Capítulo Iii Etapa Intermedia Y El Camino Procesal de La Prueba
Capítulo Iii Etapa Intermedia Y El Camino Procesal de La Prueba
Capítulo Iii Etapa Intermedia Y El Camino Procesal de La Prueba
CAPÍTULO III
ETAPA INTERMEDIA Y EL CAMINO
PROCESAL DE LA PRUEBA
Iván Aarón Zeferín Hernández
Como es sabido, la etapa intermedia emerge al ámbito procesal una vez que ha cul-
minado la etapa de investigación complementaria y la institución ministerial decide
continuar el proceso al formular la correspondiente acusación escrita; acto mediante
el cual comienza esta fase previa al juicio que tiene sustento en el derecho de con-
tradicción, que no es un contraderecho ni se opone al derecho de acción, sino que lo
complementa y resulta necesaria su consecuencia, puesto que ambos tiene un mismo
objeto y un mismo fin (Devis,1997).
En efecto, esta etapa constituye, en opinión de muchos, el curso procesal donde se
patentiza la cúspide de los principios de igualdad y contradicción, al tener la esencia
y finalidad (dicho en sentido figurativo) de mostrar las armas que se llevarán a juicio,
que en términos jurídicos consiste en evidenciar a la contraparte los medios de prueba
que serán materia de aquel debate, por lo que el juez de control constituye sólo un
instrumento de depuración de pruebas y hechos, ya que ni siquiera él será sede de la
audiencia en comento.
Ahora bien, en el sistema penal acusatorio mexicano, esta etapa intermedia tiene
por objeto sólo el ofrecimiento y admisión de medios de prueba, así como la depura-
ción de los hechos controvertidos que serán materia de juicio oral, sin que con ello se
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apertura del procedimiento principal (Roxin, 2000); por ello, sólo se depurarán he-
chos y pruebas y si la acusación no tiene fuerza probatoria o eficiencia para efectos
de sustentar una sentencia condenatoria de juicio, el juez de control no podrá hacer
manifestación en ese sentido, ya que la consecuencia de ello se evidenciaría con la
absolución del acusado al final de aquella etapa de debate.
No obstante, aunque la esencia misma de la etapa intermedia encuentra identidad
con aquellas que ya se aplicaban antes de la vigencia del Código Nacional de Proce-
dimientos Penales, esta legislación ofrece figuras jurídicas novedosas para el sistema
nacional acusatorio.
En efecto, los aspectos peculiares que subyacen en el Código Nacional son pro-
piamente, caminos procesales de la prueba, que constituyen pasos previos al ofreci-
miento y admisión de los elementos de convicción que usualmente se contemplan en
la teoría general de la prueba. Estas fases previas de la prueba son el anuncio y su
descubrimiento probatorio, los cuales —cabe decir— fueron reproducidos en México
inspirados en el sistema colombiano, que la contempla como descubrimiento de la
prueba, en la llamada audiencia preparatoria, que tiene como finalidad planear, deli-
mitar y determinar la actividad probatoria que se desarrollará en la audiencia de juicio
oral (Avella, 2007).
Ahora bien, dado que el presente capítulo tiene como finalidad establecer una
interpretación correctiva y funcional sobre los plazos, conceptos y omisiones que de-
rivan del Código Nacional de Procedimientos Penales en esta etapa, se analizarán las
fases del camino de la prueba en los siguientes apartados y sólo nos limitaremos a
establecer la armonización de la ley en la fase intermedia escrita.
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Pues bien, no obstante que algunas de las inconsistencias que la ley presentaba
fueron atendidas con la reforma penal, existen algunas cuestiones que, ante ello, no se
vieron del todo resueltas o al menos no con los alcances pretendidos, como se anali-
zará a continuación.
Para referencia inmediata, considero necesario transcribir los numerales condu-
centes.
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con una copia de la acusación ministerial, para estar en aptitud de ejercer sus derechos
procesales.
Con relación a lo previsto en el artículo 337 citado, el legislador sí previó diversas
modificaciones sustanciales. En primer término, definió las reglas que las partes y,
destacadamente el Ministerio Público, deberán seguir en el ámbito del descubrimiento
probatorio. Circunstancia que se analizará de manera más detallada en un capítulo
subsiguiente, por lo que en este apartado sólo se abordará lo relativo a los plazos en
que esto acontecerá.
Como es sabido, antes de la multicitada reforma, el Ministerio Público debía rea-
lizar su descubrimiento probatorio dentro del término de cinco días, contados a partir
de la presentación de su acusación escrita. Sin embargo, a partir de la miscelánea
penal la institución ministerial ahora debe realizar su descubrimiento probatorio en
forma continua, a partir de los momentos establecidos en el párrafo tercero del artí-
culo 218 del Código Nacional de Procedimientos Penales; esto es, a partir de que el
justiciable se encuentre detenido, sea citado para comparecer como imputado o bien
sea sujeto de un acto de molestia y se pretenda recibir su entrevista.
Lo anterior pone de manifiesto una cuestión: el descubrimiento probatorio a cargo
de la fiscalía ya no será llevado a cabo únicamente en la etapa intermedia, como suce-
día con antelación, sino que esta obligación que se traduce en un derecho del justicia-
ble y su defensa se hace extensivo desde el momento mismo en que aquél es detenido
o se pretende obtener su entrevista; dicho de otra manera, el fiscal deberá descubrir
sus datos de prueba desde la etapa de investigación inicial llevada, desde luego, ante
el Ministerio Público; es decir, desde antes de que la carpeta sea judicializada, hasta la
propia etapa intermedia; esto evidencia una cuestión: se trata, en este aspecto, de una
reforma en favor del justiciable, al no delimitar el acceso a las evidencias materiales al
plazo perentorio de cinco días, sino que la obligación ahora será continua; de ahí que
no resulta necesario fijar un plazo específico, al existir uno de tracto sucesivo durante
prácticamente todas las etapas tempranas del proceso.
Lo anterior guarda armonía con lo previsto en ese propio numeral 218, párrafo
segundo (reformado), que establece que “la víctima u ofendido y su asesor jurídico
podrán tener acceso a los registros de la investigación en cualquier momento”. Lo que
evidencia que también el sujeto pasivo podrá gozar de ese derecho. De esa manera,
la fiscalía tendrá que dar acceso prácticamente a todas las evidencias materiales a las
demás partes, desde el momento mismo en que las está recabando y referenciando en
la carpeta de investigación.
De aquí surge una interrogante: si se supone que el descubrimiento probatorio,
de acuerdo con lo previsto en el artículo 337 del Código Nacional citado, “consiste
en la obligación de las partes de darse a conocer entre ellas en el proceso, los medios
de prueba que pretendan ofrecer en la audiencia de juicio”; ¿cómo es posible que la
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institución ministerial sepa desde esas etapas prematuras lo que llevará a juicio y lo
descubra en consecuencia? La respuesta la encontramos en la propia naturaleza de
la acusación ante la figura del descubrimiento probatorio. Es decir, ya que el invoca-
do numeral 337 establece que el órgano de procuración de justicia deberá descubrir
“incluso de aquellos elementos que no pretenda ofrecer como medio de prueba en el
juicio”, se evidencia que en suma todos los elementos que recabe deberán ser descu-
biertos y por ello no es importante saber qué es lo que llevará a juicio, al menos no
para efectos de perfeccionar tal descubrimiento probatorio.
Bien, ahora centrémonos en el descubrimiento probatorio que debe realizar el
acusado y su defensa, así como la víctima u ofendido y su asesor jurídico. El mismo
artículo 337, en su párrafo tercero, establece que los citados sujetos procesales “debe-
rán descubrir los medios de prueba que pretendan ofrecer en la audiencia del juicio,
en los plazos establecidos en los artículos 338 y 340, respectivamente” y si atendemos
a lo que establecen esos preceptos, tenemos dos plazos: en cuanto a la víctima, tres
días contados a partir de la notificación de la acusación formulada por el Ministerio
Público y en cuanto al acusado, dentro de los 10 días siguientes a que fenezca el plazo
para la solicitud de coadyuvancia de la víctima u ofendido, sin que se advierta algún
otro término diverso a éstos.
