futuro feliz. No obstante, tampoco se imagina
renunciando a las posibilidades que ofrece la tecnología. La humanidad
se ha modiicado profundamente, y la sumatoria de constantes noveda-
des consagra una fugacidad que nos arrastra por la supericie, en una
única dirección. Se hace difícil detenernos para recuperar la profundi-
dad de la vida. Si la arquitectura releja el espíritu de una época, las
megaestructuras y las casas en serie expresan el espíritu de la técnica
globalizada, donde la permanente novedad de los productos se une a
un pesado aburrimiento. No nos resignemos a ello y no renunciemos a
preguntarnos por los ines y por el sentido de todo. De otro modo, sólo
legitimaremos la situación vigente y necesitaremos más sucedáneos
para soportar el vacío.
114. Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una
valiente revolución cultural. La ciencia y la tecnología no son neutra-
les, sino que pueden implicar desde el comienzo hasta el inal de un
proceso diversas intenciones o posibilidades, y pueden conigurarse de
distintas maneras. Nadie pretende volver a la época de las cavernas,
pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de
otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez
recuperar los valores y los grandes ines arrasados por un desenfreno
megalómano.
92 Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 83).
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 203
118. Esta situación nos lleva a una constante esquizofrenia, que va de la exal-
tación tecnocrática que no reconoce a los demás seres un valor propio,
hasta la reacción de negar todo valor peculiar al ser humano. Pero no se
puede prescindir de la humanidad. No habrá una nueva relación con la
naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada
antropología. Cuando la persona humana es considerada sólo un ser más
entre otros, que procede de los juegos del azar o de un determinismo físi-
co, “se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia de
la responsabilidad”.96 Un antropocentrismo desviado no necesariamente
debe dar paso a un “biocentrismo”, porque eso implicaría incorporar un
nuevo desajuste que no sólo no resolverá los problemas sino que añadirá
otros. No puede exigirse al ser humano un compromiso con respecto al
93 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841.
94 Cf. Declaración Love for Creation. An Asian Response to the Ecological Crisis, Coloquio promovido por la Fede-
ración de las Conferencias Episcopales de Asia (Tagaytay 31 enero – 5 febrero 1993), 3.3.2.92
95 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
96 Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 2: AAS 102 (2010), 41.
204 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
121. Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dia-
lécticas de los últimos siglos. El mismo cristianismo, manteniéndose iel
a su identidad y al tesoro de verdad que recibió de Jesucristo, siempre se
repiensa y se reexpresa en el diálogo con las nuevas situaciones históri-
cas, dejando brotar así su eterna novedad.98
El relativismo práctico
97 Id., Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 28: AAS 101 (2009), 663.
98 Cf. Vicente de Lerins, Commonitorium primum, cap. 23: PL 50, 668 : “Ut annis scilicet consolidetur, dilatetur
tempore, sublimetur aetate”.
123. La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una perso-
na a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a
trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es
la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al aban-
dono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también
la lógica interna de quien dice: “Dejemos que las fuerzas invisibles del
mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y
sobre la naturaleza son daños inevitables”. Si no hay verdades objetivas
ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y
de las necesidades inmediatas, ¿qué límites pueden tener la trata de se-
res humanos, la criminalidad organizada, el narcotráico, el comercio de
diamantes ensangrentados y de pieles de animales en vías de extinción?.
¿No es la misma lógica relativista la que justiica la compra de órganos a
los pobres con el in de venderlos o de utilizarlos para experimentación,
o el descarte de niños porque no responden al deseo de sus padres?. Es
la misma lógica del “usa y tira”, que genera tantos residuos sólo por el
deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita.
Entonces no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de
la ley serán suicientes para evitar los comportamientos que afectan al
ambiente, porque, cuando es la cultura la que se corrompe y ya no se
reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmente váli-
dos, las leyes sólo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como
obstáculos a evitar.
124. En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser
humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo, tan sabiamente
desarrollado por san Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens.
Recordemos que, según el relato bíblico de la creación, Dios colocó al ser
humano en el jardín recién creado (cf. Gn 2,15) no sólo para preservar
lo existente (cuidar), sino para trabajar sobre ello de manera que pro-
duzca frutos (labrar). Así, los obreros y artesanos “aseguran la creación
eterna” (Si 38,34). En realidad, la intervención humana que procura el
prudente desarrollo de lo creado es la forma más adecuada de cuidarlo,
porque implica situarse como instrumento de Dios para ayudar a brotar
las potencialidades que él mismo colocó en las cosas: “Dios puso en la
tierra medicinas y el hombre prudente no las desprecia” (Si 38,4).
206 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
125. Si intentamos pensar cuáles son las relaciones adecuadas del ser hu-
mano con el mundo que lo rodea, emerge la necesidad de una correcta
concepción del trabajo porque, si hablamos sobre la relación del ser hu-
mano con las cosas, aparece la pregunta por el sentido y la inalidad de
la acción humana sobre la realidad. No hablamos sólo del trabajo manual
o del trabajo con la tierra, sino de cualquier actividad que implique al-
guna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe
social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico. Cualquier forma de
trabajo tiene detrás una idea sobre la relación que el ser humano puede
o debe establecer con lo otro de sí. La espiritualidad cristiana, junto con
la admiración contemplativa de las criaturas que encontramos en san
Francisco de Asís, ha desarrollado también una rica y sana comprensión
sobre el trabajo, como podemos encontrar, por ejemplo, en la vida del
beato Carlos de Foucauld y sus discípulos.
100 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 63.
101 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840. Cf. Juan Pablo II, Carta
enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
102 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 34: AAS 59 (1967), 274.
103 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 32: AAS 101 (2009), 666.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 207
129. Para que siga siendo posible dar empleo, es imperioso promover una
economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad em-
presarial. Por ejemplo, hay una gran variedad de sistemas alimentarios
campesinos y de pequeña escala que sigue alimentando a la mayor parte
de la población mundial, utilizando una baja proporción del territorio
y del agua, y produciendo menos residuos, sea en pequeñas parcelas
agrícolas, huertas, caza y recolección silvestre o pesca artesanal. Las
economías de escala, especialmente en el sector agrícola, terminan for-
zando a los pequeños agricultores a vender sus tierras o a abandonar sus
cultivos tradicionales. Los intentos de algunos de ellos por avanzar en
otras formas de producción más diversiicadas terminan siendo inútiles
por la diicultad de conectarse con los mercados regionales y globales o
porque la infraestructura de venta y de transporte está al servicio de las
grandes empresas. Las autoridades tienen el derecho y la responsabili-
dad de tomar medidas de claro y irme apoyo a los pequeños producto-
res y a la variedad productiva. Para que haya una libertad económica de
la que todos efectivamente se beneicien, a veces puede ser necesario
poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder inanciero. Una
libertad económica sólo declamada, pero donde las condiciones reales
impiden que muchos puedan acceder realmente a ella, y donde se de-
teriora el acceso al trabajo, se convierte en un discurso contradictorio
que deshonra a la política. La actividad empresarial, que es una noble
vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos,
104 Ibíd.
105 Ibíd.101.
208 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala
sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos
de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común.
131. Quiero recoger aquí la equilibrada posición de san Juan Pablo II, quien
resaltaba los beneicios de los adelantos cientíicos y tecnológicos, que
“maniiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar respon-
sablemente en la acción creadora de Dios”, pero al mismo tiempo recor-
daba que “toda intervención en un área del ecosistema debe considerar
sus consecuencias en otras áreas”.109 Expresaba que la Iglesia valora el
aporte “del estudio y de las aplicaciones de la biología molecular, comple-
tada con otras disciplinas, como la genética, y su aplicación tecnológica
en la agricultura y en la industria”,110 aunque también decía que esto no
debe dar lugar a una “indiscriminada manipulación genética”111 que ig-
nore los efectos negativos de estas intervenciones. No es posible frenar
la creatividad humana. Si no se puede prohibir a un artista el despliegue
de su capacidad creadora, tampoco se puede inhabilitar a quienes tienen
especiales dones para el desarrollo cientíico y tecnológico, cuyas capaci-
dades han sido donadas por Dios para el servicio a los demás. Al mismo
tiempo, no pueden dejar de replantearse los objetivos, los efectos, el
contexto y los límites éticos de esa actividad humana que es una forma
de poder con altos riesgos.
109 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 6: AAS 82 (1990), 150.
