Capítulo Iii Etapa Intermedia Y El Camino Procesal de La Prueba

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CAPÍTULO III
ETAPA INTERMEDIA Y EL CAMINO
PROCESAL DE LA PRUEBA
Iván Aarón Zeferín Hernández

I. Etapa intermedia del procedimiento ordinario, necesidad de efectuar una


interpretación correctiva y funcional sobre los plazos, conceptos y omisiones que
derivan del Código Nacional de Procedimientos Penales

Como es sabido, la etapa intermedia emerge al ámbito procesal una vez que ha cul-
minado la etapa de investigación complementaria y la institución ministerial decide
continuar el proceso al formular la correspondiente acusación escrita; acto mediante
el cual comienza esta fase previa al juicio que tiene sustento en el derecho de con-
tradicción, que no es un contraderecho ni se opone al derecho de acción, sino que lo
complementa y resulta necesaria su consecuencia, puesto que ambos tiene un mismo
objeto y un mismo fin (Devis,1997).
En efecto, esta etapa constituye, en opinión de muchos, el curso procesal donde se
patentiza la cúspide de los principios de igualdad y contradicción, al tener la esencia
y finalidad (dicho en sentido figurativo) de mostrar las armas que se llevarán a juicio,
que en términos jurídicos consiste en evidenciar a la contraparte los medios de prueba
que serán materia de aquel debate, por lo que el juez de control constituye sólo un
instrumento de depuración de pruebas y hechos, ya que ni siquiera él será sede de la
audiencia en comento.
Ahora bien, en el sistema penal acusatorio mexicano, esta etapa intermedia tiene
por objeto sólo el ofrecimiento y admisión de medios de prueba, así como la depura-
ción de los hechos controvertidos que serán materia de juicio oral, sin que con ello se

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entienda que se analizará en aquella fase la suficiencia o razonabilidad probatoria para


ir a juicio, ya que esa cuestión ha sido estudiada previamente por el juez de control.
En efecto, en los sistemas procesales de corte acusatorio, por regla general es ne-
cesario que exista un pronunciamiento judicial previo que se haga cargo de analizar si
los medios de prueba son suficientes y razonables para abrir la etapa de juicio, pues de
lo contrario se debe instar a la fiscalía a que prosiga sus actos de investigación, hasta
reunir ese estándar necesario para proseguir con aquella fase de debate.
Por su parte, México, al contar con un sistema penal de corte acusatorio, no es la
excepción en cuanto a la necesidad procesal de establecer una fase de estudio previo
de suficiencia y razonabilidad probatoria para ir a juicio, sólo que esta actividad la
realiza a través de una institución jurídica única a nivel mundial: el auto de vincula-
ción a proceso. En esa determinación, los jueces mexicanos analizan la suficiencia y
congruencia del material probatorio para ir a juicio, o más específicamente dicho, para
continuar el proceso, ya que el juez ejerce un estudio pormenorizado de los datos de
prueba existentes y se ocupa de determinar su suficiencia y razonabilidad para vincu-
lar a proceso a la persona, a fin de que prosiga la investigación complementaria (prin-
cipal, a cargo del Ministerio Público y paralela, a cargo de la defensa, el imputado,
la víctima u ofendido y su asesor jurídico). Así, una vez que se decrete el cierre de la
fase indagatoria y el órgano público de procuración de justicia presente su acusación
escrita, surgirá en el ámbito procesal la etapa intermedia.
Esta fase no es una cuestión novedosa en el sistema penal acusatorio mexicano,
en virtud de que algunos de los códigos procesales de corte acusatorio de las entidades
federativas ya la contemplan desde antaño. Tal es el caso de, entre otras legislaciones,
el Código de Procedimientos Penales del Estado de Chihuahua y el diverso para el
Estado de Baja California, que preceptuaban en forma idéntica (desde su creación),
dicha etapa intermedia; específicamente en sus respectivos numerales 299. Tales por-
ciones normativas la definían como aquella que “tiene por objeto el ofrecimiento y
admisión de pruebas, así como la depuración de los hechos controvertidos que serán
materia de juicio oral”.
Al hacer una comparación de la etapa intermedia de las legislaciones locales con
aquella que se contempla en el artículo 334 del Código Nacional de Procedimientos
Penales, se concluye que es, en esencia, idéntica a las del ámbito local, en tanto persi-
guen uniformemente el mismo objeto, que es precisamente el ofrecimiento y admisión
de medios de prueba que serán materia del juicio; asimismo, como una segunda fina-
lidad se erige la depuración de los hechos que, bajo un principio de congruencia que
deriva desde la formulación de imputación, se establecerán los que serán materia de la
audiencia de debate. Sin embargo, como se ha hecho hincapié, en la etapa intermedia
ya no se analizará la suficiencia del estándar probatorio ni tampoco su razonabilidad
para abrir la etapa de juicio, ya que sólo se trata de una decisión judicial sobre la

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174 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

apertura del procedimiento principal (Roxin, 2000); por ello, sólo se depurarán he-
chos y pruebas y si la acusación no tiene fuerza probatoria o eficiencia para efectos
de sustentar una sentencia condenatoria de juicio, el juez de control no podrá hacer
manifestación en ese sentido, ya que la consecuencia de ello se evidenciaría con la
absolución del acusado al final de aquella etapa de debate.
No obstante, aunque la esencia misma de la etapa intermedia encuentra identidad
con aquellas que ya se aplicaban antes de la vigencia del Código Nacional de Proce-
dimientos Penales, esta legislación ofrece figuras jurídicas novedosas para el sistema
nacional acusatorio.
En efecto, los aspectos peculiares que subyacen en el Código Nacional son pro-
piamente, caminos procesales de la prueba, que constituyen pasos previos al ofreci-
miento y admisión de los elementos de convicción que usualmente se contemplan en
la teoría general de la prueba. Estas fases previas de la prueba son el anuncio y su
descubrimiento probatorio, los cuales —cabe decir— fueron reproducidos en México
inspirados en el sistema colombiano, que la contempla como descubrimiento de la
prueba, en la llamada audiencia preparatoria, que tiene como finalidad planear, deli-
mitar y determinar la actividad probatoria que se desarrollará en la audiencia de juicio
oral (Avella, 2007).
Ahora bien, dado que el presente capítulo tiene como finalidad establecer una
interpretación correctiva y funcional sobre los plazos, conceptos y omisiones que de-
rivan del Código Nacional de Procedimientos Penales en esta etapa, se analizarán las
fases del camino de la prueba en los siguientes apartados y sólo nos limitaremos a
establecer la armonización de la ley en la fase intermedia escrita.

Necesidad de efectuar una interpretación correctiva y funcional sobre los plazos,


conceptos y omisiones de la etapa intermedia

El camino procesal de la prueba relativa al anuncio y descubrimiento probatorio de


los medios de prueba que serán llevados a juicio está previsto en el Código Nacional
de Procedimientos Penales, específicamente en los numerales 334 al 340, donde se
señalan los plazos y la forma en que esto acontecerá.
Es importante mencionar, que de conformidad con la reforma penal publicada en
el Diario Oficial de la Federación el 17 de junio de 2016, fue modificado el contenido
de los preceptos 336, 337, 338, 340 y 341, entre otros numerales, a través de los cuales
el legislador corrigió algunas inconsistencias que existían en el Código Nacional y
específicamente en la etapa intermedia escrita. Con ello superó algunas imprecisiones
que existían con antelación y, grosso modo, se pueden citar las siguientes:

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• Quedó establecido que en el momento de ser notificadas las partes de la


acusación escrita ministerial se debía entregar una copia de ésta.
• Se definió en qué consiste el descubrimiento probatorio y la forma en que
lo deben llevar a cabo las partes.
• Se concretó el plazo en el que debía llevarse a cabo del descubrimiento pro-
batorio (en cuanto al Ministerio Público de manera continua durante el pro-
ceso y respecto a la víctima y el acusado en los plazos de los numerales 338
y 340 del Código Nacional de Procedimientos Penales, respectivamente).
• Quedó establecido que en caso de que el acusado o su defensa requieran
más tiempo para preparar el descubrimiento probatorio, podrán solicitar un
plazo razonable al juez para hacerlo, lo cual podrá hacerse valer incluso en
la propia audiencia intermedia.
• Se especificó la forma en que la víctima u ofendido deberán aportar medios
de prueba que llevarán a juicio.
• Se determinó que en el plazo de 10 días el acusado o su defensa ejercerán
los derechos establecidos en el artículo 340 del Código Nacional de Proce-
dimientos Penales y se incorporó la prerrogativa de ofrecer los medios de
prueba que llevará a juicio (anteriormente no se contemplaba expresamente
ese derecho, sino que debía incorporarse por armonía operativa).
• Quedó establecido que el juez de control, en el mismo proveído en el cual
tuviera por recibida la acusación ministerial, señalará hora y fecha para que
tenga verificativo la audiencia intermedia.

Pues bien, no obstante que algunas de las inconsistencias que la ley presentaba
fueron atendidas con la reforma penal, existen algunas cuestiones que, ante ello, no se
vieron del todo resueltas o al menos no con los alcances pretendidos, como se anali-
zará a continuación.
Para referencia inmediata, considero necesario transcribir los numerales condu-
centes.

Artículo 336. Notificación de la acusación


Una vez presentada la acusación, el juez de control ordenará su notifica-
ción a las partes al día siguiente. Con dicha notificación se les entregará
copia de la acusación.

Artículo 337. Descubrimiento probatorio


El descubrimiento probatorio consiste en la obligación de las partes de
darse a conocer entre ellas en el proceso, los medios de prueba que pre-
tendan ofrecer en la audiencia de juicio. En el caso del Ministerio Pú-

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176 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

blico, el descubrimiento comprende el acceso y copia a todos los regis-


tros de la investigación, así como a los lugares y objetos relacionados
con ella, incluso de aquellos elementos que no pretenda ofrecer como
medio de prueba en el juicio. En el caso del imputado o su defensor,
consiste en entregar materialmente copia de los registros al Ministerio
Público a su costa, y acceso a las evidencias materiales que ofrecerá
en la audiencia intermedia, lo cual deberá realizarse en los términos de
este Código.
El Ministerio Público deberá cumplir con esta obligación de manera
continua a partir de los momentos establecidos en el párrafo tercero del
artículo 218 de este Código, así como permitir el acceso del imputado o
su defensor a los nuevos elementos que surjan en el curso de la investi-
gación, salvo las excepciones previstas en este Código.
La víctima u ofendido, el asesor jurídico y el acusado o su defensor,
deberán descubrir los medios de prueba que pretendan ofrecer en la au-
diencia del juicio, en los plazos establecidos en los artículos 338 y 340,
respectivamente, para lo cual, deberán entregar materialmente copia de
los registros y acceso a los medios de prueba, con costo a cargo del
Ministerio Público. Tratándose de la prueba pericial, se deberá entregar
el informe respectivo en el momento de descubrir los medios de prueba
a cargo de cada una de las partes, salvo que se justifique que aún no
cuenta con ellos, caso en el cual, deberá descubrirlos a más tardar tres
días antes del inicio de la audiencia intermedia.
En caso de que el acusado o su defensor requiera más tiempo para pre-
parar el descubrimiento o su caso, podrá solicitar al juez de control,
antes de celebrarse la audiencia intermedia o en la misma audiencia, le
conceda un plazo razonable y justificado para tales efectos.

Artículo 338. Coadyuvancia en la acusación


Dentro de los tres días siguientes de la notificación de la acusación for-
mulada por el Ministerio Público, la víctima u ofendido podrán median-
te escrito:
I. Constituirse como coadyuvantes en el proceso;
II. Señalar los vicios formales de la acusación y requerir su corrección;
III. Ofrecer los medios de prueba que estime necesarios para comple-
mentar la acusación del Ministerio Público, de lo cual se deberá notifi-
car al acusado y,
IV. Solicitar el pago de la reparación del daño y cuantificar su monto.
Artículo 339. Reglas generales de la coadyuvancia

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Si la víctima u ofendido se constituyera en coadyuvante del Ministerio


Público, le serán aplicables en lo conducente las formalidades previstas
para la acusación de aquél. El juez de control deberá correr traslado de
dicha solicitud a las partes.
La coadyuvancia en la acusación por parte de la víctima u ofendido no
alterará las facultades concedidas por este Código y demás legislación
aplicable al Ministerio Público, ni lo eximirá de sus responsabilidades.
Si se trata de varias víctimas u ofendidos podrán nombrar un represen-
tante común, siempre que no exista conflicto de intereses.

Artículo 340. Actuación del imputado en la fase escrita de la etapa in-


termedia
Dentro de los 10 días siguientes a que fenezca el plazo para la solicitud
de coadyuvancia de la víctima u ofendido, el acusado o su defensor,
mediante escrito dirigido al juez de control, podrán:
I. Señalar vicios formales del escrito de acusación y pronunciarse so-
bre las observaciones del coadyuvante y si lo consideran pertinente,
requerir su corrección. No obstante, el acusado o su defensor podrán
señalarlo en la audiencia intermedia;
II. Ofrecer los medios de prueba que pretenda se desahoguen en el jui-
cio;
III. Solicitar la acumulación o separación de acusaciones, y
IV. Manifestarse sobre los acuerdos probatorios.
El escrito del acusado o su defensor se notificará al Ministerio Público
y al coadyuvante dentro de las veinticuatro horas siguientes a su pre-
sentación.

Artículo 341. Citación a la audiencia


El juez de control, en el mismo auto en que tenga por presentada la acu-
sación del Ministerio Público, señalará fecha para que se lleve a cabo
la audiencia intermedia, la cual deberá tener lugar en un plazo que no
podrá ser menor a treinta ni exceder de cuarenta días naturales a partir
de presentada la acusación.

De los numerales transcritos, que considero son los esencialmente conducentes


para dar sustento a esta interpretación armónica-operativa, se advierten las siguientes
cuestiones.
En primer lugar, con relación a lo establecido en el precepto 336, no se advierte
un cambio significativo con la reforma citada, habida cuenta de que esencialmente
presenta la misma correspondencia que el numeral reformado: notificar a las partes

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178 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

con una copia de la acusación ministerial, para estar en aptitud de ejercer sus derechos
procesales.
Con relación a lo previsto en el artículo 337 citado, el legislador sí previó diversas
modificaciones sustanciales. En primer término, definió las reglas que las partes y,
destacadamente el Ministerio Público, deberán seguir en el ámbito del descubrimiento
probatorio. Circunstancia que se analizará de manera más detallada en un capítulo
subsiguiente, por lo que en este apartado sólo se abordará lo relativo a los plazos en
que esto acontecerá.
Como es sabido, antes de la multicitada reforma, el Ministerio Público debía rea-
lizar su descubrimiento probatorio dentro del término de cinco días, contados a partir
de la presentación de su acusación escrita. Sin embargo, a partir de la miscelánea
penal la institución ministerial ahora debe realizar su descubrimiento probatorio en
forma continua, a partir de los momentos establecidos en el párrafo tercero del artí-
culo 218 del Código Nacional de Procedimientos Penales; esto es, a partir de que el
justiciable se encuentre detenido, sea citado para comparecer como imputado o bien
sea sujeto de un acto de molestia y se pretenda recibir su entrevista.
Lo anterior pone de manifiesto una cuestión: el descubrimiento probatorio a cargo
de la fiscalía ya no será llevado a cabo únicamente en la etapa intermedia, como suce-
día con antelación, sino que esta obligación que se traduce en un derecho del justicia-
ble y su defensa se hace extensivo desde el momento mismo en que aquél es detenido
o se pretende obtener su entrevista; dicho de otra manera, el fiscal deberá descubrir
sus datos de prueba desde la etapa de investigación inicial llevada, desde luego, ante
el Ministerio Público; es decir, desde antes de que la carpeta sea judicializada, hasta la
propia etapa intermedia; esto evidencia una cuestión: se trata, en este aspecto, de una
reforma en favor del justiciable, al no delimitar el acceso a las evidencias materiales al
plazo perentorio de cinco días, sino que la obligación ahora será continua; de ahí que
no resulta necesario fijar un plazo específico, al existir uno de tracto sucesivo durante
prácticamente todas las etapas tempranas del proceso.
Lo anterior guarda armonía con lo previsto en ese propio numeral 218, párrafo
segundo (reformado), que establece que “la víctima u ofendido y su asesor jurídico
podrán tener acceso a los registros de la investigación en cualquier momento”. Lo que
evidencia que también el sujeto pasivo podrá gozar de ese derecho. De esa manera,
la fiscalía tendrá que dar acceso prácticamente a todas las evidencias materiales a las
demás partes, desde el momento mismo en que las está recabando y referenciando en
la carpeta de investigación.
De aquí surge una interrogante: si se supone que el descubrimiento probatorio,
de acuerdo con lo previsto en el artículo 337 del Código Nacional citado, “consiste
en la obligación de las partes de darse a conocer entre ellas en el proceso, los medios
de prueba que pretendan ofrecer en la audiencia de juicio”; ¿cómo es posible que la

