Protocolo de Kyoto

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Protocolo de

Kyoto

JESÚS ALEJANDRO MACIAS ÁLVAREZ


UTM190017ERV
Introducción
Desde la celebración en 1979 de la
Primera Conferencia Mundial sobre el
Clima se han sucedido diversas
reuniones internacionales de carácter
político y científico, así como
negociaciones para establecer las
estrategias para solucionar el grave
problema del cambio climático. El
compromiso más importante en relación
al cambio climático es el Protocolo de
Kioto, que surge de las instituciones de
la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático.

Con la adopción del Protocolo de Kioto


en 1997, la comunidad internacional
ensaya su primera respuesta organizada
para mitigar el cambio climático: las
economías desarrolladas deberán
reducir sus emisiones de gases de efecto
invernadero durante el periodo 2008-
2012 (se establecen unos límites
cuantitativos a las emisiones de seis
gases de efecto invernadero). Para
facilitar el cumplimiento de esta meta, el
Protocolo y las posteriores Conferencias
de las Partes, han desarrollado una serie
de mecanismos de flexibilidad
destinados a reducir las emisiones de
manera costo-eficiente y apoyar el
crecimiento sostenible en los países en
desarrollo a través de la transferencia de
tecnologías limpias.

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Los mecanismos de flexibilidad son tres:

1 El Comercio Internacional de Emisiones (CE) permite el intercambio de Unidades de Cantidad


(de Carbono) Atribuida por el Protocolo de Kioto (AAU por sus siglas en inglés) entre Estados
desarrollados.

2 El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) que permite la inversión en proyectos de reducción


de emisiones en países en vías de desarrollo.

3 El Mecanismo de Acción Conjunta (AC) que permite el desarrollo de proyectos de reducción de


emisiones en otro país con límites a sus emisiones.

La creación de este sistema de reducción


flexible por la combinación de los
mecanismos de flexibilidad ha dado
lugar a un nuevo mercado internacional
de carbono, que operará de manera
plena a partir de 2008.

Los distintos tipos de unidades contables


del Protocolo de Kioto son las siguientes:

Unidades de Cantidad Atribuida


inicialmente asignadas a cada Parte
(UCAs)

Unidades de Reducción de Emisiones de


proyectos de aplicación conjunta (UREs).

Reducciones Certificadas de Emisiones


generadas por proyectos del Mecanismo
de Desarrollo Limpio (RCEs).

Unidades de Absorción procedentes de


actividades en sumideros (UDAs).
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Para hacer operativo este sistema global de límites flexibles, el Protocolo mejora el sistema de
notificación y seguimiento de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), establece un
procedimiento para el reconocimiento e intercambio de activos de carbono, y crea un
procedimiento sancionador para los Estados que incumplan las medidas previstas en el mismo.
Protocolo de Kioto, las estrategias propuestas para reducir la
contaminación por CO2, los proyectos realizados y los incentivos
ofrecidos.

Los delegados celebran la aprobación del Protocolo en 1997. Hizo falta todo un año para que
los países miembros de la Convención Marco sobre el Cambio climático decidieran que la
Convención tenía que incorporar un acuerdo con exigencias más estrictas para reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero.

La Convención entró en vigor en 1994, y ya en 1995 los gobiernos habían iniciado


negociaciones sobre un protocolo, es decir, un acuerdo internacional vinculado al tratado
existente, pero con autonomía propia. El texto del Protocolo de Kyoto se adoptó por
unanimidad en 1997.

La principal característica del Protocolo es que


tiene objetivos obligatorios relativos a las
emisiones de gases de efecto invernadero para
las principales economías mundiales que lo
hayan aceptado. Estos objetivos van desde -8%
hasta +10% del nivel de emisión de los
diferentes países en 1999 "con miras a reducir
el total de sus emisiones de esos gases a un
nivel inferior en no menos de 5% al de 1990 en
el período de compromiso comprendido entre
el año 2008 y el 2012". En casi todos los casos,
incluso en los que se ha fijado un objetivo de
+10% de los niveles de 1990, los límites exigen
importantes reducciones de las emisiones
actualmente proyectadas. Se prevé el
establecimiento de objetivos obligatorios
futuros para los “períodos de compromiso”
posteriores a 2012. Éstos se negociarán con
suficiente antelación con respecto a los
períodos afectados.