110 Discurso a la Pontiicia Academia de las Ciencias (3 octubre 1981), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en
lengua española (8 noviembre 1981), p. 7.
111 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 7: AAS 82 (1990), 151.103.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 209
134.- Si bien no hay comprobación contundente acerca del daño que podrían
causar los cereales transgénicos a los seres humanos, y en algunas re-
giones su utilización ha provocado un crecimiento económico que ayudó
a resolver problemas, hay diicultades importantes que no deben ser
relativizadas. En muchos lugares, tras la introducción de estos cultivos,
se constata una concentración de tierras productivas en manos de po-
cos debido a “la progresiva desaparición de pequeños productores que,
como consecuencia de la pérdida de las tierras explotadas, se han visto
obligados a retirarse de la producción directa”.113 Los más frágiles se con-
vierten en trabajadores precarios, y muchos empleados rurales terminan
migrando a miserables asentamientos de las ciudades. La expansión de
la frontera de estos cultivos arrasa con el complejo entramado de los
ecosistemas, disminuye la diversidad productiva y afecta el presente y
el futuro de las economías regionales. En varios países se advierte una
112 Juan Pablo II, Discurso a la 35 Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (29 octubre 1983), 6: AAS
76 (1984), 394.104
113 Comisión Episcopal de Pastoral social de Argentina, Una tierra para todos (junio 2005), 19.106.
210 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
135. Sin duda hace falta una atención constante, que lleve a considerar todos
los aspectos éticos implicados. Para eso hay que asegurar una discusión
cientíica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar
toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre. A
veces no se pone sobre la mesa la totalidad de la información, que se
selecciona de acuerdo con los propios intereses, sean políticos, econó-
micos o ideológicos. Esto vuelve difícil desarrollar un juicio equilibrado y
prudente sobre las diversas cuestiones, considerando todas las variables
atinentes. Es preciso contar con espacios de discusión donde todos aque-
llos que de algún modo se pudieran ver directa o indirectamente afec-
tados (agricultores, consumidores, autoridades, cientíicos, semilleras,
poblaciones vecinas a los campos fumigados y otros) puedan exponer
sus problemáticas o acceder a información amplia y idedigna para tomar
decisiones tendientes al bien común presente y futuro. Es una cuestión
ambiental de carácter complejo, por lo cual su tratamiento exige una mi-
rada integral de todos sus aspectos, y esto requeriría al menos un mayor
esfuerzo para inanciar diversas líneas de investigación libre e interdisci-
plinaria que puedan aportar nueva luz.
136. Por otra parte, es preocupante que cuando algunos movimientos ecolo-
gistas deienden la integridad del ambiente, y con razón reclaman cier-
tos límites a la investigación cientíica, a veces no aplican estos mismos
principios a la vida humana. Se suele justiicar que se traspasen todos
los límites cuando se experimenta con embriones humanos vivos. Se
olvida que el valor inalienable de un ser humano va más allá del grado
de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce los grandes
principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica. Como
vimos en este capítulo, la técnica separada de la ética difícilmente será
capaz de autolimitar su poder.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 211
CAPÍTULO CUARTO
UNA ECOLOGÍA INTEGRAL
137. Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas ac-
tuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de
la crisis mundial, propongo que nos detengamos ahora a pensar en los
distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las
dimensiones humanas y sociales.
138. La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el am-
biente donde se desarrollan. También exige sentarse a pensar y a discutir
acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad,
con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción
y consumo. No está de más insistir en que todo está conectado. El tiempo
y el espacio no son independientes entre sí, y ni siquiera los átomos o las
partículas subatómicas se pueden considerar por separado. Así como los
distintos componentes del planeta -físicos, químicos y biológicos- están
relacionados entre sí, también las especies vivas conforman una red que
nunca terminamos de reconocer y comprender. Buena parte de nuestra
información genética se comparte con muchos seres vivos. Por eso, los
conocimientos fragmentarios y aislados pueden convertirse en una forma
de ignorancia si se resisten a integrarse en una visión más amplia de la
realidad.
142. Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una so-
ciedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida huma-
na: “Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños
ambientales”.116 En ese sentido, la ecología social es necesariamente ins-
titucional, y alcanza progresivamente las distintas dimensiones que van
114 Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 4.
115 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 237: AAS 105 (2013), 1116.
116 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 213
144. La visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de
la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a
debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad.
Por eso, pretender resolver todas las diicultades a través de normativas
uniformes o de intervenciones técnicas lleva a desatender la compleji-
dad de las problemáticas locales, que requieren la intervención activa
de los habitantes. Los nuevos procesos que se van gestando no siempre
pueden ser incorporados en esquemas establecidos desde afuera, sino
214 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
que deben partir de la misma cultura local. Así como la vida y el mundo
son dinámicos, el cuidado del mundo debe ser lexible y dinámico. Las
soluciones meramente técnicas corren el riesgo de atender a síntomas
que no responden a las problemáticas más profundas. Hace falta incor-
porar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así
entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso históri-
co dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonis-
mo de los actores sociales locales desde su propia cultura. Ni siquiera la
noción de calidad de vida puede imponerse, sino que debe entenderse
dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de cada grupo humano.
147. Para que pueda hablarse de un auténtico desarrollo, habrá que asegurar
que se produzca una mejora integral en la calidad de vida humana, y
esto implica analizar el espacio donde transcurre la existencia de las per-
sonas. Los escenarios que nos rodean inluyen en nuestro modo de ver
la vida, de sentir y de actuar. A la vez, en nuestra habitación, en nuestra
casa, en nuestro lugar de trabajo y en nuestro barrio, usamos el am-
biente para expresar nuestra identidad. Nos esforzamos para adaptarnos
al medio y, cuando un ambiente es desordenado, caótico o cargado de
contaminación visual y acústica, el exceso de estímulos nos desafía a
intentar conigurar una identidad integrada y feliz.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 215
149. También es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos am-
bientes que no poseen armonía, amplitud y posibilidades de integración
facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de
las personas por parte de organizaciones criminales. Para los habitantes
de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anoni-
mato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una
sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la vio-
lencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas
personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia
y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia co-
munitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras
del egoísmo. Esta experiencia de salvación comunitaria es lo que suele
provocar reacciones creativas para mejorar un ediicio o un barrio.117
117 Algunos autores han mostrado los valores que suelen vivirse, por ejemplo, en las « villas », chabolas o favelas
de América Latina: cf. Juan Carlos Scannone, S.J., “La irrupción del pobre y la lógica de la gratuidad”, en Juan
Carlos Scannone y Marcelo Perine (eds.), Irrupción del pobre y quehacer ilosóico. Hacia una nueva racionali-
dad, Buenos Aires 1993, 225-230.
216 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
151. Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos ur-
banos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación
de arraigo, nuestro sentimiento de “estar en casa” dentro de la ciudad
que nos contiene y nos une. Es importante que las diferentes partes de
una ciudad estén bien integradas y que los habitantes puedan tener una
visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de
vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás.
Toda intervención en el paisaje urbano o rural debería considerar cómo
los distintos elementos del lugar conforman un todo que es percibido por
los habitantes como un cuadro coherente con su riqueza de signiicados.
Así los otros dejan de ser extraños, y se los puede sentir como parte de
un “nosotros” que construimos juntos. Por esta misma razón, tanto en el
ambiente urbano como en el rural, conviene preservar algunos lugares
donde se eviten intervenciones humanas que los modiiquen constante-
mente.
152. La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las
zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos
estatales sólo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda. No sólo
los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias diicultades
para acceder a una vivienda propia. La posesión de una vivienda tiene
mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las
familias. Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar
ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se
trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expulsar.
Cuando los pobres viven en suburbios contaminados o en conglomera-
dos peligrosos, “en el caso que se deba proceder a su traslado, y para
no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar
una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamientos
dignos e implicar directamente a los interesados”.118 Al mismo tiempo, la
creatividad debería llevar a integrar los barrios precarios en una ciudad
acogedora: “¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconian-
za enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración
un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en
su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacio-
nan, favorecen el reconocimiento del otro!”.119
153. La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el trans-
porte, que suele ser causa de grandes sufrimientos para los habitantes.