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Iván Aarón Zeferín Hernández 179

institución ministerial sepa desde esas etapas prematuras lo que llevará a juicio y lo
descubra en consecuencia? La respuesta la encontramos en la propia naturaleza de
la acusación ante la figura del descubrimiento probatorio. Es decir, ya que el invoca-
do numeral 337 establece que el órgano de procuración de justicia deberá descubrir
“incluso de aquellos elementos que no pretenda ofrecer como medio de prueba en el
juicio”, se evidencia que en suma todos los elementos que recabe deberán ser descu-
biertos y por ello no es importante saber qué es lo que llevará a juicio, al menos no
para efectos de perfeccionar tal descubrimiento probatorio.
Bien, ahora centrémonos en el descubrimiento probatorio que debe realizar el
acusado y su defensa, así como la víctima u ofendido y su asesor jurídico. El mismo
artículo 337, en su párrafo tercero, establece que los citados sujetos procesales “debe-
rán descubrir los medios de prueba que pretendan ofrecer en la audiencia del juicio,
en los plazos establecidos en los artículos 338 y 340, respectivamente” y si atendemos
a lo que establecen esos preceptos, tenemos dos plazos: en cuanto a la víctima, tres
días contados a partir de la notificación de la acusación formulada por el Ministerio
Público y en cuanto al acusado, dentro de los 10 días siguientes a que fenezca el plazo
para la solicitud de coadyuvancia de la víctima u ofendido, sin que se advierta algún
otro término diverso a éstos.
De lo anterior se denota una inconsistencia: no puede acontecer un término de
anuncio de pruebas al mismo tiempo que transcurre el tiempo de descubrirlos, porque
evidentemente serían simultáneos y esto conllevaría a la imposibilidad de su coexis-
tencia.
Dicho de otra manera, si por ejemplo, un acusado ejerce el derecho previsto en el
artículo 340 y, entre otros aspectos, anuncia en ese mismo escrito los medios de prueba
que llevará a juicio, en el día nueve de los 10 que tiene para ello, o más drásticamen-
te, faltando una hora para que venzan esos 10 días, la institución ministerial tendría
sólo esa hora para poder acceder a esos medios de prueba, lo que evidentemente sería
desproporcional y violaría derechos de igualdad de las partes, ya que el Ministerio
Público habría estado descubriendo todos los medios de prueba desde que el acusado
fue llamado a entrevista en la etapa de investigación inicial y, en contrapartida, el fis-
cal sólo tendría un término absurdo que redundaría en una imposibilidad material para
ejercer sus pretensiones procesales. Lo mismo acontecería con la víctima u ofendido,
esto es, en el caso de que anunciara esos medios de prueba a la defensa en el último día
que tuviera para ello o en el momento mismo en que está por culminar, se traduciría
en imposibilidad de la defensa para acceder a ellos.
De esa manera, se tiene que realizar una interpretación correctiva al respecto; lo
anterior, para el efecto de que la operatividad del sistema penal acusatorio no se haga
nugatoria ante espacios temporales que resultaran ilusorios. Por esa razón, es que los
plazos establecidos en los artículos 338 y 340 no deben ser interpretados como uno

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180 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

solo que conlleve dos efectos (anuncio y descubrimiento simultáneos), sino más bien
como un término genérico a seguir. Dicho en otras palabras: los tres y 10 días se ten-
drán que respetar en su integridad por el juez de control, a fin de que tanto la víctima
como el acusado hagan valer por escrito los derechos plasmados en tales preceptos.
Luego, ya una vez que aquellos sujetos procesales hicieron valer esas prerrogativas,
entonces se deberán computar nuevamente esos plazos, esto es, tres y diez 10, para el
efecto de que lleven a cabo su descubrimiento probatorio a las demás partes. Con ello
además se tutelaría el equilibrio procesal, ya que la institución ministerial tendría un
espacio temporal razonable para acceder a los medios de prueba de la defensa y ésta,
a su vez, tendría la misma prerrogativa con relación a los aportados por la víctima u
ofendido.
Ahora bien, tratándose de la prueba pericial, tanto el sujeto pasivo ofendido como
el acusado podrán entregar a su contraparte el respectivo informe en el plazo corres-
pondiente al descubrimiento probatorio (esto es, los tres y 10 días siguientes después
de anunciar los medios de prueba que llevarán a juicio); empero, en el caso de justifi-
car que no se cuenta con tal informe, el descubrimiento del informe pericial acontece-
rá hasta tres días antes de celebrar la audiencia intermedia.
De igual modo, el último párrafo del artículo 337 establece que si el acusado o su
defensa requieren mayor tiempo (que diez días) para descubrir sus medios de prueba
podrán solicitar al juez de control un plazo razonable para ello.
Pues bien, la totalidad de estos términos encuentran armonía con el previsto en
el artículo 341 del Código Nacional de Procedimientos Penales, habida cuenta de
que dicho numeral establece que una vez recibida la acusación ministerial el juez de
control señalará fecha para que se lleve a cabo la audiencia intermedia, la cual deberá
tener lugar en un plazo que no podrá ser menor de 30 ni exceder de 40 días naturales
a partir de presentada la acusación.
En efecto, como puede advertirse, si presentada la acusación, la víctima u ofendi-
do tienen tres días para hacer valer los derechos establecidos en el artículo 338, entre
ellos anunciar los medios de prueba que llevarán a juicio y además cuentan con tres
días más para descubrirlos, se tienen seis días en total con respecto a esos sujetos pro-
cesales. Luego, si la defensa tiene 10 días para hacer valer la prerrogativas del nume-
ral 340, entre ellos, anunciar sus medios de prueba y también cuenta con 10 días más
para descubrirlos, tenemos 20 días en total con respecto al defensor y al acusado. Así,
en total son 26 días por ambos sujetos procesales. A estos 26 días se le sumaría uno
más, para encuadrar el espacio temporal de tres días antes de la audiencia intermedia
en que deberá rendirse el informe pericial. El resultado: al día 29 ya se estaría en ap-
titud de celebrar la audiencia intermedia. Por ello, si ésta se debe celebrar después de
30 días y antes de 40 días después de presentada la acusación, los espacios temporales
encuadran a la perfección.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 181

Lo anterior, sin desatender que el plazo prudente para postergación del plazo de
10 días de la defensa para preparar su descubrimiento probatorio, entraría antes de los
40 días citados.
Ahora bien, ya que se ha establecido la congruencia de los plazos procesales de la
etapa intermedia escrita, vamos a atender diversos aspectos accesorios que la reforma
penal no atendió a cabalidad con relación a esta propia fase intermedia.
En efecto, la parte inicial del artículo 338 del Código Nacional de Procedimientos
Penales hace especial referencia al escrito que eventualmente suscribirán la víctima u
ofendido o su asesor jurídico. A través de él podrán solicitar el acceso al proceso como
coadyuvante, aclarar la acusación, complementarla con medios de prueba, así como
solicitar y cuantificar la reparación del daño. Como se advierte, el precepto establece
de manera clara que esas pretensiones procesales se harán valer mediante escrito, sin
especificar hacia quién va dirigido éste.
Pues bien, antes de la reforma, la fracción III de ese numeral zanjaba esa cuestión,
al preceptuar que esa pretensiones deberán instarlas por conducto del juez; sin em-
bargo, al modificarse ese artículo, el legislador ya no se hizo cargo de a quién estaría
dirigido ese escrito; sin embargo, se antoja especialmente complicado, desde el punto
material y jurídico, que se dirija al Ministerio Público, ya que el juez de control es el
rector de los cómputos procesales.
De esa manera, las pretensiones contenidas en el artículo 338 deben dirigirse por
escrito al órgano jurisdiccional, tal cual sucede con la acusación ministerial; ya que
será el juez, como rector del proceso y de sus términos procesales, el que controle y
delimite la función de cada una de las partes, al ser un árbitro pasivo en la contien-
da, pero encargado de que se respeten las reglas del juego. En palabras de Michele
Taruffo, “el juez es el sujeto al que le compete la función epistémica fundamental.
Esta función requiere que dirija sus actuaciones, en el curso del proceso, hacia esa
finalidad” (Taruffo, 2012).
Por otro lado, como se ha indicado con antelación a la multicitada reforma pe-
nal, en el diverso numeral 340 del Código Nacional de Procedimientos Penales, que
regulaba la actividad del acusado en la etapa intermedia escrita, se advertían inconsis-
tencias relativas a que el escrito de la defensa debía ser dirigido al Ministerio Público
y no al juez de control y que debía descubrir los medios de prueba que llevaría a
juicio, cuando el propio precepto no establecía la facultad de anunciarlos previamen-
te. Sin embargo, con la reforma penal esas incongruencias quedaron atendidas, al
preceptuarse actualmente en dicho numeral que tal escrito debe ser dirigido al juez
de control y además incorporar como una hipótesis más, el que la defensa deberá, en
ese escrito, anunciar los medios de prueba que llevará a juicio, los cuales deberán ser
posteriormente descubiertos a su contraparte, lo que encuentra armonía con una de
las funciones más importantes del órgano jurisdiccional, que es velar por la igualdad
de las partes y vigilar que se desarrolle en forma correcta el proceso. En palabras de

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182 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Chaia, “el juez debe centrarse en la salvaguarda de las partes, en el conocimiento di-
recto de ellas y en una constante vigilancia de cómo se van incorporando las pruebas
al proceso por las partes” (Chaia, 2013).
Derivado de ello, no podría haber un garante judicial de derechos fundamentales
y de los términos procesales si se constriñera el derecho de anuncio de prueba de la
defensa a dirigirla directamente a su contraparte, pues evidentemente daría lugar a una
ostensible incertidumbre jurídica y pérdida del control procesal; primero, al dejar la
interpretación de los espacios temporales a una parte con —generalmente— intereses
antagónicos a los de la defensa y del acusado y, segundo, al hacer una excepción en el
ejercicio del derecho de defensa con respecto a su destinatario, en tanto sería el único
sujeto procesal que tendría que dirigir esa pretensión a su contraparte, lo cual no sería
jurídicamente admisible, habida cuenta de que tanto la institución ministerial como la
víctima u ofendido exhiben la acusación y complementación a ésta, respectivamente,
ante el órgano jurisdiccional.
Por ello, no existiría razón aparente del porqué el fiscal y la víctima allegaran al
proceso sus escritos a través del juez y, por otro lado, la defensa hiciera lo propio a
partir de su contraparte; en cambio, con ello se vería amenazado el equilibrio procesal
y la rectoría de los plazos procesales, lo que redundaría en una inconsistencia en el
camino de la prueba, cuando ésta debe ingresar de manera válida al proceso y se debe
cumplir con un conjunto de condiciones mínimas del debido proceso (Castillo, 2013).
Así, resumiendo lo anterior, se puede concluir lo siguiente:

• El Ministerio Público deberá descubrir sus datos de prueba desde la etapa


de investigación inicial llevada, desde luego, ante el Ministerio Público,
desde el momento mismo en que el imputado es detenido, se le cite como
imputado o es sujeto de un acto de molestia y se pretende obtener su en-
trevista; es decir, desde antes de que la carpeta sea judicializada, hasta la
propia etapa intermedia.
• Los plazos de tres y 10 días destinados, respectivamente, para que la vícti-
ma u ofendido y el acusado anuncien los medios de prueba que llevarán a
juicio, son independientes de los siguientes tres y 10 días que tienen ambos
sujetos procesales para descubrirlos a su contraparte.
• Sin embargo, en el caso de la prueba pericial, tanto la víctima u ofendido
como el acusado podrán entregar a la contraria el respectivo informe en el
plazo correspondiente al descubrimiento probatorio o, ante la correspon-
diente justificación de no contar con él, podrá hacerse hasta tres días antes
de celebrar la audiencia intermedia.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 183

• Todos los escritos de los sujetos procesales, en los que hacen valer sus
derechos de anunciar medios de prueba que llevarán a juicio deberán ser
dirigidos al órgano jurisdiccional.
• Lo anterior, porque éste, al ser rector del proceso, debe vigilar todos los
plazos del proceso y realizar los cómputos correspondientes, sin que se
delegue este aspecto al criterio de las partes, ante los intereses antagónicos
que cada uno de ellos representan.
• En ese orden, de manera gráfica, la etapa intermedia en su fase escrita, an-
tes y después de la reforma penal, en delitos con y sin víctima, se ilustraría
en los siguientes términos:

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184 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

ETAPA INTERMEDIA ESCRITA CON VÍCTIMA


ANTES DE LA REFORMA PENAL

ETAPA INTERMEDIA
(FASE ESCRITA)
DELITO CON VÍCTIMA U
OFENDIDO

TÉRMINOS SIMULTÁNEOS

AL DÍA
ESCRITO DE TRES DÍAS CINCO DÍAS PARA
SIGUIENTE
ACUSACIÓN se concede a la DESCUBRIMIENTO
se notifica a
(dirigido al órgano víctima u ofendido PROBATORIO MINISTERIAL.
las partes con
jurisdiccional) y asesor jurídico En favor del imputado
copia de la
acusación y su defensa

SI LA VÍCTIMA
OFRECE PRUEBAS: LA VÍCTIMA SE
El Ministerio Público Con la finalidad de que, CONSTITUYE
SI LA DEFENSA indicará al acusado o mediante escrito COMO
NO SOLICITA su defensa (en un DIRIGIDO AL COADYUVANTE O
ACCESO A LOS plazo que no exceda ÓRGANO TRANSCURRE
. SU
MEDIOS DE de 24 horas) que en JURISDICCIONAL: TÉRMINO DE
PRUEBA: máximo cuarenta y • Se constituya como TRES DÍAS PARA
ocho horas, deberá coadyuvante. HACERLO,
Termina el comparecer ante él, a
descubrimiento • Ofrezca medios de SIN QUE LO HAGA
efecto de que: prueba complementarios a
probatorio de la • Tome conocimiento
víctima, en favor la acusación.
de los medios de • Señale los vicios
de la defensa prueba. formales de la acusación y
• Solicite copia de requiera su corrección. A PARTIR DE ESE MOMENTO,
tales medios (que se SE OTORGAN 10 DÍAS A LA
entregarán DEFENSA Para el efecto de que,
inmediatamente) mediante escrito DIRIGIDO AL
• Solicite acceso a ÓRGANO JURISDICCIONAL:
esos medio de prueba
• Señale vicios formales de la
TRANSCURRIDOS ESOS 10 DÍAS acusación y se pronuncie sobre
observaciones del coadyuvante
SI LA DEFENSA SOLICITA Se otorgan diez días más para
(en dado caso, requerir su
ACCESO A LOS MEDIOS descubrimiento probatorio de la
corrección).
DE PRUEBA: defensa, en favor del Ministerio
• Solicite acumulación o
Ésta contará con un plazo de Público, así como de la víctima u
separación de acusaciones.
tres días más, para acceder a ofendido y su asesor jurídico.
• Manifieste sobre acuerdos
esos medios de prueba probatorios.
• Anuncie los medios de prueba
que eventualmente llevará a
juicio.

TERMINA DESCUBRI-
MIENTO PROBATORIO NO ANUNCIA
PARA TODAS LAS MEDIOS DE PRUEBA
PARTES

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Iván Aarón Zeferín Hernández 185

ETAPA INTERMEDIA ESCRITA CON VÍCTIMA


CON LA REFORMA PENAL
DESCUBRIMIENTO
ETAPA INTERMEDIA
PROBATORIO
(FASE ESCRITA)
MINISTERIAL
DELITO CON VÍCTIMA U
(continuo, desde que el
OFENDIDO
imputado es detenido o sujeto a
algún acto de molestia y es
llamado a entrevista)

AL DÍA SIGUIENTE TRES DÍAS


Se notifica a las partes con se concede a la víctima
ESCRITO DE . acusación
copia de la
ACUSACIÓN u ofendido y asesor
Asimismo, el juez de control jurídico
(dirigido al órgano señala fecha para audiencia
jurisdiccional) intermedia (dentro de los 30
a 40 días naturales)

A PARTIR DE ESE MOMENTO,


SE OTORGAN 10 DÍAS A LA
DEFENSA
Con la finalidad de que, Para el efecto de que, mediante
mediante escrito DIRIGIDO escrito DIRIGIDO AL ÓRGANO
AL ÓRGANO JURISDICCIONAL:
JURISDICCIONAL: • Señale vicios formales de la
SI LA VÍCTIMA • Se constituya como acusación y se pronuncie sobre
ANUNCIA coadyuvante. observaciones del coadyuvante (en
PRUEBAS: • Anuncie medios de prueba dado caso, requerir su corrección).
• Tres días más para complementarios a la • Solicite acumulación o separación
descubrirlos a las acusación. de acusaciones.
demás partes. • Señale los vicios formales de • Manifieste sobre acuerdos
la acusación y requiera su probatorios.
corrección. • Anuncie los medios de prueba que
• Solicite el pago de la eventualmente llevará a juicio.
reparación del daño y
cuantifique su monto.

