La Épica Griega

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LA ÉPICA GRIEGA

La literatura europea nace en Grecia con dos poemas épicos: la Ilíada y la


Odisea. Pero estas obras no son el inicio, sino posiblemente el momento cumbre de
un proceso que venía fraguándose desde la segunda mitad del segundo milenio
antes de Cristo.

Los acontecimientos históricos que los poetas griegos consideraron dignos


de ser recordados se refieren a los ocurridos en Grecia durante el llamado Período
Micénico (1600-1200 a. C.). Una vez desaparecido, el mundo micénico es sustituido
por una sociedad aristocrática dirigida por reyezuelos de pequeñas ciudades a
quienes acompañan nobles poderosos que se sienten herederos de los antiguos
soberanos micénicos y a quienes gusta que experimentados cantores les recuerden
las hazañas de sus antepasados. Pero el paso del tiempo (más de 400 años) desvirtúa
los antiguos sucesos hasta que éstos se acaban transformando en leyendas.

Estas leyendas pueden agruparse en dos ciclos: el Ciclo Troyano y el Ciclo


Tebano. El primero recoge todas las leyendas referidas a la fundación y destrucción
de Troya y al regreso al hogar de los vencedores griegos. El segundo se nutre de los
relatos surgidos en torno a la ciudad de Tebas.

En el siglo VIII a. C. aparecen la Ilíada y la Odisea, que desde antiguo la


tradición atribuyó a un poeta de Asia Menor o de alguna de sus islas vecinas (quizá
de Quíos o de Esmirna) conocido con el nombre de Homero. Estos poemas -ambos
pertenecientes al Ciclo Troyano- han llegado hasta nosotros completos y están
considerados entre los mejores textos de la literatura universal.

CARACTERÍSTICAS DE LA ÉPICA GRIEGA.

Para entender un poema épico hay que tener muy presente su condición de
poesía oral, es decir, compuesta y transmitida en sus orígenes sin ayuda de la
escritura. Los poetas componían sus obras y las interpretaban con la única ayuda de
la memoria, por lo que dichas obras tenían una buena dosis de improvisación. Para
poder realizar esta difícil tarea, sobre todo cuando se trataba de poemas de gran
extensión, los poetas recurrían a diversas técnicas: el uso de la música, los epítetos
atribuidos a los héroes (Aquiles siempre es el de los pies ligeros y Héctor, el domador
de caballos), el empleo de los mismos adjetivos para los mismos sustantivos
(las rápidas naves, la negra tierra, el vinoso ponto, la sagrada Troya), la repetición de
versos enteros o comparaciones, etc. Todo esto permitía a los poetas tener una
buena colección de frases hechas para las distintas partes del verso: se trata de las
llamadas "fórmulas épicas". Esta técnica de composición requería una larga
experiencia y un severo entrenamiento, pues en cierto modo el poeta creaba el
poema cada vez que lo cantaba; pero también producía incongruencias -en
la Ilíada un personaje muere al principio del poema y aparece vivo unos cantos más
adelante-, inexactitudes y un estilo narrativo cuyo ritmo puede parecer lento y
repetitivo, especialmente para los hombres de hoy. Es curioso que ya desde la
antigüedad, cuando los poemas épicos se fijaron por escrito, lo hicieron con todo su
repertorio de técnicas orales, que se convirtieron así en rasgos característicos del
género, por lo que los poemas posteriores compuestos desde el principio por escrito,
aunque no necesitaban dicho repertorio, lo seguían utilizando.