De lo anterior se denota una inconsistencia: no puede acontecer un término de
anuncio de pruebas al mismo tiempo que transcurre el tiempo de descubrirlos, porque
evidentemente serían simultáneos y esto conllevaría a la imposibilidad de su coexis-
tencia.
Dicho de otra manera, si por ejemplo, un acusado ejerce el derecho previsto en el
artículo 340 y, entre otros aspectos, anuncia en ese mismo escrito los medios de prueba
que llevará a juicio, en el día nueve de los 10 que tiene para ello, o más drásticamen-
te, faltando una hora para que venzan esos 10 días, la institución ministerial tendría
sólo esa hora para poder acceder a esos medios de prueba, lo que evidentemente sería
desproporcional y violaría derechos de igualdad de las partes, ya que el Ministerio
Público habría estado descubriendo todos los medios de prueba desde que el acusado
fue llamado a entrevista en la etapa de investigación inicial y, en contrapartida, el fis-
cal sólo tendría un término absurdo que redundaría en una imposibilidad material para
ejercer sus pretensiones procesales. Lo mismo acontecería con la víctima u ofendido,
esto es, en el caso de que anunciara esos medios de prueba a la defensa en el último día
que tuviera para ello o en el momento mismo en que está por culminar, se traduciría
en imposibilidad de la defensa para acceder a ellos.
De esa manera, se tiene que realizar una interpretación correctiva al respecto; lo
anterior, para el efecto de que la operatividad del sistema penal acusatorio no se haga
nugatoria ante espacios temporales que resultaran ilusorios. Por esa razón, es que los
plazos establecidos en los artículos 338 y 340 no deben ser interpretados como uno
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solo que conlleve dos efectos (anuncio y descubrimiento simultáneos), sino más bien
como un término genérico a seguir. Dicho en otras palabras: los tres y 10 días se ten-
drán que respetar en su integridad por el juez de control, a fin de que tanto la víctima
como el acusado hagan valer por escrito los derechos plasmados en tales preceptos.
Luego, ya una vez que aquellos sujetos procesales hicieron valer esas prerrogativas,
entonces se deberán computar nuevamente esos plazos, esto es, tres y diez 10, para el
efecto de que lleven a cabo su descubrimiento probatorio a las demás partes. Con ello
además se tutelaría el equilibrio procesal, ya que la institución ministerial tendría un
espacio temporal razonable para acceder a los medios de prueba de la defensa y ésta,
a su vez, tendría la misma prerrogativa con relación a los aportados por la víctima u
ofendido.
Ahora bien, tratándose de la prueba pericial, tanto el sujeto pasivo ofendido como
el acusado podrán entregar a su contraparte el respectivo informe en el plazo corres-
pondiente al descubrimiento probatorio (esto es, los tres y 10 días siguientes después
de anunciar los medios de prueba que llevarán a juicio); empero, en el caso de justifi-
car que no se cuenta con tal informe, el descubrimiento del informe pericial acontece-
rá hasta tres días antes de celebrar la audiencia intermedia.
De igual modo, el último párrafo del artículo 337 establece que si el acusado o su
defensa requieren mayor tiempo (que diez días) para descubrir sus medios de prueba
podrán solicitar al juez de control un plazo razonable para ello.
Pues bien, la totalidad de estos términos encuentran armonía con el previsto en
el artículo 341 del Código Nacional de Procedimientos Penales, habida cuenta de
que dicho numeral establece que una vez recibida la acusación ministerial el juez de
control señalará fecha para que se lleve a cabo la audiencia intermedia, la cual deberá
tener lugar en un plazo que no podrá ser menor de 30 ni exceder de 40 días naturales
a partir de presentada la acusación.
En efecto, como puede advertirse, si presentada la acusación, la víctima u ofendi-
do tienen tres días para hacer valer los derechos establecidos en el artículo 338, entre
ellos anunciar los medios de prueba que llevarán a juicio y además cuentan con tres
días más para descubrirlos, se tienen seis días en total con respecto a esos sujetos pro-
cesales. Luego, si la defensa tiene 10 días para hacer valer la prerrogativas del nume-
ral 340, entre ellos, anunciar sus medios de prueba y también cuenta con 10 días más
para descubrirlos, tenemos 20 días en total con respecto al defensor y al acusado. Así,
en total son 26 días por ambos sujetos procesales. A estos 26 días se le sumaría uno
más, para encuadrar el espacio temporal de tres días antes de la audiencia intermedia
en que deberá rendirse el informe pericial. El resultado: al día 29 ya se estaría en ap-
titud de celebrar la audiencia intermedia. Por ello, si ésta se debe celebrar después de
30 días y antes de 40 días después de presentada la acusación, los espacios temporales
encuadran a la perfección.
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Lo anterior, sin desatender que el plazo prudente para postergación del plazo de
10 días de la defensa para preparar su descubrimiento probatorio, entraría antes de los
40 días citados.
Ahora bien, ya que se ha establecido la congruencia de los plazos procesales de la
etapa intermedia escrita, vamos a atender diversos aspectos accesorios que la reforma
penal no atendió a cabalidad con relación a esta propia fase intermedia.
En efecto, la parte inicial del artículo 338 del Código Nacional de Procedimientos
Penales hace especial referencia al escrito que eventualmente suscribirán la víctima u
ofendido o su asesor jurídico. A través de él podrán solicitar el acceso al proceso como
coadyuvante, aclarar la acusación, complementarla con medios de prueba, así como
solicitar y cuantificar la reparación del daño. Como se advierte, el precepto establece
de manera clara que esas pretensiones procesales se harán valer mediante escrito, sin
especificar hacia quién va dirigido éste.
Pues bien, antes de la reforma, la fracción III de ese numeral zanjaba esa cuestión,
al preceptuar que esa pretensiones deberán instarlas por conducto del juez; sin em-
bargo, al modificarse ese artículo, el legislador ya no se hizo cargo de a quién estaría
dirigido ese escrito; sin embargo, se antoja especialmente complicado, desde el punto
material y jurídico, que se dirija al Ministerio Público, ya que el juez de control es el
rector de los cómputos procesales.
De esa manera, las pretensiones contenidas en el artículo 338 deben dirigirse por
escrito al órgano jurisdiccional, tal cual sucede con la acusación ministerial; ya que
será el juez, como rector del proceso y de sus términos procesales, el que controle y
delimite la función de cada una de las partes, al ser un árbitro pasivo en la contien-
da, pero encargado de que se respeten las reglas del juego. En palabras de Michele
Taruffo, “el juez es el sujeto al que le compete la función epistémica fundamental.
Esta función requiere que dirija sus actuaciones, en el curso del proceso, hacia esa
finalidad” (Taruffo, 2012).
Por otro lado, como se ha indicado con antelación a la multicitada reforma pe-
nal, en el diverso numeral 340 del Código Nacional de Procedimientos Penales, que
regulaba la actividad del acusado en la etapa intermedia escrita, se advertían inconsis-
tencias relativas a que el escrito de la defensa debía ser dirigido al Ministerio Público
y no al juez de control y que debía descubrir los medios de prueba que llevaría a
juicio, cuando el propio precepto no establecía la facultad de anunciarlos previamen-
te. Sin embargo, con la reforma penal esas incongruencias quedaron atendidas, al
preceptuarse actualmente en dicho numeral que tal escrito debe ser dirigido al juez
de control y además incorporar como una hipótesis más, el que la defensa deberá, en
ese escrito, anunciar los medios de prueba que llevará a juicio, los cuales deberán ser
posteriormente descubiertos a su contraparte, lo que encuentra armonía con una de
las funciones más importantes del órgano jurisdiccional, que es velar por la igualdad
de las partes y vigilar que se desarrolle en forma correcta el proceso. En palabras de
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Chaia, “el juez debe centrarse en la salvaguarda de las partes, en el conocimiento di-
recto de ellas y en una constante vigilancia de cómo se van incorporando las pruebas
al proceso por las partes” (Chaia, 2013).