NO ANUNCIA MEDIOS DE
PRUEBA TRANSCURRIDOS ESOS 10 DÍAS
Se otorgan 10 días más para
descubrimiento probatorio de la
defensa, en favor del Ministerio
Público, así como de la víctima u
ofendido y su asesor jurídico

TERMINA DESCUBRI-
MIENTO PROBATORIO NO ANUNCIA MEDIOS DE
PARA TODAS LAS PARTES PRUEBA

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186 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

ETAPA INTERMEDIA ESCRITA SIN VÍCTIMA


ANTES DE LA REFORMA PENAL

ETAPA INTERMEDIA (FASE


ESCRITA) DELITO SIN
VÍCTIMA U OFENDIDO

CINCO DÍAS PARA


AL DÍA SIGUIENTE DESCUBRIMIENTO
ESCRITO DE Se notifica al imputado PROBATORIO
ACUSACIÓN y su defensa con copia MINISTERIAL.
(dirigido al órgano de la acusación En favor del imputado y su defensa
jurisdiccional)

TRANSCURRIDO ESE
TÉRMINO, SE
OTORGAN 10 DÍAS A LA
DEFENSA
Para el efecto de que,
mediante escrito
DIRIGIDO AL ÓRGANO
JURISDICCIONAL:

TRANSCURRIDOS ESOS • Señale vicios formales de la


10 DÍAS. acusación (en dado caso,
Se otorgan 10 días más para requerir su corrección).
descubrimiento probatorio de la • Solicite acumulación o
defensa, en favor del Ministerio separación de acusaciones.
Público. • Manifestarse sobre acuerdos
probatorios.
• Anuncie los medios de
prueba que eventualmente
llevará a juicio.

TERMINA
DESCUBRIMIENTO NO ANUNCIA MEDIOS
PROBATORIO PARA DE PRUEBA
TODAS LAS PARTES

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Iván Aarón Zeferín Hernández 187

ETAPA INTERMEDIA ESCRITA SIN VÍCTIMA


CON LA REFORMA PENAL

DESCUBRIMIENTO
PROBATORIO
MINISTERIAL (continuo, ETAPA INTERMEDIA
desde que el imputado es (FASE ESCRITA)DELITO
detenido o sujeto a algún acto de SIN VÍCTIMA U OFENDIDO
molestia y es llamado a
entrevista)
A PARTIR DE ESE MOMENTO,
SE OTORGAN 10 DÍAS A LA
DEFENSA
AL DÍA SIGUIENTE
Para el efecto de que, mediante
Se notifica a la defensa
escrito DIRIGIDO AL ÓRGANO
y acusado con copia de
JURISDICCIONAL
la acusación.
ESCRITO DE Asimismo, el juez de
• Señale vicios formales de la
ACUSACIÓN control señala fecha
acusación y se pronunciesobre
(dirigido al para audiencia
observaciones del coadyuvante (en
órgano intermedia (dentro de
dado caso, requerir su corrección).
jurisdiccional) los 30 a 40 días
• Solicite acumulación o separación
naturales)
de acusaciones.
• Manifieste sobre acuerdos
NO ANUNCIA
probatorios.
MEDIOS DE
• Anuncie los medios de prueba que
PRUEBA
eventualmente llevará a juicio.

TRANSCURRIDOS ESOS
10 DÍAS.
Se otorgan 10 días más para
descubrimiento probatorio de la
defensa, en favor del
Ministerio Público.

TERMINA DESCUBRIMIENTO
PROBATORIO PARA TODAS
LAS PARTES

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188 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

II. Sistema penal acusatorio vs. sistema tradicional. Ámbitos de validez frente a la
miscelánea penal, con relación al inicio del procedimiento y los hechos acontecidos
que le dieron origen

A partir de la reforma penal publicada en el Diario Oficial de la Federación el 17 de


junio de 2016, específicamente en lo que atañe a la derogación del tercero transitorio
que acompañó en su creación al Código Nacional de Procedimientos Penales, surgie-
ron diversas opiniones en torno a los ámbitos de validez del sistema penal acusatorio
frente al tradicional, que seguían tres diversas directrices: los procedimientos ya ini-
ciados antes de la vigencia del proceso acusatorio, los incoados ya estando vigente el
propio sistema pero por hechos pretéritos a él y los que eventualmente iniciarían ya
operando ese nuevo proceso. Esa diversidad de opiniones ha conllevado a un número
importante de criterios por parte de los interpretadores de la norma.
Basado en la opinión divergente, propio de la naturaleza humana, expongo mi
postura al respecto en este trabajo, en el entendido de que hasta el momento en que
se realiza esta labor, no existe aún pronunciamiento del Máximo Tribunal o de algún
Tribunal Colegiado al respecto, por lo que se trata de una óptica personal, bajo la
perspectiva de la judicatura a la que tengo el honor de pertenecer.
En primer término, considero viable mencionar el punto toral que, a mi parecer,
genera la disimilitud de criterios en los operadores: el cuarto transitorio del decreto
por el cual se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, publicado en el Diario Oficial de la Federación el
18 de junio de 2008, que a la letra establece:
“Cuarto. Los procedimientos penales iniciados con anterioridad a la entrada en
vigor del nuevo sistema procesal penal acusatorio previsto en los artículos 16, párra-
fos segundo y decimotercero; 17, párrafos tercero, cuarto y sexto; 19; 20 y 21, párrafo
séptimo, de la Constitución, serán concluidos conforme a las disposiciones vigentes
con anterioridad a dicho acto.”
Pues bien, no obstante que el anterior transitorio parece establecer reglas claras y
precisas, en tanto evidencia que los procedimientos penales ya iniciados al entrar en
vigor el sistema penal acusatorio seguirán rigiéndose por las normas procesales del
sistema tradicional, sin que vean afectados por la vigencia del nuevo proceso, sería
entonces relativamente fácil acudir en el momento en que dicho procedimiento inició,
esto es, cuando se formuló denuncia o querella y a partir de eso concluir si el caso
concreto debe ser regulado por uno u otro sistema. Lo anterior, al margen de la fecha
en que hubiera tenido verificativo los hechos materia de ese procedimiento.
Sin embargo, no se debe desatender algo de especial relevancia: el principio de
unidad constitucional, el cual, grosso modo, consiste en que la Ley Fundamental no
puede ser analizada aisladamente, a fin de evitar un ejercicio interpretativo que se tra-

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Iván Aarón Zeferín Hernández 189

duzca en que las disposiciones constitucionales se contradigan entre sí, ya que, debido
a su interdependencia, en ningún caso deben desentrañarse sus principios, normas e
intereses en forma aislada, sino más bien como parte de un sistema constitucional; por
ello, se deben armonizar y respetar los principios fundamentales que la conforman
(Vigo, 2006b:120 a 123). Esto es, las normas de la Ley Suprema, al tener el mismo
rango, no pueden interpretarse de manera que se coloquen en conflicto las unas con
las otras, sino más bien deben analizarse en forma armónica, ya que son sistemáticas.
Por ello, la norma constitucional no debe ser analizada aisladamente. La única so-
lución del problema coherente con este principio es la que reencuentre en consonancia
con las decisiones básicas de la constitución (Hesse, 2011:48).
Partiendo de lo anterior, si bien el cuarto transitorio mencionado establece los
ámbitos legales que seguirán los procedimientos penales iniciados con anterioridad a
la entrada en vigor del sistema procesal penal acusatorio (esto es, que concluirán con
las reglas procesales del sistema tradicional), el segundo transitorio (de ese mismo de-
creto de reforma constitucional) que es parte de ese sistema lo complementa al definir
(bajo el principio de reserva de ley) el momento del inicio del sistema acusatorio en el
país, como se advierte de su literalidad:

“Segundo. El sistema procesal penal acusatorio previsto en los artículos


16, párrafos segundo y decimotercero; 17, párrafos tercero, cuarto y
sexto; 19; 20 y 21, párrafo séptimo, de la Constitución, entrará en vigor
cuando lo establezca la legislación secundaria correspondiente, sin
exceder el plazo de ocho años, contado a partir del día siguiente de la
publicación de este Decreto”.

Como puede advertirse, el Constituyente Permanente, al incorporar el proceso


penal acusatorio estableció los diversos ámbitos de validez espacial y temporal que
deberá seguir aquel sistema, a través de los correspondientes artículos transitorios,
por lo que los órganos de interpretación de la ley, deben actuar bajo un criterio de
corrección funcional, esto es, aplicar la norma en el ámbito de su propia competencia,
basados en la atribución conferida al legislador, pero sin invadir aquella función o
soslayar aspectos contenidos en la propia norma, creación legítima de aquél.
De esa manera, el precitado cuarto transitorio establece la legislación procesal
que regirá a los procedimientos penales iniciados con anterioridad a la entrada en
vigor del sistema procesal penal acusatorio (esto es, la propia del sistema tradicional
hasta su conclusión), por lo que no se trata de una norma que defina el inicio del sis-
tema acusatorio, sino la escisión del sistema tradicional a aquél; ya que esa tarea le es
encomendada al segundo transitorio, el cual evidentemente complementa al cuarto,
pero con la distinción de que este segundo transitorio sí señala claramente el inicio del

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190 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

sistema penal acusatorio, al definir (o más bien dicho, delegar en la ley) el momento
en que entrará en vigor el nuevo proceso; dicho en otras palabras, ambos preceptos
constitucionales se armonizan perfectamente y no entran en conflicto, al regular uno
de ellos el ámbito temporal del inicio del sistema acusatorio y el restante, el impacto
inocuo de ese nuevo proceso en los procedimientos tradicionales ya iniciados con
antelación a la entrada en vigor de aquél.
Ahora bien, centrémonos en el segundo transitorio, el cual de forma expresa es-
tablece que el sistema penal acusatorio entrará en vigor cuando lo establezca la legis-
lación secundaria correspondiente. Esto es, el Constituyente Permanente reservó los
aspectos relacionados con el inicio del sistema penal acusatorio a la ley secundaria
(que no es más que el principio de reserva de ley) y más específicamente, delegó esa
encomienda al legislador que le dio creación al Código Nacional de Procedimientos
Penales.
En efecto, el Congreso de la Unión, con la facultad establecida en el artículo 73,
fracción XXI, inciso c), de la Carta Magna, expidió el Código Nacional de Procedi-
mientos Penales, mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, el
cinco de marzo de 2014, en el que, según sus reglas transitorias, específicamente en
el artículo primero, establece que para los efectos señalados en el párrafo tercero del
artículo Segundo Transitorio del decreto por el cual se reforman y adicionan diversas
disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publica-
do en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008, el Código Nacional
de Procedimientos Penales entrará en vigor a nivel federal de forma gradual, en los
términos previstos en la Declaratoria que al efecto emita el Congreso de la Unión
previa solicitud conjunta del Poder Judicial, de la Secretaría de Gobernación y de la
Procuraduría General de la República, sin que pueda exceder del 18 de junio de 2016.
Ahí es donde cobra vigencia el tercero transitorio (hoy derogado) del referido
Código Nacional, que a la letra establece:

“Artículo Tercero. Abrogación


El Código Federal de Procedimientos Penales publicado en el
Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 1934, y los de las
respectivas entidades federativas vigentes a la entrada en vigor del
presente Decreto, para efectos de su aplicación en los procedimientos
penales iniciados por hechos que ocurran a partir de la entrada en
vigor del presente Código, quedarán abrogados; sin embargo, respecto
a los procedimientos penales que a la entrada en vigor del presente
ordenamiento se encuentren en trámite, continuarán su sustanciación
de conformidad con la legislación aplicable en el momento del inicio
de los mismos”.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 191

De todo lo anterior puede resumirse que el Constituyente Permanente, a través del


sistema constitucional, estableció claramente los parámetros a seguir en la implemen-
tación del sistema penal acusatorio: primero (relacionado con el cuarto transitorio del
decreto de reforma invocado), señaló que los procedimientos penales iniciados con
anterioridad al sistema acusatorio, permanecerán incólumes y, por ende, se seguirán
rigiendo por las reglas procesales del sistema tradicional; segundo, determinó la for-
ma en que deberá iniciar el proceso penal acusatorio en el país (en los términos que
señale la ley secundaria) y tercero, ya basado en el ámbito legislativo y por imperativo
constitucional, estableció la abrogación de los procedimientos del sistema tradicional
y, en consecuencia, el inicio del sistema penal acusatorio, lo cual acontecerá cuando
se trate de hechos ocurridos a partir de la entrada en vigor del Código Nacional de
Procedimientos Penales.
Ahora bien, para efectos de ilustración y atendiendo a la centralidad en el país,
citemos a la implementación del sistema penal acusatorio en la Ciudad de México. El
22 de septiembre de 2015, el Congreso de la Unión emitió la declaratoria de entrada
en vigor del Código Nacional de Procedimientos Penales en esa ciudad, lo cual acon-
tecería a partir de las cero horas del 29 de febrero de 2016, declaratoria publicada en
el Diario Oficial de la Federación el 25 de septiembre de 2015. En ese orden, para
efectos de concretización, en la Ciudad de México el sistema penal acusatorio inició
su vigencia a las cero horas del 29 de febrero de 2016.
Tomando como ejemplo la capital del país, entonces se podría establecer lo si-
guiente:
El Constituyente Permanente, en el decreto por el cual se reforman y adicionan
diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008, estableció que
el inicio de la vigencia del sistema penal acusatorio será de manera gradual, en los
términos que lo señale el Código Nacional de Procedimientos Penales (que es la ley
secundaria).
Asimismo, el propio constituyente estableció que los procedimientos penales
ya iniciados con las normas procesales del sistema tradicional serán culminados con
aquellas reglas, sin que se vean afectadas por las del nuevo proceso.
El legislador, al crear el Código Nacional de Procedimientos Penales cumplió
el mandato constitucional o la reserva de ley, al definir que los procesos del sistema
acusatorio se iniciarán por hechos acontecidos con posterioridad a la vigencia de la
entrada en vigor de ese propio sistema.
En la Ciudad de México, el sistema penal acusatorio inició a partir de las cero
horas del 29 de febrero de 2016, por lo que los hechos verificados a partir de esta hora
y fecha corresponderán al ámbito de competencia de los jueces especializados en el
sistema penal acusatorio.

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192 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Sin embargo, los eventos verificados antes de esta fecha y hora seguirán las reglas
del sistema tradicional, al margen de que los procedimientos respectivos ya hubieran
sido iniciados o se iniciaran con posterioridad.
Por tanto, por citar un ejemplo, aun cuando se presentara la correspondiente de-
nuncia el 1 de marzo de 2016, si los hechos investigados datan del 28 de febrero de
ese año; es decir, cuando no se encontraba vigente en la ciudad el Código Nacional de
Procedimientos Penales, sino el Código Federal de Procedimientos Penales, los jueces
de distrito especializados en el sistema penal acusatorio no tendrán competencia legal
para conocerlos.
Ahora bien, para efecto de determinar qué sistema es el aplicable a un caso con-
creto, es importante mencionar cuándo acontece el inicio del procedimiento penal.
Así, por imperativo del artículo 211 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
el procedimiento penal acusatorio comienza con la formulación de denuncia o que-
rella y será el proceso el que dará inicio con el ejercicio de la acción penal, como se
advierte:

“Artículo 211. Etapas del procedimiento penal


El procedimiento penal comprende las siguientes etapas:
I. La de investigación, que comprende las siguientes fases:
a) Investigación inicial, que comienza con la presentación de la
denuncia, querella u otro requisito equivalente y concluye cuando el
imputado queda a disposición del juez de control para que se le formule
imputación, e…
(…)
El proceso dará inicio con la audiencia inicial, y terminará con la
sentencia firme”.

Mismo tratamiento que establece el Código Federal de Procedimientos Penales,


específicamente en su artículo 4, en cuanto establece:

“Artículo 4. Los procedimientos de preinstrucción, instrucción y primera


instancia, así como la segunda instancia ante el tribunal de apelación,
constituyen el proceso penal federal, dentro del cual corresponde
exclusivamente a los tribunales federales resolver si un hecho es o no
delito federal, determinar la responsabilidad o irresponsabilidad penal
de las personas acusadas ante ellos e imponer las penas y medidas de
seguridad que procedan con arreglo a la ley”.