Los rasgos que caracterizan al género épico pueden condensarse en los nueve
siguientes:

a) Uso del hexámetro dactílico: verso que consta de seis metros o pies, cada uno
de los cuales está formado por una sílaba larga y dos breves (éstas, a su vez,
pueden ser sustituidas por una larga).
b) Uso de un dialecto literario propio, básicamente dialecto jonio, aunque
también hay formas de otros dialectos.
c) Invocación a la Musa al comienzo del poema y en lugares destacados, para
que sirva de inspiración al poeta.
d) Lenguaje formulario: conjunto numeroso de frases hechas y fijas, que se
insertan en los mismos lugares del verso.
e) Versos enteros repetidos.
f) Epítetos fijos para dioses y héroes. Ya se mencionaron algunos: Aquiles
siempre es el de los pies ligeros; Héctor, el domador de caballos;
Agamenón, el pastor de hombres; Ulises, el fecundo en ardides; los aqueos
son los de hermosas grebas o los de larga melena. Por su parte, Zeus es el
que amontona las nubes y también el que se complace con el rayo; Atenea
es la de ojos glaucos y Hera, la de los níveos brazos. Estos epítetos son sobre
todo ornamentales y se repiten una y otra vez, aunque no se correspondan
con la realidad del momento: por ejemplo, las naves de los aqueos siempre
aparecen calificadas como raudas o rápidas, aunque estén varadas en la orilla
desde hace años y Aquiles es rápido de pies o de pies ligeros, aunque no lo
demuestre nunca. El epíteto, al ser fijo y exclusivo de cada personaje, puede
llegar a sustituir al nombre propio del dios o del héroe.
g) Escenas típicas: escenas de combate, de preparación de sacrificios, etc.
Siempre se describen de la misma manera. En las escenas de combate destaca
el detallismo del poeta al describir el modo de pelear y de destrozarse
físicamente los héroes unos a otros. El realismo y la crudeza de estas
descripciones todavía sobrecogen al lector moderno:

A aquél hirió entonces bajo la ceja en la cuenca del ojo


y le arrancó la pupila; el asta penetró a través del ojo,

lo atravesó hasta la nuca, y él cayó derrumbado con los brazos


abiertos. Penéleo, desenvainando la aguzada espada,
le golpeó en pleno cuello e hizo saltar al suelo
la propia cabeza con el yelmo. La robusta pica aún
estaba hincada en el ojo. Él alzó la cabeza, como una flor de amapola,

y la exhibía ante los troyanos... [Ilíada XIV, 493-500]


h) Digresiones que desvían la narración hacia temas y personajes ajenos al
argumento central del poema.
i) Uso del estilo directo en los discursos de los héroes y los dioses.
j) Símiles y comparaciones. Con tales recursos el poeta acerca el relato al oyente
y le hace más comprensible la narración al comparar las acciones de los
héroes con elementos de su mundo cotidiano. Por ejemplo, en ocasiones el
avance del ejército es comparado con las espigas movidas por el viento o con
una bandada de pájaros. El símil nunca es una breve alusión a un objeto
mencionado con una palabra, sino que es un símil descriptivo que se
introduce como una pequeña escena adicional en medio de la narración. Los
símiles abundan especialmente en las escenas de combate, tales como la
siguiente:

El golpe lo lanzó como un trompo, haciéndolo dar vueltas.


Como cuando al golpe del padre Zeus cae una encina
abatida de raíz, y el temible olor del quemado se esparce

desde ella, y desfallece en su valor quien lo contempla


y está cerca, pues denso es el rayo del excelso Zeus,
tan de súbito cayó al suelo la furia de Héctor en el polvo.
[Ilíada, XIV, 413-418]
LA ILÍADA. TEMAS, PERSONAJES, ESTRUCTURA Y CONTENIDO.

Este poema atribuido a Homero, consta de más de quince mil versos divididos
en veinticuatro cantos y cuenta una parte de lo ocurrido en el último año de la guerra
de Troya.

Los héroes griegos más destacados de la obra son los siguientes:

• Aquiles: hijo de la ninfa marina Tetis y del mortal Peleo. Elige voluntariamente
una vida corta y gloriosa antes que una larga existencia oscura y anónima. Su
elección de ir a Troya es una elección ejemplar, puesto que esa relación de los
héroes con la muerte (una bella muerte en combate), distingue a los mejores.
Es un héroe de una pieza: fiero y temible en el combate, obstinado en sus
objetivos, inconmovible a las súplicas (sólo al final de la Ilíada se compadecerá
ante el dolor del rey Príamo por la muerte de su hijo Héctor).