Los compromisos contraídos en virtud


del Protocolo varían de un país a otro. El
objetivo global del 5% para los países
desarrollados debe conseguirse
mediante recortes (con respecto a los
niveles de 1990) del 8% en la Unión
Europea (UE [15]), Suiza y la mayor parte
de los países de Europa central y 4
oriental; 6% en el Canadá; 7% en los
Estados Unidos (aunque posteriormente
los Estados Unidos han retirado su apoyo
al Protocolo), y el 6% en Hungría, Japón y
Polonia. Nueva Zelandia, Rusia y Ucrania
deben estabilizar sus emisiones,
mientras que Noruega puede
aumentarlas hasta un 1%, Australia un
8% (posteriormente retiró su apoyo al
Protocolo) e Islandia un 10%. La UE ha
establecido su propio acuerdo interno
para alcanzar su objetivo del 8%
distribuyendo diferentes porcentajes
entre sus Estados Miembros. Estos
objetivos oscilan entre recortes del 28%
en Luxemburgo y del 21% en Dinamarca
y Alemania a un aumento del 25% en
Grecia y del 27% en Portugal.

Para compensar las duras consecuencias de


los “objetivos vinculantes”, el acuerdo ofrece
flexibilidad en la manera en que los países
pueden cumplir sus objetivos. Por ejemplo,
pueden compensar parcialmente sus
emisiones aumentando los “sumideros” –
bosques, que eliminan el dióxido de carbono
de la atmósfera. Ello puede conseguirse bien
en el territorio nacional o en otros países.
Pueden pagar también proyectos en el
extranjero cuyo resultado sea una reducción
de los gases de efecto invernadero. Se han
establecido varios mecanismos con este fin
(véanse los apartados sobre “comercio de
derechos de emisión”, el “Mecanismo para
un desarrollo limpio” y la “aplicación
conjunta”.

El Protocolo de Kyoto ha avanzado lentamente: se encuentra todavía en lo que se conoce con


el nombre de “fase de ratificación”, y es un acuerdo complicado. Razones no faltan. El
Protocolo no sólo debe ser eficaz frente a un problema mundial también complicado; debe ser
también políticamente aceptable. En consecuencia, se ha multiplicado el número de grupos y
comités creados para supervisar y arbitrar sus diferentes programas, e incluso después de la
aprobación del acuerdo en 1997, se consideró necesario entablar nuevas negociaciones para
especificar las instrucciones sobre la manera de instrumentalizarlo. Estas normas, adoptadas
en 2001, se conocen con el nombre de “Acuerdos de Marrakech”.
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Los tratados internacionales deben tratar de conseguir
un delicado equilibrio. Los que se proponen conseguir un
apoyo general muchas veces no son lo bastante
enérgicos como para resolver los problemas que tratan
de solucionar (como se consideraba que la

Convención Marco presentaba esa deficiencia,


a pesar de sus numerosas y valiosas
disposiciones, se creó el Protocolo con la
finalidad de complementarla). En cambio, los
tratados con disposiciones firmes pueden tener
problemas a la hora de conseguir el apoyo
necesario para que resulten eficaces.

Lo que ahora se necesita realmente es que el


Protocolo consiga ratificaciones suficientes
para entrar en vigor. Lo mismo que el
Protocolo en general, esta materia es
complicada.

El Protocolo será jurídicamente vinculante cuando lo hayan ratificado no menos de 55 países,


entre los que se cuenten países desarrollados cuyas emisiones totales representen por lo
menos el 55% del total de las emisiones de dióxido de carbono en 1990. Ello no ha ocurrido
todavía. El principal problema es que deben decidir adherirse más naciones industrializadas
que se verán afectadas por los límites de emisión del Protocolo. Una segunda preocupación es
que los Estados Unidos y Australia han manifestado que no apoyarán ya el tratado.

Al mismo tiempo, una novedad positiva es que algunos mecanismos del Protocolo cuentan con
apoyo suficiente y se están estableciendo antes incluso de la entrada en vigor del Protocolo.
Por ejemplo, el Mecanismo para un desarrollo limpio (a través del cual los países
industrializados pueden cumplir en parte sus objetivos vinculantes de emisión mediante
“créditos” obtenidos patrocinando proyectos que reducen las emisiones de gases de efecto
invernadero en los países en desarrollo) cuentan ya con una junta ejecutiva que está
preparando algunas propuestas.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Secretaría sobre el Cambio
Climático. (1998). PROTOCOLO DE KYOTO DE LA CONVENCIÓN MARCO DE LAS NACIONES
UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMATICO .

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