De lo que se evidencia que tanto el Código Nacional de Procedimientos Penales


como el Código Federal de Procedimientos Penales establecen que el proceso penal

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Iván Aarón Zeferín Hernández 193

inicia con el ejercicio de la acción penal (sea para celebrar la audiencia inicial o por el
ejercicio de la consignación); por ello, el procedimiento no puede iniciar con ese acto
ministerial; dicho en otras palabras: el procedimiento no puede tener como punto de
partida al proceso, porque aquél es un todo y el proceso es sólo una parte del propio
procedimiento.
Esta misma tendencia ha sostenido el Máximo Tribunal, en diversos criterios ju-
risprudenciales y aislados, en los cuales establece que la fase de investigación (sea
averiguación previa o etapa de investigación inicial) forma parte del procedimiento
penal y, por su parte, el proceso penal inicia con el ejercicio de la acción penal. Algu-
nos de esos criterios se contienen en las tesis de los siguientes rubros: Presunción de
inocencia. Constituye un principio constitucional aplicable exclusivamente
en el procedimiento penal; asistencia consular. Etapas procedimentales para
hacer el reclamo de respeto a la asistencia consular por parte de la persona
extranjera detenida; detención y situación jurídica del imputado en el nuevo
sistema de justicia penal acusatorio. Las autoridades competentes deben veri-
ficar su coherencia con el orden constitucional y armonizar la protección
de los derechos humanos con los principios de dicho sistema, entre otros.
Ahora bien, establecido lo anterior, es importante hacerse cargo de la reforma
penal publicada el 17 de junio del año en curso, en el medio de difusión oficial del
país, en la que, entre otros muchos diversos aspectos, se modificó el tercer transitorio
de la publicación inicial del Código Nacional de Procedimientos Penales, para quedar
como sigue:

“Tercero. El Código Federal de Procedimientos Penales publicado en


el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 1934, y los de
las respectivas entidades federativas vigentes a la entrada en vigor del
presente Decreto, quedarán abrogados para efectos de su aplicación en
los procedimientos penales que se inicien a partir de la entrada en vigor
del presente Código; sin embargo, respecto a los procedimientos penales
que a la entrada en vigor del presente ordenamiento se encuentren en
trámite, continuarán su sustanciación de conformidad con la legislación
aplicable en el momento del inicio de los mismos”.

Como puede advertirse, sustancialmente la variación consistió en establecer que


los procedimientos que se inicien (entendiendo como tales, desde el momento en que
se formule denuncia o querella), ya estando en vigor del sistema penal acusatorio, se
regirán por las reglas de este nuevo sistema, al margen de que sean por hechos acon-
tecidos previos a ese nuevo proceso.
Con lo anterior, pareciera que se deja en claro que la definición del sistema a apli-
carse en el caso concreto obedece en el momento mismo en que los procedimientos

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194 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

se inicien, lo que aparentemente se contrapone con su antecesor: el inicial transito-


rio tercero, que puntualizaba que la aplicación del sistema acusatorio obedecía en el
momento en que se cometieron los hechos, al margen del tiempo en que iniciara el
proceso; esto es, el tercer transitorio de la reforma de 17 de junio del año en curso, es
diametralmente opuesto al inicial tercer transitorio del Código Nacional de Procedi-
mientos Penales.
Así, de una primera lectura, parecería que con la reforma penal se determinó que
todos los procedimientos iniciados ya estando vigente el sistema penal acusatorio, se
tendrían que regir por las reglas de este nuevo proceso acusatorio y, ante ello, váli-
damente se podría concluir que, en el ejemplo propuesto, si la denuncia se realizó el
1 de marzo de 2016 (con lo que inició el procedimiento), el caso debería regirse por
las normas del sistema penal acusatorio, dado que éste habría cobrado vigencia un día
anterior.
Sin embargo, lo anterior fue claramente definido por el legislador en la denomi-
nada miscelánea penal, ya que estableció en forma puntual un segundo transitorio que
rige ese propio decreto constitucional, ya que le otorga validez temporal a la propia
reforma, incluyendo desde luego, a ese nuevo tercer transitorio. Este segundo transi-
torio (es decir, el de la última reforma) es del tenor siguiente:

“Segundo. Las reformas al Código Nacional de Procedimientos


Penales, al Código Penal Federal, a la Ley General para Prevenir y
Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro, Reglamentaria de la
fracción XXI del artículo 73 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, los artículos 2, 13, 44 y 49 de la Ley Federal para la
Protección a Personas que Intervienen en el Procedimiento Penal y los
artículos 21 en su fracción X, 50 Bis y 158 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación, entrarán en vigor en términos de lo previsto
por el Artículo Segundo Transitorio del Decreto por el que se expide
el Código Nacional de Procedimientos Penales publicado en el Diario
Oficial de la Federación el 5 de marzo de 2014.
Los procedimientos que se encuentren en trámite, relacionados con
las modificaciones a los preceptos legales contemplados en el presente
Decreto, se resolverán de conformidad con las disposiciones que les
dieron origen”.

En esas condiciones, la intención del legislador es clara: con la entrada en vigor


de la miscelánea penal (18 de junio de 2016), los procedimientos iniciados previa-
mente a esa fecha (entendiendo como tales, cuando se formule denuncia, querella o
algún acto equivalente) se regirán por las reglas transitorias de la publicación inicial

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Iván Aarón Zeferín Hernández 195

del Código Nacional de Procedimientos Penales; esto es, por aquellas que definían
que el sistema penal acusatorio sólo se aplicará por hechos acontecidos después de las
cero horas del 29 de febrero de 2016 (en el caso de la Ciudad de México).
Dicho en otras palabras: si no se ha formulado denuncia antes del 18 de junio de
2016, para que sea aplicable el sistema penal acusatorio el asunto deberá tratarse de
hechos acontecidos con posterioridad a las cero horas del 29 de febrero de 2016; de lo
contrario, esto es, de tratarse de eventos acontecidos antes de esta hora y fecha, tendrá
que aplicarse el sistema tradicional, aunque los sucesos hubieran sido denunciados
después de esta última fecha (ya que las reglas anteriores obedecen a la fecha de los
hechos y no del inicio del procedimiento).
Así, una vez que entre en vigor la miscelánea penal, todos los procedimientos que
se inicien (entendiendo como tales, cuando se formule denuncia, querella o acto equi-
valente), a partir de las cero horas del 18 de junio de 2016, se regirán por las reglas del
sistema penal acusatorio, al margen de que los eventos sean incluso anteriores a las
propias cero horas del veintinueve de febrero de dos mil dieciséis (ya que las nuevas
reglas obedecen en el momento en que se inicia el procedimiento y no al de la fecha
de la comisión de los hechos).

Así, en aspectos generales, la intención del legislador es definida:


a. Inicialmente, cuando se creó el sistema penal acusatorio, los procedimientos
ya iniciados bajo el sistema tradicional no sufrirían alteración alguna, con
motivo de la aparición de este nuevo proceso.
b. Luego, los procedimientos ya iniciados bajo el sistema penal acusatorio no
sufrirán alteración alguna, con motivo de la publicación de la miscelánea
penal.

Así, el legislador dejó en claro que los procedimientos tradicional y acusatorio no


deben mezclarse ni invadirse en sus reglas procesales, ya que cada uno de ellos debe
subsistir en forma independiente, sin que se vean vulnerados sus efectos; por ello, la
aparición de un nuevo sistema no debe ser justificación legal para anular las conse-
cuencias legales producidas, al ser desahogadas ante una autoridad judicial competen-
te y bajo las formalidades que rigen cada uno de esos procedimientos. De esa manera,
debe entenderse que cada proceso penal es resultado de un historicismo, evolución y
momentos diversos, por lo que no pueden aproximarse a fin de ser comparados, sino,
por el contrario, entrever la finalidad del creador del proceso penal acusatorio al vin-
cularlo transitoriamente con el sistema tradicional: no combinar ambos sistemas, ante
su evidente incompatibilidad.
Estimar lo contrario, esto es, considerar que ambos sistemas son convergentes
conllevaría a que algunos procesos del ámbito tradicional, iniciados e incluso a punto

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196 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

de ser concluidos bajo las reglas del Código Federal de Procedimientos Penales, sus
actuaciones tendrían que quedar sin efectos para ser enviadas al ámbito competencial
del sistema penal acusatorio, al margen del estado procesal avanzado en que estuvie-
ran (por ejemplo, en la audiencia de vista), con la sola justificación de que el proce-
dimiento penal inició con posterioridad al inicio del sistema acusatorio; circunstancia
que no es jurídicamente viable, pues con ello se tendrían que anular todas las pruebas
legalmente desahogadas y, en consecuencia, ordenar la reposición del procedimiento
incluso desde antes del inicio del proceso, para ser transmitidas oralmente, bajo las
reglas del Código Nacional de Procedimientos Penales, lo que desnaturalizaría el pro-
pio proceso penal tradicional y conduciría a realizar una mezcla de ambos procesos;
aspecto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido como inviable, al
resolver el conflicto competencial 28/2015, en sesión de fecha 8 de junio de 2016, de
donde se originó las siguientes tesis.

Carpeta de investigación. Los datos de prueba que la integran


en la fase de investigación desformalizada del sistema procesal
penal acusatorio y oral, no pueden trasladarse a la averiguación
previa de un proceso penal mixto. El sistema procesal penal mixto
opera bajo el principio de permanencia de la prueba introducida al
expediente judicial en cualquier etapa procedimental, hasta en tanto
no sea declarada su ilegalidad y exclusión del material probatorio. Por
su parte, en el sistema procesal penal acusatorio y oral —para efecto
del juzgamiento y la afirmación de la culpabilidad del imputado—
únicamente podrán considerarse las pruebas introducidas en la etapa
de juicio oral, salvo aquellas cuyo desahogo anticipado esté autorizado
por la ley. Así, a cualquier elemento que pudiera constituir prueba
plena, introducido, obtenido o desahogado al margen de las precisiones
señaladas, no puede adjudicársele ese carácter. Ahora bien, en el
sistema procesal penal mixto se requiere un mayor reforzamiento en la
acreditación del hecho delictuoso, a través de pruebas desahogadas con
las formalidades establecidas en la legislación procesal aplicable, por lo
que la tarea investigadora debe ser más estricta. En cambio, en el sistema
procesal penal acusatorio y oral, la imputación no requiere de la plena
certeza del Ministerio Público de que se ha cometido un hecho que la
ley señale como delito y la probabilidad de que el imputado lo cometiera
o participara en su comisión, pues la convicción final de la existencia
del delito y la responsabilidad penal será del juez, lo que implica que
en este sistema la configuración de la carpeta de investigación no
requiere de una tarea investigadora reforzada; de ahí que ésta no se

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Iván Aarón Zeferín Hernández 197

integre con pruebas, sino con datos de prueba. Consecuentemente, los


datos de prueba que integran la carpeta de investigación en la fase de
investigación desformalizada del sistema procesal penal acusatorio y
oral no pueden trasladarse a la averiguación previa dentro un sistema
penal mixto, y estimar que constituyan diligencias desahogadas en ésta,
aun cuando se encuentran en la misma fase indagatoria, ya que cada
proceso penal cumple con determinados requisitos formales que las
leyes imponen.

Sistema procesal penal acusatorio y oral. Las actuaciones que


sustentaron el dictado de un auto de vinculación a proceso
no pueden ser convalidadas u homologadas como elementos
probatorios suficientes para acreditar el cuerpo del delito y la
probable responsabilidad del indiciado en el sistema procesal
penal mixto. Así como los datos de prueba que integran la carpeta
de investigación en la fase de investigación desformalizada del
sistema procesal penal acusatorio y oral, no pueden ser trasladados a
la averiguación previa en un sistema procesal penal mixto y estimar
que constituyen diligencias desahogadas en éste último, aun cuando se
encuentran en la misma fase indagatoria, debido a que cada proceso
penal cumple con determinados requisitos formales propios del sistema
al que pertenece y que las leyes les imponen, por identidad de razón,
las actuaciones que sustentan el dictado del auto de vinculación a
proceso no pueden ser convalidadas u homologadas para estimar que
constituyen elementos probatorios suficientes para acreditar el cuerpo
del delito y la probable responsabilidad del indiciado, que permitan al
Ministerio Público el ejercicio de la acción penal y su consignación
ante la autoridad jurisdiccional, para dar inicio al trámite de un proceso
penal conforme al modelo tradicional (mixto/escrito) y, en todo caso,
al dictado del auto de plazo constitucional; máxime que los datos de
prueba que constan en la carpeta de investigación son insuficientes
para sostener una sentencia condenatoria, a menos de que se hubieran
desahogado durante el juicio oral como indicios.

Lo anterior, desde luego, sin desatender que existen ciertos aspectos que rigen el
proceso penal acusatorio y que son más evolucionados en cuanto a la regla de liber-
tad del justiciable se refiere, esto es, la excepcionalidad de la aplicación de la prisión
preventiva.
Empero, esta cuestión, bajo un aspecto visionario, fue prevista por el propio le-
gislador, en la reforma penal publicada en el Diario Oficial de la Federación el 17 de

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198 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

junio de 2016, donde específicamente en el Código Nacional de Procedimientos Pena-


les se estableció un quinto transitorio, que le confiere facultad al órgano jurisdiccional
rector del sistema tradicional para que, previa acreditación e investigación del Minis-
terio Público, el juez revise, sustituya o modifique la prisión preventiva impuesta en
ese proceso, para ser eventualmente ajustada a los términos protectores del sistema
penal acusatorio; de esa manera, ese aspecto evidentemente benéfico para todo tipo de
justiciable vinculado con un proceso penal, podrá ser atendido por los juzgadores, al
margen del sistema tradicional o acusatorio de que se trate. Claro está, la aplicación de
este quinto transitorio aún está por interpretarse por los órganos jurisdiccionales del
sistema mixto, los cuales tendrán la última palabra o al menos la eficiente para que se
erija un pronunciamiento final del Máximo Tribunal.

III. El camino procesal de la prueba en el sistema penal acusatorio. Su especial


peculiaridad en la etapa intermedia ante la teoría general del proceso

Si nos centramos en la teoría general del proceso y, específicamente, en la teoría gene-


ral de la prueba, podríamos concluir que ésta tiene un íter o camino por el cual atravie-
sa para efecto de que pueda ser valorada. Dicho camino, por regla general, se consti-
tuye por una fase primigenia de petición y aporte, que constituye el ofrecimiento de la
prueba; el decreto, que es propiamente su admisión o desechamiento; la práctica de la
prueba o su desahogo y, finalmente, su valoración por parte del órgano jurisdiccional.
De esa manera, la prueba, en términos generales, antes de ser analizada por el
juzgador, se ofrece, admite, desahoga y, finalmente, se valora.
No obstante los anteriores aspectos, en el sistema penal acusatorio, la prueba
atraviesa por un íter sui géneris, porque contempla dos caminos previos a los genera-
lizados para la teoría general de la prueba y, asimismo, dentro de ese camino peculiar,
existen diversas pruebas que, a su vez, tienen un ciclo de vida diverso a las demás,
como son la prueba anticipada, los medios supervenientes y de refutación, y las prue-
bas por reclasificación delictiva.
En efecto, en el sistema penal acusatorio, como se ha indicado en este trabajo,
los medios de prueba que serán la sustancia de la etapa de juicio deben pasar por los
filtros de la etapa intermedia, para finalmente ser depurados para sustanciar aquella
fase de debate. Sin embargo, para ser depurados por el juez de control necesariamente
tienen que ser perfeccionados a través del previo control horizontal que realizarán las
partes, pues antes de que los medios de prueba sean ofrecidos en la fase oral de la eta-
pa intermedia, debieron ser anunciados a la contraparte y además descubiertos. Esta
circunstancia acontece porque la finalidad de la etapa intermedia, consiste en marcar
una serie de actividades tendientes a determinar la procedencia del paso de la causa al
juicio oral, público y plenamente contradictorio (La Rosa, 2013).

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Iván Aarón Zeferín Hernández 199

En ese sentido, por regla general (salvo lo concerniente a la fiscalía que más
adelante se señalará), la prueba antes de ser ofrecida, se debe anunciar y también se
debe descubrir; esto es, de acuerdo con la naturaleza del sistema penal acusatorio, los
elementos probatorios tienen dos fases previas a las genéricas que se establecen en
la teoría general del proceso; de tal modo que el camino que sigue la prueba, en el
contexto del proceso penal mexicano, es el siguiente: a) se anuncia; b) se descubre; c)
se ofrece; d) se admite; e) se desahoga; y, finalmente, f) se valora.