• Agamenón: es hermano de Menelao y rey de Micenas. Su relación con Aquiles


es hostil. La riqueza y el poder despótico que detenta, no le compensan del
hecho de carecer de la sangre divina que corre por las venas de Aquiles.

• Menelao: es el hermano de Agamenón y el esposo ultrajado de Helena. Su


contribución al éxito militar de los griegos es muy escasa, por no decir nula.

• Odiseo (Ulises): es el rey de Ítaca y el personaje central del otro gran poema
épico atribuido a Homero (la Odisea). En medio de tanto guerrero impulsivo
y belicoso, Odiseo es el héroe capaz de argumentar y reflexionar primero y
pasar a la acción después.

• Néstor: anciano guerrero que encarna la sensatez, fruto de la experiencia que


dan los años. No siempre sus consejos son tenidos en cuenta, pero en los
momentos más delicados, los diferentes caudillos griegos acuden a él para
escuchar su opinión y su consejo.

• Patroclo: es el íntimo amigo de Aquiles. Encarna los valores del cariño, la


bondad, la lealtad y la amistad.

• Áyax: es el exponente de la fuerza bruta. Representa el músculo puro y duro


del guerrero, al que sólo le interesa causar bajas en las filas enemigas.

• Diomedes: no tiene la fuerza de Áyax, aunque muestra destreza en la lucha.


Menos fornido y más ágil que Áyax, viene a ser su complemento.
Si de los héroes griegos pasamos a los héroes troyanos, los más importantes
son los siguientes:

• Héctor: hijo de Príamo y Hécuba, los reyes de Troya. Es valiente, combate por
su patria y su familia; es buen hijo, buen esposo y un padre cariñoso con su
hijito Astianacte. Carece de la frivolidad de su hermano Paris y trata con afecto
a Helena, a pesar de ser ella la causante de la guerra. Sabe que va a morir
cuando se enfrenta a Aquiles en combate singular, pero actúa cumpliendo
con lo que considera su deber hacia la patria.

• Paris: el hermano menor de Héctor. Es cobarde, no da la cara, no combate


cuerpo a cuerpo, sino que dispara con el arco.

• Príamo: anciano rey de Troya, esposo de Hécuba y padre de Héctor y Paris. A


la experiencia que le dan los años y que lo pone en relación con el anciano
griego Néstor, une su faceta de padre. Antes, durante y, especialmente,
después de la muerte de Héctor, al encontrarse frente a frente con Aquiles,
Príamo da ejemplo de sensatez y humanidad.

• Hécuba: anciana reina de Troya. Su presencia en la obra subraya los horrores


y sufrimientos que la guerra causa a personas inocentes que no participan
activamente en ella.

• Andrómaca: es la ejemplar esposa de Héctor. Al igual que Hécuba, representa


el dolor de las mujeres, que no acuden al campo de batalla, pero sufren en
sus carnes todo el horror de la guerra.

• Eneas: es un personaje secundario en la Ilíada. Ni puede atribuírsele nada


negativo, ni sus gestan pasan de notables. Precisamente esa circunstancia será
aprovechada magistralmente por el poeta latino Virgilio en su Eneida, obra
cumbre de la épica latina posterior.

Con respecto al tema central de la Ilíada hay que decir que no es, al contrario
de lo que pudiera pensarse, la guerra de Troya, sino que el tema central es la cólera
de Aquiles y sus funestas consecuencias. Esto se comprende bien si tenemos en
cuenta dos hechos importantes: la Ilíada no nos cuenta los diez años de guerra que
enfrentaron a griegos y troyanos; el poeta ha elegido un episodio concreto
perteneciente a la etapa final de la guerra. Además, el poema comienza de manera
abrupta: el poeta invoca a la Musa para que le inspire en la tarea de cantar la cólera
del Pelida Aquiles, cólera que precipitó al Hades a un número incontable de
valerosos guerreros. En el desarrollo del CANTO I de la obra seremos informados de
los motivos de la cólera de Aquiles y todo el argumento de los cantos siguientes está
condicionado por la ausencia de Aquiles del campo de batalla; su regreso al combate
hará posible el desenlace de la obra (la muerte de Héctor a manos del propio
Aquiles).