Derivado de ello, no podría haber un garante judicial de derechos fundamentales
y de los términos procesales si se constriñera el derecho de anuncio de prueba de la
defensa a dirigirla directamente a su contraparte, pues evidentemente daría lugar a una
ostensible incertidumbre jurídica y pérdida del control procesal; primero, al dejar la
interpretación de los espacios temporales a una parte con —generalmente— intereses
antagónicos a los de la defensa y del acusado y, segundo, al hacer una excepción en el
ejercicio del derecho de defensa con respecto a su destinatario, en tanto sería el único
sujeto procesal que tendría que dirigir esa pretensión a su contraparte, lo cual no sería
jurídicamente admisible, habida cuenta de que tanto la institución ministerial como la
víctima u ofendido exhiben la acusación y complementación a ésta, respectivamente,
ante el órgano jurisdiccional.
Por ello, no existiría razón aparente del porqué el fiscal y la víctima allegaran al
proceso sus escritos a través del juez y, por otro lado, la defensa hiciera lo propio a
partir de su contraparte; en cambio, con ello se vería amenazado el equilibrio procesal
y la rectoría de los plazos procesales, lo que redundaría en una inconsistencia en el
camino de la prueba, cuando ésta debe ingresar de manera válida al proceso y se debe
cumplir con un conjunto de condiciones mínimas del debido proceso (Castillo, 2013).
Así, resumiendo lo anterior, se puede concluir lo siguiente:
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• Todos los escritos de los sujetos procesales, en los que hacen valer sus
derechos de anunciar medios de prueba que llevarán a juicio deberán ser
dirigidos al órgano jurisdiccional.
• Lo anterior, porque éste, al ser rector del proceso, debe vigilar todos los
plazos del proceso y realizar los cómputos correspondientes, sin que se
delegue este aspecto al criterio de las partes, ante los intereses antagónicos
que cada uno de ellos representan.
• En ese orden, de manera gráfica, la etapa intermedia en su fase escrita, an-
tes y después de la reforma penal, en delitos con y sin víctima, se ilustraría
en los siguientes términos:
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ETAPA INTERMEDIA
(FASE ESCRITA)
DELITO CON VÍCTIMA U
OFENDIDO
TÉRMINOS SIMULTÁNEOS
AL DÍA
ESCRITO DE TRES DÍAS CINCO DÍAS PARA
SIGUIENTE
ACUSACIÓN se concede a la DESCUBRIMIENTO
se notifica a
(dirigido al órgano víctima u ofendido PROBATORIO MINISTERIAL.
las partes con
jurisdiccional) y asesor jurídico En favor del imputado
copia de la
acusación y su defensa
SI LA VÍCTIMA
OFRECE PRUEBAS: LA VÍCTIMA SE
El Ministerio Público Con la finalidad de que, CONSTITUYE
SI LA DEFENSA indicará al acusado o mediante escrito COMO
NO SOLICITA su defensa (en un DIRIGIDO AL COADYUVANTE O
ACCESO A LOS plazo que no exceda ÓRGANO TRANSCURRE
. SU
MEDIOS DE de 24 horas) que en JURISDICCIONAL: TÉRMINO DE
PRUEBA: máximo cuarenta y • Se constituya como TRES DÍAS PARA
ocho horas, deberá coadyuvante. HACERLO,
Termina el comparecer ante él, a
descubrimiento • Ofrezca medios de SIN QUE LO HAGA
efecto de que: prueba complementarios a
probatorio de la • Tome conocimiento
víctima, en favor la acusación.
de los medios de • Señale los vicios
de la defensa prueba. formales de la acusación y
• Solicite copia de requiera su corrección. A PARTIR DE ESE MOMENTO,
tales medios (que se SE OTORGAN 10 DÍAS A LA
entregarán DEFENSA Para el efecto de que,
inmediatamente) mediante escrito DIRIGIDO AL
• Solicite acceso a ÓRGANO JURISDICCIONAL:
esos medio de prueba
• Señale vicios formales de la
TRANSCURRIDOS ESOS 10 DÍAS acusación y se pronuncie sobre
observaciones del coadyuvante
SI LA DEFENSA SOLICITA Se otorgan diez días más para
(en dado caso, requerir su
ACCESO A LOS MEDIOS descubrimiento probatorio de la
corrección).
DE PRUEBA: defensa, en favor del Ministerio
• Solicite acumulación o
Ésta contará con un plazo de Público, así como de la víctima u
separación de acusaciones.
tres días más, para acceder a ofendido y su asesor jurídico.
• Manifieste sobre acuerdos
esos medios de prueba probatorios.
• Anuncie los medios de prueba
que eventualmente llevará a
juicio.
TERMINA DESCUBRI-
MIENTO PROBATORIO NO ANUNCIA
PARA TODAS LAS MEDIOS DE PRUEBA
PARTES
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NO ANUNCIA MEDIOS DE
PRUEBA TRANSCURRIDOS ESOS 10 DÍAS
Se otorgan 10 días más para
descubrimiento probatorio de la
defensa, en favor del Ministerio
Público, así como de la víctima u
ofendido y su asesor jurídico
TERMINA DESCUBRI-
MIENTO PROBATORIO NO ANUNCIA MEDIOS DE
PARA TODAS LAS PARTES PRUEBA
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TRANSCURRIDO ESE
TÉRMINO, SE
OTORGAN 10 DÍAS A LA
DEFENSA
Para el efecto de que,
mediante escrito
DIRIGIDO AL ÓRGANO
JURISDICCIONAL:
TERMINA
DESCUBRIMIENTO NO ANUNCIA MEDIOS
PROBATORIO PARA DE PRUEBA
TODAS LAS PARTES
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DESCUBRIMIENTO
PROBATORIO
MINISTERIAL (continuo, ETAPA INTERMEDIA
desde que el imputado es (FASE ESCRITA)DELITO
detenido o sujeto a algún acto de SIN VÍCTIMA U OFENDIDO
molestia y es llamado a
entrevista)
A PARTIR DE ESE MOMENTO,
SE OTORGAN 10 DÍAS A LA
DEFENSA
AL DÍA SIGUIENTE
Para el efecto de que, mediante
Se notifica a la defensa
escrito DIRIGIDO AL ÓRGANO
y acusado con copia de
JURISDICCIONAL
la acusación.
ESCRITO DE Asimismo, el juez de
• Señale vicios formales de la
ACUSACIÓN control señala fecha
acusación y se pronunciesobre
(dirigido al para audiencia
observaciones del coadyuvante (en
órgano intermedia (dentro de
dado caso, requerir su corrección).
jurisdiccional) los 30 a 40 días
• Solicite acumulación o separación
naturales)
de acusaciones.
• Manifieste sobre acuerdos
NO ANUNCIA
probatorios.
MEDIOS DE
• Anuncie los medios de prueba que
PRUEBA
eventualmente llevará a juicio.
TRANSCURRIDOS ESOS
10 DÍAS.
Se otorgan 10 días más para
descubrimiento probatorio de la
defensa, en favor del
Ministerio Público.
TERMINA DESCUBRIMIENTO
PROBATORIO PARA TODAS
LAS PARTES
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II. Sistema penal acusatorio vs. sistema tradicional. Ámbitos de validez frente a la
miscelánea penal, con relación al inicio del procedimiento y los hechos acontecidos
que le dieron origen
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duzca en que las disposiciones constitucionales se contradigan entre sí, ya que, debido
a su interdependencia, en ningún caso deben desentrañarse sus principios, normas e
intereses en forma aislada, sino más bien como parte de un sistema constitucional; por
ello, se deben armonizar y respetar los principios fundamentales que la conforman
(Vigo, 2006b:120 a 123). Esto es, las normas de la Ley Suprema, al tener el mismo
rango, no pueden interpretarse de manera que se coloquen en conflicto las unas con
las otras, sino más bien deben analizarse en forma armónica, ya que son sistemáticas.