A continuación analizaremos cada una de esas fases de la prueba.

a) Anuncio de los medios de prueba

Cuando hablamos del anuncio de los medios de prueba hacemos especial referen-
cia a la etapa intermedia escrita, donde las partes deberán mostrar los elementos de
convicción que llevarán a juicio; así, el anunciar medios de prueba significa que los
sujetos procesales, por escrito, deberán dar a conocer a su contraparte los que even-
tualmente llevarán a juicio; nótese que sólo van a dar a conocer los medios de prueba,
por lo que propiamente no se están ofreciendo aún (como incorrectamente lo establece
el artículo 338, fracción III, del Código Nacional de Procedimientos Penales), ya que
el ofrecimiento de los medios será en presencia del juez, quien los admitirá, excluirá
o depurará. Por ello, cuando una de las partes le comunica a la otra, por escrito, los
medios que llevará a la audiencia de debate, se los está anunciando o como lo señala
el diverso precepto 335, fracción VII del citado Código Nacional, hace el anuncio de
que pretende ofrecerlos ante el juez.
El momento procesal en que esto acontece es, por lo que hace al Ministerio Pú-
blico, en el escrito de acusación, con el que inicia la etapa intermedia en su fase
escrita; por su parte, la víctima u ofendido lo hará en el escrito, en el cual se pretende
constituir como coadyuvante de la institución ministerial, en el que además podrá
señalar vicios formales y requerir su corrección. Finalmente, la defensa y el acusado
harán lo propio en el escrito al que se refiere el artículo 340 del Código Nacional de
Procedimientos Penales, esto es, en el que además también señalarán vicios forma-
les, solicitarán acumulación o separación de acusaciones y podrán manifestarse sobre
acuerdos probatorios.
Es importante mencionar que a partir de la reforma penal publicada en el Diario
Oficial de la Federación el 17 de junio de 2016 el legislador se hizo cargo de algunas
inconsistencias del Código Nacional de Procedimientos Penales y, específicamente,
las establecidas en el precepto 340, habida cuenta que con antelación no se establecía
que la defensa o el acusado podrían anunciar los medios de prueba que llevarán a la
etapa de juicio y, en contra partida, el propio numeral, en el párrafo segundo, contem-

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200 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

plaba que la defensa descubriría sus medios de prueba, por lo que era una incongruen-
cia, ya que era evidente que debía existir previamente un anuncio de ellos, ya que
no podría descubrirse lo que no se ha anunciado; por ello, el legislador modificó ese
numeral y adicionó una fracción II, en la que estableció que el acusado o su defensor,
por escrito presentado ante el juez de control, podrán, entre otros aspectos, ofrecer los
medios de prueba que pretenda se desahoguen en el juicio. En el entendido de que,
como se abordó en el capítulo 9 de este trabajo, el acto preciso que realiza la defensa
es el anuncio de los medios de prueba, ya que de conformidad con el artículo 337 del
Código Nacional de Procedimientos Penales, el derecho que se ejerce en ese escrito
es el de darse a conocer entre ellas en el proceso, los medios de prueba que pretendan
ofrecer en la audiencia de juicio, habida cuenta de que el ofrecimiento se hace en la
audiencia intermedia, ante el juez de control, una vez que los medios han sido anun-
ciados y descubiertos.
Pues bien, una vez anunciados los medios de prueba por escrito a las demás par-
tes, la etapa que prosigue en el camino del medio demostrativo es su descubrimiento.

b) Descubrimiento probatorio

Como se ha sostenido en capítulos precedentes relativos a mi intervención en


este trabajo, el descubrimiento probatorio es una figura que acogió el sistema penal
acusatorio mexicano inspirado en el derecho colombiano, el cual contempla la figura
de descubrimiento de la prueba, donde la defensa solicita al juez que la fiscalía le des-
cubra un elemento material probatorio en específico o de alguna evidencia física de la
cual tenga conocimiento; asimismo, la fiscalía tiene el propio derecho, con la salvedad
de que la defensa le deberá descubrir todos los medios probatorios que llevará a juicio
y, en mérito de ello, el órgano jurisdiccional velará porque esto se cumpla; todo ello
en la audiencia de formulación de la acusación (CPPC, art. 44).
Como puede advertirse, en Colombia, la fiscalía no está obligada a descubrir to-
dos los medios de prueba con los que cuente en la investigación, pero la defensa sí
tiene esa obligación, lo que quiere decir que los sistemas colombiano y mexicano, en
ese aspecto en específico, son diametralmente opuestos. El contexto de esto consiste
primordialmente en que debe existir una defensa efectiva y no sólo encaminada a
acompañar al acusado; por ello, ese sistema sudamericano establece expresamente
un voto de desconfianza a la función de defensa, para el efecto de que el órgano ju-
risdiccional sea el encargado de verificar, desde etapas tempranas, si el abogado ha
realizado su labor encomendada.
Asimismo, en el derecho colombiano existen ciertas restricciones al descubri-
miento de la prueba, como pueden ser las conversaciones del abogado con el acusa-
do, los apuntes tomados al respecto, información que afecte la seguridad del Estado
(CPPC, art. 345), entre otros. En esa legislación, en caso de que alguna de las partes

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Iván Aarón Zeferín Hernández 201

omita descubrir el medio de prueba correspondiente, la consecuencia procesal será


que no será tomado como prueba en el proceso y el órgano jurisdiccional estará obli-
gado a rechazarlo; circunstancia ésta que no está considerada en México, esto es,
no existe restricción alguna en el descubrimiento probatorio y sí, en cambio, existe
la obligatoriedad de que los órganos acusadores descubran todo aquello que se in-
vestigó; por ello, se deja para la actividad de depuración de la audiencia intermedia
aquellos medios de prueba que puedan ser ilícitos o ilegales, pero una vez que han
sido descubiertos. Lo que quiere decir que un medio de prueba de cargo, aunque sea
ilícito, deberá ser descubierto a la defensa, pero eso no significa que llegará a juicio,
ante el control judicial que se ejercerá en la audiencia intermedia, donde ese tipo de
elementos de convicción no pueden tener éxito en su ciclo de vida.
Ahora bien, el sistema penal acusatorio mexicano retomó esta figura de descubri-
miento de la prueba colombiano y lo adoptó bajo la denominación de descubrimiento
probatorio, con una esencia similar a la de ese país y matices que la hacen semejante,
pero no idéntica.
Así es, en México, a diferencia de Colombia, la defensa no tiene por qué solicitar
al juez de control que el Ministerio Público le descubra específicos y determinados
medios de prueba, sino que aquél, bajo los principios de lealtad y objetividad, está
obligado a hacerlo y no puede ocultar alguno, porque al ser el Ministerio Público una
institución de buena fe, deberá recabar datos de prueba de cargo y también de descar-
go. Así, en ese devenir podrán existir algunos elementos que favorezcan a la defensa,
pero de cualquier modo la fiscalía tiene que darlos a conocer, para respetar en toda su
plenitud la objetividad que rige la investigación ministerial.
Esta obligación rige para todos los órganos de acusación, a saber, constriñe tam-
bién a la víctima u ofendido, quienes en un aspecto procesalmente más moderado
(que generalmente se relaciona con la reparación del daño) tienen una finalidad acu-
satoria; así, en caso de que alguno de esos dos sujetos procesales no descubriera todos
los datos con los que cuente, el juez de control dará vista al superior jerárquico del
Ministerio Público, para los fines conducentes y además impondrá una corrección
disciplinaria a la víctima u ofendido.1
Por otro lado, en cuanto hace a la defensa, bajo los principios de no autoincri-
minación y presunción de inocencia (que incluso prevalecen sobre la desconfianza
que tiene el sistema colombiano en la labor pasiva del abogado), el defensor no está
obligado a descubrir todo aquello que obtenga como fruto de su investigación parale-
la; por ello, por imperativo del numeral 340 del Código Nacional de Procedimientos

1
Como dato curioso, el Código Nacional de Procedimientos Penales no prevé corrección disciplinaria
alguna, por lo que corresponderá al juzgador armonizar esta sanción, a través de los medios de apremio que
contempla el Código Nacional de Procedimientos Penales.

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202 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Penales, sólo descubrirá aquello que llevará a juicio; de esa manera, si el abogado,
en su actividad indagatoria encuentra datos de prueba que le son perjudiciales, podrá
prescindir de descubrirlos y en consecuencia directa, de llevarlos a juicio.
Así, este descubrimiento probatorio constituye el principio de contradicción plas-
mado en su máxima expresión en el sistema penal acusatorio, el mostrar las armas al
contrincante (dicho en sentido figurativo), para el efecto de que esté en plena aptitud
de ejercer sus pretensiones procesales en la etapa de juicio. Tiene como objetivo des-
cubrir, de manera oportuna y completa, los elementos materiales probatorios (Bedoya,
2007). En palabras de Luigi Ferrajoli: para que la contienda se desarrolle lealmente
y con igualdad de armas, es necesaria la perfecta igualdad de las partes (Ferrajoli,
2014).
Ahora bien, en cuanto a la actividad de las partes, el Código Nacional de Proce-
dimientos Penales establece claramente una diferenciación entre el descubrimiento
probatorio a cargo de la fiscalía y a cargo de la defensa.
En efecto, de conformidad con la reforma penal publicada en el Diario Oficial de
la Federación el 17 de junio de 2016, tanto el concepto de descubrimiento probatorio,
como la actividad misma de las partes en esa etapa sufrió modificaciones sustanciales,
de tal manera que analizaremos cada una de ellas, comenzando por el concepto mismo
de esta institución jurídica.
El numeral 337 reformado establece que por descubrimiento probatorio debemos
entender la obligación de las partes de darse a conocer entre ellas en el proceso, los
medios de prueba que pretendan ofrecer en la audiencia de juicio; lo que quiere decir
que ya no sólo la etapa intermedia será sede de ese descubrimiento, sino además, en
tratándose de la fiscalía, el descubrimiento abarcará todo el proceso, incluida la fase
de investigación inicial.
En efecto, ese mismo numeral establece que, en el caso del Ministerio Público,
el descubrimiento probatorio comprende el acceso y copia a todos los registros de
la investigación, así como a los lugares y objetos relacionados con ella, incluso de
aquellos elementos que no pretenda ofrecer como medio de prueba en el juicio, lo
cual deberá realizarse en forma continua, a partir de los momentos establecidos en
el párrafo tercero del artículo 218 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
esto es, a partir de que el justiciable se encuentre detenido, sea citado para compa-
recer como imputado, o bien, sea sujeto de un acto de molestia y se pretenda recibir
su entrevista; por ello, la institución ministerial deberá descubrir al justiciable todos
los elementos de prueba con los que cuente y que eventualmente siga recabando con
motivo de su función investigadora, con independencia de la naturaleza acusatoria o
absolutoria que tengan.
En efecto, en México la fiscalía está obligada a investigar y recabar datos que
sean de cargo y de descargo, tal como lo señala el numeral 129 del Código Nacional

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Iván Aarón Zeferín Hernández 203

de Procedimientos Penales, al establecer el deber de objetividad; empero, existen sis-


temas en los cuales esa cuestión está restringida; específicamente nos referimos al ya
comparado derecho colombiano, pues anteriormente, la Fiscalía General de la Nación
debía investigar tanto lo favorable como lo desfavorable a su propia teoría del caso;
no obstante, el derecho procesal se transformó, para dar cabida a que la fiscalía fuera
un mero ente acusador y la defensa realizara efectivamente su labor, pues —considera
el sistema colombiano— en caso contrario la labor de la defensa sería innecesaria.
En la sentencia C-1194 de 2005 la Corte Constitucional de Colombia resaltó que
la inactividad de la defensa es un fenómeno propio del sistema penal acusatorio y, por
ende, tiene obligación de recabar datos exculpatorios que en consecuencia no eran
exigibles reunir a la fiscalía. No obstante, en México, donde existe un garantismo más
ostensible en pro del imputado, los datos exculpatorios podrán ser recabados por todas
las partes; esto es, la fiscalía, la víctima u ofendido y la defensa y todos ellos tendrán
obligación de descubrirlos en el proceso; lo que guarda relación con una de las finali-
dades del sistema penal acusatorio, que es el esclarecimiento de los hechos y, bajo ese
esquema, si los órganos acusadores advierten elementos de convicción que benefician
la situación jurídica del imputado, a grado tal que pueda dar lugar a la clara inocencia
del imputado, en términos de la fracción III del artículo 327 del Código Nacional de
Procedimientos Penales, podría dar lugar a un sobreseimiento en el proceso.
Ahora bien, es importante mencionar que la obligación del Ministerio Público y la
víctima u ofendido se limita a descubrir todos los registros que consten en la carpeta,
para que la defensa y el acusado los conozcan, pero eso no quiere decir que tengan
que llevarlos necesariamente a juicio como medios de prueba, pues esa actividad ya
correspondería a la defensa, en su interés procesal exculpatorio en cuanto tuviera
conocimiento de ellos.
Citemos un ejemplo, si existiera el caso de que un dictamen de ADN demostró
científicamente que el líquido seminal encontrado en el cuerpo de la víctima del delito
de violación agravada no corresponde al imputado, pero para la fiscalía es insuficiente
esa sola cuestión para tener por acreditada la inocencia del imputado, a grado de pedir
el sobreseimiento en el proceso, tendrá sólo la obligación de develarlo a la defensa,
pero no de llevarlo a juicio, ya que afectaría la teoría del caso ministerial. Así, será
el defensor quien ofrezca ese medio de prueba para llevarlo a juicio y, si no lo hace,
simplemente será un elemento de prueba descubierto, pero no ofrecido al juez de
control para ser desahogado en la audiencia de debate y esa experticia ya no será
perfeccionada nunca más en el proceso. En otras palabras será: un medio de prueba
descubierto imperfecto.
Como se puede advertir, la finalidad del descubrimiento probatorio es la transpa-
rencia del juicio, pues a partir de ella se controla el material demostrativo y se evita la
actividad sorpresiva de los litigantes, al presentar medios de prueba que no han sido
conocidos por las partes, ya que si bien el sistema penal acusatorio está basado en el

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204 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

principio de contradicción, esto es, en un litigio abiertamente horizontal, los sujetos


procesales deberán estar bajo las mismas condiciones en el campo de batalla, a fin
de poder ejercer sus pretensiones. En palabras de Luigi Ferrajoli: (2014) para que la
contienda se desarrolle lealmente y con igualdad de armas, es necesaria la perfecta
igualdad de las partes.

Así, cuando la fiscalía realiza su descubrimiento probatorio deberá atender lo


siguiente:
• En primer término, deberá entregar copia de los registros de la investigación
a la defensa. Dicho en palabras simples: extender copia fotostática de la
carpeta de investigación, lo cual, desde luego, incluye la totalidad de ella,
sin omisión alguna y, para efectos de dar certidumbre de ese actuar, deberá
estar al menos foliada para verificar la identidad numérica entre la propia
carpeta del fiscal con la extendida al abogado.
• Dar acceso a la defensa a las evidencias materiales recabadas durante la
investigación; esto es, que el defensor físicamente pueda acceder a todas las
personas, objetos e instrumentos relacionados con la indagatoria ministerial,
para el efecto de que se imponga visual y materialmente de ellos, así como
para realizar experticias en los objetos o formular entrevistas a las personas
que estime pertinente para planear su teoría del caso.

Ahora bien, en el caso del acusado o su defensa, este descubrimiento consiste en


entregar materialmente copia de los registros a la fiscalía a su costa, y acceso a las
evidencias materiales que ofrecerá en la audiencia intermedia.
Por su parte, en cuanto a la defensa, el descubrimiento probatorio debe reunir los
siguientes elementos:
• Deberá entregar física y materialmente a las demás partes, a costa de éstas,
copia de sus medios de prueba y dar acceso a las evidencias materiales, con
la salvedad del informe pericial, que puede ser descubierto a más tardar
tres días antes del inicio de la audiencia intermedia, pero que haya sido
anunciado previamente a ella.