En las ciudades circulan muchos automóviles utilizados por una o dos
personas, con lo cual el tránsito se hace complicado, el nivel de contami-
nación es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renova-
ble y se vuelve necesaria la construcción de más autopistas y lugares de
estacionamiento que perjudican la trama urbana. Muchos especialistas
118 Consejo Pontiicio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 482.
119 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 210: AAS 105 (2013), 1107.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 217
155. La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria re-
lación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia
naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía
Benedicto XVI que existe una “ecología del hombre » porque « también
el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede
manipular a su antojo”.120 En esta línea, cabe reconocer que nuestro
propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con
los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de
Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo
del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio
cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la
creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus
signiicados, es esencial para una verdadera ecología humana. También
la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es ne-
cesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De
este modo es posible aceptar gozosamente el don especíico del otro o
de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo
tanto, no es sana una actitud que pretenda “cancelar la diferencia sexual
porque ya no sabe confrontarse con la misma”.121
120 Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 668.
121 Catequesis (15 abril 2015): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17 abril 2015), p. 2.
122 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 26.
218 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
124 Conferencia Episcopal Portuguesa, Carta pastoral Responsabilidade solidária pelo bem comum (15 septiembre
2003), 20.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 219
160. ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños
que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera
aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario.
Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entende-
mos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores. Si no está
latiendo esta pregunta de fondo, no creo que nuestras preocupaciones
ecológicas puedan lograr efectos importantes. Pero si esta pregunta se
plantea con valentía, nos lleva inexorablemente a otros cuestionamientos
muy directos: ¿Para qué pasamos por este mundo?, ¿para qué vinimos
a esta vida?, ¿para qué trabajamos y luchamos?, ¿para qué nos necesita
esta tierra? Por eso, ya no basta decir que debemos preocuparnos por
las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo que está en juego
es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en
dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá. Es un
drama para nosotros mismos, porque esto pone en crisis el sentido del
propio paso por esta tierra.
162. La diicultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un de-
terioro ético y cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre
y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de vol-
verse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se
relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos
familiares y sociales, con las diicultades para el reconocimiento del otro.
Muchas veces hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que
afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez más diicultades para
adquirir una casa propia y fundar una familia. Además, nuestra incapa-
cidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada
a nuestra incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en
quienes quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos solamente a los
pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen
pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por eso,
“además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la ur-
gente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional”.125
125 Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 8: AAS 102 (2010), 45.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 221
CAPÍTULO QUINTO
ALGUNAS LÍNEAS
DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN
126 Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 1.130.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 223
127 Conferencia Episcopal Boliviana, Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano en Bolivia El univer-
so, don de Dios para la vida (2012), 86.
224 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
175. La misma lógica que diiculta tomar decisiones drásticas para invertir la
tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el
objetivo de erradicar la pobreza. Necesitamos una reacción global más
responsable, que implica encarar al mismo tiempo la reducción de la con-
taminación y el desarrollo de los países y regiones pobres. El siglo XXI,
mientras mantiene un sistema de gobernanza propio de épocas pasadas,
es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales,
sobre todo porque la dimensión económico-inanciera, de características
transnacionales, tiende a predominar sobre la política. En este contexto,
se vuelve indispensable la maduración de instituciones internacionales
más fuertes y eicazmente organizadas, con autoridades designadas
equitativamente por acuerdo entre los gobiernos nacionales, y dotadas
de poder para sancionar. Como airmaba Benedicto XVI en la línea ya de-
sarrollada por la doctrina social de la Iglesia, “para gobernar la economía
128 Consejo Pontiicio Justicia y Paz, Energía, justicia y paz, IV, 1, Ciudad del Vaticano 2013, 57.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 225
mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir
su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr
un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para
garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los lujos migratorios,
urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue
ya esbozada por mi Predecessor, [san] Juan XXIII”.129 En esta perspecti-
va, la diplomacia adquiere una importancia inédita, en orden a promover
estrategias internacionales que se anticipen a los problemas más graves
que terminan afectando a todos.
176. No sólo hay ganadores y perdedores entre los países, sino también den-
tro de los países pobres, donde deben identiicarse diversas respon-
sabilidades. Por eso, las cuestiones relacionadas con el ambiente y con el
desarrollo económico ya no se pueden plantear sólo desde las diferencias
entre los países, sino que requieren prestar atención a las políticas nacio-
nales y locales.
129 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 67: AAS 101 (2009), 700.
226 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
130 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 222: AAS 105 (2013), 1111.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 227
para sus hijos, y pueden considerar los ines que trascienden el interés
económico inmediato. Hay que dejar de pensar en “intervenciones” sobre
el ambiente para dar lugar a políticas pensadas y discutidas por todas las
partes interesadas. La participación requiere que todos sean adecuada-
mente informados de los diversos aspectos y de los diferentes riesgos y
posibilidades, y no se reduce a la decisión inicial sobre un proyecto, sino
que implica también acciones de seguimiento o monitorización constan-
te. Hace falta sinceridad y verdad en las discusiones cientíicas y políti-
cas, sin reducirse a considerar qué está permitido o no por la legislación.
131 Consejo Pontiicio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 469.
132 Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 15.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 229
133 Cf. Conferencia del Episcopado Mexicano. Comisión Episcopal para la Pastoral Social, Jesucristo, vida y esperan-
za de los indígenas y campesinos (14 enero 2008).
230 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
190. En este contexto, siempre hay que recordar que “la protección ambien-
tal no puede asegurarse sólo en base al cálculo inanciero de costos y
beneicios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del
mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente”.134
Una vez más, conviene evitar una concepción mágica del mercado, que
tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento
de los beneicios de las empresas o de los individuos. ¿Es realista esperar
que quien se obsesiona por el máximo beneicio se detenga a pensar en
los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones? Den-
tro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la
naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en la
complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados
por la intervención humana. Además, cuando se habla de biodiversidad,
a lo sumo se piensa en ella como un depósito de recursos económicos
que podría ser explotado, pero no se considera seriamente el valor real
de las cosas, su signiicado para las personas y las culturas, los intereses
y necesidades de los pobres.
134 Consejo Pontiicio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 470.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 231
135 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 9: AAS 102 (2010), 46.
136 Ibíd.
197. Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve ade-
lante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario
los diversos aspectos de la crisis. Muchas veces la misma política es
responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de
buenas políticas públicas. Si el Estado no cumple su rol en una región,
algunos grupos económicos pueden aparecer como benefactores y de-
tentar el poder real, sintiéndose autorizados a no cumplir ciertas normas,
hasta dar lugar a diversas formas de criminalidad organizada, trata de
personas, narcotráico y violencia muy difíciles de erradicar. Si la política
no es capaz de romper una lógica perversa, y también queda subsumida
en discursos empobrecidos, seguiremos sin afrontar los grandes proble-
mas de la humanidad. Una estrategia de cambio real exige repensar la
totalidad de los procesos, ya que no basta con incluir consideraciones
ecológicas supericiales mientras no se cuestione la lógica subyacente
en la cultura actual. Una sana política debería ser capaz de asumir este
desafío.
138 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 50: AAS 101 (2009), 686.
139 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 209: AAS 105 (2013), 1107. Exhort. ap. Evangelii gau-
dium (24 noviembre 2013), 209: AAS 105 (2013), 1107.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 233
200. Por otra parte, cualquier solución técnica que pretendan aportar las cien-
cias será impotente para resolver los graves problemas del mundo si la
humanidad pierde su rumbo, si se olvidan las grandes motivaciones que
hacen posible la convivencia, el sacriicio, la bondad. En todo caso, ha-
brá que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a
no contradecirla con sus acciones, habrá que reclamarles que vuelvan a
abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus propias con-
vicciones sobre el amor, la justicia y la paz. Si una mala comprensión de
141 Cf. Carta enc. Lumen idei (29 junio 2013), 34: AAS 105 (2013), 577: “La luz de la fe, unida a la verdad del
amor, no es ajena al mundo material, porque el amor se vive siempre en cuerpo y alma; la luz de la fe es una luz
encarnada, que procede de la vida luminosa de Jesús. Ilumina incluso la materia, confía en su ordenamiento,
sabe que en ella se abre un camino de armonía y de comprensión cada vez más amplio. La mirada de la ciencia
se beneicia así de la fe: esta invita al cientíico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable. La
fe despierta el sentido crítico, en cuanto que no permite que la investigación se conforme con sus fórmulas y la
ayuda a darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a maravillarse ante el misterio de la
creación, la fe ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios
de la ciencia”.