En cuanto al contenido y estructura de la obra, podríamos distinguir estas


secciones:

• CANTOS I AL IX: una plaga se ha desatado en el campamento griego, y el


adivino Calcante afirma que la ha provocado el enfado de Apolo en nombre
de su sacerdote, a cuya hija, Criseida, tomaron prisionera para entregársela a
Agamenón como botín de guerra; si Agamenón renuncia a ella la plaga
cesará. Agamenón, enfadado, consiente, pero toma en su lugar a Briseida, la
esclava concubina de Aquiles. Éste, encolerizado por tal acto despótico, se
retira a su tienda con sus mirmidones y su amigo Patroclo, y se niega a
participar más en el combate. El ejército griego, privado de su fuerza de
apoyo, sufre serias pérdidas, se retira de la llanura de Troya y vuelve al
campamento. Agamenón, sintiéndose muy hostigado, reconoce el daño que
ha causado y envía una embajada a Aquiles en la que le ofrece generosas
satisfacciones si decide deponer su cólera. Odiseo, Áyax y Fénix, los tres
héroes enviados en la embajada, no consiguen convencer a Aquiles, que sigue
quejándose y se siente desilusionado con la guerra y la fama; rechaza las
ofertas de Agamenón y anuncia que embarcará para su casa al día siguiente.

• CANTOS X AL XVII: Sin embargo, se queda al ver el sufrimiento de los griegos


y las posteriores pérdidas. Su amigo Patroclo, atormentado por la vergüenza,
lamenta su frialdad. Obtiene el permiso de Aquiles, cuando los troyanos están
ya quemando los barcos griegos, para unirse a la lucha; además Aquiles,
conmovido por el peligro que atenaza a los griegos, presta su armadura a
Patroclo y convoca a los mirmidones. Los troyanos se retiran, pero Patroclo
muere a manos de Héctor, y el resultado de su cólera se vuelve, de este modo,
contra el propio Aquiles.

• CANTOS XVIII AL XXII: Aquiles, enloquecido de dolor, deja de lado su cólera


contra Agamenón y se presenta sin armas ante los troyanos, que han retirado
el cadáver de Patroclo. Tetis, la madre de Aquiles, le da una nueva armadura
que había forjado el dios Hefesto. Aquiles marcha decidido a vengar la muerte
de su amigo. Mata a Héctor y ultraja su cadáver con brutalidad, atándolo a los
ejes de su carro y arrastrándolo por el polvo.
• CANTOS XXIII Y XXIV: Aquiles entierra el cuerpo de Patroclo y da un carácter
solemne al acontecimiento organizando unos juegos funerarios. Príamo, el
anciano rey de Troya, va hacia Aquiles para pedirle el cuerpo de su hijo Héctor
y salvarlo así del amenazador destino de que sea arrojado a los perros. Aquiles
siente la misma compasión que Príamo, se apena por él y le devuelve el
cuerpo. El poema finaliza con el funeral de Héctor.

5. La Odisea.

Odiseo (Ulises), uno de los héroes que destruyen la ciudad de Troya, trata de
regresar a su patria (la pequeña isla de Ítaca), tras diez años de guerra. Pero el regreso
será prolongado -otros diez años- y difícil, pues tendrá que soportar toda clase de
dificultades: tempestades, enfrentamientos con diversos seres extraordinarios, el
descenso al mundo de los muertos, etc. Cuando por fin consigue llegar a Ítaca, se
presenta en palacio disfrazado de mendigo, da muerte a los pretendientes que
ocupan el palacio porque aspiran a la mano de Penélope para hacerse con el trono
y se reencuentra felizmente con su esposa.

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