Por ello, la norma constitucional no debe ser analizada aisladamente. La única so-
lución del problema coherente con este principio es la que reencuentre en consonancia
con las decisiones básicas de la constitución (Hesse, 2011:48).
Partiendo de lo anterior, si bien el cuarto transitorio mencionado establece los
ámbitos legales que seguirán los procedimientos penales iniciados con anterioridad a
la entrada en vigor del sistema procesal penal acusatorio (esto es, que concluirán con
las reglas procesales del sistema tradicional), el segundo transitorio (de ese mismo de-
creto de reforma constitucional) que es parte de ese sistema lo complementa al definir
(bajo el principio de reserva de ley) el momento del inicio del sistema acusatorio en el
país, como se advierte de su literalidad:
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sistema penal acusatorio, al definir (o más bien dicho, delegar en la ley) el momento
en que entrará en vigor el nuevo proceso; dicho en otras palabras, ambos preceptos
constitucionales se armonizan perfectamente y no entran en conflicto, al regular uno
de ellos el ámbito temporal del inicio del sistema acusatorio y el restante, el impacto
inocuo de ese nuevo proceso en los procedimientos tradicionales ya iniciados con
antelación a la entrada en vigor de aquél.
Ahora bien, centrémonos en el segundo transitorio, el cual de forma expresa es-
tablece que el sistema penal acusatorio entrará en vigor cuando lo establezca la legis-
lación secundaria correspondiente. Esto es, el Constituyente Permanente reservó los
aspectos relacionados con el inicio del sistema penal acusatorio a la ley secundaria
(que no es más que el principio de reserva de ley) y más específicamente, delegó esa
encomienda al legislador que le dio creación al Código Nacional de Procedimientos
Penales.
En efecto, el Congreso de la Unión, con la facultad establecida en el artículo 73,
fracción XXI, inciso c), de la Carta Magna, expidió el Código Nacional de Procedi-
mientos Penales, mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, el
cinco de marzo de 2014, en el que, según sus reglas transitorias, específicamente en
el artículo primero, establece que para los efectos señalados en el párrafo tercero del
artículo Segundo Transitorio del decreto por el cual se reforman y adicionan diversas
disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publica-
do en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008, el Código Nacional
de Procedimientos Penales entrará en vigor a nivel federal de forma gradual, en los
términos previstos en la Declaratoria que al efecto emita el Congreso de la Unión
previa solicitud conjunta del Poder Judicial, de la Secretaría de Gobernación y de la
Procuraduría General de la República, sin que pueda exceder del 18 de junio de 2016.
Ahí es donde cobra vigencia el tercero transitorio (hoy derogado) del referido
Código Nacional, que a la letra establece:
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Sin embargo, los eventos verificados antes de esta fecha y hora seguirán las reglas
del sistema tradicional, al margen de que los procedimientos respectivos ya hubieran
sido iniciados o se iniciaran con posterioridad.
Por tanto, por citar un ejemplo, aun cuando se presentara la correspondiente de-
nuncia el 1 de marzo de 2016, si los hechos investigados datan del 28 de febrero de
ese año; es decir, cuando no se encontraba vigente en la ciudad el Código Nacional de
Procedimientos Penales, sino el Código Federal de Procedimientos Penales, los jueces
de distrito especializados en el sistema penal acusatorio no tendrán competencia legal
para conocerlos.
Ahora bien, para efecto de determinar qué sistema es el aplicable a un caso con-
creto, es importante mencionar cuándo acontece el inicio del procedimiento penal.
Así, por imperativo del artículo 211 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
el procedimiento penal acusatorio comienza con la formulación de denuncia o que-
rella y será el proceso el que dará inicio con el ejercicio de la acción penal, como se
advierte:
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inicia con el ejercicio de la acción penal (sea para celebrar la audiencia inicial o por el
ejercicio de la consignación); por ello, el procedimiento no puede iniciar con ese acto
ministerial; dicho en otras palabras: el procedimiento no puede tener como punto de
partida al proceso, porque aquél es un todo y el proceso es sólo una parte del propio
procedimiento.
Esta misma tendencia ha sostenido el Máximo Tribunal, en diversos criterios ju-
risprudenciales y aislados, en los cuales establece que la fase de investigación (sea
averiguación previa o etapa de investigación inicial) forma parte del procedimiento
penal y, por su parte, el proceso penal inicia con el ejercicio de la acción penal. Algu-
nos de esos criterios se contienen en las tesis de los siguientes rubros: Presunción de
inocencia. Constituye un principio constitucional aplicable exclusivamente
en el procedimiento penal; asistencia consular. Etapas procedimentales para
hacer el reclamo de respeto a la asistencia consular por parte de la persona
extranjera detenida; detención y situación jurídica del imputado en el nuevo
sistema de justicia penal acusatorio. Las autoridades competentes deben veri-
ficar su coherencia con el orden constitucional y armonizar la protección
de los derechos humanos con los principios de dicho sistema, entre otros.
Ahora bien, establecido lo anterior, es importante hacerse cargo de la reforma
penal publicada el 17 de junio del año en curso, en el medio de difusión oficial del
país, en la que, entre otros muchos diversos aspectos, se modificó el tercer transitorio
de la publicación inicial del Código Nacional de Procedimientos Penales, para quedar
como sigue:
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del Código Nacional de Procedimientos Penales; esto es, por aquellas que definían
que el sistema penal acusatorio sólo se aplicará por hechos acontecidos después de las
cero horas del 29 de febrero de 2016 (en el caso de la Ciudad de México).
Dicho en otras palabras: si no se ha formulado denuncia antes del 18 de junio de
2016, para que sea aplicable el sistema penal acusatorio el asunto deberá tratarse de
hechos acontecidos con posterioridad a las cero horas del 29 de febrero de 2016; de lo
contrario, esto es, de tratarse de eventos acontecidos antes de esta hora y fecha, tendrá
que aplicarse el sistema tradicional, aunque los sucesos hubieran sido denunciados
después de esta última fecha (ya que las reglas anteriores obedecen a la fecha de los
hechos y no del inicio del procedimiento).
Así, una vez que entre en vigor la miscelánea penal, todos los procedimientos que
se inicien (entendiendo como tales, cuando se formule denuncia, querella o acto equi-
valente), a partir de las cero horas del 18 de junio de 2016, se regirán por las reglas del
sistema penal acusatorio, al margen de que los eventos sean incluso anteriores a las
propias cero horas del veintinueve de febrero de dos mil dieciséis (ya que las nuevas
reglas obedecen en el momento en que se inicia el procedimiento y no al de la fecha
de la comisión de los hechos).
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de ser concluidos bajo las reglas del Código Federal de Procedimientos Penales, sus
actuaciones tendrían que quedar sin efectos para ser enviadas al ámbito competencial
del sistema penal acusatorio, al margen del estado procesal avanzado en que estuvie-
ran (por ejemplo, en la audiencia de vista), con la sola justificación de que el proce-
dimiento penal inició con posterioridad al inicio del sistema acusatorio; circunstancia
que no es jurídicamente viable, pues con ello se tendrían que anular todas las pruebas
legalmente desahogadas y, en consecuencia, ordenar la reposición del procedimiento
incluso desde antes del inicio del proceso, para ser transmitidas oralmente, bajo las
reglas del Código Nacional de Procedimientos Penales, lo que desnaturalizaría el pro-
pio proceso penal tradicional y conduciría a realizar una mezcla de ambos procesos;
aspecto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido como inviable, al
resolver el conflicto competencial 28/2015, en sesión de fecha 8 de junio de 2016, de
donde se originó las siguientes tesis.