142 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 256: AAS 105 (2013), 1123.
234 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
CAPÍTULO SEXTO
EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD
ECOLÓGICA
202. Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la huma-
nidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de
una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta con-
ciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes
y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y
educativo que supondrá largos procesos de regeneración.
144 Das Ende der Neuzeit, Würzburg 19659, 66-67 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, Madrid 1958, 87).
145 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 1: AAS 82 (1990), 147.
236 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
205. Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces
de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a
optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos
mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mis-
mos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar cami-
nos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por
completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad
de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones
humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dig-
nidad suya que nadie tiene derecho a quitarle.
206. Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión
sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre
cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse
ciertos productos y así se vuelven efectivos para modiicar el comporta-
miento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental
y los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos de la
sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a
producir de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de
los consumidores. “Comprar es siempre un acto moral, y no sólo eco-
nómico”.146 Por eso, hoy “el tema del deterioro ambiental cuestiona los
comportamientos de cada uno de nosotros”.147
207. La Carta de la Tierra nos invitaba a todos a dejar atrás una etapa de
autodestrucción y a comenzar de nuevo, pero todavía no hemos desa-
rrollado una conciencia universal que lo haga posible. Por eso me atrevo
a proponer nuevamente aquel precioso desafío: “Como nunca antes en
la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo
comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el des-
pertar de una nueva reverencia ante la vida; por la irme resolución de
alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia
y la paz y por la alegre celebración de la vida”.148
146 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 66: AAS 101 (2009), 699.
147 Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 11: AAS 102 (2010), 48.
interesa cuidar algo para los demás, no hay capacidad de ponerse límites
para evitar el sufrimiento o el deterioro de lo que nos rodea. La actitud
básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la auto-
rreferencialidad, es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y
del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el
impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno
mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente
se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un
cambio importante en la sociedad.
211. Sin embargo, esta educación, llamada a crear una “ciudadanía ecológica”,
a veces se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. La existencia
de leyes y normas no es suiciente a largo plazo para limitar los malos
comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la
norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario
que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a par-
tir de motivaciones adecuadas, y que reaccione desde una transformación
personal. Sólo a partir del cultivo de sólidas virtudes es posible la dona-
ción de sí en un compromiso ecológico. Si una persona, aunque la propia
238 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
212. No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas
acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos
más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de
esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemen-
te. Además, el desarrollo de estos comportamientos nos devuelve el sen-
timiento de la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital,
nos permite experimentar que vale la pena pasar por este mundo.
213. Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios
de comunicación, la catequesis, etc. Una buena educación escolar en la
temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de
toda una vida. Pero quiero destacar la importancia central de la familia,
porque “es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y
protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está
expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico
crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia
constituye la sede de la cultura de la vida”.149 En la familia se cultivan
los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el
uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema
local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de
la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, ínti-
mamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia
se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir “gracias” como expre-
sión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar
la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún
daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una
cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea.
149 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 39: AAS 83 (1991), 842.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 239
215. En este contexto, “no debe descuidarse la relación que hay entre una
adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano”.150
Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo
utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valo-
rar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso
y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios
profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento
realmente inluyen en los comportamientos. La educación será ineicaz
y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo
paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la
naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista
que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eica-
ces engranajes del mercado.
150 Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 14: AAS 82 (1990), 155.
151 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 261: AAS 105 (2013), 1124.
240 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
218. Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana
relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de
la persona. Esto implica también reconocer los propios errores, pecados,
vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro.
Los Obispos australianos supieron expresar la conversión en términos
de reconciliación con la creación: “Para realizar esta reconciliación debe-
mos examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la
creación de Dios con nuestras acciones y nuestra incapacidad de actuar.
Debemos hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del co-
razón”.153
219. Sin embargo, no basta que cada uno sea mejor para resolver una situa-
ción tan compleja como la que afronta el mundo actual. Los individuos
aislados pueden perder su capacidad y su libertad para superar la lógica
de la razón instrumental y terminan a merced de un consumismo sin éti-
ca y sin sentido social y ambiental. A problemas sociales se responde con
redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales: “Las
exigencias de esta tarea van a ser tan enormes, que no hay forma de
satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual y de la unión
de particulares formados en el individualismo. Se requerirán una reunión
de fuerzas y una unidad de realización”.154 La conversión ecológica que
se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una
conversión comunitaria.
220. Esta conversión supone diversas actitudes que se conjugan para mo-
vilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. En primer lugar implica
gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del mundo como un don
recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes
gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los re-
conozca: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha […] y tu
152 Benedicto XVI, Homilía en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 710.
153 Conferencia de los Obispos católicos de Australia, A New Earth – The Environmental Challenge (2002).
154 Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 72 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 93).
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 241
225. Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si
no está en paz consigo mismo. Parte de una adecuada comprensión de
la espiritualidad consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es
mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas
tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común,
porque, auténticamente vivida, se releja en un estilo de vida equilibrado
unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad de la
vida. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos
escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente
y ansiosa, o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un
profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad
para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva
a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto
en el modo como se trata al ambiente. Una ecología integral implica
dedicar algo de tiempo para recuperar la serena armonía con la creación,
para relexionar acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para
contemplar al Creador, que vive entre nosotros y en lo que nos rodea,
cuya presencia “no debe ser fabricada sino descubierta, develada”.155
155 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 71: AAS 105 (2013), 1050.
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 243
226. Estamos hablando de una actitud del corazón, que vive todo con serena
atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar
pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento
como don divino que debe ser plenamente vivido. Jesús nos enseñaba
esta actitud cuando nos invitaba a mirar los lirios del campo y las aves
del cielo, o cuando, ante la presencia de un hombre inquieto, “detuvo en
él su mirada, y lo amó” (Mc 10,21). Él sí que estaba plenamente presente
ante cada ser humano y ante cada criatura, y así nos mostró un camino
para superar la ansiedad enfermiza que nos vuelve supericiales, agresi-
vos y consumistas desenfrenados.
227. Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes
y después de las comidas. Propongo a los creyentes que retomen este
valioso hábito y lo vivan con profundidad. Ese momento de la bendición,
aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios para
la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creación,
reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y re-
fuerza la solidaridad con los más necesitados.
229. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tene-
mos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena
ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación
moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad,
y llegó la hora de advertir que esa alegre supericialidad nos ha servido
de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina
enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, pro-
voca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el
desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente.
230. El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño
camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de
una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad. Una
ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde
rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo.
Mientras tanto, el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el
mundo del maltrato de la vida en todas sus formas.
244 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
233. El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mís-
tica en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre.159 El
156 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 2: AAS 101 (2009), 642.
157 Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1977: AAS 68 (1976), 709.174
158 Consejo Pontiicio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 582.
159 Un maestro espiritual, Ali Al-Kawwas, desde su propia experiencia, también destacaba la necesidad de no se-
parar demasiado las criaturas del mundo de la experiencia de Dios en el interior. Decía: “No hace falta criticar
prejuiciosamente a los que buscan el éxtasis en la música o en la poesía. Hay un secreto sutil en cada uno
de los movimientos y sonidos de este mundo. Los iniciados llegan a captar lo que dicen el viento que sopla,
los árboles que se doblan, el agua que corre, las moscas que zumban, las puertas que crujen, el canto de los
pájaros, el sonido de las cuerdas o las lautas, el suspiro de los enfermos, el gemido de los aligidos… “ (Eva De
Vitray-Meyerovitch [ed.], Anthologie du souisme, Paris 1978, 200).
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 245
234. San Juan de la Cruz enseñaba que todo lo bueno que hay en las cosas
y experiencias del mundo “está en Dios eminentemente en ininita ma-
nera, o, por mejor decir, cada una de estas grandezas que se dicen es
Dios”.161 No es porque las cosas limitadas del mundo sean realmente
divinas, sino porque el místico experimenta la íntima conexión que hay
entre Dios y todos los seres, y así “siente ser todas las cosas Dios”.162 Si
le admira la grandeza de una montaña, no puede separar eso de Dios,
y percibe que esa admiración interior que él vive debe depositarse en el
Señor: “Las montañas tienen alturas, son abundantes, anchas, y her-
mosas, o graciosas, loridas y olorosas. Estas montañas es mi Amado
para mí. Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos,
de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y en el suave
canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y
descanso en su soledad y silencio. Estos valles es mi Amado para mí”.163
162 Ibíd.
164 Juan Pablo II, Carta ap. Orientale lumen (2 mayo 1995), 11: AAS 87 (1995), 757.
246 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
165 Ibíd.178.
166 Id., Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 8: AAS 95 (2003), 438.
167 Benedicto XVI, Homilía en la Misa del Corpus Christi (15 junio 2006): AAS 98 (2006), 513.179
239. Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria lleva
a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamen-
te trinitaria. San Buenaventura llegó a decir que el ser humano, antes del
pecado, podía descubrir cómo cada criatura “testiica que Dios es trino”.