Como puede advertirse, a partir de la reforma se le exige a la defensa que entregue


copia de los registros con los que cuente; es decir, de manera expresa, el legislador,
al reformar el numeral 337 (antes no le exigía esta carga), establece que el defensor
llevará algo semejante a una carpeta de investigación, aunque no en los términos que
se exigen a la institución ministerial, la cual está obligada a llevar un registro formal
de los actos de investigación, en tanto se lo exige el numeral 217 del Código Nacional
de Procedimientos Penales; precepto que además establece una serie de requisitos

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Iván Aarón Zeferín Hernández 205

formales con relación a los actos de investigación que lleve a cabo, ya que deberán
constar en registros por separado, ser firmados por sus intervinientes e, incluso, en
caso de que no puedan signar las personas su rúbrica o firma, se asentará la huella
dactilar correspondiente. Asimismo, deberán señalarse el lugar, la fecha y la hora de
su verificativo, el nombre y cargo de los funcionarios intervinientes y una breve des-
cripción de la actuación.
Por ello, con relación a la defensa, en la práctica sería sumamente complicado
que aquélla entregara físicamente al Ministerio Público, por ejemplo, una testimonial;
de ahí que, en su generalidad, los defensores llevan algo semejante a una carpeta de
investigación y el legislador, al modificar el referido numeral, así lo receptó, pues
hay que recordar que la etapa de investigación complementaria también rige para la
defensa y el imputado, en forma paralela; de modo tal que para efectos pragmáticos,
el legislador consideró que es más viable dejar asentados los medios de prueba en un
papel; esta última regla consuetudinaria y ahora formal de dejar constancia impresa,
que ejercen tanto la fiscalía como la defensa (al margen de que el referido numeral
217 establezca que se podrán registrar los actos de investigación en cualquier medio
que permita garantizar que la información recabada sea completa, íntegra y exacta, así
como permitir en forma expedita su acceso a los demás sujetos procesales), resurge
de la operatividad del sistema penal acusatorio y ¿por qué no decirlo? del apego al
sistema escrito tradicional; sin embargo, se ha demostrado empíricamente que es más
asequible asentar datos en documentos impresos y así poder manipularlos a manera de
expediente, ante la facilidad física que permite tener un papel, a fin de ser trasladado
en su contenido oralmente ante el órgano jurisdiccional.
Ello en el entendido de que la aplicación empírica del sistema ha obligado a que
la fiscalía, mediante el uso de sellos y folio consecutivo en sus carpetas de investiga-
ción, garantice que la información ahí plasmada sea completa, íntegra y exacta y en
consecuencia sea generalmente aceptada por su contraparte a través del medio escrito
e impreso.
Ahora bien, llama la atención por qué el legislador le brindó la oportunidad a la
defensa e incluso a la víctima u ofendido de poder descubrir (y no solamente anun-
ciar) el informe pericial hasta tres días antes de la audiencia intermedia: la respuesta
se encuentra en la práctica y en la ostensible complejidad temporal que puede generar
la realización de un dictamen. En efecto, resulta evidente que si el defensor y el ase-
sor jurídico de la víctima tuvieron acceso físico y material a los medios de prueba y
los objetos de la fiscalía en último lugar, tienen que contar con un espacio temporal
suficiente para poder elaborar sus informes periciales que, en muchos de los casos
no representan una especial complejidad; empero, en otros sí, tal como acontece con
un informe en materia de contabilidad, diverso en pureza de estupefaciente, disímil
en materia bancaria, entre otros, y destacadamente porque la experticia a cargo de

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206 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

la defensa, dependiendo de la teoría del caso, tendrá la finalidad de contrarrestar las


conclusiones científicas del experto propuesto por el Ministerio Público o en su caso
por el asesor jurídico victimal; tarea que no es nada fácil, pues no hay una actividad
de litigación más difícil que la de contrarrestar las opiniones científicas de un perito e
intentar desacreditarlo personalmente o a sus opiniones, sin acceso a la información
básica, que es la que contiene un dictamen.

c) Ofrecimiento de los medios de prueba

Una vez que los medios de prueba han sido descubiertos por las partes, lo siguien-
te es que sean ofrecidos por los sujetos procesales. La etapa donde esto ocurre es la
audiencia intermedia; es decir, específicamente en la fase oral de la etapa intermedia y,
por supuesto, ante el juez de control. De ese modo, el anuncio de los medios de prueba
se hace por escrito, el descubrimiento tiene una connotación material y el ofrecimien-
to se hará oralmente.
Así es, dado que el juez de control no tiene acceso en la audiencia intermedia a
los registros de la investigación y tampoco a la actividad relacionada con el descubri-
miento probatorio (ya que sólo es el rector de los plazos procesales en esa etapa), sólo
le resta que las partes por vía oral le expongan —bajo un estricto control horizontal—
si el desarrollo de la etapa intermedia en su etapa escrita fue cumplida cabalmente;
para ello, en la propia audiencia intermedia el órgano jurisdiccional va a constatar,
a través de la oralidad de las partes, si se cumplieron las reglas del descubrimiento
probatorio; en caso de exponer alguna de ellas que no aconteció en esos términos,
entonces el órgano jurisdiccional abrirá debate al respecto.
Aquí surge una interrogante, ¿qué sucede si el descubrimiento probatorio no se
llevó en términos de ley? O ¿qué pasa si falta algún medio de prueba obligatorio por
anunciar y descubrir por alguna de las partes y pretende ofrecerlo en la audiencia?
Considero que la respuesta nos la otorga el artículo 99 del Código Nacional de Proce-
dimientos Penales; esto es, la figura del saneamiento, ya que estamos ante un acto eje-
cutado en inobservancia de las formalidades de la ley, que puede subsanarse realizan-
do el acto omitido. De esa manera, si algún medio de prueba no ha sido descubierto,
estimo que esa omisión debe ser saneada. Ante ello, se deberá suspender la audiencia
intermedia y ordenar a la parte omisiva que descubra ese elemento de prueba y per-
mita eventualmente su acceso al sujeto procesal correspondiente. Saneado lo anterior,
entonces se podrá volver a celebrar la audiencia intermedia, ya con la generalidad de
haber descubierto todos los medios de prueba.
Ahora bien, en el caso de que se advierta que el descubrimiento probatorio se
llevó a cabo en términos de ley y una vez que se han resuelto posibles incidencias
y excepciones, y resuelto los acuerdos probatorios se procederá al ofrecimiento de
medios de prueba en forma oral. A partir de la exposición de las partes, el órgano

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Iván Aarón Zeferín Hernández 207

jurisdiccional excluirá aquellos que no tengan relación con la investigación, generen


efectos dilatorios, sean ilícitos, nulos, ilegales o se refieran a la conducta sexual previa
de la víctima en un delito relacionado con esa índole (temas que se abordarán más
adelante); en caso contrario, decretará su admisión.

d) Admisión y exclusión de los medios de prueba

Admisión. Como se indicó, si el juez de control no encontrare que los medios de


prueba ofrecidos en forma verbal son impertinentes, generan efectos dilatorios, son
ilícitos, nulos, ilegales o se refieran a la conducta sexual previa de la víctima, pro-
cederá a su admisión. Esta decisión evidentemente repercutirá en la etapa de juicio,
pues sólo podrá desahogarse aquello que haya sido materia de depuración de la etapa
intermedia. De esa manera, la admisión de esos medios de prueba es vinculante para
el tribunal de enjuiciamiento, quien tendrá conocimiento de ellos a partir del auto de
apertura a juicio oral que el juez de control dicte derivado de la actividad de las partes
en la etapa intermedia.

Por ello, la admisión de los medios de prueba lleva aparejados los siguientes
efectos:
• Se fija la litis probatoria al delimitar los medios de prueba que se desahogarán
en juicio, a virtud de que éstos han seguido un camino que va desde su
anuncio, hasta su descubrimiento y admisión en la etapa intermedia y que
atenderán desde el hecho delictivo mismo, como la responsabilidad del
acusado, la individualización de sanciones y la reparación del daño.
• Se individualizan los medios de prueba (es decir, se identifica plenamente
a testigos, peritos y pruebas materiales y su forma de citación). Lo anterior,
incluso en caso de haberse declarado por el órgano jurisdiccional como
reservados, pues para ese momento ya no se podrá mantener ese sigilo, en
términos del artículo 220 del Código Nacional de Procedimientos Penales.
• Se establecen los acuerdos probatorios (excepción al principio de
contradicción), los cuales no serán materia de prueba en la etapa de juicio,
sino que sus alcances son aceptar como probados algunos hechos o sus
circunstancias.
• Se cierra la fase probatoria en su etapa de preparación a juicio, para dar
cabida sólo a su desahogo y su valoración.
• Se hace referencia a la prueba anticipada, para el efecto de que sea
reproducida en juicio.
Desde luego, los medios de prueba que no hayan sido admitidos, pero que pre-
viamente fueron anunciados y descubiertos por las partes, estarán excluidos de la
audiencia de debate, como se analiza a continuación.

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208 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Exclusión. La exclusión probatoria es una institución tan explorada como la prue-


ba misma. En el ámbito internacional y específicamente en el derecho europeo se la
conoce como prohibiciones de la prueba; en el derecho anglosajón es conocida como
exclusionary rule o regla de exclusión. Fue Ernst Beling quien acuñó este tema con
mayor trascendencia, hace más de 100 años, en su llamada teoría de la prohibición de
la prueba (Beling, 1968), donde manifestaba que existían limitaciones a la averigua-
ción de la verdad dentro del proceso, las cuales dependían de la posición que otorgaba
el ordenamiento jurídico al individuo frente al poder estatal. Esta limitación surge
frente al estado de derecho o más específicamente frente a los derechos fundamenta-
les, sobre todo aquellos relacionados con la dignidad humana y el libre desarrollo de
la personalidad.
En estos casos el legislador estableció determinadas restricciones a la actividad
probatoria, inicialmente libre, donde la admisibilidad de los medios de prueba no es
viable e incluso resulta prohibida. Estas restricciones juegan un papel preponderante
bajo un doble esquema de protección: tutelan al justiciable de que no se admitan me-
dios de prueba ilícitos o ilegales en su contra, y preservan un componente colectivo,
a través de la realización de un juicio justo, a fin de que sea juzgado en términos ape-
gados a la constitucionalidad y la legalidad y que tampoco dicho gobernado los utilice
contra las demás partes (la víctima u ofendido o la institución ministerial), esto es, la
prueba ilícita supone la imposibilidad de admitirla y valorarla, o sea, su inutilizabili-
dad en el proceso (Gascón, 2012).
Bajo este aspecto y de acuerdo con los lineamientos del sistema penal acusatorio
de nuestro país y lo ordenado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexi-
canos, sólo será prueba aquello que se desahogue en presencia del tribunal de enjui-
ciamiento; por ello, en México las reglas de exclusión probatoria (desde luego, sólo en
la etapa intermedia) tenderán a regular la prohibición de la producción de pruebas (y
excepcionalmente la ya producida, como la intervención de comunicaciones privadas,
la prueba anticipada, entre otras), en virtud de que aquéllas todavía no se obtienen,
sino hasta que se perfeccionen en la etapa de juicio. De esa manera, el juez de control
va a encargarse primordialmente de excluir aquellos medios de prueba que suponen
una violación procesal o sustantiva en su etapa de producción (como podría ser la
lectura íntegra en la etapa de juicio de un dictamen pericial), sin que esto suponga
necesariamente que no se va a hacer cargo de aquella ya producida.
Lo anterior tiene sustento en que, desde luego, el derecho a valerse de pruebas
en el proceso penal no es absoluto, ya que esa libertad probatoria, de la cual se goza
inicialmente, debe ser regulada bajo aspectos rigurosos y bien determinados que per-
mitan que la etapa de juicio sea llevada bajo una institución protectora de los derechos
humanos, a fin de que el tribunal de enjuiciamiento no tenga que ocuparse de la ca-
lificación de los medios de prueba, sino que éstos sean previamente regulados por el

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Iván Aarón Zeferín Hernández 209

juez de control y, en esencia, la etapa de juicio se centre solamente en el desahogo y


la valoración de esas pruebas previamente anunciadas, ofrecidas, admitidas e incluso
excluidas.
El Código Nacional de Procedimientos Penales establece cinco bloques de reglas
de exclusión:
a. Pruebas que generan efectos dilatorios. Este primer rubro corresponde
a los medios de prueba que atentan contra la celeridad e idoneidad del
proceso (tiene sustento en el principio de pertinencia, conducencia, utilidad
e idoneidad de la prueba) y, a su vez, se subdividen en sobreabundantes,
impertinentes e innecesarios.
b. Pruebas obtenidas con violación a los derechos fundamentales. El segundo
bloque se compone de aquella construcción protectora de estos derechos.
c. Pruebas nulas. El tercero se relaciona con la institución de nulidad de las
pruebas por pronunciamiento judicial previo.
d. Pruebas que recabadas en contravención a la ley. El cuarto se vincula con
el debido cumplimiento de las formalidades de ley (los tres anteriores
principios tienen su sustento en el diverso principio de licitud probatoria).
e. Pruebas sobre conducta sexual anterior y posterior de la víctima. El último
de ellos no es genérico como los anteriores, sino concretizado a los delitos
de índole sexual, tendentes a indagar sobre la conducta, precisamente
sexual de la víctima (tiene sustento en el principio de utilidad de la prueba,
en tanto pone en tela de juicio la disponibilidad de la libertad sexual de una
persona).

e) Desahogo de pruebas

Con respecto al desahogo de pruebas, es importante mencionar que el sistema pe-


nal acusatorio está diseñado, en esencia, para que las pruebas sean desahogadas en la
etapa de juicio, pues es en ese momento en el que el tribunal de enjuiciamiento valora
los elementos de prueba que han sido perfeccionados en su personalísima presencia.
No obstante lo anterior, centrándonos en las reglas del sistema penal acusatorio
en México, no sólo existe la posibilidad de que las pruebas sean desahogadas en la
audiencia de juicio, sino además en el plazo constitucional en el que se resuelve el
auto de vinculación a proceso o de no vinculación a proceso, pues en esa etapa pro-
cesal el órgano jurisdiccional también va a analizar el fondo del asunto, aunque de
manera temprana, para verificar si existen datos de prueba suficientes y que adviertan
congruencia, que permitan continuar el proceso.
Ya se ha mencionado que existen sistemas acusatorios en distintos países, donde
el órgano jurisdiccional analiza la suficiencia probatoria para que el proceso llegue
a juicio, como es el caso del derecho anglosajón, con la llamada etapa de juicio pre-

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210 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

liminar, y la diversa audiencia preliminar en El Salvador o la etapa intermedia en


Guatemala. En esos sistemas, el juez analiza si existen medios de prueba suficientes
para abrir la etapa de juicio; es decir, necesariamente analiza el fondo del asunto y la
posibilidad de que prosiga el proceso con las pruebas hasta ese momento recabadas;
incluso, en sistemas como el salvadoreño, si no existen medios probatorios suficien-
tes, el órgano jurisdiccional los recabará de oficio.
En mérito de ello, podemos entonces establecer que existen dos momentos para
el desahogo de pruebas tendentes a analizar el fondo del asunto, el primero de ellos,
en etapas tempranas, que es el plazo constitucional puntualizado, donde se desahogan
medios de prueba (llamados ya así, desde la reforma penal de 17 de junio de 2016)
y se ofrecen y ponderan datos de prueba para resolver sobre la vinculación o no a
proceso del imputado; el segundo momento se da en la etapa de juicio, donde de ma-
nera expresa se desahogan pruebas y consecuentemente se valoran o desvaloran por
el tribunal de enjuiciamiento. En el primer momento, el estándar probatorio que se
exige para un auto de vinculación a proceso es menor, mientras que el requerido para
emitir una sentencia condenatoria evidentemente debe ser muy alto; no obstante, en
ambos supuestos es claro que se desahogan elementos de convicción, tan es así, que
el artículo 309 del Código Nacional de Procedimientos Penales, en su parte final, al
hacer referencia a los datos de prueba ofrecidos en el plazo constitucional, preceptúa
que: En lo conducente se observarán las reglas previstas en este Código para el des-
ahogo de los medios de prueba; de ahí que las reglas de desahogo de los datos son,
en esencia, de naturaleza similar a los relativos a las pruebas en la audiencia de juicio
(con sus casuísticas excepciones) y, en consecuencia, es ostensible que en el plazo
constitucional también se perfeccionan elementos de prueba concordantes con esas
etapas tempranas.

f) Valoración de las pruebas

En cuanto a la valoración de las pruebas en el sistema penal acusatorio, es un


tema que amerita un estudio extenso al respecto y que incluso me hago cargo de él en
diverso trabajo relacionado con la prueba libre y lógica, cuya edición corre también
a cargo de este honorable Instituto de la Judicatura Federal; no obstante, dado que el
presente trabajo sólo tiene como finalidad hacer referencia al íter de la prueba, nos
ceñiremos a decir que al hablar de valoración de los elementos de convicción, necesa-
riamente tenemos que hacer referencia a los momentos en que el órgano jurisdiccional
realiza esta labor; esto es, a las diversas etapas procesales donde el juzgador realiza,
en sentido amplio, una valoración o ponderación de suficiencia y razonabilidad de
los elementos de convicción sometidos a su análisis. Así tenemos que un ejercicio
inicial de los datos de prueba ocurre cuando se analiza el libramiento de una orden

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Iván Aarón Zeferín Hernández 211

de aprehensión por necesidad de cautela, así como para la calificación del control de
detención, la imposición de medidas cautelares y para resolver la vinculación o no a
proceso del justiciable, por citar etapas tempranas; mientras que la valoración de la
prueba, en sentido estricto, acontecerá en la etapa de juicio, una vez que se ha produ-
cido la actividad probatoria en presencia del tribunal de enjuiciamiento.
Así, tenemos entonces que el ejercicio de ponderación y valoración de las pruebas
en el sistema penal acusatorio, en términos generales, será libre y lógico, lo que quiere
decir que inicialmente no requerirá de alguna tasación o regla estricta, sino que ésta
se razonará en una libre apreciación; empero, esa facultad no es absoluta, ya que, a
pesar de ser libre, se basa en directrices basadas en un sistema de sana crítica, donde
ingresan a ese terreno de valoración la lógica dialéctica, las máximas de la experiencia
y los conocimientos científicamente afianzados, retomados de la Ley de Enjuicia-
miento Civil española del siglo XIX. De esa manera, al ser libre la valoración, pero
además lógica, se limita el paso de un sistema de íntima convicción, para dar cabida
a la motivación y fundamentación de lo resuelto y así dar certeza al gobernado de las
determinaciones judiciales.