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Lo anterior, desde luego, sin desatender que existen ciertos aspectos que rigen el
proceso penal acusatorio y que son más evolucionados en cuanto a la regla de liber-
tad del justiciable se refiere, esto es, la excepcionalidad de la aplicación de la prisión
preventiva.
Empero, esta cuestión, bajo un aspecto visionario, fue prevista por el propio le-
gislador, en la reforma penal publicada en el Diario Oficial de la Federación el 17 de
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En ese sentido, por regla general (salvo lo concerniente a la fiscalía que más
adelante se señalará), la prueba antes de ser ofrecida, se debe anunciar y también se
debe descubrir; esto es, de acuerdo con la naturaleza del sistema penal acusatorio, los
elementos probatorios tienen dos fases previas a las genéricas que se establecen en
la teoría general del proceso; de tal modo que el camino que sigue la prueba, en el
contexto del proceso penal mexicano, es el siguiente: a) se anuncia; b) se descubre; c)
se ofrece; d) se admite; e) se desahoga; y, finalmente, f) se valora.
Cuando hablamos del anuncio de los medios de prueba hacemos especial referen-
cia a la etapa intermedia escrita, donde las partes deberán mostrar los elementos de
convicción que llevarán a juicio; así, el anunciar medios de prueba significa que los
sujetos procesales, por escrito, deberán dar a conocer a su contraparte los que even-
tualmente llevarán a juicio; nótese que sólo van a dar a conocer los medios de prueba,
por lo que propiamente no se están ofreciendo aún (como incorrectamente lo establece
el artículo 338, fracción III, del Código Nacional de Procedimientos Penales), ya que
el ofrecimiento de los medios será en presencia del juez, quien los admitirá, excluirá
o depurará. Por ello, cuando una de las partes le comunica a la otra, por escrito, los
medios que llevará a la audiencia de debate, se los está anunciando o como lo señala
el diverso precepto 335, fracción VII del citado Código Nacional, hace el anuncio de
que pretende ofrecerlos ante el juez.
El momento procesal en que esto acontece es, por lo que hace al Ministerio Pú-
blico, en el escrito de acusación, con el que inicia la etapa intermedia en su fase
escrita; por su parte, la víctima u ofendido lo hará en el escrito, en el cual se pretende
constituir como coadyuvante de la institución ministerial, en el que además podrá
señalar vicios formales y requerir su corrección. Finalmente, la defensa y el acusado
harán lo propio en el escrito al que se refiere el artículo 340 del Código Nacional de
Procedimientos Penales, esto es, en el que además también señalarán vicios forma-
les, solicitarán acumulación o separación de acusaciones y podrán manifestarse sobre
acuerdos probatorios.
Es importante mencionar que a partir de la reforma penal publicada en el Diario
Oficial de la Federación el 17 de junio de 2016 el legislador se hizo cargo de algunas
inconsistencias del Código Nacional de Procedimientos Penales y, específicamente,
las establecidas en el precepto 340, habida cuenta que con antelación no se establecía
que la defensa o el acusado podrían anunciar los medios de prueba que llevarán a la
etapa de juicio y, en contra partida, el propio numeral, en el párrafo segundo, contem-
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plaba que la defensa descubriría sus medios de prueba, por lo que era una incongruen-
cia, ya que era evidente que debía existir previamente un anuncio de ellos, ya que
no podría descubrirse lo que no se ha anunciado; por ello, el legislador modificó ese
numeral y adicionó una fracción II, en la que estableció que el acusado o su defensor,
por escrito presentado ante el juez de control, podrán, entre otros aspectos, ofrecer los
medios de prueba que pretenda se desahoguen en el juicio. En el entendido de que,
como se abordó en el capítulo 9 de este trabajo, el acto preciso que realiza la defensa
es el anuncio de los medios de prueba, ya que de conformidad con el artículo 337 del
Código Nacional de Procedimientos Penales, el derecho que se ejerce en ese escrito
es el de darse a conocer entre ellas en el proceso, los medios de prueba que pretendan
ofrecer en la audiencia de juicio, habida cuenta de que el ofrecimiento se hace en la
audiencia intermedia, ante el juez de control, una vez que los medios han sido anun-
ciados y descubiertos.
Pues bien, una vez anunciados los medios de prueba por escrito a las demás par-
tes, la etapa que prosigue en el camino del medio demostrativo es su descubrimiento.
b) Descubrimiento probatorio
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1
Como dato curioso, el Código Nacional de Procedimientos Penales no prevé corrección disciplinaria
alguna, por lo que corresponderá al juzgador armonizar esta sanción, a través de los medios de apremio que
contempla el Código Nacional de Procedimientos Penales.
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Penales, sólo descubrirá aquello que llevará a juicio; de esa manera, si el abogado,
en su actividad indagatoria encuentra datos de prueba que le son perjudiciales, podrá
prescindir de descubrirlos y en consecuencia directa, de llevarlos a juicio.
Así, este descubrimiento probatorio constituye el principio de contradicción plas-
mado en su máxima expresión en el sistema penal acusatorio, el mostrar las armas al
contrincante (dicho en sentido figurativo), para el efecto de que esté en plena aptitud
de ejercer sus pretensiones procesales en la etapa de juicio. Tiene como objetivo des-
cubrir, de manera oportuna y completa, los elementos materiales probatorios (Bedoya,
2007). En palabras de Luigi Ferrajoli: para que la contienda se desarrolle lealmente
y con igualdad de armas, es necesaria la perfecta igualdad de las partes (Ferrajoli,
2014).
Ahora bien, en cuanto a la actividad de las partes, el Código Nacional de Proce-
dimientos Penales establece claramente una diferenciación entre el descubrimiento
probatorio a cargo de la fiscalía y a cargo de la defensa.
En efecto, de conformidad con la reforma penal publicada en el Diario Oficial de
la Federación el 17 de junio de 2016, tanto el concepto de descubrimiento probatorio,
como la actividad misma de las partes en esa etapa sufrió modificaciones sustanciales,
de tal manera que analizaremos cada una de ellas, comenzando por el concepto mismo
de esta institución jurídica.
El numeral 337 reformado establece que por descubrimiento probatorio debemos
entender la obligación de las partes de darse a conocer entre ellas en el proceso, los
medios de prueba que pretendan ofrecer en la audiencia de juicio; lo que quiere decir
que ya no sólo la etapa intermedia será sede de ese descubrimiento, sino además, en
tratándose de la fiscalía, el descubrimiento abarcará todo el proceso, incluida la fase
de investigación inicial.
En efecto, ese mismo numeral establece que, en el caso del Ministerio Público,
el descubrimiento probatorio comprende el acceso y copia a todos los registros de
la investigación, así como a los lugares y objetos relacionados con ella, incluso de
aquellos elementos que no pretenda ofrecer como medio de prueba en el juicio, lo
cual deberá realizarse en forma continua, a partir de los momentos establecidos en
el párrafo tercero del artículo 218 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
esto es, a partir de que el justiciable se encuentre detenido, sea citado para compa-
recer como imputado, o bien, sea sujeto de un acto de molestia y se pretenda recibir
su entrevista; por ello, la institución ministerial deberá descubrir al justiciable todos
los elementos de prueba con los que cuente y que eventualmente siga recabando con
motivo de su función investigadora, con independencia de la naturaleza acusatoria o
absolutoria que tengan.
En efecto, en México la fiscalía está obligada a investigar y recabar datos que
sean de cargo y de descargo, tal como lo señala el numeral 129 del Código Nacional
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formales con relación a los actos de investigación que lleve a cabo, ya que deberán
constar en registros por separado, ser firmados por sus intervinientes e, incluso, en
caso de que no puedan signar las personas su rúbrica o firma, se asentará la huella
dactilar correspondiente. Asimismo, deberán señalarse el lugar, la fecha y la hora de
su verificativo, el nombre y cargo de los funcionarios intervinientes y una breve des-
cripción de la actuación.
