La Épica Griega
La Épica Griega
La Épica Griega
Para entender un poema épico hay que tener muy presente su condición de
poesía oral, es decir, compuesta y transmitida en sus orígenes sin ayuda de la
escritura. Los poetas componían sus obras y las interpretaban con la única ayuda de
la memoria, por lo que dichas obras tenían una buena dosis de improvisación. Para
poder realizar esta difícil tarea, sobre todo cuando se trataba de poemas de gran
extensión, los poetas recurrían a diversas técnicas: el uso de la música, los epítetos
atribuidos a los héroes (Aquiles siempre es el de los pies ligeros y Héctor, el domador
de caballos), el empleo de los mismos adjetivos para los mismos sustantivos
(las rápidas naves, la negra tierra, el vinoso ponto, la sagrada Troya), la repetición de
versos enteros o comparaciones, etc. Todo esto permitía a los poetas tener una
buena colección de frases hechas para las distintas partes del verso: se trata de las
llamadas "fórmulas épicas". Esta técnica de composición requería una larga
experiencia y un severo entrenamiento, pues en cierto modo el poeta creaba el
poema cada vez que lo cantaba; pero también producía incongruencias -en
la Ilíada un personaje muere al principio del poema y aparece vivo unos cantos más
adelante-, inexactitudes y un estilo narrativo cuyo ritmo puede parecer lento y
repetitivo, especialmente para los hombres de hoy. Es curioso que ya desde la
antigüedad, cuando los poemas épicos se fijaron por escrito, lo hicieron con todo su
repertorio de técnicas orales, que se convirtieron así en rasgos característicos del
género, por lo que los poemas posteriores compuestos desde el principio por escrito,
aunque no necesitaban dicho repertorio, lo seguían utilizando.
Los rasgos que caracterizan al género épico pueden condensarse en los nueve
siguientes:
a) Uso del hexámetro dactílico: verso que consta de seis metros o pies, cada uno
de los cuales está formado por una sílaba larga y dos breves (éstas, a su vez,
pueden ser sustituidas por una larga).
b) Uso de un dialecto literario propio, básicamente dialecto jonio, aunque
también hay formas de otros dialectos.
c) Invocación a la Musa al comienzo del poema y en lugares destacados, para
que sirva de inspiración al poeta.
d) Lenguaje formulario: conjunto numeroso de frases hechas y fijas, que se
insertan en los mismos lugares del verso.
e) Versos enteros repetidos.
f) Epítetos fijos para dioses y héroes. Ya se mencionaron algunos: Aquiles
siempre es el de los pies ligeros; Héctor, el domador de caballos;
Agamenón, el pastor de hombres; Ulises, el fecundo en ardides; los aqueos
son los de hermosas grebas o los de larga melena. Por su parte, Zeus es el
que amontona las nubes y también el que se complace con el rayo; Atenea
es la de ojos glaucos y Hera, la de los níveos brazos. Estos epítetos son sobre
todo ornamentales y se repiten una y otra vez, aunque no se correspondan
con la realidad del momento: por ejemplo, las naves de los aqueos siempre
aparecen calificadas como raudas o rápidas, aunque estén varadas en la orilla
desde hace años y Aquiles es rápido de pies o de pies ligeros, aunque no lo
demuestre nunca. El epíteto, al ser fijo y exclusivo de cada personaje, puede
llegar a sustituir al nombre propio del dios o del héroe.
g) Escenas típicas: escenas de combate, de preparación de sacrificios, etc.
Siempre se describen de la misma manera. En las escenas de combate destaca
el detallismo del poeta al describir el modo de pelear y de destrozarse
físicamente los héroes unos a otros. El realismo y la crudeza de estas
descripciones todavía sobrecogen al lector moderno:
Este poema atribuido a Homero, consta de más de quince mil versos divididos
en veinticuatro cantos y cuenta una parte de lo ocurrido en el último año de la guerra
de Troya.
• Aquiles: hijo de la ninfa marina Tetis y del mortal Peleo. Elige voluntariamente
una vida corta y gloriosa antes que una larga existencia oscura y anónima. Su
elección de ir a Troya es una elección ejemplar, puesto que esa relación de los
héroes con la muerte (una bella muerte en combate), distingue a los mejores.
Es un héroe de una pieza: fiero y temible en el combate, obstinado en sus
objetivos, inconmovible a las súplicas (sólo al final de la Ilíada se compadecerá
ante el dolor del rey Príamo por la muerte de su hijo Héctor).
• Odiseo (Ulises): es el rey de Ítaca y el personaje central del otro gran poema
épico atribuido a Homero (la Odisea). En medio de tanto guerrero impulsivo
y belicoso, Odiseo es el héroe capaz de argumentar y reflexionar primero y
pasar a la acción después.
• Héctor: hijo de Príamo y Hécuba, los reyes de Troya. Es valiente, combate por
su patria y su familia; es buen hijo, buen esposo y un padre cariñoso con su
hijito Astianacte. Carece de la frivolidad de su hermano Paris y trata con afecto
a Helena, a pesar de ser ella la causante de la guerra. Sabe que va a morir
cuando se enfrenta a Aquiles en combate singular, pero actúa cumpliendo
con lo que considera su deber hacia la patria.
Con respecto al tema central de la Ilíada hay que decir que no es, al contrario
de lo que pudiera pensarse, la guerra de Troya, sino que el tema central es la cólera
de Aquiles y sus funestas consecuencias. Esto se comprende bien si tenemos en
cuenta dos hechos importantes: la Ilíada no nos cuenta los diez años de guerra que
enfrentaron a griegos y troyanos; el poeta ha elegido un episodio concreto
perteneciente a la etapa final de la guerra. Además, el poema comienza de manera
abrupta: el poeta invoca a la Musa para que le inspire en la tarea de cantar la cólera
del Pelida Aquiles, cólera que precipitó al Hades a un número incontable de
valerosos guerreros. En el desarrollo del CANTO I de la obra seremos informados de
los motivos de la cólera de Aquiles y todo el argumento de los cantos siguientes está
condicionado por la ausencia de Aquiles del campo de batalla; su regreso al combate
hará posible el desenlace de la obra (la muerte de Héctor a manos del propio
Aquiles).
5. La Odisea.
Odiseo (Ulises), uno de los héroes que destruyen la ciudad de Troya, trata de
regresar a su patria (la pequeña isla de Ítaca), tras diez años de guerra. Pero el regreso
será prolongado -otros diez años- y difícil, pues tendrá que soportar toda clase de
dificultades: tempestades, enfrentamientos con diversos seres extraordinarios, el
descenso al mundo de los muertos, etc. Cuando por fin consigue llegar a Ítaca, se
presenta en palacio disfrazado de mendigo, da muerte a los pretendientes que
ocupan el palacio porque aspiran a la mano de Penélope para hacerse con el trono
y se reencuentra felizmente con su esposa.