IV. Soluciones alternas antes de concluida la etapa intermedia y procedimiento


abreviado ¿Resulta procedente su admisión ante la preservación de la materia del
juicio de amparo contra el auto de vinculación a proceso?

Las soluciones alternas y el procedimiento abreviado constituyen figuras jurídicas


que tienen por finalidad terminar alternativa o anticipadamente el proceso, al optar
por hacer prevalecer la justicia restaurativa en el caso de las primeras y, en el caso del
segundo, el beneficio de la imposición de penas menores a las mínimas, al aceptar el
hecho materia de la acusación; sin embargo, ambas comparten una misma finalidad:
evitar llegar a la etapa de juicio, donde las posibilidades de obtener las pretensiones
procesales derivarán de la actividad probatoria y la estrategia del litigio, pero sin cer-
tidumbre cierta y determinada de salir victoriosos en esa contienda. De esa manera,
dado que no se pretende llegar a juicio, antes de que culmine la etapa intermedia, por
lógica procesal, las partes buscarán la obtención de estas figuras.
Ahora bien, en virtud de que el tema que se abordará en el presente apartado se
ciñe a establecer si estas soluciones alternas y terminación anticipada del proceso
serían procedentes ante la existencia de un juicio de amparo contra el auto de vincula-
ción a proceso, donde además se otorgó la suspensión definitiva por parte del órgano
de control constitucional, considero conveniente analizar estas dos figuras jurídicas
por separado y, atendiendo a su naturaleza, darles un trato diferenciado en torno al
tema planteado, por así requerirlo su peculiar connotación. De esa manera, comenza-
remos por las soluciones alternas.

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212 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Las soluciones alternas

Con relación a estos mecanismos alternos de solución, es viable mencionar que en-
cuentran sustento en el ámbito constitucional, ya que el artículo el artículo 17, párrafo
tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que
las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de controversias. Asimismo,
establece que en la materia penal regularán su aplicación, asegurarán la reparación
del daño y establecerán en los casos en los que se requerirá supervisión judicial. Por
su parte, el artículo 18, párrafo sexto, constitucional, hace mención de que las formas
alternativas de justicia deberán observarse en la aplicación de este sistema, siempre
que resulte procedente.
Como puede advertirse, existen dos figuras jurídicas que cobran vigencia en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que son, por un lado, las
soluciones alternas y, por otro, los mecanismos alternativos de solución de contro-
versias. Será en sede del ámbito legislativo que se establecerá de manera clara su
diferenciación.
En efecto, en primer término, el Código Nacional de Procedimientos Penales,
bajo un enfoque de índole taxonómico, establece que las soluciones alternas —que
constituyen formas de solución alternativas del procedimiento— son los acuerdos
reparatorios y la suspensión condicional del proceso. Asimismo, la Ley Nacional de
Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias en Materia Penal contempla
a los mecanismos alternativos de solución de controversias y establece que éstos con-
sisten en la mediación, la conciliación y la junta restaurativa; figuras jurídicas que no
son en sentido estricto soluciones alternas, sino que constituyen el camino para llegar
a ellas. Dicho en otras palabras, la mediación, la conciliación y la junta restaurativa
tendrán como finalidad conducir a las partes procesales a obtener acuerdos reparato-
rios y la suspensión condicional del proceso, por lo que las primeras son el medio para
conseguir los segundos.
En ese orden, las soluciones alternas serán materia de análisis de este primer
tema, dado que los mecanismos alternativos de solución de controversias son sólo
instrumentos de obtención de aquellas salidas, pero serán estas últimas las que tendrán
repercusión jurídica frente al proceso y, desde luego, frente al juicio de amparo insta-
do contra el auto de vinculación a proceso.
Así, el numeral 186 del Código Nacional de Procedimientos Penales se encarga
de definir en qué consisten los acuerdos reparatorios, al establecer que son aquéllos
celebrados entre la víctima u ofendido y el imputado que, una vez aprobados por el
Ministerio Público o el juez de control y cumplidos en sus términos, tienen como
efecto la extinción de la acción penal.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 213

Por su parte, por suspensión condicional del proceso, de acuerdo con lo previsto
en el artículo 191 del Código Nacional, deberá entenderse el planteamiento formulado
por el Ministerio Público o por el imputado, el cual contendrá un plan detallado sobre
el pago de la reparación del daño y el sometimiento del imputado a una o varias de
las condiciones, que garanticen una efectiva tutela de los derechos de la víctima u
ofendido y que en caso de cumplirse pueda dar lugar a la extinción de la acción penal.
Como puede advertirse, ambas figuras, en caso de cumplirse en sus términos,
darán lugar a la extinción de la acción penal y al sobreseimiento en el proceso, que
tendría efectos de sentencia absolutoria. En palabras de Chiara Díaz y Julio C. Báez:
con el sobreseimiento se decide la finalización de un proceso, respecto a uno o varios
imputados determinados, previamente al dictado de una sentencia definitiva, que le
otorgue el carácter de cosa juzgada, y ello en virtud de la existencia de una causa
expresamente fijada en la normatividad regulatoria de la materia, impidiéndose de
esta manera, la prosecución del trámite contra el o los sujetos activos (Chiara, Báez y
Esquivel, 2013).
Es importante mencionar que la oportunidad para promover aquellas soluciones
alternas en el procedimiento penal es, en cuanto a los acuerdos reparatorios, desde
que exista denuncia o querella; mientras que la suspensión condicional del proceso se
podrá solicitar a partir de que se dicte auto de vinculación a proceso. El límite procesal
para la promoción de ambas figuras ocurre hasta que se emita el auto de apertura a
juicio oral, con lo que finalizaría la etapa intermedia en sus dos fases.
Ahora bien, centrémonos en la interrogante inicialmente planteada y, para efecto
de ser más ilustrativos, expongamos un ejemplo al respecto.
En un proceso penal se dicta auto de vinculación a proceso contra el imputado por
determinado delito y, en consecuencia, aquél promueve juicio de amparo contra esa
determinación y también solicita la suspensión del acto reclamado. El juez de amparo
admite la demanda y, previo los trámites de ley, concede la suspensión definitiva al
quejoso, para el efecto de que, entre otras cosas, el justiciable quede a disposición del
juez de amparo, sólo en lo que se refiere a su libertad, pero a disposición del juez de
control, para la continuación del proceso.
Es importante mencionar, que en virtud de que el acto reclamado es un auto de
vinculación a proceso, la alegación de violaciones se relaciona estrechamente con los
derechos fundamentales establecidos en el artículo 19 constitucional; de ahí que de
conformidad con lo previsto en el artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo, de la
Ley de Amparo, no es viable emitir determinación alguna en el proceso que haga que
se consideren irreparablemente consumadas las violaciones alegadas, pues conduci-
rían a un cambio de situación jurídica que podría actualizar una causal de improceden-
cia, que a su vez originaría un sobreseimiento en el juicio constitucional.
Lo anterior pone de relieve que la intención del legislador al crear la porción
normativa contenida en el artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo, de la Ley

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214 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

de Amparo, fue la de mantener la materia del juicio constitucional ante una reper-
cusión jurídica que se pudiera originar en el proceso, que incluso tiene la fuerza de
suspenderlo una vez concluida la etapa intermedia; ello, desde luego, para no abrir la
siguiente etapa en la que se podría dictar sentencia que dejaría sin materia al juicio
constitucional.
De este último tópico deriva la interrogante planteada: si lo que el legislador de
amparo busca es que se preserve la materia del juicio y que con motivo de ello no se
llegue a la etapa de juicio en tanto se resuelva la litis constitucional, entonces, ¿las so-
luciones alternas que de facto conllevan una modificación de la sustancia del amparo
son procedentes en el proceso? Ello, porque eventualmente, al darles cabida procesal
y tener el alcance de extinguir la acción penal, una vez que fueran perfeccionadas, ya
no habría proceso en el cual se pudiera dar cumplimiento a la ejecutoria protectora
de derechos fundamentales (ante la extinción de la acción penal) y, en consecuencia,
inminentemente la materia de amparo se vería modificada.
Como ya lo anticipé, considero que sí es procedente darle cabida a las soluciones
alternas, al margen de que se hubiera promovido juicio de amparo contra el auto de
vinculación a proceso, lo que conllevará a que su perfeccionamiento en el proceso,
al dar lugar a la extinción de la acción penal, tendrá la fuerza procesal de originar el
sobreseimiento en el juicio de amparo. Lo que considero en razón de lo siguiente.
El legislador, al establecer el imperativo legal de proteger la materia del juicio de
amparo, preceptuó la inviabilidad de que se pudiera emitir una sentencia definitiva
contra el justiciable, atendiendo a la objetiva incertidumbre de que esta resolución
pudiera ser en sentido de condenar o absolver, pero en ambos supuestos, el goberna-
do estaría a expensas de la determinación judicial del juez de origen y, ante ello, el
legislador consideró que debe prevalecer el interés de analizar en el juicio de amparo
posibles violaciones a los derechos fundamentales en el auto de vinculación a proceso
y además que el dictado posterior de una sentencia no hiciera nugatorio este análisis
constitucional.
Ahora bien, en las soluciones alternas no existe esa incertidumbre; esto es, no se
coloca al gobernado en un estado de inseguridad jurídica en el cual pudiera dictarse
una sentencia condenatoria en su contra, lo que es más, las soluciones alternas ni
siquiera son determinaciones que agraven la situación jurídica en que se encuentra el
imputado en el proceso, porque de conformidad con lo previsto en el tercer párrafo
del artículo 189 y el diverso 198 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
en caso de que se revoquen los acuerdos probatorios o la suspensión condicional,
el proceso seguirá su marcha como si no se hubieran celebrado aquellas figuras y,
adicionalmente, de acuerdo con lo establecido en el párrafo cuarto del numeral 189
y el último párrafo del artículo 196 de la codificación mencionada, toda información
que se genere con motivo de un acuerdo reparatorio o la suspensión condicional del
proceso no podrá ser utilizada en perjuicio del imputado en el proceso penal.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 215

De esa manera, la situación jurídica del imputado, con motivo de la procedencia,


tramitación y eventual cumplimiento de aquellas figuras no agrava su situación jurí-
dica ni lo coloca en incertidumbre, pues debe reiterarse que, en caso de su incumpli-
miento o falta de perfeccionamiento, el proceso seguirá tramitándose en los mismos
términos en que estaba antes de admitir la procedencia de aquellas figuras y, en el
mejor de los panoramas, esto es, de que se cumplan íntegramente, llevará a la extin-
ción de la acción penal.
Por ello, la sola procedencia y tramitación de acuerdos reparatorios o suspensión
condicional del proceso no afecta en forma alguna la materia del juicio de amparo y
las condiciones que prevalecerían para ese momento y, para efectos del amparo, serían
las mismas como si no se hubieran solicitado. En mérito de eso, considero que sí es
viable admitir en el proceso la procedencia de esas soluciones alternas.
Ahora bien, establecida la viabilidad de su procedencia, resta decir los efectos
que conllevaría el cumplimiento íntegro de aquellas figuras, con relación al juicio de
amparo.
Pues bien, como se ha expuesto, el artículo 61, fracción XVII, párrafo segun-
do, de la Ley de Amparo establece que cuando se aleguen violaciones al artículo 19
constitucional (como sería el caso del auto de vinculación a proceso), “solamente
la sentencia de primera instancia hará que se consideren irreparablemente consuma-
das las violaciones para los efectos de la improcedencia”; lo que indica que sólo la
sentencia definitiva del proceso tendría la fuerza procesal necesaria para considerar
irreparablemente consumadas las violaciones ahí alegada; esto es, de acontecer de esa
manera, eventualmente se actualizaría la hipótesis prevista en el propio numeral, pero
en su fracción XVI, “Contra actos consumados de modo irreparable”, que en términos
del precepto 63, fracción V, de la Ley de Amparo, conllevaría al sobreseimiento en el
juicio.
No obstante lo anterior, eso no quiere decir que durante la secuela del juicio de
amparo no pueda actualizarse distinta causal de sobreseimiento por sobrevenir alguna
causa de improcedencia, originada directamente por el proceso que le dio origen al
auto de vinculación a proceso. Dicho de modo más concreto: las soluciones alternas
en el proceso que dan lugar a la extinción de la acción penal.
Así es, en caso de extinguirse la acción penal las soluciones alternas darían lu-
gar al sobreseimiento en el proceso, de conformidad con lo previsto en el artículo
327, fracción VI, del Código Nacional de Procedimientos Penales, que de quedar esta
determinación firme tendría efectos de sentencia absolutoria, como lo establece el
numeral 328 de ese código procesal y, en consecuencia directa e inminente, el auto de
vinculación a proceso cesaría en sus efectos, ya que la acción penal y el proceso que le
dieron origen estarían extintos y, por ende, la vinculación a proceso dejaría de existir
en la realidad jurídica-procesal.

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216 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

De conformidad con lo anterior, existiría repercusión directa en el juicio de am-


paro, ya que se actualizaría una causal de improcedencia, pero no la relativa a la
consumación de modo irreparable de las violaciones alegadas, sino la relativa a la
cesación de efectos del acto reclamado, prevista en el artículo 61, fracción XXI, de la
Ley de Amparo, que conduciría al sobreseimiento en el juicio, en correspondencia a
lo establecido en el precepto 63, fracción V, de esa legislación.
En efecto, si bien el numeral 61, fracción XVII, párrafo segundo, de la Ley de
Amparo pretende conservar la materia de amparo, para efectos de no dejar las viola-
ciones del auto de vinculación a proceso irreparablemente consumadas, las soluciones
alternas no tienen ese alcance, sino que, por el contrario, conducen a que esas posibles
violaciones ya no tengan efectos jurídicos contra el gobernado y, al extinguirse la
acción penal y decretarse el sobreseimiento en el proceso no existiría ya repercusión
alguna en la esfera jurídica del justiciable, quien se vería beneficiado con aquellas
figuras y su implacable repercusión que tienen en el proceso a favor del gobernado.
Por ello, las soluciones alternas no riñen con el juicio de amparo ni dejan sin ma-
teria el análisis constitucional del acto reclamado, sino que, por el contrario, eventual-
mente conducen a una finalidad que se equipara a la mayor protección que se puede
obtener en el juicio de amparo promovido contra el auto de vinculación a proceso, que
es la protección lisa y llana, con efectos de absoluta libertad, ya que el sobreseimiento
en el proceso tiene efectos de sentencia absolutoria.
Derivado de lo anterior, con relación a las soluciones alternas frente a la promo-
ción del juicio de amparo, se concluye que:

a. Sí son procedentes las soluciones alternas, al margen de que se hubiera


promovido juicio de amparo contra el auto de vinculación a proceso, y
b. El perfeccionamiento de los acuerdos reparatorios o la suspensión
condicional del proceso en su integridad, al dar lugar a la extinción de la
acción penal, tienen la fuerza procesal de originar el sobreseimiento en el
juicio de amparo.

Ahora bien, a continuación se analizará la figura jurídica del procedimiento abre-


viado frente al juicio de amparo.

El procedimiento abreviado

De conformidad con el artículo 185 del Código Nacional de Procedimientos Penales,


este procedimiento constituye una forma de terminación anticipada del proceso.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 217

Tiene sus bases constitucionales en el artículo 20, apartado A, fracción VII, en


cuanto establece que:

“Una vez iniciado el proceso penal, siempre y cuando no exista


oposición del inculpado, se podrá decretar su terminación anticipada
en los supuestos y bajo las modalidades que determine la ley. Si el
imputado reconoce ante la autoridad judicial, voluntariamente y con
conocimiento de las consecuencias, su participación en el delito y
existen medios de convicción suficientes para corroborar la imputación,
el juez citará a audiencia de sentencia. La ley establecerá los beneficios
que se podrán otorgar al inculpado cuando acepte su responsabilidad”.