Por ello, con relación a la defensa, en la práctica sería sumamente complicado
que aquélla entregara físicamente al Ministerio Público, por ejemplo, una testimonial;
de ahí que, en su generalidad, los defensores llevan algo semejante a una carpeta de
investigación y el legislador, al modificar el referido numeral, así lo receptó, pues
hay que recordar que la etapa de investigación complementaria también rige para la
defensa y el imputado, en forma paralela; de modo tal que para efectos pragmáticos,
el legislador consideró que es más viable dejar asentados los medios de prueba en un
papel; esta última regla consuetudinaria y ahora formal de dejar constancia impresa,
que ejercen tanto la fiscalía como la defensa (al margen de que el referido numeral
217 establezca que se podrán registrar los actos de investigación en cualquier medio
que permita garantizar que la información recabada sea completa, íntegra y exacta, así
como permitir en forma expedita su acceso a los demás sujetos procesales), resurge
de la operatividad del sistema penal acusatorio y ¿por qué no decirlo? del apego al
sistema escrito tradicional; sin embargo, se ha demostrado empíricamente que es más
asequible asentar datos en documentos impresos y así poder manipularlos a manera de
expediente, ante la facilidad física que permite tener un papel, a fin de ser trasladado
en su contenido oralmente ante el órgano jurisdiccional.
Ello en el entendido de que la aplicación empírica del sistema ha obligado a que
la fiscalía, mediante el uso de sellos y folio consecutivo en sus carpetas de investiga-
ción, garantice que la información ahí plasmada sea completa, íntegra y exacta y en
consecuencia sea generalmente aceptada por su contraparte a través del medio escrito
e impreso.
Ahora bien, llama la atención por qué el legislador le brindó la oportunidad a la
defensa e incluso a la víctima u ofendido de poder descubrir (y no solamente anun-
ciar) el informe pericial hasta tres días antes de la audiencia intermedia: la respuesta
se encuentra en la práctica y en la ostensible complejidad temporal que puede generar
la realización de un dictamen. En efecto, resulta evidente que si el defensor y el ase-
sor jurídico de la víctima tuvieron acceso físico y material a los medios de prueba y
los objetos de la fiscalía en último lugar, tienen que contar con un espacio temporal
suficiente para poder elaborar sus informes periciales que, en muchos de los casos
no representan una especial complejidad; empero, en otros sí, tal como acontece con
un informe en materia de contabilidad, diverso en pureza de estupefaciente, disímil
en materia bancaria, entre otros, y destacadamente porque la experticia a cargo de
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Una vez que los medios de prueba han sido descubiertos por las partes, lo siguien-
te es que sean ofrecidos por los sujetos procesales. La etapa donde esto ocurre es la
audiencia intermedia; es decir, específicamente en la fase oral de la etapa intermedia y,
por supuesto, ante el juez de control. De ese modo, el anuncio de los medios de prueba
se hace por escrito, el descubrimiento tiene una connotación material y el ofrecimien-
to se hará oralmente.
Así es, dado que el juez de control no tiene acceso en la audiencia intermedia a
los registros de la investigación y tampoco a la actividad relacionada con el descubri-
miento probatorio (ya que sólo es el rector de los plazos procesales en esa etapa), sólo
le resta que las partes por vía oral le expongan —bajo un estricto control horizontal—
si el desarrollo de la etapa intermedia en su etapa escrita fue cumplida cabalmente;
para ello, en la propia audiencia intermedia el órgano jurisdiccional va a constatar,
a través de la oralidad de las partes, si se cumplieron las reglas del descubrimiento
probatorio; en caso de exponer alguna de ellas que no aconteció en esos términos,
entonces el órgano jurisdiccional abrirá debate al respecto.
Aquí surge una interrogante, ¿qué sucede si el descubrimiento probatorio no se
llevó en términos de ley? O ¿qué pasa si falta algún medio de prueba obligatorio por
anunciar y descubrir por alguna de las partes y pretende ofrecerlo en la audiencia?
Considero que la respuesta nos la otorga el artículo 99 del Código Nacional de Proce-
dimientos Penales; esto es, la figura del saneamiento, ya que estamos ante un acto eje-
cutado en inobservancia de las formalidades de la ley, que puede subsanarse realizan-
do el acto omitido. De esa manera, si algún medio de prueba no ha sido descubierto,
estimo que esa omisión debe ser saneada. Ante ello, se deberá suspender la audiencia
intermedia y ordenar a la parte omisiva que descubra ese elemento de prueba y per-
mita eventualmente su acceso al sujeto procesal correspondiente. Saneado lo anterior,
entonces se podrá volver a celebrar la audiencia intermedia, ya con la generalidad de
haber descubierto todos los medios de prueba.
Ahora bien, en el caso de que se advierta que el descubrimiento probatorio se
llevó a cabo en términos de ley y una vez que se han resuelto posibles incidencias
y excepciones, y resuelto los acuerdos probatorios se procederá al ofrecimiento de
medios de prueba en forma oral. A partir de la exposición de las partes, el órgano
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Por ello, la admisión de los medios de prueba lleva aparejados los siguientes
efectos:
• Se fija la litis probatoria al delimitar los medios de prueba que se desahogarán
en juicio, a virtud de que éstos han seguido un camino que va desde su
anuncio, hasta su descubrimiento y admisión en la etapa intermedia y que
atenderán desde el hecho delictivo mismo, como la responsabilidad del
acusado, la individualización de sanciones y la reparación del daño.
• Se individualizan los medios de prueba (es decir, se identifica plenamente
a testigos, peritos y pruebas materiales y su forma de citación). Lo anterior,
incluso en caso de haberse declarado por el órgano jurisdiccional como
reservados, pues para ese momento ya no se podrá mantener ese sigilo, en
términos del artículo 220 del Código Nacional de Procedimientos Penales.
• Se establecen los acuerdos probatorios (excepción al principio de
contradicción), los cuales no serán materia de prueba en la etapa de juicio,
sino que sus alcances son aceptar como probados algunos hechos o sus
circunstancias.
• Se cierra la fase probatoria en su etapa de preparación a juicio, para dar
cabida sólo a su desahogo y su valoración.
• Se hace referencia a la prueba anticipada, para el efecto de que sea
reproducida en juicio.
Desde luego, los medios de prueba que no hayan sido admitidos, pero que pre-
viamente fueron anunciados y descubiertos por las partes, estarán excluidos de la
audiencia de debate, como se analiza a continuación.
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de aprehensión por necesidad de cautela, así como para la calificación del control de
detención, la imposición de medidas cautelares y para resolver la vinculación o no a
proceso del justiciable, por citar etapas tempranas; mientras que la valoración de la
prueba, en sentido estricto, acontecerá en la etapa de juicio, una vez que se ha produ-
cido la actividad probatoria en presencia del tribunal de enjuiciamiento.
Así, tenemos entonces que el ejercicio de ponderación y valoración de las pruebas
en el sistema penal acusatorio, en términos generales, será libre y lógico, lo que quiere
decir que inicialmente no requerirá de alguna tasación o regla estricta, sino que ésta
se razonará en una libre apreciación; empero, esa facultad no es absoluta, ya que, a
pesar de ser libre, se basa en directrices basadas en un sistema de sana crítica, donde
ingresan a ese terreno de valoración la lógica dialéctica, las máximas de la experiencia
y los conocimientos científicamente afianzados, retomados de la Ley de Enjuicia-
miento Civil española del siglo XIX. De esa manera, al ser libre la valoración, pero
además lógica, se limita el paso de un sistema de íntima convicción, para dar cabida
a la motivación y fundamentación de lo resuelto y así dar certeza al gobernado de las
determinaciones judiciales.
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Con relación a estos mecanismos alternos de solución, es viable mencionar que en-
cuentran sustento en el ámbito constitucional, ya que el artículo el artículo 17, párrafo
tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que
las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de controversias. Asimismo,
establece que en la materia penal regularán su aplicación, asegurarán la reparación
del daño y establecerán en los casos en los que se requerirá supervisión judicial. Por
su parte, el artículo 18, párrafo sexto, constitucional, hace mención de que las formas
alternativas de justicia deberán observarse en la aplicación de este sistema, siempre
que resulte procedente.