El relejo de la Trinidad se podía reconocer en la naturaleza “cuando ni
ese libro era oscuro para el hombre ni el ojo del hombre se había en-
turbiado”.170 El santo franciscano nos enseña que toda criatura lleva en
sí una estructura propiamente trinitaria, tan real que podría ser espon-
táneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada,
oscura y frágil. Así nos indica el desafío de tratar de leer la realidad en
clave trinitaria.
169 Juan Pablo II, Catequesis (2 agosto 2000), 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 agos-
to 2000), p. 8. 181
171 Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 11, art. 3; q. 21, art. 1, ad 3; q. 47, art. 3. 182
248 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
241. María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor mater-
no este mundo herido. Así como lloró con el corazón traspasado la muer-
te de Jesús, ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucii-
cados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano.
Ella vive con Jesús completamente transigurada, y todas las criaturas
cantan su belleza. Es la Mujer “vestida de sol, con la luna bajo sus pies,
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12,1). Elevada al
cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En su cuerpo gloriicado, junto
con Cristo resucitado, parte de la creación alcanzó toda la plenitud de su
hermosura. Ella no sólo guarda en su corazón toda la vida de Jesús, que
“conservaba” cuidadosamente (cf Lc 2,19.51), sino que también com-
prende ahora el sentido de todas las cosas. Por eso podemos pedirle que
nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios.
242. Junto con ella, en la familia santa de Nazaret, se destaca la igura de san
José. Él cuidó y defendió a María y a Jesús con su trabajo y su presencia
generosa, y los liberó de la violencia de los injustos llevándolos a Egipto.
En el Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador, fuerte. Pero
de su igura emerge también una gran ternura, que no es propia de los
débiles sino de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para
amar y servir humildemente. Por eso fue declarado custodio de la Iglesia
universal. Él también puede enseñarnos a cuidar, puede motivarnos a
trabajar con generosidad y ternura para proteger este mundo que Dios
nos ha coniado.
243. Al inal nos encontraremos cara a cara frente a la ininita belleza de Dios
(cf. 1 Co 13,12) y podremos leer con feliz admiración el misterio del
universo, que participará con nosotros de la plenitud sin in. Sí, estamos
viajando hacia el sábado de la eternidad, hacia la nueva Jerusalén, hacia
la casa común del cielo. Jesús nos dice: “Yo hago nuevas todas las cosas”
(Ap 21,5). La vida eterna será un asombro compartido, donde cada cria-
tura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para
aportar a los pobres deinitivamente liberados.
244. Mientras tanto, nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se
nos conió, sabiendo que todo lo bueno que hay en ella será asumido
en la iesta celestial. Junto con todas las criaturas, caminamos por esta
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 249
245. Dios, que nos convoca a la entrega generosa y a darlo todo, nos ofrece
las fuerzas y la luz que necesitamos para salir adelante. En el corazón de
este mundo sigue presente el Señor de la vida que nos ama tanto. Él no
nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido deinitivamente a
nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos.
Alabado sea.
***
Dios omnipotente,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida y la belleza.
Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas
sin dañar a nadie.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo
y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.
Toca los corazones
de los que buscan sólo beneicios
a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos
con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz ininita.
Gracias porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia,
amen el bien común, promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura.
Alabado seas.
Amén.
ÍNDICE
Capítulo primero
LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA [17-19] 165
I. Contaminación y cambio climático 165
Contaminación, basura y cultura del descarte [20-22] 165
El clima como bien común [23-26] 167
II. La cuestión del agua [27-31] 168
III. Pérdida de biodiversidad [32-42] 170
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana
y degradación social [43-47] 173
V. Inequidad planetaria [48-52]
VI. La debilidad de las reacciones [53-59] 174
VII. Diversidad de opiniones [60-61] 177
Capítulo segundo
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN [62] 181
I. La luz que ofrece la fe [63-64] 181
II. La sabiduría de los relatos bíblicos [65-75] 182
III. El misterio del universo [76-83] 186
IV. El mensaje de cada criatura en la armonía
de todo lo creado [84-88] 189
V. Una comunión universal [89-92] 191
VI. Destino común de los bienes [93-95] 192
VII. La mirada de Jesús [96-100] 194
Capítulo tercero
RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA [101] 197
I. La tecnología: creatividad y poder [102-105] 197
II. Globalización del paradigma tecnocrático [106-114] 199
III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno [115-121] 202
El relativismo práctico [122-123] 204
Necesidad de preservar el trabajo [124-129] 205
Innovación biológica a partir de la investigación [130-136] 208
252 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
Capítulo cuarto
UNA ECOLOGÍA INTEGRAL [137] 211
I. Ecología ambiental, económica y social [138-142] 211
II. Ecología cultural [143-146] 213
III. Ecología de la vida cotidiana [147-155] 214
IV. El principio del bien común [156-158] 217
V. Justicia entre las generaciones [159-162] 218
Capítulo quinto
ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN [163] 221
I. Diálogo sobre el medio ambiente 221
en la política internacional [164-175]
II. Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales [176-181] 225
III. Diálogo y transparencia
en los procesos decisionales [182-188] 227
IV. Política y economía en diálogo
para la plenitud humana [189-198] 229
V. Las religiones en el diálogo con las ciencias [199-201] 233
Capítulo sexto
EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA [202] 235
I. Apostar por otro estilo de vida [203-208] 235
II. Educación para la alianza
entre la humanidad y el ambiente [209-215] 237
III. Conversión ecológica [216-221] 239
IV. Gozo y paz [222-227] 241
V. Amor civil y político [228-232] 243
VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo [233-237] 244
VII. La Trinidad y la relación entre las criaturas [238-240] 247
VIII. Reina de todo lo creado [241-242] 248
IX. Más allá del sol [243-246] 248
Oración por nuestra tierra 249
Oración cristiana con la creación 250
ANEXO 2
Artículo 1: Deiniciones1
Para los efectos de la presente Convención:
1. Por “efectos adversos del cambio climático” se entiende los cambios
en el medio ambiente físico o en la biota resultantes del cambio
climático que tienen efectos nocivos signiicativos en la composición,
la capacidad de recuperación o la productividad de los ecosistemas
naturales o sujetos a ordenación, o en el funcionamiento de los
sistemas socioeconómicos, o en la salud y el bienestar humanos.
2. Por “cambio climático” se entiende un cambio de clima atribuido directa
o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de
la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima
observada durante períodos de tiempo comparables.
3. Por “sistema climático” se entiende la totalidad de la atmósfera, la
hidrosfera, la biosfera y la geosfera, y sus interacciones,
Artículo 2: Objetivo
El objetivo último de la presente Convención y de todo instrumento jurídico
conexo que adopte la Conferencia de las Partes, es lograr, de conformidad
con las disposiciones pertinentes de la Convención, la estabilización de las
concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel
que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático.
Ese nivel debería lograrse en un plazo suiciente para permitir que los
ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la
producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo
económico prosiga de manera sostenible.
Artículo 3: Principios
Las Partes, en las medidas que adopten para lograr el objetivo de la Convención
y aplicar sus disposiciones, se guiarán, entre otras cosas, por lo siguiente:
1. Las Partes deberían proteger el sistema climático en beneicio de las
generaciones presentes y futuras, sobre la base de la equidad y de
conformidad con sus responsabilidades comunes pero diferenciadas
y sus respectivas capacidades. En consecuencia, las Partes que son
países desarrollados deberían tomar la iniciativa en lo que respecta a
combatir el cambio climático y sus efectos adversos.