Por su parte, el numeral 201 del Código Nacional en comento establece los requi-
sitos de procedencia y la verificación que realizará el juez ante una solicitud de esa
terminación anticipada, los cuales, grosso modo, se hacen consistir en que debe existir
una petición ministerial, la cual deberá contener la enunciación de los hechos que se
atribuyen al acusado, su clasificación jurídica y grado de intervención, así como las
penas y el monto de reparación del daño; asimismo, establece que además debe existir
reconocimiento (y no confesión)2 del acusado, con respecto a los eventos materia de
la acusación (con el conocimiento de su derecho de acudir a la etapa de juicio, a la
cual renunciaría y además deberá aceptar ser juzgado con los medios de convicción
existentes); finalmente, no debe existir oposición fundada de la víctima u ofendido al
respecto.
Pues bien, como puede advertirse, el procedimiento abreviado, si bien de acuerdo
con el artículo 201, fracción I, del Código Nacional de Procedimientos Penales se
insta a petición del Ministerio Público, para que resulte procedente su admisión es
necesaria la aceptación plena e informada del imputado, ya que no solamente va a
reconocer los hechos materia de la acusación, sino que además, de manera expresa,
deberá renunciar al derecho de la etapa de juicio, consentir la aplicación del procedi-
miento abreviado y aceptar ser sentenciado con los medios de convicción que expon-
ga el Ministerio Público en su acusación. En palabras de Avella Franco, la terminación

2
La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver el amparo directo en revisión
1619/2015, cuyo ponente fue el señor Ministro José Ramón Cossío Díaz, estableció que: “La aceptación
de la responsabilidad en los ilícitos atribuidos no constituye una prueba, que como tal solo puede serlo la
confesión formal de los hechos por parte del indiciado y que en su caso deberá rendirse en juicio oral, no
en el procedimiento abreviado. Así, cuando el inculpado admite, ante autoridad judicial, su responsabilidad
en la comisión del delito atribuido, en las modalidades y circunstancias expuestas por el Ministerio Público
en el escrito de acusación, no está emitiendo una declaración libre y espontánea de lo que considera su
participación en la comisión de los hechos ilícitos como sucede en el caso de la confesión”.

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218 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

anticipada del proceso “se ubica en las posibilidades de justicia premial, en la medida
de que el imputado puede aceptar los hechos, persuadido de los beneficios punitivos
que el acto comporta” (Avella, 2007).
Es aquí, en esta aceptación plena e informada del acusado, que se centra el quid
del tema que se analiza en este apartado, es decir, ¿ante la promoción del juicio de
amparo y la concesión de la respectiva suspensión definitiva, es posible la proce-
dencia de un procedimiento abreviado?; en el entendido de que al dar cabida a su
prosecución existe la alta e inminente posibilidad de que esa terminación anticipada
se perfeccione en sus términos y, en consecuencia, se dicte sentencia condenatoria
contra el justiciable.
La postura que erijo en torno al tema es que sí es procedente dar lugar a la proce-
dencia de ese procedimiento, así como a su perfeccionamiento y efectos correspon-
dientes, con independencia de la promoción del juicio de amparo contra el auto de
vinculación a proceso y la concesión de la suspensión definitiva. Lo que así considero
de conformidad con lo siguiente.
En primer término, es evidente que la promoción del juicio de amparo contra el
auto de vinculación a proceso conlleva necesariamente la voluntad del quejoso, a fin
de que sean analizadas las posibles violaciones a sus derechos fundamentales y de
manera destacada los establecidos en el artículo 19 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, con lo que buscará que eventualmente le sea concedida la
protección constitucional. De esa manera, como se puntualizó en párrafos preceden-
tes, de conformidad con lo previsto en el artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo,
de la Ley de Amparo, no es viable emitir determinación alguna en el proceso que
haga que se consideren irreparablemente consumadas las violaciones alegadas, pues
conducirían a un cambio de situación jurídica que podría actualizar una causal de im-
procedencia que, a su vez, originaría un sobreseimiento en el juicio.
De ello se advierte, como ha quedado puntualizado, que la finalidad del legislador
de amparo fue establecer mecanismos jurídicos, a fin de mantener la materia del juicio
constitucional, frente a lo que pudiera representar una repercusión jurídica que se ori-
gine en el proceso, que es el dictado de una sentencia de juicio; por ello, la promoción
de la instancia de amparo contra el auto de vinculación a proceso tiene la fuerza de
suspender el proceso una vez concluida la etapa intermedia.
De lo anterior es evidente que se tiende a proteger la inviabilidad de que se pu-
diera emitir una sentencia definitiva contra el justiciable, quien al no optar por salidas
alternas o terminación anticipada durante el desarrollo del proceso, es evidente que
luchó porque no fuera demostrada su culpabilidad y no le importa llegar a juicio para
conseguirlo.
Ahora bien, centrémonos en una institución que aunque parezca similar, es dia-
metralmente diversa a la sentencia definitiva que se dicta en la etapa de juicio: esta
institución es el procedimiento abreviado.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 219

En efecto, la sentencia que se dicta en este procedimiento abreviado conlleva una


circunstancia evidentemente diversa a la que se dicta en la etapa de juicio, ¿cuál es
esa disimilitud?, puede decirse de manera sencilla: en la etapa de debate el justiciable
fue vencido en juicio y en el procedimiento abreviado él decidió darse por vencido y
aceptó, de manera informada, voluntaria y con conciencia de los alcances de su propia
voluntad, los efectos de una sentencia condenatoria.
El hecho de aceptar el procedimiento abreviado puede obedecer a múltiples fac-
tores personales, familiares, laborales o incluso sociales. En la generalidad de casos,
las personas vinculadas a proceso pretenden evitar proseguir un procedimiento que
redunda en modificación a su vida cotidiana, al estar supeditados a la agenda judicial,
los lineamientos cautelares que se le han fijado o, en muchos de los casos, a la priva-
ción de su libertad personal. Por ello, ante la posibilidad informada por su defensa de
que pueden obtener una sentencia condenatoria, aun acudiendo a la sede del juicio,
decide terminar anticipadamente el proceso y reconocer el evento atribuido, con las
consecuencias que esto conlleva; dicho en palabras de Luigi Ferrajoli, optó por una
de las finalidades más importantes del derecho penal, que es la solución del conflicto
(Ferrajoli, 1995).
Además, el reconocimiento del hecho punible y las consecuencias de un procedi-
miento abreviado no siempre son perjudiciales para el justiciable, pues dependiendo
de sus necesidades personales y la ponderación de circunstancias que realice en torno
a los hechos que redundan en su situación jurídica, en muchos de los casos los acusa-
dos prefieren ser declarados penalmente responsables y asumir las consecuencias que
esto genere, que seguir privados de su libertad; esto, porque debe recordarse que no
todas las sentencias condenatorias se tienen que cumplir en prisión, ante la existencia
de figuras del derecho ejecutivo penal, como son los sustitutivos y beneficios que,
dependiendo de su naturaleza, permiten a la persona compurgar una pena pública en
libertad.
Ante ello, si el juez de control que se erige como rector del proceso decide no
darle cabida al procedimiento abreviado, so pretexto de que existe la promoción del
juicio de amparo y su correspondiente suspensión definitiva, está (en mi opinión)
fácticamente limitando el acceso a la justicia en el proceso del gobernado, pues la
intención de él es contundente, clara, plena e informada: quiere terminar anticipada-
mente el procedimiento.
Ilustremos lo anterior con un ejemplo: a una persona, en el ámbito federal, le fue
dictado auto de vinculación a proceso por el delito de uso de documento público falso,
por lo que es susceptible de que, en caso de que se dicte sentencia condenatoria en su
contra, obtenga una pena de cuatro a ocho años de prisión y de 200 a 360 días multa.
En la audiencia inicial, en el momento de valorar la teoría del riesgo de sustracción
de la justicia del imputado, el juez de control determina imponer prisión preventiva
como medida cautelar, habida cuenta que el justiciable no presenta arraigo en la enti-

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220 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

dad federativa de la circunscripción territorial del órgano jurisdiccional, ya que reside


en diverso estado; incluso señaló un domicilio falso en la entidad de competencia
territorial del juzgador, con la finalidad de demostrar ese posible arraigo; asimismo, en
el momento de ser detenido opuso resistencia al acto de autoridad y, además, cuenta
con el respaldo económico de poder viajar a cualquier parte del país o al extranjero en
el momento que lo desee. Así, contra ese auto de vinculación a proceso el justiciable
promueve juicio de amparo y le es concedida la suspensión definitiva, para el efecto
de que, entre otras cosas, quede a disposición del juez de amparo, sólo en lo que se
refiere a su libertad, pero a disposición del juez de control, para la continuación del
proceso.
La persona —asistida por su defensa técnica durante todo el proceso— ante los
datos de prueba que le fueron narrados por la institución ministerial en la audiencia de
vinculación a proceso, realiza (junto con su abogado) un ejercicio de ponderación de
la actividad probatoria y llega a la conclusión de que existe un alto grado de posibili-
dad de que sea declarado penalmente responsable de ese hecho punible en la etapa de
juicio, pues además no cuenta con elementos de convicción eficientes para contrarres-
tar la teoría del caso de la fiscalía; por ello, el defensor en la etapa intermedia, decide
optar por un procedimiento abreviado y negociar la pena con la institución ministerial.
Todo ello, con la certeza informativa de que la pena mínima por el delito en
comento es de cuatro años y, en mérito de ese tópico, logra conseguir la garantía del
fiscal, en el sentido de que éste solicitará al juez de control la disminución de la pena
mínima en un tercio; por ello, la sanción, ya bajo esa operación tranzada, quedaría en
dos años ocho meses de prisión. En ese orden, la defensa evidencia una alta probabili-
dad de que su patrocinado obtenga los sustitutivos y el beneficio penal contemplados
respectivamente en los artículos 70 y 90 del Código Penal Federal, ya que el imputado
no presentó ingresos previos a prisión y tiene un modo honesto de vida. Asimismo,
parte de la negociación se hizo consistir en que en la audiencia de lectura de explica-
ción de la sentencia de procedimiento abreviado, las partes renunciarían a los plazos y
el derecho de interponer recurso de apelación, a fin de que el justiciable obtenga esas
figuras jurídicas de inmediato, ya que evidentemente su prioridad es salir de prisión.
Sin embargo, la defensa del imputado cometió un error, que se hizo consistir
en no haber desistido del juicio de amparo instado contra el auto de vinculación a
proceso, el cual apenas estaría por resolverse. Ante ello, el juez de control que rige el
proceso y que recibe la solicitud de la fiscalía para la procedencia del procedimiento
abreviado emite un proveído en el cual no le va a dar cabida a esa forma de termina-
ción anticipada del proceso, so pretexto que de hacerlo así, dejaría sin materia el juicio
de amparo, al quedar irreparablemente consumadas las violaciones alegadas.
Las preguntas que resurgen aquí son: ¿realmente el juez de control, al actuar de
esa manera está velando por tutelar los derechos fundamentales del imputado?; asi-

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Iván Aarón Zeferín Hernández 221

mismo, ¿es jurídicamente más importante el análisis del juicio de amparo contra el
auto de vinculación a proceso, que la obtención inmediata de libertad de la persona?
Si tuviéramos la oportunidad de preguntar estos cuestionamiento al justiciable, segu-
ramente se inclinaría en que sus necesidades e interés inmediato es salir de prisión,
sin esperar que un órgano de control constitucional analizara si el auto de vincula-
ción a proceso fue o no dictado con apego a la constitución o a las leyes secundarias
y, destacadamente, porque el análisis del juicio de amparo no es garantía de que se
concederá la protección constitucional y que en consecuencia el quejoso obtenga su
libertad; de ahí que la única posibilidad que tiene al alcance para recuperar su libertad
es el procedimiento abreviado.
En mérito de ello, estimo que los jueces debemos atender a los intereses del jus-
ticiable y ponderar mayormente la procedencia del procedimiento abreviado, sin con-
cluir indiscriminadamente que la sentencia de procedimiento abreviado es igual a la
sentencia de juicio (que en términos de la Ley de Amparo esta última es la sentencia
de primera instancia), porque —como se ha puntualizado— ambas tienen una na-
turaleza diversa, lo que incluso se hace más ostensible, si la lectura del artículo 61,
fracción XVII, párrafo segundo, de la Ley de Amparo, advertimos que el camino que
traza ese numeral, consiste en suspender el proceso finalizando la etapa intermedia;
esto es, se trata de una institución jurídica disímil y que no puede equipararse al proce-
dimiento abreviado, en tanto éste procede antes de finalizar la etapa intermedia, lo que
pone de manifiesto que la institución jurídica a la que se refiere el invocado numeral
61, fracción XVII, párrafo segundo, es la sentencia que se emite concluida la etapa
intermedia, que evidentemente sólo es la de juicio y no otra más.
Así, resumiendo lo anterior, podríamos concluir que existe una serie de notorias
diferencias entre las sentencias de procedimiento abreviado y la de juicio, las cuales
permiten concluir que no pueden ser equiparables para determinar la improcedencia
de esa vía anticipada ante la promoción del juicio de amparo; dichas disimilitudes
esencialmente serían las siguientes:

• En la sentencia dictada en la etapa de debate, el acusado fue vencido en


juicio, ya que su interés preponderante es que no sea declarado penalmente
responsable del hecho punible y así demostrar su inocencia, mientras que
en el del procedimiento abreviado, el imputado decide darse por vencido y
reconocer su intervención en el hecho.
• En la sentencia de juicio ya se concluyó la primera instancia, mientras que
en el procedimiento abreviado no se concluye la instancia, pues ni siquiera
se abre la etapa de juicio; por ello, haciendo una interpretación literal del
referido artículo 61, fracción XVII, párrafo segundo, de la Ley de Amparo,

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222 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

la llamada sentencia de primera instancia tendría que ser emitida precisa-


mente al finalizar la primera instancia, pero no en la sede de procedimiento
abreviado, que se dicta cuando la instancia aún no ha culminado en todas
sus fases, sino que, por el contrario, anticipadamente se terminó.
• En la sentencia de juicio, el justiciable tuvo la oportunidad durante todo el
proceso de optar por su terminación anticipada o incluso por obtener sali-
das alternas y no lo quiso, lo cual pudo obedecer a múltiples factores, como
el hecho de auto conceptualizarse inocente, conocer que la teoría del caso
y la actividad probatoria de la fiscalía es endeble; o bien, ante la imponente
pena de prisión que lleva aparejada el delito materia de la acusación; por
ello se deben analizar todos los medios de impugnación y juicios constitu-
cionales que promueva en ese devenir.
• En la sentencia de debate se desahogaron pruebas ante el tribunal de enjui-
ciamiento, mientras que en el procedimiento abreviado sólo se ponderó la
suficiencia y congruencia de medios de convicción, narrados oralmente y
referenciados en la carpeta de investigación.
• En el procedimiento abreviado, el justiciable optó por esta vía, ante el be-
neficio de conlleva la imposición de penas menores a las mínimas estable-
cidas para ese delito y que eventualmente redundará en su favor, al tener la
certeza más o menos aproximada de obtener sustitutivos o beneficio pena-
les. En la sentencia de juicio existe la posibilidad de que incluso las penas
a imponer sean mayores a las mínimas.
• En la vía de terminación anticipada se opta por culminar tempranamente el
proceso, con todos sus efectos, incluyendo el que genera el auto de vincu-
lación a proceso, por lo que implícitamente no existe interés del gobernado
en que se analice dicha determinación por cualquier órgano jurisdiccional;
mientras que en la sentencia de juicio el justiciable hace valer cualquier
cantidad de medios de impugnación y juicios de amparo para demostrar
sus intereses procesales.

De esa manera, puedo concluir que, ante la petición del justiciable de acceder a
la vía anticipada de terminación del proceso, se debe privilegiar su voluntad, al mar-
gen de la existencia de un juicio de amparo contra el auto de vinculación a proceso
pendiente de resolver; lo que conllevaría al sobreseimiento en el juicio constitucional,
en términos del artículo 63, fracción V, de la Ley de Amparo, por existir un cambio
de situación jurídica, en términos del numeral 61, fracción XVII, de esa misma legis-
lación, pero a virtud de la voluntad expresa, plena, informada y asistida del quejoso.

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Iván Aarón Zeferín Hernández 223

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224 CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

2. Legislación

Código de Procedimiento Penal de Colombia (CPPC).

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