Como puede advertirse, existen dos figuras jurídicas que cobran vigencia en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que son, por un lado, las
soluciones alternas y, por otro, los mecanismos alternativos de solución de contro-
versias. Será en sede del ámbito legislativo que se establecerá de manera clara su
diferenciación.
En efecto, en primer término, el Código Nacional de Procedimientos Penales,
bajo un enfoque de índole taxonómico, establece que las soluciones alternas —que
constituyen formas de solución alternativas del procedimiento— son los acuerdos
reparatorios y la suspensión condicional del proceso. Asimismo, la Ley Nacional de
Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias en Materia Penal contempla
a los mecanismos alternativos de solución de controversias y establece que éstos con-
sisten en la mediación, la conciliación y la junta restaurativa; figuras jurídicas que no
son en sentido estricto soluciones alternas, sino que constituyen el camino para llegar
a ellas. Dicho en otras palabras, la mediación, la conciliación y la junta restaurativa
tendrán como finalidad conducir a las partes procesales a obtener acuerdos reparato-
rios y la suspensión condicional del proceso, por lo que las primeras son el medio para
conseguir los segundos.
En ese orden, las soluciones alternas serán materia de análisis de este primer
tema, dado que los mecanismos alternativos de solución de controversias son sólo
instrumentos de obtención de aquellas salidas, pero serán estas últimas las que tendrán
repercusión jurídica frente al proceso y, desde luego, frente al juicio de amparo insta-
do contra el auto de vinculación a proceso.
Así, el numeral 186 del Código Nacional de Procedimientos Penales se encarga
de definir en qué consisten los acuerdos reparatorios, al establecer que son aquéllos
celebrados entre la víctima u ofendido y el imputado que, una vez aprobados por el
Ministerio Público o el juez de control y cumplidos en sus términos, tienen como
efecto la extinción de la acción penal.
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Por su parte, por suspensión condicional del proceso, de acuerdo con lo previsto
en el artículo 191 del Código Nacional, deberá entenderse el planteamiento formulado
por el Ministerio Público o por el imputado, el cual contendrá un plan detallado sobre
el pago de la reparación del daño y el sometimiento del imputado a una o varias de
las condiciones, que garanticen una efectiva tutela de los derechos de la víctima u
ofendido y que en caso de cumplirse pueda dar lugar a la extinción de la acción penal.
Como puede advertirse, ambas figuras, en caso de cumplirse en sus términos,
darán lugar a la extinción de la acción penal y al sobreseimiento en el proceso, que
tendría efectos de sentencia absolutoria. En palabras de Chiara Díaz y Julio C. Báez:
con el sobreseimiento se decide la finalización de un proceso, respecto a uno o varios
imputados determinados, previamente al dictado de una sentencia definitiva, que le
otorgue el carácter de cosa juzgada, y ello en virtud de la existencia de una causa
expresamente fijada en la normatividad regulatoria de la materia, impidiéndose de
esta manera, la prosecución del trámite contra el o los sujetos activos (Chiara, Báez y
Esquivel, 2013).
Es importante mencionar que la oportunidad para promover aquellas soluciones
alternas en el procedimiento penal es, en cuanto a los acuerdos reparatorios, desde
que exista denuncia o querella; mientras que la suspensión condicional del proceso se
podrá solicitar a partir de que se dicte auto de vinculación a proceso. El límite procesal
para la promoción de ambas figuras ocurre hasta que se emita el auto de apertura a
juicio oral, con lo que finalizaría la etapa intermedia en sus dos fases.
Ahora bien, centrémonos en la interrogante inicialmente planteada y, para efecto
de ser más ilustrativos, expongamos un ejemplo al respecto.
En un proceso penal se dicta auto de vinculación a proceso contra el imputado por
determinado delito y, en consecuencia, aquél promueve juicio de amparo contra esa
determinación y también solicita la suspensión del acto reclamado. El juez de amparo
admite la demanda y, previo los trámites de ley, concede la suspensión definitiva al
quejoso, para el efecto de que, entre otras cosas, el justiciable quede a disposición del
juez de amparo, sólo en lo que se refiere a su libertad, pero a disposición del juez de
control, para la continuación del proceso.
Es importante mencionar, que en virtud de que el acto reclamado es un auto de
vinculación a proceso, la alegación de violaciones se relaciona estrechamente con los
derechos fundamentales establecidos en el artículo 19 constitucional; de ahí que de
conformidad con lo previsto en el artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo, de la
Ley de Amparo, no es viable emitir determinación alguna en el proceso que haga que
se consideren irreparablemente consumadas las violaciones alegadas, pues conduci-
rían a un cambio de situación jurídica que podría actualizar una causal de improceden-
cia, que a su vez originaría un sobreseimiento en el juicio constitucional.
Lo anterior pone de relieve que la intención del legislador al crear la porción
normativa contenida en el artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo, de la Ley
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de Amparo, fue la de mantener la materia del juicio constitucional ante una reper-
cusión jurídica que se pudiera originar en el proceso, que incluso tiene la fuerza de
suspenderlo una vez concluida la etapa intermedia; ello, desde luego, para no abrir la
siguiente etapa en la que se podría dictar sentencia que dejaría sin materia al juicio
constitucional.
De este último tópico deriva la interrogante planteada: si lo que el legislador de
amparo busca es que se preserve la materia del juicio y que con motivo de ello no se
llegue a la etapa de juicio en tanto se resuelva la litis constitucional, entonces, ¿las so-
luciones alternas que de facto conllevan una modificación de la sustancia del amparo
son procedentes en el proceso? Ello, porque eventualmente, al darles cabida procesal
y tener el alcance de extinguir la acción penal, una vez que fueran perfeccionadas, ya
no habría proceso en el cual se pudiera dar cumplimiento a la ejecutoria protectora
de derechos fundamentales (ante la extinción de la acción penal) y, en consecuencia,
inminentemente la materia de amparo se vería modificada.
Como ya lo anticipé, considero que sí es procedente darle cabida a las soluciones
alternas, al margen de que se hubiera promovido juicio de amparo contra el auto de
vinculación a proceso, lo que conllevará a que su perfeccionamiento en el proceso,
al dar lugar a la extinción de la acción penal, tendrá la fuerza procesal de originar el
sobreseimiento en el juicio de amparo. Lo que considero en razón de lo siguiente.
El legislador, al establecer el imperativo legal de proteger la materia del juicio de
amparo, preceptuó la inviabilidad de que se pudiera emitir una sentencia definitiva
contra el justiciable, atendiendo a la objetiva incertidumbre de que esta resolución
pudiera ser en sentido de condenar o absolver, pero en ambos supuestos, el goberna-
do estaría a expensas de la determinación judicial del juez de origen y, ante ello, el
legislador consideró que debe prevalecer el interés de analizar en el juicio de amparo
posibles violaciones a los derechos fundamentales en el auto de vinculación a proceso
y además que el dictado posterior de una sentencia no hiciera nugatorio este análisis
constitucional.
Ahora bien, en las soluciones alternas no existe esa incertidumbre; esto es, no se
coloca al gobernado en un estado de inseguridad jurídica en el cual pudiera dictarse
una sentencia condenatoria en su contra, lo que es más, las soluciones alternas ni
siquiera son determinaciones que agraven la situación jurídica en que se encuentra el
imputado en el proceso, porque de conformidad con lo previsto en el tercer párrafo
del artículo 189 y el diverso 198 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
en caso de que se revoquen los acuerdos probatorios o la suspensión condicional,
el proceso seguirá su marcha como si no se hubieran celebrado aquellas figuras y,
adicionalmente, de acuerdo con lo establecido en el párrafo cuarto del numeral 189
y el último párrafo del artículo 196 de la codificación mencionada, toda información
que se genere con motivo de un acuerdo reparatorio o la suspensión condicional del
proceso no podrá ser utilizada en perjuicio del imputado en el proceso penal.