2. Deberían tenerse plenamente en cuenta las necesidades especíicas y
las circunstancias especiales de las Partes que son países en desarrollo,
especialmente aquellas que son particularmente vulnerables a los
efectos adversos del cambio climático, y las de aquellas Partes,
especialmente las Partes que son países en desarrollo, que tendrían
ANEXO 1 n CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ n 257
Artículo 4: Compromisos
1. Todas las Partes, teniendo en cuenta sus responsabilidades comunes
pero diferenciadas y el carácter especíico de sus prioridades nacionales
y regionales de desarrollo, de sus objetivos y de sus circunstancias,
deberán:
a. Elaborar, actualizar periódicamente, publicar y facilitar a la
Conferencia de las Partes, de conformidad con el artículo 12,
inventarios nacionales de las emisiones antropógenas por las
fuentes y de la absorción por los sumideros de todos los ga-
ses de efecto invernadero no controlados por el Protocolo de
Montreal, utilizando metodologías comparables que habrán
de ser acordadas por la Conferencia de las Partes;
b. Formular, aplicar, publicar y actualizar regularmente
programas nacionales y, según proceda, regionales, que
contengan medidas orientadas a mitigar el cambio climático,
teniendo en cuenta las emisiones antropógenas por las
258 n PAPA FRANCISCO I n SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
3. Las Partes que son países desarrollados y las demás Partes desarro-
lladas que iguran en el anexo II, proporcionarán recursos inancieros
nuevos y adicionales para cubrir la totalidad de los gastos convenidos
que efectúen las Partes que son países en desarrollo para cumplir
sus obligaciones en virtud del párrafo 1 del artículo 12. También pro-
porcionarán tales recursos inancieros, entre ellos, recursos para la
transferencia de tecnología, que las Partes que son países en desa-
rrollo necesiten para satisfacer la totalidad de los gastos adicionales
convenidos resultantes de la aplicación de las medidas establecidas
en el párrafo 1 de este artículo y que se hayan acordado entre una
Parte que es país en desarrollo y la entidad internacional olas enti-
dades internacionales a que se reiere el artículo 11, de conformidad
con ese artículo. Al llevar a la práctica esos compromisos, se tomará
en cuenta la necesidad de que la corriente de fondos sea adecuada y
previsible, y la importancia de que la carga se distribuya adecuada-
mente entre las Partes que son países desarrollados.
4. Las Partes que son países desarrollados, y las demás Partes desarro-
lladas que iguran en el anexo II, también ayudarán a las Partes que
son países en desarrollo particularmente vulnerables a los efectos
adversos del cambio climático a hacer frente a los costos que entrañe
su adaptación a esos efectos adversos.
5. Las Partes que son países desarrollados y las demás Partes desarro-
lladas que iguran en el anexo II tomarán todas las medidas posibles
para promover, facilitar y inanciar, según proceda, la transferencia
de tecnologías y conocimientos prácticos ambientalmente sanos, o el
acceso a ellos, a otras Partes, especialmente las Partes que son paí-
ses en desarrollo, a in de que puedan aplicar las disposiciones de la
Convención. En este proceso, las Partes que son países desarrollados
apoyarán el desarrollo y el mejoramiento de las capacidades y tec-
nologías endógenas de las Partes que son países en desarrollo. Otras
Partes y organizaciones que estén en condiciones de hacerlo podrán
también contribuir a facilitar la transferencia de dichas tecnologías.
6. En el cumplimiento de los compromisos contraídos en virtud del
párrafo 2 la Conferencia de las Partes otorgará cierto grado de
lexibilidad a las Partes incluidas en el anexo I que están en proceso
de transición a una economía de mercado, a in de aumentar la
capacidad de esas Partes de hacer frente al cambio climático, incluso
en relación con el nivel histórico de emisiones antropógenas de gases
de efecto invernadero no controlados por el Protocolo de Montreal
tomado como referencia.
7. La medida en que las Partes que son países en desarrollo lleven a la
práctica efectivamente sus compromisos en virtud de la Convención
dependerá de la manera en que las Partes que son países desarrollados
lleven a la práctica efectivamente sus compromisos relativos a los
recursos inancieros y la transferencia de tecnología, y se tendrá
plenamente en cuenta que el desarrollo económico y social y la
erradicación de la pobreza son las prioridades primeras y esenciales
de las Partes que son países en desarrollo.
262 n CONVENCIÓN MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
Artículo 8: Secretaría
1. Se establece por la presente una secretaría.
2. Las funciones de la secretaría serán las siguientes:
a. Organizar los períodos de sesiones de la Conferencia de las
Partes y de los órganos subsidiarios establecidos en virtud de
la Convención y prestarles los servicios necesarios;
b. Reunir y transmitir los informes que se le presenten;
c. Prestar asistencia a las Partes, en particular a las Partes que
son países en desarrollo, a solicitud de ellas, en la reunión y
transmisión de la información necesaria de conformidad con
las disposiciones de la Convención;
d. Preparar informes sobre sus actividades y presentarlos a la
Conferencia de las Partes;
e. Asegurar la coordinación necesaria con las secretarías de los
demás órganos internacionales pertinentes;
266 n CONVENCIÓN MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
Artículo 1: Objetivos
Los objetivos del presente Convenio, que se han de perseguir de conformidad
con sus disposiciones pertinentes, son la conservación de la diversidad
biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa
y equitativa en los beneicios que se deriven de la utilización de los recursos
genéticos, mediante, entre otras cosas, un acceso adecuado a esos recursos
y una transferencia apropiada de las tecnologías pertinentes, teniendo en
cuenta todos los derechos sobre esos recursos y a esas tecnologías, así como
mediante una inanciación apropiada.
Artículo 3: Principio
De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con los principios del
derecho internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus
propios recursos en aplicación de su propia política ambiental y la obligación
de asegurar que las actividades que se lleven a cabo dentro de su jurisdicción
o bajo su control no perjudiquen al medio de otros Estados o de zonas situadas
fuera de toda jurisdicción nacional.
Artículo 5: Cooperación
Cada Parte Contratante, en la medida de lo con otras Partes Contratantes,
directamente o, organizaciones internacionales competentes, en a jurisdicción
nacional, y en otras cuestiones conservación y la utilización sostenible de la
posible y según proceda, cooperará cuando proceda, a través de las lo que
respecta a las zonas no sujetas de interés común para la diversidad biológica.
ANEXO 3 n 281
ANEXO I
IDENTIFICACIÓN Y SEGUIMIENTO
ANEXO II
PARTE 1: ARBITRAJE
Artículo 1
La parte demandante notiicará a la secretaría que las partes someten la
controversia a arbitraje de conformidad con lo dispuesto en el artículo 27 del
Convenio. En la notiicación se expondrá la cuestión que ha de ser objeto de
arbitraje y se hará referencia especial a los artículos del Convenio o del proto-
colo de cuya interpretación o aplicación se trate. Si las partes no se ponen de
acuerdo sobre el objeto de la controversia antes de que se nombre al presi-
dente del tribunal, el tribunal arbitral determinará esa cuestión. La secretaría
comunicará las informaciones así recibidas a todas las Partes Contratantes en
el Convenio o en el protocolo interesadas.
Artículo 2
1. En las controversias entre dos Partes, el tribunal arbitral estará
compuesto de tres miembros. Cada una de las partes en la controversia
nombrará un árbitro, y los dos árbitros así nombrados designarán de
común acuerdo al tercer árbitro, quien asumirá la presidencia del
tribunal. Ese último árbitro no deberá ser nacional de ninguna de las
partes en la controversia, ni tener residencia habitual en el territorio
de ninguna de esas partes, ni estar al servicio de ninguna de ellas, ni
haberse ocupado del asunto en ningún otro concepto.
2. En las controversias entre más de dos Partes, aquellas que compartan
un mismo interés nombrarán de común acuerdo un árbitro.
3. Toda vacante que se produzca se cubrirá en la forma prescrita para el
nombramiento inicial.
Artículo 3
1. Si el presidente del tribunal arbitral no hubiera sido designado dentro
de los dos meses siguientes al nombramiento del segundo árbitro, el
Secretario General de las Naciones Unidas, a instancia de una parte,
procederá a su designación en un nuevo plazo de dos meses.
2. Si dos meses después de la recepción de la demanda una de las
partes en la controversia no ha procedido al nombramiento de un
árbitro, la otra parte podrá informar de ello al Secretario General
de las Naciones Unidas, quien designará al otro árbitro en un nuevo
plazo de dos meses.