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El procedimiento abreviado
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Por su parte, el numeral 201 del Código Nacional en comento establece los requi-
sitos de procedencia y la verificación que realizará el juez ante una solicitud de esa
terminación anticipada, los cuales, grosso modo, se hacen consistir en que debe existir
una petición ministerial, la cual deberá contener la enunciación de los hechos que se
atribuyen al acusado, su clasificación jurídica y grado de intervención, así como las
penas y el monto de reparación del daño; asimismo, establece que además debe existir
reconocimiento (y no confesión)2 del acusado, con respecto a los eventos materia de
la acusación (con el conocimiento de su derecho de acudir a la etapa de juicio, a la
cual renunciaría y además deberá aceptar ser juzgado con los medios de convicción
existentes); finalmente, no debe existir oposición fundada de la víctima u ofendido al
respecto.
Pues bien, como puede advertirse, el procedimiento abreviado, si bien de acuerdo
con el artículo 201, fracción I, del Código Nacional de Procedimientos Penales se
insta a petición del Ministerio Público, para que resulte procedente su admisión es
necesaria la aceptación plena e informada del imputado, ya que no solamente va a
reconocer los hechos materia de la acusación, sino que además, de manera expresa,
deberá renunciar al derecho de la etapa de juicio, consentir la aplicación del procedi-
miento abreviado y aceptar ser sentenciado con los medios de convicción que expon-
ga el Ministerio Público en su acusación. En palabras de Avella Franco, la terminación
2
La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver el amparo directo en revisión
1619/2015, cuyo ponente fue el señor Ministro José Ramón Cossío Díaz, estableció que: “La aceptación
de la responsabilidad en los ilícitos atribuidos no constituye una prueba, que como tal solo puede serlo la
confesión formal de los hechos por parte del indiciado y que en su caso deberá rendirse en juicio oral, no
en el procedimiento abreviado. Así, cuando el inculpado admite, ante autoridad judicial, su responsabilidad
en la comisión del delito atribuido, en las modalidades y circunstancias expuestas por el Ministerio Público
en el escrito de acusación, no está emitiendo una declaración libre y espontánea de lo que considera su
participación en la comisión de los hechos ilícitos como sucede en el caso de la confesión”.
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anticipada del proceso “se ubica en las posibilidades de justicia premial, en la medida
de que el imputado puede aceptar los hechos, persuadido de los beneficios punitivos
que el acto comporta” (Avella, 2007).
Es aquí, en esta aceptación plena e informada del acusado, que se centra el quid
del tema que se analiza en este apartado, es decir, ¿ante la promoción del juicio de
amparo y la concesión de la respectiva suspensión definitiva, es posible la proce-
dencia de un procedimiento abreviado?; en el entendido de que al dar cabida a su
prosecución existe la alta e inminente posibilidad de que esa terminación anticipada
se perfeccione en sus términos y, en consecuencia, se dicte sentencia condenatoria
contra el justiciable.
La postura que erijo en torno al tema es que sí es procedente dar lugar a la proce-
dencia de ese procedimiento, así como a su perfeccionamiento y efectos correspon-
dientes, con independencia de la promoción del juicio de amparo contra el auto de
vinculación a proceso y la concesión de la suspensión definitiva. Lo que así considero
de conformidad con lo siguiente.
En primer término, es evidente que la promoción del juicio de amparo contra el
auto de vinculación a proceso conlleva necesariamente la voluntad del quejoso, a fin
de que sean analizadas las posibles violaciones a sus derechos fundamentales y de
manera destacada los establecidos en el artículo 19 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, con lo que buscará que eventualmente le sea concedida la
protección constitucional. De esa manera, como se puntualizó en párrafos preceden-
tes, de conformidad con lo previsto en el artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo,
de la Ley de Amparo, no es viable emitir determinación alguna en el proceso que
haga que se consideren irreparablemente consumadas las violaciones alegadas, pues
conducirían a un cambio de situación jurídica que podría actualizar una causal de im-
procedencia que, a su vez, originaría un sobreseimiento en el juicio.
De ello se advierte, como ha quedado puntualizado, que la finalidad del legislador
de amparo fue establecer mecanismos jurídicos, a fin de mantener la materia del juicio
constitucional, frente a lo que pudiera representar una repercusión jurídica que se ori-
gine en el proceso, que es el dictado de una sentencia de juicio; por ello, la promoción
de la instancia de amparo contra el auto de vinculación a proceso tiene la fuerza de
suspender el proceso una vez concluida la etapa intermedia.
De lo anterior es evidente que se tiende a proteger la inviabilidad de que se pu-
diera emitir una sentencia definitiva contra el justiciable, quien al no optar por salidas
alternas o terminación anticipada durante el desarrollo del proceso, es evidente que
luchó porque no fuera demostrada su culpabilidad y no le importa llegar a juicio para
conseguirlo.
Ahora bien, centrémonos en una institución que aunque parezca similar, es dia-
metralmente diversa a la sentencia definitiva que se dicta en la etapa de juicio: esta
institución es el procedimiento abreviado.
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mismo, ¿es jurídicamente más importante el análisis del juicio de amparo contra el
auto de vinculación a proceso, que la obtención inmediata de libertad de la persona?
Si tuviéramos la oportunidad de preguntar estos cuestionamiento al justiciable, segu-
ramente se inclinaría en que sus necesidades e interés inmediato es salir de prisión,
sin esperar que un órgano de control constitucional analizara si el auto de vincula-
ción a proceso fue o no dictado con apego a la constitución o a las leyes secundarias
y, destacadamente, porque el análisis del juicio de amparo no es garantía de que se
concederá la protección constitucional y que en consecuencia el quejoso obtenga su
libertad; de ahí que la única posibilidad que tiene al alcance para recuperar su libertad
es el procedimiento abreviado.
En mérito de ello, estimo que los jueces debemos atender a los intereses del jus-
ticiable y ponderar mayormente la procedencia del procedimiento abreviado, sin con-
cluir indiscriminadamente que la sentencia de procedimiento abreviado es igual a la
sentencia de juicio (que en términos de la Ley de Amparo esta última es la sentencia
de primera instancia), porque —como se ha puntualizado— ambas tienen una na-
turaleza diversa, lo que incluso se hace más ostensible, si la lectura del artículo 61,
fracción XVII, párrafo segundo, de la Ley de Amparo, advertimos que el camino que
traza ese numeral, consiste en suspender el proceso finalizando la etapa intermedia;
esto es, se trata de una institución jurídica disímil y que no puede equipararse al proce-
dimiento abreviado, en tanto éste procede antes de finalizar la etapa intermedia, lo que
pone de manifiesto que la institución jurídica a la que se refiere el invocado numeral
61, fracción XVII, párrafo segundo, es la sentencia que se emite concluida la etapa
intermedia, que evidentemente sólo es la de juicio y no otra más.
Así, resumiendo lo anterior, podríamos concluir que existe una serie de notorias
diferencias entre las sentencias de procedimiento abreviado y la de juicio, las cuales
permiten concluir que no pueden ser equiparables para determinar la improcedencia
de esa vía anticipada ante la promoción del juicio de amparo; dichas disimilitudes
esencialmente serían las siguientes:
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De esa manera, puedo concluir que, ante la petición del justiciable de acceder a
la vía anticipada de terminación del proceso, se debe privilegiar su voluntad, al mar-
gen de la existencia de un juicio de amparo contra el auto de vinculación a proceso
pendiente de resolver; lo que conllevaría al sobreseimiento en el juicio constitucional,
en términos del artículo 63, fracción V, de la Ley de Amparo, por existir un cambio
de situación jurídica, en términos del numeral 61, fracción XVII, de esa misma legis-
lación, pero a virtud de la voluntad expresa, plena, informada y asistida del quejoso.
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