300 n CONVENIO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA
Artículo 4
El tribunal arbitral adoptará su decisión de conformidad con las disposiciones
del presente Convenio y de cualquier protocolo de que se trate, y del derecho
internacional.
Artículo 5
A menos que las partes en la controversia decidan otra cosa, el tribunal
arbitral adoptará su propio procedimiento.
Artículo 6
El tribunal arbitral podrá, a solicitud de una de las partes, recomendar medidas
de protección básicas provisionales.
Artículo 7
Las partes en la controversia deberán facilitar el trabajo del tribunal arbitral y,
en particular, utilizando todos los medios de que disponen, deberán:
1. Proporcionarle todos los documentos, información y facilidades
pertinentes; y
2. Permitirle que, cuando sea necesario, convoque a testigos o expertos
para oír sus declaraciones.
Artículo 8
Las partes y los árbitros quedan obligados a proteger el carácter conidencial
de cualquier información que se les comunique con ese carácter durante el
procedimiento del tribunal arbitral.
Artículo 9
A menos que el tribunal arbitral decida otra cosa, debido a las circunstancias
particulares del caso, los gastos del tribunal serán sufragados a partes iguales
por las partes en la controversia. El tribunal llevará una relación de todos sus
gastos y presentará a las partes un estado inal de los mismos.
Artículo 10
Toda Parte que tenga en el objeto de la controversia un interés de carácter
jurídico que pueda resultar afectado por la decisión podrá intervenir en el
proceso con el consentimiento del tribunal.
Artículo 11
El tribunal podrá conocer de las reconvenciones directamente basadas en el
objeto de la controversia y resolver sobre ellas.
Artículo 12
Las decisiones del tribunal arbitral, tanto en materia de procedimiento como
sobre el fondo, se adoptarán por mayoría de sus miembros.
Artículo 13
Si una de las partes en la controversia no comparece ante el tribunal arbitral
o no deiende su causa, la otra parte podrá pedir al tribunal que continúe el
ANEXO 3 n 301
Artículo 14
El tribunal adoptará su decisión deinitiva dentro de los cinco meses a partir de
la fecha en que quede plenamente constituido, excepto si considera necesario
prorrogar ese plazo por un período no superior a otros cinco meses.
Artículo 15
La decisión deinitiva del tribunal arbitral se limitará al objeto de la controversia
y será motivada. En la decisión deinitiva igurarán los nombres de los
miembros que la adoptaron y la fecha en que se adoptó. Cualquier miembro
del tribunal podrá adjuntar a la decisión deinitiva una opinión separada o
discrepante.
Artículo 16
La decisión deinitiva no podrá ser impugnada, a menos que las partes en la
controversia hayan convenido de antemano un procedimiento de apelación.
Artículo 17
Toda controversia que surja entre las partes respecto de la interpretación
o forma de ejecución de la decisión deinitiva podrá ser sometida por
cualesquiera de las partes al tribunal arbitral que adoptó la decisión deinitiva.
PARTE 2: CONCILIACIÓN
Artículo 1
Se creará una comisión de conciliación a solicitud de una de las partes en
la controversia. Esa comisión, a menos que las partes acuerden otra cosa,
estará integrada por cinco miembros, dos de ellos nombrados por cada parte
interesada y un presidente elegido conjuntamente por esos miembros.
Artículo 2
En las controversias entre más de dos partes, aquellas que compartan un
mismo interés nombrarán de común acuerdo sus miembros en la comisión.
Cuando dos o más partes tengan intereses distintos o haya desacuerdo en
cuanto a las partes que tengan el mismo interés, nombrarán sus miembros
por separado.
Artículo 3
Si en un plazo de dos meses a partir de la fecha de la solicitud de crear una
comisión de conciliación, las partes no han nombrado los miembros de la
comisión, el Secretario General de las Naciones Unidas, a instancia de la parte
que haya hecho la solicitud, procederá a su nombramiento en un nuevo plazo
de dos meses.
302 n CONVENIO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA
Artículo 4
Si el dentro de comisión, procederá presidente de la comisión de conciliación
no hubiera sido designado los dos meses siguientes al nombramiento de
los últimos miembros de la el Secretario General de las Naciones Unidas, a
instancia de una parte, a su designación en un nuevo plazo de dos meses.
Artículo 5
La comisión de conciliación tomará sus decisiones por mayoría de sus
miembros. A menos que las partes en la controversia decidan otra cosa,
determinará su propio procedimiento. La comisión adoptará una propuesta de
resolución de la controversia que las partes examinarán de buena fe.
Artículo 6
Cualquier desacuerdo en cuanto a la competencia de la comisión de conciliación
será decidido por la comisión.
ANEXO 4
Gobiernos Locales por la Sustentabilidad (ICLEI)
DECLARACIÓN DE SEÚL
“Construyendo un mundo con acciones
locales para un futuro urbano sostenible”
1. Nuestro Mundo
2. Nuestra Vision
3. Nuestras soluciones
4. Nuestro compromiso
5. Nuestros socios
Bajas en carbono
Damos la bienvenida y alentamos a la iniciativa ICLEI Green Climate Ci-
ties ® la red de Ciudades de Energía, el programa de uso del 100 %, de
Energías renovables del “la Desinversión de Combustibles fósiles” la ini-
ciativa, el programa de ciudades Salvo de energía, la fuente abierta GHG
la generación de un inventario de emisiones que lleva consigo un análisis
de emisiones y la implementación de medidas de adaptación y mitigación
(HEAT+) además de la creación de la plataforma Carbonn de manera
conjunta con organizaciones como C40, UCLG y organismos Especializa-
dos de Naciones Unidas, resaltamos la implementación del pacto de los
alcaldes y reairmamos que es la iniciativa más ambiciosa en materia de
cambio climático a nivel local, continuaremos trabajando con nuestro en-
foque climático a nivel global con la construcción de la ruta climática para
los gobiernos locales, además apoyaremos al nuevo régimen climático de
Naciones Unidas, con un programa de acciones novedosas, que ofrece las
características potenciales de los gobiernos locales y regionales para su
participación en el ámbito global.
ANEXO 4 n 305
Resilientes
Nosotros promoveremos el objetivo de la resilencia local, que es un factor
fundamental para la adopción de acciones de resiliencia global, buscamos
la integración de los reportes de Carbonn y el compact of mayors, estos
objetivos serán reportados en nuestros congresos regionales sobre resi-
liencia, con nuestros métodos especíicos, lineamientos y capacity buil-
ding, el conocimiento que hemos adquirido lo compartiremos a través
de iniciativas dedicadas a la resiliencia desde lo local, incluidas en la pla-
taforma de Durban, consideramos como actor relevante, la cooperación
de los pequeños estados insulares en la generación de una iniciativa de
adaptación y resiliencia, dentro de la cual podremos emitir recomendacio-
nes y realizar acciones para la reubicación de las poblaciones locales que
pudieran resultar afectadas por los impactos globales del cambio climá-
tico. Desarrollaremos y utilizaremos indicadores de resiliencia urbana, y
buscaremos que se implementen en el marco de la conferencia de Sendai
para la reducción de Riesgo de Desastres
Biodiversa
Conocemos la urgencia de que se presenta ante la pérdida de la biodiver-
sidad en todo el mundo, además de la perdida de la biodiversidad urbana,
y de los ecosistemas motivo por el cual debemos integrar estos aspectos
dentro de los planes y decisiones políticas, esperamos poder desarrollar
planes locales de acción para la biodiversidad, los cuales beneicien a por
lo menos 50 millones de habitantes representados a través de los socios
de ICLEI. Trabajaremos de manera conjunta con el secretariado de la CBD
en la organización de la cumbre sobre ciudades biodiversas en el 2016
que se llevara a cabo durante la CBD 13 en los Cabos México, a manera
de apoyo nosotros promoveremos la agenda estratégica sobre Ciudades
biodiversas, la cual tiene como objetivo fomentar la biodiversidad de las
diversas regiones y fomentar su reconocimiento.
Eco movilidad
Nosotros priorizamos las soluciones de movilidad urbana, que atiendan
a las necesidades de todos sus ciudadanos y que estén enfocadas al uso
más equitativo del espacio urbano y que promuevan un diseño urbano
que integre las necesidades humanas de manera amigable con las nece-
306 n DECLARACIÓN DE SEÚL
Inteligente
Nosotros promovemos el modelo de cooperación de ciudades para hacer
negocios, el dialogo en diversas plataformas, colaboraremos con el Con-
sejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sustentable (WBCSD) por sus
siglas en inglés, para institucionalizar un modelo de negocios con gobier-
nos locales a través de la cooperación. Exploraremos también la creación
de un programa de ediicios verdes entre ICLEI El WBCSD
Ciudades-Regiones Sustentables
Nosotros fomentaremos la implementación de mecanismos de participa-
ción integrados entre los gobiernos locales, que garanticen el respeto a
los espacios Rurales y Urbanos y que den continuidad a las estructuras
de ciudades-región que fortalecen la integración vertical de políticas y los
compromisos a nivel nacional y subnacional.
We express our heartfelt gratitude to City and People of Seoul for their
incredible hospitality, and for their unsurpassed commitment to building a
sustainable future.
ANEXO 5
Convención sobre Zonas Húmedas
de Importancia Internacional
especialmente como habitat de las aves acuáticas,
suscrito en Irán el 2 de febrero de 1971
Artículo 1
1. Para el propósito de esta Convención, las zonas húmedas se dividen
en áreas de ciénagas, pantanos, áreas de musgos o agua, sean éstas
naturales o artiiciales, permanentes o temporales, de aguas estáticas
o corrientes, frescas, con helechos o saladas, incluyendo zonas de
agua de mar cuya profundidad no exceda de seis metros durante la
marea baja.
2. Para el propósito de esta Convención las aves acuáticas las constituyen
pájaros que dependen ecológicamente de las zonas húmedas.
Artículo 2
1. Cada Parte Contratante designará zonas húmedas apropiadas dentro
de su territorio para ser incluidas en una lista de zonas Húmedas de
Importancia Internacional, de ahora en adelante denominada “La Lis-
ta”, la cual es conservada por la secretaría establecida en el artículo
8. Los límites de cada zona húmeda serán descritos minuciosamente
310 n CONVENCIÓN SOBRE ZONAS HÚMEDAS DE IMPORTANCIA INTERNACIONAL
Artículo 3
1. Las Partes Contratantes deberán elaborar y poner en ejecución planes
de su conveniencia a objeto de favorecer la conservación de las zonas
húmedas incluidas en la Lista y, hasta donde sea posible, la utilización
racional de las zonas húmedas de su territorio.
2. Cada Parte Contratante tomará las medidas pertinentes para man-
tenerse informada lo antes posible si la índole ecológica de alguna
zona húmeda en su territorio e incluida e la Lista hubiera cambiado,
esté cambiando o pueda cambiar como consecuencia del desarrollo
tecnológico, polución u otra interferencia humana. Los informes sobre
dichos cambios se transmitirán sin tardanza a la organización o go-
biernos responsables de las funciones permanentes de la Secretaría
especiicada en el Artículo 8.
Artículo 4
1. Cada Parte Contratante favorecerá la conservación de las zonas
húmedas y de las aves acuáticas al crear reservas naturales en zonas
ANEXO 5 n 311
Artículo 5
Las Partes Contratantes se consultarán entre sí sobre el cumplimiento de
las obligaciones que surjan de la Convención, especialmente en el caso de
una zona húmeda que se extiende sobre territorios de más de una Parte
Contratante, o cuando éstas compartan un sistema hidrográico.
Al mismo tiempo se esforzarán por coordinar y respaldar las políticas
y reglamentos actuales y futuros relativos a la conservación de las zonas
húmedas, su lora y su fauna.
Artículo 6
1. Las Partes Contratantes, cuando sea necesario, organizarán
conferencias sobre la Conservación de las zonas húmedas y las aves
acuáticas.
2. Estas Conferencias tendrán un carácter consultivo y poseerán
competencia entre otros:
a. para discutir la aplicación de esta Convención;
b. para discutir lo que se agregue y modiique en la Lista;
c. para considerar la información con respecto a los cambios en
la índole ecológica de las zonas húmedas incluidas en la Lista
proporcionada de acuerdo al párrafo 2 del Artículo 3;
d. para hacer recomendaciones de orden general o especíico
a las Partes Contratantes con respecto a la conservación,
administración y explotación racional de las zonas húmedas y
de su lora y fauna;
e. para pedir a los organismos internacionales competentes que
preparen informes y estadísticas sobre asuntos de naturaleza
esencialmente internacional, que afecte a las zonas húmedas.
3. Las Partes Contratantes asegurarán la notiicación a los responsables
de la administración de las zonas húmedas en todos los niveles y
312 n CONVENCIÓN SOBRE ZONAS HÚMEDAS DE IMPORTANCIA INTERNACIONAL
Artículo 7
1. Los representantes de las Partes Contratantes ante dichas Conferencias
deberían incluir expertos en zonas húmedas o Aves Acuáticas en razón
de conocimientos y experiencia adquiridos a través de sus aptitudes
cientíicas, administrativas u otras adecuadas.
2. Cada una de las Partes Contratantes representadas en una Conferencia
dispondrá de un voto, siendo las recomendaciones adoptadas por una
simple mayoría de votos emitidos, siempre que al menos la mitad de
las Partes Contratantes tome parte en el escrutinio.
1. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y
los Recursos Naturales, realizará las funciones permanentes de la
Secretaría en virtud de la presente Convención, hasta el momento
en que una mayoría de dos tercios de todas las Partes Contratantes
designe otra organización o gobierno.
2. Las obligaciones permanentes de la Secretaría serán, entre otras:
a. ayudar en la convocatoria y organización de las conferencias
especiicadas en el Artículo 6;
b. mantener la Lista de Zonas Húmedas de Importancia Interna-
cional, y recibir de las Partes Contratantes las informaciones
sobre cualesquiera adiciones, extensiones, supresiones o res-
tricciones relativas a las zonas húmedas incluidas en la Lista
proporcionada de acuerdo con el párrafo 5 del artículo 2;
c. Ser informada por las Partes Contratantes sobre cualquier
cambio en la índole ecológica de las zonas húmedas incluidas
en la Lista, según lo dispuesto por el párrafo 2 del Artículo 3;
d. Notiicar a todas las Partes Contratantes sobre cualquiera
modiicación de la Lista o cambios en la índole de las zonas
húmedas incluidas en ellas, y tomar las disposiciones del caso
para discutir estos puntos en la próxima Conferencia;
e. Poner en conocimiento de la Parte Contratante pertinente
acerca de las recomendaciones de las Conferencias en lo con-
cerniente a las modiicaciones de la Lista a los cambios que
se produzcan en las características de las zonas húmedas in-
cluidas en ella.
Artículo 9
1. Esta Convención permanecerá abierta para la irma por tiempo
indeinido.
2. Todo miembro de las Naciones Unidas o de una de sus instituciones
especializadas, o la Agencia Internacional para la Energía Atómica o
Parte del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia pueda llegar a
ser Parte Contratante de esta Convención por:
a. la irma sin reserva en cuanto a ratiicación;
b. la irma sujeta a ratiicación, seguida de la ratiicación;
c. adhesión.
ANEXO 5 n 313
Artículo 10
1. Esta Convención entrará en vigor cuatro meses después que siete
Estados se hayan convertido en miembros de esta Convención, de
acuerdo al párrafo 2 del Artículo 9.
2. Después de esto, esta Convención entrará en vigencia para cada
Parte Contratante cuatro meses después de su irma sin reserva
de ratiicación, o del depósito de un instrumento de ratiicación o
adhesión.
Artículo 11
1. Esta Convención permanecerá en vigor por un tiempo indeterminado.
2. Toda Parte Contratante podrá denunciar esta Convención después de
un plazo de cinco años desde la fecha en la cual ésta haya entrada
en vigor para esa Parte, formulando al Depositario la notiicación por
escrito. Dicha denuncia tendrá efecto cuatro meses después del día
en que el Depositario haya recibido la notiicación.
Artículo 12
1. El Depositario informará a todos los Estados que han irmado y se han
adherido a esta Convención, lo más pronto posible, de:
a. irmas de la Convención;
b. depósitos de instrumentos de ratiicación de esta Convención;
c. depósitos de instrumentos de adhesión a esta Convención;
d. fecha de entrada en vigor de esta Convención;
e. notiicaciones de denuncia de esta Convención.
2. Cuando esta Convención haya entrado en vigor, el Depositario la
hará registrar en la Secretaría de las Naciones Unidas de acuerdo al
Artículo 102, de la Carta.